ciudadanía digital: una oportunidad de formación e...

Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018

DOI (individual):10.4185/cil2018-045

ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 894

Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html

Ciudadanía Digital: una oportunidad de

formación e innovación

Digital Citizenship: an opportunity for

formation and innovation

Victoria Dalila Palacios Mieles - Pontificia Universidad Católica del Ecuador -

[email protected]

Narcisa Jessenia Medranda Morales - Universidad Politécnica Salesiana -

[email protected]

María Teresa Bravo Paredes - Corporación para la Educación Audiovisual

Francisco Xavier - [email protected]

Resumen

Las redes sociales no solo son espacios casi omnipresentes en la sociedad

digital, también representan una oportunidad para educar en ciudadanía,

seguridad y derechos humanos. Esta ponencia busca reflexionar sobre cómo la

educación en nuevas tecnologías necesita ir más allá de lo estrictamente

funcional sino ir hacia una comprensión más profunda de sus riesgos, sí, pero

también de cómo las presencias virtuales son espacios para la expresión de

valores, deberes y derechos.

Con este fin se va a explicar el concepto de Ciudadanía Digital y explorar

propuestas educativas innovadoras acerca del tema y, a través de estas

experiencias, evidenciar cómo el mayor involucramiento de padres y profesores

permite fomentar en los estudiantes una actitud crítica frente a los contenidos

de estos nuevos medios, un comportamiento ético en los espacios del internet

http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html

mailto:[email protected]






y un uso responsable que no vulnere su seguridad y respete la privacidad

propia y de los demás.

Se estudiarán los recursos de Common Sense Education, una guía en línea

para educar en Ciudadanía Digital en todos los niveles escolares, creada con el

apoyo del Project Zero de Hardvard, y su página relacionada, Common Sense

Media, que hace reseñas de productos audiovisuales (películas y series de

televisión), libros, apps, páginas web y videojuegos con pautas para padres

sobre la recomendación de edad, criterios de contenidos e incluso

recomendaciones de temas de conversación después de su consumo.

Palabras clave: innovación; redes sociales; tecnología; educación

Abtract

Social media aren’t just almost omnipresent spaces on the digital society, they

also represent an opportunity to educate in citizenship, security and human

rights. This article aims to think about how technology education needs to go

beyond the strictly functional to a deeper comprehension of its risks, yes, but

also of how virtual presences are spaces for the expression of values, duties

and rights.

To this end, we are going to explain the concept of Digital Citizenship and

explore innovative educational proposals about this subject, and, through these

experiences, prove that a greater involvement of parents and teachers

promotes in students a critical attitude towards the contents of these new

media, an ethical behavior on internet spaces and a responsible use that

protects their security and respects their own and others’ privacy.

The resources of Common Sense Education and Common Sense Media will be

studied. Common Sense Education is an online guide for education in Digital

Citizenship in all K-12 school levels, created with the support of Harvard’s

Project Zero. Common Sense Media does reviews of media products (movies

and tv series), books, apps, websites and videogames with cues for parents





about age, contents and even conversation topics for after their

viewing/reading/using/playing.

Keywords: innovation, social media, digital citizenship, technology, education.





1. Introducción

La tecnología hoy en día no se reduce al espacio de una computadora de

escritorio que se utiliza como herramienta de trabajo con aplicaciones de

procesamiento de palabras, hojas de cálculo, presentaciones, bases de datos o

sistemas computacionales que automatizan los procesos transaccionales en

los entornos de oficina, hogar o escuela. La miniaturización de los

componentes electrónicos permitió la aparición de los computadores portátiles,

tabletas y teléfonos inteligentes, y con ellos la vida digital evolucionó hacia una

presencia constante y un medio de expresión, comunicación y opinión que ha

permeado a toda la sociedad.

Los teléfonos inteligentes conectados a internet abren un mundo de

posibilidades de uso de herramientas y acceso a la información a usuarios de

todas las edades, cada vez más tempranas. El uso de redes sociales ha

permitido que cada persona sea generadora de contenidos ya sea en la forma

de publicaciones multimedia (fotos, videos, gifs, audios) o de opiniones y

comentarios. La calidad de estos contenidos escapa a los filtros y a la censura,

permitiendo incluso espacios para la violencia y el abuso (cyberbullying/acoso

digital, publicación de contenido privado, imágenes comprometedoras, etc.)

llegando en casos extremos a delitos como robo de identidad, suplantación,

estafas, redes de pornografía y trata de personas. La misma herramienta que

ayuda a crear comunidades y conectar personas alejadas físicamente o que

han perdido el contacto a través de los años, puede ser un espacio lesivo para

niños y adolescentes que buscan espacios de expresión y pueden encontrar (y

generar) ataques a su autoestima en formación.

Las redes sociales no solo son espacios casi omnipresentes en la sociedad

digital, también representan una oportunidad para educar en ciudadanía,

seguridad y derechos humanos. Este artículo busca reflexionar sobre cómo la

educación en nuevas tecnologías necesita ir más allá de lo estrictamente

funcional sino apuntar hacia una comprensión más profunda de sus riesgos, sí,

pero también de cómo las presencias virtuales son espacios para la expresión

de valores, deberes y derechos.





La educación en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) se ha

enfocado en la parte más utilitaria. Sin embargo, existe una oportunidad

perdida en la educación de Ciudadanía Digital. Este concepto reconoce que los

espacios virtuales representan una extensión, si se quiere, de la personalidad,

y como tal deben estar sujetos a los mismos deberes y derechos necesarios

para una convivencia pacífica y armoniosa.

La enseñanza en Ciudadanía Digital puede y debe empezar desde edades

tempranas con criterios como seguridad (aquel que suele preocupar más a

padres y maestros), derechos de autor, respeto y empatía y criterio en los

contenidos, tanto los que se publica como los que se consume. Si cada

ciudadano con un teléfono celular con acceso a internet es un reportero

potencial, es importante añadir a esta discusión nociones periodísticas, de

denuncia ciudadana y respeto a la identidad, por nombrar algunas. Una

educación en Ciudadanía Digital puede ser un espacio de formación en

valores, en deberes y derechos ciudadanos e incluso en responsabilidad

periodística.

Con este fin se va a explicar el concepto de Ciudadanía Digital y explorar

propuestas educativas innovadoras acerca del tema y, a través de estas

experiencias, evidenciar cómo el mayor involucramiento de padres y profesores

permite fomentar en los estudiantes una actitud crítica frente a los contenidos

de estos nuevos medios, un comportamiento ético en los espacios del internet

y un uso responsable que no vulnere su seguridad y respete la privacidad

propia y de los demás.

Adicionalmente, se va a describir un ejemplo de formación en este tema creado

por Common Sense. Esta organización sin fines de lucro ofrece gratuitamente

un currículo completo de formación en Ciudadanía Digital, organizado para los

niveles de educación básica, intermedia y de bachillerato, además de guías y

videos para educadores. Además del contenido dirigido a educadores,

Common Sense ofrece un área para padres con reseñas y calificaciones de





productos mediáticos tales como películas, series de televisión, libros,

videojuegos, juegos en línea, aplicaciones y sitios web. Su tercer componente

está dedicado al activismo con el que aportan con investigación, discusiones y

sugerencias de regulaciones y leyes orientadas, principalmente, a la protección

de la información que los niños y jóvenes comparten en línea.

La investigación realizada es de tipo bibliográfico y documental, apoyada en

libros de texto, revistas especializadas y páginas web. Este artículo permite no

solo aclarar conceptos y alcances sino plantear la necesidad de formar a

profesores y estudiantes en el uso adecuado de la tecnología y la

comunicación con el objetivo de mejorar las interacciones y los contenidos de

los espacios virtuales presentes y futuros.

En primera instancia se va a definir la Ciudadanía Digital, cuáles son sus

elementos y se nombrará los estándares al respecto. Luego, se describirá el

enfoque de la educación con respecto a las TICs y los criterios de prevención y

seguridad versus una alfabetización digital integral. El caso de estudio de

Common Sense será la parte final de este artículo como un ejemplo de una

propuesta estructurada y desarrollada de Ciudadanía Digital. Adicionalmente,

se mencionarán otras iniciativas en inglés y español sobre el tema.

2. Ciudadanía digital: expandir las nociones de ciudadanía al mundo

virtual

El concepto de ciudadanía ha estado siempre relacionado esencialmente con

los derechos y responsabilidades de vivir en comunidad. A través del desarrollo

de las sociedades sus características específicas pueden variar pero estos

elementos prevalecen: deberes y derechos necesarios para vivir

armoniosamente en comunidad.

La llamada vida digital compuesta por las publicaciones, interacciones y

acciones que llevamos a cabo a través del internet, plantea nuevos dilemas

morales que pueden estar enmarcados en un nuevo concepto de ciudadanía,

en su versión digital, que extienda la noción de deberes y derechos a estos





ámbitos virtuales que cada vez más se mezclan con lo que conocemos como

realidad. Uno de los propulsores de la noción de una Ciudadanía Digital es

Jason Ohler, quién en su libro “Comunidad Digital, Ciudadano Digital” (2011)

reflexiona si el concepto tradicional de ciudadanía puede quedar corto frente a

la vivencia digital.

Una nueva perspectiva de ciudadanía ha entrado a la narrativa

pública que se siente tan diferente que le hemos dado su propio

nombre: ciudadanía digital. Este término nace de la necesidad de

reconsiderar quiénes somos a la luz de la infósfera globalmente

conectada en la que nos encontramos. Esto es, ya que la ciudadanía

parece estar directamente relacionada al comportamiento y la

organización social, y dado que la Era Digital nos facilita nuevos tipos

de ambos, necesitamos actualizar nuestras perspectivas acerca de la

ciudadanía para proveer una figura más completa de quiénes somos

(Ohler, 2011).

Ávila (2016) destaca el carácter igualitario de la ciudadanía digital “al tener la

posibilidad de emitir información, no importando edad, género, condición

económica u otra situación que pueda establecer una exclusión” (Ávila, 2016:

1). Añade que ser ciudadano digital y usuario de las TICs “se sostiene en la

responsabilidad, la ética, la legalidad y la justicia con sus dimensiones

humanas, culturales y sociales” (Ávila, 2016: 3).

En el 2000, Mike Riddle delimitó los nueve elementos de la Ciudadanía Digital,

derivados de los primeros estándares de la Sociedad Internacional para la

Tecnología en la Educación (ISTE por sus siglas en inglés) acerca de la

educación en tecnologías. Estos elementos han evolucionado y se han

actualizado con el paso de los años, pero actualmente se definen como:

acceso, comercio, comunicación, alfabetización digital, etiqueta, ley, derechos y

responsabilidades, salud y bienestar y seguridad.

Riddle (2017) agrupa estos temas bajo tres principios: Respetar, Educar y

Proteger. Cada uno de estos principios tiene dos aspectos: el primero tiene que





ver con el uso que hace el individuo de la tecnología y el segundo es la

responsabilidad que el usuario tiene de hacer lo mismo por los demás, algo

que los ayuda a enfocarse en la empatía por otros. De este modo, el principio

de Respeto por sí mismo y los demás, se refiere a los elementos de etiqueta,

acceso y leyes. El principio de Educar (a sí mismo y a otros) contiene la

alfabetización digital, comunicación y comercio. Mientras que el principio de

Protección se refiere a derechos y responsabilidades, seguridad y salud y

bienestar.

Acerca del uso de las herramientas de la web, Jaume Carbonell habla del

conectivismo como “una teoría del aprendizaje superadora del conductismo y el

constructivismo que incorpora elementos de las teorías sistémica, de la

complejidad, de las ciencias del caos, de las redes y de la neurobiología”

(Carbonell, 2015: 30). En la práctica, dice Carbonell, este concepto exige entre

otras cosas, conocimiento y conversación abundante, colaboración y

participación social activa y, añade, “empoderamiento y formación para la

ciudadanía digital”. Este autor destaca que el empoderamiento individual y

colectivo genera dudas acerca del valor crítico y la fiabilidad del contenido que

se genera en la red y menciona la paradoja “que la sociedad del conocimiento

genera desinformación e ignorancia” (Carbonell, 2015: 31).

Cada elemento de la Ciudadanía Digital representa aspectos de reflexión y

aprendizaje que colocados en un contexto educativo permiten no solo

encontrar oportunidades de enseñanza tecnológica sino también axiológica.

Así lo señalan Curran, Ohler y Ribble (2017): “la Ciudadanía Digital es una

nueva área de interés que extrae, reinterpreta y encuentra maneras nuevas y

enfocadas de aplicar la ética del pasado al mundo futuro de tecnología

emergente” (p. 3).

3. El reto de educar en Ciudadanía Digital

Antes de continuar, es oportuno mencionar estadísticas que nos dan una

dimensión más precisa del uso de internet, redes sociales y teléfonos móviles

en el mundo. De acuerdo al Reporte Global Digital 2018 de We are Social, una





agencia londinense de publicidad especializada en redes sociales, el 53% de la

población mundial tiene acceso a internet y el 68% tiene un teléfono móvil; el

uso de redes sociales llega al 42% de la población mundial y el 39% de los

habitantes del mundo usa las redes sociales desde su teléfono. El incremento

global del uso de redes sociales fue del 13% más comparado con la cifra de

enero 2017, eso equivale a 362 millones de nuevos usuarios activos.

La penetración de internet en Sudamérica es del 68%, que equivale a 290

millones de usuarios, mientras que en Norteamérica llega al 88%. We are

Social reporta que en Ecuador hay 13,47 millones de usuarios de internet, un

80% de la población nacional, estimada para el estudio en 16,74 millones de

habitantes. El uso de redes sociales alcanza a 11 millones de ecuatorianos

equivalentes al 66% de la población. El 91% de la población, 15,23 millones de

habitantes tiene una conexión móvil y hay 10 millones de ecuatorianos que

usan redes sociales a través de sus teléfonos celulares. La red social de mayor

uso es Facebook con 11 millones de usuarios.

Frente a esta realidad, la mayoría de padres, tutores y maestros tienen como

reacción inicial el miedo, tanto a los riesgos reales que representa el acceso

indiscriminado y libre al internet como a no tener la suficiente preparación e

información para guiar a los menores en su buen uso. Como resultado de ese

miedo y desconocimiento las primeras acciones son prohibir y limitar el acceso.

El artículo de Impero Software “Ciencia preventiva: un marco referencial para la

Ciudadanía Digital” propone un enfoque positivo de la tecnología y señala que

aunque la seguridad y otros temas son de crítica importancia “los esfuerzos

emergentes en Ciudadanía Digital están expandiendo las conversaciones y la

cultura para incluir la celebración y el acompañamiento de los niños en usos

positivos de la tecnología” (Impero Software, 2017: 6)

Para poder educar no solo en la parte conceptual y utilitaria de las TICs, se

debe proveer información y reflexión, estructurada de acuerdo a la edad y a los

intereses. La ISTE tiene estándares para la educación en tecnologías dirigidos

a varios niveles: estudiantes, educadores, líderes de la educación,





pensamiento computacional, instructores y educadores en ciencias de la

computación. Los estándares para estudiantes (2016) plantean los siguientes

criterios: estudiante empoderado, ciudadano digital, constructor de

conocimiento, diseñador innovador, pensador computacional, comunicador

creativo, colaborador global. A cada término le corresponde una rúbrica

detallada de diversas habilidades relacionadas con el uso de la tecnología para

el proceso enseñanza-aprendizaje.

En el estándar sobre Ciudadanía Digital, la ISTE plantea que los estudiantes

reconozcan los derechos, responsabilidades y oportunidades de vivir, aprender

y trabajar en un mundo digital interconectado y actúan y son modelo de

maneras que son seguras, legales y éticas y que logren las siguientes

destrezas:

a. Cultivar y manejar su identidad digital y reputación y sean conscientes

de la permanencia de sus acciones en el mundo digital.

b. Participar de un comportamiento positivo, seguro, legal y ético cuando

usen la tecnología, incluyendo interacciones sociales en línea o cuando

usen dispositivos conectados en red.

c. Demostrar una comprensión y respeto por los derechos y obligaciones

de usar y compartir propiedad intelectual.

d. Administrar sus datos personales para mantener privacidad y

seguridad digital y ser conscientes de la tecnología de recolección de datos

que se usa para hacer seguimiento de su navegación en línea. (ISTE, 2016).

La ciudadanía digital, a decir de Ávila, es “un reto educativo porque no solo

depende de tener acceso a las tecnologías o de saber cómo funcionan sino los

usos que se le dan” (Ávila, 2016: 5). El ciudadano digital accede a discursos en

formatos variados, participa activamente en herramientas de comunicación,

principalmente redes sociales, usa recursos multimedia y participa con

responsabilidad en lo virtual (Ávila, 2016: 10). Las diferentes dimensiones de

este proceso dan cuenta de su complejidad:





En la dimensión instrumental se trata del uso de la tecnología. En la

cognitivo intelectual se hace referencia a las habilidades para buscar,

seleccionar, analizar, interpretar y recrear, es el uso inteligente de la

información tanto en su acceso, interpretación y significación y

análisis crítico para reconstruirla y hacerla propia.

Es sociocomunicacional, en tanto se crean textos de naturaleza

diversa, se desarrollan procesos comunicacionales con

comportamientos y actitudes de respeto y empatía en trabajos

colaborativos y redes sociales. Axiológica, en tanto se entienda que

las tecnologías no son neutrales y serán usadas en entornos

políticos y culturales en los que hay que asimilar los valores éticos y

democráticos. Emocionales en tanto los sentimientos y emociones

que generan la experiencia. (Ávila, 2016: 11).

Rodríguez (2017) destaca que “la gran tragedia educativa es que todo el

sistema se organiza exclusivamente sobre el hacer, y no sobre el pensar. Solo

un sistema ignorante de la estrecha relación que tiene la libertad humana y la

tecnología, y las peligrosas desviaciones que, intrínsecamente al proceso

tecnológico, la amenazan, puede obviar la cuestión tecnológica desde un punto

de vista reflexivo y no meramente pragmático.

Estas amenazas son reales y no se pueden descartar ni negar, tenemos la

obligación de educar. Los proponentes de la Ciudadanía Digital Positiva

señalan que, si bien buscan que se cambie la narrativa de la tecnología como

una fuente de temores y ansiedad hacia una de posibilidades positivas, no

pueden ignorar sus aspectos negativos.

La tecnología puede magnificar tanto lo negativo como lo positivo.

Donde hay cosas negativas para que los niños consuman o

participen (por ejemplo: pornografía, contenidos violentos, bullying,

sexting), la tecnología puede amplificar el potencial de daño. Que las

tecnologías de internet permitan el anonimato, sean accesibles y

pagables puede incrementar riesgos comparados con

comportamientos riesgosos en la “vida real”, al tiempo que reducen

la responsabilidad por las acciones.





Es importante estar claros aquí: hablar de Ciudadanía Digital Positiva

no equivale a ignorar la necesidad de reducir riesgos/prevenir las

cosas negativas. Por ejemplo, muchas organizaciones e individuos

están preocupados acerca de la exposición de los niños a la

pornografía y sienten que se debe dar atención directa a temas

relacionados a la vida digital (Impero Software, 2017: 8).

No obstante, añaden que la Ciudadanía Digital Positiva invita a los individuos a

ser específicos y deliberados acerca de por qué y cuándo usar tecnología. Las

razones saludables para usarla incluyen: “facilitar el aprendizaje, construir

relaciones, desarrollar empatía y servir a los demás” (Impero Software, 2017:

36).

La alfabetización digital y la educación en Ciudadanía Digital se quedarían

cortas si no se enseña además el uso crítico de los productos mediáticos. La

alfabetización mediática busca dos tipos de aprendizajes: el de cómo discernir

la validez y veracidad de la información y cómo generar contenidos oportunos,

respetuosos de los derechos de autor y de las personas.

Las TIC se constituyen como nuevos escenarios educativos, desde

donde se genera y circula un cúmulo de información a través de

diferentes medios; el mayor problema en la actualidad no es su

acceso, sino seleccionar la información relevante, por su calidad,

pertinencia, utilidad, contenido, diseño, usabilidad y autoría (Ávila,

2016: 32)

Finalmente, es importante destacar la necesidad de formar adecuadamente a

los docentes para que sean ejemplo de ciudadanos digitales competentes y

comprometidos. Esto supone no solo revisar sus propios criterios y hábitos de

uso de las TICs sino encontrar las oportunidades de aprendizaje sobre estos

temas en las situaciones cotidianas, de manera que la enseñanza sea fluida y

esté integrada en el aula no solo como una materia específica sino como un eje

transversal que pueda enfocarse desde cualquier asignatura. Una





recomendación similar se puede hacer con los padres y demás integrantes de

las familias.

Formar docentes para el desarrollo de competencias en TIC es

necesario para una adecuada planeación y aplicación en la

educación, ello les demanda fortalecer su autonomía, modificar sus

estrategias docentes, acompañar el aprendizaje, aceptar y actuar

teniendo en cuenta que los espacios educativos están más allá del

recinto escolar, hoy día las aulas son abiertas, deben promover el

análisis crítico, creativo y propositivo del conocimiento, promover la

autonomía de manera responsable, sus estudiantes, son ciudadanos

digitales.

La oportunidad que representa la Ciudadanía Digital para educar en valores

democráticos y virtudes personales puede parecer un reto enorme pero, como

vamos a ver más adelante, existen muchos recursos en línea que pueden

proveer el marco teórico y las aplicaciones prácticas que nos permitan no solo

construir el conocimiento tecnológico de los estudiantes sino también su

carácter y comportamiento ciudadano, que se pueda extender a través de los

cada vez más difusos límites entre la vida real y la digital.

4. Common Sense, un espacio educativo en Ciudadanía Digital y el uso de

medios

Common Sense es una organización sin fines de lucro estadounidense,

fundada en 2003 en San Francisco, California por James P. Steyer, autor de

varios libros sobre paternidad y medios. El sitio web está compuesto de tres

partes principales: Media, Education y Advocate (medios, educación y

activismo). Adicionalmente, tiene una sección de Investigación y una versión en

español para el creciente público de origen latino en Estados Unidos. La

iniciativa se financia con donantes externos que se detallan en la página.

Cuando Common Sense Media (CSM) inició sus actividades, hace 15 años,

aún no existían YouTube ni Instagram, pero ya se anticipaba la presencia e

influencia de los medios masivos en la educación de los niños y jóvenes. En





2003 James P. Steyer escribió su primer libro “The Other Parent: The Inside

Story of the Media's Effect on Our Children” (El otro padre: La historia interna

del efecto de los medios en nuestros niños). La penetración de la televisión en

los hogares en Estados Unidos permitía hablar de ésta como el “otro padre” en

casa, como una forma de reconocer el poder de los medios para educar,

informar y presentar la realidad y que la calidad de sus contenidos y el acceso

que puedan tener los niños y jóvenes a estos va a determinar su visión del

mundo y su comportamiento en sociedad. Por este motivo, la página inició

como un espacio de evaluación de contenidos de medios: películas, series,

libros, videojuegos y juegos en línea.

Desde sus inicios, el componente de medios Common Sense Media se ha

posicionado como un sitio de guía y consulta con críticas y reseñas de

películas, series de televisión, libros, videojuegos y juegos en línea. En cada

reseña se hace un breve resumen de la trama, se ofrece una recomendación

de edad de la página y una calificación de hasta 5 estrellas. Se ofrecen cinco

criterios de evaluación de contenidos: valor educativo, mensajes positivos,

modelos positivos y representación, violencia y factor de miedo, sexo, malas

palabras, consumismo y alcohol, drogas y tabaco. Los criterios pueden variar

según el rango de edad al que está dirigido el producto, ya que se evalúan

también contenidos dirigidos al público adolescente.

A continuación, se explica y evalúa el contenido de las películas, series, libros

o videojuegos y señala los elementos principales de sus tramas sin revelar

mucho detalle. Además de una crítica como tal, se describen las fortalezas y

debilidades de la trama y se sugieren temas de conversación que pueden

surgir durante o después de su consumo, acordes al contenido presentado.

Existe también un espacio para que tanto padres como chicos dejen sus

reseñas y críticas y hagan la sugerencia de edad que consideran apropiada

para cada producto.

Common Sense Media es una guía útil para tomar decisiones en el día a día de

las familias en cuánto a qué películas/series de tv ver, qué juegos tienen valor





pedagógico y para qué edades son apropiados. El que se permitan

aportaciones de los usuarios diferenciados entre adultos y chicos añade más

criterios de juicio que complementan la reseña especializada con la experiencia

de las familias. También ofrece artículos de interés en temas de uso de

tecnologías que despejan dudas, explican conceptos y educan a los adultos

para que estén enterados del avance tecnológico y las implicaciones para sus

hijos.

Aunque se solicitó estadísticas de uso detalladas a Common Sense, declinaron

entregar dichos datos, sin embargo, en su reporte del impacto de la tecnología

en la infancia, señalan que 82 millones de familias y maestros confían cada

año en ellos para tomar decisiones informadas acerca de productos mediáticos.

Sus 35000 calificaciones y reseñas se muestran en línea y están disponibles

en servicios de televisión por cable y streaming alrededor del mundo.

Con el avance de la tecnología, la necesidad de una formación en Ciudadanía

Digital se hizo presente y así nació el siguiente componente de Common

Sense: la sección de Educación. Common Sense Education (CSE) ofrece

lecciones listas para usar en el aula, organizadas por grados y categorizadas

de acuerdo a criterios de Ciudadanía Digital tales como: autoimagen e

identidad, relaciones y comunicación, huella digital y reputación, cyberbullying y

drama en línea, alfabetización en información, seguridad en internet, privacidad

y seguridad, crédito creativo y derechos de autor (Common Sense Education,

2015). El currículo de CSE fue desarrollado con el apoyo de Project Zero de la

Universidad de Harvard, un esfuerzo pedagógico dirigido a crear contenidos

innovadores para la educación.

Niños y adolescentes están usando el inmenso poder de los medios

digitales para explorar, conectar, crear y aprender de formas nunca

antes imaginadas. Con este poder, los jóvenes tienen extraordinarias

oportunidades, y, sin embargo, también enfrentan peligros

potenciales. Mientras tanto, las escuelas están lidiando con las

ramificaciones asociadas, como cyberbullying, trampas digitales y





preocupaciones de seguridad. Estos temas destacan la necesidad de

que los estudiantes aprendan – y los profesores enseñen-

habilidades de alfabetización digital y ciudadanía (Common Sense

Education, 2015: 1).

El currículo gratuito en Ciudadanía Digital de CSE está dirigido a “empoderar a

los estudiantes para pensar críticamente, comportarse de manera segura y

participar responsablemente en nuestro mundo digital” (Common Sense

Education, 2015: 1).

Los educadores que quieran usar estos contenidos disponen de un tutorial para

la aplicación del currículo, juegos, recursos para involucrar a las familias,

pósters para el aula, cajas de herramientas para temas específicos como

cyberbullying, manejo de noticias y medios, aprendizaje social y emocional,

entre otros. Los maestros se pueden certificar en línea en la enseñanza de

Ciudadanía Digital, asistir a seminarios web, pedir consejo de expertos y

obtener un reconocimiento para los educadores o la escuela.

Adicionalmente, CSE ofrece reseñas de aplicaciones educativas de uso libre,

considerando su valor pedagógico, y evalúa productos de tecnología educativa,

es decir, que se usan para la enseñanza en el aula, de acuerdo a su nivel de

respeto a la privacidad de los estudiantes.

El tercer espacio de Common Sense es el de Activismo: Common Sense Kids

Action (CSKA) trabaja para garantizar el acceso a tecnología de calidad y dar a

los niños experiencias de positivas con medios que avancen sus oportunidades

de ser ciudadanos digitales comprometidos. Además de proponer leyes,

generar asociaciones estratégicas con socios de la industria, líderes de

negocios y otras organizaciones, y crear conciencia en el público sobre temas

de tecnología, seguridad y privacidad, CSKA hace investigación sobre el

impacto del uso de los medios y la tecnología en los niños que puedan advertir

de daños potenciales y oportunidades para generar cambios necesarios.

(CSKA, 2018).





La primera investigación de Common Sense se publicó en 2011. “Cero a Ocho:

El uso de medios de los niños en América” que documentó el uso de tablets y

aplicaciones móviles entre los niños más pequeños, al igual que de otras

plataformas como televisión, computadoras y libros en los Estados Unidos.

Este estudio se repitió en 2013 y 2017. El tiempo que los niños de 0 a 8 años

pasan usando dispositivos móviles pasó de 5 minutos en 2011 a 48 minutos en

2017. Estos reportes han permitido observar “los efectos reales del acelerado

ambiente de medios: incremento en el acceso a la información, entretenimiento

y contenido educacional –pero también violencia, contenido sexual,

estereotipos, desinformación y publicidad” (Common Sense, 2018).

Aunque existen otros sitios que proveen contenidos de apoyo para educación

en Ciudadanía Digital, algunos disponibles previo pago, la propuesta de

Common Sense se percibe como bastante completa, actualizada y bien

estructurada y tiene una creciente sección en español.

Un sitio recomendable es Digital Civics Toolkit (Caja de herramientas de Cívica

Digital) que forma y guía la participación ciudadana en los medios digitales,

está diseñada para ayudar a los jóvenes a explorar, reconocer y tomar en serio

los potenciales cívicos de la vida digital.

4. Conclusiones

Educar en alfabetización, ciudadanía digital y medios es la respuesta a las

preocupaciones que tienen padres y maestros alrededor de la vida digital de

los niños y jóvenes, pero principalmente es una oportunidad para trabajar codo

a codo con ellos en el debate y formación de criterios acerca del uso de redes

sociales, los comportamientos negativos que se pueden dar en ellas, los

riesgos y responsabilidades que conlleva una presencia en línea.

Ayudarlos a discernir acerca de contenidos que pueden usar para aprender,

entretenerse y comunicarse con enfoque de valores les dará herramientas para

todos los aspectos de sus vidas, no solo los digitales, precisamente porque





para las generaciones de nativos digitales esos dos ámbitos no los perciben

como separados o independientes. Ser un buen ciudadano digital, por tanto,

puede representar también ser un buen ciudadano en todas partes.

Es crítica la formación y actualización de los docentes y padres para que no

solo estén a la par de sus alumnos en el conocimiento de la tecnología sino

que puedan aportar con experiencias y nociones de valores, deberes y

derechos que permita a niños y jóvenes ser líderes de su aprendizaje,

generadores de conocimiento, comunicadores creativos y ciudadanos digitales.

El rol de organizaciones como Common Media, Digital Citizenship Institute y la

Sociedad Internacional de Tecnología para la Educación es clave no solo para

crear conocimiento y ofrecer herramientas para trabajar en el proceso de

enseñanza aprendizaje sino también para crear conciencia de problemas y

riesgos provenientes de la interacción con otros usuarios y de los riesgos a la

privacidad que parten de la industria tecnológica.

Cabe destacar la necesidad de la ampliación de la cobertura del acceso a

internet para ofrecer las mismas oportunidades a todos los estudiantes sin

importar su origen socio-económico, étnico o geográfico. La brecha digital parte

del acceso primero a la tecnología y luego a la educación en su uso y

aprovechamiento.

La educación en TICs necesita reformularse y ampliarse de lo meramente

utilitario y procedimental para incluir las dimensiones sociales y culturales que

se generan a partir de las redes sociales con sus elementos de interacción y

generación de contenidos. Aprovechar para añadir buenas prácticas de

convivencia y conceptos básicos de periodismo y derechos de autor y

habremos redondeado la experiencia educativa en tecnología para alcanzar

una formación más integral.

Bibliografía





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ciudadanía digital: una oportunidad de formación e...

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