ciudadania indigena: retos y nuevos desafios para la institucionalidad pública

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Seminario Internacional Ciudadanía Indígena: Retos y nuevos desafíos para la Institucionalidad Pública

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Memorias del seminario internacional organzado por el PNUD y la Fundación Ford

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Seminario InternacionalCiudadanía Indígena: Retos y nuevos desafíos para la Institucionalidad Pública

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Seminario InternacionalCiudadanía Indígena: Retos y nuevos desafíos para la Institucionalidad Pública

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Seminario Internacional Ciudadanía Indígena: Retos y nuevos desafíos para la Institucionalidad Pública

Organización del Seminario Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Av. Dag Hammarksjöld 3241, Vitacura. Santiago de Chilewww.pnud.clFundación Ford Mariano Sánchez Fontecilla 310, piso 14, Las Condes. Santiago de Chilewww.fordfoundation.org

Transcripción del SeminarioFelipe Cruz y Jennifer Morgado

EdiciónPilar de Aguirre Cox y Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)

DiseñoPilar Alcaino y Alejandra Peralta (TILT Diseño)

ImpresiónEditora e Imprenta Maval Ltda.

ISBN: 978-956-7469-45-1Registro de Propiedad Intelectual: 232.080

Primera edición100 ejemplares, Santiago de Chile, Agosto 2013

Los contenidos de este Seminario pueden ser reproducidos en cualquier medio, citando la fuente.

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ÍNDICE

Introducción, Ciudadanía Indígena: 7 Diagnóstico y retos institucionales, Claudio Fuentes

Preámbulo 28

Apertura inaugural a cargo de representante del Representante Residente 29 PNUD, la Directora de la Fundación Ford para la Región Andina y el Cono Sur, la Subsecretaria de Servicios Sociales del Ministerio de Desarrollo Social

PanEl 1: 36 Balance y desafíos que enfrenta la agenda Política legislativa para los Pueblos Indígenas

PerúSr. Iván Kriss Lanegra 39 Viceministro de Interculturalidad, Ministerio de Cultura

ColombiaSr. Gabriel Muyuy 43 Alto Consejero Presidencial, Programa Presidencial para la Formulación de Estrategias y Acciones para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas

ChileSra. Loreto Seguel 48 Subsecretaria de Servicios Sociales, Ministerio de Desarrollo Social

PanEl 2: 52agenda indígena y su incidencia en la acción del Estado

Colombia 54Sr. Luis Fernando Arias Secretario General Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC)

Perú 61Sr. Antolín Huáscar Presidente, Confederación Nacional Agraria (CNA)

Chile 65Sra. Cecilia Flores Presidenta, Consejo Nacional Aymara Mallkus y T’allas

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PanEl 3: 68Mecanismos de participación indígena en la gestión pública y derecho a una consulta previa, libre e informada

Colombia 70Sr. Gabriel MuyuyAlto Consejero Presidencial, Programa Presidencial para la Formulación de Estrategias y Acciones para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas

Sr. Luis Fernando Arias 74 Secretario General, Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC)

Sr. César Rodríguez 77 Director del Programa de Justicia Global y Derechos Humanos, Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes

PerúSr. Paulo César Vilca 82 Director General, Dirección General de Interculturalidad y Derechos de los Pueblos

Sra. Gladis Vila 86 Presidenta, Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y el Cono Sur, Amazónicas del Perú (ONAMIAP)

Sr. Javier Torres 90 Director, Revista Noticias Serpe

Chile Sr. Matías Abogabir 93 Asesor especial para Asuntos Indígenas, Unidad de Asuntos Indígenas del Ministerio Secretaría General de la Presidencia

Sr. Marcial Colín 97 Consejero Nacional, Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI)

Sr. José Aylwin 101 Vicepresidente Red Acción y Codirector Observatorio Ciudadano

Sr. Pedro Marimán 105 Coordinador Programa Derechos Indígenas, Observatorio Ciudadano

PanEl 4: 108Rol de la Defensoría de Derechos en asuntos Indígenas

Colombia Sr. Horacio Guerrero 111 Defensor delegado para los indígenas y las minorías étnicas, Defensoría del Pueblo

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Perú Sra. Alicia Abanto 118 Adjunta para el Medio Ambiente, Servicios Públicos y Pueblos Indígenas, Defensoría del Pueblo

Chile Sra. Lorena Fríes. Directora 125 Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH)

PanEl 5: 130Políticas Públicas e interculturalidad. Balances y Desafíos

Colombia Sr. Jesús Javier Chávez 132 Consejero Mayor, Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC)

Sra. Gloria Amparo Rodríguez 138 Profesora e investigadora, Universidad de Rosario

PerúSr. Víctor Enrique Caballero 142 Exjefe de la Oficina de Gestión de Conflictos Sociales, Presidencia del Consejo de Ministros (PCM)

Sra. Gladis Vila 146 Presidenta, Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP)

Sra. Raquel Yrigoyen 150 Vicepresidenta Instituto Internacional de Derecho y Sociedad (IIDS)

ChileSr. Marcelo Huenchuñir 154 Consejero Nacional, Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI)

Sr. Jorge Contesse 157 Profesor de Derecho Constitucionall, Universidad Diego Portales

Sr. Pedro Cayuqueo 161 Director, Azkintuwe y Mapuche Times

REFERENCIAS BIBLIoGRáFICAS 166

ANExoS 168

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PROgRaMa DEl SEMInaRIO

Ciudadanía Indígena: Diagnóstico y retos institucionalesClaudio Fuentes S.1

1 Profesor titular de la Universidad Diego Portales e Investigador asociado del Centro Interdisciplinario de Estudios Interculturales e Indígenas-ICIIS (CoNICYT/FoNDAP/15110006). Para la elaboración de este artículo, agradezco los comentarios al texto original de Maite de Cea, Diego Valdivieso, Camila Peralta, Elena Aguayo, María Eliana Arntz y Felipe Agüero.

La concepción tradicional de diversidad, pueblo y nación ha enfrentando un cambio paradig-mático en las últimas décadas. La concepción tradicional de estados-naciones heredados de la Paz de Westfalia ha experimentado un cuestionamiento significativo a partir de la evolución del derecho internacional, las presiones sociales de movimientos indígenas que han mantenido y reforzado su lucha por demandas de recuperación de tierras y de su cultura, y por los propios desarrollos institucionales nacionales de reciente data.

La política del reconocimiento involucra una amplia gama de definiciones y ámbitos. Desde el punto de vista legal implica la aceptación o afirmación, por medio de leyes, de la existencia de diferentes pueblos indígenas al interior del Estado, los que poseen un carácter de originario y que conservan una identidad y cultura propias. Lo anterior impone la obligación a los estados de asegurar la continuidad y existencia de la identidad y cultura indígena de cada uno de los miembros de los pueblos (Henríquez 2012).

Sin embargo, desde el punto de vista de la distribución de poder en una sociedad, implica avan-zar en procesos que rompan esquemas de subordinación de un grupo hegemónico sobre otro. Tal como lo plantea Kymlicka (1996), el reconocimiento y los derechos colectivos tienen por función “reducir la vulnerabilidad de los grupos minoritarios ante las presiones económicas y las decisiones políticas de la sociedad” (Kymlicka, 1996; 61). Ello consideraría, además, la transformación de las actuales estructuras e instituciones de poder que tienden a “naturalizar” las injusticias sociales.

Así, y tal como Fraser (2006) lo señala, “el reconocimiento y la redistribución son dos requisitos necesarios para la implementación de un modelo de estatus igualitario que posibilite la paridad participativa de todos los grupos étnicos existentes al interior de un Estado mayor, eliminando las lógicas de subordinación propias del régimen democrático liberal. La autora plantea que las políticas de reconocimiento y redistribución son dos aspectos diferentes y complementarios, que de ser llevadas a cabo por medio de la paridad participativa, desinstitucionalizarían las injusti-cias sociales tan enraizadas en las directrices políticas, culturales y económicas de la sociedad occidental” (Fernández y Peralta, 2011; 25).

El proceso de “reconocer” implica un proceso de revisión de la sociedad hegemónica de sus propias instituciones, patrones culturales, actitudes y prácticas sociales en relación a un “otro”

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(un pueblo originario, una nación diferente). Pero esta aceptación de un “otro”, implica también permitir que este otro pueblo tenga la capacidad o autonomía para definir sus propios derrote-ros. Como usualmente se trata de procesos de negociación, diálogo y disputas donde subsisten enormes diferenciales de poder, la transición hacia el reconocimiento suele ser conflictiva dado que involucra disputas culturales, económicas y políticas.

Desde el punto de vista histórico, el alcance del reconocimiento varía significativamente. Algu-nos Estados han reconocido a sus pueblos indígenas implícitamente a través de leyes y medidas administrativas específicas. Pueden también reconocer derechos de carácter colectivo a través de la ratificación de tratados internacionales específicos de cuyo sujeto son los pueblos originarios (Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas y Convenio 169 de la oIT). Por último, los Estados pueden reconocer constitucionalmente la existencia de los pueblos originarios, su identidad y cultura, como también derechos específicos que garanticen un sistema de protección a sus diferencias.

Desde el punto de vista legal, y tal como plantea Yrigoyen (2009), el Convenio 169 de la orga-nización Internacional del Trabajo (oIT) juega un papel trascendental en ámbito constitucional en América Latina, ya que la ratificación por cada uno de los Estados dio inicio a diferentes ciclos constitucionales, los que ligado a la época y el tipo de gobierno de cada país, dan origen a diferentes niveles de profundidad en el reconocimiento de los pueblos indígenas. Tal como observaremos más adelante, procesos de reconocimiento constitucional más amplios usualmente se han relacionado con la aprobación de nuevas constituciones en los países de la región. Mientras más amplio y participativo el debate, mayor ha sido el proceso de reconocimiento y mayor su profundidad.

El primer ciclo de reformas se inició a fines de la década de los 80´y se caracterizó por la intro-ducción de la idea de “diversidad cultural” a través del cual se reconocen una serie de derechos colectivos e individuales a los miembros de pueblos originarios, particularmente, en cuanto a su identidad y cultura.

En el segundo ciclo, iniciado en la década de los 1990s, se incorporaron a las constituciones nacionales los elementos contenidos en el Convenio 169 de la oIT, dando cuenta, a través de nociones como multiculturalidad o plurietnicidad, de derechos colectivos e individuales para los pueblos originarios en áreas como son la identidad, la cultura, la propiedad y administración de sus tierras y recursos naturales, diferentes espacios de autodeterminación y autogobierno y participación política, entre otros derechos. Por último, el tercer ciclo de reformas se inició en la primera década del siglo xxI, abriendo un debate aún más profundo: el “diálogo intercultural”, donde los pueblos originarios reclamaban su derecho a ser reconocidos como naciones originarias, configurándose así estados plurinacionales.

En este capítulo intentaremos sistematizar los debates que formaron parte del Seminario Internacional realizado en Santiago de Chile y titulado “Ciudadanía Indígena: Retos y Nuevos desafíos para la institucionalidad pública” entre los días 22 y 23 de agosto del año 2012.

En la primera sección se sugieren los que podrían ser los determinantes nacionales para el reconocimiento de los pueblos originarios centrándonos en el ciclo de reconocimiento constitu-cional de los pueblos originarios y en el Convenio 169. Al respecto, observamos que, en términos generales, el reconocimiento constitucional ha ido a la par con la aprobación del Convenio 169.

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Asimismo, verificamos significativas diferencias en el grado de reconocimiento entre los países de la región. El mayor reconocimiento no se asocia necesariamente con tener una mayor población indígena en un determinado país. Se vincula además con las coyunturas políticas que ayudaron a transformar normas fundamentales, la presión de grupos organizados de la sociedad en general y del mundo indígena en particular, y el modelo de desarrollo económico y el impacto que tiene en las comunidades. Aquello ha provocado efectos sinérgicos de confrontación, resistencia, y adecuación de normas en algunos casos.

En la segunda sección se explica el proceso de implementación de políticas, deteniéndonos específicamente en algunos rasgos del Convenio 169. Se advierte que un elemento relevante para la implementación es el desarrollo de un marco institucional favorable a la canalización de las demandas y resolución de conflictos; y la implementación de políticas asociadas al proceso de consulta que responda al espíritu del acuerdo y que sea eficaz en resolver eventuales conflictos. En relación a ello, se analiza el caso de cada uno de los países que tomaron parte en el Seminario. En primer lugar se analiza el caso de Colombia, que se ubica como uno de los primeros países en reconocer constitucionalmente los pueblos originarios en la región y en incorporar el Convenio 169. En segundo lugar, se considera el caso de Perú que advierte una temprana incorporación al convenio de la oIT, aunque su implementación efectiva ha sido más reciente. Finalmente se examina el caso de Chile, el país más retrasado de los tres tanto en materia de reconocimiento constitucional (que no tiene) como en la implementación del Convenio 169 que, pese a ser rati-ficado, aún no tiene reglamento.

En la parte final se exponen los desafíos que involucra la agenda de reconocimiento de los pueblos indígenas: de tipo ideológico, institucionales-legal, socio-cultural, y económico-político.

1. Determinantes nacionales para el reconocimiento

Desde una perspectiva formal-legal, el proceso de reconocimiento de los derechos de los pue-blos originarios a la recuperación de sus territorios, y la protección de sus derechos sociales y culturales no ha sido ni mono-causal ni unidireccional. Se trata más bien de un proceso complejo que combina transformaciones en las concepciones jurídicas globales, y coyunturas políticas específicas a cada país. En esta sección describiremos las principales tendencias para la región.

Desde el punto de vista internacional, existen cuatro hitos que marcan la agenda latinoameri-cana: la Convención sobre el Instituto Indigenista Interamericano (1940), el Convenio 107 de la oIT sobre Poblaciones Indígenas y Tribales en países independientes (1957), el Convenio 169 de la oIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales (1989), y la más reciente Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007). De acuerdo a Yrigoyen (2009), mientras los dos primeros tienen un enfoque integracionista que observa a los pueblos originarios como actores tutelados por el Estado, en los dos últimos se establecen las bases de una visión plural en el que se les reconoce a los pueblos originarios la capacidad de auto-administrarse.

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El Convenio 169 sin duda marcó un nuevo derrotero internacional al reconocerlos con identidad propia histórica y contemporánea, aspecto que ningún estado o grupo social puede desconocer. Lo anterior implica, por una parte, la responsabilidad de los Estados de desarrollar acciones para proteger sus derechos, y por otra parte, el deber de los Estados de consultar a los pueblos cada vez que se tomen medidas legislativas o programas que les afecten. Se requerirá esta-blecer formas adecuadas para realizar la consulta (procedimientos apropiados, de buena fe y a través de sus instituciones representativas), lo que implica el deber de los pueblos indígenas de participar efectivamente en la formulación, ejecución, y evaluación de los planes y programas de desarrollo nacional y regional. Asimismo, al reconocer la existencia del derecho consuetu-dinario y de las costumbres indígenas, se establece la necesidad de incorporar medidas para asegurar el pluralismo legal. También, se insta a los gobiernos a adoptar medidas especiales para salvaguardar las personas, instituciones, bienes, trabajo, culturas, y el medioambiente de estos pueblos.

En América Latina, observamos tres grandes olas de ratificación. La primera entre la fecha de suscripción del Convenio por parte de la oIT en 1989 y hasta 1998. La mayoría de los países de la región lo adoptaron dentro de los primeros 10 años. Luego vino un segundo grupo de países (Argentina, Venezuela y Brasil) que lo adoptó a comienzos del siglo xxI. Finalmente, Chile y Ni-caragua son los países más rezagados en esta materia adoptándolo al final de la primera década del siglo xxI.

Tabla 1Ratificación formal de Convenio 169

Ciclo País

No ratifica Cuba, El Salvador, Panamá, Uruguay

1989-1998México (1990), Colombia (1991), Bolivia (1991), Costa Rica (1993), Paraguay (1993), Perú (1994),Honduras (1995), Guatemala (1996), Ecuador (1998)

1999-2005 Argentina (2000), Venezuela (2002), Brasil (2002)

2006-a la fecha Chile (2008), Nicaragua (2010)

Fuente: Matriz de situación pueblos indígenas 2013 e Yrigoyen (2009).

Ahora bien, paralelamente, observamos procesos de establecimiento de nuevas constituciones o reformas sustantivas a las cartas fundamentales de los países de la región. En estos procesos constitucionales se han incluido acápites específicos de reconocimiento de pueblos originarios. En cinco países no se reconocen explícitamente los derechos de los pueblos originarios (Tabla 2). Siguiendo la clasificación sugerida por Yrigoyen (2009), vemos tres oleadas de reconocimiento. A fines de la década de los 80s y comienzos de los 90s, Brasil y Colombia establecen en sus nuevas constituciones el reconocimiento a la diversidad cultural. Posteriormente, en la segunda oleada de reconocimiento, siete países de la región avanzan en el reconocimiento de la plurietnicidad y multiculturalidad. Finalmente, a fines de la primera década del siglo xxI, Bolivia, Ecuador y Nicaragua establecen el principio de la plurinacionalidad en sus escritos constitucionales.

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Tabla 2Reformas Constitucionales sobre reconocimiento

No reconoce DiversidadCultural

MulticulturalidadPlurietnicidad

PluriNacionacionalidad

No aplica

Costa Rica (49)Uruguay (67)Chile (80)Honduras (82)El Salvador (83)

1980s Brasil (88)

1990-1994 Colombia (91)

Paraguay (92)México (92)*Guatemala (93)*Perú (93)Argentina (94)

1995-2000 Venezuela (99)

2001-2005 Panamá (04)

2005 presente

Bolivia (07)Ecuador (08)Nicaragua (08)

Fuente: Cuadro elaborado a partir del documento de trabajo interno del Programa Pueblos Indígenas - PNUD, Matriz de situación pueblos indígenas 20132. Clasificación de Yrigoyen (2009). (*) En asterisco se indica reforma constitucional. En el resto de los casos se trata de establecimiento de nuevas constituciones.

Parece evidente que la principal fuerza motora impulsando el reconocimiento explícito es la escritura de nuevas constituciones. Mientras el reconocimiento constitucional vía reforma ha sido escaso (2 casos), en el resto (8 casos) se trata de momentos del país en que se establecen nuevas constituciones por la vía de asambleas constituyentes o convenciones del Congreso que son ratificadas por la ciudadanía. Por su parte, en todos los casos donde no existe reconocimien-to de pueblos originarios se trata de países que no han tenido momentos constitucionales en décadas recientes.

Resulta muy probable que procesos de definición constitucional más abiertos y que incluyan a representantes de pueblos originarios permitirán reconocimientos más extensivos de derechos de pueblos indígenas. Pero adicionalmente, la propia evolución del derecho internacional ha ido estableciendo estándares cada vez más altos en materia de la protección de los derechos por lo que la apertura de oportunidades para el reconocimiento va de la mano de aprendizajes sociales, difusión de un país a otro, e incorporación de la experiencia comparada de una a otra sociedad.

Ahora bien, el reconocimiento constitucional no es idéntico en cada país y contiene una serie de derechos asociados. En un reciente estudio, Aguilar et al. (2011) estudian los tipos de derechos reconocidos por las constituciones latinoamericanas, examinando los siguientes nueve ámbitos: pueblos indígenas, diversidad cultural, tierras y territorio, recursos naturales, derecho de libre

2 Matriz elaborada a partir de: Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas, IWGIA (2013). El mundo indígena 2013. Copenhague: IWGIA.

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determinación, idiomas y lenguas, educación bilingüe, participación política y derecho consuetu-dinario. En ese estudio se realiza un análisis detallado de cada uno de los aspectos mencionados evaluando si la Constitución los considera. A diferencia del análisis anterior, aquí se consideran diversos tipos implícitos y explícitos de reconocimiento, por lo que existirían matices de acuerdo a las menciones que se realizan de acuerdo a los derechos indicados.

Determinan los autores que en siete países se da un alto nivel de reconocimiento de los derechos mencionados, en cinco países un nivel medio, en tres países uno bajo. Para efectos de este análisis, agregamos 2 países (Chile y Uruguay) sin mención a los pueblos indígenas en sus constituciones (Tabla 3). De este modo, observamos niveles de avance formal-institucional muy dispar de un país a otro. Aunque siete países alcanzan altos niveles de reconocimiento, veremos más adelante problemas relevantes en la adecuación a la realidad y práctica nacional.

Tabla 3Mención de derechos reconocidos en las constituciones

Nivel País

Alto, de 7 a 9 Bolivia, Ecuador, Colombia, México, Nicaragua, Paraguay, Venezuela

Medio, de 4 a 6 Argentina, Panamá, Perú, Guatemala, Brasil

Bajo, de 1 a 3 Costa Rica, El Salvador, Honduras

Ninguno Chile, Uruguay

Fuente: Aguilar et al. (2011). El estudio pondera de acuerdo a la presencia/ausencia de reconocimiento de los siguientes derechos constitucionales: Reconocimiento explícito de (1) pueblos indígenas, (2) diversidad cultural, (3) tierras y territorio, (4) recursos naturales, (5) derecho de libre determinación, (6) idiomas y lenguas, (7) educación bilingüe, (8) participación política y (9) derecho consuetudinario.

otro aspecto significativo es el nivel de simultaneidad entre el reconocimiento constitucional y la ratificación del Convenio 169. Como América Latina observó una ola de establecimiento de nuevas constituciones a partir de fines de la década de los 1980s, resultaría esperable encontrar cierto nivel de simultaneidad entre uno y otro (Tabla 4).

De los 14 países que han ratificado el Convenio 169, en 8 de ellos dicha suscripción ha sido dentro de un lapso de dos años de la aprobación de una nueva carta constitucional. De nuevo, parece ser que reconocimiento constitucional y suscripción del Convenio están relativamente interrelacionados. Lo anterior también explicaría los casos de Brasil y Chile donde la aceptación del Convenio 169 tardó más de diez años en ser ratificado. Plausiblemente uno podría esperar que el no reconocimiento constitucional inhibiría a los actores a ratificar el Convenio tal cual ocurrió en el caso de Chile por ejemplo. El hecho que exista reconocimiento constitucional explícito de pueblos indígenas debiese ser un factor dinamizador de la aprobación e implementación de ese tratado internacional. Sin embargo, en Bolivia, Costa Rica, Honduras, rápidamente se aprobó el Convenio de la oIT (1991, 1993, 1995, respectivamente) pese a que, en ese entonces, dichos países no establecían todavía el reconocimiento constitucional en sus constituciones. El reco-nocimiento constitucional se transforma así en una condición necesaria aunque no suficiente para adherir al Convenio 169 de la oIT.

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Tabla 4Año reforma constitucional y ratificación de Convenio 169

No Reconoce(C° - C169)

Reconoce(C° - C169)

No ratifica Convenio 169Uruguay (67-)El Salvador (83 -)

Panamá (72 -)

1989-1994 Costa Rica (49-93)

México (92-90)Colombia (91-91)Bolivia (07-91)Argentina (94-00)Paraguay (92-93)Perú (93-94)

1995-2000 Honduras (82-95)Guatemala (93-96)Ecuador (98-98)

2001-2005Venezuela (99-02)Brasil (88-02)

2005 a la fecha Chile (80-08) Nicaragua (08-10)

Fuente: Cuadro elaborado a partir del documento de trabajo interno del Programa Pueblos Indígenas - PNUD, Matriz de situación pueblos indígenas 20133. En paréntesis, (Año última reforma constitucional significativa / año ratificación Convenio) Destacado: casos donde existe relativa simultaneidad entre reconocimiento y ratificación del convenio.

El análisis de los marcos jurídicos internacionales y nacionales nos permite mostrar con claridad una evolución por “oleadas” o ciclos de reconocimiento. La evolución del derecho internacional, la dinámica propia de los movimientos indígenas en América Latina—particularmente a partir de la década de los 1990s—y los procesos políticos internos (transiciones a la democracia y estable-cimiento de nuevas constituciones) aparecen como promotores de procesos de reconocimiento. En el ciclo político 1980s-1990s, las transiciones políticas gatillaron revisiones sustantivas a las constituciones, las que incorporaron la temática indígena en sus preocupaciones de reforma (Brasil, Argentina, Paraguay). En otros casos, se trata de crisis políticas no gatilladas directamente por transiciones, pero que provocaron revisiones importantes de las constituciones (México, Colombia, Bolivia, Perú, Guatemala, Venezuela, Nicaragua). Siguiendo el argumento de Yrigoyen, se advierte también que mientras más recientes las reformas en la constitucional, más explicito y profundo ha sido el reconocimiento de los pueblos originarios (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua).

Ahora bien, convendría advertir que la intensidad del reconocimiento no necesariamente se asocia con el porcentaje de población indígena en un determinado país. Aunque en los casos de Perú, Guatemala y Bolivia observamos que un mayor porcentaje de población indígena está asociado con un mayor reconocimiento constitucional (entendido como reconocimiento de la multiculturalidad y/o como país pluri-nacional), lo interesante para el caso latinoamericano es constatar situaciones donde hay una relativa baja concentración de población indígena (Argentina, Paraguay, Venezuela,

3 Matriz elaborada a partir de: Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas, IWGIA (2013). El mundo indígena 2013. Copenhague: IWGIA.

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Ecuador, Nicaragua, Colombia, Brasil) y sin embargo existe reconocimiento constitucional, e incluso en algunos países se da el reconocimiento como país pluri-nacional (Tabla 5).

Tabla 5Reformas Constitucionales y porcentaje población indígena

No Reconoce DiversidadCultural

MulticulturalidadPlurietnicidad

PluriNacionacionalidad

5 % y menos

El Salvador (0,2%)Costa Rica (2,4%)Uruguay (4%)

Brasil (0,4%)Colombia (3,5%)

Argentina (1,5%) Paraguay (2,0%)Venezuela (2,8%)

6 a 10% Chile (8%) Panamá (10,0%)Ecuador (7,3%)Nicaragua (9,3%)

11 a 20% Honduras (15,4%) México (13,5%)

21 y más %

Perú (38,3%)Guatemala (60,0%)

Bolivia (62,0%)

Fuente: Cuadro elaborado a partir del documento de trabajo interno del Programa Pueblos Indígenas - PNUD, Matriz de situación pueblos indígenas 20134.

Lo anterior reafirma el argumento de que los determinantes del avance en materia de reconoci-miento de derechos de los pueblos indígenas parecen estar más relacionados con dos condiciones. La primera de ellas se refiere a la existencia de actores políticos indígenas y no-indígenas que en coyunturas clave logran incorporar la temática en el centro del debate político-constitucional. Esto sucedió en Colombia (1991), Argentina (1994), Paraguay (1992), o en Ecuador (1998). Luis Fernando Arias (en este volumen) destaca por ejemplo la relevancia que tuvo en el proceso constituyente colombiano de 1991 la incorporación de tres constituyentes indígenas que per-mitieron incorporar importantes aspectos de protección de derechos de los pueblos originarios en la carta que se debatió.

Lo anterior implica contar con una correlación de poder favorable a transformaciones sustan-tivas en materia de derechos. Desde este punto de vista, en países donde los pueblos indígenas constituyen una minoría, una condición esencial es que a nivel político existan actores abiertos a aceptar el discurso del reconocimiento. Usualmente, en América Latina las élites han resisti-do el cambio basándose en una defensa nacional-liberal. Por una parte, en las élites políticas, económicas y militares predominan concepciones nacionalistas del Estado. Se concibe al ente burocrático estatal como unido indisolublemente a la nación. De aquella unión dependería la sobrevivencia de la propia sociedad. Al mismo tiempo, y desde una perspectiva liberal, se concibe que todos los integrantes de la sociedad tienen igualdad de derechos, por lo que no correspondería realizar diferencias o establecer privilegios de un grupo sobre otro (De Cea y Fuentes, 2013). Ante la emergencia de la reivindicación por mayores espacios de autodeterminación y/o autonomía, se

4 Matriz elaborada a partir de: Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas, IWGIA (2013). El mundo indígena 2013. Copenhague: IWGIA.

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teme la fragmentación territorial e identitaria de esta construcción histórica que es el “Estado-nación”. Por lo tanto, la política del reconocimiento pasa porque a nivel político se acepte la idea de la diferencia y que la noción de autonomía/autodeterminación no sea percibida por dichas élites como una amenaza a la sobrevivencia del Estado.

Un segundo aspecto se refiere a la capacidad de los actores sociales—particularmente grupos indígenas organizados—de presionar al sistema político por sus derechos históricos y contem-poráneos (Yashar, 2005). Es lo que sucedió por ejemplo en México, Guatemala, Ecuador, Bolivia, Colombia, Brasil, Chile y Perú, entre otros. Marti (2010) caracteriza un primer tipo de movimiento como principalmente de “auto-defensa” de sus territorios y recursos naturales (por ejemplo en Brasil, Honduras, o Perú). En este caso han tenido logros parciales asociados a sus demandas específicas, pero pocas veces permean al sistema político general.

otro caso se refiere a movimientos “indígenas campesinos” que han asociado históricamente sus demandas a trabajo y tierra. Esto, por ejemplo, se observa más nítidamente en Bolivia, Ecuador, Honduras, y Guatemala, donde se advierte este tipo de fenómeno social con alta organización de comunidades campesinas. Los resultados son mixtos. Mientras en algunos casos, la presión social ejercida generó cambios importantes de política pública (por ejemplo, Colombia, Bolivia, Brasil), en otros casos la presión social de organizaciones indígenas no ha producido avances relevantes en la política pública (Chile, Honduras y Guatemala).

La presencia de estos actores sociales es relevante en varios sentidos. Primero, a través de es-trategias de presión social, los movimientos han alcanzado conquistas específicas (recuperación territorial, derechos sociales y culturales, avances legislativos, etc.). Segundo, en varios casos los movimientos sociales son capaces de incidir en las agendas globales (foros internacionales) para presionar por transformaciones legales domésticas. Tercero, muchas veces, los grupos sociales pueden participar de la agenda de reforma legal doméstica cuando se producen coyunturas di-namizadoras de reformas políticas y de política pública.

No obstante, convendría advertir que la sola aprobación de legislación favorable al reconoci-miento no necesariamente ha implicado avances sustantivos en la transformación de la condición del sujeto indígena. En el caso de Colombia, descrito por Arias en este volumen, se sostiene que al movimiento indígena le correspondió un importante papel en dinamizar mediante acciones de presión social la agenda de derechos y reconocimiento. Ello concluyó con la mesa nacional de territorios indígenas. Sin duda la capacidad de coordinarse colectivamente los distintos pueblos indígenas en un territorio es central. En Colombia se concretó esto a través de la mencionada mesa nacional de territorios indígenas. Por su parte, en Perú se comenzó a elaborar un pacto de unidad de los pueblos indígenas tal como Antolín Huáscar señala en este volumen.

Adicionalmente, y tal como Cecilia Flores lo indica para Chile en este volumen, la dispersión geográfica y las diferencias entre los grupos han impedido una articulación de las demandas de los diferentes pueblos hasta el Estado. El marco jurídico nacional no fomenta tampoco el esta-blecimiento de coordinaciones superiores de carácter nacional, promoviendo la fragmentación por la vía de aceptar la creación de asociaciones legales de las comunidades locales.

Una variable de contexto relevante a tener en cuenta y que actúa como telón de fondo en la actual coyuntura son los intereses económicos que potencial y directamente afectan a los pueblos

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indígenas. El gradual proceso de reconocimiento de derechos indígenas se anticipó temporal-mente a una posterior intensificación del modelo económico extractivo en América Latina. Esta situación ha implicado una fuerte demanda de productos primarios incluyendo recursos mineros, hídricos, pesqueros, forestales y nuevos proyectos energéticos. Esta mayor demanda ha provocado importantes tensiones, las que se ven acentuadas al existir nuevos marcos normativos que, al menos formalmente, protegen a los pueblos originarios. Se trata de conflictos que se materiali-zan entre actores con fuertes desigualdades en sus capacidades de conocimiento jurídico-legal, recursos económicos, y de incidencia en el proceso político. Antolín Huáscar en este volumen retrata la situación de desigualdad que se vive en el Perú en relación a la promoción de la gran industria de alimentos mediante el uso de la tierra para aquellos propósitos por parte de pocos propietarios. La concentración de la propiedad agrícola afecta el desarrollo de los pequeños y medianos propietarios. Por su parte, César Rodríguez describe la situación de Colombia a partir de la aprobación de proyectos mineros sin consulta previa en recientes años.

Cuando analizamos la problemática del reconocimiento no es posible desvincularlo de las estrategias de desarrollo económico de los países de la región; la forma en que los sistemas políticos canalizan sus conflictos políticos; y las capacidades o recursos estratégicos de los propios pueblos indígenas.

A modo de síntesis, desde el punto de vista institucional, observamos que el reconocimiento constitucional ha ido a la par con la aprobación del Convenio 169. Asimismo, observamos significativas diferencias en el grado de reconocimiento entre los países de la región. El ma-yor reconocimiento no se asocia necesariamente con tener una mayor población indígena en un determinado país. Sin embargo, parece probable que procesos de reforma constitucional más abiertos y participativos han derivado en opciones de mayor profundidad en el recono-cimiento de derechos de pueblos originarios. La existencia de correlaciones de poder político unido a la presión de grupos sociales indígenas parecen determinantes en el avance hacia el reconocimiento.

2. Implementación de políticas

El reconocimiento constitucional y la aceptación del Convenio 169 son condición necesaria aunque no suficiente para avanzar en la protección de derechos de los pueblos originarios en América Latina. Raquel Yrigoyen (2009) a partir de datos del Banco Interamericano del Desarrollo nos muestra la cantidad de normas secundarias por país en la región (Tabla 6). Mientras Colombia, Venezuela y Bolivia aparecen como los países más avanzados en aprobar legislación secundaria, Honduras, Chile y Guatemala aparecen como los más retrasados. Al cruzar la legislación secun-daria con el tipo de reconocimiento constitucional, constatamos que no necesariamente una mayor intensidad de reconocimiento (plurinacionalidad por ejemplo) implica automáticamente una mayor cantidad de legislación secundaria. Yrigoyen plantea que suele suceder que existe un desfase temporal entre la aprobación de convenciones internacionales o constitucionales y la adecuación de las normas secundarias. Suelen entonces convivir normas más avanzadas con aquellas más retrasadas. De este modo se producen restricciones al ejercicio de los derechos

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consagrados por una determinada Constitución o Convenio y las reglamentaciones específicas que o no son implementadas o presentan prohibiciones.

Tabla 6Reconocimiento constitucional y legislación secundaria

% de normasSecundarias No reconoce Diversidad

CulturalMulticulturalidadPlurietnicidad

Plurinacionacionalidad

Alta70% y más

Colombia (76,6%)

Venezuela (71,6%) Perú (65,9%)

Bolivia (71,6%)Ecuador (64,8%)Nicaragua (57%)

Media-Alta50 a 69%

Costa Rica (62%) Brasil (63,5%)

México (54,5%)Panamá (53,8%)Argentina (52,1%) Paraguay (51,6%)

Media –Baja30 a 49%

Chile (39,7%)Honduras (34,4%)

Guatemala (41,9%)

Baja29% y menos

Fuente: Cuadro elaborado a partir de estadísticas desarrolladas por Yrigoyen (s/f).

Lo anterior supone un triple esfuerzo de (a) establecer mecanismos de consulta a los pueblos originarios para adecuar las reglamentaciones secundarias a las demandas establecidas en los nuevos estándares jurídicos, (b) contar con recursos financieros y humanos para implementar estas adecuaciones institucionales, y (c) establecer modelos de gestión de mediano y largo plazo para viabilizar estos cambios.

Sin duda uno de los desafíos institucionales más significativos presentes es la implementación de la consulta previa en muchos países de la región. Lo anterior supone como pre-condición el desarrollo de un marco institucional favorable a la canalización de las demandas y resolución de conflictos; y la implementación de políticas asociadas al proceso de consulta que responda al espíritu del acuerdo y que sea eficaz en resolver eventuales conflictos. En este apartado ana-lizaremos estas dos dimensiones.

a. Contexto institucional

Ya dijimos que la consulta previa suponía un cambio paradigmático en la relación entre los estados y los pueblos originarios. Una de las principales dificultades es la carencia de insti-tuciones estatales preparadas para dar cuenta de este nuevo enfoque. El Estado democrático puede cumplir variados roles asociados a la provisión de servicios básicos, canalización de demandas sociales, promoción de un diálogo intercultural, fomento de un cambio de visión cultural a través de una educación que valore la diversidad social y cultural, la implementación de actos reparatorios, etc.

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Iván Kriss en este volumen señala que no solo existe una debilidad de parte de los entes bu-rocráticos de responder al desafío del reconocimiento de pueblos indígenas, sino que muchas veces en América Latina existe real ausencia de una estructura burocrática eficaz que permita dar cobertura territorial a la protección de derechos civiles, políticos y sociales. La falta de Estado en muchas zonas del continente es un problema anterior que demandaría ser resuelto.

A lo anterior se suman las dificultades organizacionales del Estado para responder a las de-mandas que implica la implementación de un Convenio como el mencionado. Suele suceder que las responsabilidades institucionales son dispersas lo que dificulta que ellas adquieran prioridad en la agenda de los gobiernos.

En el caso de Colombia se estableció una Consejería Presidencial para Asuntos Étnicos como un ente con atribuciones de coordinar con los ministerios el diseño y definición de las políticas conducentes a elevar el nivel de vida y garantizar su participación en las decisiones que les afectan. Dicha institución apoya en la elaboración y ejecución de planes, diseña y define políti-cas, establece coordinaciones con los departamentos del país que tienen población indígena y monitorea los resultados de política pública (UNICEF 2003). Lo anterior se traduce en definiciones programáticas (planes de desarrollo y programas nacionales de garantías) que establecen un marco de objetivos y planes de mediano plazo en este ámbito. La dependencia institucional directa de la presidencia ha permitido ampliar su injerencia en la definición de políticas.

En el caso de Perú se rebajó el estatus institucional desde un Instituto de Desarrollo de Pue-blos Indígenas a un Vice-ministerio de Interculturalidad que depende del Ministerio de Cultura. Este ministerio fue creado muy recientemente (2010) por lo que se trata de un modelo nuevo en la gestión de los asuntos indígenas. Desde allí se coordinan las políticas indígenas, aquellas dirigidas a la población afroperuana, lo concerniente a la eliminación de la discriminación racial, consulta previa y lenguas. Una de las críticas que se ha hecho a esta institución es la ausencia de representación indígena en su composición así como la clasificación del tema indígena como un asunto “cultural”, cuando se trata de un tema multisectorial económico, cultural, social y político.

El caso de Chile advierte una mayor dispersión de funciones entre la Unidad de Asuntos Indígenas y la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CoNADI), ambas dependientes del Ministerio de Desarrollo Social. La Unidad de Asuntos Indígenas originalmente dependía de la presidencia y lo encabezaba un funcionario designado por el Presidente en tanto asesor presidencial. En la actualidad mantiene ese cargo, pero con dependencia del mencionado ministerio. La CoNADI, en tanto, depende de la Subsecretaría de Servicios Sociales del mismo ministerio. Además, cada ministerio tiene una unidad de asuntos indígenas, pero no oficinas. Además La CoNADI cuenta con un Consejo Nacional compuesto por 8 representantes de pueblos indígenas y 8 representan-tes del gobierno. El hecho de mantener un vínculo con la Presidencia permitiría hipotéticamente realzar la temática a nivel presidencial, sin embargo, aquello pasará a depender del perfil de la autoridad que se designe en el cargo.

En sistemas presidenciales como los que se observan en América Latina, la injerencia que una temática pueda llegar a tener en la definición de políticas depende de la cercanía con la autoridad del Presidente y de la capacidad para obtener cierto nivel de autonomía por la vía presupuestaria, lo que se logra a través de la institucionalización por la vía de los ministerios.

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Vemos en los tres casos presentados en este informe matices muy importantes en cuanto a la institucionalización de la temática dentro del Estado. En el modelo colombiano, la definición pasó por ligarlo directamente con la presidencia, aunque incluso en ese caso se advierten conflictos con las definiciones presupuestarias del ministerio de hacienda. En el caso peruano por la vía de una subsecretaría en un ministerio de cultura. En el caso de Chile se advierten avances menos coherentes y que responden más bien a coyunturas críticas que han dinamizado el tema en la agenda política. Por ejemplo, la oficina de asuntos indígenas se creó como respuesta al auge en las demandas de los pueblos originarios hacia el Estado.

Sin embargo, la existencia de este tipo de estructuras no garantiza que las políticas sean propuestas o implementadas. Una de las dificultades advertidas por Gabriel Muyuy (Colombia) en este volumen se asocia con las dificultades que existen de establecer un diálogo político con agencias del Estado preocupadas del presupuesto. Mientras es más sencillo relacionarse con agencias de tipo “social” y “político”, no parece ser tan sencillo el establecer vínculos con los ministerios de finanzas, que son claves a la hora de definir políticas de Estado.

A la estructura de toma de decisiones se suma la transversalización de los procesos institu-cionales de diálogo y consulta entre los estados y los pueblos indígenas. En el caso de Colombia por ejemplo, se ha desarrollado un entramado institucional de diálogo que incluye un espacio de consulta en ambas cámaras del Congreso de la República, la mesa permanente de concertación (1996), la participación de representantes indígenas en la Comisión Nacional de Derechos Huma-nos (1996), la Comisión Nacional de Trabajo y Concertación en educación con pueblos indígenas (2007), la subcomisión de sistema de salud propio, además de espacios del propio Estado que se preocupan de la temática como la Dirección de Asuntos Indígenas del Ministerio del Interior, el Programa Etnoeducación de la Dirección de Poblaciones y Proyectos Intersectoriales del Minis-terio de Educación Nacional, la coordinación de jurisdicción especial indígena del Ministerio de Justicia y la Defensoría del Pueblo (ver Guerrero García en este volumen). De nuevo, lo anterior no implica la ausencia de conflictos que, tal como César Rodríguez lo expone en este volumen son recurrentes. No obstante, la existencia de aquel entramado ayuda a consolidar una cultura institucional de reconocimiento.

En el caso de Perú también se observa este proceso de transversalización, aunque de más reciente data. Al establecimiento de un Vice-ministerio de Interculturalidad y Derechos de los Pueblos se suman iniciativas como un grupo de trabajo sobre educación intercultural bilingüe, la comisión multisectorial de reconocimiento de pueblos en situación de aislamiento, y el trabajo que desarrolla la Defensoría del Pueblo. De particular interés es la evolución que ha tenido esta última institución que, con la creación de 38 oficinas a nivel nacional y la generación de un pro-grama de pueblos indígenas (1997) ha llamado la atención sobre políticas públicas en materia de registro y censo, salud, educación intercultural, acceso a identificación, entre otros. De nuevo, la presencia de esta institucionalidad no implica la ausencia de conflictos o la incorporación plena de visiones interculturales en la definición e implementación de política pública. Así por ejemplo, Gladis Vila en este trabajo destaca la visión tradicional de las políticas de salud occidental en relación a, por ejemplo, las prácticas ancestrales indígenas en materia de cuidado, salud y parto.

Más arriba dijimos que para el caso de Chile se observa algo más de dispersión institucional, menor cobertura de las instancias estatales y autónomas a nivel regional y local. La CoNADI

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actúa como la institución canalizadora de las demandas indígenas. Este organismo depende administrativamente de una Subsecretaría de Servicios Sociales en el Ministerio de Desarrollo Social y cuenta con oficinas regionales. A lo anterior se suman hitos de reciente creación como las unidades en cada repartición del Estado de asuntos indígenas. En Chile no existe una defensoría del pueblo como sí ocurre en Colombia y Perú. En diciembre de 2009 se creó el Instituto Nacional de Derechos Humanos, organismo de carácter autónomo pero que no tiene un despliegue territo-rial como sí ocurre en los anteriores países analizados. El trabajo del Instituto se ha referido a la promoción de los derechos humanos, atención de personas, y la defensa legal a través de habeas corpus y recursos de protección (ver Fríes en este volumen).

El análisis comparativo muestra que desde el punto de vista institucional, los avances normati-

vos descritos en la primera sección tienen un impacto relevante en las respuestas institucionales de los estados, siendo Colombia el que más temprano incorpora en su legislación lo concerniente al reconocimiento de pueblos originarios y la que más ha avanzando en materia institucional. En el caso de Chile se observa mayor retraso, mientras Perú se encontraría al menos desde el punto de vista institucional en una situación intermedia.

Tabla 7Comparación institucionalidad

Colombia Perú Chile

ReconocimientoConstitucional

Si(1991)

Si(1993)

No

Convenio 169Si(1991)

Si(1994)

Si(2009)

¿Cuenta con reglamento?

NoSi(2012)

No

InstitucionalidadEstatal

Primer nivel(Consejería Presidencial)

Segundo nivel(Viceministerio)

Tercer nivel(Corporación)(oficina)

Defensoría del Pueblo

Si SiNo(Instituto)

Fuente: Elaboración propia.

La existencia de una institucionalidad para responder a las demandas asociadas a los pue-blos originarios parece central. Permite por una parte contar con instrumentos para viabilizar políticas definidas por las autoridades; pero al mismo tiempo sirven como sistema de chequeo y contrabalance al establecerse una política determinada. La experiencia comparativa muestra que en sistemas presidenciales, la relevancia que adquirirá el tema en política pública dependerá de la cercanía que una determinada repartición tenga con la Presidencia y de la jerarquía que se establezca dentro de la burocracia, esto es, si una repartición tiene la posibilidad de tener acceso a recursos permanentes del Estado por la vía ministerial. Mientras menor sea el rango, menores son las posibilidades de acceso a dichos recursos.

Pero adicionalmente, resulta crucial incorporar en la institucionalidad mecanismos para garantizar la representación de pueblos indígenas, cuestión que no forma parte de la tradición

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del desarrollo burocrático-estatal. Los consejos inter-culturales con representación de pueblos indígenas suelen poseer pocas atribuciones y, por lo tanto, un bajo poder de incidencia en el proceso de toma de decisiones de las políticas estatales.

b. Implementación de políticas. El Convenio 169 y la consulta previa

Uno de los temas más controversiales en la región ha sido la aplicación del Convenio 169 de la oIT. En este volumen se da cuenta de una variada gama de tensiones, conflictos y experiencias en materia de consulta. Desde el punto de vista jurídico, Rodríguez y orduz (2012) plantean cinco dilemas de la consulta. Por tratarse de parámetros generales, en los países se enfrenta la problemática de la forma en que se convierte en una reglamentación que finalmente viabilice el espíritu del acuerdo.

Los cinco dilemas descritos por esos autores y que resumen el debate de la actual coyuntura son: a) Circunstancias en que es obligatorio realizar una consulta previa, b) la oportunidad o momento del proceso de definición de una política en que de la consulta, c) la definición de los participantes de la consulta, d) el procedimiento para la consulta, y e) los efectos de la consulta. En los casos estudiados en este trabajo los conflictos se derivan o de una indefinición en todas o algunas de estas dimensiones, o bien en la interpretación de mecanismos ya definidos por las autoridades.

La forma en que se ha implementado el proceso de consulta en diversos países de América Latina ha demostrado una serie de desafíos cruciales desde una perspectiva práctica. El dife-rencial de poder entre las autoridades, representantes del mundo privado y las comunidades es muy significativo por lo que es muy plausible que se produzcan situaciones de cooptación, desplazamientos forzosos o incentivados, y aprobación de proyectos y programas sin cumplir con las exigencias que demanda el Convenio 169.

Luis Fernando Arias plantea que en el caso de Colombia desde su efectiva puesta en vigencia en 1994, se han establecido 777 procesos de consulta. En 32 casos se presentaron conflictos que se llevaron a tribunales y que terminaron en un 70% con fallos favorables a los pueblos indígenas. Plantea Arias que “en el caso colombiano, también la Corte Constitucional ha incorporado el tema del consentimiento, incluso decisiones que han sido demandadas por el mismo Gobierno cuando se ha hablado de este tema. Entonces, el movimiento indígena colombiano lo que le ha planteado al Gobierno es que se le dé aplicabilidad, que se le dé cumplimiento a los estándares nacionales e internacionales recogidos en estos instrumentos y que, en el caso colombiano, ha desarrollado de manera muy importante y muy amplia la Corte Constitucional”.

Lo que destaca Rodríguez es que en Colombia no existe un reglamento, sino que procesos de consulta ad hoc. La ausencia de estándares o protocolos para la activación de mecanismos ha provocado experiencias muy dispares. En Colombia existe una fuerte disputa sobre si sería conveniente establecer una reglamentación genérica pues podría afectar los intereses de los propios pueblos indígenas. Sin embargo, la carencia de un protocolo provoca situaciones de mucha disparidad en las capacidades de los actores de responder a las demandas de consulta derivadas del Convenio.

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En el caso de Perú, se estableció una Ley de Consulta Previa (Ley 29.785) en agosto de 2011. El proceso de formulación de la Ley no estuvo exento de debates y de la etapa de discusión intersectorial participaron solo dos organizaciones indígenas. De los 143 párrafos, se logró acuerdo en 119 (ver Lanegra y Vilca en este volumen). Esta Ley fue disputada por las organiza-ciones indígenas. Gladis Vila en este volumen sostiene que el proyecto finalmente aprobado no representaba a las organizaciones que participaron en el proceso de consulta. La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos destaca como aspectos positivos de esta Ley la identificación de un proceso de consulta con etapas orientadoras y el establecimiento de un acuerdo entre el Estado y los pueblos indígenas como vinculante y obligatorio. Sin embargo, critican de la norma la no inclusión de causales de consentimiento previo que aparecen contemplados en el mismo Convenio 169 (por ejemplo, el consentimiento para el desplazamiento voluntario); no se define un organismo técnico para su implementación, entregando la responsabilidad a un viceministerio de interculturalidad que no cuenta con participación indígena en su conformación; y pretende darle un carácter no revisable a las medidas administrativas anteriores a la entrada en vigencia de la mencionada Ley (Coordinadora, 2012: 15).

Posteriormente, se le encargó al Instituto Nacional de Desarrollo de Pueblos Andinos, Ama-zónicos y Afroperuano (Indepa) la misión de elaborar una propuesta de reglamentación que fue discutida en encuentros en seis macroregiones y un encuentro final en Lima, pero que por razones económicas vio limitado su actuar (Vila en este volumen). El reglamento finalmente fue aprobado en abril de 2012. En un análisis crítico del proceso de establecimiento de esta norma, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos mencionó entre los inconvenientes del proceso de consulta sobre la elaboración del reglamento la ausencia de cuatro organizaciones nacionales y de otras regionales y locales en el proceso de consulta.

En relación al contenido del Reglamento, la Coordinadora Nacional de Derechos humanos criticó que se hayan incorporado cinco artículos que no contaban con el acuerdo de las organi-zaciones indígenas que participaron de las consultas; se introdujeron textos en la versión final del reglamento que no fueron objeto de consulta a los pueblos originarios; se planteó que el reglamento debiese aplicarse para todas las medidas adoptadas por el Estado peruano desde la aplicación del Convenio 169 (esto es, 1995), y no desde la entrada en vigencia del reglamento (2012); no se incorporaron en el reglamento los supuestos del derecho internacional asociados con la obligación estatal de obtener el consentimiento de los pueblos indígenas antes de aplicar cualquier política pública que los afecte; se cuestionó la no consideración de la participación de los pueblos indígenas en áreas asociadas al gobierno regional y local; el reglamento es confuso de acuerdo a cuándo debe realizarse la consulta sobre recursos naturales (antes y/o durante, o en ambos momentos); asimismo se imponen límites a los costos para hacer efectivos los proce-sos de consulta, lo que implica un límite a la concreción de los derechos; y finalmente, existen restricciones sobre los mecanismos para informar a los pueblos indígenas de las materias que serían objeto de consulta (ver también Ruiz, 2012).

Finalmente en el caso de Chile, la aprobación del Convenio 169 fue seguida por un accidentado proceso de aprobación del reglamento para la consulta a pueblos indígenas. Primero se estableció el Decreto 124 del Ministerio de Planificación Social (Mideplan) que regula los procedimientos de consulta y participación. Aquello fue fuertemente cuestionado por organizaciones de derechos humanos, indígenas, congresistas, juristas y académicos por la falta de consulta a los pueblos

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en la dictación de dicho Decreto, además de los vacíos importantes que implicaba, incluyendo la consulta en una variedad de temas de compleja resolución. El Decreto excluía a algunos or-ganismos públicos de la obligación de consultar a los pueblos indígenas y restringía el alcance del tipo de consultas que se podían hacer (Sanhueza, 2013).

El fracaso del proceso de consulta llevó al gobierno a establecer un segundo proceso de con-sulta, que recién se inició en agosto de 2012. El gobierno formuló una propuesta de reglamento que, de hecho, reproducía algunos artículos del mismo Decreto 124. El homicidio de la familia Luchsinger-Mackay en enero de 2013 en el sur de Chile dinamizó nuevamente la agenda política en relación a la implementación de políticas asociadas al tema indígena, promoviendo espacios de consulta informal con algunos actores locales de la región, aunque no directamente con representantes de las comunidades.

Este año, el gobierno definió una nueva mesa de trabajo de 45 personas, 35 pertenecientes a comunidades indígenas y 10 de diversos ministerios con el fin de, a fines de junio, establecer un marco reglamentario para ser sancionado por la Contraloría General de la República. A la fecha del cierre del presente artículo a fines de julio de 2013, la mesa de trabajo había sesionado du-rante ocho jornadas de trabajo en las que se revisó completamente el articulado de la propuesta de reglamento planteada por el gobierno, sin que pudiera arribarse a acuerdos en al menos los siguientes temas: la definición del significado de “afectación directa de los pueblos”; medidas a ser consultadas y el procedimiento de consulta que se aplicaría a los proyectos o actividades que ingresan a evaluación en el Servicios de Evaluación de Impacto Ambiental.

En Chile, el Tribunal Constitucional ha jugado un rol quizás menos relevante que en Colombia, pero ha tenido tres intervenciones desde el año 2000 a la fecha de alguna significancia. En sus primeros dos dictámenes (2000 y 2008) sostuvo que, por una parte, el derecho a la consulta y a la participación eran normas autoejecutables al estar previstas en el ordenamiento jurídico nacional y, por otra, que la consulta previa no es vinculante para la autoridad. En enero de 2013 el Tribunal Constitucional volvió a pronunciarse, ahora a petición de congresistas de centro-izquierda, que con ocasión de la aprobación de una ley de pesca, sostenían que se requería aplicar el Convenio 169 de consulta a los pueblos indígenas (Sanhueza, 2013).

Los legisladores sostenían que por afectar directamente a comunidades indígenas esta ley, dado que alteraba las normas asociadas a las cuotas de extracción de recursos marinos, requería de consulta previa que no había sido realizada por lo que la norma sería inconstitucional. El Tri-bunal determinó que la norma sí era constitucional pero que la práctica del derecho de consulta presentaba la necesidad de legislar sobre el mismo. Llamaba el Tribunal a que las autoridades definiesen las autoridades indígenas representativas a ser consultadas, la oportunidad y forma de ser consultadas (ver análisis en Sanhueza, 2013).

otro actor relevante destacado en este volumen por José Aylwin y más recientemente por San-hueza (2013) es el poder judicial. Ambos concluyen que los fallos tienden a ser contradictorios entre sí. A nivel de cortes de apelaciones, Aylwin indica que de 15 casos presentados a las cortes impugnando medidas administrativas sin consulta, en 6 de ellas se rechazó la reclamación de los pueblos indígenas. No obstante, parece ser que a partir de 2011 gradualmente comenzaron a reconocer en sus fallos el no cumplimiento del Convenio 169.

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La Comisión de Expertos en aplicación de convenios y recomendaciones de la oIT emitió un informe en diciembre de 2012 en la que recomendaba al Gobierno de Chile, entre otras cosas: tomar medidas para evitar que se utilizara la fuerza o la coerción en violación a los derechos humanos y las libertades fundamentales de los pueblos indígenas; promover una proceso para adoptar una normativa que asegure la participación de los pueblos indígenas en las decisiones susceptibles de afectarles directamente; explicitar en los informes a la oIT la cantidad de recur-sos presupuestarios de los que dispone el estado y las regiones para garantizar la participación de los pueblos indígenas en los programas de desarrollo dadas las barreras institucionales a la participación; solicitar que se informe de modo detallado sobre la adecuación con el Convenio del mecanismo de regularización de tierras y su procedimiento de solución de conflictos.

Entre las dificultades que han encarado los procesos de consulta, como señalábamos con an-terioridad, se destacan lo que Rodríguez y orduz (2012) y Luis Fernando Arias (en este volumen) indican como las “condiciones de posibilidad de la consulta”. Ello pasa por la existencia de meca-nismos de contrapeso que reduzcan las diferencias de poder entre las partes (defensorías, apoyo técnico, asesorías especializadas, etc.); sistemas de información y explicación de los efectos de eventuales políticas y proyectos que sean simples, transparentes y claras; y la necesidad de un adecuado marco temporal para debatir y estudiar las propuestas a desarrollarse.

Del mismo modo, por parte de las organizaciones de pueblos indígenas también se requiere de una articulación nacional y subnacional de modo de responder coordinadamente a las iniciativas generadas por los estados. Mientras en Colombia y Perú se han dado pasos en la dirección de establecer instancias de unidad indígena, en Chile aquello no ha sido posible.

Finalmente, otra de las dificultades es que en una serie de espacios institucionales no asociadas al Poder Ejecutivo, tampoco existe una particular sensibilidad frente al tema. En muchos países no se ha logrado institucionalizar espacios de diálogo y colaboración intercultural en el Poder Legislativo y Poder Judicial por citar dos casos.

DESafíOS

La política del reconocimiento de pueblos indígenas enfrenta desafíos ideológicos, institucio-nales-legales, socio-culturales, y económicos. En esta sección abordaremos cada uno de ellos.

Desde la perspectiva ideológica, durante muchas décadas, las élites que han controlado el poder en gran parte de la región han sostenido visiones nacionalistas que han puesto prioridad en la indivisibilidad del Estado y la existencia de un “ethos nacional” que suele vincularse a las guerras independentistas y de disputas limítrofes. Durante muchas décadas, la “cuestión” indí-gena para un importante segmento de la élite política se transformó en un asunto de asimilación e incorporación al “ser nacional”. Desde el liberalismo tradicional tampoco se daba cuenta de la problemática indígena al existir una “ceguera a la diferencia”: la igualdad en el ejercicio de los derechos nublaba la opción de desarrollar visiones que reforzaran identidades particulares dentro de la sociedad.

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Las transformaciones paradigmáticas en el derecho internacional, discursos, organización del movimiento indígena y agendas asociadas con pueblos indígenas han trastocado aquellas visiones dominantes descritas por Bengoa (2007). No obstante, la transformación de aquellas visiones no parece ser una tarea sencilla y de corto plazo. Cuando se abordan transformaciones ideológicas de esta magnitud, se requiere estimular alianzas interculturales que favorezcan las transformaciones de paradigmas ideológicos en las propias élites.

La emergencia de lo indígena, en palabras de Bengoa, adquiere dos sentidos, la noción del surgimiento de algo que se mantuvo hundido y la noción de premura, de urgencia. En el caso de América Latina, continúa Bengoa, la emergencia de lo indígena adquiere múltiples connotaciones dado que no solo implica un proceso de reafirmación de identidades colectivas y de constitución de nuevos actores, sino que al mismo tiempo implica la revisión de las historias oficiales, la revisión de la memoria a partir del sujeto “indígena”.

Podemos agregar que lo anterior ha implicado también un cuestionamiento de concepciones que parecían naturales al devenir del desarrollo político institucional. Por ejemplo, se problematiza la noción de lo nacional como algo único y homogéneo. El supuesto que la estabilidad de un país depende del nivel de centralismo y unidad de la comunidad que convive en ella es cuestionado. La estabilidad pasa a depender de la aceptación de la diversidad dentro de los límites que impone el Estado. Si hasta fines del siglo xx el Estado y la identidad nacional formaban un solo cuerpo, ahora se cuestiona aquella unidad. Por ejemplo, que un mismo Estado pueda articularse en torno a varias naciones es sin duda un cuestionamiento fundamental al patrón de relaciones de poder predominantes por cerca de doscientos años.

Desde el punto de vista legal-institucional, vemos una evolución gradual aunque sostenida desde una aproximación asimilacionista a un proceso de reconocimiento de la plurinacionalidad en algunos países de la región. Sin embargo, existen diversos niveles de avance dentro de la re-gión e incluso al interior de los países. El despliegue institucional dependerá de la posición que ocupa la temática indígena dentro del Estado, la forma en que se ha materializado o concretado el desarrollo institucional de las agencias preocupadas por el tema en los distintos espacios de decisión en los poderes del Estado; el grado de inter-culturalidad de los espacios de decisión; y la cobertura de las instancias existentes. Así como existe una gran diversidad asociada al reco-nocimiento de la forma en que se reconocen los derechos constitucionales en cada país, también existe diversidad en las instituciones encargadas de la temática dependiendo de cada país.

Esta cuestión parece clave en la coyuntura actual y merecería mayor atención. En los países analizados en este volumen (Chile, Perú y Colombia), el foco de atención preferente ha sido indagar sobre la forma en que se ha implementado la aplicación del Convenio 169. Los testimonios y estudios dan cuenta de las enormes dificultades en su implementación por las resistencias de las élites a ceder poder; los intereses económicos que movilizan a los actores para aprobar proyectos extractivos; las ambigüedades de los protocolos aprobados; o el análisis de las capacidades de los actores sociales para responder a las definiciones de política.

Una dimensión relevante a incorporar en el análisis es cómo el desarrollo institucional en cada país afecta o no las posibilidades de materializar avances para el reconocimiento. Por ejemplo, se requeriría indagar más sobre el impacto que tiene en una determinada sociedad el contar (o

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no) con instituciones como las Defensorías del Pueblo para promover los intereses de los grupos más discriminados de la sociedad. Pareciera ser que en Colombia y Perú juegan un rol muy rele-vante al permitir la detección y canalización de demandas e información relevante. El despliegue territorial de dichos organismos también pareciera ser importante. Aquello no sucede en Chile, que presenta un desarrollo de institucionalización de la defensa de los derechos humanos más tardía. otra dimensión importante es el estudio comparado del rol de las cortes constitucionales y poderes judiciales que al sentar precedentes con sus fallos van abriendo y/o cerrando oportu-nidades para la acción. Si en Colombia la Corte Constitucional ha jugado un rol crucial en torno al establecimiento de criterios como el consentimiento previo, surge entonces la interrogante de qué factores explican aquellas decisiones. Un estudio sobre la difusión de ideas (en este caso del pluralismo jurídico) pareciera ser muy central dado que el impacto que puede tener este tipo de instituciones es muy significativo.

otra dimensión institucional se refiere a la forma en que el Estado va desarrollando su institu-cionalidad intercultural. ¿Qué tipo de estrategias de diálogo y negociación intercultural establece? ¿Qué prioridad en el organigrama del Estado le otorga? ¿Cuántos recursos humanos y materiales invierte? ¿Cuáles son las estrategias de transversalización de las políticas públicas interculturales, si es que las hay? ¿Cómo se define el despliegue territorial e inter-agencia en estas materias (vía municipios, vía nivel central, vía poder Ejecutivo, vía otros poderes del Estado)?

otra de las dimensiones relevantes a considerar es la perspectiva de los actores colectivos indígenas y la sistematización de las experiencias de coordinación para hacer frente a las deci-siones que los Estados toman en una determinada circunstancia. Factores históricos, culturales e incluso incentivos institucionales podrían explicar la variedad en la incidencia del movimiento indígena en las definiciones de política pública. En las exposiciones que se reflejan en este vo-lumen vemos mayores niveles de coordinación nacional de los pueblos indígenas en Colombia, y más bajos niveles en Chile.

A ello debemos agregar factores socio-culturales presentes en las sociedades donde se estable-cen y refuerzan históricamente prejuicios y discriminaciones hacia el mundo indígena. Lo anterior permea las prioridades que los estados dan a estos temas y la naturaleza de las políticas que se aplican. El racismo, por ejemplo, es sintomático en muchas sociedades de América Latina—y particularmente en las élites—por lo que aquello podría afectar la forma en que las prácticas de relacionamiento intercultural se expresan.

Un ámbito que no podemos dejar de considerar es el modelo de desarrollo económico. Al intensificarse en las últimas décadas un modelo de tipo extractivo y cada vez más dependiente de los recursos naturales, las presiones sobre comunidades indígenas se hacen cada día más acuciantes. Como en general los sistemas políticos dependen de recursos económicos para fi-nanciar sus actividades, y como dichos recursos suelen provenir del sector privado, se establece un complejo círculo de intereses que determina todavía más la naturaleza de las relaciones entre quienes detentan el poder y las comunidades que son afectadas por las decisiones de política pública. Es en este sentido que convendría observar con mayor detenimiento el vínculo entre los sistemas políticos, el mundo empresarial y las decisiones de política pública que se toman en una sociedad. Deberíamos esperar que en sistemas políticos porosos en relación al sector privado (sin leyes que regulen el lobby, con sistemas de financiamiento electoral opacos, sin regulación

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de los conflictos de interés) las posibilidades de observar avances en la defensa de los intereses de los pueblos indígenas debiesen ser menores. Sistemas políticos que regulan con mayor rigu-rosidad la relación entre lo público y privado debiesen dar más oportunidades para la defensa de los intereses de los grupos marginados de la sociedad.

Finalmente, también convendría estudiar las dinámicas temporales de evolución en la definición e implementación de políticas. Por ejemplo, parece ser recurrente que los avances legislativos y de implementación de políticas son fruto de situaciones críticas que estimulan un debate nacional. En Perú la entrada en vigencia del Convenio 169 es el resultado de un conflicto amazónico que implicó la pérdida de vidas de 23 policías y 10 civiles. La Ley de consulta es el resultado y expresión de los incidentes conflictivos que estimularon un debate nacional sobre el particular. En Chile, la aprobación del Convenio 169 también responde a situaciones coyunturales de intensificación de las protestas de grupos mapuche en el sur de Chile y que terminaron con la muerte por un disparo por la espalda de Matías Catrileo por parte Carabineros de Chile en enero de 2008. De ser así, la pregunta a resolver es bajo qué condiciones una coyuntura crítica puede transformarse en una oportunidad para avanzar la agenda de reconocimiento.

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PREáMBULo

La Fundación FoRD le otorga máxima prioridad a la consecución de la igualdad de oportuni-dades para todos los miembros de la sociedad. Para ello, trabaja implementando esta política de diferentes formas, respetando siempre la fuerte diversidad de situaciones de los distintos países y culturas. Por su parte, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) trabaja en todos los niveles de la sociedad para ayudar a construir naciones capaces de enfrentar crisis, y conducir y sostener un tipo de crecimiento que asegure la calidad de vida de todas las personas.

En este contexto, la Fundación FoRD en alianza con el PNUD organizan un Seminario Interna-cional donde se comparara el grado de desarrollo de instituciones de Gobierno y Agencias públicas a cargo de definir e implementar políticas que conciernan a los Pueblos Indígenas en tres países de la Región Andina: Colombia, Perú y Chile. Este Seminario recibe el nombre de “Ciudadanía Indígena: Retos y Nuevos Desafíos para la Institucionalidad Pública”.

Esta iniciativa tenía como objetivo aportar al debate y, a la reflexión comparada a nivel intra-rregional, en torno a los aprendizajes institucionales y grado de consolidación de los procesos de modernización del Estado que están destinados a armonizar la legislación y las prácticas nacionales con los compromisos internacionales en materia de Derechos de los Pueblos Indígenas.

Específicamente, se le dio especial énfasis a profundizar conocimientos sobre el estado de desarrollo de la institucionalidad estatal en materia de Derechos Humanos y políticas públicas dirigidas a los Pueblos Indígenas de la Región Andina, analizando su marcos normativos e insti-tucionales; los avances en las reformas con pertinencia cultural de las políticas sectoriales y los avances en la formalización de procesos de consulta y participación de los Pueblos.

Cabe mencionar que la metodología empleada en el Seminario se estructuró en una secuencia de plenarias y discusiones en grupos en torno a diferentes ejes temáticos. Todo esto con el obje-tivo de conjugar la exposición de la realidad de los países participantes, propiciando el análisis comparado, con la exposición de las distintas aristas del debate. Para ello se propició a que cada panel contase con representantes gubernamentales, de los Pueblos y académicos y académicas/ miembros de las organizaciones de la sociedad civil.

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Estimados amigas y amigos, es para mí un gran honor abrir el seminario “Ciudadanía indígena: retos y nuevos desafíos para la institucionalidad pública”. Este seminario tiene como propósito aportar a la reflexión acerca de los avances y desafíos que enfrentan las instituciones públicas para la protección de los derechos de los Pueblos Indígenas. Es un debate necesario que ayudará a alcanzar el pleno reconocimiento y protección de los derechos de los Pueblos Indígenas, ade-más de su incorporación equitativa a los beneficios del desarrollo, a la construcción de políticas públicas pertinentes culturalmente y al desarrollo de un diálogo sostenible entre la sociedad, el Estado y los Pueblos originarios.

No existen recetas para alcanzar estos objetivos; por ello, es muy importante generar un inter-cambio de experiencias y aprendizajes. Así lo hemos comprobado en iniciativas anteriores; reali-zamos una actividad similar en la que tuvimos la ocasión de compartir con países como Canadá, Finlandia, Noruega y Nueva Zelandia gracias al apoyo de sus embajadas, a las que aprovecho aquí de saludar. En esta oportunidad esperamos conocer más a los pueblos de Colombia y Perú.

Quisiera agradecer especialmente el apoyo de la Fundación Ford –institución que celebra cin-cuenta años de un valioso trabajo en Latinoamérica– en el desarrollo de esta iniciativa; a Myriam Méndez-Montalvo, Directora de la oficina para la Región Andina y el Cono Sur, y al señor Vivek Malhotra, Director de Equidad y Justicia de la Fundación Ford.

La incorporación de las temáticas que involucran a los Pueblos Indígenas dentro del Sistema de Naciones Unidas es relativamente reciente, y fue posible gracias a las gestiones de repre-sentantes de los Pueblos originarios a lo largo de los últimos treinta años: gracias a ellos, sus derechos están siendo objeto de una mayor atención en las Naciones Unidas y en el conjunto de la comunidad internacional. En 1989, se dio vida al Convenio 169, ratificado en 2008 por el Gobierno de Chile. Este acuerdo establece que los Gobiernos deben asumir la responsabilidad de desarrollar, con la participación de los Pueblos originarios, una acción sistemática y coordinada con miras a proteger sus derechos y garantizar su integridad. En 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, que entre otros aspectos, reconoce el derecho de las comunidades indígenas a desarrollar su cultura en las mejores condiciones, con la garantía del Estado. En este contexto, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, en Chile, estableció que uno de sus pilares fundamentales era precisamente trabajar con los Pueblos originarios. Por esta razón, desde 2009 hasta la actualidad se encuentra implementando, junto a otras agencias del Sistema de Naciones Unidas, el “Programa Conjunto: Fortalecimiento de las Capacidades Nacionales

Palabras del Señor Antonio Molpeceres Coordinador Residente del Sistema de las Naciones Unidas en Chile

APERTURA DEL SEMINARIo

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para la Prevención y Gestión de Conflictos Interculturales en Chile”. Este proyecto, junto a otras iniciativas complementarias, ha permitido lo siguiente.

En primer lugar, entrega apoyo directo a las organizaciones indígenas del país. En efecto, se han apoyado diecisiete iniciativas de organizaciones de los Pueblos Indígenas, con la participación de 1.894 líderes y representantes indígenas en actividades que fundamentalmente han buscado ampliar los conocimientos sobre los convenios y tratados suscritos por Chile en materia de de-rechos de los Pueblos Indígenas. Junto con ello, se han apoyado tres iniciativas de comunidades indígenas ubicadas en la Región de la Araucanía, en las comunas de Carahue, Cholchol, Traiguén y Ercilla, que se ejecutaron con el apoyo del Programa de Pequeños Subsidios del PNUD y que contribuyeron a mejorar la calidad de vida de comunidades afectadas por el terremoto. Además, se han desarrollado Jornadas de Formación a Líderes y Representantes Indígenas, en conjunto con el Alto Comisionado de Derechos Humanos, la organización Internacional del Trabajo y con Unicef. Hemos apoyado el trabajo de lideresas de los Pueblos Indígenas en el ámbito del apoyo comunicacional, entregándoles herramientas para el desempeño de su rol como voceras de sus organizaciones y el desarrollo de estrategias comunicacionales, trabajo que realizamos en con-junto con el Instituto de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile.

En segundo lugar, este proyecto ha permitido realizar estudios e investigaciones que aportan a mejorar la información acerca de la situación de los Pueblos Indígenas en el país. Esperamos darla a conocer próximamente en un Informe de mucha importancia, el “Informe de medición de los logros de los objetivos de Desarrollo de Milenio (oDM) en Pueblos Indígenas”, que dará a conocer el estado de cumplimiento de los oDM en los Pueblos Indígenas de Chile, proyectará la factibilidad de alcanzar las metas al año 2015 y dimensionará las brechas existentes entre la población indígena y no indígena. Además, el estudio permitirá analizar la calidad de la infor-mación que el país dispone sobre los Pueblos Indígenas y realizar recomendaciones al respecto. Es la primera vez que Naciones Unidas hace un estudio de cumplimiento de los oDM en el cual se hace un análisis por grupos étnicos dentro de un país; se han hecho estudios parecidos por regiones, pero por grupos étnicos es la primera vez, y no tengo la menor duda de que será una contribución muy importante al país. Aunque en términos agregados Chile está cumpliendo con los oDM, algunas poblaciones dentro del país no los están cumpliendo: por eso, este Informe permitirá señalar y resaltar esas brechas.

Igualmente, se está elaborando el “Estudio de Relaciones Interculturales”, cuyo objetivo es analizar el modo como se construyen las relaciones interculturales en Chile. Una vez publicado, se implementará un diálogo amplio con diversos actores de la sociedad acerca de sus resultados.

En tercer lugar, este Programa entregará asistencia técnica a las instituciones públicas con el objeto de que incorporen un enfoque intercultural en su gestión. Nuestra tarea se ha centrado en el fortalecimiento de las capacidades del sistema de justicia, con el fin de robustecer la gestión de la Defensoría Penal Pública. En conjunto con la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, se formó a 187 Defensores Públicos y profesionales de la institución. Durante el segundo semes-tre, en conjunto con el Ministerio Público, el PNUD apoyará una pasantía de fiscales regionales para conocer cómo se aplican los sistemas de justicia en Finlandia y Noruega, trabajo en el que nuevamente contaremos con la colaboración de sus representantes en el país.

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Finalmente, a solicitud de la Mesa de Trabajo por una Educación de Calidad, en la Comuna de Ercilla estamos elaborando, junto con la Universidad de la Frontera, los estudios de factibilidad de un Liceo Intercultural Agrícola.

Los principios orientadores de las actividades descritas, así como de este seminario, son el pleno respeto como Pueblos o como individuos de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales reconocidos en la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y las Normas Internacionales de Derechos Humanos. Buscamos primordial-mente poner a su disposición recursos humanos y materiales para que libremente tomen sus propias decisiones, ejerciendo el derecho a la autodeterminación.

Muchísimas gracias por estar aquí presentes.

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Muy buenos días a todos y a todas. Aunque no soy chilena, permítanme darle la bienvenida a este bellísimo país a quienes llegan desde Colombia, desde Perú y desde otras partes de Chile.

Desde hace un año, tengo el honor y el privilegio de dirigir la oficina de la Región Andina y el Cono Sur de la Fundación Ford. En esta oportunidad quiero agradecer muy especialmente al Go-bierno de Chile, a las Naciones Unidas, a su Coordinador Residente Antonio Molpeceres, y al equipo del PNUD, Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, por trabajar junto con la Fundación en este encuentro sobre “Ciudadanía Indígena: retos y nuevos desafíos para la institucionalidad pública”, que es parte de un esfuerzo por conocer distintas experiencias en países de la región sobre la institucionalidad pública en asuntos y políticas indígenas, con el propósito de mejorar las capacidades para que las políticas públicas expresen un compromiso con los derechos de los Pueblos originarios que constan en los convenios internacionales.

Permítanme también agradecer la presencia de los participantes de los Pueblos Indígenas de la región, de representantes de gobiernos, de investigadores y analistas, y de todos quienes nos acompañan hoy para dialogar sobre los avances, los obstáculos y los retos en materia de política pública indígena en Colombia, Chile y Perú.

En los años recientes ha habido diversos grados de avance en la institucionalidad estatal de la región en cuanto a la formulación y coordinación de políticas públicas en materia indígena, para cumplir con los acuerdos y normativas internacionales, para responder a las demandas de los Pueblos originarios y por la necesidad de modernizar las instituciones públicas. Sin embargo, se registran diferencias entre los países tanto en sus fundamentos legales y constitucionales, como en su trayectoria y materialización en agencias políticas-administrativas, y en la forma de canalización de la relación Estado-Pueblos originarios. Destaca, por ejemplo, la vigencia del Convenio 169 de la oIT, adoptado por los Estados en momentos diferentes, pero que en la coyuntura especial de la Región adquiere relevancia. En particular, unos consideran un avance la forma como algunos países de la Región implementan el Convenio 169 vía Ley de Consulta Previa, mientras que otros países recién comienzan a explorar esa posibilidad. No obstante, todos ellos se enfrentan a la necesidad de reglamentar la forma como se conducirá la Consulta Previa, Libre e Informada. El conocimiento de las diferentes experiencias institucionales que dan cabida a estas políticas y procesos, así como de sus fundamentos legales, debe nutrir un aprendizaje que permita sacar lecciones respecto de la mejor manera de dar cabida al reconocimiento efectivo de los derechos de los Pueblos Indígenas.

Palabras de la Señora Myriam Méndez-Montalvo Directora de la Fundación Ford para la Región Andina y el Cono Sur

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Por ejemplo, es útil la experiencia de Colombia, con su larga trayectoria, con su fundamento constitucional y el papel de las Cortes. También son interesantes la experiencia peruana reciente, con la activación del Convenio y el proceso de reglamentación de la Ley, y los esfuerzos más recientes en Chile por ofrecer oportunidades de diálogo, de colaboración, pero asimismo, por estudiar sus debilidades y problemas.

Sin embargo, el Convenio 169 va mucho más allá de la Consulta, pues se refiere a un sinnúmero de otros aspectos que deben tener su expresión tanto en políticas como en instituciones que den amplia cabida a la gama de derechos económicos, políticos, sociales y culturales de todos los ciudadanos.

Desafortunadamente, en nuestra Región los Pueblos Indígenas continúan enfrentando blo-queos a la expresión de su identidad tanto individual como colectiva, y al goce de sus derechos. Lamentablemente, millones de mujeres indígenas sufren una doble discriminación: son excluidas de las oportunidades para ganarse la vida y de participar en las decisiones que las afectan.

El desarrollo de la institucionalidad estatal ha presentado numerosas falencias, producto de la falta de voluntad política, para dar cabida genuina a los Pueblos originarios y erradicar la dis-criminación histórica e invisibilidad de los principales problemas que les atañen. Por ende, una tarea pendiente es integrar la institucionalidad pública en materia de política pública indígena con toda la institucionalidad de los derechos humanos. Seguramente este tema será parte de la agenda que los principales actores quisieran llevar, con miras a la Conferencia Mundial sobre Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas en 2014.

Los desafíos son complejos y varían de país a país. Además, los temas de participación y re-presentación incluyen aspectos como la restitución de tierras, la autonomía y el autogobierno, políticas sociales y sectoriales, políticas interculturales, y políticas de producción, análisis y dise-minación de información demográfica. En este contexto, la comparación de experiencias se hace muy oportuna y necesaria. El objetivo es avanzar en dichas políticas, garantizar la participación de los Pueblos originarios en las decisiones nacionales, aplicar efectivamente los acuerdos inter-nacionales en cuanto a los derechos de los Pueblos originarios, y mejorar en el reconocimiento pleno del carácter diverso, étnico y cultural de nuestras sociedades.

Estas aspiraciones están en el centro del quehacer de la Fundación Ford en la Región. Por ello, nos enorgullece formar parte de este encuentro, junto con las Naciones Unidas, el cual espera-mos constituya una oportunidad valiosa de reflexión, de aprendizaje, y ojalá, de trazar rutas para seguir avanzando en la construcción de una ciudadanía plena, con equidad para todos y todas.

Muchísimas gracias.

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Buenos días, Antonio, del Sistema de las Naciones Unidas, estimada Myriam, representante de la Fundación Ford, y todos los presentes, tanto del mundo indígena como diplomático, y los representantes de Perú, Colombia, y todos los que son de distintos lugares de Chile. El tema indí-gena, y lo que hoy día nos convoca, es parte esencial de lo que cada uno desempeña. Agradezco la invitación: para nosotros, como Ministerio de Desarrollo Social y como Gobierno de Chile, este tipo de instancias son fundamentales para el desafío que tenemos como país, pero también como Región, con el tema indígena, con la no integración. Siempre hemos hablado de integración, pero lo que estamos construyendo en esta política, como Gobierno, y lo que hoy día tenemos como desafío país, no es integración, sino trabajar en esa complementariedad que muchas veces se ha dejado de lado pero que es esencial.

No me quiero explayar en este saludo porque vamos a poder compartir en el siguiente bloque, pero hay dos temas que me gustaría poner en la mesa, sobre todo considerando que este seminario, además de intentar recoger las experiencias y buscar el trabajo conjunto con distintas experiencias internacionales, con la participación activa de todos, habla de los desafíos de la institucionalidad pública. Hoy día hay una institucionalidad nueva, que tenemos no solamente como Gobierno sino también como Estado, como país, y es el Ministerio de Desarrollo Social. El antiguo Mideplan, que era el Ministerio de Planificación, actual Ministerio de Desarrollo Social, tiene una instituciona-lidad que ha recogido los desafíos respecto de la política indígena. El Ministerio de Desarrollo Social creó dos nuevas subsecretarías: una es la Subsecretaría de Evaluación Social, liderada por Soledad Arellano, que trabaja en evaluar, monitorear y hacer un seguimiento de los programas sociales en todas las dimensiones, para que seamos capaces de avanzar como país en medir lo que hacemos no solamente nosotros como Ministerio, sino también los programas sociales, de manera de generar las correcciones o incentivos oportunos según lo que vayamos monitoreando. La otra es la Subsecretaría que me toca liderar a mí, la Subsecretaría de Servicios Sociales. En una palabra, lo que hacemos es implementar programas sociales, políticas y planes a lo largo de todo Chile. En esa implementación se trabaja de la mano con uno de los servicios más relevantes en el tema indígena, la CoNADI, que es parte de este Ministerio y de esta Subsecretaría. Además, se suma la oficina de Asuntos Indígenas, liderada por Matías Abogabir.

Esta institucionalidad es la que permite que las cosas pasen, pero el desafío que nosotros tenemos, no solamente los que estamos hoy día en el Gobierno, sino también los que estamos reunidos acá, es hacer que las cosas pasen. Hemos dado pasos importantes desde el punto de vista de la coordinación, de poner en el centro la política pública indígena, pero también se debe

Palabras de la Señora Loreto SeguelSubsecretaria de Servicios Sociales, Ministerio de Desarrollo Social. Chile

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corregir, y muchas veces, enmendar el rumbo. Eso es lo que estamos construyendo hoy día, y es lo segundo que les quería comentar: el desafío en el que nos encontramos del proceso de Consulta. Estamos muy conscientes, como lo dijo Myriam, de que no todo es la Consulta; el Convenio 169 es mucho más que eso, pero tenemos que ir paso a paso, y hoy día la prioridad y la convicción que tenemos como Gobierno es avanzar en el proceso de Consulta, con un sello muy importante, que ha sido el diálogo y la participación.

La semana pasada entregamos formalmente tanto a la oIT como a las Naciones Unidas y al PNUD, además de a los distintos representantes de Pueblos originarios, una propuesta de Con-sulta, de normativa, basada en la participación y en el diálogo. Durante la próxima semana, esa propuesta va a constituir una comisión ampliada de representantes de los Pueblos originarios, de manera que puedan participar de esa discusión. Los dejamos invitados. Agradecemos el apo-yo de organizaciones como las que hoy día lideran este seminario, porque solo podemos hacer esa Consulta, ese proceso y esa mesa o comisión ampliada de Pueblos originarios, si la mayor parte de los actores principales, relevantes, políticos y propios de los Pueblos originarios son partícipes de ella.

La convicción que hoy día tenemos como Gobierno y que ha sido parte de la política indígena del Presidente Piñera, es el reencuentro histórico, que ratifica y establece la riqueza de los Pue-blos Indígenas en Chile. Chile es diverso, Chile debe mirarse desde todas sus perspectivas, y los Pueblos Indígenas también tienen que ser parte de eso.

El tema de la complementariedad, de incorporar no solamente el concepto de ser parte, sino la cosmovisión que los Pueblos Indígenas siempre han transmitido es muy importante; por eso dije, no se trata de inclusión, sino de complementariedad. Es un tremendo desafío, pero la voluntad está, y sobre todo la convicción de que es como hay que avanzar.

El tercer eje fundamental respecto de la política indígena, es que como Gobierno entendemos que el tema de las tierras es relevante, al igual que el reencuentro histórico y nuestra historia como país. Estamos construyendo esa historia desde una perspectiva de la multiculturalidad, con énfasis en la cultura, la lengua y la educación, parte también de la historia y de la identidad de los Pueblos originarios.

Esos son los grandes lineamientos. Muchas gracias por la invitación. Los dejo invitados a construir el Chile multicultural que queremos, un Chile más justo, con menos pobreza, más in-tegrador, equitativo, y finalmente, que reconozca la importancia de la complementariedad, que es responsabilidad de todos. Necesitamos que todos los actores participemos. Desde ya, estoy muy agradecida de que ustedes participen, de tener la posibilidad de participar y de compartir experiencias, porque finalmente esto no se hace solo, esto se hace escuchando, preguntando y recogiendo no solamente buenas experiencias, sino también los problemas que han tenido otros para no caernos nosotros. Debemos aprovechar esta experiencia para construir el Chile que todos queremos.

Muchas gracias.

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Balance y desafíos que enfrenta la agenda política legislativa para los pueblos indígenas

Panel

El panel “Balance y desafíos que enfrenta la agenda Política legislativa

para los Pueblos Indígenas” tenía como objetivo reflexionar sobre el

panorama global de la situación de la Agenda Política Legislativa para los

Pueblos Indígenas en Perú, Colombia y Chile. Además pretendía entregar

información específica sobre los avances en esta materia, y en las perspectivas

y retos a futuro que ésta presenta.

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Balance y desafíos que enfrenta la agenda política legislativa para los pueblos indígenas

En ESTE PanEl PaRTICIPaROn laS SIguIEnTES PERSOnaS:

. Señor Iván Kriss lanegra. Viceministro de Interculturalidad, Ministerio de Cultura. Perú.

. Señor gabriel Muyuy. Alto Consejero Presidencial, Programa Presidencial para la Formulación de Estrategias y Acciones para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas. Colombia.

. Señora loreto Seguel. Subsecretaria de Servicios Sociales, Ministerio de Desarrollo Social. Chile.

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Muy buenos días a todos. Quisiera agradecer la invitación que se ha hecho al Gobierno del Perú a participar en esta reunión, agradecer la amabilidad, gentileza, hospitalidad del pueblo de Chile, que siempre nos recibe tan bien cuando venimos aquí, y saludar a todos los participantes, miembros de Pueblos Indígenas, de entidades del Estado, de entidades de la sociedad civil, ex-pertos, miembros de la cooperación, en general, a cada uno de ustedes por esta posibilidad de conversar sobre los temas de interés compartido.

Nos han pedido hacer una reflexión sobre los desafíos vinculados con la agenda legislativa, relacionada a su vez con el tema general de esta reunión, que es la ciudadanía indígena, y las políticas públicas relacionadas con dicho objetivo.

Quisiera empezar señalando que en estos meses que nos ha tocado asumir esta responsabilidad, una de las cosas que más agradezco como oportunidad profesional es la posibilidad de conversar en distintos lugares de América Latina con funcionarios públicos, incluyendo a Presidentes de la República, Ministros, Viceministros, encargados de tomar decisiones en materia de política indígena, empresarios, dirigentes indígenas, miembros de sociedad civil, personas de la coope-ración internacional, múltiples actores. Una de las cosas que más sorprende es que, más allá de los países y las ideologías, que se entiende impulsan las políticas públicas en cada uno de esas naciones, y de las distintas características de la diversidad cultural que tiene cada uno de estos países, los discursos y acciones del Estado y de los distintos actores que he mencionado son muy parecidos. o sea, hay muchas más similitudes que diferencias.

Pero en los marcos legales hay diferencias relevantes. Es evidente que las complejidades de la agenda de la construcción de la ciudadanía indígena o de la construcción del Estado, de un Estado que enfrente la realidad, la diversidad cultural, va más allá de una visión que solamente se centre en un análisis de lo legal, o en un análisis de los marcos jurídicos; un análisis de derechos, eso es algo que debe llevarnos más allá. Porque estas leyes, y dado que el tema ahora es la agenda legislativa, expresan procesos complejos que no desaparecen con la dictación de dichas normas y que sin Estados con capacidades burocráticas eficaces puede inclusive tener, o incluso presentar efectos contrarios a los esperados. Esto es así porque las normas no son sino una expresión de cómo está conformado un Estado y de cómo actúa en un contexto social concreto, y eso está muy lejos de expresarse solamente en los marcos jurídicos formales.

La realidad de nuestros países refleja debilidades institucionales en aspectos básicos como el control del territorio o la garantía de derechos civiles, o en la ausencia de una estructura burocrá-tica eficaz. Por eso, aunque suene a sentido común, no debemos olvidar que para tener un Estado

Presentación Señor Iván Kriss Lanegra Viceministro de Interculturalidad, Ministerio de Cultura. Perú

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intercultural primero debemos contar con un Estado. Lo mismo puede decirse de ese formidable proyecto de construir en nuestros países una ciudadanía inclusiva e igualitaria. Porque eso es también otra realidad, que tiene que ver con la agenda de lo intercultural y de la multiculturalidad. Se exige a nuestras sociedades valorar la diferencia cuando aún no ha aprendido a entenderse como iguales, es decir, como ciudadanos y ciudadanas. No hemos culminado con la agenda de la igualdad y ya nos hemos incorporado a la agencia de la diferencia. Eso hace más difícil el desafío.

La desigualdad se expresa en varias dimensiones que se interceptan, pero que no son equiva-lentes. Para empezar, se observa un desigual acceso a bienes económicos y sociales, la discri-minación por razones étnicas y culturales, o una distancia física que invisibiliza; sin embargo, ni la pobreza ni la discriminación ni lo rural equivalen a la variable cultural. En ocasiones hemos querido enfrentar estos desafíos con herramientas pensadas para la diversidad cultural, lo cual constituye una entendible tentación que puede conllevar nuevas dificultades.

Entonces, el desafío de las políticas interculturales y del diseño de marcos institucionales, incluyendo el componente legislativo del mismo, implica coordinar difíciles procesos bajo condiciones de debilidad estatal. De ahí que sea fundamental transformar las exigencias de la diversidad cultural en políticas públicas. Es básicamente un ejercicio de gestión política que no demanda voluntad política, sino que contribuye a generar condiciones para crearla. Este es un tema habitual en los discursos: se lee en las dificultades de la dación de leyes vinculadas con el tema indígena una ausencia de voluntad política. Pero esa mirada solo ve la superficie del proceso, y no las complejidades que están ocurriendo debajo. Es ahí donde hay que mirar, es ahí donde hay que trabajar.

Es en estas claves que uno debe leer lo que recientemente ha ocurrido en nuestros países y dentro del Perú. Quizás el elemento que ha generado más interés en muchos países es la dación en el mes de septiembre del año pasado de la Ley de derecho a la Consulta previa a los Pueblos Indígenas u originarios, en el marco del Convenio 169 de la oIT, que es una norma que tiene como propósito establecer un conjunto de procedimientos para la implementación de un derecho que fue reconocido desde el año 1995 en el Perú, cuando entró en vigor para nuestro país el Convenio 169.

Ese proceso tiene como origen el conflicto amazónico en el Perú entre el año 2008 y 2009, que culminó con la pérdida de vidas de ciudadanos peruanos y peruanas, veintitrés policías y diez civiles. La Ley de Consulta es en gran medida una expresión de cómo la sociedad y el Estado reaccionaron ante esos hechos.

Pero en la realidad los temas de la Consulta no pueden estar aislados del conjunto mucho más extenso de políticas. Por esa razón, se están desarrollando varios temas vinculados con la forma ampliar ese espacio. Por ejemplo, gran parte de la agenda del país está dirigida a atender otras esferas de desigualdad y existen iniciativas en varias áreas del Estado, como la educación, la salud, la justicia, relacionadas con la necesidad de reducir esas desigualdades. Una necesidad de la política pública es articular la política indígena con esas otras áreas de la acción del Estado. Para ello además se debe articular ese esfuerzo con lo que ocurre en los niveles regionales y locales de gobierno del Perú.

La respuesta institucional es contar con un mecanismo formal de coordinación de políticas en esas esferas. Una de las iniciativas es la creación de un sistema nacional de política intercultural

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que atienda esas necesidades de coordinación, junto con establecer un mecanismo permanente de diálogo entre las organizaciones indígenas y el Estado. Por ejemplo, hace unas semanas atrás hemos hecho un acuerdo entre las organizaciones indígenas y el propio Gobierno, para conformar un grupo de trabajo que tenga como objetivo establecer ese mecanismo permanente de diálogo, es decir, para iniciar una discusión sobre las condiciones institucionales –en este caso, la parte de la organización del Estado– necesarias para mantener un espacio permanente de comunica-ción y de intercambio entre el Estado y los Pueblos Indígenas. Para que tenga viabilidad, en ese espacio el componente del Estado tiene que ser diseñado junto con las organizaciones indígenas. También está presente en la agenda legislativa la necesidad de implementar una ley que se dio en julio de 2011, que es la Ley de Lenguas originarias, o sea, lenguas indígenas, que establece una obligación del Estado de hablar en el idioma de todos los Pueblos Indígenas; pero claro, ese es un desafío gigantesco porque implica generar capacidades en un Estado que tiene dificultades para hablar, para que además hable en otros idiomas que se hablan en nuestro país; en este caso el Ministerio de Educación es el aliado central.

La dación de estos marcos normativos está vinculada además con otros procesos mucho más extensos, que en el caso del Perú se relaciona con la agenda de las actividades extractivas. Lo digo directamente porque es uno de los temas que seguirá originando tensiones alrededor del tema indígena. En esa esfera se cruzan varios componentes; como mencioné hace unos instan-tes, incluye aspectos como la desigualdad y la distancia, no solamente el tema indígena. Por lo tanto, los desafíos que enfrenta el desarrollo de proyectos extractivos en un país como el nuestro involucran espacios mucho más amplios de política. Por esa razón, el Gobierno del Perú está trabajando en una reforma ambiental y en el modo como se enfrentan este tipo de desafíos. Uno de los logros es que el tema indígena sea parte de esa estructura, es decir, que no se aísle el tema de lo indígena, sino que sea parte integrante de ese conjunto de políticas; ya no se trata solamente de cruzar y coordinar con las políticas sociales, sino también de coordinar y establecer los vínculos con las políticas ambientales y las políticas que regulan la actividad extractiva. Eso es central, eso es lo que no se pude dejar de subrayar.

Por ejemplo, la participación es una referencia que se extiende más allá de la obligación de Consultar; pues bien, se requiere muchos de estos temas de actividades extractivas, de una parti-cipación que trascienda el momento en el cual se realicen las Consultas. Pero eso exige también el establecimiento de mecanismos operativos que permitan que esas políticas se articulen.

Todo esto ocurre en el aire, es decir, no es que los funcionarios públicos actúen solos ni que los actores que están vinculados con estos temas actúen sin otros actores al lado; este es un proceso en que los múltiples actores establecen distintas exigencias respecto de lo que debería ser el accionar del Estado. Tal vez un Estado fuerte hubiera generado las condiciones para hacer estas políticas, pero no es el caso del Perú. Por eso, continuamente debemos crear estrategias que permitan convencer, y creo que es uno de los temas a los que más nos hemos abocado en estos meses.

Básicamente, gran parte del juego ha sido convencer de la necesidad de integrar, de vincular políticas, de evitar el aislamiento de la política indígena a largo plazo.

Quisiera cerrar mi presentación planteando algunas ideas sobre los que creo van a ser los de-safíos de la agenda legislativa peruana y sobre los riesgos que se plantean. Primero, gran parte

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de la discusión se debe centrar nuevamente en las reformas legislativas que no están apoyadas en una experiencia real de políticas públicas que nos indiquen qué es lo que funciona y qué no. Porque en el tema de Consulta son muy pocas las referencias internacionales sobre el tema, pues son pocos los países que han empezado con el desarrollo del instrumento. En el caso del Perú ni siquiera podemos decir que tenemos una experiencia de política pública que contar, lo que tenemos es una propuesta de diseño zonal que vamos a probar en los próximos meses. No sabemos si una vez implementada esa política pública va a atender los resultados que pensamos o queremos que dé. Desde luego, lo hacemos porque pensamos y queremos que haya posibilidades de que así ocurra, pero no sabemos qué aspecto de la política pública efectivamente está mal, porque eso solamente se puede saber mediante la implementación efectiva de la política.

Inclusive, si tuviéramos en nuestro país una propuesta de política en materia de Consulta que funcione, eso no quiere decir que esa política va a funcionar en otros países; es casi inevitable que todos tengan que construir estos instrumentos en las condiciones de debilidad estatal que he mencionado.

Por eso, países como los nuestros deben entender que las instituciones requieren tiempo para construirse. No es un proceso en que todo empieza a funcionar a la perfección de un día para otro, sino que se debe empezar por probar y generar las capacidades para manejar el instrumento. Es decir, las condiciones para la Consulta no se crean por Decreto.

Medio en broma, ayer en otra reunión yo decía que quizás la culpa de todo la tienen los abo-gados, para referirme a que en realidad gran parte de nuestros desafíos dependen de personas con capacidades en otros ámbitos de la acción del Estado, en particular porque se trata de un ejercicio de gerencia política y de gestión pública, que es lo que le está faltando a estos países para poder avanzar.

Lamento no haberles dado muchas respuestas. Más bien compartí con ustedes nuestras dudas y nuestras preocupaciones. En todo caso, creo que en un escenario como este es más valiosa la honestidad y la sinceridad respecto de lo que leemos de estos procesos. Creo que esa es una forma realista y honesta de avanzar en estos temas.

Muchísimas gracias por escucharme.

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Muy buenos días para todos y todas. Muy agradecido con los amigos del PNUD, con la Funda-ción Ford y, por supuesto, con el Gobierno de Chile, por invitarnos a participar en este seminario. Expreso mi satisfacción por esta importante iniciativa.

Como ya lo han dicho en la parte inicial, protocolaria, es necesario seguir fomentando estos espacios en cada uno de los países, y creo que en la región y en todo el planeta, porque necesita-mos espacios de diálogo o de concertación, de acuerdos entre los Pueblos Indígenas, los Estados y la sociedad, porque finalmente todos somos parte de este planeta y de nuestros países, y todos tenemos derecho a vivir bien y en paz. Así es que ánimo de antemano a esas entidades y a todos los presentes a que sigamos fomentando ese tipo de espacios.

Quisiera referirme a cinco puntos precisos en relación con el tema indicado en este panel. Primero me referiré a los avances que hemos tenido en el reconocimiento formal y, de alguna manera, real, de los derechos a los Pueblos Indígenas por parte de los Estados. En segundo lugar, les comentaré sobre mi país, sobre qué avances hemos tenido en los últimos veinte años en términos de reconocimiento formal de derechos colectivos, derechos fundamentales, colectivos e integrales como Pueblos Indígenas. En tercer lugar, hablaré sobre qué hemos avanzado en la implementación de esas normas que han reconocido derechos importantes en nuestro país con los Pueblos Indígenas. Como decía mi colega Iván, del Perú, tenemos que ser francos en los plan-teamientos. En cuarto lugar, plantearé las dificultades que tenemos en la garantía efectiva de los derechos por parte del Estado y el gobierno colombiano en nuestro país. Como quinto punto, para afrontar esas dificultades, me referiré a la política del Gobierno actual del Estado colombiano para atender de la mejor manera la garantía de los derechos de los Pueblos Indígenas.

En los últimos cincuenta años (aquí hay varios hermanos indígenas e indigenistas que conocen la historia) hemos tenido un positivo avance en el reconocimiento formal de derechos funda-mentales, colectivos e integrales de los Pueblos Indígenas. Todos sabemos que con la Conquista, desafortunadamente, se truncó una historia milenaria de desarrollo social, económico y político de nuestros Pueblos. Y empezó lo que hoy llamamos el empobrecimiento histórico de nuestros Pueblos, que aún no hemos podido superar, pese a los importantes avances en el reconocimiento formal. Entonces, podemos hablar de una política pública de negación total de la historia de nues-tros Pueblos, que hasta hoy sigue marcando. En torno a esa negación, la Iglesia, los Estados, que aún no existían al estilo de hoy en nuestro continente, implementaron políticas en nuestra región.

Esa historia fue revisada y luego pasamos a otra historia, también difícil: la etapa del reduc-cionismo. En ese período se plantearon y se aprobaron normas desde el otro lado del charco, y

Presentación Señor Gabriel MuyuyAlto Consejero Presidencial, Programa Presidencial para la Formulación de Estrategias y Acciones para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas. Colombia

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se aplicaron como política pública en la región, incluyendo a nuestros Pueblos, incluyendo Co-lombia, Chile y Perú. La política del reduccionismo. Uno ve que hasta hoy perduran políticas de esa índole. Luego pasamos a otra etapa muy interesante, más desde nuestra región, más desde nuestros gobiernos y nuestros Estados: la política de integración de los Pueblos. En la Conven-ción de Pátzcuaro, en México, los Estados y los gobiernos se reunieron y dijeron que para que nuestros Pueblos fueran más “gente” debían integrarlos, darles educación, evangelizarlos; todo el tema de los tratados con las iglesias, especialmente con la Iglesia Católica, para que dieran la educación. Integración. A nivel global, en 1957 la oIT aprobó la Convención 107. Si compa-ramos la Convención de Pátzcuaro con la Convención 107 veremos integración total. Esa fue la política pública preponderante. En América se creó el Instituto Indigenista (algunos de ustedes seguramente han acudido allá), en la Ciudad de México existe el Elefante Blanco del Instituto; allí hay mucho material para hacer tesis de doctorados sobre indígenas. Ese instituto generó toda una política en toda América, y fue en esa época cuando en nuestros países se crearon los institutos para indígenas, para un poco adoctrinar, integrar a los indígenas. Esa política también fue revisada más tarde.

Afortunadamente, después de un poco de avance, vino la etapa del reconocimiento a la diver-sidad cultural de nuestros Pueblos a raíz del pronunciamiento de la Declaración de Barbados de 1971. Hay que reconocer el papel histórico de los antropólogos reunidos en Barbados, gracias a los cuales salió la importante Declaración de Barbados. Los antropólogos pidieron a los Esta-dos que dejaran de lado la evangelización, y eso sacudió. En torno a eso gira toda la política de educación diferenciada, bilingüe, intercultural. En Colombia la llamamos etnoeducación, pero en cada país la llaman de distintas maneras. Es una política interesante que fue reemplazada más tarde por la política de reconocimiento a la autonomía como Pueblos, en la década del ochenta, con la revisión del Convenio 107; por supuesto, con ello quedó atrás la Convención de Pátzcuaro y se logró la aprobación del Convenio 169 de la oIT.

Se inaugura la política de reconocimiento del derecho a la autonomía como Pueblos, aunque el término “Pueblos” todavía está entre corchetes; y ustedes saben qué significa estar en corchetes en el lenguaje de Naciones Unidas. o sea, todavía no es pleno, aunque políticamente hemos avan-zado. En torno a ese derecho hay un punto importante, el reconocimiento del derecho al gobierno propio, dice el Convenio 169; el reconocimiento al derecho a definir las prioridades de desarrollo, que en Colombia llamamos planes de vida; el derecho al control social en estos territorios, que en Colombia llamamos jurisdicción especial indígena, y el derecho a participar en la decisión de las políticas públicas, entiéndase Consulta previa.

Definitivamente, desde el año 1989 en nuestros Estados no es adecuado, no es correcto, no es legal políticamente hablando, o realmente hablando, tomar decisiones unilaterales por parte de los Estados y los gobiernos de política pública; eso dice el Convenio 169 desde el año 1989, o sea, hace veintitrés años. Esa política también fue revisada. Y en qué estamos ahora, siglo xxi, año 2012: en la política de reconocimiento del derecho a la libre determinación, complementario a la política del derecho a la autonomía. A raíz, o después de veinticinco años de negociaciones entre Pueblos Indígenas y Estados del mundo, en el marco del Sistema de Naciones Unidas, en donde han jugado un papel importante los indígenas mapuche de acá de Chile, los indígenas que-chuas y aymaras del Perú, y muchos indígenas dirigentes de Colombia, como también de Bolivia y de México y de todas partes. Por ejemplo, Rigoberta Menchú; Alfonso que está aquí, amigo de

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Rigoberta Menchú, jugó un papel importante que hay que reconocer. El Presidente Evo Morales también jugó un papel importante en el debate de Ginebra, y así muchos otros dirigentes. Hoy estamos en ese nivel. Dice la Declaración de las Naciones Unidas sobre Derechos de los Pueblos Indígenas, artículo 3: “Los Pueblos Indígenas tenemos derecho a la libre determinación como derecho fundamental y, como consecuencia, a gobernarnos como tales dentro de los territorios, a definir las prioridades de desarrollo, a ser parte de la definición de la política pública”. El artículo 43 de esta Declaración dice que el contenido y alcance de esta Declaración es la base mínima para definir política pública en relación con el desarrollo de los Pueblos Indígenas. A veces uno pre-gunta, y lo digo con el mayor respeto acá a todos los presentes, pregunta a funcionarios públicos, ¿conocen el contenido y alcance del Convenio 169 o de la Declaración? Y de cien, levanta la mano uno. Entonces uno dice, ¿cómo es posible definir una política pública coherente con el proceso de desarrollo del reconocimiento de derechos formales si no conoce la letra de esa legislación?

Todo lo que acabo de comentar resumidamente ha llevado, especialmente en América, sobre todo en el sur, en comparación con el contexto global mundial, a que seamos la región más avanzada en el reconocimiento formal de derechos a Pueblos Indígenas y en la creación de instituciones. Si nos comparamos con áfrica, con Asia o donde hay Pueblos Indígenas de Europa, somos los más avanzados; de eso no podemos quejarnos. Como acá también se ha dicho, estamos bien, vamos a cualquier parte del mundo desde nuestros países, tenemos argumentos para hacer discursos, para discutir; en eso estamos bien. Entonces esos son los avances, ese es el máximo avance. Tenemos derecho a la libre determinación; hablo como parte del Pueblo Indígena, pues yo soy del Pueblo Indígena inga, de Colombia.

Colombia ha formado parte de este proceso. El año 1991 marcó un hito histórico para nuestro país, y creo que fuimos referente por un buen tiempo; hoy son referentes también otros países como Ecuador, Bolivia y, por supuesto, Chile y Perú. Para nosotros 1991 fue histórico porque antes de ese año en la Constitución no se mencionaba para nada el nombre “indígenas”. En Colombia había una sola religión, dos partidos políticos; uno o era católico o no se salvaba. o por lo menos para llegar al purgatorio tenía que bautizarse o simplemente no llegaba ni siquiera a eso. En Colombia teníamos un solo idioma oficial, el castellano. A mí me tocó en la escuela: fui a los ocho años y solo hablaba en mi idioma, el inga, una variante del quechua. Me dieron muchos reglazos porque no podía hablar nada en castellano, y fue difícil. Recuerdo todavía las dificultades que tuve para aprender a leer y escribir, porque tocaba hablar español, esa era la lengua oficial.

Afortunadamente, el año 1991 llegó la Asamblea Nacional Constituyente. Tuvimos tres consti-tuyentes indígenas, fruto de un esfuerzo, de un proceso organizativo que fomentó la participación, gracias a lo cual hoy tenemos una Constitución que reconoce al Estado dos cosas importantes: una, que el Estado colombiano es un Estado social de derecho; pasamos de ser un Estado de derecho a un Estado social de derecho, es decir, las instituciones públicas del Estado colombiano tienen razón de ser en cuanto al ciudadano, a la persona humana; segundo, en la Constitución del 91 se reconoce que Colombia es una nación multiétnica y pluricultural. Tenemos diecisiete artículos que mencionan explícitamente la garantía de derechos a los Pueblos Indígenas en ma-teria de territorio, de cultura y de autonomía como Pueblos. Debo advertir, amigos y amigas, que solo hay tres ejes centrales, así que los estudiosos no se compliquen la vida cuando hagan una tesis de maestría o doctorado en tema indígena, son tres derechos, sencillos: territorio, cultura y autonomía. Basados en esos principios, hemos desarrollado una serie de normas reglamentarias

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en cultura, educación, salud, lenguas. Hace dos años se aprobó una Ley de Lenguas con el fin de revitalizarlas. o sea, por normas no nos quejamos en nuestro país; hemos logrado avanzar, la democracia ha permitido eso, con la presencia de congresistas indígenas; después de la Consti-tuyente tuve la oportunidad de ser dos veces senador de la República en mi país, en la que fue una gran experiencia; avanzamos.

Pero, ¿en qué hemos avanzado, pasando al tercer punto, en la práctica? En materia de territorio, en comparación con los otros países de la región, lo digo con el mayor respeto, hemos logrado un gran avance. El Estado colombiano ha reconocido que un total del 29% del territorio nacional es propiedad colectiva de los Pueblos Indígenas bajo la figura de resguardos indígenas. Se han entregado títulos de propiedad colectiva de alrededor de 30 millones de hectáreas, además del reconocimiento a los afrocolombianos, que suman alrededor de 5 millones de hectáreas. o sea más o menos el 32% del territorio nacional es de propiedad colectiva de los grupos étnicos, la mayoría de los Pueblos Indígenas. Es un hecho importante. En estos territorios está la gran riqueza estratégica en términos de desarrollo económico, como lo llaman los economistas, y eso genera problemas.

En materia cultural, hemos avanzado en políticas de etnoeducación: ahora se está discutiendo y concertando con los Pueblos Indígenas la política del sistema de educación propia. En materia de salud, se cuenta con el sistema de salud intercultural propia. En materia de autonomía, se ha reconocido a los Pueblos Indígenas como autoridades públicas de carácter especial, al igual que sus instituciones. El derecho a la jurisdicción propia es un derecho constitucional que se viene implementando con muchas dificultades; para mí que todavía hay mucha intromisión de la jurisdicción ordinaria en la jurisdicción indígena, y a veces está cercenando, vía decisiones de conflictos de competencias, la capacidad constitucional de esta institución de jurisdicción indígena, pero hemos avanzado.

¿Cuáles son las dificultades? Pese a todos estos esfuerzos, tenemos serias dificultades. El pro-blema del empobrecimiento histórico sigue vigente, creo que en todos los países nuestros. Aquí hay un tema de fondo que quiero plantear: en los últimos cincuenta años hemos avanzado en el debate político, en el debate jurídico y en el debate cultural, pero aún no hemos tenido acceso a los debates de la oMC (organización Mundial del Comercio) ni de la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo). Es difícil reunirnos con los ministros de Economía; es fácil hablar con el ministro de la política, el ministro de lo social, de lo cultural, que a veces tienen dificultades de presupuesto también. Entonces, el tema del empobrecimiento tenemos que trabajarlo, porque no es suficiente, amigos y amigas, con el reconocimiento formal, norma-tivamente hablando. Tenemos que elevar el nivel de igualdad en el tema económico, y eso no significa entregar capital económico para los indígenas sin un sentido más amplio, pues segui-remos teniendo problemas de empobrecimiento. Tenemos problemas de desterritorialización; no basta con entregar títulos de propiedad, es necesario garantizar de manera efectiva el derecho de la tierra y territorio, pues está el problema del conflicto armado interno, del desplazamiento forzado, de la desterritorialización, de la emigración. En Colombia, aproximadamente el 12% del millón 400 indígenas está fuera del territorio, en las ciudades solo en Bogotá hay 32 mil indígenas, en situaciones muy difíciles, muchos desplazados por el conflicto armado, otros por otras razones, pero no tenemos una política claramente definida. Alguno Pueblos Indígenas están en alto riesgo de extinción, eso que en Colombia hay 102 Pueblos Indígenas diferentes; somos el tercer país más diverso de América Latina, después de Brasil y México. De esos 102, nos ha

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dicho la Corte Constitucional, 36 Pueblos Indígenas están en altísimo riesgo de extinción por su ubicación geográfica y por su número de integrantes. Sería grave que en el siglo xxi, después de tanto avance, desapareciera del planeta un Pueblo Indígena. Al oriente de nuestro país tenemos un pueblo que solo tiene 64 personas, los Chiricoas; cualquier fenómeno natural podría acabar con este pueblo, por lo que tenemos una gran responsabilidad como Estado.

otro problema que afrontamos aún, pese a los avances, son las políticas públicas asistencialis-tas y paternalistas, se sigue tratando a los indígenas como a los pobrecitos. Los indígenas –aquí convive mi papel de gobierno y mi razón de ser indígena–no somos los pobrecitos, no somos discapacitados; tenemos todo un potencial, toda una memoria histórica y, si hablamos de ne-gocios, en nuestros territorios está la materia primera, entonces tenemos que hablar en otros términos, necesitamos una relación horizontal, y eso es un trabajo de Estado, de gobierno, de la sociedad y, por supuesto, de los mismos Pueblos Indígenas. ¿Y eso cómo se logra? En espacios como estos, dialogando, discutiendo, en lo que en Colombia estamos llamando, liderados por el Vicepresidente de la República, Diálogos Sociales Interculturales. Necesitamos hablar con los empresarios, el gobierno tiene que facilitar eso, nosotros estamos impulsando ese propósito.

Frente a todas estas dificultades y otras que tenemos, como en todo el mundo, tenemos tres políticas. Primero, hemos concertado el sistema de consulta previa para crear un Plan Nacional de Desarrollo. Por primera vez en los últimos veinte años, el gobierno actual logró consultar y concertar la política para la atención diferencial a Pueblos Indígenas. Un capítulo del Plan Nacional de Desarrollo actual, “Prosperidad para Todos”, del Gobierno del Presidente Santos, incluye 96 acuerdos que resumen las máximas aspiraciones de los Pueblos Indígenas en materia de garantía de derechos y la voluntad política del gobierno actual para atenderla de la mejor manera. Aunque venimos haciendo grandes esfuerzos en la implementación, tenemos dificultades de presupuesto, además del cruce de intereses en el mismo Plan de Desarrollo.

La segunda política es el Programa Nacional de Garantías, ordenado por la Corte Constitucio-nal, que se construyó mediante la Consulta a lo largo y ancho del país, con la participación de, aproximadamente, 6 mil indígenas del país. Hoy tenemos una ruta de trabajo a largo plazo sobre los temas centrales de los derechos que asisten a los Pueblos Indígenas.

Finalmente, tenemos una política de atención a las víctimas del conflicto y de restitución de tierras a las familias y comunidades de los Pueblos Indígenas que han sido víctimas del conflicto, a través de un Decreto Ley aprobado el año pasado, después de una Consulta previa bastante interesante.

Esas tres políticas se resumen en dos documentos que pueden consultar en la página institu-cional del Programa Presidencial para los Derechos Indígenas de la presidencia de la República.

Por delante tenemos todo un reto.

Me ha gustado mucho escuchar aquí al doctor Iván. Seguramente voy a aprender mucho de todos los expositores para, precisamente, fortalecer en mi país desde mis funciones, hoy dentro del gobierno nacional de la presidencia de la República, para impulsar, junto con los hermanos indígenas presentes y los que están allá en Colombia día a día luchando, la garantía de los derechos.

Muchas gracias.

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Es muy importante y enriquecedor escuchar primero a Iván, del Perú, y después a Gabriel, de Colombia. Nosotros somos bastante más nuevos en esto, incluso respecto del Convenio 169, que Perú ratificó en 1995 y Colombia en 1991. Creo que es muy enriquecedor no solamente escuchar lo bueno, lo positivo, sino también lo malo; lo que uno rescata son las dificultades y la forma como se enfrentan esas dificultades, entendiendo que el objetivo y el desafío final es el mismo e importante para cada uno de los países y para la región.

Me referiré a los ejes sobre los cuáles hemos ido trabajando y en el proceso del Convenio 169, en particular en el proceso de Consulta, que no ha estado exento de dificultades. Tal vez es nece-sario enmendar un poco el rumbo e ir desde la propia identidad y desde el diálogo, aprendiendo a hacer las cosas en esta diversidad multicultural y reconocimiento propio de la identidad de los Pueblos originarios.

Las políticas públicas que se han impulsado durante este Gobierno se han enmarcado en el Nuevo Trato y han sido parte de una frase importante que dijo el Presidente Piñera en el Día Nacional de los Pueblos originarios del año 2012, y es que como Gobierno tenemos el firme propósito de establecer un nuevo trato con nuestros Pueblos originarios, porque el país necesita ese nuevo trato para desarrollarse en forma integral y realmente compartir un proyecto de futuro.

Este nuevo trato se estructura en torno a cuatro ejes de trabajo. El primero de ellos es el aumento de la integración y el desarrollo integral de las capacidades productivas. Como bien dijo Gabriel, eso tiene que ver no solamente con el territorio, la cultura y la autonomía, sino también con el proceso propio de lo que es territorio. En consecuencia, la capacidad productiva se ha coordinado con otros servicios, de manera que no se tratara solamente de entregar tierras, sino también de fomentar un desarrollo productivo, de otorgar más oportunidades.

El segundo eje de trabajo es la educación de calidad para o desde la mirada de los Pueblos Indígenas. Más que solamente un tema de gestión, porque lo dijo Iván, es el tema histórico y reencuentro con la profundidad de la cultura, de la multiculturalidad y de la identidad propia de los Pueblos originarios. Además de avanzar en la educación, se ha progresado en la protección y respeto a la cultura y a la identidad. Hemos avanzado en el tema de las lenguas, en el respeto a las ceremonias, etcétera.

En resumen, los tópicos son el desarrollo integral de las capacidades productivas, la educación, la protección y valoración de la cultura, y cómo somos capaces de trabajar en una mayor partici-pación y consulta a los Pueblos originarios. obviamente esto último es lo que marca la diferencia

Presentación Señora Loreto SeguelSubsecretaria de Servicios Sociales, Ministerio de Desarrollo Social. Chile

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respecto de cómo hemos querido ir avanzando en la política como Gobierno. Porque la mayor participación no es solamente una declaración, sino que el gran desafío que hemos tenido como país es hacer expresa esa participación en instancias de diálogo en las cuales haya un trabajo conjunto. Allí se ha puesto el énfasis en este último tiempo respecto del proceso de Consulta.

Aunque la CoNADI se creó en 1993, 2008 fue un año clave en avances en la institucionalidad y en la parte legal, pues recién en esa fecha, después de veinte años en el Congreso, se ratificó el Convenio 169 de la oIT. Estamos empezando en esto; por eso es tan importante la experiencia de otros países, que llevan más tiempo en esto. La idea es rescatar, desde esa diversidad, desde esa realidad y propia pertinencia de lugar y de país, aquello en lo que nosotros tenemos que avanzar.

También en 2008, se creó en cada uno de los Ministerios del Estado de Chile la Unidad de Asuntos Indígenas, y también se establece la Ley de Borde Costero para los Pueblos originarios, la Ley Lafkenche. El 2008 es un hito fundamental en la política indígena actual. Recién en 2009, hace solamente tres años, entró en vigencia el Convenio 169 y a finales del año 2009 se dictó una normativa provisoria que regulaba la implementación del derecho a Consulta establecido en el Convenio 169, que conocemos hoy día como el Decreto 124.

Según datos de la Casen (Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional) 2009, aproxi-madamente el 7% de la población corresponde a población indígena. Esos datos, que insisto, son solo números, pero que delinean la dirección en la cual teníamos que trabajar, arrojan que en 2009 solamente el 12% de la población indígena efectivamente hablaba y entendía su pro-pia lengua. Por lo tanto, todo hacía pensar –y lo he hablado muchas veces con el director de la CoNADI– que en años posteriores nadie mantendría algo tan relevante para un pueblo como es su lengua. El desafío de esta dimensión multicultural, de la identidad, de la lengua, es real y no le corresponde solamente al gobierno, que es muy importante en lo que respecta a las señales políticas, sino a todo el país.

En lo que respecta a la institucionalidad estatal, se creó el Consejo de Ministros para Asuntos Indígenas, parte del Ministerio de Desarrollo Social, cuya tarea primordial es coordinar la polí-tica pública, evitar la duplicación, evitar los esfuerzos aislados, en fin, evitar que digamos que solamente es la CoNADI o que es únicamente el Ministerio de Desarrollo Social el que tiene que ver los temas indígenas. obviamente, escuchando a Colombia uno se da cuenta de que es una realidad que siempre en los Ministerios de Desarrollo Social, o en el caso de Perú, de Intercultu-ralidad, los presupuestos para avanzar en política pública son muy distintos a los de ministerios como el de Economía u otros, que tienen mayores recursos.

El desafío del Ministerio de Desarrollo Social, en conjunto con la CoNADI y con la oficina de Asuntos Indígenas, es poner la política indígena en el centro de la coordinación intersectorial, porque no es solamente un tema de este Ministerio, sino también de Gobierno, de Estado. Hoy en día la institucionalidad permite esa coordinación con el resto de los ministerios; y el Consejo de Ministros es una instancia importante porque es la institucionalidad máxima, con las máximas autoridades para ir avanzando en los temas indígenas no solamente desde una perspectiva social, sino también económica, de vivienda, de salud, etcétera.

En resumen, además de este nuevo trato, los ejes de trabajo de la política indígena tienen que ver con la cultura, con revitalizar las lenguas, con las autoridades tradicionales, con la medicina, con

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la educación intercultural. Es un enorme desafío avanzar en los liceos y jardines interculturales, y no solamente en una región, sino a lo largo de todo Chile. La diversidad, la presencia y la política indígena no solamente puede ser tema de unos pocos, de una región, sino que debe ser parte de la política nacional. El tema de las tierras, obviamente fundamental en esto, es parte de los tres ejes esenciales de la política indígena. Efectivamente estamos avanzando en la entrega de tierras con apoyo productivo, alianzas productivas muy importantes; el concepto de que el Ministerio de Desarrollo Social tiene que coordinar al resto, de que es el articulador, permite que cobren relevancia las alianzas público-privadas. Esas alianzas necesitan también de enormes esfuerzos. Como Ministerio debemos generar un vínculo entre el empresariado, los actores políticos y los representantes. Se trata, entonces, de un desafío intersectorial, multicultural.

El Consejo de Ministros, el Ministerio de Desarrollo Social y lo que se ha avanzado desde el punto de vista de empoderar a las distintas instituciones, representan un avance respecto de lo que queremos lograr. También estamos avanzando en la institucionalidad del actual consejo de la CoNADI: hace poco se eligieron ocho Consejeros nuevos. La convicción y la voluntad de este Ministerio es dar empoderamiento y atribuciones a esa institucionalidad, de manera que cumpla con el rol para el cual fue creada. Por eso, para el proceso de Consulta ha sido tan importante el trabajo con los Consejeros de la CoNADI y con quienes ellos representan, pues han sido líderes en convocar a más actores para que se sumen al proceso que estamos llevando a cabo.

El 8 de marzo de 2011, el ex Ministro Kast anunció en qué consistiría el proceso de Consulta. Tal vez uno de los principales errores cometidos en ese minuto fue que queríamos preguntar y hacer mucho, y esa fue una de las primeras nuevas decisiones que se tomó en conjunto con los principales representantes del Pueblo Indígena: en una primera etapa, nosotros íbamos a pregun-tar por el tema de la Consulta misma, pero también estábamos incorporando el reconocimiento constitucional, también estábamos preguntando o íbamos a avanzar en lo que era un órgano representativo de los Pueblos Indígenas y en un nuevo organismo público indígena que reem-plazara a la CoNADI. Entonces, el primer gran aprendizaje fue que era mucho tema preguntar y había algo mucho más básico, mucho más inicial y mucho más profundo: establecer el proceso de Consulta. En ese minuto, en que ya teníamos un nuevo ministro, el Ministro Lavín, nos dimos cuenta de que era importante hacer un cambio para volver a asentarnos en la convicción de que es el diálogo, un diálogo de buena fe, sincero y directo, el que permitirá implementar el Convenio 169. Así, gracias al trabajo de los Consejeros de la CoNADI, en 2011 se generó un proceso para armar una Comisión de Consulta, que sesionó con mucha dedicación y liderazgo, y que nos ha permitido avanzar y encontrarnos hoy día en un proceso más participativo, en el que lo prime-ro que haremos será establecer el procedimiento de Consulta, entregar una normativa y este aporte que se hizo desde el año 2011, cuando nos dimos cuenta de que no podíamos preguntar cuatro temas, sino que lo que teníamos que hacer era abocarnos a uno. Eso permitió que hoy día hayamos logrado la más amplia participación, con representatividad a lo largo de todo Chile. Además, queríamos que fueran los propios Pueblos Indígenas quienes lideraran una propuesta entregada por el gobierno, pero que fueran ellos quienes se autoconvocaran y quienes lideraran lo que había que hacer.

Tal vez el error inicial fue hacer una cosa mucho más estructurada, que emanaba desde, en este caso, el Gobierno hacia los Pueblos Indígenas. Creo que el sello de nuestro trabajo del último

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tiempo es que se ha hecho en conjunto. El Gobierno entregó una propuesta de normativa de la Consulta, pero son los mismos Pueblos, los mismos representantes y participantes quienes van a autoconvocarse, con el apoyo de organismos internacionales como el PNUD, la oIT y la FAo.

Esperamos contar lo antes posible con un proceso o una propuesta de Consulta acordada que nos permita avanzar en cosas tan importantes como dar vida el Convenio 169, el reconocimiento constitucional, crear un órgano representativo de todos los Pueblos Indígenas y modificar o crear un nuevo organismo público indígena.

Gracias al procedimiento de Consulta, ambas partes hemos aprendido a dialogar, a ponernos de acuerdo, a entender esta complementariedad, a que no solamente se trata de inclusión o de propuestas. Este cambio de mirada nos permite entender por qué también tenemos que seguir avanzando en lo que respecta a la cultura, la lengua, las tierras y todo aquello que finalmente hace de Chile el país multicultural que queremos.

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Agenda indígena y su incidencia en la acción del estado

Panel

El panel “agenda indígena y su incidencia en la acción del Estado” tenía

como objetivo dar a conocer los principales temas de la agenda de los Pueblos

Indígenas en relación a su posicionamiento respecto al Estado en los 3 países

analizados en el marco del Seminario. Asimismo, pretendía dar a conocer los

logros, la incidencia actual y los retos a futuro que se discuten al interior de

los diferentes movimientos indígenas, de modo de poder generar un espacio

que permitiese el ejercicio comparativo que incentivara al diálogo y generara

un mapa de lecciones en el contexto andino.

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Agenda indígena y su incidencia en la acción del estado

En ESTE PanEl PaRTICIPaROn laS SIguIEnTES PERSOnaS:

. Señor luis fernando arias. Secretario general, Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).

. Señor antolín Huáscar. Presidente Confederación Nacional Agraria (CNA). Perú.

. Señora Cecilia flores. Presidenta Consejo Nacional Aymara Mallkus y T’allas. Chile.

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Buenos días, en nombre de la organización Nacional Indígena de Colombia, expreso un saludo muy afectuoso a los amigos del Perú, a nuestros compañeros de la Fundación Ford, con quienes mantenemos una relación muy estrecha en Colombia, al Gobierno de Chile, y a los demás com-pañeros y compañeras asistentes a este importante seminario.

Dado que en este panel estaba prevista la intervención del Consejero Mayor de nuestra or-ganización, que por razones de última hora no pudo acompañarnos, voy a permitirme leer su ponencia sobre la agenda indígena y su incidencia en la acción del Estado referente a la expe-riencia colombiana.

Dice así: Buenos días, a nombre del Consejo Mayor de la organización Nacional Indígena de Colombia, quiero extenderles un fraternal saludo. Para empezar, quiero enfrentar la responsabi-lidad que implica participar en este espacio de diálogo a nivel regional, por lo tanto, espero que mis palabras puedan contribuir a la construcción de saberes que se pretenden. Para tal fin, quiero compartir la experiencia colombiana en incidencia de las etnias indígenas en las acciones del Estado. Resulta oportuno este tema en la coyuntura que experimentamos a nivel nacional y que confluye con los diversos procesos que nuestros hermanos adelantan en sus propios territorios.

Como es de su conocimiento, en los últimos meses en Colombia ha habido mucha tensión entre nuestros Pueblos y el Estado; ambos actores políticos hemos entrado en un fuerte debate sobre el alcance de nuestro ejercicio, sobre los derechos de autonomía y gobierno propio. En este proceso se han conjugado diversas estrategias de parte y parte. Para nuestros Pueblos, el contexto se ofrece como una nueva oportunidad para demostrar con vehemencia la vigencia del derecho a determinar libremente nuestros destinos y ratificar nuestro compromiso de construir paz en medio del conflicto armado. Pero también es un momento propicio para reflexionar sobre las estrategias que deben adelantarse en defensa de nuestros territorios ancestrales y en contra del genocidio que se ciñe contra nuestra pervivencia física y cultural.

Este fenómeno resulta paradójico si se tiene en cuenta que nos encontramos a la mitad del período de cuatro años del actual Presidente Juan Manuel Santos, quien en su momento decidió posesionarse simbólicamente de este cargo ante “Los Mamos” o autoridades tradicionales de la Sierra Nevada de Santa Marta, para dar muestra de su intención de promover un diálogo abierto con nuestros Pueblos, oferta que acogimos y asumimos con compromiso y responsabilidad, manifestando nuestra voluntad de fortalecer los canales de diálogo y construcción en aras de encontrar nuevas formas de razonamiento con el Estado, luego de ocho años de indiferencia y abandono estatal.

Presentación Señor Luis Fernando Arias Secretario General, Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC)

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Sin embargo, a pesar de los esfuerzos y la voluntad manifestada, la crítica situación humani-taria de los Pueblos se ha profundizado, el aumento de los índices de desplazamiento forzado persiste, la falta de atención humanitaria se agudiza, el asesinato selectivo y generalizado de las autoridades es un drama cotidiano, las infracciones al derecho internacional humanitario prosiguen, la violencia sexual contra las mujeres indígenas debilita el núcleo de las familias, la mortalidad infantil por desnutrición alcanza números alarmantes, como también se acentúan las afrentas contra nuestro territorio ancestral. Asimismo, son cada vez mayores los obstácu-los al fortalecimiento a nuestro sistema propio de protección, salud y educación, así como el desconocimiento a la jurisdicción especial a la seguridad alimentaria, al ejercicio del gobierno propio y a la regulación de las entidades territoriales contempladas en la Constitución política.

Por eso, es necesario soñar nuevamente con nuestros procesos e historia, desafiar los logros alcanzados, redibujar las estrategias formuladas, identificar los pasos que se labrarán en el futuro. A través de estas palabras tengo la intención de recordar el camino recorrido, las enseñanzas de nuestros ancestros y las estrategias utilizadas por el movimiento indígena de manera histórica para incidir efectivamente en las acciones del Estado. Igualmente, quiero compartir algunas reflexio-nes que pueden contribuir a nuestra lucha en un contexto en el que prima la neocolonización de territorios, que promete no modernidad, sino la modernización regional a través de un modelo de desarrollo extractivista. Para ello propongo compartir la experiencia de incidencia del movimiento indígena colombiano en momentos clave de nuestra historia, a saber, las primeras movilizaciones, la incursión constitucional, y el diálogo y concertación. Estos procesos permiten presentar algunas de las interrogantes que enfrenta el movimiento indígena en la región a nivel nacional e interna-cional, como cuál es la vigencia de la movilización como mecanismo de incidencia de las agendas indígenas en el contexto político y social contemporáneo, cómo generar diálogos de confianza luego de una movilización, qué otras estrategias deben aprenderse para lograr incidir en las ac-ciones de los Estados latinoamericanos. En conclusión, pretendo demostrar que la movilización es una herramienta vigente y elevada de derechos por el constitucionalismo latinoamericano, cuyos efectos transformadores deben conjugarse con canales de diálogo político, de formación y opinión pública, y de acceso a mecanismos de exigibilidad jurídicos de nivel nacional e internacional. Esta postura debe ser abordada por el movimiento con el compromiso de cualificar las capacidades de negociación de nuestras autoridades, de fortalecer los procesos de formación en diplomacia indígena y de fomentar las alianzas estratégicas con los diferentes sectores sociales.

Durante la década de los setenta, los Pueblos Indígenas colombianos se volcaron ante el in-minente desconocimiento de sus derechos y el despojo de sus territorios ancestrales. Ese primer momento recogió la experiencia de los Consejos y Ligas Indios, dirigidos por Quintín Lame y destruidos por la violencia de 1946 a 1958. En el suroccidente colombiano los Pueblos Indígenas iniciaron un proceso de recuperación territorial que logró abrir paso a negociaciones y acuerdos con el Estado y terratenientes, fenómeno a partir del cual se empezó a forjar el movimiento indígena colombiano contemporáneo. Durante esta etapa, el movimiento indígena consolidó una agenda que además de propender a la defensa del territorio, desafió las políticas y desidia gubernamentales en contra de los Pueblos; la estrategia utilizada para identificar los puntos que debería contemplar la agenda se consolidó gracias a la unidad de los diferentes Pueblos, que poco a poco recorrían el territorio nacional generando espacios de diálogo y compartiendo las experiencias locales. Así, los diferentes Pueblos lograron acordar cuatro principios rectores: unidad, tierra, cultura y autonomía.

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Es por ello que la movilización no podía entenderse únicamente por sus efectos externos, es decir, hacia el Estado y terratenientes, sino que debía incorporar un elemento interno que per-mitiera reconocer la existencia de los 102 Pueblos Indígenas, sus problemáticas, necesidades e intereses. Esta movilización interna dio origen al proceso organizativo en las diferentes regiones y a nivel nacional. El objetivo era crear canales de comunicación y formular estrategias entre todos para incidir en la acción del Estado a favor de nuestros Pueblos. Evidentemente, todo el proceso organizativo que se forjó en la década de los setenta y los ochenta, y se sustentó en nuestra capacidad milenaria para resistir las diferentes formas de discriminación, violentas y silenciadas. A pesar de los obstáculos políticos, técnicos y presupuestales, la unidad y la orga-nización lograron visibilizar a nivel nacional e internacional el problema del indio, con lo cual se conocieron herramientas jurídicas, políticas, internacionales, entre otras, para presionar al Estado colombiano a reformar sus instituciones.

El auge multicultural en las sociedades occidentales fue reapropiado para elevar desde el dis-curso internacional la importancia de iniciar cambios estructurales a la forma como el Estado colombiano se relacionaba con nuestros Pueblos. Es por ello que la movilización no se quedó únicamente en la recuperación territorial, sino que logró alzar la voz de protesta contra la crítica situación humanitaria de los Pueblos Indígenas de distinto frente. Por un lado, se empezó a formar una opinión pública nacional e internacional y por el otro se obligó a las instituciones a generar espacios de diálogo en busca de soluciones efectivas. Este proceso dio como principal fruto la apertura de un espacio de participación que en una historia anterior no hubieran sido soñados. Por lo pronto, los debates que promovían los Pueblos Indígenas no se circunscribieron solamente a respuestas territoriales, sino que también se abrieron hacia las necesidades educativas y de salud. Sin embargo, estos esfuerzos se ubicaban en un nivel administrativo, que bajo el ordena-miento jurídico del momento no cumplían a cabalidad con las expectativas transformadoras de los Pueblos en tanto sus mecanismos de exigibilidad se limitaban al espacio político en el cual la participación seguía estando marginada a los verdaderos ámbitos de poder.

El segundo momento clave en este proceso, es el momento que denominaré “Pacto Constitu-cional”. Es fundamental tener en cuenta la importancia del contexto internacional y regional, que en última instancia, fundamenta los giros en la forma como los diferentes Estados respon-den a la sociedad civil. Este fenómeno se evidencia particularmente en el momento expuesto anteriormente. Para nadie es un secreto que el auge de las movilizaciones civiles de la década de los setenta se basó en la crisis de los estados de bienestar en el mundo occidental, los cuales alimentaron el descontento de la sociedad civil, generando las movilizaciones de los diferentes sectores, y fomentando la búsqueda de alternativas al declive que la época brindaba. Es por ello, que en su contexto la resistencia indígena mutó en una acción latinoamericana en la que era necesario cuestionar las lógicas de poder imperantes.

Este segundo momento en la incidencia de la agenda indígena en las acciones del Estado adquiere un fundamento en la transición de los regímenes latinoamericanos en Estados cons-titucionales y democráticos, legitimados por el reconocimiento de los derechos humanos y la apertura de espacios de participación política. En el caso colombiano, este hecho trajo como consecuencia la aparente disgregación de los partidos políticos tradicionales y sembró la uto-pía de una nación diversa étnica y culturalmente. Pero también permitió girar el timón hacia la apertura del modelo de desarrollo económico neoliberal, en auge en la región durante la época.

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Este pacto constitucional se configuró en un acuerdo social: la reconciliación nacional promovida a través de la constitución política el 91 permitió que la lucha del movimiento indígena incidiera en una primera transformación a la participación política de los Pueblos Indígenas en las instancias de poder. Gracias a los esfuerzos logrados en la década del setenta, la apertura de espacios de diálogo institucional evidenció la importancia de la participación de los Pueblos Indígenas en la redacción de la nueva Carta política y en el cumplimiento del pacto a través del reconocimiento de nuestros derechos a nivel constitucional. Es por ello que la Asamblea Nacional Constituyente del 91 contó con la participación de tres constituyentes indígenas, que sentaron el precedente de la reconfiguración del mapa constitucional latinoamericano. Su participación fue vital, en tanto se logró detener la aprobación del texto final hasta que no se reconocieran los territorios indígenas como entidades territoriales, es decir, como divisiones político-administrativas con una facultad de ejercer gobierno propio, bajo sus propias instituciones, y de determinar libremente sus destinos. Asimismo, nuestros constituyentes lograron proteger los resguardos indígenas como propiedad colectiva de carácter inembargable, imprescriptible, inalienable, reconocieron el derecho a la jurisdicción especial e incluyeron la protección especial a los derechos a la diversidad étnica y cultural de los Pueblos.

No obstante, este logro no hubiera sido posible si el movimiento indígena nacional no hubiera llegado a un acuerdo unánime sobre su agenda, la formación en diplomacia y la conciencia de fomentar las alianzas con otros sectores de la sociedad civil. La forma de repensar el Estado multiétnico tuvo además fundamento en el Convenio 169 de la oIT, que reconoce la inclusión de los Pueblos Indígenas como actores políticos en los Estados que se pretendían democráticos. Esta gran herramienta ratificó la movilización, la resistencia y las estrategias a favor de la exigibilidad de los derechos de los Pueblos en defensa del territorio y la libre determinación.

El último momento anunciado se refiere a la forma mediante la cual se exigió la materialización del pacto constitucional. En un principio, durante los primeros años de la década del noventa, las aspiraciones suscritas en la Carta política permanecieron como una grata experiencia, por lo tanto su materialización se vio aplazada por la reconfiguración estatal, la transformación social y la implementación del modelo económico suscrito. Este hecho motivó a reagrupar los esfuerzos y adelantar un proceso de movilización que exigiera que los derechos plasmados en el papel fueran llevados a la realidad.

Sin embargo, la historia del movimiento indígena y los principios de unidad, tierra, cultura y autonomía dieron como resultado que la lucha de uno plasmara la lucha de todos. Por ejemplo, en el año 1996 la toma del episcopado por parte de los indígenas, que buscaba adelantar un espacio de concertación que esclareciera las ambigüedades, se transformó en una apuesta del movimiento nacional en la que confluyeron las voces de diferentes Pueblos de todas las latitudes del territorio nacional para que se adelantaran espacios concretos de diálogo directo entre el nivel nacional y los Pueblos Indígenas.

Así, este proceso, que tuvo como origen la exigibilidad de un pueblo, concluyó en la creación de la Comisión Nacional de Territorios Indígenas, la mesa permanente de concertación con los Pueblos y organizaciones indígenas y la comisión de derechos humanos de los Pueblos Indígenas, las cuales integran la participación de diversas organizaciones regionales y nacionales, así como la representación de delegados indígenas de los puntos cardinales del territorio colombiano.

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Estos espacios reglamentados por la rama ejecutiva fueron producto de sesenta días de lucha con el objeto de fomentar espacios de diálogo, construcción y concertación sobre las temáticas gruesas de la agenda indígena, como el territorio, los derechos humanos y la participación real y efectiva como actores políticos en la construcción de las diferentes políticas públicas que nos afectaron.

Estos escenarios no siempre han operado de manera romántica; por el contrario, la dinámica depende de la voluntad tanto del Gobierno nacional como de los Pueblos Indígenas. Ha habido largos períodos de silencio, ya sea por el desinterés del Gobierno o por la posición de los Pueblos Indígenas de adelantar un diálogo transparente y de cara a la problemática indígena y no a los intereses particulares del Gobierno nacional.

Por ejemplo, durante el pasado Gobierno de álvaro Uribe Vélez, la participación de los Pueblos Indígenas en dichos espacios tuvo por objeto denunciar la situación humanitaria de los Pueblos Indígenas y la imposibilidad de mantener un diálogo abierto con el Gobierno de turno, anunciando la necesidad de buscar otras estrategias de exigibilidad para el goce efectivo de sus derechos.

Igualmente, luego de que entró en vigencia la Constitución política, los Pueblos Indígenas lograron fortalecer su acceso a mecanismos de exigibilidad jurídica y sumar herramientas a los procesos de resistencia histórica. En ese sentido, un caso hito de la historia colombiana es la combinación de diversas estrategias para la defensa territorial llevada a cabo por los hermanos U’wa, quienes se negaban a la extracción de la sangre de la madre tierra, para lo cual accedieron a los altos tribunales constitucionales a la vez que recurrieron a recursos políticos de carácter nacional e internacional, a tal punto que hoy día reconocemos que globalizaron la resistencia al no obedecer los preceptos que los obligaba a poner en riesgo su pervivencia física y cultural. La lucha del pueblo U’wa demostró que la resistencia es un derecho que tiene cabida en el orden constitucional vigente y por el cual no puede ser criminalizado el movimiento indígena.

otros ejemplos en los que prima la desobediencia civil a través de estrategias jurídicas, son las sentencias de la Corte Constitucional que eliminan del ordenamiento jurídico las disposicio-nes que, además de no ser consultadas previamente, constituyen un factor en contra del goce efectivo de los derechos humanos de los Pueblos Indígenas. Ejemplos son el Plan Nacional de Desarrollo del Gobierno de Uribe, la Ley Forestal, el estatuto de desarrollo rural, la reforma al código minero, entre otros.

Actualmente nos encontramos en un momento de reconfiguración de las estrategias de lucha. Con el actual Gobierno se dio un paso a un momento de diálogo y concertación que tuvo como fundamento el cambio de un régimen eminentemente vertical, a otro que se planteaba con algunos signos de horizontalidad. Es por ello que durante los últimos años los Pueblos Indígenas dieron la oportunidad a los canales de diálogo y concertación, que resultaron en 96 acuerdos en el plan de desarrollo y en la formulación de una política específica para la reparación y restitución de las víctimas del conflicto armado.

Sin embargo, luego de este proceso, al igual que hace veinte años con la Constitución política, pareciera que los acuerdos pactados se han quedado en el papel, en tanto no se han implementado y se ha profundizado el genocidio de nuestros Pueblos. Por ello, hablamos de una reconfiguración de las estrategias de lucha que trascienda el diálogo y canalice los esfuerzos hacia las formas

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de exigibilidad jurídica y política, que se encuentran inscritas en la Constitución política que construimos.

Nos enfrentamos a un ciclo en el cual cabe preguntarse sobre la procedencia de continuar úni-camente con el diálogo después del incumplimiento. Es por ello que los espacios de concertación se están adelantando de la mano de los procesos de movilización, en los que nuevamente la voz de uno representa la voz de todos. Así, la visibilización de la situación humanitaria que enfrenta el suroccidente del país, especialmente el Departamento del Cauca, es una pequeña muestra de la situación humanitaria nacional.

El lema que una organización forjó, se transformó en el símbolo de la lucha y reclamaciones jurídicas a lo largo del territorio: “Cuenten con nosotros para la paz, no para la guerra”. A través de este lema se pretende relanzar las relaciones con el Estado, pero conjugando diversos factores políticos jurídicos. Es necesario entender que lograr un diálogo directo y abierto con el Presidente de la República no puede lograrse a través de acciones eminentemente jurídicas, sino que son necesarias otras vías.

Durante los procesos de concertación de los espacios instituidos, logramos acordar medidas cuya discusión ha sido dilatada por obstáculos gubernamentales luego de los hechos de los últi-mos meses, pero la opinión nacional internacional obligó al Estado colombiano a tomar acciones concretas para cumplir su palabra. Así, es una constante que la movilización aspire a la apertura de canales de diálogo en donde la participación reconozca nuestra calidad de actores políticos, es decir, genere los escenarios para concretar las acciones estatales entre iguales, pero, no debe ser abandonada una vez se logren concretar los escenarios, sino que debe permanecer latente, de la mano de las diversas estrategias que se vayan gestando desde el movimiento indígena, ya sean políticas, sociales e incluso jurídicas.

Se debe tener presente que las estrategias de los Pueblos Indígenas no pueden ser estáticas, sino dinámicas, por la evolución de las sociedades modernas. Este hecho nos obliga a comprender y evaluar permanentemente los contextos nacionales, regionales e internacionales que enfren-tamos. Hoy en día estamos ante una sociedad virtual que otorga primacía a las luchas por medio de las redes sociales, que disfruta del auge de las noticias globales en contra de hechos locales y que profundiza una alienación social que fuma con agilidad cualquier interés mediático y otorga mayor cobertura a noticias superfluas. Las dinámicas posmodernas han aligerado el contenido de las luchas que antaño eran trascendentes en la construcción de una nación.

En conclusión, en sus tres momentos la experiencia colombiana da cuenta de varias situaciones. La primera es la necesidad de formular estrategias que permitan enfrentar retos como el mediático y fomentar espacios en los cuales prime la confianza, el diálogo y la concertación, de tal forma que la respuesta del Estado no se concentre en evitar la movilización, sino que se enfoque en dar respuestas efectivas a las problemáticas existentes. La segunda da cuenta de la posibilidad de instalar procesos de diálogo y concertación que no sean fruto exclusivo de la movilización, sino de la conjugación de diversas estrategias. Estas tareas pueden lograrse si se traza un camino acompañado de la cualificación de las estrategias de resistencia a través de la formación política y técnica de la dirigencia indígena para las negociaciones, así como fomentando alianzas estraté-gicas con sectores de la sociedad civil, exigiendo el acompañamiento de observadores y veedores nacionales e internacionales, sistematizando los procesos de incidencia regional para tornarlos

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positivos, reajustando los aspectos que no han sido funcionales y fortaleciendo las estrategias jurídicas nacionales, regionales e internacionales. Debe ser parte de la agenda indígena forjar conciencia internacional y participar de los escenarios de debate sobre la protección de nuestros pueblos como es actualmente el que tiene origen en el Sistema Interamericano. Si conjugamos esfuerzos, creamos unidad, fortalecemos nuestros canales de comunicación y apostamos a la cualificación de la diplomacia indígena, podremos empoderar nuestras estrategias en torno a los retos y desafíos que enfrentamos en esta era y lograremos una mayor incidencia de nuestra agenda en las acciones de los Estados.

Muchas gracias.

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Buenos días, hermanos, hermanas. Esperamos que hoy día sea para todos bueno. Mi nombre es Antolín Huáscar, soy Presidente de la Confederación Nacional Agraria, una organización que este año cumple 38 años. Hasta la fecha, los Pueblos Indígenas y campesinos seguimos luchando por tener tierra y recuperar nuestra naturaleza.

Quisiera saludar a nombre del Pacto de Unidad. En Perú, las organizaciones nacionales nos hemos constituido en un Pacto de Unidad para hacer una agenda común, de manera que el Es-tado la reconozca.

Hoy desarrollaré cinco ejes: defensa, territorio indígena, recursos naturales, soberanía ali-mentaria y derecho de la Consulta previa. Igualmente, en la institucionalidad indígena, de la que he escuchado bastantes ponencias, es tema la criminalización de las protestas indígenas; en el Perú hacer paro es eminentemente destinarte a la cárcel, es un candadito que ponen para seguir avanzando.

Quiero agradecer a la Fundación Ford y a las otras instituciones que nos han invitado para hoy día. Creo que estamos avanzando poquito a poquito, porque ya nos sentamos con funcionarios del Estado. Creo que eso es una buena señal, así podemos construir una agenda nacional, no solamente de un país, sino de todo Latinoamérica.

Por tanto, quiero tocar aquello que hace territorio indígena, es decir, los recursos naturales. En mi país falta ordenamiento territorial. A pesar de que existen normas internacionales, todavía hay leyes que permiten que los poderes vayan dando golpe y golpe a los Pueblos Indígenas. Estoy hablando de territorio, de los recursos naturales, particularmente de las mineras, las petroleras, e igualmente del agua. Hoy en día estamos en esa lucha, pero falta un ordenamiento territorial, esperamos dentro de esta gobernabilidad poder hacer juntos, que el Gobierno abra la mesa, que genere un diálogo: esa es la forma de construir esta agenda. Ya se aproxima el censo agropecua-rio nacional, también a pedido de las organizaciones de los Pueblos, por lo que se espera que el desarrollo venga con él.

Vamos a ver la radiografía, cómo está nuestro país.

Tema soberanía alimentaria. La actual crisis alimentaria que amenaza a los Pueblos Indígenas debido a las políticas estatales de promoción únicamente de la gran agricultura, en perjuicio de la pequeña y mediana que practican los Pueblos Indígenas, surge como un punto de la agenda importante en la búsqueda de la soberanía alimentaria. A partir del Gobierno de Fujimori, se abrió

Presentación Señor Antolín Huáscar Presidente Confederación Nacional Agraria (CNA). Perú

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un decreto legislativo que anula nuestra ley, que era Reforma Agraria. Hoy, en la corte peruana, solamente digo que es una señal, se encuentra un proyecto de 43 mil hectáreas que se reparten solamente entre once propietarios. Imagínense la cantidad de tierra que tiene cada uno. Siguen concentrando y las leyes lo facilitan; cada vez hay más exclusión, lo que va generando la pobreza. Además, estos espacios se destinan a la gran agricultura y son manejados por grandes consorcios, lo que genera una agricultura no tradicional, eminentemente para explotar afuera. Entonces, no hay una seguridad alimentaria, mucho menos a partir de la soberanía.

Cuando tocamos puntos como este, cuando hablamos de soberanía no solamente nos referimos a políticas o politiqueros. Lo que queremos hacer es conseguir respeto para las comunidades que seguimos trabajando y que el Estado haga una política en que las oportunidades sean las mismas para todos. Hace poquito un experto vino de Estados Unidos a dictarnos una charla de que la semilla transgénica es buena, de que va a generar más alimentos y que de esta forma va a apagar el hambre. Para nosotros es correr un riesgo, porque diez años vienen rápido, posiblemente vendrá un Gobierno de derecha que los dejará entrar y va a desaparecer nuestra biodiversidad, la cultura que todavía tenemos en nuestro país.

Por lo tanto, hago desde acá el llamado porque creo que hay que mantener lo que es nuestra agricultura tradicional, porque la semilla transgénica va a malograr nuestra biodiversidad; aunque ya la estamos consumiendo, porque los hermanos argentinos, igualmente Uruguay, ya nos envían bastante comida, trigo y maíz que es eminentemente transgénico. Entonces, como tenemos el tratado de libre comercio con Estados Unidos, estamos destinados a muerte los hermanos indígenas campesinos que actualmente también practicamos la agricultura campesina familiar.

El derecho de la Consulta previa. Testigos son los señores funcionarios del Estado, compatrio-tas peruanos, que están acá. Como señalaba el Viceministro, el anterior Gobierno decretó 102 decretos legislativos, es más, estaba violando hasta la Constitución; 26 decretos legislativos eran contra nosotros, de ahí la lucha de 43 días. Fue una matanza entre nosotros, de peruanos contra peruanos. ¿A quién cuidamos? Cuidamos el bolsillo de grandes trasnacionales que traen inversión a nuestros países, pero nosotros tenemos que morir.

Trabajamos pensando en hacer proyectos de ley para cumplir con lo que se llama Consulta previa. El anterior Gobierno desconocía a los andinos, decía que las comunidades campesinas no debían ser consultadas porque no son indígenas, lo que promueve la exclusión. Con el actual Gobierno se aprobó la ley. Pero la ley no ha pasado una buena comisión de los Pueblos andinos, amazónicos y afroperuanos, porque se debe debatir, mejorarla; pero ya está hecha la ley, entonces trabajamos juntos con el Gobierno y pasamos nuestras informaciones a las bases. Esto creo que ha generado un poco de distanciamiento entre el Gobierno y los Pueblos Indígenas a partir del Pacto de Unidad. Nosotros hemos dicho: acá está nuestra propuesta, principios no negociables, porque hay amenaza, por ejemplo grandes megaproyectos, hay amenazas de los mineros grandes, incluso ahora aparecen mineros informales en nuestro país; entonces van a seguir contaminando, ahí va a haber desplazamiento de los Pueblos, como en Cuzco. Mira, yo soy cuzqueño, estoy de acuerdo con el aeropuerto internacional, pero van desplazando a toda la comunidad indígena, son 400 hectáreas que necesitan, y no ha habido una consulta. Cuando en Cuzco yo planteé eso en una conferencia de prensa, me dijeron que soy anticuzqueñista por el hecho de exigir que haya consentimiento de las comunidades, quienes van a dejar de ser campesinos indígenas. Grandes

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expertos señalan que esa comunidad no necesita consulta porque está a veinte minutos de la ciudad; a eso estamos llegando, por eso creo que tiene que haber un respeto a los Pueblos.

El mismo señor Viceministro dijo que más allá está la Consulta. No le echo la culpa al actual Gobierno. En 1995 Perú ratificó, desde ahí ya debía aplicar la Ley, pero no ha habido voluntad política. Por eso actualmente estamos pagando, como Cajamarca, en Espinar, donde siempre hay muertos. Entonces, creo que esas cosas tenemos que mejorar, porque estamos acá, estamos ha-blando sobre el tema indígena, sobre nuestra demanda y sobre en qué queremos que el Gobierno atienda nuestra agenda indígena dentro del contexto que actualmente tiene el país.

Algo parecido ocurre con la institucionalidad indígena. Del lado de los Pueblos Indígenas debe promoverse una mayor unidad, a través del Pacto de Unidad. Del lado del Estado debe promoverse reformas que posibiliten la implementación de políticas públicas con enfoque intercultural de manera transversal a todos los sectores.

Ya nosotros hemos tenido antes, con otro Gobierno, una Secretaría Técnica de Pueblos Indígenas, pero era un rinconcito. Apareció la Comisión Nacional de Pueblos Andinos y Amazónicos (CoNAPA), a la que también han satanizado; después trabajamos con el Instituto Nacional de Desarrollo de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos (INDEPA) el tema de la institucionalidad con rango ministerial, allí tuvimos asiento los señores ministros del Estado y los Pueblos Indígenas, bien clasificados: cuatro andinos, tres amazónicos, dos afroperuanos. Pero este proyecto no duró mucho tiempo, hoy lo llevaron al rincón y ahora tenemos solamente un Ministerio Intercultural, en que está presente el señor Viceministro. A partir de ahí queremos trabajar juntos, ¿para qué? Para que nuestras agendas sean trabajadas, para no excluirnos entre peruanos, entre Pueblos, porque en la ley de Consulta, el artículo 7 prácticamente excluye a las comunidades campesinas, a las rondas campesinas; solamente se aplica a los Pueblos Indígenas. Si aplicamos el Convenio, ahí no dice quién es campesino indígena, quién es chato feo, ahí dice los Pueblos, por lo tanto, los Pueblos deben ser consultados, ya sea en la ciudad, ya sea que se vean afectados directa o indirectamente, todos, no solamente el cerro donde está la mina, todos deben ser consultados.

En eso falta mejorar, estamos trabajando por eso. Las organizaciones del Pacto de Unidad estamos buscando que siete artículos de esta ley se modifiquen; para ello ya estamos haciendo la parte operativa de buscar firmas, de mandar al Tribunal Constitucional para que se pronuncie. Esperamos que en el Tribunal, nuestra compañera Alicia, Defensora del Pueblo, ayude a este pro-ceso, para mejorar, para que no haya exclusión entre peruanos, eso es lo que trabajamos, y eso estamos demandando dentro de lo que es institucionalidad indígena: cómo ponernos de tú a tú, conversar en una sola mesa, no solamente de fuera yo protestando, adentro trabajando otros, como está pasando cada vez más. El propio Defensor del Pueblo anunció al encargado que hay más de doscientos conflictos eminentemente medioambientales.

No creo que Chile ni Colombia se escape de eso, estamos en esos procesos, hay que entender nada más, por eso es que estamos trabajando todos en este tema. Inclusive si queremos verda-deramente la inclusión o complementariedad en el proceso, no debemos ceñirnos solo a estos espacios; por eso saludo a los compañeros y hermanos bolivianos, ellos avanzaron bastante. Porque las compañeras que conocí en estas reuniones son ministras, son ministros; eso se llama complementariedad, se llama inclusión social, de que no solamente un señor abogado que tenga cuatrocientas páginas de currículum vitae sea llamado a este espacio; un indígena puede ser

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mucho mejor por su experiencia, porque vive, vivimos allí, eso creo que hay que trabajar dentro de la agenda indígena.

Por último, quiero tocar el tema de la criminalización de las protestas. En nuestro país se generó una ley legislativa para que los hermanos indígenas andinos y amazónicos, si ponemos protestas, vayamos veinte años a la cárcel. Al alcalde se lo trajeron a la provincia a Cuzco, Nueva Arica, o sea, estamos viendo cómo a una autoridad edil, elegida por el pueblo, fácilmente podemos denunciarla y llevarla preso. Muchos ronderos, muchos dirigentes, solo estamos diciendo que se haga una minería responsable, pero eminentemente somos procesados, criminalizados por el poder judicial. Por eso, vamos a tener que mejorar; esperamos aprender también de ustedes, de hoy día, de estos dos días, si es realmente posible que un dirigente que lucha en defensa de los recursos naturales pueda ser criminalizado. Capaz, como decía antes, los señores de la pri-mera plenaria, de que muchos abogados de repente están ahí, porque no podemos cambiar con sociólogos, señores antropólogos, otros, de repente podemos encajar de esta forma, podemos abrazarnos todos entre hermanos, eso de repente falta.

Y también el sistema, hay que mejorarlo, y mucho va a depender de si las puertas del Estado, del Gobierno, se abren y podemos poner nuestro granito de arena y construir juntos la agenda indígena para bien de los hermanos campesinos y hermanos indígenas. ¿Por qué digo campesinos?, porque antes de la Reforma Agraria había bastantes hacendados, tiempo en que mis padres, mis antecesores, eran tratados como indios, pero cuando vino la Reforma comenzaron a llamarlos campesinos.

Para terminar, quiero, si este espacio tiene que abrirse, pedir respeto por nuestra identidad. No se trata de que quien hable quechua, aymara u otro idioma sea consultado, sino de que tiene que respetarse nuestra identidad. Igualmente, se deben fortalecer las organizaciones no dividirlas, como dividen al Estado rápidamente. Eso también hay que mejorarlo, porque las organizaciones aportan ideas; no somos rojos, como nos dicen siempre, y nos comparan con el Gobierno chavista. El diálogo debe ser con respeto, como siempre hemos dicho nosotros. En el Perú, mediante el Pacto de Unidad ya estamos avanzando en nuestro propio plan estratégico, con lo cual no va-mos protestar, sino que vamos a ser propositivos, para alcanzar agendas, porque queremos que nuestros países andinos vivamos felices, que tengamos todos, no que solamente unos tengan más. El taxista, cuando veníamos, me dijo que acá en nuestros países han entrado los que tienen dinero y que ellos están dominando a nuestro país, ¿será cierto eso? Creo que es cierto, porque el que tiene dinero tiene fuerza.

Muchas gracias.

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Buenos días a todas y todos. Me ha tocado participar en este espacio de la incidencia ante el Estado mediante la agenda indígena.

En primer lugar, quisiera rememorar todo lo que tiene que ver como Pueblos Indígenas en Chile, debido a que no existe una articulación conjunta de las diferentes organizaciones representativas de los nueve Pueblos Indígenas reconocidos legalmente y otros más que no están reconocidos legalmente, con agendas conjuntas; no tenemos esa articulación, lamentablemente no hemos podido lograr eso. El movimiento indígena está formado por las organizaciones que no hemos sido capaces de generar esta agenda conjunta. La dispersión geográfica, los espacios territoriales que ocupa cada uno de estos Pueblos es tan distante que las organizaciones tienen dificultades para reunirse, para coordinar las diversas acciones conjuntas que requerimos. Debemos reconocer también que, a nivel nacional, no hemos logrado reunirnos en instancias que no sean coordinadas o generadas por el Gobierno u otras instituciones, siempre que nos podemos reunir es cuando nos convocan. La falta de autonomía de las organizaciones, especialmente en el área económica o financiera, nos supedita a que acudir a instancias que no son generadas por nosotros mismos, y eso incide en cómo plantear nuestras demandas conjuntas como Pueblos. obviamente, esto se traduce en que la agenda siempre la pone el Estado y nosotros somos meros participantes o asistentes. Falta apoyo económico de organizaciones externas hacia aquellas organizaciones más empoderadas, si bien es cierto que nosotros no tenemos un trabajo conjunto, o una agenda como Pueblos, existen organizaciones en el país, tanto mapuche, como atacameñas, aymaras, que sí están empoderadas y logrando un trabajo autónomo. Sin embargo, falta apoyo para ellos, apoyo externo, porque del Gobierno se desliga para poder trabajar autónomamente. Pero ese trabajo necesita un apoyo, por ejemplo, que está mermado porque somos un país en vía de desarrollo, y nosotros no somos prioridad en financiamiento; los organismos internacionales desconocen la realidad que vivimos como Pueblos Indígenas en Chile, ya que se basan en el desarrollo que, se supone, tiene Chile. Por otro lado, las oNG, las universidades, acaparan los pocos financiamientos que pudiesen obtener estas organizaciones que sí son autónomas, que sí están trabajando, que llevan una agenda que está basada más en una demanda particular como pueblo, o como territorio.

Quiero compartirles una experiencia que tuvimos como Pueblo Aymara, que en su minuto fue una muy buena forma de participación. Yo represento al Consejo Nacional Aymara de Mallkus y T´allas, organización fundada el año 1997; en su momento esta entidad nació con un apoyo de Gobierno. Teníamos un financiamiento mínimo para sustentar una oficina y algunos gastos básicos, porque en Chile, la Ley Indígena nos permite solamente asociarnos como Asociaciones y Comunidades, no podemos tener Coordinadoras ni entidades superiores que puedan generar un

Presentación Señora Cecilia Flores Presidenta Consejo Nacional Aymara Mallkus y T’allas. Chile

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macro de organizaciones bajo su alero. Sin embargo, nosotros sí nos creamos, pero como ente de hecho, no tenemos un asidero legal. Nosotros los aymaras no tenemos la importancia geográfica que tienen los hermanos mapuche, ni tampoco la cantidad de organizaciones que tienen ellos, que constituyen más del 90% de las organizaciones de la población indígena a nivel nacional. Por lo tanto, a nosotros nos era un poco más fácil organizarnos, y fue así que logramos tener la organización que se denomina Consejo Nacional Aymara de Mallkus y T´allas, con representantes en la zona norte, principalmente en el área de la Primera Región de Arica y Parinacota, y de Ta-rapacá. Para ingresar al Consejo se elegían representantes por cada una de las comunas de esas regiones y un delegado en la Región Metropolitana, que aglomeraba o aglutinaba a los residentes de la zona centrosur del país. Ahora, ¿a quiénes representa el Consejo Nacional Aymara? Esta entidad coordina la participación y es la voz de las organizaciones de base, sean comunidades o asociaciones. Eso nos permitió plantearnos una política como pueblo, sobre todo en lo referido al reconocimiento constitucional, aunque hacia abajo tenemos otro tipo de trabajo como orga-nización, como ser representantes de nuestra gente ante los servicios públicos.

¿Por qué les comento este tipo de participación? Porque soy una convencida de que esta orga-nización logró en su tiempo ser la más poderosa, ser la única voz de nuestro pueblo, hacer sentir a nuestras bases que había una representación muy potente, que había una unidad en el pueblo aymara. Yo quise compartir esta experiencia para ilustrar la importancia que tiene la unidad; nuestra idea siempre ha sido apoyar para sacar adelante una organización, porque la nuestra es una entidad política no partidista y es transversal. El tema de la unión y el porqué a nosotros nos funcionó durante muchos años –es verdad que estábamos bajo el alero de un Gobierno, con un apoyo económico–, pero a la vez también nos fortalecimos los dirigentes y, de alguna u otra manera, creímos ser capaces de mantener nuestra organización de esa manera. Nuestro lema es “Markasan parlapaja jiwasan ch´amasawa”, que significa “La organización es nuestra fuerza”. Con los años nos hemos dado cuenta de que la organización es nuestra fuerza y que cuando perdemos esa coordinación, no podemos unirnos entre nosotros como pueblo aymara, y menos aún nos podemos unir con los hermanos mapuche, con los hermanos atacameños, y con todos los otros Pueblos Indígenas, y es en algo que creo estamos fallando como Pueblos Indígenas a nivel nacional. Es verdad que inciden muchas instancias, como la distancia, la autonomía de los Pueblos, sobre todo el factor económico, pero tenemos que hacer un mayor esfuerzo. En realidad, no podemos seguir así, porque no estamos unidos para las grandes luchas.

En la parte legislativa tampoco tenemos representación como Pueblos Indígenas, no tenemos quién plantee las materias que nos interesan, que sean legisladas, que se tomen en cuenta ya sea para mociones parlamentarias o para el Ejecutivo, que nos represente. A diferencia de otros países, que sí tienen parlamentarios indígenas, que hay una comunicación y un apoyo a las de-mandas que ejercen los Pueblos Indígenas, acá en Chile no existe eso, así que también estamos solos por esa parte; no tenemos ese apoyo.

Este Consejo Nacional, que tiene quince años de vida, y que en un comienzo tuvo el apoyo del Gobierno, posteriormente pasó a ser una organización de hecho con ejes y un funcionamiento más autónomo en el sentido de que dejó de percibir recursos del Estado. Ya pasados unos años nos creímos el cuento, dijimos “nosotros tenemos que funcionar solos”, habíamos creado una estrategia de desarrollo aymara, teníamos una pauta para trabajar, una organización para tra-bajar, y nos habíamos empoderado bastante, por lo que decidimos independizarnos del Estado,

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no recibir recursos y salir adelante solos. De a poco nos fuimos empoderando con los dirigentes y las dirigentes, pero eso nos generó un problema con la CoNADI, que es la Corporación Nacio-nal de Desarrollo Indígena, que se supone es para fortalecer, mediante las políticas públicas, a los Pueblos, y apoyar, pero a nosotros no solo no nos apoyó, sino que empezó a competir con nosotros en torno a quién hacía más cosas. o sea, el Estado quería hacer más cosas; entonces así como nosotros hacíamos un seminario, ellos organizaban otro similar, ellos preparaban trabajos conjuntos talleres, nosotros también estábamos en lo mismo, entonces esto fue muy desgastador para nosotros, porque no entendemos por qué CoNADI, teniendo las funciones que tiene, podría estar en contra de nuestra organización. Por qué no trabajamos juntos, que era lo lógico, no se entiende por qué ellos tenían la parte del Gobierno y nosotros ejercíamos como la contraparte indígena. Claramente, podríamos haber seguido caminando juntos en beneficio de nuestros Pueblos, porque no somos, y nunca hemos sido, entes radicales que dijéramos no a todo. Con nuestra estrategia de desarrollo aymara tuvimos logros, o incidimos en la agenda pública de una manera muy leve, obteniendo programas de becas que hicimos en conjunto con los hermanos mapuche, programas de desarrollo, financiamiento, programas para el rescate de la lengua. Hoy en día seguimos con financiamientos pequeños para la recuperación de lengua, pero no atacan el problema de fondo, sino que solamente son soluciones parche.

Entonces, nos preocupa el cómo nosotros como Pueblos podemos incidir realmente en el Go-bierno, cuando nosotros no logramos leyes en favor de nosotros, no logramos que no se aplique la Ley Antiterrorista a los hermanos mapuche, no logramos la restitución de las tierras. Hay mucho pendiente y cada pueblo, lamentablemente, tiene que luchar por sus demandas más particula-res. Nosotros tenemos problemas con el usufructo del agua en una zona totalmente desértica, somos pueblos andinos, los hermanos tienen demandas territoriales; entonces, esa necesidad y esa demanda hace que nosotros tengamos que priorizar, luchar y enfocarnos en eso, y no aunar fuerzas para luchar por los derechos que nosotros requerimos, como la aplicación del Convenio, por ejemplo.

El desafío para los Pueblos Indígenas, para nosotros, los Pueblos Indígenas en Chile, es lograr la creación de una agenda conjunta para poder accionar y no reaccionar, porque siempre estamos teniendo que reaccionar. Para ello necesitamos la voluntad de Gobierno y de todos los entes relacionados. Lamentablemente, esos espacios no se dan y no los podemos generar nosotros; el desafío es que seamos capaces de generarlos, pero Chile es tan extenso, y los Pueblos Indígenas estamos tan dispersos; de hecho, en la misma región nuestra, los Pueblos están muy alejados territorialmente, por lo tanto, ni siquiera tenemos comunicación con esas comunidades. El de-safío político es implementar el Convenio 169, y el desafío urgente es que seamos capaces de reglamentar nosotros la Consulta, mediante una propuesta desde nuestra visión, para que de esta manera podamos avanzar y que nuestras demandas realmente tengan un asidero e incidencia en el Gobierno y en el Estado de Chile.

Muchas gracias.

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Mecanismos de participación indígena en la gestión pública y derecho a una consulta previa, libre e informada

Panel

El panel “Mecanismos de participación indígena en la gestión pública y

Derecho a una consulta previa, libre e informada”, pretendía generar un

espacio en el cual se presentaran los principales mecanismos de participación

con los que cuentan los Pueblos Indígenas en Colombia, Perú y Chile, así

como el grado de desarrollo en su implementación, los principales hitos y los

desafíos a futuro que vislumbra cada país en este ámbito, para finalmente

desarrollar un ejercicio comparativo que entregase un mapa de lecciones

aprendidas en la región.

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Mecanismos de participación indígena en la gestión pública y derecho a una consulta previa, libre e informada

En ESTE PanEl PaRTICIPaROn laS SIguIEnTES PERSOnaS:

En representación de Colombia:

• Señor gabriel Muyuy. Alto Consejero presidencial, Programa Presidencial para la Formulación de Estrategias y Acciones para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas de Colombia.

• Señor luis fernando arias. Secretario general, Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).

• Señor César Rodríguez. Director del Programa de Justicia Global y Derechos Humanos, Facultad de Derecho, Universidad de los Andes.

En representación de Perú:

• Señor Paulo César Vilca. Director general, Dirección General de Interculturalidad y Derechos de los Pueblos.

• Señora gladis Vila. Presidenta Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP).

• Señor Javier Torres. Director de la Revista Noticias Serpe.

En representación de Chile:

• Señor Matías abogabir. Asesor especial para Asuntos Indígenas, Unidad de Asuntos Indígenas del Ministerio Secretaría General de la Presidencia.

• Señor Marcial Colín. Consejero nacional, Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI).

• Señor José aylwin. Vicepresidente de Red Acción, codirector del Observatorio Ciudadano.

• Señor Pedro Marimán. Coordinador del Programa de Derechos Indígenas, Observatorio Ciudadano.

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Buenas tardes para todos y todas. Nuevamente, muchas gracias por esta oportunidad para compartir con ustedes en este nuevo panel.

Me referiré a los siguientes puntos: primero, quisiera comentar sobre los espacios o meca-nismos de participación indígena global; solo para recordar, no me voy a detener. En América Latina tenemos desde 1992 el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe, que fue creado mediante Convención y tiene su sede administrativa en La Paz, Bolivia. Tiene varios programas que pretenden garantizar o fortalecer la participación indígena, articuladamente con las instituciones de los estados. Creo que ha avanzado, aunque pienso que los estados dueños o los dueños de la institución no le han puesto todo el cuidado, empezando porque no aportan los recursos que deben aportar como dueños, y entonces se sostiene en gran parte con recursos de cooperación internacional. Está el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas, creado en el año 2000, después de grandes negociaciones durante cinco años entre Pueblos Indígenas y estados. El Foro ha jugado un papel importante desde su creación, pero se está quedando en los discursos, en recomendaciones generales. El Foro es una instancia asesora del ECoSoC (Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas), y me parece que debe revisar las acciones en que tienen asiento voceros indígenas del mundo, incluyendo de nuestros países; nosotros mismos hemos participado. Los mismos voceros de los gobiernos tienen que revisar ese espacio, no para debilitarlo sino para fortalecerlo, pues no puede quedarse simplemente en recomendaciones generales, empezando porque se gasta dinero en ir a Nueva York.

Está también el espacio del Mecanismo de Expertos sobre Pueblos Indígenas del Consejo de Derechos Humanos, que sesiona generalmente en Ginebra. Cada día ha ido tomando mayor ritmo y dado que su especialidad es temática, se está avanzando. Uno de los temas que se abordó el año anterior fue el de la participación indígena, el derecho a la participación. Sin embargo, me parece que es necesario ahondar en los temas estructurales, teniendo en cuenta que forma parte de algo importante como son los derechos humanos. También está la institución del Relator Especial para los Derechos de los Pueblos Indígenas, que fue instituido en 2001. El actual Relator, como todos sabemos, es un hermano indígena de los Estados Unidos, James Anaya, que ha dedicado bastante de su tiempo y sus opiniones al derecho a la Consulta previa.

En Colombia tenemos varios espacios, algunos que mi hermano Luis Fernando ya mencionó en su intervención anterior. Aprovecho para decir que el planteamiento que hizo nuestro hermano Presidente o Consejero Mayor de la oNIC, Luis Evelis Andrade, de revisar las estrategias para poder avanzar, creo que es muy importante y que la revisión debe ser al interior del movimiento

Presentación Señor Gabriel Muyuy Alto Consejero Presidencial, Programa Presidencial para la Formulación de Estrategias y Acciones para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas de Colombia

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indígena, pero también de la institucionalidad. Las instituciones seguimos trabajando con es-pacios paquidérmicos, permítame decir esa palabra, paquidérmicos. Mientras el reconocimiento formal está a cien años, nosotros estamos respondiendo con instituciones que no dan cuenta ni tienen la capacidad para responder al espíritu y alcance de las normas reconocidas en el derecho, y así es muy difícil; entonces, hay que revisar estrategias, ese punto me pareció muy interesante.

En Colombia tenemos un espacio de participación en el Congreso de la República, tanto en la Cámara Baja como en el Senado, por Constitución y por circunscripción especial, participan indígenas como voceros del movimiento indígena, porque son circunscripción especial. Allí hay dificultades en la participación, pero es un espacio importante para gestionar normas que con-duzcan hacia políticas públicas. Está la Mesa Permanente de Concertación, creada en 1996, que no fue voluntad del Gobierno del momento, sino producto de una acción de hecho del movimiento indígena. En los últimos tres o cuatro años se ha fortalecido como un espacio de interlocución válida entre Pueblos Indígenas, Estado y Gobierno, para concertar política pública y mecanismos o formas metodológicas para la Consulta previa.

Igualmente, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, también creada en 1996 mediante decreto presidencial, es espacio del más alto nivel porque tienen asiento los voceros indígenas y funcionarios tanto de Gobierno como de investigación y derechos humanos. Pero, desde mi punto de vista, no ha sido aprovechado de la mejor manera.

Tenemos también la Comisión Nacional de Trabajo y Concertación en Educación con Pueblos Indígenas, creada en 2007. En este importante espacio se discute la política de educación propia y apropiada junto con el Centro Psicopedagógico Integrado (CEPI), y creo que se ha avanzado mucho o bastante. Ahora tenemos un punto que se está discutiendo mediante consulta al Consejo de Estado, un tema jurídico; esperamos que una vez que se despeje esa duda o esas inquietudes se pueda avanzar positivamente.

Está la Subcomisión de Sistema de Salud Propio, que depende de la Mesa Nacional de Concer-tación. Hay espacios regionales importantes, por ejemplo en materia ambiental, está la parti-cipación de voceros indígenas en los Consejos Autónomos del Medioambiente, que yo a veces pienso que están mal utilizadas. Tenemos varios espacios en materia de planificación, tanto de nivel nacional, como territorial y local, que a veces considero que el movimiento indígena, y lo digo con el mayor respeto al movimiento indígena, porque aquí estoy también como Gobierno, creo que son espacios subutilizados, mal utilizados o simplemente no utilizados; creo que ahí hay que revisar las estrategias. Son espacios muy importantes porque es en ellos donde a veces se define, e incluso se concierta, política pública.

Hay también espacios institucionales, del Estado, del Gobierno, que no son de los Pueblos Indígenas, pero que se encargan de promover y de ayudar a garantizar de la mejor manera los derechos a los Pueblos Indígenas por parte del Estado. Está la Dirección de Asuntos Indígenas del Ministerio del Interior; la Dirección de Etnoeducación del Ministerio de Educación, que se dedica a la política de educación; la Coordinación de Atención a Grupos Étnicos en materia de salud del Ministerio de Salud; el Programa Presidencial que represento, que está para potenciar la acción institucional del Gobierno tanto a nivel nacional como territorial, y cuando el movimiento indígena lo solicite en su autonomía también. Y hace unos días, en el Ministerio de Justicia y del Derecho de Colombia se creó la Coordinación de Jurisdicción Especial Indígena, cuyo representante

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o vocero es un indígena del pueblo kamsá de nuestro país. En los organismos de control también hay espacios como la Defensoría del Pueblo, que posee al Defensor delegado para los temas étnicos de nuestro país y en la procuraduría delegada también.

Estos son los espacios y mecanismos de participación en donde se conciertan, de una u otra manera, políticas, procedimientos, etcétera.

Respecto de la Consulta previa, de manera muy puntual, quiero decir dos ideas. Primero, creo que en nuestro país, y en América Latina en general, de acuerdo con lo que pude escuchar hace pocos días en un evento que Naciones Unidas convocó en Ginebra, Suiza, hay un problema, y es que no hemos entendido el espíritu y alcance con los cuales fue establecido el derecho a la Consulta previa. Históricamente, la Consulta previa fue establecida para tres cosas. Primero, para que los Estados garanticen la pervivencia física y cultural de los Pueblos Indígenas; ese es el espíritu fundamental, y por eso es un derecho fundamental, tutelable. Segundo, para que los Pueblos Indígenas y los llamados tribales del mundo sean actores políticos del desarrollo social, económico y cultural en cada uno de sus países; esa es la otra razón fundamental para la que se estableció la Consulta previa. Y, tercero, para que los Pueblos Indígenas, mediante la participación justa y equitativa en los beneficios del uso y explotación de los recursos naturales en territorios, puedan mejorar sus condiciones de vida. No es solamente, como en Colombia ha dicho la Corte Constitucional, para avalar mediante una Carta, que lo llama protocolización, la realización de “x” o “y” proyecto. Esas tres son las razones fundamentales, pero lo que se ha podido ver en los veinte años de vigencia del Convenio 169 son los temas de procedimiento y no los de fondo, y ahí tenemos que hacer un ejercicio de revisión, porque si no, corremos el riesgo de empobrecer más a los Pueblos Indígenas de nuestros países y del mundo, vía Consulta previa. Eso sería gravísimo, más cuando este instrumento ha sido establecido para garantizar la pervivencia física y cultural con dignidad a los Pueblos Indígenas.

Segundo punto que quiero comentar. El derecho a la Consulta previa, a la vez que es un dere-cho fundamental, es un mecanismo democrático establecido por los Estados en concertación con los Pueblos Indígenas. De hecho, tuvo una gran concertación en cada uno de los países en su momento, a nivel regional y mundial, y finalmente en Ginebra; de eso fuimos testigos varios indígenas de la región, de nuestros países y del mundo, para que haya una relación horizontal entre Pueblos Indígenas y Estados. Creo que valdría la pena que alguien ayudara a hacer un ejer-cicio de revisión histórica de las memorias que están en la oIT, en Ginebra, o recoger la memoria histórica de mucha gente que participó en este proceso. A mí me parece que es necesario hacer un esfuerzo, porque no estamos desarrollando, en la aplicación práctica, el espíritu y alcance histórico de este derecho.

Finalmente, quiero decir que en Colombia hemos avanzado en dos sentidos, en dos niveles, en la aplicación de este derecho, con muchas dificultades. Por una parte, en los proyectos de desarrollo económico ha habido mucha dificultad, mucha tensión, pero hemos avanzado, hemos aprendido bastante de lado y lado. La Corte Constitucional colombiana, mediante una jurisprudencia bas-tante interesante, ha ayudado mucho a avanzar, a falta de una ley reglamentaria, pero hemos avanzado, aunque creo que aún queda mucho. Un tema central que se cruza son las distintas visiones sobre el desarrollo: la visión de desarrollo de los Pueblos Indígenas es una, y la visión de desarrollo de la gente no indígena es otra, y el reto está en cómo hacerlas compatibles. En

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lo personal, creo que el desarrollo económico, usando los recursos que están en nuestros terri-torios, no es incompatible con la garantía de la pervivencia física y cultural de los Pueblos, pero aquí el Estado y los mismos Pueblos Indígenas tenemos que hacer un gran esfuerzo en el tema técnico, porque en lo político y en lo jurídico y en lo cultural hemos avanzado, pero en lo técnico tenemos que hacer un gran esfuerzo, incluso financiero. Hemos avanzado en el tema legislativo. Esta mañana comenté de tres grandes logros, especialmente durante este Gobierno: el Plan de Desarrollo, el programa de garantías, y la Consulta y concertación del decreto ley de atención o reparación de víctimas y restitución de tierras a indígenas.

En conclusión, este tema tiene tres grandes retos. Primero, tenemos que resolver cómo vamos a hacer compatible, en materia de proyectos o megaproyectos, las distintas visiones de desarro-llo. Tenemos que entablar un diálogo intercultural, y cuando hablamos de diálogo intercultural no es solamente traducir del idioma castellano al idioma propio, o viceversa; no, es entender el mundo del indígena, y los indígenas también acercarnos al otro mundo, y ver en qué cosas somos compatibles y en qué cosas no.

Segundo tema importantísimo, somos de la idea de que cuanta más participación haya, mayor legitimidad tiene la Consulta previa. Entonces no podemos, por ahorrar un peso, deslegitimar un proceso de Consulta previa y después gastar mil pesos, porque se pierde todo el proceso e incluso se pierde la confianza. Entonces, el tema de la participación es fundamental.

Y el último punto, insisto, es el tema técnico. Cuando un Pueblo Indígena, como los U´wa en mi país, Colombia, dice que explotar el petróleo de su territorio es quitarle la sangre a la Madre Tierra, es indiscutible, porque es un asunto profundo y, constitucionalmente, en el caso de Colom-bia, protegido; eso no se discute. Lo que tenemos que discutir es, técnicamente hablando, cómo hacemos para que no haya un impacto cultural ni ambiental grave. Ese es el reto y, en esto, los que detentan el poder económico, con sus megaproyectos, tienen que hacer un mayor esfuerzo financiero para ganar más invirtiendo más en estos procesos. Y tercero, tenemos que avanzar en los diálogos sociales interculturales en espacios como estos.

Para concluir, quiero decir un mensaje que dije en Ginebra hace tres semanas: no podemos seguir hablando entre los mismos, porque entre los mismos, entre nosotros que somos los indigenistas y amigos ya nos entendemos, y sumamos, y eso está bien para hacer fuerza; tenemos que buscar la manera y estratégicamente sentarnos con los que no nos entendemos, con los que están en polos opuestos política, económica o ideológicamente, ahí está la clave, y en eso el Estado, los organismos de Naciones Unidas, como el PNUD, como la FAo, o los Gobiernos, tienen que ayudar a los Pueblos Indígenas; pero los Pueblos Indígenas también tienen que revisar la estrategia, porque si seguimos hablando y reuniéndonos entre los mismos que más o menos entendemos o tenemos planteamientos similares, pues vale, porque sumamos, pero no vamos a avanzar. El tema central aquí está en lo económico y eso lo vamos a resolver en la medida en que abramos espacios de discusión y de diálogo franco, directo, sensato entre los que estamos en polos opuestos.

Gracias.

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Buenas tardes nuevamente.

Quisiera detenerme, porque ya Gabriel ha hecho una exposición en términos generales de cuá-les son los mecanismos de participación que existen en Colombia, en hacer un análisis desde el punto de vista crítico y propositivo de lo que han representado esos espacios para el movimiento indígena en los procesos de consulta y concertación en Colombia, no sin antes señalar que para nosotros los indígenas en Colombia, la Constitución del 91 marcó un hecho político y jurídico bien importante. Los indígenas en Colombia, hace veinte años, pasamos de ser considerados por las leyes como salvajes, como idiotas, como niños, a ser considerados sujetos de derechos, actores políticos; estoy hablando de hace veintiún años atrás. Y eso, desde luego, ha marcado en la sociedad y en distintos sectores de orden político y social que todavía siguen dando a los indígenas ese tratamiento. Pareciera que para ciertos sectores todavía no tenemos la capacidad de tomar nuestras propias decisiones, de tener nuestras propias prioridades.

En efecto, los procesos de lucha y de reivindicación del movimiento indígena colombiano han llevado al reconocimiento de una serie de escenarios de participación en materia política y en materia interinstitucional. Incluso, en este Gobierno se han ampliado esos espacios de partici-pación en otros aspectos, por ejemplo en materia de comunicaciones, del papel de la mujer, de la niñez, hay comisiones y mesas de trabajo de orden temático y de orden sectorial en todos los niveles. El problema de Colombia no es que hayan mesas de participación, el problema estructural que tenemos es que los acuerdos que se derivan de esos espacios de Consulta y concertación realmente se implementen y se traduzcan en la implementación, válgase la redundancia, de po-líticas públicas efectivas y concertadas, oportunas, con recursos, apropiadas y diferenciadas para la atención de los pueblos y comunidades indígenas. Ahí está el talón de Aquiles. Por ejemplo, el Convenio 169 Colombia lo ratificó en 1991, pero solo a partir de 1994 se empezaron a adelantar unos procesos de Consulta frente a los procesos de exploración y explotación de recursos; desde la fecha hasta ahora se han adelantado alrededor de 777 procesos de Consulta previa en todo el país. Por supuesto, muchos de esos procesos de Consulta han estado mediados por tensiones de orden jurídico y político, es así como ha habido alrededor de 32 demandas ante la Corte Consti-tucional por el tema de la Consulta previa y, de esas 32, en alrededor del 70%, afortunadamente, los Pueblos Indígenas las hemos sacado de manera favorable. Por supuesto, también hemos tenido sentencias desfavorables, como el caso del tratado de libre comercio de Colombia con Estados Unidos, que marcó un precedente muy negativo para nosotros en materia de Consulta previa.

En términos generales, los procesos de Consulta por vía del desarrollo jurisprudencial de la Corte Constitucional en Colombia, que ha sido nuestro aliado innato en materia de Consulta previa, se ha ido abriendo a distintos frentes, no solamente a las iniciativas legislativas o a megaproyectos,

Presentación Señor Luis Fernando Arias Secretario General, Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC)

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sino a otro tipo de procesos, como la militarización de los territorios, la radicación de los culti-vos de uso ilícito, la consulta sobre la sustracción de reservas forestales, la creación de parques naturales o áreas protegidas, sobre procesos de investigación de conocimiento tradicional, de propiedad intelectual, en los órdenes local, regional y nacional; estos son aspectos que se han ido desarrollando, fundamentalmente, vía jurisprudencial.

Este gobierno sí tiene la voluntad de avanzar en los procesos de Consulta, pero lo que ha ocurrido en realidad es que quien ha llevado a que la institucionalidad, a que el Gobierno, tenga que sentarse con los indígenas a hablar, han sido las decisiones de la Corte Constitucional. Por ejemplo, frente a las iniciativas legislativas, la Corte Constitucional ha tumbado varias leyes, como el capítulo indígena del Plan Nacional de Desarrollo del anterior Gobierno, y eso desde luego marcó un precedente para que el Gobierno actual se sentara a hablar con los indígenas ese capítulo sobre el Plan Nacional de Desarrollo. Sí, pudiéramos decir que hubo voluntad del Gobierno, pero ya había un precedente jurisprudencial que le advertía la idea de sentarse a con-sultar ese instrumento de política pública importante. Lo mismo ha ocurrido con las iniciativas legislativas: es el caso de la Ley Forestal, del Estatuto de Desarrollo Rural, de la reforma al Código Minero, que ha sido declarado inasequible por la Corte Constitucional porque han adolecido de este proceso de Consulta previa.

Todo el marco de política pública que hay en torno al programa de garantía y a los autos de la Corte Constitucional, de alguna forma obedecen a unas órdenes de manera concreta del alto tribunal constitucional, pero a pesar de esas órdenes, desafortunadamente y por el contexto del conflicto armado que vive nuestro país, la situación sigue siendo grave, crítica y profundamente preocupante. Si bien en Colombia el Gobierno manifiesta interés por avanzar en los procesos de Consulta previa, este proceso no obedece exclusivamente a la voluntad del Gobierno, sino a todo un sistema de incidencia conformado por distintos sectores. Reitero, son 32 decisiones sobre el tema, el 70%, un poco más de ellas, a favor de los Pueblos Indígenas.

Sin embargo, existen muchas preocupaciones por nuestra parte con relación a este mecanis-mo tan importante, y compartimos plenamente con Gabriel que este es un mecanismo que en primera medida debe garantizar la pervivencia física y cultural de los Pueblos Indígenas; no se puede entender que la Consulta previa sea un traspié del desarrollo de los países, y así se lo he-mos planteado al Gobierno en distintos escenarios. En estos momentos, sentimos en el país una presión muy fuerte frente a este derecho fundamental, una presión que viene agenciada desde el Gobierno, desde distintos sectores de orden político, de orden económico, desde los intereses que también tienen las empresas trasnacionales por agilizar estos procesos de Consulta, y por distintos sectores de opinión, de los medios de comunicación, que también tienen sus intereses. Hay toda una campaña enfilada un poco a deslegitimar la Consulta previa: que las consultas se han vuelto laberínticas, costosísimas, interminables, que eso es un negocio de los indígenas, etcétera, etcétera. Es decir, son preocupaciones que giran alrededor del tema cuando, después de veinte años, nunca se consultó a los indígenas en materia legislativa y ahora, cuando han ocurrido dos consultas de manera excepcional, entonces la Consulta es el traspié para el desarrollo, o tiene trabada la agenda legislativa del Gobierno en el Parlamento nacional.

Nosotros le planteamos al Presidente en la reunión que sostuvimos en el departamento del Cauca, que nosotros no creemos conveniente en este momento una reglamentación de la Consulta previa, pues cada vez que hay una reglamentación de los derechos, estos se van aminorando, y

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vamos perdiendo en autonomía, y vamos perdiendo en garantía de los derechos. Aquí lo que ne-cesitamos, por parte del Gobierno, de los Estados, y yo creo que esa tiene que ser una conclusión de este seminario, es el cumplimiento de los mecanismos de orden nacional e internacional que ya existen sobre el tema de Consulta previa. Lo que necesitamos es que se aplique el Convenio 169 de la organización Internacional del Trabajo, que se aplique la Declaración Universal de De-rechos Humanos sobre Pueblos Indígenas, en el caso colombiano que el Gobierno comience por adoptar de manera integral esta Declaración porque ha objetado tres elementos: los asociados a la militarización de los territorios, a la propiedad sobre los recursos del subsuelo y a un derecho que va ligado al tema de la Consulta, que es importantísimo, que es el consentimiento previo, libre e informado, y sobre ese tema es que tenemos que discutir.

Ya la Corte Interamericana citó el tema del consentimiento en la región para los países que perte-necemos a la oEA y, en el caso colombiano, también la Corte Constitucional nuestra ha incorporado el tema del consentimiento, incluso decisiones que han sido demandadas por el mismo Gobierno cuando se ha hablado de este tema. Entonces, el movimiento indígena colombiano lo que le ha planteado al Gobierno es que se le dé aplicabilidad, que se le dé cumplimiento a los estándares nacionales e internacionales recogidos en estos instrumentos y que, en el caso colombiano, ha desarrollado de manera muy importante y muy amplia la Corte Constitucional: que los procesos de Consulta sean de manera previa, no posterior, cuando ya se han ocasionado todos los daños de orden ambiental, territorial, económico, social y cultural; que sean libres, sin ningún tipo de presión, sin cooptar a las organizaciones, a los dirigentes indígenas, sin señalarlos, sin criminalizar porque estén reclamando sus derechos; que sea informada, en términos de que realmente la comunidad tenga la información adecuada, intercultural, en su propio idioma, no como ocurre en Colombia, que contratan traductores y los traductores nunca traducen lo que dice el experto, sino que convencen a los indígenas de que el proyecto es bueno, de que eso le va a traer riqueza, etcétera, etcétera; que sea de buena fe, no como ha ocurrido en algunos casos, que así lo hemos comprobado, por ejemplo con el pueblo yukpa, en la serranía de Perijá, que le dijeron a los indígenas, en una Consulta petrolera, que en su territorio había petróleo y que eso había que sacarlo porque si no, por el calentamiento global, se iba a recalentar el territorio y eso iba a explotar y los iba a matar a todos; eso no es actuar de buena fe. Entonces, nosotros creemos que no es un tema de expedir más leyes, más normas, sino de que realmente se le dé aplicabilidad a lo que hoy existe en la normatividad vigente.

Asimismo, creemos que es necesario fortalecer la institucionalidad encargada de orientar y de dirigir los procesos de Consulta previa; no necesitamos una institucionalidad que esté al servicio de las empresas trasnacionales, del sector de los hidrocarburos, sino que esté realmente velando por los intereses y por los derechos de los Pueblos Indígenas.

Finalmente, quisiera decirles, compañeros y compañeras, que los indígenas de Colombia y de América Latina ya dejaron de ser el folclore de la democracia y hoy son realmente verdaderos sujetos de derechos, verdaderos actores políticos, que no estamos solamente pensando en una visión egocéntrica de nosotros como Pueblos, o como seres humanos, sino que tenemos una visión antropocéntrica que nos permite plantearnos un mundo de manera armónica con el territorio, con la naturaleza, que permita garantizar la pervivencia no solamente de nosotros como indígenas, sino de la humanidad en general.

Muchas gracias.

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Muchas gracias, buenas tardes. Me alegra mucho estar aquí, agradezco a los organizadores por esta oportunidad para intercambiar puntos de vista, experiencias entre tres países que han venido convergiendo más de lo que nosotros anticipábamos hace pocos años. Hace cinco años, por ejemplo, cuando nosotros en Colombia litigábamos casos ante la Corte Constitucional, como lo mencionaban Gabriel y Luis Fernando, no teníamos contraparte para conversar sobre esto; eso fue antes de Bagua en Perú, antes del Decreto Reglamentario en Chile, pero a medida que las economías extractivas y que los procesos de movilización indígena han avanzado, nos encontramos en un punto de convergencia, a veces para bien a veces para mal, que nos permite tener un diálogo y un intercambio de experiencia significativo.

En ese espíritu, trataré de extraer algunos elementos de lo que considero han sido el avance y los desafíos del caso colombiano, pero en clave del diálogo con Perú y Chile; de tal manera que podamos intercambiar más experiencias a lo largo de estos dos días del evento. Voy a aprovechar que tanto Gabriel como Luis Fernando ya dieron varios de los datos e informaciones básicas y hacia el final de la presentación me voy a concentrar en formular algunos de los desafíos que salen del caso colombiano, pero que tienen aplicabilidad tanto en Perú como en Chile.

La presentación se llama “La paradoja de la Consulta previa en Colombia” porque, para decirlo en términos sencillos, la tesis es que en Colombia tenemos unos avances considerables en ma-teria jurídica, en materia jurisprudencial, que sin embargo, y aquí viene la paradoja, coexisten con una situación bastante grave. De hecho, Luis Fernando se aprendió de memoria la frase del Relator James Anaya en su informe de 2010, donde concluye que la situación de los Pueblos Indígenas es grave, seria y profundamente preocupante. Eso que significa, para aterrizarlos un poco en el contexto colombiano, que de los 102 Pueblos Indígenas que según el censo del 2005 componen más del 3% de la población colombiana, esa realidad convive con el hecho de que hay más de 30 millones de hectáreas tituladas colectivamente para los Pueblos Indígenas, 29% del territorio colombiano, lo que hace que ese peso demográfico se vea aumentado positivamente a través de la función de ocupación territorial legítima titulada de los Pueblos Indígenas gracias a la titulación colectiva a través de resguardos.

Ese es el mapa de Colombia. Esto lo voy a retomar enseguida porque les da idea de la geografía de los Pueblos Indígenas, del conflicto y la violencia colombiana. En la Amazonía y en la ori-noquía están concentrados los resguardos y es allí justamente donde se encuentran las nuevas fronteras de los recursos naturales. No es gratuito, por ejemplo, que el Gobierno colombiano, en una decisión que hemos criticado tanto académicos como organizaciones sociales, haya declarado nuevas reservas estratégicas mineras en esas regiones sin haber hecho una Consulta

Presentación Señor César RodríguezDirector del Programa de Justicia Global y Derechos Humanos, Facultad de Derecho de la Universidad de Los Andes

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previa, en un giro que al final de la presentación voy a comentar de manera crítica. Pero esto les da idea de la sobreposición entre la geografía de la presencia indígena y la geografía de las industrias extractivas en Colombia. ¿Qué significa esto? Y no solamente por la industria ex-tractiva, sino también por el conflicto armado interno que venía antes del boom de la minería y de los recursos naturales; los Pueblos Indígenas han sido víctimas desproporcionados de la violencia y el desplazamiento. Según cifras del año 2005 y del último censo colombiano, un miembro de un Pueblo Indígena tiene cerca del doble de la probabilidad de ser desplazado de sus territorios; incluso creo que desde el 2005 han subido esas cifras. Y el resultado es este, según un informe de 2009, si uno suma los Pueblos contados por la Corte Constitucional con otros Pueblos que se le quedaron por fuera, cerca del 64% de los Pueblos están en riesgo físico cultural; estamos hablando de desplazamiento masivo, incluso de amenaza de extinción física y cultural, por ejemplo, hay 32 Pueblos con menos de quinientas personas, 18 con menos de doscientas y diez con menos de cien.

Si bien esta es la parte más sombría de la historia, el caso colombiano ofrece algunas de las experiencias más interesantes, creo yo, en términos de marco institucional y jurídico. Algunas ya fueron referidas y las voy a comentar muy rápidamente para concentrarme en las reflexiones finales. El primer punto fue referido esta mañana en relación con la Constitución del 91, Luis Fernando acaba de referirlo también, que reconoció el carácter multicultural del Estado colombiano e hizo un par de cosas muy importantes: uno, creó la Corte Constitucional, que ahí hay un elemento que de lo que conozco de Perú y Chile, es distintivo de Colombia en la medida en que las cortes han sido particularmente activas en la protección de los derechos de los Pueblos Indígenas, es decir, cada vez que el Estado, el Gobierno, se ha estancado, ha dudado, han sido las cortes, especialmente la jurisdicción constitucional, la que ha empujado al Estado y ha apoyado a las organizaciones sociales que han litigado ante la corte para que se cumpla la garantía de la Consulta previa. Segundo, en la misma Constitución se estableció el derecho a la Consulta, y coincidió el año de la adopción del Convenio 169 con el año de adopción de la nueva Constitución.

Sin embargo, y aquí ya voy pasando del derecho en el papel al derecho en la práctica, la cifra que daba Luis Fernando de 777 consultas es diciente, pero es diciente también un dato adicional, y es que cada consulta se hace de una manera ad hoc; no hay un estándar, un informe, no hay protocolos que se cumplan de manera sistemática para hacer consultas. Yo he asistido a varias consultas, unas mejores que otras. Una vez vi en Putumayo que le ofrecían como indemnización a un pueblo unas bicicletas, u otra que le ofrecía un puesto de salud. Cada vez que le preguntan a uno por una buena práctica de una Consulta previa, yo por lo menos hasta el año pasado no tenía una respuesta. Sin embargo, el año pasado en un proceso que se alargó un año, las organi-zaciones indígenas, la Mesa de Concertación que mencionaban en las exposiciones anteriores, y el Gobierno, se sentaron para discutir a doble columna literalmente, y aquí no estoy exagerando, se ponían en una pantalla el proyecto del Gobierno, el Decreto Ley para víctimas indígenas de la violencia, y en la otra columna el proyecto presentado por los Pueblos Indígenas. Y en reuniones largas, pero productivas, se sacó finalmente un conjunto de artículos que se convirtió en el De-creto Ley que promete justicia transicional para los Pueblos Indígenas. Ese es el decreto que hoy en día está comenzando a ser implementado y del cual depende de la reparación y restitución de los Pueblos Indígenas.

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Sin embargo, esa es una consulta excepcional, una de 777 y por tanto, ese limbo ha tenido que ser llenado fundamentalmente por la jurisprudencia. Aquí también hay lecciones interesantes, que es la parte más esperanzadora del caso colombiano. Tanto en casos concretos en los que un Pueblo Indígena ha demandado ante la Corte Constitucional la construcción de una represa, por ejemplo, en el caso de la represa de Urrá, o la exploración y explotación de petróleo en un terri-torio, como en el caso del pueblo U’wa, la Corte ha tendido a dar una interpretación estricta de los requisitos de la Consulta, y por tanto, ha tendido a suspender los procesos cuando están en curso. Algunos ejemplos de ello han sido la exploración de un territorio para prospección sísmica, o para explotación de petróleo o de algún recurso mineral, que se han paralizado hasta que se cumpla la Consulta. Esa ha sido una línea jurisprudencial relativamente consistente de la Corte Constitucional. Lo mismo y de manera más dramática en los medios de comunicación por sus repercusiones generales ha tumbado, ha declarado inconstitucional leyes importantes, como el Estatuto de Desarrollo Rural, por ejemplo, y la Ley forestal bajo el Gobierno anterior.

Esto implica que esas leyes no se han vuelto a presentar en la medida en que han quedado en un limbo jurídico, ya que la Corte sostuvo que la próxima vez que se presente esa propuesta, ese tipo de legislación, se tiene que cumplir el requisito de la Consulta previa. La jurisprudencia no siempre ha sido igual de clara, pero en términos generales y en perspectiva comparada, muestra avances interesantes que vale la pena explorar para quienes, como ustedes, como funcionarios públicos, líderes indígenas, académicos de otros países, estén interesados en este tema.

Quiero cerrar con unas reflexiones muy breves en relación con los retos en Colombia, pero en perspectiva comparada. Uno, ya la mencionaba Luis Fernando, es esta línea divisoria compleja entre consulta y consentimiento. En este tema también la jurisprudencia colombiana ha hecho avances significativos, este es un caso que nosotros, varios de los aquí presentes ayudamos a litigar, en el que la Corte Constitucional detuvo un proceso de exploración de unas minas en el noroccidente colombiano y adoptó los criterios jurisprudenciales de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Saramaka, que como saben, afirma que cuando se pone en peligro de manera importante la supervivencia física y cultural de un pueblo, no basta con la consulta, sino que se requiere el consentimiento de ese pueblo. Tal cual lo ha adoptado la Corte Constitucional en un fallo que no le gustó al Gobierno de la época ni a la empresa involucrada, que apelaron pero perdieron esa apelación y quedó como estándar. Sin embargo, como todos sabemos, esa línea entre consulta y consentimiento es discutida.

El otro punto es la regulación del derecho a la Consulta, primero en relación con lo que men-cionaba Luis Fernando, si conviene regular en absoluto. Esa es una disputa que en este momento se está dando en Colombia, porque varios funcionarios del Gobierno han expresado la intención de presentar un proyecto de ley para regular el derecho a la Consulta. Algunas organizaciones han expresado, tanto indígenas como afrocolombianas, su negativa a la reglamentación con el argumento que bien exponía Luis Fernando de la aplicación directa del Convenio 169 de la aclaración. Pero incluso si uno aceptara, y aquí en gracia discusión comparada, Colombia, Perú, Chile, la necesidad de reglamentarlo, o la realidad de la reglamentación como se da en Perú y en Chile. Creo que uno debería hacerse cinco preguntas. Así como Gabriel decía esta mañana que realmente los derechos de los Pueblos Indígenas o los debates sobre los derechos de los Pueblos Indígenas son sencillos y se pueden dividir en territorio, autonomía y cultura, creo que también las preguntas de la Consulta previa son sencillas. Sencillas por lo menos de

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formular, más difíciles de responder, pero por lo menos quien quiera regular la Consulta previa debe responderlas.

Primero, ¿qué se consulta? Se consulta todo lo que afecte directamente a los Pueblos, incluyen-do leyes, decretos, proyectos, etcétera. Hasta ahí el Convenio 169, pero la pregunta se complica cuando uno entra a temas delicados como los que recientemente han salido en Colombia en las noticias, por ejemplo las operaciones militares en territorios indígenas; esa es una reclamación del movimiento indígena, pero también es un deber en conformidad con la declaración de la oNU de Pueblos Indígenas. Pero hay mucha resistencia y en Colombia ciertamente ha habido un debate y una oposición fuerte de parte del Gobierno en relación con este tema. Esa es la primera pregunta, qué se consulta.

La segunda pregunta es cuándo se consulta. Ustedes dirán, pues muy sencillo, antes de los proyectos, porque la consulta es previa, pero si fuera así de sencillo entonces no estaríamos todos aquí sentados diciendo qué diablos hacer con la Consulta, porque el cuándo tiene muchos detallitos. Por ejemplo, la misma idea de que sea previa ha sido uno de los requisitos que más se ha saltado diferentes Gobiernos de América Latina. Acabamos de ver que la Corte Interamericana resolvió el caso Sarayaku mediante sentencia hace ya un mes más o menos, que la Comisión Interamericana el año pasado dictó medidas cautelares en relación con la represa Belo Monte en Brasil, que en Colombia hace más de catorce años se dictó fallo favorable en relación con el pueblo emberá, que sufrió las consecuencias de la construcción de una represa que se llamó Urrá, y en todos esos casos lo que pasó fue que se hizo el proyecto y después se preguntó, ¿tocaba hacer Consulta? Así que el cuándo no es una pregunta que sobre, pero incluso cuando se hace antes, cuando la Consulta es previa, hay que mirar por lo menos dos casos complicados. Uno es, por ejemplo, cuando se hacen actividades no ya de explotación sino de exploración, o cuando simplemente entre comillas se declara una zona de interés estratégico-minero, que es lo que se acaba de hacer en Colombia. Una oficina especializada del Gobierno colombiano conceptuó que en esos casos no se necesita consultar porque existe solo una mera expectativa de que even-tualmente se vaya a hacer explotación minera, pero todos sabemos que ese es un primer paso hacia una política de explotación de esos recursos en esa zona, en este caso la Amazonía. De tal manera, que lo previo hay que desempacarlo, y a mi manera de ver hay que incluir un criterio estricto de qué es lo previo, incluyendo todas estas etapas previas a lo previo.

Menciono simplemente las otras dos preguntas sin desarrollarlas. La tercera es quién consulta y quién participa en la Consulta. Algo que parece de nuevo de Perogrullo es que quien debe con-sultar es el Estado, pero con mucha frecuencia en nuestros países quienes consultan han sido las empresas. Yo he estado en consultas donde tanto la financiación como la organización corren por cuenta de las empresas; eso no puede ser cedido por un Estado que se llame democrático y en eso estoy totalmente de acuerdo con Iván, que se necesita una infraestructura institucional adecuada para consultar bien. Y quién participa en las consultas, aquí, para que haya una rela-ción horizontal, como mencionaba Gabriel, entre Pueblos Indígenas y Gobiernos y empresas, se necesita balancear de alguna manera la asimetría de poder considerable que hay entre unos y otros. Varios hemos abogado porque cuando los Pueblos involucrados lo piden así se permite que participen las organizaciones indígenas del nivel nacional y regional.

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Y quién financia, el cómo, y con eso termino, es otro tema grueso, quién debe financiar las consultas. Se trata de un problema práctico porque, a veces, las consultas son costosas. Hemos propuesto, por ejemplo, en varias ocasiones que sea un fondo independiente, que no sea manejado ni por el Ministerio de Minas, ni por las empresas, sino que sean con contribuciones de empresas y de pronto del Estado también, pero que exista un fondo autónomo para financiar esas consultas.

La quinta pregunta es con qué efectos, si son vinculantes o no vinculantes, y ahí está el mismo tema del consentimiento versus consulta.

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Muy buenas tardes a todos y todas. Agradezco especialmente a PNUD Chile y a la Fundación Ford la invitación a este evento que posibilita aprender de otras experiencias y compartir alguna de las tareas, actividades, desafíos y dificultades que atravesamos en nuestros diferentes países.

Voy a hacer una representación bastante rápida, básicamente dividida en dos partes. La pri-mera es un repaso sobre una serie de mecanismos de participación que se han intentado en el Perú a favor de los Pueblos Indígenas, participación de la gestión pública, y la segunda referida al proceso de implementación del derecho a la Consulta previa.

En relación con lo primero, ciertamente se observa un contexto de desconfianza histórica de los Pueblos Indígenas hacia el Estado; de seguramente indiferencia, por utilizar un adjetivo, del Estado hacia muchas de las demandas y necesidades de los Pueblos Indígenas; y finalmente un escenario en donde la ciudadanía plena de estos importantes sectores de la población son una realidad, son un carencia, mejor dicho, de ciudadanía plena. En el Perú se han implementado una serie de espacios y mecanismos, algunos de ellos con mayor éxito que otros, pero que de alguna manera muestran la existencia de una serie de políticas e iniciativas que buscan atender deter-minadas demandas y necesidades. El Estado peruano ha dado muchas respuestas en ese sentido. Tal vez una de las que tiene mayor presencia, mayor vigencia, tiene que ver con la participación de la población indígena en la administración de justicia. En el Perú existe una larga tradición de la justicia de paz que normalmente ha sido desempeñada en las zonas rurales sobre todo por las poblaciones indígenas. Es más, la actual legislación peruana establece que la designación de los jueces de paz se realiza a propuesta de las comunidades rurales en cada caso. Lo mismo puede decirse para –no tan vinculado con la justicia sino con el nivel de representación– el caso de los tenientes gobernadores, por ejemplo, que siendo autoridades que legalmente son autoridades políticas en muchas partes del país, sobre todo en la zona sur, son representantes muchas veces de Pueblos Indígenas que interlocutan frente a otras instancias del Estado, autoridades además con reconocimiento legal, con participación y que cumplen una serie de tareas, algunas de ellas inclusive vinculadas a la administración de justicia.

También creo que ha habido un avance importante en lo que se refiere a la presencia de ciuda-danos y ciudadanas indígenas en los niveles locales, en los niveles municipales. No es extraño que muchos alcaldes, alcaldesas, regidores, regidoras, sean ciudadanos indígenas, como ocurre en buena parte de la zona andina del Perú. Poco a poco, tal vez en los últimos veinte años, la in-cursión en esos niveles de política local, de ciudadanos indígenas se ha ido incrementando y creo que eso es un factor muy importante para garantizar la inclusión de este sector de la población.

Presentación Señor Paulo César VilcaDirector General, Dirección General de Interculturalidad y Derechos de los Pueblos

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Al lado de ello, ha habido un proceso de reforma en el Perú, dirigida a incorporar una cuota de participación indígena, que es una solución institucional distinta a la que existe en otros países, en donde se utiliza un distrito electoral único o una representación proporcional. En este caso, en el Perú hay una cuota que es la respuesta electoral para esta participación, pero que más allá del mecanismo y sin necesariamente recurrir a ello, ha permitido que muchos ciudadanos y ciudadanas indígenas lleguen a desempeñarse como autoridades locales.

También en este nivel, y en algunos casos a nivel regional, existe una serie de instancias dentro de los mismos gobiernos locales, de los gobiernos regionales, que están vinculadas al desarrollo de políticas indígenas. Una de las experiencias de más duración es la de la Municipalidad de Río Negro, que tiene la Subgerencia de Asuntos Indígenas y en la cual el personal encargado es producto de una elección de las comunidades nativas asháninkas, en este caso. Lo mismo ocurre en los gobiernos regionales de San Martín y Ucayali, donde desde las Gerencias de Desarrollo Social se han implementado espacios como Subgerencias de Asuntos Indígenas. En Loreto, que es una región que está en la Amazonía, inclusive se habla de la Subgerencia de Nacionalidades Indígenas, por ejemplo. Estas son respuestas de los diferentes niveles de Gobierno, del gobierno regional, del gobierno local, que en este caso crean espacios para atender las problemáticas de las comunidades indígenas.

A nivel del Ejecutivo también existen otras instancias, como el Grupo de Trabajo sobre Educación Intercultural Bilingüe, impulsado por el Ministerio de Educación y que cuenta con la participación de organizaciones indígenas. otro ejemplo es el Fondo Indígena, que en virtud de una norma que busca garantizar el registro de los conocimientos tradicionales de los Pueblos Indígenas en lo vinculado con la biodiversidad establece la creación de un consejo en el cual se establecía la participación de organizaciones indígenas. Lo mismo para el caso de salud intercultural, y en general son varios los sectores en el Estado peruano que establecen estos mecanismos de interlocución entre autoridades, funcionarios y organizaciones indígenas.

No todo parte naturalmente de normas, sino a veces de decisiones, de políticas, de pedidos, de acuerdos a los que puede llegar el Estado y los Pueblos Indígenas. Un último ejemplo es el de la Comisión Multisectorial encargada del reconocimiento y la categorización de las reservas para Pueblos Indígenas en situación de aislamiento voluntario y en contacto inicial, una Comisión que según la ley está conformada por representantes del Poder Ejecutivo y por representantes de los gobiernos regionales y municipales en donde se encuentran estas reservas, y que en virtud de un acuerdo en la Comisión ha considerado la participación de organizaciones indígenas. Esas son algunas de las respuestas que se han venido dando a lo largo de estos años. Hay muchas más, pero por cuestión de tiempo no las voy a poder desarrollar, pero que como señalaba hace un momento buscan garantizar el ejercicio de estos mecanismos de participación.

El segundo punto a tratar se refiere a la implementación del derecho a la Consulta en nues-tro país. A diferencia del caso colombiano, que tiene mucha vinculación con un modelo juris-prudencial, el modelo peruano todavía no existe como tal, sino que se está construyendo. La perspectiva es la implementación de una política pública, para lo cual es necesario contar con instrumentos legales, o sea, hay una ley de Consulta, hay un reglamento de Consulta aprobado y también otra serie de instrumentos que tienen que ver más con la aplicación y el ejercicio, y desde luego una serie de procedimientos que deben ser realizados por las entidades estatales,

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como la interpretación de una base de datos oficial de Pueblos Indígenas, la elaboración de una guía metodológica, la creación de un registro de intérpretes, un registro de facilitadores, etcétera. Entonces, en este modelo peruano por un lado tenemos las normas, pero por otro lado tenemos todos estos instrumentos propiamente de gestión con la idea de crear una política pública que garantice este derecho.

La construcción de este proceso normativo ha respondido, seguramente con algunas deficiencias y falencias, a cierto consenso político, proceso que no ha sido por supuesto gratuito, sino una respuesta a la lucha de las organizaciones indígenas en nuestro país. La Ley 29785, que es la ley del derecho a la Consulta en el Perú, fue un pedido y una solicitud de las organizaciones indíge-nas en general de nuestro país. Inclusive, poco antes de la aprobación por parte del Congreso de forma unánime de esta ley, han habido pronunciamientos solicitando que el texto a ser aprobado sea el mismo que había sido observado un poco más de un año antes por el anterior Gobierno. Entonces, tanto organizaciones indígenas como de la sociedad civil solicitaron al Congreso la aprobación del texto de mayo de 2010, que fue el que finalmente fue aprobado en forma uná-nime. Asimismo, ha habido un proceso de participación de organizaciones indígenas, hubo una comisión multisectorial que se conformó para llevar adelante todos los pasos que esto implicaba; en honor a la verdad, no todas las organizaciones indígenas llegaron a la etapa de diálogo que estaba prevista, solo llegaron dos organizaciones indígenas, las cuales fueron a la negociación con los representantes del Estado y como producto de esta negociación se llegó a 119 acuerdos entre el Estado y los Pueblos Indígenas; de los 143 párrafos que comprende el reglamento de la ley de Consulta, hubo acuerdo en 119 y se incorporaron varias, buena parte de los aportes de las organizaciones que llegaron a esta parte de la etapa de diálogo.

También cabe indicar que la metodología consensuada desde un primer momento para el proceso de elaboración del reglamento tuvo como norte que la adopción de acuerdos debía hacerse por consenso, que bajo ningún concepto, entendiendo que la consulta es un diálogo, no podía haber una adopción de decisiones por mayoría o por votación, sino por consenso. Como lo señalaba hace unos momentos César Rodríguez, de manera similar a la experiencia que hubo en Colombia, también la negociación comprendió hacer las dos columnas del bosquejo que estaba propuesto. Asimismo, en lo que se refiere a la determinación de las etapas del momento en que se hace la Consulta y las entidades responsables, tanto en la ley como en el reglamento se ha buscado dar claridad a que es el Estado el responsable de llevar adelante las Consultas. No hay ninguna disposición que establezca que esta pueda ser una tarea delegada, y cuando hablamos de Estado estamos hablando de Estado a nivel nacional, del Poder Ejecutivo y las diferentes instancias que lo conforman, pero también a nivel regional, de los gobiernos regionales y de los gobiernos municipales. Estas son las entidades responsables; la entidad que promueve la medida es la responsable de llevar adelante la Consulta, y en el caso de las medidas legislativas también lo es el Congreso de la República; eso está establecido en la ley de Consulta previa en el Perú. Las medidas son las medidas legislativas, administrativas, pero también se menciona en la ley que se deben consultar los proyectos o los planes de desarrollo en tanto haya una afectación directa a los derechos colectivos de los Pueblos Indígenas del país.

En realidad, dos son los instrumentos legales actualmente vigentes en el país, que se han tra-tado de desarrollar con la mayor amplitud posible, entendiendo también que va a ser la propia realidad la que va a darnos lecciones sobre cómo mejorar este diseño. Seguramente los ajustes

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serán a posteriori, como lo señalaba el Viceministro Lanegra en la mañana. Veremos si los tiempos establecidos son los suficientes, si la forma de designación de representantes de organizaciones indígenas y de Pueblos Indígenas es la más adecuada, etcétera.

En el Perú todavía tenemos una serie de preguntas en relación con la implementación de la Consulta, pero lo que no es una pregunta, es la importancia de avanzar ya y concretar lo que se ha establecido en la ley, en el reglamento, como fuente de interpretación al Convenio 169 de la oIT. A lo largo del texto de ambas normas no hay una mención ni un reconocimiento explícito de la vigencia de este Convenio, cosa que ha sido ya establecida por el propio Tribunal Consti-tucional peruano.

Eso es básicamente lo que tiene que ver con la implementación de la Consulta en el Perú, que creemos va mucho más allá de las normas, pues tiene que convertirse en una política pública, para lo cual las tareas que debe cumplir y realizar el Estado en este sentido van a tener que hacerse con toda la voluntad política necesaria.

Muchas gracias.

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Gracias, en primer lugar, quiero agradecer a los organizadores por este importante y necesario espacio de reflexión, porque como muchos hermanos y hermanas manifestaron al inicio, muchas veces los Pueblos Indígenas nos quejamos de que el Estado no hace absolutamente nada, igual nos quejamos de la sociedad civil, de las oNG, que ellos hablan por nosotros, pero nosotros que-remos tener la voz, y a la inversa, como el Estado hacia los Pueblos Indígenas. En ese sentido, es saludable esta reunión tripartita de los diferentes actores y dar a conocer nuestros puntos de vista, nuestras críticas y cómo empezamos a construir estrategias de alianza, a caminar juntos hacia el logro o hacia el pleno ejercicio de nuestros derechos como ciudadanos y como pertenecientes a los Pueblos Indígenas. Quería saludar también la interpretación a nuestro idioma aymara, y al mapudungun que se estaba realizando inicialmente, pero hoy no veo absolutamente a nadie con la interpretación. ¿Qué pasa? ¿Solo es protocolar? ¿o es que realmente queremos efectivizar y poner en práctica este reconocimiento de derecho que tenemos como Pueblos Indígenas, a que también hablen en nuestro propio idioma?

Quería referirme a los mecanismos de participación en la gestión pública, y en un segundo momento, a la experiencia de participación en este proceso de ley de Consulta y su reglamenta-ción. Quería empezar haciendo referencia, y agradezco mucho la forma como lo ha planteado el hermano Gabriel, de Colombia, a que los Pueblos Indígenas hemos pasado por toda la etapa que él muy detalladamente nos ha explicado, de una etapa de desconocimiento, de invisibilidad, de una etapa de desaparecernos y de que el Estado insiste en que debemos integrarnos. En el Perú se habla muchísimo de la inclusión, pero los Pueblos Indígenas nos resistimos a incluirnos en esta otra cultura que no es la nuestra, que no es acorde con nuestro pensamiento y sentimiento; queremos construir una sociedad en la que se respeten ambas formas de conocimiento, ambas for-mas de ver la vida y ambas formas de desarrollo que aspiramos como Pueblos o como sociedades.

Mis antecesores dijeron que tenemos espacios de participación en Naciones Unidas, pero estos espacios se han ganado gracias a la permanente y constante lucha de hermanos y hermanas indí-genas, antes quizás de que nosotras naciéramos. Entonces todos los derechos los hemos ganado como una conquista, con una lucha permanente. Sin embargo, en cuanto a los mecanismos de participación, al interior de nuestro país hay un vacío en el sentido de que sí tenemos espacios de consejo asesor, ahora el Viceministro hablaba de que va a haber un grupo de trabajo de diálogo permanente de un consejo asesor, pero hasta ahí llegamos. ¿Qué estamos entendiendo por un mecanismo de participación de los Pueblos Indígenas? ¿Solamente garantizar nuestra presencia donde se va a validar acuerdos o posturas? ¿o también queremos que nuestras propuestas desde los Pueblos Indígenas, queremos que esté en esa toma de decisiones?

Presentación Señora Gladis Vila Presidenta Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP)

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Los Pueblos Indígenas seguimos insistiendo en que necesitamos mecanismos de diálogo, pero donde también se respeten nuestras formas de pensar y nuestras propuestas, y que las meto-dologías de este diálogo sean pertinentes culturalmente y lingüísticamente también, no sola-mente un tema de inclusión, vuelvo a insistir. Aún está ese desafío en el caso de Perú, y cuando planteaban este mecanismo permanente de diálogo entre el Estado y los Pueblos Indígenas me ponía a pensar en dos escenarios. ¿Los acuerdos a que lleguemos en ese diálogo permanente serán vinculantes? Porque la palabra vinculante siempre nos pone en una traba, entonces es allí donde tenemos que empezar también los Pueblos Indígenas a seguir trabajando mucho más para que estas propuestas tengan también el poder de aplicabilidad. No solamente que queden en buenos informes, en buenas relaciones o que salgan en la prensa y que digan: “Los Pueblos Indígenas y el Estado se pusieron de acuerdo”, cuando en realidad no se va a aplicar ese acuerdo que hemos tomado; ese también es el reto de las entidades del Estado que velan por los Pueblos Indígenas y de las organizaciones indígenas: trabajar a partir de esta buena fe de la que tanto hemos hablado en todo el proceso de la ley de Consulta en el caso de Perú.

Si bien es cierto que hay avances, que hay muchos dirigentes y dirigentas indígenas como au-toridades locales, comparten que son una autoridad, como una alcaldesa o un alcalde indígena en una estructura que no es adecuada a nuestros Pueblos, que no responde a la realidad. No porque un indígena llegue al Congreso o a ser algún funcionario público se acaba el problema, sino más bien es ahí donde vamos encontrando brechas entre los intereses de poder y también, por qué no decirlo, entre los intereses y las aspiraciones de los Pueblos Indígenas.

Quería adentrarme en el derecho a la ley de Consulta de los Pueblos Indígenas, que es un derecho ganado en el Convenio 169 de la oIT y así también lo manifiesta la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas, que los Pueblos Indígenas debemos tener este derecho a la Consulta libre, previa e informada, y también el derecho al consentimiento, un tema por cierto muy polémico para el Estado y quizás una aspiración muy grande para los Pueblos Indígenas. En el caso de Perú, las organizaciones indígenas empezamos primeramente a articularnos y decir “no podemos trabajar aisladamente de los Pueblos Indígenas” y el año pasado, el 2010, logramos articular las cinco organizaciones más importantes del país y constituirnos en un Pacto de Unidad de las organizaciones indígenas del Perú con la única finalidad de incidir en políticas públicas.

Nuestra primera agenda fue incidir en que se aplique la ley de Consulta libre, previa e informada en su espíritu al Convenio 169 de la oIT. Elaboramos una propuesta, apoyada incluso por la coor-dinadora de derechos humanos, por el grupo de trabajo de Pueblos Indígenas. Llegó al Congreso cuando todavía el Presidente era Alan García. Se había avanzado con la ley de Consulta; hasta ahí estábamos muy contentos los Pueblos porque reconocía los aportes que queríamos y respondía a lo que el hermano de Colombia nos planteaba, las cinco preguntas, las cuales hemos trabajado también en los talleres macrorregionales. Pero al momento de la aprobación hubo una objeción de parte del Ejecutivo. Con el actual Presidente, ollanta Humala, en sus primeras sesiones en el Congreso se empezó a tocar, porque era una deuda del Estado para con los Pueblos Indígenas, la ley de Consulta. Se aprobó una ley que no era la propuesta de los Pueblos Indígenas, más bien una propuesta que llevaba la derecha, pero tomando incluso el nombre de las organizaciones. Por eso, cuando se aprobó hubo un desconcierto acerca de cuál de las dos versiones se aprobó. ¿Se aprobó la propuesta de los Pueblos Indígenas? ¿o es esta otra propuesta con algunos aportes de los Pueblos Indígenas? Por eso, muchos saludos del Relator Especial de Naciones Unidas, los

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saludos de las diferentes organizaciones indígenas hoy en día se convierten en una arma de doble filo, porque dicen “pero si todos han saludado, ahora por qué reclama”; es un tema que quisiera también que en otros países que recién empiezan en el proceso tengamos en cuenta.

Posterior a la aprobación de la ley de Consulta nace la necesidad de reglamentar, y para los Pueblos Indígenas la ley en sí era una forma de reglamentar este derecho ganado en el Convenio 169 de la oIT. Entonces pasamos a que la entidad pertinente en este caso, el Instituto Nacional de Desarrollo de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuano (Indepa), elaboró una propuesta de reglamentación y ese quizás fue el error de los Pueblos Indígenas: aceptar una propuesta presentada por el Estado. Una propuesta presentada desde el Estado y saludar a los actuales funcionarios, está en el Viceministerio de Interculturalidad, el doctor Iván Lanegra, practicar la buena fe en todo el proceso de la autoconsulta de los Pueblos Indígenas y cómo queríamos que se haga esta autoconsulta sobre la reglamentación y la ley de Consulta libre, previa e informada.

Al inicio nos manifestaron que no había presupuesto, pero luego lograron conseguir un presu-puesto y se propusieron seis talleres macrorregionales porque no queríamos aceptar solo las seis organizaciones tener este diálogo ni negociación, sino más bien queríamos una participación plena y efectiva de las organizaciones mucho más locales y regionales en nuestro país. Realizamos los seis talleres macrorregionales y en todos ellos se hicieron estas preguntas que manifestaba el hermano de Colombia. Quién consulta, cuándo se consulta y qué implica llegar a un consenso, cuándo necesariamente se requiere consentimiento y quién financia las consultas. Estas preguntas nacieron de los talleres macrorregionales, pero, por eso digo no basta solo la voluntad política, sino que tiene que ir muy enlazado con este vínculo de asegurar los recursos económicos. Es allí donde hubo una brecha en el caso de Perú, pues los que estaban en cargos políticos decían “se va a realizar de esta manera”, había un cierto consenso con las organizaciones, pero al momento de los talleres macrorregionales empezaban las limitaciones económicas y logísticas que muy bien ha podido notar la Defensoría del Pueblo en el caso de Perú. Esos son los grandes desafíos, cómo acercar esas decisiones políticas a las decisiones económicas para que no haya una brecha entre la decisión política y las aspiraciones de los Pueblos Indígenas.

Todos los procesos, sean mecanismos de participación o la ley de Consulta y su aplicación, deben empezar desde ambos lados, no solo con una propuesta del Estado ni de los Pueblos Indígenas, sino colocar una hoja blanca y construir qué estamos pensando cuando hablamos, por ejemplo, de institucionalidad los Pueblos Indígenas y el Estado, cómo acercamos estas diferencias y a partir de ese encuentro, de esa unidad de intereses, ir avanzando.

El otro reto es seguir acortando estas brechas, porque el Estado sigue pensando que los Pueblos Indígenas no tenemos propuestas y que nos tiene que dar todo, que todo tiene que enseñárnoslo, o que cuando los Pueblos Indígenas estamos descontentos con las políticas que se implemen-tan, hay esta necesidad de practicar el verdadero diálogo intercultural, pero dentro del marco de respeto y de reconocimiento de los valores, para que en el camino no se rompa el diálogo, como fue el caso de Perú.

De las seis organizaciones que empezamos el diálogo, al final solo llegaron cuatro, porque nuestros Pueblos primero decían “queremos que se implemente de acuerdo al Convenio 169”, pero el Estado no quería retroceder en ese sentido.

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Me alegra muchísimo que estos espacios nos permitan conversar con la sinceridad y trans-parencia de frente a frente, porque muchas veces en nuestros países no se dan estos espacios de diálogo. Finalizo alentándonos a que de aquí podamos regresar con una agenda mucho más concreta entre los diferentes sectores. Mínimamente en el caso de Perú, espero que esta reunión nos permita encontrarnos en algún momento antes de retornar a nuestro país y crear una agenda muy alcanzable y poner en práctica todo lo que estamos manifestando aquí.

Muchísimas gracias a todos y a todas.

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Yo soy antropólogo pero tengo alma de historiador y no puedo dejar de hablar de la historia. Digo esto porque creo que cuando debatimos los temas vinculados a Consulta previa o al Con-venio 169, nos olvidamos, y por lo menos en el caso del Perú hay además normas previas que las movilizaciones indígenas y las movilizaciones campesinas generaron normatividad en el Perú, que por ejemplo en 1920 llevaron al reconocimiento constitucional de las comunidades indígenas.

En el Perú, el reconocimiento va a cumplir cien años, pero luego se le cambió de nombre por una decisión del Gobierno de Juan Velasco durante el proceso de reforma agraria. Durante práctica-mente todo el siglo xx, la agenda fue la lucha por la tierra y por el reconocimiento y la propiedad de la tierra, y por la escuela además, en una lógica que uno podría criticar ahora como integra-cionista o asimilacionista de los Pueblos Indígenas, pero que fue en el caso peruano, a nivel de Sudamérica, el mayor proceso de autoconstrucción de escuelas en nuestra región. Prácticamente todas las escuelas del Perú en zonas rurales fueron construidas por población indígena, igual que buena parte de nuestro sistema vial.

Pero hay otros hechos importantes en la historia política peruana, como el otorgamiento del voto a los analfabetos en el año 79, en aquella asamblea constituyente que amplió la ciudadanía prácticamente al conjunto de toda la población mayor de edad y que básicamente incorporó de esta manera a la población indígena. También hay que señalar, lo mencionó Paulo, el reco-nocimiento del derecho consuetudinario, que también está a nivel constitucional en el Perú. El tema es que en el Perú el Estado funciona muy mal, tenemos muchas leyes, tenemos una gran normatividad, mucho desarrollo normativo y, como decía, una larga relación muy intensa entre Pueblos, comunidades y Estado, pero con el Estado muy débil y donde muchos de los mecanismos o varios de los mecanismos que Paulo Vilca ha presentado, sean consultivos o deliberantes, no logran muchas veces llegar a la implementación de políticas. Llegamos al documento, llegamos al plan, tenemos un Plan Nacional de Derechos Humanos, pero ahora estamos haciendo uno nuevo, aunque el anterior no se cumplió, no se implementó, y tenemos mucho de eso a nivel local, regional, etcétera.

Este es un problema que va más allá de la población indígena, es un problema en la relación entre el Estado y la ciudadanía. A esto se suma obviamente la poca comprensión en la burocracia estatal, sea la que viene de la antigua tradición o sea la que viene de la reforma neoliberal de los años noventa, pero ninguno de los dos sectores de la burocracia entiende por qué tiene que haber participación, seas indígena o no seas indígena.

Presentación Señor Javier Torres Director, Revista Noticias Serpe

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La descentralización en el Perú, que es una conquista a nivel regional y local, ha generado también una serie de problemas y tensiones en el mismo funcionamiento del Estado. Además tenemos un complejo problema de competencias compartidas, que genera tensiones entre los niveles nacional y regional, donde al final el perjudicado es el ciudadano o el Pueblo Indígena.

Hasta hace tres o cuatro años, para una buena parte del Estado, la Consulta previa era vista como un mecanismo plebiscitario, como una suerte de referéndum; nosotros hemos tenido proyectos de ley donde se decía que la Consulta debía ser organizada por la oficina Nacional de Procesos Electorales, y los congresistas de la República entendían que Consulta previa era igual a consulta ciudadana o consulta popular, que es un derecho que existe en nuestra Constitución. Entonces ha generado mucha dificultad, a la vez que una enorme confusión, porque también desde movimientos sociales se han promovido consultas ciudadanas plebiscitarias o de referéndum para impedir proyectos mineros. Entonces, tanto desde el Estado como desde de la sociedad ha habido esta tendencia a ver la Consulta como una suerte de sí o no. Y además, todo vinculado al tema extractivo. Yo entiendo que las industrias extractivas son destructoras de cultura, pero creo que coincidiremos que mucho más etnocida han sido las políticas de educación de nuestros estados a lo largo de la República, o las políticas de salud. Sin embargo, en la discusión sobre la aplicación del 169 ese tema no aparece en la agenda central del debate. Si bien hay grupos de educación bilingüe en el debate, y me parece que también en la agenda de las organizaciones, no solo del Estado, hay una limitación, porque todo gira en torno a lo extractivo y si bien es obvio que es una reacción frente al avance de las actividades extractivas en nuestros países, los otros temas son también centrales y tienen que ver con discusiones nacionales de políticas públicas.

Acá dejo un poco al Estado para hablar de las organizaciones que tenemos en el Perú, que son de tradición campesina, de una tradición clasista, de lucha por la tierra. El CNA (está acá Antolín Huáscar) y la Confederación Campesina del Perú eran organizaciones de ese corte que recién en la última década empezaron a entrar al debate de lo étnico, porque en la sierra peruana ese debate estaba confinado a algunos focos de antropólogos y universidades del Perú; no se reivindicaba el indígena de la sierra como indígena, sino como campesino. Este es un proceso complejo, un proceso de revisión de la identidad, de reinvención de la identidad que está en curso. De otro lado tenemos las organizaciones amazónicas, Aidesep (Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana) y Conap (Confederación de Nacionalidades Amazónicas del Perú), que sí reivin-dicaron su condición indígena permanentemente. Los Pueblos Indígenas de la Amazonía recién tuvieron reconocimiento como comunidades nativas en 1972 o 1973. Pero ellos siempre tuvieron la agenda, y su demanda fue en tanto Pueblos Indígenas.

Ha sido un proceso muy complejo y tenso entre las organizaciones de la sierra y de la Amazonía debatir estos temas. Durante el Gobierno del Presidente Toledo, durante cinco años debatimos en una comisión, con organizaciones indígenas, las que he mencionado y campesinas, pero se no lograba llegar a acuerdos para una ley de Pueblos Indígenas y comunidades.

Por último, tenemos lo que vio María, nuevos movimientos como onamiap (organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú), la organización que representa Gladis Vila. Es un nuevo movimiento, que trae la agenda de las mujeres, que muchas veces han estado invisibilizadas dentro de la agenda indígena y también dentro de la tradicional agenda campesina, u organizaciones como Conacami (Confederación Nacional de Comunidades del Perú

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Afectadas por la Minería), cuyo eje es la afectación por la actividad minera. Y hay otras más tam-bién en el Perú, pero me parece que es importante entender que hay un proceso de reconfiguración de las organizaciones y de construcción de un nuevo discurso cuyo problema, particularmente en la sierra peruana, es que no es aceptado por la población indígena a la que dice representar o a la que representa. Porque hay regiones y comunidades en el Perú que no aceptan que se les califique como indígenas porque sigue considerándose un término discriminatorio. Entonces hay un tema muy complejo a nivel de los discursos, y además hay lógicamente, por la dispersión, política y social, la fragmentación de la que tanto hablamos en el Perú, una gran dificultad de las seis organizaciones que he mencionado y algunas otras más, para ser una representación nacional. Creo que el proceso de Consulta previa y los talleres macrorregionales o regionales que mencionaba Gladis pusieron en evidencia eso. Porque básicamente era el mismo proyecto, pero las organizaciones de base no lo habían conocido porque hay mucha dificultad. Y entonces, claro, la gente decía: no estamos de acuerdo o no responde al 169; por las razones que fuera. Y hay que entender que eran dos momentos políticos distintos también.

Y una última cosa que quiero plantear porque no quiero quedar como un francotirador que viene desde una oNG o de un medio virtual y dispara; entonces quiero hablar también de las oNG y de la academia y quizás de la cooperación. Creo que tenemos que tener muy claro que esta no es una discusión legal, sino una discusión política, centralmente política, sobre la naturaleza de nuestros Estados; y es muy compleja porque somos Estados los tres que estamos acá presentes, quizás Chile y Perú más, con una estructura que responde a un modelo económico en el cual muchos de los derechos que fueron conquistas sociales del siglo xx fueron eliminados o dejados de lado. Hay que tenerlo en cuenta, porque si no termina siendo una discusión sobre la norma, el convenio, el estándar, y nos olvidamos que es una discusión política; acá la discusión es, y recojo lo que dijo el hermano mapuche, una discusión sobre el poder. Creo que la academia y las oNG, y a veces también la cooperación, dejamos de lado ese aspecto.

Lo segundo que quiero decir es que hay un riesgo muy grande de esencializar las cosas, y los Pueblos Indígenas son tan dinámicos en su cultura, en su política y en su sociedad como lo puede ser occidente, o como lo puede ser la población mestiza o criolla de nuestras Repúblicas; también hay cambios, y esos cambios generan cambios en las estructuras políticas. Creo que tenemos que hacer un enorme esfuerzo por entender cómo se decide en cada Pueblo Indígena. Si no sabemos cómo se decide, quién toma la decisión, dónde reside el poder, si en la asamblea, en los Apu, en la comunidad, los varones, las mujeres, si no entendemos eso, ¿cómo van a haber Consultas previas legítimas?

Lo último es que tenemos que entender es que nos enfrentamos a un reto: es que estamos hablando de formas y nociones de derecho distintas, y ahí creo que los abogados tienen un enorme reto. Esto es una autocrítica al sector del cual provengo, porque me parece que si este mecanismo puede ser un gran avance, también podemos fracasar, pero creo que lo central va a estar en el proceso de implementación. En el Perú todavía no podemos evaluar del todo, recién vamos a empezar, en la implementación recién vamos a ver, y ahí coincido con Paulo, si la ley funciona, si el mecanismo basta o si vamos a tener que buscar nuevos mecanismos adecuados a nuestra realidad.

Muchas gracias.

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Me gustaría agradecer por esta invitación, por el seminario. Nosotros como Gobierno lo consi-deramos muy valorable, sobre todo en el minuto en que nos encontramos hoy día respecto de la aplicación del Convenio en Chile. Como lo planteó la Subsecretaria en la mañana, en el año 2008 se ratificó el Convenio y entró en vigencia el año 2009, después de una discusión de aproxima-damente veinte años. Desde esa fecha se ha estado discutiendo la forma como implementar el Convenio de manera más completa, considerando la Consulta y la participación de los Pueblos Indígenas consagradas en el Convenio. Mi idea es hacer una presentación sobre el momento que se está viviendo hoy día en Chile y dar algunos detalles de la propuesta que ha generado el Gobierno, que se va a discutir durante todo este segundo semestre, para generar una propuesta de normativa definitiva, esperamos a finales de este año.

En el artículo 6 y 7 del Convenio se definen conceptos como procedimientos apropiados, instituciones representativas, medidas legislativas o administrativas, susceptibles de afectar directamente, buena fe, todos ellos conceptos muy interesantes e innovadores, pero que, obvia-mente, deben llevarse a la realidad de los países locales, por ejemplo Chile, Perú, Colombia. En distintos lugares se han ido generando diferentes maneras de llevar a la práctica el Convenio y estos conceptos: en Perú es una ley, mientras que en Guatemala se ha estado discutiendo y en Colombia también. Lo que se ha ido generando acá en Chile desde la entrada en vigencia del Convenio y un poquito antes, fue la dictación del Instructivo Presidencial 5 y después el famoso Decreto 124, que se publicó en 2009 y que regula los procedimientos de consulta y participa-ción. Nuestro objetivo fundamental es buscar su derogación y cambiarlos por un mecanismo consensuado con los Pueblos Indígenas, que nos permita contar con un instrumento más acorde a lo que exige el Convenio.

Algo similar ocurre con el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, en el sentido de que con la entrada en vigencia del Convenio se requiere la modernización y adecuación de las normas jurídicas vigentes de los distintos Ministerios, de los distintos servicios, porque la temática del Convenio 169 y la temática indígena no es una temática, como decía en la mañana la Subsecre-taria, de un solo Ministerio, sino que es un tema transversal. Por eso, debemos abordarlo como una temática no un tema social, no un tema de pobreza, sino de derechos, de participación. En ese sentido, el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental comenzó con un proceso para actualizar su normativa, que esperamos en los próximos meses se pueda actualizar, luego de un proceso de Consulta que se llevó a cabo durante el año pasado y parte de este año.

Para avanzar en esta nueva definición, o en la implementación del Convenio 169, desde mar-zo de 2011 comenzamos con una Consulta indígena para discutir varios temas, entre ellos, el

Presentación Señor Matías AbogabirAsesor especial para Asuntos Indígenas, Unidad de Asuntos Indígenas del Ministerio Secretaría General de la Presidencia

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tema de la nueva institucionalidad, de un organismo representativo de los Pueblos Indígenas, de la modernización de la CoNADI, que fue creada hace veinte años, e ir discutiendo temas de participación política y otras materias más. Pero para ello primero se debe definir cómo se van a hacer las Consultas, a quién, de qué manera, cuándo, qué es lo que significa buena fe y todos esos conceptos. Por eso, el año pasado comenzamos este proceso con distintos talleres y reuniones con las organizaciones indígenas. Ellos mismos nos indicaron que era necesario reenfocar este proceso, porque eran demasiados temas, por lo cual se decidió repriorizar el proceso y primero discutir la forma como se iban a hacer las Consultas.

El Consejo de la CoNADI estableció una comisión que ha estado trabajando intensamente desde el año pasado con los nuevos miembros. Se discutió el tema de los principios de la Consulta, el tema del Decreto 124 y otras materias. Los Consejeros indígenas diagnosticaron que era necesario establecer una comisión ampliada de organizaciones indígenas en la que tuvieran espacio los distintos actores u organizaciones interesadas en discutir y avanzar en esta materia. Era imprescin-dible que el Gobierno entregara una propuesta concreta para ser discutida por las organizaciones indígenas durante todo este proceso, de manera que se pudiesen modificar, incorporar nuevos aportes, revisar, enriquecer y, finalmente, dictar una normativa final que incorporara los aportes de los Pueblos Indígenas. El Gobierno trabajó intensamente y el 8 de agosto, en la oIT, entregó una propuesta a representantes de organizaciones indígenas, a la oIT, a las Naciones Unidas.

La propuesta inicial es una propuesta básica que debe ser enriquecida y trabajada al interior de las organizaciones indígenas. Para eso, los Pueblos y las organizaciones están invitando a conformar una comisión amplia de Pueblos Indígenas donde tengan espacio las distintas orga-nizaciones y donde se pueda ir generando una discusión en las bases, para lo cual el Gobierno va a entregar los recursos tanto logísticos como técnicos.

El documento se entregó el 8 de agosto y la próxima semana va a haber una primera reunión de la comisión ampliada conformada por los propios Pueblos Indígenas. El Gobierno va a prestar todo el apoyo para que las organizaciones, autónomamente, puedan discutir y enriquecer este documento y, finalmente, sentarnos, ojalá en el mes de noviembre o diciembre, a discutir y a consensuar entre la propuesta que entregó el Gobierno y las que puedan provenir de las organi-zaciones indígenas, de manera de generar una mesa de acuerdo. Eso es fundamental, sobre todo porque van a llegar propuestas diferentes según cada pueblo. Recordemos que en Chile hay nueve Pueblos Indígenas y hay diferencias entre cada uno de ellos, e incluso al interior de los propios Pueblos. Por eso, también es importante generar esta mesa de acuerdo, donde tanto los Pueblos Indígenas como el Gobierno puedan entrelazar las distintas propuestas y generar una propuesta final, que esperamos entre en vigencia a finales de este año. Es ahí donde surge la Consulta que nos han hecho en varios instantes, ¿dónde es la Consulta? ¿Cuál es la Consulta? La Consulta es todo este proceso, es el proceso de autoconvocatoria de los Pueblos Indígenas, de entrega del documento, la facilitación de los espacios, de los recursos, de la disponibilidad que pueda generar el Gobierno para que las organizaciones puedan tener estas discusiones autónomas, la mesa de acuerdo; todo eso es el proceso de Consulta. Lo más importante es generar los espacios para que las organizaciones puedan autónomamente discutir este documento y generar sus propias propuestas para que finalmente sean incorporadas, que esa es la segunda parte, incorporarlas y establecer un documento final.

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Les voy a dar una reseña corta de las innovaciones de la propuesta del Gobierno, que está dis-ponible en la página web de CoNADI. Hay innovaciones tanto en la definición de la Consulta como en la afectación directa, en los sujetos de Consulta y así sucesivamente. Solamente voy a detallar algunas de las situaciones más relevantes de esta normativa, porque la normativa propuesta contiene 27 artículos, en distintas materias, pero los más interesantes son, sobre todo, el enfoque que se le ha dado a la nueva normativa, que originalmente hablaba de escuchar a los Pueblos Indígenas; nosotros esperamos que esta normativa proponga un proceso de diálogo y búsqueda de acuerdos en beneficio mutuo, ese es un avance fundamental y va en la línea del Convenio.

Después, en la afectación directa, creemos que es importante el avance respecto de la nor-mativa actual, que habla de que hay Consulta indígena cuando se afectan tierras indígenas o áreas de desarrollo indígena o una mayoría significativa de los Pueblos Indígenas, de las co-munidades, asociaciones, pero no específica, y eso deja una indefinición que debe trabajarse. Tampoco incorpora la cosmovisión del mundo indígena. Lo que nosotros estamos proponiendo es que en la afectación directa se incluya, por ejemplo, la afectación de los sistemas de vida y costumbres de los grupos humanos indígenas, la alteración de los monumentos y sitios de valor antropológico, arqueológico, y así sucesivamente, que son materias mucho más avanzadas y en la línea del Convenio 169.

Después, respecto de los sujetos de Consulta, hemos notado que es fundamental que parti-cipen no solamente las organizaciones reconocidas por la ley, sino también las organizaciones propias de los Pueblos Indígenas. Por eso, también se está proponiendo que se creen comisiones regionales y una comisión nacional, de manera que participen tanto las organizaciones indígenas reconocidas por la ley como aquellas que no necesariamente estén reconocidas por la ley, pero que sean tradicionales y que generen una comisión nacional en la que tengan espacio todos los Pueblos Indígenas y todas las regiones.

También se propone avanzar en los conceptos de buena fe, pues es importante definir cuándo hay buena fe y cuando no. Se propone, por ejemplo, que no sea buena fe cuando no se entrega la información, cuando la información se entrega incompleta, o, por ejemplo, cuando hay una negativa injustificada a iniciar o a continuar con un proceso de Consulta, cuando hay hechos tendientes a forzar las negociaciones, por los dos lados.

Respecto de la definición de medida administrativa, consideramos que estamos avanzando en una línea bastante innovadora. La normativa actual establece que las medidas administrativas son las políticas, los planes y los programas. Nosotros vamos mucho más allá y proponemos que sean aquellos decretos o resoluciones de efectos generales que emitan los órganos de la administración del Estado.

En materia de los proyectos de inversión, proponemos que la Consulta indígena se haga a tra-vés del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental. Lo que proponemos es que la medida que se consulte de un proyecto de inversión sea la resolución de calificación ambiental y, por tanto, cuando existe un impacto ambiental significativo o una afectación directa a las comunidades indígenas, se haga un estudio de impacto ambiental y, con eso, hacer una Consulta indígena. Una vez que se hace la Consulta indígena se incorporan las observaciones y se dicta la resolución de calificación ambiental respectiva.

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Por último, se propone, por primera vez, un procedimiento de Consulta con cuatro etapas claras y establecidas: una etapa de planificación, en que el organismo responsable de la Consulta se sienta con los afectados o con los consultados a ponerse de acuerdo en cómo se va a hacer la Consulta, en el sentido de que no se puede realizar una Consulta unilateral si acordar cómo. Eso lo aprendimos el año pasado en la implementación de la Consulta indígena de institucionalidad, en la que efectivamente nos dimos cuenta de que era necesario reenfocar el proceso y comenzar desde un principio en acuerdo con las organizaciones indígenas. Después de la planificación, viene la etapa de información, en la que se entrega información de la medida; después viene una etapa de diálogo y consenso. Es decir, se acuerda cómo se va a hacer la Consulta, después se informa cuál es la medida y luego viene una tercera etapa de diálogo y de búsqueda de acuerdo, una etapa de diálogo y consenso. Finalmente, se llega a la etapa de retroalimentación, en la que se siste-matizan todas las observaciones y se genera la propuesta final de la medida que fue consultada.

Por otro lado, se propone que exista la posibilidad de que los Pueblos Indígenas tengan una vía formal adicional, o que no necesariamente tengan que ser los tribunales de justicia, a la que los Pueblos Indígenas puedan acercarse previamente cuando no estén conformes con que un organismo del Estado no esté llevando a cabo una Consulta. Por tanto, la idea es que los Pueblos Indígenas puedan acercarse a la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena a hacer ver esta situación, y que el Ministerio de Desarrollo Social deba responder formalmente si efectivamente el Ministerio responsable de una medida que no había pensado en consultar debe consultarla. Eso también es importante porque se canalizan inquietudes, temores o malestares de los dirigentes cuando ven que algunos de sus derechos están siendo atropellados. Lo otro es la pertinencia de la Consulta, o sea, de la asesoría que entrega CoNADI respecto de los procesos de Consulta.

Creo que es muy importante avanzar en el tema de la Consulta, ya lo han dicho los distintos expositores; también antes lo dijo Perú. Esperamos sentar las bases para una nueva relación entre los Pueblos Indígenas y el resto de la sociedad. El Convenio es una herramienta fundamental para establecer esta nueva relación.

Muchas gracias.

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Presentación Señor Marcial ColínConsejero Nacional, Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI)

En Chile se ha realizado ya una cantidad bastante considerable de consultas, todas con nula participación de los Pueblos Indígenas y, lo que es peor, con una crítica u opinión demasiado marginal de las organizaciones indígenas. Me refiero, por ejemplo, a consultas que se han he-cho en educación, en salud, el censo, el SEIA (Servicio de Evaluación de Impacto Ambiental), y ahora la actual Consulta CoNAF. Es bastante preocupante porque, en términos de discurso, las organizaciones, desde que se aprobó el Convenio 169, no ahora en 2008, sino que desde el año 1989 en adelante, han exigido la ratificación en Chile, por lo tanto, no debiera ser un tema tan novedoso o tan nuevo. En Chile las organizaciones indígenas, todos quienes participamos en organizaciones sabemos que en toda nuestra demanda, en declaraciones públicas, comunicados, etcétera, siempre se planteó la ratificación del Convenio 169 de la oIT.

La pregunta, y la duda también razonable, es que si se planteó con tanto énfasis en demandas o en la reivindicación como tal, por qué llegamos a esta fecha, además el Convenio 169 está ra-tificado en Chile desde 2008 y todavía estamos suponiendo o imaginando procesos o direcciones para el tema de la Consulta. Eso, desde el punto de vista de los Pueblos Indígenas, es preocupante, y nos sitúa en un contexto en el que conviene hacer algunas aclaraciones.

Primero, creo que si estuviéramos en las condiciones ideales para ejercer el derecho, no solo de la Consulta sino también de la participación, estaríamos los Pueblos Indígenas ya con nuestros autogobiernos conformados, tal como se reconoce el derecho en la Declaración de Naciones Unidas, la creación de los autogobiernos como una de las formas para ejercer el derecho a la libre determinación. Sin embargo, para ejercer la libre determinación se requiere también de una condición básica: la capacidad política y la capacidad de los Pueblos para autodeterminarnos, y eso nos lleva a una discusión interna de los Pueblos, no solo para plantearnos y exigir derechos, sino para ejercerlos, y también nos lleva a un tema de capacidad de formación, de búsqueda, de preparación para ejercer el autogobierno y no simplemente para hacer demandas y pasar eterna-mente en el plano de la eterna reivindicación. Frente a eso, entendemos algunos que la Consulta es un derecho, tan derecho como el derecho a la tierra, como otros derechos, porque, y yo creo que también así lo entendió en su momento una buena parte de Chile, al menos del ambiente político, cuando se opone a la ratificación del Convenio.

Quiero hacer una especie de historia, porque el Convenio no es actual, hay etapas. En Chile demoró mucho en ratificarse, pero eso no fue al azar, sino porque fue pensado desde el mundo político, porque habían dudas; una de ellas era qué significaba precisamente la Consulta, y cuando los parlamentarios del sector de la Alianza le preguntan al Tribunal Constitucional, y hacen su

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argumentación, es precisamente porque dicen que la Consulta va a llevar a los Pueblos Indígenas a plantear temas de soberanía y yo creo que sí, que la Consulta es soberanía indígena.

Cuando vinculamos la Consulta a la participación, estamos hablando de una participación no decorativa, sino de una participación que tiene que ver con la toma de decisiones. Pero ¿cómo tomamos decisiones, cómo enfrentamos el proceso de Consulta sabiendo la relación histórica, desde la instalación del Estado, desde la invasión, en el caso mapuche, a nuestras tierras? Ha sido una relación de dominación, de dominación territorial, política, de conocimientos. Entonces, cómo reaccionamos ahora para ejercer un derecho cuando en la práctica también hoy día somos producto de una doctrina de la colonización que ha tenido efectos dañinos y permanentes, no solo en el tema del dominio de la tierra o de la propiedad y de la posesión, sino también en cómo estamos pensando la relación.

Desde ese punto de vista, creo que conviene hacer aclaraciones, porque la imaginación dice, mira, aquí los Consejeros están imponiendo una forma de Consulta, tienen acuerdo, etcétera; ese es un efecto de la colonización. Se entiende además que la imaginación y el lenguaje van de la mano, o sea, tal vez hasta ahí llega nuestra imaginación para siempre suponer que alguien o una maquinaria enorme está ahí por detrás tratando de instalar marionetas; yo frente a eso quiero también hacer una diferencia, el Consejo actual es distinto al Consejo anterior. El actual se ha planteado que la Consulta es un derecho y que no enfrentarla, no exigirla, es un error estratégico, porque la inversión o la acción del Estado no se detiene porque nosotros tenemos tiempos, vincu-lados a nuestra cosmovisión, porque tenemos una forma de entender distinto, eso no se detiene, al contrario, y si hoy estamos en una situación de cierto privilegio para hablar de la Consulta es porque se han judicializado muchos temas relacionados con la inversión. o sea, el Poder Judicial, de alguna u otra manera, ha ido considerando al Convenio 169.

La gran empresa está preocupada, las señales que se han dado en el país han sido señales de presión para ver cómo se regula, cómo se norma esto que llega de repente y que se llama Con-venio 169 y que nadie sabe cómo implementar. Y aquí también hay que ser claro, el Estado, a través de sus gobiernos, ha intentado hacer consultas, pero como no saben el procedimiento para hacerlas, dicho sea de paso, también por su visión paternalista, terminan cayendo en encuestas, en preguntas. Los talleres, por ejemplo, del SEIA fueron, mire, algo le vamos a conceder a los Pueblos Indígenas y, como le estamos concediendo, yo creo que están de acuerdo, y la mayoría de los dirigentes que participa al final termina diciendo sí, estamos de acuerdo. Pero eso no es una Consulta, ni siquiera es informada; en un taller de una hora no puede haber información, en un taller de una hora se está rompiendo el tema del consentimiento, el tema del principio de que la Consulta debe ser previa, libre e informada, y entendiendo también que el consentimiento es una facultad indígena, un poder indígena para tomar decisiones y a lo mejor para autorizar, o por qué autorizar, también uno mismo puede hacer explotación de sus propios recursos naturales, o sea, ¿por qué siempre tiene que ser otro? En esa línea, en el contexto actual tenemos la reclamación, la judicialización; se está estableciendo alguna jurisprudencia. No solo el Poder Judicial ha con-siderado el Convenio 169, sino también la Contraloría General de la República el año 2010, que usando o recurriendo al Convenio 169, reconoce nuestros emblemas, nuestras banderas, nuestros símbolos. Eso es importante para quienes consideramos que nuestros Pueblos deben tener su reconocimiento, como la bandera por ejemplo, porque ese derecho, ese ejercicio, lo hacen solo los Pueblos que tienen personalidad histórica propia.

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Una duda es cómo se reglamenta, cuál es la vía. Si usted le pregunta a diez abogados, tienen diez opiniones distintas; si le pregunta a cien dirigentes, tienen cien opiniones distintas. Es decir, no es solo un problema de los Pueblos Indígenas, también es un problema del otro, de cómo se está entendiendo. Algunos caen también en recetas, tiene que ser ley, tiene que ser reglamento, esto es mejor que otro, etcétera, y nosotros mismos a veces también caemos en que sea ley o que sea decreto. Pero el pueblo mapuche no ha conocido solo los decretos y solo las leyes, nosotros también hicimos, nuestros antepasados hicieron, tratados internacionales, verdaderos Parlamentos, por lo tanto, hay otras formas también de entender, no solo un decreto o una ley. ¿Qué pasa con instalar o construir acuerdos constructivos, pactos entre Pueblos? También podrían ser soluciones o vías, no solamente restringir la relación a una norma o restringir la Consulta o la participación o el derecho a una ley.

En el tema actual, desde el Consejo de la CoNADI planteamos que queríamos enfrentar la Consulta, pero tuvimos dificultades. Justo en el momento en que asumió este nuevo Consejo se había lanzado desde el Gobierno la preconsulta, que estaba difundida en las páginas insti-tucionales, pero otra vez era una preconsulta sin ponerse de acuerdo. Entonces los Consejeros actuales dijimos no, no puede ser. Primero hablemos un poquito más de lo que es el Convenio, de los alcances políticos, de la implicancia política del Convenio, de su implicancia jurídica, de su naturaleza, de cómo nos vamos a juntar, de qué es lo que vamos a hacer y qué es lo que vamos a proponer. Por un lado, para muchos dirigentes el Consejo está deslegitimado, muchas organi-zaciones dicen que el Consejo no representa a nadie, etcétera. El problema es que ahí también veo contradicciones, porque si no representa a nadie yo no sé por qué todas las organizaciones presentan candidatos al Consejo de la CoNADI, o sea, porque se pierde no se reconoce. Si los dirigentes sacan la cuenta, en Chile las únicas organizaciones que yo conozco que no han pre-sentado candidato son la CAM (Coordinadora Arauco-Malleco) y el Consejo de Todas las Tierras; todas las otras organizaciones presentan sus candidatos. Por lo tanto, sí tiene cierta represen-tación, aunque estamos conscientes de que es limitadísima, porque ni siquiera es una elección directa. El mismo Relator en su informe, cuando habla de cómo se debe aplicar la Consulta en Chile, reconoce que el Consejo de la CoNADI puede ser un buen punto focal para iniciar diálogos y fomentar la información y abrir espacios para que participen no solo las organizaciones que se han constituido al amparo de la Ley 19.253, sino también las que son propias o tradicionales de los Pueblos Indígenas, que también ahí está claro que tienen su grado de representatividad. De alguna manera, todos somos representativos y yo no veo que haya una más representativa que la otra, todos somos representativos en el ámbito en el que nos toca trabajar, o en el ámbito al que representamos. Frente a eso, sí es válido fomentar, desde lo que está construido, una Con-sulta, que es la Consulta de la Consulta, para que todas las otras modificaciones que implica el Convenio 169 puedan figurar en una Carta, para que haya alguna regla del juego clara, porque no se limita el Convenio a la Consulta de la Consulta, el Convenio es ley en sí mismo, pero además, al aplicarlo o al implementarlo, tiene que modificar necesariamente otras leyes sectoriales que sí tienen relación o que afectan los derechos de nuestros Pueblos y de nuestros territorios.

Por eso es preocupante no avanzar y si, en este momento, sabiendo que los Pueblos Indíge-nas somos los titulares de derechos, y que el Estado es el titular de deber, aquí hay dos partes, no podría haber empresa entremedio, es el Estado y los Pueblos Indígenas. El Estado tiene el deber de consultar porque además comprometió, al ratificar el Convenio 169, sus acuerdos in-ternacionales, y nosotros, al no decidir o al no enfrentar la Consulta, comprometemos nuestra

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capacidad para entender nuestros derechos. Es así de simple. Es peligroso no tener una visión de pueblo, no enfrentar esto, porque si bien es cierto los procesos son lentos, y comparto de alguna manera el diagrama que ha presentado el Gobierno, los tiempos tendrán que determinarlos las circunstancias de cada pueblo, al igual que las formas en que quiera aplicar esta Consulta, pero como no tenemos un mecanismo no sé si sea fácil. o sea, si no han aportado los expertos en la construcción de estos mecanismos, menos pueden aportar nuestras organizaciones sabiendo la enorme brecha en cuanto al manejo de información, en cuanto a la asesoría, en cuanto a los recursos económicos para desarrollar y desenvolverse internamente, proyectando el tema de las organizaciones, que además son las que hablan y han reclamado derechos.

El Convenio no tiene que ver solamente con la Consulta como derecho, sino que también debe fomentar la creación de nueva institucionalidad. Si el Estado dice mira, cómo lo hacemos, tiene que transformarse, el Estado tiene que crear institucionalidad.

En la construcción de este Estado ni siquiera han participado los chilenos, por lo tanto, hay que apuntar un poco más allá. En la definición de este Estado no participó la sociedad chilena, participó una elite. Chile requiere, no solo los indígenas, tener una relación distinta con el Estado.

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Presentación José AylwinVicepresidente de Red Acción. Codirector del Observatorio Ciudadano

Agradezco la invitación a los organizadores y saludo a todos quienes están aquí presentes, particularmente a quienes vienen de fuera del país a compartir sus experiencias y visiones.

Junto con Pedro Marimán participamos del observatorio Ciudadano, un organismo de Derechos Humanos que tiene como una de sus líneas de acción central el monitoreo y la promoción de los derechos de los Pueblos Indígenas. En esa línea de acción, el monitoreo y la implementación del 169 son prioritarias. Los temas que nos convocan son participación y Consulta. Yo me voy a referir a Consulta y Pedro al derecho de participación.

A tres años de la ratificación del 169, los avances en materia de Consulta son menores, y todavía se presentan grandes desafíos para su implementación..

Analizaré, fundamentalmente, cómo los órganos del Estado han dado cumplimiento a lo que ha sido entendido como un derecho, pero también como un deber de sus órganos. Se trata en el caso chileno de un deber que tiene una fundamentación constitucional. En efecto, a pesar de que nuestra Constitución Política data de 1980, de la dictadura, y de que en ella se establecen muchas de las limitaciones a la profundización democrática del país, en virtud de su reforma el año 1989, esta reconoció el deber de los órganos del Estado de respetar y de promover los dere-chos humanos, reconocidos en tratados internacionales ratificados por Chile, como es el caso del Convenio 169. Para un análisis de la implementación de este Convenio me referiré primeramente al Tribunal Constitucional. Lamentablemente, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional en Chile dista mucho de aquella que ha generado, por ejemplo, la Corte Constitucional de Colombia. Ello no es un hecho casual, sino resultante de las limitaciones democráticas impuestas por la Constitución de 1980 antes referida.

En dos ocasiones el Tribunal Constitucional chileno se pronunció sobre el 169: el año 2000, a requerimiento de diputados de la actual coalición de Gobierno, y el año 2008, producto del control de constitucionalidad a que son objeto las leyes. En sus fallos en la materia este tribunal declaró que el Convenio era constitucional, tanto en su forma como en su fondo, y que la Consulta era autoejecutable. También señaló claramente que la Consulta se aplica no solo al Ejecutivo, sino que se aplica también al legislativo, y que si bien este no modificaba la Constitución, sí modificaba la Ley orgánica del Congreso Nacional, en términos de que modificaba la tramitación de las leyes. También estableció que la Consulta era diferente de otros mecanismos de participación existen-tes en la legislación vigente. Ese es el marco sobre el cual se estableció la constitucionalidad del 169 y, específicamente, la autoejecutabilidad de la Consulta por el Tribunal Constitucional.

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El otro órgano del Estado que ha intervenido en relación al 169 es el Ejecutivo. La primera actuación del ejecutivo luego de la ratificación de este Convenio fue la dictación por el gobierno de Bachelet del Decreto 124 en septiembre de 2009, Decreto que todavía sigue siendo aplicado por el gobierno para la reglamentación del ejercicio de este derecho y deber. En la forma, el cues-tionamiento de ese Decreto tiene que ver con la ausencia de Consulta previa a su aprobación. En el fondo, se cuestiona que este Decreto no reglamenta el artículo 6 del Convenio 169, sino la antigua Ley 19.253 del año 1993, que en su artículo 34 establece el deber de los servicios del Estado de escuchar y considerar la opinión, de las organizaciones indígenas legalmente recono-cidas, cuando adopten medidas que les conciernen. El Decreto 124, además, tiene un concepto de afectación limitado a la tierra, a las áreas de desarrollo indígena, o a las comunidades y asociaciones, pero excluye de su aplicación las medidas adoptadas por órganos autónomos del Estado, como los municipios o las empresas públicas. Cabe señalar que la principal empresa de este país es una empresa pública, Codelco (Corporación Nacional del Cobre), empresa minera que tiene impacto enorme sobre Pueblos Indígenas, y cuyas medidas administrativas, de acuerdo a este Decreto, no se rigen por este. El mismo Decreto, además, tratándose de proyectos de inver-sión remite la reglamentación de la Consulta a las leyes sectoriales, fundamentalmente las leyes sobre medioambiente y sobre recursos naturales. Se trata de una limitación grave, por cuanto los procesos de expansión de la economía global en Chile, expresados en proyectos de inversión extractivos o productiva, tal como se señalaba en el caso de Colombia, se sobreponen de ma-nera muy nítida a los territorios de los Pueblos Indígenas. La economía exportadora de Chile se sustenta en la extracción de recursos naturales y esos recursos naturales se encuentran casi en su totalidad en los territorios de los Pueblos andinos en el norte y del pueblo mapuche en el sur.

Ante el cuestionamiento de que este Decreto fue objeto por los Pueblos Indígenas, el Gobierno actual impulsó, en marzo de 2011, procesos de Consulta con Pueblos Indígenas en relación a cinco iniciativas de reforma constitucional, legal y reglamentaria, proceso que después decidió suspender, para concentrarse en la Consulta relativa a la forma de realizar la Consulta, sobre la cual se ha hablado acá. Junto a ello, es importante señalar que en mayo de 2012, el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad aprobó un reglamento sobre el proceso de participación ciu-dadana y de participación indígena en los procesos de evaluación de impacto ambiental, cuya Consulta fue también impugnada por organizaciones indígenas, varias de las cuales se encuentran aquí presentes. Cabe señalar que esta reglamentación, no reconoce los estándares del Convenio 169, ni la consulta que establece tiene por objetivo el llegar al consentimiento de los Pueblos Indígenas. A ello se agrega el hecho que el Ejecutivo también ha presentado, durante todo este período, en una serie de proyectos legislativos ante el Congreso Nacional, sin haber desarrollado en estos casos previamente procesos de Consulta, a pesar de que la oIT ha sido clara en señalar que la obligación de la Consulta, el deber de Consulta, compete fundamentalmente al Gobierno y también, complementariamente, al Poder Legislativo.

En cuanto al Legislativo, este acordó en diciembre de 2011 , en un proceso de diálogo con or-ganizaciones de Pueblos Indígenas, la constitución de una comisión bicameral para desarrollar procesos de Consulta. Este acuerdo, sin embargo, hasta la fecha no ha sido implementado por cuanto dicha comisión bicameral no ha establecido un procedimiento de Consulta de las medidas legislativas que afectan a Pueblos Indígenas. Ello, no obstante, existen a la fecha, en tramitación, importantísimos proyectos relacionados con recursos naturales y que tienen un impacto muy profundo en Pueblos Indígenas. La excepción a esta tendencia del Poder Ejecutivo y del Legislativo

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en relación al deber de consulta ha sido el Poder Judicial, el que a través de un proceso gradual, producto de la insistencia de las organizaciones de Pueblos Indígenas, ha comenzado a hacer uso de recursos constitucionales para impugnar medidas administrativas aprobadas sin procesos de Consulta adecuados de conformidad con el 169. Nosotros hemos registrado quince casos en que los Pueblos Indígenas han recurrido a las Cortes para impugnar medidas administrativas adoptadas sin Consulta. En seis de ellos las Cortes han desechado los reclamos indígenas, en tanto que en otros seis casos los reclamos indígenas han sido acogidos. A la fecha existen tres casos que aún se encuentran en tramitación. En los primeros fallos de las Cortes, los que emana-ron tanto de la Corte de Apelaciones como de la Corte Suprema, fueron categóricos en rechazar las impugnaciones indígenas argumentando que el procedimiento de participación ciudadana de la legislación ambiental cumplía con los requisitos de la Consulta del Convenio 169, lo que contradecía claramente el fallo del Tribunal Constitucional, que decía que no tenía las mismas características que otros procedimientos de participación de otras leyes vigentes. Sin embargo, gradualmente, a partir del año 2011, primero las Cortes de Apelaciones, después la Corte Su-prema, empezaron a reconocer en sus fallos que la participación ciudadana de los estudios de impacto ambiental no cumplía con las condiciones de la Consulta del Convenio 169. Tales fallos recayeron primero, en algunos medidas administrativas que autorizaban proyectos de inversión menores, como plantas de residuos, o proyectos de planes reguladores que afectaban a Pueblos Indígenas y, más recientemente, en una medida administrativa de la autoridad ambiental que autorizaba un proyecto minero de 2,5 billones de dólares, el proyecto El Morro, que afecta al Pueblo Diaguita de Huasco Alto. En este último fallo, emanado de la Corte Suprema, esta anuló la resolución de calificación ambiental que aprobó este proyecto. Junto a ello la Corte Suprema en su fallo dispuso el derecho de los Pueblos Indígenas a participar en los beneficios de este tipo de iniciativas proyecto, y el derecho de las minorías étnicas, establecido en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, a definir las propias prioridades en materia de desarrollo. Vale decir que la Corte Suprema está yendo más allá del derecho de Consulta del 169. Cabe señalar que esta sentencia motivó la reacción de los poderes económicos, los que ven en el 169 una amenaza a sus intereses. Ello permite entender las estrategias impulsadas por el Gobierno en la materia, las que han incluido el proceso de Consulta del que acá se nos da cuenta, con todas las limitaciones que ha tenido, y por otro lado, un proceso tendente a apurar una reglamentación del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, ya que este es el que regula los proyectos de inversión extractivos que sustentan la economía del país.

Quisiera concluir señalando que, de acuerdo al análisis aquí efectuado, los órganos del Estado de Chile han, mayoritariamente, incumplido el deber de Consulta establecido en el Convenio 169, así como el mandato constitucional de respetar y de promover los Derechos Humanos re-conocidos en tratados internacionales. Ello a excepción de los tribunales de justicia en los fallos antes referidos. No es una casualidad entonces que esta haya sido una de las materias que mayor preocupación han concitado en los órganos de Derechos Humanos del Sistema de la oNU en las examinaciones que el Estado chileno ha sido objeto

Los desafíos que se plantean en esta materia para los actores involucrados en este ámbito son enormes: El mayor desafío para el Estado es la coherencia, ya que no puede ser que, por un lado, este desarrolle una estrategia tendiente a elaborar participativamente un proceso de Consulta y, por otro, apruebe un Reglamento como el del Sistema de Evaluación Ambiental, sin participación y consulta a los Pueblos Indígenas. Para los Pueblos Indígenas hay también importantes desafíos,

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toda vez que se requiere de un proceso interno tendiente a adoptar sus decisiones en la materia. La experiencia de la oNIC (organización Nacional Indígena de Colombia) o de las federaciones de Pueblos Indígenas en Perú, demuestran que estas organizaciones fueron fundamentales en la aprobación de la Ley de Consulta en el caso de Perú, o en los fallos de la Corte Constitucional de Colombia, que va más allá de la Consulta, para reconocer el derecho de los Pueblos Indígenas al consentimiento libre, previo e informado frente a decisiones que afectan sus tierras y territorios.

Muchas gracias.

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Presentación Pedro Marimán Coordinador del Programa de Derechos Indígenas, Observatorio Ciudadano

Buenas tardes a todos y a todas. Agradezco la invitación y que los organizadores hayan acep-tado la fórmula que propuso José, en el sentido de poder repartir los temas que vamos a abordar de consulta y participación. Agradezco fundamentalmente porque yo- además de trabajar en el observatorio Ciudadano- también pertenezco a un proyecto de creación de un Partido Político Mapuche, el cual estamos impulsando hace ya seis años. En este camino ha habido una serie de obstáculos para poder materializarlo, y en gran medida se debe a una situación general que voy a tratar de explicar en estos cinco minutos. Además, voy a referirme, específicamente, al caso mapuche que, naturalmente, conozco más de cerca.

Lo primero, señalar que los pueblos indígenas en Chile, un país de 17 millones de habitantes, somos, aproximadamente, un millón cien mil según los datos de la última encuesta Casen, que se hacen periódicamente. Eso significa, que alcanzamos una proporción del 7% de la población total. Una minoría nacional importante, con una población mayor que varios países indepen-dientes, sin embargo, no tenemos representación ninguna en el Congreso de la República, cero representantes y esto a contar desde el retorno a la democracia en 1990. En los Consejos regio-nales, en las regiones que constituyen nuestros territorios históricos, ningún consejero. Salvo en la región de la Araucanía donde existe un Consejero mapuche nominado por el Partido Político chileno al cual pertenece.

En las tres regiones constitutivas del Wallmapu o país histórico mapuche no existen consejeros regionales. Y a nivel municipal, en la región de la Araucanía, de 32 Municipios sólo tenemos 2 alcaldes electos y la décima parte de los concejales municipales de la región, en circunstancias que constituimos el 25% de la población regional. La representación que logramos es minoritaria y está bajo de nuestro nivel de población.

Hay que señalar que esta es una situación propia de lo que en su momento se llamó “Transición a la democracia” o “democracia pactada”, que aún no termina un proceso ya de 20 años. Antes del Golpe Militar de 1973, el Sistema Electoral proporcional que existía en el país, permitió que por lo menos en 9 elecciones de diputados lográramos obtener victoria, y contáramos con 7 di-putados, 2 de los cuales fueron electos en periodos consecutivos. También, existió la posibilidad de contar con numerosos Regidores Municipales, todo esto en el período anterior al Golpe Militar.

Desde el retorno a la democracia, rige un sistema de elección por una fórmula electoral bino-minal. Las posibilidades de triunfar en las elecciones, sobre todo parlamentarias, ha sido nula. Y ello obliga a constatar que el sistema electoral, como tal, constituye en uno de los obstáculos que tenemos para lograr una representación política y, por lo tanto, el derecho de participación.

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El otro elemento que también se constituye en un obstáculo serio es la Ley de Partidos Políticos. Esta Ley exige que para conformar entidades de ese tipo, que son las únicas que pueden participar en la vida política nacional, se constituya a lo menos tres regiones contiguas. Esto en función de que la Ley de Partidos Políticos privilegia la constitución de partidos nacionales e impide la creación de partidos de carácter regional.

Las reformas que se han presentado, la última de ellas en el año 2006 en la administración de la Presidenta Bachelet con reformas políticas orientadas a cambiar el Sistema Electoral, el sistema de partidos iba en contra del estándar internacional en materia de derechos de partici-pación política de los Pueblos Indígenas, puesto que tendía a reforzar la noción de los partidos políticos de nivel nacional, y como se expresaba en el mismo proyecto, desincentivar la creación de partidos locales, regionales y monotemáticos, es decir, eso coincide con la época más o me-nos en que nosotros tratábamos de impulsar la creación del Partido mapuche, lo que nos dejaba prácticamente sin ninguna posibilidad, según las reglas del juego, porque queríamos constituir un partido que privilegiara, principalmente, las demandas de nuestro pueblo y bajo un régimen de autonomía territorial, son los objetivos del partido. Entonces éramos monotemáticos y pre-tendíamos, además, crear un partido que tuviese incidencia particularmente en nuestra región del Wallmapu.

Señalar también que han existido propuestas de participación política que son incluso anteriores a la ratificación del Convenio 169 de la oIT y la suscripción de la Declaración de Naciones Unidas sobre el Derecho de los Pueblos Indígenas y que entregan obligaciones y directrices al Estado para resolver el tema de nuestra participación y, explícitamente, también lo que se refiere a nuestra participación política. Estas propuestas han estado y han venido tanto de parlamentarios como de los Gobiernos, y expresados también en la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato que se creó durante el Gobierno del Presidente Lagos. Ellas proponían una fórmula por medio de la cual los Pueblos Indígenas pudiésemos tener una representación parlamentaria por vía de escaño re-servado. Esto considerando, también, la creación de un registro electoral especial, de adscripción voluntaria, que permitiese entonces que nosotros pudiésemos votar por candidatos inscritos en este registro para hacer representar entonces indígenas en el parlamento.

Sobre esta materia, también durante la administración de la Presidenta Bachelet, el año 2009, se realizó una consulta nacional. Los defectos de esa consulta; hicieron que solamente un 10% de las 5.700 y tantas invitaciones a participar a comunidades, fueran respondidas. Alrededor de 500 comunidades expresaron un tipo de respuesta; no completa al formulario. Las que respondieron lo hicieron mayoritariamente en el sentido de apoyar una propuesta, que fuese en el sentido que tuviésemos representantes en el Congreso por vía de los escaños reservados. Desafortunadamente esa propuesta nunca se transformó en un Proyecto de Ley, y finalmente la actual administración convocó una gran consulta nacional sobre institucionalidad indígena y tomó los mismos temas que habían sido consultados por la administración de la Presidenta Bachelet, los vuelve a pre-guntar, a consultar, con exclusión del tema de participación política, cuestión que no tenemos explicación para ello. El punto es que el sistema se perpetúa.

Quiero señalar que en materia de estándar internacional, me referí a los derechos de partici-pación política de los Pueblos Indígenas, que se declararon en el Convenio, en la Declaración de Naciones Unidas y también a un Fallo de la Corte Interamericana del año 2005. En ellas, se expresa

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que los Gobiernos tienen la obligación de tomar medidas en sentido de, por una parte, eliminar los obstáculos jurídicos o administrativos que impiden o limitan severamente esa participación, y en otro término, también aplicar medidas especiales que puedan fomentar esa participación y hacerla posible. Desafortunadamente ninguna de esas dos medidas ha sido aplicada hasta el momento por los gobiernos chilenos.

Finalmente, señalar también que el mismo Fallo de la Corte Interamericana expresa que los Pueblos Indígenas- en virtud de una lectura del Artículo 93 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos- tienen derecho a participar políticamente con sus propias organizaciones representativas, sin estar forzados por lo tanto a crear partidos políticos como ocurre en el país actualmente, y es lo que hemos estado tratando de hacer en este proyecto de Partido Político Mapuche.

Para terminar, solamente señalar que existe una oportunidad para que estas medidas especiales y la eliminación de obstáculos puedan materializarse y propiciar la participación de nuestros pueblos fundamentalmente en las regiones que constituyen nuestros territorios, y es el hecho de que la semana pasada la Cámara de Diputados acordó legislar sobre la elección de consejeros regionales. Esto a partir de un proyecto que presentó la actual administración en septiembre del año pasado. Desafortunadamente el proyecto no contempla ninguna medida especial, y en el caso de la región de la Araucanía incluso contempla a la población mapuche como minoría al crear una circunscripción en la cual algunos municipios- que tienen una alta población mapuche- son incluidos junto con la ciudad de Temuco, que es la capital regional y que tiene prácticamente el tercio de la población. El proyecto, por lo tanto, no cumple los estándares estipulados en los instrumentos internacionales, pero ojalá tengamos la posibilidad de poder incidir en él, y ojalá se ocupe en este caso también un mecanismo de consulta que nos permita conocer esas iniciativas, entregar nuestra opinión y si es el caso el consentimiento para que aquello se lleve adelante.

Muchas gracias

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Rol de la defensoría de derechos en asuntos indígenas

Panel

El cuarto panel titulado “Rol de Defensoría de Derechos en asuntos

Indígenas”, tenía como objetivo generar un espacio en que se pudiese

profundizar en el rol de la Defensoría de Derechos en Asuntos Indígenas

u homólogos en cada país, sobre todo en los aportes de las instituciones

sobre la historia y las razones de su nacimiento, sus funciones y formas de

organización, las acciones más importantes desarrolladas, el plan de acción

actual, y la agenda y retos a futuro.

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Rol de la defensoría de derechos en asuntos indígenas

En ESTE PanEl PaRTICIPaROn laS SIguIEnTES PERSOnaS:

. Señor Horacio guerrero garcía. Defensor delegado para los indígenas y las minorías étnicas, Defensoría del Pueblo de Colombia.

. Señora alicia abanto. Adjunta para el Medio Ambiente, Servicios Públicos y Pueblos Indígenas, Defensoría del Pueblo de Perú.

. Señora lorena fríes Monleón. Directora Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH).

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Presentación Señor Horacio GuerreroDefensor delegado para los indígenas y las minorías étnicas, Defensoría del Pueblo de Colombia

Buen día para todos y todas.

Me siento muy privilegiado de estar aquí en medio de tres damas. Creo que es un honor inme-recido, muchas gracias. Igual, agradecerles mucho a la Fundación Ford, al Gobierno de Chile y al PNUD por habernos invitado, en especial por invitar a la Defensoría del Pueblo de Colombia a que en estos quince minutos les contemos un poco qué somos, qué hacemos y hacia dónde vamos como entidad pública del Ministerio Público, valga la redundancia.

Yo traje una presentación, pero preferí poner estas fotos, que significan un poco lo que pasa con los Pueblos Indígenas de Colombia. Esto corresponde a la marcha indígena del departamento del Cauca de hace dos semanas. Acá está el Consejero Mayor, el padre Jesús Chávez. La organi-zación del Consejo Regional Indígena del Cauca, creo que es la más antigua de América Latina, cumplió ya cuarenta años, y es una de las organizaciones más fuertes; allí nació la organización Nacional Indígena de Colombia.

Como no están mis paisanos tanto del Gobierno como de las organizaciones y universida-des, creo que voy a hablar con mayor libertad. Un saludo especial a algunos amigos chilenos y de otras partes que nos conocemos y que hemos transitado por este tema de los derechos. Alicia, nos conocemos también, hemos trabajado juntos. Dice Eduardo Galeano que somos lo que hacemos, y sobre todo lo que hacemos para cambiar lo que somos. En mi caso, ante todo soy defensor de derechos, no soy un funcionario público típico del Estado colombiano, sino un hombre que defiende derechos y trabaja por la causa de los Pueblos. Ahora en este paso por la Defensoría del Pueblo para asuntos étnicos. Esa Defensoría no solo atiende los temas de derechos colectivos, integrales y fundamentales de los Pueblos Indígenas, sino también los sujetos de derechos étnicos de Colombia, que son las comunidades negras, paisales, palen-queras, afrocolombianas y, en los últimos tiempos, los gitanos o el pueblo rom. El pueblo rom en Colombia también es sujeto de derechos, y como los demás grupos étnicos, también ha sufrido los horrores de la guerra y ha tenido graves afectaciones, como las que han planteado aquí mis colegas de Colombia.

Nos invitaron a que les contemos en quince minutos, que es una forma muy resumida, lo que hacemos desde la Defensoría del Pueblo en esta dependencia, y un poco hacia dónde vamos, cuál es la agenda, teniendo en cuenta que hace dos días se eligió al nuevo Defensor del Pueblo en Colombia. El anterior Defensor llevaba diez años, es decir, dos períodos en el cargo. Ahora comienza una nueva etapa.

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La Defensoría del Pueblo de Colombia es la entidad encargada de buscar que se impulse la efectividad de los derechos humanos en el Estado social de los derechos de Colombia. En la nueva Constitución colombiana pasamos de un Estado de derecho a un Estado social de derecho. Es en ese contexto donde se creó la Defensoría del Pueblo, que acaba de cumplir veinte años. Lo que hace la Defensoría tiene que ver con la promoción y la divulgación de los derechos, la pre-vención y protección de la defensa de los derechos humanos, y el fomento al respeto al derecho internacional humanitario.

Colombia es un Estado que está en conflicto armado. Lo reconoció inicialmente la Corte Constitucional. Tenemos una de las Cortes Constitucionales más avanzadas en estos estados latinoamericanos. Incluso, en el 2004, frente al tema de la protección de los derechos de los grupos étnicos, en especial de los Pueblos Indígenas, la Corte dijo que en Colombia había un es-tado de cosas inconstitucionales frente a los derechos de los grupos étnicos y que eran los más afectados de manera desproporcionada. Lo dijo la Corte por el conflicto armado interno que vive el país. Por lo tanto, nosotros nos moveremos en medio de este escenario de conflicto armado.

Junto con el representante de la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los derechos humanos en Colombia, quedamos atrapados mientras estábamos en una misión de verificación, y ni el ejército colombiano ni la guerrilla quería parar sus acciones bélicas; una per-sona de la guardia indígena fría y otras personas indígenas fueron muertas. Ese es más o menos el escenario, el terreno donde nos movemos buscando la protección de los derechos humanos; ¿por qué se crea una Brigada de los Asuntos Étnicos en la Defensoría del Pueblo? Porque son, lo contempló la Corte Constitucional, sujetos de especial protección. Son una población minorita-ria, que corresponde al 10% más o menos, sumados los indígenas y las comunidades negras. En Colombia hay sujetos de derechos que son comunidades negras que se reconocen como tales, y no es peyorativo ni es ningún tipo de discriminación, sino que es una forma de denominación; también están los afrocolombianos. La diferencia es que los unos son rurales y los otros viven en las ciudades, y hay derechos diferenciados para estos tipos de población.

Esta delegación depende directamente del despacho del Defensor del Pueblo y se encarga de dirigir la política de protección de los derechos fundamentales, de los derechos colectivos y de los derechos individuales de las personas pertenecientes a los grupos étnicos. De igual manera, nosotros coordinamos toda la acción defensorial, tanto en dependencias especializadas a nivel central de la entidad como en la Defensoría regional. La Defensoría del Pueblo cuenta con una Defensoría regional en cada uno de los departamentos del país y unos programas descentralizados, a través de una figura muy importante, que incluso es apoyada por el ACNUR y por el PNUD: los defensores comunitarios, profesionales de las áreas sociales y jurídicas que viven directamente con las comunidades, y muchos de ellos sufren las mismas vulneraciones que sufren las comuni-dades étnicas. Son los encargados de abrir la puerta a la gestión defensorial in situ para buscar la protección efectiva, porque la mayoría de la población rural está en situación de desplazamiento; hay un 10% de la población colombiana que es víctima directa del conflicto armado. Y la gran mayoría de estas víctimas pertenecen a los grupos étnicos, y la gran mayoría de esta pertenece a los Pueblos Indígenas; esos son los sujetos de derechos con los que nosotros trabajamos.

De igual manera, nos encargamos de hacer la interlocución en el tema de derechos humanos, y un canal de comunicación entre los Pueblos Indígenas, el Estado colombiano y las diferentes

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entidades. En muchos lugares, la relación entre las autoridades indígenas, por ejemplo con la fuerza pública, es directa, se hace a través de la Defensoría. Nosotros somos el canal de comunicación por las graves afectaciones del conflicto. No hay relación directa entre las autoridades con las fuerzas militares porque gran parte de los que violan los derechos humanos en Colombia son los efectivos de las fuerzas militares, sobre todo tomando a las mujeres y niños como instrumentos de guerra. La degradación del conflicto armado en Colombia ha llegado a un punto tan difícil que incluso la comunicación entre las personas de las entidades públicas con las autoridades indígenas se ha roto y se hace a través de la Defensoría del Pueblo.

¿Qué funciones constitucionales desarrollamos? La primera, adelantar procesos de formación, de capacitación tanto a servidores públicos como a las organizaciones de los grupos étnicos y a los ciudadanos comunes y corrientes. Gran parte de lo que hacemos son procesos de formación, de divulgación de derechos y de capacitación para que el conjunto de los servidores públicos del Estado entiendan que hay unos derechos diferenciados de esta población, que estos derechos deben ser efectivos y que se deben garantizar.

También hacemos un trabajo muy fuerte con las Fuerzas Armadas en el sentido de que ellos conozcan los derechos de los Pueblos Indígenas, de los grupos étnicos, el derecho internacional humanitario y cuando vayan a realizar sus acciones los tengan en cuenta. Sin embargo, por más esfuerzos que hagamos, a la hora de desarrollar acciones en los lugares sagrados de los Pueblos Indígenas, no las coordinan con las autoridades indígenas. Muchas de las actividades de tipo militar se plantean que son estratégicas para el país, por lo tanto, no se respetan ni los derechos humanos de los Pueblos Indígenas ni el derecho internacional humanitario.

De igual manera, nosotros incidimos en la formulación de las políticas públicas. Ayer se decía que había políticas públicas en Colombia. Nosotros hemos dicho desde la Defensoría que no existe política pública para Pueblos Indígenas en Colombia; lo que existen son normas y derechos establecidos. Incluso, normas de tipo constitucional y jurisprudencia de la Corte. Una sentencia muy importante fue sobre la afectación del desplazamiento de los grupos étnicos; cuatro años después de haber pedido esta sentencia, aún no se ha podido ver el material de los derechos de los Pueblos Indígenas en el caso de dos órdenes, que es un programa nacional de garantía de de-rechos para los Pueblos Indígenas afectados por el desplazamiento y unos planes de salvaguarda para los Pueblos Indígenas, que es una cuestión nueva. En ningún otro lugar donde hay población indígena se habla de planes de salvaguarda étnica de Pueblos Indígenas por las graves afectacio-nes del conflicto armado, o por la desprotección del Estado. Por lo tanto, desde la perspectiva de lo que considera la Defensoría del Pueblo, en Colombia no existen políticas públicas, porque las políticas deben ser concertadas con los sujetos de derecho. Si no son concertadas con los sujetos de derecho son letra muerta y son derechos simplemente establecidos, mas no políticas públicas.

Nosotros somos los encargados de verificar la situación de derechos humanos de los grupos étnicos, y allí tenemos muchas dificultades, porque no actuamos al amparo de la fuerza pública, sino como organismo humanitario. Entramos de manera independiente, a veces con misiones con Naciones Unidas, con los diferentes organismos de Naciones Unidas o con oNG de derechos humanos, pero tenemos graves dificultades. Por un lado, está toda la gestión que hay que hacer frente a las guarniciones militares para entrar a los territorios y luego, cuando encontramos personas pertenecientes a grupos tanto de izquierda como de derecha, grupos paramilitares o

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grupos como guerrilla. Hay puntos controlados en sus diferentes partes por los actores armados y necesariamente hay que hablar con ellos para entrar a los territorios.

Gran parte de la población indígena en Colombia está confinada. Por su parte, el Consejo Re-gional, al que pertenece quien va a tomar la palabra más adelante, el Consejero del CRI, tomó la decisión de que no haya actores armados en sus territorios. Ni fuerza militar, ni guerrilla, ni paramilitares. A todos los sacaron, y al tomar esa decisión de autonomía y jurisdicción propia surgen todos los problemas que en estos momentos enfrentan cuando se dice “ni ejército, ni gue-rrilla, ni paramilitar”. Aparecen en los territorios porque somos autónomos como autoridad. Como Defensoría acompañamos este proceso buscando que no se vulneren más los derechos humanos.

De igual manera, somos el área de la Defensoría encargada de la atención especializada a estos sujetos de especial protección. Tenemos protocolos especiales para cuando llega un indígena, una persona perteneciente a comunidades negras o perteneciente al pueblo gitano para que se dé una atención de tipo diferencial.

¿Qué acciones hemos desarrollado? Como Defensoría del Pueblo participamos en todos los escenarios de concertación, en este caso de los Pueblos Indígenas con el Estado colombiano, y hay por lo menos cinco:

El primer escenario es la Mesa Permanente de Concertación Nacional de los Pueblos Indígenas con el Estado colombiano. Es un escenario nacional donde están los delegados de todas las or-ganizaciones. En Colombia está la organización Nacional Indígena, que tiene diferentes filiales en los departamentos. El Consejo Regional Indígena del Cauca es una filial de la organización Nacional Indígena. Existen otras organizaciones como: Autoridades Indígenas de Colombia (AICo), autoridades tradicionales, organización de Pueblos Indígenas de la Amazonía Colom-biana, la oPIAC, y otra que se llama Consejo Indígena Tairona, que son los Pueblos de la Sierra Nevada, muy conocidos en América Latina. Estos tienen sus delegados, sus autoridades y existe un escenario, una mezcla nacional creada por un decreto fruto de una movilización a finales de los años noventa. Allí se definen como las políticas grandes frente a la concertación del Estado colombiano, y en especial del Gobierno con los Pueblos Indígenas. Pero es una mesa, aunque hay las dos partes, muy independiente. Los Pueblos Indígenas no hacen parte de la institucionalidad del Gobierno, sino que son la institucionalidad propia de los Pueblos Indígenas, y es un diálogo de autoridad a autoridad. No se subsumen como una instancia del Gobierno, sino como un es-pacio de concertación, y desde allí se definen como las grandes acciones frente al desarrollo de actividades de protección de derechos de los Pueblos Indígenas.

otro escenario es la Comisión Nacional de Derechos Humanos para Pueblos Indígenas, que es una instancia donde está el Gobierno, el Ministerio Público, la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo, la Contraloría General de la Nación y las organizaciones de los Pueblos Indígenas. Allí se tratan todos los temas de derechos humanos frente a las graves violaciones y las infracciones al derecho internacional humanitario. Esta comisión, siendo nosotros secretaría técnica conjunta con el Gobierno y los Pueblos Indígenas, define una agenda sobre los graves temas de derechos humanos. En el Gobierno del ex Presidente Uribe esta comisión no sesionó los últimos tres años, pero se reactivó con el Gobierno de Santos; fue una decisión política de los Pueblos Indígenas no sentarse con el Gobierno. Sin embargo, dos años después del nuevo Gobierno tomaron la decisión de volver a parar la concertación en esta Comisión Nacional de Derechos Humanos, porque a la

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fecha van más de doscientos líderes indígenas asesinados por diferentes actores. La situación es muy complicada, y es en ese escenario donde trabajamos.

A la Comisión Nacional de Territorios para Pueblos Indígenas van los delegados de las diferen-tes organizaciones y allí se definen todos los procesos de ampliación, titulación, saneamiento de resguardo, pero también la protección de los territorios indígenas; teniendo en cuenta lo que ayer decían, el concepto amplio de territorio como territorio tradicional, territorio ancestral y territorio titulado. o sea, el derecho del territorio en Colombia va más allá del derecho a la tierra. Esto es algo muy importante, y está protegido constitucionalmente. Por lo tanto, creemos que no solo la Consulta, sino el consentimiento previo, libre e informado deben ir en esa visión amplia de territorios. El derecho territorial se extiende más allá de donde el pueblo tiene titulado su territorio, sino hasta donde desarrollan actividades de tipo cultural, social y espiritual. Incluso, hemos demostrado en la Corte de Puertos, acá está Gloria Amparo, con quien hemos trabajado este tema, cómo un puerto que se va construir en el departamento de la Guajira, en el oceáno Atlántico, afecta los aspectos espirituales de los Pueblos que viven en la Sierra Nevada. Un pro-yecto muy grande de un puerto con licencia ambiental en este momento está parado por falta de Consulta; que ya no es una Consulta previa, sino una Consulta posterior. Por lo tanto, hemos logrado demostrar en acciones judiciales, en los altos tribunales, que los derechos territoriales se extienden más allá del territorio donde están permanentemente los Pueblos. También se rompió el mito de que proyectos con licencia ambiental pudieran ser parados por falta de Consultas con los Pueblos. Incluso, estamos trabajando el tema del consentimiento, que no es un derecho al veto, sino la posibilidad de decir sí o no a un proyecto cuando este afecta fundamentalmente los derechos de los Pueblos.

La Comisión Nacional Técnica de Educación para Pueblos Indígenas es una instancia mixta también con delegados de los Pueblos Indígenas, del Gobierno y del Ministerio Público. Allí se definen todas las acciones; hoy en Colombia estamos a punto de tener dos sistemas de educación: un sistema general de educación para los que no pertenecemos a grupos étnicos y un sistema especial de educación para Pueblos Indígenas, donde las autoridades indígenas son los rectores de todo el proceso de educación desde cuando el niño nace hasta la universidad. Incluso, el sistema contempla la universidad indígena e intercultural. Entonces es pasar de la etnoeducación o la educación indígena, a la educación propia para los Pueblos Indígenas. Hoy los Pueblos Indígenas ya manejan los recursos de educación.

Lo mismo, hay una Comisión Nacional para Salud, y estamos caminando ya hacia la aprobación de una norma que crea el sistema de educación para Pueblos Indígenas.

En Colombia hay mucho conflicto al interno de los Pueblos Indígenas, y entre Pueblos Indíge-nas y comunidades negras, raizales. Por ello, parte de lo que también hacemos es mediación de conflictos, porque los conflictos no solo son entre los grupos étnicos con el Gobierno. Aunque hay muchísimos, aunque este Gobierno cuando entró dijo que no iba a hacer acuerdos de carretera. (Acuerdos de carretera son paros y protesta social que realizan los grupos étnicos para obligar a que el Estado, el Gobierno, se siente con ellos a firmar acuerdos frente a temas fundamentales.

¿Cuáles son nuestras acciones actuales? Nosotros como Defensoría acompañamos el proceso, creemos que es una de las Consultas más exitosas que se han hecho en Colombia, de la expedición de los decretos para la atención, la reparación integral y la restitución de tierras de los grupos

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étnicos. En Colombia se habla de una ley de víctimas, pero no solo existe una ley de víctimas, que es la que promociona el Gobierno en los diferentes escenarios nacionales e internacionales. En Colombia existen cuatro leyes de víctimas: la ley de víctimas general para la población que no es étnica, la Ley 14.048, y tres Decretos Reglamentarios con Fuerza de Ley, que fueron los que concertaron entre las organizaciones indígenas y el Gobierno, y en especial en este caso, uno para Pueblos Indígenas. Ha sido un avance muy importante en temas de derechos fundamentales para grupos étnicos.

Se dio una pelea en el sentido de considerar al territorio indígena como víctima. Muchos plan-tearon la discusión de que estábamos llevando el tema de los derechos humanos a derechos que no son humanos, como es el tema del territorio. Sin embargo, se demostró que no puede existir la vida de los Pueblos Indígenas sin el acceso a los derechos territoriales, y por lo tanto, este decreto de víctimas plantea que si se vulnera a un pueblo en su territorio, el territorio puede ser considerado como víctima. Ahí hay un gran avance, frente a cómo lo planteaba ayer Amparo, en la progresión de la garantía de los derechos. Invito a que conozcan el Decreto 4633 de 2011, en el cual se plantea el tema de la reparación integral y de la restitución de territorios para los Pueblos Indígenas, que es una acción que hemos acompañado desde la Defensoría.

otra de las atribuciones de la Defensoría del Pueblo, por mandato de la Corte Constitucional, es participar en todos los procesos de Consulta previa tanto en normas como decisiones admi-nistrativas, pero también como protector de los proyectos de desarrollo (proyectos mineros, de hidrocarburos, grandes obras, represas). Como Defensoría buscamos equilibrar la balanza frente al tema de los derechos, porque el Gobierno, aunque tiene una dirección de Consulta previa, es en gran parte financiada por los recursos de los mismos proyectos. Entonces se convierten en juez y parte frente al proceso.

De igual manera, acompañamos los procesos de reivindicación social. Ellos no piden un acom-pañamiento político, como decíamos inicialmente, sino el acompañamiento de una entidad pública del Estado colombiano que les dé garantía y les dé tranquilidad para el desarrollo de sus actividades dentro de la protesta judicial.

Desarrollamos la coadyuvancia judicial e incluso demandamos ciertas decisiones, tanto de normas como administrativas en el Gobierno colombiano. En el Gobierno del ex Presidente Uri-be, llevamos casi todos los temas de Consulta previa y allí hubo un desarrollo muy fuerte de la Corte en el sentido de coadyuvar o desarrollar acciones judiciales de demanda, de tutelas, para proteger derechos fundamentales.

Eso es parte de lo que hacemos nosotros, además de la asistencia legal y judicial, hacemos acciones ante los altos tribunales. A pesar de que pertenece al Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo es una entidad de derecho blando; nosotros hacemos informes y resoluciones defen-soriales, pero no tienen la incidencia de una decisión judicial. No obstante, estamos logrando que nuestros informes y resoluciones sean tomadas por la Corte Constitucional y pasen de ser derecho blando a ser derecho duro. En muchas decisiones relativas a revisión de tutela o de sentencias de unificación, hemos logrado que estos informes o estas recomendaciones se conviertan en decisio-nes judiciales. Luego, la Corte nos da una orden para hacerle el acompañamiento o seguimiento.

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Entre los retos para el futuro está incidir positivamente en los procesos de Consulta previa, sobre todo de normas. Ahí nos la jugamos: estamos desde la perspectiva de los derechos de los Pueblos. Nuestro papel no es pasivo o de árbitro, de mirar, de testigo, sino de incidir en que la norma sea progresiva y a favor de los derechos de los Pueblos.

otro reto de la Defensoría del Pueblo es lograr que los derechos de víctimas que fueron con-certados hayan podido arrancar. Ya se va a cumplir un año de que fueron expedidos los decretos. Somos parte de una comisión tripartita Gobierno, Pueblos Indígenas y Ministerio Público, para el seguimiento del cumplimiento de los decretos que tienen que ver con reparación integral de tipo colectiva, porque las reparaciones en el caso de las víctimas de grupos étnicos son colectivas, al igual que con la restitución de tierras.

Por otro lado, un reto muy importante es fortalecer los escenarios de concertación coadyuvando las decisiones que han tomado las autoridades indígenas. Por ejemplo, en este momento, todos los escenarios de concertación de los Pueblos Indígenas con el Gobierno colombiano están parados hasta habilitar un escenario con el Presidente de la República, que volvería nuevamente a poner en discusión y en conversaciones a las autoridades indígenas y sus organizaciones.

Finalmente, otro desafío para la Defensoría es sistematizar los diez últimos años de graves vulneraciones a los derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario en Colombia. La idea es tener un informe de los diez años anteriores frente a estas graves violaciones, pues, como decíamos, solo al año anterior van más de doscientos líderes indígenas asesinados, por no decir los desplazados y otro tipo de violaciones.

Muchas gracias.

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Presentación Señora Alicia Abanto Adjunta para el Medio Ambiente, Servicios Públicos y Pueblos Indígenas, Defensoría del Pueblo de Perú

Muy buenos días a todos y todas. Permítanme trasladar un especial agradecimiento de la De-fensoría del Pueblo de Perú a los organizadores de esta importante reunión. Estamos honrados de estar aquí, de poder compartir información sobre el trabajo de la Defensoría y sobre el espíritu que acompaña cada día el esfuerzo de nuestra institución. Además, los compromisos que tenemos con los Pueblos Indígenas y los retos sin duda que tiene el país, Perú, para garantizar y respetar los derechos de los Pueblos Indígenas.

Antes que nada, quisiera poner en contexto a la Defensoría del Pueblo de Perú. Nuestra insti-tución ha sido creada por la Constitución de 1993; prácticamente tenemos quince años y unos meses de existencia. Somos una institución un poco más joven que la Defensoría del Pueblo de Colombia, y tal vez por eso nosotros desde Perú siempre hemos estado frecuentemente mirando su trabajo, por eso me alegra mucho hoy compartir la mesa con Horacio, porque ya hemos com-partido antes. Sin duda las experiencias de otras Defensorías también han servido a la nuestra, para ir modernizando y afinando nuestros mecanismos de intervención.

En estos quince años la Defensoría del Pueblo ha atravesado tres etapas. Es preciso comen-tarlo para luego comprender las acciones que les voy a ir comentando sobre varios temas que son álgidos para los Pueblos Indígenas. La Defensoría del Pueblo se creó en el contexto de un Gobierno autoritario en una época de gran confrontación en el Perú. Sin embargo, la Defensoría del Pueblo tuvo que construir una identidad institucional, marcada sobre todo por la persuasión y por la defensa de los Derechos Humanos.

Los primeros años de la Defensoría del Pueblo fueron años de construir una identidad insti-tucional, es decir, de hacer que el personal se comprometiera con la defensa del ciudadano y de hacer que la población empezara a identificar a nuestra institución como tal. Para eso realizamos varios años un trabajo muy cercano con la población, un trabajo de capacitación, de promoción de derechos y de atención de casos individuales.

Hoy en día seguimos atendiendo casos. Cabe señalar que en este último año tenemos más de cien mil atenciones de casos, que se dividen entre orientaciones en la ciudad y la atención de petitorios, por ejemplo, a veces hacemos gestiones a pedido de personas cuando hay indefensión. En esos casos hacemos gestiones por ellas, para garantizar que la ayuda institucional pueda servirles para estar en una mejor situación de sus derechos. También atendemos quejas contra la administración pública cuando el ciudadano siente que una autoridad o un funcionario público está incumpliendo sus funciones y ello le genera una vulneración de derechos, por ejemplo, casos de detenciones arbitrarias que eran responder una solicitud, o que no se le brinde respuesta, o ni

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siquiera se le quiera recibir. Por ejemplo, una queja a una institución. Esas son una de las tantas quejas que la Defensoría del Pueblo ha atendido a lo largo de estos años.

En esta primera etapa, la Defensoría hizo un gran esfuerzo por diseñar las bases de la institu-ción, para consolidar una identidad inicial que fuera el impulso de nuestra institución. A cargo del primer Defensor, el Doctor Santistebar de Noriega, se construyó una identidad de un comisionado. La Defensoría del Pueblo es, como nosotros decimos, adentro de la institución que tenía que ser por un lado, un buen Defensor de Derechos en términos jurídicos, pero también tenía que ser una persona y un funcionario muy persuasivo, muy dialogante con la población, pero también con el funcionario. ¿Por qué? Porque la Defensoría del Pueblo, como lo ha mencionado Horacio, no tiene capacidad ni función resolutiva, no emite sentencias. Pero hay otros mecanismos. Uno que es básico para el trabajo de la Defensoría es ser una institución que convence, que incide con el discurso, que es dialogante y que es persuasivo con la sociedad, y por sobre todo con la autoridad y con los funcionarios públicos.

Luego de algunos años, sobre todo a partir de 2002-2003, la Defensoría del Pueblo empezó a consolidarse como una institución que supervisa a la administración pública, las políticas públicas. Entonces se comenzó a organizar a la institución y a fortalecerla de tal manera que ya no solamente abordábamos situaciones o casos puntuales de grupos poblaciones, o de ciertas áreas del país, sino que empezamos a supervisar cómo se iban implementando políticas públicas y a ver cuáles eran los problemas de gestión de esas políticas.

En el Perú, como se ha mencionado para otros países, tenemos un vasto conjunto de normas, y por ello tenemos políticas declarativas, es decir, en la norma tenemos política pública. Pero en la realidad empezamos a ver que en la gestión e implementación no había realmente una política pública, y nos hemos abocado durante varios años a hacer supervisiones de política pública, por ejemplo, en el tema de los Pueblos Indígenas hemos realizado una supervisión de la política pú-blica de salud para Pueblos Indígenas, de educación para Pueblos Indígenas, del tema de tierras. Incluso hoy en día, estamos diseñando la supervisión de la política de Consulta previa.

En estos años de supervisión de política pública hemos podido incidir en recomendaciones tanto de diseño como de gestión de política. Más adelante les voy a explicar cómo hemos ido apuntalando con recomendaciones el desarrollo de la gestión pública del Perú, para crear mejores condiciones para los derechos de las personas, en especial de los Pueblos Indígenas.

Entrando a la tercera etapa, en el Perú hay un proceso de descentralización que empezó hace algunos años y hoy en día los gobiernos regionales ya han recibido casi doscientas competencias. En los gobiernos regionales, en las instancias regionales, hoy se hace diseño de política pública regional, hay instrumentos de política pública regional y una serie de decisiones y de servicios públicos que finalmente dependen de las decisiones de las instancias regionales. Entonces, en los primeros años la Defensoría del Pueblo había trabajado más el lado de los casos, de las supervi-siones, pero incidiendo más en los entes de Gobierno nacional, mientas que hoy en día nos toca apuntalar y fortalecer un trabajo con los gobiernos regionales, lo cual es un reto, porque en Perú también estamos trabajando en el contexto de un Estado que tiene una administración pública en construcción, que tiene muchas debilidades. Ciertamente, muchos aspectos se construyen de manera todavía precaria en términos de gestión de servicios de administración, de implemen-tación de política pública en sí.

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En la Defensoría del Pueblo, gracias a la gestión institucional, pero también a la cooperación internacional, hemos logrado en estos quince años tener 38 oficinas, una en cada capital de región y en zonas estratégicas del país, donde hay población que requiere especial atención. En estas 38 oficinas hacemos atención al ciudadano todos los días. Con estos mismos comisionados hacemos las supervisiones de las que estoy hablando.

Las supervisiones consisten en recibir un pedido de la caja de la ciudadanía, y tramitar, gestionarle las quejas. Cuando son fundadas merecen de nuestra parte una intervención con recomendaciones, porque incluso tenemos casos que hemos llevado a instancias de control, transmitimos o denunciamos casos a la Fiscalía, al Ministerio Público e incluso en algunos casos muy particulares, en los que hay alta indefensión, intervenimos con opinión ante el juez. Pero luego vienen las supervisiones, significa que nosotros hacemos todo, algo así como un mapeo de cómo debe ser la implementación de una política pública y hacemos una recogida de información a las instituciones públicas encargadas de implementarlas. Recogemos información de todas las instituciones públicas, de las metas que se han puesto, de las acciones que han desarrollado, e incluso vemos temas de ejecución presupuestal.

Sobre la base de la información que recogemos de las propias entidades públicas se hace una evaluación, un análisis basado en la política en estricto que está formalmente. En los informes de la Defensoría damos cuenta de los avances del Estado en esa política, y también de lo que falta; por tanto, las recomendaciones se centran en hacer que la administración pública avance en lo que falta.

A lo largo de estos quince años, y sin duda para una institución de defensa de los derechos humanos, como las Defensorías del Pueblo, hemos atendido a los Pueblos Indígenas. Por eso, en 1997 la Defensoría del Pueblo formó el Programa de Comunidades Nativas, el actual Programa de Pueblos Indígenas; el cambio de nombre tiene que ver con un contexto de país. Hace unos años, cuando supervisábamos algunas instituciones públicas, estas nos daban cuenta de que estaban implementando políticas públicas para Pueblos Indígenas solo en la zona de la Amazonía peruana, pero en Perú tenemos costa, sierra y selva. Las instituciones públicas implementaban políticas públicas sólo para la Amazonía, porque la idea de muchos funcionarios públicos hasta hace algunos años era que Pueblos Indígenas era igual a poblador amazónico de la comunidad. Cuando empezamos a ver que en realidad esto generaba una serie de problemas, vimos que en parte se debía a que en Perú ha habido por muchos años una gran invisibilidad de lo que realmente es un Pueblo Indígena.

En 1993 se hizo un censo indígena, así se llamó, pero era un censo solamente de los Pueblos In-dígenas de la Amazonía. En el censo indígena de 1993 no encontramos a ningún poblador indígena andino, y eso sesgó la visión de varias instituciones públicas. Por eso, en la Defensoría del Pueblo veíamos que este censo de 1993 no ofrecía toda la información que se requería sobre Pueblos Indígenas, cuando había otras entidades muy respetadas que ya ofrecían otra información, por ejemplo, los mismos organismos de Naciones Unidas como UNICEF y la oIT ya estaban trabajando mayor información. Entonces, en el año 2006, antes de que se realizara el último censo en Perú, la Defensoría del Pueblo recomendó al INEI (Instituto Nacional de Estadística e Informática) que se implementara una pregunta en el censo nacional que diera cuenta de la existencia de población indígena en todo el país. ¿Por qué digo en todo el país?, porque en el censo de 1993 se hizo un

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censo indígena a toda la Amazonía, pero no a toda la población amazónica; fue una ficha censal dirigida solo a los presidentes de las comunidades nativas, es decir, se buscaba al presidente de la comunidad, se le aplicaba una ficha y sobre la base de la declaración de un presidente de la comunidad se hizo todo un mapeo de la población indígena amazónica.

Entonces, ni siquiera fue un censo a todas las personas indígenas de la Amazonía, sino a los presidentes de comunidades nativas. Eso era insuficiente, porque teníamos información impor-tante, pero no llegaba a un dato más individual. Por ello, en el año 2006, la Defensoría del Pueblo recomendó al INEI que hicieran una mejor labor en materia de identificación. Hoy en día hay un avance gracias a esa recomendación, y en realidad gracias a las intervenciones y pedidos de los propios Pueblos Indígenas, hay un avance en materia de identificación. En 2007, cuando se hizo el censo nacional, a todo el país se le preguntó con qué lengua aprendió a hablar. Y con esa pre-gunta ha resultado que 4,1 millones de peruanos y peruanas aprendieron a hablar primero en una lengua indígena. Algo que es esencial para la implementación de políticas públicas es que haya información básica, como saber exactamente cuáles son las personas que hablan otra lengua, o que aprendieron a hablar primero una lengua indígena. Según el último censo, 4,1 millones de peruanos hablan una lengua indígena, y de estos más o menos el 83% son quechuas, más o menos hay 300 mil aymaras y, alrededor de otras 300 mil personas hablan lenguas indígenas amazónicas.

Tras explicar este punto, vuelvo a la historia de por qué cambiamos el nombre. En el Perú existe la categoría de comunidad nativa para la Amazonía y de comunidad campesina para las zonas andinas y costeñas. En la Defensoría se llamaba Programa de Comunidades Nativas, lo cual hacía referencia básicamente a lo amazónico. Entonces nosotros dijimos “estamos repitiendo el mismo sesgo que hay en otras instituciones, entonces hay que cambiar”. Hoy en día hay más información y hay que tratar que desde el programa se pueda dar una mirada integral. Entonces, en 2008 el programa pasó a llamarse Programa de Pueblos Indígenas. Desde este programa, toda la Defensoría está organizada en distintas adjuntías. Hay una intervención hacia los Pueblos Indígenas de diversa índole.

Quisiera señalar cuáles han sido las estrategias de la Defensoría del Pueblo. En materia de salud de los Pueblos Indígenas, en Perú tenemos una alta mortalidad materna e infantil, una alta tasa de embarazo adolescente, una incidencia muy grande de rabia humana en varias zonas, y de tuberculosis y de hepatitis B.

Entonces, el problema que tienen los Pueblos Indígenas en el Perú, sobre todo los que tienen mayor indefensión, es que los servicios de salud no llegan porque no hay puestos de salud cercanos a sus zonas o el servicio no es adecuado. Por otro lado, los servicios de salud no son pertinentes a la identidad cultural de los Pueblos Indígenas. La Defensoría del Pueblo ha incidido a través de supervisión de política pública. Hemos trabajado con los funcionarios públicos para lograr, aunque en realidad es un proceso, implementar el Seguro Integral de Salud (SIS). Este Seguro Integral de Salud incluye a todas las comunidades campesinas y nativas, y eso es un tema importante. Sin embargo, a día de hoy se está implementando el seguro universal de salud y también una estrategia itinerante de salud que se llama SAMo, la continuación de un programa llamado AIS-PED, que es una visita de personal médico a las comunidades. Como no hay puestos de salud en la comunidad, la estrategia del Estado era tener equipos itinerantes de salud. Lo que nosotros hemos recomendado es que es importante que haya mayor infraestructura y personal de salud

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más cercano a las comunidades, es decir, mayor cobertura de salud. Pero mientras llega mayor cobertura es importante que los equipos itinerantes efectivamente lleguen con periodicidad, y que además los equipos sean multidisciplinarios. Este es un trabajo arduo en el que estamos insistiendo.

En el tema de pertinencia, la Defensoría del Pueblo ha coadyuvado, junto a otras organiza-ciones, a buscar mecanismos de pertinencia de los servicios de salud. Por ejemplo, en el Perú se ha implementado durante los últimos años el parto vertical, que es una forma de hacer que las mujeres indígenas tengan menos resistencia a ir a los puestos de salud.

Por otro lado, tenemos hoy en día un gran problema en el Perú, que ha surgido hace unos meses con la implementación de una ley que establece que los programas sociales se dan a las personas que tienen DNI (Documento Nacional de Identidad), y precisamente hay mucha población indígena, sobre todo de los Pueblos Indígenas amazónicos, que no tienen DNI. Si no tienen DNI tienen una barrera para acceder a todo tipo de programa social. Sobre eso ya estamos trabajando, ya hemos hecho reuniones y recomendaciones, pero la barrera se está complicando porque es una ley y los tiempos del Congreso de la República son a veces muy largos.

El tema de educación es un tema álgido en Perú. En general hay bajos logros de aprendizaje, la calidad educativa es baja, pero para los Pueblos Indígenas es un drama: de cada cien niños indígenas, menos de diez entienden lo que leen. Probablemente uno de los derechos más vulne-rados de los Pueblos Indígenas no solo es el de la salud, sino también el de la educación, porque la cobertura de educación intercultural bilingüe es de aproximadamente el 35%, la cobertura en primaria bordea el 70% y de la secundaria no tenemos datos porque prácticamente educación intercultural bilingüe en la secundaria no hay.

Respecto a esto, hemos sacado un informe de Defensoría el año pasado y hemos trabajado arduo con varios funcionarios públicos. Felizmente, hoy en día están en el Ministerio de Educación personas con las que hemos trabajado este informe, y hay una voluntad política de implementarlo. Hay tres grandes retos: formar maestros bilingües, porque en el Perú existen aproximadamente entre 50-57 lenguas indígenas. Luego, se requiere infraestructura educativa para los Pueblos Indígenas y que se contraten en esta zona a los profesores que son bilingües. Tenemos proble-mas porque el SUTE (Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación) exige y pelea las plazas bilingües para profesores castellanohablantes que quieren entrar a las plazas bilingües, pero con eso prácticamente vulneran los Derechos de los niños indígenas.

otro tema significativo es el de la tierra para los Pueblos Indígenas. En Perú se ha creado la figura jurídica para la comunidad campesina y comunidad nativa. En el Perú, y aquí quiero aprovechar para hacer una diferencia, los Pueblos Indígenas existen porque ha habido un proceso social y cultural que hace que su existencia sea tal, por ejemplo, el Pueblo Indígena aymara existe en Perú, Bolivia, Chile, incluso me parece que en Argentina en la parte norte. El Pueblo Indígena ay-mara existe porque existe; no lo ha creado ninguna Constitución, no lo ha creado ninguna norma. Los Pueblos Indígenas no existen gracias a normas, y esa es una gran diferencia con las formas de organización que sí existen en varios países; por ejemplo, la categoría jurídica “resguardo indígena” sí ha sido creada por ley. Asimismo, en Perú la categoría jurídica “comunidad nativa” también ha sido creada por ley, pero en el Perú la categoría jurídica ha sido creada precisamente para dar tierras, o sea, toda la historia y la lucha por la tenencia de tierras ha generado que en

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el Perú exista la figura jurídica de comunidad. Pero es precisamente bajo esa figura que se da propiedad colectiva de la tierra.

Por tanto, la figura de comunidad es una figura jurídica para la tierra, pero es una figura diferente a la de pueblo. Entonces, tenemos aproximadamente 7.500 comunidades reconocidas, pero de estas tituladas solo 6.000. Falta titular aproximadamente 1.500 y un poco más del 90% de las comunidades no están georreferenciadas. Entonces hay un gran problema de invasión de tierras, de colonos que están en tierras indígenas, junto con un problema de las industrias extractivas y la tierra. En el Perú hay una ley que establece que no se puede desarrollar una mina si es que no hay un acuerdo y un permiso del propietario de la tierra. Entonces cuando se interpreta eso se busca al propietario de la tierra, lo que implica que la comunidad debe tener su título de propie-dad, pero cuando la comunidad no tiene su título de propiedad surge el problema de indefensión para hacer cumplir eso.

En el Perú la norma es bien exigente: para minería no aplica la expropiación ni tampoco la servidumbre, es decir, no se puede poner una mina si no logras un acuerdo con el propietario de la tierra, sea propietario individual o comunal, sea propietario indígena o no indígena. En el caso de la propiedad colectiva comunal, si la comunidad, es decir, si la asamblea de la comunidad no está de acuerdo con dar su tierra, simplemente ahí quedó el asunto, y ya hay varios casos así porque no se puede implementar un proyecto minero, es decir, construirlo si es que no hay un acuerdo previo con el propietario. Esa es una ley clara, por eso es que el tema de titulación en Perú es clave, y el tema de la georreferenciación también. Entonces, por eso en los últimos seis años ha habido una disminución significativa de los procesos de titulación.

Hemos iniciado un proceso de supervisión sobre este tema y hemos encontrado que del 2005 al 2010 se han titulado alrededor de cincuenta comunidades. Los avances de titulación de tierras en estos últimos años son mínimos. Pero hoy en día esta función ya pasó a los Gobiernos Regionales, por eso la Defensoría del Pueblo tiene como línea de trabajo trabajar con Gobiernos Regionales para recuperar el tiempo perdido, porque hay comunidades que necesitan ser tituladas, porque además el Derecho de Propiedad Colectiva genera garantías para varios temas; el acuerdo previo es uno de ellos.

En Perú el acuerdo previo, es un mecanismo de defensa del derecho de propiedad muy signi-ficativo para la comunidad. En el Gobierno anterior hubo dos decretos legislativos destinados a eliminar este requisito del acuerdo previo: el Decreto Legislativo 1015 y el Acuerdo Legislativo 1064. La Defensoría del Pueblo presentó dos acciones de inconstitucionalidad, porque si se re-tiraba este requisito se podía aplicar otros mecanismos de decisión más bien estatal sobre esos derechos de la comunidad. Hoy en día quien decide sobre la propiedad comunal es la asamblea comunal, no el Estado, porque no se puede aplicar servidumbre y tampoco expropiación, decide la comunidad, y ese es un tema que la Defensoría del Pueblo ha defendido durante muchos años.

Quisiera resaltar el tema de la Consulta. La Defensoría del Pueblo ha dedicado muchos años de esfuerzo a la implementación del Derecho a la Consulta. En los primeros años afrontamos un gran problema, que era que las entidades públicas decían a la Defensoría del Pueblo que consul-taba, es decir, para las autoridades mandar una carta, escuchar a un líder indígena en su oficina o hacer un gran foro para explicarles algo era Consulta. Entonces, cualquier acto de comunicación

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con la población indígena era tomado como Consulta. En nuestras supervisiones, el resultado era que las instituciones públicas dicen que consultan, pero por otro lado los Pueblos Indígenas señalaban que no eran consultados.

Usamos varias estrategias de intervención, pero durante varios años no vimos un cambio signi-ficativo. Luego vinieron los conflictos sociales, y el caso de Bagua fue un conflicto álgido que llevó a la Defensoría del Pueblo a presentar un Proyecto de Ley sobre el Derecho a la Consulta. El 6 de julio del año 2009 la Defensoría del Pueblo presentó un Proyecto de Ley del Derecho a la Consulta, que sirvió como base al debate de los Pueblos Indígenas con el Estado a través de la Mesa Tres. La Defensoría del Pueblo participó al 100% en esas reuniones y acompañó a los líderes indígenas en todo el proceso de creación de la ley. En dos años se creó la ley, que actualmente es valorada, pero no es parte de la historia final, sino un comienzo. Creo que fue un esfuerzo significativo de muchas personas, líderes indígenas, de personas no indígenas que acompañaron y gracias a un contexto se dio esa ley, que ahora implica nuevos retos de implementación.

Como Defensoría del Pueblo hemos acompañado el proceso de creación de la ley porque consi-derábamos que en el Perú era necesario tener mecanismos, pues hace muchos años el resultado de las supervisiones era que las instituciones públicas daban por cumplido el Convenio 169. Ahora nos queda ejercer una labor de supervisión crítica y constructiva, porque sabemos que han pasado diecisiete años de mucho debate, pero en realidad pocos procesos de Consulta en sí. Es importante debatir y las críticas constructivas, pero también que los procesos de Consulta empiecen a reali-zarse, porque son los diálogos frente a frente, cara a cara, entre autoridad y líderes indígenas, son los que van a generar nuevos procesos de aprendizaje sobre este mecanismo, sobre este derecho.

Como Defensoría del Pueblo estamos preparando a la institución, a nuestras oficinas de De-fensoría y a nuestros comisionados y comisionadas para participar en los procesos de Consulta. Esperamos que estos sean los espacios donde todos, líderes indígenas y autoridades, e incluso la propia Defensoría, aprendamos de verdad qué es Consulta.

Muchísimas gracias.

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Señora Lorena FríesDirectora Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) Chile

Buenos días a todos y a todas. Agradezco la invitación que nos han hecho los organizadores para estar en este panel, en el que vengo a hacer la hermana menor de las instituciones que hay aquí a mi izquierda.

Parto señalando que el Instituto Nacional de Derechos Humanos tiene como antecedente dos procesos, uno internacional y otro nacional. El nacional es consecuencia del trabajo que se ha hecho en materia de verdad, justicia y reparación, y constituye por lo tanto una de las recomen-daciones que se hicieron en los distintos informes de la Comisión Retich y Valech, en términos de una obligación que es la garantía de no repetición, es decir, encontrar mecanismos para asegurarle a la ciudadanía que los hechos que ocurrieron durante la dictadura no se vuelvan a producir.

Y por otro lado, también de una vertiente internacional, en el sentido de la promoción que ha hecho el Sistema Universal de Naciones Unidas por crear mecanismos nacionales de defensa de los derechos humanos, sin establecer qué modelos, pero sí como una medida adicional respecto de la obligación que tienen los Estados de garantizar y respetar los derechos humanos, y en ese sentido buscando justamente altos niveles de autonomía, la participación de la sociedad civil en estos mecanismos.

Así fue cómo el Instituto se creó hace dos años, en diciembre de 2009, con la aprobación de la Ley 20405 después de un largo período de discusión, en un país que todavía tiene una fuerte secuela, como también la tienen los países de mis compañeros de panel en materia de derechos humanos. Por lo tanto, es una ley que crea un mecanismo en un tiempo distinto a las Defenso-rías de Derechos Humanos en América Latina. Por lo pronto, no es una Defensoría, sino que más bien está en la línea de las Comisiones Nacionales de Derechos Humanos, que son órganos más colegiados que unipersonales, como son las Defensorías.

El debate para la creación de este mecanismo fue fuerte no sólo por las herencias del pasado, sino también porque supuestamente el Instituto no contaría, de acuerdo con la ley, con los elementos que le permitirían una total autonomía respecto de los otros poderes del Estado. Actualmente tenemos un presupuesto de $1.900 millones de pesos y somos un total de treinta y cinco personas más once Consejeros y Consejeras que constituyen la Dirección Superior para todo el país; lo que también hace una diferencia con el proceso que han ido llevando ambas Defensorías, que después de diez años ya tienen la posibilidad de arraigo en las distintas regiones. Yo diría que se ha hecho lo posible tanto legalmente como en la práctica para dar cuenta de la autonomía del Instituto. No estamos sujetos a ningún tipo de tutela jurídico-política, es decir, no dependemos de ningún

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Ministerio ni somos para los efectos de administración del Estado un servicio. Tenemos, al igual que otros poderes, un presupuesto que pasa por el Ministerio de Hacienda y que se ratifica en el Parlamento, pero con una glosa abierta que nos permite hacer gastos; este es un tema importante porque finalmente si los mecanismos nacionales de derechos humanos tienen que legitimarse en la defensa y promoción de los derechos humanos hay que mirar desde dónde pueden los distintos poderes del Estado tener algún tipo de injerencia en estos mecanismos.

Es un organismo plural en el sentido de que recoge distintas visiones, cuyos miembros del consejo son nombrados y nombradas por distintos estamentos del Estado y de la sociedad civil. Son cuatro Consejeros y Consejeras elegidas, dos por el Senado, dos por la Cámara de Diputados, dos Consejeros o Consejeras elegidos por la Presidencia de la República, un Consejero o Consejera nombrado por las facultades de derecho de todas las universidades del país y cuatro Consejeros y Consejeras elegidas por las organizaciones de derechos humanos que se encuentran inscritas en un registro ad hoc para estos efectos.

No somos un órgano creado a nivel constitucional, sino legal, por lo tanto, nuestra autonomía es legal, pero con el cumplimiento de condiciones de permanencia y de publicidad establecidos en la ley para cada uno de los Consejeros y Consejeras. El mandato del Instituto es amplio, como lo requieren los Principios de París, es decir, de promoción y de protección de los derechos huma-nos. A mi juicio, uno de los elementos positivos de la Ley es que establece los derechos humanos sobre los cuales tendría este rol de promoción y protección el Instituto. Estos son aquellos que constan en la Constitución y en los Tratados Internacionales de Derechos Humanos, y en los principios generales de derecho aceptados por la comunidad. Lo que en definitiva es una primera norma que establece este rol de bisagra entre recepción del Derecho Internacional y aplicación de ese Derecho Internacional en el Derecho de los poderes del Estado, que son los obligados a garantizar y respetar los derechos humanos. Eso me parece un factor central porque no existe ningún órgano del Estado en Chile que haga ese rol de bisagra, y por lo tanto durante bastante tiempo esta ha sido una sociedad en democracia que no se ha beneficiado del desarrollo ni de la evolución de los Derechos Humanos a nivel internacional. Entonces aquí hay un órgano del Estado que promueve la inclusión de dicho desarrollo.

En términos particulares, las funciones del Instituto tienen que ver en primer lugar con co-municarle al Gobierno y a los poderes del Estado su opinión sobre las diversas situaciones en materia de derechos humanos, que pudieran ser constitutivas de violación de los mismos. No es un órgano que tiene potestad, sino que más bien es un órgano que jurídicamente es de autoritas, es decir, que hace valer su peso a través de una voz autorizada en materia de derechos humanos y de la mano de la legitimidad que le brinda, si es que se la brinda, la sociedad civil y la ciudadanía.

Un segundo elemento, parte de las funciones del Instituto, es promover que la legislación nacional esté en armonía con los Tratados Internacionales, pero no solo la legislación nacional, sino también que la reglamentación y las prácticas institucionales estén acorde con las obliga-ciones que ha contraído Chile en materia internacional. Todo eso se expresa a través de la voz del Instituto, que es el Informe Anual que se presenta a las autoridades del país, en el que se recogen las situaciones de violación de derechos humanos y se hacen recomendaciones a los distintos poderes del Estado. Hemos presentado ya dos informes, uno por año de existencia, y en ambos los Pueblos Indígenas han sido materia de análisis y de evaluación.

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otra de las funciones, más bien limitada en relación con el rol que cumplen las Defensorías, es iniciar acciones legales. Básicamente, la diferencia entre una Defensoría y un Instituto de Derechos Humanos que tiene solo otro par en América Latina, en Uruguay, es que su centro o un alto porcentaje de sus funciones están dedicadas a la promoción de los derechos humanos, y no necesariamente a la protección. En el caso del Instituto, que es una entidad más bien híbrida entre estos dos mecanismos, hay un porcentaje de atribuciones en el campo de la protección destinadas principalmente al crimen de genocidio, los crímenes de guerra y de lesa humanidad, tortura, desaparición forzada, tráfico ilegal de migrantes, y trata o tráfico de personas con diversa finalidad. En este campo, el Instituto además cuenta con un sistema de atención de personas cuyo fin es recoger aquellas situaciones que vulneran derechos, y en la medida en que conta-mos con las atribuciones legales para la defensa, hacerlo. En este sentido, tenemos las tutelas constitucionales, que son el habeas corpus y el recurso de protección, nuestros dos “caballitos de batalla” para la defensa de los derechos humanos.

Como no tenemos un campo amplio de atribuciones, hacemos algo que también planteaban aquí mis compañeros y colegas de panel, que es la presentación de amicus o de Informe de Derecho frente a juicios de interés público justamente porque lo que se controvierte tiene que ver con derechos fundamentales de las personas. En ese sentido lo hemos hecho, por ejemplo, respecto del juicio de nulidad frente a la sentencia de condena que se hizo por delitos comunes en el marco de la ley antiterrorista a los cuatro comuneros que están hoy día cumpliendo condena en Angol. Lo hemos hecho a través de recursos de protección frente a la violencia policial de que han sido objeto en procesos de desalojo y allanamiento algunas comunidades indígenas, particularmente frente a la situación que están viviendo niños, niñas y mujeres mapuche en la Ix Región; y con un relativo éxito en el sentido de empezar a llamar la atención a los operadores de justicia y al Poder Judicial respecto a lo que son los estándares en materia de derechos humanos.

Hacemos también una función de promoción, de enseñanza de derechos humanos en todos los niveles de la educación y en las Fuerzas Armadas.

Por último, en términos de funciones también está la de cooperación con los órganos del Estado para un mejor cumplimiento de su obligación de respeto y garantía de los derechos humanos. Pero también de cooperación con los órganos internacionales, a los que nosotros concurrimos con información propia, tanto frente a la información que nos demandan, como a los exámenes a los que es sometido el Estado chileno en materia de derechos humanos, ya que nosotros elaboramos informes que complementan el informe oficial que presenta el Ejecutivo.

Por último, tenemos en nuestras manos el depósito y la custodia de los antecedentes de las Comisiones de Verdad; como custodios y depositarios, porque respecto de esos antecedentes hay una ley que marca un secreto de cincuenta años antes de que puedan ser utilizados.

Paso a la agenda de derechos humanos. En general la hemos estructurado para los primeros tres años en función de los déficits en esta materia, es decir, frente a las violaciones de los de-rechos humanos durante la dictadura. Hemos mantenido este tema porque creemos que se debe profundizar en los vínculos de esas violaciones con el pasado y con lo que pasa en el presente. Muchas de las cosas no resueltas en el pasado vuelven a reeditarse en el presente, como se ha demostrado en otros procesos de justicia transicional, por ejemplo, violencia contra las mujeres en el caso de Sudáfrica, que fue un tema que no necesariamente surgió en las comisiones de verdad.

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En segundo lugar, los derechos económicos, sociales y culturales. En Chile hay un déficit en esta materia, es un déficit que arranca de la propia Constitución Política, donde se dan adecuadamente estos derechos, pero no hay una cultura que los asuma como tal y hemos querido trabajar en este ámbito levantando indicadores que permitan el seguimiento a la política pública desde una perspectiva de derechos.

Y por último, los derechos de no discriminación, que también presentan un déficit alto en nuestro país. Uno de los legados de la dictadura y que se marca claramente en los Pueblos Indígenas tiene que ver con la normalización de la ciudadanía. Todos los elementos de protec-ción que tuvieron las poblaciones indígenas se acompañaron con elementos de usurpación y arrasamiento, pero los elementos de protección cesaron el año 1979, cuando estas medidas especiales terminaron bajo la dictadura. De allí en adelante todos los ciudadanos éramos igualados y esto se mantuvo así hasta 1990, cuando empezó un proceso de reconocimiento y de reparación a la usurpación y exclusión histórica de que habían sido objeto los Pueblos Indígenas. Dentro de este campo, el Instituto ha planteado la necesidad de avanzar hacia un concepto de igualdad que incluye o que se nutre de la diversidad y la diferencia. Por lo tanto, ha planteado la necesidad de avanzar en medidas de acciones afirmativas a los Pueblos Indígenas y a su participación política.

En estos dos años, en materia de derechos de Pueblos Indígenas hemos ido marcando un piso discursivo a partir del cual construimos la agenda de derechos humanos.

No nos hemos pronunciado respecto de la autonomía, pero sí de la necesidad de abrir un debate en torno a ella. Este país le teme a este debate porque entiende la autonomía como una especie de separación del Estado y no recoge las múltiples experiencias en esta materia, que deben ser debatidas para llegar a un planteamiento que está dentro de las comunidades y de los Pueblos Indígenas de nuestro país. Por lo tanto, creo que el Instituto ha optado por decir “abramos el debate, veamos qué hay”.

Nos interesa que se aplique el Convenio 169 de acuerdo con sus estándares y que no tenía el Decreto 124, que regulaba la Consulta. Estamos haciendo seguimiento a la presentación que ha hecho hace diez días el Gobierno sobre una propuesta de Ley de Consulta. Todavía no tenemos el pronunciamiento, pero claramente hay un problema con el artículo quinto de esa propuesta, que sustrae de la Consulta todo aquello que es evaluado por el Servicio de Impacto Medioambiental. Por lo tanto, se repite uno de los problemas de la Consulta.

La participación también debe ser en los términos que plantea el Convenio 169, como una forma distinta y más bien de ir pensando en medidas de acciones afirmativas, que en otros países del mundo se han expresado a través de la reserva de escaños en el Parlamento, para asegurar la participación en igualdad de oportunidades. Luego, el tema de la restitución de tierra, territorios y recursos naturales es central. En torno a eso el Instituto ha hecho dos tipos de aseveraciones; la primera es que el modelo actual que está estructurado sobre la base de la Ley Indígena no es suficiente para dar cuenta de los territorios que estuvieron en uso o posesión de comunidades ancestrales, y por lo tanto, no responde a ese requerimiento, no recoge la ancestralidad ni siquiera en términos de lo que son los lof, que vendría a ser el equivalente a lo que hoy día la Ley Indígena trata como comunidad, en términos de acceso a la tierra, territorio y recursos naturales.

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Creemos que ha habido un retardo en el uso de la ley actual para el traspaso y restitución de territorio, y que esa lentitud además de la falta de adecuación de la Ley Indígena es la que genera la violencia que hay en la Región, principalmente, pero no solamente, de la Araucanía. Creemos que, y así lo hemos planteado en el Informe, debe abrirse aquí la puerta a otros mecanismos de restitución de tierras, como el de expropiación, puesto que el solo mecanismo del mercado ha generado un proceso de especulación de tierra frente al cual el Estado, incluso, tiene la imposibi-lidad de comprar. Hay ahí un problema que está generando altos niveles de violencia en la Región, lo que no justifica los delitos que se cometen en el contexto de estas demandas.

A propósito de eso también hemos planteado una crítica frontal respecto de la justicia mi-litar y de la aplicación de la Ley Antiterrorista. Siguen siendo juzgados por tribunales militares aquellos carabineros que atentan o que se exceden en el uso de la violencia frente a los civiles. Es lamentable lo que sucedió con la sentencia por el asesinato del comunero Mendoza Collío, y el Instituto también está preparando allí un Informe en Derecho, puesto que no tenemos competencia para entrar en esa materia. Lo que sí nos parece grave es que se mantenga y se reafirme una lógica de judicialización, que creemos afecta la posibilidad de una salida política y de diálogo en la Araucanía.

Creemos que ni un enfoque meramente de pobreza, ni un enfoque meramente centrado en la seguridad y con una aplicación de una ley excepcional como es la ley antiterrorista van a resol-ver este tipo de situaciones, sino que van a generar, al contrario, un espiral de mayor violencia. Además, la Ley Antiterrorista ha sido criticada en los órganos de supervisión de tratados por no cumplir con estándares en materia de derechos humanos. Hay una necesidad de repensar el en-foque hacia los Pueblos Indígenas, de manera de superar el tratamiento que se les ha dado como una amenaza a la seguridad y al territorio, sobre todo en el caso de las comunidades mapuche o el pueblo mapuche en general. En ese sentido, nosotros estamos trabajando en llevar adelante ciertos mandatos, por ejemplo, judiciales, frente a las comunidades, pero creemos que hay una mejor forma y una forma mucho más criteriosa de llevarlas adelante. Estamos en un proceso de diálogo y de revisión de los protocolos, de manera que haya un tratamiento con pertinencia cultural de lo que está pasando, para cuando carabineros tiene que llegar a las comunidades en cumplimiento de una orden de protección o de cualquier otra orden judicial.

En materia de violencia policial y Pueblos Indígenas este año hemos realizado un total de catorce misiones de observación, ocho de las cuales se deben a denuncias por violencia policial. Respecto de ellas se han hecho informes que se han dado a conocer a la opinión pública. También se nos ha convocado al Parlamento a las comisiones de Derechos Humanos tanto de la Cámara de Diputados como del Senado para que demos a conocer el informe y lo que está pasando en la Región. Yo diría que hemos tenido que combinar una agenda de levantamiento de información y de proyección de la información, desde una perspectiva de derecho de los Pueblos Indígenas. Lo que en el fondo se demuestra es que seguimos como estado brindando o imponiendo una política unilateral, cuando la mayor lección que nos brinda el Convenio 169 es justamente que no se puede seguir con una política unilateral hacia los Pueblos Indígenas.

Muchas gracias.

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Políticas públicas e interculturalidad, balances y desafíos

Panel

El panel “Políticas Públicas e interculturalidad. Balances y desafíos”

tenía como objetivo entregar una visión general del nivel de reconocimiento

constitucional de los Pueblos Indígenas en los tres países de la región, las

políticas públicas con enfoque intercultural más relevantes que ha adoptado

el Estado y cuál ha sido el grado de participación de los pueblos indígenas en

el diseño e implementación de éstas. Asimismo, pretendía profundizar en los

desafíos para la construcción de un Estado más inclusivo y participativo y la

influencia del Convenio 169 de la organización Internacional del Trabajo (oIT).

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Políticas públicas e interculturalidad, balances y desafíos

En ESTE PanEl PaRTICIPaROn laS SIguIEnTES PERSOnaS:

En representación de Colombia:

. Señor Jesús Javier Chávez. Consejero mayor, Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC).

. Señora gloria amparo Rodríguez. Profesora e investigadora, Universidad de Rosario.

En representación de Perú:

. Señor Víctor Enrique Caballero. Exjefe de la Oficina de Gestión de Conflictos Sociales, Presidencia del Consejo de Ministros (PCM).

. Señora gladis Vila. Presidenta Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP).

. Señora Raquel Yrigoyen. Vicepresidenta Instituto Internacional de Derecho y Sociedad (IIDS).

En representación de Chile:

. Señor Marcelo Huenchuñir. Consejero Corporación Nacional de Desarrollo Indígena.

. Señor Jorge Contesse. Profesor de Derecho Constitucional, Universidad Diego Portales.

. Señor Pedro Cayuqueo. Director de Azkintuwe y Mapuche Times.

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En nombre del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), agradezco a este gran espacio de encuentro, de reflexión y de construcción colectiva desde diferentes territorios de América Latina. El tiempo es muy poco para lo mucho que pudiéramos conversar. Sin embargo, podríamos dejar algunos planteamientos para compartir este ejercicio de lucha y de resistencia. En nombre de esta organización tan importante en Colombia, pero de manera principal concentrada en el de-partamento, saludarlos en nombre de las ciento veinticuatro autoridades regionales que forman parte de este Consejo Regional; y de diez Pueblos Indígenas de diferentes identidades. En medio de la diversidad el Consejo Regional ha logrado establecer una dinámica de trabajo mancomunado.

Llevamos más de 520 años de resistencia como Pueblos. En esa política de colonización, de explotación, de exterminio, algunos líderes soñaron con una ruta a seguir. En 1971 se creó el CRIC, con la participación de cinco autoridades tradicionales. Llevamos ya cuarenta y un años de lucha, de resistencia y de defensa de los derechos colectivos de los diferentes Pueblos. Tenemos ciento veinticuatro autoridades tradicionales y diez Pueblos articulados a este ejercicio, es his-tórico, y si nosotros, que llevamos cuarenta y un años de lucha por los derechos fundamentales aún no los hemos conquistado todos, felicitar por esta oportunidad que nos damos entre todos, compañeros y hermanos indígenas de Chile y del Perú. La lucha continúa, y ustedes apenas están empezando y tendrán que tener conciencia clara de que la defensa de nuestros derechos como Pueblos Indígenas no es fácil.

Corresponde tener conciencia de que muchos líderes debemos estar expuestos incluso a dar la vida para que los otros que vienen detrás de nosotros puedan seguir el proceso y seguir defendiendo los derechos fundamentales. La lucha del movimiento indígena a nivel nacional ha sido también fruto del esfuerzo de estos cuarenta y un años de trabajo desde el Cauca, por eso la organización Nacional Indígena de Colombia lleva treinta años y nosotros llevamos cuarenta y un años. Somos los padres responsables de la organización Nacional, que recoge a los ciento dos Pueblos Indígenas en toda Colombia. Cada uno en sus territorios, al igual que en Chile y seguramente en Perú y en otros continentes, la dispersión geográfica, la dispersión también de los Pueblos, no facilita los procesos. Sin embargo, podemos dar testimonio de que hay un camino claro a seguir en defensa de los derechos fundamentales de los Pueblos Indígenas, no importa la distancia, no importan las dificultades económicas. No importan incluso las discusiones internas que podamos tener, porque sabemos qué es lo queremos, es posible sostener un proceso.

La invitación es a que tomen en cuenta que lo que ahora nos ha mantenido como Consejo Regio-nal aquí en el Cauca y la organización Nacional de Colombia son unos principios fundamentales:

Presentación Señor Jesús Javier Chávez Consejero Mayor, Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC)

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el principio de la unidad en medio de la diversidad. Creo que es una política clara, creada desde el movimiento indígena, que este principio de la unidad no lo crean las políticas públicas. Ni los Gobiernos nos van a crear esas políticas que nos garanticen el proceso. De modo que las políticas públicas son efectivas en la medida en que son construidas por nosotros mismos, en la medida en que se logra consensuar con la participación de los diferentes Pueblos.

Hasta tanto no tengamos la capacidad de discusión y de encuentro entre Pueblos para trazar un camino común, va ser bien difícil la lucha contra el enemigo, que es un Estado que discrimina, un Estado que viola derechos a pesar de que haya una Constitución. Como ayer escuchábamos, diecisiete artículos en la Carta Magna de Colombia defienden los derechos de los indígenas; pero no es la garantía realmente del cumplimiento del hacer día a día de que esos derechos se estén realmente cumpliendo. Por eso nos corresponde mantener una dinámica muy madura de tener claro que en nuestra responsabilidad como indígenas recae la capacidad organizativa para generar espacios autónomos de discusiones propias, para que construyamos los caminos que queremos.

Es cierto, en medio de la diversidad cultural no es fácil consensuar, pero sí es posible encontrar puntos comunes. Ese ha sido el reto del movimiento indígena del Cauca y de Colombia: de que no nos peguemos de la diferencias, sino que más bien encontremos los puntos que nos aproxi-man y los derechos que debemos defender de manera conjunta. Esos principios rectores nos han mantenido en la lucha permanente y nos han permitido alcanzar algunos derechos. Es claro que todo lo que tenemos hasta ahora no ha sido regalo y bondad de los Gobiernos; ha sido fruto permanente de movilizaciones, fruto permanente de resistencia y de exigencia de derechos por las diferentes vías: jurídicas, políticas de diálogo, de negociación, pero también la movilización ha sido permanente.

Si nosotros como CRIC damos fe de que hemos logrado sostenernos, porque no es fácil sostener un proceso organizativo tanto tiempo, es gracias a la permanente movilización. Si no nos movemos, los procesos se enfrían, se caen, se confunden. La permanente movilización, encuentros, discusiones, debates en ese ejercicio articulado de autoridades tradicionales es muy importante.

Los principios que nos han permitido tener esa permanente movilidad y movilización y exi-gencia de derechos ha sido el principio de la unidad. Pero no solamente unidos entre indígenas, sino también con otros sectores sociales más vulnerados en sus derechos fundamentales. No ha sido fácil porque las políticas de Gobierno no quieren que nos juntemos con los otros débiles y los otros desfavorecidos. Sin embargo, por encima de esas dificultades hemos tratado de tener un encuentro con campesinos, con afros, con académicos y estudiantes, que han sido una base fundamental de lucha permanente del movimiento indígena. Aquí dejamos claro que el movimiento indígena no es cerrado solamente a indígenas, es también abierto a otros sectores sociales que tienen las mismas dificultades y las mismas preocupaciones. Creemos que es posible avanzar en un cambio social y estructural en la medida en que nos articulemos con otros sectores sociales.

En este principio de la unidad nos permite también poner de manifiesto que las diferencias políticas no pueden afectar una estructura organizativa. Incluso ni siquiera los conceptos ideoló-gicos debieran aceptar un proceso organizativo. Mucho menos los proyectos políticos electorales debieran desbaratar un proceso organizativo-autónomo de los Pueblos Indígenas. La invitación es a que, como estuvimos atentos escuchando que hay dificultades internas, tratemos de darle las

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discusiones necesarias, pero no nos peguemos en eso, porque lo importante no es lo electoral, ni siquiera tener un representante en los escenarios del Gobierno, lo importante es que consolide-mos el camino de la organización indígena y que mantengamos un proceso unánime. No quiere decir que todos pensemos igual, sino que todos tengamos conciencia de que es nuestro deber y nuestro derecho como Pueblos Indígenas hacer algo por las nuevas generaciones. Si no hacemos nada nosotros ahora, no esperemos que otros hagan por los otros.

Las otras sociedades, las otras políticas de Gobierno no van a hacer nada a favor nuestro. Siempre van a estar en contra nuestro, porque a pesar de que hayamos avanzado, las políticas de desconocimiento, las políticas de seguir desterritorializando a los Pueblos, las políticas de negación de la diferencia van a estar de parte del Gobierno. Solamente en la medida en que es-temos organizados podremos seguir haciendo respetar estos espacios que se han conquistado y que debemos seguir conquistando, en medio de tantas dificultades.

El otro principio, el principio del territorio, ha sido fundamental para mantener la unidad de los Pueblos, porque es la base de todos los procesos de vida y de los planes de vida de los Pueblos Indígenas. Si no hay la conciencia plena del derecho al territorio como un derecho fundamental para seguir existiendo como Pueblos, va ser bien complicado. Pero si despertamos la conciencia de que el territorio es la esencia, es la base donde podemos desarrollar otros proyectos y programas como Pueblos Indígenas; ese escenario ha sido muy efectivo en nuestro caso para mantener la unidad de lucha permanente en el territorio. En 41 años no hemos logrado conquistar el derecho fundamental al acceso a la tierra, y por eso continuamos en la lucha.

Hemos tenido algunos logros, pero no se han conquistado la totalidad, y no se ha garantizado la totalidad de los Pueblos, y estamos en esa orilla. El derecho también a autogobernarnos, la autoridad con autonomía y ahora con autodeterminación es otro escenario bien importante. Si no tenemos la capacidad de organizarnos con nuestros Gobiernos propios y de consolidarnos en ese ejercicio de control social, cultural y territorial, desde nuestros propios Gobiernos va ser muy difícil sentarnos a hablar con el Gobierno nacional o el Gobierno del Estado. Lo que hemos logrado es porque hemos logrado también fortalecer el ejercicio de la autoridad con la autonomía de los Pueblos Indígenas para sentarnos de autoridad a autoridad. Ese es un avance que podemos com-partir con plena confianza, de manera que ustedes revisen cuál va ser el camino para fortalecer la autoridad propia de los Pueblos Indígenas para sentarse a un mismo nivel, a tener un tratamiento horizontal. Si nuestra estructura organizativa y de Gobierno no se fortalece, siempre nos van a mirar como los menores de edad, como los incapaces, como los que no sabemos, como los que estamos equivocados. En la medida en que tengamos niveles de dignidad desde el Gobierno, podremos entonces hacernos respetar, abrir espacios para que nos escuchen con dignidad y que acojan nuestras súplicas, nuestros requerimientos como Pueblos Indígenas.

El otro elemento que nos ha ayudado mucho es el fortalecimiento de la identidad cultural. Si nosotros como Pueblos Indígenas no nos identificamos con lo que somos y con lo que tenemos y con lo que queremos, difícilmente vamos a luchar juntos, porque apenas logremos satisfacer la necesidad personal, eso nos hará perder de vista el derecho a luchar por el derecho de todos, por el interés colectivo. La identidad cultural ha sido muy importante; en 41 años seguimos recuperando la identidad cultural, fortaleciendo nuestras propias lenguas, que también ha sido una permanente lucha. Seguimos luchando por fortalecer nuestra propia cosmovisión, o sea, la

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relación diferencial con el territorio, con la madre naturaleza; eso es lo que hace la diferencia con las otras sociedades.

Para nosotros ha sido fundamental el fortalecimiento de la espiritualidad propia como Pueblos Indígenas. La espiritualidad es lo que da razón de ser, el sentido a luchar por un mejor vivir, por los que vienen detrás de nosotros. Si no tenemos clara la espiritualidad propia, seguramente también nos perdemos de camino. He escuchado que están haciendo el esfuerzo de recuperar el derecho a la lengua; el derecho a tener una propia espiritualidad es un derecho fundamental. Nuestros territorios, nuestros Pueblos, nuestras autoridades sí se han logrado sostener es por la fortaleza espiritual. Pero ahora tenemos también el otro elemento, la espiritualidad: tenemos que saberla juzgar en medio de la diversidad de las espiritualidades. La espiritualidad de otras doctrinas cristianas que han llegado a nuestros Pueblos. Las espiritualidades incluso económicas que también están incidiendo. Pero en medio de esa diversidad espiritual cómo logramos forta-lecer la espiritualidad neta de los Pueblos Indígenas que nos permiten realmente valorar más el principio de la vida nuestra, la vida familiar, la vida comunitaria. El principio a respetar, y a amar y a defender así sea que cueste la sangre de nuestro territorio, defender el territorio. Esa espiri-tualidad que nos hace sentir realmente hermanos con los otros y que no nos permite pelearnos con los demás, al contrario, nos fortalecemos en medio de esa fuerza espiritual. Creo que ha sido un elemento fundamental y que quiero dejar aquí planteado para que revisen.

Esas son las políticas públicas que hemos logrado como Pueblos Indígenas: identificar para permanecer y para avanzar, y eso no contempla las políticas de Gobierno. Así tengamos amigos en el Senado, esas políticas no son fortalecidas desde ese escenario; si se fortalecen es por la lucha permanente de los Pueblos y la convicción, la claridad y el compromiso fundamental. Nosotros hemos estado en permanente movilización. Venimos de una última movilización del Departamento del Cauca, que retomamos por orden de las autoridades, no por iniciativa ni del que está representando el CRIC, sino que es decisión de las autoridades tradicionales y de las autoridades espirituales que era el momento de movilizarnos, porque habían problemas muy serios, y nos movilizamos desde el 10 hasta el 15 de agosto. ¿Cuál era la meta? Enviar el mensaje de que estamos resistiéndonos a que nuestros territorios se sigan violentando; por eso el mensaje ha sido encuentro nacional de los Pueblos Indígenas y sectores sociales en defensa de la madre tierra. Porque, mientras por un lado se hacen leyes para defender los derechos, por otro se legisla para violentar esas leyes que están defendiendo los derechos.

Nosotros, como Pueblos Indígenas, en el Departamento del Cauca hemos logrado consensuar, no aceptar ninguna multinacional minera en los territorios indígenas. Ese es el reclamo al Go-bierno: que de una vez por todas anule, retire esas concesiones mineras, esos títulos mineros que están identificados en los territorios indígenas, porque los territorios indígenas son sagrados, son el escenario de la biodiversidad, de las reservas hídricas, que son una riqueza universal, y no podríamos nosotros entonces por ambición a unos proyectos o a unos pesos poner en riesgo la vida, no solamente de los indígenas sino también de los demás pobladores a nivel nacional. Por eso en particular estamos en esa brega y se le ha planteado al señor Presidente. Estaremos atentos al escenario a seguir, porque nos hemos movilizado, hemos dado el mensaje, pero si eso no tiene efectos, nos corresponde tomar otras vías jurídicas nacionales e internacionales, porque cuando las políticas de Gobierno en la nación están viciadas, las demandas de los in-dígenas no tienen una respuesta positiva, siempre van a tener una decisión negativa. Para eso

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está la instancia internacional, que ha tratado de ser un poco más imparcial en las decisiones, y realmente defender el derecho del más débil, en este caso, de los Pueblos Indígenas.

Igual el derecho a tener la paz. En Colombia llevamos más de cincuenta años de permanente conflicto interno, y no ha sido fácil resolverlo porque las políticas del Gobierno no están para garantizar la paz, sino abocadas a propiciar la guerra, porque desafortunadamente la guerra en Colombia se ha convertido en un negocio. Un negocio que beneficia a otros intereses capitalis-tas, a favor de unos intereses de los grandes mega proyectos que atentan contra los planes de vida. Es un derecho que estamos exigiendo porque el Derecho a la Paz es universal y no es lógico que en Colombia seamos los únicos que hasta ahora tengamos ese derecho tan deteriorado y que está poniendo en riesgo nuestros procesos de planes de vida como Pueblos Indígenas. Por eso estamos solicitando el apoyo solidario de ustedes, países hermanos. Queremos incidir en el Gobierno nacional para que se busque una vía negociada para salir del conflicto interno, que hasta ahora se ha negado. No hay la voluntad, ni siquiera del Gobierno nacional, ni siquiera de las guerrillas, de un diálogo para buscar una salida negociada al conflicto. Pero estamos haciendo ese ejercicio del movimiento indígena y articulándonos con otros sectores sociales a nivel nacional para levantarnos a exigir ese derecho fundamental.

Pero la paz real para los Pueblos Indígenas no es que se callen los fusiles, sino que haya un tratamiento especial frente a los derechos fundamentales, una inversión social que garantice la vida integral de los Pueblos, de los diferentes sectores más marginados en la política del Gobier-no. Creo que en esto Naciones Unidas juega un papel importante de llevar ese mensaje a nivel internacional, porque el derecho que tenemos todos, cualquier país que sea, es al menos tener la garantía de una paz que nos permitirá desarrollar integralmente nuestros proyectos de vida.

Los invito, compañeros y compañeras, tomen como elemento la permanente movilización. Si no se levantan como Pueblos a reclamar los derechos, no van a ser escuchados. Así toque sudarla, así toque sacrificar recursos económicos, hay que hacerlo por el derecho de todos. Si no logramos tocar el corazón de los gobernantes, van a ser inútiles las cartas y las demandas. Hay que movilizar y visibilizar el problema que tenemos con la participación de todos. ojalá logremos con el espíritu de la madre naturaleza, que es tan sabia, unirnos realmente. Tenemos maestros de nuestros Pueblos, tenemos trabajadores en la salud, tenemos líderes muy reconocidos, muy activos. Juntémonos todos, hombres y mujeres, y alcemos la voz, con ganas, con fuerza, con resistencia, para hacernos escuchar.

Pero si estamos desarticulados, estoy seguro, los políticos de nuestros países son muy hábiles, y les gusta tenernos divididos. Si hay un líder de una población, y va a nombre de esa población, los va atender, pero no les va a resolver el problema de fondo. Los va tener engañados con caramelos, pero no nos va a permitir avanzar en nuestros propósitos. ojalá logremos romper ese esquema de división y que avancemos en la unidad escuchándonos, teniendo la capacidad madura y política de hacer los debates internos, o sea, no es que hayamos sido compañeros indígenas angelitos, no, hay dificultades y nos toca jalarnos las mechas nosotros para arreglar el camino. Llamarnos la atención a tiempo entre nosotros es muy importante para salir fuertes al escenario frente al Gobierno nacional, porque al Gobierno le gusta vernos divididos.

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En Colombia hemos logrado sortear eso. En los últimos años nos crearon una organización paralela para debilitarnos, pero estamos ahí, haciéndole frente y llamando la atención a que no nos permitan deteriorar este buen ejercicio que tenemos a nivel del Cauca y a nivel nacional. Esas organizaciones paralelas son muy peligrosas porque a eso le juega el Gobierno. Apoya más una organización que sea contraria al proceso legítimo y digno a apoyar a esas organizaciones que son iniciativas de personas, no de comunidad, y de intereses individuales, no de intereses colectivos.

Lo que hacemos en Colombia es un aporte para Latinoamérica, para otros Pueblos Indígenas que viven por acá en estos territorios, de modo que la experiencia nuestra sirva de algo para sus procesos y que la madre naturaleza los acompañe. Muchos académicos no indígenas están convencidos de que hay que hacer algo por el derecho a existir, el derecho a la permanencia de los Pueblos y la riqueza que tenemos. Nosotros no somos un problema, somos una oportunidad. Nosotros no somos el deterioro de esta sociedad, somos la esperanza y una oportunidad para generar condiciones de vida.

Muchas Gracias.

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Muy buenas tardes. Quiero agradecer por esta invitación a compartir con ustedes algo de la experiencia en nuestro país y a establecer qué es lo que ha sucedido con las políticas públicas en Colombia en lo relacionado con los Pueblos Indígenas, tema que llama muchísimo la atención. El Presidente de Colombia compartió el día de su posesión con los indígenas Koguis de la Sierra Nevada de Santa Marta y se comprometió a garantizar sus derechos.

Evidentemente, el Gobierno colombiano tiene interés en avanzar en estas temáticas; siempre lo ha manifestado y por eso ha hecho diferentes encuentros para compartir y dialogar con los Pueblos Indígenas.

El tema de las políticas públicas de los Indígenas de Colombia debería estar centrado en el territorio. Definitivamente, la autonomía territorial, la autonomía de Gobierno y la autonomía que tiene que ver con la posibilidad de ejercer su propio desarrollo están muy relacionadas con las políticas públicas. Esta garantía es fundamental para los Pueblos Indígenas, porque un pueblo sin territorio no tiene dónde reproducir su cultura. “Un indígena sin tierra es como un pájaro sin nido” decía un líder de nuestro país.

Juan Freide, uno de los estudiosos de nuestro caso, planteaba que para el blanco el problema indígena tenía importancia sólo en la proporción en que limita sus derechos de desalojar al indio de sus tierras. Para el indio, por el contrario, el problema es cuestión de vida o muerte de su pueblo, ¿por qué? Porque la pervivencia de un pueblo tiene una relación directa no solamente con la cultura, sino también con el territorio.

En la actualidad nosotros consideramos que no hay políticas públicas coherentes concertadas con los Pueblos Indígenas de Colombia. Lo que sí es claro es que existe una normatividad muy prolífera; normas sobre temas relacionados con el territorio, la autonomía, la identidad cultural e incluso, con el uso de recursos naturales, porque los Indígenas no solamente tienen derecho al territorio, sino también a utilizar los recursos naturales que en ellos existen. Sin embargo encontramos que aún existe una brecha enorme entre este marco jurídico y su aplicación. Lo anterior es evidente, sobre todo, en lo relacionado con el derecho a la participación, a la Consulta, y muy recientemente a través de la Corte Constitucional, al consentimiento previo, libre e informado.

La falta de respeto a los derechos territoriales que viene desde la época de la colonia, ha llevado a los Pueblos Indígenas de Colombia a utilizar diversas estrategias para proteger sus territorios. En una primera etapa, cuando llegaron los colonizadores, los indígenas buscaron alejarse hacia

Presentación Señora Gloria AmparoProfesora e investigadora, Universidad de Rosario

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las zonas montañosas y en ocasiones enfrentarse con los invasores a través de las flechas. Pero hoy la estrategia obedece a diferentes órdenes, uno jurídico y otro político. La estrategia jurídica empezó con el liderazgo de un indígena caucano, Manuel Quintín Lame, que inició por conocer la norma del blanco para defenderse él mismo. Según Freide, Quintín Lame estuvo en la cárcel 18 años, 7 meses y 21 días de su vida de luchador y fue acusado 150 veces pero nunca fue condenado, ¿por qué? Porque utilizó la norma del blanco como una estrategia de defensa. La consecuencia de su lucha, unida a la de las organizaciones indígenas, se refleja actualmente en los derechos reconocidos a estos Pueblos, en su gran mayoría, considerados de carácter fundamental.

Una estrategia más reciente tiene que ver con la conformación de redes y organizaciones políticas y étnicas. Ya lo veíamos en el caso del CRIC, la primera organización creada en el país. Pero hay otras como por ejemplo, la organización Nacional Indígena de Colombia que también ha consolidado una estrategia muy fuerte para hacer realidad las políticas públicas que no han existido, o por lo menos los derechos que se encuentran reconocidos. Hoy, dichas organizacio-nes tienen una interlocución de autoridad a autoridad, de Gobierno a Gobierno y siempre están exigiendo la defensa de sus derechos.

No obstante, aún existen varias situaciones de violación de los derechos de estos Pueblos, por lo cual ha terminado judicializándose el tema indígena. Ellos han tenido que acudir a los tribunales para la defensa de sus derechos. Hasta el momento la Corte Constitucional ha demostrado que es prolija y los ha defendido, pero las tendencias que vemos ahora, y sobre todo, los cambios en los tribunales nos dejan muchos interrogantes sobre lo que va pasar.

Hay otras formas de resistencia que tienen que ver con lo cultural. Muchos Pueblos se oponen a las políticas y a los proyectos con argumentos culturales, sobre todo, uno que nadie puede rebatir: el argumento de la identidad cultural. Inclusive para nosotros los abogados, rebatir qué significa un sitio sagrado para un pueblo es prácticamente imposible, porque eso tiene que ver con la identidad.

El reto está entonces en consolidar los territorios para que ellos sean de propiedad real y efectiva de los Pueblos Indígenas, y por supuesto, como lo planteaba ayer Luis Fernando, que se puedan reconocer esos resguardos y esos territorios ancestrales. Lo anterior quiere decir que tenemos un proceso interesante, pero al que todavía le falta y, para avanzar en él es necesario que desde las más altas instancias del Estado se puedan consolidar esas políticas públicas.

Un caso representativo es el referido al derecho a la Consulta previa. Hoy no solamente habla-mos en Colombia de la Consulta, sino que también hablamos del consentimiento, porque muchas de las decisiones que se están tomando, en especial en los últimos años, afectan directamente los derechos territoriales, los derechos culturales y los derechos a la autonomía de los Pueblos Indígenas. Actualmente, tenemos una dificultad con la Consulta a pesar que todos los organis-mos del Estado saben que deben hacerla. Es más, el Gobierno ha dado una directriz que dice “si hay que hacer Consulta, se hace”. El problema es que los Pueblos Indígenas están desbordados, pues son tantos los procesos que se adelantan que las comunidades no tienen oportunidad para ejercer sus propias formas de vida y de Gobierno.

Tenemos el caso de los pueblos de la Sierra, donde actualmente se están adelantando cinco procesos de Consulta previa, uno cada semana, razón por la cual sus miembros ya están hablando

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no solamente de Consulta, sino también de consentimiento. ¿Y a qué se debe esto? A los proyectos y a todo lo que tiene que ver con medidas administrativas y legislativas que deben consultarse.

También hay problemas relacionados con el conflicto armado que vive Colombia y con los cultivos de uso ilícito, temas que tienen que ver con dos asuntos específicos: el primero rela-cionado con lo cultural ya que la coca es una planta sagrada utilizada por los indígenas en sus prácticas tradicionales y, el segundo, con la erradicación, las fumigaciones o cualquier control de esos cultivos en sus territorios, caso en el cual se requiere de Consulta previa. Esto suscita confrontaciones entre los derechos de estos pueblos y el tema de la seguridad nacional. Entonces el Gobierno señala que no debe hacerse Consulta previa y que puede ingresar a los territorios indígenas donde no son ellos los que cultivan para uso ilícito (son los colonos). Esto ha generado muchísimas dificultades porque las fumigaciones están afectando sus cultivos de papa, plátano, yuca y arroz, poniendo en riesgo el ambiente, su seguridad y autonomía alimentaria. Este es un problema muy grave, y el reto está en asumirlo a través de políticas públicas claras y concertadas.

Adicionalmente, está el tema de los proyectos mineros. Hay títulos mineros en todo el país, muchos de ellos en territorios indígenas, los cuales son otorgados sin consulta previa y sin tener en cuenta sus derechos. Por supuesto, el tema minero es muy fuerte. Si bien en el Plan Nacional de Desarrollo se consultaron unos programas especiales para Pueblos Indígenas, no se consultó el texto en lo que tiene que ver con las locomotoras, especialmente la minero-energética, es decir, todo lo referente a la explotación minera, la explotación de carbón y la explotación petrolera. En esta consulta se llegó a noventa acuerdos con los indígenas, pero quedó faltando el tema del desarrollo que es fundamental. Por eso creemos que no podría considerarse el Plan como una política pública de Pueblos Indígenas, como lo planteaba ayer Gabriel Muyuy. Este es un debate que debe hacerse en profundidad estableciendo y respetando las diversas visiones del desarrollo.

Los territorios y resguardos indígenas están afectados por proyectos mineros y por proyectos petroleros prácticamente en toda Colombia y esto debe analizarse con sumo cuidado para esta-blecer mecanismos de protección.

Respecto de los retos, creo que más que normas, la idea es efectivizar y cumplir los derechos reconocidos en la legislación nacional. Si en Colombia se cumplieran las normas para estos Pueblos y para protección del ambiente, tendríamos una situación más idónea para garantizar la pervi-vencia social, cultural y económica de los indígenas. El problema es que éstas aún no se cumplen.

Con relación al conflicto armado, los Pueblos Indígenas están pidiendo la vía negociada del conflicto, así como su exclusión del mismo, porque al encontrarse en el centro de las confron-taciones, son los que están resultando más afectados por éste. Una política pública que partiera de dicha realidad y tuviera en cuenta que estos Pueblos tienen derecho a la autodeterminación y a la autonomía sería muy importante. Esta compleja situación la podemos ver directamente en los territorios, debido a la incursión de actores armados legales o ilegales, donde los habitantes se sienten presionados, cohesionados y manifiestan temor porque saben que cuando están allí pueden llegar a presentarse enfrentamientos. Este panorama implica grandes desafíos referidos al respeto a la autonomía y al control territorial de estos pueblos. Una autonomía real y efectiva, en el gobierno, en el derecho propio, en sus formas de vida e incluso en sus propias formas de salud y de educación. Para ello sería importante que se formalizaran las Entidades Territoriales Indígenas, cuya creación se encuentra autorizada previamente por la Constitución Política Colombiana.

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Superar estas problemáticas implica reconocer los derechos y lograr el consentimiento previo, libre e informado. No es posible que se hagan Consultas y que las comunidades digan “no a los proyectos” y en últimas termine decidiendo otro. La idea es que el consentimiento permita que los Pueblos Indígenas decidan sobre sus territorios, y para ello, es necesario el fortalecimiento organizativo e institucional.

En Colombia debemos superar todos los obstáculos que se presentan y que imposibilitan la garantía de los derechos. Adicionalmente, se debe fortalecer el grupo de Consulta previa para que éste sea independiente ya que actualmente es financiado por la Agencia Nacional de Hidro-carburos, cuyos funcionarios no siempre actúan respondiendo a los intereses y los derechos de los Pueblos Indígenas. En ese sentido, creemos que es importante la formulación de una política pública que tenga en cuenta el fortalecimiento institucional, de forma libre e independiente.

otro un tema que no ha sido abordado claramente en el país es el de los Pueblos Indígenas en aislamiento voluntario. Según un antropólogo investigador, en Colombia existen trece Pueblos en aislamiento voluntario, es decir, que nadie conoce. Es muy importante que haya una política clara sobre estos Pueblos, porque en la medida en que los proyectos mineros y petroleros avanzan, se van encontrando con ellos, pudiendo generar dificultades e incluso su exterminio.

Lo más importante, es que las políticas públicas para los Pueblos Indígenas sean concertadas e implementadas con ellos mismos. No se trata de crear políticas simplemente para que se queden en el papel, sino que se construyan, se apliquen y se implementen con ellos.

También debemos hacer referencia al tema de las mujeres. Resulta que las mujeres indígenas de Colombia están hablando de políticas especiales para ellas. Los Pueblos Indígenas tienen una mayor proporción de mujeres que de hombres, y ellas están exigiendo ser tenidas en cuenta para lograr su propio fortalecimiento, sobre todo, para visibilizar ese trabajo callado que hacen. Las mujeres indígenas son tejedoras de vida, de paz y de futuro. El problema es que no se está visibilizado ese trabajo tan importante que ellas han hecho.

Para finalizar, simplemente debo señalar que en este momento hay un proceso muy fuerte de resistencia social y cultural de los Pueblos Indígenas de Colombia, el cual se fundamenta en la exigencia de efectivización de sus derechos. Pero no solamente para que éstos se cumplan, sino también para que se traduzcan en políticas públicas que permitan que dentro de cien, doscientos, trescientos y muchos años más perviva su cultura, su vida, sus saberes, sus lenguas, sus tejidos, sus conocimientos; porque esos conocimientos aportan no solamente a ellos sino a toda la humanidad.

Muchas gracias.

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Para empezar, quiero agradecer esta gentil invitación que me hicieron los amigos del PNUD y de la Fundación Ford para exponer las experiencias desde el lado personal y también profesional, respecto de las políticas públicas en materia indígena.

Cuando me llamaron era jefe de la oficina Nacional de Conflictos Sociales, pero por los avatares de la políticas, una semana después ya no lo era. Entonces renuncié y estoy desempleado. Aclaré que mi participación era a título personal, pero obviamente tenía la obligación de presentarles lo que ha sido un acumulado de experiencias para el caso específicamente peruano. No creo que acá valga la afirmación de que la experiencia peruana es replicable, yo creo que cada caso es específico, cada realidad nacional es muy particular. Sería un grave error que yo diga, que se puede replicar en uno o más de los países. Cada país tiene su propia historia, sus propios liderazgos, sus propias estructuras sociales; el proceso de construcción de sus Estados también tiene su propia dinámica. Por lo tanto, valga la aclaración de que lo que aquí expongo solo es aplicable específicamente al caso peruano.

Hace muchos años, fui asesor de la Confederación Campesina del Perú, hasta el año 1993. En 2006 asumí la conducción de los conflictos sociales en diferentes entidades del Ejecutivo. Fui fundador de la oficina de Gestión de Conflictos Sociales, de la presidencia del Consejo de Minis-tros en el año 2006, y luego en 2011, el premier, en ese entonces Salomón Lerner, me vuelve a convocar para que continúe el trabajo de la oficina de Gestión de Conflictos Sociales.

No puedo dejar de mencionar que una de las particularidades del país es su larga tradición histórica. Debemos ser sumamente respetuosos de la historia del Perú, de sus luchas, de la lucha de sus Pueblos, de sus líderes, que dedicaron toda una vida a resolver los problemas históricos de sus Pueblos, que culminaron en conquistas históricas. Creo que el Perú tiene una rica tradición de lucha, tiene conquistas históricas que se han ido acumulando y que hoy nadie puede desmerecer, y quien lo haga está cometiendo un grave pecado contra la historia y la memoria histórica del país. Pero nuestro país tiene una larga tradición de lucha indígena.

En la década de 1920, los movimientos indígenas dieron lugar al surgimiento del movimiento indígena pro Tahuantinsuyo, que fue calurosamente recibido por José Carlos Mariátegui. A partir de allí la reflexión de la problemática indígena constituyó uno de los elementos importantes de las ciencias sociales y de la política en el Perú. Y esto se expresó luego en conquistas históricas en la constitución del Estado. En 1933 por primera vez se ratificó un acuerdo de considerar las tierras de las comunidades indígenas, en ese entonces andinas, amazónicas y costeñas, como inalienables, imprescriptibles e inembargables. Esa es una conquista histórica que dura a la fecha.

Presentación Señor Víctor Enrique Caballero Exjefe de la Oficina de Gestión de Conflictos Sociales, Presidencia del Consejo de Ministros (PCM)

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Lo consiguieron las movilizaciones indígenas y creemos que ese es el aporte más grande de los líderes de nuestro país a la historia de nuestra América Latina.

Luego, en la década del cuarenta, se pasa a una lucha histórica que ha sido poco revalorada hoy día, pero que constituyó el segundo gran oleaje de movimientos indígenas en el Perú, con la lucha por la educación y la construcción de escuelas. El día de ayer, mi colega Javier Torres hizo referencia a eso, pero esa lucha histórica por la educación en el Perú, que fue conducida por las comunidades campesinas del centro que finalmente culmina con el reconocimiento del derecho de los Pueblos Indígenas a la educación gratuita, es lo que consideramos otra de las grandes conquistas de nuestro país.

Finalmente algo que para nosotros es, sobre todo para la gente de mi generación, la conquista histórica fundamental, es la gran lucha por la tierra. La gran lucha por la tierra, que empieza el cincuenta, se desarrolla en oleadas formidables en la década del sesenta, y termina con una gran conquista. Primero, con la ley de Reforma Agraria, que daba Velasco Alvarado, y con las tomas de tierra que organizan las comunidades con la bandera de tierra para las comunidades y no para las empresas asociativas, que era el modelo de Velasco, y que culmina con una transferencia masiva de más de 10 millones de hectáreas de tierras para las comunidades campesinas. Yo estuve en el último gran proceso de toma de tierras en Puno, y en menos de cinco años, dos millones de hectáreas de tierras, de pastizales, pasaron a manos de las comunidades campesinas.

Este ciclo histórico de luchas campesinas se termina con conquistas en el Estado, con el de-recho a la educación, a la tierra. Creo que somos los herederos de esa tradición, y que la nueva perspectiva tiene que considerar que lo que estamos haciendo ahora es la continuación de un proceso, y no el inicio de algo nuevo o diferente. Digo esto porque hay mucho de pecado original en el país de creer que las luchas empiezan ahora, y no que son un acumulado histórico del país.

Pero, ¿cuál es el nuevo escenario? Lo quiero señalar a partir de las experiencias directas, por-que ayudan a entender mejor el proceso. En 2009 asistí por primera vez a una Asamblea de las Comunidades Indígenas Aguajes de Condorcanqui. Había grandes problemas, había demandas y por primera vez me tocó conducir una delegación de más o menos cuarenta funcionarios para ver en el terreno de los hechos, los problemas de las comunidades, sus demandas y resolverlas en la medida de lo posible.

Lo que más me sorprendió de esa experiencia fue que había más o menos nueve a diez mesas de trabajo con poblaciones indígenas muy pequeñas y restos de poblaciones de color. Por otro lado, había una cantidad de indígenas, entre cien y ciento cincuenta, en una gran asamblea, liderados por un coronel del Ejército. Preocupado por la discusión que ahí se daba, me acerqué y encontré que la discusión era la siguiente: la mayoría de los que estaban allí eran familiares de Awajún muertos en la guerra del Cenepa. Lo que me explicó el coronel fue lo siguiente: en la guerra del Cenepa, con nuestro vecino país el Ecuador, a los indígenas Awajún se les acusó de antipatriotas, por lo que se les estigmatizó muy fuerte por sus peleas y por sus luchas, por sus demandas. Los indígenas Awajún se habían alistado a las tropas del Ejército de manera irregular, pero cada pelotón registraba el número de indígenas que se aprestaban y los mandaban adelante en plena selva, y algunos morían por una mina que explotaba al paso de ellos, o por un disparo de un fusil, de un francotirador. Y así quedaron redados en la ciénaga de la selva peruana 187 indígenas Awajún. El problema era que esos indígenas, cuyos familiares reclamaban el derecho a

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ser reconocidos como héroes del Cenepa, no tenían identidad, es decir, estaban registrados, pero no tenían partida de nacimiento ni tenían DNI. o sea, en términos de ciudadanía y en términos de derechos nunca existieron en el país, y sin embargo habían dado la vida por la patria.

Lo que los familiares reclamaban era el derecho que el Estado peruano tenía de reconocer a indígenas que habían dado su vida por un país que no le había dado su derecho a la identidad. Entonces, este principal derecho, ciudadano, de un país, que es el otorgar derecho ciudadano a sus connacionales, y más aún, a una etnia que había dado su vida por el pueblo, no estaba siendo cumplido. Yo pensé en ese momento que era un problema de 187 indígenas Awajún, pero cuando accedí a los censos nacionales me encontré con la desagradable sorpresa de que más o menos el 19,7% de los indígenas de Condorcanqui no tenían DNI; más aún, el 8% de indígenas de Condorcanqui no tenían partida de nacimiento. Si esto lo expandimos a otras etnias, nos vamos a encontrar con esa misma realidad.

Lamentablemente, este principal derecho ciudadano a ser reconocido, a tener nombre, a tener identidad, estaba siendo incumplido por un Estado que le exigía a su vez a esta población lealtades y deberes que el Estado nunca cumplía, o no cumplía con la intensidad que la demanda exigía. Creo que la principal política pública, que es el otorgar ciudadanía, identidad a sus pobladores, en el caso de los indígenas amazónicos no se estaba cumpliendo. A partir de ahí creo que era importantísimo que los registros electorales, los registros de identidad tipo Reniec (Registro Nacional de Identificación y Estado Civil) u otros de las municipales, a través de las partidas de nacimiento iniciaran una campaña intensa por otorgar ese primero y principal derecho a la identidad. Cuando esto se cumpla, probablemente hayamos avanzado, pero no quizás con la intensidad y la exigencia que se requiere.

otra experiencia que me parece fundamental señalar es cuando estuve negociando un conflicto con los indígenas achuares en el río Corrientes. Los achuares que están en la zona del río Santiago habían tomado una planta petrolera de la Pluspetrol y después de varias negociaciones, llegamos a un acuerdo con la población achuar en el Perú. Entre paréntesis pongo lo siguiente: el error que cometimos en esa primera negociación fue hacer la negociación con los gremios, porque después tuvimos el encontronazo de que los gremios no eran reconocidos por los apus de las comunidades nativas. Por lo tanto, tuvimos que regresar a dialogar con los apus de las comunidades. Ello nos hizo ver una forma de funcionamiento que desde mi experiencia gremial-sindical-agraria, costeña y campesina, era muy distinta a la zona indígena amazónica. Allí los apus son los dirigentes de los Pueblos, y no delegan responsabilidad a las federaciones u organismos superiores. Se negocia con ellos o no se negocia. Esa era la principal lección que teníamos que dar.

A lo que voy es a lo siguiente. Una de las principales demandas que había motivado a la po-blación Awajún era la salud, que tenía que ver sobre todo con la construcción de un hospital y la atención de graves problemas de sanidad que afectaban a la población indígena, sobre todo infantil, en la zona Awajún.

Pero, acabado el diagnóstico viene la solución y la solución era la construcción de un hospital, cosa que el propio gobierno regional, porque estaba regionalizado, no lo podía ejecutar porque no tenía presupuesto. La empresa acordó pagar el hospital y con ese acuerdo todos felices nos abrazamos. Bueno, eso fue el 2007. En 2012 el hospital no funciona, por una razón muy concreta,

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que no tiene nada que ver ni con la población indígena ni menos con la empresa. Resulta que el hecho de acordar la construcción de un hospital sin acordar el financiamiento de los gastos operativos de ese hospital no tiene ningún sentido, vale decir, pagar los costos operativos. Ese es uno de los graves problemas de todos estos procesos de conflicto y de negociación, que no consideran en estos acuerdos los tipos de gastos de funcionamiento, que son los que finalmente garantizan el funcionamiento de un derecho.

Antes de culminar, porque estas son las recomendaciones que sacamos de nuestra propia expe-riencia, es que en efecto, uno de los problemas más serios que tenemos para la aplicación de las políticas públicas es que no podemos o no se puede cumplir todavía a plenitud con la demanda de la población de tener un Estado más cerca de ellos. Es decir, el Estado peruano es todavía de muy difícil acceso. La lucha por las poblaciones indígenas es por más Estado, por un Estado más cercano, por colegios, por hospital, por identidad, por carreteras, por transportes. Incluso en la última negociación que tuvimos con los indígenas de las selvas centrales agrupadas en la orpián es que los indígenas estaban reclamando cuotas en la policía nacional y en la escuela de oficiales, vale decir, que el Estado reconozca que necesita una policía pluricultural también.

Yo creo, y no tengo ninguna duda al afirmarlo, que hemos cometido un grave error al mirar solo el conflicto y no el consenso. No hay nada más lejano a la realidad, el hecho de que los indígenas quieren puro conflicto y nada de consenso. La historia del movimiento indígena peruano es la historia del conflicto y del consenso. Y creo que no ponerle mirada, no ver los acuerdos a que se ha llegado, no considerar las conquistas obtenidas, y no ver la manera cómo las poblaciones indígenas buscan el consenso como una forma de salida de los conflictos; creo que debemos aprender de la historia y mirar las lecciones que nos deja para resolver los graves o los profundos conflictos históricos o los desencuentros históricos que tienen países como el peruano.

Muchas gracias.

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Gracias a todos y todas. Muy buenas tardes. Tengo el honor y el privilegio de representar a mi hermana mayor, Tarcila Rivera. Con mucho cariño la llamo hermana mayor no porque seamos hermanas de padre y madre, sino que es una hermana que empezó y se incorporó en la lucha y la conquista de los derechos de las mujeres y los Pueblos Indígenas. Hoy estamos aquí, mañana serán nuestras hijas, nuestras nietas, quienes vamos a seguir en esta conquista de nuestros derechos.

Quería remarcar lo que decía el doctor Caballero de que los Pueblos Indígenas tenemos una trayectoria y una historia de constante resistencia, pero también la conquista de derechos. Y esto solo se ha logrado con algunos lemas y principios. No hemos necesitado planes, no hemos necesitado aquellos programas de hoy en día. Quería compartir y conjuntar las ideas de mi her-mana mayor con la vivencia que vamos teniendo en la actualidad.

A las mujeres indígenas, a las hermanas mayores, a mi generación, en el caso de Perú nos ha ayudado estos tres lemas. Primeramente, las mujeres nos tomamos un camino para avanzar, el silencio a la palabra, porque las mujeres siempre estábamos en el anonimato, calladas. En el diálogo siempre estaban los varones, entonces dijimos que había esta necesidad de avanzar del silencio a la palabra. Algunas bien empoderadas con la palabra dijimos “veamos un salto más”, entonces pasamos de la palabra a la acción, y empezábamos las marchas, las protestas delante de los varones; porque en una marcha y una protesta siempre los dirigentes decían “que vayan adelante las mujeres”, como un escudo también al tema de las represalias que podía haber.

Hoy en día, las mujeres indígenas, en el caso de Perú y en otros países, empezamos a dar un nuevo paso, que hemos llamado “de la acción a las propuestas”. Pero también de la acción a la toma de decisiones, que es un derecho conquistado y ganado en todos los planos. La hermana Tarcila nos dio a conocer el escenario de la interculturalidad que estamos pasando en nuestro país. Hablamos de interculturalidad los Pueblos Indígenas, pero también los Estados. Pero, ¿qué entendemos los Pueblos Indígenas por interculturalidad y qué entiende el Estado por intercul-turalidad? Desde nuestro punto de vista, el tema de la interculturalidad se entiende que es una forma, algo positivo, queremos que se nos incorpore, pues se nos sigue viendo como algo ajeno. Los Pueblos Indígenas son ajenos, son extraños y como tales hay que incorporarlos, y eso es in-terculturalidad. Para los Pueblos Indígenas la interculturalidad es un marco de respeto de ambos puntos de vista. Como yo te respeto tal cual eres, también necesito que me veas de la misma forma, en igualdad de condiciones.

Ahí hay muchos desafíos por los que seguir trabajando. En todo este tema también vemos persistentemente racismo y discriminación, ya sea de los políticos, de los funcionarios, o de los

Presentación Señora Gladis VilaPresidenta, Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP)

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ciudadanos y ciudadanas de las ciudades, porque nos vemos diferentes o porque no nos expre-samos bien en el español. Con estos parámetros quería entrar ahora en el caso de Perú sobre interculturalidad y políticas públicas. Podría afirmar que en el Perú no tenemos políticas públicas interculturales. Sin embargo, tampoco podemos negar que después de las luchas, de las mujeres y de los Pueblos Indígenas se van generando algunos cambios, sobre todo en algunas situaciones muy concretas. Podemos ver, por ejemplo, que el tema de la ley forestal al que ha hecho referencia tanto el Viceministerio de Interculturalidad como la Defensoría del Pueblo. Para los Pueblos Indígenas ha constituido un ensayo a la conquista. Por cierto, valió de este acercamiento del Estado a los Pueblos Indígenas, pero al momento de la negociación seguimos teniendo menos posibilidades.

Podemos decir “sí, cambian las formas”, pero se han cambiado, se han hecho cambios signifi-cativos, pero no sustanciales. Aún queda un desafío pendiente. En el Perú contamos con un plan nacional de igualdad entre varones y mujeres. Pero hay un tema de ausencia desde la mirada intercultural para las mujeres indígenas. En algunos argumentos de este plan se manifiesta que hay mayores factores de riesgo por la baja cobertura estatal de servicios para las mujeres indígenas y para los afroperuanos, hasta ahí llegamos. Pero, ¿qué hacemos para eso? No hay absolutamente nada en este plan; estamos insistiendo en que se incorpore, pero no solamente que se reconozca el problema, sino que ese problema se convierta en un objetivo estratégico, en un resultado. Se deben formular indicadores y acciones específicas para prevenir, y dar una atención y sanción a los que cometan violencia contra las mujeres indígenas.

La Defensoría del Pueblo hacía referencia al tema de la salud. Si bien hay este reconocimiento al parto vertical o se ha promovido las casas maternas, sigue siendo un modelo cooptado por esta política pública; no se reconoce quién tenía ese conocimiento ni cómo esa partera indígena, hermana mayor nuestra, podría, con la misma valoración que nosotros los Pueblos le damos, estar en este sistema. Incluso se han dado denuncias a las parteras indígenas por atender partos en casa, porque no es un sistema de salud pública. Entonces ahí hay una incoherencia. Si bien aparentemente puede ser intercultural, pero como mi aprendizaje ahora es practicado por el otro, entonces ya me rompen el conocimiento y el vínculo. Pero también vemos con mucha esperanza que eso se pueda mejorar y seguir encaminados a este tema de interculturalidad.

Las mujeres indígenas estamos participando en un proceso de validación de estándares de una adecuación de atención pública de salud. No queremos seguir viendo que los Pueblos Indígenas solo estamos en comunidades, porque por la violencia política, por diferentes factores, hoy en día los Pueblos Indígenas estamos asentados en diferentes partes periféricas de las ciudades, ¿y qué políticas hay para ellos? Para nuestros hermanos que están en las ciudades no hay abso-lutamente nada.

En educación se ha avanzado un poco más. Se habla de educación bilingüe intercultural; an-teriormente el currículo educativo se transcribía al quechua y ya estaba solucionado el tema. Pero tenemos que seguir trabajando por una adecuación verdaderamente intercultural. Hoy en día saludamos también a esta comisión que se ha integrado con participación indígena a una comisión de un consejo asesor para la dirección general de educación bilingüe intercultural, en la que estamos presentado propuestas.

En el caso de la justicia seguimos viendo una brecha abismal, porque los Pueblos Indígenas siempre hemos solucionado los diferentes problemas y conflictos al interior de nuestras

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comunidades, con nuestros sistemas propios de justicia, lo cual es satanizado por el sistema de justicia de nuestro país. Entonces es ahí donde vamos a tener que generar un acercamiento de resolución de conflictos, siempre teniendo en cuenta ambas miradas.

Quería compartir las lecciones aprendidas. Ciertamente, el camino recorrido ha tenido muchos tropiezos, seguirá teniendo muchas limitaciones, pero hay esperanza de seguir avanzando hacia políticas públicas mucho más concretas. Las mujeres de oNAMIAP (organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas), en coordinación con el enlace continental de muje-res, hemos empezado con la oficialización de nuestros idiomas, ya sea quechua o aymara, en los gobiernos locales. Es ahí donde se ha avanzado mucho más en vez de con una política mucho más global. Ahí hay un tema pendiente.

En la salud, estamos viendo cómo tiene que ser la atención a las mujeres indígenas y a los varones indígenas, en las ciudades o en los hospitales. Es un tema que estamos construyendo la sociedad civil, entidades del Estado y las mujeres indígenas. Esto es posible no por la voluntad solo del Estado, sino también por el apoyo de alianzas como el USPA, que nos ha ido acompañando, o de la Fundación Ford o de la cooperación en general, que nos va encaminando hacia ello. De esta manera, se crea esta sinergia que nos lleva a mejores condiciones.

Algunos desafíos que quería plantear y que comparto plenamente con la hermana Tarcila son los siguientes. Los Pueblos Indígenas aún somos vistos desde el Estado, sobre todo en la cons-trucción de políticas públicas, como objetos y no como sujetos de derecho, ¿por qué digo esto? Porque el Estado y sus instancias deciden por nosotros en la forma como debemos involucrarnos en el sistema. Ellos deciden la forma como debemos involucrarnos, hasta qué punto, en qué momento, en qué forma y aún faltando la participación plena y efectiva de los indígenas en el diseño y en la formulación; muchas veces solo se nos incorpora en la implementación, cuando el diseño está hecho. Es ahí donde viene el quiebre, porque no está nuestra propuesta ni nuestros puntos de vista en esa política que se construye; sin embargo, estas políticas se construyen a nombre de nosotros. Cómo podemos escuchar, por ejemplo, ayer al Viceministerio, señalando que está diseñando una política pública para Pueblos Indígenas, ya tienen propuesta y ya tienen un diseño, pero ahí no existe la voz de los Pueblos Indígenas. Siguen pensando en políticas públicas para los Pueblos Indígenas, pero sin nosotros. Hay un desafío.

Por el otro lado, la interculturalidad está siendo colocada como concepto al inicio de una ley. Se habla de ley intercultural, de política intercultural, pero esto tampoco se interna, no entra al corazón. En los planes se evaporó la interculturalidad, al igual que en los programas, en las direc-tivas, en la administración o en la norma técnica. Ya no aparece nada de interculturalidad y solo quedó la palabra, y es eso lo que tenemos que ir mejorando. Hacer una educación intercultural o salud intercultural en ciudades, vuelvo a insistir, es ahí donde tenemos que lograr resultados.

Un punto central es la articulación entre las políticas públicas y la agenda de los Pueblos In-dígenas. Ese es un tema pendiente. También quería hacer referencia al tema de tierras. Si bien es cierto que se lograron las tres “i”, que sean inembargables, inalienables e imprescriptibles, eso lo hemos perdido en el Perú. Hoy en día, la CoFoPRI (organismo de Formalización de la Propiedad Informal), por ejemplo, empieza a dar titulación individual en comunidades colectivas, que es un riesgo que vamos viendo en nuestros Pueblos Indígenas. Eso nadie podrá decirme que no es así,

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porque perdimos la primera “i”, inembargables, entonces nos ponen el cuento de decir “te titulo tu territorio, tu parcela y tú puedes obtener créditos”. Como no tenemos experiencia crediticia, accedemos al crédito y como ya no tenemos esto de inembargable, pueden embargar nuestras parcelas y seguiremos siendo Pueblos sin tierras, sin territorio, sin esta palabra que nos han quitado.

Finalizo diciendo que los avances de la interculturalidad como diálogo horizontal e inclusivo va a pasos lentos. Podemos graficarlo en lo que viene sucediendo en estos momentos. Con los sitios sagrados, por ejemplo, por diversas razones que se puedan tener. Más aún cuando hablamos, por ejemplo, en el marco de la implementación del Convenio 169 de la oIT, pues nos encontramos con una pared. Empezamos a ver los intereses de empresas y corporaciones transnacionales. En estos casos, ¿dónde terminó el límite de aplicación del Convenio 169 de la oIT? Si los intereses de las empresas son totalmente diferentes a los nuestros. Entonces nos convencen de que el camino aún es muy largo para institucionalizar la democracia. Esto será posible siempre y cuando nos sigamos reconociendo no como objetos, sino como sujetos de derecho y de vernos en igualdad de condiciones entre varones, entre mujeres, entre diversos Pueblos, entre diferentes sectores, entre los profesionales y no profesionales. El camino está allí y queremos dejar una sociedad más justa, más equitativa para las futuras generaciones y con respeto a la madre tierra.

Muchas gracias.

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Buenas tardes a todas y todos. Agradezco a los organizadores por la invitación. Me parece muy importante que distintos actores podamos estar presentes para debatir estos temas : del Estado, las organizaciones indígenas y otras organizaciones. Es muy importante este tipo de espacios porque a veces en los países de los cuales venimos no nos podemos encontrar en igualdad de condiciones.

Me han pedido reflexionar sobre cómo encaramos el tema de la institucionalidad y las políti-cas públicas interculturales. Quisiera hacer una mirada histórica, sin profundizar en la historia, que nos permita entender los paradigmas dentro de los cuales se encuentra el debate sobre la institucionalidad y la creación de políticas públicas con relación a los Pueblos Indígenas. Mi ob-jetivo es hacer esta perspectiva histórica, para finalizar con algunos retos del paradigma actual.

Me parece importante recalcar que las políticas sobre los Pueblos Indígenas empiezan cuando los indígenas se vuelven objetos de políticas definidas por terceros. Es en la era colonial cuando pierden su autonomía, su libre determinación como pueblos. La invasión de los territorios indí-genas y la guerra de los colonizadores contra los pueblos con el objetivo de extraer sus recursos, someterlos políticamente y utilizarlos como mano de obra es lo que marcará la institucionalidad y las políticas coloniales. El objetivo era asegurar la extracción de los recursos.

Sin embargo, cabe recordar que aquí había varios actores. De un lado, teníamos la Corona, de otro los colonizadores o conquistadores, y los Pueblos originarios que van siendo sometidos en este proceso. La institucionalidad colonial refleja distintos objetivos y políticas. De un lado, tenemos que a la Corona le importaba, para efectos del Gobierno, establecer un mecanismo que los historiadores han llamado “de gobierno indirecto”, es decir, que se organizaran pueblos de indios, que fueran gobernados por las propias autoridades indígenas, pero de una manera sometida y subordinada al control colonial.

Recordemos también que el objetivo de los colonizadores era extraer el máximo de recursos posibles, esclavizando a los indios y quitándoles todas sus tierras y recursos. La Corona española determinó que no era conveniente dicha situación puesto que requería del tributo indígena para lo cual declaró que eran vasallos libres de la Corona y mantuvo sus tierras colectivas. Esto explica por qué durante la Colonia las políticas indigenistas del Estado, en ese caso de la administración colonial, estaban orientadas de un lado a mantener las tierras colectivas y las autoridades indí-genas y a protegerlas de los invasores, de los colonizadores mismos, que querían esclavizarlos y quitarles las tierras. A la Corona le interesaba proteger las tierras colectivas a través de dos instituciones: (i) La propia institucionalidad indígena dentro de los ayllus o diversas formas de

Presentación Señora Raquel Yrigoyen Vicepresidenta, Instituto Internacional de Derecho y Sociedad (IIDS)

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organización indígena con sus propias autoridades que podían resolver inclusive conflictos, pero solo para casos menores, y que además estaban encargadas de proteger las tierras colectivas, y (ii) a la través de la institucionalidad de la administración colonial con una serie de figuras como el defensor de indios, el protector de indios, los intérpretes ante juicios. Es posible afirmar que había una frondosa institucionalidad colonial.

En la era republicana, que inicia con los procesos de independencia en el marco de la crisis española, fue el momento del levantamiento de las audiencias, de los procesos de independencia liderados por los criollos. Cabe recordar que al final de la era colonial hubo grandes levantamien-tos, como el de Túpac Amaru y de los hermanos Catari. La liquidación de los grandes líderes como Túpac Amaru, que habían empezado a pensar en la reconstitución del Tahuantinsuyo, justamente curacas y caciques que eran los que habían sido autoridades durante la era colonial. Entonces, cuando empezamos la República son los criollos los que lideran este movimiento, y su objetivo más bien es eliminar y liquidar a esa dirigencia indígena. Por lo tanto, la institucionalidad repu-blicana es todo lo opuesto a la institucionalidad colonial. El objetivo es garantizar la expansión de estos criollos, ahora convertidos en oligarcas, hacia las tierras indígenas.

Todos los criollos en América Latina lo que hacen es desaparecer la institucionalidad indígena, la autonomía de los pueblos, que tenían hasta cierto grado, y eliminar todas las instituciones de protección estatal: defensores de indios, protector de indios, intérpretes, etcétera, con la idea de construir Estado-Nación bajo una sola ley, bajo un solo idioma oficial, una sola religión oficial y un solo modelo de ciudadanía, del cual quedaron excluidos mujeres, indígenas, escla-vos o descendientes de esclavos africanos. Por lo tanto, la institucionalidad republicana es una institucionalidad en la que solamente pueden tomar decisiones los hijos de los criollos. Esto generó levantamientos indígenas porque los indígenas se quedaron sin sus tierras y sin medios para su subsistencia. Lo que no pudieron hacer durante la era colonial por la protección de las instituciones de la Corona.

Los levantamientos indígenas por tierras, así como los levantamientos de obreros a inicios del siglo xx, dieron lugar a la revolución zapatista y a un nuevo modelo constitucional. Pasamos del constitucionalismo liberal excluyente a un modelo de constitucionalismo social que integra derechos sociales al trabajo, la tierra, entre otros. De esta manera, se empieza a recuperar el sujeto colectivo, a través del reconocimiento de comunidades indígenas. Después de la Constitución mexicana de 1917, que inaugura el constitucionalismo social, le sigue Perú rápidamente en 1920, que reconoce las tierras comunales y las comunidades indígenas. Este constitucionalismo social amplía la ciudadanía, los derechos sociales. El Estado busca ampliar el mercado interno y por lo tanto, también formas de legitimación política frente a esa ciudadanía emergente de campesinos y obreros. El Estado reconoce a los indígenas, pero ya no como indígenas sino como campesinos.

En el siglo xix habían desaparecido las naciones o repúblicas de indios para simplemente ha-blarse de raza, siendo los gobiernos vigentes autodenominados protectores de la raza indígena. En el siglo xx, emergen el constitucionalismo social y la idea de un Estado que integra a toda su ciudadanía. Entonces reaparece una institucionalidad tanto interna como estatal. En lo interno se reconocen las comunidades indígenas, sindicatos indígenas en Bolivia o comunidades campe-sinas a partir de mediados de siglo, con tierras colectivas nuevamente, como en la era colonial. Asimismo, el Estado sigue siendo el que define las políticas. A nivel del derecho internacional se

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crea el Instituto Indigenista Americano y en casi todos los países de la región se crean institutos indigenistas, justamente para velar por estas políticas indigenistas que el Estado empieza a hacer nuevamente. Eran institutos dirigidos por el Estado bajo política estatal.

En 1957, el Convenio 107 de la oIT reconoce que los Pueblos Indígenas han estado en condición de siervos de hacienda justamente por las políticas del siglo xix, cuando pierden sus tierras, y que es necesario reconocerles derechos, sus tierras, etc., pero mientras no afecten las políticas de integración. Esto significa que los Estados todavía tienen la tutela de los pueblos. Ello cambia radicalmente a nivel normativo recién a partir de finales del xx e inicios del siglo xxi. El modelo del constitucionalismo social y el constitucionalismo integracionista cambia con el constitu-cionalismo pluralista, que arranca hacia finales del siglo xx.

En 1980, podemos ubicar el surgimiento de este último constitucionalismo y también los cambios en el derecho internacional. Se empieza a plantear, primero, que el Estado no se iden-tifica con un solo pueblo, una sola religión o un solo modelo cultural; se empieza a hablar del multiculturalismo. Podemos identificar tres grandes ciclos en los últimos treinta años. En los ochenta, con el constitucionalismo multicultural, como es el caso de Canadá en 1982, Guatemala en 1985, Nicaragua en 1987, Brasil en 1988 ya se empiezan a reconocer derechos indígenas en las constituciones y a hablar de la herencia multicultural.

En los noventa hay otro cambio importante en el derecho internacional. En 1989 se adopta el Convenio 169 de la oIT a raíz de la crítica del Convenio 107 y su carácter integracionista y asimi-lacionista. Estamos en el contexto además de los quinientos años y se discute si fue realmente un descubrimiento o una invasión. Aunque la embajada española hablaba de un encuentro de dos mundos más diplomáticamente y otros decían “no fue un encuentro, sino un encontronazo”. En ese contexto de la crítica, cambian las constituciones y el derecho internacional. Se empieza también a replantear la institucionalidad indígena y las políticas indigenistas, de manera que ya no solo sean políticas definidas desde los Estados o una institucionalidad que tiene a los indígenas como objetos de tutela. Con ello, se plantea la multiculturalidad y la necesidad de reformar los Estados.

Se debe tener en cuenta que en los ochenta hay otro cambio importante. En 1982, el mismo año que Naciones Unidas establece el Grupo de Trabajo sobre Pueblos Indígenas y posterior-mente en 1989 se da el consenso de Washington, un signo totalmente contrario. Creo que esa contrariedad es lo que ha marcado las políticas indigenistas y la institucionalidad indígena en los últimos treinta años.

En 1989, como sabemos, el Consenso de Washington dice: hay una crisis del Estado de Bien-estar, de las políticas de bienestar y del constitucionalismo social, y por lo tanto, deben haber reformas de Estado para reiniciar políticas neoliberales. Las grandes corporaciones ejercen una fuerte presión, y todos los países que se alinean al Consenso de Washington están obligados a hacer reformas de estado que permitan la penetración de estas corporaciones internacionales en los estados. Se flexibilizan las políticas tributarias, de ingreso del capital internacional, etc. Ello genera una situación contradictoria. Por un lado, tenemos constituciones como la de Perú de 1993, la de Bolivia de 1994, que reconocen derechos indígenas, porque ratifican el Convenio 169 de la oIT. Pero por otra parte, en el mismo texto constitucional y con la otra mano, reducen

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derechos territoriales y flexibilizan la normativa nacional para permitir la penetración de corpo-raciones internacionales extractivistas en territorios indígenas.

Esto da lugar a una contradicción. Tenemos entonces una institucionalidad indígena, que por mandato del Convenio 169 de la oIT tiene que ser participativa, con presencia de Pueblos Indígenas, y por otra parte, la necesidad de políticas que faciliten la inversión extranjera y que impidan el consentimiento de los pueblos y solo se quede en la consulta, que reduzcan la institucionalidad indígena a mecanismos meramente consultivos o de consejo y no donde haya decisión de las políticas públicas, porque hay el temor de que puedan revertir esas políticas extractivistas. Creo que es el reto que tenemos en la normativa, que debe permitir la participación de los pueblos con poder de decisión, con instituciones plurales, mixtas, interculturales, como dice la propia Constitución de Bolivia. Sin embargo, por otro lado estas políticas extractivistas impiden a los estados implementar estas nuevas políticas con decisión de los pueblos. Creo que el caso peruano lo ilustra, yo estuve mes y medio en Indepa y lo puedo decir de carne propia. Al día siguiente que convoqué la participación indígena, el Viceministro no estuvo de acuerdo, y luego al día siguiente que emitía una resolución anulando la aprobación de un estudio de impacto ambiental que no había respetado los derechos indígenas, anunciaron mi salida.

Estos son los límites de la institucionalidad actual, que efectivamente no dejan que se cumplan los derechos indígenas garantizados en el derecho internacional.

Muchas gracias.

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Muy buenas tardes. Le quiero agradecer la invitación a la Fundación Ford y a Naciones Unidas por darnos esta oportunidad de dar la visión del Gobierno acerca de los Pueblos Indígenas y cómo podemos tratar, no este caso, sino estos temas que son tan relevantes para el acontecer nacional.

Quería hacer una pequeña visión, no sé si sociológica, de cómo se han manifestado las distintas culturas. Hemos estado pasando a través de la historia, de la multiculturalidad y la intercultu-ralidad, que se refleja en el diálogo que estamos tratando de promover a través del Gobierno. En medio de este 70% que somos tal vez los mapuches urbanos, que estamos inmersos en la sociedad común, normal, la idea es que podamos robustecer lo que fueron nuestros antepasados, nuestros genes, para que en un lenguaje positivo, de cordialidad, haya un diálogo mucho más reflexivo y más extenso, que es lo que estamos promoviendo a través de las políticas generales del Gobierno que se han concretado en varias cosas muy importantes.

La política indígena actual del Gobierno tiene algunos principios inspiradores. El primero es que los Pueblos Indígenas constituyen una riqueza muy potente. No solamente el pueblo ma-puche, sino que los distintos pueblos de Chile han florecido, o se han mostrado de una manera mucho más potente. Nuestro Gobierno abraza la diversidad cultural. Queremos que el sello sea una mirada positiva.

Tengo una mirada positiva; conflictos van a haber en todos lados, y si uno ve la nación chilena también ha tenido miles de conflictos. Lo vemos desde el punto de vista de la política, la religión, y lo importante es ver cómo se maneja el conflicto, con una mirada positiva yo creo que podemos sacar temas muy potentes, centrados en rescatar y difundir el aporte de los Pueblos Indígenas.

Complementar la visión histórica y predominante enfocada hacia el mundo rural, y la entrega de tierras, agregando una mirada integral. El 30% de los mapuche viven en comunidades rurales, mientras que el 70% son indígenas urbanos; hay que lograr esa complementariedad con una política que deje atrás el asistencialismo y se articule en programas e instrumentos pertinentes. Se requiere una reestructuración institucional para una gestión eficiente al servicio de las per-sonas y comunidades, con plena participación indígena. Uno puede ver a través de la historia de Chile cuáles han sido los referentes políticos o sociales nacionales del mundo indígena. No sé si podemos imaginarnos, acordarnos de algunos, no sé, un senador, un diputado, ¿por qué no? Yo creo que tenemos una deuda también histórica y nacional.

Tenemos que promover también que los indígenas se muestren en los lugares donde se toman las decisiones notables del país, en un Gobierno que promueva la paz, el orden público y el diálogo.

Presentación Señor Marcelo Huenchuñir Consejero Nacional, Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI)

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Los cinco ejes de trabajo del Gobierno en temas de política indígena son los siguientes:

La cultura. Fomentar la cultura e identidades indígenas. Vamos a ver unos ejemplos concretos de lo que hemos hecho en los últimos años a través de la revitalización de las lenguas indígenas; una cultura sin lengua no es cultura, o una nación. En cuanto a las autoridades tradicionales, salió una normativa del Gobierno de que todos los actos públicos donde se inviten a las autoridades normales o del país, tienen que ir también las autoridades tradicionales de los Pueblos Indígenas.

Medicina y tradiciones indígenas. Ya lleva varios años trabajándose en esto y en la educación intercultural.

En tierras, corregir y mejorar los procedimientos de entrega de tierra, con apoyo productivo. Buscar una mayor producción y un mayor aprovechamiento; no solamente dar el pescado, tal vez voy a ser un poco peyorativo en esto, pero también hay que dar las herramientas para que a través del trabajo se puedan producir cosas muy buenas, y ser autónomamente sustentables en el tiempo.

Alianzas productivas con empresas, con organizaciones, para obtener mejores precios. La entrega de tierras debe ser transparente, a través de la institucionalidad, la estructura de instituciones vigente, reforma institucional y de mayor participación. Todo lo que hablábamos de por qué no lograr en algún momento que existieran líderes indígenas que pudieran llegar también a un lugar donde se toman decisiones.

Complemento del Convenio 169 de la oIT. Este trabajo que está facilitando el Gobierno para que este Convenio por lo menos se pueda aplicar acá en Chile; lo importante es que los mismos Pueblos Indígenas se pongan de acuerdo para lograr el consenso de cómo va ser este cumpli-miento del Convenio.

Considerando la diversidad de los Pueblos Indígenas, se quiere incorporar a los indígenas urbanos, que son la mayor proporción del país. Quería felicitar la publicación del Mapuche Times, que me pareció original y muy bien, Pedro, y que ha tenido mucha relevancia, porque es un acercamiento de la cultura mapuche y de los Pueblos Indígenas, que de alguna manera ha estado supeditada a la pobreza y a la marginación. Esta es una mirada muy positiva acerca de nuestras culturas para posicionarlas de una manera distinta, más real, dentro del mundo en que nos movemos.

En cuanto a la transversalidad de una política indígena, el fortalecimiento de las unidades y los Ministerios, esperamos que más adelante en cada uno de los Ministerios, también la gente, los que trabajan, los funcionarios públicos, sepan de política indígena, porque debe tratarse de un tema transversal; la política pública no solamente tiene que quedar radicada en la CoNADI, sino en cada uno de los servicios públicos que operan en el país.

Hacia un país multicultural. Pusimos este título marcando algunos que si bien son declaración de intenciones, vamos a ir viendo cómo se han materializado en las cosas que hemos realizado en 2010.

El respeto, valoración y reconocimiento. Reconocimiento de la existencia de los Pueblos In-dígenas como parte esencial de la conformación del país. Esta es una instancia espectacular, donde podemos darnos cuenta de que el tema indígena es muy importante y sé que ha venido gente de varias partes, de varios países, de varias regiones del país. Es un tema relevante que tenemos que potenciar y facilitar el respeto de los derechos generales y especiales de los Pueblos

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Indígenas; debemos valorar la riqueza de los Pueblos Indígenas, su cosmovisión, la cultura, las tradiciones, las creencias, las formas de organización y el tratamiento de la dignidad y el respeto de un derecho fundamental, que es propio de la naturaleza humana.

El diálogo horizontal y la participación y políticas para que haya igualdad de oportunidades y condiciones. La igualdad de oportunidades es un mensaje que se estuvo manoseando durante mucho tiempo, pero hay que producir cosas concretas y acciones concretas que el Estado tiene que facilitar para que los Pueblos que tienen una desigualdad de oportunidades la puedan igualar para que puedan competir o tener las mismas facilidades que tiene un “chileno”. El empodera-miento y los espacios de participación tienen representación efectiva.

La compresión de las energías, el entendimiento de los otros. Siempre hablamos o hemos escuchado que los Pueblos Indígenas necesitan integración con las comunidades, o sea, con el país. La verdad es que no es tan así, los Pueblos Indígenas forman parte del mismo país y el concepto más que integración es complementariedad. El país también nos necesita a nosotros como mapuche, como atacameños, porque somos parte de esos genes que se han transmitido y que conforman la cultura nacional. Tenemos que soñar que por lo menos en el billete de 30 mil pesos que exista más adelante esté Caupolicán, eso sería una materia concreta que también deberíamos impulsar, pero no hay ninguno que nos represente.

Complementariedad, rechazo y asimilación o integración, enriquecimiento mutuo, sintonía y resonancia. La complementariedad implica diálogo, no solamente el que se nos reconozca o nosotros autorreconocernos como mapuche frente a los demás o como Pueblos Indígenas frentes a los demás, sino que también el país, los “chilenos” nos acepten como realmente somos. Es un intercambio cultural, pero que a la vez implica complementariedad y responsabilidad compartida.

Queríamos dar algunos datos acerca de algunas acciones realizadas por este Gobierno en esta materia. Hemos aumentado en un 34,6% el presupuesto para el Programa de Becas Indígenas. Eso equivale a más menos 7,5 millones de dólares, que no es una cifra menor, y que se ha incre-mentado potentemente desde el año 2010.

Tenemos programas específicos para los Pueblos Indígenas, los programas de desarrollo terri-torial indígena, que aumentaron diez veces su presupuesto en dos años. A partir del año 2010 empezamos a celebrar el Día de los Pueblos Indígenas en La Moneda. Si bien uno puede decir, es una tontera, siempre se celebra en Temuco, pero es el Presidente de la República, independiente de quién sea quién está celebrando. Hemos creado cinco liceos interculturales, y este año crea-remos uno más.

En 2012 lanzamos el Programa Rescate de las Lenguas, donde 10 mil personas son capacita-das al año considerando las formas tradicionales de enseñanza. Los predios, que son sitios de significación cultural para indígenas; entre 1993 y 2010 solamente se habían comprado cinco. En dos años se ha hecho el doble por lo menos en esta materia.

El Ministerio de Salud en su estrategia nacional incluyó la salud intercultural, fundamental-mente en la Ix Región. Se aprobó la ley contra la discriminación y se realizó el primer campeonato de fútbol de los Pueblos Indígenas, que esperamos que el próximo año se realice en Rapa Nui.

Muchísimas gracias.

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Muchas gracias a los organizadores del seminario, a la Fundación Ford y al Programa de Na-ciones Unidas para el Desarrollo por la invitación a conversar sobre políticas públicas, hacer un balance de lo que han sido las políticas públicas en este caso de la situación chilena, y tener una conversación con quienes nos visitan de Perú y desde Colombia.

Creo que hay que tener una conversación preliminar antes de referirse a los detalles de las de-cisiones o las medidas que un determinado Estado adopta. Si uno piensa en las políticas públicas, necesariamente hay una discusión allí que no es técnica, que se nos ha hecho creer que es técnica, pero es esencialmente política. Y como discusión política significa que uno toma posturas, que uno desecha argumentos, que uno cambia posiciones según cuáles sean los argumentos sobre la mesa. Tengo la impresión de que en el caso chileno las políticas públicas en materia indígena, como muchas políticas públicas en Chile, han estado vaciadas de política. Se ha sacado la política para entregar una especie de saber técnico, de expertos, casi que puede trasplantarse de un lugar a otro, con las consecuencias que se ven hasta el día de hoy.

En Chile, como muchos otros países, la relación entre el Estado y los Pueblos Indígenas no es buena, y eso no es una fatalidad, pero una responsabilidad principalmente del Estado. Voy a poner algunos ejemplos que pueden ilustrar lo que estoy tratando de señalar en esta exposición, que es básicamente lo siguiente: mientras persistamos como sociedad, como representados de un Estado chileno en políticas que tienden a afirmar un cierto estado de cosas, que ha permitido y ha mantenido la relación poco fluida, por decirlo de una manera muy eufemística, entre los Pueblos Indígenas y el Estado, solo vamos a profundizar esa distancia y todos los discursos que este par de días hemos escuchado de la interculturalidad, de la multiculturalidad, de la pertinencia cultural, no logran cumplir los objetivos que se proponen. En cambio, si uno adopta remedios transformativos, es decir, que se distancian del estado de cosas que el Estado ha instalado, entonces sí es posible hablar de interculturalidad, de multiculturalidad, de pertinencia cultural y llegar a objetivos.

El Convenio 169 se adoptó en 1989 y desde entonces ha sido un tema que los Pueblos Indígenas en Chile han promovido. Casi veinte años demoró en ser ratificado y ese mismo año se adoptó el Acuerdo de Nueva Imperial, en el que el nuevo Presidente de la democracia chilena adoptó un acuerdo con los representantes de los Pueblos Indígenas, en que estos últimos se comprometen a apoyar a ese candidato y este candidato compromete la adopción de una agenda de reconoci-miento de derechos de una ley indígena, de la ratificación del 169, entre otras cosas. Se adoptó la Ley Indígena en 1993, bastante lejos de lo que había sido la propuesta original de quienes trabajaron en la elaboración, en la articulación de un proyecto de ley. El año 1992 se celebró

Presentación Señor Jorge ContesseProfesor de Derecho Constitucional, Universidad Diego Portales

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en España el V Centenario. Chile, que era una nueva democracia naciente y pujante, envió a su pabellón un pedazo de hielo, un iceberg de sesenta toneladas de hielo en la mitad del verano español en Sevilla. Algo que es muy interesante, que documenta Bernardo Subercaseaux en un libro sobre la modernidad chilena, dice “si usted revisa las entrevistas que daban las personas que estaban a cargo del pabellón chileno en esa época, eran empresarios, emprendedores no”. Ellos dicen “nosotros lo que estamos haciendo al instalar un iceberg en un pabellón, una feria inter-nacional, es decirle a los europeos que nosotros somos como ellos. Nosotros, los chilenos, sobre todo este nuevo Chile, esta nueva democracia post 1990 somos fríos, nosotros no andamos de colores con plumas arriba de los árboles, nosotros queremos que nos vean como somos nosotros”. Y él dice: “En Chile no hay cuestiones étnicas, no hay problemas étnicos”. La representación del iceberg es perfecta, un país que está congelado, que no tiene los colores de Macondo, con lo que la cuestión étnica queda congelada.

De las políticas públicas que se adoptaron durante la transición a la democracia, me parece que hay una especialmente elocuente de cómo funcionó el aparato ideológico del Estado, y dis-cúlpenme el guiño medio marxista acá, pero funciona bien para explicar lo que estoy diciendo. Es el Programa orígenes, del gobierno del exPresidente Frei Ruiz-Tagle, que se acerca al Banco Interamericano del Desarrollo para pedir asistencia técnica para un programa que elimine la pobreza de los indígenas rurales; y es el Banco Interamericano del Desarrollo el que le dice al Gobierno del exPresidente Frei: “Usted me cambia ese lenguaje y me cambia ahora esa forma de mirar este asunto, y se deja hablar de pobreza y empieza a hablar de pertinencia cultural”. Los técnicos adoptaron un lenguaje que venía articulado desde Washington, no desde acá, y se fue implementando con muchísimos problemas y cuando uno llega al final, a los beneficiarios, no los sujetos de derecho que son parte de este programa, que es un crédito financiado por un organis-mo multilateral para eliminar la pobreza en las comunidades rurales, se reproduce lo que estoy diciendo. Es un remedio afirmativo, de la idea de que las políticas públicas en materia indígena tienen que ver con la superación de la pobreza, es un problema de redistribución.

Y como esto se hace dentro de una cierta estructura chilena, qué mejor que pedir un crédito al Banco Interamericano para implementar políticas públicas en materia indígena (de superación de la pobreza). La última vez que me metí a la página del Programa orígenes fue hace un par de horas atrás, y la foto que está ahí es la de tres – lo dice el sitio– tres beneficiarias. olvídense de todo el discurso del sujeto de derecho, beneficiarios de un programa que reciben un cheque, y en la foto están las tres con un cheque de 50 millones de pesos para emprender en algún proyecto que han levantado. Yo no soy quién para decir si eso está mal; lo que estoy diciendo es que la impresión mía es que las políticas públicas en materia indígena en Chile han estado gobernadas por una ideología que entiende que la política estará ausente, que es una cuestión técnica de superación de pobreza, a lo cual la oIT no ayuda mucho. El Convenio más importante en materia de derechos de Pueblos Indígenas está articulado por una organización Internacional del Trabajo, es decir, una organización que entiende que los trabajadores más desaventajados son los indígenas, y es por eso que la oIT es la que tiene el tratado internacional más vinculante y más importante, y no las Naciones Unidas; la oIT es parte de las Naciones Unidas, pero se entiende lo que estoy diciendo.

Mucha gente dice “pero qué hace la oIT, por qué la oIT es la que tiene un tratado vinculante en materia indígena”. Creo que hay una crítica que hacer a la manera como el Estado chileno ha fun-cionado hasta ahora, que ha estado básicamente capturada por esta forma de entender el mundo.

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En el tema de educación es exactamente lo mismo. Los estudiantes dicen tantas cosas que el Gobierno no tiene capacidad de entender, no hay forma de que se puedan entender mientras unos están pidiendo un cambio en el sistema, en la estructura que sostiene una forma de hacer las cosas. El Gobierno va parchando con una serie de Power Point que dicen “vamos a bajar la tasa del crédito, vamos a hacer una serie de cosas…”, que lo que hacen es afirmar esa estructura que otros dicen no sirve. Lo que pienso es que en materia indígena pasa algo similar; las políti-cas públicas que se han implementado tienden a forzar un sistema que es bastante torpe para administrar la interculturalidad. Me parece que esto se manifiesta también con la presentación que acaba de hacer Marcelo.

Hace un par de años atrás yo estaba en una audiencia de la Comisión Interamericana de Dere-chos Humanos, dando cuenta de la situación de derechos humanos de Chile. Y en un momento el representante de la delegación chilena, al que le están preguntando sobre el reconocimiento de derechos de Pueblos Indígenas, de la situación verdad, dice “mire, hay cada vez más reconoci-miento de los derechos, la verdad es que Chile ha avanzado muchísimo, este Gobierno ha hecho cuestiones fantásticas”. Y el ejemplo que da es realmente notable, dice “por ejemplo, hoy día la sociedad chilena crecientemente consume merquén”, que es un tipo de ají, un alimento autóc-tono indígena, y él muy serio decía como una manifestación de que hay más reconocimiento y más interculturalidad y somos una sociedad más inclusiva, decía “cada vez los chilenos es más normal que usted vaya a un restaurante y tiene platos con merquén y la gente incluso pide merquén”, sin arrugarse, sin siquiera pensar que a lo mejor está haciendo el ridículo al decir eso. Todos los comisionados decíamos “¿de qué está hablando esta persona?”. Ese era el relato de mayor reconocimiento e inclusividad social.

Pienso que de la lista que da Marcelo hay cosas que son realmente notables, y que son im-portantes de destacar en materia de reconocimiento de derechos, como por ejemplo, los liceos interculturales o los temas que se han hecho en materia de salud intercultural. Creo que ahí hay un espacio que se tiene que explorar y ver qué se ha hecho bien allí, pues podría replicarse en otras áreas. Creo que hay que poner una señal de alerta en otras cosas; por ejemplo, está absolutamente disociado el Gobierno cuando nos presenta una lámina de Power Point que dice que promueve la paz, el orden público, cuando la situación que hay en la Araucanía, y no lo voy a decir yo, porque está Pedro Cayuqueo acá, es absolutamente insostenible en términos de orden público y de paz social; o sea, es casi insultante decir que este es un Gobierno que está preocupado por la paz social y el orden público, cuando lo que está ocurriendo en el sur de Chile es lo más lejano al orden público y la paz social. ¿Quiénes son los responsables? Muchos. ¿Quién es el responsable último del mantenimiento de la paz social desde Hobbes en adelante? El Estado.

Lo mismo con la idea del cumplimiento del Convenio 169. El Convenio 169 fue una de las de-mandas centrales de los Pueblos Indígenas y de quienes han estado trabajando en estos temas ya veinte años, más incluso. Junto a otros colegas abogados representamos a dos dirigentes nacionales indígenas impugnando el Decreto Supremo 124, que reglamenta el artículo 34 de la Ley Indígena. El Gobierno, a través del Ministerio de Desarrollo Social, defendió la legalidad, la constitucionalidad de este decreto, en circunstancias de que no hay organismo internacional, así como el Instituto Nacional de Derechos Humanos, centros de estudios acá en Chile, que no haya señalado que ese decreto no observa los estándares internacionales. No solo eso, he es-tado presente en reuniones en que los Pueblos Indígenas le dicen a representantes del Estado,

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por acá está Matías, donde les decían “miren, la manera en que ustedes como Gobierno pueden pavimentar el camino de la buena fe es partiendo por reconocer que este decreto no sirve, y lo que hace es distanciarnos más, y por lo tanto, un acto de buena fe sería dejarlo de lado y no persistir en él”. Entonces, cuando uno dice cumplimiento del 169, la oIT lo ha dicho, el núcleo del Convenio 169 es el derecho de Consulta y lo que eso significa en la manera en cómo uno se relaciona con el otro. El Gobierno mantiene los Power Point, que están bien armados, y dice “nuestros principios son cumplir con el 169, promover la paz social”. Pero por otro lado, lo que está pasando en los hechos es que el Decreto 124 no cumple el 169, que ha sido impugnado por las propias organizaciones de Pueblos Indígenas, sin entrar en el tema de la violencia en la Araucanía. Creo que hay un problema desde el punto de vista de las políticas públicas, central, y es que son decisiones esencialmente políticas y las decisiones esencialmente políticas, al que le corresponde tomarlas es al Gobierno de turno.

Gracias.

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Mari Mari, pu peñi, mari mari pu lagmen. Quiero agradecer a la gente del PNUD que me invitó a esta actividad. Vengo recién llegando y después ya me voy volviendo al sur; vengo por un par de horas a este país llamado Chile.

Me dieron diez minutos, pero me voy a tomar un par de minutos extra por el viaje, y también porque siento que es súper complicado resumir en diez minutos tantas cosas que se podrían decir respecto de las políticas públicas. No lo quiero vincular necesariamente a este Gobierno, porque las políticas públicas indígenas en Chile tienen una continuidad que ya cumple veintitantos años.

Quizás voy a ser políticamente incorrecto en este panel. Al principio se habló harto de la de-ferencia y de no ser ofensivo. Creo que a veces la verdad no es ofensiva; la verdad simplemente es la verdad. Me gustaría en estos diez minutos decretar, firmar el certificado de muerte de las políticas públicas indígenas en Chile. Por una razón muy simple. Tengo la impresión de que la persistencia del Gobierno actual y de los anteriores Gobiernos de la Concertación de abordar el tema indígena desde el enfoque de la pobreza y del enfoque de la seguridad pública es una po-lítica de Estado que no tiene ningún futuro. En Latinoamérica otros Estados se replantearon sus políticas públicas indígenas, pero Chile nunca. Hay una continuidad histórica y perversa de seguir enfocando el tema indígena desde el punto de vista de la pobreza o de la seguridad pública. Este enfoque es criticado no solamente por los organismos internacionales. A ratos hay organismos internacionales mucho más avanzados en el tema indígena y que no necesariamente son del mundo indígena. Fíjense ustedes en el mismo movimiento mapuche en particular. Conozco poco la dinámica de otros Pueblos y soy súper respetuoso de no interferir en los asuntos de mis hermanos rapa nui o aymaras. Creo que son dinámicas distintas y cada pueblo se hace cargo de sus avances y sus problemas. Creo que en el caso mapuche existe una crítica generalizada del movimiento organizado mapuche a estas políticas públicas que se han mantenido durante veintitrés años en Chile; y creo que eso hace que la persistencia del Gobierno o del círculo político que esté en el Gobierno de turno de persistir en eso, va ser una fuente inagotable de conflicto.

Hoy día, el movimiento mapuche está hablando de empoderamiento político, está hablando del poder. Lo que pone en cuestión del movimiento mapuche en particular, casi todos sus sectores políticos más moderados y los sectores de vanguardia o un poquito más duros en su discurso, es el carácter colonial que tiene el Estado respecto de los Pueblos Indígenas y del caso mapuche en particular. Y eso no son políticas públicas, eso es llevar la política a lo público, que es distinto. Las políticas públicas tienen que ver con la resolución de un sinfín de áreas que cualquier socie-dad tiene y que son tareas de Estado ineludibles al acto de gobernar. Pero distinto es llevar la

Presentación Señor Pedro Cayuqueo Director, Azkintuwe y Mapuche Times

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política a lo público, y el movimiento mapuche ha venido demandando insistentemente, desde el retorno de la democracia hasta la fecha, que la política ocupe el lugar que le corresponde en el espacio de lo público. Siento que el movimiento mapuche ha sido súper respetuoso y ha sido súper majadero en presentar propuestas y constantemente estar dialogando con el Estado y con el Gobierno de turno para situar la política en el espacio de lo público. Pero el Estado insiste en no llevar la política en el ámbito de lo público, sino que insiste en las políticas públicas.

Entonces el tema mapuche y el tema indígena en Chile han estado durante veinte años anclados en un Ministerio de Desarrollo Social, que así se llama hoy día. Antiguamente era la CoNADI y otros organismos. Es sintomático que el tema indígena esté anclado en el Ministerio de Desarrollo Social, que es el que se preocupa de la pobreza y el desarrollo social. Ni siquiera el tema indígena está instalado en La Moneda. No sé dónde está la sede de MIDEPLAN (Ministerio de Desarrollo Social), creo que está en Teatinos, en Ahumada, ahora está en La Moneda en el segundo piso; al menos no está en el subterráneo. Es muy sintomático, por ejemplo, que los Ministerios políticos generalmente no tienen ninguna injerencia en los asuntos indígenas, que están relegados a Minis-terios como el de Desarrollo Social y a subdepartamentos que tienen que ver con el FoSIS (Fondo de Solidaridad e Inversión Social), SENCE (Servicio Nacional de Capacitación y Empleo), INDAP (Instituto de Desarrollo Agropecuario) y todo ese tipo de instancias de segunda o tercera categoría.

Esa sola estructura estatal referida al tema indígena, da cuenta de cuál es la importancia y de cuánto pesamos nosotros en el aparato público. No pesamos nada, en absoluto. La dirigencia mapuche se ha dado cuenta de eso hace mucho tiempo. Se puede ver si analizan cada una de las propuestas que el movimiento mapuche ha elaborado y entregado en veinte años. Saludo y aplaudo la paciencia de nuestros dirigentes. Siento que más allá de las caricaturas de violencia y radicalismo de la prensa y a ratos de las autoridades, sobre todo del Ministerio del Interior, yo siento que la dirigencia mapuche es extremadamente respetuosa. Parafraseando a Villalobos, podría decir que los mapuche han sido en demasía respetuosos con el Estado y condescendientes incluso. Porque efectivamente han sido así.

De mi participación en distintas instancias mapuche recuerdo un sinfín de propuestas. Yo me pregunto, ¿dónde están esas propuestas? Deben estar, quizás Matías no sé si lo contó, pero deben estar en alguna oficina, algún archivo o alguna biblioteca privada de algún ministro que tiene ahí las propuestas mapuche que se han entregado al Estado, y que son propuestas que no hablan de políticas públicas, son propuestas que hablan de reestructuración del Estado, de participación política, de redistribución del poder, y son propuestas que en definitiva hablan de descoloniza-ción, porque ese es el tema de fondo. El tema de fondo es el poder y cómo nosotros, los Pueblos Indígenas, nos empoderamos y pasamos a tomar el control de nuestros asuntos.

Jorge ha estado también en foros internacionales, en donde es muy patente esto que planteo en el sentido de que generalmente la delegación que viene de Chile, sea del Estado o sea la dele-gación indígena chilena, discute o presenta en Naciones Unidas o en Ginebra denuncias respecto de atropellos de derechos humanos: el apaleo policial, la huelga de hambre, la represión, la pre-sión política. Y el representante del Gobierno chileno muestra todo el Power Point reciente del avance, de los millones de dólares invertidos; que yo lo encuentro fantástico, me parece genial que lo hagan, la pega que tienen que hacer, pero generalmente muestran eso. Y uno escucha a la delegación, no sé, la delegación samy, de Noruega, la delegación de los maoríes en Nueva Zelanda,

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una delegación que viene de Canadá o incluso Estados Unidos, y ¿de qué están hablando esos peñi?, y ¿de qué están hablando esos Gobiernos de Naciones Unidas? Están hablando del avance o no avance de las cotas parlamentarias en los Congresos. Están hablando del avance o no avance, no del reconocimiento, la restitución de territorio a los Pueblos Indígenas. Están hablando de alta política, mientras la delegación chilena y la indígena hablan de cómo hacemos para que dejen de pegarnos palos, o cómo hacemos para que por fin nos consulten esta idea del megaproyecto que se va instalar en el sur. Hay una distancia gigantesca entre la política indígena en Chile y la política indígena en otros países. Y ojo, no hay para qué irse a Canadá o Noruega, tenemos el caso boliviano, en donde se está reestructurando y refundando el Estado completamente.

Entonces, quisiera dictar la sentencia de muerte del indigenismo de estado. No quiero aquí caer en la caricatura de culpar a la Alianza por Chile de haberlo gestado como una cosa macabra, esto viene de hace veinte años. Más aún, esto viene de mucho antes todavía. Esto viene de lo que fueron los congresos indigenistas en México, esto ya cumple un siglo en América Latina. Y este modelo está completamente fracasado. Ahora, existen otros abordajes de parte de los estados hacia el tema de los derechos de los Pueblos Indígenas, por supuesto que existen, existen en muchas partes del mundo, existen modelos distintos, existen formas de aproximación distintas.

Yo no sé si la cordillera, no sé si Atacama, no sé si el océano Pacífico, no sé si son los glaciares australes que son como una geografía tan de isla que tenemos nosotros acá, que nos impide ver lo que hay afuera. Quizás son sumamente caros los pasajes aéreos, también puede ser. Pero existe un mundo afuera de infinitas posibilidades para que un Estado “democrático” aborde la “problemática indígena”, porque así le dicen, desde otro punto de vista. Eso quiero plantearlo; lo he dicho en muchos foros y aquí lo quiero decir también porque el representante del Gobierno a mí me sorprende, como hace dos semanas atrás en un foro con empresarios acá en Casa Piedra. Yo les decía a los empresarios que el empresariado chileno debe ser el más rasca de Sudamérica y estando en la Federación de la Producción y el Comercio, estaban sentados adelante y se empe-zaban a mover en la silla inquietos y yo decía son terriblemente rascas porque lo moderno en el ámbito empresarial tiene que ver con un sinfín de avances en orden de entender los derechos de la ciudadanía, los derechos medioambientales, el derecho a la participación, que en muchas partes de Europa, y en muchas partes de los países “desarrollados” se están implementando. Y acá tú ves simplemente empresarios que quieren maximizar ganancias con el menor costo posible para ellos, y maximizando todos los costos hacia las comunidades, hacia los Pueblos, hacia el territorio, hacia el medioambiente. Y esa visión del empresario activista es la expresión más ordinaria de un empresario; que no gesta emprendimiento, que no gesta mano de obra, que no gesta empleo.

A ver, dicen ser desarrollados, dicen ser estudiosos, pero son lo más rasca que hay. Y yo no quisiera tener que decirles en tres años más en un foro a las autoridades de gobierno “oiga, ustedes han sido durante cuatro años las autoridades más rascas que hemos tenido”. Porque la Concertación fue eso, la Concertación fue un Gobierno terriblemente rasca en el sentido de abordar la proble-mática indígena. Fueron timoratos; fueron, ya que tocamos el tema del acuerdo Nueva Imperial, fueron traicioneros porque traicionaron el acuerdo indígena después de Nueva Imperial. Fueron, por lo demás, bastante poco democráticos; esta semana nos sorprendíamos con el fallo de la Corte Marcial que absolvió al carabinero que mató a Jaime Mendoza Collío. A ver, no olvidemos que al peñi Jaime lo mataron en democracia en el Gobierno de Bachelet, donde estaba toda la cúpula del PPD a cargo del Gobierno: el vocero de gobierno era PPD, el subsecretario era PPD.

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Tenemos muy mala memoria. Por eso quiero situar el debate en el sentido de que las políticas públicas indígenas primero equivocan el diagnóstico. El diagnóstico no es que los mapuche sea-mos pobres, y por tanto, por ser pobres necesitamos ayuda. No, hay un colectivo, hay un colec-tivo nacional. La pobreza indígena no es pobreza, es un empobrecimiento, un empobrecimiento estructural que tiene que ver con despojo, con invasión, con reducción. Y no es que yo lo esté diciendo como una especie de alegato por un panfleto mío. Existe durante un siglo de desarrollo un movimiento mapuche político y social que ha planteado estos temas y que ha reivindicado una nueva forma de relación con el Estado. Avanzar hacia esa nueva forma de relación con el Estado sería el gran legado que podría dejar, por ejemplo, el actual Gobierno. Ahora, le quedan dos años o menos, no sé. Los secundarios dicen que les quedan meses. Yo creo que es súper difícil, incluso en el estado actual de cómo se organiza este país, que para mí es rarísimo, que se logren avances reales. Los Gobiernos de cuatro años son bastante golondrina; están preocupados de la cinta, de los indicadores; mi peñi acá decía orgullosamente cuántos millones invertimos en tractores, cuántos millones invertimos en el puente, para la foto, para que salga bonito en los medios, en el Mapuche Times, por ejemplo, para que salga bonito ahí. Pero no están preocupados de las transformaciones que requiere este país y que son urgentes. ojo, que no solamente los Pueblos Indígenas lo están planteando.

El gran cambio que hay hoy día en este país no es que haya descontento social y que ese des-contento social salga a la calle, si los mapuche hemos estado veinte años en la calle. El pueblo mapuche durante veinte años se movilizó, y se movilizó con muertos, con presos políticos, con huelga. Lo novedoso es que ahora los chilenos están saliendo a la calle también. Yo decía en una radio que lo que se ha logrado es que se democratizó el apaleo policial, ahora todos recibimos palos; ¡excelente! Pero yo siento que el descontento en regiones, por ejemplo, tiene que ver también con una crítica a la forma como está estructurado el estado, al modelo de desarrollo actual neoliberal –porque hace veinte años que no hay ningún cambio en el modelo económico de desarrollo–, y también al tipo de sociedad que se está construyendo.

Yo soy muy optimista, no soy muy pesimista. Creo que las cosas van a cambiar, me gustaría que cambien mientras estoy con vida. Quiero que cambien ojalá en los próximos cincuenta años, ese es mi optimismo, aunque tengo mis dudas. Pero creo que es posible. Incluso hay un consenso social, si cuando ves las encuestas, no la SEP, que no le otorgo mucha validez a esa encuesta; mientras no aparezca un mapuche ahí nunca la voy a validar. Tienen que aparecer los mapuche, aquí el peñi Huenchuñir, por último que salga ahí, yo lo voy a aplaudir cuando salga ahí. Tiene pinta como de futuro Ministro de Asuntos Indígenas. Creo que hay encuestas ciudadanas que hacen los medios que reflejan algo muy interesante. Cuando plantean la pregunta de si la ciudadanía chilena apoya o no apoya el reclamo mapuche, la gente dice que sí, que lo apoya. El 80%, el 85% de los ciudadanos chilenos comunes y corrientes que al plantearles la pregunta de si están de acuerdo con la demanda mapuche dicen que sí, ¿y por qué dicen que sí?, porque es una demanda de sentido común, por eso dicen que sí. Ahora, a la siguiente pregunta si les dicen si están de acuerdo que se quemen camiones y esas cosas, claro dicen que no y que los metan a todos presos. Claro, está cruzado por la caricatura de los medios. Pero existe hoy día un terreno fértil para que una demanda mapuche de nuevo tipo, que los dirigentes indígenas han venido planteando insistentemente, tenga terreno fértil en la sociedad.

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La pregunta que nos hacemos todos es: ¿habrán autoridades a la altura para darse cuenta para dónde se mueve la historia en este país y tomar cartas en el asunto? Existen personas que pueden estar a la altura, pero aquí no gobiernan personas, gobiernan partidos políticos, gobiernan sec-tores políticos. Y una persona no va lograr un cambio gigantesco. Por ejemplo, en el Gobierno de la Alianza veo autoridades muy en la sintonía de querer cambiar este actual modelo y decir “ya, esto se está agotando, busquemos, pensemos, veamos, investiguemos cómo se podrá dar de otra forma”. Pero dentro de ese mismo círculo político y del mismo gobierno, en la oficina de al lado, se persiste en la visión del mapuche como un terrorista, el territorio mapuche como un territorio para colonizar, para ocupar militarmente, y se persiste en la lógica de los calabozos. Entonces esto da para largo, lamentablemente aquí nos dan demasiado poco tiempo para profundizar en estas ideas y yo aquí al PNUD le planteo eso, que tienen que adecuar a su formato de actividades los tiempos indígenas, que son más ancestrales. Nosotros somos más largos para exponer.

Especialmente porque está aquí gente vinculada al Gobierno y que está asesorando el tema indígena, quiero decir atrévanse a dialogar, pero políticamente, con los dirigentes mapuche. Todos los que yo conozco, todas las organizaciones –representativas o no– que uno conoce, todas han estado involucradas en propuestas de políticas al Estado. Hay un documento que se entregó a la presidenta Bachelet una semana después del crimen de Matías Catrileo acá en Santiago. Ese documento lo gestó una agrupación gigantesca de organizaciones mapuche que se agruparon en Quepe el año 2007, y en 2008 se entregó el documento, titulado “Hacia una nueva relación con el Estado de Chile”. En ese documento se plantearon propuestas que incluso estuvieron en la Comisión de Nuevo Trato del Presidente Lagos, y que hablan de autonomía regional, de descen-tralización del Estado, de reformas a la ley electoral, a la gestación de fuerzas políticas indígenas, por ejemplo. Hablan de temas de poder y de política. Está el tema de los territorios, está el tema de la restitución de tierras, que es una demanda muy sentida y por lo demás muy necesaria.

Ahora, las políticas públicas son políticas públicas, y yo espero que algún día un gobierno ma-puche las ejecute en la región, en un gobierno intercultural, pongámosle el nombre que quieran, multicultural, pluriétnico, como quieran llamarle. Pero a mí me causa mucho ruido cuando nos invitan a hablar en seminarios de políticas públicas sobre el tema mapuche.

Quiero cerrar solamente con esto. El peñi Huenchuñir decía que él sería muy feliz si en el billete de $30.000, que no existe, a futuro hubiera un Caupolicán parece. Yo creo que voy a ser muy feliz cuando haya un Banco Central Mapuche, más que un billete. Cuando haya un Banco Central Ma-puche, cuando haya un autogobierno mapuche, cuando estemos hablando de políticas públicas entre autoridades mapuche. ¿Cómo son los indicadores en el ámbito deportivo?: “Hemos hecho tantas canchas de palín”. ¿Cómo son los indicadores en el ámbito de la entrega de tierras?: “Se han restituido tantas tierras a las comunidades, que están hoy día siendo trabajadas y están siendo productivas en un modelo económico de cooperativismo que no altera el medioambiente, y que no se basa en sacar palos, ni pescado, ni piedras”, como dice el chileno que se basa en eso y que por lo demás genera empleo y genera mejor bienestar, generar lo que los otros hermanos del continente le llaman el buen vivir, y yo siento que por ahí también hay un camino a explorar en materia económica. Curiosamente, voy a ser feliz cuando hablemos de políticas públicas, pero hablemos de políticas públicas entre nosotros.

Gracias.

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REFERENCIAS BIBLIoGRáFICAS

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22 agosto 2013

8:30-9:00 Inscripciones

9:00-9:30

Apertura inaugural a cargo de representante del Representante Residente PNUD, la Directora de la Fundación Ford para la Región Andina y el Cono Sur, la Subsecretaria de Servicios Sociales del Ministerio de Desarrollo Social

9:30-10:15

Panel 1: Balance y desafíos que enfrenta la Agenda Política Legislativa para los Pueblos Indígenas

Objetivo Reflexionar sobre el panorama global de la situación de la Agenda Política Legislativa para los Pueblos Indígenas en Perú, Colombia y Chile, así como entregar información específica sobre los avances en esta materia, y en las perspectivas y retos a futuro que esta presenta

Panelistas

Perú Sr. Iván Kriss Lanegra. Viceministro de Interculturalidad, Ministerio de Cultura

Colombia

Sr. Gabriel Muyuy. Alto Consejero Presidencial, Programa Presidencial para la Formulación de Estrategias y Acciones para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas

Chile Sra. Loreto Seguel. Subsecretaria de Servicios Sociales, Ministerio de Desarrollo Social

10:15-10:45 Café

10:45-12:00Panel 2: Agenda indígena y su incidencia en la acción del Estado

Objetivo

Conocer los logros, la incidencia actual y los retos a futuro que se discuten al interior del movimiento indígena, y su posicionamiento con respecto al Estado. De esta manera, se busca realizar un ejercicio comparativo que incentive al diálogo y genere un mapa de lecciones valiosas en el contexto andino

PanelistasColombia Sr. Luis Fernando Arias. Secretario General, organización Nacional Indígena de

Colombia (oNIC)

Perú Sr. Antolín Huáscar. Presidente, Confederación Nacional Agraria (CNA)

Chile Sra. Cecilia Flores. Presidenta, Consejo Nacional Aymara Mallkus y T’allas

12:00-13:00 Coloquio

PRoGRAMA SEMINARIo INTERNACIoNALCiudadanía Indígena: Retos y Nuevos Desafíos para la Institucionalidad Pública 22 y 23 agosto 2012Auditorio de la oficina Regional de FAo, Santiago de Chle

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13:00-14:30 Almuerzo

14:30-17:00 Panel 3: Mecanismos de participación indígena en la gestión pública y derecho a una consulta previa, libre e informada

Objetivo Presentar los principales mecanismos de participación con los que cuentan los pueblos indígenas en su país y el grado de desarrollo en su implementación, así como los principales hitos y los desafíos a futuro que vislumbra el país en este ámbito

PanelistasColombia Sr. Gabriel Muyuy. Alto Consejero Presidencial, Programa Presidencial para la

Formulación de Estrategias y Acciones para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas

Sr. Luis Fernando Arias. Secretario General, organización Nacional Indígena de Colombia (oNIC)

Sr. César Rodríguez. Director del Programa de Justicia Global y Derechos Humanos, Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes

PerúSr. Paulo César Vilca. Director General, Dirección General de Interculturalidad y Derechos de los Pueblos

Sra. Gladis Vila. Presidenta, organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (oNAMIAP)

Sr. Javier Torres. Director, Revista Noticias Ser.pe

ChileSr. Matías Abogabir. Asesor especial para Asuntos Indígenas, Unidad de Asuntos Indígenas del Ministerio Secretaría General de la Presidencia

Sr. Marcial Colín, Consejero Nacional, Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CoNADI)

Sr. José Aylwin. Vicepresidente Red Acción y Codirector observatorio Ciudadano

Sr. Pedro Marimán. Coordinador Programa Derechos Indígenas, observatorio Ciudadano

17:00-18:00 Coloquio

18:00 Cierre primera jornada

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23 agosto 2013

8:30-9:00 Inscripciones

9:00-9:30 Apertura de la segunda jornada

9:30-10:30 Panel 4: Rol de la Defensoría de Derechos en Asuntos Indígenas

Objetivo Exponer sobre el rol que la Defensoría de Derechos en Asuntos Indígenas, u homólogo, de cada país. Historia y razones de su nacimiento, sus funciones y formas de organización, las acciones más importantes desarrolladas, el plan de acción actual, y la agenda y retos a futuro.

PanelistasColombia Sr. Horacio Guerrero. Defensor delegado para los indígenas y las

minorías étnicas, Defensoría del Pueblo

Perú Sra. Alicia Abanto. Adjunta para el Medio Ambiente, Servicios Públicos y Pueblos Indígenas, Defensoría del Pueblo

Chile Sra. Lorena Fríes. Directora, Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH)

10:30-11:30 Coloquio

11:30-12:00 Café

12:00-13:00 Panel 5: Políticas Públicas e interculturalidad. Balances y Desafíos

Objetivo Contar con una visión general del nivel de reconocimiento constitucional de los Pueblos Indígenas en cada uno de los tres países que intervienen, las políticas públicas con enfoque intercultural más relevantes que ha adoptado el Estado y cuál ha sido el grado de participación de los pueblos indígenas en el diseño e implementación de estas, así como los desafíos en esta materia para la construcción de un estado más inclusivo y participativo (por ejemplo la existencia de estándares que operacionalicen el concepto de interculturalidad en las políticas públicas). En este esquema se busca estudiar principalmente la influencia del Convenio 169 de la organización Internacional del Trabajo (oIT), así como una pequeña referencia a iniciativas en el ámbito de la educación y la salud intercultural: lecciones aprendidas y desafíos

PanelistasColombia Sr. Jesús Javier Chávez. Consejero Mayor, Consejo Regional Indígena

del Cauca (CRIC)

Sra. Gloria Amparo Rodríguez. Profesora e investigadora, Universidad de Rosario

13:00-14:30 Almuerzo

14:30-16:15 Panel 5: Políticas Públicas e interculturalidad. Balances y Desafíos

PanelistasPerú Sr. Víctor Enrique Caballero. Exjefe de la oficina de Gestión de

Conflictos Sociales, Presidencia del Consejo de Ministros (PCM)

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Sra. Gladis Vila. Presidenta, organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (oNAMIAP)Sra. Raquel Yrigoyen. Vicepresidenta Instituto Internacional de Derecho y Sociedad (IIDS)

Chile Sr. Marcelo Huenchuñir. Consejero Nacional, Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CoNADI)

Sr. Jorge Contesse. Profesor de Derecho Constitucionall, Universidad Diego Portales

Sr. Pedro Cayuqueo. Director, Azkintuwe y Mapuche Times

16:15-17:15 Coloquio

17:15-17:30 Agradecimientos y cierre

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