columnas serna

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 92 LETRAS LIBRES JUNIO 2015 EL CLASICISMO SOSTIENE que la perfección es el mejor antí- doto contra el envejecimiento de la literatura. La van- guardia, en cambio, teme sucumbir a la aceleración de la historia y cree que la fórmula para evitarlo es adelan- tarse al futuro. No solo niega el valor intemporal de las obras maestras: también menosprecia el afán de perdurar. Cuando un escritor solo quiere aplazar su fecha de cadu- cidad, en vez de intentar abolirla, el rigor y la autocríti- ca pasan a segundo plano, desplazados por una ambición menor: ganar la carrera contra reloj donde el correcami- nos siempre deja rezagado al coyote que lo persigue con la lengua de fuera. Con frecuencia, los promotores de esa competencia calican de avance lo que en realidad es un retroceso y, si sus dictados tuvieran fuerza de ley, nos con- denarían a una involución aberrante. P etronio y Apuleyo, los más antiguos precursores de la novela, escribieron relatos extensos con un buen número de cuentos interpolados en el hilo conductor de la trama. La primera versión de  El asno de oro , titulada  Las met amo rfos is , llevaba como subtítulo “algunos cuentos en prosa milesia”, y en El Satiricón, las aventuras de Encolpio y Ascilto, los libertinos que recorren el su r de Italia en pos de un escurri- dizo efebo, son una especie de collar donde Petronio engar- zó cuentos propios y ajenos. T odavía Cervantes se mant uvo el a ese modelo en la primera parte del Quijote, donde intercaló “El curioso impertinente”, un cuento magní- co, pero desvinculado del eje argumental. En la segunda parte de la novela, más conado en el encanto de la pare-  ja prot agón ica, ya no intro dujo rela tos ajen os a su pereg ri- naje. Desde entonces, la novela se ha propuesto articular los elementos heterogéneos de la existencia en busca de su engranaje secreto. La esencia del género es conciliar la variedad con la unidad, la concentración con la dispersión. Como los novelistas del siglo XIX llevaron a grandes alturas el arte de ordenar el caos, algunos modistos literarios creen que la cohesión interna de la novela ya es obsoleta, y por lo tanto, el género debe rendirse a la energía centrífuga de la modernidad, aunque eso signique un retorno a las ensa- ladas narrativas de los satíricos latinos. Su salto al futuro consiste en retroceder a los tiempos del Imperio romano. Hace tiempo, en una charla informal con el editor Aurelio Major y el crítico literario Juan Antonio Masoliver Ródenas, me atreví a tachar de inconexa, deshilvanada y amorfa la voluminosa novela póstuma de Roberto Bolaño  2666 , un forzado amasijo de cinco novelas inconclusas, con una vaga relación entre sí. Tan vaga que pudieron haberse publicado sueltas, como habría preferido e l autor, según el epílogo de Ignacio Echevarría. Y o disfruté algu- nos fragmentos de esa aglomeraci ón, les dije, pero ¿de ver- dad forman un cuerpo? Mis contertulios alegaron que por su estructura abierta y su capacidad de sugerir, las obras inacabadas han inaugurado una poética del riesgo, donde la aventura importa más que la perfección. Bolaño no q uiso encajonarse en la novela convencional y prerió inaugurar una nueva forma narrativa. No tan nueva, rebatí, recordan- do a los clásicos de la sátira latina, pero aunque fuera total- mente original, ¿esa forma mejora o empobrece la novela? Retomo ahora mis argumentos para precisarlos mejor. Ningún ardid conceptual puede crear por arte de magia un esqueleto que solo existió en la solapa de un libro. Eludir la dicultad de componer una buena trama, o de organi- zar un cosmos narrativo totalizador, es una aqueza ima- ginativa, no la superación de un modelo caduco. Si, en vez de señalar las fallas arquitectónic as de una novela (imputa- bles en este caso al editor que le impuso su voluntad a un autor difunto), la crítica las presenta como aciertos subli- mes, los charlatanes que no saben urdir tramas gozarán de un fuero para pergeñar experimentos del mismo jaez y proclamarse excelsos renovadores de la novela. Cuando la originalidad se obtiene por la vía del mínimo esfuerzo, sus engendros abaratan el arte de novelar. Es muy fácil jun- tar retales de historias y presentarlos como un organismo unido por misteriosas bisagras simbólicas. Si la contigüidad de narraciones diversas predominara sobre la coherencia de la fabulación, la novela caería en una acidez insoporta- ble. Paradójicamente, muchos admiradores de la novela invertebrad a exigen que los libros de cuentos tengan uni- dad temática: es decir, demeritan la dispersión en el reino de la variedad y en cambio la aplauden en el ámbito de la novela. Yo no le pido peras al olmo. Cuando leo un con-  junt o de mag cas hist oria s vari opi nta s, como las de Etgar Keret, me importa un comino su f alta de unidad. Tampoco se la reprocho a Bolaño en sus estupendos libros de cuen- tos. Creo, sin embargo, que la novela se vuelve un cajón de sastre cuando admite demasiados elementos heterogéneos sin poder embonarlos. La poética de lo inacabado es quizá una buena herramienta de análisis literario pero sospecho que algunos manipuladores del esnobismo la están utili- zando para vender espejitos a precio de oro. 6  Ae ro li to s ENRIQUE SERNA LA NOVELA INVERTEBRADA

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    LETRAS LIBRES JUNIO 2015

    el clasicismo sostiene que la perfeccin es el mejor ant-doto contra el envejecimiento de la literatura. La van-guardia, en cambio, teme sucumbir a la aceleracin de la historia y cree que la frmula para evitarlo es adelan-tarse al futuro. No solo niega el valor intemporal de las obras maestras: tambin menosprecia el afn de perdurar. Cuando un escritor solo quiere aplazar su fecha de cadu-cidad, en vez de intentar abolirla, el rigor y la autocrti-ca pasan a segundo plano, desplazados por una ambicin menor: ganar la carrera contra reloj donde el correcami-nos siempre deja rezagado al coyote que lo persigue con la lengua de fuera. Con frecuencia, los promotores de esa competencia califican de avance lo que en realidad es un retroceso y, si sus dictados tuvieran fuerza de ley, nos con-denaran a una involucin aberrante.

    Petronio y Apuleyo, los ms antiguos precursores de la novela, escribieron relatos extensos con un buen nmero de cuentos interpolados en el hilo conductor de la trama. La primera versin de Elasnodeoro, titulada Lasmetamorfosis, llevaba como subttulo algunos cuentos en prosa milesia, y en ElSatiricn, las aventuras de Encolpio y Ascilto, los libertinos que recorren el sur de Italia en pos de un escurri-dizo efebo, son una especie de collar donde Petronio engar-z cuentos propios y ajenos. Todava Cervantes se mantuvo fiel a ese modelo en la primera parte del Quijote, donde intercal El curioso impertinente, un cuento magnfi-co, pero desvinculado del eje argumental. En la segunda parte de la novela, ms confiado en el encanto de la pare-ja protagnica, ya no introdujo relatos ajenos a su peregri-naje. Desde entonces, la novela se ha propuesto articular los elementos heterogneos de la existencia en busca de su engranaje secreto. La esencia del gnero es conciliar la variedad con la unidad, la concentracin con la dispersin. Como los novelistas del siglo xix llevaron a grandes alturas el arte de ordenar el caos, algunos modistos literarios creen que la cohesin interna de la novela ya es obsoleta, y por lo tanto, el gnero debe rendirse a la energa centrfuga de la

    modernidad, aunque eso signifique un retorno a las ensa-ladas narrativas de los satricos latinos. Su salto al futuro consiste en retroceder a los tiempos del Imperio romano.

    Hace tiempo, en una charla informal con el editor Aurelio Major y el crtico literario Juan Antonio Masoliver Rdenas, me atrev a tachar de inconexa, deshilvanada y amorfa la voluminosa novela pstuma de Roberto Bolao 2666, un forzado amasijo de cinco novelas inconclusas, con una vaga relacin entre s. Tan vaga que pudieron haberse publicado sueltas, como habra preferido el autor, segn el eplogo de Ignacio Echevarra. Yo disfrut algu-nos fragmentos de esa aglomeracin, les dije, pero de ver-dad forman un cuerpo? Mis contertulios alegaron que por su estructura abierta y su capacidad de sugerir, las obras inacabadas han inaugurado una potica del riesgo, donde la aventura importa ms que la perfeccin. Bolao no quiso encajonarse en la novela convencional y prefiri inaugurar una nueva forma narrativa. No tan nueva, rebat, recordan-do a los clsicos de la stira latina, pero aunque fuera total-mente original, esa forma mejora o empobrece la novela?

    Retomo ahora mis argumentos para precisarlos mejor. Ningn ardid conceptual puede crear por arte de magia un esqueleto que solo existi en la solapa de un libro. Eludir la dificultad de componer una buena trama, o de organi-zar un cosmos narrativo totalizador, es una flaqueza ima-ginativa, no la superacin de un modelo caduco. Si, en vez de sealar las fallas arquitectnicas de una novela (imputa-bles en este caso al editor que le impuso su voluntad a un autor difunto), la crtica las presenta como aciertos subli-mes, los charlatanes que no saben urdir tramas gozarn de un fuero para pergear experimentos del mismo jaez y proclamarse excelsos renovadores de la novela. Cuando la originalidad se obtiene por la va del mnimo esfuerzo, sus engendros abaratan el arte de novelar. Es muy fcil jun-tar retales de historias y presentarlos como un organismo unido por misteriosas bisagras simblicas. Si la contigidad de narraciones diversas predominara sobre la coherencia de la fabulacin, la novela caera en una flacidez insoporta-ble. Paradjicamente, muchos admiradores de la novela invertebrada exigen que los libros de cuentos tengan uni-dad temtica: es decir, demeritan la dispersin en el reino de la variedad y en cambio la aplauden en el mbito de la novela. Yo no le pido peras al olmo. Cuando leo un con-junto de magnficas historias variopintas, como las de Etgar Keret, me importa un comino su falta de unidad. Tampoco se la reprocho a Bolao en sus estupendos libros de cuen-tos. Creo, sin embargo, que la novela se vuelve un cajn de sastre cuando admite demasiados elementos heterogneos sin poder embonarlos. La potica de lo inacabado es quiz una buena herramienta de anlisis literario pero sospecho que algunos manipuladores del esnobismo la estn utili-zando para vender espejitos a precio de oro. 6

    Aerolitos

    ENRIQUESERNA

    LA NOVELA INVERTEBRADA