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BOLETÍN DE LA CORRIENTE ESTUDIANTIL REVOLUCIONARIA COMBATE Nº2 Junio 2013 ¡ Acabar con el Estado y la explotación para una nueva educación ! ¡ a fortalecer la jornada de paro nacional y protesta popular del 11 de julio !

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Boletín de la Corriente Estudiantil Revolucionaria (CER)

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BOLETÍN DE LA CORRIENTE ESTUDIANTIL REVOLUCIONARIA

COMBATENº2

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¡ Acabar con el Estado y la explotación para una nueva educación !

¡ a fortalecer la jornada de paro nacional y protesta popular

del 11 de julio !

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POR UNA INDEPENDENCIA POLÍTICA DE CLASE Como se hace evidente, asistimos hoy al desplie-

gue activista de importantes sectores de académicos universitarios, abogados, ecologistas, estudiantes, actores, periodistas, artistas varios, que demandan una “democracia participativa”, un “Estado garan-te”, una “sociedad de derechos”, que exigen el “fin al duopolio político”, “no más lucro”, “acabar con el binominal”, “derribar la herencia pinochetista”. Los vemos por aquí y por allá iniciando campañas bajo el sello de “Marca tu voto AC”, o “huelga electoral cons-tituyente”, y otras variantes de inspiración legalista. Se trata, pues, de la pequeña burguesía radicaliza-da, ésa que habiendo llegado hoy a su mayoría de edad política, se niega a permanecer excluida de los debates que da la burguesía respecto a sus futuras políticas de Estado. Ya se ha formado una opinión propia, y razonando desde los zapatos de un per-fecto estadista burgués se prepara para ofrecer sus ideas progresistas al país. Por ello es que reclama para sí un puesto en la sobremesa: “llegamos para quedarnos”.

Sucede que la lucha de clases hoy en Chile está particularmente marcada por esta radicalización política de franjas no menores de la pequeña bur-guesía profesional, de las “capas medias”, que en su despertar a la vida política se han desgajado relativamente de la burguesía. La tan mencionada “crisis de representatividad”, de la cual se suele ha-blar en abstracto –supuestamente respecto a la so-ciedad toda- dice relación concretamente con esta situación particular, expresándose en la orientación general de las mismas demandas que levantan es-tas franjas pequeñoburguesas, exigiendo –sintomá-ticamente- una mayor “apertura” de la democracia burguesa en Chile (con su clímax en una Asamblea Constituyente). Ciertamente su peso numérico es menor en relación al proletariado y los sectores po-pulares, pero no así su peso político e ideológico, lle-gando –como hemos visto- a ejercer la dirección del movimiento estudiantil de los últimos años, e influir y arrastrar a sectores de avanzada de la clase traba-jadora y el pueblo.

Esta nueva correlación de fuerzas entre clases so-ciales, va de la mano con una reconfiguración del mapa político: a) el “ala izquierda” de la Concerta-ción, respondiendo con más clarividencia en defen-sa de los intereses estratégicos de la burguesía, ha buscado incorporar y neutralizar a las franjas radi-calizadas de la pequeña burguesía (consolidar una “Nueva Mayoría”), tanto por la vía de alianzas polí-ticas, arrimando al Partido Comunista, Izquierda Ciu-dadana, Movimiento Amplio Social, a la candidatura de Bachelet, así como mediante la demagogia pro-gramática, haciendo suya parte de sus demandas “democratizantes” (jugada coronada por sus coque-teos constituyentes); b) Por otro lado, asistimos a la creación y fortalecimiento de organizaciones políti-cas y candidaturas electorales propias de la peque-ña burguesía: Revolución Democrática (que intentó

editorial

En este número:* Editorial............................................ 2-5* Balance de la marcha del 13 de junio.................................. 5* Sobre la represión, los perros policiales y el estado..................... 6-7* la cuestión de la gratuidad frente a la estatización en el movimiento de las privadas........... 8-12* el estatismo burgués y la estrategia del proletariado en torno al aparato educativo..... 13-17* el carácter de la lucha ideológica en el actual ciclo de la lucha de clases..................... 17-18* la reglamentación del artículo tercero constitucional (león trotsky)................................. 19-21

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infructuosamente participar de las primarias parla-mentarias de la Concertación), Izquierda Autónoma, la candidatura presidencial de Marcel Claude (Parti-do Humanista + Izquierda Unida), Gustavo Ruz (Movi-miento por la Asamblea Constituyente), Alfredo Sfair (Partido Ecologista). Su debut electoral previo, se dio en las municipales con personajes como Josefa Errá-zuriz (que fue apoyada electoralmente por la IA y RD).

Frente a esta oleada pequeño burguesa, que lo em-papa todo con sus concepciones reformistas y “ciu-dadanas”, quienes nos reivindicamos de la causa del proletariado y el socialismo, debemos ofrecer una postura tajante: los trabajadores no deben confiar “ni un tantito así” en los cantos de sirena burgueses, ni tampoco en los políticos de la pequeña burgue-sía y sus utopías reformistas. Contra las direcciones pequeñoburguesas y su fraseología democratista y electoralista, opondremos desde las trincheras del socialismo revolucionario una lucha ideológica y po-lítica intransigente, único modo de avanzar hacia la independencia política de la clase trabajadora, hacia su consciencia del carácter irreconciliable del anta-gonismo con la burguesía, y por tanto de la necesi-dad de la revolución socialista.

Sin duda un elemento clave de la estrategia socia-lista reside en incorporar a sectores de la pequeña burguesía a la causa del proletariado revolucionario. Pero se trata de sumar…no ser sumados; y justa-mente para que rompan con sus direcciones peque-ñoburguesas, resulta fundamental dar una lucha política tenaz contra ellas. Eso no impide que bajo determinadas circunstancias se pueda llevar adelan-te acciones concretas comunes, de movilización, que permitan dar pasos en la perspectiva estratégica, pero ello exige en todo momento mantener la lucha política y la independencia programática: “Golpear juntos, marchar separados”. Seguramente habrá oportunistas que tilden esta política de “sectaria”. Pues bien, lo cierto es que el marxismo revoluciona-rio no se guía bajo los principios de la colaboración de clases, sino que de la lucha de clases:

No existe la fantasía del Estado “neutro” pregona-da por las direcciones pequeñoburguesas. Se trata del Estado burgués, instrumento del capital para subyugar política, ideológica y militarmente a los tra-bajadores y el pueblo.

No es más que una ilusión creer que los problemas de fondo que aquejan a las masas trabajadoras se explican por la baja calidad moral de la burguesía y sus políticos: se trata de los intereses y relaciones sociales objetivas, de explotación capitalista, que ellos personifican.

No habrá una verdadera democracia para la mayo-ría trabajadora, mientras subsista la esclavitud asa-lariada basada en la propiedad privada capitalista de los medios de producción e intercambio. Y no hay reforma legal o cambio “constituyente” que la altere. Como dijera Rosa Luxemburgo agudamente, “¿Cómo se puede suprimir la esclavitud asalariada “legislati-vamente”, si la esclavitud asalariada no está expre-sada en las leyes?”

No habrá vía pacífica ni electoral posible para lo-grar transformaciones revolucionarias, sólo la lu-cha insurgente del pueblo armado contra el Estado burgués y la propiedad privada abrirá camino a una superación emancipadora, socialista, del orden exis-tente

Finalmente, para quienes busquen respuestas concretas de caras al proceso electoral, llamamos a trabajadores y estudiantes a no subordinarse ni votar por ninguno de los candidatos, ya sean de la burguesía (de la “nueva mayoría” concertacionista o aliancistas), ya sean del reformismo pequeñobur-gués (Claude, Figueroa, Jackson, etc.). Antes bien, proclamamos la necesidad de luchar cotidianamen-te por la independencia política de la clase proleta-ria, por desbaratar toda ilusión con que especula la burguesía y el reformismo, y que no hacen más que encadenarnos a este orden social explotador.

Como Corriente Estudiantil Revolucionaria no esta-mos inventando la pólvora. Hacemos nuestra la tra-dición política de militantes y movimientos revolucio-narios que nos han precedido:

“En los momentos presentes, cuando la peque-ña burguesía democrática es oprimida en todas partes, ésta predica en general al proletariado la unión y la reconciliación, le tiende la mano y trata de crear un gran partido de oposición que abarque todas las tendencias del partido democrático, es decir, trata de arrastrar al proletariado a una orga-nización de partido donde han de predominar las frases socialdemócratas de tipo general, tras las que se ocultarán los intereses particulares de la democracia pequeñoburguesa, y en la que las rei-vindicaciones especiales del proletariado han de mantenerse reservadas en aras de la tan desea-da paz. Semejante unión sería hecha en exclusivo beneficio de la pequeña burguesía democrática y en indudable perjuicio del proletariado. Este habría perdido toda su posición independiente conquista-da a costa de tantos esfuerzos y habría caído una vez más en la situación de simple apéndice de la democracia burguesa oficial. Tal unión debe ser, por tanto, resueltamente rechazada.”

(Circular del Comité Central a la Liga de los Comu-nistas, Marx y Engels, 1850)

CONSTRUCCIÓN REVOLUCIONARIA O TRAMOYAS ESTUDIANTILES DEL REFORMISMO ELECTORALISTA

En las movilizaciones estudiantiles del 2011 era común que en las distintas asambleas se confron-taran de un modo relativamente abierto las distintas líneas políticas que se debía asumir o no como movi-miento ¿Luchamos por arancel diferenciado o la gra-tuidad? ¿Se aceptan o no los términos de la mesa de negociación? ¿Hacemos nuestro el plebiscito de la IA y las JJCC? Y así frente a una serie de problemas tác-ticos a resolver se abrían discusiones en el seno de las bases, a la vez que las distintas organizaciones políticas estudiantiles de importancia nacional – con mayor o menor grado de honestidad o “máquina”-

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ponían sus cartas sobre la mesa, quedando en evi-dencia las distintas apuestas que estaban en juego.

Este año 2013, con ya 3 meses de movilizacio-nes, ha prevalecido sobre todo la ausencia de una discusión sustantiva respecto a la línea de acción a adoptar, sembrando poco a poco con ello la des-orientación política y provocando desmoralización en sectores de las bases estudiantiles. Sin embargo, ésta situación no es resultado de una ausencia de dirección política en el movimiento estudiantil, sino creemos que precisamente responde a una línea particular que –en los hechos- se ha venido impo-niendo, y que se hace necesario desenmascarar. Se trata de una política que exige una baja intensidad en las bases, pues está principalmente orientada a las elecciones burguesas, fundada en la necesidad que tienen reformistas de distinto pelaje (UNE, IA, NAU) de visibilizar nacionalmente su política como alternativa a la “Nueva Mayoría”, contando evidente-mente con el movimiento estudiantil como una de sus más importantes tribunas propagandísticas.

Dentro de las organizaciones que dirigen el movi-miento estudiantil, al menos la Izquierda Autónoma ha tenido el valor de honestar esta línea liquidado-ra: “no podemos quedarnos y retroceder a la pelea chica –sostienen- mientras desde arriba nos invisi-bilizan. La tarea este año es defender las banderas que hemos levantado los últimos años, del oportu-nismo electoral para proyectar un 2014 movilizado”. Es decir, no luchar consecuentemente por nuestras demandas, sino que dar rienda suelta nada más a un pataleo mediático de carácter “ciudadano y pro-longado” hasta noviembre…el próximo año veremos qué hacemos. Consecuentes a su razonamiento au-tonomista, han identificado los momentos más im-portantes del ritual burgués para este año: las pri-marias, las presidenciales y la ley de presupuesto. He ahí toda la clave de su movilización “por hitos”, con aspiraciones de diferenciar de la Concertación su alternativa electoral reformista, y bajo la ilusión burocrática de que las luchas estudiantiles pueden encenderse y apagarse por mero dictado dirigencial, con tiempos de calendario. Esta es la vía más segu-ra al desgaste y abatimiento, ése que tanto acusan cuando se oponen a paros y tomas.

Esta línea se complementa con políticas que orga-nizaciones centristas proclives al conservadurismo como el FEL, han dejado entrever para este año: construir el “proyecto educativo popular”. Aparente-mente, demandas elementales y sentidas como la gratuidad quedaron chicas, y ya es hora de saltar a las ligas mayores. A primera vista pareciera ser tre-mendamente correcto, pues limitar las perspectivas políticas del movimiento estudiantil a la gratuidad sería una miopía economicista. Sin embargo el pro-blema es que confunden problemas de orden estra-tégico con los de naturaleza táctica. Una educación de la clase trabajadora y al servicio de sus propios in-tereses, es una tarea que sólo puede acometer con la destrucción de la propiedad privada y el Estado burgués, a partir de los organismos de poder obrero y popular. Hacer creer que se la puede impulsar como

una reforma más, es caer en una curiosa variante de reformismo utópico, a la vez que sofoca el nece-sario enfrentamiento reivindicativo para desviarlo a instancias de debate (Congresos educativos, por ej.). No negamos que estas puedan resultar fructíferas, pero sin duda son contraproducentes si resultan al costo de ahogar y suplantar las movilizaciones, acor-de a la política de “hitos”.

Por tanto, en el plano de la lucha de clases nacio-nal, nos parece que la actual política trazada para el movimiento estudiantil, no está fijada más que para sostener mediáticamente, sobre los hombros de las movilizaciones, a las direcciones políticas actuales, de modo que puedan marcarle progresistamente la cancha a Bachelet. “Si le regalamos el campo de dis-cusión este año a las mismas coaliciones que se han repartido el poder y que están cruzadas por conflicto de interés, significa que vamos a retroceder gran par-te de lo que hemos avanzado durante estos años”, dice un dirigente autonomista. O sea, movilizarnos nada más que para entrar al “campo de discusión”, llevándole aguas –directa e indirectamente- a las distintas expresiones político-electorales de la pe-queña buguesía radicalizada (los Claudes, Jacksons y Borics,), y con ello, sin que siquiera lo sospechen, reforzando en última instancia a la burguesía. Sos-tenemos, a contracorriente, que la alternativa revo-lucionaria para el momento actual, está en impulsar jornadas de protesta y paro nacional, como el que tuvo lugar este 26 de Junio, de la mano con traba-jadores portuarios y del cobre, parte de los desta-camentos centrales de la clase obrera en Chile. Sin embargo, es necesario superar las demostraciones de fuerza y unidad entre estudiantes y trabajadores, para pasar efectivamente a un petitorio unificado de combate y así dar una lucha mancomunada, de enfrentamiento real, material, de fuerzas. Sabemos que no será fácil y habrá mucha resistencia políti-ca a ello, pero sólo podremos levantar e incorporar sostenidamente a más compañeros/as y dar una lucha real por nuestras demandas, oponiendo a la contención reformista y las vacilaciones centristas, una política decidida.

Con esta línea de acción no pretendemos cerrar los ojos ante el escenario electoral y la ofensiva ideoló-gica de los políticos burgueses, pero ello no significa que la alternativa socialista consista en limitarnos a simples apéndices de las direcciones reformistas, la-brándoles un fértil campo de maniobra para sus can-didaturas parlamentarias y presidenciales. El mejor golpe que le podemos dar a la demagogia de una Ba-chelet y su séquito seudo-comunista, es dar una fir-me lucha reivindicativa, con avanzados métodos de lucha. Ello acompañado integralmente de una lucha política e ideológica sin cuartel, tanto contra la bur-guesía, como contra las ventas de pomadas constitu-yentes y estatistas del reformismo pequeñoburgués.

Para terminar, debemos denunciar implacable-mente a las dirigencias de la IA y el NAU, que pú-blicamente le quitaron el piso político a la reciente jornada de protesta del 26, condenando entre dien-tes los cortes de calle con que amaneció el día para-

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balance de la marcha del 13 de junio

La pasada marcha del jueves 13 de junio, trajo con-sigo el retorno de la masividad al movimiento estu-diantil, masividad que se había extraviado desde el inicio del reflujo a fines del 2011. Las calles no sólo se llenaron de gente, sino que fue posible apeciar por cada uno de nosotros que la disposición era distinta a las marchas anteriores: volvimos a cantar, a resis-tir la represión quedándonos en las calles y salimos a cacerolear en la noche, cuando nos dimos cuenta de que el Estado sigue radicalizando sus métodos de represión policial. Fue, en definitiva, una larga jor-nada de protesta estudiantil, uno de esos días que ya empezábamos a extrañar, un día que afianzó la moral de quienes estaban ya movilizados y llenó de espíritu de combate a quienes aun no lo habían he-cho, haciendo del tomazo del lunes 17 todo un éxito.

Pero, llegado este punto, cabe preguntarse ¿a qué se debió este “nuevo aire” del movimiento?

En primer lugar, debemos entender que el factor fundamental, que ha hecho posible una jornada como la del pasado jueves 13, no es más que el au-mento de los paros y tomas de los establecimientos secundarios y superiores, los que han vuelto a poner las demandas sobre la mesa en foros, debates, con-ferencias, comisiones de trabajo y asambleas, pero esta vez acompañando junto ello una receta infalible y que atemoriza a los explotadores: la unión de todos los estudiantes de Chile (sea educación privada o es-tatal) con los trabajadores y los pobladores, para así luchar juntos por un petitorio común, defendido por nuestras incipientes organizaciones de base y multi-sectoriales.

lizado, así como la resistencia estudiantil contra las fuerzas represivas. Tal respuesta nos recuerda a la que dio el burócrata Martínez (PS) de la CUT hace unos años, cuando el 24 y 25 de agosto la Central aceptó -a la interna- los cortes de calle para paralizar el país, pero - a la externa, frente a las cámaras- apa-reció como guardián del orden público burgués. Es necesario luchar contra esta política del reformismo, puesto que debilita la lucha estudiantil y aplasta sus métodos más avanzados de combate (en función a la política de “hitos” simbólicos), pero además con-tribuye criminalmente a sentar las bases ideológicas

y políticas para ofensivas represivas de la burgue-sía como la ley “Hinzpeter”, o la ley de “identifica-ción preventiva”, alimentando la policial dicotomía entre el estudiante pacífico y cultural, por un lado, y el agente externo al movimiento, el encapuchado, el “extremista”, por otro.

El problema ya está planteado. Recordando el 2011, lo que está en juego es si optamos por el ca-mino plebiscitario autonomista, o el camino de agos-to. Si seremos masa de maniobra electoral, o avan-zamos en el camino de combate que abrió el 26.

En segundo lugar, la masividad de la convocatoria y el espíritu demostrado tienen directa relación con el esfuerzo que han llevado adelante las bases es-tudiantiles más radicalizadas, en pos de revitalizar el movimiento, aun yendo en contra de la pasividad conciente y planificada de las direcciones reformis-tas que lo conducen a la vía del circo electoral. En ese sentido, las bases han venido levantando el puño en pos de la movilización continua, y no “por hitos”, de la articulación multisectorial de base, de la comunión de los diversos sectores de explotados en la lucha contra el capitalismo, pasando por enci-ma de cualquier intento de entreguismo que quiera realizar el “alto mando” de la CONFECH. Es principal-mente este esfuerzo el que ha servido para entregar al movimiento del 2013 una base sólida, de articula-ción lenta pero eficaz, con objetivos claros y precisos, dejando de lado el intento de reducir la protesta a los petitorios locales.

En tercer lugar, esta rearticulación ha sido lenta y cuestionada por nuestras dirigencias, pero contrario a sus designios ha sabido consolidarse a punta de entregar respuestas políticas para un momento en que ellos no pueden, ni quieren, vislumbrar como coyuntural: la apuesta definitiva entre la vía del elec-toralismo burgués y la construcción de poder obrero y popular. Es, entonces, esa misma rearticulación la que debe confluir en el inicio de una contraofensiva que ostente el mismo carácter, es decir, que oponga los métodos de organización y protesta propios de la clase obrera, pero esta vez venciendo el espon-taneismo que reinó el 2011. Es ese el norte que el estudiantado, desde su trinchera, debe plantearse.

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Sobre la represión, los perros policiales y el Estado

Tras la marcha del 8 de mayo se dieron a conocer por lo menos tres casos de secuestro por parte de la PDI: un universitario y dos secundarios. Se sumó a esto el atropello de un carro de Fuerzas Especiales a un compañero en el frontis de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Valparaíso. Luego, en Ju-nio, arremetieron con el ingreso represivo a la Casa Central de la Universidad de Chile y el desalojo de los liceos tomados para habilitarle las salas a las prima-rias de los partidos burgueses y el PC bacheletista. En las marchas ya sabemos a qué atenernos, con balines dirigidos a los ojos, lacrimógenas al cuerpo, toqueteos a compañeras en las detenciones y casos de tortura.

Ninguno de los hechos de represión obedece po-líticamente al azar o iniciativa propia de los pacos. Desde luego, estos episodios evidencian que la re-presión es una de las armas que tiene la burguesía de intentar contener en lo inmediato el alza de las luchas estudiantiles, obreras, territoriales, etc. La burguesía y su aparato estatal volcarán –sin duda alguna- todo su arsenal de perros entrenados, justo ahí donde se organizan y articulan resueltamente las luchas contra los explotadores, y no tendrá reparos en utilizar y justificar cualquiera de sus perfecciona-das técnicas represivas, si de esta forma consigue someterlas y acallarlas.

Sucede que al término de la jornada de marcha estudiantil, de huelga obrera, de toma de terrenos mapuche, de protesta en las poblaciones, cuando se disipan las lacrimógenas, las fuerzas represivas re-gresarán a sus cuarteles, habiendo cumplido nada más que su inalterable papel de defensoras del or-den burgués. No dejarán de hacerlo: su existencia misma descansa sobre las relaciones sociales de producción capitalistas y el Estado burgués. Estado que está lejos de ser un órgano neutro, pues precisa-mente surge de la división de la sociedad en clases enemigas irreconciliables. Es el encargado de man-tener las condiciones generales para la acumulación de capital.

Por tanto, la idea de que el mismo Estado y su apa-rato represivo nos garantizarán amablemente las fa-cilidades para luchar por nuestras reivindicaciones básicas o, más aun, para acabar con la propiedad privada capitalista, es una idea absurda y peligro-sa, que se paga con sangre y derrotas. Lo cierto es que la burguesía, año a año, hace a un lado cierta cuota de la plusvalía arrancada al proletariado, para luego destinarla a mantener su Estado, convirtiendo además un porcentaje importante en tierno alimento para sus perros militares y policiales. En Chile, el pre-supuesto militar para el 2013 fue de 8.842 millones de dólares, correspondiendo a un 4,3% del PIB na-cional, porcentaje equivalente al que destinan a su aparato educativo burgués. En España la burguesía,

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a raíz de la crisis, recortó gastos estatales en distin-tas esferas, pero precisamente el gasto en material antidisturbios lo elevó de 173.000 euros a más de tres millones. En el Medio Oriente, a partir del inicio de la Primavera Árabe, el mercado de “seguridad in-terna” incrementó su valor en un 18%, alcanzando los 6.000 millones de euros en 2012.

En Chile el “Cuerpo de Carabineros” ya desde sus primeros tiempos llevó el sello consciente de reprimir a la clase trabajadora y extirpar el comunismo. Su carácter anti-obrero y contrarrevolucionario no obe-dece de modo alguno a la “herencia pinochetista”, como pretenden algunos. Compartimos extractos de una circular publicada el año 1925 en el boletín ofi-cial del Cuerpo de Carabineros, y redactada por Car-los Ibáñez del Campo:

a) El personal frente a los agitadores: está ocu-rriendo que por la indolencia de muchos, duran-te largos años, y la complacencia de otros, la vida nacional se ha perturbado de continuo por la prédica y la acción de los agitadores de oficio, los que especulan con las penas, sufrimientos y esperanzas de la clase proletaria, en beneficio personal. Tal campaña sistemática y ejercitada impunemente a despecho de todos los deseos y de todas las realidades del Gobierno respecto a mejorar la clase obrera y levantarle todos sus niveles humanos, ha sido la causa determinante de las catástrofes de la Pampa Salitrera, de la Zona Carbonífera y de la Región Magallánica.

Entristece presenciar la ceguera colectiva y fra-tricida de hombres de nuestra misma sangre, na-cidos bajo nuestro misma sangre, nacidos bajo nuestro mismo cielo, almas y músculos nuestros, y más doloroso aún, verlos seguir como un reba-ño tras los engañosos mirajes de un comunismo utópico y de un bolcheviquismo monstruoso e inconcebible, inadaptable en la Rusia misma y menos en nuestra joven República, pletórica de riquezas inexploradas y abierta a todas las ener-gías.

De ahí que combatir con mano de hierro a los agitadores de oficio sea de imprescindible nece-sidad. Al lado de las grandes cruzadas pro salud física, debemos iniciar otra sin cuartel, pro salud social; se debe perseguir a los chantajistas socia-les, a los que predican la estéril religión del odio, y a los que pisotean nuestros más sagrados va-lores y hacen escarnio de nuestras glorias y de nuestros emblemas y se burlan del sacrificio de nuestros muertos gloriosos; de los que han labra-do la grandeza de Chile con su sangre y con sus vidas.

b) El personal en sus funciones fundamentales: El respeto a la propiedad nacional y privada, la seguridad de los campos y caminos públicos, y el garantizamiento de libertad de trabajo son obli-gaciones fundamentales del Cuerpo de Carabine-ros. (...) Es común ver que explotando el derecho de reunión se ofenda a las autoridades y a la pa-

tria, que se haga escarnio de nuestras leyes, de nuestras glorias y de todo lo que forma nuestra nacionalidad.

En el futuro el personal de carabineros procede-rá de hecho contra los manifestantes que osten-ten banderas rojas y les impedirá toda clase de manifestación, procediendo a destruir esas ban-deras. Los oficiales tendrán especial cuidado de enviar a la Comandancia General los pasquines en que se haga campaña disolvente, se ofenda a las autoridades, se insulte a las instituciones armadas o se incite a la rebelión.

c) Como manifestación gráfica de la patria en todos los confines nacionales: la figura del cara-binero con el gallardete tricolor en lo alto de su lanza, debe imponer respeto y cariño, aun en los confines más apartados de la República. Simbo-liza la justicia y el derecho, la fuerza y la razón, o sea los emblemas viriles del Chile fuerte y sano. Frente al trapo rojo y la prédica criminal y nego-ciante, la bandera del carabinero representará todos nuestros valores más queridos. [Énfasis añadido].

Como se ve, el enemigo la ha tenido clara, centena-riamente. El problema fundamental, entonces, está en qué posición y accionar adoptamos nosotros, des-de la causa proletaria y socialista.

Ya es moneda común que ante la represión se in-voque una y otra vez la supuesta inviolabilidad de los “derechos humanos”, restregando a la burguesía un discurso moralista, apelando a una supuesta “falta de conciencia” (pensando, de seguro, que debe ha-cer llorar a sujetos como Chadwick o Pérez Yoma en la soledad del baño de sus casas). Lo cierto es que la burguesía sí tiene conciencia: es la conciencia que justamente tienen de sus intereses como clase. El interés que tienen en acumular capital sobre la base de la explotación y opresión de la clase obrera y el pueblo, de los mayoritarios.

Esta prédica victimizante del reformismo es in-tegral a su política colaboracionista, electoralera y pacifista. Desde la vereda contraria, frente a la re-presión capitalista, sostenemos que hay que oponer la autodefensa de masas y la violencia revoluciona-ria; ante cada hecho de represión, no habremos de victimizarnos, sino que debemos hacer saber, una y otra vez, que la lucha contra el enemigo de cla-se está planteada en ésos términos, y que más vale estar a la altura política, ideológica y material para enfrentarlo. Sólo la acción independiente y directa de las masas trabajadoras contra el Estado y la le-galidad burguesa, constituyen la forma de lucha que nos puede llevar a la victoria. Estos métodos ensa-yan e impulsan los únicos gérmenes de poder sobre los cuales puede erguirse un verdadero proceso de enfrentamiento y transformación revolucionaria.

No habrá “derecho humano” que valga si somos incapaces de emprender el único combate capaz de hacer carne las demandas históricas del proletaria-do y el pueblo: la revolución socialista.

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La cuestión de la gratuidad frente a la estatización en el movimiento de las privadas

La activación de los estudiantes de privadas: ¿un batallón presto a entrar en combate?

Nuestro objetivo estratégico en el frente estudiantil es construir una corriente revolucionaria que agru-pe a los sectores de trayectoria proletaria dentro del mismo, hegemonice a parte de los sectores peque-ñoburgueses y neutralice a otros. Apostamos a que la conducción del movimiento estudiantil recaiga en los sectores proletarios y no –como ocurre actual-mente- en los sectores pequeñoburgueses. Los estu-diantes de instituciones privadas son los más afecta-dos por el actual sistema educativo terciario, son los que representan a una buena parte del estudiantado de origen popular y llegan casi al 70% del total de es-tudiantes terciarios (contando a los de CFT’s e IP’s). En vistas de este hecho y de los objetivos que nos planteamos, el proceso de constitución de los estu-diantes de extracción popular en las universidades privadas, CFT’s e IP’s como la fuerza social dirigente de la corriente que pretendemos construir, resulta un objetivo primordial. ¿En qué estado se halla el de-sarrollo organizativo, político y programático de los estudiantes de instituciones privadas?

La cuestión de las universidades privadas resuena desde varios ámbitos. Por una parte, la activación que los estudiantes de dichos planteles han experi-mentado desde el 2012 suma al movimiento estu-diantil una fuerza social que había estado relativa-mente ausente hasta ahora. Por otra parte, la crisis de la Universidad del Mar instaló la estatización con control triestamental como una demanda aparente-mente más radicalizada y completa. De acuerdo a las palabras de Alonso Briceño (dirigente de la MESUP) en la estatización “convergen todas las aspiraciones aisladas de fin del lucro, de educación pública, gra-tuita y de calidad” (La Chispa, “Entrevista a Alonso Briceño”). En base a esto, pareciera ser que la articu-lación interna de los estudiantes de privadas ya ad-quirió su forma madura y que ahora sólo hace falta que se asiente y expanda, venciendo impedimentos externos y superficiales, como el reconocimiento de sus demandas por el conjunto del movimiento estu-

diantil, un rol protagónico en la conducción del mis-mo y el desarrollo de su organización estudiantil ¿Es esto tan así?

Por una parte, es cierto que aquellos impedimen-tos que parecen externos y superficiales en compa-ración con la articulación y activación que han tenido hasta ahora los estudiantes de las privadas, son un lastre importante determinados por varias cuestio-nes. En primer lugar, a nivel de fuerzas sociales y po-líticas los roces, diferencias o el simple aislamiento que los estudiantes de las privadas han tenido con organismos como la CONFECH tiene como motivo el interés corporativo que las fuerzas políticas mayori-tarias de las tradicionales han desarrollado frente a los estudiantes de privadas, lo cual refracta -no sin pocos matices- la posición de clase pequeñoburgue-sa que actualmente conduce el movimiento en las universidades tradicionales. A esto se suma las difi-cultades organizativas que presentan los estudian-tes de privadas por diversos motivos: la poca tradi-ción y experiencia acumulada, la heterogeneidad de las instituciones, los DFL que impiden la participa-ción estudiantil, la persecución interna que reprime la organización estudiantil independiente, etc. Por último, los bajos niveles de conciencia de clase que se traducen en la perspectiva de sacrificio meritocrá-tico que toma parte del estudiantado popular de las privadas al no ver ninguna opción de mejora de su condición material más que el estrecho camino pro-metido de la movilidad social.

Sin embargo, toda la cuestión radica en cómo se vencerán estos obstáculos en lo sucesivo ¿Asentan-do y expandiendo la demanda de estatización con control triestamental que expresaría supuestamente las necesidades e intereses reales de los estudian-tes de las privadas? ¿O será más bien que esta de-manda no responde a dichas necesidades e intere-ses y que -por ende- resta a la importante masa de los estudiantes de las privadas de la lucha reivindica-tiva? Nuestra postura –a diferencia del PTR y los di-rigentes de la MESUP- sostiene esta última cuestión y ofrece una alternativa en la demanda de gratuidad transversal.

“Reivindicar la socialización o la nacionalización de las más importantes ramas de la industria, como lo hacen los partidos centristas, es embaucar a las masas. Los centristas no sólo inducen a las masas en el error, al tratar de persuadirlas de que la socialización puede arrancar de las manos del capital las principales ramas de la industria sin que la burguesía sea vencida, buscan todavía desviar a los obreros de la lucha vital por sus necesidades inmediatas, haciéndolas esperar un embargo progresivo de las diversas industrias una después de otra, después del cual comenzará la construcción “sistemá-tica” del edificio económico.”

Tesis sobre táctica, III Congreso de la Internacional Comunista, 1921.

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Estudiantes de privadas en lista de espera para luchar por la gratuidad

¿Por qué no se ha instalado la demanda de gra-tuidad para los estudiantes de las universidades privadas? La izquierda reformista -amparada en una concepción de un Estado neutro, “de todos los chilenos”, encargado de resguardad los intereses comunes de la “ciudadanía”- sostiene que el Esta-do no puede asignar un solo peso a las institucio-nes privadas, puesto que eso sería financiar con “los recursos de todos” los Mercedes de los dueños de las universidades, CFT’s e IP’s privados. Para estos campeones de lo público, resulta más “escandaloso” que la bencina de esos Mercedes sea financiada con las sagradas arcas fiscales, que el que lo sea sobre la base del sudor de las familias proletarias y popu-lares que tienen un hijo en una institución privada. Éstos son los que se erigen como los guardianes más rabiosos del “tesoro público” antes que de los intere-ses de los trabajadores y el pueblo, representando el interés de la pequeña burguesía que se alimenta del Estado. ¿Qué perspectiva ofrece esta corriente a los estudiantes de privadas? “luchen sólo por democra-tización interna –dirá el reformista estatista- y espe-ren por mientras se fortalece la educación pública y se ahoga la mala yerba de la educación privada.” Así se puede comprender, en parte, que la mayoría de las universidades, CFT’s e IP’s privados no se hayan movilizado el 2011.

Por otro lado, la línea que ha surgido durante este último período y ha sido especialmente agitada por el PTR sostiene que los estudiantes de las privadas no deben esperar mientras la “buena yerba de lo público” va creciendo a costa de la extinción de la “mala yerba de lo privado”, sino que pueden cortar

esta maleza de raíz mediante el machete de la esta-tización. Luego y sólo luego de esta simple pero enér-gica operación de jardinería, podrían los estudiantes de las privadas plantearse la gratuidad. Exigirla sin haber estatizado, sería para el PTR un despropósito, ya que si bien ésta organización puede reconocer el carácter de clase del Estado (digamos, sobre todo en días especiales como los 1eros de mayo), le hace asco a que los recursos estatales financien el “nego-cio educativo”.

En un caso, se invita esperar el efecto del mata-maleza reformista, en el otro, se llama utilizar el ma-chete de la estatización en todo el campo educativo para recién en la próxima temporada exigir la gra-tuidad. En ambos casos el prejuicio estatista, más o menos matizado, deja a los estudiantes de las priva-das sin una demanda que responda a sus intereses y necesidades concretas, a la vez que educa en la adoración del Estado burgués como el corral en el que se crían las mejores ovejas, y se fortalecen las posiciones pequeñoburguesas sedientas de la savia que corre de la “propiedad estatal”.

Es necesario precisar que si bien nos oponemos a la estatización como un plan general y propositivo respecto al tipo de propiedad que podrían tener las instituciones de educación terciaria, no nos opone-mos a la misma como una medida defensiva respec-to a la crisis de un determinado plantel privado, si es que ello impide que miles de estudiantes se queden sin estudios. En este sentido, apoyamos la estatiza-ción de la Universidad del Mar, puesto que debido a su cierre y crisis es lo único que puede asegurar que los estudiantes de la misma tengan una continuidad asegurada de sus estudios. Pero no generalizamos esta demanda para el conjunto del estudiantado de las instituciones privadas.

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La gratuidad transversal: antídoto contra la ideología pequeño-burguesa.

Nuestra posición es radicalmente distinta a lo que proponen tanto las corrientes reformistas como el PTR: sostenemos que la demanda de gratuidad debe extenderse a los que estudian en instituciones pri-vadas sin poner como condición el que éstas sean estatizadas previamente.

Esta demanda sirve como antídoto contra el esta-tismo pequeñoburgués que permea actualmente al movimiento estudiantil y que educa en la confianza en el Estado burgués como un “Estado de todos”, considerando erróneamente que toda estatización es progresiva en sí misma. Cuando planteamos la gratuidad para los estudiantes de las privadas deci-mos que el Estado debe financiarla no porque sea el padre “garante de derechos sociales”, sino porque es la estructura que representa los intereses colecti-vos de las clases dominantes y resulta la instancia a la cual los trabajadores y el pueblo deben enfrentar-se y con la cual están obligados a negociar –en los marcos de la lucha reivindicativa- para aumentar los bienes y servicios que entran en su “salario social”. La educación terciaria es uno de ellos y exigimos que el Estado la financie para el estudiantado, sin impor-tar si se estudia en una institución privada o en una estatal.

El principal argumento que se tiene en contra de que el Estado financie en un 100% los estudios de aquellos que entran a planteles privados es que no se puede financiar con los recursos estatales, “de todos los chilenos”, el “lucro”, la “ganancia privada y egoísta” de los dueños de instituciones de educa-ción terciaria, por lo cual o se sigue el camino del mata-maleza reformista o se aplica el machete de la estatización para preparar el terreno de la lucha por la gratuidad. Contra esto hay que señalar los siguien-tes tres puntos.

En primer lugar, el Estado, sus instituciones y sus recursos no son “de todos los chilenos”, sino que for-man parte de una estructura que está al servicio de los intereses de las clases dominantes. Esto se pue-de comprobar de un modo transparente observando el enorme gasto destinado a las fuerzas represivas, al aparato jurídico, a los sueldos de los políticos bur-gueses, etc. Pero también los recursos estatales que van para salud, educación, pensiones, etc., y que parecen beneficiar “a todos los chilenos” tienen una doble naturaleza: por una parte, forman parte del salario social que las clases dominantes entregan a los trabajadores y el pueblo y en esa medida, su au-mento puede ser fruto de las luchas reivindicativas de las masas explotadas y oprimidas; pero por otra parte, estas cuestiones proveídas por el Estado bajo la forma de salario social, cuando llegan a ser un ele-mento estable de la sociedad burguesa es porque están orientadas funcionalmente a los intereses de las clases dominantes. En este sentido, la educación beneficia en cierta medida a las masas, pero primor-dialmente cumple la función de calificar a la fuerza de trabajo para su explotación, de adoctrinar ideoló-

gicamente en la adaptación y respeto al orden exis-tente, entre otras funciones. De este modo, tanto las instituciones privadas como las públicas forman parte del aparato educativo burgués.

Por lo tanto, debido a que reconocemos que en los marcos de la sociedad burguesa el Estado y las ins-tituciones de la sociedad civil, lo público y lo privado están –no sin ciertos roces, diferencias y desajustes- del mismo lado de la trinchera, no le hacemos asco a que el Estado burgués transfiera parte del valor del que se apropia a esas instituciones privadas para que estudiemos gratis en ellas; no nos erigimos en guardianes pequeño-burgueses de las arcas fiscales y de su “uso eficiente”; no nos vestimos de “peque-ños estadistas” para diseñar planes de financiamien-to mediante “propuestas técnicas”.

En segundo lugar, aun reconociendo el carácter de clase del Estado, podría mantenerse la segunda par-te del argumento: “no es apropiado adoptar una de-manda como la gratuidad para las privadas que bene-ficie a los dueños de estas instituciones alimentando a un sector de la burguesía.” Esta objeción tendría mayor fuerza en el caso de que los capitalistas de la educación no estuvieran obteniendo beneficios de un negocio poco rentable, de manera que la compra del servicio educativo por parte del Estado para pro-veerlo gratuitamente cebara subsidiariamente a este sector de la burguesía. Sin embargo, esto no es así, puesto que ya están obteniendo jugosos beneficios a costa de la explotación de sus académicos y funcio-narios y de la opresión económica de los estudian-tes y sus familias. Pero aun si fuera así, el beneficio global que obtendría el estudiantado de las privadas y sus familias sería una conquista mucho más prove-chosa que lo que ganen los empresarios de la edu-cación. De modo análogo, múltiples cuestiones que benefician a las masas como las vacunas gratuitas o las obras públicas no son producidas por el Estado, sino que por privados que “lucran” y le venden estos productos al mismo.

En tercer lugar, los capitalistas de la educación son una fracción de la burguesía con intereses comunes a toda su clase y también con intereses sectoriales. Pero para el proletariado y el pueblo la forma primor-dial de lucha contra un capitalista particular o una fracción de la burguesía no es mediante planes de estatizaciones y expropiaciones realizados por go-biernos burgueses “progresistas”, sino mediante la lucha sindical independiente o en el caso de las em-presas educativas, a través de las luchas que conver-gen en la demanda de democratización, como preci-saremos. En cualquier caso, acabar con el capital es una tarea revolucionaria que excede los límites de la lucha reivindicativa y dedicarse a demandar estatiza-ciones contra sectores particulares de la burguesía empantana al movimiento de masas en conflictos interburgueses.

Por todos estos motivos, la lucha por la gratuidad para los estudiantes de privadas resulta apropiada y admisible, si es que en los límites de esta lucha reivindicativa cuidamos y cultivamos desde ya la in-

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dependencia de clase frente a los distintos señuelos y caretas que visten las clases dominantes, a través de su aparato educativo público o privado. Esto se traduce en que nosotros luchamos por la gratuidad transversal y ellos, a través de su Estado, verán cómo se las arreglan para desprenderse de una pequeñísi-ma tajada de la plusvalía que roban cotidianamente a los trabajadores y nos la entregan bajo la forma de la educación gratuita. Podrá el Estado comprarles el servicio educativo a los capitalistas de la educación para entregárnoslo gratuitamente o preferirán esta-tizar para proveerlo directamente de un modo más barato. Nosotros lucharemos por obtener la educa-ción gratuita del modo que más nos beneficie, sa-biendo que toda cuestión que le podamos ganar a las clases dominantes en los límites del capitalismo será parcial y susceptible de ser arrebatado al primer pestañeo.

Pero aun aceptando lo anterior, se podría argumen-tar que el hecho de que las universidades, CFT’s e IP’s privados se articulen como empresas capitalis-tas (lo que se llama difusamente “finalidad de lucro”) tiene una serie de consecuencias perjudiciales para los estudiantes que no se pueden desconocer, como la escasa inversión en la “calidad” de la formación, la inestabilidad de los programas, etc. Siendo esto cierto, no se concluye de ello que la estatización sea una condición necesaria para combatir estas cues-tiones. Frente al capital y sus personificaciones en las universidades privadas (como lo son sus juntas directivas), se debe oponer la serie de luchas por la orientación de las mallas, los programas, la adminis-tración de los recursos –entre otras- que convergen en la lucha por la democratización, la cual represen-ta la lucha de clases en el seno de las instituciones educativas. Dentro de esta disputa, la estatización o la transformación en cooperativas de las institucio-nes que actualmente tienen dueños privados podrán mostrarse como una necesidad particular en deter-minados casos. Pero de ningún modo la estatización es una panacea que solucione las anteriores cues-tiones y que deba erigirse en demanda transversal.

Nuestra postura puede parecer un recelo ultraiz-quierdista por mantener cierta pureza ideológica, dejando supuestamente sin orientación táctica a las masas respecto a los intereses inmediatos y parcia-les que aparecen en su lucha reivindicativa. Se nos dirá que es un avance en la conciencia de las ma-sas el que ahora enfrenten el “negocio educativo” y lleguen a pedir una medida “tan radical” como la estatización. Se nos dirá que “entre marxistas” po-demos guardarnos de indicar el carácter de clase del Estado, para dedicarnos a obtener activación, orga-nización y conquistas concretas en la lucha por la “estatización con control triestamental”. Pero esta “astucia militante”, desde el punto de vista de un su-puesto “realismo político”, no es más que oportunis-mo y –como señalan las Tesis sobre táctica arriba ci-tadas- no hace más que embaucar a las masas. Pero además, en el terreno de la lucha reivindicativa, la demanda de estatización no ofrece la mejor alterna-tiva para el desarrollo de la disposición al combate.

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La gratuidad transversal: señal de combate para el estudiantado popular de las privadas

Respondamos ahora lo que nos preguntábamos al principio: la activación y organización que un sector de los estudiantes de las privadas ha tenido a raíz de la crisis de la Universidad del Mar en torno a la demanda de estatización con control triestamental, no constituye todavía una forma madura de articulación como fuerza social para dar la lucha reivindicativa, que sólo haga falta expandir y asentar venciendo impedimentos externos y superficiales. Las demandas que hasta ahora han surgido en el movimiento estudiantil no responden a los intereses y necesidades inmediatas de los estudiantes de privadas y por ende, no constituyen una motivación para su activación y organización. En palabras del propio Briceño, respecto a las demandas que hasta ahora han prevalecido en el movimiento estudiantil: “Si miramos en el plano de las demandas, son frases poco claras y que nada ofrecen a nuestros compañeros que están más preocupados de mantener el crédito o juntar las lucas del arancel”. Y si estas demandas no son capaces de movilizar y organizar a las masas estudiantiles, menos podrán incentivar que el estudiantado popular que pertenece a las privadas pueda alcanzar la conducción y hegemonía del movimiento estudiantil.

En cambio, la demanda de gratuidad es una que responde a la principal preocupación de los compa-ñeros de las privadas: “mantener el crédito y juntar las lucas del arancel”. Esta preocupación tiene que ver con la opresión económica que los capitalistas de la educación en conjunto con los bancos ejercen sobre las familias proletarias y populares y sobre los futuros asalariados sub-empleados que serán buena parte de los estudiantes de instituciones privadas. Por ende, debemos entender actualmente el pago de la educación terciaria por parte de los estudiantes y sus familias como un tipo de opresión económica que reduce las mercancías contenidas en el salario real de aquéllas, al destinar una enorme parte del valor que conforma el salario a los costos de la edu-cación. Es cuestión de observar las enormes priva-ciones y endeudamientos que deben pasar las fami-lias asalariadas para tener un hijo en la educación superior.

De este modo, la demanda de gratuidad no es otra cosa que parte de la lucha por el excedente econó-mico que está en el corazón de la lucha de clases. Se trata de que la burguesía se apropie de una cuo-ta menor de la plusvalía global y que esa cuota au-mente el salario real del conjunto de los asalariados. Este aumento radicaría en que, al recibir las familias asalariadas parte de su salario social bajo la forma de la gratuidad de la educación, liberarían la taja-da que ahora gastan en la educación terciaria para adquirir otros bienes y servicios, mejorando sus con-diciones materiales, reduciendo su endeudamiento, etc. En esto radica la esencia de la gratuidad como demanda que en los marcos de la lucha reivindica-tiva resulta una forma del conflicto entre las clases fundamentales.

En este sentido, la gratuidad responde a los inte-reses y necesidades inmediatas de los estudiantes populares y sus familias. Además, constituye una demanda transversal para el estudiantado de las universidades privadas y tradicionales, lo cual es un factor de cohesión, a diferencia de la demanda de estatización. Por estos motivos, si se agitara e insta-lara venciendo las anteojeras estatistas, podría con-formar una plataforma de lucha capaz de activar al estudiantado popular de las privadas, constituyéndo-los como fuerza social y siendo la señal de combate que hace falta en este sector. La enorme puja que significaría esto crearía mejores condiciones para vencer las dificultades organizativas y –lo más im-portante- para que el estudiantado de clase le dispu-tara la conducción del movimiento estudiantil a los sectores pequeñoburgueses del mismo.

La táctica para el frente estudiantil en el marco de una estrategia revolucionaria.

Lo que hemos desarrollado constituye parte de nuestra táctica para el frente estudiantil, la cual se inserta en el marco de una estrategia para la revolu-ción proletaria. En este sentido, es necesario desta-car que si bien señalamos la importancia de instalar y luchar por demandas que respondan a los intere-ses y necesidades reales del estudiantado popular, no lo hacemos en un sentido economista que separe esta lucha reivindicativa de los objetivos políticos, limitando la organización y movilización de aquél a los objetivos reivindicativos. El enfoque es el siguien-te: la pura articulación y activación del estudianta-do popular en torno a la lucha reivindicativa no es una condición suficiente para que este sector tome conciencia y se organice en vistas de ser una fuer-za auxiliar en el horizonte de la revolución proletaria. Pero la articulación en torno a la lucha reivindicativa resulta una condición imprescindible para que este sector del estudiantado llegue a constituirse como parte de una fuerza social revolucionaria.

La lucha reivindicativa en torno a la gratuidad de la educación debe ser una escuela primaria para la lucha revolucionaria; algunos se graduarán, otros se mantendrán en estos límites, otros vacilarán. Una co-rriente estudiantil revolucionaria debe hacerse cargo de orientar y conducir esta lucha en vistas de que la mayoría se gradúe para la revolución, combatiendo al reformismo y el centrismo que limita a las masas a pelear por las sobras y las conduce a todo tipo de ilu-siones burguesas y desvíos ajenos a la preparación para el combate revolucionario. Por eso resulta vital que le disputemos en todos los planos al reformismo y el centrismo, insertándonos en esta lucha reivindi-cativa con las demandas capaces de formar al estu-diantado de clase y popular en la perspectiva de la revolución, como en este momento lo es la gratuidad transversal.

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EL ESTATISMO BURGUÉS Y LA ESTRATEGIA DEL PROLETARIADO

EN TORNO AL APARATO EDUCATIVO

Encontrar la fundamentación política e ideológica de la política estatista que desarrollan amplios sec-tores del reformismo pequeño-burgués y del centris-mo respecto al aparato educativo burgués, resulta tremendamente difícil. Ni una sola de las tendencias que al interior del movimiento estudiantil y del mo-vimiento obrero y popular impulsan esta política es capaz de exponer con franqueza estos fundamentos y apuestan, en la mayoría de los casos, tan sólo a ati-zar las ilusiones estatistas y democrático-burguesas que la dominación burguesa impone a las masas ex-plotadas. Por lo mismo, intentaremos en esta opor-tunidad revelar las bases ideológicas de la política estatista que promueven tanto el reformismo peque-ño-burgués como el centrismo, sin referirnos direc-tamente a sus posiciones públicas, pero revelando sus consecuencias estratégicas y confrontando és-tas con la estrategia revolucionaria del proletariado respecto al aparato y sistema educativo burgués.

El estatismo burgués como base ideológica del reformismo pequeño-burguésEl estatismo burgués, como base ideológica del re-

formismo pequeño-burgués de izquierda, descansa sobre los siguientes supuestos:

a) Caracterizan las estatizaciones como formas de propiedad progresiva, porque nos acercarían su-puestamente al socialismo o porque fortalecen a la clase obrera y al pueblo.

b) Caracterizan el Estado burgués como un cam-po abierto y neutro que la clase obrera pueda dispu-tar y, por tanto, puede ser un instrumento de repre-sentación de sus intereses económicos, sociales y políticos.

El social reformista burgués sostiene las dos sin va-cilaciones. El reformista pequeño-burgués de izquier-da, vacila y se confunde. Puede reconocer el carácter de clase del Estado capitalista, pero sigue creyendo que las estatizaciones representan un acto progresi-vo del desarrollo histórico o del proceso de la lucha de clases. Frente a estas posiciones, nosotros consi-deramos:

La propiedad estatal es sólo una alteración en la forma de la explotaciónLa forma de la propiedad estatal “no suprime la

propiedad del capital sobre las fuerzas productivas”, “cualquier nacionalización no es una abolición, sino una alteración en la forma de explotación” (Engels, Anti-Dühring). Esto porque la propiedad estatal sigue siendo la propiedad del Estado, y el Estado burgués conserva su carácter de clase, su carácter de instru-mento de dominación de clases.

Se podrá objetar que, al menos el marxismo, re-conoce que, en ciertas situaciones históricas bien puntuales, las estatizaciones o nacionalizaciones pueden cumplir un rol progresivo. Esta posibilidad se relaciona con el efecto de las estatizaciones sobre el

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desarrollo de las fuerzas productivas. Pero, de nin-guna forma, se extrae que el desarrollo hipotético de las fuerzas productivas, conduce a una transforma-ción del régimen de explotación, si la sociedad con-serva el marco burgués y capitalista de desarrollo. Dicho en otras palabras: aun siendo progresivas sólo en la medida que alientan el desarrollo de las fuer-zas productivas o limiten su destrucción, las estati-zaciones no nos acercan al socialismo y no rompen con el carácter burgués de la economía, porque se fundan en la propiedad estatal burguesa.

Los límites y el carácter del “control” sobre la propiedad estatal burguesaPor último, asumiendo el carácter de clase del Es-

tado capitalista se puede llegar a sostener que, en la medida que se le oponga un contrapoder, un control por parte de los trabajadores y el pueblo, por los es-tudiantes, etc. se pueda transformar cualitativamen-te el carácter de clase de la propiedad estatal o al menos se la puede dotar de una función progresiva. Esta idea descansa en una confusión tremenda. El control obrero de la producción o el control de alguna esfera económica o política, no puede ser cabal si sigue descansando sobre la propiedad privada (capi-talista) de los medios de producción social y sigue en pie el Estado burgués. Lo demás no es más que ad-ministración obrera sobre bases capitalistas. No es más que la organización de la explotación capitalista por los obreros mismos.

Esta idea de un contrapoder podría sostenerse, con las limitaciones evidentes, en una situación revolu-cionaria, donde el Estado burgués está en quiebra, la

burguesía divida, la pequeña-burguesía vacilante se sitúa de lado del proletariado, que conduce un am-plio movimiento revolucionario de masas centrado en el desarrollo de los organismo de poder de ma-sas, de los organismos de poder obrero y popular. Ahora bien, en tal coyuntura: ¿Lo fundamental es el control obrero de las estatizaciones burguesas o la expropiación de la burguesía para socializar los me-dios de producción y destruir el Estado burgués?

El estatismo burgués como freno para el desarrollo de la consciencia políticaAdemás, las estatizaciones representan, por lo que

hemos mencionado anteriormente, un gran peligro para el desarrollo de la consciencia política de las masas:

En primer lugar, difunde la creencia en la lucha por el socialismo se puede conquistar con una se-guidilla de reformas, centradas en el crecimiento de la propiedad estatal y el fortalecimiento del Estado burgués, y no por medio de una revolución violenta, de una insurrección triunfante, de una lucha revolu-cionaria por el poder, que implica necesariamente la expropiación de la burguesía, la destrucción del Es-tado burgués y la construcción de un nuevo Estado, que son los organismos de poder obrero y popular, de poder revolucionario de masas.

En segundo lugar, oculta el carácter de clase del Estado capitalista y lo presenta como un instrumen-to que está por sobre las clases, que tiene un papel neutro, que no pertenece a clase alguna y que pue-de ser puesto al servicio de la emancipación de la clase obrera y el pueblo. Y oculta la verdad de que la emancipación de las masas obreras pasa por la des-trucción del Estado burgués, por la derrota política y militar de la burguesía.

En tercer lugar, las concepciones estatistas embau-can, engañan y traicionan a la clase obrera. Limitan sus niveles de consciencia (porque la hace incons-ciente de sus propios intereses), de organización (porque no destaca la necesidad de la organización independiente y antagónica respecto al Estado bur-gués) y de lucha (porque terminan rendidas ante el instrumento fundamental de dominación de clase, encausadas por la vía de las instituciones y la legali-dad de la dictadura del capital). Las ilusiones estatis-tas sólo pueden llevar a las masas la confusión, a la desconfianza en sus propias fuerza. Sólo pueden, en definitiva, ocultar sus tareas estratégicas.

Estatismo burgués y proyectos de colaboración de clasesFinalmente, el apoyo a las prácticas estatistas de

la burguesía induce necesariamente a los sectores de las masas a emprender una política o proyecto de conciliación y colaboración de clases. En América Latina, el estatismo burgués es parte integrante de la ideología del pseudo nacionalismo burgués, es de-cir, la base ideológica de los fracasados intentos de sectores de la burguesía nacional latinoamericana

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por oponerse política, económica o militarmente al imperialismo, y de esta forma, adquirir ciertos nive-les de “independencia nacional”. Sin embargo, es-tructuralmente, por el tipo de desarrollo capitalista en los países dependientes, de desarrollo desigual y combinado, la burguesía nacional tiene un carác-ter esencialmente contrarrevolucionario porque está ligada íntimamente al imperialismo, políticamente (debido a la amenaza que representa la clase obre-ra y el pueblo) y económicamente (por su posición subordinada al capital imperialista en el mercado mundial). En definitiva, esa burguesía contrarrevolu-cionaria, realiza nacionalizaciones o estatizaciones cuando atraviesa una crisis o problemas de acumu-lación de capital y busca ampliar la base de la renta estatal. Ello lo realiza en perjuicio de los capitalistas nacionales o de los imperialistas, pero su eje es la negociación de la cuota de plusvalía. Es decir, una fracción de la burguesía, atrincherada en las posicio-nes de conducción del Estado, realiza estatizaciones en perjuicio de otras fracciones capitalistas (nacio-nales o extranjeras) para fortalecer su posición en el proceso de producción capitalista. Para ello, nece-sariamente, este sector de la burguesía o la burgue-sía en su conjunto, busca el apoyo de las masas. Y para ello es necesario un proyecto o una política de conciliación de clases, que no surge de la burgue-sía, sino del reformismo burgués y pequeño-burgués, que lleva a los trabajadores y al pueblo a un pacto, una alianza con una fracción de la burguesía, que no termina acabando con el capitalismo, que no termi-na expropiando a los explotadores, sino que termina acentuando la explotación y la dominación política del proletariado y las masas.

Las consecuencias de la estrategia del reformismo pequeño-burgués y la actual correlación de clasesLa estrategia pequeño-burguesa sostiene:

a) Que es posible una educación al servicio de los intereses de las masas en este orden social;

b) Que es posible disputar a la burguesía la conduc-ción y hegemonía del aparato educativo;

c) Que esto puede realizarse por medio del Estado, que es una “institución de todos”, una expresión po-lítica de los “intereses generales de la sociedad”;

d) Para ello, el Estado debe no sólo financiar, sino también ser propietario de los centros educativos, expulsar a los capitalistas del control de los mismos, todo esto por medio de las estatizaciones;

e) Estas estatizaciones descansarán sobre un acuerdo de las “fuerzas progresistas”, de las “fuer-zas democráticas”, que quieren una educación “al servicio de las necesidades de la sociedad en su conjunto”.

f) Para ello, todas las fuerzas de los trabajadores y el pueblo deben orientarse por esta concepción en su lucha por la transformación de la educación. Y,

no sólo eso, deben ponerse bajo la conducción de un sector social determinado. ¿Quién es ese sector? Los Boric, los académicos defensores de la educa-ción pública, los reformistas con vocación de poder, toda la lacra, todo el lastre de la pequeña-burguesía radicalizada.

La estrategia pequeño-burguesa implica, en sínte-sis, que los intereses de las masas pasan por el con-trol por parte de la pequeña-burguesía funcionaria y profesional del aparato educativo. Pues, ¿Quiénes engrosarán el contingente de burócratas y funcio-narios que administre ese gran aparato educativo público, propiedad del Estado? Este no es un hecho menor, menos hoy.

Todos recordamos las movilizaciones de los últimos dos años. Pues bien: ¿Qué expresan esas moviliza-ciones desde el punto de vista del comportamiento de las clases sociales?

En primer lugar, implicó el fracaso de la ofensiva de la burguesía respecto a la educación. Las movi-lizaciones estudiantiles quebraron la ofensiva que pretendía profundizar el carácter actual del sistema y aparato educativo burgués en Chile. Llámenle mer-cantilización, privatización, como sea. Lo fundamen-tal es que quieren profundizar la lógica de su patrón de acumulación en el campo de las instituciones educativas en tanto instituciones de acumulación, reproducción económica, ideológica y social, y en tanto, aparato ideológico de Estado para la domina-ción de clase.

En segundo lugar, implicó la contraofensiva de ma-sas. Las masas no sólo resistieron, sino que pasaron a la ofensiva y pusieron al enemigo en retirada. Los trabajadores intensificaron su recomposición, hoy hay más huelgas, más masivas, más contundentes. Se movilizaron los pobladores, los trabajadores fo-restales, los pescadores artesanales, los mineros, los portuarios. Atravesamos el inicio de un ascenso del movimiento de masas en Chile. Este es un ras-go fundamental para entender el momento histórico por el que atravesamos.

Pero también se movilizó la pequeña-burguesía. La marchas contra Hidroaysén, e incluso toda la prime-ra etapa de las movilizaciones estudiantiles, hasta el tomazo nacional de Junio de 2011, cuando se incor-poran los secundarios, tuvo un carácter fundamen-talmente pequeño-burgués. La pequeña burguesía se desplazó, en sus sectores más dinámicos (fun-cionarios, profesionales, estudiantes), se restó como clase apoyo del bloque en el poder y salió a las calles a buscar una solución a su situación inestable. Pero se encontró con las masas en ascenso. ¿Qué posi-ción tuvieron estos señores, los Jackson, las Vallejo, los Martínez, sobre las Jornadas de protesta popular durante Agosto? ¿Qué posición tienen actualmente sobre las elecciones y la defensa de la institucionali-dad burguesa?

Sin embargo, el proceso de desplazamiento de la pequeña-burguesía se detuvo. Se dividió, se frag-mentó. Se atrinchera hoy en el “fin al lucro”, en la

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gratuidad sólo para las universidades públicas, se atrinchera en la Asamblea Constituyente, mira con buenos ojos a Claude, se rearticula con la oposición burguesa que encabeza Bachelet, etc. En definitiva, busca redefinir su posición respecto al bloque en el poder, a las clases dominantes, y también, su posi-ción en la institucionalidad política y en la estructura económica.

Volvamos a hacer la pregunta: ¿Quién se hará cargo de una educación universitaria 100% estatal? ¿Qué grupo social se incorporará a la administración de ese enorme edificio burocrático de propiedad esta-tal? La pequeña-burguesía. Y como sola, por medio de sus propias fuerzas, no puede conseguirlo, bus-ca embaucar al proletario, a los pobres del campo y la ciudad. ¿A quién beneficia ese tipo de educa-ción, a qué clase fortalece? Ni siquiera a la pequeña-burguesía. Sólo le entrega un campo de maniobra, de sobrevida. Fortalece, en definitiva, a la burguesía que logra mantener, en lo esencial, en lo que respec-ta al carácter de clase de la educación, el aparato intacto.

La estrategia revolucionaria en torno al sistema y aparato educativo burguésNo nos interesa en absoluto criticar sólo en térmi-

nos teóricos la impostura de la estatización. Nos in-teresa plantear esto desde el punto de vista de las tareas estratégicas del proletariado y las masas en torno al sistema y aparato educativo burgués.

Para nosotros, plantear estratégicamente la lucha estudiantil, implica plantearla en términos de clase. Hay muchos caminos para obtener la gratuidad. La burguesía puede dar gratuidad, y lo puede hacer es-tatizando o no. Lo fundamental es el elegir el camino correcto, situarse desde el punto de vista de la clase revolucionaria, desde la perspectiva de la revolución proletaria.

Para nosotros, entonces, el problema de la gratui-dad, al nivel estratégico, debe plantearse como el problema del carácter de clase del aparato educati-vo que intentamos destruir o transformar, y también del que queremos construir. Y es por esto que no co-

metemos el error de confundir financiamiento o la propiedad de los centros de estudio, con el tipo de aparato educativo que necesitan los trabajadores, el tipo de universidad o escuela, el tipo de relaciones sociales de producción e intercambio de conocimien-tos, etc. que responda a sus intereses.

En este sentido, la lucha por la transformación y destrucción del aparato educativo burgués es una tarea del proceso revolucionario. El frente estudian-til, es también un frente en la lucha de clases. Y en la lucha de clases hay explotadores y explotados, opre-sores y oprimidos, cuyos intereses son antagónicos, son irreconciliables.

La pregunta es: ¿Qué actitud de combate deben adoptar los trabajadores, estratégicamente, respec-to a un aparato educativo que es un instrumento de dominación de clases?

Para ello es necesario entender dos cosas: la fun-ción del aparato educativo burgués y las condiciones que harían posible su transformación, SEGÚN los in-tereses históricos, los intereses de clase de las ma-sas explotadas.

Las funciones del aparato educativo burguésPodemos sintetizar las funciones del aparato edu-

cativo burgués del modo siguiente:

En primer lugar, proporciona a los estudiantes las habilidades, saberes y comportamientos correspon-dientes al lugar que ocuparán en las relaciones ca-pitalistas de producción, educando asimismo en la ideología burguesa y naturalizando el régimen explo-tador. Es decir, su relación con la estructura de cla-ses y la ideología.

En segundo lugar, las universidades asisten a la clase capitalista y su Estado en la aplicación técnica de las ciencias, y en la producción de conocimiento general, tanto directamente para aumentar ganan-cia del capital, como para fortalecer su aparato de dominación. Es decir, su relación con el desarrollo técnico capitalista.

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Por otra parte, hoy progresivamente las mismas instituciones educativas se constituyen como espa-cios de valorización del capital, explotando el trabajo ajeno de los profesores, produciendo la mercancía “educación”, y vendiéndola en el mercado al estu-diante y su familia, con el consiguiente saqueo de sus bolsillos. Es decir, su relación con la acumula-ción capitalista.

La actitud del proletariado frente a las funciones del aparato educativoAhora, volvamos a plantear el problema: ¿Qué acti-

tud de combate deben adoptar los trabajadores, es-tratégicamente, respecto a un aparato educativo que es un instrumento de dominación de clases?

En primer lugar, reconocer que la función de la edu-cación es la reproducción de las relaciones de pro-ducción capitalistas, es decir, de la estructura de cla-ses, y también, que es un instrumento ideológico de naturalización del orden social, político y económico capitalista. La educación reproduce la división de la sociedad en clases. Los fundamentos de esta divi-sión no están en la educación, sino en los fundamen-tos económicos del capitalismo: en la propiedad de los medios de producción por un puñado de capita-listas que viven del trabajo ajeno, de la extracción, de la producción de plusvalía. Y tal como la educación no genera la división de la sociedad en clases, no puede acabar con ella. Entonces: los problemas que plantea la transformación de la educación según los intereses de la clase obrera no pueden plantearse en el marco de la sociedad capitalista, pues supone la abolición del régimen de producción capitalista.

En segundo lugar, en tanto la educación se vincula con el desarrollo técnico capitalista, independiente de su propiedad, la tarea del proletariado está en reconocer la vinculación profunda existente entre la educación y la producción capitalista. Esto impli-ca, que la educación burguesa se orienta según los requerimientos y necesidades de la explotación. En consecuencia, ¿cómo puede ser viable para los ex-plotados una educación puesta al servicio del régi-men de explotación? Entonces: un sistema educativo al servicio de los trabajadores supone la transforma-ción del modo de producción, supone una economía socialista.

En tercer lugar, entender que la transformación de los centros educativos en empresas no representa un “pecado original”, sino expresa una forma histó-rica de articulación del aparato educativo respecto al Estado y la institucionalidad burguesa y el patrón de acumulación y reproducción de capital. Expresa el tipo de desarrollo capitalista en Chile, que incor-pora a sus estructuras y esquemas de acumulación de capital nuevas áreas de la actividad económico-social. ¿Esto se debe a la “herencia pinochetista” o a la lógica de acumulación del capitalismo? ¿Es po-sible superar esta situación, desde el punto de vista de la clase obrera, sin acabar con los fundamentos de esta forma de articulación del aparato educativo?

Este no es un problema legal o constitucional. Es un problema de poder, es un problema que debe plan-tearse desde la perspectiva de la lucha revoluciona-ria contra el capitalismo.

En definitiva, la transformación revolucionaria del aparato educativo burgués comprende las siguientes condiciones y éstas constituyen los elementos que determinan sus tareas en el proceso revolucionario y en lo que toca al aparato y sistema educativo bur-gués:

a) La expropiación de la burguesía y la destruc-ción del Estado burgués, por una fuerza social revo-lucionaria, por el proletariado a la cabeza, como van-guardia revolucionaria de los explotados y oprimidos del campo y la ciudad, de los organismos de poder revolucionario.

b) La resolución revolucionaria del problema del poder como condición para la transformación económico-social que liquide las bases del régimen burgués, es decir, la propiedad sobre los medios de producción social.

c) Las tareas del proletariado respecto a la edu-cación sólo pueden plantearse desde la perspectiva de la estrategia revolucionaria y de la revolución so-cialista.

d) La tarea de los trabajadores es expropiar el aparato educativo a la burguesía y ponerlo en fun-ción de sus intereses de clase, de la lucha revolucio-naria y de la transición socialista.

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La lucha ideológica es una forma fundamental de la lucha de clase del proletariado. Junto a la lucha económica (resistencia a los capitalistas) y a la lucha política (contra el aparato de Estado y las fuerzas so-ciales y políticas burguesas), la lucha ideológica es un arma decisiva para mantener la independencia política e ideológica de la clase obrera y el pueblo, para elevar los niveles de consciencia de las masas y para clarificar los problemas de estrategia y táctica de la revolución proletaria, de la constitución y desa-rrollo de la fuerza social revolucionaria, del programa y las plataformas de lucha, de las formas de la activi-dad y combate de las masas, etc.

La tarea de los revolucionarios, en cualquier coyun-tura de la lucha de clases, consiste en combatir toda variante de la política burguesa y pequeño-burguesa que, al interior del movimiento de masas, infunda confianza en nuestros enemigos de clase, limite la lucha de masas al marco de la institucionalidad y la legalidad burguesa, plantee la reforma o profundiza-ción democrática de la dictadura de la burguesía y el imperialismo y aleje a las masas de la lucha revolu-cionaria por el poder, de la lucha por la dictadura del proletariado y la revolución proletaria.

Para desarrollar esta tarea, debemos comprender el carácter del reformismo. Como señaló Miguel En-ríquez:

“el reformismo no deja ‘fuera las políticas propias de la clase obrera’, al contrario las enfatiza, bus-cando mantener a la clase obrera en las políticas que ésta espontáneamente desarrolla: el economi-cismo y el electoralismo; lo que en realidad hace el reformismo es que deja sin política de clase a la clase obrera y la desvía de sus objetivos históricos (…) La política del reformismo se caracteriza bási-camente por no levantar una estrategia de poder y a lo más proponerse la ‘democratización del Es-tado burgués’ (subordinación al sistema de domi-nación capitalista) y por la búsqueda de sellar una alianza con una de las fracciones de la burguesía” Miguel Enríquez, Respuesta a un documento emi-tido por un grupo de compañeros de la Colonia de

Valpo, Julio 1974.Así, el eje de la lucha ideológica y política contra el

reformismo consiste en confrontar con la estrategia revolucionaria del proletariado su política y proyecto de conciliación y colaboración de clases, de ilusiones y defensa de la legalidad e institucionalidad burgue-sa, de pactos y alianzas con las fracciones políticas de la burguesía y el imperialismo, de reducción de la lucha de masas a los marcos del economicismo, electoralismo y colaboracionismo.

Oponer a la creencia en una vía pacífica y legal para los cambios revolucionarios, el carácter insurreccio-nal de la revolución proletaria; a la creencia en la via-bilidad de la democracia burguesa, la necesidad de

el carácter de la lucha ideológicaen el actual ciclo de la lucha de clases

destruir el Estado burgués y construir los órganos de poder obrero y popular que constituyen la base de la dictadura revolucionaria del proletariado; a los pro-yectos de colaboración de clases con sectores de la burguesía, la necesidad de derrotar política y militar-mente a la burguesía y el imperialismo, a partir del desarrollo de una alianza de clases revolucionaria, del bloque revolucionario de los explotados del cam-po y la ciudad, que con el proletariado a la cabeza, conduzcan la revolución socialista; a la acumulación de fuerzas al interior del aparato de dominación, de las instituciones burguesas, la acción directa de ma-sas, la lucha reivindicativa y política con proyección insurreccional, la multiplicación y generalización de las formas de combate que el pueblo se da, la acu-mulación de fuerzas en todos los frentes y con todas las formas de lucha, legales e ilegales; a las ideas de un desarrollo capitalista independiente o a su ver-sión oportunista y pseudo antiimperialista de una vía de desarrollo económico y social “no-capitalista”, la necesidad de expropiar a la burguesía, de acabar con la propiedad privada de los medios de produc-ción social, de terminar con la explotación, a partir de la socialización de los medios de producción, de la liberación de las fuerzas productivas de los marcos sociales capitalistas: la necesidad de la planificación socialista de la economía y del control obrero de la producción. Como señaló hace más de un siglo Marx:

“Mientras que los pequeños burgueses democrá-ticos quieren poner fin a la revolución lo más rá-pidamente que se pueda (…) nuestros intereses y nuestras tareas consisten en hacer la revolución permanente hasta que sea descartada la domina-ción de las clases más o menos poderosas, hasta que el proletariado conquiste el poder del Estado, hasta que la asociación de los proletarios se desa-rrolle, y no sólo en un país, sino en todos los países dominantes del mundo, en proporciones tales, que cese la competencia entre los proletarios de estos países, y hasta que por lo menos las fuerzas pro-ductivas decisivas estén concentradas en manos del proletariado. Para nosotros no se trata de re-formar la propiedad privada, sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino de abolir las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de establecer una nueva”

Marx y Engels, Mensaje del CC a la Liga de los Comunistas, 1851.

Sin embargo, no basta con constatar la necesidad de la lucha ideológica y reconocer su importancia en la lucha revolucionaria del proletariado, también es fundamental definir su carácter de acuerdo al mo-mento político y a las tareas del proletariado y las masas en cada periodo de la lucha de clases. En el actual ciclo de la lucha de clases en Chile, caracte-rizado esencialmente por el ascenso de la lucha rei-vindicativa y política de masas, la lucha ideológica

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contra el reformismo, el oportunismo y el centrismo, adquieren un carácter específico.

Esta lucha debe darse en torno a las tareas polí-ticas que plantea la correlación de clases y fuerzas sociales y políticas, la dinámica de la lucha de ma-sas y el desarrollo de la fuerza social revolucionaria, así como sobre la experiencia concreta de las masas con el reformismo, es decir, a partir de la política con-creta que éste desarrolla al interior del movimiento obrero y popular y sus efectos.El momento político actual se caracteriza, desde el

punto de vista de la correlación de clases y de fuer-zas sociales y políticas, por el proceso de reagrupa-miento de fuerzas sociales que conduce la burgue-sía y el imperialismo para consolidar el apoyo de los sectores propietarios de la pequeña burguesía y para recuperar como clases o fracciones de apoyo a sus sectores no propietarios, con la finalidad de detener el ascenso de la lucha obrera y popular en Chile. Para realizar esta maniobra táctica, la burguesía y el imperialismo buscan incorporar al reformismo pe-queño-burgués a su institucionalidad política y abrir-le incluso algunos sectores del aparato de Estado a la pequeña burguesía no propietaria. El papel del re-formismo pequeño-burgués y de todas las variantes oportunistas burguesas, será el de neutralizar el as-censo de la lucha de masas por medio de ilusiones en la democracia burguesa y en el carácter neutral del Estado burgués, en la posibilidad de reformar las instituciones y estructuras políticas, económicas y sociales de esta formación social capitalista de-pendiente. Esta situación determina, por un lado, la necesidad de enfrentar ideológicamente todas las concepciones reformistas que permitan a la burgue-sía realizar esta maniobra y detener el ascenso de masas. Por otro lado, la dinámica de la lucha de clases y la

lucha reivindicativa y política de masas está determi-nada, en el actual ciclo histórico, por la alternancia de ofensivas tácticas de la burguesía (que buscan profundizar la superexplotación del trabajo, acentuar los procesos de concentración y centralización del capital y consolidad la dictadura de la burguesía y la reproducción de su régimen institucional) y de con-traofensiva tácticas de las masas, que buscan ele-var la lucha reivindicativa al plano político, extender las fuerzas del proletariado y las masas en formas de organización y lucha territorial y multisectorial, y multiplicar sus fuerzas en base al desarrollo de em-briones de organismos de lucha, coordinación y uni-ficación de las luchas de masas, de los organismos de poder obrero y popular. El papel del reformismo en este escenario es privar a las masas de una tác-tica correcta, de una concepción del desarrollo de la revolución y entregarlas al desarrollo de las formas espontáneas (burguesas) de lucha y organización, como la lucha económica o sectorial y electoral, para orientarlas en función del fortalecimiento del siste-ma de explotación y dominación burguesa. Además, impulsan la contención y el bloqueo de las ofensivas y contraofensiva tácticas de las masas, provocando escenarios de reflujo prolongado, que desarman la articulación de la fuerza social y detienen el proce-

so de acumulación de fuerzas política, ideológica y material. El desplazamiento de vastos sectores del reformis-

mo hacia una alianza directa con la Concertación, con la fracción política social-reformista de la burgue-sía (cuyo caso ejemplar es la política actual del PC), y su incorporación paulatina a los aparatos de Estado burgués, profundizan la bancarrota del reformismo, confirmando su carácter de clase pequeño-burgués y su lugar en la lucha de clases como colaborado-res del régimen de explotación. Otro tanto ocurre con la variante del reformismo que se agrupa en torno a Claude y las candidaturas “independientes” del auto-nomismo: aunque se planteen como una alternativa de izquierda al “duopolio” y hagan gárgaras con las reivindicaciones de masas y la necesidad de “trans-formaciones estructurales”, la oposición pequeño-burguesa no es más que la apuesta de una fracción de la pequeña burguesía “radicalizada” por mante-ner niveles de “autonomía” respecto del bloque do-minante, apoyándose en la confusión de las masas para llevarlas por la vía de la legalidad y democracia burguesa y, de esta forma, negociar su incorporación “por la izquierda” a la institucionalidad burguesa, a costa de hipotecar la independecia política y el desa-rrollo de la lucha y consciencia de las masas. Producto del lento proceso de constitución de la

vanguardia revolucionaria del proletariado, la izquier-da revolucionaria debe emprender a contratiempo y contracorriente la lucha ideológica y política contra el reformismo desde el punto de vista de su carácter de clase y su función en el sistema de dominación ante la evidencia de los hechos, y no como resulta-do de una concepción adecuada del desarrollo de la lucha de clases y del carácter historico del reformis-mo. Del éxito de esta variante de la lucha de clases, depende la existencia de la misma como vanguardia revolucionaria, e implica necesariamente, plantear el problema de la conducción política del proletariado y la construcción de su instrumento fundamental, el partido revolucionario.Considerando este escenario, es que planteamos

abrir con nuestro Boletín Combate un espacio que nos permita articular un debate político de clase, de cara a los intereses de los trabajadores, desde el punto de vista de la revolución proletaria. Evidente-mente, por el carácter de nuestra organización, abor-daremos este problema al que se ven enfrentados todos los destacamentos de vanguardia del proleta-riado y el pueblo chileno, en lo que toca al estrecho campo de la lucha de masas estudiantil. Sin embar-go, ello no implica en ninguna medida, de ninguna forma, que descuidemos u ocultemos las tareas re-volucionarias del proletariado en el actual ciclo de la lucha de clases. Por el contrario: nuestro objetivo es hacer patente que el campo estudiantil es uno de los frentes de la lucha de clases, que como tal debe ser abordado y conducido, y que de esta forma, las tareas de los estudiantes revolucionarios dependen absolutamente de las tareas de la revolución prole-taria y la expropiación de la burguesía. En definitiva: que nuestro sitio es la lucha de clases y nuestro nor-te la revolución socialista.

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la reglamentación del artículo tercero constitucional

León trotsky, 1940.

Ha sido aprobada la Ley Reglamentaria al Artículo Tercero Constitucional y la forma en que ella se ha realizado presenta claramente toda la inconsisten-cia, vacilación y demagogia de la pequeña burguesía radicalizante, que temerosa por su porvenir, ya que ignora o es incapaz de prever la orientación futura de la política mexicana, no ha querido comprometer-se hoy, como lo hiciera en 1934 cuando se reformó el artículo tercero. No se tuvo la seguridad como en 1934, de que el curso hacia la izquierda se continua-ría; por el contrario, todos presienten un viraje hacia la derecha; como consecuencia, se prefirió eliminar del texto de la ley todo aquello que podía aparecer como “radical” y la dejaron reducida a un armatoste despojado de todo impulso izquierdista, aún de aquel que en 1934 proclamaban a voz en cuello como el contenido de la educación “socialista”.

Después de cinco años de educación “socialista”, está clara para todos la imposibilidad de que exista la tal educación mientras las bases económica, social y política de la sociedad sean las del régimen burgués. En México se dio el caso de una educación “socia-lista” consagrada jurídicamente; toda la realidad so-cial la hizo imposible: propiedad capitalista, estado burgués, proletariado miserable y hambriento; millo-nes y millones de campesinos sin pan sumidos en el atraso feudal más completo; gran penetración e influencia imperialista; y como única base la ilusión de la pequeño burguesía radical, que para compen-sar, aunque fuera subjetivamente esta situación y su incapacidad para tomar caminos revolucionarios, creyó descubrir una nueva ruta hacia el socialismo, que debía ser realizado gradualmente por medio de la escuela. Su anticlericalismo fue también típica-mente pequeño burgués. Sin ir a las raíces mismas del fanatismo religioso, a la miseria y al hambre, a la opresión y la lucha de clases, no comprendió nunca que la educación no debe ser anti-clerical sino an-

ti-religiosa y que la lucha contra las religiones es la misma que para arrancar a las masas de la opresión, la explotación y el hambre.

Es posible que el fenómeno se presente nuevamen-te en algún otro país latinoamericano atrasado. Pero la experiencia de México es concluyente. La educa-ción socialista sólo puede realizarse sobre la base de la expropiación de la burguesía y los grandes pro-pietarios y la organización de la sociedad toda según un plan socialista. Aún en su primera etapa esa edu-cación no será socialista sino proletaria, ya que, la educación del período de transición correspondiente a la dictadura proletaria, estará impregnada todavía del pasado burgués. Medidas como las tomadas en México sólo tienen la significación de reformas de-mocráticas que abren la posibilidad de llevar la lucha de clases al terreno del aparato educativo. Los resul-tados que se obtengan dependen, en última instan-cia, de la existencia de un movimiento revolucionario que empuje a los maestros, trabajadores y alumnos a la lucha de clases en ese terreno. Demagogia en manos de la facción dominante en la etapa dada, la educación “socialista” deviene un peligro si el prole-tariado, idealizando la reforma o confundiéndola, la toma como verdadera educación socialista y subordi-na su política a la de la facción burguesa o pequeño burguesa izquierdizante.

En la escuela “socialista” de la burguesía, que co-mienza proclamando que es gratuita, en realidad sólo las capas privilegiadas de la población pueden tener acceso a ella. El niño proletario o no asiste a la escuela, o no lo hace regularmente; fracasa lamen-tablemente y las investigaciones indican las causas: anemia, enfermedades, trabajo extra-escolar, hoga-res lúgubres, abandono moral y material, etc. Muy pocos de los alumnos llegan a terminar el sexto año y ello únicamente para ser lanzados en su mayoría

Compartimos el siguiente artículo de León Trotsky de 1939, situado en México, para aportar al debate gene-ral en torno a la elaboración de una política revolucionaria en el movimiento estudiantil. Particularmente, nos parece importante destacar la siguiente lección que encierra: La gran capacidad que tiene la burguesía y el reformismo de militancia varia para encauzar el descontento y la lucha social en alternativas que aparentan “radicalidad”, pero no escapan al marco del orden capitalista. En este caso, se aborda el problema de reformas a la educación burguesa que se impulsaron en el México de los 30’, y que en su momento fueron contraban-deadas ideológicamente bajo el fraudulento título jurídico de “socialista”. Esto hace de advertencia a quienes, ante el periodo electoral y la cooptación programática por parte de la “Nueva Mayoría”, creen haber encontra-do un insobornable refugio revolucionario en abstracciones como el “proyecto educativo popular” y variantes familiares. En ese sentido, postulamos lo único que la burguesía no puede cooptar es un proletariado conscien-te del antagonismo irreconciliable con sus enemigos de clase, armado del programa socialista de destrucción del Estado burgués y de abolición de la propiedad privada capitalista. Es ese el norte que el estudiantado debe plantearse estratégicamente, si se plantea luchar sincera y decididamente por acabar con la educación al ser-vicio del capital y construir una educación proletaria y socialista.

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al taller o la fábrica donde son carne joven para una explotación desenfrenada. Y no se diga de la edu-cación secundaria, técnica, superior y universitaria. La cultura es por hoy, bajo la educación “socialista”, patrimonio de la burguesía y aristocracia obrera o pe-queño burguesa, y los establecimientos educativos, semilleros en donde se prepara el estado mayor de la burguesía; laboratorios de preparación de los fu-turos explotadores y opresores de los trabajadores.

En cuestión de finalidades, métodos y medios ma-teriales para realizarla, la educación “socialista” ha sido un fracaso; no porque ella sea irrealizable en el medio mexicano como afirman los fascistas y re-accionarios de toda clase, sino por la imposibilidad de que el mismo estado burgués estructure un sis-tema educacional dirigido contra los fundamentos de su existencia. La educación tiene un carácter de clase; mientras la sociedad esté dividida en clases sociales, será burguesa o proletaria según sea ésta o aquella clase la que detente el poder económico y po-lítico. En la escuela de la dictadura del proletariado, es decir, proletaria, todo el proceso educativo estará basado en las actividades productivas y su finalidad consistirá en crear hombres aptos para el trabajo productivo, despiertos intelectualmente y armados del conocimiento científico; soldados conscientes de un régimen que lucha por la desaparición definitiva de las clases sociales, del hambre y la explotación, de la incultura y el fanatismo y por una sociedad so-cialista internacional. La educación actual produce en los mejores casos carne de explotación para la burguesía y los grandes propietarios (obreros y traba-jadores campesinos), aristocracia obrera (técnicos y especialistas sin conciencia de clase), sacos llenos de conocimientos útiles o inútiles; defensores acérri-mos y en su caso, feroces, del régimen de la propie-dad privada. Dirigida a disimular y apuntalar el poder capitalista actual, gimoteando que es una escuela de “trabajo”, su impotencia llega al grado de que en plena ciudad de México hay educandos que se sien-tan en el suelo y que ignoran que en el mundo se han inventado las máquinas. Diciéndose educación para trabajadores, las escuelas externas e internas para obreros se debaten en la penuria más lamenta-ble, mientras el dinero va a millones a la Universidad (semillero de fascistas y clericales) al Colegio Militar y a tantos otros centros de alta preparación burgue-sa. Es suficiente contemplar a los miserables niños proletarios estudiando en el suelo, tuberculosos y tarados, con el estómago vacío y el pecho al aire, oyendo la prédica del maestro “socialista” sobre las excelencias de la “democracia” para comprender la farsa que es la educación “socialista”. Allá arriba, en los altos puestos de Educación, el stalinista de panza abultada sonríe... la revolución ha triunfado, él está en el poder... la educación es “socialista”.

Solamente después de la toma del poder por las masas trabajadoras podrá la educación tomar rum-bos socialistas. Es más, ella se tornará socialista aún antes de que jurídicamente se la consagre así. Por hoy, el problema del artículo 3º se concreta en las tareas prácticas por realizar en relación con él y su reglamentación. Explicar a las masas que tal

educación “socialista” no es ni pudo ser socialista y su carácter de reforma democrática de la burguesía. Combatir implacablemente la lepra staliniana que habiéndose encumbrado en Educación, es el agen-te número uno de desprestigio y desmoralización, ya que sus pilladas y traiciones producen un proceso de repulsión en los trabajadores, maestros, padres de familia y alumnos, para quienes la educación socia-lista, no esta caricatura, sino la verdadera, se ve en-carnada en esa pandilla de chambistas y traidores.

La reglamentación, como el mismo artículo tercero, abre posibilidades de lucha. Con una organización magisterial, revolucionaria; con una presión de los trabajadores podría lucharse ventajosamente en el terreno educacional, cosa que si no sería educación “socialista”, serviría sin embargo para la lucha re-volucionaria por el poder, único medio de sentar la base para una verdadera educación socialista. Por ello los estratos reaccionarios de la burguesía, la pe-queño burguesía, el clero y el imperialismo gritan a voz en cuello contra la ley reglamentaria. La reacción se moviliza contra ella e identifica al comunismo con la farsa realizada. El pretexto para levantar cabeza es la reforma. Coreando a los curas y burgueses, peque-ños grupos de maestros reaccionarios con estructu-ra mental de propietarios y feudales y existencia de pequeño burgueses, también se declaran, contra la reforma hoy, contra el movimiento obrero mañana. Pero el proceso de desarrollo revolucionario está en marcha. El magisterio consciente y revolucionario, al par que defiende contra la reacción el Art. 3º y su reglamentación, pone en guardia a los trabajadores, alumnos y padres de familia, contra los mismos que, aprobando hoy la reglamentación (completamente castrada, aún de aquel contenido que hasta ayer le asignaban ellos mismos a gritos: “desfanatizante, por una sociedad en que la propiedad se socialice gradualmente”, etc.), serán mañana agentes de la contrarrevolución y se levantarán contra el proleta-riado y los maestros que interpreten revolucionaria-mente la reglamentación y hagan de la escuela y el proceso educacional un laboratorio creador de con-ciencias revolucionarias.

Para que se pueda obtener algo del Art. 3º y su Ley reglamentaria se necesita ante todo una orga-nización magisterial revolucionaria. La lucha por la regeneración del STERM es así uno de los medios para lograrlo, ya que un STERM revolucionario daría enorme impulso hacia la izquierda a todo el mecanis-mo educacional. Mientras tanto, el maestro de ban-quillo tiene una riquísima gama de oportunidades para hacer de sus alumnos, futuros soldados de la lucha social. Los contrastes y contradicciones que la llamada educación “socialista” ha venido a aunar al proceso educativo, constituyen material real y vivien-te para la forja de conciencias revolucionarias entre los educandos, que por hoy se ven obligados a recibir simultáneamente al hambre y la explotación a que se ven sometidos ellos y sus familias por el régimen imperante, una educación “socialista” que, producto directo del sistema capitalista de producción, lo de-fiende y consagra, adaptándose transitoriamente a la modalidad democrática por que atravesamos.

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