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Actas XVI Congreso AIH. ROGER CHARTIER. ¿Cómo leer un texto que no existe? Cardenio perdido - ¿CóMO LEER UN TEXTO QUE NO EXISTE? CARDENIO PERDIDO Roger Chartier College de France, París ¿Cómo leer un texto que no existe? A la pregunta, Roberto Bolaño dio una inquietante respuesta citando, resumiendo o comentando los 21 O libros cuyos títulos enumera en el apéndice de La literatura nazi en América. Leyó para sus lectores estas terroríficas obras que solamente existieron en sus pesa- dillas1. En Formas breves, Ricardo Piglia eligió otro camino. Enseñó a su lec- tor cómo Hemingway o Kafka habrían narrado la historia de Gritos y susurros de Bergman o cómo Borges hubiera contado la historia de Chuang Tzu que se encuentra en las Seis propuestas para el próximo milenio de !talo Calvino 2 Borges, el escritor que ambos admiran, pasó a la acción y para leer textos que no existen pero que habrían podido existir prefirió escribir notas sobre estos "libros imaginarios", como dice en la edición de 1941 de El jardín de los sen- deros que se bifurcan, tal como A first Encyclopaedia ofTlon or The Approach to Al-Mu'tasirr?, y también se decidió escribirlos. El "Etcétera" de la Historia universal de la infamia abarca así páginas de Swedenborg que él mismo nunca escribió 4 y "El Museo" de El Hacedor, extractos de los Viajes de varones pru- dentes de Suárez Miranda, una obra y un autor que no se encuentran en la Biblioteca Nacional de Madrid 5 ••• ¿Cómo leer un texto que no existe o, mejor dicho, que ya no existe? Tal es el desafío que lanza el encuentro entre dos autores más que canónicos: Sha- kespeare y Cervantes. Ya fueron reunidos sobre la portada del semanario España en 1916 con motivo de su centenario. El grabado representa a Ham- let y Don Quijote, que le dice: ''Amigo Hamlet admírate y alégrate de las sal- 1 Roberto Bolaño, La literatura nazi en América, Barcelona, Editorial Seix Barral, 1996. 2 Ricardo Piglia, Formas breves, Barcelona, Editorial Anagrama, 2000. 3 Jorge Luis Borges, El jardín de los senderos que se bifarcan, Buenos Aires, Ediciones Sur, 1941. 4 Jorge Luis Borges, Historia universal de la infamia, Madrid, Alianza Editorial, (1935, 1954) 1997, pp. 107-130. 5 Jorge Luis Borges, El hacedor, Madrid, Alianza Editorial, (1960) 1997, pp. 117-125. -1 t- Centro Virtual Cervantes

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Actas XVI Congreso AIH. ROGER CHARTIER. ¿Cómo leer un texto que no existe? Cardenio perdido-

¿CóMO LEER UN TEXTO QUE NO EXISTE?

CARDENIO PERDIDO

Roger Chartier College de France, París

¿Cómo leer un texto que no existe? A la pregunta, Roberto Bolaño dio una inquietante respuesta citando, resumiendo o comentando los 21 O libros cuyos títulos enumera en el apéndice de La literatura nazi en América. Leyó para sus lectores estas terroríficas obras que solamente existieron en sus pesa­dillas1. En Formas breves, Ricardo Piglia eligió otro camino. Enseñó a su lec­tor cómo Hemingway o Kafka habrían narrado la historia de Gritos y susurros de Bergman o cómo Borges hubiera contado la historia de Chuang Tzu que se encuentra en las Seis propuestas para el próximo milenio de !talo Calvino2

Borges, el escritor que ambos admiran, pasó a la acción y para leer textos que no existen pero que habrían podido existir prefirió escribir notas sobre estos "libros imaginarios", como dice en la edición de 1941 de El jardín de los sen­deros que se bifurcan, tal como A first Encyclopaedia ofTlon or The Approach to Al-Mu'tasirr?, y también se decidió escribirlos. El "Etcétera" de la Historia universal de la infamia abarca así páginas de Swedenborg que él mismo nunca escribió4 y "El Museo" de El Hacedor, extractos de los Viajes de varones pru­dentes de Suárez Miranda, una obra y un autor que no se encuentran en la Biblioteca Nacional de Madrid5 •••

¿Cómo leer un texto que no existe o, mejor dicho, que ya no existe? Tal es el desafío que lanza el encuentro entre dos autores más que canónicos: Sha­kespeare y Cervantes. Ya fueron reunidos sobre la portada del semanario España en 1916 con motivo de su centenario. El grabado representa a Ham­let y Don Quijote, que le dice: ''Amigo Hamlet admírate y alégrate de las sal-

1 Roberto Bolaño, La literatura nazi en América, Barcelona, Editorial Seix Barral, 1996. 2 Ricardo Piglia, Formas breves, Barcelona, Editorial Anagrama, 2000. 3 Jorge Luis Borges, El jardín de los senderos que se bifarcan, Buenos Aires, Ediciones Sur,

1941. 4 Jorge Luis Borges, Historia universal de la infamia, Madrid, Alianza Editorial, (1935,

1954) 1997, pp. 107-130. 5 Jorge Luis Borges, El hacedor, Madrid, Alianza Editorial, (1960) 1997, pp. 117-125.

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vas que están haciendo en honor de nuestro Centenario". Mi conferencia tiene otro punto de partida: una obra perdida que fue representada dos veces ante la corte inglesa en 1613. Los warrants o recibos del dinero pagado a la compañía teatral de los King's Men indica su título, Cardenno, y nada más6

Afortunadamente, cuarenta años después, el 9 de setiembre de 1653, el librero Humphrey Moseley, que se dedicaba a publicar obras teatrales durante los años de cierre de los teatros, revela los nombres de los autores de la obra en el registro de la Stationers' Company, donde se registraban los rights in copy

sobre los textos que los libreros londinenses quisieran hacer imprimir. Entre las 41 obras teatrales entered o registradas por Moseley este mismo día de 1653 se encuentra "The History of Cardenio, by Mr. Fletcher. & Shakespeare"7

• Mose­ley no puso o no quiso publicar todas las obras por la cuales había recibido un right in copyy nunca salió a la calle el Cardenio de Fletcher y Shakespeare.

El Cardenio de 1613 nos remite, por supuesto, a Shakespeare, pero en una dimensión a menudo olvidada de su obra: la colaboración, y particular­mente, durante los últimos años de su vida, la colaboración con Fletcher, con quien escribió en 1612 y 1613 Henry the Eighth, The Two Noble Kinsmen y el Cardenio perdido. Shakespeare, entonces, pero también Cervantes, ya que no hay duda de que la obra representada en 1613 aprovechaba la historia de los amores y desamores de Cardenio, Lucinda, Fernando y Dorotea tal como los narra el Quijote entre los capítulos 23 y 47 del libro impreso a finales de 1604 y publicado con fecha de 1605. Lo confirma si fuera necesario Lewis Theoblad, uno de los editores de las obras de Shakepeare en el siglo XVIII. En 1727 hizo representar sobre las tablas del Theatre-Royal in Drury Lane The

Double Falshood, or the Distrest Lovers, que presentó como una adaptación de la obra de 1613 de la cual afirmó poseer tres manuscritos copiados en el siglo xvn8

• En los distrest lovers de Theobald se reconocen inmediatamente, con otros nombres, los protagonistas de la "novela de Cardenio", si puedo llamar-

6 E. K. Chambers, William Shakespeare. A Study of Facts and Problems, Oxford, At the Clarendon Press, 1930, Vol. II, p. 343.

7 W.W. Greg, Collected Papers, Edited by J. C. Maxwell, Oxford, Clarendon Press, 1966, p. 59-61.

8 Lewis Theobald, Double Falshood; or The Distrest Lovers. A Play As it is Acted at the Theatre-Royal in Drury-Lane, Written Originally by W. Shakespeare; and now Revised and Adapted to the Stage By Mr. Theobald, the Author of Shakespeare Restor'd, London, Printed by]. Watts. La obra está ahora editada como William Shakespeare, Doubfe Falshood, Edited by Brean Hammond, London, The Arden Shakespeare, 201 O.

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la así, que se encuentra entrecruzada con las hazañas del caballero andante y su escudero.

De ahí las cuestiones que querría plantear en esta conferencia, a partir de una perspectiva que es la de un historiador que se acerca a la literatura. ¿Cómo podía hacerse comedia con la narración discontinua y retrospectiva de la historia de Cardenio tal como se encuentra en el Quijote? ¿Cómo sobre el escenario asociar los amores desdichados y finalmente felices de Cardenio

y Lucinda, de Fernando y Dorotea, con las desventuras del hidalgo? ¿Cómo explicar el impacto inmediato y múltiple de la historia impresa en 1604 en el taller de Juan de la Cuesta? La búsqueda del Cardenio perdido no es solamen­te un ejercicio borgesiano que consista en escribir un ensayo sobre una obra que no existe, sino que nos permite reflexionar sobre la tensión siempre pre­sente entre, por un lado, la identidad perpetuada, reconocible, desmateriali­zada de las obras y, por otro lado, la movilidad de sus textos, una movilidad asegurada por la multiplicidad de sus formas materiales, sobre las páginas de los libros o fuera de ellas, y por sus traslados entre lenguas, entre géneros, entre mundos sociales y culturales.

Semejante proyecto supone que sea desplazada la frontera tradicional­mente trazada entre las producciones y las prácticas más ordinarias de la cul­tura textual y la "literatura'', considerada como un campo particular de crea­

ciones y experiencias. Tal desplazamiento requiere acercar lo que la tradición occidental alejó en forma duradera: por un lado, la interpretación y el comen­tario de las obras; por otro lado, el análisis de las condiciones técnicas o socia­les de su composición, publicación, circulación y apropiación. Existen varias razones para semejante disociación: la permanencia neoplatónica de la oposi­ción entre la pureza de la idea y su inevitable corrupción por la materia9

, la definición del copyright, que establece la propiedad del autor sobre un texto considerado siempre idéntico a sí mismo, sea cual fuere la forma de su publi­

cación 10 o, incluso, el triunfo de una estética pos-kantiana que juzga las obras independientemente de la materialidad de su soporte11

9 B. W. Ife, Reading and fiction in Golden-Age Spain. A platonist critique and some picares­que replies, Cambridge, Cambridge University Press, 1985.

10 Mark Rose, Authors and owners. The invention of copyright, Cambridge, Mass./London, Harvard University Press, 1993, y Joseph Loewenstein, The author's due. Printing and the prehistory of copyright, Chicago, Chicago University Press, 2002.

11 Martha Woodmansee, The author, art, and the market. Rereading the history of aesthetics, New York, Columbia University Press, 1994.

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Paradójicamente, en el siglo XX, las dos perspectivas críticas que prestaron más atención a las modalidades materiales de inscripción de los discursos reforzaron, y no contrariaron, ese proceso de abstracción textual. La biblio­grafía analítica movilizó el estudio riguroso de los diferentes estados impresos de una misma obra (ediciones, emisiones, ejemplares) con el designio de recuperar un texto ideal, purificado de las alteraciones infligidas por el proce­so de publicación e idéntico con el texto tal y como fue escrito, dictado o soñado por su autor12

• De ahí, la radical distinción establecida entre essential y accidentals, entre la obra permanente en su esencia y los accidentes que la deformaron o la corrompieron.

La perspectiva deconstruccionista insistió fuertemente en la materialidad de la escritura y en las diferentes formas de inscripción del lenguaje. Pero en su esfuerzo por abolir las oposiciones más inmediatamente evidentes (entre oralidad y escritura, entre la singularidad de los actos de lenguaje y la repro­ductibilidad del escrito), construyó categorías conceptuales ("archi-escritura'', "iterabilidad") que necesariamente alejan de la percepción de los efectos pro­ducidos por las diferencias empíricas que caracterizan a las diversas modali­dades de la publicación de los textos13

Contra semejante abstracción de los discursos, es conveniente recordar que la producción, no sólo de los libros, sino también de los propios textos, es un proceso que, más allá del gesto de la escritura, implica diferentes momentos, diferentes técnicas, diferentes intervenciones. Las transacciones entre las obras y el mundo social no consisten solamente en la apropiación estética y simbólica de objetos comunes, lenguajes y prácticas rituales o coti­dianas, tal como lo indica el "New Historicism" 14

• Conciernen más funda­mentalmente a las relaciones múltiples, móviles, inestables, anudadas entre

12 Wa!ter Greg, Collected papers, ed. por J. C. Maxwell, Oxford, Clarendon Press, 1966; R. B. McKerrow, An introduction to bibliography far literary students, Oxford, Clarendon Press, 1927; Fredson Bowers, Principies ofbibliographical description, Princeton, Princeton Univer­sity Press, 1949; Bibliography and textual criticism, Oxford, Clarendon Press, 1964, y Essays in bibliography, text, and editing, Charlottesville, University Press ofVirginia, 1975.

13 Jacques Derrida, De la Grammatologie, París, Éditions de Minuit, 1967; véase, en par­ticular, pp. 75-95 para el concepto de archi-escritura, y Limited !ne., Paris, Galilée, 1990, en particular pp. 17-51 para la noción de iterabilidad [trad. esp.: De la gramatología, Buenos Aires, Siglo XXI, 1971].

14 Stephen Greenblatt, Shakespearean negotiations. The circulation ofsocial energy in Renais­sance England, Berkeley/Los Angeles, University ofCalifornia Press, 1988, pp. 1-20.

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la obra y sus múltiples apropiaciones o encarnaciones. El proceso de publi­cación, cualquiera que sea su modalidad, es siempre un proceso colectivo, que implica a numerosos actores y que no separa la materialidad del texto de la textualidad del libro, o de la "performance". Por lo tanto, es vano querer distinguir la sustancia esencial de la obra, considerada para siempre seme­jante a sí misma, y las variaciones accidentales del texto, consideradas sin importancia para su significación fundamental. Y, sin embargo, estas múlti­ples variaciones que siempre proponen a sus lectores u oyentes la obra en una forma particular no destruyen, sin embargo, la idea de que ésta conser­va una identidad perpetuada, inmediatamente reconocible por dichos lecto­res u oyentes.

Hace poco, David Kastan calificó de "platónica'' la perspectiva según la cual una obra trasciende todas sus posibles encarnaciones materiales, y de "pragmática'' la que afirma que ningún texto existe fuera de las formas mate­riales que lo dan a leer u oír15

• Esta percepción contradictoria de los textos divide tanto a la crítica literaria como a la práctica editorial, y opone a aqué­llos para quienes es necesario recuperar el texto tal y como su autor lo redac­tó, imaginó, deseó, reparando las heridas que le infligieron la transmisión manuscrita o la composición tipográfica16

, con aquéllos para quienes las múl­tiples formas textuales en las que fue publicada y difundida una obra consti­tuyen sus diferentes estados históricos que deben ser respetados, posiblemen­te editados y comprendidos en su irreducible diversidad.

Es a partir de tal perspectiva que quisiera proponer algunas reflexiones sobre las apropiaciones teatrales y festivas del Quijote. A don Quijote quien, en el tercer capítulo de la Segunda Parte de la historia, publicada en 1615, pregunta: "Desa manera, ¿verdad es que hay historia mía y que fue moro y sabio el que la compuso?"; el bachiller Sansón Carrasco, de regreso de Sala­manca, responde: " Es tan verdad, señor, que tengo para mí que el día de hoy están impresos más de doce mil libros de la tal historia: si no, dígalo Portu­gal, Barcelona y Valencia, donde se han impreso, y aun hay fama que se está

15 David Scott Kastan, Shakespeare and the book, Cambridge, Cambridge University Press, 2001, pp. 117-118.

16 A título indicativo, véase la edición de Don Quijote de Francisco Rico, Miguel de Cer­vantes, Don Quijote de la Mancha, edición dirigida por Francisco Rico, Barcelona, Instituto Cervantes/Crítica, 1998; Francisco Rico, El texto del "Quijote''. Preliminares a una ecdótica del Siglo de Oro, Barcelona, Ediciones Destino, 2007.

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imprimiendo en Amberes" 17• De hecho, y pese a los errores de la enumera­

ción en cuanto a Barcelona o Amberes, la cifra de doce mil ejemplares pues­tos a la venta entre 1605 y 1615 es totalmente verosímil, ya que en entre esos años se publicaron nueve ediciones de la historia en los varios reinos y terri­torios de la Monarquía católica, Castilla, Aragón, Portugal y los Países Bajos: tres en Madrid (dos en 1605, una en 1608), dos en Lisboa (ambas en 1605), una en Valencia (y no Barcelona) en 1605, una en Milán en 1610 y dos en Bruselas (y no en Amberes) en 1607 y 1611 18

• Según Alonso Víctor de Pare­des, que fue componedor e impresor en Sevilla y después en Madrid, autor hacia 1680 del primer manual sobre el arte tipográfico en una lengua vulgar, la tirada normal de una edición era de 1.500 ejemplares 19

• Serían por tanto 13.500 los ejemplares del Quijote que circularon en castellano en los diez años que siguieron a la edición príncipe.

Antes de 1615 ya se habían publicado dos traducciones del Quijote. en 1612, la inglesa de Thomas Shelton; y en 1614, la francesa de César Oudin. Las traducciones alemana y toscana aparecerán un poco más tarde, respecti­vamente en 1621 (pero sin ejemplar conocido en este caso) y 1622. Existe un indicio espectacular del impacto inmediato de la historia y de su traducción en Inglaterra: las dos representaciones de Cardenio ante la corte, en el palacio de Whitehall, en 1613. De ahí, una pregunta: ¿por qué esta elección de la historia de Cardenio? Varios contextos permiten entenderla. El primero se encuentra en la fuerte presencia de los temas y figuras españolas sobre los escenarios londinenses. Compuesta por Thomas Kyd entre 1582 y 1591 y publicada en 1592, The Spanish Tragedy asoció por primera vez el tema de la venganza, inspirado por Séneca, y la referencia española, inaugurando así el género de las revenge play?º. A menudo también aparecía sobre las tablas

17 Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, edición del Instituto Cervantes, diri­gida por Francisco Rico, Barcelona, Galaxia Gutenberg, Centro para la Edición de los Clásicos Españoles, (1605) 2005, p. 706.

18 Don Quijote. Biografla de un libro, Madrid, Biblioteca Nacional, 2005. 19 Alonso Víctor de Paredes, Institución y Origen del Arte de la imprenta y Reglas generales

para los componedores, edición y prólogo de Jaime Moll, Madrid, El Crotalón, 1984 [reedición, Madrid, Calambur, Biblioteca Litterae, 2002].

20 The Spanish Tragedie, Containing the lamentable end of Don Horatio, and Bel-imperia: with the pittifull death of o/de Hieronimus, London, for Edgard White, 1592. Cf. Thomas Kyd, [The Spanish Comedy, or} The First Part of Hieronimo and The Spanish Tragedy [or Hieronimo is Mad Again], edited by Andrew S. Cairncross, Lincoln, University of Nebraska Press, 1967, y

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inglesas el español bravucón cuya jactancia guerrera no era sino falsa valentía. Es el caso en Love's Labour's Lost de Shakespeare, impreso en 1598, con don Adriano de Armado, cuyo nombre no dejaba de tener significado para el público que recordaba la invencible y sin embargo vencida Armada de 158821

• Es el caso también del Lazarillo miedoso que se pretende servitor to God Mars pero que es un cobarde ridículo en una obra titulada Blurt, Master­Constable, or the Spaniard's Night-Walké22

• Representada por los Children of Saint Paul e impresa en 1602, la obra aprovechaba la traducción de la conti­nuación del Lazarillo, publicada en 1596 como The most pleasant and delec­table historie o/ Lazarillo de Tormes, a Spanyard. The second part.

Es en el contexto de esta fuerte presencia teatral de los textos españoles en el que debe ubicarse la traducción de Shelton de 1612, publicada por Edward Blount, un librero-editor que había abierto ampliamente su catálogo a tra­ducciones de las novedades extranjeras (por ejemplo la de Florio de los Essais de Montaigne) antes de ser, en 1623, uno de los cuatro editores del Folio de Shakespeare. Pero ya antes de la publicación del libro de 1612, el Quijote era conocido en Inglaterra, sea porque circularon traslados manuscritos de la tra­ducción que Shelton afirmó haber acabado en 1607, o porque varios lectores ingleses conocían el castellano y habían leído la historia en su texto original. Es semejante conocimiento el que sugieren las numerosas gramáticas y los diccionarios de la lengua española compuestos e impresos entre 1590 y 1605 por sabios académicos o profesores de lenguas tales como John Torrius, William Stepney, Richard Perceval, John Minsheu y Lewis Owen.

Es esta familiaridad con el Quijote anterior a la publicación de 1612 la que explica las tempranas alusiones a la historia tal como se encuentran en

Thomas Kyd, The Spanish Tragedy, edited by David Bevington, Manchester, Manchester Uni­versity Press, 1996.

21 A Pleasant Conceited Comedie Called, Loves Labours Lost. A5 it was presented before her Highness this last Christmas. Newly corrected and augmented By W. Shakespeare, London, by W.W. for Cutbert Burby, 1598. Citamos el texto según su edición como William Shakes­peare, Love's Labour's Lost, in The Norton Shakespeare, Stephen Greenblatt, General Editor, New York/London, W.W. Norton & Company, 1997, pp. 741-802.

22 Thomas Leland Berger, A Critica! Old-spelling Edition o/ Blurt, Master Constable (1602), Salzbourg, Institut für Anglistik und Amerikanistik, 1979. Durante mucho tiempo atribuida a Middleton, la obra lo es ahora a Thomas Dekker, cf. Thomas Middleton and Early Modern Textual Cultural. A Companion to the Collected Works, General Editors Gary Taylor and John Lavagnino, Oxford, Clarendon Press, 2007, pp. 89 y 444.

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obras teatrales de Wilkins, Middleton y Ben Jonson, y particularmente las referencias al combate del hidalgo contra los windmills23

• Explica también las aventuras del Grocer errant, el tendero errante, Rafe en The Knight of the Burning Pestle, una obra atribuida a Beaumont y Fletcher pero probable­mente escrita sólo por el primero, ya sea en 1607 o en 1611 24

• Tal como el hidalgo de La Mancha, el grocer de Londres ha sido lector de los dos Palme­rines, a los que quiere imitar: el Palmerín de Oliva y el Palmerín de Inglaterra, que es una de las dos únicas novelas de caballería preservadas del fuego en el escrutinio de la biblioteca de don Quijote. La otra, como se sabe, es el Ama­dís de Gaula.

Es también antes de 1612 cuando encontramos la primera adaptación teatral inglesa de una parte del Quijote, la "novela del curioso impertinente", que proporcionó una intriga secundaria en una obra de Middleton. Conoci­da por un manuscrito donde el master of revels George Bue firmó en 1611 la aprobación que permitía la representación, la obra lleva el título, escrito por la propia mano de Bue, de The Second Maiden Traged/5

• El lector del Quijo­te podía reconocer sin dificultad las desventuras de Anselmo, el marido demasiado curioso e imprudente, y de su amigo Lotario, llamado Votarius en

23 George Wilkins, The Miseries of Enforced Marriage [London, George Vincent, 1607], Oxford, Malone Society Reprints, 1963, Acto III, escena 4: Scarborrow: "Now I am armed to fight with a windmill and to take the wall of an emperor''; Thomas Middleton, Your Five Gallants [London, Bonlan, 1607], Acto VIII, escena 8: Pyamant: "I could fight a windmill, now", y Ben Jonson, Epicoene, or The Silent Woman [London, William Stansby, 1609], Edited by Richard Durton, Manchester, Manchester University Press, 2003, Acto IV, escena 1: "you must leave to live in your chamber, then, a month together upon Amadis de Gaule or Don Quixote, as you are wont; and come abroad where the matter is frequent, to court, to tiltings, public shows and feasts, to plays, and church sometimes". Cf. Dale B. J. Randa!! y Jackson C. Boswell, Cervantes in Seventeenth-Century England The Tapestry Turned, Oxford, Oxford Uni­versity Press, 2009.

24 The Knight of the Burning Pestle. Ful! of Mirth and Delight, Written by Francis Beau­mont and John Fletcher, Gent., London, Printed by N.O. for I. S., 1653. Cf. Francis Beau­mont, The Knight of the Burning Pestle, Edited by Michael Hattaway, London, Ernst Ben Ltd., The New Mermaids, 1969, y Francis Beaumont, The Knight of the Burning Pestle, Edited by Andrew Gurr, Edinburgh, Oliver & Boyd, 1968.

25 The Second Maiden Tragedy, Edited by Anne Lancashire, Manchester, Manchester Uni­versity Press, 1978 y "The Lady's Tragedy: Parallel Texts", Edited by Julia Briggs, en Thomas Middleton, The Collected Works, Gary Taylor y John Lavagnino, General Editors, Oxford, Oxford University Press, 2007, pp. 833-906.

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la obra inglesa. Es claro entonces que el Quijote ofrecía muchas historias que podían transformarse en comedias. Pero ¿porqué los dramaturgos que escri­bieron la obra representada en la corte en 1613 eligieron la historia de Carde­nio y no la de don Quijote, como indica el título de la obra representada en Whitehall y registrada por la Stationer's Company cuarenta años después? En ausencia del texto quisiera proponer tres posibles respuestas.

Pero antes, en el caso de que no se acuerden ustedes de la "novela" de Car­denio, voy a dar un breve resumen de la intriga. Cardenio es un joven noble andaluz enamorado de Lucinda, que responde a su amor y le promete casarse con él. Desgraciadamente, Cardenio es traicionado por su amigo Fernando, el hijo del Duque. Éste, después de haber seducido a Dorotea, a quien había prometido casamiento, se enamora de Lucinda y convence al padre de la doncella para que le dé la mano de su hija. El casamiento de Fernando y Lucinda se celebra en la casa de ella, pero no se consuma porque Fernando sale precipitadamente de la ciudad después de haber leído una carta en la cual Lucinda, que se había desmayado durante la ceremonia, declara ser la esposa de Cardenio. Éste, que ha sido para su desdicha testigo del casamiento escondido detrás de una tapicería, y Lucinda, que huye la casa de su padre, también salen de la ciudad.

En Sierra Morena, don Quijote, y después el cura y el barbero que quie­ren devolverle a casa, encuentran a Cardenio, que les cuenta sus desventuras, y a Dorotea, que busca al infiel Fernando y que completa el relato de Carde­nio, ya que tras irse de la ciudad después del casamiento y ha descubierto todo lo sucedido. En el capítulo 36, después de numerosos episodios que vinculan más estrechamente la "novela'' de los cuatro jóvenes con la historia de don Quijote, todos se encuentran en la venta de Juan Palomeque. Se reco­nocen, se perdonan y, finalmente, se reconstruyen las parejas que se habían prometido casamiento: Cardenio con Lucinda, Fernando con Dorotea. Todos salen del mesón, y del libro, en el capítulo 47, dejando a don Quijote en el camino de vuelta a su lugar de La Mancha.

Entonces ¿por qué la elección de esta "novela'' de Cardenio por parte de Fletcher y Shakespeare en 1613? En primer lugar es evidente que los amores y pesadumbres de Cardenio, Lucinda, Fernando y Dorotea procuraban una excelente historia para una obra correspondiente a las exigencias de un géne­ro en boga: la tragicomedia. Fletcher la definió así en la advertencia al lector de su Faithful Shepherdess-. "una tragicomedia es así llamada porque nadie muere (lo que es suficiente para que no sea una tragedia), aunque varios per-

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sonajes se acercan a la muerte (lo que basta para que no sea una comedia)"26.

En diferentes momentos de su historia, Lucinda, Dorotea y Cardenio se acer­can efectivamente a la muerte, que desean o que les amenaza, pero nadie muere y bien está lo que bien acaba.

La historia de Cardenio proporcionaba también una materia dramática que no podía sino atraer a dramaturgos en busca de escenas espectaculares. La seducción de Dorotea por Fernando en el aposento de la doncella, el casa­miento de Lucinda en la casa de sus padres, o el tableau vivant de los recono­cimientos en la posada ("callaron todos y mirábanse todos, Dorotea a don Fernando, don Fernando a Cardenio, Cardenio a Lucinda, y Lucinda a Car­denio") ofrecían momentos paroxísticos, ya teatrales y atravesados por fuertes pasiones: el amor, la traición, la desesperanza, el odio o el perdón.

Mas allá, es la escritura misma del Quijote, respetada por Shelton, la que era ya teatral, al multiplicar los diálogos (por ejemplo entre Fernando y Doro­tea en la escena de la seducción, concluida por Dorotea con estas palabras: "y con volverse a salir del aposento mi doncella, yo dejé de serla"), los monólo­gos interiores y los relatos que dan su estructura propia a la narración de la "novela de Cardenio", en la cual cada protagonista (sucesivamente Cardenio, Dorotea y Fernando) retoma la historia desde su principio para llevarla hasta lo que él o ella sabe y que los otros, y también el lector, todavía ignoran.

Después de la "novela del curioso impertinente", cuya apropiación teatral era sin duda más fácil, la historia de Cardenio por todas estas razones podía inspirar a los dramaturgos de 1613. Queda, sin embargo, una pregunta sin respuesta: ¿subieron don Quijote y Sancho al escenario del palacio de White­hall? ¿Se entrecruzaron la locura de Cardenio y la del caballero andante que, tras encontrar al mancebo en Sierra Morena, "le tuvo un buen espacio estre­chamente entre sus brazos, como si de luengos tiempos le hubiera conocido" y conocido como un doble de sí mismo? ¿Aprovecharon Fletcher y Shakespeare la estratagema de la princesa Micomicona, alias Dorotea, para asociar es­trechamente las dos historias? Nunca lo sabremos, pero debemos recordar que no fueron los primeros que afrontaron esta dificultad, ya que el primer

26 John Fletcher, The Faithful Shepherdess. A Critica! Edition, Edited by Ada Kirk, New York, Garland Publishing, 1980, "To the Reader": ''A tragi-comedy is not so called in respect of mirrh and killing, bur in respect it wants deaths, which is enough to make it no tragedy, yet brings sorne near it, which is enough to make it no comedy".

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escenario sobre el cual subieron don Quijote y Cardenio fueron las tablas de un corral de comedias.

Muy rápidamente después de las primeras ediciones, quizás entre 1605 y 1606 o 1608, el dramaturgo valenciano Guillén de Castro compuso una comedia dividida en tres jornadas cuyo título era Don Quijote de la Man­chcl-7. Fue así publicada en Valencia en 1618 en la Primera parte de las come­dias de Guillén de Castro, pero sus últimos versos sugieren que quizás fue representada con otro título: "Y de los hijos trocados / aquí la comedia acaba, /y del Caballero Andante/ don Quijote de la Mancha'' (vv. 3100-3104)28

La fórmula de los "hijos trocados" se refiere a la sustitución inventada por Guillén de Castro entre el valiente Cardenio, supuestamente hijo de un labra­dor, y el malvado y cobarde Marqués, que no era el hijo del Duque, ya que los dos niños fueron "trocados" después de su nacimiento. Pese a la mención de don Quijote en el título impreso, la comedia está fundamentalmente dedi­cada a la misma historia que atraerá a Fletcher y Shakespeare algunos años después: la de los amores y desamores de Cardenio, Lucinda, Dorotea y Fer­nando, nombrado "El Marqués" por Guillén de Castro. Sin embargo el dra­maturgo valenciano introdujo al caballero andante como gracioso loco o loco gracioso, quien, en una escena de la comedia, "va nadando por el tablero como si estuviera dentro del agua", tal como Leandro, al que quiere imitar.

Guillén de Castro trata la historia de Cervantes tal como don Quijote lo hace con las novelas y romances de caballería que ha leído. Supone que las hazañas del caballero andante y los amores de Cardenio están ya presentes en la memoria de los espectadores del corral y que las palabras intercambiadas en el escenario traerán a su memoria las páginas del libro. Reconocerán las citas y se divertirán con las alusiones, que les recordarán los episodios de las dos historias. Pero ¿es posible pensar que tan temprano Don Quijote fuera "una historia sabida de los niños, no ignorada de los mozos, celebrada y aun

27 La comedia fue impresa en Valencia en 1618 por Felipe Mey, con Las Mocedades del Cid y El Curioso impertinene y otras nueve comedias en la Primera Parte de las comedias de don Gui­llén de Castro.

28 Guillén de Castro, Don Quijote de la Mancha, edición de Luciano García Lorenzo, Salamanca, Ediciones Anaya, 1971. También en Guillén de Castro, Obras completas, edición de Joan Oleza, Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 1997, pp. 972-1068. Sobre Gui­llén de Castro (1569-1631), véase Christine Faliu-Lacourt, Un dramaturge espagnol du Siecle d'Or: Guillén de Castro, Toulouse, France-Ibérie Recherche, 1989.

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creída de los viejos", como se dice en el propio Quijote en referencia al romance del Marqués de Mantua?

Existen diversas razones para creerlo. En primer lugar, como hemos visto, las ediciones: cinco en 1605, una en 1607, otra en 1608. En segundo lugar, la presencia temprana de don Quijote y de Sancho en las fiestas cortesanas y las mascaradas populares29

, que se inscriben en la tradición que desde comienzos del siglo XVI acogió en los torneos aristocráticos figuras caballeres­cas paródicas, tal como "el Cavallero del Mundo al Revés" o "el Cavallero que da las Higas a la Verde"30

Ya antes de las primeras fiestas donde aparece don Quijote, el libro era suficientemente conocido para que personas de carne y hueso pudieran ser identificadas con el personaje inventado por Cervantes. El 1 O de junio de 1605, durante la fiesta que celebra en Valladolid por el nacimiento del prín­cipe heredero, el noble portugués Thomé Pinheiro da Veiga describe a uno de sus compatriotas, Jorge de Lima Barrero, como si fuera un "don Quixóte", cabalgando "hum pobre quartao rus:o com huma matadura no fio do lombo, das guarnis:óes do coche, e huma cella de cocheiro". El "Quixóte" portugués llega en la fiesta "com chapeo grande na sua cabes:a e huma capa de baeta e mangas do mesmo, huns cal<;:oens de veludo e humas boas botas com esporas

de bico de pardal". Le sigue un Sancho Panza que "levava huns oculos por authoridade, e bem postos, e a barba als:ada, e na meta do peyto hum habito de Christo"31

• La descripción no indica que el noble portugués se disfrazara de Don Quijote, sino que demuestra que muy pronto un lector podía identi­ficar al hidalgo de La Mancha un caballero desgraciado que debía utilizar como caballo uno de los rocines de su coche. Es también en 1605 o 1606 cuando una Relación de las calidades de los españoles escrita por un viajero ale­mán designa los cuatro libros más apreciados por los éstos: la Celestina, el

29 María Luisa Lobato, "El Quijote en las mascaradas populares del siglo XVII", en Estudios sobre Cervantes en la víspera de su Centenario, coordinado por José Ángel Ascunce Arriera, Kas­sel, Reichenberger, 1994, pp. 577-604.

30 Pedro Cátedra, "De la caballería real de Alonso Quijano al sueño de la caballería de Don Quijote", en Boletín de la Real Academia Española, tomo LXXV, cuadernos CCXCl­CCXCII, 2005, pp. 157-200 (particularmente pp. 157-158).

31 Thomé Pinheiro da Veiga, Fastigimia, Biblioteca Publica Municipal do Porto, Colleoráo de manuscritos ineditos, III, Porto, 1911, pp. 117-128 (p. 119). Traducción española: Fastigi­nia o Fastos geniales, traducción y notas por Narciso Alonso Cortes, Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid, 1973, pp. 123-132 (p. 124).

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Lazarillo de Tormes, la Primera parte del pícaro (es decir el Guzmdn de Alfara­che) y Don Quixote de la Manchd32

En España el primer indicio de la presencia de don Quijote fuera de las páginas que narran su historia se encuentra en una fiesta que en 1608 honró al duque de Lerma, el valido del rey, cuando tomó posesión de la villa de Tudela del Duero: la corrida que tuvo lugar en la plaza del ayuntamiento incluyó una representación de las "Aventuras del caballero don Quijote"33

Don Quijote no está presente solamente en las fiestas de España. Se encuentra también en las Indias. Es así que, en 1607, el hidalgo de La Man­cha participó con otros ilustres caballeros andantes en la sortija o torneo organizado por don Pedro de Salamanca, corregidor de Pausa, que era la capital de la provincia de indios de Parinacocha, para celebrar el nombra­miento como virrey del Perú de don Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros34

• Según la relación manuscrita de la fiesta, varios caballeros compitieron en la sortija en la cual, según el Tesoro de Covarrubias, los adver­sarios "corriendo a caballo apuntan con la lanza una sortija que está puesta a cierta distancia de la carrera". Todos se presentaron disfrazados de caballeros de novela: el corregidor, que era también el "mantenedor" o "principal de la fiesta" apareció en primer lugar como el Caballero de la Ardiente Espada, nombre de Amadís de Grecia, y después volvió para competir como Bradale­ón; otros entraron en la carrera como si fuesen el Caballero Antártico, "con

32 Pedro M. Cátedra, "La biblioteca y los escritos deseados (España, c. 1605)'', en Pedro M. Cátedra, Agustín Redondo, María Luisa López-Vidriero y Javier Guijarro Ceballos (eds.), El

escrito en el Siglo de Oro. Prácticas y representaciones, El Libro Antiguo Español, V, Salamanca/ París, Ediciones de la Universidad de Salamanca/Publications de la Sorbonne, 1999, pp. 43-68, y Pedro M. Cátedra, El sueño caballeresco. De la caballería de papel al sueño real de Don

Quijote, Madrid, Abada, 2007, pp. 143-144. 33 Cf. Bernardo J. García García, "Las fiestas de corte en los espacios del valido: la privan­

za del duque de Lerma", en María Luisa Lobato y Bernardo J. García García (coords.), La Fies­

ta cortesana en la época de los Austrias, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2003, pp. 35-77 (particularmente pp. 60-62).

34 La Relaci6n de las fiestas que se celebraron en la corte de Paussa por la nueba del proviy­

miento de Virrry en la personna del marqués de montes claros, cuyo grande aficionado es el Corregi­

dor deste partido, que las hizo y fae el mantenedor de una sortija fue publicada por Francisco Rodríguez Marín, El "Quijote" y Don Quijote en América, Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando, 1911, pp. 84-118. La relación está editada también en José Manuel Lucía Megías y Aurelio Vargas Díaz-Toledo, "Don Quijote en América: Pausa, 1607 (facsímil y edición)", Literatura: Teoría, historia y crítica, 7, Bogotá, 2005, pp. 203-224.

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una compañía de más de cien Indios", el Caballero de la Selva, acompañado por "cuatro salvajes cubiertos de yedra'' y "más de ochenta doncellas de la tie­rra muy galamente vestidas de cumbis, damascos y tafetanes de colores", el Caballero Venturoso, que traía "un vestido muy justo, morado, sembrado de rosas amarillas, y una máscara de la misma color", o el Dudado Furibundo "en traje de moro, con siete moras a cavallo bien aderezadas, todas de másca­ra, que representaban otras tantas mujeres suyas". Uno de los competidores, un caballero "de lindo humor" llamado don Luis de Córdoba pero que, como lo indica la relación, "anda en este reino disfrazado con nombre de Luis de Gal ves", eligió otro héroe. Asomó en la plaza como "el Cavallero de la Triste Figura don Quixote de la Mancha, tan al natural y propio de como lo pintan en su libro".

No hay duda que el "libro donde le pintan" era ya conocido en las colo­nias españolas. El Archivo General de Indias muestra que, solo durante 1605, el año de las cinco primeras ediciones, 262 ejemplares fueron embarcados en el Espíritu Santo por Clemente de Valdés, "vecino de México", 100 ejempla­res fueron mandados por Diego Correa en un barco con el mismo nombre a Antonio de Toro en Cartagena, tres dirigidos a Juan de Guevara hicieron el viaje en el Nuestra Señora del Rosario que también debía desembarcar en Car­tagena y, en un otro barco, el mercader Andrés de Herva mandó 160 ejem­plares de la historia a la Nueva España. Si parece exagerado decir que la casi totalidad de la primera edición del Quijote llegó a América, está claro que los libreros de la metrópolis mandaron numerosos ejemplares a sus corresponsa­les americanos, mientras que varios viajeros llevaron la historia para leerla durante o después de la travesía del Atlántico (así, según los archivos del tri­bunal de la Inquisición de México, el comandante de La Encarnación, Gas­par de Maya y el notario Alonso de Dassa embarcado en su barco, o los sevi­llanos Juan Ruiz Gallardo y Alonso López de Arze, que tomaron otras naos)35

35 Irving A. Leonard, "Don Quixote and the Book Trade in Lima, 1606", Hispanic

Review, Volume VIII, 1940, pp. 285-304, y Books of Brave, Being an Account of Books and of

Men in the Spanish Conquest and Settlement of the Sixteenth-Century New World, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1949, Chapter XVIII, "Don Quixote Invades the Spanish Indies" y Chapter XIX, "Don Quixote in the Land of the Incas", pp. 270-312. Véanse tam­bién Carlos Alberto González Sánchez, Los mundos del libro. Medios de difasión de la cultura

occidental en las indias de los siglos XVI y XVII, Sevilla, Diputación de Sevilla/Universidad de Sevilla, 1999, pp. 105-106, y Pedro J. Rueda Ramírez, Negocio e intercambio cultural: el comer-

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En marzo de 1605, un librero de Alcalá de Henares, Juan de Sarria, diri­gió a su colega de Lima, Miguel Méndez, 71 cajas de libros. Durante el viaje, ocho s fueron vendidas en Panamá y otras ocho, embarcadas separadamente para Lima; unas y otras contenían, sin duda, ejemplares del Quijote. Enton­ces, el hijo de Juan de Sarria acusó recibo de 45 cajas en mayo de 1606, un año después de su salida de Sevilla. En el inventario de los 2.895 volúmenes que recibió se encuentran 72 ejemplares de Don Quijote. Dejó 63 de ellos en Lima y llevó 9 a Cuzco tomando un camino en el cual se encontraba la ciu­dad de Pausa.

Durante la sortija de Pausa, don Quijote apareció "en un caballo flaco muy parecido a su Rocinante" y con "morrión con mucha plumerería de gallos, cue­llo de dozabo, y la máscara muy al propósito de lo que representaba'', es decir, con un vestido y un penacho que no se encuentran en su "libro" sino en los dis­fraces de los caballeros paródicos de las fiestas aristocráticas del siglo anterior. Le acompañaban el cura y el barbero "con los trajes propios de escudero", la infanta Micomicona y Sancho Panza, "graciosamente vestido, cavallero en su asno albardado". Al atardecer, cuando iba acabándose la fiesta, que había reuni­do a caballeros de novelas, verdaderos indios, falsos moros y a las elites españo­las de Pausa, el premio fue otorgado al Caballero de la Triste Figura "por la pro­piedad con que hizo su invención y la risa que en todos causó verle"36

Los héroes de Cervantes se quedaron duraderamente presentes en nume­rosas fiestas tanto en España (como, por ejemplo, en varias que celebraron entre 1614 y 1618 la beatificación de Santa Teresa de Jesús, la de Ignacio de Loyola o las fiestas de la Inmaculada Concepción de la Virgen)37 como en América. Así sucedió, por ejemplo, en 1621, en México, durante la mascara­da que hicieron los artífices de la Platería Real en honra de la beatificación de San Isidro "el Labrador de Madrid"38

cio de libros con Américas en la Carrera de Indias {siglo XVII), Sevilla, Diputación de Sevilla/Uni­versidad de Sevilla/CSIC, 2005, pp. 233-236.

36 La Relación de las fiestas que se celebraron en la corte de Paussa por la nueba del proviy­miento de Vimry, op. cit.

37 José Manuel Lucía Megías, "Los libros de caballerías en las primeras manifestaciones populares del Quijote', en Juan Manuel Cacho Blecua (coord.), De la literature caballeresca al Qulj'ote,, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2007, pp. 319-346, para las fiestas de Zaragoza (1614), Córdoba (1615), Sevilla (1617) y Baeza, Salamanca y Utrera (1618).

38 Francisco Rodríguez Marín, El "Quijote" y Don Quijote en América, El "Quijote" y Don Quijote en América, Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando, 1911, pp. 71-73, y Fran-

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En cambio, no parece que circularan en España durante las dos primeras décadas del siglo XVII imágenes impresas como una estampa alemana de 1614 que yuxtapone, a la manera de un cortejo carnavalesco, "El enano'', encon­trado por don Quijote en la posada de Juan Palomeque durante su primera salida, "El cura", "El Barbero", "La sin par Dulcinea del Toboso", "El ingenio­so Hidalgo Don Quixote de la Mancha, Caballero de la triste figura", vestido como para una fiesta cortesana con un amplio cuello y un casco ricamente empenachado, "Sancho Parn;:a Scudiero Don Quixote" cabalgando su jumen­to, y, cerrando la marcha, "La Linda Maritornes". La estampa, grabada por Andreas Bretschneider, representa una comitiva festiva que tuvo lugar en Dessau en 1613 para celebrar el bautismo del hijo heredero del príncipe de Anhalt39

Los escenarios de los corrales y de Londres no fueron los únicos que aco­gieron la historia de Don Quijote y de los amores de Cardenio. En París tam­bién subieron a las tablas. La traducción francesa de la primera parte del Qui­jote publicada en 1614 inauguró una serie muy intensa de traducciones de otras obras de Cervantes. En 1615, Franc;:ois de Rosset y Vital d'Audiguier compartieron la traducción de las Novelas ejemplares4°. Tres años más tarde, el mismo Frarn;:ois de Rosser publicó sus traducciones de Los Trabajos de Persiles y Sigismunda y de la segunda parte de Don Quijote con una portada que por primera vez presenta en una edición de la historia un grabado "realista" del hidalgo y de su escudero y no, como las ediciones lisboetas y valenciana de 1605, la figura estereotipada de un caballero de novela de caballería. Ese mismo año de 1618, Vital d'Audiguier publicó en París otra traducción fran-

cisco A. de Icaza, El "Quijote" durante tres siglos, Madrid, Renacimiento, 1918, pp. 115-117. En la mascarada de 1621, don Quijote es el último y más moderno de los caballeros andantes en una comitiva guiada por Belianis de Grecia, Palmerín de Oliva y el "Caballero del Febo".

39 José Manuel Lucía Megías, "Los modelos iconográficos del Quijote: Siglos xvn-xvm, II. De las primeras lecturas al modelo holandés", Litterae. Cuadernos sobre cultura escrita,

número 3-4, 2003, pp. 9-59 (particularmente p. 11) y su libro Leer el Quijote en imdgenes.

Hacia una teoría de los modelos iconogrdflcos, Madrid, Calambur, 2006, pp. 110-116. Véase también A. G. Lo Ré, "A New First: An Illustration of Don Quixote as 'Le Capitaine de Car­naval', Leipzig, 1614", Bulletin of the Cervantes Society of America, Vol. X, número 2, 1990, pp. 95-1 OO. La estampa fue publicada en el libro de To bias Hübner, Cartel, Auffeuge, Vers und

Abrisse, So bey Furstlichen Kindtauff und Frewdensfest zu Dessa, den 27. und 28. Octob. Verlauf

fenden 1613.jahrs, Leipzig, 1614. 40 George Hainsworth: Les "Novelas ejemplares" de Cervantes en France au XVI!e siecle,

Paris, Champion, 1931.

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cesa del Persiles, impreso solamente un año antes en Madrid, lo que da prue­ba del apasionamiento por el libro póstumo de Cervantes.

Esta fuerte presencia editorial explica porqué, después de Fletcher y Sha­kespeare, después de Guillén de Castro, un dramaturgo francés se dedicó a transformar en obra teatral la historia de Cervantes. Es así como, en 1628, la compañía del Hotel de Bourgogne representó Les Folies de Cardenio, una obra publicada el año siguiente como "tragicomedia". Su autor, Pichou, de quien no se sabe casi nada, ni siquiera su nombre de pila, se enfrentó al mismo problema que sus predecesores: ¿cómo hacer teatro con el libro de Cervantes? ¿Se debía borrar a don Quijote y reescribir en una forma dramáti­ca una historia dentro de la historia, la de los amores de Cardenio, Lucinda, Dorotea y Fernando tal como lo sugiere el título, Cardenio, de la obra repre­sentada en Londres en 1613? O bien, como hizo Guillén de Castro en su comedia ¿debía mantenerse los entrecruzamientos de las dos intrigas y yuxta­poner las escenas donde don Quijote desempeña el papel de gracioso de comedia con las que se remiten a la historia de Cardenio? Pichou siguió el ejemplo de la comedia y ligó la historia de la locura amorosa de Cardenio con el espectáculo divertido de las extravagancias graciosas de don Quijote41

Su tragicomedia, escrita en el estilo barroco de la poesía de las aguas y de las cuevas, de las soledades y de las visiones macabras, fue la primera adapta­ción teatral del Quijote en Francia, donde el libro de Cervantes era ya conoci­do gracias a sus traducciones. Desde 1608 y 1609 se imprimieron traduccio­nes de algunos episodios de la historia: por una parte, una edición bilingüe de la "novela del curioso impertinente", y por otra parte, según la misma fór­mula, una traducción de los amores de Marcela y Grisóstomo narrados en los capítulos XII y XIII del Quijote con una interpolación del discurso del hidal­go sobre las armas y las letras42

• Después de las traducciones de las dos partes en 1614 y 1618, las reediciones de la primera parte (en 1616, 1620, 162543

),

41 Pichou, Les Folies de Cardenio Tragi-Comédie suivie des Autres CEuvres Poiitiques (J 630 et 1629), Texte établi et présenté par Jean-Pierre Leroy, Geneve, Librairie Droz, 1989.

42 Le Curieux impertinent. El Curioso impertinente, Traduict d'Espagnol en Frarn;:ois, par Ni. Baudoin, París, Jean Richer, 1608; Homicidio de la Fidelidad y la Defensa del Honor. Le Meurtre de la Fidélité et la Defense de l'Honneur. Ou est racontee la triste et pitoyable avanture du Berger Philidon, et les raisons de la belle et chaste Marcelle, accusee de sa mort. Avec un discours de Don Quixote, De l'excellence des Armes sur les Lettres, París, Jean Richer, 1609.

43 Las tres reediciones tienen un mimo título redactado como un repertorio de tópicos (hazañas, amores, aventuras): Le Valeureux Don Quixote de la Manche, ou l'Histoire des Grands

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la reedición de la segunda en 1622 y la primera edición que reúne las dos partes en un solo libro en 1625 demuestran el éxito de la obra.

No se puede descartar que fueran numerosos los lectores franceses que leyeron a Cervantes en el original castellano. El mismo Cervantes indica cuán conocida era la lengua castellana en la Francia de su tiempo. Después de entrar en el reino de Francia, las peregrinas del Persiles no tienen dificultades para hacerse entender por las damas que encuentran y que se acercan de Auristela y Costanza: "Llegáronlas a sí y habláronlas con alegre rostro y cortés comedimiento; preguntáronlas quién eran en lengua castellana, porque cono­cieron ser españolas las peregrinas y, en Francia, ni varón ni mujer deja de aprender la lengua castellana''44

• Parece obvia la exageración, pero como lo muestran los inventarios de las bibliotecas aristocráticas, el conocimiento del castellano, considerado como una lengua perfecta en la cual, como afirmó Antonio de Nebrija, "tenemos de escrivir como pronunciamos: i pronunciar como escrivimos"45

, estaba muy extendido entre las elites francesas de finales del siglo XVI y de principios del XVIr46.

En Francia, tanto como en España y América, muy temprano salieron de su libro los personajes del Quijote. Se encontraron en los ballets y mascaradas de la corte. El 3 de febrero de 1614, cuatro meses antes de la publicación de la traducción de Cesar Oudin, se representó en el Louvre el Ballet de Don Quichot47

, el 29 de enero de 1620, en el mismo Louvre, don Quijote apare­ció en otro ballet, titulado Les Chercheurs de Midy a Quatorze Heures48

• En

Exploicts d'armes, fideles Amours, et Adventures estranges. CEuvre non moins utile que de plaisante et delectable lecture. Traduit fidelement de l'Espagnol de Michel de Cervantes, et dedié au Roy, Par Cesar Oudin.

44 Miguel de Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, edición de Carlos Romero Muñoz, Madrid, Cátedra, 2003, III, 13, p. 567.

45 Elio Antonio de Nebrija, Gramática castellana, introducción y notas Miguel Angel Esparza y Ramón Sarmiento, Madrid, Fundación Antonio de Nebrija, [1492] 1992, p. 129.

46 Roger Chartier, "La Europa castellana durante el tiempo del Quijote", en España en tiempos del Quijote, bajo la dirección de Antonio Feros y Juan Gelabert, Madrid, Taurus, 2004, pp. 129-158.

47 Le Ballet de Don Quichot dansé par M. de Santenir le 3 février, en Table des Ballets a 3, 4 et 5 parties qui se trouvent dans un Recueil fait en 1600 [sic} par Michel Henry, BnF ms. f. fr 24357. Véanse Maurice Bardan, Don Quichotte en France au XVIIe et XVIJie siecle, Paris, 1931, p. 56, y José Manuel Losada Goya, Bibliographie critique de la littérature espagnole en France au XVIIe siecle. Présence et influence, Geneve, Droz, 1999, p. 198.

48 Maurice Bardan, Don Quichotte en France au XVIIe et XVIIIe siecle, Paris, 1931, p. 170.

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una mascarada titulada L'Entrée en France de Don Quichot de la Manche (qui­zás representada entre 1616 y 1625), el hidalgo, escoltado por sus predeceso­res en caballería andante (los Amadís, Magis de Aigremont, los cuatro hijos Aymon, Astolfo) y acompañado por Sancho, el Cura, el Barbero y el gigante Ferragus, guardaespaldas de Dulcinea, descubre su cobardía. Huye al oír al primer disparo del caballero sueco que lo ha desafiado49

• En este caso la mas­carada moviliza, para una intención política hostil a España, el estereotipo del español bravucón y miedoso que circulaba tanto en Francia como en Inglaterra y que encarnan sobre las tablas Don Armado en Love's Labour's Lost y más tarde, en la década de 1630, Matamore en L1llusion comique de Cor­neille

En 1628 Pichou podía entonces aprovechar la familiaridad de los especta­dores con una historia ya bien conocida. Por ejemplo, no falta de hacer refe­rencia al episodio del combate contra los molinos de viento. Su don Quijote se designa en el acto tercero de la tragicomedia como "Celui qui, malgré l' art des enchanteurs malins / Domte des Rodomons transformez en moulins" (vv. 993-994). La escena era tan famosa que, en el frontispicio de la traduc­ción francesa de la segunda parte, en 1618, que muestra al hidalgo y su escu­dero tal como les describe Cervantes, un molino de viento está presente en el plano de fondo de la imagen. El librero inglés Blount copió el mismo graba­do para la portada de la traducción inglesa de la segunda parte, publicada en 1620, y la puso en algunos ejemplares de su edición de la traducción de la primera parte, sacada a luz en 161250

No quiero y no puedo seguir la muy larga historia de las adaptaciones tea­trales de Don Quijote a través de los siglos XVII y XVIII, tanto en Francia como en Inglaterra. Lo haré en el libro "borgesiano" que estoy escribiendo sobre el Cardenio perdido de Fletcher y Shakespeare. Lo que quería subrayar aquí era, en primer lugar, que las tres primeras obras teatrales que pusieron sobre

49 Maurice Bardon, op. cit., pp. 172-176. Véase también Jean Canavaggio, Don Quichotte: du livre au mythe. Quatre siecles d'errance, Paris, Fayard, 2005, que propone una fecha más tar­día, entre 1631y1634.

50 José Manuel Lucía Megías, "Los modelos iconográficos del Quijote: Siglos XVII-XVIII,

II. De las primeras lecturas al modelo holandés", Litterae. Cuadernos sobre cultura escrita, número 3-4, 2003, pp. 9-59, particularmente pp. 11-12, y Leer el Quijote en imdgenes, op. cit., pp. 126-127 y 175. Cf. también Dale B. J. Randall y Jackson C. Boswell, Cervantes in Seven­teenth-Century England, op. cit., pp. 38-41.

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el escenario episodios de la historia de Cervantes (la "comedia'' de Guillén de Castro, la History of Cardenio, que es el título dado en 1653 a la obra repre­sentada en 1613, y la tragicomédie de Pichou) privilegiaron la novela senti­mental a expensas de las hazañas del hidalgo. Si don Quijote no está ausente en las dos obras que podemos leer hoy en día, sin embargo desempeña un papel marginal, divertido y gracioso, en una intriga que se focaliza sobre el melancólico y furioso Cardenio, el pérfido y finalmente generoso Fernando y las dos mancebas Lucinda y Dorotea, firmes en sus amores.

Está claro que en su primera recepción, la historia de Cervantes no apare­ció solamente o quizás no esencialmente como una parodia de las novelas caballerescas (o de otros géneros, tal como la pastoral o la picaresca51

), sino como una antología de "novelas" que ofrecían a los dramaturgos una materia literaria rica en escenas dramáticas, sentimientos violentos, diálogos apasio­nados y monólogos interiores. Guillén de Castro leyó así el libro, puesto que escribió otra comedia a partir del Quijote. El curioso impertinente. Pichou hizo lo mismo según su costumbre, puesto que sus otras tres obras teatrales son todas inspiradas, si no en Cervantes, por lo menos en narraciones en prosa: Les Avantures de Rosileon está fundada sobre varios episodios de L'As­trée, la tragicomedia L'Infidele confidente, en una novela de Céspedes y Mene­ses, leída en el original castellano, y la comedia pastoral La Filis de Scire, en una traducción francesa en prosa de una "favola pastorale" de Guidobaldo Bonarelli della Rovere.

No es sorprendente entonces que, en la Inglaterra de principios del siglo XVII, el Quijote, en su texto original o en la traducción de Shelton, inspirara a los autores dramáticos. Dos veces Shakespeare había ya encontrado un argu­mento de comedia en novelas: hacia 1601, es la historia de "Apollonius and Silla", tal como está relatada en el libro de Barnabe Riche, His Farewell to Military Profession, publicado en 1581, la que le inspiró Twelfth Night, y más tarde, sin duda entre 1609 y 1611, construyó la intriga de The Winters Tale a partir de una novela muy popular desde su publicación en 1588, Pandosto de Roben Greene52

• El libro de Cervantes proporcionaba otras posibilidades con las historias de Cardenio, del curioso impertinente y del cautivo escapa-

51 Georgina Dopico Black, "'España' abierta: Cervantes y el Quijote', en España en tiem­pos del Quijote, op. cit., pp. 345-388.

52 Lori Humphrey Newcomb, Reading Popular Romance in Early Modern England, New York, Columbia Universiry Press, 2002, pp. 131-207.

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do de los baños de Argel. En 1613 Fletcher y Shakespeare eligieron la prime­ra, es decir, la historia más directamente relacionada con las aventuras y des­venturas de don Quijote. Conserva su misterio la obra de la cual no se cono­ce ni copia manuscrita ni edición. Nunca sabremos si don Quijote y Sancho eran protagonistas en la History ofCardenio y, si fue el caso, cómo fueron vin­culadas las sinrazones del caballero andante y las tribulaciones de los amantes separados y finalmente unidos.

El Cardenio de Fletcher y Shakespeare está perdido y sin embargo se ha representado en los últimos años sobre los escenarios ingleses y estadouni­denses. ¿Cómo entonces representar una obra teatral que no existe? Los dra­maturgos y los directores eligieron entre tres posibilidades. En primer lugar, decidir que Cardenio no estaba perdido sino que existía bajo otro título. Es así como Charles Hamilton estableció, o por lo menos lo pensaba así, que The Second Maiden Tragedy había recibido un título errado por parte del mas­ter of revels Sir George Bue, y que su autor no era Middleton, sino Shakespe­are, como lo demostraba la escritura autógrafa del manuscrito53

. Pese a la dificultad que plantea la total ausencia de Cardenio y de los personajes de la "novela'' en la obra, la tesis de Hamilton fue aceptada por todas las compañí­as que representaron desde 1995 el Cardenio de William Shakespeare, borrando a Fletcher, en Palm Beach, Nueva York, Evanston o Los Ángeles.

Otra solución consiste en considerar que el Cardenio de 1613 existe en filigrana en la obra de Theobald, The Double Falshood, y que es posible res­taurarlo reescribiendo en la lengua de Shakespeare y Fletcher el texto que Theobald había adaptado a las normas lingüísticas y estilísticas del siglo XVIII.

Es semejante "reconstrucción imaginativa'' la que hizo Gary Taylor, editor de Shakespeare, en una obra que fue representada en Washington en abril de 2007.

Pero, finalmente, es difícil resistir a la tentación borgesiana de escribir el texto perdido. El Cardenio de Stephen Greenblatt y Charles Mee, estrenado en mayo del 2008 en Cambridge, Mass., reinventa, sin voluntad de recons­trucción histórica, el texto que no existe, invirtiendo la estructura narrativa de Cervantes ya que la historia de Cardenio está representada como una obra recuperada de Shakespeare cuyos actores y espectadores son los personajes de la intriga principal que es la historia de un curioso impertinente.

53 Charles Hamilton, William Shakespeare and john Fletcher, Cardenio or The Second Mai­den's Tragedy, Lakewood, Glenbridge Publishing Ltd, 1994.

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Cardenio me parece así ilustrar perfectamente la tensión fundamental que atraviesa nuestra relación con la cultura escrita. Por un lado, Cardenio es un ejemplo paradigmático de la movilidad y la inestabilidad de los textos, siem­pre reescritos, adaptados, apropiados. En el siglo XVII, el Quijote fue una fuente textual inagotable que permitía adaptaciones teatrales, interpretacio­nes iconográficas, máscaras y disfraces, o partituras. En los siglos XX y XXI, el Cardenio perdido abrió los límites ordinarios de las experiencias textuales y se transformó en un laboratorio donde podía aparecer de nuevo un texto desaparecido. Pero, por otro lado, si el texto parece infinitamente móvil y maleable, su asignación autorial desde el siglo XVIII no permite semejantes variaciones. Theobald adaptó los manuscritos de Cardenio que poseía, o afir­maba poseer, porque habían sido escrito por Shakespeare. Y en cuanto a los Cardenios modernos lo que les une es la sombra de Shakespeare, a quien está siempre atribuida una obra que quizás fue escrita en su mayor parte por John Fletcher y que podemos leer solamente en la reescritura sin duda mutiladora de Lewis Theobald.

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