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Comparte su filosofía

Juan Arturo Covarrubias Valenzuela es un empresario que se ha consolidado dentro del círculo de triunfadores.Emmanuel SandovalComparte su filosofía

Los seres humanos forjan sus destinos con las oportunidades que se les presentan y la fuerza de sus voluntades; el éxito que obtengan será resultado de la conjugación de las probabilidades, su perseverancia e inteligencia.

Juan Arturo Covarrubias Valenzuela es un empresario que se ha consolidado dentro del círculo de triunfadores; su fórmula se basa en el trabajo arduo, pero a éste ha sumado una filosofía que quiere infundir a través del ejemplo: la búsqueda del éxito no está peleada con el interés en la sociedad y en las necesidades de quienes viven en ella.

Tal ha sido su línea de acción desde que incursionó en el Grupo Motormexa, pasando por su desempeño en la dirección del Centro Empresarial de Jalisco hasta su tarea como subpresidente del Fondo de Apoyo para Ex Trabajadores de los Medios de Comunicación (Extra).

"Ese gusto de ver por los demás y de interesarme en aprovechar lo que tengo para hacer un bien son herencias de mi padre, quien siempre nos enseñó a tener un don de gentes, a ser sencillos y a tratar de apoyar a la sociedad lo más que pudiéramos", asegura Juan Arturo mientras observa el retrato de su padre, José Luis Covarrubias Covarrubias (q.e.p.d.), ubicado en una de las paredes de su oficina.

Sus inicios en la vida empresarialJosé Luis Covarrubias Covarrubias se mudó con su familia de Sonora a Guadalajara en 1961 y, desde su llegada, se dispuso a abrirse camino como empresario en la Ciudad.

En un principio se dedicó a negocios de corte inmobiliario, pero más tarde se integró al Grupo Motormexa, cuyas oficinas se encontraban en ese entonces en González Gallo; más tarde, en 1978, se convirtió en uno de los accionistas mayoritarios del grupo, lo cual coincidió con el cambio de las oficinas y la agencia automotriz a Avenida Vallarta, donde se encuentran actualmente.

Cuando llegó el momento, su hijo Juan Arturo se puso a estudiar la Licenciatura en Derecho, pero ya para el tiempo en que se encontraba resolviendo litigios empezó a sentir la necesidad de involucrarse en proyectos empresariales y de participar activamente en Motormexa.

"Parte de la formación y la necesidad empresarial fue una enseñanza de mi padre, y la verdad es que yo ya no tenía ganas de seguir en los juzgados, por lo que decidí iniciar mi camino empresarial", recuerda.

Eso sí: este hombre cree que un empresario nace, ya que el olfato para los negocios es un impulso que se lleva en la sangre, pero también piensa que con el paso del tiempo y el trabajo constante el

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empresario se hace y perfecciona.

Para él, querer hacer las cosas no basta: es necesario comprometerse con las oportunidades que se reciben para sacarlas adelante con éxito.

Hablando de oportunidades, una de las más grandes que ha recibido fue cuando, a sus 27 años de edad, lo invitaron a ingresar a la Coparmex, de la que se hizo presidente cuando apenas tenía 31, convirtiéndose así en el hombre más joven en asumir tal cargo.

"El día que entré a Coparmex lo recuerdo con mucho cariño, recuerdo que estaba muy nervioso, pero al mismo tiempo orgulloso de haber conseguido esa oportunidad, y tras 25 años de trabajo he demostrado que, por más joven que se sea, o por más inexperto, lo importante es trabajar, ser proactivo y muy sencillo".

Su esposa: pieza fundamental"Detrás de un gran hombre hay una gran mujer", reza el dicho, pero para Juan Arturo éste tiene una variante: la gran mujer que es Beatriz del Cueto, su esposa, ha estado más bien delante de él, tanto en su vida profesional como privada.

"Mi esposa es una mujer entregada, una persona llena de sabiduría, un ser humano incomparable; es gracias a ella que en muchas ocasiones he salido adelante: su apoyo, su sencillez y su inteligencia me cautivaron desde que la conocí, y con el paso de los años esas cualidades son las que sin duda me han hecho amarla más, y saber que es por ella que soy tan feliz".

Llevan 23 años de matrimonio y, sin importar lo difícil que puede resultar seguir el ritmo que marca la actividad empresarial, ambos han permanecido muy unidos, aunque en muchas ocasiones Juan Arturo se siente mal porque, debido a sus múltiples compromisos, no puede estar cerca de su esposa tanto como él quisiera.

"Sé que ella lo entiende, sé que cuando yo no estoy me extraña, pero creeme que cuando ella no está conmigo es cuando me doy cuenta de cuánto la necesito, no sólo por el hecho de ser mi esposa, sino porque es mi compañera, mi publirrelacionista, mi amiga, mi soporte".

La educación de sus hijos: un gran retoJuan Arturo nunca recibió nada de la manera fácil, ya que su padre siempre les enseñó, a él y a sus hermanos, que en la vida lo más importante es trabajar y luchar por conseguir éxito y riqueza, tanto espiritual como material.

Siguiendo el modelo educativo de su padre, él ha procurado transmitirles a sus hijos la misma filosofía: el trabajo dignifica al hombre.

"Es básico saberles transmitir la responsabilidad laboral a los hijos; uno tiene que ser un guía excepcional, poner el ejemplo, y en mi caso, tengo que preocuparme porque vean que la labor empresarial no sirve sólo para hacer dinero, sino que se trata de un trabajo en el que lo más importante es el servicio hacia los demás, el brindar ayuda a quienes lo necesitan y el saber utilizar los beneficios que uno tiene en pro del bienestar común".

El más grande aprendizaje: la sencillez

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La labor empresarial es complicada: sin importar qué tanto esfuerzo se le dedique, no hay certeza de que los proyectos sean efectivos y exitosos, pero hay algo que sí es seguro, y es que en el camino que conduce a la meta está la posibilidad de aprender, tanto en el rubro intelectual como en el emocional.

Para Juan Arturo, la enseñanza más grande que ha obtenido a lo largo de los años ha sido la sencillez.

"No se trata de creerse más que los demás, ni de sentir que porque se tiene una empresa y dinero se puede tratar a los demás con desprecio; el reto de ser empresario es ponerse en los zapatos del otro y pensar en función de las necesidades de quienes nos rodean.

"Si piensas que por ser empresario, manejar dinero y tener poder lo puedes todo, estás cometiendo el error más grande de tu vida y tarde o temprano vas a perder todo lo que has construido; tienes que ser sensible, trabajador y muy honesto".

Pero las enseñanzas no sólo se asimilan a través de los éxitos: perder juega un papel fundamental para los inmersos en este ámbito.

"Como todo en la vida, el mundo empresarial está lleno de altibajos y fracasos, y, como en todo, lo valioso no es hacer todo bien, sino caer y saber salir adelante con entereza y haciendo lo mejor que se puede, demostrando que de los fracasos y los errores se aprende".