conferencia sobre masonería en la javeriana - padre ferrer

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Ago. 5 y 6 - Ciclo de conferencias sobre MASONERÍA en la Universidad Javeriana Hits: 1435

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Page 2: Conferencia sobre masonería en la Javeriana - Padre Ferrer

La Facultad de Ciencias Sociales de la PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA, invita al ciclo de conferencias sobre MASONERÍA.

AGOSTO 5 - LA MASONERÍA Y LA IGLESIA CATÓLICA. APROXIMACIÓN A LA HISTORIA DE UN TEMA CONTROVERTIDO.

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Lugar: Pontificia Universidad Javeriana. Edificio Manuel Briceño. Auditorio Jaime Hoyos S.J. Edificio Manuel Briceño S.J.

Hora: 6:00 pm a 9:00 pmCopa de vino

AGOSTO 6 - REVOLUCIÓN FRANCESA, INDEPENDENCIA DE AMÉRICA Y MASONERÍA.

Lugar: Pontificia Universidad Javeriana. Sala 2 - 509. Edificio Fernando Barón S.J.

Hora: 6:00 pm a 9:00 pmCopa de vino

Conferencista: DR. JOSE ANTONIO FERRER BENIMELI, S.J.

 

El M:.R:.G:.M:. ALVARO RAMÓN YOUNES ARBOLEDA anima a todos los QQ:.HH:. a asistir a estas conferencias que permitirán apreciar un enfoque diferente de la Masonería en nuestra sociedad.

¿ Cómo llegar a las conferencias ?

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Si vas a pie, la mejor opción es subir por la calle 40 desde la Séptima hasta el final de esta calle empinada. Luego, hay una pequeña escalera que lleva a los edificios  Fernando Barón (Agosto 6) y Manuel Briceño (Agosto 5). Tambien puedes llegar por la entrada peatonal de la calle 41, subir las escaleras hasta el fondo y luego a la derecha.

Si vas en carro, la mejor opción es ir por la circunvalar hacia el sur. La entrada al parqueadero está bajando hacia el parque Nacional por la Trans. 2  antes de tomar la carrera 5 (antes de llegar a las canchas de tenis del parque Nacional). También puedes subir por la calle 45 para buscar el parqueadero del hospital San Ignacio.

(+info) Oficina de comunicaciones de la GLC

J. A. Ferrer Benimeli, experto en masonería

Unos desconocidos, 'neonazis', prendieron fuego a su despacho y quemaron valiosos documentos y el trabajo de 15 años

El País , Zaragoza 1 SEP 1983

Archivado en: Masonería José A. Ferrer Benimelli

Sociedades secretas

Orden público

Ultraderecha

Page 5: Conferencia sobre masonería en la Javeriana - Padre Ferrer

Atentados terroristas

Seguridad ciudadana

Secuestros

Ideologías

Delitos

Sucesos

Terrorismo

Política

Justicia

Sociedad

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Las cartas, telegramas y muestras de solidaridad hacia José Antonio Ferrer Benimeli, máximo especialista en nuestro país sobre la masonería, han llegado desde todos los puntos: "Estas muestras reconfortan y dan la talla de la solidaridad humana, pero no reparan la gran pérdida de 15 años de trabajo". Unos desconocidos asaltaron la facultad de Letras y prendieron fuego al despacho de Ferrer Benimeli, convirtiendo en cenizas todos sus documentos, los manuscritos de 30 libros, más de 100 trabajos, la tesis doctoral, revistas y periódicos, así como las actas de calificación de sus alumnos.

José Antonio Ferrer Benimeli, su apellido es de origen árabe, es profesor de Historia contemporánea universal y de España de la universidad de Zaragoza, especialista en masonería, tema sobre el que ha dado cientos de conferencias en España y en el extranjero; ha participado en congresos y escrito 30 libros, cientos de trabajos y artículos periodísticos. Todo comenzó con la preparación de su tesis doctoral sobre Relación de la Iglesia y la masonería en el siglo XVIII e historia de la masonería en España en el siglo XVIII. "En 1972 ya hubo amenazas cuando la defensa de la tesis doctoral: los ultras trataron de reventar su lectura por todos los medios. Han tardado diez años en poner en práctica sus amenazas. El acto fue solemne y el tribunal, para realzarlo más, se vistió con sus trajes académicos". La tesis obtuvo premio extraordinario y los cuatro volúmenes de más de 800 páginas cada uno se han agotado y se han vuelto a reeditar.Ferrer Benimeli es jesuita y siempre ha delimitado perfectamente su labor como investigador e historiador de su condición de religioso. Ha pretendido desmitificar la masonería, colocarla en su sitio: "No

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es ni tan mala ni tan buena como pretenden unos y otros. No ha tenido ni, por supuesto, tiene la importancia que se le ha pretendido dar. Han pretendido jugar con los misterios, y esto sólo engaña a los ignorantes; a los especialistas en sociedades secretas no nos sirven los misterios.

Tras la publicación de la historia de la masonería en Aragón también tuvo problemas, que se acentuaron con la aparición, el año pasado, de su libro El contubernio judeo-masónico-comunista. Recientemente se celebró en Zaragoza el Primer Congreso sobre el Estudio de la Masonería en España. Diversos especialistas, que ninguno de ellos pertenece a la masonería -"no es necesario para estudiar el tema e incluso desde fuera se ve de forma más objetiva y, además, tenemos acceso a los archivos y con la mayoría de los masones mantenemos buenas relaciones"-, pusieron en común sus trabajos y esbozaron las líneas de lo que será, en su día, la historia de la masonería en España, una vez se realice la de cada región.

A los pocos días de concluido, el congreso, cuando Ferrer Benimeli estaba en Italia, se produjo un incendio en la facultad de Filosofía y Letras, en el que ardieron todos los papeles de su archivo. Unos desconocidos penetraron durante el día en la facultad, esperaron la noche y después, tras romper el cristal de la puerta del despacho, arrojaron dentro el artefacto incendiario. Las huellas y los cristales rotos señalan claramente que se trata de un atentado. La policía sigue investigando, y hace unos días, el juez que lleva el caso pidió una evaluación de daños: los producidos en el techo, aleros y paredes del edificio; los bienes muebles y de material de trabajo, y, por otro lado, la biblioteca y otros materiales de archivo, microfilmes, fotocopias, manuscrillos, colecciones de revistas y periódicos... "¿Cómo se evalúa el trabajo de quince años?".

Los bomberos sofeicaron el fuego y las cenizas, y los pocos papeles que se salvaron vDlaron por el campus universitario hasta que un bedel los recogió en un saco. "No se ha salvado nada: de la máquina de escribir sólo quedaron los hierros retorcidos; de la puerta, la cerradura, y de la mesa, los cuatro hierros. No tengo garias de clasificar los pocos despojos que han quedado, y otro problema a solucionar es el de las actas de clasificación de los alumnos". Ferrer Benimeli está convencido de que es obra de "neofascistas, neonazis que no olvidan el pasado" y han venido ahora a cumplir sus amenazas de hace diez allos.

Según Ferrer Benimeli, la masonería en España tiene muy poca importancia: "Los propios masones se han encargado de destruir la organización, de dividirse y subdividirse por causas económicas en cinco masonerías distintas. Fenómeno muy típico, por otra parte, a lo largo del siglo XIX".

El especialista sigue muy de cerca el tema de Propaganda-2 y la fuga de su maestro masón, Licio Gelli. Es más, asegura que han intentado implicarle a través de algunas publicaciones. "El tema es complejo y no está nada claro; es difícil llegar al fondo de la cuestión. Hay una serie de mafias del poder que han intentado apoderarse de la masonería, donde están implicados casi todos los partidos italianos menos el comunista, medios financieros, editoriales, Prensa e incluso la Internacional Negra, los neoderechistas. Es significativo que Suiza, país de donde se escapó Licio Gelli, no concediera antes la extradición, y sí una vez fugado".

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El Vaticano y los masones TEMAS DE NUESTRA ÉPOCA

José A. Ferrer Benimelli 10 MAR 1985

Archivado en: Opinión Masonería

Ciudad del Vaticano

Encíclicas

Sociedades secretas

Papa

Europa occidental

Clero

Europa

Iglesia católica

Historia

Cristianismo

Religión

Sociedad

Las pésimas relaciones existentes entre la masonería y la Iglesia católica tienen sus orígenes en los años de la unificación italiana, cuando sociedades secretas de distinto tipo combatieron el poder temporal del papado y concretamente los Estados Pontificios. La masonería ha mantenido históricamente buenas relaciones, incluso de coincidencia, con otras confesiones cristianas. El Código de Derecho Canónico, en cambio, ha mantenido hasta 1983 la pena de excomunión para los católicos afiliados a la masonería. La reforma de este código coincidió con una declaración del cardenal Ratzinger en la que se apuntaba ya la línea de involución que ahora se expresa en un reciente artículo de L'Osservatore Romano, en el que se postula la incompatibilidad "entre la fe cristiana y la masonería". En contra de esta opinión, el autor de este artículo piensa que la masonería es una sociedad laica, con una finalidad filantrópico-cultural y humanístico-filosófica, que tiene un ideario de fraternidad universal y perfeccionamiento del hombre lo suficientemente amplio y ambiguo en sus formulaciones para que tengan en ella cabida hombres de diferentes creencias y opiniones políticas... Esta misma posición es la que adoptaron Juan XXIII y Pablo VI, así

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como el antecesor del cardenal Ratzinger en su mismo puesto, el cardenal Seper, quien ya en 1972 propició la posibilidad de la presencia de los católicos dentro de la masonería.Recomendar en Facebook 0

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El viernes 22 de febrero de 1985 la televisión italiana daba la noticia de que la Iglesia mantenía la incompatibilidad entre ser católico y masón. Al día siguiente, l'Osservatore Romano publicaba en primera página, a tres columnas, un artículo anónimo -aunque, evidentemente, reflejo oficial del antiguo Santo Oficio romano- bajo el título: Reflexiones a un año de la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Inconciliabilidad entre la fe cristiana y la masonería. Artículo que ha suscitado toda una serie de comentarios sobre la política vaticana que van más allá del mero problema masónico.Oportunismo político

Sobre la oportunidad o coyuntura del momento elegido caben múltiples especulaciones, que fundamentalmente giran en torno, no tanto de la próxima discusión parlamentaria del informe elaborado por la comisión que se ha ocupado de la famosa logia P-2, sino más bien de los contactos políticos que en estos días están teniendo lugar en Roma con vistas a la búsqueda de un sucesor de Pertini en las ya cercanas elecciones presidenciales. Algunos han querido ver otras connotaciones en el hecho de que dicho artículo comparta la titularidad de primera página con otro que lleva por título: Estados Unidos ayudará a los 'contras' en Nicaragua.

Pero, al margen de especulaciones más o menos sugestivas, es evidente que el intentar justificar las reflexiones vaticanas como aclaración a un breve documento aparecido en el mismo periódico, no hace un año, sino 15 meses (26 de noviembre de 1983), resulta tanto más llamativo por cuanto dichas reflexiones no consiguen su objetivo.

En primer lugar, ya el título no es excesivamente acertado. Hubiera sido más correcto haber hablado de fe católica, pues ciertamente no existe incompatibilidad entre fe cristiana y masonería, desde el momento que son muchos los obispos anglicanos, ortodoxos y luteranos que hoy día son masones sin problemas de fe cristiana, como en su día lo fueron el primado de la Iglesia anglicana, el doctor Fisher, y el patriarca Atenágoras, de la Iglesia ortodoxa, con quienes Juan XXIII, lejos de todo triunfalismo personalista, inició, con su sencillez y humildad características, una apertura de diálogo ecuménico en tina atmósfera de comprensión fraternal.

Subversión y naturalismo

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Tampoco resulta excesivamente acertado el planteamiento inicial del artículo, en el que se dice que el juicio negativo de la Iglesia contra la masonería ha sido inspirado por múltiples razones prácticas y doctrinales. Entre las prácticas cita "la actividad subversiva" de la masonería contra la Iglesia. Entre las doctrinales, que la masonería tiene ideas filosóficas y concepciones morales opuestas a la doctrina católica, que llevan "a un naturalismo racionalista, inspirador de su actividad contra la Iglesia". El traer como pruebas dos documentos de León XIII, la Humanum Genus, de 1884, y una carta al pueblo italiano de 1892, da la sensación de cierta pobreza y parcialidad histórica, no ya porque la Iglesia a la que se refiere León XIII no es la de hoy, ni los problemas políticos de la reunificación italiana tienen por qué seguir afectando todavía hoy a la Iglesia universal, sino porque la masonería actual tampoco tiene nada que ver con la del siglo XIX ni con una cuestión política concreta, pasada o presente.

Recordemos que solamente Pío IX y León XIII, en sus documentos y alocuciones, hablaron más de 400 veces contra la masonería, identificada en muchos casos con la carbonería (lo que es insostenible desde el punto de vista histórico) y siempre con las sociedades patrióticas y secretas que en aquellos años lucharon por la unificación italiana, en contra de los intereses temporales del Papa, que se oponía a la pérdida de sus territorios pontificios. El acento político de aquellos ataques quedó reflejado en el leit motiv que en todos ellos sintetizaba el pensamiento pontificio y que no era otro que el que la masonería y las sociedades secretas atacaban "los derechos del poder sagrado y de la autoridad civil", que "conspiraban contra la Iglesia y el poder civil", que "atacaban a la Iglesia y los poderes legítimos". El propio León XIII, en la Humanum Genus, alude a las prohibiciones de la masonería por parte de ciertos Gobiernos y recalca que "el último y principal de los intentos" de la masonería era "el destruir hasta sus fundamentos todo el orden religioso y civil establecido por el cristianismo, levantando a su manera otro nuevo con fundamentos y leyes sacadas de las entrañas del naturalismo". Y como prueba del proceder de la "secta masónica" y de su "empeño en llevar a cabo las teorías de los naturalistas", añade que la masonería "mucho tiempo ha que trabaja tenazmente para anular en la sociedad toda injerencia del magisterio y autoridad de la Iglesia y a este fin pregona y contiende deberse separar la Iglesia y el Estado, excluyendo así de las leyes y administración de la cosa pública el muy saludable influjo de la religión católica".

Es claro que hoy el Vaticano II propugna esa separación entre Iglesia y Estado, sin incurrir por ello en ideas naturalistas. Pero es igualmente importante constatar que la propia Iglesia, cuando poco después de morir León XIII (1903) promulgó el Código de Derecho Canónico (27 de mayo de 1917) que ha estado en vigor hasta el 28 de noviembre de 1983, sintetizó todas las normas doctrinales y prácticas habidas contra la masonería en el canon 2.335, en el que se decía que "los que dan su nombre a la secta masónica o a otras asociaciones del mismo género que maquinan contra la Iglesia o contra las potestades civiles legítimas, incurren ipso facto en excomunión simplemente reservada a la Sede Apostólica".

Poder terrenal

Esta identificación de masonería como una sociedad que "maquina contra la Iglesia o contra las potestades civiles legítimas" sólo se puede comprender desde la óptica de la problemática planteada en Italia por la famosa "cuestión romana" o pérdida de los Estados

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pontificios, donde estaban simbolizados los dos poderes, el civil y el eclesiástico, el trono y el altar, o si se prefiere, la Iglesia católica y el poder legítimo gubernamental, coincidentes ambos en una misma persona, el Papa, en cuanto rey de Roma y jefe de la Iglesia católica.

En el nuevo Código de Derecho Canónico, el canon 2.335 ha sido sustituido por el 1.374, en el que se dice textualmente: "Quien se inscribe en una asociación que maquina contra la Iglesia debe ser castigado con una pena justa; quien promueve o dirige esa asociación ha de ser castigado con entredicho".

Es decir, que ha desaparecido toda referencia a la masonería, a la excomunión y a los que maquinan contra las potestades civiles legítimas, tres de los aspectos básicos que sólo tenían razón de ser en el contexto histórico de un problema concreto italiano del siglo XIX, que, evidentemente, al no existir hoy resultaba anacrónico mantener. Y así lo entendieron los expertos que durante más de 20 años trabajaron en la redacción del nuevo Código de Derecho Canónico, a pesar de las presiones que a última hora se ejercieron, especialmente desde ciertos sectores fundamentalistas de la Iglesia, para que se mantuviera la excomunión contra los masones.

Golpe involucionista

Sin embargo -y en parte fruto de estas presiones-, el cardenal Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sorprendía el 27 de noviembre de 1983, es decir, la víspera de entrar en vigor el nuevo Código de Derecho Canónico, con un hecho sin precedentes en la historia de la Iglesia, publicando una "declaración sobre las asociaciones masónicas", por la que, antes de ser nombrada y constituida la comisión pontificia de interpretación del código, se adelantaba en sentido restrictivo, por no decir negativo, haciendo decir al código lo que en modo alguno se recoge en él, echando por tierra uno de los pequeños avances que en los últimos años se había conseguido en la clarificación de las relaciones entre la Iglesia y la masonería.

En dicha nota se decía, en síntesis, que "permanecía inmutable el juicio negativo de la Iglesia respecto a las asociaciones masónicas porque sus principios siempre habían sido considerados inconciliables con la doctrina de la Iglesia, por lo que la inscripción en ellas permanecía, prohibida", a pesar de que en el nuevo Código de Derecho Canónico no se mencionara expresamente a la masonería. Y añadía que "los fieles que pertenecieran a las asociaciones masónicas estaban en estado de pecado grave y no podían acceder a la santa comunión". Finalmente, concluía diciendo que "no competía a las autoridades eclesiásticas locales pronunciarse sobre la naturaleza de las asociaciones masónicas".

Ante la reacción de no pocas conferencias episcopales contra esta nota, que suponía una contradicción con lo practicado por la Iglesia desde el Vaticano II y por la propia Congregación para la Doctrina de la Fe, que había autorizado hacía ya 10 años, pública y oficialmente, la pertenencia de los católicos a ciertas masonerías, l'Osservatore Romano se ha visto obligado a hacer el reciente comentario, más desafortunado, si cabe, que la nota precedente y que supone una vuelta a la época inquisitorial. Y lo más grave es que tanto la declaración de 1983 como las reflexiones de 1985 están inspiradas en un documento tan

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reaccionario y erróneo como la declaración que los obispos alemanes hicieron el 28 de abril de 1980 contra la masonería.

Ritos y religión

Pues las reflexiones vaticanas del 23 de febrero de 1985 no son otra cosa que una glosa de dicha declaración alemana, a la que sigue en sus puntos fundamentales, como el relativismo, el concepto de la verdad en la masonería, las acciones rituales, la visión que los masones tienen del mundo, etcétera. El paralelismo es tanto más llamativo cuanto falso el planteamiento de la declaración alemana. Pues ya el punto de partida es gravemente erróneo al considerar a la masonería como una religión o pseudorreligión y a los rituales masónicos como si tuvieran un carácter sacramental.

Pues la masonería no es, ni ha sido nunca, una religión. Es una sociedad laica, con una finalidad filantrópico-cultural y humanístico-filosófica, que tiene un ideario de fraternidad universal y perfeccionamiento del hombre, lo suficientemente amplio y ambiguo en sus formulaciones para que tengan en ella cabida hombres de diferentes creencias y opiniones políticas, sin que esto suponga indiferentismo ni sincretismo, sino simplemente tolerancia y respeto con relación a la libertad de pensamiento y creencias de los demás, en una asociación en la que tienen cabida todos los creyentes -es decir, no ateos-, sean éstos cristianos, católicos, musulmanes, hebreos, budistas...

Y esto lo comprendieron muy bien Juan XXIII y Pablo VI, así como el antecesor del cardenal Ratzinger en su mismo puesto, el cardenal Seper, quien ya en 1972 propició la posibilidad de la presencia de los católicos dentro de la masonería. En concreto, intervino, tanto en Francia como en el Reino Unido e Italia, un representante del Vaticano, en la persona del entonces secretario de la Comisión Pontificia para los no Creyentes y consultor de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, don V. Miano, encargado de estudiar los problemas que planteaba el canon 2.335 y de exponer viva voce que podía ser aceptada la interpretación de dicho canon según la cual se restringía la excomunicón sólo a los miembros de aquellas asociaciones "que se dedicaban a complós contra la Iglesia y los poderes civiles legítimos". Posteriormente, el 19 de julio de 1974, el cardenal Seper hacía ya público un documento en este mismo sentido. Criterio que fue renovado el 12 de marzo de 1975, en respuesta a la Conferencia Episcopal Brasileña.

El Vaticano se contradice

De acuerdo con esta pauta, diferentes conferencias episcopales, como la inglesa, norteamericana,canadiense, francesa, escandinava, dominicana, etcétera, fueron adoptando medidas que resolvíanlos problemas pastorales y de conciencia planteados a tantos católicos que no veían motivos de incompatibilidad con su pertenencia a la masonería.

Ante el radical cambio de actitud que supuso el documento de Ratzinger del 26 de noviembre de 1983, varias conferencias episcopales pidieron aclaraciones a Roma en el sentido de saber quién tenía razón en todo este problema, si Ratzinger o su antecesor, Seper; preguntas que hasta ahora habían quedado sin respuesta. Finalmente, ha llegado una respuesta, indirecta en su formulación, con la que se pretende eludir la cuestión

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fundamental de la hostilidad de la masonería contra la Iglesia, que era el único motivo jurídico de incompatibilidad que existía en el código antiguo y se intenta volver a cuestiones doctrinales y de principios, basadas no en documentos masónicos actuales, sino en los testimonios y doctrina de León XIII. Cuando precisamente hoy día se sabe tanto del entorno histórico de aquella época y del confusionismo ideológico entonces existente, al menos en lo que a la masonería se refiere.

En síntesis, el documento que nos ocupa es una clara marcha atrás en la trayectoria seguida por la propia Congregación para la Doctrina de la Fe durante estos últimos años, y más concretamente desde el Vaticano II. Pues del reconocimiento explícito de que hoy día podían existir -y de hecho existen- masonerías que ya no maquinan contra la Iglesia, la conclusión lógica hubiera sido que, por tanto, los principios ideológicos y morales que inspiraban a dichas masonerías no eran opuestos a la Igleisa católica. Y para ello hubiera bastado la lectura y análisis de las constituciones y prácticas de dichas masonerías actuales, sin necesidad de remontarse a León XIII. Sin embargo, la conclusión ha sido precisamente la contraria. La masonería ya no máquina contra la Iglesia, pero sus principios doctrinales no han cambiado, y por tanto, los católicos que se inscriben en la masonería -realizando un simple juego de palabras- ya no están excomulgados, aunque "su inscripción constituye objetivamente un pecado grave", y, por tanto, "no pueden acceder a la santa comunión". Y de paso se desautoriza a las conferencias episcopales y autoridades eclesiásticas locales que en los últimos años se habían pronunciado de una manera más o menos abierta y favorable a la entrada y permanencia de los católicos en la masonería. En adelante se centraliza en Roma el juicio de valor sobre la naturaleza de cualquier logia del mundo -uno más de los absurdos del reciente documento-, aunque muy en la línea involucionista y de recorte de prerrogativas impuesta por la política actual vaticana.

José A. Ferrer Benimeli es sacerdote jesuita, profesor de Historia Contemporánea de la universidad de Zaragoza y presidente del Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española. Autor, entre otras obras, de Masonería e Iglesia católica, El contubernio judeo-masónico comunista y Masonería, Iglesia e Ilustración.