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1 Conferencias sobre avivamientos de religión por Charles G. Finney Edición de 1868 PREFACIO DEL CONFERENCISTA 1835 Recuérdese que estas conferencias fueron dadas a mi congregación. Empezaron sin que yo hubiese previamente trazado un plan o las hubiese bosquejado, y me he dedicado, semana con semana, como un tema introduce otro, y una conferencia introduce otra, a lo que he visto que parece requerir el estado de nuestra gente. Consentí que el editor del Evangelist las publicara, bajo su propia responsabilidad, porque pensó que podrían provocar un interés profundo, y extender su utilidad de manera impresa. Y como ahora soy pastor, y no tengo la salud suficiente para trabajar de evangelista, y como le ha placido al Director de la Iglesia darme algo de experiencia en avivamientos de religión, pensé que sería posible, mientras hacía la obra de pastor en mi propia iglesia, que pudiera de este modo servir a las iglesias de fuera. Encontré un incentivo en particular a ese curso, en el hecho que a mi regreso del Mediterráneo, aprendiera con dolor que el espíritu de avivamiento había declinado grandemente en los Estados Unidos, y que alarmantemente prevalecía un espíritu de discordia y controversia. Las circunstancias peculiares de la iglesia, y el estado de avivamientos, eran tales, como para llevarme inevitablemente a la discusión de algunos puntos que con gusto hubiera evitado, si la omisión hubiese sido consistente con mi plan principal, para alcanzar y levantar la iglesia cuando rápidamente estaba reposando sobre sus heces.

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Conferencias sobre avivamientos de religión

por

Charles G. Finney Edición de 1868

PREFACIO DEL CONFERENCISTA

1835

Recuérdese que estas conferencias fueron dadas a mi congregación. Empezaron sin que yo hubiese previamente trazado un plan

o las hubiese bosquejado, y me he dedicado, semana con semana, como un tema introduce otro, y una conferencia introduce otra,

a lo que he visto que parece requerir el estado de nuestra gente.

Consentí que el editor del Evangelist las publicara, bajo su propia responsabilidad, porque pensó que podrían provocar un interés

profundo, y extender su utilidad de manera impresa. Y como ahora soy pastor, y no tengo la salud suficiente para trabajar de

evangelista, y como le ha placido al Director de la Iglesia darme algo de experiencia en avivamientos de religión, pensé que sería

posible, mientras hacía la obra de pastor en mi propia iglesia, que pudiera de este modo servir a las iglesias de fuera.

Encontré un incentivo en particular a ese curso, en el hecho que a mi regreso del Mediterráneo, aprendiera con dolor que el

espíritu de avivamiento había declinado grandemente en los Estados Unidos, y que alarmantemente prevalecía un espíritu de

discordia y controversia.

Las circunstancias peculiares de la iglesia, y el estado de avivamientos, eran tales, como para llevarme inevitablemente a la

discusión de algunos puntos que con gusto hubiera evitado, si la omisión hubiese sido consistente con mi plan principal, para

alcanzar y levantar la iglesia cuando rápidamente estaba reposando sobre sus heces.

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Estoy lejos de levantar el reclamo de infalibilidad sobre esto o cualquier otro asunto. He dado mi postura, tan lejos como he ido, sin

fingir haber agotado el asunto, o haber hablado de la mejor manera posible sobre los puntos que he discutido.

Estoy muy bien familiarizado con el estado de la iglesia, y especialmente con el estado de sus ministros, para esperar escapar sin

censura. Me he sentido obligado decir algunas cosas que me temo que no serán recibidas tan amablemente como se intentaban,

tengo razón en creer que el gran cuerpo de gente que ora recibirá y se beneficiará por lo que he dicho.

Lo que he dicho sobre el tema de oración, no será entendido, estoy consciente, ni recibido por una cierta porción de la iglesia y

todo lo que puedo decir es: "el que tiene oídos para oír, oiga."

No había tenido ni la más remota idea sino hasta ahora que estas conferencias, en esta u otra forma, se fueran a plasmar en un

libro, pero el llamado urgente para su publicación, en un volumen, y el hecho de que se me hubiese asegurado repetidamente que

su lectura en el Evangelist sería una bendición, y debido a la premura de individuos e iglesias, y que ha resultado en la conversión

de muchos pecadores, me ha llevado a consentir su publicación en esta forma imperfecta.

El reportero ha logrado, en general, darme un bosquejo de las Conferencias, como fueron entregadas. Su informe, haría, en

general más que un esqueleto completo de lo que se ha dicho sobre el tema de ese entonces. En justicia al reportero, diría que al

leer sus informes por escrito, aunque había algunos errores, y equivocaciones, me he llevado la sorpresa que sin estenografía

pudiese informar lo que quería decir.

No tienen, ni buscan, ningún mérito literario. No está en mi plan dar conferencias elegantes. Eran mis discursos muy familiares de

los viernes por las tardes; y mi único objetivo era darlos a entender y que se sintiesen.

Al corregir las conferencias para un volumen, no he tenido tiempo, ni era aconsejable, de reconstruirlas, y cambiar el estilo en el

que se hubiesen reportado. En algunas instancias he cambiado la fraseología, cuando pensé que me había expresado con

confusión, o cuando no se había transmitido una idea verdadera. Pero en casi cada instancia he dejado oraciones como fueron

dichas cuando el pensamiento se expresara perspicazmente, aunque el estilo pudiese haberse mejorado por la enmienda. Fueron

en los reportes del editor, y como tales deben ir ante el público, con pocas añadiduras y alteraciones, como he tenido tiempo de

hacer. Pude haberlas escrito plenamente. Lo dudo pero hubiesen sido más aceptables para muchos lectores. Pero esto fue

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imposible, y la única alternativa fue dejar al público tenerlas tal como están, o rehusar dejarlas en la forma de un volumen. Lamento

que las conferencias no estén en una forma mucho más atractiva, pero he hecho lo que pude bajo las circunstancias; y como es el

deseo de muchos a quienes amo, y me deleito en agradar y honrar, de tenerlas, aunque sea en esta forma imperfecta.

C. G. FINNEY.

1868

Al leer con cuidado el Prefacio anterior, el lector tendrá un indicio del tiempo y las circunstancias que llevó a la entrega y

publicación de estas conferencias. Al revisarlas para una nueva edición, he hecho un poco más que corregir la fraseología en

algunas instancias, añadir nuevas notas a pie de página, y remplazar las dos últimas conferencias por las recién escritas sobre los

mismos textos y preparadas especialmente para esta edición. Estas conferencias son distintas del curso que impartí a mi clase

teológica sobre el mismo tema. Esas conferencias han sido traducidas a las lenguas galesas y francesas, y han sido difundidas

extensamente en donde el inglés o esas lenguas son entendidas. Una casa en Londres publicó 80,000 copias en inglés. Están aún

en circulación y en el mercado en Europa, y tengo gran satisfacción en saber que han sido de gran bendición para miles de almas,

Consecuentemente, no creo que sea prudente darles nueva forma para que sean más atractivas. Dios ha tenido y bendicido su

lectura como han estado, y con excepciones de lo mencionado anteriormente, se las he dejado a las generaciones presentes y

futuras. Si se lee cuidadosamente y se recuerda el prefacio anterior, se entenderá lo que he dicho de la iglesia y de algunos de los

ministros y por qué lo he dicho. Busco en mis hermanos que no tomen a mal lo que he dicho, sino más bien tengan la seguridad

que cada oración ha sido pronunciada con amor, y a menudo con tristeza de corazón. Que Dios siga añadiendo su bendición a la

lectura de estas conferencias.

EL AUTOR

Oberlin College, 22 de octubre de 1868

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CONFERENCIAS SOBRE AVIVAMIENTOS DE RELIGIÓN

Por el Rdo. CHARLES G. FINNEY

CONFERENCIA I

LO QUE ES UN AVIVAMIENTO DE RELIGIÓN

TEXTO. -- Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate

de la misericordia.--Hab. 3:2

Se supone que el profeta Habacuc fue contemporáneo de Jeremías, y esta profecía fue pronunciada con anticipación a la

cautividad de Babilonia. Viendo los juicios que con rapidez vendrían sobre su nación, el alma del profeta agonizó, y clamó por su

nación: "Oh Jehová, aviva tu obra." Como si hubiera dicho: "Oh, Jehová que tus juicios no causen desolación en Israel. En medio

de estos tiempos terribles, que tus juicios sean los medios para avivar la religión entre nosotros; en la ira acuérdate de la

misericordia".

La religión es la obra del hombre. Es algo para que el hombre haga. Consiste en obedecer a Dios con y desde el corazón. Es

deber del hombre. Es cierto que Dios lo induce a cumplirla. Influye en él por su Espíritu, por la gran maldad y renuencia del hombre

a obedecer. Si no fuese necesario que Dios influyera en los hombres &endash;si los hombres estuviesen dispuestos a obedecer a

Dios, no habría ninguna ocasión de orar "Oh Jehová, aviva tu obra." La base de la necesidad por tal oración es que los hombres

están completamente indispuestos a obedecer, y a menos que Dios interponga la influencia de su Espíritu, ningún hombre en la

tierra obedecería los mandamientos de Dios.

Un "avivamiento de religión" presupone una declinación. Casi toda la religión del mundo ha sido producida por avivamientos. Dios

ha visto la necesidad de tomar ventaja de la excitabilidad que hay en la humanidad para provocar agitaciones poderosas entre

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ellos antes de que pueda llevarlos a obedecer. Los hombres son muy perezosos espiritualmente, hay tantas cosas que desvían sus

mentes de la religión, y se oponen a la influencia del Evangelio, lo cual es necesario elevar el entusiasmo entre ellos, hasta que la

ola se levante tan alta como para arrasar los obstáculos. Deben estar tan entusiasmados como para romper estas influencias

contrarias. No es religión ese sentimiento provocado, pues no lo es, pero es el deseo, apetito y sentimiento exaltados lo que

previene la religión. La voluntad está, en un sentido, esclavizada por los deseos carnales y mundanos. De ahí que es necesario

despertar en los hombres un sentido de culpa y peligro, y así producir entusiasmo en oposición al sentimiento y deseo que rompa

el poder del deseo carnal y mundano y dejar que el libre albedrío obedezca a Dios.

Véase la historia de los judíos, y verán que Dios mantenía la religión entre ellos por ocasiones especiales, cuando había una gran

agitación y la gente volvía al Señor. Y luego de haber sido revividos de esa manera, era más que un breve lapso de tiempo antes

de que tantas influencias contrarias fueran puestas sobre ellos para que la religión declinara, y siguiera declinando, hasta que Dios

tuviera tiempo de hablar, por así decirlo, para traer convicción en ellos de pecado por su Espíritu y reprenderlos por su providencia,

y así ganar la atención de las masas para el gran asunto de la salvación, como para producir un despertar propagado de interés

religioso, y como consecuencia un avivamiento de religión. Entonces, las causas contrarias operaban de nuevo, y la religión

declinaba, y la nación era arrasada en un torbellino de lujuria, idolatría y orgullo.

Casi nada hay de principio en la iglesia, tan poca firmeza y estabilidad de propósito, que a menos que los sentimientos religiosos

sean despertados y mantenidos exaltados, prevalecerán sentimientos y exaltación de ánimo mundanos contrarios y los hombres

no obedecerán a Dios. Tienen tan poco conocimiento, y sus principios son tan débiles, que a menos que sean provocados, irán de

aquí para allá en camino del deber, y no harán nada para promover la gloria de Dios. El estado del mundo es tal, y probablemente

será hasta que venga el milenio, que la religión debe ser principalmente por medio de avivamientos. Cuán y qué tan a menudo se

ha intentado el experimento para que la iglesia actúe firmemente para Dios sin esa exaltación periódica de entusiasmo. Muchos

hombres buenos han supuesto, y aún suponen, que la mejor forma de promover religión es ir uniformemente con los impíos y

juntarlos gradualmente sin elevar los ánimos. Pese a la sensatez de ese razonamiento en abstracto, los hechos demuestran su

futilidad. Si la iglesia estuviese lo bastante avanzada en conocimiento, y tuviese la estabilidad suficiente de principio para

mantenerse despierta, tal curso serviría, pero la iglesia está casi nada iluminada y hay tantas causas contrarias, que no iría tan

firmemente la obra sin ningún interés especial de ser despertada. Mientras el milenio avanza, es probable que estas exaltaciones

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periódicas de ánimo sean desconocidas. Entonces la iglesia será iluminada, y serán removidas las causas contrarias, y la iglesia

entera estará en un estado de obediencia habitual y firme a Dios. La iglesia entera se levantará y tomará la mente de infante, y la

cultivará para Dios. Los niños serán entrenados en el camino por el que deben andar, y no habrá tales torrentes de mundanalidad,

costumbres y codicia para quitar la piedad de la iglesia tan pronto como el entusiasmo de un avivamiento sea retirado.

Es muy deseable que deba ser así. Es muy deseable que la iglesia deba continuar firmemente en un curso de obediencia sin estas

exaltaciones de ánimo. Tales exaltaciones están expuestas para dañar la salud. Nuestro sistema nervioso está tan tensado que

cualquier entusiasmo poderoso, si continúa por mucho tiempo, daña nuestra salud y nos hace poco aptos para el deber. Si la

religión va a tener una influencia penetrante en el mundo, no puede ser así; esta religión de irrupciones intermitentes de ánimos

tiene que suprimirse. Entonces será innecesaria. Los cristianos no dormirán la mayor parte del tiempo, y de vez en cuando

despertarán, se frotarán los ojos, hablarán con enfado, vociferarán por un rato, y luego se volverán a dormir. Entonces no habrá

necesidad de que los ministros se fatiguen y se acaben, por sus esfuerzos de retroceder el diluvio de influencia mundana que se

extiende en la iglesia. Aunque el estado del mundo cristiano sea tal, que el esperar promover la religión sin exaltaciones de

entusiasmo es poco filosófico y absurdo. Las grandes exaltaciones políticas de ánimo, y otras mundanas, que agitan la cristiandad,

son poco amigables para la religión, y desvían la mente de los intereses del alma. Ahora estas exaltaciones de ánimo pueden ser

contraatacadas por exaltaciones religiosas de ánimo. Y hasta que haya un principio religioso en el mundo para desanimar las

exaltaciones poco religiosas, es en vano tratar de promover la religión, excepto por exaltaciones contrarias de ánimo. Esto es cierto

en filosofía, y es un hecho histórico.

Es poco probable que la religión progrese entre las naciones impías excepto mediante avivamientos de religión. El intento es

hacerlo ahora por educación, y otros mejoramientos graduales y precavidos. Pero mientras las leyes de la mente permanezcan

como son, no puede hacerse de esa manera. Debe haber la provocación suficiente de ánimo para despertar los poderes morales

dormidos y detener la ola de degradación y pecado. Y precisamente en tanto nuestra tierra se aproxima al paganismo, es imposible

que Dios o el hombre promuevan la religión en tal estado de las cosas, más que mediante exaltaciones poderosas de ánimo. Esto

es evidente por el hecho de que siempre ha sido la forma en que Dios lo ha hecho. Dios no crea estas exaltaciones de ánimo, y

escoge ese método para promover la religión por nada o sin razón. Donde la humanidad está tan renuente de obedecer a Dios, no

actuará hasta que esté animada. Por ejemplo, cuántos hay que saben que deben ser religiosos, pero temen que si se vuelven

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piadosos sus compañeros se van a burlar de ellos. Muchos están casados con ídolos, otros están postergando el arrepentimiento,

hasta que se acoplan en la vida, o hasta que han asegurado su interés mundano favorito. Tales personas nunca cederán su

vergüenza falsa, o renunciarán a sus maquinaciones ambiciosas, hasta que sean movidos por un sentido de culpa que no puedan

ellos mismos contenerse más.

Estas observaciones están diseñadas sólo como una introducción al discurso. Procederé ahora con el bosquejo principal para

mostrar...

I. Lo que no es un avivamiento de religión;

II. Lo que es; y,

III. Las agencias empleadas en promoverlo.

I. UN AVIVAMIENTO DE RELIGIÓN NO ES UN MILAGRO

1. Un milagro se ha definido generalmente como una interferencia Divina, poniendo a un lado, o suspendiendo, las leyes de la

naturaleza. No es un milagro en ese sentido. Todas las leyes de la materia y mente permanecen en vigor. No están suspendidas o

puestas a un lado en un avivamiento.

2. No es un milagro según otra definición del término milagro--algo por encima de los poderes de la naturaleza. No hay nada en la

religión más allá de poderes ordinarios de la naturaleza. Consiste enteramente en el ejercicio correcto de los poderes de la

naturaleza. Es sólo eso y nada más. Cuando la humanidad se vuelve religiosa, no puede ejercer lo que no pudo aplicar antes. Sólo

ejerce los poderes que tenía antes en una manera diferente y los usa para la gloria de Dios.

3. No es un milagro o dependiente de un milagro, en cualquier sentido. Es puramente un resultado filosófico del uso correcto de los

medios constituidos--tanto como cualquier otro efecto producido por la aplicación de medios. Puede haber entre sus causas

antecedentes, o no puede haber. Los apóstoles utilizaron milagros, simplemente como medio por el que atrajeron la atención para

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su mensaje, y establecieron autoridad divina de dicho mensaje. Pero el milagro no fue el avivamiento. El milagro fue una cosa; el

avivamiento que siguió fue otra. Los avivamientos en los días de los apóstoles estaban conectados con los milagros, pero no eran

milagros.

Dije que un avivamiento es el resultado del uso correcto de los medios apropiados. Los medios que Dios ha prescrito para la

producción de un avivamiento, sin duda tienen una tendencia natural para producir un avivamiento. De otro modo Dios no los

hubiera prescrito. Pero todos sabemos que los medios no producirán un avivamiento sin la bendición de Dios. La semilla no

producirá siembra, cuando se planta, sin la bendición de Dios. Es imposible que nosotros digamos que no hay una influencia o

agencia directas de Dios para producir una siembra, como hay para producir un avivamiento. ¿Cuáles son las leyes de naturaleza

según las cuales se supone que la semilla produce siembra? No son más que la manera constituida de las operaciones de Dios.

En la Biblia, la palabra de Dios se compara con una semilla, y la predicación se compara con una semilla para sembrar, y los

resultados con el brote y crecimiento de la siembra. Y el resultado es tan filosófico en un caso, como en el otro, y tan naturalmente

conectado con la causa, o, más correctamente, un avivamiento es un resultado tan natural del uso de los medios apropiados como

un cultivo es del uso de sus medios apropiados. Es cierto que la religión no pertenece propiamente a la categoría de causa y

efecto, aunque no es causada por medios, tiene su ocasión, y puede tan natural y ciertamente resultar de su ocasión como un

cultivo de su causa.

Ojalá que está idea quede fija en sus mentes, pues ha prevalecido la idea que promover la religión tiene algo peculiar en ella, no

para ser juzgada por reglas ordinarias de causa y efecto; en suma, que no hay conexión de los medios con el resultado, y ninguna

tendencia en los medios para producir el efecto. Ninguna doctrina es más peligrosa y absurda que ésta para la posteridad de la

iglesia.

Supóngase que un hombre saliera a predicar esta doctrina entre agricultores sobre la siembra de granos. Que les diga que Dios es

soberano, y que les da una semilla sólo cuando le plazca, y que ellos cultiven, planten y trabajen como si el esperar levantar una

cosecha estuviera muy equivocado, y quitara el trabajo de las manos de Dios, que interfiere con su soberanía, y que está

sucediendo con la propia fuerza de ellos, y que no hay conexión entre los medios y el resultado del que puedan depender. Y ahora,

supongan que los agricultores deban creer esa doctrina. Pues, harían que el mundo se muriera de hambre.

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Así tales resultados seguirán de la iglesia que está siendo persuadida, de que promover la religión es de alguna manera un asunto

misterioso de la soberanía de Dios, que no hay conexión natural entre los medios y el fin. ¿Cuáles son los resultados? Pues bien,

generación tras generación se ha ido al infierno. Sin duda más de cinco millones han ido al infierno, mientras la iglesia ha estado

soñando, y esperando que Dios los salve son el uso de medios. Ha sido el medio más exitoso de destruir almas del diablo. La

conexión es clara en la religión como es cuando el agricultor siembra su grano.

Hay un hecho bajo el gobierno de Dios, digno de observación universal y de recordatorio eterno, es que las cosas más útiles e

importantes son más fácil y seguramente obtenidas por el uso de medios apropiados. Esto es evidentemente un principio en la

administración Divina. De ahí, todas las necesidades de la vida se obtienen con gran certeza por el uso de los medios más

simples. Los lujos son más difíciles de obtener; los medios para procurarlos son más intrincados y menos certeros en sus

resultados, mientras las cosas absolutamente dañinas y ponzoñosas, como el alcohol y similares, son con frecuencia obtenidas por

torturar la naturaleza, y hacer uso de una clase de hechicería infernal para procurar la abominación mortífera. Este principio se

mantiene vigente en el gobierno moral, y como las bendiciones espirituales son de suma importancia, debemos esperar que su

obtención se conecte con gran certeza con el uso de medios apropiados; y tales encontramos ser el hecho, y plenamente creemos

que estos hechos serán conocidos, se averiguará cuando los medios señalados hayan sido utilizados correctamente, las

bendiciones espirituales se hayan obtenido con mayor uniformidad que las temporales.

II. VOY A MOSTRAR LO QUE ES UN AVIVAMIENTO

Es la renovación del primer amor de los cristianos que resulta en el despertar y la conversión de los pecadores hacia Dios. En el

sentido popular, un avivamiento de religión en la comunidad es el levantamiento, vivificación y reclamo de la iglesia más o menos

apóstata y el despertar más o menos general de todas las clases, y el aseguramiento de la atención a las exigencias de Dios.

Presupone que la iglesia está hundida en un estado apóstata, y un avivamiento consiste en que la iglesia se vuelve de sus

apostasías y en la conversión de pecadores.

I. Un avivamiento siempre incluye reprensión de pecado de parte de la iglesia. Profesantes apóstatas no pueden despertar y

empezar de inmediato en el servicio de Dios sin búsquedas profundas de corazón. Las fuentes de pecado necesitan romperse. En

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un verdadero avivamiento, los cristianos siempre son llevados a tales reprensiones; ven sus pecados en una luz tal que con

frecuencia ven que es imposible mantener una esperanza de su aceptación con Dios. No siempre se llega a ese punto, pero hay

siempre, en un avivamiento genuino, profundas reprensiones de pecado, y casos frecuentes de abandono de toda esperanza.

2. Los cristianos apóstatas son llevados al arrepentimiento. Un avivamiento no es más que un nuevo comienzo de obediencia a

Dios. Así como en el caso de un pecador convertido, el primer paso es un arrepentimiento profundo, un rompimiento de corazón,

echándose en el polvo ante Dios, con humildad profunda, y abandono de pecado.

3. Los cristianos tendrán su fe renovada. Mientras estén en un estado de apostasía estarán ciegos al estado de los pecadores. Sus

corazones son tan duros como el mármol. Las verdades de la Biblia sólo aparecen como un sueño. Admiten que todo es verdad;

su conciencia y su juicio lo admiten, pero su fe no ve que resalte audazmente, en todas las realidades abrasadoras de la eternidad.

Pero cuando entran al avivamiento, ya no ven más a los hombres como árboles que caminan, sino ven las cosas en esa luz fuerte

que renovará el amor de Dios en sus corazones. Eso los llevará a la celosa labor de conducir a otros a él. Se dolerán que otros no

amen a Dios, cuando ellos lo aman tanto. Y se alistarán ellos mismos con mucha emoción para persuadir a sus vecinos que rindan

su corazón a él. Así que el amor por los hombres será renovado. Serán llenos de amor tierno e incandescente por las almas.

Tendrán un deseo vehemente por la salvación de todo el mundo. Estarán en agonía por los individuos quienes quieren que sean

salvos--sus amigos, parientes, enemigos. No sólo les urgirán que rindan sus corazones a Dios, sino que los cargarán hacia Dios en

los brazos de la fe, y con gemidos fuertes y lágrimas buscarán a Dios para que tenga misericordia de ellos y salve sus almas de las

llamas eternas.

4. Un avivamiento rompe el poder del mundo y del pecado sobre los cristianos. Los lleva a tal posición ventajosa que obtiene un

impulso fresco hacia el cielo. Tienen un nuevo sabor anticipado del cielo, y nuevos deseos por la unión con Dios, y se rompe el

encanto del mundo y se vence el poder del pecado.

5. Cuando las iglesias son de ese modo despertadas y reformadas, sigue la reforma y salvación de los pecadores, pasando por las

mismas etapas de reprensión, arrepentimiento y reforma. Sus corazones serán rotos y cambiados. Muy frecuentemente los

libertinos más abandonados están entre los sujetos. Rameras, borrachos, paganos, y todo tipo de personajes marginados, son

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despertados y convertidos. Lo más vil entre los seres humanos es ablandado y reclamado, y hechos para aparecer criaturas tan

encantadoras de la belleza de la santidad.

III. VOY A CONSIDERAR LAS AGENCIAS EMPLEADAS EN LLEVAR ADELANTE UN AVIVAMIENTO DE RELIGIÓN

Normalmente, hay tres agentes empleados en la obra de la conversión, y un instrumento. Los agentes son Dios, alguien que trae la

verdad para recordarse, y el pecador mismo. El instrumento es la verdad. Siempre hay dos agentes, Dios y el pecador, empleados

y activos en cada caso de conversión genuina.

1. La agencia de Dios es doble; por su providencia y su Espíritu.

(1.) Por su gobierno providencial, él arregla de tal modo los eventos como para que estén en contacto la mente y la verdad. Lleva

al pecador donde la verdad alcanza sus oídos y ojos. Es con frecuencia interesante descubrir la manera en que Dios arregla los

eventos para que sucedan, y cuán seguido hace todo para favorecer un avivamiento. El estado del tiempo, de la salud pública, y

otras circunstancias concuerdan para hacer que todo salga bien para favorecer la aplicación de la verdad con la eficacia posible.

Cómo a veces manda a un ministro al momento que es querido. ¡Cómo saca una verdad en particular, en el momento preciso

cuando el individuo está listo para ser alcanzado!

(2.) La agencia especial de Dios por su Espíritu Santo. El tener acceso directo a la mente, saber infinitamente bien toda la historia y

estado del pecador, él utiliza esa verdad que mejor se adapta a su caso particular, y luego lo pone en su lugar que debe estar con

poder Divino. Le da tal vivacidad, fortaleza y poder que el pecador se atemoriza, y arroja sus armas de rebelión, y se vuelve al

Señor. Bajo esta influencia, la verdad quema y abre paso como fuego. Hace que la verdad sobresalga en tales aspectos, que

aplaste al hombre más orgulloso con el peso de una montaña. Si los hombres están dispuestos a obedecer a Dios, la verdad es

dada con suficiente claridad en la Biblia, y de la predicación podrían aprender que todo es necesario para que ellos sepan. Pero

porque están totalmente renuentes a obedecerlo, Dios lo aclara ante sus mentes, y lanza un rayo de luz convincente sobre las

almas, que no pueden soportar y se rinden a ella, obedecen a Dios y se salvan.

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2. La agencia de los hombres es comúnmente empleada. Los hombres no son simples instrumentos en las manos de Dios. La

verdad es el instrumento. El predicador es un agente moral en la obra; actúa; no es un simple instrumento pasivo; es voluntario

para promover la conversión de los pecadores.

3. La agencia del pecador mismo. La conversión de un pecador consiste en su obediencia a la verdad. Es por tanto imposible que

tome el lugar sin su agencia, pues consiste en su actuación correcta. Es influido a eso por la agencia de Dios, y por la agencia de

los hombres. Los hombres actúan en su prójimo, no sólo por el lenguaje, sino por sus miradas, sus lágrimas, su comportamiento

diario. Véase a ese impenitente ahí, quien tiene una esposa piadosa. Sus mismas miradas, su ternura, su solemnidad, su dignidad

compasiva, suavizada y moldeada a la imagen de Cristo son un sermón para él todo el tiempo. Tiene que distraer su mente,

porque es un reproche tal para él. Siente el sermón que suena en sus oídos todo el día.

La humanidad está acostumbrada a leer las expresiones de sus semejantes. Los pecadores con frecuencia leen el estado de una

mente cristiana en sus ojos. Si sus ojos están llenos de frivolidad, o ansiedad y maquinación mundanas, los pecadores lo leen; y

con frecuencia son llevados a la reprensión por apenas ver las expresiones de cristianos.

Un individuo una vez fue a una fábrica a ver la maquinaria. Su mente era solemne, como había estado donde hubo un avivamiento.

La gente que trabajaba ahí lo conocía de vista, sabía quién era. Una joven que estaba trabajando lo vio, y le dijo algo absurdo en

voz baja a su compañera, y se río. La persona se detuvo y la vio con un sentimiento de dolor. Se detuvo ella, su hilo se rompió, y

estaba tan agitada que no pudo unirlo. Vio hacia afuera por la ventana para reponerse, y trató una y otra vez hacerlo. Por fin se

sentó, vencida por sus sentimientos. La persona se acercó y le habló, pronto mostró un sentido profundo de pecado. El sentimiento

se propagó por todo el lugar como fuego, y en unas horas casi todos los empleados estaban bajo tal reprensión que el dueño,

aunque un hombre mundano, estaba estupefacto, y pidió que se detuviera el trabajo y se hiciera una reunión de oración, pues dijo

que era mucho más importante tener a la gente convertida que continuara el trabajo. En unos días, el dueño y casi todos los

empleados en el establecimiento se convirtieron. El ojo de este individuo, su expresión solemne, su sentimiento compasivo,

reprendió la frivolidad de la joven, y la llevó a sentirse acusada de pecado, y siguió el avivamiento, probablemente en gran medida,

de un incidente tan pequeño.

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Si los mismos cristianos tienen un sentimiento profundo sobre el tema de religión, producirán un sentimiento profundo donde

vayan. Y si son fríos, o livianos y frívolos, inevitablemente destruirán todo sentimiento profundo, incluso en pecadores despiertos.

Supe de un caso de una mujer que estaba muy ansiosa, pero un día me dolió el enterarme que su sentido de reprensión parecía

haberse ido. Le pregunté qué había estado haciendo. Me dijo que había pasado la tarde en tal lugar, entre observantes de religión,

sin pensar que su sentido de reprensión se disiparía al pasar la tarde con los observantes de religión. Pero eran vanos y frívolos, y

así su sentido de reprensión se perdió. Y sin duda aquellos observantes de religión, por su locura, destruyeron un alma, pues ese

sentido de reprensión no volvió.

A la iglesia se le requiere usar los medios para la conversión de los pecadores. No se puede decir propiamente que los pecadores

usen los medios para su propia conversión. La iglesia usa los medios. Lo que hacen los pecadores es someterse a la verdad, o

resistirla. Es un error que los pecadores piensen que están usando los medios para su propia conversión. Toda la corriente del

avivamiento, y todo acerca de él, está diseñado para presentar la verdad a la mente de ustedes para su obediencia o resistencia.

OBSERVACIONES

1. Los avivamientos anteriormente fueron considerados como milagros. Y así ha sido por muchos incluso hoy en día. Y otros tienen

ideas sobre el tema tan sueltas y poco satisfactorias que si sólo pensaran verían su disparate. Por mucho tiempo, la iglesia supuso

que un avivamiento era un milagro, una interposición de poder Divino que no tenía nada que ver, y que no había más agencia en

producirlo que la que había para producir un trueno, o tormenta de granizo, o terremoto. Con los años los ministros generalmente

supusieron que los avivamientos eran para ser promovidos, por el uso de medios diseñados y adaptados especialmente para ese

objetivo. Incluso en Nueva Inglaterra, se ha supuesto que los avivamientos vinieron como las lluvias, a veces en un pueblo, a veces

en otro, cuando cae sobre el pueblo vecino.

Se suponía que un avivamiento vendría sólo una vez cada quince años, y que todos los que Dios quería que se convirtieran se

convertirían, y entonces debían esperar hasta que otra siembra se diera en el escenario de la vida. Finalmente, el tiempo se acortó

a cinco años, y supusieron que podía haber un avivamiento tan seguido como ése.

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He oído un hecho en relación con uno de esos pastores, que supuso que los avivamientos sucederían una vez cada cinco años.

Había habido un avivamiento en su congregación. Al año siguiente, hubo un avivamiento en el pueblo vecino, y fue a predicar a allí

y se quedó varios días, hasta que su alma se ocupó en la obra. Regresó el sábado, y fue a su estudio para preparase para el

domingo. Su alma estaba en agonía. Pensó cuántos adultos había en su congregación en enemistad contra Dios--tantas almas

aún sin convertir--tantas personas mueren cada año--tal número sin convertir--si el avivamiento no llega en cinco años, tantas

cabezas de familia estarán en el infierno. Puso sus cálculos en papel, y los incorporó en su sermón, con su corazón dolido por el

panorama terrible. Como lo entendí, no lo hizo con una expectativa de avivamiento, sino sintió profundamente, y derramó su

corazón a su gente. Y ese sermón despertó a cuarenta cabezas de familia, y siguió un avivamiento poderoso; y así su teoría sobre

un avivamiento en cinco años explotó toda.

Del mismo modo Dios ha desechado, generalmente, la teoría de que los avivamientos son milagros.

2. Nociones erradas sobre la soberanía de Dios han impedido grandemente los avivamientos.

Mucha gente ha supuesto que la soberanía de Dios es algo muy diferente de lo que es. Han supuesto que es una disposición

arbitraria de eventos, y particularmente del don de su Espíritu, como excluido de un empleo racional de medios para promover un

avivamiento de religión. Pero no hay evidencia en la Biblia que Dios ejerce cualquier soberanía como ésa. No hay hechos para

probarla. Pero todo indica que Dios tiene medios conectados con el fin a través de todos los departamentos de su gobierno--en

naturaleza y gracia. No hay evento natural que su propia agencia no le concierna. No ha construido la creación como una máquina

vasta que vaya sin su cuidado subsecuente. No se ha retirado él del universo para que trabaje ella por sí misma. Esto es ateísmo

puro. Él ejerce una superintendencia y control universales. Y sin embargo cada evento de la naturaleza ha sido llevado a cabo por

medios. Tampoco él administra la providencia ni la gracia con ese tipo de soberanía que dispensa con el uso de medios. No hay

más soberanía en uno que en el otro.

Y sin embargo algunas personas están terriblemente consternadas por todos los esfuerzos directos para promover un avivamiento,

y claman: "Estás tratando de levantar un avivamiento con tus propias fuerzas. Ten cuidado, estás interfiriendo con la soberanía de

Dios. Mejor sigue en el curso normal, y que Dios dé un avivamiento cuando crea oportuno. Dios es un soberano, y está muy mal

que intentes levantar un avivamiento sólo porque crees que se necesita uno". Ésta es la predicación que el diablo quiere. Y los

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hombres no pueden hacer la obra del diablo más efectivamente que predicar la soberanía de Dios, como una razón por la cual no

deban esforzarse para producir un avivamiento.

3. Vean el error de aquellos que están empezando a pensar que la religión que puede ser mejor promovida en el mundo es sin

avivamientos, y quienes están dispuestos a rendir los esfuerzos para producir despertares religiosos. Porque hay males que

surgen en algunas instancias de las grandes exaltaciones de emoción sobre el tema de religión, son de la opinión que es mejor

dispensar junto con ellos todo. Esto no es y no debe ser. Cierto, hay peligro de abusos. En casos de exaltación religiosa de ánimo

y otras exaltaciones, algunos males incidentales pueden esperarse desde luego. Pero esto no es razón por la que uno se dé por

vencido. Las mejores cosas están siempre expuestas a abusos. Muchos y grandes males se han originado en los gobiernos

morales y providenciales de Dios. Pero estás perversiones y males previstos no fueron considerados una razón suficiente para

ceder. Pues el establecimiento de estos gobiernos fue en general lo mejor que pudo haberse hecho para la producción de la más

grande cantidad de felicidad. Así en avivamientos de religión, la experiencia encuentra que en el estado presente del mundo la

religión no puede ser promovida a una extensión considerable sin ellos. Los males de los que a veces nos quejamos, cuando son

reales, son incidentales, y de pequeña importancia cuando se compara con la cantidad de bien producido por avivamientos. El

sentimiento no debe ser admitido por la iglesia de que los avivamientos cesen. Está lleno de todo lo que es peligroso para los

intereses de Sion, es muerte a la causa de las misiones, y trae en su séquito la condenación del mundo.

FINALMENTE. &endash;Tengo una propuesta que hacerles a ustedes que están presentes. No he comenzado este curso de

Conferencias sobre avivamientos para levantar una teoría curiosa de mi propio tema. No perdería el tiempo y gastaría mis fuerzas

meramente en darles instrucciones para gratificar su curiosidad y darles algo de qué hablar. No es mi idea predicar sobre

avivamientos. No es mi plan predicar como para puedan decir al final: "Entendemos todo ahora sobre avivamientos", mientras no

hacen nada. Pero quisiera hacerles una pregunta: ¿Para qué escuchar sobre conferencias de avivamientos? ¿Quién dice que

cuando estén convencidos que su deber es promover un avivamiento van a ir a trabajar y practicarlo?

¿Seguirán las instrucciones que les dé de la palabra de Dios y las pondrán en práctica en sus propias vidas? ¿Las transmitirán a

sus familias, conocidos, vecinos y toda la ciudad? ¿O pasarán el invierno aprendiendo sobre avivamientos sin hacer nada por

ellos? Quiero, tan pronto como aprendan cualquier cosa sobre el tema de avivamientos que lo pongan en práctica, y salgan a

trabajar y vean si no pueden promover un avivamiento entre pecadores aquí. Si no van a hacer eso, quisiera que me lo dijeran

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desde el principio para que no gaste mis fuerzas. Deben decidir ahora si obedecerán el evangelio. Y no tenemos más autoridad

para darles tiempo de deliberar si obedecerán a Dios que el que tenemos para dejar a los pecadores que lo hagan. Les hacemos

un llamado para que se unan ahora en un compromiso solemne con Dios, que cumplirán su deber tan rápido como aprendan lo

que es, y oren que Dios derrame su Espíritu sobre esta iglesia y la ciudad este invierno.

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CONFERENCIA II

CUÁNDO UN AVIVAMIENTO SE ESPERA

TEXTO. --¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?--Salmo 85:6

Este salmo parece haber sido escrito al inicio del regreso del pueblo de Israel de la cautividad de Babilonia; como fácilmente se ve

por el lenguaje. El salmista sintió que Dios había sido muy favorable al pueblo, y mientras contemplaba la bondad del Señor por

traerlos de vuelta de la tierra donde habían sido llevados cautivos, y mientras veía los prospectos ante ellos, irrumpe en una

oración para un Avivamiento de Religión, "¿no volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?" Ya que Dios en su

providencia había restablecido las ordenanzas de su casa entre ellos, ora que pueda haber un avivamiento de religión para coronar

la obra.

El viernes pasado intenté mostrar lo que no era un avivamiento de religión; lo que es un avivamiento; y las agencias empleadas en

promocionarlo. Los temas que quiero llamar su atención esta noche son:

I. Cuándo se necesita un avivamiento

II. La importancia del avivamiento cuando se necesita

III. Cuándo el avivamiento se espera.

I. ¿CUÁNDO SE NECESITA UN AVIVAMIENTO?

1. Cuando hay una falta de amor fraternal y confianza cristiana entre los observantes de religión, entonces se necesita un

avivamiento. Entonces hay un llamado fuerte para que Dios reviva su obra. Cuando los cristianos se han hundido en un estado

bajo de apostasía, no tienen, ni deben tener, ni hay razón para que tengan, el mismo amor y confianza hacia unos y otros, como

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cuando están vivos todos, y activos, viviendo vidas santas. El amor de benevolencia puede ser el mismo, pero no el amor de

complacencia. Dios ama a todos los hombres con amor de benevolencia, pero no siente amor de complacencia hacia nadie

excepto por quienes viven en santidad. Los cristianos no aman y no pueden amarse los unos a los otros con el amor de

complacencia, sólo en proporción a su santidad. Si el amor cristiano es el amor de la imagen de Cristo en su pueblo, entonces

nunca puede ejercerse sólo donde esa imagen real o aparentemente exista. Una persona debe reflejar la imagen de Cristo, y

mostrar el espíritu de Cristo, antes de que otros cristianos puedan amarlo con amor de complacencia. Es en vano pedir a cristianos

que se amen unos a otros con el amor de complacencia, como cristianos, cuando están hundidos en estupidez. No ven nada en

uno y el otro para producir este amor. Es casi imposible que deban sentir lo contrario hacia otros que hacia los pecadores.

Meramente el saber que pertenecen a la iglesia, verlos ocasionalmente en la mesa de la comunión, no producirá amor cristiano, a

menos que vean la imagen de Cristo.

2. Cuando hay disensiones, celos, y murmuraciones entre los observantes de religión, entonces hay una gran necesidad de

avivamiento. Estas cosas muestran que los cristianos se han alejado de Dios, y es tiempo para pensar seriamente en un

avivamiento. La religión no puede prosperar con tales cosas en la iglesia, y nada puede poner fin a eso como un avivamiento.

3. Cuando hay un espíritu mundano en la iglesia. Es claro que la iglesia está hundida en un estado bajo de apostasía cuando se

ven cristianos conformarse al mundo en vestido, carruajes, fiestas, búsqueda de entrenamientos mundanos, lectura de novelas, y

otros libros que el mundo lee. Muestra que están lejos de Dios, y que hay gran necesidad de un avivamiento de religión.

4. Cuando la iglesia encuentra a sus miembros que caen en pecados escandalosos y vulgares, entonces es tiempo para que la

iglesia despierte y clame a Dios por un avivamiento de religión. Cuando tales cosas están tomando lugar, como dar a los enemigos

de religión una ocasión de reproche, es tiempo para que la iglesia pregunte a Dios, "¿Qué será de tu gran nombre?

5. Cuando hay un espíritu de controversia en la iglesia o en la tierra, un avivamiento es necesario. El espíritu de religión no es el

espíritu de controversia. No puede haber prosperidad en la religión donde prevalece el espíritu de controversia.

6. Cuando los perversos triunfan sobre la iglesia y la denigran, es tiempo de buscar un avivamiento de religión.

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7. Cuando los pecadores son descuidados y estúpidos, y están hundiéndose hacia el infierno sin preocupación, es tiempo que la

iglesia se reanime. Es tanto el deber de la iglesia de despertar como el de los bomberos es despertarse cuando hay un incendio

durante la noche en una gran ciudad. La iglesia debe apagar el fuego del infierno que está sobre los perversos. ¡Dormir! ¿Acaso

deben dormir los bomberos, y que se consuma toda la ciudad?, ¿qué se pensaría de tales bomberos? Y sin embargo su culpa no

se compararía con la culpa de los cristianos que duermen mientras los pecadores alrededor se hunden neciamente en las llamas

del infierno.

II. VOY A MOSTRAR LA IMPORTANCIA DE UN AVIVAMIENTO DE RELIGIÓN EN TALES CIRCUNSTANCIAS

1. Un avivamiento de religión es lo único que puede quitar el reproche que cubre a la iglesia, y restaurar la religión al lugar que

debe tener en la estimación del público. Sin un avivamiento, este reproche cubrirá a la iglesia más y más, hasta que esté abrumada

con el desdén universal. Ustedes pueden hacer lo que quieran, y pueden cambiar los aspectos de la sociedad en algunas cosas,

pero no harán un bien real; será peor sin un avivamiento de religión. Pueden salir y construir una nueva casa espléndida de culto, y

forrar los asientos con damasco, poner un púlpito caro, conseguir un órgano magnífico, y todo de ese tipo de cosas, para echar la

casa por la ventana, y de esa forma puedan procurar un respeto por la religión entre los perversos, pero en realidad no hace bien.

Más bien lastima. Los confunde en cuanto a la verdadera naturaleza de la religión, y hasta ese momento de convertirlos, los aleja

de la salvación. Vean donde han rodeado el altar del cristianismo con esplendor, y verán que la impresión producida es contraria a

la verdadera naturaleza de la religión. Debe haber una energía que despierte, de parte de los cristianos, y un derramamiento del

Espíritu de Dios, o el mundo se reirá de la iglesia.

2. Ninguna otra cosa más va a restaurar el amor y la confianza cristianas entre los miembros de la iglesia. Nada más que un

avivamiento de religión puede restaurarlo, y ninguna otra cosa más debe restaurarlo. No hay otra manera de despertar ese amor

de cristianos del uno por el otro, que a veces sentimos, cuando tienen tal amor que no pueden expresar. No se puede tener tal

amor sin confianza; y no se puede restaurar la confianza sin tal evidencia de piedad como se ve en un avivamiento. Si el ministro

se da cuenta que ha perdido en cualquier grado la confianza de la gente, debe trabajar por un avivamiento como el único medio de

volver a ganar la confianza. No quiero decir que esto debe ser su motivo para trabajar por un avivamiento como el único medio de

volver a ganar la confianza, sino que un avivamiento mediante la instrumentalidad del ministro, y normalmente nada más, le

restaurará la confianza de la parte de la oración de su gente. Entonces si un anciano o un miembro común de la iglesia se da

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cuenta de que un hermano es frío hacia él, sólo hay una manera de remediarlo. Es mediante que él mismo se avive, derramando

de sus ojos y de su vida el esplendor de la imagen de Cristo. Este espíritu agarrará y se propagará en la iglesia, y la confianza se

renovará, y el amor fraternal prevalecerá de nuevo.

3. En ese momento es indispensable un avivamiento de religión para apartar los juicios de Dios de la iglesia. Esto sería una

predicación extraña si los avivamientos fueran sólo milagros, y si la iglesia no tuviera, más agencia en producirlos que lo que tiene

para hacer una tormenta eléctrica. Decir a la iglesia que a menos que haya un avivamiento uno puede esperar juicios, entonces

sería ridículo como decir, si no tienen una tormenta eléctrica, pueden esperar juicios. El hecho es que los cristianos tienen más

culpa por no ser avivados que los pecadores por no haberse convertido. Y si no son despertados, con seguridad pueden saber que

Dios los visitará con sus juicios. ¡Cuán frecuente Dios visitaba la iglesia judía con juicios porque no se arrepentían y no eran

avivados al llamado de sus profetas! Cuán frecuente hemos visto a las iglesias, incluso denominaciones enteras, maldecir con

maldición porque no despiertan y buscan al Señor y oran: "¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?"

4. Nada más que un avivamiento de religión puede preservar una iglesia así de exterminio. Una iglesia en declive así no puede

continuar existiendo sin un avivamiento. Si recibe miembros nuevos, formarán parte, en su mayoría, de personas impías. Sin

avivamientos no será normalmente tantas personas convertidas como mueren una tras otra en un año, y no habrá ningún

avivamiento para convertir a otras en su lugar hasta que la iglesia se haya acabado y la organización se haya disuelto.

Un ministro me dijo que había sido misionero en Virginia, en la tierra donde un hombre como Samuel Davies brilló e iluminó como

una antorcha ardiente; y que la iglesia de Davies se había reducido tanto como a un miembro varón, y él, si bien recuerdo, era de

color. La iglesia se había vuelto orgullosa y se estaba acabando. Supe de una iglesia en Pensilvania, que estaba floreciendo, pero

descuidó los avivamientos, y se redujo tanto que el pastor tuvo que mandar a la iglesia vecina por un anciano gobernante cuando

se daba la comunión. ¿Por qué no en ese caso dejar a cualquier miembro de la iglesia, mujer u hombre, que distribuyera los

elementos? ¿Era indispensable tener un anciano?

5. Nada más que un avivamiento de religión puede prevenir los medios por la gracia que hagan gran daño a los impíos. Sin un

avivamiento, se endurecerán más y más bajo la predicación, y experimentarán una condenación más horrorosa que la que tendrían

si nunca hubieran oído el evangelio. Sus hijos y amistades tendrían un destino más terrible en el infierno, en consecuencia de los

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medios por la gracia, si no hay avivamientos para convertirlos a Dios. Mejor están ellos si no hay medios por la gracia, sin

santuario, sin Biblia, sin predicación, y si ellos nunca oyen el evangelio, que vivir y morir donde no hay avivamiento. El evangelio es

olor de muerte para muerte, y si no se hace el olor de vida para vida.

6. No hay otro modo en el que una iglesia pueda santificarse, crecer en gracia, y estar apta para el cielo. ¿Qué es gracia creciente?

¿Acaso es oír sermones y obtener nociones nuevas sobre religión? No, no es tal cosa. El cristiano que hace eso, y nada más, va

de mal en peor, y se endurece más y más, y cada semana le es más difícil levantarse para cumplir su deber.

III. VOY A MOSTRAR CUÁNDO UN AVIVAMIENTO PUEDE ESPERARSE

1. Cuando la providencia de Dios indica que un avivamiento está próximo. Las indicaciones de la providencia de Dios son a veces

tan simples como para ser iguales a una revelación de su voluntad. Hay una conspiración de eventos para abrir paso, una

preparación de las circunstancias para favorecer un avivamiento, para que aquellos que se asoman puedan ver que un

avivamiento está próximo, tan plenamente como si se hubiera revelado desde el cielo. Han ocurrido casos en este país, donde

manifestaciones providenciales fueron tan simples, que quienes son observadores cuidadosos, no titubearon en decir que Dios

venía para derrama su Espíritu, y conceder un avivamiento de religión. Hay varias maneras para que Dios nos muestre su voluntad

para unas personas, a veces dando medios singulares, a veces por eventos singulares y alarmantes, a veces notoriamente

favoreciendo el empleo de los medios, por el clima, la salud, etc.

2. Cuando la maldad de los perversos lastima, duele y humilla a los cristianos. A veces a los cristianos no parece importarles nada

acerca de la maldad alrededor de ellos. O si hablan al respecto, es de una manera fría e insensible, como si una reforma los

desesperara; están dispuestos a llamar la atención de los pecadores--no a sentir la compasión del Hijo de Dios por ellos. Pero a

veces la conducta de los malvados lleva a los cristianos a orar, los quebranta, los hace entristecerse y enternecerse, para que

puedan llorar día y noche, y en vez de llamar la atención y reprocharlos, esforzadamente oran por ellos. Entonces uno esperaría un

avivamiento. En efecto, éste es un avivamiento que ya empezó. A veces los malvados se levantarán en oposición a la religión. Y

cuando esto lleva a poner de rodillas a los cristianos para orar a Dios con lamento y lágrimas, uno puede estar seguro que va a

haber un avivamiento. La prevalencia de la maldad no es evidencia en lo absoluto que no va a haber un avivamiento. Eso es con

frecuencia el tiempo de Dios para la obra. Cuando venga el enemigo como río, el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él.

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Con frecuencia la primera indicación de avivamiento es que el diablo levanta algo nuevo en oposición. Invariablemente tendrá uno

o dos efectos. Ya sea que lleve a cristianos a Dios o los aleje de Dios hacia alguna política carnal o que empeore las cosas. Con

frecuencia de la perversidad más escandalosa de los impíos sigue un avivamiento. Si los cristianos están hechos para sentir que

no tienen esperanza más que en Dios, y si aún les queda suficiente sentimiento para velar por el honor de Dios y la salvación de

las almas de los impenitentes, seguramente habrá un avivamiento. Que el infierno se desparrame de fuego si quiere, y arroje

tantos demonios como hay piedras en el pavimento, si sólo conduce a cristianos a orar, no podrán obstruir un avivamiento. Que

Satanás se alce en revuelta y que suene la trompeta tan fuerte como le plazca, si los cristianos sólo se humillan y oran, pronto

verán el brazo desnudo de Dios en un avivamiento de religión. He sabido de instancias donde el avivamiento ha roto las filas del

enemigo, casi tan repentino como un rugido de trueno, y los ha dispersado--tomado a los mismos cabecillas como trofeos, y

deshecho su banda en un instante.

3. Un avivamiento puede esperarse cuando los cristianos tienen un espíritu de oración por él. Esto es, cuando oran como si sus

corazones estuvieran prestos para un avivamiento. A veces los cristianos no se ocupan de la oración por un avivamiento, ni

siquiera cuando están animados en la oración. Sus mentes están en algo más; están orando por algo más--la salvación de los

impíos o algo parecido--y no por un avivamiento entre ellos, pero cuando sienten la falta de un avivamiento, oran por él; sienten por

sus familias y por donde viven, oran por ellos como si no pudieran negárseles. ¿Qué constituye un espíritu de oración? ¿Es acaso

palabras cálidas y muchas oraciones? No. La oración es el estado del corazón. El espíritu de oración es un estado de deseo y

ansiedad continuos de la mente por la salvación de los pecadores. Es algo que los aflige. Es lo mismo, en cuanto a la filosofía de la

mente se refiere, como cuando un hombre está ansioso por algún interés mundano. Un cristiano que tiene un espíritu de oración se

siente ansioso por las almas. Es el tema de sus pensamientos todo el tiempo, y lo hace ver y actuar como si tuviera una carga en

su mente. Piensa en ellos de día, y sueña con ellos de noche. Esto es propiamente orar sin cesar. Las oraciones del hombre

parecen fluir desde su corazón como agua--"Oh Jehová, aviva tu obra". A veces este sentimiento es muy profundo; las personas

que se han postrado, que no se pueden levantar o sentar. Puedo nombrar a hombres en ese estado, de temple de acero, que se

levantan con carácter elevado, que han sido molidos con dolor por el estado de los pecadores. Han de hecho sufrido dolores de

parto por el alma de los pecadores hasta que estaban tan impotentes como niños. El sentimiento no es siempre tan grande como

ese, pero tales cosas son mucho más comunes de lo que se supone. En los grandes avivamientos de 1826 eran comunes. Esto

por ningún motivo es entusiasmo. Esto es lo que Pablo sintió cuando dice: "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de

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parto". Supe de una persona en ese estado, que no vivía sin oración. No podía descansar día ni noche, a menos de que alguien

estuviera orando. Entonces se quedaba tranquila, pero si cesaban, se estremecía en agonía hasta que hubiera de nuevo oración.

Y esto siguió por dos días, hasta que prevalecieron en oración, y su alma se tranquilizó. El dolor de parto del alma es esa agonía

profunda, que las personas sienten cuando se agarran de Dios para tal bendición y no lo dejan ir hasta que la reciben. No quiero

que se entienda que un espíritu de oración es esencial, que la preocupación sea tan grande como esa. Pero este deseo esmerado,

profundo y continuo por la salvación de los pecadores es lo que constituye el espíritu de oración por un avivamiento. Es un

avivamiento que se empieza en tanto este espíritu de oración se extiende.

Cuando este sentimiento existe en la iglesia, a menos que el Espíritu sea ahuyentado al ser afligido por el pecado, infaliblemente

habrá un avivamiento de cristianos e involucrará las conversiones de los pecadores a Dios. Esta ansia y congoja aumentan hasta

que el avivamiento comienza. Un clérigo me contó de un avivamiento entre su gente, el cual comenzó con una mujer fervorosa y

devota en la iglesia. Se llenó de ansia por los pecadores y estuvo orando por ellos, y oraba y su congoja aumentaba; finalmente

acudió al ministro, habló con él, y le pidió que hiciera una reunión ansiosa, pues sentía que se necesitaba una. El ministro le dio

largas, pues no sentía nada. A la semana siguiente volvió, y le pidió que hiciera una reunión ansiosa; sabía ella que alguien

acudiría, pues sintió como si Dios fuera a derramar su Espíritu. Le volvió a dar largas. Finalmente ella le dijo "si no hace la reunión

ansiosa, moriré, porque ciertamente habrá un avivamiento". Al domingo siguiente él anunció la reunión y dijo si había alguien que

quisiera hablar con él sobre la salvación de sus almas, que los vería en la tarde. No sabía de ninguno, pero cuando llegó al lugar,

para su asombro vio a muchos ansiosos que querían saber más. Ahora, ¿no creen que la mujer sabía que iba a haber un

avivamiento? Llámenle como quieran, una revelación nueva, una revelación antigua, o cualquier otra cosa. Yo digo que era el

Espíritu de Dios que enseñó a esa mujer de oración que iba a haber un avivamiento. "El secreto de Jehová" era para ella, y el la lo

sabía. Sabía que Dios había estado en su corazón y lo llenó tanto que no lo podía contener más.

A veces los ministros han tenido esta congoja sobre sus congregaciones, de modo que sienten como si no pudieran vivir si no ven

un avivamiento. A veces los ancianos y diáconos, o miembros comunes de la iglesia, hombres o mujeres, tienen el espíritu de

oración por un avivamiento de religión, a fin de que se agarren y prevalezcan con Dios hasta que derrame su Espíritu. El primer

rayo de luz que irrumpió en la medianoche que descansó sobre las iglesias en Oneida, en el otoño de 1825, fue de una mujer de

salud débil, quien creo yo, nunca había estado en un avivamiento poderoso. Su alma se afligía por los pecadores. Estaba en

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agonía por la región. No sabía que la aquejaba, pero oraba más y más hasta que pareció como si la agonía destruyera todo su

cuerpo. Por fin se llenó de gozo, y exclamó: "¡Dios ha llegado! ¡Dios ha llegado! No hay equivocación, la obra ha comenzado, y

está sobre la región". Y ciertamente, la obra comenzó, y casi toda su familia se convirtió, la obra se propagó por casi toda esa parte

de la comarca. Ahora, ¿creen que esa mujer fue engañada? Les digo que no. Sabía que había prevalecido con Dios en oración.

Había tenido dolores de parto por las almas, y lo sabía. Esto no fue la única instancia, por muchas, que conocí en esa región.

Generalmente, hay pocos observantes de religión que saben algo sobre este espíritu de oración que prevalece con Dios. Me he

quedado pasmado al ver tales relatos como tan seguido se publican, como si el avivamiento hubiera llegado sin ninguna causa--

nadie supo de dónde ni por qué. A veces he preguntado sobre esos casos; cuando se me ha informado que nadie sabe nada al

respecto hasta que un domingo ellos ven el rostro de la congregación que Dios está ahí, o que ven el avivamiento en el salón de

conferencias, o en la reunión de oración, y quedan perplejos ante la soberanía misteriosa de Dios, en traer un avivamiento sin

ninguna conexión aparente con los medios. Ahora fíjense. Vayan y pregunten entre los miembros desapercibidos de la iglesia, y se

darán cuentan que alguien ha estado orando por un avivamiento, y lo estaba esperando--algún hombre o mujer ha estado

agonizando en oración por la salvación de los pecadores, hasta que alcanza la bendición. Pueden estar dormidos el ministro y el

cuerpo de la iglesia, y repentinamente se despiertan, como un hombre justo que se frota los ojos para abrirlos, y que corre por

todos lados en el cuarto tirando cosas, y preguntándose de dónde viene todo ese entusiasmo, pero aunque pocos lo saben,

pueden estar seguros de que ha habido alguien en la torre del vigía; constante en oración hasta que llega la bendición.

Generalmente un avivamiento es más o menos extensivo, como hay personas más o menos que tienen el espíritu de oración. Pero

no dedicaré más tiempo a ese tema, pues viene el tema de la oración en este curso de conferencias.

4. Otra señal de que un avivamiento puede esperarse es cuando la atención de los ministros está especialmente dirigida a ese

objetivo en particular, y cuando se centra en la predicación y demás esfuerzos y particularmente en la conversión de los

pecadores. La mayoría de las veces las labores de los ministros, parecieran, están dirigidas a otros objetivos. Parecen predicar y

trabajar sin ningún plan en particular para efectuar la conversión inmediata de los pecadores. Y entonces no se necesita esperar

que haya un avivamiento bajo su predicación. Nunca habrá un avivamiento hasta que alguien se esfuerce para ese fin. Pero

cuando la atención de un ministro está dirigida al estado de las familias en su congregación, y su corazón está lleno de sentimiento

por un avivamiento, y cuando pone sus esfuerzos apropiados para ese fin, entonces ustedes podrán prepararse para esperar un

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avivamiento. Como expliqué la semana pasada, la conexión entre el uso correcto de los medios para un avivamiento, y un

avivamiento, es tan filosóficamente seguro como entre el uso correcto de los medios para levantar semilla, y un cultivo de trigo.

Creo, de hecho, que es más seguro, y hay pocas instancias de fracaso. El efecto es más seguro que siga. La importancia

primordial de las cosas espirituales hace que sea razonable que deba ser así. Tómese la Biblia, la naturaleza del caso, y la historia

de la iglesia toda junta, y encontrarán muy pocos fracasos en el uso de los medios para un avivamiento, que en agricultura, o

cualquier otra ocupación del mundo. En las ocupaciones del mundo a veces hay casos donde las causas opuestas acaban con

todo lo que el hombre puede hacer. En levantar la semilla, por ejemplo, hay casos en que están más allá del control del hombre,

tales como sequía, crudo invierno, plagas, y demás. Así en la labor de promover un avivamiento, puede haber cosas que ocurran

para frustrarlo, algo u otra alteración para desviar la atención pública de la religión, que puede desanimar cada esfuerzo. Pero creo

que hay menos casos en el mundo moral que en el natural. Rara vez he visto a un individuo fallar, cuando utiliza los medios para

promover un avivamiento con denuedo, en la manera señalada en la palabra de Dios. Creo que un hombre puede entrar en la obra

de promover un avivamiento, con una expectativa tan razonable de éxito, con la misma expectativa, como del agricultor que tiene

un cultivo cuando planta su semilla. A veces he visto esto intentarse y tener éxito bajo las circunstancias más ominosas que se

puedan concebir.

El gran avivamiento de Rochester empezó bajo las circunstancias más desventajosas que uno se pueda imaginar. Parecía como si

Satanás hubiera interpuesto cada obstáculo para un avivamiento. Tres iglesias tenían diferencias; una no tenía ministro; otra

estaba dividida y a punto de despedir a su ministro. Un anciano de la tercera iglesia presbiteriana había sido culpado de conducta

poco cristiana contra el pastor de la primera iglesia, e iban a tener un juicio en el presbiterio. Luego de que la obra empezó, una de

las cosas era la gran piedra que la iglesia puso, y creó pánico. Entonces una de las iglesias prosiguió y despidió a su ministro en

medio de esto. Otra iglesia casi se resquebraja. Muchas otras cosas ocurrieron, de modo que parecía como si el diablo estuviera

determinado en desviar la atención pública del asunto de la religión. Pero había unos casos excepcionales del espíritu de oración

que nos aseguraban que Dios estaba ahí, y al continuar Satanás se oponía más, el Espíritu del Señor levantó la bandera cada vez

más alta hasta que finalmente la ola de salvación pegó en el lugar.

5. Un avivamiento puede esperarse cuando los cristianos empiezan a confesar sus pecados los unos con los otros. En otras

ocasiones, confiesan de manera general, como si se esforzaran a medias. Pueden hacerlo con lenguaje elocuente, pero no quiere

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decir nada. Pero cuando hay un derrumbamiento ingenioso, y derramamiento de corazón en hacer confesión de los pecados de

ellos, el dique se rompe y la salvación fluye por todo el lugar.

6. Un avivamiento puede esperarse cuando los cristianos se encuentran dispuestos a hacer el sacrificio necesario para realizarlo.

Deben estar dispuestos a sacrificar sus sentimientos, negocios, su tiempo, para ayudar a poner en marcha la obra. Los ministros

deben estar dispuestos a esforzase y arriesgar su salud y vida. Deben estar dispuestos a ofender al impenitente mediante un trato

claro y fiel, y quizá ofender a muchos miembros de la iglesia quienes no sigan con la obra. Deben tener una postura decisiva con el

avivamiento sin importar las consecuencias. Deben estar preparados para continuar la obra, aunque deban perder los afectos de

todo impenitente, y de toda la parte fría de la iglesia. El ministro debe estar preparado, si es la voluntad de Dios, de ser sacado del

lugar. Debe estar determinado a ser directo y dejar todo el evento con Dios.

Supe de un ministro que tenía a un joven trabajando con él en un avivamiento. El joven predicaba con bastante sencillez y a los

perversos no les caía bien él. Decían: "Nos cae bien nuestro ministro y quisiéramos que nos predicara". Finalmente hablaron tanto

que el ministro le dijo al joven, "Señor tal y tal, eso nos da tanto a mi apoyo y dice tal y tal. El señor A lo dice, y el señor B lo dice.

Yo creo que debemos romper nuestra sociedad si usted continúa predicando, y yo creo que es mejor que no predique más". El

joven se fue, y el Espíritu de Dios de inmediato se retiró del lugar, y el avivamiento quedó inconcluso. El ministro, al ceder a los

deseos malvados de los perversos, lo alejó. Tenía miedo que el diablo lo alejara de su gente, y al complacer al diablo, ofendió a

Dios. Y Dios acomodó los eventos de tal modo que al poco tiempo tuvo que dejar a su gente después de todo. Se encargó de estar

entre el diablo y Dios, y Dios lo despachó.

La gente también debe estar dispuesta a tener un avivamiento, que el sacrificio sea el que deba ser. No les servirá decir: "Estamos

dispuestos a asistir a tantas reuniones, pero no a todas". O, "estamos dispuestos a tener un avivamiento si no interfiere con

nuestros asuntos de negocios o nos impide ganar dinero". Les digo que tales personas nunca tendrán un avivamiento, hasta que

estén dispuestas a hacer lo que sea y sacrificar lo que sea, lo que Dios les indique para cumplir con su deber. Los comerciantes

cristianos deben estar dispuestos a cerrar sus tiendas por seis meses si es necesario para realizar un avivamiento. No quiero decir

que se deba hacer, o que sea ese el deber. Pero si debe haber un estado tal de sentimiento como para requerirlo, entonces debe

ser nuestro deber, y deben estar dispuestos a cumplirlo. Deben estar dispuestos a cumplirlo si Dios llama, y fácilmente puede

incendiar las tiendas si no lo cumplen. De hecho, no debo lamentarme al ver un avivamiento en Nueva York, como para hacer que

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cada comerciante en la ciudad cierre sus tiendas hasta la primavera, y decir que ha vendido suficientes productos, y ahora daría

todo su tiempo para llevar a los pecadores a Cristo.

7. Un avivamiento puede esperarse cuando los ministros y observantes están dispuestos a que Dios lo promueva mediante los

instrumentos que quiera. A veces los ministros no están dispuestos a tener un avivamiento si no tienen la administración, o si su

agencia no pueda ser obvia para promoverlo. Quisieran prescribir a Dios en lo que dirigirá y bendecirá, y lo que los hombres

propongan. No tendrán nuevas medidas. No pueden tener nada de esa predicación con una luz nueva, o de estos nuevos

evangelistas que van por el país predicando. Tienen mucho qué decir acerca de la soberanía de Dios, y que él tendrá avivamientos

a su manera y tiempo. Pero entonces tiene él que escoger para tenerlo a la manera de ellos, o ellos no harán nada. Tales hombres

se duermen hasta que son despertados por la trompeta del juicio, sin un avivamiento a menos que estén dispuestos a que Dios

venga a su manera--si no están dispuestos a tener lo que sea o emplear a cualquiera que haga el mejor bien.

8. Estrictamente debo decir que cuando las cosas acabadas de mencionar ocurren, un avivamiento, hasta el mismo grado, ya

existe. En realidad, un avivamiento debe esperarse cuando se necesite. Si necesitamos ser avivados es nuestro deber ser

avivados. Si es el deber, es posible, y debemos alistarnos para avivarnos nosotros mismos, y, depender de la promesa de Cristo

que está con nosotros para hacer discípulos siempre y en todo lugar, debemos trabajar para avivar a cristianos y convertir

pecadores, con la expectativa confiable de éxito. Por tanto, cuando la iglesia necesite avivamiento, debe y puede ser avivada y ver

a los pecadores convertirse a Cristo. Cuando esas cosas se ven que se acaban de mencionar en los encabezados, que los

cristianos y ministros sean motivados y a saber que una buena obra ya ha empezado. Que continúe.

OBSERVACIONES

1. Hermanos, pueden ver por nuestro tema, si necesitan o no un avivamiento aquí, en esta iglesia, y en esta ciudad; y si van tener

o no uno. Los ancianos de la iglesia, hombres, mujeres, y cualesquiera de ustedes, y todos ustedes, ¿qué dicen?

¿Necesitan un avivamiento aquí?

¿Esperan tener uno?

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¿Tienen alguna razón para esperar uno?

No tienen que nublarse al respecto, pues saben, o pueden saber si quieren, si tienen alguna razón para buscar un avivamiento

aquí.

2. Verán por qué no tienen un avivamiento. No es sólo porque no quieran uno, porque no están orando por uno, ni porque estén

ansiosos por uno, ni haciendo ningún esfuerzo por uno. Apelo a sus conciencias. ¿Están esforzándose ahora para promover un

avivamiento? Ustedes saben, hermanos, la verdad al respecto. Se levantarán y dirán que se han esforzado por un avivamiento y

han estado desilusionados, que han clamado a Dios "¿volverás darnos vida? ¿Acaso no lo hará Dios?

3. ¿Acaso no desean un avivamiento? ¿Acaso no tendrán uno? Si Dios les preguntara en este momento con voz audible desde el

cielo, "¿quieren un avivamiento?" ¿Se atreverían a decir que sí? ¿Estarían dispuestos a hacer los sacrificios? ¿Responderían,

"Sí"?, "¿cuándo empieza?" ¿Responderían, "que empiece esta noche, que empiece aquí, que en mi corazón empiece AHORA?"

¿Se atreverían a decírselo a Dios, si oyeren su voz esta noche?

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CONFERENCIA III

CÓMO PROMOVER UN AVIVAMIENTO

TEXTO. --Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia; haced para vosotros barbecho; porque

es el tiempo de buscar a Jehová, hasta que venga y os enseñe justicia. OSEAS 10: 12.

Los judíos eran una nación de gente de campo, y por tanto es común en las escrituras referirse a ilustraciones relacionadas con su

ocupación y escenas con las que los agricultores y pastores están familiarizados. El profeta Oseas se dirige a ellos como una

nación apóstata y los reprende por su idolatría, y los amenaza con los juicios de Dios. Les he mostrado en mi primera conferencia

lo que no es avivamiento y lo que es--y sus agencias que se emplean en promocionarlo; y en la segunda cuándo se necesita--su

importancia--y cuándo puede esperarse. Mi plan en esta conferencia es mostrar:

CÓMO UN AVIVAMIENTO VA A PROMOCIONARSE

Un avivamiento consiste en dos partes; en lo que se refiere a la iglesia, y en lo que se refiere a los impíos. Hablaré esta noche de

un avivamiento en la iglesia. Hay tierra arada que se labró alguna vez, pero que ahora está devastada y necesita barbecharse y

ablandarse antes de que esté lista para recibir la semilla. Mostraré en lo que respecta al avivamiento en la iglesia:

I. Lo que es barbechar en el sentido del texto.

II. Cómo se realiza.

I. ¿QUÉ ES BARBECHAR?

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Barbechar es labrar sus corazones--preparar sus mentes para dar fruto para Dios. La mente del hombre es con frecuencia

comparada en la Biblia con el suelo de tierra, y la palabra de Dios para sembrar en él, y el fruto representa las acciones y afectos

de aquellos que lo reciben. Barbechar, por tanto, es llevar a la mente a ese estado, que está listo para recibir la palabra de Dios. A

veces los corazones se apelmazan duramente y se secan, y se vuelven desolados, que no se obtiene fruto hasta que se barbecha

y se ablanda, está listo para recibir la palabra de Dios. El profeta llama barbechar al ablandamiento del corazón para hacer sentir la

verdad.

II. ¿CÓMO SE BARBECHA?

1. No es por ningún esfuerzo directo para sentir. La gente comete un error en este tema, de hacer las leyes de la mente el objeto

de pensamiento. Hay grandes errores en este tema de las leyes que gobiernan la mente. La gente habla de sentimiento religioso,

como si pensaran que pudieran, por esfuerzo directo, provocar un afecto religioso. Pero así no actúa la mente. Ningún hombre

puede hacer sentirse de esa forma, meramente por tratar de sentir. Los sentimientos de la mente no están directamente bajo

nuestro control. No podemos al querer, o por volición directa, provocar nuestros sentimientos. De una vez mejor pensemos en

evocar a los espíritus del abismo. Son puramente estados involuntarios de la mente. Existen natural y necesariamente en la mente

bajo ciertas circunstancias calculadas para incitarlos. Pero pueden controlarse indirectamente. De otro modo no habría ningún

carácter moral en nuestros sentimientos, si no hubiese una manera de controlarlos. No podemos decir: "ahora sentiré así y asado

hacia tal objeto". Pero podemos ordenar nuestra atención a eso, y verlo resueltamente, hasta que surjan los afectos involuntarios.

Que un hombre lejos de su familia, la traiga a su mente, y ¿acaso no sentirá? Pero no es decirse a sí mismo "ahora sentiré

profundamente por mi familia". Un hombre puede dirigir su atención hacia cualquier objeto, sobre el cual deba sentir y desear

sentir, y en esa manera llevará a la existencia las emociones apropiadas. Que un hombre evoque a su enemigo en su mente y

surgirá su sentimiento de enemistad. Si un hombre piensa en Dios, y fija su mente en cualquiera de las partes del carácter de Dios,

sentirá--saldrán las emociones, por las leyes de su mente. Si es un amigo de Dios, que contempla Dios como un ser de gracia y

santidad, tendrá emociones de amistad encendidas en su mente. Si es un enemigo de Dios, déjese que sólo obtenga el verdadero

carácter de Dios en su mente, lo vea, y fije su atención en él, y su enemistad surgirá contra Dios, o se quebrantará y le dará su

corazón.

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Si ustedes desean barbechar la tierra de sus corazones, y hacer sus mentes que sientan sobre el tema de religión, deben trabajar

así como lo harían para sentir sobre cualquier otro tema. En vez de mantener sus pensamientos en cualquier otra cosa, y luego

imaginar que por ir a unas cuantas reuniones tendrán los sentimientos enlistados, irán por el camino del sentido común para

trabajar, como irían sobre cualquier otro tema. Es tan fácil hacer a las mentes sentir sobre el tema de religión como es en cualquier

otro tema. Dios ha puesto esos estados de la mente bajo el control de ustedes. Si las personas fuesen poco filosóficas acerca de

mover sus miembros, como lo son para regular sus emociones, nunca llegarían a la reunión de esta noche aquí.

Si quieren barbechar la tierra de sus corazones, empiecen con ver sus corazones--examinar y observar el estado de sus mentes, y

vean dónde están. Parece que muchos nunca piensan sobre eso. No ponen atención a sus propios corazones, y nunca saben si

van bien o no en la religión--si están ganando terreno o retrocediendo--si son fructíferos o páramos como la tierra sin barbechar.

Deben quitar su atención de otras cosas y evaluar. Encárguense de eso. No se apresuren. Examinen cuidadosamente el estado de

sus corazones y vean dónde están--si están caminando con Dios todos los días o caminando con el diablo--si están sirviendo a

Dios o sirviendo al diablo más--si están bajo el dominio del príncipe de la oscuridad o del Señor Jesucristo.

Para hacer todo eso, deben ponerse a trabajar para considerar sus pecados. Deben examinarse a sí mismos. Y por esto no quiero

decir que deben detenerse y mirar directamente adentro para ver cuál es el estado presente de sus sentimientos. Esto es la forma

de poner un alto a todo sentimiento. Esto es tan absurdo como sería que un hombre cerrara sus ojos a la lámpara, y tratara de ver

hacia adentro para averiguar si hay una imagen dibujada en la retina. El hombre se quejaría de que no vería nada. ¿Y por qué?

Porque ha quitado sus ojos de los objetos a la vista. La verdad es que nuestros sentimientos morales son tanto un objeto de la

conciencia como nuestras sensaciones. Y la manera de incitar es actuando y utilizando nuestras mentes. Entonces podemos

decirle a nuestros sentimientos morales por la conciencia, así como podría decirle a mis sentimientos naturales por la conciencia, si

pongo mi mano en el fuego.

El examinarse a uno mismo consiste en ver su vida, considerar sus acciones, evocar el pasado, y aprender el verdadero carácter

de ese pasado. Ver hacia atrás en la historia pasada de uno mismo. Tomar los pecados individuales, uno por uno, y verlos. No

quiero decir que se eche un vistazo a la vida pasada, y se vea que estaba llena de pecado, y luego que vaya uno con Dios y haga

algo como una confesión general y pida perdón. No es la manera. Deben ustedes tomar uno por uno. Sería bueno que tuvieran

papel y pluma, y al estar repasándolos, escribirlos conforme vengan a la mente. Vean uno por uno así como un comerciante

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repasa sus libros; conforme el pecado venga a la memoria de ustedes, añádanlo a la lista. Las confesiones generales nunca

servirán. Los pecados de ustedes fueron cometidos uno por uno, y tanto como puedan recordarlos, deben ser revisados y

arrepentirse de cada uno. Ahora empiecen; tomen primero los que son común pero impropiamente llamados...

PECADOS DE OMISIÓN

1. Ingratitud. Tomen este pecado, por ejemplo, y escriban abajo de él todas las instancias que recuerden donde recibieron favores

de Dios, por los que nunca fueron agradecidos. ¿Cuántos casos recuerdan? Algún acto providencial increíble, algún giro

maravilloso de eventos, que los salvó de la ruina. Pongan esas instancias de la bondad de Dios ante ustedes cuando estaban en

pecado antes de su conversión, por las que nunca han sido agradecidos. Luego las misericordias de Dios en las circunstancias de

la conversión de ustedes por las que nunca han sido agradecidos. Las numerosas misericordias que han recibido desde entonces.

¡Qué tan largo es el catálogo de circunstancias, donde la ingratitud es tan negra que son ustedes forzados a esconder sus rostros

en confesión! Ahora arrodíllense y confiésenlos uno por uno a Dios y pidan perdón. El mismo acto de la confesión, por las leyes de

la sugerencia, hará que vengan otros a la memoria. Anótenlos. Repásenlos tres o cuatro veces de esa manera, y encontrarán un

cúmulo sorprendente de misericordias por las que nunca han sido agradecidos con Dios. Entonces tomen otro pecado. Que sea...

2. Carencia de amor a Dios. Escriban y repasen todas las instancias que puedan recordar cuando no dieron al Dios bendito su

amor sincero que debían.

Piensen cuán doloroso y alarmante sería si descubrieran cualquier afecto débil para ustedes de su esposa, esposo, o hijos, si

vieran a alguien engrosando sus corazones, pensamientos y tiempo. Quizá en ese caso mejor casi morirían con un celo justo y

virtuoso. Ahora, Dios se llama él mismo un Dios celoso; ¿acaso ustedes no han dado su corazón a otros amores, jugado a la

ramera, y lo han ofendido infinitamente a él?

3. Descuido de la Biblia. Pongan los casos cuando por días, quizás semanas, o incluso meses, no tuvieron el gusto por la palabra

de Dios. Quizá no leyeron un capítulo, o si lo leyeron, fue de una forma que fuera desagradable a Dios. Mucha gente lee un

capítulo entero de una forma que, si fuesen puestos bajos juramento cuando lo hicieron, no podrían decir lo que habían estado

leyendo. Con tan poca atención leen que no pueden recordar dónde leyeron desde la mañana hasta el atardecer a menos que

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pongan un cordón de separador o doblen la página. Esto demuestra que no dispusieron en su corazón lo que leyeron, que no fue

un tema de reflexión. Si estuvieran leyendo una novela, o cualquier pieza de inteligencia que les interesara grandemente, ¿acaso

no se acordarían de lo último que leyeron? Y el hecho de que doblen una hoja o pongan un cordón de separador, demuestra que

leen más bien como tarea que por amor o reverencia a la palabra de Dios. La palabra de Dios es la regla del deber de ustedes.

¿Acaso tienen poca consideración a ella como para no recordar lo que leyeron? Si así es, con razón viven a la deriva y su religión

es un fracaso miserable.

4. Incredulidad. Las instancias por las que han virtualmente acusado de mentira al Dios de verdad, por la incredulidad de ustedes

de las promesas y declaraciones expresas de Dios. Dios ha prometido dar el Espíritu Santo a quien se lo pida. Ahora, ¿lo creen?

¿Han esperado que responda? ¿Acaso no han dicho virtualmente en sus corazones, cuando oraron por el Espíritu Santo, "no creo

que lo recibiré"? Si no han creído o esperado que deben recibir la bendición, que Dios expresamente prometió, lo han acusado de

mentira.

5. Descuido de oración. Las veces cuando omitieron oración en secreto, oración, familiar, y reuniones de oración, u oraron de la

manera lastimosa para ofender a Dios, que han descuidado la oración.

6. Descuido de los medios de la gracia. Cuando han sufrido excusas triviales para prevenir la asistencia de ustedes a reuniones,

han descuidado y derramado desdén sobre los medios de la salvación, meramente de antipatía de los deberes espirituales.

7. La manera en que han realizado esos deberes--falta de sentimiento--falta de fe--una forma de pensar en pos del mundo--para

que las palabras no fueran nada más que un mero parloteo de un desdichado, que no mereció que Dios debiera importarle él en lo

más mínimo. Cuando uno ha caído de rodillas, y dicho sus oraciones, de una manera sin sentimiento y descuidada, que si hubiese

sido puesto bajo juramento cinco minutos luego de salir de su lugar de oración, no hubiera podido decir de qué estaban orando.

8. La falta de amor por parte de ustedes hacia las almas de sus semejantes. Vean a sus amigos y relaciones, y recuerden la poca

compasión que han sentido por ellos. Han estado de pie sin hacer nada y los han visto irse derecho al infierno como si no les

importara si eso pasara. ¿Cuántos días no ha habido en los que no hicieron la condición de ellos el tema de una sola oración

ferviente, o incluso un deseo ardiente por su salvación?

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9. La falta de preocupación por los impíos. Quizá no se han preocupado bastante por ellos para intentar saber de su condición;

quizá ni siquiera han tomado un periódico misionero. Analicen y dense cuenta cuánto les apura realmente los impíos, y pongan

honestamente por escrito la cantidad de sentimientos hacia ellos y su deseo por la salvación de ellos. Midan su deseo por la

salvación de ellos mediante la negación de ustedes mismos que practican, de dar de su bolsillo para enviarles el evangelio.

¿Niegan incluso las superfluidades dañinas de la vida, como el té, café y tabaco? ¿Acaso bajan el nivel de su estilo de vida y

realmente se sujetan a cualquier inconveniencia para salvarlos? ¿Acaso oran diariamente por ellos? ¿Asisten regularmente al

evento mensual? ¿Están mes con mes para poner algo en el erario del Señor cuando van a orar? Si no están haciendo estas

cosas, y si su alma no agoniza por los pobres impíos sumidos en la oscuridad, ¿por qué son hipócritas como para fingir ser

cristianos? ¡El cristianismo que ustedes profesan es un insulto a Jesucristo!

10. Descuido de sus deberes familiares. ¿Cómo han vivido ante ellos? ¿Cómo han orado? ¿Qué ejemplo han puesto ante ellos?

¿Qué esfuerzos directos habitualmente hacen para el bien espiritual de ellos? ¿Qué deber no han descuidado?

11. Descuido de deberes sociales.

12. Descuido de observancia de su propia vida. Instancia en las que han apresurado sus deberes privados y no se han corregido,

ni honestamente han arreglado las cuentas con Dios. Donde han completamente descuidado observar su conducta, y han bajado

la guardia, y han pecado ante el mundo, y ante la iglesia y ante Dios.

13. Descuido de ver por sus hermanos. ¡Cuán a menudo han roto el pacto de que cuidarían de ellos en el Señor! ¡Qué poco saben

o les importa el estado de las almas de ellos! ¿Qué han hecho ustedes para relacionarse con ellos? ¿Por cuántos de ellos se han

interesado para saber su estado espiritual? Vayan a la lista y si encuentran donde ha habido descuido, escríbanlo. ¿Cuántas veces

han visto a su hermano enfriarse en la religión y no le han hablado al respecto? Los han visto que empiezan a descuidar un deber

tras otro, y no los reprenden como a un hermano. Los han visto caer en pecado y los han dejado ir. Y sin embargo fingen amarlos.

¡Qué hipócritas! ¿Estarían tranquilos viendo al cónyuge o hijos de ustedes caer en desgracia o en el fuego? No, no lo estarían.

¿Qué piensan de ustedes mismos entonces fingiendo amar a cristianos y amar a Cristo, mientras los ven caer en desgracia y no

les dicen nada?

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14. Descuido de la negación de uno mismo. Hay muchos profesantes que están dispuestos a hacer casi todo en la religión que no

requiere negación de uno mismo. Pero cuando se les llama a hacer cualquier cosa que requiere negarse a sí mismos, ah!, es

demasiado. Creen que están haciendo gran cosa por Dios, y haciendo tanto como para preguntar si están sólo haciendo lo que

pueden hacer o no hacer, pero no están dispuestos a negarse a sí mismos a cualquier comodidad o conveniencia por causa de

servir al Señor. No sufrirán voluntariamente el reproche por el nombre de Cristo. Ni negarán a sí mismos los lujos de la vida para

salvar al mundo del infierno. Tan alejados están de recordar que la negación de uno mismo es una condición de discipulado que no

saben qué es la negación de uno mismo. Nunca en realidad se han negado ellos mismos una cinta o alfiler por Cristo y el

evangelio. Ah, ¡cuán pronto tales profesantes estarán en el infierno! Algunos están dando de su abundancia, y están dando mucho,

y están listos para quejarse que otros no dan más; cuando, en realidad, no dan nada que necesitan, y nada que pudieran disfrutar,

si lo guardan. Sólo dan el sobrante de su riqueza; y quizás esa mujer pobre, que da doce céntimos y medio en un evento mensual,

ha ejercido más la negación de sí misma que los que dan miles.

De éstos ahora paso a...

PECADOS DE COMISIÓN

1. Inclinación hacia el mundo. ¿Cuál ha sido el estado de su corazón referente a sus posesiones mundanas? ¿Las ven como

realmente suyas--como si tuvieran el derecho de disponer de ellas como suyas según su propia voluntad? Si lo han hecho,

escríbanlo. Si han amado las posesiones e ido en pos de ellas por su propia causa, o han gratificado el deseo desmedido o la

ambición, o un espíritu mundano, o acumulándolas para sus familias, han pecado y deben arrepentirse.

2. Orgullo. Recuerden todas las instancias que puedan en las que hayan detectado ustedes mismos ejercer orgullo. La vanidad es

una forma particular de orgullo. ¿Cuántas veces han detectado ustedes mismos que consultan la vanidad sobre su forma de vestir

y apariencia? ¿Cuántas veces han pensado y tomádose las molestias, y pasado más tiempo adornando su cuerpo para ir a la

iglesia de lo que han preparado su mente para el culto a Dios? Han ido a la casa del Señor importándoles más cómo se ven

externamente a la vista de los mortales en vez de como está su alma a la vista de Dios quien escudriña el corazón. ¿Se han de

hecho aprestado para ser alabados por los hombres en vez de prepararse ustedes mismos para alabar a Dios? Han llegado para

dividir el culto de la casa de Dios, para desviar la atención de la gente de Dios para que vean la bonita apariencia de ustedes. Es

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en vano fingir ahora el que no les importa que la gente los vea. Sean honestos al respecto. ¿Se tomarían todas estas molestias de

su apariencia si todos fuesen ciegos?

3. Envidia. Vean los casos en los que tuvieron envidia de quienes pensaban que estaban arriba de ustedes en cualquier aspecto. O

quizás tuvieron envidia de aquellos que eran más talentosos o más útiles que ustedes. ¿Acaso no han envidiado a algunos que les

ha molestado oír que los reconozcan? ¿Ha sido más grato para ustedes habitar en las faltas de ellos que en las virtudes de ellos,

los fracasos de ellos que su éxito? Sean honestos con ustedes mismos, y si han albergado ese espíritu del infierno, arrepiéntanse

profundamente delante de Dios, o nunca los perdonará.

4. Censura. Instancias en las que hayan tenido un espíritu de amargura y hablado de cristianos de una forma enteramente carente

de caridad y amor--caridad que les requiere siempre esperar lo mejor que el caso admita, ser constructivo en cualquier conducta

ambigua.

5. Murmuración. Las veces que han hablado de las faltas de la gente a sus espaldas, reales o supuestas, de miembros de la iglesia

o de otros, innecesariamente o sin buena razón. Esto es murmuración. No necesitan mentir para ser culpables de murmuración--es

murmuración decir la verdad con el afán de injuriar.

6. Frivolidad. ¿Qué tan a menudo han hablado frivolidad delante de Dios, como si no se hubieran atrevido a hacerlo en la presencia

de un soberano terrenal? Han sido ateos, o se han olvidado de que hay un Dios, o han tenido poco respeto hacia él y su presencia

del que tendrían por un juez terrenal.

7. Mentir. Entiendan lo que es mentir. Mentir es cualquier cosa maquinada por una razón egoísta. Si urden dar una impresión

contraria a la pura verdad, mienten. Anoten todos los casos que recuerden. No les pongan un nombre suave. Dios las llama

MENTIRAS y les imputa MENTIRA y es mejor que hagan correctamente la imputación.

Cuántas falsedades incontables son perpetuadas todos los días en los asuntos e interacciones sociales, por palabras, miradas y

acciones--diseñadas para dar la impresión de otros contraria a la verdad por razones egoístas.

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8. Timar. Pongan todos los casos en los que han tratado con un individuo y le han hecho lo que no les gustaría que les hicieran.

Eso es timar. Dios ha puesto la regla: "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también

haced vosotros con ellos". Esa es la regla; y ahora si no la han aplicado, ustedes son unos tramposos. Consideren, la regla no es

que ustedes deban hacer lo que quizá esperan razonablemente de ellos que les hagan. Esa sería una regla en la que admitieran

cada grado de perversidad. Es HACED con ellos lo que harían ustedes con ustedes.

9. Hipocresía. Por ejemplo, en sus oraciones y confesiones a Dios. Anoten las instancias en las que hayan orado por cosas que

realmente no quieren. Y la evidencia es que cuando hicieron oración, no podrían saber por lo que habían orado. ¿Cuántas veces

han confesado pecados que no tenían la intención de romper, y cuándo no habían tenido un propósito solemne de no repetirlo? Sí,

han confesado pecados cuando sabían cuánto esperaban ustedes tanto ir y repetirlos como esperaban vivir.

10. Robar a Dios. Instancias en las que han malgastado su tiempo, y derrochado horas que Dios les dio para servirle y salvar

almas, en entretenimientos vanos o conversaciones fútiles, lectura de novelas, o sin hacer nada; casos donde emplearon

equivocadamente sus talentos y poderes de la mente; donde han derrochado el dinero en sus placeres, o lo han gastado en cosas

que no necesitan, y que ni contribuyen a su salud, confort o utilidad. Quizás algunos de ustedes que están aquí esta noche han

dispuesto del dinero de Dios para TABACO, sin mencionar el ron, pues supongo que no hay ningún profesante de religión aquí

está noche que tome ron. Espero que no haya nadie que use ese veneno asqueroso, el tabaco. ¡Imagínense un profesante de

religión que usa el dinero de Dios para envenenarse con tabaco!

11. Mal temperamento. Quizá han maltratado a su cónyuge, o sus hijos, o familia, o sirvientes, o vecinos. Escríbanlo todo.

12. Impedir que otros sean útiles. Quizá han debilitado la influencia de otros por insinuaciones contra ellos. No sólo le han robado a

Dios de los talentos de ustedes, sino también atado las manos de alguien más. ¡Qué siervo perverso es aquel que es ocioso y

obstaculiza a los demás! Esto ocurre a veces al destruir la confianza cristiana en ellos. De ese modo han jugado en las manos de

Satanás y no sólo han mostrado ustedes mismos que son unos vagabundos ociosos, sino también que han prevenido a otros que

trabajen.

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Si han cometido una falta contra alguien, y ese alguien está dentro de su alcance, vayan y confiésenlo inmediatamente, y saquen

eso del camino. Si el individuo que han lastimado está lejos para que vayan a verlo, siéntanse y escríbanle una carta, confiesen el

agravio, paguen el envío, o de otra manera sólo harán que el asunto empeore. Añadirán al agravio anterior al hacer que se pague

el correo. Ese hombre que escriba la carta por su cuenta, y la mande sin pagar el correo, es deshonesto y le ha hecho trampa. Y si

hace trampa por una moneda, cuando la tentación es tan pequeña, ¿qué no hará cuando la tentación sea mayor si tuviera el

prospecto de impunidad? Si han defraudado a alguien, manden el dinero de la cuenta total y el interés.

Analicen minuciosamente esto. Háganlo y no lo pospongan. Eso sólo hará que las cosas empeoren. Confiesen a Dios esos

pecados que han cometido contra él, y esos pecados que han cometido contra el hombre. No piensen desviarse para pasar de

lado las piedras de tropiezo. Tómenlas para quitarlas del paso. Al barbechar la tierra, deben quitar toda obstrucción. Pueden

quedar cosas que creen pequeñas, y pueden preguntarse por qué no sienten como desearían en la religión, cuando la razón es

que su mente carnal y orgullosa ha cubierto algo que les requiere Dios confesar y quitar. Barbechen la tierra. No descuiden ningún

surco como diría un agricultor; no se vayan de lado por las pequeñas dificultades; pasen el arado directamente por ellas con

profundidad y levanten toda la tierra para que esté blanda y apta para recibir la semilla y llevar fruto por cientos.

Cuando hayan ido a toda la historia de esa manera, minuciosamente, si quieren, vayan a la tierra por segunda vez, y denle

atención seria y cuidadosa, encontrarán que las cosas que han anotado sugieren otras cosas de las cuales han sido culpables,

conectadas a ellas, o cerca de ellas. Entonces, repásenlas una tercera vez y recordarán otras cosas conectadas con esas. Y verán

al final que pueden recordar una cantidad de su historia, y acciones particulares, incluso en esta vida, que no pensaron que

deberían recordar en la eternidad. A menos que tomen sus pecados de esta forma, y los consideren detalladamente, uno por uno,

no podrán formar una idea de la cantidad de sus pecados. Deben repasarlos tan minuciosa como cuidadosa y solemnemente como

lo harían si fueran a prepararse para el juicio.

Mientras van al catálogo de sus pecados, asegúrense de tomar la resolución sobre el presente y la reforma completa. Cuando

encuentren algo mal, resuélvanlo de inmediato, en la fortaleza de Dios, y no pequen más de esa forma. No habrá ningún beneficio

a menos que determinen enmendar en cada particular que encuentren mal en el corazón, temperamento o conducta.

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Si encuentran, al estar cumpliendo con su deber, que su mente está aún oscura, busquen, y encontrarán, que hay alguna razón

para que el Espíritu de Dios se aparte de ustedes. Han sido fieles y exhaustivos. En el progreso de dicho trabajo, tienen que usar la

violencia con ustedes mismos, presentarse ustedes mismos como un ser racional para la obra, con la Biblia ante ustedes, y tratar

su corazón hasta que sientan. No necesitan esperar que Dios opere un milagro por ustedes para que barbeche la tierra. Tiene que

hacerse con medios. Presten atención a los temas de sus pecados. No pueden ver sus pecados larga y minuciosamente y ver

cuán malos son, sin sentir, sentir profundamente. La experiencia abundantemente prueba el beneficio de repasar nuestra historia

de esa manera. Pónganse a trabajar; tomen la resolución que nunca pararán hasta que puedan orar. Nunca tendrán el espíritu de

oración hasta que se examinen ustedes mismos, confiesen sus pecados y barbechen. Nunca tendrán el Espíritu de Dios morando

en ustedes hasta que hayan desenvuelto ese misterio de iniquidad, y desplegado sus pecados ante Dios. Que esto sea la obra

profunda del arrepentimiento, y confesión plena, este arado ante Dios, y tendrán tanto espíritu de oración como pueda su cuerpo

pueda soportar. La razón por la que pocos cristianos saben sobre cualquier cosa del espíritu de oración es porque nunca se

tomaron la molestia de examinarse a sí mismos propiamente, y entonces nunca supieron lo que era tener sus corazones arados de

esa manera.

Vean que apenas he empezado a abrir este tema esta noche. Quiero dejárselos, y en el curso de estas conferencias, para que si

empiezan y siguen como les digo, los resultados serán tan ciertos como son cuando un agricultor barbecha el campo y lo ablanda,

y planta su semilla de nuevo. Será así, si empiezan de esa manera, y continúan hasta que su corazón duro e insensible sea arado.

OBSERVACIONES

1. No hace ningún provecho predicarles mientras sus corazones están en un estado de endurecimiento, desolación y sin

barbechar. Mejor que el agricultor plante en roca. No dará fruto. Ésta es la razón por la que hay tantos profesantes sin fruto en la

iglesia, y por haber tanta maquinaria fuera, y tan poco sentimiento de tono profundo en la iglesia. Vean la escuela dominical, por

ejemplo, cuánta maquinaria hay, y cuán poco poder de devoción. Si van por esa senda, la palabra de Dios continuará

endureciéndolos y crecerá peor y peor, así como la lluvia y la nieve en la tierra sin barbechar hace más grueso el césped, y más

fuerte el terrón.

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2. Vean por qué tanta predicación se desperdicia, y peor que desperdicio. Es porque la iglesia no barbecha la tierra. Un predicador

puede agotar su vida, y hacer muy poco bien, mientras haya oidores de suelo pedregoso, a quienes nunca les han barbechado su

tierra. Están a medio convertir, y su religión es más bien un cambio de opinión en vez de un cambio de sentimiento en sus

corazones. Hay religión mecánica suficiente, pero poca que se vea como una obra profunda de corazón.

3. Los profesantes de religión nunca deben satisfacerse a sí mismos o esperar un avivamiento, sólo por empezar de su sueño,

jactarse y hacer ruido, hablar con pecadores. Tienen que barbechar la tierra. Es completamente poco filosófico pensar en ocuparse

de la religión de esa manera. Si su tierra se ha barbechado, entonces la manera de tener más sentimiento es salir y ver a los

pecadores en el camino al infierno, y hablar con ellos, guiar las almas inquisitivas, y obtendrán más sentimiento. Pueden hasta

entusiasmarse sin este barbecho; pueden mostrar un tipo de celo, pero no durará. La razón es que andan mecánicamente, y no

han labrado su tierra.

4. Y ahora, finalmente, ¿barbecharán la tierra? ¿Empezarán ahora y preservarán hasta que hayan despertado completamente? Si

aquí fallan, si no hacen eso, y no se preparan, no pueden seguir conmigo adelante en este curso de conferencias. He ido con

ustedes tan lejos como es de utilidad ir, hasta que se barbeche la tierra. Ahora deben hacer el trabajo exhaustivo sobre este punto,

o tendré que decir que no habrá ningún provecho. No, sólo los endurecerá más y empeorarán. Si, cuando la próxima noche del

viernes llegue, los encuentro sin quebranto de corazón, no esperen beneficiarse por lo que diga. Si no se aprestan a trabajar

inmediatamente, daré por hecho que no quieren ser revividos, que han abandonado a su ministro, y que lo dejarán ir solo a la

batalla. Si no lo hacen, los culparé de haber abandonado a Cristo al rehusar arrepentirse y hacer la primera obra. Pero si se

preparan para comenzar la obra que propongo, Dios mediante, la noche del próximo viernes, los conduciré en el trabajo de salvar

pecadores.

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CONFERENCIA IV

LA ORACIÓN PREVALECIENTE

TEXTO. --La oración eficaz del justo puede mucho.--SANTIAGO 5:16.

La conferencia pasada trató principalmente de la confesión de pecado. Esta noche mis observaciones estarán en general dirigidas

al tema de intercesión u oración. Hay dos tipos de medios requeridos para promover un avivamiento; uno para influir en los

hombres; el otro para influir en Dios. La verdad se emplea para influir en los hombres, y la oración para mover a Dios. Cuando

hablo de mover a Dios, no quiero decir que la mente de Dios sea cambiada en la oración, o que su disposición o carácter sea

cambiado, sino que la oración produce un cambio tal en nosotros y cumple tales condiciones, ya que la presenta de forma

consistente para Dios como no sería consistente para que él hiciera de otra manera. Cuando se arrepiente un pecador, el estado

de la mente hace propicio para que Dios lo indulte a él. Dios siempre ha estado listo para perdonar con esa condición para que

cuando el pecador cambie su mente hacia Dios, no requiera ningún cambio de sentimiento en Dios para perdonarlo. Es el

arrepentimiento del pecador lo que hace apropiado su perdón, y es la ocasión del actuar de Dios como hace él. Así que cuando los

cristianos ofrecen una oración eficaz, su estado mental lo presenta de manera apropiada para que Dios les conteste. Siempre

estuvo listo para otorgar la bendición con la condición que sintieran ellos lo correcto y ofrecieran el tipo correcto de oración.

Cuando este cambio toma lugar, y ofrecen el tipo correcto de oración, entonces Dios, sin ningún cambio en él mismo, puede

contestarles. Cuando ofrecemos oración ferviente y eficaz por otros, el hecho de que ofrezcamos tales oraciones lo presenta de

manera consistente para que él haga por lo que oramos, cuando de lo contrario no hubiera sido consistente.

La oración es un eslabón esencial en la cadena de causas que conducen a un avivamiento, tanto como lo es la verdad. Algunos

celosamente han usado la verdad para convertir a los hombres con poco énfasis en la oración. Han predicado, hablado y

distribuido folletos con gran celo, y entonces se han preguntado del poco éxito obtenido. Y la razón fue que olvidaron usar la otra

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parte de los medios, la oración eficaz. Pasaron por alto el hecho que la verdad por sí misma nunca producirá ningún efecto sin el

Espíritu de Dios, y ese Espíritu es dado en respuesta a una oración esforzada.

A veces sucede que aquellos quienes están muy comprometidos en emplear la verdad son los que no están muy comprometidos

en la oración. Esto es siempre triste, pues a menos que ellos, o alguien más, tengan el espíritu de oración, la oración en sí no hará

nada más que endurecer a los hombres en impenitencia. Probablemente en el día del juicio se encontrará que nada es hecho por

la verdad, usada tan celosamente, a menos que haya un espíritu de oración en alguna parte en conexión con la presentación de la

verdad.

Otros yerran del otro lado. No es que enfaticen mucho en la oración, sino que pasan por alto el hecho que la oración puede ser

ofrecida por siempre, por sí misma, y nada se hace porque los pecadores no son convertidos por contacto directo del Espíritu

Santo, sino por la verdad, empleada como medio. Esperar la conversión de los pecadores por la oración sola, sin el empleo de la

verdad, es tentar a Dios.

El tema del discurso de esta noche es...LA ORACIÓN PREVALECIENTE

I. Proponer mostrar lo que es oración eficaz o prevaleciente.

II. Establecer algunos de los atributos más esenciales de la oración prevaleciente.

III. Dar algunas razones por las que Dios requiere este tipo de oración.

IV. Mostrar que dicha oración aprovechará mucho.

I. Mostrar lo que es oración eficaz o prevaleciente.

1. La oración eficaz y prevaleciente no consiste meramente en deseos benevolentes. Los deseos benevolentes sin duda son

agradables a Dios. Tales deseos permean el cielo y se encuentran en todos los seres santos, pero no son oración. Los hombres

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pueden tener estos deseos como los ángeles y los espíritus glorificados los tienen, pero esto no es oración eficaz y prevaleciente

que se habla en el texto. La oración prevaleciente es algo más que eso.

2. La oración prevaleciente o eficaz es aquella oración que obtiene la bendición que se busca. Es aquella oración que eficazmente

mueve a Dios. La mera idea de oración eficaz es que produce su objeto.

II. Estableceré algunos de los atributos más esenciales de la oración prevaleciente.

No puedo detallar plenamente todas las cosas que forman la oración prevaleciente, pero mencionaré algunas cosas que son

esenciales a ella; algunas cosas que una persona debe hacer con el fin de prevalecer en oración.

1. Debe orar por un objeto definido. No necesita esperar ofrecer ese objeto si ora al azahar, sin un objeto único y definido. Debe

tener un objeto definido ante su mente. Hablo ahora de una oración secreta. Muchas personas van a su lugar íntimo de oración

porque deben decir sus oraciones. El tiempo ha llegado que están en el hábito de orar en la mañana, mediodía, o a la hora que sea

del día. Y en vez de tener cualquier cosa qué decir, cualquier objeto definido ante su mente, caen de rodillas y oran por lo que pasa

por sus mentes, porque todo lo que flota en su imaginación en ese momento, y cuando lo han hecho, no pueden decir casi ninguna

palabra por lo que han estado orando. Esa no es oración eficaz. ¿Qué debemos pensar de alguien que trata de cambiar una

legislatura y diga "ahora es invierno, y la asamblea legislativa está en sesión, y es tiempo de enviar nuestras peticiones", y que

vaya a la asamblea y pida al azahar, sin ningún objeto definido? ¿Acaso creen que tales peticiones moverán la asamblea

legislativa?

Una persona debe tener un objeto definido ante su mente. No puede orar eficazmente por una variedad de objetos a la vez. La

mente de la persona está constituida de tal modo que no puede fijar sus deseos intensamente en muchas cosas al mismo tiempo.

Todas las instancias de la oración eficaz registradas en la Biblia fueron de ese tipo. Cuando ven ustedes que una bendición

buscada en oración era obtenida, encontrarán que la oración que fue ofrecida fue la oración por ese objeto definido.

2. La oración para que sea eficaz debe estar en concordancia con la voluntad revelada de Dios. Orar por cosas contrarias a la

voluntad revelada de Dios es tentar a Dios. Hay tres formas en las que la voluntad de Dios se revela a los hombres para su guía en

oración.

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(1.) Por promesas expresas o predicciones en la Biblia que nos darán o harán ciertas cosas, sea por promesas expresas en

relación a cosas particulares, o promesas en términos generales para que podamos aplicarlas a cosas particulares. Por ejemplo,

hay una promesa: "Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá".

(2.) A veces Dios revela su voluntad por su providencia. Cuando aclara que tales y tales eventos van a acontecer, es tanta

revelación como si la hubiese escrito en su palabra. Sería imposible revelar todo en la Biblia, pero Dios con frecuencia les aclara a

aquellos que tienen discernimiento espiritual que es su voluntad conceder tales y tales bendiciones.

(3.) Por su espíritu. Cuando el pueblo de Dios no sabe por qué orar, grato para la voluntad de Dios, su Espíritu con frecuencia los

instruye. Cuando no hay revelación en particular y la providencia no arroja luz, y no sabemos por qué orar como debiéramos, se

nos dice expresamente "el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad" y "el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos

indecibles". Mucho se ha dicho sobre el tema de la oración en fe por las cosas no reveladas. Se objeta que esa doctrina implica

una nueva revelación. Respondo que, nueva o vieja, es la misma revelación que Jehová dice que hace. Es tan simple aquí como si

ahora se revelara a través de una voz desde el cielo que el Espíritu de Dios ayuda al pueblo de Dios a orar de acuerdo con la

voluntad de Dios, cuando ellos mismos saben por cuáles cosas orar. "Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención

del Espíritu porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos" y lleva a cristianos a orar por aquellas cosas con

gemidos indecibles. Cuando ni la palabra ni la providencia les faculta a decidir, entonces dejen que sean llenos con el Espíritu

como Dios les manda que sean. Dice: "sed llenos del Espíritu". Y guiará su mente a tales cosas como Dios esté dispuesto a

conceder.

3. Para orar eficazmente, deben orar con sumisión a la voluntad de Dios. No confundan sumisión con indiferencia. No son

parecidas. Una vez supe de un individuo que llegó donde había un avivamiento. Era frío y no entraba al espíritu del avivamiento, y

no tenía ningún espíritu de oración, y cuando oyó a los hermanos orar, fue sacudido ante el arrojo de ellos, y estuvo todo el tiempo

insistiendo en la importancia de orar con sumisión; cuando era tan claro como cualquier otra cosa, que confundió él la sumisión con

indiferencia.

Entonces de nuevo, no confundan la sumisión en oración con una confianza general que Dios hará lo que es correcto. Es

apropiado tener la confianza que Dios hará lo que correcto en todas las cosas. Pero esto es diferente de la sumisión. Lo que quiero

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decir sobre sumisión en oración es el asentimiento en la voluntad revelada de Dios. Someterse a cualquier mandamiento de Dios

para obedecerlo. Para algunos no es sumisión aquélla suponible o posible sino un decreto secreto de Dios. Someterse a cualquier

dispensación de la providencia es imposible hasta que llega, pues nunca podemos saber cuál evento será hasta que acontezca.

Tomen el caso de David con su hijo. Estaba acongojado, agonizaba en oración, y rehusaba ser consolado. Lo tomó tan serio, que

cuando el niño murió, sus siervos temían decirle que su hijo había muerto por temor a que empeorara. Pero tan pronto supo que su

hijo había muerto, hizo a un lado su dolor, se levantó, pidió alimento, comió y bebió como siempre. Mientras su hijo vivía aún, no

sabía cuál era la voluntad de Dios, así que ayunó y oró diciendo: "¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño?"

No sabía, solamente que su oración y agonía iban ser a lo que él recurriría, si el niño iba a vivir o no. Pensó que si se humillaba y

suplicaba a Dios, quizá le perdonaría la desgracia. Pero tan pronto se mostró la voluntad de Dios, y el niño murió, se doblegó como

un santo. No sólo pareció asentir, sino de hecho tomó satisfacción en eso. "Yo voy a él, mas él no volverá a mí". Eso es verdadera

sumisión. Razonó el caso correctamente. Mientras no tenía revelación de la voluntad de Dios, para someterse, sin oración, era

tentar a Dios. Quizá, deben saberlo, el hecho de ofrecer ustedes el tipo correcto de oración puede ser aquello en el que el evento

cambie. En el caso de un amigo sin arrepentir, la misma condición de que sea salvado del infierno puede ser el fervor e

importunidad de su oración por ese individuo.

4. La oración eficaz por un objeto implica un deseo por eso en proporción con su importancia. Si una persona verdaderamente

desea cualquier bendición, sus deseos llevarán alguna proporción a la grandeza de la bendición. Los deseos del Señor Jesucristo

por la bendición por la que oró fueron sorprendentemente fuertes e iguales incluyendo agonía. Si el deseo por un objeto es fuerte,

y es un deseo benevolente, la suposición es que será concedido. Hay dos razones para esta suposición:

(1.) Por la benevolencia general de Dios. Si es un objeto deseable; si, como hasta ahora podemos ver, sería un acto de

benevolencia en Dios concederlo, su benevolencia general es evidencia presuntiva que lo concederá.

(2.) Si se encuentran teniendo deseos benevolentes por cualquier objeto, hay una suposición que el Espíritu de Dios está incitando

esos deseos, y moviéndolos a ustedes a orar por ese objeto, para que pueda concederse como respuesta a la oración. En tal caso

ningún grado de deseo o importunidad en oración es impropio. Un cristiano puede llegar, por así decirlo, a agarrar la mano de Dios.

Véase el caso de Jacob, cuando exclamó, en una agonía de deseo, "no te dejaré si no me bendices". ¿Acaso a Dios le desagradó

su atrevimiento e importunidad? Para nada, más bien le concedió lo que había estado orando. Lo mismo en el caso de Moisés.

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Dios le dijo, "Déjame que los destruya, y borre su nombre de debajo del cielo, y yo te pondré sobre una nación fuerte y mucho más

numerosa que ellos". ¿Qué hizo Moisés? ¿Acaso se hizo a un lado para dejar a Dios que hiciera lo que había dicho? No, pensaba

en los egipcios y cómo triunfarían. "¿Por qué han de hablar los Egipcios, diciendo: Para mal los sacó...?" Parecía como si agarrara

de la mano levantada de Dios para desviar el golpe. ¿Acaso Dios lo reprendió por interferir y le dijo que no era su asunto interferir?

No; parecía como si no pudiera negar cualquier cosa ante tal importunidad, de modo que Moisés se paró en la brecha y prevaleció

con Dios.

Se dice de Xavier, el misionero, que fue llamado a orar por un hombre que estaba enfermo, y oró con tanto fervor que pareció que

hacía violencia en el cielo--así lo expresa el escritor. Y prevaleció él y el hombre se recuperó.

Tal oración es con frecuencia ofrecida en el presente cuando los cristianos son conmovidos a tal grado de importunidad, y a tal

atrevimiento santo, que después, cuando lo ven en retrospectiva, estaban aterrados y atónitos por ellos mismos por pensar que

debieron atreverse a ejercer tal importunidad con Dios. Y sin embargo, esas oraciones han prevalecido y obtenido la bendición. Y

muchas de estas personas que conozco están entre las personas más santas en el mundo.

5. Para que la oración sea eficaz debe ofrecerse desde los motivos correctos. La oración no debe ser egoísta, sino dictada por una

consideración suprema para la gloria de Dios. Mucha de la oración se ofrece desde el egoísmo puro. Las mujeres a veces oran por

sus esposos para que se conviertan porque dicen "sería mucho más grato tener a mi esposo asistiendo a una reunión conmigo". Y

pareciera que nunca levantan sus pensamientos por encima del yo. No parece que piensen cómo sus esposos están deshonrando

a Dios por sus pecados, y cómo Dios sería glorificado en sus conversiones. Lo mismo es a menudo con los padres. No pueden

pensar que sus hijos no se pierdan. Oran por sus hijos esforzadamente, pero hablan ustedes con ellos, son muy tiernos, y les dicen

qué buenos son sus hijos, cómo respetan la religión, y creen que casi son cristianos; así que platican como si temieran que

ustedes lastimarían a sus hijos si les dicen la verdad. No piensan que esos hijos amorosos y afables están deshonrando a Dios por

sus pecados; están sólo pensando cuán aterrador sería para ellos irse al infierno. ¡Ah! A menos que sus pensamientos se levanten

más alto que eso, sus oraciones nunca prevalecerán con un Dios santo. La tentación a los motivos egoístas es tan fuerte que hay

razón para temer que muchas de las oraciones paternas nunca se levantarán por encima de los anhelos de la ternura paternal. Y

esa es la razón por la que muchas oraciones no son escuchadas, por la que tantos piadosos, padres que oran, tienen hijos impíos.

Mucha de la oración por el mundo impío parece no estar basada en ningún principio más alto que el de simpatía. Agentes

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misioneros, y otros, están habitando casi exclusivamente en seiscientos millones de impíos que se van al infierno, mientras muy

poco se dice de su deshonra a Dios. Esto es un gran mal y hasta que la iglesia tenga motivos más altos por la oración y el esfuerzo

misionero que la simpatía por los impíos, sus oraciones y esfuerzos nunca serán muchos.

6. Para que la oración sea eficaz debe ser por intercesión del Espíritu. Nunca pueden esperar ofrecer oración de acuerdo a la

voluntad de Dios sin el Espíritu. En los dos primeros casos, no es porque los cristianos no puedan ofrecer tal oración, donde la

voluntad de Dios se revela en su palabra, o es indicada por su providencia. Pueden hacerlo, así como pueden ser santos. Pero el

hecho es que son tan perversos que nunca ofrecen esa oración a menos que estén influidos por el Espíritu de Dios. Debe haber

una fe, como se produce por la operación eficaz del Espíritu Santo.

7. Debe ser una oración perseverante. Como algo general, los cristianos que ha apostatado y perdido el espíritu de oración, no

tendrán de inmediato el hábito de oración perseverante. Sus mentes no están en un estado correcto, no pueden fijar sus mentes, y

agarrarse hasta que la bendición llegue. Si sus mentes estuvieran en ese estado, perseverarían hasta que la contestación llegara,

la oración eficaz puede ofrecerse de inmediato, como también luego de orar tantas muchas veces por un objetivo. Pero tienen que

orar y orar una y otra vez porque sus pensamientos están tan aptos para divagar, y son tan fácilmente desviados del objetivo a

algo más. Hasta que sus mentes se imbuyan con el espíritu de oración, no se mantendrán fijos en un punto y presionarán su

petición a un asunto inmediatamente. No crean que están preparados para ofrecer oración prevaleciente, si sus sentimientos los

dejaran orar una sola vez por un objeto y luego dejarlo. Muchos cristianos llegan a la oración prevaleciente por un proceso dilatado.

Sus mentes gradualmente se llenan de ansiedad por un objeto para dedicarse incluso a su asunto, suspirando sus deseos a Dios.

Así como la madre cuyo hijo está enfermo, da de vueltas en su casa, suspirando como si su corazón se fuera a destrozar. Y si es

una madre que ora, sus suspiros salen hacia Dios todo el día. Si sale del cuarto donde está su hijo, su mente sigue en eso, y si

duerme, aún sus pensamientos siguen en eso, y si empieza en sus sueños, pensando que se muere. Toda su mente se centra en

ese hijo enfermo. Ese es el estado mental en el que los cristianos ofrecen oración que prevalece.

¿Cuál fue la razón por la que Jacob luchó toda la noche en oración con Dios? Sabía que había hecho gran daño a su hermano

Esaú al quitarle la primogenitura hacía tiempo. Y ahora se le informaba que su hermano lastimado se iba a encontrar con él, con

una fuerza armada, muy poderosa como para que él peleara contra ella. Y había muy buena razón para suponer que venía con el

propósito de vengarse. Había dos razones para estar alarmado. La primera era que había hecho gran daño y nunca había hecho

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reparación. La otra era que Esaú venía con una fuerza suficiente para aplastarlo. Ahora, ¿qué hizo? Primero arregla todo de la

mejor manera para encontrarse con su hermano, enviando primero un regalo, luego su propiedad y luego su familia, poniendo

aquellos que amaba hasta el último. Y para ese entonces su mente se había afligido tanto que no podía contenerse. Se aleja solo

al arroyo, y derrama su alma en agonía de oración toda la noche. Y apenas está rayando el alba, el ángel del pacto le dice

"déjame", y todo su ser, por así decirlo, agonizaba con sólo pensar rendirse, y gritó "no te dejaré, si no me bendices". Su alma

estaba en agonía, y obtuvo la bendición, pero siempre cargó con las marcas, y mostraba que su cuerpo había sido grandemente

afectado por esa lucha mental. Ésta es oración que prevalece.

Ahora bien, no se engañen pensando que ofrecen oración eficaz a menos que tengan ese deseo intenso por la bendición. No lo

creo. La oración no es eficaz a menos que se ofrezca con una agonía de deseo. El apóstol Pablo habla de ella como un dolor de

parto del alma. Jesucristo, cuando estuvo orando en el huerto, estaba en una agonía tal, que sudó como si fueran gotas grandes

de sangre cayendo al suelo. Nunca he conocido a alguien que sude sangre, pero he conocido a una persona que oró hasta que la

sangre empezó a correr de la nariz. Y he conocido personas que oran hasta que están empapadas de transpiración en el clima

más frío en invierno. He conocido a personas que oran muchas horas hasta que su fuerza se agota con la agonía de sus mentes.

Tales oraciones prevalecen con Dios.

Esta agonía en oración fue prevalente en el día del Presidente Edwards, en los avivamientos que entonces tomaron lugar. Fue una

de las más grandes piedras de tropiezo en esos días para las personas que se opusieron al avivamiento que la gente oraba hasta

que sus cuerpos eran dominados con sus sentimientos. Leeré un párrafo de lo que el Presidente Edwards dice sobre el tema para

que vean que esto no es nuevo en la Iglesia, sino siempre ha prevalecido cuando los avivamientos prevalecen con poder. Es de

sus Pensamientos sobre Avivamientos.

"No podemos determinar que Dios nunca dará a cualquier persona tanto descubrimiento de él mismo, no sólo como para debilitar

sus cuerpos, sino para tomar sus vidas. Los ministros ilustrados y atinados suponen que la vida de Moisés fue tomada de esa

manera, y esto también se supone que es el caso de algunos santos. En efecto, no veo ningún fundamento sólido y seguro que

cualquiera tenga para determinar que Dios nunca hará tales impresiones fuertes en la mente por su Espíritu, que sean una ocasión

para afectar la estructura del cuerpo, y particularmente esa parte del cuerpo, el cerebro, que personas sean privadas de usar la

razón. Como dije antes, es demasiado para que nosotros determinemos que Dios no traerá una calamidad externa al dotar

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bendiciones espirituales y eternas: de modo que es demasiado para que determinemos cuán grande será la calamidad externa que

él traerá. Dios da un gran aumento de descubrimientos de él mismo, y de amor a él, el beneficio es infinitamente mayor que la

calamidad, aunque la vida sea tomada; en efecto, aunque el alma no sea llevada inmediatamente al cielo, sino deba permanecer

en un sueño profundo, y entonces sea llevada al cielo, o, que es lo mismo, si se le priva del uso de sus facultades, y esté inactiva e

inservible, como si estuviera en un sueño profundo, y luego pase a la gloria. No podemos determinar cuán grande sea una

calamidad de distracción cuando se considera con todas sus consecuencias, y todo eso pudiera haber sido consecuencia, si la

distracción no hubiera sucedido, ni en efecto si (así considerada) no fuera una calamidad en lo absoluto, o si no fuese misericordia,

al prevenir un gran pecado, o algo aterrador, si no hubiera sido. Sería una gran falta en nosotros limitar al Dios soberano y sabio,

cuyos juicios son muy profundos y sus caminos sobrepasan el averiguar donde no se ha limitado él mismo, y en las cosas

concernientes que no nos ha dicho cuál será su camino. Es notable, considerando en qué multitud de instancias, y en qué grado, la

estructura corporal ha sido dominada últimamente, que las vidas de las personas, no obstante, han sido preservadas, y que las

instancias de aquellos que han sido privadas de razón, han sido muy pocas, y aquellas, quizá, todas ellas, personas bajo una

desventaja peculiar de un hábito débil y difuso del cuerpo. Una mano divina cuidadosa y misericordiosa es muy manifiesta en él,

que en tantas instancias donde el barco se ha empezado a hundir, pero se ha sostenido, y no se ha hundido totalmente. Las

instancias de tales como han sido privadas de la razón son pocas, que ciertamente no son suficientes para acusarnos de estar en

temor, como si esta obra que se ha realizado en el país fuera como para que sea una influencia funesta; a menos que seamos

inclinados a juntar todo lo que podamos para oscurecerla y ponerla en colores aterradores".

"Hay un tipo particular de aflicción y preocupación de la mente, por lo que muchos han sido dominados, que ha sido especialmente

tropiezo para muchos, y esto es, la preocupación y aflicción profundas en que las han estado por el alma de otros. Lamento que

cualquiera nos ponga en el apuro de hacer aquello que pareciera tan innecesario, como para como para defender tal cosa como

esa. Pareciera una mera trivialidad, en un caso tan simple, para entrar en un debate formal y particular a fin de determinar si hay

algo en la grandeza y la importancia del caso que responda y soporte una proporción de la grandeza de la preocupación que

algunos han manifestado. A los hombres se les puede permitir, desde cualquier principio más alto que la humanidad e ingeniosidad

comunes, para estar sumamente preocupados y grandemente afligidos en la mente al ver a otros en gran peligro de otra calamidad

como morir ahogados o en un incendio. Y si así fuera, entonces sin duda se permitiría ser igual de razonable, si los vieran en

peligro de una calamidad diez veces mayor, para estar aún más preocupados; y aún más, si la calamidad fuese aún mucho mayor.

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Y ¿por qué entonces, debe pensarse como irracional y verse con sospecha, como si debiera venir de una causa mala, cuando las

personas están extremadamente preocupadas al ver a otros en un peligro muy grande de sufrir el furor y la ira del Dios

Todopoderoso por la eternidad? Y además, sin duda se permitirá que aquellos que tengan mayores grados del Espíritu de Dios,

esto es, un espíritu de amor, puedan bien suponer tener vastamente mucho más amor y compasión por sus semejantes que

quienes son influidos sólo por humanidad común. ¿Porque se debe pensar como extraño que quienes están llenos del Espíritu de

Dios deban proporcionalmente, en su amor por las almas, ser como Cristo? Él tuvo un amor y preocupación fuertes por ellos como

para estar dispuesto a beber la hez del cáliz del furor de Dios por ellos, y al mismo tiempo que ofreció su sangre por las almas, la

ofreció también como su sumo sacerdote, con mucho lamento y lágrimas, con agonía extrema, cuando el alma de Cristo estaba,

por así decirlo, en dolores de labor de parto por las almas de los elegidos, y por tanto, en salvarlos, que dice ver las labores de

parto de su alma. Y un espíritu de amor y preocupación tales por las almas fue el espíritu de Cristo, así es el espíritu de la iglesia; y

por tanto, la iglesia, en desear y buscar que Cristo pueda ser llevado al mundo y las almas de los hombres se representa en

Apocalipsis 12 como una mujer "encinta, [clamando] con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento". El espíritu de

quienes han estado en angustia por las almas de otros, como puedo discernir, parece que no es diferente al del apóstol, quien tuvo

dolores de parto por las almas, y estaba listo para desear él mismo ser anatema de Cristo por otros. Y del salmista, Salmo 119: 53:

"Horror se apoderó de mí a causa de los inicuos que dejan tu ley". Y el versículo 136 "Ríos de agua descendieron de mis ojos,

porque no guardaban tu ley". Y del profeta Jeremías (Jer. 4: 19) "¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón;

mi corazón se agita dentro de mí; no callaré; porque sonido de trompeta has oído, oh alma mía, pregón de guerra". Y en Jeremías

9:1 y 13:17, e Isaías. 22:4. Leemos que Mardoqueo, cuando vio a su pueblo en peligro de perecer con una destrucción temporal en

Esther 4:1, "rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor". Y

¿por qué entonces debe pensarse que las personas se distraen cuando no pueden abstenerse de clamar por la consideración de

la misericordia de aquellos que van hacia la destrucción eterna? (Edwards' Works [Obras de Edwards]. vol. iv. p. 85. edición de

Nueva York)".

He leído esto para mostrar que eso era común en los grandes avivamientos de aquellos días. Así ha sido en todos los grandes

avivamientos, y ha sido más o menos común en proporción a la grandeza, la extensión y profundidad de la obra. Fue así en los

avivamientos en Escocia, y las multitudes eran dominadas y casi algunos se morían por la profundidad de la agonía.

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9. Si de veras quieren orar eficazmente, deben orar mucho. Se decía del apóstol Santiago que una vez muerto vieron que sus

rodillas eran callosas como las de un camello por orar tanto. ¡Ah!, he ahí el secreto del éxito de aquellos primeros ministros. Tenían

las rodillas callosas.

10. Si su intención es que la oración sea eficaz, debe ofrecerse en el nombre de Cristo. No pueden ir a Dios en el nombre de

ustedes. No pueden implorar con sus propios méritos. Pero pueden ir en un nombre que siempre sea aceptable. Todos ustedes

saben lo que es usar el nombre de un hombre. Si van al banco, con un giro o letra, firmado por John Jacob Astor, que les daría su

nombre, saben ustedes que tendrían el dinero del banco así como él mismo podría. Ahora, Jesucristo les da el uso de su nombre.

Y cuando oran en el nombre de Cristo, el significado de eso es que pueden prevalecer como también él mismo podría, y recibir

tanto como el hijo amado de Dios recibiría si orara él mismo por las mismas cosas, pero deben orar en fe. Su nombre tiene toda la

virtud en los labios de ustedes como la tiene en los suyos, y Dios es tan libre para otorgar bendiciones en ustedes, cuando piden

en el nombre de Cristo y en fe, como lo haría para otorgarlas en Cristo, si pedimos.

11. No pueden prevalecer en oración sin renunciar a todos sus pecados. No sólo deben recordarlos en su mente, sino deben de

hecho renunciar a ellos, y dejarlos fuera, y en el propósito de su corazón renunciar a ellos por siempre.

12. Deben orar en fe. Deben esperar obtener las cosas por las que piden. No necesitan buscar una respuesta a la oración, si oran

sin la expectativa de obtenerla. No deben formar tales expectativas sin alguna razón por ellas. En los casos que he supuesto hay

una razón por la expectativa. En el caso que el objeto se revele en la palabra de Dios, si oran sin ninguna expectativa de recibir las

bendiciones, hacen ustedes sólo de Dios un mentiroso. Si la voluntad de Dios es indicada por su providencia, deben depender de

ella según la claridad de la indicación, como para esperar la bendición si oran por ella. Y si son llevados por su Espíritu por ciertas

cosas, tienen tanta razón como para esperar eso que sea hecho como si Dios lo hubiera revelado en su palabra.

Pero algunos dicen "¿acaso esta postura de las direcciones del Espíritu de Dios no lleva a la gente al fanatismo?" Respondo que

no sé más que muchos pueden engañarse a sí mismos con respecto a este asunto. Multitudes se han engañado a sí mismas

referente a todos los puntos de religión. Y si algunos deben pensar que son llevados por el Espíritu de Dios, cuando no es nada

más que su propia imaginación, ¿acaso es esa cualquier razón por la que no deban seguir aquellos que saben que son llevados

por el Espíritu? Mucha gente supone que se convierten cuando no lo están. ¿Acaso es esa alguna razón por la que no debamos

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aferrarnos al Señor Jesucristo? Supongan que algunas personas son engañadas en pensar que aman a Dios, ¿es esa alguna

razón por la que un santo piadoso que sabe que tiene el amor de Dios en su corazón no deba sacar sus sentimientos en canciones

de alabanza? Entonces supongo que algunos pueden engañarse a sí mismos en pensar que son llevados por el Espíritu de Dios,

pero no hay necesidad de ser engañado. Si la gente sigue sus impulsos, es su propia culpa. No quiero que sigan sus impulsos.

Quiero que sean sobrios mentalmente y sigan las direcciones sobrias y racionales del Espíritu de Dios. Hay quienes saben lo que

estoy diciendo, y saben muy bien lo que es rendirse ellos mismos al Espíritu de Dios en oración.

III. Estableceré algunas de las razones por las que estas cosas son esenciales para la oración eficaz.

¿Por qué Dios requiere esa oración, esos fuertes deseos, y esas súplicas agonizantes?

1. Estos fuertes deseos ilustran muy bien la fuerza de los sentimientos de Dios. Son como sentimientos reales de Dios por los

pecadores sin arrepentirse. Cuando he visto, la fuerza sorprendente del amor por las almas que los cristianos han sentido, he sido

maravillosamente impresionado con el sorprendente amor de Dios y sus deseos por la salvación de ellas. El caso de una mujer, de

quien leo, en un avivamiento, hizo gran impresión en mi mente. Ella tenía tal compasión y amor indecibles por las almas que de

hecho jadeaba casi sofocándose. Lo que debe ser la fuerza del deseo que Dios siente cuando su Espíritu produce en cristianos tal

agonía sorprendente, tales estertores del alma, tales dolores de parto --Dios ha escogido la mejor palabra para expresarlo --es

dolor de parto, dolor de parto del alma.

He visto a un hombre de mucha fuerza de intelecto y músculo como cualquier hombre en la comunidad caer postrado,

absolutamente vencido por sus deseos indecibles por los pecadores. Sé que eso es una piedra de tropiezo para muchos; y lo será

siempre y cuando permanezcan en la iglesia tantos profesantes ciegos y estúpidos de religión. Pero no dudo que estas cosas sean

la obra del Espíritu de Dios. ¡Oh que toda la iglesia sea llena con el Espíritu como para tener dolores de parto en oración hasta que

una nación deba nacer en un día!

Se dice de la palabra de Dios que "Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos". ¿Qué significa? Le pregunté a un

profesante de religión. Estaba él haciendo excepciones sobre nuestras ideas de oración eficaz, y le pregunté qué quería decir Sion

estuvo de parto. "Ah", dijo él, "quiere decir que tan pronto la iglesia camine junta en la comunión del evangelio, entonces se dirá

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que ¡Sion viaja! Este caminar juntos se llama parto. Vaya, se ve que sabía. (Nota del traductor: en inglés la palabra travail, que

significa parto o tener dolores de parto en español, se puede confundir con la palabra travelling que significa en español de viaje o

que se desplaza).

2. Estos fuertes deseos que he descrito son resultados naturales de gran benevolencia y postura clara de los peligros de los

pecadores. Es perfectamente razonable que deba ser así. Si las mujeres que están en esta casa vieran a su familia que están

muriendo en un incendio, y escucharan los gritos y vieran su agonía, se sentirían en zozobra, y es muy probable que muchas de

ellas se desmayarían de agonía, y nadie se preguntaría o diría que son unas necias o que están locas de sentir tanta congoja ante

tal espectáculo. Verían muy extraño si no hubiese algunas expresiones de sentimiento poderoso. ¿Por qué es que cualquiera se

pregunta si los cristianos deben sentir como lo he descrito cuando tienen posturas claras del estado de los pecadores, y el peligro

tan horrible en el que están? El hecho es que esos individuos que nunca se han sentido así, nunca han sentido mucha

benevolencia real, y su piedad debe ser de un carácter muy superficial. No quiero juzgar duramente, o hablar sin amabilidad, pero

establezco eso como un simple hecho; y la gente puede hablar al respecto como quiera; sé que tal piedad es superficial. No hay

censura, sino simple verdad.

La gente a veces se sorprende que los cristianos tengan tales sentimientos. ¿Sorprenderse de qué? Ah, pues, a los resultados

naturales, filosóficos y necesarios de la piedad profunda hacia Dios, y la benevolencia profunda hacia el hombre en vista del gran

peligro en el que los pecadores están.

3. El alma de un cristiano, cuando está así de cargada, tiene que aligerarse. Dios pone el peso del alma de un cristiano con el

propósito de llevarlo cerca de él mismo. Los cristianos seguido son tan incrédulos que no ejercen la fe apropiada en Dios hasta que

les pone esta carga tan pesada encima que no pueden vivir con ella, y entonces deben ir a Dios para aligerarla. Es el caso de un

pecador convicto. Dios está dispuesto a recibirlo de inmediato si va directo a él con fe en Jesucristo, pero no lo hace. Se detiene y

lucha, gime con la carga a sus cuestas de sus pecados, y no se arroja a Dios, hasta que su carga de convicción se vuelve tan

grande que no puede vivir más, y cuando es llevado a la desesperación, por así decirlo, y se siente como si estuviese presto a

hundirse en el infierno, hace un salto poderoso y se arroja él mismo a la misericordia de Dios como su única esperanza. Era su

deber haber acudido antes. Dios no tiene ningún deleite en su congoja, por su propia causa. Fue sólo la obstinación del pecador

que creó la necesidad de toda su aflicción. No iría sin ella. De modo que cuando los profesantes de religión son cargados con el

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peso de las almas, seguido oran una y otra vez, y la carga aún no se irá, ni la congoja será abatida, porque nunca han arrojado

todo a Dios en fe. Pero no se pueden deshacer de la carga. En tanto su benevolencia continúe seguirá y permanecerá, a menos

que resistan y apaguen al Espíritu Santo cuando no obtengan alivio, hasta que sin ninguna omisión, cuando son llevados al

extremo, hacen un esfuerzo desesperado, ponen la carga en el Señor Jesucristo, y ejercen una confianza como de niño en él.

Entonces se sienten aliviados; entonces se sienten como el alma por la que estaban orando fuera salva. La carga se ha ido, y Dios

parece en bondad calmar la mente para sentir una dulce certeza que la bendición se concederá. Frecuentemente, luego de que un

cristiano tuvo esa lucha, esa agonía en oración, ha obtenido alivio de esa manera, encontrarán ustedes que fluyen los afectos más

dulces y celestiales--el alma descansa muy dulce y gloriosamente en Dios y se regocija "con gozo inefable y glorioso".

¿Creen ahora algunos de ustedes que no hay tales cosas en la experiencia de los creyentes? Les digo que si tuviera el tiempo, les

podría mostrar del Presidente Edwards, y de otros escritores aprobados, casos y descripciones como esa. Se preguntan ¿cómo es

que nunca hemos tenido tales cosas en Nueva York? Les digo que no es todo porque sean mucho más sabios que los cristianos

en el país, o porque tengan mucha más inteligencia o puntos de vista más amplios de la naturaleza de religión, o una piedad más

estable y regulada. Les digo que no; en lugar de enorgullecerse de ser libres de esas extravagancias, deben esconder sus

cabezas, porque los cristianos de Nueva York son tan mundanos, y tienen tanta rigidez, orgullo y modo que no pueden llegar una

espiritualidad como esa. Ojalá pudiera ser así. ¡Oh, que hubiese un espíritu así en esta ciudad, y en esta iglesia! Sé que haría

mucho ruido, si esas cosas se hicieran aquí. Pero eso no me preocuparía. Que digan, si quieren, que la gente de Chatham Chapel

ha enloquecido. No tenemos que tener miedo de eso, si pudiéramos vivir lo bastante cerca de Dios para disfrutar su Espíritu en la

manera que he descrito.

4. Estos efectos del Espíritu de oración en el cuerpo en sí mismos no forman parte de la religión. Es sólo que el cuerpo está con

frecuencia tan débil que los sentimientos del alma lo vencen. Estos efectos corporales no son en lo absoluto para la oración

prevaleciente, sino sólo son un resultado natural o físico de emociones altamente incitadas de la mente. No es inusual que el

cuerpo sea debilitado e incluso vencido por cualquier emoción poderosa de la mente, en otros temas además de religión. El portero

del Congreso en tiempo de la guerra de independencia cayó muerto al recibir una muy buena noticia. Supe de una mujer en

Rochester, quien estaba en agonía de oración por la conversión de su yerno. Una mañana se hallaba él en una reunión de

salvación, y ella se había quedado en casa orando por él. Al término de la reunión, llegó a casa convertido y ella se regocijó tanto

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que cayó muerta en ese momento. No es más de extrañarse que esos efectos deban ser producidos por la religión que un

sentimiento fuerte sobre cualquier otro tema. No es esencial en la oración, sino el resultado natural del gran esfuerzo de la mente.

5. Sin duda una gran razón por la que Dios requiere el ejercicio de oración de agonía es que forma un nexo tal entre Cristo y la

Iglesia. Crea una simpatía tal entre ellos. Es como si Cristo viniera y derramara los desbordamientos de su propio corazón

benevolente a su iglesia y los dirigiera para simpatizar y cooperar con él como nunca se hace de otro modo. Sienten como Cristo

siente--llenos de compasión por los pecadores; con frecuencia tienen tal compasión, tales deseos desbordantes por su salvación

que se muestra en uno mismo en la manera de hablar y predicar, como si Cristo hablara a través de ellos. Las palabras salen de

sus labios con frescura y calidez, como desde el mismo corazón de Cristo. No quiero decir que dicta las palabras de ellos, sino que

incita los sentimientos que dan expresión a ellos. Entonces verán un movimiento en los oidores como si Cristo mismo hablara a

través de labios de barro.

6. Estos dolores de parto de alumbramiento por las almas crea también un nexo admirable entre los cristianos de corazón

afectuoso y converso recientes. Aquellos que se convierten son muy queridos para los corazones que han tenido ese espíritu de

oración por ellos. El sentimiento es como el de una madre por su primogénito. Pablo lo expresa bellamente cuando dice: "Hijitos

míos". Su corazón era afectuoso y tierno. "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto". Se habían alejado, y padece

él las agonías de un padre por su hijo perdido. "Vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros",

esperanza de gloria. En un avivamiento, he notado con frecuencia cómo aquellos quienes han tenido el espíritu de oración aman a

los recién convertidos. Sé que esto es toda el álgebra para quienes nunca la han sentido. Pero quienes han sentido la agonía de

lucha, el prevalecer en oración, por la conversión de un alma, pueden depender de ella, esa alma, luego de convertirse, aparece

tan querida como un hijo a su mamá que lo ha dado a luz con dolor. Agonizó por él, lo recibió en respuesta a la oración y puede

presentarlo al Señor Jesucristo diciendo: "Aquí estoy, Señor, y los hijos que me has dado".

7. Otra razón de que Dios requiere este tipo de oración es que es la única forma en que la iglesia puede estar propiamente

preparada para recibir grandes bendiciones sin ser lastimada por ellas. Cuando la iglesia se postra de esa manera en el polvo

delante de Dios, y está en agonía profunda de oración, la bendición les hace bien. Mientras que al mismo tiempo, si hubiera

recibido la bendición sin la postración profunda del alma, los llenaría de orgullo. Pero como está, aumenta su santidad, amor y

humildad.

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IV. Voy a mostrar que esa oración como he descrito podrá mucho.

Pero la falta de tiempo me impide ir a detalles en particular de la evidencia que intento poner bajo este rubro.

Elías el profeta se lamentaba por el deterioro de la casa de Israel, y cuando vio que ningún medio era eficaz para prevenir un

alejamiento perpetuo a la idolatría, oró que los juicios de Dios pudieran venir sobre la nación culpable. Oró para que no lloviera, y

Dios cerró los cielos por tres años y medio hasta que la gente fue llevada al último extremo. Y cuando vio que era tiempo de ceder,

¿qué hizo? Véanlo subir a la montaña y arrodillarse en oración. Quiso estar solo; y le dijo a su siervo que fuera siete veces

mientras él agonizaba en oración. La última vez, el siervo le dijo que aparecía una nubecilla, como del tamaño de la mano de un

hombre, y de inmediato se levantó--la bendición fue obtenida. El tiempo había llegado para que la calamidad se fuera. "Ah", dirían

"pero Elías era un profeta". Ahora no hagan esa objeción. La hicieron en los días del apóstol, y ¿qué dijo el apóstol? Pues ese

mismo instante trajo el hecho de que Elías era un hombre de pasiones similares que las nuestras, como un caso de oración

prevaleciente, e insistió que ellos oraran así también.

John Knox fue famoso por su poder en oración para que María la Sanguinaria (nota del traductor: María I de Inglaterra) dijera que

le tenía miedo a las oraciones de él más que los ejércitos de Europa. Y los eventos muestran que tenía razón para decirlo. Él

acostumbraba a estar en una agonía tal por la liberación de su país que no podía dormir. Una noche él y varios amigos oraban

juntos, y mientras oraban, Knox habló y dijo que la liberación había llegado. No podía decir qué había pasado, pero sintió que algo

había sucedido, pues Dios había escuchado las oraciones de ellos. ¿Qué fue? ¡Pues que las próximas noticias que tendrían eran

que María habría muerto!

Tómese el hecho siguiente que ha sido narrado por un ministro. Dijo que en un cierto pueblo no había habido ningún avivamiento

en años; la iglesia casi se extinguía, todos los jóvenes eran inconversos, la desolación reinaba intacta. Ahí vivía en una parte

retirada del pueblo un anciano, herrero de ocupación, y tartamudo, que era molesto oírle hablar. Un viernes, mientras trabajaba en

la herrería, su mente se afligió por el estado de la iglesia y de los inconversos. Su agonía fue tanta que fue inducido a dejar su

trabajo, cerrar su taller, y pasar la tarde en oración.

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Prevaleció y el domingo fue a ver al ministro, y quiso que hiciera una reunión. Luego de titubear, accedió el ministro, observando,

sin embargo, que pocos asistirían. La organizó para esa tarde en una casa privada grande. Cuando llegó la tarde, se reunieron

tantos que no cabían en la casa. Todo estuvo en silencio por un rato hasta que un pecador irrumpió en lágrimas y dijo que si

alguien podía orar, pedía que oraran por él. Otro más siguió, y otro, hasta que las personas de cada rincón del pueblo estaban bajo

gran convicción. Y lo sobresaliente fue que ellos concordaron que su convicción fue a la hora que el anciano estaba orando en su

taller. Un poderoso avivamiento siguió. Así que prevaleció el anciano tartamudo, y como un príncipe, tenía poder con Dios. Podría

nombrar multitudes de casos parecidos, pero por falta de tiempo debo concluir con pocos.

OBERVACIONES.

1. Mucha de la oración se pierde, y mucha gente no prevalece en oración porque, cuando tienen deseos por bendiciones

particulares, no les dan seguimiento. Pueden tener deseos, benevolentes y puros, que son incitados por el Espíritu de Dios; y

cuando los tienen, deben perseverar en oración, pues si quitan su atención por otros objetos, apagarán el Espíritu. Les decimos a

los pecadores que no desvíen su atención del único objeto, sino que la fijen ahí hasta que sean salvos. Cuando encuentren esos

deseos santos en las mentes de ustedes, tengan cuidado de dos cosas:

(1.) No apaguen el Espíritu.

(2.) No sean desviados hacia otros objetos.

Sigan las direcciones del Espíritu hasta que hayan ofrecido oración eficaz y ferviente que puede mucho.

2. Sin el espíritu de oración, los ministros tendrán muy poco provecho. No necesitan expresar mucho éxito, a menos que oren por

ello. A veces otros pueden tener el espíritu de oración y obtener la bendición en sus labores. Generalmente, sin embargo, los

predicadores más exitosos son quienes ellos mismos tienen el espíritu de oración.

3. No sólo deben los ministros tener el espíritu de oración, sino es necesario que la iglesia deba unirse en ofrecer que la oración

eficaz y ferviente puede prevalecer con Dios. No necesitan esperar una bendición a menos que la pidan. "Aún seré solicitado por la

casa de Israel, para hacerles esto".

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Ahora, mis hermanos, sólo tengo que preguntarles referente a lo que he predicado esta noche: ¿Lo harán? ¿Han hecho lo que les

prediqué el pasado viernes en la tarde? ¿Han repasado sus pecados y los han confesado? ¿Pueden orar ahora? ¿Me uniré a

ustedes y ofreceré oración que prevalece, que el Espíritu de Dios baje aquí?

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CONFERENCIA V

LA ORACIÓN DE FE

TEXTO. --"Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá." --MARCOS 11.24.

ESTAS palabras han sido supuestas por algunos para referirse exclusivamente a la fe de milagros. Pero no hay la menor evidencia

de eso. El que el texto no fuera diseñado por nuestro Salvador para referirse exclusivamente a la fe de milagros es probado por la

conexión en la que se halla. Si leen el capítulo, verán que Cristo y sus apóstoles estaban en ese tiempo muy comprometidos con

su obra, y oraban mucho; y en tanto regresaban débiles y hambrientos de sus lugares de retiro en la mañana, vieron una higuera

cerca. Se veía hermosa y sin duda daba señales de que tenía fruto, pero cuando llegaron, sólo encontraron hojas. Y Jesús dijo:

"Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos. Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado

desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. Respondiendo

Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no

dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.

Luego sigan las palabras del texto:

"Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá".

Nuestro Salvador estaba deseoso de dar a sus discípulos las instrucciones con respecto a la naturaleza y poder de la oración y la

necesidad de una fe fuerte en Dios. Por tanto él estableció un caso fuerte, un milagro--uno tan grandioso como la remoción de una

montaña al mar, Y les dice que si ellos ejercieran una fe apropiada en Dios, podrían hacer tales cosas. Pero sus observaciones no

están limitadas a la fe meramente concerniente a la obra de milagros, pues continúa diciendo:

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"Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os

perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os

perdonará vuestras ofensas".

¿Se relaciona esto con milagros? Cuando oren, tienen que perdonar. ¿Requiere sólo eso cuando un hombre desea obrar un

milagro? Hay muchas otras promesas en la Biblia relacionadas con eso, y hablan casi de lo mismo, de lo cual ha sido todo

dispuesto en esa manera de escasa mano de obra, como refiriéndose a la fe empleada en milagros. ¡Así como si la fe de milagros

fuera algo diferente de la fe en Dios!

En mi conferencia pasada, traté el tema de la oración que prevalece, y recordarán que toqué brevemente el tema de la fe en

oración porque quería reservarlo para una discusión aparte. El tema de esta noche es:

LA ORACIÓN DE FE

Propongo:

I. Mostrar que la fe es una condición indispensable de la oración prevaleciente.

II. Mostrar lo que es que vamos a creer cuando oramos.

III. Mostrar cuando vamos a ejercer esa fe, o creer que recibiremos lo que pidamos.

IV. Que esa clase de fe en oración siempre obtiene la bendición buscada.

V. Explicar cómo vamos a llegar a ese estado de la mente en el que podemos ejercer esa fe.

VI. Responder algunas objeciones que a veces van en contra de esos puntos de vista acerca de la oración.

I. No hay duda de que la fe es una condición indispensable de la oración.

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Hay tal cosa como ofrecer deseos benevolentes, que son aceptables a Dios como tales, que no incluyen el ejercicio de la fe

referente a la recepción de esas bendiciones. Pero los deseos no son oración prevaleciente, la oración de fe. Dios puede

considerar adecuado el conceder las cosas deseadas, como un acto de bondad y amor, pero no sería apropiadamente en

respuesta a la oración. Estoy hablando del tipo de fe que asegura la bendición. No me malentiendan al decir que no hay nada en la

oración que sea aceptable a Dios, o que incluso se obtenga la bendición a veces sin este tipo de fe, sino que hablo de la fe que

asegura la misma bendición que se busca. Para probar que la fe es indispensable para la oración que prevalece, es sólo necesario

repetir lo que el apóstol Santiago expresamente nos dice: "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da

a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la

onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra".

II. Veamos lo que vamos a creer cuando oramos.

1. Vamos a creer en la existencia de Dios--"Es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de

los que le buscan". Hay muchos que creen en la existencia de Dios, y no creen en la eficacia de la oración. Profesan creer en Dios,

pero niegan la necesidad o la influencia de la oración.

2. Vamos a creer que recibiremos--algo-- ¿qué? No algo o cualquier cosa, como sucede, sino algo particular por lo que pidamos.

No vamos a pensar que Dios es un ser que si pedimos un pez, nos dará una serpiente, o si pedimos pan, nos dará una piedra, sino

que dice: "Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá". Con respecto a la fe de

milagros, es claro que van a creer ellos que deben recibir lo que pidieron--que aquello en sí debe suceder. Eso es que lo que

vamos a creer. Ahora, ¿qué deben los hombres creer en cuanto a otras bendiciones? ¿Es acaso meramente una idea suelta que si

un hombre ora por una bendición específica, Dios dará por una soberanía misteriosa una cosa u otra a él, o algo a alguien más, de

alguna parte? Cuando un hombre ora por la conversión de sus hijos, va a creer que sus hijos se convertirán o los hijos de alguien

más, y es enteramente de alguna manera incierto cuál. Todo esto es una tontería y altamente deshonroso para Dios. No, vamos a

creer que recibiremos las cosas que pidamos.

III. ¿Cuándo vamos a hacer este tipo de oración?

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¿Vamos a creer que tendremos las cosas por las que oremos? Respondo, cuando tengamos evidencia de ellas. Un hombre no

puede creer una cosa a menos que vea algo que suponga sea la evidencia. No está bajo la obligación de creer, y no tiene derecho

a creer, que se hará una cosa, a menos que tenga evidencia. Es fanatismo creer sin evidencia. Los tipos de evidencia que puede

tener el hombre son los siguientes:

1. Supongan que Dios ha especialmente prometido algo. Por ejemplo, Dios dice que está más que presto para dar su Espíritu

Santo a aquellos que lo piden, que los padres que dan pan a sus hijos. Aquí estamos obligados a creer que lo recibiremos cuando

lo pidamos. No tienen derecho a poner un sí y decir: "Señor, si quieres, danos tu Espíritu Santo". Esto es insultar a Dios. Poner un

sí a la promesa de Dios, donde Dios no lo ha puesto, es equivalente a culpar a Dios de no ser sincero. Es como decir: "Oh Dios, si

quieres cumplir estas promesas concédenos la bendición por la que oramos".

Supe de un caso donde una recién convertida fue el medio de enseñar a un ministro una verdad solemne sobre el tema de la

oración. Era de una familia muy perversa, y se fue a vivir con el ministro. Mientras estaba ahí, fue esperanzadamente convertida, y

se comportaba bien. Un día fue al estudio del ministro, mientras estaba él ahí--algo que ella no tenía el hábito de hacer; y pensó él

que sucedía algo. Le pidió él que tomara asiento, y amablemente le preguntó a ella sobre el estado de sus sentimientos religiosos;

y le dijo ella que estaba angustiada por la manera en que los miembros con antigüedad oraban por el Espíritu. Oraban que viniera

el Espíritu y parecían muy en serio, e imploraban las promesas de Dios, diciendo: "Oh Señor, si es tu voluntad, concédenos estas

bendiciones por Cristo". Ella pensó el decir "si es tu voluntad", cuando Dios expresamente lo ha prometido, era cuestionar si Dios

era sincero en sus promesas. El ministro trató de razonar con ella, y desde luego sólo logró confundirla. Ella se angustió y se llenó

de dolor y dijo: "no puedo discutir ese punto con usted, señor, pero me da la impresión que está equivocado y que deshonra a

Dios". Y ella salió llorando en angustia. El ministro vio que ella no estaba satisfecha, lo cual lo llevó a revisar el asunto de nuevo, y

por fin vio que estaba poniendo un si donde Dios no había puesto ninguno y donde expresamente había revelado su voluntad, y

que era un insulto para Dios. Y salió y le dijo a su iglesia que debían creer que Dios era sincero cuando les hizo una promesa. Y el

espíritu de oración bajó sobre la iglesia y siguió un avivamiento poderoso.

2. Donde haya una promesa general en las escrituras que ustedes pueden aplicar razonablemente al caso en particular ante

ustedes. Si su significado real incluye el objeto particular por el que oran, o si pueden razonablemente aplicar el principio de la

promesa al caso, ahí tienen evidencia. Por ejemplo, supongan que es un tiempo cuando la maldad prevalece grandemente, y son

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llevados a orar por la intervención de Dios. ¿Qué promesa tienen? Pues ésta: "vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de

Jehová levantará bandera contra él". Aquí ven que es una promesa general que pone un principio de la administración de Dios,

que puede aplicarse al caso delante de ustedes, como una garantía de ejercer la fe en oración. Y si el caso surgiera para inquirir

como el tiempo en el que Dios concederá bendiciones en respuesta a la oración, tienen esta promesa: "mientras aún hablan, yo

habré oído".

Hay una gran cantidad de promesas y principios generales puestas en la Biblia, de los cuales los cristianos pueden hacer uso, si

sólo pensaran. Cuando estén en circunstancias en las que las promesas aplican, están ahí para que las usen. Un padre encuentra

esta promesa "Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, Y su justicia sobre

los hijos de los hijos, Sobre los que guardan su pacto, Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra".

Ahora, he aquí una promesa hecha para quienes poseen cierto carácter. Si un padre está consciente que éste es su carácter, tiene

un fundamento justo para aplicarlo para él y su familia. Si tienen ese carácter, están obligados a hacer uso de esta promesa en

oración, y creerla, incluso para los hijos de sus hijos.

Si tuviera tiempo esta noche, iría de principio a fin en la Biblia y produciría una variedad sorprendente de textos aplicables como

promesas; suficientes para probar que, en cualesquiera circunstancias puede ser puesto un hijo de Dios, Dios ha provisto en la

Biblia alguna promesa, sea general o particular, que se puede aplicar, que sea precisamente idónea para su caso. Muchas de las

promesas de Dios son muy amplias adrede para cubrir mucho terreno. ¿Cuán amplia puede ser la promesa en el texto: "todo lo

que pidiereis orando"? ¿Qué cristiano hay que ora y no haya sido sorprendido a lo largo y ancho, y en plenitud, de las promesas de

Dios, cuando el Espíritu las ha aplicado a su corazón? ¿Quién que vive la vida de oración no se ha sorprendido por su propia

ceguera al no haber visto antes y sentido la extensión y riqueza del significado de esas promesas cuando son vistas bajo la luz del

Espíritu de Dios? En tales momentos ha sido pasmado por su propia ignorancia, y encontrado el Espíritu aplicando las promesas y

declaraciones de Biblia en un sentido del que nunca había soñado de ser aplicables antes. La manera en la que los apóstoles

aplicaron las promesas y profecías y declaraciones del Antiguo Testamento, coloca en una luz fuerte la amplitud del significado, y

la plenitud y riqueza de la palabra de Dios como debe ser, con frecuencia hará una apropiación de las promesas para él mismo, y

una aplicación de ellas a sus propias circunstancias, y las circunstancias de aquéllos por los que ora, de las que un profesor ciego

de religión nunca sonaría.

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3. Donde hay alguna declaración profética, que el objeto por el que se ora sea grato a la voluntad de Dios. Cuando es claro por la

profecía que el evento ciertamente va cumplirse, están ustedes obligados a creerlo, y hacer el fundamento por su fe especial en

oración. Si el tiempo no se específica en la Biblia, y no hay evidencia de otras fuentes, no están obligados a creer que tomará lugar

ahora o inmediatamente. Pero si el tiempo no se especifica en la Biblia, o si el tiempo puede aprenderse por el estudio de las

profecías, y parece haber llegado, entonces los cristianos están bajo obligaciones de entender y aplicarlo, al ofrecer la oración de

fe. Por ejemplo, tómese el caso de Daniel referente al regreso de los judíos de la cautividad. ¿Qué es lo que dice? "Yo Daniel miré

atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las

desolaciones de Jerusalén en setenta años". Aprendió de esos libros, esto es, estudió su Biblia, y de ese modo entendió que el

periodo de la cautividad iba a ser de setenta años. ¿Qué hace entonces? ¿Acaso se sienta sobre la promesa y dice: "Dios se ha

asegurado de poner fin a la cautividad dentro de setenta años y el tiempo ha expirado, y no hay necesidad de hacer algo"? Oh no

dice: "Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza". Se dispuso de inmediato a orar

por aquello que podría cumplirse. Oró en fe. Pero ¿iba a creer? Lo que había aprendido de la profecía. Hay muchas profecías aún

no cumplidas, en la Biblia, que los cristianos están obligados a entender, en tanto sean capaces de entenderlas, y hacerlas la base

de la oración que creen. No piensen, como algunos parece que piensan, que porque algo se predice en profecía no es necesario

orar por eso, o que sucederá si los cristianos oran o no por ella. No hay verdad en eso. Dios dice, referente a esta clase de

eventos, que son revelados en profecías, "aún seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto".

4. Cuando las señales de los tiempos, o la providencia de Dios, indican que una bendición en particular está a punto de ser

otorgada, estamos obligados a creerla. El Señor Jesucristo culpó a los judíos y los llamó hipócritas porque no entendieron las

indicaciones de la Providencia. Pudieron entender las señales del tiempo, y ver cuando iba a llover, y cuando iba a haber buen

clima pero no podían ver, por las señales de los tiempos, que había llegado el momento para que apareciera el Mesías, y levantara

la casa de Dios. Hay muchos observantes de religión que siempre se están tropezando y son renuentes cuando se les propone

que hagan algo. Siempre dicen que el tiempo no ha llegado y que no ha llegado; cuando hay otros que ponen atención a las

señales de los tiempos y que tienen discernimiento espiritual para entenderlas. Éstos oran en fe por la bendición y llega.

5. Cuando el Espíritu de Dios está sobre ustedes, e incita fuertes deseos para cualquier bendición por la que están obligados a orar

en fe. Están obligados a inferir por el hecho que se encuentran atraídos al deseo de tal cosa, mientras en el ejercicio de tales

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afectos santos como el Espíritu de Dios produce que estos deseos son la obra del Espíritu. La gente no está apta para desear con

el tipo correcto de deseos, a menos que sean incitados por el Espíritu de Dios. El apóstol se refiere a estos deseos, incitados por el

Espíritu, en su epístola a los Romanos donde dice: "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos

de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que

escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos".

Aquí, entonces, si se encuentran fuertemente atraídos para desear una bendición, van a entenderla como una indicación que Dios

está dispuesto a otorgar esa bendición en particular, y entonces están obligados a creerla. Dios no juega con sus hijos. No va e

incita en ellos los deseos que está él dispuesto a gratificar. Y cuando sienten tales deseos, están obligados a seguirlos hasta que

obtienen la bendición.

VI. Procederé a mostrar que en este tipo de fe siempre se obtiene el objeto.

El texto es claro aquí para mostrar que ustedes recibirán aquello por lo que están orando. No dice "creed que lo recibiréis, y

tendréis ya sea eso o algo más equivalente a eso". Para probar que esa fe obtiene la bendición pedida, observo...

1. que de otro modo nunca podríamos saber si nuestras oraciones fueran contestadas. Y podemos seguir orando y orando, mucho

después que la oración fuera contestada por alguna otra bendición equivalente a la que pedimos.

2. Si no estamos obligados a esperar aquello que pedimos, debe ser que el Espíritu de Dios nos engaña. ¿Por qué nos incita a

desear cierta bendición cuando quiere decir que concederá algo más?

3. ¿Cuál es el significado de este pasaje, "¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?"? ¿Acaso

no reprende nuestro Salvador la idea que la oración puede ser contestada al dar otra cosa más? ¿Qué motivación tenemos para

orar por cualquier cosa en particular si vamos a pedir por algo y recibimos otra cosa? Supongan que un cristiano deba orar por un

avivamiento aquí-- ¡se le contestaría por un avivamiento en China! O que pudiera orar por un avivamiento, ¡y Dios enviara el

cólera, o un terremoto! Toda la historia de la iglesia muestra que cuando Dios responde la oración, le da a su pueblo por lo que ha

estado orando. Dios confiere otras bendiciones, sobre santos y pecadores, por lo que ellos no oran para nada. Manda la lluvia

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sobre los justos e injustos, pero cuando responde la oración, es al hacer lo que ellos le piden que haga. Sin duda, seguido hace

más que responder oraciones. Les concede no sólo lo que piden, sino seguido conecta otras bendiciones con eso.

4. Quizá puedan palpar una dificultad aquí sobre las oraciones de Jesucristo. La gente pudiera preguntar con frecuencia: "¿Acaso

no oró en el huerto para que la copa se pasara, y se contestó su oración? Respondo que esto no es ninguna dificultad, pues la

oración fue contestada. La copa que oró para ser entregada fue quitada. Esto es lo que el apóstol se refiere cuando dice: "Y Cristo,

en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a

causa de su temor reverente". Ahora pregunto, ¿en qué ocasión fue salvado de la muerte, si no en ésa? ¿Fue la muerte de la cruz

de la que oró que lo libraran? Para nada. El caso fue así. Poco antes de que fuese traicionado, lo oímos decir a sus discípulos "mi

alma está muy triste, hasta la muerte". La angustia mental vino sobre él, hasta que estuvo listo para morir, y salió hacia el huerto

para orar, y les dijo a los discípulos que velaran, y entonces fue un poco adelante y oró: "Padre mío, si es posible, pase de mí esta

copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú". En su agonía se levantó y caminó por el huerto hasta que llegó donde estaban

sus discípulos y los vio durmiendo. Los despertó y les dijo: "¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?" Y se fue otra vez,

pues estaba tan angustiado que no podía estarse quieto, y de nuevo derramó su alma. Y la tercera vez va y ora, "Padre mío, si no

puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad". Y ahora la tercera vez que oraba, ahí se apareció un ángel

desde el cielo, fortaleciéndolo. Y su mente se repuso y se calmó, y la copa se había ido. Hasta entonces, había estado en una

agonía tal que su sudor fue como gotas de sangre, pero ya todo había pasado.

¡Algunos han supuesto que estaba orando contra la cruz, suplicando fuera librado de morir en la cruz! ¿Acaso Cristo evadió la

cruz? Nunca. Vino al mundo a propósito para morir en la cruz y nunca la evadió. Pero tenía miedo de morir en el huerto antes de

llegar a la cruz. La carga de su alma era muy grande y produjo una agonía tal que sintió como si estuviera a punto de morir. Su

alma estaba tan triste incluso hasta la muerte. Pero luego de que el ángel se le apareciera, ya no vemos más la agonía de su alma.

Había orado por alivio de esa copa y su oración fue respondida. Se calmó y no tuvo ningún sufrimiento mental hasta que expiró.

Este caso, por tanto, no es excepción. Recibió lo que había pedido, como dice, "Yo sabía que siempre me oyes".

Pero hay otro caso con frecuencia tratado donde el apóstol Pablo oraba contra el aguijón en la carne. Dice: "respecto a lo cual tres

veces he rogado al Señor, que lo quite de mí". Y Dios le respondió "Bástate mi gracia." Es la opinión del doctor Clarke y de otros

que la oración de Pablo fue contestada en aquello por lo que estaba orando. Ese "aguijón en [la] carne, un mensajero de Satanás",

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del cual habla era un apóstol falso que había distraído y pervertido a la iglesia en Corinto. Pablo oró contra su influencia, y el Señor

le respondió al asegurarle "bástate mi gracia". ¿Quién no sabe que fue la influencia de Pablo que triunfó al fin?

Pero admitir que la oración de Pablo no fue respondida, al concederle el objeto en particular por lo que oraba, a fin de resolver el

caso como una excepción de oración de fe, están ellos obligados a asumir que aquello sea probado. No hay razón para suponer

que Pablo siempre oraba en fe no más que cualquier otro cristiano. La manera en la que Dios le respondió muestra que no fue en

fe. Virtualmente le dice "ese aguijón es necesario para tu santificación y librarte de ser exaltado sin medida. Lo envío en amor, y en

fidelidad, y no tienes ningún asunto para orar que deba quitarlo. &endash;DÉJALO".

No sólo no hay evidencia de que oró en fe, sino una fuerte suposición que no. Por la historia es evidente que no tenía nada sobre

la cual reposar en fe. No había una promesa expresa, ninguna promesa general, que pudiera ser aplicable, ninguna providencia de

Dios, ninguna profecía, ninguna enseñanza del Espíritu que Dios quitaría ese aguijón; pero la suposición era que Dios no la

quitaría. Se lo había dado a él por un propósito en particular. Su oración parece haber sido egoísta, o por lo menos el orar por una

influencia meramente personal. Esto no era un sufrimiento personal que retardaba la utilidad de él, sino al contrario le fue dado

para aumentar su utilidad al mantenerse humilde, y porque por alguna razón vio que era inconveniente y mortificante, se dispuso a

orar de su propio corazón, evidentemente sin ser llevado a eso por el Espíritu de Dios. Pero ¿oró Pablo en fe sin el Espíritu de Dios

como cualquier otro hombre? Y ¿cualquiera intentaría decir que el Espíritu de Dios lo llevó a orar para que eso fuese removido,

cuando Dios mismo se lo había dado por un propósito en particular, cuyo propósito no podía responderse en tanto el aguijón

continuara con él?

¿Por qué entonces se hace de esto una excepción a la regla general puesta en el texto, que un hombre recibirá lo que pidiere en

fe? Una vez quedé pasmado y dolido en el examen público en el Seminario Teológico al oír que oscurecían el consejo con

palabras sin conocimiento del tema. Este caso de Pablo, y el de Cristo, que acabo de mencionar, fueron los dos citados como

ejemplos para probar a sus estudiantes que la fe en oración no sería contestada en algo en particular por lo cual oraran. Ahora,

enseñarles opiniones como esas dentro y fuera de un seminario teológico, es jugar con la palabra de Dios, y romper el poder del

ministerio cristiano. ¿Han llegado a eso, que nuestros doctores serios en nuestros seminarios sean utilizados para instruir a vigías

de Sion, para creer y enseñar que no se debe esperar que la oración de fe vaya a ser contestada en conceder el objeto por el que

oramos? Oh, ¡no lo anuncien en Gat ni den las nuevas Ascalón! ¿Qué va a ser de la iglesia mientras sean tales las posturas de los

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ministros más serios e influyentes? No sería severo y censurador, sino como uno de los ministros de Cristo, me siento obligado a

llevar el testimonio contra tal perversión de la palabra de Dios.

5. Es evidente que la oración de fe obtendrá la bendición desde el hecho que nuestra fe descansa en evidencia que para conceder

aquello sea la voluntad de Dios. No la evidencia que algo más se otorgará, sino que será ese objeto en particular. Pero ¿cómo,

entonces tenemos evidencia que eso será concedido, si otra cosa se otorgará? La gente con frecuencia recibe más de lo que ora.

Salomón oró por sabiduría, y Dios le concedió además riquezas y honor. Una esposa ora a veces por la conversión de su esposo,

y si ofrece la oración de fe, Dios no sólo puede conceder esa bendición, sino convertir a su hijo, y toda su familia. Las bendiciones

a veces parecen estar juntas para que si el cristiano gana una, reciba todas.

V. Voy a mostrar cómo vamos a llegar a ese estado de la mente, en el que podemos ofrecer esa oración.

La gente a veces pregunta: "¿Cómo ofreceré esa oración? ¿Diré ahora voy a orar en fe por tal y tal bendición?" No, la mente

humana no es movida de esa manera. De una vez digan, "ahora voy a llamar a un espíritu del abismo". Respondo:

1. Deben primero obtener evidencia que Dios otorgará la bendición. ¿Cómo hizo Daniel para ofrecer oración de fe? Escudriñó las

escrituras. Ahora, no necesitan dejar su Biblia en la repisa y esperar que Dios revele sus promesas a ustedes. Busquen a través

las escrituras, y vean dónde pueden obtener una promesa general o especial, o una profecía, en la puedan plantar sus pies cuando

oren. Vayan a la Biblia y la encontrarán llena de tales cosas--preciosas promesas, que ustedes pueden suplicar en fe. Nunca

necesitan carecer de objetos de oración, si hacen lo que hizo Daniel. Las personas se asombran sobre este tema porque nunca

hacen un uso apropiado de la Biblia.

Un caso curioso sucedió en uno de los pueblos en la parte oeste del estado. Había ahí un avivamiento. Un clérigo llegó y escuchó

bastante sobre la oración de fe. Se asombró por lo que se decía, pues nunca había considerado el tema a la luz de cómo lo

hacían. Preguntó al respecto al ministro que estaba trabajando ahí. El ministro le pidió, en un espíritu afable, de volver a casa, y

tomar su Testamento, ver los pasajes que se referían a la oración, y que acudiera con la gente que oraba y les preguntara cómo

entendían esos pasajes. Dijo que lo haría, aunque esta percepción era nueva para él, estaba dispuesto a aprender. Lo hizo, y fue

con sus hombres y mujeres de oración, y leyó los pasajes sin observación o comentario, y les preguntó lo que pensaban. Encontró

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que su simple sentido común los había llevado a entender esos pasajes y a creer que significaban así como éstos decían. Esto le

afectó a él, y el hecho de ir y presentar las promesas ante las mentes de ellos despertó el espíritu de oración en ellos y un

avivamiento siguió.

Podría nombrar a muchos individuos que se han propuesto a examinar la Biblia sobre este tema, y antes de ir a la mitad habrán

sido llenos con el espíritu de oración. Ellos encontraron que Dios quería que sus promesas fuesen entendidas por hombres con

sencillo sentido común. Les aconsejo que lo intenten. Tienen Biblias; examínenlas, donde encuentren una promesa que puedan

usar, guárdenla en sus mentes antes de que sigan; y me aventuro a predecir no habrán terminado el libro sin averiguar que las

promesas de Dios significan lo que quieren decir.

2. Guarden los buenos deseos que tienen. Los cristianos muy seguido pierden sus buenos deseos al no atender eso; y entonces

sus oraciones son meras palabras, sin ningún deseo o seriedad en lo absoluto. El menor deseo de añoranza debe ser guardado. Si

su cuerpo estuviera por congelarse, y tuvieran una llama muy pequeña de la fogata, ¡cómo la atesorarían! Entonces, si tienen el

menor deseo por una bendición, sin importar qué tan pequeño sea, no jueguen con él. No constriñan al Espíritu. No se aparten. No

suelten los buenos deseos por ligereza, censura, mente mundana. Velen y oren y denle seguimiento o nunca harán la oración de

fe.

3. La consagración entera a Dios es indispensable para la oración de fe. Tienen que vivir una vida santa y consagrar todo a Dios--

su tiempo, talentos, influencia--todo lo que tengan y todo lo que son, para que sea de él enteramente. Lean la vida de hombres

piadosos, y quedarán impactados con este hecho: que apartaban tiempo para renovar su pacto, y renovarse para Dios; y cuando lo

hacían, una bendición seguía inmediatamente. Si tuviera a Edwards aquí esta noche, podría leer pasajes mostrando cómo era en

sus días.

4. Deben perseverar. No van a orar por una cosa a la vez, y luego dejar de hacerlo, y llamar eso oración de fe. Vean a Daniel. Oró

por veintidós días y no paró hasta que hubo tenido la bendición. Apartó su corazón y su rosto ante el Señor para buscar en oración

y súplica, con ayuno, cilicio, y cenizas, y estuvo tres semanas así y luego llegó la respuesta. Y ¿por qué no llegó antes? Dios envió

a un arcángel con el mensaje, pero el diablo lo obstaculizó todo ese tiempo. Vean lo que Cristo dice en la parábola del juez injusto

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y la parábola de los panes. ¿Qué nos enseña por ellas? Pues que Dios concede las respuestas a la oración cuando se es

insistente. "¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche?"

5. Si oran, asegúrense de caminar todos los días con Dios. Si lo hacen, les dirá por qué orar. Sean llenos de su Espíritu y les dará

los objetos suficientes para orar. Les dará tanto de su espíritu de oración como tengan fuerzas del cuerpo para soportar.

Me dijo un buen hombre: "Oh, me estoy muriendo por falta de fuerzas para orar. Mi cuerpo está molido, el mundo está sobre mí, y

¡cómo puedo soportar orar!" Sabía yo que ese hombre se iba a la cama totalmente enfermo por la debilidad y desfallecimiento,

bajo presión. Y supe que él oraba como si hiciera violencia en el cielo, y luego vi la bendición llegar tan sencillamente en respuesta

a su oración como si fuese revelada, para que ninguna persona lo dudara más como si Dios hubiese hablado desde el cielo. ¿Les

digo cómo murió? Oró más y más, y tomaba un mapa del mundo ante él y oraba, y veía a los países diferentes y oraba por ellos

hasta que expiró totalmente en su cuarto de oración. ¡Bendito hombre! Fue el reproche de los profesantes impíos y carnales, pero

el favorito del cielo, y un príncipe prevaleciente en oración.

VI. Me referiré a algunas objeciones contra esta doctrina.

1. "Lleva al fanatismo y equivale a una nueva revelación". ¿Por qué debe ser esto una piedra de tropiezo? Deben ellos tener

evidencia para creer antes de que puedan ofrecer la oración de fe. Y si Dios da otra evidencia además de los sentidos, ¿dónde

está la objeción? Cierto, hay un sentido en el que ésta es una nueva revelación; está dando a conocer aquello por su Espíritu. Pero

es la revelación que Dios ha prometido dar. Es lo que vamos a esperar si la Biblia es cierta, que cuando no sabemos qué debemos

orar. Según la voluntad de Dios, su Espíritu ayuda nuestras enfermedades y nos enseña por qué orar. ¿Negaremos la enseñanza

del Espíritu?

2. Con frecuencia se pregunta: "¿es nuestro deber orar la oración de fe para la salvación de los hombres?" Respondo que no, pues

eso no es aquello según la voluntad de Dios. No tenemos evidencia de que todos serán salvos. Debemos sentirnos benevolentes

hacia todos y desear su salvación. Pero Dios lo ha revelado a nosotros que muchos de la raza humana serán condenados. No

puede ser un deber creer que serán todos salvos frente a una revelación a lo contrario. En la oración de Cristo, en el capítulo 17 de

Juan, expresamente dijo: "Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste".

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3. Pero algunos dicen: "Si ofrecemos esta oración para todos los hombres, ¿no serían todos los hombres salvos?" Respondo que

sí, y entonces serían salvos, si todos se arrepintieran. Pero no lo harán. Ni los cristianos ofrecerán oración de fe por todos, porque

no hay ninguna evidencia sobre la cual sustentar una creencia de que Dios intenta salvar a todos los hombres.

4. Pero preguntan: "¿Por quién vamos a ofrecer esa oración? Queremos saber en qué casos, para qué personas y lugares, y en

qué tiempos, etc., vamos a hacer la oración de fe. Respondo, como he ya respondido, cuando tengan evidencia, de las promesas,

o profecías, o las direcciones del Espíritu, que Dios hará las cosas por las que oran.

5. "¿Cómo es que tantas oraciones de padres piadosos por sus hijos no son contestadas? ¿Acaso no dijo usted que había una

promesa, la cual padres piadosos pueden aplicar para sus hijos? ¿Por qué es que, entonces, tantos padres han tenido hijos

impenitentes que mueren en sus pecados? Considerando que así es, ¿qué prueba? Que Dios sea verdad, pero todos los hombres

mentirosos. ¿A quién creeremos, que la promesa de Dios ha fallado o que estos padres no cumplieron su deber? Quizá no

creyeron la promesa, o no creyeron que había tal cosa como la oración de fe. Donde encuentren a un profesante que no crea en

esa oración, encontrarán, como algo general, que tiene hijos y sirvientes aún en sus pecados. Y no es de extrañarse, a menos que

se conviertan en respuesta a las oraciones de alguien más.

6. "¿Acaso esto no llevará al fanatismo? ¿Acaso no pensará mucha gente que está ofreciendo la oración de fe cuando no lo está?"

Esa es la misma objeción que los unitarios hacen contra la doctrina de la regeneración--que mucha gente cree que ha sido nacida

de nuevo cuando no. Es un argumento contra toda la religión espiritual. Algunos piensan que la tienen cuando no la tienen, y son

fanáticos. Pero hay quienes saben lo que es la oración de fe, así como hay quienes saben lo que es experiencia espiritual, aunque

se tropiecen con profesantes de corazón frío que no la conocen. Incluso los ministros se exponen con frecuencia a la reprensión

que Cristo dio a Nicodemo: "¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?"

OBSERVACIONES.

1. Las personas que no saben por experiencia lo que es esto tienen mucha razón para dudar su piedad. No es por ningún motivo

de falta de benevolencia. Que se examinen ellos mismos. Es de temerse que entienden la oración como Nicomedo entendió el

nuevo nacimiento. No han caminado con Dios, y ustedes no se lo pueden describir a ellos, así como tampoco le pueden describir

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los colores de una bella pintura a un daltónico. Muchos profesantes pueden entender acerca de la oración de fe tanto como un

daltónico los colores.

2. Hay razón para creer que millones están en el infierno porque los profesantes no han ofrecido la oración de fe. Cuando tenían

promesas bajo sus ojos, no han tenido la fe suficiente para usarlas. Del mismo modo los padres dejan a sus hijos, incluso hijos

bautizados, irse al infierno porque no creen las promesas de Dios. Sin duda, muchos esposos de mujeres se han ido al infierno,

cuando pudieron haber prevalecido con Dios en oración y salvarlos. Las señales de los tiempos y las indicaciones de la

Providencia fueron favorables, quizá, y el Espíritu de Dios movió deseos para su salvación, y tuvieron evidencia suficiente para

creer que Dios estaba listo para conceder una bendición, y si solamente hubieran orado en fe, Dios la hubiera concedido; pero Dios

la rechazó porque no discernieron las señales de los tiempos.

3. Dicen ustedes: "Esto deja a la iglesia bajo una gran carga de culpa". Cierto, y sin duda multitudes estarán frente a Dios todos

cubiertos con la sangre de las almas que se han perdido mediante la falta de fe esas multitudes. Las promesas de Dios,

acumuladas en la Biblia de ellas, se les quedarán viendo fijamente a la cara y se inclinarán hacia el infierno.

4. Muchos profesantes de religión viven tan lejos de Dios que el hablar con ellos sobre la oración es todo inteligible. Muy seguido la

gran ofensa posible para ellos es predicar sobre ese tipo de oración.

5. Quiero hacerle algunas preguntas a los profesantes que están aquí. ¿Saben lo que es orar en fe? ¿Han orado de esa manera?

¿Han orado hasta que su mente asegura que la bendición llega--hasta que sienten ese descanso en Dios, esa confianza, tan

perfecta, como si vieran bajar del cielo a Dios para dárselas? Si no, deben examinar el fundamento de ustedes. ¿Cómo pueden

vivir sin orar en fe? ¿Cómo viven a la vista de sus hijos, mientras no tienen certeza alguna que se convertirán? Uno pensaría que

ustedes enloquecerían. Conocí a un padre, un buen hombre del oeste, que tenía opiniones equivocadas respecto a la oración de

fe; y todos sus hijos eran grandes y sin convertir. Un hijo enfermó y parecía que iba a morir. El padre oró, pero el hijo empeoró y

parecía que se iría a la tumba sin esperanza. El padre oró hasta que su angustia fue inexplicable. Por fin oró (no parecía haber

ninguna esperanza por la vida de su hijo), derramando su alma como para no ser negado, hasta que por fin obtuvo la certeza de

que su hijo no sólo viviría sino que se convertiría, y no sólo él, sino toda su familia se convertiría a Dios. Llegó a su casa y les dijo

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que su hijo no moriría. Estaban pasmados. Les dijo, "les digo que no va a morir, ningún hijo mío jamás morirá en sus pecados". Los

hijos de ese hombre se convirtieron hace años.

¿Qué piensan de eso? ¿Fue fanatismo? Si lo creen, es porque no saben nada sobre el asunto. ¿Oran así? ¿Viven de tal manera

que pueden ofrecer tal oración por sus hijos? Sé que los hijos de los profesantes pueden a veces convertirse en respuesta a la

oración de alguien más. ¿Pero deben vivir así? ¿Se atreven a confiar las oraciones de otros cuando Dios los llama a sostener esta

relación de suma importancia con sus hijos?

Finalmente--vean qué esfuerzo combinado se hace para disponer de la Biblia. Los perversos están desechando las amenazas de

la Biblia y la iglesia las promesas. ¿Qué es lo que queda? Entre ellos, dejan la Biblia en blanco. Lo digo en amor: ¿para qué son

buenas sus Biblias pues si no nos agarramos de las preciosas promesas, y las usamos como la base de nuestra fe cuando oramos

por la bendición de Dios? Mejor envíen sus Biblias a los inicuos, donde les hará algo de bien, si ustedes no van a creer y usarlas.

No tengo evidencia que haya mucho de esa oración en esta iglesia o en esta ciudad. Y ¿qué va a ser de ella? ¿Qué va a ser de los

hijos de ustedes, sus vecinos, los perversos?

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CONFERENCIA VI

EL ESPÍRITU DE ORACIÓN

TEXTO. --Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo

sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones

sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.--ROMANOS 8: 26-

27.

La conferencia pasada fue sobre la oración eficaz, en la que observé que uno de los atributos más importantes de la oración eficaz

o prevaleciente es la FE. Esto fue un tema muy extenso, que lo separé para una discusión posterior. Y por consiguiente, el viernes

diserté sobre la FE EN LA ORACIÓN, o, como lo titulé, LA ORACIÓN DE FE. Era mi intención discutir el tema en una sola

conferencia. Pero en tanto me veía en la necesidad de condensar algunos puntos, se me ocurrió, y fue mencionado por otros, que

pudiera haber algunas preguntas que la gente haría, que deberían contestarse más plenamente, especialmente que en ese tema

hay mucha oscuridad. Un gran plan en predicar es exhibir la verdad de tal manera que responda las preguntas que naturalmente

surjan en las mentes de aquellos que leen la Biblia con atención, y quieren saber lo que significa, para que puedan ponerlo en

práctica. Al explicar el texto, propongo mostrar:

I. De qué Espíritu es del que se habla en el texto, "el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad".

II. Lo que el Espíritu hace por nosotros.

III. Por qué hace lo que el texto le declara que haga.

IV. Cómo lo logra.

V. El grado que influye las mentes de quienes están bajo su influencia.

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VI. Cómo sus influencias se van distinguir de las influencias de espíritus malos o de sugerencias de nuestras mentes.

VII. Cómo vamos a obtener esta agencia del Espíritu Santo.

VIII. Quiénes tienen derecho a esperar disfrutar sus influencias en este asunto--o para quiénes el Espíritu hace las cosas

habladas en el texto.

I. ¿Qué Espíritu es del que se habla en el texto?

Algunos han supuesto que el Espíritu hablado en el texto significa nuestro propio espíritu--nuestra mente. Pero un poco de

atención al texto mostrará claramente que ese no es el significado. Entonces "el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad" se leería

"nuestro propio espíritu nos ayuda en nuestra debilidad de nuestro propio espíritu"--o "nuestro mismo Espíritu intercede por nuestro

mismo espíritu". Ustedes no pueden ver el sentido a esa suposición. Es evidente por la manera en el que el texto se introduce que

el Espíritu al que se refiere es el Espíritu Santo. "Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir

las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis

recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual

clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios". El texto está claramente

hablando del mismo Espíritu.

II. Lo que hace el Espíritu.

Respuesta--él intercede por los santos, "intercede por nosotros", "nos ayuda en nuestra debilidad", cuando "hemos de pedir como

conviene". Ayuda a los cristianos a orar según la voluntad de Dios", o por las cosas que Dios desea que oremos.

III. ¿Por qué se emplea entonces el Espíritu Santo?

Por nuestra ignorancia. Porque no sabemos por qué orar como conviene. Estamos muy ignorantes de la voluntad de Dios,

revelada en la Biblia, y de su voluntad no revelada, como convendría aprenderla de su providencia. La humanidad ignora las

promesas y profecías de la Biblia, y está ciega a la providencia de Dios. Y están aún más en la oscuridad sobre esos puntos de los

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que Dios no ha dicho nada más que por las guías de su Espíritu. Recordarán que nombré estas cuatro fuentes de evidencia con la

cual basar la fe en oración--promesas, profecías, providencias y el Espíritu Santo. Cuando todos los demás medios fallan en

dirigirnos al conocimiento de lo que debemos orar, el Espíritu lo hace.

IV. ¿Cómo intercede por los santos? ¿En qué modo opera para ayudarnos en nuestras debilidades?

No es para reemplazar el uso de nuestras facultades. No es para orar por nosotros, mientras no hagamos nada. Ora por nosotros

al incitar nuestras facultades. No es que inmediatamente nos sugiera palabras, guíe nuestro lenguaje, sino que ilumina nuestras

mentes y hace que la verdad tome nuestras almas. Nos guía a considerar el estado de la iglesia, y la condición de los pecadores

alrededor de nosotros. No podemos saber la manera en la que lleva la verdad ante nuestra mente, y nos mantiene ahí hasta que

produce su efecto, pero podemos saber tanto como esto--que nos guía a una consideración profunda del estado de las cosas; y el

resultado de esto, el resultado natural y filosófico, es un sentimiento profundo. Cuando el Espíritu lleva la verdad ante la mente de

un hombre, sólo hay una manera en la que podemos abstenernos del sentimiento profundo. Esto es alejando los pensamientos y

dirigir la mente a pensar en otras cosas. Los pecadores deben sentir cuando el Espíritu de Dios les expone la verdad ante ellos. Se

sienten mal, siempre y cuando se mantengan sin arrepentirse. Entonces, si un hombre es cristiano, y el Espíritu Santo le guía a un

asunto para un contacto cálido con su corazón, es tan imposible que no deba sentir como que la mano de ustedes no sienta si se

pone en el fuego. Si el Espíritu de Dios lo lleva a él a morar en cosas calculadas para incitar sentimientos cálidos y abrumadores, y

él no es incitado por ellos, prueba que no tiene amor por las almas, nada del Espíritu de Cristo, y no sabe nada de la experiencia

cristiana.

2. El Espíritu hace al cristiano sentir el valor de las almas, y la culpa y el peligro de los pecadores en su condición presente. Es

sorprendente cuán oscuros y estúpidos son los cristianos acerca de esto. Incluso los padres cristianos dejan a sus hijos irse directo

al infierno frente a sus ojos, y casi no ejercen ningún sentimiento, o no hacen algún esfuerzo para salvarlos. Y ¿por qué? Porque

están tan ciegos de lo que es el infierno, tan incrédulos sobre la Biblia, tan ignorantes de las preciosas promesas que Dios ha

hecho para los padres fieles. Alejan al Espíritu de Dios y es en vano tratar de hacerles orar por sus hijos, mientras el Espíritu de

Dios está apartado de ellos.

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3. Guía a cristianos a entender y aplicar las promesas de la Escritura. Es de asombrarse que en ninguna época han sido los

cristianos plenamente capaces de aplicar las promesas de la Escritura a los eventos de la vida mientras vivieron. Esto no es

porque las promesas mismas sean oscuras. Las promesas mismas son bastante claras. Pero siempre ha habido una disposición

increíble para pasar por alto las Escrituras como fuente de luz con respecto a los eventos que pasan de la vida. ¡Cuán maravillados

estaban los apóstoles a la aplicación de Cristo de tantas profecías de él mismo! Parecían estar continuamente listos para exclamar

"¡Increíble! ¿Puede ser así? No lo habíamos entendido antes". ¿Quién, que ha presenciado la manera en que los apóstoles,

influidos e inspirados por el Espíritu Santo, aplicaron pasajes del Antiguo Testamento a los tiempos del evangelio, no se ha

sorprendido de las riquezas de significado que encontraron en las Escrituras? Así ha sido con muchos cristianos, mientras están

muy comprometidos en la oración, han visto que los pasajes de la Escritura son apropiados, que nunca habían pensado antes que

tuviesen cualquier aplicación.

Conocí a alguien que estaba en una gran oscuridad espiritual. Se había retirado para orar, decidió que no desistiría hasta que

hubiese encontrado al Señor. Se arrodilló e intentó orar. Todo estaba a oscuras, y no podía orar. Se levantó y se quedó de pie por

un rato, pero no se dio por vencido, pues había prometido que no dejaría que el sol se metiera antes de que se hubiese entregado

a Dios. Se volvió a arrodillar, pero todo estaba oscuro, y su corazón estaba endurecido como antes. Casi desesperaba y dijo en

agonía "he alejado al Espíritu de Dios y no hay promesa para mí. Me he cerrado de la presencia de Dios". Pero su resolución no

fue desistir, y volvió a arrodillarse. Había dicho sólo unas cuantas palabras cuando este pasaje vino a su mente tan reciente como

si lo hubiese acabado de leer; parecía como si estuviese leyendo las palabras "y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis

de todo vuestro corazón" (Jer. 29:13). Aunque esta promesa estaba en el Antiguo Testamento, y fue dirigida a los judíos, aún era

aplicable para él como para ellos. Y quebrantó su corazón como el martillo del Señor en un santiamén. Oro y se levantó feliz en

Dios. Así sucede seguido cuando los profesantes de religión están orando por sus hijos. A veces oran y están en oscuridad y duda,

sintiéndose como si no hubiese un fundamento por fe, y ninguna promesa especial para los hijos de los creyentes. Pero mientras

imploran, Dios les muestra el significado pleno de alguna promesa, y su alma ha descansado en ella como en el brazo poderoso

del Señor. Una vez supe de una viuda quien estaba sumamente preocupada por sus hijos, hasta que este pasaje fue traído

poderosamente a su mente. "Deja tus huérfanos, yo los criaré". Vio que tenía un significado extenso y ella pudo agarrarse de él,

por así decirlo, con sus manos, y entonces prevaleció en oración, y sus hijos fueron convertidos. El Espíritu Santo fue enviado al

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mundo por el Salvador para guiar a su pueblo e instruirlos y llevar las cosas a su memoria, como también convencer al mundo de

pecado.

4. El Espíritu guía a cristianos a desear y orar por cosas de las cuales nada se dice específicamente en la palabra de Dios. Tómese

el caso de un individuo. El que Dios esté dispuesto a salvar es una verdad general. Lo mismo es una verdad general que está

dispuesto a responder la oración. Pero ¿cómo sabré la voluntad de Dios con respecto a ese individuo si puedo o no orar en fe de

acuerdo con la voluntad de Dios por la conversión y salvación de ese individuo? Aquí entra la agencia del Espíritu para guiar las

mentes de la gente de Dios para que oren por aquellas personas, y en esos tiempos, cuando Dios está preparado para

bendecirles. Cuando no sabemos por qué orar, el Espíritu Santo guía a la mente a morar en algún objetivo, para considerar su

situación, darse cuenta de su valor, sentir por eso, y tener dolores de parto, hasta que el objetivo se obtiene. Este tipo de

experiencia sé que es poco común en ciudades que en algunas partes del campo debido a la cantidad de cosas que desvían la

atención y lastiman al Espíritu en las ciudades. He tenido oportunidad de conocer cómo ha sido en algunos sectores. Conocí a

alguien que mantenía una lista de personas de las que estaba preocupada, y tuve la oportunidad de conocer una multitud de

personas por las que se interesó, que inmediatamente se convirtieron. Lo he visto orar por las personas en su lista, cuando

literalmente estaba en agonía por ellas, y a veces supe que visitaba a otra persona para que le ayudara a orar por ellas. He sabido

que su mente se aferró a un individuo de carácter endurecido y desamparado, que no podía ser alcanzado de una forma ordinaria.

En un pueblo en el norte de este estado, donde hubo un avivamiento, había una persona que era un opositor muy terrible y

violento. Tenía una taberna, y le encantaba maldecir a velocidad desesperante, cuando había cristianos adentro oyendo, con el

propósito de lastimarlos. Era tan malo que un hombre dijo que creía que debía vender su lugar, o regalarlo, e irse del pueblo, que

no podía vivir cerca de un hombre que maldijera así. Este buen hombre del que hablo, estaba pasando por el pueblo, y oyó del

caso, y se dolió mucho y se apuró por esa persona. Lo puso en su lista de oración. El caso pesaba sobre su mente, cuando dormía

y cuando estaba despierto. Seguía pensando en él, y oró por él muchos días. Y lo primero que supimos fue que este hombre impío

llegó a una reunión, se levantó y confesó sus pecados, y derramó su alma. Su taberna inmediatamente se volvió un lugar de

reuniones de oración. De esta manera el Espíritu lleva a cristianos a orar por cosas de las que no orarían, excepto si fueran

guiados por el Espíritu. Y así oran por cosas de acuerdo con la voluntad de Dios.

79

Para algunos, se puede decir que es revelación de Dios. No dudo que se ha hecho gran mal al decir que este tipo de influencia

equivale a una nueva revelación. Y mucha gente tendrá miedo de ella si oyen que la llaman una nueva revelación para que no

dejen de preguntar qué significa, o si la enseña o no las Escrituras. La suponen como una respuesta completa a la idea. Pero la

verdad simple del asunto es que el Espíritu guía al hombre a orar. Y si Dios lleva a un hombre a orar por alguien, la inferencia es

que Dios planea salvar a esa persona. Si encontramos al comparar nuestro estado mental con la Biblia, que somos guiados por el

Espíritu para orar por alguien, tenemos buena evidencia para creer que Dios está preparado para bendecirle.

6. Al dar a cristianos un discernimiento espiritual con respecto a los movimientos y desarrollos de la Providencia. Cristianos

devotos y que oran con frecuencia ven estas cosas muy claramente y más allá como para que otros tropiecen grandemente. A

veces ellos parecen que profetizan. Sin duda las personas pueden ser engañadas y a veces lo son al apoyarse en su propio

entendimiento cuando piensan que son guiados por el Espíritu. Pero no hay duda que a un cristiano se le puede hacer ver y

discernir claramente las señales de los tiempos como para entender, por la providencia, qué esperar, y así orar por eso en fe.

Entonces seguido son guiados a esperar un avivamiento y orar por ello en fe cuando nadie más puede ver las señales más

mínimas de eso.

Había una mujer en Nueva Jersey en un lugar donde había habido un gran avivamiento. Ella estaba segura de que iba a haber

otro. Insistió en ello, que habían tenido la lluvia temprana y que habría la lluvia tardía. Quería que se programaran las reuniones,

pero el ministro y los ancianos no vieron nada para motivar eso y tampoco hicieron nada. Vio ella que estaban ciegos, así que tomó

la iniciativa y consiguió a un carpintero para que hiciera las bancas para ella, pues dijo que haría las reuniones en su casa.

Ciertamente iba a haber un avivamiento. Ella casi no había abierto las puertas de su casa para reuniones antes de que el Espíritu

de Dios bajara con gran poder. Y estos miembros adormilados de la iglesia se vieron rodeados de súbito con pecadores

reconvenidos. Y sólo podían decir: "De verdad que el Señor estaba en este lugar y no lo sabíamos". La razón por la que tales

personas entendieron la indicación de la voluntad de Dios no es por la sabiduría superior que está en ellos sino porque el Espíritu

de Dios los guía a ver las señales de los tiempos. Y esto es, no por revelación, sino que son guiados a ver la convergencia de

providencias en un sólo punto, que produce en ellos una expectativa confiable de un cierto resultado.

V. ¿En qué grado vamos a esperar que el Espíritu de Dios afecte las mentes de los creyentes?

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El texto dice "el Espíritu intercede con gemidos indecibles". El significado es que el Espíritu incita los deseos como para ser dichos

excepto por gemidos. Algo que el lenguaje no puede decir--llenar al alma para expresar sus deseos en palabras donde la persona

sólo puede gemir a Dios, quien entiende el lenguaje del corazón.

VI. ¿Cómo vamos a saber si es el Espíritu de Dios que influye o no nuestras mentes?

1. No es por sentimiento el que alguna influencia externa o agencia se aplique a nosotros. No vamos a esperar sentir nuestras

mentes en un contacto físico directo con Dios. Si puede ser tal cosa, no sabemos de qué forma pueda ser sensible. Sabemos que

ejercemos nuestras mentes libremente, y que nuestros pensamientos se ejercen sobre algo que incita nuestros sentimientos. Pero

no vamos a esperar que suceda un milagro, como si fuésemos guiados de la mano, sensiblemente, o algo que se nos diga al oído,

o una manifestación milagrosa de la voluntad de Dios. La gente con frecuencia aleja al Espíritu porque no lo alberga y no aprecia

sus influencias. Los pecadores hacen esto por ignorancia. Suponen que si estuvieran bajo convicción por el Espíritu, deberían

tener tales y tales sentimientos misteriosos, una sacudida vendría sobre ellos, de la cual no podrían equivocarse. Muchos

cristianos están tan ignorantes de las influencias del Espíritu y han pensado muy poco sobre tener su asistencia en oración que

cuando las tienen no saben, y entonces no las aprecian y no se rinden a ellas, y no las preservan. No estamos conscientes de

nada en el caso, sólo el movimiento de nuestras propias mentes. No hay nada más que pueda sentirse. Estamos meramente

conscientes que nuestros pensamientos se emplean intensamente en un cierto asunto. Los cristianos con frecuencia se despistan

y angustian sobre este punto, pues no tienen temor del Espíritu de Dios. Sienten intensamente, pero no saben qué les hace sentir.

Se angustian por los pecadores, pero ¿por qué no deben estarlo cuando piensan en su condición? Piensan en ellos todo el tiempo

y ¿por qué no deben angustiarse? Ahora la verdad es que el mismo hecho de que están pensando en ellos es evidencia de que el

Espíritu de Dios los está guiando. ¿No saben que la mayor parte del tiempo estas cosas no les afectan? La mayor parte del tiempo

no se piensa mucho sobre el caso de los pecadores. Saben que su salvación es igual de importante. Pero en otros momentos,

incluso cuando están tranquilos en sus ratos libres, su mente está enteramente a oscuras, y vacía sin ningún sentimiento por ellos.

Pero ahora, aunque puedan estar ocupados en otras cosas, piensan, oran y sienten intensamente por ellos, incluso mientras están

en un asunto que otras veces puede ocupar todos sus pensamientos. Ahora casi cada pensamiento que tienen es "Dios ten

misericordia de ellos". ¿Por qué es esto? Pues el caso de ellos es puesto en una luz fuerte ante la mente de ustedes. ¿Se

preguntan qué es lo que guía su mente a ejercer benevolencia por los pecadores y agonizar en oración por ellos? ¿Qué puede ser

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más que el Espíritu de Dios? No hay demonios que los guíen. Si sus sentimientos son realmente benevolentes, van a considerarlo

como el Espíritu Santo que los guía a orar por cosas según la voluntad de Dios.

2. Prueben los espíritus con la Biblia. La gente a veces es llevada por extrañas fantasías e impulsos alocados. Si los comparan

fielmente con la Biblia, no necesitan ser desviados. Pueden siempre saber si sus sentimientos son producidos por las influencias

del Espíritu, al comparar sus deseos con el espíritu y temperamento de la religión como se describe en la Biblia. La Biblia ordena

que prueben a los espíritus. "Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios". No sólo observen sus

propios sentimientos referente a su prójimo, sino también, y muy especialmente, las enseñanzas del Espíritu dentro de ustedes

referente a nuestro Señor Jesucristo. "En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en

carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del

anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo".

VII. ¿Cómo obtenemos esta influencia del Espíritu de Dios?

1. Debe buscarse mediante la oración ferviente y creyendo. Cristo dice "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas

a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" ¿Alguien dice, "he orado por él

y no viene"? Es porque no oran bien. "Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites". No oran desde los

motivos correctos. Un profesante de religión, y miembro principal en una iglesia, una vez le preguntó a un ministro qué pensaba de

su caso; había orado semana tras semana por el Espíritu y no lo había recibido. El ministro le preguntó cuál era su motivo de

oración. Dijo que quería ser feliz. Sabía que aquellos que tenían el Espíritu eran felices y quería que su mente disfrutara como

ellos. Desde luego, el diablo mismo podía orar así. Eso es puro egoísmo. El hombre se fue muy enojado. Vio que nunca había

sabido lo que era orar. Fue convencido de que era un hipócrita y que sus oraciones eran egoístas, dictadas sólo por un deseo de

su propia felicidad. David oró a Dios que lo sostuviera por su Espíritu libre, que pudiera enseñar a los transgresores y convertir a

pecadores a Dios. Un cristiano debe orar por el Espíritu para que sea más útil y glorifique a Dios más, no para que él mismo sea

feliz. Este hombre vio claramente dónde había errado y fue convertido. Quizá muchos aquí han estado así. Deben examinar y ver

si todas sus oraciones no son egoístas.

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2. Usar los medios adaptados para despertar sus mentes en el tema y mantener su atención fija ahí. Si un hombre ora por el

Espíritu, y luego desvía su mente a otros objetos; no usa otros medios, sino va inmediatamente a objetos mundanos; tienta a Dios,

se zafa de su objeto, y sería un milagro si obtiene por lo que ora. ¿Cómo va a obtener convicción un pecador? Pues al pensar en

sus pecados. Esto es la forma para que un cristiano obtenga un sentimiento profundo, al pensar en el objeto. Dios no va a

derramar estas cosas en ustedes sin cualquier esfuerzo de ustedes. Deben atesorar las impresiones más mínimas. Tomen la

Biblia, vayan a los pasajes que muestran la condición y los prospectos del mundo. Vean al mundo, a sus hijos, a sus vecinos, y

verán su condición mientras permanezcan en pecado, y perseveren en oración y esfuerzo hasta que obtengan la bendición del

Espíritu de Dios para que more en ustedes. Ésta fue la forma, sin duda, que el doctor Watts llegó a tener los sentimientos que ha

descrito en el segundo Himno del segundo Libro, que harán bien en leer luego de que vayan a casa.

Mis pensamientos sobre asuntos terribles pasan

Condenación y muerte:

¡Qué horrores embargan la mente culpable!

¡En un lecho de muerte!

Persistiendo sobre estas costas mortales,

Hace ella una larga demora,

Hasta, como diluvio, con fuerza rápida

La muerte despeja la desdicha.

Entonces, aprisa y amenazante desciende

A la costa enfurecida,

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Entre enemigos abominables,

Ella misma un espectro espantado.

Ahí yace sinfín de multitudes de pecadores,

Y la oscuridad hace sus cadenas;

Torturados gritan con desesperación,

Aún en espera de dolores más crueles.

No toda su sangre y angustia

Expía sus culpas pasadas,

Ni la compasión de un Dios

Sus gemidos escucharán.

¡Sublime gracia, que mantiene mi aliento,

Ni removerá el ruego de mi alma,

Hasta que de la muerte de mi Salvador haya aprendido,

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Y asegurado bien su amor!

Vean, por así decirlo, por un telescopio que los acercará a ustedes; vean hacia el infierno, y escúchenlos gemir; luego pónganlo

hacia arriba y vean hacia el cielo, a los santos ahí, en sus vestiduras blancas, con sus arpas en sus manos, y escúchenlos cantar

la canción de amor redentor; pregúntense --¿es posible que deba prevalecer con Dios para elevar a los pecadores ahí? Háganlo, y

si no son perversos, y ajenos a Dios, pronto tendrán tanto del Espíritu de oración como pueda su cuerpo sostener.

3. Deben estar atentos en oración. Deben estar alertas, y ver si Dios concede la bendición cuando le piden. La gente a veces ora, y

nunca ve si la oración es concedida. Tengan cuidado también, de no contristar al Espíritu de Dios. Confiesen y abandonen sus

pecados, Dios nunca los guiará como uno de sus protegidos, y dejarlos en sus secretos, a menos que confiesen y abandonen

también. Enmienden donde hayan hecho daño. No pueden esperar tener el espíritu de oración primero y luego arrepentirse. No

pueden pelearlo así. Los profesantes de religión, que están orgullosos de no someterse, y que se justifican a sí mismos, nunca

forzarán a Dios para que more en ellos.

4. Tengan el propósito de obedecer perfectamente la ley escrita. En otras palabras, no tengan comunión con el pecado. Tengan el

propósito de estar enteramente por encima del mundo; "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos

es perfecto". Si pecan, que sea su llanto diario. El hombre que no tiene ese objetivo significa que vive en pecado. Tal hombre no

necesita esperar la bendición de Dios, pues no es sincero en desear mantener todos sus mandamientos.

VIII. ¿Por quién el Espíritu intercede?

Respuesta: Él intercede por los santos, todos los santos, por cualquiera que sea santo. "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda

en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con

gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de

Dios intercede por los santos", Romanos 8:26-27.

OBSERVACIONES.

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1. ¿Por qué suponen que muy poco énfasis es puesto en las influencias del Espíritu en la oración, cuando tanto se ha dicho sobre

sus influencias en la conversión? Mucha gente tiene sorprendentemente miedo de que las influencias sean excluidas. Ponen

mucho énfasis en las influencias del Espíritu en convertir pecadores. ¡Pero cuán poco se dice, se escribe, sobre su influencia en

oración! ¡Cuán poca queja que la gente no aprovecha bastante de las influencias del Espíritu para guiar a cristianos a orar de

acuerdo con la voluntad de Dios! Que no se olvide que ningún cristiano ora correctamente excepto si es guiado por el Espíritu.

Tiene el poder natural de orar, y en tanto se revela la voluntad de Dios, puede hacerlo; pero nunca lo hace excepto si el Espíritu de

Dios lo influye. Así como los pecadores se pueden arrepentir, pero no lo hacen, excepto si son influidos por el Espíritu.

2. Este tema revela el fundamento de la dificultad sentida por muchas personas en el asunto de la Oración de Fe. Objetan a la idea

de que la fe en oración es una creencia de que recibiremos las cosas por las que pedimos. En un sermón publicado hace unos

años, sobre este tema, el escritor trata esta dificultad, y la presenta con toda su fuerza. Dice que no tiene evidencia que el objeto

orado será concedido, hasta que haya orado en fe; porque orar en fe es la condición sobre la cual es prometido. Y desde luego, no

puedo exigir la promesa hasta que haya cumplido la condición. Ahora, si la condición es que voy a creer que recibiré la bendición

por la que pido, es evidente que la promesa es dada sobre la realización de una condición imposible, y es desde luego una mera

nulidad. La promesa equivaldría justo esto: Recibirán lo que pidan con la condición de que primero crean que lo recibirán. Ahora,

debo cumplir la condición antes de que pueda exigir la promesa. Pero no puedo tener ninguna evidencia que la recibiré hasta que

haya creído que la recibiré. Esto me reduce a la necesidad de creer que la recibiré antes de que haya cualquier evidencia de que la

recibiré--lo cual es imposible.

Toda la fuerza de esta objeción surge del hecho de que las influencias de Espíritu son totalmente pasadas por alto, que él realiza al

guiar a un individuo en el ejercicio de fe. Suponen que el pasaje de Marcos 11:22-24, con otras promesas afines sobre el tema de

la Oración de Fe, se relaciona exclusivamente a los milagros. Pero supongan que fuese verdad, preguntaría yo: ¿qué iban a creer

los apóstoles cuando oraban por un milagro? ¿Iban a creer que el milagro preciso se realizaría por aquello que oraron? Es

evidente que sí. En los versículos acabados de aludir, Cristo dice "Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte:

Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por

tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá". Aquí es evidente que aquello para ser creído,

y que no iban a dudar en su corazón, era que debían tener la bendición por la que pedían. Ahora la objeción arriba mencionada es

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puesta con toda su fuerza contra todo este tipo de fe, cuando se ora por la realización de un milagro. Si fuera imposible creer esto

en oración por cualquier otra bendición, lo mismo sería al orar por un milagro. Pudiera preguntar ¿acaso podría un apóstol creer

que el milagro sería hecho antes de que cumpliera la condición por cuanto era la condición que debía creer que debía recibir por

aquello que oró? Ya sea que la promesa es una nulidad y engaño o hay la posibilidad de realizar la condición.

Ahora, como he dicho, toda la dificultad yace en el hecho de que las influencias del Espíritu son enteramente pasadas por alto, y

que la fe, que es la operación de Dios, es excluida del asunto. Si la objeción es buena en contra de orar por cualquier objeto, es

buena en contra de orar en fe por la realización de un milagro. El hecho es que el Espíritu de Dios podría dar evidencia, en la cual

creer que cualquier milagro particular será concedido; podría llevar a la mente a una seguridad firme en Dios, y confiar que la

bendición buscada será obtenida. Y entonces en el día presente puede dar la misma seguridad en oración por cualquier bendición

que necesitemos. En ninguno de los casos son milagrosas las influencias del Espíritu. El orar es lo mismo, si se ora por la

conversión de un alma o por un milagro. La fe es la misma en un caso como en el otro. Sólo termina en un objeto diferente; en el

caso de la conversión del alma y en el otro en la realización de un milagro. Ni la fe se ejerce más en uno que en el otro sin la

referencia a una promesa; y una promesa general puede con la misma propiedad ser aplicada a la conversión de un alma como

para la realización de un milagro. Y es igualmente cierto en un caso como en el otro, que ningún hombre ora en fe sin ser inf luido

por el Espíritu de Dios. Y si el Espíritu pudo guiar a un apóstol a ejercer fe referente a un milagro, puede guiar la mente de otro

cristiano a ejercer la fe tocante a recibir cualquier otra bendición por una referencia a la misma promesa general.

Si cualquiera pregunta "¿cuándo estamos bajo una obligación de creer que recibiremos la bendición por la que pedimos?"

Respondo:

(1.) Cuando haya una promesa particular, especificando la bendición particular: como donde oramos por el Espíritu Santo. Esta

bendición es particularmente nombrada en la promesa, y aquí tenemos evidencia, y estamos obligados a creer, si tenemos

cualquier influencia Divina o no; así como los pecadores están obligados a arrepentirse si el Espíritu contiende con ellos o no. La

obligación de ellos no descansa en las influencias del Espíritu, sino en los poderes de la agencia moral que ellos poseen; sobre la

habilidad de cumplir su deber. Y mientras es cierto que ninguno de ellos se arrepentirá sin las influencias del Espíritu, aún tienen el

poder de hacerlo, y están bajo obligación de hacerlo, si el Espíritu contiende con ellos o no. Lo mismo con el cristiano. Está

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obligado a creer donde tenga evidencia. Y aunque nunca cree, incluso cuando tiene una promesa expresa, con el Espíritu de Dios,

pero su obligación a hacer descansa en su habilidad, no en la influencia Divina.

(2.) Donde Dios hace una revelación por su providencia, estamos obligados a creer en proporción a la claridad de la indicación

providencial.

(3.) Entonces donde haya una profecía, estamos obligados también a creer. Pero en ninguno de los casas creemos, de hecho, sin

el Espíritu de Dios.

Pero donde no hay promesa, providencia, ni profecía, sobre la cual reposar nuestra fe, no estamos bajo obligación de creer

excepto si, como he mostrado aquí, el Espíritu nos da evidencia, al crear deseos, y dirigirnos a orar por un objeto en particular. En

el caso de esas promesas de una naturaleza general, donde estamos honestamente perdidos en cuáles casos particulares

aplicarlas, se puede considerar más como nuestro privilegio en vez de nuestro deber, en muchas instancias, aplicarlas a los casos

particulares, entonces se vuelve nuestro deber aplicarlas. En este caso, Dios explica su propia promesa y muestra cómo diseñó y

debe aplicarse. Y entonces nuestra obligación de hacer esta aplicación, y creer en referencia a este objeto particular, permanece

en pleno vigor.

3. Algunos han supuesto que Pablo oró en fe para que se removiera el aguijón en la carne, y que no fue concedido. Pero no

pueden probar que Pablo oró en fe. La suposición es del otro lado, como he mostrado en la conferencia anterior. No tenía

promesa, ni profecía ni providencia, ni el Espíritu de Dios, para dirigirlo a creer. Toda la objeción va sobre el fundamento que el

apóstol pudo orar en fe sin ser llevado por el Espíritu. Esto es en verdad un método apresurado de librarse de las influencias del

Espíritu en oración. Ciertamente, suponer que oró en fe, es suponer que se oró en fe sin ser guiado por el Espíritu, o que el

Espíritu de Dios lo guió a orar por aquello que no estaba de acuerdo con la voluntad de Dios.

Me he enfocado mucho en este tema porque quiero que quede claro para que todos ustedes tengan cuidado de no contristar al

Espíritu. Quiero que tengan ideas elevadas del Espíritu Santo, y sientan que nada bueno se hará sin sus influencias. Ninguna

oración o predicación será de provecho sin él. Si Jesucristo viniera aquí y predicara a los pecadores, ninguno se convertiría sin el

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Espíritu. Tengan cuidado entonces de no ahuyentarlo, por menospreciar o descuidar sus influencias celestiales cuando los invite a

orar.

4. En orar por un objeto, es necesario perseverar hasta que lo obtengan. Oh, ¡con qué avidez los cristianos a veces piden en sus

oraciones por un pecador, cuando el Espíritu de Dios ha fijado los deseos de ellos en él! Ninguno avaro va tras su oro con tanta

determinación.

5. El temor de ser guiados por impulsos ha causado gran daño por no considerarse debidamente. La mente de una persona puede

ser guiada por fuego fatuo. Pero hacemos mal si dejamos el temor de impulsos que nos guíe a resistir los buenos impulsos del

Espíritu Santo. Con razón los cristianos no tienen el espíritu de oración si están indispuestos a tomarse la molestia de distinguir; y

entonces rechazan o resisten todos los impulsos y direcciones del Espíritu de Dios. "Porque todos los que son guiados por el

Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios". Y es nuestro deber probar los Espíritu si son de Dios. Debemos insistir en tal cosa como

ser guiado del Espíritu. Y cuando estamos convencidos de que es de Dios, debemos estar seguros de seguir con plena confianza

de que no nos guiará mal.

6. Vemos desde este tema lo absurdo de usar formas de oración. La mera idea de usar una forma rechaza, desde luego, las guías

del Espíritu. No hay nada más calculado para destruir el espíritu de oración y enteramente oscurecer y confundir la mente, como lo

que constituye la oración, que usar formas. Las formas de oración no son sólo absurdas en sí mismas, sino son ardides del diablo

para destruir el espíritu y romper el poder de la oración. No tiene caso decir que la forma no es buena. La oración no consiste en

palabras. No tiene que ver con lo que las palabras son, si el corazón no es guiado por el Espíritu de Dios. Si el deseo no es

encendido, los pensamientos guiados, y toda la corriente de sentimiento producida y guiada por el Espíritu de Dios, no es oración.

Y poner formas es, de todas las cosas, mejor calculada para abstener a un individuo de orar como debe.

7. El tema proporciona una prueba de carácter. El Espíritu intercede --¿por quién? Por los santos. Aquellos que son santos son

entonces inquietados. Si son santos, saben por experiencia lo que es ser inquietado, o es porque han contristado al Espíritu de

Dios para que no los guíe. Viven de tal manera que este Consolador Santo no morará en ustedes, ni les dará el espíritu de oración.

Si eso es así, deben arrepentirse. Si ustedes son cristianos o no, no se detengan de hacerlo, sino arrepiéntanse, como si nunca lo

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hubieran hecho. Hagan las primeras obras. No den por hecho que son cristianos, sino vayan como un pecador humilde, y

derramen su corazón ante el Señor. Nunca podrán tener el espíritu de oración de otra manera.

8. La importancia de entender este tema.

(1.) A fin de ser útil. Sin este espíritu no puede haber simpatía entre ustedes y Dios que puedan caminar con Dios o trabajar con

Dios. Tienen que tener un fuerte latido de su corazón con el suyo, o no necesitan esperar ser útiles grandemente.

(2.) Tan importante como su santificación. Sin ese espíritu no serán santificados, no entenderán la Biblia, no sabrán cómo aplicarla

a su caso. Quiero que sientan la importancia de tener a Dios con ustedes todo el tiempo. Si viven como debieran, vendrá a

ustedes, y hará morada con ustedes, cenará con ustedes, y ustedes con él.

9. Si las personas no conocen el Espíritu de oración, están muy aptas para no creer referente a los resultados de la oración. No

ven lo que toma lugar, no ven la conexión, o no ven la evidencia. No están esperando bendiciones espirituales. Cuando los

pecadores son redargüidos, creen que sólo están asustados por una predicación terrible. Y cuando la gente se convierte, no siente

confianza, y sólo dice "veremos cómo resultan ellos".

10. Aquellos que tienen el espíritu de oración saben cuándo la bendición llega. Fue lo mismo cuando Jesús apareció. Los impíos

no lo conocían. ¿Por qué? Porque no estaban orando por la redención de Israel. Pero Simeón y Ana lo conocían. ¿Cómo fue eso?

Observen lo que ellos decían, cómo oraron y cómo vivieron. Estaban orando en fe, y entonces no se sorprendieron cuando él vino.

Es lo mismo con esos cristianos. Si los pecadores son redargüidos o convertidos, no están sorprendidos. Estaban esperando tales

cosas. Saben cuándo Dios llega, porque han estado al pendiente de sus visitas.

11. Hay tres clases de personas en la iglesia que están en riesgo de error, o han dejado la verdad apartado su vista de este tema.

(1.) Aquellas que ponen gran confianza en la oración, y no usan otros medios. Se alarman por cualquier medio especial, y hablan

de "levantar un avivamiento".

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(2.) Contra éstos que usan medios, y oran pero nunca piensan sobre las influencias del Espíritu en oración. Hablan de orar por el

Espíritu, y sienten la importancia del Espíritu en la conversión de los pecadores, pero no se dan cuenta de la importancia del

Espíritu en oración. Y sus oraciones son pláticas frías y nada que nadie pueda sentir, o que puedan agarrarse de Dios.

(3.) Aquellos que tienen nociones extrañas sobre la soberanía de Dios, y están esperando que Dios convierta el mundo sin los

medios de la oración.

Debe haber en la iglesia un sentido más profundo de la necesidad del espíritu de oración. El hecho es que generalmente aquellos

que usan los medios muy asiduamente, y hacen los esfuerzos más tenaces para la salvación de los hombres, y que tienen las

nociones más correctas de la manera en la que deben usarse para convertir a los pecadores, también oraran por el Espíritu de

Dios y luchan con Dios por su bendición. Y ¿cuál es el resultado? Que los hechos hablen y digan si estas personas oran o no, y si

el Espíritu de Dios no da testimonio de sus oraciones y sigue los esfuerzos de ellos con su poder.

12. Un espíritu muy distinto al espíritu de oración parece prevalecer en ciertas porciones de la iglesia presbiteriana hoy en día.

Nada produciría un entusiasmo y oposición tan rápidos como el espíritu de oración. Si cualquier persona debe sentirse con pesar

por los pecadores, en oración, como para gemir en su oración, pues, las mujeres están nerviosas, y él es inmediato reprendido y

encuentra oposición. Desde mi alma aborrezco tal afecto de sentimiento donde no hay ninguno, y todos los intentos para que uno

avance hacia esos sentimientos por gemidos. Pero me siento obligado a defender la posición que hay tal cosa como estar en un

estado mental en el que hay más que una forma donde este tema es discutido. Se decía que el gemir debe desaprobarse. La

pregunta es hecha si Dios no pudo producir tal estado de sentimiento que abstenerse de gemir, ¿fue imposible? Y la respuesta fue

"sí, pero nunca lo hace". Entonces el apóstol Pablo fue engañado tremendamente cuando escribió sobre los gemidos indecibles.

Edwards fue engañado cuando escribió sobre avivamientos. Los avivamientos estaban en tinieblas. Ahora, ningún hombre que

revisa la historia de la iglesia adoptará tal sentimiento. No me gusta este intento para tapar, contender, reprimir, o limitar el espíritu

de oración. Mejor pronto me cortaría mi mano derecha que reprender el espíritu de oración como he oído que se hace al decir "no

quiero oír más gemidos".

Pero entonces, no sabría dónde concluir este tema. Me gustaría discutirlo en un mes, y hasta que toda la iglesia lo entienda, para

orar la oración de fe. Amados, quiero preguntarles si creen todo eso. O se preguntarán que hable así. Quizá algunos de ustedes

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vislumbran estas cosas. Ahora, ¿se dedicarán a la oración y vivirán para tener el espíritu de oración, tener todo el tiempo el espíritu

en ustedes? Oh, ¡por una iglesia que ora! Conocí a un ministro que tuvo un avivamiento catorce inviernos consecutivos. No sabía

cómo contarlos, pues hasta que vi a uno de sus miembros levantarse en una reunión de oración y hacer la confesión. "Hermanos",

dijo él, "confieso que he estado en el hábito de orar cada sábado en la noche hasta la medianoche, por el descenso del Espíritu

Santo entre nosotros. Y ahora hermanos", empezó a llorar, "confieso que lo he descuidado por dos o tres semanas. El secreto

salió. Ese ministro tenía una iglesia que oraba, hermanos, en mi estado presente de salud, veo imposible orar tanto como he

estado en el hábito de hacerlo, y seguir predicando. Vence mi fuerza. Ahora ¿me dedico a la oración y dejo la predicación? Eso no

servirá Ahora ¿acaso no ustedes que están saludables se arrojarán a esta obra y llevarán la carga y orarán hasta que Dios

derrame su bendición en nosotros?

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CONFERENCIA VII

SER LLENOS DEL ESPÍRITU

TEXTO. --Sed llenos del Espíritu. --Ef. 5:18.

Las últimas conferencias han sido sobre el tema de la oración, y la importancia de tener el espíritu de oración, de la intercesión del

Espíritu Santo. Cuando no se para de hablar de la necesidad e importancia de las influencias de Espíritu, no puede haber duda que

personas están en peligro de abusar de la doctrina, y pervertirla para su propio daño. Por ejemplo, cuando se le dice a los

pecadores que sin el Espíritu Santo nunca se arrepentirán, están expuestos a pervertir la verdad, y a entender que no se pueden

arrepentir, y por tanto no están bajo la obligación de hacerlo hasta que sientan al Espíritu. Es con frecuencia difícil hacerles ver que

el "no pueden" consiste en su indisponibilidad, y no en su inhabilidad. Cuando les decimos a los cristianos que necesitan la ayuda

del Espíritu en oración, son muy aptos para pensar que no están bajo obligación de orar la oración de fe, hasta que sientan las

influencias del Espíritu y esperen el espíritu de oración que llegue sin pedir y así tentar a Dios.

Antes de que consideremos el otro aspecto de los medios para promover un avivamiento, esto es, los medios para usarse con

pecadores, quisiera mostrarles, que si viven sin el Espíritu, están sin excusa. La obligación de cumplir con su deber nunca

descansa en la condición que tendremos primero la influencia del Espíritu, sino en los poderes de la agencia moral. Como agentes

morales tenemos el poder de obedecer a Dios y estamos perfectamente obligados a obedecer, y la razón por la que no lo hacemos

es que no estamos dispuestos. Las influencias del Espíritu son completamente un asunto de gracia. Si fuesen indispensables para

permitirnos realizar el deber, su otorgamiento no sería un acto de gracia, sino un asunto de justicia común. Los pecadores no están

obligados a arrepentirse porque tienen la influencia del Espíritu, o porque no pueden obtenerla, sino porque son agentes morales y

tienen los poderes que Dios les requiere que ejerzan. Lo mismo en el caso de los cristianos. No están obligados a orar en fe

porque tengan la influencia del Espíritu (excepto en los casos donde sus influencias en concebir un deseo constituya la evidencia

de que es la voluntad de Dios conceder el objeto deseado), sino porque tienen evidencia. No están obligados a orar en fe excepto

cuando tienen evidencia como el fundamento de su fe. Deben tener evidencia de las promesas, principio, o profecía, o providencia.

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Y donde tengan evidencia independiente de sus influencias, están obligados a ejercer la fe, tengan o no la influencia del Espíritu.

Están obligados a ver la influencia y creer. El Espíritu es dado no para permitirles ver o creer, sino porque sin él, no verían, no

sentirían ni actuarían como debieran. Tengo el propósito esta tarde de mostrar del texto:

I. Que los cristianos pueden ser llenos del Espíritu de Dios.

II. Que es su deber ser llenos del Espíritu.

III. Por qué no son llenos del Espíritu.

IV. La culpa de aquellos que no tienen el Espíritu de Dios para guiar sus mentes en deber y oración.

V. Las consecuencias que seguirán si son llenos del Espíritu.

VI. Las consecuencias si no lo son.

I. Voy a mostrar que ustedes pueden tener el Espíritu.

No porque sea un asunto de justicia para Dios el darles su Espíritu, sino porque ha prometido darlo a aquellos que lo pidan. "Pues

si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a

los que se lo pidan?" Si piden el Espíritu Santo, Dios ha prometido darlo.

Pero de nuevo, Dios les ha ordenado tenerlo. Dice en el texto, "Sed llenos del Espíritu", es la evidencia más elevada y posible de

que podemos hacerlo. Para que Dios ordene es equivalente a un juramento que podemos hacerlo. No tiene derecho a ordenar a

menos que tengamos el poder de obedecer. Sería Dios un tirano si ordenara aquello que es impracticable.

II. Voy a mostrar, segundamente, que es deber de ustedes.

1. Porque tienen promesa de ello.

2. Porque Dios lo ha ordenado.

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3. Es esencial para el propio crecimiento de ustedes en gracia que deban ser llenos del Espíritu.

4. Es tan importante como el que ustedes deban santificarse.

5. Es tan necesario como el que deban ser útiles y buenos en el mundo.

6. Si no tienen el Espíritu de Dios en ustedes, deshonrarán a Dios, desacreditarán la iglesia, y morirán e irán al infierno.

III. ¿Por qué muchos no tienen el Espíritu?

Hay algunos, incluso profesantes de religión, que dirán "no sé acerca de esto; nunca tuve una experiencia así. Ya sea que es cierta

o que yo esté mal". Sin duda, ustedes están mal si no saben nada sobre la influencia del Espíritu. Quiero presentarles unas

cuantas razones que pueden prevenirlos de ser llenos del Espíritu.

1. Puede ser que vivan una vida de hipocresía. Sus oraciones no son sinceras ni con ahínco. No sólo es su religión una simple

muestra externa, sin corazón, sino que no son sinceros en su relación con otros. De ese modo hacen tantas cosas para contristar

al Espíritu para que no more en ustedes.

Un ministro se hospedó con una familia, y la señora de la casa estaba constantemente quejándose de que no estaba en paz y que

nada parecía ayudarla. Un día unas señoras fueron a verla, y protestó que estaba muy ofendida porque nadie la había visitado

antes, y les insistió que se quedaran a pasar el día, y declaró que no consentiría dejarlas ir. Ellas se excusaron, sin embargo, se

fueron de la casa; tan pronto se fueron, ella le dijo a su sirviente que se preguntaba por qué esa gente tenía poca consideración

como para siempre molestarla y quitarle el tiempo. El ministro oyó e inmediatamente la reprendió, y le dijo que podía ver ahora por

qué no disfrutaba la religión. Era porque diario tenía el hábito de no ser sincera lo que claramente equivalía a mentir. Y el Espíritu

de verdad no podía morar en un corazón así.

2. Otros tienen tanta frivolidad que el Espíritu no mora en ellos. El Espíritu es solemne, serio, y no morará con aquellos que ceden

a la frivolidad imprudente.

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3. Otros son tan orgullosos que no tienen el Espíritu. Son afectos al vestido, la vida de mucho mundo, los carros, la moda, etc., que

con razón no son llenos del Espíritu. Y sin embargo, ¡tales personas aparentan estar perdidos para saber por qué es que ellos no

gozan de la religión!

4. Algunos están tan inclinados al mundo, aman tanto las pertenencias y están tratando de ser ricos, que no pueden tener el

Espíritu. ¿Cómo puede morar en ellos cuando sus pensamientos están en cosas del mundo, y todos sus poderes absorbidos en

procurar riqueza? Y se agarran a ella cuando la obtienen, y sufren si son presionados por la conciencia para hacer algo por la

conversión del mundo. Muestran cuánto aman al mundo en todas sus relaciones con otros. Cosas pequeñas lo muestran.

Presionan al pobre, que hace algún trabajo para ellos, hasta pagar lo menos. Si están tratando a gran escala, es muy probable que

sean generosos y justos porque es para su provecho. Pero si es una persona que no les importa, un trabajador, o un mecánico, o

un sirviente, ustedes la explotarán lo más posible, sin importar lo que realmente vale la pena; y de hecho aparentan estar

conscientes de eso, que no pueden dar más. Ahora se avergonzarían de tratar así con gente de su nivel porque se sabría y

dañaría su reputación. Pero Dios lo sabe y lo tiene todo por escrito de que son avaros e injustos en sus tratos y no harán lo

correcto, sólo cuando es de su interés. Ahora, ¿cómo pueden tales profesantes tener el Espíritu de Dios? Es imposible.

Hay multitudes de tales cosas, por las que el Espíritu de Dios es contristado. La gente le llama pecados pequeños, pero Dios no los

llama así. Quedé pasmado con este pensamiento cuando vi un pequeño anuncio en el Evangelist. Los editores indicaron que

tenían muchos miles de dólares en las manos de los suscriptores, con vencimientos, y que les costaría tanto como sería enviar a

un agente a recogerlos. Me supongo que es lo mismo con otros periódicos religiosos, que los suscriptores, ya sea que ponen al

editor en problemas y con gastos de enviar a un agente a recoger la deuda, o que le hagan trampa. Los hay sin duda, no sé

cuántos, miles de dólares son retenidos de esta forma por profesantes de religión, sólo porque es en pequeñas cantidades, o

porque no se les puede demandar. Y sin embargo, estas personas orarán, y parecerán muy piadosas, y se preguntarán por qué no

pueden gozar la religión, y tener el Espíritu de Dios. Es esta relajación del principio moral, esta falta de conciencia por los asuntos

pequeños, prevaleciente en la iglesia, que ahuyenta al Espíritu Santo. Pues, sería oprobio para que Dios more y tenga comunión

con personas así, que sacan provecho y no le pagan a su prójimo sus deudas aunque pueden hacerlo y ser oprobio.

5. Otros no confiesan totalmente y no abandonan sus pecados, entonces no pueden disfrutar de la presencia del Espíritu.

Confesarán sus pecados en términos generales, quizá, y estén listos para reconocer que son pecadores. O confesarán

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parcialmente algunos pecados particulares. Pero lo hacen con reserva, orgullo y cautela, como si tuvieran miedo de decir más de lo

necesario; esto es, cuando confiesan a los hombres los daños hechos a ellos. Lo hacen de una forma que muestra que, en vez de

hacerlo desde un corazón sincero, la confesión es exprimida por la mano de la conciencia que la retuerce. Si han lastimado a

alguien, harán una retractación parcial, la cual es cruel, hipócrita y de duro corazón, y entonces preguntarán, ¡ahora hermano,

¿estás satisfecho? Y saben que será difícil para una persona que diga que no está satisfecha. Saben si han hecho una confesión

completa y honesta, y echándose la culpa que les pertenece. Si sus confesiones han sido restringidas y exprimidas de parte de

ustedes, suponen que ¿pueden burlar a Dios? "El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta

alcanzará misericordia". "El que se humilla será enaltecido". Si uno no se presenta y confiesa sus pecados honestamente y repara

donde se ha hecho el daño, no tienen derecho a esperar el espíritu de oración.

6. Otros están descuidando algún deber conocido y esa es la razón por la que no tienen el Espíritu. Uno no ora por su familia,

aunque sepa que debe hacerlo, y sin embargo ¡está tratando de conseguir el espíritu de oración! Hay muchos jóvenes que sienten

en su corazón que deben prepararse para el ministerio, y no tienen el espíritu de oración porque tienen algún objeto mundano a la

vista, que previene dedicarse a la obra. Han conocido su deber y rehúsan hacerlo, y ahora están orando por la dirección del

Espíritu de Dios. No pueden tenerla. Uno ha descuidado hacer una profesión de la religión. Conoce su deber, pero rehúsa ingresar

a la iglesia. Alguna vez tuvo el espíritu de oración, pero el descuidar su deber ahuyentó al Espíritu. Y ahora cree que podría una

vez más gozar la luz de la aprobación de Dios, y que sus evidencias se renueven, haría su deber, e ingresaría a la iglesia. Y de

ese modo está orando por ella de nuevo, y tratando de traer a Dios con los términos de esa persona para que le conceda su

presencia. No necesitan esperarlo. Viven y mueren en oscuridad a menos que estén dispuestos primero a cumplir su deber, antes

de que Dios se manifieste él mismo como reconciliado con ustedes. Es en vano decir, que ustedes se presentarán si les muestra

Dios primero la luz de su aprobación. Nunca lo hará en tanto vivan; los dejará morir sin ella si rehúsan cumplir con su deber.

He sabido de mujeres que sintieron que deberían hablar con sus esposos inconversos, y orar con ellos, pero lo han descuidado,

así que se meten en oscuridad. Sabían su deber y rehusaron cumplirlo, y pasaron de lado, y perdieron el espíritu de oración.

Si han descuidado cualquier deber conocido, y perdieron de ese modo el espíritu de oración, deben rendirse primero. Dios tiene

una controversia con ustedes; han rehusado obedecer a Dios, y deben retractarse. Pudieron olvidarla, pero no Dios, y deben

disponerse a traerla a su memoria, y arrepentirse. Dios no cederá ni concederá su Espíritu hasta que se arrepientan. Si tuviera un

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ojo omnisciente ahora, podría decir los nombres de las personas en esta congregación que han descuidado algún deber conocido,

o han cometido algún pecado, del que no se han arrepentido, y ahora están orando por el espíritu de oración, pueden pero no

tienen éxito en obtenerlo.

Contaré un caso para ilustrar esto. Un buen hombre en la parte oeste de este estado por mucho tiempo había sido un cristiano

comprometido, y hablaba a la iglesia adormecida con la cual estaba relacionado. Con el tiempo, la iglesia se ofendió y perdió la

paciencia, y muchos le dijeron que los dejara en paz, que pensaban que no les hacía ningún bien. Les tomó la palabra, y todos se

fueron a dormir, y así estuvieron por dos o tres años. Con el tiempo, un ministro llegó y empezó un avivamiento, pero este anciano

parecía que había perdido su espiritualidad. Había hecho buenas obras pero ahora las retenía. A todos les pareció extraño.

Finalmente mientras se iba a casa una de esas noches, la verdad de la situación destelló en su mente, y se llenó de desesperación

por unos minutos. Sus pensamientos estaban dirigidos hacia aquella resolución pecaminosa de dejar a la iglesia en paz en sus

pecados. Sintió que ningún lenguaje podría describir las tinieblas de ese pecado. Se dio cuenta en ese momento lo que se iba a

perder y que Dios tenía algo en contra de él. Vio que había sido un espíritu malo el que había causado la resolución de dejar a la

iglesia en paz en sus pecados. El mismo que le causó a Moisés decir "rebeldes". Se humilló de inmediato y Dios derramó su

Espíritu sobre él. Quizá algunos de ustedes que me escuchan están en esa situación. Han dicho algo provocador o poco amable a

alguien. Quizá fue por malhumor hacia un sirviente que era cristiano. O quizá hablaron mal de algún ministro o de otra persona.

Quizá han estado enojados porque no se han tomado en cuenta sus opiniones o su dignidad ha sido herida. Examinen

exhaustivamente y vean si no pueden averiguar el pecado. Quizá lo han olvidado, pero Dios no lo ha olvidado, y no olvidará la

conducta no cristiana hasta que se arrepientan. Dios no puede pasarla por alto. No haría nada de bien si lo debiera. ¿Qué bien se

haría si el pecado siguiera en su corazón?

7. Quizá han resistido al Espíritu de Dios. Quizá están tienen la costumbre de resistir al Espíritu. Resisten la convicción. Al predicar,

cuando algo se ha dicho que les concierne se han levantado en su corazón en contra y lo han resistido. Muchos están dispuestos a

escuchar una predicación clara y que examine siempre y cuando se aplique a otros; un espíritu misantrópico los hace tener

satisfacción en escuchar a otros que examinan y reprenden, pero si la verdad los tocara, directamente gritarían que es personal y

abusivo. ¿Es su caso?

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8. El hecho es que no desean por lo regular el Espíritu. Esto es cierto en cada caso en el que no tienen el Espíritu. No me equivoco

aquí. Quiero que discriminen cuidadosamente. Nada es más común que la gente desee algo a crédito, que por lo regular no

escogerían. Una persona puede ver un artículo en una tienda que desea comprar, y va pregunta por el precio, y lo piensa un poco,

y por lo regular no lo compra. Desea el artículo, pero no le gusta el precio, o no quiere gastar, de modo que no lo compra. Esa es la

razón que no lo compra. Lo mismo hay personas que puedan desear el Espíritu de Dios en algunos casos; desde una

consideración al gozo y consuelo de corazón que trae. Si saben lo que es por una experiencia anterior para tener comunión con

Dios, y cuan dulce es deshacerse en penitencia y ser lleno del Espíritu, no pueden más que desear una devolución de esos gozos.

Y quizá se preparan denodadamente a orar por eso, y oran por un avivamiento de religión. Pero por lo regular no están dispuestos

a que venga. Tienen tanto por hacer que no pueden acudir a él. O les requerirá muchos sacrificios que no pueden soportar tenerlo.

Hay algunas cosas que no están dispuestas a ceder. Ven que si desean tener el Espíritu de Dios para que more en ustedes, deben

llevar una vida diferente, deben dejar al mundo, deben hacer sacrificios, deben romper con sus socios mundanos, hacer confesión

de pecados. Y entonces por lo regular no escogen que venga a menos que consientan que habite con ustedes y los deje vivir como

quieren, pero no hará eso.

9. Quizá no oran por el Espíritu, u oran y no usan ningún medio, u oran y no actúan consistentemente con sus oraciones. O usan

los medios calculados para resistirlos. O piden, y tan pronto llega y empieza a afectar su mente, lo contristan de inmediato, lo

ahuyentan y no caminan con él.

IV. Voy a mostrar la gran culpa de no tener el Espíritu de Dios.

1. Su culpa es tan grande como es la autoridad de Dios, la cual les ordena que sean llenos del Espíritu. Dios lo ordena, y hay tanta

desobediencia de los mandamientos de Dios, como el maldecir profanamente, o robar, o cometer adulterio, o romper el día de

reposo. Piénsenlo. Y sin embargo, hay muchos que no se culpan a sí mismos por no tener el Espíritu. Hasta piensan que son

cristianos bastante piadosos porque van a las reuniones de oración, participan del sacramento, y todo eso, aunque vivan año tras

año sin el Espíritu de Dios. Ahora, vean que el mismo Dios que dice "no os embriaguéis", también dice "sed llenos del Espíritu".

Todos ustedes dicen, si un hombre es un asesino, o ladrón, no es cristiano. ¿Por qué? Porque vive en una desobediencia habitual

hacia Dios. Entonces si él maldice, no tienen ustedes ninguna caridad por él. No le permitirían que argumentara que su corazón

está bien y que sus palabras no son nada, que a Dios no le importan nada las palabras. Verían que sería escandaloso tener a un

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hombre así en la iglesia, o que tuvieran la compañía de gente así que aparentan llamarse una iglesia de Cristo. Y sin embargo, no

viven más en desobediencia que ustedes, que viven sin el espíritu de oración y sin la presencia de Dios.

2. Su culpa es igual a todo el bien que pudieran hacer si tuvieran el Espíritu de Dios tanto en gran medida como en su deber de

tenerlo, y como pudieran tenerlo. Ustedes, ancianos de esta iglesia, ¿cuánto bien podrían hacer, si tuvieran al Espíritu? Y ustedes,

maestros de escuela dominical, cuánto bien podrían hacer; y ustedes miembros de la iglesia, también, si fuesen llenos del Espíritu,

podrían hacer gran bien, bien infinito. Pues bien, su culpa es así de grande. Son enteramente responsables ante la iglesia y Dios

por todo ese bien que pudieran hacer. Un hombre es responsable por todo el bien que puede hacer.

3. Su culpa es medida aún más por todo el mal que hacen en consecuencia de no tener el Espíritu. Ustedes son una deshonra

para la religión. Son piedra de tropieza a la iglesia y al mundo. Y su culpa es intensificada por todas las varias influencias que

ejercen. Y se probará en el día del juicio.

V. Las consecuencias de tener el Espíritu.

1. Los llamarán excéntricos; y probablemente lo merecerán. Nunca he conocido a una persona que fuera llena del Espíritu que no

la llamaran excéntrica. Y la razón es que son diferentes a otros. Esto es siempre un término de comparación. Hay por tanto las

mejores razones por las que tales personas deban parecer excéntricas. Actúan bajo influencias diferentes, toman posturas

diferentes, son movidas por motivos diferentes, guiadas por un espíritu diferente. Deben esperar tales expresiones. Cuán seguido

he oído la observación con respecto a tales y tales personas, "es un muy buen hombre, pero algo excéntrico". A veces he

preguntado por los detalles; ¿en qué consiste la excentricidad? Oigo un reportorio, y la equivalencia es que es espiritual. Pónganse

de acuerdo para esto de ser excéntrico. Hay tal cosa como excentricidad afectada. ¡Horrible! Pero hay tal cosa como estar imbuido

con el Espíritu de Dios que tienen que actuar y actuarán viéndolos raros y excéntricos por aquellos que no entienden las razones

de su conducta.

2. Si tienen mucho del Espíritu de Dios, es muy probable que muchos los consideren trastornados. Juzgamos a los hombres como

trastornados cuando actúan distinto a lo que pensamos que es prudente y según el sentido común, y cuando ellos llegan a

conclusiones por las que no vemos buenas razones. Pablo fue acusado de estar trastornado por aquellos que no entendían su

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postura de las cosas bajo las que actuaba. Sin duda, Festo pensó que el hombre estaba loco, y que las muchas letras lo habían

enloquecido. Pero Pablo dijo, "no estoy loco, excelentísimo Festo". Su conducta era muy rara, muy diferente, que Festo pensó que

era enloquecimiento. Pero la verdad era que Pablo sólo vio el asunto tan claro que dejó toda su alma ahí. Estaban a oscuras

totalmente con respecto al motivo por el cual él era impulsado. No es por ningún motivo poco común. Multitudes han aparecido a

aquellos que no tienen espiritualidad como si estuviesen trastornados. Pero vieron buenas razones para hacer lo que hicieron. Dios

estaba guiando sus mentes a actuar de tal manera que aquellos que no eran espirituales no podían ver las razones. Deben

decidirse a eso y mucho más, como vivir más por encima del mundo y caminar con Dios.

3. Si tienen el Espíritu de Dios, deben esperar sentir gran aflicción por la iglesia y el mundo. Algunos epicúreos espirituales piden

por el espíritu porque creen que los hará perfectamente felices. Algunas personas creen que los cristianos espirituales son siempre

muy felices y están libres de tristeza.

Nunca ha habido tan grande error. Lean sus Biblias y vean cómo los profetas y los apóstoles siempre estaban gimiendo y

angustiados por el estado de la iglesia y el mundo. El apóstol Pablo dice que siempre llevaba en su cuerpo la muerte de Jesús.

"Cada día muero", decía. Sabrán lo que es simpatizar con el Señor Jesús, y ser bautizado con el bautismo con el que él fue

bautizado, ¡Oh, cómo agonizaba por el estado de los pecadores! ¡Cómo tenía dolores de parto en su alma por la salvación de ellos!

Mientras más tengan de ese Espíritu, más claramente verán el estado de los pecadores, y más profundamente estarán

acongojados por ellos. Muchas veces sentirán como si no pudieran vivir por la situación de ellos; su angustia será inexplicable.

Pablo dice en Ro. 9:1-3: "Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, que tengo gran

tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los

que son mis parientes según la carne".

4. Muy seguido estarán dolidos con el estado del ministerio. Hace unos años conocí a una mujer que pertenecía a una de las

iglesias en esta ciudad. Le pregunté sobre el estado de la religión de aquí. Parecía no estar dispuesta a decir mucho, hizo algunas

observaciones generales, y entonces se sofocó, y sus ojos se anegaron, y dijo, "Oh, la mente de nuestro ministro parece estar en

tinieblas". Cristianos espirituales se sienten seguido así, y lloran por eso. He visto mucho de eso, y seguido encuentro cristianos

que lloran y gimen en secreto, por ver la oscuridad en las mentes de ministros referente a la religión, su mundanalidad y temor del

hombre, pero no se atreven a hablarlo, excepto si son denunciados y amenazados, y quizá echados de la iglesia. No digo estas

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cosas con crítica para reprochar a los hermanos, sino porque son ciertas. Y los ministros deberían saber que nada es más común

que cristianos espirituales sientan la carga y se angustien por el estado del ministerio. No quiero provocar ningún sentimiento

equivocado hacia los ministros, pero es tiempo que se sepa que los cristianos seguido tienen posturas espirituales de las cosas, y

sus almas son encendidas, y se dan cuenta que su ministro no encaja con sus sentimientos, que está muy debajo del patrón de lo

que debe ser, y muy por debajo en espiritualidad de los miembros de la iglesia. Esto es uno de los peores males prominentes,

profundos y deplorables del presente. La piedad del ministro, aunque real, es tan superficial, en muchas instancias, que la parte

espiritual de la iglesia siente que los ministros no simpatizan con ellos. Su predicación no responde a sus necesidades, no los

alimenta, no satisface su experiencia. El ministro no tiene la suficiente profundidad de experiencia religiosa para saber buscar y

despertar a la iglesia; para ayudar a aquellos en tentación, apoyar a los débiles, dirigir a los fuertes, y guiarlos a través de todos los

laberintos con los que se pueden topar en sus caminos. Cuando un ministro ha ido con la iglesia tan lejos como va la experiencia

en el ejercicio espiritual, ahí se detiene; y hasta que tiene una experiencia renovada, hasta que se vuelva a convertir, su corazón es

quebrantado nuevamente, y se prepara en la vida divina y experiencia cristiana, no los ayudará más. Puede predicar doctrina sana

y también lo haría un ministro inconverso, pero, después de todo, a su predicación le falta esa búsqueda aguda, ese

comportamiento práctico, esa unción que por sí sola alcanza el caso de un cristiano en pos de la espiritualidad, es un hecho por el

cual la iglesia está gimiendo, que la piedad de los jóvenes sufre tanto en el curso de su educación, que cuando entran al ministerio,

no obstante cuánto accesorio intelectual posean, están en un estado de infancia espiritual. Carecen de lactancia, que se les

alimente en vez de alimentar la iglesia de Dios.

5. Si tienen mucho del Espíritu de Dios, deben hacerse de la idea de tener mucha oposición, tanto en la iglesia como en el mundo.

Muy posible los dirigentes en la iglesia se les opondrán. Siempre ha habido oposición en la iglesia. Así fue cuando Cristo estuvo en

la tierra. Si están por encima del estado de sentimiento, los miembros de la iglesia se les opondrán. Si cualquier hombre vive

piadosamente en Cristo Jesús, debe esperar persecución. Seguido los ancianos, incluso el ministro, se les opondrán, si están

llenos del Espíritu de Dios.

6. Deben esperar muy frecuentemente conflictos agonizantes con Satanás, quien tiene muy pocos problemas con esos cristianos

que no son espirituales, sino tibios, perezosos y tras un modo de pensar como del mundo. Y tales no entienden lo que se dice

sobre conflictos espirituales. Quizá sonrían cuando tales cosas se mencionan. Y así el diablo los deja en paz. No lo molestan, ni él

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a ellos. Pero los cristianos espirituales, que entiende él muy bien, le hacen un gran daño, y por tanto, se apresta contra ellos. Tales

cristianos a menudo tienen conflictos terribles. Tienen tentaciones nunca antes pensadas, pensamientos blasfemos, ateísmo,

sugerencias para hacer obras inicuas, para destruir sus propias vidas, y demás. Si son espirituales, pueden esperar estos

conflictos terribles.

7. Tendrán mayores conflictos con ustedes mismos de lo que pensaron. A veces encontrarán sus propias corrupciones que hacen

un avance extraño contra el Espíritu. "El deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne". Un cristiano

así seguido es arrojado hacia la consternación al poder de sus propias corrupciones. Uno de los comodoros en Estados Unidos

era, eso me dijeron, un hombre espiritual; y su pastor me dijo que supo que ese hombre se echaba en el piso y gemía gran parte

de la noche, en conflicto con sus propias corrupciones, y clamaba a Dios en agonía para romper el poder de la tentación. Parecía

como si el diablo estuviera determinado a arruinarlo; y sus propios sentimientos, por el momento, casi estaban asociados con el

diablo.

8. Pero tendrán paz con Dios. Si la iglesia, y los pecadores, y el diablo se les oponen, habrá uno con quien tendrá paz. Dejen que

aquellos llamados a estas pruebas y conflictos, y tentaciones, y que gimen, oran y lloran, y quebrantan sus corazones, recuerden

esta consideración: la paz de ustedes, en lo que se refiere a sus sentimientos hacia Dios, fluirá como un río.

9. Igualmente su conciencia estará en paz si son guiados por el Espíritu. No serán constantemente aguijoneados y mantenidos en

la tempestad por una conciencia culpable. Su conciencia estará tranquila y quieta, serena como un lago de verano.

10. Si son llenos del Espíritu, serán útiles. Incluso si estuviesen enfermos, y no pudieran salir de su cuarto, o platicar, y no vieran a

nadie, serían diez veces más útiles que un ciento de aquellos tipos de cristianos comunes que no tienen espiritualidad. Para darles

una idea de esto, les relataré una anécdota. Un hombre piadoso en la parte oeste de este estado estaba enfermo de tuberculosis.

Era pobre y estaba enfermo de años. Un comerciante inconverso del lugar tenía un corazón afable, y le enviaba de vez en cuando

algo para confortarlo, o para su familia. Se sintió agradecido por su bondad, pero no podía reciprocarle como quería. Con el tiempo

determinó que la mejor manera sería orar por su salvación; empezó a orar, y su alma se encendió, y se agarró de Dios. Ahí no

hubo ningún avivamiento, pero poco a poco, el comerciante se convirtió. El fuego se encendió por todo el lugar, y siguió un

avivamiento poderoso y multitudes se convirtieron.

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Este pobre hombre siguió así por varios años y falleció. Luego de su muerte, visité el lugar, y su viuda puso su diario en mis

manos. Entre otras cosas, decía en su diario: "Estoy familiarizado con treinta ministros e iglesias". Entonces apartó varias horas al

día y a la semana para orar por estos ministros e iglesias, y también en ciertas temporadas para orar por distintas misiones. Luego

siguen, bajo fechas diferentes, hechos como éstos: "Hoy", pone la fecha, "he podido ofrecer lo que llamo la oración de fe para el

derramamiento del Espíritu en la iglesia tal, y confío en Dios que pronto habrá ahí un avivamiento". Bajo otra fecha, "he podido hoy

ofrecer la oración de fe por tal y tal iglesia y confío que ahí habrá un avivamiento". Y así hizo por un gran número de iglesias,

registrando el hecho que había orado por ellas en fe de que un avivamiento pudiera pronto prevalecer en ellas. De las misiones, si

bien recuerdo, menciona una misión en particular en Ceilán. Creo que el último lugar por el que ofreció oración fue en el que vivía.

No pasó mucho tras notar estos hechos en su diario que el avivamiento comenzó y se propagó por toda la región del país, casi, si

no todo, creo yo, en el orden que había mencionado en su diario; y a su debido tiempo, las noticias llegaron de Ceilán de que ahí

hubo un avivamiento. El avivamiento de su propio pueblo no comenzó sino hasta después de su muerte. Su comienzo fue en el

tiempo cuando su viuda puso en mis manos el documento al cual me refiero. Me dijo ella que estaba él tan agitado en oración

durante su enfermedad que seguido ella temía que oraría él mismo hasta morirse. El avivamiento fue grandioso y poderosísimo en

toda la región; y el hecho de que se trataba de prevalecer no se había ocultado de este siervo de Dios. Según su palabra, el

secreto del Señor está con ellos que le temen. De este modo, este hombre, muy frágil en su cuerpo para salir de su casa, fue sin

embargo más útil al mundo y a la iglesia de Dios que todos esos profesantes sin corazón del país. Estar de pie entre Dios y las

desolaciones de Sion, y derramar su corazón en oración que cree, como un príncipe tuvo el poder con Dios y prevaleció.

11. Si son llenos del Espíritu, no se hallarán ustedes mismos angustiados, e irritados, y preocupados, cuando la gente hable contra

ustedes. Cuando encuentro gente irritada y molesta por cualquier cosa pequeña que les toca, estoy seguro que no tienen el

Espíritu de Cristo. Se pudo haber dicho todo lo que la malicia pudiera inventar de Jesucristo, y sin embargo, él no se perturbó. Si

quieren ser mansos bajo persecución, y ejemplificar el temperamento del Salvador, y honrar la religión de ese modo, necesitan ser

llenos del Espíritu.

12. Serán sabios en usar los medios para la conversión de pecadores. Si el Espíritu de Dios está en ustedes, los guiará a usar los

medios sabiamente, de una forma adaptada al fin y evitar hacer daño. Ningún hombre que no está lleno del Espíritu de Dios está

apto para ser empleado en dirigir las medidas adoptadas en un avivamiento. Sus manos estarán torpes, sin poder agarrarse, y

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actuarán como si no tuvieran sentido común. Pero un hombre que es guiado por el Espíritu sabrá cómo regular sus medidas bien, y

cómo distribuir la verdad Divina para un mejor provecho.

13. Estarán calmados bajo aflicción; no se arrojarán a la confusión o consternación cuando vean que una tormenta viene sobre

ustedes. La gente alrededor se sorprenderá por su tranquilidad y alegría bajo pruebas pesadas, sin saber los apoyos internos de

aquellos llenos del Espíritu.

14. Serán renunciados en muerte; siempre se sentirán preparados para morir; no tendrán miedo de morir, y después de la muerte,

serán proporcionalmente felices por siempre en el cielo.

VI. Consecuencias de no ser llenos del Espíritu.

1. Seguido dudarán, y dudarán razonablemente si son cristianos. Tendrán dudas, y deben tenerlas. Los hijos de Dios son guiados

por el Espíritu de Dios. Y si no son guiados, ¿qué razón tienen para pensar que son hijos? Tratarán de hacer que la poca evidencia

recorra más distancia para sostener sus esperanzas, pero no lo pueden hacer, a menos que su conciencia sea cauterizada con

hierro incandescente. No pueden evitar ser sumergidos seguido en duda dolorosa e incertidumbre sobre su estado. Ro. 8.9: "Mas

vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el

Espíritu de Cristo, no es de él". 2 Co. 13:5: "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os

conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?"

2. Siempre estarán intranquilos con sus puntos de vista sobre la oración de fe. La oración de fe es algo tan espiritual, un asunto de

experiencia y no de especulación, que al menos que sean ustedes espirituales, no la entenderán plenamente. Podrán hablar

mucho sobre la oración de fe, y por el momento convencerse de ella, y poco después no estarán seguros. Supe de un caso curioso

de un hermano ministro. Me dijo: "cuando tengo el Espíritu de Dios, y disfruto de su presencia, creo firmemente en la oración de fe,

pero cuando no lo tengo, me encuentro dudando si eso existe, y mi mente me ofrece objeciones". Sé, desde mi propia experiencia,

lo que es, y cuando oigo a personas levantar objeciones a esa posición de la oración que he presentado en estas conferencias,

entiendo muy bien cuál es su dificultad, y seguido veo que es imposible satisfacer sus mentes, mientras estén lejos de Dios;

cuando al mismo tiempo lo entenderían ellos mismos, sin argumento, cuando la hayan experimentado.

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3. Si no tienen el Espíritu, estarán muy aptos para tropezarse con aquellos que lo tienen. Dudarán la propiedad de su conducta. Si

parecen sentir bastante más que ustedes, seguro que lo llamarán sentimiento animal. Quizá duden de su sinceridad cuando tengan

tales sentimientos. Dirán: "no sé qué pensar de un hermano así; parece ser muy piadoso, pero no lo entiendo, creo que tiene

bastante de sentimiento animal". Así estarán tratando de censurarlo, por el propósito de justificarse ustedes mismos.

4. Su reputación será de impenitente, con profesantes carnales. Los alabarán, como un cristiano racional, ortodoxo y consistente.

Serán sólo ese marco mental para caminar con ellos por estar ustedes en concordancia.

5. Se perturbarán grandemente con temores sobre fanatismo. Cuando haya avivamientos, verán en ellos una fuerte tendencia al

fanatismo, y serán llenos de lágrimas y ansiedad o más de la oposición a ellos.

6. Se perturbarán mucho por las medidas usadas en avivamientos. Si cualquiera de las medidas es adoptada, que se decidan y

sean directas, se pensará que son todas "nuevas", y se tropezará con ellas en proporción a la falta de espiritualidad de ustedes. No

ven la apropiación de ustedes. Estarán ahí y pondrán reparos a las medidas porque están tan ciegos que no pueden ver su

adaptabilidad, mientras en el cielo se regocijan en ellos como los medios de salvar almas.

7. Serán un reproche para la religión. Los impenitentes a veces los alabarán porque son ustedes muy parecidos a ellos, y a veces

se reirán de ustedes por son unos hipócritas.

8. Sabrán poco de la Biblia.

9. Si mueren sin el Espíritu, caerán en el infierno. No puede haber duda de eso. Sin el Espíritu nunca estarán preparados para el

cielo.

OBSERVACIONES.

1. Los cristianos son tan culpables por no tener el Espíritu, como son los pecadores por no arrepentirse.

2. Son aún más. Como ellos tienen más luz, más culpables son.

106

3. Todos los seres tienen derecho a quejarse de los cristianos que no están llenos del Espíritu. No están ustedes haciendo la obra

de Dios, tiene él el derecho a quejarse. Ha puesto su Espíritu a la disposición de ustedes, y no lo tienen, tiene derecho a verlos y

hacerlos responsables por todo el bien que pudieron hacer, si lo tuvieran. Están pecando contra el cielo, porque deberían estar

añadiendo a sus filas felices. Los pecadores, la iglesia, ministros, tienen derecho a quejarse.

4. Están en lo correcto en el camino de la obra del Señor. Es en vano que un ministro trate de obrar por encima de ustedes. Los

ministros gimen y luchan, se desgastan en vano, tratando de hacer bien donde hay una iglesia que vive para que no tenga el

Espíritu del Señor. Si el Espíritu se derrama en cualquier momento, la iglesia lo ahuyentará de inmediato. De ese modo puede que

aten las manos y rompan el corazón de su ministro, y lo dañen y quizá lo maten, porque ustedes no están llenos del Espíritu.

5. Vean por qué los cristianos necesitan el Espíritu, y el grado de la dependencia de ustedes. Esto no puede exhibirse fuertemente.

6. No tienten a Dios por esperar su Espíritu, mientras no usan medios para procurar su presencia.

7. Si se proponen tener el Espíritu, deben ser como niños, rendirse a sus influencias--tan sometidos como aire. Si los lleva a orar,

deben dejar todo para rendirse a su porfía gentil. Sin duda a veces han sentido el deseo de orar por algún objetivo, y lo han

pospuesto y resistido, y Dios los ha dejado. Si quieren permanecer, deben rendirse a sus proposiciones más suaves y gentiles, y

observar para aprender lo que les dice qué hacer, y someterse a su guía.

8. Los cristianos deben estar dispuestos a hacer cualquier sacrificio para disfrutar de la presencia del Espíritu. Una mujer de

sociedad dijo de un profesante de religión, "ya sea que debo dejar de escuchar a ese ministro o debo dejar mi alegre compañía".

Dejó la predicación y se alejó. ¡Cuán distinto a otro caso!

Una mujer del mismo nivel oyó predicar al mismo ministro y se fue a su casa y resolvió abandonar su manera alegre y mundana de

vivir--despidió a la mayoría de sus visitas, cambió su modo de vestir, ajuar, modo de vida, y de platicar, de tal suerte que sus

amigos mundanos y alegres pronto estuvieron dispuestos a dejarla al gozo de la comunión con Dios, y libre de pasar tiempo en

hacer el bien.

107

9. Ven por esto, que debe ser muy difícil para aquellos de vida de elegancia irse al cielo. ¡Qué calamidad para aquellos en esos

círculos! ¿Quién puede disfrutar de la presencia de Dios en ellos?

10. Vean cuán alocados están aquellos que están amontonándose para estar en esos círculos, ampliando sus casas, cambiando

su estilo de vida, muebles, etc. Es como treparse a un mástil y aventarse al mar. Para disfrutar a Dios, uno debe bajar, no subirse.

Dios no está ahí, entre la vida estirada y de adulación de la clase alta.

11. Muchos profesantes de religión están tan ignorantes de espiritualidad como fue Nicodemo del nuevo nacimiento. Son

ignorantes, y me temo, inconversos. Si cualquiera habla con ellos sobre el espíritu de oración, es álgebra para ellos. El caso de

tales profesantes de religión es horrible. ¡Qué distinto fue el carácter de los apóstoles! Lean la historia de sus vidas, lean sus

cartas, y verán que siempre fueron espirituales, y caminaron a diario con Dios. Pero ahora ¡qué poco hay de esa religión! "Pero

cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?" Pongan a algunos de estos profesantes a trabajar en un avivamiento, y

no saben qué hacer, no tienen energía, ninguna habilidad, y no dan ninguna impresión. Cuando se pongan a trabajar ellos mismos,

¿se llenarán del Espíritu? Si pudiera ver a esta iglesia llena del Espíritu, no preguntaría nada para mover esta masa de mentes. No

pasarían dos semanas antes de que el avivamiento se propagara por esta ciudad.

108

CONFERENCIA VIII

REUNIONES PARA ORACIÓN

TEXTO. --"Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que

pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos." --MATEO 18: 19.

Hasta ahora, en tratar del tema de la ORACIÓN, he limitado mis observaciones a la oración secreta. Ahora voy a hablar de la

oración social, de la oración ofrecida en compañía, donde dos o más está unidos en oración. Tales reuniones han sido comunes

desde tiempos de Cristo, e incluso cientos de años antes. Y es probable que el pueblo de Dios haya estado siempre en el hábito

hacer súplica en unidad, cuando hayan tenido el privilegio. La propiedad de la práctica no será cuestionada aquí. No necesito

extenderme ahora en el deber de la oración social. Ni es mi plan discutir la pregunta si dos cristianos en acuerdo para pedir

cualquier bendición estarán seguros de obtenerla. Mi objetivo es hacer observaciones sobre:

REUNIONES PARA ORACIÓN

I. El diseño de las reuniones de oración.

II. La manera de conducirlas.

III. Mencionar varias cosas que frustrarán el diseño de realizarlas.

I. EL DISEÑO DE REUNIONES DE ORACIÓN

1. Un diseño de reunir a varias personas para estar juntas en oración es para promover la unión entre cristianos. Nada tiende a

fortalecer más los corazones de los cristianos que el orar juntos. Nunca se amarán unos a otros tan bien como cuando testifican el

derramamiento del corazón de cada uno en oración. Su espiritualidad concibe un sentimiento de unión y confianza, altamente

importante para la prosperidad de la iglesia. Es dudoso si los cristianos pudieran estar unidos de otra manera, si están en el hábito

109

de orar juntos. Y donde se tengan rencores y diferencias entre ellos, todos son quitados por unirse en oración. El gran objetivo se

obtiene si pueden llevarlos realmente a unirse en oración. Si esto puede hacerse, las dificultades se desvanecen.

2. Para extender el espíritu de oración. Dios nos ha constituido de tal forma, y tal es la economía de su gracia, que somos seres

solidarios, y comunicamos nuestros sentimientos uno con otros. Un ministro, por ejemplo, seguido, por así decirlo, infunde sus

sentimientos a su congregación. El Espíritu de Dios que inspira su alma hace uso de esos sentimientos para influir en su público,

tanto como él haga uso de las palabras que predica. De modo que hace uso de los sentimientos de los cristianos. Nada es más

calculado para concebir el espíritu de oración que unirse en oración social, con uno que tiene el espíritu él mismo, excepto si éste

deba estar muy adelantado que su oración repele al resto. Su oración los despertará, si no está muy atrasado como para que se

rebele a ella y la resista. Si están cerca del patrón de sentimientos de él, su espíritu se encenderá, quemará y se propagará. Un

individuo en una iglesia que obtiene un espíritu de oración con frecuencia levantará toda una iglesia, y extenderá el mismo espíritu

a través de la totalidad, y seguirá un avivamiento general.

3. Otro gran diseño de la oración social es conmover a Dios. No que cambie la opinión y sentimientos de Dios. Cuando hablamos

de conmover a Dios, como he dicho en una de las conferencias pasadas, no queremos decir que altere la voluntad de Dios, sino

cuando la clase correcta de oración es ofrecida por cristianos, están en un estado mental tal que se vuelve apropiado para que

Dios conceda una bendición. Están entonces preparados para recibirla, y él siempre es el mismo, y siempre está listo y gustoso de

mostrar misericordia. Cuando los cristianos están unidos, y oran como debieran, Dios abre las ventanas del cielo y derrama sus

bendiciones hasta que no hay espacio para recibirlas.

4. El diseño importante de reuniones de oración es la convicción y conversión de los pecadores. Cuando son propiamente

conducidas, son notablemente calculadas para producir ese efecto. Los pecadores están aptos para ser solemnes cuando oyen

orar a los cristianos. Donde hay un espíritu de oración, los pecadores deben sentir. Un impío, un universalista, una vez dijo con

respecto a un cierto ministro, "puedo soportar muy bien su predicación, pero cuando ora, me siento terrible; siento como si Dios

viniera sobre mí". Los pecadores son con frecuencia redargüidos por escuchar la oración. Un joven de talentos sobresalientes,

conocido por muchos de ustedes, dijo referente a un cierto ministro a quien antes de su conversión se le había opuesto mucho,

"tan pronto como empezó a orar, empecé a ser redargüido, y si él hubiera seguido orando más tiempo, no hubiera podido

contenerme". Tan pronto los cristianos empiezan a orar como debieran, los pecadores entonces saben que ellos oran, y se sienten

110

muy mal. No entienden lo que es espiritualidad porque no tienen ninguna experiencia de ella. Pero cuando una oración así es

ofrecida, saben que hay algo en ella, saben que Dios está en ella, y los lleva cerca de Dios; los hace ponerse terriblemente serios,

y no pueden soportarla. Y no sólo es calculada para impresionar las mentes de los pecadores, sino cuando los cristianos oran en

fe, el Espíritu de Dios es derramado, y los pecadores son ablandados y convertidos de inmediato.

II. LA MANERA DE CONDUCIR REUNIONES DE ORACIÓN

1. Con frecuencia está bien abrir una reunión de oración leyendo una porción breve de la palabra de Dios; especialmente si la

persona que toma la dirección de la reunión puede recordar cualquier porción que sea aplicable al objetivo u ocasión, y es eso

impresionante, y directo al grano. Si no tienen ningún pasaje que sea aplicable, es mejor que no se lea ninguno. No saquen la

palabra de Dios para hacerla parte de la reunión como un asunto de forma. Esto es un insulto a Dios. No es bueno leer más de lo

que es aplicable al caso antes de la reunión, o la ocasión. Algunas personas creen que siempre es necesario leer un capítulo

entero, aunque pueda ser largo, y tenga varios temas. Es tan impresionante y juicioso leer un capítulo completo, como sería para

un ministro tomar todo el capítulo para su texto, cuando su objetivo iba hacer una verdad particular para tenerla presente en la

mente de su público. El diseño de una reunión de oración debe ser para llevar a los cristianos al punto de orar por un objetivo

definitivo. Divagar por un campo vasto, obstruye y destruye este diseño.

2. Es apropiado que la persona que dirija deba hacer algunos comentarios breves, calculados para explicar la naturaleza de la

oración y los apoyos que tenemos que orar, y llevar el objetivo por el que se va a orar directamente ante las mentes de la gente.

Un hombre no puede orar más sin tener concentrados sus pensamientos de lo que pueda hacer algo más. La persona que dirija

debe por tanto procurar eso al poner ante sus mentes el objetivo por el cual vinieron a orar. Si vienen a orar por cualquier objetivo

puede él hacer eso. Y si no vinieron por eso, es mejor que se vayan a casa. Es inútil quedarse y burlarse de Dios, al aparentar

orar, cuando no tienen nada por el cual orar.

111

Luego de establecer el objetivo, se debe traer alguna promesa o principio como la base de motivación para esperar una respuesta

a las oraciones. Si hay cualquier indicación de la Providencia, o cualquier promesa, o cualquier principio en el gobierno Divino, que

permita una base de fe, que lo traiga memoria, y sin dejar que ellos se persuadan de sus propios corazones al azahar, sin conocer

ninguna razón sólida para esperar una respuesta. Una razón por la que las reuniones de oración en su mayoría logran tan poco es

porque hay tan poco sentido común ejercido sobre ellas. En vez de mirar alrededor por fundamento sólido sobre el que su fe

descanse, se juntan y derraman sus palabras, y nadie sabe ni les importa si tienen alguna razón para esperar una respuesta. Si

van a orar sobre cualquier cosa referente a que puede haber alguna duda o error, referente a la base de fe, se les debe mostrar la

razón que hay para creer que sus oraciones serán oídas o contestadas. Es fácil ver que a menos que algo se haga, tres cuartos de

ellos no tendrán ninguna idea de lo que están haciendo, o de la base en la que ellos deban esperar recibir por lo que están orando.

3. En pedir a personas que oren, siempre es deseable dejar que las cosas tomen su propio rumbo donde sea seguro. Si se puede

dejar con seguridad, dejen a aquellos orar que son los más inclinados a orar. Sucede a veces que incluso aquellos que por lo

regular son los más espirituales, y los más apropiados para pedirles, no están en ese momento en un marco idóneo; pueden estar

fríos y mundanos, y sólo helarán la reunión. Pero si dejan orar a los que desean hacerlo, evitarán eso. Pero seguido eso no puede

hacerse con seguridad, especialmente en las grandes ciudades, donde una reunión de oración puede estar expuesta a ser

interrumpida por aquellos que no tienen parte en orar; algún fanático, o loco, algún hipócrita o enemigo, que sólo haría ruido. En la

mayoría de los lugares, sin embargo, el rumbo puede ser tomado con seguridad perfecta. Cedan la reunión al Espíritu de Dios.

Aquellos que deseen orar, que oren. Si el líder ve cualquier cosa que necesite corregirse, que lo haga libre y amablemente, lo

arregle bien, y continúe. Sólo debe de ser cuidadoso de no tardarse en sus comentarios, para no interrumpir el fluir de sentimiento

o enfriar la reunión, o distraer las mentes del tema apropiado.

4. Si es necesario nombrar a los individuos que van a orar, es mejor pedir primero a aquellos con más espiritualidad. Si no saben

ustedes quiénes son, entonces aquellos que naturalmente supongan que están con más vida. Si oran ellos al principio, muy

probable propagarán el espíritu de oración a través de la reunión y elevarán el tono de todo. De otro modo, si piden a aquellos que

son fríos y están sin vida al comienzo, es muy probable que propaguen el frío por toda la reunión. La única esperanza de tener una

reunión de oración eficiente es cuando por lo menos una parte de la iglesia es espiritual y vierte su espíritu en los demás. Ésta es

112

la razón por la que con frecuencia es mejor que las cosas tomen su curso, pues entonces aquellos que tengan más sentimiento

son aptos para orar primero y den carácter a la reunión.

5. Las oraciones deben ser muy cortas. Cuando individuos sufren de orar por mucho tiempo, se olvidan adónde van, que no sólo

son la única boca de la congregación, y que la congregación no puede esperar simpatizar con ellos, como para seguir y sentirse

unidos en oración, si se prolongan y son tediosos, y van pasan por todo el mundo y oran por todo lo que les viene a la mente.

Comúnmente, aquellos que oran mucho tiempo en la reunión, lo hacen no porque tengan el espíritu de oración, sino porque no lo

tienen. Y van dando de vueltas no porque estén llenos de oración. Algunos hombres desenrollan una oración larga diciéndole a

Dios quién y qué es, o exhortan a Dios a hacer tal y tal. Algunos oran todo un sistema de divinidad. Algunos predican, y exhortan a

la gente, hasta que todos desean que pare y Dios también, sin duda. Deben ir directo al grano y orar por lo que vinieron a orar, y

no seguir la imaginación de sus necios corazones por todo el universo.

6. Cada uno debe orar por algún sólo objeto. Está bien que cada individuo tenga un objeto de oración: dos o más pueden orar por

lo mismo, o cada uno por un objeto distinto. Si la reunión acuerda orar por algo en específico, dejen que lo hagan. Si el objeto es

más general, que seleccionen sus temas según y se sientan interesados en ellos. Si uno siente particularmente la disposición para

orar por la iglesia, que así sea también. Quizá otros se sientan inclinados a orar por los pecadores, los jóvenes, para confesar

pecados, que así sea, y tan pronto se ha alcanzado el objeto, que se detengan. Cuando un hombre tiene un sentimiento profundo,

siempre siente por un punto en particular, y si ora por eso, lo hará de la abundancia de su corazón, y entonces naturalmente parará

cuando haya acabado. Aquellos que sienten más, serán lo más prestos para dedicar sus oraciones a ese punto, y pararán cuando

lo hayan hecho y no orarán por todo el mundo.

7. Si en el transcurso de la reunión se vuelve necesario cambiar el objeto de la oración, que la persona que dirija establezca el

hecho, y lo explique en unas cuantas palabras. Si el objeto de la oración es por la iglesia, o apóstatas, o pecadores, o impíos, que

lo establezca claramente, y luego denle la vuelta y sosténgalo ante ellos hasta que él los lleve a pensar y sentir profundamente

antes de que oren. Luego que establezca a ellos las bases sobre la que puedan descansar su fe referente a obtener las

bendiciones por las que oraron, si tal declaración se necesita, y así guiarlos hasta el trono, y dejarlos agarrar la mano de Dios. Esto

es según la filosofía de la mente. La gente siempre lo hace para sí mismas cuando oran en secreto, si realmente quieren a orar

para cualquier propósito. Y así debe ser en reuniones de oración.

113

8. Es importante que el tiempo se ocupe plenamente como para no dejar largos momentos de silencio. Esto siempre da mala

impresión y enfría la reunión. Sé que a veces las iglesias tienen sesiones de oración en silencio. Pero en esos casos deben ser

especialmente solicitadas para orar en silencio para que todos puedan saber por qué están callados. Esto seguido tiene un efecto

muy poderoso donde unos momentos son usados en silencio por toda la congregación, mientras todos elevan sus pensamientos a

Dios. Esto es muy distinto a tener lagos intervalos de silencio porque no hay nadie que ore. Cada uno siente que un silencio así es

como el desaliento frío de muerte sobre la reunión.

9. Es importantísimo que el que dirija la reunión deba presionar a los pecadores que pueden estar presentes para arrepentimiento

inmediato. Debe presionar eso duramente, y urgir a los cristianos presentes a orar de tal forma como para hacer sentir a los

pecadores que se espera que se arrepientan de inmediato. Esto tiende a inspirar a cristianos con compasión y amor por las almas.

Los comentarios hechos a los pecadores son con frecuencia como derramamiento de fuego sobre los corazones de los cristianos

para despertarlos a orar y esforzarse para la conversión de ellos. Que vean y sientan la culpa y peligro de los pecadores entre ellos

y entonces orarán.

III. Voy a mencionar varias cosas que pueden frustrar el diseño de una reunión de oración.

1. Cuando hay una falta desdichada de confianza en el líder, no hay esperanza de ningún bien. Cual sea la causa, si se le va a

culpar o no, el simple hecho de que dirija la reunión traerá desaliento y prevendrá todo bien. He sido testigo de eso en iglesias

donde había un anciano o diácono ofensivo, quizá justamente ofensivo, quizá no, presto para dirigir la reunión de oración, y ésta

muere bajo su influencia. Si hay una falta de confianza con respecto a su piedad, o en su inhabilidad, o en su juicio, o en cualquier

cosa conectada con la reunión, todo lo que diga o haga cae en saco roto. Lo mismo con frecuencia se lleva a cabo donde la iglesia

ha perdido la confianza en su ministro.

2. Donde le falta espiritualidad al líder, hay sequedad o frialdad en sus comentarios y oraciones, y todo indicará su falta de unción,

y toda su influencia será lo contrario de lo que debe ser. He conocido iglesias donde una reunión de oración no pudo ser sostenida,

114

y la razón no fue obvia, pero aquellos que entendieron el estado de las cosas supieron que el líder era tan notorio por su falta de

espiritualidad que inevitablemente congelaría una reunión de oración hasta la muerte. En muchas iglesias presbiterianas los

ancianos están tan lejos de ser espirituales que siempre congelan una reunión de oración. Y entonces se ponen increíblemente

celosos por su dignidad y no pueden soportar tener a alguien más que dirija la reunión. Y si cualquier miembro que sea espiritual

toma la dirección de una reunión de oración, lo regañan: "Pues no eres el líder, y no debes dirigir una reunión de oración en

presencia de un anciano". Y de ese modo se ponen en su camino mientras toda la iglesia está sufriendo bajo su influencia

infortunada.

Un hombre que sabe que no está en un marco mental de espiritualidad no tiene parte para conducir una reunión de oración; la

matará. Hay dos razones. Primera, no tendrá discernimiento espiritual, y no sabrá qué hacer. Una persona que es espiritual puede

ver los movimientos de la Providencia, y puede sentir el Espíritu de Dios y entender por lo que los está guiando a orar, como para

regular el tiempo de sus temas y aprovechar el estado de sentimiento entre los cristianos. No echará abajo todo el sentimiento en

una reunión al introducir otras cosas que no sean congruentes o mal reguladas de tiempo. Tiene el discernimiento espiritual para

entender las guías del Espíritu, y sus operaciones en aquellos que oran y continúan en tanto el Espíritu guía. Supongan que un

individuo guía a quien no es espiritual, y hay dos o tres oraciones, y el espíritu de oración surge, pero el líder no tiene

discernimiento espiritual para verlo, y hace unos comentarios sobre otro punto, o lee en voz alta otra cosa de algún libro, que está

tan lejos del sentimiento de oración como el polo norte. Puede ser tan evidente para otros para los que son llamados a orar, como

si el Hijo de Dios hubiese venido a la reunión y diera el tema, pero el líder lo echa abajo porque es tan tonto que no sabe las

indicaciones de la reunión.

Y entonces, si el líder no es espiritual, es muy probable que sea aburrido y seco en sus comentarios y en sus ejercicios. Leerá un

himno largo de una manera soñolienta, y luego leerá un pasaje de la Escritura en un tono tan frío e invernal que se propagará por

la reunión y será aburrida siempre y cuando su corazón frío esté puesto frente a todo.

3. Una falta de talentos adecuados en el líder. Si carece ese tipo de talentos que son aptos para hacer una reunión útil, la dañará.

Si no puede decir nada, o si sus comentarios están muy fuera de rumbo como para producir ligereza o desdén, o si no tienen nada

en ellos que impresione a la mente, o no son guiados por un buen sentido, o no son apropiados, lastimará la reunión. Un hombre

115

puede ser piadoso, pero es tan débil que sus oraciones no edificarán, más bien disgustarán a la gente presente. Cuando sucede

esto, es mejor que guarde silencio.

4. A veces el beneficio de una reunión de oración es frustrado por un espíritu malo en el líder. Por ejemplo, cuando hay un

avivamiento, y gran oposición, si el líder se levanta en una reunión de oración y habla de instancias de oposición, y comenta sobre

ellas, y de ese modo desvía la reunión del objeto por el que ellos vinieron a orar, no sabe de qué espíritu es él. Su efecto es

siempre ruin para una reunión de oración. Que el ministro en un avivamiento salga y predique contra la oposición e inevitablemente

destruirá el avivamiento, y alejará los corazones de su objetivo apropiado. Que el hombre que está presto a dirigir la iglesia sea

cuidadoso de proteger su propio espíritu, no sea que descarríe la iglesia y difunda un temperamento equivocado. Lo mismo será

cierto si cualquiera que sea llamado a hablar u orar, introduce en sus observaciones u oraciones cualquier cosa controversial,

impertinente, irrazonable, poco escritural, ridícula o irrelevante. Cualquiera de estas cosas apagará los momentos tiernos del

espíritu de oración y destruirá la reunión.

5. Las personas que llegan tarde a la reunión. Esto es un gran obstáculo para la reunión de oración. Cuando la gente ha empezado

a orar, y está puesta su atención, y han cerrado sus ojos y oídos, para no distraerse, en medio de una oración alguien llega

apresurado y entra caminando por la habitación. Alguien volteará y todos serán interrumpidos en ese momento. Entonces, otra vez

se concentran, y otro llega y así sucesivamente. Pues, supongo que al diablo no le importará cuántos cristianos fueron a la reunión

de oración, si sólo van una vez que la reunión ha empezado. Le dará gusto tener a muchos yendo e interrumpiendo luego que ha

empezado la reunión.

6. Cuando las personas hacen oraciones y confesiones frías de pecado, seguramente apagarán el espíritu de oración. Cuando las

influencias del Espíritu se disfrutan, en medio de las expresiones cálidas que están fluyendo, que un individuo frío llegue y exhale

ese aliento frío, como el desaliento de muerte, hará que cada cristiano que tenga algún sentimiento quiera salirse de la reunión.

7. En algunas partes es común empezar una reunión de oración leyendo una porción larga de la Escritura. Entonces el diácono, o

el anciano, dan un himno largo. Luego, lo cantan. Entonces hace una oración larga, orando por lo judíos y la plenitud de los

gentiles, y muchos otros asuntos que no tienen nada que ver con la ocasión de la reunión. Luego, quizá lean una porción larga de

algún libro o revista. Entonces, tienen otro himno largo y otra oración larga, y se van a casa. Una vez oí a un anciano decir que

116

habían tenido una reunión de oración por muchos años, pero que no había habido avivamiento en ese lugar. La verdad fue que los

encargados de la iglesia se habían acostumbrado a realizar las reuniones en una forma dignificada y su circunspección no les

dejaba que cualquier cosa fuese alterada. Con razón no hubo avivamiento. Tales reuniones de oración son suficientes para obstruir

un avivamiento. Y si debieron comenzar avivamientos, la reunión de oración los destruyó. Hubo una reunión de oración en esta

ciudad, según me dicen, donde parecía haber algún sentimiento, y algunos propusieron que debieran tener dos o tres oraciones

sucesivas sin levantarse de sus rodillas. Un hombre circunspecto se opuso, y dijo que nunca lo habían hecho, y que esperaba que

no hubiese innovaciones. No aprobaba las innovaciones. Y ése fue el último avivamiento. Tales personas tienen sus reuniones de

oración estereotipadas y están determinadas a no salirse del rumbo, haya bendición o no. Permitir cualquier cosa sería una nueva

medida, nunca les gustó las nuevas medidas.

8. Muchos cantos con frecuencia lastiman la reunión de oración. El espíritu agonizante de oración no guía a la gente a cantar. Hay

tiempo para todo; tiempo de cantar y tiempo de orar. Pero si sé que son los dolores de parto por las almas, los cristianos sentirán

menos ganas de cantar que cuando tengan el espíritu de oración por los pecadores. El canto es una expresión natural de

sentimientos que son de gozo y alegría. El espíritu de oración no es un espíritu de gozo. Es un espíritu de dolor de parto y agonía,

suplicando y rogando a Dios con fuertes gemidos que son indecibles. Esto es algo más que cualquier otra cosa de lo que es

cantar. He sabido de estados de sentimiento donde uno no aflige a la gente de Dios más que empezar a cantar. Sería enteramente

diferente de sus sentimientos. Pues, si supieran que su casa se incendia, ¿se detendrían primero y cantarían un himno antes de

apagarla? ¿Cómo se vería aquí en Nueva York cuando se incendia un edificio, y los bomberos están todos juntos y el jefe se

detiene a cantar un himno? Es casi tan natural para que cante la gente cuando es inquietada con un espíritu de oración. Cuando la

gente siente que debe sacar a los hombres del fuego, no tiene ganas de cantar. Nunca he sabido de un avivamiento con cantos

que equivalga a tanto. Su tendencia es suprimir todo sentimiento profundo. Es cierto que cantar un himno a veces ha producido un

poderoso efecto en los pecadores que son redargüidos, pero en general es el contraste perfecto que hay entre sus sentimientos y

de aquellos de almas felices que cantan que produzca el efecto. Si el himno es de carácter gozoso no es directamente calculado a

beneficiar a los pecadores y es altamente apto para aliviar la angustia mental del cristiano, para destruir ese dolor de parto que es

indispensable para su prevalencia en oración.

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Cuando el cantar se introduce en una reunión de oración, los himnos deben ser cortos, y seleccionados como para traer algo

solemne; algunas palabras impactantes, tales como el Himno del Juicio y otros calculados para producir una impresión honda en

las mentes de los cristianos, pero no ese tipo gozoso de canto que hace a todos estar cómodos y así apagar la mente del objetivo

de la reunión de oración. Supe de un organista famoso que producía un efecto notable en una reunión larga. El órgano era

poderoso, y las pipas de contrabajo eran como trueno. El himno que se dio tenía estas líneas:

Véase la tormenta de venganza juntarse

Sobre la senda que te atreves a pisar;

Escucha el horrible trueno retumbar

Cada vez más fuerte sobre tu cabeza.

Cuando llegó a estas palabras, primero oímos el rugido distante del trueno, luego aumentó y más fuerte, hasta que en la palabra

"más fuerte" hubo un estrépito que pareció vencer a toda la congregación.

Tales cosas en su lugar apropiado hacen bien. Pero el canto común disipa el sentimiento. Debe siempre ser tal como para no

quitar el sentimiento sino hacerlo profundo.

Seguido una reunión de oración es dañada por pedir a los jóvenes conversos que canten himnos de gozo. Esto es muy

inapropiado en una reunión de oración. No es tiempo para que ellos toquen cantos de gozo mientras haya muchos pecadores a su

alrededor y sus antiguos compañeros se estén yendo al infierno. Un avivamiento seguido es apagado por la iglesia y el ministro al

dejar los cantos a los jóvenes conversos. De modo que al detener el regocijo, cuando deben sentir profundamente más y más por

los pecadores, contristan el Espíritu de Dios, y pronto se dan cuenta que su agonía y dolores de parto del alma se han ido.

9. Introducir temas de controversia en la oración frustrarán una reunión de oración. Nada de controversia debe introducirse en la

oración a menos que sea el objeto de la reunión tratar eso. De otro modo, déjese a los cristianos reunirse en sus reuniones de

oración, sobre la base amplia de ofrecer oración unida por un objetivo común. Y que las controversias se traten en otro lado.

118

10. Grandes molestias deben ser tomadas por el líder y otros para observar de cerca los movimientos del Espíritu de Dios. Que no

se ore sin el Espíritu, sino que se sigan sus direcciones. Asegúrense de no apagar al Espíritu por causa de la oración según la

costumbre común. Evítese todo lo calculado para desviar la atención del objetivo. Se debe uno de proteger de toda afectación de

sentimiento que no sea real. Si hay una afectación de sentimiento, muy comúnmente otros ven y sienten que es afectación y no

realidad. En cualquier caso, el Espíritu de Dios lo sabe, y será contristado, y abandonará el lugar. Por otro lado, toda resistencia al

Espíritu igualmente destruirá la reunión. Seguido sucede que hay algunos tan fríos que si alguien irrumpe en espíritu de oración lo

llamarán fanático y quizá se opongan.

11. Si los individuos rehúsan orar cuando se les pide, lastimará la reunión de oración. Hay personas que siempre fingen que no

tienen dones. Las mujeres a veces se rehúsan a tomar su turno en oración y fingen que no tienen habilidad para orar. Pero si

alguien más deba decírselo, se ofenden. Supongan que deben saber que otra persona ha hecho un comentario como éste: "No le

pidan a ella que ore; no puede orar; no tiene los talentos suficientes"; ¿acaso les gustaría? Lo mismo con un hombre que finge no

tener ningún don, que alguien más reporte que no tiene talentos suficientes para hacer una oración decente, y verán si le gusta. El

fingimiento no es sincero; es todo una farsa.

Algunos dicen que no pueden orar en sus familias, que no tienen ningún don. Pero una persona no podría ofenderlos más al decir

que no pueden orar una oración decente ante sus propias familias. Dirían: "¿por qué el hombre habla como si pensara que nadie

tiene dones más que él? La gente no está apta para tener una opinión tan baja de ellas mismas. Seguido he visto la maldición de

Dios seguir a tales profesantes. No tienen excusa. Dios no tomará ninguna. El hombre tiene una lengua para hablar a sus vecinos,

y puede hablar a Dios si tienen el corazón para ello. Verán inconversos a sus hijos, su hijo una maldición, su hija- -la lengua no

puede decir. Dios dice que derramará su furia sobre las familias que no invocan su nombre. Si tuviera tiempo, podría mencionar un

sinnúmero de hechos que muestran que Dios MARCA a aquellos individuos con su desaprobación y maldición que rehúsan orar

cuando deben. Hasta que los profesantes de religión se arrepientan de ese pecado y tomen la cruz (¡si escogen llamar la oración

una cruz!) y cumplan su deber, no necesitan esperar una bendición.

12. Las reuniones de oración con frecuencia son muy largas. Siempre deben terminar mientras los cristianos tienen el sentimiento

y no debe ser alargada hasta que el sentimiento se ha agotado y el Espíritu se ha ido.

119

13. Confesiones sin corazón. La gente confiesa sus pecados y no los abandonan. Cada semana harán alguna confesión una y otra

vez. Una confesión fría, estúpida y aburrida esta semana, y luego igual la semana siguiente sin abandonar sus pecados. Pues, ¡no

tienen intención de abandonar sus pecados! Muestra plenamente que no quieren reformarse. Toda su religión consiste en estas

confesiones. En vez de obtener una bendición de Dios por tales confesiones, sólo obtienen una maldición.

14. Cuando los cristianos pasan el tiempo orando por ellos mismos. Esto deben hacerlo en su sitio de oración. Cuando vayan a

una reunión de oración, deben prepararse para ofrecer intercesiones eficaces por otros. Si los cristianos oran en sus sitios de

oración como debieran, sentirán orar por los pecadores. Si oran exclusivamente en sus lugares de oración por ellos mismos, no

obtendrán el espíritu de oración. He conocido a hombres encerrarse por días para orar por ellos mismos y no obtienen vida porque

sus oraciones son egoístas. Pero si se olvidan de sí mismos, echan sus corazones por delante y oran por otros, despertarán tal

sentimiento que pueden derramar sus corazones. Y pueden salir a trabajar por las almas. Supe de un individuo en un avivamiento

que se encerró por diecisiete días, y oró como si hiciera a Dios llegar a un acuerdo, pero no lo hizo, entonces salió a la obra, e

inmediatamente tenía al Espíritu de Dios en su alma. Es bueno para cristianos que oren por ellos mismos, confiesen sus pecados,

y luego echen sus corazones por delante hasta que sientan como deben.

15. Las reuniones son frustradas por la falta de observaciones apropiadas. Las cosas no son dichas que son calculadas para

guiarlas a orar. Quizá el líder no se ha preparado, o quizá no tiene los talentos requeridos, para guiar a la iglesia en oración, o no

guía las mentes de ellos para morar en los temas apropiados de oración.

16. Cuando las personas que son merecidamente molestas por cualquier motivo son exageradas al hablar y orar. Tales personas

están a veces muy prestas a participar. Dicen que es su deber levantarse y testificar para Dios en toda ocasión. Dirán que saben

que no son capaces de edificar la iglesia, pero nadie más puede hacer el deber de ellas, y desean testificar. Quizá el único lugar

que han testificado para Dios fue en la reunión de oración; todas sus vidas, fuera de la reunión, testifican contra Dios. Es mejor que

estén quietas.

17. Donde las personas participan que son tan iletradas que es imposible que no se disgusten las personas con educación.

Personas con ilustración no pueden seguirlas, y sus mentes se distraen inevitablemente. No quiero decir que es necesario que una

persona deba tener una educación amplia con el fin de guiar una oración. Todas las personas de educación común, especialmente

120

si están en el hábito de oración, pueden guiar la oración, si tienen el espíritu de oración. Pero hay algunas personas que usan

expresiones absurdas e incultas que disgustan a la mente ilustrada. No pueden evitar molestarse. El sentimiento de disgusto es

algo involuntario, y cuando un objeto que disgusta está ante la mente, el sentimiento es irresistible. La piedad no evitará que una

persona lo sienta. La única manera es quitar el objeto. Si tales personas son bien intencionadas, es mejor que estén en silencio.

Algunos de ellos pueden sentirse lastimadas al no ser llamadas a participar. Pero es mejor que se les diga amablemente la razón

que tener una reunión de oración lastimada regularmente y se le tache de ridículo en sus realizaciones.

18. Una falta de unión en oración. Cuando alguien dirige, los demás no lo siguen. Sus corazones no están unidos, no dicen amén.

Es tan malo como si uno debiera hacer la petición y otro protestara en contra. Uno pide a Dios hacer algo, y los otros le piden no

hacerlo, o que haga otra cosa.

OBSERVACIONES.

1. Una reunión de oración mal conducida seguido hace más daño que bien. En muchas iglesias, la manera general de conducir las

reuniones de oración es tal que los cristianos no tienen la menor idea del diseño o el poder de tales reuniones. Es tal que tiende a

apagar en vez de promover el sentimiento el sentimiento piadoso de la oración.

2. Una reunión de oración es un índice al estado de la religión en la iglesia. Si la iglesia descuida las reuniones de oración, o viene

y tiene el espíritu de oración, saben desde luego que la religión es baja. Si voy a una reunión de oración, siempre podré ver el

estado de religión ahí.

3. Cada ministro debe saber que las reuniones de oración son descuidadas, todo su trabajo es en vano. A menos que pueda hacer

que los cristianos asistan a las reuniones de oración, todo lo que puede hacer no surgirá la verdadera religión.

121

4. Una gran responsabilidad descansa en quien guíe una reunión de oración. Si la reunión de oración no es lo que debe ser, si no

evalúa el estado de religión, no debe ir seriamente a la obra y ver qué sucede, y obtener el espíritu de oración, y prepararse para

hacer tales observaciones como son calculadas para hacer bien y arreglar las cosas. Un líder no tiene parte para dirigir reuniones

de oración si no está preparado, tanto en cabeza como corazón, para hacer eso. Les deseo, quien dirija el distrito de reuniones de

oración, que observe ese punto.

5. Las reuniones de oración son las más difíciles de sostener como deben ser. Son tan espirituales, que a menos que el líder esté

particularmente preparado, tanto en corazón como en mente, menguará. Es en vano que el líder se queje que los miembros no

asistan. En nueve casos de diez, es la culpa del líder que no asistan ellos. Si sintiera como debiera, verán que las reuniones son

tan interesantes que desde luego asistirían. Si es frío y aburrido, sin espiritualidad, como para congelar todo, con razón la gente no

va a la reunión. Los encargados de las iglesias con frecuencia se quejan y regañan porque la gente no va a la reunión de oración,

cuando la verdad es que ellos mismos son tan fríos que congelan a todos los que asisten hasta morir.

6. Las reuniones de oración son las más importantes para la iglesia. Es muy importante para los cristianos que tengan reuniones

de oración:

(1.) Para promover la unión.

(2.) Para incrementar el amor fraternal.

(3.) Para cultivar la confianza cristiana.

(4.) Para promover su crecimiento en gracia.

(5.) Para abrigar y avanzar espiritualmente.

7. Las reuniones de oración deben ser tan numerosas y organizadas para ejercer los dones de cada miembro individual de la

iglesia--hombre y mujer. Cada uno debe tener la oportunidad de orar y expresar los sentimientos de sus corazones, si tiene

algunos. Las reuniones seccionales de oración de esta iglesia están diseñadas para hacer eso. Y si son muy grandes para eso,

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que se dividan, como para traer a la masa entera en la obra, ejercer los dones, y difundir la unión, confianza y amor fraternal a

través del todo.

8. Es importante que los pecadores impenitentes deban siempre asistir a las reuniones de oración. Si ninguno de ellos va por

decisión propia, salgan e invítenlos. Los cristianos deben tomarse muchas molestias para inducir a sus amigos impenitentes

cuando los tienen frente a sus ojos. He sabido de reuniones de oración de mujeres que excluyen a pecadores de la reunión. Y la

razón es que eran tan orgullosas que les daba pena de orar frente a los pecadores. ¡Qué espíritu! Tales oraciones no harán bien.

Insultarán a Dios. No han hecho suficiente, en lo absoluto, cuando han ido a la reunión de oración. No pueden orar si han invitado

a un pecador a que vaya. Si toda la iglesia ha descuidado su deber, y han ido a la reunión de oración, y no han llevado a

pecadores con ellos, ningún sujeto de oración--¿a qué han ido?

9. El gran objetivo de todos los medios es directamente para la conversión de pecadores. Deben ustedes orar para que sean

convertidos ellos ahí. No orar para que puedan ser despertados y redargüidos, sino oren para que ellos puedan convertirse de

inmediato. Nadie debe orar, o hacer comentarios, como si se esperara que cada pecador se irá sin haber dado su corazón a Dios.

Todos deben causar impresión en la mente de ellos que AHORA deben ellos entregarse. Y si hacen eso, mientras todavía hablan,

Dios oirá. Si los cristianos lo hacen manifiesto que han realmente preparado sus corazones en las conversiones de los pecadores,

que son inclinados a ello, y oran como deben, raramente habrá una reunión realizada sin que las almas se conviertan en el lugar.

Es el momento de que los pecadores deban convertirse en respuesta a esas oraciones. No dudo que puedan tener pecadores

convertidos en cada sección de la reunión de oración, si cumplen ustedes su deber. Llévenlos, lleven a sus familias, a sus

amistades, o a sus vecinos con ese plan, denles la instrucción apropiada, si necesitan instrucción, y oren por ellos como debieran,

salvarán sus almas. Dependan de eso, si cumplen su deber, de una forma correcta, Dios no retendrá la bendición, y la obra será

hecha.

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CONFERENCIA IX

LOS MEDIOS PARA USARSE CON LOS PECADORES

TEXTO.-- Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí.

-- ISAÍAS 43:10.

En el texto se refiere a los hijos de Dios que son sus testigos. En varias de las conferencias anteriores me he enfocado en el tema

de la oración, o aquel departamento de los medios para la promoción de un avivamiento, el cual intenta mover a Dios para

derramar su Espíritu. Ahora voy me voy a referir a otro asunto:

LOS MEDIOS PARA USARSE PARA LA CONVICCIÓN Y CONVERSIÓN DE LOS PECADORES

Es cierto, en general, que las personas son afectadas por el tema de la religión, en proporción a su convicción de la verdad de

ésta. La falta de atención en la religión es la gran razón por la que se siente muy poco al respecto de ella. Ningún ser puede ver las

grandes verdades de la religión, como verdades, y no sentir profundamente al respecto de ellas. El diablo no puede. Cree y

tiembla. Los ángeles en el cielo sienten en vista de esas cosas. Dios siente. Una convicción intelectual de la verdad siempre se

acompaña de un sentimiento de algún tipo.

Un gran diseño de Dios de dejar a los cristianos en el mundo luego de su conversión es para que ellos puedan ser testigos por él.

Es para que ellos puedan cautivar la atención de la multitud desconsiderada del tema, y hacerles ver las diferencias en el carácter

y destino de quienes creen y de quienes rechazan el Evangelio. La falta de atención es la gran dificultad en la forma de promover

la religión. Y lo que el Espíritu de Dios hace es despertar la atención de los hombres al asunto de su pecado y el plan de salvación.

Los milagros a veces han sido empleados para llamar la atención de los pecadores. Y de esta manera, los milagros pueden ser

instrumentales en la conversión, aunque ésta no es en sí un milagro, ni los milagros nunca convierten a nadie. Pueden ser medios

para despertar. Los milagros no siempre son eficaces en eso. Y si continuaran, o se hicieran comunes, pronto perderían su poder.

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Lo que se quiere en el mundo es algo que pueda ser un tipo de milagro omnipresente capaz no sólo de cautivar la atención sino de

arreglarla y de mantener a la mente en contacto cálido con la verdad hasta que se rinda.

Por tanto, vemos por qué Dios ha dispersado a sus hijos por todos lados, en familias entre las naciones. Nunca los dejaría estar

todos juntos en un lugar no obstante cuán grato pueda ser para sus sentimientos. Desea dispersarlos. Cuando la iglesia en

Jerusalén estaba junta, descuidando el salir como Cristo había mandado, para propagar el evangelio a todo el mundo, Dios soltó

una persecución sobre ellos y los dispersó a otros lados, y entonces salieron por todas partes "anunciando el evangelio".

Al examinar el texto, propongo indagar:

I. A qué puntos en particular los cristianos van a testificar por Dios.

II. La manera en que van a testificar.

I. En qué puntos se les requiere testificar a los hijos de Dios.

Generalmente, van a testificar la verdad de la Biblia. Son testigos competentes, pues tienen experiencia de la verdad bíblica. El

cristiano experimental no tiene más necesidad de probar la verdad de la Biblia en su mente que de probar su propia existencia.

Todo el plan de la salvación está tan plenamente extendido y puesto en su convicción que el emprender persuadirlo de su creencia

en la Biblia sería tan poco práctico como persuadirlo de su propia existencia. Los hombres han tratado de sembrar duda de la

existencia del mundo material, pero no pueden tener éxito. Ningún hombre puede dudar de la existencia de un mundo material.

Dudarlo es en contra de su propia conciencia. Pueden usar argumentos que no pueda uno contestar, y puede uno desconcertarse

y confundirse, y callarse; quizá uno no es un filósofo o conocedor de lógica, y ser incapaz de detectar las falacias de ellos, pero lo

que sabe uno sabe.

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Lo mismo es en la religión. El cristiano está consciente de que la Biblia es verdad. Hasta el más niño en la religión sabe por su

experiencia la verdad de la Biblia. Puede oír objeciones de los infieles, de las que nunca pensó, y que no puede responder, y poder

ser confundido, pero no puede ser sacado de su fundamento. Dirá "no puedo responderte, pero sé que la Biblia es verdad".

Como si un hombre se viera en el espejo y dijera, "ése es mi rostro". ¿Cómo sabe que es su rostro? Pues por su vista. Entonces

cuando un cristiano se ve él mismo dibujado y retratado en la Biblia, ve la semejanza de ser tan exacto que sabe que es cierta.

Pero más particularmente, los cristianos van a testificar de:

1. La inmoralidad del alma. Esto es claramente revelado en la Biblia.

2. La vanidad y la naturaleza nada satisfactoria de todo bien terrenal.

3. La naturaleza satisfactoria y la suficiencia gloriosa de la religión.

4. La culpa y el peligro de los pecadores. Sobre este punto pueden hablar de la experiencia como también de la palabra de Dios.

Han sido sus propios pecados, y entienden más de la naturaleza del pecado, y la culpa y el peligro de los pecadores.

5. La realidad del infierno, como un lugar de castigo eterno para los impíos.

6. El amor de Cristo por los pecadores.

7. La necesidad de una vida santa, si pensamos ir al cielo.

8. La necesidad de la negación de uno mismo y vivir por encima del mundo.

9. La necesidad de mansedumbre, mentalidad celestial, humildad e integridad.

10. La necesidad de una renovación completa de carácter y vida para todos quienes entrarán en el cielo. Éstos son los temas

sobre los que van a ser testigos para Dios. Y van a testificar de tal manera como para constreñir a los hombres a creer la verdad.

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II. ¿Cómo van a testificar?

Por precepto y ejemplo, en cada ocasión apropiada, por sus labios, pero principalmente por sus vidas. Los cristianos no tienen

derecho a estar callados con sus labios; deben reprender, exhortar, y suplicar con longanimidad y doctrina, pero su influencia

principal como testigos es por su ejemplo.

Se les requiere ser testigos de esta manera porque el ejemplo se enseña con mucha mayor fuerza que el precepto. Esto es

universalmente sabido. Las acciones hablan más fuerte que las palabras. Pero cuando el precepto y ejemplo son llevados a

profesar, trae la mayor cantidad de influencia para llevar en la mente. Como por la manera en la que van a testificar; la manera en

que van a dar testimonio de la verdad de los puntos especificados; en general--deben vivir en su caminar y conversación diarios,

como si creyeran la Biblia.

1. Como si creyeran ellos ser inmortales, y como si creyeran que la muerte no es la terminación de su existencia, sino la entrada

hacia un estado sin cambio. Deben vivir ellos para hacer esa impresión completa a su alrededor. Es fácil ver que el precepto sin el

ejemplo en este punto no hace ningún bien. Todos los argumentos en el mundo no convencerán a la humanidad de que realmente

ustedes creen eso, a menos que vivan como si lo creyeran. El razonamiento de ustedes puede ser incontestable, pero si no viven

como se debe, la práctica de ustedes vencerá los argumentos de ustedes. Dirán ellos que ustedes son unos sofistas ingeniosos, o

razonadores agudos, y quizá admitan que no les pueden contestar, sino que entonces dirán que es evidente que el razonamiento

de ustedes es falso y que saben que es falso porque la vida de ustedes contradice la teoría de ustedes. O que, si es cierta, no la

creen ustedes, en ningún caso. Y entonces toda la influencia del testimonio de ustedes se va al otro lado.

2. La vanidad y naturaleza nada satisfactoria de las cosas de este mundo. Van a testificar eso mediante su vida. El fracaso en esto

es la gran piedra de tropiezo en la manera de la humanidad. Se necesita aquí el testimonio de los hijos de Dios más que nada. Los

hombres son tan afectados con los objetos del sentido y tan constantemente ocupados con ellos que son muy aptos para cerrarle

la puerta a la eternidad de sus mentes. Un objeto pequeño, sostenido cerca del ojo, puede tapar el océano distante. Lo mismo con

las cosas del mundo, que están cerca, se magnifican tanto en sus mentes, que pasan por alto lo demás. Un diseño importante para

mantener a los cristianos en el mundo es enseñar a la gente sobre este punto, prácticamente, no trabajar por la comida que

perece. Pero supóngase que los profesantes de religión enseñan la vanidad de las cosas terrenales por precepto, y la contradicen

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en la práctica. Supóngase las mujeres que son afectas al vestido, y en observar la moda, y los hombres tan ansiosos por tener

buenas casas y carruajes, como la gente del mundo. ¿Quién no ve que sería bastante ridículo para ellos que testificaran con sus

labios que este mundo es toda vanidad, y su alegría vacía y nada satisfactoria? La gente sentiría que es ridículo, y esto cierra los

labios de los cristianos. Se avergüenzan de hablarles a sus vecinos mientras ellos se obstaculizan con esas chucherías porque su

conducta diaria testifica a todos lo contrario. ¡Cómo se verían algunos miembros de la iglesia en esta ciudad, mujeres u hombres,

yendo entre la gente, hablándoles de la vanidad del mundo! ¿Quién les creería lo que dicen?

3. La naturaleza satisfactoria de la religión. Los cristianos van a mostrar mediante su conducta que están de hecho satisfechos con

el placer de la religión, sin la pompa y las vanidades del mundo; los gozos de la religión y la comunión con Dios los mantienen por

encima del mundo. Van a manifestar que este mundo no es su hogar. Su profesión es que el cielo es una realidad, y que esperan

morar ahí por siempre. Pero supóngase que contradicen eso con su conducta, y viven de tal modo para probar que no pueden ser

felices a menos que tengan una parte completa de la moda y exhibición del mundo, y que en cuanto ir al cielo prefieren

permanecer en la tierra que morir e irse a allá. ¿Qué piensa el mundo cuando ve a un profesante de religión tan temeroso de morir

como un infiel? Tales cristianos se perjuran a sí mismos--juran una mentira, pues testifican que no hay nada en la religión por la

que una persona pueda vivir por encima del mundo.

4. La culpa y los peligros de los pecadores. Los cristianos van a advertir a los pecadores de su condición horrible, y exhortarles que

huyan de la ira venidera, y que se agarren de la vida eterna. Pero ¿quién no sabe que la manera de hacer eso es todo? Los

pecadores a menudo son afectados bajo la convicción por la manera de hacer una cosa. Había un hombre muy opuesto a cierto

predicador. Al pedírsele que especificara la razón, contestó: "no soporto oírle porque dice la palabra INFIERNO de tal modo que

retiñe en mis oídos por mucho tiempo después". Estaba descontento con aquello que constituía el poder de decir esa palabra. La

manera puede ser tal como para transmitir una idea directamente opuesta al significado de las palabras. Un hombre puede decirles

que la casa de ustedes está incendiándose de tal manera como para hacer directamente la impresión contraria, y darán por

sentado que no es su casa la que está incendiándose. El vigía puede gritar "FUEGO, FUEGO", de tal manera que todos piensen

que estaba dormido o ebrio. Ciertas maneras están tan usualmente conectadas con el anuncio de ciertas cosas que no pueden ser

expresadas sin ellas. Las palabras en sí mismas nunca transmiten por sí solas el significado porque la idea puede sólo

completamente expresarse por un modo particular de hablar. Vayan a un pecador, y hablen con él acerca de su culpa y peligro; y si

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la manera de ustedes hace una impresión que no corresponde, en efecto dan testimonio de otro modo, y díganle que no está en

ningún peligro del infierno. Si el pecador cree que está en peligro del infierno, es completamente sobre el fundamento en vez del

cómo lo dicen. Si viven de tal modo como para mostrar que no tienen compasión por los pecadores a su alrededor, si no muestran

ternura, por sus ojos, rasgos, voz, si la manera de ustedes no es solemne ni intensa, ¿cómo puede creer él que ustedes son

sinceros?

Mujer, supón que le dices a tu marido inconverso, de una manera irrisoria y fácil: "Querido, creo que te vas a ir al infierno", ¿acaso

te creerá? Si tu vida es alegre y trivial, muestras que no crees que hay infierno, o que deseas que se vaya a allá, y tratas de evitar

una impresión seria de su mente. ¿Tienes hijos que son inconversos? Supón que nunca les dices nada a ellos de religión, o

cuando hablas con ellos es de una manera fría, dura y seca, sin mostrar ningún sentimiento; ¿supones que te creen? No ven la

misma frialdad en ti referente a otras cosas. Tienen ellos el hábito de ver a la madre en tus ojos, y en los tonos de tu voz, tu

énfasis, y demás, y el sentimiento cálido del corazón de una madre como fluye de tus labios en todo lo que les concierne. Si,

entonces, cuando hablas con ellos del tema de religión, eres fría y trivial, ¿pueden suponer que lo crees? Si tu comportamiento

sostiene ante tu hijo ese espíritu sin corazón, cuidado y oración, y entonces le hablas sobre la importancia de la religión, el hijo se

irá y se reirá pensando que tratas de persuadirlo que hay un infierno.

5. El amor de Cristo. Van a llevar testimonio de la realidad del amor de Cristo mediante la consideración que muestran ustedes por

sus preceptos, su honor, su reino. Deben actuar como si creyeran que murió por los pecados de todo el mundo, y como si culparan

a los pecadores por rechazar su gran salvación. Ésta es la única forma legítima en la que pueden impresionar a los pecadores con

el amor de Cristo. En vez de eso, los cristianos seguido viven para dar la impresión que Cristo es tan compasivo que no deben

temerle. Me he sorprendido al ver cómo una cierta clase de profesantes quieren que los ministros estén siempre predicando sobre

el amor de Cristo. Si un ministro predica el deber, y urge a los cristianos que sean santos, y que trabajen para Cristo, le llaman

predicación legalista. Dicen que quieren oír el evangelio. Pues bien, supongan que presentan el amor de Cristo. ¿Cómo llevarán el

testimonio en sus vidas? ¿Cómo mostrarán que lo creen? Pues, por la conformidad al mundo, testifican directamente que no creen

ni una palabra, y que no les importa en lo absoluto el amor de Cristo, sólo para tenerlo por un manto, que puedan hablar al

respecto, para tapar sus pecados. No tienen ninguna simpatía con su compasión, y ninguna creencia en ella como una realidad, y

ninguna preocupación por los sentimientos de Cristo, que llene sus mentes cuando vea él la condición de los pecadores.

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6. La necesidad de santidad con el fin de entrar al cielo. No sirve de nada hablar de eso. Deben vivir en santidad, y de ese modo

testificar que los hombres no necesitan esperar ser salvos a menos que ya lo sean. La idea ha prevalecido tanto que no podemos

ser perfectos aquí, que muchos profesantes no hacen mucho como seriamente apuntar a una vida sin pecado. Se van con la

marea de una manera suelta, pecaminosa, abominable e infeliz a la que, sin duda, el diablo se ríe porque es, de todos los otros, el

camino más seguro al infierno.

7. La necesidad de negación de uno mismo, humildad y mentalidad celestial. Los cristianos deben mostrar mediante su propio

ejemplo qué es la religión la cual se espera de los hombres. Ésa es la predicación más poderosa, después de todo, y muy

probablemente tendrá influencia en el impenitente mostrándoles la gran diferencia entre ellos y los cristianos. Mucha gente está

tratando de hacer cristianos a los hombres por un curso distinto copiando tan cerca como posible su manera presente de vivir, y

conformándolos como sea posible. Parecen pensar que pueden hacer caer a los hombres en la religión al bajarla a su patrón.

Como si más cerca se trajera a la religión, más probable fuera abrazarla. Ahora todo esto es tan amplio como los polos de la

filosofía verdadera de hacer cristianos. Pero siempre es la política de los profesantes carnales. Y piensan que están mostrando una

sagacidad y prudencia maravillosas al tomarse tales molestias de no espantar a la gente ante la rigurosidad y santidad poderosas

del evangelio. Argumentan que si ustedes exhiben la religión a la humanidad como requerir un gran cambio tal en su manera de

vivir, tales innovaciones en sus hábitos, tal separación de sus antiguas relaciones, pues, ustedes los ahuyentarán. Esto pareciera

posible a primera vista. Pero no es cierto. Dejen que los profesantes vivan su manera laxa y fácil, y que los pecadores digan, "pues

no veo más que estoy bien, o por lo menos casi bien, que es imposible que Dios me mande al infierno por la diferencia entre yo y

esos profesantes. Es cierto que hacen un poco más que yo. Van a la mesa de comunión, oran con sus familias, y unas pocas

cosas más parecidas, pero no pueden hacer una gran diferencia entre el cielo y el infierno". No, el camino verdadero es exhibir la

religión y el mundo en fuerte contraste, o nunca se podrá hacer en los pecadores la necesidad de un cambio. Hasta que la

necesidad de este cambio se encarne y predique en una luz fuerte mediante el ejemplo, ¿cómo se podrá hacer creer a los

hombres que van a ser enviados al infierno si no son completamente transformados en corazón y vida?

Esto no sólo es cierto en filosofía, sino que se ha probado por la historia del mundo. Véanse las misiones de los jesuitas en Japón,

por Francisco Javier y sus allegados. ¡Cómo vivían, qué contraste mostraron entre su religión y la de los paganos, y qué resultados

siguieron! Ahora estaba leyendo una carta de uno de nuestros misioneros en el Oriente, quien escribe, creo yo, en este sentido,

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que un misionero debe poder estar al nivel de la nobleza inglesa, y entonces recomendar la religión de él con respecto a los

nativos. ¡Debe estar por arriba de ellos, como para mostrar superioridad, y así impresionarlos con respeto! ¿Es esto filosofía? ¿Es

esta la manera de convertir al mundo? No pueden convertir al mundo más que por sonar el cuerno de carnero. Esa forma no tiene

tendencia. ¿Qué hicieron los jesuitas? Fueron con la gente en la práctica diaria de negación de uno mismo frente a sus ojos,

enseñando y predicando, orando y trabajando, sin cansarse ni asombrarse, mezclándose con cada casta y nivel, llevando sus

instrucciones a la capacidad de cada individuo. Y en esa forma la misión se llevó a la idolatría ante ella como una ola del mar, y de

repente su religión se propagó por el vasto imperio de Japón. Y de no haberse metido en política y provocado ella misma un

choque innecesario con el gobierno, sin duda se hubiera sostenido hasta ahora. No estoy diciendo nada referente a la religión que

enseñaron, porque no estoy seguro qué tanta verdad predicaron con ella. Hablo sólo de seguir la verdadera política de misiones, al

mostrar, con sus vidas, la religión que enseñaron en contraste con el espíritu mundano y las tonterías de la idolatría. Este rasgo de

su política se encomendó a sí mismo a las conciencias de la gente que era irresistible. Si los cristianos se contradicen este solo

punto, e intentan acomodar su religión a los hombres mundanos, considerarán imposible la salvación del mundo. ¿Cómo pueden

hacer creer a la gente que la negación de uno mismo y la separación del mundo son necesarias a menos que se practiquen?

8. Mansedumbre, humildad y mentalidad celestial. El pueblo de Dios debe siempre mostrar temple como el Hijo de Dios, quien

cuando fue injuriado, no injurió él. Si un profesante de religión es imitable, y presto para resentir una injuria, y apresurarse con

pasión, y tomar algunas medidas como hace el mundo para reparar, al ir a la ley y similares, ¿cómo es que va a hacer a la gente

creer que hay realidad en un cambio de corazón? No pueden recomendar la religión mientras tengan ese espíritu. Si están en el

hábito de resentir una conducta injuriosa, si no la soportan mansamente, y ponen la mejor interpretación que se pueda sobre ella,

contradicen el evangelio. Algunas personas siempre muestran un espíritu malo, siempre prestos a poner la peor interpretación de

lo que es hecho, y se encienden por cualquier cosa pequeña. Esto muestra una gran falta de esa caridad la cual "todo lo cree, todo

lo espera, todo lo soporta". Pero si un hombre siempre muestra mansedumbre bajo injurias, confundirá la oposición. Nada hace

una impresión tan solemne y abruma con una carga tal en sus conciencias, como ver a un cristiano, llevando como Cristo las

afrentas e injurias con la mansedumbre de un cordero. Corta como una espada de dos filos.

Mencionaré un caso para mostrar eso. Un joven se aprovechó de un ministro, lo insultó de una manera sin precedentes. El ministro

poseía un alma paciente, y contestaba apaciblemente, le decía la verdad enfáticamente, pero de una manera amable. Esto sólo

131

hizo que el joven se enojara más, hasta que por fin se fue con mucha ira, declarando que no se iba a quedar y soportar ese

vituperio. Como si fuera el ministro, en vez de él mismo, al que había estado regañando. Se fue el pecador, pero con las flechas

del Todopoderoso en su corazón, y en menos de media hora siguió al ministro a sus aposentos con una agonía insoportable. Lloró

y suplicó perdón, se quebrantó ante Dios y rindió su corazón a Cristo. Esa manera apacible y calmada fue más abrumadora para él

que mil argumentos. Ahora si ese ministro hubiera bajado la guardia, y respondido ásperamente, sin duda hubiera arruinado el

alma de ese joven. ¿Cuántos de ustedes han vencido cada esfuerzo futuro que hacen con sus amigos o vecinos impenitentes de

una forma como ésa? En alguna ocasión se han mostrado ustedes mismos tan iracundos que han sellado sus labios y puesto una

piedra de tropiezo por la cual el pecador se tropieza hacia el infierno. Si lo han hecho en cualquier instancia, no duerman hasta que

hayan hecho todo para arreglar el daño; hasta que confiesen el pecado y hayan hecho todo para contrarrestarlo tanto como sea

posible.

9. La necesidad de honestidad completa en un cristiano. Ah, ¡qué campo se abre para comentar! Pero no puedo tocarlo

plenamente ahora. Se extiende a todos los departamentos de la vida. Los cristianos necesitan mostrar la consideración más

estricta a la integridad en cada departamento o asunto, y en su interacción con su prójimo. Si cada cristiano diera consideración

escrupulosa a la honestidad, y siempre fuera de conciencia hacer exactamente lo correcto, haría una impresión poderosa en las

mentes de la gente de la realidad del principio religioso.

Una señora estaba comprando huevos en la tienda, y el empleado hizo mal la cuenta dándole de más. Ella se dio cuenta pero no

dijo nada, y luego que llegó a casa le perturbó. Sintió que había actuado mal, de prisa regresó con el joven, le dijo y pagó la

diferencia. La impresión de su integridad de conciencia fue a su corazón como una espada. Fue un gran pecado en ella ocultar el

error de la cuenta porque la tentación era muy pequeña, pues si le hubiera hecho mal por un huevo, mostraría que le podría robar

toda la tienda, si pudiera hacerlo sin que se enterara. Pero su confesión pronta y humilde mostró una conciencia honesta.

Me da gusto decir que hay algunos hombres que tratan con este principio de integridad. Y los perversos los odian por eso. Los

insultan y vociferan en las cantinas que nunca comprarán productos de tales y tales personas, que tal hipócrita nunca tocará un

dólar de su dinero, y demás cosas, y entonces van directo a comprarles porque saben que los tratarán con honestidad. Esto es un

testimonio de la verdadera religión, que se escuche de Georgia hasta Maine. Supongan que todos los cristianos lo hicieran, ¿cuál

sería la consecuencia? Los cristianos huirían con el negocio de la ciudad. Los cristianos harían pronto el negocio del mundo. El

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gran argumento que les urge a algunos cristianos, que si no hacen negocio sobre el principio común, de fijar un precio y dar otro,

no pueden competir con los hombres del mundo, es falso--falso en filosofía y falso en historia. Sólo hagan de su regla invariable

hacer lo correcto y hagan negocio sobre el principio, y controlarán el mercado. Los impíos estarán obligados a ajustarse a su

patrón. Está perfectamente en el poder de la iglesia regular el comercio del mundo, si sólo mantienen integridad perfecta.

Y si los cristianos hacen lo mismo en política, regirán los destinos de las naciones sin involucrase ellos mismos con la base y

rivalidad corrupta de los partidos. Sólo déjese a los cristianos generalmente determinar el voto para ningún hombre para ningún

cargo, que no sea honesto y de moral pura, y que se sepa que los cristianos están unidos en eso, cual sea la diferencia en

sentimientos políticos, y ningún hombre se postulará que no tenga ese carácter. En tres años será motivo de plática en tabernas y

en periódicos, cuando algún hombre sea puesto como candidato para un cargo. "¡Qué buen hombre es, qué recto, qué piadoso!" y

comentarios así. Y cualquier partido político no más pondría alguien que rompa el domingo para congregarse, o a un jugador, o un

blasfemo profano, fornicario, vendedor de licor, como candidato para un cargo, que pusieran al mismo diablo para presidente. La

política carnal de algunos profesantes, que emprenden corregir la política por tales medios como los perversos emplean, y que

están determinados a votar con un partido, que el candidato sea disoluto, está del todo mal--mal en principio, contrario a la filosofía

y sentido común, y es ruin para los mejores intereses de la humanidad. La deshonestidad de la iglesia está maldiciendo al mundo.

No voy a predicar un sermón político, les aseguro, pero quiero mostrarles que si quieren impresionar a los hombres favorablemente

para la religión de ustedes, deben ser honestos, estrictamente honestos, en negocios, en política, y en todo lo que hagan. ¿Qué

suponen que los políticos impíos, que saben esto al realizar una elección, en ellos mismos que están jugando un juego

deshonesto, piensan en la religión de ustedes cuando ellos los ven a ustedes uniéndoseles? ¡Saben que ustedes son unos

hipócritas!

OBSERVACIONES

1. Es irrazonable para los profesantes de religión maravillarse por la imprudencia de los pecadores. Todo es considerado, la

negligencia de los pecadores no es maravillosa. Somos afectados por el testimonio, y sólo por ese testimonio que es recibido por

nuestras mentes. Los pecadores se asocian tanto con un negocio, placer y los asuntos del mundo, que no examinan la Biblia para

averiguar qué es la religión. Sus sentimientos son incitados sólo en cosas mundanas porque éstas son llevadas a un contacto

cálido con sus mentes. Las cosas del mundo hacen, por tanto, una impresión fuerte. Pero hay tan poco para hacer una impresión

133

en sus mentes con respecto a la eternidad, y llevar la religión a la casa de ellos, que no sienten sobre el asunto. Si examinaran el

asunto que sienten, pero no lo examinan, ni piensan sobre él, y nunca lo harán, a menos que los testigos de Dios se levanten y

testifiquen. Pero por cuanto el gran cuerpo de cristianos de hecho vive para testificar del otro lado de su conducta, ¿cómo pueden

esperar que los pecadores se sientan bien sobre el tema? Casi todo el testimonio y toda la influencia que viene a sus mentes

tiende a hacerles sentirse de otra manera. Dios ha dejado su causa aquí ante la raza humana y ha dejado sus testigos para

testificar por él, y he aquí, ¡se dan la vuelta y testifican de otra manera! ¿Es de maravillarse que los pecadores sean indiferentes?

2. Ven por qué es que el predicar no hace casi nada, y cómo es que tantos pecadores se endurecen por el evangelio, pero sólo

déjese a la iglesia despertar, y actuar consistentemente, y sentirán. Si la iglesia fuera a vivir sólo una semana como si creyeran la

Biblia, los pecadores se derretirían ante ella. Supóngase que fuera yo abogado, y debiera ir a la corte y exponer el caso de mi

cliente, el asunto está ligado, e hiciera declaraciones, y dijera lo que espero probar, y entonces llamara a mis testigos. El primer

testigo haría juramento, y se levantaría y me contradiría en mi cara. ¿Qué de bueno haría a mi alegato? Podría dirigirme al jurado

por un mes, y ser tan elocuente como Cicerón, pero mientras mis testigos me contradigan, todo mi alegato no hará bien. Lo mismo

es con un ministro que está predicando en medio de una iglesia fría, estúpida, y que deshonra a Dios. En vano sostendrá su

postura para mostrar las grandes verdades de la religión, cuando cada miembro de la iglesia está listo para jurar que miente. Pues,

en esa iglesia, su mera manera de salir de los pasillos contradice el sermón. No hacen caso, tan alegres y fáciles, asintiendo el uno

al otro, y susurrando, como si nada hubieran pasado. Que el ministro advierta a cada persona diariamente con lágrimas, no

producirá ningún efecto. Si el diablo entrara y viera el estado de las cosas, no podría mejorar nada para su interés.

Sin embargo, hay ministros que irán por años en ese camino, predicando sin que tales personas les entiendan, que mediante sus

vidas contradicen cada palabra que dicen, y creen que es su deber hacerlo. ¡Deber! ¡Predicar a la iglesia que no están haciendo la

obra, y contradecir todo su testimonio, y que eso no afectará! No. Que se sacudan el polvo de sus pies por testimonio, y que vayan

a los impíos, a los nuevos poblados. El hombre está desperdiciando sus energías, desgastando su vida, y sólo mece la cuna para

una iglesia soñolienta, testificando todo a los pecadores, no hay ningún peligro. Todas sus vidas son un testimonio práctico de que

la Biblia no es verdad. ¿Continuarán los ministros desgastándose? Probablemente se pierde un 99 por ciento de la predicación

porque es contradicha por la iglesia. Ni una verdad en un 100 por ciento en la predicación tiene efecto porque las vidas de los

profesantes testifican que no es así.

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3. Es evidente que el patrón de la vida cristiana debe elevarse, o el mundo nunca se convertirá. Si tuviéramos tantos miembros de

la iglesia ahora como hay familias, y se propagaran por todo el mundo, y un ministro para cada 500 almas, y cada niño en la

escuela dominical, y cada joven en una clase bíblica, tendrían toda la maquinaria que quisieran, pero si la iglesia contradice la

verdad mediante sus vidas, nunca producirá un avivamiento.

Nunca tendrán un avivamiento en cualquier lugar mientras toda la iglesia testifique en contra del ministro. Con frecuencia es el

caso que donde hay la mayor predicación, hay menos religión porque la iglesia contradice la predicación. No he sabido que los

medios fallen de un avivamiento donde los cristianos viven consistentemente. Una de las primeras cosas es elevar el patrón de la

religión para incluir y poner a la vista de todos los hombres la verdad del Evangelio. A menos que los ministros puedan hacer que

la iglesia despierte y actúe como si la religión fuese cierta, y respalden sus testimonios mediante sus vidas, en vano intentarán

promover un avivamiento.

Muchas iglesias están dependiendo del ministro para que haga todo. Cuando predica, dirán, "Qué buen sermón. Es un ministro

excelente. Una predicación así debe hacer bien. Sin ninguna duda tendremos un avivamiento pronto". Y mientras, están

contradiciendo la predicación mediante sus vidas. Les digo, si están dependiendo de la predicación sola para realizar la obra,

fallarán. Si Jesucristo viniere y predicara, y la iglesia lo contradijera, fallaría él. Se ha intentado una vez. Que un apóstol resucite de

los muertos, o que baje un ángel del cielo y predique, sin la iglesia para testificar por Dios, no tendrá ningún efecto. La novedad

podrá producir un cierto tipo de efecto por un tiempo, pero tan pronto como la novedad se haya ido, la predicación no habrá tenido

ningún efecto de salvación, mientras sus testigos contradigan.

4. Cada cristiano hace una impresión mediante su conducta, y testifica por un lado u otro. Su apariencia, forma de vestir,

comportamiento, hacen una impresión constante de un lado u otro. No puede evitar testificar a favor o en contra de la religión. Está

recogiendo para Cristo o esparciendo por todos lados. Cada paso que toman, pisan cuerdas que vibrarán por toda la eternidad.

Cada vez que se mueven, tocan notas que cuyo sonido hará eco por valles y collados del cielo, y a través de las cavernas y

mazmorra oscuras del infierno. Cada momento de sus vidas, ellos están ejerciendo una influencia tremenda que afectará todos los

intereses mortales de las almas alrededor de ustedes. ¿Están dormidos mientras toda su conducta es ejerciendo esa influencia?

135

¿Van a andar por la calle? Tengan cuidado de cómo visten. ¿Qué hay eso puesto en su cabeza? ¿Qué hace ese moño llamativo y

esos adornos en su vestido? Da la impresión que desean ustedes que se piense que es bonito. ¡Tengan cuidado!! De una vez

escriban en sus ropas "NINGUNA VERDAD EN LA RELIGIÓN". Dice, "DÉNME VESTIDOS, DÉNME MODA, DÉNME HALAGOS,

Y ESTOY FELIZ". El mundo entiende ese testimonio mientras andan por la calle. Ustedes son "epístolas vivientes, conocidas y

leídas de todos los hombres". Si muestran orgullo, frivolidad, mal humor, y demás, es como abrir las heridas del Salvador. ¿Cómo

debe de llorar Cristo al ver a los profesantes de religión que van mostrando su causa para desdeñar a los que llegan de las calles?

Sólo "que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos

costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad", sólo que actúen ellas consistentemente, y su

conducta, afectará al mundo, el cielo se regocijará y el infierno gemirá ante su influencia. Pero, ah, que muestren vanidad, traten de

ser bonitas, que se inclinen ante la diosa de la moda, que llenen sus orejas con ornamentos y sus dedos con anillos. Que se

pongan plumas en sus sombreros y broches en sus brazos, que usen corsé para que apenas puedan respirar. Que se pongan sus

atavíos en el calzado y caminen dando pasos refinados, y su influencia se revertirá. El cielo se vestirá de luto, y el infierno tendrá

un jubileo.

5. Es fácil ver por qué los avivamientos no prevalecen en una ciudad grande. ¿Cómo pueden? Nada más vean a los testigos de

Dios, y vean qué están testificando. Parece que están de acuerdo en tentar al Espíritu del Señor, y mentirle al Espíritu Santo.

Hacen sus votos a Dios, se consagran enteramente a él, y luego se inclinan ante el altar de la moda, y se preguntan por qué no

hay avivamientos. Sería más que un milagro tener un avivamiento bajo esas circunstancias. ¿Cómo puede un avivamiento

prevalecer en esa iglesia? ¿Suponen que tengo una imaginación vana de mi propia habilidad para pensar que puedo promover un

avivamiento al predicar más allá de su comprensión mientras viven como algunos viven? ¿Acaso no saben que en cuanto a su

influencia se refiere muchos van directo a un avivamiento? Su espíritu y comportamiento producen una influencia en el mundo

contra la religión. ¿Cómo el mundo creerá la religión cuando los testigos no se ponen de acuerdo entre ellos mismos? Se

contradicen ellos mismos, se contradicen uno al otro, y contradicen a su ministro, y la suma de todo el testimonio es que no hay

necesidad de ser piadoso.

¿Creen ustedes que las cosas que he estado predicando son ciertas o sólo son delirios de una mente perturbada? Si son ciertas,

¿reconocen el hecho que tienen referencia a ustedes? Dicen, quizá, "¡Ojalá algunas iglesias ricas pudieran oírle!" Pues, no les

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estoy predicando a ellas, les estoy predicando a ustedes. Mi responsabilidad es con ustedes, y mis frutos deben venir de ustedes.

Ahora, ¿están contradiciéndolo? ¿Qué es el testimonio en la hoja de registro que está ahora sellada por el juicio referente a este

día? ¿Acaso han manifestado una simpatía con el Hijo de Dios cuando su corazón está sangrando en vista de las desolaciones de

Sion? ¿Acaso los hijos, empleados, sirvientes de ustedes, han visto que así es? ¿Acaso han visto ellos una solemnidad en su

semblante de ustedes, lágrimas en sus ojos por las almas perdidas?

FINALMENTE, debo terminar al observar que Dios y todos los seres morales tienen gran razón en quejarse de este testimonio

falso. Hay bases para quejarse que los testigos de Dios se dan la vuelta y testifican directamente contra él. El cielo podrá llorar y el

infierno regocijarse al ver todo eso. Oh, ¡cuán culpables! Aquí están, yendo al juicio, rojo por todos lados con sangre. Los

pecadores los verán allá, aquellos que han visto cómo viven, muchos de ellos ya muertos, y muchos otros que nunca verán de

nuevo. ¡Qué influencia han ejercido! Quizá miles de almas se reunirán con ustedes en el juicio, y los maldecirán (si se les deja

hablar) por llevarlos al infierno, por prácticamente negar la verdad del evangelio. ¿Qué será de esa ciudad y del mundo cuando la

iglesia esté unida en prácticamente testificar que Dios es un mentiroso? Testifican por sus mentiras que si hacen profesión y viven

una vida moral que la religión es suficiente. Oh, ¡qué doctrina de demonios es ésa! Suficiente para arruinar a toda la raza humana.

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CONFERENCIA X

EL GANAR ALMAS REQUIERE SABIDURÍA

TEXTO.-- El que gana almas es sabio. -- PROVERBIOS 11:30.

La definición más común de sabiduría es la elección del mejor fin y la selección de los medios más apropiados para el logro de ese

fin--la mejor adaptación de los medios para asegurar el fin deseado. "El que gana almas", dice Dios, "es sabio". El objetivo de la

conferencia de esta noche es dirigir a los cristianos en el uso de los medios para lograr su fin infinitamente deseable, la salvación

de las almas. Esta noche dedicaré mi atención a los esfuerzos privados de los individuos para la conversión y salvación de los

hombres. En otra ocasión, quizá, use el mismo texto para hablar de lo que es sabio en la predicación pública del Evangelio y los

trabajos de los ministros. Para dar más dirección para ayudar a los cristianos privados en su obra, propongo:

I. Mostrar a los cristianos cómo deben tratar a pecadores despreocupados.

II. Cómo deben tratar a pecadores despiertos.

III. Cómo deben tratar a pecadores redargüidos.

I. La manera de tratar a pecadores despreocupados

1. En cuanto al tiempo. Es importante que deban seleccionar un tiempo apropiado para tratar de hacer una impresión seria en la

mente de un pecador despreocupado. Mucho depende de repartir el tiempo de sus esfuerzos correctamente, pues si fallan en

seleccionar el tiempo apropiado, muy probablemente serán derrotados. Es cierto, pueden decir, es nuestro deber en todo momento

de advertir a los pecadores y tratar de despertarlos para pensar en sus almas. Y así es, pero si no le dan su tiempo y oportunidad

merecidos, su esperanza de éxito puede ser muy dudosa.

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(1.) Es deseable, en lo posible, dirigirse a la persona despreocupada, cuando está desocupada de otros trabajos. En proporción a

la atención en que esté interesada en algo más, será difícil despertarlo a la religión. La gente despreocupada e indiferente a la

religión con frecuencia se ofende en vez de beneficiarse al ser llamada a aplazar un asunto importante y legítimo. Por ejemplo, un

ministro quizá visite a la familia de un comerciante, o mecánico, o granjero, y encuentra al hombre ocupado en su trabajo; quizá le

dice que posponga su trabajo cuando es urgente, y el hombre se pone intranquilo e irritable, y siente como si fuera una intrusión.

En tal caso, hay muy poco lugar para esperar algo bueno. Sin embargo, es cierto que la religión es infinitamente más importante

que cualquier asunto mundano, y debería posponer todo para la salvación de su alma, pero no la siente, pues si la sintiera, ya no

más sería un pecador despreocupado, y por lo tanto, considera el asunto como injustificable. Deben tomarlo como lo encuentren,

un pecador despreocupado e impenitente, y tratar con él según el caso. Está ocupado en otras cosas y muy propenso a ofenderse

si ustedes toman ese tiempo para interferir y llamar su atención a la religión.

(2.) Es importante tomar una persona, en lo posible, en un momento que no está fuertemente entusiasmada en cualquier otro

asunto. Si fuera el caso, es un cuadro poco apto para ser dirigida al asunto de la religión. En proporción a la fuerza de ese

entusiasmo, sería la probabilidad de que no haría bien. Posiblemente puedan alcanzarla; personas han tenido sus mentes atraídas

y se han vuelto a la religión en medio de un entusiasmo poderoso en otros temas, pero no es probable.

(3.) Asegúrense que la persona esté perfectamente sobria. Era más común que ahora que la gente tomara licor todos los días, y

estuviera más o menos intoxicada. Precisamente en proporción como están, se le considera no apta para tratar el tema de religión.

Si ha estado tomando cerveza, sidra, o vino, y perciben su aliento, pueden saber si hay más que poca oportunidad de producir un

efecto perdurable en ella. He tenido profesantes que traen personas a mí fingiendo estar bajo convicción, pues ustedes saben que

la gente con licor con frecuencia son muy afectas a hablar de religión, pero tan pronto me acerqué a ellas para oler su aliento, les

pregunté, ¿por qué me traes a este borracho? Pues, dijeron, no está borrachos, sólo han tomado un poco. Bien, ese poco lo ha

hecho un poco borrachos. Están ebrios si pueden ustedes oler su aliento. Los casos son excesivamente raros cuando una persona

ha sido redargüida que haya tomado licor.

(4.) En lo posible, donde deseen conversar con un hombre en el tema de la salvación, háganlo cuando esté de buen humor. Si no

lo está, muy probablemente se enoje y agreda. Mejor déjenlo en paz por un tiempo, o es probable que apaguen al Espíritu. Es

posible que hablen de tal forma como para enfriar su humor, pero es poco probable. La verdad es que los hombres odian a Dios, y

139

a través de su odio puedan estar dormidos, se alborotan fácilmente, y si llevan a Dios plenamente ante sus mentes cuando estén

ya enojados, será mucho más fácil que surja su enemistad para violentarse.

(5.) En lo posible, siempre tomen la oportunidad de conversar con los pecadores despreocupados cuando estén solos. La mayoría

de los hombres es muy orgulloso para platicar con liberalidad respecto a ellos mismos en la presencia de otros, incluso su propia

familia. Un hombre en tales circunstancias fortalecerá todos sus poderes para defenderse él mismo, mientras si está solo se

derretirá bajo la verdad. Resistirá la verdad, o se reirá de ella, por temor a que si manifiesta cualquier sentimiento, alguien irá y dirá

que él es serio.

En visitar a las familias, en lugar de reunir a la familia al mismo tiempo para hablarles, la mejor forma es verlos uno por uno. Hubo

un caso de este tipo. Varias señoritas, de un carácter orgulloso, alegre, elegante, vivían juntas en una familia elegante. Dos

hombres estaban fuertemente deseosos de hablarles de religión, pero no sabían cómo lograrlo, pues temían que todas se juntaran

y contraatacaran o resistieran toda impresión seria. Al fin, tomaron esa opción. Enviaron su tarjeta a una de las jóvenes por

nombre. Hablaron con ella sobre el tema de su salvación, y como estaba sola, no sólo los trató con amabilidad, sino también

pareció recibir la verdad con seriedad. Luego de uno o dos días, de la misma forma visitaron a una y a otra hasta que conversaron

con cada una por separado. Al poco tiempo, todas, creo yo, fueron esperanzadamente convertidas. Esto fue como debe ser porque

no pudieron apoyarse una a la otra. Y entonces la impresión hecha siguió con las otras para que ninguna se quedara para ejercer

una mala influencia en las demás.

Había una mujer piadosa que tenía un internado de jóvenes; tenía 21 en su familia, y a la larga se volvió muy ansiosa por la

salvación de ellos; fueron motivo de oración, pero no veía seriedad en ellos. Al fin, vio que tenía que hacer algo además de orar, y

sin embargo no sabía qué hacer. Una mañana luego del desayuno, mientras se estaban retirando, le pidió a uno de ellos quedarse

por unos minutos. Lo llevó a su cuarto, y platicó con él tiernamente sobre el tema de religión, y oró con él. Continuó con la

impresión hecha, y muy pronto él fue convertido esperanzadamente. Entonces hubo dos, y se dirigieron a otro y así

sucesivamente, sin que los demás supieran qué estaba pasando, para no alarmarlos, hasta que cada uno de estos jóvenes se

convirtió a Dios. Ahora bien, si hubiera ella sacado el tema delante todos ellos, muy probable no la hubieran tomado en serio, o

quizá se hubieran ofendido y dejado la casa, y entonces no hubiera tenido más influencia en ellos, pero el tomar a uno solo, y

tratarlo respetuosa y amablemente, no tenía él ningún motivo de resistencia como surge de la presencia de otros.

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(6.) Traten de aprovechar la oportunidad para conversar con el pecador despreocupado cuando los eventos de la Providencia

parecen favorecer el plan de ustedes. Si cualquier evento en particular ocurriera, calculado para hacer una impresión seria,

asegúrense de mejorar la ocasión fielmente.

(7.) Tomen la oportunidad más pronta para conversar con aquellos alrededor de ustedes que sean despreocupados. No lo

pospongan día con día, pensando que vendrá una mejor oportunidad. Deben buscar la oportunidad, y si ninguna se presenta,

hagan una. Indiquen la hora y lugar, y reúnanse con su amigo o vecino, donde puedan hablar con él libremente. Envíenle una nota,

vayan a él a propósito, háganlo como un asunto de negocios, como si fueran en serio a intentar promover la salvación de su alma.

Entonces se sentirá que es un asunto importante, por lo menos para ustedes. Denle seguimiento hasta que sean exitosos o se

convenzan de que nada se puede hacer.

(8.) Si tienen cualquier sentimiento por un individuo en particular, tomen la oportunidad de conversar con aquél mientras ese

sentimiento siga. Es verdaderamente un sentimiento benevolente; tienen razón de creer que el Espíritu de Dios los está moviendo

para desear la salvación de su alma, y que Dios está listo para bendecir sus esfuerzos para su conversión. En un caso así, háganlo

el tema de oración especial e insistente, y busquen una oportunidad pronta para derramar su corazón a él y llevarlo a Cristo.

2. En cuanto a la manera de hacer eso.

(1.) Cuando se acerquen a un individuo despreocupado para intentar despertarlo a las preocupaciones de su alma, asegúrense de

tratarlo amablemente. Déjenlo ver que se dirigen a él no porque busquen discutir con él, sino porque aman su alma, y desean lo

mejor en el tiempo y la eternidad. Si son ásperos y agobian en la manera de ustedes, probablemente lo ofenderán y harán que se

aleje del modo de vivir.

(2.) Sean solemnes. Eviten toda ligereza en el modo o lenguaje. La frivolidad no producirá nada más que una impresión incorrecta.

Deben sentir que están comprometidos en cada trabajo solemne, el cual va a afectar el carácter de su amigo o vecino, y

probablemente determinará su destino por la eternidad. ¿Quién hará una nimiedad o usará la frivolidad en tales circunstancias si el

corazón de él es sincero?

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(3.) Sean respetuosos. Algunos parecen suponer que es necesario ser abrupto y grosero, y tosco en la interacción con el

despreocupado e impenitente. Nada puede ser un error más grande. El apóstol Pedro nos ha dado una regla mejor sobre el

asunto, donde dice, "sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no

devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo".

(4.) Asegúrense de ser sencillos. No sufran por cubrir alguna circunstancia del carácter de una persona, y sus relaciones con Dios.

Que sea todo abierto, no con el propósito de herirlo, sino porque es necesario. Antes de que curen una herida, deben sondearla

hasta el fondo. No retengan nada de la verdad, sino déjenla que salga simplemente ante él.

(5.) Asegúrense de dirigirse a su conciencia. En sus discursos, los ministros se enfocan en los sentimientos solamente y así

despiertan a la mente. Pero en la conversación privada no pueden hacer eso. No pueden derramar la verdad de una manera

apasionada y vehemente. Y a menos que se dirijan a la conciencia enfáticamente, no podrán llegar a la mente.

(6.) Traigan las verdades grandes y fundamentales para ponerlas en la mente de la persona. Los pecadores son muy proclives a

zafarse con algún pretexto o algún punto subordinado, especialmente algún punto de sectarismo. Por ejemplo, si es presbiteriano,

tratará de que la conversación sea sobre puntos de diferencia entre presbiterianos y metodistas, o se peleará con una antigua

escuela de divinidad. No le hagan caso, ni hablen con él de eso; hará más daño que bien. Díganle que el asunto presente va a

salvar su alma, y no se metan en asuntos controvertidos de teología. Manténgalo en los grandes puntos fundamentales por los que

debe salvarse o perderse.

(7.) Sean muy pacientes. Si tiene una dificultad real en su mente, sean muy pacientes hasta que sepan qué es y aclárenla. Si lo

que dice es una objeción trivial, háganle ver eso. No traten de responderla con argumento, sino muéstrenle que no es sincero al

hacerla. No vale la pena pasar el tiempo discutiendo por eso, sino háganlo sentir que está cometiendo pecado por alegar, y así

aseguren su conciencia hacia el lado de ustedes.

(8.) Tengan cuidado de guardar su espíritu. Hay mucha gente que no tiene la suficiente compostura para conversar con aquellos

que están muy opuestos a la religión. Y esa gente no quiere más triunfo que verlos enojados. Se irá contento porque ha hecho

enojar a uno de esos santos.

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(9.) Si el pecador se inclina a atrincherarse contra Dios, tengan cuidado de no tomar parte en nada. Si dice que no puede cumplir

su deber, no tomen partido con él, o no digan nada para aprobar su falsedad. No le digan que no pueden, o que le ayudan a

mantenerse en controversia contra su Creador. A veces un pecador despreocupado buscará alguna falta en los cristianos. No

busquen estar de su lado o tomar partido con él contra cristianos. Sólo díganle que no tiene él por qué responder por los pecados

de otros, y que mejor vea lo que le atañe. Si lo hacen, sentirá que están ustedes de su lado. Muéstrenle que su espíritu es

censurador y perverso que lo mueve a hacer tales observaciones, y que no considera el honor de la religión o las leyes de

Jesucristo.

(10.) Mencionen los pecados particulares del individuo. Hablar en términos generales contra el pecado no produce ningún

resultado. Deben hacer al hombre sentir lo que quieren decir. Un ministro que no puede hacer sentir a su público lo que quiere

decir no puede esperar lograr mucho. Algunas personas son muy cuidadosas para evitar mencionar los pecados particulares, de

los cuales saben que el individuo es culpable por temor a lastimar sus sentimientos. Eso está mal. Si saben su historia, mencionen

sus pecados particulares, amable pero claramente, sin ofender, para despertar la conciencia y darle fuerza total a la verdad.

(11.) Es generalmente lo mejor ser conciso y no divagar en lo que tenemos que decir. Tengan la atención tan pronto como puedan

para cada punto, digan pocas cosas, y sean claros y enfáticos, y lleven el asunto a algo importante. Si es posible, hagan que se

arrepientan y se entreguen a Cristo. Éste es el asunto apropiado. Cuidadosamente eviten hacer una impresión de que no esperan

que se arrepienta AHORA.

(12.) En lo posible, cuando conversen con los pecadores, asegúrense de orar con ellos. Si conversan con ellos, y los dejan sin

oración, dejan la obra inconclusa.

II. Cómo deben tratar a pecadores despiertos

1. Deben tener cuidado de distinguir entre un pecador despierto y uno que está bajo convicción. Cuando encuentren a una persona

que siente poco sobre el tema de religión, no den por sentado que es redargüido de pecado, y así omitir el uso de los medios para

mostrarle su pecado. Las personas con frecuencia son despertadas por alguna circunstancia providencial, como enfermedad,

tormenta, peste, muerte en la familia, desilusión, o similares, o por el Espíritu de Dios, para que sus oídos sean abiertos, y estén

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listos para oír del tema de religión con atención y seriedad, y algo de sentimiento. Si una es persona despertada, sin importar los

medios, no pierdan tiempo en derramar luz sobre su mente. No tengan miedo, sino muéstrenle la anchura de la ley Divina, y la

rigurosidad excesiva de sus preceptos. Háganle ver cómo condena sus pensamientos y vida. Escudriñen su corazón, encuentren

qué hay ahí, y llévenlo a su mente, tanto como puedan. En lo posible, derrítanlo de inmediato. Cuando tengan la atención del

pecador, muy frecuente su convicción y conversión es obra de unos cuantos momentos. Pueden a veces hacer más en cinco

minutos que en años o una vida entera mientras es despreocupado e indiferente.

Me he sorprendido por la conducta de aquellos padres crueles y aquellas cabezas de familia, que dejan a un pecador despertado

estar en sus familias por días y semanas, y no dicen ni una palabra del tema. Pues, dicen, si el Espíritu de Dios ha empezado una

obra en él, ¡ciertamente la continuará! Quizá la persona está ansiosa por conversar, y ponerse en el camino de los cristianos, tan

frecuente como sea posible, esperando que conversen con él, y no dicen ni una palabra. ¡Increíble! Tal persona debería estar

alerta de inmediato, tan pronto como se despierte, y deje que el destello de luz sea derramado en su mente sin demora. Cuando

tienen razón para creer que una persona dentro del alcance se despierta, no duerman hasta que hayan derramado la luz en su

mente, y hayan tratado de llevarlo al arrepentimiento. Es el tiempo de instar el tema con efecto. Si se pierde ese momento

favorable, nunca podrá ser recuperado.

Con frecuencia he visto a cristianos en avivamientos constantemente alertas para ver si cualquier persona parece despierta, Y tan

pronto como ven a cualquiera que empiece a manifestar el sentimiento bajo la predicación, lo tienen presente, y tan pronto termina

la reunión, lo invitan a una habitación y hablan y oran con él; en lo posible no lo dejan hasta que se haya convertido. Un caso

notable de este tipo sucedió en un pueblo en el oeste. Un comerciante llegó de lejos a comprar productos. Era el tiempo de

avivamiento poderoso, pero estaba determinado a mantenerse fuera de su influencia, de modo que no iría a ninguna reunión.

Encontró a todos, y en todos lados, muy ocupados con la religión; se enfadó y juró que se iría a casa. Decía que había mucha

religión y que no podía hacer ningún negocio, que no se quedaría. Compró su pasaje de la diligencia, que saldría a las 6 de la

mañana siguiente. Como habló de irse, un caballero que pertenecía a la casa, que era uno de los jóvenes convertidos, le pidió si

iba con él a una reunión antes de que se fuera del pueblo. Finalmente accedió y fue. El sermón agarró su mente, pero no con el

poder suficiente para llevarlo al reino. Regresó a sus aposentos, y llamó al dueño para pagarle la cuenta. El dueño, quien había

recientemente experimentado la religión, vio que estaba agitado. Habló con él sobre el tema de religión, y el hombre irrumpió en

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lágrimas. El dueño inmediatamente llamó a varios de los recién convertidos; oraron y le exhortaron; a las cuatro de la mañana,

cuando llamó la diligencia, ¡se fue regocijándose en Dios! Cuando llegó a casa, llamó a su familia y les confesó sus pecados

pasados, y determinó vivir de modo diferente, y oró con ellos por primera vez. Fue tan inesperado que pronto se corrió el rumor, la

gente empezó a preguntar y un avivamiento irrumpió en el lugar. ¿Ahora supóngase que estos cristianos hubieran hecho como

hacen algunos, ser despreocupados, y dejarlos ir ligeramente impresionados? No es probable que hubiera sido salvo. Tales

oportunidades se pierden para siempre cuando un momento favorable se pasa.

III. Cómo deben tratar a pecadores redargüidos

Por un pecador redargüido quiero decir alguien que se siente condenado por la ley de Dios, como un pecador culpable. Tiene tanta

instrucción para entender algo de la extensión de la ley de Dios; ve y siente su estado culpable y sabe cuál es el remedio. Tratar

con éstos con frecuencia requiere gran sabiduría. Hay algunos casos exasperantes que ocurren, cuando es extremadamente difícil

saber qué hacer con ellos.

1. Cuando una persona es redargüida y no se convierte, sino que permanece en un estado ansioso, hay generalmente alguna

razón específica. En tales casos, no es bueno exhortarlo a que se arrepienta o explicarle la ley. Lo sabe, entiende todos esos

puntos generales. Pero aún no se arrepiente. Ahora bien, debe haber alguna dificultad en particular que vencer. Pueden predicar y

orar, exhortar hasta el día del juicio y no obtener nada.

Deben entonces averiguar cuál es esa dificultad en particular. Un doctor, cuando ve a su paciente, y lo encuentra mal con alguna

enfermedad en particular, primero administra los remedios generales que son aplicables. Si no surten efecto, y sigue la

enfermedad, debe examinar el caso, y aprender de la constitución de la persona y sus hábitos, dieta, modo de vivir, y demás, y ver

por qué la medicina no hace efecto. Lo mismo es con el caso de un pecador redargüido pero sin convertir. Si las instrucciones y

exhortaciones ordinarias de ustedes fallan, debe haber alguna dificultad. Esa dificultad en particular la sabe con frecuencia la

persona, aunque la mantenga oculta. A veces es algo que se ha escapado incluso a las propias observaciones de ella.

145

(1.) A veces el individuo tiene algún ídolo, algo que ama más que a Dios, que lo previene de rendirse. Deben indagar y ver qué es

lo que no rendirá. Quizá sea la riqueza, quizá algún amigo terrenal, quizá el vestido alegre, o la compañía alegre, o algún

entretenimiento favorito. En cualquier caso hay algo en el que su corazón está tan puesto que no se someterá a Dios.

(2.) Quizá ha hecho algún daño a alguien, que llama para resarcimiento, y no está dispuesto a confesarlo o hacer la compensación

justa. Ahora, hasta que confiesa y deja ese pecado, no podrá encontrar misericordia. Si ha lastimado a la persona en propiedad, o

carácter, o se ha aprovechado de ella, debe resarcir. Si no pueden averiguarlo, díganle simple y llanamente que no hay esperanza

en él hasta que esté dispuesto a confesarlo y hacer lo que es correcto.

(3.) A veces hay un pecado en particular, que no abandonará. Finge que es pequeño, o trata de persuadirse él mismo que no es

pecado. No importa cuán pequeño sea, nunca va a entrar en el reino de Dios hasta que se rinda. A veces un individuo ha visto que

es pecado usar tabaco y nunca puede encontrar la paz verdadera hasta que lo rinda. Quizá lo está viendo como un pecado

pequeño.

Pero Dios no sabe nada de pecadores pequeños en tal caso. ¿Qué es pecado? Pues es el daño a la salud de ustedes, poner un

mal ejemplo, tomar del dinero de Dios, que está destinado para usarse en su servicio, y gastarlo en tabaco. ¿Qué diría un

comerciante si encontrara a uno de sus empleados en el hábito de usar el dinero del cajón y tomar el dinero suficiente para

mantener sus cigarros? ¿Lo llamaría una ofensa pequeña? No, diría que merece ser enviado a la prisión estatal. Menciono este

pecado en particular porque lo he encontrado que es una las cosas a la que se aferran los hombres que son redargüidos cuando

saben que está mal, y entonces se preguntan por qué no tienen paz.

(4.) Vean si no hay algún trabajo de remuneración, que está destinado a hacer. Quizá ha defraudado a alguien en el comercio, o ha

tomado ventaja injusta, contraria a la regla de oro de hacer como haría, y está indispuesto a dar satisfacción. Éste es un pecado

muy común entre los comerciantes y hombres de negocios. He sabido de muchas instancias tristes, donde los hombres han

ahuyentado al Espíritu de Dios, o han sido llevados a la desesperación absoluta porque no estuvieron dispuestos a dar satisfacción

donde habían hecho tales cosas. Ahora es claro que tales personas nunca tienen perdón hasta que lo hacen.

146

(5.) Pueden haberse atrincherado en alguna parte y fortificado sus mentes en cuanto a un punto en particular, que no están

determinados a someterse. Por ejemplo, han tomado una posición fuerte que no harán algo en particular. Conocí a un abogado

que estaba determinado a no ir a ninguna arboleda a orar. Varias otras personas durante el avivamiento habían ido a la arboleda, y

ahí, mediante oración y meditación, se habían rendido a Dios. Su propio empleado se había convertido ahí. Él mismo fue

despertado, pero estaba determinado de que no iría a la arboleda. Tenía convicciones poderosas, y así pasaron las semanas, sin

ningún alivio. Trató de hacer a Dios creer que no era el orgullo que lo alejaba de Cristo; entonces, cuando se estaba yendo a casa

de una reunión, se arrodilló en la calle y oró. Y no sólo eso, sino que buscó una parte lodosa en la cual arrodillarse, para mostrar

que no era orgulloso. Una vez oró toda la noche en la sala, pero no fue a la arboleda. Su angustia fue grande, y estaba muy

enojado con Dios, que estuvo tentado a salirse con la suya, que alejó su cuchillo por temor a degollarse. Por f in, decidió ir a la

arboleda y orar, tan pronto llegó ahí se convirtió, derramó su corazón entero a Dios.

Entonces, los individuos a veces están atrincherados en una determinación de que no irán a una reunión en particular, quizá a la

reunión de estudio, o alguna reunión de oración, o no tendrán a una cierta persona que ore con ellos, o no se sentarán en un lugar

en particular, como la banca ansiosa. Dicen que pueden ser convertidos igual que sin rendir ese punto en particular, pues la

religión no consiste en eso, yendo a una reunión en especial, o tomar una cierta actitud en oración, o un asiento en particular. Eso

es cierto, pero al tomar esa posición la hacen el punto material. Y mientras estén atrincherados ahí, y determinados a llevar a Dios

a los términos de ellos, nunca se convertirán. Los pecadores con frecuencia se someterán a cualquier otra cosa, y harán cualquier

cosa en el mundo, excepto rendir el punto sobre el que se han comprometido ellos mismos, y han tomado una postura contra Dios.

No pueden humillarse hasta que rindan ese punto, cual sea. Y sin rendirlo tienen una esperanza, una esperanza falsa.

(6.) Quizá tiene un prejuicio contra alguien, quizá un miembro de la iglesia, a causa de algún trato fiel con su alma, o algo que no le

gusta, y se agarra de ahí, y nunca se convertirá hasta que se rinda. Lo que sea, deben ustedes de explorarlo y decirle la verdad

plena y fielmente.

(7.) Puede estar molesto con alguien, o enojado, y tener fuertes sentimientos de resentimiento, que lo previenen de obtener la

misericordia de Dios. "Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en

los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas".

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(8.) Quizá abriga ciertos errores en la doctrina, o algunas nociones equivocadas de aquello para realizarse, o la manera de hacerlo,

que puede alejarlo del reino. Quizá está esperando a Dios. Está convencido que merece ir al infierno, y a menos que sea

convertido, debe ir allí, pero está esperando a que Dios haga algo por él antes de que se entregue. Está de hecho esperando a

Dios para que haga algo por él lo que se requiere al pecador que haga.

Puede estar esperando más convicción. La gente frecuentemente no sabe lo que es la convicción, y cree que no está bajo

convicción. Seguido cree que nada es convicción a menos de que tenga grandes temores del infierno. Pero el hecho es que los

individuos frecuentemente tienen convicciones fuertes, que casi no tienen miedo del infierno. Muéstrenles lo que es la verdad y

dejen que vean que no tienen necesidad de esperar.

Quizá puede estar esperando ciertos sentimientos, que alguien más tuvo antes de obtener misericordia. Esto es muy común en los

avivamientos donde algunos de los convertidos han contado de experiencias increíbles. Otros que son despertados son muy

proclives a pensar en creer que deben esperar para tener esos sentimientos. Conocí a un hombre que fue despertado así; su

compañero había sido convertido de una forma notable, y éste estaba esperando los mismos sentimientos. Decía que estaba

usando los medios y orando por ellos, pero finalmente supo que era cristiano, aunque no había pasado por los sentimientos que

esperaba.

Los pecadores a veces trazan un plan de la manera que esperan sentir, y cómo esperan ser convertidos y de hecho arreglan la

obra para Dios, determinados de que irán en esa senda o de plano no irán. Díganles que eso está equivocado; ellos no deben

trazar de antemano ninguna senda, sino dejar que Dios los guíe como él considera mejor. Dios siempre guía al ciego por un

camino que no conoce. Nunca ningún pecador ha sido llevado al reino a través de tal curso de sentimiento que esperaba. Muy

frecuentemente son sorprendidos en encontrarse que están dentro, y que no han tenido tales prácticas como esperaban.

Es muy común que las personas estén esperando ser hechas sujetos de oración, o por algún medio particular para usarse, o ver si

no pueden ellas mismas ser mejores. Son tan malos, dicen, que no pueden ir a Cristo. Quieren tratar, por humillación, sufrimiento y

oración, para estar aptas para ir. Tienen que sacarlas de todos esos refugios. Es sorprendente hacia cuantos rincones con

frecuencia corren ellas antes de ir a Cristo. He conocido a personas casi trastornadas por la falta de un poco de correcta

instrucción.

148

A veces tales personas creen que sus pecados son muy grandes para ser perdonados, o que han lastimado al Espíritu de Dios,

cuando ese Espíritu está redarguyéndolos. Fingen que sus pecados son mayores que las misericordias de Cristo, de ese modo

insultan de hecho al Señor Jesucristo.

A veces los pecadores tienen la idea que Dios los ha desistido, y que no puede ser salvos. Con frecuencia es difícil sacarlos de esa

idea. Mucho de los casos más perturbadores que he visto han sido de ese carácter, donde las personas insisten que los han dado

por vencidos y que nada los cambiará.

En un lugar donde estaba trabajando en un avivamiento, fui un día a la reunión, y antes de que empezaran los ejercicios oí un

ruido perturbador, del más allá, un quejido quedo. Vi a varias mujeres juntas alrededor de la persona que lo hizo. Dijeron que era

una mujer en desesperación. Ya había estado mucho tiempo en ese estado. Su esposo era un borracho. La había llevado a la

reunión y se había ido él a la taberna. Conversé con ella y vi su estado; su caso era muy difícil de tratar. Al estarme yendo para

comenzar los ejercicios dijo que tenía que irse, pues no podía oír la oración o el canto. Le dije que no se fuera, y le pedí a las

señoras que la detuvieran, si fuera necesario, por la fuerza. Sentí que el diablo la tenía agarrada, Dios era más fuerte que el diablo,

y que podía liberarla. Los ejercicios empezaron, y ella hizo el mismo ruido que al principio, pero poco a poco volteó. El tema

escogido fue especialmente para el caso de ella, y mientras proseguía el tema, se obtuvo su atención, sus ojos estaban fijos--

nunca olvidaré cómo se veía, sus ojos y boca abiertos, su cabeza sin agacharse, y casi se levanta de su asiento, mientras la

verdad se derramaba en su mente. Finalmente, mientras la verdad derribaba cada cimiento en el que descansaba su

desesperación, dio un grito, agachó su cabeza, y se sentó perfectamente quieta hasta que terminó la reunión. Fui a ella, la

encontré perfectamente calmada y feliz en Dios. La vi tiempo después y así permanecía. De ese modo la Providencia la arrojó

donde ella nunca esperaba estar, y la forzó a escuchar la instrucción adaptada para su caso. Ustedes pueden hacer bien

incalculable al encontrar precisamente donde yace la dificultad y entonces llevar la verdad directamente a ese punto.

A veces las personas sostendrán tenazmente que han cometido el pecado imperdonable. Cuando tienen la idea en sus mentes,

pondrán todo en su contra. En tales casos, es una buena forma llevarlos a su posición, y razonar con ellos de esa forma:

"supongan que han cometido el pecado imperdonable, ¿entonces qué? Es razonable que se rindan a Dios, y se lamenten por sus

pecados, y rompan con ellos, y todo el bien que puedan, incluso si Dios nos los perdona. Incluso si van al infierno, deben hacer

eso". Insistan en ese pensamiento y voltéenlo hasta que ellos entiendan y accedan a él.

149

Es común que las personas en esos casos tengan sus ojos en ellos mismos; se encerrarán ellos mismos, y mantendrán su vista

hacia su propia oscuridad, en vez de ponerla en Cristo. Ahora si pueden tomar sus mentes lejos de ellos mismos, y hacer que

piensen en Cristo, pueden alejarlos de la cavilación de sus sentimientos presentes, y que se agarren de las esperanza puesta ante

ellos en el Evangelio.

2. Tengan cuidado de conversar con pecadores redargüidos, de no comprometerse con ellos sobre cualquier punto donde tengan

ellos dificultad. Si lo hacen, se asegurarán ellos de tomar ventaja de eso, y así tener una esperanza falsa. Los pecadores

redargüidos con frecuencia se meten en dificultad para rendir un pecado muy querido, o someter algún punto donde la conciencia y

el Espíritu Santo están en guerra con ellos. Si se encuentran con un individuo que rendirá el punto, se sentirá mejor y estará feliz, y

creerá que ha sido convertido. El joven que vino a Cristo era de ese carácter. Tenía una dificultad, Jesucristo sabía qué era. Sabía

que amaba su dinero, y en vez de acomodar el asunto, y así tratar de consolarlo, sólo puso su dedo en el mero lugar y le dijo,

"vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme". ¿Cuál fue el efecto? Pues, el joven se fue

triste. Muy probable, si Cristo le hubiera dicho que hiciera cualquier otra cosa, se hubiera sentido aliviado, y hubiera tenido una

esperanza, hubiera profesado ser un discípulo, pertenecer a la iglesia, e irse al infierno.

La gente con frecuencia se pone ansiosa para hacer un compromiso. Harán preguntas como ésta, ¿si no creen que una persona

pueda ser cristiana y sin embargo hace tales y tales cosas; o si pueda no ser cristiana y no hace tales y tales cosas? Ahora, no

cedan ni un centímetro a tales preguntas. Esas preguntas en sí pueden con frecuencia mostrarles el mero punto en el que sus

mentes están trabajando. Les mostrará que es orgullo, o amor al mundo, o algo parecido, que previene que se vuelvan cristianos.

Tengan cuidado de hacer trabajo minucioso en este punto, el amor al mundo. Creo que ha habido más falsas esperanzas

construidas en instrucciones equivocadas aquí que en cualquier otra manera. Una vez oí que un doctor en divinidad trataba de

persuadir a su público de renunciar al mundo; y les dijo: "si tan sólo renunciaran a él, Dios se los devolvería de inmediato otra vez.

Está dispuesto a que ustedes disfruten el mundo". ¡Miserable! Dios nunca devuelve el mundo al cristiano, en el mismo sentido que

requiere a un pecador redargüido que renuncie a él. Nos requiere rendir la propiedad de todo a él para que nunca más por un

momento la consideremos como nuestra. Un hombre no debe pensar que tiene el derecho de juzgar por él mismo cuánto de su

propiedad debe poner para Dios. Un hombre cree que puede gastar 20 mil dólares al año para mantener a su familia; tiene el

derecho de hacerlo porque tiene los medios suyos. Otro cree que puede poner 5 mil dólares. El otro día un hombre dijo que había

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prometido que no daría nada de su propiedad para educar a jóvenes para el ministerio. Cuando se le pide, sólo responde: "he

dicho que nunca daré para eso, y nunca lo voy a hacer". ¡Hombre! ¿Acaso Cristo te dijo qué hacer con el dinero de él? ¿Ha puesto

alguna regla? Recuerden que es su dinero del que estamos hablando, y si lo quiere para educar ministros, lo retienen ustedes para

su perdición. Ese hombre tiene aún que aprender el primer principio de religión, que no se pertenece, y que el dinero que posee es

de Jesucristo.

He aquí la gran razón por la que la iglesia está tan llena de falsas esperanzas. Los hombres han sido dejados para suponer que

podrían ser cristianos mientras se agarran ellos de su dinero. Y esto ha servido de traba para cada empresa. Es un hecho

indudable que la iglesia tiene fondos suficientes para suministrar al mundo con Biblias, folletos y misioneros, inmediatamente. Pero

la verdad es que los profesantes de religión no creen que "del Señor es la tierra y su plenitud". Cada hombre supone que tiene un

derecho de decidir cómo asignará su dinero. Y no tienen idea que Jesucristo les dictará a ellos sobre el tema.

Asegúrense de tratar minuciosamente este punto. La iglesia está ahora llena de hipócritas porque nunca han hecho renunciar al

mundo. Nunca fueron hechos para ver que a menos que hicieran una consagración entera de todo a Cristo, todo su dinero, todos

sus talentos, toda su influencia, todas sus posesiones, nunca irán al cielo. Muchos creen que pueden ser cristianos, y aún soñar

durante su vida, y usar todo su tiempo y propiedad para ellos, sólo dando un poco de vez en cuando, para guardar las apariencias,

cuando pueden hacerlo con perfecta conveniencia. Pero es un triste error, y se darán cuenta, si no emplean sus energías para

Dios. Y cuando mueran, en vez de ir al cielo al final del camino que están andando, encontrarán el infierno ahí.

Al tratar con un pecador redargüido, asegúrense de alejarlo de cualquier refugio, y no lo dejen con un centímetro del fundamento

en el que se ponen, en tanto resistan a Dios. Esta necesidad no toma tiempo hacerlo. Cuando el Espíritu de Dios está operando al

contender con un pecador, es fácil sacarlo de sus refugios. Encontrarán la verdad ser como un martillo, aplastando donde golpee.

Hagan un trabajo limpio con él, para que rinda él todo a Dios.

Hagan que el pecador vea claramente la naturaleza y extensión de la ley Divina, e insistan en la cuestión principal de la sumisión

entera a Dios. Ataquen ese punto tan pronto como hayan hecho claramente que entienda lo que buscan y no cambien el rumbo a

otra cosa.

151

Tengan cuidado en ilustrar el tema, no confundan la mente para dejar la impresión de que una sumisión egoísta responderá, o una

aceptación egoísta de la expiación, o una rendición y un recibimiento egoístas a Cristo, como si un hombre estuviera haciendo un

negocio, rindiendo sus pecados y recibiendo la salvación a cambio. Esto es puro trueque y no sumisión a Dios. No dejen terreno en

sus explicaciones o ejemplos por una postura del asunto. El corazón egoísta del hombre con ansias tomará tal postura de religión,

si se le presenta, y muy probable se encerrará en ella, y así obtendrá una esperanza falsa.

En otra ocasión llamaré su atención a ciertas cosas que son evitadas al tratar con los pecadores.

OBSERVACIONES

1. Háganlo un objeto de constante estudio, de reflexión y oración diarias, para aprender cómo tratar a los pecadores para promover

su conversión. Es de suma importancia en la tierra de cada cristiano el de salvar almas. Las personas con frecuencia se quejan

que no saben cómo tomar este asunto. Pues la razón es bastante sencilla; nunca lo han estudiado. Nunca se han tomado las

molestias para calificarse ellas mismas para la obra de salvar almas. Si las personas lo hicieran más que un asunto de atención y

pensamiento para calificarse ellas mismas para sus asuntos mundanos que lo que hacen para salvar almas, ¿cómo creen que

tendrán éxito? Ahora, si están así descuidando el asunto principal de la vida, ¿para qué viven? Si no lo hacen un asunto de

estudio, cómo pueden actuar exitosamente en construir para el reino de Cristo, están actuando una parte muy perversa y absurda

como cristianos.

2. Muchos profesantes de religión hacen más mal que bien cuando intentan hablar con pecadores impenitentes. Tienen tan poco

conocimiento y habilidad que sus observaciones más bien desvían la atención que aumentarla.

3. Tengan cuidado de hallar el punto donde el Espíritu de Dios está insistiendo al pecador, e insistan en el mismo punto en todas

sus observaciones. Si desvían su atención de ese punto, correrán gran riesgo de destruir sus convicciones. Tómense la molestia

de aprender de su estado mental, qué está pensando, cómo se siente, y en qué siente más hondamente, e insistan totalmente, y

no desvíen la mente de él al hablar de otra cosa. No teman de insistir en un punto en el que la mente está trémulamente con vida,

no sea que la lastimen, pese a que el Espíritu de Dios está evidentemente debatiendo en ese punto con el pecador. Esto es un

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intento de ser más sabio que Dios. Deben aclarar el punto, arrojar la luz de la verdad alrededor de ella, y llevar al alma a la

rendición y la mente descansará.

4. Grandes males han surgido, y muchas esperanzas falsas han sido creadas al no discriminar entre un pecador despierto y uno

redargüido. Por la falta de eso, las personas que están sólo despiertas se les insiste inmediatamente a entregarse; "deben

arrepentirse" "rendirse a Dios", cuando no están de hecho convencidas de su culpa, ni instruidas como incluso para saber qué

significa sumisión. Ésta es una forma en la que los avivamientos han sido grandemente lastimados por exhortaciones

indiscriminadas para arrepentirse, sin la compañía de una instrucción apropiada.

5. Pecadores ansiosos van a ser considerados como que están en un estado solemne y crítico. Han llegado de hecho a un punto

de cambio. Es un tiempo cuando su destino es probable que se ponga en orden por siempre. El Espíritu de Dios no contendrá

siempre. Los cristianos deben sentir profundamente por ellos. En muchos aspectos sus circunstancias son más solemnes que el

día del juicio. Aquí su destino es puesto en orden. El día del juicio lo revela. Y el tiempo particular cuando es hecho es cuando el

Espíritu contiende con ellos. Los cristianos deben recordar su tremenda responsabilidad en tales tiempos. El doctor, si sabe su

deber, a veces se siente bajo una responsabilidad muy seria. Su paciente está en un estado crítico, donde un pequeño error

destruirá su vida, y cuelga temblorosamente entre la vida y la muerte. Si tal responsabilidad se siente en relación al cuerpo, qué

tremenda responsabilidad debe sentirse en relación al alma cuando es vista colgarse temblorosamente en un punto, y su destino

va a decidirse ahora. Una impresión falsa, un comentario indiscreto, una oración malentendida, una desviación pequeña de la

mente puede llevarlo al camino equivocado, y su alma se pierde. Nunca un ángel ha sido empleado en una obra más solemne que

aquella de tratar con pecadores que no están bajo convicción. ¡Cuán solemne y cuidadosamente deben entonces los cristianos

caminar, cuán sabia y hábilmente trabajar si no tienen la intención de ser los medios de condenar un alma!

FINALMENTE, si hay un pecador en esta casa, déjeme decirle que abandone todas sus excusas. Se le ha dicho esta noche que

todo es en vano. Esta noche será dicho en el infierno, y dicho en el cielo, y hecho eco desde los rincones del universo, lo que

deciden hacer. Esta misma hora pueden sellar su destino eterno. ¿Se rendirán a Dios esta noche AHORA?

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CONFERENCIA Xi

UN MINISTRO SABIO SERÁ EXITOSO

TEXTO.-- El que gana almas es sabio. --PROVERBIOS 11:30.

El viernes pasado en la noche prediqué del mismo texto sobre tratar con pecadores por cristianos de forma privada. Mi objetivo es

tocar los medios públicos de la gracia con referencia particular a:

LOS DEBERES DE LOS MINISTROS

Como observé en mi conferencia pasada, la sabiduría es la elección y búsqueda del mejor fin por los medios más apropiados. El

gran fin que se le asignó al ministerio cristiano es glorificar a Dios en la salvación de las almas. Al hablar del tema propongo

mostrar:

I. Que el cumplimiento correcto de los deberes de un ministro requiere de gran sabiduría.

II. Que la cantidad de éxito en el cumplimiento de sus deberes (todo queda igual) decide la cantidad de sabiduría

empleada por él en el ejercicio de su cargo.

I. Voy a mostrar que el cumplimiento correcto de los deberes de un ministro requiere de gran sabiduría.

1. A causa de la oposición que se encuentre. El mero fin por el que el ministro es asignado es uno en contra que está colocado por

la más poderosa oposición de los mismos pecadores. Si los hombres están dispuestos a recibir el evangelio, y no hubiera nada

que se necesitara hacer más que contar la historia de la redención, un niño pudiera dar la nueva. Pero los hombres se oponen al

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evangelio. Se oponen a su propia salvación de esa manera. Su oposición es con frecuencia violenta y determinada. Una vez vi a

un loco que había urdido planes contra su vida, y que realizaba el plan más sagaz y astuto para cumplir su propósito. Era artificioso

y hacía creer a sus cuidadores que no había urdido nada, que se había dado por vencido, y aparentaba estar cuerdo y tranquilo, y

en el instante que el cuidador bajara la guardia, se pondría las manos encima. Así, los pecadores con frecuencia ejercen mucha

astucia para evadir todos los esfuerzos que son hechos para salvarlos. Y para encontrase con esa gran astucia y vencerla para

salvar a los hombres, los ministros necesitan gran cantidad de sabiduría.

2. Los medios particulares asignados para emplearse en la obra muestran la necesidad de gran sabiduría en los ministros. Si los

hombres se convierten por un acto de omnipotencia física, creando algún nuevo sabor, o algo parecido, y si la santificación no

fuera nada más que la misma omnipotencia física quitando las raíces remanentes del pecado del alma, no se requeriría mucha

sagacidad y habilidad para ganar almas. Ni habría entonces ningún significado en el texto. Pero la verdad es que la regeneración y

santificación van a efectuarse por medios morales--por argumento y no por fuerza. Nunca ha habido, ni nunca habrá, alguien

salvado por nada más que la verdad como medio. La verdad es el medio externo, el motivo externo, presentada primero por el

hombre y luego por el Espíritu Santo. Vean la postura del pecador, y verán que nada, después de todo, escaso de la sabiduría de

Dios y el poder moral del Espíritu Santo, puede romper esa oposición, y llevarla a rendirse a Dios. Aún los hombres van a usar los

medios, y los medios adaptados al fin, hábilmente usados. Dios ha provisto que la obra de la conversión y santificación sea hecha

en todos los casos por medio de ese tipo de verdad, aplicada en esa conexión y relación que es apta para producir un resultado

así.

3. Tiene los poderes de la tierra y el infierno para vencer, y eso requiere de sabiduría. El diablo está constantemente operando,

tratando de prevenir el éxito de los ministros, trabajando para desviar la atención del tema de religión, y hacer que el pecador se

aleje de Dios para llevarlo al infierno. Todo el marco de referencia de la sociedad, casi, es hostil a la religión. Casi todas las

influencias que rodean a un hombre desde su cuna hasta su tumba, en el estado presente de la sociedad, están calculadas para

hacer fracasar el diseño del ministerio. ¿Acaso entonces no necesita el ministro de gran sabiduría para entrar en conflicto con los

poderes de la oscuridad, y toda la influencia del mundo, además de la oposición del pecador?

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4. Lo mismo se ve desde la importancia infinita del fin en sí mismo. El fin del ministerio es la salvación del alma. Cuando

consideramos la importancia del fin, y las dificultades de la obra, quién no dirá con el apóstol "y para estas cosas, ¿quién es

suficiente?"

5. Debe entender cómo despertar a la iglesia, y hacerles que se no estorben en el camino de la conversión de los pecadores. Esto

es con frecuencia la parte más difícil del trabajo de un ministro y requiere de más sabiduría y paciencia que cualquier otra cosa

más. En efecto, para ser esto exitosamente es una cualidad muy rara en el ministerio cristiano. Es un punto donde fallan todos los

ministros. No saben cómo despertar a la iglesia, y subir el tono de la piedad a un patrón elevado, y así quitar los estorbos del

camino para la obra de la conversión. Muchos ministros pueden predicar muy bien a los pecadores, pero tienen poco éxito,

mientras la influencia contrarrestante de la iglesia resiste todo, y ellos no tienen la habilidad suficiente para remover la dificultad.

Sólo hay un ministro aquí y allá en el país que sabe cómo sondear a la iglesia cuando está en un estado frío y apóstata para

despertarla eficazmente y mantenerla despierta. Los miembros de la iglesia pecan contra la luz, que cuando ellos se vuelven fríos

es muy difícil levantarlos. Han formado una piedad que detiene la verdad, mientras al mismo tiempo es ese el tipo de piedad que

no tiene poder ni eficacia. Tales profesantes son los individuos más difíciles de despertar de su somnolencia. No quiero decir que

siempre sean más impíos que el impenitente. Seguido son empleados para la maquinaria de la religión, y pasan por buenos

cristianos, pero no son de ninguna utilidad en un avivamiento.

Conozco a ministros que veces se sorprenden al oír que las iglesias no están despiertas. Con razón tales ministros no saben cómo

despertar a una iglesia dormida. Había un joven licenciado que supo del hermano Foote, el otro día, en esta ciudad, que

derramaba la verdad, y trataba de despertar a las iglesias, y que sabía tan poco de eso que pensó que se estaba aprovechando de

ellas. Tan perfectamente ciego estaba que de verdad pensó que las iglesias en Nueva York estaban todas despiertas en el tema

de religión. Hace unos años hubo una gran controversia, y surgió oposición, porque se decía mucho de las iglesias dormidas. Todo

era cierto, pero muchos ministros no sabían nada al respecto y se sorprendían al oír tales cosas sobre ellas. Cuando ha llegado a

eso, que los ministros no saben cuándo está dormida una iglesia, con razón no tenemos avivamientos. Fui invitado una vez a

predicar a un cierto lugar. Le pregunté al ministro cuál era el estado de la iglesia. Dijo: "Ah, sin excepción todos están despiertos".

Me encantó la idea de trabajar en esa iglesia, pues era algo que no había visto todavía, ver despierto a cada miembro de la iglesia

en un avivamiento. Pero cuando llegué, me encontré a una iglesia fría y dormida, y dudo que uno de ellos estuviera despierto.

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He aquí la gran dificultad de mantener avivamientos, mantener a la iglesia completamente despierta y comprometida. Una cosa es

que una iglesia se levante de su sueño y fanfarronee y se atropellen unos a otros, y otra cosa muy distinta para ellos es tener sus

ojos abiertos y sus sentidos acerca de ellos, y estar muy despiertos, para saber cómo encontrar a Dios y cómo trabajar para

CRISTO.

6*. Debe saber cómo poner a la iglesia a trabajar cuando están despiertos. Si un ministro intenta salir sólo a trabajar, calculando

hacer todo él mismo, es como intentar rodar una gran piedra hacia arriba de la colina. La iglesia puede promover un avivamiento.

Las iglesias a veces han tenido avivamientos poderosos sin ningún ministro. Pero cuando un ministro tiene una iglesia que está

despierta, y sabe cómo ponerla a trabajar, y cómo estar en el timón y guiarla, puede sentirse fuerte, y seguido puede encontrar que

ella hace más que él mismo en la conversión de los pecadores.

7. Con el fin de ser exitoso, un ministro necesita de gran sabiduría para saber cómo mantener a la iglesia trabajando. Seguido la

iglesia es como los niños. Ponen a los niños a trabajar, y parecen estar comprometidos, pero tan pronto regresa uno, lo han dejado

para ponerse a jugar. La gran dificultad de continuar un avivamiento yace aquí. Y reunirse requiere gran sabiduría. Saber cómo

quebrantarlos de nuevo, cuando su corazón se eleva porque tuvieron avivamiento; despertarlos de nuevo cuando su celo empieza

a ceder; mantener sus corazones llenos de celo por la obra; éstas son algunas de las cosas más difíciles en el mundo. Pero si un

ministro fuera exitoso en ganar almas, debe saber cuándo empiezan a sentirse orgullosos, o a perder el espíritu de oración, y

cuándo sondearlos y cómo examinarlos de nuevo, cómo mantener la iglesia en el campo recogiendo la cosecha del Señor.

8. Debe entender el evangelio. Pero preguntarán: ¿acaso todos los ministros entienden en evangelio? Respondo que ciertamente

no todos lo entienden igual, pues no predican igual.

9. Debe saber cómo dividirlo para traer las verdades particulares, en ese orden, y hacerles referirse a esos puntos, y en esos

momentos como están calculados para producir un resultado dado. Un ministro debe entender la filosofía de la humanidad para

saber cómo planear y arreglar sus trabajos sabiamente. La verdad, cuando es referida a la mente, está en sí misma calculada para

producir los sentimientos correspondientes. El ministro debe saber qué sentimientos desea producir, y cómo traer esa verdad para

llevar como está calculada para producir sentimientos. Debe saber cómo presentar la verdad calculada para los cristianos

humildes, o hacerle sentir por los pecadores, o despertar a los pecadores o convertirlos.

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Con frecuencia, cuando los pecadores se despiertan, el terreno se pierde por la falta de sabiduría en el seguimiento del impacto.

Quizá un sermón provocador se predique, los cristianos sean movidos, y los pecadores empiecen a sentir, y el siguiente domingo

algo será presentado que no tenga conexión con el estado de sentimiento en la congregación y que no esté calculado para dirigir a

la mente al ejercicio del arrepentimiento, fe o amor. Muestra cuán importante es que un ministro deba entender cómo producir una

impresión dada, y en qué momento se deba hacer, y por cuál verdad, y cómo darle seguimiento, hasta que el pecador sea

quebrantado y traído.

Muchos sermones predicados se pierden por la falta de un poco de sabiduría. Son buenos sermones, y están calculados, y bien

medidos de tiempo, para hacer gran bien, pero tienen poca conexión con el estado actual de sentimiento en la congregación, que

sería más que un milagro si debiera producir un avivamiento. Un ministro puede predicar en esta forma casual hasta morirse, y

nunca producirá ningún gran resultado. Puede convertir aquí y allá a un alma desperdigada, pero no moverá la masa de la

congregación a menos que sepa cómo dar seguimiento a sus impresiones para realizar un plan de operaciones y ejecutarlo, para

seguir con la obra cuando se empiece. Debe no sólo ser capaz de soplar la trompeta tan fuerte como para despertar al pecador de

su letargo, pero cuando lo haga, debe llevarlo por el camino más corto a Jesucristo. Y tan pronto como los pecadores sean

levantados por un sermón, inmediatamente no empiecen a predicar sobre algún tema lejano que no tiene ninguna tendencia para

continuar la obra.

10. Para alcanzar exitosamente las clases diferentes de pecadores, se requiere de gran sabiduría por parte del ministro. Por

ejemplo, un sermón de un tema en particular puede ser para una clase particular de personas entre el público. Quizá empiecen a

verse serios, o quizá hablen al respecto, o quizá ellos empiecen a cavilar al respecto. Ahora, si el ministro es sabio, sabrá cómo

observar esas indicaciones, y seguirá directamente con los sermones adaptados para esa clase hasta que los lleve al reino de

Dios. Entonces, déjenlo regresar y tomar a otra clase, averiguar dónde están escondidos, romper sus refugios, y darles

seguimiento, hasta que los lleve al reino de Dios. Debe de pegarle a cada arbusto donde los pecadores se esconden, como la voz

que siguió a Adán en el jardín: "¿DÓNDE ESTÁS TÚ?", hasta que una clase de público tras otra haya sido llevada, y así toda la

comunidad convertida. Ahora un ministro debe ser muy sabio para hacer eso. Nunca se hará así hasta que un ministro se prepare

para agarrar y traer cada clase de pecadores en su congregación, viejos y jóvenes, mujeres y hombres, ricos y pobres.

158

11. Un ministro necesita de gran sabiduría para alejar a los pecadores de sus refugios de mentiras, sin formar nuevos escondites

para ellos. Una vez estuve en el ministerio de un hombre que había tenido gran preocupación por las herejías, y era

constantemente utilizado para refutarlas. Y sacaba a colación muchas de esas herejías que su gente nunca había oído. Obtenía

esas ideas en su mayoría de libros, y socializaba muy poco con la gente para saber qué pensaban. Y el resultado de su trabajo

seguido fue que la gente estaba más interesada en la herejía, que en el argumento en contra. La novedad del error atrajo la

atención de ellos tanto que se les olvidaba la respuesta. Y de esa forma le dio a la gente muchas más objeciones contra la religión

como nunca habían pensado antes. Si el hombre no se socializa lo suficiente con la humanidad para saber cómo piensa hoy en

día, no puede esperar ser sabio para responder las objeciones y dificultades.

He oído mucha predicación en contra de los universalistas, que ha hecho más daño que bien, porque los predicadores no

entienden cómo las universalistas del presente razonan. Nunca se han mezclado con los universalistas, y no saben lo que creen y

cómo argumentan ahora, pero tienen todo lo que saben del universalismo de los libros que fueron escritos hace mucho, y ahora no

están actualizados en los mismos universalistas. Y la consecuencia es que cuando ellos intentan predicar en contra del

universalismo se oponen a una idea débil y fácil de refutar, y no al modo de pensar de los universalistas como ahora piensan en la

comunidad. Y la gente se ríe de ellos, o dice que son mentiras, pues sabe que los universalistas no tienen ese modo de pensar

como les atribuye el predicador.

Cuando los ministros emprenden oponerse a una herejía presente, deben saber lo que hay ahora. Por ejemplo, casi todos los que

escriben y predican contra el universalismo creen que son llamados para oponerse a la idea de que Dios es toda misericordia.

Suponen que los universalistas sostienen la doctrina de que Dios es toda misericordia, y que cuando han refutado esa doctrina,

han echado abajo los universalistas. Pero eso no es cierto. No sostienen esa doctrina. La niegan. Rechazan la idea de misericordia

en la salvación de los hombres, pues sostienen que cada hombre es castigado plenamente de acuerdo a sus merecimientos justos.

¿De qué uso es, entonces, argumentar en contra de los universalistas de que Dios es un Dios de justicia y no de toda misericordia,

cuando se agarran de la justicia de Dios sola como la base de la salvación, y no admiten la idea de misericordia para nada?

Del mismo modo, he oído a hombres predicar contra la idea de que los hombres son salvados en sus pecados, y suponen que

están predicando contra la doctrina universalista. Los universalistas no creen tal cosa. Creen que todos los hombres fueron hechos

santos y salvados en esa manera. Esto muestra la importancia de conocer lo que la gente sostiene antes de que traten de

159

convencerlos de sus errores. No es de utilidad tergiversar las doctrinas de un hombre frente a él, y luego tratar de convencerlo.

Debe establecer su doctrina como ellos la sostienen, y establecer sus argumentos justamente. De otro modo, si los establece

equivocadamente, harán que se enojen o que se rían en secreto por la ventaja que le dieron. Dirán: "ese hombre no puede discutir

conmigo bajo bases justas; tiene que tergiversar nuestras doctrinas a fin de refutarme". Gran daño se ha hecho así. Los ministros

no intentan tergiversar a sus oponentes, sino el efecto es ese, que las pobres miserables criaturas que sostienen esos errores van

al infierno porque los ministros no se molestan en informarse cuáles son los errores reales. Los errores nunca son deshechos por

un proceso así. Menciono los casos para mostrar cuánta sabiduría debe tener un ministro para tratar los casos que ocurran. Debe

estar familiarizado con las posturas reales de los hombres a fin de tratarlas, y quitar sus errores y equivocaciones.

Los ministros deben saber qué medidas se calculan mejor para ayudar lograr el gran fin de su cargo, la salvación de las almas.

Algunas medidas son plenamente necesarias. Por medidas quiero decir qué cosas deben hacerse para tener la atención de la

gente y llevarla a oír la verdad. Construir casas de culto, visitar de casa en casa, y demás, son todas "medidas", el objeto del cual

es conseguir la atención de la gente para el evangelio. Mucha sabiduría es el requisito para trazar y realizar todas las varias

medidas que son adaptadas para favorecer el éxito del evangelio.

¿Qué hacen los políticos? Organizan reuniones, circulan folletos y volantes, hablan en los periódicos, mandan por las calles sus

barcos sobre ruedas con banderas y marinos; mandan carros por todo el pueblo, con volantes, para traer la gente a las urnas--todo

para ganar su atención para su causa y que elijan a su candidato. Todas esas son sus "medidas", y para su fin se calculan

sabiamente. El objeto es elevar el ánimo, y que salga la gente. Saben que al menos que haya entusiasmo es vano perseguir su fin.

No quiero decir que sus medidas sean piadosas, o correctas, sino sólo que son sabias, en el sentido de que son la aplicación

apropiada de los medios para el fin.

El objetivo del ministerio es hacer que la gente sienta que el diablo no tiene derecho de regir el mundo, sino que deben darse a

Dios, y votar en el Señor Jesucristo como el gobernante del universo. Ahora, ¿qué debe hacerse? ¿Qué medidas tomaremos?

Dice alguien: "asegúrense de que no tengan nada que sea nuevo". ¡Qué extraño! El objetivo de nuestras medidas es ganar la

atención, y deben tener algo nuevo. Tan seguro como el efecto de una medida se vuelve estereotipada, cesa de ganar atención, y

entonces deben tratar algo nuevo. No necesitan tener innovaciones en todo. Pero cuando el estado de las cosas es tal que algo

más se necesita, debe ser algo nuevo, de otra manera fallará. Un ministro no debe nunca introducir innovaciones a las que no se

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han solicitado. Si lo hacen, lo avergonzarán. No puede alterar el evangelio; ese permanece igual. Pero las medidas nuevas son

necesarias, de vez en cuando, para despertar la atención y llevar el evangelio para ser relacionado con la mente pública. Y

entonces el ministro debe saber cómo introducir cosas nuevas para crear la menos resistencia o reacción posibles. La humanidad

es afecta a la forma en religión. Les encanta tener deberes religiosos estereotipados para estar tranquilos, y por tanto se inclinan a

resistir cualquier movimiento nuevo diseñado para levantarlos a la acción y sentimiento. De ese modo es del todo importante

introducir cosas nuevas sabiamente para no dar a la ocasión o apología innecesarias a la resistencia.

13. No se necesita mucha sabiduría de un ministro para saber cuándo poner un alto a las nuevas medidas. Cuando una medida es

lo bastante novedosa para asegurar la atención de la verdad, por lo regular ninguna otra medida debe introducirse. Han asegurado

el gran objetivo de la novedad. Cualquier cosa estará en peligro de desviar la mente del público y fijarla en las medidas mismas. Y

entonces, si introducen novedad cuando no es requerida, ustedes pasarán por un campo vasto, que poco a poco cuando

realmente quieran algo nuevo, no tendrán nada más qué introducir sin hacer algo que haga un gran impacto en la mente del

público. La Biblia no ha puesto un curso específico de medidas para promover avivamientos de religión, pero lo ha dejado a los

ministros para adoptar tal como están sabiamente calculadas para asegurar el fin. Y mientras seamos más parcos para cosas

nuevas, más tiempo las podemos usar, para mantener la atención pública despierta al gran tema de la religión. Por un curso sabio

esto sin duda puede ser hecho por muchos años hasta que nuestras medidas presentes poco a poco tengan la novedad suficiente

en ellas para otra vez atraer y fijar la atención del público. Y entonces nunca careceremos de algo nuevo.

14. Un ministro, para ganar almas, debe saber cómo tratar con pecadores despreocupados, despiertos y ansiosos para llevarlos

directamente a Cristo en la forma más corta y directa. Es sorprendente ver cuántos ministros hay que no saben cómo tratar a

pecadores, o qué decirles en sus varios estados de la mente. Una buena mujer en Albany me dijo que cuando estuvo bajo

preocupación fue a su ministro y le preguntó qué debía hacer para obtener alivio. Y le dijo que Dios no le había dado mucha

experiencia en el tema, y le aconsejaba que fuera con un diácono tal y tal, quien quizá podría decirle qué hacer. La verdad era que

no sabía qué decirle a un pecador bajo convicción, aunque no había nada en particular en el caso de ella. Ahora su creen que ese

ministro es un caso raro, están engañados. Hay muchos ministros que no saben qué decirle a los pecadores.

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Un ministro una vez llevó a cabo una reunión ansiosa**. Al asistir a ella, en vez de acudir a cada uno de los estaban ahí presentes

y listos para responder en fe y arrepentirse, empezó a preguntarles del catecismo, "¿en qué punto Cristo ejerció el sacerdocio?"

Aquella pregunta no tenía ninguna aplicación para el propósito de la reunión.

Conozco a un ministro que tuvo una reunión ansiosa y asistió a ella con un discurso por escrito que había preparado para la

ocasión. Tan sabio como podía ser si un médico, que sale a ver a sus pacientes, debiera sentarse cuando quisiera y escribir todas

las recetas antes de que los haya visto. Un ministro necesita saber el estado mental de las personas, antes de que pueda saber

qué verdad será apropiada y útil de administrar. Digo estas cosas, no porque me encante hacerlo, sino porque la verdad, y el

objeto frente a mí, requieren que se digan. En tales instancias como he mencionado no son de ninguna manera raras.

Un ministro debe saber cómo aplicar la verdad a todas las situaciones en las que pueda encontrar a pecadores moribundos

yéndose al infierno. Debe saber cómo predicar, cómo orar, cómo conducir reuniones de oración, y cómo usar todos los medios

para llevar la verdad de Dios para afectar el reino de la oscuridad. ¿Acaso esto no requiere sabiduría? Y ¿quién es suficiente para

estas cosas?

II. La cantidad del éxito del ministro en ganar almas (todo queda igual) invariablemente decide la cantidad de sabiduría

que ha ejercido en el cumplimiento de su cargo.

1. Esto plenamente se afirma en el texto "el que gana almas es sabio". Esto es, si un hombre gana almas, hábilmente adapta los

medios al fin, que son, ejercer sabiduría. Es más sabio por cuanto mayor es el número de pecadores que salva. Un zopenco

puede, en efecto, de vez en cuando tropezar con tal verdad o presentarla para salvar un alma. Sería una maravilla en efecto si un

ministro a veces no tuviera algo en sus sermones que se topara con el caso de algún individuo. Pero la cantidad de sabiduría es

para decidirse, todo queda igual, por el número de casos en los que es exitoso en convertir a pecadores.

Tómese el caso de un médico. El gran curandero en Nueva York puede de vez en cuando toparse ante una cura increíble, y así

elevar su reputación con el ignorante. Pero la gente seria y sensata juzga la habilidad de un médico por la uniformidad de su éxito

para vencer la enfermedad, la variedad de las enfermedades que pueda tratar, y el número de casos en los que es exitoso para

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salvar a sus pacientes. El más diestro salva a más. Esto es sentido común. Es la verdad. Y así tan cierto en cuanto al éxito de

salvar almas, y tan cierto en el mismo sentido.

2. Este principio no sólo es afirmado en el texto, sino que es un asunto de hecho, una verdad histórica, que "el que gana almas es

sabio". Ha empleado de hecho los medios adaptados de tal manera para asegurar el fin.

3. El éxito de salvar almas es evidencia de que un hombre entiende el evangelio, y entiende la naturaleza humana, que sabe cómo

adaptar los medios para su fin, que tiene sentido común, y que tiene ese tipo de tacto, ese discernimiento práctico, para saber

cómo llegar a la gente. Y si su éxito es extensivo, muestra que sabe cómo tratar con gran variedad de caracteres, en una gran

variedad de circunstancias, que son aún todos enemigos de Dios, y llevarlos a Cristo. Hacer eso requiere gran sabiduría. Y el

ministro que lo hace muestra que es sabio.

4. El éxito de salvar almas muestra que un ministro no sólo sabe cómo trabajar sabiamente para ese fin, sino también que sabe

dónde está su dependencia. Ustedes saben que los temores con frecuencia se expresan respecto a esos ministros que se centran

directa y esforzadamente en la conversión de los pecadores. La gente dice "pues, este hombre va a trabajar en su propia fuerza;

uno imaginaría que cree que él mismo se puede convertir". Cuán seguido ha mostrado el evento que el hombre sabe lo va a hacer,

muy bien, y sabe dónde está su fuerza también. Fue a trabajar para convertir con denuedo a pecadores, como si pudiera hacer él

solo, pero ésa es la forma que debe hacer. Debe razonar con los pecadores, y convencerlos, tan fiel y plenamente como si no

esperara ninguna interposición del Espíritu de Dios, o como si supiera que no hubiera Espíritu Santo. Pero cuando un hombre hace

eso con éxito, muestra que, después de todo, sabe que debe depender del Espíritu de Dios solo para éxito.

OBJECIÓN. Hay muchos que sienten una objeción contra este tema, apareciendo fuera de la vista que han tomado del ministro de

Jesucristo. Nos preguntan, "¿Qué dirán del ministerio de Jesucristo?, ¿acaso no fue sabio?" Respondo: Sí, infinitamente sabio.

Pero en cuanto a su supuesta falta de éxito en la conversión de pecadores, observarán las siguientes cosas:

(1.) Que su ministerio fue vastamente más exitoso que de lo que se suponía generalmente. Leemos en uno de los escritores

santos, que luego de su resurrección y antes de su ascenso, "apareció a más de quinientos hermanos a la vez". Si tantos como

quinientos hermanos se hallaron reunidos en un lugar, vemos que debió haber un vasto número de ellos esparcidos por el país.

163

(2.) Otra circunstancia a observarse es que su ministerio público fue muy corto, menos de tres años.

(3.) Consideren el diseño peculiar de su ministerio. Su objetivo principal era hacer la expiación por los pecados del mundo. No se

centraba tanto en promover avivamientos. La "dispensación del Espíritu" no era aún dada. No predicó el evangelio tan plenamente

como sus apóstoles después. Los prejuicios de la gente estaban muy fijos y eran violentos que no lo soportaban. El que no lo

hiciera es claro por el hecho que incluso los apóstoles, que estaban constantemente con él, no entendían la expiación. No

entendían que iba a morir, y como consecuencia, cuando supieron que de hecho había muerto, cundieron en desesperación, y

pensaron que todo había pasado, sus esperanzas llevadas por el viento. El hecho fue que tenía otro objetivo en la mira, al que todo

lo demás era hecho para rendirse, y el estado pervertido de la mente pública, y los prejuicios obstinados prevalecientes, mostraron

por qué los resultados no se veían más en la conversión de los pecadores. El estado de la opinión pública fue tal que finalmente lo

mataron por lo que predicaba.

Muchos ministros que tienen poco o nada de éxito se están escondiendo detrás del ministerio de Jesucristo, como si fuera un

predicador sin éxito. Mientras, de hecho, era eminentemente exitoso, considerando las circunstancias en las que trabajaba. Ése es

el último lugar donde un ministro que no tiene éxito debe pensar en esconderse.

OBSERVACIONES

1. Un ministro puede estar muy instruido y no ser sabio. Hay muchos ministros que tienen mucha instrucción; entienden todas

ciencias, físicas, molares y teológicas; pueden saber lenguas muertas, poseer todo el conocimiento, y no ser sabios, en relación al

gran fin sobre el que son generalmente empleados. Los hechos claramente lo demuestran. "El que gana almas es sabio".

2. Un ministro sin éxito puede ser piadoso como también ser instruido, y no ser sabio. Es injusto inferir porque un ministro no es

exitoso, que por lo tanto es un hipócrita. Puede haber algún defecto en su educación, o en su modo de ver el tema, o de exhibirlo,

o una carencia de sentido común, como anular su trabajo, y prevenir su éxito para ganar almas, mientras él mismo pueda ser

sabio--"así como por fuego".

3. Un ministro puede ser sabio, aunque no esté instruido. Puede no entender las lenguas muertas, o la teología en su aceptación

común, pero puede saber lo que un ministro del evangelio quiere, sin saber muchas otras cosas. Un ministro instruido y un ministro

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sabio son cosas diferentes. Los hechos en la historia de la iglesia en todas las épocas prueban eso. Es común para iglesias,

cuando buscan un ministro, que sea instruido. No malentiendan que desprecio la instrucción. Mientras más instrucción, mejor, si

también es sabio él en el gran asunto por el que se le emplea. Si un ministro sabe cómo ganar almas, a mayor instrucción, mejor.

Pero si tiene otro tipo de instrucción, y no esa, infaliblemente fracasará del fin de su ministerio.

4. La falta de éxito en un ministro (todo queda igual) prueba: (1) que nunca fue llamado para predicar, y que lo sacó de su cabeza,

o (2) que fue educado muy mal, y nunca se le enseñaron las cosas que quiere saber más, o (3) que si fuera llamado a predicar, y

supiera cómo cumplir su deber, sería muy indolente y muy perverso para hacerlo.

5. Esos son los mejores ministros instruidos, que ganan la mayoría de las almas. Los ministros a veces son despreciados y

llamados muy ignorantes porque no saben de ciencias y lenguas, aunque están muy lejos de ser ignorantes de aquello por el que

el ministerio es asignado. Eso está mal. La instrucción es importante, y siempre es útil. Pero después de todo, un ministro puede

saber cómo ganar almas para Cristo, sin gran instrucción, y tiene la mejor instrucción para un ministro, que puede ganar la mayoría

de las almas para Cristo.

6. Hay evidentemente un gran defecto en el modo presente de instruir ministros. Esto es un HECHO SOLEMNE, al que la atención

de toda la iglesia debe ser llamada distintivamente, que la gran masa de ministros jóvenes que son instruidos logran muy poco.

Cuando los jóvenes salen de los seminarios ¿están aptos para ir a un avivamiento? Véase un lugar donde se están llevando a

cabo avivamientos y se busque a un ministro. Que los manden a un seminario teológico para un ministerio. ¿Entrará en la obra y la

sostendrá, la continuará? Como David y el escudero de Saúl, llega él con un mucho disparate teológico que no sabe nada de qué

hacer. Déjenlo por dos semanas y terminará el avivamiento. Las iglesias saben y sienten que la mayor parte de estos jóvenes no

saben cómo hacer algo que necesite hacerse para un avivamiento, y se quejan de que los ministros jóvenes están rezagados de la

iglesia. Pueden enviar a todos por los Estados Unidos, al seminario teológico, y encontrar más que pocos ministros jóvenes aptos

para realizar la obra. ¡Qué estado de cosas!

Hay un gran defecto en instruir a ministros. La instrucción debe ser tal para preparar a jóvenes para la obra en particular a la que

son llamados. Pero en vez de eso, son instruidos para algo más. El gran error es éste. Dirigen mucho la mente a asuntos

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irrelevantes, que no son necesarios cubrir. En sus planes de estudio, llevan a la mente por un campo amplio, que desvía su

atención del objeto principal, y entonces se vuelven fríos en la religión, y cuando salen, en vez de estar aptos para la obra, no lo

están. Bajo la apariencia de disciplinar la mente, ellos de hecho dispersan la atención para que cuando llegan a la obra, son torpes,

y no saben como asirse, o actuar, para ganar almas. Esto no es el universalmente el caso, pero con frecuencia es así.

Es común para la gente que hable en voz alta y largamente sobre un ministro instruido. Nunca se haga tal cosa como decir una

palabra contra un ministro instruido. Pero ¿qué queremos decir por una instrucción para el ministerio? ¿Queremos decir que deben

estar tan instruidos como para estar aptos para la obra? Si son muy instruidos, a más instrucción, mejor. Que la instrucción sea la

correcta, enseñar a un joven las cosas que necesita saber, y no las cosas que no necesita saber. Que sean instruidos para la obra.

No dejen que la instrucción sea tal que cuando el joven salga, luego de pasar seis, ocho, o diez años de estudio, no valga ni la

mitad de lo que valía antes que fuera. He conocido a jóvenes que salen de lo que llaman un "curso exhaustivo", que no estaban

aptos para hacerse cargo de una reunión de oración, y que no pueden dirigir una reunión de oración, para hacerla lucrativa o

interesante. Un anciano de la iglesia en una ciudad vecina, me informó recientemente de un caso. Un joven, antes de ir al

seminario, había sido excesivamente útil entre ellos. Luego de haber estado en el seminario, enviaron por él y querían su ayuda,

pero oh, ¡qué cambiado estaba! Estaba tan totalmente transformado que no hizo ninguna impresión; la iglesia pronto empezó a

quejarse que iban morir bajo sus influencias, y se fue porque no estaba preparado para la obra.

Es común para aquellos ministros que han estado en los seminarios, y ahora son útiles, para afirmar que su plan de estudios hizo

muy poco o nada de bien, y que tienen que desaprender lo que habían aprendido, antes de que hagan mucho. No lo digo de

manera censuradora, sino es un hecho solemne, y debo decirlo en amor.

Supongan que un hombre va a ser cirujano en la marina. En vez de ir a la escuela de medicina para aprender cirugía, ¿acaso iría a

la escuela náutica para aprender navegación? De esta forma, pueden prepararlo para navegar un barco, pero no para cirujano. Los

ministros deben prepararse para saber lo que es la Biblia, y lo que es la mente humana, y saber cómo llevar a uno para conducirse

con otros. Deben ser llevados a estar en contacto con la mente. Familiarizarse con todos los aspectos de la sociedad. Deben tener

la Biblia en una mano, y el mapa de la mente humana en la otra, y saber cómo usar la verdad para la salvación de los hombres.

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7. Una falta de sentido común con frecuencia frustra los fines del ministerio cristiano. Hay muchos buenos hombres en el

ministerio, que tienen instrucción, y talentos de algún tipo, pero no tienen sentido común para ganar almas.

8. Vemos un gran defecto en nuestras escuelas teológicas. Los jóvenes son callados en sus escuelas, confinados a libros y

alejados de la interacción con la gente común, o en contacto con la mente común. Por tanto, no están familiarizados cómo la gente

piensa. Esto da cuenta del hecho de que algunos hombres simples, que han sido criados para el comercio, están familiarizados

con la naturaleza humana, están diez veces más calificados para ganar almas que aquellos que son educados en el principio

presente, y están de hecho diez veces más familiarizados en el negocio propio del ministerio. Éstos son llamados hombres "sin

preparación". Éste es un gran error. No están instruidos en ciencias, pero están instruidos en las cosas que necesitan saber como

ministros. No son ministros ignorantes, pues saben exactamente cómo llegar a la mente con la verdad. Entienden las mentes de

los hombres, y cómo adaptar el evangelio al caso de ellos. Están mejor equipados para la obra que si tuvieran toda la maquinaria

de las escuelas.

Deseo que se me entienda. No digo que no mandaría a un joven a la escuela, ni tampoco que lo desanimaría para dedicarse a un

campo de la ciencia. Mientras más esté, es mejor, si junto con ello aprende también las cosas que el ministro necesita saber a fin

de ganar almas--si entiende la Biblia, la naturaleza humana, y sabe cómo llevar la verdad, y cómo guiar y tratar las mentes, y

alejarlas del pecado y llevarlas a Dios.

9. El éxito de cualquier medida para promover un avivamiento de religión de muestra su sabiduría con las siguientes excepciones:

(1.) Una medida puede ser introducida para efecto de producir entusiasmo, y ser tal que cuando se mire en retrospectiva sobre lo

que vendrá, se verá sin sentido, y aparecerá haber sido un mero truco. En ese caso, reaccionará y su introducción hará más daño

que bien.

(2.) Las medidas pueden introducirse, y el avivamiento ser poderoso, y el éxito atribuido a las medidas, cuando de hecho otras

cosas hicieron poderoso el avivamiento, y esas medidas pudieron haber sido un obstáculo. Las oraciones de cristianos, y la

predicación, y otras cosas, pueden haber estado tan bien calculadas para realizar la obra que han tenido éxito pese a esas

medidas.

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Pero cuando la bendición evidentemente sigue la introducción de la medida misma, la prueba está sin respuesta, que la medida es

sabia. Es profano decir que una medida tal hará más daño que bien. Dios sabe acerca de eso. Su objetivo es hacer la mayor

cantidad de bien posible. Puede algunas veces retener su bendición de una medida que hará más daño que bien. A veces puede

retener su bendición de una medida que es calculada para hacer algo de bien porque será a expensas de un bien mayor. Pero

nunca bendecirá un curso de acción pernicioso. No hay tal cosa como engañar a Dios en el asunto. Sabe si una medida dada es o

no, en lo general, sabia. Puede bendecir una serie de trabajos a pesar de unas medidas lastimosas o poco sabias. Pero si bendice

la medida en sí misma, está reprendiendo a Dios para que la pronuncie sin sabiduría. El que lleva a cabo eso, que vea el asunto.

10. Es evidente que mucha falta ha sido encontrada con las medidas, que ha sido constante y permanentemente bendecidas de

Dios para la promoción de avivamientos. Sabemos que se dice que los insultos horrendos de un profanador han sido los medios

para despertar a otro pecador menos endurecido. Pero esto es un caso raro. Dios por regular no hace uso de la blasfemia. Pero si

una medida es continua y usualmente bendecida, que el hombre que piensa que es más sabio que Dios, la pone en tela de juicio.

¡TENGAN CUIDADO de cómo critican a Dios!

11. Los cristianos deben orar por los ministros. Hermanos, si sienten cuánto los pecadores necesitan sabiduría para cumplir los

deberes de su gran cargo con éxito, y cuán ignorantes todos ellos son, y cuán insuficientes son ellos mismos, para pensar

cualquier cosa de ellos mismos, orarían por ellos mucho más de lo que hacen; esto es, si les importara el éxito de sus trabajos. La

gente con frecuencia critica a los ministros cuando no oran por ellos. Hermanos, esto es tentar a Dios, pues no deben esperar más

de los ministros a menos que oren por ellos. Y no deben esperar una bendición en los trabajos del ministerio de ustedes, o tener a

sus familias convertidas por la predicación de él, cuando ustedes no oran por él. Y así para los otros, los lugares desolados, y los

paganos, en vez de orar todo el tiempo, sólo que Dios mande más obreros, necesitan orar que Dios haga sabios a los ministros

para ganar almas, y que aquellos que envía pueden ser instruidos propiamente para que sean los escribas bien instruidos en el

reino de Dios.

(12.) Aquellos laicos en la iglesia que saben cómo ganar almas son contados como sabios. No deben ser llamados "laicos

ignorantes". Y aquellos miembros de la iglesia que no saben cómo convertir a pecadores, y que no pueden ganar almas, no deben

ser llamados sabios--como cristianos. No son cristianos sabios; sólo "el que gana almas es sabio". Pueden estar instruidos en

política, en todas las ciencias, o pueden se diestros en la administración de un negocio, u otras cosas, y pueden despreciar a

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aquellos que ganan almas, por ser hombres ignorantes, sencillos, de corazón simple. Si alguno de ustedes está inclinado a hacer

eso, y devaluar a aquellos hermanos que ganan almas, que no son sabios y diestros como ustedes, se engañan a ustedes

mismos. No sabrán de algunas cosas que sepan ustedes, pero saben aquellas cosas que un cristiano está más preocupado de

saber y ustedes no.

Puede ejemplificarse por el caso un ministro que se hace a la vela. Puede estar instruido en ciencias, pero no sabe nada de cómo

navegar un barco. Y empieza a preguntar a los marineros acerca de esto y otro, y para qué es esa cuerda y demás. "Pues", dicen

los marineros, "esas no son cuerdas, sólo tenemos una sola cuerda en un barco, éstas son jarcias, el hombre habla como un

tonto". Y entonces ese hombre instruido se vuelve el hazmerreír, quizá, de los marineros, porque no sabe cómo navegar un barco.

Pero si les fuera decir la mitad de lo que sabe acerca de ciencia, quizá pensarían que es un mago por saber tanto. Así que los

estudiantes instruidos pueden entender muy bien y pueden reírse de un cristiano humilde, y llamarlo ignorante, aunque sepa cómo

ganar almas más que quinientos de ellos.

Una vez me dolió y acongojó el escuchar a un ministro que regañaba a un joven predicador, quien se había convertido bajo

circunstancias notables, y quien tenía licencia para predicar sin haber tenido estudios. Ese ministro, que nunca, o por lo menos rara

vez, había convertido a algún alma, lo regañó de una manera criticona y altiva, despreciándolo porque no tenía la ventaja de una

educación liberal, cuando de hecho era fundamental en la conversión de más almas que cualquier ministro como ese.

No diré nada para devaluar, o llevarlos a ustedes a devaluar una educación concienzuda para los ministros. Pero no llamaría eso

una educación concienzuda, que reciben en sus universidades y seminarios. No los hacen aptos para la obra. Apelo a toda la

experiencia, si nuestros jóvenes en el seminario son concienzudamente instruidos para el propósito de ganar almas. ¿ACASO LO

HACEN? Todos saben que no. Véanse los reportes del Home Ministry Society. Si recuerdo bien, en 1830, el número de

conversiones en conexión con los trabajos de los misioneros de esa sociedad no excedieron cinco por cada misionero. Creo que el

número ha crecido desde entonces, pero es excesivamente pequeño de lo que hubiera sido si hubiesen estado aptos para un

curso correcto de entrenamiento para la obra. No digo esto para reprocharlos, pues en mi corazón me compadezco de ellos, y de

la iglesia por estar bajo la necesidad de sostener ministros tan entrenados, o para nada. Son los mejores hombres de la Missionary

Society que pueda tener. Supongo, desde luego, que se me reprochará al decir eso. Pero es muy cierto y doloroso para ocultarse.

Aquellos padres que tienen la capacitación de los ministros jóvenes son buenos hombres, pero son antiguos, de otra época y

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estampa, de lo que se necesita en estos días de entusiasmo, cuando la iglesia y el mundo se están levantando a un pensamiento y

acción nuevos. Aquellos queridos padres, supongo, no verán eso; y quizá piensen mal de mí por decirlo, pero es la causa de

Cristo. Algunos de ellos están poniéndose ancianos, y deben renunciar, y dar lugar a los jóvenes, que no están considerados como

físicamente capaces, por la edad, para mantenerse al paso con los movimientos externos de la iglesia. Y aquí debo decir, que para

mi propia mente, parece evidente, que a menos que nuestros profesantes teológicos prediquen bastante, se mezclen mucho con la

iglesia y simpaticen con ella y todos sus movimientos, es moralmente, si no naturalmente, imposible, que ellos deban tener éxito en

entrenar a jóvenes al espíritu de la época. Es una pena y pecado que los profesantes teológicos, que predican rara vez, retirados

de sus deberes activos del ministerio, deban sentarse en sus estudios y escribir sus cartas, consultivas o dictatoriales, a ministros e

iglesias que están en la obra, y en circunstancias para juzgar lo que se necesita hacerse. Los hombres que pasan la mayor o casi

todo el tiempo en deberes activos del ministerio son sólo hombres que pueden juzgar lo que es oportuno o inoportuno, prudente o

imprudente, en cuanto a medidas de vez en cuando. Es tan peligroso y ridículo para nuestros profesantes teológicos, retirados del

campo del conflicto, como para permitírseles dictar sobre las medidas y movimientos de la iglesia, como sería para un general

sentarse en su recámara e intentar ordenar una batalla. (Esto fue dicho en 1833).

Dos ministros estuvieron un día conversando con otro ministro cuyos trabajos eran vehementemente bendecidos en la conversión

de miles de almas. Uno de ellos dijo, "ese hombre no debería de predicar más; debería detenerse e ir" a un seminario teológico

que nombró, "y pasar por un plan normal de estudios". Dijo que el hombre tenía "una buena mente, y si se le instruía

exhaustivamente, podría ser útil". El otro contestó: "¿crees que sería más útil yendo a ese seminario? Te reto a que muestres con

hechos que sería más útil de lo que ha sido. No, señor, el hecho es que desde que este hombre ha estado en el ministerio, ha sido

fundamental para convertir más almas que todos los jóvenes que han salido de ese seminario". ¡Esto es lógico! ¡Deténganse y

vayan a un seminario, prepárense para convertir almas, cuando está convirtiendo más que todos los que salen del seminario!

FINALMENTE, quisiera preguntarles antes de que me siente, ¿quién entre ustedes puede decir que posee esta sabiduría Divina?

¿Quiénes de los laicos? ¿Quiénes de los ministros? ¿Puede alguno de ustedes? ¿Estamos en la obra, sabiamente para ganar

almas o estamos creyendo que el éxito no es criterio de sabiduría? Es un criterio. Es un criterio seguro que cada ministro debe

tratar. La cantidad de su éxito, todo queda igual, mide la cantidad de sabiduría que ha ejercido en el desempeño de su cargo.

¡Qué tan pocos de ustedes han tenido la suficiente sabiduría para convertir un solo pecador!

170

No digan ahora "no puedo convertir a pecadores; ¿cómo puedo convertirlos? Dios solo puede convertir pecadores". Vean el texto:

"El que gana almas es sabio", y no crean que se pueden zafar de esa oración. Es cierto que Dios convierte a los pecadores, pero

hay sentido, también, en el que los ministros los convierten. Y tienen algo que hacer; algo que requiere sabiduría; algo que, si lo

hacen sabiamente, asegurará la conversión de los pecadores en proporción a la sabiduría empleada. Si nunca han hecho eso, ya

es hora que piensen sobre ustedes, y vean si tienen la sabiduría suficiente para salvar incluso sus propias almas.

Hombres--mujeres--están obligados a ser sabios para ganar almas. Quizá ya almas han perecido; quizá un amigo, o un hijo está

en el infierno, porque no ejercieron sabiduría para salvarlos. La ciudad se está yendo al infierno. Sí, el mundo se está yendo al

infierno, y debe seguir así hasta que la iglesia sepa qué hacer para lograr sus fines, mientras estamos escribiendo al respecto, sin

saber qué hacer, o dónde ponernos a trabajar, y los pecadores se están yendo al infierno.

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*un segundo número "5" estaba aquí por error, quitando la secuencia de los números del 6 al 9, y el número 13 también se duplicó

por error. Nota del editor.

**Una reunión ansiosa para Finney consistía en predicar un sermón breve, y entonces informarle a la gente lo que quería él. Les

pedía a quienes estaban ansiosos o conturbados por sus almas, y que estaban dispuestos, inmediatamente a hacer las paces con

Dios, y asistir a un reunión para instrucción, adaptada al estado mental de ellos. Finney supo de dichas reuniones por primera vez

en Nueva Inglaterra donde se realizaban con el propósito de tener una conversación personal con los pecadores ansiosos y

adaptar la enseñanza a los casos de cada persona para guiarlos a Cristo. Estas reuniones se hacían de dos maneras: (1) se

pasaban unos momentos en una conversación personal, conociéndose el estado mental de cada persona, y entonces se dirigían a

todos quitar cualquier dificultad o error; (2.) al ir con cada persona, y ver el caso de cada uno de ellos por separado, se lograba que

prometieran dar su corazón a Dios. Ésta fue una práctica innovadora en su momento, lo cual creó objeción para muchos. Nota del

traductor.

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CONFERENCIA XII

CÓMO PREDICAR EL EVANGELIO

TEXTO.-- El que gana almas es sabio. --PROVERBIOS 11:30.

UNA de las últimas observaciones en mi conferencia pasada fue que el texto atribuye la conversión del hombre. Ganar almas es

convertir a los hombres. Esta tarde planeo mostrar:

I. Que varios pasajes de la escritura lo atribuyen a la conversión del hombre.

II. Que esto es consistente con otros pasajes de que lo atribuyen a la conversión a Dios.

III. Propongo discutir varios asuntos en particular que creo importantes en cuanto a la predicación del evangelio y que

muestran que gran sabiduría práctica es necesaria para ganar almas a Cristo.

I. Voy a mostrar que la Biblia lo atribuye a la conversión de los hombres.

Hay muchos pasajes que representan la conversión de los pecadores como la obra de los hombres. En Daniel 12:3 dice "los

entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a

perpetua eternidad". Aquí la obra es asignada a los hombres. Del mismo modo en 1 Co. 4:15, "Porque aunque tengáis diez mil

ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio". Aquí el apóstol

explícitamente dice a los corintios que los hizo cristianos, con el evangelio que les predicó. De nuevo, en Santiago 5: 19-20, se nos

172

enseña lo mismo. "Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que

haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados". Podría citar muchos

otros pasajes igual de explícitos, pero éstos son suficientemente abundantes para establecer el hecho que la Biblia atribuye la

conversión a los hombres.

II. Procederé a mostrar que esto no es inconsistente con esos pasajes en los que la conversión de atribuye a Dios.

Y aquí permítanme observar que seguido me parece muy extraño que los hombres deban suponer que hay aquí una

inconsistencia, o que deben pasar por alto el simple sentido común del asunto. Cuan fácil es ver aquí que hay un sentido en el que

Dios los convierte y otro sentido en el que los hombres los convierten.

Las escrituras atribuyen la conversión de un pecador a cuatro agencias: a los hombres, Dios, la verdad y el pecador mismo. Los

pasajes que le atribuyen a la verdad son de la clase más extensa. Es sorprendente que los hombres hayan pasado por alto esta

distinción y hayan considerado la conversión como una obra realizada exclusivamente por Dios. Lo mismo es que cualquier

dificultad debió haberse sentido en el asunto o que la gente se haya pronunciado incapaz de reconciliar estas varias clases de

pasajes.

Pues la Biblia habla del asunto precisamente como hablamos de cosas comunes. Hay un hombre que ha estado muy enfermo. Es

natural que él diga de su médico: "ese hombre salvó mi vida". ¿Acaso quiere decir que el médico salvó su vida sin referencia a

Dios? Ciertamente no a menos que sea un infiel. Dios hizo al médico y también hizo la medicina. Y nunca puede ser mostrado,

pero la agencia de Dios está tan verdaderamente preocupada en hacer que la medicina haga efecto para salvar su vida como es

hacer que la verdad haga efecto para salvar un alma. Afirmar lo contrario es ateísmo. Es cierto entonces que el médico lo salvó y

también es cierto que Dios lo salvó. Es igualmente cierto que la medicina salvó su vida y que salvó él su vida al tomar la medicina

porque ésta no hubiera hecho nada si no la hubiera él tomado voluntariamente o sometido su cuerpo a su poder.

En la conversión de un pecador, es cierto que Dios da eficacia a la verdad para volver un pecador a Dios. Es un agente activo,

voluntario y poderoso en cambiar la mente. El que trae la verdad a su atención es también un agente. Somos aptos para hablar de

ministros y otros hombres como sólo instrumentos en convertir a pecadores. Esto no es exactamente correcto. El hombre es algo

173

más que un instrumento. La verdad es un mero instrumento inconsciente. Pero el hombre es más, es un agente voluntario y

responsable en el asunto. En mi sermón impreso número 1, que algunos de ustedes han visto, he ilustrado esa idea por el caso de

un individuo en los bancos de las Cataratas del Niágara.

Supóngase que están de pie en el banco de las Cataratas de Niágara. Mientras están parados a la orilla del precipicio, ven a un

hombre absorto en contemplación profunda, acercándose a la orilla sin darse cuenta de su peligro. Se acerca cada vez más hasta

que de hecho levanta su pie para dar el paso final que lo arrojará a la destrucción. En ese momento levantan su voz de advertencia

sobre el rugido de las aguas espumosas y gritan, "¡detente!" La voz perfora su oído y rompe el encanto que lo ataba; se vuelve

instantáneamente, pálido y horrorizado, se retira, temblando, de la orilla de muerte. Se tambalea, y casi se desmaya con horror; se

vuelve y camina lentamente hacia la casa pública; lo siguen; la agitación manifiesta en el rostro llama la atención de muchos

alrededor de él; y al acercarse ustedes él les señala, y dice, "me han salvado la vida". Aquí él atribuye la obra a ustedes; y

ciertamente hay un sentido en el que lo han salvado. Pero al preguntársele más, dice "la palabra '¡detente!' que resuena en mis

oídos. Oh, para mí fue la palabra de vida." Aquí lo atribuye a la palabra que lo despertó y causó volverse. Pero al platicar aún más,

dijo, "si no me hubiera dado la vuelta en ese instante, estaría muerto". Aquí habla de ella, y ciertamente, como su propio acto, pero

directamente lo oyen decir, "Ah, la misericordia de Dios. Si Dios no se hubiese interpuesto, debería haber estado perdido". Ahora el

único defecto en esta ilustración es éste: En el supuesto caso, la única interferencia de parte de Dios fue providencial; y sólo el

único sentido en que la salvación de la vida del hombre se le atribuye a él es en un sentido providencial. Pero en esa conversión de

un pecador hay algo más que el empleo de la providencia de Dios, pues aquí no sólo la providencia lo ordenó así, el que el

predicador gritara, "detente", sino el Espíritu de Dios fuerza la verdad dirigida a él con tremendo poder para inducirlo a que se

regresara.

No sólo el predicador grita, "detente", sino a través de la voz viva del predicador el Espíritu grita "detente". El predicador grita

"vuélvete, ¿por qué morirás?" El Espíritu derrama la reconvención con tal poder que el pecador se vuelve. Ahora, al hablar de este

cambio, es perfectamente apropiado decir que el Espíritu lo hizo volver, tal como se diría de un hombre que había persuadido a

otro para cambiar de parecer en el asunto de la política, que lo había convertido, como en un caso cuando los sentimientos

políticos de un hombre fueron cambiados por cierto argumento, deberíamos decir, que el argumento lo convenció. Así también con

la propiedad perfecta uno puede atribuir el cambio al predicador, al que le había presentado los motivos, tal como debiéramos decir

174

de un abogado que había prevalecido en su argumento con el jurado; tenía su caso, había convertido al jurado. También es con la

misma propiedad adscrita al individuo mismo cuyo corazón es cambiado; debemos decir que ha cambiado de parecer, que ha

vuelto, que se ha arrepentido. Ahora es estrictamente cierto, y cierto en el sentido más elevado y absoluto; el acto es su propio

acto, el volverse es su propio regreso, mientras Dios por la verdad le ha inducido volverse; aún es estrictamente cierto que se ha

vuelto y lo ha hecho él mismo. De este modo vemos el sentido en el que es la obra de Dios, y también el sentido en que es la obra

del propio pecador. El Espíritu de Dios, por la verdad, influye en el pecador para que cambie, y en este sentido es la causa

eficiente del cambio. Pero el pecador de hecho cambia, y por tanto él mismo, en el sentido más apropiado, el autor del cambio. Hay

algunos que, al leer sus Biblias, fijan sus ojos en pasajes que atribuyen la obra al Espíritu de Dios, y parecen pasar por alto

aquéllos que lo atribuyen al hombre, y hablan al respecto como el propio acto del pecador. Cuando han citado la escritura para

probar que es la obra de Dios, parecen pensar que han probado que es aquello en el que el hombre es pasivo, y que no puede en

ningún sentido ser la obra del hombre. Hace algunos meses un folleto fue escrito con el título "La regeneración es el efecto del

poder divino". El escritor habla para probar que la obra es del Espíritu Santo, y ahí se detiene. Ahora hubiera sido como igual de

cierto, como igual de filosófico, como igual de escritural, si hubiese dicho que la conversión fue obra del hombre. Era fácil probar

que fue obra de Dios, en el sentido en el que lo he explicado. El escritor, por tanto, habla de la verdad, hasta donde llega, pero sólo

ha dicho la mitad de la verdad, pues mientras haya un sentido en el que es la obra de Dios, como él mostró, hay también un

sentido en el que es la obra del hombre, como hemos visto. El mismo título de ese folleto es una piedra de tropiezo. Dice la verdad,

pero no la verdad completa. Y otro folleto puede ser escrito sobre esa proposición que "la conversión o regeneración es la obra del

hombre"; que sería como igual de cierto, como igual de escritural y como igual de filosófico, como aquél al que he aludido. De ese

modo el escritor, en su celo de reconocer y honrar a Dios como se refiere en ese escrito, al dejar fuera el hecho de que un cambio

de corazón es el propio acto del pecador, ha dejado al pecador fuertemente atrincherado con sus propias armas en sus manos

rebeldes, resistiendo resueltamente las exigencias de su Hacedor, y esperando pasivamente para que Dios le haga un corazón

nuevo. Así verán la consistencia entre el requerimiento del texto, y el hecho declarado de que Dios es el autor del corazón nuevo.

Dios les ordena que lo hagan, espera que ustedes lo hagan, y si se hace, ustedes deben hacerlo.

Y déjame decirte, pecador, si no lo haces, te irás al infierno y toda la eternidad sentirás que mereciste ser enviado ahí por no

haberlo hecho.

175

III. Como se propuso, ahora me referiré a varios asuntos particulares que resultan del tema, como se conectan con la

predicación del evangelio, y que muestran que la gran sabiduría práctica es indispensable para ganar almas para Cristo.

Y PRIMERO en cuanto a la MANERA DE PREDICAR.

1. Toda la predicación debe ser práctica.

El fin apropiado de toda la doctrina es la práctica. Cualquier cosa puesta como doctrina, que no puede ser usada como práctica, no

es predicar el evangelio. No hay nada de ese tipo de predicación en la Biblia. Todo es práctico. "Toda la Escritura es inspirada por

Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,

enteramente preparado para toda buena obra". Una gran cantidad de predicación hoy en día, como también en el pasado, es

llamada doctrinal, opuesta a la predicación práctica. La mera idea de hacer esa distinción es un artificio del diablo. Y un artificio

abominable del mismo Satanás que nunca diseñó. A veces oyen a ciertos hombres que dicen cosas sobre la necesidad de

"adoctrinar a la gente", queriendo decir algo distinto de la predicación práctica; enseñándoles ciertas doctrinas en medio de un

avivamiento, sin cualquier referencia particular a la práctica. Y he sabido de un ministro en medio de un avivamiento, mientras se

rodeaba de pecadores ansiosos, dejar la obra de convertir almas con el propósito de "adoctrinar" a los jóvenes convertidos por

temor a que alguien más los adoctrinara antes que él. ¡Y ahí se detiene el avivamiento! Ya sea que su doctrina no fue verdadera, o

no fue predicada en la forma correcta. Predicar doctrinas de una forma abstracta, sin ninguna referencia práctica, es absurdo. Dios

siempre trae la doctrina para regular la práctica. Traer posturas doctrinales para cualquier otro tema no sólo es un disparate sino

malvado.

Algunos se oponen a la predicación doctrinal. Si han sido usados para oír doctrinas predicadas de una forma fría y abstracta, con

razón se oponen a ella. Deben oponerse a tal predicación. Pero ¿qué puede predicar un hombre que no predica doctrina? Si no

predica ninguna doctrina, no predica ningún evangelio. Y si no la predica en una forma práctica, no predica el Evangelio. Toda

predicación debe ser doctrinal y toda predicación debe ser práctica. El mismo diseño de la doctrina es para regular la práctica.

Cualquier predicación que no tenga esa tendencia no es el evangelio. Un estilo suelto y exhortativo de predicación puede afectar

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las pasiones, y puede producir excitación, pero nunca instruirá suficientemente a la gente para asegurar conversiones sanas. Por

otro lado, predicar doctrina en una manera abstracta puede llenar la cabeza de nociones, pero nunca santificará el corazón o la

vida.

2. El predicar debe ser directo. El evangelio debe predicarse a los hombres y no acerca de ellos. El ministro debe dirigirse a su

público. Debe predicarles sobre ellos mismos y no dejar la impresión que está predicándoles acerca de otros. No les hará ningún

bien, estará más lejos de que tener éxito en convencer a cada individuo de que ésa es su intención. Muchos predicadores parecen

temer mucho de dar la impresión que ésa es su intención con todos en particular. Están predicando contra ciertos pecados, no que

tengan que ver con el pecador. Es al pecado, y no el pecador, al que están reprendiendo; y por ningún motivo hablan como si

supusieran que algunos de alguien de su público fuera culpable de estas prácticas abominables. Ahora esto es cualquier cosa

menos predicar el evangelio. Ni los profetas hicieron eso, ni Cristo, ni los apóstoles. Ni tampoco esos ministros que son exitosos en

ganar almas para Cristo.

3. Otra cosa muy importante para considerarse en la predicación es que el ministro debe ir en busca de pecadores y cristianos,

donde pudieran haberse atrincherado ellos con falta de acción. No es el diseño de la predicación hacer que los hombres sean

fáciles y callados, sino hacerles ACTUAR. No es el diseño de llamar a un médico para que le de sedantes para cubrir la

enfermedad y dejarla hasta las muerte, sino buscar la enfermedad donde está escondida y quitarla. Así que si un profesante de

religión ha apostatado, y está lleno de dudas y temores, no es el deber del ministro calmarlo en sus pecados, y consolarlo, sino ir

tras él por sus errores y apostasías, y mostrarle dónde está y lo que le hace estar lleno de dudas y temores.

El ministro debe saber las opiniones religiosas de cada pecador en su congregación. En efecto, ningún ministro en el país está sin

excusa si no lo hace. No tiene excusa por no saber las posturas religiosas de su congregación, y de todos que puedan llegar bajo

su influencia si ha tenido la oportunidad de conocerlos. ¿De qué otra manera puede predicarles? ¿Cómo puede saber cómo traer

las cosas nuevas y viejas, y adaptar la verdad al caso de ellos? ¿Cómo puede ir a buscarlos a menos que sepa dónde se

esconden? Puede llevar cambios de unas cuantas doctrinas nuevas fundamentales, arrepentimiento y fe, fe y arrepentimiento,

hasta el día del juicio y nunca hará ninguna impresión en muchas mentes. Todo pecador tiene un escondite, una trinchera donde

persiste. Está en posesión de alguna MENTIRA favorita, con la que se está callando él mismo. Dejen que el ministro se dé cuenta

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y la saque, sea en público o en privado, si no el hombre se irá al infierno en sus pecados y su sangre se hallará en la saya del

ministro.

4. Otra cosa importante de observar es que un ministro debe extenderse en aquellos puntos particulares que más se necesitan.

Explicaré lo que quiero decir.

A veces puede él encontrar a personas que han sido llevadas a un lugar de gran confianza en sus resoluciones. Creen que pueden

consultar su propia conveniencia, y de vez en cuando vez se arrepentirán, cuando están listos, sin ningún interés del Espíritu de

Dios. Dejen que él tome esas nociones, y muestre que son enteramente opuestas a la escritura, Dejen que él muestre que si el

Espíritu de Dios es contristado, sin importar cuán capaz sea él, es seguro que nunca se arrepentirá y, de vez en vez, cuando le sea

conveniente hacerlo, no tendrá ninguna inclinación. El ministro que encuentra estos errores prevalecientes debe sacarlos a la luz.

Debe ir tras ellos y entender cómo son sostenidos, y entonces debe predicar la clase de verdades que mostrarán la falacia, la

insensatez, y el peligro de estas nociones.

Entonces, por un lado, puede él encontrar a gente que tiene tales posturas sobre elección y soberanía, para pensar que no tienen

nada que ver más que esperar para que las aguas se muevan. Dejen que él vaya en contra de ellos, las amontonen en su

habilidad para obedecer a Dios, y muestren su obligación y deber, y los presione hasta que los lleve él a entregarse y salvarse.

Tienen una postura pervertida de estas doctrinas, y no hay modo de sacarlos de su escondrijo más que exponerles esos puntos.

Cuando un pecador se atrinchera, a menos que ustedes derramen la luz sobre él ahí, nunca lo moverán. Es inútil presionarle con

esas verdades que admite, sin importar qué tan sencillamente puedan de hecho contradecir esas nociones equivocadas. Las

supone que son perfectamente consistentes y no ve la inconsistencia, y por tanto no lo moverán ni lo llevarán al arrepentimiento.

Se me ha dicho de un ministro en Nueva Inglaterra, que fue puesto en una congregación, la cual por mucho tiempo había

disfrutado la predicación arminiana, y en su mayoría era arminiana. Pues bien, este ministro, en su predicación, fuertemente

insistió sobre estos puntos opuestos, la doctrina de la elección, soberanía divina, predestinación, etc. La consecuencia fue, como

se pudo esperar donde esto fue hecho con habilidad, hubo un avivamiento poderoso. Tiempo después, este mismo ministro fue

llamado a trabajar en otro campo, en ese estado, donde la gente estaba del otro lado, y fuertemente impregnada de

antinomianismo. Tenían tales posturas pervertidas de elección y soberanía divina que continuamente decían que no tenían poder

178

para hacer cualquier cosa, más que esperar el tiempo de Dios. Ahora bien, ¿qué hace un ministro sino inmediatamente ir a

predicar la doctrina de la elección? Y cuando se le pregunta, cómo puede pensar en predicar la doctrina de la elección tanto a esa

gente cuando era lo que los arrullaba en sueño profundo, él contestaba. "Pues, ésa es la misma clase de verdad por la que hubo

un gran avivamiento en…", sin considerar la diferencia en la postura de la gente. Y si se me informó correctamente, sigue ahí hasta

hoy, predicando para echar fuera la doctrina de la elección y maravillándose que no produce un avivamiento tan poderoso como lo

hizo en otro lugar. Probablemente esos pecadores nunca se convertirán. Deben tomar ustedes las cosas como son, averiguar

dónde miente el pecador, y derramar la verdad sobre ellos ahí, y EMPEZAR A SACARLOS de su refugio de mentiras. Es de suma

importancia que un ministro deba averiguar dónde está la congregación y predicarles de acuerdo con eso.

He estado en muchos lugares en tiempos de avivamiento, y nunca he podido utilizar el mismo tipo de predicación en uno como en

otro. Algunos están atrincherados tras un refugio, y otros detrás de otro. En un lugar, la iglesia necesitará ser instruida, en otro, los

pecadores. En un lugar, un conjunto de verdades, en otro, otro conjunto. Un ministro debe averiguar dónde están y predicarles de

acuerdo con eso. Creo que ésta es la experiencia de todos los predicadores que son llamados a trabajar de campo en campo.

5. Si un ministro quiere promover un avivamiento, debe tener mucho cuidado de no introducir controversia. Alejará al Espíritu de

Dios. De esta forma probablemente más avivamientos se apagarán que en alguna otra. Vean la historia de la iglesia desde el

comienzo, y verán que los ministros son generalmente los responsables de contristar al Espíritu y causar declive por la

controversia. Son los ministros quienes ponen controversia en temas de discusión, y de vez en cuando se ponen muy celosos en el

tema, y hacen que la iglesia entre en un espíritu de controversia, y entonces el Espíritu de Dios es alejado.

Si tuviera tiempo de repasar la historia de la iglesia desde los días de los Apóstoles, podría mostrar todas las controversias que

tomaron lugar, y los grandes declives en la religión, también, que fueron imputados a los ministros. Creo que los ministros de hoy

en día son responsables por el estado presente de la iglesia, y se verá que es cierto en el juicio. ¿Quién no sabe que los ministros

han estado gritando "herejía" y "nuevas medidas" y hablando de "avivamientos malignos", hasta que ellos han confundido a la

iglesia? Vean a la pobre iglesia presbiteriana, y vean a los ministros levantando el acto y testimonio, y manteniendo una guerra

continua. Oh Dios, ten misericordia de los ministros. Hablan de sus días de ayuno y oración, pero ¿acaso están estos hombres

para convocar a otros a orar y ayunar? Deben orar y ayunar ellos mismos. Es tiempo que los ministros se reúnan y oren y ayunen

por el mal de la controversia, porque la han causado. La iglesia misma nunca entrará en un espíritu de controversia a menos que

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los ministros la lleven a eso. El cuerpo de la iglesia siempre es adverso a la controversia y se mantendrá alejado de ella, sólo

cuando es arrastrado hacia ella por los ministros. Cuando los cristianos son revividos no están inclinados a meterse con la

controversia, ya sea al leer u oír de ella. Pero se les puede decir de tales y tales "herejías condenables", que están en circulación,

hasta que tienen alistados los sentimientos en la controversia, y entonces se despiden del avivamiento. Si el ministro, al predicar,

encuentra que es necesario discutir puntos en particular sobre los cuales los cristianos difieren en opinión, dejen que POR TODOS

LOS MEDIOS EVITEN un espíritu controversial y la manera de hacerlo [nota: esto fue dicho con dolor en 1833-34].

6. El evangelio debe predicarse en esas proporciones, que todo el evangelio pueda ser llevado ante las mentes de la gente y

produzca su influencia apropiada. Si hay mucho énfasis en una clase de verdad, el carácter cristiano no tendrá sus debidas

proporciones. Su simetría no será perfecta. Si se mora en esa clase de verdades, que requiera gran ejecución del intelecto, sin

explicar al corazón y conciencia, se encontrará que la iglesia será adoctrinada en esas posturas, tendrá su cabeza llena de

nociones, pero no estará despierta ni activa, y ni será eficiente en la promoción de la religión. Si, por otro lado, la predicación es

suelta, indefinida, exhortativa, y altamente apasionada, la iglesia será como un barco, con mucha vela para su lastre. Estará en

peligro de ser llevada por una tempestad de sentimiento, donde no hay conocimiento suficiente para prevenir ser arrastrada por

cada viento de doctrina. Si se predica mucho de la elección y soberanía, habrá antinomianismo en la iglesia y los pecadores se

esconderán detrás del engaño de que no pueden hacer nada. Si las otras doctrinas de habilidad y obligación son muy prominentes,

producirán arminianismo en la iglesia y los pecadores estarán fanfarroneando y confiados en sí mismos.

Cuando entré al ministerio, se había dicho tanto sobre la doctrina de la elección y soberanía, que encontré que era el escondite

universal, tanto para pecadores y la iglesia, de que no podían hacer nada, o que no podían obedecer el evangelio. Y a donde iba,

encontraba que era indispensable demoler esos refugios de mentiras. Y ningún avivamiento se produciría y continuaría, sino por el

morar en esa clase de verdades, que detenía la habilidad, obligación y responsabilidad del hombre. Ésa fue la única clase de

verdades que llevaría a los pecadores a la sumisión.

No era así en los días cuando el Presidente Edwards y Whitefield trabajaron. En ese entonces las iglesias en Nueva Inglaterra

habían disfrutado de otras cosas menos de la predicación arminiana y todos descansaban en sí mismos y su propia fuerza. Estos

valientes y devotos siervos de Dios salieron y declararon esas doctrinas particulares de la gracia, soberanía divina y elección y

fueron grandemente bendecidos. No moraron en esas doctrinas exclusivamente, sino que las predicaron muy plenamente. La

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consecuencia fue, porque en esas circunstancias los avivamientos resultaron de tal predicación, los ministros, que llegaron

después, continuaron predicando esas doctrinas exclusivamente. Y moraron en ellas por tanto tiempo que la iglesia y el mundo se

atrincheró detrás de ellas, esperando a Dios que viniera e hiciera lo que les requería que hicieran y de ese modo cesaron los

avivamientos por muchos años.

Ahora, y en años pasados, los ministros se han ocupado de localizarlas en estos refugios. Y aquí es del todo importante para que

los ministros de hoy tengan presente que si moran exclusivamente en la habilidad y obligación, harán que sus público regrese al

fundamento arminiano, y entonces dejarán de promover avivamientos. He aquí un cuerpo de ministros que ha predicado mucho la

verdad, y ha tenido grandes avivamientos respaldados por Dios. Ahora que se sepa y observe que la razón es que han ellos

buscado a pecadores en sus escondrijos. Pero si siguen morando en la misma clase de verdades hasta que los pecadores se

escondan detrás de su predicación, otra clase de verdades deben predicarse. Y entonces si no cambian su modo, habrá otro ataúd

en la iglesia hasta que otra clase de ministros surja y saque a los pecadores de sus nuevos retiros.

Una postura correcta de ambas clases de verdades, elección y agencia libre, no hará daño. Están eminentemente calculadas para

convertir a pecadores y fortalecer santos. Es una postura pervertida la que enfría el corazón de la iglesia, cierra los ojos de los

pecadores con sueño hasta que se hunden en el infierno. Si tuviera tiempo comentaría la manera en la que a veces he oído la

predicación de las doctrinas de soberanía divina, elección y habilidad. Han exhibido contradicción irreconciliable, una contra otra.

Tales exhibiciones son todo menos el evangelio y están calculadas para hacer al pecador sentir cualquier cosa menos la

responsabilidad con Dios.

Por predicar la verdad en proporciones apropiadas no quiero decir mezclar todas las cosas en el mismo sermón de tal manera que

los pecadores no vean la conexión o consistencias. Un ministro preguntaba a otro: "¿Por qué no predicas la doctrina de la

elección?" Contestó el otro, "porque veo que los pecadores están atrincherados detrás de la inhabilidad". El primero entonces dijo

que conoció a un ministro que predicaba sobre la elección en la mañana y en la tarde el arrepentimiento. ¡Debe ser la gracia

maravillosa la que produce un avivamiento bajo tal predicación! ¿Qué conexión hay en esto? En vez de exhibir al pecador sus

pecados en la mañana, y luego en la tarde llamarlo para que se arrepintiera, primero recurría a la doctrina de la elección y luego

ordenaba arrepentirse. ¿De qué se iban a arrepentir? ¿De la doctrina de la elección? Esto no es lo que se quiere decir con predicar

la verdad en su proporción. Juntar las cosas sólo confunde la mente del pecador y lo abruma con la niebla de la metafísica; no es

181

predicación sabia. Cuando se habla de elección, el predicador no está hablando del deber del pecador. No tiene relación con el

deber del pecador. La elección pertenece al gobierno de Dios. Es parte de la riqueza sobreabundante de la gracia de Dios. Muestra

el amor de Dios, no el deber del pecador. Y poner junto la elección y el arrepentimiento de esta forma es desviar la mente del

pecador de su deber. Ha sido costumbre, en muchos lugares, por mucho tiempo, llevar la doctrina de la elección en cada sermón.

Se le ha ordenado a los pecadores que se arrepientan, y se les ha dicho que no se pueden arrepentir, en el mismo sermón. Mucha

ingenuidad ha sido ejercida en el intento de reconciliar la "inhabilidad" de un pecador con su obligación de obedecer a Dios. La

elección, predestinación, agencia libre, inhabilidad y el deber han sido aventados todo junto en un revoltijo promiscuo. Y con la

consideración a muchos sermones, ha sido muy cierto, como ha sido objetado, que los ministros han predicado "puedes y no

puedes, podrás y no podrás, lo harás y no lo harás, serás condenado si no".

Tal mezcolanza de verdad y error, luz y oscuridad ha confundido a la congregación, y ha sido una fuente fructífera de

universalismo y cada especie de infidelidad y error.

7. Es de suma importancia que al pecador se le haga sentir culpable, y no dejar la impresión de que es infortunado. Creo que es un

falla prevalente, particularmente con los libros impresos sobre el tema. Pretenden hacer al pecador pensar más en sus tristezas

que en sus pecados, y sentirse que su estado es más bien infortunado que criminal. Quizá la mayoría de ustedes han visto un libro

encantador publicado con el título "Todd's Lectures to Children" (Las lecciones de Todd a los niños). Es un libro muy bonito, alegre

en algunas de sus ilustraciones de la verdad, pero tiene una falla muy seria. Muchas de sus ilustraciones, diría muy seguido, no

están hechas para dar la impresión correcta con respecto a la culpa de los pecadores o hacerles sentir cuánto han de ser

culpados. Esto es muy lamentable. Si el escritor hubiera resguardado sus ilustraciones sobre este punto, para darles la impresión

con el sentido de su culpa, no veo cómo un niño podría leer ese libro sin convertirse.

Muchísimos libros escritos para niños, y para adultos también, en los últimos veinte años, han tenido cometido este error a un

grado alarmante. Los escritos de la señora Sherwood tienen esta falla que sobresale en cada página. No pretenden hacer sentir

culpable al pecador y condenarse a sí mismo. Hasta que se pueda hacer eso, el evangelio no tendrá efecto.

8. Un objetivo principal del predicador debe ser el hacer sentir la obligación presente. He hablado con miles de pecadores

ansiosos. Y he encontrado que ellos nunca antes habían sentido la presión de la obligación presente. La impresión no es

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comúnmente hecha por los ministros en su predicación de que se espera a los pecadores que se arrepientan AHORA. Y si los

ministros suponen que hacen esa impresión, se engañan ellos mismos. Muy comúnmente cualquier otra impresión se hace en las

mentes de pecadores por el predicador de que la se espera ahora que presenten. Pero ¿qué clase de evangelio es éste? ¿Acaso

Dios autoriza esa impresión? ¿Está esto de acuerdo con la predicación de Jesucristo? ¿Acaso el Espíritu Santo, cuando contiende

con el pecador, da la impresión en su mente de que no espera que obedezca ahora?--¿Acaso fue una impresión cualquiera la que

se produjo por la predicación de los apóstoles? ¿Cómo es que tantos ministros predican ahora para dar una impresión en su

público de que no se espera que arrepienta ahora? Hasta que sea alcanzada la conciencia del pecador en este tema, predican en

vano. Y hasta que los ministros aprendan cómo predicar para dar la impresión correcta, el mundo nunca podrá ser convertido. ¡Oh,

hasta qué punto alarmante la impresión prevalecerá entre los impenitentes que no se espera que se arrepientan ahora, sino que

deben esperar el tiempo de Dios!

9. A los pecadores se les debe hacer sentir que tienen algo que hacer, que se arrepientan, que es algo que ningún otro ser puede

hacer por ellos, ni Dios, ni el hombre, algo que pueden hacer y hacer ahora. La religión es hacer algo, no algo para esperar. Deben

hacerlo ahora, o están en peligro de la muerte eterna.

10. Los ministros nunca deben descansar satisfechos hasta que hayan ANIQUILADO toda excusa de los pecadores. El pretexto de

la "inhabilidad es la peor de las excusas. Calumnia a Dios, acusándolo de tiranía, en ordenar a los hombres a hacer aquello que no

tienen el poder para hacer. Hagan ver y sentir al pecador que eso es la mera naturaleza de su excusa. Hagan ver al pecador que

todos sus pretextos de no entregarse a Dios son de hecho un acto de rebelión contra él. Deshagan la última MENTIRA que agarra

su mano, y háganlo sentir que está absolutamente condenado ante Dios.

11. Los pecadores deben sentir que, si ellos ahuyentan al Espíritu de Dios, es muy probable que se pierdan por siempre. Hay

peligro infinito en esto. Deben hacerles entender por qué son dependientes del Espíritu, y que no es porque ellos no puedan hacer

lo que Dios ordena sino porque no están dispuestos. Están tan indispuestos que es tan seguro que no se arrepentirán sin el

Espíritu Santo, como si estuvieran ahora en el infierno, o como si de hecho fueran incapaces. Están tan opuestos y tan

indispuestos, que nunca se arrepentirán en el mundo a menos que Dios envíe su Espíritu Santo sobre ellos.

183

Muéstrenles, también, que un pecador bajo el evangelio, que oye la verdad predicada, si se convierte, generalmente se convierte

joven. Y si no se convierte mientras sea joven, comúnmente es desistido de Dios. Donde la verdad se predica, los pecadores se

endurecen al evangelio o se convierten. Sé de algunos pecadores viejos que se convierten, pero son más bien excepciones y por

ningún motivo común.

Quisiera ahora en segundo término, hacer algunas observaciones en la MANERA DE PREDICAR.

1. Debe ser conversacional. Predicar, para ser entendida, debe ser en un estilo coloquial. Un ministro debe predicar como si

hablara, si desea ser totalmente entendido. Nada es más calculado para hacer sentir a un pecador que la religión es algo

misterioso que no puede entender, que su estilo articulado, formal e intrincado, tan generalmente empleado en el púlpito. El

ministro debe hacer como lo que hace un abogado cuando quiere que un jurado le entienda perfectamente. Usa un estilo

perfectamente coloquial. Este estilo hinchado e intrincado no hará bien. El evangelio nunca producirá grandes efectos hasta que

los ministros hablan en el púlpito como si platicaran.

2. Tiene que ser en el lenguaje de la vida cotidiana. No sólo debe ser lenguaje coloquial en su estilo, sino que las palabras sean tal

como son en el uso cotidiano. De otro modo no se darán a entender. En el Nuevo Testamento observarán que Jesucristo

invariablemente usa las palabras de tipo común. Rara vez encontrarán una palabra de las instrucciones de él que ningún niño no

pueda entender. El lenguaje de los evangelios es llano, sencillo y muy fácilmente entendido de cualquier idioma en el mundo.

Es malvado que un ministro descuide este principio. Algunos ministros usan el lenguaje que es puramente técnico en la

predicación. Creen evitar problemas al explicar el significado plenamente cuando empiezan, pero esto no lo soluciona. No servirá

al hacer a la gente entender lo que quiere decir. Si usa una palabra que no es de uso común, y que la gente no entiende, su

explicación puede ser completa pero la dificultad es que la gente olvidará sus explicaciones y luego sus palabras estarán en chino

para ellos. O si usa una palabra cotidiana, pero la emplea con falta de sentido común, dando sus explicaciones especiales,

tampoco es bueno, pues la gente pronto olvidará sus explicaciones especiales, y entonces la impresión de hecho comunicada a

sus mentes será según su entendimiento común de la palabra. Y así nunca transmitirá la idea correcta a su congregación. Es

sorprendente cuántos hombres de mentes pensantes hay en las congregaciones, que no entienden las expresiones técnicas más

comunes utilizadas por los ministros como regeneración, santificación, etc.

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Usen palabras que se puedan entender perfectamente. No usen, por temor de parecer incultos, lenguaje rebuscado, que la gente

no entienda. El apóstol dice que el hombre es un bárbaro, quien usa lenguaje que la gente no puede entender. "Y si la trompeta

diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?" En los días de los apóstoles había algunos predicadores que se

enorgullecían al mostrar su dominio del lenguaje y presumían la variedad de lenguas que podían hablar, que la gente común no

podía entender. El apóstol reprende ese espíritu duramente y dice "prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para

enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida".

A veces he oído a ministros predicar, incluso cuando había avivamiento, cuando me he preguntado qué haría esa parte de la

congregación que no tuviera diccionario. Tantas frases han sido incluidas, para abiertamente adornar el discurso, en vez de instruir

a la gente, que me he sentido como queriéndole decirle "siéntese y no confunda la mente de las personas con su predicación de

bárbaro que no pueden entender".

3. El predicar debe ser parabólico. Es decir, las ilustraciones deben ser constantemente usadas, traídas de incidentes reales o

supuestos. Jesucristo constantemente ilustraba sus enseñanzas de esa manera. El presentaba un principio y luego lo ilustraba con

una parábola, esto es, una historia breve de un evento real o imaginario, o introducía el principio en la parábola. Hay millones de

hechos que deben ser usados para ventaja y sin embargo pocos ministros se atreven a usarlas, por temor que alguien los

reproche. Alguien dice, "¡oh, él cuenta historias! ¡Cuenta historias!" Pues, ésa fue la manera que Jesús predicaba. Y es la manera

de predicar. Los hechos, reales o supuestos, deben usarse para mostrar la verdad. Las verdades sin ilustrarse están generalmente

tan bien calculadas para convertir a pecadores como una demostración matemática. ¿Es siempre así? ¿Será siempre un asunto de

reproche que los ministros sigan el ejemplo de Jesucristo, en ilustrar las verdades con hechos? Que lo hagan, que los necios los

reprochen cómo los ministros cuenta historias. Tienen al Señor Jesucristo y el sentido común de su lado.

4. Las ilustraciones deben ser sacadas de la vida cotidiana y los asuntos cotidianos de la sociedad. Una vez oí a un ministro ilustrar

sus ideas en la manera en que los comerciantes hacen negocio en sus tiendas. Otro ministro que estaba presente hizo

comentarios de él después. Objetó de esa ilustración particularmente porque decía que era muy familiar, y que rebajaba la

dignidad del púlpito. Decía que todas las ilustraciones en la predicación debían ser tomadas de la historia antigua, o de una fuente

elevada, que mantuviera en alto la dignidad del púlpito. ¡Dignidad, en efecto! Sólo el lenguaje del diablo. Se regocija en él. Pues, el

objeto de una ilustración es hacer a la gente ver la verdad, no mantener la dignidad del púlpito. Un ministro cuyo corazón está en la

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obra no usa una ilustración para hacer a la gente mirar fijamente, sino hacerles ver la verdad. Si tomara ilustraciones de la historia

antigua no podría hacer a la gente ver, no ilustraría nada. La novedad de eso puede despertar la atención, pero entonces perderían

la verdad misma porque si la ilustración en sí es una novedad, la atención será dirigida a ese hecho como asunto de la historia, y la

verdad en sí, que fue designada para ilustrar, se pierde de vista. La ilustración debe ser, en lo posible, un asunto de ocurrencia

común, y entre más común es la ocurrencia, más seguro será, no para fijar la atención en sí, sino servir como un medio mediante

el cual la verdad es transmitida. Me ha dolido el corazón al escuchar ilustraciones tomadas de la historia antigua, de las cuales ni

uno en cien de la congregación había escuchado. La manera en la que fueron referidas fue fuertemente teñida, por decir lo menos,

de la apariencia de vanidad y un intento de sorprender a la gente con exhibición de conocimiento.

El Salvador siempre ilustró sus enseñanzas con cosas que se hacían entre la gente a quien les predicaba y con cosas familiares.

Descendía con frecuencia muy por debajo de lo que ahora se supone que es esencial para sostener la dignidad del púlpito.

Hablaba sobre gallinas y polluelos, niños en los mercados, ovejas y corderos, pastores, agricultores y comerciantes. Y cuando

hablaba de reyes, como en la vida del hijo del rey, y el noble que se fue lejos para recibir un reino, tenía referencia de hechos

históricos que eran muy conocidos entre la gente de ese tiempo. La ilustración debe ser tomada de cosas tan comunes que ésta en

sí no aleje la atención del tema sino que la gente pueda ver a través de ella la verdad ilustrada.

5. El predicar debe ser repetitivo. Si un ministro quiere predicar con efecto, no debe tener miedo de repetir lo que vea que los

pecadores no entiendan perfectamente. He aquí el mal de usar notas. El predicador sigue lo que ha escrito, y no puede observar si

le entienden o no. Si interrumpe su lectura, intenta capturar las expresiones de su público, y explica donde no entiendan, se pierde,

se confunde y se rinde. Si el ministro pone sus ojos en la gente a la que le predica, puede normalmente decirles por sus miradas si

le entienden. Y si ve que le entienden en un punto en particular, dejen que se detenga y lo ilustre. Si no entienden una ilustración,

dejen que dé otra, y la haga más clara a las mentes de ellos antes de que prosiga. Pero aquellos que escriben sus sermones

prosiguen, en un ritmo regular y consecutivo, así como en un ensayo o libro, y no repiten lo que piensan hasta que el público

comprenda totalmente.

Estaba platicando con uno de los primeros abogados en este país. Me decía que la dificultad con la que los predicadores se

encontraban para darse a entender era que no repetían lo suficiente. Dice él, "cuando me dirijo a un jurado, siempre espero, cual

sea lo que deseo para impresionar sus mentes, lo tenga que repetir por lo menos dos veces, y con frecuencia lo repito tres o cuatro

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veces, e incluso tantas veces como haya miembros del jurado frente a mí. De otro modo, no haría que prestaran atención para que

pudieran sentir la fuerza de lo que viene después". Si un jurado bajo juramento, llamado para decidir en los asuntos comunes de

este mundo, no puede aprehender un argumento a menos que haya mucha repetición, cómo se espera que los hombres entiendan

la predicación del evangelio sin ella.

Del mismo modo el ministro debe volver a un pensamiento importante una y otra vez ante su público, hasta incluso para que los

niños lo entiendan perfectamente. No digan que tanta repetición creará disgusto en las mentes cultivadas. No disgustará. Esto no

es lo que disgusta a hombres pensantes. No están cansados de los esfuerzos que un ministro hace para darse a entender. El

hecho es entre más sencillas son las ilustraciones del predicador, más simple hace todo, más hombres cultivados estarán

interesados. Sé que los hombres cultos seguido tienen ideas que nunca tuvieron antes, de las ilustraciones que fueron diseñadas

para llevar el evangelio a la compresión de un niño. Tales hombres están comúnmente tan ocupados con los asuntos de este

mundo que no piensan mucho en el tema de religión y por tanto necesitan una predicación más sencilla y les gustará.

6. Un ministro debe siempre sentir profundamente el tema, y entonces acomodará la acción a la palabra, y la palabra a la acción,

para causar impresión total que la verdad está calculada para hacerlo. Debe estar en seriedad solemne en lo que dice. Oí hace

poco una crítica acertada sobre este tema. "Cuán importante es que un ministro deba sentir lo que dice. Entonces sus acciones

desde luego corresponderán a sus palabras. Si se embarca a hacer gestos, sus brazos se mueven como un molino, y aún no esto

causa ninguna impresión". Se requerirá lo más esforzado del arte en escena para que los actores hagan sentir a su público. El

diseño de la elocución es enseñar esa habilidad, pero si un hombre siente totalmente el tema, lo hará naturalmente. Hará

naturalmente eso que la elocución enseña laboriosamente. Véase a cualquier persona común y corriente en las calles, que es

sincero para hablar. Véase con qué fuerza gesticula. Véase a una mujer o un niño sinceros. ¡Qué natural! Gesticula con sus manos

como si movieran sus labios y lengua. Es la perfección de la elocuencia.

Que el ministro, entonces, sólo sienta lo que dice, y no esté atado a sus notas, lectura o ensayo, para hablar, como un niño de

escuela, primero con un pie y luego con el otro, y será elocuente.

Con razón mucha de la predicación tiene tan poco efecto. Los gestos son mucha importancia de lo que generalmente se supone.

Las puras palabras nunca expresarán el significado del evangelio. La manera de decirlo es casi todo. Supongan que algunos de

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ustedes, una madre, llega a su casa esta noche, tan pronto como está a la puerta, la nana sale apresurada y agitada diciéndole

que su hijo se ha quemado hasta la muerte. De inmediato le creerían, y lo sentirían también. Pero supongan que sale de una

manera fría y despreocupada. ¿Les impactaría? No. Es la seriedad de la manera y la angustia en su cara que lo hace creíble.

Saben que pasa algo antes de que diga una palabra.

La otra vez oí un comentario respecto a la predicación de un joven ministro, que fue ilustrativo. Él no tenía instrucción, en el sentido

común del término, pero estaba bastante preparado para ganar almas. Se decía de él: "la manera en la que llega, se sienta en el

púlpito, y se levanta a hablar, es un sermón en sí. Muestra que tiene algo importante y serio qué decir". La manera de decir las

cosas de ese hombre movía los sentimientos de toda la congregación, cuando las mismas cosas se decían de una manera

prosaica y no producían ningún efecto.

Un hecho, dado por uno de los más distinguidos profesantes de la elocución en los Estados Unidos, debió impresionar a los

ministros en el tema, ese hombre era un infiel. Dijo: "He sido empleado desde hace catorces años en la enseñanza de la elocución

a los ministros, y sé que no creen la religión cristiana. La Biblia puede ser verdad. No lo niego, pero sé que estos ministros no la

creen. Puedo demostrarlo. La perfección de mi arte es enseñarles a hablar naturalmente sobre ese tema. Voy a sus estudios, y

platico con ellos, y hablan elocuentemente. Les digo, 'caballeros, si predican así como ahora lo hacen tan naturalmente sobre

cualquier otro tema en el que estén interesados, no necesitan ser enseñados. Eso es lo que estoy tratando de enseñarles. Los oigo

hablar sobre temas con fuerza y elocuencia admirables. Los veo ir al púlpito y hablan y actúan como si no creyeran lo que están

diciendo'. Les he dicho a ellos una y otra vez, que hablen en el púlpito como si hablaran naturalmente conmigo. No puedo

obligarlos y entonces sé que ellos no creen la religión cristiana".

Les he mencionado esto para mostrar cuán universal es que los hombres gesticulen correctamente si sienten correctamente. La

única forma para que hablen naturalmente es que ellos SIENTAN PROFUNDAMENTE. ¿Cómo se puede ser natural en su

elocución cuando no creen?

7. Un ministro debe apuntar a su congregación. Pero se preguntarán, ¿acaso toda la predicación apunta a eso? No. Un ministro

tiene un objetivo en predicar, pero la mayoría de los sermones nunca aspiran a convertir a pecadores. Y si los pecadores fueran

convertidos bajo ellos, el predicador mismo se sorprendería. Una vez supe de un hecho sobre este punto. Había dos ministros

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jóvenes que habían entrado al ministerio al mismo tiempo. Uno de ellos tenía gran éxito convirtiendo a pecadores, el otro ninguno.

El segundo preguntó al otro, un día, cuál era la razón de esa diferencia. "Pues la razón es que aspiro a otro fin que tú al predicar.

Mi objetivo es convertir pecadores, pero tú no buscas eso. Vas y hablas de la soberanía de Dios, que no produces el mismo efecto,

cuando no aspiras a eso. Toma, llévate uno de mis sermones, predícalo a tu gente, y ve qué efecto tendrá". Así lo hizo el hombre y

predicó y sí produjo el efecto. Se asustó cuando los pecadores empezaron a llorar, y cuando uno fue a él luego de la reunión para

preguntarle qué debía hacer, el ministro se disculpó y le dijo, "no quise herirlo, siento haber lastimado sus sentimientos". ¡Qué

horrible!

8. Un ministro debe anticipar las objeciones de los pecadores y responderlas. ¿Qué hace un abogado cuando defiende ante el

jurado? ¡Oh, cuán distinta es la causa de Jesucristo defendida desde causas humanas! Comentó un abogado que la causa de

Jesucristo tenía poquísimos defensores capaces de cualquier causa en el mundo. Y en parte le creo. ¿Acaso un abogado prosigue

con su argumento en un orden normal y no explica nada oscuro, o anticipa los argumentos de sus antagonistas? Si lo hiciera,

perdería su caso seguramente. Pero no. El litigante, que está abogando por dinero, anticipa toda objeción, que puede ser hecha

por su antagonista, y cuidadosamente las remueve o las explica, para dejar el terreno libre en tanto prosiga, que el jurado puede

acordar en cada punto. Pero los ministros seguido dejan una y otra dificultad sin tocar. Los pecadores que los oyen sienten la

dificultad, y nunca en sus mentes la resuelven, y nunca saben cómo removerla, y quizá el ministro nunca se tome la molestia de

saber que existían tales dificultades, y sin embargo se pregunta por qué no se convierte su congregación, y por qué no hay

avivamiento, ¿Cómo es que se maravilla por eso, cuando nunca averigua las dificultades y objeciones que sienten los pecadores y

las remueve?

9. Si un ministro quiere predicar el evangelio con efecto tiene que estar seguro de no ser monótono. Si predica de una forma

monótona, predicará a la gente para que se duerma. Cualquier sonido monótono, grande o pequeño, si sigue, dispone a la gente

para dormir. Las Cataratas del Niágara, el rugido del océano, o cualquier otro sonido tan grande o pequeño, tienen ese efecto

natural en el sistema nervioso. Nunca oirán esa manera monótona de la gente platicando. Y un ministro no puede ser monótono en

la predicación, si siente lo que dice.

10. Un ministro debe dirigirse a los sentimientos lo suficiente para asegurar la atención, y entonces tratar con la conciencia, y

escudriñar hasta el fondo. Apelaciones a los sentimientos solas nunca convertirá al pecador. Si el predicador trata mucho en éstas,

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puede que haga surgir excitación, y vendrá ola tras ola de sentimiento sobre la congregación y la gente será llevada con la

corriente y descansará en esperanzas falsas. Si la atención se debilita, apelen a los sentimientos de nuevo, y súbanla, pero hagan

su obra con conciencia.

11. Si puede, es deseable que un ministro aprenda el efecto de un sermón, antes de que predique otro. Que aprenda si se

entiende, si ha producido alguna impresión, si algunas dificultades son dejadas en cuanto al tema que necesitan aclararse, si

surgen objeciones y cosas similares. Cuando esté enterado de todo, entonces sabe qué predicar, ¿qué se pensaría de un médico

que debe recitar medicina a su paciente, una y otra vez, sin primero tratar de saber del efecto, o si ha producido o no efecto? Un

ministro nunca podrá tratar a sus pecadores como debiera hasta que averigüe si su instrucción ha sido recibida y entendida, y si

las dificultades en las mentes de los pecadores se han quitado y su camino se ha abierto al Salvador para que ellos no tengan que

tropezar y tropezar hasta que sus almas se hayan perdido.

Había planeado tocar otros puntos más, pero el tiempo no lo permite. Quisiera cerrar con unas

OBSERVACIONES

1. Vemos por qué muy pocas de las mentes sobresalientes en muchas comunidades se convierten.

Hasta los últimos avivamientos, los profesionistas eran rara vez alcanzados por predicaciones, y eran casi todos infieles de

corazón. La gente apenas entendía la Biblia para asegurar la idea que no podía convertirse. La razón es obvia. El evangelio no

había sido encomendado a las conciencias de tales hombres. Los ministros no habían lidiado con la mente, y razonado para hacer

que esa clase de mente viera la verdad del evangelio y sintiera su poder, y como consecuencia esas personas habían llegado a

considerar la religión como algo poco digno de su atención.

Pero en los últimos años el caso es alterado y en algunos lugares ha habido más de esta clase de personas convertidas en

proporción a sus números, que en otros. Esto es porque fueron hechos para entender las exigencias del evangelio. Los

predicadores lidiaron con sus mentes, y les mostraron la razonabilidad de la religión. Y cuando esto se hace, se encuentra que la

clase de mentes son más fácilmente convertidas que ninguna otra. Tienen mucha mejor capacidad para recibir un argumento, y

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están mucho más en el hábito de someterse a las fuerzas de la razón, que tan pronto como el evangelio se adueña de sus mentes,

las rompe y derrite a los pies de Cristo.

2. Antes que el evangelio haga un efecto general, tenemos que tener una clase de predicadores espontáneos por las siguientes

razones:

(1.) Ningún grupo de hombres puede soportar la labor de escribir sermones y hacer toda la predicación, la cual será requisito.

(2.) La predicación escrita no está estimada para producir el efecto requerido. Tal predicación no presenta la verdad en la forma

correcta.

(3.) Es imposible que un hombre que escriba sus sermones arregle su tema, y le dé la vuelta y escoja sus pensamientos, para

producir el mismo efecto cuando se dirige a la gente directamente, y los haga sentir lo que realmente se propuso. Escribir

sermones tuvo su origen en tiempos de dificultad política. La práctica era desconocida en los días de los apóstoles. Sin duda los

sermones escritos han hecho mucho bien, pero no pueden dar al evangelio su gran poder. Quizá muchos ministros han sido

entrenados en el uso de apuntes, es mejor que no los tiren. Quizá no hagan bien su trabajo sin ellos. La dificultad no sería por la

falta de entendimiento, sino mala instrucción. El mal hábito empieza con el niño en la escuela, que es llamado a hablar de su

composición. En vez de prepararlo para expresar sus propios pensamientos y sentimientos en su propio lenguaje, y con su forma

propia, así como la naturaleza misma impulsa, está hecho para hacer memorizar la composición de otra persona, y luego la dice de

una forma rígida y formal. Y entonces cuando va a la universidad, y al seminario, en vez de ser entrenado para la hablar con

espontaneidad, está preparado para escribir su composición y memorizarla. Yo buscaría lo opuesto desde el principio. Le daría un

tema, dejarlo pensar y luego que lo dijera. Quizá cometa errores. Muy bien, es de esperarse--en un principiante, pero aprenderá.

Supongan que al principio no sea bastante elocuente. Muy bien, puede mejorar. Y está el camino para hacerlo. Este tipo de

preparación levantará una clase de ministros que puedan convertir al mundo.

Pero hay objeción a la predicación con espontaneidad, que si los ministros no escriben, no piensan. Esta queja tendrá peso con

aquellos hombres cuyo hábito ha sido siempre escribir sus pensamientos. Pero para un hombre con un hábito distinto, no tendría

peso para nada. Escribir no es pensar. Y si debo juzgar por los muchos sermones escritos que he escuchado predicar, quienes los

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hicieron han estado haciendo todo, menos pensar. La labor mecánica de escribir es realmente un obstáculo para un pensamiento

rápido y próximo. Es cierto que algunos predicadores espontáneos no han sido hombres pensantes. Un hombre cuyos hábitos

siempre han sido tales, que sólo se pone a pensar cuando su mente está con la pluma, desde luego, al ponerla a un lado, le

costará trabajo pensar; y si intenta predicar sin escribir cambiará hasta que sus hábitos sean cambiados totalmente, le será difícil

hacer sus sermones con la misma cantidad de pensamiento, como si conformara sus viejos hábitos de escritura. Pero debe

recordarse que esto es sólo debido a su entrenamiento para escribir, y que siempre estuvo acostumbrado a eso. Es la instrucción y

el hábito lo que le cuesta trabajo pensar sin escribir. ¿Intentará alguien decir que los abogados no son hombres pensantes, que

sus argumentos ante una corte o jurado no son profundos y bien digeridos? Y sin embargo, todos saben que no escriben sus

discursos. Debe entenderse, también, que en la universidad, tienen la misma instrucción con los ministros, y tienen la misma

desventaja de haber sido entrenados a escribir sus pensamientos, y es sólo después que entran a su profesión que cambian su

hábito. Si fueran educados, como debe ser, para improvisar hábitos en la escuela, serían muy elocuentes y poderosos en

argumentación como son ahora.

He oído mucho esta queja a la predicación con espontaneidad desde que entré al ministerio. Seguido me decían entonces, en

respuesta a mi postura de la predicación con espontaneidad, que los ministros que predicaran así, no instruirían las iglesias, que

habría mucho de lo mismo en su predicación, y que pronto se volverían insípidos y repetitivos por la falta de pensamiento. Pero

cada año de experiencia ha producido convicción en mi mente, que lo contrario a esta objeción es cierto. El hombre que escribe

menos, si le place, pensará más, y dirá lo que piensa en una manera que será mejor entendida que si fuera escrita, y que, así en la

proporción que hace a un lado su labor de escritura, su cuerpo será dejado libre para ejercitar, y su mente para pensamiento

vigoroso y consecutivo.

La gran razón por la que se supone que los predicadores espontáneos repiten con más frecuencia sus pensamientos es porque lo

que dicen es, de una forma general, más perfectamente recordado por la congregación que si leyera. He sabido con frecuencia de

predicadores que repiten sus sermones escritos una vez cada un mes, sin ser reconocidos por la congregación. Pero la manera en

la que los sermones espontáneos son generalmente dados es mucho más impresionante que los pensamientos que no pueden en

general ser pronto repetidos, sin ser recordados. Nunca tendrán un grupo de hombres en las salas de la legislación, los tribunales

de justicia, y en nuestros púlpitos, que sean oradores apabullantes y poderosos, y puedan llevar al mundo ante ellos, hasta que

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nuestro sistema les enseñe a pensar, cerca, rápido y consecutivamente, y hasta que sus hábitos de hablar en las escuelas sean

espontáneos. El mismo estilo de comunicar el pensamiento, en lo que es llamado un buen estilo de escribir, no está calculado para

dejar una honda huella en la mente, o comunicar el pensamiento en una manera clara e impresionante. No es lacónico, directo,

pertinente. No es la lengua de la naturaleza. Es imposible que los gestos deban ser acoplados al estilo común de escritura. Y como

consecuencia, y cuando intentan gesticular en la lectura de un ensayo, o dar un sermón escrito, sus gestos sean una imitación

burlesca en cuanto al hablar en público.

Al dar un sermón en ese estilo de escribir un ensayo, es imposible que casi todo el fuego del significado y poder del gesto, y

rasgos, actitud, y énfasis, no deban perderse. Nunca podemos tener un significado pleno del evangelio hasta que tiremos nuestros

apuntes.

3. El plan de estudios y enseñanza para la obra del ministro debe ser exclusivamente teológico.

Es lo que quiero decir. No voy a discutir el asunto de que si toda la educación debe o no ser teológica. Pero digo que la educación

para el ministerio debe ser exclusivamente así. Pero se preguntarán, ¿acaso no debe un ministro entender ciencia? Les

respondería que sí, entre más, mejor. Sería que los ministros pudieran entender toda la ciencia, pero en conexión con la teología.

Estudiar la ciencia es estudiar la obra de Dios. Y estudiar teología es estudiar a Dios.

Que se le haga al erudito, por ejemplo, esta pregunta: ¿Hay un Dios? Para responderla, dejen que escudriñe el universo, que vaya

a todos los departamentos de la ciencia, encuentre pruebas del diseño, y de esa forma aprenda la existencia de Dios. Que

averigüe cuántos dioses hay, y que escudriñe la creación para ver si hay tal unidad de diseño que revele a un solo Dios. Del mismo

modo, que indague concerniente a los atributos de Dios y su carácter. Aprenderá ciencia aquí, pero la aprenderá como parte de la

teología. Que escudriñe en cada área de conocimiento y traiga pruebas. ¿Cuál fue el diseño de este plan? ¿Cuál fue el fin de ese

arreglo? Véase si todo lo que encuentran en el universo no está calculado para producir felicidad, a menos que se pervierta.

¿Se endurecería y enfriaría el corazón al estudiar, tan fríos y duros como los muros universitarios, si la ciencia fuese buscada de

esa forma? Cada lección lo lleva directo ante Dios, y es de hecho comunión con Dios, y advierte su corazón, y lo hace más

piadoso, más solemne, más santo. Esta misma distinción entre estudio clásico y teológico es una maldición para la iglesia y una

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maldición para el mundo. El estudiante pasa cuatro años en la universidad en estudios clásicos, y no hay Dios en ellos, y luego tres

años de seminario, en estudios teológicos, y ¿qué entonces? Pobre joven, pónganlo a trabajar y encontrarán que no está educado

para el ministerio. La iglesia gime bajo su predicación porque no predica con unción ni poder. Se ha echado a perder en

preparación.

4. Aprendemos cuál es la predicación de avivamiento. Todos los ministros deben ser ministros de avivamiento; esto es, esto debe

ser calculado para promover santidad. La gente dice: "está muy bien tener algunos hombres en la iglesia que sean predicadores de

avivamiento, y que puedan ir y promover avivamientos, pero entonces debe haber otros para adoctrinar la iglesia". ¡Qué raro!

¡Acaso no saben que un avivamiento adoctrina la iglesia más rápido que cualquier otra cosa! Y un ministro nunca producirá un

avivamiento si no adoctrina a su público. La predicación que he descrito está llena de doctrina, pero es doctrina para ser

practicada. Y eso es predicación de avivamiento.

5. Hay dos objeciones a veces traídas contra el tipo de predicación que he recomendado.

(1.) Esto es rebajar la dignidad del pulpito a su estilo coloquial y de abogado. Están impactados ante eso. Pero es sólo por la

novedad y por cualquier impropiedad que hay en eso mismo. Oí un comentario hecho por un dirigente laico en el centro de este

estado en cuanto a la predicación de un cierto ministro. Dijo que era la primera predicación que había escuchado y entendido, y

que escuchaba al primer ministro que hablaba como si creyera su propia doctrina, pensó que estaba loco. Pero poco a poco, se le

hizo ver que todo era cierto, y se rindió a la verdad, como el poder de Dios para la salvación de su alma.

¿Qué es la dignidad del púlpito? ¡Ver a un ministro que está en el púlpito sosteniendo su dignidad! ¡Ay, ay! Durante mi viaje al

extranjero, oí a un misionero inglés que predicaba exactamente de esa forma. Creo que era un buen hombre y fuera del púlpito

hablaba como un hombre sincero, pero tan pronto estaba en el púlpito parecía un perfecto autómata, hinchándose, recitando y

cantando, bastante para poner a todos a dormir. Y la dificultad parecía ser que quería mantener la dignidad del púlpito.

(2.) Se objeta que esa predicación es teátrica. El obispo de Londres le preguntó una vez a Garrick, el célebre actor de teatro, por

qué los actores, que representaban ficción, movían a todos hasta llorar, mientras a los ministros, en representación de las

realidades más solemnes, apenas les oían. Garrick filosóficamente contestó: "es porque representamos la ficción como realidad, y

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ustedes representan la realidad como ficción". Esto dice todo. Ahora, ¿cuál es el diseño del actor en una representación teátrica?

Es arrojarse en el espíritu y significado del escritor, para adoptar sus sentimientos, hacerlos suyos, sentirlos, encarnarlos, arrojarlos

al público como una realidad viviente. Y ahora, ¿cuál es la objeción a todo esto en la predicación? El actor adapta la acción a la

palabra, y la palabra a la acción. Su apariencia, manos, actitudes, y todo, están diseñados para expresar plenamente el significado

del escritor. Ahora, esto debe ser el objetivo del predicador. Y si por "teátrico" queremos decir la representación más fuerte posible

de sentimientos expresados, entonces entre más teátrico es un sermón, mejor. Y si los ministros están muy rígidos, la gente muy

fastidiada, para aprender incluso del actor, o del escenario, el mejor método de cimbrar la mente, reforzar el sentimiento, y difundir

el calor del pensamiento abrasante a una congregación, entonces sigan con su forma prosaica, lectura y rigidez mojigata. Pero

recuerden que mientras en ese modo estén ellos alejando y condenando el arte del actor e intentando sostener "la dignidad del

púlpito", los teatros pueden estar atestados todas las noches. La gente de sentido común se entretendrá con esa manera de hablar

y los pecadores se irán al infierno.

6. Una congregación puede aprender cómo escoger a un ministro.

Cuando una iglesia con una vacante está buscando un ministro, hay dos puntos clave en los cuales se fija su atención. (1.) Quede

debe ser popular. (2.) Que debe ser instruido. Eso está muy bien. Pero este punto debe ser el primero en su búsqueda: "¿Es sabio

para ganar almas?" Sin importar cuán elocuente el ministro sea, o cuán instruido. No importa cuán grato y popular es en sus

maneras. Si es un hecho que los pecadores no se convierten bajo su predicación, muestra que no tiene esa sabiduría, y los hijos y

vecinos de ustedes se irán directo al infierno bajo su predicación.

Me da gusto saber que muchas iglesias harán esa pregunta acerca de los ministros. Y si ellos encuentran que un ministro es

destituido de esa cualidad vital, no lo tendrán. Y si se pueden encontrar ministros quienes son sabios para ganar almas, las iglesias

tendrán esos ministros. Es en vano contender contra eso, o fingir que no están instruidos o educados, o algo parecido. Es en vano

para las escuelas que obliguen a las iglesias aceptar una carrera de ministros que son instruidos en todo menos en lo que más

necesitan saber. Las iglesias han pronunciado que no son aptos, y no apoyarán eso que es muy notoriamente inadecuado como el

sistema presente de educación teológica.

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Es muy difícil decir qué necesita decirse en este tema, sin estar en riesgo de concebir un espíritu equivocado en la iglesia hacia los

ministros. Muchos profesantes de religión están listos para encontrar fallas en los ministros cuando no hay razón en la medida que

se vuelve muy difícil decir de los ministros qué es cierto, y qué necesita decirse, sin ser pervertidos y abusados por esta clase de

profesantes. No diría nada para lastimar la influencia de un ministro de Cristo, que está realmente intentando hacer bien. Merecen

cien veces más influencia que ellos merecen o tienen. Pero decir la verdad no lastima la influencia de esos ministros que con sus

vidas y predicación dan evidencia a la iglesia que su objetivo es hacer bien y ganar almas para Cristo. Esta clase de ministros

reconocerá la verdad de todo lo que he dicho o deseo decir. Lo ven todo, y lo deploran. Pero si hay ministros que no están

haciendo bien, que se están alimentando ellos mismos y no al rebaño, tales ministros no merecen influencia. Si no hacen bien, es

tiempo que ellos tomen otra profesión. Son sanguijuelas en los órganos vitales de la iglesia, succionando la sangre de su corazón.

Son inútiles y peor que eso. Y mientras más pronto sean puestos a un lado, y sus lugares se llenen de aquellos que harán por

Cristo, mejor.

FINALMENTE--Es el deber de la iglesia orar por nosotros, los ministros. Ni uno de nosotros es tal como debemos ser. Como Pablo,

podemos decir: "Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?" Pero ¿quién de nosotros es como Pablo? ¿Dónde encontrarán un

ministro como Pablo? No están aquí. Hemos sido educados mal, todos nosotros. Oren por las escuelas, universidades y

seminarios. Oren por los jóvenes que se preparan para el ministerio. Oren por los ministros, que Dios les dé sabiduría para ganar

almas. Y oren que Dios dote a la iglesia con la sabiduría y los medios para educar una generación de ministros que salgan y

conviertan al mundo. La iglesia debe trabajar en oración, gemir y agonizar por eso. Esto es ahora la perla del precio de la iglesia,

suplir del tipo correcto de ministros. La venida del milenio depende de este tipo de ministros diferentes, que estén mejor educados

para la obra. Y esto tendremos tan seguro como el Señor mantiene bien su promesa. Ese ministerio como está ahora en la iglesia

nunca convertirá al mundo. Pero el mundo está para convertirse, y por tanto Dios intenta tener ministros que lo hagan. "Rogad,

pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies."

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CONFERENCIA XIII

CÓMO LAS IGLESIAS PUEDEN AYUDAR A LOS MINISTROS

TEXTO.--Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía

Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre

ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se

puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada. --Éxodo 17:11-13.

Ustedes que leen sus Biblias recordarán la conexión que estos versículos tienen. El pueblo de Dios al someter a sus enemigos fue

a la batalla contra los amalecitas, y esos incidentes tomaron lugar. Es difícil concebir por qué la importancia debe adherirse a la

circunstancia de Moisés que alzaba sus manos, a menos que la expresión se entienda para denotar la actitud de oración. Y

entonces su alzamiento de manos, y su éxito al hacerlo, nos enseñará la importancia de la oración a Dios por su ayuda en todos

nuestros conflictos con los enemigos de Dios. La cooperación y apoyo de Aarón y Hur ha sido generalmente entendida para

representar el deber de las iglesias para apoyar y ayudar a los ministros en su obra, y la importancia de esta cooperación para el

éxito de evangelio predicado. Haré uso de ello en esta ocasión. Como he hablado del deber de los ministros en la labor para los

avivamientos, ahora consideraré:

LA IMPORTANCIA DE LA COOPERACIÓN DE LA IGLESIA PARA PRODUCIR Y REALIZAR UN AVIVAMIENTO

Hay un número de cosas cuya importancia en promover un avivamiento no ha sido debidamente considerado por las iglesias y los

ministros, que si no se atiende será imposible que los avivamientos se extiendan, o incluso que continúen por un tiempo

considerable. En mis dos últimas conferencias, me he enfocado en los deberes de los ministros sin entrar más o menos

extensivamente en ese departamento de medios. No lo he hecho con esa parte del tema, pero es importante aquí hacerlo a un

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lado y discutir algunos puntos en los que la iglesia estará para ayudar a su ministro, si espera disfrutar un avivamiento. Al discutir el

tema, propongo:

I. Mencionar varias cosas que los cristianos tienen que evitar, si apoyan a los ministros.

II. Algunas cosas que se tienen que atender.

I. Voy a mencionar algunas cosas que se tienen que evitar.

1. Por todos los medios mantengan clara la idea, tanto en teoría como en práctica, que un ministro está para promover

avivamientos solo. Muchas personas están inclinadas a tomar una actitud pasiva en este tema y sienten como si no tuvieran nada

que ver. Han empleado a un ministro y le pagan, para alimentarlos con instrucción y comodidad, y ahora no tienen nada que hacer

más que sentarse y pasarse la comida que les da. Van a pagarle su sueldo, y asistir a su predicación, y creen que les está yendo

muy bien. Y él de su parte espera predicar doctrina buena, sensata y cómoda, para sostener, y hacerles sentirse cómodos, y así

esperan irse al cielo. Les digo, SE IRÁN AL INFIERNO, si ésa es su religión. Eso no es el camino al cielo.

Tenga la seguridad que donde ese espíritu prevalezca en la iglesia, sin importar qué tan bueno pueda ser el ministro, la iglesia ha

tomado un curso para prevenir un avivamiento. Si es siempre tan fiel, tan comprometido, talentoso y elocuente, se puede quizá

desgastar y quizá hasta destruir su vida, pero habrá poco o nada de avivamiento.

Donde no hay iglesia, o muy pocos miembros en ella, un avivamiento puede ser promovido sin ningún esfuerzo organizado por la

iglesia, porque no está ahí, y en tal caso, Dios acomoda su gracia a las circunstancias, como hizo cuando los apóstoles salieron,

solos, para plantar el evangelio en el mundo. He visto instancias de avivamientos poderosos donde así ha sido el caso. Pero donde

hay medios, Dios los usará. Preferiría no tener ninguna iglesia en algún lugar, que intentar promover un avivamiento en un lugar

donde hay una iglesia que no trabaje. Su pueblo le pedirá a Dios que los dote de bendiciones. La influencia contrarrestante de una

iglesia que no trabaja es peor que la infidelidad. No hay posibilidad de ocupar terreno neutral, en cuanto a un avivamiento, aunque

algunos profesantes imaginen que son neutrales. Si un profesante no se dispone a trabajar, se opone a la obra. Que intente tomar

una posición neutral, y diga que va a esperar y ver cómo resulta--pues, es eso precisamente lo que el diablo quiere que él haga.

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Los profesantes pueden de ese modo hacer su obra mucho más eficazmente que la oposición abierta. Si toman una posición

abierta, todo mundo dirá que no tiene religión, y así hará la obra del diablo más eficazmente.

Al emplear a un ministro, una iglesia debe recordar que sólo han empleado a un dirigente que los guíe a la acción en la causa de

Cristo. La gente pensará que sería extraño si alguien propone apoyar a un general y luego lo deja ir y pelea solo. La iglesia concibe

equivocadamente el diseño del ministerio si dejan a su ministro trabajar solo. No es suficiente que deban oír sermones. Eso sólo es

la palabra de mandamiento, que la iglesia está obligada a seguir.

2. No se quejen de su ministro porque no hay avivamiento si no están cumpliendo con su deber. Es inútil quejarse porque no hay

avivamiento si no están cumpliendo con su deber. Eso por sí solo es razón suficiente que no haya avivamiento. Es muy cruel y

abominable que una iglesia se queje de su ministro cuando ellos mismos están dormidos. Es muy común para los profesantes de

religión que se atribuyan el mérito ellos mismos, y callen sus conciencias por quejarse de sus ministros. Y cuando la importancia de

los ministros que están despiertos es dicha, esta clase de personas están listas para decir: "Nunca tendremos un avivamiento con

un ministro así" cuando el hecho es que su ministro está mucho más despierto que ellos.

Otra cosa es cierta en cuanto a este punto, que vale la pena notar. Cuando la iglesia está hundida en un estado bajo, los

profesantes de religión están muy aptos para quejarse de la iglesia, y del estado bajo de religión entre ellos. Se quejan mucho de

ese ser irresponsable e intangible, la "iglesia" por estar dormida. Sus quejas del estado bajo de la religión, y de la frialdad de la

iglesia o del ministro, son derramados tristemente, sin parecer darse cuenta que la iglesia está compuesta de individuos, y que

hasta que cada uno tome su caso entre sus manos, se queje de sí misma, se humille ante Dios, se arrepienta, y despierte, la

iglesia nunca tendrá eficacia, y nunca podrá haber un avivamiento. Si en vez de quejarse de su ministro, o de la iglesia, se

despertaran como individuos, y no se quejaran de él o ellos hasta que ustedes puedan decir que son puros de la sangre de todos

los hombres, y que están cumpliendo con su deber para salvar pecadores, él estará listo para sentir la justicia de sus quejas, y si

no, Dios lo hará, ya sea que lo despierte o lo remueva.

3. No dejen que su ministro se desgaste al intentar realizar la obra él solo mientras ustedes rehúsan ayudarle. A veces sucede que

un ministro encuentra el arca del Señor que no se moverá a menos que despliegue él toda su fortaleza, y haya estado tan deseoso

por un avivamiento que ha hecho eso y ha fallecido. Y estaba dispuesto a morir por ello. Podría mencionar algunos casos en este

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estado, donde los ministros han fallecido, y sin duda como consecuencia de sus trabajos para promover un avivamiento donde la

iglesia se ha rezagado de la obra.

Mencionaré un caso. Hace unos años un ministro estaba trabajando donde había un avivamiento; un anciano de una iglesia algo

lejos lo visitó y quería que él fuera a predicar allá. No había avivamiento ahí, y nunca lo había habido, y el anciano se quejó de su

estado, decía que ellos habían tenido dos ministros excelentes, uno se había desgatado completamente y fallecido, y el otro se

había agotado, y desanimado, y los dejó. Era una iglesia pobre y débil, sus prospectos en mucha oscuridad a menos que hubiera

un avivamiento; le suplicó a ese ministro que fuera y les ayudara. Se veía muy triste, y el ministro oyó su queja, y por fin le contestó

preguntando: "¿Por qué no tuvieron ningún avivamiento?" "No sé", respondió el anciano. "Nuestro ministro trabajó mucho, pero la

iglesia no despertó y por alguna razón no hubo avivamiento". Dijo el ministro, "pues bien, veo lo que quieren ustedes; han matado

a un ministro de Dios, agotado a otro que tuvo que dejarlos, y ahora el diablo lo ha enviado aquí por mí para que yo meza la cuna

por ustedes. Tuvieron un buen ministro que les predicaba, pero se durmieron, y se esforzó hasta que falleció en la obra. Entonces

el Señor les dejó tener otro, y todavía se acostaron y durmieron, y no se despertaron para cumplir con su deber. Y ahora viene

usted en desesperación y quieren otro ministro, ¿verdad? Ni lo mande Dios que tengan ustedes otro ministro mientras hagan lo

que han hecho. Ni lo mande Dios que tengan otro ministro hasta que la iglesia despierte". Le afectó al anciano, pues era un buen

hombre. Se le salieron las lágrimas y dijo que no era más de lo que merecían. Dijo el ministro, "¿será fiel e irá a casa y le dirá a la

iglesia lo que dije? Si lo hace, y ellos son fieles y despiertan para cumplir con su deber, tendrán un ministro. Se lo garantizo". El

anciano dijo que lo haría y cumplió su palabra. Se fue a casa y le dijo a la iglesia que fue muy cruel de su parte pedir otro ministro

que viniera a menos que despertaran. Lo sintieron, confesaron sus pecados y despertaron para cumplir su deber, y un ministro fue

enviado a ellos y siguió un avivamiento poderoso y precioso.

Las iglesias no se dan cuenta de cuán a menudo su frialdad y rezago pueden ser absolutamente la causa de fallecimiento de

ministros. El estado de la gente, y de los pecadores, descansa en su mente, se esfuerzan en el alma día y noche, trabajan dentro y

fuera de temporada, más allá del poder de la constitución humana, hasta que se agotan y mueren. La iglesia no sabe la agonía del

corazón del ministro cuando se esfuerza por las almas y trabaja para despertar a la iglesia para ayudar, y todavía los ve en la

soñolencia de muerte. Quizá a veces se levanten con un esfuerzo espasmódico por unos días, y luego todo se enfría de nuevo. Y

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muchísimos ministros fieles se acaban y fallecen, y entonces estos profesantes insensibles son los primeros en culparlo por hacer

demasiado.

Recuerdo un caso de un buen ministro, que fue a un lugar donde había un avivamiento, y mientras estaba ahí oyó un sermón

directo a los ministros. Lo recibió como un hombre de Dios; no se rebeló contra la verdad de Dios, sino prometió solemnemente

que no descansaría hasta que viera un avivamiento entre su gente. Volvió a casa y se puso a trabajar; la iglesia no despertaba,

excepto unos cuantos miembros, y el Señor los bendijo, y derramó su Espíritu, pero el ministró cayó en cama y murió en medio del

avivamiento.

4. Tengan cuidado de no quejarse de la predicación directa y sencilla, incluso cuando las reprensiones de ésta sean para ustedes.

Las iglesias están listas para olvidar que un ministro es responsable sólo ante Dios. Quieren hacer reglas por las que un ministro

predique para que no sea para ellos. Si él cierne sobre la iglesia, ellos lo llaman personal, y se rebelan contra la verdad. O dicen

que no debe predicar tan explícitamente a la iglesia ante el mundo; expone la religión, dicen, que debe apartarlos y predicar a la

iglesia sola, y no decirle a los pecadores lo malo que son los cristianos. Pero hay casos donde un ministro no puede hacer menos

que mostrar a la casa de Jacob sus pecados. Si preguntan, ¿por qué hacerlo cuando estamos nada más nosotros? Respondo, así

como si los pecadores no supieran que hicieron mal. Les predicaré de ustedes, sobre sus pecados, cuando se juntan para pecar.

Pero vive el Señor que si pecan ante el mundo, serán reprendidos ante el mundo. ¿Acaso no es un hecho que los pecadores

saben cómo viven y que se tropiezan al infierno? Entonces no culpen a los ministros cuando ven que es su deber es reprender a la

iglesia abiertamente ante el mundo. Si son tan orgullosos que no pueden soportar eso, no esperen un avivamiento. No llamen a la

predicación demasiado directa porque expone las faltas de la iglesia. No hay tal cosa acerca de una predicación muy directa.

5. A veces los profesantes se alarman, no sea que el ministro ofenda a los impíos por la predicación directa. Y empezarán a tomar

precauciones contra él, y le pedirán que si no hubiera sido mejor que hubiera alterado un poco para evitar ofender, y cosas así.

Ese temor se ha exaltado especialmente si alguien de los miembros más pudientes e influyentes de la congregación se ofende, no

sea que retire su apoyo de la iglesia, y ya no más dé su dinero para ayudar a pagar el sueldo del ministro, y de esa manera la

carga será más pesada para la iglesia. Nunca podrán tener un avivamiento en una iglesia así. Pues la iglesia debe orar, sobre

todas las cosas, para que la verdad pueda llegar sobre los impíos como fuego. ¿Qué si se ofenden? Cristo puede estar muy bien

sin su dinero. No culpen a su ministro, ni le pidan que cambie el modo de su predicación para agradar y conciliar al impío. Es inútil

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que un ministro predique al impenitente, a menos que predique la verdad a ellos. Y no hará ningún bien pagar por el sostenimiento

del evangelio, a menos que se predique de una forma tal que ellos puedan ser buscados y salvados.

A veces los miembros de la iglesia hablarán entre ellos sobre la imprudencia del ministro, y crearán un bando, y se meterán en un

espíritu equivocado, porque los perversos no están contentos. Había un lugar donde había un avivamiento poderoso, y gran

oposición. La iglesia se alarmó por temor a que si el ministro no era menos directo y explícito, algunos de los impenitentes se irían

a otra congregación. Y uno de los dirigentes en la iglesia fue asignado a ir con el ministro y pedirle que no predicara tan duro, que

tales y tales personas se irían de la iglesia. El ministro preguntó: "¿Acaso no es verdad la predicación?" "Sí". ¿Acaso no la bendice

Dios?" "Sí". "¿Vieron lo mismo en esta obra antes en este lugar?" "No, nunca". "Quítate delante de mí, Satanás, el diablo te ha

enviado aquí para dar este recado; ves que Dios está bendiciendo la predicación, la obra está realizándose, y los pecadores se

están convirtiendo día todos los días, y ahora vienes para que baje el tono a la predicación, para apaciguar las mentes de los

impíos". El hombre se sintió reprendido, y lo tomó como un cristiano; vio su error y se sometió, y nunca más se oyó de hallar

alguna falla en la forma de la predicación.

En otro pueblo, donde había un avivamiento, una mujer que tenía algo de influencia (no piadosa), se quejó mucho sobre la

predicación sencilla, directa y personal, como le llamaba. Pero poco a poco ella misma se volvió un sujeto de la obra. Después de

eso, algunos de sus amigos impenitentes le recordaban lo que decía en contra del predicador por "predicar tan calurosamente".

Ahora decía que su opinión cambió y no le importaba cuán calurosamente la verdad se predicaba si era incandescente.

6. No tomen parte con el perverso en nada. Si lo hacen, fortalecerán sus manos. Si el perverso acusa al ministro de ser

imprudente, o de ser personal, y si los miembros, sin admitir que el ministro lo hace, sólo admiten que la predicación personal está

mal, y hablan sobre la impropiedad de ésta, los perversos sentirán que están de su lado contra el ministro. Adoptan sus principios,

usan su lenguaje, y se entiende que simpatizan con ellos. ¿Qué es predicación personal? Ningún individuo nunca se beneficia por

predicar a menos que esté hecho para sentir que lo siente. Ahora tal predicación siempre es personal. Seguido parece tan

personal, para los perversos, que sienten como si fueran a ser llamados por nombre ante la congregación. Una vez un ministro

estaba predicando a la congregación, y cuando describía ciertos caracteres, dijo "si fuera omnisciente, podría llamar por nombres a

las personas que responden a esa descripción". Un nombre gritó: "¡nómbrame!" y se vio como si fuera a tragarlo la tierra. Luego

dijo que no tenía idea al decirlo, pero el ministro lo describió tan perfectamente, que realmente pensó que lo iba a llamar por su

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nombre. El ministro no sabía que había un hombre así en el mundo. Es común que hombres piensen que su propia conducta es

descrita y se quejan, "¿quién le ha estado diciendo de mí? Alguien ha estado hablándole a él de mí, y haciendo que me predique".

Supongo que he escuchado como quinientos o mil casos así. Ahora si los miembros de la iglesia admitieran que está mal que un

ministro se refiera a alguien en su predicación, ¿qué bien puede hacer si no están dispuestos a que su ministro se refiera a alguien

o le predique a cualquiera, mejor que lo despidan? ¿A quién debe predicar si no a las personas?, ¿los individuos frente a él? ¿Y

cómo puede predicarles a ellos cuando no se lo propone?

7. Si van a estar con su ministro en la promoción de un avivamiento, no contradigan su predicación. Si predica que los pecadores

se van a ir al infierno, no mientan al respecto, y sonrían, por su ligereza y despreocupación. He oído a pecadores hablar del efecto

producido en sus mentes, por la ligereza en los cristianos, luego de un discurso serio y penetrante. Se sienten serios y tiernos, y se

empiezan a alarmar por su condición, y ven a estos profesantes, en vez de llorar por ellos, están ligeros y despreocupados,

diciendo: "no tengan miedo, pecadores, no es tan malo, después de todo; mantengan la calma y les irá bien; ¿creen que reiremos

y vacilaremos si se fueran al infierno tan rápido? No debemos reírnos si sólo su casa estuviera en llamas, menos aún si la

viéramos arder por dentro". ¿De qué utilidad es que un ministro predique a los pecadores en un estado así de las cosas?

8. No le quiten innecesariamente el tiempo a su ministro. Los ministros a menudo pierden mucho tiempo con los individuos que los

visitan para platicar, cuando no tienen nada de importante de qué hablar y ningún propósito en particular. Al ministro desde luego le

da gusto ver a sus amigos, y está con frecuencia con mucha disposición para pasar un rato platicando con su gente, como los ama

y los estima. Los profesantes de religión deben recordar que el tiempo de un ministro vale más que el oro, pues puede ser utilizado

en aquello que el oro no puede comprar. Si el ministro es alejado de la oración, su Biblia, o estudio, para que ellos se den el gusto

de platicar con él, hacen mucho daño. Cuando tienen una buena razón para eso, nunca deben retractarse de visitarlo e incluso

tomen el tiempo que sea necesario. Pero si no tienen nada en particular e importante qué decir, manténgase lejos. Supe de un

hombre en una de nuestras ciudades, sin trabajo, que le quitaba el tiempo al ministro por varios meses. Llegaba a su estudio, se

sentaba por tres horas cada vez y hablaba, porque no tenía nada que hacer, hasta que finalmente el ministro lo reprendió

claramente diciéndole cuánto pecado estaba cometiendo.

9. Asegúrense de no sancionar nada que sea calculado para desviar la atención del tema de religión. Con frecuencia cuando llega

el momento del año para trabajar, cuando las noches son largas, el negocio es lento, y es el momento para hacer un esfuerzo

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extra, en ese momento, alguien de la iglesia hace una fiesta e invita a algunos amigos cristianos para tener una fiesta religiosa. Y

entonces otras familias hacen lo mismo para regresar la invitación. Luego otra y otra hasta que crece como un sistema de fiestas

que consume todo el invierno. ¡Abominable! Esto es una gran estratagema del diablo porque parece tan inocente y tan propio para

promover un buen sentimiento y aumentar las relaciones entre los cristianos. Y entonces, en vez de reuniones de oración, tendrán

fiestas.

Los males de estas fiestas son muy grandes. Con frecuencia se organizan a un gran costo y se practica la más abominable

glotonería en ellas. Se dice que el gasto es de cien a doscientos dólares. Se me ha dicho que algunas instancias, los cristianos

profesantes han hecho grandes fiestas y grandes entretenimientos, y han excusado su prodigalidad impía en el uso del dinero de

Jesucristo, al dar lo que queda, después de que el festín terminó, a los pobres. De ese modo hacen que sea una virtud el festejar y

desenfrenarse, incluso hasta hartarse, en la generosidad de la providencia de Dios, bajo la pretensión de beneficiar a los pobres.

Éste es el mismo ejemplo, con un baile espléndido que fue se hizo hace unos años, en una ciudad vecina. El baile fue organizado

para beneficio de los pobres y cada caballero pagó cierta cantidad, y luego del baile, lo que quedaba de los fondos levantados así,

se iban a dar a los pobres las migajas que habían caído debajo de la mesa. De verdad que ésta es una caridad extraña, comer,

beber, bailar, y cuando se han desenfrenado y festejado hasta ya no poder disfrutar, le dan a los pobres las migajas que han caído

de la mesa. No veo por qué ese baile es tan piadoso como las tertulias cristianas. El mal de los bailes no consiste simplemente en

el ejercicio del baile, sino en la disipación, los excesos, y tentaciones conectados con ellas.

Pero se dice que son fiestas cristianas, y que todos, o casi todos, son profesantes de religión quienes asisten. Y más aún, que

terminan, con frecuencia, con oración. Ahora considero esto como uno de sus peores distintivos, que luego de desperdiciar tiempo

y dinero, exceso en comer y beber, la conversación vana, y demás tonterías, con lo que se llena cada temporada, deba hacerse un

intento de santificarla, endosarla a Dios, al concluirla con oración. Digan lo que quieran, no sería más absurdo e incongruente, o

profano, cerrar un baile, o una obra de teatro, o tertulia, con oración.

¡Ha llegado a eso que los practicantes de religión, que profesan el deseo de la salvación del mundo, cuando tales llamados son

hechos para ellos, desde los cuatro vientos del cielo, para enviar el evangelio, preparar las Biblias, los folletos y misioneros, para

salvar al mundo de la muerte, deban gastarse miles de dólares en una noche, y luego ir al concierto mensual y orar por los impíos!

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En algunas instancias, se me ha dicho, encuentran un bálsamo para sus conciencias, en el hecho de que el ministro asiste a esas

fiestas. Esto, desde luego, da peso a tal ejemplo, y un profesante de religión hace una fiesta e invita a su ministro, otros hacen lo

mismo. El siguiente paso que dan puede ser que cada uno haga un baile, y ¡asigne al ministro como el director! ¿Por qué no? Y

quizá, de vez en vez, les hará el favor de tocar el violín. En mi opinión, de una vez que lo haga, como que asista y concluya una

fiesta así con oración.

He oído con dolor que un círculo de fiestas, no sé hasta qué tanto, se ha hecho en ROCHESTER--ese lugar tan altamente

favorecido del Señor. No sé a través de cuyas influencias han sido organizadas, o por cuáles personas en particular han sido

patrocinadas y asistidas. Pero debo aconsejar a cualquier congregación que está pensando en tener círculos de fiestas, para

mientras tanto mandar a su ministro que vaya y predique donde la gente esté lista para recibir la palabra y sacar provecho de eso,

y no hacer que se quede y esté afligido, angustiado, y sea muerto, por intentar promover la religión entre ellos, mientras ellos están

completamente ocupados en el servicio del diablo.

Los profesantes de religión nunca deben hacer nada que pueda desviar la atención pública de la religión, sin primero haber

consultado a su ministro, y hacerlo un asunto de oración especial. Y si encuentran que tendrá ese efecto, nunca deben hacerlo.

Asuntos con frecuencia vendrán ante el público que tienen esa tendencia; algún curso de conferencias, o espectáculo, o similares.

Los profesantes deben ser sabios, y entender de qué se trata, y no dar consentimiento a tal cosa, hasta que vean qué influencia

tendrá, y si obstaculizará un avivamiento. Si lo hacen, que no haya nada que tenga que ver con eso. Cada cosa debe ser estimada

por su esfuerzo en el reino de Cristo.

En relación a las fiestas, digan lo que gusten sobre que son una recreación inocente. Apelo a cualquiera de ustedes que hayan

asistido a ellas para que digan ¿si son aptas para la oración, o aumentan su espiritualidad, o si los pecadores son convertidos en

ellas, o los cristianos son hechos para agonizar en la oración por las almas?

II. Voy a mencionar varias cosas que las iglesias tienen que HACER si van a promover un avivamiento y ayudar a su

ministro.

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1. Deben suplir sus necesidades terrenales. Un ministro, que se da a sí mismo enteramente a la obra, no puede tener trabajo del

mundo, y desde luego está enteramente dependiente de su gente para suplir sus carencias terrenales, incluyendo el sostenimiento

de su familia. No necesito discutir este punto aquí, pues todos ustedes entienden eso perfectamente.

Es un mandamiento de Dios que "los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio". Pero vean a su alrededor cuántas

iglesias hacen eso. Por ejemplo, cuando les falta un ministro, andan buscando y viendo qué tan barato pueden conseguir uno.

Calculan cuántos centavos costará su sal, cuánto su comida, y entonces fijan su salario tan bajo como para sujetarlo a la

incomodidad extrema para salir del paso y mantener a su familia. Un ministro debe tener su mente tranquila, estudiar y laborar con

efecto, y no puede estar viendo los precios, regateando y estando al pendiente de las mejores oportunidades para comprar algo

para su provecho para lo que necesita. Si está obligado a hacer eso, su mente está avergonzada. A menos que sus carencias

terrenales sean suplidas, que sus pensamientos sean abstraídos de ellas, ¿cómo puede cumplir con su deber?

2. Sean honestos con su ministro.

No midan ni calculen con cuánta sal y medidas de grano pueda él arreglárselas. Recuérdese, están tratando con Cristo. Y les llama

a poner a los ministros en una situación que con prudencia normal la vergüenza terrenal es inaceptable.

3. Sean puntuales con él.

A veces las iglesias, cuando están por contratar a un ministro, tienen mucho orgullo acerca de darle un salario, y hacen una

suscripción y fijan el sueldo que nunca pagarán, y muy posiblemente nunca esperarán pagar. Y así, luego de uno, dos, tres, o

cuatro años, la sociedad se atrasa tres o cuatrocientos dólares de deuda con su ministro, y entonces esperan que él se los dé. Y

en todo esto se preguntan ¡por qué no hay avivamiento! Ésta puede ser la razón por la que iglesia ha MENTIDO; han prometido

fielmente pagar tanto y no lo han hecho. Dios no puede consistentemente derramar su Espíritu sobre esa iglesia.

4. Páguenle su sueldo sin preguntar.

Nada es más vergonzoso, con frecuencia, para un ministro que esté forzado a pedir a su gente que le paguen. Con frecuencia

tiene enemigos, y los ofende, al verse obligado a pedir y pedir su dinero, y entonces no lo recibe como le prometieron. Pagarían

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ellos su préstamo si estuviera en riesgo, pero cuando no es nada más que conciencia y bendición de Dios, lo dejan como está. Si

alguien tuviera un aviso del banco, lo verán cauteloso y presto para estar antes de las tres de la tarde. Esto es porque el pagaré

será reclamado, y perderán ellos su reputación. Pero saben que el ministro no los demandará por su sueldo, y son negligentes y

dejan que pase, y él debe sufrir la inconveniencia. Esto no es tan común en la ciudad como lo es en el campo. Pero ahí, he sabido

de casos desconsoladores de angustia y miseria, por la negligencia y crueldad de las congregaciones en RETENER aquello que es

obligación. Las iglesias viven una mentira y estafa, y luego se preguntan por qué no hay ningún avivamiento. ¿Cómo es que se

preguntan?

5. Oren por su ministro.

Quiero decir algo así. ¿Qué suponen que quiero decir? Incluso los apóstoles les urgían a las iglesias que oraran por ellos. Esto es

más importante de lo que se imaginan. Los ministros no piden a la gente que oren por ellos simplemente como hombres, ni que

sean llenos de la abundancia de las influencias del Espíritu, meramente para promocionar su disfrute personal, sino que saben que

a menos que la iglesia grandemente desee una bendición sobre las labores de un ministro, es tentar a Dios esperarla. Cuan

seguido pasa al púlpito un ministro, sintiendo que su corazón está listo quebrantarse por la bendición de Dios, mientras que

también siente que no hay lugar para esperarla, porque ¡no hay razón para creer que la iglesia la desea! Quizá ha estado dos

horas de rodillas en súplica, y sin embargo, porque la iglesia no desea una bendición, siente como si sus palabras rebotaran en su

cara.

He visto a cristianos estar en agonía cuando su ministro pasa al púlpito por temor a que su mente estuviera en una nube, o su

corazón frío, o que no tuviera unción, y entonces que la bendición no llegue. He trabajado con un hombre así. Oraba hasta que

tuviera la certeza en su mente que Dios estaría conmigo en la predicación, y a veces oraba enfermo. He sabido el momento,

cuando estaba en oscuridad por un tiempo, mientras la gente se estaba reuniendo, y su mente se llenaba de ansiedad, y se iba

una y otra vez a orar, hasta que finalmente llegaba a la habitación con un rostro plácido y decía, "el Señor ha llegado, y estará con

nosotros. No sé si alguna vez se hubiera equivocado.

Sé de una iglesia que lleva en sus brazos a su ministro en oración día con día, y vigila con ansiedad inexpresable, ¡para ver que

tenga el Espíritu Santo con él en sus labores! Cuando sienten y oran así, ¡oh, qué sentimientos y qué miradas se manifiestan en la

207

congregación! Han sentido la ansiedad inexpresable para que la palabra venga con poder, y surta efecto, y cuando su oración es

contestada, y oyen una palabra u oración que llega "CÁLIDA" desde corazón, y surte efecto en la gente, pueden ver a todas sus

almas que están atentas. Cuán distinto es el caso, donde la iglesia siente que el ministro está orando, y entonces ¡no hay

necesidad de orar! Están equivocados. La iglesia debe desear y orar por la bendición. Dios dice que será solicitado por la casa de

Israel. Ojalá sientan que no puede haber sustituto de eso.

He visto casos en avivamientos, donde la iglesia fue detenida en la parte de atrás en cuanto a la oración, y las personas de fuera

fueron llamadas para orar en todas las reuniones. Esto es triste, incluso si debe haber un avivamiento, pues el avivamiento debe

ser menos poderoso y menos beneficioso en sus influencias en la iglesia. No sé pero a veces he ofendido a cristianos y ministros

de fuera, por seguir llamando a los miembros de la iglesia de ese lugar para orar, y no a aquellos de fuera. No fue por faltarles el

respeto a ellos, sino porque el objetivo era hacer que la iglesia que estaba preocupada, deseara, orara, y agonizara por una

bendición.

En un cierto lugar, una reunión alargad se realizó, sin buenos resultados, se produjo gran mal. Fui llevado a averiguar la razón. Y

resultó que en todas sus reuniones, ni un miembro de su propia iglesia fue llamado a orar, sino que todas las oraciones fueron

hechas por personas de fuera. Con razón ningún bien se hizo. La iglesia no estaba interesada. El dirigente de la reunión tenía

buena intención, pero emprendió el avivamiento sin hacer que la iglesia ahí trabajara. Dejó que la iglesia floja se echara y no

hiciera nada, y pues no pudo hacer ningún bien.

Las iglesias deben orar por los ministros como agentes de quebrantar a los pecadores con la palabra de verdad. La oración por un

ministro se ha hace a menudo en forma formal y rígida, y se confina a las reuniones de oración. Se harán oraciones en la forma

antigua, como siempre lo han hecho: "Señor, bendice a tu siervo que ministra, quien lo has puesto en esta parte de los muros de

Sion", y demás, que equivale a nada porque no hay corazón en ellas. La prueba con frecuencia es que nunca pensaron orar por él

en secreto, nunca han agonizado en sus lugares de oración por una bendición en sus labores. Pueden no omitirlo completamente

en sus oraciones. Si hacen eso, es evidente que les importa muy poco las labores de su ministro. Pero ése no es el lugar más

importante. La manera de presentar oración eficaz por su ministro es llevándola donde oran, y cuando estén en secreto, luchen con

Dios para que atienda las labores de su ministro.

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Supe de un caso de un ministro enfermo, que se deprimió y su mente se hundió, estaba en tinieblas, y no sentía que pudiera

predicar más. Un individuo de la iglesia fue despertado para sentir la situación del ministro para orar que pudiera tener el Espíritu

Santo para atender su predicación. Una mañana del Día del Señor, la mente de la persona fue muy inquietada y empezó a orar tan

pronto amaneció, y oraba una y otra vez por la bendición del día. Y el Señor de alguna forma dirigió al ministro como la oración de

esta persona hizo. La persona le decía al Señor lo que pensaba de la situación y el estado mental del ministro, y suplicaba, como si

no se le fuera a negar, por una bendición. El ministro pasó al púlpito y predicó, la luz cayó sobre él, y la palabra fue con poder, y un

avivamiento empezó ese día.

6. La iglesia debe suplirle al ministro y garantizar su sostenimiento, independientemente de los impíos. De otra forma puede ser

forzado a su familia padezca hambre, o detener una parte de la verdad para no ofender a pecadores. Una vez reprendí a un

ministro que encontré que tenía miedo de salir con la verdad. Le dije que me sorprendía que no atacará ciertos puntos. Me dijo que

debía agradar a ciertos hombres, que podrían ser tocados ahí. Eran los impíos que lo sostenían, y eso lo hizo muy dependiente de

ellos para comer, se daban la vuelta y se aprovechaban de él por la falta de fe de ellos y de temor a los hombres. La iglesia debe

siempre decirle a su ministro, "Te apoyaremos, ponte a trabajar, que la verdad se derrame en la gente, y estaremos contigo".

7. Véase que todo esté ordenado, que la gente se pueda sentar cómodamente en la reunión. Si la gente no se sienta con facilidad,

es difícil obtener o mantener su atención. Y si no están atentos, no pueden convertirse. Tienen que venir a oír de sus vidas, y

deben estar tan en su lugar para que puedan oír con todas sus almas, y no tengan nada en su posición corporal para llamar la

atención. La iglesias no se dan cuenta cuán importante es que el lugar de reunión deba ser cómodo. No quiero decir vistoso. Toda

su ostentación y gloria de ricos candelabros, alfombras, y púlpitos espléndidos, es el extremo opuesto, y quita la atención

igualmente, y derrota cada objetivo por el que el pecador deba ir a la reunión. Ahí no necesitan esperar un avivamiento.

8. Vean que la casa de Dios se mantenga limpia. La casa de Dios debe siempre mantenerse limpia como lo harían con su propia

casa. Las iglesias con frecuencia se mantienen excesivamente descuidadas. Las he visto, donde la gente usa mucho tabaco, y les

importa poco el aseo, que es imposible predicar con comodidad. Una vez en una reunión prolongada, aquello fue cobrado a la

iglesia, y tuvieron que reconocerlo, que pagaban más por tabaco que por la causa de las misiones. No podían arrodillarse en las

bancas, y las señoras no podían sentarse sin estar todo el tiempo cuidando su ropa, y dónde pisaban, porque la casa estaba muy

sucia, y había mucho jugo de tabaco escurriendo por el piso. Si la gente no puede ir donde pueda oír sin ser molestada con vistas

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y olores ofensivos, y donde se pueda arrodillar en oración, ¿qué bien hará una reunión prolongada? Hay importancia en estas

cosas, que no se realizan. ¡Véase a ese hombre! ¿Qué está haciendo? Le estoy predicando a él de la vida eterna, y está pensando

acerca de la banca sucia, Y esa mujer está pidiendo un banquillo para tener sus pies lejos del jugo de tabaco. ¡Qué vergüenza!

9. Es importante que la casa deba ser lo bastante caliente, pero no demasiado. Supongan que un ministro llega a la casa, y la

encuentra fría; tan pronto y entra, mejor que se quede en su casa; la gente está temblando, están sus pies fríos, sienten frío, están

inquietos, y desea él estar en casa pues sabe que no puede hacer nada, pero debe predicar si no ellos se decepcionarán.

O puede hacer mucho calor en la casa, y la gente, en vez de escuchar la verdad, está abanicándose, jadeando, y de vez en

cuando una mujer se desmaya, y se provoca una agitación, y la sucesión de ideas y sentimientos se pierden, y se desperdicia todo

un sermón para ningún buen fin. Estas pequeñeces quitan la atención de la gente de las palabras de vida eterna. Y con frecuencia

así es, que si sueltan un eslabón, se pierde todo, y la gente es condenada sólo por una iglesia descuidada que no ve la regulación

apropiada para estos asuntos pequeños.

10. La casa debe estar ventilada. De todas las casas, una iglesia debe estar perfectamente ventilada. Si no hay cambio de aire,

pasará por tantos pulmones que se volverá malo, y vitalmente se agotará, y la gente jadeará, no sabrán por qué, y no podrán evitar

sentir el deseo de dormir, y el ministro predicará en vano. El sermón se pierde, y peor que perderse. Con frecuencia me he

pensado que este asunto es de muy poca consideración. Los ancianos y consejeros se sientan y escuchan todo el sermón,

mientras la gente está en todo menos lista para morir por falta de aire, y el ministro está desperdiciando su fuerza en la predicación

donde el lugar es como un recibidor agotado, y ahí están sentados y nunca piensan en hacer algo para ayudar en este asunto.

Deben ver que esto sea regulado, que la casa esté bastante caliente, y el aire se mantenga puro. Cuán importante es que la iglesia

deba darse cuenta de este asunto, que el ministro pueda trabajar para sacar ventaja, y la gente ponga su atención sin distraerse de

la verdad, que va a salvar almas.

Es muy común, cuando las cosas están mal, responsabilizar al que ayuda. Esto no es así. Con frecuencia no se debe culpar la

persona que ayuda. Si la casa está fría e incómoda, muy seguido es porque el combustible no es bueno, o los calentadores no son

los apropiados, o la casa está tan abierta que no puede calentarse. Si está muy caliente, quizá alguien se ha entremetido, y puesto

mucho combustible sin discreción. O, si el que ayuda tiene la culpa, quizá sea porque la iglesia no le paga lo suficiente por sus

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servicios, y no puede poner la atención necesaria para mantener la iglesia en orden. Con frecuencia las iglesias le pagan muy poco

al que ayuda por tanto se ve obligado a aligerar su trabajo. O seleccionarán a alguien incompetente porque les resulta barato, y

entonces no se hacen las cosas. La falta está en la iglesia. Que se le dé una compensación adecuada por el trabajo, y podrá

hacerse fielmente. Si la persona que ayuda no hace bien las cosas, otra lo hará, y la iglesia estará obligada a ver que se haga bien,

o que se despida al ministro, no se lo retengan, y al mismo tiempo se tienen otras cosas en un estado tan desordenado que todo

su trabajo se pierde. ¡Qué economía! Pagar el sueldo de un ministro, y luego por falta de cincuenta dólares añadidos a la paga del

que ayuda, ¡todo se sale tanto de orden que los trabajos del ministro se pierden, las almas se pierden y los hijos y vecinos de

ustedes se van al infierno!

A veces la suciedad, descuido y confusión son imputadas al ministro. Quizá use tabaco, y ponga el ejemplo de ensuciar la casa del

Dios. Quizá el púlpito sea el lugar más sucio en la casa. A veces he estado en púlpitos repugnantes para ser ocupados por seres

humanos. Si un ministro no tiene piedad y decencia, con razón las cosas están con cabos sueltos en la congragación. Y

generalmente es aún más.

11. La gente debe dejar sus perros y niños pequeños en casa. Seguido he sabido que surgen peleas entre perros, y los niños

lloran, en los servicios, que eficazmente destruyen el efecto de la reunión. Si los niños están presentes y lloran, deben llevárselos

en ese momento. A veces he sabido de una madre o nana sentadas meneando al niño, mientras sus lloriqueos quitan la atención

de toda la congregación. Esto es cruel. Y en cuanto a los perros, es mucho mejor que estén muertos, a que quiten la atención de la

palabra de Dios. Véase al diácono, quizá su perro está en camino para destruir más almas que el diácono pueda ser de utilidad

para salvar.

12. Los miembros de la iglesia deben ayudar al ministro a visitar de casa en casa y tratar de salvar almas. No dejen todo al

ministro. Es imposible que lo haga, incluso si da todo su tiempo, descuidará su estudio y lugar de oración. Los miembros de la

iglesia deben tomarse la molestia y ser aptos para ese deber para que puedan ser útiles en eso.

13. Deben dar clases de Biblia. Se deben seleccionar a individuos idóneos para dar clases de Biblia, para la instrucción a jóvenes,

y donde aquellos que sean despertados o afectados por la predicación, puedan ser recibidos y convertidos. Tan pronto como

alguien sea visto que será tocado, que sea invitado a asistir las clases bíblicas, donde sea propiamente tratado, y probablemente

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convertido. La iglesia debe seleccionar a los mejores hombres para este servicio, y todos deben estar atentos para llenar las clases

bíblicas. Se ha hecho en esta congregación, y es algo muy común, cuando las personas son impresionadas, que son observadas

por alguien, e invitadas a las clases bíblicas, y lo harán, y ahí son convertidos. No quiero decir que vamos a hacer todo lo que

debemos hacer en esta forma, o que pudiéramos hacer. Queremos más maestros, capaces y dispuestos a hacerse cargo de tales

clases.

14. Las iglesias deben sostener escuelas dominicales, y en esa forma ayudar a sus ministros a salvar almas. ¿Cómo puede un

ministro atender esto y predicar? A menos que la iglesia tome esas responsabilidades, cuidados y labores, debe descuidarla o

agobiarse. Que la iglesia sea DESPERTADA AMPLIAMENTE, vigile, y lleve a los niños a la escuela, y les enseñen fielmente, y

promuevan un avivamiento en la escuela.

15. Deben estar al pendiente de los miembros de la iglesia. Deben visitarse uno al otro con el fin de animarse entre ellos, conocer

el estado espiritual de cada uno, y provocar uno al otro amar y hacer buenas obras. El ministro no puede hacerlo, no tiene tiempo;

es imposible que estudie y prepare sus sermones, y al mismo tiempo visite a cada miembro de la iglesia tan seguido como se

necesite para mantenerlos avanzando. La iglesia está obligada a eso. Está bajo juramento de estar pendiente unos a otros de su

bienestar espiritual. Pero ¿cómo se hace? Muchos no se conocen. Se reúnen y pasan como extraños, y nunca se preguntan de su

condición espiritual. Pero si oyen algo malo de alguien, van y lo cuentan a otros. En vez de mutuamente estar al pendiente por su

bien, sólo están al pendiente de su tropiezo. ¿Cómo pueden cuidarse por siempre cuando no se conocen uno al otro?

16. La iglesia debe estar al pendiente por el efecto de la predicación. Si están orando por el éxito de la palabra predicada, deben

estar pendientes de ella desde luego. Deben estar alertas, y cuando alguien en la congregación dé evidencia de que la palabra de

Dios los ha tomado, deben dar seguimiento. Cuando hay cualquier exhibición de sentimiento, esas personas deben ser atendidas

instantáneamente, y no dejarlas hasta que se acabe la impresión. Deben hablar con ellas, o visitarlas, o hacerles que vayan a una

reunión ansiosa, o una clase bíblica, o llevarlos con el ministro. Si los miembros de la iglesia no atienden eso, descuidan su deber.

Si lo atienden, pueden hacer bien incalculable.

Había una señorita piadosa, que vivía en un lugar frío y perverso. Ella sola tenía el espíritu de oración, y había estado orando por

una bendición sobre la palabra. Y con el tiempo, ella vio a un individuo en la congregación que parecía ser afectado por la

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predicación, y tan pronto el ministro se retiró del púlpito, se acercó agitada y temblorosa, pidiéndole que fuera a conversar con la

persona inmediatamente. Lo hizo así él, y esa persona se convirtió, y siguió un avivamiento. Ahora, uno de sus estúpidos

profesantes no hubiera visto a esa persona despertada, y se hubiera topado con una docena de ellos sin darse cuenta, y dejarlos ir

al infierno. Los profesantes deben estar al pendiente de cada sermón, y ver cómo afecta la congregación. No quiero decir que

deben estar estirando su cuello mirando por toda la casa, sino que observen, en tanto puedan, y si encuentran a alguien afectado

por la predicación, acérquense y llévenlos al Salvador.

17. Tengan cuidado de no darle a otros toda la predicación. Si no toman su porción, se morirán de hambre, y se volverán

esqueletos espirituales. Los cristianos deben tomar sus porciones para ellos mismos, deben hacer una aplicación honesta y

ponerla en su corazón y practicarla y vivirla. De otra manera, la predicación no les hará bien.

18. Estén listos para ayudar a su ministro en la realización de sus planes. Cuando el ministro es sabio para hacer planes útiles, y la

iglesia está lista para ejecutarlos, pueden hacerlos todos juntos. Pero cuando la iglesia se retrae de cada empresa hasta que de

hecho son arrastradas a ella, cuando se están oponiendo a cada propuesta, porque costará algo, son una carga muerta en el

ministro. Si se necesitan calentadores, oh no, costarán algo. Si son lámparas para evitar predicar en la oscuridad, oh no, costarán

algo. Y entonces pondrán las velas en sus postes, o no harán reuniones en la noche. Si ponen las velas, sucederá que no

alumbran, o alguien tiene que pasar a apagarlas. Y entonces toda la congregación es interrumpida por el que apaga las velas, su

atención se distraerá, y el sermón se perderá.

Una vez fui a una reunión prolongada, donde nos dio pena porque no había lámparas en la casa. Le urgí a la gente conseguirles,

pero pensaron que iba a costar mucho. Entonces propuse conseguirlas yo mismo, y estaba por hacerlo, pero supe que se

ofendieron, entonces no lo hicimos. Pero la bendición no llegó. ¿Cómo podría? La iglesia empezó contar cada centavo de cuánto

costaría, y no hicieron más, para salvar almas del infierno.

Así que cuando un ministro asigna una reunión, tales personas no pueden tenerla, porque costará algo. Si pueden ofrecer al Señor

aquello que no cuesta nada, lo harán. ¡Son ayudantes miserables! Tal iglesia no puede tener avivamiento. Mejor que el ministro

tenga una piedra de molino en su cuello como iglesia. Mejor que los deje si no puede enseñarles más, y que se vaya a donde no

tenga obstáculo.

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19. Los miembros de la iglesia deben asistir a reuniones de oración y hacerlo a tiempo. Algunos miembros siempre asistirán a la

predicación porque no tienen nada que hacer, más sentarse y oír, y distraerse, pero no van a las reuniones de oración, por temor a

que se les pida hacer algo. Tales miembros atan las manos del ministro, y desaniman su corazón. ¿Por qué emplean a un

ministro? ¿Es para entretenerlos por la predicación? ¿Es para que puedan enseñarles la voluntad de Dios para que puedan hacer?

20. Los miembros de la iglesia deben estudiar e investigar lo que puedan hacer y entonces hacerlo. Los cristianos deben ser

entrenados como un grupo de soldados. Es la obligación y cargo de un ministro entrenarlos para utilidad, enseñarlos, dirigirlos y

llevarlos de una forma tal que ellos produzcan una gran cantidad de influencia moral. Y entonces deben estar firmes y cumplir su

deber, de otro modo estarán obstruyendo.

Hay muchos puntos que he observado, y he intentado tocar, pero no hay tiempo. Podría escribir un libro tan grande como esta

Biblia, detallando varios asuntos particulares que debemos atender. Debo cerrar con unas…

OBSERVACIONES

1. Vean que la falta de éxito de un ministro puede no ser completamente por una falta de sabiduría en el ejercicio de su cargo. No

voy a abogar por ministros negligentes. Nunca dispensaré a ministros de la verdad, ni haré halagos a los hombres. Si son

culpables, que sean culpados. Y sin duda siempre son más o menos culpables cuando la palabra no produce efecto. Pero está

lejos de ser cierto que ellos son siempre las personas para echarles la culpa. A veces la iglesia es mucho más culpable que el

ministro, y si un apóstol, o ángel del cielo, fuera a predicar, no podría producir ningún avivamiento de religión en esa iglesia. Quizá

sean deshonestos con los ministros, avariciosos, descuidados sobre las conveniencias del culto público. ¡Ay, en qué estado

muchas iglesias están donde, por la falta de unos cientos de dólares, todo es inconveniente e incómodo, y los trabajos del

predicador se pierden! Viven en casas forradas, y dejan a la casa de Dios desolada. O las iglesias contraatacan toda la influencia

de predicar por la vida impía de ellos. O quizá sus fiestas, su espectáculo mundano, como en muchas iglesias de esta ciudad,

aniquilan la influencia del evangelio

2. Las iglesias deben recordar que son excesivamente culpables por emplear a un ministro y luego no ayudarle en su obra. El

Señor Jesucristo ha enviado a un embajador a los pecadores para que se vuelvan de sus malos caminos, y falla en esta

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encomienda, porque la iglesia rehúsa cumplir con su deber. En vez de recomendar su mensaje, y secundar sus súplicas, y

sostener sus manos en todas las maneras que sean apropiadas, estorban y contradicen su mensaje, y contraatacan su influencia,

y las almas perecen. Sin duda en la mayoría de las congregaciones en los Estados Unidos, el ministro está seguido siendo

obstaculizado tanto que mejor es estar en una misión extranjera la mayor parte del tiempo, como estar ahí, para cualquier efecto

de su predicación en los pecadores, mientras tiene que predicar a las cabezas de una iglesia inactiva y estúpida.

Y sin embargo, estas mismas iglesias no están dispuestas a que su ministro se ausente varios días para asistir a una reunión

prolongada. "No podemos prescindir de él, pues es nuestro ministro, y nos gusta tener a nuestro ministro aquí", mientras al mismo

tiempo obstaculizan todo lo que hace. Si pudiera, se iría de inmediato a donde no hubiera ministro, y donde la gente estuviera

dispuesta a recibir el evangelio. Pero tiene que quedarse, aunque no pueda hacer que la iglesia esté en un estado de tener un

avivamiento cada tres años, para que duren tres veces a la vez. Mejor que le diga a la iglesia: "cuando estén determinados a tomar

una larga siesta, me avisan, para que me vaya a trabajar a otra parte mientras, hasta que se despierten otra vez".

3. Muchas iglesias no pueden ser bendecidas con un avivamiento porque son parásitas de otras iglesias de las arcas del Señor

para sostener a su ministro, cuando pueden con abundancia sostenerlo. Quizá están dependiendo del Home Missionary Society

(Hogar de la Sociedad Misionera), o de otras iglesias, mientras no ejercen ninguna negación de ellas mismas por causa del

evangelio. Me he sorprendido al ver cómo viven algunas iglesias. Una iglesia que conozco de hecho confesó que gastaba más

dinero en tabaco que en misiones. Y sin embargo, no tenía ministro, porque no podía sostener uno. Y ahora no tiene ninguno. Y sin

embargo hay un hombre en esa iglesia que puede sostener a un ministro. Y aún no tiene ningún ministro y ninguna predicación.

Las iglesias no han sido instruidas en su deber sobre este tema. Estuve en un lugar el verano pasado, donde no había predicación.

Pregunté al anciano en la iglesia por qué, y me dijo que porque eran muy pobres. Le pregunté cuánto ganaba él. No me contestó,

pero dijo que el ingreso de otro anciano era de 5 mil dólares al año, finalmente averigüé que este hombre percibía casi lo mismo.

Aquí, le dije, hay dos ancianos, cada uno puede sostener a un ministro, y porque no pueden recibir ayuda del exterior, no tienen

predicación. Pues, si tuvieran predicación, no sería bendecida, mientras ustedes estén de parásitos de las arcas del Señor.

Finalmente, le dije que podía él sostener a un ministro, y los dos juntos acordaron hacerlo.

215

Es común que las iglesias pidan ayudan cuando de hecho no la necesitan y cuando es mucho mejor para ellos sostener a su

propio ministro. Si obtienen fondos del Home Missionary Society, cuando deben recaudarlos ellos mismos, pueden esperar la

maldición del Señor sobre ellos, y eso será razón suficiente para que el evangelio les pruebe con una maldición en lugar de una

bendición. Cuántas iglesias pudieran decir: "han robado a Dios, incluso toda esta iglesia".

Conozco a una iglesia que empleó a un ministro pero medio tiempo, y se vio incapaz de pagarle su sueldo por eso. Una sociedad

trabajadora femenina en un pueblo vecino tenía los fondos para ese fin, y ayudaron a la iglesia pagando el sueldo del ministro. El

resultado fue como se pudiera esperar. Hizo poco o nada de bien. No tuvieron un avivamiento bajo su predicación, ni podrían

esperar ninguno, mientras actuaran bajo tal principio. Había un hombre en esa congregación que podía sostener al ministro todo el

tiempo. Fui informado por un miembro que los miembros de la iglesia supuestamente percibían DOSCIENTOS MIL DÓLARES.

Ahora, si es cierto, he ahí una iglesia con ingreso, al siete por ciento, de 14 mil dólares al año, que se sentía muy pobre para pagar

200 dólares en el sostenimiento de un ministro para que predicara medio tiempo, y hacía que las mujeres del pueblo vecino

trabajaran con sus propias manos para ayudarla a pagar esa cantidad. Entre los ancianos de esa iglesia, encontré varios de ellos

que usaban tabaco, y dos de ellos que vivían juntos firmaron un pacto escrito en la hoja en blanco de su Biblia, en donde se

comprometían a abandonar ese pecado por siempre.

Fue en gran medida por falta de instrucción correcta que esa iglesia buscaba esa maldición. Porque cuando el tema se tocó, y su

deber fue puesto ante ellos, el hombre rico de quien estoy hablando dijo que pagaría él mismo el sueldo completo, y si pensó que

no sería resentido por la congregación, y haría más daño que bien; y si esa iglesia procurara al ministro, y recaudara una parte de

su sueldo, el resto lo pondría él. Ahora no sólo pueden sostener un ministro medio tiempo, sino todo el tiempo, y pagan ellos su

sueldo. Y es bueno y remunerador hacerlo.

Como he ido de lugar en lugar trabajando en avivamientos, siempre he encontrado que las iglesias son bendecidas en proporción a

su liberalidad. Donde han manifestado una disposición para sostener el evangelio, y dan generosamente para las arcas del Señor,

han sido bendecidas tanto en las cosas espirituales como en las terrenales. Pero cuando han sido parcos, y dejado al ministro

predicarles por poco o nada, estas iglesias han sido maldecidas en lugar de bendecidas. Y por lo general, en los avivamientos de

religión, he encontrado que es cierto que los jóvenes convertidos se inclinan más a unirse a esas iglesias generosas para hacer

esfuerzos en el sostenimiento del evangelio.

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Las iglesias están mucho en tinieblas sobre ese tema. No se les ha enseñado su deber. En muchas instancias, he encontrado

mucha disposición para hacerlo cuando el tema es expuesto ante ellas. Supe de un anciano en una iglesia que estaba hablando de

tener un ministro por medio tiempo, porque la iglesia era pobre, aunque su ingreso era considerable. Le pregunté si su ingreso no

era suficiente para que él mismo mantuviera al ministro todo el tiempo. Dijo que sí. Y al preguntársele qué otro uso podría hacer del

dinero del Señor que poseía, que probaría ser muy beneficioso para el interés del reino de Cristo, para emplear a un ministro, no

sólo medio tiempo sino todo el tiempo en su propia ciudad, concluyó que lo haría. Se ha tenido un ministro así, y creo que no hay

dificultad en pagarle su sueldo completo.

El hecho es que un ministro puede hacer poco al predicar medio tiempo. Si en un Día del Señor se hace una impresión, se pierde

al día siguiente. Como economía, una iglesia debe apoyar el evangelio todo el tiempo. Si tienen al ministro indicado, y lo mantienen

en la obra, pueden tener un avivamiento, y así los impíos se convertirán, vendrán y ayudarán. De ese modo, en un año, pueden

tener una gran adquisición de su fortaleza. Pero si emplean un ministro medio tiempo, pueden pasar los años, mientras los

pecadores se van al infierno, y no se hará ninguna adquisición de fuerza de las filas de los impíos.

El hecho es que los profesantes de religión no han sido hechos para sentir que todas sus posesiones son del Señor. Así, han

hablado de dar su propiedad para apoyar el evangelio. Como si el Señor Jesucristo fuera un mendigo, y son llamados a sostener el

evangelio como un acto de dar limosnas. Un comerciante en una de las ciudades de este estado estaba pagando una gran parte

del sueldo del ministro. Uno de los miembros de la iglesia estaba contándole el hecho a un ministro de fuera, y hablando del

sacrificio que estaba haciendo el comerciante. En ese momento llegó el comerciante. Dijo el ministro: "Hermano, usted es

comerciante. Suponga que contrata a un empleado para vender productos, y a un maestro de escuela para enseñar a sus hijos.

Ordena al empleado pagarle al maestro su sueldo, y hablará de los sacrificios que está haciendo, ¿qué diría usted? Dijo el

comerciante: "Pues, diría que es ridículo". El ministro dijo: ""Pues bien, Dios lo emplea para vender productos como su empleado,

al ministro de usted lo emplea para enseñar a los hijos de usted, y le requiere que le pague su salario de su ingreso de la tienda.

Ahora, ¿llama a eso sacrificio?, y ¿dirá que está haciendo un gran sacrificio para pagar el sueldo del ministro? No, está tan

obligado a vender sus productos para Dios como él está obligado a predicar por Dios. No tiene más derecho de vender productos

para dar su dinero que él tiene para predicar el evangelio por el mismo propósito. Está obligado a ser tan piadoso, y tener como

objetivo la gloria de Dios, en vender productos, como él en predicar el evangelio. Y de ese modo está usted para rendir

217

absolutamente todo su tiempo para el servicio de Dios como él. Ustedes y su familia pueden vivir lícitamente de las ganancias de la

tienda para que él y su familia vivan lícitamente de igual manera. Si vende sus productos por esos motivos, venderlos es igual que

servir a Dios como predicar el evangelio. Todo hombre está obligado a servir a Dios en el llamamiento para labrar sus campos, el

abogado y médico para sus deberes de su profesión".

"Es igualmente ilícito para cualquiera de ellos trabajar por la comida que perece. Todo lo que hacen va a ser para Dios, y todo lo

que ganen, después de sostener holgadamente a sus familias, sea dedicado para la propagación del evangelio y salvación del

mundo".

Se ha supuesto por mucho tiempo que los ministros deben ser más piadosos que otros hombres, que no deben amar al mundo,

que deben trabajar para Dios: deben vivir tan frugalmente como sea posible, y rendir todo su tiempo, salud, fuerza y vida, para

construir el reino de Jesucristo. Esto es cierto. Pero aunque otros hombres no sean llamados a trabajar en el mismo campo, y dar

su tiempo a la instrucción pública, están tan obligados a considerar todo su tiempo como el tiempo de Dios, y no tienen más

derecho de amar al mundo, o acumular riqueza, o rendirlo por sus hijos, o gastarlo en sus deleites, que los ministros.

Es tiempo que la iglesia conozca estos principios; y de Home Missionary Society podrá trabajar hasta el día del juicio para convertir

a la gente, y nunca tendrán éxito, hasta que las iglesias sean llevadas a entender y sentir su deber en este respecto. Pues, el

mismo hecho que están pidiendo y recibiendo ayuda en sostener a su ministro del Home Missionary Society, mientras puedan ellos

mismos sostenerlo, es probablemente la razón por la que el trabajo entre ellos no sea más bendecido.

Ojalá que la American Home Missionary Society poseyera cientos de veces los medios que ahora tiene, de ayudar a las Iglesias

débiles, que son incapaces de ayudarse a sí mismas. Pero no es buena economía ni piedad dar sus fondos a aquellos que pueden

pero no están dispuestos a ayudarse a sí mismos para sostener el evangelio. Pues es en vano intentar ayudarlos, mientras puedan

pero no estén dispuestos a ayudarse a sí mismos.

Si la Missionary Society tuviera una tonelada de oro, no sería caridad darla a tal iglesia. Pero que la iglesia traiga todos sus

diezmos al alfolí y Dios abrirá las ventanas de los cielos y derramará su bendición. Pero que las iglesias sepan con certeza que si

no están dispuestas a ayudarse a sí mismas en su capacidad, sabrán la razón por qué el poco éxito atiende el trabajo de sus

218

ministros. Aquí están siendo parásitos de las arcas del Señor. ¡Cuántas iglesias están dando su dinero para té, café y tabaco, y

luego piden ayuda a la Home Missionary Society! Protesto en contra de ayudar a una iglesia que usa té y tabaco, y vive sin la

negación de sí misma, y que quiere ofrecer a Dios sólo aquello que no cuesta nada.

FINALMENTE, si quieren ser bendecidos, que cumplan su deber, todo su deber, se esfuercen, se ciñan de la armadura del

evangelio, y salgan a trabajar. Entonces, si la iglesia está en el campo, la carroza de la salvación continuará moviéndose, aunque

todo el infierno se oponga, y los pecadores serán convertidos y salvados. Pero si una iglesia deja todo su trabajo al ministro, y se

sienta y ve, mientras él trabaja, y ellos no hacen nada más que quejarse, no sólo fallarán en un avivamiento de religión, sino si

siguen de perezosos y quejumbrosos, se encontrarán ellos mismos en el infierno por su desobediencia e improductividad en el

servicio de Cristo.

219

CONFERENCIA XIV

MEDIDAS PARA PROMOVER AVIVAMIENTOS

TEXTO.--Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad, y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni

hacer, pues somos romanos. -- HECHOS 16: 20-21.

"ESTOS HOMBRES" eran Pablo y Silas, que fueron a Filipo a predicar el evangelio, y alborotaron a la población de esa ciudad,

porque se suponía que la predicación interfería con sus ganancias mundanas. Entonces, presentaron a los predicadores del

evangelio ante los magistrados de la ciudad, como culpables, acusándolos de enseñar doctrinas, especialmente por emplear

medidas que no eran lícitas.

Al hablar de estas palabras, quisiera mostrar:

I. Que bajo la dispensación del evangelio Dios no ha establecido un Sistema particular de medidas para utilizarse y están

invariablemente adheridas a la promoción de la religión.

II. Que nuestras formas presentes de culto público, y demás, en cuanto se refiere a medidas, han llegado por grados y una

sucesión de nuevas medidas.

I. Voy a mostrar que bajo el evangelio, Dios no ha establecido medidas particulares para emplearse.

Bajo la dispensación judía, había formas particulares unidas y prescritas por Dios mismo, de las cuales no era lícito alejarse. Pero

estas formas eran todas típicas, y estaban diseñadas para anunciar a Cristo, o algo conectadas a la nueva dispensación que Cristo

iba a introducir. Y por tanto fueron fijadas, y todos sus detalles fueron particularmente prescritos por la autoridad Divina. Pero

nunca fue así bajo el evangelio. Cuando vino Cristo, la dispensación ceremonial o típica fue abrogada porque el diseño de esas

220

formas se cumplió, y por tanto ya no fueron de utilidad. Él, siendo el anti-tipo, los tipos fueron desde luego suprimidos con su

venida. EL EVANGELIO entonces fue predicado como el medio asignado para promover la religión; y fue dejado a discreción de la

iglesia para determinar, de vez en vez, qué medidas se adaptarían y qué formas se buscarían, para dar al evangelio su poder.

Somos dejados en la oscuridad en cuanto a las medidas que fueron buscadas por los apóstoles y los predicadores de antaño,

excepto cuando se pueden recopilar por sus indicios ocasionales en el libro de los Hechos. No sabemos cuántas veces cantaron y

cuántas veces oraron en el culto público, ni siquiera si cantaron u oraron en todas las reuniones ordinarias para predicar. Cuando

Jesucristo estaba en la tierra, trabajando entre sus discípulos, no tuvo nada que ver con formas o medidas. Hizo de vez en cuando

en este respecto como sería natural para cualquier hombre hacer en esos casos, sin nada de conjunto de formas o modo de

hacerlo. Los judíos lo acusaron de no considerar esas formas. Su objetivo era predicar y enseñar a la humanidad la verdadera

religión. Y cuando los apóstoles después predicaron, con el Espíritu Santo enviado del cielo, no sabemos nada acerca de tener un

sistema particular de medidas para seguir con su obra, o algún apóstol que hiciera algo en particular porque los otros lo hacían de

esa manera. La comisión de ellos era ir a predicar el evangelio a todas las naciones. No se prescribía ninguna forma. No se

admitía ninguna. Nadie puede intentar tener algún conjunto de formas o direcciones particulares como medidas de esta comisión.

Háganlo de la mejor manera que puedan--pidan sabiduría a Dios--usen las facultades que les ha dado--busquen la dirección del

Espíritu Santo--vayan y háganlo. Ésta era su comisión. Y su objetivo era dar a conocer el evangelio de la manera más eficaz para

hacer que la verdad sobresaliera con impacto para obtener la atención y asegurar la obediencia del gran número posible. Nadie

puede encontrar cualquier forma de hacer puesta en la Biblia. Es la predicación del evangelio la que sale con prominencia como

algo grandioso. La forma no es el asunto.

Es evidente que en la predicación del evangelio debe haber algún tipo de medidas adoptadas. El evangelio debe presentarse a las

mentes de la gente y las medidas deben tomarse para que lo puedan oír, e inducirlos a atenderlo. Esto es hecho por la

construcción de iglesias, organización de reuniones, y demás. Sin algunas medidas, no puede nunca hacerse para que tenga

efecto entre los hombres.

II. Voy a mostrar que nuestras formas presentes de culto público, y demás, en cuanto a las medidas se refiere, han llegado

por grados, y por una sucesión de nuevas medidas.

1. Mencionaré algunas cosas en cuanto al ministerio.

221

Hace muchos años los ministros estaban acostumbrados a vestir un hábito peculiar. Es así en países católicos. Esto era así aquí.

Los ministros tenían una vestimenta peculiar como los soldados. Se ponían un sombrero de tres picos, y bandas en vez de un

corbatín, ropas pequeñas, y una peluca. No importaba cuánto cabello tenía un hombre, debía cortárselo y ponerse una peluca. Y

debía vestir una toga. Todas estas cosas se acostumbraban, y un clérigo estaba obligado a ponérselas, y no se consideraba

apropiado que oficiara sin ellas. Todas éstas sin duda habían sido introducidas, pues no había una buena razón para creer que los

apóstoles y los primeros ministros se vestían de manera diferente de otros hombres.

Pero ahora estas cosas están de desuso, una por una, por una sucesión de innovaciones o nuevas medidas, hasta ahora en

muchos países un ministro puede pasar al púlpito y predicar sin que nadie se dé cuenta, aunque esté vestido como cualquier otro

hombre. Y cuando lo hicieron, la iglesia se quejó tanto como si se hubiera desistido de una institución Divina. Se denunció como

una innovación. Cuando los ministros empezaron a hacer a un lado sus sombreros de tres picos, y a ponerse sombreros como

otros hombres, lastimó mucho a la gente grande, se veía tan "indigno", decían, que un ministro se pusiera un sombrero común.

Cuando en 1827 me puse un sombrero de piel, un ministro dijo: "que era muy malo para un ministro".

Cuando empezaron los ministros, hace unos años, a ponerse sombreros blancos, se pensaba que era una innovación muy triste e

indigna. Incluso ahora, son tan intolerantes en algunos lugares que un clérigo me dijo, al viajar por Nueva Inglaterra el verano

pasado con un sombrero blanco, que podía percibirse que su influencia se afectaba. Ese espíritu no debe verse como inofensivo;

tengo buena razón para saber que no es así. Hombres pensantes ven que es pura intolerancia, y están en riesgo de ver todo

acerca de la religión a este respecto desde la misma perspectiva. Esto ha sido el resultado en muchas instancias. En estos días no

hay ministro en el país que no se sienta obligado a ponerse un abrigo negro, tanto como si fuera una institución divina. La iglesia

está aún llena de este tipo de reverencia supersticiosa por tales cosas. Esto es una gran piedra de tropiezo para muchas mentes.

Entonces, del mismo modo, cuando los ministros hicieron a un lado sus bandas, y se pusieron un sombrero de tres picos o

corbatín, se decía que se había vuelto muy secular, y muchos lo vieron como falta. Incluso ahora, en algunos lugares, un ministro

no se atrevería a ser visto en el púlpito con un sombrero de tres picos o corbatín. La gente se sentiría que él no es clérigo, si no

tuviera bandas. Un ministro en esta ciudad le preguntó a otro, si tenía que ponerse un corbatín negro en el púlpito. Se ponía uno

con su trato común con la gente, pero dudaba si se lo pondría en el púlpito.

222

En cuanto a ropas cortas, se pensaba que eran esenciales para el carácter ministerial. Incluso ahora, en países católicos, los

sacerdotes se ponen ropas cortas. Incluso los niños ahí, que están siendo instruidos en el sacerdocio, se ponen sombreros de tres

picos, corbatín negro, y ropas pequeñas. Esto lo veríamos ridículo pero se practicaba en este país. La gente se hubiera

escandalizado si un ministro hubiera pasado con pantalones al púlpito. Se hubiera pensado que ciertamente iba a arruinar a la

iglesia con sus innovaciones. Se me ha dicho que hace unos años, en Nueva Inglaterra, un cierto clérigo anciano se oponía tanto a

la nueva medida de los ministros que se ponían pantalones, que por ningún motivo iba a dejar que pasara a su púlpito. Un joven

iba a predicar por él, que no tenía ropas chicas, y el ministro anciano no lo dejó oficiar en pantalones. Decía, "mi gente va a pensar

que he traído a un petimetre al púlpito, para ver a un hombre con pantalones y producir consternación entre ellos". Y entonces,

finalmente el joven se vio obligado a pedirle prestada ropa al anciano, que le quedaba chica, e hizo el ridículo. Pero cualquier cosa

era mejor que esa innovación terrible de predicar en pantalones. Pero la razón triunfó.

Lo mismo las pelucas. Me acuerdo de un ministro, que, aunque era joven, se ponía una enorme peluca blanca. Y la gente hablaba

como si hubiera un derecho divino sobre eso, y era tan difícil desistir, casi, como desistir de la Biblia misma. Las togas también

eran consideradas esenciales para el carácter ministerial. E incluso ahora, en muchas congregaciones en este país, la gente no

tolerará a un ministro en el púlpito a menos que traiga una toga amplia de seda, con mangas anchas tan grandes como su cuerpo.

Incluso en algunas iglesias congregacionales en Nueva Inglaterra no pueden dejarla. Ahora, ¿cómo llegó a suponer la gente que

un ministro debe traer una toga o peluca para que la predicación haga efecto? ¿Por qué era que todo clérigo estaba obligado a

ponerse esas cosas? ¿Por qué no han dejado de usarse en las iglesias estas cosas sin escandalizarse? Se han dejado todas, una

por una, y muchas congregaciones se han distraído por un tiempo por la innovación. Pero ¿alguien creerá que la causa de la

religión ha sido dañada por eso? La gente sintió que casi no podía rendir culto a Dios sin ellas, pero claramente su apego no era

parte de su religión, esto es, en ninguna parte religión cristiana. Era una mera superstición. Cuando estas cosas se quitaron, se

quejaron como Micaía: "tomasteis mis dioses". Pero sin duda su carácter religioso mejoró, al remover esos objetos de reverencia

supersticiosa. Para que la iglesia, por lo general, sea grandemente beneficiada por estas innovaciones. Así, verán que el modo

presente de la vestimenta de un ministro ha sido beneficiado por una serie de nuevas medidas.

2. En cuanto al orden del culto público.

223

Las mismas dificultades han sido encontradas al efectuar cambios porque la iglesia ha sentido como si Dios hubiera establecido

sólo el modo al que se estaba acostumbrado.

(1.) Los salmos. Antes era costumbre cantar los salmos de David. De vez en cuando se introducía una versión de los salmos en

rima. Esto estaba muy mal, seguramente. Cuando los ministros trataron de introducirlos, la iglesia se aturdió, la gente se opuso

violentamente, y gran perturbación se creó por la innovación. Pero la nueva medida triunfó.

Después, otra versión fue traída en un mejor estilo de poesía, cuya introducción causó oposición, como una nueva medida. Y

finalmente la versión de Watts, a la que aún hay oposición en muchas iglesias. Por 1828, cuando estaba en Filadelfia, se me dijo

de un ministro que estaba predicando una serie de conferencias sobre salmodia con el propósito de usar una mejor versión de los

salmos e himnos del que se estaba acostumbrado. Incluso ahora, en muchas congregaciones, hay gente que se irá de la iglesia, si

un salmo o himno es dado de un libro nuevo. Y si los salmos de Watts se fueran a adoptar, separarían y formarían una

congregación en vez de tolerar una innovación así. El mismo tipo de sentimiento ha sido por la introducción de los "Village Hymns"

en las reuniones de oración. En una congregación presbiteriana en esta ciudad, hace unos años, la esposa del ministro quiso

introducir los "Village Hymns" en las reuniones de oración de mujeres, sin atreverse a ir más lejos. Pensó que iba a tener éxito,

pero algunas de las almas cuidadosas supieron que se hacía en Nueva Inglaterra y rehusaron admitirlos. "Es algo de Hopkins, me

atrevo a decir".

(2.) El alineamiento de los himnos. Antes, cuando había pocos libros, era la costumbre alinear los himnos, como se le llamaba. El

diácono se paraba ante el púlpito y leía un salmo o himno, una línea a la vez, o dos líneas a la vez, y luego cantaba, y el resto se

acoplaba. Poco a poco, se empezaron a introducir libros, y se dejó que todos cantaran de su libro. ¡Y qué innovación! Ay, ¡qué

confusión y desorden hizo! Cómo es que la gente buena alaba a Dios con canto, sin que el diácono alineara el himno a su melodía

santa, pues la santidad del himno parecía consistir mucho en la tonada, la cual era tal que apenas se podía saber si era leído o

cantado.

(3.) Coros. Después hubo otra innovación. Se pensó en tener un coro selecto de cantores que se sentaran y cantaran para dar

oportunidad de mejorar la música. Pero se opusieron amargamente. Oh, cuántas congregaciones fueron desgarradas por el deseo

de los ministros y algunos individuos a la cabeza para que el cultivo de la música mejorara al formar un coro de cantores. La gente

224

habló de las innovaciones y nuevas medidas y pensó que grandes males venían a las iglesias porque los cantores se sentaban y

cultivaban la música, aprendían nuevas melodías que la gente grande no podía cantar. No era así cuando eran jóvenes, y no

tolerarían tales luces nuevas y novedades en la iglesia.

(4.) Silbido como diapasón. Cuando la música se cultivó, y los coros se sentaban juntos, entonces los cantores quisieron un

diapasón. Antes, cuando las líneas eran dadas por el diácono o empleado, empezaba alguna melodía, el resto le seguía como

pudiera. Pero cuando los directores del coro empezaron a usar diapasones con el propósito de entonar todas las voces en la

misma nota, ¡qué confusión hizo! Oí a un clérigo decir que un anciano en el pueblo donde vivía se levantaba y se salía de la casa

cuando oía a alguien del coro, silbar. "Fuera con tu silbido", decía. "¡Qué, silbar en la casa de Dios!" Creía que era una

profanación.

(5.) Música con instrumentos. Poco a poco, en algunas congregaciones, varios instrumentos se introdujeron con el propósito de

ayudar a los cantores y mejorar la música. Cuando el violoncelo se introdujo por primera vez, fue una gran conmoción. La gente

insistía que de una vez hubiera violín en la casa de Dios. "Pues, es un violín, hecho igual al violín, sólo que un poco más grande, y

¿quién puede alabar donde hay un violín? Poco a poco van a querer bailar en la casa de reunión". ¿Quién no ha oído hablar de

estas cosas como asuntos de vital importancia a la causa de la religión y pureza de la iglesia? Los ministros, en asambleas

eclesiásticas sepulcrales, han pasado días discutiéndolas. En un sínodo en la iglesia presbiteriana, sólo hace unos años, algunos

hablaron seriamente, como un asunto digno de disciplina en una cierta iglesia, que tuvieran un órgano en la casa de Dios. Esto

dentro de unos años. Y hay muchas iglesias ahora que no tolerarán un órgano. No serían tan movidos si se les dijera que los

pecadores que se van a ir al infierno, como si se les dijera que va a haber un órgano en la casa de reunión. Oh, ¡en cuántos

lugares se puede hacer que la iglesia haga algo más, más fácil que llegar de una forma fácil y natural para hacer lo que se

necesita, lo más sabio y mejor, para promover la religión y salvar almas! Actúan como si tuvieran un "así dice el Señor", por cada

costumbre y práctica transmitida a ellos, o que han seguido, no obstante lo absurdo y lastimoso.

(6.) Oraciones espontáneas. ¿Cuánta gente hay que habla como si el Libro de Oración fuera de institución Divina? Y supongo que

muchos creen que es. Y en algunas partes de la iglesia a un hombre no se le permite orar sin el libro frente a él.

225

(7.) Predicar sin notas. Hace unos años, una señora en Filadelfia fue invitada a oír a cierto ministro predicar, y se rehusó porque no

leía él sus sermones. Parecía ella pensar que sería profano que un hombre pasara al púlpito y hablara, como si estuviera

hablándole a la gente sobre un tema interesante e importante. Así como si Dios hubiera ordenado el uso de apuntes y sermones

escritos. No saben que las notas mismas son una innovación e incluso moderna. Fueron introducidas en un momento de

dificultades políticas en Inglaterra. Los ministros temían que fueran acusados de predicar algo en contra del gobierno a menos que

mostraran lo que habían predicado teniéndolo de antemano por escrito. Y con un espíritu de contemporización, se sometieron a las

consideraciones políticas y se impuso un yugo de atadura en la iglesia. Y ahora en muchos lugares no se puede tolerar la

predicación espontánea.

(8.) Arrodillarse en oración. Esto ha causado gran turbación en muchos lados del país. Ha sucedido en las iglesias

congregacionales en Nueva Inglaterra que a un hombre o una mujer le da pena arrodillarse en una reunión de oración por temor a

ser considerados metodistas. He orado en familias donde sólo yo soy la persona que se arrodilla. Los demás están todos de pie,

no sea que imiten a los metodistas, supongo, y así favorezcan las innovaciones sobre las formas establecidas. Otros, de nuevo,

hablan como si no hubiera una posición más que arrodillarse, que pudiera ser aceptable en oración.

3. Los trabajos de laicos.

(1.) Oraciones laicas. Mucha objeción fue hecha contra el permitir que cualquier hombre ore o tome parte en dirigir una reunión de

oración, a menos que sea un clérigo. Se decía que si un laico orara en público interferiría con la dignidad de los ministros y no

sería tolerado. Un ministro en Pensilvania me dijo que hace unos años organizó una reunión de oración en la iglesia, y los ancianos

se opusieron a ella para que no se realizara. Dijeron que esa obra no se haría, que habían contratado a un ministro para que

hiciera la oración y que debía hacerlo, y que no iban a tener hombres comunes que oraran.

Los ministros y muchos otros han objetado contra la oración de un laico en público, y especialmente en la presencia de un ministro.

Eso quita la autoridad del clérigo y no va a ser tolerado. En un sínodo realizado en este estado, se asignó una reunión de oración

de síndicos. El comité organizador, como iba a ser algo formal, designó de antemano las personas que iban participar, y

nombraron a dos clérigos y un laico. Éste era un hombre de talentos y conocimiento igual que la mayoría de los ministros. Pero un

226

doctor en divinidad se levantó y seriamente objetó que se le pidiera al laico que orara ante el sínodo. No era común dijo; infringía

los derechos de los clérigos, y no quiso ninguna innovación. ¡Qué cosas!

(2.) La exhortación laica. Ésta ha sido de gran importancia, una que ha agitado a toda Nueva Inglaterra y muchas partes del país, si

a los laicos se les debe permitir exhortar en reuniones públicas. Muchos ministros han trabajado para callar totalmente las bocas

de los laicos. Pasaron por alto la práctica de las primeras iglesias. Se hizo tanta oposición a esta práctica casi por cien años, que el

presidente Edwards de hecho retomó el tema, y escribió una defensa esforzada de los derechos y deberes de los laicos, pero la

oposición no ha cesado completamente. "¡Qué! ¡Un hombre que no es ministro hable en público! Creará confusión, decepcionará

el ministerio; ¿qué dirá la gente de nosotros los ministros, si dejamos que hombres comunes hagan las mismas cosas que

hacemos? ¡Increíble!

Pero ahora, todas estas cosas se han ido, en casi todos los lugares, y los laicos pueden orar y exhortar sin objeciones. Los males

que se temían, de los trabajos de los laicos, no se han realizado y muchos ministros están contentos de que los laicos ejerzan sus

dones para hacer bien.

4. Reuniones de oración de mujeres. En los últimos años, las reuniones de oración de mujeres han tenido mucha oposición en este

estado. ¡Qué terrible! Un ministro, ahora fallecido, decía que cuando intentó establecer estas reuniones, todos los clérigos se le

opusieron. "¿Poner a mujeres a orar? Pues, lo siguiente, supongo, será que prediquen". Y hubo mucha aprehensión por la

seguridad de Sion, si a las mujeres se les permitía reunirse a orar. E incluso ahora, no se tolera en algunas iglesias.

De modo que ha estado en consideración en todos los movimientos activos. Se oponen a misiones, escuelas dominicales, y

demás, y han ganado su baluarte presente en la iglesia sólo por una sucesión de luchas y serie de innovaciones. Una asociación

bautista en Pensilvania, hace unos años, desconoció toda comunión con cualquier ministro que hubiese sido educado liberalmente

o que apoyara misiones, sociedades bíblicas, escuelas dominicales, sociedades de abstinencia, etc. Todas estas fueron

denunciadas como nuevas medidas, no encontradas en la Biblia, y que necesariamente llevan a la distracción y confusión en las

iglesias. Lo mismo han hecho algunas iglesias alemanas. Y en muchas iglesias presbiterianas toman la misma postura, y

denuncian todas estas cosas, con excepción, quizá, de un ministerio instruido, como innovaciones, nuevas medidas, nuevas luces,

yendo en su propia fuerza, y similares, considerándose que hacen un gran mal.

227

5. Mencionaré a varios hombres que han en la Divina providencia sido prominentes para introducir estas innovaciones.

(1.) Los apóstoles fueron grandes innovadores, como todos saben. Después de la resurrección, y después de que el Espíritu Santo

se derramara, fueron enviados a remodelar la iglesia. Derribaron el sistema judío de medidas y lo desenraizaron para dejar casi

nada de vestigio.

(2.) Lutero y los reformadores. Todos ustedes saben qué dificultades tuvieron y la razón fue que trataron de introducir nuevas

medidas--nuevos modos de realizar los deberes públicos de la religión, y medios nuevos para llevar el evangelio con poder a los

corazones de los hombres. Todas las cosas raras y ridículas de los católicos se tenían en la iglesia con obstinación persistente

como si fueran de autoridad Divina. Y tanta agitación surgió por el intento de cambiarlas que Europa se vio cubierta en sangre.

(3.) Wesley y sus coautores. Wesley no derrumbó la iglesia establecida en Inglaterra, pero formó pequeñas clases en todos lados

que crecieron en una iglesia dentro de una iglesia. Permaneció en la iglesia episcopal, pero introdujo tantas nuevas medidas como

para llenar a Inglaterra de entusiasmo, alboroto y oposición, y en todos lados era denunciado como un innovador, un agitador

sedicioso, y un maestro de nuevas cosas que no era lícito recibir.

White Field era un hombre de la misma escuela, y como Wesley fue un innovador. Creo que él y varios de sus asociados fueron

echados de la universidad por levantar una nueva medida como una reunión de oración social. Oraban juntos y exponían las

escrituras, y eso fue una novedad tan osada que no se podía tolerar. Cuando Whitefield llegó a este país, ¡qué oposición tan

tremenda surgió! Con frecuencia ponía en riesgo su vida, y a duras penas escapaba. Ahora, muchos de nuestra denominación se

han despojado de prejuicio pensando que Wesley no fue sólo un buen hombre, sino también sabio y preminentemente útil. En ese

entones casi toda la iglesia lo veía con animosidad, temiendo que las innovaciones que introdujo destruiría la iglesia.

(4.) El Presidente Edwards. Este gran hombre fue famoso en su tiempo por nuevas medidas. Entre sus innovaciones, rehusó

bautizar a los hijos de padres impenitentes. La práctica de bautizar a los hijos de los impíos había sido introducida en las iglesias

de Nueva Inglaterra en el siglo pasado, y se volvió casi universal. El Presidente Edwards vio que la práctica estaba mal y rehusó

seguirla, y el rechazo sacudió a todas las iglesias de Nueva Inglaterra. Cientos de ministros se unieron y determinaron quitarlo.

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Escribió un libro sobre el tema y los derrotó a todos. Produjo una de las más grandes agitaciones en Nueva Inglaterra. Nada,

excepto la lucha de la independencia, ha producido una agitación igual.

El General Association of Connecticut (La Asociación General de Connecticut) rehusó apoyar a Whitefield, un gran innovador.

"Pues, ¡predicaba al aire libre y donde fuera!" ¡Horrible! Qué cosa tan terrible, que un hombre predique en los campos o las calles.

Sáquenlo.

Todos ellos fueron hombres devotos buscando formas de hacer bien y salvar almas. Y precisamente el mismo tipo de oposición fue

experimentado por todos los cuerpos eclesiásticos, obstruyendo su camino y tratando de destruir su carácter e influencia. Un libro,

aún en existencia, fue escrito en tiempos del Presidente Edwards por un doctor en divinidad y firmado por una multitud de

ministros, contra Whitefield y Edwards, sus asociados y medidas. Una carta fue publicada en esta ciudad por un ministro contra

Whitefield, que tenía las mismas objeciones contra innovaciones de las que oímos ahora. En tiempos recientes de gran oposición a

los avivamientos en el estado de Nueva York, una copia de esta carta fue llevada al editor de una publicación periódica religiosa

con la petición de que la publicara. Se rehusó porque si la publicaba, se unirían a la controversia que estaba sucediendo. La

menciono meramente para mostrar cuán idéntica es la oposición que surge en diferentes tiempos contra todas las nuevas medidas

hechas para avanzar en la causa de la religión.

6. En la generación presente, se han introducido muchas cosas que han probado ser útiles, pero han tenido oposición por haber

sido innovaciones. Y como muchos aún están inquietos en cuanto a ellas, he pensado que es mejor hacer algunas observaciones

referentes a ellas. Hay tres cosas en particular que llaman la atención, y por tanto hablaré de ellas. Son las reuniones ansiosas, las

reuniones prolongadas y la banca ansiosa. A éstas todos se oponen y se llaman nuevas medidas.

(1.) Reuniones ansiosas. La primera vez que oí ese nombre fue en Nueva Inglaterra donde se hacían con el propósito de tener una

conversación personal con pecadores ansiosos, y adaptar la instrucción a los casos de las personas para llevarlas inmediatamente

a Cristo. Su diseño es evidentemente filosófico, pero ha habido oposición porque son nuevas. Hay dos modos de conducir una

reunión ansiosa, cual sea puede afectar el objetivo de ellas.

229

(a.) Al pasar unos momentos en conversación personal y aprender del estado de la mente de cada persona, y entonces dirigirse tal

todo, se tratan los errores y se quitan las dificultades.

(b.) Al ir con cada uno, tomar el caso individualmente, examinar el terreno con cada uno por separado, y lograr que prometa rendir

su corazón a Dios. Uno u otro modo, son importantes y se ha encontrado que son una práctica exitosa. Pero han objetado

multitudes porque son nuevas.

(2.) Reuniones prolongadas. Éstas no son nuevas, sino que siempre han sido practicadas de una forma o de otra desde que hay

iglesia en la tierra. Los festivales judíos no eran más que reuniones prolongadas. En cuanto a la manera, eran conducidas de modo

distinto a lo que conocemos hoy. Pero el diseño es el mismo, dedicar una serie de días a los servicios religiosos a fin de hacer una

impresión más poderosa de las cosas divinas en las mentes de la gente. Todas las denominaciones de cristianos, cuando la

religión prospera entre ellos, llevan a cabo reuniones prolongadas. En Escocia empezaban el jueves todos en los tiempos de

comunión y terminaban el Día del Señor. Los episcopales, bautistas, y metodistas, todos llevaban a cabo reuniones prolongadas.

Pero ahora se han opuesto, particularmente los presbiterianos, y las han llamado nuevas medidas, y las consideran llenas de toda

maldad, pese a que clara y extensivamente han sido bendecidas. Sugeriré algunas cosas que deben considerarse tocante a ellas.

(a.) Al asignarlas, tomando en cuenta las circunstancias de la gente si la iglesia puede dar atención y dedicar tiempo para llevar a

cabo la reunión. En algunos casos esta regla ha sido descuidada. Algunos han pensado que es correcto irrumpir en las labores

necesarias de la comunidad. En el campo, asignan la reunión en tiempo de cosecha, y en la ciudad en la temporada alta de

negocios, cuando todos los hombres están ocupados y presionados por sus labores terrenales. En defensa de este curso de

acción, se dice que nuestro asunto es para someternos a las cosas de Dios; que las cosas eternas son de mucho más importancia

que las temporales, que los asuntos del mundo de cualquier tipo, y en cualquier momento, que deben dejarse y dar lugar a una

reunión prolongada. Pero los asuntos del mundo en los que nos ocupamos no son nuestros. Es tanto sean de Dios, como nuestro

deber, como nuestras oraciones y reuniones prolongadas. Si no consideramos nuestra labor en esta luz, no hemos aún tomado la

primer lección de religión; no hemos aprendido hacer cosas para la gloria de Dios. Con esta postura del tema, el de separar el

trabajo de la religión, estamos viviendo seis días para nosotros y el séptimo para Dios. LOS DEBERES REALES NUNCA

INTERFIEREN UNO CON OTRO. Los días hábiles tienen sus deberes correspondientes y el Día del Señor su deber

correspondiente y somos igualmente piadosos cada día de la semana y en el cumplimiento de nuestros deberes todos los días.

230

Vamos a arar, sembrar, vender nuestros productos, y atender nuestros varios llamados, con la misma singularidad de opinión para

la gloria de Dios, como con la que vamos a la iglesia el Día del Señor, oramos con nuestras familias y leemos la Biblia. Éste es el

primer principio de religión. Aquel que no sepa y actúe con ese principio no ha aprendido aún el A, B, C de la piedad. Ahora hay

temporadas particulares del año en las que Dios en su providencia llama a los hombres a atender asuntos, porque éstos del mundo

en esa época son particularmente urgentes, y deben hacerse en esa temporada, si se hacen; el tiempo de plantar y cosechar para

el agricultor, y tiempo de negocios para el comerciante. Y no tenemos derecho a decir, en esas temporadas en particular, que se

deben dejar esos asuntos y tener una reunión prolongada. El hecho es que el trabajo no es de nosotros. Y a menos que Dios, por

alguna indicación especial de su providencia, mostrádola por su voluntad que debemos desviar y tener una reunión prolongada en

tales tiempos, lo considero como tentar a Dios asignarlas. Es como decir "Oh Dios, este asunto del mundo es nuestro asunto, y

estamos dispuestos a ponerlo a un lado por tus asuntos". A menos que Dios lo haya indicado porque quiere derramar su Espíritu y

avivar su obra en tal temporada, y así ha convocado a su pueblo para dejarlos, por el momento, me parece que Dios nos puede

decir en tales circunstancias "¿Quién demanda esto de vuestras manos?"

Dios tiene derecho a disponer de nuestro tiempo como quiera, requerirnos para rendir cualquier parte de nuestro tiempo, o todo

nuestro tiempo, para los deberes de instrucción y devoción. Y cuando las circunstancias claramente llaman a eso, es nuestro deber

poner a un lado cualquier otro asunto, y hacer esfuerzos directos y continuos para la salvación de las almas. Si hacemos

transacciones sobre principios correctos, y desde los motivos correctos, y completamente para la gloria de Dios, nunca

objetaremos de poner a un lado el asistir a una reunión prolongada cuando parezca ser un llamado para eso en la providencia de

Dios. Un hombre que se considera un administrador o empleado no le parece una molestia descansar de sus labores en el Día del

Señor, sino un privilegio. El dueño egoísta puede no estar dispuesto a suspender su negocio el Día del Señor. Pero el empleado,

que hace transacciones comerciales, no para él mismo, sino para su patrón, considera un privilegio descansar en el Día del Señor.

Así que si hacemos nuestra labor para Dios, no pensaremos que sea difícil si hace que sea nuestro deber suspender nuestras

labores del mundo y asistir a una reunión prolongada. Debemos más bien considerarlo a luz de un día festivo. Cuando, por tanto,

oigan a un hombre decir que no deja su trabajo por asistir a una reunión prolongada--que es su deber atenderlo, hay razón para

temer que considera su trabajo como suyo, y la reunión como asunto de Dios. Si siente que el trabajo de la tienda o la granja fuese

tanto el asunto de Dios como asistir a una reunión prolongada, sin duda estará muy dispuesto a descansar de sus labores del

mundo e irá a la casa del Señor y se repondrá cuando haya una indicación, de parte de Dios, que la comunidad fue llamada a esa

231

labor. Vale la pena observar que los festivales judíos eran señalados en esas épocas del año cuando había menos presión de

asuntos indispensables del mundo.

En algunas instancias, tales reuniones han sido asignadas en el momento de mucha presión en las temporadas de trabajo del

mundo, y el resultado no ha sido bueno, evidentemente por la falta de atención a la regla puesta aquí. En otros casos, las

reuniones han sido señaladas en temporadas cuando había mucha presión de trabajos del mundo y han sido bendecidas. Pero en

esos casos la bendición siguió porque la reunión fue asignada en obediencia a las indicaciones de la voluntad de Dios, por

aquellos que tuvieron discernimiento espiritual, y entendieron las señales de los tiempos. Y en muchos casos, sin duda, las

personas que han asistido supuestamente dejaron su propio trabajo para atender los asuntos de Dios, y en tales casos hicieron lo

que se supone sería un sacrificio real, y Dios en misericordia les concedió la bendición.

(b.) Comúnmente, una reunión prolongada debe conducirse, y la labor realizada en su mayoría, por el mismo ministro, en lo

posible. A veces las reuniones prolongadas se han llevado a cabo poniendo la dependencia en los ministros que vienen un día u

otro. Y no hay bendición. Y la razón es obvia. No vinieron en un estado mental para entrar en la obra, y no conocen el estado

mental de las personas para saber qué predicar. Supongan que una persona que está enferma llama a un doctor distinto cada día.

No va a saber él qué síntomas ha tenido, ni qué enfermedad ni tratamiento dar, ni qué remedios se han intentado, ni qué tiene el

paciente. Pues, seguramente lo matará. Del mismo modo en una reunión prolongada llevada a cabo por una serie de ministros.

Ninguno de ellos se penetra en el espíritu de esa reunión y generalmente hacen más daño que bien.

Una reunión prolongada no debe, por lo regular, asignarse a menos que ellos puedan asegurar el tipo correcto de ayuda, y tener

un ministro o dos que estén de acuerdo para estar firmes hasta que la reunión se realice. Entonces probablemente asegurarán una

rica bendición.

(c.) No debe haber muchas reuniones públicas que interfieran con los deberes de la oración y la familia. De otro modo, los

cristianos perderán su espiritualidad, se soltarán de Dios y la reunión se debilitará.

(d.) Las familias no deben atender tanto a forasteros y descuidar la oración y otros deberes. Se da con frecuencia el caso que

cuando una reunión prolongada se lleva a cabo, algunas de las familias principales en la iglesia, quiero decir aquellas de las que

232

principalmente se depende para tener reuniones, no se ponen a trabajar. Y la razón es que están agobiadas con mucho servicio.

Con frecuencia se toman la molestia innecesaria de proveer para los invitados que vienen de lejos a la reunión, y se ponen

neciamente a hospedarlos, no sólo cómodamente sino suntuosamente. Debe siempre entenderse que es el deber de las familias

tener poca ocupación y ostentación como sea posible, y realizar la hospitalidad de la manera más sencilla, para que ellas puedan

tener tiempo de orar, ir a la reunión y atender las cosas del reino.

(e.) Por todos los medios cuídense de estar innecesariamente hasta horas muy tarde. Si la gente se queda muy tarde, noche tras

noche, inevitablemente desgastarán el cuerpo, y su salud fallará, y habrá una reacción. A veces se entusiasman tanto que pierden

el sueño, y sus comidas son irregulares, hasta que sucumben, y una reacción debe venir. A menos que tomen las molestias para

mantenerse normales, la agitación será tan grande que la naturaleza intervendrá, y se desgastarán y la obra se detendrá.

(f.) Todo sectarismo debe ser cuidadosamente evitado. Si un espíritu de sectarismo irrumpe en la predicación, oración o

conversación, contrarrestará todo lo bueno de la reunión.

(g.) Estén al pendiente de depender de una reunión prolongada, como si de ella misma se produjera un avivamiento. Éste es un

punto de gran peligro, y siempre ha sido. Ésta es la gran razón por la que la iglesia en generaciones sucesivas siempre ha tenido

que dejar sus medidas--porque los cristianos han venido a depender de ellas por el éxito. Así ha sido en algunos lugares, en

cuanto a las reuniones prolongadas. Han sido tan bendecidos que en algunos lugares la gente ha pensado que si sólo tienen una

reunión prolongada, tendrán una bendición, y los pecadores se convertirán desde luego. Y entonces se asigna la reunión, sin

ninguna preparación, como si eso convirtiera a los pecadores. Es obvio que la bendición será retenida por una reunión hecha de

esa forma.

(h.) Eviten adoptar la idea que un avivamiento no puede disfrutarse sin una reunión prolongada. Algunas iglesias se han metido en

un estado mórbido de sentimientos en este asunto. Su celo se ha vuelto espasmódico y febril, de modo que nunca piensan hacer

algo para promover un avivamiento, sólo de esa forma. Cuando se lleva a cabo la reunión prolongada, parecen maravillosamente

celosos, y luego se hunden en un estado aletargado hasta que otra reunión prolongada produce otro espasmo. Y ahora las

multitudes en la iglesia creen que es necesario quitarlas y perder todos los beneficios por las que reuniones prolongadas son

estimadas de producir.

233

(3.) La banca ansiosa

Por esto quiero decir el señalamiento de algún asiento en particular en la reunión donde los conturbados puedan ir y ser abordados

particularmente, y sean hechos sujetos de oración, y a veces se converse con ellos individualmente. Recién, esta medida ha tenido

más oposición que cualquier otra. ¿Cuál es la gran objeción? No puedo verla. El diseño de la banca ansiosa es sin duda filosófico y

según las leyes de la mente. Tiene dos orientaciones:

1. Cuando una persona está seriamente agitada en la mente, todos saben que hay una tendencia a ocultarlo. Cuando una persona

es abatida por un sentido de su condición, si pueden hacérselo saber, si pueden hacer que rompa las cadenas del orgullo, han

ganado un punto importante hacia su conversión. Esto es acorde con la filosofía de la mente humana. ¿Cuántos miles están ahí

que bendecirán a Dios en la eternidad, que cuando presionados por la verdad fueron llevados a dar ese paso, por lo que desechan

la idea de que era algo aterrador tener a alguien apurado por sus almas?

2. La otra es detectar el engaño y la decepción, y así prevenir falsas esperanzas. Se ha opuesto basándose en que era calculada

para crear decepción y falsas esperanzas. Pero esta objeción es irrazonable. La verdad es que es del otro lado. Supongan que

estuviera predicando yo del tema de la abstinencia, y que primero mostrara los males de la intemperancia, y trajera a un borracho y

su familia, y mostrara los varios males producidos, hasta que cada corazón estuviera latiendo de emoción. Luego expondría el gran

peligro de la bebida moderada, y mostraría cómo lleva a la intoxicación y ruina, y que no hay más seguridad que la ABSTINENCIA

TOTAL, hasta que cientos de corazones estuvieran listos para decir: "nunca más beberé una gota de aguardiente en el mundo; y si

lo hago esperaré encontrar la tumba de un borracho". Ahora, me detengo, y dejo que el compromiso circule, y todos que estén

plenamente resueltos a firmarlo. Pero cuántos empezarán a retractarse y titubear cuando los llamen a firmar el compromiso de

abstinencia total. Uno se dirá a sí mismo "¿firmaré o no? Pensé que mi mente estaba convencida, pero esto de firmar el

compromiso de nunca tomar de nuevo, no sé". De ese modo ven que cuando se llama a una persona a comprometerse, si se

encuentra indecisa, expresará que no es sincera. Esto es, nunca llegó a esa resolución en el asunto, en la que se podía confiar

para controlar su vida futura. Del mismo modo con el pecador despierto. Predíquenle, y en se momento creerá que está dispuesto

a hacer cualquier cosa; creerá que está determinado a servir al Señor, pero pónganlo a prueba, díganle que haga una cosa, que dé

el paso que lo identificará con el pueblo de Dios, o que doblegue su orgullo--su orgullo surge, y se rehúsa; su engaño es expuesto,

y se encuentra él mismo todavía siendo un pecador, mientras, si no lo había hecho, se puede ir alardeándose que se hizo cristiano.

234

Si le dicen "hay una banca ansiosa, ven y declara tu determinación para estar del lado del Señor", y si no está dispuesto a hacer

algo pequeño como eso, entonces no está dispuesto a nada, y ahí es llevado ante su propia conciencia. Descubre el engaño del

corazón humano, y previene muchas conversiones espurias, al mostrar aquellos que de otro modo se imaginan ellos mismos

dispuestos a hacer algo por Cristo, que de hecho no están dispuestos a hacer nada.

La iglesia siempre sintió que era necesario tener algo para responder a ese mismo propósito. En los días de los apóstoles el

bautizo respondía ese propósito. El evangelio era predicado a la gente, y luego todos aquellos que estaban dispuestos a estar del

lado de Cristo eran llamados a que se bautizaran. Y tenía el mismo lugar de lo que la banca ansiosa hace ahora, como una

manifestación pública de su determinación a hacerse cristianos. Y en tiempos modernos, aquellos que se han violentamente

opuesto a la banca ansiosa han sido obligados a adoptar un sustituto, o no pueden seguir en la promoción de un avivamiento.

Algunos han adoptado lo oportuno de la invitación a la gente conturbada por sus almas de quedarse para conversar luego que el

resto de la congregación se haya retirado. Pero ¿cuál es la diferencia? Esto es lo mismo que poner una prueba como la otra.

Otros, que les da mucha pena emplear la banca ansiosa, han pedido a aquellos que tengan algún sentimiento sobre el tema de

quedarse en sus asientos cuando los demás se retiren. Otros han llamado a los conturbados que pasen a otro lugar. El objetivo es

el mismo, y el principio es el mismo, sacar a la gente del refugio de vergüenza falsa. Oí a un hombre que se oponía mucho a las

nuevas medidas, en una de sus reuniones pidió que todos los que se querían rendir a Dios, o desearan que se orara por ellos, que

lo indicaran al agacharse y recargar sus cabezas en el asiento frente a ellos. ¿Quién no ve que esto era una mera evasión de la

banca ansiosa, y que estaba diseñada para responder el propósito en su lugar, y que él adoptó eso porque sintió que era algo

importante?

Ahora, ¿cuál es la objeción en contra de tomar un asiento en particular, o levantarse e ir a otra sala? Es lo mismo cuando se

realiza apropiadamente. Y no son novedades sobre el principio. Aquello se ha hecho siempre en sustancia. En los días de Josué,

llamó a la gente a decidir qué harían, y les habló directamente en la reunión, "a Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz

obedeceremos".

OBSERVACIONES.

235

1. Si examinamos la historia de la iglesia encontraremos que nunca ha habido reforma extensiva, excepto por nuevas medidas.

Cuando la iglesia se asienta en una forma de hacer las cosas, pronto dependerá del exterior para hacer las cosas, y así retendrá la

forma de religión mientras pierde su esencia. Y entonces es imposible levantarla para reformar los males, y producir un

avivamiento de religión, al simplemente buscar esa forma establecida. Quizá no es mucho decir que es imposible para Dios mismo

que acontezcan las reformas más que por nuevas medidas. Por lo menos, es un hecho que Dios siempre ha escogido esa forma,

como la más sabia y mejor que se puede adoptar o concebir. Y aunque siempre ha sido el caso que las medidas que Dios ha

escogido emplear, y que ha bendecido al revivir su obra, se han opuesto como nuevas medidas, y han sido denunciadas, pero han

continuado para actuar en el mismo principio. Cuando se ha encontrado que un cierto modo ha perdido su influencia al convertirse

en una forma, él hace que acontezca otra nueva medida, que PENETRARÁ en los hábitos flojos, y DESPERTARÁ a la iglesia

SOÑOLIENTA. Y gran bien resultará.

2. Las mismas distinciones, en sustancia, que ahora existen, siempre han existido, en todo tiempo de reforma y avivamiento de

religión. Siempre ha habido aquellos que particularmente se adhirieron a sus formas y nociones, y la manera precisa de hacer las

cosas, como si ellos tuvieran un "así dice el Señor" para cada una de ellas. Han llamado a quienes difieren de ellos, que están

tratando de mover el arca de salvación hacia adelante, metodistas, nuevas luces, radicales, nueva escuela, nueva divinidad, y

varios otros términos deshonrosos. Y las declinaciones que han seguido se han uniformemente debido a dos causas, que por

ningún motivo la iglesia debe pasar por alto.

En tales casos, las iglesias gradualmente han perdido su confianza en la oposición a nuevas medidas, y el clamor de "nueva

Divinidad" e "innovación" ha cesado de alarmarlos. Ven que la bendición de Dios está con aquellos que son acusados así de

nuevas medidas e innovación y la oposición continua de la vieja escuela, junto con el éxito continuo de la nueva escuela, han

destruido su confianza en la oposición, y se han cansado de oír el clamor incesante de las "nuevas luces" y "nueva divinidad" y

"nuevas medidas". De ese modo la balanza se ha inclinado, y las iglesias han pronunciado un veredicto a favor de la nueva

escuela y la condenación contra la vieja escuela.

(2.) Pero ahora, dígname: aquí mismo en este estado de las cosas, el diablo ha, una y otra vez, tomado ventaja, y los individuos se

han levantado, y estando sostenidos por la confianza de las iglesias del lado de la nueva medida y encontrándolos enfermos de

oposición, y listos para hacer cualquier cosa que promueva los intereses del reino de Cristo, han sido ellos mismos conducidos

236

precipitadamente, y en algunas instancias han llevado a las iglesias hacia el mismo vórtice de esas dificultades que han sido

predichas por sus opositores. De ese modo, cuando la batalla ha sido peleada, y la victoria obtenida, el celo impulsivo de algunos

individuos bien intencionados, pero apresurados, ha ocasionado una reacción que ha propagado un nubarrón por todas las iglesias

por años. Éste fue el caso, y es bien conocido, del presidente Edwards. He ahí una roca sobre la cual un faro es construido ahora,

y sobre la cual la iglesia está varada, ambos bandos están totalmente sin excusa. Es bien sabido, o debe saberse, que la

declinación que siguió de los avivamientos en esos días, junto con las declinaciones que han repetidamente ocurrido, se debe a la

influencia combinada de oposición continua pertinaz de la vieja escuela, y el máximo espíritu malo e insensatez de algunos

individuos de la nueva escuela.

Y aquí se debe tocar la alarma completamente para ambos bandos, no sea que el diablo prevalezca contra nosotros, en el punto

mismo, y bajos las circunstancias mismas, donde tan seguido ha prevalecido. ¿Nunca aprenderá sabiduría la iglesia de la

experiencia? ¡Cuán a menudo, oh, cuán a menudo deben ser estas escenas actuadas antes de que el milenio venga! ¿Cuándo

será que la iglesia pueda ser revivida y que la religión prevalezca, sin incitar tal oposición en ella, como eventualmente acontezca

una reacción?

3. El presente clamor contra nuevas medidas es altamente ridículo, cuando consideramos el lugar de donde viene, y todas las

circunstancias en el caso. Es ciertamente sorprendente que los ministros serios deban sentirse realmente alarmados por las

nuevas medidas del día de hoy, como si éstas fueran algo nuevo bajo el sol, y como si la forma y manera presentes de hacer las

cosas hubieran descendido de los apóstoles, y fuesen establecidas por un "así dice el Señor", cuando la verdad es que cada paso

del avance de la iglesia desde la gruesa oscuridad del papado ha sido a través de la introducción de una nueva medida tras otra.

Ahora vemos con asombro y somos inclinados a mirar casi con desdén el clamor de la "innovación", que ha precedido hoy en día,

y mientras vemos nuestros temores que multitudes en la iglesia han entretenido en el pasado con respecto a la innovación, es

difícil dar cuenta de lo que nos parece como sin fundamento y absurdo, por lo menos, si no objeciones y dificultades ridículas que

han hecho ellos. Pero, mis oidores, ¿acaso no es de maravillarse que el día de hoy, luego que la iglesia ha tenido tanta experiencia

en estos asuntos, que hombres serios y piadosos deban sentirse seriamente alarmados por la introducción de medidas simples,

filosóficas, y grandemente prosperadas de los últimos diez años? Como si las nuevas medidas fueran algo para no tolerarse, de

una tendencia altamente desastrosa, que deba despertar las notas y ecos de alarma en cada escondrijo y rincón de la iglesia.

237

4. Vemos por qué es que aquellos que han estado haciendo tanto escándalo por las nuevas medidas no han sido exitosos en

promover avivamientos.

Se han enfocado en los males, reales o imaginarios, que han acompañado esta gran y bendita obra de Dios. Ha habido males,

nadie pretende negar. Pero creo que ningún avivamiento ha existido desde que el mundo empezó de tan gran poder y extensión

como el que ha prevalecido en los diez últimos años, que no ha sido considerado como el gran o más grande de males. Todavía

una gran porción de la iglesia se ha estado espantando ella misma u otras, al poner atención constante en los males de los

avivamientos. Uno de los profesantes en un seminario teológico presbiteriano sintió que era su deber escribir una serie de cartas a

los presbiterianos, que fueron circuladas extensivamente, el objeto del cual parecía ser el de sonar la alarma por todas las iglesias

por los males al asistir a los avivamientos. Mientras los hombres consideran males en vez de excelencias de una obra bendita de

Dios, y ¿cómo puede esperarse que ellos sean útiles en promoverla? Yo digo que todo esto en gran bondad, pero aún es un punto

en el que no debo callarme.

5. Sin nuevas medidas es imposible que la iglesia tenga éxito en obtener la atención del mundo a la religión. Hay muchos temas

emocionantes constantemente llevados ante la mente del público, de aquí para allá, tantos clamores de "he aquí" y "he allá", que la

iglesia no puede mantener su posición, no puede ordenar la atención, sin la predicación muy emocionante, y novedad suficiente en

las medidas, para obtener la atención pública. Las medidas de los políticos, infieles y herejes, amontonándose por la riqueza, el

aumento de lujos, y las diez mil influencias emocionantes y contrarrestantes con la que carga la iglesia y el mundo, obtendrá su

atención y alejará a los hombres del santuario y altares del Señor, a menos que aumentemos en sabiduría y piedad, y adoptemos

sabiamente esas nuevas medidas como se calculan para ganar la atención de los hombres para el evangelio de Cristo. Ya he

dicho, en el curso de estas conferencias, que las novedades deben ser introducidas no tan rápidas como son convocadas. Deben

introducirse con la sabiduría, precaución y oración más grandes y en una manera calculada para incitar la menos oposición

posible. Pero tenemos que tener nuevas medidas. Y que Dios prevenga la iglesia de acostumbrarse a cualquier tipo de formas, y

estereotipar cualquier otro tipo de medidas.

6. Es evidente que debemos tener más predicación emocionante, suplir el carácter y carencias de la época. Los ministros están

empezando averiguar esto. Y algunos se quejan, y suponen que se debe a las nuevas medidas, como las llaman. Dicen que tales

ministros como a nuestros padres les hubieran dado gusto oír, ahora no pueden ser escuchados, no pueden llegar a un acuerdo, ni

238

reunir una audiencia. Y creen que las nuevas medidas han pervertido el gusto de la gente. Pero ésta no es la dificultad. El carácter

de la época ha cambiado, y estos hombres no se han conformado a ella, sino retienen el mismo estilo rígido, seco y en prosa de

predicación que respondió hace medio siglo.

Vean a los metodistas. Muchos de sus ministros son incultos, en el sentido común del término, muchos de ellos tomados de la

tienda o la granja, y sin embargo han reunido congregaciones, abierto paso, y ganado almas por todos lados. Adonde han ido los

metodistas, su modo sencillo, intencionado, y animado de predicación siempre ha reunido congregaciones. Pocos ministros

presbiterianos han reunido asambleas tan grandes, o ganado tantas almas. ¿Ahora se nos dice que debemos buscar el mismo

modo antiguo y formal de hacer las cosas en medio de todos estos cambios? También de una vez que el North River (Río del

Norte) corra en dirección opuesta, en tanto el mundo se convierta bajo esa predicación. Aquellos que adoptan un estilo distinto de

predicación, como lo han hecho los metodistas, huirán de nosotros. El mundo escapará bajo la influencia de este ministerio

anticuado o en vez de ministerio nuevo. Es imposible que la mente pública deba ser detenida por una predicación tal. Debemos

tener predicación emocionante y poderosa, o el diablo tendrá la gente, excepto lo que los metodistas puedan salvar. Es imposible

que nuestros ministros deban continuar haciendo bien, a menos que tengamos innovaciones en cuanto al estilo de predicación.

Muchos ministros ya lo están viendo, que un ministro metodista, sin las ventajas de la educación humanista atraerá una

congregación alrededor de él, la cual un ministro presbiteriano, con quizá diez veces más instrucción, no puede igualar, porque no

tiene el modo vivo del otro, y no derrama fuego sobre sus oidores cuando predica.

7. Vemos la importancia de tener ministros jóvenes que obtengan las posturas correctas de avivamientos. En muchísimos casos,

he visto que se toman grandes molestias para espantar a nuestros jóvenes que se están preparando para el ministerio sobre los

males de los avivamientos, nuevas medidas y demás. Se les enseña a los jóvenes de los seminarios teológicos que vean las

nuevas medidas como si fueran invenciones del diablo. Cómo pueden tener avivamientos tales hombres. Entonces cuando salen,

ven, observan y empiezan como si el diablo estuviera ahí. Unos jóvenes de Princeton, hace unos, años, escribieron un ensayo de

los "males de los avivamientos". Me gustaría saber, ahora, cuántos de estos jóvenes han gozado de avivamientos entre su gente

desde que han estado en el ministerio; y si lo han hecho, me gustaría saber si se han arrepentido de ese escrito acerca de los

males de los avivamientos.

239

Si tuviera una voz para que se me oiga en Princeton, hablaría a esos jóvenes sobre ese tema. Es tiempo de hablar directamente

sobre ese punto. La iglesia está gimiendo por todos lados por la carencia de ministros adecuados. Buenos hombres están

trabajando para promover avivamientos de religión; y cuando salen del seminario, algunos son tan tímidos a todas las nuevas

medidas que Dios bendice como si fueran en sí papismo.

¿Será así siempre? Tenemos que educar a los jóvenes para el ministerio, y hacerles que salgan aterrorizados sobre las nuevas

medidas, como si nunca hubiera habido nuevas medidas. Deben saber que las nuevas medidas no son algo nuevo en la iglesia.

Dejen que SIGAN, y se mantengan trabajando, y no estén espantados por las nuevas medidas. Me ha dolido ver que algunos

hombres, al relatar avivamientos, se han evidentemente sentido ellos mismos obligados a ser específicos en detallar las medidas

usadas, y evitar la inferencia que las nuevas medidas fueron introducidas; evidentemente sintiendo que incluso la iglesia devaluará

el avivamiento a menos que parezca haber sido promovido sin esas medidas nuevas. Además, esta precaución en detallar las

medidas para demostrar que no había nada nuevo, pareciera admitir que las nuevas medidas están mal porque son nuevas, y que

un avivamiento es más valioso porque no es promovido por las nuevas medidas. De esa forma, entiendo que mucho mal se ha

hecho ya, y si la práctica es continuar, debe llegar a eso, que un avivamiento deba ser juzgado por el hecho de que sucedió en

conexión con las medidas viejas y nuevas. Nunca consentiré un espíritu tal, ni condescenderé para resguardar un relato de un

avivamiento en contra de la imputación de medidas viejas y nuevas. Creo que las medidas nuevas son correctas, es decir, que no

es ninguna objeción a una medida que sea nueva o vieja.

Que el ministro entre plenamente a la obra, y derrame su corazón a Dios por una bendición, y cuando vea la falta de cualquier

medida para llevar la verdad más poderosamente ante las mentes de la gente, que la adopte y no tenga miedo, y Dios no retendrá

su bendición. Si los ministros salen y no predican el evangelio con poder y denuedo, y no se salen de su senda para hacer algo

nuevo por el propósito de salvar almas, alejará al Espíritu Santo, y Dios los visitará con esa maldición, y levantará otros ministros

para hacer la obra en el mundo.

8. Es el derecho y deber de los ministros de adoptar nuevas medidas para promover avivamientos. En algunos lugares la iglesia se

ha opuesto a su ministro cuando ha intentado emplear esas nuevas medidas que Dios ha bendecido por un avivamiento, y han ido

tan lejos como dejar de ir a reuniones de oraciones y dejar de hacer la labor de salvar almas, y distanciarse de todo, porque su

ministro ha adoptado lo que llaman nuevas medidas. Sin importar cuán razonable las medidas son en sí mismas, ni cuán

240

oportunas, ni cuánto Dios las bendice, es suficiente que las llamen nuevas medidas, y no tendrán nada que hacer con las nuevas

medidas, ni las tolerarán entre la gente. Y de ese modo reñirán por la forma y alejarán al Espíritu Santo, y pondrán un alto al

avivamiento, cuando el mundo alrededor de ellos se va al infierno.

FINALMENTE. Este celo de adherencia a formas y modos particulares de hacer las cosas, que ha llevado a la iglesia a resistir

innovaciones en medidas, saborea fuertemente el fanatismo. Y a lo no poco singular es que los fanáticos de este tipo siempre son

los primeros en gritar "fanatismo". ¿Qué es más que fanatismo en la iglesia católica, que les causa adherirse a tal pertinacia a los

modos y formas particulares, ceremonias y tonterías? Actúan como si todas estas cosas fueran establecidas por autoridad Divina,

como si fuera un "así dice el Señor" por cada una de ellas. Ahora justamente llamamos esto un espíritu de fanatismo, y lo

estimamos digno de una reprensión. Pero es tan absolutamente fanático, para la iglesia presbiteriana, o cualquier otra iglesia,

aferrarse a sus formas particulares, y actuar como si fueran establecidas por autoridad Divina. El hecho es que Dios no ha

establecido, en ninguna iglesia, cualquier forma particular, o manera de culto, para promover los intereses de la religión. Las

escrituras callan completamente sobre estos temas, bajo la dispensación del evangelio, y a la iglesia se le deja para ejercer su

propia discreción en relación a esos asuntos. Y espero que no se me considere duro cuando digo de nuevo que me parece que el

celo molesto por un cierto modo y manera de hacer cosas y el clamor altanero y exterminador contra las nuevas medidas,

SABOREA FUERTEMENTE EL FANATISMO.

Lo único que se insiste bajo la dispensación del evangelio, en cuanto a las medidas, es que debe haber orden y decencia. "hágase

todo decentemente y con orden". Se nos pide que nos cuidemos de toda confusión y conducta desordenada. Pero ¿qué es

decencia y orden? ¿Se pretenderá que una reunión ansiosa, o una reunión prolongada, o una banca ansiosa, sea inconsistente

con la decencia y el orden? Sinceramente debo desaprobar y resistir con firmeza cualquier forma indecente y desordenada en el

culto de la casa de Dios. Pero no supongo que "orden" lo entendamos como cualquier modo fijo al que cualquier iglesia pueda

estar acostumbrada para realizar su servicio.

241

CONFERENCIA XV

OBSTÁCULOS A AVIVAMIENTOS

TEXTO: --Y les envié mensajeros, diciendo: Yo hago una gran obra, y no puedo ir; porque cesaría la obra, dejándola yo

para ir a vosotros. --NEHEMÍAS 6:3.

Este siervo de Dios había llegado de Babilonia para reconstruir el templo y restablecer el culto a Dios en Jerusalén, la ciudad de los

sepulcros de sus padres. Cuando Sanbalat se enteró junto con algunos otros, sus aliados, que habían disfrutado de las

desolaciones de Sion, que ahora el templo y la ciudad santa estaban por reconstruirse, se opusieron grandemente. Sanbalat y los

otros dirigentes trataron de varias maneras de desviar a Nehemías y sus amigos, impedirles hacer la obra; hasta los amenazaron,

y luego se quejaron de que se iban a rebelar contra el rey. De nuevo, insistieron que el plan no era piadoso sino político, a lo que

Nehemías respondió con una negación sencilla y rápida, "No hay tal cosa como dices, sino que de tu corazón tú lo inventas".

Finalmente Sanbalat envió un mensaje a Nehemías, solicitándole reunirse en los campos de Ono, para discutir el asunto

amigablemente y que se aclararan las diferencias, pero planeaba hacerle mal. Se dieron cuenta de que no podían amedrentar a

Nehemías y ahora querían con engaños y artimañas quitarlo de la realización de su obra vigorosa. Pero contestó "Yo hago una

gran obra, y no puedo ir; porque cesaría la obra, dejándola yo para ir a vosotros".

Siempre se ha dado el caso, cuando cualquiera de los siervos de Dios hace algo por la causa de Dios, que parece que hay

probabilidad de que tener éxito, que Satanás y sus agentes con regularidad intentan desviar sus mentes y nulificar sus esfuerzos.

Así ha sido durante los últimos diez años, en los que ha habido avivamientos notables por el país. Estos avivamientos han sido

grandes, poderosos, y extensivos. Se ha estimado que alrededor de DOSCIENTAS MIL personas han sido convertidas en ese

tiempo.

242

Y el diablo ha estado ocupado con sus maquinaciones para desviar y distraer al pueblo de Dios y apagar sus esfuerzos de ir hacia

adelante en la gran obra de la salvación. Al tocar el tema, propongo mostrar:

I. Que un avivamiento de religión es una gran obra.

II. Mencionar varias cosas que pueden detenerlo.

III. Intentar mostrar lo que debe hacerse para continuar con este gran avivamiento.

I. Voy a mostrar que un avivamiento de religión es una gran obra.

Es una gran obra porque en él abarcan grandes intereses. En un avivamiento de religión incluye la gloria de Dios, en lo que se

refiere al gobierno de este mundo, y la salvación de los hombres. Dos cosas de importancia infinita se incluyen. La grandeza de

una obra es estima por la grandeza de las consecuencias que dependen de ella. Y ésta es la medida de su importancia.

II. Voy a mencionar varias cosas que pueden obstruir un avivamiento.

Algunos han hablado muy neciamente de este tema, como si nada lastimara un avivamiento genuino. Dicen "si tu avivamiento es

obra de Dios, no puede ser detenido; ¿acaso puede algún ser creado detener a Dios?" Ahora pregunto si acaso esto es sentido

común. Antes se creía que un avivamiento no podía ser detenido porque era la obra de Dios. Y se pensaba que seguiría, sin

importar lo que se pudiera hacer para obstaculizarlo, en la iglesia o fuera de ella. Pero entonces el agricultor puede creer del

mismo modo, que corte su trigo y dañe la siembra porque Dios hace crecer el grano. Un avivamiento es obra de Dios, y también el

cultivo del trigo; y Dios es tan dependiente del uso de los medios de uno u otro. Y por tanto un avivamiento está sujeto a ser

dañado como un trigal.

1. Un avivamiento se detendrá cuando la iglesia crea que va a cesar. La iglesia es los instrumentos con lo que Dios continúa esa

obra, y va a trabajar en él voluntariamente y con sus corazones. No hay nada más fatal para un avivamiento que sus amigos

predigan que va a detenerse. No importa lo que puedan decir los enemigos de la obra, prediciendo que se acabará y no llegará a

ningún lado. No pueden detenerlo de esa forma, pero los amigos deben trabajar y orar en fe para seguir. Es una contradicción

243

decir que están trabajando y orando en fe para continuar la obra y creer que va a detenerse. Si pierden su fe, se detendrá, desde

luego. Cuando los amigos de los avivamientos empiezan a profetizar que un avivamiento se va a detener, deben ser reprendidos

de inmediato, en el nombre del Señor. Si la idea empieza a prevalecer, y no pueden contraatacarla y desenraizarla, el avivamiento

cesará infaliblemente, pues es indispensable para la obra que los cristianos trabajen y oren en fe para promoverlo; es una

contradicción decir que pueden trabajar en fe para su continuación, mientras creen que está por cesar.

2. Un avivamiento cesará cuando los cristianos consientan que debe cesar. A veces los cristianos ven que un avivamiento está en

peligro de parar, y que si algo efectivo no se hace, se detendrá. Si este hecho les apura, los lleva a orar, y hacer esfuerzos

renovados, la obra no cesará. Cuando los cristianos aman la obra de Dios y la salvación de las almas tanto como para agobiarse

por la simple aprehensión de una declinación, los conducirá a una agonía de oración y esfuerzo. Si no los conduce a la agonía y el

esfuerzo para prevenir su terminación, si ven el peligro, y no tratan de prevenirlo, o renovar la obra, CONSIENTEN QUE DEBE

DETENRSE. Hay en este momento mucha gente, por todo el país, que ven los avivamientos en declive, que están en gran riesgo

de terminarse, y sin embargo manifiestan muy poca preocupación, y parece que les importa muy poco. Todas las iglesias ven su

condición, y ven lo que viene, a menos que pueda haber un despertar, y sin embargo están despreocupadas, no gimen y agonizan

en oración para que Dios avive su obra. Algunos están incluso prediciendo que va a haber una gran reacción, que viene una gran

carencia en la iglesia, como pasó en los días de Whitefield y Edwards. Y sin embargo, no están sorprendidos ante sus propios

augurios; están tranquilos al respecto, y se ponen hacer otras cosas. LO CONSIENTEN. Parece como si fueran los pregoneros del

diablo, enviados a propagar desaliento por las filas de los elegidos de Dios.

3. Un avivamiento cesará cuando los intentos de los cristianos se vuelvan mecánicos para promoverlo. Cuando su fe es fuerte, sus

corazones cálidos y suaves, sus oraciones llenas de emoción santa, y sus palabras con poder, entonces la obra sigue. Pero

cuando sus oraciones empiezan a ser frías, sin emoción, y se va su sentimiento de tono profundo, empiezan a trabajar

mecánicamente y usar palabras sin sentimiento, entonces el avivamiento cesará.

4. El avivamiento cesará cuando los cristianos tengan la idea de que la obra continuará sin su ayuda. La iglesia es colaboradora de

Dios para promover un avivamiento y que la obra pueda llegar tan lejos como la iglesia siga y no más. Dios ha estado tratando por

mil ochocientos años de poner a la iglesia en la obra. Ha estado llamando, urgiendo, ordenando, implorando, presionando y

animando, para que lo hagan. Ha estado todo este tiempo listo para ponerse a trabajar con ella, pero la iglesia no ha estado

244

dispuesta a hacer su parte. Parece que está determinada a dejárselo a Dios para convertir al mundo, y dice: "si quiere al mundo

convertido, que lo haga él". Debe saber que esto es imposible. Hasta donde sabemos, ni Dios, ni el hombre, pueden convertir sin

una cooperación de la iglesia. Los pecadores no pueden convertirse sin su propia agencia, pues la conversión consiste en un

volver voluntario a Dios. No pueden hacer más los pecadores sin las influencias morales apropiadas para volverlos; esto es, sin la

verdad y realidad de las cosas llevadas plenamente a sus mentes por revelación directa o por los hombres. Dios no puede

convertir al mundo por su omnipotencia física, sino que está dependiente de la influencia moral de la iglesia.

5. La obra cesará cuando la iglesia prefiera atender sus propias preocupaciones en vez de las de Dios. No admito que los hombres

tengan cualquier asunto que sea propiamente suyo, pero lo creen así, y de hecho prefieren lo que consideran como suyo, en vez

de trabajar para Dios. Empiezan a creer que no pueden tener tiempo suficiente para sus empleos del mundo para realizar un

avivamiento. Y pretenden estar obligados a dejar de atender la religión y hacer que sus corazones vayan en pos del mundo. Y la

obra debe cesar, desde luego.

6. Cuando los cristianos se enorgullecen de su gran avivamiento. Quiero decir esos cristianos que han sido instrumentales para

promoverlo. Casi siempre es el caso de un avivamiento que parte de la iglesia está muy orgullosa o muy mundana para tomar

parte en la obra. Están determinados a mantenerse apartados y esperar, y ven que viene y ven que se va. El orgullo de esta parte

de la iglesia no puede detener el avivamiento, pues el avivamiento nunca descansó en ellos. Empezó sin ellos y puede seguir sin

ellos. Pueden cruzar sus brazos y no hacer nada más que ver y encontrar fallas, y la obra puede continuar. Pero cuando parte de

la iglesia que trabajó, y empezó a creer que ha tenido un gran avivamiento, y cómo ha trabajado y orado, y cuán celosa y valiente

ha sido, y cuánto bien ha hecho, entonces es muy posible que la obra decline. Quizá se ha publicado en los periódicos qué gran

avivamiento ha habido en la iglesia, y cuán comprometidos han estado los miembros, y piensa cuán alto ha estado en la

estimación de otras iglesias, por todo el país, porque han tenido un avivamiento de esa forma. Y entonces se hinchan y envanecen,

y ya no pueden disfrutar de la presencia de Dios; el Espíritu se retira de ellos y el avivamiento se detiene.

7. El avivamiento se detendrá cuando la iglesia se canse de su trabajo. Multitudes de cristianos cometen un gran error aquí en

tiempos de avivamiento. No piensan y tienen tan poco juicio que rompen todos sus hábitos de vida, descuidan el comer y dormir a

sus horas, dejan que el entusiasmo los ofusque y se cansan sus cuerpos, y son tan imprudentes que pronto están exhaustos, y es

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imposible que sigan en la obra. Los avivamientos con frecuencia cesan, para que siga el declive, de negligencia e imprudencia, en

este respecto, de parte de aquellos comprometidos en realizarlos.

8. Un avivamiento cesará cuando la iglesia empiece a especular sobre doctrinas abstractas, que no tienen nada que ver con la

práctica. Si la iglesia desvía su atención de los asuntos de la salvación, y se pone a estudiar o disputar puntos abstractos, el

avivamiento cesará, desde luego.

9. Cuando los cristianos empiecen a hacer proselitismo. Cuando los bautistas se oponen a los presbiterianos, o los presbiterianos a

los bautistas, o ambos contra los metodistas, o los episcopales contra los demás, empiezan a esforzarse para que los convertidos

se unan a sus iglesias, pronto verán el fin del avivamiento. Quizá un avivamiento siga por un tiempo, y desaparezcan todas las

dificultades, hasta que alguien circule un libro, privadamente, para ganar prosélitos. Quizá un diácono muy celoso, o una mujer

rencillosa, o un ministro proselitista, no pueden estarse quietos, y empiezan a trabajar en la obra del diablo, de modo que incitan la

amargura, y levantan rivalidad egoísta, ahuyentan al Espíritu y conducen a los cristianos a tomar partido. No habrá más

avivamiento ahí.

10. Cuando los cristianos rehúsan rendir al Señor según los beneficios recibidos. Ésta es una fuente fructífera de decadencia

religiosa. Dios ha abierto las ventanas de los cielos a la iglesia, y derramádoles una bendición, y entonces razonablemente espera

que ellos lleven sus diezmos al alfolí, y planeen y den para Sion; y ¡se han rehusado! No se han dado ellos mismos para promover

la causa de Cristo, entonces el Espíritu ha sido contristado y la bendición ha sido retirada, y en algunos casos una gran reacción ha

sucedido porque la iglesia no es dadivosa, cuando Dios ha sido tan bondadoso. He sabido de iglesias que evidentemente fueron

maldecidas con escasez por tal acción. Tuvieron un avivamiento glorioso, y luego quizá la casa de reunión necesitaba reparación,

o algo más se necesitaba que costara algo de dinero, y rehusaron hacerlo, y entonces por su espíritu tacaño Dios los dejó.

11. Cuando la iglesia, de alguna manera, contrista al Espíritu Santo.

(1.) Cuando no sienten su dependencia en el Espíritu. Cuando los cristianos se hacen fuertes en su propia fuerza, Dios maldice sus

bendiciones. En muchas instancias, los cristianos pecan contra sus propias misericordias porque se enaltecen de su éxito, y se dan

crédito ellos mismos, y no le dan toda la gloria a Dios. Como él dice: "Si no oyereis, y si no decidís de corazón dar gloria a mi

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nombre, ha dicho Jehová de los ejércitos enviaré maldición sobre vosotros, y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las he

maldecido, porque no os habéis decidido de corazón". Ha habido mucho de eso en este país, sin duda. He visto tantas cosas que

así parece, en los periódicos, donde parecía una disposición en los hombres darse el crédito por el éxito de promover

avivamientos. Hay sin duda una gran tentación en eso, y requiere de mucha vigilancia de parte de los ministros y las iglesias de

cuidarse y no contristar al Espíritu por hombres vanagloriosos.

(2.) El Espíritu puede ser contristado por un espíritu de alardearse del avivamiento. A veces, tan pronto empieza el avivamiento, lo

verán difundido en los periódicos. Y muy comúnmente esto matará el avivamiento. Hubo un caso en un estado vecino, donde

empezó el avivamiento, e inmediatamente salió una carta de un pastor, diciendo que tenía un avivamiento. Vi la carta, y me dije

que era la última vez que oiríamos de ese avivamiento. Y así fue. En unos días, la obra cesó totalmente. Y tales cosas no son

raras. Podría mencionar casos y lugares donde las personas han publicado tales cosas para inflar la iglesia, y volverse tan ufanos

que muy poco o nada se puede hacer por un avivamiento.

Algunos, bajo la pretensión de publicar cosas para alabar y glorificar a Dios, han publicado cosas que huelen muy fuertemente a

una disposición de jactarse ellos mismos, han hecho que su propia agencia sobresalga mucho, como estaba evidentemente

calculada para dar una impresión infeliz. En la reunión prolongada hecha en esa iglesia, hace un año en el otoño pasado, había

esperanzadamente quinientos convertidos, cuyos nombres y lugares de residencia conocíamos. Un número considerable de ellos

ingresó a esa iglesia. Muchos de ellos se unieron a otras iglesias. Nada de esto se dijo en los periódicos. Varias veces se me ha

preguntado por qué nos hemos callado tanto sobre el tema. Sólo he podido contestar que había una tendencia tal de exaltación de

las iglesias que temía yo publicar cualquier cosa sobre el tema. Quizá me equivoqué. Pero he visto con mucha frecuencia el daño

hecho por publicaciones prematuras que pensé que lo mejor era no decir nada. En el avivamiento en esta ciudad, hace cuatro

años, mucho se dijo en los periódicos que parecía jactancia que temía publicar. No hablo contra la práctica en sí de publicar los

recuentos de los avivamientos, sino la manera de hacerlo es de suma importancia. Si se hace para incitar la vanidad, siempre es

fatal para el avivamiento.

(3.) De modo que el Espíritu es contristado por decir o publicar cosas que son calculadas para desestimar la obra de Dios. Cuando

se habla con ligereza de una bendita obra de Dios, no rendirle a Dios la gloria debida a su nombre, el Espíritu es contristado. Si

algo se dice sobre un avivamiento, den solamente los datos como son, y que se consideren por lo que valen.

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12. Un avivamiento puede esperarse que cese cuando los cristianos pierden el espíritu del amor fraternal. Jesucristo no continuará

con la gente en un avivamiento más de lo que ellos continúen en el ejercicio del amor fraternal. Cuando los cristianos están en el

espíritu de un avivamiento, sienten ese amor, y entonces uno los oirá llamarse hermano y hermana muy afectuosamente. Pero

cuando empiezan a enfriarse, pierden ese calor y brillo de afecto por los unos y los otros, y entonces este llamarse hermano y

hermana parecerá ridículo y desdeñable y lo dejarán. En algunas iglesias no se llaman entre ellos así, pero cuando hay un

avivamiento, los cristianos naturalmente lo hacen. Nunca he visto un avivamiento, y probablemente nunca ha habido uno, en el que

no lo hagan. Pero tan pronto empieza a cesar, el Espíritu de Dios es contristado, y se aleja de ellos.

13. Un avivamiento declinará y cesará a menos que los cristianos con frecuencia se vuelvan a convertir. Por esto quiero decir, que

los cristianos, a fin de mantenerse en el espíritu de un avivamiento, comúnmente necesitan ser con frecuencia redargüidos,

humillados y quebrantados ante Dios, y reconvertirse. Esto es algo que muchos no entienden cuando hablamos sobre un cristiano

reconvertido. Pero el hecho es que en un avivamiento el corazón del cristiano está sujeto a encostrarse y perder su gusto exquisito

por las cosas divinas; su unción y prevalencia en oración disminuye y entonces debe convertirse otra vez. Es imposible mantenerlo

en tal estado sin hacerle daño a la obra, a menos que pase por ese proceso cada vez. Nunca he trabajado en avivamiento en

compañía de alguien que se mantenga en la obra y esté apto para manejar un avivamiento continuamente, que no haya pasado

por este proceso de quebrantarse tan seguido como en dos o tres semanas. Los avivamientos declinan, comúnmente, porque es

imposible hacer que la iglesia sienta su culpa y dependencia como para quebrantarse delante de Dios. Es importante que los

ministros entiendan eso, o la obra del cristiano se volverá mecánica y perderán ellos el fervor y poder de prevalecer en Dios. Éste

fue el proceso por el que Pedro pasó cuando negó al Salvador, y por el cual al quebrantarse, el Señor lo preparó para la gran obra

en el día de Pentecostés. Me sorprendió, hace unos años, que la frase "quebrantándose" era piedra de tropiezo para ciertos

ministros y profesantes de religión. Se exponían a la reprensión dada a Nicomedo "¿eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?"

Estoy seguro que hasta que alguno de ellos sepa lo que es "quebrantarse", no hará mucho por la causa de los avivamientos.

14. Un avivamiento no puede continuar cuando los cristianos no practican la negación de sí mismos. Cuando la iglesia ha

disfrutado un avivamiento y empieza a engordar, y se vuelve ella misma indulgente, el avivamiento pronto cesará, si no simpatizan

con el hijo de Dios, quien se dio para salvar a los pecadores; si no está dispuesta a rendir sus lujos, y su tranquilidad, y se ponga a

trabajar, no necesita esperar que el Espíritu Santo se derrame sobre ella. Esto es sin duda una de las causas principales de declive

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personal. Que los cristianos en un avivamiento TENGAN CUIDADO, cuando primero encuentran una inclinación llegando hacia

ellos, para aborrecer la negación de sí mismos, y ceder a una indulgencia sí mismos tras otra. Es un ardid de Satanás, sacarlos de

la obra de Dios, y que se vuelvan aburridos, engrosados, temerosos, inútiles y sensuales, alejen el Espíritu y destruyan el

avivamiento.

15. Un avivamiento puede detenerse por controversias sobre nuevas medidas. Nada es más cierto que echar fuera un avivamiento

que eso. Pero como en la conferencia pasada fue sobre el tema de nuevas medidas, no necesito hablar más al respecto.

16. Los avivamientos se pueden apagar por la oposición continua de la vieja escuela, combinado con un espíritu malo en la nueva

escuela. Si aquellos que no hacen nada para promover avivamientos siguen en oposición, y si aquellos que están trabajando para

promoverlos, se ponen impacientes, y entran en un espíritu malo, el avivamiento cesará. Cuando la vieja escuela escriba sus

cartas en los periódicos contra los avivamientos o sus promotores, y la nueva escuela escriba cartas contra ellos, con un espíritu

enojado, contencioso y amargado, y se metan en una controversia discordante, los avivamientos cesarán. QUE SE MANTEGAN

EN SU OBRA, y no hablen sobre la oposición, ni prediquen, ni escriban al respecto. Si otros publican sus insultos y cosas, que los

siervos del Señor mantengan su obra, y todos los escritos y calumnias no detendrán el avivamiento, mientras aquellos

comprometidos en él se dediquen a lo suyo, y sigan con su obra. Es sorprendente cuánto se mantiene cierto eso de hecho.

En un lugar donde hubo un avivamiento, ciertos ministros se juntaron contra el pastor de la iglesia, y el plan era arruinarlo, y de

hecho lo acusaron ante el presbítero, y el juicio duró seis semanas, en medio del avivamiento, y la obra continuó. Los miembros de

la iglesia que oraban se dispusieron a trabajar y siguieron victoriosamente durante todo el proceso. El pastor fue llamado

comparecer en el juicio, pero había otro ministro que trabajó con la gente, y los miembros ni siquiera fueron al juicio, generalmente

para seguir orando y pidiendo por las almas, y el avivamiento soportó la tormenta. En muchos otros lugares, la oposición ha

surgido en la iglesia, pero algunas almas humildes se han mantenido trabajando, y el Dios de gracia ha extendido su brazo y ha

hecho avanzar el avivamiento pese a toda la oposición.

Pero cuando aquellos que activamente se comprometen en promocionar un avivamiento ante la irracionalidad y persistencia de la

oposición, y sienten como si no pudieran tenerlo, y pierden la paciencia, y sienten como si debieran responder a las objeciones y

refutaciones de sus calumnias, entonces ellos van hacia los campos de Ono, y la obra cesará.

249

17. Cualquier distracción de la mente pública impedirá un avivamiento. Cualquier cosa que sea exitosa para desviar la atención

pública, pondrá un alto a un avivamiento. En el caso que he especificado, donde un ministro estuvo ante el presbítero, la razón por

la que no se arruinó el avivamiento fue que los miembros de la iglesia que oraban no se distrajeron. Ni siquiera asistieron al juicio,

sino que se mantuvieron orando y trabajando por las almas, y así la atención pública se mantuvo en el avivamiento pese a los

esfuerzos del diablo.

Pero cuando tiene éxito de absorber la atención pública sobre cualquier otro tema, pondrá fin al avivamiento. No importa cuál sea

el tema. Si un ángel del cielo descendiera y predicara, o pasara por las calles, podría ser lo peor en el mundo para un avivamiento,

pues haría a los pecadores volver a sus pecados, para seguir a ese ser glorioso, contemplarlo, y el avivamiento cesaría.

18. La resistencia a la reforma de la abstención de bebidas alcohólicas pondrá un alto a los avivamientos en una iglesia. El tiempo

ha llegado que ya no más puede ser inocente una iglesia al estar distante de esta reforma gloriosa. El tiempo fue cuando eso podía

hacerse en ignorancia. El tiempo ha sido cuando los ministros cristianos podían disfrutar avivamientos, pese a que el licor era

usado entre ellos. Pero desde que la luz fue puesta en el tema, se ha encontrado que su uso es sólo lastimoso, ningún miembro de

la iglesia o ministro puede ser inocente y ser neutro en la causa. Deben hablar y tomar partido. Y si no toman uno, su influencia es

en el otro. Muéstrenme un ministro que ha tomado una posición contra la reforma de la abstención de bebidas alcohólicas que

haya tenido un avivamiento. Muéstrenme uno ahora que mantenga su distancia y que tenga un avivamiento. Muéstrenme uno que

ahora temporiza en este punto que no salga y se ponga a favor de la abstención de bebidas alcohólicas que tenga un avivamiento.

No era así. Pero ahora el tema ha surgido, y ha sido discutido, y es entendido, ningún hombre puede cerrar sus ojos ante la

verdad. Las manos del hombre están ROJAS DE SANGRE quien mantiene su distancia de la causa de la abstención de bebidas

alcohólicas. ¿Y puede tener un avivamiento?

19. Los avivamientos son obstruidos cuando los ministros y las iglesias toman una posición equivocada en cuando a cualquier

asunto relacionado con derechos humanos. Tomen el asunto de la ESCLAVITUD, por ejemplo. El tiempo era cuando este tema no

estaba ante la mente pública. John Newton siguió con el comercio de esclavos después de su conversión. Y así su mente había

sido pervertida, y tan completamente cauterizada, en cuanto a este tráfico tan notoriamente nefasto que la pecaminosidad de eso

nunca pasó por su pensamiento hasta tiempo después de que se volvió un hijo de Dios. Si la luz hubiese sido derramada en su

mente previo a su conversión, nunca hubiera podido haberse convertido sin previamente abandonar ese pecado. Y luego de su

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conversión, cuando se convenció de la iniquidad de eso, ya no pudo disfrutar de la presencia de Dios, sin dejar ese pecado por

siempre. Del mismo modo, sin duda muchos comerciantes de esclavos y dueños de esclavos en nuestro país han sido convertidos,

no obstante su participación en esta abominación, porque la pecaminosidad de eso no era aparente a sus mentes. Así ministros e

iglesias, en gran parte del país, han mantenido su paz, sin dar testimonio contra esta abominación terrible, que existe en la iglesia y

la nación. Pero recientemente, el tema ha sido llevado a discusión, y la providencia de Dios lo ha traído claramente ante los ojos de

todos los hombres. La luz ahora es dada sobre este tema, como ha sido en la causa de la abstención de bebidas alcohólicas. Los

hechos son exhibidos, los principios establecidos, y la luz arrojada en las mentes de los hombres, y este monstruo es arrastrado

fuera de su guarida horrenda y exhibido ante la iglesia, y se les demanda a ellos, "¿ES PECADO ESO?" Su testimonio debe ser

dado sobre el tema. Son testigos de Dios. Han jurado decir "la verdad y toda la verdad, y nada más que la verdad". Es imposible

que su testimonio no deba darse, de un lado o del otro. Su silencio ya no puede más dar cuenta del principio de ignorancia y que

nunca hayan puesto su atención en el asunto. Consecuentemente, el silencio de los cristianos en eso es virtualmente decir que no

consideran pecado la esclavitud. La verdad es que es un asunto en el que no pueden ellos guardar silencio sin culpa. El tiempo ha

llegado, en la providencia de Dios, cuando la brisa del sur se llene de los gritos de lamentación y dolor. Dos millones de impíos

degradados en su propia tierra levantan sus manos, todas ensangrentadas y encadenadas, y envían a la iglesia de Dios el grito

agonizante de ayuda. ¿Y la iglesia, en sus esfuerzos para recuperar y salvar al mundo, se ensordecerá a esa voz de agonía y

desesperación? Ni lo mande Dios. La iglesia no puede alejarse de ese asunto, el cual es para que la iglesia y la nación decida y

Dios lo empujará para una decisión.

Es en vano que las iglesias lo resistan por temor de distracción, contienda y conflicto. Es en vano considerarlo un acto de piedad el

alejar el oído del grito de desesperación.

La iglesia debe testificar, y testificar "la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad" en este asunto, o cometerá perjurio, y el

Espíritu de Dios se apartará de ella. Está bajo juramento testificar, y los ministros e iglesias que no lo pronuncien pecado llevarán

falso testimonio para Dios. Es sin duda cierto que una de las razones por el estado bajo de religión en este tiempo es que muchas

iglesias han tomado el lado equivocado en el tema de la esclavitud, han sufrido prejuicio para prevalecer sobre el principio, y han

temido llamar eso abominación por su nombre verdadero.

251

20. Otra cosa que obstaculiza los avivamientos es descuidar los reclamos de las misiones. Si los cristianos no sienten por los

impíos, descuidan el concierto mensual, y limitan su atención a su propia iglesia, ni siquiera leen el Missionary Herald (Heraldo

Misionero), o usan cualquier otro medio para informarse sobre el tema de los reclamos del mundo, y rechazan la luz que Dios está

arrojando ante ellos, y no hacen lo que Dios los llama a hacer en esa causa, el Espíritu de Dios se apartará de ellos.

21. Cuando una iglesia rechaza los llamados de Dios en ella para educar a los jóvenes para el ministerio, obstaculizarán y

destruirán un avivamiento. Vean la iglesia presbiteriana, vean a las 200,000 almas convertidas dentro de 10 años, los medios

suficientes para llenar el mundo con ministros, y sin embargo el ministerio no está aumentando tan rápido como la población de

nuestro país, y a menos se pueda hacer algo más para proveer ministros, nos volveremos impíos nosotros. Las iglesias no

presionan a los jóvenes en su deber de estar en el ministerio. Dios derrama su Espíritu en las iglesias, y convierte cientos de miles

de almas, y si entonces los trabajadores no salen a la cosecha, lo que más puede esperarse es que la maldición de Dios venga

sobre las iglesias, y su Espíritu se retire y los avivamientos cesen. Sobre este tema ningún ministro, ninguna iglesia debe estar

callado o inactivo.

22. Los avivamientos que difaman con frecuencia se echarán abajo. El gran avivamiento del Presidente Edwards sufrió

grandemente por la conducta de la iglesia en este asunto. Es de esperarse que los enemigos de Dios denigren, malinterpreten y

difamen los avivamientos. Pero cuando la iglesia se ocupa en eso, y muchos de sus miembros muy influyentes están ayudando e

incitando para calumniar y malinterpretar una gloriosa obra de Dios, es razonable que el Espíritu sea contristado. No se puede

negar que esto se ha hecho, hasta cierto punto doloroso y deshonroso para Dios. Se ha estimado que en un año, desde que ese

avivamiento comenzó, CIEN MIL ALMAS se convirtieron para Dios en los Estados Unidos. Esto fue sin duda el mayor número de

convertidos en un año desde que el empezó el mundo. No puede esperarse que, en un entusiasmo de ese alcance, entre seres

humanos, no haya nada que deplorar. Esperar perfección en una obra de ese alcance desde luego, hasta cierto punto, y realizado

por instrumentación humana, sea totalmente razonable y absurdo. Males sin duda existieron y han existido. Eran de esperarse

desde luego, y de estar alertas, en lo posible. Y no creo que la historia del mundo pueda proveer una instancia de la que un

avivamiento, abordando esta magnitud e influencia, se haya ocupado de muy pocos males, y muy poco para que honestamente

sea deplorable.

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Pero ¿cómo ha sido tratada esta bendita obra de Dios? Admitir todos los males de los que se quejan sean reales, que están muy

lejos de ser ciertos, sólo serían como manchas en el disco del sol glorioso; las cosas difícilmente están para pensarse, en

comparación con la grandeza y excelencia infinitas de la obra. Y sin embargo, ¿cómo una gran porción de la iglesia presbiteriana

ha recibido y tratado esta bendita obra de Dios? Y en la asamblea general que el cuerpo serio de hombres que representa la

iglesia presbiteriana en medio de esta gran obra, en vez de señalar un día de gracias, en vez de alabar y glorificar a Dios por la

grandeza de su obra, oímos de ellos la voz de la reprensión. Por reportes que fueron dados de discursos hechos ahí, parece que el

lugar se llenó de quejas. En vez de planear medidas para ir adelante en la obra, su atención parecía centrarse en los

comparativamente males insignificantes que fueron incidentales de ella. Y después de mucha queja, asignaron un comité, y

publicaron una "carta pastoral" a las iglesias, con el propósito de levantar sospechas, sofocar el celo de la gente de Dios, y

desanimarlos de dar gloria a Dios por la grandeza de la bendición, encontrando falla y quejándose de los males. Cuando oí lo que

se había hecho en la asamblea general, cuando leí sus discursos, cuando vi su carta pastoral, mi alma enfermó, un sentimiento

inexplicable de angustia subió a mi mente, y sentí que Dios "visitaría" la iglesia presbiteriana por una conducta así. Y desde

entonces, la gloria se ha apartado y los avivamientos han sido cada vez menos frecuentes y menos poderosos.

Y ahora desearía que se supiera, si esos ministros que pusieron esas quejas a la asamblea general, y que fueron instrumento para

hacer la carta pastoral, han sido desde entonces bendecidos en promover avivamientos de religión, si el Espíritu de Dios ha estado

sobre ellos, y si sus iglesias pueden testificar que tienen una unción del Santo.

23. Dificultades eclesiásticas son calculadas para alejar al Espíritu y destruir los avivamientos. Siempre ha sido la política del diablo

desviar la atención de los ministros de la obra del Señor para disputas y litigios eclesiásticos. El Presidente Edwards fue obligado a

dedicarse mucho tiempo a disputas ante los concilios eclesiásticos, y en nuestros días, y en medio de estos grandes avivamientos

de religión, estas dificultades se han multiplicado alarmante y vergonzosamente. Algunos de los ministros más eficientes en la

iglesia han sido suspendidos de sus esfuerzos directos para ganar almas para Cristo, para asistir día tras día, en algunas

instancias, semana tras semana, por los cargos preferidos contra ellos, o sus colaboradores en el ministerio, que nunca pudieron

sostenerse.

Vean Filadelfia: qué interminables y desgraciadas querellas han distraído y lastimado a la iglesia de Dios en esa ciudad, y por todo

el país. Y en la iglesia presbiteriana estas dificultades eclesiásticas en general han producido males suficientes para que la

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creación llore. El hermano Beman fue perversa y vergonzosamente suspendido por promover avivamientos para comparecer un

juicio ante su propio presbiterio, por los cargos que, si eran ciertos, eran de los más ridículos, pero que nunca fueron sostenidos. Y

desde esa vez una gran parte de su tiempo, parecería necesario, ha sido dedicado para arreglar las dificultades eclesiásticas. Una

considerable parte de su tiempo durante años, los hermanos Duffield de Carlisle, Barnes de Filadelfia, y otros de los ministros de

Dios más exitosos, han sido impedidos por estas dificultades. ¡Oh, no lo anuncien en Gat! ¿Cuándo esos ministros y profesantes

de religión, que hacen poco o nada, dejarán en paz a otros para que hagan la obra de Dios?

24. Otra cosa por la que los avivamientos pueden ser obstaculizados es la censura por ambos lados, especialmente en aquellos

que se han ocupado de sacar adelante un avivamiento. Es de esperarse que los opositores de la obra estén atentos al titubeo de

sus amigos, y se asegurarán de censurarlos por todo lo que está mal, y con frecuencia por aquellos que están bien. Especialmente

se espera que muchas observaciones censuradoras y poco cristianas se harán sobre aquellos que son los instrumentos más

prominentes en promocionar un avivamiento. Esta censura de parte de los opositores de la obra, sea fuera o dentro de la iglesia,

sin embargo, no podrá poner un alto al avivamiento. Mientras sus promotores se mantengan humildes, y en un espíritu de oración,

mientras no se desquiten, sino sus almas posean paciencia, mientras ellos no sufran para ser desviados para recriminar y alejar el

espíritu de oración, la obra seguirá adelante; como en el caso referido, donde un ministro estuvo en juicio seis semanas en medio

de un avivamiento. Ahí la gente se quedó en el polvo, oró, no tanto por su ministro, pues lo habían dejado con Dios, sino con

fuertes gemidos y lágrimas suplicando a Dios por los pecadores. Y Dios los oyó, los bendijo y la obra continuó. La censura por

quienes se oponen a la obra es mínima para ser temida, pues no tienen el Espíritu, y nada depende de ellos, y pueden obstruir la

obra sólo tanto como ellos mismos tengan influencia personalmente. Pero los otros tienen el poder del Espíritu Santo, y la obra

depende del mantenerse en un temple correcto. Si se equivocan y alejan al Espíritu, no hay ayuda, la obra debe cesar. Cual sea la

provocación, por tanto, que los promotores de esta bendita obra puedan tener, si cesa, la responsabilidad es suya. Y uno de los

hechos más alarmantes, en cuanto a este asunto, es que en muchas instancias, aquellos que se han ocupado en sacar adelante la

obra, parecen haberse perdido el Espíritu. Se van por otro lado, y empiezan a pensar que la oposición ya no debe tolerase más,

que deben salir y responder lo que dicen los periódicos. Debe saberse y entenderse universalmente que cuando los amigos y

promotores de estos grandes avivamientos sufren ellos mismos por ser censurados por las quejas de los periódicos, para intentar

defenderse ellos mismos, y responden a quienes escriben contra ellos, el espíritu de oración se irá completamente y la obra

cesará. Nada es más perjudicial para los avivamientos de religión, y así se ha encontrado siempre, que sus promotores escuchen

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la oposición y empiecen a responder. Esto fue cierto en los días del Presidente Edwards como ustedes, que conocen el libro sobre

avivamientos, han de estar muy al tanto.

III. Procedo a mencionar algunas cosas que deben hacerse para continuar este gran y glorioso avivamiento de religión,

que ha estado en progreso los últimos diez años.

1. Debe haber gran y profundo arrepentimiento de parte de los ministros. NOSOTROS, hermanos, debemos humillarnos ante Dios.

No ayuda suponer que es suficiente llamar a la gente al arrepentimiento. Debemos arrepentirnos, debemos tomar la iniciativa en

arrepentimiento, y entonces llamar a la iglesia a que lo haga.

Especialmente deben arrepentirse aquellos que han tomado la iniciativa de producir sentimientos de oposición y desconfianza en

cuanto a avivamientos. Algunos ministros han limitado su oposición contra los grandes avivamientos y medidas de avivamientos a

sus propias congregaciones, y creado tales sospechas entre su propia gente como para prevenir que la obra se propague y

prevalezca entre ellos. Tales ministros harían bien en considerar las observaciones del Presidente Edwards sobre el tema.

"Si los ministros nunca predican buena doctrina, se toman la molestia y trabajan para su obra, pero, si un día como éste, muestran

a su gente que esta obra no les afecta, sino que están dudosos y tienen sospechas, muy posiblemente harán a la gente más daño

que bien, pues el mismo marco de una obra tan extraordinaria de Dios, si la gente sufre por creer que es su obra, y el ejemplo de

otros lugares, junto a qué predicación pueden oír ocasionalmente, es muy probablemente que tengan mucha mayor influencia en

las mentes de su gente, para despertar y animarla en la religión que todas sus labores con ella: y además la opinión de su ministro

no sólo concebirá sospecha en ella de la obra que oyeron de fuera, según la cual la mano de Dios aparece en ella, y perderá su

influencia en sus mentes, sino tenderá a crear sospecha de todo de esa naturaleza, que aparecerá entre ellos mismos, como

siendo algo de la misma indisposición que se ha vuelto epidemia en el país, y esto es, en efecto, crear sospecha de toda religión

vital, y poner a la gente hablar contra ella, y desanimando, cuando aparezca, pegándole en la cabeza tan rápido como surja. Y

nosotros que somos ministros, al ver esta obra, año tras año, con un gesto de desagrado, eficazmente mantendremos a las ovejas

lejos de los pastos, en vez de ser pastores para ellas, para alimentarlas; y nuestra gente estaría mejor sin un ministro en un día

como éste.

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Otros han sido más públicos con miras a ejercer una influencia más amplia. Algunos han escrito para periódicos. Algunos con alto

prestigio en la iglesia han circulado cartas que nunca fueron imprimidas. Otros han tenido que imprimir sus cartas y las han

circulado. Parece haber un sistema de redacción de cartas por el país calculadas para crear desconfianza. En los días del

Presidente Edwards, sustancialmente se buscó el mismo fin, como dice en su obra sobre avivamientos:

"Debe tenerse sumo cuidado que la imprenta deba mejorarse para ningún fin contrario al interés de esta obra. Leemos que cuando

Dios peleó contra Sísara por la liberación de su iglesia oprimida, los que manejaban el punzón de escribiente vinieron al auxilio del

Señor en ese asunto, Jueces 5: 14. Cual fuera el tipo de hombres en Israel que intentaba ser, pero como las palabras fueron

redactadas por un Espíritu que tenía un panorama perfecto de todos los eventos hasta el fin del mundo, y tenía un ojo especial en

esa canción, para la liberación de la iglesia de Dios, en los últimos días, de la que esta liberación de Israel fuera de un tipo, es

probable que tuvieran respeto a los autores, aquellos que debieron pelear contra el reino de Satanás con sus punzones. Aquellos

por tanto que publican panfletos para desventaja de esta obra, y tienden directa o indirectamente a ponerla bajo sospecha, para

desanimarla u obstruirla, harán bien en considerar si esto no es ciertamente la obra de Dios, y si es, es probable que Dios vaya por

delante como fuego para consumir todo lo que se ponga en su camino, y queme esos panfletos; y si no hubiese riesgo de que el

fuego que se encienda en ellos queme a los autores".

Todos ellos deben arrepentirse. Dios nunca los perdonará, ni ellos volverán a disfrutar de su bendición en su predicación, ni serán

honrados para trabajar en los avivamientos hasta que se arrepientan. En este deber urgía el Presidente Edwards a los ministros en

sus días, en los términos más contundentes. Ha habido sin duda ahora, como en ese entonces, fallas en ambos lados. Y debe

haber un arrepentimiento profundo, y confesión mutua de las fallas de ambos lados.

"Debe hacerse mucho en la confesión de las faltas de ambos lados; pues indudablemente muchas y grandes son las faltas que se

han cometido en querellas, confusiones, y mezclas de luz y oscuridad, que han acontecido. No hay deber más contrario a las

disposiciones corruptas, y mortificantes al orgullo del hombre, pero debe hacerse. El arrepentimiento de faltas, en una manera

peculiar, un deber apropiado, cuando el reino del cielo está a la mano, o cuando especialmente esperamos o deseamos que

venga, como sucede con la predicación de Juan el Bautista. Y si Dios ahora audiblemente nos llama a arrepentirnos, entonces

también nos llama a hacer las manifestaciones apropiadas de nuestro arrepentimiento. Estoy persuadido que aquellos que se han

opuesto abiertamente a esta obra, o han hablado de vez en cuando ligeramente de ella, no pueden ser excusados a la vista de

256

Dios sin abiertamente confesar sus faltas, especialmente si son ministros. Si ellos en alguna manera, directa o indirectamente, se

han opuesto a la obra, o se han comportado así en las conversaciones públicas o privadas, como ha perjudicado a las mentes de

su gente contra la obra, si de ahí en adelante son convencidos de la bondad y divinidad a la que se han opuesto, no deben por

ningún motivo paliar el asunto, y excusarse, y pretender que siempre pensaron así, y que eran tales y tales imprudencias contra las

que se quejaron, sino que deben abiertamente declarar con convicción, y condenarse ellos mismos por lo que han hecho, pues si

es Cristo contra quien han hablado, hablando ligeramente, y perjudicando a otros contra la obra; en efecto, peor que eso, es el

Espíritu Santo. Y aunque lo hayan hecho en ignorancia e incredulidad, sin embargo cuando averigüen con quién han estado en

contra, sin duda Dios los agarrará públicamente para confesarlo".

"Y en el otro lado, si aquellos que han sido celosos para promover la obra, en una de las instancias previamente mencionadas se

han abiertamente alejado, y han hecho aquello que es contrario a las reglas cristianas, que han abiertamente herido a otros, o

grandemente violado el buen orden, y han hecho aquello que ha lastimado la religión, deben públicamente confesarlo, humillarse,

como si juntarán piedras, y prepararan el camino de la gente de Dios. Ellos que han sido grandes piedras de tropiezo en el camino

de otros por su transgresión abierta, están destinados a removerlas por su arrepentimiento abierto".

Hay ministros hoy, no lo digo con falta de bondad, sino en fidelidad, y lo haría si los tuviera ante mí mientras lo digo, quienes

parecen haber ocupado mucho de su tiempo por años en sólo actuar, hablar y escribir de tal manera como para levantar

sospechas en cuanto a avivamientos. Y no puedo dudar que sus iglesias, como dice el Presidente Edwards, estén mejor sin ningún

ministro, a menos que se arrepientan y vuelvan a obtener su bendición.

2. Esas iglesias que se han opuesto a los avivamientos deben humillarse y arrepentirse. Las iglesias que se han mantenido

distantes u obstaculizado la obra deben arrepentirse de su pecado o Dios no irá con ellos. Vean a las iglesias ahora, que han

propagado sospechas de los avivamientos. ¿Disfrutan los avivamientos? ¿Desciende el Espíritu Santo sobre ellas para

ensancharlas y edificarlas? Hay una de las iglesias en esta ciudad, donde la junta ha estado publicando en los periódicos lo que

llaman su "Acto y Testimonio", calculada para incitar una sospecha irrazonable y sin fundamento contra muchos ministros que

están trabajando exitosamente para promover avivamientos. ¿Y cuál es el estado de esa iglesia? ¿Ha tenido un avivamiento? ¿Por

qué parece por el reporte oficial a la Asamblea General que ha disminuido en un año 27 por ciento? Y todas esas iglesias

continuarán disminuyendo pese a todo lo demás que pueda hacerse, a menos que se arrepientan y tengan un avivamiento.

257

Pueden pretender ser muy piadosas, celosas para honrar a Dios, pero Dios no les creerá que son sinceras. Y manifestará su

displicencia al no derramar su Espíritu. Si tuviera una voz lo bastante fuerte, me gustaría que me oyeran cada una de esas iglesias

y ministros que han calumniado los avivamientos cuando les digo que creo que han ayudado a traer el paño mortuorio en la iglesia,

y que la maldición de Dios está sobre ellos, y permanecerá a menos que se arrepientan. Dios ya ha enviado estrechez a sus almas

y muchos de ellos lo saben.

3. Aquellos que se han ocupado de promover la obra también deben arrepentirse. De lo que hayan hecho que estaba mal deben

arrepentirse, o los avivamientos no regresarán como en los días pasados. Deben arrepentirse cuando un espíritu equivocado ha

sido manifestado, o se han irritado y provocado la oposición, y perdido los estribos, o errado la fidelidad cristiana por palabras

duras y un espíritu equivocado. Aquellos que se han opuesto nunca podrían detener un avivamiento, a menos que aquellos que lo

promueven se equivoquen. Entonces debemos arrepentirnos si hemos dicho cosas que fueran censuradoras, u orgullosas, o

arrogantes, o severas. En un tiempo así, no es para justificarnos nosotros mismos. Nuestro primer llamado es para arrepentirnos.

Que cada uno se arrepienta de sus propios pecados, y no riña, ni pelee sobre quién debe ser culpado más.

4. La iglesia debe tomar el fundamento correcto en cuanto a política. No supongan ahora que voy a predicar un sermón político, o

que deseo que se unan a un partido político cristiano. No, no creo en eso. Pero el tiempo ha llegado que los cristianos deben votar

por hombres honestos, que tomen un fundamento consistente en política, o el Señor los maldecirá. Deben ser hombres honestos

en vez de votar por un hombre porque pertenece a su partido, Bank o contra Bank, Jackson o contra Jackson, deben encontrar si

es honesto, recto y digno de confianza. Deben hacer que el mundo vea que la iglesia no tendrá a un hombre en el cargo

sabiéndose que es un sinvergüenza, o adúltero, o irrespetuoso del Día del Señor, o jugador, o borracho. Tal es la propagación de

la inteligencia y facilidad de comunicación en nuestro país que todo hombre sabe por quién da su voto. Y si da su voto sólo por

hombres honestos, el país estará obligado a tener gobernantes rectos. Todos los partidos estarían obligados a poner a hombres

honestos como candidatos. Los cristianos han tenido muchísima la culpa en este asunto. Pero el tiempo ha llegado cuando deben

actuar de manera diferente, o Dios maldecirá a esta nación, y retirará su Espíritu. En cuanto al tema de esclavitud y abstención de

bebidas alcohólicas, la iglesia debe actuar correctamente, o el país será arruinado. Dios no puede sostener a este país bendito y

libre, al que amamos y por el que oramos, a menos que la iglesia tome el fundamento correcto. La política es parte de la religión en

un país como éste, y los cristianos deben cumplir con su deber con el país como parte de su deber a Dios. Parece que a veces

258

como si los cimientos de la nación se pudrieran y los cristianos parecieran que actúan como si pensaran que Dios no ve lo que

hacen en política. Pero les digo, sí lo ve, y bendecirá o maldecirá a este país según el curso que se tome.

5. Las iglesias deben tomar la base correcta sobre el tema de la esclavitud. Y he aquí la pregunta, ¿Cuál es la base correcta? Y

PRIMERO estableceré algunas cosas que deben evitarse.

(1.) Primero, debe evitarse un espíritu malo. Nada es más calculado para lastimar la religión y a los esclavos que los cristianos se

metan en una controversia molesta en el tema. Es un tema en el que no se necesita que haya una controversia así entre cristianos.

Los esclavistas, como los bebedores de licor, podrán intentar justificarse a sí mismos, y se podrán enojar con aquellos que acusan

sus conciencias, y les llaman a dejar sus pecados. Aquellos profesantes orgullosos de religión que piensan en alguien a quién

culpar, o creen que es una vergüenza tener piel negra, podrán dejar que sus prejuicios prevalezcan, como taparse sus oídos, y

estar dispuestos a reñir con aquellos que les insisten en el tema. Pero lo reitero, el tema de la esclavitud es un tema en el que los

cristianos, hombres de oración, no necesitan y ni tienen que diferir.

(2.) Otra cosa que debe evitarse es un intento de una postura neutral en ese tema. Los cristianos no pueden tener una posición

neutral en este tema, desde que ha salido a discusión, como si pudieran tomar una posición neutral en el tema de la santificación

del Día del Señor. Es un gran pecado nacional. Es un pecado de la iglesia. Las iglesias por su silencio, y por permitir a los dueños

de esclavos que pertenezcan a su comunión, lo han consentido. Todas las denominaciones han sido de una u otra forma

culpables, aunque los cuáqueros en los últimos años se han lavado las manos de ella. Es en vano que las iglesias finjan que es

meramente un pecado político. Lo reitero, es el pecado de la iglesia, que todas las denominaciones han consentido. Lo han

declarado virtualmente legal. El mero hecho de los dueños de esclavos que sufren calladamente por permanecer en buena

posición en sus iglesias es la expresión pública más fuerte de sus posturas de que no es pecado. Para la iglesia, por tanto,

pretender tomar una posición neutral en el tema es perfectamente absurdo. El hecho es que ella no tiene para nada ninguna

posición neutral. Mientras tolere a los dueños de esclavos en su comunión, JUSTIFICA LA PRÁCTICA. Y pues de una vez que un

enemigo de Dios finja que no es ni pecador ni santo, que fuera a tomar una posición neutral, y orara "oh Señor bueno y diablo

bueno", porque no sabía de qué lado sería más popular.

259

(3) Sumo cuidado debe tomarse para evitar un espíritu censurador en ambos lados. Es un tema en que ha habido, y quizá habrá

por algún tiempo futuro, una diferencia de opinión entre cristianos, como el mejor método para zafarse de la cuestión. Y debe ser

tratado con gran paciencia de ambos lados. Un espíritu denunciante, que impugna los motivos de cada uno, es poco cristiano,

calculado para contristar al Espíritu de Dios, y desanimar los avivamientos, e igual de injurioso para la iglesia y a los mismos

esclavos.

En SEGUNDO lugar, mencionaré varias cosas, que en mi juicio la iglesia está imperativamente llamada a tratar este tema:

(1.) Los cristianos de todas las denominaciones deben hacer a un lado el prejuicio e informarse sobre el tema sin demora.

Muchísimas multitudes de profesantes de religión han consentido el prejuicio a tal grado como para estar indispuestas a leer y oír,

y llegar a un entendimiento correcto del tema. Pero los cristianos no pueden orar en ese estado mental. Desafío a cualquiera a

poseer un espíritu de oración mientras tenga mucho prejuicio para examinar esto, o cualquier otra cuestión del deber. Si la luz no

los alumbró, los cristianos podrían permanecer en la oscuridad en este punto, y aún poseer el espíritu de oración. Pero si rehúsan

venir a la luz, no pueden orar. Ahora llamo a todos los que están presentes, y que no han examinado este tema porque estaban

indispuestos a examinarlo para que digan si tienen el espíritu de oración. Donde los ministros, cristianos individuales, o las iglesias

completas, resistan la verdad en este punto ahora, cuando es ampliamente difundida ante la mente pública, no creo que puedan

disfrutar de un avivamiento de religión.

(2.) Escritos que contengan discusiones sobrias y sensatas en el tema, y tales desarrollos de los hechos como están ante el

público, deben callada y extensivamente circularse, y deben cuidosamente y en oración examinarse por toda la iglesia. No quiero

decir por esto que la atención de la iglesia debe ser absorbida por esto para descuidar la cuestión principal de salvar almas en

medio de ella. No quiero que tales movimientos prematuros en ese tema deban hacerse como para dejar pasmada a la comunidad

cristiana, e involucrarla en un alboroto, sino que los hombres de oración deben actuar sensatamente, y que, tan pronto como la

información suficiente se pueda difundir a través de la comunidad, las iglesias deban mansa, pero FIRMEMENTE, tomar una

posición decidida en el tema y expresar ante toda la nación y el mundo su aborrecimiento de este pecado.

El entusiasmo antimasónico que prevaleció hace unos años hizo tal desolación en las iglesias, y produjo por un tiempo aislamiento

de sentimiento y animosidad entre los ministros y la gente, y la primer introducción de este tema ha sido atendida con tales

260

conmociones, que muchos ministros buenos, que enteramente se oponen a la esclavitud, temen introducir el tema entre la gente,

preocupados que sus iglesias no tengan la religión suficiente para tratarlo y considerarlo calmadamente, y decidir en él con el

espíritu del evangelio. Sé que hay peligro en esto. Pero el tema debe presentarse a las iglesias. Si se introduce con discreción y

gran oración, hay muy pocas iglesias que han gozado de avivamientos, y que actualmente en cualquier lugar estén cercanas a un

espíritu de avivamiento, que puede ser que no reciban la verdad en este asunto. Que no haya error aquí. La exposición de Will iam

Morgan de la masonería fue publicada en 1826. La agitación consecuente y discusión siguió hasta 1830. Mientras las iglesias

llevaron a cuestas muy generalmente su testimonio contra la masonería, y resolvieron que no tendrían comunión con masones

adherentes. Como consecuencia, las logias masónicas generalmente se desbandaron y entregaron sus actas. Hubo una

estampida general de cristianos profesantes de las logias. Esto preparó el camino, y en 1830, el más grande avivamiento había

entonces comenzado en el centro de la región antimasónica, y se propagó por todos lados donde la acción de la iglesia había sido

tomada hasta llegar a 100,000 almas convertidas.

Quizá ninguna iglesia en este país ha tenido un juicio más severo en este tema que ésta, Fueron una iglesia joven y en mayor

parte cristianos inexpertos. Y muchas circunstancias conspiraron, en mi ausencia, para producir confusión y un sentimiento

equivocado entre ella. Pero ahora que estoy familiarizado con el estado de sentimiento en esta iglesia, no sé de ninguna mala

voluntad entre ella en este tema. El Señor nos ha bendecido, el Espíritu ha sido destilado sobre nosotros, y números considerables

se han añadido a nuestra comunión cada mes desde mi regreso. Hay sin duda en esta iglesia aquellos que sienten en este tema

en grados diferentes. Y sin embargo, puedo honestamente decir que no estoy consciente de la menor diferencia en sentimiento

entre ellos. Hemos desde el inicio, previo a mi salida al extranjero, tomado la misma posición en el tema de esclavitud del que

tenemos sobre la abstención de bebidas alcohólicas. Hemos excluido de nuestra comunión a dueños de esclavos y a todos los

involucrados en el tráfico. Por algunos fuera de esta iglesia, esta acción ha sido censurada como injustificable y falta de amor, y por

ningún motivo daría mi juicio, o el ejemplo de esta iglesia, una regla para el gobierno de otros ministros e iglesias. Aún,

concienzudamente creo que el tiempo no está lejano cuando las iglesias se unan en esta expresión de aborrecimiento contra este

pecado. Si no bautizo la esclavitud por un nombre suave y cristiano, si la llamo PECADO, la consistencia y conciencia sobre la

conclusión inevitable, que mientras el pecado sea preservado, los perpetuadores no son sujetos aptos para la comunión y

convivencia cristianas.

261

A esto se objeta que hay muchos ministros en la iglesia presbiteriana que son dueños de esclavos. Y se dice que es muy

inconsistente que rehusemos hacer sufrir a un dueño de esclavos que venga a nuestra comunión, y sin embargo que pertenezca a

la misma iglesia con ellos, que se siente con ellos en las asambleas eclesiásticas, los reconozca como sus ministros. A esto

respondo, que no tengo poder para tratar con esos ministros, y ciertamente no voy a retirarme de la iglesia porque algunos

ministros o miembros son dueños de esclavos. Mi deber es pertenecer a la iglesia, incluso si el diablo pertenece a ella. Donde

tenga autoridad, excluiré a los dueños de esclavos de la comunión. Y siempre lo haré en tanto viva. Pero donde no tengo

autoridad, si hay cena del Señor, me sentaré en obediencia a su mandamiento, quien sea que se siente o se aparte.

Por ningún motivo quiero denunciar a los ministros que poseen esclavos y a los profesantes como hipócritas, y decir que no son

cristianos. Pero esto digo que mientras ellos sigan en esa actitud, la causa de Cristo y la humanidad demanda que no sean

reconocidos como tales a menos que seamos partícipes de sus pecados. No es más inconsistente excluir a los dueños de esclavos

porque pertenezcan a la iglesia presbiteriana que el excluir a personas que beban o vendan licor porque hay muchos vendedores

de ron que pertenecen a la iglesia presbiteriana.

Creo que el tiempo ha llegado, y aunque no soy profeta, creo que ha llegado, que el avivamiento en los Estados Unidos continuará

y prevalecerá, no más rápido ni más lejos de lo que la iglesia tome la base correcta en el tema. La iglesia es testigo de Dios. El

hecho es que la esclavitud es preminentemente el pecado de la iglesia. Es el mismo hecho de que los ministros y profesantes de

religión de diferentes denominaciones posean esclavos, lo que santifica la abominación completa en los ojos de los impíos. ¿Quién

no sabe que en el tema de la abstención de bebidas alcohólicas cada borracho en el país se esconderá furtivamente tras un

diácono vendedor de ron, o un ministro bebedor de vino? Es la objeción más común y el refugio del intemperante, y de los

bebedores moderados que es practicada por profesantes de religión. Es eso lo que crea la necesidad imperiosa de excluir a

traficantes de licor y bebedores de ron de la comunión. Que las iglesias de todas las denominaciones hablen sobre el tema de la

abstención de bebidas alcohólicas; que cierren las puertas contra quienes tengan que ver con la abominación de esa venta mortal,

y la causa de la abstención de bebidas alcohólicas será triunfante. En unos años aniquilará el tráfico al igual que la esclavitud.

Es la iglesia la que principalmente apoya este pecado. Su testimonio unido en el tema resolvería el asunto. Dejen que los cristianos

de todas las denominaciones mansa pero firmemente salgan y pronuncien su veredicto; que limpien sus comuniones, y se laven

las manos de esto; que publiquen y escriban en las frentes y cabezas de esta gran abominación, ¡PECADO!, y en tres años un

262

sentimiento público se formará que ganará y no habrá ningún esclavo con grillete, ni un traficante de esclavo cruel y enfadado en el

país.

Aún se puede decir que en muchas iglesias este tema no puede ser introducido sin crear gran confusión y mala voluntad. Esto

puede ser. Ha sido así en el tema de abstención de bebidas alcohólicas, y también en el tema de avivamientos. En algunas

iglesias, ni la abstención de bebidas alcohólicas ni los avivamientos pueden introducirse sin producir disensión. Se han opuesto las

escuelas dominicales, operaciones misioneras y todo lo demás, y han producido disensión en muchas iglesias. Pero ¿acaso es

esto razón suficiente para excluir estos temas? Y donde las iglesias han excluido estos temas por miedo a la contención, ¿han sido

bendecidas con avivamientos? Todos saben que no. Pero donde las iglesias han tomado una posición firme en estos temas,

aunque los individuos y a veces los números se hayan opuesto, incluso así han sido bendecidas con avivamientos. Donde

cualesquiera de estos temas son cuidadosamente, y en oración, introducidos; donde se trate con un espíritu correcto, y la

verdadera importancia relativa se adhiera a cada uno de ellos, si en tales casos, hay quienes harán alboroto y se resistirán, que la

culpa caiga donde deba. Hay algunos individuos, que están dispuestos a reñir en el tema, que están siempre listos para exclamar:

"no introduzcan estas cosas en la iglesia porque crearán oposición". Y si el ministro y la gente de oración siente que es su deber

poner el asunto por delante, ellos mismos causarán alboroto y dirán entonces: "Ven, se los dije; vean lo que ha hecho la

introducción del tema, hará pedazos la iglesia". Y mientras ellos mismos están haciendo lo que puedan para causar división, están

culpando al tema por la división y no a ellos. Hay gente así en las iglesias. Y ni la escuela dominical, ni los misioneros, ni

avivamientos, ni la anti-esclavitud, ni ninguna otra cosa que honre a Dios o beneficie las almas de los hombres, se tratarán en las

iglesias sin que estas almas cuidadosas sean ofendidas por eso.

Estas cosas, sin embargo, han sido introducidas, y llevadas, una por una, en algunas iglesias con más, y en otras con menos,

oposición, y quizá en algunas iglesias sin ninguna oposición. Y tan cierto como es Dios el Dios de la iglesia, tan cierto como el

mundo debe ser convertido, la iglesia debe considerar este tema y pronunciarlo como pecado. No puede haber, infinitamente

mejor, ninguna iglesia en el mundo que deba intentar permanecer neutral o dar falso testimonio en el tema de tal importancia como

la esclavitud, especialmente desde que el tema ha sido propuesto, y es imposible desde la naturaleza del caso, que su testimonio

deba estar en la balanza de un lado o del otro.

263

Preguntan "¿qué debe hacerse?--¿haremos que sea un tema de conversación que nos absorba para desviar la atención del tema

más importante de la salvación de las almas en medio de nosotros?" Respondo que no. Que la iglesia exprese su opinión en el

tema y esté en paz. En tanto sé, estamos enteramente en paz con el tema. Hemos expresado nuestra opinión; hemos cerrado

nuestra comunión contra los dueños de esclavos, y estamos atendiendo otras cosas. No estoy consciente de la más mínima

agitación entre nosotros del tema. Y donde se ha vuelto un tema absorbente de conversación en un lugar, en casi todas las

instancias creo que se ha debido a la oposición pertinaz e irracional de algunos individuos contra incluso conceder al tema una

audiencia.

6. Si la iglesia desea promover avivamientos, debe santificar el Día del Señor. Hay mucho rompimiento del Día del Señor en el

país. Los comerciantes lo rompen, los viajeros lo rompen, el gobierno lo rompe. Hace unos años hubo un intento en la parte oeste

de este estado de establecer y apoyar una línea del Día del Señor de botes y diligencias. Pero se encontró que la iglesia no

apoyaba la empresa. Muchos profesantes de religión no viajaban en esas diligencias y no daban sus productos para enviarse en

bote por los canales y no viajar el Día del Señor. Hubo un momento que los cristianos estaban muy ocupados en pedir al Congreso

que suspendiera el correo el Día del Señor, y ahora parece que están avergonzados de eso. Pero una cosa es cierta, que a menos

que algo se haga, y pronto, y eficazmente, para promover la santificación del Día del Señor por la iglesia, el Día del Señor se irá

por la borda, y no sólo tendremos el correo en el Día del Señor, las oficinas postales abrirán, sino poco a poco nuestras cortes de

justicia y las salas legislativas estarán abiertas el Día del Señor. Y ¿qué puede hacer la iglesia, que hará esta nación, sin ningún

Día del Señor?

7. La iglesia debe tomar la posición correcta en el tema de la abstención de bebidas alcohólicas y la reforma moral, y todo el tema

práctico de moralidad que surja por decisión cada vez.

Hay quienes en las iglesias están alejados del tema de la reforma moral, y que temen haber dicho algo en el púlpito contra la

lascivia. En este tema la iglesia no necesita esperar que se le permita tomar una posición neutral. En la providencia de Dios, está

abierta en discusión. Los males se han exhibido, el llamado ha sido hecho para una reforma. Y ¿qué se va a reformar más que la

verdad? ¿Y quién presentará la verdad si no la iglesia y el ministerio? Fuera la idea de que los cristianos pueden permanecer

neutrales y estar quietos e incluso así disfrutar la aprobación y bendición de Dios.

264

En todos los casos, el ministro que mantenga su paz sea contado entre esos del otro bando. Todos saben que es así en un

avivamiento. No es necesario para que una persona esté en contra de la obra en una sociedad fría con el fin de estar en mejores

términos con los borrachos y bebedores moderados. Sólo déjenlo abogar por el uso moderado de vino, y sólo déjenlo continuar

bebiendo como un lujo, y todos los borrachos lo tendrán de su lado. Si rehúsa dar su influencia a la causa de la abstención de

bebidas alcohólicas, se le considera desde luego del otro lado como amigo. En todos estos temas, cuando surjan, las iglesias y

ministros deben tomar una posición, tomarla abiertamente, estar firmes y llevarla a cabo, si esperan disfrutar las bendiciones de

Dios en los avivamientos. Deben echar fuera de sus comuniones a tales miembros, como en desdén a la luz dada a ellos, que

siguen bebiendo o traficando con licores.

8. Debe hacerse más por los grandes objetos de la benevolencia cristiana. Debe haber mayores esfuerzos por la causa de las

misiones, educación y la biblia, y todas las demás ramas de la empresa cristiana, o las iglesias desagradarán a Dios. Véanlo.

Piensen en las misericordias que hemos recibido, de riqueza, cantidades y prosperidad de la iglesia. ¿Hemos rendido a Dios según

los beneficios que hemos recibido para mostrar que la iglesia es bondadosa y está dispuesta a dar su dinero para la obra de Dios?

No. Lejos está. ¿Hemos multiplicado nuestros medios y ensanchado nuestros planes en proporción como ha aumentado la iglesia?

¿Está Dios satisfecho con lo que se ha hecho o tiene razón para estarlo? ¡Tal avivamiento como ha sido disfrutado por las iglesias

de Estados Unidos en los diez últimos años! Debimos haber hecho diez veces más como hemos hecho en misiones, Biblias,

educación, folletos, iglesias libres, y todo en las formas diseñadas para promover la religión y salvar almas. Si las iglesias no son

despertadas en este tema, y no se preparan en mayor escala, pueden esperar que cesará el avivamiento en los Estados Unidos.

9. Si los cristianos en Estados Unidos esperan que se propaguen y prevalezcan los avivamientos, hasta que el mundo sea

convertido, deben dejar de escribir cartas y publicaciones calculadas para incitar la sospecha y celos en cuanto a avivamientos,

deben asirse de la obra. Si toda la iglesia como un cuerpo había ido a la obra hace diez años, y la continuaron como han hecho

unos pocos individuos, que podría nombrar, no habría ahora ningún pecador impenitente en el país. El milenio hubiera llegado

plenamente a los Estados Unidos antes de este día. En vez de estar quietos, escribir cartas desde Berkshire, dejar a los ministros

que piensan que estamos mal, sólo pónganse el arnés y vayan adelante, y muéstrennos una manera más excelente. Que nos

enseñen por su ejemplo hacerlo mejor. No niego que hemos cometidos errores y equivocaciones. No niego que hay muchas cosas

que se han hecho mal en los avivamientos por personas. Pero ¿es esa la manera de corregirlos, hermanos? No lo hizo Pablo.

265

Corrigió a los hermanos diciéndoles amablemente que les mostraría una manera más excelente. Que nuestros hermanos vayan

hacia adelante. Oigamos el grito desde todos los púlpitos: A LA OBRA. Que sigan donde el Señor va con ellos y ponga su brazo, y

yo, por uno, seguirá. Sólo déjenlos SEGUIR y tengamos un Estados Unidos convertido a Dios, y que cesen todas las cuestiones

menores.

Si no, y si los avivamientos sí cesaran en el país, los ministros y las iglesias serán culpables de toda la sangre de todas las almas

que irán al infierno como consecuencia. No hay necesidad de que la obra cese. Si la iglesia cumple su deber, el milenio puede

llegar en este país en tres años. Si este escribir de cartas sigue, llenando al país de sospechas y celos, si va a ser así siempre, dos

tercios de la iglesia se queda atrás y no hace nada más que encontrar la falla en tiempo de avivamiento, la maldición de Dios

estará sobre esta nación pronto.

OBSERVACIONES

1. Es tiempo de examinarse de corazón entre cristianos y ministros. Hermanos, no es tiempo de resistir la verdad, poner peros y

encontrar fallas porque la verdad es hablada plenamente. No es tiempo de recriminar o contender, sino debemos inquirir en

nuestras almas y humillarnos ante Dios.

2. Debemos arrepentirnos y abandonar nuestros pecados, enmendar nuestros caminos y hechos, o cesará el avivamiento.

Nuestras dificultades eclesiásticas TIENEN QUE CESAR, y todas las diferencias menores deben hacerse a un lado y dejarlas para

unirnos en la promoción de los grandes intereses de religión. Si no, los avivamientos cesarán de entre nosotros, y la sangre de

millones se hallará en nuestras faldas.

Si la iglesia cumple con todo su deber, pronto completará el triunfo de la religión en el mundo. Pero si esta guerra de hecho y

testimonio se mantiene, y este sistema de espionaje, insinuación y denuncia, no sólo el avivamiento cesará, sino la sangre de

266

millones que irán al infierno antes que la iglesia se recupere del choque, se encontrará en las faldas de los hombres que se

levantaron y realizaron esta terrible disputa.

4. Aquellos que han circulado reportes difamatorios en cuanto a los avivamientos deben arrepentirse. Mucho se ha dicho sobre la

herejía, y sobre los hombres que niegan la influencia del Espíritu, que es totalmente sin fundamento, y se ha inventado de la nada.

Y aquellos que han inventado reportes, y aquellos que los han circulado contra sus hermanos, deben arrepentirse y orar a Dios

para recibir su perdón.

5. Vemos la tendencia constante que hay en los cristianos para la declinación y apostasía. Esto es cierto en todos los convertidos

de todos los avivamientos. Vean el avivamiento en los días del Presidente Edwards. La obra fue hasta 30,000 almas convertidas, y

por ese mismo tiempo muchos ministros y cristianos se pusieron en tal estado de escribir libros y panfletos de un lado y del otro, y

llevaron a todos por la borda y cesó el avivamiento. Aquellos que se habían opuesto a la obra se volvieron obstinados y violentos, y

aquellos que la promovieron perdieron su mansedumbre, se enojaron, y fueron conducidos hacia los males de los que se les

habían acusado.

Y ahora, ¿qué debemos hacer? Esta gran y gloriosa obra de Dios parece estar indicando un declive. El avivamiento no es un

bendito sea Dios muerto porque no está muerto. No, oímos de todas partes del país que los cristianos están leyendo sobre el tema

preguntando sobre el avivamiento. En algunos lugares hay ahora poderosos avivamientos. Y ¿qué haremos para elevar el

estándar, para mover toda esta nación para que vuelva a Dios? TENEMOS QUE HACER LO CORRECTO. Tenemos que tener un

mejor espíritu, tenemos que ponernos en el polvo, tenemos que actuar unánimes, tenemos que asirnos de esta gran obra con

todos nuestros corazones, y entonces Dios nos bendecirá y la obra seguirá.

¿Cuál es la condición de esta nación? Sin duda, Dios está sosteniendo la vara de GUERRA sobre las cabezas de esta nación.

Está esperando antes de que suelte sus juicios para ver si la iglesia hará bien. La nación está bajo su displicencia, porque la iglesia

se ha conducido de una manera tal con respecto a los avivamientos. Y ahora supongan que viene la guerra, ¿dónde serían

nuestros avivamientos? ¿Qué tan rápido se tragará la guerra el espíritu del avivamiento? El espíritu de guerra es cualquier cosa

menos el espíritu de avivamientos. ¿Quién atenderá el reclamo de la religión cuando la mente pública se engruese por todo el

tema absorbente de la guerra? Dios blandirá su espada refulgente sobre nuestras cabezas. ¿Se arrepentirá la iglesia? Es la

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IGLESIA que Dios sobre todo tiene a la vista. ¿Cómo evadiremos la maldición de la guerra? Sólo por una reforma en la iglesia. Es

en vano ver a los políticos evitando la guerra. Quizá estén generalmente a favor de la guerra. Es muy probable que las cosas que

se hagan para evitarla correrán hacia ella. Si la iglesia no siente, no despierta, no actúa, ¿dónde voltearemos por ayuda? Si la

iglesia en lo absoluto no se mueve, no tiembla en vista de los justos juicios de Dios que se cuelgan sobre nuestras cabezas

ciertamente estamos cerca de la maldición como nación.

6. Lo que se haga debe hacerse rápidamente. La balanza se balancea. Si no salimos adelante debemos retroceder. Las cosas no

pueden permanecer como están. Si la iglesia no sale, si no tenemos un más avivamiento poderoso del que hemos tenido, muy

pronto no tendremos nada. Hemos tenido un avivamiento tal que ahora pequeños avivamientos no interesan a la mente pública.

Deben actuar como individuos. Cumplan su deber. Tienen una responsabilidad. Arrepiéntanse rápidamente. No esperen otro año.

¿Quién más que Dios sabe cuál será el estado de las iglesias si las cosas siguen otro año sin un gran avivamiento general de

religión?

7. Es común cuando las cosas salen mal en la iglesia que algún individuo encuentre fallas en la iglesia y sus hermanos, y pase por

alto su parte de culpa. No permitan que alguien pase tiempo buscando fallas en ese ente abstracto "La Iglesia". Pero como

miembros individuales de la iglesia de Cristo, que cada quien actúe, haga lo correcto, y se ponga en el polvo, y nunca hable

orgullosa y censuradamente. VAYAN ADELANTE. ¿Quién dejará una obra tal, y escriba cartas, y baje a los campos de Ono, y vea

si las disputas insignificantes no pueden arreglarse, y deje que cese la obra? Ocupémonos de nuestra labor, y dejemos que el

Señor se haga cargo del resto. Cumplamos nuestro deber y dejemos el asunto a Dios.

Desde que estas conferencias fueron dadas se ha hecho gran progreso en todas las empresas benevolentes en este país. El

tiempo ha arreglado las cuestiones de pureza y valor inestimable de esos avivamientos contra aquello que tanta oposición

equivocada ha existido en la iglesia presbiteriana, Ahora se sabe que una reacción grande y desastrosa predicha por los opositores

no ha sido presenciada. Debe admitirse que los convertidos de esos avivamientos han escrito de la fortaleza de las iglesias, y que

su influencia cristiana se ha sentido por todo el país. Jamás en ningún avivamiento ha existido el poder y la pureza como ha sido

más extensamente establecido por el tiempo y la experiencia que esa gran bendita obra de Dios contra aquella tormenta de

oposición que se levantó. La oposición fue evidentemente un gran error. Que no se diga que la oposición fue demandada por

grandes males que atendieron la obra, y que esos males y errores fueron detenidos y corregidos por la oposición. El hecho es que

268

los errores y males supuestos que fueron hechos a la justificación de la oposición, nunca existieron a tal grado para justificar la

alarma u oposición. He escrito un recuento de esos avivamientos en los que he considerado más plenamente la cuestión. Las

iglesias sí tomaron la abstinencia de bebidas alcohólicas y otras ramas de la reforma a tal grado para evitar los males contra los

que se les había advertido. Sobre el asunto de la esclavitud, la iglesia demoró mucho en su testimonio para evitar la guerra. Pero

los dueños de esclavos se alarmaron y se exasperaron por la oposición creciente a su institución por toda la región del norte donde

las influencias del avivamiento se habían sentido. Tomaron las armas para defender y perpetuar la abominación y al hacerlo

abolirla.

269

CONFERENCIA XVI

LA NECESIDAD Y EL EFECTO DE LA UNIÓN

TEXTO. --Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que

pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.--MATEO 18:19.

Hace unas semanas usé este texto para predicar sobre el tema de las reuniones de oración. Hoy quiero adentrarme más en el

espíritu y significado del texto. El diseño evidente de nuestro Señor en este texto era enseñar la importancia e influencia de la

unión en oración y esfuerzo para promover la religión. Él establece el caso más fuerte posible al tomar el número dos como el

número mínimo entre quienes puedan estar de acuerdo, y dice que "que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra

acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos". Es el hecho de su acuerdo, sobre el

cual pone énfasis y menciona el número dos, que parece haber sido diseñado meramente para motivar el número más mínimo

entre quienes pueden estar de acuerdo. Pero ¿qué debemos entender por "se pusieren de acuerdo en la tierra" por las cosas que

pidamos? Responderé esta pregunta bajo los siguientes encabezados:

I. Al mostrar que vamos a estar "de acuerdo" en oración.

II. Vamos a estar de acuerdo en todo lo que es esencial para obtener la bendición que buscamos.

I. A fin de entrar en esta promesa, vamos a estar de acuerdo en oración. Esto se enseña particularmente en el texto. Es decir:

1. Debemos estar de acuerdo en nuestros deseos por el objeto. Es necesario tener deseos por el objeto y estar de acuerdo en

esos deseos. Muy frecuentemente los individuos oran en palabras por lo mismo, cuando por ningún motivo están de acuerdo en

desear eso. No, quizá algunos de ellos, en sus corazones desean lo contrario. La gente es llamada a orar por un objeto, y deben

orar por eso en palabras, pero Dios sabe que seguido ellos no lo desean, y quizá ve él que los corazones de algunos pudieran,

todo el tiempo, estar resistiendo la oración.

270

2. Debemos estar de acuerdo en el motivo por el cual deseamos el objeto. No es suficiente que nuestros deseos por un objeto

deban ser el mismo, sino la razón del por qué debe ser la misma. Un individuo puede desear un avivamiento para la gloria de Dios

y la salvación de los pecadores. Otro miembro de la iglesia puede también desear un avivamiento con el fin de tener una

congregación edificada y fortalecida para que sea más fácil para que ellos cubran los gastos en apoyo al evangelio. Otro desea un

avivamiento por la causa de tener que la iglesia crezca para tener más gente y sea más respetable. Otros desean un avivamiento

porque han sido impedidos o se ha hablado mal, y desean hacer saber a sus enemigos que cualquier cosa que piensen o digan,

Dios los bendice. A veces la gente desea un avivamiento desde el afecto natural para que sus amigos se conviertan y se salven. Si

tienen el propósito de estar unidos en oración para obtener la bendición, no sólo tienen que desear la bendición y estar de acuerdo

en desearla, sino también deben estar de acuerdo en desearla por las mismas razones.

3. Tenemos que estar de acuerdo en desearla por las mismas razones. Estos deseos no sólo tienen que unirse, y ser de los

mismos motivos, sino que deben ser por buenos motivos. El motivo supremo tiene que honrar y glorificar a Dios. La gente puede

incluso desear un avivamiento, estar de acuerdo en desearlo, y estar de acuerdo en los motivos, pero si estos motivos no son

buenos, Dios no cumplirá sus deseos. De este modo, los padres están de acuerdo en oración por la conversión de sus hijos, pero

si no tienen motivos más altos que porque son sus hijos, sus oraciones no serán contestadas. Van a estar de acuerdo en la razón,

pero no es la razón correcta.

Igualmente, cualquier número de personas pudiera estar de acuerdo en sus deseos y motivos, pero si sus motivos son egoístas, el

estar de acuerdo en ellos sólo los hará más ofensivos para Dios. "¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor?" He visto

mucho de esto, donde las iglesias se han ocupado en orar por un objeto, y sus motivos fueron evidentemente egoístas. A veces se

ocupan por orar por un avivamiento, y creen que por el esfuerzo y la unión de ellos ciertamente moverán a Dios para que conceda

la bendición hasta que se dan cuenta de la razón. ¿Y cuál es? Pues, ven a su congragación que está por disolverse a menos que

se haga algo. O ven alguna otra denominación ganar terreno, y no hay modo de contrarrestarla más que por un avivamiento en la

iglesia de ellos. Y toda su oración es sólo un intento de hacer que el Todopoderoso los ayude en su dificultad y es puramente

ofensivo y egoísta para Dios. Una mujer en Filadelfia fue invitada a asistir a una reunión de oración de mujeres en cierto lugar. Ella

preguntó para qué se reunían y por qué iban a orar. Le respondieron que iban a orar por el derramamiento del Espíritu en la

271

ciudad. "Bueno, pues", dijo ella "no iré; si fuéramos a orar por nuestra congregación iría, pero ¡no voy a ir a orar por otras iglesias!"

Oh, ¡qué espíritu!

He tenido muchísimas cartas y peticiones que debo visitar tal y tal lugar e intentar promover un avivamiento, y por muchas razones

se me urge que debo ir, pero cuando peso sus razones, a veces encuentro que cada una de ellas es egoísta. Y Dios verá a cada

una con aborrecimiento.

En reuniones de oración, cuán seguido oímos a la gente ofrecer tales razones del por qué desean tales y tales bendiciones que no

son correctas delante de Dios. Para tales razones, que si son las verdaderas, sus oraciones se considerarán inaceptables para

Dios porque su motivo no es el correcto.

Se dicen muchas cosas con frecuencia a favor de la causa de las misiones, que son de este carácter, que apelan a los motivos

incorrectos. Cuán seguido se nos dice de seiscientos millones de infieles que están en peligro de irse al infierno, y cuán poco se

dice de la culpa de seiscientos millones ocupados y aliados como rebeldes contra Dios, o de la deshonra y el desdén derramados

sobre Dios nuestro Hacedor por un mundo tal de facinerosos. Ahora sé que Dios se refiere a aquellos motivos que apelan

meramente a nuestras simpatías naturales y compasión, y él las usa, pero siempre en subordinación a su gloria. Si estos motivos

inferiores son puestos ante todo, siempre tienen que producir una piedad y un celo defectuosos y muchos que son falsos. Hasta

que la iglesia vea la deshonra hecha a Dios, poco se hará. Es esto lo que debe hacerse para que se distinga ante el mundo, es eso

lo que tiene que sentirse profundamente por la iglesia, es eso lo que tiene que exhibirse plenamente a los pecadores, antes de que

el mundo pueda ser convertido.

Los padres nunca están de acuerdo en orar por la conversión de sus hijos en tal forma como para que sus oraciones sean

respondidas hasta que sientan que sus hijos son rebeldes. Los padres seguido oran muy esforzadamente por sus hijos porque

desean que Dios los salve y casi piensan duramente de Dios si no salva a sus hijos. Pero si hacen que sus oraciones prevalezcan,

tienen que llegar para tomar la parte de Dios contra sus hijos, aunque por su perseverancia y perversidad incorregible deba estar

obligado Dios a enviarlos al infierno. Supe de una mujer que estaba muy conturbada por la salvación de su hijo, y oraba por él en

agonía, pero él seguía siendo impenitente hasta que ella se convenció que sus oraciones y agonías no habían sido nada más que

anhelos afectivos de sentimiento maternal, y que no estaban dictados para nada por un fundamento justo del carácter de su hijo

272

como un rebelde perverso y obstinado contra Dios. Y nunca se hacía ninguna impresión en la mente de él hasta que ella tomó una

base fuerte contra él como rebelde y lo vio como merecedor de ser enviado al infierno. Y entonces se convirtió. La razón fue que

nunca antes fue influida por el motivo correcto de oración, deseando la salvación de él con una consideración suprema para la

gloria de Dios.

4. Si nos uniéramos para prevalecer en oración, tenemos que estar de acuerdo en fe. Esto es, tenemos que concordar en esperar

la bendición por la que oramos. Tenemos que entender la razón por la que se espera, tenemos que ver la evidencia sobre la cual la

fe debe descansar, y tenemos que absolutamente creer que la bendición vendrá, o no entraremos en la promesa. La fe siempre es

entendida como una condición indispensable de oración prevaleciente. Si no es expresada en cualquier caso particular, siempre

está contenida, pues ninguna oración no puede ser eficaz más que por eso que se ofrece en fe. Y a fin de que la oración unida

prevalezca, debe haber fe unida.

5. De nuevo entonces, tenemos que estar de acuerdo en cuanto al tiempo cuando deseemos que venga la bendición. Si dos o más

se ponen de acuerdo en desear una bendición en particular, y uno de ellos desea que llegue ahora, mientras otros no están listos

para tenerla aún, es claro que no están de acuerdo. No están unidos en cuanto a un punto esencial. Si la bendición va a venir en

respuesta a su oración unida, tiene que venir como oraron por ella. Y si llega, debe ser en algún momento. Pero si no están de

acuerdo en cuanto al tiempo cuando la tendrán, claramente nunca llegará en respuesta a su oración.

Supongan que una iglesia deba orar por un avivamiento y deba estar de acuerdo en desear un avivamiento, pero no en cuanto al

tiempo cuando deba ser. Supongan que algunos desean tener el avivamiento ahora, están preparados, sus corazones están

esperando al Espíritu de Dios que descienda, y están dispuestos a darle tiempo, atención y trabajar por él AHORA, pero otros no

están listos, tienen algo más que atender en ese momento, algún objeto mundano que quieren lograr, algún negocio a la mano y

quieren cerrar el trato, y entonces--pero no pueden hallar el tiempo para atender la petición ahora, no están preparados para

humillarse para escudriñar sus corazones, arar la tierra sin cultivar y ponerse en la posición para recibir la bendición. ¿No es claro

que aquí no hay una unión real, pues no están de acuerdo en aquello que es esencial? Mientras una parte está orando que pueda

venir el avivamiento, los otros están orando con el mismo esfuerzo que no llegue ahora.

273

Supongan que se le hiciera ahora la pregunta a esta iglesia, ¿si están de acuerdo en orar por un avivamiento de religión aquí?

¿Desean todos un avivamiento y les gustaría a todos que llegara ahora? ¿Estarían de corazón de acuerdo de quebrantarse en el

polvo y abrir sus corazones al Espíritu Santo si debe él venir esta noche? No pregunto qué dirían, si les hago la pregunta. Quizá si

se las hago ahora, ¿se levantarían todos ustedes y votarían que están de acuerdo de desear un avivamiento y tenerlo ahora?

Saben cuánto deben sentir y qué deben decir, y saben que deben estar listos para un avivamiento ahora. Pero, pregunto, ¿lo vería

Dios que es así que están de acuerdo de corazón en este punto? ¿Ha habido un momento desde que regresé del campo que esta

iglesia está toda de acuerdo de desear y orar por un avivamiento y desear que llegue ahora? Y si esta iglesia no puede estar de

acuerdo entre ustedes mismos, ¿cómo pueden esperar un avivamiento? ¿Ha habido dos que estén de acuerdo sobre este punto y

han orado? Si no, ¿cuándo estarán de acuerdo para orar por un avivamiento? Y si esta iglesia no puede estar de acuerdo entre

ustedes, ¿cómo pueden esperar un avivamiento? Es inútil que ustedes tomen una actitud externa, se levanten y digan que están

de acuerdo, cuando Dios lee su corazón y ve que no están de acuerdo. Aquí está la promesa--"Otra vez os digo, que si dos de

vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los

cielos". Ahora, esto es verdadero o falso. ¿Qué postura van a tomar? Si es verdad, entonces es verdad que no están de acuerdo, y

nunca han estado, excepto en esos casos donde han tenido avivamiento.

Pero tenemos que estar de acuerdo no sólo en un tiempo, sino tiene que ser el presente, o no vamos a estar de acuerdo en todo lo

esencial de la obra. A menos que estemos de acuerdo de tener el avivamiento ahora, no usaremos los medios ahora. Pero hasta

que los medios se usen, no puede llegar. Es claro, entonces, que tenemos que estar de acuerdo en el tiempo presente, esto es, no

estamos de acuerdo en el sentido del texto, hasta que estemos de acuerdo que ahora tendremos la bendición y conducirnos de

acuerdo a eso. Para estar de acuerdo sobre un tiempo futuro es inútil, pues cuando el tiempo futuro llegue, tenemos entonces que

estar de acuerdo en ese momento presente, y usar los medios, para que ustedes vean que nunca están propiamente de acuerdo

hasta que estén de acuerdo que ahora es el tiempo.

II. Vamos a estar de acuerdo en todo lo que es esencial para obtener la bendición que buscamos.

Vean el lenguaje del texto "si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren". Mucha

gente parece leerlo como si se refiriera meramente a una acuerdo en pedir, y lo entendiera para prometer que cuando dos estén de

274

acuerdo en pedir por una bendición, será dada, pero Cristo dice que tiene que haber un acuerdo "como tocando"* aquello que se

pide. Es decir, el acuerdo o unión tiene que abarcar todo lo que es esencial para el otorgamiento y recepción de la bendición.

1. Si los cristianos disfrutan los beneficios de esta promesa al orar por un avivamiento, tienen que estar de acuerdo en creer que

los avivamientos de religión son una realidad. Hay muchos individuos, incluso en la iglesia, que no creen en sus corazones que los

aviamientos que toman lugar son obra de Dios. Algunos de ellos pueden orar en palabras para un derramamiento del Espíritu y un

avivamiento de religión, mientras en sus corazones dudan si hay tales cosas conocidas en tiempos modernos. En oración unida no

tiene que haber hipocresía.

2. Tienen que estar de acuerdo de sentir la necesidad de avivamientos. Hay algunos que creen en la realidad de los avivamientos

como una obra de Dios, mientras al mismo tiempo no están seguros en cuanto a la necesidad de tenerlos para el éxito del

evangelio. Creen que es una obra real de Dios en avivamientos, pero después de todo, quizá también tengan pecadores

convertidos llevados a la iglesia de una forma gradual y callada y sin mucho furor. Cuando los avivamientos son fuera del país, y

prevalecen, y son populares, puede parecer a favor de ellos, y pueden levantar sus oraciones frías por un avivamiento, mientras al

mismo tiempo se lamentan porque les ha llegado un avivamiento. Creen que es mucho más seguro y mejor adoctrinar a la gente, y

propagar el asunto ante ellos de una forma calmada, y llevarlos gradualmente, y no correr el riesgo de tener un sentimiento animal

o un incendio salvaje en sus corazones.

3. Tienen que estar de acuerdo en cuanto a la importancia de los avivamientos. Los hombres no son bendecidos en respuesta a

oraciones que no son ni la mitad en serio. Tienen que sentir la importancia infinita de un avivamiento antes de que oren para que

prevalezca. Las bendiciones de este tipo no son concedidas más que en respuesta a tales oraciones como surjan de un sentido de

su importancia. Como he mostrado antes, cuando prediqué sobre el tema de la oración prevaleciente, es cuando los hombres

desean la bendición con AGONÍA INEXPRESABLE, que ofrecen tal oración como infaliblemente prevalecerá con Dios. Aquellos

que sienten menos de la importancia de un avivamiento deben orar por él en palabras, pero nunca tendrán la bendición. Pero

cuando una iglesia ha estado unida en oración y realmente sintió la importancia de un avivamiento, nunca ha fallado en tener uno.

No creo que ningún caso se pueda encontrar una iglesia así que se vuelva vacía. Tal acuerdo cuando es sincero asegurará un

acuerdo también en todos los demás asuntos que son indispensables.

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4. También tienen que estar de acuerdo de tener las nociones escriturales correctas sobre varias cosas conectadas con los

avivamientos.

(1.) La necesidad de agencia divina para producir un avivamiento. No es suficiente que ellos tengan una teoría, y oren por ella en

palabras. Tienen que entender plenamente y sentir profundamente esa necesidad, tienen que darse cuenta de su completa

dependencia del Espíritu de Dios, o el todo fallará.

(2.) Pues la agencia divina es necesaria. Tiene que haber un acuerdo sobre los principios correctos en cuanto a la razón de que la

agencia divina no es indispensable. Si tienen ellos ideas incorrectas sobre este punto, serán obstaculizados. Si los cristianos tienen

la idea de que esta necesidad de influencia divina yace en la inhabilidad de los pecadores, o si sienten como si Dios estuviera bajo

obligación de dar el Espíritu Santo a fin de hacer a los pecadores sentir obedecer el evangelio, insultan a Dios y sus oraciones no

valdrán. Pues en ese caso tienen que sentir que un mero asunto de justicia común para que Dios derrame su Espíritu antes de que

pueda justamente requerir a cristianos para la obra o a los pecadores para arrepentirse.

Supongan una iglesia que tiene la idea de que los pecadores son criaturas pobres e infortunadas que vienen al mundo con una

naturaleza tal que no pueden evitar pecar, y que los pecadores son tan incapaces de arrepentirse y creer el evangelio como son

para volar a la luna, ¿cómo pueden sentir que un pecador sea un rebelde contra Dios, y que merezca ser enviado al infierno?

¿Cómo pueden sentir que el pecador sea culpable? Y ¿cómo pueden estar del lado de Dios cuando oran? Si se ponen del lado de

Dios contra el pecador, no pueden esperar que Dios considere sus oraciones, pues no oran por los motivos correctos. Sin duda

una gran razón por la que tantísimas oraciones no son respondidas es que aquellos que oran se ponen de hecho del lado del

pecador contra Dios. Oran como si el pecador fuera un pobre ser infortunado que da lástima en vez de que sea un culpable

sinvergüenza. Y la razón es que ellos no creen que los pecadores sean capaces de obedecer a Dios. Si una persona no cree que

los pecadores son capaces de obedecer a su Creador, y realmente cree que las influencias del Espíritu son necesarias para

hacerlo capaz, es imposible, con estas posturas, ofrecer una oración aceptable y prevaleciente para el pecador, y no es de

sorprenderse que las personas con estas posturas no deban prevalecer con Dios y deban dudar sobre la eficacia de la oración de

fe.

276

Cuán seguido oyen a la gente orar en este estilo: "Oh, Señor, ayuda a esta pobre alma a hacer lo se le requiere hacer--Oh, Señor,

dale la capacidad de hacer esto y aquello". Ahora este lenguaje implica que se ponen del lado del pecador, y no de Dios. Si se

entendiera por aquellos que lo usan, como a veces se explica, y si la gente quiso decir lo que debía cuando suplica por los

pecadores, no se encontraría tanta falta en la oración, pero la verdad es que cuando la gente usa ese lenguaje, seguido quiere

decir sólo lo que el lenguaje en sí haría naturalmente a primera vista, entendido para querer decir, que como si oraran: "Señor,

mandas a estos pobres pecadores a que se arrepientan, cuando, oh, Señor, sabes que no pueden arrepentirse a menos que les

des tu Espíritu, para que puedan hacerlo, aunque has declarado que los enviarás al infierno si no lo hacen, ya sea que reciban el

Espíritu o no, y ahora Señor, esto parece difícil, y te pedimos que tengas lástima de estas pobres criaturas, y que no seas tan duro

con ellas, por Cristo". Quien no ve que una oración tal, o una oración que significa eso, cual sea el lenguaje, formulada así, es un

insulto a Dios, levantándole cargos con injusticia infinita, si continúa exigiendo a los pecadores un deber que no pueden cumplir

con esa ayuda que no se puede conceder. La gente ora de esa forma hasta el día del juicio, y nunca obtiene una bendición porque

se pone del lado de los pecadores contra Dios. No puede orar exitosamente hasta que entienda que un pecador es un rebelde,

obstinado en su rebelión --tan obstinado que nunca hará, sin el Espíritu Santo, lo que puede hacer como no puede hacer,

instantáneamente, y esta tendencia es la razón, y sólo la razón, por la que necesita de la influencia del Espíritu Santo para su

conversión. El único fundamento en el que el pecador necesita la agencia divina es vencer su obstinación, y hacerle estar

dispuesto a hacer lo que puede hacer, y lo que Dios justamente le requiere hacer. Y una iglesia nunca está en una actitud en la

que Dios oirá sus oraciones unidas a menos que esté de acuerdo en entender su dependencia de Dios para sentirla en perfecta

consistencia con la culpa del pecador. Si es la otra forma, está de acuerdo en entenderla incorrectamente, y sus oraciones por

ayuda divina para los infortunados en vez del favor divino que haga al pecador someterse, está errada, es un insulto a Dios, y

nunca obtendrá el favor en el cielo.

(3.) Tienen que estar de acuerdo para entender que los avivamientos no son milagros, sino que son llevados a que sucedan por el

uso de los medios como otros eventos. Con razón los avivamientos antes eran poco frecuentes y duraban poco tiempo, cuando la

gente generalmente los consideraba como milagros, o como una caída de lluvia, que llegaba a un lugar y seguía por un rato breve,

y luego se iba; esto es, como algo por el cual no tenemos control. ¿Qué puede hacer la gente con una lluvia? O ¿cómo pueden

hacer llover más de lo que llueve? Es necesario que quienes oran deban estar de acuerdo en entender un avivamiento como algo

que sucede por medios, o nunca estarán de acuerdo para usarlos.

277

(4.) Tienen que estar de acuerdo para entender que la agencia humana es tan indispensable para un avivamiento como la agencia

divina. Tal cosa como un avivamiento de religión, me aventuro a decir, nunca ocurrió sin la agencia divina, y nunca ocurrió sin la

agencia humana. ¿Cuán seguido la gente dice: "Dios puede, si quiere, realizar la obra sin medios"? Pero no tengo fe en ella

porque no hay evidencia de eso. ¿Qué es religión? La obediencia a la ley de Dios. Pero la ley no puede ser obedecida a menos

que se conozca. Y cómo Dios puede darles a conocer sino es por revelarse él mismo, o enviarlos por otros --esto es, por llevar LA

VERDAD para que se revele en la mente de la persona hasta que obedezca. Dios nunca convirtió y puede convertir a un pecador

excepto con la verdad. ¿Qué es conversión? Obedecer la verdad. Puede comunicarla él mismo, directamente al pecador. Pero

entonces, la agencia del pecador es indispensable porque la conversión consiste en el empleo correcto de la agencia del pecador.

Y ordinariamente, emplea la agencia de otros también en imprenta, escritos, conversación y predicación. Dios ha puesto el tesoro

del evangelio en vasijas de barro. Ha visto bien emplear a hombres para predicar la palabra. Esto es, ha visto que la agencia

humana es aquello que puede emplear mejor para salvar a pecadores. Y si hubo algún caso, del cual no tenemos evidencia, no

hay uno en mil, si uno en un millón, de convertidos de alguna otra manera que a través de la verdad, dada a conocer y apremiada

por conducto humano. Y como la iglesia tiene que estar unida para usar esos medios, es claramente necesario que debemos estar

unidos para entender la verdadera razón por la que los medios van a usarse, y los verdaderos principios en los que se van a

gobernar y aplicar.

5. Es importante que deba haber unión en cuanto a las medidas esenciales para la promoción de un avivamiento. Que los

individuos se pongan de acuerdo para hacer cualquier cosa, y si no están de acuerdo en sus medidas, se confundirán, y uno al otro

se opondrá. Pónganlos a navegar un barco, y no podrán hacerlo sin un acuerdo. Si intentan hacer negocios como comerciantes

cuando no están de acuerdo en sus medidas, ¿qué harán? Pues sólo a deshacer el trabajo de cada uno, frustrar todo el negocio.

Todo esto es preeminentemente cierto en cuanto a la obra de promover un avivamiento. De otro modo los miembros de la iglesia

se opondrán a la influencia de cada uno, y no necesitarán esperar un avivamiento.

(1.) La iglesia tiene que estar de acuerdo en las reuniones que se realizarán en cuanto a qué reuniones, cuántas, dónde, y cuándo

se harán. Algunas personas siempre desean multiplicar las reuniones en un avivamiento como si a más reuniones, a más religión.

Otros siempre se oponen a las nuevas reuniones en un avivamiento. Algunos siempre están por tener una reunión prolongada, y

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otros nunca están listos para tener una. Cual sea la diferencia, es esencial que la iglesia deba llegar a un buen entendimiento del

tema para que puedan ir juntos en armonía, y trabajar con celo y efecto.

(2.) Tienen que estar de acuerdo en cuanto a la manera de conducir las reuniones. Es necesario que la iglesia deba estar unida y

ser cordial en el tema, si esperan ofrecer oración unida con efecto. A veces hay individuos que quieren adoptar cada cosa nueva

que oyen o se imaginan, mientras otros están totalmente indispuestos a tener cualquier cosa alterada en cuanto a la conducción de

la reunión, pero harían todo precisamente como están acostumbrados. Deben estar de acuerdo en alguna manera, ya sea para

tener las reuniones cambiadas, o para tenerlas como antes. La mejor forma posible es, para que la iglesia esté de acuerdo en eso,

que dejen las reuniones que sigan y tomen su curso, así como el Espíritu de Dios les dé forma, y ni siquiera intenten hacer dos

reuniones parecidas. La iglesia nunca dará el efecto más completo a la verdad hasta que esté de acuerdo en este principio--que en

promover un avivamiento acomodará sus medidas a circunstancias, y no intente interrumpir el curso natural que el sentimiento

piadoso y juicio sensato indiquen, pero pónganse enteramente a la guía y dirección del Espíritu Santo, introduciendo cualquier

medida, en cualquier momento, que parezca requerida en la Providencia de Dios, sin poner énfasis en lo nuevo o viejo.

6. Tienen que estar de acuerdo en la manera de tratar con los pecadores impenitentes. Éste es un punto importantísimo, que la

iglesia debe estar de acuerdo en el tratamiento de los pecadores. Supongan que no están de acuerdo, y alguien siente decirle al

pecador una cosa y alguien más otra. ¡Qué confusión! Cómo pueden estar de acuerdo en oración cuando es claro que no están de

acuerdo en cuanto a las cosas por las que orarán. Vayan a una iglesia así, y óiganlos orar por los pecadores. Asistan a una

reunión y escuchen. He aquí a un hombre que ora para que los pecadores presentes se arrepientan. Otro ora que sean

redargüidos, y quizá, si está muy metido, irá tan lejos para orar que sean redargüidos profundamente. Otros oran para que los

pecadores sean solemnes, estén pensativos y callados, meditando en las verdades que escuchen. Otro ora de una manera que

ustedes puedan ver que tiene miedo de que se conviertan ahora. Otro ora muy solemnemente que no intenten hacer nada en su

propia fuerza. Y así sucesivamente. Cuán fácil es ver que la iglesia no se pone de acuerdo en cuanto a tocar las cosas por las que

piden, y desde luego no tienen interés en la promesa.

Si los oyen hablar con los pecadores, sus conversaciones serían discordantes porque está claro que no se ponen de acuerdo y no

tienen posturas claras en cuanto a qué debe hacer un pecador para ser salvo, o qué se tiene que decir a los pecadores para

llevarlos al arrepentimiento. Y la consecuencia es que los pecadores que son despertados y se vuelven ansiosos, se confunden y

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no saben qué hacer, y quizá se desesperen o concluyan que no hay nada en realidad racional o consistente con la religión. Uno le

dirá al pecador que tiene que arrepentirse inmediatamente. Otro le dará un libro, quizá el Rise and Progress (Levantarse y

Progresar), de Doodridge, y le dirá que lo lea. Otro le dirá que tiene que orar y perseverar, y en el tiempo de Dios obtendrá la

bendición. Un avivamiento nunca puede seguir por cualquier lapso de tiempo en medio de dificultades así. Si empieza, pronto se

debe acabar, a menos, quizá, que el cuerpo de la iglesia se mantenga quieto y no diga nada, y deje que otros hagan la obra. Y ahí

la obra sufrirá materialmente por la falta de su cooperación y apoyo. Una iglesia debe ponerse de acuerdo. Cada cristiano debe

tener un entendimiento claro de este tema, hablar lo mismo y dar las mismas direcciones. Y entonces el pecador no encontrará a

nadie de su lado y no podrá encontrar ningún alivio o consuelo hasta que se arrepienta.

7. Deben estar de acuerdo en remover los impedimentos para un avivamiento. Si una iglesia espera un avivamiento, tiene que

levantar las piedras de tropiezo del camino.

(1.) En el ejercicio de disciplina. Si hay miembros podridos en la iglesia, deben ser quitados, y la iglesia debe estar de acuerdo en

sacarlos. Si permanecen en la iglesia, son un reproche a la religión para obstruir un avivamiento. A veces cuando un intento se

hace de echarlos, esto crea división, y entonces la obra se detiene. A veces los ofendidos son personas de influencia, o tienen

amigos de la familia que estarán de su lado, y formarán un bando, y así crearán un espíritu malo, y frenarán un avivamiento.

(2.) En confesiones mutuas. Cuando se ha hecho mal a cualquiera, debe haber una confesión plena. No quiero decir un

reconocimiento frío y forzado, como decir "si he hecho mal, lo siento". Más bien, una confesión de corazón, que abarque todo el

mal y muestre que viene de un corazón contrito.

(3.) Perdón a los enemigos. Una gran obstrucción a avivamientos se encuentra a menudo en el hecho que individuos activos y

destacados albergan un espíritu vengativo y falto de perdón hacia aquellos que los han lastimado, que destruye su espiritualidad,

los hace duros y desagradables en su manera, y los previene de disfrutar la comunión con Dios en oración o la bendición de Dios

para darles éxito en su labor. Pero dejen a los miembros de la iglesia que se pongan de acuerdo en quebrantarse y confesar sus

propias faltas, y en acariciar un espíritu tierno, misericordioso perdonador como Cristo hacia quienes creen les han hecho mal, y

entonces el Espíritu vendrá sobre ellos no por medias.

280

8. Deben ponerse de acuerdo en hacer todas las preparaciones necesarias para un avivamiento. Deben estar de acuerdo en tener

toda la preparación necesaria hecha, estar de acuerdo en llevar su parte de la labor o costo de hacerlo. Debe haber una igualdad,

y no dejar a algunos con la carga y el resto sin hacer nada o poco, pero cada uno su porción, según sus distintas habilidades.

Entonces no habrá envidias ni celos, ni ninguna recriminación mutua, altercados y comentarios irrespetuosos sobre uno y el otro,

que no son consistentes con el amor de hermanos y que es una piedra de tropiezo en el camino de los pecadores.

9. Debe estar de acuerdo de corazón en lo que sea necesario hacerse para la promoción del avivamiento. A veces un ligero

desacuerdo sobre algo pequeño se permitirá para irrumpir y destruir un avivamiento. Un ministro me contó que una vez fue a

trabajar como evangelista, y el Espíritu de Dios estaba evidentemente presente, y los pecadores empezaron a preguntar, y las

cosas se veían bastante favorables, hasta que algunos de los miembros se empezaron a inquietar con cuánto cómo debía

pagársele por sus servicios. "Si se queda entre nosotros más tiempo, esperará que le demos algo", y no vieron cómo podrían

pagarle. Y hablaron al respecto hasta que las mentes de los hermanos se distrajeron y dividieron, y el ministro se fue. Vean eso.

Ahí estaba Dios de pie a la puerta de la iglesia con las manos llenas de misericordias, pero estos profesantes malvados y parcos

pensaron que les costaría algo tener un avivamiento, y sus gastos eran sobre cuánto sentían estar, o podían estar, dispuestos a

dar. Y entonces lo dejaron ir y la obra cesó. El ministro no se hubiera ido al momento, si se le hubiera dado o no, por lo que debía

recibir, o si debía recibir algo de ellos, era asunto del que no sentía apuración. Pero la iglesia por ese espíritu parco se metió en

ese estado para contristar al Espíritu, y vio él que quedarse más tiempo con ellos no haría bien. Oh, cómo esos profesantes se

sentirán cuando estén con los pecadores de ese pueblo en el juicio, cuando todo salga, que Dios estaba listo y esperando

concederles una bendición, pero ellos permitieron ponerse inquietos y estar divididos al preguntar cuánto se debía pagarle.

10. Tienen que estar de acuerdo en trabajar para seguir con la obra. No es suficiente que deban estar de acuerdo para orar por un

avivamiento, sino también tienen que estar de acuerdo en trabajar para promoverlo. Deben disponerse a ello sistemáticamente,

como un asunto de negocios, visitar, conversar y orar con sus semejantes, estar al pendiente de oportunidades de hacer bien,

observar el efecto de la palabra y las señales de los tiempos que puedan saber cuándo algo necesita hacerse y hacerlo.

(1.) Deben estar de acuerdo para trabajar.

(2.) Deben estar de acuerdo cómo trabajar.

281

(3.) Deben estar de acuerdo para vivir como corresponde.

11. Tienen que estar de acuerdo en una determinación para preservar. No responderá por algunos miembros de la iglesia hoy para

empezar a mover y proferir, y entonces, tan pronto como algo pequeño se torne desfavorable, se desanimen, y desmayen, y como

la mitad de ellos se den por vencidos. Deben todos estar unidos y de acuerdo para preservar, trabajar, orar y aguantar hasta que

llegue la bendición.

En suma, si los cristianos esperan unirse en oración y esfuerzo para prevalecer con Dios, tienen que estar de acuerdo en hablar y

hacer las mismas cosas, en caminar por la misma regla y mantener los mismos principios, y preservar hasta que obtengan la

bendición para no obstaculizar o frustrar los esfuerzos del uno y del otro. Todo esto está evidentemente implícito en estar de

acuerdo en tocar las cosas por las que se están orando.

OBSERVACIONES

1. Vemos por qué tantos hijos de los padres profesantes no se convierten.

Es porque los padres no han estado de acuerdo como tocar las cosas por las que oran de parte de sus hijos. Quizá nunca han

tenido algún tipo de acuerdo respecto a ellos. Quizá nunca se pusieron de acuerdo en cuanto a qué era aquello que les podían

pedir. A veces los padres no están de acuerdo en nada, sus opiniones chocan y siempre están en desacuerdo, y sus hijos lo ven, y

entonces con razón no se convierten.

O quizá no pueden estar de acuerdo como tocando la salvación de sus hijos. ¿Son sinceros en desearla? ¿Están de acuerdo en

desear y estar de acuerdo desde los motivos correctos? ¿Están de acuerdo referente a la importancia de ella? ¿Están de acuerdo

cómo sus hijos deben ser tratados para causar efecto en su conversión, qué se les dirá, cómo se les dirá, cuándo y por quién?

¡Ay!, en cuántos casos es evidente que no están de acuerdo. Probablemente se encontrarán pocos casos donde los hijos

permanezcan sin convertir, pero qué probará que los padres nunca verdaderamente se pusieran de acuerdo como para tocar las

cosas por las que debían pedir para la salvación de sus hijos.

282

Con frecuencia hay tal desacuerdo en el que no podríamos esperar ningún buen resultado o cualquier cosa más que la ruina de los

hijos. El esposo y la esposa con frecuencia están en desacuerdo completa y fundamentalmente en cuanto a la manera de criar a

sus hijos. Quizá la esposa sea afecta al vestido, presuma y visite, mientras el esposo es sencillo y humilde, se duele, aflige, llora y

ora por ver cómo sus hijos se llenan de vanidad. O puede ser que el padre sea ambicioso, y quiera tener a sus hijas educadas a la

moda, y presumirlas, sus hijos se vuelvan grandes hombres, y entonces manda a sus hijas un internado educado, donde puedan

aprender todo menos su deber con Dios, y estarán todo el tiempo presionando y empujando a su hijo hacia su ambición, mientras

la madre se duele y llora en secreto por ver a sus queridos hijos apresurados hacia la destrucción, y toda su influencia es

contrarrestada, y sus hijos e hijas preparados para servir al dios de este mundo e irse al infierno.

2. Vemos la hipocresía de aquellos que profesan estar en oración por un avivamiento mientras que no están haciendo nada para

promoverlo. Hay muchos que parecen ser muy celosos en orar por un avivamiento, mientras no hacen nada. ¿Qué quieren decir?

¿Están de acuerdo como para tocar las cosas por las que piden? Ciertamente no. No pueden estar de acuerdo en ofrecer oración

aceptable por un avivamiento hasta que están preparados PARA HACER lo que Dios les requiere que hagan para promoverlo.

¿Qué piensan de un labrador que ora por un cultivo, y no ara o siembra? ¿Pensarían que una oración así es piadosa o un insulto a

Dios?

3. Vemos por qué tantas oraciones ofrecidas en la iglesia nunca son respondidas. Es porque aquellos que las ofrecieron nunca se

pusieron de acuerdo para tocar las cosas por las que pidieron. Quizá el ministro nunca puso el tema ante ellos, nunca explicó qué

es estar de acuerdo, ni les mostró su importancia, ni puso delante de ellos la gran motivación que la promesa ante nosotros

permita a las iglesias que estén de acuerdo. Quizá los miembros de la iglesia nunca deliberaron juntas y compararon sus posturas

para ver si entendían igualmente el tema, si estaban de acuerdo en cuanto a los motivos, bases e importancia de estar unidos en

oración y labor por un avivamiento. Supongan que van por las iglesias en esta ciudad y aprenden las posturas precisas y

sentimientos de los miembros sobre el tema. ¿Cuántos encontrarían que están de acuerdo referente a aquello necesario en que

los cristianos deban estar de acuerdo a fin de unirse en oración prevaleciente? Quizá ni dos podrían encontrarse que estuviesen de

acuerdo, y si dos se encontraran cuyas posturas y deseos fuesen similares, probablemente se determinaría que ellos no están

familiarizados uno con otro y desde luego ni actuarán y orarán juntos.

283

4. Vemos por qué es que este texto ha sido generalmente entendido para significar algo distinto de lo que dice. La gente lo lee mal.

Lo han leído como si fuera, "si dos de ustedes se pusieren de acuerdo para pedir cualquier cosa, les será hecho". Y como se han

puesto a menudo de acuerdo para pedir por cosas y las cosas no fueron hechas, han dicho ellos: "el significado literal del texto no

puede ser verdad porque lo hemos intentado y sabemos que no es cierto. ¿Cuántas reuniones de oración hemos tenido, y cuántas

peticiones hemos puesto, en las que hemos perfectamente estado de acuerdo para pedir por bendiciones, y sin embargo no han

sido concedidas?" Ahora el hecho es que nunca han entendido qué es ponerse de acuerdo como para tocar las cosas que

pedimos. Estoy seguro que esto no es una construcción forzada del texto, sino es su significado verdadero y obvio, como un lector

sencillo y piadoso lo entendería, si preguntara seria y sinceramente la verdadera relevancia. Tienen que estar de acuerdo no solo

en pedir, sino en todo lo demás que es indispensable para la existencia del objeto por el que se ora. Supongan que dos de ustedes

estuviesen de acuerdo de ir a juntos a Londres. Si no estuvieran de acuerdo en cuanto a los medios, qué ruta tomarán, en qué

barco irán, nunca irán juntos. Lo mismo en orar por un avivamiento, tienen que estar de acuerdo en cuanto a los medios y las

circunstancias, y todo lo esencial para la existencia y progreso de un avivamiento.

5. Podemos por lo regular esperar un avivamiento de religión para prevalecer y extenderse entre aquellos sin la iglesia, sólo en

proporción a la unión de oración y esfuerzo desde dentro. Si hay una unión general dentro de la iglesia, el avivamiento será

general. Si la unión continúa, el avivamiento continuará. Si todo empieza a desbaratarse en esta unión perfecta en oración y

esfuerzo, empezará a limitar el avivamiento. ¡Cuán grande y poderoso sería un avivamiento en esta ciudad si todas las iglesias en

la ciudad se unieron así para promoverlo!

Hay otro hecho que he presenciado, que vale la pena notar. He observado que un avivamiento prevalecerá fuera de la iglesia,

entre personas en esa clase de sociedad, entre quienes prevalece en la iglesia. Si las mujeres en la iglesia están despiertas y en

oración, la obra comúnmente puede esperarse que prevalezca en su mayoría entre las mujeres fuera de la iglesia, y más mujeres

que hombres se convertirán. Si los jóvenes de ambos sexos en la iglesia están muy despiertos, la obra muy probablemente

prevalecerá entre la juventud, hombres o mujeres, o ambos, como la obra pueda ser en la iglesia en este respecto. Si las cabezas

de familia y los hombres principales en la iglesia están despiertos, he observado que es muy probable que prevalezca entre esa

clase fuera de la iglesia. He sabido de un avivamiento casi limitado a mujeres, y pocos hombres se convierten, aparentemente por

el hecho de que la parte masculina no se ocupó y trabajó. De nuevo, he repetidamente sabido de un gran número de convertidos

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entre los hombres, aparentemente debido al hecho de que la parte masculina de la iglesia se ocupó mucho. Cuando el avivamiento

no llega a una clase particular de los impenitentes, deben tomarse las molestias para animar a esa porción de la iglesia que sean

de su edad y posición para hacer más esfuerzos directos para su conversión. Parece haber una filosofía en este hecho, que

seguido he presenciado. Clases diferentes de profesantes naturalmente sentirán simpatía por el impenitente de su mismo sexo y

rango, orarán más naturalmente por ellos, tendrán más interacción con ellos, y más influencia sobre ellos, y esto parece ser por lo

menos una de las razones del porqué los avivamientos son apropiados para que sean los más poderosos y generales en esa clase

sin la iglesia, quienes son los más despiertos en ella. Los cristianos deben entender eso, y sentir su responsabilidad. Una gran

razón por la que muy pocos de los hombres principales a veces se convierten, sin duda es, que esa clase en la iglesia es a

menudo muy mundana, no pueden ser animada. El avivamiento generalmente prevalecerá sobre todo en esas familias donde los

profesantes pertenecientes a ella están despiertos, y el impenitente perteneciente a esas familias no lo está, es apto para quedarse

inconverso. Una razón principal obviamente es que cuando los profesantes en una familia o barrio están despiertos, no sólo hay

oración ofrecida para los pecadores en medio de ellos, sino hay influencias correspondientes actuando en los impenitentes entre

ellos. Si están despiertos, sus miradas y vidas, y avisos, todo tenderá a promover la conversión de sus amigos impenitentes. Pero

si están dormidos, todas sus influencias tienden a prevenir su conversión. Su frialdad contrista al Espíritu, su mundanalidad

contradice el evangelio, y todas sus interacciones con los amigos impenitentes son a favor de la impenitencia, y están calculadas

para perpetuarla.

6. Vemos por qué denominaciones distintas han sufrido para alzarse en la iglesia y bajo el gobierno de Dios.

Los cristianos con frecuencia ven y deploran los males que han surgido en la iglesia de Dios, desde la división de su gente hasta

sectas discordantes. Y se han sorprendido y se desconciertan en pensar que Dios debe permitir que sea así. Pero a la luz de este

tema podemos ver que considerar qué diversidades de opiniones, sentimientos y posturas de hecho existen en la iglesia, muchas

cosas buenas resultan de esta división de sectas. Considerar esta diversidad de opinión, muchos nunca se pondrían de acuerdo

para orar y trabajar juntos para hacerlo con éxito, entonces es mejor que se separen, y dejar unidos aquellos que se hayan puesto

de acuerdo. En todos los casos donde no puede haber un acuerdo cordial para trabajar, es mejor que cada denominación deba

trabajar por sí misma siempre y cuando exista esa diferencia. A veces he visto avivamientos disueltos por intentar unir a cristianos

de denominaciones diferentes en oración y trabajo unido, mientras no están de acuerdo en cuanto a los principios o medidas por

285

las que la obra iba a promoverse. Entonces deshacen el trabajo de cada uno, destruyen la influencia de cada uno, dejan

desconcertados a los ansiosos, dan ocasión para que los enemigos blasfemen, sus sentimientos pronto se amargan, el Espíritu es

ahuyentado, la obra se detiene, y quizá siga confusión y controversia dolorosas.

7. Vemos por qué a veces Dios permite a las iglesias que se dividan. Es porque encuentra que hay tanta divergencia en los

miembros que no oran y trabajan juntos con efecto. A veces la iglesias están en un estado así se mantendrán aún juntas de las

consideraciones mundanas y políticas mundanas porque es mucho más fácil para todos apoyar el culto público. Quizá ambos

bandos quieran mantener la casa de reunión, o ambos quieran retener al ministro, y no pueden ponerse de acuerdo cuál soltar, y

entonces siguen con celos y discordias por años, logrando poco o nada para la salvación de las almas. En casos así, Dios ha con

frecuencia dejado que salga algo entre ellos que los parta en dos y entonces cada bando irá a la obra, cada quien por su camino, y

quizá ambos prosperen. Mientras estaban en la misma iglesia, siempre estaban causando problemas uno al otro, como no

pensaban ni sentían lo mismo, pero tan pronto se separaron, todo se arregló en paz, e hizo evidente que era mejor que se

dividieran. He sabido de algunos casos en este estado donde ha sido con resultados muy felices, y ambas iglesias han sido

rápidamente bendecidas con avivamientos.

8. Es evidente que muchas más iglesias necesitan dividirse. Cuántas iglesias hay, que se están manteniendo juntas, y sin embargo

no está haciendo bien, por la sencilla razón que no están suficientemente de acuerdo. No piensan igual y ni sienten igual en los

temas conectados con avivamientos, y mientras esto es así, nunca pueden trabajar juntas. A menos que puedan ser llevadas a

tales cambios de posturas y sentimientos en el tema como los unirá, son sólo un obstáculo para el uno al otro y la obra de Dios. En

muchos casos vemos y sentimos que es así, y sin embargo se mantienen unidas, concienzudamente, por temor a que una división

deba deshonrar la religión, cuando de hecho la división que ahora existe puede que esté haciendo de la religión un refrán y

reproche. Mejor sería que se pusieran de acuerdo para dividirse amigablemente, como Abraham y Lot". Si fueres a la mano

izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda". Que se separen y el trabajo de cada uno siga su camino, y

puede que los dos gocen la bendición.

9. Vemos por qué pocos individuos, que están perfectamente unidos pueden ser exitosos en reunir y construir una nueva iglesia, y

pueden hacerlo así mucho mejor que un número mayor que no están de acuerdo entre ellos mismos. Si vamos a juntar una nueva

iglesia en esta ciudad, preferiría tener cinco personas, o tres, o incluso dos, que estuvieran perfectamente de acuerdo como

286

tocando las cosas por las que oran, y la manera en la que deben laborar por ellos, y en todo lo esencial para la prosperidad de la

iglesia, y que estén conmigo, y uno con otro, en vez de tener una iglesia o quinientos miembros que no están de acuerdo.

10. Vemos que pueden esperarse cosas gloriosas desde Sion, donde las iglesias generalmente estarán de acuerdo en esos temas.

Cuando los ministros hagan a un lado sus prejuicios, interpretaciones equivocadas, celos, tengan el mismo parecer, y cuando las

iglesias entiendan por igual la Biblia, y vean el deber igual, oren igual, y se pongan de acuerdo como tocando las cosas por las que

pidan, una nación nacerá en un día. Sólo déjenlos sentir como el corazón de un hombre, y ponerse de acuerdo en lo que debe

hacerse para la salvación del mundo, y el milenio vendrá de inmediato.

11. Hay mucha ignorancia en el tema de avivamientos en las iglesias. Después de todos los avivamientos que ha gozado, y todo lo

que se ha dicho, escrito y publicado referente a avivamientos, hay muy pocos que tienen un conocimiento consistente y real del

tema. Y cuando hay un avivamiento, pocos hay que puedan ocuparse para trabajar y promoverlo como si entendieran lo que están

por hacer. Hay pocas personas que hayan tomado avivamientos de religión como un tema para ser estudiado y entendido. Todos

saben que en un avivamiento los cristianos tienen que orar, y tienen que hacer algunas cosas que no han tenido el hábito de hacer.

Pero multitudes no saben nada de la RAZÓN por la que deben hacer eso, o por qué una cosa es mejor que otra, y desde luego no

tienen principios para guiarlos, y cuando algo ocurre que no esperaban, todos fallan y no saben qué hacer. Si los hombres deben ir

a la obra para construir una casa de culto, y saben tan poco cómo proceder como muchos ministros y profesantes saben cómo

construir un templo espiritual de Dios, nunca levantarán una casa en el mundo. Y sin embargo, la gente se cree que está

construyendo la iglesia de Dios, cuando no sabe nada y es totalmente incapaz de dar una razón de lo que está haciendo como lo

hace, o por qué una cosa debe hacerse en vez de otra. Hay multitudes en la iglesia que nunca perecen suponer que la obra de

promover avivamientos de religión requiere estudio y pensamiento, conocimiento de principios, y habilidad para aplicar la palabra

de Dios para dar a cada uno su porción a su tiempo. Y entonces siguen, generalmente haciendo poco nada porque no intentan

nada, y si llegan a despertar, se van apresuradamente a trabajar, sin un sistema o plan, como si Dios hubiera dejado esa parte de

nuestro deber fuera del alcance del juicio sensato y buen sentido.

12. Hay mucha ignorancia entre ministros en ese tema, y una gran razón de esta ignorancia es que muchos obtienen la idea de

que ya entienden todo sobre avivamientos, cuando en realidad no saben nada. Una vez supe de un ministro que llegó donde había

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un avivamiento poderoso, se jactó y halló fallas en muchas cosas, hablando de su conocimiento de avivamientos, que había estado

en diecisiete de ellos y demás, cuando era evidente que no sabía nada como debiera saber de avivamientos.

13. Cuán importante es que la iglesia deba ser instruida y entrenada para saber qué hacer en un avivamiento. Debe estar

entrenada y ser disciplinada como un ejército; cada uno un lugar qué cubrir, algo qué hacer, saber dónde pertenece, y que ha de

hacer, y cómo hacerlo. En vez de eso, cuán frecuente ven una iglesia en tiempo de avivamiento que se ocupa de su trabajo para

promoverlo, sólo como un grupo de niños ocupándose de construir una casa. Qué pocos hay que de veras saben qué hacer--

¿qué?--Pues aquello mismo por lo que Dios permite a los cristianos vivir en este mundo, SOLO aquello por lo que los tendría lejos

del cielo un día, es aquello mismo de todas las otras cosas cosas que no estudian y no tratan de entender.

14. Vemos por qué los avivamientos con frecuencia son cortos y por qué con frecuencia producen una reacción. Es porque los

profesantes han incitado un tipo espasmódico de acción. Han ido a trabajar por impulso en vez de por un deber de convicción

deliberada, y han sido guiados por sus sentimientos en vez de un entendimiento sano de lo que debe hacerse. La iglesia no sabía

qué hacer, qué podía hacer, y qué no podía hacer, ni cómo administrar su fuerza, ni qué estado de cosas llevarían, y quizá su celo

los llevó a algunas indiscreciones, y se soltaron de Dios, y entonces prevaleció el enemigo. La iglesia debe estar entrenada para

saber qué hacer, para nunca fallar, y nunca permitir derrota o reacción, cuando intentan promover un avivamiento. Deben entender

todas las tácticas del diablo, y saber dónde cuidarse de sus artilugios, para que lo conozcan cuando lo vean, y no lo confundan por

un ángel de luz que viene a darles lecciones de sabiduría en promover el avivamiento, y para que puedan cooperar sabiamente

con el ministro, y uno al otro, y con el Espíritu Santo, para continuar la obra. Ninguna persona que ha estado familiarizada con

avivamientos puede pasar por alto el hecho de que la ignorancia de los profesantes de religión referente a avivamientos, y sus

equivocaciones absurdas, están en medio de las cosas más comunes que apagan los avivamientos, y traen de vuelta una reacción

temerosa en la iglesia. Hermanos, ¿cómo será eso? No debe ser así, no necesita ser así, ¿será siempre así?

15. Vemos que cada iglesia es justamente responsable por las almas que están entre ellas. Si Dios ha dado tal promesa, y si es

cierto que donde tantos como dos se ponen de acuerdo, como tocando las cosas por las que piden, será hecho, entonces

ciertamente los cristianos son responsables, y si los pecadores están perdidos, su sangre se encontrará sobre la iglesia. Si las

iglesias pueden tener lo que piden, tan pronto como se ponen de acuerdo como para tocarlo, entonces ciertamente la condenación

del mundo se requerirá en las manos de la iglesia.

288

16. Vemos la culpa de los pecadores, en no informarse ellos mismos, y correcta y expeditamente instruir la iglesia en este tema

crucial. Pues, ¡es el fin del ministerio cristiano! Qué van ponerse hacer más que a sólo instruir y dirigir el ejército sacramental y

llevarlos a la conquista. ¡Qué! Dejar a la iglesia que permanezca en ignorancia en cada tema, y el único punto del deber, para la

ejecución de lo que están en el mundo, la salvación de los pecadores. Algunos ministros han actuado como misteriosamente sobre

los avivamientos, como si pensaran que los cristianos no pueden entender cómo promoverlos o que no es de importancia que

deban saberlo. Pero todo esto está mal. Ningún ministro ha todavía empezado a entender, o a cumplir su deber, si ha descuidado

enseñar a su iglesia a trabajar para Dios en la promoción de avivamientos. ¿Qué trama? ¿Qué quiere decir? ¿Por qué es ministro?

¿Para qué fin ha tomado el oficio sagrado? ¿Es para que pueda comer una pieza de pan?

17. Vemos que los padres piadosos pueden tener cierta la salvación de sus hijos. Sólo déjenlos que oren en fe, estén de acuerdo

como tocando las cosas por las que piden, y Dios les ha prometido los deseos de sus corazones. ¿Quiénes puede estar más de

acuerdo que los padres? Déjenlos que estén de acuerdo en oración, y que estén de acuerdo en qué hacer, y que estén de acuerdo

en cumplir todo su deber, déjenlos de ese modo entrenar a sus hijos en el camino que deben ir, y cuando estén grandes, no

apartarán de él.

Y ahora, hermanos, ¿creen que están de acuerdo según el significado de esta promesa? Sé que donde unos cuantos individuos

puedan estar de acuerdo en algunas cosas, pueden producir algún efecto. Pero mientras el cuerpo de la iglesia no esté de

acuerdo, siempre habrá muchas cosas para contrarrestar, que sólo lograrán muy poco. LA IGLESIA TIENE QUE ESTAR DE

ACUERDO. ¡Oh, si pudiéramos encontrar una iglesia donde estuviera de corazón y perfectamente de acuerdo en todos estos

puntos para que pudieran orar y trabajar juntos, como uno solo, qué bien haría! Pero ahora, mientras las cosas están como están,

vemos colonia tras colonia poblando el infierno porque la iglesia no está de acuerdo. Oh, qué piensan los cristianos, cómo pueden

estar quietos, cuando Dios ha traído sus bendiciones para que cualquier par esté de acuerdo, como tocando las cosas por las

piden, sería hecho. ¡Ay! ¡Ay! Cuán amargo será el recuerdo de estas querellas en la iglesia, cuando los cristianos lleguen para ver

las multitudes de las almas perdidas que se han ido al infierno porque no estaban de acuerdo para trabajar y orar por su salvación.

FINALMENTE. -- A la luz de esta promesa vemos la horrible culpa de la iglesia. Dios ha dado la promesa para que sea herencia

preciosa de su gente en todo tiempo y en todo lugar. Si la gente se pone de acuerdo, sus oraciones serán respondidas. Vemos la

horrible culpa de esta iglesia, que vienen aquí y escuchan las conferencias sobre avivamientos y luego se van y no tienen

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avivamiento, y también la culpa de los miembros de otras iglesias que escuchan estas conferencias, se van a casa y rehúsan

cumplir con su deber. ¿Cómo pueden reunirse con los miles de pecadores impenitentes alrededor de ustedes, ante la barra de

Dios, y verlos hundirse en fuego eterno? ¿Han estado unidos de corazón para orar por ellas? Si no lo han hecho, ¿por qué han

estado en desacuerdo? ¿Por qué no han orado con esta promesa hasta que han prevalecido?

Ahora estarán de acuerdo y orarán por el Espíritu Santo, y lo recibirán antes de que se vayan a casa, o la ira del Señor estará

sobre ustedes. Si están de acuerdo ahora en orar en el sentido de esta promesa, para que el Espíritu Santo descienda sobre esta

ciudad, la paloma celestial volará por la ciudad en medio de la noche y levantará las conciencias y romperá la los sueños culpables

de los perversos. ¡Cuál entonces es la culpa carmesí de esos profesantes de religión que están durmiendo a la vista de tal

promesa! Parecen haberla omitido, o haberla completamente olvidado. Multitudes de pecadores yendo al infierno en todas las

direcciones, y sin embargo esta bendita promesa es descuidada; sí, más, es prácticamente despreciada por la iglesia. Ahí está en

el registro solemne, la iglesia puede agarrarse de ella de tal forma que vastos números podrían ser salvos, pero no se ponen de

acuerdo. Por tanto, las almas se perderán. ¿Y dónde está la responsabilidad? ¿Quién toma esta promesa y ve a los perdidos en el

rostro en el día del juicio?

Estas conferencias fueran grandemente decisivas para recibir la religión en la iglesia a la que fueron predicadas, y su publicación

en este país y en Europa ha sido el medio de promover avivamientos en muchos lugares. A Dios sea toda la gloria.

*Nota del traductor: El versículo de Mateo 18:19 utilizado aquí en inglés por el autor incluye esta frase "as touching anything"

("como tocar", o "como tocando, cualquier cosa"), la cual no aparece en español en la versión de Reina-Valera de 1960, sino que

se lee "acerca de cualquier cosa".

290

CONFERENCIA XVII

CONSUELOS FALSOS PARA PECADORES

TEXTO. -- ¿Cómo, pues, me consoláis en vano, Viniendo a parar vuestras respuestas en falacia? --JOB 21: 34.

Los tres amigos de Job insistían en que las aflicciones que sufrió él eran enviadas como un castigo por sus pecados, y eran

evidencia concluyente de que era un hipócrita, y no un buen hombre como profesaba ser. Una larga discusión se suscitó, en la que

Job se refirió a toda la experiencia pasada para probar que a los hombres no se les va a tratar en este mundo de acuerdo a su

carácter, que la distinción no es observada en las asignaciones de la Providencia. Sus amigos mantuvieron lo opuesto, y sugerían

que este mundo es también un lugar de recompensas y castigos, en los que los hombres reciben bien o mal, según sus obras. En

este capítulo, Job muestra, al apelar al sentido, observación y experiencia comunes, que eso no puede ser cierto, porque es un

hecho que los perversos con frecuencia son prósperos en el mundo y por la vida, y de ahí infiere que el juicio y castigo de ellos

debe ser reservado para un estado futuro. "El malo es preservado en el día de la destrucción" y "guardado será en el día de la ira"

Y en la medida en que sus amigos llegaron para consolarlo, pero en oscuridad sobre este punto fundamental, sin entender el caso

de él, por eso si no podían darle ningún consuelo, más que agravar su dolor, Job insistió en que aún vería un estado futuro de

consuelo y los reprende al exclamar, en amargura del alma, "¿Cómo, pues, me consoláis en vano, Viniendo a parar vuestras

respuestas en falacia?"

Mi propósito es hacer algunas observaciones sobre los métodos diversos empleados para consolar a pecadores ansiosos, y

planeo:

I. Observar brevemente la necesidad y el diseño de instruir a pecadores ansiosos.

II. Mostrar brevemente que los pecadores ansiosos siempre están buscando consuelo. Su objetivo supremo es obtener

consuelo en su angustia.

291

III. Observar algunos consuelos falsos con frecuencia dados.

I. Observar brevemente la necesidad y el diseño de instruir a pecadores ansiosos.

La simple idea de ansiedad implica algo de instrucción. Un pecador estará ansioso por su estado futuro si no tiene la luz suficiente

para saber que es un pecador, que está en peligro de castigo y que necesita el perdón. Pero los hombres van a ser convertidos, no

por fuerza física, o por un cambio forjado en su naturaleza o constitución por poder creativo, sino por la verdad hecha eficaz por el

Espíritu Santo. La conversión es el sometimiento a la verdad. Y por tanto, entre más verdad pueda ser llevada en la mente, si no

hay cambios, muy probable es que el individuo se convierta. Si la verdad no es aplicada a la mente seguro que no se va a

convertir. Si es aplicada, no es absolutamente seguro que sea eficaz, pero la probabilidad es en proporción a la extensión a lo que

la verdad es aplicada. El gran diseño de tratar con el pecador ansioso es despejar todas sus dificultades y oscuridad, quitar todos

sus errores, remover el fundamento de sus esperanzas santurronas, acabar con cada vestigio de consuelo que pudiera encontrar

en sí mismo. Hay con frecuencia mucha dificultad en esto, y se requiere de mucha instrucción. Los pecadores con frecuencia se

aferran con un asimiento mortal a sus falsas dependencias. El último lugar al que el pecador se dirige para alivio es Jesucristo. Los

pecadores prefieren ser salvos de otra forma en el mundo. Prefieren hacer cualquier sacrificio, soportar cualquier sufrimiento, sin

importar el costo, en vez de arrojarse ellos mismos ante Cristo para salvación como culpables y rebeldes perdidos. Ésta es la

última manera en la que están dispuestos a ser salvos. Corta en pedazos toda su santurronería, y aniquila el orgullo y satisfacción

de uno mismo tan totalmente que están excesivamente indispuestos a adoptarla. Pero es cierto en filosofía, como lo es en hecho,

después de todo, la única manera en la que el pecador puede encontrar alivio. Si Dios intentara mitigar a los pecadores, y

salvarlos, sin humillar su orgullo y alejarlos de sus pecados, no podría hacerlo. El objeto de instruir a un pecador ansioso debe ser

guiarlo por el camino más corto posible para hacer eso. Es llevar su mente por la ruta más corta, a la conclusión práctica que no

hay, de hecho, ninguna otra forma en la que pueda ser aliviado y salvado más que renunciar a sí mismo y descansar en Cristo

solo. Para hacer eso con efecto requiere gran habilidad. Requiere conocimiento cabal del corazón humano, un entendimiento claro

del plan de salvación, y una idea precisa y definida de cada cosa que el pecador TIENE QUE HACER a fin de ser salvo. Saber

hacer eso con eficacia es una de las cualificaciones más raras en el ministerio hoy en día. Es angustiante ver cuán pocos

ministros, y cuán pocos profesantes de religión, hay que tienen en sus mentes esa idea distintiva de lo que debe hacerse, que van

a un pecador ansioso y le dicen exactamente lo que tiene que hacer y cómo hacerlo, y pueden mostrarle claramente que no hay

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otra manera posible para que él sea salvo más que hacer aquello que se le dice, y pueden hacerle sentir la certeza que debe

hacerlo, y si no hace eso, será condenado.

II. Voy a mostrar que los pecadores ansiosos están siempre buscando consuelo.

Los pecadores con frecuencia se imaginan que están buscando a Cristo y buscando la religión, pero esto es un error. Ninguna

persona busca la religión y aún permanece falto de religión. ¿Qué es religión? Es obedecer a Dios. Buscar la religión es buscar

obedecer a Dios. El alma que tiene hambre y sed de justicia es el alma de un cristiano. Decir que busca obedecer a Dios y no le

obedece, es absurdo. Pues si está buscando la religión, no es un pecador impenitente. Buscar la religión implica una disposición

para obedecer a Dios y una disposición a obedecer a Dios es religión. Es una contradicción decir que el pecador impenitente está

buscando la religión. Es lo mismo que decir que busca y de hecho añora obedecer a Dios, y Dios no lo deja, o que añora abrazar a

Cristo y Cristo no lo deja acercarse. El hecho es que el pecador ansioso está buscando una esperanza, está buscando perdón,

consuelo y libramiento del infierno. Está ansiosamente buscando esas condiciones de humildad como las del evangelio. Y su

ansiedad y angustia siguen sólo porque no se somete a los términos. Desgraciadamente, los pecadores ansiosos encuentran

consoladores suficientes para su agrado. Son consoladores miserables viniendo a parar sus respuestas en falacia. Sin duda,

millones y millones están ahora en el infierno porque había aquellos alrededor de ellos que les dieron consuelo falso, que tenían

tanta falsa piedad, o estaban ellos mismos en la oscuridad, que no les dejaron permanecer en ansiedad hasta que hubieran

rendido sus corazones a Dios, sino que administraron falacia, y aliviaron su angustia en esa forma, y ahora sus almas están

perdidas.

III. Voy a observar varias formas en las que se da consuelo falso a pecadores ansiosos.

Casi podría decir que hay una variedad interminable de formas en las que se hace. Mientras más experiencia tengo, y mientras

más observo las maneras en las que incluso gente buena trata con pecadores ansiosos, más me siento dolido por las tonterías y

falsedades con las que intentan consolar a sus amigos ansiosos, y así, de hecho, los engañan y embaucan para su salvación.

Seguido me recuerda la manera en la que la gente actúa cuando alguien está enfermo. Que alguien se enferme, de cualquier

enfermedad en el mundo, y encontrarán ustedes que cada persona que conozcan tiene un remedio para ese desorden, cierta cura,

una panacea, y encontrarán un mundo de charlatanería alrededor de ustedes, que si no tienen cuidado y lo echan fuera,

293

seguramente perderán su vida. Un hombre debe ejercer su propio juicio, pues encontrará tantos remedios como amigos, y cada

uno es tenaz de su propia medicina, y quizá piense mal si no se la toma. Y sin duda, este sistema miserable de charlatanería mata

a mucha gente.

Esto es igual de cierto con respecto a enfermedades del cuerpo que con respecto a las enfermedades de la mente. La gente tiene

sus remedios, catolicones y panaceas para consolar almas en angustia, y cuando empiezan a hablar con el pecador ansioso, les

darán falsos consuelos, tantos que si NO TIENE CUIDADO, y considera la palabra de Dios, infaliblemente será engañado para su

propia destrucción. Propongo mencionar unas cuantas falsedades que con frecuencia son dadas para intentar consolar a

pecadores ansiosos. No me daría tiempo con sólo mencionarlas todas.

El objeto directo de muchas personas es consolar a los pecadores y con frecuencia intentan tanto en eso que no se adhieren a los

medios o tipo de consuelo. Ven a sus amigos en angustia y les da lástima, se sienten muy compasivos. "Oh, oh, no soporto verlos

tan angustiados, debo de alguna forma consolarlos", y entonces tratan una forma y otra, ¡todo para consolarlos! Ahora, Dios desea

que sean consolados. Él es benevolente y tiene sentimientos afables, y su corazón lo anhela cuando los ve muy angustiados. Pero

ve que hay sólo una forma de darle al pecador consuelo verdadero. Tiene más benevolencia y compasión que todos los hombres,

y desea consolarlos. Pero tiene términos fijos tan firmes como su trono, sobre el cual le dará al pecador alivio. Y no cambiará. Sabe

que no hará ningún bien efectivo al pecador, pues nada puede hacerlo feliz, hasta que se arrepienta de sus pecados y los

abandone, y se vuelva a Dios. Y por tanto, Dios no cederá. Nuestro objetivo debe ser el mismo que el de Dios. Debemos sentir

compasión y benevolencia como él, y estar listos a dar consuelo, pero debemos estar seguros que sea el de la clase correcta. El

hecho es que nuestro objeto primordial debe ser el mover al pecador a obedecer a Dios. Su consuelo debe ser con nosotros y con

él, excepto un objeto secundario, y mientras más estamos ansiosos de aliviar su angustia en vez de que deje de abusar y

deshonrar a Dios, probablemente, por nuestras instrucciones, no vamos a hacerle ningún bien real. Ésta es una distinción

fundamental al tratar con pecadores ansiosos, pero evidentemente pasada por alto por muchos, que parecen no tener motivos más

elevados que la simpatía o compasión por el pecador. Si en el predicar el evangelio, o instruir a los ansiosos, no somos activados

por una consideración mayor para la honra de Dios, y nos elevamos tan alto como el deseo de aliviar al angustiado, esto no nos va

a llevar más lejos que a una simpatía o compasión constitucionales. Pasar por alto este principio ha a menudo desorientado a

profesantes de religión, y cuando han oído a otros tratar fielmente a los pecadores ansiosos, los han acusado de crueldad. Seguido

294

he tenido profesantes que me traen a pecadores ansiosos y me ruegan que los consuele, y cuando he examinado sus conciencias

hasta el fondo, se han estremecido, y a veces se han puesto del lado del pecador. A veces es imposible tratar eficazmente con los

jóvenes ansiosos, en la presencia de sus padres, porque tienen más compasión por sus hijos que el considerar el honor a Dios.

Todo esto está mal y con tales posturas y sentimientos es mejor callar que decirle algo a los ansiosos.

1. Una de las formas en las la gente da consuelo falso a los pecadores angustiados es preguntándoles: "¿Qué has hecho? Pues

no eres tan malo". Los ven angustiados y dicen "¿Qué has hecho? Como si nunca hubieran hecho algo perverso, y en realidad no

han tenido ninguna ocasión para sentirse angustiados en lo absoluto. He mencionado antes el caso de una señora elegante que

fue despertada en esta ciudad, y que iba a ver a un ministro para hablar con él, cuando se encontró a una amiga, quien le dio la

espalda, y ahuyentó su ansiedad, por el grito "¿Qué has hecho para hacerte sentir así? Estoy segura que nunca has cometido

ningún pecado para ponerte así".

Seguido me he encontrado con casos de este tipo. Una madre le dice a su hijo, quien está ansioso, qué hijo tan obediente ha sido,

cuán bueno y qué amable, y le pide que no se ponga así. Igualmente, un esposo le dice a su mujer, o ella al esposo, qué buenos

son, y le pregunta "¿Qué has hecho? Cuando los ven en gran angustia, empiezan a consolarlos, "no eres tan malo. Has estado

oyendo a ese ministro espantoso, que asusta a la gente, y te has preocupado. Cálmate, pues estoy seguro que no has sido tan

malo como para sentir tanta angustia". Cuando la verdad es que han sido mucho peor de lo que piensan. Ningún pecador tiene

idea que sus pecados han sido más grandes de lo que son. Ningún pecador ha tenido una idea adecuada de qué tan pecador es.

Es improbable que algún hombre viva bajo la perspectiva completa de sus pecados. Dios en su misericordia se ha apiadado de

todas sus criaturas en la tierra del perspectiva completo, un desnudo corazón humano. La culpa del pecador es mucha más

profunda y dañina de lo que piensa, y su peligro es mucho mayor de lo que cree que es, y si debe verse como son, probablemente

no viva un momento. Un pecador puede tener algunas nociones falsas del tema, que crean angustia, que no tienen fundamento.

Puede pensar que ha cometido un pecado imperdonable, o que ha alejado al Espíritu, o hecho a un lado su día de gracia. Pero

decirle a la persona más moral y naturalmente amigable en el mundo que es lo bastante bueno, o que no es tan malo como cree

que es, es no darle consuelo racional, sino engañarlo, y arruinar su alma. Que aquellos que lo hacen sean cautelosos.

2. Otros le dicen a los pecadores despiertos que "la conversión es una obra progresiva" y de esta forma calman su ansiedad.

Cuando un hombre está angustiado porque se ve él mismo que es un pecador, y a menos que se vuelva a Dios, será condenado,

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es un gran alivio tener algún amigo que sostenga la idea de que puede mejorar por grados, y que empieza, poco a poco, y le dicen

"pues, no puedes esperar que todo sea de inmediato; no creo en esas conversiones repentinas, tienes que esperar y dejar que

obre, has empezado bien, y poco a poco tendrás consuelo". Todo esto es falso como el abismo sin fondo. La verdad es que la

regeneración o conversión no es una obra progresiva. ¿Qué regeneración? ¿Qué es más que el comienzo de la obediencia a

Dios? ¿Y acaso es el inicio de un algo progresivo? Es el primer acto de obediencia genuina a Dios--la primera acción voluntaria de

la mente de lo que Dios aprueba, o que puede ser considerada como obediencia a Dios. Eso es conversión. Cuando las personas

hablan de conversión como obra en progreso, es absurdo. Muestran que saben de regeneración o conversión como Nicodemo. No

saben nada, como debieran saber, y están aptos para conducir una reunión ansiosa, o dar consejo o instruir a los pecadores

ansiosos como Nicodemo.

3. Otra forma en la que pecadores ansiosos son engañados con consuelo falso es al ser aconsejados de hacer caso omiso del

asunto por el presente.

Los hombres que se supone son sabios y buenos han pensado ser mucho más sabios que Dios, que cuando Dios está tratando

con un pecador, por su Espíritu, y tratando de llevarlo a la decisión inmediata, creen que Dios está empujando muy fuerte y que es

necesario que ellos intervengan, y aconsejarán a la persona que dé un paseo, o salga con alguien, o se ocupe de algún asunto, o

algo que alivie su mente un poco, por lo menos en el presente. De una vez que le digan a Dios, en palabras simples, "Oh Dios,

eres muy duro, vas muy rápido, lo vas a hacer enloquecer, o lo vas a matar, no puede soportarlo; pobre criatura, si está tan

presionado, morirá". Así se oponen a Dios, y hacen lo mismo como decirle al mismo pecador, "Dios te va a volver loco si no haces

caso omiso del asunto, y resistes al Espíritu, y lo alejas de tu mente".

Un consejo así, si es convicción verdadera de pecado lo que angustia al pecador, no es en lo absoluto seguro o legítimo. Los

esfuerzos del Espíritu para llevar al mismo pecador hacia él, nunca lo lastimarán, ni lo enloquecerán. Quizá lo turben por resistirse,

pero es blasfemo pensar que el Espíritu sabio, benevolente y bendito de Dios se conduzca con negligencia como para trastornar y

destruir al alma que vino a santificar y salvar. El curso apropiado a tomar con el pecador, cuando el esfuerzo del Espíritu lo arroja

en angustia, es instruirlo y aclarar sus posturas, corregir sus errores, y abrir el camino para la salvación tan claramente que lo

pueda ver directamente. No es hacer a un lado el asunto, sino caer con el Espíritu, y entonces callar todas esas agonías

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amenazantes que son producidas por resistir al Espíritu Santo. RECUERDEN, si un pecador despierto voluntariamente pone a un

lado el asunto una vez, es probable que no lo retome de nuevo.

4. A veces un pecador despierto es consolado al decírsele que la religión no consiste en sentirse mal. Una vez oí a un doctor en

divinidad darle a un pecador ansioso un consejo tal cuando estaba de hecho angustiándose bajo los dardos del Todopoderoso. Le

dijo: "la religión es alegre, la religión no es triste, no te angusties, consuélate, haz a un lado tus temores, no debes sentirte mal", y

consuelos así de miserables, cuando de hecho, el hombre tenía infinita razón para estar angustiado, pues estaba resistiendo al

Espíritu Santo, y en riesgo de alejarlo por siempre.

Es cierto, la religión no consiste en sentirse mal, pero el pecador tiene razón de estar angustiado porque no tiene religión. Si la

tuviera, no se sentiría así. Si fuera cristiano, se gozaría. Pero decirle al pecador impenitente que esté alegre, pues de una vez que

se predique esa doctrina en el infierno, y les digan ahí: "¡Ánimo, ánimo, no se sientan tan mal!"

El pecador está al borde del infierno, está en rebelión contra Dios, y su peligro es infinitamente mayor del que se imagina. ¡Oh, qué

doctrina de demonios! Decirle a un rebelde contra el cielo que no esté angustiado. ¿Acaso no es toda su angustia rebelión en sí

misma? No es consolado porque rehúsa ser consolado. Dios está listo para consolarlo. No necesitan pensar ser más compasivos

que Dios. Él lo llenará con consuelo en un instante, si se somete. Pero ahí está, luchando contra Dios, contra el Espíritu Santo, y

contra su conciencia, hasta que está angustiado hasta morir, y todavía así no se rinde; y ahora alguien llega "Oh, odio verte

sentirte tan mal, no te angusties tanto, anímate, anímate, la religión no consiste en estar triste, consuélate". ¡Horrible!

5. Cual sea lo que involucre el tema de religión con misterio está calculado para dar al pecador consuelo falso.

Cuando un pecador está ansioso en el tema de religión, muy a menudo, si lo nublan con misterio, se sentirá aliviado. La angustia

del pecador surge de la presión de la obligación presente. Ilumínelo a él en este punto, aclaren, y si no se rinde, sólo aumentará su

angustia. Pero díganle que la regeneración es un misterio, algo que no se puede entender, déjenlo en tinieblas, y aliviarán su

ansiedad. Es su postura clara de la naturaleza y el deber del arrepentimiento lo que produce su angustia. Es la luz la que lleva

agonía a la mente, mientras se rehúsa obedecer. Es eso lo que hará los dolores del infierno. Y casi hará un infierno en el pecho del

pecador aquí, si se hace lo bastante claro. Pero nada más cubran esa luz, y su ansiedad inmediatamente se hará mucho menos

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perceptiva y conmovedora. Pero si abren la cortina y dejan entrar la luz, y deslumbra en su alma, y si no se rinde, encenderán las

torturas del infierno en su regazo.

6. Cual sea lo que consuela al pecador de un sentido de culpa está calculado para darle consuelo falso.

Entre más un hombre se sienta culpable, más honda es su angustia. Pero cualquier cosa que disminuya su sentido de culpa,

desde luego aminora su angustia, pero es un consuelo lleno de muerte. Si cualquier cosa le ayuda a dividir la culpa, y desecha una

parte de ella sobre Dios, dará consuelo, pero es un alivio que destruirá su alma

7. Decirle de su incapacidad es consuelo falso. Díganle al pecador ansioso "¿Qué puedes hacer? Eres una pobre criatura débil, no

puedes hacer nada". Lo harán sentir un tipo de dependencia. Pero no es esa agonía aguda de remordimiento, con la que Dios

estruja el alma cuando está obrando para penetrar y llevarlo al arrepentimiento.

Si le dicen que no puede obedecer el evangelio, naturalmente se vuelve un alivio. Se dice a sí mismo: "Sí, no puedo, soy una

pobre, débil criatura, no puedo hacer eso, y ciertamente Dios no puede enviarme al infierno por no hacer algo que no puedo

hacer". Pues, si creyera que el pecador es incapaz, le diría: "no temas, no se te va a culpar por no obedecer el llamado del

evangelio, pues no puedes, y Dios nunca te mandará al infierno por no hacer lo que no tienes fuerza para hacerlo". "El Juez de

toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?" Sé que no es común para aquellos que hablan de la incapacidad del pecador que

sea muy consistente y apliquen su teoría. Pero el pecador infiere todo eso, y así se siente aliviado. Es todo falso, y todo el

consuelo derivado de eso es sólo guardar ira contra el día de la ira.

8. Cual sea que haga la impresión en la mente del pecador de que es pasivo en religión está calculado para darle consuelo falso.

Denle la idea de que no tiene que hacer nada más que esperar el tiempo de Dios; díganle que la conversión es la obra de Dios, y

que se la deje a Él, y que tiene que ser cuidadoso de no intentar de quitar la obra de la mano de Dios, y él inferirá, como antes, que

no se le va a culpar, y se sentirá aliviado. Si sólo va a estar quieto, y dejar que Dios haga la obra, así como un hombre se queda

quieto al amputársele el brazo, se siente aliviado. Pero una instrucción como ésa, está mal. Si el pecador va a estar quieto, y va a

dejar a Dios hacerlo, instantáneamente infiere que no se le va a culpar por no hacerlo él mismo. Y la inferencia es no sólo natural

sino legítima, pues no se le va a culpar.

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Es cierto que hay un sentido en que la conversión es la obra de Dios. Pero es falso, como se representa a menudo. También es

cierto que hay un sentido en que la conversión es el acto propio del pecador. Es ridículo, por tanto, decir que un pecador está

pasivo en la regeneración, o pasivo en ser convertido, pues la conversión es su propio acto. Aquello que se va a hacer es aquello

que no puede hacerse por él. Es algo que tiene que hacer, o nunca se hará.

9. Decirle al pecador que espere el tiempo de Dios.

Hace unos años conocí a una mujer en Filadelfia, que estaba ansiosa por su alma, y había estado mucho tiempo en ese estado.

Hablé con ella, y trató de aprender de su estado. Me dijo muchas cosas buenas, y finalmente dijo que sabía que debía estar

dispuesta a esperar en Dios tanto como Él la había esperado. Dijo que Dios la había esperado muchos años antes de que pusiera

atención a sus llamados, y ahora creía que era su deber esperar el tiempo de Dios para mostrar misericordia y convertir su alma. Y

dijo que había sido la instrucción que había recibido. Tiene ella que ser paciente y esperar el tiempo de Dios, y poco a poco le dará

alivio. ¡Oh qué sorprendente locura!

Aquí está el pecador en rebelión. Dios llega con el perdón en una mano y una espada en la otra, y le dice al pecador que se

arrepienta y reciba el perdón, o se rehúse y se pierda. Y ahora viene un ministro del evangelio y le dice al pecador que "espere el

tiempo de Dios". Virtualmente le dice que Dios no está listo para que él se arrepienta, y no está listo ahora para perdonarlo, y

entonces, de hecho le echa la culpa de su impenitencia a Dios. En vez de señalar la culpa del pecador, en no rendirse de

inmediato a Dios, señala la insinceridad de Dios en hacer la oferta, cuando, de hecho, no estaba listo para conceder la bendición.

Seguido he pensado que tales maestros necesitan la reprensión de Elías cuando se reunió con los sacerdotes de Baal. "Gritad en

alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle". El

ministro que se aventura a sugerir que Dios no está listo, y le dice al pecador que espere el tiempo de Dios, de una vez que le diga

que Dios está dormido, o que se fue de viaje, y que no puede atenderlo ahora. ¡Ciertamente son consoladores miserables! Es una

horrenda blasfemia a Dios. Cuántos han ido al juicio, rojo por todos lados de la sangre de las almas que han engañado y destruido

al decirles que Dios no está listo para salvarlos y que tienen que esperar el tiempo de Dios. Sin duda, una doctrina así está

excesivamente calculada para dar alivio presente a un pecador ansioso. Le justifica decir "ah sí, Dios no está listo, tengo que

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esperar el tiempo de Dios, entonces puedo vivir en pecado, y esperar un poco más, hasta que esté listo para que me atienda, y

entonces tendré religión".

10. Es consuelo falso decirle a un pecador ansioso que haga cualquier cosa por el alivio, que puede hacer, y no rendir su corazón

a Dios.

Un pecador ansioso está a menudo dispuesto a hacer cualquier cosa más excepto aquello que Dios le requiere hacer. Está

dispuesto a ir a los confines del mundo, o pagar su dinero, o soportar sufrimiento, o cualquier cosa excepto la sumisión plena y

espontánea a Dios. Ahora si comprometieran el asunto con él, y le dijeran de algo más que pueda hacer, y sin embargo evadiera

ese punto, estaría muy consolado. Le gusta esa instrucción. Dice: "Ah sí, Dios hará eso. Me agrada ese ministro, no es tan severo

como otros, parece entender mi caso particular y sabe cómo ganarse su sueldo".

Seguido me recuerda de la conducta de un paciente que está muy enfermo, pero con un gran desagrado por cierto médico y una

medicina en particular, pero ése es el médico que sólo sabe cómo tratar la enfermedad y del único remedio para ella. Ahora el

paciente está dispuesto a hacer cualquier cosa, llamar a otro médico, y está ansioso y angustiado, y está preguntando a todos sus

amigos si no le pueden decir qué debe hacer, y que tomará todas las medicinas y remedios en el país, antes de entregarse al único

recurso que le dará alivio. Poco a poco, luego de tratar todo sin ningún beneficio, si no muere en el experimento, cede su oposición

irracional, llama al médico, toma la medicina apropiada, y se cura. Lo mismo con pecadores. Harán afanosamente cualquier cosa si

los dispensan de esta presión intolerable de la obligación presente para rendirse a Dios. Mencionaré unas cuantas cosas que se

les dice a pecadores lo que tienen que hacer.

(1.) Decirle a un pecador que tiene que usar los medios. Díganle a un pecador ansioso esto--Tienes que usar los medios, y

quedará él tranquilo. "Ah sí, hare eso, si es todo. Pensé que Dios me requería que me arrepintiera y me entregara a él ahora. Pero

si usar los medios sirve, haré eso con todo mi corazón". Estaba angustiado antes porque estaba arrinconado, y no sabía para

dónde voltear. La conciencia lo había acorralado, como una pared de fuego, y le urgía que se arrepintiera ahora. Pero esto lo

tranquiliza de inmediato, y se siente mejor, y está muy agradecido y dice que encontró a un buen consejero en su angustia. Pero

puede usar los medios, como le llama, hasta el día del juicio y no haber ni una pizca de mejora para eso, más que sólo apresurar

su camino a la muerte. ¿Cuál es el uso de los medios para el pecador más que rebelión contra Dios? Dios usa medios. La iglesia

300

usa medios para convertir y salvar pecadores, para abrumarlo y llevarlo a sumisión. Pero ¿qué tiene que ver el pecador con usar

medios? ¿Lo pondría a usar medios sobre Dios, y compensar el asunto? O ¿va a usar medios para que él mismo se someta a

Dios? ¿Cómo iremos a la obra con los medios de él para hacer que se someta él mismo? Es nada más decirle al pecador: "tienes

que someterte a Dios ahora, pero sólo usa los medios por un rato, y ve si no puedes derretir el corazón de Dios, para que él ceda

este punto de sumisión incondicional". Es pura excusa evadir el deber de sumisión inmediata a Dios. Es cierto que los pecadores,

movidos por una consideración de su propia felicidad, con frecuencia ponen atención al asunto de religión, asisten a reuniones,

oran, leen, y muchas cosas así, pero en todo esto, no tienen consideración de honrar a Dios, ni tienen la intención de obedecerlo.

Su plan no es obediencia, pues si fuera, no serían pecadores impenitentes. No están, por tanto, usando los medios para ser

cristianos, sino para obtener perdón y una esperanza. Es absurdo decir que un pecador impenitente está usando medios para

arrepentirse, pues esto es lo mismo que decir que está dispuesto a arrepentirse, o en otras palabras, se arrepiente, y no es un

pecador impenitente. Entonces, decir que un pecador inconverso usa los medios con el diseño de volverse cristiano es una

contradicción, pues está diciendo que está dispuesto a ser cristiano, que es lo mismo decir que ya es cristiano.

(2.) Decirle al pecador que ore por un corazón nuevo. Una vez oí a un célebre maestro de escuela dominical hacer eso. Casi era el

padre de las escuelas dominicales en este país. Llamó a una niñita y empezó a hablar con ella. "Mi hijita, ¿eres cristiana?" No,

señor. "Bueno, no puedes ser cristiana por ti misma, ¿verdad?" No, señor. "No puedes ser cristiana, no puedes por ti misma

cambiar tu corazón, pero tienes que orar por un corazón nuevo; es todo lo que puedes hacer, orar a Dios y te dará un corazón

nuevo". Era un hombre venerable de edad, pero me sentí casi dispuesto a reprenderlo abiertamente en el nombre del Señor. No

podía soportar oírle engañar a esa niña, diciéndole que no podía ser cristiana. ¿Acaso Dios dice: "oren por un corazón nuevo?"

Dice: "haceos un corazón nuevo". Y al pecador no se le dice que ore a Dios para que cumpla el deber de aquél, sino que vaya y lo

haga él mismo. Sé que el salmista, un buen hombre, oraba: "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto

dentro de mí." Tenía fe y oraba en fe. Pero eso es muy distinto a poner a un rebelde obstinado a orar por un corazón nuevo. Sin

duda, un pecador ansioso estará encantado con una instrucción así. "Pues, sabía que necesitaba un corazón nuevo, y que debía

arrepentirme, pero pensé que debía hacerlo yo mismo. Estoy muy dispuesto a pedirle a Dios que lo haga, detesto hacerlo yo, pero

no tengo objeción que Dios lo haga, si quiere, oraré por eso, si eso es lo que se requiere."

301

(3.) Decirle al pecador que persevere. Y supongan que persevera. Está él tan cierto de ser condenado como si hubiese estado en

el infierno desde la fundación del mundo. Su ansiedad surge sólo de su resistencia, y si se somete, cesará. Y ahora, ¿le dirán que

persevere en aquello que causa su angustia? Supongan que mi hijo, en un arrebato, avienta un libro o algo al suelo, le digo:

"recógelo", y en vez de hacer caso de lo que digo, se echa a correr a jugar. "¡Recógelo o traeré la vara!" Y cojo la vara. Se queda

quieto. "Recógelo o te pego". Se acerca lentamente y empieza a llorar. "Recógelo, hijo mío, o serás castigado". Ahora está en

angustia, llora y suspira, como si su regazo fuese a estallar, pero sigue de necio como si supiera que no lo voy a castigar. Ahora

empiezo dar los motivos para someterse y obedecer, pero ahí está, en agonía, e irrumpe: "Oh padre, me siento muy mal, creo que

estoy siendo mejor". Y ahora supongan que llega un vecino, y ve al hijo parado ahí, en agonía de su necedad. El vecino le

pregunta por qué está ahí de pie, qué está haciendo. "Ah, estoy usando los medios para levantar el libro". Si este vecino le dice:

"persevera, persevera, niño, lo harás poco a poco", ¿qué debo hacer? Pues lo corro de la casa por motivar la rebelión de mi hijo.

Ahora, Dios llama al pecador que se arrepienta; lo amenaza; saca su espada destellante, lo persuade, usa sus motivos, y el

pecador se llena de angustia, pues él mismo es conducido a la alternativa amenazante de rendir sus pecados o irse al infierno.

Debe instantáneamente rendir sus armas, quebrantar su corazón de inmediato. Pero se resiste, lucha contra la convicción, y eso le

crea angustia. Ahora, ¿acaso le dirán que persevere? ¿Perseverar en qué? ¡En luchar contra Dios! Ésa es la dirección que le daría

el diablo. Todo lo que quiere el diablo es verlo perseverar en el camino precisamente en el que está yendo, y su destrucción es

segura. Satanás se puede ir a dormir.

(4.) Decirle al pecador que siga adelante. Esto es: "Vas bien, sólo sigue adelante, y llegarás al cielo". Esto es en la suposición que

su rostro está hacia el cielo, cuando de hecho su rostro está hacia el infierno, y está siguiendo adelante y más que nunca

rápidamente, mientras se está resistiendo al Espíritu Santo. Con frecuencia he oído esta dirección dada, cuando el pecador estaba

en un mal camino. Lo que deben decirle es "DETENTE--pecador, detente, no des un paso más por ese camino, te llevará al

infierno". Dios le dice que se detenga, y porque no desea detenerse, se angustia. Ahora, ¿por qué deben intentar consolarlo de esa

forma?

(5.) Díganle al pecador que tiene que tratar de arrepentirse y dar su corazón a Dios. "Ah, sí", dice el pecador, "estoy dispuesto a

intentar. Seguido he tratado de hacerlo, y trataré de nuevo". Ah, ¿acaso Dios les dice que traten de arrepentirse? Todo el mundo

estaría dispuesto a tratar de arrepentirse, a su modo. Dar esta dirección implica que es muy difícil arrepentirse, y quizá imposible, y

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lo mejor que el pecador puede hacer es tratar y ver si puede o no hacerlo. No es esto más que sustituir el propio mandamiento de

uno en lugar del mandamiento de Dios. Dios requiere nada menos que el arrepentimiento y un corazón santo. Cualquier cosa

menos que eso es consolar al pecador en vano, "viniendo a parar vuestras respuestas en falacia".

(6.) Díganle que ore por arrepentimiento. "Ah sí, oraré por arrepentimiento si eso es todo. Me angustié porque pensé que Dios

requería que me arrepintiera, pero si lo hará él, puedo esperar". Y de esa forma se siente aliviado y bastante cómodo.

(7.) Decirle al pecador que ore por convicción, o que ore para que el Espíritu Santo le muestre sus pecados, o que le dé más luz en

el asunto de su culpa a fin de aumentar su convicción.

Todo es sólo lo que el pecador quiere porque lo libra de la presión de la obligación presente. Quiere un poco más de tiempo.

Cualquier cosa que aplace esa presión presente de obligación para arrepentirse inmediatamente es un alivio. ¿Para qué quiere

más convicción? ¿Acaso Dios da tal dirección a un pecador impenitente? Dios da por hecho que ya tiene la suficiente convicción. Y

sí la tiene. ¿Acaso dicen que él no puede darse cuenta de todos sus pecados? Si puede darse cuenta sólo de uno, que se

arrepienta de ése, y será cristiano. Supongan que pueda verlos todos, ¿qué razón hay para pensar que se arrepentirá de todos

más que ése que ve? Todo eso está consolando al pecador al disponerlo a hacer aquello que puede hacer y no rendirá su corazón

a Dios.

11. Otra forma en la que se da consuelo falso a pecadores ansiosos es decirles que Dios está probando su fe al tenerlos en el

horno, y que deben esperar pacientemente en el Señor. Como si tuviera falta Dios, o se interpusiera en el camino para que uno

fuese cristiano. O ¡como si un pecador impenitente tuviera fe! ¡Qué abominación! Supongan que alguien le diga a mi hijo mientras

está de pie por el libro que he descrito. "Espera pacientemente, niño, tu padre está probando tu fe". No. El pecador está probando

la paciencia y benignidad de Dios. Dios no se dispone a torturar a un pecador, y darle una lección de paciencia, sino que está

esperando en él, y laborando para llevarlo de una vez a tal estado de mente que considera consistente para llenar su alma de paz

celestial. Y ¿acaso será el pecador motivado a resistir por la idea de que Dios está bromeando? TENGAN CUIDADO. Dios ha

dicho que su Espíritu no siempre contenderá.

12. Otro consuelo falso es decirle al pecador, cumple tu deber, y deja la conversión a Dios.

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Una vez oí a un anciano de una iglesia decirle a un pecador ansioso: "Cumple tu deber, y deja tu conversión a Dios, lo hará en su

propia tiempo y manera". Eso era lo mismo que decirle que no era su deber ser convertido ahora. No dijo: "cumple tu deber, y deja

la salvación a Dios". Eso hubiera sido bastante apropiado, pues hubiera sido simplemente decirle someterse a Dios, y hubiera

incluido la conversión como su primer deber de todos. Pero le dijo que dejara su conversión a Dios. Y este anciano, que le dio ese

consejo, era un hombre de educación liberal también. ¡Qué absurdo! Como si pudiera cumplir su deber y no fuese convertido.

Como si Dios fuera a convertir a un pecador y dejar al pecador sentarse calmadamente en el uso de los medios. ¡Horrible! No. Dios

le ha requerido hacerle un nuevo corazón, y tienen cuidado cómo lo consuelan con una respuesta de falsedad.

13. A veces los profesantes de religión tratarán de consolar a un pecador diciéndole: "No te desanimes; por mucho tiempo estuve

así antes de encontrar consuelo". Le dirán: "estuve bajo convicción tantas semanas--o quizá muchos meses, o a veces años, y he

pasado por todo esto, y sé cómo te sientes; tu experiencia es la misma que la mía, precisamente, y después de mucho tiempo,

encontré alivio, y no dudo que lo encontrarás poco a poco. No desesperes. Dios te consolará pronto". ¡Decirle al pecador que se

arme de valor en su rebelión! Oh, qué horrible. Tales profesantes deberían sentirse avergonzados. Supongan que estuvieran por

varias semanas bajo convicción, y que luego encontrarán alivio, es lo último que deben decirle al pecador. Es animarlo a que

resista, cuando su asunto es rendirse. ¿Acaso resistieron tantas semanas mientras el Espíritu contendía con ustedes? Ustedes

merecen tanto como ser condenados por su obstinación y estupidez.

¡Pecador! No es señal que Dios te pase por alto por tanto tiempo, que su Espíritu permanezca contigo para ser resistido. Y

recuerda, si el Espíritu es quitado, serás enviado al infierno.

14. "Tengo fe para creer que serás convertido"

¡Tienen fe para creer! ¿En qué descansa su fe? ¿En la promesa de Dios? ¿En las influencias del Espíritu Santo? Entonces están

contrarrestando su propia fe. El diseño y objetivo del Espíritu de Dios es deshacer del pecador su último vestigio de una esperanza

mientras permanezca en pecado; acabar cada peñasco o rama a la que pueda agarrarse. Y el objeto de la instrucción de ustedes

debe ser el mismo. Deben estar con el plan de Dios. Es sólo de esa forma que puedan hacer bien, al empujarlo para obrar, para

rendirse de inmediato y dejar su alma en las manos de Dios. Pero cuando uno que piensa que es cristiano, le dice: "tengo fe para

creer que te convertirás", lo sostiene en su expectativa falsa. En vez de alejarlo de sus falsas esperanzas, y arrojarlo a Cristo, sólo

304

lo desaniman para que se prenda de la fe de ustedes, y halle consuelo porque tienen fe por él. Esto es consuelo falso que obra

muerte.

15. "Oraré por ti". A veces los profesantes de religión tratan de consolar a un pecador ansioso de esa forma al decirle: "oraré por

ti". Esto es consuelo falso, pues lleva al pecador a confiar en esas oraciones, en vez de confiar en Cristo. El pecador dice: "es un

buen hombre, y Dios oye las oraciones de los hombres buenos, sin duda sus oraciones prevalecerán por un tiempo, y seré

convertido, no creo que me pierda". Y se va su ansiedad y agonía. Una mujer le dijo a un ministro: "no tengo esperanza, pero tengo

fe en sus oraciones". Como esa fe, eso es como el diablo los quiere tener--fe en oraciones en vez de fe en Cristo.

16. "Me gozo verte de esa manera, y espero que seas fiel y resistas". ¿Qué es eso más que regocijarse para verlo en rebelión

contra Dios? Pues eso es precisamente la base sobre la que se para. Está resistiendo la convicción, resistiendo la conciencia, y

resistiendo al Espíritu Santo, y sin embargo ustedes se regocijan verle de esa manera, y esperan que sea fiel y resista. Hay un

sentido, ciertamente, en el que se puede decir que su situación es más esperanzadora que cuando estaba en estupidez. Pues Dios

lo ha convencido, y puede tener éxito en hacerlo volver y someterlo. Pero eso no es el sentido en el que el mismo pecador lo

entiende. Supondrá que piensan de él de una forma esperanzadora, porque está siendo mejor que antes, cuando su culpa y

peligro son, de hecho, mayores que antes. Y en vez de regocijarse, ustedes deberían estar angustiados y en agonía por verlo a él

resistir al Espíritu Santo, pues cada momento que hace eso, está en peligro de ser dejado de Dios, y a una dureza de corazón y

desesperación.

17. "Tendrás tu paga por eso, poco a poco, Dios re recompensará". Sí, pecadores, Dios los recompensará, si continúan en ese

camino, los pondrá en las llamas del infierno. ¡Recompensa por todo esa aflicción! Sí, si alguna vez son recompensados, será en el

infierno. Una vez oí a un pecador decir: "me siento muy mal, tengo mucha esperanza que tendré mi recompensa". Pero ese

individuo después dijo: "en ningún lado se puede encontrar a un pecador tan sucio como yo, y ningún pecado de mi vida parece

tan sucio, y condenador como esa expresión". Estaba abrumado con contrición, que de haber tenido una idea así, como para

pensar que Dios lo recompensa por sufrir tanta aflicción, cuando él mismo la trajo para sí, innecesariamente, por su resistencia

perversa a la verdad. Lo cierto es que lo que tales personas quieren es consolar al pecador, y como están todos en oscuridad en el

tema de religión, desde luego que ellos le dan consuelo falso.

305

18. Otro consuelo falso es decirle al pecador no se ha arrepentido lo suficiente. La verdad es que no se ha arrepentido de nada.

Dios siempre consuela al pecador tan pronto se arrepiente. Esta dirección implica que sus sentimientos están bien tan lejos como

vayan. Inferir que tiene algo de arrepentimiento es decirle una mentira, engañar su alma.

19. La gente a veces consuela al pecador diciéndole: "si eres elegido, serás traído". Una vez oí un caso donde una persona bajo

gran angustia de mente fue enviada a hablar con un ministro vecino. Hablaron por mucho tiempo. En tanto la persona se despedía,

el ministro le dijo: "Quisiera escribirle a tu padre". Su padre era un hombre piadoso. El ministro escribió la carta, y olvidó cerrarla.

Mientras el pecador se iba a casa, vio que la carta no estaba cerrada, y pensó que probablemente el ministro había escrito de él, y

su curiosidad lo llevó a abrir y leer la carta. Y ahí encontró escrito: "Estimado Señor. Encuentro a su hijo bajo convicción y en gran

angustia, y parece que es muy difícil hallar algo que lo calme, pero si es uno de los elegidos, seguramente será traído". Quería

decir algo para consolar al padre. Pero ahora, observen. Esa carta había arruinado su alma. Había descansado en la doctrina de la

elección--"Si soy elegido, seré traído", y su convicción se fue. Años después fue despertado y convertido, pero solo después de

una gran lucha, hasta que la impresión falsa fue borrada de su mente, y se le hizo ver que no tenía nada que ver con la doctrina de

la elección, pero si no se arrepentía, iba a ser condenado.

20. Es muy común para algunos decirle a un pecador despierto: "Estás en un camino muy próspero. Me da gusto verte así y me

siento animado por ti". A veces parece como si la iglesia estuviera en complot con el diablo para ayudar a pecadores a resistir al

Espíritu Santo. Lo que el Espíritu Santo quiere hacer sentir al pecador es que sus caminos están mal, y que los llevan al infierno. Y

todos están conspirando para hacer la impresión opuesta. El Espíritu está tratando de desanimarlo y ellos están tratando de

animarlos; y ¿acaso el más grande obstáculo al Espíritu saldrá de la iglesia? ¡Pecador! No creas tal cosa. No estás en un camino

esperanzador. No estás bien, sino mal, tan mal como puedes, mientras resistas al Espíritu Santo.

21. Otra forma muy fatal, en la que consuelo falso es dado a los pecadores, es al aplicar ciertas promesas de la Escritura, que

están diseñadas sólo para los santos. Este es un gran artificio del diablo. Es muy practicado por los universalistas, pero los

cristianos seguido lo hacen. Por ejemplo:

(1.) "Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación". Cuán seguido este pasaje ha sido aplicado a los

pecadores ansiosos, que estaban en angustia porque no se rinden a Dios; bienaventurados los que lloran. ¡Ciertamente! Es eso es

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verdad, donde lloran con tristeza según Dios. Pero ¿de qué llora el pecador? Está llorando porque la ley de Dios y sus términos de

salvación están tan fijos que no puede sacarlos de mente. Díganle a un rebelde así--"¡bienaventurados los que lloran!" De una vez

aplíquenlo a aquellos que están en el infierno. Allí también hay lloro. El pecador está llorando porque no hay otro camino para la

salvación porque Dios es tan santo que le requiere que deje todos sus pecados, y siente que ha llegado el momento que debe

rendirse o ser condenado. ¿Acaso le diremos que será consolado? Vayan y díganle al diablo: "Pobre diablo, lloras ahora, pero la

Biblia dice que eres bienaventurado si lloras, y serás consolado poco a poco".

(2.) "Buscad y hallaréis". Eso se le dice a los pecadores en una manera tal como para implicar que el pecador ansioso está

buscando religión. Esa promesa fue hecha en referencia a los cristianos que piden en fe y buscan la voluntad de Dios, y no es

aplicable para aquellos que están buscando esperanza o consuelo, sino búsqueda santa. Aplicarlo a un pecador impenitente es

sólo engañarlo, pues su búsqueda no es de ese carácter. Decirle, "estás buscando, ¿verdad? Bueno, busca y encontrarás", es

atesorar un engaño fatal. Mientras siga impenitente, no tiene un deseo, que el diablo no pueda tener, y permanecer aún un diablo.

Si tuviera el deseo de cumplir su deber, si estuviera buscando la voluntad de Dios, y dejara sus pecados, sería cristiano. Pero

consolar al pecador impenitente con una promesa así, de una vez que se consuele a Satanás.

(3.) "No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos". Es absurdo aplicar esto al

pecador para consolarlo. Es como si estuviera haciendo algo para agradar a Dios. Nunca ha hecho bien, y nunca ha hecho más

daño que ahora. Supongan que mi vecino, que vino mientras estaba tratando de corregir a mi hijo, le diga al niño: "A su tiempo

segarás, si no desmayas", ¿qué debo decir? Segar, sí, segarás, si no rindes tu obstinación, ciertamente segarás, porque aplicaré

la vara". Así que el pecador en lucha segará condenación del infierno, si no rinde sus pecados.

22. Algunos profesantes de religión, cuando intentan hablar con pecadores despiertos, son muy afectos a decir: "te hablaré de mi

experiencia". Ésta es una trampa peligrosa, y seguido le da al diablo una manivela para conducirlo al infierno por tratar de copiar la

experiencia de ustedes. Si le dicen a él, y cree que es una experiencia cristiana, casi infaliblemente será tratar de imitarla, y en vez

de seguir el evangelio, o las direcciones del Espíritu en su propia alma, está siguiendo el ejemplo de ustedes. Esto es absurdo

como también peligroso. Nunca tendrá los sentimientos que tuvieron ustedes. Dos personas no han ejercido algo idéntico. Las

experiencias de los hombres son tan distintas como sus expresiones faciales. Tal curso es muy seguro que lo desvíe. El diseño es

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seguido nada más que motivarlo al punto donde no deba ser motivado, antes de que se haya sometido a Dios. Y está calculado

para impedir la obra de Dios en su alma.

23. Cuántas veces la gente le dirá a un pecador despierto que Dios ha empezado una buena obra en él, y que la continuará. He

conocido a padres que hablan así a sus hijos, y tan pronto como los ven despiertos, dejan la ansiedad que tenían por ellos, y se

calman, pensando que ahora Dios ha empezado la buena obra en sus hijos, y que la continuará. Sería tan racional para un

labrador que diga así del grano, y tan pronto sale de la tierra, dice: "Pues bien, Dios ha empezado una buena obra en mi campo, y

la continuará". ¿Qué se pensaría de un labrador que descuida poner una barda, porque Dios ha empezado la buena obra dándole

una siembra del grano? Si le dicen al pecador de esa manera, y les cree, ciertamente será su destrucción, porque le prevendrá de

hacer aquello que es absolutamente indispensable para ser salvo. Si, tan pronto como el pecador es despertado, se le enseña que

ahora Dios ha empezado una buena obra, que sólo necesita continuar, y que Dios seguramente la continuará, verá que no

necesita ninguna ocasión más para estar ansioso, pues, de hecho, no tiene más qué hacer. Y entonces se sentirá aliviado de la

presión intolerable de la obligación presente, arrepentirse y rendirse a Dios. Y si es aliviado de este sentido de obligación de

hacerlo, nunca lo hará.

24. Algunos le dirán al pecador: "Bueno, has dejado tus pecados, ¿verdad?" "Claro que sí", dice el pecador, cuando es todo falso,

nunca ha abandonado sus pecados ni por un momento, sólo ha intercambiado una forma de pecado por otra; sólo se puso a sí

mismo en una actitud de resistencia. Y decirle que ha dejado sus pecados es darle consuelo falso.

25. A veces esta dirección es dada con el propósito de aliviar la agonía de un pecador ansioso: "haz lo que puedas y Dios hará el

resto", o "haz lo que puedas y Dios te ayudará". Es lo mismo que decirle al pecador, "no puedes hacer lo que Dios requiere que

hagas, pero si haces lo que puedas, Dios te ayudará en cuanto al resto". Ahora los pecadores con frecuencia tienen la idea que

han hecho lo que pueden, cuando, de hecho, no han hecho nada, sólo resistir a Dios con todo su ser. Seguido los oigo decir: "he

hecho todo lo que puedo, y no consigo alivio, ¿qué más puedo hacer? Ahora, pueden ver ustedes cuán reconfortante puede ser

para tal persona tener a un profesante de religión que venga y diga: "si haces lo que puedes, Dios te ayudará". Lo calma de

inmediato de toda su angustia. Puede estar inquieto y desdichado, pero su agonía se ha ido.

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26. De nuevo, dicen: "debes estar agradecido por lo que tienes, y no esperar más". Si el pecador es redargüido, le dirán que debe

estar agradecido por la convicción, y esperar la conversión. Si tiene algún sentimiento, debe estar agradecido por el sentimiento

que tiene, como si su sentimiento fuera un sentimiento religioso, cuando no tiene más religión que la de Satanás. Tiene razón para

estar agradecido, en efecto, estar fuera del infierno y agradecido de que Dios está esperándolo. Pero es ridículo decirle que debe

estar agradecido en cuando al estado de su mente, cuando está todo el tiempo resistiendo a su Hacedor con todas sus fuerzas.

ERRORES EN ORAR POR PECADORES.

Mencionaré aquí algunos errores al orar por pecadores en su presencia, por lo cual se hace en sus mentes una impresión

desdichada, en consecuencia de la cual ellos seguido obtienen consuelo falso en su angustia.

1. La gente a veces ora por los pecadores como si merecieran tener LÁSTIMA más que culpa. Oran por ellos como

ENDECHADORES. "Señor, ayuda a estos endechadores pensativos", como si ellos estuvieran en duelo, como alguien que ha

perdido a un amigo, o sabido de la calamidad de alguien, y no pueden evitarlo, y lo sintieran mucho, pero la muerte vendrá, y se les

tendrá lástima, como si estuviesen sentados ahí, tristes, pensativos, y sollozando. La Biblia nunca habla así. Se lamenta del

pecador, pero se lamenta de ellos como rebeldes culpables y locos, culpables y merecedores de irse al infierno, no como

endechadores pensativos, que no pueden evitarlo, que quieren ser aliviados, pero no pueden hacer nada más que sentarse y

lamentarse.

2. Orar por ellos como pobres pecadores. ¿Acaso la Biblia usa algún lenguaje como ése? La Biblia nunca habla de ellos como

"pobres pecadores", como si merecieran tener lástima más que culpa. A Cristo en su corazón le dan lástima los pecadores. Y

también a Dios le dan lástima. Siente en su corazón todo el fluir de la compasión por ellos, cuando los ve obstinados y

determinados por gratificar sus propias concupiscencias ante la perdición de su ira eterna. Pero nunca deja una expresión escapar

de él, como si el pecador fuera sólo una "pobre criatura" para tener lástima, como si no pudiera evitarlo. La idea de que es pobre

en vez de perverso, infortunado en vez de culpable, alivia al pecador grandemente. He visto al pecador retorcerse en agonía bajo

la verdad, en una reunión, hasta que alguien empieza a orar por él como una pobre criatura. Y entonces le corren las lágrimas y se

lamenta profusamente, y cree que ha sido grandemente beneficiado por una oración así. "Ah, qué buena oración". Si van y hablan

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con ese pecador, sabrán que se le está teniendo lástima como una pobre criatura, quizá lamentándose por su condición

desdichada, pero sus CONVICCIONES DE PECADO, sus impresiones profundas de la CULPA HORRIBLE se han ido todas.

3. Orar para que Dios ayude al pecador a arrepentirse. "Oh, Señor, facultara a este pobre pecador que se arrepienta ahora". Esto

comunica la idea a la mente del pecador que está ahora tratando con toda su fuerza de arrepentirse, y que no puede hacerlo, y por

tanto, los cristianos están llamando a Dios para que lo ayude y le faculte hacerlo. La mayoría de los profesantes de religión oran

por los pecadores, no para que Dios los haga DISPUESTOS a arrepentirse, sino que los FACULTE, los haga capaces. Con razón

sus oraciones no son escuchadas. Alivian al pecador de su sentido de responsabilidad, y eso alivia su angustia, pero es un insulto

a Dios, como si Dios hubiera ordenado a un pecador hacer lo que no puede hacer.

4. La gente a veces ora: "Señor, estos pecadores están buscándote con angustia". Este lenguaje es una alusión a lo que sucedió

cuando Jesús era niño, y fue al templo a hablar con los rabinos y doctores de la ley. Sus padres, recuerden, andando el camino de

un día a casa, antes de que supiesen que no estaba, se regresaron, y luego de buscar por todos lados, encontraron al pequeño

Jesús de pie en el templo oyendo y preguntando a los doctores de la ley, y su madre le dijo: "Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He

aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia". Y entonces esa oración representa a los pecadores buscando a Jesús, y

escondiéndose él de ellos, y lo buscan y tratan de encontrarlo, y se preguntan dónde está Jesús y dicen: "Señor, hemos buscado a

Jesús estos tres días con angustia". Es una MENTIRA. Ningún pecador ha buscado a Jesús con todo su corazón tres días, o tres

minutos, sin poder encontrarlo. Ahí está Jesús de pie a la puerta tocando, y está ahí frente a él pidiéndole, y encarándolo con todas

sus excusas falsas. ¡Buscándolo! El pecador puede quejarse y llorar: "Oh, cómo estoy angustiándome y buscando a Jesús". No

hay tal cosa; Jesús está buscándote. Y sin embargo cuántas conciencias oprimidas son aliviadas y consoladas al oír esas

oraciones.

5. "Señor, ten misericordia de estos pecadores que están buscando tu amor para conocerlo". Ésta es una expresión favorita de

muchos, como si los pecadores estuvieran buscando conocer el amor de Cristo y no pudieran. No hay tal cosa. No están buscando

el amor de Cristo, sino buscando ir al cielo sin Jesucristo. Como si sólo estuvieran buscándolo, y él tuviera el corazón tan duro que

no los deja tenerlo.

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6. "Señor, ten misericordia de estos pecadores penitentes", llamando a los pecadores almas penitentes. Si son penitentes, son

cristianos. Dar la impresión a un pecador inconverso de que es penitente es hacerle creer una mentira. Pero es muy reconfortante

para el pecador, y le gusta retomarla y orar una y otra vez; "Oh Señor, soy una pobre alma penitente. Soy muy penitente y estoy

muy angustiado. Señor, ten misericordia de un pobre penitente". ¡Qué engaño tan horrible!

7. A veces la gente ora por los pecadores ansiosos como almas humildes. "Oh Señor, estos pecadores se han humillado". Pues,

eso no es cierto. No se han humillado; si lo han hecho, el Señor los hubiera levantado y consolado, como ha prometido. Hay un

himno de este carácter, que ha hecho mucho daño. Empieza:

"Venid pecador HUMILDE en cuyo pecho

Miles de pensamientos pasan".

Este himno fue dado por un ministro a un pecador despierto, como aplicable a su caso. Empezó a leer: "Venid pecador humilde".

Se detuvo, "pecador humilde, eso no aplica a mí, no soy un pecador humilde". Ah, qué bien fue para él que el Espíritu Santo le

enseñara más que ese himno. Si el himno hubiera dicho, venid pecador ansioso, o pecador culpable, o pecador trémulo, hubiera

sido suficiente, pero no llamarle pecador humilde. Hay muchos himnos de ese mismo carácter. Es muy común encontrar a

pecadores citando los falsos sentimientos de algún himno para excusarse ellos mismos en rebelión contra Dios.

Un ministro me dijo que oyó una oración, hace poco, en estas palabras: "Oh Señor, estos pecadores se han humillado y han

venido a ti como ellos saben. Si supieran más, lo harían mejor, pero oh Señor, como van a ti, en la mejor manera que pueden,

oramos para que los aceptes y les muestres misericordia". ¡Qué horrible!

8. Muchos oran: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Ésta es una oración que Cristo hizo por sus asesinos. Y, en

ese caso, fue cierto, no sabían lo que estaban haciendo, porque no creyeron que Jesucristo era el Mesías. Pero no puede decirse

de los pecadores bajo el evangelio, no saben lo que están haciendo. No saben lo que están haciendo. No ven la extensión total de

eso, pero saben que están pecando contra Dios, y rechazando a Cristo, y la dificultad es que no están dispuestos para rendirse a

Dios. Pero tal oración está calculada para hacerle sentir alivio, y hacerle decir: "Señor, cómo me puedes culpar así, soy una pobre

criatura ignorante, no sé lo que se me requiere. Si supiera, lo haría".

311

9. Otra expresión es: "Señor, dirige a estos pecadores, que están preguntando por el camino de Sion hacia donde volverán sus

rostros". Pero este lenguaje es sólo aplicable a cristianos. Los pecadores no tienen sus rostros hacia Sion, sus rostros están

puestos hacia el infierno. Y cómo se puede decir que un pecador está preguntando por el camino a Sion, cuando no tiene

disposición de ir ahí. La dificultad real es que no está dispuesto a CAMINAR en la forma que sabe que debe ir.

10. La gente ora que los pecadores puedan tener más convicción. U oran que los pecadores puedan ir solemnes y tiernos a casa, y

tomar el asunto en consideración, en vez de orar que puedan arrepentirse ahora. U oran como si supusieran que el pecador está

dispuesto a hacer lo que se le requiere. Todas esas oraciones son oración como el diablo quiere. Él desea tener esas oraciones y

me atrevo a decir que no le importa cuántos son ofrecidas.

A veces he visto en una reunión ansiosa, o cuando los pecadores han sido llamados a las bancas ansiosas, y el ministro ha dado

el mensaje de salvación a ellos, quitado las piedras de tropiezo de su camino, y removido toda la oscuridad de sus mentes en

varios puntos, y cuando están listos para RENDIRSE, alguien será llamado a orar, y en vez de que ellos se arrepientan ahora,

empieza a orar: "Señor, oramos, que estos pecadores puedan ser solemnes, que tengan un sentido hondo de su pecaminosidad,

que puedan ir a casa impresionados, de su condición de perdidos, que no puedan intentar hacer nada en su propia fuerza, que no

pierdan su salvación y que en tu tiempo y forma, ellos sean llevados a la luz gloriosa y libertad de los hijos de Dios".

En vez de llevarlos al punto INMEDIATO de sumisión, en el momento, les da tiempo de respirar, saca la presión de la convicción, y

respira libremente de nuevo y se siente aliviado, se sienta con calma. Así, cuando el pecador es llevado, por así decirlo, y está de

pie a la puerta de cielo, una oración así, en vez de empujarlo, hace que retroceda de nuevo. "Ahí, pobrecito, quédate hasta que

Dios te ayude".

11. Los cristianos a veces oran de una manera tal para dar la impresión de que CRISTO ES AMIGO DEL PECADOR, en un

sentido diferente de lo que es Dios Padre. Oran a él: "Oh, amigos de pecadores" como si Dios estuviera lleno de ira, y venganza

severa, presto para aplastar al pobre miserable, hasta que Cristo viene y toma su lugar y lo libera. Ahora todo esto está mal. El

Padre y el Hijo están perfectamente de acuerdo, sus sentimientos son los mismos, y ambos están igualmente dispuestos a salvar a

los pecadores. Y hacer tal impresión, engaña al pecador, y lo lleva a sentimientos incorrectos hacia Dios. Representar a Dios

Padre como encima de él, con la espada de la justicia en su mano, ansioso para asestar un golpe, hasta que Cristo se interpone,

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no es cierto. El Padre es tanto amigo del pecador como el Hijo. Su compasión es igual. Pero si el pecador tiene esa idea

desfavorable de Dios Padre, cómo va a amarlo con todo su corazón para decir "Abba, Padre"

12. La impresión es a menudo dada por una manera de orar que no esperan que los pecadores se arrepientan AHORA, o que

esperan que Dios cumpla el deber de ELLOS, o que desean animarlos para confiar en las oraciones de ustedes. Y así, los

pecadores son arruinados. Nunca oren para dar la impresión a los pecadores de que secretamente esperan que ya sean cristianos,

o que sienten una fuerte confianza de que poco a poco serán, o que más o menos creen que son convertidos ahora. Esto siempre

es infeliz. Multitudes son engañadas con consuelo falso de esa forma, y son prevenidos, en ese punto crítico, de la rendición final

de ellos a Dios.

Hermanos, encuentro esta área tan amplia que no puedo mencionar todo lo que quisiera. Hay muchas otras cosas que me gustaría

tratar esta tarde, pero es ya tarde. Debo terminar brevemente.

OBSERVACIONES.

1. Muchas personas que tratan de esa forma con pecadores ansiosos lo hacen con piedad falsa. Sienten tanta simpatía y

compasión que no pueden soportar decirles la verdad, que es necesaria para salvarlos. Como quizá un cirujano, cuando siente que

el brazo de un hombre debe ser amputado, o morirá, consiente ese sentimiento de piedad falsa, o sólo le pone yeso, y le da un

calmante. No hay benevolencia en eso. La verdadera benevolencia llevaría al cirujano a esconder sus sentimientos, y estar

calmado y sereno, con un cuchillo filoso, para cortar el miembro y salvar la vida. Es ternura falsa no hacer nada. Una vez vi a una

mujer bajo angustia mental, que había sido llevada a desesperación por meses. Sus amigas habían tratado todos estos consuelos

falsos sin efecto, y la llevaron con el ministro. Estaba demacrada, acabada en agonía. El ministro fijó su vista en ella, y derramó la

verdad a su mente, la reprendió de una manera incisiva. La mujer que estaba con ella intervino, pensó que era cruel y dijo: "Oh,

consuélela, está muy angustiada, no la perturbe más, no puede soportarlo". Se volvió a ella, la reprendió, y la despidió, entonces

derramó la verdad como fuego sobre esa pecadora ansiosa, en cinco minutos fue convertida y se fue a casa llena de gozo. La

simple verdad quitó todas sus nociones falsas y en unos momentos estaba gozosa de Dios.

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2. Ese tratamiento de pecadores ansiosos, que administra consuelo falso, es de hecho cruel. Es cruel como la tumba, tan cruel

como el infierno, porque está calculado para enviar al pecador al abismo ardiente. Los cristianos sienten compasión por los

ansiosos, como debe ser, pero lo último que deben hacer es encogerse al momento cuando viene una crisis. Deben sentir

compasión, pero deben mostrarla como el cirujano, cuando deliberadamente va a trabajar en la correcta y mejor manera, cortar el

brazo del hombre, y de esa manera curarlo y salvar su vida. Igualmente, los cristianos deben dejar al pecador ver su compasión y

ternura, pero deben tomar el lado de Dios plena y decididamente. Deben exponer al pecador el peor caso, exponer su culpa y

peligro, y entonces llevarlo a la cruz e insistir en la sumisión instantánea. Deben tener la firmeza suficiente para hacer esa obra

exhaustivamente, y si ven al pecador angustiado y en agonía, tienen que perseverar sin darle salida, no obstante que pueda estar

en agonía, perseveren hasta que se rinda.

Hacer eso requiere arrojo. Seguido he estado en circunstancias para saber esto por experiencia. Me he encontrado rodeado de

pecadores ansiosos en una angustia tal, como para hacer temblar cada nervio, algunos son vencidos con emoción, se tiran en el

suelo, algunos aplican alcanfor para prevenir el desmayo, otro tiemblan como si se fueran al infierno. Ahora supongan que alguien

da consuelo falso en un caso así. Supongan que no tiene el arrojo suficiente para llevarlos al punto de sumisión absoluta e

inmediata. Cuán inepto es un hombre para confiársele en un caso así.

3. A veces los pecadores se trastornan mediante desesperación y angustia de mente. Si fuera el caso, casi siempre es porque

quienes tratan con ellos intentando animarlos con consuelo falso, y de ese modo los llevan a un conflicto con el Espíritu Santo.

Tratan de sostenerlos, mientras Dios trata de quebrantarlos. Y poco a poco, la mente del pecador se confunde con esta

contrariedad de influencias, ya sea que se trastorne o sea llevado a desesperación.

4. Si van a tratar con pecadores, recuerden que se van a encontrar con ellos en el juicio, y estén seguros de tratarlos de tal forma

que si se pierden, será la culpa de ellos. No traten de consolarlos con nociones falsas, y que los reprochen. Más bien supriman la

simpatía falsa, y expongan la verdad para que penetre en las coyunturas y tuétanos, en vez de calmarlos con consuelo falso y

embaucarlos para alejarlos de Dios.

5. ¡Pecador!, si hablas con cristianos, y te dicen que hagas algo, primero pregunta: "Si hago eso, ¿seré salvo?" Puedes estar

ansioso y ser salvo. Puedes orar y no ser salvo. Puedes leer la Biblia y no ser salvo. Puedes usar los medios, a tu manera, y no ser

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salvo. Lo que te digan, si puedes hacerlo y ser salvo, no hagas caso a sus instrucciones. Están calculadas para darte consuelo

falso, y desviar tu atención del objeto principal que se debe hacer y te embauca hacia el infierno. No sigas ninguna dirección, no

sea que mueras haciéndolo y entonces no hay retirada.

FINALMENTE, nunca digan a un pecador cualquier cosa, o le den dirección, que lo lleve a detenerse, que no incluya la absoluta

sumisión a Dios. Dejarlo que se detenga en cualquier punto como ése es infinitamente peligroso. Supongan que están en una

reunión ansiosa, o reunión de oración, y díganle que ore, o lea un libro, o cualquier cosa menos que el arrepentimiento, y se caiga

y se rompa el cuello esa noche, ¿a quién se le demandará su sangre? Un joven en Nueva Inglaterra conoció a un ministro en la

calle, y le preguntó qué debía hacer para ser salvo. El ministro le dijo que fuera a casa, entrara a su recámara, se arrodillara y diera

su corazón a Dios. "Oh Señor", dijo el joven, "me siento muy mal, tengo miedo de que no viva para llegar a casa". El ministro vio su

error, y sintió la reprensión, inconscientemente dada por el joven, y le dijo: "Pues bien, da tu corazón a Dios aquí, y ve a casa y a tu

recámara y dile eso".

Oh, es suficiente hacer que un corazón sangre para ver tantos consoladores miserables por los pecadores ansiosos, en cuyas

respuestas permanece falsedad. Qué tanta cantidad de charlatanería espiritual hay en el mundo, y cuántos "fraguadores de

mentira", "médicos nulos" que ni saben más que consolar a pecadores con esperanzas falsas, y los engañan con sus "fábulas

profanas y de viejas" y tonterías, o que abren paso a las ternura y simpatía falsas, hasta que no tienen firmeza suficiente para ver

la espada del Espíritu aplicada para cortar a los hombres hasta el alma y abrir el corazón desnudo del pecador. ¡Ay!, muchos son

puestos en el ministerio, que no tienen la habilidad suficiente para esperar y ver la obra del Espíritu de Dios para hacer su labor de

romper los cimientos antiguos y aplastar las esperanzas podridas de un pecador, y quebrantarlo a los pies de Cristo.

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CONFERENCIA XVIII

DIRECCCIONES PARA PECADORES

TEXTO -- ¿qué debo hacer para ser salvo? --Hechos 16:30.

Éstas son las palabras del carcelero en Filipo, la pregunta que hizo a Pablo y Silas, quienes estaban entonces bajo su cuidado

como prisioneros. Satanás se había opuesto de muchas maneras a estos siervos de Dios en la obra de predicar el Evangelio, y

había sido derrotado y desacreditado. Pero aquí en Filipo, hizo un proyecto nuevo y peculiar para frustrar los trabajos de ellos.

Había una cierta mujer que estaba poseída con espíritu de adivinación, o en otras palabras, el espíritu del diablo, y daba a sus

amos mucha ganancia por su adivinación. El diablo hizo que esa mujer siguiera a Pablo y Silas por las calles, y tan pronto como

empezaban a tener la atención de la gente, llegaba y gritaba "estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el

camino de salvación". Es decir, secundó las exhortaciones de los predicadores, y añadió su testimonio como si diera peso

adicional a las instrucciones de ellos. El efecto fue lo que Satanás quería. Toda la gente sabía que era una mujer perversa y vulgar,

y cuando ellos la oían que intentaba recomendar esa predicación nueva, se molestaban y concluían que eran del mismo tipo. El

diablo sabía que no le haría ningún bien, pero ayudaría a la causa de ellos poniendo a una persona así para oponerse a la

predicación de los apóstoles, o hablar en contra. El tiempo había pasado para que se tuviera éxito. Y, por tanto, vino de otra forma

y tomó el lado opuesto, al ponerla a ella a alabarlos como siervos de Dios, y llevar su testimonio contaminado a favor de las

instrucciones de ellos, guio a la gente a suponer que los apóstoles eran del mismo tipo que ella y que tenían el mismo espíritu que

ella, y así todos sus esfuerzos serían frustrados. Pablo vio que si las cosas seguían así, se desconcertaría totalmente y nunca

tendría éxito en establecer una iglesia en Filipo. Y se volvió y le ordenó al espíritu inmundo, en el nombre de Jesucristo, que saliera

de ella. Cuando sus amos vieron que las esperanzas de sus ganancias se habían ido, surgió una gran persecución, agarraron a

Pablo y Silas, se hizo gran alboroto fueron llevados ante los magistrados, y se levantó tal clamor que los magistrados los

encerraron en prisión y les aseguraron los pies en el cepo.

316

Así, pensaron que habían apagado el entusiasmo, pero a media noche Pablo y Silas oraban y cantaban alabanzas, y los

prisioneros los oían. Esa vieja prisión de tiempo atrás había hecho eco de la voz de blasfemias e insultos, ahora resonaba con

alabanzas a Dios, y esas paredes, que habían estado muy firmes, ahora se sacudían bajo el poder de la oración. Las cadenas se

soltaron, las puertas se abrieron, y las ataduras se rompieron. El carcelero se despertó, y cuando vio las puertas abiertas de la

prisión, como si supiera que los prisioneros habían escapado, debía pagar con su vida, sacó su espada y estaba a punto de

matarse, pero Pablo que no tenía la intención de escapar, clamó instantáneamente a él: "no te hagas ningún mal, pues todos

estamos aquí". Y el carcelero pidió luz, se precipitó adentro, temblando se postró ante sus prisioneros, Pablo y Silas, y los sacó y

les dijo "Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?"

En mi última conferencia, me centré en las instrucciones falsas dadas a los pecadores bajo convicción, los consuelos falsos muy

frecuentemente dados, y las instrucciones erróneas que tales personas reciben. Mi plan esta noche es mostrar qué instrucciones

deben darse a los pecadores ansiosos para su conversión rápida y eficaz. En otras palabras, explicarles qué respuesta debe darse

a aquellos que preguntan "¿qué debo hacer para ser salvo?" Al hacerlo, propongo:

I. Mostrar lo que no es una dirección apropiada que se da a pecadores cuando hacen la pegunta en el texto.

II. Mostrar qué es una respuesta apropiada a la pregunta.

III. Especificar varios errores que los pecadores ansiosos están aptos para caer en ellos.

I. Voy a mostrar cuáles no son las direcciones apropiadas que se dan a los pecadores ansiosos.

Ninguna otra pregunta ha sido más importante que ésta: ¿qué debo hacer para ser salvo?" La humanidad está apta para preguntar

"¿qué comeré?, ¿qué beberé?", y la pregunta puede contestarse de varias maneras con poco riesgo, pero cuando el pecador

pregunta con seriedad "¿qué debo hacer para ser salvo?", es de suma importancia que deba recibir la respuesta correcta. Es mi

deseo esta noche decirles, profesantes de religión, qué responder a esa pregunta, y decirles, quiénes son pecadores, qué deben

hacer para ser salvos.

317

1. No debe darse ninguna dirección que lo deje en hiel de amargura y prisión de maldad. Ninguna respuesta para darse es

apropiada, con la que, si él obedece, no se va al cielo, si muere en ese momento.

2. Ninguna dirección debe darse si no incluye un cambio de corazón, o un corazón recto, o una obediencia sincera a Cristo. En

otras palabras, nada es apropiado, que no implique de hecho volverse cristiano. Cualquier dirección que se quede corta en esto no

es de utilidad. No lo llevará más cerca del reino, no le hará bien, sino sólo lo llevará a postergar cada cosa que debe hacer a fin de

ser salvo. Se le debe decir al pecador abiertamente, de una vez, lo que debe hacer, o morirá; y nada se le debe decir que no

incluya un estado correcto de corazón. Lo que hagas, pecador, que no incluya un corazón recto, es pecado. Lean su Biblia o no, es

pecado mientras sigan en rebelión. Vayan a una reunión, o se alejen, oren o no, no es nada más que rebelión a cada momento. Es

sorprendente que un pecador deba suponer él mismo hacer los servicios de Dios cuando ora y lee su Biblia. ¿Acaso debe un

rebelde contra este gobierno leer el libro de estatutos, mientras siga en rebelión, y no tenga planes de obedecer?, ¿debe pedir

indulto, mientras sostiene sus armas de resistencia y guerra?, ¿pensarían de él que hace un servicio a su país, poniéndolas bajo

las obligaciones de mostrársele favor? No, dirían que toda su lectura y oración fueron sólo un insulto a la majestad del legislador y

la ley. Así, tú, pecador, mientras sigas impenitente, estás insultando a Dios poniéndolo en provocación, leas su palabra y ores, o no

lo hagas. No importa qué lugar o en qué posición tu cuerpo esté, de rodillas, o en la casa de Dios, mientras tu corazón no sea

recto, mientras resistas al Espíritu Santo, y rechaces a Cristo, eres un rebelde contra tu Creador.

II. Voy a mostrar cuál es la respuesta apropiada a la pregunta ¿qué debo hacer para ser salvo?

Generalmente se le puede dar al pecador cualquier dirección, o decirle que haga cualquier cosa que incluya un corazón recto, y si

lo entiende, y lo hace, será salvo. El Espíritu de Dios, al contender con pecadores, acomoda sus contiendas al estado mental en el

que ellos se encuentran. Su gran objetivo al contender con ellos es sacarlos de sus escondrijos, y llevarlos a rendirse a Dios de

inmediato. Ahora esas objeciones y dificultades, estados mentales, son tan variadas como las circunstancias de la humanidad,

tantas como hay individuos. Los caracteres de los individuos son de una diversidad interminable. Lo que debe hacerse con cada

uno, y cómo debe convertirse, depende de sus errores particulares. Es necesario determinar sus errores, averiguar qué entiende, y

qué necesita para ser enseñado más perfectamente para en ver qué puntos el Espíritu Santo está presionando en su conciencia y

presionar las mismas cosas, y así llevarlo a Cristo. Las direcciones más comunes son las siguientes:

318

1. Es generalmente en un punto, y una dirección segura y apropiada, decirle al pecador que se arrepienta porque a veces el

Espíritu de Dios no parece tanto dirigir la atención del pecador a sus propios pecados como para otra cosa. En los días de los

apóstoles, las mentes de la gente parecían haber sido agitadas principalmente en el asunto si Jesús era el verdadero Mesías. Y

entonces los apóstoles dirigieron mucho de sus instrucciones hacia ese punto para probar que él era el Cristo. Y cuando pecadores

ansiosos les preguntaban qué debían hacer, ellos normalmente exhortaban: "cree en el Señor Jesucristo". Llegaban a ese punto

porque aquí era donde el Espíritu de Dios estaba contendiendo con ellos, eso probablemente sería lo primero que una persona

haría para rendirse a Dios. Era el gran punto en el asunto entre Dios, los judíos y gentiles de esos días, si Jesucristo era el hijo de

Dios. Era un punto en disputa. Llevar al pecador a ceder en ese asunto controversial era la manera más eficaz de que se humillara.

En otras instancias, se verá que el Espíritu Santo está tratando con pecadores principalmente en referencia a sus propios pecados.

A veces trata con ellos referente a un deber en particular, como oración, quizá oración familiar. Se encontrará al pecador

contendiendo en ese punto con Dios, si es correcto que él ore, o si debe orar con su familia. He sabido de casos sorprendentes de

ese tipo, donde el individuo estaba luchando en ese punto, y tan pronto se arrodilló para orar, rindió su corazón, mostrando que era

ese punto en el que Dios estaba contendiendo y que se giró todo el quicio de su controversia con Dios. Eso fue conversión.

La dirección para arrepentirse es siempre apropiada pero no siempre será eficaz, porque puede haber alguna otra cosa que

también se necesite decirle al pecador. Y donde está la dirección pertinente, los pecadores no sólo necesitan que se les diga que

se arrepientan, sino que se les explique lo que es el arrepentimiento. Ya que ha habido mucho misticismo, y filosofía falsa y

teología falsa alrededor de tema, se ha vuelto necesario decirles a los pecadores no sólo lo que entendemos por arrepentimiento,

sino también lo que no es. Las palabras que eran sencillas y fáciles de entender ahora se han vuelto tan pervertidas que se

necesita explicar a los pecadores, o con frecuencia tendrán una impresión incorrecta en sus mentes. Éste es el caso de la palabra

arrepentimiento. Muchos suponen que arrepentimiento es remordimiento, o sentido de culpa. Entonces, el infierno está lleno de

arrepentimiento, pues está lleno de remordimiento, eterno e inexpresable. Otros se lamentan que han hecho tal cosa, y le llaman

ellos arrepentimiento de eso, pero sólo se lamentan que han pecado por las consecuencias, y no porque aborrecen el pecado. Eso

no es arrepentimiento. Otros suponen que las convicciones de pecado y temores fuertes al infierno son arrepentimiento. Otros

consideran arrepentimiento las reconvenciones de la conciencia; dicen: "nunca he hecho nada malo pero de eso me arrepiento;

siempre lamento que lo hiciera". Otros consideran el arrepentimiento como un sentimiento de tristeza por el pecado, pero el

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arrepentimiento no es un sentimiento involuntario de ningún tipo o grado. A los pecadores se les debe mostrar que todas estas

cosas no son arrepentimiento. No sólo son consistentes con la más grande perversidad, sino que el diablo puede tenerlas todas,

sin duda las tiene, y sin embargo permanece siendo diablo. El arrepentimiento es un cambio de parecer en cuanto a Dios y hacia el

pecado en sí. No sólo es un cambio de posturas, sino un cambio de preferencia suprema o elección del alma. Es un cambio

voluntario, y por consecuencia involucra un cambio de sentimiento y una acción hacia Dios y hacia el pecado. Es lo que se

entiende naturalmente por un cambio de parecer en cualquier tema de interés e importancia. Oímos que tal persona cambió de

parecer sobre la abolición de la esclavitud, por ejemplo, o que cambió su postura en política. Todo el mundo entiende que ha

pasado por un cambio en sus posturas, sus sentimientos y su conducta. Esto es arrepentimiento en ese asunto, un cambio de

parecer, pero no hacia Dios. El arrepentimiento evangélico es un cambio de disposición, de sentimiento y de vida, con respecto a

Dios.

El arrepentimiento siempre implica aborrecimiento al pecado. Es querer y sentir como Dios lo hace con respecto al pecado. Desde

luego que involucra el amor de Dios y un aborrecimiento al pecado. Siempre implica dejar el pecado. A los pecadores se les tiene

que hacer que entiendan eso. El pecador que se arrepiente no se siente como los pecadores impenitentes que creen que deben

sentir al dejar sus pecados si deben volverse religiosos. Los pecadores impenitentes ven al pecado así como, si se volvieran

piadosos, estando obligados a alejarse de los bailes y fiestas, y obligados a dejar los teatros, los juegos de azahar, u otras cosas

en las que se deleitan. Y no se ven cómo pudieran seguir deleitándose si rompen con esas cosas, pero eso es estar muy lejos de

tener una postura correcta del asunto. La religión no los hace infelices por alejarse de cosas en las que se deleitan porque el

primer paso es arrepentirse, cambiar de parecer referente a esas cosas. No parecen darse cuenta que la persona arrepentida no

tiene disposición para esas cosas, las ha dejado, y ha alejado su mente de ellas. Los pecadores sienten como si debieran querer ir

a esos lugares, y quieren relacionarse en tales escenarios, así como lo hacen ahora, y eso sería un sacrificio continuo como para

hacerlos infelices. Esto es un gran error.

Sé que hay algunos profesantes que estarían contentos de retomar sus prácticas pasadas si no se sintieran restringidos por temor

a perder su carácter, o similares. Ahora, escúchenme, si se sienten así, es porque no tienen religión, no odian el pecado. Si desean

sus caminos pasados, no tienen religión, nunca se han arrepentido, porque el arrepentimiento siempre consiste en un cambio de

elección de postura y sentimientos. Si realmente fueran convertidos, en vez de escoger tales cosas, se alejarían de ellas con

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aversión. En vez de ansiar las ollas de carne de Egipto, y desear ir a sus círculos pasados, fiestas, bailes y demás, encuentran su

placer más alto en obedecer a Dios.

2. A los pecadores se les debe decir que crean el evangelio. Aquí, también, necesitan que se les explique, y que se les diga lo que

no es fe y lo que es. Nada es más común para un pecador, cuando se le dice creer el evangelio, que diga "lo creo". Ha sido llevado

a admitir el hecho que el evangelio es cierto, pero no lo cree, no sabe nada sobre la evidencia del evangelio, y toda su fe es una

mera aceptación sin evidencia. Lo tiene como cierto, en un sentido suelto e indefinido, para que siempre esté listo para decir "creo

en la Biblia". Es extraño que no vean que son engañados al pensar que creen porque deben ver que nunca han actuado sobre

esas verdades, como hacen sobre esas cosas que creen. Sin embargo, es a menudo muy difícil convencerlos que no creen.

Pero el hecho es que el pecador negligente no cree para nada en el evangelio. La idea que el pecador negligente sea un creyente

intelectual es absurda. El diablo es un creyente intelectual y eso es lo que lo hace que tiemble. Lo que hace ansioso a un pecador

es que empieza a ser un creyente intelectual, y eso lo hace sentir. Ningún ser en el cielo, tierra o infierno, puede intelectualmente

creer las verdades del evangelio y sentir sobre el tema. El pecador ansioso tiene fe del mismo tipo que los diablos, pero no tiene

tanta de ella, y por tanto, no siente tanto. El hombre que no siente o actúa para nada sobre el tema de religión es un infiel, cual sea

su ocupación. No siente nada, no hace nada, y no cree nada. Esto es un hecho filosófico.

La fe no consiste en una convicción intelectual que Cristo murió por ustedes en particular, ni una creencia que son cristianos, o que

lo serán, o que sus pecados son perdonados, sino la fe es esa confianza o confidencia en Dios, y en Cristo, que entrega toda el

alma a él en todas sus relaciones con nosotros. Es una confianza voluntaria en su persona, su veracidad, su palabra. Ésta fue la fe

de Abraham. Tenía esa confianza en lo que Dios dijo que lo llevó a actuar como si fuera cierto. Ésta es la forma que el apóstol la

ilustra en el capítulo décimo primero de Hebreos: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve".

Y continúa con varios ejemplos. "Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios". Esto es, creemos

eso, y actuamos como corresponde. Tómese el caso de Noé. Noé fue advertido por Dios de las cosas aún no vistas; es decir, se le

aseguró que Dios iba a ahogar al mundo, y lo creyó, y actuó como correspondía; preparó un arca para salvar a su familia, y al

hacerlo, condenó al mundo que no creyó; sus acciones dieron evidencia que era sincero. Abraham también fue llamado por Dios

para dejar su país con la promesa de que iba a recibir por ella, y obedeció y salió, sin saber adónde iría. Lean todo el capítulo, y

encontrarán muchos ejemplos del mismo tipo. Todo el diseño del capítulo es para ilustrar la naturaleza de la fe y demostrar que

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invariablemente resulta en acción. Al pecador se le debe explicar y que vea que la fe, la cual el evangelio requiere, es sólo esa

confianza en Cristo que lo lleva a actuar sobre lo que dice como un hecho innegable. Esto es creer en Cristo.

3. Otra dirección apropiada para el pecador es que debe dar su corazón a Dios. Dios dice: "dame, hijo mío, tu corazón", pero aquí

necesita haber una explicación para hacerle entender lo que es. Es sorprendente que haya oscuridad aquí. Es el lenguaje de la

vida común, en boca de todos, y todos entienden lo que significa, cuando lo usamos referente a cualquier cosa, pero cuando se

trata de religión, parece que se está en tinieblas. Pregúntenle a un pecador, sin importar su edad, o educación, qué significa dar el

corazón a Dios, y tan extraño como parezca, se pierde para dar respuesta. Pregúntenle a una mujer lo que es dar su corazón a su

esposo, o a un hombre lo que es dar su corazón a su esposa, y lo entienden, pero están totalmente ciegos para dar sus corazones

a Dios. Supongo que he hecho a más de un mil pecadores ansiosos esa pregunta. Cuando les digo que tienen que dar sus

corazones a Dios, siempre dicen que están dispuestos a hacerlo, y a veces están ansiosos por hacerlo, e incluso pareciera que

están en agonía de deseo al respecto. Entonces les he preguntado qué entendieron sobre dar sus corazones a Dios, como si

estuvieran dispuestos a hacerlo. Y pocas veces he recibido una respuesta correcta o racional del pecador de cualquier edad. A

veces he tenido respuestas raras de las que se pueden imaginar, cualquier cosa excepto lo que deben decir. Ahora, dar su corazón

a Dios es lo mismo que dar su corazón a cualquiera; lo mismo que una mujer da su corazón a su esposo. Pregúntenle a una mujer

si entiende eso. "Ah sí, es bastante sencillo. Es poner mis afectos en él y esforzarme por complacerlo en todo". Muy bien, pon tu

afecto y esfuérzate por complacerlo en todo, pero, ay, cuando llegan al tema de religión, la gente supone que es un misterio

maravilloso al respecto. Algunos hablan como si supusieran que era sacar un bulto de músculos, o un órgano carnoso, en su

regazo, y dárselo a Dios. Pecador, lo que Dios te pide, eso hay que dárselo supremamente.

4. Rendirse a Dios es también una dirección apropiada para pecadores ansiosos. Y también cómo están aquí en tinieblas. Rara

vez se encuentra a un pecador que no nos diga que está dispuesto a rendirse a Dios, pero no lo entienden. Necesitan que se les

diga lo que es la verdadera rendición. A veces piensan que significa que deben estar dispuestos a ser condenados. A veces se

ponen en esa actitud, y le llaman rendición; dicen, si son elegidos, serán salvos, y si no, serán condenados. Eso no es rendición.

La verdadera rendición es sometimiento a la obediencia Dios. Supongan a un rebelde levantado en armas contra el gobierno y

llamado a rendirse. ¿Qué entiende por eso? Pues que debe someterse y entregar sus armas y obedecer las leyes. Eso es lo que

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significa para que un pecador se rinda a Dios. Tiene que dejar su lucha y conflicto contra su Hacedor y tomar una actitud de un hijo

dispuesto y obediente, dispuesto a estar y hacer lo que Dios requiere. "Heme aquí, Señor. Señor, ¿qué quieres que yo haga?

Supongamos que una compañía de soldados se hubiera rebelado, y el gobierno tuviera un ejército para someterlos, y los replegara

a un fuerte, donde las provisiones se acabaran y no hubiera modo de escape, y no supieran qué hacer. Supongan que los rebeldes

se reúnen en esa situación y consideran qué se va a hacer, y uno se levanta y dice: "Pues bien, camaradas, estoy convencido que

desde el principio estamos mal, y ahora la recompensa de nuestras obras nos ha alcanzado, y no podemos escapar, y no estoy

resuelto quedarme a morir. Me voy a poner en la misericordia del comandante a cargo". Ese hombre se rinde. Cesa desde ese

momento de ser un rebelde en su corazón tan pronto y llegó a esa conclusión. Lo mismo es con el pecador cuando se rinde en ese

momento, y consiente en su corazón hacerlo, y ser lo que Dios le requiera. El pecador puede estar en duda qué hacer, y muchos

sienten miedo de ponerse en las manos de Dios, pensando que si lo hacen, quizá Dios lo envíe al infierno, como se merece, pero

es su asunto de dejar eso a Dios, y no resistir más a su Creador, sino rendirse a Dios, no hacer condición, y confiarse enteramente

a la benevolencia de Dios y sabiduría para decidir lo que deba hacerse, y establecer su condición futura. Hasta que hagas eso,

pecador, no has hecho nada para ese propósito.

5. Otra dirección apropiada para dar a los pecadores es confesar y abandonar sus pecados. Esto significa que deben confesarlos y

abandonarlos. Deben confesarle a Dios sus pecados contra él, y confesar a los hombres sus pecados contra ellos, y abandonarlos

todos. Un hombre no deja sus pecados hasta que haya hecho toda la reparación a su alcance. Si ha robado dinero, o estafado a su

vecino con una propiedad, no abandona sus pecados por meramente resolver ya no robar más o hacer trampa de nuevo, tiene que

hacer reparación al alcance de él. Así que si ha difamado a alguien, no deja su pecado meramente por decir que no lo volverá a

hacer. Tiene que hacer reparación. Así, del mismo modo, si ha robado a Dios, como todos los pecadores han hecho, tiene que

hacer reparación, en tanto tenga el poder. Supongan que un hombre ha hecho dinero en rebelión contra Dios, y ha retenido de él

su tiempo, talentos y servicio, ha vivido y despilfarrado la abundancia de su providencia, y ha rehusado dar para la salvación del

mundo, ha robado a Dios. Ahora si ha de morir sintiendo que el dinero era suyo, y lo ha dejado a sus herederos sin consultar la

voluntad de Dios--pues es tan seguro que se irá al infierno como un asaltante de caminos. Nunca ha hecho ninguna satisfacción a

Dios. Con toda su queja y habla piadosa, nunca confesó SU PECADO, ni abandonó su pecado, pues nunca sintió reconocer él

mismo ser mayordomo de Dios. Si rehúsa retener su propiedad para sí, como mayordomo de Dios, si la toma como suya, y como

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tal se la da a sus hijos, le dice, en efecto, a Dios "esa propiedad no es tuya, es mía, y se la daré a mis hijos". Ha continuado en

preservar su pecado, pues no ha desistido de la propiedad de que le ha robado a Dios.

¿Qué pensaría un comerciante si su empleado tomara todo el capital y pusiera su propio comercio y se muriera con eso en sus

manos? ¿Se iría un hombre así al cielo? "No", dirían cada uno de ustedes. "Si un hombre así no se va al infierno, quizá entonces

no haya infierno". Dios se probaría él mismo como infinitamente injusto por dejar a tal persona irse sin castigo. ¿Qué, entonces,

diremos del hombre que ha robado a Dios toda su vida? Aquí Dios lo coloca como su empleado para administrar parte de sus

asuntos, y se ha ido y robado todo el dinero, y dice que es suyo, y se lo guarda, y muere, y se lo deja a sus hijos, como si fuera su

propiedad legal. ¿Acaso se va ir al cielo? ¿Ha abandonado su pecado? Les digo que no. Si no se ha rendido él mismo y todo a

Dios, no ha dado el primer paso en el camino al cielo.

6. Otra dirección apropiada para dársela a los pecadores es "escogeos hoy a quién sirváis". Bajo la dispensación del Antiguo

Testamento, esto, o algo equivalente a eso, era la dirección común dada. No era común llamar a los hombres a creer en Cristo

hasta el día de Juan el Bautista. Bautizó a quienes vinieron a él, con el bautismo de arrepentimiento, y los dirigía a creer en el

Mesías distante; era "escogeos hoy a quién sirváis". En otra ocasión, Moisés les dijo: "A los cielos y a la tierra llamo por testigos

hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas

tú y tu descendencia". La dirección fue acomodada al conocimiento de la gente. Es buena ahora, como era entonces. A los

pecadores se les llama a escoger--¿qué? Si servirán a Dios o al mundo--si seguirán la santidad o el pecado. Que entiendan lo que

significa escoger, y lo que se va a escoger, y entonces, si se hace de corazón lo correspondiente, serán salvos.

Cualquiera de estas direcciones, si se acatan, constituirá una conversión verdadera. Los ejercicios particulares pueden variar en

casos diferentes. A veces el primer ejercicio en la conversión es rendirse a Dios, a veces arrepentimiento, a veces fe, a veces la

elección de Dios y su servicio, en suma, cual sean los pensamientos de ellos que los ocupan en ese momento. Si sus

pensamientos están dirigidos a Cristo en ese momento, el primer ejercicio será fe. Si son para pecar, el primer ejercicio será

arrepentimiento. Si son para el curso futuro de vida, es escoger el servicio a Dios. Si son del gobierno divino, es rendición. Es

importante averiguar dónde está el Espíritu Santo insistiendo en el pecador en ese momento, y entonces dedicarse a insistir en ese

punto. Si es en cuanto a Cristo, insistan en eso; si es referente al curso futuro de vida, insístanle para una elección inmediata de

obediencia a Dios.

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Es un gran error suponer que cualquier ejercicio particular es siempre el más importante en la conversión, o que cada pecador

tiene que tener fe, o primero rendición. No es cierto, sea en filosofía o de hecho. Hay una gran variedad en los ejercicios de la

gente. Cualquier punto que se tome, entre Dios y el pecador, cuando el pecador se somete, se convierte. Cual sea el ejercicio

particular, si incluye obediencia de corazón a Dios en cualquier punto, es conversión verdadera. Cuando se somete en un punto a

la autoridad de Dios, está listo para rendirse a todos. Cuando cambia de parecer, y obedece una cosa, porque es la voluntad de

Dios, obedecerá las otras cosas, siempre que lo vea él que es la voluntad de Dios. Cuando hay una elección correcta, entonces

donde sea que la mente lo dirija a cualquier punto de deber, está listo para seguir. No importa cuál de esas direcciones es dada, si

sólo se hace claramente, y si es el punto para servir como una prueba de obediencia Dios. Si es el punto con el que el Espíritu de

Dios está debatiendo en la mente del pecador para estar de acuerdo con la obra del Espíritu, y no desvía la atención del pecador

del punto en controversia, que le sea perfectamente claro, y entonces se insistirá hasta que el pecador se rinda y sea salvo.

III. Voy a mencionar varios errores en los que los pecadores ansiosos pueden caer respecto a esta gran pregunta.

1. El primer error es suponer que tienen que hacerse ellos mismos mejores, o prepararse ellos mismos para que de alguna manera

se recomienden ellos mismos a la misericordia de Dios. Es de maravillarse que los pecadores no entiendan que todo lo que tienen

que hacer es aceptar la salvación de Dios, todo preparado en sus manos. Pero todos, instruidos o no, primero se dirigen a un curso

legal de alivio. Ésta es una razón principal por la que no se vuelven cristianos de inmediato, tan pronto empiezan a prestar atención

en el tema. Se imaginan que tienen que prepararse, de una manera u otra. Tienen cambiar su vestimenta, verse un poco mejor, y

no están dispuestos a llegar como están, en sus harapos y pobreza. Tienen que tener algo más puesto antes de que se acerquen a

Dios. Se les debe mostrar, de inmediato, que es imposible que sean mejores hasta que hagan lo que Dios pide. Cada pulso que

late, cada respiro que toman, van empeorando, porque están en rebelión contra Dios en tanto no hagan aquello que Dios les pide

como lo primero que hacer.

2. Otro error es suponer que tienen que sufrir un tiempo considerable bajo convicción, como un tipo de castigo, antes de que estén

propiamente listos para ir a Cristo. Y entonces oran por convicción y creen que si están en el suelo en desesperación por un tiempo

suficiente, entonces tendrán lástima de Dios y estará más listo para ayudarlos cuando los vea tan miserables. Se les debe hacer

entender claramente que son así de infelices y miserables meramente porque rehúsan aceptar el alivio que Dios ofrece. Tomen el

caso del hijo necio cuando su padre se pone firme frente a él con la vara; el niño se estremece y grita. ¿Acaso se imagina el niño

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que ganará algo por su agonía? Su angustia surge de su convicción y ¿pedirá por más? ¿Acaso lo hace a él mejor? ¿Le tendrá

más lástima su padre porque se mantiene firme? ¿Quién no ve que todo ese tiempo está empeorando?

3. A veces los pecadores se imaginan que tienen que esperar sentimientos distintos antes de entregarse a Dios. Dicen: "No creo

sentirme bien aún para aceptar a Cristo. No creo que estoy preparado para convertirme todavía". Se les debe hacer ver que lo que

Dios les requiere es querer correctamente. Si obedecen y se entregan con la voluntad, los sentimientos se ajustarán a su debido

tiempo. No es asunto de sentir, sino de querer y actuar.

Los sentimientos son involuntarios y no tienen carácter moral excepto los que derivan de la acción de la voluntad, con la que la

acción simpatiza. Antes que la voluntad sea la correcta, los sentimientos no lo serán, desde luego. El pecador debe ir a Cristo al

aceptarlo de inmediato, y eso debe hacer, no en obediencia a sus sentimientos, sino a su conciencia. Obedecer, entregarse,

confiar. Rendir todo instantáneamente y los sentimientos vendrán bien. No esperen sentimientos mejores, sino entreguen todo su

ser a Dios de una vez, y eso resultará pronto en los sentimientos por los que están esperando. Lo que Dios les pide es el acto

presente de su mente de volverse del pecado hacia santidad y del servicio de Satanás al Dios viviente.

4. Otro error de los pecadores es suponer que tienen que esperar hasta que sus corazones sean cambiados. "¿Qué?" Ellos dicen:

"¿Voy a creer en Cristo antes que mi corazón sea cambiado? ¿Acaso quieres decir que voy a arrepentirme antes que mi corazón

cambie? Ahora, la respuesta simple para todo esto es que el cambio de corazón es el asunto en cuestión. Dios requiere a los

pecadores que lo amen. Eso es cambiar su corazón. Dios requiere al pecador que crea el evangelio. Eso es cambiar de corazón.

Dios le requiere que se arrepienta. Eso es cambiar de corazón. Dios no le dice que espere a que su corazón cambie, y luego que

se arrepienta, crea y ame a Dios. La palabra misma, arrepentir, significa un cambio de parecer o de corazón. Hacer cualquiera de

estas cosas es cambiar de corazón y hacerse un corazón nuevo es lo que Dios requiere.

5. Los pecadores a menudo tienen la idea que están perfectamente dispuestos a hacer lo que Dios requiere. Díganles que lo

hagan, o que se arrepientan, crean, o den a Dios sus corazones y dirán ellos: "Ah, sí, estoy perfectamente dispuesto a hacer eso,

ojalá pudiera. Daría lo que fuera si pudiera hacerlo". Deben entender que el estar verdaderamente dispuesto es hacerlo, pero hay

una diferencia entre estar dispuesto y desear. La gente con frecuencia desea ser cristiana, cuando no está enteramente dispuesta.

Cuando ven cualquier cosa que para nosotros parece buena, estamos constituidos para desearla. Necesariamente la deseamos

326

cuando está ante nuestras mentes. No podemos evitar desearla en proporción a su bondad presentada a nuestra mente, pero

puede que no estemos dispuestos a tenerla según las circunstancias. Puede ser que preferimos, generalmente, que el poseedor

presente deba aún continuar poseyéndola, o que elegimos a nuestro amigo o hijo que la posea, en vez de nosotros. Un hombre

puede desear ir a Filadelfia por muchas razones, mientras por otras de más peso, elige no ir. Del mismo modo el pecador puede

desear ser cristiano. Puede ver muchas cosas buenas en ser cristiano. Puede ver que si fuera cristiano sería mucho más feliz, y

que iría al cielo cuando muriera, pero no está dispuesto a serlo. ESTAR DISPUESTO a obedecer a Cristo es ser cristiano. Cuando

un individuo de hecho elige obedecer a Dios, es cristiano, pero todos esos deseos que no terminan en una elección no son nada.

6. El pecador a veces dirá que ofrece dar a Dios su corazón, pero da a entender que Dios no está dispuesto, pero eso es absurdo.

¿Qué pide Dios? Pues, que lo amemos. Ahora, el que ustedes digan que están dispuestos a dar su corazón a Dios, pero que Dios

no está dispuesto, es lo mismo que decir que no están dispuestos a amar a Dios. Es importante aclarar todos esos puntos en la

mente del pecador, que pueda llegar oscuridad y algo misterioso donde la verdad no lo alcance a él.

7. Los pecadores a veces tienen la idea que ellos se arrepienten cuando son redargüidos. Cuando se encuentra a un pecador que

descansa en cualquier MENTIRA, dejen que la verdad arrase sin importar cuánto duela o angustie. Si tiene un error de ese tipo,

deben eliminarlo si es que no quieren que caiga hacia las profundidades del infierno.

8. Los pecadores con frecuencia se enfrascan en ellos mismos para ver si pueden encontrar algo, algún tipo de sentimiento que los

recomiende con Dios. Evidentemente, por la falta de instrucción apropiada, David Brainard se enfrascó por mucho tiempo en su

estado mental buscando sentimientos, y le decía a Dios en oración que sentía ahora que debía recibir su misericordia; entonces,

se dio cuenta que había estado equivocado y se avergonzó por decirle a Dios que sintiera lo correcto. Entonces, el pobre, por falta

de instrucción correcta, fue llevado casi a desesperación, y es fácil ver que sus ejercicios cristianos a través de la vida fueron

grandemente modificados, y su consuelo y utilidad fue detenida mucho por la filosofía falsa adoptada en ese punto. Deben alejar al

pecador de él mismo hacia otra cosa. Supongan que sigue ensimismado en sí mismo hasta que llega a un estado de

desesperación. El curso apropiado entonces es cambiar su atención de enfrascarse en sí mismo hacia algún deber que cumpla, o

hacerle que se fije en Cristo, y quizá, antes de que se dé cuenta, encontrará que se ha entregado a Dios. Su atención ha sido

desviada de sí mismo para contemplar la racionalidad de los requerimientos de Dios o la suficiencia de la expiación de Cristo, o

algo de ese tipo, y en tanto mora en eso, sólo dará su corazón y la agonía acabará.

327

OBSERVACIONES

1. La labor de los ministros es aumentada grandemente y las dificultades en el camino de la salvación son multiplicadas

grandemente por instrucciones falsas que se han dado a los pecadores. La consecuencia ha sido que las direcciones que eran

sencillas ahora son oscuras. Por mucho tiempo se le ha enseñado a la gente que hay algo horriblemente misterioso e inteligible

sobre la conversión que no intentan entenderla. A los pecadores se les ha enseñado estas nociones falsas hasta ahora por todos

lados atrincheradas detrás de esos sentimientos, tales como "no poderse arrepentir", "esperar a Dios", y demás. Alguna vez fue

suficiente, al aprender de la Biblia, decirle a los pecadores que se arrepintieran, o decirles que creyeran en el Señor Jesucristo,

pero ahora se habla de la fe como un principio en vez de un acto, y arrepentimiento como algo puesto en la mente en vez de un

ejercicio de la mente, y los pecadores se asombran. Se les culpa a los ministros de predicar herejía porque presumen enseñar que

la fe es un ejercicio y no un principio, y que el pecado es un acto, y no una parte de la constitución del hombre. Y los pecadores se

han vuelto tan sofisticados que debe uno pasar por muchos trabajos explicando no sólo lo que no quieren decir, sino lo que quieren

decir, de otro modo casi seguro que los malentenderán, y ya sea que obtengan un alivio falso de su ansiedad, al echar fuera el

deber en Dios, o se topen con la desesperación de la supuesta impracticabilidad de hacer lo que se requiere para su salvación. Es

con frecuencia la dificultad más grande de sacarlos de sus laberintos teológicos hacia los cuales han sido engañados y llevarlos al

camino recto y sencillo del evangelio. Parece como si la ingenuidad más grande hubiera sido empleada para mistificar las mentes

de la gente y tejer la red más sutil de teología falsa calculada para envolver al pecador de oscuridad interminable.

¿Quién que ha estado en avivamientos no se ha encontrado con ese interminable tren de tonterías, que han sido inculcadas hasta

que se ha vuelto necesario ser tan sencillo como el A, B, C, y a los más instruidos se les tiene que hablar como niños? Tanto se ha

hecho para mistificar y embaucar las mentes de la gente en los asuntos más sencillos. Díganle a un pecador que crea y se volteará

y los mirará: "¿Qué? ¿Cómo dices? ¿Acaso no es la fe un principio, implantada en el alma? ¿Cómo voy a creer hasta que entienda

ese principio? Así, el ministro le dice al pecador las palabras que los apóstoles usaron en el gran avivamiento en el día de

pentecostés: arrepentíos y convertíos", y ellos contestarán como se les ha enseñado: "Ah, me imagino que eres arminiano. No

quiero nada de enseñanza arminiania; ¿acaso no niegan las influencias del Espíritu?" No basta con hacer a la humanidad llorar

328

para ver la niebla y las tinieblas que han caído sobre las direcciones sencillas del evangelio hasta que muchas generaciones hayan

sido arrojadas al infierno.

2. Estas instrucciones falsas para pecadores son infinitamente peores que nada. El Señor Jesucristo encontró que era más difícil

hacer que la gente cediera sus nociones falsas de teología que cualquier otra cosa. Esto ha sido la gran dificultad con los judíos de

hoy en día, que han recibido nociones falsas en teología, han pervertido la verdad en ciertos puntos, y uno no puede hacerles

entender los puntos más sencillos en el evangelio. Lo mismo con pecadores. Lo más difícil de hacer es quitar esos refugios de

mentira, que se han obtenido de la teología falsa. Son tan afectos por estar en esos refugios porque son llamados ortodoxos, y

porque excusan al pecador y condenan a Dios, que es la parte más sorprendente, difícil, desalentadora de la labor de un ministro

para sacarlos de ahí.

3. Con razón el evangelio ha tenido muy poco efecto; ha sido estorbado con esos dogmas extraños. La verdad es que muy poco

del evangelio ha salido al mundo estos cientos de años sin ser obstruido y oscurecido por teología falsa. Se le ha dicho a la gente

que tienen que arrepentirse, y se les ha dicho que no se pueden arrepentir hasta que la verdad misma ha sido mezclada con error,

y el evangelio que se predica ha sido otro o ninguno.

4. Uno puede entender lo que es sanar ligeramente la herida de la hija del pueblo de Dios, y el peligro de hacerlo. Es muy fácil

cuando los pecadores bajo convicción que les digan algo que suavice el caso, y alivie su ansiedad, para que ellos tengan una

esperanza falsa o se conviertan con posturas tan oscuras que serán siempre cristianos pobres, débiles, incrédulos e ineficientes.

5. Mucho depende de la manera con la que se trata a una persona cuando está bajo convicción. Mucho de su comodidad y util idad

futuras depende en la limpieza, fortaleza y firmeza con la que las direcciones del evangelio son dadas, cuando se está bajo

convicción. Si aquellos que tratan con la persona tienen miedo de usar la sonda exhaustivamente, siempre será un cristiano pobre,

enfermizo e incrédulo. Si se convierte, nunca hará mucho bien. El modo verdadero es lidiar clara y exhaustivamente con el

pecador, quitar toda excusa que saque, y mostrarle claramente lo que es y lo que debe ser, y bendecirá a Dios toda la eternidad,

que se ha encontrado con aquellos que serán muy fieles a su alma. Por la falta de esta administración exhaustiva y escrutadora,

muchos convertidos parecen que nacieron muertos. La razón es que nunca fueron tratados fielmente. Podemos esperar

caritativamente que sean cristianos, pero es dudoso e incierto. Su conversión parece más bien un cambio de opinión en lugar de

329

un cambio de corazón, pero cuando un pecador está bajo convicción, le derraman la fe, lo sondean, rompen los viejos

fundamentos, deshacen los refugios de mentiras y usan la palabra de Dios, como fuego y martillo, encontrarán que serán cristianos

con posturas claras, fe fuerte y principios firmes, sin duda, vacilación e indecisión; tales siguen al Señor enteramente. Ésa es la

forma de hacer cristianos fuertes. Esto ha sido eminentemente el caso de muchos avivamientos en días modernos. He oído a

cristianos de tiempo que dicen de los convertidos: "estos convertidos nacieron hombres y mujeres maduros; nunca fueron niños;

han tenido desde el comienzo toda claridad de posturas y fortaleza de la fe, de cristianos de tiempo. Parecen entender las

doctrinas de la religión y saber qué hacer y cómo aferrarse, promover avivamientos, mejor que de los cientos de los miembros

antiguos de la iglesia".

Conocí a un joven que se convirtió lejos de casa. El lugar donde vivía no tenía ministro y no había predicación y ni religión. Se fue

a casa tres días luego de convertirse, e inmediatamente se dispuso a trabajar poe un avivamiento. Organizó reuniones donde vivía,

oró y trabajó, y hubo avivamiento, del cual tuvo la administración principal a través de una obra poderosa, que convirtió a los

hombres más importantes del lugar. La verdad fue que él fue tratado de tal modo que supo qué hacer. Entendió el asunto, supo

dónde estaba parado. Nunca estuvo atribulado con dudas, si era cristiano. Supo que estaba sirviendo a Dios y que Dios estaba con

él, y con resolución y valentía fue hacia adelante por su objetivo. Pero si se proponen a hacer convertidos, sin quitar todos sus

errores, y deshacer las falsas esperanzas, harán una hueste de hipócritas o de cristianos enanos y enclenques, siempre dudando y

fácilmente volviéndose de un espíritu de avivamiento, y sin valer nada. El camino es llevarlos a luz. Cuando un hombre se

convierte de esa forma, pueden depender de él, y saben dónde encontrarlo.

7. Temporadas prolongadas de convicción se deben generalmente a instrucción defectuosa. Cuando instrucciones claras y fieles

se dan a los pecadores, generalmente encontrarán que las convicciones son hondas y ásperas pero cortas.

8. Donde se dan instrucciones claras y distintivas, a los pecadores redargüidos, si no se rinden pronto, sus convicciones

generalmente los dejarán. Las convicciones en tales casos son generalmente cortas. Donde los pecadores son engañados con

posturas falsas, pueden permanecer semanas, y quizá meses, y a veces años, en un estado lánguido, y por fin, quizá, se

amontonen para entrar al reino y ser salvos, pero donde la verdad es hecha perfectamente clara a la mente del pecador, y todos

sus errores son deshechos, si no se rinde pronto, su caso es sin remedio. Donde la verdad es llevada a la mente del individuo, y

directamente resiste la verdad de que tiene que convertirse, no hay nada más por hacer. El Espíritu pronto lo dejará porque las

330

armas que usa se resisten. Cuando las instrucciones no son claras, y son mezcladas de error, el Espíritu puede esforzarse incluso

por años para que los pecadores salgan de la niebla de instrucción falsa. Pero no es así, cuando su deber es claramente explicado

a ellos, y ellos son llevados al punto de rendición inmediata, y se les exponen las pretenciones falsas, y el camino del deber se ha

dado claramente, entonces si no se rinden, el Espíritu de Dios los abandonará y su estado es irremediable.

Si hay pecadores en esta casa, y ven claramente su deber, TENGAN CUIDADO cómo se demoran. Si no se rinden, pueden

esperar que el Espíritu de Dios los abandone y se PERDERÁN.

9. Mucho de la dirección dada a los pecadores ansiosos equivale a la doctrina papista de indulgencias. El Papa vendía

indulgencias para pecar, y esto llevó a la reforma de Lutero. A veces la gente compraba una indulgencia para pecar por cierto

tiempo, o cometer un pecado en particular, o un número de pecados. Ahora, hay bastante en las iglesias protestantes, que es más

menos lo mismo. ¿Cuál es la diferencia de esto al decirle al pecador que espere? Cualquier dirección dada a los pecadores, que

no requieren obedecer a Dios inmediatamente, es una indulgencia para pecar. Es en efecto darles la libertad de continuar en

pecado contra Dios. Tales direcciones no sólo son perversas, sino ruines y crueles. Si no destruyen el alma, como sin duda

seguido hacen, aplazan, en todo momento, el gozo del pecador por Dios y Cristo, y hay una gran oportunidad de perderse para

siempre, mientras escucha tales instrucciones. Oh, cuán peligroso es dar a un pecador razón para creer que puede esperar un

momento antes de dar su corazón a Dios.

10. Hasta ahora he tenido la oportunidad de observar que aquellas conversiones muy repentinas comunmente resultan en los

mejores cristianos. Sé que lo contrario de esto ha sido sostenido y mantenido, pero estoy satisfecho que no hay razón para ello,

aunque multitudes, incluso ahora, lo consideran como una circunstancia sospechosa, si un hombre se ha convertido muy

repentinamente, pero la Biblia no justifica esa suposición. No hay un caso de convicción prolongada registrada en toda la Biblia.

Todas las conversiones registradas ahí son conversiones repentinas. Y estoy convencido que no ha habido tales multitudes de

convicciones tediosas, que con frecuencia terminan en absolutamente nada, si no hubiera sido por por esas perversiones

teológicas que han llenado al mundo con el no se puede. En los días de la Biblia, se les decía a los pecadores que se arrepintieran,

y lo hacían. El no se puede no era mencionado en esos días. Es esta especulación sobre la incapacidad de los pecadores de

obedecer a Dios que pone el cimiento de toda angustia y aflicción prolongadas, y quizá ruina, a través de la cual muchos son

llevados. Donde un pecador es llevado a ver lo que tiene que hacer, y decide de inmediato, Y LO HACE, generalmente lo hace así

331

después, ustedes generalmente verán que esa persona se sostendrá, y probará un carácter decidido. No lo verán como uno de

esos que siempre se trastornan por el deber, como un barco contra el viento y las olas. Vean a esos profesantes que siempre

tienen que ser arrastrados hacia el deber, y generalmente encontrarán que no tuvieron direcciones claras y consistentes cuando

fueron convertidos, y muy seguro tendrán mucho miedo de "esas conversions repentinas".

¡Miedo a conversiones repentinas! Algunos de los mejores cristianos que sé fueron redargüidos y convertidos en cuestión de

minutos. En un cuarto del tiempo que hube estado hablando, muchos de ellos fueron despertados, y se pasaron del lado del Señor,

y han sido luces brillantes en la iglesia desde entonces, y han manisfestado generalmente la misma decision de carácter en la

religion, que tuvieron cuando por primera vez salieron y decidieron estar del lado del Señor.

332

CONFERENCIA XIX

INSTRUCCIONES A CONVERTIDOS

TEXTO. --Apacienta mis corderos.--JUAN 21.15.

Ustedes, que leen sus Biblias, recordarán la conexión en las que esas palabras se encuentran y por quién es dicha. Fueron

dirigidas por el Señor Jesucristo a Pedro, luego que había negado a su Señor, y había profesado arrepentimiento. Probablemente

uno de los diseños que Cristo tenía en mente, al sufrir Pedro el pecado tan horrible de negar a su maestro, fue producir una obra

de gracia más profunda en él, y así acomodarlo para el deber peculiar al que intentaba llamarlo para poner los cimientos de la

Iglesia cristiana y ver por los intereses espirituales de los convertidos. Se necesitaba una obra peculiar de gracia en su alma para

acoplarlo para dirigir a otros a través de escenarios de prueba y tentación a los que los primeros cristianos en particular fueron

expuestos.

Es evidente que, aunque de Pedro tenía cualidades naturales especiales para tal obra, era un santo bastante superficial.

Probablemente se convirtió antes de eso, pero era débil, y había tanto de su rudeza natural y turbulencia de temperamento, que

aún estaba presto para enfurecerse en cualquier ocasión, y ofenderse por cualquier cosa que se le cruzara, de modo que aún no

estaba muy apto para esa obra particular a la que estaba destinado. Cristo lo contemplaba para ese servicio peculiar que parecía

indispensable hacerlo apto para eso, y hacer de él un santo tal que la oposición futura no lo irritara, ni las dificultades lo

desanimaran, ni el éxito y honor lo echaran a perder, al elevar su corazón con orgullo. Y, por tanto, Cristo toma el método eficaz

registrado ante nosotros, de tratar con él de una vez por todas para asegurar una obra meticulosa en su alma.

333

Le hizo esa pregunta para recordarle de una manera afectuosa, de una vez, de su pecado y el amor a Cristo. "Simón, hijo de

Jonás, ¿me amas más que éstos?", implicando fuertemente una duda si lo amaba a él. Pedro responde: "Sí, Señor; tú sabes que

te amo". Le dice a él: "pastorea mis ovejas". Entonces repitió la pregunta como si leyera lo más íntimo de su alma: "Simón, hijo de

Jonás, ¿me amas?" Pero seguía firme, y presto respondió de nuevo: "Sí, Señor; tú sabes que te amo". Jesús aún le hizo la

pregunta de nuevo, la tercera vez, enfáticamente. Parecía que le urgía el asunto, como si inquiriera en sus pensamientos más

hondos, para ver si Pedro lo volvería a negar. Pedro se conmovió. Se entristeció. No se arrebató, ni se alardeó, como había hecho

antes, "aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré", sino estaba entristecido, estaba rendido, habló suavemente. Apeló

al Salvador mismo, como si le implorara a no dudar más de su sinceridad: "Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo". Cristo le

dio su encomienda final, "apacienta mis ovejas".

Por los términos ovejas y corderos, el Salvador sin duda designó a los cristianos--miembros de su iglesia; los corderos

probablemente representan a los recién convertidos, aquellos que tienen poca experiencia y conocimiento de la religión, y por

tanto, necesitan atención especial y tomarse molestias con ellos, para cuidarlos de daño, entrenarlos para utilidad futura. Y cuando

nuestro Salvador le dijo a Pedro que apacentara sus ovejas, sin duda se refería a la parte importante que Pedro iba a realizar al

cuidar las iglesias recién formadas en las diferentes partes del mundo y entrenar a los recién convertidos, y llevarlos a la utilidad y

felicidad.

Mi conferencia pasada fue sobre el tema de dar la instrucción correcta a los pecadores ansiosos, y esto naturalmente me lleva, en

este curso de conferencias, a considerar la manera en la cual los recién convertidos deben ser tratados y las instrucciones que se

les debe dar.

INSTRUCCIONES A RECIÉN CONVERTIDOS

Al hablar del tema, es mi plan:

I. Establecer varias cosas que deben considerarse con respecto a las esperanzas de los recién convertidos.

334

II. Varias cosas con respecto a hacer una profesión de la religión e ingresar a la iglesia.

III. La importancia de tener la instrucción correcta dada a los recién convertidos.

IV. Lo que no debe enseñarse a los recién convertidos.

V. Qué cosas particulares deben ser tratadas por los miembros de la iglesia.

VI. Cómo los recién convertidos deben ser tratados por los miembros de la iglesia.

I. Voy a establecer varios asuntos con respecto a las esperanzas de los recién convertidos.

1. Nada se les debe decir para crear una esperanza. Nada debe ser ordinariamente íntimo a las personas bajo convicción,

calculado para hacerles pensar que han experimentado religión hasta que ellos mismos lo averigüen. No me gusta ese término

"religión experimentada", y lo uso sólo porque es una frase de uso común. Es absurda en sí misma. ¿Qué es religión? Obediencia

a Dios. Supongan que oyen a un buen ciudadano decir que tuvo obediencia experimentada para el gobierno del país. Verán que es

absurdo. O supongan que un niño habla de obediencia experimentada a su padre. Si supiera lo que está diciendo, diría que ha

obedecido a su padre, así como el apóstol Pablo dijo a los creyentes romanos: "habéis obedecido de corazón a aquella forma de

doctrina a la cual fuisteis entregados".

Lo que quiero decir es que ordinariamente es mejor dejar su esperanza o creencia que son convertidos salga espontáneamente en

sus mentes. A veces sucederá que las personas que de veras son convertidas, pero debido a algunas nociones que se les ha

enseñado de religión, no se dan cuenta. Sus posturas de lo que es la religión, y su efecto en la mente, son muy grandes de la

verdad, que no creen que la tienen. Les voy a dar un ejemplo de ese punto.

Hace uno años trabajaba en un lugar donde estaba habiendo un avivamiento, y había una señorita de Boston. Había crecido

siendo unitaria. Tenía una educación considerable y era inteligente en muchos temas, pero en el tema de religión era muy

ignorante. Al fin, fue redargüida de pecado. Se convenció terriblemente de su horrible enemistad con Dios. Había sido muy

educada para tener buenos modales, pero su enemistad contra Dios se volvió muy grande y prorrumpía tan terriblemente que era

335

horrible oírla hablar. Iba a las reuniones ansiosas donde hablaba con cada uno por separado, y sus sentimientos de oposición a

Dios eran tales que causaba perturbación. Cuando estuve dos o tres lugares de ella, donde podía oír lo que decía en voz baja a

otros, empezaba a hacer comentarios en respuesta para que la oyeran. Y decía las cosas más amargas contra Dios y contra su

providencia, y su método de tratar con la humanidad, como si Dios fuera un tirano infinito. Hablaba de él como el ser más injusto y

cruel en el universo. Trataba de callarla y hacerla estar quieta, porque distraía la atención de otros. A veces lo hacía y controlaba

su temperamento por un rato, y a veces se levantaba y se salía. Pocas veces he visto un caso donde la enemistad de corazón se

alzaba tan alto contra Dios. Una noche en la reunión ansiosa, luego de que ella estuviera inquieta, mientras me acercaba a ella,

empezó con sus mismas contestaciones, pero la callé, y le dije que no podía hablar con ella ahí, pero la invitaba a mi cuarto la

mañana siguiente y entonces hablaría con ella. Prometió ir, pero dijo: "Dios es injusto, infinitamente injusto. ¿Acaso no es el

todopoderoso?" ¿Por qué entonces nunca antes me había mostrado mi enemistad? ¿Por qué me ha dejado correr por tanto

tiempo? ¿Por qué deja a mis amistades seguir en ignorancia? Son enemigos de Dios tanto como yo, y se van a ir al infierno. ¿Por

qué no les muestra la verdad respecto a su condición?" Y en ese estado de ánimo se fue.

A la mañana siguiente, llegó como había prometido. Tan pronto entró, vi que su semblante había cambiado, pero no dije nada.

"Oh", dijo, "he cambiado de opinión respecto a lo que dije anoche sobre Dios. No creo que haya hecho mal, y creo que tendré

religión un día, por ahora me encanta pensar sobre Dios. He estado toda equivocada; la razón por la que nunca supe de mi

enemistad antes fue que no lo sabía. Leía la Biblia, pero siempre me saltaba los pasajes que me hicieran sentir como si fuera una

pecadora perdida, y esos pasajes que hablaban de Jesucristo como Dios, me los salté sin consideración, y ahora veo mi culpa, no

la de Dios, por no saber más de mí; ahora he cambiado de opinión". No tenía idea que eso era religión, sino que fue motivada

ahora a esperar la religión en un tiempo futuro, porque amaba mucho a Dios. No le dije nada para hacerla imaginar que creía que

era cristiana, sino que la dejé que lo averiguara. Y por un tiempo, su mente estuvo tan totalmente ocupada pensando en Dios que

pareció que nunca se preguntaría si eso era religión.

Es un gran mal, habitualmente, motivar a personas a esperar que ellos sean cristianos. Muy probable que ustedes juzguen

prematuramente. O si no, es mejor que ellos mismos lo averigüen, suponiendo que no lo vean de inmediato. Puede que se hundan

más que nunca, y entonces saldrán con tanta claridad y decisión que sabrán dónde están.

336

2. Cuando ven a personas que expresan una esperanza, y sin embargo expresan dudas, generalmente es porque la obra no es

exhaustiva. Si son redargüidos, necesitan romper. Están aún postergando, o no han roto eficazmente con el pecado, y necesitan

ser empujados hacia atrás en vez que se le surja ir hacia adelante. Si ven razón para dudar, o si encuentran que tienen dudas, muy

probablemente haya una buena razón para dudar. A veces las personas expresan una esperanza en Cristo, y luego recuerdan

algún pecado que necesita ser confesado a los hombres, o algún caso donde hayan calumniado o estafado, donde es necesario

dar satisfacción, y donde su carácter o dinero están tan profundamente implicados que titubean, y rehúsan cumplir con su deber.

Esto lastima al Espíritu, trae oscuridad a sus mentes desde luego, y justamente los lleva a dudar si están realmente convertidos. Si

un alma está verdaderamente convertida, generalmente encontrará que, cuando hay dudas en algún punto, están descuidando su

deber. Deben escudriñarse como con una vela encendida y ser llevados al cumplimiento del deber y sin sufrir en espera de

hacerlo. Generalmente es apropiado meter la verdad sencilla y escrutadora que los atravesará, algo que acabe con sus

esperanzas como una polilla. Háganlo mientras el Espíritu de Dios está tratando con ellos y háganlo en la forma correcta y no

habrá peligro de hacer daño.

Para ilustrar esto: Conocí a una persona que era miembro de la iglesia, pero era una hipócrita abominable y su conducta lo

mostraba; después lo confesó completamente. En un avivamiento de religión fue despertada y profundamente redargüida, y

después de un rato tuvo una esperanza. Se acercó al ministro para hablar con él sobre su esperanza, y le derramó la verdad a su

mente de tal manera como para acabar con todas sus esperanzas. Ella permaneció bajo convicción muchos días, y por fin brotó la

esperanza de nuevo. El ministro conocía el temperamento de ella, y sabía qué necesitaba, y acabó con su esperanza de nuevo. Y

entonces se quebrantó, se postró de tal modo que no se podía ir o poner de pie. Tan profundamente el Espíritu de Dios sondeó su

corazón que por un rato le quitó toda su fuerza corporal. Y entonces salió entregada. Antes, había sido una de las rebeldes más

orgullosas contra el gobierno de Dios, pero ahora se volvía humilde, y era de las cristianas más tiernas, modestas y amorosas. Sin

duda, era la única manera de tratar con ella. Fue el tratamiento que ella requería.

Con frecuencia es útil tratar con individuos de esa forma. Algunas personas son naturalmente desagradables en su temperamento

y su comportamiento. Y es particularmente importante que tales personas deban ser tratadas exhaustivamente cuando empiecen a

expresar esperanza en Cristo. A menos que la obra con ellas sea, en primer lugar, raramente profunda y exhaustiva, serán

grandemente útiles, interesadas y felices, de lo que habrían sido, si el sondeo hubiese sido exhaustivo y hábilmente aplicado a su

337

corazón. Si son animadas al principio, sin tratarse exhaustivamente, si son dejadas así, y no son suficientemente sondeadas y

quebrantadas, estos rasgos desagradables de carácter permanecerán sin rendir, y siempre brotarán para causar daño tanto en la

paz personal y su influencia y utilidad como cristianas.

Es importante de aprovechar tales caracteres mientras estén en esas circunstancias peculiares para que sean moldeados en forma

apropiada. No dispensen, aunque sea un hijo, hermano, esposo o esposa. Dejen que se haga una obra exhaustiva. Si expresan

esperanza, y encuentran que llevan la imagen de Cristo, son cristianos, pero si tienen duda--si no parecen estar completamente

cambiados, acaben con su esperanza, al inquirir con la verdad más discerniente, y dejen al Espíritu hacer su obra más

hondamente. Si la imagen no es perfecta, vuélvanlo a hacer--quebrántenlos hacia un espíritu como de niño, y entonces déjenlos

tener esperanza. Serán unos cristianos claros y exhaustivos. Por un tipo de tratamiento así, con frecuencia he conocido gente del

carácter natural más torcido y detestable transformado en unos días que parecen seres diferentes. Uno pensaría la obra de una

vida de cultivo cristiano se hizo de una vez. Sin duda esto fue el intento de los tratos del Salvador con Pedro. Había sido

convertido, pero se llenó de orgullo espiritual y confianza en sí mismo que luego cayó. Después de eso, Cristo lo quebrantó de

nuevo al inquirir tres veces con la pregunta "Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?", y desde entonces parece haber sido un santo

estable y devoto el resto de sus días.

3. No hay necesidad que los recién convertidos tengan o expresen dudas en cuanto a su conversión. No hay más de una persona

que dude si está en favor del gobierno de Dios del que hay para que un hombre dude si está a favor de un gobierno u otro. Es de

hecho, a primera vista, absurdo que una persona hable de dudar en ese punto, si es inteligente y entiende de qué está hablando.

Desde hace mucho se ha supuesto que es una virtud, y una señal de humildad que una persona dude si es cristiano, y esa noción

de que hay virtud en dudar es un artilugio del diablo. "Digo, vecino, ¿estás a favor de nuestro gobierno o prefieres el de Rusia?"

"Pues, tengo dudas que quiera a nuestro gobierno; tengo muchas dudas". ¡Maravilloso! "Mujer, ¿amas a tus hijos?" Pues, a veces

tengo una esperanza tambaleante que los amo, pero tengo dudas". Esposa, ¿amas a tu esposo? "No sé--a veces creo que sí, pero

a veces el corazón es engañoso; debemos tener cuidado y no confiarse mucho". ¿Quién tendría una esposa así? "Hombre, ¿amas

a tu esposa?, ¿amas a tu familia?" "Ah, tú sabes que somos pobres criaturas y conocemos nuestros propios corazones. Creo que

los quiero, pero quizá estoy engañado". ¡Ridículo!

338

Ordinariamente, la mera idea de que una persona exprese dudas indica que su piedad es verdaderamente dudosa. Un cristiano de

verdad no tiene necesidad de dudar. Y cuando uno está lleno de dudas, generalmente se debe dudar por él y ayudarlo a dudar. El

afecto a Dios es tanto un asunto de conciencia como cualquier otro afecto. Una mujer sabe que ama a su hijo. ¿Cómo? Por su

conciencia. Está consciente del ejercicio de su afecto. Y entonces ve que se vuelve acción cada día. Del mismo modo un cristiano

puede saber que ama a Dios por la conciencia de su afecto y por ver que influye en su conducta diaria.

En el caso de recién convertidos, esas dudas generalmente surgen de haber sido tratados erróneamente, y no haber sido

enseñados suficientemente, ni haber sido humillados completamente. En cualquier caso, nunca debieron haber sido dejados en

ese estado, sino llevados, en lo posible, a un cambio completo en el que nunca dudaran más. Es inconsistente con la utilidad más

grande que un cristiano esté siempre con dudas que lo entretengan. No sólo lo hace pesimista, sino hace de su religión una piedra

de tropiezo a los pecadores. ¿Qué piensan los pecadores de una religión así? Dicen: "Esos convertidos siempre tienen miedo de

creer que tienen algo real. Siempre están temblando y dudando si es una realidad, y si deben de saber si hay cualquier en ella o

no, pues si hay cualquier cosa, esa gente parece tenerla, y me inclino a pensar que más bien dudan. En todo caso, lo dejaré pasar

por el momento, pues no creo que Dios me condene por no atender lo que parece tan incierto". No, una fe alegre y asentada en

Cristo es indispensable para la utilidad, y por tanto uno, deben tratar con los recién convertidos para llevarlos a una esperanza bien

sustentada, estable y consistente. Generalmente, esto puede hacerse, si se busca sabiamente, en el momento propicio, y eso es

en el comienzo de su vida religiosa. Y no se debe dejarlos hasta que se haga.

Sé que hay algunas excepciones; hay casos donde las mejores instrucciones no serán eficaces, pero éstas generalmente

dependen del estado de la salud, y la condición del sistema nervioso. A veces encuentran a una persona incapaz de razonar en un

cierto tema, y así sus errores no se someterán a la instrucción. Pero muy comúnmente yerran el estado de sus corazones porque

juzgan bajo la influencia de una enfermedad física. A veces las personas bajo una depresión nerviosa se vuelven desesperadas.

No voy a tomar tiempo de mostrar la conexión, pero las personas familiarizadas con la fisiología fácilmente explicarán el asunto, y

esto se hace claro que la única forma de tratar con tales casos es primero restaurar su salud, conseguir que su sistema nervioso

esté en su estado apropiado, así quitarán la causa física de su tristeza y depresión, y entonces podrán recibir y aplicar sus

instrucciones al estado de sus mentes. Pero si no pueden quitar la tristeza, las dudas y los temores de esa forma, pueden por lo

menos evitar hacer cualquier daño positivo al darles las instrucciones equivocadas. He sabido de cristianos con experiencia haber

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tenido el error en ellos, pensando que era necesario, o virtuoso, o una señal de humildad de estar siempre en duda, y Satanás

toma ventaja de eso, y del estado de su salud, para conducirlos a desesperación. Tienen que estar alertas contra eso al evitar el

error en la enseñanza a recién convertidos. Enséñenles que en vez de que hay virtud en dudar, es pecado tener cualquier razón

para dudar, y pecado si dudan sin ninguna razón, y pecado por ser pesimista, y causar malestar a los pecadores con su desánimo.

Y si les enseñan exhaustivamente lo que es religión, y les hacen VER CLARAMENTE lo que Dios desea que hagan, y los llevan a

hacerlo pronta y decididamente, generalmente no serán acosados con dudas y temores, sino serán cristianos de corazón abierto,

alegres y maduros, un honor a la religión que profesan, y una bendición a la iglesia y el mundo.

II. Procedo a mencionar algunas cosas dignas de consideración en cuanto a hacer profesión de religión o ingresar a la

iglesia.

1. Los recién convertidos deben, comúnmente, presentarse ellos mismos para la admisión de alguna iglesia de Cristo

inmediatamente. Por inmediatamente quiero decir que deben hacerlo en la primera oportunidad que tengan. No deben esperar. Si

se disponen a esperar, es muy probable que siempre estén esperando y nunca hagan nada. Si se les enseña a esperar bajo

convicción, antes de que ellos mismos se den a Cristo, o si se les enseña a esperar luego de la conversión, antes de que se

entreguen públicamente a Dios, al ingresar a la iglesia, probablemente irán por la vida tropezándose y deteniéndose. Lo primero es

que se les enseñe que siempre es, NUNCA ESPERAR DONDE DIOS LES HA INDICADO SU DEBER. Profesamos haber quitado

el sistema de espera, que siga así y seamos consistentes.

Mientras digo que es el deber de recién convertidos de presentarse a la iglesia inmediatamente, no digo que deban, en todos los

casos, ser recibidos inmediatamente, sino la iglesia puede, y tiene un derecho indudable de asumir la responsabilidad de recibirlos

o no inmediatamente. Si las iglesias no están satisfechas en el caso, tienen el poder de investigar y que esperen hasta que lo

hayan hecho, o alguna otra forma obtener satisfacción, en cuanto a su carácter y sinceridad. Esto es más necesario en ciudades

grandes que en el campo porque la iglesia es propensa a recibir tantas solicitudes de personas que son enteramente extrañas,

donde es necesario averiguar antes de admitirlos a la comunión, pero si la iglesia cree que es necesario posponer a un solicitante,

la responsabilidad no es de él. No puede posponer la obediencia al mandamiento moribundo de Cristo, y de ese modo no ha

ahuyentado al Espíritu, y entonces no puede salir lastimado si es fiel en otros respectos. Mientras, si ha descuidado

voluntariamente el deber, pronto entrará en tinieblas y muy probable apostate.

340

Si no hay una razón particular por la demora, normalmente la iglesia debe recibirlos cuando apliquen. Si son suficientemente

instruidos en el tema de religión para saber lo que están haciendo, y si su carácter general es tal que se les puede confiar en

cuanto a sinceridad y honestidad en hacer profesión, no veo ninguna razón por la que deban demorar, pero si hay razones

diferentes, en opinión de la iglesia, de hacerles esperar un tiempo razonable, que lo hagan, bajo su responsabilidad a Jesucristo.

Deben, sin embargo, recordar cuál es la responsabilidad que asumen, y si ellos mantienen fuera de la iglesia a aquellos que deban

estar dentro, pecan y contristan al Espíritu Santo.

Es imposible poner reglas en este tema, aplicables en todos los casos. Hay tanta variedad de razones que pueden impedir a las

personas que ninguna regla general puede alcanzar a todos. Nuestra práctica, en esta iglesia, es postular a personas por un mes

luego de su solicitud, antes de que sean recibidas a la comunión plena. La razón de esto es que la Sesión puede tener la

oportunidad de averiguar respecto a individuos que se presentan, ya que muchos de ellos son extraños. Pero en el campo, donde

hay congregaciones regulares, y toda la gente ha sido instruida desde su juventud en doctrinas de religión, y donde todos se

conocen perfectamente, el caso es distinto, y normalmente no veo ninguna razón por la que las personas de buen carácter no

deban ser admitidas inmediatamente. Si alguien no ha sido un borracho, o de mal carácter, que sea admitido de una vez tan pronto

pueda dar un recuento racional y satisfactorio de la esperanza que está en él.

Esto es evidentemente la manera en que los apóstoles lo hicieron. No hay evidencia en el Nuevo Testamento de que hayan hecho

a un lado a una persona que quería ser bautizada y unirse a la iglesia. Sé que esto no satisface a algunas personas, porque creen

que el caso es distinto, pero no lo veo así. Dicen que los apóstoles fueron inspirados. Eso es cierto, pero no que fueran inspirados

para leer los caracteres de los hombres como para prevenir que cometieran errores en ese asunto. Por un lado, sabemos que no

fueron inspirados en esa forma, pues sabemos que tuvieron equivocaciones así como los ministros cometen ahora, y por tanto, no

es cierto que el ser hombres inspirados altere el caso en este punto. Simón el mago se supone que era cristiano, y fue bautizado y

admitido en la comunión, y tuvo buena reputación hasta que quiso comprar el Espíritu Santo con dinero. Los apóstoles admitían a

convertidos del paganismo inmediatamente y sin demora. Si pudieron recibir a personas que quizá nunca en sus vidas oyeron más

de un sermón del evangelio, y que nunca tuvieron una Biblia, ni asistieron a la escuela dominical o clases bíblicas, seguramente no

es necesario escandalizarse y crear alarma, si la iglesia lo cree apropiado recibir a personas de buen carácter que han tenido una

341

Biblia toda su vida, y han sido enseñadas en la escuela dominical, y se han sentado bajo la predicación del evangelio, y que por

tanto se supone que entienden lo que sienten y que no profesan lo que no sienten.

Sé que puede decirse que las personas que hacen una profesión de religión ahora no están obligadas a hacer tales sacrificios por

su religión como los primeros creyentes estaban, y consecuentemente, la gente puede estar más presta a ser hipócrita. Y hasta

cierto punto eso es verdad. Pero entonces, por un lado, debe recordarse que con las instrucciones que tienen sobre el tema de

religión, no son fácilmente llevados a engañarse, como aquellos que fueron convertidos sin las ventajas previas de una educación

religiosa. Puede ser fuertemente tentado para engañar a otros, pero insisto en eso, con las instrucciones que han recibido, los

convertidos de esos grandes avivamientos no son ni la mitad de proclives de engañarse a sí mismos, y tomar una esperanza falsa,

como fueron en tiempos de los apóstoles. Y sobre ese fundamento, creo que esas iglesias que son fieles en tratar con los recién

convertidos, y que exhiben habitualmente el poder de la religión, no es probable que reciban tantas personas inconversas como lo

hicieron los Apóstoles.

Es importante que las iglesias actúen sabiamente en este punto. Se ha hecho gran mal por esta práctica de mantener fuera a

personas de la iglesia por mucho tiempo para ver si eran cristianos. Esto casi es tan absurdo como sería echar a un niño en la calle

para ver si vivirá; decir, si vive y promete ser un niño saludable, nos haremos cargo, en el momento que se inclina la balanza, si

vive o muere. ¿Acaso ésa es la manera en tratar con recién convertidos? ¿Acaso debe la iglesia echar a sus hijos recién nacidos a

los vientos, y decir si viven ahí, que se levanten, pero si mueren, deben morir? No tengo duda que miles de convertidos, como

consecuencia de ese tratamiento, han ido por la vida y nunca se han unido a una iglesia, sino han demorado, llenos de dudas,

temores, y tinieblas, de ese modo han pasado días, y se han ido a la tumba sin los consuelos o la utilidad de los que pudieron

haber disfrutado, simplemente porque la iglesia, en su locura, los han hecho sufrir esperando fuera de los límites para ver si crecen

y se esfuerzan, sin aquellas ordenanzas que Jesucristo estableció particularmente para su beneficio.

Jesucristo dijo a su iglesia: "He aquí, toma esos corderos, apaciéntalos, protégelos, cuídalos". ¿Y qué hace la iglesia? Pues los

deja en las montañas frías entre las bestias salvajes para morirse de hambre o perderse, para ver si están vivos o no. Todo el

sistema es tan poco filosófico como poco escritural. ¿Acaso Jesucristo les dijo a sus iglesias que lo hicieran? ¿Acaso el Dios de

Abraham enseñó alguna doctrina como ésa respecto a los hijos de Abraham? Nunca. Nunca nos enseñó a tratar a recién

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convertidos de una forma tan bárbara. Es la mejor manera que se puede tomar para considerarla dudosa si están convertidos. El

camino para llevarlos a dudas y tinieblas es mantenerlos lejos de la iglesia, su comunión y ordenanzas.

Tengo entendido que hay una iglesia, no muy lejos de aquí, que ha pasado una resolución de que ningún recién convertido sea

admitido hasta que tenga por lo menos seis meses. ¿De dónde sacaron esa regla? No de la Biblia, ni del ejemplo de las primeras

iglesias.

3. Al examinar a recién convertidos para ser admitidos en la iglesia, sus conciencias no deben ser entrampadas por examinarlos

muy extensiva o minuciosamente sobre puntos doctrinales. Por la manera en que el examen es conducido en algunas iglesias,

parecería como si esperaran que los recién convertidos estuvieran de una vez familiarizados con todo el sistema de divinidad, y

pudieran responder a cada pregunta desconcertante de teología. El efecto de eso es que los recién convertidos son confundidos y

quedan perplejos, y dan su asentimiento a las cosas que no entienden, y así su conciencia es entrampada y como consecuencia

debilitada. Pues, un gran diseño de recibir a recién convertidos es enseñarles doctrinas, pero si se mantienen fuera de la iglesia

hasta que entiendan todo el sistema de doctrinas, ese fin es frustrado. ¿Los tendrían fuera hasta que un diseño principal de

recibirlos se lograra por otros medios? Es absurdo. Hay ciertas doctrinas cardinales del cristianismo, que son acogidas en la

experiencia de cada convertido de verdad. Y de éstas, los recién convertidos testificarán, en su examinación, si se les pregunta en

una forma tal para sacar el conocimiento, y no en una forma para desconcertarlos y confundirlos. Las preguntas deben ser tales

como son calculadas para saber lo que han aprendido por experiencia, y no lo que pudieron tener en teoría antes o desde su

conversión. El objetivo no es averiguar cuánto saben, o qué tan buenos eruditos son en divinidad, como se examinaría en una

escuela, o un número de jóvenes que se esfuerzan por un premio. Es para averiguar si tienen un cambio de corazón, aprender si

han experimentado las grandes verdades de religión por su poder en sus propias almas. Ven por tanto cuán absurdo, y también

injurioso, debe ser examinar como a veces se hiciera, como un abogado ante la barra, interrogando rigurosamente a un testigo

sospechoso. Debe más bien ser como un médico fiel, ansioso de saber la verdadera condición de su paciente, y por tanto, guiar su

mente, por las preguntas e indicios, para descubrir los síntomas reales de su caso.

Encontrarán, si hacen las preguntas correctas, que los convertidos de verdad verán claramente esos grandes puntos

fundamentales de la autoridad divina de las escrituras, la necesidad de las influencias del Espíritu Santo, la divinidad de Cristo, la

doctrina de la depravación total y regeneración, la necesidad de la expiación, la justificación por fe, y la justicia del castigo eterno

343

de los perversos. Por un curso apropiado de preguntas encontrarán que esos puntos salen, como parte de su experiencia, si hacen

las preguntas de tal forma que las entiendan.

Una sesión de una iglesia en esta ciudad, según me han informado, ha pasado un voto que ninguna persona ingrese a esa iglesia

hasta que haya dado su aceptación de toda la Confesión Presbiteriana de Fe y adoptarla como su "regla de fe y práctica y

obediencia cristiana". Esto es, tienen que leer el libro, que es como tres veces tan largo como el himnario, y tienen que entenderlo

y estar de acuerdo, antes de ser admitido a la iglesia, antes de que puedan hacer una profesión de religión, u obedecer el

mandamiento de Cristo. ¿Por cuál autoridad dice la iglesia que nadie se unirá a su comunión hasta que se entiendan todos los

puntos y tecnicismos de la extensa confesión de fe? ¿Acaso es ésa su caridad el atiborrar toda esa confesión de fe en la garganta

de un recién convertido antes que le permitan ir a su comunión? Dice él: "amo al señor Jesucristo y quiero obedecer su

mandamiento". "Muy bien, pero ¿entiendes y adoptas la confesión de fe?" Él dice: "no sé, pues nunca la he leído, pero he leído la

Biblia, y eso me gusta mucho, y quisiera seguir las direcciones en ella e ir a la mesa del Señor". "¿Amas la confesión de fe? Si no,

NO VENDRÁS". Es la respuesta de esa sesión caritativa, "no te sentarás a la mesa del Señor hasta que hayas adoptado toda esta

confesión de fe". ¿Acaso el Señor Jesucristo autorizó una sesión de iglesia para que se dijera eso--decirle a un hijo de Dios, que

está ahí de pie con lágrimas, que pide permiso para obedecer a su Señor, que entiende los fundamentos de la fe, y que

satisfactoriamente puede dar razón de su esperanza, decirle que no puede ingresar a la iglesia hasta que entienda la confesión de

fe? Sin duda, Jesucristo está enojado con una iglesia tal, y mostrará su displicencia en una manera que no admita ninguna

equivocación, si no se arrepienten. ¡Cierren la puerta contra los recién convertidos hasta que engullan la confesión de fe!

¿Prosperará una iglesia así? Nunca.

Ninguna iglesia en la tierra tiene derecho de imponer su confesión extendida de fe en un recién convertido. Pueden hacerle saber

al recién convertido de la fe de ustedes en lo muchos puntos, y pueden examinarlo, si lo creen necesario en cuanto a su creencia,

pero supongan que tiene muchas dudas en algunos puntos no esenciales para la experiencia cristiana, como la doctrina de bautizo

a infantes, o de la elección, o de la perseverancia de los santos, y supongan que honesta y francamente les dice que no se ha

puesto de acuerdo referente a esos puntos. ¿Acaso el ministro tiene el derecho de decir que no estará a la mesa del Señor hasta

que haya terminado todas sus investigaciones en esos temas y que no va a obedecer a Jesucristo hasta que plenamente se haya

puesto de acuerdo en cada punto en el que los cristianos, y también devotos, difieren ellos mismos? Primero me cortaría mi mano

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derecha antes que impedir a un recién convertido bajo tales circunstancias. Le enseñaría a un recién convertido tan bien como

pudiera en el tiempo antes que hiciera su solicitud, y lo examinaría cándidamente en cuanto a sus posturas, y luego que estuviera

en la iglesia, trataría hacerle crecer en conocimiento en tanto crece en gracia. Y justo con la tanta confianza como tuviera que mis

propias doctrinas fueran las doctrinas de Dios, debo esperar de él que las adopte, si pudiera tener una audiencia justa ante su

mente. Pero nunca sondearía a alguien, quien creo caritativamente que es un hijo de Dios, que se quede fuera de la mesa del

Padre, porque no vio todo lo que veo yo, o cree todo lo que creo, mediante todo el sistema de divinidad. Eso es totalmente

irracional, ridículo y perverso.

4. A veces las personas que son conocidas de albergar una esperanza no se atreven a hacer una profesión de religión por temor a

que sean engañados. Siempre trataría decididamente con esos casos. Una esperanza que no garantice una profesión de religión

es manifiestamente peor que ninguna esperanza, y mientras más pronto se deshaga, mejor. ¿Esperará un hombre que ama a

Dios, y que no se atreva a obedecer a Jesucristo? Absurdo. Más vale que esa esperanza se quite de inmediato.

5. A veces las personas que profesan estar convertidas tendrán una excusa de no ingresar a una iglesia, que ellos pueden disfrutar

de la religión sin ella. Esto siempre es sospechoso. Tendría cuidado de tales personajes. Es muy seguro que no tienen religión.

Comúnmente, si una persona no desea estar asociada con la gente de Dios, está echada a perder en el fondo. Es porque quiere

alejarse de las responsabilidades de una profesión pública. Tiene un sentimiento dentro de él que prefiere ser libre para que pueda

de vez en cuando regresar de nuevo al mundo si quiere, sin el reproche de inestabilidad o hipocresía. ¡Disfrutar la religión sin

obedecer a Jesucristo! Es totalmente falso. Pasa por alto el hecho de que la religión consiste en obedecer a Jesucristo.

III. Voy considerar la importancia de dar la instrucción correcta a recién convertidos.

Comúnmente, su carácter cristiano a través de la vida es moldeado y hecho según la manera con la que ellos son tratados cuando

se convierten primero. Hay muchos que han sido pobremente enseñados al principio, pero luego se han reconvertido, y si lo están,

entonces tráteseles apropiadamente, puede ser que hagan algo de ellos. Entonces pueden ser bien dirigidos, si creen que es la

verdad de Dios. Y cuales sean las nociones en religión que obtengan, entonces son aptos para adherirse por siempre. Es casi

imposible quitar las nociones de un hombre que obtuvo cuando fue recién convertido. Pueden razonar con él, pero se adhiere a

ellas. Cuán seguido es el caso donde las personas han sido enseñadas ciertas cosas, cuando primero se convierten, que si tienen

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luego un ministro nuevo que les enseña algo diferente, se levantarán contra él, como si fuera a sabotear la fe y llevar a la iglesia al

error, y hacer confusión de todo. Así, ven que los recién convertidos son puestos en las manos de la iglesia, y depende de las

iglesias moldearlos, formarlos en cristianos de la estampa correcta. Mucho de su comodidad y utilidad futuras depende de la

manera en que son instruidos en un inicio. El carácter futuro de la iglesia, el progreso de los avivamientos, la venida del milenio,

dependen de la instrucción correcta dada, y una dirección correcta de pensamiento y vida para aquellos que son recién

convertidos.

IV. Voy a mencionar algunas cosas que no deben enseñarse a los recién convertidos.

1."Nunca sentirás como sientes ahora". Cuando un recién convertido se está regocijando en su Salvador, y calculando vivir para la

gloria de Dios y el bien de la humanidad, cuán seguido se encuentra con esa contestación: "No sentirás siempre así". De ese modo

preparan su mente a esperar que va a apostatar y que no se sorprenda cuando lo haga. Ésta es la forma con la que el diablo

quiere que los recién convertidos se traten, tener a cristianos de tiempo que les digan que sus sentimientos no van a durar, y que

de vez en vez serán fríos como somos nosotros. Ha hecho que mi corazón sangre al verlo. Cuando el recién convertido ha

derramado su corazón cálido a algún profesante de tiempo, y espera encontrar desbordamientos cálidos de un espíritu similar que

responda al suyo, ¿con qué se topa? Esa respuesta fría que viene como una ráfaga del norte a su alma. "No siempre sentirás así".

¡Qué vergüenza! Sólo se prepara al recién convertido para esperar que apostatará como una cuestión tiempo para que empiece a

declinar, bajo las influencias de esa instrucción muy probable lo hará sin producir sorpresa o alarma en su mente, sino lo ve como

algo que sucede, haciendo lo que todos hacen.

He oído predicar y orar que las temporadas de apostasía son necesarias para probar a la iglesia. Dicen: "cuando llueve, pueden

encontrar agua por todos lados: es sólo en temporadas de sequía que puedes saber dónde están los manantiales profundos". ¡Qué

lógica tan maravillosa! Entonces les enseñan a los cristianos que tienen que volverse fríos y tontos, y alejarse de Dios, y ¿por qué

razón? Pues, en verdad para mostrar que ellos no son hipócritas, ¡Increíble! Probarían que son hipócritas ellos a fin de mostrar que

no lo son.

Una doctrina así es lo último que debemos enseñar a los recién convertidos. Se les debe decir que ahora sólo han empezado la

vida cristiana, y que su religión consiste en continuar en ella. Se les debe enseñar ir hacia adelante todo el tiempo y continuamente

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crecer en gracia. No les enseñen a empequeñecer su religión, que se haga cada vez más pequeña hasta que llegue a un punto.

Dios dice: "la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto". Ahora, ¿de quién

es la senda que disminuye cada vez más hasta que la noche es perfecta? Deben ser llevados a un estado mental tal que las

primeras indicaciones de decaimiento en espiritualidad o fervor los alarme y estimule para el deber. No hay necesidad que los

recién convertidos deban apostatar como ellos hacen. Pablo no apostató. Y no tengo duda que esa doctrina de "no siempre

sentirás así" es uno de los artilugios más grandes de Satanás para que suceda lo que se predice.

2. "Aprende a caminar por fe y no por vista". Esto se dice a veces a los recién convertidos en referencia a la continua exhibición de

poder de la religión, y es una perversión manifiesta de la escritura. Si empiezan a perder su fe y fervor, y se meten en oscuridad,

algún profesante de tiempo les dirá: "Ah, no puedes esperar tener al Salvador siempre contigo, has estado caminando por vista,

tienes que aprender a caminar por fe y no por vista". Esto es, tienes que aprender a volverte tan frío como la muerte, y entonces te

aferrarás a la doctrina de perseverancia de los santos, como el único fundamento que serás salvo. Y eso es caminar por fe. Dejen

de perseverar, y entonces agárrense de la doctrina de la perseverancia. "Un error garrafal de la culpa, y la risa más fuerte del

infierno". Y le llaman caminar por vista el vivir en el gozo del favor de Dios y el consuelo del Espíritu Santo. ¿Acaso suponen que

los recién convertidos ven al Salvador al momento que creen en él? Cuando están llenos del gozo del cielo, ¿acaso suponen que

ven el cielo, y así caminan por vista? Es absurdo. No es fe, es presunción que hace a un apóstata agarrarse de la doctrina de la

perseverancia, como si eso lo salvara, sin ningún ejercicio sensato de piedad en su alma. Aquellos que intentan caminar por fe de

esa forma más vale que tengan cuidado, o caminarán hacia el infierno con su fe. ¡Ciertamente fe! Fe sin obras es muerta. ¿Puede

una fe muerta hacer la fe vivir?

3. "Espera hasta que veas si puedes resistir". Cuando un recién convertido se siente fervoroso y bondadoso, y quiere darse a Dios,

algún profesante prudente de tiempo le advertirá que no vaya muy rápido. "Es mejor no ir muy hacia adelante en la religión hasta

que veas si puedes resistir, porque si vuelas alto y caes, avergonzarás a la religión". Es decir, en palabras simples, "no hagas nada

que constituye religión hasta que veas si la tienes". La religión consiste en obedecer a Dios. Ahora estos maestros sabios le dirán a

un convertido: "No obedezcas a Dios hasta que veas"--¿qué?--hasta que veas si le has obedecido--o, hasta que veas si tienes la

sustancia, aquella cosa misteriosa que se imaginan que es creada y puesta en el hombre, como un bulto de carne nueva, llamada

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religión. Este sistema de espera es todo igual, cuando el mandamiento de Dios está sobre él y la senda del deber delante de él.

Déjenlo que siga.

A los recién convertidos deben enseñarles plenamente que eso es la única forma consistente para averiguar si tienen religión, la

única evidencia que pueden ellos encontrar, que de corazón están comprometidos para hacer la voluntad de Dios. Decirles que

esperen, por tanto, antes de que hagan cosas, hasta que tengan su evidencia, es revertir el asunto y es absurdo.

4. "Espera a que tengas fuerza antes de que tomes tu cruz". Esto se aplica a varios deberes religiosos. A veces se aplica a la

oración, como si la oración fuera una cruz, pero he conocido a recién convertidos aconsejados que no intenten orar con sus

familias, o que no intenten orar aún en reuniones o círculos sociales. "Espera a que tengas fuerza". Como si ellos sacaran fuerzas

sin ejercicio. La fuerza viene por el ejercicio. Uno no puede obtener fuerzas estando quieto. Dejen a un niño en la cuna toda su

vida, y nunca tendrá nada de fuerza, puede que crezca en tamaño, pero nunca podría ser más que un bebé grande. Ésta es una

ley de la naturaleza. No hay sustituto para el ejercicio para producir fortaleza. El cuerpo, como todos saben, puede ser fortalecido

sólo por ejercicio. Así es en las cosas de la naturaleza, y lo mismo es con la mente. Lo mismo con los afectos, con el juicio y con la

conciencia. Todos los poderes del alma se fortalecen por el ejercicio. No necesito entrar en la filosofía de esto. Todos lo sabemos.

Si la mente no se ejercita, el cerebro no crecerá, y el hombre será corto de entendimiento. Si los afectos no se ejercitan, se volverá

un estoico. Es absurdo hablarle a un convertido sobre descuidar la acción cristiana hasta que tenga fuerza. Si quiere obtener

fuerza, dejen que trabaje.

5. A los recién convertidos no se les debe hacer sectarios en sus sentimientos. No deben enseñarles que moren en distinciones

sectarias, o que sean contenciosos sobre puntos sectarianos. Deben examinar esos puntos, en su momento apropiado, y de una

forma apropiada, y ponerse de acuerdo ellos mismos, según la importancia, pero no se les debe enseñar que moren en ellos, que

le den tanta importancia en el comienzo de su vida religiosa. De otro modo, habrá un gran riesgo que toda su religión se vaya hacia

el sectarismo. He visto las exhibiciones más tristes y melancólicas de los efectos de esto en recién convertidos. Y donde veo a

convertidos profesados que toman peculiaridades sectarianas, sin importar la denominación, siempre dudo de ellos. Cuando los

oigo que preguntan "¿cree en la doctrina de la elección?", o ¿cree en la aspersión?", o ¿cree en la inmersión? Me pongo triste.

Nunca he sabido que tales convertidos valgan mucho. Su fervor sectariano amarga sus sentimientos, carcome todo el corazón de

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su religión, y moldea todo su carácter en intolerancia pecaminosa sectariana. Generalmente se vuelven muy celosos de las

tradiciones de los ancianos, y se preocupan muy poco de la salvación de sus almas.

V. Procedo a mencionar algunas cosas importantes que deben ser enseñadas a los recién convertidos.

1. Una de las primeras cosas que se les debe enseñar a los recién convertidos es distinguir entre emoción y principio en religión.

¿Me entienden? Voy a explicar lo que quiero decir, pero quiero que capten mis palabras y las tengan fijas en sus mentes. Lo que

quiero es que distingan entre emoción y principio.

Por emoción, quiero decir ese estado de la mente del que estamos conscientes, y que llamamos sentimiento, un estado

involuntario de la mente que surge desde luego cuando estamos en ciertas circunstancias o bajo ciertas influencias. Puede haber

sentimientos elevados y provocados, o pueden asentarse en tranquilidad, o desaparecer enteramente, pero esas emociones deben

distinguirse cuidadosamente del principio religioso. Por principio, no quiero decir cualquier sustancia, o raíz, o semilla, o brote,

implantando en el alma, sino la decisión voluntaria de la mente, la determinación firme de cumplir el deber y obedecer la voluntad

de Dios, por la cual un cristiano debe siempre ser gobernado. Cuando un hombre está plenamente determinado a obedecer a Dios

porque es CORRECTO que deba obedecer a Dios, llamo a eso principio. Si siente o no alguna emoción avivada y religiosa en el

momento, cumplirá su deber alegre, inmediata y efusivamente cual sea el estado de sus sentimientos. Esto es actuar sobre

principio y no sobre emoción. Muchos recién convertidos han errado sus posturas en este asunto y dependen casi enteramente en

el estado de sus sentimientos y dan paso a eso, como si pensaran bajo ninguna obligación del deber a menos que se les urja por

alguna emoción fuerte. Serán muy fervorosos en religión cuando sientan, cuando sus emociones están cálidas y avivadas, pero no

actuarán con religiosidad consistentemente, y lo llevarán a todos los asuntos de la vida. Son religiosos mientras son movidos por

un torrente de sentimiento, pero eso no es religión verdadera.

A los recién convertidos se les debe enseñar cuidadosamente cuándo el deber está ante ellos para cumplirlo. Sin embargo, puede

haber sentimientos apagados, si el deber llama a HACERLO. No esperen sentir, sino HÁGANLO. Es muy probable que las

emociones por las que esperan serán llamadas al ejercicio cuando empiecen a cumplir su deber. Si el deber es la oración, por

ejemplo, y no tienen los sentimientos que desearían, no esperen a las emociones antes de que oren, sino oren, y abran su boca

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ampliamente. Y al hacerlo, es muy probable que tengan las emociones que desean cuando están inclinados a esperar, y que

constituye la felicidad consciente de religión.

2. A los recién convertidos se les debe enseñar a que renuncien a la pertenencia de todas las posesiones y de ellos mismos. Si no

han hecho eso, no son cristianos. No se les debe dejar pensar que cualquier cosa es suya, su tiempo, propiedad, influencia,

facultades, cuerpos y almas. "No sois vuestros"; todo pertenece a Dios, y cuando se entregan a Dios hacen rendimiento libre de

todo a él, para ser regidos y disponer como él quiera. No tienen derecho a pasar una hora como si su tiempo fuera de ellos. Ningún

derecho de ir a cualquier lado, hacer algo, para sí mismos, sino que deben ellos tener todo a la disposición a Dios y utilizar todo

para la gloria de Dios. Si no lo hacen, no deben llamarse cristianos, pues la mera idea de ser cristiano es renunciar al yo y volverse

enteramente consagrados a Dios. Un hombre no tiene más derecho de retener cualquier cosa de Dios que el que roba o hurta. Es

robo en el sentido más amplio del término. Es un crimen infinitamente más grande contra ÉL, que un hombre pueda cometer contra

su prójimo, en la medida que Dios es el dueño de todas las cosas en un sentido más elevado que el hombre pueda poseer

cualquier cosa. Dios los llama a emplear cualquier cosa que tengan, su dinero, o su tiempo, o dar sus hijos, o dedicarse ellos

mismos para el progreso del reino de Dios, y se rehúsan porque quieren usarlo a su modo, o prefieren hacer algo más, es

vastamente más culpable que un empleado o agente que desfalca el dinero que le confía su empleador y se lo gasta con su familia

o lo pone en el banco o especula para sí mismo.

Dios es, en un sentido infinitamente más elevado, el dueño de todo, de lo que pueda decirse de cualquier empleador que posea lo

que tiene. Y la iglesia de Cristo nunca tomará una posición elevada, nunca se zafará del mundo, nunca podrá ir adelante sin esas

apostasías y declinaciones continuas hasta que los cristianos y las iglesias en general tomen la posición y ellos la mantengan, que

es sólo tanto un asunto de disciplina para un miembro de la iglesia que prácticamente niegue su mayordomía como negar la

divinidad de Cristo, y que la avaricia justamente prueba de igual forma la exclusión de un hombre de la comunión como el adulterio.

La iglesia es muy ortodoxa en nociones, pero muy herética en práctica; tiene que llegar el tiempo cuando la iglesia sea sólo tan

vigilante en cuidar la ortodoxia en práctica como la ortodoxia en doctrina, y tan pronta para volver la herejía en práctica como la

herejía que corrompe las doctrinas del evangelio. De hecho, es de muchísima importancia. El único diseño de doctrina es producir

práctica, y no parece ser entendida por la iglesia, que la fe verdadera obra por amor y purifica el corazón, que la herejía en práctica

es prueba concluyente de herejía en sentimiento. La iglesia es muy insistente en la doctrina correcta y muy negligente sobre el vivir

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correctamente. Esto absurdo. ¿Ha llegado a eso que la iglesia de Jesucristo se satisface con nociones correctas en algunos puntos

abstractos y nunca reduce su ortodoxia a la práctica? Que no sea más así.

Ya es tiempo de arreglar bien estos asuntos empezando con quienes apenas están entrando en la religión. A los recién convertidos

se les debe decir que son tan merecedores de condenación, que la iglesia no puede y no tendrá comunión con ellos, si muestran

un espíritu avaricioso, y se ensordecen cuando todo el mundo está pidiendo auxilio, como si estuvieran viviendo en adulterio o la

devoción diaria de ídolos.

3. Enséñenles cómo cultivar una conciencia tierna. Con frecuencia he sido sorprendido al encontrar cuán poca conciencia hay,

incluso entre los que esperamos que son cristianos. Y aquí vemos la razón de eso. Sus conciencias nunca fueron cultivadas.

Nunca se les enseñó y se les dijo cómo cultivar una conciencia tierna. No tienen ni siquiera una conciencia natural. Han sido

tratados tan toscamente con su conciencia, y se han resistido tan seguido, que se ha vuelto obtusa y sin actuar. La utilidad de un

cristiano, grandemente depende de saber cómo cultivar su conciencia. Se les debe enseñar a los recién convertidos a mantener su

conciencia tan tierna como la niña del ojo. Deben cuidar su conducta y motivos, y dejar que los motivos sean tan puros, y su

conducta tan desinteresada, como para no afectar, o lastimar, o sofocar la conciencia. Deben mantener un hábito tal de escuchar a

la conciencia que siempre estará lista para dar un veredicto serio en todo momento. Es sorprendente ver cuánto la conciencia

puede ser cultivada por un curso apropiado. Si se le atiende correctamente, puede hacerse tan pura, y tan poderosa, que siempre

responderá a la palabra de Dios. Preséntese cualquier deber a un cristiano, o cualquier negación de sí mismo, o sufrimiento, y sólo

muéstrenle la palabra de Dios, y lo hará sin decir nada. En unos meses, si son enseñados y atendidos apropiadamente, los recién

convertidos pueden tener una conciencia tan delicadamente equilibrada que el peso de una pluma hará que se mueva. Sólo

tráiganle un "así dice el Señor", y siempre estarán listos de hacer eso, sea lo que fuere.

4. A los recién convertidos se les debe enseñar que oren sin cesar. Esto es, deben vigilar sus mentes, y estar en todo tiempo en un

espíritu de oración. Se les debe enseñar que oren siempre, pase lo que pase, pues por la falta de la instrucción adecuada en este

punto muchos de los recién convertidos sufren pérdida y se alejan de Dios. Por ejemplo, a veces sucede que un recién convertido

cae en algún pecado, y entonces se siente como si no pudiera orar, y en vez de vencer ese sentimiento, se siente muy angustiado

y espera que su angustia pase. En vez de ir directamente a Jesucristo en medio de su agonía, y confesar su pecado con la plenitud

de su corazón, obtener un perdón renovado y restaurar su paz, espera que la intensidad de sus sentimientos haya aminorado, y

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entonces su arrepentimiento, si es que se arrepiente, es frío e indiferente. Déjenme decirles, amados, nunca hagan eso, sino

cuando la conciencia los oprima, vayan directamente a Cristo, confiesen plenamente su pecado, y derramen su corazón a Dios.

A veces la gente descuidará orar porque están en tinieblas, no sienten ningún deseo de orar, pero ese momento e cuando

necesitan orar. Ésa es la razón por la que deben orar. Deben ir ustedes directamente a Dios y confesar la frialdad y oscuridad de la

mente. Díganle cómo se sienten. Díganle: "Oh Señor, no tengo deseos de orar, pero sé que debo orar". Y antes de que se den

cuenta, el Espíritu puede venir, dirigir su corazón en oración, y las nubles negras se irán.

5. A los recién convertidos se les debe fielmente advertir contra el adoptar un modelo falso en religión. No se les debe dejar

alinearse detrás de viejos profesantes y dejar que sean un modelo de vida santa. Deben siempre ver a Cristo como su modelo. No

deben apuntar a ser buenos cristianos como los antiguos miembros de la iglesia, y no deben creer que están muy bien porque

están tan despiertos como los antiguos miembros de la iglesia, sino deben apuntar a ser santos, y no quedar satisfechos hasta que

sean tan perfectos como Dios. La iglesia ha sido grandemente lastimada por la falta de atención en ese asunto. Los recién

convertidos han pasado al frente, sus corazones fueron cálidos y su fervor lo bastante ardiente para apuntar a un modelo alto, pero

no fueron dirigidos apropiadamente, y pronto se asentarán en la noción que lo que es bastante bueno para otros es bastante bueno

para ellos, y por tanto, nunca apuntarán más alto que aquellos que están ante ellos. Y de esa forma la iglesia, en vez de levantarse

en cada avivamiento más alto y más alto en santidad, se mantiene inmóvil.

6. A los recién convertidos se les debe enseñar a cumplir su deber. Nunca deben hacer un compromiso con el deber ni pensar

decir: "Haré eso como un principio de descuidar aquello". Nunca deben quedar satisfechos hasta que hayan cumplido su deber de

cada tipo, en relación a sus familias, la iglesia, escuela dominical, los impenitentes alrededor, la disposición de sus pertenencias, la

conversión del mundo. Déjenlos cumplir su deber, como lo sientan cuando sus corazones son cálidos, y nunca intenten escoger

entre los mandamientos de Dios.

7. Se les debe hacer sentir que no tienen ningún interés aparte. Es tiempo que los cristianos sean hechos en efecto para sentir que

no tienen ningún interés, separados del interés de Jesucristo y su reino. Deben entender que son incorporados a la familia de

Jesucristo, como miembros completos, para que todo su interés se identifique con el de él. Están embarcados con él, se han ido a

352

bordo, y tomado todo. Y de ahí en adelante no tienen nada que hacer, o decir, excepto como está conectado con ese interés y

lleva la causa y el reino de Cristo.

8. Se les debe enseñar a mantener una singularidad de motivo. Los recién convertidos no deben empezar a tener doble

mentalidad, en ningún asunto, o dejar que motivos egoístas se enreden con buenos motivos en cualquier cosa que hagan; nunca

debe ser, siempre y cuando a los cristianos se les permita sostener un interés separado de los suyos, distinto del interés de

Jesucristo. Si se sienten que tienen un interés aparte, es imposible librarlos de considerarlo, y tener una mirada en eso como

también en el interés de Cristo, en muchas cosas que hacen. Es sólo por volverse enteramente consagrados a Dios, y darle todo

para su servicio que pueden mantener una sola mirada y sus motivos puros.

9. Deben demostrar determinación para apuntar a ser útiles en el grado más alto posible. No deben quedar satisfechos con

meramente ser útiles, o permanecer en una situación donde pueden hacer algo de bien, sino que vean una oportunidad donde

pueden hacer más bien, para tomarla, cual sea el sacrificio para sí mismos. No importa cuánto les pueda costar, no importa qué

peligro, o cuál sufrimiento, no importa qué cambio en las circunstancias externas, o hábitos, o empleos los pueda llevar. Si están

satisfechos que ellos quieran en general hacer más bien, no deben ni siquiera titubear. ¿De qué otro modo pueden ellos ser como

Dios? ¿Cómo pueden creer que llevan la imagen de Jesucristo si no están preparados para hacer todo el bien en su poder?

Cuando un hombre se convierte, llega a un mundo nuevo, debe considerarse a sí mismo como un hombre nuevo. Si encuentra que

puede hacer todo el bien al permanecer en su antiguo empleo, que sea así, pero si puede hacer más bien en alguna ora forma,

está destinado a cambiar. Es por la falta de atención en este asunto, en el comienzo, que los cristianos tienen ideas pobres en el

asunto del deber. Y ésa es la razón por la que hay tantos miembros inútiles en nuestras iglesias.

10. Se les tiene que enseñar a no apuntar a la comodidad, sino a la utilidad en la religión. Hay muchos epicúreos espirituales en las

iglesias, que todo el tiempo están buscando ser felices en la religión, mientras que se toman muy pocas molestias para ser útiles.

Prefieren pasar el tiempo cantando himnos de gozo, y derramar sus sentimientos felices en un torrente de júbilo y triunfo, que

pasarlo en oración agonizante por los pecadores, o de salir y sacar a hombres moribundos del fuego. Parecen sentir como si

fueran nacidos para pasarla bien, pero no creo que tales cristianos muestren tales frutos para ser ejemplo de imitación. Tal no fue

el carácter de los apóstoles. Se esforzaron por las almas y trabajaron con aflicción y dolor, a menudo en muerte, para salvar a

pecadores. Ni tampoco es seguro. Generalmente, los cristianos no están calificados para beber en la fuente de gozo. En casos

353

comunes, una profunda agonía de oración por las almas es más remunerador que los altos vuelos de gozo. Que a los recién

convertidos se les enseñe, sencillamente, a no calcular en la vida de gozo y triunfo. Pueden ser llamados a ir por pruebas intensas.

Satanás los podrá sacudir como trigo, pero tienen que ir adelante, sin calcular tanto por ser felices como ser útiles, a no hablar

sobre el consuelo, sino sobre el deber, a no desear vuelos de gozo y triunfo, sino padecer hambre y sed de justicia, a no estudiar

cómo crear nuevos vuelos de arrebato, sino cómo saber la voluntad de Dios, y hacerla. Serán lo bastante felices en el cielo. Ahí

pueden cantar la canción de Moisés y el cordero. Y de hecho disfrutarán una felicidad más sólida y racional sin pensar en nada al

respecto, sino pacientemente dedicarse a cumplir la voluntad de Dios.

11. Deben ser enseñados a tener valentía moral, y no tener miedo de ir adelante en el deber. La Biblia insiste en la valentía y

audacia cristianas en acción como un deber. No quiero decir que deban permitirse bravuconerías, como Pedro, diciendo qué

harán, y alardeándose de su valor. El que se alardea es generalmente un cobarde se corazón, sino quiero decir por valentía moral,

una decisión fija y humilde de propósito, que irá por delante en cualquier deber, sin enojarse y sin asombrarse, con la

mansedumbre y firmeza del Hijo de Dios.

12. Deben ser muy instruidos para que sean sensatos en la fe. Esto es, deben hacerse desde un inicio, en lo posible, completos y

ser correctos en cuanto a la creencia doctrinal. Tan pronto como puedan ser, sin distraer sus mentes de sus deberes prácticos, en

promover la gloria de Dios y la salvación de los hombres, deben ser enseñados plena y sencillamente, toda la dirección de

doctrinas de la Biblia. El conocimiento doctrinal es indispensable para el crecimiento en gracia. El conocimiento es el alimento de la

mente. Dice el sabio; "el alma sin ciencia no es buena". El alma no puede crecer sin conocimiento al igual que el cuerpo sin

alimento. Y por tanto, es importante que los recién convertidos deban exhaustivamente ser adoctrinados y que entiendan la Biblia.

Por adoctrinamiento no quiero decir el catecismo, sino enseñarles a sacar el conocimiento de la fuente de origen. Crear en las

mentes tal apetito por el conocimiento que se devoren la Biblia, la amen y la amen toda. Toda la escritura es remuneradora, que el

hombre de Dios pueda ser perfecto, exhaustivamente provisto para buenas obras.

13. Se deben tomar grandes molestias de guardar a los recién convertidos de censura. Los recién convertidos, cuando se pasan al

lado del Señor, y son cálidos y fervientes, a veces encuentran a los profesantes de tiempo tan fríos y muertos que son fuertemente

tentados a ser censuradores. Eso debe corregirse inmediatamente, de otro modo el hábito envenenará a sus mentes y destruirá su

religión.

354

14. Tienen que aprender a decir que no. Esto es para muchos una lección muy difícil. Vean a esa señorita. Antes, le encantaba el

círculo alegre, y disfrutó de muchos placeres. Ingresó a la iglesia, y se encontró apartada de sus antiguas amistades. No la

invitaron a sus fiestas y bailes, porque sabían que no iría, y quizá la tendrían alejada por un tiempo por temor a que ella hablara

con ellos sobre sus almas, pero poco a poco se volvieron más atrevidos, y uno de ellos se aventura a pedirle a salir para dar la

vuelta con unos amigos. No le gusta decir que no. Son viejas amistades, sólo algunos van a ir, y seguramente el paseo es una

recreación tan inocente, que acepta la invitación, pero ahora que ha empezado a ceder el hielo se rompe, y la tienen de nuevo

como uno de ellos. Y sigue y empieza a asistir a sus visitas sociales--"sólo unas pocas amistades", hasta que poco a poco es el

baile, y lo que sigue, quizá, es que va a ir a un paseo en trineo el sábado en la noche y llega a casa después de la media noche, y

entonces se duerme hasta el mediodía del domingo para reponerse, y quizá de la comunión dominical también. Todo por la falta de

aprender a decir que no.

Vean a ese joven. Por un tiempo siempre estaba en su lugar, en la escuela dominical, y en la reunión de oración, pero poco a poco

sus amigos empezaron a prestarle atención de nuevo, y poco a poco lo alejaron. Cada una parece una pequeñez, y se vería como

mala educación negar algo tan pequeño. Razona que si se rehúsa a salir con ellos en las cosas que son inocentes, perderá su

influencia en ellos. Y entonces sigue, hasta que son descuidadas la reunión de oración, la clase bíblica, e incluso la Biblia y la

oración. ¡Ah, joven, detente ahí! Ir sólo un poco más allá sin aprender a decir que no, y te habrás ido. Si no deseas dejar la causa

de Cristo para desprecio e indiferencia, aprende a resistir los principios de la tentación. De otro modo, vendrá a ti, poco a poco,

como dejar salir el agua.

15. Se les debe enseñar lo que es y lo que no es la experiencia cristiana. Es necesario, para su consuelo y su utilidad, que deban

entender eso, para que no tengan que estar en angustia innecesaria por la falta de aquello, que es por ningún motivo esencial para

la experiencia cristiana, ni se halaguen de que tienen más religión que la que realmente ejercitan, pero no puedo ahondar en ese

tema esta noche.

16. Enséñenles a no considerar cualquier cosa un sacrificio que hacen para Dios. Algunas personas siempre están hablando de los

sacrificios que hacen por la religión. No tengo confianza en esa piedad. ¿Por qué seguir contando sus sacrificios, como si todo lo

que hicieran para Dios fuera un sacrificio? Si aman a Dios, no hablarían así. Si consideran idénticos sus propios intereses y los de

Cristo, no hablarían de hacer sacrificios para Cristo; sería como hablar de hacer sacrificios para ellos mismos.

355

17. Es de gran importancia que los recién convertidos deban ser enseñados a ser estrictamente honestos. Quiero decir más de lo

que quizá piensan ustedes. Es muy bueno ser estrictamente honestos. Es ser muy diferente del mundo y muy diferente incluso del

gran cuerpo de profesantes de religión. El hombre más santo que he conocido, y uno quien ha sido cristiano y ministro, una vez me

hizo el comentario: "hermano, es muy bueno ser estrictamente honesto, recto y derecho en todo para que el ojo puro de Dios

pueda ver que la mente es perfectamente recta".

Es de suma importancia que los recién convertidos entiendan lo que es ser estrictamente honesto en todo para que puedan

mantener una conciencia libre de ofensa, tanto hacia Dios como hacia los hombres. ¡Ay, ay! Cuán poca conciencia hay. Cuán poco

de esa honestidad real, esa rectitud pura y simple, que debe marcar la vida de un hijo de Dios. Cómo es que individuos que se

suscriben a la Sociedad Antiesclavista, ni la mitad de ellos pagan sus suscripciones. El argumento es que firmaron cuando estaban

bajo entusiasmo, y eligen no pagar. Así como si el estar emocionado los libera de la obligación de mantener su promesa. Pues es

tan deshonesto como si se rehusara a pagar un pagaré. Prometieron, firmaron sus nombres, y ¿ahora pagarán? ¡Le llaman a eso

honestidad!

He oído que hay un número de hombres en la ciudad que firmaron miles de dólares por el Instituto de Oneida, prometiendo pagar

el dinero cuando los llamaran, y cuando fueron llamados, se rehusaron a pagar el dinero. Y la razón fue que se habían vuelto

abolicionistas en el Instituto. Muy bien. Supongan que lo hicieron. ¿Altera eso la promesa? ¿Acaso firmaron una condición de que

si se introducía el abolicionismo quedarían libres? Si lo hicieron, están libres, pero si dieron su promesa sin ninguna condición, es

tan deshonesto rehusarse como si hubieran dado un pagaré. Y sin embargo, algunos de ustedes se pueden enojar si alguien les

culpa por rehusar pagar el dinero que prometieron.

Veamos esto seriamente. ¿A quién le dice Dios que se irá al cielo? Lean el salmo 15 y vean. "El que aun jurando en daño suyo, no

por eso cambia". ¿Qué piensan de eso? Si un hombre prometió cualquier cosa, excepto para cometer pecado, que cumpla su

promesa, si tiene la intención de ser honesto o ir al cielo, pero he aquí esa gente que hace promesas, y porque no pueden ser

procesados, las rompen tan fácilmente como si fueran nada. No dejarían un pagaré vencer en el banco. ¿Por qué? Porque

perderían crédito, y serían demandados, pero el Instituto de Oneida, la Sociedad Antiesclavista, y otras sociedades, no harán

demandas por el dinero, y por tanto esas personas se ofenden y rehúsan pagar, ¿Acaso eso es honesto? ¿Acaso una honestidad

como ésa los llevará al cielo? ¿Qué? ¿Romper sus promesas y llevar una mentira en su mano ante Dios? Si se rehúsan a cumplir

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una promesa, son unos mentirosos, y si persisten en eso, serán parte del lago de azufre y fuego. Yo no moriría ni por miles de

mundos con dinero en mis manos que injustamente haya retenido de cualquier cosa que hubiera prometido. Ese dinero te comerá

como cáncer.

Si no pueden pagar el dinero, ésa es una buena excusa; entonces díganlo. Pero si rehúsan pagar lo que han prometido, porque

han cambiado de parecer, dependiendo en ella, son culpables. No pueden orar hasta que hayan pagado ese dinero. ¿Qué orarán?

Oh Señor, prometí dar ese dinero, cambié de parecer y rompí mi promesa, pero aún, oh Señor, te pido que me bendigas y

perdones mi pecado, aunque mantengo mi dinero y me hace feliz en tu amor". ¿Oraciones así serán oídas? Nunca.

Pero, hermanos, encuentro imposible tocar todos los puntos que intento hablar; entonces, lo dejaré aquí y terminaré ese tema en

otra ocasión.

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CONFERENCIA XX

INSTRUCCIONES PARA CONVERTIDOS (continuación)

TEXTO. --Apacienta mis corderos.--JUAN 21:15.

Hablé sobre este texto en mi conferencia pasada, y me vi obligado, por falta de tiempo, a omitir muchos de los puntos que quería

presentar en cuanto a la instrucción a los recién convertidos.

Esta noche propongo continuar con el tema al observar:

I. Otros puntos varios sobre los cuales los recién convertidos deben ser instruidos.

II. Mostrar la manera en la que los recién convertidos deben ser tratados por la iglesia.

III. Mencionar algunos males que naturalmente resultan de instrucciones defectuosas dadas en la etapa de experiencia

cristiana.

I. Seguiré en el tema, retomando donde me quedé al mencionar algunas instrucciones más que son importantes para

darse a los recién convertidos.

1. Es de gran importancia que los recién convertidos deban en un inicio entender en qué consiste la religión. Quizá se

sorprenderán ustedes al mencionar eso. "¡Qué! ¿Son convertidos y no saben en qué consiste la religión?" Respondo: ellos sabrían

si no hubieran tenido instrucción, pero tal como se saca de la Biblia. Sin embargo, muchísima gente ha embebido tales nociones de

religión, que no sólo recién convertidos, sino una gran parte de la iglesia no sabe en qué consiste la religión como para tener una

idea clara y distinta de ella. Hay ministros que no. No quiero decir que no tienen religión, pues podría creerse con tolerancia que la

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tienen, pero lo que quiero decir es que no discriminan en cuanto a qué consiste, y no pueden dar una declaración correcta de lo

que constituye y no constituye la religión real. Es importante que los recién convertidos sean enseñados.

Negativamente, en lo que no consiste la religión:

(1.) No en conocimiento doctrinal. El conocimiento es esencial para la religión, pero no lo es. El diablo tiene conocimiento doctrinal,

pero no tiene religión. Un hombre puede tener conocimiento doctrinal en cualquier medida sin ningún ápice de religión. Sin

embargo, mucha gente tiene ideas muy extrañas sobre ese tema, como si tener conocimiento doctrinal indicara un incremento de

piedad. Una vez oí un comentario de ese tipo; una persona dijo: "Cómo crecen estos recién convertidos crecen en gracia". La

verdad era que no tenía medios para juzgar su crecimiento en gracia, y no tenía evidencia de ello porque estaban ellos

progresando en conocimiento doctrinal.

(2.) Se les debe enseñar que la religión no es una sustancia. No tiene ninguna raíz, o brote, o semilla, o cualquier otra cosa en la

mente como una parte de la misma mente. Las personas a menudo hablan como si fuera algo que pudiera ser encubierto en la

mente, así como una chispa de fuego pueda ser cubierta en las cenizas, que no se muestra ella misma, y no produce efectos, pero

vive aún y está lista para actuar tan pronto se descubre. Y del mismo modo creen que pueden tener religión como algo que

permanece en ellos, aunque no lo manifiesten por obedecer a Dios, pero deben ser enseñados que esto no es la naturaleza de la

religión. No es ninguna parte de la mente misma, o del cuerpo, ni es una raíz, o semilla, o chispa, que puede existir, pero se

esconde y no produce nada de efectos.

(3.) Enséñenles que la religión no consiste en arrebatos, o éxtasis, o vuelos altos de sentimiento. Puede haber mucho de esos

donde hay religión, pero debe entenderse que son emociones involuntarias, y pueden existir en pleno poder donde no haya

religión. Pueden ser obras de la imaginación sin ningún afecto verdaderamente religioso. Las personas pueden tenerlas hasta

cierto punto como para desfallecer con éxtasis, incluso en el tema de religión, sin tener ninguna. Conocí a una persona que se dejó

llevar por un arrebato por un simple vistazo a los atributos naturales de Dios, su poder y sabiduría, como se muestran en los cielos

estrellados, y sin embargo la persona no tenía nada de religión. La religión es obediencia a Dios, la rendición voluntaria del alma a

la voluntad de Dios.

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(4.) Tampoco la religión consiste en ir a reuniones, o leer la Biblia, u orar, o cualquier otra cosa que sea comúnmente llamada

deberes religiosos. La mera frase "deberes religiosos", debe ser sacada del vocabulario de los recién convertidos. Se les debe

hacer saber que esos actos no son religión. Muchos se vuelven muy estrictos para realizar ciertas cosas, que le llaman deberes

religiosos, y suponen que eso es ser religioso, mientras son descuidados en los deberes ordinarios de la vida, que de hecho

constituyen UNA VIDA DE PIEDAD. La oración puede ser una expresión de acto de piedad, o no puede serlo. Ir a la iglesia o una

reunión de oración pueden ser consideradas un medio, o acto, o una expresión de sentimiento piadoso, pero la realización de

éstas no constituye cristiano a un hombre, y puede haber gran rigor y celo en éstas, sin un ápice de religión. Si a los recién

convertidos no se les enseña a discriminar, pueden ser llevados a pensar que hay algo peculiar en lo que llamamos deberes

religiosos, y a imaginar que tienen mucho de religión porque abundan en ciertas acciones que comúnmente son llamadas deberes

religiosos, aunque puedan ser al mismo tiempo muy deficientes en honestidad, o fidelidad, o puntualidad, o temperancia, o

cualquier otra que escogen llamar sus deberes comunes. Pueden ser muy puntillosos en algunas cosas, pueden diezmar la menta,

el eneldo y el comino, y sin embargo descuidar los asuntos de más peso de la ley, justicia y amor a Dios.

(5.) La religión no consiste en deseos para hacer buenas acciones. Los deseos que no resultan en elección y acción no son

virtuosos. Ni tales deseos son necesariamente viciosos. Pueden surgir involuntariamente en la mente a la vista de ciertos objetos,

pero mientras no produzcan acto voluntario, no son más virtuosos o viciosos que el latido del pulso, excepto en casos donde los

hemos indirectamente dispuesto a que existan, al voluntariamente ponernos bajo las circunstancias de provocarlos. El hombre más

perverso en la tierra puede tener fuertes deseos por la santidad. ¿Habían pensado en eso? Puede claramente ver que la santidad

es el único medio indispensable de la felicidad, naturalmente la desea. Es de temerse que multitudes se están a sí mismos

engañando con la suposición de que un deseo por la santidad, como medio de la felicidad, sea religión. Muchos, sin duda, se dan

mucho crédito por los deseos que nunca resultaron por escoger correctamente. Sienten deseos por cumplir su deber, pero no lo

escogen, porque en suma aún tienen deseos más fuertes por no hacerlo. No hay virtud en tales deseos. Para que una acción o

deseo sea virtuoso a la vista de Dios, debe ser un acto de la voluntad. La gente a menudo habla muy absurdamente de ese tema,

como si sus deseos tuvieran algo bueno, mientras permanezcan en puros deseos. "Yo creo que deseo hacer tal y tal". Pero ¿lo

hacen? "Oh no, pero seguido siento un deseo por hacerlo". Esto es ateísmo práctico.

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Cuales sean los deseos que una persona pueda tener si no son llevados a cabo hacia una elección y acción existentes, no son

virtuosos. Y ningún grado de deseo es en sí mismo virtuoso. Si esta idea pudiera hacerse prominente, y plenamente afianzada en

las mentes de los hombres, probablemente aniquilaría las esperanzas de media iglesia que están viviendo de sus buenos deseos,

mientras no hacen nada para Dios.

(6.) Se les debe hacer entender que nada que sea egoísta es religión. Cuales sean deseos que puedan tener, y cuales sean las

elecciones y acciones que pongan en marcha, si toda la razón de ellos es egoísta, no hay religión en ellos. Un hombre puede mejor

de una vez cometer pecado en orar o leer la Biblia, o ir a una reunión, como en cualquier otra cosa, si su motivo es egoísta.

Supongan que un hombre ora simplemente con una postura de promover su propia felicidad. ¿Acaso es eso religión? ¿No es más

que intentar hacer siervo al Dios todopoderoso? No es nada más que intentar una gran especulación, y poner al universo, a Dios y

demás, bajo la contribución de hacerlo feliz. Es el grado sublime de iniquidad. Está muy lejos de ser piadoso. Es de hecho

iniquidad exagerada.

(7.) Nada es aceptable a Dios, como religión, a menos que sea realizado con sinceridad, para agradar a Dios. Ninguna acción

externa tiene nada bueno, o algo que Dios apruebe a menos que sea realizada desde los motivos correctos y desde el corazón.

(b) Se les debe enseñar a los recién convertidos plena y positivamente que toda religión consiste en obedecer a Dios desde el

corazón. Toda religión consiste en acción voluntaria. Todo lo santo, todo lo amoroso a la vista de Dios, todo lo que propiamente es

llamado religión, consiste en acción voluntaria, en voluntariamente obedecer la voluntad de Dios desde el corazón.

2. A los recién convertidos se les debe enseñar que el deber de la negación de uno mismo es uno de los rasgos sobresalientes del

evangelio. Deben entender que no son piadosos para nada si no están dispuestos a tomar su cruz diariamente, y negarse a sí

mismos, por Cristo. Hay muy poca negación de uno mismo en la iglesia, y la razón es que el deber se ha perdido de vista en dar

instrucción a los recién convertidos. Pocas veces se les dice que la negación de sí mismo es el rasgo sobresaliente del

cristianismo. Al pedir por objetos benevolentes, cuán seguido encontrarán que los ministros y agentes ni siquiera piden a los

cristianos negarse a sí mismos por causa de promover el objeto. Sólo les piden dar lo que a ellos les sobra; en otras palabras, le

ofrecen al Señor aquello que no les cuesta. ¡Qué abominación! Sólo piden el sobrante, lo que no quieren, lo que pueden dar o no

darlo. No hay religión en esa clase de dar. Un hombre puede dar para un objeto benevolente mil dólares y no puede haber religión

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en eso si puede darlo o no darlo, y no hay negación de sí mismo en eso. Jesucristo ejercitó la negación de sí mismo para salvar a

los pecadores. También Dios Padre ejerció la negación de sí mismo al dar a su hijo para morir por nosotros, en dispensarnos y

llevar nuestra perversidad. El Espíritu Santo ejerce negación de sí mismo al condescender para esforzarse con tales seres

profanos para llevarlos a Dios. Los ángeles ejercen la negación de sí mismos en cuidar al mundo. Los apóstoles plantaron la

religión cristiana entre las naciones por el ejercicio de la negación de uno mismo. Y ¿vamos a pensar en ser religiosos sin ninguna

negación de uno mismo? ¿Nos vamos a llamar cristianos, seguidores de Cristo, templos del Espíritu Santo, de tener comunión con

los apóstoles, cuando nunca nos hemos privado nosotros mismos de cualquier cosa que promueva nuestro disfrute personal por

causa de promover el reino de Cristo? A los recién convertidos se les debe hacer ver que a menos que estén dispuestos a rendirse

a Dios y listos para sacrificar su vida, y todo lo demás por Cristo, no tienen el espíritu de Cristo y no son de él.

3. Se les debe enseñar lo que es santificación. "¡Qué!", dirán, "¿acaso no todos que son cristianos saben lo que es santificación?"

No, muchos no saben. Multitudes estarían perdidas al decirles inteligiblemente qué es santificación, como sería decirles lo que es

religión. Si la pregunta fuese hecha a cada profesante de religión en esta ciudad, ¿qué es santificación?, dudo si uno en diez diera

una respuesta correcta. Cometerían un error así como lo hacen cuando se disponen a decir lo que es religión, y hablan de ella

como algo inactivo en el alma, algo que es puesto dentro, y yace ahí, algo que puede ser practicado o no, y aún estar en ellos.

Entonces, hablan de santificación como si fuera algo como quitar una profanación, o purgar una impureza física. O hablarán de ella

como si las facultades fuesen impregnadas de pecado, y la santificación estuviera quitando las manchas. Ésta es la razón por la

que orarán por santificación y practicarán el pecado, evidentemente suponiendo que la santificación no es algo que precede a la

obediencia, algún cambio en la naturaleza o constitución del alma, pero la santificación es obediencia, y como algo progresivo,

consiste en obedecer a Dios más perfecta y perpetuamente.

4. A los recién convertidos se les debe enseñar para que entiendan qué es perseverancia. Es asombroso cómo la gente habla de

la perseverancia. Como si la doctrina de la perseverancia fuera "una vez en gracia, siempre en gracia", o "una vez convertido,

seguro se va al cielo". Ésta no es la idea de perseverancia. La idea verdadera es si un hombre se convierte realmente,

CONTINUARÁ OBEDECIENDO A DIOS. Y como consecuencia, seguramente se irá al cielo, pero si una persona tiene la idea de

que porque se convirtió, por tanto con seguridad se irá al cielo, ese hombre casi seguro se irá al infierno.

362

5. A los recién convertidos se les debe enseñar a ser religiosos en todo. Deben tener por objetivo ser religiosos en cada

departamento de la vida en todo lo que hagan. Si no tienen eso en la mira, deben entender que no tienen religión para nada. Si no

intentan y tienen en la mira guardar todos los mandamientos de Dios, ¿qué pretensión pueden hacer para la piedad? "Cualquiera

que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos". Justamente es sujeto a todo el castigo. Si

desobedece a Dios habitualmente en un punto en particular, de hecho no lo obedece en ningún punto. La obediencia a Dios

consiste en un estado del corazón. Es estar dispuesto a obedecer a Dios, dispuesto a que Dios gobierne en toda las cosas, pero si

un hombre habitualmente desobedece en cualquier punto, está en un estado de la mente que indica nada de obediencia posible.

Es absurdo decir que en algunas cosas un hombre obedece a Dios, de respeto a su autoridad, y que en otras cosas rehúsa

obedecer. El hecho es que la obediencia a Dios consiste en un estado obediente de corazón, una preferencia de la autoridad y

mandamientos de Dios a todo lo demás. Si, por tanto, un individuo parece obedecer en algunas cosas, y sin embargo

perseverantemente y a sabiendas desobedece a Dios en cualquier otra cosa, está engañado. Ofende en un punto, y eso prueba

que es culpable de todos; en otras palabras, no obedece para nada desde su corazón. Un hombre puede orar parte del tiempo y no

tener religión; si no guarda los mandamientos de Dios, su misma oración es detestable para Dios. "El que aparta su oído para no

oír la ley, su oración también es abominable". ¿Oyeron eso? Si un hombre rehúsa obedecer la ley de Dios, si rehúsa cumplir algún

deber, no puede orar, no tiene religión, sus mismas devociones son detestables.

6. Los recién convertidos, por instrucciones apropiadas, son fácilmente llevados a abstenerse de todo. Sin embargo, éste es un

tema descuidado grandemente concerniente a los recién convertidos, y casi perdido de vista en las iglesias. Hay una vasta

cantidad de intemperancia en las iglesias. No quiero decir solamente intemperancia de bebidas alcohólicas, sino intemperancia en

comer y vivir en general. Hay de hecho muy poca conciencia al respecto en las iglesias. Y por lo tanto, el progreso de la reforma en

cuestión es muy lento. Solamente una conciencia iluminada puede llevar adelante una reforma permanente. Hace diez años, la

mayoría de los ministros usaban bebidas alcohólicas, y las tenían en sus casas para recibir a sus amigos y ministrar a sus

hermanos. Y hacía lo mismo la mayoría de los miembros de la iglesia. Ahora hay pocos de ambos, que no sean de hecho

borrachos que lo hagan, pero aún hay muchos que lo consienten sin escrúpulo en el uso del vino. Hay algunos ministros, y muchos

profesantes, que toman vino que tiene tanto alcohol como el brandy y agua. Esto es intemperancia. Masticar y fumar tabaco son

actos de intemperancia. Si usan esos estimulantes cuando no hay necesidad es solamente intemperancia. Es ser intemperante en

todas las cosas. Hasta que los cristianos tengan conciencia de ese tema, y se les haga sentir que no tienen derecho a ser

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intemperantes, progresarán muy poco en la religión. Es bien sabido, o debería ser, que en el TÉ Y CAFÉ NO HAY NUTRIENTE EN

ELLOS. Son solamente estimulantes. Se van al sistema sin ser digeridos. El azúcar y la leche que le ponen alimentan. Y lo serían

también si los mezclan con ron y hacen un ponche de leche, pero el té y café no alimentan. Y sin embargo, me atrevo a decir que

la mayoría de las familias en esta ciudad gastan más en té y café que en salvar al mundo del infierno. Probablemente esto sea

cierto con respecto a todas las iglesias. Incluso agentes de sociedades benevolentes se atreverían a ir a las iglesias para pedir

fondos para apoyar a misioneros y otras instituciones, y sin embargo usan el té, café y, en algunos casos, tabaco. ¡Qué raro! Hay

ahora en esta ciudad un agente empleado para solicitar fondos que usa éstos peor que estimulantes. Y peor aún es un ministro del

evangelio. Sin duda, muchos están dando cinco veces tanto como para pura intemperancia como dan para cada esfuerzo para

salvar al mundo. Si la iglesia pudiera saber cuánto se gasta por esos venenos, y nada más, quedaría asombrada. Siéntense y

hablen con muchas personas, y mantendrán tenazmente que no pueden seguir sin esos estimulantes, esos venenos, y que no los

pueden dejar--no, no para rescatar al mundo de condenación eterna. Y muy seguido se enojarán si discuten con ellos al respecto,

tan pronto como la discusión empieza a afligir sus conciencias. Oh, cuánto tardará la iglesia en mostrar su rostro hipócrita en el

concierto mensual, y pedirá a Dios salvar al mundo, mientras está desperdiciando cinco veces más en pura intemperancia, que dar

para salvar al mundo. Algunos de ustedes pueden pensar en esto como cosas pequeñas, y que está muy por debajo de la dignidad

del púlpito hablar contra el té y café, pero es un gran error de su parte, si piensan que son cosas pequeñas, cuando ellos hacen

odiosa a la iglesia ante la vista de Dios al exponer su hipocresía y concupiscencias. He ahí a un individuo que finge que se ha

rendido a sí mismo para servir a Jesucristo, y sin embargo rehúsa negarse a sí mismo en cualquier concupiscencia querida, y

luego va y ora: "Oh, Señor, salva al mundo; oh Señor, venga tu reino". Les digo que es hipocresía. ¿Se oirán esas oraciones? A

menos que los hombres estén dispuestos a negarse a sí mismos, no daría ni un centavo por las oraciones de tantos profesantes

así como cubriría todo Estados Unidos.

Estas cosas se deben enseñar a los recién convertidos. Tiene que llegar a ese punto en la iglesia, que los hombres no serán

llamados cristianos a menos que se corten su mano derecha y se saquen el ojo derecho, y se nieguen a sí mismos por la causa de

Cristo, ¿Una cosa pequeña? ¿Ven que envenena el espíritu del púlpito? ¡Ven que denigra y hace sensual el alma! ¿Acaso es una

bagatela debajo de la dignidad del púlpito? Cuando estas indulgencias intemperantes de un tipo u otro, le cuesta a la iglesia cinco

veces, si no cincuenta veces, más que todo lo que hacen para la salvación de mundo.

364

Un aproximado se ha hecho recientemente mostrando que Estados Unidos consume siete millones de dólares en café anualmente;

y quién no sabe que una gran parte de eso es consumida por la iglesia. Y sin embargo, ministros serios y miembros de las iglesias

cristianas no se avergüenzan ser vistos dando apoyo a ese despilfarro, mientras al mismo tiempo los pobres paganos están

enviando a cada viento del cielo su agonizante gemido por ayuda. El cielo llama desde arriba "id y predicar el evangelio a toda

criatura". El infierno desde abajo gime, y diez mil voces claman desde el cielo, tierra e infierno: "¡Hagan algo para salvar al mundo!"

"¡Háganlo ahora!" AHORA, o millones más estarán en el infierno por su descuido. Y ah, no lo anuncien en Gat, la iglesia, el

ministro, no negarán siquiera sus concupiscencias para salvar al mundo. ¿Acaso es esto cristianismo? ¿Qué negocio tienen para

usar el dinero de Cristo para ese propósito? ¿Son mayordomos? ¿Quién les dio esa libertad? Véanlo, a menos que se deba

encontrar que por fin han preferido la gratificación de uno mismo a la obediencia, y hecho de su estómago un Dios".

El tiempo de enseñar esas cosas con efecto es cuando son recién convertidos. Si no se les enseña apropiadamente, si obtienen un

hábito equivocado, y empiezan con un modo fácil de vivir de indulgencia de sí mismos, es raro que sean reformados

exhaustivamente. He hablado con profesantes de tiempo de religión sobre esos temas, y me he sorprendido de su obstinación

pertinaz en gratificar esos apetitos. Y quedo satisfecho que la iglesia nunca sale de esa pereza hasta que a los recién convertidos

se les enseña fielmente el inicio de su caminar religioso para ser temperantes en todas las cosas.

7. Deben ser enseñados a tener tanta religión en todos sus asuntos como tienen en oración o ir a reuniones. Deben ser santos,

observantes, apuntar solamente a la gloria de Dios, ser tan sinceros y solemnes en todos sus empleos diarios, como cuando van al

trono de gracia. Si no lo son, sus actividades dominicales serán una abominación.

8. Se les debe enseñar que es necesario que ellos sean tan santos como piensan que sus ministros deben ser. Por mucho tiempo

ha habido la idea que los ministros están obligados a ser santos y practicar la negación de sí mismos. Y sí lo deben estar, pero es

extraño que se suponga que los ministros están obligados a ser más santos que la otra gente. Se perturbarían al ver a un ministro

que muestre ligereza, o que vaya en pos de modas, o pierda los estribos, o viva en una buena casa, o ande en una carroza. Oh,

eso es terrible. No se ve bien en un ministro. ¡Efectivamente! Que la esposa de un ministro se ponga un sombrero fino o un chal de

seda. Oh, no. Pero no lo ven mal en un laico o la esposa de un laico. Eso no ofende en nada. No estoy diciendo que esas cosas se

vean bien en un ministro. Sé que no, pero a los ojos de Dios es lo mismo de un ministro como de un laico. No tienen más derecho

de darse el gusto en vanidad, tonterías y orgullo que un ministro. ¿Acaso pueden irse al cielo sin estar santificados? ¿Pueden ser

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santos sin vivir para Dios y hacer todo para su gloria? He escuchado profesamente a buenos hombres hablar en contra de

ministros que tienen sueldos altos y viven en un estilo costoso, cuando ellos mismos gastan más dinero para el sostenimiento de

sus familias que cualquier ministro. ¿Qué pensarían de un ministro que vive en el estilo en el que muchos profesantes de religión y

ancianos de iglesias están viviendo en esta ciudad? Pues todos dirían que son hipócritas, pero es tanta evidencia de hipocresía en

un laico que gasta el dinero de Dios para gratificar sus deleites, o para agradar al mundo, o su familia, como un ministro que hace

lo mismo. Es alarmante oír de nuestros principales laicos hablar de ser deshonroso para la religión dar a los ministros un sueldo

elevado y dejarlos vivir en un estilo costoso, cuando es de hecho que sus propios gastos son así por el número de sus familias y la

compañía que tienen, muy por encima de aquellos del ministro. Todo esto surge de las nociones equivocadas absorbidas mientras

son recién convertidos. Se les ha enseñado a los recién convertidos a esperar que los ministros tengan toda la religión,

especialmente de la negación de uno mismo, y en tanto eso continúe no puede haber esperanza que la iglesia haga mucho para la

gloria de Dios, o la conversión del mundo. No hay nada de eso en la Biblia. ¿Dónde ha dicho Dios: "ustedes, ministros amen a Dios

con todo su corazón, alma, mente y fuerza, o "ustedes, ministros, hagan todo para la gloria de Dios"? Esto es dicho para todos por

igual, y el que intente excusarse de cualquier deber o negación de sí mismo, de cualquier observancia o sobriedad, al desalentar a

ministros o aventurarse a ajustar la balanza más abajo de una vida santa para sí mismo del que piensa que es apropiado para un

ministro, está en gran peligro de probar ser un hipócrita, y pagar el castigo de su necedad en el infierno.

Mucho depende de las instrucciones dadas a los recién convertidos. Si obtienen el hábito de suponer que pueden satisfacerse en

cosas que condenarían en un ministro, es diez a uno si pueden salir de eso.

9. Deben apuntar a ser perfectos. Cada recién convertido debe ser enseñado que si no es su propósito vivir sin pecado, no ha

empezado a ser religioso. La religión no es más que un amor supremo a Dios y un propósito supremo de corazón o disposición

para obedecer a Dios. Si no es eso, no hay religión en lo absoluto. Una cosa es profesar ser perfecto, y otra cosa es profesar y

sentir que deben ser perfectos. Una cosa es decir que los hombres deben ser perfectos, y pueden serlo si están dispuestos, y otra

cosa es decir que son perfectos. Si alguno está preparado para decir que es perfecto, todo lo que tengo que decir es que lo

pruebe. Si lo es, espero que lo muestre por sus acciones, de otro modo nunca podremos creer que es perfecto.

Pero el deber de todos es ser perfectos y tener el propósito de obediencia entera y universal a Dios. Debe ser su propósito

constante para vivir completamente a Dios y obedecer todos sus mandamientos. Deben vivir para que si pecan, sea una

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inconsistencia, una excepción, un caso individual, en el que se actúa contrariamente al propósito y tendencia fijos y universales de

sus vidas. No deben pecar en lo absoluto; están obligados a ser tan santos como Dios es, y los recién convertidos deben ser

enseñados a empezar en el rumbo correcto, o nunca serán rectos.

10. Se les debe enseñar a exhibir su luz.

Si el recién convertido no exhibe su luz, y la retiene del mundo, se irá. Si no se anima a sí mismo, sale y trata de iluminar a

aquellos a su alrededor, su luz se irá, y su propia alma pronto estará en oscuridad. A veces los recién convertidos parecen

dispuestos a estar quietos y no hacer nada en público hasta que tienen bastante luz, o mucha religión. Pero esto no es el camino.

Dejen que el convertido use lo que tiene; dejen que pequeño destello brille clara y honestamente, y entonces Dios derramará el

aceite y hará de él una antorcha refulgente, pero Dios no se tomará la molestia de mantener una luz ardiendo que se esconde.

¿Por qué debería? ¿Cuál es el uso?

Ésa es la razón por la cual tanta gente disfruta muy poco la religión. No ejercen ningún honor a Dios. Se guardan lo que poco

disfrutan tan enteramente para ellos mismos que no hay ninguna razón para que Dios otorgue bendiciones y beneficios a ellos.

11. Se les debe enseñar a cómo ganar almas para Cristo. A los recién convertidos se les debe enseñar particularmente qué hacer

para eso, y cómo hacerlo, y entonces enseñarles a vivir para ese fin como el objetivo conductor de vida. Cuán extraño ha sido a

veces el curso a seguir. Estas personas han sido convertidas y ahí están. Se meten a la iglesia y son dejadas a que hagan sus

cosas como lo hacían antes; no hacen nada, y se les enseña a que no hagan nada para Cristo, y el único cambio es que van más

regularmente a la iglesia el domingo, y que el ministro los alimente, como le llaman; supongamos que los alimenta, no crecerán

fuertes, no pueden digerir, porque no hacen ejercicio. Se vuelven dispépticos. Ahora el gran objeto por el que los cristianos son

convertidos, y dejados en este mundo, es para sacar a los pecadores del fuego. Si no efectúan eso, mejor que estén muertos. Y a

los recién convertidos se les debe enseñar eso tan pronto como nacen en el reino. Lo primero que deben hacer es irse a trabajar

para ese fin, para salvar a pecadores.

II. Voy a mostrar cómo deben ser tratados los recién convertidos por la iglesia.

367

1. Los profesantes de tiempo deben ser capaces de dar a los recién convertidos mucha instrucción, y deben dársela. La verdad es,

sin embargo, que la mayoría del cuerpo de los profesantes en las iglesias no sabe cómo dar buena instrucción a los recién

convertidos, y si intentan darles instrucción, sólo dan aquello que es falso. La iglesia debe ser capaz de enseñar a sus hijos, y

cuando los recibe, debe estar tan ocupada en entrenarlos a actuar, como las madres están para enseñar a sus hijitos tales cosas

como necesitan saber y hacer de ahí adelante. Pero esto está muy lejos de ser el caso generalmente. Y nunca podemos esperar

ver a recién convertidos habitualmente asirse correctamente del deber e ir rectamente sin declinación o alejamiento hasta que sean

inteligentemente entrenados por la iglesia.

2. A los recién convertidos no se les debe dejar atrás del resto de la iglesia. Cuán seguido se encuentra que el profesante de

tiempo retendrá a los recién convertidos del resto de la iglesia y los prevendrá de tomar cualquier parte activa en la religión por

temor a que se vuelvan espiritualmente orgullosos. Los recién convertidos en tales iglesias son rara vez, o nunca, llamados a tomar

parte en reuniones, o son puestos en cualquier deber activo, o similar, por temor a que se levanten con orgullo espiritual. De ese

modo, la iglesia se vuelve el guardián modesto de su humildad, y les enseña a marchar formados detrás de los miembros y

ancianos fríos, secos y tiesos por temor a que si se les permite hacer cualquier cosa para Cristo, los hará orgullosos. Mientras, la

forma de hacer humildes a los recién convertidos y mantenerlos así es ponerlos en su obra y mantenerlos ahí. Ésa es la forma de

mantener a Dios con ellos, y siempre y cuando Dios esté con ellos, se hará cargo de su humildad. Manténganlos constantemente

ocupados en la religión, y entonces el Espíritu de Dios morará con ellos, y entonces se mantendrán humildes por el proceso más

eficaz, pero si los recién convertidos son dejados atrás de los profesantes de tiempo, donde nunca pueden hacer nada, nunca

sabrán de qué espíritu son, y ésa es la forma para que se topen con el peligro de la peor de las especies de orgullo espiritual.

3. Deben ser cuidados por la iglesia, y prevenidos de los peligros así como una madre cariñosa cuida a sus hijos. Los recién

convertidos no saben nada de los peligros de los que están rodeados. Los artificios del diablo, las tentaciones del mundo, el poder

de sus propias pasiones y hábitos, y las miles de formas de peligro que no conocen; y si no son cuidados y prevenidos, correrán

directo al peligro. Vean a esa madre que cuida a su hijito. ¿Acaso deja que ponga su pequeña mano en la vela, o le permita andar

donde se caiga, porque su ceguera e ignorancia no lo previene de desear hacerlo? La iglesia debe cuidar y hacerse cargo de sus

recién convertidos, así como la madre cuida a sus hijitos en esta gran ciudad por temor a que los carros los atropellen, o se puedan

perder, o en tanto los ven mientras crecen por temor que puedan ser atraídos hacia los torbellinos de iniquidad. La iglesia debe

368

cuidar todos los intereses de sus miembros nuevos, saber dónde están, cuáles son sus hábitos, tentaciones, peligros, privilegios,

estado de religión en sus corazones, espíritu de oración. Vean a esa madre ansiosa cuando ve la palidez en el pequeño rostro de

su hijo. "¿Qué te sucede, hijo? ¿Comiste algo malo? ¿Te has resfriado? ¿Qué te duele?" Oh, qué distinto es con los hijos de la

iglesia, los corderos que el Salvador se ha comprometido para cuidar a sus iglesias. ¡Ay! En vez de contener a sus hijos, y hacerse

cargo de ellos, la iglesia los deja ir donde sea, y que vean por ellos mismos. ¿Qué dirían de una madre que sabiendo deja a su hijo

tambalearse a lo largo del borde de un precipicio? ¿Acaso no le dirían que es terriblemente culpable de hacerlo, y que si se cae el

niño y se mata, su sangre es sobre la cabeza de la madre? ¿Qué, entonces, es la culpa de la iglesia por concienzudamente

descuidar a sus recién convertidos? He sabido de iglesias donde los recién convertidos fueron primero totalmente descuidados y

considerados con sospecha y celo; nadie se acercó a ellos para fortalecerlos, o animarlos, o aconsejarlos; nada se hizo para

dirigirlos a la utilidad, para enseñarles qué hacer, o cómo hacerlo, o abrir para ellos un campo de labor. Y luego ¿qué entonces?

Pues, cuando encuentran que los recién convertidos no pueden soportar todo, y los encuentran poniéndose fríos y yendo hacia

atrás bajo el propio tratamiento de ellos, sólo se dan la vuelta y abusan de ellos porque no persistieron.

4. Sean tiernos al llamarles la atención. Cuando los cristianos encuentran necesario llamarle la atención a los recién convertidos,

deben ser muy cuidadosos en la manera de hacerlo. Los miembros mayores de la iglesia deben cuidar fielmente a los recién

convertidos, y cuando empiecen a perder terreno, o hacerse a un lado, deben ser prontamente amonestados, y si es necesario,

reprendidos. Pero hacerlo de una manera equivocada es peor que no hacerlo. A veces se hace de una manera abrupta, dura,

áspera, y aparentemente censuradora, más como regaño que una amonestación fraternal. Tal modo, en vez de inspirar confianza,

o llevar a un cambio, sólo es para endurecer el corazón del recién convertido, y confirmarlo en sus cursos equivocados, mientras al

mismo tiempo cierra su mente contra la influencia de tales custodios censuradores. El corazón de un recién convertido es tierno, y

fácilmente lastimado, y a veces una mirada poco amable lo pondrá en un estado mental que se aferrará a sus errores y lo harán

crecer cada vez peor.

Ustedes que son padres saben cuán importante es cuando reprenden a sus hijos, que deben ver que lo hacen por los mejores

motivos, para su beneficio, porque les desean que sean buenos, y no porque están enojados. De otra forma pronto los

considerarán un tirano, en vez de un amigo. Lo mismo con los recién convertidos. La amabilidad y ternura, incluso en la llamada de

atención, ganarán su confianza, y se adherirán a ustedes, y dará una influencia a sus instrucciones y consejos fraternales para que

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los moldeen en cristianos completos. En vez de eso, si ustedes son severos y críticos en su manera, eso es la forma para hacerlos

pensar que se quieren enseñorear de ellos. Muchas personas, bajo la pretensión de ser fieles, como le llaman, a menudo lastiman

a recién convertidos de una manera severa y dominante como para alejarlos, o quizá los aplasten para desalentarlos y volverlos

apáticos. Los recién convertidos tienen poca experiencia y se caen fácilmente. Son como un niñito cuando empieza a caminar. Lo

ven tambaleándose y se tropieza con una paja. Vean a la madre recoger todo del piso, cuando su pequeño va a intentar caminar.

Lo mismo con los recién convertidos. La iglesia debe levantar toda piedra de tropiezo y tratarlos de tal manera para hacerles ver

que si se les reprende, Cristo está ahí en la reprensión, y entonces la recibirán como se intentaba y les hará bien.

5. Amablemente indiquen las cosas que son defectuosas en el recién convertido que no ve. Es sólo un niño, y sabe poco de

religión, y desde luego tendrá muchas cosas qué aprender, y muchas cosas que debe enmendar. Lo que sea que esté mal en

espíritu, o desagradable en su comportamiento, o grosero en su manera, que impida su utilidad o perjudique su influencia como

cristiano, deben amablemente señalar y corregir. Hacer eso de una manera correcta, sin embargo, requiere de gran sabiduría. Los

cristianos deben hacer de eso un asunto de mucha oración y reflexión, y pueden hacerlo bien, para no hacer más daño que bien.

Si lo reprenden meramente por las cosas que no vio, o no sabía que eran impropias, le lastimarán y les desagradará. Una

instrucción así debe ser cuidadosamente oportuna. Con frecuencia es bueno tomar la oportunidad luego de que han orado juntos,

o luego de una conversación amable de temas religiosos, calculados para hacerle sentir que lo aman, que buscan su bienestar, y

seriamente desean promover su santificación, utilidad y felicidad. Entonces, una simple insinuación a menudo funcionará. Sólo

sugieran que "tal cosa en tu oración", o "tu conducta tal y tal no me pareció agradable. Mejor no pienses así, y quizá juzgues mejor

para evitar lo mismo otra vez". Háganlo bien, y le ayudará y le hará bien. Háganlo mal y le harán diez veces más daño que bien.

Con frecuencia fallarán ellos, por ignorancia; su juicio no está maduro, y necesitan tiempo para pensar y hacer un juicio iluminado

en el punto que al principio parecía dudoso para ellos. En tales casos la iglesia debe tratarlos con gran amabilidad y paciencia.

Deben amablemente instruirlos y no acusarlos de inmediato por no ver, en un principio, lo que quizá no entendieron por años

después de convertirse.

6. No hablen de las fallas de los recién convertidos a sus espaldas. Esto es muy común de los profesantes de tiempo, y de vez en

cuando oyen eso; y vaya influencia que debe tener para destruir la confianza de los recién convertidos en sus hermanos mayores,

lastimar sus corazones y desanimarlos, y quizá alejarlos de la buena influencia de la iglesia.

370

III. Voy a mencionar algunos males de instrucción defectuosa a los recién convertidos.

1. Si no son plenamente instruidos, nunca estarán plenamente cimentados en los principios correctos. Si tienen los principios

fundamentales correctos, esto los llevará a adoptar el curso correcto de conducta en todos los casos particulares. Al formar un

carácter cristiano, mucho depende de establecer aquellos principios fundamentales que sean correctos en todos los temas. Si

toman su Biblia, verán ahí que Dios enseña los principios correctos que se pueden realizar con detalle en la conducta correcta. Si

la educación de los recién convertidos es defectuosa, sea en tipo o grado, la verán en su carácter todas sus vidas. Esto es un

resultado filosófico, sólo lo que pueda esperarse, y tiene que ser siempre así. Puede mostrarse, si tuviera tiempo, que casi todos

los errores prácticos que han prevalecido en la iglesia son resultados naturales de ciertos dogmas falsos, que se han enseñado a

recién convertidos, y que se han hecho para digerirse como la verdad de Dios en un tiempo cuando eran muy ignorantes como

para no saber más.

2. Si la instrucción dada a los recién convertidos no es correcta y plena, no crecerán en gracia, sino su religión menguará y

decaerá. Su curso en vez de ser como la senda del justo, volviéndose más brillosa hasta el día perfecto, se debilitará más y más, y

decaerá y finalmente quizá se oscurezca. Donde vean recién convertidos dejen que su religión se haga estrecha hasta que sea

nada, puedan entender que es el resultado apropiado de instrucción defectuosa. El resultado filosófico de enseñar a recién

convertidos la verdad, y toda la verdad, es que crezcan cada vez más fuertes. La verdad es el alimento para la mente &endash;es

lo que da fortaleza a la mente. Y donde el carácter religioso mengua, se depende de él, en casos de nueve a diez se debe a

descuido, o ser falsamente instruido, cuando se era recién convertido.

3. Serán dejados justamente en duda si son cristianos. Si su instrucción temprana es falsa, o defectuosa, habrá tanta

inconsistencia en sus vidas, y tan poca evidencia real de piedad, que ellos mismos finalmente dudarán si tienen alguna.

Probablemente vivirán y morirán en duda. No pueden ustedes hacer que poca evidencia vaya por un gran trecho. Si no ven ellos

claramente, no vivirán consistentemente. Si no viven consistentemente, tendrán sólo poca evidencia, y si no tienen evidencia,

tienen que dudar, o vivir en suposición.

4. Si los recién convertidos son correctamente instruidos y entrenados, generalmente se verá que tomarán el lado correcto sobre

los grandes temas que han llegado ante la iglesia. Los temas continuamente están surgiendo ante las iglesias, sobre el cual tienen

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que tomar una posición, y en muchos de ellos no hay con frecuencia nada de dificultad para hacer que la iglesia tome la posición

correcta. Tómese el tema de panfletos o misiones, o escuelas dominicales, o temperancia, por ejemplo, y qué peros, objeciones,

resistencias y oposición se han encontrado de miembros de la iglesia en distintos lugares. Vayan por las iglesias, y donde

encuentren a recién convertidos que se les ha enseñado bien, nunca los encontrarán causando dificultad, o poniendo objeciones o

peros. No titubeo en achacarlo a pastores o miembros de tiempo de iglesias que hay tantos que tienen que ser arrastrados hacia la

posición correcta en todos esos temas. Es curioso ver, y he tenido oportunidad de ver, cómo los recién convertidos están listos

para tomar la posición correcta en cualquier tema que se pueda proponer. Vean a lo que están dispuestos a hacer por la educación

de los ministros, las misiones, la reforma moral, los esclavos. Si el gran cuerpo de recién convertidos de avivamientos tardíos

hubiese estado bien fundamentado en los principios del evangelio, hubieran encontrado en ellos, por toda la iglesia, sólo un

corazón, un alma, en cuanto a cada cuestión del deber que ocurriera. Que la educación temprana sea la correcta, y tendrán un

cuerpo de cristianos del que pueden depender. Si hubiese sido general en la iglesia, oh, cuánta mucha más fuerza hubiera tenido

en todos los grandes movimientos para la salvación del mundo.

5. Si los recién convertidos no están bien instruidos, inevitablemente se descarriarán. Si su instrucción es defectuosa,

probablemente vivirán de una forma tal que deshonrará la religión. La verdad, mantenida constantemente ante la mente de un

recién convertido, en proporciones apropiadas, tiene una tendencia natural de hacerle crecer hacia la plenitud de la estatura del

varón perfecto en Cristo Jesús. Si cualquier punto se hace demasiado prominente en la instrucción dada, probablemente será sola

esa desproporción en su carácter. Si es plenamente instruido en algunos puntos y no en otros, encontrarán un defecto

correspondiente en su vida y carácter.

Si la instrucción de recién convertidos es grandemente defectuosa, perseverarán en religión no más de lo que ellos mismos sean

fuertemente impulsados por las emociones de su primera conversión. Tan pronto eso se desgaste, llegarán a un punto, y luego

declinarán y se descarriarán. Y siempre luego encontrarán que ellos irán hacia adelante sólo cuando son animados por algún

entusiasmo poderoso. Esos son sus cristianos de periodos, que están tan aptos para despertar en un tiempo de avivamiento, y

fanfarronear como si tuvieran el fervor de un ángel, unos pocos días, y luego se desvanecen tan muertos y fríos como un viento del

norte. Oh cuán deseoso, cuán importante es que a los recién convertidos se les deba enseñar que su religión no depende de

372

impulsos y entusiasmos, sino de ir hacia adelante consistentemente en el caminar cristiano, avanzando de fortaleza en fortaleza,

dando una luz clara, segura y constante por todos lados.

OBSERVACIONES

1. La iglesia es ciertamente culpable por su descuido pasado en cuanto a la instrucción de recién convertidos.

En vez de criar a sus recién convertidos para ser cristianos trabajadores, las iglesias han generalmente actuado como si ellas no

supieran cómo emplear a recién convertidos, o qué uso tener de ellos. Han actuado como una madre que tiene una gran familia de

hijas y no sabe nada cómo ponerlas a trabajar, y así crecen ociosas y sin enseñanza, inútiles y menospreciadas, y son presa fácil

de algún villano maquinador.

Si la iglesia hubiera cumplido su deber de entrenar a los recién convertidos para la obra, y trabajar para Cristo, el mundo se

hubiera convertido desde hace mucho, pero en vez de eso, cuántas iglesias incluso se oponen a los recién convertidos cuando

intentan ponerse a trabajar para Cristo. Multitudes de profesantes de tiempo ven con sospecha cada movimiento de los recién

convertidos y hablan contra ellos y dicen: "Son muy pretenciosos, no deben ir tan adelante, sino esperar a aquellos que tienen más

tiempo". Y hay de nuevo espera. En vez de ofrecer a los recién convertidos "la velocidad de Dios", y animarlos cuando se disponen

con corazón cálido y manos fuertes, muy a menudo los obstruyen y quizá menosprecian. Cuán a menudo han sido detenidos los

recién convertidos de ir hacia adelante, y se han vuelto para estar detrás de una iglesia formal, floja e ineficiente hasta que el

espíritu de ellos es aplastado, y su fervor extinguido, y después de luchas ineficaces para echar las cuerdas, terminan sentándose

con el resto y ESPERAN. En muchos lugares, los recién convertidos no pueden ni siquiera intentar tener una reunión de oración

por ellos mismos, sino que el pastor, o algunos de los diáconos, los reprende por ser muy pretenciosos, y los culpan de orgullo

espiritual. "¡Oh!, ¡oh! ¿Son recién convertidos, verdad? Entonces quieren reunirse y llamar a todos sus vecinos para que los vean

porque son recién convertidos". De una vez sean predicadores. Un célebre doctor en divinidad en Nueva Inglaterra se alardeó ante

la mesa pública de su éxito por mantener quietos a todos sus recién convertidos. Tenía gran dificultad, decía él, porque tenían una

fiebre terrible de hacer algo, de hablar, orar, levantarse en las reuniones, pero por la gran vigilancia mantuvo todo apagado, y

ahora la iglesia es tan quieta como antes del avivamiento. ¡Qué logro maravilloso para un ministro de Jesucristo! ¿Acaso eso era lo

que el bendito Salvador le quiso decir a Pedro "apacienta mis corderos"?

373

2. A los recién convertidos se les debe entrenar para trabajar, tan cuidadosamente como son los reclutas en un ejército entrenados

para la guerra.

Supongan a un capitán en el ejército que logra que su compañía se enliste, y entonces no se toma más molestias para enseñar,

entrenar y disciplinarlos, de las que toman los pastores para entrenar y guiar a los recién convertidos hacia adelante. Pues, el

enemigo se reiría de un ejército así. ¡Llámenles soldados! Pues, como para cualquier servicio efectivo, están en un mero estado de

infancia, no saben nada de qué hacer o cómo hacerlo, y si los llevan al ATAQUE, ¿dónde están? Un ejército así se parecerá a la

iglesia que no entrena a sus recién convertidos. En vez de ser entrenada para estar hombro a hombro desde el comienzo, no

siente seguridad práctica en sus dirigentes, ninguna seguridad en sus semejantes, ninguna seguridad en ella misma, y se dispersa

en el primer choque de batalla. Vean ahora a la iglesia. Los ministros no acuerdan en cuanto a qué debe hacerse, y muchos de

ellos se vuelven y pelean contra los hermanos, discutiendo sobre las Nuevas Medidas, o el Acto y Testimonio, o algo así. Y en

cuanto a los miembros, no pueden sentir confianza cuando ven a sus líderes tan divididos. Y entonces si intentan hacer algo --¡Ay!,

¡ay! ¡Qué ignorancia! ¡Qué torpeza! ¡Qué discordia! ¡Qué obra miserable hacen de eso! Y entonces, tiene que continuar, hasta que

la iglesia entrene a los recién convertidos para ser cristianos trabajadores, inteligentes, de un solo corazón y de negarse a sí

mismos. He aquí un proyecto que está sucediendo en esta ciudad, que me gozo de ver. Quiero decir el proyecto de panfletos--una

obra bendita. Y el plan es entrenar a un cuerpo dedicado de cristianos a hacer --¿qué?--, pues a hacer todo lo que la iglesia debió

ser entrenada a hacer desde hace mucho, para saber cómo orar, y cómo conversar con la gente sobre la salvación de su alma,

cómo asistir a reuniones ansiosas, y cómo tratar con los inquisitivos, y cómo SALVAR ALMAS.

3. La iglesia se ha equivocado enteramente en qué se va a santificar

El experimento ha seguido bastante tiempo de tratar de santificar la iglesia sin encontrar nada para ellos que hagan, pero la

santidad consiste en obedecer a Dios. Y la santificación como proceso significa obedecerle más y más perfectamente. Y la forma

de promoverla en la iglesia es darle a cada uno algo qué hacer. Vean a esas grandes iglesias donde tienen 500 o 700 miembros, y

tienen a un ministro que las alimenta de domingo a domingo, mientras hay muchos de ellos juntos que la gran parte no tiene nada

qué hacer, nunca es entrenada para hacer esfuerzos directos para la salvación de las almas. Y de esa forma está esperando a ser

santificada y preparada para el cielo. Nunca será santificada así. No es la forma que Dios lo ha indicado. Jesucristo hizo de su

gente colaboradores con él para salvar pecadores por esa misma razón, porque la santificación consiste en hacer esas cosas que

374

son requeridas para promover su obra. Ésa es la razón por la que no empleó ángeles en la obra, o la continuó por revelación

directa de la verdad a las mentes de los hombres. Es porque es necesario como un medio de santificación que la iglesia deba

simpatizar con Cristo en sus sentimientos y trabajos para la conversión de los pecadores. Y de esa forma que el todo de la iglesia

se dé cuenta que está aquí en la iglesia como un cuerpo de misioneros y vivirá y trabajará así, entonces el día de la redención del

hombre estará cerca.

¡Cristiano!, si no puedes salir fuera al extranjero a trabajar, ¿por qué no eres un misionero en tu propia familia? Si estás muy débil

incluso para salir de aquí, sé un misionero en tu alcoba. ¿Cuántos sirvientes inconversos tienes en tu casa? Llama a tus sirvientes,

y tus hijos inconversos, y sé un misionero para ellos. Piensa en tu médico, quizá, quien se dispone a salvar tu cuerpo, mientras

está perdiendo su propia alma, y recibes su amabilidad y nunca le das la más grande retribución en tu poder.

Es necesario que la iglesia debe agarrarse de sus recién convertidos desde el inicio, y ponerlos a trabajar, y ponerlos a trabajar

correctamente. La esperanza de la iglesia está en los recién convertidos.

4. Vemos qué responsabilidad descansa en los ministros, ancianos y todo quien tiene la oportunidad de ayudar a entrenar a los

recién convertidos. Cuán preocupante es el retrato que a menudo se fuerza a sí mismo en la mente donde multitudes son

convertidas, y sin embargo pocas molestias se toman con los recién convertidos que en un año no pueden distinguirlos del resto de

la iglesia. Y entonces ven a los antiguos miembros voltear y quejarse de esos recién convertidos, y quizá los difamen cuando en

verdad estos antiguos profesantes son los culpables. Oh, es una lástima. Esa reacción que la gente habla tanto después de un

avivamiento (como si la reacción fuera el efecto necesario de un avivamiento) nunca llegará, los recién convertidos nunca se

descarriarían como ellos hacen, si la iglesia estuviese presta y fuese fiel en asistir a su instrucción. Si son convertidos realmente,

pueden hacerse cristianos con energía y rigor. Y si no son así, Jesucristo lo demandará de las manos a la iglesia.

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CONFERENCIA XXI

EL APÓSTATA DE CORAZÓN

TEXTO. -- De sus caminos será hastiado el necio [apóstata] de corazón. -- Pr. 14:14.

NO PUEDO concluir esta serie de conferencias sin prevenir a los conversos contra la apostasía. Al discutir este asunto,

estableceré:

I. Lo que no es apostatar de corazón.

II. Lo que es apostatar de corazón.

III. Cuáles son las evidencias de apostatar de corazón.

IV. Mostrar cuáles son las consecuencias de apostatar de corazón.

V. Cómo recuperarse de ese estado.

I. Lo que no es apostatar de corazón.

1. No consiste en el aquietamiento de emociones altamente incitadas. El aquietamiento de sentimiento religioso puede ser una

evidencia de un corazón apóstata, pero no consiste en el enfriamiento de sentimiento religioso.

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II. Lo que es apostatar de corazón.

1. Consiste en retractarse de esa consagración a Dios y su servicio que constituye la verdadera conversión.

2. Es el abandono, por un cristiano, de su primer amor.

3. Consiste en la retirada del cristiano de un estado de devoción entera y universal a Dios, que constituye la verdadera religión, y

volver bajo el control de un espíritu de agradarse a sí mismo.

4. El texto implica que puede haber un corazón apóstata cuando la forma de religión y obediencia a Dios son mantenidas. Como

sabemos por la conciencia que los hombres realizan los mismos actos, o actos similares, por motivos ampliamente diferentes, y

con frecuencia por motivos opuestos, estamos seguros que los hombres pueden mantener todas las formas externas y apariencias

de religión, cuando de hecho, son apóstatas de corazón. No hay duda, que el egoísmo más intenso a menudo toma un tipo

religioso, y hay muchas consideraciones que puede llevar al apóstata de corazón a mantener las formas, mientras ha perdido el

poder de devoción en su alma.

III. Cuáles son las evidencias de apostatar de corazón.

1. La formalidad manifiesta en ejercicios religiosos. Una manera formal y estereotipada de decir y hacer cosas, la cual es

claramente el resultado del hábito en vez del fluir de brotes de vida religiosa. Esta formalidad será sin emoción y será fría como un

témpano de hielo, y demostrará una carencia total de empeño en la realización del deber religioso. En orar y en ejercicios

religiosos el apóstata de corazón orará, alabará, confesará, o dará gracias con sus labios, para que lo oigan, quizá, pero de una

forma tal que nadie puede sentirla. Una formalidad así sería imposible donde existió una fe y amor presentes y vivientes, y de

fervor religioso.

2. Una carencia de disfrute religioso es evidencia de un corazón apóstata. Siempre disfrutamos el decir y hacer esas cosas que

agradan a quienes amamos más; es más, cuando el corazón no es apóstata, la comunión con Dios es mantenida, y por tanto,

377

todos los deberes religiosos no sólo son realizados con gusto, sino la comunión con Dios involucrada en ellos es una fuente de

gozo rico y continuo. Si no disfrutamos el servicio a Dios, es porque no le servimos verdaderamente. Si lo amamos supremamente,

es imposible que no disfrutemos su servicio en cada paso. Siempre recuerden entonces cuando se pierde el gozo religioso, o el

gozo de servir a Dios, pueden saber que no le están sirviendo correctamente.

3. La servidumbre religiosa es otra evidencia de un corazón apóstata. Dios no tiene esclavos. No acepta el servicio de siervos que

le sirven porque tienen que hacerlo. Él acepta solamente un servicio de amor. Un apóstata en el corazón encuentra sus servicios

religiosos una carga para él. Ha prometido servir al Señor. No se atreve a romper enteramente la forma de servicio, y trata de ser

diligente, mientras no tiene corazón en la oración, en la alabanza, en el culto, en los deberes más cercanos, o en cualquiera de

esos ejercicios que son espontáneos y disfrutables, donde hay un amor verdadero a Dios. El apóstata de corazón es menudo una

esposa diligente pero nada amorosa. Trata de cumplir su deber a su marido, pero falla totalmente porque no lo ama. Su

meticulosidad para agradar a su esposo es forzada y no un brote espontáneo de un corazón amoroso, y su relación y deberes se

vuelven una carga en su vida. Va quejándose del peso del cuidado que hay sobre ella, y no aconsejará a las señoritas que se

casen. Está comprometida de por vida, y debe por tanto realizar sus deberes de una vida de casada, pero oh, ¡es una gran

esclavitud! Lo mismo con la servidumbre religiosa. El profesante tiene que cumplir su deber. Se arrastra dolosamente y lo oirán

cantar naturalmente himnos de apóstata.

Escucho a la razón, sus consejos pesan,

Y todas sus palabras apruebo

Y sin embargo me es difícil obedecer

Y aún más difícil amar.

4. Un temperamento sin control.

Mientras el corazón está lleno de amor, el temperamento naturalmente será sometido y será dulce, o en todo caso, la voluntad lo

mantendrá controlado, y no sufrirá por irrumpir en un abuso terrible, o si en cualquier momento se escapa del control de la voluntad

378

en cuanto a soltarse con palabras odiosas, pronto será sometido, y por ningún motivo se sufrirá de tomar el control y manifestarse

para el malestar de otros. Especialmente un corazón amoroso confesará y se quebrantará, si algún mal humor toma el control.

Cuando, por tanto, hay un temperamento irritable, sin control es dejado para manifestarse alrededor de uno, ustedes pueden saber

que es un corazón apóstata.

5. Un espíritu insensible es evidencia de un corazón apóstata. Quiero decir por eso, una falta de disposición que pone la mejor

construcción sobre la conducta de alguien que puede ser razonable--una falta de confianza en las buenas intenciones y

profesiones de otros. Naturalmente damos crédito a las buenas profesiones de aquellos que amamos. Naturalmente les atribuimos

motivos correctos, y ponemos la mejor construcción disponible en sus palabras y obras. Donde hay una falta de esto, hay

evidencia concluyente de un corazón apóstata y sin amor.

6. Un espíritu censurador es evidencia concluyente de un corazón apóstata. Ése es un espíritu criticón, de impugnar los motivos de

otros, cuando su conducta admite una construcción amorosa. Es una disposición para echarles la culpa a otros, y juzgarlos

duramente. Es un espíritu de desconfianza del carácter cristiano y profesiones. Es un estado de la mente que se revela a sí mismo

en juicios y dichos severos, y la manifestación de sentimientos incómodos hacia los individuos. Ese estado de la mente es

enteramente incompatible con un corazón amoroso, y cuando un espíritu censurador se manifiesta por un profesante de religión,

pueden saber que hay un corazón apóstata.

7. Una falta de interés en la palabra de Dios es también evidencia de un corazón apóstata. Quizá nada más conclusivo prueba que

un profesante tiene un corazón apóstata que el perder interés en la Biblia. Mientras el corazón está lleno de amor, ningún libro en

el mundo es tan atesorado como la Biblia, pero cuando se ha ido el amor, la Biblia se vuelve no sólo poco interesante, sino

repulsiva. No hay fe para aceptar sus promesas, sino la convicción suficiente dejada para temer sus amenazas, pero en general el

apóstata de corazón es apático a la Biblia. No lee mucho, y cuando la lee, no tiene interés suficiente para entenderla. Sus páginas

se vuelven oscuras y poco interesantes. Y por tanto, es descuidada.

8. Una falta de interés en la oración en secreto es también evidencia de un corazón apóstata.

379

¡Recién convertido!, si te encuentras perdiendo interés en la Biblia y en la oración en secreto, detente, regresa a Dios, y no te des

descanso hasta que disfrutes la luz de su expresión. Si te sientes poco dispuesto a orar, o leer tu Biblia, si cuando oras y lees tu

Biblia, no tienes corazón en eso, ningún gozo, si estás inclinado a hacer tus devociones secretes breves, o son fácilmente

inducidas para descuidarlas, si divagan tus pensamientos, afectos, y emociones, y tus deberes de oración se vuelven una carga,

puedes saber que eres un apóstata de corazón, y tu primer asunto es romper y ver que tu amor y fervor sean renovados.

9. Una falta de interés en la conversión y en esfuerzos para promover avivamientos de religión. Esto desde luego revela un

corazón apóstata. No hay nada en el que un corazón amoroso tome más interés que en la conversión de las almas en

avivamientos de religión, y en esfuerzos para promoverlo.

10. Una falta de interés en informes o narraciones publicados de avivamientos de religión es también evidencia de un corazón

apóstata. Mientras uno retenga su interés en la conversión de las almas, y en avivamientos de religión, desde luego se estará

interesado en todos los recuentos de avivamientos de religión de cualquier lado. Si se encuentran desinteresados en ellos, den por

sentado que tienen un corazón apóstata.

11. Lo mismo es cierto de las misiones, y la obra y operaciones misioneras. Si pierden interés en la obra, y en la conversión de los

infieles, y no se deleitan en leer y oír el éxito de las misiones, pueden saber que tienen un corazón apóstata.

12. La pérdida de interés en encomiendas benevolentes generalmente es una evidencia de un corazón apóstata. Digo falta de

interés, seguramente, si fueron convertidos a Cristo, han tenido interés en todas las encomiendas benevolentes. Desde luego, un

alma convertida toma el interés más profundo en todos los esfuerzos benevolentes para reformar y salvar a la humanidad. En buen

gobierno, en educación cristiana, en la causa de la temperancia, en la abolición de la esclavitud, en las provisiones para los

pobres, y en suma, en cada buena palabra y obra, justo en proporción como han perdido interés en ellas, tienen evidencia que son

apóstatas de corazón.

13. La falta de interés en conversación espiritual es otra evidencia de un corazón apóstata. "De la abundancia del corazón habla la

boca". Esto anunció nuestro Señor Jesucristo como una ley de nuestra naturaleza. Ninguna conversación es tan dulce para un

corazón verdaderamente amoroso como aquel que relaciona a Cristo, y nuestra experiencia cristiana. Si se encuentran ustedes

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mismos perdiendo interés en hablar de religión de corazón, y las varias y maravillosas experiencias de cristianos, si alguna vez

supieron lo que es el verdadero amor de Dios, lo han dejado y son apóstatas de corazón.

14. Una falta de interés en la conversación y sociedad con gente altamente espiritual es una evidencia de un corazón apóstata.

Tomamos gran gozo en la sociedad con aquellos que están muy interesados en las cosas que son las más queridas para nosotros.

De ahí, un corazón cristiano amoroso siempre buscará la sociedad con aquellos que son espirituales, y cuya conversación sea

evangélica y espiritual. Si se encuentran faltando en ese respecto, sepan con seguridad que tienen un corazón apóstata.

15. La pérdida de interés en el asunto de la santificación es una evidencia de un corazón apóstata. Repito, la falta de interés, pues

si alguna vez de verdad conocieron el amor de Dios, tuvieron que haber tenido un gran interés en el asunto de la consagración

entera a Dios, o santificación entera. Si son cristianos, han sentido que el pecado era una abominación para el alma de ustedes.

Han tenido añoranzas inexpresables para deshacerse de ella por siempre, y todo lo que podría arrojar luz sobre ese asunto de

importancia agonizante, era de lo más intensamente interesante para ustedes. Si este asunto ha sido descartado, y ya no es más

de su interés, es porque tienen un corazón apóstata.

16. La falta de interés en esos recién convertidos es también evidencia de un corazón apóstata. El salmista dice: "Los que te temen

me verán, y se alegrarán, porque en tu palabra he esperado". Esto se pone en la boca de un convertido, y ¿quién no sabe que eso

es verdad? Pues, hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente, y no hay gozo entre los

santos en la tierra. Muéstrenme a un profesante de religión que no manifiesta un interés absorbente en los convertidos a Cristo, y

les mostraré a un apóstata de corazón, y un hipócrita; profesa religión y no tiene ninguna.

17. Un estado de mente sin amor en cuanto a los convertidos declarados es también una evidencia de un corazón apóstata. La

caridad o el amor, que todo lo cree y todo lo espera, está muy presta a juzgar amable y favorablemente a aquellos que profesan

estar convertidos a Cristo, naturalmente cuidará de ellos con interés, orará por ellos, los instruirá y tendrá tanta confianza en ellos

como sea razonable tener. Una disposición, por tanto, para señalar, criticar y censurarlos, es una evidencia de un corazón

apóstata.

381

18. La falta de un espíritu de oración es evidencia de un corazón apóstata. Mientras el amor de Cristo permanece fresco en el

alma, el espíritu morador de Cristo se revelará a sí mismo como el espíritu de gracia y súplica. Engendrará fuertes deseos en el

alma para la salvación de los pecadores y santificación de los santos. A menudo hará intercesiones en ellos, con grandes deseos,

llanto y lágrimas, con gemidos que no pueden expresarse en palabras, por aquellas cosas que están de acuerdo con la voluntad de

Dios, o para expresarlo en el lenguaje escritural, según Pablo, Romanos 8: 26 y 27, "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en

nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con

gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de

Dios intercede por los santos". Si el espíritu de oración se aparta, es una indicación segura de un corazón apóstata, pues mientras

el primer amor de un cristiano continúa, ciertamente es atraído por el Espíritu Santo para luchar mucho en oración.

19. Un corazón apóstata a menudo se revela a sí mismo por la manera en la que la gente ora. Por ejemplo, orar como si uno

estuviera en un estado de condenación de uno mismo, o muy parecido al pecador compungido, es una evidencia de un corazón

apóstata. Tal revelará el hecho de que no está en paz con Dios. Sus confesiones y acusaciones de sí mismo mostrarán el hecho

de que no tiene comunión con Dios; en vez de ser lleno de fe y amor, está más o menos redargüido de pecado, y consciente de

que no está en un estado de aceptación con Dios. Naturalmente orará más como un pecador compungido que un cristiano. Se verá

por su oración que no está en un estado de libertad cristiana, que está teniendo una experiencia como en Romanos 7, en vez de

aquella que se describe en Romanos 8.

20. Un corazón apóstata se revelará orando casi exclusivamente por el yo, y por las amistades que están consideradas como parte

del yo. Es con frecuencia impresionante e impactante asistir a la reunión de oración de un apóstata, y siento mucho decir que

muchas reuniones de oración de la iglesia son así. Sus oraciones son tímidas y titubeantes, y revelan el hecho que no tienen fe o

tienen poca. En vez de rodear el trono de gracia y derramar sus corazones por una bendición alrededor de ellos, se les tiene que

urgir al deber, de tomar su cruz. Sus corazones no se vierten espontáneamente, ni lo harán, en oración a Dios. Tienen muy poca

preocupación por otros, y cuando la tienen, como dicen, toman su cruz, y cumplen y fingen dirigir en oración, se observará que

oran como una compañía de pecadores compungidos, casi todos juntos para ellos mismos. Orarán por aquello que si lo obtienen,

será religión, así como un pecador redargüido oraría por un corazón nuevo, y el orar por religión como ellos hacen manifiesta que

no tienen ninguna, en su estado mental presente. Pídanles que oren por la conversión de pecadores, y se les olvidará

382

completamente, o sólo los mencionarán de una forma tal como para mostrar que no tienen ningún corazón para orar por ellos. He

conocido a padres cristianos profesantes que se ponen en un estado tal que no tenían ningún corazón para orar por la conversión

de sus propios hijos, incluso cuando esos hijos estaban bajo compunción. Mantendrán la oración en familia, asistirán a una reunión

semanal de oración, y nunca se saldrán de la vieja costumbre de orar una y otra vez por ellos mismos. Hace unos años, estaba

trabajando en un avivamiento en una iglesia presbiteriana. Al término del sermón de la tarde, encontré que la hija de uno de los

ancianos de la iglesia estaba en gran angustia de mente. Observé su compunción muy profundamente. Habíamos estado teniendo

una reunión en la sacristía con quienes tenían preguntas, y acababa de despedirlos, cuando esta señorita vino a mí con gran

agitación, y me rogó que orara por ella. Casi toda la gente se había ido, excepto unos pocos que estaban esperando a que las

amistades de quienes había asistido a la reunión de preguntas fueran despedidas. Llamé al padre de esta señorita a la sacristía

para que pudiera ver el estado tan ansioso de la mente de su hija. Después de una conversación corta y personal con ella en

presencia de su padre, le pedí a él que orara por ella, y le dije que lo seguiría, y le urgí a ella que diera su corazón a Cristo. Todos

nos arrodillamos, sin mencionar su caso nunca. Su oración reveló que no tenía más religión que ella, y que estaba mucho en el

mismo estado que ella--bajo un horrible sentido de condenación. Había mantenido la apariencia de religión. Como anciano de la

iglesia, estaba obligado a mantener la apariencia. Había pasado una y otra vez por la rutina de sus deberes, mientras su corazón

se había apostatado completamente. Es con frecuencia repugnante asistir a una reunión de oración de un corazón apóstata. Irá

una y otra vez de hecho para orar por su propia conversión. No lo expresa, sino que es la importancia real de la oración. No podría

considerarlo más evidente de que es apóstata de corazón, si fuera cada uno a tomar su juramento de eso.

21. Ausencia de las reuniones establecidas de oración por razones sin peso es una indicación segura de un corazón apóstata.

Ninguna reunión es más interesante para un cristiano en alerta que una reunión de oración, y mientras tenga corazón para orar, no

estará ausente de la reunión de oración a menos que se le prevenga de asistir por la providencia de Dios. Si el llamado de un

amigo a la hora de reunión puede prevenir su asistencia, a menos que el llamado sea bajo circunstancias peculiares, es evidencia

fuerte de que no desea asistir, y de ahí, es apóstata de corazón. Una llamada a una hora así no lo previene de asistir a una boda,

una fiesta, un día de campo, o una conferencia interesante. El hecho es que es hipocresía para quienes fingen que realmente

quieren ir, mientras que pueden mantenerse lejos por cualquier razón sin peso. Si fuera otro lugar donde tienen muchos deseos de

ir, se excusarían y dirían: "Apenas iba salir" o "iba ir a tal lugar" y se van.

383

22. Lo mismo es cierto del descuido de oración en familia por razones sin peso.

Mientras el corazón se ocupa de la religión, los cristianos no omitirán las devociones familiares, y cuando están listos para

encontrar una excusa para la omisión, es evidencia segura de que son apóstatas de corazón.

23. Cuando la oración en secreto se considera más como un deber que un privilegio es porque el corazón es apóstata. Siempre me

ha parecido ridículo oír a cristianos hablar de la oración como un deber. Es uno de los privilegios terrenales más grandiosos. Qué

debemos pensar de un niño que se acerca a su papá para su comida, no porque tenga hambre, sino por deber. Cómo nos

impactaría oír a un mendigo hablar de su deber de pedir limosna a nosotros. Es un privilegio infinito que se nos permita ir a Dios, y

pedirle la provisión de nuestras carencias, pero orar porque tenemos que, en vez de que podemos, no parece natural. Pedir por lo

que queremos porque lo queremos, y porque Dios nos ha motivado a pedirle, y ha prometido contestar nuestra petición, es natural

y razonable, pero orar como deber, y como si estuviésemos obligando a Dios por nuestra oración, es bastante ridículo y es una

indicación cierta de un corazón apóstata.

24. Abogar por entretenimientos mundanos es también una indicación de un corazón apóstata. Los entretenimientos más

gratificantes posibles a nuestra mente espiritual son aquellas ocupaciones que llevan al alma a la comunión más directa con Dios.

Mientras el corazón esté lleno de amor y fe, una hora, o una tarde, pasarla a solas en comunión con Dios es más deleitable que los

entretenimientos que el mundo pueda ofrecer. Un corazón amoroso está celoso de cualquier cosa que pueda romper o interferir su

comunión con Dios, pues no hay especial agrado por simples entretenimientos mundanos. Cuando un alma no encuentra más

deleite en Dios que las cosas mundanas, el corazón tristemente es apóstata.

25. La ceguera espiritual es otra evidencia de un corazón apóstata. Mientras el ojo sea bueno, todo el cuerpo estará lleno de luz

espiritual, pero si el ojo es maligno (el cual es un corazón apóstata) todo el cuerpo estará lleno de tinieblas.

La ceguera espiritual se revela a sí misma en una falta de interés en la palabra de Dios y en la verdad religiosa generalmente.

También manifestará una falta de discriminación espiritual, será fácilmente impuesta por las insinuaciones de Satanás. Un corazón

apóstata llevará a la adopción de principios laxos de moralidad. No discierne la espiritualidad de las leyes de Dios y sus

requerimientos generalmente. Cuando esta ceguera espiritual se manifiesta, es indicación segura que un corazón es apóstata.

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26. Apatía religiosa, con sensibilidad y observancia mundanas, es una indicación segura de un corazón apóstata. A veces vemos a

personas que sienten profunda y rápidamente por asuntos mundanos, pero que no pueden ser hechos para sentir profundamente

por asuntos religiosos. Esto claramente indica un estado apóstata de mente.

27. Un corazón indulgente de sí mismo es una indicación segura de un corazón apóstata. Por indulgencia de sí mismo, quiero decir

una disposición a gratificar apetitos, pasiones y propensiones, "haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos".

Esto en la Biblia es representado como un estado de muerte espiritual. Estoy convencido de que la ocasión más común de un

corazón apóstata se encuentra en el clamor por la indulgencia de varios apetitos y propensiones. El apetito por la comida es

frecuentemente, y quizá el más frecuente que cualquier otro, la ocasión de apostatar. Pocos cristianos, me temo, comprenden

cualquier peligro en esta dirección. El mandato de Dios es "si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la

gloria de Dios". Los cristianos olvidan eso, y comen y beben para gratificarse--hacen caso a sus apetitos, en vez de las leyes de la

vida y salud. Muchas personas son entrampadas más por sus mesas de lo que está consciente la iglesia. La mesa es un lazo de

muerte para multitudes que ningún hombre pueda numerar. Muchísima gente que evita bebidas alcohólicas, se gratifica en té o

café, e incluso tabaco, y en comida, tanto en cantidad como en calidad, que viola la ley de salud. Parece que no hay otra ley que la

del apetito, y eso, la pervierten tanto al abusar, para gratificarlo, es arruinar el cuerpo y alma juntos. Muéstrenme a un profesante

glotón y le mostraré a un apóstata.

28. Una conciencia cauterizada es también evidencia de un corazón apóstata. Mientras el alma está alerta y es amorosa, la

conciencia es tan tierna como la niña de los ojos, pero cuando el corazón es apóstata, la conciencia está en silencio y es

cauterizada sobre muchos asuntos. Tal no les dirá que no está violando su conciencia, en comer y beber, o en la

autocomplacencia de cualquier tipo. Encontrarán que un apóstata tiene poca conciencia. Lo mismo es cierto referente a los

pecados de omisión muy generalmente. Muchísimos deberes pueden ser descuidados y una conciencia cauterizada permanecerá

callada. Donde la conciencia no está alerta, el corazón seguramente es apóstata.

29. Principios morales sueltos son una indicación segura de un corazón apóstata. Un apóstata de corazón escribirá cartas el

domingo, se ocupará de la lectura secular, y en mucha conversación mundana. En negocios, aquél tomará pocas ventajas, y

sacará ventaja de ardides de negocio, se adaptará a los hábitos de hombres mundanos de negocios, en las transacciones, será

385

culpable de engaños y malos entendidos al vender. Demandará interés exorbitante, y se aprovechará de las necesidades de sus

prójimos.

30. La prevalencia del temor de hombre es una evidencia de un corazón apóstata. Mientras el corazón está lleno de amor de Dios,

Dios es temido y no el hombre. Un deseo por el aplauso de los hombres es reprimido, y es suficiente para aquél para agradar a

Dios, si los hombres son complacidos o no, pero cuando el amor de Dios es omitido, "el temor del hombre pondrá lazo" y se

apoderará de éste. Se vuelve su meta agradar al hombre en vez de agradar a Dios. En tal estado más pronto ofenderá a Dios que

al hombre.

31. Disputar por las formas, ceremonias e insignificancias es evidencia de un corazón apóstata. Un corazón amoroso es particular

sólo acerca de la sustancia y el poder de la religión y no disputará sobre sus formas.

32. Críticas sobre medidas en promover avivamientos de religión es una evidencia segura de un corazón apóstata. Donde el

corazón está puesto en la conversión de pecadores, y la santificación de los creyentes, naturalmente tocará el tema de la manera

más directa y por medios de un grado más elevado calculado para cumplir el fin. No objetará y pondrá tropiezos a medidas que

evidentemente son bendecidas por Dios, sino ejercerá sagacidad al planear medios idóneos para lograr el fin por el cual el corazón

es puesto.

IV. Mostrar cuáles son las consecuencias de apostatar de corazón. El texto dice que de sus caminos será hastiado el

necio de corazón.

1. Será hastiado de sus propias obras, pero éstas son obras muertas, no son obras de fe y amor, que son aceptables para Dios,

son trapos de inmundicia de su propia justica. Si son realizadas como servicios religiosos, son más que hipocresía repugnante, y

una abominación a Dios, no hay ningún corazón en ellas, y a esa persona Dios le dice: "¿Quién demanda esto de vuestras

manos…?" "Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones;

porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación". "Yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en

vosotros".

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2. Será hastiado de sus propios sentimientos. En vez de esa paz, descanso y gozo dulces en el Espíritu Santo, que experimentó

alguna vez, se encontrará a sí mismo en un estado de desasosiego, sin satisfacción de sí mismo y los demás. Sus sentimientos

con frecuencia serán dolorosos, humillantes, y tan desagradables y sin amor como puedan ser concebidos. Está con frecuencia

irritado, molesto, es censurador, en todos sus caminos. Ha abandonado a Dios y en sus sentimientos es más un infierno que cielo.

3. Será hastiado de sus propios prejuicios. Su disponibilidad a conocer y hacer la verdad se ha ido. Naturalmente estará contra

toda verdad que recaiga duramente en su espíritu de indulgencia de sí mismo. Intentará justificarse, ni leerá, ni oirá, aquello que

reprenda su estado apóstata, y se volverá profundamente prejuicioso contra todo lo que se cruce en su camino. Si alguien lo

reprueba, lo considerará enemigo. Dará evasivas, y cerrará sus ojos contra la luz, estará a la defensiva, y criticará cualquier cosa

que lo descubra.

4. Un apóstata de corazón será hastiado de sus propias enemistades. Aquél pondrá cosas contra aquellos con quienes tenga

asuntos u otras relaciones. Se irritará en cada relación de la vida; estará enojado y se enfadará, y si se relaciona con algunos,

quizá muchas personas, no podrá orar por ellos honestamente y difícilmente los tratará con civilidad. Esto es casi seguro el

resultado de un corazón apóstata.

5. El apóstata de corazón caerá por sus propios errores. No está caminando con Dios. Se ha salido del orden Divino. No es guiado

por el Espíritu, sino está caminando en tinieblas espirituales. En ese estado, seguro caerá en muchos errores dolorosos, y quizá se

enrede de tal manera que obstruya su felicidad, y quizá destruya su utilidad de por vida. Errores en negocios, errores en formar

relaciones en la vida, errores en usar su tiempo, su lengua, su dinero, su influencia--todo sale mal con él mientras siga en un

estado apóstata.

6. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias concupiscencias. Sus apetitos y pasiones, que había mantenido

controlados, ahora han reasumido el control, y habiendo estado suprimidos por mucho tiempo, parece que se vengarán al volverse

más clamorosos y despóticos que nunca. Los apetitos y pasiones animales saldrán a flor de piel para el asombro del apóstata, diez

a uno, si no se encuentra él mismo más bajo su influencia y más esclavizado que antes.

387

7. El apóstata de corazón será hastiado lleno de sus propias palabras. Mientras esté en ese estado, no controlará, y no podrá

controlar, su lengua. Se probará él mismo ser un miembro revoltoso, lleno de veneno mortal, pondrá fuego al curso de la

naturaleza, y en sí mismo es un fuego del infierno. Por sus palabras se involucrará a sí mismo en muchas dificultades y

confusiones de las que nunca se liberará él mismo hasta que vuelva a Dios.

8. Será hastiado de sus propias pruebas. En vez de mantenerse alejado de la tentación, se irá directo a ella. Traerá consigo

muchísimas pruebas que nunca tuvo, si no se hubiera apartado de Dios. Se quejará de sus pruebas, y sin embargo

constantemente las multiplicará. Un apóstata siente sus pruebas profundamente, y mientras se queja de ser probado por todo

alrededor de él, constantemente las está agravando, y siendo el autor de ellas, parece industrioso para traerlas sobre sí mismo

como una avalancha.

9. El apóstata de corazón está hastiado de locuras. Habiendo rechazado la guía Divina, evidentemente caerá en las profundidades

de su propia necedad. Inevitablemente dirá y hará muchísimas cosas tontas y ridículas. Siendo un profesante de religión, estas

cosas serán más que notorias, y desde luego lo llevarán al ridículo y desdén. Un apóstata es, en efecto, el necio más grande del

mundo. Teniendo el conocimiento experimental del verdadero modo de vida, tiene la locura infinita de abandonarlo. Conociendo la

fuente del agua viva, la ha dejado, y cavado para sí cisternas, cisternas rotas que no detienen agua. Habiendo sido culpable de

esta locura infinita, todo el curso de su vida de apostasía debe ser el de un necio en el sentido bíblico del término.

10. El apóstata de corazón caerá por sus propios problemas. Dios está contra él, y él está contra sí mismo. No está en paz con

Dios, y consigo mismo, con la iglesia, o con el mundo. No tiene descanso interior. La conciencia lo condena. Dios lo condena. Su

estado lo condena. "No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos". No hay posición en el tiempo o espacio en la que pueda descansar.

11. El apóstata de corazón será hastiado de sus propios afanes. Se ha vuelto al egoísmo. Se considera a sí mismo y sus

posesiones como suyos. Tiene todo por el cual ocuparse. No considerará que él mismo y sus posesiones le pertenecen a Dios, y

no hará a un lado la responsabilidad de ver por sí mismo y todo lo que posee. No pone y no pondrá sus afanes en el Señor, sino

que emprenderá el hacer todo por sí mismo y su propia sabiduría, y por sus propios fines. Como consecuencia, sus afanes

multiplicarán, y vendrán sobre él como un diluvio.

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12. El apóstata de corazón será hastiado de su propia perplejidad. Habiendo abandonado a Dios, habiéndose salido del orden

hacia las tinieblas de su necedad, será lleno de confusión y dudas en cuanto a qué curso seguirá para lograr sus fines egoístas.

Caminará opuesto a Dios. De ahí, la providencia de Dios constantemente se cruzará en su camino y frustrará todas sus

conspiraciones. Dios desaprobará la oscuridad en su camino y se esmerará por confundir sus proyectos y echará sus

conspiraciones a los vientos.

13. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias ansiedades. Estará ansioso acerca de sí mismo sobre sus asuntos, su

reputación, y de todo. Ha quitado todas estas cosas de la mano de Dios, y las reclama y trata como suyas, y ya no teniendo más fe

en Dios, y no pudiendo controlar los eventos, por necesidad tiene que ser lleno de ansiedad en cuanto al futuro. Estas ansiedades

son el resultado inevitable de su locura y necedad de olvidarse de Dios.

14. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias decepciones. Habiéndose olvidado de Dios, y tomado la actitud de

obstinación de sí mismo, Dios invariablemente lo decepcionará en buscar sus fines egoístas. Limitará sus caminos para

complacerse a sí mismo, sin consultar a Dios. Desde luego, Dios limitará sus caminos para decepcionarlo. Determinado a hacer las

cosas a su modo, será grandemente decepcionado si sus planes son frustrados, y el cierto curso de eventos bajo el gobierno de

Dios desde luego traerá una serie de decepciones sobre los sujetos que se han rebelado contra él.

15. El apóstata de corazón tiene que hastiarse de sus propias pérdidas. Considera sus posesiones como suyas, su tiempo como

suyo, su influencia como suya, su reputación como suya. La pérdida de cualquiera de éstas las considera como pérdida propia.

Habiendo abandonado a Dios, siendo incapaz de controlar los eventos sobre los que la continuidad de esas cosas es

condicionada, se dispondrá él mismo a sufrir las pérdidas de todos lados. Pierde su paz. Pierde su propiedad. Pierde mucho de su

tiempo. Pierde su reputación cristiana. Pierde su influencia cristiana, y si persiste, pierde su alma.

16. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias frustraciones. Todo deber religioso será fastidioso, y, por tanto, una cruz

para él. Su estado mental ocasionará frustraciones de muchísimas de las cosas que en el estado mental de un cristiano hubieran

sido gratas en un alto grado. Habiendo perdido todo el corazón en la religión, la realización de todos sus deberes religiosos son

frustraciones a sus sentimientos. No hay ayuda para él a menos que se vuelva a Dios. Todo el curso de providencia Divina

frustrará su camino, y su vida entera será una serie de frustraciones y pruebas. No puede hacer las cosas a su modo. No puede

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gratificarse a sí mismo por cumplir sus deseos. Puede pegarse y estrellarse contra las rocas eternas de la voluntad de Dios y la

manera de Dios, pero no puede abrirse paso y realizar nada ante él. Tiene que ser frustrado una y otra vez hasta que caiga en el

orden Divino y se sumerja en la voluntad de Dios.

17. El apóstata de corazón será hastiado de sus propios temperamentos. Habiendo abandonado a Dios, habrá mucho con qué

irritarse. En un estado de apostasía, no puede poseer su alma con paciencia. Las desazones de su vida apóstata lo volverán

nervioso e irritable; su temperamento será explosivo e incontrolable.

18. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias desdichas. Es un profesante de religión. Los ojos del mundo están sobre

él, y todas sus inconsistencias, fijar su mente en cosas mundanas, locuras, mal humor, y palabras y obras odiosas, causan

escándalo en la estimación de todos los hombres que lo conocen.

19. El apóstata de corazón será hastiado de engaño. Teniendo un ojo maligno, todo su cuerpo será lleno de tinieblas. Muy

seguramente caerá en engaños concernientes a doctrinas y prácticas. Vagando en las tinieblas, como lo hace, muy probablemente

engullirá los engaños más repugnantes. Muy probablemente el espiritismo, mormonismo, universalismo, y cualquier otro ismo

alejado de la verdad, se posesionará de él. Quién no ha observado esto en los apóstatas de corazón.

20. El apóstata de corazón será hastiado de su propia esclavitud. Su profesión de la religión lo lleva a la servidumbre a la iglesia.

No tiene corazón para consultar los intereses de la iglesia, o trabajar para su edificación, y sin embargo está bajo el pacto de

obligación de hacerlo, y su reputación está de por medio. Tiene que hacer algo porque es obligación y no porque pueda. De nuevo,

está en servidumbre con Dios. Si realiza cualquier servicio, lo llama deber religioso y es más bien un esclavo y no un hombre libre.

Sirve por temor o esperanza, así como un esclavo, y no por amor. De nuevo está en esclavitud de su propia conciencia. Para evitar

la compunción o remordimiento hará muchas cosas o las omitirá, pero todo es con renuencia y no de su propia buena voluntad

cordial.

21. El apóstata de corazón está hastiado de su propia condenación. Habiendo disfrutado el amor de Dios, y habiéndolo

abandonado, se siente condenado por todo. Si intenta el deber religioso, sabe que no hay sinceridad en eso, por tanto se condena

a sí mismo. Si descuida el deber religioso, desde luego que se condena a sí mismo. Si va a la reunión, los servicios lo condenan, si

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se aparta, es condenado. Si ora en secreto, en familia, o en público, sabe que no es sincero, y se siente condenado. Si descuida o

rehúsa orar, se siente condenado. Todo lo condena. Su conciencia está levantada en armas contra él, y los rayos y centellas de la

condenación lo siguen donde quiera que vaya.

V. Cómo recuperarse de ese estado.

1. Recordar cuándo ustedes cayeron. Háganse de inmediato la pregunta y deliberadamente contrasten su estado actual con aquél

en el que caminaron con Dios.

2. Llévense a casa la compunción de su posición verdadera. No demoren más para entender la situación exacta entre Dios y su

alma.

3. Arrepiéntanse de inmediato y hagan su primera obra de nuevo.

4. No intenten volver por solamente reformar su conducta externa. Empiecen con su corazón, y de inmediato estén bien con Dios.

5. No actúen como un pecador compungido, e intenten recomendase a sí mismos a Dios por cualquier obra u oración impenitentes.

No piensen que tienen que reformarse, y crean hacerse a sí mismos mejores antes de ir a Cristo, sino claramente entiendan que

sólo con ir a Cristo puede hacerlos mejores. No importa cuán angustiados se sientan, sepan bien que hasta que se arrepientan y

acepten su voluntad, incondicionalmente, no son mejores, sino cada vez se vuelven peores. Hasta que se arrojen a su misericordia

soberana, y vuelvan a Dios, él no aceptará nada de las manos de ustedes.

6. No se imaginen ustedes estar en un estado justificado, pues sepan que no lo están. Su conciencia los condena, y saben que

Dios debe condenarlos, y si él los justifica en su estado actual, su conciencia no podría justificarlos. Vayan, entonces a Cristo de

inmediato, como un pecador culpable y condenado, como lo son, asuman toda la vergüenza y échense la culpa y crean que pese a

todos sus extravíos, Dios los ama todavía--que los ha amado con amor eterno, y por tanto, con su conmiseración los está

atrayendo.

391

CONFERENCIA XXII

EL CRECIMIENTO EN LA GRACIA

TEXTO. --Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. --2 Pedro 3:18.

Debo concluir este curso de conferencias para dar instrucciones a los convertidos sobre el tema de crecimiento en gracia. Seguiré

el siguiente método:

I. ¿Qué es gracia, como el término se usa aquí?

II. Lo que significa el mandato "creced en la gracia".

III. Lo que significa.

IV. Condiciones del crecimiento en la gracia.

V. Lo que no es prueba de crecimiento en la gracia.

VI. Lo que prueba de crecimiento en la gracia.

VII. Cómo crecer en la gracia.

I. ¿Qué es la gracia, como el término se usa aquí?

1. La gracia es favor. Con frecuencia se usa en la Biblia para significar un don gratuito. La gracia de Dios es el favor de Dios. Sus

dones gratuitos.

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II. Lo que significa el mandato "creced en la gracia".

1. No ordena dejar gradualmente el pecado. Pareciera extraño decirlo que algunos así lo han entendido, pero en ningún lado en la

Biblia se nos ordena dejar el pecado gradualmente. Por todos lados se nos ordena dejarlo instantánea y completamente.

III. Lo que significa.

Nos ordena el deber de crecer en el favor de Dios, de crecer en su estima, en un mérito de su favor, en su amor de complacencia

en nosotros.

IV. Condiciones del crecimiento en la gracia.

1. El crecimiento o aumento en cualquier cosa implica un comienzo. El crecimiento en el favor de Dios implica que ya hemos

hallado favor ante sus ojos, y que ya estamos en deuda por la gracia recibida, y que ya estamos en la gracia, en el sentido de tener

un lugar entre sus favorecidos.

2. Como consecuencia, el crecimiento en gracia implica que ya nos hemos arrepentido de nuestro pecado, hemos de hecho, y en

práctica, abandonado todo pecado conocido. No puede ser que estamos en el favor de Dios si estamos todavía gratificando un

pecado conocido contra él. Estar en el favor de Dios implica, desde luego, que somos indultados y favorecidos por él, por la causa

de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. El indulto es favor e implica la renuncia de la rebelión contra Dios. Las condiciones del

favor Divino, como se revelan en la Biblia, son arrepentimiento y abandono de todo pecado conocido, y fe en nuestro Señor

Jesucristo. Dije, como una condición de crecimiento en la gracia, tenemos que tener el comienzo de la gracia; en otras palabras,

tenemos que ser ya cristianos, tenemos que estar en un estado de aceptación de Dios, tenemos que haber aceptado a Cristo, en

tanto esto se entienda, tenemos que estar en un estado de obediencia a toda la voluntad reconocida de Dios. Sin esto, no

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podemos estar en un estado de la gracia o de favor de Dios, pero estar en ese estado, hay lugar para crecimiento sin fin. En tanto

sabemos más de Dios, podremos amarle más, tener una confianza más universal e implícita en él. Y no puede haber fin a esto

mientras tengamos existencia, en este mundo o en cualquier otro. Nuestro amor y confianza pueden ser completos en tanto lo

conozcamos. Este amor y confianza aseguran su favor, pero no habrá fin para nuestro conocimiento de él, y como consecuencia,

hay lugar para crecimiento eterno en la gracia. Tanto más amamos, más creemos, más sabemos de Dios, si nos conformamos a

todo este conocimiento y más, Dios estará complacido con nosotros, tanto más alto nos situemos en su favor, más y muchos más

dones grandiosos continuará él dándonos.

3. Desde luego, el crecimiento en el conocimiento de Dios es una condición de crecimiento en su favor. Podemos crecer en

conocimiento sin crecer en su favor porque puede ser que no lo amemos y no confiemos en él en concordancia con este

conocimiento aumentado, pero no podemos amarlo y confiar en él más perfectamente a menos que lo conozcamos más. Si

nuestro amor y fe mantienen su paso con nuestro conocimiento creciente, tenemos que crecer en su favor, pero el crecimiento en

conocimiento tiene que ser una condición de crecimiento en amor y fe.

4. El crecimiento en el conocimiento de Dios, como se revela en Cristo Jesús, tiene que ser una condición de crecimiento en su

favor. Es en y a través de Jesucristo que Dios se revela a sí mismo al hombre. Es en Cristo Jesús que obtenemos la verdadera

idea de la personalidad del Dios infinito. De ahí, el texto dice: "creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador

Jesucristo".

5. El crecimiento en la gracia está condicionado en el conocimiento aumentado de lo que está involucrado en la consagración

completa a Dios.

La conversión verdadera a Dios comprende la consagración de nosotros mismos y de todo lo que tenemos de él en tanto

entendamos lo que está comprendido en esto, pero, al principio, los convertidos no están conscientes de todo lo que está

involucrado en las formas más elevadas de consagración. Pronto aprenderán que hay ciertas cosas de las que no pensaron, y que

no rindieron a Dios. Al principio, quizá, todo lo que estaba en sus pensamientos era rendir su alma desnuda en el altar, y rendir

todo su corazón a Dios, pero pronto aprenden que no pensaron que todas sus posesiones y todo lo querido para ellos, no lo

rindieron todo, y no quedó ninguna pezuña atrás. Rindieron todo lo que pensaron en ese momento, pero no fueron iluminados

394

plenamente. Y no pensaron, ni pudieron pensar, en ese momento, de cada apetito, pasión, propensión, de cada deseo y afecto, de

todo lo que llaman suyo, y de lo que es querido para ellos, en toda la creación, a hacer una rendición completa y entrega de todas

estas cosas a Dios. Para obtener ese conocimiento es una obra de tiempo, y el crecimiento en el favor de Dios está condicionado a

hacer un rendimiento y consagración completos a Dios de todo lo que somos, tenemos, deseamos, amamos, tan rápido como

estos objetos se presenten al pensamiento. Mientras existamos, y el conocimiento aumente, no hay duda que seremos llamados a

crecer en la gracia, al consagrar a Dios cada objeto nuevo de conocimiento, deseo, y afecto, que podamos conocer, desear y

amar, para toda la eternidad. En tanto reciban luz nueva, tendrán que ensanchar su consagración día con día, hora a hora, o

cesarán de crecer en la gracia. Cuando se detengan y no dejen todo lo que son, lo que poseen, o lo que aman, ante el altar de

consagración, en ese momento cesarán de crecer en la gracia. Oro que dejen esto que digo penetre profundamente en sus

corazones.

6. Otra condición de crecimiento en la gracia es empeño y constancia intensos en buscar la luz religiosa en aumento, por la

iluminación del Espíritu Santo. No ganarán ninguna luz efectiva excepto por la enseñanza y muestra internas del Espíritu Santo.

Esto no se obtendrá a menos que sigan en la actitud verdadera de un discípulo de Cristo. Recuerden, él dice, "cualquiera de

vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo". No será, por su Espíritu Santo, su maestro Divino, a

menos que renuncien al yo, y vivan en un estado de consagración continua para él. Para obtener y preservar las enseñanzas de

Cristo, por su Espíritu Santo, deben continua y esforzadamente orar por su enseñanza Divina y cuidar de resistirlo y lastimarlo.

7. Otra condición de crecimiento en la gracia es una conformidad constante a todas las enseñanzas del Espíritu Santo,

manteniendo nuestras convicciones del deber, y con nuestro conocimiento en aumento de la voluntad de Dios.

8. Una fe cada vez más implícita en Dios es una condición de crecimiento en la gracia. Por implícita quiero decir una fe irrazonable,

una confianza en el carácter de Dios tan profunda que confiamos en él en la oscuridad como también en la luz, como también

cuando no entendemos las razones de sus tratos con nosotros, o sus requerimientos, como también cuando hacemos. Una fe

como la de Abraham, que no hizo tambalear la promesa, a través de la incredulidad, aunque lo prometido parecía irracional e

imposible. Una fe implícita es una fe inquebrantable e incuestionable, un estado de mente que resistirá en Dios, en sus promesas,

en su fidelidad, en su amor, cuales puedan ser las apariencias, no obstante cuánto puedan ser de irrazonables y penosos sus

mandamientos y tratos providenciales. La fe de Abraham con frecuencia es elogiada en la Biblia. Dios le había prometido un hijo,

395

pero no le dio la semilla prometida hasta que tuvo cien años, y Sara tenía 90, sin importar la edad de Sara, y que él ya casi muerto,

creyera que Dios podía cumplir su promesa, y cuando había recibido a su hijo amado, con la certeza de que iba a ser su heredero,

y que a través de él la promesa iba a cumplirse a través de las generaciones, Dios probó su fe severamente, al ordenarle ofrecer a

su hijo Isaac como holocausto. Sin ningún titubeo obedeció, creyendo que Dios podía resucitarlo de los muertos. Hizo todos los

preparativos para obedecer este mandamiento penoso, con tal calma que ni Sara y ni Isaac sospecharon que tal cosa se estuviera

contemplando. Éste fue una instancia de ejercicio de fe implícita. El crecimiento en la gracia, o en el favor de Dios, está

condicionado al crecimiento de confianza implícita en Él.

9. Una sensibilidad santificada más cabal es una condición de crecimiento en el favor de Dios. Por sensibilidad, quiero decir aquel

departamento de nuestra naturaleza que siente, desea, y al que pertenece todo lo que llamamos deseo, afecto, emoción,

sentimiento, pasión, propensión y concupiscencia. La sensibilidad es un poder involuntario, y las acciones morales y cualidades no

pueden, con estricta propiedad, ser afirmadas de ella. Los estados de la sensibilidad tienen carácter moral sólo como derivan

directa o indirectamente de la acción de la voluntad. La naturaleza del hombre, como un todo, en su condición depravada, está en

un estado muy desagradable, y aunque la voluntad tal vez se rinda a Dios, la sensibilidad puede estar en un estado tal como para

ser desagradable a la vista de uno que ve directamente en ella, y conoce perfectamente cada deseo, pasión, propensión o

concupiscencia incitados. Es a través de la sensibilidad, principalmente, que somos atacados con tentaciones. Es a través de eso

que la guerra cristiana es mantenida. La guerra cristiana consiste en la batalla de la voluntad con estos varios apetitos, pasiones,

propensiones y concupiscencias, para mantenerlos sujetos a la voluntad de Dios. Si la voluntad mantiene su integridad, y se aferra

a la voluntad de Dios, el alma no peca en su batalla con los estados incitados de la sensibilidad, pero estas propensiones rebeldes

turban la voluntad en el servicio que se rinde a Dios. Para mantenerlas sometidas, ocupa mucho tiempo, pensamiento, y fuerza. De

ahí, el alma no puede rendir a Dios un servicio tan completo, mientras ejerce la fuerza completa de la voluntad para subyugar estas

propensiones, como de otra forma podría rendir o rendiría. Estos apetitos, pasiones y propensiones, aunque no son pecaminosos

en sí mismos, han sido considerados y hablados como pecado que mora dentro. Estrictamente, no pueden ser pecados, porque

son involuntarios, pero con frecuencia son un gran obstáculo para el crecimiento en el favor de Dios. "Porque el deseo de la carne

es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis". Esto

quiere decir no podemos hacer por Dios lo que otra forma haríamos, porque tenemos que batallar mucho con los estados de la

sensibilidad, para mantenerlos sometidos. En tanto la sensibilidad se someta más y más y esté en armonía con la devoción de la

396

voluntad a Dios, se nos deja libre para rendir a Dios un servicio sin estorbos. Por consiguiente, tanto más cabal la santificación de

la sensibilidad, más cabalmente estamos en el favor de Dios.

10. Una universalidad y minuciosidad crecientes de consagración, espíritu, alma y cuerpo, es la condición de más y más

crecimiento en el favor de Dios. Es común, al principio, para la constancia de la devoción de la voluntad a Dios de ser vencida por

el clamor de pasiones, apetitos y propensiones incitados, o por los diversos estados de la sensibilidad. Cuando la voluntad se rinde

a estos estados incitados, se peca, pero en tales casos, el pecado no es premeditado, en el sentido de ser deliberado e intencional;

es más un desliz, una negligencia, un sometimiento momentáneo bajo la presión de un sentimiento altamente incitado. Incluso así,

este sometimiento es pecado. No obstante cuán incitados los estados de la sensibilidad puedan estar, si la voluntad no se somete,

estrictamente no hay pecado. Sin embargo, mientras la voluntad esté firme, mantenga su consagración, su obediencia a Dios, los

apetitos que se originan en el cuerpo, y las varias propensiones del alma, inherentes a la sensibilidad, pueden estar muy

entreabiertas, en tal confusión, y en tal estado de desarrollo mórbido, que el alma pueda no estar apta para los empleos y disfrutes

del cielo.

11. Así que, el tomar de una plenitud mayor de la naturaleza Divina es una condición de crecimiento en el favor de Dios. Tanto la

voluntad como la sensibilidad de Dios tienen que estar en un estado de máxima perfección y acuerdo. Todos sus deseos y

sentimientos tienen que estar en perfecta armonía con su inteligencia y voluntad. No es así con nosotros, en nuestro estado de

depravación física. La depravación de la sensibilidad tiene que ser física, porque es involuntaria. Aun así, es depravación, es un

estado caído de la sensibilidad. Este departamento caído de nuestra naturaleza tiene que recuperarse, santificarse o restaurarse

completamente con una voluntad consagrada y una inteligencia iluminada, o nunca estaremos aptos para el cielo. Como nos

volvemos más y más participantes de la naturaleza Divina, somos más plenamente santificados en espíritu, alma y cuerpo, y desde

luego crecemos más y más en el favor de Dios.

12. Una plenitud mayor y más penetrante de la residencia del Espíritu Santo es otra condición de crecimiento en el favor de Dios.

No pueden tenerla cabalmente impresa en ustedes que cada paso en la vida cristiana se tome bajo la influencia del Espíritu Santo.

Lo que se va a obtener es la enseñanza e influencia universales del Espíritu Santo para que en todas las cosas sean guiados por

el Espíritu de Dios. Si somos guiados por el Espíritu, no haremos la voluntad de los deseos de la carne. "Si vivís conforme a la

carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis". "Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero

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el ocuparse del Espíritu es vida y paz". Siempre recuerden, por tanto, que para crecer en la gracia, tienen que crecer en la

posesión de la plenitud del Espíritu Santo en sus corazones.

13. Una relación más profunda con el Señor Jesucristo en toda su obra y relaciones oficiales es una condición de crecimiento en la

gracia. Su naturaleza, obra, y relaciones son el tema de la Biblia. La Biblia lo presenta a nosotros en una gran variedad de

relaciones. En mi Teología Sistemática he considerado como sesenta o más de estas relaciones oficiales de Cristo a la raza

humana, y éstas se presentan más bien como muestras e ilustraciones en vez de cubrir todo el ámbito de relaciones con nosotros.

Ahora, una cosa es conocer a Cristo simplemente en papel, y como se habla de él en la Biblia, al leer u oír de Cristo, y muy

diferente conocerle personalmente en estas relaciones. La Biblia es el medio de presentarlo a él personalmente. Lo que está ahí

dicho de él está diseñado para guiarnos a buscar una relación personal con él que somos hechos como él. Es por correspondencia

personal e individual con su mente Divina que tomamos su imagen. "Nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un

espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor". "La fe es

por el oír". La fe asegura por nosotros esta manifestación personal de Cristo a las almas. El crecimiento de ustedes de la gracia

dependerá de eso. No piensen en dejar personalmente de conocer a Cristo, no sólo en todas estas relaciones, sino en la plenitud

de estas relaciones. No pasen por alto el hecho que la apropiación de Cristo, en cada una de estas relaciones, es un acto personal

de fe. Es un ponerse a Cristo, un tomar de él como suyo, en cada relación, como la sabiduría, rectitud, santificación, y redención

suyas; el profeta suyo, para enseñarles, rey suyo, para gobernarlos, el sumo sacerdote suyo, para expiarlos, el mediador suyo, el

abogado suyo, la fortaleza suya, el Salvador suyo, el refugio suyo, el fuerte suyo, el capitán y líder suyos, el escudo de ustedes, la

defensa suya, el gran galardón suyo. En cada relación de éstas, y en las otras relaciones oficiales, necesitan apropiarse de él por

fe para asegurar su interacción con él en estas relaciones. El crecer en una relación con él, recuerden, es una condición

indispensable de crecimiento en su favor.

V. Voy a indicar algunas cosas que no son prueba de crecimiento en la gracia.

1. El crecimiento en conocimiento no es evidencia concluyente de crecimiento en la gracia. Algo de grado de conocimiento es

indispensable para estar en el favor de Dios; y el crecimiento en conocimiento, como he mostrado, es una condición de crecimiento

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en la gracia, pero el conocimiento no es gracia, y el crecimiento en conocimiento no constituye crecimiento en la gracia. Una

persona puede crecer en conocimiento, y no tener gracia para nada. En el infierno no pueden crecer más que en conocimiento,

como crecen en experiencia, y en conocimiento de la justicia de Dios, pero ahí, su crecimiento en conocimiento sólo agrava la

culpa y miseria del infierno. Saben más y más de Dios y su ley, y su propia culpa, y tanto más sepan, más miserables serán. De su

conocimiento en aumento nunca aprenden piedad.

2. No es evidencia segura que un individuo crezca en la gracia porque crece en dones.

Un profesante de religión puede aumentar en dones para que pueda volverse más fluido en oración, y más elocuente en predicar,

o más patético en exhortación sin ser más santo. Naturalmente aumentamos en eso en tanto nos ejercitamos. Y cualquier persona

con frecuencia ejercita exhortación, naturalmente, si hace algún esfuerzo, o se dispone, aumentar en fluidez y sagacidad, pero

puede hacer todo eso, y sin embargo no tiene gracia para nada. Puede orar muy comprometidamente y aumentar en fluidez y

expresión aparente, y sin embargo no tiene gracia. La gente que así a menudo no tiene gracia. Es cierto, si tiene gracia, y se

ejercita él mismo en estas cosas, en tanto crece en la gracia, crecerá en dones. Ninguna persona puede ejercitarse a sí misma en

obedecer a Dios sin mejorar en estos ejercicios. Si no mejora en dones, es una señal cierta que no crece en la gracia; por otro

lado, es evidencia segura que crece en la gracia porque mejora ciertos ejercicios, pues naturalmente mejorará por práctica si es

cristiano o hipócrita.

3. No es prueba que una persona crece en la gracia porque cree que está haciéndolo. Uno puede estar favorablemente

impresionado en cuanto a su propio progreso en religión cuando es evidente para otros que no está haciendo ningún progreso,

sino está, de hecho, declinando. Un individuo que está yendo de mal en peor no está ordinariamente consciente del hecho. No es

poco común para ambos pecadores impenitentes y cristianos pensar que están creciendo cada vez mejor, cuando no lo están

haciendo. Esto resulta de la misma naturaleza del caso. Si alguna persona está empeorando, su conciencia, por el momento,

estará más y más cauterizada, y su mente más y más en tinieblas, como suprime la conciencia y resiste la luz. Entonces puede

creer que está creciendo cada vez mejor, sólo porque tiene menos sentido del pecado, y mientras su conciencia siga durmiendo,

puede seguir bajo el engaño fatal. Un hombre juzgará su propio estado espiritual en tanto se compare a sí mismo con un patrón

elevado o bajo. Si mantiene a Cristo delante de él, en su plenitud, como su modelo, sin duda siempre, por lo menos en este estado

de existencia, tendrás más que una baja estima de sus logros. Mientras al mismo tiempo, pone a la iglesia, o cualquiera de los

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miembros de la iglesia como patrón, muy probable formará alta estima de su progreso en religión, y estará muy satisfecho de sí

mismo. Ésta es la razón por la que hay tal diferencia en las posturas de la gente de su propio estado y del estado de la iglesia. Se

comparan a sí mismos y el estado de la iglesia con diferentes modelos. De ahí, uno toma una postura muy humilde de su propio

estado, y se queja de aquél de la iglesia; otro cree que esas quejas son censuradoras. Para él, la iglesia parece estar bien. La

razón por la que no cree que la iglesia sea muy fría, y que está en un estado bajo, es que Cristo no es su modelo de comparación.

Si un hombre cierra sus ojos, no verá la impureza en él, y puede creer que está limpio, mientras que todo su alrededor le parece

repugnante.

VI. Lo que es prueba de crecimiento en la gracia.

1. La manifestación de confianza más universal e implícita en Dios es una evidencia de crecimiento en la gracia. El ejercicio de

mayor y más confianza implícita, como he dicho, es la condición de crecer en el favor de Dios. Aquí, digo, que la manifestación de

esta confianza universal e implícita es prueba que existe esta confianza creciente, y por tanto, es evidencia satisfactoria de

crecimiento en el favor de Dios. Si están conscientes en su alma que ejercen más confianza universal e implícita en Dios, esto es

prueba concluyente para ustedes que están creciendo en la gracia, y como se manifiesta en su vida, temperamento y espíritu, esta

confianza en crecimiento, prueba a ustedes a mismos y otros que están creciendo en el favor de Dios, pues en tanto crezcan en

confianza implícita en él ustedes tienen que crecer en su favor.

2. Otra evidencia de crecimiento en la gracia es una separación en aumento del mundo. La voluntad puede estar en una actitud de

devoción a Dios, mientras los encantos seductores del mundo turban la acción saludable de la vida cristiana. Toda el alma que se

crucifica y muere al mundo, crece en el favor de Dios.

3. Una evidencia de crecimiento en la gracia es menos renuencia de sentimiento cuando se llama al ejercicio de la negación de

uno mismo. Muestra que los sentimientos se están volviendo cada vez menos despóticos, que la voluntad está obteniendo más

dominio de ellos, que la sensibilidad está más en armonía con la devoción de la voluntad, y los dictados de la inteligencia.

400

4. Otra evidencia de crecimiento en la gracia es menos tentación para pecados de omisión. Por ejemplo, menos tentación para

rehuir la cruz, para descuidar deberes poco agradables, menos tentación a la indolencia, menos tentación para esquivar la

responsabilidad, menos tentación para descuidar la oración, leer las escrituras, devociones privadas y familiares; en suma, es

evidencia de crecimiento en la gracia cada vez menos tentación para eludir el cumplimiento de cualquier deber. Estas tentaciones

consisten en estados incitados de la sensibilidad. En tanto éstos se hacen menos fuertes y frecuentes, aprendemos que nuestra

sensibilidad se está volviendo más completamente subyugada a la ley de la inteligencia, y las decisiones de la voluntad, y

consecuentemente, que la obra de la santificación del espíritu, alma y cuerpo, está progresando, y por tanto, estamos creciendo en

el favor de Dios.

5. Una intensidad y estabilidad crecientes de fervor en promover la causa de Dios es evidencia de crecimiento en gracia en el favor

de Dios. A veces el fervor cristiano es comparativamente tranquilo, y otras veces profundo e intenso, a veces estable, y otras veces

intermitente y fugaz. En tanto los cristianos crezcan en piedad, su fervor se vuelve profundo, intenso y estable, y en tanto estén

conscientes de eso, y su vida y espíritu den evidencia de ello a otros, tienen y dan prueba que están creciendo en el favor de Dios.

6. Perder más y más la conciencia del yo, y respeto al yo, en cada acción de la vida, es una evidencia de crecimiento en el favor de

Dios. Algunos tienen tanta conciencia del yo en todo, y tanto respeto al yo en todo lo que dicen y hacen, como para ser turbados en

su vida cristiana, cuando intentan actuar o hablar en la presencia de otros. En tanto pierden está consideración al yo, y tienen

menos respeto al yo, su servicio a Dios se vuelve más libre sin obstáculos, y son mejores siervos por pensar menos del yo. A

veces los recién convertidos no pueden orar o hablar, o realizar cualquier deber público, sin estar orgullosos o avergonzados, como

piensan ellos mismos por haber realizado esos deberes con más o menos aceptación de aquellos alrededor de ellos. Mientras esto

sea así, su piedad está en un estado débil. Deben perder de vista su propia gloria, y tener la mirada en la gloria de Dios, para

encontrar aceptación en él, pero mientras pierden la vista en el yo, y se fijan en Dios siempre delante de ellos, teniendo sólo la

vista para su gloria, crecen más y más en su favor.

7. Consecuentemente, un desinterés a los halagos o censuras de los hombres es una evidencia de crecimiento en la gracia. Pablo

había crecido tanto en la gracia que consideraba algo trivial ser juzgado por hombres, sólo buscaba ser acepto ante Dios. En tanto

se encuentren creciendo en ese estado de indiferencia a los halagos o censuras de los hombres, tienen evidencia que crecen en la

gracia.

401

8. Una cordialidad creciente en la aceptación de toda la voluntad de Dios es evidencia de crecimiento en su favor. Algunos se

rebelan contra su voluntad como se revela en su palabra, y en su providencia. Otros, bajo las circunstancias difíciles apenas

tolerarán su voluntad, como se revela en su palabra y providencia, pero aquellos que están creciendo en la gracia, encuentran

natural abrazar toda su voluntad revelada con cordialidad cada vez mayor.

9. Es una evidencia de crecimiento en el favor de Dios la calma y quietud en aumento bajo grandes aflicciones. Esto demuestra

una fe más amplia e implícita, una aceptación más plena y cordial de la voluntad de Dios, como se revela en estas aflicciones, y

muestra que el alma está más quieta y firme anclada sobre su roca, Cristo.

10. Es una evidencia de crecimiento en la gracia una tranquilidad en aumento bajo desastres y pérdidas repentinas y aplastantes.

Tanto más tranquila el alma pueda permanecer, cuando las tormentas repentinas de la providencia lleguen sobre ella, arrasando a

los seres queridos, echando abajo las esperanzas terrenales, mayor es su demostración de estar bajo el favor particular de Dios.

Esta tranquilidad es el resultado de la demostración del favor de Dios.

11. Una evidencia del favor de Dios es paciencia creciente bajo provocación.

12. Longanimidad con gozo es una evidencia de crecimiento en el favor de Dios. Cuando encuentran que no sólo pueden tolerar,

sino aceptar la voluntad de Dios, como se revela en llamarlos a sufrir, especialmente, cuando aceptan esos sufrimientos, y los

soportan con gozo, tienen evidencia que están creciendo en el favor de Dios.

13. Es evidencia de crecimiento en el favor de Dios el gozo y la cordialidad en aumento bajo las pruebas, desánimos, y dolor

severo.

14. Es una evidencia de crecimiento en el favor de Dios una indiferencia en aumento a todo lo que el mundo tiene que ofrecer o

amenazar.

15. Es una evidencia de crecimiento en la gracia el reposo y la satisfacción en aumento con los repartimientos de la providencia

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16. Es evidencia de crecimiento en la gracia menos tentación para murmurar o quejarse ante cualquier asignación de la

providencia.

17. Es evidencia de crecimiento en la gracia menos tentación para inquietarnos cuando somos probados o desanimados en

cualquier aspecto.

18. Cada vez menos tentación al resentimiento y al espíritu de venganza, cuando somos insultados o se aprovechan de nosotros,

es evidencia que la sensibilidad se están volviendo cada vez más plenamente sometida, y como consecuencia, estamos creciendo

en el favor de Dios.

19. Menos tentación para morar o aumentar nuestras pruebas y problemas, pensar en ellas, y hablar de ellas a los otros es

evidencia que pensamos cada vez menos en el yo, y aceptamos nuestras pruebas y problemas con cada vez más complacencia

en Dios. Es triste oír que algunas buenas personas declaradas moran y aumentan sus pruebas y problemas, pero si crecen en la

gracia, pensarán cada vez menos en ellas, estarán más inclinadas a pensar en ellas como tribulaciones leves. Tanto más

crezcamos en la gracia, menos énfasis en los males que nos encontremos en el camino. Una vez me dijo un buen hombre, que

realmente estaba pasando por lo que el mundo llamaría pruebas y aflicciones severas (acaba de perder a su amada esposa, y sus

hijos habían muerto uno tras otro), "he tenido muchas misericordias, y pocas aflicciones". Cuando bajo tales circunstancias un

hombre puede decir: "las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado", tiene la

evidencia más satisfactoria que está creciendo en el favor de Dios.

20. Es evidencia que estamos creciendo en el favor de Dios una disposición en aumento para hacer ligeras nuestras pruebas y

aumentar nuestras bendiciones.

21. Es evidencia de crecimiento en la gracia cada vez menos ansiedad y cuidado sobre los eventos de la providencia, y

especialmente sobre las cosas que nos afectan profundamente. Ésta es una evidencia de fe más amplia e implícita, de más

voluntad sumisa, y de una tendencia decreciente al egoísmo, y es, por tanto, una evidencia de favor en aumento con Dios.

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22. Es una evidencia de crecimiento en la gracia el estar cada vez menos perturbados y preocupados por los eventos de la vida,

especialmente aquellos que van a contrarrestar nuestros planes, esperanzas, expectativas y deseos, y que frustran nuestras metas

más queridas.

23. Es una evidencia de crecimiento en la gracia una confianza que se da cuenta, y está en aumento, en la sabiduría,

benevolencia, universalidad de la providencia de Dios, un estado de mente que ve a Dios en todo. Algunas mentes se vuelven tan

espirituales que difícilmente parecen residir en el cuerpo, y parecen continuamente que perciben la presencia de Dios en cada

evento, casi como si fueran incorpóreos, y contemplaran a Dios, cara a cara. Parecen morar, vivir, moverse, y tener su ser, más

bien en el mundo espiritual que en el mundo natural. Continuamente están bajo un sentido de presencia, agencia, y protección

Divinas, que apenas parecen habitantes de la tierra. Son una vida y caminar misteriosos para aquellos con quienes ellos habitan.

Las fuentes de su actividad son tan divinas, que no pueden ser juzgados por los mismos patrones como a otros hombres. Las

mentes carnales no los pueden entender. Su vida oculta es tan desconocida, y tan difícil de conocer, para aquellos que están muy

por debajo de ellos en su vida espiritual, que necesariamente son considerados como excéntricos, como ser místicos o

monomaníacos, y como que tienen posturas religiosas muy peculiares, como ser entusiastas y quizá fanáticos. Estas personas

están en el mundo, pero viven por encima del mundo. Se han escapado tanto de las contaminaciones que hay en el mundo, que

verdaderamente, y comprensiblemente, dicen con Pablo en Gá. 6:15, "mas lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro

Señor Jesucristo, por el cual el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo". Tales personas evidentemente están creciendo en

la gracia de Dios.

24. Una evidencia de crecimiento en la gracia es estar cada vez menos dispuesto a residir en faltas y locuras de otros.

25. Estar cada vez menos dispuesto a hablar sarcástica o severamente, o juzgar sin amor otros. Es una evidencia de crecimiento

en la gracia una delicadeza o ternura para hablar de sus faltas reales o supuestas, a sus espaldas.

26. Es una evidencia de crecimiento en la gracia una renuencia en aumento para considerar o tratar a otros como enemigos, y una

tranquilidad y naturalidad en tratarlos amablemente, en orar por ellos de corazón, y en esfuerzos para hacerles el bien.

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27. Es una evidencia de crecimiento en la gracia cada vez menos tentación para recordar una herida, y el aplacamiento de todo

deseo de venganza cuando se nos lastimó.

28. Es una evidencia de crecimiento en la gracia una disposición y cordialidad en aumento para perdonar y enterrar una herida, y

un tipo de incapacidad moral de hacer lo opuesto que buscar el bien supremo de aquellos que nos han lastimado muy

profundamente.

29. Cuando encontramos en nuestra propia experiencia, y manifestamos a otros, que es más y más natural considerar a todos los

hombres nuestros hermanos, especialmente para quitar esa postura de discriminaciones sectarianas, todas las ideas y prejuicios

de casta, color, pobreza y riqueza, relación consanguínea, y natural, en vez de lazos espirituales, y tener sentido común con Dios

en tener en la mira a hacer el bien a todos los hombres, a nuestros enemigos y amigos, hemos entonces dado a nosotros mismos,

y a otros, la evidencia más elevada de nuestro crecimiento en el favor de Dios.

30. Especialmente es cierto que tenemos evidencia de crecimiento en la gracia cuando nos encontramos muy cordiales e

incondicionales en hacer grandes sacrificios para aquellos que nos odian, y tener la disposición de dar nuestras vidas para

promover la salvación eterna,

31. Aún más especialmente cuando nos encontramos cada vez menos inclinados a considerar cualquier cosa un sacrificio que

podamos hacer por Dios, o las almas de los hombres; cuando podemos considerar que nuestras vidas no son valiosas para

nosotros si se nos llama a darlas para salvar las almas de los hombres, cuando por el gozo de salvarlos sufrimos la cruz

menospreciando el oprobio, o cualquier sacrificio que hagamos, tenemos evidencia que estamos creciendo en la gracia.

32. De nuevo, cuando nos encontramos más y más inclinados a tener sumo gozo cuando nos hallamos en diversas pruebas, y

cuando estamos dispuestos a ver las pruebas, aflicciones, pérdidas, tribulaciones, en una luz tal para poner cada vez menos

énfasis en ellas, tenemos evidencia que estamos creciendo en paciencia, y por tanto, en el favor de Dios,

33. Cuando encontramos cada vez menos renuencia a hacer confesión a aquellos quienes hemos lastimado, cuando con la

disposición y cordialidad en aumento abrimos nuestro corazón para ser escudriñado, compungidos por haber hecho mal, y cuando

en casos dolorosos, no hallamos reposo, hemos hecho la confesión y reparación más plena a nuestro alcance, cuando admitimos,

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y confesamos, y hacemos la satisfacción más plena, es un lujo para nosotros, en vez de una prueba y cruz, tenemos evidencia que

estamos creciendo en el favor de Dios.

34. Cuando estamos más y más impresionados y afectados por las misericordias de Dios, y por las bondades de nuestro prójimo y

aquellos alrededor de nosotros, cuando apreciamos más profunda y cabalmente las manifestaciones de bondad en Dios, o

cualquier otra cosa, cuando somos más humildes y afectados por estas bondades, y encontramos que es cada vez más natural

para hacer justicia, amar misericordia, humillarnos y vivir agradecidamente, tenemos evidencia que estamos creciendo en el favor

de Dios.

35. Cuando nos encontramos atraídos con sinceridad en aumento para continuar para conocer más y más al Señor, tenemos

evidencia de crecimiento en la gracia.

36. Cuando nos encontramos más y más inmediatamente impresionados, afectados, vivificados y estimulados por la verdad

religiosa, y cuando encontramos una armonía en aumento en la acción de todos nuestros poderes, intelectuales voluntarios, y

sensitivos, en aceptar, resistir en, toda la voluntad y providencia de Dios, no obstante cuán afligidos se pueda estar al momento,

tenemos evidencia que estamos creciendo en la gracia.

37. Un celo en aumento por el honor de Dios, por la pureza y el honor de la iglesia, por los derechos de Dios y los derechos de los

hombres, es una evidencia de crecimiento en conformidad a Dios, y por supuesto, de crecimiento en su favor.

VII. Cómo crecer en la gracia.

1. Cumplir las condiciones observadas en la cuarta sección e esta conferencia. No necesito repetirlas.

2. Recordar que cada parada del progreso tiene que hacerse por fe y no por obras. El error que algunos hombres buenos han

cometido sobre este tema es realmente sorprendente. El doctor Chalmers afirma que la forma de ser santificado es trabajar para

eso. Hace unos años, el doctor Pond publicó un panfleto, en el que tocó este tema, con el doctor Chalmers, y afirmó que la idea de

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estar santificado por fe era absurdo. En efecto, la costumbre ha sido casi universal de representar el crecimiento en la gracia que

consiste en la formación de hábitos de obediencia a Dios. Ahora, es bastante sorprendente que muchos hombres buenos hayan

caído en este error. El hecho es que cada paso del progreso en la vida cristiana se toma por una fresca y plena apropiación de

Cristo por fe, un pleno bautismo del Espíritu Santo. En tanto nuestras debilidades, enfermedades, pecados dominantes, y

necesidades, son revelados a nosotros, por las circunstancias de la tentación por las que pasamos, nuestra única ayuda eficiente

se encuentra en Cristo, y crecemos sólo en tanto paso a paso nos apropiamos más de él, en una relación o en otra, y más

plenamente "nos lo ponemos". Mientras más y más nos vaciamos de la dependencia de uno mismo, mientras más y más

renunciamos y desechamos toda expectativa de formar hábitos santos por cualquier obediencia a otros, y mientras por fe

aseguramos bautismos cada vez más profundos del Espíritu Santo, y nos vestimos del Señor Jesucristo más y más cabalmente, y

más de sus relaciones oficiales, por tanto mucho más rápido crecemos en el favor de Dios. Nada puede ser más equívoco y

peligroso que la idea comúnmente recibida de crecer en la gracia por la formación de hábitos religiosos. Por hechos de la fe sola,

nos apropiamos de Cristo, y somos tan verdaderamente santificados por la fe como somos justificados por la fe. En mi Teología

Sistemática, al señalar las condiciones de santificación completa o permanente, he observado como sesenta relaciones oficiales de

Cristo, como dije anteriormente, y ahí he insistido, como lo hago aquí, que el crecimiento en santidad, y por consiguiente, en el

favor de Dios, se asegura sólo por las apropiaciones frescas, más plenas y más cabales de Cristo, en todas estas relaciones

oficiales. Si van a crecer en la gracia, tienen que hacerlo mediante la fe. Tienen que orar en fe por el Espíritu Santo. Tienen que

apropiarse y ponerse a Cristo mediante el Espíritu Santo. Por cada paso adelante en su progreso, tienen que tener una unción

fresca del Espíritu Santo por fe.

OBSERVACIONES

1. En este tema, vemos la vasta importancia de instruir correctamente a recién convertidos. En muchos casos, tienen muy poca

instrucción apta para su experiencia y grado de inteligencia cristiana. Por algunos, tales posturas son tomadas de la Perseverancia

de los Santos, que supone que los bebés en Cristo crecerán sin amamantarse, sin esa leche sincera de la palabra, por medio de la

cual tienen que crecer. Algunos, dando por sentado que necesitan instrucción, inadvertidamente les dan instrucción falsa, los

ponen a trabajar externa y fervorosamente, sin tener mucha consideración en fortalecer y desarrollar su vida interna. No les

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enseñan cómo apropiar y vivir en Cristo como su vida, sino les presionan continuamente para cumplir su deber, trabajar para Dios,

y trabajar por las almas, sin suficientemente hacer la impresión en ellos de la idea que su hacer no es considerado, a menos que

proceda de la vida de Dios en sus almas. El resultado es una actividad externa apresurada, mientras la vida espiritual interna está

decayendo. Esto tiene que terminar en repulsión en la carencia del corazón de uno, y un retroceso hacia apatía y descuido.

2. A veces se comete un error en la dirección opuesta. Se les enseña a descansar en Cristo, en un sentido tal como para tomar un

tipo de quietud y actividad antinomiana. Se les exhorta a ejercitar la fe, pero no son impresionados sinceramente con la convicción

que tiene que ser en la fe que obra y que obra por amor, que purifica el corazón, y que vence al mundo. El resultado es que no

hacen nada en religión. A los pecadores se les permite dormir e irse al infierno, a su alrededor, sin hacer ningún esfuerzo para

salvarlos.

3. Vemos la importancia de un ministerio ungido del Espíritu Santo. La gran carencia de la iglesia es un ministerio tan cabalmente

ungido por el Espíritu Santo para saber cómo guiar a la iglesia hacia adelante y hacia arriba, al desarrollo más pleno de piedad

cristiana. A fin de instruir a los convertidos, y mantener la iglesia progresando en santidad, el ministro tiene él mismo que

progresar. Tiene que ser un verdadero cristiano viviente en progreso. Tengo buena razón para saber que las iglesias en muchos

lugares están profundamente dolidas por la falta de vivir la piedad y crecimiento en sus ministros. Sus ministros son intelectuales,

literatos, filosóficos, teológicos, en su enseñanza, pero tristemente deficientes en unción. Tiene muy poco poder con Dios y el

hombre. Instruyen el intelecto hasta cierto punto, pero no cubren las carencias del corazón. Los convertidos se mueren de hambre

bajo su predicación. Predican un evangelio intelectual en vez de un evangelio espiritual. Predican la religión como una teoría, una

doctrina, una filosofía, y no como una experiencia real viviente. Es a menudo excesivamente doloroso oír a ministros predicar que

manifiestamente no saben lo que dicen o lo que afirman. Hablan de religión como un sentimiento interior, en vez de devoción de

corazón a Dios; como una emoción, un sentimiento, en vez de un amor que lo abarca todo y que es eficiente, un estado y actitud

voluntarias de mente, del cual necesariamente procede una vida santa. Hablan de fe como un estado meramente intelectual o de

convicción, y no como un acto de confianza, de compromiso de todo el ser, para hacer y sufrir toda la voluntad de Dios. Hablan del

arrepentimiento como un estado involuntario de tristeza por el pecado. No enseñan que el arrepentimiento es un cambio de

parecer hacia Dios, una renuncia de un espíritu egoísta, un volver de toda la mente a Dios. Hablan de santidad como si fuera un

estado completamente inalcanzable en esta vida. En efecto, lo digo con tristeza, pero tengo que decirlo, las enseñanzas de

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muchos ministros son más que una piedra de tropiezo para la iglesia. Bajo esa instrucción los convertidos no pueden establecerse

y no se establecen en la gracia para ser grandemente utilizados, o para vivir vidas que sean honorables a Cristo. Sólo piensen en

el siglo XIX, los ministros predican a los convertidos que tienen que crecer en la gracia por obras. ¡Sean el cielo y la tierra

sorprendidos ante eso! Tales maestros no saben ellos mismos cómo crecer en la gracia. Se me considerará duro si digo: "son

ciegos guías de ciegos".

4. Vemos la razón de tanta apostasía. Los convertidos desde luego se alejan que son guiados por la instrucción falsa. Si, por otro

lado, son puestos a trabajar la santificación por obras, sus obras pronto serán obras muertas, y no será el resultado de esa fe que

obra por amor. Si, por otro lado, son atiborrados de nociones y doctrinas abstractas, y se les enseña a descansar en una fe

antoniniana, se hundirán en letargo e inactividad. Creo totalmente que en casi todos los casos donde ha habido una reacción

desastrosa luego de un avivamiento, se debe a la carencia de instrucción puntual y apropiada, pero para ser puntual y apropiada,

debe ser instrucción ungida.

5. Los seminarios teológicos necesitan poner vastamente más atención al crecimiento de la gracia de sus estudiantes. Necesitan a

un profesor de religión experimental, que tenga experiencia y poder suficientes para presionar hacia regiones más elevadas de la

experiencia cristiana que son esenciales para poder guiar a la iglesia en victoria. Es sorprendente ver cuán poco esfuerzo se hace

para cultivar el corazón de los jóvenes que estudian para el ministerio. Tenemos que tener un cambio en este respecto. Un patrón

más elevado de experiencia cristiana tiene que ser requerido como condición para ordenarse. Es doloroso ver cuán

cuidadosamente los hombres serán examinados en cuanto a sus logros intelectuales, mientras los recuentos que dan de su

experiencia cristiana apenas nos permiten esperar que hayan sido convertidos. Qué triste es poner a tales jóvenes para que

alimenten a la iglesia de Dios. Cómo se lamentan los cristianos de tiempo cuando ven a los dirigentes nombrados en la iglesia de

Dios que son bebés espirituales.

6. Nunca he estado presente en la examinación de un candidato para ordenarse donde más que una simple evidencia de

conversión fuera requerida de él. Nunca los he escuchado preguntar referente a su progreso en la experiencia cristiana y referente

a su habilidad espiritual de guiar al rebaño de Dios a delicados pastos y aguas de reposo. Nunca he oído que se les pregunte en

una manera que manifieste la más mínima concepción de lo que son las cualificaciones espirituales indispensables de un hombre

que va a ser dirigente e instructor espiritual de la iglesia de Dios. Más horas son utilizadas en determinar los logros intelectuales de

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un candidato que minutos para determinar sus logros espirituales y experimentales. Toda la examinación plenamente indica que el

cuerpo que ordena pone muy poco énfasis en esta parte de la educación de un ministro. Es de maravillarse que la iglesia de Dios

sea tan débil e ineficiente, mientras sus dirigentes y maestros son, muchos de ellos, simples niños en conocimiento espiritual,

mientras la experiencia cristiana madura no es parte de la educación indispensable de un ministro. Pues, esto es infinitamente

mucho más peligroso y ridículo que confiarles para dirigir un ejército en el campo, mientras meramente entienden matemáticas, y

nunca han tenido ninguna experiencia o adiestramiento en asuntos militares.

En este respecto, también, tiene que haber un gran cambio. Las iglesias deben rehusar ordenar y recibir pastores, a menos que

hayan plenamente mostrado su progreso en la experiencia cristiana para que sean capaces de dirigir y mantener a la iglesia

despierta.

Deben insistir en la educación de su corazón como también en la de su cabeza, en la habilidad de tomar a recién convertidos, y

conducirlos hacia esas experiencias profundas que los harán obreros estables y eficientes en la causa de Dios. Piensen en los

seminarios teológicos como aquellos que han presidido el doctor Chalmers y el doctor Pond, donde los dirigentes de la iglesia de

Dios son enseñados que la santificación o el crecimiento en la gracia se obtiene por obras y no por fe. No lo anuncien en Gat. Ay

de Sion, cuando sus hombres grandes y buenos caigan en tales errores.

FIN