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Harvestime Books Mas— a Cristo Los Pasos Basicos ENTRE CRISTO Y SATANAS por E.G. de White Conflicto Las Vidas Y Luchas de Cristianos por todas Las Edades Inminente

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  • Harvestime Books

    Mas—

    a CristoLos Pasos Basicos

    ENTRE CRISTO Y SATANAS

    porE.G. de White

    Conflicto

    Las Vidas Y Luchasde Cristianos

    por todas Las Edades

    Inminente

  • 2Contenido

    HB-4106El Gran Conflicto

    porE.G. de White

    Mas Material suplemental

    Harvestime BooksAltamont, TN 37301 USA

    Impreso en los E.U.A.

    Cubierta y texto derechos reservados © 1999

    Unión Mexicana del NorteApdo 280,Montemorelos N.L. 67500Mexico

    Unión Mexicana del SurApdo 12-710,México, D.F. 03020, México

    Unión CentroamericanaApdo 983, 4050 Alajuela, Costa Rica

    Guatemala: Apdo 218, 35-CGuatemala

    El Salvador: Apdo 1880 BCSan Salvador

    Honduras: Apdo 121Tequcigalpa, Honduras

    Nicaragua: Apdo 92Managua, Nicaragua

    Panamá: Apdo 9748 DavidChiriquí, Panamá

    Unión CaribeñaP.O. Box 221, Port of Spain,Trinidad, WI.

    Unión ColombianaApdo aéreo 609Medellin, Colombia

    Unión Venezolana

    Apdo 842, BarquisimetoVenezuela

    Unión AustralEcheverría 14521602 Florida,Buenos Aires, Argentina

    Unión BolivianaCasilla 3535Cochabamba, Bolivia

    Unión ChilenaCasilla 71, Correo 34, Los CondesSantiago, Chile

    Unión PeruanaCasilla 1472Lima 18, Perú

    Missión EcuatorianaCasilla 17-21-1930Quito, Ecuador

    Unión CubanaApdo 50, General PerazaHavana 19210, Cuba

    Unión DominicanaApdo 4680, Santo DomingoRepublica Dominicana

    Puerto Rican UnionP.O. Box 29484,65th Infanteria StationRio Piedras, PR 00929

    Para obtener copias adicionales de este libro en mayor cantidad a costomás bajo, póngase en contacto con el publicador

    Para información adicional, por favor póngase in contacto con:

  • 3Contenido

    ContenidoContenidoContenidoContenidoContenido

    LOS PASOS BASICOS A CRISTO

    Primera Parte —¿Cómo Puedo Venir a Cristo? 9

    Segunda Parte — ¿Cómo Puedo Permanecer en Cristo? 14

    EL CONFLICTO INMINENTE

    Introducción 241 Su Amada en Llamas —

    La Destrucción de Jerusalén 332 Una Iglesia Pura —

    Persecución en los Primeros Siglos 56Juan Predice la Apostasia 66

    3 Una Iglesia Popular —Una Era de Tinieblas Espirituales 67

    C

    4 Fieles hasta la Muerte —80Los Valdenses 80

    Apostasia Predicha 98

  • 4Contenido

    5 Una Voz en el Desierto —Juan Wiclef 99

    ¿Por Que sufren los Santos 117

    6 El Amanecer —Dos Héroes de la Edad Media 119

    Verdad Presente 143

    7 Hacia la LibertadSeparación de Lutero de Roma 144

    Examinad la Palabra 170

    8 Un Campeón de la Verdad —Lutero Ante la Dieta 171

    La Importancia de la Oracion 198

    9 Firme Como una Roca —El Reformador Suizo 199

    Escudrinad la Palabra 213

    10 Desaparece Lutero —La Reforma en Alemania 214

    El Provee Nuestras Necesidades 226

    11 Una Hora Decisiva —La Protesta de los Príncipes 227

    Justificacion Por Fe 242

    12 Prefirieron Morir —La Reforma en Francia 243

    Somos Hijos de Dios 271

    12a Heroes Espanoles —El Despertar de España 272

    Perdonandonos Unos a Otros 298

    13 Como Fuego en Rastrojo —

  • 5Contenido

    En los Países Bajos y Escandinavia 299Oraciones Contestadas 307

    14 Testigos Valientes —Los Reformadores Ingleses 308

    Dios Guia Los Humildes 329

    15 Una Cosecha de Muerte —La Biblia y la Revolución Francesa 330

    Promesas Para la Victoria 354

    16 Refugio en el Desierto —America, Tierra de Libertad 357

    Cristo Nuestro Mediador 368

    17 Suena el Clarín —Heraldos de la Mañana 369

    El Nuevo Pacto 387

    18 Abriendo las Profecías —Un Reformador Americano 388

    Vida Eterna Solo en Cristo 415

    19 Noche de Tristeza —Una Luz en las Tinieblas 416

    Esperando El Retorno de Cristo 428

    20 Por Todo el Mundo —Un Gran Despertar Religioso 429

    Confiando en Jesus 449

    21 Tiempo de Espera —Una Amonestación Rechazada 450

    El número/La Marca/Señal de Dios o Satanás?467

    22 El Clamor de Media Noche —

  • 6Contenido

    Profecías Cumplidas 468Jehova, Justicia Nuestra 486

    23 El Santuario de la Profecía —¿Qué es el Santuario? 487

    La Profecia de 2300 Anos 490/Las Admirables Profecías De Daniel 490/ElTabernáculo 492/El Tabernaculo Terrenal 493/Salvación solo en Cristo 505

    24 En la Presencia de Dios —El Lugar Santísimo 506

    Espiritus de Demonios 515

    25 La Marca de la Bestia —Los Estados Unidos en la Profecía 516

    Promesas Para Vencedores 537

    26 Restaurando Fundamentos —Una Obra de Reforma 538

    El Ciclo Semanal 548/El Catolicismo Declara 550/ElProtestantismo Declara 552/La Santiad Dominical no se Exigeen la Biblia 555/Como fue Cambiado El Sabado al Domingo555

    27 Cuando el Fuego se Apaga —La Verdadera Conversión es Esencial 563

    Perlas De Salud 581

    28 Juicio antes del Fin —El Juicio Investigador 582

    El Dia del Juicio 595

    29 Caída del Paraíso —El Origen del Mal y del Dolor 596

    El Evangelio y las Normas de Dios 609

    30 La Primera Profecía —

  • 7Contenido

    El Peor Enemigo del Hombre 610Salud en la Biblia 616

    31 Victoria en Cristo —¿Quiénes son los Angeles? 617

    Angeles Caidos 624

    32 La Caja de Llaves de Satanás —Las Acechanzas del Enemigo 625

    Espiritismo 639

    33 La Primera Mentira —El Misterio de la Inmortalidad 640

    El Misterio de la Muerte 661

    34 Obra Maestra de Satanás —¿Pueden Hablarnos los Muertos? 662

    35 La Libertad de Conciencia Amenazada —Las Metas de Babilonia 675

    Dia del Señor 695

    36 El Plan Maestro de Satanás —El Conflicto Inminente 696

    37 Fundada Sobre la Peña —Nuestra Unica Salvaguardia 708

    La verdad Biblica 718

    38 A Todo El Mundo —El Mensaje Final de Dios 719

    Temed a Dios y Dadle Gloria 729

    39 Cuando Termina El Tiempo de Gracia —El Tiempo De Angustia 730

    Tiempo de Affliccion 752

  • 8Contenido

    40 El Rey que Viene —La Liberación del Pueblo de Dios 753

    41 Los Juicios de Dios —La Desolación De La Tierra 771

    La Importancia de la Biblia 782

    42 La Herencia de los Santos —El Fin Del Conflicto 783

    Appendix and Indexes —

    The Secret Instructions 802From the 1884 edition of this book

    Chart: Historical Timeline x

    Source Index x

    Chart Index x

    Scripture Index x

    General Index x

    Additional Information x

  • 9

    La naturaleza y la revelación a una dan testimonio delamor de Dios. La transgresión de la ley de Dios, de la leyde amor, fue lo que trajo consigo dolor y muerte. Sin em-bargo, en medio del sufrimiento resultante del pecado semanifiesta el amor de Dios. “Dios es amor” está escrito encada capullo de flor que se abre, en cada tallo de la nacientehierba.

    El Señor Jesús vino a vivir entre los hombres, amanifestar al mundo el amor infinito de Dios. Su corazónrebosaba de tierna simpatía por los hijos de los hombres.Se revistió de la naturaleza del hombre para podersimpatizar con sus necesidades. Los más pobres yhumildes no tenían temor de allegársele. Tal fue elcarácter que Cristo reveló en Su vida. Tal es el carácterde Dios.

    Jesús vivió, sufrió y murió para redimirnos. Se hizo“Varón de dolores” para que nosotros fuésemos hechosparticipantes del gozo eterno. Pero este gran sacrificio nofue hecho para crear amor en el corazón del Padre hacia elhombre, ni para moverle a salvarnos. ¡No! ¡No! “Porquede tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijounigénito.” Juan 3:16. Si el Padre nos ama no es a causa

    PPPPPasos asos asos asos asos BBBBBásicosásicosásicosásicosásicosa Cristoa Cristoa Cristoa Cristoa Cristo

    — por la Autora— por la Autora— por la Autora— por la Autora— por la Autora

    – Primera Parte –¿Cómo Puedo Ir Cristo?

    —Resumen del libro, El Camino a Cristo, en las palabrasde la autora.

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    de la gran propiciación, sino que El proveyó lapropiciación porque nos ama. Nadie sino el Hijo de Diospodía efectuar nuestra redención.

    ¡Cuán valioso hace esto al hombre! Por latransgresión, los hijos de los hombres son hechossúbditos de Satanás. Por la fe en el sacrificio expiatoriode Cristo, los hijos de Adán pueden llegar a ser hijos deDios. Este pensamiento ejerce un poder subyugador quesomete el entendimiento a la voluntad de Dios.

    El hombre estaba dotado originalmente de facultadesnobles y de un entendimiento bien equilibrado. Era per-fecto y estaba en armonía con Dios. Sus pensamientos eranpuros, sus designios santos. Pero por la desobediencia, susfacultades se pervirtieron y el egoísmo reemplazó el amor.Su naturaleza quedó tan debilitada por la transgresión queya no pudo, por su propia fuerza, resistir el poder del mal.

    Es imposible que escapemos por nosotros mismos delhoyo de pecado en el que estamos sumidos. Nuestro corazónes malo, y no lo podemos cambiar. Debe haber un poderque obre desde el interior, una vida nueva de lo alto, antesque el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad.Ese poder es Cristo. Únicamente Su gracia puede vivificarlas facultades muertas del alma y atraer ésta a Dios, a lasantidad. Para todos ellos hay una sola contestación: “¡Heaquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”Juan 1:29. Aprovechemos los medios que nos han sidoprovistos para que seamos transformados conforme a Susemejanza y restituídos a la comunión de los ángelesministradores, a la armonía y comunión del Padre y delHijo.

    Cómo se justificará el hombre con Dios? ¿Cómo sehará justo el pecador? Sólo por intermedio de Cristopodemos ser puestos en armonía con Dios y con la santidad;pero ¿cómo debemos ir a Cristo?

    El arrepentimiento comprende tristeza por elpecado y abandono del mismo. No renunciamos al pecadoa menos que veamos su pecaminosidad. Mientras no lorepudiemos de corazón, no habrá cambio real en nuestra

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    vida.Pero cuando el corazón cede a la influencia del Espíritu

    de Dios, la conciencia se vivifica y el pecador disciernealgo de la profundidad y santidad de la sagrada ley de Dios,fundamento de Su gobierno en los cielos y en la tierra. Laconvicción se posesiona de la mente y del corazón.

    La oración de David después de su caída ilustra lanaturaleza del verdadero dolor por el pecado. Su arre-pentimiento fue sincero y profundo. No se esforzó élpor atenuar su culpa y su oración no fue inspirada porel deseo de escapar al juicio que le amenazaba. Davidveía la enormidad de su transgresión y la contaminaciónde su alma; aborrecía su pecado. No sólo pidió perdón,sino también que su corazón fuese purificado. Anhelabael gozo de la santidad y ser restituido a la armonía ycomunión con Dios. Sentir un arrepentimiento como éstees algo que supera nuestro propio poder; se lo obtieneúnicamente de Cristo.

    Cristo está listo para libertarnos del pecado, pero nofuerza la voluntad. ¿Si rehusamos, qué más puede hacerEl? Estudiad la Palabra de Dios con oración. Cuando veáisla enormidad del pecado, cuando os veáis como sois enrealidad, no os entreguéis a la desesperación, pues a lospecadores es a quienes Cristo vino a salvar. Cuando Satanásacude a decirte que eres un gran pecador, alza los ojos a tuRedentor y habla de Sus méritos. Reconoce tu pecado, perodi al enemigo que “Cristo Jesús vino al mundo para salvara los pecadores,” y que puedes ser salvo. 1 Tim. 1:15

    El que encubre sus transgresiones, no prosperará;mas quien las confiese y las abandone, alcanzará miseri-cordia.” Proverbios 28:13.

    Las condiciones indicadas para obtener la misericor-dia de Dios son sencillas, justas y razonables. Confesadvuestros pecados a Dios, el único que puede perdonarlos, yvuestras faltas unos a otros. Los que no han humilladosu alma delante de Dios reconociendo su culpa, no hancumplido todavía la primera condición de la aceptación.Debemos tener la voluntad de humillar nuestros corazones

    Pasos Básicos

  • 12

    y cumplir con las condiciones de la Palabra de verdad. Laconfesión que brota de lo íntimo del alma sube al Diosde piedad infinita. La verdadera confesión es siempre deun carácter específico y reconoce pecados particulares. Perotoda confesión debe hacerse definida y directa. Está escrito:“Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo paraperdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de todainiquidad.” 1 Juan 1:9.

    La promesa de Dios es: “Me buscaréis y Me hallaréisporque Me buscaréis de todo vuestro corazón.” Jeremías29:13.

    Debemos dar a Dios todo el corazón, o no se realizaráel cambio que se ha de efectuar en nosotros, por el cualhemos de ser transformados conforme a la semejanza divina.

    La guerra contra nosotros mismos es la batalla másgrande que jamás se haya reñido. El rendirse a sí mismo,entregando todo a la voluntad de Dios, requiere una lucha;mas para que el alma sea renovada en santidad, debesometerse antes a Dios.

    Al consagrarnos a Dios, debemos necesariamenteabandonar todo aquello que nos separaría de El. Hay quienesprofesan servir a Dios a la vez que confían en sus propiosesfuerzos para obedecer Su ley, desarrollar un carácter rectoy asegurarse la salvación. Sus corazones no son movidospor algún sentimiento profundo del amor de Cristo, sinoque procuran cumplir los deberes de la vida cristiana comoalgo que Dios les exige para ganar el cielo. Una religión talno tiene valor alguno.

    Cuando Cristo mora en el corazón, el alma rebosa detal manera de Su amor y del gozo de Su comunión, que seaferra a El; y contemplándole se olvida de sí misma. Elamor a Cristo es el móvil de sus acciones.

    Los que sienten el amor constreñidor de Dios nopreguntan cuánto es lo menos que pueden darle parasatisfacer lo que El requiere; no preguntan cuál es la normamás baja que acepta, sino que aspiran a una vida de completaconformidad con la voluntad de su Redentor.

    ¿Creéis que es un sacrificio demasiado grande darlo

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    todo a Cristo? Preguntaos: “¿Qué dio Cristo por mí?” ElHijo de Dios lo dio todo para redimirnos: vida, amor ysufrimientos. ¿Es posible que nosotros, seres indignos detan grande amor, rehusemos entregarle nuestro corazón?

    ¿Y qué abandonamos cuando lo damos todo? Uncorazón manchado de pecado, para que el Señor Jesús lopurifique y lo limpie con Su propia sangre, para que lo salvecon Su incomparable amor. ¡Y sin embargo, los hombreshallan difícil renunciar a todo! Dios no nos pide querenunciemos a cosa alguna cuya retención contribuiría anuestro mayor provecho. En todo lo que hace, tiene presenteel bienestar de Sus hijos.

    Muchos dicen: “¿Cómo me entregaré a Dios?” Deseáishacer Su voluntad, mas sois moralmente débiles, esclavosde la duda y dominados por los hábitos de vuestra vida depecado. Vuestras promesas y resoluciones son tan frágilescomo telarañas. No podéis gobernar vuestros pensamientos,impulsos y afectos. El conocimiento de vuestras promesasno cumplidas y de vuestros votos quebrantados debilita laconfianza que tuvisteis en vuestra propia sinceridad, y osinduce a sentir que Dios no puede aceptaros; mas nonecesitáis desesperar. Lo que debéis entender es la verdaderafuerza de la voluntad. Esta es el poder gobernante en lanaturaleza del hombre, la facultad de decidir o escoger. Tododepende de la correcta acción de la voluntad. Dios dio a loshombres el poder de elegir; a ellos les toca ejercerlo. Nopodéis cambiar vuestro corazón, ni dar por vosotros mismossus afectos a Dios; pero podéis escoger servirle. Podéisdarle vuestra voluntad, para que El obre en vosotros tantoel querer como el hacer, según Su voluntad. De ese modovuestra naturaleza entera estará bajo el dominio del Espíritude Cristo, vuestros afectos se concentrarán en El y vuestrospensamientos se pondrán en armonía con El.

    Desear ser bondadosos y santos es rectísimo; pero sino pasáis de esto, de nada os valdrá. Muchos se perderánesperando y deseando ser cristianos. No llegan al punto dedar su voluntad a Dios. No deciden ser cristianos ahora.

    Por medio del debido ejercicio de la voluntad, puede

    Pasos Básicos

  • 14

    obrarse un cambio completo en vuestra vida. Al dar vuestravoluntad a Cristo, os unís con el poder que está sobre todoprincipado y potestad. Tendréis fuerza de lo alto parasosteneros firmes, y rindiéndoos así constantemente a Diosseréis fortalecidos para vivir una vida nueva, es a saber, lavida de la fe.

    A medida que vuestra conciencia ha sido vivificadapor el Espíritu Santo, habéis visto algo de la perversidaddel pecado, de su poder, su culpa, su miseria; y lo miráiscon aborrecimiento. Lo que necesitáis es paz. Habéisconfesado vuestros pecados y en vuestro corazón loshabéis desechado. Habéis resuelto entregaros a Dios.Id, pues, a El, y pedidle que os limpie de vuestrospecados, y os dé un corazón nuevo.

    Creed que lo hará porque lo ha prometido. Debemoscreer que recibimos el don que Dios nos promete, y loposeemos. Tú No puedes expiar tus pecados pasados, nopuedes cambiar tu corazón y hacerte santo. Mas Diospromete hacer todo esto por ti mediante Cristo. Crees enesa promesa. Confiesas tus pecados y te entregas a Dios.Quieres servirle. Tan ciertamente como haces esto, Dioscumplirá Su palabra contigo. Si crees la promesa, Dios supleel hecho. No aguardes hasta sentir que estás sano, mas di:“Lo creo; así es, no porque lo sienta, sino porque Dios loha prometido.”

    Dice el Señor Jesús: “Todo cuanto pidiéreis en laoración, creed que lo recibísteis ya; y lo tendréis.” Marcos11:24. Una condición acompaña esta promesa: que pidamosconforme a la voluntad de Dios. Pero es la voluntad deDios limpiarnos del pecado, hacernos hijos Suyos yhabilitarnos para vivir una vida santa. De modo quepodemos pedir a Dios estas bendiciones, creer que las

    —Resumen del libro, El Camino a Cristo, en las palabrasde la autora.

    – Segunda Parte –¿Cómo Puedo Permanecer en Cristo?

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    recibimos y agradecerle por haberlas recibido.De modo que ya no te perteneces, porque fuiste

    comprado por precio. Mediante este sencillo acto de creeren Dios, el Espíritu Santo engendró nueva vida en tucorazón. Eres como un niño nacido en la familia de Dios, yEl te ama como a Su Hijo.

    Ahora que te has consagrado al Señor Jesús, no vuelvasatrás, no te separes de El, mas repite todos los días: “Soy deCristo; Le pertenezco;” pídele que te dé Su Espíritu y quete guarde por Su gracia. Así como consagrándote a Dios ycreyendo en El llegaste a ser Su hijo, así también debesvivir en El.

    Miles se equivocan en esto: no creen que el Señor Jesúslos perdone personal e individualmente. No creen al pie dela letra lo que Dios dice. Es privilegio de todos los quellenan las condiciones saber por sí mismos que el perdónde todo pecado es gratuito. Alejad la sospecha de que laspromesas de Dios no son para vosotros. Son para todopecador arrepentido.

    Alzad la vista los que vaciláis y tembláis; porque elSeñor Jesús vive para interceder por nosotros. Agradeced aDios por el don de Su Hijo amado.

    Si alguno está en Cristo, es una nueva criatura; lascosas viejas pasaron ya, he aquí que todo se ha hechonuevo.” 2 Corintios 5:17.

    Es posible que una persona no sepa indicar el momentoy lugar exactos de su conversión, o que no pueda tal vezseñalar la cadena de circunstancias que la llevaron a esemomento; pero esto no prueba que no se haya convertido.Se notará un cambio en el carácter, en las costumbres yocupaciones. El contraste entre lo que eran antes y lo queson ahora será muy claro e inequívoco. ¿Quién posee nuestrocorazón? ¿Con quién están nuestros pensamientos? ¿Dequién nos gusta hablar? ¿Para quién son nuestros másardientes afectos y nuestras mejores energías? Si somos deCristo, nuestros pensamientos están con El. No hayevidencia de arrepentimiento verdadero cuando no se pro-duce una reforma en la vida. La hermosura del carácter de

    Pasos Básicos

  • 16

    Cristo ha de verse en los que Le siguen. El se deleitaba enhacer la voluntad de Dios.

    Hay dos errores contra los cuales los hijos de Dios debenguardarse en forma especial. El primero es el de fijarnos ennuestras propias obras, confiando en algo que podamoshacer para ponernos en armonía con Dios. Todo lo que elhombre puede hacer sin Cristo está contaminado de egoísmoy pecado. Sólo la gracia de Cristo, por medio de la fe, puedehacernos santos.

    El error opuesto y no menos peligroso consiste ensostener que la fe en Cristo exime a los hombres de guardarla ley de Dios, y que en vista de que sólo por la fe llegamosa ser participantes de la gracia de Cristo, nuestras obras notienen nada que ver con nuestra redención.

    La obediencia es el fruto de la fe. La justicia se definepor la norma de la santa ley de Dios, expresada en los diezmandamientos. Éxodo 20:3-20. La así llamada fe en Cristoque, según se sostiene, exime a los hombres de la obligaciónde obedecer a Dios, no es fe, sino presunción. La condiciónpara alcanzar la vida eterna es ahora exactamente la mismade siempre, tal cual era en el paraíso antes de la caída denuestros primeros padres: la perfecta obediencia a la leyde Dios, la perfecta justicia. Si la vida eterna se concedieracon alguna condición inferior a ésta, peligraría la felicidadde todo el universo. Se le abriría la puerta al pecado contoda su secuela de dolor y miseria para siempre.

    Cristo cambia el corazón. El habita en el vuestro por lafe. Debéis mantener esta comunión con Cristo por la fe y lasumisión continua de vuestra voluntad a El. Mientras lohagáis, El obrará en vosotros para que queráis y hagáisconforme a Su beneplácito.

    Cuanto más cerca estéis de Jesús, más imperfectos osreconoceréis; porque veréis tanto más claramente vuestrosdefectos a la luz del contraste de Su perfecta naturaleza.Esta es una señal cierta de que los engaños de Satanás hanperdido su poder, y de que el Espíritu de Dios os estádespertando. No puede existir amor profundo hacia elSeñor Jesús en el corazón que no comprende su propia

  • 17

    perversidad. El alma transformada por la gracia de Cristoadmirará Su divino carácter. Una percepción de nuestrapecaminosidad nos impulsa hacia Aquel que puedeperdonarnos, y cuando comprendiendo nuestro desamparonos esforcemos por seguir a Cristo, El se nos revelará conpoder. Cuanto más nos impulse hacia El y hacia la Palabrade Dios el sentimiento de nuestra necesidad, tanto máselevada visión tendremos del carácter de nuestro Redentory con tanta mayor plenitud reflejaremos Su imagen.

    En la Escritura se llama nacimiento al cambio decorazón por el cual somos hechos hijos de Dios. Tambiénse lo compara con la germinación de la buena semillasembrada por el labrador. Dios es el que hace florecer elcapullo y fructificar las flores. Su poder es el que hace a lasimiente desarrollar. Marcos 4:28.

    Como la flor se vuelve hacia el sol para que losbrillantes rayos le ayuden a perfeccionar su belleza ysimetría, así debemos volvernos hacia el Sol de justicia,a fin de que la luz celestial brille sobre nosotros y nuestrocarácter se transforme a la imagen de Cristo.

    Preguntaréis tal vez: “¿Cómo permaneceremos enCristo?” Pues, del mismo modo en que Le recibisteis alprincipio. “De la manera, pues, que recibisteis a CristoJesús el Señor, así andad en El.” Colosenses 2:6. Por la fellegasteis a ser de Cristo, y por la fe tenéis que crecer en El,dando y recibiendo. Tenéis que darle todo: el corazón, lavoluntad, la vida, daros a El para obedecerle en todo lo queos pida; y debéis recibirlo todo: a Cristo, la plenitud detoda bendición, para que more en vuestro corazón, seavuestra fuerza, vuestra justicia, vuestro eterno Auxiliador,y os dé poder para obedecer.

    Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tuprimer trabajo. Sea tu oración: “Tómame ¡oh Señor! comoenteramente Tuyo. Pongo todos mis planes a Tus pies.Usame hoy en Tu servicio. Mora conmigo, y sea toda miobra hecha en Ti.” Este es un asunto diario. Somete todostus planes a El, para ponerlos en práctica o abandonarlos,según te lo indicare Su providencia. Podrás así poner cada

    Pasos Básicos

  • 18

    día tu vida en las manos de Dios, y ella será cada vez mássemejante a la de Cristo.

    La vida en Cristo es una vida de reposo. Tal vez nohaya éxtasis de los sentimientos, pero debe haber unaconfianza continua y apacible. Cuando pensamos muchoen nosotros mismos, nos alejamos de Cristo, la fuente dela fortaleza y la vida. Por esto Satanás se esfuerzaconstantemente por mantener la atención apartada del Sal-vador, a fin de impedir la unión y comunión del alma conCristo.

    Cuando Cristo Se humanó, vinculó a la humanidadConsigo mediante un lazo que ningún poder es capaz deromper, salvo la decisión del hombre mismo. Satanás nospresentará de continuo incentivos para inducirnos a romperese lazo, a decidir que nos separemos de Cristo.Mantengamos por lo tanto los ojos fijos en Cristo, y El nospreservará. Confiando en Jesús, estamos seguros. Nadapuede arrebatarnos de Su mano. Todo lo que Cristo fuepara Sus discípulos desea serlo para Sus hijos hoy.

    Oró por nosotros y pidió que fuésemos uno con El,como El es uno con el Padre. ¡Cuán preciosa unión!Así, amándole y morando en El, creceremos “en todosrespectos en el que es la cabeza, es decir, en Cristo.” Efesios 4:15.

    Dios es la fuente de vida, luz y gozo para el universo.Dondequiera que la vida de Dios esté en el corazón de loshombres, inundará a otros de amor y bendición.

    El gozo de nuestro Salvador se cifraba en levantar yredimir a los hombres caídos. Para lograr este fin noconsideró Su vida como cosa preciosa, sino que sufrió lacruz y menospreció la ignominia. Cuando atesoramos elamor de Cristo en el corazón, así como una dulce fragancia,no puede ocultarse. El amor al Señor Jesús se manifestarápor el deseo de trabajar como El trabajó, para beneficiar yelevar a la humanidad. Nos inspirará amor, ternura ysimpatía a todas las criaturas que gozan del cuidado denuestro Padre celestial. Así también los que son participantesde la gracia de Cristo estarán dispuestos a hacer cualquier

  • 19

    sacrificio para que los otros por quienes El murió compartanel don celestial. Harán cuanto puedan para que su paso porel mundo lo mejore. Este espíritu es el fruto seguro delalma verdaderamente convertida. Tan pronto como unoacude a Cristo nace en el corazón un vivo deseo de hacersaber a otros cuán precioso amigo encontró en el SeñorJesús. Si hemos probado y visto que el Señor es bueno,tendremos algo que decir a otros. Procuraremos presentarleslos atractivos de Cristo y las realidades invisibles del mundovenidero. Anhelaremos seguir en la senda que Jesús recorrió.

    Y el esfuerzo por hacer bien a otros se tornará enbendiciones para nosotros mismos. Los que así participanen trabajos de amor son los que más se acercan a su Creador.El trabajo desinteresado por otros da al carácter profundidad,firmeza y una amabilidad como la de Cristo; trae paz yfelicidad al que posea tal carácter. La fuerza se desarrollacon el ejercicio. No necesitamos ir a tierras de paganos–niaun dejar el estrecho círculo del hogar, si allí nos retiene eldeber –a fin de trabajar por Cristo. Con espíritu de amor,podemos ejecutar los deberes más humildes de la vida“como para el Señor.” Colosenses 3:23. Si tenemos el amorde Dios en el corazón se manifestará en nuestra vida. Nodebéis esperar mejores oportunidades o capacidadesextraordinarias para empezar a trabajar por Dios. Los máshumildes y más pobres de los discípulos de Jesús puedenser una bendición para otros.

    Son muchas las maneras en que Dios procura dársenosa conocer y ponernos en comunión con El. Si tan sóloqueremos escuchar, las obras que Dios creó nos enseñaránpreciosas lecciones de obediencia y confianza.

    No se derraman lágrimas sin que El lo note. No haysonrisa que para El pase inadvertida. Si creyéramosimplícitamente esto, desecharíamos toda ansiedad indebida.Nuestras vidas no estarían tan llenas de desengaños comoahora; porque cada cosa, grande o pequeña, se dejaría enlas manos de Dios.

    Dios nos habla mediante Sus obras providenciales y lainfluencia de Su Espíritu Santo en el corazón. Dios nos

    Pasos Básicos

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    habla también en Su Palabra. En ella tenemos, en líneasmás claras, la revelación de Su carácter, de Su trato con loshombres y de la gran obra de la redención. Llenad vuestrocorazón con las palabras de Dios. Son el agua viva queapaga vuestra sed. Son el pan vivo que descendió delcielo.

    El tema de la redención es un tema que los ángelesdesean escudriñar; será la ciencia y el canto de los redimidosdurante las interminables edades de la eternidad. ¿No es untema digno de atención y estudio ahora? Mientrasmeditemos en el Salvador, nuestra alma tendrá hambre ysed de llegar a ser como Aquel a Quien adoramos.

    La Biblia fue escrita para la gente común. Las grandesverdades necesarias para la salvación están presentadas contanta claridad como la luz del mediodía; No hay ningunacosa mejor para fortalecer la inteligencia que el estudio delas Santas Escrituras. No se saca sino un beneficio muypequeño de una lectura precipitada de las SagradasEscrituras. Un pasaje estudiado hasta que su significadonos sea claro y evidentes sus relaciones con el plan desalvación, resulta de mucho más valor que la lectura demuchos capítulos sin un propósito determinado y sin obteneruna instrucción positiva.

    Tened vuestra Biblia a mano. Leedla cuando tengáisoportunidad; fijad los textos en vuestra memoria.

    No podemos obtener sabiduría sin una atenciónverdadera y un estudio con oración. Nunca se deben estudiarlas Sagradas Escrituras sin oración. Antes de abrir suspáginas debemos pedir la iluminación del Espíritu Santo, yésta nos será dada. Los ángeles del mundo de luzacompañarán a los que busquen con humildad de corazónla dirección divina. Cuánto no estimará Dios a la razahumana, siendo que dio a Su Hijo para que muriese porella, y manda Su Espíritu para que sea de continuo el Ma-estro y Guía del hombre!

    Dios nos habla por la naturaleza y por la revelación,por Su providencia y por la influencia de Su Espíritu. Peroesto no basta; necesitamos abrirle nuestro corazón. Para

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    ponernos en comunión con Dios debemos tener algo quedecirle tocante a nuestra vida real.

    Orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como aun amigo. No es que se necesite esto para que Dios sepa loque somos, sino a fin de capacitarnos para recibirle. Laoración no baja a Dios hacia nosotros, antes bien nos elevaa El.

    Nuestro Padre celestial está esperando para derramarsobre nosotros la plenitud de Sus bendiciones. ¡Cuánextraño es que oremos tan poco! Dios está pronto y dispuestoa oír la oración de Sus hijos. ¿Qué pueden los ángeles delcielo pensar de unos seres humanos pobres y sin fuerza,sujetos a la tentación, cuando el gran Dios lleno de infinitoamor se compadece de ellos y está pronto para darles másde lo que pueden pedir o pensar?

    Las tinieblas del malo cercan a aquellos que descuidanla oración. Las tentaciones secretas del enemigo los incitanal pecado; y todo porque ellos no se valen del privilegio deorar, cuando la oración es la llave en la mano de la fe paraabrir el almacén del cielo, donde están atesorados losrecursos infinitos de la Omnipotencia.

    Hay ciertas condiciones de acuerdo con las cualespodemos esperar que Dios oiga y conteste nuestrasoraciones:

    Una de las primeras es que sintamos necesidad de laayuda que El puede dar. Si toleramos la iniquidad en nuestrocorazón, si nos aferramos a algún pecado conocido, el Señorno nos oirá: más la oración del alma arrepentida y contritaserá siempre aceptada. Cuando hayamos confesado concorazón contrito, y reparado en lo posible todos nuestrospecados conocidos, podremos esperar que Dios contestaránuestras oraciones.

    La oración eficaz tiene otro elemento: la fe. Cuandonos parezca que nuestras oraciones no son contestadas,debemos aferrarnos a la promesa; porque el tiempo de recibircontestación vendrá seguramente y recibiremos lasbendiciones que más necesitamos. Por supuesto, pretenderque nuestras oraciones sean siempre contestadas en la misma

    Pasos Básicos

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    forma y según la cosa particular que pidamos, es presunción.Cuando vamos a Dios en oración, debemos tener un

    espíritu de amor y perdón en nuestro propio corazón.La perseverancia en la oración ha sido constituida en

    condición para recibir. Debemos orar siempre si queremoscrecer en fe y en experiencia.

    Debemos orar también en el círculo de nuestra familia;y sobre todo no descuidar la oración privada, porque ella esla vida del alma. La sola oración pública o con la familiano es suficiente. La oración secreta sólo debe ser oída porel Dios que oye las oraciones.

    No hay tiempo o lugar en que sea impropio orar a Dios.En medio de las multitudes de las calles o en medio de unasesión de nuestros negocios, podemos elevar a Dios unaoración e implorar la dirección divina.

    Esfuércese nuestra alma y elévese para que Dios nospermita respirar la atmósfera celestial. Podemosmantenernos tan cerca de Dios que en cualquier pruebainesperada nuestros pensamientos se vuelvan hacia El tannaturalmente como la flor se vuelve hacia el sol. Presentada Dios vuestras necesidades, tristezas, gozos, cuidados ytemores. No podéis agobiarle ni cansarle. El no esindiferente a las necesidades de Sus hijos.

    Sufrimos una pérdida cuando descuidamos laoportunidad de congregarnos para fortalecernos yedificarnos mutuamente en el servicio de Dios. Si todos loscristianos se asociaran y se hablasen unos a otros del amorde Dios y de las preciosas promesas de la redención, sucorazón se robustecería, y se edificarían mutuamente.

    Debemos reunirnos en torno a la cruz. Cristo, y Cristocrucificado, debe ser el tema de nuestra meditación,conversación y más gozosa emoción. Debemos recordartodas las bendiciones que recibimos de Dios; y alcerciorarnos de Su gran amor, debiéramos estar dispuestosa confiar todas las cosas a la mano que fue clavada en lacruz en nuestro favor.

    El alma puede elevarse hacia el cielo en alas de laalabanza. Dios es adorado con cánticos y música en las

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    mansiones celestiales, y al expresar nuestra gratitud nosaproximamos al culto que rinden los habitantes del cielo.

    Muchos se sienten a veces turbados por lasinsinuaciones del escepticismo. Dios nunca nos exige quecreamos sin darnos suficiente evidencia sobre la cual fundarnuestra fe. Pero, como quiera que se la disfrace, la causareal de la duda y del escepticismo es, en la mayoría de loscasos, el amor al pecado. Debemos tener un deseo sincerode conocer la verdad, y en el corazón, buena voluntad paraobedecerla.

    Pasos Básicos

    —Resumen del libro, El Camino a Cristo, en las palabrasde la autora.

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    Antes que el pecado entrara en el mundo, Adán gozabade libre trato con Su Creador; pero desde que el hombre seseparó de Dios por causa del pecado, aquel gran privilegiole ha sido negado a la raza humana. No obstante, el plan deredención abrió el camino para que los habitantes de la tierravolvieran a relacionarse con el cielo. Dios se comunicó conlos hombres mediante Su Espíritu y, mediante lasrevelaciones hechas a Sus siervos escogidos, la luz divinase esparció por el mundo. “Los santos hombres de Dioshablaron siendo inspirados del Espíritu Santo.” 2 Pedro1:21.

    Durante los veinticinco primeros siglos de la historiahumana no hubo revelación escrita. Los que eran enseñadospor Dios comunicaban sus conocimientos a otros, y estosconocimientos eran así legados de padres a hijos a travésde varias generaciones. La redacción de la palabra escritaempezó en tiempo de Moisés. Los conocimientos inspiradosfueron entonces compilados en un libro inspirado. Esa la-bor continuó durante el largo período de dieciséis siglos,desde Moisés, el historiador de la creación y el legislador,hasta Juan, el narrador de las verdades más sublimes delEvangelio.

    La Biblia nos muestra a Dios como autor de ella; y sinembargo fue escrita por manos humanas, y la diversidad deestilo de sus diferentes libros muestra la individualidad decada uno de sus escritores. Las verdades reveladas son todasinspiradas por Dios 2 Timoteo 3:16; y con todo estánexpresadas en palabras humanas. Y es que el Ser supremoe infinito iluminó con Su Espíritu la inteligencia y elcorazón de Sus siervos. Les daba sueños y visiones y lesmostraba símbolos y figuras; y aquellos a quienes la verdadfuera así revelada, revestían el pensamiento divino con

    IntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducción— por la Autora— por la Autora— por la Autora— por la Autora— por la Autora

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    palabras humanas. Los diez mandamientos fueron enunciados por el

    mismo Dios y escritos con Su propia mano. Su redacciónes divina y no humana. Pero la Biblia, con sus verdades deorigen divino expresadas en el idioma de los hombres, esuna unión de lo divino y lo humano. Esta unión existía enla naturaleza de Cristo, quien era Hijo de Dios e Hijo delhombre. Se puede, pues, decir de la Biblia, lo que fue dichode Cristo: “Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entrenosotros.” Juan 1:14.

    Escritos en épocas diferentes y por hombres quediferían notablemente en posición social y económica y enfacultades intelectuales y espirituales, los libros de la Bibliapresentan contrastes en su estilo, como también diversidaden la naturaleza de los asuntos que desarrollan. Sus diversosescritores se valen de expresiones diferentes; a menudo lamisma verdad está presentada por uno de ellos de modomás patente que por otro. Ahora bien, como varios de susautores nos presentan el mismo asunto desde puntos de vistay aspectos diferentes, puede parecer al lector superficial,descuidado y prejuiciado, que hay divergencias ocontradicciones, allí donde el lector atento y respetuosodiscierne, con mayor penetración, la armonía fundamental.

    Presentada por diversas personalidades, la verdadaparece en sus variados aspectos. Un escritor percibe conmás fuerza cierta parte del asunto; comprende los puntosque armonizan con su experiencia o con sus facultades depercepción y apreciación; otro nota más bien otro aspectodel mismo asunto; y cada cual, bajo la dirección del EspírituSanto, presenta lo que ha quedado inculcado con más fuerzaen su propia mente. De aquí que encontremos en cada cualun aspecto diferente de la verdad, pero perfecta armoníaentre todos ellos. Y las verdades así reveladas se unen enperfecto conjunto, adecuado para satisfacer las necesidadesde los hombres en todas las circunstancias de la vida.

    Dios se ha dignado comunicar la verdad al mundo pormedio de instrumentos humanos, y El mismo, por Su SantoEspíritu, habilitó a hombres y los hizo capaces de realizar

    Introducción

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    esta obra. Guió la inteligencia de ellos en la elección de loque debían decir y escribir. El tesoro fue confiado a vasosde barro, pero no por eso deja de ser del cielo. Aunquellevado a todo viento en el vehículo imperfecto del idiomahumano, no por eso deja de ser el testimonio de Dios; y elhijo de Dios, obediente y creyente, contempla en ello lagloria de un poder divino, lleno de gracia y de verdad.

    En Su Palabra, Dios comunicó a los hombres el conoci-miento necesario para la salvación. Las Santas Escriturasdeben ser aceptadas como dotadas de autoridad absoluta ycomo revelación infalible de Su voluntad. Constituyen laregla del carácter; nos revelan doctrinas, y son la piedra detoque de la experiencia religiosa. “Toda la Escritura esinspirada por Dios; y es útil para enseñanza, para reprensión,para corrección, para instrucción en justicia; a fin de que elhombre de Dios sea perfecto, estando cumplidamenteinstruido para toda obra buena.” 2 Timoteo 3:16, 17. Lacircunstancia de haber revelado Dios Su voluntad a loshombres por Su Palabra, no anuló la necesidad que tienenellos de la continua presencia y dirección del Espíritu Santo.Por el contrario, el Salvador prometió que el Espíritu facili-taría a Sus siervos la inteligencia de la Palabra; queiluminaría y daría aplicación a sus enseñanzas. Y como elEspíritu de Dios fue quien inspiró la Biblia, resultaimposible que las enseñanzas del Espíritu estén jamás enpugna con las de la Palabra.

    El Espíritu no fue dado—ni puede jamás ser otorgado–para invalidar la Biblia; pues las Escrituras declaranexplícitamente que la Palabra de Dios es la regla por lacual toda enseñanza y toda manifestación religiosa debeser probada. El apóstol Juan dice: “No creáis a todo espíritu,sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchosfalsos profetas han salido por el mundo.” 1Juan 4:5. E Isaíasdeclara: “ ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeran conformea esto, es porque no les ha amanecido!” Isaías 8:20.

    Muchos cargos se han levantado contra la obra del Es-píritu Santo por los errores de una clase de personas que,pretendiendo ser iluminadas por éste, aseguran no tener más

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    necesidad de ser guiadas por la Palabra de Dios. En realidadestán dominadas por impresiones que consideran como vozde Dios en el alma. Pero el espíritu que las dirige no es elEspíritu de Dios. El principio que induce a abandonarse aimpresiones y a descuidar las Escrituras, sólo puedeconducir a la confusión, al engaño y a la ruina. Sólo sirvepara fomentar los designios del maligno. Y como elministerio del Espíritu Santo es de importancia vital para laiglesia de Cristo, una de las tretas de Satanás consisteprecisamente en arrojar oprobio sobre la obra del Espíritupor medio de los errores de los extremistas y fanáticos, y enhacer que el pueblo de Dios descuide esta fuente de fuerzaque nuestro Señor nos ha asegurado.

    Según la Palabra de Dios, el Espíritu Santo debía con-tinuar Su obra por todo el período de la dispensacióncristiana. Durante las épocas en que las Escrituras tanto delAntiguo como del Nuevo Testamento eran entregadas a lacirculación, El Espíritu Santo no dejó de comunicar luz aindividualidades aisladas, amén de las revelaciones quedebían ser incorporadas en el Sagrado Canon. La Bibliamisma da cuenta de cómo, por intermedio del Espíritu Santo,ciertos hombres recibieron advertencias, censuras, consejose instrucción que no se referían en nada a lo dado en lasEscrituras. También habla de profetas que vivieron endiferentes épocas, pero sin hacer mención alguna de susdeclaraciones. Asimismo, una vez cerrado el canon de lasEscrituras, el Espíritu Santo debía llevar adelante Su obrade esclarecimiento, de amonestación y consuelo en bien delos hijos de Dios.

    Jesús prometió a Sus discípulos “el Consolador, elEspíritu Santo, al cual el Padre enviará en Mi nombre, Elos enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosasque os he dicho.” “Cuando viniere aquel Espíritu de verdad,El os guiará a toda verdad; . . . y os hará saber las cosas quehan de venir.” Juan 14:26; 16:13. Las Sagradas Escriturasenseñan claramente que estas promesas, lejos de limitarsea los días apostólicos, se extienden a la iglesia de Cristo entodas las edades. El Salvador asegura a los discípulos:

    Introducción

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    “Estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”Mateo 28:20. Pablo declara que los dones y manifestacionesdel Espíritu fueron dados a la iglesia “para elperfeccionamiento de los santos, para la obra del ministerio,para la edificación del cuerpo de Cristo: hasta que todoslleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijode Dios, al estado de hombre perfecto, a la medida de laestatura de la plenitud de Cristo.” Efesios 4:12, 13.

    En favor de los creyentes de Efeso, el apóstol rogó así:“Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, El Padre de lagloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación enel conocimiento de El; siendo iluminados los ojos de vuestroentendimiento, para que conozcáis cual sea la esperanza devuestra vocación, . . . y cual la soberana grandeza de Supoder para con nosotros que creemos.” Efesios 1:17-19.Que el ministerio del Espíritu divino iluminara elentendimiento y revelara a la mente las cosas profundas dela santa Palabra de Dios, tal era la bendición que Pablopedía para la iglesia de Efeso.

    Después de la maravillosa manifestación del EspírituSanto, el día de Pentecostés, Pedro exhortó al pueblo alarrepentimiento y a que se bautizara en el nombre de Cristo,para la remisión de sus pecados; y dijo: “Recibiréis el dondel Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, ypara vuestros hijos, y para todos los que están lejos; paracuantos el Señor nuestro Dios llamare.” Hechos 2:38, 39.

    El Señor anunció por boca del profeta Joel que unamanifestación especial de Su Espíritu se realizaría en eltiempo que precedería inmediatamente a las escenas delgran día de Dios. Joel 2:28. Esta profecía se cumplióparcialmente con el derramamiento del Espíritu Santo, eldía de Pentecostés; pero alcanzará su cumplimientocompleto en las manifestaciones de la gracia divina quehan de acompañar la obra final del Evangelio.

    El gran conflicto entre el bien y el mal aumentará enintensidad hasta la consumación de los tiempos. En todaslas edades la ira de Satanás se ha manifestado contra laiglesia de Cristo; y Dios ha derramado Su gracia y Su

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    Espíritu sobre Su pueblo para robustecerlo contra el poderdel maligno. Cuando los apóstoles de Cristo estaban porllevar el Evangelio por el mundo entero y consignarlo porescrito para provecho de todos los siglos venideros, fuerondotados especialmente con la luz del Espíritu. Pero a medidaque la iglesia se va acercando a su liberación final, Satanásobrará con mayor poder. Descenderá “teniendo grande ira,sabiendo que tiene poco tiempo.” Apocalipsis 12:12. Obrará“con grande potencia, y señales, y milagros mentirosos.” 2Tesalonicenses 2:9. Por espacio de seis mil años esainteligencia maestra, después de haber sido la más alta en-tre los ángeles de Dios, no ha servido más que para el engañoy la ruina. Y en el conflicto final se emplearán contra elpueblo de Dios todos los recursos de la habilidad y sutilezasatánicas, y toda la crueldad desarrollada en esas luchasseculares. Durante este tiempo de peligro los discípulos deCristo tienen que dar al mundo la amonestación del segundoadvenimiento del Señor; y un pueblo ha de ser preparado“sin mácula, y sin reprensión” para comparecer ante El aSu venida. 2 Pedro 3:14. Entonces el derramamiento espe-cial de la gracia y el poder divinos no será menos necesariopara la iglesia que en los días apostólicos.

    Mediante la iluminación del Espíritu Santo, las escenasde la lucha secular entre el bien y el mal fueron reveladas aquien escribe estas páginas. En una y otra ocasión se mepermitió contemplar las peripecias de la gran lucha secularentre Cristo, Príncipe de la vida, Autor de nuestra salvación,y Satanás, príncipe del mal, autor del pecado y primertransgresor de la santa ley de Dios. La enemistad de Satanáscontra Cristo se ensañó en los discípulos del Salvador. Entoda la historia puede echarse de ver el mismo odio a losprincipios de la ley de Dios, la misma política de engaño,mediante la cual se hace aparecer el error como si fuese laverdad, se hace que las leyes humanas substituyan las leyesde Dios, y se induce a los hombres a adorar la criatura antesque al Creador. Los esfuerzos de Satanás para desfigurar elcarácter de Dios, para dar a los hombres un concepto falsodel Creador y hacer que le consideren con temor y odio

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    más bien que con amor; sus esfuerzos para suprimir la leyde Dios, y hacer creer al pueblo que no está sujeto a lasexigencias de ella; sus persecuciones dirigidas contra losque se atreven a resistir a sus engaños, han seguido conrigor implacable. Se pueden ver en la historia de lospatriarcas, de los profetas y apóstoles, de los mártires yreformadores.

    En el gran conflicto final, Satanás empleará la mismatáctica, manifestará el mismo espíritu y trabajará con elmismo fin que en todas las edades pasadas. Lo que ha sido,volverá a ser, con la circunstancia agravante de que la luchavenidera será señalada por una intensidad terrible, cual elmundo no la vio jamás. Las seducciones de Satanás seránmás sutiles, sus ataques más resueltos. Si posible le fuera,engañaría a los escogidos mismos. Marcos 13:22.

    Al revelarme el Espíritu de Dios las grandes verdadesde Su Palabra, y las escenas del pasado y de lo por venir, seme mandó que diese a conocer a otros lo que se me habíamostrado, y que trazase un bosquejo de la historia de lalucha en las edades pasadas, y especialmente que lapresentase de tal modo que derramase luz sobre la luchafutura que se va acercando con tanta rapidez. Con este fin,he tratado de escoger y reunir acontecimientos de la historiade la iglesia en forma que quedara bosquejado eldesenvolvimiento de las grandes verdades comprobantesque en diversas épocas han sido dadas al mundo, hanexcitado la ira de Satanás y la enemistad de la iglesia amigadel mundo, y han sido sostenidas por el testimonio deaquellos que “no amaron sus vidas, exponiéndolas hasta lamuerte.”

    En esos anales podemos ver un anticipo del conflictoque nos espera. Considerándolos a la luz de la Palabra deDios, por la iluminación de Su Espíritu, podemos verdescubiertos las estratagemas del maligno y los peligrosque deberán evitar los que quieran ser hallados “sin mácula”ante el Señor a Su venida.

    Los grandes acontecimientos que marcaron los pasosde reforma que se dieron en siglos pasados, son hechos

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    históricos conocidos y universalmente aceptados, que nadiepuede negar. Esa historia la he presentado brevemente, deacuerdo con el fin y objeto de este libro y con la concisiónque necesariamente debe observarse, condensando loshechos en forma compatible con una clara inteligencia delas enseñanzas consiguientes. En algunos casos cuando heencontrado que un historiador había reunido los hechos ypresentado en pocas líneas un claro conjunto del asunto, oagrupado los detalles en forma conveniente, he reproducidosus palabras, no tanto para citar a esos escritores comoautoridades, sino porque sus palabras resumíanadecuadamente el asunto. Y al referir los casos y puntos devista de quienes siguen adelante con la obra de reforma ennuestro tiempo, me he valido en forma similar de las obrasque han publicado.

    El objeto de este libro no consiste tanto en presentarnuevas verdades relativas a las luchas de pasadas edadescomo en hacer resaltar hechos y principios que tienenrelación con acontecimientos futuros. Sin embargo, cuandose considera los tales hechos y principios como formandoparte de la lucha empeñada entre las potencias de la luz ylas de las tinieblas, todos esos relatos del pasado cobrannuevo significado; y se desprende de ellos una luz queproyecta rayos sobre el porvenir, alumbrando el sendero delos que, como los reformadores de los siglos pasados, seránllamados, aun a costa de sacrificar todo bien terrenal, atestificar “de la Palabra de Dios y del testimonio deJesucristo.”

    Desarrollar las escenas de la gran lucha entre laverdad y el error; descubrir las tretas de Satanás y losmedios de resistirle con éxito; presentar una soluciónsatisfactoria del gran problema del mal, derramandoluz sobre el origen y el fin del pecado en forma tal quela justicia y benevolencia de Dios en sus relaciones consus criaturas queden plenamente manifiestas; y hacerpatente el carácter sagrado e inmutable de Su ley: tal esel objeto de esta obra. Que por su influencia muchos selibren del poder de las tinieblas y sean hechos “aptos para

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    participar de la suerte de los santos en luz,” para la gloriade Aquel que nos amó y se dio a Sí mismo por nosotros, tales la ferviente oración de la autora.

    —E.G.W., Healdsburg, California, Mayo, 1888

    “Porque de tal manera amó Diosal mundo, que ha dado a su Hijounigénito, para que todo aquelque en él cree, no se pierda, mastenga vida eterna. Porque noenvió Dios a su Hijo al mundo,para que condene al mundo, maspara que el mundo sea salvo porél. ”

    — Juan 3:16-17

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    Capítulo 1Capítulo 1Capítulo 1Capítulo 1Capítulo 1

    Su Amada enSu Amada enSu Amada enSu Amada enSu Amada enLlamasLlamasLlamasLlamasLlamas

    La Destrucción de JerusalénLa Destrucción de JerusalénLa Destrucción de JerusalénLa Destrucción de JerusalénLa Destrucción de Jerusalén————————————————————————————

    Uno de los templos más espléndidos en el mundo entero, una delas ciudades más bellas: Aquí está la historia de la destrucción de Jeru-salén en el año 70 después de Cristo, por los Romanos, bajo la direc-ción de Tito.

    Si era un espectáculo espantoso para el Romano; ¿qué se podría decirdel Judío? Toda la cumbre de la colina que miraba hacia la ciudad, fla-meante como un volcán—

    Jerusalén, la ciudad que un general Romano quiso rescatar–peroque fue quemada, a pesar de todo lo que el hombre pudo hacer parasalvarla–porque Jesús lo había profetizado treinta y nueve años an-tes.————————————————————————————

    “¡Oh si también tú conocieses, a lo menos en este tudía, lo que toca a tu paz! mas ahora está encubierto detus ojos. Porque vendrán días sobre ti, que tus enemigos tecercarán con baluarte, y te pondrán cerco, y de todas parteste pondrán en estrecho, y te derribarán a tierra, y a tus hijosdentro de ti; y no dejarán sobre ti piedra sobre piedra; porcuanto no conociste el tiempo de tu visitación.” Lucas 19:42-44.

    Desde lo alto del monte de los Olivos miraba Jesús aJerusalén, que ofrecía a sus ojos un cuadro de hermosu-ra y de paz. Era tiempo de Pascua, y de todas las regionesdel orbe los hijos de Jacob se habían reunido para celebrar lagran fiesta nacional. De entre viñedos y jardines como deentre las verdes laderas donde se veían esparcidas las tien-das de los peregrinos, elevábanse las colinas con sus terra-zas, los airosos palacios y los soberbios baluartes de la capi-

    La Destrucción de Jerusalén [19]

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    tal israelita. La hija de Sión parecía decir en su orgullo: “¡Es-toy sentada reina, y ... nunca veré el duelo!” porque siendoamada, como lo era, creía estar segura de merecer aún losfavores del cielo como en los tiempos antiguos cuando elpoeta rey cantaba: “Hermosa provincia, el gozo de toda latierra es el monte de Sión,...la ciudad del gran Rey.” Salmo48:2. Resaltaban a la vista las construcciones espléndidasdel templo, cuyos muros de mármol blanco como la nieveestaban entonces iluminados por los últimos rayos del solponiente que al hundirse en el ocaso hacía resplandecer eloro de puertas, torres y pináculos. Y así destacábase la granciudad, “perfección de hermosura,” orgullo de la naciónjudaica. ¡Qué hijo de Israel podía permanecer ante se-mejante espectáculo sin sentirse conmovido de gozo yadmiración! Pero eran muy ajenos a todo esto los pen-samientos que embargaban la mente de Jesús. “Comollegó cerca, viendo la ciudad, lloró sobre ella.” Lucas19:41. En medio del regocijo que provocara su entrada triun-fal, mientras el gentío agitaba palmas, y alegres hosannasrepercutían en los montes, y mil voces le proclamaban Rey,el Redentor del mundo se sintió abrumado por súbita y mis-teriosa tristeza. El, el Hijo de Dios, el Prometido de Israel,que había vencido a la muerte arrebatándole sus cautivos,lloraba, no presa de común abatimiento, sino dominado porintensa e irreprimible agonía.

    No lloraba por sí mismo, por más que supiera adón-de iba. Getsemaní, lugar de su próxima y terrible ago-nía, extendíase ante su vista. La puerta de las ovejasdivisábase también; por ella habían entrado durante siglos ysiglos las víctimas para el sacrificio, y pronto iba a abrirsepara él, cuando “como cordero” fuera “llevado al matade-ro.” Isaías 53:7. Poco más allá se destacaba el Calvario,lugar de la crucifixión. Sobre la senda que pronto le tocaríarecorrer, iban a caer densas y horrorosas tinieblas mientrasél entregaba su alma en expiación por el pecado. No era, sinembargo, la contemplación de aquellas escenas lo que arro-jaba sombras sobre el Señor en aquella hora de gran regoci-jo, ni tampoco el presentimiento de su angustia sobrehuma-

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    na lo que nublaba su alma generosa. Lloraba por el fataldestino de los millares de Jerusalén, por la ceguedad y por ladureza de corazón de aquellos a quienes él viniera a bende-cir y salvar.

    La historia de más de mil años durante los cualesDios extendiera su favor especial y sus tiernos cuidadosen beneficio de su pueblo escogido, desarrollábase antelos ojos de Jesús. Allí estaba el monte Moriah, donde elhijo de la promesa, cual mansa víctima que se entrega sinresistencia, fue atado sobre el altar como emblema del sa-crificio del Hijo de Dios. Allí fue donde se le habían confir-mado al padre de los creyentes el pacto de bendición y lagloriosa promesa de un Mesías. Génesis 22:9, 16-18. Allíera donde las llamas del sacrificio, al ascender al cielo desdela era de Ornán, habían desviado la espada del ángel exter-minador 1 Crónicas 21, símbolo adecuado del sacrificio deCristo y de su mediación por los culpables. Jerusalén habíasido honrada por Dios sobre toda la tierra. El Señor había“elegido a Sión; deseóla por habitación para sí.” Salmo132:13. Allí habían proclamado los santos profetas durantesiglos y siglos sus mensajes de amonestación. Allí habíanmecido los sacerdotes sus incensarios y había subido haciaDios el humo del incienso, mezclado con las plegarias de losadoradores. Allí había sido ofrecida día tras día la sangre delos corderos sacrificados, que anunciaban al Cordero de Diosque había de venir al mundo. Allí había manifestado Jehovásu presencia en la nube de gloria, sobre el propiciatorio. Allíse había asentado la base de la escalera mística que unía elcielo con la tierra Génesis 28:12; Juan 1:51, que Jacobviera en sueños y por la cual los ángeles subían y bajaban,mostrando así al mundo el camino que conduce al lugar san-tísimo. De haberse mantenido Israel como nación fiel al Cielo,Jerusalén habría sido para siempre la elegida de Dios. Jere-mías 17:21-25. Pero la historia de aquel pueblo tan favore-cido era un relato de sus apostasías y sus rebeliones. Habíaresistido la gracia del Cielo, abusado de sus prerrogativas ymenospreciado sus oportunidades.

    A pesar de que los hijos de Israel “hacían escarnio de

    La Destrucción de Jerusalén [20-21]

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    los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras,burlándose de sus profetas” 2 Crónicas 36:16, el Señor ha-bía seguido manifestándoseles como “Jehová, fuerte,misericordioso, y piadoso; tardo para la ira, y grande en be-nignidad y verdad.” Exodo 34:6. Y por más que le rechaza-ran una y otra vez, de continuo había seguido instándolescon bondad inalterable. Más grande que la amorosa compa-sión del padre por su hijo era el solícito cuidado con queDios velaba por su pueblo enviándole “amonestaciones pormano de sus mensajeros, madrugando para enviárselas; por-que tuvo compasión de su pueblo y de su morada.” 2 Cró-nicas 36:15. Y al fin, habiendo fracasado las amonesta-ciones, las reprensiones y las súplicas, les envió el mejorDon del cielo; más aún, derramó todo el cielo en ese soloDon.

    El Hijo de Dios fue enviado para exhortar a la ciu-dad rebelde. Era Cristo quien había sacado a Israel como“una vid de Egipto.” Salmo 80:8. Con su propio brazo, ha-bía arrojado a los gentiles de delante de ella; la había planta-do “en un recuesto, lugar fértil;” la había cercado cuidadosa-mente y había enviado a sus siervos para que la cultivasen.“¿Qué más se había de hacer a mi viña—exclamó,—que yono haya hecho en ella?” A pesar de estos cuidados, y pormás que, habiendo esperado “que llevase uvas” valiosas, lashabía dado “silvestres” Isaías 5:1-4, el Señor compasivo,movido por su anhelo de obtener fruto, vino en persona a suviña para librarla, si fuera posible, de la destrucción. La la-bró con esmero, la podó y la cuidó. Fue incansable en susesfuerzos para salvar aquella viña que él mismo había plan-tado.

    Durante tres años, el Señor de la luz y de la gloria estu-vo yendo y viniendo entre su pueblo. “Anduvo haciendo bie-nes, y sanando a todos los oprimidos del diablo,” curando alos de corazón quebrantado, poniendo en libertad a los cau-tivos, dando vista a los ciegos, haciendo andar a los cojos yoír a los sordos, limpiando a los leprosos, resucitando muer-tos y predicando el Evangelio a los pobres. Hechos 10:38;Lucas 4:18; Mateo 11:5. A todas las clases sociales por igual

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    dirigía el llamamiento de gracia: “Venid a mí todos los queestáis trabajados y cargados, que Yo os haré descansar.”Mateo 11:28.

    A pesar de recibir por recompensa el mal por el bien y elodio a cambio de su amor Salmo 109:5, prosiguió con fir-meza su misión de paz y misericordia. Jamás fue rechazadoninguno de los que se acercaron a él en busca de su gracia.Errante y sin hogar, sufriendo cada día oprobio y penurias,sólo vivió para ayudar a los pobres, aliviar a los agobiados ypersuadirlos a todos a que aceptasen el don de vida. Las co-rrientes de la misericordia divina eran rechazados por aque-llos corazones endurecidos y reacios pero volvían sobre elloscon más vigor, impulsados por la augusta compasión y porla fuerza del amor que sobrepuja a todo entendimiento. Is-rael, empero, se alejó de él, apartándose así de su mejorAmigo y de su único Auxiliador. Su amor fue desprecia-do, rechazados sus dulces consejos y ridiculizadas suscariñosas amonestaciones.

    La hora de esperanza y de perdón transcurrió rápi-damente. La copa de la ira de Dios, por tanto tiempocontenida, estaba casi llena. La nube que había ido for-mándose a través de los tiempos de apostasía y rebelión,veíase ya negra, cargada de maldiciones, próxima a estallarsobre un pueblo culpable; y el único que podía librarle de susuerte fatal inminente había sido menospreciado, escarneci-do y rechazado, y en breve lo iban a crucificar. Cuando elCristo estuviera clavado en la cruz del Calvario, ya habríatranscurrido para Israel su día como nación favorecida y sa-ciada de las bendiciones de Dios. La pérdida de una solaalma se considera como una calamidad infinitamente másgrande que la de todas las ganancias y todos los tesorosde un mundo; pero mientras Jesús fijaba su mirada enJerusalén, veía la ruina de toda una ciudad, de todo unpueblo; de aquella ciudad y de aquel pueblo que habíansido elegidos de Dios, su especial tesoro.

    Los profetas habían llorado la apostasía de Israel ylamentado las terribles desolaciones con que fueron castiga-das sus culpas. Jeremías deseaba que sus ojos se volvieran

    La Destrucción de Jerusalén (22-23)

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    manantiales de lágrimas para llorar día y noche por los muer-tos de la hija de su pueblo y por el rebaño del Señor que fuellevado cautivo. Jeremías 9:1; 13:17. ¡Cuál no sería en-tonces la angustia de Aquel cuya mirada profética abar-caba, no unos pocos años, sino muchos siglos! Veía al ángelexterminador blandir su espada sobre la ciudad que por tan-to tiempo fuera morada de Jehová. Desde la cumbre del montede los Olivos, en el lugar mismo que más tarde iba a serocupado por Tito y sus soldados, miró a través del valle losatrios y pórticos sagrados, y con los ojos nublados por laslágrimas, vió en horroroso anticipo los muros de la ciudadcircundados por tropas extranjeras; oyó el estrépito de laslegiones que marchaban en son de guerra, y los tristes la-mentos de las madres y de los niños que lloraban por pan enla ciudad sitiada. Vió el templo santo y hermoso, los pala-cios y las torres devorados por las llamas, dejando en sulugar tan sólo un montón de humeantes ruinas.

    Cruzando los siglos con la mirada, vió al pueblo delpacto disperso en toda la tierra, “como náufragos en unaplaya desierta.” En la retribución temporal que estaba porcaer sobre sus hijos, vió como el primer trago de la copa dela ira que en el juicio final aquel mismo pueblo deberá apu-rar hasta las heces. La compasión divina y el sublime amorde Cristo hallaron su expresión en estas lúgubres palabras:“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreasa los que son enviados a ti! ¡cuántas veces quise juntar tushijos, como la gallina junta sus pollos debajo de las alas, yno quisiste!” Mateo 23:37. ¡Oh! ¡si tú, nación favorecidaentre todas, hubieras conocido el tiempo de tu visitación ylo que atañe a tu paz! Yo detuve al ángel de justicia y tellamé al arrepentimiento, pero en vano. No rechazaste tansólo a los siervos ni despreciaste tan sólo a los enviados yprofetas, sino al Santo de Israel, tu Redentor. Si eres destruída,tú sola tienes la culpa. “No queréis venir a mí, para que ten-gáis vida.” Juan 5:40.

    Cristo vió en Jerusalén un símbolo del mundo endu-recido en la incredulidad y rebelión que corría presuro-so a recibir el pago de la justicia de Dios. Los lamentos de

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    una raza caída oprimían el alma del Señor, y le hicieron pro-rrumpir en esas expresiones de dolor. Vió además las pro-fundas huellas del pecado marcadas por la miseria humanacon lágrimas y sangre; su tierno corazón se conmovió decompasión infinita por las víctimas de los padecimientosy aflicciones de la tierra; anheló salvarlos a todos. Peroni aun su mano podía desviar la corriente del dolor hu-mano que del pecado dimana; pocos buscarían la únicaFuente de salud. El estaba dispuesto a derramar su mis-ma alma hasta la muerte, y poner así la salvación al al-cance de todos; pero muy pocos iban a acudir a él paratener vida eterna.

    ¡Mirad al Rey del cielo derramando copioso llanto! ¡Vedal Hijo del Dios infinito turbado en espíritu y doblegado bajoel peso del dolor! Los cielos se llenaron de asombro al con-templar semejante escena que pone tan de manifiesto la cul-pabilidad enorme del pecado, y que nos enseña lo que lecuesta, aun al poder infinito, salvar al pecador de las con-secuencias que le acarrea la transgresión de la ley de Dios.Dirigiendo Jesús sus miradas hasta la última generaciónvió al mundo envuelto en un engaño semejante al quecausó la destrucción de Jerusalén. El gran pecado de losjudíos consistió en que rechazaron a Cristo; el gran pe-cado del mundo cristiano iba a consistir en que rechaza-ría la ley de Dios, que es el fundamento de su gobiernoen el cielo y en la tierra. Los preceptos del Señor iban a sermenospreciados y anulados. Millones de almas sujetas alpecado, esclavas de Satanás, condenadas a sufrir la segundamuerte, se negarían a escuchar las palabras de verdad en eldía de su visitación. ¡Terrible ceguedad, extraña infatuación!

    Dos días antes de la Pascua, cuando Cristo se habíadespedido ya del templo por última vez, después de ha-ber denunciado públicamente la hipocresía de los prín-cipes de Israel, volvió al monte de los Olivos, acompa-ñado de sus discípulos y se sentó entre ellos en una lade-ra cubierta de blando césped, dominando con la vista laciudad. Una vez más contempló sus muros, torres y pala-cios. Una vez más miró el templo que en su deslumbrante

    La Destrucción de Jerusalén (24-25)

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    esplendor parecía una diadema de hermosura que coronaraal sagrado monte.

    Mil años antes el salmista había magnificado la bon-dad de Dios hacia Israel porque había escogido aqueltemplo como su morada. “En Salem está su tabernáculo, ysu habitación en Sión.” “Escogió la tribu de Judá, el montede Sión, al cual amó. Y edificó su santuario a manera deeminencia.” Salmos 76:2; 78:68, 69. El primer templo ha-bía sido erigido durante la época de mayor prosperidad en lahistoria de Israel. Vastos almacenes fueron construídos paracontener los tesoros que con dicho propósito acumulara elrey David, y los planos para la edificación del templo fueronhechos por inspiración divina. 1 Crónicas 28:12,19.Salomón, el más sabio de los monarcas de Israel, completóla obra. Este templo resultó ser el edificio más soberbio queeste mundo haya visto. No obstante, el Señor declaró porboca del profeta Hageo, refiriéndose al segundo templo: “Ma-yor será la gloria postrera de esta Casa que la gloria ante-rior.” “Sacudiré todas las naciones, y vendrá el Deseado detodas las naciones; y llenaré esta Casa de gloria, dice Jehováde los Ejércitos.” Hageo 2:9, 7.

    Después de su destrucción por Nabucodonosor, eltemplo fue reconstruído unos cinco siglos antes del naci-miento de Cristo por un pueblo que tras largo cautiveriohabía vuelto a su país asolado y casi desierto. Había enton-ces en Israel algunos hombres muy ancianos que habían vis-to la gloria del templo de Salomón y que lloraban al ver eltemplo nuevo que parecía tan inferior al anterior. El senti-miento que dominaba entre el pueblo nos es fielmente des-crito por el profeta cuando dice: “¿Quién ha quedado entrevosotros que haya visto esta casa en su primera gloria, ycual ahora la veis? ¿No es ella como nada delante de vues-tros ojos?” Hageo 2:3; Esdras 3:12. Entonces fue dada lapromesa de que la gloria del segundo templo sería mayorque la del primero.

    Pero el segundo templo no igualó al primero en magnifi-cencia ni fue santificado por las señales visibles de la pre-sencia divina con que lo fuera el templo de Salomón, ni hubo

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    tampoco manifestaciones de poder sobrenatural que dieranrealce a su dedicación. Ninguna nube de gloria cubrió al san-tuario que acababa de ser erigido; no hubo fuego que des-cendiera del cielo para consumir el sacrificio sobre el altar.La manifestación divina no se encontraba ya entre losquerubines en el lugar santísimo; ya no estaban allí el arcadel testimonio, ni el propiciatorio, ni las tablas de la ley. Nin-guna voz del cielo se dejaba oír para revelar la voluntad delSeñor al sacerdote que preguntaba por ella.

    Durante varios siglos los judíos se habían esforzado paraprobar cómo y dónde se había cumplido la promesa que Dioshabía dado por Hageo. Pero el orgullo y la incredulidad ha-bían cegado su mente de tal modo que no comprendían elverdadero significado de las palabras del profeta. Al segun-do templo no le fue conferido el honor de ser cubiertocon la nube de la gloria de Jehová, pero sí fue honradocon la presencia de Uno en quien habitaba corporalmentela plenitud de la Divinidad, de Uno que era Dios mismomanifestado en carne. Cuando el Nazareno enseñó y reali-zó curaciones en los atrios sagrados se cumplió la profecíagloriosa: El era el “Deseado de todas las naciones” que en-traba en su templo. Por la presencia de Cristo, y sólo porella, la gloria del segundo templo superó la del primero, peroIsrael tuvo en poco al anunciado don del cielo; y con el hu-milde Maestro que salió aquel día por la puerta de oro, lagloria había abandonado el templo para siempre. Así se cum-plieron las palabras del Señor, que dijo: “He aquí vuestracasa os es dejada desierta.” Mateo 23:38.

    Los discípulos se habían llenado de asombro y hastade temor al oír las predicciones de Cristo respecto de ladestrucción del templo, y deseaban entender de un modomás completo el significado de sus palabras. Durante másde cuarenta años se habían prodigado riquezas, trabajo yarte arquitectónico para enaltecer los esplendores y la gran-deza de aquel templo. Herodes el Grande y hasta el mismoemperador del mundo contribuyeron con los tesoros de losjudíos y con las riquezas romanas a engrandecer la magnifi-cencia del hermoso edificio. Con este objeto habíanse im-

    La Destrucción de Jerusalén (25-27)

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    portado de Roma enormes bloques de preciado mármol, detamaño casi fabuloso, a los cuales los discípulos llamaron laatención del Maestro, diciéndole: “Mira qué piedras, y quéedificios.” Marcos 13:1.

    Pero Jesús contestó con estas solemnes y sorpren-dentes palabras: “De cierto os digo, que no será dejadaaquí piedra sobre piedra, que no sea destruída.” Mateo24:2.

    Los discípulos creyeron que la destrucción de Jerusaléncoincidiría con los sucesos de la venida personal de Cristorevestido de gloria temporal para ocupar el trono de un im-perio universal, para castigar a los judíos impenitentes y li-bertar a la nación del yugo romano. Cristo les había anun-ciado que volvería, y por eso al oírle predecir los juicios queamenazaban a Jerusalén, se figuraron que ambas cosas su-cederían al mismo tiempo y, al reunirse en derredor del Se-ñor en el monte de los Olivos, le preguntaron: “¿Cuándoserán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del findel mundo?” Mateo 24:3.

    Lo porvenir les era misericordiosamente velado a losdiscípulos. De haber visto con toda claridad esos dos terri-bles acontecimientos futuros: los sufrimientos del Redentory su muerte, y la destrucción del templo y de la ciudad, losdiscípulos hubieran sido abrumados por el miedo y el dolor.Cristo les dió un bosquejo de los sucesos culminantesque habrían de desarrollarse antes de la consumaciónde los tiempos. Sus palabras no fueron entendidas ple-namente entonces, pero su significado iba a aclararse amedida que su pueblo necesitase la instrucción conteni-da en esas palabras. La profecía del Señor entrañabaun doble significado: al par que anunciaba la ruina deJerusalén presagiaba también los horrores del gran díafinal.

    Jesús declaró a los discípulos los castigos que iban acaer sobre el apóstata Israel y especialmente los que deberíasufrir por haber rechazado y crucificado al Mesías. Iban aproducirse señales inequívocas, precursoras del espantosodesenlace. La hora aciaga llegaría presta y repentinamente.

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    Y el Salvador advirtió a sus discípulos: “Por tanto, cuandoviéreis la abominación del asolamiento, que fue dicha porDaniel profeta, que estará en el lugar santo (el que lee, en-tienda), entonces los que están en Judea, huyan a los mon-tes.” Mateo 24:15, 16; Lucas 21:20. Tan pronto como losestandartes del ejército romano idólatra fuesen clava-dos en el suelo sagrado, que se extendía varios estadiosmás allá de los muros, los creyentes en Cristo debíanhuir a un lugar seguro. Al ver la señal preventiva, todoslos que quisieran escapar debían hacerlo sin tardar. Tanto entierra de Judea como en la propia ciudad de Jerusalén el avi-so de la fuga debía ser aprovechado en el acto. Todo el quese hallase en aquel instante en el tejado de su casa no debíaentrar en ella ni para tomar consigo los más valiosos teso-ros; los que trabajaran en el campo y en los viñedos no de-bían perder tiempo en volver por las túnicas que se hubiesenquitado para sobrellevar mejor el calor y la faena del día.Todos debían marcharse sin tardar si no querían verse en-vueltos en la ruina general.

    Durante el reinado de Herodes, la ciudad de Jerusalénno sólo había sido notablemente embellecida, sino tambiénfortalecida. Se erigieron torres, muros y fortalezas que, uni-dos a la ventajosa situación topográfica del lugar, la hacíanaparentemente inexpugnable. Si en aquellos días alguienhubiese predicho públicamente la destrucción de la ciudad,sin duda habría sido considerado cual lo fuera Noé en sutiempo: como alarmista insensato. Pero Cristo había dicho:“El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.”Mateo 24:35. La ira del Señor se había declarado contraJerusalén a causa de sus pecados, y su obstinada increduli-dad hizo inevitable su condenación.

    El Señor había dicho por el profeta Miqueas: “Oíd aho-ra esto, cabezas de la casa de Jacob, y capitanes de la casa deIsrael, que abomináis el juicio, y pervertís todo el derecho;que edificáis a Sión con sangre, y a Jerusalén con injusticia;sus cabezas juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñanpor precio, y sus profetas adivinan por dinero; y apóyanseen Jehová diciendo: ¿No está Jehová entre nosotros? No ven-

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    drá mal sobre nosotros.” Miqueas 3:9-11. Estas palabras dan una idea cabal de cuán corruptos

    eran los moradores de Jerusalén y de cuán justos se conside-raban. A la vez que se decían escrupulosos observadoresde la ley de Dios, quebrantaban todos sus preceptos. Lapureza de Cristo y su santidad hacían resaltar la iniqui-dad de ellos; por eso le aborrecían y le señalaban comoel causante de todas las desgracias que les habían sobre-venido como consecuencia de su maldad. Aunque hartosabían que Cristo no tenía pecado, declararon que su muerteera necesaria para la seguridad de la nación. Los príncipesde los sacerdotes y los fariseos decían: “Si le dejamos así,todos creerán en él; y vendrán los romanos y destruirán nues-tro lugar y nuestra nación.” Juan 11:48. Si se sacrificaba aCristo, pensaban ellos, podrían ser otra vez un pueblo fuertey unido. Así discurrían, y convinieron con el sumo sacerdoteen que era mejor que uno muriera y no que la nación enterase perdiese.

    Así era cómo los príncipes judíos habían edificado “aSión con sangre, y a Jerusalén con iniquidad,” y al paso quesentenciaban a muerte a su Salvador porque les echara encara sus iniquidades, se atribuían tanta justicia que se consi-deraban el pueblo favorecido de Dios y esperaban que elSeñor viniese a librarlos de sus enemigos. “Por tanto—-ha-bía añadido el profeta,—-a causa de vosotros será Sión ara-da como campo, y Jerusalén será majanos, y el monte de lacasa como cumbres de breñal.” Miqueas 3:12.

    Dios aplazó sus juicios sobre la ciudad y la naciónhasta cosa de cuarenta años después que Cristo huboanunciado el castigo de Jerusalén. Admirable la pacien-cia que tuvo Dios con los que rechazaran su Evangelio yasesinaran a su Hijo. La parábola de la higuera estéril repre-senta el trato bondadoso de Dios con la nación judía. Yahabía sido dada la orden: “Córtala, ¿por qué ocupará aúnla tierra?” Lucas 13:7, pero la divina misericordia lapreservó por algún tiempo. Había todavía muchos judíosque ignoraban lo que habían sido el carácter y la obra deCristo. Y los hijos no habían tenido las oportunidades ni

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    visto la luz que sus padres habían rechazado. Por medio dela predicación de los apóstoles y de sus compañeros, Diosiba a hacer brillar la luz sobre ellos para que pudiesen vercómo se habían cumplido las profecías, no únicamente lasque se referían al nacimiento y vida del Salvador sino tam-bién las que anunciaban su muerte y su gloriosa resurrec-ción. Los hijos no fueron condenados por los pecados desus padres; pero cuando, conociendo ya plenamente laluz que fuera dada a sus padres, rechazaron la luz adi-cional que a ellos mismos les fuera concedida, entoncesse hicieron cómplices de las culpas de los padres y col-maron la medida de su iniquidad.

    La longanimidad de Dios hacia Jerusalén no hizosino confirmar a los judíos en su terca impenitencia. Porel odio y la crueldad que manifestaron hacia los discípulosde Jesús, rechazaron el último ofrecimiento de misericordia.Dios les retiró entonces su protección y dió rienda suelta aSatanás y a sus ángeles, y la nación cayó bajo el dominio delcaudillo que ella misma se había elegido. Sus hijos menos-preciaron la gracia de Cristo, que los habría capacitado parasubyugar sus malos impulsos, y éstos los vencieron. Sata-nás despertó las más fieras y degradadas pasiones de susalmas. Los hombres ya no razonaban, completamente domi-nados por sus impulsos y su ira ciega. En su crueldad sevolvieron satánicos. Tanto en la familia como en la nación,en las clases bajas como en las clases superiores del pueblo,no reinaban más que la sospecha, la envidia, el odio, el alter-cado, la rebelión y el asesinato. No había seguridad en nin-guna parte. Los amigos y parientes se hacían traición unos aotros. Los padres mataban a los hijos y éstos a sus padres.Los que gobernaban al pueblo no tenían poder para gober-narse a sí mismos: las pasiones más desordenadas los con-vertían en tiranos. Los judíos habían aceptado falsos testi-monios para condenar al Hijo inocente de Dios; y ahora lasacusaciones más falsas hacían inseguras sus propias vidas.Con sus hechos habían expresado desde hacía tiemposus deseos: “¡Quitad de delante de nosotros al Santo deIsrael!” Isaías 30:11. y ya dichos deseos se habían cum-

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    plido. El temor de Dios no les preocupaba más; Satanásse encontraba ahora al frente de la nación y las más al-tas autoridades civiles y religiosas estaban bajo su do-minio.

    Los jefes de los bandos opuestos hacían a veces causacomún para despojar y torturar a sus desgraciadas víctimas,y otras veces esas mismas facciones peleaban unas con otrasy se daban muerte sin misericordia; ni la santidad del templopodía refrenar su ferocidad. Los fieles eran derribados al piede los altares, y el santuario era mancillado por los cadáve-res de aquellas carnicerías. No obstante, en su necia y abo-minable presunción, los instigadores de la obra infernaldeclaraban públicamente que no temían que Jerusalénfuese destruída, pues era la ciudad de Dios; y, con el pro-pósito de afianzar su satánico poder, sobornaban a falsosprofetas para que proclamaran que el pueblo debía esperarla salvación de Dios, aunque ya el templo estaba sitiado porlas legiones romanas. Hasta el fin las multitudes creyeronfirmemente que el Todopoderoso intervendría para derrotara sus adversarios. Pero Israel había despreciado la protec-ción de Dios, y no había ya defensa alguna para él. ¡Desdi-chada Jerusalén! ¡Mientras la desgarraban las contiendas in-testinas y la sangre de sus hijos, derramada por sus propiasmanos, teñía sus calles de carmesí, los ejércitos enemigosechaban a tierra sus fortalezas y mataban a sus guerreros!

    Todas las predicciones de Cristo acerca de la des-trucción de Jerusalén se cumplieron al pie de la letra;los judíos palparon la verdad de aquellas palabras de adver-tencia del Señor: “Con la medida que medís, se os medirá.”Mateo 7:2.

    Aparecieron muchas señales y maravillas como sín-tomas precursores del desastre y de la condenación. A lamedia noche una luz extraña brillaba sobre el templo y elaltar. En las nubes, a la puesta del sol, se veían como carrosy hombres de guerra que se reunían para la batalla. Los sa-cerdotes que ministraban de noche en el santuario eran ate-rrorizados por ruidos misteriosos; temblaba la tierra y se oíanvoces que gritaban: “¡Salgamos de aquí!” La gran puerta

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    del oriente, que por su enorme peso era difícil de cerrar entreveinte hombres y que estaba asegurada con formidables ba-rras de hierro afirmadas en el duro pavimento de piedras degran tamaño, se abrió a la media noche de una manera mis-teriosa.—Milman, History of the Jews, libro 13.

    Durante siete años un hombre recorrió continuamentelas calles de Jerusalén anunciando las calamidades que ibana caer sobre la ciudad. De día y de noche entonaba la frené-tica endecha: “Voz del oriente, voz del occidente, voz de loscuatro vientos, voz contra Jerusalén y contra el templo, vozcontra el esposo y la esposa, voz contra todo el pueblo.”—Ibid., libro 13. Este extraño personaje fue encarcelado y azo-tado sin que exhalase una queja. A los insultos que le diri-gían y a las burlas que le hacían, no contestaba sino conestas palabras: “¡Ay de Jerusalén! ¡Ay, ay de sus morado-res!” y sus tristes presagios no dejaron de oírse sino cuandoencontró la muerte en el sitio que él había predicho.

    Ni un solo cristiano pereció en la destrucción deJerusalén. Cristo había prevenido a sus discípulos, y to-dos los que creyeron sus palabras esperaron atentamen-te las señales prometidas. “Cuando viereis a Jerusalén cer-cada de ejércitos —había dicho Jesús,—sabed entonces quesu destrucción ha llegado. Entonces los que estuvieren enJudea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, vá-yanse.” Lucas 21: 20, 21. Después que los soldados roma-nos, al mando del general Cestio Galo, hubieron rodeado laciudad, abandonaron de pronto el sitio de una manera ines-perada y eso cuando todo parecía favorecer un asalto inme-diato. Perdida ya la esperanza de poder resistir el ataque, lossitiados estaban a punto de rendirse, cuando el general ro-mano retiró sus fuerzas sin motivo aparente para ello. Em-pero la previsora misericordia de Dios había dispuesto losacontecimientos para bien de los suyos. Ya estaba dada laseñal a los cristianos que aguardaban el cumplimiento de laspalabras de Jesús, y en aquel momento se les ofrecía unaoportunidad que debían aprovechar para huir, conforme alas indicaciones dadas por el Maestro. Los sucesos se desa-rrollaron de modo tal que ni los judíos ni los romanos hubie-

    La Destrucción de Jerusalén (32-33)

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    ran podido evitar la huida de los creyentes. Habiéndose reti-rado Cestio, los judíos hicieron una salida para perseguirle yentre tanto que ambas fuerzas estaban así empeñadas, loscristianos pudieron salir de la ciudad, aprovechando la cir-cunstancia de estar los alrededores totalmente despejados deenemigos que hubieran podido cerrarles el paso. En la épo-ca del sitio, los judíos habían acudido numerosos a Jeru-salén para celebrar la fiesta de los tabernáculos y así fuecomo los cristianos esparcidos por todo el país pudie-ron escapar sin dificultad. Inmediatamente se encamina-ron hacia un lugar seguro, la ciudad de Pella, en tierra dePerea, allende el Jordán.

    Las fuerzas judaicas perseguían de cerca a Cestio y a suejército y cayeron sobre la retaguardia con tal furia que ame-nazaban destruirla totalmente. Sólo a duras penas pudieronlas huestes romanas cumplir su retirada. Los judíos no su-frieron más que pocas bajas, y con los despojos que obtuvie-ron volvieron en triunfo a Jerusalén. Pero este éxito aparen-te no les acarreó sino perjuicios, pues despertó en ellos unespíritu de necia resistencia contra los romanos, que no tar-dó en traer males incalculables a la desdichada ciudad.

    Espantosas fueron las calamidades que sufrió Jeru-salén cuando el sitio se reanudó bajo el mando de Tito.La ciudad fue sitiada en el momento de la Pascua, cuan-do millones de judíos se hallaban reunidos dentro de susmuros. Los depósitos de provisiones que, de haber sido con-servados, hubieran podido abastecer a toda la población porvarios años, habían sido destruídos a consecuencia de la ri-validad y de las represalias de las facciones en lucha, y pron-to los vecinos de Jerusalén empezaron a sucumbir a los ho-rrores del hambre. Una medida de trigo se vendía por untalento. Tan atroz era el hambre, que los hombres roían elcuero de sus cintos, sus sandalias y las cubiertas de sus es-cudos. Muchos salían durante la noche para recoger las plan-tas silvestres que crecían fuera de los muros, a pesar de quemuchos de ellos eran aprehendidos y muertos por cruelestorturas, y a menudo los que lograban escapar eran despoja-dos de aquello que habían conseguido aun con riesgo de la

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    vida. Los que estab