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CONCURRENCIA DEL SINIESTRO - Estabilidad de obra / OCURRENCIA DEL SINIESTRO - Competencia para su declaración unilateral / POLIZA DE ESTABILIDAD Y BUENA CALIDAD DE LA OBRA - Título ejecutivo
Podía la entidad contratante declarar en forma unilateral la ocurrencia del siniestro?. Para la Sala la respuesta es afirmativa, por cuanto la administración tenía la facultad para hacerlo unilateralmente luego de la terminación y liquidación del contrato. Facultad que se derivaba no sólo de la póliza que garantizó la estabilidad de la obra (cláusula 4a. ord 1°) y de lo dispuesto en las resoluciones de la Contraloría General de la Nación que señalaban las bases que debían cumplir en aquel entonces las pólizas de seguro de los contratos estatales. Sino, primordialmente, de lo que prevé el numeral 5 del art. 68 del C.C.A. cuando disponen que prestaran mérito ejecutivo "Las demás garantías que a favor de las entidades públicas se presten por cualquier concepto, las cuales se integraran con el acto administrativo ejecutoriado que declare la obligación.
OCURRENCIA DEL SINIESTRO - Destinatario / OCURRENCIA DEL SINIESTRO - Legitimación para su impugnación Tanto la aseguradora como el contratista tenían interés en impugnar ese acto. La primera, para liberarse, con su nulidad, del pago de la garantía de estabilidad y buena calidad de la obra; y el contratista, porque la invalidación del acto lo liberaría de la acción que como subrogatorio tendría la aseguradora contra él, una vez cubierto el valor de la suma asegurada, en los términos del art. 1096 del C de Co. No es cierto entonces, que sólo estaba legitimada para impugnar ese acto la compañía aseguradora; como no es cierto tampoco que el contratista no podía hacerlo por falta de legitimación una vez terminado y liquidado el contrato, porque las partes con su liquidación quedaron a paz y salvo, dado el finiquito que para las mismas representaba esta. La liquidación, pese a ser una operación capaz de finiquitar el contrato, si bien puso punto final a las obligaciones recíprocas de las partes derivadas de la ejecución de la obra pública (sólo significó para la entidad contratante la aprobación de la obra como exteriormente ajustada al plan y a las reglas del arte), no comprendió, como es lógico, la estabilidad de la misma y su buena calidad futuras, porque al momento de la entrega y liquidación de la obra no se detectaron dichos fenómenos. Si así lo fuera, no tendría sentido ni justificación alguna la exigencia de esa garantía por un plazo posterior al fenecimiento del contrato.
OBRA PUBLICA ESTABILIDAD Y BUENA CALIDAD - Régimen de responsabilidad aplicable / CONTRATO ESTATAL - Procedimiento para declaratoria del siniestro
Si la obligación de estabilidad, de rango legal y supletiva de la voluntad de las partes (art. 2060 del C. de Comercio) opera entre particulares, no se entiende como puede alegarse su inoperancia en el campo de las obras públicas que
interesan a toda la comunidad. Se habla de norma supletiva porque los contratantes podrán convertir plazos diferentes para exigir esa estabilidad. Y ante el vacío que se observa dentro del régimen legal de los contratos estatales, en especial en el de obra pública, nada impide así la aplicación de ese art. 2060 también en el aludido campo salvo estipulación en contrario, en la cual se entienda que las partes convinieron un plazo de estabilidad mayor o menor al término de 10 años señalado en esta norma. En el campo de la contratación estatal la administración antes de formular su reclamo a la aseguradora deberá expedir un acto administrativo unilateral, en el cual declarará ocurrido el siniestro, y frente al mismo, tanto la aseguradora como el contratista podrán agotar la vía gubernativa e impugnarlo jurisdiccionalmente. (art 68, ord. 5° del C.C.A.). Se adelante así el debate en torno a un acto dictado con base en un poder legal. Acto que una vez ejecutoriado o luego de resultar fallidas las vías gubernativa y jurisdiccional, prestará con la póliza correspondiente mérito ejecutivo contra la aseguradora, la que deberá pagar el seguro en los términos convenidos.
PODER EXHORBITANTE DE LA ADMINISTRACION - Límites
La resolución de ocurrencia del riesgo no podrá considerarse como una declaración unilateral de incumplimiento del contratista, aunque aparentemente lleve implícita tal determinación, porque la administración carecía de ese poder exorbitante con ese alcance, sólo posible, a la sazón, para imponer multas o declarar la caducidad por grave incumplimiento del contratista durante la vigencia del contrato o para hacer efectiva la cláusula penal pecuniaria luego de terminado éste. En otros términos, esa resolución no tendrá valor ejecutivo contra éste. Tan cierto es esto que si la aseguradora, por alguna circunstancia, no paga el seguro o no se logra la efectividad del cobro por la vía ejecutiva, la administración no podrá con base en la resolución que declaró la existencia del siniestro, ejecutar al contratista, sino que tendrá que demandarlo en acción de cumplimiento ante el juez del contrato.
CONSEJO DE ESTADO
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO
- SECCION TERCERA -
CONSEJERO PONENTE: CARLOS BETANCUR JARAMILLO
Santafé de Bogotá, D.C., Julio diez (10) de mil novecientos noventa y siete (1997)
REF: EXPEDIENTE No. 9286 - CONTRATOS
ACTOR: GONZALO MOREANO LEMOS
DEMANDADA: FONDO NACIONAL DE AHORRO
Procede la sala a decidir el recurso de apelación interpuesto por la
parte demandante y por la Aseguradora Grancolombiana, contra la sentencia
proferida por el tribunal administrativo de Cundinamarca el 5 de agosto de 1.993, en
la cual se rechazaron las pretensiones de la demanda.
ANTECEDENTES
1. - El presente proceso tuvo origen en la demanda formulada el 10 de
febrero de 1.989 por GONZALO MOREANO LEMOS contra el FONDO NACIONAL
DEL AHORRO, con el objeto de que fuera declarada la nulidad de las resoluciones
No 01580 y 01750 del 3 y 30 de noviembre de 1.988 proferidas por la entidad
demandada, mediante las cuales se declaró la realización del riesgo de calidad y
estabilidad de la obra amparado por la póliza No CU - 780 - 1169 expedida por la
ASEGURADORA GRANCOLOMBIANA para garantizar estos siniestros respecto de
la construcción de 67 apartamentos en el proyecto habitacional "Urbanización El
Mirador", cuya construcción adelantó el demandante.
Como consecuencia de la nulidad de las resoluciones demandadas el
demandante pidió que se condenara a la demandada "in genere" a pagarle
"cualquier perjuicio o daño que reciba por causa o con ocasión de los efectos de las
resoluciones acusadas." (f.2)
2. - En los hechos de la demanda se señaló:
a. - Que el Fondo Nacional de Ahorro aceptó la oferta hecha
por el demandante para la construcción de 70 viviendas en la "Urbanización El
Mirador", ubicada en la ciudad de Pasto.
b. - Que con ese motivo se celebró el contrato cofinanciado, el
cual fué protocolizado mediante la escritura pública # 799 de 28 de octubre de 1985
(a fls 24 C # 4); convenio sujeto a las reglas del derecho privado, tal como
expresamente se señala en los actos impugnados.
c. - Que para garantizar la estabilidad de las obras, el
contratista constituyó la póliza # CU 1100 (a fls 114), en favor de la entidad oficial, en
cuyas condiciones generales, expedidas con base en la resolución de la Contraloría
General # 10500 / 84, se establece como requisito para que se entienda causado el
siniestro, la expedición por parte de la entidad aseguradora de una resolución en la
cual “se declare la realización del riesgo que ampara esta póliza por causas
imputables al contratista”.
d. - Que el demandante entregó los apartamento a entera
satisfacción tanto del banco financiador del proyecto como de los compradores y del
propio F. N.A.
e. - Que luego de transcurridos 12 meses algunos compradores
formularon reparos a los apartamentos recibidos; que el F.N.A. envió un funcionario
a inspeccionarlos y encontró algunas presuntas fallas que fueron dadas a conocer al
demandante.
f. - Que el demandante dió contestación a las observaciones,
reconociendo algunas de las fallas y rechazando especialmente aquéllas
relacionadas con la obligación de instalar calentadores, arreglar cubiertas, construir
bajantes y hacer la limpieza de las fachadas.
g. - Que la demandada no aceptó dichas explicaciones y dictó
la resolución No 1.580 del 3 de noviembre de 1.988 (impugnada en la demanda), por
la cual declaró causado el siniestro; que contra ella el actor interpuso recurso de
reposición alegando la falta de convocación del tribunal de arbitramento previsto en
el contrato y señalando que las obras que echaba de menos la entidad no habían
sido previstas en el mismo. Dicho recurso fué resuelto desfavorablemente en la
resolución No 01750 del 30 de noviembre de 1.988, también impugnada en el libelo.
3. - La entidad dió contestación a la demanda (f.224 c.4) y se opuso a
las pretensiones en ella formuladas.
4. - Mediante auto del 23 de agosto de 1.990 (f. 332 c.4) se ordenó la
citación de la Aseguradora Grancolombiana S.A.; la cual compareció al proceso
adhiriéndose a la solicitud de nulidad formulada en la demanda (f. 358 c.4).
5. - El tribunal de primera instancia estimó que no estaban probados
los cargos formulados contra las resoluciones impugnadas, razón por la cual
rechazó las pretensiones de la demanda. Así, consideró que no se había violado
el art 26 de la Constitución anterior, no sólo porque al contratista se le permitió
controvertir los informes de los funcionarios del Fondo que detectaron las fallas en
la estabilidad y buena calidad de las obras, sino porque también se le notificó
personalmente la resolución que declaró probado el siniestro, frente a la cual el
mismo contratista agotó la vía gubernativa.
Arguyó, asimismo, que la decisión del presente asunto no podía estar
a cargo de árbitros, porque la cláusula compromisoria se pactó para solucionar los
conflictos entre el contratista (oferente de las obras) y los beneficiarios de las
mismas (los compradores de los apartamentos) y no para dirimir los posibles
discrepancias que pudieran surgir entre el Fondo y la compañía de seguros
derivadas del contrato de garantía.
Para el a - quo el acto administrativo no fué motivado falsamente, ya
que los motivos expuestos por la administración corresponden a la realidad
detectada, puesto que la obra sí presentaba notorias fallas en su construcción y en
la calidad de los materiales utilizados.
6. - Inconformes la parte actora y la compañía de seguros apelaron y
formularon sus reparos en sendos escritos que obran a folios.
Para resolver, SE CONSIDERA:
La sentencia de primera instancia será confirmada porque la sala
hace suya, en lo fundamental, la perspectiva manejada por el a - quo. Se advierte,
por lo demás, que las ideas centrales reiterarán lo expuesto en la sentencia de 2
de junio de 1992, de la cual fué ponente el señor Consejero Suárez Hernández
(Proc. 8826, Eugenio Mejía Restrepo).
Pese a que la reiteración de sus argumentos sería suficiente para
confirmarla, dada la importancia y la novedad del tema, la sala abordará los
siguientes puntos, con la advertencia de que la motivación girará en torno a la
legislación vigente durante la celebración y ejecución del contrato, así: a) Las
excepciones propuestas; b) Los actos impugnados, la legitimación por activa y la
exorbitancia de la administración; c) La aplicación del art 2060 del c.c; d) El caso
concreto y la conclusión.
a) Las excepciones
Tal como lo sostuvo el a - quo, las excepciones propuestas por la
parte demandada no tienen vocación de prosperidad. Así, no se configuró la falta
de legitimación, tal como se explicará en el acápite siguiente relacionado con los
actos impugnados y la legitimación por activa tanto de la compañía aseguradora
como del contratista. Sobre la falta de jurisdicción, a más de los argumentos
expuestos por el a - quo que se comparten en su integridad, se observa que si
bien es cierto que en el contrato cofinanciado se convino que “las divergencias
que se susciten en relación con el contrato y que paralicen o perturben la
ejecución de las obras serían dirimidas por árbitros”, no lo es menos que tal como
esta redactada la cláusula, las divergencias hacían referencia al período de
ejecución de las obras, por ser perturbadores o paralizadoras de las mismas, pero
no para la definición misma del riesgo asegurado una vez terminado y liquidado el
contrato, aspecto éste, como se explicará también más adelante, que está
cobijado con los poderes exorbitantes de la administración posteriores a su
fenecimiento para hacer exigible la garantía de estabilidad, conservación y buena
calidad de las obras.
b) Los actos impugnados y la legitimación
La administración demandada, en vista de los deterioros que
presentaba la obra ejecutada por el contratista, dictó la resolución # 01580,
confirmada por la #01750, expedidas en su orden, el 3 y 30 de noviembre de
1988, por las cuales declaró la realización del riesgo de calidad y estabilidad de la
obra amparada por la póliza # CU - 780 - 1169 expedida por la Aseguradora
Grancolombiana.
El contratista , como se dijo atrás, manifestó su inconformidad e
impugnó las mencionadas resoluciones para pedir que como consecuencia de su
nulidad se condenara al IDU al pago de perjuicios en abstracto. Al proceso se
vinculó también a la aseguradora, llamada como litisconsorte necesario.
Aquí surge el primer interrogante. Podía la entidad contratante
declarar en forma unilateral la ocurrencia del siniestro?. Para la Sala la respuesta
es afirmativa, por cuanto la administración tenía la facultad para hacerlo
unilateralmente luego de la terminación y liquidación del contrato. Facultad que se
derivaba no sólo de la póliza que garantizó la estabilidad de la obra (cláusula 4ª
ord 1º) y de lo dispuesto en las resoluciones de la Contraloría General de la
Nación que señalaban las bases que debían cumplir en aquél entonces las pólizas
de seguro de los contratos estatales (Resoluciones #s 10500 / 84, 10610 / 84 y
10756 / 84), sino, primordialmente, de lo que prevé el nl 5 del art 68 del c.c.a.
cuando dispone que prestarán mérito ejecutivo “las demás garantías que a favor
de las entidades públicas se presten por cualquier concepto, las cuales se
integrarán con el acto administrativo ejecutoriado que declare la obligación”
(subrayas fuera de texto)
Es este un poder de límites específicos que podía ser ejercido por la
administración luego de la terminación y liquidación del contrato, como era de esta
índole la declaratoria de incumplimiento que podía efectuar la misma para hacer
efectiva la cláusula penal pecuniaria (art 72 del dec 222 de 1983). En estos
eventos se excepcionaba el principio de que los poderes exorbitantes de la
administración en materia contractual tenían como límite temporal, en principio, la
vigencia del contrato.
En este sentido, el acto que declaró la ocurrencia del siniestro tenía
un destinatario que podría calificarse como principal, cual es la aseguradora que
otorgó la garantía; y otro, también interesado en su cuestionamiento, o sea el
contratista de la administración que celebró con aquélla el contrato de seguro.
Aseguradora y contratista que fueron debida y oportunamente notificados del acto
que declaró la ocurrencia del siniestro (ver constancias a folios 18 y ss del Cdno #
1).
Se hace la precisión precedente para afirmar que tanto la
aseguradora como el contratista tenían interés en impugnar ese acto. La primera,
para liberarse, con su nulidad, del pago de la garantía de estabilidad y buena
calidad de la obra; y el contratista, porque la invalidación del acto lo liberaría de la
acción que como subrogatario tendría la aseguradora contra él, una vez cubierto el
valor de la suma asegurada, en los términos del art 1096 del c de co. (Ver cláusula
9ª del contrato de seguro, a folios 116).
No es cierto, entonces, que sólo estaba legitimada para impugnar
ese acto la compañía aseguradora; como no es cierto tampoco que el contratista
no podía hacerlo por falta de legitimación una vez terminado y liquidado el
contrato, porque las partes con su liquidación quedaron a paz y salvo, dado el
finiquito que para las mismas representaba ésta.
Y no es aceptable tal afirmación, porque la liquidación, pese a ser
una operación capaz de finiquitar el contrato, si bien puso punto final a las
obligaciones recíprocas de las partes derivadas de la ejecución de la obra pública
(sólo significó para la entidad contratante la aprobación de la obra como
exteriormente ajustada al plan y a las reglas del arte), no comprendió, como es
lógico, la estabilidad de la misma y su buena calidad futuras, porque al momento
de la entrega y liquidación de la obra no se detectaron dichos fenómenos. Si así
lo fuera, no tendría sentido ni justificación alguna la exigencia de esa garantía por
un plazo posterior al fenecimiento del contrato.
c) La aplicación del artículo 2060 del c.c.
De ser cierto que el contratista de una obra pública, con la
liquidación del contrato, se libera de responder por la estabilidad de la misma y su
buena calidad, habría que aceptar dos tesis francamente inaceptables. La
primera, que la administración contratante no podrá instaurar, luego de la
liquidación acción de perjuicios contra el contratista por la obra que perece o
amenaza ruina, bien por vicios en la construcción o en los materiales utilizados o
por vicios en el suelo que debió conocer, porque esa liquidación purgó cualquier
vicio en la construcción; o, en otras palabras, que luego de la liquidación el
contratista no será responsable por la construcción de la obra. Y la segunda, que
la estabilidad de la obra y su buena calidad no son obligaciones emanadas del
contrato porque el art 2060 del c.c., en sus nls 3 y 4, sólo opera en el derecho
privado y para las obras contratadas entre particulares.
Las afirmaciones precedentes no tienen justificación alguna, por
desconocer los efectos de los contratos y de las obligaciones emanados de los
mismos. Los contratos se celebran para su recto y cabal cumplimiento; y en los
contratos de obra pública ese cumplimiento es de interés general; y la aceptación
inicial que se haga por el dueño de la misma durante la diligencia de entrega, no le
impedirá a éste exigirle al constructor que le responda en el futuro por su
estabilidad y buena calidad de los materiales utilizados. De allí que si nadie
discute esa facultad en el campo del derecho privado, frente a las obras públicas
es más evidente esa exigencia porque en éstas está involucrado, como se dijo, el
interés general.
En tal sentido, si la obligación de estabilidad, de rango legal y
supletiva de la voluntad de las partes (art 2060 antecitado), opera entre
particulares, no se entiende cómo pueda alegarse su inoperancia en el campo de
las obras públicas que interesan a toda la comunidad. Se habla de norma
supletiva porque los contratantes podrán convenir plazos diferentes para exigir esa
estabilidad.
Y ante el vacío que se observa dentro del régimen legal de los
contratos estatales, en especial en el de obra pública, nada impide así la
aplicación de ese art 2060 también en el aludido campo salvo estipulación en
contrario, en la cual se entienda que las partes convinieron un plazo de estabilidad
mayor o menor al término de 10 años señalado en esta norma. En este orden de
ideas, frente a estas obras cabe precisar:
a) Tal como lo señala la resolución 10500 / 84 de la
Contraloría General la garantía de estabilidad y conservación de la obra pública
debía otorgarse por el término indicado por la entidad contratante dentro del pliego
de condiciones, teniendo en cuenta las características de la obra; término que no
podía ser inferior a dos años ni superior a cinco y debía otorgarse
simultáneamente con el recibo de la obra. Dicha resolución fué expedida con base
en el art 69 del 222.
b) Lo precedente significaba que vencida la garantía quedaba
liberado el contratista de sus obligaciones de estabilidad y buena calidad de la
obra, porque en tal eventualidad cobraba vigencia la voluntad de las partes sobre
la previsión legal, la cual, se repite, es supletiva de dicha voluntad.
c) Las obligaciones de estabilidad y buena conservación de la
obra tienen su fuente indiscutible en el contrato; y su garantía no le hace perder al
de seguro su carácter de accesorio del de obra pública, para convertirlo en
principal y como si esas obligaciones no emanaron de este último, sino el acto de
liquidación.
De todo lo precedente se infiere que, en el campo de los seguros, se
observan ciertas diferencias que muestran cómo uno es el trato en las relaciones
interparticulares y otro, el que se da cuando ese seguro garantiza obligaciones
contraidas por los contratistas de la administración.
En el campo privado, la persona a cuyo favor se otorga un seguro
hace el reclamo a la aseguradora demostrando la existencia del siniestro y la
cuantía de los daños. Frente a dicha reclamación la aseguradora puede, dentro
del término de sesenta días, pagar u objetar razonablemente dicha reclamación.
Si no formula objeciones, la póliza prestará mérito ejecutivo en su contra. Y si las
formula, la persona asegurada debe acudir al juez del contrato para que éste
resuelva si las objeciones son o no fundadas (arts 1077 y 1080).
Sobre el punto, el profesor Hernán Fabio López B en su obra
Comentarios al Contrato de Seguro, expresa:
“Como ya lo dijimos, bien puede suceder que presentada la
reclamación, ésta sea objetada oportuna y fundadamente por la empresa
aseguradora, con lo cual queda enervada la vía ejecutiva, pero no así el derecho
del reclamante a la indemnización, quien puede acudir al juicio ordinario para
obtener la declaración de aquel derecho, demostrando que no existe razón en la
objeción presentada (Ed. Temis, 1982, pág. 129).
En cambio, en el campo de la contratación estatal la administración
antes de formular su reclamo a la aseguradora deberá expedir un acto
administrativo unilateral, en el cual declarará ocurrido el siniestro; y frente al
mismo, tanto la aseguradora como el contratista podrán agotar la vía gubernativa
e impugnarlo jurisdiccionalmente. (art 68, ord 5º del c.c.a).
Se adelanta así el debate en torno a un acto dictado con base en un
poder legal. Acto que una vez ejecutoriado o luego de resultar fallidas las vías
gubernativa y jurisdiccional, prestará con la póliza correspondiente mérito ejecutivo
contra la aseguradora, la que deberá pagar el seguro en los términos convenidos.
No obstante lo dicho, cabe precisar que esa resolución de ocurrencia
del riesgo no podrá considerarse como una declaración unilateral de
incumplimiento del contratista, aunque aparentemente lleve implícita tal
determinación, porque la administración carecía de ese poder exorbitante con ese
alcance, como se explicó atrás, sólo posible, a la sazón, para imponer multas o
declarar la caducidad por grave incumplimiento del contratista durante la vigencia
del contrato o para hacer efectiva la cláusula penal pecuniaria luego de terminado
éste.
En otros términos, esa resolución no tendrá valor ejecutivo contra
éste. Tan cierto es esto que si la aseguradora, por alguna circunstancia, no paga
el seguro o no se logra la efectividad del cobro por la vía ejecutiva, la
administración no podrá, con base en la resolución que declaró la existencia del
siniestro, ejecutar al contratista, sino que tendrá que demandarlo en acción de
cumplimiento ante el juez del contrato.
d) El caso concreto y la conclusión
Para la sala la sentencia recurrida merece confirmación porque
ninguno de los cargos formulados en la demanda tiene vocación de prosperidad.
Así, no se violó el derecho de defensa del contratista demandante
porque el acto administrativo no sólo no requería el adelantamiento de una
actuación administrativa previa con su intervención, por tratarse de prerrogativa
exorbitante que podía ejercer por si y ante sí, sino porque el primer informe de
visita que se hizo a las obras, en la cual se detectaron las fallas que presentaban
éstas, fué puesto en conocimiento del contratista, quien expuso sus puntos de
vista al respecto y porque la segunda visita se llevó a cabo también con su
concurso y durante la cual tuvo oportunidad de contestar los reparos que se le
hicieron. Además, frente al acto que declaró la ocurrencia del siniestro interpuso
los recursos gubernativos y formuló la demanda que aquí se decide.
El cargo de falta de jurisdicción ya se estudió atrás y la sala se remite
a lo expuesto en el capítulo de las excepciones.
Frente al cargo de falsa motivación, nada logró la parte actora porque
las pruebas practicadas no pudieron desvirtuar los daños detectados durante las
visitas practicadas a las obras y que fueron corroborados pericialmente. Así, la
presunción de certeza no fué desvirtuada por la demandante y el acto deberá
mantenerse en su integridad.
Sobre el análisis de los distintos cargos la sala se remite, además, a
lo expuesto por el a - quo, ya que se estima ajustado no sólo a la ley sino al
acervo probatorio recaudado.
Cabe destacar finalmente, que la administración expidió las
resoluciones impugnadas en la demanda dentro del término de la garantía de
estabilidad, convenido en 730 días, contados desde el 5 de diciembre de 1986 al 5
de diciembre de 1988. En este sentido, el Fondo Nacional de Ahorro ejerció su
derecho en oportunidad, ya que la resolución # 01580 se expidió el 3 de
noviembre de ese año de 1988 y la entidad decidió la reposición mediante la
resolución 01750 el 30 de los mismos mes y año, notificado ese mismo día al
contratista y el 2 de diciembre siguiente a la aseguradora (a fls 27 y ss Cdno ppal).
Por lo expuesto, el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso
Administrativo, Sección Tercera, administrando justicia en nombre de la República
y por autoridad de la ley,
FALLA:
Confírmase la sentencia de 5 de agosto de 1993, dictada por el tribunal
administrativo de Cundinamarca.
Sin costas en la segunda instancia.
CÓPIESE, NOTIFÍQUESE Y DEVUÉLVASE.
CARLOS BETANCUR JARAMILLO JESUS MARIA CARRILLO
BALLESTEROS
Presidente Sala
RICARDO HOYOS DUQUE JUAN DE DIOS MONTES
HERNANDEZ
DANIEL SUAREZ HERNANDEZ
LOLA ELISA BENAVIDES LOPEZ
Secretaria
dvv.