contenidos de prÁcticas del lenguaje
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ORIENTACIÓN PARA ASPIRANTES
NIVEL SECUNDARIO
ESPECIALIDAD TÉCNICO EN ELECTROMECÁNICA
CICLO LECTIVO 2017
Objetivos del área de Prácticas del Lenguaje:
Conocer y comprender mejor el mundo y a nosotros mismos a través de nuestra lengua y la literatura.
Construir una perspectiva lingüística personal que permita discernir los propios procesos de aprendizaje
vinculados con la comprensión, la interpretación y la producción de textos orales y escritos.
Formarse progresivamente como lectores independientes, capaces de elegir críticamente autores y obras
según intereses personales y particulares. Interesarse en producir textos orales y escritos que se adecuen
a las pautas de comunicabilidad que organizan nuestra cultura.
Leer textos en diversos formatos y situaciones, según propósitos variados y empleando diferentes
estrategias.
Reflexionar acerca de la lengua en su aspecto normativo y gramatical.
Valorar las posibilidades de la lengua oral y escrita como medio que permite expresar y compartir
pensamientos, sentimientos y conocimientos.
La reflexión sobre el lenguaje. La lengua como sistema
Reconocimiento de sustantivos, adjetivos, adverbios, preposiciones y pronombres.
Nociones básicas acerca de la reflexión sobre la gramática. La oración simple: la oración bimembre y la
oración unimembre. El sujeto. Sujeto simple y compuesto. El sujeto expreso y el sujeto tácito. El predicado
verbal simple y compuesto.
Modificadores del sustantivo: modificadores directo e indirecto. Aposición.
Modificadores del verbo. El objeto directo. Los circunstanciales.
El circuito de la comunicación. Componentes.
La oración según la intención del hablante: enunciativas, interrogativas, exhortativas, desiderativas,
dubitativas, exclamativas.
Reflexión acerca de la Normativa:
Tildación general. Identificación de palabras según su acentuación (agudas, graves, esdrújulas,
sobresdrújulas). Reglas de tildación general.
CONTENIDOS DE PRÁCTICAS DEL LENGUAJE
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Uso de mayúsculas y signos de puntuación.
Diptongo y triptongo. Hiato.
Sinónimos, antónimos, hipónimos e hiperónimos.
Construcción de familias de palabras.
Reglas ortográficas básicas (usos de B, V, G, J, S, Z, C, H, X)
Las prácticas del lenguaje en el ámbito de la literatura
Reconocimiento de tipos de textos: ficcionales y no ficcionales. Tramas textuales (trama narrativa,
dialogal, descriptiva, expositiva, instruccional).
Identificación de clases de narrador según grado de conocimiento y persona de la enunciación
(protagonista, testigo y omnisciente).
Reconocimiento de personajes principales y secundarios.
Identificación de núcleos narrativos y construcción de secuencias narrativas.
Capacidad para elaborar un resumen argumental a partir de un breve texto propuesto.
Redacción de textos de trama eminentemente narrativa.
Lectura y análisis de un corpus de textos de intención literaria.
Producción escrita a partir del corpus de textos literarios.
Las prácticas del lenguaje en contextos de estudio
Lectura y análisis de textos expositivos. Identificación de la estructura de la trama explicativa.
Lectura de textos de trama explicativa – expositiva.
Noción de paratexto. Identificación de elementos paratextuales. (Título, subtítulo, epígrafe)
Identificación de conceptos de texto, párrafo y oración.
Identificación de tema, subtema e ideas principales.
Comprensión lectora
Se propondrá una serie de textos a partir de los cuales, los alumnos realizarán actividades que
permitirán medir el grado de comprensión lectora alcanzado. A la hora de evaluar este punto, se observará
el cuidado y ajuste a la normativa, además de la correcta construcción textual.
También, durante la evaluación inicial, los alumnos leerán y trabajarán sobre textos desconocidos
(literarios y no literarios) que permitirán medir el grado de comprensión lectora
ES IMPRESCINDIBLE QUE LOS ALUMNOS SE PRESENTEN A LA INSTANCIA DE
PRÁCTICAS DEL LENGUAJE HABIENDO LEÍDO EN PROFUNDIDAD TODOS LOS TEXTOS
QUE FORMAN PARTE DEL CORPUS.
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Criterios de evaluación:
A la hora de evaluar se tendrán en cuenta los siguientes criterios:
Comprensión de las consignas propuestas.
Ajuste de la respuesta a lo solicitado en la consigna.
Claridad y calidad de la producción textual escrita. Ajuste a la normativa de la lengua española.
Reconocimiento de las diferentes clases de palabras y sus respectivas funciones sintácticas.
Reconocimiento de los principios generales del sistema de la lengua y de la gramática textual y
oracional.
Capacidad de abstracción para la creación de resúmenes y secuencias narrativas.
Uso de un vocabulario adecuado.
Dominio de la información. Pertinencia temática.
Capacidad para comprender textos literarios e informativos.
Reconocimiento de tipos textuales y capacidad de producción acorde a diferentes tipologías de textos.
NOTA:
LOS ALUMNOS DEBERÁN PRESENTAR LA EVALUACIÓN EN TINTA. NINGUNA
ACTIVIDAD PODRÁ PERMANECER EN LÁPIZ.
SERÁ NECESARIO CUIDAR LA CALIGRAFÍA, YA QUE TODA RESPUESTA
ILEGIBLE SERÁ CONSIDERADA INVÁLIDA.
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Importante:
Estructura del Curso de Orientación para Aspirantes
en el área de Prácticas del Lenguaje
Eje temático 1 (Sábado 3/09/2016): La reflexión sobre el lenguaje. La lengua como
sistema Es importante que el aspirante se presente a la clase habiendo realizado los
ejercicios 1 a 16 del cuadernillo.
Eje temático 2 (Sábado 10/09/2016): Las Prácticas del Lenguaje en el ámbito de la
Literatura. Las Prácticas del Lenguaje en contextos de estudio. Para esta clase será
imprescindible que el aspirante haya leído los textos literarios que se adjuntan al final de
este cuadernillo y realizado los ejercicios 17 a 19.
Eje temático 3 (Sábado 17/09/2106): Reflexión acerca de la normativa. Es importante
que el aspirante se presente a la clase habiendo realizado los ejercicios 20 a 42 del
presente cuadernillo.
Instancia de Prácticas del Lenguaje: sábado 1 de octubre de 2016 a las 7:45 hs.
En el presente cuadernillo se incluyen actividades relacionadas con los contenidos que serán
considerados en la Instancia de Prácticas del Lenguaje.
No es una presentación ni explicación teórica de los contenidos, sino espacios de práctica para que
los alumnos conozcan la modalidad en la que serán evaluados.
LOS DOCENTES ENCARGADOS DE LA PREPARACIÓN Y DICTADO DEL CURSO DE ORIENTACIÓN
PARA ASPIRANTES NO POSEEN NINGÚN TIPO DE VÍNCULO CON INSTITUCIONES O
PROFESORES PARTICULARES QUE SE OFREZCAN PARA PREPARAR A LOS ALUMNOS EN
RELACIÓN A LOS CONTENIDOS AQUÍ PROPUESTOS.
CURSO DE ORIENTACIÓN PARA ASPIRANTES - 2017
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La lengua como sistema.
Clases de palabras
EL SUSTANTIVO
1. Completar el siguientes esquema:
2. Leer el texto que sigue y subrayar todos los sustantivos presentes. Luego, clasificarlos
semánticamente
orregir
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
3. Formar sustantivos abstractos a partir de los siguientes verbos y adjetivos
Limpiar:……………………………………. Libre: ……………………………………………
Escribir: …………………………………… Simple: …………………………………………..
Corregir: ………………………………….. Hermoso: ………………………………………..
Imprimir: …………………………………. Atento: …………………………………………..
SUSTANTIVOS
DESCRIPTIVOS
NO DESCRIPTIVOS
PATRONÍMICOS
TOPÓNIMOS
COMUNES
CONCRETOS
COLECTIVOS
Silvia abrió su caja de fotos y las fue apilando con ternura. Carlos y ella en Iguazú. Su profesora de escultura en el taller. Un enjambre de mariposas en el jardín. El campito de Trelew con su pequeño rebaño de ovejas. Poco a poco, ese puñado de recuerdos de papel le trajo una ráfaga de dulzura y le ensanchó el corazón.
PRIMER EJE TEMÁTICO
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4. Escribir sustantivos colectivos de las siguientes palabras. Se puede consultar el diccionario
Soldado: …………………….. Árbol: ………………………
Maíz: ……………………….. Cuadro: …………………….
Libro: ………………………. Pez: …………………………
EL ADJETIVO
5. Completar los espacios en blanco:
El ADJETIVO CALIFICATIVO es aquel que aporta las ……………………………. del sustantivo. Ejemplos: …………………….. El ADJETIVO GENTILICIO es aquel que indica…………………………………. del sustantivo. Ejemplos: ………………………… Los ADJETIVOS NUMERALES CARDINALES hacen referencia al número o cantidad exacta. Ejemplos: ……………….. Los ADJETIVOS NUMERALES ORDINALES establecen una relación de orden. Ejemplos: ………………………………………
Los ADJETIVOS NUMERALES MÚLTIPLOS dan idea de multiplicación. Ejemplos:…………………………………………………. Los ADJETIVOS NUMERALES PARTITIVOS expresan fracciones del entero. Ejemplos: …………………………………………
Los ADJETIVOS NUMERALES DISTRIBUTIVOS manifiestan distribución. Ejemplo: AMBOS, SENDOS. Los ADJETIVOS DEMOSTRATIVOS señalan la distancia del objeto con respecto al hablante. Ejemplos: ……….……… Los ADJETIVOS POSESIVOS expresan a quién pertenece el sustantivo. Ejemplos: …………………………………………..….. Los ADJETIVOS INDEFINIDOS se refieren a una cantidad imprecisa. Ejemplos: ……………………………………………….…..
6. Agregar, en los espacios en blanco, el tipo de adjetivo que se solicita entre paréntesis
En el tren de las siete arribaron turistas ……………………. (gentilicio), …………………
(gentilicio) y ……………….. (gentilicio).
Recién pagamos …………. (numeral cardinal) cuotas de la ……………. (calificativo) casa.
Gracias a su trabajo recibieron …………………. (numeral múltiplo) paga.
Con muchas ganas, cortó …………….. (numeral partitivo) porción de la ……… (calificativo)
carne.
EL ADVERBIO
7. Crear ejemplos para los siguientes grupos de adverbios
Afirmación: ………………………………………………………………………………………….
Negación: ……………………………………………………………………………………………
Duda: ….…………………………………………………………………………………………….
Lugar: ……………………………………………………………………………………………….
Tiempo: ……………………………………………………………………………………………..
Modo: ……………………………………………………………………………………………….
Cantidad: ……………………………………………………………………………………………
8. Subrayar los adverbios de las siguientes oraciones e indicar a qué clase pertenecen
Aquí hice muy buenos amigos ………………………………………….
Ayer llegué bastante pronto a clase …………………………………..
Hoy me siento muy cansado …………………………………………...
Mi hermana nunca va al cine ………………………………………...
Sí, hagamos juntos ese trabajo ……………………………………….
Jamás me perdonaré no haber estado allí. …………………………
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PREPOSICIONES Y CONJUNCIONES
9. Subrayar en el texto que sigue, cinco preposiciones diferentes:
10. Reponer las conjunciones y preposiciones que se borraron del siguiente párrafo:
LA LENGUA COMO SISTEMA. NOCIONES BÁSICAS SOBRE GRAMÁTICA
ESTRUCTURAL.
11. Subrayar la opción correcta:
a) A la mañana, Martín se levanta con alegría. El sujeto de esta oración es: - "A la mañana”. - "Martín". - "con alegría". - No tiene sujeto. b) El auto de mi tía, un Fiat Uno, tiene calcos en todos los cristales.
El núcleo del sujeto de esta oración tiene como modificadores: -Un MD y un MI, solamente. -Una aposición, un MD y un MI. -Solo aposición. -Aposición y MI. c) Nadó muy rápido y ganó la medalla dorada. La oración es: - Unimembre - Bimembre - Ninguna de las opciones anteriores.
Los objetos del cuarto estaban iluminados con una luz indefinida, la de una lámpara que azulaba
las tinieblas, y que, en la noche, semejaba otra estrella. Un tríptico, hecho de antigua madera
preciosa, se hallaba suspendido entre el espejo y un cuadro. Un reflejo dorado del interior caía
débilmente sobre el callar, en medio de las joyas que estaban sobre la chimenea.
Los robots están formados generalmente uno más brazos móviles varias articulaciones que les
permiten trasladar objetos sitio realizar ellos complicados movimientos ajuste. El control sus
movimientos se produce medio una computadora.
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12. Encerrar entre corchetes [ ] las oraciones bimembres:
13. Analizar sintácticamente las siguiente oraciones:
a) La publicidad gráfica combina texto e imagen.
b) Los buenos avisos atraen la atención del público.
c) Después de una campaña, los expertos en publicidad evalúan los resultados.
14. Unir cada sustantivo con sus modificadores y su predicado. Luego, analizar sintácticamente
solo los sujetos.
La fría ciudad la música popular, es un importante atractivo para los turistas
Los espectáculos de Ushuaia llegarán hasta las plazas de los barrios
El tango, de mimos es la más austral del país
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DATOS ÚTILES
EL PASAJE AÉREO DE IDA Y VUELTA A LONDRES CUESTA 749
DÓLARES.
EL PRECIO NO INCLUYE TRASLADOS DESDE EL AEROPUERTO.
ALOJAMIENTO EN HOTELES DE CATEGORÌA.
RÉGIMEN MEDIA PENSIÓN
EN LA OFICINA DE TURISMO, USTED OBTENDRÀ MÁS INFORMACIÓN
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15. Completar el Circuito de la Comunicación con los elementos que falten:
16. Explicar qué intención del hablante de manifiesta en cada oración
ENUNCIATIVA – INTERROGATIVA – EXHORTATIVA – DESIDERATIVA – DUBITATIVA - EXCLAMATIVA
¡Que Cecilia llegue temprano al partido!
……………………………………………..….
Cecilia, no llegues tarde al partido de mañana
…………………………………………….
¡Cecilia llegó tarde al partido!
…………………………………….……………………….
¿A qué hora te dijo Cecilia que iba a llegar?
………………………………………….…
Cecilia nunca llega a horario a ningún lado
………………………………………………
¿Llegará Cecilia a horario al partido?
…………………………………………………….
CÓDIGO
RECEPTOR
REFERENTE
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COMPRENSIÓN LECTORA
LAS PRÁCTICAS DEL LENGUAJE EN EL ÁMBITO DE LA LITERATURA
17. Leer el siguiente texto y resolver las consignas que siguen:
LOS SUEÑOS DEL SAPO
Javier Villafañe Una tarde un sapo dijo: –Esta noche voy a soñar que soy árbol. Y
dando saltos, llegó a la puerta de su cueva. Era feliz; iba a ser árbol esa
noche. Todavía andaba el sol girando en la rueda del molino. Estuvo un
largo rato mirando el cielo. Después bajó a la cueva, cerró los ojos y se
quedó dormido. Esa noche el sapo soñó que era árbol.
A la mañana siguiente contó su sueño. Más de cien sapos lo
escuchaban. –Anoche fui árbol –dijo–, un álamo. Estaba cerca de unos
paraísos. Tenía nidos. Tenía raíces hondas y muchos brazos como alas,
pero no podía volar. Era untronco delgado y alto que subía. Creí que
caminaba, pero era el otoño llevándome las hojas. Creí que lloraba, pero
era la lluvia. Siempre estaba en el mismo sitio, subiendo, con las raíces
sedientas y profundas. No me gustó ser árbol.
El sapo se fue, llegó a la huerta y se quedó descansando debajo de
una hoja de acelga. Esa tarde el sapo dijo: –Esta noche voy a soñar que
soy río. Al día siguiente contó su sueño. Más de doscientos sapos
formaron rueda para oírlo. –Fui río anoche –dijo–. A ambos lados, lejos,
tenía las riberas. No podía escucharme. Iba llevando barcos. Los llevaba
y los traía. Eran siempre los mismos pañuelos en el puerto. La misma prisa por partir, la misma prisa por
llegar. Descubrí que los barcos llevan a los que se quedan. Descubrí también que el río es agua que está
quieta, es la espuma que anda; y que el río está siempre callado, es un largo silencio que busca las orillas,
la tierra, para descansar. Su música cabe en las manos de un niño; sube y baja por las espirales de un
caracol. Fue una lástima. No vi una sola sirena; siempre vi peces, nada más que peces. No me gustó ser
río. Y el sapo se fue. Volvió a la huerta y descansó entre cuatro palitos que señalaban los límites del
perejil. Esa tarde el sapo dijo:–Esta noche voy a soñar que soy caballo. Y al día siguiente contó su sueño.
Más de trescientos sapos lo escucharon. Algunos vinieron desde muy lejos para oírlo. –Fui caballo anoche
–dijo–. Un hermoso caballo. Tenía riendas. Iba llevando un hombre que huía. Iba por un camino largo.
Crucé un puente, un pantano; toda la pampa bajo el látigo. Oía latir el corazón del hombre que me
castigaba. Bebí en un arroyo. Vi mis ojos de caballo en el agua. Me ataron a un poste. Después vi una
estrella grande en el cielo; después el sol; después un pájaro se posó sobre mi lomo. No me gustó ser
caballo. Otra noche soñó que era viento. Y al día siguiente dijo:–No me gustó ser viento. Soñó que era
luciérnaga, y dijo al día siguiente: –No me gustó ser luciérnaga. Después soñó que era nube, y dijo: –No
me gustó ser nube. Una mañana los sapos lo vieron muy feliz a la orilla del agua. Otra noche soñó que
era viento. Y al día siguiente dijo: –No me gustó ser viento. Soñó que era luciérnaga, y dijo al día
siguiente: –No me gustó ser luciérnaga. Después soñó que era nube, y dijo:–No me gustó ser nube. Una
mañana los sapos lo vieron muy feliz a la orilla del agua. -¿Por qué estás tan contento? -le preguntaron.
Y el sapo respondió: -Anoche tuve un sueño maravilloso. Soñe que era sapo.
a) ¿El texto anterior es ficcional o no ficcional? Justificar.
……………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………
SEGUNDO EJE TEMÁTICO
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b) ¿Cuál es la trama textual que predomina en el texto anterior?
……………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………….…………………………………………………
c) Reconocer las partes de la estructura narrativa: situación inicial, complicación y resolución.
d) Indicar los seis núcleos narrativos en los que podría resumirse el texto. Construirlos a través de
oraciones breves.
……………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………
e) ¿Por qué que el sapo tenía esos sueños?
……………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………….……………………………………………………………………
f) ¿Por qué el auditorio del sapo era cada vez mayor?
……………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………….………………………………
g) ¿Qué desventajas tenía cada sueño, según el sapo?
……………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………
h) Caracterizar por medio de tres adjetivos para cada uno a: el sapo, el auditorio de sapos.
……………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………….…………………………………………………………………………………
i) ¿Dónde vive el sapo? Transcribí las frases que te permitan determinar el marco de la narración.
……………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………
j) ¿Por qué el último sueño resulta maravilloso para el sapo?
……………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………
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18. Leer el texto que sigue y realizar las actividades
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Texto extraído de:
Fernando Avendaño (et. al): Lengua 6, Buenos Aires, Santillana, 2002.
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a) Identificar en la leyenda todas las palabras que se refieran a los distintos tipos de viento. Por
ejemplo, tornado.
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
b) Buscar en el texto, las palabras que correspondan a estos conceptos:
Caminar de un lado a otro sin un propósito determinado: ………………………..
Ejercer una influencia irresistible sobre una persona: ……………………………
Ilusión, fantasía similar a la de un sueño: ………………………………………..
c) ¿En qué circunstancias descubre el viento a la mujer? ¿Qué sentimientos experimenta hacia ella?
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
d) ¿Cómo reacciona la mujer? ¿Qué hace el viento ante el temor de ella?
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
e) ¿Cómo termina la historia?
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
PRODUCCIÓN ESCRITA. ESCRITURA CREATIVA
f) Imaginá y contá una historia parecida donde los protagonistas sean, por ejemplo, el mar y una
gaviota.
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
…………………………..…………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………
19. Leer todos los cuentos del corpus incluido al final de este cuadernillo.
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REFLEXIÓN ACERCA DE LA NORMATIVA
Tildación general. Diptongo, triptongo, hiato.
20. Encerrar con un círculo las sílabas tónicas en las siguientes palabras y clasificarlas según sean
agudas, graves, esdrújulas y sobresdrújulas:
entre – casa – saco – dedo – llora – carrera – roedor – césped – límite –
métrico – décimo – coménteselo – madre – limpieza – vehículo – 21. Reconocer en el texto que sigue las palabras con diptongo y las palabras con hiato
22. Enunciar las reglas generales de acentuación.
AGUDAS:
…………………………………………………………………………………………………….
GRAVES:
…………………………………………………………………………………………………….
ESDRÚJULAS:
……………………………………………………………………………………………...
SOBRESDRÚJULAS:
………………………………………………………………………………………
23. Separar en sílabas las siguientes palabras:
SÚBITO: ………………………… AROMO: ………………………. REFLEJO: ………………………
HABÍA: ………………………….. CRÉDITO: ……………………... GARÚA: ………………………
AIRE: ……………………………. URUGUAY: …………………….ADQUIRIÓ: …………………….
USO DE MAYÙSCULAS Y SIGNOS DE PUNTUACIÓN
24. Reponer las comas que faltan en el siguiente diálogo:
TERCER EJE TEMÁTICO
Pedro, Paula, Carlos y María decidieron armar una antología de poesías que reflejara los paisajes de nuestro país. Para eso recorrieron varias bibliotecas y entraron en Internet. Consiguieron recopilar unos cuantos poemas de tradición oral y otros de autores consagrados.
Hola Caro. ¿Me decís cuál es la tarea
para mañana?
¡Cómo no Pau! Hay que terminar de analizar las
oraciones hacer tres fichas de ortografía y resolver los ejercicios de matemática
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25. Corregir las siguientes oraciones con las mayúsculas que faltan:
mi amigo juan asiste a clases al instituto cervantes ……………………………………………………………………………………………………………
si vas a misiones, luli, no dejes de visitar las cataratas del Iguazú
……………………………………………………………………………………………………………
La luna es el satélite natural de la tierra
……………………………………………………………………………………………………………
Hipónimos e hiperónimos.
26. Escribir hipónimos para las siguientes palabras:
VIVIENDAS – HERRAMIENTAS – SENTIMIENTOS
27. Identificar el hiperónimo en cada una de las siguientes listas de palabras:
AVIÓN – TREN – BARCO – AUTO – BICICLETA: ………………………
ANTAGONISTAS – ALIADOS – PROTAGONISTAS – OPONENTES: …………………………….
REVISIÓN DE REGLAS ORTOGRÁFICAS
USO DE B
28. Completar:
El que sale dos veces campeón recibe el nombre de ……………………….. La palabra de dos sílabas se llama…………………………………………….. Una bandera de dos colores es …………………………………………………
Las palabras que comienzan con el prefijo …….. que significa ……………………….se escriben con ………….
La ciencia que estudia a los seres vivos recibe el nombre de ……………………………….
Las palabras que comienzan con el prefijo ………… que significa …………se escriben con …………………
29. Conjugar los siguientes verbos en Pretérito Imperfecto del Modo Indicativo.
PERSONA CANTAR SALTAR IR
YO
TÚ
VOS
ÉL
NOSOSTROS
VOSOTROS
USTEDES
ELLOS
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Las terminaciones……………… del …………………………………………………… del Modo ……………………………………………………… de los verbos terminados en –AR se escriben con “___”. Lo mismo ocurre con todas las formas del verbo IR.
30. Completar los siguientes verbos y escribirlos conjugados en el tiempo solicitado.
ESCRI____ Presente del Modo Indicativo en primera persona del singular: _______________
RETRI____ Pretérito perfecto simple del Modo Indicativo en tercera del singular: ___________
SU____ Pretérito imperfecto del Modo Indicativo en primera persona del plural: ____________
CONTRI____ Futuro del Modo Indicativo en tercera persona del singular: _________________
Los verbos terminados en …………………… y ………………….. y sus derivados se escriben con………………... Excepciones: Hervir, Servir, Vivir.
31. Construir sustantivos abstractos a partir de los siguientes adjetivos. AMABLE:______________VISIBLE:______________ POSIBLE:_____________ SENSIBLE:____________
Los sustantivos abstractos terminados en ……………………………………. se escriben con ……………………………. Excepciones: Movilidad – Civilidad.
32. Crear ejemplos para la regla que sigue:
Las palabras que comienzan con las sílabas BU, BUS, BUR se escriben con “B”. BU: ………………………………………………………………………………………………………………………. BUS: …………………………………………………………………………………………………………………….. BUR: ……………………………………………………………………………………………………………………..
USO DE V
33. Escribí los adjetivos terminados en –IVO, IVA que correspondan a estas definiciones.
Aquel que provoca: ………………………………………………….. Ponerse en actitud de defenderse: …………………………………
Los ………………………………………..terminados en ……………….., ………………… se escriben con ………………………..
34. Los grupos NV, OLV, ADV se escriben con “V”. Escribir un ejemplo de cada una: NV………………………………. OLV:……………………………. ADV: ………………………………….
35. Después de CLA, EQUI, LLA,LLE,LLO,LLU se escribe con “V”. Escribí dos ejemplos de
cada una:
CLA: ………………………. EQUI: ……………………… LLA: ………………………. LLE: …………………… LLO: ………………………. LLU: …………………………
36. Completar
El ser vivo que se alimenta de carne es ……………………… y el que se alimenta de
hierbas es ………………
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Las palabras terminadas en el sufijo …………………… que significa …………… se escriben con ……………… 37. Escribir el plural de las siguientes palabras.
VEZ: …………………….. PEZ: ……………………….
El plural de las palabras terminadas en ………………………. se escriben con ………………... 38. Escribí los sustantivos terminados en –CIÓN a partir de las siguientes palabras. FUNDADO:…………………………. IMITADOR………………………. CANTOR: ………………………………. ACTO: ………………………………..
El sufijo –CIÓN se escribe con “C” cuando deriva de otra palabra terminada en …………, ……………., …………….. O ……………..
Uso de S
39. Escribir el superlativo terminado en –ÍSIMO de los siguientes adjetivos.
SABROSO: ……………………….. PELIGROSO: ……………………….
El sufijo ……………………… de los adjetivos en grado superlativo se escribe con ………………………….
Uso de Z
40. Escribir el aumentativo de: OJOS: …………………………. PERRO: ………………………..
41. Escribir el nombre de los golpes provocados por:
UNA PELOTA: ……………………….. UNA PIEDRA: ………………………
Los aumentativos terminados en el sufijo ______ y las palabras que den idea de golpe con la misma terminación se escriben con ___.
42. Completar los espacios vacíos con la letra que falta.
El hom_re tu_o su gran posi_ilidad de conquistar la gloria a partir de la inven_iónde
aquel tu_o pequeño que ha_ía ol_idar los malos recuerdos. Su esperan_a era que la gente
valorara los benefi_ios de este sorprendente avance de la ciencia. La televi_ión le
realizó muchí_imos reportajes. Todo anuncia_a que i_a a triunfar. Sin embargo el público
lo rechazó por los posi_les riesgos _iológicos que suponía extirpar_e los recuerdos y
también porque de esta manera el _er humano podía cometer infinidad de ve_es los
mismos errores sin aprender nunca de ellos.
Finalmente el hombre enloque_ió y actualmente se encuentra internado en un manicomio
acosado por los malos recuerdos pues, en su locura, destruyó su milagroso tu_o.
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Corpus de textos literarios
Bajo el jacarandá1
Márgara Averbach
Se llamaba Pedro. Era alto, muy flaco, de uñas siempre quebradas y sucias, los ojos hundidos en un universo
de arrugas. Todos los sábados y martes, excepto en pleno invierno o en épocas de sequía, llevaba el carro hasta el
borde de la feria, junto al puesto de Doña Rosita, la de las plantas, y vendía tomates, lechuga, rabanitos, manzanas,
cebollas y zanahorias de la quinta.
El carro era largo, destartalado y por alguna razón, hermoso. Había sido azul en su infancia, hacía siglos, y le
quedaban jirones de esa piel anterior en los ejes de las ruedas y en el pescante. Era un carro fuerte y Pedro le tenía
confianza. Tan viejo como él, funcionaba como él: con una tranquilidad profunda, que en lo esencial, nada había
cambiado.
El problema era Fosforito, el caballo. Pedro lo había comprado hacía dieciocho años, sin domar, en un remate
de Chacabuco. En ese entonces, era un potro alto, colorado, con una estrella blanca en la frente y por eso, por ese
cuerpo rojo y esa luz, lo había llamado Fosforito.
Se lo había domado Javier, un chico morocho y fuerte que sabía acercarse a los animales con paciencia. Tal vez
por eso había sido tan buen compañero para Pedro. Rápido, sereno, era capaz de llevar el carro azul (y después, ya
no tan azul) sin bambolear los tomates ni arruinar el brillo de las manzanas. Y cuando Pedro lo ensillaba y lo
llevaba hasta el almacén, tenía la boca blanda y fácil y el mundo era más ancho desde su lomo apacible.
Todo eso, antes: desde hacía ya un año, Fosforito estaba cansado. Pedro no conseguía que trotara. Apenas el
carro quedaba listo en el espacio entre Doña Rosita y la plaza, le ponía un bozal y lo soltaba y Fosforito se
acomodaba a la sombra del jacarandá y bajaba la cabeza. Pero no comía. Cerraba los ojos como si el viaje de dos
horas hasta la plaza lo hubiera dejado completamente agotado.
Pedro estaba preocupado. Lo que conseguía en la feria le alcanzaba apenas para mantener la quinta y dar de
comer a Esteban, su hijo, que había vuelto a vivir con él después de la Guerra de las Malvinas, y que lo ayudaba
como podía con su única mano y su mirada triste. No podían comprar otro caballo sin vender a Fosforito y
necesitaban un caballo que pudiera con el carro. Que no estuviera cansado (Pedro pensaba "cansado" para no pensar
"viejo".)
A Pedro le hubiera dolido vender a su colorado pero el caso era que no podía venderlo. ¿Quién iba a
comprárselo? Tenía el pelo opaco, las rodillas torcidas, los cascos partidos, la cruz alta y los dientes amarillos.
No le quedaba más que el matadero y los hombres de uniforme gris que atendían en la puerta de metal en la
última cuadra del pueblo. Cualquier otra cosa era un sueño, una ilusión tonta. Terminaría ahí, Pedro estaba seguro.
Mientras pudiera, lo seguía posponiendo.
Los sábados y los martes, se levantaba a las cinco, buscaba a Fosforito en el corral, acomodaba los cajones en
el carro con ayuda de Esteban, subía al pescante y se ponía a pensar mientras el viaje pasaba a su alrededor, siempre
el mismo, siempre distinto: las hojas rojas de los robles en el otoño, las flores violeta de los paraísos de la entrada
de la estancia grande en primavera; las ramas desnudas de los plátanos en las afueras de la ciudad a principios de
junio; las espigas del verano en el último descampado en las brillantes madrugadas de enero.
1 Averbach, Márgara: “Bajo el jacarandá” en Imaginaria. Disponible en http:
http://www.imaginaria.com.ar/13/5/jacaranda.htm
Los textos que se encuentran a continuación proponen diferentes recorridos de lectura.
Es necesario que los alumnos lean en profundidad los siguientes textos. Algunas actividades de
la Instancia de Prácticas del Lenguaje se basarán en la lectura realizada.
20
A Pedro le llevó un año decidirse, un año de largas conversaciones con Doña Rosita entre un mate y otro. Con
Esteban no hablaba: no quería entristecerlo. Fosforito había sido el caballo de la familia desde hacía tanto tiempo...
Cada vez que pasaba frente a la puerta de metal del matadero camino de la feria, desviaba la vista hacia el campo
abierto y silbaba bajito para distraer al colorado que notaba el cambio leve en las manos de su dueño y apuraba el
paso lerdo por unos metros.
Una mañana de verano, Pedro terminó de acomodar los cajones en el puesto de la feria, se dio vuelta hacia el
jacarandá donde ataba siempre a Fosforito y la vio: una nena gordita, de caballo negro y largo y manos grandes.
Eran las seis y media. La feria ya estaba en movimiento: los madrugadores paseaban de puesto en puesto con
changuitos de colores y caras nuevas, medio dormidas. A esa hora, en general, no había chicos, pero esta nena
parecía despierta y decidida en sus zapatillas azules, a solas con Fosforito.
Porque estaba hablando con él. En un momento, se inclinó hacia las crines como si le diera un beso. El caballo
tenía las orejas atentas, la cabeza un poco más alta que siempre, la cola en el aire como defensa contra las moscas
de diciembre.
Esa primera vez, Pedro sonrió para sí, se sentó en su cajón de manzanas y esperó a los clientes. De vez en
cuando, echaba una mirada a la nena, entusiasmada en una conversación que, desde lejos, era sobre todo una serie
de dibujos que pintaban las manos sobre el pizarrón del aire.
Tal vez se había mudado al barrio de casas bajas hacía poco, pensó Pedro: él nunca la había visto antes. Le
preguntó a Doña Rosita, a Anselmo, el de las papas, pero ellos tampoco la conocían. No era de las que vienen un
solo día, eso no: un mes después, en enero, seguía viniendo puntual a las seis, seis y media y charlaba horas con
Fosforito bajo las hojas compuestas, delgadas, del jacarandá.
Pedro se le acercó de a poco. No era muy diferente de los otros chicos del barrio, excepto por lo de los
madrugones. Como todos los que aparecían nueve, nueve y media de la mano de madres con bolsas de plástico,
tenía la ropa manchada de jugar, las zapatillas desatadas y desprolijas, las rodillas de los vaqueros raspadas y las
manos sucias de barro, caramelos, helados.
Se llamaba Anahí y tenía los ojos grandes y alegres. No hablaba mucho con las personas pero Pedro se fue
enterando de algunas cosas con el tiempo: vivía con sus padres en una casa a tres o cuatro cuadras, no tenía
hermanos, sus dos padres trabajaban en un hospital y la dejaban sola todo el día desde la muerte de la abuela. Le
daban permiso para salir, para eso tenía la llave (un día se la mostró a Pedro, una llave antigua y chiquita que
colgaba de un cordón verde), le gustaban mucho los caballos, tenía diez años.
Al principio, Pedro no le contó mucho. Después, despacio, empezó a hablarle sobre Esteban, sobre la huerta,
sobre el carro (que hacía ocho años había pintado de azul por última vez y que ahora debería estar pintando de
nuevo). A veces, ella se acercaba a él y a Doña Rosita a la hora del mate aunque no tomaba. Le gustaba dulce,
decía.
De Fosforito no hablaron hasta el día en que el colorado dobló las patas y se echó bajo el jacarandá como se
echan los caballos: en una maniobra torpe, difícil, que vista de afuera parece imposible.
Pedro estaba unos pasos más allá, admirando la camioneta nueva de Anselmo, que había decidido que ya no
eran tiempos de carro.
—¡Ey! —dijo Anahí cuando Pedro se acercó casi a la carrera—. Nunca vi que hiciera eso.
—Está cansado —dijo Pedro. Se retorcía las manos sin darse cuenta.
—¿Por? —dijo Anahí y lo miró a los ojos mientras apoyaba una de sus manos sobre el cuello colorado de
Fosforito.
Pedro se arrepintió de haber abierto la boca, de haber empezado la conversación, pero no mintió.
—Está viejo, Anahí —dijo y después bajó la cabeza. Iba a tener que venderlo pronto, si quería conseguir algo.
Muertos, los caballos no valen nada, ni siquiera para el matadero.
Tal vez hubieran seguido hablando de la vejez, del cansancio, pero en eso, Pedro vio que una señora de pollera
larga lo llamaba desde el puesto.
—Zanahorias, ¿a cuánto? —le gritó desde lejos.
—Ya vuelvo —le dijo Pedro a la nena—, dale agua, ¿querés? Ahí está el balde.
Así que Anahí tuvo que esperar hasta la hora de la vuelta para volver a sus preguntas.
—Oíme, nena —le dijo Pedro mientras jadeaba bajo los cajones y convencía a Fosforito para que se levantara.
Anahí le daba pena pero no tenía tiempo de ponerse a pensar en cómo decir lo que no quería decir. El futuro lo
apuraba con los dientes al aire, como un perro rabioso—. Mejor que te despidas. El caballo no vuelve.
21
Anahí lo miró como si no lo hubiera oído y después empezó a hablarle de Fosforito. De lo que le contaba el
caballo cuando charlaban en la plaza. De un campo lleno de espigas altas y una yegua alazana (Anahí dijo
"castaña") que había sido su madre. Pedro no le creyó pero eso no tenía importancia.
La nena había hablado con Fosforito así que él tenía que explicarle. Suspiró, se sentó sobre la vereda y contó.
Hacía muchos años que sólo hablaba con Esteban y Doña Rosita y Esteban no hablaba mucho. Había pensado
que ya no sabía las palabras pero ahí estaban. Encontró las que necesitaba y habló: de la vejez, de la quinta, de la
necesidad de dinero, hasta del matadero.
Anahí se lo quedó mirando un momento, los ojos más oscuros de pronto. Levantó la mano y la puso sobre el
cuello de Fosforito, que temblaba un poco en la brisa caliente, como si hiciera frío.
—No se lo venda a otro —dijo en voz baja—. Se lo compro yo.
Pedro sonrió. La sonrisa le dolió en la cara como duele un diente enfermo. Tal vez por eso no se dio cuenta de
que Doña Rosita se les había acercado sin decir nada.
—¿Y qué vas a hacer con él, Anahí? —preguntó Pedro—. Si no tenés dónde ponerlo... ¿Y tu mamá y tu papá?
¿Qué van a decir?
Pero Anahí no veía fallas en su plan.
—Mamá ya lo sabe —mintió.
Así que el único problema era Pedro.
—No, no, Anahí —la voz del hombre era tensa, dura como un martillo—. Las cosas no son así, vos no entendés.
Mejor no vengas por unos días.
Y en ese punto, como una brisa brusca en medio del calor, intervino Doña Rosita.
Pedro cumplió: esperó hasta el fin de semana.
El sábado, el último sábado, Fosforito se portó bien de ida. Parecía más joven, de pronto, alegre incluso. Hizo
un intento de trote frente al matadero, como para mostrarse. Dos meses antes, Pedro se hubiera puesto a silbar: el
ritmo del caballo le hubiera recordado tiempos, mejores tiempos en los que él y el carro azul y Fosforito eran
jóvenes y Esteban, feliz. Los tiempos antes de la guerra cuando todo parecía posible. Pero ese sábado no había
salida. Pedro necesitaba un caballo fuerte: no hubo silbidos. Llegaron temprano a la feria. Los pocos que ya estaban
ahí acomodaban tablones, toldos y frutas. Doña Rosita era de las tempraneras y además, vivía cerca. Ya tenía sus
cuatro estantes de plantas preparados y se cebaba un mate sentada en un cajón. Levantó la mano como en un saludo.
Don Pedro vio alegría en el gesto pero no sonrió. No le gustaba la esperanza. Había aprendido a desconfiar de ella.
Bajó del carro, empezó a acomodar al caballo y recién entonces vio a la nena.
Eran las seis menos cuarto y ahí estaba Anahí, de pie junto a un señor alto, canoso, que miraba a Pedro con ojos
un poco desvelados. Tenía las mismas manos que Anahí.
—Ya lo arreglamos todo, Don Pedro —dijo la nena.
Doña Rosita dio la vuelta al puesto de plantas y volvió con una yegua mora, flaca y alta. Pedro la conocía: era
la que traía las papas de Anselmo antes de la camioneta.
Así que la solución para Fosforito era algo que el caballo y Pedro le debían a media feria y a los padres de
Anahí, preocupados por la soledad de la nena en esa ciudad nueva, tan lejos de Misiones, del resto de la familia,
de la casa de siempre, con perros, gatos y caballos.
Anselmo no quería mucho dinero por su yegua. Necesitaba sacársela de encima (dijo). Había habido colecta. Y
ese mediodía a la hora de desarmar los puestos, Pedro puso a la mora adelante, para que llevara el carro y los
cajones (no del todo vacíos: cada vez era más difícil vender) y ató a Fosforito atrás. En el pescante iban él, Anahí
y su padre. Los dos querían ver el lugar donde viviría el caballo de la nena. Pedro quería que Esteban lo supiera
todo y sabía que Anahí lo contaría mucho mejor que él.
No hablaron mucho en el viaje. La nena y el padre miraban el verano más allá de la ciudad y el barrio. El verano
del campo, del que habían venido hacía unos meses. Pedro pensaba en la lata de pintura azul que le había ofrecido
el ferretero para pintar el carro. De pronto, tenía ganas de hacerlo.
22
Mirar la luna2
Adela Basch
Una noche de verano sumamente calurosa, una noche de fines de diciembre, salí a tomar aire afuera de la cabaña
que ocupaba termporariamente.
La noche era apacible y hermosa. A mi alrededor todo era quietud y en el aire flotaba un no sé qué extraño y
fascinante. El cielo estaba totalmente despejado y me pareció un océano lleno de misterios.
De pronto, sin saber por qué, me dieron unas ganas bárbaras de mirar la luna. La busqué y la busqué con la
mirada, y nada. No se la veía por ningún lado. Me puse un par de anteojos, y nada. Me los saqué, los limpié
cuidadosamente, me los volví a poner... nada.
Recordé que tenía un potente telescopio portátil. Me pasé un rato largo mirando el cielo a través de su lente,
pero la luna no aparecía por ningún lado. Ni siquiera opacaba por su presencia.
Nubes no había ni una. Estrellas, un montón. Pero la luna no estaba. Me fijé en el almanaque. Era un día de luna
llena. ¿Cómo podía ser que no estuviera? ¿Dónde se habría metido? En algún lugar tenía que estar. Decidí esperar.
Esperé con ganas. Esperé con impaciencia. Esperé con curiosidad. Esperé con ansias. Esperé con entusiasmo.
Esperé y esperé. Cuando terminé de esperar miré al cielo, y nada.
Cuando pude sobreponerme a mi decepción, me serví un café. Lo bebí lentamente. Cuando lo terminé de tomar
la luna seguía sin aparecer. Me serví otro café. Cuando lo terminé de tomar ya había tomado dos cafés. Pero de la
luna, ni noticias. Después del décimo café la luna no había aparecido y a mí se me había terminado el café. Paciencia
por suerte todavía tenía.
Consulté las tablas astronómicas que siempre llevaba en la mochila. Eclipse no había. Pero de la luna, ni rastros.
Volví a tomar el telescopio. Enfoqué bien, en distintas direcciones.
El cielo nocturno era maravilloso y, como tantas otras veces, me sorprendió mucho encontrar algo que no
esperaba ver. Mucho menos en ese momento y en ese lugar. Ahí a lo lejos, entre tantas galaxias con tantas estrellas
y tantos cuerpos desconocidos que se movían en el espacio había un pequeño planeta con un cartelito que decía
"Tierra". Le di mayor potencia al telescopio y pude ver claramente que en la terraza de mi casa todavía estaba
colgada la ropa que me había sacado antes de ponerme el traje de astronauta. Adentro, en el comedor, mi esposo y
los chicos comían ravioles con tuco y miraban un noticiero por televisión. En ese momento justo estaban mostrando
una foto mía y el Servicio de Investigaciones Espaciales informaba que yo había alunizado sin dificultades.
Me tranquilicé y me quedé afuera, disfrutando serenamente de la noche, mirando todo con la boca abierta,
absorta en vaya a saber qué, tan distraída como siempre, totalmente en la luna.
La hermana de la Bella Durmiente3
Marcelo Birmajer
Los padres de la Bella Durmiente celebraban el cumpleaños número quince de su segunda hija.
Veinte años atrás, su primogénita, los mismos reyes y toda la población de Palacio se habían salvado, gracias
al beso del príncipe, del sueño eterno en el que los había sumido la maldición de la bruja Agatha —también
conocida como el Hada Mala—. Maldijo a Bella, la primogénita, en su cumpleaños número quince, precisamente
por no haber sido invitada a la fiesta. La condenó a dormir por siempre en cuanto se pinchara con una aguja. De
no ser por el beso en los labios del príncipe Romo, aún estarían durmiendo.
Los reyes habían recibido el nacimiento de Bella como un milagro, puesto que por entonces llevaban muchos
años de casados sin que la Providencia los hubiese bendecido con la llegada de un hijo. Y luego de que el príncipe
anulara el hechizo, al poco tiempo dieron al reino la buena nueva de que un hijo más venía en camino. Fue una
hermosa princesita a la que llamaron Sofía. Ahora cumplía quince años.
Las horribles circunstancias del cumpleaños número quince de Bella habían escarmentado a los reyes, Flavio y
Adriana. Ya sabían que no bastaba con todo el poder ni el dinero ni los guardias del mundo para garantizar la
2 Basch, Adela: “Mirar la luna” en Imaginaria. Disponible en http: http://www.imaginaria.com.ar/01/1/basch3.htm#2 3 Birmajer, Marcelo: “La hermana de la Bella Durmiente” en Imaginaria. Disponible en http:
http://www.imaginaria.com.ar/13/1/birmajer_ficciones.htm
23
seguridad de sus hijas. Pero, aunque nada fuera suficiente, debían precaverse con inteligencia y astucia para que el
destino de las jóvenes fuera lo más seguro posible.
Por ello, para el cumpleaños número quince de Sofía convocaron al reino al profesor Strogonoff, quien estaba
reputado en toda Europa como sabio prominente, experto en estrategia, seguridad y trato con los poderes
extraterrenales.
El profesor Emil Strogonoff era un hombre de cincuenta años, de muy buen ver, con una tupida barba blanca,
y una mirada intensa y brillante. Llegó a Palacio en un carro tirado por dos caballos, acompañado por cuatro
guardias del reino de Basilea, de donde provenía, y a llegar al sendero real se le sumaron cuatro guardias montados
más, enviados por Flavio y Adriana.
Luego de una opípara merienda, el sabio durmió una necesaria siesta, y por la noche, luego de la cena —porque
mientras se come no se trabaja—, Flavio, Adriana y Emil Strogonoff se reunieron en la Sala de Conferencias real
para debatir el tema: cómo asegurar el buen transcurrir de la fiesta de quince años de Sofía.
Strogonoff pidió todos los documentos referidos al cumpleaños número quince de Bella, a Agatha y a las Hadas
Buenas.
—Es evidente —les dijo el sabio a los reyes— que vuestra preocupación deviene del mal trance vivido hace
veinte años, cuando el cumpleaños número quince de vuestra primogénita. Lo primero que debemos evitar es que
se repitan semejantes sucesos.
Flavio y Adriana asintieron.
Los tres conversaron horas sobre cada uno de los detalles que habían precedido a la ceremonia, a la aparición
intempestiva de Agatha y a la maldición. El profesor Strogonoff leyó una vez más los documentos delante de los
reyes y, no contento con ello, se llevó los papeles a la cama.
—Mañana por la mañana —dijo el profesor—, luego del desayuno, les recomendaré un plan de acción.
Los reyes pasaron una mala noche, aguardando con ansiedad la sugerencia del sabio.
Al día siguiente, como había prometido, luego de los canapés de lengua de ruiseñor y la leche con licor que los
reyes acostumbraban desayunar, Strogonoff presentó su plan de seguridad.
II
—Quizá mi idea les resulte pueril o infantil —dijo el profesor—. Pero a menudo los peligros más difíciles se
alejan con las respuestas más simples. Lo sé por mi servicio a las órdenes de buena parte de los poderosos de la
Tierra: reyes, emperadores y hombres ricos o ilustres. Por todo lo leído y conversado, tengo para mí que el único
peligro real cercano que hoy afrontamos es la misma Agatha. Aún vive y ansía venganza. Es cierto que a lo largo
de su vida la princesa Sofía enfrentará muchos otros peligros —no podemos prever la mayoría de ellos—, y para
entonces, si la buena fortuna lo quiere, ella ya estará casada, protegida por un gran señoir, y será lo suficientemente
grande como para saber precaverse o bien recurrir a mí de nuevo, que estaré siempre a vuestras órdenes. Pero el
desafío de la presente hora es impedir que en la próxima fiesta, en la flor de su edad, la princesa Sofía sufra un
destino semejante al de vuestra primera hija. Por lo tanto, mi consejo es invitar a la bruja Agatha a la fiesta.
III
El rey y la reina casi se caen para atrás en sus confortables sillones.
Sabían que la bruja vivía, pero tenían la esperanza de no volver a verla por el resto de su vida. ¿Invitarla a la
fiesta, nada menos... ¡a la responsable de la peor tragedia que habían vivido!?
—Pero... pero... —tartamudeó el rey Flavio, que nunca tartamudeaba—. ¿Cuál es el sentido de invitar a nuestra
peor enemiga a la más importante de nuestras fiestas?
—Mis queridos reyes —respondió Strogonoff con la calma que lo había hecho célebre. Ustedes saben tan bien
como yo que la bruja Agatha lanzó su maldición sobre Bella con motivo de no haber sido invitada a la fiesta. Pues...
¡prevengámonos! Invitémosla a la fiesta de Sofía y quitémosle todo motivo para atentar contra la familia real.
Deben saber, vuestras majestades, que la paz se hace con los enemigos. No hace falta hacerla con los amigos, pues
con ellos ya existe una relación pacífica. Les recomiendo invitar a Agatha, como si fuera otra de las brujas buenas.
Más vale tenerla de invitada que de enemiga.
Los reyes pidieron al profesor tiempo para meditar su consejo.
24
Se retiraron a la alcoba real y regresaron cuando Strogonoff terminó su almuerzo. El profesor les pidió permiso
para retirarse a su siesta diaria antes de recibir la respuesta real, y sus anfitriones se lo concedieron. Por la tarde,
Flavio y Adriana respondieron que aceptaban el consejo: invitarían a Agatha a la fiesta.
IV
No se recordaba en el reino una fiesta tan fastuosa, elegante y cálida desde la boda de Bella.
De todos los reinos, de todos los imperios, e incluso de aquellos países donde ya no había reyes ni emperadores
concurrieron invitados: gentes de la corte, grandes dignatarios, científicos e historiadores de escasos recursos
económicos. También, por supuesto, las tres hadas buenas: Marcia, Flora y Azulina.
Como a todos los invitados, los reyes hicieron llegar a Agatha una tarjeta enmarcada y bordada en oro,
convocándola al cumpleaños de quince de Sofía. Pero cuando ya el banquete promediaba, la bruja no se había
hecho presente.
Flavio la aguadaba con enfermiza ansiedad, pero Adriana comenzaba a concebir la esperanza de que no
concurriera. Emil Strogonoff mantenía su impasible calma.
Para los postres, poco antes de que Adriana se dispusiera a decir unas breves palabras y regalara a su hija una
corona de oro y perlas, y una provincia oriental; poco antes de que las tres hadas buenas bendijeran a la quinceañera
con dones sobrenaturales, un rayo siniestro atravesó el gigantesco salón y apareció Agatha flotando justo en el
medio entre el piso de plata y el techo de mármol.
—Malditos —gritó—. Malditos los reyes, malditos los invitados y maldita la homenajeada.
Flavio tragó sin masticar el trozo de pastel que tenía en la boca: ¿acaso no le había llegado la invitación? ¡Tres
pajes y dos guardias le aseguraron que la había recibido la bruja en persona!
Strogonoff miró con severidad a la reina Adriana: ¿acaso no habían seguido su consejo, no la habían invitado?
Fue Adriana, demostrando la profundidad de la oculta valentía de las mujeres, la que se atrevió a responderle
con un grito de madre injuriada:
—Te hemos invitado a nuestra fiesta, Agatha. Como a todos, te enviamos una tarjeta enmarcada y bordada en
oro. ¿Por qué no ocupas tu lugar en la silla, lo que te ha sido ofrecido en buena ley, en lugar de amenazarnos sin
sentido?
—Claro que me habéis invitado, desdichados. He llegado un poco tarde, pero de todos modos antes de que
termine la fiesta. A tiempo para condenar a tu hija a que duerma eternamente no bien se pinche con una aguja.
Proferida la maldición, lanzó un nuevo rayo, sólo sobre Sofía, que la hizo brillar malsanamente durante un
segundo. Las hadas, una vez más, nada podían hacer para romper ese hechizo.
Flavio, alentado por la valentía de su esposa, gritó a la bruja:
—¡Cómo te atreves, ingrata! En la fiesta anterior nos dijiste que tu furia se debía a que no te habíamos invitado...
¿Por qué nos atacas ahora?
Agatha se tomó un instante para responder, como si lo pensara, y habló con indolencia:
—He descubierto algo sobre mí misma y creo que tal vez ustedes debieron haberlo sabido antes que yo: soy
mala porque sí. No me importa si me invitan o no a sus fiestas; maldeciré a cada una de sus hijas.
—Tiene toda la razón, Majestad —dijo Strogonoff sin perder la calma—. Reintegraré vuestros honorarios y
abandonaré mi profesión. Definitivamente, hace falta más que un estratega para vencer el enigma del Mal.
Amarillo4
Liliana Bodoc
Ye-Lou fue emperador de un vasto territorio ubicado al este del mundo conocido. El suyo era un imperio dorado
donde las porcelanas lucían tan suaves y pálidas como las mujeres, las mujeres caminaban gráciles bajo el sol, y el
sol picaba como un grano de mostaza.
Este emperador, este Ye-Lou del que les hablo, tenía por costumbre dormir la siesta.
4 Bodoc, Liliana: “Amarillo” en Imaginaria. Disponible en http: http://www.imaginaria.com.ar/13/2/bodoc_ficciones.htm
25
Las siestas, no importa en qué lugar sucedan, huelen a papeles envejecidos
y zumban como abejas. Y bien..., Ye-Lou las olía, las escuchaba, y se dormía
de pronto en cualquier sitio donde estuviese. La mayoría de las veces, el sueño
lo atrapaba durante su almuerzo; de modo que el plato de arroz con azafrán
quedaba a medio terminar.
Apenas el emperador empezaba a cabecear, su esposa le sugería que utilizara
para su siesta la cama recubierta con escamas de oro. Su consejero le aconsejaba
la cama torneada en bronce, y su médico le recetaba la cama tapizada con piel
de leopardo. Pero Ye-Lou no escuchaba a nadie porque, fuese donde fuese, Ye-
Lou ya estaba durmiendo y roncando.
Cuando los sirvientes del palacio oían los ronquidos, se apresuraban a cubrir
con lienzos las ciento cincuenta y cinco jaulas donde penaban y trinaban
quinientos cincuenta y tres canarios. Las cubrían para que todo fuese silencio
durante la siesta del emperador.
Pero un día, las siestas del emperador dejaron de ser dulces y plácidas, y se pusieron agrias y difíciles. Como si
dijésemos que las siestas de Ye-Lou pasaron de ser miel a ser limón.
Todo comenzó durante una calurosa siesta de verano, cuando el durmiente emperador tuvo un horrible pesadilla.
Horrible para un emperador de tan vasto imperio que debía creerse, por necesidad, el más grande, venerable y
digno de amor de todo este mundo.
Su pesadilla comenzó con la aparición de un punto de luz que fue creciendo, creciendo y creciendo hasta
doblarlo en estatura. Después, la luz le habló con voz gigantesca:
—Oye bien, emperador Ye-Lou. Hay en este mundo alguien más venerable, más grandioso y más amado que
tú. Y en día muy cercano, todos mirarán su rostro mientras tú te arrastrarás derrotado bajo el peso de su esplendor.
La primera vez, Ye-Lou no quiso darle demasiada importancia a su pesadilla, y la alejó de su pensamiento con
el mismo ademán de espantar insectos. Sin embargo, la pesadilla regresó con mayor frecuencia. Finalmente, todas
las siestas del emperador se estropearon con la presencia de aquella luz gigantesca que traía malas noticias:
—Oye bien, emperador Ye-Lou. Hay en este mundo alguien más venerable, más grandioso, y más amado que
tú. Y en día muy cercano, todos mirarán su rostro mientras tú te arrastrarás derrotado bajo el peso de su esplendor.
Casi desesperado, el emperador le preguntó a su esposa qué podía hacer para terminar con aquel desagradable
sueño. Ella estuvo un buen rato revisando su Gran Libro de Remedios Caseros.
—Tienes que beber una yema de huevo batida con vino blanco —le dijo su esposa—. Aquí dice claramente que
bebiendo una yema batida con vino blanco se evitan las pesadillas.
El emperador hizo lo que su esposa le aconsejaba. Pero, para su desdicha, la pesadilla no desapareció. Por el
contrario, la luz parecía crecer con tan buen alimento.
Desesperado, el emperador consultó con su médico.
—Te lo diré claramente... —el médico acababa de hojear a escondidas el Gran Libro de Remedios Caseros—.
Quien desee espantar pesadillas deberá frotar su frente, sus codos y sus pies con polvo de azufre.
El emperador cumplió puntualmente con las recomendaciones del médico de palacio. Pero tampoco tuvo
suerte... ¡El azufre solamente consiguió que la luz hablara con voz mineral!
Entonces, verdaderamente desesperado, el emperador le preguntó a su consejero.
El consejero movió la cabeza en señal de desaprobación, quería dejar claro que el Gran Libro de Remedios
Caseros le parecía pura charlatanería. Luego carraspeó, y recitó su sabio consejo: para no sufrir pesadillas durante
las siestas bastaba con no dormir la siesta.
—El que no duerme no sueña, ¡oh, venerable!, ¡oh emperador! —dijo el consejero—. Si tú no duermes la siesta,
¡oh, emperador!, ¡oh, venerable!, tus pesadillas terminarán.
Hay que decir y creer que Ye-Lou hizo lo imposible para seguir aquel consejo que, al fin y al cabo, parecía el
más sensato de todos los que había recibido. A veces, sin embargo, ni lo imposible es suficiente. Cuando la siesta
llegaba al reino de Ye-Lou con su olor a papeles envejecidos y su zumbar de abejas, el emperador se dormía por
mucho que se esforzara en evitarlo. Se dormía aunque, por su expreso mandato, las jaulas no fuesen cubiertas y los
quinientos cincuenta y tres canarios estuviesen trinando.
Y en cuanto Ye-Lou se dormía, un punto de luz aparecía justo en el centro de la oscuridad del sueño. La luz
crecía con asombrosa rapidez hasta ocupar todo el espacio de la pesadilla, y entonces hablaba:
26
—Oye bien, emperador Ye-Lou, hay en este mundo alguien más venerable, más grandioso y más amado que
tú...
Las palabras se repetían idénticas.
—Y en día muy cercano todos mirarán su rostro...
Siesta tras siesta, las cosas se complicaban. Cada nuevo despertar, dejaba al emperador sumido en un triste
ánimo. Luego se pasaba el resto del día y el resto de la noche deambulando por los pasillos del palacio, murmurando
cosas que nadie entendía, y preguntándose quién sería aquel que iba a derrotarlo.
Porque el emperador estaba convencido de que la luz de su pesadilla no hablaba en vano. Lo que esa mala luz
le estaba advirtiendo era algo que en verdad sucedería. Y según sus propias palabras, en día muy cercano.
¿Quién podría ser el que lo obligaría a arrastrarse? Ye-Lou se tiraba de la cabellera, abría de par en par los
ventanales y con los brazos abiertos gritaba a toda garganta:
— ¡Seas quien seas, no permitiré que me derrotes!—. El grito del emperador atravesaba las inmesas
plantaciones de cereales y frutos que rodeaban el palacio, salía a la ciudad, se metía en los templos, sacudía las
chozas de paja de los campesinos, y desprendía las peras maduras de sus ramas.
Las personas del reino lo oían y se lamentaban:
— ¡Ay! —decían—. Nuestro pobre emperador ha enfermado. Ya no hace otra cosa que hablar de un poderoso
enemigo que sólo existe en sus siestas.
Ye-Lou enflaquecía ante los ojos de todos. Y sin cesar, repetía las palabras de la luz.
—Alguien más venerable, más grandioso y más amado...
La ira lograba que, a pesar de su fatiga, el emperador se mantuviera en pie:
—Pero, ¡quién es! —gritaba—. ¿Quién es él? ¿Quién es...?
Muchas veces, después de esos arranques de furia, Ye-Lou caía al suelo agotado. Permanecía así durantes largas
horas, sin que nadie se atreviera a acercarse.
Y así estaba el horrible día en que, de repente, alzó su rostro desfigurado por los insomnios. Y con el color de
la envidia.
— ¡Muy bien! —El emperador acababa de tomar una espantosa decisión— ¡No amanecerá el día de mi
enemigo! ¡Mando la muerte para todos los que pretenden ser grandes en mi reino!
Hasta aquel día fatal, Ye-Lou había compartido su vasto imperio con señores de señoríos, y príncipes que regían
provincias opulentas. Ellos aceptaban a Ye-Lou como único emperador de todo el este. Y, en retribución a su
lealtad, Ye-Lou respetaba sus territorios. Se aliaba con ellos en caso de necesidad, y compartía los frutos en tiempos
de sequía. Pero una pesadilla estaba a punto de terminar con tan buena vecindad.
El emperador estuvo la noche entera repasando el poder y las riquezas de cada uno de los príncipes y los señores
de su reino. Perdido en el territorio de la locura, todos ellos le parecían enemigos. Cualquiera podía ser, en su
afiebrada cabeza, el que intentara cumplir el presagio de la pesadilla.
—Alguien más venerable, más grandioso y más amado que tú...
Ye-Lou tomó una pluma, un trozo de pergamino, y escribió una larga lista de nombres.
—Alguno de estos ha de ser el que pretende derrotarme —decía Ye-Lou, pasando los ojos por su lista de
condenados a muerte.
A la mañana siguiente, sus emisarios partieron en las cuatro direcciones a cumplir la peor orden que Ye-Lou
había dado hasta entonces.
Y Ye-Lou se quedó esperando. Miraba hacia el norte y luego al sur, ansioso por verlos regresar.
A mitad del otoño, los hombres que habían partido llevando dardos de oro envenenados comenzaron a llegar.
Uno tras otro, y al galope, atravesaron los jardines cubiertos de hojas secas. Desmontaron e hicieron la reverencia
obligada.
—Emperador Ye-Lou, lo que ordenaste se ha cumplido.
Eso significaba que otro dardo había sido disparado con buena puntería. Eso significaba que Ye-Lou tenía un
enemigo menos a quien temer.
Sin embargo, a pesar de tantos dardos y de tanto otoño, la pesadilla continuó apareciendo en las siestas del
emperador y repitió la misma amenaza:
—Oye bien, emperador Ye-Lou, hay en este mundo alguien más venerable, más grandioso y más amado que
tú. Y en día cercano todos mirarán su rostro mientras tú te arrastrarás derrotado bajo el peso de su esplendor.
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Ye-Lou abrió de par en par uno de los ventanales más altos del palacio, y gritó con la voz enronquecida de
dolor:
— ¡Seas quien seas, jamás me arrastraré ante ti!
El emperador alzó el puño en señal de amenaza. Pero, frente a su rabia, los trigales continuaron meciéndose al
viento como si nada escuchasen. Fatigado, Ye-Lou dejaba caer su brazo y su voz:
—Pero, ¿quién eres? Sólo debo saber quién eres...
Para ese entonces, todos en su reino le temían. Ni su dulce esposa, ni su médico, ni siquiera su consejero
conseguían devolverle la calma.
Ye-Lou ya no comía. Iba de un lado al otro murmurando desgracias y odios. Y apenas si se acordaba de respirar.
El otoño llegaba a su fin... Todos los emisarios habían regresado, todos los dardos de oro habían sido disparados
con precisión. Ye-Lou ya no tenía vecinos poderosos... Pero, ¡ay, desdichas de todas las desdichas!, la pesadilla
continuaba recitando su terrible presagio.
Pocas siestas después, Ye-Lou despertó con la cabeza repleta de alaridos que le golpeaban dentro, y hacían que
todo se nublara ante sus ojos. Sudoroso y golpeando los dientes, ordenó que lo vistieran con su mejor armadura y
que le dieran las armas sagradas de sus antepasados.
— ¡Tendré que ir a buscarlo yo mismo! —gritó frente sus sirvientes y sus soldados.
El emperador salió del palacio. Miró hacia todos lados y avanzó lentamente. Giró de improviso, como para
sorprender a alguien que estuviera a sus espaldas. Pero a sus espaldas sólo había soledad. Así caminó sin rumbo,
tajeando el aire con su espada. Quienes lo vieron pasar, supieron que el venerable Ye-Lou había enloquecido para
siempre.
Ye-Lou caminó y caminó. Atravesó los trigales dando gritos amenazadores.
— ¡Ponte frente a mí! —vociferaba para los campos—. Si en verdad crees que puedes derrotarme, ¡preséntate
y dame pelea!
Al cabo de varias horas, el calor comenzó a agobiarlo. Dentro de su armadura metálica, el debilitado emperador
perdía las escasas fuerzas que le quedaban. Aun así, continuó andando a grandes pasos, blandiendo la espada y
provocando a su enemigo.
Ya había segado todo el trigal a filo de espada, porque imaginaba que entre las mieses podía estar oculto el que
venía a derrotarlo. Como no encontró lo que buscaba, se dirigió al campo de mijo. De nuevo destrozó las plantas
nuevas, y de nuevo no consiguió nada.
Su enflaquecido cuerpo no podía continuar. La cabeza latía de calor dentro del casco. Ya casi no podía ver, y
su rodillas se doblaban bajo el traje de metal.
Con la fuerza que le daba la locura, Ye-Lou llegó hasta el campo de girasoles.
Dio unos pocos pasos vacilantes y cayó al suelo. Sin embargo, con gran esfuerzo consiguió ponerse nuevamente
de pie. Ante sus ojos fatigados, los girasoles se hacían enormes y diminutos, se iban, ondulaban, desaparecían...
Todavía Ye-Lou intentó continuar hasta que, al fin, cayó de rodillas. Como pudo, se quitó el casco para respirar.
Las lágrimas le quemaban desde los ojos al cuello. El emperador quiso levantarse; pero sus brazos, delgados como
hebras de heno, no pudieron ayudarlo.
Ye-Lou arrastraba su soledad y su locura bajo el esplendoroso sol del este. A su alrededor, los girasoles,
indiferentes a su agonía, miraban al mismo punto del cielo.
—Y en día cercano todos mirarán su rostro..., mientras tú te arrastrarás bajo el peso de su esplendor.
El sol resplandeciente en el cielo. Los girasoles, mirándolo. Ye-Lou llorando su locura contra la tierra.
En el lugar donde habitan los sueños, una pesadilla sonreía.
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Un amigo para siempre5
Marina Colasanti
Esta es una historia real. La historia de Luandino Vieira, escritor de Angola que luchó por la independencia
de su país. Pero es una historia tan linda que a mí me gustaría haberla inventado.
Porque pensaba diferente de los que gobernaban su país, aquel hombre estaba preso.
Permanecía solo en una celda. Una vez por día iban a buscarlo y lo llevaban a tomar sol. Era importante que
tomara sol, para no morir. Los que lo tenían preso no querían que muriese.
Allá afuera había una especie de gran jardín rodeado de muros altos, y vigilado. En verdad, no era un jardín,
porque no tenía canteros. Pero era, sí, un jardín en el pensamiento del hombre, porque tenía flores, los árboles
diseñaban manchas de sombra en el suelo, y había pájaros.
Todos los días, entonces, el hombre recogía la felicidad que era capaz de conseguir, y esperaba la hora de la
salida. Estaba siempre sonriendo el alma que atravesaba la puerta mayor, y penetraba en la luz. El rostro no, no
sonreía, porque no quería que sus carceleros lo supieran.
Al comienzo, cuando salía, llevaba un libro, para quedarse leyendo acostado sobre la hierba, en aquel que era
su pasatiempo. Después descubrió que el libro era innecesario porque aunque estaba abierto ante sí, él no lo leía;
su mirada prefería posarse sobre las hojas, los tallos de hierba, las nubes, verde y azul que le hacían tanta falta al
monótono ceniza del cielo.
A partir de entonces, comenzó a llevar un pedazo de pan. El pan sí era importante para aprovechar mejor aquella
hora. Se echaba un pedazo en la boca y se quedaba masticando, masticando. Primero era el gusto mismo del pan.
Después, con la saliva, iba volviéndose gusto a trigo y, echado al sol, los ojos cerrados, el hombre podía imaginarse
en un trigal, con algún agua cercana, de fuente o de arroyo, que manaba traslúcida y en la cual se mojaría la cara
cuando tuviera ganas.
Fue a causa del pan que un pajarito llegó más cerca. No mucho, claro. Pero un poco más que los otros. Lo
suficiente como para que el hombre reparara en él y empezara a observarlo con atención.
Quería las migas. Tenía una cabecita delicada y redonda que inclinaba hacia un costado como si pensase cosas
importantes. Y tal vez las pensase… Los ojos también eran redondos, tan brillantes como duros. Y duro era
ciertamente el pico con el que picoteaba el suelo sin descuidar la peligrosa proximidad del hombre.
“Es”, pensó el hombre, “un pajarito valiente”. Y esparció las migas sobre el césped, retirándose algunos pasos
para que él pudiera ir a buscarlas.
Al día siguiente, apenas si recordaba al pajarito. Sin embargo nuevamente, en cuanto partía pedazos de pan para
llevárselos a la boca, él se destacó entre los demás y se aproximó saltando, pronto a volar al menor peligro, aunque
arriesgándose un poco más. Y nuevamente el hombre premió con migas su coraje.
Así comenzaron a entenderse. Y a partir de entonces el hombre descubrió que la alegría de salir se juntaba con
otra, la alegría de un encuentro.
Ahora, cada vez que atravesaba la puerta mayor para zambullirse al sol, se preguntaba si el pajarito estaría allí,
esperándolo. Y siempre estaba.
Durante semanas, el hombre tuvo el cuidado de mantenerse quieto, casi inmóvil, cuando el pajarito se
aproximaba. Después, moviéndose muy despacio, con gestos idénticos, dejaba caer las migas y retrocedía unos
pasos. Siempre del mismo modo, para que el otro comprendiese que él no representaba riesgos.
Y el pajarito llegaba, daba pequeños saltos, se detenía, volvía a saltar. Hasta llegar a picotear las migas, siempre
atento a las actitudes del hombre.
Ese era el modo que tenían de conversar. Y para el hombre, que no hablaba con nadie, era una larga
conversación.
Un día, retrocedió un paso menos. El pajarito vaciló pero se acercó.
Descubriendo que había hecho una conquista, el hombre le dio tiempo a su pequeño amigo para que se
acostumbrase.
Después de muchos días, nuevamente acortó la distancia.
5 Colasanti, Marina: “Un amigo para siempre” en Imaginaria. Disponible en http:
http://www.imaginaria.com.ar/2008/07/dos-cuentos-ineditos-de-marina-colasanti/
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Y el pajarito se acercó.
Una alegría mayor afloró en el pecho del hombre. Sabía que era cuestión de tiempo y paciencia.
Y él tenía mucho de ambas.
Poco a poco, sin hacer nada que pudiera asustarlo, fue llevando al pajarito hacia sí. Retrocedía un poco menos.
Dejaba caer las migas en dos tandas, contando con que, comidas las primeras y viendo otras tan a su alcance, el
pajarito se aproximara más.
En ese juego se pasaron meses. Y es probable que el corazón del pajarito ya no palpitara más rápido el día en
que fue a buscar sus migas en medio de aquellos zapatos oscuros. Pero el del hombre palpitó.
Faltaba mucho todavía. Porque la distancia entre los zapatos y la mano era tal vez más difícil de superar que los
metros de hierba que ya habían sido vencidos. Pero el tiempo no parecía tener límites. Y la paciencia se hacía más
grande a medida que aumentaba el amor.
Así se fueron los meses. Algunos. Muchos, tal vez.
Y, de murmullo en murmullo, se difundió en la prisión que aquel hombre había domesticado a un pajarito. Y
que todos los días, cuando cruzaba la puerta mayor, llegaba el amigo entre cantos y batir de alas, a comer en su
mano.
Pronto, los hombres de las otras celdas quisieron ver. Algunos se quedaron mirando por las ventanas, entre las
rejas. Otros, que salían con él, empezaron a acompañarlo en su paseo por el jardín. Y todos llegaban y
comprobaban: había un pajarito que confiaba en un hombre y le hacía fiestas, y se posaba en sus dedos para comer
migas en la palma abierta.
Otros intentaron hacer la misma cosa, deseosos también de tener amigos. Pero a pesar del deseo y de las migas,
ninguno lo consiguió. Entonces aquel único pajarito, que sólo reparaba en aquel hombre, se volvió un poco el
pajarito de todos.
Y fue tal vez por eso que, pese a que una luz de victoria ascendió a los ojos de todos ellos, ninguno hizo un
gesto ni soltó una exclamación el día que el hombre tomó una miga entre los dientes y el pajarito fue a buscar la
comida en su sonrisa.
Pasó el verano. Llegó el invierno. Pero el invierno no era riguroso en aquel país, había flores, los pájaros no
migraban.
De ahí el espanto del hombre el día en que el amigo no fue a buscarlo a la entrada del jardín. No lo vio buscarlo,
ni apareció ante sí. Por primera vez. Y la hora que tenía para ser feliz se extendió dilatada entre los árboles.
Al día siguiente, una punta de angustia hirió al hombre en su celda, mientras esperaba salir. Caminando hacia
la puerta mayor, intentó escuchar a lo lejos el canto de aquel pájaro, pero algo le decía que, además del sol, nada
lo esperaba tras los pesados portales.
El pajarito no fue aquel día. Ni al otro. Ni otro cualquiera.
Al comienzo, el hombre quiso inventar justificaciones. Pensó que había sido cazado, o que había partido a hacer
nido. Pensó que habría encontrado migas más suculentas o familiares.
Pensó en cosas así, que disminuyesen su tristeza por la pérdida del amigo.
Sólo después, cuando ella fue disminuyendo, él pensó en cosas más simples. Que el pajarito había seguido su
destino fuera cual fuese. Un destino que lo llevaba lejos de ahí. Como el de él, alguna vez, también lo llevaría,
lejos de aquel jardín, para siempre lejos de aquellos muros.
La inspiración6
Pablo de Santis
El poeta Siao, que vivía desde el otoño en el palacio imperial, fue encontrado muerto en su habitación. El
médico de la corte decretó que la muerte había sido provocada por alguna substancia que le había manchado los
labios de azul. Pero ni en las bebidas ni en los alimentos hallados en su habitación había huellas de veneno.
El consejero literario del emperador estaba tan conmovido por la muerte de Siao, que ordenó llamar al sabio
Feng. A pesar de la fama que le había dado la resolución de varios enigmas —entre ellos la muerte del mandarín
Chou y los llamados "crímenes del dragón"— Feng vestía como un campesino pobre. Los guardias imperiales se
6 De Santis, Pablo: “La inspiración” en Imaginaria. Disponible en http: http://www.imaginaria.com.ar/10/3/desantis2.htm
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negaron a dejarlo pasar, y el consejero literario tuvo que ir a buscarlo a las puertas del palacio para conducirlo a la
habitación del muerto.
Sobre una mesa baja se encontraban los instrumentos de caligrafía del poeta Siao: el pincel de pelo de mono, el
papel de bambú, la tinta negra, el lacre con que acostumbraba a sellar sus composiciones.
—Mis conocimientos literarios son muy escasos y un poco anticuados. Pero sé que Siao era un famoso poeta,
y que sus poemas se contaban por miles —dijo Feng—. ¿Por qué todo esto está casi sin usar?
—Sabio Feng: hacía largo tiempo que Siao no escribía. Como verá, comenzó a trazar un ideograma y cayó
fulminado de inmediato. Siao luchaba para que volviera la inspiración, y en el momento de conseguirla, algo lo
mató.
Feng pidió al consejero quedarse solo en la habitación. Durante un largo rato se sentó en silencio, sin tocar nada,
inmóvil frente al papel de bambú, como un poeta que no encuentra su inspiración. Cuando el consejero, aburrido
de esperar, entró, Feng se había quedado dormido sobre el papel.
—Sé que nadie, ni siquiera un poeta, es indiferente a los favores del emperador —dijo Feng apenas despertó—
. ¿Tenía Siao enemigos?
El consejero imperial demoró en contestar.
—La vanidad de los poetas es un lugar común de la poesía, y no quisiera caer en él. Pero en el pasado, Siao
tuvo cierta rencilla con Tseng, el anciano poeta, porque ambos coincidieron en la comparación de la luna con un
espejo. Y un poema dirigido contra Ding, quien se llama a sí mismo "el poeta celestial", le ganó su odio. Pero ni
Tseng ni Ding se acercaron a la habitación de Siao en los últimos días.
—¿Y se sabe qué estaban haciendo la noche en que Siao murió?
—La policía imperial hizo esas averiguaciones. Tseng estaba enfermo, y el emperador le envió a uno de sus
médicos para que se ocupara de él. En cuanto a Ding, está fuera de toda sospecha: levantaba una cometa en el
campo. Había varios jóvenes discípulos con él. Ding había escrito uno de sus poemas en la cometa.
—¿Y dónde levantó Ding esa cometa? ¿Acaso se veía desde esa ventana?
Si, justamente allí, detrás del bosque. Honorable Feng: los oscuros poemas de Ding tal vez no respeten ninguna
de nuestras antiguas reglas, pero no creo que alcancen a matar a la distancia. ¡Además, la cometa estaba en llamas!
—¿Un rayo?
—Caprichos de Ding. Elevar sus poemas e incendiarlos. Yo, como usted, Feng, tengo un gusto anticuado, y no
puedo juzgar las nuevas costumbres literarias del palacio.
Feng destinó la tarde siguiente a leer los poemas de Siao. A la noche anunció que tenía una respuesta. El
consejero imperial se reunió con él en las habitaciones del poeta asesinado. Feng se sentó frente a la hoja de bambú
y completó el ideograma que había comenzado a trazar Siao.
—"Cometa en llamas" —leyó el consejero—. ¿La visión de la cometa le hizo a Siao recuperar la inspiración?
—Siao trabajaba a partir de aquello que lo sorprendía. El momento en que se detiene el rumor de las cigarras,
la visión de una estatua dorada entre la niebla, una mariposa atrapada por la llama. De estas cosas se alimentaba su
poesía. Aquí en el palacio, ya nada lo invitaba a escribir: por eso su pincel nuevo estaba sin usar desde hacía meses.
Ding puso allí el veneno, y con la suficiente anticipación como para que nadie sospechara de él. Sabía que Siao,
como todos los que usan pinceles de pelo de mono, se lo llevaría a la boca al usarlo por primera vez, para ablandarlo.
Los restos del veneno se disolvieron en la tinta. Esa fue una de las armas de Ding.
—Imagino que la otra fue la cometa —dijo el consejero.
—Ding sabía que al ver algo tan extraño como una cometa en llamas, la inspiración volvería al viejo Siao.
Feng tomó el pincel de pelo de mono y escribió:
Una cometa en llamas sube al cielo negro.
Brilla un momento y se apaga.
Así la injusta fama del mediocre Ding.
—Mis dotes como poeta son pobres, pero acaso no esté tan alejado del tema que hubiera elegido Siao —Feng
limpió con cuidado el pincel—. Como poeta Ding rechaza toda regla, pero como asesino acepta las simetrías. Para
matar a un poeta eligió la poesía.
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La planta de Bartolo7
Laura Devetach
El buen Bartolo sembró un día un hermoso cuaderno en un macetón. Lo regó, lo puso al calor del sol, y cuando
menos lo esperaba, ¡trácate!, brotó una planta tiernita con hojas de todos colores.
Pronto la plantita comenzó a dar cuadernos. Eran cuadernos hermosísimos, como esos que gustan a los chicos.
De tapas duras con muchas hojas muy blancas que invitaban a hacer sumas y restas y dibujitos.
Bartolo palmoteó siete veces de contento y dijo:
—Ahora, ¡todos los chicos tendrán cuadernos!
¡Pobrecitos los chicos del pueblo! Estaban tan caros los cuadernos que las mamás, en lugar de alegrarse porque
escribían mucho y los iban terminando, se enojaban y les decían:
—¡Ya terminaste otro cuaderno! ¡Con lo que valen!
Y los pobres chicos no sabían qué hacer.
Bartolo salió a la calle y haciendo bocina con sus enormes manos de tierra gritó:
—¡Chicos!, ¡tengo cuadernos, cuadernos lindos para todos! ¡El que quiera cuadernos nuevos que venga a ver
mi planta de cuadernos!
Una bandada de parloteos y murmullos llenó inmediatamente la casita del buen Bartolo y todos los chicos
salieron brincando con un cuaderno nuevo debajo del brazo.
Y así pasó que cada vez que acababan uno, Bartolo les daba otro y ellos escribían y aprendían con muchísimo
gusto.
Pero, una piedra muy dura vino a caer en medio de la felicidad de Bartolo y los chicos. El Vendedor de
Cuadernos se enojó como no sé qué.
Un día, fumando su largo cigarro, fue caminando pesadamente hasta la casa de Bartolo. Golpeó la puerta con
sus manos llenas de anillos de oro: ¡Toco toc! ¡Toco toc!
—Bartolo —le dijo con falsa sonrisa atabacada—, vengo a comprarte tu planta de hacer cuadernos. Te daré por
ella un tren lleno de chocolate y un millón de pelotitas de colores.
—No —dijo Bartolo mientras comía un rico pedacito de pan.
—¿No? Te daré entonces una bicicleta de oro y doscientos arbolitos de navidad.
—No.
—Un circo con seis payasos, una plaza llena de hamacas y toboganes.
—No.
—Una ciudad llena de caramelos con la luna de naranja.
—No.
—¿Qué querés entonces por tu planta de cuadernos?
—Nada. No la vendo.
—¿Por qué sos así conmigo?
—Porque los cuadernos no son para vender sino para que los chicos trabajen tranquilos.
—Te nombraré Gran Vendedor de Lápices y serás tan rico como yo.
—No.
—Pues entonces —rugió con su gran boca negra de horno—, ¡te quitaré la planta de cuadernos! —y se fue
echando humo como la locomotora.
Al rato volvió con los soldaditos azules de la policía.
—¡Sáquenle la planta de cuadernos! —ordenó.
Los soldaditos azules iban a obedecerle cuando llegaron todos los chicos silbando y gritando, y también llegaron
los pajaritos y los conejitos.
Todos rodearon con grandes risas al vendedor de cuadernos y cantaron "arroz con leche", mientras los pajaritos
y los conejitos le desprendían los tiradores y le sacaban los pantalones.
7 Laura Devetach: “La planta de Bartolo” en La torre de cubos, Buenos Aires, Ediciones Colihue, 1985, colección Libros del
Malabarista.
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Tanto y tanto se rieron los chicos al ver al Vendedor con sus calzoncillos colorados, gritando como un loco, que
tuvieron que sentarse a descansar.
—¡Buen negocio en otra parte! —gritó Bartolo secándose los ojos, mientras el Vendedor, tan colorado como
sus calzoncillos, se iba a la carrera hacia el lugar solitario donde los vientos van a dormir cuando no trabajan.
Bibliografía consultada para la propuesta
Avendaño, Fernando (et. al): Lengua 6, Buenos Aires, Santillana, 2002.
Cassany, Daniel; Luna, Marta y Gloria Sanz: Enseñar Lengua; Barcelona, Grao, 1994
Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires: Diseño Curricular para
la Educación Primaria. La Plata, DGCyE, 2008.
García, Guillermo (et. al.): Prácticas del Lenguaje 6, Buenos Aires, Aique Grupo Editor, 2016.
(Otorgado a las escuelas públicas del Partido de La Matanza)
Josette, Jolibert. Formar niños productores de textos. Santiago de Chile. Hachette.1988.
Kaufman, Ana María; Rodríguez, María Elena: La escuela y los textos; Buenos Aires, Santillana,
1993.
Kerbrat-Orecchioni, Katherine. La enunciación: de la subjetividad en el lenguaje. Buenos Aires.
Hachette. 1986.