contrahistorias 11

114

Upload: revista-contrahistorias

Post on 11-Mar-2016

315 views

Category:

Documents


13 download

DESCRIPTION

COntrahistorias11

TRANSCRIPT

+:

@ nolívan rcuEvrnnín (O

Un concepto de modernida¿l

@ aoolro sÁNcHrz vÁzqurz @Crírica y marxismo

@ cnru-os ALBERTo nÍos coRou_Lo @Dialéctica del siglo XX.

Apropósito deVuelta de siglo, de Bolíuar Echeuerría

@ .lAVrERSrcürNZn REYES @La dimensión cultural o la existencia en fu?tura.Sobre la teoría de la cuhura de Bolíuar Echeuerría

@.@ nnúl zrBEcHr @

La reuolución de 1968. Cuando el sótano dijo ¡Bastal

@ cnru-os ANToNro AcutRRE Ro.lAS (DLa reuolución mundial de 1968. Cuatro décadas después

@ rNrnr,vrsra @La reuolución del 68 en México.

Entreuista con Bolíuar Echeuerría

ffi@ ru.rNHnnr KosELLEcK @

Para una historia d,e los conceptos:

problemas teóricos I prácticos

@ clauore wASSERMAN @r810, 1910,2010:

Indep endencia, Reuo lución Mexicana,

futuros de América Latina

@ cnru-os Al'rroNro AGUTRRE RoJAS (DUn nueuo giro bacia la izquierda. La Confederación de

Nacionalidades Indígenas de I Ecuador.(Entreuista con Marlon Santi)

Di¡ector:

C¿Rros Ar.¡roN¡o AcutRRr Ror¿s

Comité de Red¿ccién:

AMÉRrcA Bvsr¡¡qr¡¡'¡ s. Prsor¡crlV¡Np¡u M¡Nu¡r M¡¡rnoza Sol-lsCnnros Ars¡nro Rfos Gonorlro

KqRrN¡ VÁzqu¡z B¡.nN¡L

NoRssRro Zuñrc¡ Ms¡{¡ozt

Difi.:sidn y Relaciones:

LaunE Tonr Vr¡.¡sco

Covl rÉ CuurfHco llrtnN¡cloNel-:Bclír'ar Echeve¡rl¿ Aodrade {UniversidadNacional Auténoma de Méxicol, Ca¡loGinzburg {Scuola Normale de Pisa),Immanuel lf'allerstein {Yale Universiry},Edeliberto Cifuentes Medina (Unive¡si-dad de San Carlos de Guarenala), Mi-guel Ángel Beltrrin (Universidad Nacio-nal de Colombia en Bogotá), JuraadirMalerba (Universidade Estadua.l de SaaPablo), Claudia {(/asse¡man (Unive¡sida-de Federal de Rio Grande do Sul), DaríoG. Barriera {Unive¡sidad Nacional de Ro-srio). Pablo Pacheco (Cuba), FranciscoYáo4wez (Universidad de Cádiz), OfeliaRey Castelao (Universidad de Santiago deCompostela), Ric¿rdo García Cárcel(Universidad Auténoma de Barcelona)Massimo Masrrogregori, ( Revisra .9¡¿-

riografa),Steffen Sammler (t*ipzig Uni,versitaet), Maurice Aymard, (Ecole desHautes Etudes en Sciences Sociales), Lo-rina Repina (Instituto de Hisroria Uni-versal, Academia de Ciencias de Rusia),Chen Qineag (Instiruro de Histo¡ia Uni-versal, Academia de Ciencias de China).

Coükdhl6tod6. La úra mirada de CIfoev¡sta semestIal, No, 1 1, Fptiemb¡e zooS,febrero ZOO9.

Págim web: \/\W.conÚahisrcrió.comCoreo elec(ronico: [email protected]

ISSN: ló65-a965Con,raát¡Éor¡6 es una Rererya para us exclúsfuootórgada po. Ia Dirección de Re*rv6 del Institsto

Nacional del Dereho de Autor, baio el número:c4-zoo4-o41 4 1 I 06?500, I Oz

Se altoria lá reproduccidn de los materlals{¡niqmente cqo €l permiso c{e la DiKción y del

Comité de Redá€ción dÉ Corfri'|¡sÍafir$Les textos aqul pqbliados son respensbilidad

*dwlv¿ de ¡us autore¡.

zá4

>l

aa

¡r ,!¡

v._;

=,-

..:.,!

=

t=@ Norcras Drvtnsns @

l[nnrarg'o

N4tuñftdl L

I¡nnar,Sto # nUrurrmdt ü

Imrigenes del Mundo, WeltanschAuung, Concepciones del Mun-do, Cosmouisiones, Visiones del Mundo, Percepciones del [Jni-

uerso, Maneras de Wr y Entender la Realidad... En esta sección,

qaeremls rnuhiplicar todo el tiempo las distintasmiradas qae admite el análisis de los problemas realmente

importantes-1, fundamentales que hoy eifrentan la historiograflamundial en general, y las historiografln

latinoamericana ! mexicana en particular pero también la his-toria y la sociedad en México, en América Latina, y en el Mun-

do entero. Recoger siempre las miradas críticas, abrir nueuasentradas a los problemas, explorar incesantemente explicaciones

nuevas ¿ inéditas de uiejos temds, a la aez que ercsanchamos

todo el tiempo la nueua agenda de los dsuntos que hace faltadebaür en el plano historiagráfico, pero también en los ámbitos

sociales, políticos y de todo orden en general.

Porque una 'Imagen del Mundo', cunndo es realmente crítica,heurística I compleja, sólo puede serlo a contracorriente de los

lugares comunes dominantes, ! por ello sólo como cómplice obli-gada de las miles de Conttahistorias que cada día tocan con

más fuerza a la puerta del presente, para liberarradicalmente los futuros de emancipación que esas mismas Con-

trahistoria s encierran.

I[nnraLgro ffi Mhurmd ii

coNTR

OHI¿ToII

¿

coNTR

oHIzToAI

¿

.06 BOLÍVARECHEVERRÍA ?C'

(Jn concepto de mod.ernidad

onsidero que podrlamos Partir de

lo que es más evidente: la moder-

nidad es la característica determi-

nante de un conjunto de comportamrentos

que aparecen desde hace ya varios siglos por

todas partes en la vida social, a los que el en-

tendimiento común reconoce como discon-

tinuos e incluso contrapuestos --€sa es su per-

cepción- a la constitución tradicional de esa

vida, comportamientos a los que precisamen-

te llama "modernos". Se trata, además, de un

.;;" J. comportamientos que estarlaen

proceso de sustituir esa constitución tradicio-

nal, después de ponerla en evidencia como

obsoleta, es decir, como inconsistente e in-

eficaz. La modernidad puede ser vista tam-

bién, desde otro ángulo, como ún conjunto

de hechos objetivos que resultan tajantemente

incompatibles con la configuración estable-

cida del mundo de la vida' y que se afirman

como innovaciones substanciales llamadas a

sadsfacer una necesidad de transformación,

surgida en el propio seno de ese mundo'

Tomados asl, como un conjunto en el que

todos ellos se complementan y fortalecen en-

tre sl, ya de entrada estos fenómenos moder-

nos presentan su modernidad como una ten-

dencia civilizatoria, dotada de un nuevo prin-

cipio unitario de coherencia o estructuración

pi* f" "ii" social civilizad ^y

parael mundo

correspondiente a esavida; de una nueva "ló-

A. tA NOVE,DAD DE LO II{ODE,R.NO

gica" que se encontraría en proceso tt t"*tIuir al principio organizador ancestral, al que

ella deiig.ta como "tradicional".

Para precisar un poco más el asunto, voy a

*errcionar al aza¡ tres fenómenos en los que

se manifiesta esta característica de lo moder-

no, o en los que se muestra en acción esta

"lógica' nueva, moderna.qrriri.t" mencionar primero el que es tal

vez el principal de todos estos fenómenos mo-

dernos: me refiero al aparecimiento de una

confianza práctica en la "dimensión" pura-

mente "física" -es

decir, no (<metaflsicd'-

de la capacidad técnica del ser humano; la

confianza en la técnica basada en un uso de la

razón que se Protege del delirio especulativo,

mediante un autocontrol de consistencia ma-

temática, y que atiende así, de manera prefe-

rente o exclusiva, al funcionamiento profa-

no, no sagrado, sino emplricament€ medible

de la natural eza y el mundo. Lo central en

este primer fenómeno moderno, está en la

confianzaque aPa-rece en el comportamiento

cotidiano' en 1" c"pa.id"d del ser humano de

aproximarse o enfrentarse a la naturaleza en

tér*ino, purarnente profanos, y de alcanzat

para é1, mediante una acción programada y

calculada, y a par.rit del conocimiento mate-

matizado i. h *ir**, efectos más favorables

que los que podía gatantizar la aproximación

tradicional a [o otro, que era una aproxlma-

!¡" s¡¡¡¿ ¡zsi¡zri¿* a'r,, Ci)i' i¿ 'stt¡ i¡:it;'t*: is d)ií'¡

fontrahistoriaC.v____fu__J

ción de orden mágico. Esrá es Ia confianza en

una técnica eficientista inmediata ('terrenal"),desentendida de cualquier implicación mediata("celescial"), que no sea inteligible en rérmi-nos de una causalidad racional-maremática.

Se trara de una confianza que se amplía ycomplementa con otros f.rró-.no, igu"i-mente modernos, como sería. por ejemplo,la experiencia "progresista" de la cemporali-dad de la vida y el mundo; la convicciónempírica de que el ser humano. que estaríasobre la tierra para dominar sobre ella, ejercesu capacidad conquisradora de manera cre-ciente, aumentando y exrendiendo su domi-nio con el tiempo, siguiendo una línea tem-poral rectá y ascendente que es la línea delprogreso. Una versión espacial o geográficade este progresismo, está dada por otro fenó-meno moderno que consiste en lo que puedellamarse la determinación citadina del lugarpropio de lo humano. De acuerdo a esta prác-rica, ese lugar habría dejado de ser el c¿unpo,

el orbe rural, y habría pasado a concenrrarse

.fustamente en el sido del progreso técnico;allí donde se asienra, se desarrolla y se apro-vecha de manera mercanril la aplicación téc-nica de la razón matematizante.

Como se ve, estamos ante una confianzapráctica nueva, que se impone sobre su con-traria, la confianza técnica ancestral en la ca-pacidad mágica del ser humano de provocarla intervención, en medio de su vida, de fuer-zas sobrenarurales benévolas; de dar lugar a

la acción favorable de los dioses o incluso, yaen última insrancia, del propio Creador.

Este fenómeno moderno cenrral implicaun ateísmo en el plano del d.iscurso r.fl.úrro,el descreimiento en instancias meragsicas má-gicas, trae consigo todo aquello que conoce-mos de la literatura sobre la modernidad acer-ca de la "muerte de Dios", del "desencanta-

mienro" (entzauberung) del mundo segúnMax Weber, o de la "desdeificación" (entgór-terung), según Heidegger. Es un fenómeno

que consiste en una susrirución radical de lafuente del saber humano. La sabiduría reve-lada es deiada de lado en calidad de "supers-

tición', de remanente de creencias obsoletas,y en lugar de ella aparece como sabiduríaaquello de lo que es capaz de enterarnos larazón que matematiza la naturaleza, el "mun-

do físico". Por sobre la confianza práctica enla temporalidad clclica del "eterno rerorno"aparece entonces esta nueva confianza, queconsiste en contar con que la vida humana ysu historia están lanzadas hacia arriba y haciadelante, en el sentido del mejoramienro queviene con el tiempo. Y aparece también el

adiós a la vida agrícola como la vida auténri-ca del ser humano

-con su promesa de pa-

raísos tolstoianos-, la consigna de que "el

aire de la ciudad liberd', el elogio de la vidaen la Gran Ciudad.

Un segundo fenómeno mayor que se pue-de mencionar como típicamente modernotiene que ver cen algo que podría llamarse la"secularización de Io polírico" o el "mareria-

lismo político". es decir, el hecho de que en

la vida social aparece una primacla de la 'po-lítica económica" sobre rodo orro ripo de "po-líticas" que uno pueda imaginar, o puesro en

otros términos, la primacía de Ia "sociedad

civil" o "burguesa" en la definición de losasuntos del Esrado. Esto es lo moderno; es

algo nuevo que rompe con el pasado, puestoque se impone sobre la rradición del "espiri-

tualismo" político, es decir, sobre una prácti-ca de lo político en la que lo ñrndamental es

lo religioso o en la que lo político riene pri-maria y Fundamentalmente que ver con locultural, es decir, con la reproducción iden-titaria de la sociedad. El materialismo políti-co, la secularización de Ia polírica. impiicaríaentonces la conversión de la insdtución esta-

tal en una "supraesrrucrura" de esa "base bur-guesa" o "mate rial", en donde Ia sociedad fun-ciona como una Iucha de propietarios priva-dos por defender cada uno los intereses de

-un*""tt%';;:r¡ ;;;i:¡¡¡1¡¡ :jr i-,jit¡ " I 8 I ' |,¿ ,.:;,. ,'::;::¡i,: ,¡,. i.;!¡,

sus respectivas empresas económicas. Esto es

lo determinante en la vida del Estado mo-dernol lo otro, el aspecto más bien comuni-tario, culftual, de reproducción de la identi-dad colectiva, pasa a un segundo plano.

Pensemos ahora, en tercer lugar, en el in-d.ividualismo, en el comporramiento social

práctico que presupone que el átomo de larealidad humana es el individuo singular. Se

trata de un Fenómeno característicamentemoderno que implica, por ejemplo, el igua-

litarismo, la convicción de que ninguna per-sona es superior o inferior a otra; que impli-ca también el recurso al contrato, primero pri-vado y después público, como la esencia de

cualquier ¡elación que se establezca entre los

individuos singulares o colectivos; que im-plica finalmente la convicción democrática

de que, si es necesario un gobierno republi-

cano, éste tiene que ser una gestión consenti-

da y decidida por todos los iguales.

Es un fenómeno moderno que se encuen-

tra siempre en proceso de imponerse sobre la

tadición ancestral del comunitarismo, es de-cir, sobre la convicción de que el átomo de la

sociedad no es el individuo singular sino unconjunto de individuos, un individuo colec-

tivo, uoa comunidad, por mlnima que ésta

sea, una familia, por ejemplo, siempre en pro-ceso de elimina¡ la diferenciación .ierarqui-zante que se genera espontáneamente enüelos individuos que componen una comuni-dad, de desconocer la adjudicación, gue se

hace en estas sociedades tradicionales pre-mo-

dernas, de compromisos sociales innatos alindividuo singular y que lo rrascienden. Elindividualismo se contrapone a todo esto: al

autoritarismo natural que está en la vida pú-blica tradicional, a que haya una jerarquía

social natural, al hecho de que los viejos o los

sabios, por ejemplo, tengan mayor valía en

ciertos aspectos que los jóvenes, o bien a quelos señores, los dueños de la tierra, sean más

importantes o tengan más capacidad de de-

lt nnLago'.liN Ntuomdl ii

cisión que los demás ciudadanos. El indivi-dualismo es asl, uno de los fenómenos mo-dernos mayores; inuoduce una forma inédi-ta de practicar la oposición enrre individua-Iidad singular e individualidad colectiva.

Estos son tres ejemplos de ese coniuntode fenómenos modernos, cuya modernidadconsiste en afirmarse a sí mismos como radi-

calmente discontinuos respecto de una estruc-

tura tradicion"l d.l *.rndo social, y como"lla,mados" a vencerla y a susrituirla.

En refe¡encia a esos fenómenos quisiera

llamar la atención brevemente sobre dos da-

ros peculiares que ilustran el carácter proble-mático de esta presencia eFectiva de la mo-

dernidad como una discondnuidad radical-mente innovadora respecto de la tradición.

Lo primero que habría que advertir sobre

lh modernidad, como principio estructurador

de la modernización "realmente existente" de

la vida humana, es que se trata de una moda-

lidad civilizatoria que domina en términosreales sobre otros principios estructuradores

no modernos o pre-modernos con los que set1.

topa, pero que está lejos de haberlos anulado,

enterrado y sustituido. Es decir, la moderni-dad se presenta como un intento que esrá

siempre en trance de vencer sobre ellos, pero

como un intento que no llega a cumplirse ple-

narnente, que debe mantenerse en cuanto taly que dene por tanto que coexistir con las

estructuraciones tradicionales de ese mundosocial. En este sentido, más que en el de Ha-bermas, sí puede decirse que la modernidadque conocemos hasta ahora es "un proyectoinacabado", siempre incompleto; es como si

algo en ella la incapacitara para ser lo que pre-

tende ser: una alternativa ciülizatoria "supe-

rior" a la ancestral o tradicional. Este es unprimer dato peculiar que, a mi parecer, hay

que tener en cuenta en lo que toca a estos

fenómenos modernos y su modernidad.Lo segundo que llama la atención, desde

mi punto de vista, es que la modernidad esta-

!:: ::,:/i: ];i;ti;.::;," i"., Cin i' t!! !)t:,; ?:i;::),;!i i,

l^ontrahistoriaC.v @__J

blecida es siempre ambigua, y se manifiesrasiempre de manera ambivalente respecto de

la búsqueda que hacen los individuos sociales

de una meior disposición de satisFacrores, yde una mayor libertad de acción. Es decir, lamodernidad que existe de hecho es siempreposiriva, pero es al mismo tiempo siemprenegativa. En efecto, si la modernidad se pre-senta como una ruptura o discontinuidadnecesaria frente a lo tradicional, es sin dudaporque permite a los individuos singulares ladisposición de mayor y mejor cantidad de

satisFactores, y el disfrute de una mayor li-bertad de acción. Ahora bien, lo interesante

está en que la experiencia de esta "superiori-

dad" resulta ser una experiencia ambivalen-te, puesto que si bien es positiva respecto de

estas dos necesidades a las que pretende estar

respondiendo, resulta al mismo tiempo ne-

gativa en 1o que toca a la calidad de esos sa-

tisfactores y de esa libertad: algo de lo viejo,alguna dimensión, algún sentido de lo ances-

rral y tradicional queda siempre como insu-perable, como preferible en comparación conlo moderno. La ambigúedad y la ambivalen-cia de los fenómenos modernos y su moder-nidad es un dato que no se debería dejar de

lado en el examen de los mismos.

B. tA MODERNIDAD Y T,t -DESATÍO'

DE LA'NEOTÉCNTCA'

Quisiera pasar ahora a un segundo punto en

estas reflexiones sobre el concepto de moder-nidad. Thl vez lo más conveniente para des-

cribir en qué consiste la modernidad, sea re-latar de dónde proviene, cuál es su origen, cuáles su base o fundamento, es decir, datar aun-que sea de una manera general y aproximadasu aparecimiento histórico. TaI vez así puedapercibirse o definirse mejor en qué consiste lamodernidad de estos fenómenos modernos.

Hay que decir, en primer lugat que en lahistoria del tratamiento de la modernidad se

han detectado una buena cantidad de fenó-menos que pueden llamarse "temprano-mo-

dernos" o proto-modernos en épocas muyanteriores al siglo XIli, el "siglo moderno" porantonomasia. Y esto no sólo en los tiempos

en los que suele ubicarse el inicio histórico de

la modernidad, que van entre el siglo XV y el

XM. En el Renacimiento, según unos, con el

surgimiento del "hombre nuevd'-respecto del'viejo ' ser humano de la época medieval-, de

ese hombre burgués que cree poder "hacerse a

sí mismo" saliendo de la nada, y reconquistar

premeditadamente la densidad cualitativa de

una identidad humana concreta, que había

sido sacrificada por los evangeliz"dore, d.Europa y su cristianismo radical, despreciati-

vo del "mundo terrenal" y sus cualidades.

Otros ven coincidir este aparecimiento de

la modernidad con el descubrimiento de

América, puesto que sería a partir de él que

el mundo deja de ser un universo cerrado yse abre hacia las fronteras infinitas, como diceKoyré. Hay quienes ubican ese comienzomucho más acá en la historia y sostienen quela modernidad comienza verdaderamente conla revolución industrial del siglo XVlll y que

corresponde propiamente al siglo XIX a la

consolidación de la Gran Ciudad que tienelugar entonces.

Pero -y esto es sumamente interesante-

hay también autores, como Horkheimer yAdorno en su Dialéctica de la llustración, que

llegan incluso a detectar una modernidad en

ciernes ya en la época antigua de Occidente,subrayando así el carácter occidental de lamodernidad en general. Se habla por ejem-

plo de la prese ncia, de ntro de Ia cradición que

arranca de la mitología griega, de una figuracomo Prometeo, el titán que entrega el fuegoa los hombres, que rompe el dominio mono-pólico ancesual de la casta sacerdotal sobre

este medio de producción y la administra-ción de su uso, "despertando así en el cora-zón de los mortales la esperanza" de que "las

::t,¡¡!¡¡:;: i-i!:,

cosas cambien" y la miseria se mitigue; de queel tiempo deje de ser el tiempo siempre repe-

ridor, cíclico, del "eterno retorno' de lo mis-mo. Al abrir nuevas posibilidades de uso para

el fuego, Prometeo despierta la idea de una

temporal idad que deja de ser cerrada y se abre

hacia el futuro, inaugurando así un elemen-to esencial de los fenómenos modernos y de

su modernidad.O se destaca, como lo hacen Horkheimer

yAdorno, la protomodernidad de una figurahomérica como Odiseo, el héroe que hace ya

un r$o distanciado o "ilustrado" de la mito-logía arcaica y que es capaz de desdoblar su

yo, para ser un sujeto que dispone de sí mis-mo como obieto; que puede hablar consigomismo de sí mismo como si fuera con otro yde oúo, y de manipular de esta manera el

momento conquistador de la naturaleza quehay en la renuncia ("enrsagun{') o posposi-ción productivista del placer, en el autosacri-ficio de los individuos singulares. Para ellos,

en el personaje Odiseo estaría ya el primeresbozo de un nuevo tipo de ser humano, unproto-burgués, un individuo identificable ya

como moderno.

Oros m¿ís hablan dela téjne griega que se

autopr€senta míticamenre en la figura de Dé-dalo, el artífice, el inventor por excelencia, el

que, por ejemplo, entre tantas otras cosas, se

ingenia un simulacro de vaca para que la rei-na Pasifae pueda engañar ala natutaleza ygozar deltoro maravilloso regalado por Nep-tuno a Minos, su marido; el que sugiere el

hilo guía para que Ariadna y Teseo escapen

del laberinto despues de matar aJ Minotauro;el que confecciona un par de alas, con Ia efica-

cia de las de un pájaro, para huir, volando porlos aires, de la isla de Minos convertida enprisión. Es también el artista que rompe conel hieratismo canónico en las formas plísticasal hacer visible en ellas su causa eficienre.

Con la figura de Dédalo aparece el primerhombre netarnente "récnico", el que se pro-

JtrnnLaigo ffi Mtunmdlii

pone, inventa, calculaydiseña nuevos instru-mentos, imitando desde la perspectiva huma-

na y para las dimensiones de lo humano, laeficacia del comportamiento de la naturale*za. Conectada íntimamente con la figura de

Dédalo está, en el relato mítico, la de-Teseo,

el héroe fundador para los griegos atenienses

-asesino involuntario de Egeo, su padre, el

rey sagrado, y vencedor de Minos, garante de

esa sacralidad a cambio de la sangre de jóve-

nes griegos-; el descubrido, d.-i" legitimi-dad proFana del poder político; el instaura-dor de Ia soberanía y autonomía de la pólis

por encima de la soberanía tradicional y divi-na de los reyes. En fin, no faltan indicios fasci-

nantes que apuntan al hecho de que la moder-nidad de los fenómenos modernos se mues-

traya en destellos en la época de los griegos.

Sin desechar los planteamientos anterio-res, me parece, sin embargo, que resulta más

explicativo de la modernidad reconocer su

origen y fundamento en un momento histó-

rico diferente. muy posterior al del apareci-

miento de los Fenómenos de la protomoder-nidad griega. Me refiero a un momento en la

historia de la Écnica que se ubicaría alrede-

dor del siglo X de nuestra era, y que ha sido

puesto de relieve por Lewis Mumford en su

obra Técnica y Ciuilización, siguiendo la tra-dición de Patrick Geddes y en concordanciacon Marc Bloch, Fernand Braudel y offos es-

tudiosos de la tecnología medieval, comoLynn llhite, por ejemplo. Dicho entre pa-

réntesis, sería ese momento histórico que que-da presupuesto en el ensayo de Walter Ben-jamin sobre la nueva obra de arte, cuandohabla de una "segunda técnica" o una "técni-

ca lúdica'.Se trata del momento histórico de una "re-

volución tecnológicd', como le llaman estos

autores, que se esboza ya en torno a ese sigloX, durante lo que Mumford llama la "fase

eotécnica" en la historia de la técnica moder-na, a¡terior a las fases'paleo-técnica' y

('neo-

l:; ¿.:tii1 t¡ii!i!.i,:!'* ,.,tt" "'lTi'lt' tt .:t:,: ?;';i-!ia:: ir .,1.;í,¡

l^ontrahistoriaC.v_ñJ

técnica" reconocidas por su maestro Geddes.

Una revolución tecnológica que serla tan ra-

dical, tan fuerte y decisiva -dado

que alcan-za a penetrar hasta las mismas frrentes de ener-

gía, y hasta la propia consisrencia material (fí-

sico-química) del campo instrumental- que

podría equipararse a la llamada "revolución

neolítica". Se trara de un giro radical que im-plica reubicar la clave de la productividad deltrabajo humano, situarla en la capacidad de

decidir sobre la introducción de nuevos me-dios de producción, de promover la rrans-

formación de la esrructura técnica del apara-

taje insrrumental.Con este giro, el secreto de la productivi-

dad del trabajo humano va a dqar de residir,como venía sucediendo en toda la era neolí-tica, en el descubrimiento fortuito o espon-

táneo de nuevos instrumentos copiados de lanaturaleza y en el uso de los mismos, y va a

comenzar a residir en la capacidad de em-prender premeditadamente la invención de

esos instrumentos nuevos y de las correspon-dientes nuevas técnicas de producción. Este

sería entonces el momento de la revoluciónde la "eotécnici', la "edad auroral"

-diceMumford- de la técnica moderna.Lo principal de este recenrramiento rec-

nológico está, desde mi punro de vista, en

que con él se inaugura la posibilidad de quela sociedad humana pueda consrruir su vidacivilizada sobre una base por completo dife-rente de interacción entre lo humano y lonatural, sobre una interacción que parte de

una escasez sólo relativa de la riqueza nam-ral, y no como debieron hacerlo tradicional-mente las sociedades arcaicas, sobre una in-teracción que se movía en medio de la esca-

sez absoluta de la riqueza natural o de la reti-cencia absoluta de la naturaleza ante el es-

cándalo que traía consigo la humanizaciónde la animalidad. A diferencia de la construc-ción arcaica de la vida civíIizada, en la queprevalecía la necesidad de tratar a la narura-

leza-lo otro, lo extrahumano- como a unenemigo a-rnenazante al que hay que vencer ydominar, esa construcción puede ahora, ba-

sada en esta nueva técnica, t¡atarlamás biencomo a un contrincante/colaborador, com-prometido en un enriquecimiento mutuo. La

conversión narcisista que defiende la "mis-midad" amenazada del ser humano median-

te la conversión de lo otro amenazante, d.e la"Naturaleza", en un puro objeto que sólo exis-

te para servir de espejo a la autoproyección

del Hombre como sujeto puro, s€ volveríainnecesaria en el momento mismo en que esa

arfieftaza deja de existir para el ser humano,gracias a la revolución tecnológica iniciadaen el momento "eotécnico" de la historia tec-nológica, al que hace referencia Mumford.

A mi modo de ver, con esa revolución de la

neotécnica que se iniciarla en el siglo X aparece

por primera vez en la historia la posibilidad de

que la interacción del ser humano y lo otro no

esté dirigida a la eliminación de uno de los dos,

sino a la colaboracién entre ambos, para in-ventar o crear precisamente dentro de 1o otro,formas hasta entonces inexistentes en é1. Laposibilidad de que el trabajo humano no se

autodiseñe como un arma para dominar a la

naturaleza en el propio cuerpo humano y en

Ia realidad exterior; de que la sujetidad hu-mana no implique la anulación de la suieddad

-inevitablemente misteriosa- de lo otro.

El tránsito a Ia neotécnica implica la "muer-

te del Dios numinoso", el posibilitador de latécnica mágScao neolítica; muerte que vienea sumarse ala"agoníi'del "Dios religioso',el protector de la comunidad pollrica ances-

tral, una agonía que venla aconteciendo al me-nos por 2000 años con la mercantificacióncrecienre de la vida social, es deci¡ con el so-

metimiento de las comunidades humanas a

la capacidad de la "mano invisible del merca-

do" de conducir sus asuntos terrenales.

En una primera definición. aprorimada,se podría decir que la modernidad consiste

' l12l'

JltnnLar,g'ro, r:l:i'.l MiunnLdLii

en la respuesra o re-acción aquiescente y cons- -exagerando

la formula de Freud-, podría-

tru6iva de la vida civilizada al desafío que mos llamar "un malestar en la civilización",

aparece en la historia de las fuerzas producri- vna stimmungo "estado de ánimo" que Pare-

vas con la revolución neorécnica gestada en cecaracretizaratodalavidacivilizadadelOc-

los tiempos medievales. Sería el intento que cidente europeo. Un "malestar" que la afecta

lavida ctvilnada hace de integrar y así pro- primero débilmente, pero después' a Paftirmovef esa neotécnica (la "técnica segundd' o del siglo X\rI o del siglo XVIII, de manera

"lúdica" presupuesra por -V, Benjamin) lo cadi_vez más aguda, hasta convertirse desde

mrsmo en su pfo-pio funciona-miento, que en la

reproducción del

mundo que ha le-

vantado para ello.

La modernidadsería esta respues-

ta positiva de la vida civilizaóa a un hecho

antes desconocido, que la práctíca producd-

va reconoce cuando "percibe" en la práctica,

que Ia clave de la productividad del trabajo

humano ha dejado de estar en el mejoramien-

to o uso inventivo de la tecnología heredada,

y ha pasado a centrarse en la invención de

nuevas tecnologías; es decir, no en el perfec-

cionamiento casual de los mismos instrumen-

tos sino en la introducción planificada de ins-

trumentos nuevos. Cuando Dédalo reapare-

ce, pero ya no como la figura esporádica de

una excepción en el ámbito del rrabajo y las

artes, sino como la figura de la condiciónmisma de su realización plena.

Se puede decir entonces que la moderni-dad no es la característica de un mundo civi-lizado que se encuentre ya reconstituido, en

conco¡dancia con la revolución tecnológica

post-neolítica, sino la de una civilización que

se encuentfa compfometida en un contradic-

torio, largo y difícil proceso de reconstitu-

ción; un proceso histó¡ico de "muy iarga du-ración'-usando un término de Braudel-,que de ninguna manera tiene asegurado el

cumplimiento de su meta.

Ya desde el primer siglo del segundo mile-nio se gesta y comienza a prevalecer algo que

finales del sigloXIX en un hori-zonte anímico ver-

daderamente de-

terminante de laexperiencia coti-diana. Y es que la

experiencia prácti-

ca que se expresa en este "malestar" es la de

una forma social o una estructura institucio-nal que se reproduce tradicionalmente por-

que sigue siendo indispensable para la vida,

pero cuyo contenido se enrarece creciente-

mente, convirtiéndola en una especie de sim-

ple simulacro o imitación de lo que ella mis-

ma fue en el pasado.

Thl sería el caso, por ejemplo, del cristia-

nismo, un rasgo esencial de la civilización oc-

cidental pre-capitalista al que el Occidentemoderno recurrió en sus primeros pasos -yal que sigue recurriendo hasta nuestros días,

aunque sea en una versión ya caricaturesca-para oculta¡ tras su enraizamiento en los usos

y cosrumbres rradicionales. el hecho de que

la "escasez absoluta" de la que él parte para

justificar su moral ha dejado de ser "natural"

con la neotécnica, y se havuelto a¡tificial, re-

producida solamente para efectos de la acu-

mulación capitalista. Este "malestar en la ci-

vtlizaciód' consiste en la experiencra práctica

de que sin las formas rradicionales no se pue-

de llevar una vida civllizada, pero que ellas

mismas se han vaciado de contenido, han

pasado a ser una mera cáscara hueca.

El contenido de la forma social consiste

en la necesidad de la comunidad, transmiti-

L l3 l''¡.. i i':j : ]a | ; ; i !.. t: ;.

l- ontrahistoriaC.v- ñ J

da a todos los miembros singulares de ella,de conrribuir con el sacrificio de una partede sí mismos a la lucha colectiva po,

"F,.-".la mismidad de la comunid"d.rr.l enfrenra-miento a lo otro, a la naturaleza (y a los otros,los "naturales" o "bárbaros"). Las formas so-ciales no son otra cosa que érganos o mediosde sublimación de un

"r'rtor"I.ifi.io, de una

represión productivisra que en principio ha

perdido ya su razón de ser.

Para precisar la idea de esta relación entrela forma y el contenido de las realidades ins-titucionales tradicionales, resuka ritil obser-var, por ejemplo, aunque sea de paso, lo quese festeja actualmente en las ceremonias nup-ciales. En estas ceremonias se Fesreja el sacri-ficio que la comunidad social hace del poli-morfismo sexual de sus individuos singula,res, Ia forma que adopta la represión de lalibertad de identificación sexual; un sacrifi-cio que siendo necesa¡io sólo en las condi-ciones arcaicas de la construcción social, es

aún consagrado y encomiado por ellas en los

tiempos modernos, como naturalmente ne-cesario, e incluso, como deseable por partede todos los que se van a someter a é1.

O por ejemplo, la condena impuesra so-bre el varón de guerrear y producir "como

hombre", o la condena impuesta sobre lahembra, de procrear y administrar la casa"como mujer", esta doble condena que ex-cluye (y castiga) otras opciones de idenriñca-ción sexual o "de género" sería el contenidode la Forma instirucional del matrimonio, unaforma que presenra la pérdida ontológica deesos varones y hembras "proto-humanos", deesos jóvenes de identidad sexual indecisa,como si fue¡a el ascenso a la "plena humani-dad", a esa humanidad que habría sido crea-da por Dios para ser sexualmente bipanita.El matrimonio como fundación de la fami-lia, que es el átomo de las sociedades tradi-cionales, es una forma i¡stitucional del apa-reamiento humano que debe disimular elva-

ciamiento de su contenido en los tiempos mo-dernos, Io deleznable que se vuelve cada vez

más la necesidad de sacrificar el polimorfis-mo sexual, y que se a¡'uda para eie disimuloprecisamente con el festejo de esa necesidaden la ceremonia nupcial. La experiencia delcasácter insostenible, y al mismo tiempo in-dispensable, que adquieren las formas arcai-cas del apareamiento humano en los tiemposmodernos, es sólo un ejemplo de ese ya casi

milenario "malestar en la civilización".El "malestar en la civilizacióri' muesrra que

la necesidad del sacrificio, sin haber d.r.i"-recido como correspondería a una vida pro-piamente moderna, sí se ha debiliado; quela Forma civilizatoria ancesrral, aunque no esré

aún deslegirimada plenamente, se ha vueltoya profundamente cuestionable. Sugiere quela modernidad efectiva o realmenre exisrente

no acaba de aceptar o simplemente no puedeaceptar su propia base, es decir, no rerminade integrar la neotécnica

-la "récnica segun-

dd'o "lúdica"-, con los efectos de abundan-cia y emancipación que ello traería consigo;que no acaba de afirmarse plenamente sobre

ella, en lugar de seguir sustentándose sobrela técnica arcaica, neolítica o de conquista de

la naturaleza. Es precisamente de esta incon-sistencia de la modernidad realmenre existen-

te -obstaculizar

la tendencia de aquello quela despertó- de donde saldrla la capacidadde supe rvivencia que rienen las Formas socia-

les arcaicas o rradicionales.

C. TA MODENNDAD, T,t CAPITATISMOY EUROPA

Pienso que si se quiere enconrrar una explica-ción de esta inconsistencia de la -odernid"dhistóricamente establecida, hay que buscarlaen la zona de encuentro de la modernidad conel capitalismo. Para ello, creo que es impor-tante tener en cuenta una distinción que se

remonta a la filosofia deAristóteles, y que nos

'I r4l" :.1 Li. .. . ......r, l. :!

permite hablar de una "modernidad poten-cial" o esencial, opuesa a la modernidad efec-

tiva o realmente existente, a la que tanto men-

cionamos. Se podría decir que el aparecimien-

to de la neotécnica, de esra revolución tecno-

lógica que arranca del siglo X, trae consigo

algo asl como un "desafío" que es echado so-

bre la vida civilizada, el desafío de hacer algo

con ella: de rechazarla de plano, o de aceptar-

la, promoverla e integrarla dentro de su pro-pia realización, sometiéndose así a las altera-

ciones que ello introduciría en el proyecto civi-lizatorio que la anima en cada caso concreto.

Que en efecto se trata de un desaflo, se

comprueba por el sinnúmero de transforma-

ciones que en el proceso de trabajo se regis-

tran en esa época, a todo lo ancho del plane-

ta, y que parecerían ser distintas reacciones

que se dan en la vida úvlizada a la transfor-mación técnica espontánea de las fuerzas pro-ductivas. Los historiadores de la técnica rela-

tan que son muchas las civilizaciones, en

Oriente primero y después también en Occi-d.nt., qu.lr". " ,.rpo.rder al desafio de laneotécnica, que van a actttalizar la esencia de

la modernidad, a hacer de ésta una moderni-dad realmente existente, y ello de maneras

muy diferentes. Hay sin embargo, entre to-das ellas, una que se concentra en el aspecto

cuantitativo de la nueva productividad que la

neotécnica otorga al proceso de trabajo huma-

no, y que será por esta razón Ia que promueva

esa neotécnica de manera más abstracta y uni-versalista, más distinguible y "exportable",más evidente en el plano económico, y más

exitosa en términos histórico pragmáticos.Será precisamente este "éxito histórico" de

la respuesta occidental la que hará del Occidente romano cristiano un Occidente ya pro-piame nte europeo y capitalista. Lugar de ori-gen y cenffo de irradiación de la moderni-dad capitalista, la Europa "histórica' se iden-tifica con lo moderno y lo capitalista; no hay

que olvidar, sin embargo, que, aparte de ella,

)tnrn aLgo, ¡lÍ¡'i Mtunndl ii

ha habido y hay otras Europas "perdedoras",

minoritarias, clandestinas o incluso incon-cientes, dispuestas a intentar otras actualiza-ciones de lo moderno.

A}ora bien, Ia clave de este éxito de Ia res-

puesta productivista abstracta del Occiden-te cristiano al desafío de la neotécnica está

-siguiendo el planteamiento de Fernand

Braudel-, .r .l .r".r.rtro fortuito de dos

hechos d.e diferente orden, que acontecen en

Europa y no en otros lugares del planeta. El

primero, es el de las dimensiones reducidas

del mundo civilizado dentro del que se expe-

rimenta en la práctica la presencia de la revo-

lución neotécnica; son las dimensiones del"pequeño continente europeo , como lo lla-ma Braudel, las que facilitan la interconexiónde los brotes de neotécnica que aparecen, den-

tro de un espacio geográfico 'mane.iable". Se

trata, además, de un escenario práctico dina-mizado

-como dice el mismo Braudel-,

por una "dialécdca" muy peculiar, la "dialéc-

dCa norte-sUr" _"de amor-odio"_, entre la

Europa mediterránea y la del Mar del norte.

La aceptación del reto neotécnico por parte

del occidente romano cristiano, a partir de

este movimiento que unifica los medios de

produccióa del "pequeño continente euro-

peo" mediante la peculiar dinámica de la 'dia-

léctica norte-sur", contribuye determinante-me¡rte a que ella resulte más efectiva o más

prometedora en el plano pragmárico.

El otro hecho que converge forruitamenteen la explicación del exito histórico pragmá-

tico de Ia respuesta occidental al impacto de

la neotécnica, estaría en la presencia, ya con-siderable para entonces, del comportamien-to capitalisra en su economía mercanril. De

acuerdo no sólo a Braudel sino sobre todo a

Marx, cuando habla de las "formas antedilu-vianas del capital", el comportamiento capi-

talista existe ya en el orbe mediterráneo des-

de la época homérica. Ya desde entonces, elcapiralismo se encuentra determinando, si se

it$Hrs¡o; "irtí''

l- ontrahistoriaC.v____m-_J

quiere sólo desde afuera, desde el comercio yIa usura, el proceso de producción y consu-mo de Ias sociedades europeas, imponiendosu impronra en ellas, convirtiéndolas a unafe productivista que ellas no conocían. Asípues, la coincidencia de estas dos cosas, la di-námica automodvada de unas fuerzas pro-ductivas de dimensiones relativamente me-nores, y por ello f;íciles de interconecrar, porun lado, y la acción ya determinante del ca-

pitalismo primitivo en Ia economía mercan-til, por otro, daría razón de que Ia re-accióndel Occidente romano cristiano aI apareci-miento de la neotécnicahaya llegado a ser laact:u;alizactón de la modernidad que encon-tró las mayores posibilidades de desarrollo en

términos pragmáticos.

En Occidente, la neotécnica es convertidaen la base de aquel incremenro excepcionalde la productividad de una empresa privadaque lleva a la consecución de una ganancia

extraordinaria, un tipo de ganancia que, comolo explica Marx en su Crítica de k EconomiaPolítica, es la meta pragmática más inmediatade la economía, lo mismo mercanril que mer-cantil-capitalista. Y aunque el empresario pri-vado no dispone de una visión de conjuntode la economía, sí inroduce innovaciones téc,nicas en su proceso de uabajo, (y las mantie-ne en secreto el mayor tiempo posible), por-que sabe que en la práctica ello le garantizalograr una ganancia superior a la que obrie-nen normalmente los otros empresarios,

-"6"-pitalistas" o no-, con los que compite. Laneotécnica es percibida así, desde una pers-pectiva en la que ella no es otra cosa que elsecreto de la consecución de una ganancia ex-traordinaria, Ia clave de un triunfo en la com-petencia mercanril, que sólo podrá ser supe-rado por un nuevo uso de esa misma clave.

Es importante subrayar que, a partir de este

peculiar empleo de la neotécnica, se desata

un proceso en el que ella, de un lado, y laeconomía capimlista, de otro, entran en una

simbiosis de consecuencias epocales; simbio-sis que alcanzará su nivel óptimo apenas a

partir de la Revolución Indust¡ial del sigloXVtll. Se trata de una simbiosis que se venía

a.iustando durante un largo tiempo, madu-rando su organicidad, hasta que, al fin, en elsiglo XWII, se configuró como esa caracre-

rística definitoria del modo de produccióncapitalista descrira por Marx como la "sub-

sunción real del proceso de trabajo bajo elproceso de autovalorización del valor". La mo-dernidad, esra respuesta aurorrevolucionariaque la civilización milenaria da a1 desafio que

le lanza el aparecimiento de la neorécnica, que-

da de esta manera atada, en Occidenre, al mé-todo con el que allí se formuló esa respuesra.

Queda.atada.al órgano del que se sirvió parapotenciar, exitosaméñte, el aspecro multipli-cador de la neotécnica, queda confundida conel capitalismo. El capitalismo se transformaen un "seruo padrone" d,ela modernidad; in-vitado por ella a ser su instrumento de res,

puesta al revolucionamiento de la neotécni-ca, se convierte en su amo, en el señor de lamodernidad. Se puede decir entonces que, a

partir de ese siglo, la modernidad "realmenre

existente", primero en Europa 'y después enel mundo entero", es una actualización de laesencia de Ia modernidad, a la que está justi-ficado llamar "modernidad capitalista'.

El método capitalista discrimina y escoge

entre las posibilidades que ofrece la neotécni-ca. y sólo acrualiza o realiza aquellas que pro-meten ser funcionales con la meta que persi-

gue, que es la acumulación de capital. Al ha-cerlo, demuestra que sólo es capaz de fomen-tar e integrar la neotécnica de una manera

unilateral y empobrecedora; la üata, en efec-to, como si fuera la misma vieja técnica neo-lítica, sólo que porenciada cuantitativamen-te. En este sentido, recurrir a él implica no

sólo dejar de lado, sino incluso reprimir siste-máticamenre, el momento cualitativo que hayen la neorécnica, el desafío que esrá dirigido a

:;; {;r:,1 :}:!t¿ri:;; i. i:i;i! '"ü"]'' itz tirt¡ ¡t;ii;i¡:i¡ ¡lr i,iíl

la *a¡rsformación de la "forma ¡¿1ural" -sqrn6la llamaba Marx-, o correspondiente al "va-

lor de uso" del proceso de ,.producción de lariqueza objetiva de la sociedad. lmplica tam-bién, por lo tanto, reprirnir todo lo que ara-ñe a la posibilidad de un nuevo rrato de lohumano con lo otro, lo extra-humano, o Ianaturaleza. La neotécnica está siendo vistacomo una récnica de apropiación, como unatécnica que es actualizada por el capitalismocomo un insrrumento más porente de con-quisra y dominio sobre la naruraleza, cuan-do, como vefamos, lo que ella posibilita es

justamente la eliminación de rodo ripo de re-

laciones que sean de dominio y de poder.Puede decirse entonces que, en su versión

capitalista -que es la que, provenienre de

Europa, se ha impuesto en el planeta-, lamodernidad, esto es, la revolución civilizaro-ria en la lluc se encuentra empeñada la hu-manidad durante esta ya larga historia, sigue

una vía que pareciera haberla instalado en unregodeo perverso en lo conrraproducente, enun juego absurdo gue, de no ser por la pro-fusión de sangre y lágrimas que ha costado,la llewaría, como en una película de Chaplin,a subir por una escalera mecánica que fun-ciona en la modalidad "descenso" (y qu. es

más rrípida que ella).

D. LA ESENCIA DE IA MODERNIDAD Y tAMODERNIDAD -RI,AIMENIE, EXISTENTE'

Veamos esto un poco más de cerca. La repro-ducción del mundo de la vida, la producciónconsumo de valores de uso, obedece a una.tl, ."lógica" o un principio organizador cualirati-vo que es propio de ella, como realización deuna comunidad concreta, de un sujero socialidenrificado. Frenre a esra lógica "narural",como la llama Marx, la "realizaciónautovalo-úzadrsradel valor mercantil capitalista" posee

un principio organizador diferente, que es nosólo extraño sino contradictorio respecto de ella.

)t nnL a g,o, íji{} IVhur mdl i

Ahora bien, el modo capitalista de repro-ducción de la vida social implica un estadode subordinación o subsuncián del principiode la "forma natural" de esa reproducción,bajo el principio de la aurovalorización mer-canril capitalista. Nada se produce, nada se

consume, ningún valor de uso puede reali-zarse en la vida práctica de la sociedad capita-lista, si no se encuenrra en Función d. roport"o vehículo de la valorización del valor, de la

acumulación del capital. Y es precisamenteeste modo capiralista de reproducción de lavida y su mundo, el que ha determinado fi-nalmente la respuesta de la civilización occi-dental al reto lanzado por el aparecimientode la neotécnica. Inreriorizada y promovidacon este sentido, en la vida práctica de Occi-dente, la técnica nueva

-esa técnica segun-

da o lúdica, de la que hablaba Valter Benja-¡¡i¡-, mira cómo su tendencia intrfnseca a

la abundancia resulta redircida y disminuida,y cómo su tendencia intrínseca a la emanci-pación resulta tergiversada e invertida.

En primer lugar, la modernidad capitalis-ta genera justo lo contrario de aquello que se

anunciaba con la neotécnica. La acumulacióncapitalista se sirve de ella, no para esrablecerel mundo de la abundancia o de la escasez

relativa, sino para reproducir artificialmentela escasez absolura, la condición de esa "leyde la acumulación capitalisrd' según l* c,r"í,el crecimiento de la masa de explotados ymarginados es conditio sir¿e qua non de la crea-ción de la riqueza, y de los deslumbranteslogros del progreso. Y en segundo lugar, larealización o efectuación cápitalista de lamodernidad culmina en el 'ifenómeno dela enajenación', descrito por Marx y después

por Lukács.

El ser humano de la modernidad capita-lista se encuenrra sometido, "esclavizado" di-ría Marx, bajo una versión metamorfoseadade sí mismo, en la que él mismo ha pasado a

existir, pero sólo en tanto que valor econó-

i¡ ¿¡:r: ttir¡t!,r.r, r+ {lr'i" j:: t.;r¿i ¡t:¡r¿x:i¡: ¡ir :.ii,

l^ ontrahistoriaC.v______ffi J

mico que se autovaloriza. El ser humano se

enaiena como valor mercantil capiralista, yse esclaviza bajo esa metamorfosis sustitutivade sí mismo, en la que se ha auro-endiosadocomo sujeto absoluto, y cu1a voluntad incues-

tionable obedece él mismo religiosamente. La

promesa de emancipación del individuo sin-gular, que se sugerla como respuesta posible

a la neotécnica, se ha efectuado, pero con-vertida en lo contrario, en el uso de la liber-tad como instrumento de una constriccióntotalitaria del horizonte de la vida, para to-dos y cada uno de los seres humanos.

Si el mundo de la vida moderna es ambi-valente, como había-mos mencionado al prin-cipio, ello se debe a que la sujetidad

-el ca-

rácter de sujeto del ser humano- sólo pare-ce poder realizarse en ella como una sujeti-dad enajenada, es deci¡ en la que la su.ietidad

de lo humano se autoafirma, pero sólo en lamedida en que, paradójicamente, se anula a

sí misma. La modernidad capitalista es unaactuaJización de la tendencia de la moderni-dad a la abundancia y la emancipación, peroes al mismo tiempo vn autosabotage de esa

acualización, que termina por descalificarlaen cuanto tal. Este sería el secreto de Ia ambi-valencia del mundo moderno, de la consis-

tencla totalmente inestable, al mismo tiempofascinante y abominable, de todos los hechos

que son propios de la sociedad moderna.Walter Benjamin tenía razón acerca de lamodernidad capitalisra y su hisroria: todo"documento de culturd'es también, simultá-neamente, un "documento de Lrarbarie".

Para concluir, conviene dejar claro en todoesto un punto de especial importancia: la efec-

tuación o realización capitalista de la moder-nidad se queda corta respecro de Ia moderni-dad potencial, no es capaz de agotar su esen-

cia como respuesta civilizatoria al rero lanza-

do por la neotécnica, como realización de laposibilidad de abundancia y emancipaciónque ella abre para Ia vida humana y para su

relación con 10 offo. Es innegable que en laexperiencia práctica de todo orden se hace

vigente un conafo, una tensión y una tenden-cia espont:íneas, dirigidas hacia una efectuacién

de la esencia de la modernidad que sea diferen-te de su efectuación actual, capitalisa, hacia una

acrualización no-capitalista de esa esencia. Son

exigencias que parecen remitir a esa moder-nidad potencial o esencial como una entidad"denegada', en y por la modernidad "realmen-

te existente", -entidad

virtual o supuesta, su-

gerida "en negativo" dentro de ésta-, peroreacia a someterse a ella y a desaparecer.

Se plantea así una discordancia y un con-

flicto entre ambos niveles de la modernidad,el potencial, virtual o esencial, y el efectivo,empírico o real; el primero, siempre insatis-

fecho, acosando al segundo desde los hori-zontes más amplios o los detalles más nimiosde la vida; el segundo, intentando siempredemostrar la inexistencia del primero. Se abre

también así, en la vida cotidiana, un resqui-cio por el que se vislumbra la utopla, es de-cir, la reivindicación de todo aquello de lamodernidad que no está siendo actualizadoen su actualización moderna capitalista.

fffiz,{FE-

-a"t tu, *,rt t3'

.ü? ; '¡ti;,:¿d:i 4¿ {-ii:'

.ry ADOLFO SÁNCHEZ VÁZQUEZ ?c.coNTR

oHIzToAI

z

marxismo*Crítica y

coNTR

oHI¿ToÁI

z

ermítanme iniciar mi inrervención,en esta presentación del libro de Bo-lívar Echeverría, El discurso nitico

d¿ Marx, recordando que hace ya tiempo queconozco a Bolívar Echeverría, desde que pasópor mis clases y Seminarios como ProfesorAdjunto mío, dejando unafirmehuella, yquedespués he seguido de cerca sus ejemplarestraducciones y sus textos diversos, escasos ydensos, pero ricos en ideas y creativos.

Hace tiempo también que valoro altamentesu labor en esos diversos campos, por su espí-ritu crítico y antidogmático, y finalmente,hace tiempo también que los que conocíamossu capacidad y sus frutos lamentábamos queBolívar Echeverrla no fuera más audazy pó-digo extendiendo en un libro, más allá de sus

Seminarios y colaboraciones, a un sector másamplio ds ls6¡s¡ss

-aunque en México, des-

graciadamente, no es lo suficientemente am-plio-, el resultado de sus investigaciones.

No entro ahora en las causas de esta de-mora en ofrecernos el libro que nos debía.

¿Exceso de autocrítica o de autocensura? ¿Ex-ceso de voluntad perfeccionista? ¿Cierta con-firmación del contraste habitual en AméricaLatina entre los raudales

-a veces, verdade-ra diarrea-, de la producción poética y la

producción parca, conrenida e inhibida, enla investigación y el ensayo?

Sea cual fuera [a causa, saludemos la pu-blicación por Ediciones Era de los trabajosincluidos en El discurso crítico de Marx. Cíer-tamenre, no se rrata de textos desconocidos.Pero, independienremente de lo que repre-senta para ellos el contacto con un nuevo cír-culo de ledores, siempre un rexro disperso enuna revista, al formar parte de un todo nue-vo, cobra una nueva dimensión. Los trabajosrecogidos en el volumen, permiren conside-rarlos como niveles distinros de una evolu-cién de las id.eas del autor, que culmina en elrexto cronológicamente úlrimo, aunque es el

que, como "Presentación", abre el libro.Y cabe preguntarse, ¿es el mismo marxis-

mo este de 1984, que el de los textos resran-tes que arrancan de 1975? ¿Se rompe la líneade su pensamiento; cae aveces en contradic-ciones? Tal vez lo uno y lo otro. Pero consi-derados estos rexros dentro del movimientode ideas en que se inserran, digamos

-ape-lando a una categoría cuyo significado parael autor se revelará en la "Presentación'mis-ma-, se cambia una sustancia que adoptaformas diferentes. Lo cual es propio de todopensamiento vivo, y por tanto, puesto que

¡*¿alfé5

f,l* Intervenció¡ del Profesor Adolfo Sánchez Yázquez en la P¡esentación del lib¡o de Bolíva¡ Echeverría,discurso crítico de Marx, en el Palacio de Minería el 6 de marzo de 19g7 .

i-i 1)iíL! vr!??l"¿..ir, a"" {TrjU' i:i tnz- t:r¡i¡¡t}¡t it {,!in

fontrahistoriaSv-__r

vivo está para el autor, del marxismo. Hay

pues, coherencia, unidad, no obstante los

cambios y contradicciones del camino.

Ya con esto, estamos planteando una serie

de cuestiones que aFectan al marxismo, des-

de el enfoque del autor. Porque todo lo que

en el libro se aborda, se proyecta sobre un

fondo polémico actual, que es el de la vigen-

cia misma del marxismo, o de lo que se ha

dado en llamar -casi

siempre con un tono

frrneral-. [a "crisis del marxismo".

De los textos del libro me interesan, sobre

todo, -lo que no quiere decir que sean los

más logrados-, aquellos que tienen que ver

más directamente con este fondo problemá-

tico. Mi lectura es pues, una lectura interesa-

da. Y ¿curí1 en definidva no 1o es? Me intere-

san del libro aquellos, como el titulado "El

materialismo de Marx", en que se precisa lo

que por creerse muy sabido, con frecuencia

es lo más olvidado: el proyecto teórico-prác-

tico de Marx. Volver sobre él es indispensa-

ble, para desgarrar ese telón de fondo que hoy

muchos llaman "crisis del marxismo".Este texto de Bolívar, "El materialismo de

Marx", fechado en 1976, me atrajo desde su

aparición. Es una interpretación muy pene-

uante de las famosas Tésis sobre Feuerbacb.Mi

interés puede explicarse fácilmente, toman-

do en cuenra que siempre he visto en ellas el

viraje radical del pensamiento de Marx, que

se vuelve asl no sólo una filosoffa de la praxis,

sino rambién un elemento indispensaüle del

proceso de transformación revolucionaria del

mundo, como nueva práctica de la filosofta.

El texto de Bolívar es una de las interpreta-

ciones más lúcidas y agudas de las Tesis, ett

cuanto hace tansparente la médula misma

del marxismo, como actividad teórica cons-

titutiva de la praxis.

Muchas de las interminables disputas so-

bre el Ma¡x ideólogo, revolucionario, o cien-

tlfico, o sobre subjetiüsmo y objetivismo, se

podrían disolver si se partiera de una iusta in-

terpretación, -como

la que nos ofrece Bolí-

var-, de lx Tbsh. No se puede dejar de reco-

nocer la fecundidad de sus análisis al agruparlas

en los temas predominantes t eL carácter práctt'

co de la teorá marxirta; la determinacién de

las configuraciones de la sociedad como pro-

blemática específica de esa teorla, y el concepto

de transformación social en el que se unen in-

disolublemenre los aspectos teórico y práctico.

Por razones análogas a las anteriores, o sea'

la de precisar el proyecto de Marx, *e inclu-

so el término "proyecto" es sosPechoso, Paralos que hacen de Marx un científico entre

oros-. me ha interesado el ensayo titulado"Defensa del discurso crítico", .n .l qu. ,.subraya su carácter crltico, que engloba el de

revolucionario por ser científico, y el de cien-

tífico por ser revolucionario.Sección importante del libro que nos ocu-

pa es, justamente, la obra de Marx que ha

servido, --como todos sabemos-, Pafa ar-

mar una interpretación cientificista que opo-

ne al joven Marx frente al Marx maduio' Nos

referimos, por supuesto, a El Capital.

En los tres trabaios que en el libro se dedi-

can a é1, o sea: "Esque ma de El Capitaf' ,"Ya'lor y plusvaloy'' (entre paréntesis: ¡por qué

no 'pluwalla"?), y "Clasificacién del plusva-

Ior", el rigo¡ la coherencia, que no se lograri

con una claridad engañosa, se confirma launidad indisqluble de los dos aspecros antes

mencionados del pensamiento de Marx. ElCapital, nos dice Bolívar, es "el discu¡so cien-

tífico de Ia riqueza social moderna", pero un

discurso que entraña la "desmistificación'de

esa realidad. Puede comprenderse por ello que

El Capital fuera para Marx, no una simple

sucesión de enunciados científicos, sino un"proyectil".

-la expresión es de Marx-,arrojado ala cabezade la burguesla. Los tex-

tos de Bolívar nos hacen ver a un Marx como

él se veía a sl mismo, y nos lo hacen ver tanto

más claramente, cuanto más rigurosos son.

Hay oros textos del libro que inciden, m¿ís

!!! i:t:!¡ ,:!ir,tiii ¿t t.!;!t ü"i" i¡¡ ,;:'¡; ';¡!t¡:¡;',; ¿i+ i.ii,

directamente, en los problemas de la teoría y la

práctica polídca. Tál es el que consagra a Rosa

Luxemburgo y a sus interpretaciones opuestas.

que ponen sobre el tapete interrogantes que,

lejos de perder vigencia, están hoy, como ayer,

en el centro de la polltica revolucionaria: larelación entre conciencia y espontaneidad, yentre dimensión nacional e internacionalista.

Hemos asistido, en las décadas últimas, al

naufragio de dos concepciones de la primera

de esas dos relaciones: la leninista, de la exte¡io-

ridad de la conciencia, y la del mito de la es-

pontaneidad pura de las masas. En cuanto a la

segunda relación, -enüe

la dimensión nacio-

nal e internacionalista de la lucha-, hemos

visto umbién su naufragio, al suplantar la au-

todeterminación nacional por un nacionalismo

de vía estrecha, o sea burgués, y al inrernacio-

nalismo por la fidelidad incondicional a unEstado nacional, que se proclama socialista.

Bolívar rinde el debido ributo a Rosa

Luxemburgo, al ffatar de librarle de las sos-

pechas, -para

algunos evidencias irrefuta-bles-, de espontaneismo y de olvido de la"autodeterminación nacional", en nombre de

un internacionalismo abstracto.

Pienso que Bolívar consigue su objetivo de

salvar a Rosa Luxemburgo, de 1as acusaciones

de defensora del "espontaneismo" y del "in-ternacionalismo abstracto". Pero, a mi modode ver, no es tan sólida su argumentacióncuando trata de re€uperar el perfil propio de

Rosa Luxemburgo. Para ello, habría que si-

tuar a Rosa Luxemburgo, puesto que de su

vigencia se trata, no sólo en el contexto en

que luchó y pensó, sino también en otro nue-

vo que no conoció: el de las experiencias ac-

tuales en la lucha de los pueblos por su libe-ración nacional. Tendríamos entonces no sólo

el rechazo de los mitos que le atribuyen a Rosa

Luxemburgo "leninistas" y "luemburguistas",

sino también un perfil de Rosa Luxemburgoactual, que iría más allá de lo que ella mismapensó. Pero la dimensión nacional no es sólo

JI nmaLgo ifj NVturmdl ii

la de las nacionalidades que luchan con¡ra el

Estado que les oprime internamente, -que

es la experienci".urop.r, occidental, que Rosa

Luxemburgo tomó en cuenta-, sino la de

las naciones que luchan por su emancipación

contra el Estado o lmperio que las oprimedesde fuera, que es la experiencia que viven

hoy los países del trcer Mundo.

Con todo, en los textos correspondientes

del libro de Bolívar Echeverría. encontramos

aportaciones originales, al rastrear en El Ca'

pital indicaciones valiosas para examinar las

relaciones entre clase y nación.

Llegamos así a la última cuestión que nos

proponemos examinar, y que tiene que ver

.on el ptobl.ma tan vivo hoy, tan controver-

tido, de la "crisis del marxismo". Aunque en

todo el libro se encuentran elementos para

delinear la posición de Bollvar Echeverrla, la

última palabra en este asunto está al comien-

zo, o sea, en su "Presentación'.

Bolívar no elude este problema. No sería

marxista si lo eludiera, puesto que se trata de

un problema real.

¿Qué ha sido, y qué es hoy del marxismo?

Thl es la grave cuesdén. El marxismo ha sido,

-¡65 vis¡s a decir Bolívag pues no lo cito

textualmente-, el discurso propio, teórico,

de una práctica política peculiar, en la que la

izquierda materializa un proyecto, el comu-

nismo, para Iahistoria contemporánea. Aho-

ra bien, la tríada aquí envuelta: Comunismo,

Izquierda y Ma¡xismo está en crisis, en cuan-

to que estos términos han perdido su vigen-

cia efectiva. Seguimos de cerca a Bolívar. El

texto documenta sotre la pérdida de vigencia

de cada uno de los rérminos: la transforma-

ción del modelo alternativo de sociedad en

"socialismo ¡eal"; la incapacidad de la clase

obrera industrial para realizar el proyecto, yfinalmente, la carencia de la teoría al conver-

tirse en la versión predominante, como "ma-

rerialismo dialéctico", o como "materialismo

histórico", considerado como ciencia.

,,;;,¡,,,:¡:¡:jt,,.rr {;;j" i,¡ ¡,;:,; :ttr.:¡i,¡,;t; i

fontrahistoriaQv @ J

Ahora bien, el reconocimiento sin evasio-nes de esta crisis ¿implica que el marxismono puede renacer de esta crisis, a la que noescapan con él ninguno de los otros dos tér-minos de la tríada: el Comunismo y la Iz-quierda? TaI es Ia cuesrión, cuesrión de vidao muerte,

-diría yo-, para un marxista.

Ahora bien, -pienso

yo-, sólo puede re-nacer lo que en su nacimiento ofrece ya algo

que ha de subsisrir. Y esto es lo que nos oFre-

ce Bolívar: una sustancia en el marxismo queadquiere diferenres formas.

Al abordar este problema, hay que partirdel reconocimiento,

-y Bollvar no 1o esqu!va-, de la existencia de una pluralidad demarxismos. Pero, entonces. ¿qué hacer? ¿se

trata de aceptar eclécticamente unos y otros,o se trata de pronunciarse por uno, lo quesignificaría rechazar su muftiFormidad? La res-

puesta de Bolívar no consisre en rechazar de-terminado marxismo o marxismos, en nom-bre de uno que encarnara su verdad conclu-sa, sino en rechazar aquel que congela su mul-tiformidad. Y riene razón. Pero, si Ia susran-cia del marxismo consiste en ser,

-como dice

Bolívar-, inacabado, el marxismo que pe-trifica esa sustancia, que la congelr, no pu.-de ser aceptado. Yeste es precisamenre el mar-xismo que está en crisis.

En consecuencia, el marxismo que puederenacer hoy es el que lejos de congelarlo enuna forma, adopta su multiformidad en unabúsqueda inacabada, en la que la identidad,

-incluso en Marx-, nunca está dada de una

vezy parasiempre. Cabe entonces preguntar

¿si no hay identidad, cómo puede haber unasustancia que cambia de forma?

Bolívar rrata de rescarar la sustancia deMarx, justamente, en la heterodoxi¿ de unKorsch, Bloch, Lukács o Kosik. Pero la sus-

tancia que se pretende rescarar no puede ser

algo informe y gelatinoso, y por ello Bolívarnos habla de un doble descubrimiento deljoven Marx, que se conecta con el renacimien-

to marxista: el marxismo como discurso crí-tico. Si el marxismo es estructuralmente crl-tico, si mina el discurso del poder (digamos

por nuestra cuenta: el marrismo se ha acaba-

do en las sociedades del "socialismo real" porhaber perdido su potencial crítico) y segun-

do, por la relación del marxismo con lo quellama Bolívar Echeverría, "el terreno críricocentral de El Capital: la contradicción enrre

valor de uso y valor, ent¡e dos formas de exis-

tencia del proceso de reproducción social, una"social-natural" y otra histórica, capitalista.

Creo que se pueden buscar otras claves delrenacimiento, sin negar esas dos, a saber: el

marxismo como proyecto de emancipación,basado en un conocimiento de la realidad, ycomo el€mento indispensable del proceso de

transformación de esa realidad. Esta es la sus-

tancia del marxismo para mí.Con todo, Bolívar a lo largo de su libro

ofrece elementos para extender la sustancia aesos tres elementos, (proyecto, conocimien-to y crítica de 1o existente, y teoilacomo par-te del proceso práctico). Con ello, conrribu-ye a afirmar que el marxismo (más exacta-

mente cierto marxismo, el de la línea antes

señalada), sigue siendo la clave teórica para

la transformación de la sociedad: es deci¡ para

contribuir, como teoría, a la realización de unproyecto a la vez necesario, deseable y posible.Y aquí está en definitiva 7a razón de que elmarrismo pueda renacer en esta crisis profun-da que hoy vive, o sea, de que no sea abandona-

do en aras de un sospechoso post-marxismo.A afirmarnos en esta idea, contribuye va-

liosamente el libro de Bolívar Echeverrla, Eldiscurso oítico de Marx.

i:: r:rt: J1!r!t:::;:.i! i.';j,i: Oü)ti"

coNTR

eHI

eToII

z

coNTR

oHI

zToAI

z

{q CARLOS ALBERTo RiOs coRuILo ?F

Dialéctica del siglo W.A propósito de Vuelta de siglo, de Bolíuar Echeuerría"

I Para un historiador interesado en el sentido del siglo )C(, es difí-I .il imaginar un texto más complejo que Vueha d) sigto,de Bolí-var Echeverría. Al leerlo da la impresión de que el autor, cuya condi-ción de filósofo le ha permitido mostrar la dialéctica del iluminismo de

una época en t¡ánsito de prefigurar otra, esconde, por el contrario y de

manera enigmática, a un poeta que contempla -al igual que el ángel

de la historia-, las ruinas del mundo moderno que el resplandor de la

modernidad capitalista y el ideal de progreso han pretendido ocultar. Yeste carácter intelectual de Bolívar Echeverría es lo que representa, a su

vez, el rasgo principal del libro, caracrerística que, en ocasiones, hace

parecer al autor como inseparable de su creación.

Vueha de siglo no es una'historia' del siglo)O(, de sus acontecimientos o de sus perso-najes, sino un descubrimiento de sus claves

de acceso que, a modo de síntomas, de indi-cios, en un ejercicio de 'pasar el cepillo de lahistoria a contrapelo', muestran las cicatri-ces, los actos fallidos, la indiferencia y la ne-

gación de lo otro, que representan la'indefi-nición de sentido', la 'definición en suspen-

so' en que parece encontrarse la historia ac-

tual. Es por ello que cuando Bolívar Echeve-

rría dice que "no parece desatinado contar lahistoria del mundo moderno como una su-

cesión de los intentos que él ha hecho de re-

sistirse a la esencia de su propia modernidad"

(p.I2), se refiere al hecho de que estos inten-tos son la señal de alarma de un peligro la-

tente, de este carácter fragmentario o insufi-ciente de la propia historia, que hace que la

tarea sea, precisamente, su desencubrimien-

to: practicar la hisroria (en este caso, del siglo

)C() como desencubrimiento.Para Bollvar Echeverría la idendficación del

instante en el que emergen los actos fallidos,

los pasados que esperan la cita con el presen-

te, las histo¡ias de los oprimidos que han sido

expulsadas de la gloria de la historia de los

vencedores, constituye el'sexto sentido', el

'olfato' del historiador. Ese mismo'olfato' al

que se refería Marc Bloch cuando, en una

* Echeverría, Bolivat Vueha de siglo, Ediciones Era, México, 2006. 272 pigs

fontrahistoriaC.v-----il J

metáFora, advertía que el historiador "se pa-rece al ogro de la leyenda lporquel ahí dondeolfatea la carne humana, sabe que está su pre-sa". La identificación de ese instante que se aso-

ma reflejando en el presenre toda su acualidad,no consriruye solamente una vinud, sino quees toda una pre-condición del trabajo del his-toriador. Es una opción que puede converdr-se en elección. Y a lo largo de las páginas, elautor cuenta una historia y enseña cómo es

posible escribi¡la de acuerdo con la idea deBenjamin. de que "ni siquiera los muerrosesrarán a salvo del enemigo si esre vence".

Esto ncs recuerda quela mirada del ángelde la historia no es una visión preciosista, unculto al tiempo que se ha ido, una aurocon-ciencia de la historia que se asumiría denrodel reino de los muertos, como una devasta-ción del propio género humano. La miradadel ángel, por el contrario, pretende "redi-mir aI pasado", apartarlo de las brumas enque ha sido sepultado por la historia de losvencedores para volverlo actual, para trans-formarlo en "el instante de peligro", en "lachispa de la esperanza", ororgár,dol. una "vi-gencia vengadora" donde "el acontecer esrápor decidirse en el sentido de la claudicacióno en el de la resistencia o rebeldía ante el triun-fo de los dominadores" (p. 128) como bienseñala el autor.

Es frenre a esta disl.untiva, de estos dosescenarios de claudicación o rebeldía, que se

manifestarían, a favor o en contra, de un ene-migo formidable que 'ho ha dejado de ven-cer", donde la mirada a contracorriente ad_

quiere toda su radicalidad, toda su actuali-dad. En esta mirada del ángel, que BolívarEcheverría comparte sólo en el sentido de unasuperación de la catáscrofe, existe una con-cepción de la historia y del tiempo de la his-toria. El concibe la hisroria (una concepciónheredada de \Talter Benjamin y compartidacon él), como una sucesión de rupturas, dehechos fallidos, de experiencias mutiladas,

que se hacen visibles a pesar de la prohibi-ción de la hisroria de los vencedores, de lafatalidad del progreso, y de las ilusiones de lamodernidad, mosrrándose como un 'relám-

pago' que bri[a sobre esra hisroria que ocul-ta, que engaña, que pretende ser un relatoapacible y acumulativo, basado en la expro-piación de la experiencia de los oprimidos.'Historia de la negatividad de los sucesos his-tóricos', que sobrevive y subyace a la historiade los dominadores a pesar de haber sido des-

echada y supuestamenre vaciada de su conte-nido rebelde o conresrarario, pero que roda-vía está ahí; no bajo la forma de un pasadovencido o muerro, sino como el recuerdo deuna advertencia, como una premonición deun retorno que irrumpirá en el presente confuerza, llenándolo de contenido.

Es un discurso hisrórico sobre la experien-cia que el género humano tiene de un fiacaso

sin fin, en un sentido adverso a la emancipa-ción humana, a la construcción de un mun-do para la vida. Pero para Bolívar Echeverríaeste no es un discurso que prerenda invitar a

pensar en la imposibilidad de romper con elcontinuum marcado por la presencia victo-riosa del valor que se au rovaloriza; por el con-trario, invita a pensat en vez de en un desti-no ineluctable, en una tendencia en Ia que, apesar de todo, todavía existe la posibilidadde encender una chispa de esperanza que per-mita vislumbrar un mundo alrernarivo, unmundo posible. Aunque esra posibilidad detransformación

-un horizonte de expecta-¡i¡¡¿- ¡6 es un discurso que tendría Ia mi,sión de anunciar el predestinado advenimien-to de la'fiesta de los oprimidos', que acudiríaa su propia cita con la historia en un mo-mento en que el calendario marque la Gchade las revoluciones, sino que parre de la ideade que el pasado estávivo, que acrúa sobre elpresente modifi cándolo incesantemenre,otorgándole un perfil determinado, conce-diéndole su propio senrido. Este horizonte

_o-'$Hlt¡Dr:''... '[24]"

de expectativa radica en la capacidad que tie-ne el presente de rescatar, de no olvidar loque en él acontece, y de acudir, a "la cita que

tiene con el pasado y que lo tiene en deudacon é1" (p.128) desatando. enronces, su "vi-gencia vengadora".

Por encima de la diversidad de los

rcmas, Vuelta de siglo es un punto de

encuentro, de cita. Lo es en el sentido en

que la mirada escudriñadora, de latente in-conformidad y a contracorriente, se suma

al principio dialéctico y materialista; perolo es también porque en este libro se re-

únen los principales temas que el autor ha

estudiado durante más de tres décadas: el es-

tudio de la obra de Marx, el discurso críticode Marx; la preocupación sobre el concepto

de cultura, y el esfuerzo de aportar en la cons-

trucción de una teoría materialista de la cul-tura; y eI Ethos barroco, como clave de una

propu€sta, de un abordaje muy original apli-cable a una cierta interpretación de la histo-ria de América Latina.

De tal suerte que esre libro representa una

condensación de la experiencia que, sobre

estos temas, ha adquirido el autor. Mas no

por el hecho de que éste sea una simple com-pilación de temas "reunidos" por é1, sino por-que tiene un carácter excepcional, un lugarde excepción. En primer lugar, está el hecho

de que es un libro escrito por un militantepolítico

-5ulilrnq¡¡s oculto, al igual que el

poeta- que se autocontiene, que se dota a sí

mismo de una disciplina, para regular o con-trolar el desbordamiento de la apreciación

sobre la capacidad transformadora de la vo-luntad humana, anteponiendo -en

la me-

dida que le es posible- al científico frente al

militante político; sin que este procedimien-to signifique una represión de su sensibili-dad o una renuncia consciente del optimis-mo, de la posibilidad de la utopía. En segun-

do lugar, este carácter excepcional le está con-

ll nmar go dii: Mtuomdl iL

ferido porque las ideas de este pensador, tan

abstractas y penetrantes, tan sutiles y pruden-res, están siendo escritas en un momento de

inflexión histórica como pocos han existido

en la historia moderna. En .r," hora decisi-

va, en esta época que prefigura orra muy dis-

tinta "cuando el ascenso de la barbarie globalparece aún detenible" (p.39) el discurso cí-ti.o d. Bolívar Echeveirla es todavía diffcilde ser pensado en toda su radicalidad. Pare-

ciera que el sujeto social al que él le escribe

-inmerso en un mundo donde el "realismo

político" y la "revolucióri' todavla se entre-

mezclan cotidianamente, en el que si inclusola política nos concierne a todos, no es posi-

ble que por ello pueda pedirse que todos de-

sarrollen por ella una pasión especial-, esrá

en una situación tal que le es difícil alcanzar

el nivel de exigencia, de acuerdo con las altas

dema ndas episremológicas, éticas y polfticas,

planreadas por este mismo discurso crírico.

Pero no se trata de un carácter inade-cuado o extemporáneo (lo que inviraría a

pensar en una casi imposibilidad de com-prenderlo) sino de una divergencia de Ias

miradas, de la posibilidad de ver lo mismocon idéntica profundidad, 1o que propicia-ría que la "cita" entre ambos se diera en

momentos distintos. Cuando se cree haberalcanzado al autor, el lector advierte, consorpresa y admiración, que las ideas que

uno y otfo ven, a pesaf de ser las mismas,

la desigual capacidad de penetración las

hace parecer diferentes. Pareciera, enton-ces, que el lector común tiene todavía ladificultad de asimilar en toda su radicali-dad [a finura del lengua je, la mirada dialé-ctica, el materialismo creativo, la visión de

larga duración que constituirían el núcleode este discurso crítico de Bolívar Echeve-rría. Un discurso que mantiene una extraor-

dinaria viralidad y acrualidad, precisamente

por el hecho mismo de su radicalismo po-

tencial, que permite desciFrar "el sentido enig-

.-1$rll\r oa

'1251'

-fontrahistoriaC.v______m_J

mático que representan los datos más rele-vantes de esta vuelta de siglo", (p. 1 4) e invitaa pensar en un modo de comprensión delmundo actual, en una posibilidad de un cam-bio que "tiene que ser radical, de orden y pro-fundidad civilizato¡ios" (p.116) para evitarla carástrofe y crear un sisrema histórico al-ternativo al capitajisra.

Este es el punto de parrida de la caracreri-zación de nuestra época. Es una visión que apartir de una doble matriz, tanto dialécticacomo de larga duración, inrenra definir la si-tuación ¿6¡s¿l

-s¡l esta vuelta de siglo- de

la historia de la modernidad capitalista, y que

al tiempo en que muestra las contradiccionesde este proyecto, brinda también elemenros

de análisis que permiten av'tzorzLrlas posibili-dades históricas de transformación del esce-

nario prospectivo, todavía abierto e indefini-do, cuyos caminos podrían ser la profundización de la barbarie, o la posibilidad de crear

un mundo social alternativo. Y quizá sea esre

el mensaje profundo, el sentido de Vuelta d.e

siglo: mostrar no sólo este momenro en sus-

penso caracterizado por estas dos opcioneshistóricas que se desarrollan paralelamenre,aunque con direcciones contrarias, sino tam-bién, y de manera aún mayor, la fuerza crea-tiva de la sociedad, la voluntad de cambiar elcontinuurn de la historia yendo en contra de"el sujeto real y efectivo de esa historia mo-derna que es la acumulación delcapítaJ" (p.264) en una acción guiada por unaactitud de "ser de izqüerda", definida comouna "actitud ética de resisrencia v rebeldíafrente al modo capitalista de la viáa civiliza-di' (p.263). Sería pues a parrir de esre "ser

de izquierda" que puede construirse, de acuer-do con la advertencia de Bolívar Echeverría,

el proyecto de una modernidad alternativa a

la capitalista, que pueda orienrar el tránsitocivilizatorio por una vía opuesra a la de la ca-

tástrofe, alterando la dirección de la hisroriaen la que estamos ho¡ ahora, entrampados.

El discurso crltico de Bolívar Echeve-

rría permite desciFrar el registro pro-fundo de esta situacién de "suspenso" de lahistoria inmediata, a parrir del análisis de as-

pecros que constituyen la hisroria de la mo-d.rn¡drd capitalista. Aspectos que al ser vis-

tos desde el observatorio del auror, dejan de

parecer "normales", "comunes", aún cuandosean parte de un registro cotidiano, volvién-dose "excepcionales". constiruyéndose en se-

ñales, en claves de acceso a la comprensiónde la múltiple identidad moderna de Améri-ca Latina, a partir de la redefinición que el

autor hace de conceptos como "mestizaje" o"barroquismo". Y esta elección no impide ob-sewar el resto de los femas que represenran

una imagen centelleante de nuestra época,

como la disminución de la importancia de laalta cultura en la vida cultural, qu. hr.. "r"--balear el uso tradicional, canonizador y je-

rarquizante de los libros y Ia lecrura" (p.36).

O la "religión de los modernos"; el espejismo

o encantamiento del carácter de fetiche de lamercancía, donde la coÍfianza en la "mano

oculta del mercado" implicaría creer en una"entidad metapolírica", en un dios revestido,cuya fe se debería a una suplantación del diosarcaico (en un movimiento de rescate y re-

actualización), por el valor que se aurovalori-za| entre otros importantes temas de los quetram el autor, como la violencia, la nacionali-dad o Ia religiosidad.

Pero son los conceptos de mestizaje cultu-ral y de ethos barroco los que, sinromática-mente, alavez de constituir la propuesta del

autor sobre una re-inrerpretación de la hisro-ria de América Latina, de la particu-lar y mul-ti Facética modern idad larinoamerica na, repre-

sentan uno de los aspectos más originales ydestacados de la obra de Bolívar Echeverría.

En primer lugar, a partir de la idea de este

mestizaje cultural que parece conrraponerselo mismo aI racismo (la imagen de "blanqui-rud" del proyecto de la modernidad europea)

ü'j,,

que al fundamentalismo in-dígena (los indios puros, es-

capados del proceso históri-co del mestizaje), el autorconsidera que el mestizajeno es un "diálogo de cultu-ras" o un simple "encuentro"

de dos grupos humanos,sino una simbiosis, un enri-quecimiento mutuo de dos

civilizaciones con proyectos

históricos diferentes y con-trapuestos, de los que emer-

ge, propiamente dicho, lamodernidad latinoamericana. Pues a pesar de

la negación, la suplantación y la destrucción

del otro, y la imposición de la cultura de los

vencedores, (a parrir de la Conquisra de

América; una conquista todavía hoy "incon-clusd', en ciernes, con la intención de com-pletarse) la cultura de los vencidos permane-

ció latente; sin duda despojada de su magni-ficencia por haber sido prácticamente muti-lada debido a la destrucción de su civiliza-ción, pero sin que su alternativa civilizatoriase hubiera agotado, manteniéndose, enton-ces, en un estrato de experiencia históricatodavía no expropiada o vaciada de su conte-nido, y que al manifestarse en el registro de

la vida cotidiana en una posición de resisten-

cia, intervenía en lo otro y lo forzaba a abrir-se, propiciando un involucramiento, una re-

producción de las identidades. Cuando Bo-lívar Echeverría dice que ''la forma propia de

existencia de las culturas es el mestizaje"(p.204), está señalando que éste mismo se-

ría la estrategia más importante de la re-producción de la identidad social, y parael caso de la cultura latinoamericana, elmestizaje representarla un rasgo distintivo,una " peculiaridai' (p.\99).

En segundo lugar, el barroquismo ocupa-ría un lugar central en la cultura y la moder-nidad latinoamericanas, como un fenómeno,

l[nmaL,g,o, :l]¡"r Mlunmdl ii

como una descripción crí-tica de éstas, como un prin-cipio que estructuraría laexperiencia de la vida coti-diana, del tiempo cotidia-no, donde lo barroco des-

plegaría ral fuerza que ha-

ría posible mostrar la incon-gruencia de la modernidadcapitalista, y al permitir ver

r 1.su crisis, señalaría rambién,en el registro profundo de

la vida culrural, la necesidad

imperiosa de una mode¡ni-dad alternativa. "El aparecimiento del ethos

bar¡oco en América tiene que ver directamen-te con el hecho de la Conquista' (p.213) dice

el autor sobre un principio que reordena yreconfigura el mundo de la vida, la experien-

cia cotidiana a partir de la inauguración de

una posibilidad de reciprocidad, de retroali-mentación entre los vestigios, las huellas de

las civilizaciones americanas desrruidas porla Conquista, cuya situación llmite (de frag-

mentariedad, mas no de caducidad o de totalagotamiento de sus capacidades de transfor-mación) les impediría proseguir con su pro-yecto histórico, debido al hecho de su casi

total aniquilación; escenario frente al que los

descendientes de estas culturas latinoameri-canas tuvieron que inventar "una manera de

sobrevivir" ante la presencia victoriosa de la

civilización europea en América que, pese a

su condición vencedora, no podía reprodu-cirse por sl sola, a partir de sus propias fuer-zas, en una temporalidad y espacialidad dis-tinras a las de su matriz originaria.

Esta doble condición de lejanía y cercanía

marcada por la mutua necesidad de encon-

rrarse, de "citarse" para no sucumbir aislada-

mente ante el peso de la exclusión, de la ne-

gación de lo otro, creó sobre esta base unacomunidad de proyecto civilizatorio en el que

los herederos de la civilización vencida, los

" 1271"

ContrahistoriaQv j[@- J

indios, recrearon a su modo Ia civilizacióneuropea que había destruido la suya (unmundo que se había ido para siempre), pararestituirla por una versión diferenrc, un pro-yecto alternativo que recuperó lo ya existen-te recreando una versión distinta de esto mis-mo: la civilización occidental en América.Siruación paradójica que el autor registra deuna forma inmejorable: "El fenómeno delmestizaie aparece aquí en su forma másfuerte y caracterísrica: el código identita-rio europeo deaora al código americano,pero el código americano obliga al euro-peo a *ansformarse en la medida en quedesáe adentra, desde la reconsrrucción áelmismo en su uso cotidiano, reivindica supropia singularidad" (p. 214).

Esta'peculiaridad" de la modernidadlatinoamericana que Bolívar Echeve-

rría señala con finura, es una de las diversasclaves que la lectura de Vueha dc sigb con-densa en una especie de fresco de nuestraépoca. Es un inrento por idenrificar las imá-genes que integrarían una visión del mundo,a partir del hecho de imaginarlo menos por

la apariencia de un futuro promisorio, que apartir de la insoportable condición que im-pera en éste, en el cual üvimos. Sería pues

un esfuerzo de concebirlo desde "la imagende los antepasados esclavizados y no del idealde los descendientes liberados"', como decíaV. Benjamin, e identificar las llamadas queel pasado le hace aI presente, mostr:índole fu-gezmente su imagen verdadera, como un re,lámpago que ilumina el cielo de la hisroria;recordándole, de este modo, que en el dem-po presente se manifiesta con -"yo, ñr.rrala actitud üansformadora y la acción de las

sociedades humanas por alieru, el cofttinu,arn

de la historia de los vencedores.

En el d-iscurso crírico de Bollvar Echeve-rría se encuentra esre aspecto paradigmáticodel intelectual que sabe que la cultura es unode los más grandes tesoros que se encuentranapilados en la espalda de la humanidad, peroque el compromiso con el presenre da la fue r-za para sacudírselos, para echarles mano, con-siderando la idea de que si no es todavía posi-ble gobernar nuesrra historia a voluntad, sí almenos es posible apropiarnos de ella, tal comoésta relumbra en un instanre de peligro.

L2Bl'

4.W* €*

'' Efltx+F\"

coNTR

oHI¿TonI

?

coNTR

oHI

?ToAI

¿

q JAVIER SICüENZA REYES ?F

La nl,imensión cuhural o la existencia en rupturd.Sobre la teoría de la cuhura de Bolíuar Echeuerría

La cuhura moderna no es und uerdadera cubura, sino solamente un conocimiento,

una idea de la cultura, sin llegar a la decisién de la cultura.

Fmrnnrcn Nrrrzscn¡.De k utitidad y de los inconuenientes de la historia para la aida

-t -n una entrevista reciente, Bolívar Echeverría afirmaba que

desde comienzos de este siglo hay una especie de fatiga del

dogma capitalista, y una conciencia popular muy extendida

en el cuerpo social, de que las cosas, como están funcionando hasta

ahora, no pueden continuar así. Se trata de un descontento cuya fuerza

está extendida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida

cotidiana, y muchas veces, en ladimensión festiva de la misma donde lo

imaginario ha dado refugio a lo político, y donde esta actitud and-capita-

lista es omnipresente. IJn descontento o impugrración de los usos, cosürm-

bres y compoftamientos, Ílue es una rebelión inalcanzable por el poder

establecido, dirigida a corroerlo sistemátic¿mente, provocando en él una

especie de implosión.l A lo que se refiere Bolívar Echeverría, es a esa

rebelión que caracteriza a lo humano como existencia en ruptura, r¡na

rebeiión en la vida cotidiana propia de la dimensión cultural.

El objetivo de este texto, es aproximarnosala definición d¿ la cuhura de Bolívar Echeve-

rría, y relacionarla con su teoría del cuádru-ple etbos de la modernidad, en particular al

concepto de ethos barcoco, temas todos que

tienen como trasfondo teórico el discurso crí-

tico de Marx. Estas reflexiones, nos ofrecen

sin duda una rica y original teoría cdtica de la

modernidad en general, y de la modernidaden América Larina en particula¡ lo que ubica

a Bolívar Echeverría como uno de los más im-portantes pensadores crlticos en la acrualidad.

1 Cf¡. ia Entrevista publicada en el diaio Diagonal, núm.62, Espana, 4 al77 de octubre de 2007. Hayelectrónica en la siguiente dirección: http://ww*diagonalperiodico.net/

!{i atlti i!i;t¿i'¿r;; l-* "]ü'l'' ,o urro tti¡¿ti¿i ¿!¡: í..!ii¡

-&ver.sión

f ontrahistoriaC.v m-_J

-!t-En La ideología alemana, Marx y Engels afir-maban que la ideología dominanre de unaépoca es la ideología de los dominadores, es

decir, que los dominadores de una época, nosólo son los poseedores de los medios mate-riales de producción, sino son también los

productores de las ideas dominanres de la

época. Si nos preguntamos enronces por elconcepto de cultura, podríamos tambiéncuestionarnos hasta donde este concepto haservido de legitimación ala dominación. Unarespuesta aguda y profunda, podemos encon-trarla en el libro Definición de la cubura2 deBolívar Echeverría.

Se trata de un libro fascinante, extraordina-riamente creadvo y original, en el que el autorse sirve de la teo¡ía de la reproducción social de

Karl Marx, de la antropología esrnrcruralista yla semiótica moderna, para poner en cuesriónla noción mistificada de cultura en el discur-so moderno. Roger Bartra hace una acertada

descripción de este inrenro: "utilizar la radi-ción marxista, acorazada de la semiótica mo-derna y reforzada con las afiladas armas delesrructuralismo antropológico, para decodi-ficar y entender ese inquietante espacio in-material que Kant llamó el mundus intelligi-bilis, y que es el mundo de la cultura".3

En efecto, en un dempo en el que la críticade las armas se ha mostrado particularmenteinfructuosa, quizá sea necesario volver a afi-lar las armas de la crítica, para redefinir el cam-po de batalla. Y para ello, Bolívar Echeverríanos ofrece toda una teoría crítica, mediantela cual ese campo de batalla adquiere redefi-niciones sustanciales. En su libro Definicióndr Ia cuhura cuesriona al discurso moderno y

su concepto de cultura, un concepro que haseruido para legirimar, no únicamenre la do-minación de la burguesía ilustrada en el sigloXVIII frente a la aristocracia decadente, sinotambién la empresa colonialista de las socie-

dades occidenrales. Para desmitificar ral con-cepto, este filósofo acude al escandaloso mundode las sociedades [amadas despecdvamente "pri-

mitivas", y propone un, t.sis prouo..dor".Si observamos a las'iociedades primirivas",

podemos ver que su proceso de producción yconsumo presenn un comportamiento inne-cesario, dffincional, que tiene míís que ver conun elemento de orden rtágico e irracional quLe

con el proceso meramente productivo. Se tratade un orden de valores, que trasciende el planomerarnen te racional-efi cienrisra de la récn ica.

La tesis de Bolívar Echeve¡rla, es que es

posible generalizar este rasgo disfuncional de

los 'pueblos primitivos", en el que la repro-ducción social del ser humano requiere, para

su cumplimienro, de una "precondición" quees, si no ajena, al menos si de un orden dis-tinto al de las condiciones operativas recono-cidas en la perspectiva funcional. Se refiere aIa dimensión cuhural, esencial para Ia exisren-

cia humana, en la que la humanidad se afir-ma como tal, y que es irreducible a la técnica

utilitarista. La dimensión cultural, nos dice,no debe ser visra como el remanso de la im-productividad, tampoco como el reducro be-nigno de 1o irracional, que estaría actuandodesde el exterio¡ en el mundo realista de laproducción, el consumo y los negocios. Enrealidad, la intervención de la realidad culturales tan fuerte y frecuente, que parcce pert€necerorgánicamenre a la vida pragmárica de todoslos días, incluso allí en donde los procesos de

producción y consumo parecen excluirla. De

2 Bolíva¡ Echeverría, Defnición de la cubura, Ed. Itaca, México, 2001.' Roger Barrra. "Definición de la cultura. A propósito de un libro de Bolívar Echeverría" en la Reuista de laUniuersidad. núm. ó08, 2002, pp.74-t5.

!;; ¡:;r:¡¿ n!r:¡¡j,t ¿!¡ {.!i¡¡ OiTüj' itt nrti: r¡;iiiír!,x t!.t !.,/;r}

hecho, no parece existir un proceso técnico de

producción en estado puro, y la realidad cultu-ral no es un simple reflejo de otras instancias,

sino una condición previa para el cumplimien-to de las funciones vitales del ser humano.

Además, continúa Echeverria, la dimen-sión cultural no sólo es una precondición queadapta la presencia de una determinada fuer-

za histórica a la reproducción de

una Forma concreta de vida social,

sino un factor que es también ca-

paz de inducir el acontecimiento de

hechos históricos. Por ejemplo, en

la Rusia de 7917, que económica ypolíticamente era un país semifeu-

dal, pero que culturalmente exigía, según sus

intelectuales, hacia decenios, una revolución.

Así pues, la dimensión cultural de la existen-

cia social no sólo está presente en todo mo-mento, como facto¡ que actúa de manera so-

bredeterminante en el comportamiento co-lectivo e individual del mundo social, sino

que también puede intervenir de manera de-

cisiva en la marcha misma de la historia.Pero para dar cuenta de esta dimensión cu1-

tura-l, no es posible hace¡lo a partir del con-cepto de cultura del discurso moderno, pues

es un concepto que de entrada estaría exclu-yendo a esas sociedades primitivas, al conside-

rarlas atrasadas, con una cultura o ciülizaciónincipiente, con poca o nula actividad espiritual.Pero sobre todo, porque esre concepto es un

concepto misdficado, que está estrechamente

relacionado a la noción de espíritu, que se su-

pone sería el rxgo distintivo de 1o humano.

El concepto de cultura en el discurso mo-derno, nos dice Echeverría, se conforma en

torno a la convicción cont¡adictoria de quehay una substancia "espiritual",vacíade con-tenidos, que sin regir la vida humana, es sinembargo, la prueba distindva de su humani-dad. Noción inconsistente que constituye el

núcleo de la idea de cultura en el discursomoderno, para la cual nla vaciedad aparece

JI nnL ar go,.'-l.i:i Ntrurmdi ü

como garantía de plenirud, lo absrracto comoemblema de lo concreto". Así. el mundo de

la vida moderna, enemiga d.e Ia magia y los

mitos, es en verdad como un inmenso en-

cantamiento, una realidad que se construyeen torno a una palabra mágica, el espíriru, sinla cual Ia maquina perfecta carecería de sus-

tancia, tn ghost in the machine.

Es contradictoria, pues la modernidad su-

puso una reuolución copernicana en el modode comprender, explicar y construir la reali-

dad. Una revolución según Ia cual el ser hu-mano es Ia emanación del conocimiento. del

poder económico y polltico. Sin embargo, esto

no llevó al discurso moderno a prescindir del

concepto de espíritu, sino más bien a afian-

zarlo como rasgo distintivo de la cultura y la

civilización occidental, frente a los "pueblos

naturales", carentes de espíritu y cultura.Pero para desmitifca¡ este concepto idea-

iista de cultura, Bollvar se remite a los oríge-nes de tal concepto, pero no para encontrarsubstancias o esencias, sino para hacerlo en-

trar en el juego de los discursos y contradis-cursos. de sus intermitencias hisróricas. Elconcepto de cultura tiene sus orígenes en laantigua Roma, cuando traducen el rérmino

grtego de paideia por colutra. Por cultura, se

entendía ei cultivo de las huznanitas, de las

costumbres, de la religién, de los conocimien-tos, pero en particular, el cultivo delnous,delespíritu. No es sino hasta el siglo X\4II, con-tinúa el autor, cuando este concepto se rede-

fine, cuando una elite de intelectuaies se atre-ye a mirar por encima del hombro a la viejaaristocracia, y a definir a lo espiritual comocuhura aiua, mienúas que se refiere a la civili-

iii ii;iji !/:iiiri".i.o..nr 'j.ii'¡" j,t tt,.¿: ;tir,¡:i¡i ir i,jiit

fontrahistoriaC.v-

-_Jzación como una traición al espíritu, cuestio-nando con ello la superioridad que osrenta laaristocracia, en lo social y lo político. A co-mienzos del siglo XIX, la oposición semánti-ca cultura-civilización va a cambiar. El con-cepto de cultura, se va a utilizar para señalar

las actividades en las que la crearividad se

manifiesta de manera pura, en resistencia consu mero aprovechamiento mercantil. Civili-zación, en cambio, es utilizado para designara aquellas actividades subordinadas .l pt"g-matismo económico.

Lo inreresante de subrayar aquí, es que esre

concepto de cultura, fuertemente vinculadoa la noción de esplritu, no sólo sirve para le-gitimar el poder de la burguesía ascendente

frente a la aristocracia, sino que además, le

sirve para justificar su empresa colonialistafrente a los otros, los pueblos primitivos, sincultura y sin espíritu.

AI respecto, nos dice Bolívar Echeverría,

el discurso de la Europa moderna concibe loespiritual como la capacidad de autorepresiónindividual, encausada al productivismo. Bajoeste discurso científico, subyace una uisión

etrzocentrist¿L, que considera a lo espiritualcomo una "gracia divina" otorgada a una cul-tura elegida: Ia moderna cristiandad de IaReforma. Según esta visión, la racionalizactónque explica la existencia de lo propio, es frutode una decisión libremente elegida, una vi¡-rud espiritual, y no una esrraregia de supervi-vencia, de necesidad material. Desde esta pers-pectiva, los bajos instintos y el irracionalismoreprimido es algo ajeno e irreconocible, que da

cuenta de la causa del primitivismo de lo otro.Ahora bien, para abordar el problema de

la definición de la cultura, Echeverría recuer-da la disputa que ruvo lugar, en los años cin-cuenta, entre Jean-Paul Sanre y Claude Levi-Strauss. Para Bolívar Echeverría, la discusiónentre estructuralismo y existencialismo es unavariante del conflicto permanenre entre lo"apolíneo" y lo "dionisíaco", del que Nietzs-

che hablaba en su obra. Un conflicto entre laafirmación del nomos en Ia constirución de la

vida humana, y la irrupción anómica de laehtisrencia. Este conflicro también puede ser

visro, desde la perspectiva sobre la constiruciónbifacética del hecho lingüístico, planteado porSaussure, es decir, la vigencia de la estructura,

lengua o código, por una parre, y la actividaddel habla o el uso del lenguaje, por la otra.

Para Bolívar Echeverría, la problemática en

torno a la definición de la cultura, puede ser

vista en torno a la discusión tradicional que

enfrenta entre sl esas dos posiciones críticas,

frente a la noción de espíritu que se concibeen el discurso moderno cuando se ocupa dela vida social. Estas dos concepciones. cues-

tionan la función mistificadora que la noción

de espíritu cumple dentro del proyecto secu-

lar moderno, rematizando en rérminos no-metafisicos, la npresencia de una subjetividaden la vida humana y en su historia>, pues

ambos casos reivindican la presencia de esa

Iibertad como un fundamento inherenre, fl-sico, y no meta-físico, de la vida humana.

Bolívar Echeverría nos aclara que, al ha-blar de culrura, no se refiere a una funciónentre otras, sino a una dimensión del conjun-to de todas ellas, a la dimensión de la existen-

cia social, sr$ aspectos y funciones. Es deci¡" ala omnipresencia de la acdvidad cultural, comodimensión indispensable de la vida social.

Para fundamentar esto, establece una ho-mología entre la teoría de la reproducciónsocial de Karl Marx, y el proceso de comuni-cación lingüístico de RobertJakobson, comoel lugar conceptual más adecuado para la cons-trucción de una teoría de Ia culrura. De esra

homología, posürla la tesis de que en el pro-ceso de reproducción social no sólo hay unmomento semiótico, sino que entre el proce-so de reproducción sociai y el proceso comu-nicativo hay una idenddad sustancial, es de-cir, que al producir y consumir objetos, el ser

humano produce y consume también signos.

i,¡ t¡::,t ryir¿:i¡:4¡ i.ltt "i;;? !¿i cii¡;';¡¡;;:¡i,t ir {ii¡;

En efecto, para un ser cuya condición fun-damental es la libertad, al producir y consu-

mir objetos, produce y consume, necesaria-

mente, significaciones. Es el carácter eminen-temente polltico del ser humano, lo que hace

de él un ser semiótico. Es político, pues como

enlapolis griega, lo que estaba en juego en el

ágora era la idenddad de la ciudad, la figurade la comunidad, aquello que el proceso de

reproducción social produce y consume,transforma y disfruta, intuye y vive. Todos los

individuos sociales, y no sólo el sujeto social,

están en proceso permanente de hacerse a sí

mismos, intentando hacer a los otros, y de-

jándose hacer por ellos. Pero a[ proceso de

reproducción social, le es consustancial la pro-ducción y consumo de significaciones, no de

señales, como en la comunicación animal,sino de signos propiamente dichos. Esta es-

pecificidad semiótica se pone de manifiestoen el ser humano, tanto en el plano de la exis-

tencia física o animal, como €n el plano polí-tico o metafísico. "La semiosis, nos dice Bolí-

var Echeverría, es el modo como se da el predo-

minio de este uldmo plano sobre el primero".a

De manera que 1o propio y dominante de

la vida humana, es que su reproducción so-

cial, producir y consumir objetos prácticos,

implica necesariamente un momento semió-

tico. Y de esta producción/consumo de signi-ficaciones se conforma, en otro nivel, unapracticidad sui generis, puramente semiótica,

en la que su significación se ha desatado de su

propio cuerpo. Así pues, en el uniuerso de lo

semiética predomina lo politico sobre lo animal,y es allí en úinde se encuen*a k claue para ladefinición de la cahura.

Teniendo como uasfondo teórico la tesis

sobre la identidad sustancial entre el proceso

de producciónlconsumo material y el proce-

Jt rnnLargo,;i,j! Ntuomrdl ii

so de producción/consumo de significaciones,

cuya realización se caracteriza por producir y

reproducir la identidad del sujeto social, una

identidad que es sustancialmente política, ypor lo tanto, libre, Bolívar Echeverría define

a Ia cultura como nel momento autocríticode la reproducción que un grupo humanodeterminado, en una circunsrancia histórica

determinada, hace de su singularidad concre-

ta; es el momento dialéctico del cultivo de su

identidad,.t Quisiera comentar tres aspectos

de la definición del autor sobre la cultura,como existencia en ruptura.

Primero: la dimensión cultural es consus-

tancial a la vida humana, es una dimensión

de la misma, que se hace visible cuando en la

reproducción de su identidad -en

la produc-ción y reproducción de su sociabilidad. de

manera Física y política-, se desata una rela-

ción conflictiva, de sujeción y resisrencia, que

mantiene precisamente con la subcodificación

que la identifica. De allí que cultura sea defi-nida como culrivo crítiro de la identidad, y

no únicamente como resguardo, conservación

o defensa de tal identidad.En efecto, la actividad cultu¡al implica

poner a prueba la vigencia de la subcodifica*

ción individualizadora de una cultura histó-ricamente determinada, significa la puesta en

peligro de tal identidad en el encuentro con

los Otros. La convicción de que la cultu¡a es

un patrimonio de formas propias y peculia-

res, corresponde aI nacionalismo de la época

moderna. Según este nacionalismo, la heren-

cia cultural debe ser cultivada en su núcleo

más auténtico, el que estaría encarnado en el

pueblo; el cultivo de la identidad de una co-

munidad que cristaliza en una figura que, en

realidad, la museifica, e insufla en esa figurauna vitalidad que se le adjudica como pro-

Cft. Defnición dt la cubura, antes citado, p. 85.Cft. D$nición de k cubura, antes citado, p. l87.

.+rE\H ¡rloaa

íi!: ririi¡íi!: it i,iírt " ¡33)" :t t;:t ¡:¡i¡t¡i,i,it ¿ !i¡;

f^ontrahistoriaC.v ñ--J

pia, pero que en verdad le viene de la valori-zación del valor capitalista. Una cultura ofi-cial, opuesra a la cultura espontánea, que nie-ga la cultura como el cujtivo dialéctico de la

identidad. Así por ejemplo, la exalración de

la identidad germana (u¿ithisch) por el na-cionalsqcialismo alemán, lejos de implicar el

cultivo de alguna de las identidades hisróri-co-concretas, fue la negación de todas ellas.

Era una idenridad -olifi.*d", a la que el

movimiento nacionalsocialisra no venla a li-berar de esta condición, sino sólo a conectar-le una vida fingida, arrificial.

La reproducción de la identidad cultural,en cambio, afirma Bolívar Echeverría, nopuede ser otra cosa que una puesta en juego,

una nde y resubstancialización, o una de y re-

autentificación sistemática del sujetor, es de-cir, la historia del acontece¡ de una forma, en

su permanecer, gracias y a través de su alte-rarse. De hecho, la historia de la cultura se

muestra como un proceso de mestizaje inde-tenible. Se.trata de un proceso en el que cada

Forma social, p"r" ,.prádu.irse, ha inrentado

ser otra, se cuesdona a sí misma, se abre a laacción corrosiva de otras formas concurrentes,

y aI mismo tiempo, anudando según su propioprincipio el tejido de los códigos ajenos, se afir-ma desestructu¡adoramente denro de ellas.6

Me parece que esta distinción crítica entrenacionalismo y cultura

-que ya habla sido

mencionada por el pensador liberrario RudotfRocker, en su libro Nacionalismo y Cuhura-,no sélo es útil para cuestionar el nacionalismomoderno, sino que también invitaala reflexiónsobre el nacionalismo ran arraigado en la izquier-

da en América [,adna, y sobr. la afinidad, mu-chas veces inconsciente, con la cultura oficial.

Segundo: la cultura es una dimensión dela vida humana, que le acompaña en todos

los momentos y modos de su realización, nosólo en los momentos de su existencia extraor-

dina¡ia. sino también en su existencia ordi-naria, cotidiana. La vida en el plano de la exis-

tencia cotidiana, sólo se cumple si es capaz

de recibir en sí misma, en el plano imagina-rio de su reaJizaciít, la irrupción del modoextraordinario de su existencia. Es en este mo-mento de ruptura, en donde se expresa la di-mensión cultural propia de todo proceso de

reproducción social. Una existencia en rup-tura, que se da como una irrupción del com-porramiento extraordinario dentro del ám-

bito de lo rutinario.nEn el momenro de la rutina,

-afirma el

autor-, la dimensión culrural se encuentra

en estado inerte, es un hecho cultural. La sub-

codificación está "en autómaticd', en el gra-

d.o mínimo de su cultivo. En el momento d.e

ruptura, en cambio, este culdvo entra en ac-

ción, se vuelve especialmente enfático>. Así,

hay dos umodalidades de la misma dimen-sión cultural, la una repetitiva o ingenua, la

otra creativa o crítíca>.7 N hablar de una acti-

vidad propiamente cultural, Bolívar Echeve-

rría hace referencia, precisamente, a la reali-

zación de la dimensión cultural en la que se

encuentra resaltado el movimiento metasémi-

co, reflexivo o autocrítico que la caracteriza,

En un tiempo en el que todavía prevalece

la idea equivoca, de que para transformar el

mundo basta con hacerlo transformado las

grandes.estructuras económico-políticas, esta

definición de la cultura nos enseña que, quizá lo dererminante para tal transFormación

viene de oÍa parte: del azaroso y caético ám-

bito de la vida cotidiana. La irrupción de lo

extraordinario en el ámLrito de lo ordinariofue, sin duda, la gran apuesta de las vanguar-

dias históricas, cuya consigna de cambiar el

Cfl Defnicién de la cuhura, antes citado, p. 189.Cft. Defnición de la cubura, antes citado, pp. 192-193.

i¡ rt:t¡ ¡t¡iulrt d: iiiit; "i;;? i;¡ s¡t-,t *intl;¿ ¡!¡,i.lli,

mundo, cambiar la vida, se refería precisa-mente al hecho de hacer emerger la Fuerzas

oscuras de lo mágico, de lo disfuncional, de1o iracional, en el ámbito de la vida diaria,pero no bajo la lógica de la acumulación de

valor, sino del disfrute, de la realización ple-na, mediante el arte, el juego y la fiesta.

Tercero: es precisamente el carácter "lujo-so" de la cultura, que consiste en cierta inde-pendencia respecro al firncionamiento de Iaproducción/consumo, el que provoca la con-fusión que tiende a negar Ia omnipresenciade la actividad cultural, y a reducirla a su ma-nifestación más restringida, la llamada "alta

cultura". La distinción entre alta y baja cultu-ra, cultura de elite y cultura popular, se ha

planteado de varias maneras: se considera a laprimera como una cultura educada, refinada,tecnificada, que conoce y respeta la tradición,mientras que en cambio la segunda, sería

como algo tosco, no elaborado, o primitivo.Se trata de una distinción que confunde

la necesidad de una autonomuaciónde laüdacultural, con la de la reclusión de la actividadcultural, una vez autonomizada, dentro de la

esfera de vida de las ruling classes. A partir de

esta distinción, surge también la diferencia-ción de una actividad culrural que debe rea-

lizarse de manera especial, por parte de algu-nos que se dedican exclusivamente al culdvocrítico de esta subcodificación. En la histo-ria, esta distinción ha estado siempre deter-minada por el hecho de.la organízación je-rárquica de la sociedad. IJna separación-im-posición, en la que la alta cultura desprecia ysubordina a la cultura popular, y ésta a su vez,desconoce y hace mofa de aquella.

Pero la alta cultura necesira de la baja cul-tura

-como señalaron ls5 ¡6rn{¡¡i665-,

It tnnLar,g,o, ii!,-i,i Nhurmdl ii

pues aquella no es otra cosa que una sublima-ción de ésta: ula alra cultura no podría darse

sin la creatividad que acontece, de maneraespontánea, en el cultivo crítico cotidiano de

la subcodificación, sin la inventiva que apa-

rece sin cesar repartida por todo el cuerposocial>.8 Pero de igual manera, es posible pen-sar que la baja cultura necesita de la alta cul-tura. En realidad, una y otra son dos modosinseparables de una misma actividad.

Me parece que la disdnción entre alm y baja

cultura, en el siglo )O(, es ya insostenible. Nosólo porque, como bien indica Echeverría, son

dos modos inseparables de una misma activi-dad, sino además, porque la crisis de la alta

cultura, incorporada plenamente a la indus-tria cultural,la ha reducido a mera mercancía

que se compra y se vende en el mercado cul-tural.e Pero la vitalidad de la cultura en nues-

tro tiempo parece venir de otra parte, de los

fenómenos de la cultura popular, que en el

siglo )O( han adquirido una presencia tan

fuerte, que prácticamente es imposible re-

flexionar en €ste largo siglo sin referi¡se a ella.

Ya sea para hacerlo críticamente, como Ador-no y Horkeheimer en Diahctica d¿ la ilusna-ción, o para comprender la nueva sensibili-

dad que ella conforma, en especial a partir de

mediados del siglo )O(, como Susan Sontag, en

Notas sobre el Campo, o Friedrich Jameson, en

El posrmodrrnismo o la ligica culrural drl capira-

lismo. Avnque, como veremos más adelante, esta

cultura popular no está a salvo de ser tambiénrefuncionalizada por la industria cultural.

Así pues, la dimensión cultural como exis-

tencia en ruptura puede ser entendida, en pri-mer lugar, como ese cultivo autocrítico de laidentidad, ya sea al interior de una culturadeterminada, o en su contacto con oüas. En

8 Cfr. Defnición de Ia cultura, antes citado, p. 196.e Sobre ia crisis de la alta cultura y el paso a una barbarie cultural, Bolívar Echeverría reflexiona en su ensayo"¿Cultura en la barbarie?", en el libro Vuelta de siglo, Ed. Era. México. 2006.

l^ontrahistoriaC.v ñ_J

segundo lugar, como una ir¡upción de lo ex-raordinario en el ámbito de lo ordinario, yfinalmente, como aquella actividad en inte-racción reciproca entre la llamada alta cultu-ra y la cultura popular.

Ahora bien, la exisrencia en ruptura rieneinnumerables formas de manifestarse en lavida cotidiana, y por ende, innumerables ram-bién son las oportunidades que tieae la cul-tura de realizarse. Las innumerables formasde la cultura pueden clasificarse, de acuerdocon Bolívar Echeverría, bajo tres esquemas:

el juego, la fiesta y el arte. Hay un rasgo co-mún que catacter'na a estos tres esquemas: se

trata, nos dice el autor, de "la persecución ob-sesiva de una sola experiencia cíclica, la expe-riencia política fundamental de la anulación yel restablecimiento del senddo del mundo de lavida, de la destrucción y la reconscrucción de la'haturalidad" de lo humano, es decir, de la"necesidad contingente" de su existenciar.l0

El juego como comporta-miento en rupru,ra, persigue la uexperiencia de lo conringen-ter, de lo (contra o trans-naturaln, de nla au-toafirmación del mundo de la vida socialcomo "segund a natural.ezi'; pero lo hace a sumanera: busca el punto en el que la necesidadse revela ella misma conting€nte, y en el quela contingencia, en cambio, resulta ser nece-sarian.rl En la vida cotidiana hay una infini-dad de momenros de ruptura lúdica de la ru-tina; todos estos momentos son momentos decrisis y de recomposición imaginaria de la in,cuestionabilidad de las leyes narurales, que parabien y para mal mantienen el edificio social.

El uso aurocrírico del código que presenrala irrupción festiva es diferente, pues no sóloconmociona la vigencia general de toda le¡sino la vigencia de una ley encarnada, la ley

de la subcodificación identificadora del códi-go. "Lo que en la ruptura festiva entra en cues-

tión, no es ya solamente la necesid.ad o natu,ralidad del código, sino la consisrencia con-creta del mismo".'2 La experiencia de lo ple-no, incluso de lo perfecto, no es alcanzadanormalmente en el terreno de lo rutinario, en

la vida ptácrica producriva/consunriva y pro-creádora, sino en el momento de ruptura, en

especial la ruptura festiva o de reactualizaciónde lo extraordinario. De todos los comporra-mientos en ruptura, el fesrivo .r.l qu. p"rece

ser el más consistente, pues implica un mo-mento de real abandono, de puesta en sus-

penso de lo rurinario, de la existencia que se

afirma como alternariva de vida.A diferencia del juego, que es mucho más

eflmero e inocente, lo Festivo anula y resraura

la necesidad de la consisrencia cualitativa delcódigo, de su contenido, del rema del com-promiso singular que le da concreción. Demanera que lo Festivo, tanro en lo públicocomo en lo privado, pone en marcha una re-

volución imaginaria, una abolición y una res-

tauración, en el plano de lo imaginario, de lavalidez de una configuracién de lo humano.En Ia fiesra, religiosa o erótica, pueden ser

puestas en cuesrión las normas de Ia subcodi-ficación concreta. y aún de la codificaciónhumana en general. De ahí la afinidad de losactos Festivos con los actos reales de revolu-ción, acros en los que la comunidad desrruye

y reconstruye la figura de su sociabilidad. DeIa fiesta a la revolución, parece no haber más

que un paso, aünque se rrara de un paso quetiene que atravesar todo un abismo, aquél quesepara lo imaginario de lo real.

Finalmente, la experiencia poética o esré-

tica. Esta experiencia esrá muy cercana a la

t0 Cfr. Defnición de la cultura, antes citado, p. 200.tt Cfn Defnición de la cultura, antes citado, p. 201.t2 Cfr. Definición de la cubura, anres cirado, pp.202-203

i¡. ¡;i:t: t¡iv¡¡i*. i¡: i,tii¡¡ 'i?j'' it a::.,t ;,:i;,:¡,,i:: ¡!,,i.i!¡t

lúdiea y la ftstiv¿, pero es diferente de ella.

En la experieneia poética o estética, el ser hu-mano pretende revivir la experiencia de loextraordinario, sea lúdico o festivo, a rravés

de dispositivos específicos para la labor delarrista, destinados a alcanzar una reproduc-eión o mimetización del objeto festivo.

Estas tres forrnas que nos ofrece BolívarEchewería, para compreRder la manifestaciónde la dimensién cultural como existencia.enruptura, Ros permiten comprender mejorporque, grupos como los situacionisras, die-ron tanta importancia a la crítica de la vidaeotidiana, y su apuesta por subvertir la reali-

dad, mediante el restableeimiento de la uni-dad que ofreeía la experiencia de lo sagrado,

que para ellos debía ser verdaderamente se-

cularizado, medianre el juego, la fiesta y el arte.

-il-ta teoría de Bolívar Echeverría sobre la cul-tura, $e inscribe dentro de una reflexión más

amplia, que tiene una de sus elaboraciones

mais originales y sugerentes, en la teoría críti-ca del ruádruph ethos de la modernidad. DeacuErdo con esra teoría, hay una crisis queviene conformándose desde hace al menoseien años, erisis que no se da únicamente enel plano de lo económico, social, político ocultural, ni en Ia combinación de ellos, sinoque mfu bien se trata de algo mrís profundo yradieal, de una erisis que estaría en la base de

todas ellas: una crisis civilizatoria.Al hablar de crisis civilizatoria, se refiere a

la crisis de la modernidad que se impuso alproceso de modernización de la civilizaciónhumana, es decir, al proyecto capitalista en su

llnnaL,gror ffi MlurnLdlii

versión puritana y nordeuropea, que poco apoco se fue afirmando y sobreponiendo a los

otros proyectos posibles, y que domina hastala actualidad, (converrido en un esquemaoperativo capaz de adaptarse a cualquier sus-

tancia cultu¡al, y dueño de una vigencia y unaefectivi d ad históricas apa-renrem ente i ncues-

donables>.l3 Se trata, sin duda, de una crisis,continúa nuestro autor, pues la civilizaciónde la modernidad capitalisra no puede ya de-

sarrollarse sin volverse en contra del funda-mento que la hizo posible, a saber, el rrabajoque busca, mediante el tratamienro récnicode la naturaleza, la abundancia de t,ienes.

Vivimos un tiempo en el que la moderni-dad, al satisfacer las necesidades humanas,cosifica su humanidad, y al porenciar la pro-ductividad natural, la aniquila. Epo.".n qo.el "socialismo real" no pasó de ser una carica-

tura cruel del capiralismo liberal, un Capita-lismo de Estado, como lo llamaron desde la

revista Socialismo o Barbarie.Es por ello oportuno preguntaf, por la po-

sibilidad de una modernidad alternadva. Para

Echeverría, es un hecho que la modernidadno es una realidad uniforme ni monolítica,sino que coexisten en ella un sinnúmero de

versiones distintas de la misma modernidad,que fueron subordinadas o reprimidas, peroque no dejan de estar presentes en la actuali-dad. Así pues, la indagación de w etbos ba-

rroco svtge por la preocupación de la crisis

civilizatoría contemporánea, y por el deseo,

aleccionado ya por la experiencia, de unamodernidad no-capitalista, como una utopíano sólo deseable. sino necesaria y alcanzable.

La postulación de un ethos \arcoco en

nr¡esüo autor, surge como una respuesta a la

13 Bollvar Echeverría, "El ethos barroco" en el libro Modernidad, mestizaje cubural, ethos banoco, BollvatEcheverría (Compilador), Coedición UNAM/EI Equilibrista. México, 2004, pp. 15-16. Una exposición másamplia y detallada de la teorla del cuádruple ethos dela modernidad, se encuentra en el libro del mismo autor,La modnnidad de lo barroco, Ediciones Era, México, 1998.

f^ontrahistoriaC.v_____ñ__J

insatisfacción teórica que despierta la convic-ción de Max \íeber, según la cual hay unacorrespondencia biunívoca entre el "espiritu

del capitalismo' y la "ética protestante". Esta

concepción supone que no es posible unamodernidad que no sea capitalista, / por tan-to, que la única forma de poner en marcha el

revolucionamiento de las fuerzas productivas,

es aquella que se esboza en torno ala"éticaprotesran te".

El espiritu del capitalismo, nos dice el au-

tor, sería el comportamiento humano estruc-

turalmente ambicioso, racionalizador y pro-gresista. La ética protestante sería la técnicaindividual de autorepresión productivista yde autosatisfacción sublimada. EI encuentro

entre el espíritu del capitalismo y la ética pro-testante, es la condición necesaria para la or-ganizactón de la vida bajo el imperativo de laacumulación del capital.

Ahora bien, el término de etbos tiene unadoble significación. Por una parte, una signi-ficación básica de "morada' o "abrigo", que

se refiere a "refugio", y con ello, a recurso de-fensivo o pasivo; por oüa parte, la que se re-

fiere a "arma", a recurso ofensivo o activo.

Conjunta el sentido de "uso", "costumbre" o"comportamiento autómatico", con el con-cepto de "carácter", personalidad individualo modo de ser.

El ethos histtirico, puede servisto como todoun principio de construcción del mundo de

[a vida social. nEs un comporramiento que

intenta hacer vivible lo invivible, una especie

de actualización de una estrategia destinadaa disolver, ya que no a solucionar, una d€ter-minada forma específica de la contradicciónque constituye a la condición humanar. Lacontradicción a la que se refiere el autor, es lacontradicción en Ia época moderna, a la queMarx criticó en su obra El capital.

La vida práctica en la modernidad, debe

desarrollarse en un mundo cuya forma obje-tiva se encuentra estructurada en torno a la

presencia dominante del hecho capitalista.Hay una contradicción inherente a este he-

cho, que plantea el conflicto permanente en-tre tendencias contrapuestas, derivadas de dos

dinámicas simultáneas. Por una parte, la vidasocial es un proceso de trabajo y de disfrute,que se refiere a valores de uso, y por la otra,es también la reproducción de su riqueza, la

que bajo Ia forma capitalisra, se expresa comoun proceso de valorización de valor abstrac-

to. El conflicto se da cuando una y otra vez, ysin cesar, la primera es sacrificada a la segun-

da, y sometida a ella. La realidad capitalista

es un hecho histórico ineludible, una reali-

dad que está integrada plenamente en la cons-

trucción del mundo, que debe ser converti-da en una "segunda naturaleza", por el ethos

que asegura Ia "armonía' indispensable de la

existencia cotidiana.Para Bolívar, cuatro son las maneras de vi-

vir el mundo dentro del capitalismo, cada una

de las cuales implica una actitud particularante la contradicción inherente a la realidad

capiralista. Estos ethos son formas de interio-rizar al capiralismo, en la espontaneidad de

la vida cotidiana. El primero de ellos, es el

ethos realista: se trata de un comportamientoque se expresa como una acritud afirmativa ymilitante, en favor del proceso de valoriza-

ción del valor. comportamiento que aunquepretende no sólo ser fiel a la forma social-natural, sino además, potenciarla cuantirati-va y cualitativamente, en verdad 1o que hace

es reprimirla y deformarla. Pues para eI ethos

realista, habría una identidad plena, unitariae indivisible, entre el desarrollo de las Fuerzas

productivas y la valorización del valor. Esre

ethos es realista, no sólo porque afirma la efi-cacia y la bondad del mundo existente, sinoademás. porque afirma la "imposibilidad de

un mundo alrernarivo".

El segundo ethos, igualmente militante, es

el romántico.Exe ethos conFunde también los

dos términos, pero en contraposición al pri-

mero, no lo hace en ñvor de1 valor que se

valoriza, sino del valor de u5s. nEn é1, la "va-

lorización', -escribe

Bolívar-, aparece ple-namente reductible a la "forma natural"r.laEste ethos es romántico, porque para él Ia va-

Iorización del valor no es más que otra formadeLa realización de la forma natural. El espíri-

tu de empresa sería, desde esta perspectiva, el

sujeto que hacr de la hisroria una avenua per-manente, tanto individual como colectiva. Pa¡a

el etbos ramántico, el infierno capitalista sería

urr momento m:ís del milagro de la Creación.

El tercer ethos es el clásico. En él se percibela catástrofe del capitalismo como algo que se

compensa con la positividad de la existencia

efectiva. La espontaneidad de la realidad capi-

talista, para el ethos cllsico, se ve como el fiutode una necesidad trascendente. Este ethos per-cibe la negatividad del curso de las cosas, pero

no se compromete en conffa de tal curso, sinoque se adapta de manera comprensiva, y cons-

tructiva, al cumplimientcs trágSco del mundo.El cuarto ethos es el barroco. Como el ch-

sico, el ethos barroco está igualmente distan-ciado de la necesidad trascendente del hechocapitalista, pero no se suma a é1, sino que lotiene como algo inaceptable y ajeno. nSe tra-ta de una afirmación de la "forma natural"del mundo de la vida, que parre, paradójica-mente, de la experiencia de esa forma comoya vencida y enterrada por la acción devasta-

dora del capital. Este ethos pretende resta-

blecer la cualidades de la riqueza concreta re-

inventándolas, informal o furtivamenre,como cualidades de "segundo grado"r.t:

Para el autor, el etbos barroco puede ser ex-plicado por la idea que Bataille renía del ero-tismo. Para Bataille, el erotismo es la aproba-ción de la vida (el caos), aun denrro de la

)tnma go, ¡,;.1¡ MtrurnLdl ii

muerte (el cosmos). Así, el ethos barroco pue-de ser entendido como una forma que per-mite vivir la destrucción de lo cualitativo porel capitalismo, convirriéndola en la creaciónde otra dimensión de lo cualitativo, desafian-

temente imaginaria. El ethos barroco, apuntaEcheverría, nno bo¡ra, como lo hace el realis-

ta, la contradicción propia del mundo de lavida en la modernidad capitalisra, y rampocola niega, como lo hace el romántico; la reco-noce como inevitable, a la manera del cl¿ísico,

pero a diferencia de éste, se resiste a aceptarla,

pretende converti r en "bueno" al "lado malo",por el que, según Hegel, avanza la historia.oro

Además, estos cuatro eráar correspondena distintos impulsos sucesivos del capitalis-mo: el mediterráneo, el nórdico, el occiden-tal y el centroeuropeo. Cada una de estas ver-siones del etltos moderno configuran la vidasocial contemporánea,

"unqr. ninguna de

estas cuatro estrategias civilizatorias que se

conlorman en la modernidad capitalisra, pue-de darse de manera aislada o exclusiva, Más

bien, están inreractuando entre ellas, aunquesiempre prevalezca una sobre las demás. Dehecho, es el ethos realisael que ha llegado a

desempeñar el papel dominanre sobre los de-

más, el que organiza su combinación con los

otros, y los obliga a traducirse a él para mani-festarse. Este etltos realista corresponde a unesquema civilizarorio que requiere e imponeel uso de la "ética protestante", una ética queparte de la mistificación cristiana, para rra-

ducir las demandas de la producrividad capi-talista al plano de la técnica de autodiscipli-namiento individual; una productividad ca-

pitalista que sacrifica incesanremenre el aho-ra del valor de uso, en aras del mañana de la

valorización del valor. Es el banco del carni-

ta Cñ. Bolívar Echeverría, "El ethos barrocd', en Modernidad, mestizttje cultural, ethos banoco, anta citado, p. 20.15 Cf¡.BolívarEcheverría,"Elethosbasrocci',enModernidad,mestimjeculural,ethosbarocr,anrescirado, pp.2l-22.l" Cfr. Bollvar Echeverría, "El erhos barroco", en Modrmilad. mestiuje ru!rural, ethos banorc, mtes cirado, p. ZL

!¡ ¿,:;¡t ;*i¡r.¿í¡* ar;" '{}9"f" i¡t aiit¡. ¡¡ti.n¿l¿¡ r!¡: i,!,it¡

l- ontrahistoriaC.v-_--n--J

cero, que sacrifica individuos y pueblos, en

beneficio de la realización del valor.Para Bolíva¡ el motivo por el que consi-

dera conveniente que el término banoco pue-de servir para definir el cuarro ethos dela mo-dernidad, se debe a que el ethos barroco resul-ta de una afirmación de la corporeidad con-creta del valor de uso, que termina en unareconsrrucción de la misma en un segundonivel, una estrategia que acepta las leyes de lacirculación mercanril, a las que esra corpo-reidad se sacrifica, pero que lo hace al mismoriempo que se inconforma con ellas, y quelas somete a un juego de transgresiones quelas refuncionalizan. De manera que, lo barro-co en el arre, es el modo en .l q,r..l ethos barro-c¿ se hace presente, como una propuesta enffeotras, en el proceso de estetización de la vidacotidiana, en lasociedad europea del sigloXWl.

El ethos barroco se genera y desarrolla endiversas circunsmncias sociales e históricas,pero parece organizarse en torno a un dramahistórico. La peculiaridad de tal drama, resi-de en que en él coexisten dos propuestes an-tagónicas: "una, progresiva y oFensiva, que do-mina sobre oua, conservadora y defensiva",pero a la cual no puede eliminar y sustiruir.

Para ilustrar la particularidad. del ethos ba-rroco, Echeverría acude a la histo¡ia de la Es-paña americana, de los siglos XWI y XWII.Dos razones convergentes da¡ cuenta de ello,por una parte, porque quizá no hay en la his-toria ninguna orra sociedad en la que, cons-truida sobre la desrucción y la barbarie casitotal de las civilizaciones ame¡ican ay africa-na, no obstante ha prevalecido con especialfuerza la modalidad barroca del erhos mo-derno; y por la orra, porque el largo predo-minio del ethos banoco, primero abierto yluego subterráneo, en esas sociedades ha per-mitido la creación de nuevas formas, de ma-nera más amplia y profunda.

La manera barroca de vivir la moderni-dad, no puede tampoco evadirse devlir eny

con el capítalismo.ET etl¡os barroco es un prin-cipio de ordenamiento del mundo de lavida.El ethos barroco no es el núcleo de ningunaidentidad, sino más bien, es la puesta en jue-go con que la vida concret¿ de las sociedades,en este caso en América Latina, afirma su sin-gularidad cultural. Pero no se rrara de sus-

tantivar tal singularidad, afirma enfáticamen-te Echever¡ía, folclorizando lo "latinoameri-cano", como barroco o realista m:ígico, lo cualsignificarla aceptar pasivamenre los vieios ca-lificativos del discurso de las otras modalida-des del ethos mod.erno, que relegan a la pre-modernidad al ethos bairoco.

El siglo XWI ofrece a Bolívar Echeverrla,un punto de referencia histórico para com-prender la emergencia de tal singularidad cul-ural del etltos barroco, pero a condición deque, como recomendaba Valter Benjamin,la mirada crírica se lrelva contra la continui-dad histórica, pasando el cepiJlo a conrrape-lo de la suntuosidad de la historia.

En el siglo X\{II tuvo lugar la conforma-ción, el ascenso y el fracaso de todo un mun-do histórico peculiar. Un mundo históricovinculado al intento del catolicismo de fun-dar una modernidad propia, religiosa, quegirara en torno a la revitalización de la fe, en

oposición al individualismo abstracto, quegiraba en torno a Ia vitalidad del capital, peroque se reveló como una utopÍa irrealizable.

En el siglo XVII, se conformó un esbozode un orbe económico

-desde el norte de

México hasta el AIto Perú-, "autónomo","informal", que lucha por la realización deun proyecro histórico, comúnmente denomi-nado como criollo, de "construir una Euro-pa fuera de Europa', pero no sólo continuar-la o prolongarla, sino de ¡e-consrruir la civi-lízacíón europea en América, sobre la base

del mestizaje de sus formas con las formasque sobrevivieron a la desuucción: las for-mas de las civilizaciones "naturales", indíge-nas y africanas.

i¿ *n¡ ¡¡¡i¡ttii ii: {liít '"ü'F í¿ s¡r!¿ rnitri;¡ ¿t i.liio

A comienzos del siglo X\4I, la España

americana era el escenario de dos épocas his-

tóricas diferentes, en el que sus habitantes eran

los protagonistas de dos dramas: uno en de-

clive y otro que comenzaba. Durante los cua-

renta años que van de 1595 a1635,el conte-nido cualitativo de la actividad comercial y la

explotación del trabajo, marcan el principioy el fin de los comportamientos de dos épo-

cas, que han dado paso a una metamorfosis

sustancial del sujeto social. La demografia se

va alterando sustancialmente, cuando una

población predom i nan temente indígena, afri-cana y de europeos recién llegados, empieza

a descende¡, mientras que una población mes-

úza óe criollos, cholos y mulatos, empieza a

ascender. ula continuidad histórica no se da

a pesar de la discontinuidad de los procesos

que se suceden en el tiempo, sino por el con-trario, en virtud y a través de ellao.17

En el siglo XVII americano, este hecho

paradójico es lo que propicia el predominiodel ethos barro¿o, en la conformación del mun-do de la vida. Un drama histó¡ico llega a su

fin, el de la conquista y la evangelización, pero

al mismo tiempo, ya estaba en escena otrodrama histórico, el del mestizaie civilizatorioy cultural. Pero Bolívar Echeverrla no se re-

fiere al mestizaje en la figura qulmica o bioló-gica con la que comúnmente suele asociarse,

sino más bien al proceso semiótico bajo el cualpodría pensarse como "codigofagia". nlas sub-

codificaciones -nos

dice Echeverúa-, oconfiguraciones singulares y concretas delcódigo de lo humano, no parecen tener otramanera de coexistir entre sí, que no sea la de

devorarse las unas a las otras; la de golpear

destructivamente en el centro de simboliza-

ción constitutivo de la que tiene enfrente, y

)tnm argo,.;j|! Nhuondl ii

apropiarse e integrar en sí, sometiéndose a sí

mismas a una alteración esencial, los restos

aún vivos que quedan de ella despuésr.18

En este sentido, el mestizaje puede consi-derarse como el modo de vida natural de las

culturas. Entre la civilización india y Ia espa-

ñola, había una extrañeza enorme i ,rai."t,que no reconocía terrenos homogéneos, nipuent€s de ninguna clase, que pudieran uni-ficarlos. ol-a temporalidad y espacialidad eran

dimensiones del mundo de la vida, definidas

en un caso y orro no sólo de manera diferen-

te, sino contrapuesta>.le De alll que la coexis-

tencia entre los españoles y los indios fuera

w boycon constante.

Las condiciones particulares de la pobla-

ción en la España americana, abrieron la po'sibilidad de aceptar una relación de recipro'cidad con los pueblos "narurales", con los in-dios y los africanos. El sueño del siglo XW,de una Europa en América, se había clausu-

rado. España había perdido todo interés porsu extensión trasadántica. El esquema civili-zatorio europeo en América, no podía cum-plir su ciclo de reproducción, el que tenía un

contacto orgánico y permanente con la me-

rrópoli. Pero no sólo la civilización europea

se estaba extinguiendo, sino también , y quizá

más rápido, ias civilizaciones "naturales" q in-dígenas, cuya presencia polltica y religiosa ha-

bía sido prácticamente aniquilada por la bar-barie de la conquista. Por lo que estas civiliza-ciones no estaban en condiciones de sustituira la civilización europea. De allí que la estra-

tegia del apdrtheid,podía significar la desapa-

rición de ambas, 1o cual parecen percibir tan-to los "naturales" como los españoles. Si unos

y otros se juntaron, fue porque los unió el

miedo ante el peligro de una nueva barbarie.

17 Cfr. Bolíva¡ Echeverría, "El ethos barroco", en Modentidad, mexiznzje cahural, ethos barroco, antes citado, p. 31.I8 Cfr. Bolívar Echeverría, "El erhos barroco", en Modernidad, mestizaje culturaL ethos banoco, antes citado, p. 32.l' Cfr. Bolívar Echeverría, "El eüos b¿rroco". en Modzrnidad, mesrizajc mlrural, ethos banoro, arres ciLado, p. 32.

¡ t:¡* ¡i¡írt¿i,t r,u' {?ij% jtt r1:!u r}lirtii rit i-'i.!ü

ContrahistoriaC.v- Ñ.-J

Pero a pesar de su crisis, el esquema civili-zatorio europeo era el único que posibilirabala organización de la vida social; el orro, el"natural", aunque no había sido toalmenteaniquilado ni sustituido, no estaba ya en con-diciones de dispurar la supremacía. No obs-tante, si bien aceptaba el esquema civilizato-rio europeo como garanda de la vida social,no lo hacia pasivamente, sino que acude en su

a1rrda, se confunde con él y lo reconstituye, conel fin de mantener su vigencia amenazada,

Así, el'mestizaje" de las formas cukurales,apareció como una estrategia de "superviven-

cid', como la afirmación de la vida después

de la muerte. Su escenario fue la vida citadi-na, alll en donde indígenas y africanos coha-bitaban con los españoles. La estrategia desupervivencia, o resistencia, pasaba no sólopor la aceptación de la construcción del mun-do tra,ída por los conquistadores, sino por su

defensa, incluso sin contar con la colabora-ción de los dominadores, y aun en su contra.

Unas consideraciones finales para termi-nar. El concepto de ethos barroco nos ayuda a

comprender mejor, no sólo la historia cultu-ral de América Latina, sino además, nos per-mite comprender muchos de los fenómenosculturales de nuesrro tiempo. La música po-pular es, sin duda, un buen ejemplo d. eilo.Manuel Vázquez Montalbán decía que Ia can-ción popular, entendida no como la cancióntradicional, sino como la canción de consu-mo mediáticamente propiciada, dene el enor-me valor que le da, a veces, la calidad letrísti-ca musical, pero siempre la expresión de lasensibilidad popular. En este senddo, se meocurre que un buen ejemplo para ilustrar elethos barroco, sería la música del bolero, ypienso en el extraordinario libro de Iris Za-vala, El bolero. Historia de un amor.

El bolero no es solamenre un estilo demúsica, es la expresión popular de la sensibi-lidad modernista, que nace a finales del sigloXIX y principios del )O( El bolero nace como

Eros, de la opulencia (Poros) y la de miseria(Penia) en las sociedades latinoamericanas deCuba, Puerto Rico y México; del encuentro ydesencuenrro d. A^éri.", Áfncay Europ".El bolero no se puede concebir sin el desarro-llo de las grandes urbes, de los espacios públi-cos, la lengua de Ia ciudad, la experiencia dela urbe moderna, la misma experiencia delsho& que llevo a Baudelaire a eslribir sus FIo-res del mal. El bolero cita y reescribe la poéri-ca amaroria culra: Petrarca, Bécquer, SorJua-na o el modernismo de Darlo o Nervo; y hacebailable y canrable el deseo humano, quecomo Hegel afirmaba, es el deseo del otro.Educación sentimental que moldea las rela-ciones amorosas, y conmueve, elwando el

alma y haciéndola avergonzarse de la ruindadcotidiana. Música que hace inestables las je-rarquías. y el orden simbólico y social, cantocontra el racismo y la xenofobia; que traducey reescribe los relatos programáticos del amoroccidental, cantado por juglares y trovadores.

Hlbrido de culturas y ritmos, de poéticasy motivos sociales, el bolero y la música po-pular larinoamericana, ilustran esa actividadcodigofágica de la que escribe Bollvar Eche-verría; característica de la existencia en rup-tura propia de la dimensión cultural huma-na, pero en particular, de ese ethos ba/y\c\ cüyaestrategia de resisrencia se cifra en el mestiza-je de las formas culrurales. El concepto de ethos

baryoco, junto a la definición de la culruracomo existencia en ruptura, nos enseña, no aenconrrar lo bueno en medio de lo malo, sinode manera crítica, a desatar lo bueno en me-dio de lo malo, y a hacerlo de manera acriva,como exisrencia en ruptura, como afirmaciónde la vida, en medio de la muerte.

i;i t;t;r¿ ¡nir¿ri;¡ ¿i:: ('!ii Ji?;'f' !t; c¡rt¡ r¡i¡:it ie L,i.!r:

EtH[L@n*RF*n

Todos somos czmo und suerte de Teseas modernos, cuando nos

enfrentamos al laberinto complejo del uerdadero análisiscrítico de la realidad histérica y del nrundo de lo social. Y si lo

que queremos, es entender esa realidad no solamente en su

limitada y superfi.cial positivida d inmed.iata, sino tarnbién en

sa siempre inquieta 1t readora negatividad, nos hace falta ese

ltilo de Ariadna de la perspectiua uítica y a con*a?elo d.e los

hechos, fenómenos y procesls que el Minotauro del poder,

el sometimiento ! la dominación, resguarda paraque se mantenga igual el injusto orden

social existente.

Por eso estd, sección será una canterd siempre abierta de

nueaas pistas, de permanentes búsquedat de audaces tentdtiuasy de constantes ensalos pard poder dcercarnos a ese 'lado malode la historia'por el que irrumpe siempre el cambio, y por el

que se cuelan todo el tiernpo esas Cantrahistoriassubuersiuas que aquí habrán de encontrar tanto su foro,

como también uno de los mejores lugares d.e cuhiuay de uasta proyección.

EtH[L@n*RF*n

.ru.á

"+r l**1ilf,t,'Basta!

IilHilUüHtfil$ll il*Cuand.o ,t rdro* dl'¡o ¡

| 1a ?.: --,.ú.-" 'óES

f as cuatro décadas que han pasado desde la "revolución mun-

I.¿#.::::::;:;:'ru::rim','xllff l"Y::1ü','"Tlder el rumbo que, a partir de aquel momento, comenzó a tomar Ialucha antisistémica en América Latina. Para ello, habría que desviar la

mirada de los grandes eventos épicos, como la ofensiva del Tet de los

combatientes vietnamitas, o las manifestaciones de mayo en París, y la

masacre de la Plaza de Tlatelolco en México, por mencionar aPenas

tres hechos que impactaron en todo el mundo.

Es cierto que estos tres acontecimientos,

no dan cuenta de toda la energía social y po-lítica que circuló en aquellos años. Habría que

sumar, sólo pensando en nuestro conrinente,

la insurrección obrera de Córdoba, el Cordo-

bazo de 1969, que puso en retirada a la dic-tadura militar de Juan Carlos Onganía; el

ascenso de las luchas urbanas en Chile, que

modifica¡on la estructura de las ciudades yIlevaron a la presidencia a Salvador Allendeen 1970; las luchas campesinas en la sierra

peruana, que forzaron aI gobierno militar de

Juan Velasco Alvarado, desde 1968, a reali-

zar la mayor Reforma Agraria de esa época,

después de la cubana; el impresionante as-

censo obrero y minero en Bolivia, que cons-

truyó una Asamblea Popular en 1970, la que

fue un órgano con el que disputaron el po-

der a las clases dominantes. En cada pals,

podrían sumarse hechos y procesos que fá-

cilmente pueden vincularse a lo que, genéri-

camente, se ha dado en llamar "el 68".Sin embargo, habría que ir algo más aba-

jo, para desentrañar los cambios de larga du-ración que permitan hablar de un antes y un

después de esos años. ¿Qué nos queda, si al

68 le quitamos las multitudinarias manifes-

taciones en las grandes alamedas? ¿Qué, si de-

jamos de lado los colosales acontecimientos,

fugaces por cierto? Responder, supone aden-

trarnos en una forma de ver el mundo dife-rente a la hegemónica, similar por cierto a la

que ensaya el Subcomandante InsurgenteMarcos, quien sostiene: "Las grandes trans-

formaciones no empiezan arriba ni con he-

chos monumentales y épicos, sino con movi-

it: tjrrrl 'ilir¡tit* ,-* 'fi"i" !¡ *r¿ nirtr{'t dt {/íe

ContrahistoriaC.v _D-J

mientos pequeños en su forma, y que apare-cen como irrelevantes para el político y elanalista de arriba'.1

Estos cambios no se hicieron visibles deforma inmediata, sino que se van desplegan-do de forma imperceptible, o de modo pro-gresivo y ascendente, desde la periferia haciael centro, o desde las remotas áreas ruraleshacia las ciudades, y también desde la vidacotidiana hacia formas culturales reconoci-das. Pero no lo hacen siguiendo Ia lógica delos análisis sobre los "movimientos sociales",de Ia sociología europea y norteamericana.O sea, no lo hacen analizando las caracrcrísti-cas de las organizaciones, que d€sarrollan ci-clos de ?rztesta, los que comienzan cuandoactores sociales aprovechan la esnuctura de las

oportunidades políticas para desplegar reper-torios de acción social, que les permitan con-seguir sus objetiuos y finl-r en una interaccióncon el Estado y sus aliados. Por este caminoconceptual, difícilmente podemos compren-der lo que viene sucediendo en los sótanosde nuestras sociedades.

Uno de los resultados más notables de losucedido en torno al 68 es la revelación delmás abajo, o sea su visibilización diferencia-da, para luego ensayar la sublevación o alza-miento, o sea pronunciar sn Ya Basta que conlos años comenzó a cobrar forma en la crea-ción de un mundo otro, diferente al hege-mónico. Para ello, será necesario echar unamirada similar a la que Marcos le atribuye alantropólogo Andrés Aubr¡ que implica irmás allá de lo exterior y visible, para com-

prender la parte de los pueblos "que está vuel-ta hacia adentro".2

I uNl NUEvA GENERAcIóN DE rucHAs I

Lo primero que llama Ia atención es el naci-miento de gran cantidad de organizaciones

de nuevo tipo, que encarnan sujetos sociales

diferentes a los que hasta ese momento ha-bían ocupado el centro del escenario, comolos movimientos sindical y estudiantil. Sin lamenor pretensión de exhaustividad, en l97lnace el CRIC (Consejo Regional Indígena delCauca), en Colombia, que luego contribuiráa la creación de la ONIC (Organización Na-cional Indígena de Colombia). En 1972 se

crea Ecuarunari, la organización quichua dela sierra que jugó un papel dererminante enla formación de la CONAIE (Confederación

de Nacionalidades Indígenas del Ecuador). En1973, se emite el Manifiesto de Tiahuanaco,en Bolivia, por parre de un grupo de estu-

diantes, docentes y campesinos aymaras, quemodificó la historia de las luchas sociales, alplantear la cuestión de la opresión iunto a lade la explotación, que hasta ese momento era

la mirada excluyente. En 1974, se realiza elCongreso Indlgena de San Cristóbal de Las

Casas, Chiapas, donde por primera vez las

diversas lenguas indias se relacionan entre sí

superando viejas divisiones. Iniciativas todasvinculadas al mundo indígena y campesino,que en esos años pugnaba por independizar-se de las Iglesias y los Estados.

1 s_ubcomandante Insurgente Marcos, 'Arriba, pensar el Blanco. La geografia y el calendariode la teorla', Primera ponencia en el coloquio Inte¡nacional In Memoiiam Ándrés Aubr¡13 de diciembre de 2007 , incluida en el Suplemen to Ni el centro ni la periferia, en la revistaRebeldia, nú,m. 57 , enero de 2008, pp. 3-9.2 subcomandante Insurgente Marcos, "Mi¡ar el Azul. El calendario y la geografía de lamemoria", sexta ponencia en el coloquio Inte¡nacional In Memoriam A¡drés Aubr¡ 16 dediciembre de 2007 , incluida en el suplemen to Ni el centro ni la periferia, en la rcvisia Rebel-dia, nttm.57, enero de 2008, pp.34-38.

i¡t atr¡ retir¡tl:t ¡i-t {)lk¡ ü? it¡ *rri *¡ira¡j¡¿ rje {t/í¡¡

EL HIL@n-?F-n

Enlosañossiguientes,rycomprender1968,anosersurgen otros colectivos de .,..'.;::;ll:it&l::#táil¿,.-h*ib...: que lo contemplemos simul-nuevo tipo. Madres de Pla- ,:.:='.;:.:,tj".;:i*i;tlÍ.:li. ráneamente como un cri dezadeMayo, en 1977, se con- .,.,:..,,;;i::;jl:j:..;::;:::::::::;¿;.:., coeur contratas maldades delvierte en parteaguas y bisa- ;,,;;' ;::::.:=7"V;?;;:1!;,;', :,;i. sistema mundial, y como ungra entre las luchas sindica- .;:::1::a:.ry:yÍ::1.P....!q{re?"j " ,: .. cuestionamiento fundamen-les y las de los piqueteros. ..'.tf.8,ff,,W,,.,W.,: , ', tal de la estrategia de la opo-Hacial979,loscampesinot -',:eryf@ÍÍ.4j ::,, sición de la vieja izquierda

tecortadaporladictaduraWmenzaronuncrecimientode

sin tierra del sur de Brasil sin tutelas d"e Panijpg frente al sisrema mundial".r

-cuya experiencia organi- '.t-;',,ig$if*-d.;¿$144¡4q,,.., , En América Latina, las

zadvahabíasidobrutalmen- ",,-*,.,,.,,,,...,::::J:::i:í* nuevas organizaciones co-

-^^^--^)^^^-t^t:^-- ,J,,,,- ffi r

instalada en 1964-, comienzan sus prime-ras ocupaciones de lo que luego será el MST(Movimiento de Tlabajadores Rurales SinTierra); ese mismo año, la corriente kataristasurgida del Manifiesto de Tiahuanaco, con-sigue formar una central aurónoma, la Con-federación Sindical Única de tabajadoresCampesinos de Bolivia. Estas organizacionescondensan largos períodos de construccionesy crecimientos, pero fueron también tram-polines para nuevos avances que sólo el tiem-po podía develar.

Con todo lo nuevo que encarnan, fueronapenas un primer paso. A diferencia de lo su-cedido cuando el Partido tenía una posicióndirigente frente al movimiento, en esra nue-va camada de organizaciones hay una buenadosis de actuación autónoma, aún en los ca-

sos en que se registran convergencias con or-ganizaciones políticas. Y es que estamos anteuna nueva etapa, en la que se produce unareacción a lo que'Wallerstein denomina las"dolencias endógenas" del campo popular; a

la vez que luchan contra los enemigos tradi-cionales

-Imperialismo, Capitalismo y eli-

tes locales-, encarnan reacciones ante los lí-mites de la vieja izquierda: "No podemos

doble carácter: hacia afuera expandieron su

influencia en forma de ondas, como una pie-dra que cae en un estanque. Pero, sobre todo,empezaron a remover las aguas profundas de

Ios sectores sociales que, hasta ese momento,no se habían expresado de forma indepen-diente, sino que se habían sumado a ampliosconglomerados, en los cuales sus voces eran

apenas audibles. Algo que venía sucediendodesde las revueltas por la Independencia, don-de estos sectores

-populares, indígenas y

afros, pero también mujeres y otras "mino-ríasD-, se jugaron la vida en guerras que noeran, en sentido estricto, las suyas.

Lo cierto es que hacia los años 70, los que

habitan el sótano de nuestras sociedades co-menzaron a construir organizaciones propias,sin tutelas de Partidos, Iglesias o caudillos. Y,

lo que es aún más importante, comenzaron a

hablar en voz aIta, usando sus propios mo-dos y formas. En un principio, lo hicieronaparentando respetar las maneras de las ins-tituciones, la cultura hegemónica, pero a

medida que fueron ganando en autoestima,comenzaron a mostfar que profesan otras cos-

movisiones, y que se construyen sobre bases

culturales diferentes.

3 Immanuel \lallerstein, "1968: el gran ensayo" en Arrighi, Giovanni; Hopkins, Terence K.;y rVallerstein, Immanuel, Mouimientos Antisistémicos, Ed. Akal, Madrid, 1999, p.99.

/. ,,¡¡¡¡,i,.-.,, ," ,"ii;T', ,,i,,t t ,i..utt t.,,.,

l^ontrahistoriaC.v_ _D__J

I oT TI TERRA Y DEL TERRIToRIo I

La lucha por Ia tierra es una característica co-mún a todos los actores del subsuelo. La re-

cuperación de tierras es un paso necesario en

el largo y sinuoso proceso de conformaciónde sujetos. Luego, descubrimos que Ia tierrano era el objetivo final, sino apenas un pri-mer paso. Fue apareciendo la lógica de los

territorios. en la que estamos inmersos en este

comienzo de milenio, porque "la lucha porla tierra es la lucha por un determinado terri-torio".a Millones de hectáreas fueron recupe-radas por los campesinos e indígenas de modolegal e ilegal, por Reforma Agraria o a través

de tomas e invasiones.

Con la particularidad de que siendo unproceso que comenzó en las áreas rurales, de

la mano de indios y campesinos sin tierra, se

despliega también en las grandes ciudades delcontinente, en esos nudos de la dominacióndel capital donde comieÍzaÍ a establecerse

barrios, y hasta ciudades enteras, que de al-guna manera replican la experiencia rural. Laautoconstrucción de barrios populares en las

periferias de las grandes ciudades, como se-

ñala un trabajo sobre Ciudad Bolívar en Bo-gotá, es "la prolongación de la lucha por latierra, que por décadas ha cubierto el campo

de nuesro país, expresada en la urbe, en formade lucha por la vivienda'.5 l,os barios piquete-ros con sus fábricas recuperadas, los cerros de

Caracas, las periferias de Sao Paulo, de Asun-ción, de Bogotá, de Lima... muesüan la forta-leza de los territorios urbanos de la pobreza.

La verdadera diferencia con los períodosanteriores, es la creación de territorios: el lar-go proceso de conformación de un sector so-

cial, que sólo puede construirse a sí mismoconstruyendo espacios, para habitar las dife-rencias. Mirados desde los sectores popula-res, desde el sótano de nuestras sociedades,

estos territorios son producto del arraigo de

relaciones sociales diferentes, en espacios fí-sicos en los que se despliega la vida en su to-talidad, social, cultural, económica y políti-ca, a través de iniciativas de producción, de

salud, de educación, de celebración y de po-der. Estos territorios son producto de inten-sas luchas sociales. Como señala BernardoMangano, "una clase social no se realiza en el

territorio de otra clase social".6 De alguna ma-

nera, la territorialización de los sujetos socia-

les es una respuesta a la territorialización delcapital, urbano y rural, pero también es unareacción de los pobres a la "acumulación pordesposesión", como interpreta el geógrafoDavid Harvey el período neoliberal, con queel capital busca recomponerse luego de la re-

volución del 68.Por primera vez en la historia del capita-

lismo, se produjo un viraje por el cual los tra-bajadores fueron capaces de configurar la cri-sis del sistema. "Mientras que en las anterio-res crisis hegemónicas, la intensificación de

la rivalidad entre las grandes potencias pre-cedió y configuró de arriba abajo la intensifi-cación del conflicto social, en la crisis de lahegemonía estadounidense esta última pre-cedió y configuró enterament€ aquella",T nos

a Bernardo ManEano Fernandes, "Territorios, teoría y polltica", intervención en el Semina-rio Internacional "Las configuraciones de los territorios rurales en el siglo )CC", desarrolladoen la Universidad Javeriana, Bogoti, 25 de marzo de 2008.5 Corporación Thliber, "Potosí-La Isla. Historia de una lucha", Bogotá, 1998, p. 9.6 Bernardo Mangano Fernandes, el ensayo antes citado.7 Arrighi, Giovanni y Silver, Beverly, Caos y orden en el sistema-mundo moderno, Ed. Aka.l,Madrid, 2Q01, p.219.

!¿ r¡nz nir¿¡i,t rlr (.!1o %? !¿ ¡¡t¡a znit¡i¡.{¡ áe Ciíl

$H!L@n-?H'n

dice Giovanni furighi. ta crisis fue provoca-da por "una oleada de militancia obrera" ha-eia finales de la déeada de 1960, que "prece-

dié a la crisis del fordismo y la configuró".Este hecho es fundamental para compren-

der dss cuestioRes del mayor relieve: Ias op-ciones realizadas por el capital para superarla crisis, y las opciones consecurivas de lossectores populares. Las elites desmontaron elWelfare State, el Estado de Bienestar, y aban-

donaron toda pretensión de integrar a las cla-

ses peligrosas, apostando a la guerra comofbrma de acumulacién. Eso es el neolibera-

lismo, Los de abajo, cada vez más conscien-

tes de que el objetivo de los de arriba consis-te en exterminarlos -por

lo menos a por-ciones enteras de ellos, y muy en particular, alos jóvenes-, están convirtiendo sus espa-

cios en trineheras, "Es la respuesta estratégi-

ea de los pobres, a la crisis de la vieja territo-rialidad de la fiíbrica y de la hacienda, y a lareformulaeión, por parte del capital, de los

viejos modos de dominación'.8Postulo que en América Latina el rasgo di-

ferenciador del 68 es la apertura hacia la te-rritorialización de los sujetos: indios, campe-sinos y sectores populares urbanos. Sin em-bargo, la lógica del territorio es bien diferentede la del movimiento social. Mientras éste

aenla en funeión de demandas al Estado, aquel

es "un espaeio de vida",e caracterizado por laeapacidad de producir y reproducir la vidaeotidiana de sus miembros, de modo integral,en una totalidad no unificada, sino diversa yheterogénea. El territorio tiene una lógicaautocentrada: aunque formula demandas ha-cia el Estado, no se organiza con ese objetivo.

Mientras para el movimienro social lo cen-tral son las formas de organización, los obje-tivos y la construcción de identidades, paralos "territorios de Ia emancipación'10 lo deci-sivo son las relaciones sociales, que se cons-truyen sobre la reapropiación de la tierra yde los medios de producción. No para pro-ducir mercanclas sino valores de uso comu-nitarios, porque esas relaciones sociales no soncapitalistas. Mientras el movimiento social

triunfa cuando consigue sus demandas, los

territorios triunfan al consolidarse cada dla yexpandirse, haciendo de esas islas rodeadas

de capitalismo "no un refugio panlaaurosa-tisfacción, sino una barca para encontrarsecon otra isla, y con otra, y con otra. . . ", comoha señalado Marcos.

La territorialización de los sujetos en re-beldía, qu€ es en realidad lo que viene suce-

diendo en este continente, forma parte de unaprofunda revolución pollticay teórica, de unanueva forma de practicar el cambio social,

cuyos mejores exponentes son los zapatistas.

Poner en pie territorios supone construir so-

beranla, autonomía, autodeterminación; en

suma, autogobierno. Se trata de sociedades

otras, qlJe están naciendo en el seno de lasociedad capitalista en descomposición. LosCaracoles y las Juntas de Buen Gobiernode Chiapas, los Cabildos Indígenas delNorte del Cauca, los Cuarteles aymaras delAltiplano boliviano, pero también los Ba-rrios de EI Alto y de muchas orras ciuda-des, son formas diferentes y diversas, engrados distintos de desarrollo, de autogo-bierno popular, que nace, vive y pugna porcrecer abajo y a la izquierda.

8 Raúl Zibechi, "Los movimientos sociales latinoamericanos: tendencias y desafíos", en re-vista OSAL, núm. 9, Buenos Aires, CLACSO, enero de 2003.e Bernardo ManEano Fernandes, en el ensayo antes mencionado.r0 Concepto acuñado por el geógrafo brasileño, Carlos rValter Porto Gongalves.

l¿ ottw *tisad,z a" cl,, fi\]l1' L¡ otra n¡ir¿¿l¿ ¿{t (l!ío

l^ontrahistoriaC.v______M_J

I rrnnlronlos, poDER, REvoLuctóN I

El proceso político cultural iniciado en ror-no a las rebeliones de 1968, está modifican-do también el imaginario sobre la transicióna un mundo nuevo. Salvo minorías, pocos

dudaban que la llave maestra de la construc-ción de una sociedad mejor giraba en torno a

la conquista del poder estatal, ya fuera por lavía institucional, insurreccional, o luego de

una guerra prolongada. Pero la lógica terri-torial modificó de raíz este imaginario, naci-do con la revolución francesa.

Aunque los zapatistas fueron los primerosen formular de modo explícito que no pre-tenden tomar el poder estatal, sino construirun mundo nuevo, que incluye por supuesto

la creación de otros poderes no simétricos a

los del Estado, este tema ya estaba implícitoen la forma de construcción que venían adop-tando los movimientos más importantes delcontinente. La construcción de territorios en

los que anidan relaciones sociales no capita-listas, abrió un proceso que pone en el cenrrola creación de contrapoderes, o poderes otros,y no en conquistar el poder estatal.

De ese modo, se registra una suerte de "re-

torno" a los orígenes. En los comienzos delmovimiento socialista, fue Carlos Marx quienvnay otravezvolvió sobre el rema de la tran-sición, imaginándola siempre como una suer-te de 'parto". Defendió una parábola del cam-bio social en la que la creación del mundonuevo y la revolución son dos hechos separa-

dos, pero no al estilo de quienes proponenuna estrategia en dos pasos

-roma del po-

der, y luego construcción del socialismo-,sino algo más natural y complejo.

En La guerra ciuil en Francia, al evaluar laComuna de París, sostuvo: "Los obreros no

tienen ninguna utopía lista para implantarlapor decreto del pueblo (...) Ellos no tienenque realizar ningunos ideales, sino simplemen-te dar rienda suelta a los elementos de la nue-va sociedad, que la vieja sociedad burguesa

agonizante lleva en su seno".lr "Dar riendasuelta', o setfee, o liberer, nos está indicandoque la nueva sociedad existe ya en germen, en

algún grado de desarrollo, en el seno del capi-talismo. Por eso usaba también la parábola del

parto. La rwolución, como acto de fuerza,hacenacer, suelta, libera, lo que ya vive de formaembrionaria, para qr.re pueda seguir creciendo.

Esos "elementos de la nueva sociedad" los

podemos ver en los Municipios Autónomosde Chiapas y en los resguardos del Norte delCauca. Y de modo más embrionario aún, en

miles de Asentamientos de los Sin Tierra, en

algunas Comunidades Indlgenas aymaras,

quechuas, mapuche, y de tantos otros gru-pos originarios, y también en unas cuantas

periferias urbanas. Son trazos y trozos delmundo nuevo, que pugna por crecer. Si el

movimiento social continúa desarrollando,con sus resistencias y sus luchas, las relacio-nes sociales no capitalistas que existen en los

territorios mencionados, el capitalismo segui-

rá profundizando su crisis.

En algún momento, "será preciso romperlas trabas" (Marx) que suponen las relaciones

sociales capitalistas. Será una lucha colosal,

una verdadera revolución, que contribuirá al

nacimiento del mundo nuevo, que los movi-mientos territorializados vienen creando des-

de hace algunas décadas.

rr Carlos Marx, La guerra ciuil en Fr¿ncia, Editorial Progreso, Moscú, 1980, pp. 68-69.

it *ta ¡tie'¡tld ¡lp {-.|!tu 'ifi'i" *¿ c;t-,t tztiu:,i,:t iJr {llít

m nÉufttHüün munltm llf }ths

Cu¿rna DÉcnu¿s DrsPUÉs

La revolución de l9ó8, ttna, reyolwción cwltwral rnund.ial

cuarenta años de distancia, laprofunda revolución culturalmundial simbolizada en el em-

blemático año de 1968, parecería ahora ser

más capaz de mostrarnos, a quienes la obser-vamos desde nuestro más actual presente, sus

verdaderos y más esenciales perfiles. Porqueluego de los ocho lustros transcurridos desde

su saludable irrupción planetaria, y alaluz delos múltiples impactos y procesos que ella hadesencadenado en las diferentes sociedades de

todo el mundo, es posible ahora entender,tanto su verdadera dimensión real.mente mun-dial, como también su naturaleza más especí-fica, referida centralmente al espacio globaldelas estructuras cuburales de esas mismas so-ciedades nacionales de todo el orbe.

Pues ahora es claro que era un solo y uni,tario espíri:.l.t, el que animó las revueltas estu-

diantiles y las rebeliones también popularesque, entre 1966 y I 969, se hicieron presentes

desde Córdoba, Argentina hasta Berkeley yNueva York en Estados Unidos, y desde Ma-drid y París en Europa, hasta Pekín y Tokioen los países del Lejano Oriente, pasando porIa ciudad de México, por Berlín, Tirrín, Pra-

ga, Belgrado, Nueva Delhi, Dakar o Calcuta,entre muchas otras ciudades del planeta, paracubrir con su vasto manto a prácticamentetodas las naciones de nuestro cadavezmás pe-

queño globo terráqueo. Rebeliones populares yesrudiantiles que, como un nuwo'fantasmd querecorrió el mundo entero de esos finales de los

años sesenta del siglo )O( cronológico, confor-maron a la revolución de 1968 como una au-téntica revolución de alcance mundial.l

Además, y cuando intentamos hacer el re-cuento de los cambios principales que en-

1 sobre este carácter mundi¿lde la revolución de 1968, ha insistido, desde hace muchos años,Immanuel -vallerstein, por ejemplo en su ensayo " 1968: revolución en el sisrema-mundo. Tesise Interrogartes" en la revista Estudios Sociológicos, núm. 20, México, 1989, o también en el

Lt *nr :ri¡;rit ¿lealt, {;;jk lrt ntr, i?t!ftrí!¿t.ít {.,!ís

ContrahistoriaQv,I_J

cuentran su filiación directa en esa matrizfundante del "acontecimiento-ruptura" de

1968, nos topamos de inmediato con el he-

cho evidente de que dicha revolución hamodificado radicalmente, para comenzar, alas tres estructuras centrales en las que se ge-

nera, produce y reproduce la cubura de rc-das las sociedades contemporáneas del globoterráqueo, es decir al espacio delafamiliayde todas las relaciones familiares, a la institu-cióndelaescuelay atodos los modos de trans-misión y reproducción del saber, y finalmen-te a los medios de comunicación masiua, y so-

bre todo a su carácte¡ papel y función den-

tro de la sociedad.

Ties espacios de la reproducción culturalde lo social, que tien€n, claramente, un antes

y un después radicalmente diversos, y m rca-

dos precisamente por ese parteaguas reciente

de dicha revolución mundial de 1968. Conlo cual, entre los efectos principales de esa clara

reuolución cultural2 de finales de los años se-

senta, hay que anotar, entre muchas otras co-sas, la impugnación frontal de las relaciones

machistas y patriarcales dentro de la ñmilia,pero también y más ampliamente, la puesta

en cuestión de la naturaleza autoritaria, ana-

crónica y empobrecedora de las capacidades

y posibilidades afectivas de los seres humanos

que posee, congénitamenre, esta misma es-

üuctura familiar actual. O también, la críticaprofunda de la institución escolar, con sus

absurdos mecanismos del saber-poder y con

sus ridículas jerarquías clasificatorias de alum-nos avanzados o retrasados, basadas todas en

la transmisión de saberes abstractos y vacíos,

resultantes de visiones limitadamente disci-plinares y fragmentarias. E igualmente, lamodificación enorme del papel de los mediosde comunicación masivos, que los ha conver-tido en (de)formadores de la opinión públi-ca, y en palancas fundamentales de la nueva

política-espectáculo, alavez que en vehícu-los de una potencia desmesurada de circula-

ción y difusión de todo tipo de informaciones.Transformaciones profundas de esos tres

espacios generadores de Ia cultura de una so-

ciedad, que entonces nos permiten incluir,dentro de la estela de consecuencias directas

de esa revolución cultural mundial de 1968,

tanto aI movimiento y a la cosmovisión fe-minista del mundo, como a la antipsiquia-tría moderna, lo mismo que a todos los mo-vimientos estudiantiles del planeta y a los

experimentos y desarrollos de la pedagogía

crítica contemporánea, junto al cuestiona-miento del todavía vigente episteme 'disci-

plinar' de las ciencias sociales actuales, perotambién la crisis irreversible y planetaria de

todos los Estados, de todas las clases y pafti-dos políticos, y de toda la política misma en

tanto actividad humana, igual que todos los

movimientos sociales contraculturales de los

últimos cuarenta años.

Revolución completa de las formas cultu-rales hasta entonces vigentes, que ha sido tam-

ensayo escrito junto con Giovanni Arrighi y Terence Hopkins, "1989, the continuation of1968", en Reuieu, vol. XV, núm. 2, Bingham¡on, 1992.Yéase también, nuestro ensayo, CarlosAntonio Aguirre Rojas, "Repensando los movimientos de 1968 en el mundo", incluido en ellibro Para comprender el siglo XXI, Ed. El Viejo Topo, Barcelona, 2005.2 Sobre el carácter de la revolución mundial de 1968 como revolución cubural, cfr, FernandBraudel, "Renacimiento, Reforma, 1968: revoluciones culturales de larga dvaciói' en LaJornada Semanal, nt3m.226, México, 10 de octubre d,e 1993, y también Carlos AntonioAguirre Rojas, "Los efectos de 1968 sobre la historiografía occidental", en el lib¡o ltinerariosdz la bistoriografla del siglo XX, Ed. Centro Juan Marinello, La Habana, 1999.

l,t at¡a nzi*¿á¿ rlr {tlíu 'ü"j' i¿ ana. nitat*¿ ir {llia

Et HIL@n-?$,n

bién, naturalmente, una revolución dela cul-tura política hasta ese momento dominante,y con ella, un cambio similarmente sustan-

cial de la cultura de los movimientos antisis-témicos, cambio que se ha proyectado tantoen sus modos de organización, como en lanaturaleza misma de dichos movimientos, así

como en todas sus formas de existencia y de

funcionamiento en general. Ya que tambiénes fácil observar que dicha historia de los

movimientos antisistémicos, ha sufrido igual-

mente un giro radical de ciento ochenta gra-dos, a partir precisamente de esa fecha sim-bólica de 1968, cancelando en general elmodo de funcionamiento que dichos movi-mientos habían mantenido desde 1789 yhas-ta esos años finales de la década de 1960, e

inaugurando las nuevas formas y estructurasque han caracterizado a todos los movimien-tos antisistémicos de las últimas cuatro déca-

das recién transcurridas.3

Ruptura entonces múltiple, que se gesta

en el seno de esis revueltas de finales de los

años sesenta, y que abarca, entre muchas otras

cosas, esa triple ffansformación mencionada,que corre desde la revolución total de las for-mas vigentes de la cultura moderna en gene-

ral, hacia la modificación estructural de las

figuras de la cultura polltica también domi-nante, y desde aquí, hasta las producciones yformas culturales que van a enarbolar y a re-

producir los nuevos movimientos anrisisré-micos, desarrollados en los últimos cuarenraaños. tiple ruptura dentro del orden cultu-

ral, que además se acompasa, a partir de

1972-73, con una complementaria crisis glo-bal de la economía internacional, y más allá,

con la entrada del sistema capitalista mun-dial, dentro de una verdadera 'situación de

bifurcación histórica', es decir, dentro de su

clara etapa de crisis terminal y estructural.4

Contexto entonces complejo y excepcio-nal, el de estas cuatro décadas recién transcu-rridas, que siendo el escenario de la crisis ci-vilizatoria terminal del capitalismo planeta-

rio, ha sido igualmente el espacio en el que se

han ido desplegando las distintas consecuen-cias y efectos de esa profunda y saludable re-

volución cultural mundial de 1968. Efectosy consecuencias que, alaluz de los procesos

vividos en estos últimos ocho lustros, nos

permiten caÍacteriz Í a estos tiempos recien-

tes como tiempos realmente reaolucionari1s,

es decir, como tiempos en los que, al mismoriempo que colapsan Frente a nuestra propiamirada, viejas estructuras seculares y hasta

milenarias, emergen a la vez y simultánea-

mente nuevas formas y configuraciones de las

relaciones sociales, que poco a poco prefigu-ran el nuevo orden social por venir.

Pues no es casual que sea en estos tiemposposteriores a 1968 cuando se deslegitiman yempiezan a derrumbarse sin remedio estruc-

turas como el Estado moderno, o las propiasnaciones, o los partidos políticos y la clase

política entera, junto a las estructuras univer-sitarias de todo tipo, o el sistema de saberes

hasta hace poco imperante, o los valores y re-

3 Sobre estos movimientos antisistémicos post68, cfr. Immanuel'Wallerstein, "Histoire etdilemmes des mouvements antisystémiques" en Le grand tumube?,Bd. La Découverte, Parls,1991, y "Las nuevas rebeiiones antisistémicas: ¿un movimiento de movimientos?", en Con-trahistorias, núm. 1 , México, 2003. Thmbién Carlos Antonio Aguirre Rojas, "Planeta Tierra:los movimientos antisistémicos hoy'' en Contahistorias, núm. 10, México, 2008.4 Sobre esta crisis terminal del capitalismo, cfr. Immanuel \üallerstein, Después del Liberalismo,Ed. Siglo )Cfl, México, 1996, y La crisis esrructural del capitalismo, Ed. Contrahistorias, Méxi-co, 2005. Thmbién, Carlos Antonio Aguirre Rojas, Para comprendzr el sigb XXl,yamencionado.

la otsa ¡t¡irc.la n" o,, 4ü!i'' l,t a¡ra eú¿d¡ ¿lt {)lk¡

ContrahistoriaC.v______t_J

ferentes culturales de todo orden, desde los

familiares e individuales, hasta los de todo otrotipo de identidad. Y ello, junto a una eviden-te crisis ecológica que ameÍazalasobreviven-cia misma de la especie humana y que cues-

tiona nuestro modo milenario de vínculo conla naturaleza, o a una crisis económica que

desborda por todos lados su configuración ca-

pitalista, y hace florecer desde todo tipo de

economías paralelas, negras, subterráneas,informales o ilegales, hasta formas resurrec-

tas de explotación del trabajo similares a lasemiesclavitud o a la servidumbre. Y todo ello,acompañado de una indetenible destruccióndel tejido social, y una nueva irrupción de laviolencia social en todas sus formas, y en to-dos los espacios de la sociedad.

Pero también, y al mismo tiempo, es en

estas décadas recientes que han florecido los

nlrevos movimientos antisistémicos y las más

variadas formas de la protesta y de la insu-bordinación social, movimientos que, a lolargo y ancho del mundo, comienzan ya acrear en escala reducida y local, pero cada vez

más ubicua y presente por todas pafres, nue-

uas relaciones sociales no capitalistas, es decirpequeños mundos donde ya no rige la lógicadel lucro y de la acumulación del capital, niel egolsmo y el individualismo posesivo, ni ladecadente visión de la vieja política, ni las

absurdas y caducas jerarquías culturales ca-

pitalistas. Nuevos mundos no capitalistas, quehoy prosperan en los Caracoles neozapatis-tas del sureste mexicano, o en algunos barriospiqueteros de Argentina, o en comunidadesindígenas de Bolivia o Ecuador, o en los Asen-tamientos y Acampamentos de los Sin Tierrade Brasil, y que no casualmente, remontan

todos, en sus principales raíces mediatas, a

esos efectos y consecuencias de dicha revolu-ción de 1968. Consecuencias y efectos que

ahora queremos revisar para el caso específi-

co de México.

La revolución cultural mundialde 1968 en México

Si esa revolución cultural mundial de 1968

tuvo en París, en Pragay en Pekín, a tres de

sus epicentros principales y más representa-

tivos -el

primero correspondiendo al mun-do capitalista desarrollado, y el segundo y el

tercero insertos en el área de las economías

del llamado 'socialismo real'-, encontró en

la ciudad de México el espacio de su cuarto

epicentro, el que en este último caso, fue más

bien representativo de la revuelta y de la im-pugnación características de todo el conjun-to de rupturas, que en diversos escenarios,

protagonizaron los países del entonces llama-

do ntercer mundor.Y a tono con esos múltiples significados y

profundas secuelas que ya hemos menciona-

do, que se desplegaron de muy diversas ma-neras en las diferentes sociedades nacionales

de todo el mundo, también en México la rup-tura del año de 1968 constituyó un verdade-no parteaguas de nuestra historia. En primerlugar, porque esta fecha simbólica de finales

de los años sesenta, parte en dos el 'breve si-

glo )O( mexicano', que habiendo comenzado

en 1910 con la importante irrupción de laRevolución Mexicana, habrá de concluir, cla-

ramente, en ese emblemático y también esen-

cial 1 de enero de 19945 . Con lo cual, y en

5 Hablamos de un 'breve siglo )O( mexicano' siguiendo en este punto las tesis de la corrienrefrancesa de los Annales, que ha distinguido claramente entre los simples siglos cronológicos, ylos verdaderos sigl,os hisníricos, siempre diversos de 1os siglos cronológicos. Sobre los aportesdiversos de esta corriente de los Annales, cfr. nuestros libros, Carlos A¡tonio Aguirre Rojas,

it ¡;t¡u ¡¡;i*C,t rie {1.ía 'ü? l:i *¡t¡ *¡i¡u,:l¡t ti¡: i.!it

EL H[L@n-?F'n

un primer nivel, el 68 mexi-

cano va a cerrar el prolonga- ,.,

do ciclo "posrevolucionario"

de la historia mexicana que .,7comenzó en 1921, y en el

que nuestro país vivió des-

plegando las distintas conse-

cuencias de las transforma-ciones generadas por esa Re-

volución Mexicana de 1910-

1.927, al afirmar y desgastar

progresivamente todo el cú-

mulo de instituciones, he-

rencias y legados derivados

de ese enorme cambio revo-

lucionario de principios del .isiglo )O( cronológico.

Al mismo tiempo, 1968 inaugura el 'se-

gundo siglo )O( mexicano', el que habiendo

negado y superado por completo a esa he-

rencia de la Revolución Mexicana, va prepa-rando en cambio, lenta y concienzudamen-

te, los perfiles principales del México más

contemporáneo. Pues es claro que es de ese

68 mexicano, de donde arrancan tanto los

nuevos movimientos antisistémicos que hoypueblan la geografía social mexicana, como

también los actores sociales que hoy desarro-llan la trama del drama histórico que ahora

mismo escenificamos en nuestro país. Y tam-bién es desde hace cuarenta años que comen-zanon a configurarse las peculiares estructu-ras y figuras económicas, sociales, políticas yculturales de lo que es el México actual.

Entonces, y en esta condición específica

de verdadero gozne de división entre el pri-mer siglo )O( mexicano'y el segundo, es que

1 968 va a representar el verdadero final de la

hegemonía ideológica y po-lítica del Partido Revolucio-

nario Institucional, el que..- habiendo gobernado a

-- México desde 1929 bajo el

...,' régimen de gobierno de par-;.¡;,;':;¡., tido único, va a comenzar a

,.1;,;;,.; deslegitimarse sin remedio a

partir de los años setenta, al

erosionarse simultáneamen-

te tanto su dominio corpo-rativo sobre los movimien-tos obreros, campesinos ypopulares, como también su

función en tanto espacio casi

.r;;.,,,,1:':,. monopólico del ejercicio de

la actividad política en

México. Y ello, dentro de un contexto social

y económico que al instaurar el neoliberalis-

mo salvaje en todos los ámbitos de la econo-

mía y de la sociedad, recortaba sin duda las

bases económicas mismas del antiguo patri-monialismo y clientelismo en que se había

sustentado parte de ese dominio ideológicoy político priísta.

Así, y al calor de los sucesivos procesos de

la lucha de los movimientos obreros por laindependencia sindical, del desmembramien-

to de la Central campesina sometida al Esta-

do, de la crisis organizarivay de cohesión de

las organizaciones populares oficialistas, y de

la propia fractura interna del PRI del año de

1988, iban también formándose y consoli-

dándose los nuevos actores sociales mexica-

nos, y con ellos, los nuevos movimientos so-

ciales y antisistémicos de los sectores urba-

no-populares, de las luchas estudiantiles, de

la protesta feminista, del movimiento indí-

Os Annales e a historiografia fancesa, Ed. EDUEM, Maringá, 2000; Fernand Braudel e as

ciencias humanas, Ed. EDUEL, Londrina, 2003; flma historia dos Annales. 1921- 2001,F,d.EDUEM, Maringá, 2004; Tbmpo, duragao, ciuilizacao. Percursos braudzlianos, Ed. Cortez,

Sao Paulo, 2" edición, 2002; y Braudel,o mundo e o Brasil, Ed. Cortez, Sao Paulo, 2003.

Itt rtrtt *rü-.i¿l{l¿ ,,;r" 'üj% la etv¡t mí*¡d¡t át: (,!it;

ContrahistoriaC.v--_r--e

gena o de los renovados y nuevamente emer-gentes movimientos campesinos y obreros.6

Lo que nos explica también el hecho deque, mientras que en estos últimos cuarentaaños vividos, toda la clase política mexicana ytodos los partidos políticos en México, sinexcepción, se fragmenran, se desdibujan ideo-lógicamente, pierden su conexión con las ba-ses sociales a la que pretenden representar, yse hunden en el pragmatismo sin principios yen la vergonzosa lucha de la conquista delpoder por el poder mismo y a cualquier pre-cio, al mismo riempo avarrza y florece, demodo subterráneo y complejo pero persisten-te, y a lo largo de estas mismas cuarro décadasdel periodo I 968-2008, una clara p o litizacióngeneralizada de la inmensa mayoría del pue-blo mexicano. Pues es claro que en estas últi-mas cuaüo décadas mencionadas, la sociedadcivil mexicana ha presenciado como se divi-den los viejos pero también los nuevos parti-dos políticos, creyendo ydescreyendo sucesi-vamente de todos ellos, y observando comose corrompen y degradan indeteniblemente,al continuar cultivando y reproduciendo lasviejas y ya desgastadas formas de la vieja polí-tica tradicional burguesa hoy todavía domi-nante, aunque completamente en crisis.

Pero al mismo tiempo que descree de esavieja política y de toda la clase política denuestro país, el pueblo mexicano ha ido con-virtiendo sus verdaderas y profundas preocu-paciones políticas en un rema cotidiano yubicuo, que aflora en cualquier momento yen todo lugar, y que se encuentra ahora, ycada día más, presente en la conciencia pro-funda de todos los mexicanos. Lo que, hgi-

camenre, se ha manifbstado, entr€ muchasotras formas, en el ineremento notable de laparticipación masiva de las clases subalternasmexicanas dentro de los distintos movimien-tos sociales, y dentro de las más diversas fbr-mas de la lucha social de los últimos ocholustros vividos.

Lo que inaugura esa especie de cadena demriltiples eslabones, que arrancando otra vezen 1968, con las heroicas luchas estudianti-les y con el movimiento estudiantil popularviolentamente masacrado por el Estado mexi-cano el 2 de octubre de 1968, va a prolon-garse en los años setenta con las importantesluchas obreras del sindicalismo democrático,en los ochenta con las recurrentes protestas ymovilizaciones del movimienro campesino,y en los novenra con la feliz emergencia deldigno movimiento indígena neozaparista, elque en estos años iniciales del nuevo mileniocronológico ha lanzado la iniciativa hoy encurso de La Ona Campaña.

Ya que ahora es muy clara la conexión di-recta que existe entre ese quiebre histórico delarga duración que se simbolizó, también enMéxico, en ese año emblemático de 1968, conla situación que ahora mismo vivimos, enMéxico, lo mismo que en todaAmérica Lati-na y en el mundo. Pues fue a raíz de este 68mexicano que se inició también la crisis irre-versible de la vieja izquierda mexicana, la queestando sobre todo representada por el Parti-do Comunista Mexicano, se caracterizó siem-pre por su reiterado dogmatismo, por susversiones manualescas del marxismo, y porsu congénita incapacidad para plantear unaestrategia realmente revolucionaria a la clase

6 sobre estos dive¡sos efectos del 68 mexicano, en la vida social y también en la memoriacolectiva popular de las clases subalternas mexicanas, cfr. nuestros ensayosJ carros AntonioAguirre Rojas, "1968,lagran ruptura" en el libro para comprend.er et s;glo XXI, anres cirad.o

I . ?i:l*l por la inte rpretación de la historia de México" en Anuario Educatiuo Mexicano,Ed. Miguel Angel Porrúa, México, 2005.

ls rru mi¡tttl¿ tíe tllio 'üT" k e¡ra nit¡¿d¿ ir {--lí,

ELH[L@n-?'E-n

obrera y a los otros sectores explotados y opri-midos de nuestro país. Lo que, naturalmen-te, explica que como resultado de ese quiebredel 68 en México, esa vieja izquierda del Par-

tido Comunista se haya ido desdibujandoprogresivamente, para terminar disolviéndosey fundiéndose en el seno de la izquierda ofi-cial y electorera, completamente domestica-

da y prosistémica del actual Partido de la Re-

volución Democrática mexicano.Pero paralelamente a esta crisis y subsun-

ción de la vieja izquierda dentro del juego

electoral de la corrupta política capitalistadominante, el 68 mexicano vio nacer y pros-

perar también a múltiples y muy diversas

nuevas izquierdas, de tipo maoísta, trotskis-ta, obrerista, libertario, reichiano, feminista,etc., izquierdas que por complicados cami-nos, no sólo abonaron e incluso a veces ges-

taron a los movimientos obreros, campesi-

nos, populares, urbanos, de la minorías y de

los subalternos en general de los años setenta

y ochenta del siglo cronológico pasado, sino

que también desembocaron, en una de sus

varias vertientes, en la generación del dignomovimiento indígena neozapatista que se hizo

público el 1 de enero de 1994.Nuevas izquierdas post68 mexicanas que,

no por casualidad, han sido las que han acom-

pañado a ese neozapatismo mexicano duran-te los más de 14 años de su existencia públi-ca, siendo también ahora, el primer espacio

de irradiación del importante movimiento de

La Olra Campaña mexicana, movimiento que

persigue precisamente la vasta y plural unifi-cación de todos los sectores de los subalter-nos mexicanos, dentro de un nuevo combate

genuinamente anticapitalista, construido yconducido desde abajo y a la izquierdaT. Nue-vas izquierdas mexicanas, que no son sólo unode los varios elementos que vinculan directa-mente a esa revolución de 1968 con nuestro

más actual presente, sino que muestran tam-bién, de manera evidente, la manera en que

ahora mismo está viva y activa la herencia

principal de ese 68 mundial en la propiadefinición de los futuros posibles de nues-

tras sociedades, en México, en el mundo, ynaturalmente también en toda nuestraAmérica Latina.

La revolución cultural mundial de1968 en América Latina

Si es posible ubicar al neozapatismo mexica-

no, y ahora al movimiento de La Otra Cam-

paña, como dos de los frutos importantesresultantes del 68 mexicano, también es fácildescubrir Ia conexión que esa misma revolu-

ción mundial de 1968 tiene, enAméricaLa-tina, con todos los actuales movimientos an-

tisistémicos de nuestro semicontinente. Pues

vnavez más, no es por simple azar el hecho

de que todos esos movimientos hundan sus

raíces más profundas en los contextos nacio-

nales específicos que, en Latinoamérica, se

fueron creando a partir de ese mismo quie-

bre histórico de finales de los años sesenta.

Así, desde ese '68' anticipado que fue larevolución cubana de 1959, y que desató la

muy rica renovación social y cultural que la

isla vivió, precisamente, en toda esa década

crucial de los años sesenta, y hasta las más

7 Sobre esta conexión directa entre el movimiento mexicano de 1968 y el neozapatismoactual, cfr. nuestro libro, Carlos A¡tonio Aguirre Rojas, Mandar Obedeciendo. Las lecciones

políticas drl neozapatismo rnexicano, Ed. Contrahistorias, 2. edición, México, 2008, especial-mente el capítulo 3. Más en general, sobre este mismo neozapatismo cfr. también nuestrotexro C h iapas, Planeta Tiena, Ed. Desde Aba1o, Bogotá, 2007 .

!,t "t , ,tir. t. ¡, ( ti,, "LTi'l' t, ,,ta ,, in,n, ,./. , lt¿

ContrahistoriaC.v_E J

recientes manifestaciones del nuevo protago-nismo indígena en países como Ecuador yBolivia, vividos desde los años noventa y hastaho¡ y pasando por el nacimiento, en los añosochenta, del Movimienro de los Sin Tierrabrasileño, del movimiento piquerero argen-tino, o del propio movimiento neozaparisrade México, en todos estos casos se vuelve a

hacer evidente el irremisible colapso y la cri-sis de todas las viejas izquierdas comunisraslatinoamericanas, y de todos los viejos movi-mientos sociales a ellas vinculados, junto a laemergencia de estos nuevos movimientosantisistémicos y de las también nuevas iz-quierdas que los acompañan.

Nuevos movimientos antisistémicos deAmérica Latina que, en esre año de 2008, re-presentan sin duda el jiente de uanguardiamundial de la lucha antisistémica planetariaactual. Lo que no sólo explica, enrre otrascosas, la nueva c€nrralidad que hoy poseenuestra América Latina en todo el mundo,sino también hechos como el de que haya sidoaquí, en nuestro semicontinente latinoame-ricano, en donde se gestó el importante mo-vimiento, hoy un poco en crisis, del Foro So-cial Mundial, pero también en donde los ac-tuales movimientos sociales poseen tal fuerzacomo para derrocar pacíficamente Presiden-tes y Gobernadores, o como para paralizar na-ciones y ciudades enteras, provocando el finalde longevos regímenes de gobierno de partidoúnico (como el final del PRI en México), ymanteniendo en jaque permanente a muchasde las clases dominantes latinoamericanas.8

Y si hoy esos movimientos anrisistémicosno han logrado todavía insraurar en ningúnpaís, gobiernos realmente populares que 'man-den obedeciendo', sí han logrado en cambio

el giro general de América Latina hacia la iz-quierda, con los tibios y socialdemócratasgobiernos actuales de Lula en Brasil, deChávez en Venezuela, de Correa en Ecuadoro de Evo Morales en Bolivia, gobiernos queno son por ahora más que una pálida mani-festación de los verdaderos cambios sociales

profundos que se avecinan en la historia inme-diata por venir de nuestro semicontinente.

Cambios sociales profundos, en AméricaLatina y en todo el mundo, que sin duda al-guna habrá que inscribir aún, en los inme-diatos futuros previsibles, dentro de las ricasy diversas estelas de la vasta herencia de esa

revolución cultural mundial que fue la revo-lución de 1968. Porque desde los registrosde la historia profunda, desde las perspecri-vas de la larga duración que son atentas siem-pre a los efecros de las estrucruras durablesde la vida social y civilizatoria humana sobrelas situaciones y los acontecimientos históri-cos más inmediatos, 1968 se sigue afirman-do, cada vez más, como una vetdadena reao-

lución de larga duración, planetariay civtliza-toria, que ha transformado radicalmente,desde el traje hasta los personajes, y desde elescenario hasta el argumento profundo deldrama histórico en que se juegan los destinosdel mundo actual.

Vivimos todavía, en México, en AméricaLatina y en el mundo todo, bajo la saludable ytodavía no concluida estela de esa enorme re-volución mundial que fue Ia revolución de I 968 .

Ciudad de México, febrero de 2008.

8 Sobre esta siruación actual de nuestra América Latina, cfr. carlos Anronio Aguirre Rojas,Aryérica Latina en la en*ucijada, Ed. prohistoria, Rosario, 2006 y también Aiérica Latina.Historia e Presente, Ed. Papirus, Sao Paulo, 2004.

!t: ttr¡; niuá¡ ¿l* {,fto 'iü?" J¡¡ a*zr nimd,z dt Cli¡t

lll\ lKlE\r{ü}lLlUt{C It {üüNliltlnll {s's }fiN Mtnx}t{cü}rrn$EH$Tn *g* rg$ünn rgmurR*i*

#f gci HEIr.';:i¿i# ¡L:r,;,.,.i'#á

I I sta entrevista fue realizada a Bollvar Echeverría cuando se

I { ^ cumplió el trigésimo aniversario de la revolución culturalI ¿ -,r.,di"l de 1968. En ella, el entrevistado habla sob¡e el cli-ma político e intelectual que, en México, se creó a raíz de este impor-tante movimiento social, rememorando también la fundamental expe-

riencia de la fundación de la revisra Cuadernos Políticos, enrre orros te-mas importantes. Hasta hoy esta entrevista había permanecido inédita.Contrahistorias la rescata ahora para todos sus lectores, en este cuatrigé-simo aniversario de esa transformación histórica mundial de 1968, a lavez esencial y también trágica dentro de nuestra historia de México.

¿En qué año llegas a México? ¿Cuálesfueron los

aspectls que más te llamaron la atención delclima político-cuhural que se uiaía en esos años

en el país?

BolÍv,qn EcHpvgruu¡:En primer lugar es muy dificil hacer una re-flexión sobre algo que uno, cuando vive ahí, notematiza, sino que lo da por supuesto. Uno noanafiza el ambiente en el que está, para estar

ahí, sino que primero está, y por lo general nopone mucha atención en eso. De manera queresulta diÍicil reconstruirlo. Reconstruir es talvez una de las ta¡eas más difíciles que ha¡ so-bre todo reconstruir un ambiente, y las pre-misas de lo que se hace y lo que se dice. Estoes incluso como una especie de historia de laépoca, que me parece complejísima de hacer.

Pero esta es una pregunta interesante, que

no me había planteado mucho. lJn poco es-

tás preguntando acerca de la especificidad de

lo mexicano, de la vida mexicana. Y claro, loprimero que habría que decir, es que al inicioes una gran sorpresa, una incomprensión, unasituación en la que uno se abstiene de un jui-cio ante lo que ve, justamente porque es muydiferente, y porque no tiene uno los elemen-tos conceptuales para juzgar, y los que tiene,le parecen que pueden falsear lo que está vien-do. En esa medida lo primero, desde dondeyo venía, lo que más le impactaba a uno, era

la monopolización que hacía el PRI del movi-miento obrero, eso era lo más sorprendente.

Notaba uno, casi con una especie de do-lor, que había aquí un movimiento obrero,eso es norable, pero al mismo tiempo que era

i¿¿ t¡n ptiui¿:* ,* "üj" !¡t att¡ ni*¿¡!,t de i-lit

(^ ontrahistoriaC.v- -r-J

un movimienro que estaba rotalmenre coop,tado por el régimen. Esa era, en términospolíticos, la primera impresión. Jusro porquecuando yo llegué estaba ran viva la cuesrióndel 68, eran épocas muy convulsas si se quie-re, pero también muy llenas de esperanzas,

parecía que sí se podía hacer la revolución.Esa era la idea: parecía que la revolución sí

era algo que estaba al orden del día, que era

una época de 'actualidad de la revolución'como decía Lukács. Eso parecía, y enroncesbuscaba uno todos los elementos, las posibi-lidades de esta revolución, y veía que el mo-vimiento obrero estaba ahl, que era fuerte,que tenla incluso cierta tradición de luchas,y le contaban a uno el movimiento de losmaestros, el de los ferrocarrileros, y todo eso,

y uno decía'talvez, el problema está simple-mente en romper los mecanismos de sujeciónde esta clase obrera', la que entonces saltaríamaravillosamente a cumplir su misión histó-rica

-digámoslo así. Eso pensábamos en esa

épocay esa es la primera impresión.La segunda impresión, era la de la espon-

taneidad de una cierta actitud política de lagente. Es decir, el modo como recibían a losestudiantes, que era un modo muy favora-ble. Esto era también algo muy inreresante,pues se veía que el movimiento estudiantilno era una cosa totalmente ajena aI cuerposocial. Por el contrario, tocaba ciertas fibras,aunque tal vez no lo hacía de manera ade-cuada, plenamente, pero sí había una empa-tía, digamos, con el pueblo. Esa es una se-

gunda impresión, la de que la politicidad del68, de alguna manera innovaba, pero sobreuna politicidad previa que estaba ahí. Estotambién era muy interesante de observar.

Después, la impresión también era, claro,la de una izquierda parddaria sumamenre ne-gafiya, y esa era la impresión que teníamosdel Partido Comunisra, de todas las organi-zaciones, que se veía que habían quedadototalmenre atrás de la realidad. Ese era el ter-

cer punto, para quien llegaba aquí, de unaprimera impresión.

¿Cuáles consideras que fueron las condicionesen las que k teoría marxista encontró un lugar,en la uasta producción intelecrualy cubural pos-terior al moaimiento del 68, I cuál crees que

fue la relacitin de este fenómeno con la actiui-dad social y política que desde entonces emerge

en el país?

BolÍv¡n EcnpwRm¿:Esto de la teoría marxisra ya sería posr 68. El68 marca, justo con eso que te decía ante-riormente, de la distancia frenre a las organi-zaciones políticas de izquierda, marca rarrr-bién una clara distinción frente a la ideolo-gia, o a la teoría, que era empleada por esas

organizaciones, y que era en verdad el mar-xismo soviético. Entonces, hay una muy cla-ra actirud de crítica a todo lo que era el mar-xismo soviético. Eso resulta también clarísi-mo. Pues, por ejemplo, José Revueltas intro-duce un marxismo existencialista, situacio-nista, con influencias de Henri Lefebvre ytodo eso. Comienzan a aparecer entoncesinfluencias de otros tipos de marxismo.

Yo, por ejemplo, traigo mucho a Méxicola influencia de Georg Lukács en esras cosas.

Entonces, lo que hacemos en el 68, es hastacierto punto cerrar los libros del marxismoque correspondían a la uadición y alateorlamarxista que hablan sido cultivadas hastaentonces, pues se notaba que había un culti-vo del marxismo dogmático soviético, se

manejaba mucho eso. Incluso, este era un ele-mento importante de la ideología oficial, quea través del PPS, del propio Partido Comu-nista, de ciertas fracciones de izquierda delPRI, estaba presente dentro de un conjuntodifuso, y muchas veces contradictorio, de,.marxemas,' _llamémosles así_, que esta-

ban ahí. Pero entonces frente a eso, justo enel 68, viene un intento muy claro de renovar

ltt *tr¡t nir¿th ¿lr {."!ir; "iüT" h atr,t rnira¿i¡¡ ¿le CJít

EL H[L@a-?fi,o

radicalmente el marxismo, por lo menos en

el mundo académico.

Ahí interviene, desde un marxismo exis-

tencialista de Jean-Paul Sartre, hasta un mar-xismo heterodoxo francés como el de HenriLefebvre, y hasta lo que viene después, lo queun poco traemos nosotros, que es el marxis-mo de los años veinte, el que cultivábamosnosotros en Alemania, en el movimiento es-

tudiantil alemán. Pues nosotros recuperamostoda Ia discusión de los años veinte, del mar-xismo de Karl Korsch, de Georg Lukács, de

todos estos autores, en fin toda la constela-ción del marxismo. Y eso es lo que ha¡ en unprimer momento, como resultado del 68.

Ahora bien, el marxismo ya en términospropiamente académicos como planteas aqul,y es bien interesante la pregunta, es un mar-xismo que es ambivalente. Por un lado, partede esta intención o intento de renovar radi-calmente el marxismo, pero al mismo tiem-po, se distancia de la radicalidad del marxis-mo revolucionario que venía con el 68. En-tonces, hay como un intento de renova! peroal mismo tiempo de "adecentar" el marxis-mo, y este es el modo como el mundo de laAcademia cree que puede asumir esta inno-vación. Además, el marxismo se presenracomo una vla de entrada de muchas otras ideas

y planteamientos que se venían desarrollan-do, sobre todo en Francia, y que son los di-versos estructuralismos, yLacan, y una canti-dad de teorlas nuevas que estaban surgiendoen esa época, que tenían esta actualidad.

Así el marxismo, este marxismo renova-do, parecía ser un puente, que introducía unagran cantidad de otras reorías, de otros plan-teamientos a los que les servfa como puente,y que venían a refrescar un poco un mundoacadémico sumamenre anquilosado, una fi-losofía, o una teoría social, que estaban muycansadas y agotadas. Entonces el marxismose presenta como una oportunidad de reno-var el conjunto del esquema conceptual de

Ias ciencias sociales y de la filosofía. Pero es

aquí donde aparece esta peculiar estrategia de

absorción que tiene el establisbment, que es

la de rescatar estas novedades, y en este caso

la novedad del marxismo, pero al mismotiempo'adecentándolo', es decir, poniéndoleciertos límites.

Y creo que aquí es interesante ver cómoaparece la figura de Louis Althusser, porqueAlthusser es un ecléctico en este senrido. Enprimer lugar, muestra que no todo lo delmarxismo soviético es rechazable o delezna-

ble. En segundo lugar, muestra que es nec€-

saria una gran revolución teórica, y en tercerlugar, plantea la idea de que esta revoluciónteórica es una revolución que está en buenos

términos con la ciencia, es decir, con el apa-

rato que unos años antes se llamaba aparatoburgués del saber. Enronces, en verdad, es uneclecticismo de actitudes teóricas bien inte-resante el de Louis Althusser, que lo vuelveprecisamente el autor de moda durante to-dos los años setenta.

Es entonces esta astucia de la situación,más que de los althusserianos, o de MarthaHarnecker, etc., ésta que es una astucia obje-tiva del establishment, la que logra arrapar a

una gran cantidad de estudiantes, sobre todogente que llegaba a descubrir precisamenteestas novedades, con este aparato conceptual,que al mismo tiempo es sumamente dogmá-tico, pero también innovador y cientifista ytodo eso. Así, todos pueden sentirse a gustoahl, desde los viejos del Partido Comunisra,que pueden fácilmente renovarse y decir'Bue-no, era una versión fallida, esa del marxismosoviético que manejábamos, pero ahora conla versión de Althusser, y con esta distinciónentre filosofia marxisra o dialécdca materia-lista, y ciencia marxista o materialismo his-tórico, pues ya la cosa está muy bien'.

Con lo cual se reeditaba una subdivisióndel marxismo que es viejísima, heredada deKautslcy y de Stalin, etc., y que entonces vol-

l¡¿ ot¡-,t. mi¡wth¿ Clrh "1T;?" Lt anzt wírad¡ ¿le i..lío

ContrahistoriaQv------ü-J

vía a aparece¡ pero con visos de ser una no-vedad, y de tener una capacidad explicativafabulosa, y así todo el mundo podía estar ahíya muy tranquilo. De alguna manera, esre

ékn revolucionario del 68, como que encallaen ese althusserianismo, aún cuando este ú1-

timo va a rescatar este lado radical, convir-tiendo a la noción de lucha de clases en lapiedra angular de todo. Entonces la lucha declases está en todas parres, en la teoría, en lafilosofía, en todos lados.

Y es así como el marxismo entra en elmundo académico, es decir que enrra ya comoalgo "mutilado", privado de su vuelo teórico.Por ejemplo Lukács, que proviene de unmarxismo de corte centro-europeo, comien-za a enttaÍ, pero como que no logra tenerpropiamente actualidad. Y las actitudes re-volucionarias, radicales, las posturas de lasuperación de la filosofta, y cosas muy fuer-tes que son similares, tampoco logran volversemuy actuales. Y sin embargo, sí aparece ya elmarxismo dentro del mundo académico, enIas ciencias sociales. pero es ya. insisto, este

marxismo privado de su radicalidad teóricay de sus implicaciones revolucionarias prác-ticas, privado de todo esto.

Podría decirse que después, al final de este

proceso, hay una especie de reencuentro conIas posiciones de ese marxismo cenrro-euro-peo. Pues más adelante apareció, con la in-migración de los intelectuales del Cono Sur,sobre todo, la figura deAntonio Gramsci, quees una especie de 'Contra-Althusser', Perocuriosamente, se rrata también de un Gra-msci que había sido sometido ya a r¡n proce-so de descenrrización, parecido al del mar-xismo, realizado por parre de Althusser. Noobstante, hay aquí un cierto enriquecimien-to del panorama teórico en las ciencias socia-les, cuando frente al dogma althusseriano,aparece también esta diversificación, mu-cho más rica, de la problemática que traenlos gramscianos.

¿Qué tipo de relación se estableció entre el rit-mo que tomó k difuión de k teoría marxista,en aquél ambiente, y el obseruado en el planode la actiuidad polhica, desplegada en esos años

por la izquierda mexicana?

BolÍvnn Ecnpv¡Rnr¡:Creo que la teoría marxista, en cuanto tal, se

refugia en la Academia, pero se refugia ya"adecentada'y "mutilada", como re digo. Almismo tiempo, en el terreno del movimien-to obrero, sobre rodo, hay un inrento que es

el único que tal vez es interesante de esa épo-ca, por parte de quienes habían estado en el

68, y que hacen el esfuerzo de conecrarse conel movimiento obrero de aquellos tiempos, yes el caso de los electricistas de Galván. Esa

conexión con el movimiento obrero, implicauna especie de voto de pobreza teórica, por-que es allí que percibimos que una gran can-tidad de teorías y de las cosas que se muevenen la academia, para la mentalidad sindica-lista obrera resultaban superfluas, no teníanninguna entrada.

Sin embargo, ellos ponían una especie decorrectivo realista a la problemática que se

les estaba mane.iando, lo que derivó en unrecentramiento nu€vamente economicista, es

decir, hacia la economía en cuanro tal. Así, lainvestigación de la situación económica delpaís, adquiere entre estos intelectuales que se

conectan con el movimiento obrero, unaimportancia que no tiene, en términos gene-rales, en Io que sería el marxismo ideologiza-do, teórico o académico. Y ahí aparecen, porejemplo, eso es interesante, sobre todo pro-venientes de la Escuela de Economía de en-

tonces, los talleres como el TASE (Taller deAnálisis Socio-Económicos), en donde está

una buena cantidad de gente que esruvo enel 68, y que llega de Europa, y que observaque hay que dejar un poco de lado las cues-tiones de la alta teoría, y centrarse en el aná-lisis de las posibilidades económicas reales,

L¿ *rir r¡ir¿,4¿t,lr {;l!t¡ ü;"]oq is trra rrir¿rJ,¡ de C}is

ilH[L@¡^RF-¡

de una reforma, de una Revolución, o de loque sea, para la transformación de México.

Sobre Ia base de todo esto, y un poco conla herencia del 68, con el impulso

-que, hay

frecuente en la realidad política mexicana. Élera como todos los líderes obreros de aquí,muy parecido en ese sentido, así que era uncacique. Entonces, tenía su manera de com-

que decirlo, está

al margen yqueda fuera de

la inserción delmarxismo en laacademia antes

¡ns¡gie¡¿d¿-,con lo que que-da de ese impul-

W Portarse, de or-ganlzar, de darórdenes, de con-vencer, que era

,, típica de un ca-

, cique.Todoesto,-, a los intelectua-

les nos planteauna serie de

so revolucionario del 68, se va gestando elmovimiento del grupo de Punto Crítico, quederiva un poco y se conecta

-pues son más

o menos la misma genre- con el proyectodel TASE, pero que tiene ya como rarea muyclara, muy directa, la de politizar a la clase

obrera. Ese momento es sumamente intere-sante, y ahí ya ves tú a los distintos prorago-nistas, y creo que eso es lo más interesante.Por ejemplo, el caso de Galván, cuyo movi-miento parece tener mucha capacidad de ex-pandirse entre los electricistas.

Y aquí hay que tener en cuenta algo que se

conecta con la primera pregunta. Para noso-tros, que veníamos del movimiento estudian-til, propiamente, y de un ámbiro muy acadé-mico, de Alemania y todo esto, el hecho de

conocer o de estar en relación con obreros enserio, con gente trabajadora así, que además

de ser trabajadora era genre muy organizada,muy preparada y rodo eso, es una experien-cia bien interesanre, que nos obliga un pocoa frenarnos de tanto vuelo y tanta cosa, y a

respetar, a prestar atención a lo que ellos plan-tean. Creo que Galván era trotskista, y eraun tipo bastante preparado en términos deteoría, de ideología, alguien muy inteligente,y capaz de percibir y captar una gran canti-dad de planteamientos teóricos.

Era muy hábil, muy inteligente el tipo, yal mismo tiempo era muy cacique, como es

cuestiones en las que prevalece el sentido dela realidad, cuando nos hicimos la reflexiónde que "Un poco México es así, y no vamos a

exigir que los jefes obreros sean jefes de purocorte democrático, o esas cosas". Entonces co-menzamos a percibir que así es como se mue-ve la representación política, o Ia identifica-ción política con el líder, en esras circunsran-cias, y de este modo, y aún con todas nues-

tras reservas y nuestras abstenciones de jui-cio, nos sentimos muy identificados con eso.

De aquella experiencia salió una revista, Sa-lid¿ridad, en la que Carlos Pereyra, y ram-bién yo, y muchos otros escribimos, con pseu-

dónimos. Pero ésa fire una experiencia muyinteresante, hasta que vino el golpe en contrade ese movimiento de los electricistas.

En tu opinión ¿cutíles son las características más

acusadas d.e la difuión de la teoría marxista en

el ambiente académico-uniuersitario dc los años

setenta, y a qué tipo d.efactores lo atribuyes?

BolÍv¡R Ecn¡wnnÍa:Pues te decía que esta difusión comenzó comoalgo mrís diversificado, pero que poco a pocose fue cerrando, como algo que giraba más en

torno a la figura de Althusser y de los althus-serianos. Había también quízá una verrientecrítica, muy académica pero muy relegada, enla que estaba por ejemplo Adolfo Sánchez

lii stra t?ti?!ffiíÍ llt .¡r, "'iüjq' lc cra tniycd¡z- de {,!ia

ContrahistoriaSv

-

J

Vázqruez, vertiente que quería comenzar a

hacer otras cosas, o yo, que traía también esas

perspectivas diferentes y que me metí al S¿-

rninario de El Capital. Pero era un gruPo muydesperdigado, muy a la defensiva, porque no

había mucha aceptación para eso, era algo que

era considerado demasiado radical, y esa ra-

dicalidad venía del 68. Pero como te decía, la

aparición del marxismo en el medio acadé-

mico implica siempre su 'adecentamiento',

implica eliminar mucho de la radicalidad de

ese discurso marxista centro-europeo, Porejemplo, y también suprimir mucho de las

actitudes revolucionarias del 68. Sólo bajo esa

condición el marxismo ingresa a la academia,

como un marxismo ya 'decente', siempre ycuando demuestre que es inofensivo, y enton-

ces pasa dentro de Ia academia.

No hay una correspondencia entre posi-

ciones políticas y posiciones teóricas, es de-

cir, hay un abismo. Los prácticos son prácti-

cos, y pescan de donde sea, pescan althusse-

rismos, gramscismos, lukacsismos, lo que cai-

ga, son de un eclecticismo total. Es decir que

no hay una conexión en términos de que tal

teoría implica tal llnea, o que tal línea no

puede aceptar tal planteamiento, hay una se-

paración del plano propiamente teórico y del

plano ideológico-político, que por lo general

es muy elemental.

En lo que res?ecta al marxismo académicl de

los setenta: ¿Qué ruiuel de diuersif.cación hubo

en cuí.nto d. pr7lectos, perspeüiuas dc análisis 1enfoques?, ¿qué forrnas tomó esa diuersificación?,

¿de qué rnanera y en qué espacios se difunde?

Bolfv¡n Ecu¡wnnf¡.:Sí hay diversidad, pero es muy puntual, muysingular e individual. Hay gente que trabaja

distintas corrientes, pero la que tiende a do-

minar e incluso a acallar a todas las demás es

la althusseriana. Cada quien hace lo que pue-

de,y aveces se consolidan cierto tipo de or-

ganizaciones, pero a veces no son ni stqutera

organizaciones, sino sólo grupos de trabajo.

Por ejemplo, nosotros en la Escuela de Eco-

nomía fundamos el Serninario de H eapital'Pero lo interesante en esto es que esos gru-

pos, cuando se forman, y no sé si sólo sueede

eso aquí o en todas partes, denden mucho a

generar al mismo tiempo sectas, asl que hay

un sectarismo muy espontáneo.

Entonces, el Profesor que es lector dc E/Capitalllamado Raúl Olmedo, es un gurrl, ytiene su grupo, y el otro Profesor igual, y asl

cada quien tiene su grupito. Entonces, es di=

fícil, cuando uno está metido en eso, es muy

diflcil distanciarse, y no caer en la tentaeión

de ser gurú. Por ejemplo, en el Serninario d¿

EI Caphal, yo mantuve siempre mucha dis-

tancia frente a esta tentaeión, pues es casi PQr

aclamación gue te nombran gurú, y es rnuy

difícil deeir no. Pero en ese caso de| Semina-

rio dr El Capital resultó que el alumno rnás

acrivo, después de que yo me separé, se eon-

virtió, él sí, en gurú, Es fortísirna esa tenden-

cia, y en esa medida uno dende a aislarse, Puescada quien tiene su verdad, que no se toca

con la del oüo, y no es necesafio discutirla.

Así que no había discusión, eso es necesario

subrayarlo, y en su lugar lo que había era ene-

mistades, ninguneos, etc.

Entonces, no hay intercambio de ideas, nidiscusión, no hay una vida académica que se

apoye en esto. Lo que provoca problemas muy

complejos, es decir, gue los teoremas adquie-

ran un valor emblemático, más que pragmá-

tico. Porque como las idea¡ se cqnvierten rá-

pidamente en emblemas, en elementos ma-

teriales que hay que defende¡ en elementos

simbólicos, entonces en ellas se prohija una

gran cantidad de intereses, de identificacio=

n€s, de afirmación de un conocimiento que

hace mal uso del coRcepto. Pues son conceP-

tos mal usados, de los que se 3busa, asl que

no sirven como conceptos, no son reales ins-

trumentos de conocimiento, sino instrumen-

It¿ at¡z mir¿ri¿ de {.1!s "iü? ia otra rnirari,t dt Clí,

er HIL@n-?F-n

tos de prestigio. De este modo, la noción de

prestigio entra en el terreno de la teoría, y no

deja que se produzca mucho, porque asl es

dificil producir en términos teóricos.Aunque en este terreno la libertad para

producir teorla es total y absoluta, está pre-

sente esta tendencia estructural, que nos vie-ne de la cultura católica y jesuítica del siglo

XVIII, y que es esta manera peculiar de usar

los conceptos, en la cual ellos pueden ser pe-

caminosos o no. Esta es la noción última del

siglo XVIII, donde pensar no es solamente

conocet sino también contribuir o no a la

salvación. Entonces, la noción cristiana, ca-

tólica, de salvación, está metida en lo que se

llama el discurso teórico en cuanto tal, y que

es un discurso teórico que no se depuró en la

modernidad. Y eso persiste hasta nuestros

días, pues nosotros seguimos usando los con-

ceptos como armas, como instrumentos de

salvación, lo que vuelve muy difícil pensar, ytrabajar con conceptos.

Esto se dio clarlsimo en los años setenta.

La idea de que nosotros poseemos o somos

propietarios de la verdad, que se nos reveló,

y que manejamos dos o tres argumentos que

son precisamente los esenciales, además de

que tenemos una actitud política genuina: no

somos como los otros, que están buscando

ubicarse, o no sé qué, nosotros sí somos pu-ros. Eso, hoy en día ya no existe, pero de to-das maneras, creo que se ha debilitado, aun-

que no se ha transformado.En términos de las organizaciones, se echa-

ban unos rollos fabulosos para montar sus

plataformas, hacían unos documentos fabu-losos que serían interesantes de rescatar. Lomismo los maoístas, que los situacionistas,etc., adoptaban una gran cantidad de cosas,

de Gramsci, de Lukacs, de muchos otros au-

tores, para elaborar unos rollazos inmensos

que servían para fundamentar una línea, Ioque era ya un clarísimo intento de absorberel nivel teórico para uso ideológico-político.

¿Representaron la teoría de Ahhusser I la teoría

de Gramsci una concepción abernatiua en el

interior de la teoría marxista, ! en Particular,en el campo de la teoría de la historia ! dt kteoría política? ¿Representaron una contribu-ción a la problemdtica marxista latinoameri-cana? ¿Qué papel jugó el exilio latinoamerica-

no en este sentido?

BolÍvaR EcH¡wRnr¡:Creo que fue bien importante. Ellos introdu-cen a Gramsci, leído desde donde tú quieras,

y por eso los 'usos de Gramsci' de los que ha-

bla Portantiero son interesantísimos. Pero de

todas maneras creo que viene a enriquecer

mucho el planteamiento tan cerrado que era

dominante, sobre todo porque el plantea-

miento de Gramsci es mucho más ágil, más

rico, dene muchas más entradas, Ahora, lointeresante, es que Gramsci no viene propia-mente en contra de Althusser sino que hay

una especie como de simbiosis que se intenta

hacer. Althusser y Gramsci no son vistos como

dos polos o cosas totalmente conüapuestas,

sino que se intenta ver que hay puentes entre

ellos, que lo que utiliza uno está ya dicho por

el otro. Ahí interviene Io que tú dices, la in-fluencia de los intelectuales del Cono Su¡ que

es muy fuerte, porque ellos traen una disci-

plina, un nivel de preparación, y un uso mu-

cho más pragmático de los conceptos, disdn-

to al uso virreinal que vivíamos aquí.

Eso les da una superioridad muy grande,

así que entran y dominan en el ámbito acadé-

mico. ¿Por qué? Porque están más informa-

dos, y están más informados porque ellos sí

usan, no sé si plenamente, pero usan más los

conceptos como tales, es decir, como instru-

mentos de conocimiento. Después, no sé por

qué lado vuelve la cuestión del sectarismo, de

los lenguajes privados, de las teorlas privadas,

que también se da allá. Por ejemplo, los al-

thusserianos que vienen de Argentina, son los

súperalthusserianos, son más althusserianos

l¿ otr,i rnir¡t!,t or r,,r "\\| i" lt¡ o*t¡ mi¡uds rJr o!ía

f ontrahistoriaC,v

-JqueAlthusser, como Emilio de Ipola, o comolos lacanianos, una cantidad de gente muycompleja, que verdaderamente es muy distintaal medio de acá, que usa los conceptos, comote digo, m:ís bien cortesanamente.

Entonces, la inserción de este discurso teó-rico pragmático, es bien importante, es su-

mamente interesante. Pero creo que hay que

tener presente que al mismo tiempo el mun-do académico y el discurso teórico mexica-nos, reconstruyen elementos de protecciónde sí mismos, frente a esos conosureños. Hayuna especie de estrategia de aislamiento delcuerpo extraño. Se les deja, como los muy"preparados", que están ahí girando en su

cosa, pero no se deja permear eso hacia fue-ra. Entonces se les aísla, pues esta es una es-

trategia de aislamiento.

José Aricó es un caso muy especial, por-que él entra por el lado de la Editorial. Hastacierto punto es el tipo más astuto, o mejordicho, tiene una estrategia mucho mejor.Además, trae justamente algo que no tienenlos otros, que es el marxismo centro-europeo,porque él es en verdad quien introduce, o

defiende y mantiene esa llnea, muchas veces

en contra de los lectores que él mismo tiene.Y va a llevar a cabo una enorme cantidad de

ediciones, como la Biblioteca del Pensamiento

Socialista, o la colección delos Cuadernos de

Pasadn y Presente, qtre es verdaderamente úni-ca, una maravilla de biblioteca, incluso en

términos mundiales.Y ahí ¿qué es lo que vemos? La presencia

de ese pensamiento centro-europeo. Luegohay un ca-mbio en Aricó, que comienza muyradical, comienza a ser lukacsiano y todas esas

cosas, pero que poco a poco cambia tambiénsus posiciones políticas. En Argentina hay unacierta aceptación, muy parecida de la que se

hacía aquí de Galván, una acepración de laespontaneidad, del discurso espontáneo de lagente, y con ello del peronismo, por ejem-plo. Pues se dice que el argentino es de na-

clmlento peronlsta, y entonces como nos va-

mos a oponer a eso, pues lo que hay que ha-

cer es enüar en ese discurso, y desde dentrodesestructurar el código peronista, o derivar-lo, qué sé yo. Aparece esta estrategia y Aricóse mete en ella, lo que cambia también todala cuestión. Y es para eso que le sirve Grams-

ci.

Gramsci sirve para eso porque también es

muy barroco, y esas posibilidades que le en-

cuentra a la lucha ideológica, pues permitentodas estas cuestiones. Creo que esto es inte-fesanrísimo, aunque no lo tengo muy pensa-

do, pero ustedes que están trabajando estos

temas deberían hacerlo, estudiar esas per-meabilidades e impermeabilidades del discur-

so teórico mexicano, y las disimultaneidades

de los distintos discursos, y todo esto.

fuí que viendo de lejos, creo que es cierto

lo que tú decías, de que está un poco mitifi-cada la cuestión. Porque en verdad no existía

eso que ahora pretende la visión historiadorade este problema, esta visión historizante que

le da unidad a elementos que no tendrían que

estar en unidad. Pues hablamos, por ejemplo,

de los años setenta, y con eso de entrada po-

nemos un elemento unificador. Pero si nos

acercamos, la realidad son muchos setentas,

tanto los distintos años que fueron los setenta,

como los distintos ritmos en los que se vivieron

esos setenta, con lo cual no hay tal unidad.

¿Cuál considtras que fue la importancia delprqtecto editorial de Cuadernos Políticos, fren-te a la serie de publicaciones político-cuhurales

que distintos sectores de Ia izquierd.a impulsa-

ron en esos años?

BorÍv¿.n Ecu¡wm.r¡:La revista que había, y que tenía prestigio,era Historia I Sociedad, que era una revista

hecha por los intelectuales más de avanzada

del Partido Comunista, con un cierto nivelcrítico, y con cierto distanciamiento frente a

l,t orru wir¿d,t ds {llio "i?r"]o% l¡t ott-¡ ttitu¡}tt tJe Clia

EL HIL@n-?R¡

lo pedestre del dogmadsmo stalinista. Eranlos que intentaban, desde dentro de la ideo-Iogía del Partido Comunista, buscarle salidas.

Entonces. en ese sentido, era muy interesan-te... en los contenidos mismos se veía, conartículos que eran muy buenos, aI lado deotros ensayos que eran verdaderos ladrillos.

No había ni enemistad ni contraposiciónentre las dos revistas, Historia 1 Sociedad, yCuadernos Políticos, pues incluso algunos es-

criblan en las dos. Ahora bien, lo de Cuader-nos Políticos es interesante, porque aparece

como Ia versión ya político-teórica ampliadade lo que al principio había sido el intentode ASE. Es, digamos, Ia versión teórica de

Punto Crítico. Porque Punto Crítico era la re-

vista de combate, y en cambio, nosotros pen-sábamos que por encima de ese nivel era ne-cesario un nivel de reflexión propiamentedicho, un nivel teórico. Esa es la razónporlaque surge Cuadernos Políticos. Desde luego,muy militante, en la línea revolucionaria de

Punto Crítico, pero aJ mismo tiempo muy conla idea de que es necesario pensar las cosas, ytraer ideas de acá y de allá, para somerer a

discusión los planteamientos políticos, algoque se logra muy poco.

La idea era que Cuadernos Políticos fuese

el lugar de reverberación, de discusión de losplanteamientos políticos, para que estos últi-mos no se quedaran en el slogan, sino que se

convirtieran en conceptos y se discutieran.Intentamos fomentar eso, aunque hay quedecir que dentro de la mayoría de lo que fuepublicado en Cuadernos Políticos, no es lopredominante. Podríamos decir que fracasa-mos un poco también en eso, por causa de loque te he dicho, de esa tendencia de la cultu-ra reflexiva en estos países, que es Ia tenden-cia a emblematizar los conceptos. Entoncesno se logra, aunque hay algunos arrículos,incluso muy interesantes, que se hacen conesta intención de llevar al plano reflexivo 1o

que se está haciendo.

Junto a esto, había también la importaciónde teorías, o de discusiones teóricas, que esta-

ban sucediendo y que eran importanres para

la izquierda, e igualmente para lo que podría-mos llamar la ciencia social, esa ciencia social

que era en verdad una ciencia social aséptica,

que simplemente ponía, al principio y d, Fv

nal, alguna cosa que sonara como medio mi-litante, para aparentar ser de izquierda.

Cuadernos Políticos se movía enronces en

esos tres niveles o flancos, como quieras de-

cirlo, y qu€ eran, primero, el de la problema-tizacíón en términos reflexivos y completa-mente abiertos, de la actividad polltica de

todo tipo; un segundo, el de la actualízaciónde las discusiones teóricas, mundiales, inter-nacionales, universales, y finalmente el de la

investigación, sobre todo sociológica-econó-mica. Al principio esos tres niveles están más

o m€nos equilibrados, pero a lo largo de la

historia de la revista, va adquiriendo predo-minio el uno o el otro, y sobre todo empieza

a dominar más el de la investigación social yeconómica, hasta el punto de que llega, a ve-

ces, a ser aburridísimo. Pues hay números que

verdaderamente parecen ser el órgano de la

Facultad de Sociología, o de la Facultad de

Economía, con unos rollazos dificilísimos.Porque cuando la gente se pone a escribir de

estos temas, escribe cosas larguísimas, de 40,

50, 60, o 70 cuartillas, y nosotros teníamos

como límite 30, que era el máximo. Eso era

un problema, porque te entregaban unos ro-llos inmensos, muy científicos, y eso se con-virtió en una moda, que volvió bastante pe-

sado el trabajo de la revista.

Sin embargo, intentábamos siempre me-ter alguna discusión teórica, provocar algunapolémica, y eso es Io que más se mantuvo de

la revista con cierta vitalidad, durante sus 14

años. Así que esos eran los tres niveles. Enese sentido, éramos muy militantes, pero a lavez muy abiertos, un poco en el senddo de lafrase de Fidel Castro, de que dentro de la lí-

ia ut¡w wi¡a¡ia,t, {:¡r, ü7' }tt *y,t *tiud¡ it {.tiit¡

ContrahistoriaC.v _-r--J

nea general fijada se acepraba todo, pero fue-ra de esa línea no aceprábamos nada. Tenía-mos esa postura, a tal punto, que desde ahíse generó algún problema. Porque si bien noera una regla, sí se suponía que era una revis-ta de oposición, es decir, que todos los queestábamos ahí estábamos en la oposición, ypor lo tanto no pertenecíamos al gobierno,no podíamos pertenece! ya que era una con-tradicción en los términos ser de CuadernosPolíticos y al mismo tiempo trabajar para elgobierno, por ejemplo.

Entonces, cuando comienzan a aparecerlas tentaciones gubernamentales hacia la nue-va generación de intelectuales de izquierda, yalgunos de estos últimos comienzan a hacerAsesorías, y a trabajar para Ia Secretaría deHacienda, allí se plantea el problema que temenciono, y que nosotros llegamos a plan-tear en el caso de Rolando Cordera. Rolandose mantuvo un riempo así, trabajando por allápara el gobierno, alavez que estaba todavíaen Cuadernos Politicos, hasta que a él mismose le hizo la cosa diflcil. Y en un cierro mo-mento, se sintió un poco como expulsado,aunque estrictamente no hubo nunca unaexpulsión ni nada, sino que nuestras discu-siones eran muy antigobiernistas, y eran muycríticas del gobierno, y creo que era dificilponerse una suerre de piel de paquidermofrente a esto.

¿Consid.eras que Carlos Pereltra puede ser consi-derado como un tipo de intelectual de izquier-da, característico de esa época? ¿En qué sentidnrepresenta un eslabón en la confguración de unacubura de izquierda, a k altura de los proble-mas actuales?

BolÍvan Ecuevennl¡:Creo que Pereyra es el que mejor represenra-ba al primer tipo de discurso, al que hacíareferencia denrro de Cuadernos Políücos. Esdecir, el de la elevación de la problemática

política cotidiana a un nivel reflexivo teóri-co. Creo que en toda la historia de la revista,es el que mejor cumple con eso. Además,podría decirse que ésa era su obsesión, la de

no alejarse de lo concreto, no alejarse de laproblemática concrera, sino salir de ella, perosin quedarse atrapado en el nivel puramenteteórico. Eso hace que sus arrículos sean bas-tante dificiles, porque por un lado se nota lofechados que son, y eso, para lo que podríallamarse el nivel de la discusión teórica, es

prácticamente un obstáculo. Pero por otrolado, para los que discutían las cosas en tér-minos puramente políticos, toda Ia argumen-tación de Pereyra resultaba como un tantoexagerada, demasiado compleja. Y la gentedecla, ¿para qué tanta cosa?

Hay así esa ambigüedad, que hizo que Pe-

reyra no fuera un autor popular. Hay quepartir de eso. Además, lo terrible de la muer-te es que te clausura una historia en la que túapenas estás a medio camino, intentandohacer algo. Entonces, a Carlos Pereyra lo tra-tamos ahora como un clásico, como alguienque completó su obra, y no es así, porque élestaba apenas haciéndose, apenas definiendosu propio perfil teórico-político, cuando leviene la muerte. Así que hablar de una obraacabada de Carlos Pereyra, o incluso de ideas

ya definitivas, creo que sería muy arriesgado.Creo que la obra de Pereyra hay que verlamás bien así, como una obra que estaba ha-ciéndose, que estaba en la mitad anterior, yque no había llegado todavía a su perfil defi-nitivo, a consolidar sus estructuras, pues eraun trabajo que estaba rodavía buscándose.

En vida Pereyra no fue tan popula¡ ni tanaceptado, ni tan 'vaca sagrada' como le lla-man ustedes, pues él no era visto como unaautoridad para nada, en otros aspectos. Sinembargo, era visto como alguien que aporta-ba problemáticas, que le buscaba ángulos a

las situaciones concretas, y eso es lo que élaportaba siempre, el buscar ángulos y esque-

!,t rns rniná¿ ¿le Cltu "%? L¿ stra !/rir#J,¿ dt Clí*

Et lHilL@¡-RF'¡

mas de explicación para determinados flan-cos de la realidad, eso es lo que él tenía muyfuertemente. Por ejemplo, él fue althusseria-no, pero en él se repite un poco eso que anres

mencionamos, pues fue althusseriano y lue-go gramsciano. A talpunto, que puededecirse que el uso del

concepto de 'socie-

dad civil', que ahora

ya es común y co-rriente entre losmexicanos, es un uso

que Carlos Pereyra inició, pues él introdujoesta versión o definición, entre gramsciana yhegeliana de 'sociedad civil'. É1, y después

Carlos Monsiváis, con el que se llevaba mu-chísimo. Había una relación muy permanen-te, muy frecuente entre los dos, que se co-nectaban mucho, así que un gran expositorde este concepto de sociedad civil 'pereyria-

no', digamos, fue Monsiváis. Y ahora tam-bién el Subcomandante Marcos.

Habría que decir entonces que Carlos Pe-

reyra era un periodista muy reflexivo, y eso

es lo que él es y tiene, un periodismo de re-

flexión. Junto a eso, hace su trabajo acadé-

mico, en el ca-mpo de Ia filosofía de Ia histo-ria sobre todo, que es donde tiene aportes unpoco más generales, más teóricos, en su libroEl sujeto de l¿ historia.

¿Se diría que hubo un equilibrio bien logrado,

en los espacios en los que se logró desenuoluer?

Boúv¡¡. Ecner.'¡Rnrn:

Creo que él intentó eso y hasta cierto puntolo logró. Era un hombre muy racional, muyrealista y muy ajeno a todo tipo de veleidad,ni teórica, ni política. Eso es, talvez,lo carac-

terístico de su persona. Esta hostilidad frentea casi todo lo veleidoso. Era muy ordenado,repartía muy bien las cuestiones, sabía dóndeestaba y qué correspondía en cada caso, y di-

vidía bastante lo puramente académico y teó-rico, de la reflexión política. Además lo hacía

con mucha claridad, estableciendo los puen-tes entre uno y otro, pues es una mente que

intenta ser muy clara, muy ordenada y muydisciplinada. ¿En qué

medidalo logró? Ha-bría que ver, pero ese

era su intento.Era muy purita-

no, le decíamos no-sotros, pues daba la

impresión de unapersona muy puritana, muy ajena a la culturapopular mexicana. Sus padres creo que son

argentinos, y él mantiene esta "ajenidad" res-

pecto a lo mexicano. Sus formas culturales,de consumo, de interrelación humana, de co-queteos, o el tratamiento del tiempo, del es-

pacio, de las formas, eran muy poco mexica-nos. Como que subrayaba su carácter entreitaliano, sureño, y anarquista. Alguna vez co-

mentó que su padre fue durante un ti€mpoanarquista, allá en Buenos Aires, y él tenía eso,

esa conexión con lo que sería la revolución,que partía de una realidad histórica de unacierta época, y que era una conexión con el

obrero, con el movimiento obrero calificado.Entonces, cuando él pensaba 'pueblo', la

noción de pueblo que tenía, de lo de abajo odel proletariado, era muy clara: era un pue-blo que era un obrero, y un obrero califica-do, disciplinado, racional, limpio, un obrerocasi ideal, esa era la idea. Pero entonces al

obrero mexicano, que es compadre de no sé

quien, medio enrevesado, ladino, y todas esas

cosas, que come tacos en la esquina, y le pega

a su mujer, eso él no lo veía. Para é1, el obreroera un obrero explotado, pero consciente, de

overol limpio, azul,y ésaera la imagen que él

tenía del pueblo. Entonces se comportaba en

relalión con eso, con su idea de qué es lopopular, y apartir de allí era un hombre muyparco en sus necesidades, en sus gastos, y en

Lz st¡a ¡ni?ad,x de"* "t?;';% Lt otrc ntí¡z¡rÍ¿ rft (.)üa

todas esas cosas, lo que era una suerte de ac-titud ética, de no separarse de aquello que es

el pueblo, en el sentido del obrero calificado,racional, que intenta tener una claridad polí-tico-ideológica.

Ese es un aspecto bien interesante de Car-los Pereyra, su relativa ajenidad al mundomexicano, al ambiente católico, virreinal,barroco mexicano, que en muchos aspectosle parecía detestable. Pues tenía una ciertadistancia frente a eso, aunque al mismo tiem-po y sobre todo en los últimos años, fue cues-tionando su propia actitud, fue reconocien-do ciertos aspectos de la realidad nacional ycomenzó a cambiar. Por eso te digo que lamuerte truncó un proceso muy interesanre,que estaba viviendo Pereyra, de cuestionar su

propio esquema de vida, su propia visión delo otro. Creo que él estaba todavía haciéndo-se, aún en proceso cuando murió. Te doy unejemplo: él no bebía nunca nada en las sesio-nes de Cuadernos Políticos. Mientras rodos nostomábamos dos copas antes de comenzar las

discusiones, él nunca tomó una copa. Perodiez años después, se permitía ya una copa, yal último, medio que se tomaba dos, o rres,pero siempre como si fuera un escándalo, esta

tercera copa. Entonces tenía ese trazo, de queera muy metódico, muy disciplinado, muyautorreprimido, y eso se nota mucho tam-bién en sus escritos, que poseen un estilo muydenso, que no hace concesiones retóricas.

¿Guínto había dc apíritu estatal, diria Gramsci?

BoLÍvAR Ecu¡v¡nm¡:Creo que él sí tenía muy clara, e incluso no sé

si en sus escriros se refleja, la distinción entreIa presencia del Estado, como enridad querepresenta y aglutina las necesidades del con-junto de la sociedad, y el Estado como com-petidor de los otros capitalistas. En ese senti-do, era muy liberal, es decir que pensaba queel Estado no debe comperir con los capitalis-

tas, más bien debe aparrarse de la interven-ción en la economla. No creo que tenía muyclaro el asunro, pero sí distinguía ese modoque tenla el Estado mexicano de absorberlotodo, de estar en todas partes, de competirhasta en la producción de tortilla, y lo conde-naba. Pero no hubiera echado por la borda lanoción misma de Estado, sino que hubieradefendido mucho una racionalización del Es-

tado, y no una destrucción del Estado. Estoycasi seguro de que esa hubiera sido su línea.

¿Qué hacer con un Estado que riene querenovarse, pofque está toralmente podrido,por aquí y por allá, y que sin embargo, es

necesario? La educación, la salud, todas esas

cosas, él las veía como funciones importan-tes del Estado, o el transporte, etc., creo quea éIle parecía que eso no era inrervención enla circulación mercanril, sino que era simple-mente un guiar a la circulación mercantil, sinentregarse a la mano oculta del mercado, quetodo lo soluciona. No creía enronces en libe-ralismo absoluto, para nada. Entonces, todasestas cr¡estiones del proyecto de Solidaridad,del bienestar social, etc., tal vez lo habríanllevado a estar con Carlos Rojas, y con Ro-lando Cordera, con todos ellos, seguramentehubiera estado ahí de Asesor junto con Ro-lando, en Solidaridad, por ejemplo, no creoque se hubiera escapado de eso.

Pensando en la Uniuersidad de los ocbenta,

¿cuáles son, en tu opinión, los principales cam-bios ligados al quehacer académico-uniuersita-rio, y qué relación guardan esos cambios con laexistencia de ntayores espacios dr participaciónpara los intelectuales, en el debate público?

Borfvnn Ecu¡vpnnr¡:No tengo muy claro los ochenta. Hasta lossetenta, todavía el único lugar de ejercicio dela razón era la Universidad. Pero después vie-ne un proceso de privatización, de aperturade la producción y el consumo de ideas, y

ia *y¿ ¡:¡!r¡¡!¿ de (llío '"i;T" L¿ on-a;Nitui¿ ir {tlk¡

sl HIL@n-?F'n

ahí por ejemplo, creo que la revista Nexos de

la primera época, cumple una función muyimportante. Ya que mostrar que fuera delcampus también puedes respirar, que el cam-

pus no es la única pecera de la razón, y queafuera también puede producirse y discutir-se lo que sea. Por otro lado, hay también uncastigo muy fuerte a la Universidad, sobre

todo en términos económicos, y se consoli-dan estructuras de poder dentro de la Uni-versidad, que son muy poco impugnables,

pues los feudos están muy armados.

La Universidad, en ese sentido, ha comen-zado a perder vigencia dentro del conjuntode la sociedad, al feudalizarse cada vez más

en sí misma, y al constituirse en un elemento

más, dentro de una competencia muy agu-

da. Y creo que lo interesante es eso, que fuera

de la Universidad se pueden hacer cosas, pro-ducir, hacer crítica. Hay escritores que pue-

den existir sin estar en la nómina de la Uni-versidad, eso tal vez es lo principal, porquehasta antes de tiempos muy recientes, tú no

podías vivir fuera de la Universidad, simple-

mente por criterios económicos. En cambio

ahora, se ve que los intelectuales pueden vi-vir de otras fuentes, aunque no sé bien de

cuáles, tal vez de sus contribuciones a tal re-

vista, de las regalías de su libro, de sus artícu-los. Aunque creo que esto no existe, que es

imposible, porque nadie puede sobreviü¡ de

esto. Pero de todos modos, la gente ha salidoafuera. No sé bien, tal vez estoy un poco cie-

go respecto a los ochenta, están muy cerca, o

no me gustaron para nada.

¿Dirías que cambiaron de manera significati-ua, en los ochenta, las coordenadas de una cier-ta tipología d.e intelectuales, que pudo haberse

dado en los setenta?

BolÍv¡n Ecu¡wnzuR:Bajó muchísimo Ia importancia de la defini-ción política, en la constitución de un inte-

lectual. Ahora ya no preguntas mucho de

dónde es un intelectual, si es de acá o allá.Todavía queda el hecho de que ser marxistaes algo muy malo. Pero ya a nadie le interesa,

en términos académicos, o incluso en térmi-nos de líneas teóricas, si es analítico o no, ahora

da igual. O si es hegeliano o no, cuando antes

la gente se peleaba por eso, diciendo que los

hegelianos eran una gente nefasta, o que los

analíticos eran los no sé qué, mientras que

ahora ya da igual, al fin y al cabo todo es lomismo. Porque nadie hace nada, y si hace ya

no tiene el mismo sentido que tenía antes.

Támbién, la situación se ha diversificadomás. Ahora, por ejemplo, hay un periodis-mo de muy buena calidad. Hay periodistasmuy preparados, y muy politizados, así que

cuando uno lee, sabe exactamente cuál es la

actitud y la posición política del que está es-

cribiendo, y cómo la argumenta. Si tú lees a

Hermman Bellinghausen, porejemplo, lo que

escribe sobre Chiapas, sabes exactamente que

está a favor, y por qué está a favor, en contrade quién está y por qué está en contra. Ese

tipo de periodismo no existía antes.

Tbmando como referencia el contenido drl artí-culo "Señas de idrntidad", al que dedicaste un

cornentario. En tu opinión, ¿se tlata de unaposición cznsecuente czn el clnjunto de su tra-yectoria teórica y política, o tal uez sugiere elinicio de un cuestionario de ma)/or alcance, acer-

ca de esos ternas?

BorÍv¡n EcnnvpnRÍ¡:

Creo que sí renía importancia, porque era unprimer momento de este proceso de trans-formación fuerte en el que Pereyra estaba.

Entonces, marxismo quería decir, para é1, su

althusserismo, y distanciarse del marxismoparecla ser muy importante. Pero ten en cuen-ta que él era uno de los primeros. Después de

eso vino toda esa renuncia de mucha gente,

casi sórdida, del marxismo, o si no la renun-

ltt otru nira¿i,t n, o,- ü'r"7 Lt oat mitu¿la át oli¿¡

f^ontrahistoriaC.V G J

cia tramposa, con gente que decía que el

marxismo los engañó durante toda su vida, yahora por fin se liberaban, etc. Eso no le hu-biera gustado a Carlos Pereyra, y hubiera te-nido que precisar en qué sentido estaba más

allá del marxismo, y de qué teoremas o tesis

del marxismo, habría tenido que hacer eso.

Pero creo que sí, era uno de los primerosmomentos de irse encausando hacia algo que

aún parecía interesante, hacia un neolibera-

lismo que no parecía ser lo que después fue,

sino más bien un correctivo al estatismo mexi-

cano. Entonces, en ese sentido estaba incli-nándose hacia ese lugar, hacia las posturas del

grupo de la revista Nexos. Y dentro de ese

sumarse más y más a Nexos, estaba esa posi-

ción antimarxista, o transmarxista, como se

le quiera llamar. Creo que era eso, que al prin-cipio parecía un correctivo del estatismo, ese

neoliberalismo que aparecía casi como unacosa benéfica, al proponer deshacernos de esta

estatolaüía total, incluso totalitaria, diciendo'que bueno que entren aires frescos, y empre-

sarios con ganas de transformar las cosas', pues

eso parecía ser el neoliberalismo al principio.Entonces creo que, en esto, Pereyra se fue unpoco con "la finta', aunque no creo que se

hubiera seguido hasta el final.

Pues si hay un punto que Ie fascina, es so-

bre todo el de la autonomía de Io político yla democracia, en torno a eso está girandotodo el tiempo. Pero para él la democraciaera una especie de salida histórica, de este

callef ón en que estaba la situación mexicana.

Lo veía así, como el único terreno en dondese puede dar una cierta pelea, porque veía que

ya no hay cómo dar peleas en otros terrenos.El sindicalismo, o la lucha de clases, o la re-

volución, todo eso le parecía cerrado, que ya

no había nada que hacer ahl. En cambio, lodice muchas veces, se encuentran fisuras en

el establishmentyhay que aprovecharlas, para

ampliar el juego democrático, o para perfec-

cionar los partidos, etc., ideas o propuestas

que ahora ya resultan irrisorias, pero que en

esa época todavía parecían interesantes.

Pero creo que si se conectaba con una cierta

idea de que, un momento de economía libe-ral, no estaría del todo mal. Pues el liberalis-

mo, la democracia, en torno a todo eso esta-

ba preocupado Carlos Pereyra. Pues creo que

la idea de que la sociedad tiene como mo-mento más alto, la vida estatal en cuanto tal,y que el Estado, obviamente un Estado de-

mocrático, es indispensable y debe guiar, todoeso era paraéI incuestionable.

C¡,nr¡us DEL MovIMTENTo EsruDrANTrL MEXTcANo DE 1968

www. archivografi co. auditoriocheguevara.org

Lr ot¡a *¡ir¡d,t de Cltu ür? l¿ on-a Híywj¿ ¡it {}!ín

#ry'ff, ** 45

N

tftof*

Los hechos dignos de ser recordados y atesorados en lacontramemoria de los que no estamos satisfechos con el mundoactual en el que uiuimos, los documentos que a pesar del poder

y de la idiotogía dorninante ha, trarpirndo ío prrrba'deloluido, las cosas 1t acontecimientos memorables in tanto que

merecedores de ser incorporados en la única tradición quereiuindicamos: la tradicién de Ia lucha, de la rebeldía, de la

resistencia permdnente en cuntrd de toda forma deexplotación, de opresión y de dominio.

Por eso, esta sección tratará de guardar esos textls )t noticiasque reclamamos como dignos de sobreuiuir a las rnodas

y a los ertmeros brillos del momento, al falso protagonismoy a los fuegos fatuos de la gloria fácil y de la

fo*o artif cialmente cre ada.

Porque en estA guerra permanente enffe el oluido siempreinteresado y selectiuo de las clases dominantes, jt lasclntramemorias populares de las clases subalternas,

Contrahistorias apuesta sin dudar, en €sta suerte deApomnemoneúmata periódica, por el rescate y Ia conseruacitjn

de dichas contramemorias de la inagotable y siempre uiaacuhura popular.

or aá

.F RprNu¡Rr Kosprr¡cr €.

PARA UNA HISTORIA DE LOS CONCEPTOS:

proífemas teóricos 1 prácticos

mtmorar*ilie.#@ r 1.':.t ! t J r ::.'!;!.1 i I

Este ensalo es la tanscripción de una conferencia impartida porReinhart Koselleck en la que explica algunos de los problemas teóricos 1t

prácticos de Ia 'historia de los conceptoí, una perspeaiua historiográfica

fundada y desanollada por él mismo Kosellech, desde los años sesenta delsiglo XX. Contrahistorias la rescata ahora para sus lectores, a partir de

una naducción al español desde la uersión portuguesa de este texto,

publicad.a en la reuista Estudos Históricos, uol. 5, núrn. 10, Rio de

Janeiro, 1992, pp. 134-146, cuya aersión portuguesafue resuhado deltrabajo dr transcripción, traducción del alemán I edición de

Manoel Salgado Guimaráes. La traducción al español, es obra de

Carlos Alberto Ríos Gordillo.

n esta conferencia he preferido dejarde lado los problemas de orden me-

todológico-práctico, relativos a una historiade los conceptos, pues de lo contrario meestaría repitiendo, ya que hace alrededor de

treinta años que me he venido ocupando de

este tema. Sería reiterativa la repetición de

lo ya dicho. Optaré, por lo tanto, por elabordaje de algunas cuestiones de natura-leza teóríca, que ciertamente tienen quever con mi campo de investigación, y quede alguna forma también son fruto de este

trabajo de tres décadas.

Enlistaré seis puntos que me gustaríaabordar en esta conferencia. El primero de

ellos, se refiere a lo que puede llegar a con-vertirse en un concepto y al respecto del cualse podría concebir una historia. Naturalmen-

te no todas las palabras existentes en nr¡es-

tro vocabulario pueden transformarse en

conceptos, y por lo tanto, pueden llegar a

tener una historia. Palabras como ob!, ab!,y,etc., sotr palabras que no rcndrían prima

facie una historia del concepto (estarían

desprovistas de sentido). Es preciso esta-

blecer, en consecuencia, una distinción en-tre concepto y palabra, incluso si en tornode esta distinción no me atengo a la divi-sión de los lingüistas.

De forma evidentemente simplificada,podemos admitir que cada palabra nos re-

mite a un sentido, lo que a su vez indica uncontenido. No obstante, no todos los senti-dos atribuidos a las palabras se consideranrelevantes desde el enfoque de la escriturade una historia de los conceptos. En la pla-

.r., ,,tr. ¡t i. ,/ t ,,, , ,,, OllS\7 ,,, u,., ..ittd.. ,{c , ,.u

l-ontrahistoriaC.v-----rE-J

neación de la investigación empírica delDiccionario d.e conceptos, fueron meticulosa,mente seleccionadas las palabras cuyos sen-tidos interesaban, es decir, concepros paracuya formulación es necesario un cierto ni-vel de teorización, y cuya comprensión es

también de carácrer reflexivo.Tomemos, por ejemplo, las palabras Es-

tado, o Revolución, o Historia, o Clase, uOrden, o Sociedad. Todas ellas sugieren in-mediatamente ciertas asociaciones. Esas aso-

ciaciones presuponen un mínimo de senti-do común, una preaceptación de que se tra-ta de palabras importantes y significativas.En un determinado momento de nuestrainvesrigación, tenemos que inrerrogarnosacerca de los límites y las fronteras que se-

pararlan a las palabras teorizables del resto,así como de cuáles serían las palabras quepodemos considerar como reflexivas. Se trataen verdad de una delimitación aleatoria.Entonces, se puede eventualmente, a travésdela Begrffigeschichte o historia de los con-ceptos, indicar a parrir de cuando un con-cepto se volvió fruto de una teorización, ycuánto tiempo llevó para que eso acontecie-se. De manera que para ilustrar mejor lo queentiendo por este proceso de teorización deun concepto, me gustafía poner un ejem-plo, que yo mismo he trabajado, y que se

refiere a la formulación del concepto posi-ble de Bund (Liga política, Federación), parael cual un cierto grado de teorización/abs-tracción se hace necesario.

A este respecto, es preciso distinguir deun lado el universo de las lenguas latinas,que sí poseen una forma sustanrivada paradesignar Bund (Confederación, Liga), queestá presente en las fuentes documentales, yde otro lado el espacio de Ia lengua alema-na, que tiene necesidad de recurrir a formasverbales compuestas para expresar la forma-ción de esas unidades. En las fuentes docu-mentales de lengua alemana, de los siglos

XIII-XIV siempre que era necesario describir una experiencia histórica concrera de aso-

ciación política o económica, se recurría aesas formas verbales compuestas, como la de

la expresión "formar una Liga". Y cuando,por ejemplo, los Cantones suizos decidie-ron unirse, no existía una expresión sustan-tivada y al mismo tiempo abstracra, para des-

cribir y designar ese acro concreto de reali-zación de una unión. Lo mismo puede veri-ficarse en relación a la unión promovida poralgunas ciudades de Prusia Oriental, quefue expresada en forma verbal compuesta,y siempre con base en puntos concretos yespecíficos, en torno de los cuales son de-finidas y establecidas obligaciones muruas.No existe todavía ninguna expresión ca-paz de contener de forma sintética y abs-

tracta una teoría acerca de la unión políti-ca. Tampoco existe, en términos de expe-riencia histórica, cualquier institución ca-paz de ser pensada como referente.

Pero después de dos generaciones, ya era

posible constatar que rales acuerdos o refe-rentes verbales funcionaban, por ejemplo, enSuiza, con la Liga Suaba, o en Holanda.Esta nueva experiencia histórica se refle-jaba en la autodenominación de los sui-zos, como una "Confederación", tambiénaplicable al caso holandés. Por lo tanto, se

llegó a crear un referente histórico, unmodelo de uniones posibles. Después deque durante dos generaciones sucesivas se

experimentó la renovación de estos acuer-dos o referentes verbales, en torno de es-

tos puntos específicos, se podría, en unavisión retrospectiva, constatar que se ha-bía establecido una Liga, una Unión. Ha-ciéndose posible, por lo tanto, pensar enuna unidad mayor, a parrir de cada puntoaisladamente definido para el estableci-miento de una LigalMianza, unidad ma-yor que existe por encima de cada uno deestos puntos por separado.

i¿ ntra nir,¿¡l¿ i-* {lltu "iTi? h atr,¿ trciral*. de C}*t

ff;T ***un*u ffiY se puede pensar no solamente en una

Liga de Ciudades, que aisladas entre sl esta-

blecerían uniones o alianzas, sino tambiénen la expresión "Ciudades que son parte de

una Liga'. Aquí el término Bund ganó en

abstracción y en teorización, volviéndose unconcepto generalizante más allá de las Unio-nes y Asociaciones particulares, practicadas

por cada ciudad de forma aislada. Se consti-tuyó entonces, una nueva totalidad dentrode la cual participaba cada ciudad. No se

trata ahora de una Liga de ciudades, sino

más bien de ciudades pertenecientes a una

Liga; Liga que se ha vuelto una entidad ca-

paz de una acción histórica propia. La LigaSuaba fue así una nueva entidad política en

el escenario europeo, cuya existencia se hizo

posible a partir de ese procedimiento de abs-

tracción y agregación, siendo una entidad

política que llegó a constituirse en la mayor

potencia militar europea de la época. Pues

sin su actuación decisiva, ciertamente las

Guerras Campesinas de 1525 hubieran te-

nido un desenlace diferente del que efecti-

vamente tuvieron.El procedimiento aqul ejemplificado con

la construcción del concepto de Liga, puede

en verdad ser aplicado a una serie de con-ceptos que son social y políticamente rele-

vantes, como el concepto de Estado o el de

Revolución. La historia de los conceptos se

plantea como su problemática, la de inves-

tigar a partir de qué momento determina-dos conceptos han sido el resultado de unproceso de teorización. Y esta problemáticapuede ser empíricamente tratada, haciendo

objetiva esta constatación, por medio del

trabajo con las fuentes.

Un segundo punto que me gustaría abor-

dar se refiere al uso o empleo de los concep-

tos, cuesdón bastante polémica dentro del

debate teórico. Pues yo defiendo la hipótesis

de que todo concepto es siempre, simultá-neamente, un Hecho y también un Indica-

dor. Todo concepto no es solamente efectivo

en cuanto fenómeno lingüístico, sino igual-

mente y de modo inmediato él es indicativode algo que se sitúa más allá de la lengua.

El caso mencionado anteriormente -decómo llegó a constituirse históricamente laformulación del concepto de Bund-, es rnejemplo clásico. A partir del momento en que

el concepto de Liga fue formulado en térmi-nos lingúísticos, se hizo posible pensar des-

de dicho concepto una cierta realidad histó-

rica que ya existía, y concebir desde allí laconstitución de una nueva Liga política, es

decir que a partir de un hecho lingüístico,fue posible una nueva forma de acción con-

creta sobre la realidad. La formulación, en

términos de posibilidad, del concepto de

Liga, instaura a su vez formas de comporta-miento y de actuación, junto a reglas jurídi-

cas lo mismo que condiciones económicas,

que ahora pueden ser pensadas y concreta-

das efectivamente a partir de la existencia de

un concepto como el de Liga. Porque un

concepto se relaciona siempre con la reali-

dad que se quiere comprender, siendo por

tanto una relación tensa la que se establece

entre el conc€pto y el contenido de aquello

que quiere ser comprendido, o convertidoen comprensible. De esta relación hablaré

más adelante. Pero aclaro desde ahora que

considero teóricamente errónea toda postu-

ra que reduce la historia a un fenómeno de

lenguaje, como si la lengua fuese la últimainstancia de la experiencia histórica. Si asu-

miéramos semejante postura, tendríamos que

admitir que el traba.fo del historiador se lo-caliza en el puro campo de la hermenéutica.

El tercer punto que abordaré en esta Con-ferencia, es sobre los criterios de selección que

debemos poner en juego, cuando se piensa

escribir una historia de los conceptos. Conrelación a este punto, tuvimos algunas crlti-cas contundentes, como por ejemplo, la que

apunta a un presunto desconocimiento de

i¿ atr¿ rui¡z¡rJs o, ,rr, ü? !,t o*z¿ ni*td¡ de {-lía

- l^ontrahistoriaC.v -r--J

nuestra parte acerca del análisis del discurso,modalidad que no obstante considero extre-madamente rica e importante.

Todo concepto se articula con un ciertocontexto, sobre el cual también puede ac-

tuar, volviéndolo así comprensible. O po-demos decir también, volviéndolo más ins-tigante. Puedo decir qr¡e comenzaré proce-diendo con mi análisis, a parrir de este vln-culo texto/contexto, de la misma forma en

que se hace en Saint Cloud, en California o

en Chicago, es decir entendiendo esa rela-ción texto/contexto en su acepción más re-

ducida, la de la ubicación de un parágrafodentro del conjunto de un texto mayor. Yo

mismo hice una prueba en relación al tér-mino crisis, indagando en los rexros clásicos

franceses almacenados en computadoras,respecto del contexto en el que el términosurgía en un período dado de tiempo. Diezminutos después, la respuesta llegó, y aquíel contexto significaba sólo una frase ante-rior y una frase posterior a la localizacióndel término solicitado. Pero aunque este ripodelocalización haya sido de utilidad, no nos

permite prescindir del trabajo en las biblio-tecas, para ser capaces de lograr una mejorcontextualización, que es imposible que sea

realizada por una computadora. Porque undesarrollo lógico de este procedimiento, exi-ge necesariamente la contextualización de lostérminos dentro de unidades mayores, en unconjunto de texros, como por ejemplo libros,panfletos o manifiestos, carras, periódicos,etc. Y a su vez, ese texto mayor en el cual se

inserta el término, se articula a un contextotodavía más amplio, que va más allá delpropio texto escriro o incluso hablado. Loque significa que todo concepro está im-bricado dentro de una red compleja demuchas preguntas y respuestas, de múlti-ples textos y contextos.

Aunque ese procedimiento metodológi-co, nada tiene de nuevo en relación con los

tradicionales métodos histórico-filológicosde trabajo. Tenemos que ir hacia adelante,

avanzando teóricamente dentro de la líneamarcada por el trabajo que Diderot hizo en

La Enciclopedia, y en el que la lengua fran-cesa es puesta como condición última de

posibilidad para la formulación de ciertosconceptos. Así, más allá de investigar qué

conceptos fueron efectivamente formuladosen lengua francesa, deberíamos de indagarrespecto de los conceptos que sería posiblellegar a formular deduciéndolos del hori-zonte que constituye el léxico de la lenguafrancesa. Y también en qué medida, porlo tanto, el tipo de léxico propio a Ia len-gua francesa, puede o no hacer viables cier-tas formulaciones conceptuales. Pues des-

de una concepción un tanto estática de lalengua, se podría presuponer que la for-mulación de las nuevas palabras, puede yaser derivada desde el conjunto más am-plio del vocabulario ya existente y a dis-posición en esta lengua.

Podemos asumir que la lengua, puede ser

pensada como un elemento importante en

la comprensión y entendimiento del uso de

ciertos conceptos, y no de otros, para la in-teligibilidad de las realidades históricas. Alproceder así, estamos construyendo una ca-

dena, a través del conjunto de la lengua, que

articula un concepto con otro. A través de

este procedimiento podemos constatar, porejemplo, la estrecha articulación de los con-ceptos de Estado y Sociedad, articulaciónhoy olvidada, puesto que a partir de Hegelesos dos conceptos fueron pensados separa-

damente. Y podemos todavía matizar y se-

parar conceptos que se vuelven posibles de

ser dichos, y se vuelven capaces de expresarcontenidos que antes no tenlan expresión.

La historia de los conceptos puede ser

pensada a partir de un procedimiento me-todológico que podríamos llamar de 'selec-

ción de todo aquello que nos dice algo res-

orl sHJ\ r o&

t¡r¡-.. t¡.t.,f¿ )"1.1.n' IZA1''n ¿,r¡,,,i,.¡,.., ¡t' !",,

"=',.i. m+morabíl*a i "j

pecto de un concepto, frente a todo aquello

que no nos dice nada, lo que podría reali-zarse, en gran medida, mediante el análisis

mismo de la lengua. En el caso de la antíte-sis entre Estado y Sociedad, realizada teóri-camente, aunque emplricamente pueda ser

cuestionada, puede dejar claro ese procedi-miento de matizar y diferenciar, que es pro-pio de la historia de los conceptos.

Se podrla aclarar esta discusión a través

de la utilización de la metáfora del fotógra-fo. Para tomar una fotografía puedo ajustarmi cámara de acuerdo con la distancia delobjeto que debe ser fotografiado: la pers-

pectiva (sea cercana o lejana) me obligará a

elegir un foco diferente. De esta mismamanera, podría proceder al análisis de los

conceptos a pardr de un método que privi-legiará solamente textos comparables, o en

cambio podría proceder metodológicamen-te expandiendo mi an:ílisis hasta abarcar al

conjunto entero de la lengua. Entre estos

dos procedimientos, hay naturalmente mu-chas formas intermedias. El objeto se

mantiene sin modificación, y lo que se

altera es más bien la perspectiva que se

adopta en relación con é1. Y esta sería mirespuesta a aquellos que argumentan quesólo es posible la realización de análisisdel discurso. Para nosotros, ésta sería sólouna de las posibilidades, puesto que lahistoria de los conceptos sigue siendo todoun método mucho más amplio y consis-tente, con sus fronteras, sus límites y sus

ventajas, naturalmente.Pasemos a nuestro cuarto punto, el de

una afirmación hipotética, que posterior-mente procuraré relativizar, y que puedeformularse del modo siguiente: todo con-cepto sólo puede, en cuanto tal, ser pensa-

do y hablado/expresado una única vez. Loque significa que sr¡ formulación teóricalabstracta se relaciona con una situación con-creta que es única. Esta tesis, defendida en

el seno de los historiadores de la época mo-derna, me costó críticas fulminantes, pues-

to qu€, según argumentaban, si cada con-cepto sólo puede referirse a una única situa-ción específica y concreta a la cual designa,

haciéndola pensable e inteligible, cómo es

entonces posible pensar en una historia de

los conceptos, una vez que ese canácter trÍi-co del uso de la lengua, invalidaría la posibi-lidad de escribir una historia en la dimen-sión de la diacronla.

Veamos por ejemplo aAristóteles, con su

formulación del concepto de Koinonia poli-tihe, planr.eado en su Ilbro La Política, y que

posteriormente fue traducido como respu-

blica, o también como societas ciuilis. Cier-tamente, al formular el concepto de Koino-nia politihe, Aristóteles tenía frente a é1, como

experiencia empírica, Ia realidad de Ia polis

y de su comunidad de ciudadanos. Tenía,

por lo tanto, frente a sí, tanto la realidad es-

pecífica y concreta de la ciudad de Atenas,

como también la de las otras Ciudades-Es-

tado de Grecia. Y fue para esos ciudadanos

que Aristóteles pensó y concibió su obra LaPolítica. Entonces, con la traducción del tér-mino al latín, como societas ciuilis, que eslaforma en la que aparece en Cicerón, se alte-ró el marco de experiencias históricas que le

hicieron posible aAristóteles la formulacióndel concepto de Koinonia politike.

Y aún cuando el término todavía pudierareferirse a la ciudadanía romana, en virtudde que la ciudad de Roma se encuadraba bajola misma forma política de una Ciudad-Es-tado, la expansión del derecho de ciudada-nía en los siglos II y III, en las zonas del marMediterráneo, configuró un marco de datos

históricos empíricamente verificables, que

era muy diferente del que dio lugar a la for-mulación del concepto original de Aristóte-les. Ahora el concepto de ciudadanía, res-

tringido a la experiencia histórica de unaúnica ciudad, gana una nueva connotación,

lt o*a *¡itut}¿ n- ,',r üiii'' /,¡ otr¿ nir¡da ,ie {,!íu

l^ontrahistoriaC.v______I_J

pasando a designar ciudadanos de un mun-do mucho más amplio. La palabra pudopermanecer igual (en esa traducción del con-cepto), a diferencia del contenido por elladesignado, que se alteró sustancialmente. Loque implica que, lo que es entonces una Jr-cietas ciuilis, depende del momento en el que

el término es empleado, sea en el primero o

en el cuarto siglo después de Cristo. Estosignifica asumir la modificación temporal delconc€pto, y por eso mismo histórica, en

donde su carácter único se articula con el

momento de su utilización.Y la cuestión se irá ciertamente compleji-

zando cuando pensamos en el empleo delmismo término, societas ciuilis, dentro de

nuestras sociedades modernas. En su acep-

ción moderna, el empleo del concepto sa-

cietas ciuilis es un fenómeno propio del findel siglo XVIII, cuando la expresión fue tra-ducida por burgerliche Geselkchaf enalemán,société ciuile o politique en francés, o inclusociuil society en inglés. El caso inglés parece

presentar cierta especificidad que podríamosabordar en el debate, dado que si desde el

punto de vista teórico, marcaríauna utiliza-ción innovadora del término, en lo que se

refiere al lenguaje político implicaría un ses-

go marcadamente conservador.Tomemos el ejemplo alemán, por ser re-

lativamente m:ís fiícil: bürgerliche Gaellschafise refiere a unidades de poder político, en el

interior de las cuales, los ciudadanos ejercen

poder político de alguna manera. Y quienes

en particular tenían ese derecho al ejerciciodel poder político, se relaciona también conla propia udlización del concepto. Ponga-

mos un ejemplo: en las ciudades económi-camente ricas y pujantes, eran los grandes

comerciantes los que poseían el derecho de

ciudadanía. En esas ciudades, ellos tenían unlugar en el Senado, y participaban en las

corporaciones urbanas. AI lado de esos ciu-dadanos, había también un grupo grande de

no-ciudadanos urbanos. Esa situación se ase-

mejaba, en alguna medida, a la realidad his-

tórico-política de la ciudad de Atenas, habi-tada tanto por ciudadanos con derechospollticos, como por los metecos y esclavos,

que no poseían la ciudadanía plena.Esta convergencia entre la sociedad civil

y la organización del.poder políticonización del poder político que solo a partirdel siglo XWII y no antes, fue subsumida

dentro del concepto de Estado-, presupo-

ne una articulación ent¡e los conceptos de

ciudadanía y poder político, que involucrael hecho de que la ciudadanía implicaba al-

guna forma de ejercicio de ese poder políti-co. En cambio, bajo la forma como noso-

uos concebimos hoy el concepto de socie-

dad civil, desde la separación enseñada porHegel entre sociedad civil y Estado, o desde

su uso que se volvió clásico gracias a Marx

-ds5 ¿1¡16¡6s que llevan a cabo esta separa-

ción entre Estado y Sociedad-, el concep-

to se dife¡encia de su formulación original.En la moderna acepción del concepto, y en

su empleo, hay un sentido nuevo que ya noimplica, necesariamente, una forma de po-der o de ejercicio del poder. En ese nuevo

sentido, el concepto se aplica a la combi-nación de una red de ciudadanos, que sa-

tisfacen libremente sus necesidades, que

se auto-organizan, y que disponen o pr¡e-

den influir en la constitución de un ciertoCódigo Jurídico, capaz de garantízan el

funcionamiento de un Estado, bajo el

principio de igualdad de derechos, de li-bertades y de contrato entre las partes.

La sociedad civil estaría en este caso más

reciente, por lo tanto, organizaáaa partir de

condiciones contractuales entre iguales, sien-

do las desigualdades presentes en su seno,

de naturaleza económica y no política. Haypersonas que son ricas, otras que son Pobfes,poseyendo así diferentes grados de influen-cia. Pero pese a todo, desde el estricto punto

ls tr¡¡ rrimtJt ie {.{ir¡ 'iT,;? la otr,t ;¡tit'¡¿!"a,le {)Jia

de vista jurídico-político, y hablando en tér-minos ideal-típicos, naturalmenre, se tieneuna sociedad de iguales. El ejercicio del po-der polltico, que hasta el siglo X\{III estaba

en las manos del Príncipe, o de la Comuni-dad, los que eran las instancias últimas delejercicio de ese poder, es a parrir de ese mo-mento transferido íntegramente al Estado,lo que Ie permitió a éste último monopoli-zar la soberanía del poder político, en tér-minos conceptuales, es claro. El soberanopasó a ser el Estado, y ya no el príncipe, yeste modo de concebir se convierte en el len-guaje usual en el siglo XIX. Tenemos asl latransferencia del poder político desde la so-

ciedad civil hacia el Estado, al mismo tiem-po en que la desigualdad económica pasa

ahora a estar ubicada dentro de esa esfera dela sociedad civil. Y vale la pena resaltar queesta desigualdad económica, presente en

la sociedad civil, existe a pesar de todo,desde la premisa de una igualdad política.Y es en esta formulación anti-aristotélica,que autores como Treitschke, aún criticán-dola, conciben y comprenden el conceptode sociedad civil.

lJna advertencia adicional, que permireaclarar más este problema: para que sea po-sible pensar en una'sociedad económicd es

necesario también como presupuesto, queel propio concepto de economía haya sufri-do modificaciones. Hasta la mitad del sigloX\III, el concepto de economía (Ókono-mie) designaba y se aplicaba al conocimien-to del gobierno de la casa, es decir exclusiva-mente al ámbito de la economía doméstica,la casa de la cual se era dueño, se tratara deun campesino, de un terrateniente, de unnoble, o de un habitanre de Ia ciudad queposeía su propia casa. Por lo tanto, la eco-nomía era la ciencia de la economía domés-tica. Pero esta concepción de Ia economía se

expandió a lo largo del siglo XVIII, alteran-do su valor designativo. Cada vez más, el

concepto pasó a ser aplicado, primordial-mente, al conjunto del territorio. Y es poreso que a partir de 1720,los mercantilistaspudieron comenzar a pensar en trabajar conun concepto de economía que operaba latransferencia entre una economía domés-tica (emplricamente caracterizada sólo porlos dependientes de una casa), y una eco-nomla de un territorio sensiblemente am-pliado, que presuponía cálculos económi-cos más sofisticados y una preocupaciónpor los usos y destinos de los gastos e in-gresos presupuestarios.

Este fue un proceso que comenzó a desa-

rrollarse en la primera mitad del siglo XVIII,y que hizo pensable un nuevo concepto de

economía, el cual, posteriormente, conAdam Smith, encontraría una formulaciónantropológicamente fundada, que presupon-dría la satisfacción global de la totalidad delLogos apartir de las necesidades de cada uno.Un concepto en que la economía, más alláde los límites de una forma política específi-ca, serla pensada como una realidad que está

volcada a cubrir todas las necesidades y a

aumentar la satisfacción general de todos los

hombres, a través de condiciones de produc-ción adecuadas para la realización de tales

objetivos. Un concepto en que la economla,más allá de la órbita del Estado, es concebi-da como una dimensión dotada de comple-ta autonomía, lo que es un fenómeno sólopropio de la modernidad. Y es así como ve-mos surgir un nuevo concepto de economía.

Cuando, anteriormente, describí la mo-dificación del valor conceptual del términosociedad civil, no señalé que este cambio se-

ría preciso relacionarlo con Ia destrucciónde la triada aristotélica Etica-Oikos-Politike.Pues a partir de esta desvinculación de los

elementos de esa trlada, puede interpretarsela política de forma puramenre económica,o se puede interpretar la moral de formaeconómica, algo que, por lo demás, ocurrió

ln atrrt zni¡ada¿r ayt "üil'" k otru n¡irad,¿ dt {)!io

fontrahistoriaSv----E---

f¡ecuentemente en el siglo XIX. Y se puede

también, a partir de ahí, desarrollar crite-

rios ideológicos de crítica, y afirmar que de-

terminadas formas del ejercicio de la políti-

ca, atienden a intereses económicos especí-

ficos, que le son subyacentes. Es decir que

ahora es posible establecer una relación en-

tre política y economía, midiendo a una en

relación con la otra, lo que es una actitud

que fue teóricamente realizable sólo a partir

del siglo XVIII.Este sería un buen eiemplo ilustrativo de

la afirmación, respecto de la tesis que pro-

puse antes, acerca del carácfer único y parti-

cular que configura el momento concreto en

el que un concePto ha sido formulado y ar-

ticulado. La historia de los conceptos mues-

tra qué nuevos conceptos, articulados a tam-

bién nuevos contenidos, son producidos y

pensados, aún cuando las palabras emplea-

das para designar esos conceptos nuevos'

pueden ser las mismas viejas palabras. Este

gran recorrido que hemos hecho' desdeAris-

tóteles hasta el siglo XVIII, sin mayores re-

ferencias a todo lo que está en medio de es-

tos extremos, nos muestra que partiendo de

una misma palabra fue forjado un concepto

nuevo, y que por lo tanto este nuevo con-

cepto es único, al apoyarse en esa nueva si-

tuación histórica, que no sólo engendró a

esa nueva formulación conceptual, sino que

ella misma se volvió inteligible a través de

dicho nuevo concepto recién forjado.

Radicalizando esta problemática, podría-

mos sugerir una nueva pregunta: a partir de

estas constataciones, ¿habría que afirmar que

los conceptos no tienen historia y que ellos

sólo serían capaces de volver inteligible aque-

llo que se hace presente en su carácter único

y de novedad? Considero que esta hipótesis

es demasiado radical, que es erróne^, y me

gustaría responderla de inmediato. Sin em-

bargo, creo que tiene sentido formularla,

pues puede contribuir al debate acerca de

las dificultades de escribir una historia de

los conceptos, Sobre este Punto' tengo Ya-

rias propuestas que he ido formulando en el

transcurso de las últimas décadas, y que im-

plicarían necesariamente el desarrollo de

otras llneas y vertientes de la historia de los

conceptos, de la Begrffigeschichte, acomPa-

ñadas de nuevas derivaciones de orden me-

todológico, qu€ a su vez demandarían tam-

bién el despliegue de nuevos programas de

investigación. Y aunque no tengo las condi-

ciones para desarrollar todo esto' si me gus-

taría presentarles estas propuestas' bajo la

forma de sugerencias.

Tomemos el carácter único de la udliza-

ción de la lengua, a partir del Tropos tradi'

cional de la Pragmática, pero considerando

también otro aspecto, el de la Semántica. Lo

que aquí es decisivo, es que el uso pragmáti-

co de la lengua es siempre único. Hablo una

inicavez, aquí y ahora, procurando conven-

cerlos de lo que pienso, a ustedes, y no a

todos aquellos que no me escuchan. Se trata

aquí de una situación característica del uso

pragmático de la lengua: es una situación

única, y en este sentido, también irrepeti-

ble. Pero a pesar de ello, todo lo que yo diga

será comprensible sólo en la medida en que

ustedes conozcan mi semántica, pues sin el

conocimiento previo del significado de las

palabras que utilizo, nada será comprendi-

do. La semántica es así imprescindible, para

la comunicación lingülstica, y para el uso

pragmático de la lengua. Y es igualmente

imprescindible para hacer política, lograr

cierta influencia social, ejercer algún poder

político, o para hacer una revolución, en fin,

para todo aquello que se pueda imaginar

como hechos sociales e históricos. Todos esos

usos pragmáticos, articulados a una lengua,

o que son iniciados a través del uso de esa

lengua, tienen vida en verdad gracias a una

semántica que es preexistente y que nos está

dada de antemano. Así que difícilmente

.*r$HI ot.

r¡ .r, ., : .¡,t t rlet'l,u " [ 82 I " !,, ot ,. ¡,., 4.. l, tl.u

i:i-'l¡. m**a*rlrixr ji$

puedo imaginar que una situación revolu-cionaria, tenga la posibilidad de formulaciónde conceptos absolutamente nuevos en tér-minos de dicha semántica.

Recientemente, en Alemania Oriental porejemplo, la utilización de expresiones como"Nosotros somos un pueblo" o "Nosotrossomos el pueblo", derivan de una semánricaque presupone el conocimiento de cada unode los individuos sobre 1o que es un pueblo.Desde el punto de vista del uso de la lengua,se trata de un hecho efectivamente revolu-cionario, puesro que pone en jaque la legiti-midad del poder del Partido único. Sin em-bargo, lo que un pueblo o nación deberíaser, desde el punto de vista de la semántica,ya está presupuesro, y lo que estaba implíci-to en el hecho del lenguaje era un pueblosoberano, y no la soberanía del Partido. Laexpresión pragmática "Nosotros somos unpueblo", y su uso político, alteran la situa-ción. Por lo tanto, lo que la semántica indi-ca es que ella es repetible. Se trata de estruc-turas lingüísticas que se repiten, y cuya re-petición es necesaria para que el contenidosea comprensible, incluso una sola vez. Yo,solamente puedo ser comprendido si presu-ponemos un mínimo de repetición de Ia se-

mántica. Con Io cual, ustedes rienen otraforma posible de ver la historia, que no seala vieja forma que la piensa de un modo sim-plistamente lineal y sucesivo.

Pues debemos parrir, teóricamente, de laposibilidad de que en cada uso pragmáticodel lenguaje, que es siempre sincrónico yrelativo a una situación específica, esré con-tenida también una diacronía. Toda sincro-nía contiene siempre una diacronía presen-te en la semántica, indicando remporalida-des diversas que no nos es posible alterar. yaquí se sitúa el punto que puede sustentarmi defensa de una historia de los concepros:ella puede ser escrita, puesto que en cada usoespecífico de un concepto, están contenidas

fuerzas diacrónicas, sobre las cuales no ten-go ningún poder y que se expresan por me-dio de Ia semántica. Y cabe agregaf que lastransformaciones en este campo de la semán-tica, son mucho más lentas que en el cam-po del uso pragmático de la lengua. A esterespecto, ustedes pueden encontrar variosejemplos incluidos en el Diccionario deConceptos, obra de la cual soy coeditor,ar¡nque bajo este ángulo, específicamen-te, la cuestión directa ha sido ya tabapdapor algunos autores.

En el último arrículo del profesor Schrei-ner acerca de la tolerancia, hemos tratadode considerar de forma más cuidadosa losaspectos de larga duración de la semánticacomo dato presupuesro. Pero este procedi-miento, sin embargo, está sujeto a enormesdificultades desde el punto de vista mero-dológico, dado que cada fuente es única encuanto fuente impresa (tenemos apenas unacarta, un texto). Porque intentar aprehen-der estructuras profundas de ciertas conti-nuidades, propias de la semántica, deman-daría un procedimiento analítico compara-tivo con otras fuentes textuales, ya que a

partir de un rexto único no nos sería posibleesa aprehensión. Sería una rarea hercúlea,por ejemplo, el análisis que buscase descu,brir y establecer la se mántica de \7olf o deLelbniz, que esrá todavía presenre o queno lo está ya, dentro de la filosofia kantia-na, procediendo de forma cuidadosa a t¡a-vés del método comparativo. Hegel fue elúnico que supo hacerlo.

Volvamos a nuestro tema. La diacroníaestá contenida en la sincronía. Quiero plan-tearles ahora un ejemplo que esclarezca estepunto. Y en la discusión ulterior podría plan-tearles otros ejemplos. Tomemos el propioconcepto de Historia (Geschichte), forjadoen el siglo XVIII. Ustedes deben de saberque el concepto de historia era, hasta el si-glo XWII, un concepto plural, por lo que se

l¡ atnt nlradt¡ áeÚr" 'tT;"]"," ¡a aft{} ft}t*drt de {:!io

l^ontrahistoriaCv tr J

hablaba más bien de 'las historias': "las his-

torias nos enseñan como debemos compor-tarnos". Las historias contenían siempre

ejemplos morales para los hombres. Re-pentinamente, el concepto ganó una acep-

ción singular, que puede ser verificada cla-ramente en los textos. No pude probar queesta utilización singular del concepto, fue-se una actitud consciente de los autores

que lo usaban.

Sin embargo, después de veinte años de

uso, alrededor de 1780, súbitamente apare-

cieron críticas al uso singular del concepto

de historia, cuya novedad en esta utilizaciónen singular, que puede ser formulada, resi-

día en el hecho de que ya no se remitía en

tanto tal concepto a una clara y bien deter-minada relación sujeto/objeto. "La historiaenseña", y con esta nueva forma de afirma-ción, estaba clara la gran variedad de posibi-lidades de sujetos y de objetos que le eransubyacentes: la historia del Papado, o de

la Iglesia, o de una batalla, en fin, la his-toria de alguna cosa o de alguien (y portanto varias y distintas historias posibles)enseñaba a alguien, también múltiple yvariado, lo que sucedería.

Porque la consecuencia lógica de la anti-gua acepción particular del concepto de his-toria, concebida siempre en plural, y que fuevigente hasta el siglo XWII, era que al tra-tarse de la historia de un país (por ejemplo,la historia de Inglaterra), se subentendía en

verdad la historia de las historias de ese país

(relatos, descripciones, etc). En cambio, todose transforma cuando se pasó a hablar sim-plemente de Historia, y en singular, la que

es ya una formulación conceprual altamen-te abstracta y teorizada, que transforma a laHistoria en su propio sujeto y también en

su propio objeto. Y este concepto, muyabstractamente elaborado en oposición a

la naturaleza, tuvo dentro de la lengua ale-

mana una trayectoria que, dentro del con-

junto de toda Europa, es sólo perceptibledentro de esta lengua alemana. Pues lomismo ingleses, que franceses, rusos, ita-lianos, todos ellos mantienen el términohistoria (Historie), vinculándolo a la ideade que se trata del relato de la resfactae, de

los hechos reales, junto a la separación

analítica radical entre pensar, escribir, o

hablar sobre aquello que ha sido hecho,

frente a hablar, escribir o pensar sobre

aquello que ha sido pensado.

En cambio, el concepto alemán de Ges-

chichte (Historia), hablando francaments,

articula e incluye tantos sentidos dentro de

sí, que para efectos analíticos no debería de

ser utilizado. Pues el concepto indica, en unprimer momento, la suma de todas las his-

torias posibles, su campo empírico; pero al

mismo tiempo significa el relato, el pensa-

miento, el hablar sobre esas historias, en

cuanto campo empírico. Lo que lo convir-tió en un concepto trascendental, que arti-cula condiciones posibles de la realidaddentro del acto del pensamiento. Lo quees un claro procedimiento hegeliano, pues

de este modo este concepto de Historiaexpresa la convergencia entre sujeto y ob-jeto. Hegel pensó la Geschichte bajo esta

forma, dado que el concepto ya era con-cebido así, lo que es un hecho lingüísticocomprobable enrre 17 7 0 -17 80.

De esta manera, la filosofía trascendentalalemana se compagina con esta concepciónde la Historia, que en el resto del Occidenteno fue formulada en los mismos términos,

aún cuando posteriormente fue también asu-

mida. Por ejemplo, Napoleón se sentía res-

ponsable frente a la Historia, y no anre aque-

llos que la escribían, sino frente a la historiaconsiderada como una sucesión continua de

hechos encadenados que marchan en direc-ción al futuro. Hitler asumió esta mismapostura, y en ambos casos se presupone unaconcepción de la historia como unidad abs-

l¿ *rt¿ niraát ¡l¿ {ilia '"iüT" lu a*-a nlr¿,Ja ie {llia

.& +"ffifu memra**ri* Éff

tracta que se prolonga en dirección al futu-ro, lo que hace que esta historia sea también

ahora pensable y realizable como procedi-

miento teleológico. Sin embargo ¿cómo pue-

de alguien ser responsable frente a la Histo-ria? Se puede ser responsable frente a otros

hombres, pero no frente a una unidad abs-

tracta como la Historia. Resumiendo mis

argumentos anteriores, diré que el concepto

fue formulado, y que esto confirma mi tesis

de que Ia diacronía está contenida en la sin-

cronía: cuando se formuló el concepto de

Historia concebida como un colectivo tras-

cendental singular, se definió un concePto

de Historia y una concePción de Historia

que ha estado vigente desde hace aproxima-

damente 1780 hasta hoy.

Tomemos, por ejemplo, los discursos del

Canciller alemán Helmut Kohl, con sus aPe-

laciones a la historia, por cuyas consecuen-

cias él también se sentía responsable, lo que

además no es totalmente erróneo, si se pien-

sa en términos de su efectividad política,

pero que es analíticamente poco sostenible

si pensamos la afirmación en términos cien-

dficos. Ha¡ por Io tanto, una diacronía que

impregna el uso lingüístico del concepto de

Historia en alemán. Este concepto Posee, no

obstante, esa ambivalencia de considerar

como si fueran iguales al sujeto y al objeto,

y de considerar las condiciones de la histo-

ria posible y de la historia concreta también

como iguales, adem¿ís de mantener su rela-

ción con una filosofía trascendental. Cierta-

mente, la formulación del concepto de His-toria es una creación lingüística genial, cuan-

do se piensa en el momento histórico de

esa creación en el siglo XVIII, en el mo-mento en que las condiciones de percep-

ción de las historias individuales, que hasta

entonces habían podido de manera relati-vamente fácil ser percibidas aisladamen-

te, se volvieron cada vez más difíciles. Yello, porque la comprensión de los hechos

históricos únicos, demanda el estableci-

miento de relaciones múltiples con otros

hechos, constituyéndose en una totalidadcompleja compuesta de muchas partes'

cuya inteligibilidad escapa a la experien-

cia individual particular.Tomemos por ejemplo la Guerra de los 7

años, una guerra cuyas batallas se desenvol-

vieron tanto en Canadá como en India, una

guerra de dimensiones mundiales. Las deci-

siones políticas que fueron tomadas por el

Estado prusiano, exigían el conocimiento

sobre el desarrollo de las luchas internas en

Canadá o en la India, aunque la evaluación

de esos desarrollos no fuese comPartida por

los soldados, mosqueteros prusianos, direc-

tamente envueltos en la lucha cotidiana.

Ciertamente, detrás de estas decisiones es-

taban los intereses económicos mundiales

de Inglaterra y de Francia, países en dis-

puta por las zonas coloniales. Así que la

historia de los sucesos y de los aconteci-

mientos cotidianos de esa Guerra de los 7

años, para que pudiese ser transmitida en

sll articulación con la historia de los suce-

sos y eventos de otras regiones extra-eu-

ropeas, como Canadá o India, Pasó Porun proceso de abstracción y agregación de

elementos que hizo posible' por la vía del

concepto de Historia en su acepción de-

sarrollada desde el siglo XVIII' su com-

prensión e inteligibilidad como fenóme-

no histórico. Se trata, por lo tanto, de un

concepto altamente sofisticado desde el

punto de vista teórico, que es capaz de

articular experiencias individuales dentro

de una totalidad abstracta.

El quinto punto se refiere a una cuestión

que es fruto de la tesis anteriormente for-

mulada, de que la diacronía está contenida

en la sincronía: esta fuerza diacrónica debe

ser suscePtible de ser medida de alguna for-

ma, cuando se pretende trabajarla empíri-

camente. Sin embargo, ¿cómo hacer esto?

l,x anu rnirai,t " ot '1ü']'' k ntra mira¿la ¿lr {llio

ContrahistoriaQv--ü J

Para la elaboración del Diccionario de Con-ceptos, concebimos tres grupos de fuentes ode textos, y buscamos describir de formasistemática las esrrucruras temporales deesos textos, en el sentido de aprender cuán-do las estructuras repetitivas podían indi,car fuerzas diacrónicas, y cuándo, por orrolado, un uso único de Ia lengua no nospermitla pensar en ninguna semántica quese repetiría. Así que confieso que, desde elpunto de vista teórico, lo que aquí pro,pongo para la discusión son todavía ob-servaciones preliminares, pero que puedenesclarecer problemas de método con relaciónal trabajo empírico.

En primer lugaq existen las fuentes pro-pias del lenguaje coridiano, las que en su usoson únicas por principio. Cuando escribouna carta que contiene una información, porejemplo "me fracturé el pie", se trara de in-formación de un hecho único, que eviden-temente no aconrece todos los dlas. El obje-tivo es alcanzar un único oyente. Lo mismopuede ser presupuesto para un texto políti-co, como por ejemplo un arrículo de perió-dico, con sus rirulares y editoriales, que se

conectan con un día determinado y con he-chos específicos, y que pasados cinco días,pierden lafuerza que poseían en el momen-to de su publicación, puesro que lo cotidia-no los ha superado. En relación a la historiaalemana, en el caso reciente de la unifica-ción, esto puede ser fácilmente observado ycomprobado, demostrando el carácter sin-gular y específico de esos rexros. Otros ti-pos de fuentes con el mismo carácter, se-¡ían los Manifiestos, las peticiones y losrequerimientos, ligados al lenguaje de locotidiano, y que en términos de volumenconfigurarían una gran masa documental.Estas serían fuentes primarias, que desdeel punto de vista de su estructura se arti-culan a lo cotidiano, y cuyo senrido pri-mero es el de una lectura única.

EI género Zeit es much,o más interesante,puesto que la relación entre repetición yunicidad/singularidad aparece de forma cla-ra, es decir en los Diccionarios. Con ellos se

puede traducir lo que cada palabra signifi-ca, por ejemplo para el término Estado, S/a-at, State, État,y para cada una de estas üa-ducciones podremos enconrrar, por deciralgo, quince significados diversos. Así, alprincipio Estado (Staat) significaba situa-ción; Ia situación de un ser humano, su des-cripción, y de ninguna manera el Estado ensu acepción moderna. Otro significado se-

ría el de Estado en ranto expresión de unorden, un lugar determinado en la sociedad,y después, la concepción de una sociedadde órdenes. En esta acepción y este empleopodríamos comprendeq por ejemplo, el lu-gar de la muje¡ asl como'las diferentes for-mas de representación propias de cada or-den específico de la sociedad.

Y Estado puede significar, además de loya dicho, en Francia a partir del siglo XVII,lo que posteriormente designaremos porEstado en Alemania. Por lo tanto, el con-cepto de Estado ha sido antes plurivalente,multifacético en lo que podla designa¡ has-ta su recienre especificación y limitación,restringida al concepto actual del Estado.Empíricamente, esre trabajo del cambio de

sentido de los conceptos, puede ser realiza-do a través del análisis de los diccionarios,de una manera comparativa, para constatarcuándo en una lengua determinada el con-cepto de Estado se altera en relación con orralengua. A través de esta fuente se puede cons-tatar, por ejemplo, cuándo en la lengua ale-mana el concepto moderno de Estado supe-ra a aquél de Estado como orden, volvién-dose incluso en su opuesto. La palabra es lamisma, pero ahora ha adquirido un nuevo ydistinto valor.

El trabajo se vuelve todavía más intere-sante cuando se usan las Enciclopedias y no

!,t atr¿ wiad"t de Clíe "i ;¿T" ltt arra wírs¡h ir {:$(t

.+!- ei

fofi-lfu reraxbiri* ;li*

solamente los Diccionarios, dado que las

primeras tienen por finalidad la descripciónnormativa de los contenidos. En el caso de

dos importantes Enciclopedias de lengua

alemana (Brockhaus y Mayer), se puede

comprobar fácilmente que, en llneas gene-

rales, ellas se copian. Esto porque esta des-

cripción normativa, común a ambas En-ciclopedias, parte del presupuesto de que

los contenidos que deben ser descritos,pueden ser comprendidos y subsumidosbajo un mismo concepto. El lector se sien-

te esclarecido en torno de determinadocontenido, al leer un artículo de Enciclo-pedia. Sin embargo, la observación de edi-ciones sucesivas, puede mostrar matices,

pequeñas alteraciones capaces de indicarredefiniciones de los conceptos, aún cuan-do sean sólo matices. Pero queda en pie el

conjunto central de una semántica, que es

mantenida y reproducida, y en la que las

nuevas definiciones marginales, si bien in-t¡oducen nuevos sentidos dentro de unconcepto, no representan sin embargo unaruptura radical con el conjunto de la len-gua disponible. Porque esto último no se-

ría posible. Metodológicamente, este tipode fuente requiere de una lectura cuida-dosa y minuciosa, que partiendo de esas

estructuras repetitivas propias de la semán-

tica, sea capaz también de medir las innova-ciones de sentido. Así que a través de estas

Enciclopedias se pueden medir los cambios

de la experiencia, tan pronto como elloshayan sido formulados lingúísticamente.Puede que se trate de un procedimientometodológico cansado, pero que es cier-tamente fructífero.

El tercer conjunto de fuentes que busca-

mos describir, es el de aquéllos textos quepermanecen inalterados en el transcurso de

sus sucesivas ediciones, como €s el caso de

la obra de Kant, o del texto blblico, o de

una cierta obra poética, es decir, los lla-

mados textos clásicos de los diferentescampos del saber.

Aquí, la tesis principal es la de que las es-

tructuras repetitivas, según el tipo específi-

co de texto, se encontrarán distribuidas tam-

bién de manera distinta. Este me parece ser

el argumento decisivo: la semántica impli-ca, siempre en sí misma, estructuras de re-

petición, pero esa propia semántica, según

el género y el tipo de texto, posibilitará, im-pedirá o incluso prohibirá diferentes formas

de repetición.

Creo poder terminar aQuí, no sin antes

aclarar que una historia de los conceptos sólo

es posible de ser pensada, bajo la premisa

teórica de que se realice una separación ana-

lítica entre la'afirmación lingüística y el'aná'

lisis del objeto', cuando se quiere tener cla-

ridad acerca de lo que se habla. La separa-

ción analítica entre cada afirmación lingüís-

tica presente en todas las fuentes textuales, yla historia concreta, lo que debería ser o su-

puestamente es, debe ser necesariamente rea-

lizada de un modo riguroso, desde el punto

de vista teórico. Pues sólo entonces podre-

mos preguntar a las fuentes textuales Io que

ellas nos indican en relación con la historia

concreta, y qué cualidades tendrían en cuan-

to ser capaces de constituirse como copro-ductoras de la historia en cuanto texto.

Para ejemplificar la importancia de esta

separación, tomemos los textos de Marx yEngels, que fueron canonizados por los Par-

tidos leninistas internacionales. Porque des-

de el momento mismo en que estos textos

fueron canonizados, se intentó desde ellos

alterar los hechos, aunque el lenguaje per-

maneciera inalterado. Desde ese momento,

y partiendo del mismo lenguaje, se comenzó

a reafizar un procedimiento de acomodar Ia

realidad al mismo lenguaje. Lo que significóque cada nueva situación estaba siempre so-

metida a la necesidad imperiosa de subsu-

mirse a ese mismo lenguaje, al mismo con-

i¡ ¡¡¡r,t znira¿t; ieor, "i;;j% la otr¡ rziiut!,¡ ¡Jt {.!it

l^ontrahistoriaSv______I_9

junto ortodoxo de conceptos y categorías. Loque fue una tarea extremadamente agotado-ra, tanto para los rusos como para el comu-nismo de Europa Oriental. Porque las defi-niciones lingüísticas ortodoxas, extremada-mente rlgidas, se mostraban poco elásticas

para la interpretación del material emplrico,de la novedad, y de la forma de concebir aesta última en términos conceptuales.

De modo que cuando surgió el fascismo,

que naturalmente no estaba previsto dentrode este lenguaje ortodoxo, sólo podía ser

interpretado como una etapa más avanzada

del capitalismo. Este ejemplo del marxismo,indicativo de la necesidad imperiosa de esta

separación analítica entre aprehensión lin-

güística y realidad concreta de los hechos, es

relativamente simple, puesto que en este

caso, la administración del lenguaje estaba a

cargo del Estado, que realizaba de formacentralizada esta tarea. Pero el mismo pro-blema existe para nosotros, que también usa-

mos los conceptos de forma ingenua, a par-tir de una semántica que tenemos dentro de

nuestras mentes, como un a priori. El mis-mo problema, visible de forma contunden-te en relación al marxismo, existe por lo tantopara todos aquellos que utilizan un lenguajepolltico o social, y que lo formulan concep-tualmente, tratando de dar cuenta, en tér-minos de comprensión, de las distintas ex-

periencias de la vida.

,=:,áF

=fsm

/a. otra rnirarln dt Clía 'tü?' k o#a znirada rJt Clíp

.* Cr¿.uon\l,a.ss¡nv¡N* *.

1810, 1910, 2010:

I n[ep enlencia, fu:ao fución fuLe¡jcana,

futuros [e América Latina.

mem*teblliz =ffi@ ¡: ¡ ;¡ r¡¡':¡:: !:,i *? ;¡

n los tres años de 2008 ,2009 y 2010,América Latina está siendo y será es-

cenario de diversas Conmemoraciones, co-

nectadas entre sí por la idea de la trans-formación social profunda que estuvo pre-sente, en Ia época de eclosión de cada unode aquellos momentos históricos. En 2008se conmemoran diez años de la Revolu-ción Bolivariana, protagonizada por el

pueblo venezolano, bajo el liderazgo de

Hugo ChávezFrias. En 2009, habrán pa-

sado cincuenta años desde la victoria delpueblo cubano, de Fidel Castro y de los

rebeldes de la Sierra Maestra, sobre los

abusos del odioso dictador Fulgencio Ba-

tista.20l0, es el año del Centenario de la

Revolución Mexicana, y del Bicentenariode las Revoluciones de Independencia en

la América Española.

Venezuela, Cuba y México, serán escena-

rio de la celebración de estos episodios, pero

también de la reflexión respecto de sus con-

secuencias a largo plazo. La obsesión con-memorativa es característica de los políticos,los que a través de los tiempos, desearon

siempre dejar constancia de sus victorias en

contra de sus enemigos, o celebrar sus gran-

des conquistas, o también pe rpetuar su ima-

gen como héroes nacionales.

La multiplicación de casos en que se ce-

lebran hechos decisivos de nuestro pasado,

no es mera casualidad, como observó Jac-ques Revel en relación a la historia de Fran-

cia, sino que más bien revela nuestra rela-

ción con la historia, la que tiende a ser re-

construida a través de su dimensión con-memorativa.l Al respecto, una crítica ge-

neralizada que se ha hecho a estas conme-moraciones, se refiere a su intencionali-dad política, siempre sujeta a condiciona-mientos coyunturales, y generalmente co-

nectada a los intereses de los gobernantes.

Según Immanuel \Tallerstein, "rememo-

rar el pasado es un acto del presente, he-

* Profesora asociada del Programa de Posgrado en Historia de UFRGS, Investiga-

dora de CNPQ, [email protected] Cfr. Sobre este punto, la obra de Jacques Revel, Un momento historiográf.co. Trece

ensayos dz historia social, Ed. Manantial, Buenos Aires, 2005, pp. 27I - 273.

!¿ a¡ra mir{:¿t ieatt '{Tn'j% lt o*z mirabt tle Clío

f^ontrahistoriaC.v-tr-J

cho por hombres del presente, y que afec-ta al sistema social del presente".2

No se trata de considerar al pasado comofuente de lecciones, o a Ia historia comoMaestra de la vida (Historia Magisna Vitae),con objetivos pedagógicos, como quería Ci-cerón en referencia a los modelos helenísti-cos, o Maquiavelo que recomendaba Ia imi-tación de ese pasado.3 El estudio y el análisisde las conmemoraciones abre, en verdad, laposibilidad de entender los distintos usos delpasado, es decir, a ffavés de cuales eventoshistóricos, los poderosos han intentado re-forzar la identidad de una comunidad na-cional, regional o local, y cuál es el carácterde esa identidad que busca ser consolidada.

Esta forma parricular de recuperar el pa-sado, a través de la conmemoración y delrefuerzo de ciertas idenddades, no elimina,sin embargo, la posibilidad de desarrolla¡igualmente un carácter reflexivo y crítico res-pecto de los procesos que son conmemora-dos. Pues al mismo tiempo en que el poderpolítico celebra un aconrecimiento históri-co, para reforzar la identidad victoriosa dedeterminada comunidad, surgen los gruposanticonmemoratiaosa formados por historia-dores e intelectuales que proponen una re-flexión crítica sobre el pasado. De acuerdo aFonseca, la historiografía puede pensar ycomprender críticamente la conmemora-ción, porque sabe a qué tipo de morivacio-nes responden esras liturgias. Y entonces,propone que este trabajo crítico se haga en

el campo de la comunicación: dando res-

puestas, introduciendo informaciones y pro-poniendo explicaciones, publicando, hablan-do, dando Conferencias, parricipando enMesas Redondas, asesorando exposiciones yaudiovisuales.

En este último senrido, de una aproxi-mación crítica, ¿cuál es el papel de la histo-riografía frente a los casos de las conmemo-raciones que hoy se desarrollan, y que se ave-

cinan, en estos tres años mencionados de2008, 2009 y 2010 en América Latina? Para

el caso de las revoluciones latinoamericanasque aquí analizamos, las varias Revolucio-nes de Independencia, la Revolución Mexi-cana, laRevolución Cubana y la RevoluciónBolivariana, los historiadores ¿pueden cues-tionar los logros obtenidos a través de esos

procesos, planteándose qué es exactamentelo que está siendo celebrado? Y si, pasados

doscientos, cien, cincuenta o diez años detales episodios, ¿las conquistas obtenidas porestos procesos permanecen vigentes? Además

¿la historiografia puede reflexionar respecrode lo que aproxima entre sí procesos apa-rentemente tan diferentes en la forma y tanlejanos en el tiempo?

En una primera aproximación, se puedeafirmar que en todos estos procesos históri-cos estaba presente un inmenso deseo detransformación de las respectivas sociedades.Y también, que nunca como en estas revolu-ciones del mundo periferico, estuvo presen-te la acción concienre e intencionada de los

2 véase el libro de Immanuel tw'alle¡stein, Er moderno sistema mundial. La agricubu-

:a eu:ropea l hs origenes de la economía-mundo euro?ea en el sigb XVL Ed. Siglo )Ofl,

Madrid, 1984, p. 15.3 Cfr. de Reinharr Koselleck, Futuro passado, Ed. Contraponto-pUCRJ, Rio deJaneiro, 2006, p.43.a como señala Luis Adáo da Fonseca, en su ensayo 'A dupla dimensáo das comemo-ragóes" en ellibro Las conmemoraciones en la bistoria, Ed. secretariado de publica-ciones e Inte¡cambio Editorial, Valladolid, 2002, p.29.

!,s otr¿ *¡ír¿á¿ dt {.!it: 'ü;"]% k¡ ¿*,t niruda de C}it

sujetos. Lo que no significa, sin embargo, que

las utopías que existieron en el seno de esos

proyectos de transformación, hayan tenidoéxito. Y esto, ya desde el hecho de que en

cada uno de esos procesos, eran varios pro-yectos de sociedad los que se disputaban lanueva organización social que habría de ser

resultado del estallido revolucionario.La oportunidad de reflexionar crítica-

mente en torno de estos episodios, a través

de esos momentos o fechas conmemorati-vas, abre la posibilidad de un an:ílisis desde

una doble perspectiva interpretativa. La pri-mera interpretación puede ser diacrónica,revisando las conquistas, las frustraciones, las

herencias, y los resultados en la larga dura-ción. Y en este aspecto, también es posible

un an:ílisis de las diferentes versiones que la

Revolución fue adquiriendo en el tiempo,así como del significado político del proce-

so para cada generación.La otra posibilidad analítica es a través

de una interpretación sincrónica, que busca

las conexiones del proceso revolucionariocon otros hechos nacionales y mundiales,

que le otorgan su sentido y que permiten su

mejor comprensión.Los sucesos que irrumpieron a partir de

1810, 1910, 1959 y 1998 son sin duda lu-chas particulares, caracterizadas por elemen-tos originales de cada proceso, y que respon-

den a coyunturas nacionales o locales, perotambién son realidades que nos remiten alos procesos internacionales, como la luchaen contra del monopolio político en los ini-cios del siglo XIX, o la lucha contra el lati-fundio, contra el imperialismo, y contra las

medidas neoliberales a finales del siglo )C(También, la movilización de las energlaspopulares frente a un enemigo común, es-

tuvo presente en todos esos procesos revo-lucionarios, respondiendo a los problemasespecíficos y particulares de cada región, perohaciéndose evidente simultáneamente como

parte del'espíritu de la época', y respondien-do a los problemas comunes del sistema-mundo capitalista.

Las Revoluciones de Independencia his-pano-americanas, tuvieron su inicio con el

derrumbe del imperio español, a partir de

la deposición del rey Fernando VII por el

hermano de Napoleón, José Bonaparte. Así,la ausencia de autoridad metropolitana, hizo

emerger conüadicciones que estaban acumu-ladas hacía mucho tiempo en tierras ameri-

canas. Los antagonismos, frecuentemente

exagerados por la historiografla, entre "crio-

llos" y 'peninsulares", eran acompañados de

toda una serie de otros intereses, de gruposintermedios de mestizos, por ejemplo, que

buscaban conquistar una posición dentro de

sociedades rígidamente jerarquizadas, o ta-m-

bién de la presencia incómoda de las "clases

peligrosas", formadas por los indígenas, los

negros y los blancos pobres.

Al mismo tiempo, la lucha por la Inde-pendencia en los países latinoamericanos,respondía al contexto internacional de lacrisis del Antiguo Régimen, desencadenada

mundialmente tanto por la Revolución In-dustrial como por la Revolución Francesa.

Aunque el alcance de esta doble influencia,debe ser matizado. Pues si bien las Indepen-dencias de las colonias españolas en Améri-ca, han sido parte de un proceso mundialde crisis del absolutismo como forma pre-

ponderante del poder político, y del fin de

la hegemonía de las aristocracias feudales yde sus monopolios políticos en grande par-

te de Europa occidental, junto a la ascen-

sión indiscutible de la burguesía, del libera-lismo y de la República, no obstante todoesto, las influencias de las ideas de la Ilustra-ción tuvieron una repercusión muy asimé-

trica a 1o largo de todo el continente ameri-

cano. E incluso, y más allá de esta asimetría,determinada en mucho por el mayor o me-nor control de las metrópolis, la circulación

fu ct¡z r¡irnrj¡t;" ,;0" 'üij% h a*u nir¿¡ld de {,!!o

ContrahistoriaC,v______I_s

de autores franceses, alemanes e ingleses fuepequeña en toda la región, mientras que laversión española de esa misma Ilustración,que fue mucho más difundida en América,era una versión conservadora, que estaba

reducida a un proyecto de modernizacióndentro del orden establecido.

Según Guazzelli, "los primeros efectos de

la Ilustración en las colonias americanas, nose harán presentes mediante la propagaciónde nuevas ideas, capaces de transformar el

viejo orden, sino más bien en las consecuen-

cias de una reforma económica-política, de

las Reformas Borbónicas, que perseguían, através de la modernización, garantizar elmantenimiento de ese mismo orden".5 Demanera que los llamados 'movimientosprecusores' de Ia Independencia, no fue-ron el resultado de la diseminación de las

ideas de libertad que circularon en la Fran-cia revolucionaria, sino de las presiones tri-butarias de la Corona española y de la pro-pia elite criolla.

Las ideas de la Revolución de Indepen-dencia de los Estados Unidos, fueron mu-cho más convenientes para las elites colo-niales hispanoamericanas que las predicacio-nes francesas, porque las primeras conser-

varon la gran propiedad y la esclavitud comoejes de la economía, mienrras que en la fasejacobina de la Revolución Francesa, esas ins-tituciones fueron puesras en jaque. Sin em-bargo, y aunque minoritarios, también sur-gieron movimientos de Independencia quecuestionaron el predominio del latifundio yde la esclavitud, como la revuelta lideradapor los curas Hidalgo y Morelos en México,

o el movimiento de Artigas en el Río de laPlata, o la Revolución de Independencia en

Haití. Aunque en Ia prácr.ica, todos estos

movimientos radicales fueron vencidos en

los procesos de independencia hispanoame-ricanos, dejando prevalecer un orden aris-tocrático y conservador.

La principal herencia de las revoluciones

de independencia, es en parte el resultado

de las actividades desarrolladas por SimónBolívar. Descendiente de una familia de la

aristocracia criolla de Caracas, él fue respon-sable de la liberación de cinco países hispa-noamericanos (Venezuela, Colombia, Boli-via, Perú y Ecuador), impulsando un ideario

que fue elaborado a lo largo de las luchas porla Independencia, y que constituyó una de

las más vigorosas herencias políticas para los

revolucionarios latinoamericanos del siglo)O( A lo largo del siglo )O(, la imagen de

Bolívar fue homenajeada por figuras como

José Martl, Fidel Castro y Hugo Chávez, que

rescataron como principal legado de ese idea-

rio, el de la lucha bolivariana por la libera-

ción y por la unión de los pueblos america-nos, y en contra de la esclavitud.

Por su parte, la Revolución Mexicana que

estalló en 1910, con la insurrección coman-dada por Francisco I. Madero, poseía ingre-dientes que iban más allá de la crítica que

las nuevas elites hacían a las viejas oligar-quías, representadas por la longeva dictadu-ra de Porfirio Díaz, quien estaba en el poderdesde 1876. El proceso que estalló en Méxi-co en 1910, revelaba la primera gran crisis

del poder de las elites primario-exportado-ras, que eran una herencia del período colo-

t Cfr.elensayodeCésarAugustoBarcellos Grrazzelli,'Acrisedosistemacolonial e

o processo de Independencia" en el libro coordinado por Claudia'S7'asserman, Histó-ria de América Latina. Cinco Séculos, Ed. UFRGS, Porto Alegre, 2003, p. 139.

!¿ or¡a zniraáa ¿le (!ia "ü;"F /r: otra rili#da ¿{e C!ís

ffi! mcnc*aau;a ¡fi[f

nial, y que realizaban el vínculo entre el lati-fundio y el capital internacional. La crisis

hizo evidente todo un conjunto de contra-dicciones de la sociedad mexicana, y fue laresponsable de la movilización de los cam-

pesinos, Ios pueblos indígenas, los obreros ylos sectores medios urbanos, los que inicial-mente fueron dirigidos por las oligarquías

perifericas, insatisfechas con los rumbos que

había tomado la dictadura porfirista.Pero al mismo tiempo en que la Revolu-

ción Mexicana revelaba los problemas inhe-rentes a la situación política, económica ysocial del país, también era parte de una ola

más general de movimientos que alcanzaban

incluso al mundo semicolonial o también a

la periferia del sistema capitalista, ejemplifi-

cados por el antecedente que representó la

Revolución rusa de 1905, por la Revolución

China republicana de I 9 1 1, liderada por Sun

Yat Sen, la Revolución Rusa de I9I7,IaIn'dependencia húngara en 1918, y la procla-

mación de la República de \l'eimar en la

Alemania de 1919. Y aún cuando no exis-

tan conexiones concretas, o influencias mu-

tuas entre estos procesos, y más allá del he-

cho de que sus resultados hayan sido bas-

tante dispares, la coincidencia temporal y los

problemas comunes o similares planteados

por todos estos procesos, nos revelan que una

de las primeras crisis del capitalismo liberal,estaba en esas épocas siendo transferida ha-

cia las zonas de la periferia.

La revolución que empezó en 1910, bajo

el liderazgo de una parte descontenta de las

propias oligarquías mexicanas, representadas

por Francisco I. Madero, adquirió propor-ciones inesperadas, al incorporar la partici-

pación de campesinos y obreros de todo el

país. El proceso se radicalizó a tal punto, que

México fue, en 1917, el primer país del mun-

do en promulgar una Constitución que in-cluía reiündicaciones de la clase obrera, ade-

más de ser también el primer país de Améri

ca que incluía en su texto constitucional rei-

vindicaciones campesinas, que preveían la

eliminación del latifundio y la realización de

una Reforma Agraria. Sin embargo, a Io lar-

go del proceso y hasta 1940, terminó preva-

leciendo el proyecto burgués, el que fue ca-

paz de incorporar demandas de otras clases

sociales, y de presentar sus propuestas de

organización social como si fuesen el resul-

tado de una voluntad colectiva nacional.

Entre los avances de la Revolución Mexi-cana, se puede destacar, además de la intro-ducción de las demandas obreras y campe-

sinas dentro del texto de la Constitución,también el desarrollo del nacionalismo,como una reacción frente a la intervención

norteamericana, a lo largo de todo el proce-

so revolucionario, e incluso de toda la histo-

ria de México. Todas estas conquistas noimpidieron, sin embargo, que el país fuese

uno de los más afectados por la presencia

nofieamericana en América Latina, y que los

campesinos y obreros mexicanos no tuvie-

sen, a 1o largo del siglo )O(, una situación

más favorable que el resto de sus hermanos

latinoamericanos.

Ya que la pretendida revaloración de los

pueblos autóctonos, y el desarrollo del na-

cionalismo, que permitieron la nacionaliza-

ción del petróleo y la creación de PEMEXen la década de l940,lo mismo que Ia na-

cionalización de las minas y los ferrocarri-les, hechos todos que sirvieron de ejemplo

para tantos gobernantes y pueblos latinoa-mericanos, no impidieron que México fue-

se el primer país de América Latina que acep-

tó firmar unTiatado de Libre Comercio con

Estados Unidos, el TLCAN, que entró en

funciones en enero de 1994. Thmbién, las

conquistas obreras y campesinas, logradas a

lo largo de la revolución, no fueron capaces

de impedir la aparición de movimientosantisistémicos en los años noventa del siglo

pasado. Y sintomáticamente, el más fantás-

L¿ ttra wira,,la r, ,t,0, füi)i" Lz o¡tu #ir,:,/a ¿le {lís

fontrahistoriaQv

-

J

tico e increíble de esros movimientos, surgi,do justamente en 1994 en el sur de México,el Ejército Zapattsta de Liberación Nacio-nal, revindica simbólicamente la figura deEmiliano Zapata,llder campesino en la Re-volución de 1 9 I 0, y represenrante de los in-tereses de las clases populares del país.

La Revolución Cubana, que derribó ladictadura de Batista en 1959, revela variasparticularidades de la dominación imperia-lista en la isla caribeña, I su condición deneocolonia. La tardía Independencia deCuba en 1898, con la intervención norte-americana en este proceso, la imposición dela Enmienda Platt en la Constitución de1901, y las incontables intervenciones deEstados Unidos en los asuntos económicosy políticos del pais, dejaron al pueblo cuba-no resenrido en conrra de esta dominaciónnorteamericana. Sin embargo, esas particu-laridades cubanas no fueron las únicas res-ponsables del desa¡rollo de los acontecimien-tos en Cuba. El proceso recibió también lainfluencia del nacionalismo, que era la tóni-ca de muchos gobernantes populistas lati-noamericanos, lo mismo que de los proce-sos frustrados de las Revoluciones de Boli-via y de Guatemala, en 1952 y 1954, res-pectivamente. De modo que la definiciónpor el socialismo en 1961, fue el resultadodel propio proceso cubano, pero también fuealgo influenciado por el clima mundial bi-polar y por la latinoamericanización de laGuerra Fría.

El impacto de la Revolución Cubana enlas izquierdas latinoamericanas fue exrraor-dinario. La opción por el socialismo enCuba, terminó con la hegemonía de los Par-tidos Comunistas, vaciando de sentido ycancelando la estrategia dela alianzacon lossectores progresistas burgueses, y colapsan-do la idea de la revolución por etapas, pre-conizada hasta ese momento. De este modo,las organizaciones políticas reorientaron sus

actividades hacia la lucha armada, enfocadaa la constitución del foco guerrillero, y queapostaba en contra de la creencia de la nece-sidad ineludible de las célebres 'condicionesobjetivas'para la revolución. Así, la Revolu-ción Cubana sirvió de modelo e inspiraciónpara movimienros como el Ejército de Li-beración Nacional en Bolivia, el Movimien-to Revolucionario 14 de junio y la calda deIdictador Rafael Leonidas Tiujillo, en la Re-pública Dominicana en 796l,la formaciónde las Fuerzas Armadas de Liberación Na-cional y el Movimiento Izquierda Revolu-cionaria de Venezuela, igual que para la crea-ción del Frente Sandinista de LiberaciónNacional en Nicaragua, en L964.

Aunque todos estos movimientos hayanfracasado a causa de la guerra contrainsur-gente, desencadenada por Estados Unidos,y también a causa de la implantación de losreglmenes represivos de seguridad nacionalen gran parte de América del Su¡ el germende la lucha revolucionaria persistió en Amé-rica Latina. Y esa fue la principal herencia dela Revolución Cubana. Pues el ejemplo y elmodelo del socialismo implantado en la isla,se transformaron en una utopía para todoslos movimientos revolucionarios que surgie-ron a parrir de entonces y hasta 1979, con lairrupción de la Revolución Nicaragüense.

Fidel Castro, el líder del proceso revolu-cionario cubano, se convirtió en un referen-te para la izquierda de América Latina, y lasrealizaciones más exitosas de la revoluciónen el campo de la medicina, del deporte, dela educación y de la salud, son todavía ejem-plos para algunos gobiernos de la región hastaestos inicios del siglo )OC. El Che Guevara,medico argenrino y uno de los combatientesde la Sierra Maesrra, se transformó en un ico-no de la izquierda subcontinental y de la ju-ventud latinoamericana, siendo reivindica-do y citado hasta ho¡ por todos los movi-mientos libertarios de la región.

i¿ t*a rníy¿á¡t r.!¡: (,íia ü? ia atr¿ eúrada de {-lkt

ffircm+nrrnia ffi

Finalmente, en 2008 también se conme-

mora el inicio de la llamada RevoluciónBolivariana en Venezuela, cuyos elementos

son parte de este conjunto de episodios del

proceso general de la liberación nacional de

América Latina. La elección de Hugo Chávez

Frías en 1998, fue el resultado de una larga

crisis de la dominación política burguesa en

Venezuela, que culminó con una rebeliónpopular en la capital de ese país, conocida

como el 'Caracazo', en 1989, y luego con el

fracasado intento de golpe en contra del go-

bierno de Carlos AndrésPérez, en 1992. Así,

este proceso tuvo ingredientes singulares,

propios de la situación venezolana, que se

refieren a la apropiación de las rentas del

petróleo por parte de las elites, y a la cons-

trucción de una pax burguesa en Venezuela,

entre 1958 y 1998, en medio de unaAméri-ca Latina convulsionada por regímenes re-

presivos basados en las políticas de seguri-

dad nacional.

Pero la crisis de la pax burguesa y la elec-

ción de Chávez, también fueron resultado

de ciertos elementos comunes a las proble-máticas subcontinentales de los años noven-

ta, relativos a los efectos de la aplicación de

las políticas y medidas neoliberales en todos

los países latinoamericanos. Y quizá el ejem-

plo más contundente de esta crítica al neo-

liberalismo en América Latina, sea el que

nos es dado por el movimiento neozapa-

tista, que estalló en México en enero de

1994, eI mismo día en que entraba en fun-cionamiento oficialmente el Tiatado de

Libre Comercio, el TLCAN, con Estados

Unidos y con Canadá.

También es ejemplar el movimiento pro-tagonizado por los indígenas de la Confede-

ración Nacional de Nacionalidades Indíge-nas del Ecuador (CONAIE), los que exclui-dos del poder durante siglos, hicieron oír su

voz y manifestaron claramente su voluntadde participar, derrocando al gobierno neoli-

beral de Jamil Mahuad en el inicio del año

2000. Y otro movimiento similar fue orga-

nizado por las Asociaciones comunitariasindígenas bolivianas, también en el año

2000, en contra del control de la distribu-ción del agr¡a por un consorcio internacio-nal. Así, el rompimiento del contrato y laexpulsión de la empresa. y posteriormente,

en 2003, el derrocamiento popular del pre-

sidente neoliberal Gonzalo Sánchez de Lo-sada, revelaron el protagonismo radical de

los sectores populares bolivianos, así como

su determinación de participar en la gestión

de los asuntos públicos del país, defendien-

do la producción de los cultivos tradiciona-les (como el cultivo de la hoja de coca) ydefiniendo la forma de la apropiación de sus

recursos naturales (como el agvay el gas).

Estos movimientos, junto con el Movi-miento de los Trabajadores Sin Tierra(MST), en Brasil, o el Movimiento de los

Piqueteros en Argentina, y los diversos mo-

vimientos protagonizados por los indígenas,

los campesinos, los trabajadores, los desem-

pleados y los desposeídos de toda AméricaLatina, impulsaron la caída y a veces el de-

rrocamiento popular de los gobiernos neo-

liberales, haciendo posible el ascenso de los

gobiernos de izquierda en diversos países de

Ia región. Y son estos mismos movimientossociales los que presionan a los gobiernos de

Lula, Hugo Chávez, Cristina Kirchner, Evo

Morales, Daniel Ortega yTabaré Vásquez,

para ampliar las conquistas democráticas yla participación social de los sectores menos

favorecidos de la población.En este escenario, analizar los logros de

la Revolución Bolivariana, significa tambiénreflexionar acerca de ese nuevo protagonis-mo popular inaugurado en América Latinaen los años noventa, y también sobretodo

reflexionar sobre el "papel de la civilizaciónlatinoamericana dentro del mundo. Pues en

el momento mismo en que era derribado el

l¿ strs nir¡¡/*;r.¡" ,t¡r, 'üj% lt *t¿ wirdd¡t dr {i.ío

ContrahistoriaC.v

-

J

Muro de Berlín, y en que junto con él se

colapsaban todos los proyecros de lo que se

llamó el socialismo 'realmente exisrente',comenzaban a surgir en toda América Lati-na, como en una suerte de clara carrera derelevos en escala mundial, tanto nuevos ymuy radicales movimientos sociales anrica-pitalistas y antisistémicos, como tambiéndiversas rebeliones populares de una exten-sión y una fuerza realmente notables".6

El giro hacia la izquierda de nuestraAmé-rica Latina, y la emergencia protagónica delas clases populares en la región, sólo pue-den ser explicados a partir de la historia se-

cular y profunda que subyace a esros mo-mentos y acontecimientos insurreccionales,a estas protestas, y a esras luchas por la libe-ración nacional que sucedieron desde el pe-ríodo de las Independencias, así como porla vigencia de los problemas que originarontales protestas, además de explicarse tambiénpor la experiencia acumulada de los puebloslatinoamericanos en estas luchas suyas porlos derechos y por la participación.

Entonces, esos procesos ocurridos a par-tir de 1810, 1910,1959 y 1998 son ejem-plares, pero no son únicos, pues son Ia con-secuencia de un contexto general marcadopor la explotación, la expropiación y las des-igualdades. Características, esras últimas, queson comunes a toda la región latinoameri-cana, e incluso a todo el mundo periféricode una manera global. Porque las contradic-ciones del sistema capitalista son mucho másbrutales en los palses menos desarrollados,y los efectos de esas contradicciones del sis-

tema son más violentos y crueles cuando se

hacen presentes en el seno de los sectores

populares de estas periferias. Se justifica así,

que la periferia del sistema desarrolle, demanera paralela a toda esta larga historia de

expropiación, explotación y desigualdad,ciertos movimientos, luchas y mecanismosantisistémicos igualmente contundentes,como los que ahora mismo están irrumpien-do, y como los que continuarán aparecien-

do, en estos comienzos históricos de nues-

tro siglo )O(.

ó Como lo refiere Carlos Antonio Aguirre Roias, en su libro América L¿tina en kencrucijada. Los mouimientos sociales y la tnuerte de la politica, Ed. contrahistorias,México, 2005, pp.29 y 30.

la o¡ra znír¿d¿ ¿,fe {;!ia ü"j- k o*a mirad¡. d.e {rJío

.F CeRlos A. Acurnn¿ Rojes {i

UN Nurvo crRo HActA LA IZQUIERDA.

L a C onfe leración [e llfaciona fifafe sIn[ígenas lef lEcuafor. (Entrevista con fuÍarfon Santi)

merno:eldllia ;ffi@ #¡ ¡: r¿ ;¿ +r: :: !;::á+;¡

La presente entreuista al dirigente indígena Marlon Santi, actual Presi-dente de la Confederación de Nacionalidadcs Indígenas del Ecuador,

CONAIE, fue realizada por Carlos Antonio Aguine Rojas el dia 10 dcjunio de 2008, en la ciudad de Quito, en Ecuador. Contrahistorias /¿

rescata abora pdrt sus lectores, en el ánimo de promouer e impulsar unmucho más amplio conocimiento de todos los nueuos mouimientos anti-sistémicos ktinoamericanos, así como el debate abierto y plural sobre las

experiencias, las lecciones y los problemas que nos a?ortan ! que hoy en-

fentan esos moaimientos anticapitalistas de nuestra América Latina.

C¡nros ANroNro Acurnnn Ro¡es:Estamos con Marlon Santi, Presidenre ac-

tual de la CONAIE, la Confederación deNacionalidades Indígenas del Ecuador, y leagradecemos mucho esta entrevista paranuestra revísta Con*ahistorias. Quisiera co-menzar preguntándole si podría reconstruir-nos, en grandes ffazos,la historia de la pro-pia CONAIE, es deci¡ conrarnos en quémomento surge, cuáles son las causas de su

formación, y cuáles las condiciones especí-ficas que el movimiento indlgena ecuaroria-no vivía a finales de los años ochenta y prin-cipios de los noventa del siglo pasado, con-diciones que generaron a este movimientode la CONAIE. Ydespués, si es posible, quenos dibuje un rápido recorrido de las etapas

principales que esra CONAIE ha ido atra-vesando, desde su propia visión hasta llegara la CONAIE actual.

M¡nroN SeNrr:

Bueno, primero las comunidades o los pue-blos originarios, estaban conformados comoun estrato social que aquí en la sierra, era unestrato en la condición de servidumbre, pues

las grandes haciendas tenían a un colectivonumérico de indígenas al servicio de las ha-ciendas. En los años setenta, en la sierra, sur-gen algunas ideas de cambio. Pero antes delos años setenta, desde los siglos dieciocho ydiecinueve hay revueltas, hay levantamien-tos, como el que hizo Fernando Daquile-ma en el siglo XIX, que es un movimientomuy conocido, y que se hizo en Río Bam-ba para liberarse de esta servidumbre. Pues

esta servidumbre era una forma de escla-

vismo refundado, en la etapa de la con-formación de la República.

En la Amazonía, en la época de los cau-cheros, el boom petrolero que se desarrolla

h otra *¡iraia * ,,* fü7 ñt ot¡t¿ *¡imia de ()lío

fontrahistoriaQv

-

J

por los años cincuenta del siglo pasado, hace

que los pueblos indígenas vayan expandién-dose hacia las zonas en donde no había aúnla presencia de la colonización, y que enron-ces permanezcan como pueblos intactos.Pero en cambio en la Sierra, por los años

setenta, hayvarias revueltas, yhay organiza-ciones sociales que aglutinan a los pueblos ya las nacionalidades indígenas, aquí en €sta

zona de la Sierra. Pero no los aglutinan comoorganizaciones neramenre indlgenas, sinomás bien como Sindicatos de trabajadores,porque en ese tiempo el comunismo estaba

en auge, así que son sindicatos de obreros,como el Frente Unitario de Trabajadores(FUT), la CEDOC (Central Ecuatoriana de

Organizaciones Clasistas), y muchas insti-tuciones sindicalistas que estaban maneja-das y dirigidas entonces por mestizos, demodo que no había una representación ne-tamente indígena.

Entonces los pueblos y nacionalidadesindígenas de la Sierra estaban vinculados a

esos procesos sindicales, y había monrón desindicatos, así que un pueblo enrero perte-necía a un sindicato, o una nación indígenapertenecía a un sindicato. Pero desde los años

setenta u ochenta surgen las iniciativas, enla región amazónica, de las Confederacio-nes. Yyo me acuerdo que la primera federa-ción que se hizo en el serenra y ocho fue laOrganización de Pueblos Indígenas del Pas-

taza (OPIP). A¡tes de eso había la Federa-

ción Independiente del Pueblo Shuar (FIP-SE), que estaba ya conformada, y el únicoobjetivo de estas federaciones que se con-forman en la Amazonía, era eI de defenderel territorio y los derechos indígenas.

Porque en aquel enronces, sólo habíaConvenciones Internacionales, pero que nohablaban netamenre de pueblos indígenassino más bien de pueblos tribales. En los años

ochenta se conforman ya las federacionesregionales, como la ECUARUNARI (Ecua-

dor Runacunapac Riccharimui), que es de

la Sierra, y surge la necesidad de crear unaconfederación nacional, que gobierne o que

defienda los intereses de los pueblos indíge-nas. Previo a esto, entre los setenta y los

ochenta, hay en Ecuador una reforma agra-ria. Esa reforma agtaria implicaba que unapersona tenla que tener cincuenta hectáreas

para el trabajo, tener ese espacio de trabajo,pero los que no eran espacios de rabajo, eran

considerados por el gobierno como rierras

baldías u ociosas, en las cuales podían inte-grarse otros grupos sociales o individuos,para desarrollar la agricultura.

Esta reforma agraría genera un poco decambios en las estructuras de la hegemoníade los hacendados, y por lo años ochenta, laconformación de Ia ECUARUNARI hace

que el movimiento indlgena de la Sierra tra-baje en la recuperación de tierras. Pero esto

no madura, porque había leyes constirucio-nales que estaban justamente hechas parabeneficio del poder económico, y el podereconómico tenía todavía sumisos a los pue-blos y nacionalidades indlgenas. De modoque la conformación de la CONAIE, laConfederación de Nacionalidades Indígenasdel Ecuador, renla rres principios, gue eran'Tierra, Cultura y Libertad'...

C¡nros AuroNro Acunnn Ro¡as:

...¿desde su fundación?..,

MenroN SeNtl:...Si, desde su fundación. Tierra, que signi-ficaba la recuperación de los territorios y las

tierras que ancesrralmente habían sido denosotros, de nuestros padres, de nuestrosabuelos, y que nos fueron despojadas por elcolonialismo, para ser luego entregadas, du-rante la República, a los poderes económi-cos, a los que gobernaban al país. Lo prime-ro era entonces recuperar esas tiefras. LaCultura, era el reclamo por revitalizar nues-

i¿ orrt *ír¿.4¿ ¿le {..lia 'i;? h c** ¡tir¡t¡{¡ ár CJ*¡

ffi! **ooon" ffi

tra cultura, la que con la llegada del conoci-miento occidental se estaba perdiendo, pueshabía indígenas que no querían hablar supropio idioma, y que estaban preparándosecon una educación que era ajena a Ia nues-tra. Entonces, poco a poco y en muchospueblos, había esa desaparición de culturas.Y la Libertad, porque los pueblos indígenas,hasta los años ochenta del siglo pasado, nohabíamos aJcanzado la existencia de ni unsolo artículo relativo a nuesrros derechosdentro de la constitución.

Pero con Ia creación de la CONAIE, se

pide que los pueblos indígenas rengamosderecho a nuestra autodefinición, tengamoslibertad de definirnos como pueblos origi-narios, y que ya nadie nos pueda dar losnombres que nos habían dado e impuestohasta ese momento. Porque hasta esos tiem-pos, el poder central, o Ia democracia, o laRepública refundada, funcionaban como unneocolonialismo, que decía que los indíge-nas eran indios vagos, genre que no pensa-ba, y nos consideraban como si fuésemosanimales, afirmando que por esas razones a

los indios tenlan que tenerlos sumisos y enservidumbre, y con los casrigos forzados.Entonces tenlamos que recuperar la liber-tad. ¿Y cómo la íbamos a recuperar? Pues

refundando la Constitución, y así se hablade que se haga una nueva Constitución...

Cnmos Ar.¡roNlo Acurnn¡, Ro¡es:...¿desde el origen mismo de la CONAIE?...

M¡nroN S¡l.rr:...si, desde el origen mismo de la CONAIEse pide una nueva Constitución que impli-que la integración, la inclusión de esros sec-

tores indígenas que han sido marginados. Ytambién que nosotros tenemos que recupe-rar nuestra libertad de expresión, nuesua li-bertad de autodefinición, y la libertad de quenosotros nos nombremos como nos llama-

mos. Por eso hoy aqul, en el Ecuador, haycatorce nacionalidades indígenas, y rienensus nombres dieciocho pueblos.

Hacia los años ochenta, se llega a la ideade que tenía que madura¡se bien la organi-zación, y que ella debería esrar ya fuerte,antes de actua¡ en las tres regiones del Ecua-dor, en la Costa, en la región de la Sierra yen Ia Amazonía, porque sólo unificándoseesas tres regiones podrían darse los cambios,ya que si cada región luchaba sola no iba atener fuerza. Y comienza ya, en el ochenta ycuatro y ochenta y cinco, a plantearse Ia po-sibilidad de un 'levantamiento' del movi-miento indígena, que sólo se concretará hastadespués de cinco años, mientras se veían las

mejores estrategias para no ser reprimidos.Porque hasta ese momento, muchos levan-tamientos habían terminado en el fracaso, osea, con sus llderes presos, o líderes ahorca-dos, o líderes fusilados, así que teníamos quever cómo hacer para no terminar tambiénallá, en ese mismo resultado...

C¡nros ANroNro Acurnnr Ro¡es:Entonces la CONAIE surge inmediatamenrevinculada al proyecto de organiza¡ ya desde elinicio, un primer'levantamiento' nacional.

M¡nroN S¡Nt:Así es.

Cenros ANroNro AcurnnE Rops:Levantamiento nacional que es el del añode 1990.

M¡nrou S¿Nrr:

Si, del año noyenta, y que va a madurarsedurante cinco años, en los que se genera ese

levantamiento indígena. Dentro de ese levan-tamiento, que riene sus líderes --en ese riem-po, el pueblo creía que tenían primero qu€cuidar a sus líderes-, el pueblo se levanra, yse le piden al Estado nacional o al gobierno

" teel"la otrc rnircd'z de Clío la otra taitu,la th {lf.io

nacional las demandas que antes mencione.

Pero ahí se hace visible que, en Ecuador, el

movimiento indígena, o los pueblos y nacio-

nalidades originarias, existíamos de maneras

diferentes en las distintas regiones, en laAmazonía, en la Costa y en la Sierra, porque

ese levantamiento implicó la paralización de

todas las actividades en el Ecuador...

C¡nros ANlol.tIo AcuInru Rolas:

Esto que dices es importante, y pensando

en los lectores mexicanos, te pediría que nos

expliques, ¿qué es un levantamiento, exac-

tamente? ¿Era pacífico, o no era paclfico?

¿Implicaba parar las actividades en el cam-

po, o parar también las ciudades? ¿Tomarlas ciudades? Sobre todo, porque cuando en

México hablamos de levantamiento, y con

nuestro referente de la Revolución Mexica-

na, a veces se piensa que es un levantamien-

to armado. Entonces, te pido aclarar qué es

ese 'levantamiento'.

M¡nroN S¡Nrl:No, el levantamiento en aquel entonces era

pacífico, con la demanda de derechos. Era,

primero, paralizar la nación, y apoderarse

de las ciudades importantes, como la capi-

tal, y también en las regiones. O sea que en

la Costa y en la Sierra se paraba toda activi-

dad, y así se hizo. Entonces, a partir de ese

momento, el poder económico, o el poder

que gobernaba hasta ahí, se da cuenta de que

el movimiento indígena, o los pueblos y na-

cionalidades, ahora tienen más fuerza, así

que no ocurrió lo que ocurría antes con los'levantamientos', sino que ocurrió un pro-

ceso de diálogo...

C¡r,ros ANroNro Acunnn RoJ¡s:

Ya no pudieron volver a reprimirlos.

M¡,Rrou S¿Nrr:

No pudieron volver a reprimir, porque esta

lc a*s t¡;irad,s,ie {-)!ís 'fffi? h o¡¡.* r¡irada ¡}t {)lí*

l.ontrahistoriaS,v___tr_s

vez había una unidad de las regiones, una

unidad nacional. Porque si hubieran salido

solo los compañeros de la Sierra, o los de la

Amazonía, si hubiera habido represión. En-

tonces, se reclama al gobierno, bajo ese le-

vantamiento de 1990, la recuperación de tie-

rras, y se plantea que queremos revitalizar

nu€stra cultura, y también la recuperación

de la libertad. Pero para esto, tenía que ha-

ber artículos dentro de la Constitución, que

lo que pedíamos estuviese escrito e incluidoen ella, así que para cambiar la Constitu-

ción que existía, tenía que existir antes una

Asamblea Constituyente, y se pide que se

haga una fuamblea Constituyente en el le-

vantamiento del noventa.

Pero sucede, en paralelo a esto, que

el gobierno, intencionalmente, no nos da

todas las tierras ancestrales, y sólo entrega

tierras en algunas provincias, lo que genera

nuevamente que el movimiento indígena no

esté satisfecho en su proPuesta o demanda,

y en el noventa y dos se hace una Marcha

histórica, que empieza en la Amazonía, en

la provincia de Pastaza, una Marcha históri-ca que tenía como su slogan "¡Por la vida ypor la tierra, levantémonosl" ("¡Allpamana-

da Causaimenta Jatarishun!"), y que venía

recogiendo todas las necesidades y reclamos

de la región amazónica, y de la Costa, y de

la Sierra. Y en esa Marcha los indígenas se

apoderaron de la ciudad de Quito, asl que

fue un evento importante, porque las nacio-

nalidades entraban del norte, del sur, del este,

de todas las confluencias entraban, y se apo-

deraron de la ciudad de Quito, y permane-

cieron un mes aquí. El presidente' en ese

tiempo, era de izquierda, pero también di-ríamos que obedecla a ciertos intereses eco-

nómicos. Y entonces él entrega territorios,.,

C¡nros ANroNto Acutnru Ro¡es:

¿Quién era el presidente?

# rmantrra i+#

M¡RroN S¡Ntl:Rodrigo Borja.

C¡nros AuroNro AcurRRE Ro¡as:si.

MenroN S¡Nl:Ese Presidente entrega territorios a la Ama-zonía,y ambién algunos territorios que aúnno habían recuperado en la Sierra y en laCosta. Pero hace una trampa, y pone un ar-tlculo diciendo que los territorios son de lospueblos indígenas, de los pueblos y naciona-lidades indlgenas, pero sólo la superficie, pueslo que está dentro de la tierra es del Esrado,o sea las minas, la minería, el petróleo, losrecursos naturales, eran del Estado, y cuan-do le convenía al Estado tenía que declarar-los de utilidad pública, para hacer los pro-yectos que el gobierno quería implementar.

Cmros ANroNro Acunnr Ro;es:

¿El agua también estaba incluida?

M¡¡.roN S¡Nl:Eran todos los recursos naturales, y estaba

incluida el agua. En el noventa y dos, comono había ninguna Constitución, y como ellegislativo estaba bajo el poder de los demó-cratas neoliberales, las leyes se hacían a favorde ellos. Pero nosorros queríamos leyes quenos garanrizaran el cumplimiento de nues-tras demandas. Así, en 1990 se pide laAsa-m-blea, pero esto sólo se madura en el novenray seis y noventa y siete, y el Ecuador convocaa una Asamblea Constituyente, pero en esa

Asamblea Constituyente de 1998, manejanlas cosas para no incluir todas las demandasde la CONAIE. En esa Asamblea se pide laplurinacionalidad, pero ese reclamo fue des-mantelado, igual que lo fueron las propues-tas de nuestra relación con la Madre Tierra,y con el cosmos. Támbién, nuesrra demandadel 'Buen Vivir' es descartada y en su lugar

se sobrepone el ideal del desarrollo, como unmodelo que supuestamente beneficia a to-dos los ecuatorianos, y la Constitución se hacede acuerdo a ese supuesto modelo de desarro-llo que quería el Ecuador, y que se basa en ex-plotar los recursos naturales del Ecuador.

Pero debo indicar que también algunoscompañeros que estuvieron alll, en esaAsam-blea, compañeros del movimiento Pa-chakutik, influyen en ella y lograron que losderechos colectivos de los pueblos indlge-nas se incluyan en la Constitución. O sea

que hay algunos artículos que nos favore-cen, pero no en su totalidad, porque siem-pre existe alguna trampa, que se hará me-diante alguna ley secundaria que el legislati-vo emite, y por eso se han quedado limita-dos esos arrículos.

C¡ru-os ANroNro Acurnnr Ro;es:

¿Cuándo es que nació el Parddo Pachakutikdentro de la CONAIE?

MRRToN SeNrr:

En los años noventa. Por el noventa y dos,ya se hablaba de un movimiento polltico...

C¡r.ros ANroNro Acutnnr Ro¡es:

¿Un brazo político de la CONAIE?

ManroN S¡Nl:Si, un brazo político, pero esra idea sólomadura después de unos tres años, ya sim-plemente como Pachakutik, o como el bra-zo político de la CONAIE.

C¡lros ANroNlo AcurnnE Ro¡e.s:

Y estos cambios, como rú dices trucados, dela Constitución de 1998, ¿tenían que ver conel levantamiento de noventa v siete?

M¡nroN S¡Nl:Si, tenían que ver con ese levantamientode 1997.

la etft rnirada de"t "fffi j" ía otw ¡ni?adt ir {.1ío

l-ontrahistoriaC.v-J

C¡nros ANroNro Acurml Ro¡es:

¿Y también tenían que ver con la caída de

Abdalá Bucaram?

M¡r,roN S¡Nrr:No, la caída de Abdalá obedece a otros in-tereses.

C¡-nros ANroNro Acurnnn Ro4s:No es fruto, entonces, del movimiento in-dígena.

M¡nroN SeNrr:

No, no es su fruto. El movimiento indlgenaparricipa en esa caída, y se ve como un eje

motor del levantamiento para la caída de

Abdalá. Porque el movimiento indígena noestaba de acuerdo con la política de AbdaláBucaram. Y ahí ocurre un dato muy peque-ño e importante, y es el de que Abdalá que-ría cooptar al movimiento indígena, d:índolea un ministro indígena o étnico. Pero siem-pre ha estado en nosotros que el movimien-to indígena no se puede vincular a la políti-ca del gobierno, porque abandonaría sus

principios éticos, los principios de la orga-nización, y los principios por los que hemoshecho esta organización.

C¡.nros ANroNro Acurnnr Ro¡es:

Pero entonces, ¿cómo aceptaron que el Pa-

chakutik estuviera dentro de la CONAIE?Si el Pachakutik va en la lógica de participardentro del Estado, mientras que la lógica delmovimiento social es si no la antípoda, porlo menos una lógica muy distinta de la lógi-ca estatal. ¿No lo ves así?

M¡nroN S¡Nrr:Mira, el nacimiento del Pachakutik obedeceoriginalmente a la participación de las na-cionalidades indlgenas en las esferas del Es-tado, como mecanismo para llevar adelanteesas propuestas de las nacionalidades. Pero

en el camino, Pachakutik riene sus tropie-zos, por las alianzas que hace. Pero el Pa-

chakutik se creó para defender, o para arti-cular, leyes secundarias en el legislativo, que

beneficien a los movimientos, y al movi-miento indígena también, desde luego.

C¡r.ros ANroNro Acunru Ro¡es:

Y luego se va pervirtiendo, entonces.

MeRroN S¡,Nrr:

Luego, ese objetivo se va perdiendo, yvan a

aliarse para otros objetivos, con otros prin-cipios de oüos partidos, por lo que al finalPachakutik ha sido cuestionado bastante.Hubo allí procesos de separación, porque en

un cierto punto sus acciones ya obedecen a

otra lógica de pensamiento, y ellos se sepa-

ran del movimiento indígena, hasta el pun-to de que un movimiento polltico que sóloera el brazo político, dice'somos autónomos'y nosotros solos vamos a definir el destinodel movimiento político, como Pachakutik.Hasta eso hemos llegado. Pero más recien-temente, ha habido procesos, nuevamente,para sanear al Pachakutik.

Canros ANroNro Acurnru Ro;as:Pero, ¿ustedes lo siguen considerando enron-ces como parte de la CONAIE? ¿Si creen

que puede ser regenerado?

MenroN S¡Nrr:Sí, porque la nueva administración, el nue-vo liderazgo de la CONAIE, ha dicho quetodas las instituciones indlgenas que han sidocreadas hasta ahora, tienen que obedecer alpensamiento ya los objetivos de la CONAIE,y que Pachakutik tiene que esrar inmerso enla polltica de la CONAIE. Si no, simplemen-te es un movimiento político que se ha for-mado para generar fracturas dentro de la or-ganización. Entonces ahora, he dicho conm:ís obligación, con más seriedad, que ellos

osuHI'12h nrr,t ,,ti,,dt 4e {¡,o '[ 102 l" /,' o¡.n ,nt,,uh ¿.!, C!¡t

ffi -"nnr*ufi*ffi

tienen que ir bajo la directriz de la CONAIE.Por eso es que no estoy de acuerdo con alian-zas o con cogobiernos, como los que se hi-cieron en tiempo de Lucio Gutiérrez.

Cnnros ANrouro Acunnn Ro¡es:

Bueno, si quieres retomamos el hilo que lle-vábamos. Estábamos en 1998. Y quisierasaber ¿cómo participa la CONAIE en la caí-

da de Jamil Mahuad?

MerloN SeNrr:

La CONAIE ha tenido como uno de sus

propósitos, el de Ia defensa de la soberanía

de la nación ecuatoriana. Yo he estado leyen-

do algunos archivos, y he visto que ha sidoun movimiento que defendía la soberanía de

la nación, así que cuando Jamil Mahuad hace

la leyTiole uno y la leyThole dos, empieza a

generar nuevamente un estilo de economíabasado e implementado en la economía glo-balizada. Y empieza Iaprivatización de áreas

estratégicas de la sociedad ecuatoriana, porejemplo del petróleo, de los recursos hídri-cos, de las telecomunicaciones, un montónde privatizaciones, y hasta la privatización de

los bancos, etc. Porque había el concepto de

que la privatización era el medio de llegar a

la modernización, y que nosotros, el Estado

ecuatoriano, tenía que incluirse o estar in-merso en esta polltica nueva.

Y empieza a privatizar también un subsi-

dio, que era el del gas. Nosotros somos ex-

portadores de petróleo y teníamos el subsi-

dio al gas. Entonces la privatización del gas

generó una especulación inmensa en el cos-

to del gas. Y con todas estas privatizaciones,

Jamil Mahuad empieza a hablar del Tlatadode Libre Comercio, el que en ese entoncesno entendíamos muy bien. Porque tú, en sí,

la comunicación que recibes es la de la pren-sa, y la prensa que existía en ese riempo era

gobiernista, y lo ofertaba como un proceso

de cambio de la economía, al cual nosorros

'teníamos' que convertirnos, dentro de unaeconomía de mercado en la que nos asocia-

ríamos con una potencia mundial, desde una

economía abiera. Así que muchos de los sec-

tores lo veían como la salvación del Ecuador.

Canros ANroNro Acurnru Ro¡ns:

Sf, fue Ia misma propaganda que se nos ven-

dió en México, para obligarnos e incorpo-rarnos forzadamente al Thatado de LibreComercio con Estados Unidos y Canadá.Loque, más adelante, provocó justamente el

estallido del primero de enero de 1994.

MarloN S¿Nr:Entonces la caída de Jamil Mahuad obedece

a ese TLC que empieza a negociar, y a laprivatización del gas y de los sectores de á¡eas

estratégicas. Obedece también a que él con-gela todo lo que son los depósitos'de los ban-

cos, toda la plata de los ciudadanos ecuato-

rianos es congelada, para ver si se cambiaba

el modelo económico, y fue hasta ahl que

nosotros llegamos.

C¡r.ros ANroNro Acunnr Ro¡es:

Y también su calda fue a causa de la dolarización, ¿no?

M¡¡:-oN S¡Nrr:Si, la dolarización, para cambiar la econo-

mía, para cambiar de la moneda de los Su-

cres a los dólares, se hizo no sé qué. Pienso

que Mahuad era economista, pero debe ser

un economista fracasado, hasta el momento.

C¡¡.ros ANroNro Acurmr Ro¡es:

O sea que sus polfticas eran el neoliberalis-

mo extremo.

M¡nroN SANrr:

Extremo, realmente el neoliberalismo más

extremo, porque ya estaban los papeles ydocumentos que él sólo tenía que firmar, y

la atrs rnirctho" or" "fiü, jn l¿ nna mtr$d¿ dt clie

entonces entraban acá todos los proyectospolíticos y económicos que desde la Presi-

dencia él ya venía implementando. Pero enese momento se topó con el movimiento in-dígena, como un primer actor, porque ya este

último tenía mucha más potencia, o sea, elmovimiento indígena podía lanzar una con-vocatoria que en ese tiempo ya surtía efectoa nivel de todo el país, en la Sierra, en laCosta y en la Amazonla, wa convocatoriap^rap^ran todo el país.

Entonces ocurre que el movimiento indí-gena veía los efectos negativos de todas estas

políticas, porque las áreas esrratégicas y losrecursos naturales están en territorios indí-genas. Los yacimientos de aguas dulces másimportantes del país, esrán en rerritorios in-dígenas, están en los páramos y en las lade-ras de los costados de los Andes, o en la Cos-ta, que son territorios indlgenas. El petróleoestá en territorio indígena, Ia minería tam-bién está en territorio indígena, o sea, todolo que se llame biodiversidad está en los te-rritorios indígenas, y los megaproyectos queiba a implementarJamil Mahuad con la pri-vatízación, iban a afectar en un ochenta porciento a los territorios indígenas. Y estos te-rritorios indígenas, por segunda ocasión, íba-mos a entrar a la esclavirud. Y eso se veía, yaestaba hecho. Enronces el movimiento indí-gena tenía que defender también el derechode su pueblo y el derecho del país, la sobera-nía del país. Así que nos levantamos. Yo enese tiempo era apenas estudiante.

Cnnros ANtoNro Acurnru Roles:Pero mi siguiente pregunra es, que cuandologran tirar a Jamil Mahuad, ¿por qué noconsdtuyen un gobierno, qrizá no indíge-na, pero sí un gobierno más acorde a los pro-yectos y a las propuestas de la CONAIE?

MARLoN SANTI:

Ya, pues yo creo que hubo una falla en la

!,t ot*¡ ni¡ada de Clíc "üJ'Í" ltt at* wínttJ¿ de {llío

salida de ese levantamiento. Por eso es quemuchos analistas consideran que si bien elmovimiento indígena ha hecho cosas impor-tantes, y es un movimiento importante, queha querido cambios en el país, sin embargoha dejado que los mismos personajes camu-flados, permanezcan siempre en el poder.

C¡lros ANrouro AcurRRE Ro¡as:

Pero esto ya por tres veces sucesivas, ¿no?

MRRToN S¡Nrr:Si, por tres veces, y esa es la crítica que nos

hacen. Claro, en aquel entonces el movimien-to indígena quizá no estaba en la capacidad

de negociar para definir la dirección del país

¿no? Y ocurre lo que ocurre, que los que sí

eran capaces querían copar de nuevo el po-der, y es así que entró el Vicepresidente, pues

constitucional y legalmente le correspondíaa é1. Pero como los proyectos son comparti-dos, entonces el Vicepresidente, el mandata-rio que suple a Jamil Mahuad sigue con lamisma política. Pero ojo, llamo la atenciónde que ahí mismo se dijo que la continuidadde esos proyectos, podría nuevamente llevara generar un nuevo levantamiento, y botarnuevamente al Presidente. O sea que desde

ahí han estado un poco más moderados, yasí el Vicepresidente que sucedió a Mahuadno implementó esa política tan agresiva que

el había desarrollado frente a la privatización.

C¡nros ANroNro Acurnnr Ro¡as:

Así que han tenido que ir más despacio.

MaRroN S¡Nrr:Más despacio.

Cnnros ANroNro Acurnru Ro¡es:

Más limitadamenre.

M¡.RroN S¡Nrr:Más limitadamente.

ffi mmom*rre ffi

C¡.nros ANrouro Acurnnr RoJes:

Pero antes mencionaste que, en ese año de

2000, el movimiento indígena o la CONAIE,no tenía todavía la posibilidad de ejercer o

de proponer un liderazgo global, y desde allí,

un nuevo proyecto de país. ¿Ya la tiene ahora?

MARLoN SANTI:

Ahora ya la hay.

C¡ruos ANroNro AcurRr.n Ro;,r.s:

¿Ya existe esa posibilidad? Si ustedes pudie-ran volver a hacer otro levantamiento, diga-

mos siendo optimistas, y suponiendo que el

dla de mañana colapsara el gobierno de Ra-

fael Correa, ¿ustedes creen que podrían pro-poner ya un proyecto alternativo diferente?

M¡nroN S¡.Nrr:

Ya, ahora sí. La CONAIE ha madurado bas-

tante, y hay propuestas que no son propues-

tas hegemónicas de un gobierno centralista,

sino una propuesta que nace desde el bagaje

o bestia de carga, desde el sudor, desde don-de se jala la lampa o azada y el machete, des-

de esos espacios que no tenían expectativas

de poder respecto de los lugares en donde

antes se han generado las propuestas de país.

Pero el solo hecho de que nosotros conside-

ramos que lo que debe ser el Estado ecuato-

riano, es un nuevo Estado plurinacional, hace

que la CONAIE no plantee su proyecto sólo

para el movimiento indígena, sino que plan-tee una propuesta de nación completa.

Pues hemos visto que la constitución real

de la estructura estatal actual, marginó a to-dos los sectores sociales, y por eso es que hay

esta diversa gama de calificar y dar concep-

tos: derecha, izquierda, centro, centrodere-cha, diablo, ángel, etc. Porque la estructura

del actual Estado, es una estructura que obe-

dece sólo a ciertos intereses económicos,mientras que la CONAIE, desde el derroca-miento de los varios gobiernos, ha pedido

que tenemos que integrarnos en la diversi-dad. Y sobre este punto es claro que hay una

preocupación grande. ¿Por qué vamos a in-tegrar al movimiento indígena al modelo

nuestro? Así diplomáticos, presidentes, fun-cionarios, han dado sus conceptos al movi-

miento indígena, pero cuando no estamos

de acuerdo, cuando chocamos con el interés

de ellos, ¿qué dicen? Ahora dicen que porculpa del movimiento indígena, el Ecuador

no va a desarrollarse, o que por el movimien-

to indígena, la economía de Ecuador va a irde picada. O que como el movimiento indí-gena ha corrido a la OXY del país, entonces

vamos a enfrentar una demanda multimillo-naria de una institución internacional, que

va a sancionar al Ecuador. ¿Por qué? Simple-

mente porque el movimiento indígena quiere

defender los espacios de vida, y esos espacios

de vida han estado ahí gracias a nosotros. Pero

Ios gobiernos que ha habido, simplemente

lo ven con visión de economía, y dicen que

esos espacios donde se pueden generar di-versas connotaciones de la vida, sólo son un

negocio. Y contra ese modelo, está el movi-

miento indígena. Y claro, como los recursos

están ahora en territorios indlgenas, enton-

ces sí somos un estorbo nuevamente.

C¡nros ANrowIo Acunnn Ro¡es:

Claro. Quisiera plantear otra pregunta en

este sentido, que creo que es importante.

Estoy pensando en el caso mexicano y en la

importante iniciativa del movimienrc de La

Otra Campaña. Entiendo que la CONAIEestá proponiendo y tiene ya un proyecto para

crear un país distinto, un país incluyente, que

abarque a todos los sectores sociales. Pero les

preguntaría ¿es un proyecto también antica-

pitalista? Y si lo es, ¿cómo concebirían esto?

M¡nroN SeNrI:Mira, el proyecto del movimiento indígena

es social, humanista, muy humano, recípro-

t: otv,z rniza¿l¿ deth 'fil; i" !,2 prrc ntint¡i¡,ir {llit¡

co, convivencial. El fracaso ya está dado aquí.El proyecto capitalista, el proyecto impuer_to es un fracaso hoy en todos los países deLatinoamérica. La CONAIE, como movi-miento indígena, defiende intereses huma_nos, y no defiende los intereses de cuatro ocinco inversores, o de las transnacionales queestán en el Ecuador. Yo sólo digo una cosa:cuarenta años de la economía del Ecuadorse han basado en una economía de explota-ción del petróleo, y durante cuarenta añoslos pueblos indígenas hemos visto cómo seroban el petróleo. Y en esos cuarenta años-de explotación del petróleo en la región nortede la Amazonía, esta región es la más pobredel país, una región sin servicios ,oli"l.r,durante tantos aios de varios gobiernos, ade-más de que es una región que va a quedar,ambiental, humana y vivencialmente, comoun espacio no vivible.

En cambio nosotros generamos una pro-puesta de vida, y es una propuesra anriim-perialista, anticapitalista, antimonopolio delpoder. Es una propuesra de nueva sociedad,una propuesta humana, vivencial, de respe_to del hombre hacia el hombre y tambié.,hacia la Madre Tierra.

C¡nros ANroNro Acunru Ro¡es:Muy bien. ¿Quieres que reromemos la his_toria de la CONAIE, o pasamos ya a la si-tuación actual?

ManroN S¡Nrr:Como tu veas, bien.

C¡nros ANrouro Acunnr Rops:Sigamos enronces con la historia de la CO-NAIE. Después de lo deJamil Mahuad, vie-ne otra vez una suerte de restauración con elgobierno de Noboa. y luego la llegada alpoder de Lucio Gutiérrez, yla participación,precisamente, de la CONAIE en varios Mi_nisterios. ¿Cómo ustedes evalúan eso aho-

la otr¿t ffiiradtz de Clíe 'fffi'j" lu o*a rníwrj¿ dr {)lis

ContrahistoriaQY-J

ra?, ¿han hecho una autocrítica respecto deesta parricipación? ¿Piensan que estuvo bienparticipar, según la coyuntura de ese mo_mento? Y sobre todo, ¿qué piensan respecrodel futuro?, ¿creen que valió la pena esto, ocreen que no valió la pena?

M¡nrox S¡Nrr:Como experiencia, valió la pena. Nosorrosnos hemos autocriticado, y hemos manda-do a algunos adonde tenían que estar desde

-antes, o sea, los dirigentes o los líderes quehicieron ese pacto, en aquel ento.rce., h"r,sido incluso hasta sancionados y castigadospor el movimiento indígena. pero nos sirvemucho eso como experiencia. y tengo quedejar una cosa en claro, y es que más allá deI.'

'

pacto que hicieron esos dirigentes, yo encambio fui perseguido por Lucio Gutiérrez,como líder, siendo joven y todavía mucha-cho. Y de diecisiete boletas de prisión u ór-denes de aprehensión en mi conrra, ni unasola surrió efecro, porque yo tuve que aden-trarme y esconderme en la selva.

En cambio, los compañeros que hicieronjustamente alianzas y pacros con el gobier-no de Lucio Gutiérrez, renunciaron al pro-yecto polltico de la CONAIE, y no impu-sieron la agenda del movimiento indígena,sino que aceptaron estar dentro de la agen-da del gobierno, y estuvieron sometidos altiempo que el gobierno los quiso tener ahí,porque cuando ya no los quiso, simplemen-te les dijo 'Gracias, fuera de aquí'. y eso sí es

una experiencia grande de la CONAIE. por-que Lucio Gutiérrez, después de romper sualianza con el movimiento indígena, llegOincluso a ser anriindigenista. Entonces, .l q.reera el Presidente de la CONAIE en ese tiem-po fue perseguido, y aquí en la puerta deeste edificio en donde ahora estamos fuebalaceado, aunque por suerre no hubo nin-gún muerto. A parrir de un trabajo de inte_ligencia militar, Lucio Gutiérrez rompió la

F'

ffi! meror+birla ¿ffi.]

unidad del movimiento indígena a nivelnacional, a nivel provincial, a nivel regional

y en las comunidades.

Cenros ANroNro Acurnru Ro¡as:

O sea que desarticuló al movimiento de la

CONAIE.

M¡nroN SRr.¡tr:

Desarticuló al movimiento indígena. Así que

me ha tocado y nos ha tocado durante mu-chos años, trabajar nuevamente para recons-

truir la unidad de la CONAIE, volver a unirlaen una sola voz. Pues la presencia de un lídermáximo de Ia Amazonía, durante el gobier-no de Lucio Gutiérrez, provocó que muchos

de los intereses de los pueblos y nacionalida-

des indígenas amazónicos pasaran a un quin-to plano y que no hubiese una clara agenda

del movimiento indígena. Fue un momentoo espacio de desarticulación, y se veía en loque entonces decía Lucio y en lo que decía

su ministro de defensa, cuando tenían unaagresividad tremenda hacia el movimientoindígena, apoyados en el clientelismo con el

que en esos tiempos contaban.Me acuerdo que en ese tiempo en laAma-

zonia, en la CONFENIAE (Confederación

de Nacionalidades Indígenas de la Amazo-nía Ecuatoriana), llegaban con unos horren-dos camiones de regalo, y yo me moría de

rabia, porque no podla acercarme, puesto

que estaba siendo perseguido. Y ahí decían a

la gente: 'Nosotros aquí estamos dandoesto...' (como si le dieran regalos a los ni-ños), '...porque pensamos que el proyectode ampliación de la frontera de los mega-

proyectos de la explotación minera y petro-lera es el camino para un cambio, y espera-

mos el apoyo de ustedes'. Yo he tenido algu-nos enfrentamientos con Lucio, ysoysu ene-

migo político, y lo he dicho públicamente.Así es como nació nuevamente la unidad

en IaAmazonía, pues mientras acá en Quito

había el pacto de Lucio con ciertos líderes

regionales y nacionales, en la Amazonía ha-

bía una resistencia focalizada en un punto,en donde la figura de Lucio Gutiérrez esta-

ba siendo desprestigiada a nivel nacional y anivel internacional, por su violación de los

derechos humanos en los territorios indíge-nas. En ese tiempo yo decía una cosa, que si

los hermanos que están en la elite, compar-

tiendo con Lucio en Buffets diplomáticos,mientras acá los hermanos estamos siendo

perseguidos, entonces no pttede existir bajo

esa lógica la CONAIE, y que en ese caso era

mejor que se desbarate la CONAIE, y que

se conforme una nueva organización como

la que era la CONAIE en los años noventa.

Y esas declaraciones mías provocaron mu-chas reflexiones, e hicieron que sonaran

mucho nuestras luchas, por ejemplo en Sa-

rayacu en la provincia de Pastaza, esto sonó

mucho. Tenlamos una demanda legal con-

tra el Estado ecuatoriano, por la violaciónde derechos humanos, en la Corte Interame-ricana, y eso generó muchas expectativas ysirvió nuevamente para aglutinar a la gente.

Y en la Asamblea, los que habían ido a

ser Ministros y Viceministros, fueron muysancionados. Entonces eso nos sirvió como

experiencia, y como un punto de partidaparala reflexión. Por eso, cuando yo llegué

como Presidente de la CONAIE, decidí que

con ningún gobierno voy a hacer cogobier-no, ni tampoco alianzas, porque si no ellos

nos van a imponer la agenda de ellos, y nos

tendrán el tiempo que ellos quieran, mante-niéndonos tranquilos con que ahora sí, queahora no, que ya mismo. No. Aqul vamos aplantear un proceso reivindicativo de nues-

tra agenda,y alevantar los pilares fundamen-tales de Io que fue antes la CONAIE, para

implementar un impacto o incidencia na-

cional. Y aquí vamos a hablar de tú a tú, es

decir, del Gobierno de la República al Go-bierno de los Pueblos y Nacionalidades in-

!¿ *tt-a nirwd¡t l" {,//" "'fi;; í" ht ot¡¿ *¡irad,,r de {-lía

fontrahistoriaC.v-----tr-J

dígenas. Y yo les diré, "No me ponga, señorPresidente, a uno de sus voceros que me ven-ga a visitar. Si te visito yo, te visito yo comorepresentante, o vienes directamente tú,como Presidente de la República, y ahí ha-blamos, ba.io una agenda. Si no es así, no". Yes así como ahora está nuestra posición.

C¡nros ANroNro Acunn¡ Ro¡as: Está muyclaro. Y desde esta perspectiva enronces, aun-que queda ya un poco esbozado, ¿cuál es

entonces su evaluación de lo que representa

el gobierno de Rafael Correa? ¿Qué es lo quecreen ustedes, creen que hubo realmente uncambio importante, al pasar del gobierno detransición interino posterior a la caída deLucio, al gobierno de Correa? Y ¿cuiil es lapostura de ustedes frente a este gobierno?

M¡¡.roN S¡Nrl:Mira, hay algunas cosas en las que, por ejem-plo, Correa sí ha golpeado al sistema econó-mico, como en la nacionalízación de áreas

estratégicas, algo que sonó muy fuerte al ini-cio de su presidencia. Y nosotros tambiénapostábamos a que esto iba a ser efectivo,pues lo primero que hizo fue una ley de re-generación económica hacia el país, en la quelas trasnacionales, que invertían sus recur-sos y se estaban llevando el ochenta por cien-to de las ganancias, cambiaran para que sólose llevaran cincuenta por ciento de esas ga-nancias, o sea sólo la mitad, y la otra mitadse quedara para el Esrado ecuaroriano.

Pero ocurre que con el pasar del tiempo,a un año de su gobierno, y aunque empezóimpulsando un proyecro pollrico que fueaceptado por todos los sectores, las cosas

cambiaron, y algo está pasando ahora. No sé

si será la intención de él mismo, o serán losque están coordinando, o asesorándolo, o losMinistros, Pero lo que es claro es que ahorayanohablande la nacionalizacrón, sino de laimplementación de proyecros para tener di-

nero, así que últimamente, en estos últimosmeses, está perdiendo su credibilidad Rafael

Correa. ¿Por qué? Porque no se ha cumplidola promesa de é1, pues todas las trasnaciona-les siguen haciendo lo mismo, y el ochentapor ciento de sus ganancias se está yendo asu capital de inversión, y sólo el veinte porciento se está quedando en Ecuador.

Hayproyectos mineros que especulan conmillones y millones de dólares, con divisas

generadas en el Ecuador, pero que en reali-dad son contratos que ni siquiera tienen vee-

duría o supervisión del ciudadano, no hayahí participación social en la toma de decisiones. Ciertas áreas estratégicas, como las

telecomunicaciones, esrán siendo entregadas

a empresas muy grandes, como las de Portao Movistar, y el mes pasado hicieron este

negocio con el Señor SIim, de la empresa

Porta, que es por cierto mexicano. Las áreas

estratégicas de la energía están siendo nue-vamente privatizadas, y hay una empresa ja-ponesa que está con ese negocio. Thmbiénestán hablando del proyecto de una integra-ción latinoamericana, en el que ya están

construyendo un puerto en Manta, y van ahacer el eje vial transversal Manra - Manaos,en el cual muchos pueblos vamos a ser afec-tados. Y ahora ya no hablan del Tiatado deLibre Comercio con Norteamérica, sino conla Unión Europea.

O sea que hasta los primeros ocho meses,

el proyecto político de Rafael Correa gene-ró una expectativa muy grande de cambiosocial, de cambios en Latinoamérica, de ungobierno socialista, o de un gobierno de co-munidad, o de un gobierno que represenra-ba lo que nosotros habíamos planteado. Pero

desde ese momento paraacá,ya no. Hoy meparece que están haciendo un convenio conVenezuela, para privatizar Petroecuado¡ yalgunas concesiones petroleras que están enexploración van a ser privatizadas. Los pue-blos Thgaeri yTaromenane, que son pueblos

!¿ ornt mir¿da ,lc clit¡ 'fffi'j" Lt a¡ra rnir¡¿ia tlt cJk:

ffi7*m*mam*rttt* jfr

libres, viven en una zona intangible, y esa

zona está siendo entregada a Petrobras, a los

chinos, a la empresa Techint, y a un mon-tón de empresas en el sur de la Sierra, a laAscendant Cooper Corporation de Canadá,y a un montón de trasnacionales mineras que

están en territorios indlgenas.

Mientras tanto, a la gente la han crimina-lizado, la han metido alacárcel, o sea que noha habido una intervención del gobierno, nisiquiera para defender el derecho a vivir en

estos espacios, en donde están las mineras ylas petroleras. Al contrario, hay una perse-

cución de los líderes que están en contra delproyecto, haylíderes encarcelados, como unaseñora Prefecta de Oreliana que está en Iacárcel, o cuarenta compañeros que querían

que se socialice la información de cual era la

actividad minera, están hoy en la cárcel en laregión de Cuenca. O sea que ahora nadie

puede protestat porque hay una ley que han

expedido, y en la Asamblea Constituyentelos artículos que conciernen al colectivo ecua-

toriano no están siendo tomados en cuenta.La propuesta de la CONAIE, sobre el

tema de la plurinacionalidad, acaban de dis-cutirlo el día de ayer, y decidieron no po-nerlo como un Estado plurinacional, sinoque la plurinacionalidad va a estar como en

un segundo nivel de la composición social,

y no como una composición del Estado. Laconsulta previa e informada, que consta en

los tatados y Convenios Internacionales, yen la Declaración de las Naciones Unidas,ha sido muy criticada por el Presidente de laRepública, Rafael Correa. El ha dicho quelos movimientos indígenas son sólo el dos

por ciento, y sólo tres dirigentes que sonparecidos a los pelucones de Guayaquil, ytambién que si no se va a generar ningunacosa en la economía, que el movimiento in-dígena va a ser el culpable de todo este caos.

Por todo esto, en la actualidad, yo he rotocon el Presidente Correa los espacios de con-

versatorio y de diálogo. Si él quiere aceptar

la agenda de nosotros, si acepta nuestra agen-

da, nos sentaremos a dialogar. Si no, pues

estamos preparados para seguir la larga his-toria y el largo camino de la resistencia de

Ios pueblos y nacionalidades indígenas. Es-

tos últimos me han dado un mandato, y des-

de ese mandato hemos pensado en un levan-

tamiento. Pero tampoco queremos darle alas

ahora a la derecha, que está queriendo con-

fluir con nosotros, aunque hay un montónde expectativas que Correa ha generado, para

luego generar también mucha desconfianza,

y no sólo del movimiento indígena, pues se

ha ido en contra de la migración y les ha in-sultado a los compañeros migrantes.

Bueno, no estoy seguro, y quizá la inicia-tiva con la que Correa empezó su gobierno,con la fuerza de los primeros meses de su

gobierno, era el proyecto que tenía é1, pero

los que ahora están decidiendo son quizá sus

Asesores, que están del lado de los poderes

económicos, o talvez ahora deciden los que

en su campaña hicieron negocios, para man-

tener el dominio de esos poderes económi-cos del Ecuador. Y nosotros hemos dicho,yo le he dicho en un diálogo: 'Señor Presi-

dente, pensamos que tú tienes un buen tra-yecto, pero hay ahora algunos entorpeci-mientos, los que el movimiento indígena ylos sectores sociales, vemos con mucha pre-ocupación. Si estás siguiendo la opinión de

tus Asesores en ese nivel, entonces tú estás

siendo meddo en una trampa de la derecha,

del poder económico, y quisiéramos en cam-

bio que tú seas el eje principal que llame al

colectivo de los ecuatorianos, así como Iohacen nuestros pueblos cuando algo va mal,

que llaman a sus representantes, a sus sabios,

y piden por favor que les digan cuál es lameta hacia la cual hay que dirigirse'.

Yo le he pedido dos veces que llame a to-dos los sectores sociales que quieren el cam-bio en el Ecuador, pero no ha hecho caso

!,t stu t¡tit¿tJt¿r- ,rrr, 'fiüé?' lt *tr¿ wi*tda de {,/ía

fontrahistoriaC.v______tr_J

ya. Entonces hasta hoy no hay ya ningúnproceso de diálogo con Ia CONAIE. Así que

nosotros mismos, los indígenas, estamos

hablando y reuniéndonos enAsambleas Per-

manentes con las bases. Y en cualquier pe-

queño rato, quizá sl puede haber un nuevo

levantamiento indígena.

C¡r,ros A¡¡toNro Acurnr,r Roj.rs:

Sólo para cerrar este punto, aunque ya es muyclaro a partir de tu respuesta. Desde esta luz,

el proyecto del llamado Socialismo del siglo

)O(I, creo que aparece más bien como pura

retórica, y además un poco vacía ¿no?

M¡nroN S¡Nrr:Si, es retórica vacía.

Carlos ANroNro Acurnr.r Ro¡as:

Claro.

M¡nroN S¡Nr:Y aquí lo llaman 'Revolución ciudadana'.

C¡nros ANroNro AcunnE Ro¡as:

Ah, ni siquiera se llama acá Socialismo delsiglo )Cü.

M¡nroN S¡Nrr:Revolución Ciudadana se llama. A nivel de

Latinoamérica quizá Correa lo llama el So-

cialismo del siglo )C(I, pero lo que él prego-

na no es real. Te sugeriría que para compro-bar esto entrevistaras a algún Profesor o pe-

riodista, alguien de la de izquierda. Noso-tros Io que vemos es que Correa no ha cam-biado nada. Al inicio tuvo su auge, pero aho-ra defiende ya otros intereses. Y la gente está

a punto de explotar, pues hay una cuestiónbien grave a nivel de la canasta familiar bási-ca, aunque sabemos que este es un proble-ma mundial. Aquí, por ejemplo, el petróleocrudo creo que está a 139 dólares, o 135, óalgo por ahí, o sea muy alto, y nosotros nos

preguntamos si no hay ninguna iniciativadesde el gobierno, para generar con esos re-

cursos una economla de mayor autosuficien-

cia, hacia los sectores productivos agrícolas

y hacia los campesinos.

En esta oficina, pasa a veces gente que

piensa y cree que nosotros somos o deberla-

mos ser los que vamos a salvar al Ecuador, ymuchos periodistas me han preguntado, Aver ¿qué pasó con el movimiento indígena?

¿Por qué se callan frente a tantos atropellos?'.

Y yo les he dicho que no es el movimientoindígena el que ahora tiene que retomar solo

la lucha, sino que son ustedes también, pues

el movimiento indlgena ha hecho ya algu-

nos procesos de cambio. Y no es porque este

movimiento esté débil, sino que ahora esta-

mos viendo cómo reaccionan los otros sec-

tores sociales, porque Correa está dando laimagen de que el movimiento indígena y la

izquierda del país van a desestabilizar aI

Ecuador, y no podemos caer en el juego de

esa mala imagen en el mundo, nosotros.

Todavía hay tiempo, así que ojalá Rafael

Correa recapacite.

Cnnros ANroNro Acurnru, Ro¡e.s:

Ojalá.

M¡nrou S¡Nrr:si.

Cnnros ANroNro Acunnr RoJ¡.s:

Bueno, te diré que sobre este punto yo soy

pesimista, y no creo que eso ocurra, pero

veremos. Para terminar, quizá una o dos úl-timas preguntas. Es muy interesante la fuer-za qtre alcanzó el movimiento indlgena, yen especial la CONAIE, aquí en Ecuado¡ ycuando uno lo ve desde México, se pregun-

ta ¿qué conexiones tienen, y cómo evalúan

ustedes, por ejemplo, los avances y la situa-

ción del movimiento indígena en Bolivia?

¿O por ejemplo el movimiento indígena de

!¿ atr¿ mir,tátt d"r {-llt¡ 'fffi'í" la ¿rr¿ rnirad¿ ¿le C!!o

ffi m*moraaira ffi

Colombia, que es mucho más pequeñocuantitativamente, pero que es importantepolíticamente, el movimiento de la regióndel Cauca? ¿O también el movimiento in-dígena Mapuche de Chile? No sé si uste-

des tienen contactos con el movimientoindígena de Perú, pero ¿cómo ven todoesto? Y después, por último, me gustaría

preguntar también, ¿cuál es su postura osu idea respecto del movimiento neozapa-

tista en México?

MARLoN SANTI:

Verás, a nivel de Latinoamérica tenemos una

alianza,los pueblos indígenas de los Andes

están en la CAOI, la Coordinadora Andinade Organizaciones Indígenas, y en la COI-CA que es la Coordinadora de Organizacio-nes Indlgenas de la Cuenca Amazónica. So-

bre la propuesta de reformas que se está dan-

do en Bolivia, pensamos que son avanzadas,

que son progresistas, y yo diría que Evo

Morales, y no porque él sea un indígena, el

sí es el que hace Ia revolución del siglo )O0,o el Socialismo del siglo )C(I, si cabe llamar-lo así. Pues Evo ha cambiado bastantes co-

sas, y la reforma agraría está muy avanzada

ahí en Bolivia, o la nacionalización de las

áreas estratégicas está también avanzada, ycreo que si el referéndum de Bolivia lo aprue-

ba, si Morales gana el referéndum del sí, en

Bolivia habrá grandes cambios sociales, ynuevamente los pueblos van a ser dueños de

su propio destino, dueños de sus áreas es-

tratégicas. Y aunque la derecha de Santa Cruzquiere minimizar la reformaagraria, ella está

ahí como algo que es magnífico, y que creo

es un avance respecto de todos los países de

Latinoamérica.El caso de Colombia, con algunos com-

pañeros hemos analizado la problemáticaindígena en Colombia, y pensamos que es

algo muy fuera de 1o común, y que con esos

pueblos indígenas colombianos se debe te-

ner un trato especial, desde la hermandad

de todos los países, porque en Colombiaatraviesan por una crisis de una guerra que

se lleva ahí, entre los revolucionarios y los

grupos oficiales que son del gobierno. En-tonces hay un nivel de hechos que un pue-

blo no puede superar, y que hace que sean

muy limitados los proyectos que ellos tie-nen ahora. Aunque a nivel de los artículosde la Constitución, Colombia y Venezue-

la están un poco más adelantados, porqueen esos países si hay una representacióndirecta de los pueblos indígenas en el Se-

nado, así que tienen voz los pueblos para

cualquier cambio.Pienso también que en todos los países

de Latinoamérica, los proyectos que denen

los gobiernos son más cercanos, no al colec-

tivo, sino al individuo. Y cuando te digo al

individuo, estoy hablando de las minorías

de los poderes económicos, que nunca son

muchas en un país, pues son siempre diez, o

catorce, o siete empresas trasnacionales las

que manejan ese poder económico, o son

las pocas personas más ricas de un país.

En cambio, conozco algo del neozapatis-

mo mexicano, pero más por lecturas que he

hecho cuando hicieron La Otra Campaña,

momento en el que me metl más a fondopara conocer cómo era este movimiento.Algunas de las causas que g€neran este mo-vimiento son las del abandono desde el go-

bierno central. En sí no conozco la historiade los neozapatistas, pero creo que luchan

por una transformación que se encamina a

que los grupos sociales, como los grupos in-dígenas, puedan participar realmente en la

vida cotidiana de una República, participa-ción que está coartada en todos los países,

impedida y bloqueada. Y he escuchado ha-

blar del buen gobierno...

C¡nros ANroNro Acurnru Ro¡as:

De las Juntas de Buen Gobierno.

la o*-a p¡irwitt* "r,

"üti ít la silzt ffiirada tb {-lía

l-ontrahistoriaQv

-

J

M¡nroN S¡NII:Sí, de las Juntas de Buen Gobierno, y he es-

cuchado también hablar del mal gobierno,

así que creo que a todos los gobiernos de

Latinoamérica los podemos ubicar en el mal

gobierno. Y he oído de la idea de Ia recipro-cidad, con la que se implementa la vida co-

tidiana de los indígenas, y creo que eso es

lo que se vive en nuestras comunidades, yuno de los reclamos que se hacen. Cuandola Comandante Esther habla en términos de

igualdad, de bondad, eso nos recuerda a la

humanidad, a lo humano que existe entre

tu y yo, a lo humano dentro del colectivo

que habitamos.

Así que veo al neozapatismo mexicano

como un movimiento que puede ser ejem-

plo en Latinoamérica, ejemplo por sus pro-yectos, y por su visión, y por el pensamiento

que denen. Y quizá casi todos los pueblos

indígenas tenemos el mismo pensamiento:

el cunan, el aura, elwashapacha, o seael dem-

po pasado, y también el tiempo futuro, que

es una sola dimensión, y la dualidad entre la

mujer y el hombre, y el hombre en su uni-dad con la madre tierra. Esas cosas están tam-

bién presentes entre los indígenas de Chia-

pas, y te digo esto porque he leído algunas

cosas sobre ellos. Pero sí me gustaría conocer

m¿ís de fondo cómo es su visión, y cu:íl es el

futuro de ellos como movimiento indígena.

Cnnros ANroNro Acurnnl Ro¡es:

Bueno, pues espero que los libros míos que

te dejé, puedan aportarte :alvez algún pe-

queño elemento, o alguna pequeña pista

sobre estos puntos. Muchísimas gracias poresta entrevista. No sé si quieras agregar algo,

algún punto final de la entrevista, o algo que

creas que no te haya preguntado, y que sea

importante que se conozca en México, o en

América Latina. porque nuestra revista se

difunde también un poco en Colombia, en

fugentina y en otros varios países de Améri-ca Latina.

ManroN S¡Nrr:No, creo que está bien asl.

Cnnros Arroulo AcutnRe Ro¡ns:

Pues otra vez, muchas gracias.

MARLoN SANTI:

Gracias a ti.

ffi

la -otr¡¿ txir¿á¿ d,: {llia "fil;'j" l¿ arra ¡nira¿la de ctía

#8Vffiffi%ES

NuEsrn¡ Eorrorulr Contrahlstortas acaba cle publicar el li-bro cle lmmanuel Wallerstein, Historia y Dilemas de losMovimientos Antisistémicos, que reúnevarios ensayos im-portantes sobre este tema funclamental, incluyenclo, entreotros, un largo ensayo hasta hoy inéclito en español, queda precisamente nombre a todo el libro, así como los va-rios textos que hasta hoy ha escrito Immanuel Wallersteinsobre el cligno movimiento neozapatista.

lnvitamos a todos nuestros lectores a leer este inte-resante libro, que pueden encontrar en las librerÍas ha-bituales o con la cada día más extensa red de amigos cleContrahlstorlas.

fur ro¡repo EN Corouun, por las Ediciones Desde Abajo, ellibro cte Carlos Antonio Aguirre Rojas, Manclar Obedecien-do. Las lecciones polítlcas del neozapatismo mexicano, li-bro que fue presentado en mayo pasaclo en la ciudad deCali, y en junio en la ciudacl cle Quito, Ecuador. lnvitamos alos amigos colombianos y ecuatorianos a buscar y a leerésta, que es ya la tercera eclición de esta obra,

l"; oaz¿ *si¡n¡i,¡r" ar,, "fiir?" l,z attzt vxir,zdir de {,/íc

Hn sloo REED¡rADA, por la Editorial Con-trahistorias, la que es ya la décimoter-cera edición del Antimanual del malHistoriador, de Carlos Antonio AguirreRojas. Con esta nueva eclición el libroalcanza ya un tiraje de más cle veintemil ejemplares, clistribuidos en espa-ñol y en portugués en ocho diferentespaÍses. ContrahÍstorÍas se congratulade esta nueva reedición, e invita a to-clos sus lectores a leer esta nueva edi-ción, corregida, actualizada y con nue-va Bibliografía de esta misma obra.

Ln or¡,wsw¡ cI¡BERNAMENrA¡. en contra cle las

dignas comuniclacles neozapatistas deChiapas, continúa incrementándose. Y al

mismo ritmo en que todo México siguesiendo militarizaclo, bajo el ridÍculo pre-texto que nadie cree cle la fallida guerracontra el narcotráfico, y con el real obje-tivo de criminalizar y ameclrentar todotipo de protesta social, a ese mismo rit-mo aceleraclo se incrementan los ataques

y las provocaciones en contra cle las co-munidades bases cle apoyo del neozapa-tismo mexicano. Como en el preocupan-te ataque del pasaclo 4 de junio a los po-blados de La Garrucha, HermenegilcloGaleana y San Alejandro, en donde laagresión del ejército llegó a niveles queno se habían visto clesde hace muchosaños en las montañas clel sureste mexi-cano. Al respecto, invitamos a nuestroslectores a revisar el Informe clel 4 de ju-lio de 2008, titulaclo Seclena: Vientos deGuerra, elaborado por el Centro de Aná-lisis Polltico e Investigaciones Sociales yEconómicas de San Cristóbal, CAPISE, yque puede ser consultado en su sitio enInternet: www.caPise.org. mx

Pero los neozapatistas no están so-los, y ha comenzado ya una moviliza-ción y una denuncia importantes, na-cionales e internacionales, en contra clel

cacla dÍa más deslegitimaclo gobiernofederal mexicano.

El Coucnvo Co¡nneHIsroru¡s reitera su más

enérgica protesta en contra de esta agre-sión gubernamental, y llama a todos a es-

tar muy alertas y atentos respecto de losacontecimientos inmediatos futuros, y cle

la diffcil situación actual de esas dignas co-munidacles inctígenas rebeldes de Chiapas.

!,t wr¡¿:reír¿,}¿ dt {llia "'ü"jl lt otta rnirad,t de cllo

2ontrahistoria€1/ --j 4:-ttyqg ct," - ¿

HA PUBLICADO LoS NI]MEROS SIGUIENTES:

@

Núrrlpno l. (SEPTIEMBR.E DE 2oo3)

Dossier: La microhistoria italiana

NúuBno 2. (MARzo DE 2oo4)

Dossier: Corriente de los Annales

NÚu¡nO 3. (SEPTIEMBRE DE 2OO4)

Dossier: Historiografla mundial

NúurRo 4. (MARzo DE 2oo5)

Dossier: México y Arnérica Latina

NÚMERO 5. (SBPTIEMBRE DE 2OO5)

Dossier: Chiapas y las nueuas resistencias latinoamericanas

¡¡úurno 6. (MARZo DEL 2006)

Dossier: La Otra Carnpaña

Nún¿nno 7. (SEPTTEMBRE DEL 2006)

Dossier: Retorno al paradigma indiciario

NúunRo s. (MARZo DE2oo7)

Dossier: Autlno/nía, Connapodrr I Otro Gobierno

NI]MERo 9, (SEPTIEMBRE DEL2OoT)

Dossier: Escuela de Frankfurt

Ntjtr¡Bno ro. (MARzo DE 2oo8)

Dossier: Hacia el Programa de La O*a Campaña

NúMERo rl. (SEPTIEMBRE DE 2oog)

Dossier: Discurso Crítico y Modernidad