cornelius castoriadis - visiones sobre el mexico finisecular

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  • 8/7/2019 Cornelius Castoriadis - Visiones sobre el Mexico finisecular

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    TeoraMetateora

    y

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    Visiones sobre el Mxico finisecularConversacin indita con Cornelius Castoriadis *

    El presente texto constituye una verdadera novedad intelectual. Recoge parte

    de una conversacin sostenida entre el clebre filsofo Cornelius

    Castoriadis, poco antes de morir, y la comunidad universitaria del Iteso con

    sede en Guadalajara, Mxico. En este dilogo el autor francs discurre

    sobre todo acerca del presente mexicano, lo cual le confiere un valor

    adicional para nuestro contexto. Estamos seguros que los lectores de

    Metapoltica apreciarn en todo lo que vale este texto, generosamenteaportado por Jos Guillermo Daz Muoz, acadmico del Iteso.

    METAPOLTICA VOL. 5/NM. 18/pp. 11-21

    COMENTARIOINTRODUCTORIO

    Un poco antes de morir, CorneliusCastoriadis realiz en octubrede 1997 su segunda visita a nuestro pas

    en 1990 haba estado por primera vez

    en Mxico participando con Octavio Paz,

    Mario Vargas Llosa, Agnes Heller, entre

    otros intelectuales, en el encuentro inter-

    nacional organizado por la revista Vuel-ta: El siglo XX, la experiencia de lalibertad. El motivo de esta segunda vi-

    sita fue su participacin en el Foro so-

    bre poltica, democracia y desarrollo: los

    retos de fin de siglo, organizado por el

    Centro de Investigacin y Formacin

    Social del Instituto Tecnolgico y de Es-

    tudios Superiores de Occidente (Iteso) en

    torno a las Jornadas de Reflexin y An-

    lisis que ao con ao realiza el Centro.

    En ese marco, la presente conversa-

    cin recoge el intercambio que mantuvo

    Castoriadis con la comunidad universi-

    taria del Iteso a raz de la presentacin

    de su ponencia magistral: El imagina-

    rio efectivo y la transformacin democr-

    tica de la sociedad en el siglo XXI.

    La versin que presentamos en esta

    oportunidad es una sntesis de este di-

    logo a varias voces, y recoge puntualmen-

    te las opiniones vertidas entonces por el

    filsofo francs. Con fines de coheren-

    cia expositiva, la conversacin se divide

    por temas ms que conforme se fueron

    realizando las preguntas.

    * Comentario introductorio y transcripcin de Jos Guillermo Daz Muoz.

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    VISIONES SOBRE EL MXICO FINISECULAR

    Huelga decir que este coloquio cons-

    tituye una verdadera curiosidad intelec-

    tual, pues recoge el pensamiento de

    Castoriadis sobre el presente mexicano ynos permite profundizar en algunas de las

    ideas que le dieron notoriedad mundial.

    CHIAPAS: EXCLUSIN YEMERGENCIA ARMADA

    Qu opina sobre el EZLN y susdemandas, considerando que us-ted milit activamente en grupos y parti-

    dos socialistas de Europa?

    Para contestar esta pregunta quiero

    remontarme a mi propia historia. Efecti-

    vamente, como afirma el que realiza esta

    pregunta, milit durante 13 aos en di-

    versos partidos socialistas de Grecia y

    Francia, es decir, entre 1937 y 1949. Lo

    hice realmente joven, dado que empec

    a los quince aos y dej la militancia par-

    tidaria activa a los veintiocho. Puedo afir-

    mar, sin embargo, que no se trat de

    una militancia cmoda y pasiva. Conti-

    nuamente me enfrasqu en debates y cr-

    ticas a las prcticas reales y pragmticasde los partidos socialistas, para lo cual

    form tendencias reflexivas y de opinin

    a su interior. La segunda militancia la rea-

    lic no en partido socialista alguno, sino

    en un grupo de intelectuales nucleados al-

    rededor del proyecto Socialismo o bar-

    barie. En este proyecto editorial sostuve,

    durante casi 20 aos, una discusin crtica

    y apasionada tanto al socialismo real y almarxismo, como al capitalismo vigente.

    Por otra parte, no tengo mucha infor-

    macin en relacin al movimiento arma-

    do en Chiapas, pero lo que alcanzo a

    comprender es que se trata de un movi-

    miento que no reivindica el socialismo

    como gua de accin y como proyecto

    revolucionario lo cual me parece co-

    rrecto en la medida en que el marxismo

    contiene una visin reduccionista y de-

    terminista del mundo, sino como un

    proyecto tnico liberador en la bsque-

    da de la justicia social y la autonoma.

    Si esto es as, el zapatismo armado vendra

    a formar parte de las numerosas formas de

    resistencia que se dan en el mundo occi-

    dental como parte del conflicto inherente

    a las sociedades histricas y modernas.

    Qu opina usted sobre la sociedad ci-

    vil y su papel en nuestras naciones dado

    que incluso el propio BID se refiere a ella

    como un actor olvidado pero necesario en

    el diseo de polticas sociales mejores?

    El tema de la participacin social es

    hoy obligado en todo el mundo, aunque

    por razones e intereses divergentes (sea

    el BID o el Banco Mundial, o agencias de

    cooperacin y ONG globales). Yo he sos-tenido que la participacin democrtica

    es una condicin de posibilidad para el

    futuro de las sociedades. Sin embargo,

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    CONVERSACIN INDITA CON CORNELIUS CASTORIADIS

    el problema se encuentra en la imposibi-

    lidad real de una concurrencia igualitaria

    en el mbito formal de la toma de deci-

    siones, fundada no en deseo sino en lasasimetras propias de las relaciones de

    poder. Cmo garantizar una participacin

    lo ms amplia posible que, a pesar de la

    desigualdad, permita ir creando condicio-

    nes de mayor equidad, es la pregunta de

    todos en nuestros das.

    Creo que el caso de Chiapas es repre-

    sentativo de numerosos pases del mun-

    do. Chiapas nos obliga a preguntarnos porqu nuestras sociedades marchan al abis-

    mo en medio del control del conflicto

    social y de la conciencia individual. Hoy,

    tal vez lo que tenemos son nuevas for-

    mas de control y de poder y nuevas formas

    de la resistencia, entre las que debemos des-

    tacar el conflicto chiapaneco. En Chiapas

    se conjugan, de manera evidente, nume-

    rosos smbolos mundiales creados de ma-

    nera imaginaria en los ltimos aos: el

    smbolo cultural tnico que resurge de

    la muerte y el olvido; la afirmacin de la

    mujer negada como smbolo de emergen-

    cia; la participacin de la sociedad civil

    no slo mexicana sino amplia e inter-

    nacionalizada que normalmente se

    organiza en torno a problemas pblicos

    lmite como es en este caso la negocia-

    cin de la paz con justicia y dignidad; la

    religin instituida y en persecucin, re-

    presentada por un obispo al lado de los

    indgenas y de la teologa de la libera-

    cin, etctera.

    Las democracias contemporneas son

    efectivas en el control del disenso, pero

    abren paradjicamente nuevos espacios

    para la participacin de sectores sociales

    relegados a una suerte de espacioprepoltico. Eso es para m Chiapas y la

    convergencia solidaria de la sociedad ci-

    vil con los alzados en armas.

    Cul es su opinin sobre el neolibe-

    ralismo y la iniciativa zapatista?

    Quiero aclarar enfticamente que

    cuando defiendo a Occidente no debeconfundirse con una reivindicacin del ca-

    pitalismo. La modernidad occidental tie-

    ne como especificidad la capacidad de

    ponerse en cuestin y de criticarse a s

    misma: sta es la parte positiva. Sin em-

    bargo, en nuestras sociedades el valor

    social predominante es el dinero y la co-

    rrupcin es generalizada. Se logra, as,

    una sociedad de espectadores televisivosy no de ciudadanos activos, con un fuer-

    te letargo y la desaparicin del conflicto.

    Los signos de resistencia son escasos y

    la sociedad marcha hacia el abismo.

    Lo que se comprueba aqu es que la

    economa del capitalismo moderno no

    puede existir ms que en tanto responde

    a unas necesidades que ella misma con-

    fecciona.Por lo tanto, la sociedad moder-na permite ver la fabricacin histrica delas necesidades que se manufacturan

    todos los das ante nuestros ojos (necesi-

    dades artificiales y consumismo exce-

    sivo e irracional). Existe entonces una

    creacin continua de nuevas necesidades

    como condicin de la expansin (super-

    vivencia) de la industria moderna.

    Qu opina usted sobre la afirmacin

    de que existen dos Mxicos, el Mxico

    moderno y el Mxico tradicional, y so-

    bre la identidad de una nacin de carc-

    ter multitnico y pluricultural?

    Todo lo que se presenta a nosotros, en

    el mundo social-histrico (no natural),

    est indisolublemente tejido a lo simb-

    lico, pero no se agota en ello. Los actos

    reales, individuales o colectivos el tra-

    bajo, el consumo, la guerra, el amor, elparto, los innumerables productos

    materiales sin los cuales ninguna socie-

    dad podra vivir un instante, no son sm-

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    VISIONES SOBRE EL MXICO FINISECULAR

    bolos. Pero todos son imposibles sin una

    red simblica.

    Nos encontramos primero con lo sim-

    blico en el lenguaje. Pero lo encontra-mos igualmente, en otro grado y manera,

    en las instituciones sean stas de cual-

    quier grupo social o tnico. Las institu-

    ciones no se reducen a lo simblico, pero

    no pueden existir ms que en lo simbli-

    co; son imposibles fuera de lo simblico

    en segundo grado y constituyen una red

    simblica: una organizacin de la econo-

    ma, un sistema de derecho, un poder cons-

    tituido, una religin, existen socialmente

    como sistemas simblicos sancionados.

    Consisten en ligar a smbolos (a sig-

    nificantes), unos significados (repre-

    sentaciones, rdenes, conminaciones o

    incitaciones a hacer o no hacer, unas

    consecuencias; unas significaciones) y

    en hacerlos valor como tales, es decir,

    hacer este vnculo ms o menos forzado

    para la sociedad o el grupo considera-

    do: una escritura o ttulo de propiedad,

    una escritura de venta, es un smbolo del

    derecho socialmente sancionado del pro-

    pietario a proceder con operaciones sobre

    su propiedad. Una cartilla del trabaja-

    dor le da derechos a exigir una cantidad

    de billetes que son smbolo para ejercer

    acto de compra cada uno de los cuales

    es simblico. El mismo trabajo es cons-

    tantemente recorrido por operaciones

    simblicas (en el pensamiento del tra-

    bajador, en las instrucciones laborales,

    etctera). Las decisiones de los planifi-

    cadores de la economa son simblicas.

    Los fallos del tribunal son simblicos.

    Desde Herodoto es sabido que la ne-

    cesidad (alimenticia, sexual, etctera) no

    llega a ser necesidad ms que en funcinde una elaboracin cultural. Cmo se

    hace esta elaboracin? Por la interaccin

    compleja de una multitud de factores (dis-

    ponibilidades naturales, las posibilidades

    tcnicas, el estado histrico, los juegos,

    el simbolismo, etctera).

    Lo que constituye la necesidad huma-na (como distinta de la necesidad animal)

    es la investidura del objeto con un valor

    que supera lo nutritivo-no nutritivo (de

    lo comestible) y crea el alimento en el

    sentido cultural y ordena los alimentos

    en una jerarqua, los clasifica en mejores

    y menos buenos (desde el valor cultural y

    no desde los gustos subjetivos). Esta ela-

    boracin cultural en lo nutritivo disponi-

    ble y la jerarquizacin, estructuracin,

    encuentran puntos de apoyo en los da-

    tos naturales pero no se desprenden de

    stos (cfr. el gusto por caracoles y ranas:

    platillo gastronmico o vomitivo segn

    la cultura y sociedad). En su caso podra-

    mos poner como ejemplo el gusto por los

    chapulines comestibles en Oaxaca y su

    negacin en otras regiones del mismo

    pas.

    Sin embargo, ms all del alimento,

    la eleccin de necesidades est llevada

    por un sistema de significaciones imagi-

    narias que valoran y desvaloran, estruc-

    turan y jerarquizan un conjunto cruzado

    de objetos que son la orientacin de una

    sociedad. En este sentido, tanto en el caso

    de Mxico como en otros pases, me pa-

    rece posible la coexistencia de diversas

    instituciones, culturas, grupos sociales,

    colectividades tnicas, etctera, dado

    que resulta perfectamente compatible

    con la posibilidad de integrar una iden-

    tidad comn. No afirmo que sea fcil,

    pero la posibilidad ocurre cuando se

    crean significantes aglutinadores slidos

    como el de la nacin, smbolo que pue-

    de ser capaz de integrar la diversidad ypluralidad tnica y social. Como ocurre

    tambin en muchas partes, el racismo y

    exclusin en contra de los indgenas u

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    CONVERSACIN INDITA CON CORNELIUS CASTORIADIS

    otras minoras tiene que ver con la crea-

    cin simblica de su ser inferior en lo

    intelectual (sucede lo mismo con las mi-

    noras raciales hispanas, asiticas y afri-canas en los Estados Unidos y Europa).

    As, me parece que en Mxico como en

    otras partes se da la convivencia de dis-

    tintas culturas, pero en donde alguna es

    hegemnica sobre las dems subordina-

    das. Esta construccin imaginaria es real

    y mantiene un dominio del smbolo oc-

    cidental y ahora adems norteameri-

    cano sobre el smbolo autctono.

    POLTICA, DEMOCRACIAY ELECCIONES

    Considera que los partidos po-lticos deben establecer alianzas

    con los sectores organizados de la socie-

    dad civil? Esto no llevara a una dis-

    torsin del papel de los propios partidos

    polticos y de la misma sociedad? Cul

    debera ser la funcin de cada uno?

    Creo que autonoma social y autono-

    ma individual, as como poltica y ver-

    dad constituyen dos caras de un mismo

    fenmeno: son creacin de esa bsqueda

    interminable en lo social y en lo indivi-

    dual. La autonoma social como crtica y

    autocrtica que la sociedad realiza sobre

    s misma requiere de una sociedad que

    se organiza en tanto red de relaciones

    entre adultos autnomos, capaces de par-

    ticipacin y responsabilidad. La prdida

    de la dimensin poltica retrotrae al hom-

    bre a una posicin no autnoma, sujeta a

    determinaciones externas, infantil. El

    que vive en la sociedad... sin voluntad

    poltica, no hizo ms que sustituir al pa-dre privado por el padre social annimo.

    Esta es, desde mi punto de vista, la rela-

    cin que se establece entre partidos po-

    lticos y votantes que no ciudadanos,

    en tanto sujetos autnomos. Se da una

    sustitucin del padre privado y malvado

    por el partido manipulador, pragmticoy corrupto.

    Aunque esta autonoma no se ha rea-

    lizado plenamente en ninguna sociedad,

    existe un horizonte como proyecto revo-

    lucionario de transformacin de la socie-

    dad actual en una sociedad organizada y

    orientada a la autonoma de todos. Mi

    idea de una autonoma individual que se

    resuelve en la autonoma social a travsde la participacin efectiva en el espacio

    pblico poltico resuena con la idea rou-

    sseauniana de la participacin en la cons-

    titucin de la voluntad general, como

    nica va de realizacin de la libertad in-

    dividual. La libertad remite a la existen-

    cia de derechos individuales y garantas

    judiciales pero, sobre todo, a la partici-

    pacin en el establecimiento de la ley.

    El hombre es, por tanto, un hombre

    poltico y no slo social. Considero, como

    Hannah Arendt, que la reflexin y la par-

    ticipacin polticas resultan inherentes a

    lo humano y lo constituyen en tanto tal.

    Los partidos polticos sern necesa-

    rios mientras no existan mecanismos con-

    cretos que permitan a los ciudadanos

    espacios especficos de autogobierno,

    tanto en su escala local como ms am-

    plia. De ah que las alianzas de la socie-

    dad civil con determinados candidatos y

    partidos debe llevar al fortalecimiento de

    la misma sociedad civil con su carcter

    propio y especfico de participacin en

    lo pblico. Si no sucede lo anterior, me

    parece que esta relacin se pervierte al

    volverse de nuevo en utilitaria y pragm-

    tica, sin permitir el avance de la autono-ma individual y social.

    De acuerdo a sus reflexiones la ma-

    yor competencia electoral y partidaria

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    VISIONES SOBRE EL MXICO FINISECULAR

    registrada en Mxico en los ltimos

    aos asegura el fortalecimiento demo-

    crtico en una nacin como la nuestra?

    Cmo entiende la democracia, ques y cmo se construye? Vamos en Mxi-

    co por la va correcta? Se considera

    usted un pensador demcrata liberal

    al criticar al marxismo y al socialismo?

    Es verdad que su pensamiento se acer-

    ca a los conceptos rousseaunianos y

    arendtianos de la poltica?

    Si lo poltico existe previamente a la

    poltica, la democracia requiere de la es-fera poltica para poder aparecer. La de-

    mocracia no es un modelo institucional

    con determinada forma, sino sobre todo,

    la autoinstitucin explcita reflexiva de la

    sociedad. Y la verdadera democracia es

    aquella en que todos participan en la toma

    de decisiones. Es un espacio de opinin

    (doxa) en el que todos pueden participar,

    formando ciudadanos capaces de gober-

    nar y de ejercerla de manera directa. La

    democracia es conocimiento y participa-

    cin de todos en el establecimiento de la

    ley (dicho en clave rousseauniana).

    As, la democracia conlleva movi-

    miento, versatilidad, como parte de su

    dinmica. El espacio democrtico se in-

    terroga sobre las mejores instituciones,

    no instrumentalmente, sino en torno al

    sentido de justicia: para establecer una

    sociedad tan justa y libre como sea posi-

    ble. La idea de la modernidad sobre la

    autorreflexividad, individual y colectiva,

    supone retomar el rumbo para construir

    una democracia, en sentido eminente-

    mente participativo, a escala planetaria:

    ya lo he mencionado antes en este mismo

    foro, la especificidad de la civilizacin

    occidental es esa capacidad de ponerse encuestin y de criticarse a s misma.

    De manera que la competencia elec-

    toral entre los partidos no supone ningn

    avance democrtico de fondo, si al mis-

    mo tiempo no incorpora la posibilidad de

    que los ciudadanos puedan actuar como

    interlocutores en la esfera pblica, porejemplo, en el diseo de polticas p-

    blicas y en su instrumentacin social

    participativa.

    Significa esto una desvirtuacin de

    lo poltico o de la poltica? Hay ms

    competencia, pero menos calidad en

    ella? As debe ser? Cul sera su de-

    finicin de ambos conceptos, o signifi-

    can lo mismo?Para abordar la cuestin del poder po-

    ltico, hay que hacer una distincin entre

    lo poltico y la poltica. Lo poltico se

    refiere aqu al poder explcito, presente

    en toda sociedad. Consiste en la capaci-

    dad de establecer y sancionar un orden y

    con l una norma obligatoria de manera

    explcita y efectiva. Pero no radica sola-

    mente en esta dimensin coercitiva sino

    que al mismo tiempo dispone de podero-

    sos mecanismos de interiorizacin de la

    norma y dificultan la pregunta por la le-

    gitimidad del poder poltico, dndola por

    sentada: En la cima del monopolio de

    la violencia legtima se encuentra el mo-

    nopolio de la palabra legtima y ste a

    su vez en el monopolio de la significa-

    cin vlida. El Amo de la significacin

    sienta ctedra por encima del Amo de la

    violencia.

    En consecuencia, aunque la institu-

    cin es siempre una creacin de la socie-

    dad, lo poltico no lo explicita de esta

    manera, sino que funda la institucin y

    su legitimidad en factores extrasocietales,

    como los dioses, la tradicin o cualquier

    otro. La poltica, en cambio, por oposi-

    cin a lo poltico, implica una institucio-nalidad que permite y promueve su

    propio cuestionamiento. Cuando apare-

    ce la poltica, hay un reconocimiento ex-

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    CONVERSACIN INDITA CON CORNELIUS CASTORIADIS

    plcito de que la institucin social y la

    ley no se fundan ms que en la sociedad

    misma, son una obra humana sujeta a su

    propia capacidad crtica, que renuncia a

    toda posibilidad de legitimidad fuera de

    s misma.

    As, el proyecto y el ejercicio de la

    poltica como tal habran aparecido en

    Grecia entre los siglos VIII y V a.c. y se

    perdieron con la desaparicin de la ciu-

    dad-estado griega como forma especfi-

    ca de organizacin social y poltica.

    Posteriormente, habra reaparecido en

    Europa Occidental a partir del primer Re-

    nacimiento de los siglos XII y XIII, con las

    primeras ciudades-estado burguesas que

    reivindicaron su autogobierno, y despus

    encontrara cierta continuidad en el Re-

    nacimiento, la Reforma, la Ilustracin y

    las revoluciones de los siglos XVIII y XIX,

    que permitieron conquistar libertades in-

    dividuales y colectivas. No obstante, el

    siglo XIX y la primera mitad del siglo XX

    marcaran el auge de la poltica como tal.

    Este ascenso de la poltica implica una

    institucin explcita de la sociedad: estopermite que la institucin sea cuestiona-

    da dando lugar a una absorcin de lo po-

    ltico, como poder explcito, en la

    poltica, actividad lcida y deliberante

    que tiene como objetivo la institucin

    explcita de la sociedad.

    NEOLIBERALISMO,ECONOMA Y POBREZA

    Cul considera que es el futurodel capitalismo? Se trata del

    mejor sistema econmico y su desarro-

    llo depende bsicamente de la mano in-

    visible del mercado? Es el mercado un

    smbolo radical y efectivo del imagina-

    rio social?

    Como ya he expresado algunas re-

    flexiones al respecto en este foro, me voy

    a permitir dar un largo y necesario rodeo

    terico que fundamente mejor mis afir-

    maciones. La economa en su sentido ms

    amplio (de la produccin al consumo)

    pasa por ser la expresin por excelencia

    de la racionalidad del capitalismo y de

    las sociedades modernas: exhibe de la

    manera ms impresionante el dominio

    de lo imaginario en todos sus niveles (cfr.

    la definicin de las necesidades a las que

    supuestamente sirve). En la sociedad

    moderna, por su desarrollo productivo, su

    riqueza le permite ir ms all de la satis-

    faccin de necesidades (carcter arbitra-

    rio, no natural, no funcional). La sociedad

    moderna permite ver la fabricacin hist-

    rica de las necesidades que se manufactu-ran todos los das ante nuestros ojos

    (necesidades artificiales y consumismo ex-

    cesivo irracional). Existe entonces una

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    VISIONES SOBRE EL MXICO FINISECULAR

    creacin continua de nuevas necesidades

    como condicin de la expansin (supervi-

    vencia) de la industria moderna.

    Lo que se comprueba es que este fun-cional est suspendido de lo imaginario:

    la economa del capitalismo moderno no

    puede existir ms que en tanto responde

    a unas necesidades que ella misma con-

    fecciona.

    La dominacin de lo imaginario es

    igual de clara en el reemplazo de los hom-

    bres por las cosas. La sociedad moderna

    no difiere en absoluto de las sociedadesarcaicas ms extraas. Tratar a un hom-

    bre como cosa (sea obrero, empleado o

    ejecutivo) o como puro sistema mecni-

    co, no es menos sino ms imaginario que

    pretender ver en l a un hombre-autma-

    ta (lo que hace la industria moderna). No

    hay diferencia alguna entre un ingeniero

    tayloriano o un psiclogo industrial y un

    fetichista sexual.

    La organizacin burocrtica est po-

    blada de imaginario de un extremo a otro

    (el papel central del universo burocrtico

    en las sociedades burocrticas y moder-

    nas). Lo esencial del mundo es su

    reductibilidad en reglas formales, inclu-

    yendo las que permitan calcular su por-

    venir. La realidad no existe sino en la

    medida en que est registrada, en el lmi-

    te lo verdadero no es nada sino slo el

    documento es verdadero. Se realiza has-

    ta el extremo la autonomizacin del puro

    simbolismo. Sus formas extremas se dan

    en las economas burocrticas del Este

    (querer construir un metro en Budapest

    donde es imposible fsicamente, o ajus-

    tarse a un plan suicida de produccin que

    pierde en cada cumplimiento de sus metas).

    Lo que nos importa es una sociedadmoderna que funciona eficaz y realmen-

    te cuando no es ahogada por su propio

    simbolismo. Todo est subordinado a la

    eficacia pero, para quin, para qu, a qu

    precio? El crecimiento econmico, por

    ejemplo, se erige en momento soberano

    de la economa y ella, a su vez, en ins-tancia soberana de la sociedad.

    Es precisamente porque lo imaginario

    social moderno no tiene carne propia, toma

    prestada su sustancia a lo racional y se

    convierte as en pseudoracional, por lo

    que contiene una antinomia radical, por

    lo que est abocado a la crisis y al desgas-

    te, y por lo que la sociedad moderna con-

    tiene la posibilidad de su transformacin

    de lo que hasta ahora fue el papel de lo

    imaginario en la historia.

    La alienacin es la autonomizacin y

    el predominio del momento imaginario

    en la institucin, que implica la autono-

    mizacin y el predominio de la institu-

    cin relativamente en la sociedad. Esto lo

    saba Marx al reconocer en el fetichis-

    mo de la mercanca el papel del imagina-

    rio (superando la visin econmica). Pero

    este papel de lo imaginario era visto por

    Marx como limitado. La esclavitud

    (reificacin de Marx o deshumanizacin

    de las clases explotadas) es una significa-

    cin operante y efectiva sobre la captacin

    de una categora de hombres por otra ca-

    tegora de hombres como asimilable a

    cosas o animales. Es una creacin imagi-

    naria, de la cual ni la realidad, ni la ra-

    cionalidad, ni las leyes del simbolismo

    pueden dar cuenta. El esclavo es me-

    taforizado como animal y el obrero como

    mercanca en la prctica social efectiva

    mucho antes que lo hicieran los juristas

    romanos, Aristteles o Marx.

    Por otra parte, la creacin presupone,

    tanto como la alienacin, la capacidad de

    darse lo que no es (lo que no es dado enla percepcin, o lo que no es dado en los

    encadenamientos simblicos del pen-

    samiento racional ya constituido). Lo cen-

  • 8/7/2019 Cornelius Castoriadis - Visiones sobre el Mexico finisecular

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    CONVERSACIN INDITA CON CORNELIUS CASTORIADIS

    tral de la creacin no es el descubrimien-

    to, sino la constitucin de lo nuevo: el arte

    no descubre, constituye. En el plano so-

    cial, la emergencia de nuevas institucio-nes y de nuevas maneras de vivir, tampoco

    es descubrimiento, sino constitucin ac-

    tiva (los atenienses no descubrieron la

    democracia ni los obreros parisinos de-

    sempolvaron la Comuna en el cielo de las

    ideas. Inventaron algo que se mostr via-

    ble en las circunstancias dadas pero que

    las modific esencialmente a partir del

    momento en que existi y que mucho tiem-po despus sigue estando en la historia.

    Esta verificacin se da algo que no est en

    la percepcin, pero que se refiere a un real

    ya constituido).

    De ah que el mercado se constituya

    en el capitalismo como uno de los mayo-

    res y ms sagrados smbolos (se trata de

    cierta idolatra o deificacin en tanto

    mano invisible ordenadora y reguladora;

    fija reglas necesarias). Creacin imagina-

    ria, el mercado tiene voz propia y domi-

    nio pleno sobre los hombres: sobre sus

    capitales e inversiones, sobre sus empleos

    y satisfactores, sobre sus estudios y nece-

    sidades. Construccin humana que puede

    ser modificada o transformada por el ha-cer humano-social. Lo mismo podemos

    decir sobre el capitalismo, el cual conser-

    va un dominio simblico perverso sobre

    las sociedades. Lleva en su seno, sin em-

    bargo, una antinomia capaz de permitir su

    transformacin.

    Es la globalizacin una tendencia

    producto del desarrollo del capitalismo?

    Significa el triunfo del mercado y lasnecesidades globales sobre el mercado y

    las necesidades locales? Cul sera el

    futuro de las naciones? Son tan slo un

    smbolo o significante del imaginario

    social como usted propone?

    En buena medida he dado ya respues-

    ta a algunas preguntas en relacin a la

    elaboracin o construccin econmica de

    la sociedad. Sin embargo, me parece im-

    portante hacer algn sealamiento en tor-

    no a la globalizacin o mundializacin

    econmica. Efectivamente, a principios

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    2 0

    VISIONES SOBRE EL MXICO FINISECULAR

    de los aos setenta colabor como asesor

    econmico en la OCDE, de manera que

    tuve la oportunidad de contar con una

    perspectiva mundial del comercio y lainversin. La OCDE, como la ONU y mu-

    chos ms organismos internacionales,

    forma parte de la construccin o institu-

    cin imaginaria de las sociedades nacio-

    nales. La globalizacin, por su lado,

    constituye una respuesta de los estados-

    nacin al crecimiento de las necesidades

    creadas por las empresas multinaciona-

    les para expandir sus mercados y flexi-bilizar sus procesos de produccin para

    el abatimiento de costos. Es, asimismo,

    una exigencia del mercado de capitales

    para lograr rpidas y voltiles inversio-

    nes en los mercados slidos y emergen-

    tes con altos rendimientos.

    La globalizacin es, por tanto, tan

    slo una expresin de la actual fase

    expansiva del capitalismo que trae apa-

    rejados consigo severos costos sociales

    para los pases en desarrollo. Por otra par-

    te, esta nueva dinmica de alcances mun-

    diales no permite a las naciones sustraerse

    de ella. Sin embargo hoy, como sucedi

    en Judea con el smbolo de David contra

    Goliat, las sociedades y organismos sin-

    dicales y empresariales pueden apoyarse

    en el andamiaje de la globalizacin para

    imponer mejores condiciones laborales,

    ambientales y sociales. As, si en la ac-

    tualidad existen organismos internacio-

    nales fuertes, me pregunto por qu no

    podemos pensar en organizaciones y re-

    des sociales y ciudadanas de carcter

    mundial convertidos en grupos de presin

    importantes. Esa posibilidad no debemos

    desecharla.

    Es posible hacer algo como sociedad,ms all de la solidaridad asistencial

    como paliativo ante las desigualdades

    sociales? Cul es o debe ser el papel de

    la academia, de la reflexin, del pensa-

    miento, de la racionalidad?

    La pregunta me remite a la estruc-

    turacin social, que desde hace tiempose traduce en nuestras sociedades mo-

    dernas en la presencia de clases. Casi al

    mismo tiempo que las clases aparece la

    lucha de clases y con ella ese fenmeno

    primordial que abre una nueva fase de

    la existencia de las sociedades: la pro-

    testa, la oposicin al interior de la mis-

    ma sociedad. Lo que era hasta entonces

    reabsorcin inmediata de la colecti-vidad en sus instituciones, sumisin

    simple de los hombres a sus creaciones

    imaginarias, unidad perturbada slo por

    la desviacin o la infraccin, se convier-

    te ahora en totalidad desgarrada y con-

    flictiva, en autocuestionamiento de la

    sociedad.

    La autorrelativizacin de la sociedad,

    el distanciamiento y la crtica (en los he-

    chos y en los actos) de lo instituido, es la

    primera emergencia de la autonoma,

    la primera grieta de lo imaginario (insti-

    tuido). Este cuestionamiento de lo ima-

    ginario social tom otra dimensin desde

    el nacimiento del proletariado moderno.

    Por ello, nuestro proyecto de elucida-

    cin terica del mundo, especialmente del

    mundo humano, parte del intento de inter-

    pretarlo para transformarlo, establecien-

    do la unidad articulada entre elucidacin

    y actividad, entre teora y prctica, en tan-

    to quehacer autnomo o actividad crea-

    dora lcida. Pero toda elucidacin que

    emprendamos es interesada, es para no-

    sotros, pues no estamos aqu para decir lo

    que es, sino para hacer ser lo que no es.

    Estamos ya, hagamos lo que hagamos,

    comprometidos en una transformacin deesta existencia con respecto a la cual la

    nica eleccin que tenemos consiste en

    sufrir o hacer, en confusin o lucidez.

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    CONVERSACIN INDITA CON CORNELIUS CASTORIADIS

    MENSAJE FINAL

    Las relaciones profundas y oscu-

    ras entre lo simblico y lo imagi-nario aparecen enseguida si se reflexiona

    en este hecho: lo imaginario debe utilizar

    lo simblico, no slo para expresarse, lo

    cual es evidente, sino para existir, para

    pasar de lo virtual a cualquier cosa ms.

    La sociedad debe definir su identidad,

    su articulacin, el mundo, sus relaciones

    con l y con los objetos que contiene, sus

    necesidades y sus deseos. Sin la respues-ta a estas preguntas, sin estas definicio-

    nes, no hay mundo humano, ni sociedad,

    ni cultura pues todo se quedara en un

    caos indiferenciado.

    Es en el hacer de cada colectividad

    donde aparece como sentido encarnado

    la respuesta a esas preguntas, es ese ha-

    cer social que no se deja comprender ms

    que como respuesta a esas cuestiones.

    Vida y actividad de las sociedades son

    precisamente la posicin, la definicin de

    este sentido: el trabajo de los hombres

    indica en sus objetivos, fines, modalida-

    des, instrumentos, una manera de captar

    el mundo, de definirse como necesidad,

    de plantearse en relacin a los dems se-

    res humanos.

    La sociedad se define como aquello

    cuya existencia (existencia valorada o

    digna de ser vivida) puede ponerse en

    cuestin por la ausencia o penuria de se-

    mejantes cosas y como la actividad que

    apunta a hacer existir esas cosas (mate-riales o inmateriales como la santidad)

    en cantidad suficiente y segn las moda-

    lidades adecuadas. Paralelamente a estas

    necesidades, se define una estructura o

    una articulacin de la sociedad.

    Esto es vlido tanto para los clanes,

    las castas hasta la aparicin de la divi-

    sin antagnica de la sociedad en clases,

    hecho capital para el nacimiento y la evo-lucin de las sociedades histricas.

    Las relaciones sociales reales son

    siempre instituidas, no porque lleven un

    revestimiento jurdico (pueden no llevar-

    lo en algunos casos), sino porque fueron

    planteadas como maneras de hacer uni-

    versales, simbolizadas y sancionadas: la

    relacin amo-esclavo, siervo-seor, pro-

    letario-capitalista, asalariados-burguesa

    es ya una institucin y no puede surgir

    como relacin social sin institucionalizarse

    enseguida: en la relacin burocracia-pro-

    letariado, en la URSS, est instituida en tanto

    relacin de clase, productiva-econmica-

    social, incluso si no est instituida expre-

    samente como tal desde el punto de vista

    jurdico (no ms de lo que est instituida

    la relacin burguesa-proletariado como tal

    en ningn pas). M