coronel valeria justicia y violencia construcción estatal

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  • 7/26/2019 Coronel Valeria Justicia y Violencia Construccin Estatal

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    ILLES IIMPERIS (Monogrfi co)JUSTICIA, VIOLENCIA Y

    CONSTRUCCIN ESTATAL

    Editora: Claudia Contente(Universitat Pompeu Fabra, Barcelona/EHESS, Paris)

    GRIMSE

    GRUP DE RECERCA EN IMPERIS,

    METRPOLIS I SOCIETATS EXTRAEUROPEES

    nm. 15 2013

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    DirectorsJosep M. Delgado i Josep M. Fradera (Barcelona)

    SecretariMartn Rodrigo

    RedacciGlria Cano, Alex Coello, Claudia Contente, M. Dolores Elizalde,

    Albert Garcia Bala, Stephen Jacobson, Ruth de Llobet, Eloy Martn Corrales,Manel Oll i Christopher Schmidt-Nowara

    RessenyesAlex CoelloGlria Cano

    GRIMSEDepartament dHumanitats / Universitat Pompeu Fabra

    Ramon Trias Fargas, 25-27 - 08005 BarcelonaTel.: 93 542 19 81 - Fax 93 542 16 20

    e-mail: [email protected]

    Dipsit legal: B. 00000-2013

    ISSN: 1575-0698

    Distribuci i comandesEdicions Bellaterra

    Navas de Tolosa, 289bisTel. 93 349 97 86 - Fax 93 352 08 51e-mail: [email protected]

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    NDICE

    7PRESENTACIN: JUSTICIA, VIOLENCIA Y CONSTRUCCIN DEL ESTADO

    Claudia Contente

    11LOS USOS DE LA VIOLENCIA. LA CAMPAA DE BUENOS AIRES DURANTE LA DCADA

    DE 1810 VISTA A TRAVS DE LOS SUMARIOS Y PARTES MILITARES

    Ral O. Fradkin

    29LA JUSTICIA DE UNA DEUDA, EL FUERO ECLESISTICO

    Y LA DEUDA PBLICA NEOGRANADINA EN EL PERODO REVOLUCIONARIO

    Pilar Lpez Bejarano

    55DERECHO NATURAL EN COSTA RICA (1821-1823).

    UNA REVISIN CRTICA DEL PROCESO DE INDEPENDENCIAY FORMACIN DE LOS ESTADOS EN CENTROAMRICA

    Pablo Augusto Rodrguez Solano

    75UNA GUERRA EN BUSCA DE SUS AUTORES.

    ALGUNAS NOTAS METODOLGICAS SOBRE LA CONFLICTIVIDAD REGIONALEN EL RO DE LA PLATA (1835-1845)

    Mario Etchechury Barrera

    101ALCALDES MUNICIPALES COMO JUECES EN ECUADOR, 1830-1861.

    NEGOCIACIN Y CONFLICTO ENTRE ADMINISTRADORES DE JUSTICIA LOCALES Y ESTATALES

    Viviana Velasco Herrera

    123HACENDADOS Y COLONOS CONSTRUYENDO LAS NORMAS A TRAVS DE LAS PRCTICAS

    COTIDIANAS. SANTA FE, SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX

    Evangelina De los Rios

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    145LOS ASENTAMIENTOS INDGENAS EN LA FRONTERA BONAERENSE

    (SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX): UN ESPACIO FUERA DE LA LEY?

    Silvia Ratto

    171JUSTICIA LABORAL Y FORMACIN DEL ESTADO COMO CONTRAPARTE ANTE EL CAPITALTRANSNACIONAL EN ECUADOR 1927-1938

    Valeria Coronel

    RESEAS:

    197Wayne E. Lee, Empires and Indigenes. Intercultural Alliance, Imperial Expansion, and

    Warfare in the Early Modern World. New York & London, New York University Press,

    2011 por Josep Mara Fradera & Alexandre Coello de la Rosa

    204Ignacio Zubizarreta,Los Unitarios. Faccionalismo, prcticas, construccin identitaria y vn-culos de una agrupacin poltica decimonnica, 1820-1852, Stuttgart, Verlag Hans-Dieter

    Heinz, 2012, por Alejandro M. Rabinovich

    207Maite Ojeda Mata,Identidades ambivalentes. Sefardes en la Espaa contempornea, Se-

    farad Editores, Madrid, 2012 por Alexandre Coello de la Rosa

    212Francisco Javier Martnez Antonio,La otra guerra de frica. Clera y conflicto interna-cional en la olvidada expedicin militar de Francia a Marruecos en 1859, Ceuta, Archivo

    General/Ciudad Autnoma de Ceuta, 2010, por Juan Antonio Inarejos Muoz

    216Daniel Santilli, Quilmes, una historia social. I - Desde la reduccin hasta la cada del

    rusismo. La historia vista desde los pobres, Quilmes, El monje editor, 2012, por ClaudiaContente

    221CRITERIOS EDITORIALES

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    Illes Imperis - 15 171Valeria Coronel

    JUSTICIA LABORAL Y FORMACIN DEL ESTADO COMOCONTRAPARTE ANTE EL CAPITAL TRANSNACIONAL EN

    ECUADOR 1927-1938

    Valeria Coronel

    Flacso, [email protected]

    ABSTRACT: The article demonstrates the profound impact that various decades of social

    conflict surrounding labor rights, land access, and citizenship had on the formation of theEcuadorian state after the crisis of the liberal state. Between 1925 and 1945, a national

    state with a system of social rights was forged in this country. This condition became the

    framework for an important change in the countrys international policy and in turn ex-

    plains the beginning of state demands of powerful companies, such as Anglo Oil, the mi-

    ning enterprise South American Development Company, and the United Fruit Company,

    in terms of tax payment and the fulfillment of labor laws. A state was revealed that had

    been institutionally and legally forged in the heat of active demands made of it throug-

    hout various decades, a state that now justified its interventions in territories and over

    circuits of capital based on workers demands for justice, given that this was central to itslegitimizing discourse and, in addition, effectively activated state action. The article is

    based on the international correspondences of the Ministry of Foreign Affairs, press re-

    ports, and official reports from the historical archives of the Ministry of Foreign Affairs in

    Quito.

    RESUMEN: El artculo muestra el impacto profundo que tuvo la conflictividad social de varias

    dcadas en torno a la demanda de derechos laborales, acceso a tierras, y ciudadana sobre la

    formacin del estado ecuatoriano tras la crisis del estado liberal. Entre 1925 y 1945 se forj

    un estado nacional provisto de un rgimen de derechos sociales. Esta condicin fue marcopara un giro en la poltica internacional del pas, y explica las incursiones del estado para

    exigir el pago de impuestos y cumplimiento de leyes laborales a poderosas empresas como la

    Anglo petrolium, la minera South American Development Company, y la United Fruit

    Company. Se muestra un estado forjado institucionalmente y jurdicamente al calor de las

    demandas activas por dcadas, un estado que justifica sus intervenciones en el territorio y

    sobre los circuitos del capital en trminos de la capacidad que tiene la demanda de justicia de

    los trabajadores ya que sta es central en el discurso de legitimacin y adems porque efecti-

    vamente activa la accin estatal. Se trata de un trabajo sustentado en correspondencia que

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    forjaba la cancillera y sus interlocutores internacionales, la prensa e informes depositados

    en el archivo histrico de la cancillera de Quito.

    La historiografa latinoamericana ha observado cmo la participacin campesina en lasguerras que atravesaron el continente durante el siglo XIXintrodujeron visiones popula-res en la disputa por el carcter de las repblicas. Una gama de visiones subalternas so-bre integracin y justicia acompaaron la formacin de los ejrcitos nacionales, las mili-cias caudillistas o los partidos polticos en armas.1El republicanismo contencioso delque nos hablan diversos autores en el Caribe y la regin andina, no fue resuelto en elsiglo XIXya que la precaria elite terrateniente de varios pases fue desplazada o regidabajo el signo de una elite mejor integrada al mercado mundial. Los contenidos contra-dictorios de los llamados estados oligrquicos, aquellos contenidos populares de lo na-cional que marcaron la formacin de algunos ejrcitos nacionales, los legados del caudi-llismo y de la formacin de los clsicos contendedores liberales y conservadores,

    marcaron el contraste entre distintos estados aun cuando todos ellos tuvieran en comnuna marcada atencin a la exportacin primaria. Sin embargo, ese legado del republica-nismo contencioso, no logr sobreponerse hasta la crisis global de la dcada de 1930,cuando se puede observar en varios pases su reemergencia e impacto en la reforma es-tatal.2

    Entre mediados de la dcada del veinte y el fin de la Segunda Guerra Mundial, elEcuador experiment la entrada de sectores campesinos, indgenas y obrero-artesanalesen las polticas estatales identificadas en el marco de los derechos sociales. Asimismo seform en lo que fue significativo para la introduccin de demandas campesinas un reno-

    vado sistema de partidos. ste se transform incluyendo la evolucin del conservaduris-mo hacia la formacin de una derecha con bases populares, y la inclusin de las izquier-das socialista y comunista en su identidad especfica previa a la guerra fra. En uncontexto de ciudadana restringida, el perodo se caracteriza por la ampliacin de la re-

    1. Fernando Lpez-Alves ofrece desde la sociologa histrica un esquema comparativo de modelos deintegracin de lo popular en milicias, que contrasta el modelo caudillista a partir de experiencias de integracina partidos polticos y a ejrcitos nacionales, para proponer que de estas vas depende en parte el modelo estatal

    en diversos pases. Lpez Alves, Fernando, La formacin del Estado y la democracia en Amrica Latina 1830-1910, Bogot, Editorial Norma, 2003. El tema ha sido tambin crucial en la historiografa, vase por ejemplo laobra de Ada Ferrer sobre Cuba, James Sanders sobre Colombia, y una amplia literatura sobre Mxico y Ecua-dor interesada en la revolucin liberal.

    2. Sobre el proceso de reforma estatal impulsado por el intercambio entre movimientos campesinos yclases medias radicalizadas, vase Gotkowitz, LauraA Revolution for Our Right, Indigenous Struggles for Landand Justice in Bolivia, 1880-1952, Durham, Duke University Press, 2007; Grandin, Gregory, The Blood of Gua-temala: A History of Race and Nation, Durham and London, Duke University Press, 2000. Para una lectura delsocialismo democrtico de la dcada de 1930 en el caso de Cuba, vase Guanche, Julio Cesar, El santo Derechoa la hereja. La idea del socialismo cubano en Ral Roa Garca de 1935 a 1958, La Habana, Ruth Casa Editorial,2010. Para un anlisis de su legado en el marco jurdico del Estado contemporneo, vase Valdez Paz, Juan ElEspacio y el Lmite, La Habana, Ruth Casa Editorial, 2009.

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    Illes Imperis - 15 173Valeria Coronel

    presentacin poltica mediante el mecanismo de un corporativismo democrtico, un mo-delo conocido como de representacin funcionalque consista en el reconocimiento jur-dico y poltico de sujetos colectivos de derecho conocidos como organizaciones de clasey la etnicidad. En el caso de Bolivia esta etapa de conformacin de un movimiento popu-lar interpretado mediante polticas de derechos sociales se consolid cuando el partidopoltico MNR logr garantizar la universalizacin del voto. El Ecuador de los treinta, uncaso menos conocido de reformas sociales no logr proyectarse hacia la dcada del cin-cuenta y los mecanismos establecidos de democracia liberal, truncada la revolucin de1945, fue imposible introducir el voto universal hasta tan tarde como 1979. Sin embargo,el periodo de los treinta muestra en diversos campos la profunda influencia de la deman-da de derechos y justicia desde abajo sobre el carcter del estado. En este trabajo presen-tamos solo una faceta de este impacto de las demandas de derechos sociales en la posi-cin del estado ecuatoriano frente al capital transnacional.

    El reconocimiento por parte del Estado de sindicatos y comunas como sujetos jurdi-cos colectivos, demandantes de justicia, supuso en el momento un paso grande frente a la

    frgil ciudadana del siglo XIX. Ello permita concebir los intereses polticos de la integra-cin nacional como razn superior a la propiedad privada. A finales de la dcada de1920, en Ecuador la tierra se redefina como un patrimonio del Estado ligado al granproblema de la integracin de poblaciones secuestradas dentro del espacio gamonal, altiempo que el propio Ministerio de Previsin Social y Trabajo MPST fundado en 1926,estimulaba la sindicalizacin de los diversos tipos de trabajadores para poder existir demanera relativamente autnoma del poder local. La sindicalizacin serva al estado puesle permita acoger reclamos en sus tribunales centrales y dirimir en conflictos de tierra yde trabajo.3El concepto de lo popular y lo nacional se cobijaba bajo el llamado reformis-

    ta del liberalismo social y el socialismo democrtico, asentados en el control de variosorganismos del estado y bajo el estmulo a la formacin de organizaciones y plataformaspopulares dado por el partido comunista.4

    Las comunas indgenas del Pacfico reclamaban las tierras perdidas ante los aventu-reros europeos del siglo XIXy las transnacionales petroleras, y los campesinos de las pro-vincias de la costa demandaban el reconocimiento de las tierras ocupadas por ellos tras lacrisis de la economa cacaotera. Asimismo, de provincias como Esmeraldas provenanreclamos sobre nacionalizacin de extensos terrenos donados a la corona inglesa como

    3. Coronel, ValeriaA Revolution in Stages: Subaltern Politics, Nation-State Formation, and the Origins ofSocial Rights in Ecuador, 1834-1943, New York University, indito, 2011. Ver Ley de Patrimonio Territorial delEstado, RO n. 467, 20 de octubre de 1927. Decreto supremo del 13 de octubre de 1927.

    4. No todos los procesos de integracin popular y campesina condujeron a resultados democrticos, sien-do los casos de mayor contraste Mxico y Bolivia vs. Repblica Dominicana, considerada un caso de inclusinautoritaria; mientras Per es vista como un caso de integracin fallida. Lpez Alves, Fernando,La formacin delEstado,cit.; Mallon, Florencia, Peasant and Nation: The Making of Postcolonial Mexico and Peru , Berkeleyand Los Angeles, University of California Press, 1995. Coronel, Valeria,A Revolution in Stages, cit.; Lee Tu-rits Richard, Foundations of Despotism: Peasants, the Trujillo Regime, and Modernity in Dominican History ,Stanford, Stanford University Press, 2003.

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    pago por los prstamos hechos en el contexto de la independencia.5Como en Bolivia, enEcuador las demandas indgenas haban pasado desde lo local donde el control era ejer-cido por las lites, al plano nacional.6

    La formulacin de derechos laborales junto con la declaracin de la tierra como pa-trimonio territorial del Estado (constitucin de 1929) ofrecan en el contexto especficodel Ecuador una va para la intervencin del Estado, en terrenos donde tradicionalmenteprimaba el fuero de las lites terratenientes y las concesiones a transnacionales. El recla-mo por el cumplimiento de los mismos, que haba encendido la participacin popularmediante presentacin de demandas y comunicaciones con el Estado, le era funcional aste para intervenir y marcar pblicamente su existencia. El mismo procedimiento quesirvi para que una econmicamente frgil clase media pudiera confrontar los fuerosprivados de la lite. Una lectura de lo popular fue tambin usada por la nueva burocraciay dirigencia estatal para configurar un discurso de soberana frente al capital transnacio-nal y el imperialismo.

    La presentacin de demandas desde sindicatos permita al estado entrar en el terreno

    de las empresas petroleras, mineras y agroexportadoras, principalmente inglesas y norte-americanas al tiempo que le permita intentar imponer ciertas regulaciones y participa-cin en las ganancias. Bajo la dirigencia del Ministerio de Previsin Social y Trabajo, elEcuador intervino ante la petrolera Anglo en Santa Elena, y ante la United Fruit Com-pany UFCO en 1934. Igualmente mult a la South American Development Company,en medio de un escndalo internacional por incumplimiento de leyes de trabajo, con locual se someti a la empresa minera al pago de impuestos anuales y derechos para lostrabajadores.7

    Para desorientacin de muchos analistas contemporneos, la UFCO fue desfavoreci-

    da por el Estado ecuatoriano, cuando en lugar de reprimir las invasiones de tierras porparte de los campesinos como lo hizo Colombia en ese entonces, envi abogados einspectores tcnicos afiliados al partido socialista, para entrevistarlos y proponer una re-distribucin acorde al inters nacional.8Lo cierto es que dicha posicin estatal, lejos detraducir un momento de precariedad, expresaba un giro de racionalidad. ste puedeatribuirse a un cambio en la correlacin de fuerzas sociales en el que se sustentaba, y portanto, a una configuracin ms poltica que instrumental.

    En efecto, este momento se caracteriz por una salida democratizadora a la crisis delEstado oligrquico. En el punto ms alto de dominacin del capital financiero sobre los

    Estados oligrquicos, la crisis azot el conjunto del sistema: guerra, pestes en los sem-

    5. Coronel, Valeria,A Revolution in Stages, cit., Chiriboga, Manuel,Jornaleros y gran propietarios en135 aos de exportacin cacaotera (1790-1925), Quito, Consejo Provincial de Pichincha, 1980.

    6. Gotkowitz, LauraA Revolution,cit.7. Gotkowitz, LauraA Revolution,cit.8. El historiador Steve Striffler, por ejemplo, califica esta posicin del Estado ecuatoriano como incohe-

    rente, y la explica como efecto de cierta ineficiencia administrativa, vase: Striffler, Steve, In the shadows ofstate and capital: the United Fruit Company, popular struggle, and agrarian restructuring in Ecuador, 1900-1995 ,Durham, Duke University Press, 2002.

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    bros, crisis financiera y alta conflictividad interna arrasaron con los distintos tipos deEstados liberales del continente. Como lo mostr el magnfico estudio de Flores Galindosobre la crisis de la repblica aristocrtica en el Per, cada Estado engendraba en sus con-tradicciones el caos que debi confrontar, as como la simiente de su salida. 9

    Ligada a las transformaciones internas, la historia de las organizaciones internaciona-les estuvo sujeta a grandes cambios en la primera mitad del siglo XX. La Primera Confe-rencia Panamericana(1889-1890), que fue una iniciativa de EEUU para aumentar su co-mercio con el resto de Amrica del Sur,contrast conla Conferencia Interamericana deConsolidacin de la Paz,celebrada en Buenos Aires en 1936, as como con la ConferenciaInteramericana sobre Problemas de la Guerra y de la Paz, celebrada en marzo de 1945 enChapultepec, Mxico. Entre estas cumbres se puede observar una transformacin sustan-tiva del papel de los pases latinoamericanos. Tras la crisis del sistema mundial y en elperodo de entreguerras, surgi un primer sistema internacional con aspiraciones demo-crticas, en el que Amrica Latina adelantaba un discurso de soberana e igualdad.

    La racionalidad de las relaciones internacionales del Estado ecuatoriano haba cam-

    biado de una lgica oligrquica cuyo objetivo era la oferta de los territorios tropicalespara la explotacin de recursos primarios y la creacin de infraestructuras comerciales yfinancieras que facilitaran la exportacin al mercado mundial; hacia una proveniente deEstados acogidos por frgiles capas medias que interpretaban la demanda popular deintervencin como una oportunidad para crear bases de sustentacin relativamente aut-nomas de los poderes fcticos. Ello, siguiendo el mandato de fortalecer el papel polticodel Estado, y controlar el capital con medidas de nacionalizacin y regulaciones laboralese impuestos. En consecuencia, se vean obligados a adelantar pactos para la legitimacinde estas nuevas democracias en contextos postcoloniales.

    Esta historia se entiende mejor estableciendo puentes entre los ms conocidos proce-sos de crisis de los pases centrales y la guerra internacional, y la transformacin de losbloques intranacionales de poder. No es casual que en el contexto de postguerra cuandose empieza a formar el paradigma de la guerra fra la conflictividad social dejara de serpercibida como una aliada de los programas de consolidacin de las democracias latinoa-mericanas, para ser definida como totalitariay enemiga de las mismas, descalificandoparalelamente el papel de la izquierda y de los movimientos populares en la construccinde los Estados democrticos en el continente.10

    Precisamente en la dcada de 1930 la integracin de las categoras trabajo, etnicidad

    y gnero en las polticas pblicas estatales, se conjug con la formacin de posicionescrticas frente a las jerarquas imperiales y del capital en poltica internacional, para forjarun discurso internacionalista democrtico de cuya concepcin particip activamente laizquierda. Este proceso fue comn a la Cuba del socialismo democrtico, al Estado in-

    9. Flores Galindo, Alberto,Apogeo y crisis de la Repblica Aristocrtica,Lima, Rikchay, 1991.10. Vase por ejemplo el discurso del presidente ecuatoriano Galo Plaza en 1955. Problems of Democracy

    in Latin America. Conference on the University of North Carolina, 1948. Chapel Hill, University of North Caro-lina Press.

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    doamericano en formacin en Ecuador y Bolivia en el mismo perodo, y al Mxico carde-nista. En torno a tales objetos se dio un fluido intercambio de reflexiones entre funciona-rios, dirigentes y pensadores de los distintos pases.

    El Archivo Histrico de la Cancillera cuenta con un valioso material para abordaresta genealoga oculta de la democracia ecuatoriana. La correspondencia de los delega-dos del ministerio en el exterior, con sus noticias sobre procesos nacionales de cambio,as como las crnicas de la formacin de espacios de confluencia internacional relativa-mente autnoma de las instituciones ms clsicas del sistema poltico mundial, nos abrenuna entrada para entender las distintas tcticas y puntos de apoyo de un proyecto de re-volucin democrtica continental en Amrica Latina.

    Antiimperialismo, vigilancia del capital y emergente delimitacin de lo poltico

    en las relaciones internacionales (1927)

    La Cancillera es uno de los organismos del Ecuador que ha confrontado las mayores di-ficultades en el proceso de transformacin del Estado al que hemos hecho mencin. Poreste rgano pasaron las presiones de las compaas petroleras, mineras y frutcolas trans-nacionales que encontraron apertura durante el rgimen liberal, y que reclamaban consis-tencia con la lgica del Estado oligrquico, en un contexto en el que el pas dependacada vez ms de arreglos internos de fuerza poltica y social. La Cancillera era adems unespacio de distincin para las lites de las grandes regiones del pas. A pesar de esto, seexperimentaron notables transformaciones en ese despacho, pues la orientacin polticadel momento parece haber sido lo suficientemente influyente como para informar sobre

    nuevas lgicas de representacin internacional. Daremos cuenta de ello a travs de tresepisodios de conflicto internacional a partir de la correspondencia entre los cnsules,delegados y embajadores del Ecuador en Bolivia, Per y Mxico y los ministros de rela-ciones exteriores del perodo 1927-1945.11

    Luis Robalino Dvila, liberal social que poco a poco devino en intelectual del catoli-cismo social, era en 1927 representante del Ecuador en Bolivia durante el gobierno de larevolucin juliana, encabezado por el mdico Isidro Ayora. En su correspondencia al Mi-nistro Homero Viteri Lafronte podemos observar el alineamiento a principios claves delnuevo rgimen, y cmo se desarrollaban en el campo de las relaciones internacionales.12

    En episodios crticos de finales de la dcada de 1920, como la invasin norteamerica-na de Nicaragua en 1927 y los conflictos por el Chaco entre Bolivia y Paraguay donde

    11. Las conferencias de 1947 y 1948 apuntan ya a otro tipo de agregacin y objetivos polticos recuperadosde los Estados Unidos como potencia mundial, a principios de la guerra fra. Vase Conferencia Interamericana

    para el Mantenimiento de la Paz y la Seguridad del Continente, realizada en Ro de Janeiro en 1947 yIX Confe-rencia Panamericanade 1948 en Bogot.

    12. Homero Viteri Lafronte haba sido funcionario de la educacin pblica liberal y pas a formar parte dela revolucin juliana al integrar junto con Julio E. Moreno, Isidro Ayora, Humberto Albornoz y Adolfo Hidal-go, la Junta civil de 1926 que sucedi a la Junta militar en el gobierno.

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    parecan primar los intereses financieros norteamericanos que se escudaban bajo el man-to argentino, el delegado argumentaba a favor de una poltica de respeto a la soberanade los pases latinoamericanos. Posicionaba la necesidad de respetar la autonoma polti-ca de los pases por encima de intereses econmicos en temas de justicia para los acuer-dos internacionales, oponindose en su reflexin al imperialismo norteamericano.13Ya eneste momento de reciente giro poltico en el pas (la revolucin juliana haba derrocado alpartido liberal 2 aos antes) empezaba a configurarse una lgica de identificacin inter-nacional entre pases que buscaban sus procesos democrticos.

    En la correspondencia de Robalino se destaca el reconocimiento a las manifestacio-nes de internacionalismo de estudiantes de la Universidad de San Andrs en Bolivia,quienes haban contestado fuertemente la intervencin de Estados Unidos en asuntosinternos de Nicaragua.14Consideraba propicia la manifestacin y su demanda: un movi-miento universitario era un actor legtimo capaz de generar opinin y sostener una vigi-lancia crtica del imperialismo. As, se daba el trabajo de citar ampliamente el manifiestode los estudiantes de la universidad de San Andrs, en el que se evidenciaba una ligazn

    entre el discurso nacional indigenista y el internacionalista democrtico.

    La Federacin de estudiantes de La Paz considerando que las juventudes intelectuales deAmrica Latina se hallan solidarizadas en un elevado ideal de raza, de origen y de misin his-trica; que la fe depositada por los estudiantes bolivianos en el idealismo de las nuevas genera-ciones de los pueblos de la Amrica Latina, de quienes esperan una eficaz cooperacin moralpara la solucin de sus vitales problemas internacionales, obliga a considerar como ataques ala soberana de su propia patria los atropellos que sufran los pueblos de este continente porparte de las potencias imperialistas. Que la actitud de los EEUU en Nicaragua, confirma lapoltica violenta de este pueblo puesta ya de manifiesto en Panam, Mxico, Cuba, Hait yPuerto Rico, es un insulto a la dignidad de nuestra raza y un atropello injustificable a los nue-vos conceptos del Derecho Internacional.15

    El delegado ecuatoriano advierte al Ministro que en el conflicto por el Chaco entreBolivia y Paraguay se entrecruzaban los intereses econmicos de Argentina, y el despreciode las lites paraguayas por Bolivia, en detrimento de los derechos polticos de ese pas. Sulectura apuntaba a construir una imagen de los conflictos fronterizos como un tema desoberana, lo cual a Ecuador le resultaba sensible por sus tensiones fronterizas con Per.El problema limtrofe se entrecruzaba con la idea de una primaca de la poltica sobre los

    intereses de otros actores influyentes en la toma de decisiones internacionales.Esta mirada crtica a la intervencin de intereses sobre razones polticas, aplicada al

    13. AHMRECI, C. 4.2, La Paz, 24 de enero de 1927: Mensaje de Bolivia sobre la ocupacin americana deNicaragua; C. 4.2., La Paz, 25 de enero de 1927: La cuestin boliviana-paraguaya y la intervencin de Argenti-na; C. 4.2., La Paz, 29 de septiembre de 1927: Relaciones Bolivia-Paraguay en Buenos Aires.

    14. AHMRECI, C. 4.2., La Paz, 24 de enero de 1927.15. Ibd., el manifiesto fue firmado segn consta en el documento en la sala de sesiones de la Federacin de

    Estudiantes de La Paz, 14 de enero de 1927.

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    Chaco, era compartida por los sectores involucrados en la reforma estatal ecuatoriana,quienes tomaron como eje fundacional el control de la plutocracia financiera en 1925.Estos sectores continuaron con esa agenda hasta la conformacin del Banco Central delEcuador, con asesora de la misin Kemmerer, bajo el gobierno de Ayora. Recordemosque el poder bancario especialmente del Banco Comercial y Agrcola, que prcticamen-te gobernaba el Ecuador entre 1919 y 1925, fue un punto crtico para el resquebraja-miento del Estado liberal. Est claro en las comunicaciones mencionadas que Robalinotena instrucciones de informar a la Cancillera sobre la calidad de la inversin extranjeraen Bolivia y comentar sobre el nivel de influencia del capital en las decisiones polticas deese pas, lo que aplicaba tambin para otras delegaciones diplomticas. En este sentidoRobalino informaba sobre los intereses del capital en Bolivia:16

    El Banco de la Nacin Argentina tiene en el Chaco 164,062 hectreas: el Banco Ingls del Rode la Plata 56,250; el britnico de la Amrica del Sud, con asiento en Bsas 50.265; el francsdel Ro de la Plata 112,500. Gibson e hijos 234,375; Cook y lumb 292.000; Sastre 225,00; As-

    tengo 318.750, y Don Estanislao 178.500 hct. Adems de esta posesin de tierras, la Argentinaha contribuido recientemente a armar al Paraguay, pues al comenzar el ao 1926 la comisinmilitar de aquella nacin, que recorra diversos paises europeos compr en Espaa para elejrcito paraguayo varios miles de rifles mauser modelo argentino y una gran cantidad decartuchos.17

    Derechos sociales pero sin conflicto: impacto de la rebelin de Chayanta

    en la diplomacia ecuatoriana

    La presencia de Robalino en Bolivia confront al funcionario con las tensiones inter-nas del Estado ecuatoriano. ste pudo observar la insurreccin indgena de Chayanta,que interpret como la amenaza de empoderamiento de la dirigencia indgena y de lascomunidades, por encima de las restricciones y vehculos jurdicos del Estado. 18Las noti-cias bolivianas alimentaban el temor frente a la posibilidad de que el movimiento campe-sino se articulara con el de la ciudad creando un proceso de caracter nacional:

    Se trata de un movimiento casi general en el sud y peligroso porque los indios de Charcas,Chayanta, Pecoata, Macha, etc. son feroces. La situacin (segn la prensa 50.000 levantados)

    presenta el mismo peligro en varios departamentos, en Chuquisaca, en Cochabamba, etc., esposible que se propague an al departamento de La Paz, donde la sublevacin podra tomar elaspecto de una verdadera catstrofe si se considera que la poblacin indgena del altiplano al-canza a 200.000 personas.19

    16. AHMRECI, C. 4.2., La Paz, 22 de noviembre de 1927: El capital extranjero en Bolivia.17. AHMRECI, C. 4.2., La Paz, 25 de enero de 1927.18. AHMRECI, C. 4.2., La Paz, 17 de agosto de 1927: Sublevacin indgena en Bolivia.19. Ibd.

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    La imagen del comunismo arrastrando a los indgenas a la insurreccin forma partede este repertorio que provena, por un lado, de los poderes locales en Bolivia y por otro,de los observadores desde la capital que teman la articulacin de los indios rurales, espe-cialmente del Sur, con los de La Paz. As, citaba al subprefecto de Colquechaca, quienatribua mucha participacin en este movimiento al abogado Hilarin Fernandez y a tin-terillos comunistas. El ministro de gobierno opinaba que estas sublevaciones indgenas sedeban a la activa propaganda hecha por los comunistas en todo el pas y que un gravepeligro se cerna sobre la repblica. Luis Navarro que se deca hermano del Seor Gus-tavo A. Navarro fue detenido mientras haca propaganda entre la indiada. GustavoNavarro era conocido como polemista y socialista, bajo el pseudnimo de Tristan Marof.Segn el prefecto dicho seor era empleado de la finca Potolo, propia del Sr. ArturoQuezada donde solicit un arma para ir en contra de indgenas sublevados habindosepasado a estos para capitanearlos.20

    El historiador Forrest Hylton ha estudiado cmo los intentos de formar un partidoindependiente del poder oligrquico en Bolivia haban sido solo eficientes a partir de

    1927, cuando el Partido Socialista empez a volverse una organizacin coherente. Gusta-vo Navarro haba sido sustancial en este proceso. El poltico pas de ser un republicanoradical a un marxista soreliano, lo que amenaz los intereses econmicos de los inversio-nistas internacionales que tradicionalmente tuvieron un nicho fundamental en Bolivia: elsector minero.21

    La posicin del gobierno de Bolivia era abiertamente violenta, y en la prensa primabael argumento de que la nica forma de proteger vidas y haciendas era matar a los indios.El temor provena de la experiencia de los indgenas en las milicias: los indios estn ar-mados y conocen el manejo del fusil por haber hecho su servicio militar. Robalino re-

    construa con mucho detalle la alarma social. El presidente haba recibido un telegramafirmado por ms de treinta hacendados de Cochabamba que intentaban agudizar el te-mor contra los indios y pedan proteccin no ya para sus propiedades, sino para sus vidaspuesto que los indios incendian las casas y cometen toda clase de atrocidades con loshabitantes. El ecuatoriano haca eco de esta posicin opinando que el movimiento deindgenas era el resultado de una activa propaganda comunista hecha por agentes polti-cos durante mucho tiempo, puesto que la idea predominante entre los 50.000 indgenasque actualmente se encuentran sublevados es la de apropiarse de los terrenos que traba-

    jan, alegando para ello la razn de haber nacido en esas tierras.22

    Ciertamente, Robalino matizaba la perspectiva fbica del peridico El Pasde Boli-via, con otra proveniente del peridicoLa Razn,23que hablaba de la insurreccin como

    20. Ostria Reyes era prefecto de la localidad, y su telegrama fue publicado, para luego ser recortado porRobalino Davila en su dossier enviado al Ministro Homero Viteri Lafronte.

    21. Hylton, Forrest, Tierra comn: Caciques, artesanos e intelectuales radicales y la rebelin de Chayan-ta, en Forrest Hylton, et. al., Ya es otro tiempo el presente. Cuatro momentos de insurgencia indgena,La Paz,Muela del Diablo editores, 2003, p. 135-198.

    22. AHMRECI, C. 4.2., La Paz, 17 de agosto de 1927.23. Ibd.

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    resultado de la opresin. Sin embargo, estaba claro que la imagen de la insurreccin indiaen Bolivia era para el delegado temible y que su consejo era evitar que algo similar suce-diera en Ecuador.

    Estas noticias tocaban una fibra muy sensible en este pas, pues la presencia de con-flictos entre comunidades y haciendas haba alcanzado un nuevo nivel, desde que el go-bierno de la Revolucin Juliana pusiera en escena un discurso sobre derechos socialesque fue ledo como un instrumento favorable para las comunidades; la fundacin de unMinisterio de Previsin Social y Trabajo encargado de juzgar conflictos laborales y con-flictos por tierras motiv la activacin de demandas, tanto jurdicas como procesos demovilizacin, por parte de las mismas.

    El proceso de presin campesina e indgena para la reforma poltica en el Ecuadordel siglo XXes uno de los menos conocidos de la historiografa latinoamericana. No resal-ta una figura como Jos Carlos Maritegui o Tristan Marof. Se ha insistido en el protago-nismo de las lites terratenientes en el proceso de modernizacin del Estado, sin embar-go, el Partido Socialista influy desde 1926 la formacin del moderno derecho social, y

    tuvo a su cargo importantes carteras ministeriales entre los aos 1926 y 1945.24La izquier-da mostr una capacidad de impacto muy relevante desde la misma Revolucin Juliana ysu mandato (1925-1931), que ampar la entrada del naciente Partido Socialista a loscrculos ms altos del gobierno, y estimul el desarrollo de este partido contra el conser-vadurismo a lo largo de la dcada de 1930, y hasta el proceso constituyente de 1945. Altiempo, la faccin comunista de la izquierda ecuatoriana apoy la formacin de un sindi-calismo campesino y la articulacin de la organizacin de la Sierra con la de la Costa enplataformas polticas populares de alcance nacional, lo cual represent ms que lo quepudo hacer la izquierda en el Per, y fue comparable a los procesos sustanciales que con-

    dujeron a la revolucin boliviana de 1952.25En contraste con Bolivia, durante el ao 1927 Ecuador haba desarrollado temprana-

    mente vehculos de respuesta y un marco legal que beneficiaba procesos de redistribu-cin, de los que careca entonces el Estado boliviano, que privilegiaba el uso de la fuerza.Sin embargo, Robalino utilizaba el discurso de temor de la sociedad boliviana para tratarde influenciar en el gobierno ecuatoriano, respecto a prever la movilizacin y la forma-cin de organizaciones indgenas de tipo nacional, que pudieran saltarse los mecanismoslegales para reclamar. Este temor expresaba el intento de los intelectuales del liberalismosocial de controlar la integracin social y los mecanismos de demanda, y por tanto, impe-

    dir la expansin horizontal de la organizacin que se entenda como un resultado de lainfluencia de la izquierda.

    Era el miedo de las lites a que las comunidades campesinas hubieran asumido loscambios como el fin de las jerarquas sociales, y que los socialistas los hubieran instruidoen que tenan derecho de quitar las tierras a los hacendados, lo que finalmente amenaz

    24. Coronel, Valeria,A Revolution in Stages, cit.25. Coronel, Valeria,A Revolution in Stages, cit. Flores Galindo, Alberto,La agona deMaritegui, Lima,

    Instituto de Apoyo Agrario, 1989; Gotkowitz, Laura,A Revolution,cit.

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    la va reformista del Estado. Estas haban visto cmo las comunidades indgenas empode-radas por cinco aos realizaron demandas exitosas y siempre en nombre de la nacin ydel Estado. Asimismo, que entre el ao 1928 y 1930 los campesinos de Milagro fueronbeneficiados en sus demandas de expropiacin de las tierras y la crisis econmica habaejercido mayor presin sobre las comunidades de la Sierra, por lo cual ese ao ocurrieronvarios incidentes de insurreccin por parte de huasipunguerosy las comunidades librescontra las haciendas. A esto se sumaba la reciente vigencia de la Constitucin de 1929que garantizaba, por un lado, mayor incidencia del MPST en la toma de decisiones sobreel problema de la tierra ya que esta haba sido declarada patrimonio territorial del Esta-do, as como mayor capacidad de fiscalizacin de relaciones laborales/serviles; y, porotro, aseguraba la participacin de nuevos sectores sociales en la poltica nacional bajo lafrmula de las representaciones funcionales.26

    Las reformas que fundaron el marco jurdico de un nuevo modelo nacional fueronacogidas por las comunidades campesinas y trabajadores de distinta ndole, quienes me-diante demanda al Estado lograron poner en alarma a la clase propietaria, particularmen-

    te al sector terrateniente. El Partido Socialista del Ecuador (PSE), mantena importanteslazos con las comunidades indgenas de Cayambe. El Senador Maldonado, Ricardo Pare-des y Luis Felipe Chvez, en conjunto con las comunidades en conflicto, trataron deformar en 1930 el Congreso de Obreros Agrcolas y Campesinos; pero ste no se llev acabo por disposicin expresa del gobierno. Ese mismo ao, en Guayas, los trabajadoresde Milagro tenan en sus casas unas banderas rojas que decan Tierra, Libertad yTrabajo.27

    El discurso de Robalino de 1927 se sum en 1931 a una gran alarma de la lite te-rrateniente ante la noticia de que se programaba una reunin de los cabecillas indge-

    nas a nivel nacional. sta tendra lugar en Cayambe en el mismo ao, y llev a la repre-sin del movimiento. Si 1929 cuando se promulga una nueva Constitucin con fuerteselementos de derecho social y ampliacin democrtica, haba sido el momento de lareforma ms profunda del Estado desde la Revolucin Juliana, 1931 sorprende a lossocialistas con una reaccin violenta del rgimen de Isidro Ayora, contra los cabecillasindgenas que se trasladaban de todas partes del pas hacia la conferencia planeada enCayambe.28

    El uso de la represin por parte de un gobierno que era parcialmente socialista, sig-nific para algunos miembros de la izquierda que la colaboracin del PSE con las refor-

    mas julianas no estaba sustentada sobre una conviccin suficientemente profunda dellugar de las clases populares en la nacin. Este era el argumento que discutan Nela Mar-tnez y Joaqun Gallegos Lara, fundadores del Partido Comunista en su correspondencia

    26. Coronel, Valeria,A Revolution in Stages, cit.27. AIFP, fondo MPST, caja 218, Informe de la Gobernacin del Guayas al MPST, dirigida por el Comisa-

    rio Nacional del Cantn Milagro, 19 de agosto de 1930.28. Becker, Marc,Indigenous Communists and Urban Intellectuals in Cayambe,Quito, IRSH 49, 2004.

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    personal.29La represin al encuentro nacional de cabecillas le recordaba a Joaqun Galle-gos Lara la masacre de 1922 en Guayaquil, y le adverta del despropsito de la va delsocialismo, pues el propio Ayora haba enviado las tropas contra los indios:

    Los indios cabecillas comunistas asesinados claman ms que El Clamor para m: Yo no soyun socialdemcrata escurridizo, colaboracionista, contemporizador, sino un comunista, y un

    revolucionario. Conservo mi independencia de auxiliar no afilindome al partido. Pero midecisin est tomada. Yo no estoy con los intelectuales resbalosos: estoy con los trabajado-res.30

    La represin de cabecillas indgenas, y el control de la organizacin campesina delGuayas eran, para algunos, claros indicios de que el ltimo gobernante de la Revolucin

    Juliana no permitira que las expectativas abiertas por la reforma y el marco constitucio-nal de 1929 se tradujeran en un proceso de empoderamiento del sector popular de lasociedad civil. Esta fue una fuerte razn para algunos miembros del socialismo del Gua-

    yas y de la sierra que estaban interesados en la organizacin campesina, para formartienda aparte del socialismo y fundar el partido comunista ecuatoriano. 31

    Hay que decir que durante los siguientes 15 aos, ambas izquierdas siguieron colabo-rando para extender el derecho social, y el dilogo entre organizaciones y Estado se in-crement en lo sucesivo. Sin embargo, la lnea comunista fue en ese perodo promover laformacin de un movimiento campesino nacional y relativamente autnomo. Buscabanque tuviera fuerza y capacidad de representacin para sustituir las dinmicas de conce-sin estatal, por unas de exigencia; y se interesaron tambin en dar un sentido nacional aprocesos de interlocucin hasta entonces particulares.

    Las cartas del embajador en Bolivia apoyaron el uso de la fuerza, pero esa represingener una divisin dentro de la izquierda que fue productiva para el avance del procesode expansin democrtica. Mientras los socialistas trabajaban en las carteras del Estadode manera convencida y reformadora, y otros trabajaban en la organizacin obrero-arte-sanal y como secretarios de sindicatos, los comunistas avanzaron significativamente en laformacin de un movimiento nacional de organizaciones populares.32

    29. Coronel, Valeria, La fragua de la voz: cartas sobre revolucin, subjetividad y cultura nacional-popu-lar,Vienen ganas de cambiar el tiempo. Epistolario entre Nela Martnez Espinosa y Joaqun Gallegos Lara, 1930a 1938. AMM e IMP, Quito.

    30. AMM, J-19310427.31. Coronel, Valeria, La fragua de la voz, cit. Vase otras razones de esta separacin ligadas a la adop-

    cin o no de la normativa de la internacional comunista en Pez Cordero, Alexei,Los orgenes de la izquierdaecuatoriana,Quito, Abya-Yala, 2001.

    32. Todos confluyeron a finales de la dcada del treinta hacia la legitimacin del Cdigo del Trabajo, laformacin de la Confederacin de Trabajadores del Ecuador y la Federacin Ecuatoriana de Indios, y en la d-cada del cuarenta el frente popular antifascista del Ecuador. Coronel, Valeria, La fragua de la voz, cit.

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    Las demandas laborales como una va para la intervencin estatal

    y la regulacin del capital extranjero

    Hacia el ao 1938, los intereses de las transnacionales se vean progresivamente confron-tados con el discurso de derechos sociales que haban suscrito el pacto cvico militar en elgobierno de Alberto Enriquez Gallo. ste haba derrocado a Federico Pez con apoyo dela izquierda, que as detuvo la formulacin de un proyecto de empoderamiento de lasflamantes cmaras de industria, y un discurso antisindical que intentaba dar un giro auto-ritario al modelo de democracia corporativista en formacin. Enriquez Gallo promovirpidamente una sistematizacin de la experiencia legal de demandas contra abusos labo-rales, respuestas de los tcnicos socialistas y abogados, depositadas en los archivos de

    justicia del MPST para el desarrollo de un Cdigo del Trabajo.33

    En este contexto, en febrero de 1938 fue un escandalo internacional la posicin delEstado ecuatoriano de exigir el cumplimiento de la ley a todas las empresas extranjeras,bajo el argumento de que stas violaban el cdigo laboral en vigencia. Los contratos de

    las compaas mineras extranjeras fueron revisados, y se impusieron multas a las que nocumplieran los requisitos de las nuevas leyes, que desembocaran en el nuevo Cdigo delTrabajo, como la minera SADCO; en ese ao el gobierno impuso a sta una multa de

    50.000 sucres y el apresamiento de uno de sus altos administrativos como prenda. Larespuesta del gerente de la compaa y del gobierno norteamericano fue desvirtuar losobjetivos de esta multa, y tratar de negociar su presencia en el pas. En la prensa interna-cional divulgaron que el Ecuador era tan pobre y necesitado de ingresos, que atentabacontra la inversin norteamericana que podra ayudar a mejorar su economa. En estesentido le atribuan a una irracionalidad romper los contratos existentes. Dicha imagen

    fue rebatida duramente por el Presidente de Ecuador, con un telegrama muy preciso queel embajador del Ecuador en Washington puso en conocimiento del departamento delEstado norteamericano. El mensaje deca que las exigencias del Ecuador a las empresasen su territorio no constituan un tema de relaciones entre dos Estados. Los conveniosinternacionales establecen que las empresas deben incorporar las leyes del pas en el quese instalan, por lo que ste se admiraba de que haya habido una intervencin de tipodiplomtico desde Estados Unidos. Muy lejos de un asunto de necesidad, la multa im-puesta a la empresa minera intentaba sancionar el incumplimiento de la ley por parte dela empresa, que no haba respetado un acpite de la legislacin laboral ecuatoriana se-

    gn la cual no se poda pagar a los trabajadores con bonos rescatables en tiendas de lacompaa.

    El incumplimiento por parte de la SADCO formaba parte de una serie de facetas enlas que el pas haba sido sometido a contratos atentatorios a la economa nacional,que el militar socialista estaba decidido a revisar. Su comunicacin terminaba estable-ciendo que el gobierno de Ecuador ni oficial ni extraoficialmente acepta reclamaciones

    33. Cdigo del Trabajo, RO n. 78-81, del 14-17 de noviembre de 1938. Decreto supremo n. 210, del 5 deagosto de 1938.

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    diplomticas o intervenciones por ser un Estado libre, soberano e independiente y en-contrarse las compaas extranjeras sujetas al imperio de sus leyes.34En esos das el em-bajador en el Per, Gonzalo Zaldumbide, se comunic de forma urgente con el gobiernocomo consta en el Archivo de Cancillera, para comentar la alarma que cunda en esepas y otros de la regin, por la sancin impuesta. Zaldumbide haca notar a Cancillerala alarma con la que se lea en el Estado vecino la decisin de intervenir en la compaaminera.35

    El mismo gerente de la SADCO el Seor Tweedy insisti en que un arreglo econ-mico era conveniente para las dos partes. Estaba convencido de que las transnacionalesnorteamericanas contribuan al mejoramiento de la vida econmica de un pas pobre,y hasta ofreci pagar un 3% sobre la produccin bruta del oro de Portobelo, as comocontinuar con el pago de los impuestos sobre la renta. Enrquez Gallo se neg a modificarla posicin del Estado ecuatoriano frente a la multa y la revisin del contrato.

    El gobierno de Enrquez Gallo en 1938 cobijaba un pacto cvico militar que ambicio-naba un nuevo modelo econmico. En ste, fueron complementariamente claves la cons-

    truccin de las categoras de trabajo y etnicidad como sustento del Estado. La constitu-cin de estos sujetos de derechos permita ampliar la sociedad civil por fuera de losestrechos lmites de la ciudadana postcolonial, y era esta sociedad la que a travs de dis-tintos mecanismos visibles en la poca la movilizacin, la demanda jurdica, y la repre-sentacin funcional en la asamblea nacional, exiga la intervencin del Estado para diri-mir conflictos en fueros tradicionales, como los de la hacienda o las transnacionales. Laobligatoriedad que haca posible la accin gubernamental sobre el territorio, le dotaba derelativa autonoma para tomar decisiones por fuera de las presiones del capital.

    En palabras de Enrquez Gallo, el argumento del Ecuador

    se basa en una cuestin de derecho y en el aspecto de reivindicacin (demanda de reparacinde derechos violados). No era justo que el Ecuador tolerase el aprovechamiento de beneficiospor parte de compaas extranjeras, sin que el pas dueo del subsuelo cuyas riquezas han ve-nido extrayendo por muchos aos tuviera la justa participacin que le corresponde. 36

    Enrquez Gallo marcaba claramente un lmite al capital desregulado, y propona unadefinicin poltica a la relacin entre Estados:

    El Ecuador tiene la seguridad de que el gobierno de Estados Unidos, que ha proclamado antetoda la Amrica su poltica de buen vecino y sus deseos de respaldar la hegemona de todos lospueblos del conglomerado panamericano, no intentar inmiscuirse en esta cuestin que in-cumbe nicamente a la nacin ecuatoriana, ya que las concesiones hechas a las compaas ex-tranjeras llevan implcita una clusula renunciando a las reclamaciones diplomticas, puestoque el Ecuador es un pas libre y soberano y en ningn caso puede admitir la intervencin ex-

    34. Ibd.35. AHMRECI, C.35.51. 9 de febrero de 1938.36. AHMRECI, C.35.51. 9 de febrero de 1938.

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    trajera. Tal cosa, justificadamente, podra restar la confianza que los pueblos de Amrica handepositado en la nueva poltica internacional de Estados Unidos.37

    De hecho en los das de este incidente, el rgimen de Enrquez Gallo decidi fortale-cer la posicin de la Cancillera y reemplaz al ministro liberal social, Homero Viteri La-fronte, por el Dr. Luis Bossano, socilogo interesado en el tema indgena y campesino, quefuera tambin Ministro de Previsin Social. El incidente diplomtico termin con el pagode la multa de 50.000 sucres y la seguida liberacin de los administrativos de la compaade su retencin en la carcel, sumado a un telegrama del Departamento de Estado norte-americano, comentando que su intervencin haba sido solo un comentario amistoso, locual fue bien recibido por la Cancillera ecuatoriana. Al tiempo, el gobierno convoc a una

    junta con presencia del nuevo ministro de Relaciones Exteriores para establecer la posi-cin del Ecuador ante las compaas extranjeras. La prensa de varios paises, que antesreproducan literalmente lo redactado por United Press de los Estados Unidos, intentmostrar opiniones propias desde posiciones tibias sobre los derechos de las dos partes:

    descalificaron los excesos del nuevo nacionalismo latinoamericano;38y ostentaron posi-ciones que reivindicaban la poltica ecuatoriana como ejemplar para la soberana.39

    En la prensa argentina de izquierda se reproducan fragmentos del discurso de Enr-quez Gallo, que la prensa norteamericana replicaba de forma exacta, sumada a otros peri-dicos latinoamericanos. Efectivamente el gobierno del Ecuador se propona afirmar enrgi-camente la soberana nacional ante el imperialismo financiero. Los capitales norteamericanoshaban sido tan poderosos e insolentes como los haba calificado Enrquez Gallo:

    rechazaron la fiscalizacin de sus ganancias, engaaron al erario pblico con datos falsos, in-

    trodujeron clandestinamente mercaderas [para ser repartidas entre los obreros, de ah losbonos con los que se los pagaba] y pagaron impuestos irrisorios en comparacin con sus fan-tsticas utilidades. Por la dignidad del Ecuador este estado de cosas debe terminar. En adelan-te los capitales extranjeros tendrn que mostrar sus libros, pagar derechos de aduana, y contri-buir al fisco con gravmenes proporcionados.40

    Estas palabras fueron comentadas ampliamente en la prensa latinoamericana de iz-quierda. As, el peridico argentino deca: nos sentiramos orgullosos si aqu se hicieraalgo similar con los cuantiosos intereses extranjeros que ahogan la soberana argentina.41

    El pas era ya famoso por sus polticas nacionales de control del capital externo, pues

    37. AHMRECI, C.35.51., Lima, 9 febrero de 1938.38. PeridicoLa Noche del Per.39. Ibd.40. Ibd. Es casi imposible identificar la fuente exacta de la que proviene la visin que a continuacin re-

    producimos, ya que es un fragmento recortado por Robalino Davila para informar a Homero Viteri Lafrontesobre las diversas opiniones que se emiten ante la posicin del Ecuador, pero forma parte de un portafolio derecortes depositado en el AHMRECI.

    41. Ibd.

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    tambin en ese entonces haba descartado el llamado de la United Fruit Company a con-trolar al campesinado que se haba tomado tierras sobrantes.42En ambos casos el Ecuadormarc la relevancia del Estado para los paises de Amrica Latina que confrontaban pro-blemas similares y que se encontraban imbuidos en la polmica sobre la soberana nacio-nal: Cuba, Bolivia y Nicaragua entre estos.43

    En 1934 la denominada Asamblea Campesina de Milagro (Guayas) apoy el reclamode los trabajadores de la UFCO e inst a la opinin pblica en contra de la transnacionalen el peridico Lucha Popular(rgano seccional del Partido Comunista), a favor de laexpropiacin de la Hacienda Milagro y su distribucin entre los campesinos.

    Esta funesta compaa que se est adueando de inmensas extensiones de terreno en CentroAmrica, Colombia y Ecuador, y por cuya culpa se han cometido crmenes espantosos como la

    masacre de mil trabajadores en las bananeras de Santa Marta Colombia, esta compaa redoblara

    las extorsiones sobre la poblacin de milagro y sobre los campesinos. Tal vez muchsimos trabaja-

    dores quedaramos sin hogar.44

    El caso se present ante el MPST y en la prensa como un abuso laboral:

    La explotacin all es redoblada y se usan todos los medios de engao y de estafa a los traba-jadoresProtestamos contra los abusos de Echeverri, protestamos contra la feroz compaaimperialista United Fruit, exijamos al gobierno que anule la compra de TenguelLuchemosporque Tenguel sea entregado a los campesinos desocupados.45

    Sin embargo, el programa campesino iba ms all de una reivindicacin proletaria;exiga adems fortalecer la economa campesina a travs de la rebaja del canon de arren-damiento, y comenzar con la entrega gratuita de las parcelas cultivadas por los trabajado-res de la hacienda, que para entonces se encontraba ya en manos de la UFCO (La IslaRocafuerte). Por ello era necesario exigir que estas concesiones no avanzaran. La organi-zacin popular de mano del Estado deba luchar contra los carteles del azcar, forma-dos por los principales ingenios: San Carlos, Valdez, Ins Mara, etc., que crearon el sin-dicato, y ahora unidos, imponen el precio del azcar a su antojo.46El comit abordtambin el problema de los campesinos cultivadores de arroz, quienes arrendaban tierrasa cnones altsimos impuestos a voluntad de los latifundistas, que adems exigan la en-trega de sacos de arroz como pago, imponiendo precios inconvenientes para los campesi-nos, para que luego de ser procesados por las piladoras (mecanismo de procesamientodel arroz) y salir nuevamente al mercado, reaparecieran inalcanzables para el consumo.El semanario denunci la cadena especulativa e intent que el comit popular obligara al

    42. Striffler, Steve,In the shadows, cit.43. Coronel, ValeriaA Revolution in Stages, cit.44. Ibd., p. 2.45. Lucha Popular, 23 de junio de 1934, n. 9, p. 4.46. Ibd., p. 4.

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    pago de arrendamiento en dinero, estableciera precios fijos al arroz y que los campesinoscompraran sus propias piladoras.

    En rechazo a la instalacin de la bananera UFCO, vista como un peligro nacional,decan que la tarea coyuntural contra el imperialismo estaba en la lucha de los campesi-nos de la Isla y que sta requera del apoyo de toda la organizacin de trabajadores delpas.47De la misma forma, para frenar la violencia de la polica rural en el Guayas tendraque construirse un frente de defensa de la clase campesina. La crisis de subsistencia en laque se encontraban los trabajadores de Guayaquil debido a la concentracin de la tierray la inflacin, llev a la construccin de otra experiencia del Comit de lucha contra elhambre.48

    El 7 de abril de 1934 se organiz un frente nico en Guayaquil en el que participaroncasi todas las organizaciones obreras, el comit pro-abaratamiento del precio de las sub-sistencias, organizaciones femeninas y el partido comunista, que logr arrastrar incluso alsocialista. Ms de treinta entidades de Guayaquil, que incluan algunos miles de trabaja-dores, lucharon conjuntamente contra la especulacin. Sindicatos agrarios, sociedades

    obreras del Ingenio Valdz, la poblacin y los centros deportivos de la juventud trabaja-dora, el frente nico de Milagro con el comit de unidad de Guayaquil, constituyeronuna organizacin multitudinaria representada por el Comit de Unidad. Un potente mo-vimiento de las masas populares organizadas se desarrollaba en el pas y tena una de lassedes principales en la ciudad.

    El 22 de septiembre de 1934 se realiz la quinta Asamblea del Sindicato de Asalaria-dos Agrcolas, Campesinos Pobres y Obreros Rurales del Guayas. All se hizo un recuen-to de las acciones ms importantes de los sindicatos del Guayas, mencionando su resis-tencia a la UFCO como ejemplar, ya que la empresa haba despojado a cientos de

    campesinos de sus tierras en las haciendas Tenguel, Vainillo, entre otras. Sin embargo, sehaba encontrado con campesinos organizados en Sindicato en la hacienda La Isla Roca-fuerte, quienes con apoyo del abogado comunista Neptal Pacheco Len, lograron pre-sentar una demanda ante el Estado y triunfar, en los mbitos laboral y de propiedad terri-torial. Luego de ocho meses de lucha se logr que se pagaran indemnizaciones, a partirdel avalo presentado por este abogado. Igualmente se legitim la toma de tierras por loscampesinos en la hacienda La Anglica.

    Mientras se organizaba un frente popular, se conceba una repblica de trabajadores.49Se vea tambin la necesidad de pasar de acciones colectivas contra los hacendados, hacia

    la conformacin de una alternativa electoral para arrancar el poder de las lites regiona-les, y ponerse a tono con el derecho social promulgado por el Estado central. En las se-siones de las organizaciones y en los medios impresos la izquierda intent difundir unaimagen crtica de Velasco Ibarra, se lo present como aliado de las oligarquas de la costa,

    47. Ibd,Segunda quincena de febrero de 1934, n. 1, p. 4.48. Ibd,17 de marzo de 1934, n. 2, p. 1, 4.49. Ibd,22 de septiembre de 1934, n. 12, p. 2.

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    y enemigo de los derechos establecidos en la constitucin de 1929.50Los redactores delucha popularhablaban de la corrupcin del consejo, y apuntaban a ganar escaos y par-ticipar de la lucha electoral mediante una convocatoria a los trabajadores de todos lospartidos, para que se unieran en contra del consejo de los gamonales.51

    Buscaron acercar los casos de la Sierra con sus propias experiencias para incidir anivel nacional, y propusieron alianzas entre sindicatos hasta el da de la revolucin agra-ria que expropie a los grandes terratenientes y reparta en parcelas y haga devolver lascomunas robadas por los gamonales a los indgenas.52En la campaa presidencial, laCentral Sindical Campesina de Milagro postul a Ricardo Paredes dirigente comunistaligado a la organizacin indigena de la sierra como candidato a la Presidencia de la Re-pblica. Los comits y la asamblea campesina de la costa tambin se pronunciaron enapoyo de las huelgas de las industrias textiles de la sierra, donde los abogados socialistascomo Juan Genaro Jaramillo elaboraban demandas e informes sobre la complejidad labo-ral y el uso de la precariedad con las comunidades indgenas en estas empresas. LuchaPopularmantuvo activas las pginas de opinin y denuncia, e incluso se moviliz en apo-

    yo de los trabajadores industriales de la sierra.53El objetivo de la unidad nacional se volvicentral en la propuesta desde el Guayas, y a partir del ao 1935 el peridico de Milagroincluy partes en quichua, e intent de manera constante establecer el puente entre lasluchas campesinas en esa provincia y las de la sierra.54

    Rafael Coello Serrano resuma la posicin consolidada en 1935, en la cual sealabaque Velasco representaba una tentativa de las clases dominantes para estabilizar la depre-sin, manteniendo el nivel de explotacin de las masas, vendiendo el pas al imperialismoy al fascismo.55En este contexto, el Sindicato General de Trabajadores del Milagro anun-ciaba que su lucha estaba acompaada por la fuerza internacional, como miembros del

    Consejo Central de los Sindicatos adheridos a la Confederacin Sindical Latinoamerica-na, y se identificaban como un componente sustancial de un Frente Democrtico.

    As, cuando el presidente Enrquez Gallo en 1938 proclamaba un marco de interpre-tacin poltico soberano y distinto al del imperialismo para el caso de la SADCO, expre-saba la integracin del discurso de la izquierda en un sector clave del ejrcito que impe-da el avance de la nueva derecha ecuatoriana. No era coincidencia que en el mismo aode 1938 Ricardo Paredes publicara El Imperialismo en el Ecuador: Oro y Sangre en Por-tobelo, un libro que abordaba los conflictos laborales en el establecimiento minero norte-americano, y contrastaba la posicin socialista del presidente Enriquez con la violencia

    cmplice que asuman las autoridades locales bajo la influencia de la compaa.El fortalecimiento del Estado como sujeto en las relaciones internacionales estaba

    50. Ibd,22 de septiembre de 1934, n. 12, p. 4.51. Ibd,27 de octubre de 1934, n. 16, p. 1.52. Ibd,22 de diciembre de 1934, n. 23, p. 2.53. Ibd, 24 de marzo de 1934, p. 1.54. Ibd,24 de febrero de 1935, n. 31, p. 4-5.55. Ibd, La poltica del pas a comienzos del 35 por Rafael Coello Serrano,24 de febrero de 1935, n. 31,

    p. 10.

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    profundamente ligado al proceso de la izquierda y de los movimientos populares, al de-mandar su intervencin en la relacin con los intereses de las transnacionales. En el casode la SADCO (1938) varios gerentes de empresas de capital mixto renunciaron, intentan-do boicotear la revisin de los contratos con empresas extranjeras. Sin embargo, la pol-tica de regulacin del capital no termin con el episodio de la SADCO. La siguiente fuela compaa petrolera Anglo-Ecuatoriana Limitada, que recibi una notificacin infor-mando que adeudaba 10.000.000 de sucres al Estado y que adems deba doblar el valorde los impuestos que pagaba a los municipios de Salinas y Santa Elena por la explotacinpetrolera y el refinamiento de gasolina.

    Efectivamente los aos treinta fueron un perodo en el que se interrumpieron dosdcadas de apertura del territorio a los negocios de los carteles oligrquicos con el capitaltransnacional. La Revolucin Juliana se profundiz en los treinta y cuarenta en un proce-so que se nutri de las demandas surgidas del conflicto social y de las nuevas visiones derepblica y de nacin provenientes de la organizacin popular. El episodio de conflictocon la SADCO forma parte de una tendencia latinoamericana tambin visible en otros

    paises, que tuvo una de las ms claras realizaciones en los procesos de expropiacin delas compaas petroleras, llevados a cabo por Lzaro Crdenas apenas un mes despusdel cambio de la poltica ecuatoriana, de febrero a marzo de 1938.56

    En los paises latinoamericanos integrados junto con los EEUU de Roosevelt a laplataforma internacional de la Conferencia Panamericana, se intentaba formar una orga-nizacin para mejorar la capacidad de incidencia, mediante la instalacin en Sudamericade un rgano continental y una Suprema Corte de Justicia Interamericana con sede enCaracas. En estas propuestas Ecuador particip activamente, considerando que podaayudar a evitar la guerra con el Per, donde vea intereses privados trabajando conjunta-

    mente con sectores derechistas del ejrcito, para provocar una guerra que impidiera lalabor que vena desempeando el Estado. Los conflictos entre Per y Ecuador parecanempaar los intentos de un nuevo internacionalismo y el fortalecimiento democrtico delos Estados, siendo conveniente para la desregulacin del capital y al debilitamiento de laposicin latinoamericana en las Conferencias Panamericanas. No es casual, sobre todopor los antecedentes antes descritos, que la posicin norteamericana en la tensin entrepaises vecinos haya propiciado muy poco la conciliacin.57En uno de los momentos fun-damentales de avance democrtico en el Ecuador estall precisamente la guerra de 1941en la frontera sur del pas, y el nacionalismo, acompaado de exaltaciones morales, susti-

    tuy los discursos sobre clase y derechos sociales.Avanzada la Segunda Guerra Mundial, gran parte de los esfuerzos internacionales se

    56. AHMRECI, C. 27.7, Mxico, 20 de marzo de 1938: Expropiacin de la industria petrolera; AHMRE-CI, C. 27.7, Mxico, 14 de abril de 1938: Reclamacin inglesa por expropiacin petrolera; AHMRECI, C. 27.7,Mxico, 6 de mayo de 1938: Expropiacin petrolera. AHMRECI, C. 27.7, Mxico, 16 de mayo de 1938: Mxi-co rompe relaciones con Gran Bretaa; AHMRECI, C. 27.7, Mxico, 24 de noviembre de 1938: Arreglo entreMxico y EUA sobre expropiaciones.

    57. AHMRECI, C. 27.10, n. 49, Mxico, 23 de mayo de 1941: Mediacin de Argentina, Brasil y EUA en elconflicto Ecuador/Per.

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    concentraron en el tema blico, y los asuntos cruciales hasta el ao 1938 relativos alcontrol del capital extranjero, a la formacin de derechos laborales a nivel internacionaly al control del imperialismo norteamericano fueron aplazados por la primaca de laamenaza fascista. En este contexto, se integraron en frentes antifascistas organizacionesque haban estado en las antpodas, derechas e izquierdas, la Unin Sovitica e Inglate-rra o EEUU. Esta colaboracin fue en parte responsable de que un movimiento funda-mentalmente dirigido por la izquierda, como el de la Revolucin Gloriosa de mayo de1944, colocara en el poder a un personaje de trayectoria conservadora como VelascoIbarra. Desde su rgimen, que coincidi con el fin de la Segunda Guerra Mundial, lascosas empezaron a cambiar. La correspondencia desde Mxico en el ao 1945 entreModesto Jijon delegado en Mxico, y el ministro Camilo Ponce Enrquez futurofundador del Partido Social Cristiano, revela cmo haba empezado a transformarse laorientacin social y soberanista de la Cancillera ecuatoriana. Se firm un tratado deamistad con la Unin Sovitica como pas aliado, pero a regaadientes. Se apoy el res-cate de Ferrandiz Alborz intelectual espaol que viviera muchos aos cercano a la iz-

    quierda intelectual ecuatoriana de la condena a muerte en el contexto del franquismo.Sin embargo, stos eran rezagos de una poca anterior. La nueva Cancillera difundaotros valores. Mientras Mxico respaldaba su internacionalismo en la figura de Lombar-do Toledano, el nuevo gobierno del Ecuador reprima el movimiento de izquierda. Estegiro es poco conocido, pero produce ruido en las relaciones entre ambos pases, lo quepodra ser tema de otro esfuerzo de interpretacin de los cambios de mediados del si-glo XX.

    La consolidacin del paradigma de la guerra fra contribuir a sepultar esta memoria,y descalificar tanto a los movimientos populares como a la izquierda en tanto gestores de

    la democracia.58Efectivamente, la formacin de la Organizacin de Estados Americanosen 1948 marc una distancia, casi insalvable de no ser por la evidencia contempor-nea en relacin a los frentes democrticos multiclasistas y multitnicos del perodo deentreguerras, caracterizando al conflicto y a la izquierda como formas de totalitarismo.59Este ciclo encontr una piedra de toque a finales de la Segunda Guerra Mundial, cuandolas trayectorias se separaron ante la agresiva campaa para normativizar el concepto dedemocracia y el modelo institucional ligado al sistema internacional de la postguerra bajoel control norteamericano. Paises como Ecuador, Guatemala y Bolivia, que tenan trayec-torias afines, experimentaron procesos contrastantes. La represin con la que se cerr el

    ciclo de contencin y democratizacin interna en Guatemala ha sido descrita por GregGrandin como una ltima masacre colonial.60Mientras que el proceso afn en Bolivia delos treinta, de iniciativa de los apoderados indgenas y el pacto cvico militar, alcanz a ser

    58. Grandin, Gregory, The Blood of,cit.59. Vase Coronel, Valeria y Salgado Gmez, Mireya, Galo Plaza Lasso, un Liberal del siglo XX. Demo-

    cracia desarrollo y cambio cultural en el Ecuador de postguerra. Serie Documentos, Museo de la Ciudad,n. 7,Quito, Museo de la ciudad, 2006.

    60. Ibd.

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    profundizado con la irrupcin del sindicalismo minero y las alianzas interclasistas quecondujeron a la revolucin boliviana en la dcada del cincuenta.61

    La suerte de Ecuador tras la persecucin que Velasco Ibarra hizo de la izquierda yla supresin de la constitucin de 1945 que recoga todos los avances democrticos devarias dcadas, se complement con la transicin hacia un nuevo sistema de partidosque incluan versiones clientelares del populismo, la fundacin de una nueva derechaen el partido Social Cristiano, y un poco exitoso proyecto de plan Marshall para elEcuador.

    Jorge Carrera Andrade, socialista y diplomtico de carrera, deca encontrarse cons-ternado de que en 1941 los intereses privados de compaas norteamericanas hubieranprimado sobre los pactos polticos democrticos entre el Ecuador y los Estados Unidos.EEUU haba apoyado la tesis peruana, cuando en su concepto, Ecuador era un aliado delproceso democrtico y el Per se haba identificado como simpatizante y asociado con

    Japn, miembro del Eje. Asimismo el Ecuador haba tenido una ejemplar trayectoria in-terna e internacional para definirse comoDemocrtico, y a la izquierda le corresponda

    buena parte del reconocimiento por ese proceso. Sin embargo, Estados Unidos habadesconocido este lugar para el pas en el panten de la democracia, y haba preferidoalianzas con otros pases ms favorables a sus intereses econmicos.62Los antecedentes seentienden mejor en las tensiones que hemos descrito en las relaciones internacionales delperodo de entre guerras.

    Los procesos actuales de reconstruccin democrtica se nutren de nuevos reperto-rios, pero tambin de legados histricos que conformaron su identidad poltica. Las iden-tidades de izquierda, el sindicalismo y hasta el corporativismo, junto con el populismo seconstituyeron en poderosas identidades polticas en las ms variadas capas sociales, y hoy

    son retomadas como tema insistente en los regmenes progresistas de Amrica Latina.Estos procesos histricos remiten a la genealoga de una democracia sustentada en ladoble estrategia aqu descrita: la conformacin de una fuerza popular que avanza en de-rechos a travs de la confrontacin con los poderes de facto y en dilogo con el Estadomatriz de derechos; y la creacin de una poltica internacional autnoma, centrada en larazn poltica y reguladora del capital.

    Bibliografa

    ARZE, Eduardo, El Programa del MNR y la Revolucin Nacional. Del movimiento de Reforma Uni-versitaria al ocaso del modelo neoliberal (1928-2002), Bolivia, Plural Editores, 2002.

    61. Arze, Eduardo, El Programa del MNR y la Revolucin Nacional. Del movimiento de Reforma Universi-taria al ocaso del modelo neoliberal (1928-2002), Bolivia, Plural Editores, 2002; Hylton, Forrest y Thomson,Sinclair,Revolutionary Horizons: Past and Present in Bolivian Politics, New York/London, Verso, 2007.

    62. Carrera Andrade, Jorge, El volcn y el colibr: Autobiografa,Quito, Corporacin Editora Nacional,1989.

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    Notas de Archivo

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    AHMRECI, C. 4.2., La Paz, 24 de enero de 1927.AHMRECI, C. 4.2., La Paz, 22 de noviembre de 1927: El capital extranjero en Bolivia.AHMRECI, C. 4.2., La Paz, 25 de enero de 1927.AHMRECI, C. 4.2., La Paz, 17 de agosto de 1927: Sublevacin indgena en Bolivia.AHMRECI, C. 27.7, Mxico, 20 de marzo de 1938: Expropiacin de la industria petrolera;

    AHMRECI, C. 27.7, Mxico, 14 de abril de 1938: Reclamacin inglesa por expropiacin pe-trolera; AHMRECI, C. 27.7, Mxico, 6 de mayo de 1938: Expropiacin petrolera.

    AHMRECI, C. 27.7, Mxico, 16 de mayo de 1938: Mxico rompe relaciones con Gran Bretaa;AHMRECI, C. 27.7, Mxico, 24 de noviembre de 1938: Arreglo entre Mxico y EUA sobreexpropiaciones.

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    AHMRECI, C. 4.2., La Paz, 17 de agosto de 1927.AHMRECI, C.35.51. 9 de febrero de 1938.AHMRECI, C.35.51. 9 de febrero de 1938.AHMRECI, C.35.51., Lima, 9 febrero de 1938.AIFP, fondo MPST, caja 218, Informe de la Gobernacin del Guayas al MPST, dirigida por el Co-

    misario Nacional del Cantn Milagro, 19 de agosto de 1930.AMM, Correspondencia Nela Martnez-Joaqun Gallegos Lara, 1930-1938.