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1 Correlación con el Evangelio de San Marcos Esta sección recoge la correlación que existe entre los episodios del Evangelio de San Marcos, y sus equivalentes en la Obra magna de María Valtorta: «El Evangelio como me ha sido revelado». En la siguiente tabla se señala la ubicación de los diferentes episodios o pasajes del Evangelio de San Marcos tanto en los diez Volúmenes de la Obra (indicando Volumen, Capítulo, Página inicial), como en el Tema al que pertenecen, conforme a la composición temática propuesta para la lectura de esta Obra. Índices Evangelio Marcos Episodios del Evangelio de San Marcos En los Volúmenes Obra MV En los Temas 1,1-8 La misión de Juan el Bautista 1,1-3 Principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios, como está escrito en Isaías: “Mira, mando delante de ti a mi mensajero para prepararte el camino. * Su voz anuncia en el desierto: enderezad sus senderos” . * 1,4-6 Apareció Juan el Bautista en el desierto, predi- cando el bautismo de penitencia para remisión de los pecados. Acudían a él de toda la región de Judea, todos los moradores de Jerusalén, y se hacían bautizar por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Llevaba Juan un vestido de pelos de camello y un cinturón de cuero ceñía sus lomos y se alimentaba de langostas y miel silvestre. 1-45-247 “Iglesia” 1,7-8 En su predicación les decía: Tras de mí viene uno más poderoso que yo; ante quien no merezco arrodillarme para desatar la correa de sus sandalias. Yo os bautizo en agua, pero Él os bautizará en el Espíritu Santo. 1-45-247 “Iglesia” 1,9-11 Bautismo de Jesús. Paloma y voz 1,9-9 En aquellos días vino Jesús desde Nazaret, de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 1-45-247 “Iglesia” 1,10-11 En el instante que salía del agua vio los cielos abiertos y el Espíritu, como paloma, que descendía sobre Él, y se oyó una voz del cielo que decía: “eres mi Hijo, el Amado, en quien tengo mis complacencias”. 1-45-247 “Iglesia” 1,12-13 Retiro en el desierto y tentado por Satanás 1,12-13 En seguida el Espíritu le empujó al desierto. Permaneció en él cuarenta días. Fue tentado por Satanás. Moraba entre las fieras, pero los ángeles le servían. 1-46-252 “Demonio/Inf.1,14-15 Predicación de Jesús en Galilea 1,14-14a Jesús, hecho preso Juan, vino a Galilea. 1-47-258 “Iglesia” 1,14b-15 Predicaba el Evangelio de Dios, diciendo: Cumplido es el tiempo, el Reino de Dios está cerca, arrepentíos y creed en el Evangelio. 1-49-269 “Salv./Cond.” 1,16-20 Llamamiento a sus cuatro primeros discípulos 1,16-18 Caminando a lo largo del lago de Galilea, vio a 1-49-266 “Iglesia”

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    Correlación con el Evangelio de San Marcos

    Esta sección recoge la correlación que existe entre los episodios del Evangelio de San Marcos, y

    sus equivalentes en la Obra magna de María Valtorta: «El Evangelio como me ha sido

    revelado». En la siguiente tabla se señala la ubicación de los diferentes episodios o pasajes del

    Evangelio de San Marcos tanto en los diez Volúmenes de la Obra (indicando Volumen,

    Capítulo, Página inicial), como en el Tema al que pertenecen, conforme a la composición

    temática propuesta para la lectura de esta Obra.

    Índices

    Evangelio

    Marcos

    Episodios del Evangelio de San Marcos En los

    Volúmenes

    Obra MV

    En los

    Temas

    1,1-8 La misión de Juan el Bautista

    1,1-3 Principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de

    Dios, como está escrito en Isaías: “Mira, mando

    delante de ti a mi mensajero para prepararte el

    camino. * Su voz anuncia en el desierto: enderezad

    sus senderos” . *

    — —

    1,4-6 Apareció Juan el Bautista en el desierto, predi-

    cando el bautismo de penitencia para remisión de

    los pecados. Acudían a él de toda la región de

    Judea, todos los moradores de Jerusalén, y se

    hacían bautizar por él en el río Jordán, confesando

    sus pecados. Llevaba Juan un vestido de pelos de

    camello y un cinturón de cuero ceñía sus lomos y

    se alimentaba de langostas y miel silvestre.

    1-45-247 “Iglesia”

    1,7-8 En su predicación les decía: Tras de mí viene uno

    más poderoso que yo; ante quien no merezco

    arrodillarme para desatar la correa de sus sandalias.

    Yo os bautizo en agua, pero Él os bautizará en el

    Espíritu Santo.

    1-45-247 “Iglesia”

    1,9-11 Bautismo de Jesús. Paloma y voz

    1,9-9 En aquellos días vino Jesús desde Nazaret, de

    Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.

    1-45-247 “Iglesia”

    1,10-11 En el instante que salía del agua vio los cielos

    abiertos y el Espíritu, como paloma, que descendía

    sobre Él, y se oyó una voz del cielo que decía: “Tú

    eres mi Hijo, el Amado, en quien tengo mis

    complacencias”.

    1-45-247 “Iglesia”

    1,12-13 Retiro en el desierto y tentado por Satanás

    1,12-13 En seguida el Espíritu le empujó al desierto.

    Permaneció en él cuarenta días. Fue tentado por

    Satanás. Moraba entre las fieras, pero los ángeles

    le servían.

    1-46-252

    “Demonio/Inf.”

    1,14-15 Predicación de Jesús en Galilea

    1,14-14a Jesús, hecho preso Juan, vino a Galilea. 1-47-258 “Iglesia”

    1,14b-15 Predicaba el Evangelio de Dios, diciendo:

    Cumplido es el tiempo, el Reino de Dios está

    cerca, arrepentíos y creed en el Evangelio.

    1-49-269 “Salv./Cond.”

    1,16-20 Llamamiento a sus cuatro primeros discípulos

    1,16-18 Caminando a lo largo del lago de Galilea, vio a 1-49-266 “Iglesia”

  • 2

    Simón y a Andrés, hermano de Simón, que

    echaban las redes en el mar, pues eran pescadores.

    Y Jesús les dijo: Venid en pos de mí y os haré

    pescadores de hombres. Al instante, dejando las

    redes, le siguieron.

    1-65-352

    “Iglesia”

    1,19-20 Y continuando un poco más allá, vio a Santiago, el

    de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban

    también remendando sus redes en la barca, y los

    llamó. Ellos luego, dejando a su padre, Zebedeo, en

    la barca con los jornaleros, se fueron en pos de Él.

    1-47-258

    1-65-352

    “Iglesia”

    “Iglesia”

    1,21-28 Endemoniado en la sinagoga de Cafarnaúm.-

    Jesús confirmado como el Mesías Salvador

    1,21-26 Llegaron a Cafarnaúm, y luego, el día de sábado,

    entrando en la sinagoga, enseñaba. Se mara-

    villaban de su doctrina, pues la enseñaba como

    quien tiene autoridad y no como los escribas. Y

    luego, hallándose en la sinagoga un hombre

    poseído de un espíritu impuro, comenzó a gritar, di-

    ciendo: ¿Qué hay entre ti y nosotros, Jesús Nazareno?

    ¿Has venido a perdernos? Te conozco; tú eres el

    Santo de Dios. Jesús le mandó: Cállate y sal de

    él. El espíritu impuro, agitándole violenta-mente,

    dio un fuerte grito y salió de él.

    1-59-322 “Salv./Cond.”

    1,27-28 Todos quedaron estupefactos, diciéndose unos a

    otros: ¿Qué es esto? Una doctrina nueva y

    revestida de autoridad, que manda a los espíritus

    impuros y le obedecen. Su fama se extendió por

    todas partes en toda la región de Galilea.

    1-59-322 “Salv./Cond.”

    1,29-31 Curación de la suegra de Pedro

    1,29-31 Luego, saliendo de la sinagoga, vinieron a casa

    de Simón y Andrés, con Santiago y Juan. La

    suegra de Simón estaba acostada con fiebre, e

    inmediatamente se lo dijeron. Él, acercándose, la

    tomó de la mano y la levantó. La fiebre la

    dejó, y ella se puso a servirles.

    1-60-328 “Iglesia”

    1,32-34 Numerosas curaciones

    1,32-34 Llegado el atardecer, puesto ya el sol, le llevaron

    todos los enfermos y endemoniados, y toda la

    ciudad se reunió a la puerta; curó a muchos

    pacientes de diversas enfermedades y echó mu-

    chos demonios, y a éstos no les permitía hablar,

    porque le conocían.

    1-61-335

    1-61-335

    “Fe”

    “Salv./Cond.”

    1,35-39 Los discípulos buscan a Jesús que está orando

    1,35-39 A la mañana, mucho antes de amanecer, se

    levantó, salió y se fue a un lugar desierto, y allí

    oraba. Fue después Simón y los que con él

    estaban, y hallado, le dijeron: Todos andan en

    busca de ti. Él les contestó: Vamos a otra parte,

    a las aldeas próximas, para predicar allí, pues

    para esto he salido. Y se fue a predicar en las

    sinagogas de toda Galilea, y echaba los

    demonios.

    1-62-339 “Oración”

    1,40-45 Curación de un leproso

    1,40-44 Viene a Él un leproso, que suplicante y de 1-63-341 “Fe”

  • 3

    rodillas le dice: Si quieres, puedes limpiarme.

    Enternecido, extendió la mano, le tocó y dijo:

    Quiero, sé limpio. Y al instante desapareció la

    lepra y quedó limpio. Y amonestándole severa-

    mente, le despidió, diciéndole: Mira, no digas

    nada a nadie; sino vete, muéstrate al sacerdote

    y ofrece por tu purificación lo que Moisés ordenó;

    que les sirva de testimonio para ellos.

    1,45-45 Pero él, después de partir, comenzó a pregonar a

    voces y a divulgar el suceso, de manera que Jesús

    ya no podía entrar públicamente en una ciudad,

    sino que se quedaba fuera, en lugares desiertos,

    y allí venían a Él de todas partes.

    — —

    2,1-12 Curación del paralítico de Cafarnaúm

    2,1-5 Entrando de nuevo, después de algunos días, en

    Cafarnaúm, se supo que estaba en casa, y se

    juntaron tantos, que ni aun junto a la puerta cabían,

    y Él les hablaba. Vinieron trayéndole un paralítico,

    que llevaban entre cuatro. No pudiendo presentár-

    selo a causa de la muchedumbre, descubrieron el

    terrado por donde Él estaba, y hecha una abertura,

    descolgaron la camilla en que yacía el paralítico.

    Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo,

    tus pecados te son perdonados.

    1-64-346 “Fe”

    2,6-12 Estaban sentados allí algunos escribas, que

    pensaban entre sí: ¿Cómo habla así éste?

    Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados sino

    sólo Dios? Y luego, conociéndolo Jesús, con su

    espíritu que así discurrían en su interior, les dice:

    ¿Por qué pensáis así en vuestros corazones?

    ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te

    son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu

    camilla y vete? Pues para que veáis que el Hijo del

    hombre tiene poder en la tierra para perdonar los

    pecados —se dirige al paralítico—, yo te digo:

    Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Él se

    levantó y, tomando luego la camilla, salió a la vista

    de todos, de manera que todos se maravillaron, y

    glorificaban a Dios diciendo: Jamás hemos visto

    cosa igual.

    1-64-346 “Fe”

    2,13-17 Llamamiento al publicano Leví

    2,13-14 Salió de nuevo a la orilla del lago, y toda la gente

    se llegó a Él, y les enseñaba. Al pasar, vio a Leví el

    de Alfeo, sentado al telonio, y le dijo: Sígueme. Y

    él, levantándose, le siguió.

    2-97-100 “Iglesia”

    2,15-17 Estando sentado a la mesa en la casa de Mateo,

    muchos publicanos y pecadores estaban recostados

    con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los

    que le seguían. Los escribas del grupo de los

    fariseos, viendo que comían con pecadores y

    publicanos, decían a sus discípulos: ¿Por qué

    vuestro Maestro come y bebe con publicanos y

    pecadores? Él, que los oyó, les dijo: No tienen los

    sanos necesidad de médico sino los enfermos; ni he

    venido a llamar a los justos sino a los pecadores.

    2-97-100 “Iglesia”

  • 4

    2,18-22 Por qué no ayunan los discípulos de Jesús

    2,18-20 Los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban.

    Algunas personas vinieron a Jesús y le dijeron:

    ¿Por qué, ayunando los discípulos de Juan y los

    fariseos, tus discípulos no ayunan? Y Jesús les

    dijo: ¿Acaso pueden los compañeros del esposo

    ayunar mientras está el esposo con ellos? Mientras

    tienen con ellos al esposo no pueden ayunar. Pero

    días vendrán en que les arrebatarán al esposo;

    entonces ayunarán.

    2-159-144 “Iglesia”

    2,21-22 Nadie remienda un vestido viejo con un pedazo de

    género nuevo porque la tela nueva encoge: tira la

    tela vieja y se hace más grande la rotura. Ni nadie

    echa vino nuevo en cueros viejos; pues el vino

    nuevo los rompería, y se perderían vino y cueros;

    el vino nuevo se echa en cueros nuevos.

    2-159-444 “Iglesia”

    2,23-28 Espigas arrancadas, en sábado

    2,23-28 Caminando Él a través de las mieses en día de

    sábado, sus discípulos, mientras iban, comenzaron a

    arrancar espigas. Los fariseos le dijeron: Mira,

    ¿cómo hacen en sábado lo que no está permitido?

    Y Él les dijo: ¿Nunca habéis leído lo que hizo

    David cuando tuvo necesidad y sintió hambre él y

    los suyos? ¿Cómo entró en la casa de Dios, bajo el

    pontífice Abiatar, y comió los panes de la

    proposición, que no es lícito comer sino a los

    sacerdotes, y los dio asimismo a los suyos? Y

    añadió: El sábado fue hecho para el hombre, y no el

    hombre para el sábado. Y dueño del sábado es el

    Hijo del hombre.

    3-217-383 “Dios/Reino”

    3,1-6 Curación de la mano seca, en sábado

    3,1-5 Entró de nuevo en la sinagoga, donde había un

    hombre con una mano seca, y le observaban a ver

    si le curaba en sábado para poder acusarle. Y

    dice al hombre de la mano seca: Levántate y sal

    al medio. Y les dice: ¿Es lícito en sábado hacer

    bien o mal, salvar una vida o matarla? Y ellos

    callaban. Y dirigiéndoles una mirada airada, en-

    tristecido por la dureza de su corazón, dice al

    hombre: Extiende tu mano. La extendió y su

    mano quedó sana.

    4-263-225

    4-263-225

    “Dios/Reino”

    “Oración”

    3,6-6 Saliendo los fariseos, luego se concertaron con

    los herodianos contra Él para perderle. — —

    3,7-12 Jesús se prodiga en milagros.- Después de la

    elección apostólica

    3,7-12 Se retiró Jesús con sus discípulos hacia el mar, y

    una numerosa muchedumbre de Galilea, de Judea,

    de Jerusalén, de Idumea, de Transjordania y de los

    alrededores de Tiro y de Sidón, una muchedumbre

    grande, oyendo lo que hacía, acudía a Él. Dijo a

    sus discípulos que le preparasen una barca, a causa

    de la muchedumbre, para que ésta no le oprimiese,

    pues curaba a muchos, y cuantos padecían algún

    mal se echaban sobre Él para tocarle. Los espíritus

    3-166-30 “Sacerdotes”

  • 5

    impuros, al verle, se arrojaban ante Él y gritaban,

    diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Él insistente-

    mente les reprendía para que no le diesen a

    conocer.

    3,13-19 Elección de los doce

    3,13-19 Subió a un monte, y llamando a los que quiso,

    vinieron a Él, y designó a doce para que le

    acompañaran y para enviarlos a predicar, con

    poder de expulsar a los demonios. Designó a doce:

    a Simón, a quien puso por nombre Pedro; a San-

    tiago el de Zebedeo y a Juan, hermano de Santiago,

    a quienes dio el nombre de Boanergers, esto es,

    Hijos del Trueno; a Andrés y Felipe, a Bartolomé y

    Mateo, a Tomás y Santiago el de Alfeo, a Tadeo y

    Simón el Zelote, y a Judas Iscariote, el que le

    traicionó.

    3-165-23 “Sacerdotes”

    3,20-22 Diversos juicios sobre Jesús.-Tras la curación de

    un endemoniado

    3,20-21 Llegados a casa, se volvió a juntar tanta gente que

    ni siquiera podían comer. Oyendo esto sus

    familiares, salieron para apoderare de Él, pues se

    decían: Se ha vuelto loco.

    4-269-267 “Demonio/Inf.”

    3,22-22 Los escribas que habían venido de Jerusalén,

    decían: Está poseído de Belcebú, y por virtud del

    príncipe de los demonios puede echar a los

    demonios.

    4-269-267 “Demonio/Inf.”

    3,23-27 Réplica de Jesús a los escribas

    3,23-26

    Entonces Jesús les llamó y les dijo en parábolas:

    ¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un

    reino está dividido en bandos no puede durar.

    Tampoco una familia dividida puede subsistir. Si,

    pues, Satanás se levanta contra sí mismo y se

    divide, no puede sostenerse, sino que ha llegado su

    fin.

    4-269-267

    4-269-272

    “Demonio/Inf.”

    “Espíritu Santo”

    3,27-27 Mas nadie puede entrar en la casa de un hombre

    fuerte y saquear su ajuar si primero no le ata al

    fuerte. Solo así saqueará la casa.

    4-269-267

    4-269-272

    “Demonio/Inf.”

    “Espíritu Santo”

    3,28-30 La blasfemia contra el Espíritu Santo

    3,28-30 En verdad os digo que todo les será perdonado a

    los hombres, los pecados y aun las blasfemias que

    profieran; pero quien blasfeme contra el Espíritu

    Santo no tendrá perdón jamás, es reo de eterno

    pecado. Y justamente ése era su pecado: Decir que

    estaba poseído por un espíritu impuro.

    4-269-267

    4-269-272

    “Demonio/Inf.”

    “Espíritu Santo”

    3,31-35 La verdadera familia de Jesús

    3,31-35 Vinieron su madre y sus hermanos, y desde fuera

    le mandaron a llamar. Pero había mucha gente

    sentada en torno a Él y le dijeron: Ahí afuera están

    tu madre y tus hermanos, que te buscan. Él les

    respondió: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?

    Y, echando una mirada sobre los que estaban

    sentados en derredor suyo, dijo: He aquí a mi

    madre y a mis hermanos. Quien hiciere la voluntad

    de Dios, ése es mi hermano, mi hermana, y mi

    4-269-267

    4-269-275

    “Demonio/Inf.”

    “María Stma.”

  • 6

    madre.

    4,1-34 Parábolas del Reino

    4,1-9 Parábola del sembrador

    4,1-9 De nuevo comenzó a enseñar junto al mar. Había

    en torno de Él una numerosísima muchedumbre, de

    manera que tuvo que subir a una barca en el mar y

    sentarse; y la muchedumbre estaba a lo largo del mar,

    en la ribera. Les enseñaba muchas cosas en

    parábolas y les decía en su enseñanza: Escuchad:

    Salió a sembrar un sembrador, y al sembrar, una

    parte cayó junto al camino, y vinieron las aves y se

    la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso,

    donde no había mucha tierra, y al instante brotó,

    por no ser profunda la tierra; pero en cuanto salió

    el sol se marchitó, y, por no tener raíz, se secó.

    Otra parte cayó entre espinas, y, al crecer éstas, la

    ahogaron y no dio fruto. Otra cayó en tierra buena

    y dio fruto, que subía y crecía, dando uno treinta,

    otro sesenta y otro ciento. Y decía: El que tenga

    oídos para oír, que oiga.

    3-179-134 “Sacerdotes”

    4,10-12 Razón de las Parábolas

    4,10-12 Cuando se quedaron solos, los que le seguían,

    junto con los doce, le preguntaron el significado de

    las parábolas. Y Él les dijo: A vosotros os ha sido

    dado a conocer el misterio del Reino de Dios, pero

    a los otros de fuera todo se les dice en parábolas,

    para que como dice Isaías: “Por mucho que miren,

    no verán; por más que oigan no entenderán;

    seguro que no se convertirán ni serán perdona-

    dos”. *

    3-180-146 “Sacerdotes”

    4,13-20 Explicación de la parábola del sembrador

    4,13-20 Y les dijo: ¿No entendéis esta parábola? Pues

    ¿cómo vais a entender todas las otras? El sem-

    brador siembra la palabra. Unos están junto al

    camino, y se siembra en ellos la palabra; pero en

    cuanto la oyen viene Satanás y arrebata la palabra

    que en ellos se había sembrado. Asimismo, los que

    reciben la semilla en terreno pedregoso son aquellos

    que, al oír la palabra, la reciben desde luego con

    alegría, pero no tienen raíces en sí mismos, sino

    que son inconstantes, y en cuanto sobreviene la

    adversidad y la persecución por la palabra, al ins-

    tante se escandalizan. Otros hay para quienes la

    siembra cae entre espinas; éstos son los que oyen la

    palabra, pero sobrevienen los cuidados del siglo, la

    fascinación de las riquezas y las demás codicias, y la

    ahogan, quedando sin dar fruto. Los que reciben la

    siembra en tierra buena son los que oyen la

    palabra, la reciben y dan fruto, quién treinta quién

    sesenta, quién ciento.

    3-180-146 “Sacerdotes”

    4,21-23 Parábola de la lámpara: El deber de conocer el

    misterio del Reino

    4,21-23 Decíales: ¿Acaso se enciende una lámpara para

    colocarla bajo un celemín o bajo la cama? ¿No es

    3-169-61 “Sacerdotes”

  • 7

    para ponerla en el candelero? Porque si algo está

    escondido, tendrá que descubrirse, y si hay algún

    secreto tendrá que saberse. Quien tenga oídos para

    oír, que oiga.

    4,24-25 La ley de la caridad: la medida

    4,24-24 Decíales: Prestad atención a lo que oís: Con la

    medida con que midiereis se os medirá, y se os

    añadirá más todavía.

    3-171-77 “Dios/Reino”

    4,25-25 Porque al que tiene se le dará y al que no tiene, aun

    lo que tiene le será quitado.

    3-180-146 “Sacerdotes”

    4,26-29 Parábola de la semilla que crece por sí sola

    4,26-29

    Decía: El Reino de Dios se parece a un hombre que

    arroja la semilla en la tierra, y, ya duerma, ya vele,

    de noche y de día, la semilla germina y crece, sin

    que él sepa cómo. De sí misma da fruto la tierra:

    primero la hierba, luego la espiga, enseguida el

    trigo que llena la espiga; y cuando el fruto está

    maduro, se mete la hoz, porque la mies está en

    sazón.

    3-184-167 “Dios/Reino”

    4,30-34 Parábola del grano de mostaza

    4,30-32 Decía: ¿A qué se parece el Reino de Dios o de

    dónde tomaremos parábola? Es semejante a un

    grano de mostaza. Cuando se siembra en la tierra

    es la más pequeña de todas las semillas de la tierra;

    pero, sembrado, crece y se hace más grande que

    todas las plantas del huerto, y echa ramas tan

    grandes que a su sombra pueden abrigarse las aves

    del cielo.

    3-184-167 “Dios/Reino”

    4,33-34 Y con muchas parábolas como éstas les proponía la

    palabra, según podían entender, y no les hablaba

    sin parábolas; pero a sus discípulos se las explicaba

    todas aparte.

    — —

    4,35-41 La tempestad calmada.- Jesús es el Salvador

    4,35-38 En aquel día les dijo, llegada ya la tarde: Pasemos

    al otro lado. Y despidiendo a la muchedumbre,

    le llevaron según estaba en la barca, acompañado

    de otras barcas. Se levantó un fuerte vendaval, y

    las olas se echaban sobre la barca, de suerte que

    ésta estaba ya para llenarse. Él estaba en la popa

    durmiendo sobre un cabezal. Le despertaron y le

    dijeron: Maestro, ¿no te preocupa que

    perezcamos?

    3-185-175 “Salv./Cond.”

    4,39-41 Y, despertando, mandó al viento y dijo al mar:

    Calla, enmudece. Y se aquietó el viento y se hizo

    completa calma. Les dijo: ¿Por qué tenéis tanto

    miedo? ¿Aún no tenéis fe? Y sobrecogidos de

    gran temor, se decían unos a otros: ¿Quién será

    éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?

    3-185-175 “Salv./Cond.”

    5,1-20 Curación de endemoniado y muerte de la piara

    5,1-5 Llegaron al otro lado del mar, a la región de los

    gerasenos, y en cuanto salió de la barca vino a

    su encuentro, saliendo de entre los sepulcros,

    un hombre poseído de un espíritu impuro, que

    tenía su morada en los sepulcros y ni aun con

    3-186-178 “Demonio/Inf.”

  • 8

    cadenas podía nadie sujetarle, pues muchas

    veces le habían puesto grillos y cadenas, pero

    él había roto las cadenas y quebrado los grillos,

    sin que nadie pudiera sujetarle. Continuamente,

    noche y día, iba entre los sepulcros y por los

    montes gritando e hiriéndose con piedras.

    5,6-13 Viendo desde lejos a Jesús, corrió y se postró

    ante Él; y gritando en alta voz, dijo: ¿Qué hay

    entre ti y mí, Jesús, Hijo del Dios Altísimo?

    Por Dios te conjuro que no me atormentes. Pues

    Él le decía: Sal, espíritu impuro, de ese hombre. Y

    le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? Él dijo: Legión

    es mi nombre, porque somos muchos. Y le supli-

    caba insistentemente que no le echase fuera de

    aquella región. Como hubiera por allí en el

    monte una gran piara de puercos paciendo, le

    suplicaban aquéllos diciendo: Envíanos a los

    puercos para que entremos en ellos. Y se lo

    permitió, y los espíritus impuros salieron y entraron

    en los puercos, y la piara, en número de dos mil, se

    precipitó por un acantilado en el mar, y en él se

    ahogaron.

    3-186-178 “Demonio/Inf.”

    5,14-17 Los porqueros huyeron y difundieron la noticia por

    la ciudad y por los campos; y vinieron a ver lo que

    había sucedido. Llegándose a Jesús, contemplaban

    al endemoniado sentado, vestido y en su sano juicio,

    el que había tenido toda una legión, y temieron. Los

    testigos les referían el suceso del endemoniado y de

    los puercos. Se pusieron a rogarle que se alejase

    de sus contornos.

    3-186-178 “Demonio/Inf.”

    5,18-20 Subido Él en la barca, el endemoniado le suplicaba

    que le permitiese acompañarle. Mas no se lo

    permitió; antes le dijo: Vete a tu casa y a los tuyos

    y cuéntales cuanto el Señor ha hecho contigo y

    cómo ha tenido misericordia de ti. Y él se fue y

    comenzó a predicar en la Decápolis cuanto le

    había hecho Jesús, y todos se maravillaban.

    3-186-178 “Demonio/Inf.”

    5,21-43 Curación de la hemorroisa /Resurrección de la

    hija de Jairo

    5,21-24 Habiendo Jesús pasado en la barca a la otra

    ribera, se le reunió una gran muchedumbre. Él

    estaba junto al mar. Y llegó uno de los jefes de la

    sinagoga, Jairo de nombre, el cual, al verlo, cayó

    a sus pies, y con muchas palabras le rogaba

    diciendo: Mi hijita está en las últimas; ven e

    impónle las manos para que se salve y viva. Se fue

    con él y le seguía una gran muchedumbre que le

    apretaba.

    4-230-10 “Fe”

    5,25-34 Una mujer que padecía flujo de sangre desde

    hacía doce años y había sufrido grandemente de

    muchos médicos, gastando toda su hacienda sin

    provecho alguno, antes iba de mal en peor, como

    hubiese oído lo que se decía de Jesús, vino

    entre la muchedumbre por detrás y tocó su

    vestido; pues se decía: Si tocare siquiera su

    4-230-10 “Fe”

  • 9

    vestido, seré sana. Al punto se secó la fuente de la

    sangre, y sintió en su cuerpo que estaba curada de

    su mal. Luego Jesús, sintiendo en sí mismo la virtud

    que había salido de Él, se volvió a la multitud y

    dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Los discípulos

    le contestaron: Ves que la muchedumbre se aprieta,

    y dices: ¿Quién me ha tocado? Él echó una mi-

    rada en derredor para ver a la que lo había hecho,

    y la mujer, llena de temor y temblorosa,

    conociendo lo que en ella había sucedido, se llegó

    y, postrada ante Él, le declaró toda la verdad. Y Él

    le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y

    seas curada de tu mal.

    5,35-43 Aún estaba Él hablando, cuando llegaron de casa

    del jefe de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto:

    ¿por qué molestar ya al Maestro? Pero oyendo

    Jesús lo que decían, dice al jefe de la sinagoga: No

    temas, ten sólo fe. No permitió que nadie le

    siguiera más que Pedro, Santiago y Juan, el

    hermano de Santiago. Llegados a la casa del

    arquisinagogo, vio un alboroto y a las lloronas

    plañideras, y, entrando les dice: ¿A qué ese

    alboroto y ese llanto? La niña no ha muerto, duerme.

    Se burlaban de Él; pero Él, echando a todos fuera,

    tomó consigo al padre de la niña, a la madre y a

    los que iban con Él, y entró donde la niña estaba;

    y tomándola de la mano le dijo: “Talitha, qumi”,

    que quiere decir: Niña, a ti te lo digo, levántate. Y

    al instante se levantó la niña y echó a andar,

    pues tenía doce años, quedando ellos fuera de

    sí, presos de gran estupor. Les recomendó mucho

    que nadie supiera aquello, y mandó que diesen de

    comer a la niña.

    4-230-10 “Fe”

    6,1-6 Nazaret cerrada a Jesús

    6,1-6 Salió de allí y vino a su tierra, siguiéndole sus

    discípulos. Llegado el sábado, se puso a enseñar

    en la sinagoga; y la muchedumbre que le oía se

    maravillaba, diciendo: ¿De dónde le vienen a éste

    tales cosas, y qué sabiduría es esta que le ha sido

    dada, y cómo se hacen por su mano tales

    milagros? ¿No es acaso el carpintero, hijo de

    María, y el hermano de Santiago, de José, y de

    Judas, y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven

    aquí entre nosotros?; y se escandalizaban de Él.

    Jesús les decía: Ningún profeta es tenido en poco

    sino en su patria y entre sus parientes y en su

    familia. Y no pudo hacer allí ningún milagro,

    fuera de unos pocos enfermos que los sanó

    imponiéndoles sus manos. Él se admiraba de su

    incredulidad y recorría las aldeas del contorno

    enseñando.

    4-246-110 “Fe”

    6,7-13 Misión a los doce

    6,7-11 Llamando a sí a los doce, comenzó a enviarlos de

    dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus

    impuros. Les encargó que no tomasen para el

    4-265-236 “Sacerdotes”

  • 10

    camino nada más que un bastón, ni pan, ni morral,

    ni dinero, y se calzasen con sandalias y no llevasen

    dos túnicas. Les decía: Dondequiera que entréis en

    una casa, quedaos en ella hasta que salgáis de

    aquel lugar, y si un lugar no os recibe ni os

    escucha, al salir de allí sacudid el polvo de

    vuestros pies en testimonio contra ellos.

    6,12-13 Partidos, predicaban que se arrepintiesen, y

    echaban muchos demonios, y ungiendo con óleo a

    muchos enfermos, los curaban.

    4-271-284 “Iglesia”

    6,14-29 Juicio de Herodes sobre Jesús y muerte de Juan

    el Bautista

    6,14-16 Llegó esto a oídos del rey Herodes porque se había

    divulgado mucho su nombre, y decía: Éste es Juan

    el Bautista que ha resucitado de entre los muertos,

    y por eso obra en Él el poder de hacer milagros;

    pero otros decían: Es Elías; y otros decían que era

    un profeta, como uno de tantos profetas. Pero

    Herodes, oyendo esto, decía: Es Juan, a quien yo

    degollé, que ha resucitado.

    5-348-307 “Judas Isc.”

    6,17-20 Porque, en efecto, Herodes había mandado tomar

    preso a Juan y le había encadenado en la prisión a

    causa de Herodías, esposa de su hermano Filipo,

    con la que Herodes se había casado. Pues Juan

    decía a Herodes: “No te es lícito tomar la mujer de

    tu hermano”. Y Herodías estaba enojada contra él y

    quería matarle, pero no podía, porque Herodes

    sentía respeto por Juan, pues sabía que era hombre

    justo y santo, y le protegía. Cuando le oía quedaba

    desconcertado, pero le escuchaba con gusto.

    4-270-279 “Iglesia”

    6,21-25 Llegado un día oportuno, cuando Herodes en su

    cumpleaños ofrecía un banquete a sus magnates, y

    a los tribunos, y a los principales de Galilea, entró

    la hija de Herodías y, danzando, gustó a Herodes y

    a los comensales. El rey dijo a la muchacha:

    Pídeme lo que quieras y te lo daré. Y le juró:

    Cualquier cosa que me pidas, te la daré, aunque sea

    la mitad de mi reino. Saliendo ella, dijo a su

    madre: ¿Qué quieres que pida? Ella contestó: La

    cabeza de Juan el Bautista. Inmediatamente corrió

    donde el rey y le dijo: Quiero que ahora mismo me

    des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.

    4-270-279 “Iglesia”

    6,26-29 El rey se entristeció, pero no quiso negárselo

    debido al juramento pronunciado en presencia de

    los convidados. Al instante ordenó a un verdugo

    que le trajera la cabeza de Juan. Aquel se fue y le

    degolló en la cárcel, trayendo su cabeza en una

    bandeja, y se la entregó a la muchacha, y la

    muchacha se la dio a su madre. Sus discípulos, que

    lo supieron, vinieron y tomaron el cadáver y lo

    enterraron.

    4-270-279 “Iglesia”

    6,30-34 Regreso de los discípulos y va a lugar apartado

    6,30-31 Volvieron los apóstoles a reunirse con Jesús y le

    contaron cuanto habían hecho y enseñado. Él les

    4-271-284

    “Iglesia”

  • 11

    dijo: Venid, retirémonos a un lugar desierto para

    que descanséis un poco, pues eran muchos los que

    iban y venían y no tenían tiempo ni para comer.

    6,32-34 Se fueron en la barca a un sitio desierto y apartado.

    Pero les vieron ir, y muchos supieron dónde iban, y

    a pie, de todas las ciudades concurrieron a aquel

    sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, vio una

    gran muchedumbre y se compadeció de ellos

    porque eran como ovejas sin pastor y se puso a

    enseñarles largamente.*

    (4-27-288)

    (“Muerte/Res.”)

    6,35-46 Primera multiplicación de los panes y de los

    peces

    6,35-44 Siendo ya hora avanzada, se le acercaron los

    discípulos y le dijeron: El sitio es desierto y

    avanzada la hora; despídelos para que vayan a las

    alquerías y aldeas del contorno y se compren algo

    que comer. Él, respondiendo, les dijo: Dadles

    vosotros de comer. Y le dijeron: ¿Vamos nosotros

    a comprar doscientos denarios de pan para darles

    de comer? Él les contestó: ¿Cuántos panes tenéis?

    Habiéndose informado, le dijeron: Cinco y dos

    peces. Les mandó que les hicieran sentarse por

    grupos sobre la hierba verde. Se sentaron por gru-

    pos de ciento y de cincuenta. Él, tomando los

    cinco panes y los dos peces, alzando los ojos al

    cielo, bendijo y partió los panes y se los entregó a

    los discípulos para que se los sirvieran, y los dos

    peces los repartió entre todos. Comieron todos y

    se hartaron, y recogieron doce canastos llenos de

    las sobras de los panes y de los peces. Eran los que

    comieron de los panes cinco mil hombres.

    4-273-293 “Eucaristía”

    6,45-46 En seguida obligó a sus discípulos a subir a la

    barca y precederle al otro lado, frente a Betsaida, mientras Él despedía a la muchedumbre. Después

    de haberlos despedido se fue a un monte a orar.

    4-273-293 “Eucaristía”

    6,47-52 Jesús camina sobre las aguas del lago

    6,47-52 Llegado el anochecer, se hallaba la barca en medio

    del mar y Él solo en tierra. Viéndolos fatigados de

    remar, porque el viento les era contrario, hacia la

    cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando

    sobre el mar e hizo ademán de pasar de largo.

    Pero ellos, así que le vieron andar sobre el mar,

    creyendo que era un fantasma, comenzaron a dar

    gritos, porque todos le veían y estaban espanta-

    dos. Pero Él les habló en seguida y les dijo:

    Ánimo, soy yo, no temáis. Subió con ellos a la

    barca, y el viento se calmó, y se quedaron en

    extremo estupefactos, pues no se habían dado

    cuenta de lo de los panes: su corazón estaba

    embotado.

    4-274-298 “Fe”

    6,53-56 Curaciones en Genesaret

    6,53-56 Hecha la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y

    atracaron. En cuanto salieron de la barca, le

    conocieron, y corrieron de toda aquella región,

    4-276-318 “Riqueza/Pobr.”

  • 12

    y comenzaron a traer en camillas a los en-

    fermos donde oían que Él estaba. Adondequiera

    que llegaba, en las aldeas, o en ciudades, o en las

    alquerías, colocaban a los enfermos en las

    plazas y le rogaban que les dejara tocar siquiera

    la orla de su vestido; y cuantos le tocaban

    quedaban sanos.

    7,1-13 Mandamientos de Dios y tradiciones humanas

    7,1-7 Se reunieron en torno de Él fariseos y algunos

    escribas venidos de Jerusalén, los cuales vieron

    que algunos discípulos comían pan con las manos

    impuras, esto es, sin lavárselas, pues los fariseos y

    todos los judíos, si no se lavan cuidadosamente,

    apegados a la tradición de los mayores, no comen;

    y tampoco comen al volver de la plaza sin lavarse

    antes. Y otras muchas cosas que guardan por

    tradición: el lavado de las copas, de las vasijas y de

    las bandejas. Le preguntaron, pues, fariseos y

    escribas: ¿Por qué tus discípulos no siguen la

    tradición de los antiguos sino que comen con las

    manos impuras? Él les contestó: Con justa razón

    profetizó de vosotros, hipócritas, Isaías, según está

    escrito: “Este pueblo me honra con sus labios, mas

    su corazón está lejos de mí. Su religión no tiene

    valor porque las doctrinas que enseñan son

    mandatos humanos”. *

    5-300-30 “Dios/Reino”

    7,8-13

    Dejando a un lado el precepto de Dios, os aferráis a

    una tradición humana. Pues Moisés dijo: “Honra a

    tu padre y tu madre. El que les maldiga reo es de

    muerte”. * Mas vosotros decís que un hombre

    puede decirle a su padre o su madre: «Corban»,

    esto es, ofrenda: “No puedo ayudarte porque todo

    lo que tengo lo consagraré a Dios”. En este caso,

    decís que ya no tiene que ayudarles. Y así anuláis

    la palabra de Dios para seguir una tradición

    humana. Y hacéis muchas cosas parecidas a éstas.

    5-300-30 “Dios/Reino”

    7,14-23 Mancha al hombre lo que sale de su boca

    7,14-16 Llamando de nuevo a la muchedumbre, les decía:

    Oídme todos y entended: Nada hay fuera del

    hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; lo

    que sale del hombre, eso es lo que contamina al

    hombre. El que tenga oídos para oír, que oiga.

    5-300-30 “Dios/Reino”

    7,17-23 Cuando se hubo retirado de la muchedumbre y

    entrado en casa, le preguntaron los discípulos por

    la parábola. Él les contestó: ¿También estáis

    vosotros faltos de sentido? ¿No comprendéis —

    añadió, declarando puros todos los alimentos—

    que todo lo que de fuera entra en el hombre no

    puede contaminarle, porque no entra en el corazón,

    sino en el vientre, y es expelido en la letrina?

    Decía, pues: Lo que del hombre sale, eso es lo que

    mancha al hombre, porque de dentro, del corazón

    del hombre, proceden los pensamientos malos, las

    fornicaciones, los hurtos, los homicidios, los

    adulterios, las codicias, las maldades, el fraude, la

    5-301-34 “Dios/Reino”

  • 13

    impureza, la envidia, la blasfemia, la altivez, la

    insensatez. Todas estas maldades, del interior

    proceden y manchan al hombre.

    7,24-30 Curación de la hija de la mujer cananea

    7,24-30 Partiendo de allí, se fue hacia los confines de Tiro.

    Entró en una casa, no queriendo ser de nadie

    conocido; pero no le fue posible ocultarse, porque

    luego, en oyendo hablar de Él, una mujer, cuya hijita

    tenía un espíritu impuro, entró y se postró a sus pies.

    Era gentil, sirofenicia de nación, y le rogaba que

    echase al demonio de su hija. Él le dijo: Deja

    primero hartarse a los hijos, pues no está bien

    tomar el pan de los hijos y echarlo a los cachorri-

    llos. Pero ella le contestó diciendo: Sí, Señor,

    pero los cachorrillos, debajo de la mesa, comen

    de las migajas de los hijos. Él le dijo: Por lo que

    has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija. Y,

    llegada a casa, halló a la niña acostada en la cama

    y que el demonio había salido.

    5-331-199 “Fe”

    7,31-37 Curación de un sordomudo

    7,31-37 Saliendo de nuevo de los confines de Tiro, se fue

    por Sidón hacia el mar de Galilea, atravesando los

    confines de la Decápolis. Le llevaron un sordo y

    tartamudo, rogándole que le impusiera las manos, y,

    tomándole aparte de la turba, metióle los dedos en

    los oídos, y escupiendo, le tocó la lengua, y

    mirando al cielo, suspiró y dijo: “Efeta”, que quiere

    decir “ábrete”; y se abrieron sus oídos y se le

    soltó la lengua hasta hablar correctamente. Les

    encargó que no lo dijesen a nadie, pero cuanto más se

    lo encargaba, mucho más lo publicaban, y so-

    bremanera se admiraban, diciendo: Todo lo ha

    hecho bien; a los sordos hace oír y a los mudos

    hablar.

    5-341-266 “Fe”

    8,1-9 Segunda multiplicación de los panes y los peces

    8,1-9 Por aquellos días, como hubiese una gran

    muchedumbre y no tenían qué comer, llamó a los

    discípulos y les dijo: Tengo compasión de la

    muchedumbre, porque hace ya tres días que

    permanecen conmigo y no tienen qué comer; si los

    despido ayunos para sus casas, desfallecerán en el

    camino, y algunos de ellos han venido de lejos. Sus

    discípulos le respondieron: ¿Y cómo podría

    saciárselos de pan aquí en el desierto? Él les

    preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Dijeron: Sie-

    te. Mandó a la muchedumbre sentarse sobre la

    tierra; y tomando los siete panes, dando gracias, los

    partió y los dio a sus discípulos para que los sirviesen,

    y los sirvieron a la muchedumbre. Tenían unos pocos

    pececillos, y dando gracias, dijo que los sirviesen

    también. Comieron y se saciaron, y recogieron de los

    mendrugos que sobraron siete cestos. Eran unos

    cuatro mil. Y los despidió.

    5-353-349 “Eucaristía”

    8,10-13 Fariseos piden una señal del cielo

  • 14

    8,10-13 Subiendo luego a la barca con sus discípulos, vino

    a la región de Dalmanuta. Se acercaron los fariseos

    para disputar con Él, pidiéndole para probarle

    señales del cielo. Él, exhalando un profundo

    suspiro, dijo: ¿Por qué esta generación pide una

    señal? En verdad os digo que no se les dará

    ninguna señal. Y dejándoles subió de nuevo a la

    barca y se dirigió a la otra orilla.

    5-342-269 “Jesús Red.”

    8,14-21 La levadura de los fariseos y de Herodes

    8,14-21 Los discípulos se olvidaron de tomar consigo

    panes, de modo que no tenían en la barca sino un

    pan. Y les amonestaba, diciendo: Mirad de

    guardaros del fermento de los fariseos y del

    fermento de Herodes. Ellos iban discurriendo entre

    sí que era por no tener panes, y, conociéndolo, Él

    les dijo: ¿Qué caviláis de que no tenéis panes?

    ¿Aún no entendéis ni caéis en la cuenta? ¿Tenéis

    vuestro corazón embotado? ¿Teniendo ojos no veis

    y teniendo oídos no oís? ¿Ya no os acordáis de

    cuando partí los cinco panes a los cinco mil

    hombres, y cuántos cestos llenos de sobras

    recogisteis? Dijéronle: Doce. Cuando partí los siete

    a los cuatro mil, ¿cuántos cestos llenos de

    mendrugos recogisteis? Y le dijeron: Siete. Y les

    dijo: ¿Pues aún no caéis en la cuenta?

    5-343-278 “Jesús Red.”

    8,22-26 Curación de un ciego en Betsaida

    8,22-26 Cuando llegaron a Betsaida le trajeron un ciego y

    le pidieron que le tocara. Jesús tomó al ciego de la

    mano y lo sacó fuera de la aldea. Después de

    mojarle los ojos con saliva, puso sus manos sobre

    él y le preguntó: ¿Ves algo? Mirando él, dijo: Veo

    a los hombres algo así como árboles que andan. De

    nuevo le puso las manos sobre los ojos, y al mirar

    se sintió restablecido, viendo todas las cosas

    claramente de lejos. Y Jesús le mandó a su casa

    diciéndole: Ni siquiera entres en la aldea.

    5-347-306 “Fe”

    8,27-30 Pedro proclama su fe

    8,27-30 Iba Jesús con sus discípulos a las aldeas de

    Cesárea de Filipo, y en el camino les preguntó:

    ¿Quién dicen los hombres que soy yo? Ellos le

    respondieron: Unos, que Juan Bautista; otros,

    que Elías, y otros, que uno de los profetas. Él les

    preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

    Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Mesías.

    Y les encargó que a nadie dijeran esto de Él

    5-343-280 “Iglesia”

    8,31-33 Primer anuncio de la Pasión

    8,31-33 Comenzó a enseñarles cómo era preciso que el

    Hijo del hombre padeciese mucho, y que fuese

    rechazado por los ancianos y los príncipes de los

    sacerdotes y los escribas, y que fuese muerto y

    resucitara después de tres días. Claramente les

    hablaba de esto. Pedro, tomándole aparte, se

    puso a reprenderle. Pero Él, volviéndose y

    mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro y le

    5-346-295 “Jesús Red.”

  • 15

    dijo: Quítate allá, Satán, pues tus pensamientos

    no son los de Dios, sino los de los hombres.

    8,34-38 Condiciones para el seguimiento de Jesús

    8,34-35 Entonces, llamando a la vez a la muchedumbre y a

    los discípulos, les dijo: El que quiera venir en pos

    de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.

    Pues quien quiera salvar su vida, la perderá, y

    quien pierda su vida por mí y el Evangelio, ése la

    salvará.

    5-346-295 “Jesús Red.”

    8,36-38 ¿Y de qué sirve al hombre ganar el mundo entero

    si pierde su alma? ¿Pues qué dará el hombre a

    cambio de su alma? Porque si alguien se

    avergonzara de mí y de mis palabras ante esta

    generación adúltera y pecadora también el Hijo del

    hombre se avergonzará de él cuando venga en la

    gloria de su Padre con los santos ángeles.

    5-346-295 “Jesús Red.”

    9,1-1 Una promesa para algunos de los presentes

    9,1-1 Y les dijo: En verdad os digo que hay algunos de

    los presentes que no gustarán la muerte hasta que

    vean venir en poder el Reino de Dios.

    5-346-295 “Jesús Red.”

    9,2-13 Transfiguración de Jesús en el monte

    9,2-4 Pasados seis días, tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a

    Juan, y los condujo solos a un monte alto y apartado y

    se transfiguró ante ellos. Sus vestidos se volvieron

    resplandecientes, muy blancos, como no los puede

    blanquear lavandera sobre la tierra. Y se les

    aparecieron Elías y Moisés, que hablaban con

    Jesús.

    5-349-319 “Jesús Red.”

    9,5-10 Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: Rabí, bueno

    es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas: una

    para ti, una para Moisés y una para Elías. No

    sabía lo que decía, porque estaban aterrados. Se

    formó una nube que los cubrió con su sombra, y se

    dejó oír desde la nube una voz: Éste es mi Hijo

    amado, escuchadle. Luego, mirando en derredor,

    no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús solo.

    Bajando del monte, les prohibió contar a nadie lo

    que habían visto hasta que el Hijo del hombre

    resucitase de entre los muertos. Guardaron aquella

    orden, y se preguntaban qué era aquello de

    “cuando resucitase de entre los muertos”.

    5-349-319 “Jesús Red.”

    La vuelta de Elías

    9,11-13 Le preguntaron diciendo: ¿Cómo dicen los escribas

    que primero ha de venir Elías? Él les dijo: Cierto

    que Elías, viniendo primero, restablecerá todas las

    cosas; pero ¿cómo está escrito del Hijo del hombre

    que padecerá mucho y será despreciado? Yo os

    digo que Elías ha venido ya y que hicieron con él

    lo que quisieron, como de él está escrito.

    5-349-319 “Jesús Red.”

    9,14-29 Curación del niño endemoniado a pie del monte

    9,14-19 Cuando llegaron donde los discípulos, éstos estaban

    rodeados de muchísima gente. Había también unos

    escribas que con ellos disputaban. Al ver a Jesús,

    toda la muchedumbre se quedó sorprendida, y

    5-349-325 “Demonio/Inf.”

  • 16

    corriendo hacia Él le saludaban. Les preguntó:

    ¿Qué disputabais con ellos? Uno de la

    muchedumbre le dijo: Maestro, te he traído a mi

    hijo, que tiene un espíritu mudo, y dondequiera que

    se apodera de él, le derriba y le hace echar espu-

    marajos y rechinar los dientes, y se queda rígido; dije

    a tus discípulos que lo arrojasen, pero no han

    podido. Les contestó, diciendo: ¡Oh generación

    incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con

    vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros?

    Traédmelo.

    9,20-24 Y se lo llevaron. En cuanto lo vio, le agitó el

    espíritu, y arrojado en tierra, se revolcaba y

    echaba espumarajos. Preguntó a su padre:

    ¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? Él contestó:

    Desde la infancia. Muchas veces le arroja en el

    fuego y en el agua para hacerle perecer; pero si algo

    puedes, ayúdanos por compasión hacia nosotros.

    Jesús le dijo: ¿Por qué dices: Si puedes? Todo es

    posible al que cree. Al instante, gritando, dijo el

    padre del niño: ¡Creo! ¡Pero ayuda a mi

    incredulidad!

    5-349-325 “Demonio/Inf.”

    9,25-27 Viendo Jesús que se reunía mucha gente,

    mandó al espíritu impuro, diciendo: Espíritu

    mudo y sordo, yo te lo mando, sal de él y no

    vuelvas a entrar más en él. Dando un grito y

    agitándole violentamente, salió; y quedó como

    muerto, de suerte que muchos decían: Está

    muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le

    levantó y se mantuvo en pie.

    5-349-325 “Demonio/Inf.”

    9,28-29 Entrando en casa a solas, le preguntaban los

    discípulos: ¿Por qué no hemos podido echarle

    nosotros? Les contestó: Esta especie no puede

    ser expulsada por ningún medio si no es por la

    oración y el ayuno.

    5-350-330 “Demonio/Inf.”

    9,30-32 Segundo anuncio de la Pasión

    9,30-32 Saliendo de allí, atravesaban de largo la Galilea.

    No quería que nadie lo supiera, porque iba

    enseñando a sus discípulos, y les decía: El Hijo

    del hombre será entregado en manos de los hom-

    bres y le darán muerte, y, muerto, resucitará al

    cabo de tres días. Y ellos no entendían esas

    cosas, pero temían preguntarle.

    5-355-368 “Jesús Red.”

    9,33-37 Discutían quién era el más importante

    9,33-34 Vinieron a Cafarnaúm, y una vez en casa, Jesús les

    preguntó: ¿Sobre qué discutías en el camino? Ellos

    quedaron callados, porque habían discutido entre sí

    cuál era el más importante.

    5-352-343 “Dios/Reino”

    9,35-37 Sentándose, llamó a los doce y les dijo: Si alguno

    quiere ser el primero que se haga el último de

    todos y el servidor de todos. Y, tomando un niño,

    lo puso en medio, lo estrechó y dijo: Quien recibe a

    un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí y

    quien me recibe a mí, no es a mí a quien recibe,

    5-352-343 “Dios/Reino”

  • 17

    sino al que me ha envidado.

    9,38-41 Invocación del nombre de Jesús por los extraños

    9,38-40 Juan le dijo: Maestro, hemos visto a uno que en tu

    nombre echaba demonios, pero como no era de los

    nuestros, se lo hemos prohibido. Jesús les dijo: No

    se lo prohibáis, pues ninguno que haga milagros en

    mi nombre hablará luego mal contra mí. Pues el

    que no está contra nosotros, está con nosotros.

    5-352-346 “Demonio/Inf.”

    9,41-41 Quien dé de beber un vaso de agua, por ser

    discípulo de Cristo, os aseguro: no quedará sin

    recompensa.

    4-265-236 “Sacerdotes”

    9,42-50 Escándalo causado a los pequeños

    9,42-42 Y el que escandalizare a uno de estos pequeños que

    creen en mí, sería mejor que le ataran al cuello una

    gran piedra de molino y lo echaran al mar.

    5-352-343 “Dios/Reino”

    9,43-48 Si tu mano te escandaliza, córtatela; mejor te será

    entrar manco en la Vida que con ambas manos ir a

    la gehena, al fuego inextinguible, donde ni el

    gusano muere ni el fuego se apaga. Y si tu pie te

    escandaliza, córtatelo; mejor te es entrar cojo en la

    Vida que con ambos pies ser arrojado a la gehena

    donde ni el gusano muere ni el fuego se apaga. Si

    tu ojo te escandaliza, sácatelo; mejor te es entrar

    tuerto en el Reino de Dios que con ambos ojos ser

    arrojado en la gehena, donde ni el gusano muere ni

    el fuego se apaga. *

    5-352-343 “Dios/Reino”

    9,49-50 Porque todos han de ser salados al fuego. * Buena

    es la sal; pero si la sal se hace sosa, ¿con qué se le

    devolverá el sabor? Tened sal en vosotros,

    viviendo en paz unos con otros.

    3-169-61

    “Sacerdotes”

    10,1-12 La cuestión del divorcio

    10,1-1 Partiendo de allí, vinieron a los confines de Judea y

    al otro lado del Jordán, y de nuevo se le juntaron

    en el camino muchedumbres, a las que, como de

    costumbre, les adoctrinaba.

    — —

    10,2-9 Le llegaron unos fariseos, y le preguntaron,

    tentándole, si es lícito al marido repudiar a la

    mujer. Él les respondió: ¿Qué os ha ordenado

    Moisés? Ellos contestaron: Moisés manda escribir

    el libelo de repudio y despedirla. * Jesús les dijo:

    Moisés escribió esa ley por la dureza de vuestros

    corazones; pero al principio de la creación Dios los

    hizo varón y hembra; por eso, el hombre dejará a

    su padre y a su madre, y serán los dos una sola

    carne. De manera que no son dos, sino una sola

    carne. * Lo que Dios juntó no lo separe el hombre.

    5-357-383 “Familia/Matr.”

    10,10-12 Vueltos a casa, de nuevo los discípulos le

    preguntaron sobre esto; y les dijo: El que repudia a

    su mujer y se casa con otra comete adulterio contra

    aquella; y si la mujer repudia al marido y se casa

    con otro, comete adulterio.

    5-357-383 “Familia/Matr.”

    10,13-16 Dejad que los niños se acerquen a mí

    10,13-16 Le presentaron unos niños para que los tocase, pero

    los discípulos los reprendían. Viéndolo Jesús, se

    6-378-121 “Dios/Reino”

  • 18

    enojó y les dijo: Dejad que los niños vengan a mí,

    y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino

    de Dios. En verdad os digo: que quien no reciba el

    Reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y,

    abrazándoles, los bendijo imponiéndoles las

    manos.

    10,17-27 Encuentro con el joven rico

    10,17-22 Salido al camino, corrió uno a su encuentro, se

    arrodilló ante Él y le preguntó: Maestro bueno,

    ¿qué he de hacer para entrar en la vida eterna?

    Jesús le contestó: ¿Por qué me llamas bueno?

    Nadie es bueno sino solo Dios. Ya sabes los

    mandamientos: No matarás, no adulterarás, no

    robarás, no levantarás falsos testimonios, no serás

    injusto, honra a tu padre y a tu madre. El joven le

    dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi

    juventud. Jesús, poniendo en él los ojos, le amó y

    le dijo: Una sola cosa te falta: vete, vende cuanto

    tienes, dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el

    cielo; luego ven y sígueme. Al oír esto, se le nubló

    el semblante al joven y se fue triste, porque tenía

    mucha hacienda.

    9-576-176 “Riqueza/Pobr.”

    10,23-27 Mirando en torno suyo, dijo Jesús a sus discípulos:

    ¡Cuán difícilmente entrarán en el Reino de Dios los

    que tienen riqueza! Los discípulos se quedaron

    espantados al oír esta sentencia. Tomando entonces

    de nuevo la palabra, Jesús les dijo: Hijos míos,

    ¡cuán difícil es entrar en el Reino de los cielos! Es

    más fácil a un camello pasar por el ojo de una

    aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios. Más

    aún se pasmaron, y decían entre sí: Entonces

    ¿quién puede salvarse? Fijando en ellos Jesús su

    mirada, les dijo: A los hombres sí es imposible,

    mas no a Dios, porque a Dios todo le es posible.

    9-576-176 “Riqueza/Pobr.”

    10,28-31 Recompensa a quien todo renuncia por Cristo

    10,28-31 Entonces, Pedro le dijo: Pues nosotros lo hemos

    dejado todo y te hemos seguido. Respondió Jesús:

    En verdad os digo que no hay nadie que, habiendo

    dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o

    padre, o hijos o campos, por amor de mí y del

    Evangelio, quedará sin recibir el céntuplo ahora en

    este tiempo en casas, hermanos, hermanas, madre e

    hijos y campos, con persecuciones, y la vida eterna

    en el siglo venidero. Entonces, muchos primeros

    serán los últimos, y los últimos, los primeros.

    9-576-176 “Riqueza/Pobr.”

    10,32-34 Tercer anuncio de la Pasión

    10,32-34 Iban de camino, subiendo hacia Jerusalén; y Jesús

    caminaba delante, mientras ellos iban sobre-

    cogidos, siguiéndole medrosos. Tomando de

    nuevo a los doce, comenzó a declararles lo que

    había de sucederle. Subimos a Jerusalén, y el

    Hijo del hombre será entregado a los príncipes

    de los sacerdotes y a los escribas, que le condena-

    rán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se

    burlarán de Él y le escupirán, y le azotarán y

    9-577-179 “Jesús Red.”

  • 19

    le darán muerte, pero a los tres días resucitará.

    10,35-45 Santiago y Juan piden los primeros puestos

    10,35-40 Se le acercaron Santiago y Juan, los hijos de

    Zebedeo, diciéndole: Maestro, queremos que nos

    hagas lo que vamos a pedirte. Díjoles Él: ¿Qué

    queréis que os haga? Ellos le respondieron:

    Concédenos sentarnos el uno a tu derecha y el otro

    a tu izquierda en tu gloria. Jesús les respondió: ¡No

    sabéis lo que pedís! ¿Podéis beber el cáliz que yo

    he de beber o ser bautizados con el bautismo con

    que yo he de ser bautizado? Le contestaron: Sí que

    podemos. Les dijo Jesús: El cáliz que yo he de

    beber, lo beberéis, y con el bautismo con que yo

    he de ser bautizado, seréis bautizados vosotros;

    pero sentaros a mi diestra o a mi siniestra, no

    me toca a mí dároslo, sino que es para aquellos

    para quienes está preparado.

    9-577-186

    9-577-188

    “Iglesia”

    “Palabra de D.”

    10,41-45 Los diez, oyendo esto, se enojaron contra

    Santiago y Juan; pero llamándolos Jesús a sí,

    les dijo: Ya sabéis cómo los que en las naciones

    son considerados como príncipes las dominan con

    imperio, y sus grandes ejercen poder sobre ellas.

    No ha de ser así entre vosotros; antes, si alguno

    de vosotros quiere ser grande, sea vuestro

    servidor; y el que de vosotros quiera ser el

    primero, sea siervo de todos, pues tampoco el

    Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a

    servir y a dar su vida en rescate por muchos.

    9-577-186 “Iglesia”

    10,46-52 Curación del ciego Bartimeo en Jericó

    10,46-52 Llegaron a Jericó. Al salir ya de Jericó con sus

    discípulos y una considerable turba, el hijo de

    Timeo, Bartimeo, un mendigo ciego que estaba

    sentado junto al camino, oyendo que era Jesús

    de Nazaret, comenzó a gritar y a decir: ¡Hijo de

    David, Jesús, ten piedad de mí! Muchos le

    increpaban para que callase; pero él gritaba mucho

    más: ¡Hijo de David, ten piedad de mí! Se detuvo

    Jesús y dijo: Llamadle. Llamaron al ciego,

    diciéndole: Ánimo, levántate, que te llama. Él

    arrojó su manto y saltando se allegó a Jesús.

    Tomando Jesús la palabra, le dijo: ¿Qué quieres

    que te haga? El ciego le respondió: Señor, que

    vea. Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha salvado. Y al

    instante recobró la vista y le seguía por el camino.

    9-580-204 “Fe”

    11,1-6 Preparativos de la entrada triunfal en Jerusalén

    11,1-6 Y cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de

    Betfagé y de Betania, junto al monte de los Olivos,

    envió a dos de los discípulos y les dijo: Id a la aldea que

    está enfrente, y al entrar en ella, encontraréis un

    pollino atado, sobre el que nadie montó aún; soltadlo

    y traedlo. Y si alguno os dijere: ¿Por qué hacéis es-

    to?, decidle: El Señor tiene necesidad de él; y os

    lo va a devolver enseguida. Se fueron y

    encontraron el pollino atado a la puerta, fuera, en el

    cruce del camino, y lo soltaron. Algunos de los que

    9-590-291 “Jesús Red.”

  • 20

    allí estaban les dijeron: ¿Por qué desatáis el

    pollino? Ellos les contestaron como Jesús les había

    dicho, y se lo permitieron.

    11,7-11 Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén

    11,7-11 Llevaron el pollino a Jesús, y, echándole encima sus

    vestidos, montó en él. Muchos extendían sus

    mantos sobre el camino, otros cortaban follaje de

    los campos, y los que le precedían y le seguían

    gritaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el

    nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene

    de David, nuestro padre! ¡Hosanna en las altu-

    ras! * Jesús entró en Jerusalén y se fue al templo, y

    echando una mirada alrededor sobre todo, ya

    entrada la tarde, salió para Betania con los doce.

    9-590-297 “Jesús Red.”

    11,12-14 Maldición a la higuera estéril

    11,12-14 Al día siguiente, al salir ellos de Betania, sintió

    hambre; y, viendo de lejos una higuera con hojas,

    se fue por si encontraba algo en ella, y, llegándose

    a ella, no halló más que hojas, porque no era

    tiempo de higos. Tomando la palabra, dijo: Que

    nunca jamás coma ya nadie fruto de ti. Los

    discípulos le oyeron.

    9-592-319 “Jesús Red.”

    11,15-19 Expulsión de los vendedores del templo

    11,15-19 Llegaron a Jerusalén y, entrando en el templo, se

    puso a expulsar a los que allí vendían y compraban, y

    derribó las mesas de los cambistas y los asientos de

    los vendedores de palomas; no permitía que

    nadie transportase objeto alguno por el templo, y los

    enseñaba y decía: ¿No está escrito: Mi casa será casa

    de oración * para todas las gentes? Pero vosotros la

    habéis convertido en cueva de ladrones. * Llegó todo

    esto a oídos de los príncipes de los sacerdotes y de los

    escribas, y buscaban cómo perderle; pero le temían,

    pues toda la muchedumbre estaba maravillada de su

    doctrina. Cuando se hizo tarde, salió de la ciudad.

    9-590-297 “Jesús Red.”

    11,20-26 La higuera estéril. Poder de la fe y de la oración

    Condición previa para orar: Perdonar

    11,20-24 Pasando de madrugada, vieron que la higuera se

    había secado de raíz. Acordándose Pedro, le dijo:

    Rabí, mira: la higuera que maldijiste se ha secado.

    Jesús le respondió: Tened fe en Dios. En verdad os

    digo que si alguno dijere a este monte: Quítate y

    arrójate al mar, y no dudare en su corazón, sino

    que creyere que sucederá lo que dice, logrará lo

    que pide. Por eso os digo: Todo cuanto orando

    pidiereis, creed que lo recibiréis y se os dará.

    9-594-330 “Jesús Red.”

    11,25-26 Cuando os pongáis en pie a orar, si tenéis alguna

    cosa contra alguien, perdonadle primero para que

    vuestro Padre, que está de los cielos, os perdone a

    vosotros vuestros pecados. Porque si vosotros no

    perdonáis tampoco vuestro Padre, que está en los

    cielos, os perdonará vuestras ofensas.

    9-594-330 “Jesús Red.”

    11,27-33 Origen del poder de Jesús y del bautismo de

    Juan

  • 21

    11,27-30 Llegaron de nuevo a Jerusalén, y, paseándose por

    el templo, se le acercaron los príncipes de los

    sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le dijeron:

    ¿Con qué poder haces tales cosas o quién te ha

    dado poder para hacerlas? Jesús les respondió: Voy

    a haceros también yo una pregunta, y, si me

    respondéis, os diré con qué poder hago tales cosas.

    El bautismo de Juan, ¿era del cielo o era de los

    hombres? Respondedme.

    9-592-320 “Jesús Red.”

    11,31-33 Ellos comenzaron a pensar entre sí: Si decimos que

    del cielo, nos dirá: Pues ¿por qué no habéis creído

    en él? Si decimos que de los hombres, es de temer

    la gente, pues todos tienen a Juan por verdadero

    profeta. Y respondieron a Jesús: No sabemos.

    Díjoles Él a su vez: Pues tampoco yo os digo con

    qué poder hago estas cosas.

    9-592-320 “Jesús Red.”

    12,1-12 Parábola de los viñadores asesinos

    12,1-5 Jesús se puso a hablarles en parábolas: Un

    hombre plantó una viña y la cercó de muro, y

    cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó a

    unos viñadores, y se partió lejos. A su tiempo,

    envió a los viñadores un siervo para percibir de

    ellos la parte de los frutos de su viña y,

    agarrándole, le azotaron y le despidieron con las

    manos vacías. De nuevo les envió otro, y le

    hirieron en la cabeza y le ultrajaron. Envió

    otro, y a éste le dieron muerte; igualmente a mu-

    chos otros, de los cuales a unos los azotaron y

    a otros los mataron.

    9-592-320 “Jesús Red.”

    12,6-9 Le quedaba todavía uno, un hijo amado, y se lo

    envió también el último, diciéndose: Respetarán a

    mi hijo. Pero aquellos viñadores se dijeron para sí:

    Éste es el heredero. ¡Ea! Matémosle y será nuestra

    la heredad. Y asiéndole, le mataron y le arrojaron

    fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña?

    Vendrá y hará perecer a los viñadores y dará la

    viña a otros.

    9-592-320 “Jesús Red.”

    12,10-12 ¿Y no habéis leído esta Escritura que dice: “La

    piedra que los constructores desecharon, ésa vino

    a ser cabeza de esquina. Del Señor viene esto y es

    admirable a nuestros ojos”? * Buscaban apoderar-

    se de Él, pero temían a la gente, pues compren-

    dieron que la parábola dicha por Jesús era para

    ellos, y dejándole, se fueron.

    9-592-320 “Jesús Red.”

    12,13-17 Tributo al César

    12,13-17 Le enviaron algunos de los fariseos y herodianos

    para sorprenderle en alguna declaración. Llegados,

    le dijeron: Maestro, sabemos que eres sincero, que

    no te da cuidado de nadie, pues no tienes respetos

    humanos, sino que enseñas según verdad el

    camino de Dios: ¿Es lícito pagar el tributo al

    César o no? ¿Debemos pagar o no debemos

    pagar? Él, conociendo su hipocresía, les dijo: ¿Por

    qué me tentáis? Traedme un denario que lo vea.

    Se lo trajeron y les dijo: ¿De quién es esta ima-

    9-594-332 “Jesús Red.”

  • 22

    gen y esta inscripción? Ellos dijeron: Del César.

    Jesús replicó: Dad, pues, al César lo que es del César

    y a Dios lo que es de Dios. Y se admiraron de Él.

    12,18-27 Saduceos y la resurrección de los muertos

    12,18-25 Se le llegaron algunos saduceos, de los que dicen

    que no hay resurrección, y le preguntaban di-

    ciendo: Maestro, Moisés nos ha prescrito que, si el

    hermano de uno viniere a morir y dejare la mujer sin

    hijos, tome el hermano esa mujer y dé sucesión a su

    hermano.* Eran siete hermanos. El primero tomó

    mujer, pero al morir no dejó descendencia. La

    tomó el segundo, y murió sin dejar sucesión, e igual

    el tercero, y de los siete ninguno dejó sucesión.

    Después de todos murió la mujer. Cuando en la

    resurrección resuciten, ¿de quién será la mujer?

    Porque los siete la tuvieron por mujer. Jesús les

    dijo: ¿No estáis equivocados por no entender las

    Escrituras ni el poder de Dios? Porque, cuando

    resuciten de entre los muertos, ni se casarán ni

    serán dadas en matrimonio, sino que serán como

    ángeles en los cielos.

    9-594-332 “Muerte/Res.”

    12,26-27 Por lo que toca a la resurrección de los muertos,

    ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la

    zarza, cómo habló Dios, diciendo: Yo soy el Dios de

    Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?

    * No es Dios de muertos, sino de vivos. Muy

    errados andáis.

    9-594-332 “Muerte/Res.”

    12,28-34 Mandamiento principal de la Ley

    12,28-31 Se le acercó uno de los escribas que había

    escuchado la disputa, el cual, viendo cuán bien le

    había respondido, le preguntó: ¿Cuál es el primero

    de todos los mandamientos? Jesús contestó: El

    primer mandamiento es: “Escucha Israel: El

    Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al

    Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu

    alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”.

    El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a

    ti mismo”. Mayor que éstos no hay mandamiento

    alguno.

    9-596-339 “Dios/Reino”

    12,32-33 El escriba le dijo: Maestro, has respondido bien.

    Con razón has dicho que Él es único y que no hay otro

    fuera de Él, y que amarle con todo el corazón, con

    toda la inteligencia, con toda el alma y con todas

    las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale mucho más que todos los holocaustos y

    sacrificios.

    9-596-339 “Dios/Reino”

    12,34-34 Viendo Jesús cuán atinadamente había respondido,

    le dijo: No estás lejos del Reino de Dios. Y nadie se

    atrevió ya más a preguntarle.

    9-596-339 “Dios/Reino”

    12,35-37 La cuestión del origen del Mesías

    12,35-37 Tomando Jesús la palabra, decía enseñando en el

    templo: ¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es

    hijo de David? David mismo, inspirado por el

    Espíritu Santo, ha dicho: Dijo el Señor a mi Señor:

    9-596-339 “Dios/Reino”

  • 23

    Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus

    enemigos debajo de tus pies. * El mismo David le

    llama Señor, ¿de dónde, pues, viene que sea hijo

    suyo? Mucha gente le oía con agrado.

    12,38-40 Guardaos de los escribas

    12,38-40 También en su enseñanza les decía: Guardaos de

    los escribas que gustan de pasearse con amplias

    vestiduras y de ser saludados en las plazas, y de

    ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los

    primeros puestos en los banquetes, mientras

    devoran las casas de las viudas y simulan largas

    oraciones. Éstos tendrán un juicio muy severo.

    9-596-345 “Jesús Red.”

    12,41-44 El óbolo de la viuda

    12,41-44 Estando sentado enfrente del gazofilacio, observa-

    ba cómo la multitud iba echando monedas en el

    tesoro, y muchos ricos echaban muchas.

    Llegándose una viuda pobre, echó dos leptos,

    que hacen un cuadrante, y llamando a los

    discípulos, les dijo: En verdad os digo que esta

    pobre viuda ha echado más que todos cuantos

    echan en el tesoro, pues todos echan de lo que

    les sobra, pero ésta de su indigencia ha echado

    cuanto tenía para vivir.

    9-596-342 “Riqueza/Pobr.”

    13,1-37 Destrucción de Jerusalén y Fin del mundo

    Destrucción del templo

    13,1-2 Al salir Él del templo, uno de los discípulos le dijo:

    Maestro, mira qué piedras y qué construcciones. Y

    Jesús les dijo: ¿Veis estas grandes construcciones?

    No quedará aquí piedra sobre piedra que no sea

    demolida.

    9-596-367 “Fin Mundo”

    La cuestión del fin

    13,3-4 Habiéndose sentado en el monte de los Olivos,

    enfrente del templo, Pedro y Santiago, Juan y

    Andrés le preguntaban aparte: Dinos cuándo será

    esto y cual será la señal de que todo esto va a

    cumplirse.

    9-596-367 “Fin Mundo”

    Tiempos de angustia

    13,5-8 Jesús comenzó a decirles: Mirad que nadie os

    induzca a error. Muchos vendrán en mi nombre y

    dirán: Yo soy el Mesías. Extraviarán a muchos.

    Cuando oyereis hablar de guerras y rumores de

    guerras, no os turbéis: es preciso que esto suceda;

    pero eso no es aún el fin. Porque se levantarán

    pueblo contra pueblo y reino contra reino; habrá

    terremotos por diversos lugares; habrá hambre: ése

    es el comienzo de los dolores.

    9-596-367 “Fin Mundo”

    Persecuciones contra el Evangelio

    13,9-13 Os entregarán a los sanedrines, y en las sinagogas

    seréis azotados y compareceréis ante gobernadores

    y reyes por amor de mí para dar testimonio ante

    ellos. Antes, el Evangelio habrá de ser predicado a

    todas las naciones. Cuando os lleven para ser

    entregados, no os preocupéis de lo que habéis de

    hablar, porque en aquella hora se os dará qué

    9-596-367 “Fin Mundo”

  • 24

    habléis, pues no seréis vosotros los que habléis,

    sino el Espíritu Santo. El hermano entregará a la

    muerte al hermano, y el padre al hijo, y se

    levantarán los hijos contra los padres y les darán

    muerte, y seréis aborrecidos de todos por mi

    nombre. El que persevere hasta el fin, ése será

    salvo.

    Desolación de Judea

    13,14-18 Cuando veáis la abominable desolación instalada

    donde no debe —el que lee entienda—, entonces

    los que estén en Judea huyan a los montes. El que

    esté en el terrado no baje ni entre para tomar cosa

    alguna de su casa, y el que esté en el campo no

    vuelva atrás para recoger su manto. ¡Ay de

    aquellas que estén encintas y de las que críen en

    aquellos días! Orad para que no suceda esto en

    invierno.

    9-596-367 “Fin Mundo”

    Tribulación suprema

    13,19-23 Pues serán aquellos días de tribulación tal cual no

    la hubo desde el principio de la creación hasta

    ahora, ni la habrá. Y si el Señor no acortara esos

    días nadie se salvaría. Pero Dios abreviará esos

    días por amor de los elegidos, que Él eligió.

    Entonces, si alguno os dijere: He aquí o allí al

    Mesías, no le creáis. Porque se levantarán falsos

    mesías y falsos profetas que obrarán señales y

    prodigios para inducir a error, si fuere posible, aun

    a los elegidos. Pero vosotros estad sobre aviso; de

    antemano os he dicho todas las cosas.

    9-596-367 “Fin Mundo”

    La venida del Hijo del hombre

    13,24-27 Pero en aquellos días, después de aquella

    tribulación, se oscurecerá el sol, y la luna no dará

    su brillo y las estrellas caerán del cielo, y los

    poderes de los cielos se conmoverán. Entonces

    verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes con

    gran poder y majestad. Y enviará a sus ángeles y

    juntará a sus elegidos de los cuatro vientos, del

    extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.

    9-596-367 “Fin Mundo”

    Parábola de la higuera

    13,28-31 Aprended de la higuera la parábola. Cuando sus

    ramas están tiernas y echa hojas, conocéis que el

    estío está próximo. Así también vosotros, cuando

    veáis suceder estas cosas, entended que está

    próximo, a la puerta. En verdad os digo que no

    pasará esta generación antes que todas estas cosas

    sucedan. El cielo y la tierra pasarán pero mis

    palabras no pasarán.

    9-596-367 “Fin Mundo”

    Incertidumbre del día del fin: Velad

    13,32-37 Cuanto a ese día o a esa hora, nadie la conoce, ni

    los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.

    Estad alerta, velad, porque no sabéis cuándo será el

    tiempo. Como el hombre que parte de viaje, al dejar su casa, encargó a sus siervos a cada uno su obra, y al

    portero le encargó que velase. Velad, pues, vosotros,

    9-596-367 “Fin Mundo”

  • 25

    porque no sabéis cuándo vendrá el amo de la casa, si

    por la tarde, si a medianoche, o al canto del gallo,

    o a la madrugada, no sea que, viniendo de repente,

    os encuentre dormidos. Lo que a vosotros digo,

    a todos lo digo: Velad.

    14,1-2 Conspiración de los judíos

    14,1-1 Faltaban dos días para la Pascua y los Ácimos, y

    buscaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas

    cómo apoderarse de Él con engaño y darle muerte.

    9-588-277 “Jesús Red.”

    14,2-2 Porque decían: Que no sea durante la fiesta, no

    vaya a alborotarse el pueblo.

    9-588-277 “Jesús Red.”

    14,3-9 Jesús es ungido en la cena de Betania

    14,3-5 Hallándose en Betania, en casa de Simón el

    leproso, cuando estaba recostado a la mesa,

    vino una mujer trayendo un vaso de alabastro

    lleno de un ungüento de nardo auténtico de gran

    valor, y rompiendo el vaso de alabastro, se lo

    derramó sobre la cabeza. Había algunos que

    indignados se decían unos a otros: ¿Para qué se ha

    hecho este derroche de ungüento? Porque pudo

    venderse en más de trescientos denarios y darlo a

    los pobres. Y murmuraban de ella.

    9-586-259 “Jesús Red.”

    14,6-9 Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la molestáis? Una

    buena obra es la que ha hecho conmigo; porque

    pobres siempre los tenéis con vosotros, y cuando

    queráis podéis hacerles bien; pero a mí no

    siempre me tenéis. Ha hecho lo que ha podido,

    anticipándose a ungir mi cuerpo para la

    sepultura. En verdad os digo: dondequiera que se

    predique el Evangelio, en todo el mundo se

    hablará de lo que ésta ha hecho, para memoria de

    ella.

    9-586-259 “Jesús Red.”

    14,10-11 Judas Iscariote con los jefes de los sacerdotes

    14,10-11 Judas Iscariote, uno de los doce, se fue a los

    príncipes de los sacerdotes para entregárselo.

    Ellos, al oírle, se alegraron y prometieron darle

    dinero, y buscaba ocasión oportuna para en-

    tregarle.

    9-588-277 “Jesús Red.”

    14,12-16 Preparación de la Última Cena

    14,12-16 El primer día de los Ácimos, cuando se

    sacrificaba la Pascua, dijéronle los discípulos:

    ¿Dónde quieres que vayamos para que

    preparemos la Pascua y la comas? Envió a dos

    de sus discípulos y les dijo: Id a la ciudad, y

    os saldrá al encuentro un hombre con un

    cántaro de agua; seguidle, y donde él entrare, decid

    al dueño: El Maestro dice: ¿Dónde está mi

    departamento, en que pueda comer la Pascua con

    mis discípulos? Él os mostrará una sala alta,

    grande, alfombrada, pronta. Allí haréis los

    preparativos para nosotros. Sus discípulos se

    fueron, y vinieron a la ciudad, y hallaron como les

    había él dicho, y prepararon la Pascua.

    9-598-382 “Jesús Red.”

    14,17-25 La Última Cena

  • 26

    Anuncio de la traición

    14,17-21 Llegada la tarde, vino con los doce, y, recostados

    y comiendo, dijo Jesús: En verdad os digo que

    uno de vosotros me entregará; uno que come

    conmigo. Comenzaron a entristecerse y a decirle

    uno en pos de otro: ¿Soy yo? Él les dijo: Uno de

    los doce, el que moja conmigo en el plato, pues el

    Hijo del hombre se va, según de Él está escrito;

    pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre

    será entregado! Mejor le fuera a ese hombre no

    haber nacido.

    9-600-399

    9-600-403

    “Jesús Red.”

    “Eucaristía”

    Institución de la Eucaristía

    14,22-25 Mientras comían, tomó pan, y bendiciéndolo, lo

    partió, se lo dio y dijo: Tomad, éste es mi cuerpo.

    Tomando el cáliz, después de dar gracias, se lo

    entregó, y bebieron de él todos. Y les dijo: Ésta es

    mi sangre de la Alianza, que es derramada por

    muchos. En verdad os digo que ya no beberé del

    fruto de la vid hasta aquel día en que lo beba nuevo

    en el Reino de Dios.

    9-600-399

    9-600-403

    “Jesús Red.”

    “Eucaristía”

    14,26-31 Predicción sobre la conducta de los discípulos

    14,26-31 Dichos los himnos, salieron para el monte de los

    Olivos. Díjoles Jesús: Todos os escandalizaréis,

    porque escrito está: Heriré al pastor y se

    dispersarán las ovejas; * pero después de haber

    resucitado os precederé a Galilea. Mas Pedro le

    dijo: Aun cuando todos se escandalizaren, no yo.

    Jesús le respondió: En verdad te digo que tú hoy,

    esta misma noche, antes que el gallo cante dos

    veces, me negarás tres. Pero él más y más

    insistía: Aunque fuera preciso morir contigo,

    jamás te negaré. Otro tanto decían todos.

    9-600-399 “Jesús Red.”

    (14-15) PASIÓN-MUERTE DE JESUCRISTO

    14,32-42 La agonía del Getsemaní

    14,32-42 Llegaron a un lugar cuyo nombre era Getsemaní, y

    dijo a sus discípulos: Sentaos aquí mientras voy a

    orar. Tomando consigo a Pedro, a Santiago y a

    Juan, comenzó a sentir temor y angustia, y les

    decía: Triste está mi alma hasta la muerte;

    permaneced aquí y velad. Adelantándose un poco,

    cayó en tierra y oraba que, si era posible, pasase de

    Él aquella hora. Decía: Abba, Padre, todo te es

    posible; aleja de mí este cáliz; mas no sea lo que

    yo quiero, sino lo que tú quieres. Vino y los

    encontró dormidos, y dijo a Pedro: Simón,

    ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Velad y

    orad para que no entréis en tentación; el espíritu

    está pronto mas la carne es flaca. De nuevo se

    retiró y oró haciendo la misma súplica. Viniendo

    otra vez los encontró dormidos, porque estaban sus

    ojos pesados; y no sabían qué responderle. Llegó

    por tercera vez y les dijo: Dormid ya y descansad.

    Basta. Ha llegado la hora, y el Hijo del hombre es

    entregado en manos de los pecadores. Levantaos;

    9-602-433 “Jesús Red.”

  • 27

    vamos. Ya se acerca el que ha de entregarme.

    14,43-52 Prendimiento de Jesús

    14,43-46 En aquel instante, cuando aún estaba Él hablando,

    llegó Judas, uno de los doce, y con él un tropel con

    espadas y garrotes, de parte de los escribas y de

    los ancianos. El traidor les había dado esta

    señal: A quien besare yo, ése es; prendedle y

    llevadlo a buen recaudo. Al instante llegó y se le

    acercó, diciendo: Rabí, y le besó. Ellos le

    echaron mano y se apoderaron de Él.

    9-602-433 “Jesús Red.”

    14,47-50 Pero uno de los presentes, sacando la espada, hirió

    a un siervo del pontífice y le quitó una oreja.

    Tomando la palabra Jesús, les dijo: ¿Como

    contra ladrón habéis salido con espadas y

    garrotes para prenderme? Todos los días estaba

    yo en medio de vosotros en el templo enseñan-

    do y no me prendisteis; en realidad, con esto se

    cumple lo que dicen las Escrituras. Y,

    abandonándole, huyeron todos.

    9-602-433 “Jesús Red.”

    14,51-52 Un cierto joven le seguía envuelto en una sábana

    sobre el cuerpo desnudo, y trataron apoderarse de

    él; mas él, dejó la sábana, huyó desnudo.

    — —

    14,53-65 Jesús, procesado ante el sanedrín

    14,53-59 Condujeron a Jesús al pontífice y se juntaron todos

    los príncipes de los sacerdotes, los ancianos y

    los escribas. Pedro le seguía de lejos, hasta entrar

    dentro del atrio del pontífice; y sentado con los

    servidores, se calentaba a la lumbre. Los príncipes

    de los sacerdotes, y todo el sanedrín, buscaban un

    testimonio contra Jesús para hacerle morir, y no

    lo hallaban. Porque muchos testificaban falsa-

    mente contra Él, pero no eran acordes sus

    testimonios. Algunos se levantaron a testificar

    contra Él, y decían: Nosotros le hemos oído

    decir: Yo destruiré este templo, hecho por

    mano de hombre, y en tres días levantaré otro

    que no será hecho por manos humanas. Ni aun

    así, sobre esto, era concorde su testimonio.

    10-604-2 “Jesús Red.”

    14,60-65 Levantándose en medio el pontífice, preguntó a

    Jesús, diciendo: ¿No respondes nada? ¿Qué es

    esto que testifican contra ti? Él se callaba y no

    respondía palabra. De nuevo el pontífice le

    preguntó y dijo: ¿Eres tú el Mesías, el Hijo del

    Bendito? Jesús dijo: Yo soy, y veréis al Hijo del

    hombre sentado a la diestra del Poder y venir

    sobre las nubes del cielo. El pontífice, rasgando

    sus vestiduras, dijo: ¿Qué necesidad tenemos ya

    de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué

    os parece? Y todos contestaron ser reo de muer-

    te. Comenzaron a escupirle y le cubrían el rostro

    y le abofeteaban, diciendo: Profetiza. Y los

    criados le daban bofetadas.

    10-604-2 “Jesús Red.”

    14,66-72 Las tres negaciones de Pedro

    14,66-72 Estando Pedro abajo, en el atrio, llegó una de 10-604-2 “Jesús Red.”

  • 28

    las siervas del pontífice, y viendo a Pedro a la

    lumbre, fijó en él sus ojos y le dijo: Tú también

    estabas con el Nazareno, con Jesús. Él negó,

    diciendo: Ni sé ni entiendo lo que tú dices.

    Salió fuera al vestíbulo y cantó el gallo. Pero la

    sierva, viéndole, comenzó de nuevo a decir a

    los presentes: Éste es de ellos. Él de nuevo negó,

    y, pasado un poco, otra vez los presentes de-

    cían a Pedro: Efectivamente, tú eres de ellos,

    porque eres galileo. Pero él se puso a maldecir

    y a jurar: No conozco a ese hombre que

    vosotros decís. Y al instante, por segunda vez

    cantó el gallo. Se acordó Pedro de la palabra que

    Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos

    veces, tú me negarás tres, y rompió a llorar.

    15,1-20 Jesús procesado ante Pilatos

    15,1-5 En cuanto amaneció celebraron consejo los

    príncipes de los sacerdotes con los ancianos y

    escribas y todo el sanedrín. Después de haber

    atado a Jesús, le llevaron y entregaron a Pilatos.

    Le preguntó Pilatos: ¿Eres tú el rey de los ju-

    díos? Y Jesús le respondió: Tú lo has dicho. E

    insistentemente le acusaban los príncipes de los

    sacerdotes. Pilatos de nuevo le interrogó dicien-

    do: ¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te

    acusan. Pero Jesús ya no respondió nada, de

    manera que Pilatos quedó maravillado.

    10-604-2 “Jesús Red.”

    15,6-14 Por la fiesta solía soltárseles un preso, el que

    pedían. Había uno llamado Barrabás, encarcelado

    con sediciosos que en una revuelta habían

    cometido un homicidio; la gente, pues, subió y

    comenzó a pedir la libertad de algún preso,

    como era costumbre. Pilatos les preguntó

    diciendo: ¿Queréis que os suelte al rey de los

    judíos? Pues conocía que por envidia se lo

    habían entregado los príncipes de los sacerdotes.

    Pero los príncipes de los sacerdotes excitaban a

    la turba para que les soltase a Barrabás. Pilatos

    de nuevo preguntó, y dijo: ¿Qué queréis, pues,

    que haga de este que llamáis rey de los judíos?

    Ellos otra vez gritaron: ¡Crucifícale! Pero Pilatos

    les dijo: ¿Pues qué mal ha hecho? Y ellos

    gritaron más fuerte: ¡Crucifícale!

    10-604-2 “Jesús Red.”

    Azotado y condenado

    15,15-15 Pilatos, queriendo dar satisfacción a la plebe, les

    soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberle

    azotado, le entregó para que le crucificasen.

    10-604-2 “Jesús Red.”

    Coronado de espinas y esc