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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACION CIVIL
Magistrado Ponente
Jaime Alberto Arrubla Paucar
Bogotá, D.C., dieciocho (18) de mayo de dos mil cinco (2005)
Referencia: Expediente No. 14415
Decídese el recurso extraordinario de
casación interpuesto por los demandados CLÍNICA
NUESTRA SEÑORA DEL PILAR LTDA. y ARMANDO ARDILA
CUÉLLAR, contra la sentencia dictada el 27 de julio de
1999, por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bogotá, D.C., en el proceso ordinario iniciado
por FLORENCIO SÁENZ PEÑA, en su propio nombre y en
representación de la menor SHIRLEY SÁENZ RUGE, contra
los recurrentes.
ANTECEDENTES
1. Pretendieron los demandantes que,
con citación de los demandados, se les declarara civil y
solidariamente responsables por la muerte de MARÍA ANA
LUISA RUGE ORTEGA, y como consecuencia, que se les
JAAP. Exp. 14415 2
condenara a indemnizarles los perjuicios materiales y
morales que experimentaron por tal causa.
2. Los hechos constitutivos de la causa
petendi, pueden resumirse del siguiente modo:
2.1. Por estar padeciendo fuertes y
frecuentes cólicos, entre abril y mayo de 1992, MARÍA ANA
LUISA RUGE ORTEGA fue conducida a la clínica
demandada, donde fue atendida por su gerente, el Dr.
ARMANDO ARDILA CUÉLLAR, quien previo examen,
dictaminó que debía ser sometida a una colecistectomía.
2.2. El 10 de julio se le practicó, por el
citado profesional, el procedimiento quirúrgico
recomendado, y el 13 de los mismos mes y año se le dio de
alta, debiendo ser hospitalizada de nuevo el 15, por sufrir
fuertes dolores en el vientre. Pasado un día, se autorizó su
salida.
2.3. Como siguió experimentando dolor
"...en la región de la operación", acudió a otras
instituciones para tomarse radiografías y exámenes, que no
revelaron nada anormal.
2.4. En octubre de 1992, su deteriorado
estado de salud se complicó porque no podía ingerir
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alimentos, y debido a ello fue llevada otra vez a la
institución demandada, donde la atendió su gerente, quien
estimó que debía ser operada nuevamente.
2.5. FLORENCIO SÁENZ PEÑA, su
cónyuge, decidió hacerla auscultar por el Dr. LUIS
FRANCISCO DELGADO MONSALVE, médico
gastroenterólogo del Hospital Militar, galeno que luego de
analizar los exámenes y radiografías concluyó que debía ser
intervenida de inmediato, "...por un obstáculo que se
presentaba adelante del píloro, que no permitía el paso del
tubo para la endoscopia".
2.6. Practicada la cirugía el 4 de
noviembre de 1992, bajo la dirección del citado profesional,
se le extrajo "...una compresa encapsulada por fibrosis
desarrollada en la zona donde se le había practicado la
Colecistectomía", elemento que de acuerdo con los
resultados de patología, "...generó una PERITONITIS
AGUDA CRÓNICA".
2.7. Tras una ligera recuperación, sumada
a la tolerancia a los alimentos, se le dio de alta el 28 de
noviembre del mismo año.
2.8. Sin embargo, la peritonitis aguda y
crónica desencadenada por la compresa dejada en su
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vientre, le originó "...una congestión cardio-pulmonar el día
3 de diciembre de 1992", por la cual debió ser llevada de
urgencia al Hospital Militar, ayudada de oxígeno,
complicación que no fue posible controlar, pese a los
esfuerzos médicos, falleciendo el 6 de diciembre de 1992, a
la edad de 40 años, once meses.
2.9. MARÌA ANA LUISA RUGE ORTEGA
contrajo matrimonio católico con FLORENCIO SÀENZ PEÑA,
y de tal unión nació SHIRLEY SÀENZ RUGE, el 20 de mayo
de 1978.
2.10. En vida se dedicaba al manejo y
dirección de una pequeña industria de pintura en tela,
modistería infantil y tarjetería, de la cual derivaba unos
ingresos mensuales promedio de ciento cincuenta mil pesos
($150.000.oo).
3. Notificados los demandados, dieron
respuesta conjunta a la demanda, oponiéndose a lo
pretendido. Sobre los hechos allí afirmados, aceptaron
algunos, negaron otros y sobre los restantes dijeron que no
les constaban.
Propusieron las excepciones que
denominaron ausencia de responsabilidad e inexistencia de
la obligación. En relación con la CLÍNICA NUESTRA SEÑORA
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DEL PILAR LTDA., porque el Dr. EDGAR BELTRÁN MEJÍA,
jefe del equipo médico que intervino quirúrgicamente a la
occisa, "...no pertenece a la nómina de la Clínica", siendo
de cargo de ésta solamente "...el alojamiento, alimentación,
suministro de bodegas, cuidado del paciente, realización de
exámenes, control y la atención por parte de los médicos
residentes y enfermeras".
En cuanto al Dr. ARMANDO ARDILA
CUÉLLAR, porque su participación en el acto quirúrgico
mencionado, se redujo a actuar como primer ayudante.
4. Adelantado el debate en los términos
reseñados, la primera instancia se definió con sentencia
estimatoria, confirmada por el superior al decidir el recurso
de apelación interpuesto por los demandados, decisión que
adicionó con la orden de actualizar las condenas impuestas,
en la forma allí indicada, determinación que la misma parte
impugnó mediante el recurso de casación sobre el cual se
provee en esta oportunidad.
LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL
Verificado el recuento de los antecedentes
del proceso, y constatada su validez formal, inició el
Tribunal sus consideraciones identificando las diversas
fuentes de la responsabilidad civil.
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Previas algunas reflexiones sobre el
régimen de la responsabilidad extracontractual, precisó que
la controversia se situó en ese marco, "…porque el
supuesto fáctico no hace referencia a relación contractual
alguna ni se enuncia incumplida obligación de la misma
índole". Agregó que se invocó el artículo 2341 del Código
Civil, precepto que reglamenta la responsabilidad civil
extracontractual por el hecho propio, "...imputable a título
de culpa y las pretensiones las formulan miembros de la
familia, que con la muerte de su cónyuge y madre,
respectivamente, sufrieron perjuicio".
Tras reconstruir el íter de los hechos
debatidos, consideró prioritario averiguar por la
participación que en ellos tuvieron los demandados. En ese
cometido observó que MARÍA ANA LUISA RUGE ORTEGA
llegó a la CLÍNICA NUESTRA SEÑORA DEL PILAR LTDA., y
allí fue atendida por su director y dueño, el doctor
ARMANDO ARDILA CUÉLLAR, quien la programó para el
procedimiento quirúrgico denominado colecistectomía, en el
cual debía extirpársele la vesícula biliar. Que para tal efecto
contrató los servicios del Dr. EDGAR BELTRÁN MEJÍA,
cirujano en vías biliares, bajo cuya dirección se efectuó, con
la colaboración de Ardila Cuéllar como primer ayudante.
Del interrogatorio y el testimonio de los
dos profesionales mencionados, dedujo que Beltrán Mejía
JAAP. Exp. 14415 7
obró como agente de la CLÍNICA NUESTRA SEÑORA DEL
PILAR LTDA., hecho cuya aceptación vislumbró "...en la
contestación de la demanda en donde se afirmó que el
especialista doctor EDGAR BELTRAN MEJIA estaba adscrito
a la clínica".
Consideró debidamente comprobado que al
culminar la operación se dejó una compresa en el vientre
de la paciente, elemento que desencadenó una serie de
consecuencias negativas en su salud, por las cuales debió
ser intervenida nuevamente en el Hospital Militar, infiriendo
que no se tuvo "...el cuidado que corresponde desplegar en
la actividad quirúrgica ni siquiera el que hubiera desplegado
una persona común y corriente colocada en las mismas
condiciones externas, porque aún ésta habría tenido la
elemental precaución de revisar la cavidad en la que se
practicó la operación, mucho más si se trataba de la
intervención a una persona obesa como lo afirma el galeno
director del acto quirúrgico", descuido que imputó a todo el
personal que participó en la operación, pero que consideró
de mayor entidad respecto de quienes fungieron como
director y primer auxiliar, por tener a su cargo la
supervisión de la actividad de los demás.
En relación con los sucesos
desencadenados por tal omisión, refirió que el 14 de julio
de 1992 MARÍA ANA LUISA RUGE regresó a la institución
JAAP. Exp. 14415 8
demandada, porque no toleraba la alimentación, aunque se
mantenía hidratada, orientada, alerta, sin presión
abdominal, con ruidos cardíacos rítmicos y sin soplos, y que
al finalizar el mismo año, su esposo la hizo examinar del Dr.
LUIS FRANCISCO DELGADO MONSALVE, por las molestias
gastrointestinales que venía padeciendo desde la operación.
Agregó que al ser sometida a un nuevo procedimiento
quirúrgico, se detectó un severo proceso inflamatorio
alrededor del duodeno y parte terminal del estómago, y se
retiró una compresa que había erosionado el duodeno, al
succionarla, provocando su obstrucción.
Observó que para ese momento la
paciente presentaba un cuadro séptico gestado por el
severo proceso inflamatorio experimentado, del cual
empezó a recuperarse semanas después, autorizándose su
salida del hospital, pero que a los pocos días regresó con
dificultad respiratoria y en malas condiciones generales,
para fallecer más tarde en estado séptico.
Subrayó que el deceso de la paciente
"...tuvo su causa inmediata en la insuficiencia respiratoria
aguda, edema pulmonar y tromboembolismo pulmonar (fol.
9)", anotando que según lo explicado por el Dr. LUIS
FRANCISCO DELGADO, "cuando el cuadro infeccioso se
deja progresar altera el sistema cardiovascular, renal,
hepático y cerebral, por el compromiso de la asepsis que es
JAAP. Exp. 14415 9
un cuadro generalizado". Que el estado infeccioso es
producido por bacterias o cuerpos extraños en el
organismo, y compromete todos los mecanismos que éste
tiene para controlarlo. Que al no ser neutralizado, progresa
hasta afectar el estado general del paciente, ocasionándole
malestar, fiebre, taquicardia, frecuencia respiratoria alta,
problemas pulmonares, desequilibrio, ácido básico, cambios
electrocardiográficos por la infección, cuadro que se
denomina "estado séptico", tiene tres o cuatro grados,
dependiendo de su severidad y de los órganos
comprometidos, siendo el más avanzado el que se conoce
como falla orgánica multisistémica, que se presenta
"...cuando el paciente tiene un compromiso en su función
renal, hepática, hematológica, cardíaca, pulmonar,
cerebral...".
Así, concluyó que "...la crisis del aparato
circulatorio y el tromboembolismo pulmonar tuvieron origen
en la infección generalizada que presentó la señora MARÎA
ANA LUISA RUGE que se gestó como efecto nocivo de la
compresa abandonada en el organismo al cerrar la cavidad
abdominal después de la operación que se practicó en la
CLINICA NUESTRA SEÑORA DEL PILAR, LTDA.", reiterando
que "...La causa de la muerte de ésta, por tanto, fue el
estado infeccioso que tal elemento produjo".
JAAP. Exp. 14415 10
Constatado el incumplimiento de los
demandados de su "...deber general de no causar daño",
indagó por el perjuicio y su extensión. Con tal propósito,
memoró que por las complicaciones de salud de su esposa,
FLORENCIO SÁENZ debió someterla a una serie de
consultas y exámenes, cuyo costo se tasó pericialmente en
la suma de $6.301.314.oo, guarismo en el que también se
comprenden los gastos de funeraria y cementerio,
soportados documentalmente.
Destacó que a ese valor, representativo del
daño emergente, "...se le aplicó un interés anual desde el
momento que los pagos se realizaron".
Añadió que en su condición de trabajadora
independiente, MARÎA ANA LUISA RUGE ORTEGA recibiría
por lo menos unos ingresos equivalentes al salario mínimo,
anotando que "...sobre esta base se proyectó lo que aquélla
hubiera podido percibir durante su vida probable, es decir,
el lucro cesante, que se clasificó en causado y futuro, al
primero de los cuales se aplicó la tasa de interés legal".
Las pautas indicadas, con base en las
cuales calculó el a-quo los perjuicios sufridos por los
demandantes, las acogió "...por estar de conformidad con
las pruebas".
JAAP. Exp. 14415 11
Adicionó, por último, el fallo apelado,
ordenando que la condena impuesta a los demandados se
actualice "...teniendo en cuenta la variación del índice de
precios al consumidor, ingresos medios, desde el momento
que el juzgado hizo el cálculo (septiembre de 1997), hasta
el momento del pago de los perjuicios".
LA DEMANDA DE CASACION
Cinco cargos adujo la parte recurrente
contra la sentencia impugnada. El primero en el marco de
la causal segunda, el segundo, tercero y cuarto con
fundamento en la causal primera, y el quinto, al abrigo de
la causal tercera. La Corte examinará en primer lugar y de
manera conjunta, los cargos primero y segundo, por las
razones que su oportunidad se expondrán. En la misma
forma, los cargos tercero y cuarto, por admitir
consideraciones comunes, y se ocupará por último del
quinto, que aunque denuncia un error de procedimiento,
tiene un alcance parcial, en cuanto está dirigido a
cuestionar el patrón de actualización de las condenas
impuestas a los demandados.
PRIMER CARGO
JAAP. Exp. 14415 12
Con fundamento en la causal segunda de
casación, se impugna la sentencia del Tribunal por no estar
en consonancia con las pretensiones de la demanda.
En su demostración, se remite el
recurrente a las pretensiones deducidas por los
demandantes y a las resoluciones de los fallos de instancia,
para destacar que mientras en la demanda se solicitó
declarar civilmente responsables a los demandados, por la
muerte de MARÌA ANA LUISA RUGE ORTEGA, "...ocurrida el
día 6 de diciembre de 1991", en el fallo de primer grado,
prohijado por el ad-quem, se les responsabilizó de un
hecho "...ocurrido el día 6 de diciembre de 1992, respecto
del cual no existía postulación alguna en el petitum
presentado por los demandantes".
Concluye que tal decisión no armoniza con
lo pedido, puesto que los actores "...se concretaron a
pretender una declaración de responsabilidad y sus
condenas consecuenciales sobre un pretendido
fallecimiento de la señora MARÍA ANA LUISA RUGE
ORTEGA sucedido, según las súplicas de la demanda el día
6 de diciembre de 1991".
Con fundamento en lo expuesto solicita la
casación del fallo para que en sede de instancia se absuelva
a los demandados.
JAAP. Exp. 14415 13
SEGUNDO CARGO
Dentro del marco de la causal primera del
artículo 368 del Código de Procedimiento Civil, y por el
error de hecho que se le imputa al Tribunal en la
interpretación de la demanda, se denuncia en este cargo la
sentencia por ser indirectamente violatoria de los artículos
1494, 2341, 2343, 2344, 2347, 2349, 2356 del Código Civil,
"...siendo medios de violación los artículos 75, 82, 174,
175, 177, 187, 251 y 258 del Código de Procedimiento
Civil".
Para fundamentar el cargo, evoca el
impugnador lo pretendido por los demandantes, echándole
en cara al fallador que entendiera que sus reclamaciones
"...estaban referidas al año de 1992", cuando se relacionan
con un "...suceso que se dice ha ocurrido el día 6 de
diciembre de 1991 y sobre el cual se pregona la
declaratoria de responsabilidad de los demandados y la
consecuencial condena en perjuicios morales y materiales".
Concluye que de no haber cometido el
error denunciado, el litigio se habría dirimido en términos
distintos, pues si el acervo probatorio indica que para la
fecha del acontecimiento mencionado en la pretensión, la
señora MARÌA ANA LUISA RUGE ORTEGA no había
fallecido, se imponía la absolución de los demandados.
JAAP. Exp. 14415 14
Apoyado en tales razonamientos solicita
casar el fallo recurrido, para que la Corte, en sede de
instancia, revoque la decisión de primer grado y en su lugar
desestime las pretensiones de los demandantes.
CONSIDERACIONES
1. Se ligan los cargos para su solución,
en consideración a que ambos giran en derredor del
aspecto temporal del suceso desencadenante de la
responsabilidad imputada a los demandados en la decisión
impugnada. En el primero, para tildarla de disonante, en la
modalidad de extra petita, por derivarla de un hecho
acaecido "... el día 6 de diciembre de 1992”, cuando en la
demanda se les emplazó por la muerte de MARÌA ANA
LUISA RUGE ORTEGA, ocurrida "... el día 6 de diciembre de
1991". En el segundo, para descalificar la percepción que
del mismo libelo tuvo el fallador, en relación con el citado
aspecto, porque de acuerdo con lo que se plantea, las
pretensiones en él postuladas se concretan "... a una
circunstancia de facto ocurrida, según el libelo, el 6 de
diciembre de 1991", y el juzgador erróneamente entendió
que estaban vinculadas con un suceso ocurrido el 6 de
diciembre de 1992.
2. Para dar una respuesta adecuada a
tales predicamentos, preciso es volver sobre tales extremos
JAAP. Exp. 14415 15
para ver si, en verdad, el deber de prestación impuesto a
los demandados tuvo hontanar en un evento distinto del
invocado en la demanda, que es lo que en definitiva se
plantea en los dos cargos.
Memórase, con ese designio, que en el
libelo genitor del proceso se pidió por los demandantes que
se declarara civil y solidariamente responsables a los
demandados "...de la muerte de quien en vida respondía al
nombre de MARÍA ANA LUISA RUGE ORTEGA, cuyo deceso
ocurrió en la ciudad de Santafé de Bogotá D.C., el día 6 de
diciembre de 1991, como consecuencia del descuido,
negligencia y abandono de los galenos que le practicaron
COLECISTECTOMIA, en la que le fue extraída una compresa
del abdomen, lo cual le originó serias complicaciones de
órganos internos que desencadenaron en la muerte de la
paciente", y como consecuencia, que se les condenara a la
reparación de los daños que sufrieron por causa de su
fallecimiento.
En la sentencia impugnada, a su vez, se
avaló, la resolución del juzgador de primer grado de
declarar la responsabilidad civil de los demandados por "...
la muerte de la señora MARÍA ANA LUISA RUGE ORTEGA,
ocurrida el 6 de diciembre de 1992", imponiéndoles la
condigna obligación resarcitoria, decisión que se consideró
JAAP. Exp. 14415 16
pertinente adicionar en cuanto al método de actualización
de la prestación que sobre ellos se hizo gravitar.
No es preciso discernir en demasía para
constatar que hay total identidad entre el hecho por el cual
se convocó a juicio a los demandados y el que constituye el
pilar de la declaración de responsabilidad protestada, como
es la muerte de la señora MARÍA ANA LUISA RUGE
ORTEGA, ocurrida en las circunstancias que la demanda
narra, acontecimiento que por supuesto no se modifica
porque en el fallo se afirme que tuvo lugar el 6 de
diciembre de 1992, cuando en la demanda se dijo que
ocurrió el 6 de diciembre de 1991, ya que la oportunidad de
su acaecimiento es apenas uno de sus elementos
distintivos. Si, como precisó la Corte en reciente ocasión,
"…en la identificación de un "hecho" concurren múltiples
circunstancias; el tiempo, entre otras más, es apenas una
de ellas" (Cas. Civ. del 1º de octubre de 2003, Exp. 7615),
la disparidad en uno de esos factores no lo cambia, no hace
que deje de ser lo que en esencia es.
Luego si en lo medular, se insiste, el hecho
del cual se responsabilizó a los demandados, concuerda en
un todo con el invocado en el petitum, la sinrazón de las
inconformidades de la censura deviene indubitable, tanto
más cuando no puede perderse de mira que la muerte es
un fenómeno que sólo opera una vez, en día y fecha
JAAP. Exp. 14415 17
incambiables, y por consiguiente la disparidad recabada no
pasa de ser un lapsus, sin importancia, del cual no puede
emerger, como se pretende, la desviación en la
identificación del objeto de la pretensión, o la discordancia
entre lo que se pidió y lo que se resolvió en el
pronunciamiento atacado.
3. Por las razones expuestas, los cargos
se deben rechazar.
TERCER CARGO
Invocando la causal primera de casación,
se acusa la sentencia del Tribunal por violar, en forma
indirecta, los artículos 1494, 1495, 1496, 1497, 1499, 1502,
1568, 1602, 1603, 1604, 1610, 1613, 1614, 1615, 1616,
1618, 2069, 2142, 2143, 2344, 2347, 2349, y 2356 del
Código, Civil, "...siendo medios de violación los artículos 75,
82, 174, 175, 176, 177, 187, 203, 207, 208, 213, 219, 220,
226, 227, 228, 232, 241, 251, 258, 279 y 281 del Código de
Procedimiento Civil", como consecuencia de los errores de
hecho cometidos por el sentenciador en la apreciación
probatoria
Tras señalar que los elementos
estructurales de la responsabilidad civil extracontractual no
fueron plenamente acreditados, pese a lo cual el Tribunal
JAAP. Exp. 14415 18
los tuvo por probados, el recurrente fracciona la acusación
en cinco aspectos:
1. En éste controvierte la conclusión del
fallador referente a "...la inexistencia de vínculo jurídico
antecedente", imputándole cometer los siguientes errores:
1.1. Pretermitir los documentos que obran
a folios 10 al 17 del cuaderno principal, que dan cuenta de
la existencia de "...una relación jurídica subyacente entre
las partes", concretamente "...un contrato de prestación de
servicios profesionales de medicina, acreditados con el
pago de los honorarios médicos allí demostrados, por los
servicios prestados.
1.2. Pasar por alto el documento visible al
folio 64 c.1., conforme al cual MARÍA ANA LUISA RUGE
ORTEGA solicitó y obtuvo de la CLÍNICA NUESTRA SEÑORA
DEL PILAR LTDA., la prestación de los servicios médicos
solicitados.
1.3. Dejar de apreciar el interrogatorio del
Dr. ARMANDO ARDILA CUÉLLAR (fls. 140 y ss. c. 1), quien
aceptó haber recibido honorarios en cuantía de
$200.000.oo, por la intervención quirúrgica realizada a la
señora Ruge Ortega.
JAAP. Exp. 14415 19
1.4. Ignorar el testimonio del Dr. EDGAR
EDMUNDO BELTRÁN MEJÍA, en cuanto manifestó que no es
empleado ni tiene contrato directo con la institución
demandada, y sólo ocasionalmente, como ocurrió en el
caso, "... es llamado a colaborar en algunas intervenciones
quirúrgicas y que por su trabajo le son cancelados
honorarios".
Sostiene la censura que las pruebas
omitidas evidencian que entre la señora Ruge Ortega y los
demandados existía una relación contractual "...que
regulaba la prestación de los servicios médicos que le
fueron proporcionados a dicha señora por los mismos
demandados y por un tercero subcontratado por éstos", por
lo cual, cualquier falla en la prestación del servicio
contratado, generadora de responsabilidad para aquéllos,
sería de índole contractual, no extracontractual, como se
pidió en la demanda y se aceptó en el fallo impugnado.
1.5. Malinterpretar la demanda, porque en
ella "...los herederos de la señora MARÍA ANA LUISA RUGE
ORTEGA, reclaman, en definitiva, los perjuicios sufridos por
la misma señora, iure hereditario", y no la reparación del
daño personal y directo que hubieren recibido, dado que se
amparan en sus calidades de esposo e hija de la víctima
para reclamar la indemnización de los perjuicios recibidos,
entre ellos, los gastos efectuados por razón de exámenes y
JAAP. Exp. 14415 20
hospitalización de la misma; refieren el matrimonio de la
occisa con FLORENCIO SÁENZ PEÑA, así como el
nacimiento de la menor SHIRLEY SÁENZ RUGE, y enuncian
los ingresos que percibía, en promedio, sin invocar la
ocurrencia de un daño directo y personal para ninguno de
ellos que los autorice para reclamar de los demandados una
responsabilidad de carácter extracontractual.
Agrega que de su texto tampoco es factible
deducir el ejercicio de una acción de tal naturaleza, pues no
obstante invocar los artículos 2341 y siguientes del Código
Civil, "...por el principio narra mihi factum dabo tibi iure,
las normas de derecho citadas en el libelo no son
vinculantes para el juzgador", como si lo son, los hechos y
pretensiones aducidos, en los cuales, reitera, no se postula
el resarcimiento de un daño experimentado por los
demandantes a título personal.
1.6. Pretermitir la contestación a la
demanda, porque las excepciones aducidas en ella se
basan en la existencia de una relación de tipo contractual
entre la paciente y los integrantes del equipo médico.
2. Se censura en este aparte de la
acusación, la apreciación de la prueba relativa a
“...responsabilidad por el hecho propio” del demandado
JAAP. Exp. 14415 21
Ardila Cuéllar, atribuyéndole al Tribunal incurrir en los
siguientes errores:
2.1. Tener por acreditado, sin estarlo, que
el citado demandado fue quien “...realizó directa y
personalmente el hecho culposo acusado”, por haber sido
la persona que, en la intervención quirúrgica realizada a la
señora Ruge Ortega, el 7 de julio de 1992, dejó en su
cavidad abdominal la compresa que le originó
complicaciones de salud que hicieron necesaria una
segunda operación. Así mismo, suponer que “...tuvo acceso
al vientre de la paciente para que pudiera haberla allí
dejado”.
2.2. Pretermitir el documento que obra al
fl. 67 c. 1, conforme al cual la cirugía fue practicada por el
Dr. Beltrán, con la participación de Ardila Cuéllar como
primer ayudante.
2.3. Interpretar erradamente el
interrogatorio del mismo demandado, y el testimonio del
Dr. EDGAR EDMUNDO BELTRÁN MEJÍA, pues el primero
manifestó que "...no fue el médico cirujano en la
intervención realizada el día 7 de julio de 1992 a la señora
MARÍA ANA LUISA RUGE ORTEGA", y el segundo aceptó
que fue él quien operó a la citada señora, y luego de su
JAAP. Exp. 14415 22
recuperación inmediata quedó a "...discreción" del Dr.
Ardila.
2.4. No tener en cuenta los documentos
que conforman la historia clínica de la paciente, y la
contestación de demanda, concretamente la respuesta
dada al hecho cuarto de dicho libelo, pruebas conforme a
las cuales la intervención quirúrgica en la cual se dejó la
compresa generadora de trastornos de salud en la paciente,
se realizó el 7 de julio de 1992, yerro que llevó al juzgador
a condenar "... a los demandados por un acto omisivo que
según los hechos de la demanda se realizó el 10 de julio de
1992, cuando el acervo probatorio acredita que este hecho
(...) ocurrió en realidad de verdad el 7 de julio de 1992".
2.5. Presumir la culpa del médico
demandado, pues se dio por sentado, "...sin medio de
prueba que así lo demuestre, que el Dr. ARDILA dejó la
compresa en el vientre de la paciente".
Anota el recurrente que en el proceso no
obra ningún elemento de juicio que acredite un
comportamiento indebido del citado profesional, quien por
el contrario recibió a la paciente, le hizo un diagnostico
acertado, y pese a ser cirujano, pero especializado en
Ginecología, "...contrató los servicios de un especialista en
vías biliares (...) para que fuera esta persona quien
JAAP. Exp. 14415 23
directamente realizara la intervención quirúrgica como en
efecto lo hizo", luego, concluye, se supuso la prueba "...de
la autoría por parte del Dr. ARMANDO ARDILA CUELLAR del
hecho culposo, error de hecho que expresamente se
acusa".
3. Se dirige esta sección de la
acusación, en su primera parte, a impugnar la "...prueba
relativa a la responsabilidad por el hecho de un tercero ".
Luego de anotar que según el raciocinio
del fallador, tanto el médico demandado como el Dr.
EDGAR BELTRÁN MEJÍA actuaron como agentes de la
CLÍNICA NUESTRA SEÑORA DEL PILAR LTDA, explica el
recurrente que el Tribunal incurrió en error de hecho
cuando concluyó que el segundo actuó en tal condición,
pues “...el acervo probatorio no indica, de manera alguna,
que este galeno estuviera vinculado contractualmente con
la institución hospitalaria, ni que dependiera de la misma, ni
tampoco que la persona jurídica en cita tuviese sobre dicho
médico poder alguno de dirección, de control, de
subordinación, como lo exigen los artículos 2347 y 2349 del
Código Civil”.
Concretamente censura al ad-quem por
interpretar parcialmente la contestación de demanda,
porque si bien dedujo de ella que el Dr. Beltrán Mejía,
JAAP. Exp. 14415 24
"...como Especialista, fue la persona que intervino
quirúrgicamente a la paciente en el mes de julio de 1992",
no tuvo en cuenta que allí mismo se expresó que "...no
pertenece a la nómina de la clínica, vale decir, que no actúa
como agente de la misma y que su vinculación esporádica
con la institución, se hacía dentro del marco de un contrato
de servicios, en donde dicho galeno se comportaba con
absoluta autonomía e independencia en los aspectos
relativos a su especialización", circunstancia que, dice,
corrobora el testimonio de dicho profesional, cuyos apartes
pertinentes cita.
En segundo lugar, se controvierte la
responsabilidad directa de la institución demandada, como
entidad prestataria de servicios hospitalarios, anotando que
dicha responsabilidad es de carácter contractual. Se acusa
al sentenciador, de otro lado, por suponer la prueba de la
responsabilidad extracontractual de dicha entidad, "...de
manera directa", porque el médico que llevó a cabo la
intervención quirúrgica de la señora Ruge Ortega no está
subordinado "...a la persona jurídica demandada, ni
tampoco esta institución tenía poder disciplinario ni de
dirección, ni de control sobre dicho galeno, quien se
desempeñaba con plena autonomía en el campo de su
especialización". Agrega que de existir responsabilidad para
la persona jurídica, ésta sería de carácter contractual.
JAAP. Exp. 14415 25
4. En este capítulo de la acusación, se
reconviene al Tribunal por suponer que "...la actividad
ejercida por los demandados es peligrosa" y por ello
"...puede presuponerse la culpa en los galenos y en las
instituciones jurídicas que tienen por objeto la prestación de
estos servicios".
Explica el recurrente que ninguna de las
pruebas recaudadas acredita que la medicina y la atención
hospitalaria sean actividades peligrosas, connotación que,
dice, no puede deducirse de las reglas de la experiencia, ni
puede tenerse como un hecho notorio.
5. Se cuestiona en esta parte del cargo
la conclusión del ad-quem relativa a la prueba del perjuicio.
En lo referente al daño emergente, porque los documentos
tenidos en cuenta para el efecto, con excepción de los que
obran a folios 24, 30, 31 y 44 del cuaderno 1, acreditan que
los pagos a los cuales aluden fueron efectuados por la
señora Ruge Ortega.
Sobre el lucro cesante, porque se supuso la
prueba del mismo, “...como perjuicio directo y personal de
los demandantes”.
6. Se confronta en este segmento del
ataque la apreciación del juzgador referente a la prueba del
JAAP. Exp. 14415 26
nexo causal entre el hecho culposo y el daño, imputándole
cometer los siguientes errores:
6.1. Malinterpretar el registro civil de
defunción de la señora María Ana Luisa Ruge Ortega (fl. 5
c. 1), porque no obstante registrar que su deceso sobrevino
por "...insuficiencia respiratoria aguda edema pulmonar
tromboembolismo pulmonar", el Tribunal concluyó "...que
la causa de la muerte era la compresa dejada en el
abdomen de la occisa en la operación realizada el 7 de julio
de 1992 en la CLINICA NUESTRA SEÑORA DEL PILAR
LTDA".
6.2. Cercenar el testimonio del Dr. LUIS
FRANCISCO DELGADO MONSALVE, para hacerle decir que
la causa del fallecimiento de la señora Ruge Ortega fue la
compresa abandonada en su vientre en la intervención
quirúrgica premencionada, "...cuando, en realidad de
verdad, el testigo señala cuestión diferente". Para sustentar
tal reparo cita los pasajes que considera pretermitidos, para
hacer ver que conforme a ellos, la muerte de la señora
Ruge Ortega "...no estuvo directamente relacionada con el
tratamiento antecedente, que antes por el contrario el
problema quirúrgico inicial ya había sido superado con la
reintervención que se le hizo para retirar de su cuerpo la
compresa que erosionó el píloro, que había sido superada la
obstrucción intestinal, que igualmente había sido controlada
JAAP. Exp. 14415 27
la infección que presentaba y que así mismo, el soporte
nutricional había funcionado eficientemente, todo ello hasta
el punto de habérsele podido dar de alta del Hospital
Militar, en estado de franca mejoría, admitiendo
alimentación por vía oral, deambulando por sus propios
medios, sin que nada hiciera prever complicación alguna, y
que si ésta surgió fue por un hecho imprevisto, admitiendo
este galeno, testigo técnico según el juzgado de primera
instancia, que el deceso de la aludida señora ocurrió sin
nexo causal con el tratamiento quirúrgico antecedente y
producto de una causa extraña predicable incluso de las
condiciones orgánicas e individuales de cada persona".
6.3. Pretermitir el testimonio del Dr.
JAIME REY OSPINA, quien expuso que MARÍA ANA LUISA
RUGE ORTEGA "...falleció por una causa eficiente diversa,
que no fue posible prever médicamente, sin que existiera
nexo de causalidad, en orden de causa a efecto, con su
estado clínico antecedente, es decir, con la operación
quirúrgica practicada el 7 de julio de 1992".
Luego de transcribir los apartes
pertinentes, dice que si hubiese sido sopesado por el
juzgador, necesariamente habría inferido la ausencia de
nexo causal entre la muerte de la señora Ruge Ortega y la
compresa dejada en su abdomen en la operación realizada
el 7 de julio de 1992; "...que el fallecimiento por la causa
JAAP. Exp. 14415 28
que registra el certificado de defunción (...) no alcanza ni
siquiera a la categoría de un riesgo quirúrgico, sino que es
un hecho impredecible científicamente, que depende en
muy buena parte de las condiciones personales de la
paciente y que la ciencia médica no puede prever y que por
lo tanto no puede predicarse que la paciente falleciera por
causa de la compresa que se dejó en su abdomen, como
equivocadamente se afirmó por el Ad-quem en la sentencia
impugnada".
CUARTO CARGO
Invocando la causal primera de casación,
se denuncia en este cargo la sentencia impugnada por ser
directamente violatoria de los artículos 2341, 2342, 2343,
2344, 2347, 2349 y 2356 del Código Civil, por aplicación
indebida.
Concreta la acusación el recurrente
señalando que el fallador aplicó indebidamente el artículo
2356 del Código Civil, pues consideró que "...la actividad
médica y el servicio hospitalario son actividades peligrosas
y que por ello con aplicación de la disposición en cita existe
una presunción de culpa en quienes se dedican a su
ejercicio, presunción que exonera al demandante de
demostrar la mayoría de los presupuestos de la
responsabilidad civil extracontractual".
JAAP. Exp. 14415 29
Para demostrarla, manifiesta que tales
labores en sí mismas no son consideradas actividades de
riesgo. Subraya que la doctrina mayoritaria cataloga la
actividad médica como un servicio de seguridad con el cual
se acrecienta esta condición, se corrigen los problemas de
salud de los pacientes, y como un servicio positivo donde el
riesgo no es creado por el médico, sino por un hecho
externo, como es la afección que soporta el paciente, quien
acude al galeno y al servicio hospitalario para tratar de
obtener la recuperación total o parcial de su salud, y por
ello sería "...inequitativo aplicar a estas actividades la
presunción que consagra la disposición sustancial que trae
el artículo 2356 del Código Civil, presumiendo una culpa en
las personas que prestan el servicio médico".
Agrega que al aplicar indebidamente el
referido precepto, el sentenciador eximió a los
demandantes de la prueba de la culpa de los demandados,
error que lo condujo a hacer actuar sin que hubiere lugar a
ello, los restantes preceptos mencionados.
Con fundamento en lo expuesto aboga por
la casación del fallo, solicitando que en sede de instancia la
Corte revoque la sentencia de primer grado y en su lugar se
profiera decisión absolutoria en favor de los demandados.
JAAP. Exp. 14415 30
CONSIDERACIONES
1. Cuando la víctima directa de un acto
lesivo, fallece como consecuencia del mismo, sus herederos
están legitimados para reclamar la indemnización del
perjuicio por ella padecido, mediante el ejercicio de la
denominada acción hereditaria o acción hereditatis,
transmitida por el causante, y en la cual demandan, por
cuenta de éste, la reparación del daño que hubiere recibido.
Dicha acción es de índole contractual o extracontractual,
según que la muerte del causante sea fruto de la infracción
de compromisos previamente adquiridos con el agente del
daño, o que se dé al margen de una relación de tal linaje, y
como consecuencia del incumplimiento del deber genérico
de no causar daño a los demás.
Al lado de tal acción se encuentra la que
corresponde a todas aquellas personas, herederas o no de
la víctima directa, que se ven perjudicadas con su deceso, y
mediante la cual pueden reclamar la reparación de sus
propios daños. Trátase de una acción en la cual actúan jure
proprio, pues piden por su propia cuenta la reparación del
perjuicio que personalmente hayan experimentado con el
fallecimiento del perjudicado inicial, y su naturaleza siempre
es extracontractual, pues así la muerte de éste sobrevenga
por la inobservancia de obligaciones de tipo contractual, el
tercero damnificado, heredero o no, no puede ampararse
JAAP. Exp. 14415 31
en el contrato e invocar el incumplimiento de sus
estipulaciones para exigir la indemnización del daño que
personalmente hubiere sufrido con el fallecimiento de la
víctima-contratante, debiendo situarse, para tal propósito,
en el campo de la responsabilidad extracontractual.
Se trata entonces de acciones diversas, por
cuanto tienden a la reparación de perjuicios diferentes. La
primera, puesta al alcance de los causahabientes a título
universal de la víctima inicial, que se presentan en nombre
del causante, para reclamar la indemnización del daño
sufrido por éste, en la misma forma en que él lo habría
hecho. La segunda, perteneciente a toda víctima, heredera
o no del perjudicado inicial, para obtener la satisfacción de
su propio daño.
Sobre la última ha expuesto la doctrina de
la Corte que “...cuentan con legitimación personal o propia
para reclamar indemnización las víctimas mediatas o
indirectas del mismo acontecimiento, es decir quienes
acrediten que sin ser agraviados en su individualidad física
del mismo modo en que lo fue el damnificado directo
fallecido, sufrieron sin embargo un daño cierto
indemnizable que puede ser: De carácter material al verse
privados de la ayuda económica que esa persona muerta
les procuraba o por haber atendido el pago de expensas
asistenciales o mortuorias, y de carácter puramente moral,
JAAP. Exp. 14415 32
reservados estos últimos para „aquellas personas que, por
sus estrechas vinculaciones de familia con la víctima directa
del accidente, se hallan en situación que por lo regular
permite presumir, con la certeza que requiere todo daño
resarcible, la intensa aflicción que les causa la pérdida del
cónyuge o de un pariente próximo‟ (G.J. Tomo CXIX, pág.
259)” (Cas. Civ. del 10 de marzo de 1994).
2. Pretende establecerse, en el primer
segmento de la acusación, que el Tribunal se equivocó
cuando tuvo por demostrado el elemento de la
responsabilidad extracontractual que reclama la inexistencia
de vínculo jurídico antecedente entre el agresor y la
víctima, porque las pruebas cuya incorrecta verificación se
le atribuye, comprobarían que entre la occisa y los
demandados existió una relación negocial reguladora de los
servicios médicos pactados, ligamen que situaría, dentro del
ámbito contractual, la responsabilidad desencadenada por
cualquier falla en la prestación de los servicios
contratados.
Busca evidenciar, por otro lado, que
tampoco fue certero al predicar el ejercicio de la acción
personal o de jure proprio por parte del esposo e hija de la
señora MARÍA ANA LUISA RUGE ORTEGA, al abrigo de la
cual resultara pasible la reclamación de una responsabilidad
extracontractual frente a los demandados.
JAAP. Exp. 14415 33
Como es apenas lógico, la viabilidad del
cuestionamiento inicial presuponía demostrar que los
medios de convicción presuntamente ignorados por el ad-
quem, revelan la existencia de un negocio jurídico
válidamente concertado entre demandantes y demandados,
cuyo abandono gestara el daño objeto de la pretensión
indemnizatoria. Empero, todo el discurso dialéctico del
impugnador apunta a establecer que de tales medios
probativos se desprende "...que entre la señora MARÍA ANA
LUISA RUGE ORTEGA y los demandados existía,
previamente, un vínculo contractual, que regulaba la
prestación de los servicios médicos que le fueron
proporcionados a dicha señora por los mismos
demandados y por un tercero subcontratado por éstos".
Por supuesto que la verificación de la
relación jurídica que la censura recaba, esto es, la que se
habría trabado entre la señora Ruge Ortega y los
demandados, sería relevante, si los demandantes hubieran
actuado jure hereditatis, puesto que en esa hipótesis sería
imprescindible definir la naturaleza de la acción que a ella
correspondía para la reparación de los daños que hubiere
experimentado, acción que, dentro del escenario que la
censura propone, evidentemente sería contractual. Empero,
carece de sentido frente a terceros que actúan jure proprio
para obtener la reparación del daño que personalmente
recibieron por su deceso, ya que la reclamación de los
JAAP. Exp. 14415 34
terceros perjudicados mediatamente o de rebote, por el
fallecimiento de aquélla, debe plantearse siempre por la vía
extracontractual, porque así devenga de la defectuosa
prestación de los servicios médicos por ella contratados, no
pueden invocar el incumplimiento de las obligaciones
resultantes de una relación negocial en la cual no fungen
como parte, condición que no cabría predicar ni siquiera de
los que son herederos de la difunta, porque al no
presentarse al proceso en tal calidad, sino a título personal,
asumen la condición de terceros frente al contrato por ella
concertado, situación que impone constatar si, como se
alega, el fallador se equivocó cuando concluyó que obraron
jure proprio.
Como se anotó con ocasión de los
precedentes cargos, FLORENCIO SÁENZ PEÑA y SHIRLEY
SÁENZ RUGE, pretendieron que se declarara civil y
solidariamente responsables a los demandados por la
muerte de MARÍA ANA LUISA RUGE ORTEGA, y que se les
condenara al pago de los perjuicios materiales y morales
irrogados con su deceso.
Aunque en la relación de hechos aducidos
como causa de la pretensión indemnizatoria, tan sólo
mencionaron que la víctima "...se ocupaba en el manejo y
dirección de una pequeña industria de pintura en tela,
modistería infantil y tarjetería", actividad de la cual derivaba
JAAP. Exp. 14415 35
un ingreso mensual promedio de $150.000.oo, en el acápite
de la demanda destinado a justificar tal reclamación,
expusieron que por causa del fallecimiento de su esposa y
madre, respectivamente, "...sufrieron perjuicios ciertos,
graves e individualizados tanto de carácter material como
moral", que explicaron así:
En cuanto a los primeros, dijeron que las
circunstancias que rodearon su muerte afectaron "... el
patrimonio económico de los demandantes, ocasionándoles
un empobrecimiento o disminución patrimonial, habida
cuenta de las fuertes erogaciones que tuvieron para el pago
de Médicos, Hospitales, Drogas, Intervenciones Quirúrgicas,
etc., así como los gastos de inhumación de la occisa".
Añadieron que "...se vieron privados de un aumento
patrimonial que representaba la actividad económica que
en vida ejercía la Sra. María Ana Luisa Ruge Ortega", de la
cual devengaba aproximadamente $150.000.oo mensuales,
suma "... con la cual ayudaba a su esposo a atender los
gastos de su hogar y a los estudios de su hija menor de
edad", y "...constituye el lucro cesante que afecta a los
demandantes".
Sobre los segundos sostuvieron que el
fallecimiento de MARÍA ANA LUISA RUGE
ORTEGA"...perjudicó sentimental y síquicamente en grado
sumo a su esposo Florencio Sáenz Peña y a su hija Shirley
JAAP. Exp. 14415 36
Sáenz Ruge; pues, el dolor, la angustia y el sufrimiento que
tuvieron que soportar les afectó objetivamente", al primero
en sus negocios y actividades económicas diarias, y a la
segunda en su rendimiento escolar, destacando que por el
aspecto subjetivo, "...es incalculable la terrible incidencia
del dolor moral, síquico y emocional que la muerte de la
señora María Ana Luisa Ruge Ortega" les produjo, por el
entendimiento, armonía, comprensión y amor que existía
entre los esposos y entre éstos y su hija.
De las manifestaciones precedentes se
deduce nítidamente que los demandantes pretendieron la
indemnización del daño que personalmente sufrieron a raíz
de la muerte de su esposa y madre, y no la reparación del
daño que ésta soportó por el cumplimiento defectuoso de
las obligaciones emergentes del contrato de prestación de
servicios médicos celebrado con la CLÍNICA NUESTRA
SEÑORA DEL PILAR LTDA., pues aparte de no relacionar
perjuicio alguno ocasionado a la señora Ruge Ortega, cuyo
resarcimiento se reclame, no se presentan como sus
herederos, ni solicitan para la sucesión la indemnización
respectiva, alcance que desde luego no se puede asignar a
su invocación de las calidades de cónyuge e hija de aquélla,
dado que sólo tiene por propósito justificar, en la relación
de parentesco existente, la causación del daño cuya
reparación persiguen.
JAAP. Exp. 14415 37
En ese orden, el error de hecho que se le
atribuye al fallador por ignorar las pruebas demostrativas
de la relación obligacional que existió entre la señora Ruge
Ortega y los demandados, se descarta, porque como atrás
se expuso, la existencia o inexistencia de ese vínculo
obligacional entre la víctima inicial y los demandados
ningún influjo tiene en la reclamación de los terceros
perjudicados que actúan jure proprio, porque celebrado o
no, su acción siempre es de naturaleza extracontractual.
3. En punto a la responsabilidad
derivada al médico ARMANDO ARDILA CUÉLLAR,
protestada en otro aparte del cargo, porque en opinión del
acusador no existe prueba que lo identifique como autor
personal y directo del hecho culposo sobre el cual se
fundamenta la responsabilidad endilgada, cumple memorar
que al definir el papel que jugaron los demandados en el
evento generador del daño cuya reparación se pretendió, el
Tribunal observó que la señora Ruge Ortega llegó a la
institución demandada, donde fue atendida por su dueño y
director, el Dr. Ardila Cuéllar, quien la programó para la
cirugía en la que debía extirpársele la vesícula biliar, acto
para el cual contrató los servicios del doctor Beltrán Mejía,
bajo cuya dirección se realizó el procedimiento quirúrgico
mencionado, y dentro del cual actuó como primer
ayudante.
JAAP. Exp. 14415 38
Advirtió que al culminar la operación "...se
dejó una compresa en el vientre de la paciente", elemento
que desencadenó una serie de consecuencias nefastas en
su estado de salud, por las cuales debió ser intervenida de
nuevo y falleció posteriormente, anotando que "...No se
tuvo, entonces, el cuidado que corresponde desplegar en la
actividad quirúrgica ni siquiera el que hubiera desplegado
una persona común y corriente colocada en las mismas
condiciones externas, porque aún ésta habría tenido la
elemental precaución de revisar la cavidad en la que se
practicó la operación, mucho más si se trataba de la
intervención a una persona obesa como lo afirma el galeno
director del acto quirúrgico." Y añadió: "...Desde luego, que
este descuido provino de todo el equipo que intervino en la
operación, pero de manera más censurable de parte de
quienes actuaron como director y primer auxiliar, pues a
éstos correspondía también la supervisión de la actividad
del resto de personal interviniente".
El hecho generador de la responsabilidad
radicada en el citado galeno, como puede verse, se produjo
durante el acto quirúrgico ejecutado por un grupo de
profesionales de la medicina, especialistas en diferentes
ramos, junto con otro personal auxiliar, que
simultáneamente intervinieron en esa fase del tratamiento
del padecimiento que aquejaba a la señora Ruge Ortega,
que es lo que doctrinariamente se considera "equipo
JAAP. Exp. 14415 39
médico", hipótesis en la que, valga anotar, la tendencia de
la doctrina actual es hacer gravitar, en principio, la
responsabilidad sobre todo el equipo como tal,
entendiendo que se trata de una responsabilidad “…in
solidum – consorcial “en mano común”, conjunta o
colectiva, exigible al grupo o equipo como tal” (Eugenio
Llamas Pombo, “La responsabilidad Civil del Médico” págs.
326 a 331).
En el caso, la imputación de
responsabilidad al facultativo demandado, provino de su
coparticipación en la acción productora del daño, como
miembro del equipo médico que realizó la intervención
quirúrgica en la cual se dejó un cuerpo extraño al cerrar la
cavidad abdominal de la paciente, grupo a todos cuyos
integrantes atribuyó el sentenciador el comportamiento
culposo generador del perjuicio, al señalar que "...este
descuido –se refiere a no tener la precaución de revisar la
región en la que se practicó la operación- provino de todo
el equipo que intervino en la operación”, hecho que además
juzgó más reprochable respecto de “...quienes actuaron
como director y primer auxiliar”, es decir, de los doctores
Beltrán Mejía y Ardila Cuellar, por tener a su cargo “...la
supervisión de la actividad del resto de personal
interviniente".
JAAP. Exp. 14415 40
Es decir, partiendo del hecho indiscutido de
que a la paciente se le dejó una compresa en su vientre al
realizar el procedimiento quirúrgico mencionado, y con
abstracción de la persona que materialmente la introdujo
en él, lo que se le reprochó al citado facultativo, y en
general, a todos los partícipes del acto quirúrgico, fue no
haber tenido el cuidado de examinar la cavidad donde se
verificó, para constatar que no quedara en ella ningún
cuerpo extraño, omisión que se consideró de mayor entidad
respecto del citado profesional y de quien presidió la
intervención, por tener a su cargo la vigilancia del
quehacer de los demás, luego si esa fue la conducta
culposa que se le endilgó, para devastarla tenía el
recurrente que comprobar que no incurrió en la falta que se
le imputó, porque no tenía a su cargo ninguno de los
deberes de conducta de cuyo abandono se desgajó, nada
de lo cual ocurrió, puesto que su disentimiento a ese
respecto se forjó alrededor del papel que jugó en el acto
médico -primer ayudante-, que por lo demás, fue
fidedignamente constatado por el sentenciador, y en la
suposición de las pruebas que demostraran que fue la
persona "…que dejara dentro del vientre de la paciente, la
compresa que, posteriormente, se encapsuló…" y que
tuvo, "…durante la intervención quirúrgica (…) acceso al
vientre de la paciente, para que pudiera haber allí dejado la
compresa que motivó la reintervención de la señora",
esfuerzo que obviamente resulta vano, porque si la culpa
JAAP. Exp. 14415 41
por negligencia de la cual se le sindicó, no provino de haber
sido quien directamente introdujo y dejó en el abdomen de
la víctima el elemento en cuestión, el juicio del fallador a
ese respecto permanece indemne, porque en definitiva y
debido al desenfoque del ataque, quedó libre de reclamo.
Por lo demás, el ad-quem no hizo obrar la
presunción de culpa rechazada por el impugnador, pues no
dedujo la culpa de los integrantes del equipo médico y de
auxiliares que intervinieron en la operación de la señora
Ruge Ortega, de la sola ocurrencia del daño y al margen de
cualquier análisis sobre su comportamiento, sino que del
hecho probado de que al realizarse tal acto se dejó una
compresa en su abdomen, infirió que obraron
negligentemente por la conducta omisiva que les atribuyó,
reproche que al guardar la debida correlación con la
propuesta argumentativa del fallador, no tiene vocación de
prosperidad, puesto que de ese poder sólo están provistas
las críticas dirigidas a echar por tierra los argumentos en los
cuales se arraiga la decisión jurisdiccional objeto de
impugnación.
Ahora, es indudable que el juzgador se
equivocó al afirmar que la intervención quirúrgica
multicitada se realizó el 10 de julio de 1992, pues las
pruebas cuya pretermisión denuncia el recurrente
JAAP. Exp. 14415 42
efectivamente acreditan que ese acto tuvo lugar el 7 de
julio de dicha anualidad.
Sin embargo, como tal circunstancia no es
la que caracteriza tal episodio, puesto que lo básico en él es
el acto quirúrgico en sí, sus incidencias y protagonistas, la
equivocación cometida por el sentenciador en el punto a la
larga carece de importancia, pues así hubiera apreciado
certeramente la fecha de su ocurrencia, tal constatación
carecería de entidad para modificar lo resuelto, habida
cuenta que no varía, en lo fundamental, el hecho generador
de la responsabilidad declarada.
4. Otro tema controvertido en el cargo,
es la atribución de responsabilidad a la clínica demandada,
aspecto sobre el cual aclara la Corte, ante todo, que dicho
establecimiento no fue condenado con base en la
responsabilidad civil por el hecho ajeno, ni por la infracción
de obligaciones derivadas de un contrato de prestación de
servicios hospitalarios, de modo que las acusaciones que
con tales fundamentos se plantean, por su evidente
desenfoque, carecen de poder infirmatorio del fallo
atacado, pues de tal fuerza sólo están revestidas las
acusaciones que combaten eficazmente los pilares sobre los
cuales se asienta y no los que motu proprio les adjudique la
impugnación
JAAP. Exp. 14415 43
Como se dejó consignado, desde un
principio el fallador puso de presente que la responsabilidad
demandada había sido fundamentada “...en el artículo 2341
del Código Civil, que regula la responsabilidad civil
extracontractual, por el hecho propio, imputable a título de
culpa”, y fue al amparo de ese régimen que le impuso la
obligación de satisfacer la pretensión resarcitoria
deprecada, obligación que derivó, a la sazón, del hecho
perpetrado por el Dr. EDGAR EDMUNDO BELTRÁN MEJÍA,
en su condición de agente de la clínica, que para tal efecto,
se considera como su propio hecho.
Se interpreta, porque la sentencia no
contiene una motivación expresa al respecto, que para el
juzgador, el referido profesional adquirió la apuntada
calidad por haber sido contratado por el director del centro
clínico para intervenir quirúrgicamente a la señora Ruge
Ortega, pues aparte de subrayar que fue esa la
circunstancia que medió para que actuara "...como cirujano
de vias biliares, bajo cuya dirección se practicó la
colecistectomía", es eso precisamente lo que dicen las
pruebas en las cuales apoyó tal conclusión. Dijo en efecto
el Dr. Ardila Cuéllar en su declaración de parte, que en el
mes de julio de 1992 programó a la señora Ruge Ortega
para una intervención quirúrgica (colecistectomía), acto
para el cual "...se contrataron los servicios del Dr. Edgar
Beltrán Mejía, como cirujano de vías biliares, y yo actué
JAAP. Exp. 14415 44
como primer ayudante de la cirugía junto con un equipo de
un segundo ayudante, un anestesiólogo, una
instrumentadora y un auxiliar de sala". Por su parte, el Dr.
Beltrán Mejía, en su testimonio, refirió que fue "...llamado
por el Dr. Ardila para que lo asistiera en forma directa en la
intervención de la paciente", advirtiendo que "...no soy
empleado, no tengo contrato directo con la institución sino
que ocasionalmente soy llamado para colaborar en las
intervenciones del Dr. Ardila".
Entendió, por otro lado, que esa condición
de agente de la institución de salud, había sido aceptada
por los demandados porque en su respuesta a la demanda
expresaron que "…el especialista doctor EDGAR BELTRÁN
MEJÍA estaba adscrito a la clínica", apreciación que ningún
error encarna puesto que efectivamente al pronunciarse
sobre el hecho segundo de dicho libelo, negaron su
contenido, pero aclararon que "…la paciente fue remitida
por segunda vez por el Dr. HECTOR FLOREZ BRAVO, con
estudios practicados previamente para ser intervenida
quirúrgicamente (colecistectomía) por el especialista ascrito
(sic) a la clínica Dr. EDGAR BELTRAN MEJÍA".
La conclusión precedente, que
probatoriamente no es susceptible de tacha, no se demerita
por las circunstancias que la censura subraya, vale decir,
porque el galeno no perteneciera a la nómina del
JAAP. Exp. 14415 45
establecimiento clínico, como se afirmó al sustentar la
excepción propuesta, porque esa situación no descarta, per
se, la apuntada condición, como tampoco por la ausencia
de subordinación o dependencia en la relación que para ese
fin se estableció entre la clínica y el facultativo en mención,
ya que tal protesta está ayuna de fundamento, habida
cuenta que los elementos de prueba en los que se apoya
no dan razón de la "…absoluta autonomía e independencia"
del médico "…en los aspectos relativos a su
especialización", y la ausencia de poder de orientación y
control de la clínica sobre su quehacer, que la censura
realza.
Ahora, si la falta de tales atributos en la
susodicha relación resulta, como también se argumenta, de
estar gobernado el contrato de prestación de servicios
médicos, ministerio legis, por los cánones del mandato, el
error del fallador, de haber existido, no sería de apreciación
probatoria, sino de orden jurídico, pues devendría de la
inaplicación del régimen legal inherente a tal pacto, al
contrato concluido con el citado galeno, cuestión que por
rebasar el marco legalmente asignado a la vía por la cual
transita la acusación, no puede ser abordada por la
Corporación, merced al principio dispositivo que caracteriza
el recurso.
JAAP. Exp. 14415 46
Desde luego que así pudiera admitirse la
fundabilidad de tal queja, de ello no se seguiría
necesariamente la abrogación del fallo, en lo que a dicha
institución concierne, puesto que su responsabilidad
resultaría comprometida, en todo caso, por el actuar de su
director, el Dr. ARMANDO ARDILA CUÉLLAR, a quien el
fallador señaló como coautor del hecho generador de la
responsabilidad deprecada, toda vez que su criterio a ese
respecto permanece invariable, dada la ineficacia del
ataque blandido en su contra.
5. En lo referente a la calificación de las
actividades médica y hospitalaria, como peligrosas, anótase
que el juzgador no les atribuyó tal carácter, y según quedó
explicado, no presumió la culpa de los demandados,
apreciación en la que al parecer reside el fundamento de tal
recriminación.
6. En cuanto al daño, se expone en
primer lugar que conforme a la prueba documental tenida
en cuenta por el fallador, los valores reconocidos a
FLORENCIO SAÉNZ PEÑA, por concepto de daño
emergente, en su mayoría fueron sufragados por su
cónyuge.
Tal objeción, sin embargo, novedosamente
se plantea en el trámite del recurso, pues en el curso de las
JAAP. Exp. 14415 47
instancias ninguna inconformidad mostró la parte
recurrente con los perjuicios que FLORENTINO SÁENZ
PEÑA dijo haber sufrido, a tal título, con ocasión de la
muerte de su esposa, conducta procesal que excluye su
procedencia como fundamento plausible del recurso, pues
de habilitarse su proposición a última hora, se lesionaría
gravemente el derecho de defensa de la otra parte, habida
cuenta que podría resultar vencida con base en
planteamientos que no tuvo oportunidad de discutir.
Se argumenta, además, que se supuso
"...la prueba del lucro cesante, como perjuicio directo y
personal de los demandantes”. Empero, tal acusación tan
sólo se enunció, dejándola huérfana de la demostración
exigida por el artículo 374 in-fine del Código de
Procedimiento Civil, falencia que de por sí la torna
formalmente inidónea e impide su examen de fondo,
porque como se sabe, en la tarea de demostrar los errores
no es suficiente que el impugnante ponga de manifiesto su
desacuerdo con la decisión, “...sino que debe indicar las
equivocaciones en que se incurrió, individualizando las
apreciaciones erradas y señalando de manera precisa en
qué consiste la desviación, así como su influencia en la
decisión final” (Chas. IV. de 16 de abril de 2002).
7. En lo referente a la prueba del nexo
causal, obsérvase liminarmente que el Tribunal reconoció
JAAP. Exp. 14415 48
que el fallecimiento de MARÍA ANA LUISA RUGE ORTEGA
tuvo su causa inmediata en "...la insuficiencia respiratoria
aguda, edema pulmonar y tromboembolismo pulmonar",
pero consideró que a tal estado llegó como consecuencia
del compromiso general provocado en su organismo por los
procesos infeccioso e inflamatorio desencadenados por el
elemento dejado al practicársele la colecistectomía. Dicho
en sus propios términos, "...la crisis del aparato circulatorio
y el tromboembolismo pulmonar tuvieron origen en la
infección generalizada que presentó la señora MARÍA ANA
LUISA RUGE que se gestó como efecto nocivo de la
compresa abandonada en el organismo al cerrar la cavidad
abdominal después de la operación que se practicó en la
CLINICA NUESTRA SEÑORA DEL PILAR. La causa de la
muerte de ésta, por tanto, fue el estado infeccioso que tal
elemento produjo". A dicha conclusión arribó con base en lo
atestiguado por el Dr. LUIS FRANCISCO DELGADO
MONSALVE, cirujano director de la intervención quirúrgica
que se le realizó en el Hospital Militar, cuyo testimonio se
denuncia como erróneamente apreciado.
El referido galeno expuso en lo pertinente,
que la compresa dejada en la cavidad abdominal de la
señora Ruge Ortega le generó una obstrucción del
duodeno, al ser absorbida por éste, además de un severo
proceso inflamatorio alrededor del mismo órgano y de la
parte terminal del estómago, con formación de una gran
JAAP. Exp. 14415 49
masa integrada en parte por el material extraño al
organismo, y en parte por la "...cápsula de tejido
inflamatorio que forma el organismo al tratar de envolver y
aislar un cuerpo extraño dentro del cuerpo”. Que
adicionalmente le provocó un proceso infeccioso,
igualmente severo, que aunado al anterior, la llevaron a un
cuadro séptico, descrito así por el médico: "...Cuando el
organismo no puede por los medios que posee controlar la
infección inicial progresa hasta comprometer el estado
general de la paciente, produciéndole malestar general,
fiebre, taquicardia, frecuencia respiratoria alta, problemas
pulmonares, desequilibrio, ácido básico, cambios
electrocardiográficos como consecuencia de todos los
factores generados y desencadenados por la infección".
En cuanto a los órganos que pudieron
resultar afectados por causa de tal suceso, manifestó que
"...La compresa actúa inicialmente por efecto compresivo
externo sobre los órganos que estén a su alrededor, en
este caso particular lesionó oradando (sic) el duodeno y
adhiriéndose firmemente al mismo y a la parte terminal del
estómago. Esto desencadena un compromiso sistémico por
la reacción inflamatoria e infecciosa que compromete el
estado general de la paciente sus capacidades, ya que en
ella después de que instauró en forma completa la
obstrucción duodenal no pudo alimentarse en forma
adecuada, por lo tanto todo el organismo se afecta por una
JAAP. Exp. 14415 50
inadecuada nutrición. Todos los factores que desencadenan
el cuadro de infección cuando se deja progresar alteran el
sistema cardiovascular renal, hepático y cerebral por el
compromiso de la asepsis, que es un cuadro generalizado".
Refirió que con la cirugía realizada bajo su
dirección, "...se corrigió el foco inicial al extirpar esta masa,
se corrigió la obstrucción duodenal que impedía el tránsito
de la comida, se controló diría que casi en el ciento por
ciento la infección, se mejoró sustancialmente el estado
nutricional, se controló los cambios de conducta que
presentó y es probable que de pronto, corrijo, que toda la
respuesta inflamatoria no haya sido completamente
resuelta por la paciente, ya que la misma es parte de una
respuesta biológica individual de cada individuo a pesar de
todas las ayudas y soportes que se le den a una paciente".
Explicó que tuvo un post-operatorio complicado, requirió
manejo interdisciplinario con el grupo de soporte
nutricional, cuidado intensivo y otras especialidades, y
después de varias semanas "...comenzó a mostrar una
recuperación lenta con tendencia a la mejoría aunque
seguía mostrando parámetros de su infección inicial. Ante la
mejoría que mostraba la paciente y por tratarse de una
paciente particular y que su cuenta seguramente por su
larga estadía en el hospital era elevada y estar tolerando en
forma adecuada la vía oral se decidió dar salida para
JAAP. Exp. 14415 51
manejo ambulatorio con droga que debía seguir tomando
durante el mismo".
Narró que unos días después, la señora
Ruge Ortega regresó al Hospital con un cuadro agudo de
dificultad respiratoria que inicialmente se atribuyó a un
tromboembolismo pulmonar, "... el cual es factible que se
produzca en los pacientes que han estado sometidos a una
prolongada quietud por causa de su enfermedad y que a
pesar de todas las medidas que se realizan para controlar
esta eventualidad, el sistema venoso por las complicaciones
en todos los factores de coagulación pueden predisponer a
que en las venas de los miembros inferiores se produzcan
coágulos que en una eventualidad se puedan desprender y
viajar al pulmón produciendo una catástrofe que puede
llevar al paciente a la muerte como en este caso particular".
Precisó que el comienzo súbito del cuadro agudo con el cual
reingresó, los hizo sospechar que se trataba de un
embolismo pulmonar, porque "...este es un cuadro que
produce gran dificultad respiratoria con compromiso en su
sistema circulatorio por la gran sobrecarga de trabajo que
le viene al organismo intentando oxigenar todas las partes
del cuerpo", y por tal razón iniciaron el manejo
correspondiente. Señaló que este segundo reingreso
"...pudo haber sido como consecuencia de su cuadro inicial
séptico por un embolismo séptico o por un
JAAP. Exp. 14415 52
tromboembolismo pulmonar que le causó esta gran
dificultad respiratoria y que finalmente falleció".
Al preguntársele si "...la dificultad
respiratoria en el caso de un paciente puede sobrevenir
exclusivamente de una embolia pulmonar o puede tener
causas distintas para el caso de doña MARÍA ANA LUISA
RUGE independientes de las circunstancias a las que nos
hemos referido en estas diligencias", respondió que "... el
paciente puede tener desde un infarto tanto cardíaco como
pulmonar. El paciente puede tener un proceso neumónico
que pueda explicar esta sintomatología, pero en ella el
episodio de dificultad respiratoria fue agudo, lo cual nos
descarta inicialmente que tuviera un proceso neumónico, ya
que este cuadro es de una instauración lenta y progresiva".
Cuestionado por la existencia de otras
causas del embolismo pulmonar, distintas del
"...antecedente quirúrgico a que sometida doña MARÍA ANA
LUISA RUGE", dijo que "... se puede presentar en cualquier
paciente que tenga un reposo prolongado y así no tenga
ningún proceso infeccioso o inflamatorio. En este caso
particular pues es un agravante su compromiso inicial ya
que todos los tejidos del organismo se encuentran en un
proceso de regeneración de su cuadro infeccioso. No podría
decir que sea una causa directa en forma contundente su
proceso inicial". Inquirido por la posible causa del deceso
JAAP. Exp. 14415 53
de la paciente, expuso: "...Falla en el tratamiento no hubo,
ya que el mismo pues llevó a que la paciente tuviera una
recuperación aceptable y se pudiera dar de alta. Lo
impredecible es lo que posiblemente sucedió en ella del
embolismo pulmonar. Que a pesar del manejo que se le dio
posiblemente haya desarrollado este cuadro y no es
atribuible ciento por ciento al tratamiento sino a las
condiciones orgánicas e individuales de cada persona".
Finalmente, manifestó no recordar
exactamente si a la señora Ruge Ortega se le prescribió el
medicamento llamado heparinoterapia, pero anotó que
"...por los protocolos que manejamos para este tipo de
pacientes todos reciben esta droga como profilaxis para
una eventual trombosis venosa".
Visto el contenido de tal exposición, la
relación de causa a efecto predicada por el fallador entre el
compromiso orgánico generalizado desencadenado en
MARÍA ANA LUISA RUGE ORTEGA por los procesos
inflamatorio e infeccioso gestados por el cuerpo extraño
dejado en su cavidad abdominal, y su fallecimiento, no
peca de contraevidencia, pues como se verá, no se sitúa
por fuera de lo que razonablemente surge de su tenor.
En efecto: de acuerdo con lo narrado por
el citado profesional, la compresa abandonada en el vientre
JAAP. Exp. 14415 54
de la paciente le provocó los procesos mencionados, que al
no ser oportunamente tratados, la llevaron a un cuadro
séptico, a raíz del cual resultaron comprometidos sus
sistemas cardiovascular, renal, hepático y cerebral.
Aunque con la operación practicada por el
declarante y el tratamiento suministrado por un grupo de
especialistas del Hospital Militar, se controlaron en buena
parte tales secuelas, y la paciente entró en un proceso de
recuperación que hizo posible su salida del hospital, tal
circunstancia no estuvo determinada exclusivamente por su
restablecimiento, ni éste para entonces era total, porque
como refirió, “...Después de varias semanas la paciente
comenzó a mostrar una recuperación lenta con tendencia a
la mejoría, aunque seguía mostrando parámetros de su
infección inicial. Ante la mejoría que mostraba la paciente y
por tratarse de una paciente particular y que su cuenta
seguramente por su larga estadía en el hospital era elevada
y estar tolerando en forma adecuada la vía oral se decidió
dar salida para manejo ambulatorio con droga que debía
seguir tomando durante el mismo", es decir, en su salida no
sólo influyó la recuperación observada, sino también el
costo de su permanencia en el hospital, y para ese
momento todavía mostraba síntomas de la infección inicial,
razón por la cual debía recibir tratamiento ambulatorio,
además de medicación.
JAAP. Exp. 14415 55
Ahora, como causas posibles de la
dificultad respiratoria con la cual reingresó al hospital, que
a la postre originó su deceso, mencionó el testigo "...el
cuadro inicial séptico por un embolismo séptico o por un
tromboembolismo pulmonar".
El cuadro inicial séptico, como quedó visto,
indiscutiblemente tuvo su causa en los procesos
inflamatorio e infeccioso provocados por la compresa
abandonada en el cuerpo de la señora Ruge Ortega.
El tromboembolismo pulmonar, aunque
conforme a su relato necesariamente no está ligado a la
presencia de un proceso infeccioso, en el caso concreto el
declarante lo identificó como un factor condicionante de
que MARÍA ANA LUISA RUGE ORTEGA lo desarrollara, pues
luego de anotar que se trata de un cuadro que se puede
suscitar "...en cualquier paciente que tenga un reposo
prolongado y así no tenga ningún proceso infeccioso o
inflamatorio", subrayó que "...En este caso particular pues
es un agravante su compromiso inicial ya que todos los
tejidos del organismo se encuentran en un proceso de
regeneración de su cuadro infeccioso".
Por lo demás, el reposo por un extenso
período, factor que según lo manifestado por el testigo
contribuye a la formación del tromboembolismo pulmonar,
JAAP. Exp. 14415 56
también se dio en María Ana Luisa como consecuencia de
las alteraciones ocasionadas por el elemento dejado en el
procedimiento quirúrgico llevado a cabo en la clínica
demandada, pues si tuvo que someterse a una nueva
operación y por tal razón permaneció en estado de quietud,
apto para la formación de coágulos, no fue por capricho
sino para enmendar los daños orgánicos desencadenados
por la compresa olvidada en la cirugía mencionada.
Por otra parte, el galeno no dijo que la
paciente hubiere presentado episodios de infarto pulmonar
o cardíaco, que también fueron señalados por él como
posibles causas de dificultad respiratoria. Tampoco dio
cuenta de la preexistencia de otras condiciones que
pudieran conducir al mismo resultado. Además, descartó la
embolia pulmonar, que asimismo identificó como patología
generadora de dificultad respiratoria, pues explicó que en
tal hipótesis su desarrollo es lento y progresivo, mientras
que en el caso fue súbito.
Ahora, aunque reconoció el influjo de las
condiciones orgánicas individuales de la paciente en el
resultado final, cuando refirió que "...Lo impredecible es lo
que posiblemente sucedió en ella del embolismo pulmonar.
Que a pesar del manejo que se le dio posiblemente haya
desarrollado este cuadro y no es atribuible ciento por ciento
al tratamiento sino a las condiciones orgánicas e
JAAP. Exp. 14415 57
individuales de cada persona", de tal aserción no puede
extraerse la conclusión propuesta por el censor, para quien
“...el deceso de la aludida señora ocurrió sin nexo causal
con el tratamiento quirúrgico antecedente y producto de
una causa extraña predicable incluso de las condiciones
orgánicas e individuales de cada persona”, pues su
exposición, íntegramente considerada, antes que
presentarlos como episodios totalmente desligados, brinda
elementos de juicio más que suficientes para establecer
entre ellos una relación de causalidad adecuada.
Frente a tal estado de cosas, como se dijo,
la conclusión del fallador sobre la incidencia causal del
comportamiento culposo de los demandados en el deceso
de la señora Ruge Ortega no contradice la evidencia que
emerge del testimonio examinado, pues de una parte, los
fenómenos que conforme al dicho del testigo pudieron
conducir al episodio final de dificultad respiratoria aguda y
tromboembolismo pulmonar, que en últimas provocaron su
deceso, como fueron el cuadro inicial séptico por un
embolismo séptico o por un tromboembolismo pulmonar, se
gestaron o se condicionaron en la señora Ruge Ortega por
el compromiso orgánico generalizado que le provocó el
objeto dejado en su cuerpo al ser operada en la clínica
demandada, como concluyó el Tribunal. De otra parte, no
relaciona el testigo la existencia de otras posibles causas o
circunstancias que hubiesen podido desembocar en el
JAAP. Exp. 14415 58
mismo resultado, ni en el expediente obra otra prueba
determinante de una conclusión contraria, que desvirtúe la
presunción de acierto que ampara la del Tribunal.
Por lo demás, la referida apreciación se
robustece con el testimonio del médico JAIME REY OSPINA,
circunstancia que excluye el error de hecho que se
denuncia por su pretermisión, pues como lo tiene definido
la doctrina de la Corte, "...No se presume la ignorancia de
las pruebas por el sentenciador, cuando el sentido de la
decisión corresponde a lo que de ellas resulta" (Chas. IV.
de 7 de junio de 1968).
En efecto: narró el profesional en mención,
quien por la época de los hechos se desempeñaba como
Jefe del Grupo de Soporte Nutricional del Hospital Militar,
que María Ana Luisa ingresó con "...un cuadro abdominal
compatible con una obstrucción del tracto digestivo, un
estado tóxico infeccioso y con un antecedente de una
paratomía por colecistectomía, o sea cirujía (sic) de la
vesícula". Señaló que el médico tratante le solicitó valorar el
estado nutricional de la paciente, y como resultado de tal
valoración encontró que no podía alimentarse por vía oral y
necesitaba el aporte de nutrientes para su recuperación, los
que se le suministraron por vía endovenosa hasta que pudo
tomar su alimento por boca. Refirió que dicha señora llegó
desnutrida, explicando que llegó a ese estado "...por un
JAAP. Exp. 14415 59
proceso abdominal el cual por los hallazgos de la nota
quirúrgica hay una obstrucción del paso del contenido del
estómago al intestino condicionado por una peritonitis que
es causado por un cuerpo extraño". Precisó que "...Una
nota quirúrgica o descripción quirúrgica es el relato que
hace el cirujano en relación a los hallazgos de la cirugía y
del procedimiento que lleva a cabo". Interrogado por la
causa de la infección presentada por la paciente, dijo que
"...Hay muchas causas de infecciones del peritoneo o
cavidad abdominal, pero en esta paciente con el hallazgo
de cuerpo extraño éste condiciona a que haya una infección
y que esta se mantenga mientras el cuerpo extraño esté
dentro de la cavidad abdominal". Sobre la extensión de la
infección refirió que "... Cuando uno tiene un cuadro
infeccioso peritoneal llámese por un absceso localizado o
generalizado, el paciente hace una manifestación clínica
generalizada porque independiente del sitio donde esté el
foco de infección hay repercusión a todo el organismo. En
esta paciente en el momento de la interconsulta había
repercusión orgánica, en el momento en que cierro la
interconsulta es porque la paciente ha evolucionado en
forma adecuada y de ahí en adelante no tengo más
conocimiento de qué pasa con la paciente". Preguntado por
la incidencia del cuadro clínico presentado por la señora
Ruge Ortega, en su deceso, respondió: "... un cuadro de
nutrición más un proceso infeccioso, más una condición de
tipo obstructivo que no se pueda reparar o mejorar,
JAAP. Exp. 14415 60
condiciona obviamente a que el paciente puede fallecer,
pero en este caso la paciente tuvo un cuadro obstructivo,
un cuadro infeccioso y un estado de mal nutrición del cual
la paciente sobrevive porque la paciente sale, después de
su postoperatorio es dada de alta hasta donde yo tengo
conocimiento de la paciente". Cuestionado por la causa del
compromiso pulmonar presentado por la paciente después
de la segunda cirugía, expuso: "... Estos pacientes máxime
cuando hay una patología crónica y un estado infeccioso
crónico, agregando además todas las otras condiciones de
desnutrición, inmovilidad, pueden condicionar en un
momento dado en que se hagan coágulos que puede
migrar o puede ir a los vasos pulmonares obstruirlos y
hacer un cuadro clínico agudo que puede llevar a la muerte
al paciente según la severidad y el tamaño del coágulo y
que en este paciente pudo haber sucedido, lo cual no lo
podría yo aseverar". Dijo por último, que "...el embolismo
por trombos no es predecible, cualquier paciente puede
condicionar a presentar, ya sea en forma inmediata o
tardía, dicha complicación, independientemente de que el
paciente esté recibiendo como es lógico lo usual
tratamiento anticoagulante sobre todo en pacientes con
estados tóxico infecciosos y de cirugía mayor".
Como se ve, dicho profesional concuerda
con el anterior en que el estado tóxico infeccioso con el
cual ingresó la paciente al Hospital Militar, así como el
JAAP. Exp. 14415 61
estado de desnutrición que personalmente le tuvo que
tratar, se condicionaron por la presencia de un elemento
extraño en la cavidad abdominal de la paciente.
Coincide también con el testigo anterior,
en relacionar el compromiso pulmonar sufrido por la señora
Ruge Ortega, con su sintomatología anterior, y el estado
de inmovilidad, al expresar que "... Estos pacientes máxime
cuando hay una patología crónica y un estado infeccioso
crónico, agregando además todas las otras condiciones de
desnutrición, inmovilidad, pueden condicionar en un
momento dado en que se hagan coágulos que puede
migrar o puede ir a los vasos pulmonares obstruirlos y
hacer un cuadro clínico agudo que puede llevar a la muerte
al paciente según la severidad y el tamaño del coágulo y
que en este paciente pudo haber sucedido, lo cual no lo
podría yo aseverar". Ahora, aunque sostuvo que "...el
embolismo por trombos no es predecible, cualquier
paciente puede condicionar a presentar, ya sea en forma
inmediata o tardía, dicha complicación, independientemente
de que el paciente esté recibiendo como es lógico lo usual
tratamiento anticoagulante", también señaló su mayor
predisposición en "...pacientes con estados tóxico
infecciosos y de cirugía mayor" situaciones que, como
quedó visto, comenzaron con el elemento extraño dejado
en el cuerpo de la paciente. Además, tampoco da cuenta de
la concurrencia de otros posibles eventos generadores de la
JAAP. Exp. 14415 62
deficiencia respiratoria y el tromboembolismo pulmonar
diagnosticados como causa de la muerte de la paciente, de
manera que, como ya indicó, su testimonio armoniza con la
conclusión del fallador que viene considerándose,
circunstancia que descarta el error acusado en su
ponderación.
Por las razones expuestas, los cargos
resultan imprósperos.
QUINTO CARGO
Con apoyo en la causal tercera de
casación, se impugna la sentencia de segundo grado por
contener en su "...parte declarativa, declaraciones
contradictorias".
Para demostrar tal imputación, reproduce
el recurrente las resoluciones del fallo impugnado para
hacer ver que además de confirmar integralmente la
sentencia de primer grado, la adicionó en cuanto al método
que debía emplearse para actualizar las condenas
impuestas, sin tener en cuenta que ya el a-quo había
ordenado reajustar los perjuicios liquidados "... aplicando el
procedimiento de que da cuenta la parte motiva de esta
providencia", de suerte que, como el Tribunal no revocó lo
JAAP. Exp. 14415 63
decidido por el juez de primer grado, tal resolución está
vigente, al igual que la del ad-quem, y por tanto existe
"...una manifiesta contradicción en la parte resolutiva del
fallo que ameritaría el quebrantamiento de la sentencia
recurrida, para eliminar el contradictorio".
Con base en lo expuesto solicita casar el
fallo, para que la Corte, en sede de instancia, determine la
forma de actualizar las condenas impuestas a los
demandados.
CONSIDERACIONES
1. La causal tercera de casación, como
se sabe, se estructura sobre un típico error de
procedimiento, derivado de la inobservancia de la regla
impuesta al fallador por el artículo 304 inciso 2º. ejúsdem,
por virtud de la cual debe pronunciar una sentencia clara y
precisa, con el fin de dotar de certeza la relación material
sometida a la jurisdicción.
Como lo prevé el artículo 368 numeral 3º
ejúsdem, el defecto preanotado, que se localiza en la
estructura misma de la sentencia, se configura cuando en
su parte resolutiva se funden resoluciones que se repelen
entre sí, a tal extremo que la ejecución de una de ellas, por
JAAP. Exp. 14415 64
razones de lógica, deja la otra sin contenido, por cuanto no
pueden coexistir a la vez, contradicción que en la práctica
obstruye su ejecutabilidad, “...lesiona los principios de
certeza y seguridad jurídicas, e impide, por contera, los
efectos de cosa juzgada” (Chas. IV. de 30 de julio de
2001), y para cuya enmienda se instituyó la causal en
mención, mediante la cual se busca eliminar la
contraposición reinante en las disposiciones del fallo, con el
fin de tornar expedita su ejecución.
2. De acuerdo con lo que propone el
cargo, la incompatibilidad de las resoluciones adoptadas en
la sentencia enjuiciada surge de haber prohijado lo decidido
por el a-quo sobre la forma de actualizar la condena
impuesta a los demandados, y adicionar al mismo tiempo,
el citado pronunciamiento, con la orden de aplicar, para el
mismo propósito, un procedimiento diverso del señalado
por el inferior.
3. En el fallo recurrido, como ya se
mencionó, se confirmó la sentencia apelada, agregándose
que para la actualización de la obligación resarcitoria
impuesta a los demandados debía procederse en la forma
indicada en la parte final de las consideraciones, sección
en la cual se dijo que para tal efecto se tendría "...en
cuenta la variación del índice de precios al consumidor,
ingresos medios, desde el momento que el juzgado hizo el
JAAP. Exp. 14415 65
cálculo (septiembre de 1997), hasta el momento del pago
de los perjuicios".
El fallador de primer grado, cuyas
resoluciones confirmó el ad-quem, dispuso en lo pertinente,
que tales perjuicios debían ser reajustados hasta el
momento del pago "...aplicando el procedimiento de que da
cuenta la parte motiva de esta providencia".
El procedimiento al cual alude el fallador
del primer grado, que es el utilizado para reajustar los
valores reconocidos a FLORENCIO SÁENZ PEÑA por
concepto de daño emergente y a SHIRLEY SÁENZ RUGE,
por razón del lucro cesante pasado, tiene como base el
índice de precios al consumidor, pues claramente se indica
en relación con el primero, que como los gastos que lo
representan "...fueron hechos en su mayoría en el mes de
diciembre de 1992, deben actualizarse monetariamente
para que su indemnización sea completa, teniendo en
cuenta para ello el índice de precios al consumidor", patrón
al que asimismo se acude para el segundo al expresar que
"...Como quiera que esta cantidad no la percibió
oportunamente esta demandante (oportunamente), como
mínimo en la fecha hasta la cual tenía derecho a percibir la
ayuda económica que le brindaba su progenitora, se debe
actualizar la señalada suma, con base en el índice de
precios al consumidor, aplicando el procedimiento ya
JAAP. Exp. 14415 66
señalado", que básicamente toma en cuenta el aludido
índice en la fechas de iniciación y finalización del período de
actualización.
En ese orden, ninguna contradicción
revisten las disposiciones del fallo que se comentan, pues
en definitiva la actualización de las condenas impuestas a
los demandados quedó sujeta, por obra de la adición
inútilmente introducida por el ad-quem, al mismo patrón
tenido en cuenta por el a-quo, condiciones en las cuales la
pretendida coexistencia de procedimientos diversos para el
fin indicado por obra de las resoluciones del Tribunal
resulta absolutamente carente de razón.
Con todo, no sobra señalar que ni siquiera
en el evento de darse la incompatibilidad afirmada por el
recurrente el cargo estaría llamado a prosperar, pues si la
parte legitimada para alegar y propugnar por la enmienda
de tal vicio es la que por causa de él ve obstaculizada la
ejecución de lo resuelto, en el caso, la llamada a
denunciarlo con el fin ya visto sería la parte demandante,
no la recurrente, habida cuenta que es ella la que tiene
derecho a exigir su cumplimiento.
4. En armonía con lo expuesto, el cargo
no prospera.
JAAP. Exp. 14415 67
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Corte
Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil y Agraria,
administrando justicia en nombre de la República y por
autoridad de la Ley, NO CASA la sentencia dictada el 27 de
julio de 1999, por la Sala Civil del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá, D.C., en el proceso ordinario
promovido por FLORENCIO SÁENZ PEÑA, en su propio
nombre y como representante de la menor SHIRLEY SÁENZ
RUGE, contra los recurrentes.
Costas a cargo de la parte recurrente.
Tásense oportunamente.
NOTIFIQUESE Y CUMPLASE
PEDRO OCTAVIO MUNAR CADENA
MANUEL ISIDRO ARDILA VELASQUEZ
JAAP. Exp. 14415 68
JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR
CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO
SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO
CESAR JULIO VALENCIA COPETE
EDGARDO VILLAMIL PORTILLA