costa rica - cuentoelmundo.netcuentoelmundo.net/images/costarica_01/costarica_01.pdf · indígenas,...

11
El sureste de Costa Rica no es sólo agua cristalina, arena y palmeras. La estampa caribeña de Puerto Viejo y sus alrededores incluye una selva tropical que trepa por las montañas, un mar perfecto para surfear y la buena onda de los lugareños, siempre. TEXTO GUADALUPE PICCIONI FOTOS ARIEL MENDIETA Natural mystic Costa Rica

Upload: others

Post on 16-Oct-2020

4 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: cosTa rica - cuentoelmundo.netcuentoelmundo.net/images/costarica_01/costarica_01.pdf · indígenas, en busca de una ola perfecta que se llama Salsa Brava. Por la misma época asomaban

c o s t a r i c a

Lonely Planet Traveller Diciembre 201348

El sureste de Costa Rica no es sólo agua cristalina, arena y palmeras. La estampa caribeña de Puerto Viejo y sus alrededores incluye una selva tropical que trepa por las montañas, un mar perfecto para surfear y la buena onda de los lugareños, siempre.

tExto GuadaLuPe Piccioni FotoS arieL MendieTa

natural mystic

Costa Rica

Page 2: cosTa rica - cuentoelmundo.netcuentoelmundo.net/images/costarica_01/costarica_01.pdf · indígenas, en busca de una ola perfecta que se llama Salsa Brava. Por la misma época asomaban

c o s t a r i c a

Diciembre 2013 Lonely Planet Traveller 49

Page 3: cosTa rica - cuentoelmundo.netcuentoelmundo.net/images/costarica_01/costarica_01.pdf · indígenas, en busca de una ola perfecta que se llama Salsa Brava. Por la misma época asomaban

c o s t a r i c a

Lonely Planet Traveller Diciembre 201350

En Costa Rica me recibe un aire tropical, digamos que fresco. Y yo que esperaba el sofocante calor del trópico. Tampoco contaba, mi

imaginario sobre el Caribe, con la siguiente escena: los surfers apurándose hacia un mar con olas. La escena transcurre en el corazón de Puerto Viejo de Talamanca, un pueblo caribeño en el extremo sureste de Costa Rica. Allí mismo, el legendario bar Stanford es como un palco frente al mar para observar a los surfers en plena acción.

Más tarde me enteraré que hace 30 años llegaban los primeros norteamericanos a este pueblito habitado por negros e indígenas, en busca de una ola perfecta que se llama Salsa Brava. Por la misma época asomaban los hippies exiliados del smog y el consumo. Muchos se quedaron a vivir y abrieron tiendas, restaurantes y cabañas. El pueblo, de unos 1500 habitantes, conserva ese aire “flower power”.

Por las calles de Puerto Viejo enormes cangrejos avanzan con su paso tambaleante y pausado, al mismo ritmo

que la gente. En sencillos chiringuitos los artesanos locales exponen su trabajo a la vera del mar. De los restaurantes sale el aroma a coco del rice n’ beans (arroz con frijoles) cocido en su leche. La voz de Bob Marley anima los cuerpos bronceados y las hamacas vacías se mecen con la brisa del mar. La primera expresión que incorporo de los lugareños es “buena nota” (buena onda en nuestra jerga) y pienso que no puede ser más atinada: el reggae y el calypso parecen brotar de las entrañas de la selva y los “ticos” hablan como cantando. Mi compañero Ariel, fotógrafo, obtura su cámara y una garza blanca se hecha a volar hacia un cielo malva. Calculamos que queda, cuanto mucho, una hora de luz. Decidimos caminar hasta el hotel por la ruta adyacente al mar.

Seis kilómetros más adelante llegamos al Tree House Lodge, un complejo de cuatro casas dispersas en medio de un bosque que se extiende desde la ruta hasta la playa, en Punta Uva. La nuestra se llama Beach House y es todo un lujo. Nos vamos a la cama sin escalas. Afuera, una media luna cuelga de un cielo oscuro como la noche.

PunTa uva, La PLaya PerfecTa. Al amanecer atravieso los inmaculados jardines tropicales del Tree House Lodge. Los colibríes se dan un banquete de néctar entre flores variopintas mientras las libélulas desayunan mosquitos. Detrás de un bosque de almendros y palmeras se revela un mar turquesa.

La playa de Punta Uva está separada de sus vecinas, Playa Chiquita y Playa Grande, por una selva impenetrable. Y está desierta, a excepción de Ariel, quien vigila a un martín pescador a la vera de un río que se escurre hacia el mar. Le dejo mis cosas y me voy a nadar. Cuando vuelvo los alrededores se están animando. En la copa de un almendro, un mono aullador (acá le dicen congo) hace lo que se supone: grita de una forma estruendosa. Su prolífica familia anda por ahí también. El ojo fisgón de Ariel descubre una iguana, plácidamente petrificada sobre un tronco, tomando el poco sol que gotea entre las nubes: el mimetismo es perfecto. El martín pescador sigue en la misma posición.

Un rastafari abre de un machetazo

Page 4: cosTa rica - cuentoelmundo.netcuentoelmundo.net/images/costarica_01/costarica_01.pdf · indígenas, en busca de una ola perfecta que se llama Salsa Brava. Por la misma época asomaban

c o s t a r i c a

Diciembre 2013 Lonely Planet Traveller 51

Page 5: cosTa rica - cuentoelmundo.netcuentoelmundo.net/images/costarica_01/costarica_01.pdf · indígenas, en busca de una ola perfecta que se llama Salsa Brava. Por la misma época asomaban

c o s t a r i c a

Lonely Planet Traveller Diciembre 201352

limpio un coco rebosante de agua. Primero toma él y luego lo invita a Ariel: “vea, mae”. Después me toca a mí y hago lo que ellos: levanto el coco por encima de mi cabeza como si fuera un cáliz, lo inclino para que se derrame el contenido y atajo una catarata de agua dulce y fresca con la boca.

La casona de madera, sede administrativa del Punta Uva Dive Center, queda a 50 metros del mar. Nuestro amigo Guillo, el dueño, no perdió el acento argentino a pesar de sus diez años en Costa Rica. De pronto el cielo descarga agua para llenar un océano. Es evidente que bucear hoy no es programa. En cambio, es el día ideal para incursionar en la gastronomía caribeña. Convocamos a Lucas y a Maru, viejos amigos argentinos que residen en Cocles (a 3 kilómetros). Para el estreno Guillo se luce con un rondón, el plato más tradicional de la costa caribeña costarricense: una sopa contundente a base de pescados, mariscos y verduras, cocidos a fuego lento en leche de coco.

Por la tarde el sol se instala en un cielo despejado; el humor de la naturaleza es impredecible. La playa es un deleite para hacer kayac, snorkel y “la gran iguana”. De paso juntamos hambre para una cena en

Stashus Con Fusión. La experiencia “stashusiana” empieza con un plato de lubina y vieiras sumergidas en un curry de maracuyá y jengibre. Esa noche saco una conclusión: la cocina asiática y la caribeña son amantes. La música, el arte, la luz de las velas. Y la selva que se cuela por todos lados.

La casa “fLoTanTe” La mañana irrumpe con el aroma a tierra mojada. Llovió toda la noche y de las hojas de los árboles penden gotas como pequeñas bolitas de cristal que reflejan el microcosmos que las rodea. Y si acaso un rayito de sol las atraviesa, la constelación de gotitas despieza la luz formando arcoiris minúsculos, tan fugaces como el instante en que una mariposa morpho –grande y azul- detiene el aleteo para libar del diminuto manantial.

Peter Garcar nos espera en la entrada del hotel. Con él vamos a concretar la aventura de dormir en una casa en lo alto de un árbol. Llegamos en camioneta hasta lo recóndito de un bosque tropical lluvioso donde comienza un sendero que serpentea cuesta arriba y selva adentro. Nos calzamos las botas de hule e iniciamos la marcha.

arriba XxxxxxxxBimini están en el noroeste del archipiélago, a unos 80 kilómetros de Miami, estados unidos.

Page 6: cosTa rica - cuentoelmundo.netcuentoelmundo.net/images/costarica_01/costarica_01.pdf · indígenas, en busca de una ola perfecta que se llama Salsa Brava. Por la misma época asomaban

c o s t a r i c a

Diciembre 2013 Lonely Planet Traveller 53

arriba XxxxxxxxBimini están en el noroeste del archipiélago, a unos 80 kilómetros de Miami, estados

unidos.

Page 7: cosTa rica - cuentoelmundo.netcuentoelmundo.net/images/costarica_01/costarica_01.pdf · indígenas, en busca de una ola perfecta que se llama Salsa Brava. Por la misma época asomaban

pho

toc

red

it

c o s t a r i c a

Lonely Planet Traveller Diciembre 201354

En 40 minutos llegamos a los pies del níspero “anfitrión”: un coloso de 67 metros de alto. Miro hacia arriba y veo una plataforma circular que circunda el tronco en lo alto. “Esa es la casa desde donde tendrán el privilegio de vivir la selva en un estrato al que usualmente nadie llega”, dice el Peter mientras alista el equipo para escalar.

Trepo al níspero por unas cuerdas y a los 25 metros alcanzo una abertura en el piso de la casa y me introduzco en ella. Construida sin un solo clavo ni tornillo que lastime al árbol de 300 años, la casa tiene dos pisos y descansa sobre una plataforma de 60 metros cuadrados, suspendida de las ramas mediante cables de acero recubiertos con hule. Funciona como observatorio y como hotel: confortable, funcional y absolutamente ecológico.

Peter Garcar es un ingeniero eslovaco

que vive en Costa Rica desde hace 14 años, y él mismo diseñó y construyó este espacio. Con su obra, Peter cumplió su sueño más grande: probarle al mundo que un árbol vivo vale más que uno muerto.

Desde cualquier lugar de la casa tengo una vista espectacular de 360º. Me encuentro en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Gandoca-Manzanillo, en el corazón de un bosque tropical lluvioso. En el horizonte está el mar Caribe y en sus entrañas, los arrecifes de coral.

En la noche, la casa “flotante” parece una luciérnaga que brilla en la inmensidad del bosque, gracias a los foquitos que se alimentan con la energía acumulada de un panel solar. Me acomodo para dormir con un arrullo de croares, zumbidos y ramas que se mueven. Al amanecer, presenciaré el despertar del mundo desde el dosel de la selva tropical, entre enredaderas, lianas, bromelias, monos y aves.

Page 8: cosTa rica - cuentoelmundo.netcuentoelmundo.net/images/costarica_01/costarica_01.pdf · indígenas, en busca de una ola perfecta que se llama Salsa Brava. Por la misma época asomaban

pho

toc

red

it

c o s t a r i c a

Diciembre 2013 Lonely Planet Traveller 55

Page 9: cosTa rica - cuentoelmundo.netcuentoelmundo.net/images/costarica_01/costarica_01.pdf · indígenas, en busca de una ola perfecta que se llama Salsa Brava. Por la misma época asomaban

c o s t a r i c a

Lonely Planet Traveller Diciembre 201356

chocoLaTe Por Los BriBríA las 8 nos pasa a buscar una combi de Terra Aventuras, la agencia que nos llevará a conocer una reserva indígena Bribrí.

El vehículo avanza en dirección a la cordillera de Talamanca. Comenzamos a ascender y el sol ilumina las extensas plantaciones de bananos que ocupan valles enteros. “Esta zona es, sobretodo, bananera y platanera, aunque también se cultiva maíz, frijoles, yuca, piña y papaya; acá cualquier cosa que plantes crece”, dice Alex, el guía. Más adelante pasamos por la animada ciudad de Bribrí, cabecera del cantón de Talamanca. Las casas están pintadas de colores vibrantes. El perfume dulzón de las flores del ylang ylang se cuela por las ventanillas de la combi y por el camino se cruza un coatí, como un pueblerino más entre los 1.500 habitantes.

Ya en plena reserva indígena, vamos hasta una cascada sin saber que la sorpresa no sería la caída de agua de 45 metros de alto sino el hallazgo fortuito de una serpiente terciopelo secándose sobre una roca, del otro lado del río. Tan grande, tan bella. Y venenosa. Pero el veneno también viene en frasco chico: 2,5 centímetros es lo que mide la rana roja, de cuyo maldito elixir se servían los aborígenes para untar las puntas de flecha y salir a cazar.

Ana y Luis nos reciben en su casa, que está cruzando un puente colgante sobre el río Bolio. Luego atravesamos “pasillos” de bananos, plátanos y cacaoteros, y plantaciones de cúrcuma, cebolla y plantas silvestres. Después sabremos que, además de proveer de alimentos, el vergel es también una “farmacia”. Cúrcuma para la fiebre, raíz de cuculmeca para la anemia, corteza de caraño para la úlcera… La lista contiene decenas de remedios naturales.

La casa tiene el mismo color marrón-claro en todos sus recovecos, desde los pilotes –que la elevan a más de un metro del suelo- hasta el techo de palma a dos aguas. Ningún espacio está totalmente cerrado. Allí conviven cinco generaciones: desde el abuelo de Ana, quien descansa sus 112 años en una hamaca paraguaya, hasta “el cumiche” (el más pequeño de la familia), quien todavía no camina, nieto de Ana y Luis. Entre ellos se comunican, por lo general, en bribrí, su lengua madre.

Después del almuerzo, Ana y Leticia (su mamá) nos muestran cómo fabrican chocolate con semillas de cacao. Ana nos guía en castellano pero cada tanto dice “mishka!” que en bribrí significa “vamos!”. El grupo la sigue por la cocina y el jardín según la etapa del proceso: fermentación, secado, tostado y molienda del cacao, hasta una mesa llena de bolitas de chocolate.

Cuando partimos, dentro de la camioneta suena Bob Marley. “There´s a natural mystic flowing through the air...”.

arriba XxxxxxxxBimini están en el noroeste del archipiélago, a unos 80 kilómetros de Miami, estados unidos.

Page 10: cosTa rica - cuentoelmundo.netcuentoelmundo.net/images/costarica_01/costarica_01.pdf · indígenas, en busca de una ola perfecta que se llama Salsa Brava. Por la misma época asomaban

pho

toc

red

it

c o s t a r i c a

Diciembre 2013 Lonely Planet Traveller 57

Xxxxxxxpic journey through a land of monumental architecture and deeply rooted

traditions, where

Page 11: cosTa rica - cuentoelmundo.netcuentoelmundo.net/images/costarica_01/costarica_01.pdf · indígenas, en busca de una ola perfecta que se llama Salsa Brava. Por la misma época asomaban

c o s t a r i c a

Lonely Planet Traveller Diciembre 201358

“Manzanillo es lo que era Puerto Viejo hace 20 o 30 años”. Lo cierto es que es el último pueblo de la saga: más allá del caserío se extiende la selva hasta el río Sixaola, la frontera líquida con Panamá.

Una familia merodea por ahí y más allá, un man se fuma un puro en la puerta de su casa a punto de destartalarse. En el sector de mesas públicas de la playa, un grupo de personas espera embarcarse para ver delfines. Como en Puerto Viejo, se ven botes y lanchas fondeados que revelan la impronta pesquera del pueblo.

El calor aprieta. Nos refugiamos a la sombra de un árbol. A tres metros, una familia de monos carablanca se hace un festín con los cocos caídos. El resto es un silencio inmenso. Las playas paradisíacas se pierden entre bosques interminables por un lado y mares que resguardan los arrecifes de coral por el otro; hermosos ríos desagotan su agua dulce en el océano.No hay más que “¡Pura vida!”, como profesan los ticos.

Pienso en el fruto del cacao que nace rojo, cambia a verde y ya maduro es amarillo. Una coincidencia sugestiva: los colores de la bandera rastafari están omnipresentes en la costa caribeña costarricense.

ManzaniLLo. eL úLTiMo PueBLo cariBeño. Iniciamos el día en Puerto viejo con un rice n’ beans en Lidia´s Place, la “soda” (restaurante tico) más recomendada en todo el Caribe Sur. Luego pasamos por el mercado orgánico que se arma los sábados al lado del Flea Market (una colorida tienda de ropa). A unas dos cuadras está la agencia Terra Aventuras que hoy nos ofrece hacer un canopy en la finca Carbón, a 30 minutos del pueblo, para ver la jungla a vuelo de pájaro.

Terminado el paseo pedaleamos 12 kilómetros desde Puerto Viejo hasta Manzanillo, “dizque” el último pueblo caribeño. Ricky Barthley, dueño del restaurante Maxi´s, asegura que

arriba XxxxxxxxBimini están en el noroeste del archipiélago, a unos 80 kilómetros de Miami, estados unidos.