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1ImeI. adOIBS ropos de acero para perforar la tierra ian trabajado bajo el mar , la montaña y las principales metrópolis del mundo: 3;S tuneladoras son enormes topos tecnológicos capaces de adaptarse a casi : ualquier terreno (foto: montaje de la tuneladora La Paloma en Madrid). Pago 48 G'O luü .nero 4U 1 Creer o no creer En el si glo que comienza, las dos caras del mundo religioso ac- tual acentuarán su expresión. P or un lado, la indiferencia; por otro, la vuelta de la espiritualidad, que renace con fuerza. Pág. B4 Consagradas por motivos diversos y di s tri buidas por todos los cont inentes, las ciudades santas tien en un rasgo en co- mún: sus fieles las consideran centros de peregrinación y cul- to. D esde Jerusalén a Lhasa, pasando por Salt lake CiIy o Arnritsar (foto), todas ellas son templos en si mismas. Pago 56 IscarabalD.S Los campeones de la evolución No hay hábitat que se resista a l os escarabajos. M as de 360.000 especies, algunas de asombrosa belleza, cubren to- dos los rincones del planeta (foto: un crisomélido). Pag o 48 GE09

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1ImeI.adOIBS ropos de acero para perforar la tierra ian trabajado bajo el mar, la montaña y las principales metrópolis del mundo: 3;S tuneladoras son enormes topos tecnológicos capaces de adaptarse a casi :ualquier terreno (foto: montaje de la tuneladora La Paloma en Madrid). Pago 48

G'O luü .nero 4U 1

Creer o no creer En el siglo que comienza, las dos caras del mundo religioso ac­tual acentuarán su expresión. Por un lado, la indiferencia; por otro, la vuelta de la espiritualidad, que renace con fuerza. Pág. B4

Consagradas por motivos diversos y distribuidas por todos los continentes, las ciudades santas tienen un rasgo en co­mún: sus fieles las consideran centros de peregrinación y cul­to. Desde Jerusalén a Lhasa, pasando por Salt lake CiIy o Arnritsar (foto), todas ellas son templos en si mismas. Pago 56

IscarabalD.S Los campeones de la evolución No hay hábitat que se resista a los escarabajos. Mas de 360.000 especies, algunas de asombrosa belleza, cubren to­dos los rincones del planeta (foto: un crisomélido). Pago 48

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n las márgenes del Ni lo, una hembra de escarabajo pelotero reúne una porción de excrc-

r mento de oveja y construye una bola algo mayor que ella mis-ma. Cuando encuentra el lugar

I apropiado, la entierra y deposi­-----1 ta un huevo en ella. Transcurri­das unas cuantas semanas, una diminuta larva blanquecina ha crecido a expensas del excremento y se transforma en una pupa inmóvil, que parece casi una mo­mia. Finalmente, dicha pupa se rompe dejando salir a un nuevo y reluciente es­carabajo pelotero, que buscará ávida­mente la superficie.

Este peculiar compoltamiento llamó la atención de los antiguos egipeios. quienes, sin comprender bien el proceso biológico que ocunía -reproducción y metamorfo­sis-, quedaron fascinados al observar có­mo de algo que era desecho de la vida, los excremenlos, surgía nueva vida. Al prota­gonista de ta l prodigio. el Scambae"s sa­cer, lo convirtieron en símbolo sagrado de la reencarnación y de la vida eterna.

Los escarabajos no son eternos, aunque llevan en este planeta casi 200 mi Uones de años: bastantes más que nosotros los ho­mínidos. De hecho, constituyen el gmpo animal más abundante de la biosfera: re­presentan un cuarto de las especies.

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¿Cuántas hay? No lo sabemos. Los in­ventarios recientes las c ifran en 360.000 -más que en el caso de las plantas- pero cada año se descubren unas cuantas mi­les que eran desconocidas. En cierta oca­sión. el filósofo y fisiólogo J. B. S. Halda­ne fue entrevistado acerca de Dios y con­testó: "Desde luego. tenía una desmedida afición por los escarabajos".

Si dejarnos al margen la honrosa distin­ción de la especie humana de ser la única portadora de materia pensante, ¿qué hace de los escarabajos el gmpo de seres vivos más exi toso de la evolución? Para empe­zar, debemos saber que pertenecen al or­den de los insectos, un linaje que ya des­puntó con éxito allá por e l Carbonífero, hace 300 millones de años, cuando las tie­rras emergidas Lodavía noemn dominadas por los grandes reptiles. Una de sus ven­tajas indiscutibles es el llamado exoes­queleto. A diferencia de nosotros, que te­nemos un esqueleto óseo interno sobre el que se asientan los demás órganos, los in­sectos cuentan con una piel o cutícula rí­gida, que mantiene la formasin necesidad de estructuras de sostén imemas. El gran "invento" que permite esto es la quitina,

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una sustancia similar a la celulosa de los vegetales. que puede ser nexible-impor­tante en las articulaeiones- o extremada­mente rígida y resistente cuando se en­durece para formar placas. Dentro de los insectos, los escarabajos son los campeo­nes del acorazamiento. En origen tenían dos pares de alas como cualquier otro in­secto, pero lasdelanteras acabaron por ha­ce"", cada vez más ñgidas hasta conver­tirse en una cobertura protectora del se­gundo par, que es el funcional. Estas co­berteras o éli tros se juntan como las val­vas de una concha, formando un estuche perfecto que se abre para liberar las dos alas plegadas bajo él. El resultado es un auténtico Panzer blindado capaz de volar razonablememe bien; es decir, un coleóp­tero ("alas en estuche") o escarabajo.

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La presencia de un exoesqueleto rígido también tiene sus inconvenientcs. Debido a su apretado corsé, los insectos no po­drían forzar la ventilación de unos pul­mones, por lo que cuentan simplemente con una red de cañerías o tráqueas que se abren directamente al exterior por linos cuantos orificios. El aire entra y circula por mera difusión y. desde luego, no pue­de avanzar muy lej os por las tráqueas; un par de centímetros, a lo sumo. Por eso. los insectos han de ser forzosamente peque­ños. Sin embargo, esta restricción "técni­ca" les ha otorgado una fomlidable ven­taja evolutiva, pues la oferta ambiental es mucho más diversa para scrcs-miniaturd. Pensemos. por ejemplo. en los habitácu­los que ofrece un viejo roble. en su folla­je,en los fnJlos,en los resquicios de lacor­teza o bajo ella. dentro de su madera o abajo,junto a las raíces. De ahí el noreei­miemo evolutivo que han tenido los in­sectos, con los escambajos a la cabeza.

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Están en todas parles. han desarrollado habilidades y formas fascinantes, yejer­cen los más variados oficios en el ecosis­tema. Pueden ser desde simples herbívo­ros él eficientes cazadores reguladores de otros insectos, deslrucLOres de la madera, enterradores de cadáveres, transporlado­res de hongos, limpiadores de excremen­tos. polinizadorcs de nores, etcétera.

P¿u"a empezar, todos los escarabajos tie­nen un par de mandíbulas latemles, instru­mentos a modo de tenaza que les peml ite alimentarse a partir de materia vegetal. hongos. restos org{micos o cazar presas vi-

vas. Las largas mandíbulas afil adas llena, de pinchos de los cicindélidos depredado­res harían las delicias de Hitchcock en cualquier guión de terror. Una cicindela a la carga puede alcanzar una velocidad de 60 centímetros por segundo, lo que equi ­valdría, en relación a su tamaño, a un guc­pardo lanzado a 220 ki lómetros por hora. Lo único que no han aprendido los co­leópteros (por suerte para nosotros) es a chupar sangre como los mosquitos.

Los cntolllólogos -científicos que es­tudian los insectos- reconocen unas 150 fami lias. Los escarabajos pulga, por

ejemplo, comen directamente de las ho­jas y tienen unas patas traseras robustí­simas que les permiten dar saltos impo­nentes. Los curcul iónidos o gorgojos poseen mandíbulas pequeñas y apretadas al final de una trompa rígida más o me­nos larga y muy efic iente para pe rforar hojas, maderas y frutos. Cuando se roza la planta donde están comiendo, se dejan caer al suelo y se hacen los muelt os. Una estralagema muy eficaz para engañar a un pájaro que acaba de alerri zar en bus­ca de presas. Los patilargos tenebriónidos O escaraba- ~

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... jos negros que viven en el desierto tienen los élitros soldados y han perdido sus alas: la cámara de ai re que queda les sirve de aislamiento térmico e impide la pérdida de humedad. Al amanecer. cuando se produ­ce el rocío. empinan su cuerpo pordernís para que el agua condensada escurra ha­cia adelante. en dirección a la boca.

Hay escarabajos adaptados a vivir so­bre la nieve y los hie los de las c umbres más altas: el mero calor de nuestras ma­nos es capaz de matarlos. Otros habitan en coloni as de hormi gas o en nidos de aves aprovechando sus desperdi cios; o en las cuevas, donde es común que hayan perdido los ojos y la pigmentación. Sue­len presentar larguísimas patas y an tenas para moverse lentamente como fantas­mas ellull mundo donde no ex iste la luz. Hay escarabajos que caminan por la ca-

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Dos Eupholus de Papua Nue­va Guinea se aparean. Debido a su brillante color, estos gorgojos son muy apreciados por los coleccionistas.

ra inferior de la superficie del agua. y otros -los ditíscidos- son consumados buceadores. Han transformado sus patas traseras en paletas- remo y alTas Ira n una burbuja de aire entre los éli tros y el ab­domen. de modo que puedcn respirar mientras permanecen sumergidos. Ca­paces de volar (hasta 50 kilómctros en un día), camjnar, nadar y buceur, superan cualquier vehículo todo terreno.

El escarabajo mé.ls grande conocido es el cerambícido Tirallus gigt.lllteus, de Su­damérica. con 16 centímetros de longi­tud. si n contar las antenas. Pero si 110S re-

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ferimos a masa cO}1)()ml, le gana e l esca­rabajo Goliat de Africa tropical. que al­canza los 100 gmmos. Esto contrasta con los microscópicos estafilínidos que habi­tan en la hojarasca o el subsuelo, a lgunos apenas más largos que la tilde de esta es­critura. Sin embargo. lo que ha llamado la atcnción popular por eslos insectos no es su tamaño. sino la inusitada belleza en forma y colorido que presentan muchos de ellos. Hay familias. como los buprés­ti dos. que son conocidos C0l110 escaraba­jos joyas, con tonos iridiscentes que van del verde al azul. del cobrizo al más puro clorado. No es infrecuente que tribus del sudeste as iático o los jíbaros de l A mazo­nas empleen sus élitros como ornamen­tación en sus trajes ceremonia les. O que las muchachas indígenas adornen sus pe­los con cocuyos vivos o aten es tas luciér­nagas a sus pies para caminar durante la noche. Sí. también hay escarabajos que emiten luz. Realmente. todo en e llos pro­duce fascinación.

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Compartimos e l planeta con estos in­sectos. los más diversos. los campeones de la historia natural. Compelimos con ellos por el al imento y tenemos que COI11-

batirloscuando se convienen en plaga. co­mo el escarabajo de la patata o los gorgo­jos que devastan los graneros. A cambio. hay cientos de especies que polinizan las plantas. ayudan a reciclar la materia orgá­nica o combaten esas mismas plagas que ha desatado el hombre con su peculiar ma­nera de practicar la agricultura. Una sola mariquita puede dejar descendencia capaz de devorar 200.000 pulgones. Mejor nos iría, desde luego, si aprendiéramos de las estrategias de la propia naturaleza y res­pet{rramos más el orden cstablecido en la biosfera. Algún día, e l hombre dejará de mirar sólo hacia las estrellas y a sí mismo: agachará la cabeza y contemplará aquello que bulle en el suelo y alrededores. Des­cubrirá, como dijo E. F. Schumacher, que lo pequeño es hermoso. Y será más hu­Illilde. y se hará más eterno. •

Antonio Machado Carrillo. doctor en biología, es presidente del Centro Ewvpeo de COl/sen 'ación de la Naltlrtlle=a.