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CRISIS POLíTICA Y BIPARTIDISMO EN COSTA RICA Apuntes sobre Hechos Recientes RESUMEN El presente artículo ofrece algunos apuntes sobre el impacto que está tenien- do la crisis política actual en los partidos políticos mayoritarios en Costa Rica, a sa- ber, el Partido Liberación Nacional (PLN) y el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC). Este bipartidismo es concebido hoy, por buena parte de la ciudadanía, como un úni- co poder bicéfalo: PLUSC. Se plantea que estamos asistiendo a una reconfiguración del escenario político- partidista de cara a una nueva ciudadanía política costarricense más crítica y decidi- da a demandar del liderazgo político, co- herencia, voluntad y transparencia, para enfrentar los grandes retos de una so- ciedad cada vez más polarizada social y económicamente. En concreto se recoge, en apretada sín- tesis, el itinerario seguido por el bipartidis- mo desde su conformación hasta sus trans- formaciones recientes, que constituyen una expresión fundamental de la crisis política en la coyuntura actual. Á/varo Vega Sánchez Sociólogo [email protected] No se pretende mostrar un diagnóstico riguroso de la crisis política, sino más bien ofrecer una valoración de algunos hechos significativos que ponen en evidencia dicha crisis y su relación con el bipartidismo. SUMMARY The following article offers some notes on the impact that the recent political crisis is having on majority Costa Rican political parties, notably the PLN (Partido Liberación Nacional) and PUSC (Partido Unidad So- cial Cristiana) parties. This bipartisanism is viewed today by a large percentage of citi- zens as a single two-headed power: the "PLUSC". It has therefore become evident that we are on the brink of a reconfiguration of the political scenario, due to a new breed of Costa Rican citizens who are more critical and determined to demand from the politi- cal leadership coherency, goodwill and cleamess, in order to face the big challen- ges of a more and more socially and eco- nomically divided society. AailA -119

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CRISIS POLíTICA YBIPARTIDISMO EN COSTA

RICAApuntes sobre Hechos

Recientes

RESUMEN

El presente artículo ofrece algunosapuntes sobre el impacto que está tenien-do la crisis política actual en los partidospolíticos mayoritarios en Costa Rica, a sa-ber, el Partido Liberación Nacional (PLN) yel Partido Unidad Social Cristiana (PUSC).Este bipartidismo es concebido hoy, porbuena parte de la ciudadanía, como un úni-co poder bicéfalo: PLUSC.

Se plantea que estamos asistiendo auna reconfiguración del escenario político-partidista de cara a una nueva ciudadaníapolítica costarricense más crítica y decidi-da a demandar del liderazgo político, co-herencia, voluntad y transparencia, paraenfrentar los grandes retos de una so-ciedad cada vez más polarizada social yeconómicamente.

En concreto se recoge, en apretada sín-tesis, el itinerario seguido por el bipartidis-mo desde su conformación hasta sus trans-formaciones recientes, que constituyen unaexpresión fundamental de la crisis políticaen la coyuntura actual.

Á/varo VegaSánchezSoció[email protected]

No se pretende mostrar un diagnósticoriguroso de la crisis política, sino más bienofrecer una valoración de algunos hechossignificativos que ponen en evidencia dichacrisis y su relación con el bipartidismo.

SUMMARY

The following article offers some noteson the impact that the recent political crisisis having on majority Costa Rican politicalparties, notably the PLN (Partido LiberaciónNacional) and PUSC (Partido Unidad So-cial Cristiana) parties. This bipartisanism isviewed today by a large percentage of citi-zens as a single two-headed power: the"PLUSC".

It has therefore become evident that weare on the brink of a reconfiguration of thepolitical scenario, due to a new breed ofCosta Rican citizens who are more criticaland determined to demand from the politi-cal leadership coherency, goodwill andcleamess, in order to face the big challen-ges of a more and more socially and eco-nomically divided society.

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Overall, this article summarizes the iti-nerary followed by bipartisanism, from itsinitial stages to its recent transformatio-ns, which constitute the fundamental ex-pression of the political crisis on the cu-rrent juncture.

The intention is not to rigorously diag-nose the existing political crisis, but ratherto offer an evaluation of sorne significantevents that evidence said crisis and its as-sociation to bipartisanism.

INTRODUCCiÓN

En el año 2004 se produjo, enCosta Rica, el más fuerte sis-

mo político de su historia reciente.Es paradigmático el hecho de que,en ese mismo año, fuesen someti-dos a procesos judiciales -incluidala encarcelación preventiva- dosex-presidentes, Rafael Ángel Cal-derón Fournier y Miguel Ángel Ro-dríguez (ambos del Partido UnidadSocial Cristiana, PUSC) 1; un sacer-dote católico: Minar de Jesús Jimé-nez, y un empresario: el señor OmarChaves". Asimismo, el ex-presiden-

te José María Figueres Olsen, delPartido Liberación Nacional (PLN),está siendo investigado -actual-mente- por presuntos beneficioseconómicos obtenidos por la ventade servicios -asesorías- a la em-presa francesa ALCATEL.

Podría decirse que estos perso-najes simbolizan los tres pilares fun-damentales sobre los que se haasentado el poder poi ítico hegemó-nico costarricense, en las últimascuatro décadas: los partidos neo-oligárquicos, la Iglesia Católica yelsector empresarial transnacionali-zado". Si bien es cierto que en ladécada de los años 40 se dio unafractura en el pacto oligárquico quemantenía el poder político en ma-nos de un puñado de ricos cafeta-leros, ligados al negocio de la co-mercialización del café, el desarrollopolítico posterior, en lo fundamen-tal, mantuvo patrones de concen-tración de poder y privilegio. El bi-partidismo constituido por lasfuerzas emergentes, que recogió la

1. Los dos ex-presidentes han sido procesados por recibir dineros por parte de empresas que licita-ron ofertas con el Estado. En un caso se trató de un préstamo del gobierno de Finlandia, para adquirirequipo médico, con mediación de la empresa farmacéutica nacional Fishel. En el otro, de la empresafrancesa de telecomunicaciones ALCATEL que ofreció dineros para ser favorecida con la respectivalicitación.2. Tanto el padre Minar como el empresario Chaves están siendo procesados, judicialmente, comoposibles autores intelectuales del asesinato del periodista Parmenio Medina, crítico incisivo de he-chos de la vida política y social costarricense, a través del que fuera el popular programa humorístico"La patada". Su muerte en manos de pistoleros contratados, se produjo en el marco de las denunciasy criticas hechas al negocio de Radio María y al mismo padre Minor.3. Cabe destacar que sería una omisión no incluir directamente a la prensa escrita radial y televisa-da como un actor político de importancia, incluso en algunas coyunturas más influyente y decisivo quelos mencionados. Sin embargo, aquí partimos de que la prensa costarricense, en lo fundamental, hasido una aliada incondicional de los sectores empresariales y los gobiernos de turno (bipartidismo),con una escasa autonomía; se ha convertido en reproductora del bipartidismo así como del discursodel sector empresarial. Sin embargo, el papel que ha asumido ante los hechos recientes parecieraobedecer a una estrategia de toma de distancia de sus aliados históricos; sin que se perciba, nimucho menos, un interés por abrir el espacio para un cambio significativo en el modelo político preva-leciente. Para la prensa el statu quo económico y político no está en cuestión; su ideario parecieraorientarse hacia un neoconservadurismo, que busca simplemente moralizar la gestión pública y priva-da para mantener el actual sistema de desigualdad y concentrador de la riqueza.

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herencia ideológico-poi íti-ca del calderonismo y delfiguerismo, respectiva-mente, contribuyó a darleun nuevo rostro a aquelpacto oligárquico funda-cional. Es así como la so-ciedad costarricense ac-tual mantiene un perfilneo-oligárquico, con unaacentuada polarizacióneconómica que se expre-sa en una especie de me-dievalismo social.

tal, y especialmente enlas últimas décadas so-metido a la ortodoxianeoliberal, acentúo superfil oligárquico de nue-vo rostro.

El bipartidismo tradicio-nal (cuya expresión actual está re-presentada por el PUSC y el PLN)en sus orígenes se convirtió, conuna relativa consistencia ideológi-ca y programática, en un cataliza-dor de las expectativas de ascensosocial de los sectores medios y ba-jos de la población costarricense;pero, ante todo, en un oxigenadorde los grandes negocios que, comose ha señalado con acierto, condu-jo a un modelo sui generis de "polí-ticos empresarios" y "empresariospolíticos". El bipartidismo se entro-nizó una vez recuperado el ideariode las luchas sociales del "proleta-riado" bananero de afiliación comu-nista de los años 30, por parte de laDoctrina Social de la Iglesia, que, asu vez, tuvo como expresión políti-ca al social cristianismo en sus di-versas versiones. A ello contribuyótambién la deslegitimación del Par-tido Comunista -más ideológicaque jurídica- que realizaran lasfuerzas políticas emergentes bajola dirección del caudillo José Figue-res Ferrer. El bipartidismo en su de-sarrollo posterior, en lo fundamen-

Por su parte, el papelsocial asumido por la Igle-sia Católica -otro de losactores poi íticos impor-tantes- que contribuyó,en forma relevante, conlos esfuerzos de reformasocial de los años 40 -enlas últimas décadas- no

ha sido muy diferente al del biparti-dismo. Ha procurado mantenerse,como una tercera fuerza política, enuna frágil posición centrista, entrelos intereses neoligárquicos y lospopulares, no alcanzando a proyec-tarse más allá de un tímido refor-mismo social. Su interés fundamen-tal en mantener la hegemoníareligiosa y cultural en el país, la hahecho sumamente vulnerable alcoqueteo de los gobiernos de turnodel bipartidismo. El trueque de legi-timidad religiosa-cultural por legiti-midad política-civil ha significadouna devaluación de su papel comoacompañante solidaria de los máspobres y excluidos.

El actor político de mayor rele-vancia lo constituye, sin duda, elsector empresarial, representadopor la UCCAEP (Unión Costarricen-se de Cámaras de la Empresa Pri-vada). De alguna manera se ha con-vertido en el interlocutor privilegiadode los gobiernos de turno, cuandose trata de tomar decisiones dealto nivel en ámbitos del quehacer

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económico, social y político. Esteactor está constituido fundamental-mente por las fracciones vinculadasal mercado externo y al mercado fi-nanciero; de ahí que pueda tipificár-se le de transnacionalizado. Ambasfracciones han resultado beneficia-das con la política de promoción eimpulso a las exportaciones, asícomo de privatizaciones y aperturacomercial, incluso contando con elapoyo gubernamental vía estímulosfinancieros, tales como los Certifi-cados de Abono Tributario (CAT) yotras exoneraciones.

Si bien es cierto que en las últi-mas décadas hemos visto emergercon alguna fuerza a un sector demedianos y pequeños empresarios(las denominadas PYME), los ex-pertos acusan la falta de apoyo aeste sector y sus escasos vínculoso encadenamientos productivos conlas grandes empresas nacionales y,principalmente, transnacionales. Secontinúa reproduciendo un modelode economía de dos caras, una delas cuales -como la de la luna- setrata de ocultar para vender la ideade que marchamos por el caminoacertado hacia el desarrollo. Lo cier-to es que, detrás de este discurso,se legitima un modelo empresarialconcentrador de riqueza y cimen-tado en los grandes consorciostransnacionales, como agentes dedesarrollo; prevalece así el espí-ritu del poder oligárquico, ahoracon un nuevo rostro empresarialmodernizante.

Tanto el poder religioso como elpolítico han tenido como aliados alos sectores empresariales naciona-

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les y extranjeros. El poder políticofacilita el acceso a los grandes ne-gocios, especialmente cuando es-tos tratan de lograr concesiones ybeneficios especiales para asentar-se en suelo costarricense u obte-ner tratos preferenciales a la horade licitar con el Estado. Por su par-te, el poder religioso contribuye alegitimar al político y al económicomanteniendo en bajo perfil la de-nuncia de las injusticias socialesque padece el país, así como laacción solidaria con los sectoressocialmente más des protegidos.

Este maridaje tripartito, algunasveces semioculto o clandestino, hasido puesto en evidencia por unacucioso trabajo que ha venido rea-lizando, principalmente, la nuevajefatura del Ministerio Público en lapersona del Fiscal General Francis-co Da11'Anese. También los mediosde comunicación, especialmente laprensa y la televisión, han contribui-do a develar este tejido de tres agu-jas. Los hechos del 2004, tal y comohan sido expuestos a la luz públi-ca, mostraron la otra cara de la de-mocracia costarricense, o, másbien, lo caricaturesco e ideológicoque resultaba la imagen de una so-ciedad civilista y democrática ajenaal virus de la corrupción: enfermedadendémica de nuestro tiempo.

Puestos en evidencia los com-padrazgos políticos que servían deplataforma para facilitar los grandesnegocios transnacionales, la ciuda-danía costarricense, que había ve-nido dando signos de un despertarcrítico y propositivo -especialmen-te al calor de la denominada lucha

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contra "el combo del ICE", en laadministración del Dr. Miguel A.Rodríguez-, se apresta hoya ofre-cer una respuesta más organizaday articulada ideológica y política-mente a esos tres pilares del poderpolítico hegemónico costarricense.Todo ello confirma que estamos vi-viendo una coyuntura de crisis po-lítica de alta densidad, que puedeconducir a la reconfiguración delmodelo de democracia costarricen-se con un nuevo protagonismo delos sectores sociales medios y ba-jos. Pero, a diferencia de los años40 y siguientes, en donde estossectores cumplieron un papel másreivindicativo desde el punto de vis-ta económico y social, en el contex-to actual se aprestan a asumir unpapel más relevante de carácterpropiamente político. Es decir, no setrata solamente de la búsqueda devías de ascenso social, mediante lapreservación y el afianzamiento dela institucionalidad social tradicionalde servicios públicos y el ensancha-miento del aparato burocrático delEstado, sino, ante todo, de tomarlas riendas del poder para abrir es-pacios de participación -más direc-ta y efectiva- a la ciudadanía engeneral, particularmente a aquellossectores que han venido siendomarginados de la palestra política.Tal parece ser la motivación de unnuevo movimiento social que recla-ma ir más allá del modelo de de-mocracia representativa.

Cuando hablamos de crisis po-lítica, hacemos referencia, siguien-do a Gramsci, a la pérdida de legiti-midad de los sectores y fuerzas del"bloque histórico" en el poder. Este

bloque, constituido por las tres fuer-zas políticas anteriormente mencio-nadas, ha entrado en una etapa depérdida creciente de legitimidad, enel triple sentido en que la entendióMax Weber, a saber, la legitimidadlegal, tradicional y carismática.

Efectivamente, estas fuerzashan venido actuando al margen dela ley, cuando se trata ya sea depromover y proteger sus finanzas-en especial evadiendo al fisco oen la utilización de recursos y me-dios ilegítimos para acceder al po-der particularmente en el caso delfinanciamiento de los partidos políti-cos-. Se acusa también una suertede cabildeo que ha permitido, en al-guna medida, incidir en instanciasde más alto rango jurídico, como loes la Sala IV o Constitucional. Talfue el polémico caso, aún con vi-sos de inconstitucionalidad, de laaprobación por parte de dicha Salade la reelección presidencial, parafacilitar las aspiraciones presidencia-les del Dr.Óscar Arias Sánchez, otro-ra connotado líder del Partido Libe-ración Nacional y actual Presidente.

Desde la perspectiva de la legi-timidad tradicional, se desdibujanlas huellas de los logros que, enmateria social y económica, se die-ron en las décadas de los años 40y 50. En el caso del bipartidismo losherederos políticos de las dos fuer-zas hegemónicas tradicionales -losex presidentes Rafael Ángel Calde-rón Fournier y José María FigueresOlsen-, no alcanzaron a proyectarsobre nuevas bases los viejos lo-gros de sus progenitores. De estamanera, ha venido a menos ese

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legado tradicional que actuaba confuerza, perfilando una modalidad decultura del desarrollo con equidady justicia social. Por su parte, losnuevos empresarios, con algunasexcepciones, no han mostrado lasensibilidad social suficiente pararecoger ese legado. Respecto de laIglesia Católica, actor que se pre-cia de contar con el mejor saldo afavor en cuanto a este tipo de legi-timidad, no olvidemos que la religiónadquiere su fuerza y autoridad engran medida de la tradición, por esose esmera por preservarla y repro-ducirla. Lo cierto es que cada vezmás se cuestiona su función cuan-do apela únicamente a la autoridadtradicional, toda vez que esta noes actualizada.

Yen lo que toca a la legitimidadcarismática, ya es lugar común lainsistente referencia a las debilida-des del liderazgo actual. No secuenta con liderazgo político, reli-gioso ni empresarial que tenga lafuerza y capacidad de provocar ad-hesiones fuertes, ni de inspirar con-fianza para ganarse la credibilidadde la gente. Quienes en algunamedida han hecho alarde de cuali-dades carismáticas, muestran másbien un perfil populista débil o "Iig-ht". El carisma de algunos líderespolíticos se ha visto empañado porla falta de articulación de un discur-so que vaya más allá del moralis-mo tradicional, cuando se apela ala búsqueda de la superación de lacorrupción, y de las ofertas triunfa-listas que cada vez más son perci-bidas como cinismo y demagogia.y es que, efectivamente, si hay cri-sis de liderazgo es porque, en lo

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fundamental, se trata más bien deuna crisis de visión y de proyecto.Aunque siga pesando el carisma dellíder, se puede apreciar que la ciu-dadanía está reclamando claridady calidad en el planteamiento deuna propuesta alternativa.

En el presente artículo intenta-mos ofrecer algunos apuntes sobrela crisis política actual, vista desdeel impacto que dicha crisis está te-niendo en el bipartidismo de cara auna nueva ciudadanía política enconstrucción. De hecho resulta res-trictivo hablar sólo del bipartidismo,cuando hemos hecho referencia aun bloque constituido, además delbipartidismo neo-oligárquico, por laIglesia Católica y el sector empre-sarial. Fijamos la atención en esteactor (el bipartidismo) por conside-rar, en principio, que la crisis quepadece también expresa, en bue-na medida, la de los otros actoreslo que no exime de tratarlos en suespecificidad, en otro momento,para profundizar en el peso quepuedan estar teniendo en la actualcrisis política. Por otra parte, comoqueda esbozado en el planteamien-to temático, no profundizaremostanto en el diagnóstico mismo de lacrisis y sus actores, sino más bienen lo que ella está suscitando; esdecir, en el impacto que está tenien-do para una nueva articulación defuerzas sociales y políticas y de pro-yecto político alternativo.

A la postre, el intento de estasnotas o apuntes puede resultar enuna proyección; es decir, expresarmás lo que desearíamos que suce-da, como posible salida a la actual

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crisis política, que lo que realmentepuede estar sucediendo. Asumire-mos ese riesgo con tal de ofreceralgunas opiniones sobre un tema queha sido objeto de mucho debate.

LA CRISIS DEL BIPARTIDISMO:PUSC YPlN

La crisis del bipartidismo costa-rricense es parte de todo un proce-so de cambio sociocultural, en lacual se ha puesto bajo la lupa críti-ca a la institucionalidad que tradi-cionalmente asumió el derecho a larepresentatividad de colectivos im-portantes, incluso de alcance nacio-nal o regional. Con tal propósito seapeló, como señalan algunos auto-res críticos de la modernidad, alimaginario de "nación" como funda-mento ideológico para legitimar lavisión de un proceso ininterrumpi-do hacia la sociedad del progreso yel bienestar. Efectivamente, asisti-mos a una etapa del desarrollo so-ciocultural de los pueblos en la cualsaltan las diferencias de opiniones,de grupos de interés particulares,de identidades culturales, de géne-ro, etc., que están incidiendo confuerza en la reconfiguración de to-dos los campos. Uno de los fenó-menos más reveladores de estatendencia se produce en el camporeligioso, donde no sólo se ha dadouna diversificación de las ofertassino -ante todo- una pérdida de ad-hesiones fuertes a las institucionestradicionales -es lo que se ha de-nominado el fenómeno de la "creen-cia sin pertenencia"-. Tendencia si-milar es la que se da en el ámbitode la institucionalidad partidista tra-dicional, particularmente en casos

como el nuestro, en el que no se hadado un remozamiento de sus es-tructuras y propuestas ideológicas,acorde con las 'condiciones delnuevo contexto sociocultural ypolítico.

El bipartidismo costarricensesólo ofrece algunos esfuerzos deremozamiento que no van más alláde un maquillaje para la venta -cadacuatro años- de su imagen con fi-nes electorales. Es decir, se ha con-vertido en una especie de "máqui-na traga monedas", que recibe votosofreciendo la ilusión de hacernosprósperos y desarrollados -espe-cialmente insistiendo en erradicar lapobreza-, como recurso de mani-pulación electoral. Y es este, preci-samente, uno de los aspectos queha profundizado su crisis. Efectiva-mente, el discurso de la oferta sal-vadora, que pretende traer el cieloa la tierra, es visto cada vez máspor una ciudadanía "avispada"como lo que es, es decir, como unaburda manipulación.

Un indicador del avance en laconciencia crítica respecto del per-fil electoralista de los partidos polí-ticos lo constituye el creciente índi-ce de abstencionismo que se havenido dando en las últimas con-tiendas electorales, especialmenteen la que eligió al candidato delPUSC, Miguel Ángel Rodríguez,frente a su contendiente del PLNJosé Miguel Corrales, en el año1998, que alcanzó un 30,1%. Sibien es cierto que en la contiendapasada hubo visos de reencanta-miento con lo político-electoral fa-vorecidos por la figura campechana

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y populista del sui géneris candida-to del PUSC, el Dr. Abel Pacheco,y un partido emergente con un enér-gico candidato, el Dr. Ottón Solís,la tendencia actual pareciera orien-tarse hacia la constitución de un"partido" mayoritario compuesto porquienes se abstienen de emitir elvoto, desencantados con las ofer-tas de turno. No se trata necesaria-mente de un voto protesta que ex-prese la necesidad de articular unanueva alternativa a los partidos tra-dicionales, aunque podrían notarseseñales en esa dirección, especial-mente con el apoyo que se ha ofre-cido a los partidos emergentes, to-davía no tan sustantivo- sino másbien de una expresión de agota-miento y desinterés por lo político,ante el reiterado mensaje demagó-gico y la falta de coherencia y con-sistencia ideológica y programáticade los oferentes. "Más de lo mismo"es la frase que se ha convertido enexpresión de tal desencanto y frus-tración del electorado costarricen-se.

Otras de las expresiones másrecientes de ese desencanto es laemergencia de nuevos partidos quese perfilan como ideológicos y pro-gramáticos; es decir, con una pro-puesta que los hace distinguibles deotros partidos o, en todo caso, delbipartidismo. Se trata de un fenó-meno que empieza a cobrar fuer-za, especialmente apartir de la constitucióndel Partido Acción Ciu-dadana (PAC) bajo lapresidencia del Dr. Ot-tón Solís, ex-ministro yex-diputado del PLN, y

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del Movimiento Libertario (ML), di-rigido por el Lic. Otto Guevara, ex-militante del PUSC. Ambos parti-dos, de tendencias ideológicasopuestas, lograron llevar al con-greso un importante número de di-putados en la última contiendaelectoral.

Estas nuevas ofertas políticas,aún y cuando tienden a consolidar-se, no llegan a producir el tan de-seado reencantamiento con la polí-tica. Los datos de las últimasencuestas tampoco dan un porcen-taje significativo de adhesión a es-tas nuevas instancias partidarias, apesar de que la coyuntura actualresultaría favorable para que losciudadanos cambien de tienda par-tidista. A lo que asistimos hoyes ala intensificación del fenómeno delpluripartidismo, con el fracciona-miento en los partidos minoritarios,así como por la disidencia de diri-gentes del PLN y el PUSC. Efecti-vamente todos los partidos minori-tarios de reciente formación se hanfraccionado y la disidencia de lospartidos tradicionales es notableentre líderes de trayectoria, particu-larmente en las filas del PLN.

Una primera aproximación a lacrisis política y sus repercusionesen el fenómeno del bipartidismo,en la actualidad, nos lleva a con-siderar al menos cuatro etapas de

dicho fenómeno, quenos ayudan a su ca-racterización:

a) La primera podría de-finirse como de constitu-ción del bipartidismo,

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con propuestas ideológicas y pro-gramáticas más o menos diferen-ciadas y distinguibles. b) Una se-gunda, en donde dichascaracterísticas se van desdibujan-do al punto de llegar a constituir enla práctica aunque formalmenteaparezcan como dos ofertas parti-darias una misma propuesta ideo-lógico-partidaria. c) La terceramuestra su crisis de legitimidad quetiene como principal expresión elcreciente pluripartidismo. d) Lacuarta corresponde a la tendenciaque va del pluripartidismo a unaestrategia de alianzas, la cual ex-presa la búsqueda de convergen-cias para enfrentar al bipartidismoy abrir un nuevo horizonte en la vidapolítica nacional.

Hacia la constitución delbipartldismo": Calderonismovrs. Liberacionismo

Hasta la administración del Lic.Rodrigo Carazo Odio (1978-1982),que marcó un antes y un despuésen la vida política nacional, espe-cialmente por haberse enfrentadoa las políticas del Fondo MonetarioInternacional (FMI), puede decirseque se mantuvo un perfil que dife-renciaba ideológica y programática-mente a las dos fuerzas políticasmayoritarias del país: las de tenden-cia socialdemócrata que crearon elPartido Liberación Nacional (PLN)

y las que buscaban recoger la he-rencia política del calderonismo,inspirados en una visión socialcris-tiana, y que llegaron a constituir elactual Partido Unidad Social Cris-tiana (PUSC). Más propiamentecabría hablar de dos perfiles ideo-lógico-partidistas que asumieronnombres relacionados con hechoshistórico-políticos relevantes e in-cluso con referencia a los líderesque los protagonizaron. Por unaparte la gesta del 48 emprendidapor el Movimiento de LiberaciónNacional, bajo la dirección del cau-dillo Figueres Ferrer, lo que poste-riormente se conocerá como el Ii-beracionismo. Por otra, la granreforma social de la década de losaños 40 impulsada en el gobiemo delDr. Rafael Ángel Calderón Guardia,que se denominará el calderonismo.

Elliberacionismo se edificó ideo-lógicamente recogiendo la visiónsocialdemócrata de pensadorescomo Rodrigo Facio Brenes y de sumáximo representante político,José Figueres Ferrer. Ambos líde-res coincidfan en la necesidad deproyectar la sociedad costarricen-se sobre los principios de justiciasocial y desarrollo con equidad,para lo cual se requería de un apa-rato de Estado fuerte, que no sólogarantizara servicios básicos ensalud, educación, telecomunicacio-nes, seguros, etc., sino que incluso

4. Aunque sociológica mente podemos hablar de un bipartidismo, cabe destacar que a estas alturas-particularmente en el caso del calderonismo- no estamos ante una instancia de partido propiamentedicha. Esta tendencia se comporta como una coalición de partidos que buscan enfrentar al liberacio-nismo. Es por ello que lo que se da es -más propiamente- una especie de bipolaridad ideológico-política que se comporta y busca constituirse en bipartidismo. Puede decirse que, a partir de 1978 conla creación del Partido Unidad -que llevó al poder al Lic. Rodrigo Carazo- esta tendencia asume elperfil propiamente de partido fuerte, superándose, de alguna manera, la modalidad de coalición defuerzas políticas.

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se abocara al desarrollo de empre-sas estatales concebidas como pro-motoras de un modelo de desarro-llo capitalista moderno y solidario.

Las administraciones del PLN,hasta la del Lic. Daniel Oduber Qui-rós (1974-1978), fueron una genui-na expresión ideológica y progra-mática de aquellos principiospropios de una orientación social-demócrata. La democratización dela educación y la salud, así como elapoyo y estimulo a la actividad agrí-cola aunque de alguna manera su-frió el impacto regresivo producidopor el modelo de sustitución de im-portaciones y la búsqueda de undesarrollo industrial autónomo,mostraban la coherencia ideológi-ca de su propuesta.

Puede decirse que su perfil ideo-lógico-programático se manifesta-ba, en lo fundamental, por su inte-rés en facilitar vías de ascensosocial para los sectores medios ybajos de la población costarricensey, paralelamente, por hacer avan-zar el país hacia un modelo de mo-dernización capitalista de su estruc-tura productiva, manteniendo unfuerte componente de política so-cial que creara las condiciones ne-cesarias para evitar la polarizaciónsocial y política. Es decir, se pro-yectaban esfuerzos tendientes aevitar la conformación de dos Cos-ta Ricas, utilizando al aparato deEstado como agente regulador dela economía de libre mercado y pro-motor de bienestar social para todala población, con un acentuado es-tilo de promoción y asistencialismosocial. El ideal de conformar una

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sociedad asentada sobre una fuer-te clase media, con dos polos me-nores hacia arriba y hacia abajo -ala manera de la figura del romboi-de- expresaba, en buena medida,el derrotero socialdemócrata y libe-racionista. Por otra parte, se consi-deraba a los intelectuales comoagentes fundamentales de este pro-yecto de sociedad. Es decir, unaintelligentzia que, con fuerte voca-ción de servicio público, permitieradarle, a la sociedad en formación,un rostro moderno y socialmentesolidario. De alguna manera, sepercibió al político como un estadis-ta e intelectual, un estudioso de losproblemas de su realidad nacional;un agente de desarrollo y de bien-estar social.

Por el lado del PUSC, inspiradoen el ideario socialcristiano, cuyafuente privilegiada era la DoctrinaSocial de la Iglesia Católica, vamosa tener ideales similares al libera-cionismo desde el punto de vista delproyecto de sociedad costarricen-se por construir, aunque con estra-tegias ideológicas y programáticasdiferentes. Más que la concepciónde un Estado fuerte y emprendedor,se planteaba el ideal de una socie-dad civil organizada y participativaque se convirtiera en gestora de supropio proceso de desarrollo social.Se optaba por un modelo de Esta-do facilitador y estimulador de lagestión privada, considerada éstacomo el eje fundamental para eldesarrollo y el crecimiento econó-mico. Su fundamento ideológico serecoge en la reiterada frase: "no sepuede hacer chocolate sin cacao".Con ello se planteaba que el

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principio básico de su propuestaresidía en una sociedad eficiente yproductiva, cuyo crecimiento redun-daría, en buena medida, en benefi-cios sociales sustantivos. Se pro-pendía a un modelo de sociedadarraigada sobre una élite ilustrada,capaz de preparar profesional y téc-nicamente a la ciudadanía al másalto nivel, para fortalecer una ges-tión empresarial moderna que ga-rantizara eficiencia producti idad.y el pe I del político obedecía, co-incidiendo con esa es rategia, encierta orma, a la de un es adistacon capacidad diplomá ica paraconcertar intereses diversos; esdecir, en buena medida un "técni-co" de la gestión pública con sensi-bilidad para procurar el bien común,sin estrujar la iniciativa empresarialprivada. Todo lo contrario: favore-ciéndola y promoviéndola.

Como puede apreciarse tene-mos dos propuestas ideológico-par-tidarias con intenciones y proyec-tos más o menos comunes, perocon diferencias sustantivas y clara-mente identificables. Por un lado,podría decirse que se postula elideal del crecimiento para el desa-rrollo social y por el otro el del de-sarrollo social para el crecimiento.Uno enmarcado en la fortaleza delEstado como agente de bienestary modernización productiva; el otro,en una sociedad de empresariosprivados como agentes de moder-nización, con una visión y proyec-ción de solidaridad social. Mientras

el liberacionismo insistía en gravaral capital y a la iniciativa privada,como mecanismo para garantizaruna mejor redistribución de la rique-za, el calderonismo era más cautoen esta política fiscal y propendía afavorecer al capital y la iniciativaprivada como mecanismo para al-canzar mayor crecimiento y, de estamanera, contar con recursos más"sanos" para financiar la institucio-nalidad social del Estado.

En resumen, se trata de dos pro-puestas ideológico-programáticasdiferentes y claramente distingui-bles, aunque no necesariamentecontrapuestas en lo esencial. Am-bas se disputan una clientela políti-ca que, en alguna medida, podía

. percibir las diferencias más allá delcolor de sus banderas.

Del dipartidismo alunipartidisrno'': el puse

La década de 1980 marca el ini-cio de la ruptura del bipartidismo tra-dicional. Esto se debió a que des-pués del impasse del gobierno delLic. Rodrigo Carazo Odio, los go-biernos del PLN y del PUSC adop-taron la estrategia de desarrollo pro-piciada por el Fondo MonetarioInternacional (FMI), que obligó a lamayoría de países de América La-tina a firmar Programas de AjusteEstructural (PAE), como condiciónpara girar recursos financieros quevinieron a compensar las debilita-das economías, a raíz de la crisis

5. Utilizamos el término "unipartidismo" para referirnos no a una única instancia partidista propia-mente dicha, sino para destacar el proceso que tiende a desdibujar las diferencias entre el PLN yelPUSC debido a las estrechas relaciones que se establecen entre las élites partidarias de dichospartidos.

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de la deuda externa o, más propia-mente, con el fin de que estos paí-ses asumieran los compromisos dela deuda.

Ambas tendencias, que se com-portaban como una bipolaridadideológico-política, mantenían ras-gos reformistas-modernizantes co-munes, que los hacían aparecercomo protectores del capital trans-nacional y nacional vinculado a losgrandes negocios; e inician un pro-ceso de plena conciliación de inte-reses en el nuevo marco de unapolítica económica neoliberal. No escasual entonces, que, a partir de1986, se gobernara fundamental-mente desde el Banco Central, sien-do uno de sus más conspicuos ideó-logos para ambas instanciaspartidistas -ahora con mayor afini-dad ideológica- el economistaEduardo Lizano Faith. Efectivamen-te, don Eduardo Lizano marcó elderrotero de la política económicacostarricense prácticamente hastanuestros días, con un decidido per-fil neoliberal. Logró mantener, dealguna manera, la barca a flote ade-rezando el menú neoliberal con al-gunas concesiones al viejo modelodel Estado social de derecho.

Cabe destacar que el deseadodesmantelamiento de aquel mode-lo de Estado, propiciado por lasfuerzas más ortodoxas del neolibe-ralismo, representadas -por ejem-pie- en el gobierno del Lic. RafaelÁngel Calderón Fournier, por el Lic.Thelmo Vargas, encontraron la másasidua oposición por parte de la ciu-dadanía, especialmente de aquellaperteneciente al sector de educa-ción superior, lo que implicó la re-

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nuncia del citado funcionario. Fueuna coyuntura de confrontación,que mostraba la voluntad ciudada-na por defender derechos funda-mentales, como el financiamientode la educación pública superior, acontrapelo de la receta neoliberalque buscaba ensanchar el espacioa la educación superior privada, lacual ya había venido experimentan-do un auge sin precedentes en elpaís. Sin embargo, lo cierto es queprevaleció una política compartidapor ambos partidos, en sus respec-tivas administraciones, de reduc-ción del aparato del Estado -conacciones concretas como la movili-dad laboral, que tiró a la "calle" unabuena cantidad de empleados pú-blicos-, procurando el fortalecimien-to de las empresas privadas, y de-bilitando significativamente todasaquellas instituciones y proyeccio-nes estatales dirigidas a mejorar lacondición social del trabajador asa-lariado, del agricultor y de la pobla-ción costarricense en general.

El conflicto sociopolítico se con-tinuó agudizando, poniendo en evi-dencia que la estrategia de alian-zas del bipartidismo iba más allá deun asunto puramente coyuntural,como era la norma en el pasado.Ahora se trataba de un pacto per-manente que los ponía a jugar enigualdad de condiciones, no yacomo contendientes ideológicos,sino como propulsores de una mis-ma estrategia política con basesideológico-programáticas comunesy compartidas.

En este contexto, destacan doshechos de gran relevancia socio-política. Por una parte, la lucha

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emprendida por el Magisterio Na-cional contra la nueva ley de pen-siones impulsada en la administra-ción Figueres Olsen, y que era partede la agenda contemplada en elpacto Figueres-Calderón. Y, porotra, la lucha contra la ley de mo-dernización del ICE -el llamado"Combo ICE"- en la administracióndel Dr. Miguel Ángel Rodríguez, quecontó con los votos favorables dela mayoría de diputados de la frac-ción del PLN, Y la cual suscitó unaprotesta de alcance nacional. Am-bos hechos vinieron a confirmar,una vez más, que el país estaba enmanos de un cogobierno bajo unamodalidad unipartidista: el PLUSC.

Estas dos luchas son profunda-mente simbólicas. Por el lado delPLUSC, se dibuja su decidida dis-posición a bajar el perfil de expec-tativas crecientes en materia debienestar social para la poblacióncostarricense; incluso, bajo el pre-texto de procurar sanear las finan-zas del Estado se dejaba de honrarsus compromisos, como por ejem-plo los contraídos con el sectormagisterial. Si bien es cierto que losintentos de reforma del Estado ha-bían venido abortando, de algunamanera se procuró canalizar dichareforma siguiendo una estrategiaescalonada, que apuntara a los mis-mos fines, a saber, aquellos quegarantizaran una reducción cualita-tiva del Estado. En el fondo se tra-taba de una clase política interesa-da en usufructuar de los bienes onegocios del Estado; algo similar alo que se decía, en el caso mejica-no, respecto de la "PRNATIZA-CIÓN", haciendo referencia a los

intereses de los mismos dirigentesdel partido en el poder -PRI-, departicipar directa o indirectamentede los beneficios ·reportados con laventa de los negocios más renta-bles del Estado.

Por el lado de la ciudadanía,asistimos a una manifestación sólocomparable con lo que aconteciócon las manifestaciones estudian-tiles de la década de los años 70,contra los contratos de ALCOA.Para las clases dirigentes -repre-sentadas en el PLUSC- no dejó deresultar una sorpresa la moviliza-ción de Sur a Norte de campesinos,obreros, estudiantes y profesiona-les. Fue necesaria la mediación dela Defensoría de los Habitantes yla constitución de una comisión quese abocaría a reformular el proyec-to aprobado por la mayoría parla-mentaria, para que se evitara unaparalización total del país y unapolarización de consecuencias im-predecibles. Sin duda la lucha con-tra el "Combo del ICE" marcó unantes y un después en el despertarciudadano de los costarricenses. Y,particularmente, puso en evidencia,una vez más, que el bipartidismohabía hecho causa común, sentan-do el irrefutable precedente de ha-berse comportado como una únicafuerza ideológico-política, con underrotero privatizante que dejabaatrás las viejas conquistas del Es-tado social de derecho y se apres-taba a vender la institucionalidadpública de servicio social al mejorpostor. Estábamos a las puertas deuna "argentinización", con las ne-fastas consecuencias sociales queimplicó -en su momento- para las

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mayorías del hermano país. El cos-tarricense pudo discernir que estalucha era decisiva, y que ceder, alos consorcios transnacionales, unade las instituciones con mayor vo-cación social en el país, era comoretrotraer los contratos bananerosdel siglo XIX, que nos legaron elperfil de "banana republic". Comosi resurgiesen los espíritus ances-trales más combativos, la ciudada-nía levantó la bandera de la patriaen señal de dignidad, forzando a lasfuerzas entreguistas a claudicar ensu intento de vender la primogeni-tura por un plato de lentejas.

Estas manifestaciones de des-contento e indignación popular da-ban pie para que, en alguna medi-da, en el mismo bloque históricoconstituido por la trilogía ya men-cionada, empezaran a aflorar lasdisonancias y, a su vez, se dieranlas condiciones para que nuevasfuerzas políticas hicieran acto depresencia y decidieran tomar distan-cia del bipartidismo, que en estacoyuntura particular resultaba másevidente que se estaba transfor-mando en PLUSC.

Efectivamente, este fenómenotuvo su expresión en uno de losactores del bloque, en este caso,la Iglesia Católica. Así, por ejem-plo, la diócesis de San Isidro deEl General, asumió un papel pro-tagónico, con una especial movi-lización del laicado que cumplióun papel de no poca relevanciasociopolítica. Resultando tam-bién, como hecho sumamente sig-nificativo, la designación de líde-res laicos para representar

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oficialmente a la Iglesia Católicaen la comisión negociadora.

Después de estos hechos asis-timos a la conformación de dos nue-vas fuerzas políticas emergentes: ElPAC y el ML, que marcarían el ca-mino de una nueva etapa en la cri-sis del bipartidismo, la que apuntahacia el pluripartidismo como unaexpresión de esa incansable bús-queda por ofrecer alternativas quevengan a satisfacer las aspiracio-nes de cambio, de una ciudadaníadesencantada con el PLUSC. Efec-tivamente, es cada vez más nota-ble y adecuadamente percibido porciertos líderes de las mismas filasdel P,LUSC el agotamiento y la in-capacidad de dichas fuerzas paraofrecer una alternativa partidariaremozada, que responda a los de-safíos que plantea la nueva ciuda-danía costarricense.

Del unipartidismo alpluripartidismo

Podría decirse, guardando lasdistancias y haciendo las diferen-cias del caso, que la pasada admi-nistración del Dr. Abel Pacheco re-presenta un nuevo impasse en lapolítica costarricense, más cercanoa lo que representó la candidaturadel Dr. Óscar Arias Sánchez. El Dr.Pacheco al igual que el Dr.Arias hansido elegidos -en sus respectivosmomentos- a la presidencia sin lavenia y apoyo de los jerarcas desus respectivos partidos. Ahorabien, mientras que en el caso deArias la falta de apoyo del viejocaudillo Figueres y del expresiden-te Daniel Oduber, no significaba

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-necesariamente- el debilitamien-to del PLN, en el caso de Pachecosí podemos decir que el distancia-miento de los máximos líderes delPUSC, tanto de Rafael Ángel Cal-derón como de Miguel Ángel Rodrí-guez, coincidieron con un debilita-miento y un desgaste político de supartido. Efectivamente, tal situaciónobedecía, por un lado, a los des-aciertos de la administración Rodrí-guez y, por otro, al bajo perfil delliderazgo de Calderón Fournier, ve-nido a menos desde que el Dr. AbelPacheco, desde la presidencia delPUSC, logró capitalizar favorable-mente la visita que realizaran am-bos líderes a un empresario meji-cano, a quien se asociaba con elnegocio del narcotráfico en su país.Esa ocasión fue aprovechada porPacheco para afirmar su imagen depersona honesta y decidida a "jalarlos mecates" a los más altos jerar-cas de su partido. Estamos ante unnuevo rostro de la política costarri-cense, de corte populista y patriar-cal, que señala también el agota-miento de las fuerzas políticas delPLUSC.

Podría decirse, de alguna mane-ra, que la administración Pachecorepresenta, por un lado, una bús-queda por recomponer el bipartidis-mo sobre nuevas bases y, por otra,un intento por crear una nueva pro-puesta partidaria con visión nacio-nal, desde las filas del PUSC. Real-mente si algo caló hondo ycontribuyó a aglutinar capital elec-toral para el Dr. Pacheco fue su

mensaje de corte nacionalista, másque propiamente partidista social-cristiano. Además, como ya se hamencionado, fue. precisamente eldistanciamiento de los jerarcas delpartido lo que lo catapultó como unlíder en quien confiar; es decir, queprometía, al menos, refrescar el so-focante ambiente político nacional.

Si aceptamos el diagnóstico an-terior, en alguna forma la adminis-tración Pacheco ha resultado para-dójica y, como tal, en un indicadordel derrotero que va del unipartidis-mo (PLUSC) al pluripartidismo. Porun lado, ensancha sus tiendas paraincluir liderazgo político pertene-ciente al PLN, algo que ya habíavenido dándose también en admi-nistraciones del PLN, pero que aho-ra expresa -más bien- el debilita-miento de las mismas fuerzas quese coaligan. Se trata de alianzasentre débiles que buscan fortalecer-se; sintomático, por lo tanto, deldebilitamiento del PLUSC. Por otrolado, podría decirse que la propues-ta de corte nacionalista, aunada alperfil populista del candidato, mos-traban, a su vez, que se trataba másque de un partido tradicional queaspiraba al poder, de una figura -como algunos dicen, más grandeque el partido- que con sencillez yespíritu acogedor generaba la ex-pectativa del carisma político ape-tecido por el costarricense, máscercano al ser humano que entien-de de enfermedades y dolores queal polltíco de carrera, estadista in-telectual de clase media".

6. Esto podría estamos indicando que el ciudadano costarricense mantiene una afinidad particularcon un liderazgo político que, además de tener porte de estadista y ser intelectualmente capaz, tenga

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El pluripartidismo no es un he-cho novedoso en la historia políticareciente; lo que sí puede serlo es lafuerza que está cobrando para per-filarse como una alternativa al uni-partidismo del PLUSC en decaden-cia. Sin que represente unreencantamiento con lo político-electoral, como ya hemos señala-do, el PAC y la figura del Dr. Solísmarcan un punto de partida en esadirección. Asimismo, el ML lograensanchar sus tiendas, capitalizan-do no sólo la crisis del unipartidis-mo, sino colocándose decididamen-te a favor de los vientosneoliberales. Por otra parte, ya des-de la lucha del combo se podía per-cibir un repunte de la izquierda, es-pecialmente con el protagonismoque tuvo, en sus filas, el ex-diputa-do José Merino.

El pluripartidismo es básicamen-te el resultado del debilitamiento delunipartidismo del PLUSC. Este plu-ripartidismo pasa por su mejor mo-mento, aunque no necesariamentepor las fortalezas y las cualidadesde sus propuestas alternativas albipartidismo. Una de las expresio-nes de este fenómeno es el relati-vo desgaste que se notó en la ima-gen del candidato estrella del PLN,el Dr. Óscar Arias Sánchez. La cer-canía que ha tenido con la admi-nistración Pacheco, ensayando-incluso- un cogobierno, aunado aun comportamiento de corte "cau-dillista", aparecen como factoresque inciden en ese desgaste políti-co-electoral. Pero es, ante todo, el

papel que viene jugando una ciu-dadanía cada vez más beligeranteen la defensa de la institucionalidadpública del país, lo que está pesan-do para salir al paso de un candi-dato que no ofrece mayor confian-za en la preservación de los bienespúblicos, habiendo dado muestrasde ello en el pasado, como lo fue-ron -entre otras cosas- las conce-siones otorgadas en telefonía celu-lar a la empresa MILLlCOM,durante su administración. Su par-ticipación en el mundo de los gran-des negocios financieros y del azú-car, entre otros, también estácontribuyendo a su debilitamientopolítico-electoral, toda vez que pre-senta la imagen de un candidato dedos caras. Por una parte, defen-diendo los intereses de la patria yprocurando catapultarla hacia eldesarrollo y, por otra, procurandofavorecer sus negocios mediantecontratos con el Estado, como hasido el caso del etanol, y mostrándo-se como un defensor a ultranza de laapertura comercial.

El hecho que mejor ilustra la ac-tual crisis del unipartidismo es elproceso judicial que se sigue a losex-presidentes Calderón y Rodrí-guez. Como ya hemos indicado, seconstituye en un hecho simbólico queexpresa las dimensiones profundasy estructurales de la actual crisispolítica. Los escándalos tipificadoscomo peculado -o sea, la obtenciónde beneficios privados utilizandorecursos públicos- han puesto en lapicota a los principales jerarcas del

la habilidad y sabiduria para expresar los valores de la sencillez, la sensibilidad social y el calorhumano, que -al parecer- han sido parte del ethos cultural del costarricense, ahora venido a menos.

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PUSC y, siguiendo el efecto de cas-cada, arrastra a líderes del PLN. Semuestra así, una vez más, que elpaís ha venido siendo cago berna-do por las dos fuerzas políticasmayoritarias, independientementede cuál de ellas haya accedido alpoder. Es un poder bicéfalo queechó sus raíces en la "década pér-dida" de los años 80 y se ha pro-yectado hasta nuestros días.

Después de estos hechos, queprofundizaron la crisis del bipartidis-mo, asistimos a la consolidación dela estructura pluripartidaria. Treshechos específicos, en este senti-do, resultan relevantes: la disiden-cia de líderes del PLN de amplia tra-yectoria, incluyendo a un hijo delcaudillo Figueres Ferrer, don Maria-no Figueres y a un ex-secretariogeneral del PLN, don Luis Guiller-mo Salís; los intentos por constituirdirectorios legislativos pluripartidis-tas; y, más recientemente, la arti-culación política de las mujeres di-putadas con intenciones deconformar una papeleta pluriparti-daria, con rostro de mujer.

Si bien es cierto que la disiden-cia significativa de líderes importan-tes se ha dado tanto en el PUSCcomo en el PLN, en este último hasido en mayor número y, ante todo,mostrando no solo malestar e incon-formidad con los recientes hechosde corrupción en que han estadoimplicados miembros de su partido,sino con la orientación ideológica yla conducción política que ha veni-do asumiendo el Dr. Óscar Arias,candidato único después de la re-nuncia de su contendiente Antonio

Álvarez Desanti. Es muy significati-vo que quienes han renunciado alPLN, lo han justificado aduciendoque se han traicionado los princi-pios ideológicos y doctrinarios so-cial demócratas que fueron el ci-miento de dicho partido. Tal fue elplanteamiento contenido en la car-ta de renuncia firmada por don Ma-riano Figueres y don Luís Guiller-mo Salís. En esa misma direcciónse pronunciaron los miembros del"grupo de los diez", constituido porlíderes de amplia trayectoria, talescomo la ex-primera dama JosetteAltman, el ex-presidente de laCCSS Guido Miranda y el ex-minis-tro de Planificación Juan ManuelVillasuso; acaso en un último inten-to por retomar la bandera socialde-mócrata. Aduciendo criterios simi-lares renunciaron el ex-candidatoAntonio Álvarez Desanti y el dipu-tado José Miguel Corrales. Anteesta situación el candidato ÓscarArias se presenta como el líder quese propone refundar el PLN, con-tando con el apoyo -también- delíderes de trayectoria liberacionis-taoAmbos sectores consideran queha llegado el tiempo del cambio,aunque para impulsar ese cambiose planteen estrategias y objetivosdiferentes.

El candidato Arias y su grupohan decidido mantenerse bajo lasdiezmadas tiendas del partido, pro-curando hacer sintonizar los idealessocialdemócratas con las nuevasrealidades de una sociedad globa-lizada que, en su criterio, marca unnuevo derrotero de apertura comer-cial y modernización de la institu-cionalidad pública, incluida la

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"privatización" de algunas áreasestratégicas, hoy bajo el monopoliodel Estado. Se trata de una especiede aggiomamiento liberacionista.

Mientras que por el lado de losdisidentes tenemos a quienes sedisponen a llevar consigo los idea-les socialdemócratas -defendiendoal Estado social de derecho y a susinstituciones- a otras tiendas parti-darias. Tal es el caso de la decisióndel "grupo de los diez" de incorpo-rarse a las filas del PAC, para parti-cipar en la contienda electoral, aun-que insistiendo que no los muevenfines puramente electorales. Unatendencia similar parece estarsedando en el diputado Corrales quienfue invitado a postularse como elcandidato del Partido Unión Patrió-tica, constituido e impulsado por lafracción que se separó del PAC, lacual se encuentra bajo el liderazgodel diputado don Humberto Arce.Como puede apreciarse, la disiden-cia liberacionista ha venido a oxi-genar al pluripartidismo.

Dos elementos están gravitan-do con fuerza en la coyuntura polí-tica actual: el TLC con Estados Uni-dos (TLCAUSA) y la candidatura delex-presidente Arias. El TLCAUSAse está constituyendo en tema elec-toral de fondo y, por lo polémico quees, puede convertirse en el eje don-de mejor se expresen las posicio-nes ideológicas encontradas de las"nuevas" fuerzas político-electora-les. Por su parte, la candidatura de

don Óscar sin duda fue tambiénobjeto de polémica, por tres razo-nes fundamentales: su posición fa-vorable a la firma del TLC con USA,su estilo autárquico tradicional dehacer política y el cuestiona mientoa la legitimidad constitucional de lareelección presidencial.

Los otros hechos relevantes quemarcan el nuevo derrotero hacia elfortalecimiento del pluripartidismotienen como escenario la AsambleaLegislativa. Se trata, por una parte,de los persistentes intentos por con-formar directorios pluripartidístas",que todavía no alcanzan a superarlas tendencias hegemonistas delpartido en el poder, pero sí han te-nido logros en relativizarlo. Por otraparte, la iniciativa pluripartidista delas mujeres diputadas de conformaruna papeleta de consenso para te-ner acceso a puestos importantesen el directorio, representa, ademásde un hecho inédito, la fuerza deun sector cada vez más protagóni-co en la vida política nacional y concapacidad para articular propuestaspluripartidistas.

Podríamos ensayar la hipótesisde que las fortalezas del pluriparti-dismo no obedecen todavía a losméritos propios de los partidosemergentes y sus líderes. Sus divi-siones internas no son buena se-ñal y el liderazgo no logra entusias-mar y generar confianza. Más bienson el resultado, por una parte,de una ciudadanía que ha venido

7. En mayo de 1998 se dio un intento en esa dirección, que abortó por la venta del voto de tresdiputados minoritarios al partido gobernante, perdiéndose una valiosa oportunidad de crear un ante-cedente que marcara un nuevo derrotero en el estilo de hacer política por parte del primer poder de laRepública.

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aspirando de manera creciente aque se conforme una alternativapartidista con nuevos rostros y, antetodo, con propuestas más atrevidaspara encarar el desafío de construirun nuevo proyecto-país; por otra, sedebe a las debilidades mismas delbipartidismo, que si bien es ciertoen algunos momentos da muestrasde contar -todavía- con el favor delos electores, en verdad es quepesa más la sanción moral de queestá siendo objeto por parte deuna ciudadanía que cada vez pa-rece ganar más confianza en símisma, que en quienes pretendenrepresentarla.

Así las cosas, estamos ante unaciudadanía que se debate entre ladisposición generosa para llamar albipartidismo a repensarse y reha-cerse, y la decisión de aplicar uncastigo o lección, que podría con-ducir a fortalecer el pluripartidismo,incluso favoreciendo la elección deun candidato de consenso entrefuerzas políticas emergentes ideo-lógicamente cercanas, que vayanmás allá de las instancias partidis-tas. Se abre -entonces- una ven-tana de oportunidades político-elec-torales para una coalición defuerzas progresistas que retomen labandera de la dignidad, la sobera-

nía y la justicia social.

Del pluripartidismo a la nuevaestrategia de alianzas

El pluripartidismo, junto conotras fuerzas sociales que han asu-mido el perfil de un amplio movi-miento patriótico, en defensa de lasconquistas de un Estado social dederecho, vienen dando muestrascrecientes de interés y voluntad porllegar a una alianza político-partidis-ta. Cabe destacar, por una parte,que están sumando fuerzas alrede-dor de una posible alianza, el lide-razgo mostrado por los diputadosrepresentantes de dos fuerzas im-portantes: el PAC y Unión Patrióti-ca (UP). Con diferencias que pare-cieran obedecer a estilos deliderazgo y conducción política másque a la propuesta ideológica y pro-gramática, ambas instancias podríanestar dispuestas a contribuir con laconformación de una coalición.

A la anterior se podrían sumarlas fuerzas de la izquierda tradicio-nal y otras conformadas por peque-ños partidos interesados en dar suaporte para contribuir con la supe-ración -de una vez por todas- delbipartidismo. Por otra parte, tene-mos a algunos movimientos socia-les que vienen sumando energíaspara esta posible alianza. Nos re-ferimos al Movimiento por la De-fensa de la Institucionalidad, diri-gido por el ex-presidente RodrigoCarazo, que surgió al calor de lalucha contra la privatización del ICEy que ha prolongado sus accionesaportando críticamente al debatesobre el TLCAUSA; a la Comisión

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de Enlace, bajo la presidencia delsociólogo José Luis Vega Carballo,que aglutina a un amplio espectrode organizaciones de base; y al Mo-vimiento Cívico Nacional, que haemprendido la lucha contra la em-presa RTV y también contra el TL-CAUSA, entre otros.

La nueva estrategia de alianzaspuede ser vista obedeciendo a cua-tro factores o proyecciones socio-políticas: 1. la necesidad de presen-tar un frente amplio fuerte por partede los partidos minoritarios, habien-do reconocido estos su fracaso odebilidades electorales en la histo-ria poi ítico-electoral reciente delpaís;-2~lá· urgencia de ofrecer unaalternativa partidista que enfrente albipartidismo, exigida ya hace ratopor una ciudadanía cansada de"más de lo mismo"; 3. la necesidadde articular un nuevo proyecto polí-tico que sirva de base para el cam-bio en el sistema democrático, au-nado a la necesidad de darle formaa un nuevo proyecto de país y 4.encontrar una forma de contener aun candidato asentado sobre algu-nos elementos de legitimidad tradi-cional importantes, y percibido, porsus opositores, como el nuevo ros-tro político de los sectores neoligár-quicos transnacionalizados; es de-cir, con tendencias neoliberales.

La coyuntura actual puede resul-tar favorable para una coalición defuerzas políticas y sociales decidi-das a asumir el reto de proyectar lanueva sociedad costarricense. Esoparece estar en la agenda de quie-nes perciben que las dimensionesque asumen los retos sociopolíticos

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y culturales actuales rebasan -enmucho- las proyecciones cortopla-cistas de una próxima campañaelectoral. Ello apuntaría a relativi-zar una estrategia de alianzas decarácter puramente electoral, paraconstituir, más bien, una gran pla-taforma de pensamiento y accionesdirigidas a repensar los cimientosde esa nueva sociedad. Sin embar-go, para tal objetivo de largo plazo,la coyuntura actual puede resultarfavorable siempre y cuando el es-píritu que anime a los diversos par-tidos y sectores sea, precisamen-te, esa visión de futuro y, ante todo,el sentimiento de patriotismo en ladefensa de los logros sociales delpaís y la búsqueda de elevar el ni-vel de vida digna para quienes elactual estado de cosas se ha vuel-to insoportable.

Si bien es cierto, como han ve-nido señalando los analistas y ex-pertos, una estrategia de alianzaspluripartidistas y plurisectoriales re-quiere la superación de los perso-nalismos tan arraigados en nuestracultura costarricense, y una agen-da común compartida que asumalos principales desafíos que presen-ta el país en la actual coyuntura, esfundamental -también- contar conuna mayor participación de la ciu-dadanía. Esta alianza ha de ser,entonces, expresión fiel de la nue-va ciudadanía que se está configu-rando y a la que hay que fortalecer.Se trata del protagonismo exigidopor sectores y ciudadanos hastaahora concebidos como de segun-da y de tercera clase, subestima-dos por una tecnocracia e intelec-tualidad elitistas -y arribistas- que

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no ha sabido sopesar el valor y lafuerza creadora de la ciudadanía engeneral.

Sin una nueva ciudadanía polí-tica, que es también decir un nue-vo sujeto político, las transformacio-nes que se requieren tardarán mástiempo del que aquellos sectorespodrán soportar. Y, entonces, esta-remos a las puertas de un conflictode proporciones insospechadas. Es

por ello, que una coalición de parti-dos y sectores con visión de futuroy espíritu patriótico puede constituir-se en el eslabón necesario, no sólopara superar el bipartidismo, sinopara servir a ese gran objetivo deconstrucción de esa nueva ciuda-danía política, sin la cual cualquierproyecto de nueva sociedad o país,por más bien concebido que sea,se convertirá en letra muerta.

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