cristian alarcon otros caparros mas criterios cronica

7/30/2019 Cristian Alarcon Otros Caparros Mas Criterios Cronica

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LITERATURA No ficcin 19/10/12

El rol de la crnica en Amrica Latina El Encuentro de la Fundacin Gabriel GarcaMrquez y Conaculta promovi la discusinsobre la narrativa de lo real y su adaptacin ala nueva identidad latinoamericana.POR JULIAN GORODISCHER- Enviado AMxico DF

NUEVOS CRONISTAS DE INDIAS. Los jvenesperiodistas y sus maestros discutieron qusignifica narrar la realidad.MS INFORMACIN

Manifestar lo oculto
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La bofetada a los juglares Ultima impresin de ciudad-crnica: el

consenso innecesario Del estilo al compromiso social Nuevos Cronistas de Indias 2, un encuentro

internacional para analizar y promover lacrnica

Qu, cmo, sobre qu y de qu manera escribir enel campo de la narrativa de realidad parasintonizar con las ciudades desmembradas, laexclusin y la miseria, los narcos y la legalizacinprogresiva del consumo de drogas, laconcentracin de poder pero tambin los nuevosflujos migratorios, el consumo y lasfalsificaciones, la explosin de expresiones

culturales y la privatizacin de los recursosnaturales que caracterizan al siglolatinoamericano?Maestros veteranos y promesas del periodismosub 31, editores de medios independientes eintegrantes de la Fundacin Garca Mrquez paraun Nuevo Periodismo Iberoamericano, que dirigeel colombiano Jaime Abello Banfi, despuntaronconsignas y previsiones repartidas entre losdebates cerrados en el monumental Castillo de
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Chapultepec y los coloquios abiertos del Museo de Antropologa, en Mxico D.F.Boris Muoz, autor venezolano deLa ley de lacalle y Despachos del Imperio y ex becarioNieman (Harvard) incita a la tropa: Escribandesde el compromiso con la resistencia,manteniendo una congruencia intelectual,identificados con un lugar y un tiempo. Precisa Santiago Gamboa (autorde Necrpolis y Plegarias nocturnas ): ComoRimbaud dijo al viajero: las historias quedebemos buscar estn en las ciudadesesplndidas. Miradas pretendidamente neutras implican unatoma de partida ideolgica: En un mundo que

planta ms antenas que rboles, lo peor quepuede pasarnos es quedar encerrados dentro delcerco de la aristocracia de la subjetividad, arrojael argentino Mancini (Pablo, Amphibia). Recibe y devuelve la peruana Gaby Wiener (Nuevelunas ), desde el ncleo duro de la aristocracia dela prosa: Martn Caparrs ha dicho reiteradas veces en este encuentro que cuando un cronistaempieza a hablar ms de s mismo que de lahistoria, deja de ser un cronista. Discrepo. Creoque es peligroso seguir viendo a estas crnicascomo elementos ajenos e infiltrados, cuando es


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un hecho que compartimos medios y lectores.Pasamos horas de horas tratando dedelimitarnos, de estrechar los mrgenes del

gnero. No sera ms aburrida la crnica siexpulsramos del club a los que a veces les da porhablar de s mismos? Hace cuatro aos replica Caparrs, en otro espacio y tiempo meincomod la vanidad. Es nuestro trabajoescaparnos de eso.

Pasan los das y persisten los intentos de definirun estado del campo as como las nuevascondiciones de produccin del gnero en elcontinente que nos toca.Ilustra Juan Ignacio Boido (director de Radar,autor de El ltimo joven ): Hoy la primerapersona es casi la tarjeta de presentacin decualquier periodista que escribe crnica. Nuestrageneracin estaba ceida por el papel. Hoy Internet permite que 20 mil o 30 mil caracteressea casi aclararse la garganta. Apoya la mocin en cuanto a lo de las miradas y escriturasexpandidas la acadmica mexicana Rossana

Reguillo: La crnica, animal de profundidadcapaz de sumergirse en lo ms hondo, oscuro,doloroso, apestoso, y terrible, pero tambin en losluminosos stanos de la sociedad, cuyo arteconsiste en la ligereza con la que sale a la


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superficie derivada de la solidez de su saber pararealizar una crnica distinta que ayude acomprender el mundo, en re ferencia al sitio

Anfibia del chileno-argentino Cristian Alarcn. Acto ineludible: la mirada vira hacia atrs paraidentificar referentes inmediatos que iluminenpasos prximos. Se focaliza en un puado denombres desde el colombiano Gabriel GarcaMrquez hasta la anfitriona Elena Poniatowska (y

en Lemebel, Caparrs, Moreno, Cozarinsky,Snchez...) pero con una vuelta obligatoria almismo nombre, a esta altura y post mortem,ultra-cannico: Trajo lo marginal al centro, dio visibilidad a temas que para muchos resultaban vedados. Todo esto, logrado con una narrativa y una visin aguda y cosmopolita del mundo,

tributa el mexicano Guillermo Osorno (directorde Gatopardo) al tambin mexicano Monsivis.La lista de deudores y agradecidos a Monsi es msamplia que los turnos para recordarlo, y atraviesa jerarquas y trayectorias, involucrando a la propiaPoniatowska en el homenaje colectivo: Durantelos ltimos 30 aos result indispensable tanto enlos actos universitarios como en losmultitudinarios porque reseaba tanto lastragedias nacionales como las glorias de lafarndula y si coma con el rector Ramn de laFuente en la torre de Rectora, cenaba con


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Madonna. Salir en la foto con Monsi era unaconsagracin, salir con Madonna, una muy probable excomunin. Sergio Ramrez

(Nicaragua) agrega un ineludible al crculo de losprceres que prefiguraron el presente del gnero:Kapuscinski reuni en s mismo muchos oficios ala vez, algo que proviene del propio Herdoto,que tambin fue explorador, viajero, cronista,reportero, narrador literario, y periodista, y por lafuerza de la necesidad, gegrafo, arquelogo,etnlogo y paleontlogo, pues al poner pie fuerade las fronteras conocidas, se vea en laimprescindible necesidad de comportarse comoun descubridor obligado al registro de todo lo

visto y odo. Y, entre tanto, a la par del crecimiento de la violencia, proliferan sitios y revistas con cada vezms despliegue de informaciones policiales,motivadas cree Carlos Dada, director delperidico salvadoreo El Faro en que ya no sonhechos aislados. Por eso sigue decidimos en elperidico hacer un espacio llamado Sala Negra,donde hay trabajos de crnica y reportajes msprofundos sobre el crimen. Narrar, sintetizan loscronistas del rubro: catarsis, resistencia, grito,forma de pedir y/u ofrecer ayuda.


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LITERATURA No ficcin 19/10/12

Manifestar lo oculto POR ELENA PONIATOWSKA

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La crnica en Amrica Latina responde a unanecesidad: manifestar lo oculto, denunciar loindecible, observar lo que nadie quiere ver,

escribir la historia de quienes aparentemente nola tienen, de los que no cuentan con la menoroportunidad de hacerse or. La crnica refleja msque ningn otro gnero los problemas sociales, lacorrupcin de un pas, la situacin de losolvidados de siempre. Sus hallazgos bien puedensaltar a la novela y por lo tanto resultan muy difciles de encasillar. No es ficcin o es ficcin oes las dos cosas? Monsivis nunca se preocuppor encontrarle solucin a este rompecabezas.Carlos Monsivis es, sin lugar a dudas, el mayorcronista de nuestro pas, y, en lo particular, de
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esta ciudad (prueba de ello es el dominio quelogra al describirla en Los rituales del caos. Conl, los lectores encuentran un nuevo lenguaje,

Monsivis le pone casa nueva a un periodismoanquilosado y tramposo. Logra integrar a losmaestros, a los trabajadores, electricistas,petroleros, a los empleados bancarios.Monsivis nunca quiso ser novelista, aunque ensus principios escribi alguna que otra poesa,

algn que otro cuento que probablementeconserve Jos Emilio Pacheco. Monsivis influyede manera significativa en la opinin pblica alpitorrearse de las declaraciones de polticos,empresarios, obispos, embajadores, diputados y dems personajes de la llamada vida nacional aquienes su lucidez endemoniada exhibi con suspropias palabras. Crtico, analista de losacontecimientos polticos y sociales, bigrafotanto de celebridades, Monsivis es el testigo detodo evento: terremoto, masacre, inundacin,protesta, marcha, coloquio, conferencia, mesaredonda, simposio o manifestacin pblica.Durante los ltimos 30 aos resultindispensable tanto en los actos universitarioscomo en los multitudinarios porque reseabatanto las tragedias nacionales como las glorias dela farndula y si coma con el rector Ramn de laFuente en la torre de Rectora, cenaba con


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Madonna. Salir en la foto con Monsi era unaconsagracin, salir con Madonna, una muy probable excomunin.*Discurso inaugural del encuentro.

LITERATURA 17/10/12 - 19:47

La bofetada a los juglares Ajena al brillo que involucra la definicin de"cronista", la chilena Roco Montes,integrante del contingente de Mxico DF, sedesmarca: "Hay quienes preferimosdefinirnos como periodistas a secas quepretenden capturar un trozo de realidad quemerece ser contada, investigarla como quiendisecciona a un muerto".POR POR ROCO MONTES

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1 de 3Elena Poniatowska, junto a Fabrizio MejaMadrid, Daro jaramillo y Agudelo (en la foto) yms de 80 expositores discutieron las nuevasconfiguraciones de la crnica.

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MS INFORMACIN Ultima impresin de ciudad-crnica: el

consenso innecesario Del estilo al compromiso social Mi propio Mxico privado

El "Pronunciamiento de Mxico" El encuentro en diez frases Autodefinirse como cronista no es un ejerciciofcil para algunos periodistas latinoamericanosque hemos visto cmo el gnero, que admiramos
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profundamente por complejo, ambicioso y siempre trascendente, ha sido profanado porquienes escriben bajo frmulas literarias

probadas y se amparan en la rareza por la rarezapara ganar fama y lectores. En Chile, donde nac,crec y trabajo, el concepto ha sido capturado parareferirse a quienes relatan historias irrelevantes -de mujeres barbudas, como dice Jon Lee Anderson- que son aplaudidas y premiadas porparte del gremio con la misma facilidad con quepasan al olvido.

Si eso es ser cronista si ellos ganan y eso es sercronista- hay quienes preferimos definirnos comoperiodistas a secas que pretenden capturar untrozo de realidad que merece ser contada,investigarla como quien disecciona a un muerto,sacarla del anonimato y escribirla con elpropsito genuino de que a alguien aunque sea auna sola persona- le sirva para entender mejor eltiempo que le toc vivir o para lo que sea. Si esoes ser cronista si ser cronista es ser parte de unclub de elegidos que usan los adjetivos con

destreza y escriben sobre marginalidad porque vende y resulta el da de maana tendrn raznlos editores que arrugan la nariz cuando uno desus redactores habla del gnero.


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El encuentro a puerta cerrada del Castillo deChapultepec, sin embargo, fue, creo, una bofetadaa los juglares que han contribuido a alimentar el

prejuicio de que la crnica o como se le llame endiversos pases del mundo a los textos de noficcin bien investigados y contados- es vana eintil.

Durante tres maanas consecutivas, del mircoles10 al viernes 12 de octubre, cerca de 100periodistas iberoamericanos nos reunimos en elpalacio mexicano sin acceso Internet,concentrados al mximo y solamenteinterrumpidos por recesos breves para el caf y ms conversacin- con el objetivo espontneo deresponder dos preguntas fundamentales, comoescribi Martn Caparrs en su discurso de cierre:De qu hablamos cuando escribimos unacrnica?para qu?

El grupo era diverso en nacionalidades, acentos,perspectivas, estilos, intereses edades, egolatras y estaba compuesto, como suele suceder en casi

todos los campos profesionales, por menosmujeres que hombres. Entre los invitados, lamexicana Marcela Turatti, de revista Proceso,quien se ha propuesto contar las historias de las vctimas del narcotrfico en un pas donde el


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buen periodismo se castiga con desapariciones y asesinatos. Carlos Dada y Oscar Martnez,salvadoreos los dos, que desde ElFaro.net se han

introducido en las entraas de la violencia y elcrimen organizado en Centroamrica como nadienunca nunca- se haba atrevido. La colombianaOlga Luca Lozano, de Lasillavacia.com, que busca nuevas frmulas para que el periodismonarrativo tenga espacio en las plataformasdigitales. Hace algunas semanas lanzProyectorosa.com, una experiencia multimediapara visibilizar las historias de las vctimas de la violencia en Colombia. Denuncia?relatos biencontados? Las dos cosas a la vez. Y como ellos,tantos otros

Si hoy en da al resto del mundo le importa poco y nada lo que ocurre en Latinoamrica salvo por elatractivo de los tpicos y el inters de algunascabeceras de salvaguardar sus respectivas billeteras- imagino que esta situacin cambiaren el corto plazo si el periodismo que se ejerce en

el continente logra contagiarse de la vanguardiaatrevida y siempre relevante- que vi duranteesos tres das en el encuentro Nuevos Cronistasde Indias 2.


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No se trata de que no haya espacio para lo raropor lo raro: en Latinoamrica sabemos que laintolerancia y los sectarismos cuestan caro.

Simplemente, de saber de qu lado de la acerauna se instala como periodista. Y elegir

La escritora Elena Poniatowska, en un discursoinaugural, se defini: Soy mujer, soy subjetiva y emocional. Yo tambin. Y es por ello que, aunqueno hubo consenso sobre las dos preguntasfundamentales de las que hablaba Caparrs -dequ hablamos cuando escribimos y para qu- yome quedo con el trozo que me interesa: la crnicade Latinoamrica se ha hecho mayor y no lepertenece solamente- a los juglares. Es lo quepretendo contar en la redaccin de Santiago deChile y a mis colegas y amigos del otro lado del Atlntico. Resultar, supongo, especialmentemotivante, en das en que algunas redaccioneseuropeas sufren despidos masivos y la frustracinque atraviesa a todas las generaciones deperiodistas los lleva a preguntarse y con razn-si realmente vale la pena continuar ejerciendo el

oficio. Yo creo que s. LITERATURA 17/10/12 - 17:17
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Ultima impresin de ciudad -crnica: elconsenso innecesario Ir al Encuentro de Nuevos Cronistas deIndias fue como ir a la Copa Amrica. Con unadiferencia clave, este fue un choque en el quetodos ganamos, jalamos ms parejo y para elmismo lado, escribe el ecuatoriano de lacomitiva, reunida en Mxico DF para discutir yreinventar las claves del gnero.POR JUAN FERNANDO ANDRADE

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NUEVOS CRONISTAS DE INDIAS 2. Losprincipales referentes del gnero enLatinoamrica se reunieron en el Castillo deChapultepec (foto) a debatir las claves quemarcan el relato de realidad en la actualidad.


MS INFORMACIN Nuevos Cronistas de Indias 2, un encuentro

internacional para analizar y promover lacrnica

El encuentro en diez frases El "Pronunciamiento de Mxico" Mi propio Mxico privado Del estilo al compromiso social Lo dije y lo sostengo: ir al Encuentro de NuevosCronistas de Indias fue como ir a la Copa
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Amrica. Con una diferencia clave, este fue unchoque en el que todos ganamos, jalamos msparejo y para el mismo lado. Lo curioso es que

cada uno jala desde sus principios y estdispuesto a desollarse las manos con la soga desus preocupaciones. Y es sobre esa cuerda tensapor donde caminamos.

En la fiesta de clausura un colega se me acerc y me dijo, en algn lugar entre el vodka y la salsa,que el periodismo puede hacer cambios, que unodebe ocuparse de los temas que le afectan a lamayora, mejorar o intentar mejorar el mundoque nos toc. Yo le dije s, perfecto, pero t tienestu mundo y yo el mo y en el universo hay espaciopara ambos. Mi apreciacin hippie no le causgracia, a tal punto que me dijo, de la manera msamable, que estaba dispuesto a que nos fajemosen la calle si con ello logrbamos estar endesacuerdo. No peleamos. Al contrario, brindamos, como suele ocurrir en ese tipo deeventos. Pero fue evidente que cada uno tena suesquina.

Cuando me preguntan por qu no persigo temasserios, por qu no hablo del poder o de lospoderosos, siento lo mismo que cuando mi mamme reclama porque no me hice mdico. Si yo


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fuera doctor habra ms muertos al da, as desimple. De la misma manera, creo, uno debeenfocar el poco o mucho talento que tiene en

aquellos temas que lo hacen tropezar en la calle,olvidar las llaves dentro del departamento oponerse las mismas medias toda la semana. Estopuede ser un negociado petrolero entreLatinoamrica y Asia o, digamos, la biografadefinitiva de Charly Garca. El tema no te hacems o menos periodista. El tema, al final, no es eltema. Se trata del escritor o periodista o comoquieran llamarle, se trata de las horas que pasainvestigando, redactando, leyendo en voz alta unprrafo maldito hasta que suene como unacancin.

Se dijo que no vale la pena escribir sobre losfreaks y yo me puse a pensar en El hombreelefante, la pelcula de David Lynch, y en que esaes una crnica oscuramente tierna einhumanamente humana. Se habl de las intrigasal interior de las multinacionales que envenenana la poblacin con sus negociados, y yo no pude

estar ms de acuerdo con esa batalla perotambin pens en cunta gente, da a da, minutoa minuto, es afectada o quizs hasta contaminadapor sustancias como el reggaetn y nadie, oparece que nadie, se va de gira con Daddy Yankee


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para contar su historia y saber cmo los versosElla explota como en Irak / Guilla como pipa decrack / Mami vente al Web Cam pueden seducir

a miles de latinoamericanos. Cmo pueden esaslneas moldear la moral de un continente?

Durante tres das intensos, que sospecho tuvieronms horas que los dems das, se habl de crnicaen el Castillo de Chapultepec y en el Museo de Antropologa de la Ciudad de Mxico. Y si algoqued me qued claro es que el gnero nonecesita consenso sino debate. Y quizs haga faltapartirnos la cara para luego abrazarnos hinchados y sangrantes antes de sentarnos a conversar. Ya sinos vamos a romper las narices mejor que sea poruna buena causa.

LITERATURA No ficcin 16/10/12 - 19:25

Del estilo al compromiso social En esta segunda entrega sobre el Encuentrode Nuevos Cronistas de Indias 2, organizado

por Fundacin Gabriel Garca Mrquez yConaculta en Mxico DF, la cronista peruanaGabriela Wiener releva las crnicas que lecambiaron la vida y hace un llamamiento porla libertad de estilo. El argentino Sebastin
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Hacher pasa revista a las perlas que ledejaron los debates cerrados del Castillo deChapultepec y los coloquios abiertos delMuseo de Antropologa. Y todos los cronistaspresentes firman el pronunciamiento deMxico, en el que reclaman por el cese a laviolencia contra periodistas.


NUEVOS CRONISTAS DE INDIAS 2. Losprincipales referentes del gnero en
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Latinoamrica se reunieron en el Castillo deChapultepec (foto) a debatir las claves quemarcan el relato de realidad en la actualidad.


MS INFORMACIN El "Pronunciamiento de Mxico" Mi propio Mxico privado Mis crnicas ejemplares

Por Gabriela Wiener Alan Pauls, en Mi vida como hombre, asistiendoa un taller en el que se renen tos parareconstruirse emocionalmente tras haber perdidomujer, hijos y profesin por tratar de seguirsiendo hombres, est poniendo el foco sobre losnuevos hombres que rechazan seguir encarnandoel viejo modelo masculino hegemnico. JosefinaLicitra en Escrito en el cuerpo, narra la historiade su cara, de sus malformaciones y cicatrices, y hablando de su particularidad fsica nos habla delrespeto por la diferencia. Carolina Aguirre hace

una feroz crtica a la cultura ligthen Espejitoespejito, el testimonio inteligente, lleno dehumor y lucidez de una persona con sobrepesoque se somete a una operacin de vientre y gritaal mundo su verdad silenciada. Alma
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Guillermoprieto en La Habana en el espejoescribiendo sobre su fracaso como bailarina enCuba tambin escribe sobre otros fracasos, por

ejemplo, los nada sutiles de la revolucin cubana,de los cambios y de lo que nunca cambia. PhilipeLopate describe minuciosamente cada parte de sucuerpo en Retrato de mi cuerpo, un compendiosarcstico tambin de sus renuncias comohombre y de su descreimiento. Edmundo PazSoldn en Suicidas, escribe sobre los altosndices de suicidio en el campus universitariodonde trabaja y sobre su propia tentacin. AlbertoFuguet en Missing, una crnica sobre su toperdido y la investigacin que emprende paraencontrarlo, cuenta en realidad la historia de esosmigrantes en EEUU que no existen, que nuncasern americanos y tampoco volvern a suspases, el otro lado del sueo americano.Emmanuel Carrere, en Vidas ajenas, escribesobre la prdida que sufren los otros, una parejaque pierde una hija, por un lado, y unos nios quepierden a su madre.

Ayer Julin Gorodischer sealaba ciertas vertientes novedosas de la crnica y sus puntos deencuentro con otras muchas manifestaciones dela cultura contempornea. Comparto esas mismas


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preocupaciones. Comentaba l que en los mediosmasivos existen actualmente espacios para lascrnicas personales, esas que se mueven en la

frontera de lo pblico y lo privado. Hay demandade este tipo de historias tambin en las revistastradicionales de crnicas (Soho, Etiqueta Negra,Malpensante) que acogen crnicas testimoniales,experimentos de inmersin, ensayos personales ocrnicas donde la memoria tiene un papel central. Y si hay demanda en los medios es porque loslectores tambin quieren leer estas historias.Martn Caparrs ha dicho reiteradas veces en esteencuentro que cuando un cronista empieza ahablar ms de s mismo que de la historia, deja deser un cronista. Discrepo. Creo que es peligrososeguir viendo a estas crnicas como elementosajenos e infiltrados, cuando es un hecho quecompartimos medios y lectores. Pasamos horasde horas tratando de delimitarnos, de estrecharlos mrgenes del gnero. No sera ms aburridala crnica si expulsramos del club a los que a

veces les da por hablar de s mismos? Yo creoque todos los autores que he mencionado,

grandes escritores y cronistas, nunca hablan solode s mismos. Si lo hacen bien, en realidad hablansobre nosotros, sobre todos. Y si conectan con lagente es porque estos autores se muestran, seexponen, y al hacerlo, los lectores ven reflejadas


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en esas experiencias sus propias vidas. A m megustara que en lugar de discutir tanto sobre loslmites del gnero y las recetas de cocina de la

crnica, creramos tambin espacios donde de vez en cuando se consideren temas de reflexin y anlisis las historias que hablan en primerapersona, las obras de autores que han hecho de smismos la materia de su obra. Me gustaraescuchar lo que tienen que decir Mara Moreno,Pedro Lemebel o cualquiera de los yamencionados sobre el proceso de produccin desus crnicas. Penetrar en los asuntos que nos sonms familiares e ntimos es un ejercicio complejo y riesgoso, pero estoy convencida de queperseguimos lo mismo que los cronistas quehablan de lo que est all afuera, y creo quepodramos llamarlo verdad, un sentidoprofundo de lo humano y una experienciapersonal que se descubra sorprendentementeuniversal.

LITERATURA No ficcin 15/10/12 - 19:26

Nuevos Cronistas de Indias 2, un encuentrointernacional para analizar y promover lacrnica
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Congregados en Mxico DF por la FundacinGarca Mrquez y CONACULTA, losprincipales autores, editores y promotores delperiodismo narrativo de Iberoamricadiscutieron el estado actual de la crnica y elrol socio cultural del gnero en la bsqueda yconsolidacin de una identidadlatinoamericana. Entre los valiosos aportes dems de 80 expositores -entre los que sedestacan Daro Jaramillo Agudelo, Jon LeeAnderson, Cristian Alarcn, Santiago Gamboay Guillermo Osorno-, quienes revisaron lasformas, los desafos y las cuentas pendientesrelacionados con la no ficcin contiental, comparte con sus lectores, en esta primeraentrega, fragmentos de los discursos de dos

maestros indispensables del campo, laescritora mexicana Elena Poniatowska, quienfue la encargada de inaugurar los coloquios, yel de cierre a cargo de Martn Caparrs.

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Imgenes
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1 de 3NUEVOS CRONISTAS DE INDIAS 2. Losprincipales referentes del gnero enLatinoamrica se reunieron en el Castillo deChapultepec (foto) a debatir las claves quemarcan el relato de realidad en la actualidad.


MS INFORMACIN El encuentro en diez frases UN PUNTO DE PARTIDA

Por Martn Caparrs

Hubo un cambio: creo que hace cuatro aos, laprimera vez que reunimos nuevos cronistas deindias, nuestra preocupacin principal eraconvencernos de que existamos, de que ramos,de qu eramos. Tratbamos de completar la
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fundacin y, por eso, en esos das, la discusincentral consista, ms que nada, en saber de quhablbamos cuando hablamos de crnicas, y nos

dedicbamos a reconocernos los unos a los otros.Siempre pasa: cuando uno no est seguro de ser,sobreacta. Recuerdo que eso me caus algnproblema (...).(...) Yo reacciono: es lo que hago en la vida, meparece. Entonces reaccion contra ese exceso de

orgullo que se deba, supongo, a nuestra etapaadolescente: queramos que nos reconocieran.Pero pasaron cuatro aos. Nos hicimos msgrandes. En el medio tuvimos ese famoso xito deestima. Se nos pas supongo, espero esesndrome adolescente. Se han publicadoantologas de crnica, abundan los cursos decrnica, aparecen tesis que estudian la crnica,nos reunimos en un castillo del Imperio: ah estnlas posibilidades y el peligro. Aprendimos,entretanto, que aquella funcin de romper elsilencio ahora qued ms bien en manos de lasredes sociales, de la virtualidad inmediata. Hacecuatro aos la irrupcin de esos medios nosproblematizaba; los debatamos, nos debatamos,los temamos. Ahora, tantos twits ms tarde, yano los discutimos: pensamos cmo hacer paraaprovecharlos.


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El peligro, dijo alguien, de caer en la tentacin dearmar la Freaks Collection: una galera de raros,de singulares, de atracciones de feria. O el paseo

autocomplaciente: la crnica en su formatocuando yo cada vez mejor escrita, mscompuesta. El peligro de que las maneras de lacrnica se vuelvan manierismos.Otros dijeron queeso no eran peligros sino libertades. En todo casohubo cierto consenso en huir de unempecinamiento en la miseria que ya no suelecumplir con las metas que busca, y buscarle otrosmodos. E insistir en contar el poder de otramanera. Y, entre esos poderes, uno que por aqu se cuentamucho porque cuenta mucho: el poder de la violencia, bandas, narcos. Por momentos,tambin, intentamos pensar para quin lohacamos, ahora que la audiencia se ve cada vezms, ahora que vemos leyendo a los lectores. Alguien deca que la crnica era para lites. Y quin le contestaba que los diarios tambin eranproductos de nicho: 120.000 ejemplares en unpas de 100 millones de habitantes demuestranque la cantidad no siempre es el valordeterminante (...)


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(...) Y que no hay por qu innovar en las formasde la crnica, dijeron varios: hubo cierto consensoraro en que es mejor no cambiar mucho la

manera en que las crnicas se hacen, sepresentan. Y un joven ecuatoriano, Andrade: que elproblema no es el gnero crnica y sus cambios;que la pelea es conseguir que seamos distintosentre nosotros, que cada cual escriba con su voz.

Y yo creo que eso sera, si es, una prueba de quehemos llegado a alguna parte. Digo: a un punto departida. Hubo, tambin hubo sobre todo ,cruces, propuestas, contactos, ms trabajo deredes. Uno de los cronistas ms jvenes me decaque ya se haba conectado con tres editores conlos que quiz podra hacer algo. Otros armabanlibros, otros mejoraban sus pginas virtuales; lafundacin Garca Mrquez lanz su web decronistas, la fundacin TEM su beca en alianzacon Soho, ms encuentros, cantidad de proyectos.Son retazos, jirones de cuatro das tan aceleradosque terminaremos de or lo que dijimos en

semanas, meses (...).

DENUNCIAR LO INDECIBLE


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Por Elena Poniatowska La crnica en Amrica Latina responde a unanecesidad: manifestar lo oculto, denunciar loindecible, observar lo que nadie quiere ver,escribir la historia de quienes aparentemente nola tienen, de los que no cuentan con la menoroportunidad de hacerse or. La crnica refleja msque ningn otro gnero los problemas sociales, lacorrupcin de un pas, la situacin de los

olvidados de siempre. Sus hallazgos bien puedensaltar a la novela y por lo tanto resultan muy difciles de encasillar. No es ficcin o es ficcin oes las dos cosas? Monsivis nunca se preocuppor encontrarle solucin a este rompecabezas.Carlos Monsivis es, sin lugar a dudas, el mayorcronista de nuestro pas, y, en lo particular, deesta ciudad (prueba de ello es el dominio quelogra al describirla en Los rituales del caos, quetambin habra podido llamar Compendio decatstrofes mexicanas). Con l, los lectoresencuentran un nuevo lenguaje, Monsivis le ponecasa nueva a un periodismo anquilosado y

tramposo. Logra integrar a los maestros, a lostrabajadores, electricistas, petroleros, a losempleados bancarios, a los jvenes que lo leen enun pas analfabeta que an no cuenta con unaclase media.


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Monsivis nunca quiso ser novelista, aunque ensus principios escribi alguna que otra poesa,algn que otro cuento que probablemente

conserve Jos Emilio Pacheco. Monsivis influyede manera significativa en la opinin pblica alpitorrearse de las declaraciones de polticos,empresarios, obispos, embajadores, diputados y dems personajes de la llamada vida nacional aquienes su lucidez endemoniada exhibi con suspropias palabras.Crtico, analista de los acontecimientos polticos y sociales, bigrafo tanto de celebridades (deSalvador Novo a Luis Miguel, pasando porSpencer Tunik y Octavio Paz), Monsivis es eltestigo de todo evento: terremoto, masacre,inundacin, protesta, marcha, coloquio,conferencia, mesa redonda, simposio omanifestacin pblica. Siempre he pensado que sia l le gust tanto que Spencer Tunik desnudara alos mexicanos en el Zcalo y a las mexicanas viejas y jvenes en la Casa Azul en honor a FridaKahlo, es porque l habra querido hacerlo (ascomo se disfrazaba de obispo) pero suprotestantismo no se lo permiti.Durante los ltimos 30 aos resultindispensable tanto en los actos universitarioscomo en los multitudinarios porque reseaba


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tanto las tragedias nacionales como las glorias dela farndula y si coma con el rector Ramn de laFuente en la torre de Rectora, cenaba con

Madonna. Salir en la foto con Monsi era unaconsagracin, salir con Madonna, una muy probable excomunin.Hoy ya no nos acompaa la risa de Carlos y sudespeinada cabellera blanca. No por nada JosLuis Cuevas lo dibuja como un Quevedo

Posmoderno, que puede darse el lujo de burlarsede quien le d la gana o deshacer a su mejoramigo sin que se enoje. Sus juicios definieron alos grandes acontecimientos y por lo generaltenan que ver con la buena conducta poltica y con la moral. Lo llamaban para ser elcomentarista de cuanto suceso importante enMxico porque sin l no quedaban consignados.En el concierto de Pavarotti en el Palacio deBellas Artes, al referirse a quienes lo vieron enuna pantalla gigante en la calle a pesar de lalluvia,sentenci: Este es el mejor pblico porque vienea ver, no a que lo vean.

Yo ya no leo novelas -me dijo hace aos- perohar un esfuerzo sobrehumano para tuTinsima. Slo lees crnicas? S, el documento es el arte del futuro.


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Monsivis ponder a Tom Wolfe, a NormanMailer, a Truman Capote. Analiz el New Journalism porque lo que l haca tena mucho

que ver con el nuevo periodismo y con el modo enel que utilizaba su informacin que al final decuentas era una forma de denuncia y sobre todode lucha. l tena a sus informantes (entre otros

yo, a ver, dime qu sabes, qu viste, qu tedijeron) pero a todo le daba un nuevotratamiento y los burdos informes setransformaban en sus crnicas en materiamemorable. Alguna vez hablamos de Studs Terkel, ganadordel Premio Pulitzer por su The Good War: AnOral History of World War Two y autor deWorking, porque Hugo Hiriart me consej:

Deberas hacer un libro sobre el trabajo enMxico, entrevistar a una enfermera y a unminero, a un cantinero y a un taxista, los grandessujetos de la llamada oral history o literaturaoral, como habra de hacerlo ms tarde OscarLewis con Los Hijos de Snchez. La voz de losllamados sin voz es una fuente formidable deenriquecimiento. Remiten a una historia colectiva y permiten hacer claro, dentro de laslimitaciones de cada escritor- periodismo deinvestigacin, de denuncia, de resistencia quesuele llamarse poltico.


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Durante toda su vida, Monsivis fue unperiodista-denunciante, o si a alguien le molestalo de periodista, un escritor-denunciante. Reuni

a quienes consideraba cronistas y rindihomenaje a sus colegas en A ustedes les consta, Antologa de la crnica en Mxico, lanzada por laEditorial ERA en 1980 (aunque la UNAM publicuna primera versin en 1979) en la que recoge y juzga a la crnica en Mxico a travs de dos siglos,desde 1906 hasta 1979 y va de Manuel Payno,Guillermo Prieto, Francisco Zarco hasta HermannBellinghausen, Jos Joaqun Blanco, Jaime Avils y el ms joven Fabrizio Meja Madrid.Todos estos escritores -fogueados por la escueladel periodismo, a decir de Federico Campbell -adems de resear acontecimientos de nuestra vida diaria, reflejan a su poca y, en algunoscasos, han sido factores de cambio como en eldibujante o monero Gabriel Vargas, que marca los mexicanos con su historieta La familiaBurrn. Cristeta Tacuche es una de mis heronas.Por cierto que el apoyo de Monsivis a loscaricaturistas result tan valioso como lareciprocidad, por ejemplo, de un artista de la tallade Rafael Barajas, El Fisgn, quien resultdefinitivo en la creacin del Museo delEstanquillo, el de las colecciones monsivaisianas.Finalmente, los caricaturistas son grandes


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historiadores y les aconsejo a todos leer a ElFisgn, que es ms elocuente que cualquiercuentista.

Jos Joaqun Blanco es el autor de dos librosnotables, entre otros, Funcin de media noche y Un chavo bien helado. Su stira de los rich and beautiful es memorable y su denuncia de lasoligarquas analfabetas, que Daniela Rossellretrat en su libro Ricas y famosas, es un

compendio de la imbecilidad de la alta burguesaque nos gobierna desde su prepotencia sexenal.Por otro lado tambin se ocupa de la cultura quecorre por las calles y se extasa ante la creatividadde compositores como Prez Botija y JuanGabriel, que nos brindan canciones de tan difcilcomprensin como: Te quiero mucho, mucho/

Desde hace mucho tiempo,/ Te quiero mucho,mucho/ Desde el primer te quiero,/Te quieromucho, mucho/ Desde que ests conmigo,/ Tequiero mucho, mucho/ Desde que estoy contigo/. Estas sesudas reflexiones hacan llorara la espaola Roco Durcal y para agradecrselo,Juan Gabriel cre en exclusiva: Ya lo ves: la vidaes as,/ T te vas y yo me quedo aqu;/Llover y ya no ser tuya:/Ser la gata bajo la lluvia/y maullar por ti!


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La crtica cida y certera de Jos Joaqun Blancono le ha dado luz a los poderosos pero s los hapuesto en evidencia a partir del final de los aos80. Funcin de media noche , que no le pedanada al mejor Monsivis, y Un chavo bienhelado, demostraron su maestra de crtico y deescritor. Su conocimiento de la literatura desde laColonia hasta nuestros das lo han vueltoindispensable para conoce al Mxico que no vivimos y al que estamos viviendo (...).


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La crnica en palabras de Martn Caparrs Posted on diciembre 5, 2009

2 Votos
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Tomado de la Fundacin NuevoPeriodismo Iberoamericano Dentro de este gnero literario que solemosllamar periodismo y que est determinado, siacaso, por el pacto de lectura que asegura que loque uno est contando de algn modo sucedi hay una serie de subgneros. La crnica es uno deellos. Me gusta la palabra crnica. Defiendo laidea de crnica y supongo que la defiendo tantoms cuanto que la crnica es un anacronismo. Megusta ya para empezar que en la palabra crnicaest la palabra cronos, es decir, tiempo.Obviamente todo lo que se escribe es sobre eltiempo, pero en el caso de la crnica es esaespecie de intil intento de atrapar el tiempo en elque uno vive, por supuesto est condenado al
http://eloficiodenarrar.files.wordpress.com/2009/12/martin-caparros.jpg


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fracaso pero es absolutamente digno intentar una y otra vez.

La crnica tuvo su momento y ese momento pas. Amrica se hizo a base de crnicas. Amrica sellen de nombres y de conceptos y de ideas sobreella a partir de esas crnicas, que eran como unintento increble de adaptacin de lo que se sabaa lo que no se saba. Hay estos ejemplos notablesen que un cronista de indias describe una frutaque no haba visto nunca y dice: es como lasmanzanas de Castilla, solo que es ovalada y adentro tiene carne anaranjada. Obviamente notena nada que ver con la manzana de Castilla,pero tena que partir de algo, no poda empezarde la nada. Parta de lo conocido para llegar a lodesconocido. As fue como se escribi Amrica: en esascrnicas que partan de lo que esperabanencontrar aqu y chocaban con lo que sencontraban. Creo que nos pasa un poco todo eltiempo. Cuando vamos a un lugar a tratar decontarlo o cuando nos enfrentamos a una

situacin y tratamos de contarla, vamos con loque creemos que vamos a ver y chocamos con loque vemos. Me parece que es en ese choquedonde se producen cuestiones bastante ricas.


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La crnica es un gnero altamentelatinoamericano para el cual los latinoamericanosno estamos del todo equipados. Me resultaba

curioso, sobre todo cuando viajaba por ah,pensar que tena una gran ventaja al mismotiempo gran desventaja y es que yo comoargentino no tengo una mirada programada. Sifuera francs vera todo a travs del racionalismocartesiano; si fuera ingls mirara con los ojos deun lord del imperio; si fuera norteamericanomirara con los ojos del patrn. No perteneciendoa ninguna de estas culturas fuertes, tenemos unosojos que deben inventarse todo el tiempo a smismos. No sabemos desde dnde estamosmirando y eso por un lado es una debilidad y porotro es interesante porque nos obliga a crear ellugar desde el que estamos mirando.

Pero, insisto, la crnica es un anacronismo. Erauna forma de contar en una poca en que nohaba otras. Cuando empez la fotografa, afinales del siglo XIX, comenzaron a aparecer estasrevistas ilustradas en que las crnicas ocupaban

cada vez menos espacio y las fotos cada vez ms.Entonces lo que hacan era mostrar los lugaresque antes describan. Antes de eso haba algngrabado, algn leo, alguna acuarela, pero eramuy difcil su reproduccin, casi imposible. La


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forma ms fcil de reproducir una mirada sobreun lugar era la forma escrita, prcticamente lanica forma de contar el mundo era la escrita.

La fotografa empez a disputarle ese lugar, luegoel cine, luego la televisin. Y qued claro que laforma escrita es como la ms pobre desde unpunto para contar el mundo, la que da menossensacin de inmediatez, la que da menossensacin de verosimilitud, la que deja ms enclaro que uno est mirando a travs de los ojos deotro. Esos que son en principio puntos en contratambin pueden ser una ventaja y es sobre lo quehay que trabajar: el hecho de que hay una miradaque cuenta, que hay una capacidad de sugerenciade la palabra que la imagen no tiene (la imagenno sugiere, muestra), que hay la oportunidad deentrar a una cantidad de lugares que la cmara notiene. Las posibilidades de registro de nuestrocerebro por suerte son todava mejores que las deuna cmara. No tenemos que sacar la cabeza y encender la luz roja: estamos en una situacinque queremos contar y la recordamos y la

contamos. Podemos actuar al escribir.La crnica se definira, entre otras cosas, porocuparse de lo que no es noticia, de lo que no nosensearon a considerar noticia. La noticia engeneral tiene dos posibilidades: o habla de los


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poderosos o de los que se cayeron por algunarazn (un tipo que cometi un delito, o la vctima,o el accidentado). Pero la gente normal, con

perdn de la expresin, no entra en el conceptode noticia que en general manejamos. Lainformacin, curiosamente, supone interesar amuchsima gente de lo que pasa con poquita, delos tejes y manejes de los pocos seores del poder.Esa es una decisin poltica fuerte de lainformacin. Postular que lo que importa es loque le pasa a ese pequeo sector est de maneratcita imponiendo un modelo del mundo en elcual lo significativo es lo que les sucede a unospocos y los dems lo que deben hacer es consumiraquello que les sucede a esos pocos.

Me parece que la crnica se revela contra eso eintenta contar lo que le pasa a la gente msparecida a aquellos que leeran esa noticia. Lacrnica es una forma de pararse ante esaestructura de la informacin que habla de unospocos y decir que vale la pena contar lo que lepasa a todos los dems. A veces es ms

importante, ms noticioso, ms informativo paramucha gente enterarse de lo que pasa con unaspersonas en una plaza cualquiera que leer lasdeclaraciones de un ministro. Puede hablar msde sobre su vida, su pas y sus circunstancias. Es


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una lstima que los medios no tomen la idea deque sera mejor contar vidas cotidianas. Elperiodismo tendra que dedicarse a la vida de

todos.Eso que llaman narrarDesde que el hombre est sobre la tierra hasentido la necesidad de contar historias. Soninnumerables los relatos que circulan a lo largo y ancho del mundo y bajo las ms variadas formas:tradiciones, crnicas, romances, cantares degesta, cuentos, novelas, fbulas, leyendas,oralmente o por escrito. La narrativa es una de lasmodalidades discursivas que ha gozado de mayorpreferencia entre los diferentes auditorios olectores, y esto ha sido siempre as, desde lostiempos ms remotos hasta nuestros das. (Tomado de El viejo oficio de contar historias, deEditorial Norma)TEXTOS TERICOS-La Argentina crnica-Martn CaparrsPrlogo."La Argentina crnica. Historias reales deun pas al lmite". Seleccin Maximiliano Tomas.Editorial Planeta. Bs. As.Argentina. 2007.

Leo crnicas. No voy a hacer la gran Borges ypretender que leer es mejor que escribir: siBorges hubiera hecho lo que deca, decir Borges


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no significara gran cosa. Me gusta escribir crnicas -salir al mundo para buscar las formasde escribirlo- ms que casi nada. Pero tambin

me gusta leerlas: ahora leo las crnicas delseleccionado sub-quin-sabe-cuntos y mepregunto cosas. A veces, incluso, me contesto.

Lo tengo dicho: a menudo me pregunto por qulos editores de diarios y peridicoslatinoamericanos se empean en despreciar asus lectores. O, mejor, en tratar de deshacerlos:en su desesperacin por pelearles espacio a laradio y a la televisin, los editoreslatinoamericanos suelen pensar medios grficospara una rara especie que ellos se inventaron: ellector que no lee. Es un problema: un lector se

define por leer -y un lector que no lee es un enteconfuso. Sin embargo nuestros bravos editoresno tremulan ante la aparente contradiccin:siguen adelante con sus pginas llenas de fotos,recuadros, infografas, dibujitos. Los carcome elmiedo a la palabra escrita -y creen que es mejor pelear contra la tele con las armas de la tele, en

lugar de usar las nicas armas que un texto nocomparte: la escritura. Por eso, en general, les vacomo les va; por eso, en general, a nosotrostambin.


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Una primera definicin: la crnica es eso quenuestros peridicos hacen cada vez menos.

Es un problema grave que en la Argentina sehace agudo. En la Argentina -que supo ser unespacio central para la crnica- no hay espaciopara publicar crnicas, salvo un par de honrosasexcepciones. Que casi siempre son libros, noperidicos. (De las catorce crnicas de estaantologa, cuatro fueron publicadas en revistasextranjeras, tres en revistas ya cerradas, cuatroen revistas pervivientes y tres en Pgina/12 perohace tiempo. Ni una sola en los grandes diariosargentinos.)

Me gusta la palabra crnica. Me gusta, para

empezar, que en la palabra crnica acechecronos, el tiempo. Siempre que alguien escribeescribe sobre el tiempo, pero la crnica -muy enparticular- es un intento siempre fracasado deatrapar el tiempo en que uno vive. Su fracaso esuna garanta: permite intentarlo una y otra vez -yfracasar e intentarlo de nuevo, y otra vez.

La crnica tuvo su momento -y ese momento fuehace mucho. Amrica se hizo por sus crnicas:

Amrica se llen de nombres y de conceptos yde ideas a partir de esas crnicas -de Indias-, de


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los relatos que sus primeros viajeros ms omenos letrados hicieron sobre ella. Aquellascrnicas eran un intento heroico de adaptacin

de lo que no se saba a lo que s: un cronista deIndias -un conquistador- ve una fruta que nohaba visto nunca y dice que es como lasmanzanas de Castilla, solo que es ovalada y supiel es peluda y su carne violeta. Nada, por supuesto, que se parezca a una manzana, peroningn relato de lo desconocido funciona si noparte de lo que ya conoce.

As escribieron Amrica los primeros: narracionesque partan de lo que esperaban encontrar ychocaban con lo que se encontraban. Lo mismoque nos sucede cada vez que vamos a un lugar,

a una historia, a tratar de contarlos. Ese choque,esa extraeza, sigue siendo la base de unacrnica.

La crnica es un gnero bien sudaca y es -quizpor eso- un anacronismo. La crnica era el modode contar de una poca en que no haba otras.

Durante muchos siglos el mundo se mir -si semiraba- en las palabras. A finales del siglo XIX,cuando la foto se hizo ms prtatil, empezaron aaparecer esas revistas ilustradas donde lascrnicas ocupaban cada vez menos espacio y las


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fotos ms: la tentacin de mostrar los lugaresque antes escriban. Despus vino el cine,apareci la tele. Y muchos supusieron que la

escritura era el modo ms pobre de contar elmundo: el que ofrece menos sensacin deinmediatez, de verosimilitud. La palabra nomuestra: construye, evoca, reflexiona, sugiere.Esa es su ventaja.

La crnica es el gnero de no ficcin donde laescritura pesa ms. La crnica aprovecha lapotencia del texto, la capacidad de hacer aquelloque ninguna infografa, ningn cable podran:armar un clima, crear un personaje, pensar unacuestin.

La crnica es una mezcla, en proporcionestornadizas, de mirada y escritura. Mirar es centralpara el cronista -mirar en el sentido fuerte. Mirar y ver se han confundido, ya pocos saben cul escul. Pero entre ver y mirar hay una diferenciaradical.

Ver, en su primera acepcin de la Academia, es"percibir por los ojos los objetos mediante laaccin de la luz"; mirar es "dirigir la vista a unobjeto". Mirar es la bsqueda, la actitudconsciente y voluntaria de tratar de aprehender lo


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que hay alrededor -y de aprender. Para elcronista mirar con toda la fuerza posible esdecisivo. Es decisivo adoptar la actitud del

cazador.

Hubo tiempos en que los hombres saban quesolo si mantenan una atencin extrema iban aestar prontos en el momento en que saltara laliebre -y que solo si la cazaban comeran esatarde. Por suerte ya no es necesario ese estadode alerta permanente, pero el cronista sabe quetodo lo que se le cruza puede ser materia de suhistoria y, por lo tanto, tiene que estar atento todoel tiempo, cazador cavernario. Es un placer retomar, de vez en cuando, ciertos atavismos:ponerse primitivo.

Digo: mirar donde parece que no pasara nada,aprender a mirar de nuevo lo que ya conocemos.Buscar, buscar, buscar. Uno de los mayoresatractivos de componer una crnica es esaobligacin de la mirada extrema.

Para contar las historias que nos ensearon a noconsiderar noticia.

Existe la supersticin de que no hay nada quever en aquello que uno ve todo el tiempo.


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Periodistas y lectores la comparten: la"informacin" busca lo extraordinario; la crnica,muchas veces, el inters de la cotidianidad. Digo:

la maravilla en la banalidad.

El cronista mira, piensa, conecta para encontrar -en lo comn- lo que merece ser contado. Y tratade descubrir a su vez en ese hecho lo comn: loque puede sintetizar el mundo. La pequeahistoria que puede contar tantas. La gota que esel prisma de otras tantas.

La magia de una buena crnica consiste enconseguir que un lector se interese en unacuestin que, en principio, no le interesa en loms mnimo.

Porque la crnica, en principio, tambin sirvepara descentrar el foco periodstico. Elperiodismo de actualidad mira al poder. El que noes rico o famoso o rico y famoso o tetona ofutbolista tiene, para salir en los papeles, la nicaopcin de la catstrofe: distintas formas de la

muerte. Sin desastre, la mayora de la poblacinno puede -no debe- ser noticia.

La informacin -tal como existe- consiste endecirle a muchsima gente qu le pasa a muy


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poca: la que tiene poder. Decirle, entonces, amuchsima gente que lo que debe importarle eslo que les pasa a esos. La informacin postula -

impone- una idea del mundo: un modelo demundo en el que importan esos pocos. Unapoltica del mundo.La crnica se rebela contra eso -cuando intentamostrar, en sus historias, la vida de todos, decualquiera: lo que les pasa a los que tambinpodran ser sus lectores. La crnica es una formade pararse frente a la informacin y su polticadel mundo: una manera de decir al mundotambin puede ser otro. La crnica es poltica.La informacin no soporta la duda. Lainformacin afirma. En eso el discursoinformativo se hermana con el discurso de los

polticos: los dos aseguran todo el tiempom,tienen que asegurar para existir. La crnica -elcronista- se permiten la duda.

La ineludible subjetividad

La crnica, adems, es el periodismo que s dice

yo. Que dice existo, estoy, yo no te engao.

El lenguaje periodstico habitual est anclado enla simulacin de esa famosa "objetividad" quealgunos, ahora, para ser menos brutos, empiezan


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a llamar neutralidad. La prosa informativa -despojada, distante, impersonal- es un intento deeliminar cualquier presencia de la prosa, de crear

la ilusin de una mirada sin intermediacin: unaforma de simular que aqu no hay nadie que tecuenta, que "esta es la realidad".

El truco ha sido equiparar objetividad conhonestidad y subjetividad con manejo, contrampa. Pero la subjetividad es ineludible,siempre est.

Es casi obvio: todo texto -aunque no lo muestre-est en primera persona. Todo texto, digo, estescrito por alguien, es necesariamente unaversin subjetiva de un objeto narrado: un

enredo, una conversacin, un drama. No por eleccin, por fatalidad: es imposible que unsujeto d cuenta de una situacin sin que susubjetividad juegue en ese relato, sin que elijaqu importa o no contar, sin que decida con qumedios contarlo.

Pero eso no se dice: la prosa informativa sepretende neutral y despersonalizada, para quelos lectores sigan creyendo que lo que tienenenfrente es "la pura realidad" -sinintermediaciones. Llevamos siglos creyendo que


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existen relatos automticos producidos por esamquina fantstica que se llama prensa;convencidos de que la que nos cuenta las

historias es esa mquina-peridico, una entidadcolectiva y verdadera.

Los diarios impusieron esa escritura"transparente" para que no se viera la escritura:para que no se viera su subjetividad y sussubjetividades en esa escritura: para disimular que detrs de la mquina hay decisiones ypersonas. La mquina necesita convencer a suslectores de que lo que cuenta es la verdad y nouna de las infinitas miradas posibles. Reponer una escritura entre lo relatado y el lector es -enese contexto- casi una obligacin moral: la forma

de decir aqu hay, seoras y seores, seoras yseores: sujetos que te cuentan, una mirada yuna mente y una mano.

Nos convencieron de que la primera persona esun modo de aminorar lo que se escribe, dequitarle autoridad. Y es lo contrario: frente al

truco de la prosa informativa -que pretende queno hay nadie contando, que lo que cuenta es "laverdad"-, la primera persona se hace cargo, dice:esto es lo que yo vi, yo supe, yo pens -y haymuchas otras posibilidades, por supuesto.


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Digo: si hay una justificacin terica -y hastamoral- para el hecho de usar todos los recursos

que la narrativa ofrece, sera esa: que con esosrecursos se pone en evidencia que no haymquina, que siempre hay un sujeto que mira yque cuenta.

Por supuesto: la diferencia extrema entre escribir en primera persona y escribir sobre la primerapersona. La primera persona de una crnica notiene siquiera que ser gramatical: es, sobre todo,la situacin de una mirada. Mirar, en cualquier caso, es decir yo y es todo lo contrario de esospastiches que empiezan "cuando yo": cuando elcronista empieza a hablar ms de s que del

mundo, deja de ser cronista.Hay otra diferencia fuerte entre la prosainformativa y la prosa crnica: una sintetiza loque -se supone- sucedi; la otra lo pone enescena. Lo sita, lo ambienta, lo piensa, lo narracon detalles: contra la delgadez de la prosa

fotocopia, el espesor de un buen relato. Nodecirle al lector esto es as; mostrarlo. Permitirleal lector que reaccione, no explicarle cmodebera reaccionar. El informador puede decir "laescena era conmovedora", el cronista trata de


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construir esa escena -y conmover.

Eso necesita, entre otras cosas, ms espacio. Y

hay pocos medios que lo ofrezcan: ms quenada, por ese miedo a los lectores alectores.

Yo lo llamo crnica; algunos lo llaman "nuevoperiodismo". Es la forma ms reciente dellamarlo, pero se anquilos. El nuevo periodismoya est viejo.

Aquello que llamamos "nuevo periodismo" seconform hace medio siglo, cuando algunosseores -y muy pocas seoras todava-decidieron usar recursos de otros gnerosliterarios para contar la no-ficcin. Con ese

procedimiento armaron una forma de decir, deescribir -que cristaliz en un gnero.

Ahora casi todos los cronistas escriben comoesos tipos de hace cincuenta aos. Dejamos deusar el mecanismo, aquella bsqueda, paraconformarnos con sus resultados de entonces.

Pero lo bueno era el procedimiento, y es lo quevale la pena recobrar: buscar qu ms formaspodemos saquear aqu, copiar all, falsificar all,para seguir armando nuevas maneras de contar el mundo. Ese, creo, es el prximo paso.


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(Esto escrib hace meses; esto dije, poco ms omenos, en Cartagena de Indias hace unas

semanas, cuando me invitaron a un congresomuy empingorotado para contar por qu estoypor la crnica. Y ahora leo las historias de

Alarcn, Bilbao, Brienza, Cicco, Gorodischer,Guerriero, Licitra, Plotkin, Reymndez, Riera,Snchez, Schmidt, Seselovsky y Sivak: leo travasy jinetes, la Difunta y la asesina de su padre, elpoltico pelado y el skin casi poltico, esa seorapistolera, menores y mayores en la crcel,formas de la memoria, una campeona deempanadas, reidores, bastantes extranjeros, unadocena larga de miradas. Leo, releo, disfruto, mecabreo, me sorprendo, me alegro y pienso, una

vez ms, en el prximo paso -que viene a ser elsuyo.)

Prlogo de La Argentina crnica. Historias realesde un pas al lmite (Planeta)

Martn Caparrs

adncultura/La Nacin/15-09-07EL VIAJE DE LA CRNICALATINOAMERICANA: DEL RELATO DE LOEXTICO A LA INMERSIN EN LAS CIUDADES
http://nuevoscronistasdeindias.fnpi.org/el-viaje-de-la-cronica-latinoamericana-del-relato-de-lo-exotico-a-la-inmersion-en-las-ciudades/http://nuevoscronistasdeindias.fnpi.org/el-viaje-de-la-cronica-latinoamericana-del-relato-de-lo-exotico-a-la-inmersion-en-las-ciudades/http://nuevoscronistasdeindias.fnpi.org/el-viaje-de-la-cronica-latinoamericana-del-relato-de-lo-exotico-a-la-inmersion-en-las-ciudades/http://nuevoscronistasdeindias.fnpi.org/el-viaje-de-la-cronica-latinoamericana-del-relato-de-lo-exotico-a-la-inmersion-en-las-ciudades/http://nuevoscronistasdeindias.fnpi.org/el-viaje-de-la-cronica-latinoamericana-del-relato-de-lo-exotico-a-la-inmersion-en-las-ciudades/http://nuevoscronistasdeindias.fnpi.org/el-viaje-de-la-cronica-latinoamericana-del-relato-de-lo-exotico-a-la-inmersion-en-las-ciudades/


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En el segundo de los coloquios del EncuentroNuevos Cronistas de Indias, compartieron ideasen torno a las transformaciones de la crnica

Martn Caparrs, Mario Jursich, SantiagoGamboa y Edgardo Rodrguez Juli: unargentino, dos colombianos y un puertorriqueo,con lo que se traza el mapa de esta Amricaenloquecida, segn palabras del moderador dela charla Ricardo Cayuela, jefe de redaccin de larevista mexicana Letras Libres.

El cronista y escritor puertorriqueo EdgardoRodrguez Juli, en una lectura inicial, reconocila obra de pioneros del gnero en la isla, como Alejandro Tapia y Rivera y Manuel Alonso: Ennuestra narrativa est bastante marcado el lmitedel barrio campesino a la barriada urbana, yfinalmente al arrabal que culmina en Nueva York.Esa fue la trocha que nos dej el auge y ladesaparicin de la industria caera, afirm.

A su turno, Mario Jursich, Editor de la revista ElMalpensante, sostuvo una tesis cent ral: Tengo laimpresin de que la imaginacin de muchos

pases a veces est condicionada por ciertasempresas. En el caso de Colombia, por laexpedicin Botnica de Jos Celestino Mutis, de1883. Por entonces, observ Jursich, elsentimiento de la poca era que haba que hacer


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expediciones para inventariar todo lo que habapor fuera de la capital. Y esa idea, que viene delas ciencias y la geografa, pas al mundo del

periodismo. Toda la historia de la crnica en Colombia,argument, es la de alguien que est en Bogoty necesita, por distintos motivos, visitar unafrontera extica: siempre un sitio ms all, dondepasan cosas extraordinarias o atroces. Y cit los

casos de Garca Mrquez, Germn CastroCaycedo, Juan Jos Hoyos y Alfredo Molano tres referentes obligados en el periodismo y, enel caso de Molano, de la investigacin social convocacin narrativa en Colombia- que han escritosobre regiones apartadas y fronterizas endistintos momentos.

Para Jursich, a la hora de pensar qu vamos acontar en las ciudades, se ha seguido ese mismomodelo: En este caso, la frontera en lasciudades es lo que est en los extramuros, en elcrimen organizado y en lo raro, y de ah nacenlas grandes virtudes y defectos del periodismo

colombiano. El turno de Caparrs Martn Caparrs toc tres temas concretos: elque llam el xito de estima que vive la crnica,


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la amenaza del exotismo y sus efectos sobre lacrnica de hoy, y su resistencia personal a lacategora crnicas de viajes. Ese xito de estima, afirm, fue terminado desancionar por la antologas de Daro Jaramillo

Agudelo y Jorge Carrin, e hizo ver que haba uncorpus, una unidad, un todo. Lo cual sigue sinprobar que esas crnicas tenga un lugar especialen nuestros medios: es ms fcil que tu editor te

pida diez mil caracteres sobre el buen momentode la crnica que una crnica de diez milcaracteres. Sobre su visin del exotismo como amenaza,precis: Despus del boom, la visin de AmricaLatina que se impone en el imaginario colectivo

es la de Garca Mrquez: exuberante, verde,hmedo. Segn l, ese primer esfuerzo el boom- fe muydiciente, pues un grupo se confabul porquecrean que Amrica Latina no estabasuficientemente construida en discurso y sededicaron a eso. Sin embargo, explic, losnarradores de ficcin que llegaron despus de unprograma tan ambicioso se vieron ante laincertidumbre de qu ms hacer.


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Progresivamente fuimos perdiendo la forma decontar Amrica Latina, y creo que eso es lo quehace que ahora tengamos este espacio: por no

saber dar cuenta de esas realidades a travs dela ficcin, apareci la no ficcin como un esfuerzopor hacerse cargo de ese reto de mejor manera,y seal las ventajas de la no ficcin sobre laficcin:

En la no ficcin, dijo, el lenguaje parece nuevo,comparado con el del periodismo habitual: en laficcin hace rato dejamos de lado el asunto de larenovacin extrema del lenguaje, y nospermitimos unas prosas ms normalitas. Y en segundo lugar, la apariencia de necesidad.Parece que fuera necesario enterarse de lo que

ocurre en la realidad. La ficcin no parecenecesaria, y se ha encerrado mucho en laautoficcin, en la ficcin del yo. La ficcin,agreg, ya no cree que tenga que construir unaidea de Amrica Latina. Y muchos cronistas s locreen. Anotaciones sobre la crnica de viaje

Otro punto destacable de la charla fue elintercambio entre Caparrs y el escritor colombiano Santiago Gamboa en torno a lallamada crnica de viaje.


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Me parece que el viaje es un accidente dentrode la crnica, una condicin necesaria pero nosuficiente, afirm Caparrs, y se refiri a lamencin que hizo Sergio Ramrez sobreHerodoto, en la apertura de losColoquios: Herodoto es el padre de todo esto,pero de l no se habla como cronista de viajes,aunque probablemente nadie viaj por esemundo (el de su tiempo) tanto como l. En respuesta, Santiago Gamboa, fundador de CLUBDANTE.NET y autor habitual decrnicas de viaje, afirm: Yo veo la crnica deviajes como un diario personal en movimiento. Enese sentido es una especie de confrontamientoentre un lugar con sus gentes y su pasado- y elviajero que llega all. El texto que se produce es

entonces el resultado de ese choque, de eseencuentro entre dos mundos. Caparrs agradeci la definicin de Gamboa:me reafirma y me aclara por fin por qu no hagocrnicas de viaje: porque es una actividadliteraria. Porque he dicho que cuando el escritor comienza a hablar de s mismo ms que de loque ve, se concierte en otra cosa: tal vez en unescritor.
http://clubdante.net/http://clubdante.net/


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27.02.2011 | jvenes cronistasEl viejo oficio de contar la vidaSonia Budassi, Daniela Pasik, Rodolfo Palacios,

Alejandro Soifer, Sebastin Hacher y Javier Sinayhablan de un gnero en el que se cruzan periodismo y

literatura y que casi no tiene espacio en diarios yrevistas por lo que encuentra su lugar natural en ellibro.

Por:Tiempo ArgentinoLas "cinco W" son una regla que usan los cronistasanglosajones para recordar lo que debe contar deinmediato un texto informativo: quin (who), qu(what), cundo (when), dnde (where) y por qu(why). Hace unas semanas, el escritor y traductorGuillermo Piro hizo en su blog una broma sobre una


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sexta W: "La W de weather report, la previsin deltiempo. No se dieron cuenta? Cuando el cronistaargentino se calza la piel de Hemingway comienzasiempre con la previsin del tiempo, al estilo: 'Era unanoche oscura y tempestuosa'."La observacin tiene su gracia en la misma medida enque desnuda un sntoma comn -la banalizacin de laexperiencia bajo la forma del reporte climtico, nuevolugar comn en medio de una proliferacin cada vezmayor de crnicas y cronistas- en el interior de ungnero que, en nuestro pas, resulta particularmentepotente. Aunque no por eso la crnica, por momentos,parezca atrapada en una red sutil de ambigedades.Amrica, narrada por sus propios descubridores, y laArgentina en particular, narrada por caminantespropios y extranjeros -desde Alonso Carri de la

Vandera en el siglo XVIII hasta los ingleses del XIX-hicieron de la crnica una prctica narrativa siemprelegtima y vigente, sin demasiado que envidiar aconos como Hunter S. Thompson o RyszardKapuscinski. Con casos paradigmticos como el deRodolfo Walsh, fundador casi al unsono con elestadounidense Truman Capote del non fiction, y uncorpus de autores contemporneos ya consagrados,como Martn Caparrs, Leila Guerriero, JosefinaLicitra o Cristian Alarcn, la crnica continamultiplicndose en libros, talleres y publicacionesespecializadas. Sin embargo, como dispositivo


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entrelazadas, dilogos, descripciones, sonidos, aromasy sensaciones", cuenta Palacios.Con respecto a los mrgenes de publicacin ycirculacin del gnero ms all de los libros, SoniaBudassi, autora de una investigacin sobre la vida delas monjas, Mujeres de Dios (Sudamericana, 2008), yApache, en busca de Carlos Tevez (Tamarisco, 2010),que reconstruye la vida del famoso futbolista a travsde su propia persecucin periodstica, asigna un rolcentral a la idiosincrasia conservadora de los mediostradicionales. "Hay una tendencia a reiterar aquello deque los lectores no leen, y en general, a privilegiar lostextos cortos, duros e informativos en revistas ydiarios. Tal vez tenga que ver con cierta perezaintelectual que tienen quienes toman las decisiones enalgunos medios: si la cosa marcha ms o menos bien,

mejor no asumir riesgos", opina. En ese sentido,Budassi cree tambin que la crnica en s misma aveces devela de manera autocrtica ciertas formas dehacer periodismo. "Quiz los autores de mi generacinno se toman tan en serio a s mismos en un sentidoespecfico y se permiten salir del lugar del altaromnisciente habitual del periodismo, aunque tengan unacceso privilegiado a determinados territorios ypersonajes.""Creo que en los medios se les teme a los textoslargos. Se teme que no sean ledos, como si la lgicadel zapping televisivo se reprodujera sin diferencia en


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la grfica", opina Javier Sinay, periodista, ex productortelevisivo y autor de Sangre Joven, matar y morir antesde la adultez (Tusquets, 2009), que recoge historias de jvenes atravesados por la violencia y el crimen."Cuando una crnica se hace bien, la diferencia decalidad es notable. Los editores de los pocos mediosque publican crnicas lo saben y por eso no le temen:son conscientes de que vale la pena apoyar a uncronista para publicar un buen texto", dice Sinay,destacando el rol que tienen algunas revistas que s publican crnicas, como Rolling Stone, SH y Brando."Despus de sumergirse en busca de las fuentes, hayque escribir con cuidado porque se est contando unahistoria viva y, por otro lado, se est haciendo algo as como literatura. Y debe hacerse lo mejor que se puedaen ambos sentidos", describe Sinay su propio trabajo

sobre la delgada lnea narrativa que exige la crnica.Ese territorio que los medios suelen negar a la crnicatiene su correlato inverso en las editoriales. Y muchoscronistas escriben con la expectativa de ganar unespacio de publicacin a partir de esa posibilidad."Hay como una moda en el mundo editorial, pero nos si tantos compradores o amantes del gnero. Un date piden un libro de crnicas en una editorial grande ote compran una. Y entonces el libro, ms all de cmole vaya despus, te sirve para lucirte como periodistaque investiga y escritor que narra bonito, pero todosigue igual", dice Daniela Pasik, autora de un viaje en


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primera persona al mundo de las cirugas estticas,Hacerse (Grijalbo, 2010)."La crnica es un forma, si se quiere, de atacar elsistema desde adentro: las editoriales quieren editarinvestigaciones periodsticas, los cronistas tienensueos literarios, la crnica dosifica cierta ficcin bajola apariencia de la verdad absoluta. Todos contentos",sintetiza Alejandro Soifer, autor de Los Lubavitch enla Argentina (Sudamericana, 2010), una crnica sobrela historia y desarrollo de esa agrupacin ortodoxa juda en el pas. Por su lado, el periodista SebastinHacher, que acaba de terminar una larga investigacinsobre La Salada, destaca el rol de la Web. "Hay uninmenso campo en blogs y sitios de Internet. Con lamuerte de Nstor Kirchner, por ejemplo, la cantidad decrnicas que circul por la Red fue tan grande como

interesante", cuenta.Pero consideran los cronistas ms jvenes que anteellos hay un mundo a ser contado muy distinto al queya han contado sus sucesores? "La crnica, entendidacomo la entendan Walsh o Capote, es un gnerohermoso que permite la prctica mixturada delperiodismo y la literatura. Realizado as, cualquiertema es interesante", dice Pasik. Para Budassi, encambio, los temas estn siempre arraigados a unacuriosidad personal. "Me interesan aquellos temas queme generen problemas, preguntas, algo que no terminode entender del todo, personajes a los que pueda


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quitarles el velo del lugar comn y la estigmatizacin.""No s si hay tpicos que nos atraviesen comogeneracin", sugiere Sinay. Opinin que Palaciosparece colocar en perspectiva: "Leo a los cronistas deesta generacin, me fascina lo que hace Caparrscomo cronista, pero tambin leo a los viejosexponentes del non fiction: Gay Talese, Tom Wolfe,Norman Mailer, Truman Capote, Joseph Mitchell. Conesto quiero decir que lo que ellos escriban siguevigente. Se mantienen las motivaciones o la forma deencarar una crnica. Desde las tragedias griegas oshakespearianas, los grandes asuntos son los mismos",dice. "En mis temas encontr una continuidad: hablarde sectores que fueron excluidos y que de una u otraforma terminaron por inventar un mundo nuevo. Meinteresa contar esos mecanismos de creatividad

popular, que son mucho ms complejos y ricos de loque parecen a simple vista. A veces el acercamiento delos periodistas a esos temas es desde la fascinacin: sebusca lo marginal o lo freak", explica Hacher, cuyoprimer acercamiento a la crnica fue con un anlisisdel culto del Gauchito Gil. "Los cronistas jvenestenemos cierta obligacin de ir a bu

cristian alarcon otros caparros mas criterios cronica

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