crónica de una muerte
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Crónica de una muerte ¿Demasiado anunciada?
Otra vida más que se nos escapa de las manos. Me siento responsable
como adulta, como madre, como docente por esa vida. Es por eso que necesito
expresar la indignación ante un hecho como el ocurrido en Lincoln el martes
pasado. Como en la extraordinaria "Crónica.." de García Márquez aquí aparece
un pueblo adormecido, enmudecido que espera que ocurra lo peor, como si
fuera un hecho inevitable.
A medida que se van conociendo más detalles del asesinato de Tomás,
salen a la luz testimonios que horrorizan de sólo escucharlos. Cualquier
detective podría analizar esos hechos como indicios más que evidentes de que
ese crimen iba a suceder tarde o temprano ¿Qué elemento puede haber
detenido la pronunciación previa a lo acontecido, de alguno de todos los
testigos que ahora salen a hablar ¿Por qué nadie dijo nada? ¿Por qué nadie
sospechó, al menos, que podía suceder lo que terminó pasando? ¿Por qué
nadie protegió a Tomás?
Esta semana se conmemoró el Día Internacional por los Derechos del
Niño, ¡Qué paradoja! Justo unos días después de otra muerte inentendible
desde todo punto de vista. Y vuelvo a preguntarme ¿Qué le pasa a esta
sociedad que descuida a los seres más preciados, a quienes debería proteger?
¿Qué nos pasa a los seres humanos que tan sumisamente aceptamos perder a
nuestros niños? ¿Qué nos pasa, que los exponemos desde tan temprana edad
a las crueldades más atroces que nadie pueda imaginar?
En mi opinión creo que de una u otra forma matamos la niñez. No hay
espacio en este mundo para los niños. Les exigimos que crezcan tan rápido,
que sean adultos, en su forma de vestir, de andar, de ser, de pensar. La
sociedad toda (de consumo básicamente) les roba su niñez. Y de esa forma
quedan convertidos, sin saberlo, en campo de batalla de la violencia familiar y
social que nos aqueja. Tomás no es el único, lamentablemente. En este año
2011, 16 niños y niñas murieron por causas de violencia doméstica en nuestro
país.
Es hora de preguntarnos ¿Dónde estamos los adultos cuando nos roban
la inocencia?
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