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TEMAS DE ACTUALIDAD

“Crónica Gráfica de los Impuestos en México”

Reseña de una colección iconográfica que se muestra en el Archivo General de la Nación1

INTRODUCCIÓNDurante el mes de mayo del presente año tuve

la oportunidad de conocer una exposición deno-minada “Crónica Gráfica de los Impuestos en México”, formada por una colección iconográfica que actualmente se alberga en el Archivo Gene-ral de la Nación, y que es memorable no sólo por su contenido histórico, sino también por el valor artístico de muchas de sus piezas. La muestra se complementa con un documento escrito que narra la historia tributaria de nuestro país, el cual fue elaborado durante el año de 2003 bajo el muy importante apoyo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Lic. José de Jesús Gómez Cotero, Socio

1 Editada por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público e impresa en Talleres Gráficos de México. Marzo de 2003

el triángulo del comercio colonial

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El documento “Crónica Gráfica de los Impues-tos en México” está integrado por una importante colección fotográfica que presenta las principales piezas que integran la exposición, junto con las po-nencias de cinco importantes historiadores, quie-nes han estudiado los distintos ciclos por los que ha transitado la historia de las finanzas públicas de nuestro país, desde las épocas de la Colonia y hasta el siglo XX.

EL SISTEMA TRIBUTARIO COLONIALLa primera parte de la mencionada obra se re-

fiere al siglo XVI, respecto del cual, el historiador Carlos Marichal,2 narra los inicios de la construc-ción del sistema impositivo del México Colonial, el cual parte de la fusión de dos sistemas fiscales preexistentes: el azteca y el español, así como de la incorporación de nuevas figuras tributarias.

Del sistema azteca se tomaron los tributos, cu-yos propósitos fundamentales eran: (i) el abasto a la gran urbe que demandaba grandes cantidades de granos y telas; (ii) el sostener y enriquecer al emperador y las clases nobles, y (iii) la provisión de las fuerzas armadas que constituían el sustento del poder militar y político del régimen azteca. La recaudación de los tributos la efectuaban los je- fes de familia de los pueblos de indios, quienes los concentraban a nivel local, y posteriormente los transferían a nivel regional y los hacían llegar a la gran ciudad de Tenochtitlán.

Del sistema español se tomaron elementos como son las alcabalas,3 el papel sellado, la ave-ría4 y el almojarifazgo,5 así como algunos impues-tos que pertenecían a la jurisdicción de la iglesia, como los diezmos y las medias anatas,6 asimis-mo se incorporaron nuevos gravámenes como los impuestos a la minería de plata y oro, y el quinto real.7 Siendo el más importante, el diezmo minero que grava con el 10% toda la producción de plata y los pulques.8

Las finanzas del gobierno Español eran com-petencia de la Corona, y encontraban sustento económico en el pensamiento mercantilista que prevaleció hasta 1812, bajo el concepto de Estado Nación, en el cual se otorga al gobierno el derecho y la responsabilidad de todas las actividades eco-nómicas en interés del bien público.

La política fiscal de la Corona española implicaba que lo que se recaudaba le correspondía al rey, lo que se tradujo en un importante resultado recau-datorio de la Nueva España.

El sistema recaudatorio se encargó a funcionarios de la Corona, lo que dio lugar a la creación de la oficina del fiscal de la Real Hacienda. Ello generó un proceso de centralización a través de un funcio-nario denominado “superintendente subdelegado de la Real Hacienda”, quien se apoyaba en los in-tendentes, especie de gobernadores provinciales con cuatro tareas fundamentales: la de ser jueces de primera instancia; la de administrar tropas pro-vinciales; la administración de los pueblos, villas y ciudades, y la de maximizar la recaudación fiscal con un mínimo de gasto, lo que implicaba vigilar que lo recaudado fuera precisamente lo que ordenaba la ley, dinero que era depositado en sus tesorerías; sólo que éstos a la larga abusaron de su poder.

También se aplicó las llamadas rentas eclesiásti-cas que implicaban un gravamen sobre los diezmos, bajo el argumento de que una parte correspondía al rey (dos reales novenos), lo que permitía control y vigilancia sobre los recursos de la iglesia.

Para hacer frente a sus crecientes gastos a finales del siglo XVIII, la monarquía española adoptó nue-vos impuestos; recurrió a pedir préstamos y modi-ficó las tasas impositivas de las contribuciones ya existentes e incorporó el monopolio del tabaco en 1767, el cual constituyó una de las fuentes más im-portantes de ingresos de la Real Hacienda virreinal. Asimismo surgen contribuciones como los “diez-mos de plata” que se establecieron a los mineros

2 Del Colegio de México3 Las alcabalas son un impuesto europeo muy antiguo, que constituye un antecedente remoto del impuesto al valor agregado (IVA), y se cobraba sobre una gran mayoría de transacciones mercantiles4 La avería, o derecho de avería, era un impuesto ad valorem sobre el comercio colonial de los siglos XVI y XVII en España; se imponía sobre los mercaderes o las mercancías. Asimismo, incluía a los pasajeros que pasaban a Indias5 El almojarifazgo fue un impuesto aduanero que se pagaba por el traslado de mercaderías que ingresaban o salían del reino de España o que transitaban entre los diversos puertos (peninsulares o americanos), equivalente al actual arancel6 Impuesto que gravaba anualmente los sueldos de los funcionarios públicos y burócratas7 Quinto Real, o Quinto del Rey, fue un impuesto de 20% establecido por el rey de España sobre oro, plata y joyas de las minas en las colonias de América8 Impuesto que se cobraba sobre las bebidas alcohólicas

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por el privilegio de explotar una mina. Durante 1780 surge la Casa de Moneda, la cual recaudaba in-gresos para la Corona por concepto de ensaye y acuñación de los metales extraídos de las minas.

Otros ingresos importantes eran los derechos de alcabalas y el tributo que pagaban los indios por el “privilegio” de ser vasallos del rey. La recaudación de este tributo de indios fue disminuyendo princi-palmente debido a que no se pagaba, y porque no se podía localizar a los indios para exigirles su pago, lo que a la larga provocó su eliminación.

Con el tiempo, la financiación se basó cada vez más en partidas extraordinarias, como la imposi-ción de capitales, donativos, préstamos gratuitos y préstamos a interés con la intervención de corpora-ciones novohispanas: el Consulado de Comercian-tes de la Ciudad de México y el Tribunal de Minería o la iglesia, que actuaba como intermediara entre los prestamistas y la Corona.

Cabe señalar que las contribuciones de la igle-sia en forma de préstamos fueron muy relevan-tes, dado que los recursos provenían de todos los niveles eclesiásticos (conventos, obispados, etc.) generados entre otras razones por la venta de in-dulgencias. Los fondos se entregaban a cambio de las canonjías, lo que implicó la emisión de los denominados “vales reales”, que eran documen-tos de deuda a cargo de la Corona, lo que le produjo un gran endeudamiento, provocándole inestabilidad financiera que se agudizó frente al conflicto bélico con la Gran Bretaña.

En cuanto al rubro de los gastos, los más impor-tantes estuvieron relacionados con la guerra; prin-cipalmente en la defensa contra los indios bárbaros del norte y las posesiones españolas del Caribe; lo que demandaba cada vez mayor recaudación de las colonias. La excesiva recaudación y presión fiscal ejercida por España a sus colonias generó tensiones en los años previos a la guerra de inde-pendencia.

SISTEMA FISCAL EN LA REPÚBLICA DE 1770 A 1830

En la segunda parte de la obra “Crónica Gráfica de los Impuestos en México”, el historiador Luis Jáuregui9 narra que en la segunda mitad del siglo XVIII tiene lugar un proceso de modernización, consecuencia de las reformas borbónicas, que fueron el detonador del movimiento autonomista

novohispano, la consumación de la independencia y la implantación del primer Gobierno Federal.

Uno de los factores determinantes del cambio lo constituye la invasión napoleónica a la península ibérica, lo que obligó a definir una nueva forma de gobierno para luchar contra el invasor. Ello da origen al surgimiento de las Cortes de Cádiz, en la que el gobierno se estructuró bajo un sistema de tres poderes, el Ejecutivo era desempeñado por el Rey, sujeto a los dictados de la constitución, a la vigilancia del Poder Legislativo y a las decisiones de un Poder Judicial independiente.

Económicamente se dio paso al liberalismo, bajo el postulado de que las finanzas del Estado son asunto de la representación nacional. Ahora la fis-calidad de los impuestos y los gastos se deciden y vigilan por los integrantes de las Cortes, mientras que la jurisdicción contenciosa corresponde a los jueces.

En 1810, nos refiere la obra, México se vio en-vuelto en una serie de movimientos revolucionarios regionales que provocaron una profunda crisis fiscal en el virreinato, lo que indujo a que durante los años de la guerra de independencia, las contribu-ciones continuaran bajo el sistema preexistente; se incrementaran las solicitudes de préstamos y donativos destinados a la guerra contra Napoleón; se eliminaran los tributos de indios, por razones políticas; y se estableciera en 1812 una contribución que gravaba la propiedad.

Estas luchas independentistas tuvieron un im-pacto negativo en la hacienda novohispana, porque

Económicamente se dio paso al libe-ralismo, bajo el postulado de que las finanzas del Estado son asunto de la representación nacional.

9 Del Instituto Mora

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el territorio se encontraba ocupado por rebeldes, lo que impactó en su economía, aunado a que las tesorerías locales no tenían excedentes, por lo que consecuentemente no enviaban recursos a la Ciudad de México, a lo que habrá que agregar la inseguridad de los caminos y el deseo de autono-mía fiscal de las regiones respecto de la capital virreinal.

Resulta interesante lo señalado en la obra antes citada, en el sentido de que otros factores que influ-yeron en la crisis de las finanzas virreinales son: la exigencia cada vez de mayor cantidad de recursos por parte de la Corona, así como los gastos de la lucha contra la insurgencia novohispana, y los altos réditos derivados del crecimiento en el endeuda-miento proveniente de préstamos de particulares y corporaciones; por lo que para hacerles frente se estableció un nuevo impuesto denominado: “con-tribución directa general y extraordinaria” mediante tasas proporcionales sobre la producción, ventas o ganancias de las personas.

En la crisis de las finanzas virreinales, de manera importante influyen otros efectos distorsionadores como son: las exenciones de pago de contribucio-nes a las clases militares, y el hecho de que en las zonas de guerra los militares se apropiaran de recursos fiscales para el pago de sus tropas, mo-tivando con ello una idea de “regionalismo” de las

provincias novohispanas, bajo el argumento de que los recursos debían permanecer donde se habían generado.

Consumada la independencia, las finanzas nue-vamente entraron en crisis como consecuencia de diversos factores: (i) los grupos militares, burócra-tas, mineros, comerciantes y prestamistas exigían la pronta retribución de su apoyo a la causa; (ii) España se organizaba para recuperar sus colonias, lo que obligaba a mantenerse en pie de guerra; fac-tores que motivaron al gobierno de Iturbide a aplicar una importante reducción de impuestos, aumen-tar los gastos y reconocer las deudas contraídas durante la Colonia; decisiones que agudizaron la crisis financiera de su gobierno, lo que le obligó nuevamente a solicitar préstamos y a discutir la elevación de tasas de impuestos, así como el cobro de una contribución directa, todo lo cual terminó con la abdicación del emperador y dio paso a una República Federal.

El naciente México independiente estableció en su Constitución Federalista de 1824, una organiza-ción política, similar a la de los Estados Unidos de América, lo que implicó la coexistencia entre los gobiernos estatales con sus respectivos recursos impositivos. El sistema financiero federal se basó en el modelo del viejo gobierno español colonial, caracterizado por un alto grado de centralismo, con

cortes de cádiz

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muchos gravámenes directos e indirectos; se privi-legió un régimen tributario esencialmente indirecto, basado sobre todo en las aduanas que cobraban impuestos a las importaciones; mientras que la tri-butación de los estados dependía de las alcabalas e impuestos nuevos, como los de peaje.

Durante esta época, se nos refiere en el libro, se buscaba hacer corresponsables de las finanzas públicas a las provincias. Por ello se repartieron las rentas entre la Federación y los estados: al Gobierno Federal le correspondieron los ingresos provenientes del comercio exterior; la producción y venta de tabaco; los cobros por amonedación de plata, el monopolio de la sal, el correo, la lotería; y el producto de la venta o arrendamiento de los bienes de la nación. Por su parte, a los estados correspondieron las acabalas, los derechos sobre la producción de minería, la venta del papel sella-do, cigarros y puros, el derecho de pulque y las contribuciones directas. Adicionalmente, para la obtención de recursos federales, se recurrió al en-deudamiento externo, lo que motivó que México solicitara sus primeros préstamos al extranjero.

Ante la necesidad financiera de la Federación se estableció una contribución federal directa denomi-nada “contingente”, la que se cobraba sobre la base del tamaño de la población en cada estado. Esta contribución no resolvió el problema financiero, en-tre otras razones, porque la economía mexicana seguía en crisis debido a factores como el que en el sector agrícola, los trabajadores que se habían ido a la guerra tardaron en regresar a ocuparse de sus tierras; el comercio estaba interrumpido por el deterioro de los caminos; los productos com-petían con los provenientes de Estados Unidos y Europa; había una total desorganización del poder público que incentivaba el contrabando y la ilega-lidad, adicionado al hecho, de que pocos estados pudieron cumplir su cuota, factores todos que en su conjunto afectaron seriamente las finanzas del Gobierno Federal.

Se menciona en la obra citada, que en la primera mitad del siglo de vida independiente de México, se vivió un debilitamiento de la administración tri-butaria, y la creciente subordinación de los emplea-dos fiscales a jefes políticos y militares locales, lo que implicó una recaudación cada vez más difícil. Esto motivó la búsqueda de nuevas fuentes de re-cursos. Muestra de esta desesperación fiscal son los impuestos sobre puertas y ventanas en 1853,

ratificada por Antonio López de Santa Anna, debi-lidad fiscal que llevó al Gobierno Federal a fuertes carencias e incluso a enfrentar deudas que no podía pagar, lo que fue “tierra fértil” para la corrupción.

La tensión entre las regiones y el poder central acentuaron el debilitamiento de la administración federal debido a las disputas de soberanía territo-rial, lo que obligó al Estado Federal central a ne-gociar con los poderes regionales, limitando a su soberanía fiscal federal a los puertos, fronteras y territorios marginales, a cambio del “contingente financiero”; reservándose los gobiernos regionales la soberanía tributaria sobre sus territorios.

Frente a las necesidades financieras fue nece-sario buscar nuevas formas de tributación, lo que motivó la discusión entre establecer contribuciones directas sobre el patrimonio y los ingresos, y el es-tablecer contribuciones indirectas que impactaran a la circulación interior, gravando el consumo y la producción regional. Este debate generó conflic-tos entre los intereses privados de propietarios y comerciantes y el interés público de las finanzas estatales, tal y como nos relata en la tercera par-te de la obra en comento, el historiador Antonio Ibarra.10

Con el propósito de simplificar la recaudación, evitar la evasión y liberar al comercio y producción regional de obstáculos en su circulación, además de buscar una estabilidad en el presupuesto, re-nunciando a contribuciones extraordinarias, prés-tamos voluntarios o forzosos, se estableció una

Frente a las necesidades financieras fue necesario buscar nuevas formas de tributación, lo que motivó la discu-sión entre establecer contribuciones directas sobre el patrimonio y los in-gresos, y el establecer contribuciones indirectas…

10 Facultad de Economía de la UNAM

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contribución directa, patrimonial y personal sobre la base de una cuota decimal, para lo que se catalogó a los contribuyentes en 20 clases, de acuerdo con la graduación de sus capitales, y se encargó a los ayuntamientos la formación de padrones de contri-buyentes menores, lo que obligó al levantamiento del primer catastro.

La sustitución de las alcabalas por la contribu-ción directa, representaba la adopción de un nuevo concepto de fiscalidad regido por el presupuesto, originando: (i) la noción de hacienda pública; (ii) la diferenciación entre la naturaleza de las contribu-ciones, y (iii) el atender a su proporcionalidad, res-pecto a los gastos presupuestados de conformidad con el presupuesto presentado por el gobierno.

Se estableció un régimen de transición bajo el cual subsistieron las contribuciones indirectas hasta que las contribuciones directas rindieran lo esperado, exentándose a los ramos de produc-ción por razones de fomento, y creándose una estructura administrativa y funcional de la hacien-da estatal.

En materia de contribuciones indirectas, la abo-lición de las alcabalas fue gradual, además de que se exceptuó de pago a una importante cantidad de productos agrícolas, mineros y manufacturas; se eliminaron los derechos de pulquería; se mantuvie-ron los impuestos sobre: la extracción de moneda, el papel sellado, los asientos de gallos, la amone-dación y quintos, los gravámenes sobre tabacos y los diezmos.

Existió inmunidad eclesiástica y se desgravó la propiedad rural de particulares, con propósitos de fomento económico.

PORFIRIO DÍAZ Y LA REVOLUCIÓNDurante el Porfiriato (1876-1910) se produjo un

proceso de fortalecimiento y centralización del po-der del Gobierno Federal, lo que implicó reformas fiscales y financieras que se consolidaron en 1890 cuando se logró un superávit en las cuentas públi-cas. Artífices de tales cambios fueron Matías Ro-mero e Yves Limantour, nos cuenta la historiadora Graciela Márquez,11 en la cuarta parte de la obra reseñada.

El antecedente de esta reforma fiscal se encuen-tra en que durante gran parte del siglo XIX, la base fiscal del gobierno mexicano se sostenía en los impuestos al comercio exterior, fuente de ingresos muy atractiva por la facilidad de su recaudación.

Estos impuestos cumplieron dos propósitos: (i) como fuente de ingresos fiscales asociados con el consumo de bienes extranjeros y (ii) como ba-rreras proteccionistas.

La inestabilidad política y la debilidad de las fi-nanzas públicas, motivó al gobierno a otorgar a particulares el derecho a recaudar todo o parte de los ingresos, sobre un esquema de préstamos al gobierno con la garantía de los ingresos aduanales futuros, lo que motivó el incremento de los aran-celes, promovido por los prestamistas en aras de proteger sus propios interés.

Ante ello, el principal problema a enfrentar ra-dicaba en la dependencia fiscal de los impuestos al comercio exterior, que no podía romperse sin garantizar fuentes de ingresos alternativas; por ello se propuso la sustitución del impuesto al papel del timbre por el del papel sellado, y la eliminación de las alcabalas y apoyos fiscales a la minería, además de cuatro reformas arancelarias que fueron trans-formando la estructura del arancel y modelaron el proteccionismo porfirista.

Los factores que permitieron este cambio fueron los avances de las fuentes internas de ingresos como la Ley del timbre, así como la renegociación de la deuda externa en 1880, lo que alivió la presión financiera. Por otro lado, la depreciación de la plata que provocó la disminución de los ingresos adua-nales, lo que permitió que el Congreso delegara en el Ejecutivo la facultad de reformar el arancel sin necesidad de consulta previa o autorización del Congreso, además, la disminución de los aranceles permitió abaratar los costos de las empresas.

Posteriormente, y a la llegada de Madero, las dificultades financieras derivadas de los conflictos y guerras internas, así como el desplome monetario, bancario y bursátil, hicieron voltear nuevamente a los ingresos del comercio exterior sin importar su efecto sobre el fomento industrial.

En los tiempos de Carranza se hicieron cambios significativos al arancel que representaba un serio obstáculo al comercio de importación, por lo que se decretaron exenciones de impuestos temporales para alimentos y bienes de primera necesidad, si-guiendo el modelo de exenciones aplicado durante el Porfiriato en momentos de malas cosechas.

A partir de esta época, los recursos petroleros permitieron obtener importantes ingresos para la administración de Carranza, quien dedicó la mayor parte de éstos al gasto militar.

11 Del Colegio de México e ITESM Campus Ciudad de México

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En esa época, la recaudación sobre tributación interna estaba ya consolidada como uno de los pi-lares del sistema fiscal del siglo XX, en el que los impuestos ligados al comercio exterior dejaría de ser fuente importante de ingresos.

EL SIGLO XXDespués del movimiento revolucionario, el sis-

tema tributario mantuvo buena parte del sistema porfiriano, adicionado de los ingresos petroleros, lo que se consolida cuando en 1922, las compañías petroleras extranjeras se negaron a pagar tributos al gobierno de Veracruz y convencieron a Álvaro Obre-gón de “federalizar” estos tributos, movimiento al que se sumaron posteriormente la industria minera, la eléctrica, la explotación forestal y otros.

Durante los inicios del siglo XX, nos relata Luis Aboites Aguilar,12 en la quinta parte del libro “Cróni-ca Gráfica de los Impuestos en México”, la nación mexicana no podía consolidarse porque cundía el desorden, la fragmentación y la anarquía. Ello plan-teaba la pugna entre la soberanía tributaria federal y la estatal, así como la necesidad de construir un gobierno central fuerte, capaz de dar coherencia y orden a las relaciones entre las partes del conjunto nacional.

La propuesta de centralización de las facultades tributarias del Gobierno Federal fue rechazada por los estados, lo que obligó a explorar como alternati-va, la de los convenios de coordinación, mediante la cual los estados cedían diversos ramos tributarios a la Federación a cambio de participaciones.

La intención del Gobierno Federal era ordenar el sistema tributario mediante la centralización de las facultades, lo que recibió gran resistencia por par-te de los gobernadores y munícipes, así como de algunos empresarios. Las razones eran: la descon-fianza de las intenciones federales y su resistencia a quedarse sin fuentes de ingresos.

Obregón intentó crear un impuesto predial federal en 1922, que no tuvo mucho éxito por la oposición de los gobiernos estatales, bajo el argumento de que el Gobierno Federal carecía de facultades cons-titucionales para crear impuestos directos como el predial, por lo que esta potestad correspondía a los estados. En 1924, y en ejercicio de facultades extraordinarias, se creó el income tax, como im-puesto federal no participable.

Después de la Segunda Guerra Mundial, rememo-ra el libro en comento, y a partir de la Convención

Fiscal de 1947, se comenzó a sentar las bases del sistema tributario moderno, caracterizado por un sistema federal que centraliza los ingresos a ex-pensas de los gobiernos estatales y municipales.

La anarquía tributaria se combatió a través de la centralización de facultades tributarias en manos federales, bajo el argumento de la modernización del país. Comentario particular se refiere a la pro-tección de los ejidos en materia fiscal, lo que re-coge uno de los postulados de la revolución de 1910 e involucra un importante objetivo político para fortalecer a la Federación. Estas reformas de-bilitaron las arcas de los gobiernos locales, los que debieron apoyar sus finanzas en gravámenes a la producción y la circulación de mercancías.

Las malas cuentas de la Federación en materia de participaciones y la renuencia de contar con un solo impuesto a nivel nacional, dio paso a la crea-ción del impuesto sobre ingresos mercantiles, y a la firma de convenios de coordinación, por los que se otorgaba una cuota adicional a los estados que suscribieran dichos convenios, a los que tam-bién se les dispensaron sus deudas; incentivo que no superó del todo la resistencia, puesto que 14 estados se rehusaron a la coordinación.

La parte final de la obra “Crónica Gráfica de los Impuestos en México” hace mención a que en poco tiempo, México será un importador neto de petróleo, lo que representa un serio problema en el sistema fiscal federal, que se ha basado funda-mentalmente en la recaudación petrolera, a lo que deben adicionarse otros problemas como son: la baja carga fiscal y lo difícil de cambiar el sistema fiscal, frente a las tensiones entre la sociedad y el poder político, y la resistencia de la sociedad a la cobranza fiscal.

REFLEXIONES FINALESDespués de haber leído este interesante trabajo,

y de conocer la evolución histórica de nuestro sis-tema tributario, me lleva a las siguientes reflexio-nes:

1. Actualmente nuestro sistema tributario federal se sustenta fundamentalmente en la combinación de impuestos directos e indirectos, destacando:

a) EI IVA como gravamen al consumo, que en-tró en vigor en el año de 1980, habiendo sufrido diversas reformas, siendo la última importante, la de 2004.

12 Del Colegio de México

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b) El impuesto especial sobre producción y ser-vicios (IESPYS), que también es un gravamen al consumo, y al que recientemente se han incorpo-rado como actos gravados el uso de nuevas tec-nológicas de comunicación como son: la telefonía celular y la Internet.

c) El impuesto sobre la renta (ISR), bajo su re-estructura del año 2002 y sus diversas reformas a la fecha.

d) El impuesto empresarial a tasa única (IETU) que se incorporó al sistema tributario en el año de 2008.

2. Desde hace algunos años, múltiples voces claman por la muy llevada y traída reforma fiscal integral, sin embargo, de las líneas contenidas en la obra “Crónica Gráfica de los Impuestos en Méxi-co”, observamos que esto no es una novedad, pues cada reforma fiscal a nuestro sistema tributario, ha atendido al contexto político, económico y social del momento histórico en que fue implementada.

3. Una constante que se observa a lo largo de la historia, es que cada vez que existe una crisis en las finanzas mexicanas, la solución siempre ha sido incrementar las cargas tributarias, buscar nuevas fuentes de tributación o recurrir al endeudamiento, para cubrir el gasto público.

4. También puede observarse que muchas de las crisis financieras tienen su origen en los gastos excesivos de las clases políticas, así como el pago de los costos originados por las distintas luchas en las que México se ha visto involucrado.

5. Otra constante histórica sobre la que vale la pena reflexionar es cómo la excesiva presión fiscal, genera abusos y corrupción, la cual va acompañada de tensión social.

6. Dato curioso sobre el que es conveniente re-flexionar es que a lo largo de la historia se han establecido diversas canonjías tributarias, cuyo origen se encuentra en razones políticas y no eco-nómicas.

7. También llama la atención, la “eterna” lucha por la soberanía tributaria entre la Federación y los estados, que tiene su origen en un muy asentado regionalismo y en el añejo argumento de que los recursos deben permanecer donde se han ge-nerado; lucha en la que, la balanza se inclina a favor de unos y otros, según si en la época, la fuerza política reside en los gobiernos estatales o si quien la detenta es el Gobierno Federal.

8. Si bien hoy día, la fiscalidad se rige por el pre-supuesto, poco o nada se ha estudiado sobre cómo evitar los excesos en el gasto presupuestario, así como exigir responsabilidad de aquellos órganos de gobierno que en el ejercicio de sus funciones hayan abusado en el gasto o incluso haya cometido despilfarro de éste.

9. La obra “Crónica Gráfica de los Impuestos en México” nos muestra cómo durante diversas épocas históricas se ha discutido si el sistema tributario debe apoyarse privilegiando las contri-buciones indirectas, y en otros periodos, si debe sostenerse en las contribuciones directas. Este tema hoy día nuevamente entra a la mesa de discusión cuando se debate si el IVA debe ge-neralizarse o no.

10. El acceso a esta obra me hace recapacitar sobre la historia tributaria de nuestro país y la in-fluencia del entorno político, económico y social en su construcción, invitando a la lectura de la misma, a fin de entender las razones que produjeron las decisiones que fueron adoptadas en las distintas épocas para hacer frente a las necesidades finan-cieras que imperaban en esos tiempos, lo que me ha motivado para hacer una reseña de lo que he visto y conocido, a fin de compartirlo con quien lea este pequeño ensayo, así como reflexionar sobre las distintas razones que han determinado la his-toria tributaria de México.