cronica pedro martinez

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PEDRO MARTÍNEZ ACOSTA EL HOMBRE QUE TUVE EL PLACER DE CONOCER Fue una noche de 1984, septiembre creo, en la sala de música de la Biblioteca Provincial. “Julio Antonio Mella” cuando un pequeño grupo de estudiantes de música de la Escuela Vocacional de Artes “Luis Casas Romero”, conocimos a Pedro Martínez Acosta. Nosotros nos preparábamos para realizar los exámenes de ingreso al Nivel Medio y él, recién llegado de la URSS, accedía amablemente a brindarnos sus enormes conocimientos para salir airosos en nuestra primera gran prueba. Entonces no teníamos conciencia del privilegio de tener ante nosotros un profesor e intelectual de tal envergadura. Recuerdo que escuchábamos el Bolero, de Maurice Ravel, y Pedro hizo un profundo análisis que aún recuerdo. Aquella noche quedó grabado en mi memoria su seriedad que inspiraba respeto, su cubanía intacta tras varios años en Odessa y su vasta cultura del sonido. Musicólogo de pura estirpe, nos adentró desde ese momento en el fascinante mundo de la investigación más allá de la música. Yo no imaginaba en aquel momento que Pedro sería por cuatro años mi profesor de Historia de la Música y Armonía y, para siempre, mi amigo. En la década de los ochenta aún persistía cierta reticencia hacia la interpretación de la música popular cubana en los Conservatorios, y Camagüey no era la excepción. Pedro Martínez fue uno de los profesores que con más fuerza y solidez de elementos rompió las puertas que nos limitaban el acercamiento a nuestras raíces musicales. El nos enseñó a escudriñar en la obra de Don Fernando Ortiz los sonidos que la integran, a buscar el paralelo histórico y conceptual entre las artes. El nos dijo un día: “No se conformen con una sola respuesta” y alguna que otra vez me alertó: “Rommel, no dejes nunca de buscar, de preguntar, de dudar”. Cuando el destino quiso que no lo tuviéramos más en nuestra ciudad como profesor para servir en otro país, nunca mostró

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Por: Rommel Roger Ramírez.Concertista-Guitarrista y Profesor Cubano Residente en Ecuador. gmail: [email protected]

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Page 1: Cronica Pedro Martinez

PEDRO MARTÍNEZ ACOSTAEL HOMBRE QUE TUVE EL PLACER DE CONOCER

Fue una noche de 1984, septiembre creo, en la sala de música de la Biblioteca Provincial. “Julio Antonio Mella” cuando un pequeño grupo de estudiantes de música de la Escuela Vocacional de Artes “Luis Casas Romero”, conocimos a Pedro Martínez Acosta.

Nosotros nos preparábamos para realizar los exámenes de ingreso al Nivel Medio y él, recién llegado de la URSS, accedía amablemente a brindarnos sus enormes conocimientos para salir airosos en nuestra primera gran prueba. Entonces no teníamos conciencia del privilegio de tener ante nosotros un profesor e intelectual de tal envergadura. Recuerdo que escuchábamos el Bolero, de Maurice Ravel, y Pedro hizo un profundo análisis que aún recuerdo. Aquella noche quedó grabado en mi memoria su seriedad que inspiraba respeto, su cubanía intacta tras varios años en Odessa y su vasta cultura del sonido.

Musicólogo de pura estirpe, nos adentró desde ese momento en el fascinante mundo de la investigación más allá de la música. Yo no imaginaba en aquel momento que Pedro sería por cuatro años mi profesor de Historia de la Música y Armonía y, para siempre, mi amigo.

En la década de los ochenta aún persistía cierta reticencia hacia la interpretación de la música popular cubana en los Conservatorios, y Camagüey no era la excepción. Pedro Martínez fue uno de los profesores que con más fuerza y solidez de elementos rompió las puertas que nos limitaban el acercamiento a nuestras raíces musicales. El nos enseñó a escudriñar en la obra de Don Fernando Ortiz los sonidos que la integran, a buscar el paralelo histórico y conceptual entre las artes. El nos dijo un día: “No se conformen con una sola respuesta” y alguna que otra vez me alertó: “Rommel, no dejes nunca de buscar, de preguntar, de dudar”.

Cuando el destino quiso que no lo tuviéramos más en nuestra ciudad como profesor para servir en otro país, nunca mostró arrogancia por estar en el extranjero. Siempre fue el mismo Pedro: cubano, artista, amigo, “de a pie”. Nunca traicionó sus principios, su amor Al Camagüey, a la rumba, a los amigos, a la UNEAC.

Pedro Martínez fue el alumno predilecto de un maestro de la musicología cubana: el Doctor Argeliers León. Su tesis de grado en Odessa fue única en su género y elogiada por numerosos especialistas que le otorgaron un Premio Estatal de la Unión Soviética.

Sin dudas, la cultura principeña perdió a un profesional de altos quilates. Muchos criticaban sus conceptos pedagógicos, sus adicciones “no artísticas”, su carácter “seco”, su reacción ante los dogmas y algún que otro trato hiriente. ¡Cierto! No era muy fácil lidiar con Pedro sobre todo para aquel que no tuviera una posición vertical y profunda ante la vida. El fue un hombre ecléctico que bebió de varias fuentes hasta conformar su identidad. Sus manchas fueron menores a las luces que iluminaron a

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estudiantes y profesionales diversos de Camagüey. Muchos hablaron mal y los más nobles hablaron y hablan bien.

El despertó en mí el vicio devorador por conocer e investigar, por adentrarme en el fascinante mundo de la creación artística. El me enseñó a respetar al ñáñigo, al musulmán, al cristiano, al yoruba, al artista, al amigo y al hombre.

Murió precisamente en el mes de la fundación de la villa que tanto conocía y amó, como para que cada tambor carnavalesco le dé las gracias en cada San Juan.

Así fue Pedro Martínez Acosta: El hombre que tuve el placer de conocer.