crónicas de la unidad continental, por julio fernández baraibar

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La construcción de la Unidad Nacional latinoamericana es el hilo conductor de cualquier otro aspecto de la política. En realidad, es ella la que somete y condiciona todo lo demás. No hay ya posibilidades de una política energética o militar, para mencionar sólo dos áreas estratégicas, que no esté determinada por la integración continental. Y esto se vuelve imperativo en lo que hace a Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil.

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Julio Fernndez Baraibar

Crnicas de la Unidad Continental

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A Luis Vignolo, de Montevideo A Pedro Godoy, de Santiago de Chile A Roberto Hernndez Montoya, de Caracas que piensan la Patria Grande

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ndicePrlogo venezolano ........................................................................................................ 9 Introduccin.................................................................................................................... 11 La Revolucin Bolivariana...........................................................................................13 Caracas, 19 de abril de 1810 - Buenos Aires, 25 de mayo de 1810...................... 14 Un proyecto capitalista autnomo en la Amrica colonial.................................... 19 Venezuela o el derrumbe del proyecto colonial.................................................... 26 En la senda de Bolvar y Artigas........................................................................... 32 Chvez en Buenos Aires........................................................................................ 34 El Mercosur ha llegado al Caribe.......................................................................... 39 El Libertador ha entrado en tierra brasilea.......................................................... 41 Se lanz la lucha contra la integracin suramericana............................................ 44 Salud a la gran Revolucin Bolivariana!.............................................................. 48 Partido nico o movimiento nacional latinoamericano......................................... 49 Si se pierde Petare.................................................................................................. 55 La industria argentina en Venezuela y el presidente Chvez como historiador colectivo.............................................................................................. 63 Varguitas.................................................................................................................66 Sobre Bolivia..................................................................................................................68 Algo ms que movileros........................................................................................ 69 Bolivia: cercada por derecha y por izquierda.........................................................73 Cuatro paniaguados de Clarn desinforman este domingo.................................... 75 Los verdaderos riesgos de fragmentacin de algunos estados nacionales suramericanos........................................................................................................ 78 Sobre Uruguay...............................................................................................................81 Algodn entre dos cristales o jamn del sndwich................................................ 82 Los riesgos del nacionalismo de campanario........................................................ 89 Las interesadas y falaces crticas a la Comunidad Suramericana de Naciones..... 92 Sobre el Mercosur..........................................................................................................96 Unidad sudamericana sin vacilaciones...................................................................97

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Viejas calumnias para atacar al Mercosur........................................................... 106 El Siglo XXI nos encontr, por fin, unidos..........................................................114 Patria Grande o Imperialismo...............................................................................117 La Patria Grande: una nueva y gloriosa Nacin.................................................. 119 12 de octubre: El mandato del Inca Yupanqui..................................................... 122 Las disputas fronterizas como expresin del nacionalismo balcanizador........... 125 El No a la llamada Constitucin europea, nos deja ms solos a los suramericanos?................................................................................................132 Respetar las asimetras, evitar la prepotencia...................................................... 138 Nada hay ms importante que la unidad de la Patria Grande.............................. 142 Reflexiones y homenajes.............................................................................................149 Gustavo Adolfo II de Suecia, Franz Mehring, la Guerra de los Treinta Aos y la unificacin latinoamericana............................................................................. 150 Apuntes sobre la situacin colombiana................................................................154 Adis a Dom Helder Camara............................................................................... 157 Washington Reyes Abadie, apstol precursor del Mercosur................................158 El Hegel de la calle Brecha...................................................................................160 Amrica Latina, esa hermosa transculturacin.....................................................165

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Prlogo venezolanoCunto se ha hablado de la unidad latinoamericana? No lo suficiente, hasta que la hayamos concretado no podremos decir que ya todo est dicho y menos ahora, cuando estamos en pleno proceso de avance hacia el sueo de Bolvar. En tiempos como estos uno escribe en Venezuela sobre los que estamos viviendo y se encuentra uno con que lo que dijo aqu llega a la Argentina, a la velocidad de un clic, y muchos, muchsimos argentinos entienden clarito de qu estoy hablando. En tiempos como estos algunos de esos argentinos te mandan sus escritos y, entre clic y clic, termina uno entendiendo que no somos aquellos extraos que nos ensearon a ser. Que en el sur del sur no son raros, ni muy distintos a nosotros, quienes moramos en el norte, pegaditos al Mar Caribe. As fue como conoc a Julio y as es como me encuentro aqu sentada tratando de prologar su libro que recopila tantos artculos sobre algo de lo que ambos defendemos a muerte: la unidad continental; a sabiendas que nunca ha sido tan posible como ahora. Atentando contra el vaco intelectual, columna principal que sostiene a este insostenible sistema, Julio va hilando con sus crnicas nuestros procesos individuales, nuestro despertar colectivo, nuestros pasos hacia la vital unidad, bordando con esmero los detalles, las luchas, luchadores, zancadillas, aptridas que meten el pie; con certeras puntaditas que slo puede dar quien se sumerge a fondo en el tema, quien lo siente, quien lo pelea. Cunto se ha escrito sobre la Unidad Continental? No lo suficiente, por lo tanto celebro este libro de Julio Fernndez Baraibar como celebro cada esfuerzo que se haga a favor de lo que, por fin, parece dejar de ser solo un sueo: nuestro inevitable y necesario futuro comn. Porque, como ya sabemos, El siglo XXI nos encontrar unidos o dominados Carola Chvez. Isla de Margarita Venezuela.

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IntroduccinLos ltimos diez aos vividos suramericanos no pueden ser comparados, en cuanto a la trascendencia de los cambios polticos vividos en el continente, ms que con el perodo que va desde 1810 hasta la batalla de Ayacucho, en 1824. Ninguna otra generacin, a excepcin de la que integraron Simn Bolvar, Jos de San Martn, Jos Gervasio Artigas, Antonio Jos de Sucre, Bernardo de O'Higgins y Jos Ignacio Abreu y Lima, ha tenido una experiencia continental como la que hoy estamos atravesando. Por fin, la poltica suramericana se ha convertido en poltica interna en cada uno de nuestros pases y, aunque los grandes medios comerciales manifiesten al respecto una ignorancia dolosa, lo que ocurre en Tchira o en Fortaleza, tiene consecuencias en Catamarca o en Cochabamba. Por primera vez, en doscientos aos, los argentinos nos preocupamos por los resultados electorales en Colombia o en Ecuador y una decisin de la cancillera venezolana es analizada y discutida por los ecuatorianos o los chilenos. Uruguay ya no es, tan slo, el estado tapn creado por Lord Ponsomby ni Chile puede ser una nsula separada del continente por la mole andina. La presidencia de la Unasur a cargo de un expresidente argentino, que protagoniz en Mar del Plata la famosa Cumbre de las Amricas que puso punto final al intento neocolonialista norteamericano del ALCA, es una de las medidas de este cambio histrico. El eclipse de la OEA -que en la dcada del setenta fuera definida como ministerio de colonias de los EE.UU.- ante la voluntad autonmica de los pases sureos es otra prueba de lo que venimos sosteniendo. La evidencia tangible de que los latinoamericanos podemos dar solucin a nuestros problemas y disputas slo cuando no interfiere en nuestras relaciones la presencia del estado norteamericano ha dado fuerza a la creacin de nuevos organismos continentales que garanticen esta ausencia. La participacin del recientemente electo presidente chileno, Sebastin Piera, en los festejos del Bicentenario argentino abre la expectativa de que el tradicional alineamiento chileno puede quebrarse en favor del proceso integrador. Todo este irrefrenable proceso necesita reflexin y discusin. Como los hijos de Fierro en el momento del reencuentro, los suramericanos tenemos que volver a conocernos y contarnos lo que hemos hecho durante todos estos aos de alejamiento y soledad.

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Este libro es tan slo un aporte a ese conocimiento recproco. Son artculos escritos a lo largo de esta ltima dcada y tienen como tema la historia y la poltica de Argentina, Venezuela, Bolivia, Uruguay y la construccin y afianzamiento del Mercosur. La alianza de la Argentina con el Brasil constituye, en mi opinin, la piedra angular de cualquier intento de integracin continental. Su desarrollo, sus crisis y las relaciones internas entre los distintos pases que lo integran son temas que merecen la ms amplia discusin poltica. El papel de los pases ms pequeos del acuerdo regional Uruguay y Paraguay-, el riesgo de que los ms grandes intenten una poltica hegemnica, la aparicin de tendencias secesionistas, entre otras cuestiones, son temas que deben integrar nuestra agenda poltica. En muchos de estos artculos he intentado, desde la ptica poltica que fundamenta esta opinin -el pensamiento continentalista de Juan Domingo Pern y de Jorge Abelardo Ramos- responder a cuestiones coyunturales, pero con la vista puesta en una visin estratgica a largo plazo. Estoy convencido que en este tipo de cuestiones no puede prevalecer el inters inmediato, la interna poltica o los posibles resultados de una eleccin. La construccin de la Unidad Nacional latinoamericana es el hilo conductor de cualquier otro aspecto de la poltica. En realidad, es ella la que somete y condiciona todo lo dems. No hay ya posibilidades de una poltica energtica o militar, para mencionar slo dos reas estratgicas, que no est determinada por la integracin continental. Y esto se vuelve imperativo en lo que hace a Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil. Para el final de esta recopilacin dejo unos textos de homenaje a algunas personalidades que se han convertido en paradigmas de esta larga lucha de integracin. He agregado tambin la introduccin a un texto en alemn de Franz Mehring que, aunque relacionado con la unidad nacional alemana, abre un sinnmero de reflexiones sobre nuestra propia unidad. Es un libro militante, de anlisis y combate. Espero que los lectores encuentren en su lectura la pasin poltica que lo ha inspirado. Si ello se logra este autor habr cumplido con su tarea. Julio Fernndez Baraibar

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La Revolucin Bolivariana

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Caracas, 19 de abril de 1810 - Buenos Aires, 25 de mayo de 1810En estos das se ha celebrado en toda Venezuela la fecha que motiv a Andrs Bello a una juvenil cancin escrita unos aos despus, en la que cantaba: Caraqueos, otra poca empieza. El 19 de abril del ao 10, las clases decentes de Caracas destituyen al Gobernador y Capitn General de la provincia de Venezuela, Vicente Emparn, e instauran una Junta de Gobierno que desconoce al Consejo de Regencia establecido en Cdiz y asume la representacin de la autoridad en nombre del rey Fernando VII, a la sazn, como se sabe, en manos de los franceses. Los protagonistas principales de ese histrico Jueves Santo son entre otros: Francisco Salia, quien obliga al gobernador y Capitn General, tomndolo fuertemente del brazo, a volver al Cabildo Abierto del cual se haba retirado para ilegitimar su sesin; el ignoto jefe de la guardia del Capitn General, que ordena a su tropa a no repeler la agresin fsica sobre la mxima autoridad; Jos Felix Ribas, el agitador que se arrogaba la representacin de todos los partidos; el cura chileno Corts de Madariaga, cuyo discurso llev al Capital General, Vicente Emparn, a la renuncia final. La historia ha inmortalizado un momento que, como en una fotografa, se condensa la complejidad de los hechos. Rojo de ira, por el discurso del cannigo chileno, Emparn declar que si no lo queran estaba dispuesto a abandonar inmediatamente el cargo. Y mientras hablaba, se dirigi al balcn del cabildo y no se sabe si por audacia o por desconcierto, pregunt a la gente que se haba reunido a las puertas del edificio si estaban o no conformes con su gobierno. Al parecer, el pcaro y rebelde chileno, como un moderno productor de televisin, dudando sobre la lealtad de los presentes muchos de ellos sirvientes y esclavos de los cabildantes- hizo, detrs de Emparn, con su dedo ndice la sea de la negacin dirigida a algunos de los que pertenecan a la conjura. Un tumultuoso No! respondi a la retrica pregunta del Capitn General, quien se retir del recinto, exclamando: Pues yo tampoco quiero seguir mandando 1. Los mantuanos la clase social de propietarios criollos cuyas mujeres tenan derecho exclusivo al uso del manto- haban logrado ese da, y bajo la mscara de Fernando VI artificio poltico que se expandi como un reguero de plvora por todos los cabildos1

Indalecio Livano Aguirre, Bolvar, 2. Edicin, Editorial Grijalbo, Caracas, Venezuela, 2007, pg. 103. Ral Daz Legrburu, 5 Procesos Histricos, Academia Nacional de la Historia, Julio-Septiembre, Nro. 347, Caracas, Venezuela, 2004.

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hispanoamericanos- lo que sus anteriores pronunciamientos y rebeliones no haban obtenido.

1795 y el rechazo a la Real Cdula de Gracias al SacarEl 10 de febrero de 1795 una Real Cdula dictada en Aranjuez y conocida como de Gracias al Sacar, suspenda las infamantes consecuencias derivadas del carcter de pardo, zambo o quintern y permita a esas clases determinadas por su composicin racial- la posibilidad de obtener por compra el distintivo ttulo de Don y hasta ciertos cargos administrativos, hasta ese momento un exclusivo privilegio de los blancos. La reaccin de las clases propietarias criollas no pudo ser ms enconada. El ayuntamiento de Caracas, en reunin del 14 de abril de 1796, resolvi enviar al rey una splica para que se suspendieran los efectos de la mencionada Cdula. Su texto, publicado en la magistral biografa de Simn Bolvar, de Indalecio Livano Aguirre, merece ser citado: Dispensados los pardos y quinterones de la calidad de tales, quedaran habilitados, entre otras cosas, para los oficios de la repblica, propios de personas blancas, y vendran a ocuparlos sin impedimento, mezclndose e igualndose con los blancos y gentes principales de mejor distincin, en cuyo caso, por no sufrir este sonrojo, no habra quien quisiera servir los oficios pblicos como son los de Regidores y el resto de todos los que se benefician y rematan por cuenta de la Real Hacienda, y podra originarse de esto discusiones de las respectivas clases, por la dispensa de calidad que se les concede a esas gentes bajas que componen la mayor parte de las poblaciones y son por su natural soberbias, ambiciosas de honores y de igualarse con los blancos, a pesar de aquella clase inferior en que los coloc el Autor de la Naturaleza2. Poco caso hizo la Corona a este petitorio. En 1801 una nueva Cdula Real seala las tarifas para abandonar la calidad de pardos y quinterones, para obtener el preciado Don, as como para la declaracin de hidalgua y nobleza. La avidez fiscalista de los Borbones, que en su momento haba permitido a los espaoles americanos comprar sus recientes ttulos de marqueses y condes, amenazaba con arrasar una estratificacin social basada en el color de la piel y con el privilegio de los mantuanos. Estas clases propietarias de haciendas cafetaleras y de esclavos africanos entenda confusa, pero visceralmente, que la penetracin de las ideas francesas en la corte de Madrid los converta en depositarios de una misin:2

Ibidem, pg. 95.

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conservar en las colonias el viejo orden social. Como ha descrito con acierto el historiador, poltico y diplomtico colombiano antes citado,uno de los fenmenos ms curiosos de anotar en el Nuevo Mundo por aquellos tiempos es el peculiar sentido revolucionario de los criollos: quieren la revolucin contra Espaa para conservar el orden tradicional heredado de la misma Espaa3.

1808 y el rechazo a Jos BonaparteEn julio de 1808, lleg a Caracas de un representante del Supremo Consejo de Indias con la finalidad de exigir el reconocimiento de Jos Bonaparte como rey de Espaa y del prncipe Murat como teniente general del reino. La respuesta al recin llegado es un motn que se convirti en una reaccin de entusiasmado apoyo y fidelidad a Fernando VII. Mientras en las calles el pueblo de entonces aclamaba al rey y los sacerdotes godos lanzaban maldiciones divinas contra los franceses y sus diablicas teoras polticas, los mantuanos, a la sombra de sus frescas mansiones, acordaban la constitucin de una Junta Suprema de Caracas. Al da siguiente, logran que el capitn general, don Juan Carlos Casas, acepte la instauracin de la nueva autoridad local. Durante varios das logr Caracas reasumir la autoridad metropolitana en nombre de diversas clases sociales. La llegada de un comisionado de la Junta de Sevilla, don Jos Melndez Bruna, logr que los espaoles europeos exclusivos administradores de la colonia- volviesen a levantar cabeza y se restableciese la autoridad espaola, mientras se iniciaba una investigacin contra los traidores a Espaa y la Monarqua. Los enviados espaoles cumplan en las colonias el mismo papel que sus iguales en Espaa. Como ha escrito Jorge Abelardo Ramos: Mientras las tropas napolenicas exterminaban a miles de espaoles, Fernando VII, en cuyo nombre se combata, adulaba rastreramente al strapa ensoberbecido. Tal era el patriotismo de la realeza y de la aristocracia de Espaa que dominaba las Indias. () Todo el alto clero acat el nuevo orden extranjero. Lo mismo hizo el partido de los liberales 'afrancesados', que habiendo perdido toda fe en el despotismo ilustrado espaol para regenerar Espaa, depositaban ahora sus esperanzas en el absolutismo bonapartista. De este modo se encontraron

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Ibdem, pg. 96.

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reunidas las clases ms poderosas de Espaa, la putrefacta aristocracia, la dinasta, la jerarqua eclesistica y hasta el ala liberal4.

El ejemplo que Caracas dioPero en 1810, ese ao crucial para Hispanoamrica, los criollos lograron imponer una autoridad de origen local por un tiempo ms largo y convocando a hacerlo a todos los cabildos del pas que, ya en el mismo mes de abril, comienzan a formar sus propias Juntas. Cuman, Margarita, Barinas, Trujillo y Mrida sern los cabildos que responden afirmativamente a la convocatoria de Caracas. Y un poco ms de un mes despus, en la lejana Buenos Aires, en el confn de la Amrica espaola, una sociedad menos estamental y racista que la venezolana de entonces, sigui el ejemplo de Caracas. A diferencia de la sociedad nortea, la esclavitud no constitua un modo de produccin. Los pardos y morenos estaban en muchos casos manumitidos y formaban parte del sector artesanal de la pequea aldea. No haba plantaciones en el Ro de la Plata y el contrabando era la principal actividad de los comerciantes porteos. El espritu rebelde, a diferencia de lo anotado por Livano Aguirre, Picn Salas y la mayora de los historiadores neogranadinos y venezolanos, no se haba constituido en la defensa de privilegios sociales y raciales, sino sobre la defensa del virreinato ante los intentos portugueses e ingleses de ocuparla y sacarla de la heredad espaola para convertirla en colonia del nuevo imperialismo comercial martimo. La Junta portea, la Primera Junta, tena en su seno espaoles europeos y espaoles americanos, y su presidente era un gran hijo del Alto Per. Ni la de Caracas, ni la de Buenos Aires, se pensaban a s mismas como embriones de pequeas e indefensas naciones. Ambas, y todas las que surgieron en ese glorioso ao de 1810, eran manifestaciones de la misma nacin que asomaba, con brutales contradicciones y enormes dificultades, a la faz de la tierra. Por eso es que, cuando la Asamblea del ao 13 convierte la marcha de Lpez y Planes en himno de guerra de las provincias del Sur, y cuando el dominio espaol haba aplastado a sangre y a fuego la independencia venezolana, el fervor patritico del autor pregunta indignado:4

Jorge Abelardo Ramos, Historia de la Nacin Latinoamericana, 2 Edicin, Senado de la Naci{on, buenos Aires, Argentina, pg. 116.

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No los vis sobre el triste Caracas luto , llantos y muerte esparcir? No los veis devorando cual fieras todo pueblo que logran rendir? Es que el poema que Vicente Salia le hiciera a las jornadas del 19 de abril, al calor mismo de los hechos, dejaban a las claras que la lucha no era de parroquia, sino continental. Deca el caraqueo: Unida con lazos que el cielo form, la Amrica toda existe en Nacin; y si el despotismo levanta la voz, seguid el ejemplo que Caracas dio. Y en eso andamos los suramericanos ltimamente. Caracas, 21 de abril de 2008.

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Las misiones capuchinas en la Guayana venezolana

Un proyecto capitalista autnomo en la Amrica colonialSabido es el papel que las misiones jesuticas en la regin guaran de la Cuenca del Plata tuvieron en el desarrollo, tanto de la gesta artiguista en la Banda Oriental y las provincias llamadas mesopotmicas, como en el posterior desarrollo del Paraguay del doctor Francia y de los Lpez, padre e hijo. Los discpulos del guipuzcoano Ignacio de Loyola realizaron en tierra americana una extraordinaria utopa que sent las bases, pese a su expulsin en 1767 tan slo cuarenta aos antes de los primeros movimientos independentistas-, de un espacio socio cultural sobre el cual se asent Jos Artigas y su influencia sobre las regiones de los dos grandes ros platinos, el Paran y el Uruguay. El Paraguay conducido por Gaspar Rodrguez de Francia, con las estancias estatales, el ascetismo de la vida pblica y la ausencia de latifundismo, as como la armnica integracin con el pueblo guaran y hasta su aislacionismo encuentran su explicacin histrica en ese vasto mundo de indgenas integrados a aquellos falansterios cristianos, armados, para defenderse de las tropelas bandeirantes, y espartanamente igualitarios. Jos de San Martn naci en Yapey, pueblo misionero en el que su padre era funcionario real. Andresito Guaicurar o Guaicur, el joven guaran, hijo adoptivo de Jos Artigas, y caudillo de la regin misionera, es el vnculo humano ms real y concreto de esa relacin histrica entre el federalismo platino y aquella notable propuesta poltica, social, econmica y cultural. Todos los caudillos vinculados al artiguismo Estanislao Lpez, Francisco Ramrez, Jos Javier Daz- tuvieron puntos de contacto con la herencia dejada por aquellos curas cientficos, poetas, msicos, arquitectos y extraordinarios organizadores sociales. Ya Franz Mehring, el bigrafo de Carlos Marx, haba advertido la naturaleza moderna de la orden fundada por Loyola. En su notable anlisis sobre la Guerra de los Treinta Aos y sobre el papel jugado por el monarca sueco Gustavo II Adolfo, este autor sostiene: El jesuitismo era el catolicismo reformado sobre los cimientos capitalistas. En los pases econmicamente ms desarrollados, como Espaa y Francia, las necesidades del modo de produccin capitalista establecieron grandes monarquas, para las cuales nada haba ms cerca que liberarse de la explotacin romana, pero no haba tampoco

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nada ms lejos que romper con Roma. Despus que los reyes espaoles y franceses se liberaron de Roma, de modo que los Papas no pudieran, sin su autorizacin, recoger un solo cheln de sus pases, se mantuvieron fieles hijos de la Iglesia porque, as, podan aprovechar el poder eclesistico sobre sus propios sbditos. De ah la interminable guerra de los reyes franceses y espaoles sobre la tenencia de Italia. Pero si la iglesia romana poda permanecer competente en el dominio secular, deba transformarse de feudal en capitalista y esto se le deleg a la Compaa de Jess. El jesuitismo adapt la Iglesia Catlica a las nuevas relaciones econmicas y polticas. Reorganiz todo el sistema escolar a travs de los estudios clsicos la ms alta educacin de aquel tiempo-. Se convirti en la principal compaa comercial del mundo y tena sus oficinas a lo largo de toda la tierra que era descubierta. Se procuraron consejeros de los prncipes, a los que dominaban sirvindolos. El jesuitismo, en una palabra, se convirti en la principal fuerza impulsora de la iglesia romana, mientras el papado se reduca a un principado italiano una pelota para que jueguen las potencias seculares- al que stas buscaban usarlo todo lo posible para sus propios objetivos seculares, desde sus contradictorios intereses5. El autor ecuatoriano y profesor en la Universidad Nacional Autnoma de Mjico, Bolvar Echeverra, proporciona un interesante anlisis, muy rico en matices, sobre el papel jugado por la Compaa de Jess, en la Europa de la Contrarreforma y de la Guerra de los Treinta Aos. Modernizar el mundo catlico y al mismo tiempo re-fundar el catolicismo: se fue el proyecto de la primera Compaa de Jess. () Cristianizar la modernizacin: pero no de acuerdo con el cristianismo medieval, que haba entrado en crisis y haba provocado las revueltas de la Reforma protestante, sino avanzando hacia el cristianismo nuevo de una Iglesia catlica transformada desde sus cimientos. Esos rasgos de modernidad, segn el autor, se manifiestan: primero, su insistencia en el carcter autonmico del individuo singular, en la importancia que le confieren al libero arbitrio como carcter especfico del ser humano; y, segundo, su actitud afirmativa ante la vida terrenal, su reivindicacin de la importancia positiva que tiene el quehacer humano en este mundo6.5

Franz Mehring, Gustav Adolf. Ein Frstenspiegel zu Lehr und Nutzen der deutschen Arbeiter. Zweite verbesserte Auflage, mit einem neuen Vorwort. Vorwrts frlag, Berlin 1908. He traducido el libro al espaol de su versin en sueco. 6 Bolvar Echeverra, Vuelta de Siglo, Fundacin Editorial El Perro y la Rana, Caracas, Venezuela, 2 Edicin, 2008, pg. 55 y ss.

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Este intento de adaptar al catolicismo a las condiciones del nuevo modo de produccin que comenzaba a desarrollarse encontr en Amrica una de sus ms altas expresiones. Pero lo que en el sur de nuestro continente, en Buenos Aires, Crdoba, Salta, Montevideo o Mendoza, es mucho menos conocido es el papel que jugaron en el actual territorio de Venezuela, en la regin de la Guayana, las misiones de los capuchinos catalanes. Mario Sanoja Obediente y Iraida Vargas-Arenas, dos reputados antroplogos e historiadores venezolanos, antiguos profesores de la Universidad Central de Venezuela, publicaron en el ao 2005 el libro Las edades de Guayana: Arqueologa de una quimera. Santo Tom y las Misiones Capuchinas Catalanas, en Monte Avila Editores Latinoamericana, y en la revista Question Latinoamerica un artculo de divulgacin basado en aquel estudio7. A inicios del 1700, la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos y la Compaa de Jess celebran un acuerdo por el que se reparten la tarea misional en la Cuenca del Orinoco. Los capuchinos obtienen la regin del Bajo Orinoco. Un cataln, Juan de Urpn, haba fundado en 1637 la ciudad de Nueva Barcelona, al oriente de Caracas hoy Barcelona y capital del estado de Anzotegui- y en ella se instalan los capuchinos de origen cataln, creando las primeras misiones dedicadas a la produccin de algodn y cueros. El algodn se cardaba e hilaba en Cuman, ms al oriente, y de ah parta para las fbricas textiles de Catalua. Las misiones se extienden hacia el sur y a principios del siglo XVIII ya estn establecidas en el territorio de la Guayana. La ciudad de Santo Tom de Guayana se convierte en el centro poltico, econmico y comercial tanto del sistema capuchino, formado por veintiocho misiones unidas por un avanzado sistema de calzadas, como de la burocracia estatal espaola en dicha provincia. Los capuchinos catalanes instauran un slido gobierno misional, sustentado en el desarrollo econmico obtenido a partir del establecimiento de hatos ganaderos sistema similar a nuestra estancia-, el fomento de las artesanas, la instalacin de hornos de alfarera refractaria, la agricultura y la introduccin7

Mario Sanoja Obediente e Iraida Vargas-Arenas, La revolucin bolivariana. Historia, cultura y socialismo, Monte Avila , Caracas, Venezuela, 2006. El libro recopila ste y otros artculos de los autores publicados en el perodo 2003-2006.

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en esta tierra de la forja catalana, con la cual desarrollaron una rudimentaria pero eficiente industria del acero, convirtindose en la primera experiencia de este tipo en todo el territorio venezolano. El sistema, basado en el trabajo pago de los nativos caribes, waikas y guaraos, bajo la direccin de un capataz o teniente, tuvo una singular pujanza econmica. Segn narran los autores antes citados, Se explotaba el oro aluvional del Caron, fundido y forjado en hornos de ltima tecnologa; se practicaba la ganadera extensiva de ganado vacuno y caballar, la manufactura de cueros, la produccin de cecinas, el curtido del cuero y la fbrica de zapatos, arreos, sillas de montar, etc; tambin el cultivo y procesamiento del algodn as como la manufactura de telas con diseo o calics; el cultivo del maz, del cacao, la yuca, etc; la manufactura industrial de alfarera, incluyendo ladrillos refractarios para la construccin o refaccin de hornos para la metalurgia utilizando las arcillas caolinticas del Caron8. La Misin de la Pursima Concepcin del Caron, consolidada en 1724, se convirti en la Casa Rectora de las misiones capuchinas y el lugar de confluencia de las principales fuerzas productivas de la poca. Lo que resulta de particular inters en esta historia es el desarrollo y las consecuencias ulteriores de esta particular inclusin capitalista no esclavista en el seno de la sociedad colonial de la poca. Sanoja y Vargas-Arenas puntualizan, en una rica diferenciacin, que, mientras los jesuitas desarrollaban un criterio misional en el que se mantenan ciertas estructuras sociales indgenas, se respetaba su singularidad cultural y se estableca un rgimen comunitario militarizado (rasgos que ellos llaman ideas rousseaunianas) los capuchinos catalanes, a raz de su origen el Principado de Catalua era el polo de desarrollo capitalista ms avanzado de la Espaa de los Habsburgos-, transforman las comunidades nativas en mano de obra asalariada, entrenada y organizada para la produccin de mercaderas, es decir en un modo capitalista de produccin. La modernidad del sistema, enclavado en un rgimen colonial basado en la mano de obra esclava, en la economa de plantacin y en el latifundio, no pudo sino entrar en severas contradicciones con las clases sociales que lo usufructuaban: la burocracia espaola y los8

Ibidem.

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criollos mantuanos. El sistema misional funcionaba como una empresa de propiedad corporativa, gestionada por un reducido nmero de misioneros que eran, a su vez, individuos versados en muchas reas del conocimiento religioso, humanstico y sobre todo tcnico, administrativo, financiero y en el comercio internacional. Gestionaban el negocio, segn su expresin, como un fideicomiso en nombre de los indgenas quienes eran sus verdaderos propietarios9. Mientras el propietario del sistema esclavista de plantacin estaba sujeto a la intermediacin de los importadores europeos, de su oro y sus mercancas, es decir se implantaba en el mercado mundial de modo subordinado, las misiones capuchinas se integraban plenamente al mismo, puesto que no dependan por lo menos de manera absoluta- de las mercancas y el oro que recibieran de Europa. Es decir, constitua una forma capitalista desarrollada complementaria del capitalismo industrial metropolitano10. Sobre este sistema en pleno funcionamiento logr asentarse la repblica despus de la derrota de 1812, cuando el ejrcito patriota careca virtualmente de territorio. Desde la Guayana y el sur, la repblica logra a partir de 1817 un sistema de financiamiento para su sistema administrativo, los sueldos, la logstica y la publicacin del peridico El Correo del Orinoco, que escriba personalmente el Libertador. Fue sobre la base de esa insercin productiva moderna, en el medio del mundo esclavista de mantuanos y espaoles, que Bolvar logr llegar hasta Carabobo para dar la primera victoria al proceso independentista. Pero esta enorme capacidad que los mtodos capitalistas haban dotado a estas misiones, convirtieron tambin a ellas y a los capuchinos en un potencial peligro. Como se ha dicho, y as afirman los autores, los mantuanos esclavistas constituan su principal enemigo, y junto con la burocracia colonial sostenan que las misiones capuchinas deban ser disueltas, sus indios entregados a encomiendas privadas, es decir volverlos esclavos y que los curas deban dedicarse a sus funciones de mera evangelizacin: bautizar indios y entregarlos a los dueos de las plantaciones, hacer desaparecer estos polos de desarrollo capitalista y de modernidad que con su eficiencia productiva y su ms armnico sistema hacan evidente el arcasmo del sistema tanto colonial como mantuano.

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Ibidem. Ibidem.

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Segn los autores que estamos siguiendo, al producirse la Independencia los curas capuchinos debieron buscar en el campo republicano a quien protegiera y conservase el capital acumulado, as como su autonoma territorial y financiera: Desde el punto de vista econmico, las misiones haban conformado un proceso de acumulacin originaria que superaba muy ampliamente el logrado en otras provincias venezolanas, aparte de constituir un modelo de desarrollo capitalista endgeno de punta, incluso comparado con el resto de Suramrica, vinculado al parecer con el mercado mundial11. Cuando en 1816, el Libertador vuelve al territorio venezolano desde su exilio en Hait, uno de los hombres que lo reciben para integrar su ejrcito es el general Manuel Piar, caudillo indiscutido de la Guayana. Leyenda viviente y prototipo del jefe de hombres caribeo, nacido en Curazao, de madre mulata, era un veterano, pese a su edad, de la guerra contra el espaol. Ambicioso y receloso de la oficialidad mantuana, teji a su alrededor una leyenda sobre su origen, segn cuenta Indalecio Livano Aguirre en su biografa del Bolvar12. Hijo natural del prncipe Carlos de Braganza del Brasil, de Manuel Ribas, padre del general patriota Jos Flix Ribas, de un noble mantuano emparentado con el Libertador, eran algunas de las hiptesis que corran entre sus contemporneos. Haba participado ya en la conspiracin de Gual y Espaa, considerada como el antecedente inmediato del grito de Caracas de 1810 y sus laureles de general los haba ganado por ascenso otorgado en el campo de batalla por sus propios compaeros de armas y luego ratificado por Bolvar. Su condicin de pardo no le haba granjeado grandes simpatas en el estado mayor patriota, conformado mayoritariamente por antiguos mantuanos, hijos de dueos de esclavos y plantaciones. Este era el hombre que se haba asegurado el control de la Guayana, y a cuya sombra se protegan los capuchinos catalanes de Santo Tom y el Caron. Y era el tesoro, la acumulacin de capital de trescientos aos de produccin moderna, de las misiones capuchinas las que sostenan la plaza guayanesa. Cuando Bolvar llega a Venezuela es informado por uno de sus lugartenientes que Piar, fortalecido en Guayana y sabiendo las enormes dificultades que aqul encontrara, se preparaba para tomar el mando supremo de los ejrcitos. A partir de ah se inicia un sordo enfrentamiento entre Bolvar y Piar, que culminar trgicamente un ao despus.11 12

Ibidem. Indalecio Livano Aguirre, Bolvar, Grijalbo, Caracas, 2006, pg. 244 y ss.

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El Libertador se traslad a los llanos occidentales, donde Pez haba formado un poderossimo ejrcito de llaneros, de los cuales era el caudillo indiscutido, logrando eclipsar la figura del espaol Boves, que con esos mismos llaneros y lanzando una guerra social contra los mantuanos, haba dado terribles golpes a la repblica independiente. El antiguo mantuano terrateniente se convierte, entonces, en el general en jefe de ese ejrcito de guerreros feroces e incansables. En ese momento, Manuel Piar desde la Guayana comienza a levantar a los indios de las misiones del Caron y a los pardos y mulatos, contra la conduccin de Bolvar. La fortuna de los capuchinos catalanes daba base material al levantamiento de Piar y al intento de lanzar una repblica de color contra el predominio de los blancos. La Guayana estaba en condiciones de convertirse en un pas independiente con una base productiva, agraria e industrial, de mayor poder que la caraquea, proyecto que hubiera contado con el apoyo de las potencias enemigas de Espaa, como el Reino Unido. El 17 de mayo de 1817, soldados que respondan a Bolvar lancean a los dieciocho capuchinos recluidos en su misin y sus restos son arrojados al Caron, el testigo del apogeo y la cada del proyecto de los monjes catalanes. Unos meses despus, el 16 de octubre, el general Manuel Piar fue fusilado en Angostura. Y las misiones capuchinas fueron absorbidas por el torrente revolucionario e independentista. Su sacrificio y el del gran guerrero Manuel Piar impidieron una temprana balcanizacin de la regin del Orinoco y sofocaron un posible desarrollo en condiciones de autonoma. Caracas, 10 de diciembre de 2008.

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Venezuela o el derrumbe del proyecto colonialEl siguiente texto apareci publicado en el peridico partidario Accin Popular para la Liberacin, en marzo de 1992, a pocos das del levantamiento militar en Venezuela encabezado por el Comandante Hugo Chvez Fras. Podemos decir, no sin orgullo, que fue el nico artculo de toda la prensa poltica en saludar con entusiasmo ese levantamiento y en anunciar el inicio de un nuevo perodo revolucionario en Suramrica. Tanto la prensa comercial y su estolidez desinformativa como la llamada prensa de izquierda progresista vieron en el levantamiento de Chvez una rplica de las rebeliones carapintadas argentinas y, sobre todo, de su reaccionarismo ideolgico. Este solitario artculo, escrito con la informacin recogida en la prensa comercial y sin otro conocimiento sobre los protagonistas del alzamiento de Chvez, logr anticipar, en parte, el desarrollo de lo que hoy es la Repblica Bolivariana de Venezuela. En nuestro nmero anterior, a propsito del triunfo electoral en Bolivia de fuerzas de claro contenido nacional, popular y antiimperialista afirmbamos que dichos resultados daban por tierra con la presunta simpata de las grandes mayoras hacia sus verdugos y aseguraba que una nueva hora de los pueblos se avecinaba en nuestros pases. Los acontecimientos poltico militares que se viven en Venezuela a partir del pronunciamiento y la rebelin militar encabezada por el coronel Hugo Chvez revelan que nuestra afirmacin no era tan slo una expresin de deseos. El actual presidente venezolano, Carlos Andrs Prez, subi al poder elegido por el voto popular hace tan slo tres aos. Candidato del partido Accin Democrtica, miembro de la Internacional Socialista, Prez gozaba entonces de una gran popularidad, como producto de una cierta democratizacin de los ingresos provenientes del petrleo realizada en su anterior presidencia. En aquella poca, Venezuela se haba beneficiado con la suba del precio internacional de petrleo y se haba lanzado a una poltica de industrializacin del pas y de distribucin de la renta petrolera. Cuando asume la presidencia por segunda vez, han cambiado las condiciones internacionales. La deuda externa pesa sobre la economa venezolana de la misma manera en que lo hace sobre todos los pases latinoamericanos. Estados Unidos se ha lanzado a la poltica exterior de equiparar democracia poltica con libertad de los mercados y utilizar el chantaje de la deuda como medio para desnacionalizar nuestras estructuras econmicas. Ante ello, el actual presidente 21

venezolano hace una voltereta que los argentinos conocemos muy bien. El mismo da en que, con bombos y platillos, asume su segunda presidencia, renuncia al programa de gobierno que haba ofrecido a la ciudadana durante la campaa electoral y se lanza a la poltica de ajuste y entrega de las empresas estatales que le exige el imperialismo. Poco despus firma un acuerdo con el fondo Monetario Internacional, produce un aumento descomunal del precio de los combustibles e inicia una poltica recesiva y hambreadora que ha llevado a una situacin tal que, segn estadsticas reveladas en estos das, el 57 % de las familias pueden permitirse tan slo una comida al da. Un periodista norteamericano sostiene en el diario The Baltimore Sun en una nota aparecida en la prensa local- que la pobreza haba aumentado de un 37% en 1981 a un 65% en 1989 y que el desempleo entre los jvenes de entre 15 y 24 aos rondaba el 20%. A estas cifras cuya vigencia puede en ms o en menos aplicarse a todos los pases de Amrica Latina- debe agregarse una descontrolada corrupcin administrativa. Los funcionarios del gobierno de Carlos Andrs Prez y el propio Prez son sospechosos de un ilimitado enriquecimiento a travs de negociados, coimas y otros ilcitos. La prosperidad de la poca petrolera gener en la burguesa venezolana una imitacin del estilo de vida norteamericano con su culto al automvil y las autopistas. Todas las grandes obras de infraestructura realizadas por el gobierno generaban el enriquecimiento de los miembros del crculo cercano al poder y con la aplicacin de las polticas dictadas por el FMI se produjo un brutal empobrecimiento del pas, pese al aumento del producto bruto interno, lo que en los hechos ha significado una redistribucin del ingreso, expropiando a los sectores de menores recursos para entregrselo a los ms ricos. La estructura poltica del pas est caracterizada por el reparto peridico del poder entre los dos partidos tradicionales, la AD actualmente gobernante, y el COPEI, vinculado a la Democracia Cristiana Internacional. El Movimiento al Socialismo (MAS), el tercer partido en importancia, surgi como producto de la integracin a la actividad poltica de los movimiento guerrilleros de la dcada del 60 y ha mantenido una permanente presencia electoral y parlamentaria, sin llegar a constituirse en una verdadera alternativa de poder frente al bipartidismo tradicional. En esas condiciones y en este marco poltico aparece como un rayo en una noche serena el pronunciamiento militar encabezado por el coronel Hugo Chvez, que adopt el sugestivo nombre de Movimiento Revolucionario Bolivariano.

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Los manes de Simn Bolvar y Simn RodrguezLa prensa comercial de todas las tendencias ha ocultado algunas de las caractersticas distintivas de este movimiento. En primer lugar, se intent esconder el llamado a los estudiantes y curas progresistas que los militares formularon el mismo da de su sublevacin. En segundo lugar, no se explicita la filiacin claramente democrtica, patritica y latinoamericanista expresada en su apelacin a Bolvar y su preclaro mentor Simn Rodrguez. Y esto merece una explicacin. Quien se pone bajo la advocacin del Libertador y, sobre todo, del maestro Rodrguez queda libre de toda sospecha de reaccionarismo. Ambos fueron fervientes revolucionarios formados en el ambiente intelectual y moral de la Europa posterior a la toma de la Bastilla. Si Bolvar, heredero de una de las familias ms ricas del reino de Nueva Granada, renunci a su clase y entreg su fortuna a la causa de la Independencia y la Unidad Latinoamericana, el plebeyo Simn Rodrguez fue una de las cabezas ms geniales, transgresoras y profticas del siglo XIX en el Nuevo Mundo. Pedagogo, filsofo, pensador poltico, fundador de escuelas y de mtodos de enseanza, Simn Rodrguez o Samuel Robinson, como gustaba hacerse llamar, fue el enemigo declarado de las oligarquas oscurantistas y de la clereca goda. Precursor de las modernas teoras educativas, defendi y puso en prctica principios docentes que intentaban reunificar la actividad manual y fsica con la intelectual. Expuso en su obra una arraigada defensa de la libertad individual y, discpulo de Juan Jacobo Rousseau, argument en las primeras dcadas del siglo XIX-a favor de la educacin sexual para nios y nias y de la creacin de escuelas para ambos sexos. Recorri toda la extensin de Suramrica y de su cabeza visionaria surgi la propuesta y la bandera de la unidad poltica y econmica de las antiguas posesiones hispnicas. Ministro de Educacin de la recin creada Repblica de Bolivia, Simn Rodrguez debi renunciar a su cargo por las presiones de los sectores oligrquicos que rpidamente rodean al Mariscal Sucre y se marcha hacia Chile, donde vivi el resto de su larga vida, despus de haber iniciado varias empresas educativas. Este es el hombre, en apretada sntesis, que los militares venezolanos evocan en su proclama.

La espada y el escapularioEste hecho merece, quizs, una digresin ms. Resulta, para un observador argentino, por dems llamativa la diferencia de lenguaje y de referencias ideolgicas entre los

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documentos de los militares de Venezuela y los de los militares nacionalistas argentinos, vinculados a lo que ellos mismo definen como el carapintadismo. A excepcin de la mencin al general San Martn, que a veces toma un carcter meramente litrgico, es notoria, en el discurso de los militares rebeldes argentinos, la ausencia de menciones a la tradicin revolucionaria que integr el ciclo de la Independencia Nacional. Se cita la memoria de San Martn, pero se olvida la de su secretario en el Per, el revolucionario jacobino Bernardo de Monteagudo, el idelogo de la incorporacin de los pueblos indios a la epopeya emancipadora, asesinado en misteriosas circunstancias en la Lima de los marqueses godos. No aparece en los textos de los venezolanos ese tono de sacrista que, a veces, impregna los documentos y declaraciones de los militares argentinos enfrentados al gobierno y a la cpula castrense. Tono que, por otra parte, ha contribuido grandemente a aislar a los militares nacionalistas de nuestro pas de otros sectores sociales y polticos imprescindibles para la construccin de un gran frente patritico. Quizs sea tan slo un detalle, pero a veces son los detalles los que permiten ver la virtud o el defecto de una obra. El coronel Seineldn, jefe del levantamiento de diciembre de 1990, hizo conocer una declaracin ante los hechos de Venezuela. En ella sostiene, con razn, que hay un comn denominador entre el levantamiento venezolano y el carapintada. Sostiene, adems, que luchamos por la Independencia, pero para resistirnos a un Imperio Anglo Sajn que, utilizando como instrumento al Fondo Monetario Internacional, busca someter a nuestros pueblos a la peor de las dependencias, la del Hambre, la Miseria y la Cultura, pretendiendo que renunciemos a todo por lo que han luchado nuestros Padres. Una excelente declaracin, como se ve. El detalle al que nos referimos y que carecera de importancia si no fuera por el tono beato que mencionamos ms arriba, es que, al pie de su documento, el coronel Seineldn lo fecha en Santa Mara Magdalena, es decir, en la crcel de Magdalena, que es como todo el mundo conoce a ese lugar. Poner el desconocido nombre de la pecadora arrepentida a los pies de Jess es simplemente un gesto de intil y contraproducente esencialismo religioso que espanta ms de lo que atrae. Lo cierto es que existe en los militares venezolanos una tradicin de lucha democrtica y popular de la que carecen los argentinos, herederos, en muchos casos involuntariamente, del golpe reaccionario contra el general Pern en 1955. En Venezuela,

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en 1958, una insurreccin popular, con activa participacin de ncleos militares, de orientacin izquierdista, derroc al dictador Prez Jimnez e inaugur un perodo de vigencia de la soberana popular, casi singular en Amrica Latina. Las Fuerzas Armadas de aquel pas han sido formadas en un consecuente espritu democrtico y sin los resabios aristocratizantes de sus pares argentinos. Por otra parte, Venezuela es el pas de Amrica Latina en donde con mayor vigor se han mantenido vivas las ideas nutricias del pensamiento bolivariano. La casi totalidad de la clase poltica venezolana participa de la tradicin intelectual e ideolgica de la Gran Colombia fundada por el Libertador. La misma idea de la unidad latinoamericana ha sido una constante en casi todas las fuerzas polticas de aquel pas, ms all de la sinceridad o de la voluntad que pusieran en su realizacin. Esto tambin impregna el discurso militar, que no se reduce entonces a un patriotismo provinciano, sino que se asume como latinoamericano.

Los ejrcitos y el Nuevo Orden MundialLa propuesta hegemnica imperialista que con este nombre de reminiscencias hitlerianas es asumida por la mayora de los gobiernos de Amrica Latina, condenando a su poblacin a un destino de ilotas, ha comenzado, como se ve, a generar respuestas. Para los EE.UU. los ejrcitos nacionales han dejado de tener significacin ni utilidad. Establecida la frmula de la democracia colonial, legalizando el despojo en formas institucionales, los ejrcitos no tienen ningn papel que cumplir. La soberana nacional y territorial ha caducado y la crisis irremediable del antiguo bloque sovitico hace innecesaria la doctrina de la seguridad nacional. Para las fuerzas armadas queda tan slo el papel policial de represin al narcotrfico, en defensa de la salud y la economa norteamericanas, o el de comparsa en guerras imperialistas como la de Iraq o en intervenciones militares bajo la gida del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, como ahora en Yugoslavia. Por supuesto, este tipo de polica no requiere industrias para la defensa o estructura productiva de ningn tipo. De ah el desmantelamiento que se inici bajo el gobierno de Alfonsn y hoy se complementa con el de Menem, bajo la mirada vigilante del embajador Todman y la diligencia de Cavallo y Di Tella. Lo ocurrido en Venezuela ha puesto en movimiento a fuerzas que son indetenibles. El gobierno proimperialista de Carlos Andrs Prez est jaqueado y ha tenido que retroceder

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frente a las presiones populares. Los militares rebeldes de Venezuela cuentan, segn todas las informaciones, con un amplio apoyo en el seno de la poblacin civil que no hizo ningn gesto en defensa del gobierno. A este respecto son por dems elocuentes las declaraciones, publicadas en Pgina 12, de Douglas Bravo, el antiguo jefe de las guerrillas venezolanas y actual dirigente del Frente Patritico: En realidad no los conozco (a los jefes militares rebeldes), pero si juzgamos por todos sus documentos, proclamas y declaracin de principios, nos colocamos en el terreno de apoyarlos. Y ante la pregunta de cmo explicaba el nacionalismo de los rebeldes, el antiguo jefe guerrillero sostuvo: Cuando en Amrica Latina se plantea un proyecto nacionalista puede causar resquemor porque del nacionalismo naci el fascismo y el nazismo en Europa, mientras que aqu de una poltica nacionalista avanzada va a brotar la soberana de estas naciones y va a nacer la emancipacin integral. No tenemos por qu depender de EE.UU.. Y termin sus declaraciones afirmando: (a los militares) la mayora del pas los va a sacar de la crcel. Los nuevos tiempos son ya una escuela de poltica revolucionaria para las nuevas generaciones civiles y militares. Algo comenz en Venezuela, que empalma vigorosamente con otras manifestaciones poltico-sociales en diversos pases latinoamericanos, reflejo de una reaccin de nuestros pueblos ante los brbaros colonizadores. Han comenzado los tiempos de la segunda liberacin de la Patria Grande.

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En la senda de Bolvar y ArtigasDecamos en Accin Popular para la Liberacin, a propsito del levantamiento de posmilitares bolivarianos en 1992, que exista una diferencia ideolgico-conceptual muy grande entre los militares alzados en Venezuela y nuestros carapintadas. En primer lugar, era evidente el punto de partida democrtico y popular de los bolivarianos. Lejos de levantarse a partir de una reivindicacin castrense gremial, como lo hicieron los argentinos, los militares venezolanos partieron de cuestionar el centro de la poltica de sometimiento al imperialismo, los planes de ajuste y, con ello, la corrupcin generalizada del rgimen de Prez. De esa forma, no se presentaron ante el conjunto de los sectores populares de su pas como reivindicando cuestiones sectoriales, sino encarnando las aspiraciones y preocupaciones de los oprimidos. En segundo lugar, buscaron antecedentes y base conceptual en uno de los momentos culminantes del proceso emancipador latinoamericano, el proyecto de Bolvar de la Gran Colombia. Mientras que el coronel Seineldn y sus hombres apelaron a confusas conceptualizaciones religiosas, abstractas y metafsicas, los venezolanos buscaron sus races en el proceso histrico latinoamericano y en la conciencia popular del mismo. Posiblemente, las razones de esta diferencia haya que buscarlas en la historia, sobre todo reciente, de ambos ejrcitos. Mientras que el actual ejrcito de Venezuela tiene su raz y conformacin en la revuelta popular y antiimperialista contra el dictador Prez Jimnez, el argentino se nutre de la alianza clerical-liberal contra el gobierno del general Pern en 1955. Por otra parte, el pensamiento y la accin de Bolvar tienen en su tierra una vitalidad de la que carece nuestro Libertador General San Martn, convertido en un santo laico, inodoro, incoloro e inspido, por las vestales liberales del mitrismo y del Instituto Nacional Sanmartiniano. Nada de su pensamiento y sus proyectos polticos forman parte de la verdad oficial y, fuerza es decirlo, slo la Izquierda Nacional ha indagado y hecho conocer la hermandad de ideales con el Libertador del Norte. La reivindicacin misma de Simn Rodrguez da indicios de la osada de las propuestas de Chvez. Simn Rodrguez, el filsofo maestro de Bolvar, es una de las personalidades ms extraordinarias de la historia latinoamericana. De su cabeza salieron las ideas ms avanzadas, transformadoras y precisas del siglo XIX, en nuestra Patria Grande.

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Pedagogo y escritor, tuvo en las oligarquas hispanocriollas un enemigo encarnizado que logr sepultarlo en el olvido y la pobreza, sin lograr por ello hacerlo claudicar en su conviccin. Emparentado con la tradicin libertaria de la Revolucin Francesa, encarn en tierra criolla las aspiraciones de unidad nacional, de soberana popular y de reivindicacin social de los pueblos en lucha por la Independencia. Mencionar su nombre es apelar a los elementos ms revolucionarios, antioligrquicos e independentistas de nuestra historia comn. El coronel Hugo Chvez, por sus palabras, se ha puesto en ese lugar. No est solo. Millones de latinoamericanos hartos de la nueva opresin imperialista se aprestan a nuevos combates liberadores. Publicado en Accin Popular para la Liberacin, Diciembre de 1994

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Chvez en Buenos AiresEl lunes, ltimo da del mes de enero, con un fro inusitado para un verano que haba descargado sus furibundas iras sobre Buenos Aires con temperaturas de 38 y 39 grados, recibo un mensaje electrnico invitndome a participar en una reunin del presidente Hugo Chvez con intelectuales y periodistas, que se llevara a cabo en el Hotel Sheraton. A la maana siguiente me informan que la reunin se ha trasladado al Teatro Nuevo Ateneo, o sea al viejo Teatro Ateneo que actualmente regentea Pepe Albistur, el secretario de Medios de la Presidencia de la Repblica, en pleno centro de Buenos Aires, zona de hoteles internacionales, negocios de artculos de cuero y muchachas dispuestas a que no sea tan solitaria la noche de los porteos solos, sean nativos o turistas. Al llegar, media hora antes de la cita, ya haba a las puertas del teatro desde cuya marquesina nos miraban los rostros de Arturo Jauretche y Atahualpa Yupanqui, Jorge Luis Borges y Alberto Olmedo, Roberto Goyeneche y Leopoldo Marechal, en una mescolanza tpicamente argentina- unos cientos de personas, la mayora de ellas pertenecientes a distintas agrupaciones sociales, el trnsito ya estaba cortado y me integr a un grupo que formaban el economista Alfredo Eric Calcagno y su hijo, el tambin economista Eric Calcagno, Martn Garca, el periodista Gabriel Fernndez, el diputado Daniel Carbonetto, entre otros. Al abrirse las puertas, la multitud llen rpidamente las instalaciones, mientras el personal de seguridad de la comitiva venezolana diriga a quienes venan con carteles y pancartas hacia los palcos superiores, y el resto nos distribuamos en la acogedora platea. Por ah llegaba Julio Piumato, secretario de Derechos Humanos de la CGT, una delegacin de Madres de Plaza de Mayo, con sus pauelos blancos, las periodistas Stella Calloni de La Jornada de Mxico y Telma Luzzani de Clarn de Buenos Aires. En el escenario ya estaban Pino Solanas, Hebe de Bonafini, Al Rodrguez -el canciller venezolano-, Freddy Bernal, el jovial y expansivo embajador bolivariano en Buenos Aires y mucha otra gente. Por fin lleg Hugo Chvez, detenindose para saludar a todo aquel que quisiese estrechar su mano, para dedicarle unas palabras a un seor de saco y corbata, un chiste a un muchacho de remera y jeans o un requiebro a alguna morocha argentina que lo llamaba con blanqusima sonrisa.

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No pude evitar el recordar una recepcin similar, aunque con mucho menos gente, all por el ao 94 o 95. Chvez acababa de salir de la crcel, a la que haba sido condenado por su levantamiento del ao 92 contra Carlos Andrs Prez. Para la prensa argentina no era ms que el militar golpista. Para los partidos y grupos de izquierda era un antidemocrtico carapintada venezolano. Slo nosotros, desde la Izquierda Nacional, y algunos pocos ms, vean en Chvez y en su prdica bolivariana la semilla, la chispa que iniciaba un nuevo ciclo en la revolucin nacional latinoamericana, despus del maremoto neoliberal. Por medio de faxes a ignotos telfonos y cartas a ignotas direcciones haba logrado que quien se deca discpulo de Bolvar y Simn Rodrguez pusiese en su agenda una visita a nuestro local en la calle Salta, para dar una charla en su prxima visita a Buenos Aires. Y aquella noche de invierno nos habl Chvez a una concurrencia que apenas llegaba a la centena. Nos cont de sus planes para presentarse a las elecciones presidenciales y nos transmiti la absoluta confianza que tena en su triunfo, ms all del silencio y las mentiras de la prensa comercial. Nos habl de su admiracin por la Argentina con esa misma caudalosa oratoria del Caribe que lo ha hecho famoso. Y nos ratific esa iluminacin que habamos tenido al saber de l: por aqu iba la cosa. Y esta noche, en el viejo y ahora Nuevo Ateneo, volvi sobre los mismos tpicos. Pero ahora frente a una multitud que reciba su palabra con fervor religioso. Ha crecido el hombre. Se ha agigantado. Mantiene el mismo estilo de largo aliento, el mismo dejarse llevar por los meandros del pensamiento o del recuerdo, y manteniendo firme el objetivo poltico central de su discurso. Va y viene Chvez, cuando habla. As como se remonta a su infancia campesina y a su abuelo, un alzado en armas por la causa liberal, uno de los ltimos hombres de a caballo, se dirige a Pino Solanas proponindole hacer una pelcula, justamente con ese ttulo de epopeya. Y as como rememora un viaje a Libia y un paseo por el desierto, se interroga, como si recin lo descubriese, sobre todo el mundo que ha recorrido en estos seis aos de presidente. Comparte su vida con quienes lo escuchan, cita a Len Trotsky, recordando que la revolucin necesita del ltigo de la contrarrevolucin para ir hacia delante, y cuenta que entr a la milicia porque quera ser bateador de bisbol en las ligas mayores. Relata las sensaciones vividas en el Foro Social Mundial de Porto Alegre y en la visita a los Sin Tierra y se sorprende de la variedad de protestas all expresadas, incluso la de algunos que salieron a manifestar desnudos. Mira

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entonces a la platea, a los palcos, y con esa voz de bartono que ha heredado de vaya saber quien, agrega: Y digan que soy presidente, si no hasta yo me anotaba en esa Pero toda esa incontenible parafernalia retrica, esa simpata campechana, ese plebeyo sentido del humor y de la vida, no debilitan, sino que fortalecen el meollo de su mensaje: la unidad de los americanos bajo el amparo de la dignidad nacional, la independencia econmica y la justicia social, la lucha antiimperialista como condicin y garanta de una vida digna, de un futuro venturoso. El imperialismo es fuerte pero qu vamos a hacer? Aceptar que nuestro papel es el de ser dominados y que ese destino tambin les espera a nuestros hijos y nietos? Desde Roma a la Unin Sovitica todos los imperios se vinieron abajo y todos empezaron a resquebrajarse por dentro. No conciben razones, concluye. Y acude a Samuel Robinson, a aquel humildsimo Simn Rodrguez que acompa a Bolvar en su juramento en el Monte Sacro de Roma, para explicar que no se puede pasar el tiempo pensando, as como tampoco se puede hacerlo simplemente luchando. Tiene que haber tiempo para el pensamiento, para el libro, y tiempo para la lucha, para la espada. Y se acuerda de un compaero de milicia a quien invita a sumarse al levantamiento del ao 92. Con gracia sin par cuenta que le pregunt si la Aviacin estaba con el levantamiento, a lo que no pudo sino contestarle que haba tan slo dos o tres aviadores, pero que no estaban volando en ese momento. Y a la pregunta de cmo estaba la Armada, le responde con sinceridad que tan slo hay dos oficiales a cargo de sendos barquitos desarmados, pero que son muy leales. Y a la pregunta de cmo ha respondido la Guardia Nacional, le dice que no, que ah no hay absolutamente nada. A lo que su amigo le ha dicho que cuente con l, una vez que se hayan sumado la Aviacin, la Marina y la Guardia Nacional. No es as, dice Chvez con amplia sonrisa, no, ah es donde tiene que aparecer el Quijote, el que se juega. No se puede uno pasar la vida pensando, compaero. Donde Chvez parece haber crecido es, justamente, cuando habla de realizaciones. Lo entusiasman los acuerdos de intercambio alcanzados con el gobierno de su amigo Kirchner. Y no faltan silbidos desde algunos palcos, cuando nombra al presidente argentino. Y ah se detiene Chvez. Y menciona a Mao Tse Tung. Afirma que el sectarismo es uno de los errores ms profundos, que hay que tener muy en claro quines son los verdaderos amigos y quines los verdaderos enemigos y, nuevamente, acude a la parbola

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bajo la forma de un relato personal de cuando era un estudiante del secundario y slo le interesaba el bisbol y las muchachas. Cuenta que tena un amigo cuyo padre era marxista y l mismo lo era. Un muchacho muy instruido con el cual discuta pero al que respetaba mucho. Siempre andaba con un libro abajo del brazo, exagera. Cuando iban a los bailes, dice, siempre haba alguna muchachita que miraba con inters a su amigo. Y l le deca pues, ve, scala a bailar a lo que su amigo, muy serio le responda: Ah no, Hugo, yo no la saco hasta que no se defina ideolgicamente. Y entonces yo, que era horrible bailando, iba y la sacaba, porque para bailar nunca me interes si era esculida, marxista o lo que quiera. Pero vuelve entonces a los convenios, prometiendo que a la Argentina jams le faltar gasoil o fueloil, porque Venezuela, que es una potencia petrolera se enorgullece, le proveer de lo que le haga falta. Y ustedes son una potencia agrcola, nos cuenta, y me recuerda con tristeza que supimos ser tambin una potencia industrial. Entonces nos informa que a cambio de esa provisin energtica se lleva de Argentina vaquillonas y confiesa que es la primera vez en su vida que ha odo esa palabra- preadas para que aumenten en un 60% la produccin lechera de su pas. Como para sacarme de la nostalgia de nuestra poca industrial, cuenta que se lleva semen vacuno sexado. Saben lo que es eso? Como sospecha la respuesta, agrega: Ven que no sabemos nada de nosotros mismos. Pues es un semen manipulado genticamente que garantiza que la paricin ser de hembras. Y esto lo han hecho ustedes, los argentinos, los tcnicos argentinos. Adems encargar cuatro barcos tanque a los Astilleros Ro Santiago, que se salvaron de la privatizacin. De la platea se oye una voz que quiere decir algo al respecto. Cmo dice, compaero?, pregunta Chvez. No se salvaron, presidente. Los trabajadores luchamos para evitar su privatizacin, explica la voz. Asintiendo Chvez aplaude e invita a aplaudir a todos. A esta altura est claro, an para Chvez, que el pblico es heterogneo. Que los palcos estn ocupados por distintas organizaciones de izquierda, que no estn de acuerdo entre s. Que en la platea hay militantes e intelectuales peronistas, junto con dirigentes del partido comunista, de los maostas del PCR y hasta un histrico Guardia de Hierro, como el diputado mandato cumplido Mario Gurioli, que no deja de cantar cuando aparece el Patria s, Colonia no!

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Chvez que haba empezado citando ni ms ni menos que a Manuel Ugarte, el socialista argentino profeta de la Patria Grande, recorre a Juan Jacobo Rousseau, a Simn Bolvar, a Jos de San Martn, a Antonio Gramsci, a Roberto Fernndez Retamar, a Fidel Castro y termina su discurso mencionando a Juan Pern y su clebre El siglo XXI nos encontrar unidos o dominados, las mismas palabras con las que haba cerrado en la maana su discurso en el Saln Dorado de la Casa Rosada. La voz precursora de un militar patriota del Sur renaca en la palabra frondosa de un militar patriota del Caribe. Desde los mtines de la Unin Latinoamericana de Ugarte, desde la prosa fundacional de Jorge Abelardo Ramos, desde las jornadas guerreras del 2 de abril de 1982, Buenos Aires no haba vivido semejante intensidad continental, semejante impulso americano. Buenos Aires, 3 de febrero de 2005

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El Mercosur ha llegado al CaribeDesde hace tiempo venimos sosteniendo y explicando aquella tesis central del pensamiento continentalista del general Juan Domingo Pern, tesis que ha sido, en general, ignorada o silenciada por amplios sectores de la dirigencia peronista. Se trata de la idea fundacional de que slo una alianza estratgica entre Argentina y Brasil poda establecer un ncleo geopoltico, econmico y poblacional capaz de atraer como un inmenso planeta al conjunto de los estados del continente a un proceso de integracin. La reciente incorporacin de Venezuela al Mercosur ratifica esta tesis y revitaliza el proyecto nacido en Asuncin del Paraguay hace catorce aos. La Cumbre de Presidentes y Jefes de Estado americanos, realizada en Mar del Plata, haba dejado establecida la existencia de una profunda coincidencia en poltica internacional por parte de los gobiernos argentino y brasileo, coincidencia que se fortaleci con la presencia del jefe de estado venezolano, Hugo Chvez. A partir de ese momento, en el cual el jefe de la superpotencia imperialista fracas en su prepotente intento de imponer el ALCA por la firmeza manifestada por el bloque Mercosur-Venezuela, se inici una serie de encuentros entre los presidentes de Argentina, Brasil y Venezuela. La inmediata reunin de Nstor Kirchner con Hugo Chvez, en Venezuela, permiti la firma de decisivos acuerdos comerciales e inici las conversaciones sobre la posibilidad de que los petrodlares venezolanos se constituyesen en un mecanismo financiero continental. La firma de un acuerdo para la construccin de un gasoducto que atravesar todo el continente constituye el proyecto ms ambicioso que nuestros pueblos se hayan planteado en toda su historia. Con una diferencia de das, se encuentran, en Puerto Iguaz, Lula y Kirchner. El resultado de la misma fue la ratificacin del acuerdo mercosureo y el acuerdo definitivo para la posterior incorporacin de Venezuela al mismo. Celebrando un nuevo aniversario del Acta de Iguaz, que en 1985, dio inicio al proceso de creacin del Mercosur, el presidente brasileo fue claro al exponer algunos de los problemas comerciales sufridos por el acuerdo: Nuestra integracin no puede significar una especializacin donde un pas crezca en materia industrial y el otro en el papel de proveedor de bienes agropecuarios. Especial significacin adquiriran unas semanas despus las declaraciones que ambos mandatarios formularon con respecto a abogar conjuntamente, en lo referente a los 34

organismos internacionales de crdito, para evitar la imposicin de condiciones que afecten la capacidad de los gobiernos de promover polticas de crecimiento, empleo digno e inclusin social. Por fin, en Montevideo, Venezuela se integra definitivamente al Mercosur. La incorporacin no puede ser vista, por quienes luchamos por la unificacin estratgica, poltica, econmica y militar de Latinoamrica, sino como una significativa y trascendental victoria. Desde el punto de vista geopoltico, la presencia venezolana termina por integrar las cuencas del Orinoco, del Amazonas y del Plata y establece un balcn en el mare nostrum norteamericano el Mar Caribe-. Se suma a uno de los ms importantes productores de petrleo del mundo y crea un nuevo miembro que equilibra los permanente tironeos y celos entre Brasil y Argentina. Por otra parte, al integrarse al Mercosur, Venezuela encuentra un poderoso sistema institucional capaz de balancear las descaradas provocaciones militares y el aislamiento al que lo pretende someter EE.UU. (aislamiento que fue la principal y ms dura arma que ha tenido que sufrir Cuba). El Mercosur se constituye en el ms importante desde el punto de vista territorial, poblacional, econmico y de recursos- bloque poltico en el seno de la OEA y da impulso a la Confederacin Suramericana de Naciones creada hace un ao en el Cuzco. Brasil y Argentina, de manera coordinada y conjunta, han decidido cancelar sus deudas con el Fondo Monetario Internacional, y como lo ha declarado oficialmente el presidente argentino, con el apoyo de la Repblica Bolivariana de Venezuela. Este hecho trascendental ha sido el producto, entre otras cosas, de las coincidencias y logros alcanzados en el proceso de unificacin continental. Quedan a este nuevo Mercosur algunas tareas impostergables. Una de ellas es mejorar y hacer ms cmoda la participacin tanto de Uruguay como de Paraguay, pases para los cuales la integracin debe significar la posibilidad de una industrializacin independiente y de mejores condiciones de vida para sus pueblos. La otra es ayudar a la liberacin de Bolivia y los bolivianos del yugo imperialista, incorporarla completamente en su seno y favorecer una poltica energtica que reivindique la soberana boliviana sobre sus recursos naturales. Las elecciones del domingo 18 de diciembre en el pas del altiplano sern, sin duda, definitorias para este futuro. Publicado en Patria y Pueblo Ao 3, N 11, Diciembre 2005

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El Libertador ha entrado en tierra brasileaLa nacionalizacin de los recursos energticos bolivianos por parte del gobierno de Evo Morales y el particular modo en que fue llevada adelante sacudieron al principal agente en la construccin del Mercosur, la cancillera brasilea conocida con el nombre del viejo palacio Itamaraty, en Ro de Janeiro, donde funcionaba hasta su traslado a Brasilia. Hemos escrito anteriormente: Los beneficios del Mercosur deben ser evidentes, en primer lugar, para sus socios menores. Es obligacin de los socios de mayor magnitud correr con ese esfuerzo. De lo contrario, estas diferencias sern el mecanismo para que Uruguay o Paraguay se conviertan, contra el deseo histrico de sus pueblos, en un enclave poltico o militar de EE.UU., en una nueva Gibraltar yanqui13[1]. Y los hechos mencionados no han hecho sino actualizar este punto de vista. La desmedida reaccin de autorizados voceros de Itamaraty, como el canciller Celso Amorim o el asesor presidencial Marco Aurelio Garcia, ante lo que se consider una afrenta por parte de Bolivia y parcialmente de Venezuela- ha hecho evidente que la enorme potencialidad integradora del Brasil determinada por su extenso territorio, su gran poblacin y su enorme economa industrial- sufre de una peligrosa debilidad. Decamos en la nota citada anteriormente: Es muy posible, tambin, que Petrobras tenga que adecuar su poltica empresarial a las condiciones que le impone el contexto suramericano y ser agente, no del mero inters empresarial, sino de la dinmica de la integracin poltica del continente. Y lo que la decisin boliviana puso a la luz del da fue la peligrosa capacidad de la petrolera estatal brasilea a actuar con completa independencia del poder poltico de su pas y al servicio de sus propios objetivos empresariales y de los de la expansiva burguesa paulista. Ha quedado claro que Petrobras ha actuado en Bolivia con el mismo criterio de la Standard Oil o la Shell y que su funcin se ha limitado a garantizar la provisin de energa a bajo costo a la megalpolis de Sao Paulo, el principal centro industrial del continente suramericano. Es cierto que Brasil, hasta la aparicin de Chvez en la escena continental, ha sido el principal impulsor y promotor del Mercosur y la integracin. Tanto la desindustrializacin argentina iniciada en 1976 y afianzada por la dupla Menem Cavallo, como la poltica monetaria que favoreca la importacin dejaron a nuestro pas -que, en 1950, haba creado,13

Respetar las asimetras, evitar la prepotencia, Buenos Aires, 4 de febrero de 2006.

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por obra del general Juan Domingo Pern, la tesis de la integracin con el Brasil-, fuera de toda posibilidad de liderazgo. Durante largos diez aos el Brasil tuvo a su lado un socio bobo que prefera la paridad uno a uno con el dlar y las relaciones carnales con los EE.UU. Esto hizo ver al pas lusoparlante como el campen de la integracin, con una cancillera y con intelectuales orgnicos que actuaban y pensaban en funcin de la misma. La irrupcin de Chvez, con la capacidad econmica generada por el alto precio del petrleo y la ocupacin de PDVSA por parte de su gobierno, expulsando de su seno a la administracin proimperialista que la haba convertido en un instrumento estril para la soberana nacional, modific el equilibrio que se mantena desde la dcada del 80. Su propuesta sobre la construccin de un megagasoducto que atraviese el continente se convierte en el eje central de la integracin, a la vez que propone a sus pares suramericanos la creacin de una gran empresa petrolera continental. Desde hace dos o tres aos el protagonismo del Mercosur ha estado, en realidad, en manos de estos dos pases, con la particularidad de que uno de ellos, Venezuela, recin ahora se ha incorporado al acuerdo. Lo que se ve detrs del juego del presidente Hugo Chvez en la regin es la vieja concepcin de Pern de los aos 50. Bsicamente sostena Pern que la unidad de Suramrica slo poda ser el producto de la integracin de Brasil y Argentina, pero que el tamao territorial y la escala de la economa brasilea hacan necesario que nuestro pas encabezase un sistema de unificacin de los pases hispanohablantes a efectos de equilibrarse con el gigante lusitano. As fue como logr formalizar acuerdos con Paraguay, Bolivia y Chile, mientras las intrigas de la conduccin de Itamaraty de entonces demoraban el buscado entendimiento con el presidente Getulio Vargas. Esta visin del caudillo argentino es la poltica que est llevando adelante el presidente Chvez de Venezuela. Su enorme prestigio poltico y su amplia capacidad financiera lo han convertido en el necesario interlocutor de todos los pases hispnicos de la regin. Busca de esa manera que la integracin del Brasil no se realice con cada uno de los dems pases de modo independiente, sino, en lo posible, estructurando un bloque que equilibre la desproporcin. No otra cosa hay detrs de la ayuda financiera de Venezuela a la Argentina, su intencin de mediar en el conflicto con Uruguay, la bsqueda de difcil entendimiento con Colombia, su apoyo tcnico a Bolivia y su declarada simpata por Ollanta Humala en Per.

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No hay en ello la menor huella de intervencionismo. Se trata, por el contrario, al modo como lo haca Pern, de encontrar gobiernos amigos con los que establecer acuerdos favorables a estos y sentarse juntos a la mesa con el gigante. Todo esto, es cierto, tiene un riesgo, que es la vuelta de Brasil a un aislamiento en la regin. El Brasil ha tenido que hacerse cargo de la fragilidad que implica su dependencia del gas boliviano y del petrleo venezolano y del embate sufrido por las inversiones de Petrobras en Bolivia. A la vez, reaparecen viejos reclamos fronterizos irredentos en el Acre. Venezuela ha decidido jugar fuerte en la integracin suramericana y con un papel que pone en tela de juicio lo que hasta hoy se vea como el incuestionable liderazgo brasileo. No sera ajeno a esta preocupacin el xito logrado por Hugo Chvez en introducir en Brasil el pensamiento de la revolucin bolivariana y la simpata que la misma despierta en las grandes masas postergadas de este pas. La enorme estatua de pappier mach del Libertador, en el Carnaval de Ro, y su fulminante aceptacin popular logr lo que toneladas de libros de historia no podran haber conseguido, introducir en el Brasil pas ajeno a la tradicin independentista suramericanala conciencia de un Bolvar libertario e igualitarista. El espritu bandeirante que anida en la burguesa paulista entendi, seguramente, las pasiones y la fuerza que esa estatua y esos smbolos despertaban. El apartamiento brasileo del camino de la unidad sera un golpe mortal a la regin y al propio rgimen del presidente Chvez-, pero tambin lo sera al propio Brasil que hoy conocemos. La unidad para beneficio de todos, para la industrializacin de todos, para el fortalecimiento de todos es el nico camino posible tanto para Brasil como para el conjunto hispanohablante de Amrica del Sur. Bolivia apel una vez ms a la consigna y maldicin lanzada por el Inca Yupanqui en las Cortes de Cadiz. Un pueblo que oprime a otro no puede ser libre, dijo indignado a los peninsulares que se negaban a reconocer a las colonias como integrantes de aquellas Cortes. Evo Morales, silenciosamente y ocupando las plantas petroleras con el ejrcito, se lo dijo a quien quisiera orlo. Publicado en Question Latinoamerica, junio 2006

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Se lanz la lucha contra la integracin suramericanaPor primera vez desde que asumiese como presidente de su pas, la poltica continental de Hugo Chvez y el decidido papel que ha comenzado a jugar en la integracin suramericana ha sido usado como argumento electoral en contra de un candidato que mejor expresaba esa poltica, el peruano Ollanta Humala. Alan Garca, putativo heredero de aquella Alianza Popular Revolucionaria Americana fundada por Vctor Haya de la Torre, ha tenido el honor de inaugurar esta nueva escalada imperialista contra la unidad de nuestro continente. Durante la campaa electoral y, lo que es an peor, despus de ella, Garca desempolv los viejos argumentos usados contra Pern, en la dcada del 5014, dirigidos ahora contra quien mejor interpreta aquella concepcin del caudillo argentino, el venezolano Hugo Chvez. En un discurso pronunciado al da siguiente de su eleccin, el nuevo presidente peruano se refiri al resultado del comicio comparndolo con un nuevo Ayacucho librado no contra el TLC, el saqueo minero, la dictadura meditica del gran capital imperialista, ni la miseria de las grandes masas campesinas indgenas, sino contra las pretensiones imperialistas de Hugo Chvez.

Contra el eje Argentina-Brasil-VenezuelaLa resistencia de los EE.UU. a la unidad suramericana ha encontrado, entonces, un nuevo vocero y una nueva expresin. En efecto, ha quedado demostrado que la constitucin de una gran Unin Democrtica de todas las fuerzas proimperialistas en el continente ya no puede estructurarse declaradamente alrededor de los EE.UU. ni en contra de la integracin. El desprestigio de Washington en nuestra regin y el desarrollo alcanzado por el proceso integrador objetivo han enviado todo argumento a favor del primero o en contra del segundo al apolillado bal ideolgico del neoliberalismo hoy en retroceso. Ese frente de fuerzas contra la liberacin y unidad continentales ha debido buscar nuevas argumentaciones y las ha encontrado: quebrar el eje establecido entre Brasil, Argentina y Venezuela, limitar la influencia poltica de ste ltimo pas a tan slo su capacidad petrolera y volver al Mercosur del fin del siglo, al que el escritor y embajador argentino Abel Posse defini como un Mercosur de mercachifles, caracterizado por la14

Julio Fernndez Baraibar, Un Solo impulso americano El Mercosur de Pern, pg. 90 y ss. Fondo Editorial Simn Rodrguez, Buenos Aires, 2005.

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preeminencia de las empresas multinacionales en su constitucin. Para ello debe proponerse reunir en un solo haz a todos los sectores de derecha y de izquierda que se oponen a este eje articulado por la propuesta venezolana de construir el gasoducto continental y ofrecer falsas alternativas integradoras. Una de ellas es, entonces, volver a un eje Argentina-Brasil, similar al de la poca de Menem-Cardoso, quitando de la actual constitucin la desafiante y plebeya presencia de la revolucin bolivariana. Otra de esas alternativas, que tambin se estn desarrollando ante nuestros ojos, es el elogio al modelo chileno, a la Concertacin y, sobre todo, al ex presidente Ricardo Lagos, extensivo a su sucesora la presidente Bachelet. Poniendo el acento en aspectos de democracia puramente formal, en la supuesta estabilidad econmica alcanzada por Chile y en su aparente firmeza institucional, los elogios ocultan sistemticamente la naturaleza de la poltica exterior mapochina, profundamente opuesta al Mercosur y a la unidad continental, su alianza estratgica con los EE.UU. y su simpata por el Reino Unido. La otra forma de acercamiento indirecto al enfrentamiento con la poltica bolivariana es la campaa de desprestigio al estilo con que Chvez la plantea. Desde los insultos de Alan Garca a los comentarios maliciosos que se pueden leer diariamente en la gran prensa del continente se intenta convencer a los sectores medios de las grandes ciudades que las propuestas bolivarianas son poco serias e impropias de pases democrticos, blancos y civilizados. Y despus del resultado peruano se agrega el argumento de que el apoyo de Chvez es, por su supuesta incontinencia verbal, su populismo y su afn hegemnico, perjudicial desde el punto de vista electoral, tema ste que significa la mayor preocupacin intelectual de la mayora de los polticos del continente.

Operativo anti Mar del PlataEn la Argentina esta maniobra ha comenzado a manifestarse con claridad. La aparicin del doctor Roberto Lavagna como posible cabeza de un frente opositor al presidente Kirchner con cierto apoyo en los sectores medios ha tenido como ingrediente inevitable las crticas al presidente venezolano, a su poltica integradora, ocultando y tergiversando el papel que ha tenido Venezuela en la superacin de la crisis econmica y financiera de nuestro pas.

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Se trata, en realidad, de retrotraer la posicin continental de nuestro pas a antes de la reunin cumbre de Mar del Plata. En efecto, la firme crtica formulada por el presidente Nstor Kirchner a la propuesta del ALCA y la articulacin manifestada con el presidente Hugo Chvez en cuanto a una actitud de resistencia a la hegemona yanqui signific un punto crucial en la poltica de integracin. Comenz a hacerse evidente que Venezuela haba comenzado a jugar un papel decisivo en un juego que hasta ese momento slo tena a Argentina y Brasil como protagonistas principales. Escribimos en un artculo anterior: Es cierto que Brasil, hasta la aparicin de Chvez en la escena continental, ha sido el principal impulsor y promotor del Mercosur y la integracin. La desindustrializacin de Menem en la Argentina y su poltica monetaria que favoreca la importacin dejaron a nuestro pas que, en 1950, haba creado, por obra del general Juan Domingo Pern, la tesis de la integracin con el Brasil, fuera de toda posibilidad de liderazgo. Durante largos diez aos el Brasil tuvo a su lado un socio bobo que prefera la paridad uno a uno con el dlar y las relaciones carnales con los EE.UU. Esto hizo ver al pas lusoparlante como el campen de la integracin, con una cancillera y con intelectuales orgnicos que actuaban y pensaban en funcin de la misma15. Esta situacin cambi con la aparicin marplatense de Chvez y con el giro impuesto por el presidente Kirchner. El presidente venezolano haba comenzado a unificar tras de s, con su estrategia bolivariana y los recursos generados por su petrleo, a la Suramrica hispanohablante, y, con este conjunto, sentarse a la mesa con el Brasil, dotando as al proyecto unificador de una estrategia y una visin histrica. Disolver lo alcanzado en Mar del Plata significa cambiar de blanco a negro la poltica exterior argentina fijada en el discurso del presidente Kirchner y obligar a la Argentina a diferenciarse radicalmente del discurso de Chvez en el Estadio Mundialista, en aquella oportunidad.

Alineamiento con CaracasLa prensa y los periodistas regiminosos, acuadores de los lugares comunes con que se manipula a la opinin pblica, han comenzado a hablar crticamente del alineamiento con Caracas, como si nuestra poltica exterior repitiera el mismo tipo de alineamiento automtico que Menem y Di Tella asumieran con respecto a los EE.UU. La palabra15

Julio Fernndez Baraibar, El Libertador ha entrado en tierra brasilea, en Question Latinoamerica, junio 2006.

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alineamiento supone un seguidismo perruno, una especie de obediencia ciega que slo favorece al pas detrs del cual el otro se alinea. Con esa implcita condena se refieren, entonces, a la nueva situacin continental que se caracteriza, como decimos, por la presencia de Venezuela en este nuevo Mercosur El objetivo de mnima de este operativo es, en la perspectiva ms probable de la continuidad electoral de Nstor Kirchner, presionar sobre ste para que modifique esa poltica, hacindole creer que se es su punto dbil y que desmerece su gobierno. En el orden de la poltica suramericana el objetivo central de la maniobra es Chvez, no Kirchner. Si el presidente argentino cediese o retrocediese del punto alcanzado en su discurso de Mar del Plata, el que se debilitara es Chvez y la revolucin bolivariana de manera directa, aunque cualquier manifestacin de debilidad en este punto terminar afectando al presidente argentino y su intento de mantener una poltica de independencia nacional. El alineamiento con Caracas presupone tambin presentar la generosa y solidaria actitud venezolana en ocasin de la compra de nuestros bonos como un simple buen negocio que nos obliga a enfrentarnos innecesariamente con los EE.UU. y el mundo desarrollado. A la vez se insina que con la presencia de Chvez se intenta imponer el modelo cubano, metiendo una cua entre sectores sociales y polticos que se beneficiaran con los negocios con Venezuela. En suma, es evidente que despus de la sorpresa y el desconcierto iniciales, las fuerzas polticas del imperialismo y las oligarquas regionales, han comenzado una nueva ofensiva contra el proceso de integracin suramericano. El mantenimiento, contra viento y marea, de una unidad entre Argentina, Brasil y Venezuela y la ampliacin de la alianza al mundo andino es el principal escollo al nuevo despliegue imperial. Los lobos disfrazados de ovejas no pueden volver a engaarnos.

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Salud a la gran Revolucin Bolivariana!Contra la estupidez oligrquica, contra la colonizacin pedaggica que se complace en la autodenigracin, en nuestra metafsica incapacidad de convertirnos en historia humana, la revolucin bolivariana ha puesto en rbita un satlite que no poda llevar otro nombre que el del ms grande americano de todos los tiempos, el Libertador Simn Bolvar. He escuchado un torrente de estupideces acerca de la inutilidad, la fanfarronera, las nfulas faranicas o la zafia actitud de poner un satlite cuando hay basura en las aceras, faltas de insumos en los hospitales o dficit de infraestructura en el sistema escolar. Pero sobre todo he podido apreciar una sonrisa socarrona que intenta burlarse de la admiracin del pueblo llano, de su rstico nacionalismo, de su simpln orgullo. Y este orgullo, esta admiracin y este nacionalismo que hoy hacen celebrar la puesta en rbita del satlite venezolano, son legtimos y bien fundados, an cuando la mayora de quienes manifiestan su entusiasmo no reciban de inmediato los beneficios del artilugio tcnico. Pero, de una manera u otra, son concientes -como no lo es la infame prensa opositora, los lenguaraces televisivos y los imbciles radiofnicos- de que el Simn Bolvar en el espacio abre un nuevo perodo al desarrollo de la actividad espacial latinoamericana. Saben que con Brasil y Argentina, Venezuela se incorpora -y rpidamente lo har con tecnologa local- a un rea decisiva en la soberana continental: la de las comunicaciones. El presidente Hugo Chvez ha reiterado en varias oportunidades el generoso espritu suramericano que, como no poda ser de otra manera, tiene el satlite Simn Bolvar. Ah esta cabalgando las praderas celestiales, volviendo a unir a nuestros pueblos, vinculando nuestras regiones, reencontrndose con la Cruz del Sur, asumiendo nuestro ineluctable destino continental. Salud, venezolanos! El satlite Simn Bolvar es un verdadero orgullo de la Revolucin Bolivariana y, por ende, de todos ustedes. Caracas, 29 de octubre de 2008

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Partido nico o movimiento nacional latinoamericanoEl presente artculo