cronicas maese papiro
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CRNICAS DE LA MARCA DEL ESTE
LAS CRONICAS
DEMAESE PAPIROPreludio aLEGADOS
Javier Pellicer
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LA PRIMERAAVENTURA DE
BAINIS DE ROBLEDA
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No... puedo! respondi ella, aunque la voz casi estaba ahogada por
sus propios bramidos. Duele mucho!
Bainis clav los ojos en el otro personaje que haba en la estancia.
Erwin, por los Dioses! Dale alguna de tus infusiones calmantes! le
exigi al anciano.Erwin Musgoplata, herbolario de Robleda y mago retirado, no pareci
inmutarse. Sus brazos seguan cruzados, con las manos escondidas cada una en la
manga opuesta de la chaquetilla. An as, Bainis advirti piedad en aquellos ojos
color avellana.
No puedo hacer ms por ella. Le he suministrado dos dosis. Si le doy
una tercera se relajar tanto que no podr empujar a la criatura.
Bainis se volvi hacia su esposa y le inund la sudorosa frente de besos,mientras trataba de animarla.
Un poco ms, mi amor le susurr. Empuja fuerte una vez ms.
Hazlo por m.
Respir unas cuantas veces para prepararse, y entonces volvi a hacer
fuerza. Las venas se marcaron en las sienes, los msculos en su cuello. El berrido
se escuch en toda Robleda.
El nio naci cargado del llanto de la vida... y de algo ms. En cuantosali a la luz el grito de Miriane se confundi con el de Erwin. Bainis alz la
cabeza un momento y contempl, desconcertado, al herbolario retrocediendo
a trompicones al mismo tiempo que se cubra el rostro con los brazos, como si
tratara de protegerse de una gran luz. En el dormitorio solo haba un par de velas.
El anciano se recost contra la pared de madera, resollando como si hubiera
conjurado un poderoso hechizo. Sin embargo Bainis estaba demasiado preocupado
por su esposa para prestar atencin al viejo mago.La comadrona at el cordn umbilical y luego lo cort. El nio estaba bien,
pero an as la buena mujer no sonrea. Le tendi el beb a la madre, que de pronto
haba languidecido. Al principio Bainis crey que se trataba de la comprensible
fatiga tras el parto, pero cuando advirti la debilidad con que Miriane tomaba al
pequeo no pudo evitar dejarse llevar por un mal presentimiento.
Es tan hermoso... dijo ella, con un hilo de voz apenas audible.
Nuestra felicidad ser completa ahora coment, mientrascontemplaba el nio para apartar el temor: tan rollizo y calmado en brazos de su
madre, tena los cabellos dorados, los ojos grandes y despiertos.
La ma s, mi amor susurr Miriane. He sido dichosa junto a ti.
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Bainis sinti que la garganta se le secaba. De pronto, el aire se neg a
llegar a sus pulmones.
Promteme que lo cuidars y protegers. Habl con un tono apagado,
tanto que su esposo tuvo que recostarse sobre ella para escucharla. Quiero que
se convierta en un hombre maravilloso, como su padre.No hables as, mi amor.
Estoy tan cansada... Promtemelo...
Lo... lo prometo...
Busc con la mirada a Igara. La partera no se atreva a alzar del suelo su
llorosa mirada. El charco de sangre sobre las sbanas era escandaloso.
No te vayas, Miriane. Sin ti no soy nada!
La mujer, cuya tez era ya cenicienta, sonri tmidamente.Eres padre... No lo olvides...
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Bainis, creo que deberas parar.
Levant la cabeza. No fue fcil. Sus ojos, que haban estado posados enel vaso de aguardiente, bizquearon cuando trat de enfocar a ese alguien que le
haba hablado. Le cost reconocer a Marcus Delagua, tabernero y propietario de
Los Gamos de la Marca del Este, la posada ms grande de Robleda. Pero era l:
bajo su calva haba un rostro rechoncho, cuyos ojillos transmitan una corriente
afable reforzada por una voluminosa barriga.
Parar? hip. Pero si acabo de embezar! Treme otra jarra de
tu mejor veneno...Marcus movi la cabeza. Aunque estaba borracho, Bainis capt con
claridad el gesto de lstima. Odiaba que sintieran piedad por l. Ya haba mandado
a paseo a los otros compaeros de jarras que acudieron aquella tarde a ofrecerle el
psame por su prdida. Jacob Lluviamader, Barren el Herrero y el normalmente
simptico gnomo Sal Mueacaniebla pretendieron consolarle aduciendo que, si
bien la muerte de su esposa haba sido algo terrible, ahora deba mostrar ilusin
por el hijo recin nacido. Ilusin! Como si pudiera existir ilusin sin Miriane!,pens.
Antes de que pudiera lanzarle una buena rplica a Marcus, alguien se
sent en la mesa.
Imaginaba que estaras aqu dijo Erwin. Debemos hablar, Bainis.
Por qu hablar... si podemos beber? pregunt, tras lanzar un eructo.
Es importante...
No le apeteca escuchar nuevas muestras de compasin, as que comenza desentonar una soez balada. Entonces Erwin se puso a mover los dedos y a
recitar unas extraas palabras. Eso provoc en Bainis unas carcajadas que casi le
hicieron vomitar. Actos seguido, sinti que algo le abrasaba la mente durante un
suspiro. La cabeza se le despej de golpe. La borrachera haba desaparecido.
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Me has lanzado un conjuro? Apret los dientes, enojado.
No es para tanto, solo ha sido un hechizo sencillo para aclarar tu mente.
Pero Bainis saba muy bien que Erwin no deca toda la verdad. Aunque
trataba de disimularlo, su pecho se mova ms rpido de lo habitual. No haba
conjuro sencillo, no al menos en un mundo donde la magia escaseaba. l habasido amigo de uno de los hechiceros ms capaces de Reino Bosque, conoca las
historias acerca de aquellos tiempos pretritos donde hasta un aprendiz de mago
era capaz de hacer levitar un asno o lanzar una bola de fuego. Das que quedaban
ya en el pasado. En la actualidad existan muy pocos hechiceros capaces de realizar
proezas arcanas. Hasta provocar un simple amodorramiento mgico era una tarea
ardua.
Quin te ha pedido que te inmiscuyas? le reproch.Bainis, tienes un hijo recin nacido del que, en tu dolor, te has
desentendido. S que no soy el hombre ms adecuado para dar consejos de moral,
teniendo en cuenta mi pasado, pero...
Tienes razn, no eres el ms adecuado.
Por favor, escchame. Erwin alz las manos para demandarle
calma. Ayer, justo en el momento en que naci tu hijo, ocurri algo. S que
advertiste mi reaccin. Fue como un golpe en mi centro espiritual. La impresinfue tan grande que estuve a punto de desfallecer. Creo que s a qu se debe.
Proceda de tu hijo.
Una oleada de indignacin subi por su garganta. El rostro se le ti de
escarlata y tuvo que reprimir las ganas de saltar sobre Erwin.
Cmo te atreves a mofarte!
Clmate, Bainis. No estoy burlndome. Lo que digo es cierto, y si lo
piensas un poco seguro que lo comprenders. Aunque no te guste hablar de ello,todos sabemos que fuiste un gran aventurero. Algunos dicen que incluso salvaste al
mundo en compaa de tus amigos. Creo que, no s cmo y en qu circunstancias,
estuviste expuesto a alguna fuente primaria de magia. Eso afect a tu semilla y ha
pasado a tu hijo.
No fue capaz de replicar tales argumentos. De pronto su ira se transform
en espanto. Saba a lo que se refera Erwin, lo saba demasiado bien. Se maldijo
una y mil veces.Tu hijo es un Foco de Poder y, en un mundo tan escaso de magia, brilla
con una fuerza atronadora asegur. Y si yo lo he percibido, ten por seguro que
tambin otros magos lo harn.
Crees que vendrn a por l.
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No lo creo, lo s. As somos los magos. Algunos, los bienintencionados,
solo querrn estudiar el fenmeno. Pero habr quienes desearn apropiarse del
poder que emana de tu hijo, tal vez esclavizarlo para sus propios propsitos.
Y por qu t me alertas en vez de actuar como ellos?
No creas que no me he sentido tentado, pero me ha costado muchocambiar del hombre que fui al que ahora soy. No quiero involucrarme en ese tipo
de asuntos otra vez. As que, como amigo, te advierto. Estoy convencido de que
mientras hablamos hay taumaturgos que vienen hacia aqu. Debes hacer algo si
quieres salvar a tu hijo de ese destino. No quiero saber qu, pero seguro que un
aventurero como t dispone de recursos.
Bainis neg con la cabeza.
Realmente me importa poco todo eso. Que se lo queden si quieren. Nopuedo ver en l a mi vstago, sino a aqul que provoc la muerte de mi esposa.
El peso de sus palabras abrum a quien las haba dictado y, por el rostro
desencajado, al que las haba escuchado.
Fingir que eso que has dicho no es ms que un coletazo de dolor
dijo el anciano, tras ladear la cabeza. Sea como sea, creo que no entiendes
la gravedad del asunto. Los Focos de Poder son fenmenos muy raros. Yo jams
haba visto a uno, y no conozco a nadie que lo haya hecho. Pero s s una cosa:supondr un desequilibrio enorme en la balanza de poder de Reino Bosque. El
mago que posea lo que tu hijo atesora no tendr rival alguno. Y yo amo demasiado
esta ciudad para quedarme de brazos cruzados mientras hordas de mercenarios la
asedian. Este lugar me dio una segunda oportunidad.
El que no lo entiende eres t. Si me trae sin cuidado ese nio, mucho
menos me va a importar el mundo o esta ciudad. Que vengan y lo arrasen todo!
Erwin uni las palmas de las manos y se frot con ellas la parte baja delrostro. Dibuj una mueca de desagrado.
Quiz en Robleda no conozcamos mucho acerca de las aventuras de
Bainis de Augelmir, pero sabemos algo sobre ti: que jams has roto una promesa.
Y ahora dime. Vas a empezar a hacerlo precisamente para faltar al juramento a
tu esposa?
Bainis apret con tanta fuerza el vaso de barro que lo agriet. Quin
se cree este viejo que es?, pens. Abri la boca para atajar de una vez por todasaquella conversacin... y solo logr emitir un balbuceo. Furioso consigo mismo,
se levant de la mesa y abandon la taberna.
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An no haba amanecido cuando contempl Robleda por ltima vez.
Algo le deca que no regresara jams.
Incluso para alguien como Bainis, que haba perdido la ilusin, laestampa era admirable. Desde el pequeo altozano la ciudad se abra a sus ojos
en toda su magnicencia. Destacaba la Fortaleza del Duque Palmirus Reginbrad
representante de la reina Vigdis en la ciudad, junto al mercado. Pero no era
menos magnco el templo de la Casa de la Maana, situado en el aristcrata
barrio de Noblevilla: un edicio de granito invadido por el musgo que, a la luz del
atardecer, estallaba en tonos ocres cada vez ms oscuros. Cierto, no era una urbe
tan grandiosa ni opulenta como Marvalar, la gran capital: las casas de Robledaestaban construidas de madera de roble y no de mrmol blanco, como las de la
ciudad principal del reino; y sus calles, aunque limpias, no eran ni la mitad de
anchas. Pero tras aquellas humildes murallas de piedra y sus modestas torres estaba
la comunidad que lo haba acogido; la urbe donde haba conocido a su esposa;
donde, hasta haca bien poco, crey que envejecera en paz. Un lugar amable, pues
el contacto con los viajeros que transitaban por el Camino de la Mantcora haba
convertido a sus habitantes en gente generosa y abierta.Desde el norte de la planicie donde se asentaba la poblacin, a apenas un
kilmetro de ella, se perdan las plantaciones de cereales, los bancales cargados de
albaricoqueros y melocotoneros en or, o las extensiones dedicadas a la remolacha
y otras hortalizas. La economa de Robleda se aanzaba en la agricultura y en la
ganadera, as como en el mercadeo de sus productos. La organizacin de estas
labores recaa sobre el Consejo de Vecera, liderado por el Consejero Mayor, y el
cumplimiento de las normativas sobre los guardas formados para ello.Inspir fuerte para llenar sus pulmones de las fragancias que en su da le
maravillaron. Ya no contaba con aquella capacidad para la emocin, pero an le
resultaba agradable el olor a tierra y arado, el de las ores que poblaban las lomas
junto a la ribera del ro. All fue donde conoci a Miriane, una primavera, cinco
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aos atrs. Cuando vio tan ligeros pasos de baile junto a la orilla, con las aguas
lamiendo sus pies desnudos, toda ansia de aventura se desvaneci para siempre.
Se despidi de Robleda con un susurro casi inaudible. Luego baj el
rostro hacia el hatillo que colgaba de su cuello y contempl al nio que, arropado
a conciencia, dorma. Era rollizo, de aspecto saludable, con un cabello tan rubioque costaba distinguir contra la cabecita blanca. Apart la vista rpidamente. No
se atreva a mirarlo jamente durante demasiado tiempo. No, tema encontrarle
cualquier parecido con Miriane o consigo mismo. T me has costado todo lo que
tena, pens. Los efectos del alcohol haban remitido, no as el resentimiento. El
rencor hacia el nio era tal que se neg a ponerle un nombre. No lo mereces. No
eres mi hijo.
Poco despus se puso en marcha. En Robleda nadie saba de su viaje,excepto Erwin. Y ni siquiera l conoca el destino al que se diriga. Haba decidido
caminar al noroeste, transitando los senderos secundarios que corran en paralelo al
ro y su va principal, escapando de la atenta vigilancia de los Guardas de Vecera.
Si los temores del anciano mago eran fundados y el instinto de aventurero de
Bainis le deca que s, no le convena ser visto. Y si se cruzaba con un mago?
Haba matado a ms de uno durante sus correras, y precisamente por eso saba
que un hechicero rara vez viajaba solo. Lo habitual era que lo acompaara algnmercenario de acero o echa, que lo protegera para que l pudiera hacer uso de
sus hechizos.
En el fondo le importaban poco los peligros. Haba rescatado de un viejo
arcn su espada bastarda y el escudo circular que tan buen servicio le prestaron
en el pasado; tambin su lanza corta y el chaleco de cuero tachonado, as como
la inseparable capa encapuchada que todo buen aventurero deba vestir. Pero le
azotaba una apata imposible de mitigar. Solo el juramento hecho a su esposa leempujaba a seguir avanzando. Preocupacin por aquel nio que haba causado
todos sus males? Se neg a sentir algo parecido. Al n y al cabo, todo acabara al
llegar al Bosque Viejo. Los elfos se haran cargo de la promesa de Miriane por l.
Le invadi una cierta inquietud al pensar en el Reino Elfo y en la
posibilidad de encontrarse de nuevo con antiguos conocidos. Eivalara estara all.
Eivalara, apodada Espada Fugaz. Eivalara, compaera de aventuras. Eivalara,
la que fue su amante. Aunque las cosas entre ambos haban acabado sin romper suamistad, albergaba dudas sobre el reencuentro. Ella siempre haba tenido un cierto
poder sobre sus emociones, as que tema que que tratara de convencerle de que no
abandonara al nio. Pero la decisin estaba tomada. Su nico deseo era perderse
para siempre. En el mundo ya no hay nada para m, se dijo.
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Desde la distancia, y abrigado por la arboleda, avanz hacia el norte
siguiendo en paralelo el camino de Arroyosauce. Marchaba a buen ritmo, no haba
olvidado las lecciones aprendidas en sus aos de aventura. Los pies pronto se le
acostumbraron al paso. Aunque no era tan diestro como un montaraz profesional,
un mediano o cualquier elfo de caminar casi ingrvido, la experiencia lehaba convertido en un hombre sigiloso. Fue capaz de pasar desapercibido a los
ojos de los Guardas de Vecera y los pastores sin ningn problema.
El sol comenz a asomar tras el horizonte, como conjurado por el canto
de los gallos. El cielo se torn azul despejado, de tonalidad fra, a la espera de
que el fulgor diurno calentara el ambiente. Por fortuna, los inicios del otoo
eran agradables para viajar. Bainis recorri un buen trecho antes de detenerse a
medioda para comer algo. Coincidi ms o menos con los primeros lloriqueosdel nio. Extrajo un pellejo que haba rellenado con leche; en el oricio de salida
sujet un pedazo de tela, que pronto se humedeci. El pequeo lo chup como
si fuera el pecho de aquella madre que ya no estaba. Incluso alzaba las manitas
para tocarlo. Cuando acab ni siquiera tuvo que darle palmadas en la espalda para
que eructara. Tampoco lo habra hecho de ser necesario. Comi un poco de carne
salada y queso antes de emprender de nuevo el viaje.
Ante la cercana de Pasoraudo el gran puente de piedra que salvaba elro, vir al oeste y avanz durante un tiempo campo a traviesa, pues en aquella
zona las sendas de pastoreo se alejaban demasiado del camino principal. La luz
escaseaba, pronto tendra que detenerse, aunque quiso avanzar para encontrar un
refugio adecuado. Por momentos, cuando el terreno se alzaba, poda vislumbrar el
camino que llevaba a Bosque Viejo: Sendaelfo. No era muy transitado. Los elfos
ya no reciban muchas visitas. Tampoco las hacan. Exista una cierta tirantez entre
los orejas puntiagudas como sola llamarlos Bainis y el resto de pobladoresde la Marca. Se deca que muchos aventureros se adentraban en sus bosques para
cazar reliquias arcanas y criaturas mgicas, que luego vendan en los mercados
clandestinos. Matadores de Magos, as se los llamaba vulgarmente, ya que en
muchas ocasiones deban enfrentarse a los hechiceros que custodiaban dichos
artilugios. Por eso haba credo a Erwin. La escasez de magia en el mundo era tal
que los individuos vidos de poder eran capaces de cualquier cosa por conseguir
aumentar sus habilidades arcanas. Eso haba provocado conictos con las razasque, por naturaleza, estaban conectadas a la magia.
Encontr un pino hueco donde pasar la noche. Haba un agujero en el
tronco, lo cual le permiti encender una pequea fogata. Las ramas secas evitaron
un humo demasiado escandaloso. Luego aliment al nio de nuevo. El pequeo
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Durante cuatro das y medio sigui avanzando hacia el noroeste. El
terreno se tornaba ms abrupto con cada paso. Las planicies perdieron su seoroen favor de crestas y caadas, donde se levantaba un extrao sonido: el viento que,
al rozar contra los collados, resonaba como el toque de un cuerno. Las Quebradas
de la Cinaga y el Bosque de las Araas quedaron arriba, hacia oriente, lo que
tranquiliz a Bainis. No tena ganas de visitar de nuevo esos lugares, y menos
con un nio recin nacido a su cargo. Arcnidos, hombres lagarto y otras criaturas
peligrosas vivan en esas regiones, y no solan ser muy amistosos.
El nio se puso a llorar. Trat de calmarlo dndole leche, inclusomecindolo, pues an era pronto para acampar. Pero los gemidos del pequeo
crecan por momentos. Enojado, se frot la barba desarreglada.
Supongo que era demasiado pedir que estuvieras callado durante todo
el viaje...
De pronto, el instinto le hizo alzar la cabeza y escrutar alrededor. Algo no
marchaba bien. Durante todo el camino haba escuchado los sonidos tpicos del
campo: los conejos saltando, los pjaros y sus trinos, o los jabals rascndose ellomo contra los troncos.
Y sin embargo en ese instante no exista nada ms que el berrido del
pequeo.
Un silbido rasgando el aire. Una sombra fugaz desde su diestra. Levant el
escudo justo a tiempo para interceptar una echa que tena por diana su cabeza. Se
clav en la adarga con un sonido bronco. Desenvain la espada en un movimiento
rme, y fue entonces cuando advirti a tres siluetas que se acercaban hacia suposicin. Uno de ellos esconda el arco con el que le haba atacado; era tan delgado
que se le notaban los huesos del maxilar. Junto a l, la otra cara de la moneda: un
gigantn, tan alto como Bainis pero dos veces ms ancho de hombros; blanda
una maza de pas y cargaba con una armadura de anillas; bien poda permitirse el
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peso, pues era puro msculo; su faz le record a la de un oso, pues las patillas se
juntaban con una barba voluminosa que cubra hasta los pmulos.
No obstante, el que ms le preocupaba era el tercer personaje. La tnica
ancha, el bastn, la na perilla, la gura medio encorvada... No poda negarlo. Era
un mago.Eres difcil de encontrar, amigo dijo este ltimo, con una sonrisa y
una voz suave que no coincidan con sus ms que evidentes intenciones.
Quines sois? pregunt.
Eso no importa respondi el hechicero. Entrganos al nio y te
dejaremos marchar.
Por supuesto. Ya habis demostrado cunto os importa mi integridad
fsica se burl.El taumaturgo borr su sonrisa.
No tengo tiempo para discutir, seas quien seas dijo. Acabad con
l, pero procurad que el nio no sufra dao.
Los dos guerreros se abalanzaron sobre Bainis: el grandulln con la
maza en alto, el delgado blandiendo un par de puales largos. Contuvo el golpe
de la maza con el escudo, que se astill, y desvi los puales con la espada. No
caba duda de que eran luchadores diestros, cargados de mucho mpetu. Y sinembargo no eran muy listos. Se robaban el espacio el uno al otro, interponindose
y estorbndose, lo cul demostraba que haca poco que se conocan. No estaban
compenetrados. Seguramente eran dos mercenarios que el mago haba contratado
por separado.
Bainis pudo manejarlos con relativa soltura a la vez que protega al nio.
Haba vivido situaciones estrafalarias, pero jams crey que luchara con el llanto
de un recin nacido como msica de acompaamiento. Sus enemigos no lograbanventaja, aunque le estaban entreteniendo demasiado. Le llegaba el sonido de la
salmodia arcana que conjuraba el mago. Claimus, su malogrado compaero, le
haba enseado a reconocer las seales de un conjuro de ataque: el aire se enrareca
de modo agresivo, y la realidad pareca ondularse alrededor del convocante. Era
justo lo que estaba pasando. Y si exista una regla de oro entre los aventureros era
la de acabar primero con el mago rival. Aunque solo pudiera realizar un conjuro,
bastaba para decidir un combate.Trat de zafarse de los guerreros. Una nta y enga al de la maza. Le
rasg de soslayo el costado, y el hombre con cara de oso se resinti lo suciente
para permitir que Bainis le rebanara el cuello. Pero cuando encar a su otro rival ya
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era demasiado tarde. Una fuerza invisible le golpe, inmovilizando sus msculos y
descargando cientos de espasmos dolorosos. Un conjuro de parlisis.
Mtalo orden el hechicero, que se recostaba contra una roca, casi
desmayado. Los efectos no durarn mucho.
El guerrero de las dagas se relami la lengua. Era de los que disfrutaba,un asesino ms que un mercenario. Levant uno de los puales y lo acerc al
cuello de Bainis.
Que pena que este pequen nunca sepa lo bien que luchaba su pap
se mof.
Entonces el nio comenz a llorar ms fuerte. Los bramidos se le clavaron
en la cabeza y golpearon su mente con un dolor indescriptible. Quiso gritar, pero
el conjuro no le permiti abrir la boca. No fue el caso del mercenario y el mago,que se aferraron el crneo con las manos mientras se revolcaban en el suelo. De
pronto, una conmocin, un estallido sordo e invisible. Silencio, de nuevo. El nio
haba callado, y Bainis poda moverse otra vez. De algn modo, el beb haba
destruido el sortilegio.
Casi al mismo tiempo, se escuch un rugido. Algo salt desde unos
rboles cercanos, algo grande, ero. Algo que a Bainis le result familiar. El bulto
golpe al guerrero delgado y lo arrastr consigo. Un horrible grito se mezclcon los gruidos, pero tras un breve sonido de huesos rotos todo enmudeci. La
criatura que lo haba salvado levant la cabeza y le observ, antes de acercarse
a l. Tena el morro manchado de sangre, y ni siquiera con esa estampa se sinti
Bainis amenazado.
Franlad susurr, mientras acariciaba la cabeza de la leona albina.
Y si la felina estaba all, su dueo no poda andar muy lejos.
Muchacho, no haces ms que meterte en los dijo una voz de tonoprofundo.
Junto al mago, amenazndolo con una espada doble que Bainis reconoci
al instante, haba un personaje bajito y rechoncho. La barba blanca y el cabello
largo, la fornida constitucin y la ropa adornada con smbolos rnicos lo delataban.
Era un enano.
Era su amigo.
Taln!El enano se olvid del mago no era un peligro, estaba agotado y lo
abraz. El recuerdo de las aventuras vividas juntos emocion a Bainis ms de lo
que hubiera credo posible. Y Taln, que tan bien lo conoca, detect al instante
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toda la angustia, dolor y dejadez que manchaba su rostro. Hasta que repar en el
nio.
Es este quien creo que es?
Bainis asinti, aunque no aadi nada ms. El enano extendi los brazos
y tom al pequeo, que balbuce y lanz una risita. Lo que vio en los ojos de suamigo fue algo a lo que no estaba acostumbrado en un futhr como se llamaban
a s mismos los enanos: lgrimas de emocin.
Es hermoso. Tiene los ojos de Miriane. El hombrecito fornido
pareci advertir al instante la tristeza que Bainis dibuj en su cara. Dime qu ha
pasado, amigo mo. No puedo entender por qu te paseas tan lejos de tu hogar con
tu hijo y sin la presencia de tu esposa.
Miriane ha muerto. l lo ha matado, estuvo a punto de decir, pero lepareci ms conveniente cambiar sus palabras. No pudo soportar el parto.
Taln tom su mano y la estrech con fuerza. El llanto de alegra se
transform en un hondo pesar que hizo ms profundas las arrugas en su piel
curtida. Sin embargo, no mostraba sorpresa alguna, lo cul escam a Bainis.
Ahora que lo pienso, me parece mucha coincidencia que nos hayamos
encontrado de este modo.
Tu instinto sigue sin fallarte admiti el enano. Franlad detect turastro hace un par de das...
Hubo movimiento a sus espaldas. El mago. Franlad levant las orejas y
se dispuso a saltar sobre l. Sujetaba en su mano una esfera, que brillaba. Un Orbe
de Contencin de Hechizos, un objeto arcano que almacenaba conjuros. Pero antes
de que la leona atacara, antes incluso de que el hechicero hiciera uso del artefacto,
un agujero se abri en su pecho. Una hoja ensangrentada asom por la herida en
el corazn. Cuando el conjurador se desplom dej al descubierto a un extraopersonaje. Era un gnomo: menudo y delgado como un infante, de rostro estirado
y nariz aguilea sobre la que se sujetaban en equilibrio unos pequeos anteojos.
Tena ropas elegantes y poco apropiadas para un largo viaje, y un gorro rojo con
forma de cubilete del que colgaba una borla le cubra la coronilla. El cayado que
portaba tena el acero de una daga sujeto a su extremo superior. A sus espaldas
cargaba una mochila por la que asomaban varios pergaminos enrollados.
Taln hizo las oportunas presentaciones.Bainis, este es Papiro. Erudito, arquelogo y el motivo por el cul nos
hemos encontrado.
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La mano de Papiro era tan pequea que qued inevitablemente oculta
cuando Bainis se la estrech.
EsunplacerconocerteguerreroBainis...
Bainis lanz una mirada al cielo y resopl. De todas las razas que haba
conocido, aquellos hombrecitos de miradas chispeantes eran los ms irritantes.Sola decirse que solo un gnomo poda entender a otro gnomo, pues parloteaban
tan rpido que unan las palabras sin compasin. Papiro no pareca una excepcin,
al menos hasta que un codazo de Taln le hizo ver que deba controlarse.
Lo siento. Mi cabeza es tan veloz que contagia a mi lengua se excus.
Se alejaron un poco de los cadveres antes de seguir la charla, hasta
llegar bajo un grupo de avellanos. El nio llor un poco para demostrar que tena
hambre. Taln insisti en darle de comer. Lo que Bainis vio a continuacin le hizocreer que estaba dentro de un extravagante sueo: un futhr haciendo mimos y
alimentando a un recin nacido.
No me mires as gru. Los enanos tambin tenemos hijos. O es
que crees que brotamos del suelo?
Cuntame qu est pasando, amigo le pidi.
S, claro. Ya sabes que decid volver a Moru, con los mos. Sus
ojillos brillaron de repente. Hice realidad mi sueo, Bainis! La taberna ElEnano Grun ya es una realidad! Sigue sin gustarme el nombre, pero se lo deba
a nuestro querido Claimus. Y a mis compatriotas les resulta gracioso!
Tu lengua se entretiene ms que la ma intervino el gnomo. V
al grano!
Taln rebuf.
La cuestin es que un da lleg Papiro a mi local. An no me ha
explicado cmo, pero saba de nuestra ltima aventura. Lo que me dijo me llende preocupacin y decid adelantar mi viaje para asistir al nacimiento de... Qu
nombre le habis puesto?
Ninguno. Bainis respondi con sequedad.
Eso no puede ser! exclam el enano. Un nio debe tener nombre
desde que nace! De lo contrario, estar expuesto a las tentaciones de los espritus!
Quieres ponrselo t? le pregunt, en tono airado.
No, claro que no. Tuya es responsabilidad...Pues entonces ya lo har cuando lo crea oportuno. Su brusquedad
sirvi para dar a entender que no deseaba seguir hablando del tema. Y ahora,
continuemos. Papiro, por qu buscabas a Taln?
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El gnomo respir un par de veces antes de hablar a un ritmo aceptable para
sus oyentes. De ser otras las circunstancias, a Bainis le habra parecido divertido.
Como ha dicho Taln, soy un erudito, como lo fue mi padre y antes que
l mi abuelo. Ellos me legaron la responsabilidad de seguir con la investigacin
que haba iniciado el tatarabuelo de mi tatarabuelo. Mi tarea es tratar de descubrirpor qu la magia es tan escasa en el mundo.
Ardua empresa, sin duda dijo.
As es. Pero puedo armar con orgullo que estoy muy cerca de la
respuesta. Mis pesquisas me llevaron a bucear entre las leyendas ms antiguas,
aquellas que hablaban de los dioses que caminaron por el mundo. As supe de la
cultura nisar. Se dice que el desaparecido pueblo Nisar era el encargado, entre
otras cosas, de guardar los accesos al corazn del mundo: el Pozo Alma.Bainis no pudo evitar estremecerse. Un recuerdo asalt sus pensamientos
con tanta fuerza que por un instante crey que haba vuelto atrs en el tiempo. Ah
estaba otra vez, junto a sus compaeros, embelesado ante la visin de aquellas
aguas multicolor, titilantes y cargadas de una fuerza que traspasaba la carne e
invada el alma.
S de vuestra aventura en Valle Sagrado, al este de Robleda. Mis
investigaciones me llevaron all, donde encontr un emblema enano que hacareferencia al clan Ulfrn, la familia de Taln. As fue como d con l.
No veo la importancia de todo esto dijo.
Es muy sencillo! Entrasteis en contacto con el Pozo Alma. Sabes
exactamente lo que es? Los nisares crean que nuestro mundo era como un rbol:
la tierra eran corteza; las ramas, cielo; y las races, labios que beban del manantial
que dio forma a todo lo que existe: el Pozo Alma. Sus aguas eran conocidas como
La Savia del Mundo, y antao recorrieron las tierras portando la plenitud a todoslos connes conocidos. Y qu es la vida, sino magia? El Pozo Alma contiene toda
la energa arcana que queda en este mundo. Hace milenios estuvo en la supercie,
hasta que un acontecimiento desconocido lo hundi. Desde entonces, la magia ha
quedado encerrada en un arcn de roca. Por eso es tan difcil realizar conjuros.
Vosotros encontrasteis el Pozo Alma. Tocasteis sus aguas y estas se
adentraron en vosotros. Os cambi para siempre, aunque no lo advirtis a simple
vista. Afect a nuestra simiente asinti Bainis, al recordar las palabras de
Erwin.
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Cmo sabremos dnde est el centro? pregunt el enano.
Mil pasos humanos exactos en lnea recta desde los lindes, que
equivalen a dos mil pasos gnomos respondi Papiro, que haca cuentas con los
dedos. Llevamos cien.
Y si nos desviamos sin querer?No es probable que eso pase. Los de mi raza tenemos un sentido de la
orientacin casi perfecto.
Bainis levant los hombros. Dejara que Papiro los guiara. A veces se
topaba con algn obstculo: un rbol, un pedrusco o un hoyo; pero tras salvarlo
con un rodeo siempre volva a lo que l consideraba la direccin correcta. Mientras
tanto, el guerrero no poda dejar de mirar a un lado y a otro. Perciba a un millar
de ojos escrutndole, a veces incluso crey ver sombras fantasmagricas queseguan sus pasos. Por qu no se mostraban? Tal vez era por el nio. Su poder
los mantena alejados? Sea como fuere, eso no les impeda crisparles los nervios.
En ocasiones le pareci escuchar escalofriantes susurros llegados de los robles. Le
cost convencerse de que era el viento, pues el ambiente se mostraba estancado.
Luego de una caminata desagradable y cargada de intranquilidad, Papiro
se detuvo al llegar a un claro. Luego de viajar en la penumbra, la luz del sol les
hizo dao en los ojos.Dos mil pasos anunci el gnomo.
Taln y Bainis intercambiaron una mirada. S, all haba algo, pero desde
luego no tena el aspecto que haban imaginado. Era un montculo enorme con
forma tubular y de aspecto ambarino, casi tan alto como los rboles. La pendiente
era muy pronunciada y acababa en una cumbre plana.
Esto me resulta familiar dijo el enano.
De pronto comenzaron a escucharse extraos ruidos. Parecan chasquidos,como ramas secas partindose sin cesar. Y provenan del promontorio.
Por todos los Antepasados Futhr! bram Taln. Ya s lo que es
eso! Es un hormiguero gigante!
De lo alto del montculo surgi una marabunta de hormigas devoradoras.
Eran grandes cual cabras, de un rojo oscuro que reejaba el brillo del sol. Se
movan con la compenetracin de un ejrcito bien adiestrado. La primera reaccin
de Bainis fue retroceder, pero los insectos eran condenadamente rpidos. Losrodearon antes de que pudieran organizar una huida.
Espalda contra espalda! grit.
Estoc con su lanza a la primera de las hormigas que se atrevi a acercarse
demasiado. Aprovechndose de la distancia de ataque que le proporcionaba su
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Ahora tenemos que volver a descender coment Taln, cuando
llegaron a lo ms alto.
Sujetaron la cuerda y se descolgaron uno por uno. Bainis no pudo
esconder una sonrisa al contemplar el descenso de la leona, a la que bajaron como
un fardo anudado mientras la bestia gema. De nuevo a nivel del suelo observaronuna formacin rocosa, una plancha de piedra con forma circular que daba paso a
un tnel. Tena grabados los mismos smbolos que Taln y Bainis haban visto
aos atrs en Valle Sagrado.
Vamos bien coment Papiro.
El enano encendi un farol de aceite que portaba entre sus pertenencias.
Bainis se alegr de que mantuviera los viejos hbitos. En su abultada mochila
portaba mil y un aparejos. La mayora no sola utilizarlos, pero bastaba con quefueran tiles en alguna situacin concreta para que Taln justicara llevarlos en
su equipaje.
A la luz del pequeo fanal, el tono amarillento de las paredes reluci
como fuego. Las hormigas haban recubierto el tnel con aquella sustancia de
aspecto cerleo. El corredor heda a carne en descomposicin, quizs debido a las
presas que las hormigas haban acumulado en su guarida. Era un olor que araaba
el paladar como un gato furioso. Encontraron ms insectos muertos, muchos ms.Por lo visto, el llanto del nio se haba adentrado en las profundidades de la tierra
sin oposicin alguna.
El tnel se dividi poco despus en nuevos conductos. Tras discutirlo
decidieron continuar por el central, ya que era el ms ancho. Luego de un par de
horas llegaron a una gran cmara. All haba una hormiga enorme, mucho ms
grande que el resto. Deba tener el tamao de un caballo, y tambin haba muerto. A
su alrededor observaron docenas de huevos eclosionados de modo violento, comosi hubieran estallado. De cada uno surga el cuerpo inerte de una larva. Bainis se
sinti incmodo al comprobar cunta muerte haba causado su hijo con apenas
unas lgrimas. Pero al mismo tiempo, y por primera vez, alberg lstima por l.
Se dijo que si no lograban arrancarle ese poder que contena, cuando creciera sera
un monstruo al que todos temeran. El portador de la muerte, susurr en su cabeza.
La cmara no pareca tener continuacin. Llegaron a creer que se haban
quedado atrapados, pero la leona los alert rozando con su pata una zona de lapared ambarina. Taln dio unos golpecitos con su espada y sonri.
No hay nada detrs.
Tuvieron que emplearse a fondo para abrir un hueco, pues aquella
sustancia cristalizada era tan resistente como el bano. Al n dejaron al descubierto
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un nuevo tnel, esta vez de simple piedra gris. Lo siguieron durante tantas horas
que Bainis perdi la nocin del tiempo. En cambio, Papiro y Taln se mostraron
relajados en todo momento. Los enanos eran famosos como mineros, as que aquel
ambiente no le resultaba en absoluto penoso; y el gnomo, como arquelogo, estaba
acostumbrado a ambientes cerrados. De todos modos fue una caminata montonadebido al inmutable corredor, que ms pareca el interior de una larga serpiente.
Si no llegamos a algn sitio pronto, no tendremos bastante aceite para
volver coment Taln, sealando su fanal.
La galera se estrech poco a poco conforme descendan. Para el gnomo,
la leona y el enano no supuso problema alguno, pero Bainis tuvo que caminar a
partir de entonces con la espalda encorvada. Al nio no pareca importarle nada de
eso. Balbuceaba y rea como si todo fuera bien.Luego de lo que crey una eternidad percibi un cambio. Pareca como si
con cada paso que daba el tnel se iluminara un poco. Y no era por la lmpara de
Taln. Poda ver la rugosidad del pasadizo ms all del radio de accin del fanal.
Una suave iridiscencia asomaba tras un recodo. Sinti entonces un ahogo en su
interior. Tante su pecho con la mano. Al buscar a su amigo con la mirada, se dio
cuenta de que l tambin estaba sudando. Las risas del beb aumentaron.
Doblaron la curva y se encontraron cara a cara con el nal del trayecto:una inmensa cmara de cuyo techo colgaban multitud de penachos de roca. Pero
no era eso lo que arrebat su atencin, sino un pequeo estanque que se formaba
gracias a una pequea cascada que brotaba de una grieta, a poca distancia. Brillaba
con todos los colores conocidos, incluso con algunos que la mayora de la gente
no saba que existan.
El Pozo Alma... La voz de Papiro era tan reverencial como la de un
aclito a su dios. Un meandro, al menos.Bastar? pregunt Bainis.
S, creo que s dijo el gnomo.
Sac a su hijo y lo acerc al borde del estanque. Lo levant sobre las
aguas y, con cuidado, fue introducindolo poco a poco dentro del Pozo Alma. De
repente, el nio comenz a llorar. Esta vez el llanto no produjo ningn tipo de
catstrofe, pero algo en su interior le dijo a Bainis que el beb estaba sufriendo.
Esto no marcha bien, Papiro dijo, mientras izaba al pequeo denuevo y se giraba en busca del gnomo.
No vio llegar el bastonazo en el rostro. Se derrumb en el suelo, medio
aturdido. Por fortuna, su hijo cay sobre l y no sufri dao alguno. Antes de que
pudiera reaccionar sinti un pinchazo en el cuello. Casi al instante, los msculos
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por el cuello de su camisa y, tras arrebatarle al pequeo, lo lanz hacia atrs sin
contemplaciones.
No te atrevas a tocar a mi hijo. Y lo seal con un dedo amenazador.
No sabes lo que haces! se quej el hombrecito. Ese nio ser la
causa de muchas muertes!No te corresponde a ti decidir sobre l. Lo har yo, soy su progenitor y
es mi responsabilidad. Adems, hay un modo de solucionar esto sin que, al menos
l, muera. Sabes a lo que me reero, Taln. Claimus nos ense cmo hacerlo.
Bainis, no! exclam el enano, que an no poda moverse. Es un
suicidio!
El guerrero sonri.
No, viejo amigo. Es un sacricio. Uno que har con gusto. Al n lo heentendido dijo, mientras observaba al recin nacido. Miriane me pidi que no
lo olvidara. Soy padre. Es hora de que acte como tal.
Luego le tendi la mano a Papiro y lo ayud a levantarse.
Te perdono lo que has tratado de hacer, pues s que tenas buenas
intenciones. Pero ahora necesito que me ayudes. Unas gotas de la Savia del Mundo
podran espabilar a Taln, aunque s que tratara de detenerme. T no lo hars.
Sea lo que sea que pretendas hacer, si sirve para acabar con la amenazay al mismo tiempo salvar a tu hijo, cuenta conmigo asinti el gnomo.
Taln no te ha contado cmo derrotamos al Dios Demonio. Tomamos
una parte del poder del Pozo Alma. Pero ste era tan salvaje que nos habra
destrozado de haber prolongado el contacto con la Savia. Y necesitbamos mucha
fuerza para vencer a ese monstruo. Nuestro amigo y hechicero Claimus ejerci
de intermediario. Absorbi lo peor del poder y nos transmiti su fuerza. Le cost
la vida, pero nos dio la oportunidad de matar al Dios Demonio y evitar que sereencarnara por completo.
Y ahora quieres conseguir el efecto contrario con tu hijo. Sers el
intermediario! Le quitars la energa y acarrears con las consecuencias!
El guerrero asinti.
Vamos, Papiro. No tenemos mucho tiempo. Si este enano cabezota o
su leona se recuperan, no me dejarn hacerlo. Te pido que, cuando yo desfallezca,
tomes al nio para que no caiga a las aguas.As lo har. Bainis de Augelmir, jams he conocido a nadie tan valiente
como t dijo el hombrecito, de nuevo con lgrimas en los ojos.
El de Ungoloz tom a su hijo y se adentr en el Pozo Alma. La profundidad
era tal que tras dos pasos ya le cubra hasta la cintura. Una nueva corriente
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No existan muchos guerreros en Valion capaces de acabar con un huargo
de la raza invernal, y aqul era un ejemplar majestuoso: tena el tamao de un
caballo, el pelaje nveo, garras y colmillos como espadas cortas. En el sur eran
consideradas criaturas malvadas, subalternos de Penumbra, dios de los monstruos
que habitan en las sombras. Tal vez algunos fueron corrompidos por orcos y gnolls,que solan robar cachorros para adiestrarlos como monturas, pero la mayora eran
criaturas majestuosas a las que su tribu renda respeto. Por su parte, no podan
ms que rerse de las supercheras de los sureos. Despus de todo, estaban
acostumbrados a tales prejuicios: de los pueblos del norte solan decir que eran
brbaros, que se apareaban con bestias y multitud de atrocidades varias. Algunos
clanes tal vez s se comportaban de modo atroz, pero la mayora se mostraban
paccos y solo deseaban vivir en armona con su entorno.Mientras mitigaba la fatiga masticando un poco de Hierba de Montaa, se
regocij de su hazaa. La caza del huargo era una de las tradiciones ms antigua
entre los suyos. Formaba parte del rito por excelencia en la vida de un valaryo:
la prueba de adultez. Cuando a un muchacho de la tribu le surga el primer vello
bajo la nariz, la asamblea local constituida por los ancianos del poblado lo
enviaba a lo ms profundo de los bosques montaosos para que demostrara que
mereca ser hombre y guerrero. solo exista una regla: volver con la cabeza de unhuargo o no volver. Algunos no lo haban hecho, otros regresaban al borde del
desfallecimiento. La mayora retornaba ufano con el trofeo requerido, que sola
ser el crneo de un lobo comn. Merito digno, sin duda, pero un invernal... Nadie
entre los suyos haba dado muerte a una bestia tal. Causara verdadero asombro
en la aldea.
Antes de pensar en desandar el camino deba hacer algunas cosas. En
primer lugar enterr al huargo en seal de admiracin. Una vez cubierto de tierray nieve, clav la lanza que haba dado muerte a la criatura en el montculo, como
dictaban las leyes: Cuando hay merecimiento, enemigo y arma yacen juntos.
Ningn norteo, an los de otras tribus, se atrevera a profanar aquella seal de
respeto. Saban que quien tocara el pertrecho sera perseguido por el espritu de la
criatura hasta que este le arrebatara la vida y el alma. Se convertira en un nivin,
un deshonrado, al que se le negara el acceso a la Sala Eterna de los Antepasados.
Tom la cabeza decapitada, que ofrecera al chamn del poblado pararaticar su proeza. ste preguntara al nima del huargo, el cul conrmara sin
reservas y lejos de albergar rencor alguno la gloriosa muerte que el joven
le haba brindado. El ritual terminara con la demanda de la aprobacin de los
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Antepasados, los espritus de los valaryos que vivieron y se fueron. solo entonces
sera considerado un miembro adulto de la tribu.
Tras colgarse la testa en la espalda busc un recoveco donde tratar sus
heridas. Aunque los valaryos tenan la piel dura como el roble, y sanaban rpido
gracias a su vigor natural, los cortes que le haba producido el animal eran deconsideracin.
Encontr una grieta justo cuando comenzaba a nevar. Ni siquiera encendi
un fuego. Estaba tan acostumbrado al fro que le bastaba con su capa lanuda para
mantener el calor corporal. Los suyos deban ser duros para sobrevivir en una
regin donde el sol apenas caldeaba un par de semanas a lo largo de todo el ao.
Las inclemencias les haban curtido la piel y endurecido los huesos. La vida no era
fcil al norte de las praderas de Eltauro.Rebusc entre las cosas de su morral hasta encontrar lo que buscaba: la
aguja de hueso y un poco del basto hilo que urdan gracias a tripas de cerdo.
Comenz a coserse las heridas: la que cruzaba su pecho y que poco falt para
que le abriera el estmago; la del muslo derecho; y el araazo en el brazo zurdo.
No dibuj ni un solo gesto de dolor. Algo tan nimio como aquello no lo alteraba
lo ms mnimo, no cuando haba sido educado en la dureza, no cuando lo haban
entrenado desde nio para soportar sufrimiento y cansancio extremo. Al terminarde cerrar los cortes se escupi en ellos para evitar que se infectaran.
Asinti satisfecho. Cuando sanaran seran unas cicatrices que exhibir con
orgullo. Provocara envidia entre los hombres y encandilara a las muchachas.
Poco despus decidi que ya era hora de volver a la aldea. Camin
hacia el oeste hasta dejar atrs los bosques en la zona media de la sierra. Bajaba
siempre por trechos rocosos que ni las cabras de los montes podan transitar. Pero
l era un experto escalador. Haba aprendido a subir repechos y a descolgarseal mismo tiempo que empez a caminar. Su pueblo, apostado a los pies de la
Cordillera de Liafdag, encontraba sustento en los animales que moraban en las
regiones montaosas. Tambin cultivaban algunos pastos propios de los territorios
nevados, como las Papas Blancas y la Remolacha Alpina; cultivos que, quien sabe
si por piedad de los dioses hacia los norteos o por cabezonera de la naturaleza,
prosperaban ante las terribles condiciones climticas. Incluso haban logrado
convertirse en expertos criadores de cabras albinas, gracias a las cuales podanconseguir leche. Pero eso no bastaba para subsistir sin la carne de ciervo, las
perdices blancas o las truchas de los ros cercanos.
Sin embargo, evitaban adentrarse por los escondidos pasos que salvaban
los montes y daban acceso al este. La poderosa Ungoloz quedaba al otro lado de
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Se frot el rostro cuando advirti que tena las mejillas mojadas. Los
anteojos casi se le escurrieron al tratar de limpiarse los ojos.Papiro tembl ante el horroroso espectculo. Se arrebuj en el grueso
manto que haba trado para aquel viaje, si bien su escalofro no era debido a las
bajas temperaturas. Permaneci aletargado, conmocionado, mientras contemplaba
la nieve: se haba teido aqu y all de un rojo escandaloso como el vino. El contraste
entre blanco y carmes era igual de espeluznante que el manto de cadveres.
Guerreros, s, pero tambin ancianos, nios y mujeres... Todos yacan
esparcidos sin ton ni son, empalados, rajados y abiertos en canal. Algunos soldadosestaban comenzando a amontonarlos en una pira.
Rpido, quemadlos antes de que el olor acabe con nosotros! grit
un ocial.
Las llamas ya haban dado buena cuenta de las cabaas de barro y madera.
Se recuperaron algunas pertenencias pero el botn era tan exiguo que no lograra
acallar las quejas de los soldados, hartos del fro y de la larga marcha hasta llegar
a tan lejanos parajes. Los valaryos no conocan la opulencia. Vivan en una regindura, apenas dentro de las fronteras de la Marca del Este media jornada al norte
y se adentraran en Naciones Orcas. Su sociedad no albergaba deseos ms all
de lo que necesitaban para sobrevivir en tan exigente territorio: una chabola donde
refugiarse, comida y aguamiel que echarse al gaznate, y ropas bien velludas para
soportar lo peor del invierno. Tanto era as que despreciaban el uso de las monedas,
en favor del trueque. El nico amor material que conceban era hacia sus armas
y los adornos de huesos con los que rendan culto a Taranis, El del Trueno, laTormenta y la Furia de la Naturaleza.
Esto no es lo que habamos acordado le dijo al hombre que tena a su
lado, un individuo chato aunque recio cual carrasca; de barba tan copiosa como la
de un enano, pero mucho ms corta. Un sinfn de surcos y hoyuelos dibujaban un
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ajado mapa en relieve sobre la piel del severo rostro; marcas de alguna enfermedad
mal curada, pens el gnomo cuando lo conoci, o tal vez los estragos de las
campaas de guerra bajo inclementes entornos.
No os preocupis tanto, maese Papiro. Su voz era rasposa, grave en
comparacin con el tono chilln del erudito. Solo son brbaros.Por la Tinta de Legis! Se me prometi que no habra violencia, que
negociaramos con ellos el acceso a la cripta!
Oh, vamos! De verdad creais que estos brutos atenderan a razones?
Y lanz una carcajada. No haba otro modo. Esto no era una tarea para
aventureros sigilosos, o habra contratado a alguien como Lidia Cazarrecompensas
o el famoso Galiep Malavida. Las batallas se libran con soldados.
Papiro apret con fuerza los dientes. El Conde Brad le haba cado maldesde el principio. Era prepotente y zao, pero jams lo imagin capaz de aniquilar
a todo un pueblo. Ni siquiera pudo considerarse un combate, como l aseguraba,
pues los brbaros fueron tomados por sorpresa en plena noche: un ataque realizado
desde varios puntos para sembrar el caos. Los valaryos no opusieron mucha
resistencia. De haber estado preparados, las cosas habran sido distintas. La ereza
de las tribus norteas era bien conocida en todo Valion.
La Reina me contrat para encontrar un Objeto de Poder, no paramasacrar una aldea insisti, apartndose la borla que colgaba de su fez y que, en
ocasiones, se rebelaba para estorbarle la cara.
Y es lo que haris, porque sabis que es necesario. Olvidis los
informes de nuestros espas? Ungoloz ha estado buscando rastros de la cultura
nisar para hacerse con las armas mgicas que guardaron. Y para qu las querran,
sino es para declarar la guerra a Reino Bosque? Demasiado bien conocemos el
ansia combativa de esos perros! As que debemos conseguir cualquier artefactoantes que ellos para evitar que los usen contra nosotros. Vos sois el erudito ms
instruido sobre la antigua civilizacin, as que vuestro concurso es imprescindible.
Nada de eso justica esta atrocidad. A nuestra Aura Valeria, que tanto
odia las injusticias, no le gustar saberlo. Ella pensaba que bamos a pactar!
El gesto del noble, ya de por s adusto, se endureci an ms. La tensin
dibuj grietas alrededor de sus labios. Se agach hasta encararse con Papiro y
entonces se apart la melena rubia y en parte canosa que, desde las sienes y laparte trasera, le caa sobre el cuello. En lo alto de la cabeza una profusa calvicie
haba comenzado a aduearse de la coronilla.
Seal con el dedo enguantado una larga marca que cruzaba el lateral de
su garganta.
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cualquier estudioso de la cultura antigua, pero interpretarlos era otra cosa. Solo
un puado de eruditos comprenda el signicado de las runas. Papiro era uno de
ellos, tal vez el ms avezado luego de aos de investigaciones. Y all deca: Aqu
debajo yace el don, pero tambin la maldicin.
Se perdi en sus cavilaciones hasta que, de pronto, escuch alrededor suyouna algaraba de gritos alarmados. Al volver el semblante vio a varios soldados
apelotonados en la parte oriental de la aldea. Combatan con alguien, y no parecan
llevar las de ganar: un hombre alto, de larga cabellera morena y aspecto rudo, cuya
mirada pareca estar inyectada en sangre.
Por lo visto, no todos los brbaros haban muerto.
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Descarg el hacha con tanta fuerza sobre el primer militar que, al golpearle el
hombro, casi lo parti por la mitad. Todava desconcertados, los dos compaeros
no acertaron siquiera a tomar una postura defensiva. Darlak alz su arma y clav
el pico trasero en el cuello rival. Un gorgojeo y una mirada de terror fue lo ltimo
que sali del soldado.El tercer individuo logr al menos dar la voz de alarma. No le sirvi para
salvarse, pues el hacha inclemente del valaryo lo decapit antes de que pudiera
levantar un brazo. Ni por asomo pens en escapar ante la hueste que se acercaba.
El miedo no existe donde ha cado la razn. Carg contra los enemigos, derrib a
dos solo con el primer impacto, y comenz a mover su arma hacia un lado y otro.
Acabo con otros cuatro, pero a cambio le hirieron tantas veces que, al
n, la debilidad le pas cuentas. Los soldados de la Marca lograron reducirle enel fango y desarmarlo. Hicieron falta cinco hombres para contenerlo y arrastrarlo
hasta el centro del poblado.
Lo arrojaron sin miramientos frente a una tienda de campaa, de donde
sali un individuo de cierta edad, de espaldas an anchas. La barba no llegaba
a cubrir los estragos de una vida que Darkal supuso se haba movido en torno a
la guerra. Un general de la Marca del Este, a juzgar por los cabellos rubios y los
rasgos rocallosos de su rostro. Intercambiaron una mirada: de desprecio por partedel extranjero, de ira en el caso del valaryo.
Maldito y sucio brbaro... le dijo, en la lengua comn que Darlak a
duras penas comprenda, y luego seal a un tipo enjuto. Matadlo, Greggual. Su
hedor a bestia de cuadra me provoca arcadas.
El aludido asinti y dio una seal a otro soldado. Nada que ver con las
leyes de las tribus norteas, que rechazaban dejar en manos de terceros el castigo
de un delincuente. El militar desenvain su espada y la acerc al cuello de Darlak,presto a decapitarlo. Hazlo ya, para que mi espritu de venganza pueda volver de
la muerte y ajusticiaros, pens el joven.
Deteneos! Ya basta de muertes!
El hombrecillo del extrao sombrero que haba visto junto al Obelisco
aferr al verdugo por la pernera.
Ya hemos hablado de esto, maese Papiro espet el lder de los
forasteros. No pienso repetirme. Este apestoso ha eliminado a siete de mishombres. A siete!
No es solo por l! La voz aguda del gnomo era tan alada que
se sobrepuso al slido tono del superior. Conde Brad, si de verdad queris
conseguir el Objeto de Poder, no podis matarlo. Las runas del menhir lo dicen
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abrieran haba comenzado en cuanto el aire roz de nuevo las hojas. Cundo se
abrira?: ...cuando la siguiente luz mayor de plata sea completa. Cuando la Luna
fuera llena.
Papiro corri cual aventurero perseguido por un liche. Salt los escalones
tan rpido como sus piernas acas y menudas le permitieron hasta que lleg alexterior. Busc en el rmamento la esfera blanca, que casi eclipsaba a Silas, la
estrella carmes que apareca cada cuatro aos. Estaba a punto de llegar a novilunio,
deban faltarle unas dos jornadas.
La cmara nisar se abrira en diecisis das.
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Repetid eso, maese gnomo dijo el Conde Brad, con gesto
circunspecto. Me peds que vuelva a enterrar la cripta?Es imperativo que lo hagamos, mi seor. Siempre cre que
encontraramos un artilugio mgico menor, pero ese objeto es demasiado peligroso
para ser utilizado por manos mortales argument Papiro.
Precisamente por eso. Y si lo consiguen los ungolitas?
Si destruimos el menhir jams podrn encontrar la cmara. La puerta
de la tumba evita que la magia del artefacto sea detectada, por eso estas armas son
tan difciles de hallar. Sin un indicador, permanecer enterrada para siempre.El noble frunci el cejo, tras lo cual se pase por su tienda con las manos
cruzadas en la espalda. Se acerc hasta el divn donde descansaba su coselete. Lo
levant para mostrrselo al gnomo.
Veis esta herldica? Seal el oso bordado en el peto. Es el
smbolo de mi casa. Yo soy un Ursos. Y los Ursos no nos retiramos ante nada para
proteger a nuestra camada. El arma mgica es necesaria para Reino Bosque, y la
conseguiremos sin importar el precio.Haba algo en la voz del conde que intranquiliz al arquelogo. No era
lo que deca, sino el tono articialmente ahogado de sus palabras. Pareca que
contuviese lo que realmente senta.
Esa decisin corresponde a la Reina y al consejo de la Dieta de las
Marcas adujo el erudito. Deben saber el peligro que corremos de hacernos
con el objeto. Si parto ahora mismo podr llegar a Marvalar antes de que se abra la
cmara. Desde all os enviara un halcn mensajero para anunciaros la decisin denuestra Excelencia y proceder segn sus designios. S, es un buen plan.
Lo sera, si yo lo aprobara. No vais a ir a ningn sitio, maese Papiro. La
Reina no necesita saber nada.
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Cmo os atrevis? Alz una queja medio atemorizada al intuir en
qu poda desembocar todo aquello. Ella...
Chitn, gnomo. Ya basta de tonteras. La expresin de Brad haba
cambiado; un brillo malicioso cruz su mirada contrariada. Te ests convirtiendo
en una autntica molestia, al igual que esa joven ingenua de Vigdis. Algunos yaestamos hartos de ella, de su tan cacareada serenidad y ese infantil sentido de
la justicia que tanto admiran estpidos como el Duque Reginbrad. Nos hemos
cansado de que Reino Bosque se quede de brazos cruzados mientras Ungoloz,
nuestro gran enemigo, se arma hasta los dientes. Ha llegado la hora de tomar la
iniciativa. Los aplastaremos, aunque tengamos que elegir un nuevo gobernante.
As que de eso va todo. Pretendes utilizar Las Astas de Velex para
eliminar a Vigdis II!Lo has entendido a la perfeccin. Y entonces lo aferr por el cuello;
lo alz por encima de su cabeza mientras llamaba a su guardia personal. Lo
quiero prisionero, capitn Greggual!
Maldito traidor! No debis obedecerle, pretende la desgracia de la
Reina!
Pero aquellos reniegos no causaron otro efecto en el centurin que una
sonrisa sarcstica.No os esforcis, pequeo amigo. Todos los soldados que han venido
conmigo son mi gente, hombres de conanza para quienes mi autoridad es mayor
que la de esa jovenzuela que ocupa el Trono de Roble. Hizo un gesto con la
mano, despreciativo. Llevoslo. Apresadlo con el brbaro por si lo necesitamos.
Cuando todo esto acabe, ya veremos qu hacer con l.
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Lo haban atado como a un perro: amarrado con una soga a un poste, por
el cuello. Tena las manos atadas, as que poco poda hacer ms que insultar yescupir a los guardias que lo custodiaban. Le haban tratado las heridas causadas
solo lo suciente para que no muriera o se le infectaran y las ebres lo dejaran
inservible para sus propsitos. Pero Darlak no tena ninguna intencin de morir,
al menos no atado a una maroma. No, esperara. La descontrolada ira que lo haba
enajenado ya no lo gobernaba. La razn, que muchos crean ajena a los norteos,
haba vuelto. Ahora saba qu deba hacer: En algn momento le obligaran a no
saba muy bien qu, por eso lo mantenan con vida. Entonces actuara. Moriramatando. Las ansias de venganza seguan presentes en su corazn. Aunque ahora
saba que ese odio deba servirlo tan fro como los pramos donde un da se alzara
el poblado.
En medio de tanto rencor y planes de desquite hubo un momento para
la sorpresa cuando trajeron a un nuevo prisionero: el hombrecillo que haba
intercedido por l. Se sinti desconcertado. No estaba del lado de los forasteros?
Los soldados lo sujetaron del mismo modo que a l, y luego se marcharon,no sin antes regalarle una burla y un escupitajo en la cara al pasar por su lado. No
fue la saliva lo que le molest, no cuando durante sus caceras se haba arrastrado
en lodazales o excrementos de ciervo. An as, anot la afrenta: sera un motivo
ms para odiar.
El gnomo se fue acercando poco a poco, cauto al principio. Darlak le
gru como si fuera un lobo cuando consider que la proximidad era excesiva.
El hombrecillo dio un salto, aunque solo retrocedi un paso. No pareca tenermiedo, tan solo una sana precaucin. Ahora que lo observaba advirti que era
mayor de lo que haba imaginado, sin duda un viajero veterano del mundo. Tal
confusin no era nada extrao: los gnomos, a distancia, siempre tenan el aspecto
de nios, excepto si portaban barba y bigote. Tenan unos ojos diminutos en este
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caso, escondidos debajo de aquellos anteojos redondos, y eran de complexin
delgada a diferencia de los siempre rechonchos medianos.
Durante unos momentos el personajillo permaneci en silencio, aunque
su mirada auguraba que no lo estara mucho tiempo. Darlak record algo que
escuch al bardo Rilo Dedospluma: No ha nacido el gnomo que pueda estarcallado ms de cien latidos.
Lo extrao fue que le hablara en su propio idioma.
Hola. Me llamo Papiro.
El joven valaryo mostr su incredulidad con un parpadeo nervioso.
No te extraes tanto de que conozca el norteo. Hablaba con una
uidez inaudita, apenas tena acento. Los viajes de un arquelogo lo llevan a
conocer muchos pueblos e idiomas.Una vez superado el pasmo inicial, Darlak preri no darle conversacin.
Al n y al cabo, no tena nada que decirle. Agradecerle que lo salvara? Qu
importaba eso? Lo haban humillado atndolo como a una res, y morira tarde o
temprano. Adems, aunque a ese hombrecito le hubiesen dado la espalda a los
suyos, segua siendo uno de los responsables de la matanza de su pueblo.
Supongo que es comprensible que ests enfadado conmigo, pero no
tienes motivos. Si hubiese sabido lo que pretenda ese bastardo de Brad ni siquierahabra viajado con l. De hecho, pretendo solucionarlo.
La seguridad de tal armacin pudo con la curiosidad de Darlak.
Por si no te has dado cuenta, ests prisionero. Seal con la cabeza a
los dos guardias que, de vez en cuando, los observaban.
Vaya, despus de todo parece que sabes hablar! Papiro esboz
una sonrisa que, en su menudo rostro, pareca desproporcionada. Vers, un
prisionero es aquel privado de libertad, y yo an soy libre de hacer una cosa quenos puede sacar de aqu.
Es esto una treta para hacerme sufrir? Piensas que voy a creer que
quieres ayudarme a escapar? T estabas con ellos!
S que los norteos no sois unos salvajes, por mucho que todo el
mundo crea lo contrario, pero desde luego solo un enano sera ms testarudo que
t rezong. Ya te he dicho que no tengo nada que ver con la decisin de matar
a los tuyos. Y te sacar de aqu para demostrrtelo. A cambio quiero tu promesade que no te entretendrs matando a gente y de que me acompaars hacia el sur
hasta que estemos fuera de peligro. Conozco a gente en Robleda que me ayudar
a llegar a Marvalar.
Tanta conanza tienes en que cumplir esa promesa?
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Por supuesto. Si algo s de los valaryos es que un juramento lo es todo
para vosotros.
Darlak dud. Era una oferta tentadora, al igual que las palabras aduladoras
del dichoso gnomo. No entenda an qu poda tener en mente para facilitarles
la huida, pero de pronto se encontr conando en Papiro ms de lo que estabadispuesto a admitir.
Y ese supuesto plan para sacarnos de aqu es...?
Tomar eso como un prometido. Ri. Por cierto, no s tu
nombre.
Darlak respondi con sequedad.
Mientras tanto, el erudito ya haba comenzado con su treta. Con cuidado,
para evitar que los guardias advirtieran lo que pretenda, se peg al costado delnorteo.
T preocpate de ngir que an sigues atado, para que los guardias no
den la voz de alarma.
Uno de los centinelas le ech el ojo entonces. Papiro dibuj su cara
ms inocente y el soldado volvi a mirar a la fogata del campamento. Le dijo al
compaero que iba a calentarse las manos un poco.
Bin, dos ojos menos. All voy.Hubo como una especie de parpadeo en el aire. Darlak sinti que algo le
haca cosquillas en las muecas, all donde estaba atado. Y, de pronto, advirti que
tena las manos libres.
Por el Trueno de Taranis... Qu has hecho?
Solo un poco de magia. He animado la cuerda y le he ordenado que se
desatara.
No me gustan los hechiceros. Darlak lo mir con expresin hosca.Le haban enseado desde pequeo que la magia de libro como la
llamaban los norteos era algo despreciable, pues no dejaba de ser un signo de
debilidad frente a la resolucin propia del guerrero. Los hombres, argumentaban,
deban valerse de sus manos y pies para hacer las cosas, de su voluntad. Tal
vez pudieran simpatizar con druidas y chamanes, cuyas habilidades estaban en
comunin con la naturaleza, pero los poderes arcanos les desagradaban.
No soy mago, lo he hecho con mi anillo. Se lo compr a un medianollamado Endrino que no saba lo valioso que era y... Darlak le lanz un vistazo
que deca: No es el momento. Bueno, es una larga historia. Me toca. Destame
con cuidado. No puedo utilizar el objeto en m mismo porque no alcanzo las
cuerdas.
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Preeres morir congelado? El calor de mi cuerpo te permitir aguantar
hasta que lleguemos adonde puedas reponerte.
Y q-qu lugar es... ese ?
No le respondi, si bien el misterio se revel poco despus, cuando
alcanzaron una terraza escondida en una depresin. El vapor de las aguas termalesle envolvi, convirtindose en un blsamo para su piel aterida. Situado entre dos
lomas, a media altura de la cordillera, haba una planicie horadada de hoyos.
Papiro se maravill ante el salvaje contraste: pasaron de estar rodeados por nieve
y fro a recibir una oleada de agradable calor, que converta la zona en un paraje
verde y libre de la blancura. Incluso haba un pequeo manto de ores alrededor
de las aguas.
Este siempre fue un rincn importante para los valaryos. Lo llamamosLos Calderos. Cuando el invierno es especialmente duro, y los ros se congelan,
es el nico lugar donde podemos conseguir agua. Cuando salimos de caza por las
cercanas tambin solemos pernoctar aqu.
Darlak le aconsej que se desvistiera y entrara en uno de los pequeos
pozos mientras l buscaba unas races. Papiro no discuti, a pesar de que el plan
implicaba quedarse solo y desprotegido. Tena las manos tan entumecidas que le
cost quitarse toda la ropa pero, cuando al n lo logr, no dud en zambullirse deun salto en aquellas apetecibles aguas. Tras lanzar un fuerte suspiro de satisfaccin,
se prometi que jams se movera de all.
Por supuesto era un juramento que no podra cumplir. Darlak regres una
hora despus, cuando el amanecer comenzaba a asomar. Traa consigo un puado
de hierbas, una cabra de los montes muerta sobre los hombros la cena, imagin
el erudito, y una piel velluda colgando del cinto. Se la tendi a Papiro en cuanto
sali del pozo.Es el pellejo de un lobo. Te vendr bien.
El gnomo observ la pequea pieza. En una de sus caras todava contena
restos de sangre, a pesar de que el joven valaryo la haba limpiado con tierra. Se
la visti del revs, con la parte limpia y lanosa sobre su cuerpo, mientras Darlak
se sentaba junto a uno de los pozos termales y comenzaba a machacar las hierbas
que haba trado consigo.
Hierba de Frfara. Lo necesitars para resistir estas temperaturascuando dejemos este lugar. Tras aplastar la planta en un improvisado cuenco
hecho con corteza de roble, tom un poco de agua caliente y la mezcl con la
pulpa. Mientras consegua todo esto, he observado muchas patrullas a los pies
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Tena tanta hambre que incluso la inspida carne de rata le pareca un
manjar. Eso s, un manjar que apenas le llenara el estmago. Lo engull tratando deconseguir que el regusto en su lengua de tono olivceo durara lo mximo posible.
Sorbi incluso el tutano de los huesecillos. An as, saba que la sensacin se
desvanecera pronto y tendra que conformarse con recordarla. Y su memoria no
era gran cosa.
Okran observ al resto de orcos. Los de su raza haban morado durante
tantos siglos en cuevas y grutas que contaban con una visin adaptada a la
oscuridad gracias a todos esos aos de evolucin. Probablemente era lo nico quehaba mejorado. Ms de doscientos orcos se hacinaban en la gruta. Desnutridos,
malhumorados por su nefasta suerte, trataban de engaar a sus vientres famlicos
con bocados exiguos. Okran se encontr de pronto pensando en las ltimas piezas
que haban logrado robar a un valaryo despistado: tres suculentas cabras, tan
sabrosas para sus paladares poco acostumbrados que las devoraron sin apenas
masticarlas. Pero de eso haca semanas. Sus hembras y las cras estaban de nuevo
hambrientas, hasta el punto de que se contentaban, en ocasiones, con picotear lasdefecaciones que las bestias dejaban en la montaa.
Cundo acabara su desgracia?, se preguntaba. Tal vez el da en que el
clan se extinguiera, sola ser la respuesta. Las fronteras que los humanos haban
impuesto limitaban sus correras. Las aldeas ms cercanas, las de los norteos,
eran demasiado aguerridas para una banda de saqueadores furtivos con armas
oxidadas, cuya escasa inteligencia no daba para ms estrategias que abalanzase
sobre el pastor solitario. Haca mucho desde la ltima vez que se haban atrevido aatacar un poblado directamente. Acab tan mal que no les apeteca repetirlo.
Dentro de su limitada capacidad de raciocinio siempre le dola la
cabeza cuando pensaba demasiado, Okran estaba convencido de que les ira
mejor en el norte, en Naciones Orcas, donde los suyos tenan incluso varias aldeas.
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Darlak logr auparse sostenindose en la espada. Con la mano libre
contena la hemorragia de una herida que, en alguien menos fornido, habra sido
letal. Se acerc hasta el Conde de Lacarda y lo seal con su arma.
La espada descendi y, de pronto, todo se volvi oscuro.
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Papiro se alegr de recuperar el fez. Juguete con la borla mientras Darlak
lo conduca al lugar donde, nalmente, se desharan del artefacto. Incluso a travsde la basta lana con que lo envolva poda percibir la inuencia tentadora de las
Astas de Velex. Por fortuna, l jams se haba visto inclinado a la violencia. No
entraba dentro de su visin del mundo. Qu desperdicio acabar unos con otros!
Cada vez que se vio inclinado a hacer dao a alguien lo sufri en su corazn. Esa
repulsa natural le haba escudado de los cantos de sirena del Objeto de Poder. De
hecho, cuando Darlak hizo ademn de quitrselo al cadver del Conde Brad, el
gnomo se adelant para que el joven valaryo ni siquiera lo rozara. Alguien comol, tan rendido a emociones y pasiones, tan dolido con el mundo por la prdida
de su gente, habra sido una vctima perfecta para las insinuaciones de Velex. No
pensaba permitirlo. Ya haba sufrido bastante.
No result fcil llegar hasta la sima, situada a media altura de una de las
montaas ms inaccesibles de la Cordillera de Liafdag. Sin embargo all estaba:
un gran lago situado entre dos de los picos, una lgrima que los dioses haban
derramado desde sus moradas. Las aguas estaban congeladas, Darlak asegurque ni siquiera en verano se derretiran, pues a tanta altura el fro siempre estaba
presente.
Es un buen lugar asinti Papiro.
El valaryo camin sobre la laguna helada hasta alejarse de la orilla. Tom
aire y levant el espadn por encima de su cabeza. Tras lanzar un grito, descarg
el mandoble. Unas grietas alarmantes se propagaron delante de su posicin. Una
segunda acometida y la capa glida cedi con un potente estruendo.Hizo una seal a su compaero para que se acercara. El gnomo era tan
ligero que la costra de hielo no se inmut, ni siquiera cerca del boquete.
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EL CAMINO DE VALION
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La interseccin con el Camino Real qued a la vista en cuanto salvaron
una cuesta. Cersteiv advirti que estaba bastante transitado: mensajeros a caballo,
buhoneros y otros mercachies en busca de buenas ventas en la capital, artistas
ambulantes... Thalla, cuyas nicas amistades fueron los hijos de otros mineros
que trabajaban en los yacimientos de cobre de Las Barrancas, se asombr ante tandiversos y estrafalarios personajes.
Las posadas se sucedan a lo largo del camino, y aumentaban conforme
se aproximaban a la ciudad. Pero no detuvo la marcha hasta que lleg a una en
concreto. La serpiente celosa, rezaba el cartel que chirriaba al viento en un poste
junto a la fachada. Por su aspecto, estaba claro que no era el lugar ms apropiado
para entrar con una nia. Dud, aferrndose a sus ltimos vestigios de entereza.
Es aqu donde tenamos que venir? pregunt Thalla.Solo pudo asentir. Dej a la mula atada en un abrevadero. No tema que
se la robaran. Aquella vieja bestia estaba tan carcomida por el hambre que ni un
orco querra comrsela.
Tom a la menuda de la mano y entr en el local. Era un lugar apestoso.
Aunque los postigos de las ventanas estaban abiertos de par en par, no bastaba
para eliminar el olor a vmito. Sin duda no era, ni de lejos, la mejor posada del
Camino Real; apenas un cuchitril en el que jams entrara gente de noble cuna,sino maleantes, borrachos y quin sabe qu ms.
A un lado del saln haba varias mesas, tan manchadas que era imposible
saber su tono original. En el otro costado, desde una barra atestada de infelices
a cul ms penoso, una mujer observ a Cersteiv en el momento en que puso el
primer pie en la taberna. La posadera pues el delantal mugriento que portaba la
delataba tena el volumen de un recio leador, aunque ocupado por cantidades
ingentes de lorzas. Los observ con suciencia.Dej a la pequea sentada en un rincn, tras conminarla a estarse quieta
y portarse bien.
Pap va a pedirte un poco de leche, vale?
La nia asinti con una sonrisa inocente.
Cersteiv se abri un hueco entre dos de los parroquianos en la barra.
Ponme un cuenco de leche para mi hija le dijo a la tabernera.
Leche! Exclam el individuo a su diestra, un tipo ajado y desdentado.Luego hubo una risotada general.
La mujer le sirvi el tazn. Lo oli disimuladamente. No pareca en mal
estado, pero aun as lo prob un poco para asegurarse. Un poco agria, pero se
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Avisar a mis compaeros a travs de Doncella asegur el nigromante,
rerindose al halcn. Gracias, amigo.
Le costar seguirte, no le gustan los hechiceros. Comntale que vas de
mi parte, y para que lo crea, dile que solo un enano sera ms testarudo que l
sonri socarronamente. Sabr reconocer la frase como ma.Se despidi de velus poco despus, a quien la urgencia le impeda
quedarse a charlar. Papiro continu pues con su viaje, coincidiendo con el granjero
del carro, el cual le ofreci compartir el transporte.
Pero eso haba acontecido unos das antes. Apoyado en su inseparable
bastn, el erudito inici el ltimo tramo hasta Marvalar tras ajustarse el siempre
rebelde gorro con forma de cubilete. Sigui el camino durante un buen rato,
regocijndose ante la posibilidad de unirse a otros transentes. Aunque, como buenarquelogo, estaba acostumbrado a los largos viajes y las jornadas en soledad,
valoraba verse acompaado.
Despus de tres horas, cuando el sol lleg a su punto ms alto, consider
que se mereca un descanso para tomar un bocado. Haba dejado atrs una posada,
y la prxima estaba an a bastantes pasos, as que preri apartarse del camino.
Dobl a la derecha, campo a traviesa, y se adentr en la pradera esmeralda de
Mantoverde. Se acomod bajo un roble, en una pequea arboleda desde dondequedaba oculto del Camino Real. Canturreando una cancin gnoma, almorz pan
con queso, rociado con la miel que haba adquirido en Coto del Draco. Cuando
termin de relamerse los dedos pringosos, se recost junto a las races que
sobresalan y se dispuso a una buena siesta. Al n y al cabo, qu peligros podan
sorprenderle tan cerca de Marvalar?
Pero los haba. El frufr de unos arbustos y los chasquidos de varias
ramas lo alertaron antes incluso de que el sueo lo capturara. Se irgui de unsalto en busca de su cayado. Aparecieron entonces varios personajes, a cul
ms estrafalario. Reconoci aquellos rostros feos, la piel cenicienta y repleta de
excrecencias, las orejas desproporcionadas y esos ojos amarillos...
Eran goblins. Qu haca un grupo como ese a plena luz del da, tan cerca
de Marvalar? Saba bien que solan hacer sus fechoras por la noche, pues odiaban
el toque del sol.
Trat de encontrar un modo de escapar. Obviamente, una cuadrilla asera una amenaza. Aunque fueran considerados seres dbiles, siempre actuaban
en grupo y sus vctimas favoritas eran los viajeros solitarios y descuidados. Sin
duda contra un buen guerrero aquellos cinco saqueadores no seran rival, pero el
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ver y oler los estofados que Omara ofreca a algunos de los cansados viajeros
que se detenan en La serpiente celosa. A veces se quedaba mirndolos mientras
coman, con un hilillo de saliva resbalando desde la comisura de los labios. Hasta
que Omara lo adverta y la abofeteaba sin piedad. En una ocasin tuvo la suerte de
que uno de los comensales se apiadara y le arrojara una albndiga al suelo. Thallasalt como un perro hambriento y la engull. Un lagrimn resbal por su mejilla
al volver a saborear el trozo de carne. Solo fue al levantar la vista de nuevo cuando
se dio cuenta de que toda la sala estaba rindose de ella.
Se acostumbr a las burlas de la clientela, las dio por buenas mientras
no fueran a ms. En una ocasin un viejo desdentado la aferr por los bracitos y
comenz a manosearla. Thalla no comprenda lo que aquel hombre feo pretenda,
pero desde luego no le gustaba. Por una vez Omara intercedi a su favor,reprendindolo y liberndola del desagradable abrazo.
Es que quieres destrozarla? le dijo. Todava no tiene edad para
eso. Espera a que cobre formas de mujer y podrs catarla... por un mdico precio.
Thalla no saba a qu se refera, aunque agradeci la intervencin de la
tabernera.
Thalla esper durante casi dos meses, hasta que la esperanza de que su
estancia en la posada fuese un error mengu, tanto como creci la pena. Y ahcomenz el sufrimiento de verdad. Las lgrimas acudan a ella a cada momento, y
solo se marchaba cuando el cansancio la llevaba al sueo. Por ms que lo intentaba
no poda entender el motivo de tal abandono. Antes de morir su madre, cuando la
nia apenas haba cumplido cinco aos, ella le pidi que cuidara de su padre. La
pequea siempre trat de cumplir aquella promesa. Por qu entonces l se haba
marchado? Tal vez no fue lo bastante buena. Quizs, aunque sin pretenderlo, era
mala y no mereca otra cosa.Y lleg un da en el que, aunque se levant al rayar el alba como era ya
habitual, su mundo volvi a cambiar. Tras limpiar el suelo lo que le llev media
maana, Omara le encarg que zurciera los mantos de un par de clientes. Se
acomod en un rincn, cruz las piernas, y comenz la tarea mientras tatareaba
una cancioncilla que aprendi de su madre. Hasta que la tabernera le dio un
capirotazo para que dejara de cantar.
Poco despus entr un hombre que, de inmediato, atrajo todas las miradas.Thalla abri mucho los ojos, pues nunca haba visto a nadie tan elegante. Destacaba
la barba cuidada y unos cabellos morenos y bien arreglados. De mediana edad,
vesta una amante loriga segmentada que reejaba la poca luz que se ltraba
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En los que crey sus ltimos instantes, Papiro se lament de que tras tantas
aventuras su nal llegara de manos de un vulgar goblin. Caer bajo el acero de unCaballero de la Muerte habra estado bien. O mejor, devorado por un glorioso
dragn.
Y, de pronto, algo se desplom sobre l, atrapndolo contra el suelo.
Curiosamente no sinti dolor alguno, aunque eso no aplac su temor. Su amigo
Taln el enano le haba dicho en una ocasin que, la mayora de las veces, las
heridas por espada ni siquiera hacan dao. Al menos al principio.
El gnomo se atrevi a echar una ojeada y vio el rostro desencajado de lacriatura, que lanzaba sus ltimos estertores. La garrocha yaca en la hierba, y no
estaba manchada de sangre. Una echa le atravesaba el cuello.
Qu...?
Alguien apart el cadver, tendindole luego una esbelta mano para
ayudarle a levantarse. Papiro alz la vista y se top con unas pupilas de un prpura
intenso y evocador. Fue una especie de visin: una mujer, pero no humana; tena
el cabello de un azabache similar a la obsidiana, recogido por detrs, y brillabatanto que pareca un espejo. Y qu rasgos tan perfectos! Parecan cincelados por
el certero buril de algn dios; la belleza haba trazado cada lnea, perlado unos
labios nos, una nariz delicada, un mentn suavemente alargado. Aunque si algo
delataba su naturaleza eran esas orejas puntiagudas tan caractersticas.
Estis bien, amigo gnomo? dijo la elfa, con una voz pura como el
arrullo de un mar en calma.
Supongo que s respondi, palpndose el pecho en busca de unaherida que, afortunadamente, no encontr. Sin duda, gracias a vos, mi seora.
Ella, que an empuaba el arco, sonri; dej entrever unos dientes blancos
e inmaculados. Era tan fcil perderse contemplndola! Pareca muy joven, aunque
el hombrecillo saba que decir algo as de un elfo era precipitarse. De vidas tan
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A Thalla le gustaba que le contaran historias. Casi le record las que le
narraba su madre cuando era muy pequea.
Tomaron caminos que pronto dejaron la arboleda al sur, no tan anchas
como el Camino Real, ni de tierra apelmazada por el constante transitar de los
carros. En muchos tramos las zarzas se envalentonaban e invadan el sendero, eincluso alguna encina ocasional se interpona descarada.
La nia se quej poco despus de que le dolan los pies y estaba cansada.
El paladn puso al principio una mueca contrariada, tan fugaz que Thalla no le dio
importancia. Se detuvieron a descansar tras un seto, en la Colina de las Marmotas.
El caballero comparti su comida con la chiquilla, quien casi engull sin masticar
el pedazo de pan y la carne en salazn.
Ya veo que esa gordinona te ha hecho pasar hambre...Thalla estuvo a punto de estallar en carcajadas y desparramar la comida
que masticaba. Haba llamado gordinona a Omara! Ella tambin lo pensaba,
aunque jams se atrevera a deci