cuadernillo de adivinanzas
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ADIVINANZAS
Tengo nombre de animal, cuando la rueda se pincha me tienes que utilizar.
La solución es: El gato
Todos me quieren para descansar ¡¡si ya te lo he dicho!! No pienses más.
La solución es: La silla
Te la digo y no me entiendes, te la repito y no me comprendes.
La solución es: La tela
Soy ave y soy llana, pero no tengo pico ni alas.
La solución es: La avellana
Me gustaría ser tigre pero no tengo su altura, cuando escuches un “miau” lo adivinaras
sin duda
La solución es: El gato
TRABALENGUAS
Paco, peco chico rico,
Le gritaba como un loco
A su tío Federico
Y este dijo:
¡Poco a poco, Paco peco poco pico!.
Rabicejo al ratoncejo
Quiero queso y no lo dejo
Aunque frunza el entrecejo
Y aunque arriesgue su pellejo
No habrá queso Rabicejo.
Sergio silva el pito
Y le entrega a Silvia,
Y dice Silvia y Sergio
silban fuerte con su pito.
Erre con erre guitarra,
Erre con erre barril,
Rápido corren los carros,
Rápido el ferrocarril.
Mechita al michito
Le deja mochito
La mocha las mechas
Mechita al michito.
CUENTOS
EL MUÑECO DE NIEVE
Había dejado de nevar y los niños, ansiosos de
libertad, salieron de casa y empezaron a corretear
por la blanca y mullida alfombra recién formada.
La hija del herrero, tomando puñados de nieve con
sus manitas hábiles, se entrego a la tarea de
moldearla.
Haré un muñeco como el hermanito que hubiera
deseado tener se dijo.
Le salio un niñito precioso, redondo, con ojos de carbón y un botón rojo por boca. La
pequeña estaba entusiasmada con su obra y convirtió al muñeco en su inseparable
compañero durante los tristes días de aquel invierno. Le hablaba, le mimaba...
Pero pronto los días empezaron a ser más largos y los rayos de sol mas calidos... El
muñeco se fundió sin dejar mas rastro de su existencia que un charquito con dos
carbones y un botón rojo. La niña lloro con desconsuelo.
Un viejecito, que buscaba en el sol tibieza para su invierno, le dijo dulcemente: Seca
tus lágrimas, bonita, por que acabas de recibir una gran lección: ahora ya sabes que no
debe ponerse el corazón en cosas perecederas.
EL LOBO
Cauto, silencioso, el lobo salió una noche del bosque
atraído por el olor del rebaño. Con paso lento se acercó
al redil lleno de ovejas, poniendo atención en donde
ponía la pata para no despertar con el más leve ruido al
dormido perro.
Sin embargo, la puso sobre una tabla y la tabla se
movió. Para castigarse por aquel error, el lobo levantó
la pata con que habla tropezado y se la mordió hasta
hacerse sangre.
¿Verdad, amiguitos, que este lobo fue el mejor juez de
sí mismo?
EL CASTIGO DEL AVARO
Erase un hombre muy rico, pero también muy
avaro. Un día acudió a la feria, donde le
ofrecieron un jamón muy barato.
-Se, lo compro! Después de todo, hago un
negocio, pues con ese dinero ni patatas
hubiera adquirido.
Y se dio el gran atracón de jamón, manjar que
nunca probaba. Resultó que estaba podrido y al día siguiente, aquejado de fuertes
dolores, hubo de llamar al médico.
-Qué habéis comido? -le preguntó el galeno
El avaro, entre suspiros, mencionó su compra barata.
-¡Buena la habéis hecho! -se burló el médico-.
Entre la factura de la botica y la mía, caro va a saliros el jamón podrido
LA LEONA
Los cazadores, armados de lanzas y de agudos
venablos, se acercaban silenciosamente.
La leona, que estaba amamantando a sus
hijitos, sintió el olor y advirtió en seguida el
peligro.
Pero ya era demasiado tarde: los cazadores
estaban ante ella, dispuestos a herirla.
A la vista de aquellas armas, la leona, aterrada, quiso escapar. Y de repente pensó que
sus hijitos quedarían entonces a merced de los cazadores. Decidida a todo por
defenderlos, bajó la mirada para no ver las amenazadoras puntas de aquellos hierros y,
dando un salto desesperado, se lanzó sobre ellos, poniéndolos en fuga.
Su extraordinario coraje la salvó a ella y salvó a sus pequeñuelos. Porque nada hay
imposible cuando el amor guía las acciones
EL CABALLO AMAESTRADO
Un ladrón que rondaba en torno a un campamento militar, robo un hermoso caballo
aprovechando la oscuridad de la noche. Por la mañana, cuando se dirigía a la ciudad,
paso por el camino un batallón de dragones que estaba de maniobras. Al escuchar los
tambores, el caballo escapo y, junto a los de la tropa, fue realizando los fabulosos
ejercicios para los que había sido amaestrado.
¡Este caballo es nuestro! Exclamo el capitán de dragones. De lo contrario no sabría
realizar los ejercicios. ¿Lo has robado tu? Le pregunto al ladrón.
¡Oh, yo...! Lo compre en la feria a un tratante...
Entonces, dime como se llama inmediatamente ese individuo para ir en su busca, pues
ya no hay duda que ha sido robado.
El ladrón se puso nervioso y no acertaba a articular palabra. Al fin, viéndose
descubierto, confeso la verdad.
¡Ya me parecía a mí exclamo el capitán Que este noble animal no podía pertenecer a
un rufián como tu!
El ladrón fue detenido, con lo que se demuestra que el robo y el engaño rara vez
quedan sin castigo.
FABULAS
EL LEÓN PRESO Y EL LABRADOR
Un león entró una vez en el establo de un labrador. El
hombre, con la pretensión de tomarlo prisionero, cerró
la puerta. El león, al darse cuenta de que no podría
salir de allí empezó por comerse un carnero, luego una
vaca y, por fin, varios bueyes.
El labrador, temiendo que su vida corriera peligro, le
abrió la puerta. El animal se fue y la señora del
labrador al oír que éste se quejaba dijo:
–Te mereces lo que te pasa por haber querido encerrar
a una fiera a la que de lejos nomás debiste temer.
Lo mismo les ocurre a los que provocan a otros que tienen más fuerza y poder que
ellos.
LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO
Un hombre tenía una gallina que todos los días
ponía un huevo de oro. Como era ambicioso
empezó a pensar en que el animal debía tener en
su interior una gran barra de oro. Entonces decidió
matarla para sacar la barra y se encontró con que
la gallina era exactamente igual a todas las de su
especie.
Por alcanzar de una vez toda la riqueza perdió inclusive lo poco que tenía.
Debemos contentarnos con los bienes que poseemos y no codiciar insaciablemente
riquezas imposibles.
LA LAMPARA
Una lámpara rebosante de aceite lanzaba una luz
hermosísima y se vanagloriaba de brillar más aún
que el sol. Un momento después una ráfaga de
aire la apagó. Su dueño volvió a encenderla y dijo:
–Alumbra cuanto quieras, lámpara, pero no te
compares. El resplandor de los astros no se eclipsa
tan fácilmente.
Cuando se goza de cierta fama no hay que dejarse cegar por el orgullo, porque todo lo
que se adquiere se puede perder.
EL CABALLO Y EL ASNO
Un hombre tenía un asno y un caballo.
Cierta vez iba con sus dos animales y
durante el camino el asno le dijo al
caballo:
–Si en algo valoras mi vida hazte cargo
de una parte del peso que llevo.
El caballo se hizo el sordo y el asno,
vencido por la fatiga se desplomó,
muriendo al instante.
El dueño levantó toda la carga y la puso encima del caballo, añadiendo además la piel
del asno, pues deseaba conservarla.
El caballo, agobiado por el peso, se lamentaba: –¡Qué poca suerte! No quise cargar con
una parte y ahora me toca llevarlo todo, inclusive la piel del asno.
Cuando los grandes aceptan compartir con los pequeños las dificultades, éstas se
hacen más soportables para ambos.
EL PECECILLO Y EL PESCADOR
Un pescador tiró al mar su red y cuando la recogió
sólo encontró en ella un pez pequeñísimo. Lo tomó
en sus manos, pero el animal le rogó que lo soltara
porque era demasiado chico.
–Cuando sea mayor –argumentó – podrás volver a
pescarme y entonces sí seré provechoso.
–Bien tonto sería –respondió riendo el pescador– si soltara la presa que tengo en mis
manos, soñando con la presa que llegaré a pescar quién sabe después de cuánto
tiempo, por grande que fuera.
Es un disparate desaprovechar la riqueza que tenemos al alcance de la mano,
pretextando que es poca.
POESÍAS
MI MUÑECA
Tengo una muñeca que dice mamá, cierra los ojitos y sabe llorar. Con su vestidito de lindo percal al parque la llevo conmigo a pasear.
EL NIDO
Llegaron ufanos los dos pajaritos; pajitas y plumas traían en el pico. Buscaron el árbol más verde y más bello y oculto en las ramas su nido tejieron. De dulces arpegios llenóse la selva; fué el aire más tibio, la tarde más bella. En tanto, los pájaros, en su blando nido, cuidaban felices,
dos blancos huevitos.
EN EL DÍA DEL MAESTRO
Venerados maestros,
escuchad mi canto;
es canto del alma.
Dejad que mi lira
al emprender su vuelo
por mundos de ensueños,
ansiosa de azul,
sedienta de cielo,
bañe en vuestro recuerdo
sus alas de luz;
Dejad que mi alma cual arca cerrada
abra en este día sus puertas de plata
y os brinde un tesoro:
Amor, Gratitud.
MI BARQUITO
Mercedita y Ramoncito se fueron a caminar por un lindo senderito a la orilla de la mar.
Mercedita hizo un barquito con papel de dibujar
y con mucho cuidadito fué a ponerlo sobre el mar.
Y al mirar que navegaba por las olas de la mar,
Ramoncito lo llamaba lo llamaba sin cesar.
Vuelve pronto, le gritaba, hora es ya de regresar;
y el barquito se alejaba por las olas de la mar. EL BAÑO
En esta mañana
qué contento estoy, porque me he bañado con agua y jabón. Mi cuerpo está limpio, limpiecito y fresco; por eso es que siempre estoy tan contento.
RIMAS
FINA LA GALLINA Hay un alboroto en todo el corral, Fina la gallina perdió su dedal, si alguien lo encuentra, que la vaya a avisar, para que por fin deje de cacarear. ...
UN MARINERITO
Un marinerito Me mandó un papel
En el que decía Que me case con él
Yo le respondí que me casaría Pero no con él.
CABALLITO BLANCO
Caballito blanco llévame de aquí
llévame a la tierra donde yo nací
caballito blanco dime la verdad
yo te la diré si vienes aquí.
TENGO, TENGO
Tengo tengo tengo. Tú no tienes nada. Tengo tres ovejas en una cabaña una me da leche otra me da lana otra me mantiene
toda la semana
RABITO
El conejo rabito
se metió en su huequito
calentito se durmió
de mañana despertó
se comió su zanahoria
y acabó con esta histo