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A yala A yala Cuadernos de ISSN 1576-2068 Dep. Legal M-10186-2000 Número 5 Enero-Marzo 2001 Revista de la FedeRación española de GenealoGía y HeRáldica

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A y a l aA y a l aC u a d e r n o s d e

ISSN 1576-2068 Dep. Legal M-10186-2000 Número 5 Enero-Marzo 2001

Revista de la FedeRación española de GenealoGía y HeRáldica

Page 2: Cuadernos de A€¦ · que la viñeta inferior reproduce la escena de Diana y Acteón, según el relato de Ovidio (colección particular). Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [3] FEDERACIÓN

EDITORIAL

Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [2]

Como explicamos por menor unas páginas másadelante, el pasado 11 de mayo la Asociación de Co-municación y Relaciones Públicas de Madrid entregabaal suscribiente, como Director de Cuadernos de AYA-LA, la Cruz de Oro de San Juan Evangelista, con laque dicha entidad premia los méritos dentro del mundode la Comunicación, las relaciones públi-cas, el ceremonial y el protocolo.

La Asociación, en la que se integrandistinguidos profesionales del mundo de laprensa, la comunicación, el protocolo y lasrelaciones públicas, ha querido reconocer ypremiar así tanto la labor y el esfuerzo cul-tural que realiza Cuadernos de AYALA, co-mo la ya extensa trayectoria de su Directoren pro de la difusión de los estudios sobre Historia, Ge-nealogía, Nobiliaria, Ceremonial y Emblemática.

Esta distinción, cuando apenas se han publica-do seis números de esta revista, que no cuenta másque un escaso año y medio de vida, supone para todosquienes realizamos Cuadernos de AYALA un espalda-razo notable, que nos anima a perseverar en el caminoemprendido, pero que nos obliga también a hacer algu-nas reflexiones sobre nuestros deseos, nuestros objeti-vos, nuestras posibilidades y nuestro futuro.

Nuestros deseos ya quedaron explícitos ennuestro primer número: ofrecer al público en general,tanto al especialista como al aficionado, una publica-ción amena, variada, entretenida, que estuviese bieneditada e impresa. Y, al mismo tiempo, dotada del im-prescindible rigor científico que debe asumir, a nuestrojuicio, una revista de estas características. Dificil equili-brio, en verdad, entre tantos requisitos como quisimosvoluntariamente asumir hace año y medio.

Sin embargo de esas dificultades, y también delas económicas —que no son asunto baladí en esta cla-se de empeños—, en el año y medio de nuestra exis-tencia, Cuadernos de AYALA se ha consolidado ya co-mo revista dedicada al fomento y divulgación de losestudios históricos e historiográficos, y en particular delos Genealógicos y Heráldicos. Es, en realidad, la únicarevista dedicada a estas materias, pues las restantes

publicaciones que tratan de ellas son, o bien escuetosboletines de noticias, o bien gruesos volúmenes de es-tudios. Dicho sea con todos nuestros respetos a la laborque desarrollan, que es también muy estimable.

En este mismo sentido, el decidido apoyo quenos ha dado la Federación Española de Ge-nealogía, Heráldica y Ciencias Históricas,haciendola su órgano de comunicación pú-blica, es muy de agradecer. No es esa la úni-ca entidad científica con cuyo amparo conta-mos, pues también el Colegio Heráldico deEspaña y de las Indias, y el Istituto Italiano diGenealogia e Araldica, se han mostrado entodo solidarios con nuestro proyecto.

Por su parte, es creciente el número de nues-tros lectores que nos manifiesta su agrado y su apoyounánime, haciéndonos interesantes sugerencias y pro-puestas que procuramos tener muy en cuenta. Algunosde ellos han ido incluso más lejos, y nos han favorecidocon el envío de originales, de noticias y de avisos.

Además, nos atrevemos a anunciar un sucesoen curso que, de verificarse, llevará a Cuadernos deAYALA mucho más lejos de lo que esperábamos al ini-ciar este proyecto, al asociarnos a un importante grupode medios de comunicación de alcance nacional.

No debemos olvidar aquí a nuestros enemigos,infatigables en su labor destructora de cuanto ellos noson capaces de hacer, ni siquiera de emular. Ellos sonconstante acicate de nuestros empeños, y solamentehemos de lamentar -y muy sinceramente lo hacemos-su escasa valía, pues mucho nos agradaría contar conalgunos de mayor entidad, que hoy echamos en falta.

Con estos propósitos, con esta trayectoria ya fir-me, con estas ayudas y, sobre todo, con tantos amigosde verdad y tantos fieles lectores, estamos hoy más de-cididos que nunca a perseverar en el camino emprendi-do en pro de la divulgación y de la difusión de los estu-dios históricos en general, y de los dedicados a laGenealogía, la Heráldica, el Ceremonial y la Nobiliaria.

El Marqués de La Floresta

EDITORIAL

NUESTRA PORTADAA doña Paz de Salazar y Acha, primera linajista mirobrigense, dedicamos esta bellísima página inicial de laejecutoria de hidalguía ganada en la Real Chancillería de Valladolid por don Miguel de Caraveo, vecino deCiudad Rodrigo, en el año de 1567. En la capital ornamentada se insertan las armerías del litigante, mientrasque la viñeta inferior reproduce la escena de Diana y Acteón, según el relato de Ovidio (colección particular).

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Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [3]

FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE GENEALOGÍAY HERÁLDICA Y CIENCIAS HISTÓRICAS

Quintana 28 - 28008 MadridTel & Fax 91-559.87.70

e-mail federacion@genealogiafedesp

VISITE NUESTRA PÁGINA WEBwww.genealogiafedesp.com

F E D E R A C I Ó N E S PA Ñ O L A D E G E N E A L O G Í A Y H E R Á L D I C AY C I E N C I A S H I S T Ó R I C A S

U n p R i M e R c o M e n t a R i o

Durante nuestro primer año de vida, la Federación ha logrado reunir en su se-no a casi una docena de asociaciones dedicadas a los estudios de Genea-logía y Heráldica; pero no son todas las que existen y trabajan en España.

Aún debemos realizar un esfuerzo para unir en la Federación a todas aquellas que por ahora no lohan hecho, pues el fin que perseguimos bien lo merece. La unión hace la fuerza, dice un viejo adagiomilitar. Esto es muy cierto, y aún más en nuestro mundo actual. No hace falta explicarlo por menor

Por otra parte, los estudiosos de la Genealogía y la Heráldica además de pocos, estamoscon bastante frecuencia mal avenidos. ¡Con qué razón me advertía, hará ya un cuarto de siglo, elDuque de Tovar, de que el proceloso mundo de los genealogistas era más conflictivo y muchomás maledicente que el de las porteras -las viejas porteras-! Ese no ha de ser nuestro camino, por-que es un camino estéril, como tengo comprobado a lo largo de mi vida: yo he procurado siempreformar grupos de personas afines y valiosas, evitando siempre las capillitas y las conspiraciones desalón, o más bien de pasillo de ministerio. Los personalismos, la supervaloración a veces excesivaque algunos hacen de sus propias personas, las envidias y los recelos, no nos llevarán a ningunaparte.

Gracias a esos principios, y a las personas que los apoyaron, he logrado llevar a cabo algu-nos proyectos de importancia -la Junta de Nobles Linajes de Segovia, la Real Academia Matritensede Heráldica y Genealogía-, aunque a la postre algunos enanos -me refiero sólo a su estatura mo-ral- hayan tenido éxito en sus maquinaciones y hayan esterilizado o detenido algunos proyectos, almenos momentáneamente, aupándose a unas jefaturas que les quedan grandes. Las personas depoca valía son incapaces de soportar el mérito ajeno, máxime si tiene trascendencia pública. Peroesos muchachos y muchachas ni van a desanimarnos, ni podrán evitar que hagamos -y lo haga-mos bien- el trabajo que nos hemos impuesto.

Hay mucho por hacer si queremos alcanzar nuestros objetivos, y el esfuerzo merece la pe-na. La Federación cumplirá sus fines de fomento de los estudios de nuestra especialidad -los pre-mios convocados son un buen comienzo-, y de difusión de los mismos -la futura Escuela Nacionalde Genealogía y Heráldica, radicada en una Universidad Pública está ya en vías de realización-..

Os animo a todos a colaborar juntos en este empeño.El Presidente

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Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [4]

TITuLAR

en la MUeRte de laaRcHidUQUesa Rose MaRy

El pasado 3 de mayo de 2001, en el cas-tillo familiar de Persenburg (Austria), ha falleci-do a los noventa y siete años de edad Su Alte-za Imperial y Real Rose Mary, Archiduquesa deAustria, Princesa Real de Hungría, de Bohemiay de Toscana, dama de la Orden de la Cruz Es-trellada, y sobre todo una de las escasas da-mas nobles supervivientes de la Real Orden deMaría Luisa, cuya banda había recibido durantesu visita a España en 1926-1927. Actualmente,era la única dama noble que no pertenecía anuestra Familia Real.

Nacida Princesa de Salm-Salm, como hijade Emmanuel, Príncipe heredero de Salm-Salmy de la Archiduquesa Marie Christine de Austria(Teschen), vino al mundo en Potsdam (Alemania)el 13 de abril de 1904. Estaba viuda de S.A.I y R.el Archiduque Hubert Salvator de Austria, conquien había contraído matrimonio en 1926. Deesta unión han quedado trece hijos.

Descanse en paz.

in illoteMpoRe

Traemos hoya nuestraspáginas unacuriosa foto-grafía toma-da en la villade Sepúlve-da (Segovia),en la lluviosamañana del21 de abrilde 1985. Allíhabían acu-dido, en unavisita heráldi-

ca por tierras segovianas, los cuatro expedicio-narios que aparecen en ella, que son, de iquier-da a derecha, D. José Antonio Dávila, D.Faustino Menéndez Pidal de Navascués, el Du-que de Tovar, y D. Javier Gómez de Olea; amás del Marqués de La Floresta, que fue quienla tomó (MF).

MISCELÁNEA

Desde 1970

AMBIENTE AGRADABLEESPECIALIDAD EN CÓCTELES

TERRAZA DE VERANO

Fernando el Católico 77MADRID

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TITuLARAmigos de lA

ReAlAcAdemiAmAtRitense

Un grupo de simpatizantes y de académicos de la Real Academia Matritense de Heráldica y

Genealogía constituímos hace pocos meses la Asociación Amigos de la Real Academia Matritense de

Heráldica y Genealogía con el objeto de apoyar social y económicamente a la única institución pública que

existe en España dedicada a los estudios genealógicos y heráldicos, fundada por D. Alfonso de Ceballos-

Escalera, Marqués de La Floresta -que fue su primer Director- en el año de 1988.

La Asociación tiene su sede en Madrid, por ahora en el mismo domicilio oficial de la Academia a la

que quiere servir de apoyo, y no forman parte de su Directiva ninguno de los numerarios de la Matritense;

aunque, por un sentido de la justicia y por sentimientos de gratitud, hemos ofrecido la presidencia de honor a

quien fue el fundador y verdadero impulsor de ella, y que ha sabido ofrecer un notable ejemplo de sacrificio

personal, apartándose de la dirección de la Academia cuando ha creído -equivocadamente, por cierto- que su

ausencia podría ser beneficiosa para su criatura.

Consideramos oportuna esta iniciativa, y también muy necesaria en estos momentos. La Real

Academia Matritense, tras unos años iniciales prometedores y fructíferos, atraviesa últimamente un período

delicado, que la ausencia de su fundador y primer Director ha puesto de manifiesto de un modo palmario: la

bondad de su sucesor y actual Director, D. Faustino Menéndez Pidal de Navascués, eximio heraldista y

académico de la Real de la Historia, no ha podido evitar que desde la propia Mesa directiva -reducida de

facto a dos académicos con mucha capacidad de influencia- se haya puesto con frecuencia a la Corporación

al servicio de filias y fobias personales. Esta circunstancia ha enervado muchos de los esfuerzos dirigidos al

progreso de la Corporación, que se han visto rechazados o dificultados cuando su promotores no eran

secuaces de ese círculo. Por lo mismo se explica que en los últimos tiempos haya habido momentos de gran

tensión en las sesiones corporativas. En resumen, la Academia Matritense está en estos momentos muy

dividida por banderías y personalismos -que empiezan en la propia Mesa-, y no se ve claro su futuro.

Nosotros estamos, como es natural, muy preocupados por este estado de cosas, porque el proyecto

del Marqués de La Floresta es, en palabras del Numerario Dr. Pardo de Guevara, quizá el más importante

que se ha realizado en el ámbito de nuestros estudios durante los últimos decenios. Desde esta Asociación

vamos a apoyar incondicionalmente los proyectos académicos, pero también combatiremos sin descanso a

quienes con una actitud personalista y con un escaso sentido de los intereses colectivos tratan de sumir a la

Academia, en un permanente conflicto, comprometiendo así el desarrollo de sus actividades y proyectos. Por

eso mismo, desde este mismo momento instamos al vicedirector -que es el verdadero factotum de la

Academia-, a erradicar tales actitudes y conductas, procurando ante todo el beneficio común.

Mientras tanto, esta Asociación, con la ayuda de todos los socios y simpatizantes para quienes

nuestras puertas están abiertas desde ahora, y siempre en colaboración con la Academia, procurará dotar a

esta de los medios materiales imprescindibles para la realización y la difusión de los trabajos corporativos.

Bárbara Gómez-Acebo Calparsoro, presidenta

Santiago Semprún de Castellane, vicepresidente

Jesús Alía Plana, secretario general

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Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [6]

El pasado 18 de junio, S.M. el Rey se ha digna-do conceder la encomienda de la Orden Civil de AlfonsoX el Sabio —destinada a premiar los méritos culturales—al historiador don Manuel Rodríguez de Maribona y Dávi-la, en atención a su destacada trayectoria en el mundode la historia, la heráldica y la genealogía, de la que danfe sus libros, artículos y conferencias, como también sulabor de divulgación de estas disciplinas. Con este gratomotivo iniciamos desde ahora esta nuevasección de la revista, dedicada a ofrecer allector una entrevista con los más destacadospersonajes de las especialidades.

Manuel Maribona, como se le cono-ce habitualmente, es autor del libro Los He-rederos de la Corona Española. Historia delos Príncipes de Asturias, en el que se reco-gen las biografías de los treinta y cinco Prín-cipes de Asturias que ha habido hasta el mo-mento, incluyendo a su actual titular, S.A.R. el PríncipeDon Felipe. En otros capítulos se tratan también temastan interesantes como el de las Armas que correspondeusar al Heredero para diferenciarlas de las de su padre elRey, y sobre lo que Maribona se ha destacado como es-pecialista, publicando recientemente un artículo en el dia-rio ABC en el que comenta el nuevo Guión del Príncipeaprobado por el Consejo de Ministros en el mes de mar-zo último. Trata también en su libro de la legislación so-bre la sucesión a la Corona y el Título de Príncipe de As-turias, de los Sucesores a la Corona que no han sidoPríncipes de Asturias, de los de la dinastía carlista o delos Príncipes de Asturias en la literatura y la música. Poresta obra se le concedió en 1997 el Premio San Fernan-do Rey al libro mejor editado. Es también autor de El Du-cado de Sevilla. Un duelo que cambió la Historia, dondese recoge la azarosa vida del Infante Don Enrique y suhistórico duelo con el Duque de Montpensier, que impidióa este último ocupar el Trono de España, para lo queconspiraba. Ha escrito también dos obras, Heráldica Mu-nicipal del Principado de Asturias y Heráldica Municipalde la Comunidad de Madrid, en las que recoge y comen-ta todos los escudos de los ayuntamientos de estas doscomunidades autónomas. Junto con otras obras, nume-rosos artículos, prólogos y conferencias, hacen de Ma-nuel Maribona una referencia obligada en el mundo de laHistoria, la Heráldica y la Genealogía.

Conocida es también su actividad en la organiza-ción y participación de asociaciones histórico-genealógi-cas, siendo Fundador de la Real Academia Matritense deHeráldica y Genealogía, asociada al Instituto de España,de la que fue primer Secretario General; del ColegioHeráldico de España y de las Indias, de la que es Secre-tario General desde sus comienzos; y de la AcademiaAsturiana de Heráldica y Genealogía, en la que desem-peña actualmente el cargo de Vicedirector. Además deotras muchas corporaciones españolas, ha sido elegidomiembro correspondiente u honorario de las más presti-

giosas europeas e hispanoamericanas. Como vocal delConsejo Regional de Cultura de la Comunidad de Ma-drid, ha desempeñado durante varios años una importan-te labor.

ca. En su opinión ¿cual ha sido el motivo de la conce-sión de su Encomienda de Alfonso X el Sabio, su laborcomo investigador y escritor, o más bien su decisiva par-

ticipación en la creación de todas estas so-ciedades heráldico-genealógicas?

MRM. En primer lugar tengo que decir queesta concesión me ha sorprendido y no creotener los méritos necesarios, pero evidente-mente supone un gran honor que agradezcoa S.M. el Rey y a la Ministra de Educación yCultura doña Pilar del Castillo. Y si tengoque contestar a su pregunta les diré que,más que por mi obra escrita sería, en todo

caso, por la promoción de asociaciones culturales que,junto con otros distinguidos investigadores he tenido lasatisfacción de fundar, y que han servido, por una parte,para difundir nuestras disciplinas, en especial entre lagente joven, y por otra, para aproximar entre sí a muchasde las asociaciones españolas, europeas y americanas,tarea enormemente compleja por la actitud de descon-fianza que a veces se da en ellas.

ca. ¿A que se refiere concretamente al decir que tienenuna actitud desconfiada?

MRM. Tradicionalmente, al menos en el caso de las aso-ciaciones genealógicas y herádicas españolas, siempreha existido una especie de rivalidad que ha hecho que enmuchos casos se atacasen unas a otras sin ningún moti-vo realmente justificado, y aunque esto, lamentablemen-te, todavía lo encontremos en algunas de ellas, cada vezes menos corriente. Con esta nueva actitud de concilia-ción se ha logrado también un acercamiento con las aso-ciaciones de otros paises, especialmente de las hispano-americanas, con las que tenemos una misma identidadde origen.

ca. Por su curriculum vemos que Vd. pertenece a mu-chas de estas asociaciones en Argentina, Chile, Perú,México, Colombia, Bolivia...¿Es su medio para lograr elacercamiento con las españolas?

MRM. No exactamente. Me he limitado a estar en contac-to con todas las que me ha sido posible, y por medio delColegio Heráldico de España y de las Indias, que tieneentre sus fines aglutinar a las corporaciones que lo dese-en, se ha logrado una mayor colaboración y entendimien-to entre todas. Por esta razón muchas de ellas han teni-do la deferencia de hacerme miembro de honor ocorrespondiente.

ca. Hablando ahora de sus libros ¿de cual de ellos guar-

ENTREVISTA CON DON MANuEL RODRÍGuEZ DE MARIBONA

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Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [7]

da mejor recuerdo?.MRM. Cada uno ha tenido su historia y su encanto, y to-dos han sido motivo de algunos sinsabores y de muchassatisfacciones, pero si realmente tengo que elegir me de-cidiría por El Ducado de Sevilla, porque recoge al mismotiempo dos de los campos que más me interesan, elhistórico y el genealógico, planteados como tesis, com-plementándose mutuamente.

ca. Precisamente en el prólogo de este libro, el SenadorJuan Van Halen, dice de Vd. que es un investigador serioy un cronista juicioso que no se deja llevar por el tirón fa-buloso del personaje que estudia, y que enmarca su la-bor en los parámetros de la Historia: el dato comproba-do.

MRM. Me parece que el juicio demi amigo Juan Van Halen, al quesiempre agradeceré su erudito yamable prólogo, así como su pre-sentación del libro en el Ateneo deMadrid, refleja perfectamente la lí-nea que pretendo seguir en mistrabajos de investigación, basán-dome únicamente en lo que nosaporta la documentación, sin vagaren hipótesis imaginarias. Solocuando los indicios son especial-mente claros quiero plantear allector una serie de interrogantespara que él saque sus propiasconclusiones. En el caso del duelodel Infante Don Enrique, Duque deSevilla, con el Duque de Monte-pensier, que por su matrimoniocon la hermana menor de la ReinaDoña Isabel II pretendía ocupar elTrono de España, hay algunos tes-timonios que ponen en tela de jui-cio la misma existencia del duelo,pudiendo el Infante haber sido asesinado con anteriori-dad para evitar así que Montpensier llegase a perder lavida.

ca. Aunque este libro sea su preferido, el que realmenteganó un premio fue el dedicado a los Príncipes de Astu-rias. ¿Qué pensó cuando le comunicaron que había ob-tenido ese galardón?

MRM. Aunque el premio fue al libro mejor editado, porsupuesto que supuso una gran alegría. Además este tra-bajo, para mí también muy importante, me permitió cono-cer en persona a S.A.R. el Príncipe Don Felipe, que merecibió en audiencia privada en la Zarzuela para hacerleentrega del ejemplar número uno de la edición, y conQuien pude comentar una serie de aspectos curiosos demi investigación. Quedé gratamente sorprendido por supreparación y por los enormes conocimientos que tiene

S.A.R. sobre sus antecesores y sobre la Historia de Es-paña, que comentaba reflejando un cuidado análisis delos hechos.

ca. ¿Ha seguido trabajando sobre este tema con poste-rioridad?

MRM. Por supuesto. Ningún tema que se trate en la in-vestigación histórica está por eso agotado, y más encampos tan amplios como este. A raíz de la publicacióndel libro he sido invitado a dar algunas conferencias y apublicar una serie de artículos, en los que no he queridorepetir lo ya tratado sino ampliar otros aspectos o parti-cularidades que complementen mi trabajo anterior. Porejemplo el Centro de Estudios Ramón Carande organizóun magnífico ciclo de conferencias sobre los Herederos,

en el que participaron una selec-ción de personalidades del mun-do de la cultura y en el que tuveel honor de impartir algunas delas sesiones. Con posterioridadfueron también publicadas.

ca. Desde la perspectiva de suvisión histórica como investigador,a grandes rasgos, ¿qué opinión lemerecen los planteamientos denuestro mundo actual?

MRM. Esta es una pregunta muycompleja para contestar con bre-vedad. Sin embargo le diré queen mi opinión es evidente quenuestro mundo está cambiando auna velocidad tan vertiginosa quedifícilmente se podría compararcon cualquier otra etapa histórica.Con la espectacular tecnologíaque avanza por segundos, con lafuerza impresionante de los me-

dios de comunicación, que llega a los lugares másrecónditos del mundo, la mentalidad de los hombres in-tenta avanzar al unísono, y por este motivo se crean unaserie de planteamientos de vida que nada tienen que vercon los de nuestros antecesores, con todo lo que esoconlleva de positivo y de negativo. En mi caso, comohombre, disfruto mucho del tiempo que me ha tocado vi-vir, teniendo la oportunidad de conocer estos cambiosque, aunque vertiginosos, nos ayudan a ver las cosascon una mentalidad mucho más receptiva y abierta, ale-jada de prejuicios y de miedos. Sin embargo, comohombre, y con la perspectiva que ofrece el estudio de laHistoria, creo que la humanidad está perdiendo una se-rie de valores fundamentales, que no son en absolutoincompatibles con los tiempos modernos, y temo que sinellos estaremos mucho más limitados, sobre todo paraconocernos mejor a nosotros mismos y para valorar enjusta medida nuestro futuro, es decir nuestra libertad.

ENTREVISTA CON DON MANuEL RODRÍGuEZ DE MARIBONA

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XVIII CURSO DE HERÁLDICA MILITAR

Desde el 23 de abril al 14 de junio ha tenido lugaren el Servicio Histórico Militar el XVIII Curso de HeráldicaMilitar. A esta convocatoria han acudido setenta y cincoalumnos, entre jefes, oficiales, suboficiales, tropa y perso-nal civil. Además de las clases ordinarias, se han organizadoexcursiones a Segovia, Ávila, Guadalajara y Villaviciosa deOdón (sedes de los archivos castrenses). La lección inaugu-ral, sobre aspectos nobiliarios, corrió a cargo del investiga-dor D. Emilio de Cárdenas Piera, y la de clausura correspon-dió al profesor D. Pedro Cordero Alvarado, numerario de laReal Academia Matritense, quien disertó sobre un Breve glo-sario de heráldica de Extremadura. Tras ella, el general di-rector D. Juan Antonio Ariza procedió a la entrega de los di-plomas a los nuevos heraldistas militares, y ofreció a losasistentes una copa de vino español, que abrió con un brin-dis por S.M. el Rey (MF).

NUEVOS PATRONOS DE LAFUNDACIÓN CARLOS III

La FundaciónCarlos III ha ofrecido unalmuerzo en el Hotel Vi-llamagna el pasado 21de marzo a D. MiguelÁngel Cortés, Secretariode Estado de Coopera-ción Internacional y an-

tiguo secretario de Estado de Cultura, al que asistieron unacincuentena de selectos invitados, entre los que se conta-ban embajadores, senadores, aristócratas y empresarios.Ofreció el acto su presidente D. Carlos Escudero de Burón, yseguidamente el homenajeado hizo una brillante exposiciónde las actividades culturales de España en el mundo. Al fina-lizar el acto, D. Carlos Escudero de Burón hizo solemne en-trega del diploma de patrono de la misma al Sr. Cortés,quien a su vez lo efectuó con el Marqués de La Floresta(LCE).

MADRID: EMBLEMASY LINAJES EN SUHISTORIA URBANA.TESIS DOCTORAL DEDOLORES PALMERO

El pasado 1de junio tuvo lugaren la Facultad deGeografía e Historiade la universidadNacional de Educación a Distancia la defensa de la Tesis doc-toral de Dª Dolores Palmero Pérez sobre Madrid: emblemasy linajes en su historia urbana (desde el siglo XV a nuestrosdías), en la que se analizan y estudian casi trescientas la-bras heráldicas madrileñas, y los edificios, conventos y pala-cios en que se hallan. Componían el Tribunal los profesoresBlas Casado, Antonio de Sousa Lara, Josefina Castilla, Eduar-do Pardo de Guevara y Pedro Lavado, que calificaron estetrabajo doctoral con la máxima nota académica de sobresa-liente cum laude por unanimidad. El director de la Tesis hasido el Dr. D. Alfonso de Ceballos-Escalera (DBF).

ENCUADERNACIONES HERÁLDICAS DE LOS SIGLOS XVI AL XIX

Con este prometedor título ha ofrecido una brillanteconferencia el pasado 19 de junio, en la sede del ColegioHeráldico de España y de las Indias, el doctor D. Juan Anto-nio yeves, director de la Biblioteca del Museo Lázaro Galdia-no, en la que se guardan excepcionales ejemplares del artede la encuadernación, ornados de emblemas heráldicos (MF).

REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES Y CIEN-CIAS HISTÓRICAS DE TOLEDO

En sesión celebrada el pasado 5 dejunio, la Real Academia de Bellas Artes yCiencias Históricas de Toledo acordó porunanimidad la elección de cinco Académi-cos Correspondientes en las personas delnumerario de la Real de la Historia D. Car-

los Seco Serrano; de D. Pedro Voltes Bou, catedrático eméri-to de la universidad de Barcelona; de nuestro director, D.Alfonso de Ceballos-Escalera Gila; de la pintora Dª AmaliaAbia Peña; y del erudito D. Angel Deza Agüero (PC).

CAPÍTULO DE LA REAL Y MILITARORDEN DE SAN HERMENEGILDO

Presidido por S.M. el Rey,Soberano de esta Orden, y en pre-sencia de SS.AA.RR. el Príncipe deAsturias y el Infante Don Carlos, tu-vo lugar el 13 de junio en el RealMonasterio de San Lorenzo del Esco-rial la ceremonia del Capítulo quese celebra allí cada dos años. A lasonce de la mañana hicieron su en-trada en la Lonja, sucesivamente, elEstandarte de la Orden, la Reliquia del Santo Patrono, y laBandera de España, rindiéndose los honores reglamentarios.Pocos minutos más tarde llegaba S.M., quien tras pasar re-vista a la Guardia Real, y saludar a las Autoridades y a losmiembros de la Asamblea de la Orden, de la que es GranCanciller el general de Ejército don José Rodrigo Rodrigo,ocupó su lugar en la tribuna situada en la Lonja del Monas-terio, presidiendo desde allí el desfile de la fuerza, y el ho-menaje a los caídos por España. Acabado este acto, S.M. yAA.RR., Comunidad religiosa, Autoridades e invitados forma-ron el cortejo procesional para pasar a la iglesia basílica,donde se celebró solemnemente la Misa, que fue seguida deun concierto de órgano y de una actuación de la Escolaníadel Monasterio, mientras se celebraba el Capítulo a puertacerrada. En este acto, al que asistieron solamente S.M. yA.R., la Asamblea, y los caballeros y damas capitulares de-signados entre los grandes cruces, placas, comendadores ycruces, el Censor propuso el ingreso de los nuevos condeco-rados, que fueron admitidos en la Orden mediante votaciónsecreta. Acabado el Capítulo, S.M. ofreció a las Autoridadese invitados una recepción y un vino de honor en el patio deCarruajes del Monasterio (MF).

FERNANDO III Y SU TIEMPO (1201-1252)

Tal es el lema bajo el que se convoca el VIII Congre-so de Estudios Medievales, que bajo la dirección del ca-

NOVEDADES y ENCuENTROS

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Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [9]

tedrático D. Juan Ignacio Ruiz de la Peña se desarrollará enLeón, en el Centro Cultural Caja España, entre el 1 y el 4 deoctubre de 2001. Entre las ponencias confirmadas nos lla-man la atención las que presentan los profesores D. ManuelGonzález Jiménez, Fernando III “el que conquistó toda Es-paña”; D. José Manuel Nieto Soria, La monarquía fundacio-nal de Fernando III; D. Carlos Ayala, Fernando III y las Órde-nes Militares; D. Emiliano González Díez, La continuidadjurídica en el reinado de Fernando III; D. Francisco JavierHernández, La corte de Fernando III y la Casa Real de Fran-cia; y D. Humberto Baquero, Portugal en tiempo de Fernan-do III de Castilla. Los interesados en acudir pueden dirigirsea la Secretaría, calle Santa Nonia 3, 24003 León; teléfonos987-206.629, y 987-206-598 (MF).

EL EMBAJADORNORTEAMERICA-NO EN LA SOCIE-DAD ESPAÑOLADE CINCINNATI

El pasado27 de abril se ce-lebró en la resi-dencia de la Em-bajada de losEstados unidosde América el so-

lemne acto de entrega al embajador D. Edward L. Romero,el diploma e insignias de Miembro Honorario de la SociedadEspañola de Cincinnati, que agrupa a los descendientes detodos los oficiales españoles de los Reales Ejércitos y Arma-das que participaron en la guerra contra Inglaterra (1779-1783), y fueron así eficaces colaboradores en el suceso de laindependencia norteamericana. Ofreció el acto el presiden-te general, Marqués de La Floresta, asistiendo al mismo unadelegación del Consejo de Administración, de la que forma-ban parte el vicepresidente D. Carlos Escudero de Burón, elsecretario general D. Francisco Fuster y González de la Riva,y D. Manuel Mª Rodríguez de Maribona. En la misma ocasión,D. Carlos Escudero de Burón, por delegación de S.A.R. elDuque de Calabria, impuso al embajador las insignias de lagran cruz de la Sacra y Militar Orden Constantiniana de SanJorge que le ha sido concedida recientemente por S.A.R. Atodo se halló presente el Barón de Gavín. (MF).

DISCURSO DE INGRESO DE DON ERNESTOFERNÁNDEZ-XESTA EN LA REAL ACADEMIAMATRITENSE

Académico electo desde 1994 y ac-tual Tesorero de la Corporación, el medie-valista gallego don Ernesto Fernández-Xes-ta y Vázquez leyó en la tarde del pasado28 de junio en la Torre de los Lujanes su

discurso de ingreso reglamentario, sobre el tema de las Re-laciones familiares entre el Condado de Urgel y Castilla yLeón. Fue dignamente contestado por el también medieva-lista Dr. D. Francisco de Moxó y Montoliú, catedrático de launiversidad, imponiéndole acto seguido las insignias acadé-micas el director de la Real Matritense, don Faustino Menén-dez Pidal de Navascués, que presidió este brillante y concu-rrido acto (MF).

CRUZ DE ORO DE SAN JUAN EVANGELISTA

En la noche del 11 de junio, y en el transcurso de unaconcurridísima cena en el madrileño Hotel Ritz, el Alcalde deMadrid y don Mario Cea Neila, presidente de la Asociación deComunicación y Relaciones Públicas de Madrid, entregaron anuestro Director el diploma e insignias de la Cruz de Oro deSan Juan Evangelista, como comentamos en el editorial de es-te número. En la misma ocasión recibieron este galardón, en-tre otras personalidades, D. Sabino Fernández-Campo, Condede Latores y Jefe honorario de la Casa de S.M. el Rey; el Dr. D.Joaquín Sanz Gadea, Premio Príncipe de Asturias de la Con-cordia 1998; los periodistas D. Matías Prats y D. Pedro Pique-ras; y D. José Mª Cepeda, Alcalde de Aranjuez (DBF).

NOVEDADES EN LA ORDEN AL MÉRITODE LA REPÚBLICA ITALIANA

Con motivo de celebrarse elcincuentenario de la creación de laprincipal Orden de Estado italiana, S.E.el Presidente de la República, CarloAzeglio Ciampi, ha acordado modificarel diseño de las insignias, que desdeahora no mostrarán ni la corona mural ni las águilas romanas,ensanchandose el extremo de los brazos de la cruz, desdeahora rodeados de ramos de olivo y de roble. El resultado esque la nueva insignia es extraordinariamente semejante a lade la extinguida Orden de la Corona de Italia (1868-1951), quefue durante su vigencia la verdadera distinción nacional almérito, y de la que la condecoración republicana es directaheredera. Por cierto, el Quirinal ha decidido además dignifi-car esta Orden reduciendo el número anual de las concesionesdesde las aproximadamente 23.000 actuales, fijando para elloen adelante un numerus clausus de 8.000 cada año, como má-ximo (MF).

HUGO O’DONNELL, EN LA REALACADEMIA DE LA HISTORIA

En sesión del último 22 dejunio, la Real Academia de la Histo-ria ha elegido académico numera-rio a D. Hugo O’Donnell y Duque deEstrada, Conde de Lucena, en la

vacante del extinto D. Rafael Lapesa. Nacido en Madrid en1948, O’Donnell es licenciado en Derecho, comandante de In-fantería de Marina en la reserva, patrono del Museo Naval, se-cretario de la Comisión Española de Historia Marítima, direc-tor del Instituto Complutense de la Orden de Malta, y autor deimportantes estudios sobre la historia naval española (Lafuerza de desembarco de la Armada de Inglaterra; Españolesen el descubrimiento, conquista y defensa del Mar del Sur; ElMuseo Naval a través de sus colecciones; El mapamundi deJuan de la Cosa, etcétera). Recientemente había sido galardo-nado con el Premio Nacional de Historia por su estudio sobrela Bandera, en la obra colectiva Símbolos de España. A susméritos culturales se unen una discreción y una caballerosidaddignas de encomio. Creemos, pues, que la elección de O’Don-nell, que ya era Correspondiente de la Docta Casa, no ha po-dido ser ni más oportuna, ni más acertada. Vaya, pues, nues-tra cordial felicitación tanto a la Academia como a O’Donnell,pues ambos resultan agraciados con esta elección (MF).

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CAPÍTULO DE LAS ÓRDENES MILITARES ENGRANADA

Con motivo de celebrarse el quin-to centenario de la fundación en Granadapor la Reina Católica del Real Monasteriode la Madre de Dios, de comendadoras dela Orden de Santiago, ha tenido lugar en

su capilla conventual, el pasado 9 de junio, un solemne Capí-tulo de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántaray Montesa, presidido por SS.AA.RR. el Infante Don Carlos y laDuquesa de Calabria. Ofició la misa el Arzobispo de Granada,monseñor Cañizares, y en su transcurso fueron armados y to-maron el hábito tres caballeros de las Órdenes de Calatrava yMontesa. Antes del Capítulo, el director de la Real Academiade la Historia, don Gonzalo Anes, pronunció ante Autoridades,caballeros e invitados una amena conferencia sobre las Órde-nes Militares en los días de la conquista de Granada (FF).

TESOROS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

La Real Academia de la Historia posee importantespiezas artísticas que, lamentablemente, han sido hasta ahoradesconocidas del gran público. Para remediarlo, ha organizadoen el Palacio Real de Madrid una gran muestra de las más im-portantes, que ha ocupado once salas y que ha tenido abiertassus puertas durante los meses de abril a junio de este año. Allíhemos visto, entre otras muchas cosas interesantes, retratosde Goya y de Meléndez; retablos y pinturas góticas; piezasprehistóricas, celtibéricas, asirias, egipcias y orientales; laespléndida colección numismática de la Academia; la no me-nos impresionante de códices y manuscritos miniados, de in-cunables, impresos, mapas y grabados; y sobre todo el célebrey bellísimo Disco de Teodosio. una feliz iniciativa, en fin, dequienes rigen hoy la Docta Casa procurando su mayor aprecioy conocimiento por parte de la ciudadanía (MF).

PRESENTACIÓN DEL LIBRO LA ORDEN CIVIL DE LA REPÚBLICAAl conmemorarse el 70º aniversario de la proclamación

de la segunda República española (14 de abril de 1931), en latarde del pasado 6 de junio tuvo lugar en el salón de actos delAteneo de Madrid, con asistencia de numeroso público, la pre-sentación del libro La Orden Civil de la República. Ciudadaníay distinción en el Estado igualitario, del que es autor don Er-nesto Fernández-Xesta y Vázquez, numerario de la Real Acade-mia Matritense de Heráldica y Genealogía, y del Colegio Herál-dico de España y de las Indias. La presentación estuvo a cargodel catedrático D. Jaime Rodríguez-Arana Muñoz, director delInstituto Nacional de la Administración Pública, y de D. JuanVan Halen y Acedo, senador del Reino y presidente de la Comi-sión de Cultura del Senado. Ambos disertaron sobre el contextoy la oportunidad de este estudio, tanto en el plano político,institucional y administrativo, como en lo relativo a la perso-nalidad de su autor, que ha realizado un trabajo minucioso yexhaustivo sobre esta efímera institución premial (MF).

la JaRRa y la pipaCERVECERÍA

CERVEZAS NACIONALESY DE IMPORTACIÓN

TABLAS DE QUESOS Y PATÉS

ALCALÁ 147Madrid

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II

UNA CONVERSACIÓN CON D. ANTONIO MAURA

(12 de Junio de 1924)

Viniendo del Prado y pasando por delante del artísticopalacio de la Bolsa, al torcer la esquina de la Plaza del 2 de Ma-yo, en cuyo centro se eleva el monumento a los héroes de igualfecha de 1808, surge ante mí la gran avenida de la Lealtad, todasoleada, luminosa, sin más sombra y protección contra los ardo-rosos rayos de un espléndido sol primaveral poco compasivo, quela que proporcionan los hermosos plátanos que en doble hilera ya ambos lados la bordean.

Son las doce y media de la mañana: la amplia calleestá solitaria y silenciosa, con esa tranquilidad y esa calma queinvita al transeúnte a caminar despacio y si éste es algo intelec-tual a pensar y a meditar. Al fondo, por la calle de Alfonso XII,cruza raudo un tranvía, y a la derecha, casi a su final, un taxis,cuyo mecánico duerme perezosamente en el pescante, aguardaa la puerta de un palacete de anchos ventanales, la salida dealguien, que en tanto conferencia sin duda con el dueño de laseñorial morada. Es esta la casa de Don Antonio Maura y voy aella con indecisa voluntad a cumplir el más elemental deber decortesía para con el prócer que un buen día de la Primavera delaño diez y nueve, se acordó de mi modesta persona parea coo-perar con él en la gobernación de nuestra maltrecha patria. Losacontecimientos de que es testigo la nación, me han proporcio-nado una gran inquietud espiritual, y entro en aquella casa, fijomi deseo de felicitar a Don Antonio por el día de su santo, perotemeroso, muy temeroso, de que después de mi entrevista, conel que en jornadas históricas, pudo muy bien haber sido el sal-vador de España, mi tranquilidad moral, en lo que a la marchade los acontecimientos nacionales se refiere, sufra una intensasacudida y haya de salir de aquella morada más confuso y nu-blado que al entrar.

Mientras llego pausadamente al final de la avenida,impresionado aún por el rinconcito aquel de la Bolsa, voy re-cordando, a este tenor, lo que en una para mí memorable fe-cha, en comunicación íntima con el magnate, me dijo, revelan-do confiada y pesarosamente, como buen patriota, sussensaciones y sus juicios, sobre nuestra áspera, dura e incultanación...

—Qué quiere usted; hay que corregir, hay que domar,hay que conquistar a España... ¿No ha notado usted en sus re-tornos de viages al Extrangero, el traspasar la frontera, el con-traste entre las blandas, las suaves, las lisas y civilizadas cam-piñas francesas, los árboles copudos, rectos y ordenados, connuestros campos ariscos, con nuestros árboles retorcidos, de ra-mas violentamente fragüadas, pidiendo cultivo, enseñanza, ca-riño, amor...?

¡y qué bien se compaginaba este recuerdo, con mispensamientos en estos últimos meses viendo que, lejos de mar-char por esos derroteros, la necesitada España exige por lo vistopara salvarse, o ser salvada, volver de nuevo al crugido del láti-go, al estado de Guerra (¿contra quién?) en todo el País, a un go-bierno dictatorial y francamente personal, al abandono en finde cuantos ideales vibraron en los cerebros y latieron en los co-

razones de nuestros abuelos, de nuestros padres y de nosotrosmismos en las cruentas luchas y guerras con tesón por todos sos-tenidas para sacarlos adelante y a la adopción de procedimien-tos propios de los que tuvimos enfrente...!

La puerta está franca. El criado de siempre, todavía entren y con la indumentaria propia de los trabajos caseros matu-tinos me saluda... ¿El Sr. General Santiago? Sí, tenga la bondadde decirle al señor que estoy aquí. Me hace pasar a la conocidabiblioteca, desierta y ordenada a la sazón. Sobre la amplia mesacentral el trabajo de traducción del Conde de Romanones últi-mamente publicado, un número de la Revue de deux-mondes, yotro de La Lectura. Ni sobre la mesa, ni sobre ninguno de los có-modos sillones que dotados de sus atriles movibles y de mullidosalmohadones, incitan al encanto de Leer en aquella estancia deestudio, se veía periódico alguno, diario o político, nacional oextrangero.

A los pocos minutos el criado aparece de nuevo, y meruega le siga en dirección al despacho del señor a través dellargo corredor tantas veces recorrido en mis cortos días minis-teriales. una novedad encuentro: en el testero de la izquierdaapercibo, con ligera extrañeza, una monumental panoplia dearmas y utensilios guerreros del Extremo Oriente....¡Armas, re-cuerdos de milicia en casa de Don Antonio! ¡Quién lo creyera!

Mediado el corredor me tropiezo con Maura, sonrientey efusivo que con los brazos abiertos sale a mi encuentro...

—Mi querido general... Qué placer el verlo y saludar-lo... Pase, pase—.

Me introduce en aquel conocido despacho, me hacesentar, me ofrece uno de los exquisitos habanos que son causadel único vicio del magnate, que yo he de renunciar. Le digo, co-rrespondiendo a su cariñosa acogida, el objeto de mi visita, miagradecimiento siempre vivo hacia su persona, mi deseo de ungrato y feliz aniversario, rodeado de su familia, le felicito muyde veras al notar su saludable aspecto, le pregunto por su mu-ger, en estado delicado de salud desde hace varios años... Brevecoloquio de amabilidades en el que el prócer hace gala de suproverbial cortesanía y de su culta y castiza fraseología munda-na, que en otra persona pudiera parecer con un levísimo matizcursi; pero que en el personage, al contrario, resulta esmaltadacon todas las exquisiteces del buen decir castellano, con dejosde algo arcaico y señorial, que tan bien cuadran con su figura dehidalgo caballero.

Mientras tanto, recorro con la vista aquel despacho, ymi pensamiento, casi sin quererlo, se transporta a igual fecha decinco años atrás, y evoca las veces que meses antes y días des-pués de dicha fecha, conversaba con él sobre graves asuntos pú-blicos y oía la grandilocuente palabra del entonces presidentedel Consejo en quien se cifraban las esperanzas de todo un Pue-blo, discurriendo sobre los difíciles problemas que por escrúpu-los constitucionales, y devoción hacia un parlamentarismo a ou-trance, se nos presentaron.

Recordaba emocionado el día, o mejor dicho la tardeinfausta, en mi sentir, para la nación, en que de vuelta del Pala-cio de Buenavista, en el que había tenido una larga e interesan-te conferencia con el Gral. Berenguer, alto comisario en Marrue-cos, acerca de los trágicos sucesos de Cudia Raudia, me

DON ANTONIO MAURA: EL POLÍTICO EN SUS ÚLTIMOS DÍASSEGÚN EL GENERAL SANTIAGO (y II)

Alfonso de Ceballos-Escalera y David Borreguero

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Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [12]

encontré reunidos alrededor del Presidentey con graves y meditabundos semblantes avarios de los ministros mis compañeros...,el anuncio de la votación en el Congreso delacta de Coria..., la entrada fulminante delpobre ministro de la Gobernación abando-nado en el Congreso por un compañero deglorias y de fatigas durante las elecciones(aquellas tristes elecciones tan mal fragua-das, concebidas y realizadas), con su digni-dad justa, pero a mi entender excesivamen-te ofendida..., la cara de Don Juan despuésde su falta de lealtad, con sus ojillos de bú-ho más iracundos y más hundidos que de or-dinario... la irónica sonrisita del ministro deEstado..., la placidez de Silió..., la cara depoupon del agresivo, francote y mal educa-do Ossorio..., el anuncio algo emocionantede la llegada de Don Eduardo..., la conferencia de los dos caudi-llos arriba, malamente explicada por el presidente..., la pers-pectiva para alguno de los allí reunidos de un cruel ostracis-mo..., la confirmación de la Crisis..., las preguntas de DonAntonio..., la tímida intervención de algunos en favor de la Con-tinuación. En un momento pasaron rápidamente ante mi imagi-nación aquellas escenas históricas, y con ello, la recordación delas para mí pocas semanas de Mando, de Altura, de tráfago, detrabajo, de molestias más morales que materiales... pero de in-tensa vida. ¡Cuán lejos estaban!...

Como observé en la biblioteca, tampoco en la mesacentral, ni encima de las consolas, pupitres o asientos de aquellugar, testigo de tantos sucesos pertenecientes a la historia y ala política, se veían periódicos, esas hojas impresas que comuni-can al mundo las palpitaciones de la vida pública. Se conocíaque el admirado hombre a quien tenía delante se abstraía porcompleto de su lectura y del conocimiento de los hechos en ellosreferidos.

—Me place verle a usted tan bien de salud, mucho me-jor ciertamente que el aspecto y la marcha general de los asun-tos nacionales que tanto nos interesan.

y ya en ese terreno, puesta sobre el tapete la conver-sación política, me tomé la libertad de iniciarla, y del mejormodo que me fue posible, procuré hacerle entender mis dudas,mis vacilaciones acerca del camino que una honrada concienciay un espíritu patriótico de verdad, debía seguir en la situaciónen que nos encontrábamos.

—Me encuentro, Don Antonio, en una gran confusión einquietud de ánimo, cuando medito acerca del porvenir que nosaguarda desde que la Gobernación del Estado ha salido de suscauces normales; no veo en el tiempo transcurrido desde el 13de septiembre, ninguna orientación fija, y estimo que los hom-bres que han asumido la dirección de los asuntos públicos (unagran inconsciencia a mi modo de ver) han dado un salto en lastinieblas.

Me ataja en mi peroración, que cosa inusitada durabaya algunos minutos, con un perdone usted, frase tan conocidade todos los que con él han conversado y me dice:

—La cosa no es para menos, y tiene usted, mi queridogeneral, razón que le sobra para estar en ese estado de ánimo.Yo veo la situación de un modo muy claro, como la he vistosiempre. Mi modo de sentir y de opinar ahora es la de siempre.Yo, el 13 de septiembre me encontraba en el pueblo y nada su-pe de lo ocurrido hasta que por los periódicos de la provinciame enteré de ello; luego vinieron los periodistas, muchos pe-riodistas, algunos amigos, a verme, y a solicitar de mí, impre-

siones y opiniones. ¡Como si yo tuviera algomás que decir, de lo que, desde aquellasfechas del “Maura no”, y aun desde antes,vengo sosteniendo con inquebrantabletesón y continuidad jamás interrumpida,por ser producto de mis meditaciones, demis convicciones y... señor, de lo que a lavista de todo el mundo, que no quiera en-gañarse, está. Dicen que vivo en otro mun-do, que estoy equivocado... qué sé yo...;pero equivocado o no, así es. Por tanto, to-do lo que aquellos señores sacaron de mí,con gran desilusión para sus finalidades, deobtener sensacionales declaraciones y ele-mentos para llenar columnas de sus hojas,fueron aquellos renglones, que no ocupa-ban ni una cuartilla, que se publicaron entoda la prensa, que usted ciertamente le-

ería, y que no eran otra cosa, que el extracto, la síntesis —y aldecir estas palabras movía las manos algo en alto, con ese gestotan propio y peculiar suyo de abarcamiento y reunión de con-ceptos—, de mi manera de pensar en Política, divulgada y sos-tenida durante tantos años en discursos, declaraciones y notasy conferencias con el Soberano y con los que se dicen directoresde la Opinión. Claro es, que había de callar por amor al país,mis grandes... mis enormes temores y sobresaltos sobre lasconsecuencias que en un porvenir no muy lejano ha de tener elmovimiento militar. No supe nada, ni nadie me dijo nada antesde la fulminate explosión.

Quedó un momento pensativo y exclamó, lo sucedidoha sido funesto, funesto en alto grado, dando una gran fuerzade expresión a estas palabras. Moderando el tono de voz y laenergía de ademán, añadió, ligera pero muy perceptiblementeemocionado:

—Voy a decirle a usted mi pensamiento acerca del por-venir que se acerca con rapidez. Primo ha escuchado tambiénmis impresiones, en aquel solicitado almuerzo en que fuimoslos dos invitados por Mina en el Nuevo Club, y en donde, unavez tomado el café, mientras fumábamos sendos vegueros con-versé con el actual Jefe del Gobierno por espacio de más de unahora.

—Lo que les voy a decir lo conocen muy pocas personas—solicitó mi apoyo y hasta mi cooperación— Le digo lo que siem-pre he dicho, lo escrito en la cuartilla aquella que entregué enSolorzano a los periodistas: Mis ideas fijas no han tenido ocasiónde ser modificadas por los acontecimientos ni en poco ni en mu-cho. No encontraría oposición en mí; no me pondría en su cami-no para estorbar ni entorpecer su marcha —eso no—; pero ¿coo-peración?, cooperar a posteriori con él? ¿Para qué? —y noté enmi altivo semblante algo así como un ligero desprecio para elque aspiraba a su ayuda. —¿Ayudar? No. ¿Estorbar? Tampoco.

y en verdad que conociendo a Maura, su idiosincrasia,su altivez, su erudición y sus dotes de estadista, resultaba deuna suma candidez, y de una inocencia a toda prueba, la solici-tud del Dictador, de que se pusiera a sus órdenes, como edecán,como segundo jefe, como subalterno inspirador a modo de unCalvo Sotelo o cosa así, a trueque de no hacerle caso, o darle unpuntapié como vulgarmente se dice, cuando con su demostradaaltanería y mala educación, le viniera en gana hacerlo así.

—¡Funesto, muy funesto lo sucedido por la forma enque se ha llevado a cabo!. Algo tenía que suceder; no había me-dio humano, siguiendo las cosas como seguían, de evitar que su-cediese algo anómalo, en esta o en la otra forma, recogiese lafruta ya madura esta o la otra entidad; hiciese el movimiento

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esta o la otra persona.

—Lástima, interrumpí yo, no fueseotra persona, y sobre todo sin intervencióndirecta del Ejército, la que realizase la re-cogida de la cosecha .

—¿Alude usted por si acaso a mí?

Con la cabeza di una contestaciónafirmativa.

—Los desastres públicos se acumu-laban de tal suerte, la hediondez de la pu-trefacción política infestaba de tal modo laatmósfera gubernamental, en ciudades,pueblos y aldeas, que pese a la grande, in-mensa, estupenda indiferencia pública, ytal vez merced a esta circunstancia negati-va, pudo caer sin trastornos un edificio conlos cimientos destrozados, sin consistenciay por todos lados resquebrajado, y pudo en el solar resultante,establecer sus tiendas, una de las dos únicas entidades media-namente organizadas que existían en España, y sostenerse co-mo se sostiene sin tormentas ni vendavales. Lo hecho por Primode Rivera no tiene mérito alguno: no más que el moral, si aello puede llamarse mérito, de faltar a sus deberes como gene-ral y como soldado que ocupaba un puesto con la confianza delGobierno —falta la más grave por su trascendencia que puedecometer un militar—. Y que lo que digo es cierto me lo hanconfesado lealmente muchos de los paladines caídos que no mequisieron hacer caso cuando se los advertí, una y otra vez. Seadelantó una de las organizaciones de que he hablado (la otraes la casa del Pueblo y sus ramificaciones hacia arriba o haciaabajo) y la inconsciencia nacional dormida dejó hacer. La con-ciencia nacional, el espíritu de ciudadanía, necesario, impres-cindible, sigue lo mismo, tan nulo, tan dormido como antes desetiembre —quizás más por las restricciones impuestas—. Algu-nos se sienten más seguros, notan el orden social más asegura-do, ven o creen ver que no hay atentados, consideran que esoes suficiente, no se percatan de lo que puede venir y continúancomo los demás su inacabable sueño. Crea usted, mi general,en esta España, nada, nada conmueve. No hay sacudida porgrande que sea que le haga salir de su letargo. Hoy todo es in-certidumbre, todo está en el aire. El gobierno actual vive por-que no se vislumbra otra cosa. El sueño es más profundo quenunca. En 1921 surgió un chispazo: tuve un momento de espe-ranza bien pronto desvanecida; aquel despertar nacional duróno más de sesenta días y eso que el estampido de Anual fueformidable. Después... nada; el gran público, el de los campos,el de las grandes urbes no medita, no prevee, no se da cuentade nada, no ve el tormentoso porvenir que nos aguarda; se con-tenta con vegetar.

—¿Y no estima usted, Don Antonio, que así se puedevivir indefinidamente? ¿Con más o menos prestigio pero vivir?Llevamos muchos años de esta suerte y no hemos muerto. Leconté mi petición a Luque de orientaciones, incidente que yahe referido en otro lugar de estos recuerdos y su contesta-ción...

—Perdone usted (sic): de esa suerte se perdieron lascolonias; de ese modo se firmó el bochornoso tratado de París;por tales derroteros marchó la Restauración y la Regencia con el"qué se le ha de hacer" de Cánovas y la solapada y embusteraconducta de Sagasta, y así (su exaltación iba creciendo por mo-mentos) sin que haya poder que lo impida, vendrán los Soviets,el Comunismo y todo aquello que más trastorna, perturbe y des-truya. A la conciencia nacional, si es que existe, no le conmuevenada. Sólo un movimiento trágico, inmenso, un gran transtorno

social pudiera hacerla salir del marasmo enque se encuentra, y entonces sería sólo pa-ra gemir y llorar. Ese trastorno social queyo veo venir, que es el futuro, que palpo,que siento bullir y que creo tan inexorabley seguro, como que ese sillón en que estáusted sentado tiene los brazos de madera,com que eso que tiene usted puesto es unaprenda de paño, como que estamos aquíuno en frente de otro conversando y comoque hoy es 12 de Junio, es el que propor-cione tal vez una sacudida y un modo de serdistinto a la sociedad española... Peroeso... (y toda su cara se iluminaba con unfulgor en cierto modo apocalíptico) despuésde haber sido violadas cuantas monjas exis-ten, después de haber sido quemadas Igle-sias y Catedrales, después de haber sido

asesinadas muchas personas una de ellas y quizás la primerayo... ¡Ah, y eso es seguro, inevitable, fatídicamente inevitable!

—Pero, Don Antonio, hay aún en España muchos ele-mentos de orden, una inmensa masa de ciudadanos que seopondrán a todo ello. Y esa masa de hombres y de mugeres, queno comulgan con los violadores de Vírgenes ni con los asesina-tos, ni con la destrucción de templos y de religiones, sólo nece-sita directores, guías, capitanes que se pongan a su frente, quelos impulsen por los derroteros del deber y del honor.

—¿Vuelve usted a aludir por si acaso a mi persona? Entres ocasiones he querido levantar a esas gentes de sueño enque yacían tan contentas. Trabajo perdido. No ha podido ser. Esesfuerzo ha de venir de abajo, de la masa, de la ciudadanía fiel-mente y con honradez y espíritu de sacrificio sentida y ejerciday entonces, si esto por suerte alguna vez sucede... ¡ah!, enton-ces ya habría hombres que aun sin grandes dotes, serían los eje-cutores de los impuestos ideales, sostenidos y defendidos portales ciudadanos.

Me acordaba al oír estos conceptos, y venían a mi men-te sin esfuerzo alguno, aquello de la Revolución desde arriba,máxima maurista en la que el Jefe en múltiples ocasiones y contoda la fe de un alma buena, leal, exaltada, patriota y creyente,cifraba la transformación de la Patria, y en mi fuero internoatisbaba la contradicción entre lo que esas pocas palabras signi-ficaban, y las ideas que ahora me iba exponiendo en las que veíaun cambio radical de ideología y de procedimientos. Me aven-turé a decir:

—Hoy los que gobiernan no tienen tampoco, a mi ver,esa asistencia ciudadana, y por lo tanto se encontrarán sin eseapoyo y no realizarán nada.

—Esa U(nión) P(patriótica) es un (aquí una frase o pala-bra muy suya, despreciativa en alto grado y que siento no recor-dar). Los somatenes, o no serán nada, o serán desgraciadamentemucho, sobre todo en Barcelona. Acuérdese de lo que hablamossobre este particular el año 19. El Ejército, una de las organiza-ciones españolas, funciona ahora por desgracia en Política, nosólo para él, sino para la patria. Después funcionará la Casa delPueblo; para ello se prepara con constancia, con tesón y con fey esperanza en el éxito. El eslabón será eso que se está urdien-do desde el Poder... ¡Funesto!... ¡Funesto!. En efecto lo sucedi-do es el total derrumbamiento en una trágica noche de la laborseguida por tantos años para separar el Ejército de la Política.Tanto la Restauración como la Regencia trabajaron con éxito pa-ra suprimir de nuestro léxico la palabra Pronunciamiento quenos deshonraba ante todas las naciones civilizadas. Se ha dadoun maldecido paso hacia atrás, y Dios haga sea este el último

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crugido de algo que jamás debió romperseni desquebrajarse.

—Verdad. Quizás le choque lo quevoy a decirle. Algunas veces en muy largosratos de meditación y al hacer hasta concrueldad y para conmigo mismo examen demis actos gubernamentales, me asalta eltemor y la duda de haber procedido pocoacertadamente al coartar y poner en la pi-cota la acción de las Juntas Militares, y mepregunto sin hallar satisfactoria respuesta,si no hubiera sido mejor y más acertado elhaberlas dejado desahogar sus anhelos, ha-berlas permitido correr, que hubieran desa-rrollado sus planes, que saliese francamen-te al exterior lo que en ellas bullía, y haberutilizado la acción efusiva que brotaba delseno de las mismas como materia prima deldespertar de que le he hablado.

—Creo extremados sus temores. Las juntas no teníanplan alguno; nu bullía en ellas como usted dice nada concreto niplausible, y creo, como se vio después, que carecían de idealpatriótico.

—Sí, puede ser eso verdad y así lo estimaba yo enton-ces y tal vez lo siga estimando ahora; pero quizás no hubierallegado para el Ejército la triste situación actual. A propósito,¿cómo el Cuerpo de Artillería, con sus tradiciones, con su mane-ra de ser, se unió a aquellos movimientos que resultaron de unatotal indisciplina?

—Eso no va conmigo.

Me agarró del brazo y sonriente y afectuoso me dijo:

—Ya lo sé, mi general. Ya le conozco.

—Pues bien, ya sabe usted que no quise ser ministropor no transigir con las Juntas, guiado espiritualmente por igua-les resquemores que usted; y a propósito le voy a contar lo queocurrió en aquella ocasión que todo el mundo ignora, porque nientonces ni ahora he de dar dos cuartos al pregonero en des-prestigio de la persona del Soberano. Se acordará que consultécon usted y Vd. me dio su Placet. También pedí parecer a Ciervacuando Allende me ofreció la cartera de Guerra.

Hizo un movimiento de curiosidad y yo continué.

—Pues bien: el presidente encargado de formar gobier-no ne envió a su yerno, a nuestro compañero del 19, a Gonzá-lez-Hontoria, para rogarme cooperase con él en la gobernacióndel Estado, formando parte del Gabinete en constitución, acep-tando la cartera de Guerra. En la ligera conferencia que cele-bramos en mi casa, le expuse mis razones para que rogase a susuegro me dispensase la no aceptación del ofrecimiento. Estaseran, en principio, mi falta de fe para actuar, la imposibilidad,de que me había percatado en nuestra etapa de mando, de po-der hacer nada útil dado mi carácter y mi poca costumbre paraafrontar con dignidad las torpes discusiones del Parlamento.Cuando terminé mi peroración, el enviado me dijo que su visitase reducía a transmitirme el encargo, y que por lo mismo fuerayo en persona el que tratase el asunto y diera mis razones o misexcusas, porque dudaba de poderlas transmitir con la exactitudque lo delicado del caso requería. Así fue y el futuro presiden-te, con una amabilidad extremada, me indicó a su vez que, ha-biendo partido la iniciativa de S.M. el Rey, a la augusta personaera a la que debía hablar alegando mis razones. Llamado al po-co tiempo a Palacio, el monarca, con cara sonriente que des-pués del primer saludo se trocó en otra en extremo seria, meofreció un pitillo y me suplicó le expresara las razones en que

fundamentaba mi negativa a ser de nuevoministro que le había comunicado Allendepor teléfono.

Algo dije, no mucho, y ya con caramás sonriente añadió:

—Diga, diga todo lo que se le ocurra, no alsoberano, sino al amigo que soy de usted —y, como antes hubiese hecho alguna indica-ción respecto de las Juntas, añadió— He dedecirle que las Juntas, digo la Junta de In-fantería, que es la única que verdadera-mente funciona, no han de poner el menorobstáculo a su gestión, y sobre todo cualesantes de encargarse del Ministerio puedeinformarse y asegurarse de ello, lo que leserá fácil, y en este concepto entrar ya de-sembarazadamente en el Palacio de Buena-vista.

Puse a esto una cara seria —nunca he sabido disimularni ocultar mis impresiones— y dije:

—Pues bien, Señor, autorizado por V.M. voy a permitir-me hacerle una pregunta. ¿Daría V.M. la mano como a hombresde honor a los alumnos expulsados de la Escuela Superior deGuerra?.

—La mano y los brazos para acogerlos como rey y comogeneral y Camarada.

—Esto me asegura más en mi parecer, que es completa-mente de acuerdo con el de mi Rey. Por lo tanto yo estimo nopuedo entrar a formar parte de un gobierno bajo el pie forzadode pasar con respecto a esos Señores por la situación desairadaen que se encuentran, que V.M. es el primero en reconocer estáfuera de toda justicia. Sin embargo, vasallo leal y obediente soyde V.M., medio cuerpo de caballo delante si es preciso, o detrásde su augusta persona, me encontrará siempre en todo momen-to para servirle y servir a mi patria; por lo tanto, si a pesar detodo lo expuesto y de lo que he dicho al señor Allendesalazar,necesita V.M. de mi persona, estoy por entero en alma y cuerpoa Su disposición y a Sus órdenes. Se levantó, me abrazó y me di-jo que no podía por el momento resolver nada, y que ya reci-biría aquella misma tarde la resolución que se adoptara des-pués de conferenciar con el presidente... Como usted ve,funcionaba el Soberano con las Juntas, quizás y sin quizás a es-paldas de sus ministros. Años después, al ser disueltas por Sán-chez Guerra, las malamente constituidas con carácter oficialpor el ínclito y fresco general Don José Villalba, me permití enuna audiencia dar por ello, mi enhorabuena, y recibí por tal fe-licitación un nuevo abrazo... el último que se ha servido darme.

—Ah, el Rey —repuso Maura— ¡qué fácilmente cambiade opinión, y que mudanzas en aquella cabeza y en aquellaimaginación!. Y ahora una declaración. Me ha insinuado pordos veces ser yo el hombre que puesto a la cabeza de los bue-nos ciudadanos podría ser lo que ahora hiperbólicamente sellama el Salvador de España. ¡Ah!, mi querido general. ¿Paraqué? Seis, siete años que a todo tirar me quedan de vida, sonen los que he de presenciar, sin yo quererlo —sin poderlo evi-tar — ese futuro tenebroso de que le he hablado. Yo no he deser Poder nunca porque tengo la convicción, rayana en Fe, deque no podría hacer nada, de que sin cooperación ciudadanano se puede hacer nada. Presidente yo de nuevo, Jamás, Nun-ca.

Se me ocurrieron muchas cosas; pero el criado anuncia-ba una nueva visita; la mía duraba ya cerca de una hora; me le-vanté y, ya de pie, le pregunté si había leído el artículo de LaÉpoca (que se había publicado aquellos días permitido por la

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Censura) en que autorizadamente se hacíala declaración de que el Partido Liberal-Conservador, más fuerte que nunca, unido ycompacto, permanecía fiel a sus ideales y asus doctrinas, y estaba dispuesto en todomomento a cumplir con sus deberes paracon la Patria y con el Rey. Hizo un gesto es-pecial muy suyo de sutil y señorial despre-cio y exclamó:

—Allá ellos. No, mi general, no, nohe leído ese artículo ni ninguno otro por-que no leo periódicos. ¿...? Eso le probará austed lo alejado que estoy de todo lo quese refiere a la Cosa Pública. Cumplo o pro-curo cumplir con mis deberes de ciudada-no; no me retiro de lo que incumbe, comoespañol, como presidente o vocal de Corpo-raciones que me honran teniéndome a sulado, sigo el movimiento social, trabajo todo lo que puedo tan-to en la parte de mi profesión que considero lícita después dehaber presidido situaciones, me preocupo de los míos como jefede familia... Pero nada de Política menuda al uso. Eso nunca...nunca. Llegan hasta mí los rumores de la calle; me cuentan co-sas, pequeñeces que me amargan y me dan pena, como porejemplo el disgusto de los marinos con su representante en elDirectorio, por intereses personales o de Corporación; me ente-ran de los nombramientos de cargos públicos... Y todo ello enuna época que llaman de Regeneración, hace aún más fuertesmis convicciones y mis pesimistas pronósticos.

También, ya en el quicio de la puerta y de soslayo,habló algo del asunto de Marruecos, tan difícil de resolver yacerca del cual bien manifestadas tengo mis opiniones: eso seinició mal en 1909 y no tiene compostura.

—Pues a mí Primo me ha dicho en conversación sosteni-da con él no hace aún muchas semanas que el Directorio tienenya su concepto formado en este principalísimo asunto de Ma-rruecos, y lo ha de resolver muy en breve.

—¿Y no le ha dicho a usted cuál es la solución?

—Tiene grandes esperanzas en los resultados de la in-tensa campaña de bombardeos aéreos que se viene realizando,empleando los más modernos artefactos incendiarios y explosi-vos, y más aún de la que en breve va a iniciarse con bombas po-tentes cargadas con un alto explosivo ...amente enérgico ymortífero llamado Yperita, de las cuales están ya terminadasalrededor de 600 y en construcción algunos miles más. Dado elterror que han producido y los destrozos que han de causarse,los riffeños se verán obligados a entregarse y a solicitar la paz.Ante mis dudas acerca de la positiva realización de tan ha-lagüeñas esperanzas, con gran tranquilidad de ánimo y con son-risa protectora, me añadió el Dictador que mis dudas eran cier-tamente infundadas, pero que si por desgracia mis temores seconfirmasen "como España no puede perecer por causa de Ma-rruecos, llegaríamos al abandono del Protectorado, comunicán-doselo a las potencias signatarias del acta de Algeciras e inte-resadas en la cuestión con la denuncia y renuncia de nuestraobligada unión civilizadora y protectora que no podemos reali-zar". Y como yo le contestase que con ello proporcionaríamos elmayor placer a los franceses y a su gran partido Colonial, quese encontrarían así de repente y sin pensarlo con la realizaciónde su sueño patriótico más ambicionado. La posesión de un im-perio en el Norte de África sin intromisiones ni participacio-nes, y que de seguro a los pocos días de nuestra renunciacióntendríamos enfrente de nuestras plazas de soberanías no a hor-das bereberes, sino a zuavos, tiradores argelinos, senegaleses,

etc. etc., que con paciencia, mayores re-cursos y Voluntad llegarían a la dominacióndel País, en el que seríamos en Ceuta y Me-lilla unos tumores malignos que no ser-viríamos para nada más que para estorbar,me replicó con énfasis y eso que sus amigosllaman Gallardía pero que yo llamo Frescu-ra: "Bueno y qué. Mejor que mejor". A loque yo callé porque además nos encontrá-bamos ya a la puerta de la Presidencia, yprocedía separarnos, pero no sin recibiruna molesta impresión de disgusto con algode consternación. Maura escuchó atenta-mente mi peroración y sólo dijo:

—Pues eso ya podían haberlo hechohace mucho tiempo si esas eran sus lealesopiniones... En 19... se planteó mal: huboinjerencias impremeditadas extrañas al ré-

gimen constitucional, y no es Don Miguel el más apto para liqui-darlo...

Renovándole mis buenos deseos con respecto a su per-sona y a los suyos en fecha tan señalada, emprendí el camino dela puerta. Con la gentileza y amabilidad en el magnate acostum-brada me acompañó a pesar de mis protestas por todo el largopasillo, me alargó la mano, que yo estreché con respeto pero singran fervor, y no se retiró hasta quedar yo en la calle.

Como temía y apunté al principio, salí más confundidoen mis ideas respecto a Maura que al entrar. Volví a pensar res-pecto a su esclarecido talento y a sus tantas veces admirada pe-ro disentida personalidad, lo que en algunos de mis apuntes heconsignado con tristeza. En esta visita no se ha modificado ni enpoco ni en mucho mi manera de ver al personaje. En él quisierayo, para aplaudirle con el mayor de los entusiasmos, reconocerun verdadero Leader de masas y de multitudes, un propagandis-ta y un audaz jefe de partido, de cuerpo entero, que con la ban-dera en la diestra sirviera de emblema y de General a los hom-bres de bien... Pero...

Salí a la calle, recorrí algo desorientado y en sentidoinverso el camino que algo (no mucho) más esperanzado habíaseguido una hora antes en ansias de un punto luminoso paranuestra ennegrecida política. El cielo azul sin nubes, el ambien-te cálido, el sol brillante; todo ello infundía serenidad, confian-za y optimismo.La calle seguía solitaria y silenciosa; el monu-mento del dos de mayo me hacía recordar un resurgimiento deque España había dado un espléndido ejemplo al mundo. El rin-concito aquel mustio y abandonado volvió a aparecerme como larepresentación presente del alma nacional. Mis pulmones respi-raban con libertad; sentía en aquel momento pese a mis cavila-ciones algo de lo que Zola llamó la joie de vivre. ¿Será posible ono, la normal continuidad de la España inmortal? ¿Serán ciertos yfundados los pesimismos y angustiosas profecías del grande hom-bre? En mi fuero interno se levantó una protesta y una nega-ción. No, este Cielo, esta serenidad, este bienestar, ese monu-mento, la Historia, incitan y obligan a creer lo contrario. Diosvelará por nosotros. Épocas más tristes ha conocido España yaún vive... y prospera. La humanidad también mejora y marchaadelante con vigor... ¿Pero y Don Antonio? ¿Por qué pensará así?

20 de Junio de 1924

III

UN SALUDO Y UNA VISITA

A. Maura - 5-1-25. Exmo. Sr. Dn. Luis de Santiago. Mi querido

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General y amigo: No quiero dejar de mani-festarle cuan venturoso año deseo que Diosle conceda, lo cual implica concedérselo atoda su familia. Si el sabor de la cáscarafuera el de la pulpa desabridillo nos iba aresultar el joven. Pero veremos lo que traedentro y en todo caso, Dios haga, que al me-nos, las cosas vayan bien de puertas aden-tro. Saludo a Paco y queda de Vd. afmo., A.Maura rubricado - 4 Enero 25.

Mucho agradecí el recuerdo, quesin embargo me era debido toda vez que elaño anterior en sus comienzos fuí yo el quetomé la iniciativa en los tradicionales salu-dos, y además el día de la fiesta onomásticadel prócer acudí a su casa a visitarlo y felici-tarlo, rindiendo el debido homenage a mi se-mi-agradecimiento a su persona, sin que enambas ocasiones hubiese tenido la debida y natural correspon-dencia.

Como ante todo he de reconocer que Dn Antonio espersona de esquisita buena educación y rinde culto a la hidalgacortesanía castellana, a pesar de haber nacido en Palma de Ma-llorca, consideró sin duda oportuno no dejarme en esta ocasiónen olvido y adelantarse a mi bianual visita que en estos primerosde año pensaba hacerle de todos modos. Fui por ello obligado aefectuarlo más pronto de lo que en mis intenciones entraba. Co-mo de costumbre, elegí para ello las horas de la mañana, antesde la primera comida, en las que a no ser por motivos de enfer-medad, por ausencia de la Corte o por salidas a algún entierro oineludible atención callegera, se encuentra Dn Antonio siempreen su despacho, ocupado en estudios, lecturas o dedicado aasuntos profesionales; cuyos trabajos o serios entretenimientosdeja de lado al serle anunciada la llegada de alguna persona quedesea verle. Era una de esas nubosas y nebulosas mañanas ma-drileñas sin sol, sin viento, tibias y tristonas que predisponen ala melancolía en almas trabajadas como la mía, faltas ya de fe yde esperanza en las cosas de aquí abajo, y que sin embargo, es-perando el término de su recorrido en el mundo, aún sienten la-tir el corazón y vibrar el cerebro cuando la emoción por algo nodel todo explicable aletea cerca de ellas. Tal me ha sucedido amí las veces, pocas en verdad, que he oído la palabra cálida, ar-diente e intensamente patriótica del personage a quien iba a sa-ludar, y eso que no siempre sus opiniones han estado de acuerdocon mis aspiraciones y con mis deseos respecto a la cosa públi-ca, de tanto interés para los dos, para él en su inmensa esferade acción, para mí en la modestísima penumbra en que vivo.

Mientras recorría la ancha avenida de la Lealtad, hú-meda y solitaria, venían a mi memoria con extraña lucidez, losrecuerdos de aquella otra visita veraniega; las amargas frasesdel hombre de estado, sus pesimismos y sus macabros auguriospara el porvenir de España, su desilusión y los vibrantes acentoscon que me expuso sus pensamientos, reveladores de un exalta-do amor a nuestro solar; la pena con que salí de aquella casa yla reconfortante reacción de mi atribulado espíritu, al sentir losefluvios del sol radiante que iluminaba la calle, al contemplar elcielo azul sin mácula, sobre el que se destacaba la aguja delmonumento recordatorio de un despertar del alma nacional enfechas aún más angustiosas que las presentes. Cuando escriboestas líneas, han transcurrido solo seis meses de aquella conver-sación para mí histórica y desilusionante, y los sucesos que enellos han tenido lugar, no han dado por desgracia razón a aque-llos impulsos vivificadores de ilusión y de luz, y por el contrarioinclinan el ánimo a dar vela a los de desolación que vibraron enaquella entrevista en la palabra clara y acerada del magnate.

Como militar, veo hoy al Ejército, alque entregué espléndido, durante más demedio siglo, todo lo que mi persona daba desí, que fue y es aún objeto de mis amoresporque le considero la piedra angular deledificio social del país, deshecho, sin rum-bo, sin más orientación ni más ideales quelos puramente materiales, afrentado en Áfri-ca por un enemigo sin elementos de guerra apesar del sacrificio cruento de algunos bue-nos. Ejército que presumo volverá a España,más o menos tarde, ayuno de los laureles delas definitivas victorias, perdida la fe en símismo, dudoso de su propia eficacia e impo-tente para llenar la misión, que debía seraugusta en días de nieblas nacionales. Comociudadano, me aflige el pensar que la san-gre vertida en dos guerras para defender y

sostener principios por los que se batieron, murieron o fueronheridos mis antepasados en la familia, y me batí yo siguiendo latradición familiar, resultan letra muerta frente a un poder perso-nalísimo, audaz, inconsciente y barullero que solo Dios sabeadónde nos va a llevar.

Como jefe de familia, preocupado por el porvenir,siento angustia al ver la marcha de los presupuestos, la situa-ción económica peor cada día, el crónico déficit aumentado enproporciones absurdas, la peseta más despreciada si cabe queantes del pronunciamiento salvador, la balanza comercial nega-tiva en proporciones que aterran, la industria y los negociosdesfallecidos, la palabrería y la ficción en auge, y en suma queaquel golpe de estado de doublé que pudo cambiar en pocosmeses la faz de España por dentro y por fuera, no ha resultadomás que un quítate tú para ponerme yo sin beneficio, sin gran-deza y sin resultado eficaz. Bien lo conocen y lo comprendenlos mismos señores del Directorio, a quienes para compensar lasdesilusiones de que de seguro se hallan poseídos, solo le restanlas satisfacciones que proporciona el mando con los beneficiosdel mangoneo, de las mayores pagas, del automóvil y del oro-pel, y casi sin trabajo ni responsabilidades. Con estas ideas gri-ses en la cabeza, penetré en el palacete, recorrí el corredor,mala e inadecuadamente adornado, como ya dije, con unas pa-noplias de armas filipinas y malayas, recuerdos de las primerasactuaciones de Maura como Ministro de ultramar (cuando habíaultramar) en situaciones sagastinas o gamacistas, y antes de lle-gar a la puerta del despacho, en su dintel apareció como siem-pre varonil y sonriente con los brazos extendidos hacia adelanteen señal de amable acogimiento, el que como siempre digo yrepito pudo muy bien y desde luego infinitamente mejor que eltiranuelo actuante, si no el salvador de España, título que coninaudita soberbia se atribuye aquel personagillo inmodesto yatrevido a sí propio, por lo menos el continuador honrado de lahistoria de España.

Tras breves y en cierto modo ampulosas frases de hidal-ga y castiza cortesía, me habla de sus trabajos de la Academiade que es presidente, de la próxima aparición de una nueva ymás completa edición del Diccionario de la Lengua Española; delas grandes correcciones introducidas en deficiencias anteriores;del incremento sufrido en el repertorio con el añadido de por-ción de palabras sud-americanas que allí han seguido usándose,algo arcaicas es cierto, pero eminentemente castizas, llevadas aaquellas regiones por los Conquistadores y que en la Penínsulaestán fuera de uso; de lo que esto ha proporcionado trabajo mi-nucioso para no confundir dichas voces con porción de otras cur-sis y mal traídas que en nuestras antiguas colonias se emplean,producto de estrangerismos y muchas adaptaciones o traduccio-nes; de su entusiasmo por esta labor, que también es patriótica,

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que él impulsó con el mayor y mejor buen deseo, y que aspira averlo publicado antes de dejar el mundo de los vivos.

y al decirle que todavía España ha de verle por muchosaños como una suprema esperanza, se sonríe tristemente y conla cabeza y manos hace signos negativos.

—No espero ya vivir muchos, dos, tres, seis o siete, só-lo Dios lo sabe y crea Vd mi general, me iré del mundo con laconciencia tranquila y sin temor ni pena. Estoy a ello preparadoy si en este momento me dijeran que esta noche había de morir,continuaría hablando con Vd tan tranquilo fiado en la misericor-dia divina.

Le expreso mi admiración por el bello discurso que díasantes le había oído pronunciar con motivo del aniversario de lamuerte de D. Juan Valera y esto le da pié para hacer algunasconsideraciones de encantador españolismo. Se conocía sin em-bargo que todo ello lo trataba por cortesía y bien comprendía yosu afán de explayarse un poco, aunque fuera con persona de tanpoca importancia en el mundo de la Política como y, sobre losasuntos públicos y gubernamentales. Así es que después de unossegundos de silencio, que interrumpí yo, expresando mi senti-miento por verle tan alejado de las cuestiones de gobierno y eldeseo vehemente de muchos de que saliendo de su retiro, levan-tara la bandera de los hombres de bien, se irguió, su figura seanimó, sus ojos brillaron y lentamente pero con una gran fuerzade expresión me dijo:

—¿Y para qué? Yo no puedo hacer nada ni lo que hicieraserviría para nada. Y no es por egoísmo personal, por cansancioo por desabrimiento. Nunca he mirado hacia mí, para echar so-bre mis hombros responsabilidades y molestias, sino porque locreo por completo y totalmente inútil. Le repito que yo nopodría resolver nada porque lo actual no tiene solución, comotampoco la ha habido en otras ocasiones en las que por debili-dad ante ruegos que no podía desatender, como Vd sabe, y talvez por exceso de confianza en mí mismo y una tibia esperanzaen un fortuito desenlace, he cargado con lo que no podía llevaradelante y no me correspondía.

y animándose cada vez más con un fuego en la miradaque yo no le conocía añadió:

—No, de ninguna manera. Soy un monárquico convenci-do; estimo que la monarquía está indefectiblemente unida a laexistencia de la Patria. Si llegase un día que en España no hu-biese más que un monárquico, ese único monárquico sería yo.Había de haberse producido un movimiento antimonárquico yen su consecuencia el Rey en un wagón del Ferrocarril para mar-char al ostracismo, y yo en el andén, como único monárquico,rindiendo en su persona mi homenaje de mi fe monárquica, y niaún en ese caso, con posibilidad de éxito podría yo, mi persona,Maura, auxiliarle en nada.

—¿Es que cree Vd., Dn. Antonio, que no hay remedio,que la nacionalidad española está en vías de perecer, que va ahundirse, que camina hacia su desaparición?.

—Nada de eso. Bajo ese punto de vista tengo, tengo unoptimismo grande, estupendo, inconcebible para muchos. Es-paña vivirá. España renacerá; pero después de un gran cataclis-mo y de un periodo horrendo que no sé si alcanzaré a ver. Pido aDios que me libre de tal visión y como ese cataclismo. Ese pe-riodo amargo de transición yo no lo puedo evitar, no está enmis manos evitarlo, porque no hay poder humano que lo evite,por eso yo no puedo, ni quiero volver a ser poder.

—Pero, ¿no cree Vd que en 1919 con los hombres quehabía usted a su alrededor reunido, todos buenos, honrados,con fe, con buen deseo, técnicos y eruditos (menos yo) podríahaberse realizado o intentado realizar bastante de lo que Vd hapredicado, zafándose algo de los moldes petrificados que a la

sazón imperaban?

—Pues ya vio Vd que no pudo ser a pesar de la buenavoluntad de la abnegación y del patriotismo de todos Vds., asícomo de la unión espiritual tan estrecha que existía entre todosnosotros. Parlamentario de toda mi vida, yo no había de faltaral Parlamento ni a los juramentos prestados.

Mucho y con conocimiento de causa pude haberleargüido. Era aquella una visita de cortesía; no podía yo, sin fal-tar a esta, ni al respeto que merecía el amo de la casa, y mi ad-mirado presidente en la fecha aludida, mostrarme agresivo dis-cutidor y hasta censurador de su actuación en aquellos días paramí de la mayor emoción y también del máximo desencanto, ypreferí callarme.

Otra vez después de algún momento de silencio hice laindicación de que los hombres de Estado, y él el primero, debíanestar preparados a cualquier eventualidad en defensa del ordeny de la existencia nacional. y como viere en su semblante y ensu mirada, manifiesta contrariedad y algo no satisfactorio paramí, hube de decirle, levantándome ya de mi asiento para despe-dirme:

—Don Antonio, todo esto se lo digo a Vd., valiéndomede la amabilidad con que siempre me ha tratado, como ciudada-no y como patriota, de ninguna manera como general que aspiraa algo.

Comprendió la alusión y sonriente y efusivo me abriólos brazos y me dijo: —Ya lo sé, ya lo sé, de sobra le conozco aVd.

No recuerdo con qué frase le contesté, pero sí la queDn. Antonio dio término a la visita: —Mi general, ni un farolitopara alumbrar. Nada, nada. Estorbar nunca. Cooperar jamás.

Le pregunté, ya de pié, si podía decirme algo sobre losvientos que corrían por la Plaza de Oriente.

—Hace cerca de un año y medio que no hablo con S.M.de los asuntos nacionales, ni tiene interés en conocer lo que yopienso, por más que a decir verdad lo sabía de sobra y nadanuevo podía añadirle a lo que repetidamente y siempre con lamáxima lealtad le he expresado. Este verano no hemos salidomi mujer y yo de Corconte, que le sienta muy bien para su pa-decimiento; en otros veranos mi residencia en el pueblo de So-lorzano, me obligaba por razón de vecindad a ir a la Magdalenaa ofrecer mis respetos a los Reyes; pero en esta última tempo-rada ni eso...

Más de una hora estuve escuchando, porque además delo sucintamente transcrito, me habló de los asuntos de Áfricaen la forma ya conocida por mi anterior conversación.

Triste salí a la calle. El frío y la humedad eran intensosy la niebla ocultaba casi por completo el monumento que enotra ocasión me había reconfortado, como queriendo ahora des-dibujar y diluir hasta el recuerdo de nuestras pasadas grandezas.Aquel rinconcito de la Bolsa seguía tan falto de cuidado comoseis meses antes, quizás aún más seco y adusto. Todo contribuíaa acentuar las neblinas que ensombrecían la privilegiada inteli-gencia del caudillo político que de tan desconsoladora maneraacababa de departir conmigo. 10-1-25.

Fue la última vez que oí los acentos tribunicios delhombre público, en quien cifré más esperanzas, y que más desi-lusión me ha causado; y no por su conducta pública fundada enamarguras, y en faltas de cooperación y de unidad de pensar yde sentir con el que es el módulo regulador de la vida de la na-ción, y con la misma nación, sino porque pese a mis reaccioneshacia un incierto optimismo, comprendía que tenía razón, y ex-perimentaba la desazón del que espera y confía en momentos deensueño, y la tiste realidad le obliga a confesarse vencido. 30-12-25

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Jerónimo López-Salazar Pérez (coordina-dor: LAS ÓRDENES MILITARES EN LAPENÍNSULA IBÉRICA. Cuenca, Edicionesde la universidad de Castilla-La Mancha,2000. ISBN 84-8427-021-1. 2 volúmenesde 1.153 y 1.222 págs. Recoge esta densay extensa obra la mayoría de las ponen-cias y comunicaciones presentadas en elCongreso Internacional sobre Las ÓrdenesMilitares en la Península Ibérica, celebra-do en Ciudad Real entre los días 6 y 9 demayo de 1996. Cada uno de los dos to-mos, dedicados a la Edad Media y a laEdad Moderna, se estructura en cinco sec-ciones: Fuentes y Metodología; La Coronay las Órdenes Militares; Los señoríos delas Órdenes Militares (dignidades y enco-miendas); Las Órdenes Militares y la So-ciedad; y Mentalidades y Religiosidad. Deentre todas las colaboraciones merecenuna mención especial las siguientes: Lainvestigación sobre Órdenes Militares enla Edad Media hispánica durante los últi-mos decenios: Corona de Castilla y León,de Miguel Ángel LADERO QuESADA; El es-pacio de las Órdenes Militares: plantea-mientos para un análisis arqueológico, deR. IZQuIERDO BENITO; Sellos de la OrdenMilitar de Santiago: Fuentes y datos parasu estudio, por M. CARMONA DE LOS SAN-TOS; Caminos y poblamiento en el Campode San Juan, por J. MOLERO GARCÍA; LasÓrdenes Militares en las fuentes islámi-cas, de P. MANGADA CAñAS; Los maestresde las Órdenes Militares castellanas y la“revolución” Trastámara: vicisitudes polí-ticas y relaciones nobiliarias, por E. MI-TRE FERNÁNDEZ; El acceso a la dignidadde maestre y las divisiones internas delas Órdenes Militares durante el siglo XV,

por E.CABRERA; La Orden de San Juan yel poder regio. Castilla al norte del Due-ro, siglos XII-XIV, de C. ESTEPA DÍEZ; Ma-estres y maestrazgos en la Corona de Cas-tilla (siglos XII-XV), por C.de AyALAMARTÍNEZ; La supresión de la Orden delTemple en Aragón. Proceso y consecuen-cias, por E. SARASA SÁNCHEZ; La huestede las Órdenes Militares, por F. RuIZ GÓ-MEZ; Las relaciones entre la Orden deMontesa y la Monarquía en la Corona deAragón bajomedieval, de E.GuINOTRODRÍGuEZ; Diferencias y conflictos en-tre Alfonso el Magnánimo, el Maestre deRodas y los Hospitalarios Catalanes (1426-1436), de P. BONNEAuD; La “conquista”del Convento de Calatrava por el príncipedon Enrique de Castilla en 1444, de J.M.CALDERÓN ORTEGA; Las Órdenes Milita-res como instrumento de la Monarquía:una panorámica europea (siglo XIII), deM.A.RODRÍGuEZ DE LA PEñA; El papel demaestres y caballeros en la batalla de lasNavas de Tolosa (1212) según las historiasmodernas de las Órdenes Militares, porM. ALVIRA CABRER; El final de la expan-sión: Las Órdenes Militares en Andalucía(1225-1350), de M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ;El sector ganadero en el Campo de Cala-trava (siglos XII-XV): ¿una realidad a revi-sar?, de L. VILLEGAS DÍAZ; A comenda deNoudar da Ordem de Avis: a memória dafronteira entre a Idade Média e a IdadeModerna, por L.ADAO DA FONSECA; Loshospitalarios castellanos a mediados delsiglo XIV según el registro prioral de1357-58, de C.BARQuERO GOñI; As Or-dens Militares na sociedade portuguesado século XV. O apogeu e a queda do Ma-estrado de Santiago, de H. BAQuERO MO-RENO; Las Órdenes Militares en el Ro-mancero, por F. MENDOZA DÍAZ-MAROTO;Militia Christi, Malitia Mundi, de J. L.

MARTÍN; Las freilas de la Orden de San-tiago durante la Edad Media, de M. ECHÁ-NIZ SANS; Reforma eclesiástica y ÓrdenesMilitares (ss. XI-XIII), por L.GARCÍA-GuI-JARRO RAMOS; Idea y realización de Or-den Militar en la Reconquista, por A. LI-NAGE CONDE; Valoración social de loshábitos de las Órdenes Militares en la Es-paña Moderna, por Antonio DOMÍNGuEZORTIZ; De las historias de las Órdenes alas Órdenes en la HIstoria: historias ge-nerales de España durante la Edad Mo-derna publicadas en los últimos cien añosy Órdenes Militares, por F. FERNÁNDEZ IZ-QuIERDO; El Consejo de las Órdenes y elArchivo Histórico Nacional. Historia deuna excepción al sistema archivístico dela Administración, por M.J. ÁLVAREZ-CO-CA GONZÁLEZ; Bibliografía de las lenguashispanas de la Orden de Malta en la Épo-ca Moderna, por P. GARCÍA MARTÍN; Losmanuscritos de armerías como fuente pa-ra el estudio de las Órdenes Militares,por P.B.VALVERDE OGALLAR; Aproxima-ción metodológica para la identificaciónde series documentales en el fondo delConsejo de Órdenes Militares del ArchivoHistórico Nacional, por M. MONTERROSOLÓPEZ, M. PATO CALLEJA, Patricia PES-QuEIRA LÓPEZ y M.T. PIRIS PEñA; Las Ór-denes Militares de la Monarquía Hispana.Modelos discursivas de los siglos XVI-XVIII,por . POSTIGO CASTELLANOS; Desmem-braciones y ventas de bienes de las Órde-nes Militares en el siglo XVI, de M. M.MARTÍN GALÁN; L´apport des Ordres Mili-taires à la construction de l´État Moder-ne dans l´Espagne des XVe-XVIIe siècles(quelques illustrations), por M. LAMBERT-GORGES; Administración y corona en laépoca de los Austrias, por J.I. Ru IZ

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bispal, de R. SÁNCHEZ GONZÁLEZ; Los re-gulares en el territorio castellano de lasÓrdenes Militares (siglos XVI-XVIII), porJ.C. VIZuETE MENDOZA; La disolución delas Órdenes Militares: del plano jurídicoa la realidad histórica, por Manuel ESPA-DAS BuRGOS; y La desamortización de losbienes de la Orden de Calatrava, 1836-1854, por Á.R. del VALLE CALZADO (DBF).

Miguel Plou Gascón: LOS PALAFOX ENARAGÓN. GENEALOGÍA Y DATOS BIOGRÁ-FICOS. Zaragoza, Institución Fernando elCatólico, 2000. ISBN 84-7820-588-8. 312págs. con ilustraciones en blanco y negro.un notable estudio de conjunto de uno delos linajes más importantes de la alta no-bleza aragonesa, que es decir española,en sus diferentes ramas de los Marquesesde Ariza (Casa de la Vega, Monclús, SalasAltas y Salas Bajas), y del Marquesado deLazán. Incluye un interesante apéndice

Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [19]

RODRÍGuEZ; Las Órdenes Militares Es-pañolas y la Contrarreforma en Centroeu-ropa, por A. MuR I RAuRELL; Gobierno,Administración y recursos de las ÓrdenesMilitares en la Extremadura de los siglosmodernos, de J.L. PEREIRA IGLESIAS; Losconflictos entre las Órdenes Militares ysus vasallos durante la Edad Moderna, deJ. LÓPEZ-SALAZAR PÉREZ; “Sob o jugo dadispensa de sangue”. Alguns elementossobre a reprovaçao nas Ordens MIlitaresportuguesas (séculos XVIII-XVIII), por F.OLIVAL; Caballeros de hábito y oligar-quías urbanas, de F.J. ARANDA PÉREZ; LasÓrdenes Militares y el teatro: la recep-ción de las comedias de comendadores,por F.B. PEDRAZA JIMÉNEZ; El clero secu-lar en los territorios de Órdenes: Vita etmoribus y tensiones con la dignidad arzo-

documental, varias tablas genealógicas, yun buen índice onomástico (MF).

Pilar Rodríguez-Porrero Chávarri y JuliaSáez-Angulo: LA MARQUESA DE SANTACRUZ DE YNGUANZO. 30 AÑOS DE DI-PLOMÁTICA Y 27 DE GALERISTA. Madrid,Furprinting Ediciones, 2000. ISBN 84-95021-09-9. 238 págs. con abundantesilustraciones en blanco y negro. Intere-santes memorias y recuerdos de Dª PilarRodríguez-Porrero y de Chávarri (Pitty Yn-guanzo), esposa de diplomático, viajeraen muchos países, y sobre todo galeristade arte en Madrid y en Nueva york, reco-piladas por ella misma con el eficaz auxi-lio de la periodista y escritora Julia Sáez-Angulo, del Gabinete de Prensa delMinisterio de Asuntos Exteriores. Dirigidasante todo a sus hijos y nietos, la obra esde interés general por las muchas refe-rencias a los espacios vividos y a los per-sonajes conocidos por la autora, y ademástiene especial valor dada la circunstanciade que la interesada está felizmente viva,y por ello el lector interesado en aclararalgún detalle puede obtener satisfacciónde primera mano (MF).

Fernando González de Canales: CATÁLO-GO DE PINTURAS DEL MUSEO NAVAL. TO-MO II: RETRATOS DE LOS OFICIALES GE-NERALES DEL CUERPO GENERAL DE LAARMADA EN LA JURISDICCIÓN CENTRALDE MARINA. Madrid, Ministerio de Defen-sa, 2000. ISBN 84-7823-663-5. 442 págs.,con numerosas ilustraciones en color. Pre-cede al catálogo un comentario general,aunque somero, de la iconografía naval, yde los uniformes y condecoraciones ati-nentes al ramo. Como obra catalográfica,cada pieza se acompaña de su reproduc-ción en colores, la biografía del personajeretratado, y la ficha de la pieza, con to-dos los detalles complementarios. Al fi-nal, la relación biográfica de artistas y uncompleto índice onomástico. una aporta-ción sin duda importante y útil a los estu-dios sobre iconografía española (MF).

Jonathan Riley-Smith, HOSPITALLERS.THE HISTORY OF THE ORDER OF ST.JOHN. Londres, 1999. ISBN 1-85285-196-1. 152 páginas con numerosas ilustracio-nes en color. un resumen histórico muycompleto de la Orden de San Juan -bieneditado, bien expuesto y bien ilustrado-es lo que nos ofrece este autor británico,profesor de Historia Eclesiástica en launiversidad de Cambridge, y especializa-do en la historia de las Cruzadas. Sin em-bargo, hemos de notar que se trata deuna obra publicada bajo los auspicios delos sanjuanistas anglicanos, es decir dela Venerable Order of Saint John, creada

por la Reina Victoria en 1858: por eso vaprologado por S.A.R. el Duque de Glou-cester, actual gran prior de ella, y poreso su último capítulo se dedica a glosarlas actividades modernas de dicha Ordenbritánica. Lo que, dicho sea por justicia,no le resta ni interés ni mérito alguno(MF).

LUNGO IL TRAGITTO CROCIATO DELLA VI-TA. Venecia, 2000. ISBN 88-317-7470-0.286 páginas, en gran formato. Catálogocompleto de las obras que figuraron en laexposición celebrada en Venecia en mayoy junio de 2000, soberbiamente editado eilustrado, y completado por un buen índi-ce de personas y lugares. Tiene especialinterés para el estudioso, por recoger pie-zas poco conocidas en España (MF).

Fernando Díaz-Plaja: LA SAGA DE LOSMAURA. Madrid, Nihil Obstat Ediciones,2000. ISBN 84-930926-7-3. 310 págs. Másque un mero estudio genealógico sobreesta familia que llena un siglo de la histo-ria de España, el popular autor nos vapresentando las semblanzas biográficasde los personajes más destacados que haproducido, desde el estadista don AntonioMaura Montaner; pasando por sus herma-nos Gabriel, Miguel, Bartolomé y Francis-co; por sus hijos Gabriel (diplomático ehistoriador), Miguel y Honorio; hasta lle-gar a sus nietos y biznietos (de la Mora,Maura, Semprún, García Maura). Sin ser,como digo, una obra puramente genealó-gica, lo es en el fondo, y por cierto bue-na, pues a la amenidad del estilo de Díaz-Plaja se une su rigor en las noticias querecoge (MF).

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Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [20]

Real y MUy distinGUida oRden decaRlos iii

S.A.R. Enrique, Gran Duque de Luxemburgo(Collar, 11 de mayo). S.A.R. María Teresa,Gran Duquesa de Luxemburgo (11 de mayo)

oRden de isaBel la católica

D. Hugh Thomas, Lord Thomas ofSwynnerton (6 abri l). Dª. Lydie Polfer,Viceprimera Ministra y Ministra de AsuntosExteriores de Luxemburgo; D. Henri Ahlborn,Mariscal de la Corte del Gran Ducado deLuxemburgo; Exmo. y Rvdmo. MonseñorLeonardo Sandri, Sustituto para los AsuntosGenerales de la Secretaría de Estado de laSanta Sede (27 abril). D. Antonio MercaderUrvoy, Ministro de Educación y Cultura delUruguay (4 de mayo). D. AleksanderKwasniewski, Presidente de la República dePolonia (COLLAR); Dña. JolantaKwasniewska, esposa del Presidente dePolonia; D. Jerzy Buzek, Primer Ministro dePolonia (11 de mayo). D. Leopoldo Calvo-Sotelo Ibáñez Martín (25 mayo). D. RicardoLagos Escobar, Presidente de la República deChile (COLLAR); Dª. Luisa Durán de Lagos,esposa del Presidente de la República deChile; Dª. María Soledad Alvear Valenzuela,MInistra de Relaciones Exteriores de Chile; D.Nicolás Eyzaguirre Guzmán, Ministro deHacienda de Chile; Mariana Aylwin Oyarzún,Ministra de Educación de Chile; Carlos CruzLorenzen, Ministro de Obras Públicas,Transportes y Telecomunicaciones de Chile (1de junio). D. Miguel Rodríguez-AcostaCarlstrom (15 de junio).

oRden del MÉRito civil

D. Kiyohiko Arafune, antiguo embajador deJapón en España (6 abril). D. Albert Hansen,Jefe del Gabinete de S.A.R. el Gran Duquede Luxemburgo; D. Pierre-Louis Lorenz,embajador, Jefe de Protocolo del Gobierno deLuxemburgo; D. Mil Jung, Director delServicio de Información y Prensa delGobierno de Luxemburgo; D. Alphonse Berns,embajador, Secretario General del Ministeriode Asuntos Exteriores de Luxemburgo; D.Jean-Louis Wolzfeld, Director de AsuntosPolíticos de Luxemburgo; D. Guy Dockenford,Director General de Cultura deLuxemburgo;D. Jean Paul Senninger, Primer Consejero delGobierno, Ministerio de Asuntos Exteriores deLuxemburgo; D. Jean Welter, embajador deLuxemburgo en España; D. Joseph Kinsch,Presidente de la Cámara de Comercio deLuxemburgo; D. René Steichen, Presidentede la Sociedad Europea de Satélites, deLuxemburgo; y D. Antonio Asencio Pizarro, atítulo póstumo (27 abril). D. Jean Krier,Presidente de la Bolsa de Luxemburgo (4 demayo). D. Maciej Plazynski, Presidente de laDieta de Polonia; Dña. Alicja Grzeskowiak,Presidenta del Senado de Polonia; D.Wladyslaw Bartoszewski, Ministro de Asuntos

Exteriores de Polonia (11 de mayo). D.Mariano Fernández Amunátegui, Embajadorde Chile en España; Eduardo ArayaAlemparte, Director General de Ceremonial yProtocolo de Chile; Óscar Fuentes Lazo,Embajador-Director de Europa del Ministeriode Relaciones Exteriores de Chile; Felipe duMonceau de Bergandal Pérez, Embajador,Cónsul General de Chile en Barcelona (1 dejunio). Eduardo Portella, Presidente de FondoInternacional para la Promoción de la Cultura-UNESCO-2000 (15 de junio)

Epifanio José Artigas Aina y D. FernandoPlasencia Reyes; general interventor D. JustoOreja Pedraza; generales de la Guardia CivilD. Alejandro de Miguel Gutiérrez y D. RafaelConde Salgado; y D. Harald Quiel, general debrigada del Ejército alemán (22 de junio).

oRden del MÉRito naval

D. Joan Clos i Matheu, alcalde de Barcelona(11 de mayo). D. Juan Ramón MedinaPrecioso, Rector de la Universidad Politéctinade Cartagena (18 de mayo). D. ÁlvaroFernández Villaverde y Silva, Presidente delPatrimonio Nacional; teniente general delEjército D. Juan Narro Romero; almirante dela Armada estadounidense D. William J.Fallon; ministro togado de la Armada D. JustoCarrero Ramos; contralmirantes D. SimeónFrancisco Cantó Antolí, D. SebastiánZaragoza Soto, D. Ángel Manuel Tello Valero,D. Francisco Fernando de Bordejé MOrencos,D. Tomás Valdés Ibáñez, D. José Juan SalaSanta Ana, D. Miguel Illán Rivera; y D. JoséManuel Gómez Armario, general de brigadamédico (22 de junio).

oRden del MÉRito aeRonáUtico

D. Julio Nieves Borrego; generales de brigadadel Ejército del Aire D. Felipe Carlos Victoriade Ayala, D. José Julio Rodríguez Fernández,D. Francisco Antonio del Pozo Martínez, D.Eduardo Zamarripa Martínez, D. AntonioCieza González y D. José Luis GonzálezBarrera; y general de brigada médico D.Vicente Carlos Navarro Ruiz (22 de junio).

oRden civil de alFonso X el saBio

D. Fernando Chueca Goitia (4 de mayo).Contralmirante D. José Ignacio González-Aller Hierro (22 de junio).

oRden de san RaiMUndo depeñaFoRt

D. Manuel Clavero Arévalo, catedrático, ex-ministro de Cultura; Dª Mª Concepción SierraOrdóñez, fundadora de la Asociación deMujeres Juristas; D. José Prada González,decano del Colegio Notarial de Madrid; y D.Alberto Predieri, constitucionalista italiano (29de junio).

Medalla de oRo al MÉRito en eltRaBaJo

D. Luis del Olmo Marote, D. FernandoVizcaíno Casas, D. Juan Antonio SagardoyBengoechea, D. Agustín Ibarrola Goicoechea,Dª Pamela O´Malley, Dª María DoloresFernández Pradera, D. Hipólito DuránSacristán, D. Jaime Echevarría Abona (27abril).

CuADRO DE HONOR

Real y MilitaR oRden desan HeRMeneGildo

Generales y almirantes D. Eugenio SánchezGuzmán; D. José Antonio Castillero Tejedor;D. Miguel Ángel Gómez Gabas; D. JoséMaría Terán Elices; D. Simeón FranciscoCantó Antolí; D. José Castro Luaces; D. JoséJuan Sala Santa Ana; D. Eduardo ZamarripaMartínez; D. Francisco Javier Criado Portal;D. Manuel Fuentes Cabrera (4 de mayo). D.José Froilán Rodríguez Lorca; D. José MaríaFernández Bastarreche; D. Rafael MayoralDávalos; D. Esteban Granero Pérez (25 demayo).

oRden del MÉRito MilitaR

D. Gleuber Vieira, Jefe del Estado Mayor delEjército de Brasil (27 de abril). D. JoséManuel Molina García, Alcalde de Toledo (11de mayo). D. José Ángel López Jorrín,embajador de España en Bulgaria (25 demayo). S.A.R. D. Carlos de Borbón-DosSicilias y Borbón-Parma, Infante de España;D. José María Ruiz-Jarabo Ferrán, Presidentede la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo;D. José María Fernández Riestra, general dedivisión del Ejército; Ángel Tafalla Balduz,vicealmirante; generales de brigada delEjército, D. Bernardo Echeparre Fernández,D. José Antonio Segura Fernández, D. LuisJavier Sánchez Noailles, D. José Luis BarrónRodríguez, D. Francisco Parra Cuadro, D.Luis Peláez-Campomanes Fernández, D.Antonio Haro Ramos, D. José Ángel Armadade Sarria, D. Alfonso López García, D.

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Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [21]

TITuLAR

LA INSIGNE ORDEN DEL TOISÓN DE ORO, por Alfonsode Ceballos-Escalera y Gila

El más amplio y profundo estudio histórico-institucional dediEl más amplio y profundo estudio histórico-institucional dedi--cado a la más famosa Orden caballeresca de Occidente, con lascado a la más famosa Orden caballeresca de Occidente, con lasbiografías, retratos y armerías de los caballeros que han recibidobiografías, retratos y armerías de los caballeros que han recibidoel collar desde los orígenes hasta nuestros días. Una obra excepel collar desde los orígenes hasta nuestros días. Una obra excep--cional, dirigida por el Marqués de La Floresta y redactada por loscional, dirigida por el Marqués de La Floresta y redactada por losprimeros especialistas en la materia. primeros especialistas en la materia. P.V.P. 6.000 pesetas (36,1P.V.P. 6.000 pesetas (36,1euros)euros)

LA REAL ORDEN DE DAMAS DE LA REINA MARÍALUISA, por , por Alfonso de Ceballos-Escalera y GilaAlfonso de Ceballos-Escalera y Gila

Un estudio magistral sobre una Orden que marcó un cambioUn estudio magistral sobre una Orden que marcó un cambioen la condición de la mujer española en los albores de la Edaden la condición de la mujer española en los albores de la EdadContemporánea. Una investigación completa y definitiva sobreContemporánea. Una investigación completa y definitiva sobrelos orígenes y la evolución histórica de la primera condecoralos orígenes y la evolución histórica de la primera condecora--ción femenina en España, ilustrada con más de 1.200 bioción femenina en España, ilustrada con más de 1.200 bio --grafías y numerosas fotografías en color. grafías y numerosas fotografías en color. P.V.P. 4.600 pesetasP.V.P. 4.600 pesetas(27,7 euros)(27,7 euros)

LA CASA DE MENDOZA HASTA EL TERCER DUQUEDEL INFANTADO (1350-1531), por Ana Belén Sánchez Prieto

A través del linaje de Mendoza, uno de los más amplios y podero-sos de Castilla, se pueden estudiar perfectamente las vicisitudes sufri-das por la alta nobleza castellana en el tránsito de la Edad Media alRenacimiento. Con esta obra sale de un letargo de sesenta años lavieja memoria del Infantado, desde una óptica y perspectivas diferen-tes y originales, como las que ofrecen la Historia Social, la Económicay, sobre todo, la Nueva Historia Política. P.V.P. 3.500 pesetas (21 eu-ros)

ESPAÑA Y LAS ÓRDENES DINÁSTICAS DEL REINODE LAS DOS SICILIAS, por Alfonso de Ceballos-Escalera

A causa de la íntima unión dinástica de la Monarquía españolacon el extinguido Reino de las Dos Sicilias, las dos principales Órde-nes de éste último (la Sacra y Militar Orden Constantiniana de SanJorge y la Real e Insigne Orden de San Genaro) han gozado en Es-paña de una especial consideración. Peculiaridad histórica que esabordada en este estudio. P.V.P. 1.000 pesetas (6 euros)

SANTIAGO EN ST JAMES´S, por José Pablo Alzina de Aguilar

A través de una serie de anéctodas, curiosidades y datos biográfi-cos, este pequeño libro ofrece una idea de quiénes han sido y cómohan actuado los embajadores de España en Londres, desde el Renac-miento hasta nuestros días, bosquejando unas acuarelas ligeras, perono superficiales. P.V.P. 3.000 pesetas (18 euros)

LA ORDEN CIVIL DE LA REPÚBLICA, por ErnestoFernández-Xesta y Vázquez

Al tiempo de conmemorarse el 70º aniversario de la proclamaciónde la II República, este libro, si bien dedicado a una sola de las conde-coraciones republicanas -aunque la más representativa y abundanteen concesiones-, proporciona una visión global de todo aquel sistemapremial, para centrarse, en la seunda parte de la obra, en los orígenesy la vida de esa efímera distinción, y en la relación de los 1.354 conde-corados que el autor ha logrado identificar. P.V.P. 4.000 pesetas (24euros)

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Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [22]

la etiQUeta diploMática en la coRte de caRlos ii( 5 )

l a J U R i s d i c c i ó n d e l e M B a J a d o R

por Aldo della Quaglia

Sabido es que uno de los más añejos y respetados principios de la representación diplomática, la intangibilidad dela persona del enviado, se materializaba, entre otras cosas, en el respeto absoluto a su familia —entendida en el sentidomás amplio— y a las casas en las que residía. Era pues costumbre, ya desde el Renacimiento, considerar el edificio enque tenía su sede la representación diplomática, como un verdadero territorio extranjero, sujeto en todo a las leyes y a laautoridad del príncipe representado, es decir a la de su máximo representante allí, que no era otro que el propio embaja-dor o enviado. Tales circunstancias se daban desde luego en Madrid, y el embajador imperial Conde de Pötting se haceeco de ello en varios pasajes del Diario cuyos aspectos de etiqueta y usos diplomáticos glosamos en esta serie de brevesartículos.

La jurisdicción sobre el territorio de la representación diplomática se refería, sobre todo, a la criminal: el embajadorla tenía plena sobre los delincuentes que hubiesen cometido su delito en el barrio de la misión, o que hubiesen sido apre-sados dentro del mismo. El caso no era tan raro como pudiera suponerse: en agosto de 1665, Pötting escribe: se ha to-pado un ladrón en casa que hurtó una capa de un criado de la caualleriza. Le hiçe poner en cobro hasta castigarle com-petentemente (I, 126). Tenía para ello el embajador su propio alguacil —oficial de policía—: al dicho ladrón le hiçe con mialguazil de casa, conducir públicamente fuera de mi barrio (I, 127), es decir, que lo entregó a la justicia real. En 1666, elConde de Chavagnac avisó al embajador imperial de que su lacayo había sido mortalmente herido por el cochero mayorde Pötting, por lo que éste recuerda cómo hiçe ponerle en la prisión de casa y mandé informarme del caso (I, 189).

Por la razón expuesta en el anterior pá-rrafo, resulta que ninguna justicia del Rey deEspaña tenía facultad para penetrar en ese ba-rrio, que estaba sujeto, como si fuese una igle-sia consagrada, al derecho de asilo. Solamentela autoridad del embajador podía autorizar en-tradas y persecuciones. Por eso Pötting recuer-da, en abril de 1664, cómo un criado del Condede Alba de Aliste me pidió licencia de que pu-diese aueriguar por justicia en mi barrio, en ca-lle de los Tudescos, un hurto que se le hizo demil reales de pessos (I, 29). En el verano de1665 recuerda cómo vino a hablarme el Tinien-te [de corregidor] de la Villa pidiéndome que enmi barrio pudiese haçer una cierta aueriguaciónsobre un homicidio. Vine en ello [con la condi-ción de] que se hiçiesse en presencia de unoscriado míos (I, 118). Pocos años depués asien-ta cómo estubo conmigo el Tiniente de la Villa,Lara, entregándome una lista de personas demal uiuir en my barrio, y pidiéndome para quepor medio de mi alguazil de casa le hiçiessesfrattar, a lo qual luego me ajusté, siendo en

ello interesada la conciençia, y lo mandé effetiuamente executar (I, 242). Por fin, en1668 el embajador dió la permissión al Tiniente de la Villa de rondar a este barrio ca-da emana dos ueçes, annadiéndole siempre quatro lacayos míos en señal de la juris-diçión (I, 413). Y en 1669, el propio Presidente del Consejo de Castilla me mandó pedir licençia para que la Justicia aue-riguase una muerte sucedida ayer de un cauallero llamado don Francisco de Carabajal, en mi barrio. Estimé como eraraçón a esta cortés atençión y dí toda la permissión que la materia neçessitaba (II, 46).

Las entradas no autorizadas de la justicia madrileña en el barrio de la embajada imperial eran objeto de inmediataprotesta por parte de Pötting: he embiado quexas al Conde de Castrillo por el tentatiuo que la Justicia hiço en mi barrio (I,42). Y a los pocos días: hize retirar tres algualifes a la casa por hauerse atreuido [a] hazer una execución en mi barrio sinmi consentimiento, y hauiendo dado cuenta de ello al Corregidor de la Villa me hiço toda satisfación con hauer castigadolos delinquentes (I, 44). En octubre de 1666 los alguaziles de la Villa se atreuieron desuergonçadamente [a] cojer en laplaça pública a dos criados míos, comprador y cocinero, y [a] lleuarlos a la cárçel, hauiéndolos después de unas quatro

El Conde de Peñaranda, del Consejode Estado, uno de los miembros dela Junta de Gobierno que dejó nom-brada a su muerte Don Felipe IV.

El Marqués de Aytona, que repre-sentaba a la Nobleza del Reinoen la Junta de Gobierno nombra-da por Don Felipe IV. Más tardefue Mayordomo Mayor de su hijoDon Carlos II.

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Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [23]

horas soltado. Sobre que dí al mismo instante un muy fiero papela la Reyna... pidiendo satisfaçión y castigo con igual exceso; y aldía siguiente hablé a la Reyna sobre el referido caso de atreui-miento de la Justicia, y le suplicé de no consentir debaxo de losprincipios de su Gouierno uiniesse ser tan despreçiado el minis-tro de su hermano (I, 250).

La jurisdicción diplomática tenía, sin embargo, alguna limi-tación, y era precisamente frente a la autoridad del Santo Oficiode la Inquisición, como bien recuerda el embajador imperial: em-biome un recado el Inquisidor de Corte, Juan de Angulo, de par-te del Santo Officio, para que diese liçencia a tres criado míos...que pudiesen compareçer delante de él en materia tocante aaquel Tribunal, de cuya jurisdiçión nadie pareçe estar esento,pues acudiendo el embajador ante el Duque de Medina de lasTorres para informarse sobre lo que hauía de la jurisdición de laInquisición en las casas de los ministros públicos y embajadoresde príncipes, éste le respondió que en eso no había diferencianinguna (I, 157-158).

Funcionaban también la embajada y sus aledaños comoasilo de delincuentes, pues el embajador tenía facultad y libertadpara acoger en ella a cualquier persona perseguida. Pötting lorecuerda de vez en cuando: vino un moço a retraerse en mi ca-sa por hauer herido un otro criado mortalmente (I, 58). Y en di-ciembre de 1665: la Justicia quiso prender al Jerónimo de Mos-coso, criado mío, en su casa, el qual se retiró en la mía. Vinodespués el Alcalde de Corte Lorenço Matheo a desculparse, di-ciendo que no se sabía que era criado mío, dándome entera sa-tisfación (I, 163). Este asunto fue escandaloso, porque los cria-dos del embajador arrebataron al preso de las manos de losalguaciles de Madrid, y por eso la Reina envió al embajador unode sus secretarios, a quien dije que [a] la Justicia se hauía demandar que no diesen ocasión a semejantes sucesos, que yopor mi parte procuraría siempre de contener a mis criados paraque no [se] excediesen (I, 171). En otros casos, el embajadornegaba el asilo, como lo hizo en 1666: el marido de la delin-quente se quiso retirar a mi casa, [pero] por ser el delito cometi-do en Palacio no le quise admitir de ninguna manera (I, 220).

Y aunque la principal prerrogativa diplomática se refería alos casos criminales, también ejercía el embajador la jurisdiccióncivil, como cuando en 1667 los Alcaldes de Corte me embiaronpedir licençia para poder registrar los franceses y sus bienes en mi barrio (I, 321). Conocemos también algunos casos deejercicio de la jurisdicción castrense por parte del embajador: así, cuando en marzo de 1666 hauiéndose querido alojaruna bandera y compañía de leua en mi barrio y junto a mi casa, el embajador se apresuró a enviar a su camarero paraavisarlo al corregidor de Madrid, que al instante lo remedió (I, 186). O en 1669, cuando el Consejo de Guerra me embiópedir licençia para una egecuçión juycial en mis barrios contra una persona de su jurisdiçión (II, 107 y 147). También haytrazas de tocar al embajador alguna parte de la jurisdicción eclesiástica —o al menos de quedar exento de ella—, puesen septiembre de 1671, Pötting escribe que un clérigo de esta Villa perseguido de la justiçia del Señor Arçobispo de Tole-do se les escapó y saluó en mi casa, pidiendomele el Cardenal, al qual me escusé de no poderlo entregar desde mi cas-sa, pero que le mandaré en pocas horas salir de ella, conforme lo egecuté, embiándole con Dios (II, 215).

Muchos de los privilegios de inmunidad concluyeron en la primavera de 1671, cuando la Reina decidió quitar a to-dos los ministros públicos la hasta aquí goçada inmunidad de los barrios (II, 189). Pero parece que se privó de ese privi-legio solamente a las autoridades y ministros españoles, no a los enviados y representantes de las potencias extranjeras.

Concluiremos este artículo con un caso gracioso de derecho de asilo: el Conde de Melgar, hixo mayor del Almiran-te, me embió a pedir amparasse en mi barrio a una puta suya, doña Joseppilla; respondile quedaría su excelencia seruidode una ocasión tan de su gusto. Lamentándose entonces el Conde de Pötting, estricto embajador imperial ¡braua de-suerguença de esta naçión, haçiendo gala de sus escándalos! (II, 106).

El Rey Don Carlos II en su niñez, según un lienzo atribui-do a Juan Martínez del Mazo que se conserva en el Mu-seo Lázaro Galdiano.

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PEREGRINATIONES. ACTA ET DOCUMEN-TA, núm. 1 (2000). La nueva revista deestudios de la recientemente constitu-idaAccademia Internazionale Melitense nosofrece su primer número editado con es-mero y hasta con lujo, pues está conve-nientemente ilustrada a todo color. Ensus páginas aparecen las siete colabora-ciones siguientes: Carlo MARuLLO DICONDOJANNI, Introduzzione. L’Accade-mia Internazionale Melitense a ForteSant’Angelo; Paolo CAuCCI VON SAuC-KEN, Presentazione del Convegno; Ant-hony LuTTRELL, From Jerusalem to Mal-ta: the Hospital’s character andevolution; Victor MALLIA-MILANES, Wasearly modern Malta an “isolated world”?;Hugo O’DONNELL, CONDE DE LuCENA, Lamarina melitense y sus unidades de com-bate; Mario BuHAGIAR, The treasure ofthe Knight Hospitallers in 1530. Reflec-tions and the Art Historical considera-tions; y Aldo NIGRO, L’Animo del Cavalie-re di Malta. La entrega se completa conel texto completo del Decreto constituti-vo de la entidad (MF).

NOBILTÀ, núm. 41 (marzo-abril 2001). unnuevo número de la revista italiana, queen esta ocasión nos ofrece, entre otros,los artículos de Carlo TIBALDESCHI, Pavia1525. I Contendenti ed i loro emblemiaraldici; ugo A. PERECO, Genealogia Mo-lecolare; Carlo DE RISIO, Il tesorodell’Ordine di Malta; Gian Marco DELLEPIANE, Questioni di cerimoniale, prece-denze e saluti in mare, gli inizi di unavertenza secolare; Franco CARDINI, Pio IXBeato difficile; Maurizio CATERINO, Lacelebrazione del matrimonio prima e do-po il Concilio tridentino (DBF).

HIDALGUÍA, núms. 285 (marzo-abril2001). La decana de nuestros estudios in-cluye artículos de Armand de FLuVIÁ es-corsa, La cuestión de la confirmación oreconocimiento de los Títulos nobiliariosotorgados por el Rey Carlos III el Archidu-que; Hervé PINOTEAu, Encore des preci-sions dynastiques (2). L’acte autographed’Alphonse Charles, Chef de la Maison deBourbon, en date du 20 fevrier 1993, ausujet de la descendance de l’Infant Se-bastien, et quelques comentaires; Ángely Mª Blanca BuERES SANTA EuLALIA, Pa-drones a calle hita de las parroquias deBueres y Tanes, del Concejo de Caso, enel Principado de Asturias; José CARRILLODE ALBORNOZ FÁBREGAS, Aparición, difu-sión y uso del apellido Carrillo de Albor-noz; Coriolano GuIMERÁ LÓPEZ, FranciscoFernández de Béthencourt, un esclareci-do genealogista nobiliario; José AntonioGARCÍA LuJÁN, Del arte y milicia. El lina-

je Granada Venegas, Marqueses de Cam-po Téjar; y Demetrio RAMOS, La noblezaindiana y su unción en el siglo XVIII(DBF).

HIDALGUÍA, núms. 286-287 (mayo-agosto2001). Entre las habituales secciones dela revista Hidalguía hemos escogido, porsu mayor interés, la dedicada a Carlos V,con dos artículos de Vicente de CADENASVICENT, Dos devoluciones de Carlos V: Ja-rretiera y San Miguel, y Singular acom-pañamiento a un busto de Carlos V; yuno de Fray Mª Damián yÁñEZ NEIRA,Carlos V propone un gran Arzobispo paraZaragoza, D. Hernando de Aragón. Tam-bién destacan los artículos de Andoni ES-PARZA LEIBAR, Acceso a la nobleza colec-tiva en el valle de Salazar; el CONDE DEBORRAJEIROS, La llamada Real Provisiónde Hidalguía. Consideraciones generales;Valentín de CÉSPEDES ARECHAGA, Los ofi-cios: una nueva forma de acceder a laNobleza; y Rafael FANTONI y BENEDÍ fir-ma el artículo Los Martínez de Luna: Ca-sa de Illueca. Condes de Morata (DBF)

REVISTA IBEROAMERICANA DE HERÁLDI-CA, número 16 (enero-junio 2001). A des-tacar de esta revista semestral, entreotros, los trabajos de Gonzalo de PORRASR. DE LEÓN, las Órdenes Militares portu-guesas (4ª y 5ª partes); José Mª de MON-TELLS GALÁN, Índice de Jefes de Estado yPersonas Reales que ingresaron como ca-balleros de justicia en la Orden Militar yHospitalaria de San Lázaro de Jerusalén,durante el siglo XX; Adolfo de SALAZARMIR, Ascendientes de la rama sevillanade los Yllanes; Luis VALERO DE BERNABÉ,Los reyes de la heráldica; Enrique PRIE-TO, Costumbres y vida social en España através de una familia: los Pimentel, I; y

Manuel RODRÍGuEZ DE MARIBONA, Sobrelas Armas del Serenísimo Señor Príncipede Asturias. Este último es de especialinterés e importancia (DBF).

BOLETÍN DE LA ACADEMIA ASTURIANADE HERÁLDICA Y GENEALOGÍA, número 6(enero 2001). Incluye los trabajos deCristina PÉREZ LOZANO, Fuentes docu-mentales para el estudio de la poblacióny la investigación genealógica: los padro-nes; y La estructura de la sociedad astu-riana durante el Antiguo Régimen; deJ.M. de MONTELLS GALÁN, La emblemáti-ca propia del Serenísimo Señor InfanteDon Felipe de Borbón y Grecia, Príncipede Asturias, de Gerona y de Viana, Duquede Montblanc, Conde de Cervera y Señorde Balaguer; y de Alfonso de CEBALLOS-ESCALERA GILA, Un linaje asturiano en laSegovia de los paños: los Meléndez deAyones (DBF).

REALES SITIOS, número 147 (enero-mar-zo 2001). La Revista dedicada a la divul-gación y el conocimiento de nuestro Pa-trimonio Nacional contiene en estetrimestre artículos relevantes, como losde Adolfo CARRASCO MARTÍNEZ, Fiso-nomía de la virtud. Gestos, movimientosy palabras en la cultura cortesano-aris-tocrática del siglo XVII; y el de AlistairMALCOLM, La práctica informal del po-der. La política de la Corte y el acceso ala Familia Real durante la segunda mitaddel reinado de Felipe IV (DBF).

ARCHIVO DE ARTE VALENCIANO, númeroúnico, año LXXI (2000). La publicación dede la Real Academia de Bellas Artes deSan Carlos nos ofrece en su número anualun buen número de artículos, comunica-ciones y discursos, de entre los cualesdestacamos como de nuestro interés elvalioso y documentado ensayo de Va-lentín CÉSPEDES ARÉCHAGASOBRE la Vi-gencia del Estatuto Nobiliario de la RealAcademia de San Carlos (DBF).

IL MONDO DEL CAVALIERE, núm. 2 (abril-junio 2001). Nos ofrece este número, porcierto denso e interesante, las colabora-ciones de Marco HORAK, Commemorati i50 anni di fondazione dell’Ordne al Meri-to della Repubblica Italiana; Maria Lore-dana PINOTTI, Origini e significato dellaCavalleria nella storia e nella leteratu-ra; Giorgio ALDRIGHETTI, Cosa significaessere un Cavaliere; Pier Felice degliuBERTI, La Repubblica di San Marino e isuoi Ordini Cavalereschi; Giovanni Battis-ta CERSOSIMO, La Sciarpa azzurra: sim-bolo e privilegio degli Ufficiali delle For-ze Armate Italiane; y Luigi G. de ANNA,Cavalleria al femminile (MF).

REVISTA DE REVISTAS

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Los estudios so-bre indumentaria, y más es-pecialmente sobre unifor-mología, son abundantes,aunque mayoritariamentededicados a los atuendosmilitares. Solamente en losúltimos años se muestrauna inquietud por el estudiode los uniformes civiles,que en general podríamosdividir en tres ramos: los delos Cuerpos de la Adminis-tración civil (funcionarios engeneral, diplomáticos, inge-nieros, etcétera); los de losoficios del Real Palacio; ylos utilizados por los Cuer-pos de la Nobleza (Órde-nes, Maestranzas). Última-mente se manifiesta unatendencia a considerar todaesta indumentaria comoparte de lo que se está dan-do en llamar la Emblemáti-ca, y van publicándose al-gunas páginas de interéssobre los atuendos universi-tarios y profesionales(1).

En este con-texto historiográfico va-mos a tratar ahora delos uniformes privativosque ha usado el RealCuerpo de la Noblezade Madrid, una de lasdoce grandes corpora-ciones nobiliarias es-pañolas, que en an-tigüedad y ceremonialsigue inmediatamente alas Órdenes Militares yprecede a las cinco Re-ales Maestranzas, a laOrden de San Juan, y alReal Cuerpo de la No-bleza de Cataluña. Fun-dado por el Rey DonCarlos III en 1782, conel especial privilegio deconstituir el Estado No-ble de la villa y corte, ha

desempeñado desde entoncesun importante papel histórico ysocial en la capital del reino.

La mentalidad diecioches-ca era muy proclive a la unifor-midad, siendo entonces cuan-do se establecen de un modoregular tanto los uniformes mili-tares, como los civiles y los pa-latinos. Seguramente por estarazón de modas, en el mismoaño fundacional de 1782, el 21de marzo, noventa y un caba-

lleros del Estado Noble, encabezados por el Marqués de Vi-lladarias, proponían elevar un memorial a Su Majestad en so-licitud de la gracia de uniforme privativo; y sobre talpropuesta se volvió en la junta de 2 de febrero del año si-guiente, pero por diversas circunstancias no se le dio por en-tonces curso(2).

En la junta de 18 de noviembre de 1799, los caballe-ros del entonces llamado Estado de Caballeros Hijosdalgo deMadrid, esta vez con el Marqués de Fuerte Híjar y don Ma-nuel de Soto a la cabeza, volvieron sobre sus pretensiones,las que fueron plasmadas en un extenso memorial al Rey, enel que se incluía un modelo de uniforme. La pretensión seamparaba en que, teniendo el Cuerpo a su cargo diversosestablecimientos de beneficencia, la licencia de uso del uni-

forme podría suponeruna fuente de ingresospara el Montepío de No-bles y la Real Junta deCaridad de la corte. So-metida la propuesta alReal y Supremo deCastilla, que la informófavorablemente, Su Ma-jestad la aprobó por de-creto de 3 de octubrede 1799(3).

El uniforme auto-rizado consistía en ca-saca de grana (roja)con forro encarnado,con el cuello, solapas yvueltas, chaleco ycalzón anteados; boto-nes, espadín y hebillasdorados; y sombrero li-so con escarapela roja —por cierto raro privile-gio militar—. El unifor-

DE RE VESTuARIA

LOS UNIFORMES DEL REAL CUERPO DE LA NOBLEZA DE MADRID

SUS ORÍGENES, SU HISTORIA Y SU ACTUALIDAD

por Alfonso de Ceballos-Escalera Gila y Francisco Fuster González de la Riva

Fig. 1: Interpretación moderna deluniforme concedido por el ReyDon Carlos IV en 1799. Año y me-dio después, el paño rojo pasó aser azul obscuro, para evitar con-fundirlo con los músicos de losregimientos suizos.

Figs. 2 y 3: muestras de losbordados aprobados en1799, sobre paños grana yanteado. Archivo HistóricoNacional, Estado, leg. 47.

Fig. 4: Figurines del uniforme corporativo aprobado en 1832, en una lámina delReal Establecimiento Litográfico, coloreada a mano. Col. Ceballos-Escalera.

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me de gala o grande llevaba algunos bordados en el cuello,solapas y vueltas, que el de diario o pequeño reducía notoria-mente. No conocemos ningún figurín de este uniforme, aun-que sí de los bordados que llevaba(4), ejecutados por donDiego Palacios (figuras 2 y 3); el dibujo que ilustra este párra-fo (figura 1) es, por lo tanto, una reconstrucción.

Sin embargo es muy importante tener en cuenta queeste uniforme no podrían utilizarlo sino aquellos caballerosque fuesen o hubieran sido con anterioridad diputados delCuerpo, y aquellos otros a los que la Junta de Gobierno dis-pensase tal honor en consideración a sus méritos y circuns-tancias. En todo caso, el privilegio de uso de este uniformeestaba gravado con el pago de 160 reales anuales, destina-dos por mitad al Montepío de la corporación, y a la Real Jun-ta de Caridad de la corte. Se esperaba recaudar así de16.000 a 20.000 reales en cada año(5).

Tan sólo dos años después, el Cuerpo acordó enjuntas de 2 de febrero y de 1 de marzo de 1801, solicitar delRey una modificación en el color del uniforme, pues se había

1817 se acordó reintegrar al Cuerpo en este especial privi-legio, en atención a su leal comportamiento durante lafrancesada.

Poco antes, en 27 de septiembre de 1815, la Coro-na había modificado el régimen de pago de la cuota obligato-ria, fijándola en una sola entrega de 2.500 reales para los di-putados y quienes sirviesen los oficios públicos de la villa, yde 3.000 reales para los demás interesados en el uso de estaindumentaria. Estas sumas, muy crecidas para la época, pro-vocaron un retraimiento de los interesados, siendo desde en-tonces más raro el uso del uniforme privativo cediendo enmengua del decoro del Cuerpo. Todo ello movió la Junta deGobierno a presentar al Rey, en 10 de agosto de 1832, unextenso memorial proponiendo las convenientes variaciones,más de índole fiscal y administrativa que en cuanto al modelode uniforme(7).

Sería la ReinaDoña María Cristina, go-bernadora del reino porla enfermedad de su es-poso Don Fernando VII,la que suscribió el realdecreto de 25 de octu-bre de 1832, por el cualse modificaba sensible-mente el antiguo unifor-me, adaptándolo a lasmodas de la época. Eluniforme grande o degala consistió desde en-tonces en una casacaazul turquí, forrada delmismo color, y abotona-da por delante, con elcuello, pecho, carteras,caídas laterales y vuel-tas, bordados de oro;calzón blanco; botónimitando al hilo de oro;espada y hebillas dora-

Fig. 5: Dibujo de los bordados del uniforme adoptado o en 1832.Archivo corporativo, leg. 118.

Figs. 7 y 8: retratos del Duque de Abrantes, presidente delCuerpo, y del secretario, publicados por Antonio Gil Dorre-garay en la obra colectiva “Historia de las Órdenes de Caba-llería y de las Condecoraciones españolas” (Madrid, 1864).

notado que a cierta distancia se confundía con el de los músi-cos de los regimientos suizos, que también vestían de rojo:no tuvo S.M. inconve-niente alguno en acce-der a esta petición, y eluniforme pasó a ser azuloscuro, color que se hamantenido invariabledesde entonces. El nue-vo uniforme se lució porvez primera en las bodasdel Príncipe de Asturias,celebradas en Barcelonaen 1802(6), según constaen un documento del ar-chivo corporativo.

La Real Ordende 10 de julio de 1802,debido a los inconve-nientes que se deriva-ban del uso de la esca-rapela roja por parte depersonas no sujetas alfuero militar, prohibió lu-cirla en el sombrero delos paisanos; pero en

Fig. 6: Figurines del uniforme corporativo adoptado en 1832, dibujados porJosé Vallejo, litografiados y coloreados a mano. Col. Ceballos-Escalera.

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das, y sombrero liso con escarapelaencarnada. El uniforme pequeño ode diario constaba de las mismasprendas y colores; pero siendo la ca-saca lisa, esto es, bordada solamen-te en el cuello y vueltas. Los borda-dos fueron diseñados por el maestrobordador Francisco Peironcely (figu-ra 5)(8).

Conocemos con precisión estenuevo atuendo porque no solamentese dibujaron figurines del mismo, si-no que el Real Establecimiento Li-tográfico los reprodujo en numerosatirada para que cada interesado si-guiera con fidelidad el modelo oficial(figura 4); y porque fueron de nuevo

litografiados hacia 1860, por J. Donon (figura 6). Además,aparecen reproducidos en la obra colectiva Historia de lasÓrdenes de Caballería y de las Condecoraciones Españolas(Madrid, 1864), editada por José Gil Dorregaray, en la quefueron retratados vistiéndolos el entonces presidente Duquede Abrantes (figura 7), y el secretario (figura 8). Por fin, senos ha conservado la fotografía de uno de los diputados delCuerpo, don Francisco Delgado, retratado hacia 1880 con eldicho uniforme (figura 10).

Como apuntábamos, también en 1832 se varió sus-tancialmente el ámbito de las personas afectadas, y el régi-men de pagos del impuesto. Cuanto a las primeras, se per-mitía el uso únicamente a los individuos que hayan sido, sono fueren Diputados, Secretarios, Tesoreros y Contadores delCuerpo Colegiado; así como también a los vocales de ambasJuntas General y Supre-ma de Caridad, y la deDirección del Colegiode Desamparados; yademás a los caballerosque fueren electos paraservir los empleos lla-mados de Concordia; ypor fin a los que solici-ten y obtengan de laJunta de Gobierno loshonores de diputados.La cuantía del impuestose redujo a la suma de800 reales por una vez,salvo los caballeros quefueren nombrados dipu-tados honorarios, quesatisfarían 1.500 reales,también por una vez.Estas cantidades sedestinaban a los esta-blecimiento de benefi-cencia de la capital delreino, por entonces muynecesitados de fondos.

La indumentaria del Cuerpo quedó completada con laconcesión por la Reina Doña Isabel II de las cruces e insigniasprivativas, y el manto ceremonial con la cruz al costado iz-

quierdo, acordadas porreal decreto de 9 deseptiembre de 1858 lasprimeras, y real ordende 5 de enero de 1862el segundo. Este mantose utiliza en los actos re-ligiosos de la Corpora-ción, y, supuestamenteinspirado en los de loscaballeros de la Ordende la Banda de Castilla(sic), es muy semejanteal de las Órdenes Milita-res: de color blanco, convueltas de color morado,cordones y guantesblancos, y un birrete he-xagonal adornado en elfrente de la cruz del Re-al Cuerpo, y en lo altode una gran pluma mo-rada —este tocado pare-ce ser invención másmoderna—.

Notemos que lacasaca regulada en1832 evolucionó con lamoda, y así ya en 1867un caballero solicitabaconfeccionar el unifor-

me como un frac, esto es, una casaca abierta dejando ver elchaleco y la corbata, ambos de color blanco (figura 9). Lasaludidas litografías de Donon, y las que aparecen en las dosediciones de la conocida historia corporativa debida al caba-

Fig. 9. Dibujo para sas-trería de la casaca deluniforme. Archivo cor-porativo, legajo 118.

Fig. 10: Retrato de don FranciscoDelgado y Martínez, diputado teso-rero del Cuerpo, vistiendo el unifor-me corporativo. Col. Dª Ana Mª VitalDelgado, Segovia.

Figs. 11 y 12: Figurines del uniforme corporativo, tomadas de la segunda edición(1884) de la historia corporativa escrita por don Francisco Javier García Rodrigo.

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llero don FranciscoJavier GarcíaRodrígo (Madrid,1864 y 1884) nosmuestran esta nue-va moda; tambiénen ellas el sombre-ro bicornio aparecemás achatado, yademás se adornade plumas negras.Por aquellos mis-mos años isabeli-nos se diseñó unespadín corporativo(figura 13), queefectivamente seusó, como muestrael retrato del dipu-tado don FranciscoDelgado (figura10). Además, ensustitución delcalzón diecioches-co, ya casi en de-suso, se adoptó unpantalón largo azul

turquí, con galón de oro en la costura: galón que solamentecorrespondía a los llamados Cuerpos de Casa Real, esto es,a los criados de Su Majestad, especial privilegio del que elCuerpo se mostró siempre particularmente orgulloso.

El uniforme de la Nobleza matritense se mantuvo singrandes variaciones hasta los comienzos del reinado de DonAlfonso XIII. En 1904, la Junta de Gobierno, presidida enton-ces por el Duque de Medinaceli, lo consideró anticuado, y so-licitó al monarca la oportuna modernización. Esta se materia-lizó mediante el real decreto de 12 de diciembre de 1904(Gaceta de Madrid del 15 de diciembre), en el que se el nue-vo uniforme se describe así:

GALA. Casaca de paño azul oscuro con peto blancosobrepuesto, con galón de oro tendido partido de tres y me-dio centímetros, con blanco de dos milímetros en el centro,ocho botones a cada lado y uno al martillo, dorados, de vein-titrés milímetros, con cerquillo, con la Cruz del Cuerpo cogidapor la Corona Real sobrepuesta; cuello derecho de pañoblanco con tendido de galón de oro, partido por un milímetrode blanco, con las barras y las lises de dos centímetros deancho; vueltas de paño blanco en las mangas, de siete centí-metros de ancho, con galón de oro de tres y medio centíme-tros, partido por vivo blanco en el centro de dos milímetros;carteras de tres puntas y del mismo paño, de catorce centí-metros en el centro de la bocamanga, con galón de oro dedos centímetros, partido por vivo blanco de un milímetro, ytres botones interiores de igual modelo que los del peto y dequince milímetros de diámetro; en los faldones, barras depaño blanco bordado en oro el grifo o dragón de las armasde Madrid, con una rama de roble; en la unión de las barras,botón de veintitrés milímetros, y dos de las mismas dimensio-nes al talle; carteras del trenzado, de paño blanco, con galónde oro tendido a dos centímetros, partido por vivo blanco deun milímetro, y tres botones de a veintitrés milímetros; hom-breras de seis cordones dorados y uno blanco en el centro,con botón de quince milímetros; calzón blanco de ante y bota

Fig. 13: Diseño de la empuñadura del es-padín corporativo, diseñado hacia 1864.Archivo del Real Cuerpo, legajo 118.

Fig. 20: Figurines de los uniformes corporativos aprobadospor S.M. el Rey en 1904.

Fig. 21: retrato de S.A.R. el Infante Don Fernando deBaviera y Borbón, presidente del Real Cuerpo, vistiendoel uniforme corporativo vigente. Col. Real Cuerpo de laNobleza de Madrid.

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Figs. 14 a 19: Figurines de los uniformes corporativos aprobados por S.M. el Rey en 1904.

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de montar recta, de charol, con espuela lisa dorada; cuello al-to, forma inglesa, con cadena barbada doble; cinturón de cin-cuenta y cinco milímetros de ancho, sobre paño blanco, congalón de oro partido por vivo blanco de tres milímetros y conun solo tirante dorado, partido por vivo blanco; chapa de me-tal dorado bruñida, de ocho centímetros de larga por seis deancha, y en el centro el escudo del Cuerpo, cincelado; espa-da de montar, de taza, con cruz, puño de hilos enroscados,como remate un casco con cimera y plumas, y en la taza, engótico clásico, la cifra de Alfonso VI y Corona Real, todo do-rado, hoja recta y vaina de acero, niquelada, con una solaanilla, fiador de cordón de oro tejido con blanco; sombreroapuntado, con galón dorado de flor de lis, cosido en formaque queden al exterior dos terceras partes, siendo el anchototal de ocho centímetros; presilla compuesta de dos canelo-nes trenzados y tres redondos lisos, uno en el centro de lasdos trenzas y otro en cada costado de ellas, siendo los tresmezclados con seda blanca, borlas en las puntas, escarapelaroja, dos botones del Cuerpo con cadenilla de quince milíme-tros, y llorón de pluma blanca derecho (figuras 14 a 19).

MEDIA GALA. El mismo uniforme de gala, pantalónrecto de paño azul oscuro igual a la casaca, con galón deoro de cinco y medio centímetros, partido por un vivo blancode tres milímetros, y espolines lisos dorados, cuello alto, for-ma inglesa (figura 17).

DIARIO. En este uniforme se usará el que en la ac-tualidad es privativo del Cuerpo y le fue concedido por lasReales disposiciones del año 1799.

En las recepciones de noche dentro del Real Palacioo bailes de Corte o Etiqueta, se llevará el sombrero sin llorón,casaca, calzón corto de paño blanco fino con liga de galón deoro, partido por vivo blanco de un milímetro. En los actos reli-giosos y en todos aquellos de corporación se usará la capotablanca que actualmente tiene el Cuerpo, con cuello y muleti-llas con pasadores, vueltas blancas y la Cruz privativa delCuerpo, morada, de veinticinco milímetros de longitud, en elcostado izquierdo.

Para media gala se señaló el mismo uniforme, perocon pantalón recto azul oscuro, con galón de oro de cincocentímetros y medio, partido por un vivo blanco de tres milí-metros, y espolines lisos dorados, cuello alto, a la inglesa.Mientras que para diario se usará el que en la actualidad esprivativo del Cuerpo y le fue concedido por las Reales dispo-siciones de 1799. Para las recepciones de noche dentro delReal Palacio o bailes de corte o etiqueta, se llevará el som-brero sin llorón, casaca, calzón corto de paño blanco fino conliga de galón de oro.

Además de dichas novedades, el Rey extendía eluso del uniforme corporativo a todos los caballeros del realCuerpo, sin hacer excepción, y mandaba que desde la fechade este Real decreto fuese obligatorio para los Caballeros denuevo ingreso la posesión de este uniforme, sin que pudie-sen ser admitidos a prestar el juramento sino acreditaran es-tar provistos del de gala, media gala y capota; dando un pla-zo de cuatro años a los que ya entonces eran caballeros delReal Cuerpo para hacerse los nuevos uniformes.

Todas estas novedades se publicaron por el RealCuerpo en un curioso folleto —del que conservamos ejem-

plar—, ilustrado con diversas cromolitografías del artistaseñor Revuelta.

Las últimas modificaciones en la uniformidad del Re-al Cuerpo de la Nobleza de Madrid se han producido des-pués de la última guerra civil, aunque no hemos logrado en-contrar su rastro en las actas corporativas. Así, actualmenteen vez de hombreras de cordón dorado y blanco se lucen pa-las metálicas con la cruz coronada; la pechera se hace apun-tada por la parte superior, y todos sus botones llevan ojalesde galón y sardinetas doradas; y se usa una bandolera se-mejante al cinturón, con cartuchera a la espalda. Hemoscomprobado estas novedades en los uniformes de los difun-tos caballeros señores Torre de Trassierra y Conde dePuñonrostro (que se conservan actualmente en las oficinasdel Real Cuerpo), así como en los de los caballeros don Fer-nando Gómez de Olea y Marqués de Sierra Bullones.

En la última asamblea general del Real Cuerpo, ce-lebrada el pasado 16 de junio, se tomó por unanimidad elacuerdo de aprobar un nuevo uniforme corporativo, pero sinabolir el que anteriormente hemos glosado, que quedará re-servado para los días de gala. La nueva vestimenta corporati-va, designada para uso diario, consiste en un uniforme muysemejante al del Cuerpo Diplomático —se quiere recordar deesta manera la secular dependencia orgánica del Real Cuer-po con el antiguo Ministerio de estado, actualmente Ministeriode Asuntos Exteriores—, y se compone de una casaca azulmarino con cuello, puños, vivos y vueltas carmesíes, borda-das de oro según el modelo de 1832; pantalón largo azul tur-quí con galón ancho de Casa Real, espadín y sombrero bi-cornio con pluma blanca. La iniciativa de esta novedad se hadebido al Sr. Barón de Gavín.

notas

1. Sobre indumentaria académica véase todo lo últimamente publi-cado en la Revista Internacional de Protocolo. Sobre los uniformesde los ingenieros, el estudio de Manuel Silva Suárez, Uniformes yemblemas de la Ingeniería civil española (Zaragoza, 1999). Sobreindumentaria en general, véase la ponencia de Enriqueta ClementeGarcía, en el I Congreso Internacional de Emblemática celebrado enZaragoza en 1999 (que está a punto de publicarse).

2. Archivo del Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid, libro 1º de ac-tas; y legajo 118 (1904).

3. Archivo del Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid, libro 1º de ac-tas, folios 228, 235, 240; y legajo 118 (1904).

4. Archivo Histórico Nacional, Estado, legajo 47.

5. Sobre esta gracia regia se cursó a todos los interesados un oficioimpreso del que guardo ejemplar en mi archivo.

6. Archivo del Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid, libro 2º de ac-tas, folios 386, 388-389; y legajo 118 (1904).

7. Archivo del Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid, libro 4º de ac-tas, folios 221vº-222, 226vº-229; y legajo 118 (1904).

8. Ibidem.

Page 31: Cuadernos de A€¦ · que la viñeta inferior reproduce la escena de Diana y Acteón, según el relato de Ovidio (colección particular). Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [3] FEDERACIÓN

Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [31]

Figs. 22-30: Uniforme corporativo actual. Col. RealCuerpo de la Nobleza de Madrid.

Page 32: Cuadernos de A€¦ · que la viñeta inferior reproduce la escena de Diana y Acteón, según el relato de Ovidio (colección particular). Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [3] FEDERACIÓN

Cuadernos de Ayala 6 - ABR/2001 [32]

En este número:

[2] Editorial: Una reflexión oportuna

[3] Federación Española de Genealogía y Heráldica

[4] Miscelánea

[5] Amigos de la Real Academia Matritense

[6-7] Entrevista con Manuel Rodríguez de Maribona

[8-10] Novedades y encuentros

[11-17] Don Antonio Maura: el Político en sus últimos

días según el General Santiago (y II), por Alfonso de

Ceballos-Escalera y David Borreguero.

[18-19] Revista de libros

[20] Cuadro de honor

[22-23] La etiqueta diplomática en la Corte de Carlos II (5):

La jurisdicción del embajador, por Aldo della Quaglia

[24] Revista de revistas

[25-31] Los uniformes del Real Cuerpo de la Nobleza de Ma-

drid. Sus orígenes, su historia y su actualidad, por Alfon-

so de Ceballos-Escalera y Francisco Fuster

[32] Versos de Historia y Tiempo, por sor Cristina de

Arteaga

Cuadernos de AyalaGaceta trimestral de información varia y miscelánea

sobre órdenes y condecoraciones, genealogía y heráldica,nobiliaria, iconografía, ceremonial y protocolo dirigida por el

Dr. D. Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila

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V E R S O S D E H I S T O R I AY T I E M P O

¿Para qué los blasones de sangre y nobleza?Nunca los blasonesfueron lenitivo para la trsitezade nuestras pasiones...¡No me des corona, Señor, de Grandeza!¿Altivez? ¿Honores? ¡Torres ilusoriasque el tiempo derrumba!¡Es coronamiento de todas las gloriasun rincón de tumba!¡No me des siquiera coronas mortuorias!No pido el laurel que nimba el talento,ni las voluptuosasguirnaldas de lujo y alborozamiento.¡Ni mirtos, ni rosas!¡No me des coronas que se lleva el viento!Yo quiero la joya de penas divinasque rasga las sienes...¡Es para las almas que Tú predestinas!¡Sólo Tú la tienes!¡Si me das corona, dámela de espinas!

sor Cristina de Arteaga(Sembrad, 1925)