cuánto y cómo cambiamos los chilenos. balance de una decada

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Una cronica acerca del caracter chileno

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PRESENTACIÓN

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

2 METRO DE SANTIAGO y la CORPORACIÓN CULTURAL METROARTE, han comprometido suesfuerzo en la difusión de este libro.

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PRESENTACIÓN

3Cuánto y cómo cambiamos los chi lenos. BALANCE DE UNA DÉCADA

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PRESENTACIÓN

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CUADERNOS BICENTENARIOPRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA

Cuánto y cómocambiamos los chilenos

BALANCE DE UNA DÉCADACENSOS 1992-2002

INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICAS

EUGENIO TIRONI, OSVALDO LARRAÑAGA,

EDUARDO VALENZUELA, DAVID BRAVO,

BERTA TEITELBOIM, VERÓNICA GUBBINS

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

6 Primera edición : noviembre de 2003I.S.B.N.: 956-7952-03-5Registro de Propiedad Intelectual N° 136.166Coordinador editorial: Hugo Rojas, INEEditora técnica: Lylian Mires, INEDiseño: Patricio AndradeImpresión: Andros impresores, Santiago de Chile

Esta publicación no puede ser reproducida,en todo o en parte, ni registrada o transmitidapor sistema alguno de recuperación de informaciónen ninguna forma o medio, sea mecánico,fotoquímico, electroóptico, por fotocopia ocualquier otro, sin permiso previo, por escrito de laSecretaría Ejecutiva de la Comisión Bicentenario odel Instituto Nacional de Estadísticas

© Instituto Nacional de Estadísticas© Comisión Bicentenario, Presidencia de la RepúblicaNueva York 9, piso 17, Santiago de ChileTeléfono: (56-2) 672 9565. Fax: (56-2) 672 9623Correo electrónico: [email protected]

INE (Chile)

Cuánto y cómo cambiamos los chilenos: balance de una década1992-2002/ Instituto Nacional de Estadística. SantiagoPublicaciones del Bicentenario, 2003.252 p.; 15 x 23 cms.

I.S.B.N.: 956-7952-03-5

CENSOSPOBLACION-ESTADISTICAS

312.8

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PRESENTACIÓN

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ÍNDICE

Presentación 9Ricardo Lagos Escobar, Presidente de la República

Introducción 13Máximo Aguilera Reyes. Director Instituto Nacionalde Estadística, INE

I. ¿Es Chile un país moderno? 15Eugenio Tironi, con la colaboración de Tomás Ariztía

II. ¿Cómo y dónde viven los chilenos? Vivienday patrimonio 77Osvaldo Larrañaga

III. Movilidad residencial y movilidad social 105Eduardo Valenzuela, Soledad Herrera

IV. Trabajo: dignidad y cambios. El mercado laboral chileno 135David Bravo

V. Cambios sociodemográficos en educación 161Berta Teitelboim, Valeria Salfate

VI. Familia: innovaciones y desafíos. Las familiaschilenas en la década 1992-2002 191Verónica Gubbins, Francisca Browne, Andrea Bagnara

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PRESENTACIÓN

9El libro que se nos presenta, basado en la comparación de los Censosde 1992 y 2002 nos permite dar una mirada al Chile que ha surgido enlos últimos diez años.

La evidencia recogida nos muestra el proceso de desarrollo que havivido Chile, sus avances y también nos da señales de lo mucho quenos queda por hacer.

El rostro de Chile que surge de este estudio es el de un país que haexperimentado en esa década notables avances en su prosperidad ycalidad material de vida, con una multiplicación de sus oportunidadeseducacionales y ocupacionales y que ha sido escenario de un intensoproceso de movilidad social ascendente.

Esto se refleja especialmente en los procesos de integración e in-clusión social que han protagonizado los sectores que se encontrabanen situación de mayor marginación y discriminación. Ello ha sido sinduda resultado de nuestra capacidad de crecimiento económico, peroel estudio muestra claramente que estos avances no habrían sido posi-bles sin las políticas pro-equidad que se han venido aplicando.

Esa relación virtuosa entre crecimiento y una activa política socialque generó redes de apoyo, protección y acceso a oportunidades, estáen la base de los logros alcanzados en integración e incorporación.

Logros que han permitido que los chilenos que vivían en más pre-carias condiciones, hayan podido ir accediendo a los beneficios del pro-greso que ha experimentado el país en estos años.

Hoy casi el 91% de la población habita en viviendas que cumplencon los estándares básicos de calidad, un 10% más que en 1992. El79% tiene acceso a infraestructura básica, 18% más que hace 10 años.

PRESENTACIÓNCUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

Ricardo Lagos EscobarPresidente de la República

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El 80% de los hogares tiene acceso a bienes durables que han facilitadosu calidad de vida, un 30% más que hace una década.

El proceso de integración e incorporación social ha tenido tambiénuna herramienta clave en la expansión de la oferta educativa. Esta hacrecido sostenidamente en la última década, aumentando el acceso ala educación parvularia y llevando al país prácticamente a una univer-salización de la educación básica y a una importante ampliación de laeducación media y superior.

La cobertura en educación superior es el más importante aumentode este nivel educacional en la historia de Chile.

Los mayores niveles educativos han sido factor muy importantepara acceder al mercado de trabajo. Hoy la fuerza de trabajo y la pobla-ción ocupada han aumentado su nivel de escolaridad en una tasa ma-yor que el promedio de la población

Así también se ha producido un aumento significativo de la pro-porción de la población chilena que ha accedido a un empleo. Ellosignifica no sólo ingresos, sino también movilidad social y capacidad deplantearse nuevas expectativas de progreso y bienestar.

Pero lo que resulta más importante es que si los datos globales queaparecen en el libro los desagregamos por nivel socioeconómico, nosencontramos con que las familias más pobres son las que más se hanbeneficiado de este progreso.

Si observamos sólo algunos datos desagregándolos a nivel comu-nal, algunos de los cuales señalé en el Mensaje Presidencial del 21 deMayo de 2003, podemos notar que en la comuna de la Pintana, loshogares con refrigerador crecieron en un 117%. Más del doble en estadécada.

En Tirúa, una comuna de la octava región, en que 47% de la po-blación es de origen mapuche, los hogares que poseen una lavadorahan crecido en un 955%.

Lo mismo podemos observar en educación.Las familias con menos recursos, las que viven en comunas aparta-

das de los grandes centros urbanos son las que más se benefician.Tomemos el caso de Huasco. Allí, la matrícula preescolar es hoy

190% más que en 1992.En Colchane, comuna ubicada en la I región, a más de 2000 metros

de altura y a 265 kilómetros de Iquique, los estudiantes de educaciónmedia son un 200% más que en ese mismo año.

En Pudahuel los jóvenes que ingresaron a la educación superioraumentaron en un 330%

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Hoy, casi el 80% de los estudiantes que cursan la educación supe-rior son hijos de padres que no alcanzaron ese nivel educativo.

Por otra parte, si se examina la evolución de la escolaridad entrelas zonas rurales y las áreas urbanas, se observa también una concen-tración de los avances en las primeras, que son las que acumulaban unmayor déficit de arrastre.

Por ejemplo, en el caso de la cobertura de la educación media estaaumenta en las zonas rurales del 50 al 76,8% en la última década, loque representa un salto espectacular. Algo semejante se aprecia en lacobertura de la educación parvularia.

Estos y otros indicadores que se presentan en el estudio muestranque se ha producido en los hechos un avance real en la mejoría de ladistribución del ingreso, que no ha sido aún suficientemente captadopor las metodologías que realizan mediciones relativas a este tema. Sinduda queda mucho por hacer en esta materia de desigualdad de ladistribución del ingreso nacional. Pero es claro también que los avan-ces identificados han tenido un fuerte impacto en la calidad de vida delas personas.

Lo anterior nos indica que se está dando lo que podría llamarse“un proceso subyacente de redistribución”, fruto de las políticas socia-les y contracíclicas que se han seguido, lo que ha permitido proteger alos grupos más postergados y ofrecerles oportunidades de acceder amejores condiciones reales de existencia.

Persiste aún, sin embargo, pese a los avances reseñados, una bre-cha que debemos superar entre el progreso del mundo urbano y el delmundo rural.

Tenemos aquí un desafío pendiente.Lo fundamental es que estamos en presencia de otro Chile que el

de hace diez años atrás. Es un Chile que, fruto del esfuerzo de todossus hijos, no sólo vive hoy mejor, sino también con menos exclusión ymás integración.

Es un Chile más diverso y plural, donde su capital, Santiago, ya noes el polo que invariablemente absorbía los flujos migratorios. Muchosjóvenes optan por ir a las regiones a buscar oportunidades de una bue-na vida. Muchos de ellos deciden permanecer en su región de origen.Muchos deciden estudiar y formarse en áreas distintas a las tradiciona-les. Son emprendedores, echan a volar su imaginación con libertad.

Naturalmente como en todo cambio de envergadura, este progresoimplica transformaciones en los modos de vida, en las formas de traba-jo. Surgen nuevas realidades y valores. Nuevas formas culturales. Ellotrae como consecuencia a menudo tensiones que generan incertidum-

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bres, temores, sentimientos de inseguridad y hasta de malestar frente alos cambios, que en algunas ocasiones oscurecen las oportunidades ymejorías que ellos abren.

Ello es explicable, pero no debe nublarnos la visión respecto al tre-mendo patrimonio acumulado que nos permite plantearnos con con-fianza el porvenir.

Haber recuperado la democracia, ampliado las libertades y crecidocon un sentido de equidad ha sido la clave para sentar las bases delChile próspero y justo que queremos. Nos permite proponernos comopaís metas grandes y desafíos fuertes para alcanzar un Chile desarrolla-do en un tiempo prudente y realista.

Lo ya logrado nos muestra que ese Chile es posible.Aspiramos a un Chile con un nivel de crecimiento económico sos-

tenido en el tiempo, integrado al mundo, que manifieste notables me-joras en la calidad de vida de su gente, progrese permanentemente enla distribución del ingreso, exhiba una densidad democrática sólida,altos niveles de probidad, eficiencia y responsabilidad públicas, un teji-do ciudadano diverso y activo, y se consolide como una sociedad cul-turalmente pluralista.

Trabajar por un Chile desarrollado significa entonces impulsar elcrecimiento; que sea socialmente más justo; con más libertad para losciudadanos, más pluralista y tolerante, con una democracia sólida. Endefinitiva una sociedad en que el progreso se exprese en posibilidadesde realización personal y colectiva para todos.

Esta es nuestra gran tarea y a ella estamos todo convocados.

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PRESENTACIÓN

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INTRODUCCIÓN

Máximo Aguilera ReyesDirector del Instituto Nacional de Estadísticas

Una visión a partir de los datos del Censo 2002: cuánto y cómo cam-biamos los chilenos, es parte de una etapa más avanzada del desafíoque asumió el Instituto Nacional de Estadísticas con la realización delCenso 2002. El liderazgo del INE en la producción de las estadísticas,sin duda implica también procurar que el país obtenga el máximo pro-vecho de la información recopilada.

A través de este volumen, que convoca a destacados especialistasde las áreas social y económica, ofrecemos una mirada más profundadel Chile actual. Más allá de la constatación de cambios en las estructu-ras de población, mercado laboral y educación, entre otros, estos aná-lisis invitan a una reflexión mayor acerca de sus causas y consecuen-cias y las líneas de acción a seguir con miras al desarrollo a queaspiramos.

Por ello, resulta lógico y natural presentar este trabajo en el marcodel Foro Bicentenario 2003 en el que nos preguntamos si Chile se acer-ca al umbral del desarrollo.

Más allá del simbolismo del Segundo Centenario de la República,los pormenores del acelerado proceso hacia el pleno desarrollo quevive el país, están registrados en los datos Censo 2002 y es un impera-tivo examinarlos y analizarlos oportunamente.

Porque ciertamente, el dinamismo de los cambios, exige actuar conpresteza mientras la información conserve una vigencia que se tornacada vez menor al ritmo de los tiempos.

Consciente de esta realidad, el INE intensifica el cumplimiento desu misión en procura de optimizar el impacto de la información esta-dística en el desarrollo del país.

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Aporta también a la reflexión en torno al cumpleaños 200 de Chi-le, al presentar en términos objetivos la evolución en torno a los desa-fíos y transformaciones que nos hemos puesto como meta para el año2010. Junto con una mayor y mejor información de los hechos quetienen efectos inmediatos en la calidad de vida de las personas, estaedición ofrece una perspectiva más amplia de los cambios y la formaen cómo ellos se producen.

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¿ES CHILE UN PAÍS MODERNO?

15PREFACIOA partir de la información del XVII Censo de Población y Vivienda del2002, este artículo da a conocer los resultados de la reflexión realiza-da sobre los cambios experimentados en la sociedad chilena desde elpunto de vista de la modernización.

El artículo se divide en cuatro secciones. En la primera, se haceuna breve recapitulación del contexto político y económico en que sedesenvolvió la sociedad chilena en el período 1992-2002. En esta par-te, también se recogen las principales interpretaciones surgidas en laliteratura acerca de esa etapa. En la sección segunda, se describen losprincipales ejes de cambio derivados de los antecedentes del Censo, yse ofrece una síntesis comprensiva de los diferentes capítulos del li-bro, donde estas transformaciones son exploradas con mayor profun-didad.

La tercera y cuarta secciones, evalúan la hipótesis de la moderni-zación como guía para comprender el sentido de las transformacionesrecientes de la sociedad chilena. En la tercera, se definen seis indica-dores de modernización a partir de la literatura sociológica clásica, yse evalúan a partir de ellos las transformaciones observables con elCenso, para concluir que en la década de los 90 Chile ha finalizadouna primera etapa “básica”de modernización.

En la cuarta, se hace un ejercicio de observación comparada delproceso chileno de modernización respecto de dos casos paradigmáti-cos: EE.UU. y España. Luego, se discute cuál es el tipo o modelo demodernización que Chile estaría siguiendo, lo cual permitiría los cam-bios en curso, de cara el próximo Censo del 2012. A partir de la tipo-logía empleada –que no es la única válida, ni mucho menos–, más

CAPÍTULO I¿ES CHILE UN PAÍS MODERNO?

COMENTARIOS SOBRE EL CENSO 2002

Eugenio Tironicon la colaboración de

Tomás Ariztía

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otros elementos agregados, concluimos que la sociedad chilena se acercaal “modelo liberal” propio de países como los EE.UU.

El artículo termina con una síntesis y una reflexión acerca de algu-nos desafíos de índole sociológica que abren la nueva etapa a la que haentrado el Chile moderno; concretamente, todo lo relacionado con lareconstrucción o revitalización de los vínculos comunitarios, severa-mente deteriorados por el radical y acelerado proceso de moderniza-ción en curso en las últimas décadas.

La pretensión de este artículo no es, en absoluto, dar por cerrada ladiscusión acerca del sentido de los cambios de la sociedad chilena du-rante los 90. Muy por el contrario, busca simplemente retomar algu-nas hipótesis, pero ahora a partir de una información empírica que noestaba disponible, como es la entregada por el Censo 2002.

I. LA DÉCADA DEL 90 Y SUS DEBATESLas transformaciones sociales de las que da cuenta este texto, basándo-se en la comparación entre los Censos 1992 y 2002, se desplegaron enun país que estaba experimentando cambios profundos en todos losniveles. Por una parte, la institucionalidad democrática estaba someti-da a un proceso incierto de reforma y consolidación, haciendo frente atemas extraordinariamente complejos como el de verdad y justicia enmateria de derechos humanos. Por otro lado, estaba a prueba la capa-cidad del orden económico instaurado bajo un régimen autoritario deadaptarse a las exigencias de un sistema democrático y a sus demandasde cambio. A esto hay que sumar una serie de mudanzas de tipo cultu-ral, apoyadas en el nuevo régimen de libertades creado con la vuelta ala democracia. Todo esto suscitó y suscita un fuerte debate intelectual ypolítico acerca del significado de la década de los 90 para Chile; acercade cómo se entronca con el pasado, el tipo de sociedad que emerge, yel futuro que le espera. Esta primera sección intenta dar cuenta de estecontexto, para así poner en perspectiva las transformaciones que reve-la el Censo 2002.

1. 1992-2002: un recuentoEn abril de 1992, cuando se realizó el XVI Censo de Población y Vi-vienda, la sociedad chilena iniciaba a tientas una nueva fase de su de-sarrollo. La democracia, reinaugurada en marzo de 1990, se afirmabalentamente. Debía superar pruebas difíciles como encarar el tema pen-diente de la violación de los derechos humanos y los consiguientescorcoveos de una fuerzas armadas aún lideradas por el general Augus-to Pinochet. En pocas semanas (junio, 1992) se realizarían las primeras

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elecciones de alcaldes y concejales en las 342 comunas del país, y no sesabía a ciencia cierta si se mantendría la distribución de fuerzas de laelección presidencial y parlamentaria de 1989.

Por otra parte, la economía abierta y de mercado, consolidada enlos años 80, recuperaba su crecimiento después de una fuerte caída en1990, pero estaba lejos de satisfacer aquellas expectativas de la pobla-ción reprimidas en el período autoritario. Consciente de esto, el go-bierno de la época, encabezado por Patricio Aylwin, puso en marchanumerosos programas sociales, especialmente en vivienda, salud y edu-cación, introduciendo políticas novedosas hacia el mundo indígena yla mujer. Como resultado, la extrema pobreza tuvo una inmediata caí-da a la mitad, lo que constituyó uno de los grandes éxitos del período.

A) LA VIGILIANada vaticinaba, a comienzos de los 90, que el país gozaría de estabili-dad en sus instituciones y en su convivencia política. La curiosa situa-ción de un general Pinochet que dejaba el Gobierno pero seguía ejer-ciendo la Comandancia en Jefe del Ejército, una institucionalidadpolítica creada en dictadura y que no había pasado el test de la demo-cracia, enormes presiones acumuladas en materia de derechos huma-nos y demandas sociales insatisfechas, una coalición de gobierno decentro-izquierda compuesta por corrientes disímiles que se habían en-frentado duramente en el pasado, más una oposición de derecha quehabía participado en la dictadura y que miraba con sospecha la nuevademocracia. Todo esto constituía una amalgama que no anunciaba niuna conducción política robusta ni mucho menos estabilidad. Estasaprehensiones, sin embargo, fueron contradichas por los hechos.

No se puede desconocer que hubo muchos campos críticos, consituaciones que si hubiesen sido mal manejadas, habrían alterado dra-máticamente el curso de la historia como hoy se conoce1. Uno de ellosera el campo de los derechos humanos. El nuevo gobierno crea a me-diados de 1990 la Comisión de Verdad y Reconciliación para conocer larealidad de las principales violaciones de los derechos humanos y parafijar una política al respecto, cuyo informe es entregado al PresidenteAylwin, en febrero de 1991. Su decisión de favorecer la investigaciónpor los tribunales y de entregar a las víctimas o a sus familiares unareparación de parte del Estado, contó con la férrea oposición del Ejér-cito y las Fuerzas Armadas. Los tribunales de justicia comenzaron amostrar avances en casos emblemáticos, el principal de los cuales fueel del asesinato Letelier-Moffit en Washington.

La novel democracia tuvo que enfrentar otro aspecto problemáti-

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co, como el de la operación de grupos armados con fuerte apoyo polí-tico, resueltos a desestabilizar el orden constitucional y al gobierno dela Concertación, a quienes se les imputaba representar otra forma de lamisma dictadura instaurada en 1973. En 1990 y 1991, se produjerongraves atentados contra personeros vinculados al régimen militar, en-tre ellos un ex miembro de la Junta Militar, el general Gustavo Leigh.Lo más delicado, sin embargo, fue el asesinato del senador Jaime Guz-mán en abril de 1991, quien fuera el principal vocero intelectual delrégimen autoritario y líder del partido que nació de esta experiencia: laUnión Demócrata Independiente (UDI). A esto hay que agregar dosasonadas militares (los llamados “ejercicio de enlace” y “boinazo”),motivadas por investigaciones parlamentarias que comprometían amiembros de la familia del general Pinochet.

Contra los pronósticos de la mayoría de los analistas, el sistemapolítico inaugurado en 1990 resistió los embates y, lo más sorprenden-te, adquirió un marcado cariz cooperativo. Esto fue favorecido sin dudapor el tipo de transición negociada que se puso en marcha una vez quela oposición (la alternativa No) triunfó en el plebiscito de 1988, lo quefue precedido por la postura moderada de esa misma oposición en elcurso de la campaña previa al mismo2. De esta forma, bajo la adminis-tración Aylwin, se alcanzaron estratégicos acuerdos con la oposiciónen materia tributaria, laboral, constitucional, entre otros; lo que le fa-cilitó alcanzar los tres grandes objetivos que tenía por delante: mostrarsignos de cambio en la forma de gobierno, con un estilo inclusivo yparticipativo; exhibir eficacia en el manejo de la economía; y desplegarsu compromiso con los valores de la justicia social, reclamados por subase de apoyo (Foxley y Sapelli, 1999). Esto afianzó la gobernabilidadde la nueva democracia chilena, a la vez que permitió al modelo socio-económico implantado bajo un régimen autoritario obtener un mayorgrado de legitimidad social.

Chile vivía entonces, por así decirlo, en estado de vigilia. Los acto-res políticos y sociales (incluyendo el mundo sindical y empresarial),así como los medios de comunicación y la misma población, se movíancomo si tuvieran pies de plomo. El piso se presumía frágil, lo que pro-movió la llamada “política de los consensos”, que privilegió los acuer-dos a la confrontación, en un deseo compartido de reducir las incerti-dumbres. Los electores premiaron esta conducta, sancionado en cambioa las fuerzas políticas disruptivas, como aquella representada por unPartido Comunista, opositor a la participación en el plebiscito de 1988y, por consiguiente, al tipo de transición que se desplegó después3.

Las elecciones presidenciales y parlamentarias de 1993 ratificaronlas tendencias a la moderación y al acuerdo. Así se consolidó un esce-

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nario electoral configurado en torno a dos fuerzas ampliamente mayo-ritarias, cuyos orígenes se remontan al régimen autoritario: las fuerzasque lo apoyaron, agrupadas en la coalición Participación y Progreso(hoy Alianza por Chile), y las que se opusieron agrupadas en la Con-certación por la Democracia, que alcanzó en esta elección una mayoríaaún más amplia que la obtenida en 1989.

La mayor estabilidad de las instituciones democráticas, sumada aque la economía, el empleo y los ingresos de la población mostrabanuna consistente mejoría, llevaron a la sociedad chilena a entrar a unaetapa de mayor confianza. Prueba de ello es que en agosto de 1991 elPresidente Aylwin declaró que la transición como tal había concluido,y que lo que restaba era la consolidación y ampliación de la democra-cia, lo que desató una amplia polémica4.

B) LA EUFORIAHacia mediados de los 90, la confianza ya se había transmutado en unacierta euforia.

No era para menos. La economía llegó a crecer al 12% en 1992,alcanzando en el lapso 1992-1997 un promedio levemente superior al8% anual. La inflación, por su parte, cayó bruscamente desde el 27,3%,en 1990, hasta el 4,7% en 1997, mientras las cuentas fiscales adquiríangran solidez. En este contexto el desempleo se estancó en cifras cercanasal 6%. El ingreso per cápita, de US$ 2.625, en 1990, se empinó a US$4.956, en 1997; y la pobreza, que afligía al 38,6% de la población, en1990, se contrajo al punto de afectar al 21,7% de la misma, en 19985.

Todo esto condujo a que, en el período 1992-1997, las expectativaseconómicas de la población alcanzaran niveles sin precedentes6. Juntocon ello, la misma comienza a elevar sus niveles de consumo, así comosus grados de sofisticación, asimilando paulatinamente los llamadospatrones “modernos”7. Esto trae aparejado un progresivo cambio cul-tural, en la dirección de una sociedad donde “...las normas, actitudes yexpectativas se conforman a los mecanismos de mercado...” (Lechner,1998). En esta “sociedad de mercado”, los individuos esperan poco delgobierno y de la acción colectiva organizada: confían más bien en elesfuerzo propio –aunque ello vaya acompañado de una mayor dosis deriesgo–, e invierten por ello fuertemente en “capital humano”, vía edu-cación, como se verá más adelante.

El fuerte crecimiento económico, bajo un modelo de economía demercado, los signos claros de progreso social y las transformacionesculturales que ello trajo consigo, coincidían en la mitad de la décadadel 90 con una creciente estabilidad política.

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No obstante diversas “turbulencias”, como las ya comentadas, lainstitucionalidad política del país nunca quebró8. En esto incidierondiversos factores, entre los cuales cabe mencionar al menos cuatro.Primero, el hecho de que la institucionalidad política creada por el ré-gimen militar, reformada en 1989, debido a una negociación entre elgobierno autoritario saliente y las fuerzas triunfadoras del plebiscito de1988 (la Concertación), generara un marco de certidumbre significati-vo. Segundo, la cómoda mayoría electoral de la Concertación de Parti-dos por la Democracia, hizo posible controlar simultáneamente el Eje-cutivo, el Parlamento y la mayor parte de los municipios del país–mayoría que se incrementó entre las elecciones de 1989 y las de 1993(Gráfico 1)–, y le permitió contar con un liderazgo político fuerte.

En tercer lugar, también influyó decisivamente en la estabilidadobservada el hecho de que el sistema político chileno adquiriera unafisonomía bi-partidista, con dos grandes bloques (la Concertación en lacentro-izquierda y la Alianza en la centro-derecha) que concentraranalrededor del 90% de los votos, con un espacio cada vez menor paralas opciones alternativas, sean comunistas, verdes, populistas de dere-cha o de otro tipo; lo cual confirmaba la pervivencia del conflicto auto-ritarismo-democracia creado en el período de la dictadura9. Por últi-mo, hay que agregar un factor ya mencionado: la predisposición de losactores políticos a alcanzar acuerdos sobre ciertas materias básicas deorden económico y político.

Gráfico 1. Elecciones municipales y parlamentarias 1989-1993. Porcentaje de votación por pacto país

Fuente: Elaboración propia sobre datos de Tricel, en www.interior.gov.cl

0

10

20

30

40

50

60

1989 1993 1999 2001

(denominaciones) Concertacion por la democraciaAlianza por Chile (u otras)

Otros

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El progreso económico y la estabilidad política traen muchos bene-ficios –entre otros, mayor bienestar y certidumbres funcionales a lainversión, el empleo y el crecimiento económico–, pero también impli-ca “costos”. Uno de ellos es una mayor apatía política de la población.Algo de esto se dio en el caso de Chile en el período comentado. Porejemplo, la inscripción de los jóvenes en los registros electorales cayódramáticamente, al punto de que si el grupo entre 18 y 24 años repre-sentaban el 20,3% del total de los electores para el plebiscito de 1988,para las elecciones presidenciales y parlamentarias de 1993 alcanzó el13,1%, y apenas el 3,4% en las parlamentarias del 200110. Se suma aesto un aumento de las abstenciones, votos en blanco y nulos, lo quefue especialmente notorio en las parlamentarias de 1997, donde alcan-zaron un 13,7% y 13,5%, respectivamente. Si se suman todos estosfactores se concluye que en 1997, 3,7 millones de los 9,6 millones devotantes potenciales, decidieron no tomar parte en la elección11. A estohay que agregar la reducción significativa en la identificación de laspersonas con los partidos políticos, lo que indica la emergencia de unsegmento crítico de electores más volátiles, vale decir, con menos ata-duras y lealtades hacia las dos grandes coaliciones (Agüero, 1998).

A lo anterior se sumaron, ya desde mitad de los 90, sentimientosde aislamiento, soledad, ausencia de sentido, angustia ante la erosiónde los vínculos comunitarios, como efecto del rápido proceso de mo-dernización social producido en esta época. Fue el llamado “malestar”,del que se hizo eco con un inocultable entusiasmo la intelectualidadcrítica a la transición y amplios sectores políticos ligados a la Concerta-ción12.

C) EL DESCONCIERTOEl XVII Censo de Población y Vivienda, realizado en abril del 2002,encuentra a la sociedad chilena en una situación muy diferente a ladescrita precedentemente. 1997 es el punto de quiebre. A partir de ahíse inicia otro período, con rasgos muy diferentes al descrito hasta aquí.El crecimiento de la economía cae casi a la mitad (de 6,7% a 3,2% en1998), el desempleo salta en dos años, del 6.4% en junio del 1997 al11,1% en el mismo mes de 1999, y se estanca el incremento de losingresos de las personas13. Con todo esto, es fácil comprender que laeuforia del período precedente deviniera en desconcierto. La compara-ción entre los Censos de 1992 y 2002, por lo tanto, incluye dos perío-dos muy diferentes: el de1992-1997 y el de 1998-2002.

Se suma a lo anterior el resultado de la elección parlamentaria de1997, donde por primera vez la Concertación experimenta una con-

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22 tracción severa, preservando apenas mayoría absoluta con solo el 50,4%de la votación. Este resultado ratifica, en el seno de la coalición gober-nante, la sensación extendida de desencanto y frustración por lo quese estimaba un escaso avance en la corrección de las desigualdades deingreso y oportunidades, a lo que se suma una creciente desafecciónpolítica de la población (Agüero, 1998). Hay que agregar a este pano-rama la detención del general Pinochet en Londres en 1998, lo quegeneró fuertes tensiones internas y llegó a poner en duda el éxito de latransición política y la manera cómo esta enfrentó el problema de laviolación a los derechos humanos.

A fines de los años 90 los pilares del optimismo reinantes en lasociedad chilena, durante la mitad de esa década, como efecto de unalto crecimiento económico, bajo desempleo, alza progresiva de losingresos, nuevas oportunidades de consumo, y una sólida y alta mayo-ría que aseguraban fuerte liderazgo y estabilidad políticas, comienzana desvanecerse. En la población brota la frustración ante el menor di-namismo y eventual resquebrajamiento de un modelo económico, so-cial y político al cual se habían tenido que adaptar en los 80-90. Yemerge en distintos ámbitos la pregunta de si acaso la economía demercado soportará una contracción económica, y si la nueva democra-cia resistirá el fin del virtual monopolio ejercido por la Concertación yel inicio de una real competencia política.

Lo que experimenta Chile desde 1998 en adelante, no puede sercaracterizado propiamente como crisis económica, pues ni su econo-mía entra jamás en recesión, no colapsan sus instituciones económicasni el modelo económico se ve sometido a un cuestionamiento real-

Gráfico 2. Evolución Producto interno bruto y tasa de desempleo: 1997-2002

Fuente: PIB: Banco Central, Desempleo: INE. Datos tomados de www.bcentral.cl.

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PIB Desempleo Desestacionalizado

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mente severo14. Si no es propiamente una crisis económica, ¿qué esentonces lo que experimenta la sociedad chilena a partir de 1998, quela lleva a comportamientos diferentes al período anterior?

Intentando responder a esa interrogante hemos introducido en otraocasión la noción de “crisis sociológica”15. Esta simplemente trataría dedar cuenta de la situación de una sociedad que renuncia a la expectati-va de un Estado protector, que se adapta a las condiciones de la econo-mía de mercado y que, de pronto, comprueba que la misma no cumplecon su promesa tácita: asegurar crecimiento continuado, empleo esta-ble, mayores ingresos y nuevas oportunidades de consumo, todo locual iba a permitir a cada uno hacerse cargo de sus propios asuntos enmaterias tales como educación, salud, previsión y hasta seguridad. Lacontracción del crecimiento, por lo tanto, tuvo efectos que trascendie-ron lo estrictamente económico, especialmente para una amplia clasemedia que no contaría ya –como antaño– ni con protección estatal nicon el apoyo de redes comunitarias, extinguidas a consecuencia de laindividuación y competencia que acarreó la violenta modernizaciónde los 90.

La sociedad chilena de los 90, en suma, se hizo adicta al crecimien-to; y en 1998 tuvo que asumir bruscamente que debía dejar de contarcon este, al menos con la intensidad del período precedente. Esto pro-vocó una suerte de síndrome de privación, con sus consecuencias co-nocidas: frustración, pesimismo, angustia, depresión.

D) LA COMPETENCIAEn el contexto anterior se produce, en 1999, una verdadera revoluciónpolítica con la irrupción de la candidatura a la Presidencia de JoaquínLavín con su lema “Viva el Cambio”. La clásica división del trabajo delos 90, con una derecha concentrada en los negocios y una centro-izquierda volcada al gobierno, había llegado a su fin. La competenciapolítica irrumpió en Chile, lo que ciertamente constituyó una buenanoticia desde la perspectiva de la vida democrática del país.

En efecto, Lavín se propuso construir una alternativa competitivaen la arena electoral propia de una democracia. Con este objetivo en lamira, no trepidó en tomar distancia de Pinochet, condenar la violaciónde los derechos humanos, rechazar nuevas privatizaciones y la reduc-ción del tamaño del Estado, visitar a Fidel Castro en Cuba, entre otrasiniciativas orientadas en la misma dirección. Esta actitud marcaba unfuerte contraste con la conducta clásica de los grupos de derecha, des-de la derrota en el plebiscito de 1988 en adelante: una atención extre-

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ma por influir sobre quienes gobernaban, para contener cualquier ten-tación por desmantelar el modelo imperante, pero ningún intento se-rio de ganar el gobierno para la derecha. Este esquema fue el que ter-minó con la emergencia del liderazgo de un Lavín, que tuvo queimponerse, dentro de su propio conglomerado, a un extendido escep-ticismo de la derecha tradicional16.

La Concertación también experimentó cambios importantes a fi-nes de los 90. En este caso, se trató del desplazamiento de la hegemo-nía demócrata-cristiana, bajo la cual esta coalición había surgido y go-bernado por dos períodos consecutivos, a un liderazgo laico de cortesocial-demócrata, representado por el ganador en las primarias inter-nas de la coalición, que seleccionó a su candidato presidencial, RicardoLagos.

La equiparidad en la elección presidencial de fines de 1999, queobligó –primera vez en la historia– a una segunda vuelta, a comienzosdel 2000, reinauguró en Chile una democracia propiamente competi-tiva. El fenómeno Lavín probó no ser efímero, como lo demuestra elacercamiento progresivo de la Alianza por Chile a la Concertación enlas elecciones municipales del 2000 y en las parlamentarias del 2001(Gráfico 1). Lo que se configura, en suma, es un nuevo equilibrio polí-tico, con dos fuerzas muy parejas, ambas con la expectativa de ganarlas próximas elecciones presidenciales del 2005.

No es posible terminar este recuento del contexto en que se en-marcan los Censos 1992 y 2002 sin mencionar dos hechos externos a lasociedad chilena, pero que la marcaron profundamente en el plano sub-jetivo. El primero son los acontecimientos del 11 de septiembre del 2001,cuando el terrorismo ostenta su forma trágica y se erige como una nue-va amenaza de la estabilidad mundial, y el orden adquiere una nuevadimensión en el mundo entero. El segundo, es la crisis económica, polí-tica y social de Argentina, donde alcanza caracteres dramáticos el efectodel populismo y de la indisciplina, y pone en el tapete el valor de laausteridad y del hacer las tareas bien y a tiempo. Ambos fenómenos, sinduda, han llevado a los chilenos, por una parte, a redimensionar suspropias dificultades, y, por otra, a apreciar sus propios logros.

Por último, hay que agregar que, desde el 2000, los problemas eco-nómicos y sociales no se han acentuado, sino que se han amortiguado.El crecimiento económico se ha retomado y el desempleo ha comenza-do a ceder, al tiempo que el clima político del país –pese a la irrupciónde problemas mayúsculos, como las irregularidades detectadas en laadministración del Estado–, se ha mantenido en cauces cooperativos,lo que ha permitido un conjunto de reformas sociales y macroeconó-

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micas de gran trascendencia. Todo esto ha ido mejorando las expecta-tivas de todo orden. En abril del 2002, al momento de responder laspreguntas del Censo, algunos de estos nuevos elementos ya estabanpresentes en los entrevistados.

2. Interpretando los 90: el debateComo corolario de los cambios que experimentó la sociedad chilenasurgió a la luz pública la publicación de numerosos libros orientados adar cuenta del “nuevo Chile de los 90”. Ya sea en una línea académica,o directamente enfocados a la opinión pública y la divulgación masiva,esta verdadera avalancha de ensayos y estudios tuvo como principalpropósito dar pistas para comprender una sociedad emergente que seresistía a las categorías tradicionales de análisis. Sorpresivamente, mu-chos de estos libros se convirtieron en éxitos de venta, reflejando elinterés de los chilenos y chilenas por encontrar sentido a los cambiosque estaban experimentando en carne propia17.

Aunque las preguntas de todos son similares, las respuestas de losdiferentes autores difieren, dando pie a un amplio abanico de interpre-taciones sobre el Chile de los 90. Más allá del optimismo o el pesimis-mo de los diferentes análisis, se pueden distinguir cuatro líneas de in-terpretación de estos años: las que ponen el acento en las continuidadesperversas del período autoritario; las que analizan básicamente sus li-mitaciones, especialmente de índole política; las que ponen de relievelos dolores y angustias que ha traído consigo el esfuerzo modernizadorde los 90; y, por último, aquella que no cansa de sorprenderse, con unamirada un tanto maravillada, de los efectos de los cambios de esos tiem-pos.

A) LA CONTINUIDAD PERFECTAEn esta primera línea de interpretación, el principal exponente es To-más Moulian (1998).. Su libro Chile. Anatomía de un mito, tiene unaenorme influencia como sostén intelectual de la malaise que se apode-ra del mundo político de centro-izquierda desde la caída, a partir de1998, del crecimiento, el empleo, los ingresos y las expectativas. Esteautor reniega de cualquier aspecto positivo en los cambios ocurridosen los 90, a los que juzga como mera perpetuación del modelo de so-ciedad de mercado impuesto durante la dictadura. El Chile de los 90viene a ser un corolario del 73.

La perpetuación de la desigualdad y el deterioro de las condicionesde vida de los chilenos asalariados bajo la lógica de mercado son, para

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Moulian, los principales cambios de la década; lo cual se disfraza bajo un“cuidadoso marketing del éxito económico”. Incluso, uno de los logrosde la época que suscita mayores consensos, el acceso masivo a bienesde consumo que mejoran la calidad de vida, es interpretado por esteautor como una estrategia de disciplinamiento y despolitización de lapoblación.

Los noventa, en suma, consolidan una sociedad de “mercados des-regulados, indiferencia política, individuos competitivos socializados,realizados o compensados en el placer de consumir, asalariados sociali-zados en el disciplinamiento y excluidos” (Moulian, 1997:18). Todoesto en contraste con una sociedad centrada en la acción política y quehace de esta el ámbito privilegiado de la vida social, como habría sidola sociedad chilena de los años 60, a la que se le recuerda con indisimu-lada nostalgia.

En una línea coincidente, aunque con mayor énfasis en el análisisdel sistema político, se encuentran los planteamientos de Joignant(2002), para quien los noventa son la consagración del giro económicoliberal que imprimió la dictadura, en cuyo centro se encuentra unademocracia limitada carente de legitimidad. Desde una perspectivapuramente económica, el libro La transformación económica de Chile ponetambién el acento en la continuidad, señalando que los años noventase sitúan en el contexto de veinticinco años de un mismo modelo econó-mico; pero a diferencia de los enfoques anteriores, aquí se celebra–no se condena– la consolidación de un sistema que se juzga exitoso, alpunto de afirmar que Chile estaría en franco camino al desarrollo (La-rraín et al., 2000)

B) LA MODERNIZACIÓN LIMITADAHay una segunda línea de interpretación de los 90, que rescata impor-tantes logros, como serían la consolidación de un régimen democráticoy el mantenimiento de la estabilidad económica, pero advierte acercade las limitaciones que enfrenta el proceso de modernización, colocan-do un fuerte énfasis en aquellas de orden político-institucional.

Un buen representante de esta corriente es Manuel Antonio Ga-rretón (2000). Este autor advierte sobre las limitaciones vinculadas alproceso de “despolitización” de la ciudadanía, a la ausencia de actoressociales y a la falta de integración de la sociedad. “...La prioridad abso-luta de la estabilidad económica desincentivó la formación de movi-mientos sociales...”, advierte. A esto se suma un debilitamiento delEstado, lo que da como resultado una falta de cohesión y de unidadsocietal. Esto le conduce a concluir que en los 90 no se puede hablar

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de modernización propiamente tal, pues “... en lugar de una sociedadmoderna surgen tres países diferentes, el de los integrados, el de losque logran integrarse vicaria o subordinadamente y el de los excluidos...”(Garretón 2000, p. 181) Al igual que Moulian, este autor lamenta lapérdida de centralidad del ámbito político como eje de la vida social comoresultado de una modernización que “... ha soslayado y quizás mal-re-suelto, y en todo caso dejado pendiente los problemas sociales, cultura-les institucionales y políticos...” (Garretón 2000, p. 183).

Otro acercamiento a los noventa es el que se presenta en el libroeditado por Paul Drake e Ivan Jaksic (1999). Este no discute los avan-ces de Chile durante la década, pero los diferentes artículos insisten ensus restricciones, la mayor de las cuales sería su pésima distribución delingreso. Se suma a lo anterior una creciente pérdida de capacidad deconvocatoria de los movimientos sociales, la precarización del empleoy los reparos que se formulan a las transformaciones en el ámbito delos valores. En suma –concluyen los propios autores–, “... aunque elpaís se encuentra en una ruta directa, estrecha y a veces dolorosa a lamodernización...”, existirían numerosos elementos de preocupación entorno al modelo de desarrollo elegido. Se suman a esto los problemasque presenta el sistema político, donde se advierte la existencia de po-deres fácticos que imponen “... una serie de restricciones a la soberaníapopular... ”.

Una mirada diferente, pero convergente con las anteriores, es laque propone Felipe Agüero (2002). Para este autor, la modernizaciónchilena de los noventa se ha visto limitada por la persistencia de encla-ves autoritarios que obstaculizan las reformas políticas. Se ha produci-do un desarrollo dispar: donde ha habido consensos se ha avanzadorápidamente, como es el caso de reforma judicial; pero en otras áreasque dicen relación con la democratización plena del sistema político, elcambio se ha estancado por el bloqueo impuesto por esos enclaves.Antes que buscar las inconsistencias en el modelo de desarrollo, Agüe-ro pone el acento en las dificultades institucionales que existen parapoder acelerar el proceso de democratización y las reformas que que-dan por hacer.

C) ESTRAGOS Y AMENAZAS DE LA MODERNIZACIÓNOtra vertiente de interpretación es aquella que toma como punto departida los cambios registrados durante los 90, tanto desde el punto devista económico, social, cultural y político, pero poniendo el acento enlas consecuencias negativas que conlleva en el plano psico-social. Elprincipal exponente de esta línea son los informes del PNUD, que re-

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presentan el esfuerzo más sistemático por comprender las transforma-ciones culturales de la sociedad chilena en esta época.

El PNUD constata el aumento sostenido de los niveles de bienestary la mejora sistemática de las condiciones de vida a “nivel cuantitati-vo”; pero, al mismo tiempo, advierte el surgimiento de un malestardifuso que tiene que ver con las amenazas que produce un modelo demodernización centrado en el mercado.

En el Informe de 1998, denominado “Las paradojas de la moderni-zación”, se da cuenta de la creciente contracción y privatización de lasociabilidad los chilenos. “El nosotros”, con el cual la gente se identifi-caba, en el cual depositaba su confianza y en base al que construía susredes de relaciones, se va restringiendo cada vez más a los círculosíntimos de familiares y amigos. Lo público –advierte el Informe– apa-rece como un espacio ocupado por un “otro” anónimo y, a veces, “ame-nazador”18. En la misma línea, subraya los altos niveles de inseguridadvinculados a la lógica modernizadora centrada en el mercado19.

En su versión del 2002, el Informe del PNUD se concentra en dis-cutir las consecuencias culturales del proceso de modernización. Si bienhay una creciente diversificación de los modos de vida, esta es unadiversificación disociada, pues se da en el contexto de una carencia dereferentes. La imagen de la sociedad chilena está resquebrajada, y laspersonas ya no se reconocen en lo chileno. El nuevo orden social quesurge después de los 90 se asemeja a un archipiélago en donde lasdiferentes identidades grupales e individuales existen sin ningún refe-rente común.

Los ejes de la interesante reflexión del PNUD, como se ve, tienenque ver básicamente con las amenazas o las consecuencias negativas,especialmente en el plano subjetivo o cultural, de un proceso de mo-dernización que, en ningún caso, se discute.

D) VIVA LA MODERNIZACIÓNDonde el PNUD pone énfasis en las amenazas, esta cuarta línea de in-terpretación de los cambios en los 90 pone el acento en las oportunida-des, posibilidades o desafíos que abre la modernización en curso, laque si bien se entronca con las reformas económicas efectuadas en elperíodo autoritario, se desarrolla con fuerza a partir de las medidasemprendidas en la etapa democrática posterior. Los autores que aquíse agrupan parecen maravillados por las novedades que surgen de lamodernización en planos tan diversos como la educación, el acceso anuevos bienes y servicios, la movilidad social, la libertad de informa-ción, la globalización, la cultura, la competencia política, entre tantos

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otros. Esto les lleva a prestar escasa atención a los peligros o limitacio-nes que ese proceso presenta y no deja, desde luego, ningún espaciopara la nostalgia.

En esta corriente se ubica el libro de Edgardo Boeninger Democraciaen Chile, Lecciones de gobernabilidad (1997). Aquí el autor explica la estra-tegia que ha llevado, a su juicio, a una situación de estabilidad política,paz social y progreso económico, y poniendo fin exitosamente al proce-so de transición a la democracia. Lo cual fue posible por la existencia deun clima básico de cooperación política y de acuerdos, sumado al desa-rrollo de una política económica responsable pero con énfasis en la equi-dad. Un libro de compilación que se ubica en la misma línea es Chile enlos noventa, editado por Cristián Toloza y Eugenio Lahera (1998), quepresenta a ese período como “... un claro caso de éxito...” en lo que serefiere a la habilidad para articular una política económica correcta conla incorporación de cambios para mejorar la equidad20.

En una perspectiva más sociológica, Ottone y Pizarro (2003) plan-tean que Chile es un caso excepcional de desarrollo durante la décadade los 90 dentro de América Latina. Los autores destacan los avancesen la disminución de la pobreza e incluso en la reducción de las des-igualdades a partir de las transferencias realizadas desde los programassociales, al punto de que se habría producido “... paulatina pero inva-riable disminución de la brecha existente entre ricos y pobres...”.

En un articulo llamado “Malestar en la sociedad chilena: ¿de quéexactamente estamos hablando?”, José Joaquín Brunner (1998) desa-rrolla ampliamente esta línea de interpretación21. El artículo está escri-to en abierta polémica con las afirmaciones del primer Informe delPNUD sobre el malestar y los peligros de un acelerado proceso de mo-dernización. Su tesis es que durante los años noventa Chile se moder-nizó por la expansión de dos de las principales instituciones de las so-ciedades modernas: el mercado y la democracia. Sobre este proceso, seha producido una evolución de las costumbres y los comportamientosde los chilenos, lo que estaría generando nuevos conflictos y dilemasvalóricos. Lo que el PNUD denuncia como vicios de la modernización,Brunner lo ve exclusivamente como los síntomas –saludables incluso–de la modernidad.

E) LOS 90: UN DEBATE ABIERTONo tiene mucho sentido proceder a juzgar cuál de las interpretacionesarriba descritas está en la verdad, y cuáles en el error. Cada una de ellasaporta miradas y énfasis que ayudan a comprender los complejos años90. Es más: si se las mira en perspectiva, se puede observar que esos

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diferentes enfoques, que han protagonizado el debate acerca de lo ocu-rrido con la sociedad chilena, giran en torno a ciertas premisas com-partidas. Primero, se asume que durante esta década Chile experimen-tó profundas transformaciones sociales que se vinculan al proceso decrecimiento económico y al mejoramiento de las condiciones de vidade la población. Se asume también que se ha extendido con cada vezmás fuerza la lógica del mercado –o como lo afirma el PNUD, que elsigno de las transformaciones lo ha colocado la lógica de mercado. Enfin, todos los argumentos giran en torno a la idea de modernización ysu aplicación en la sociedad chilena de fines de siglo– sea para negarla,aplaudirla, condenarla o advertir de sus peligros.

El debate en torno a los 90 permanece abierto. Lamentablemente,como bien lo señala Joignant (2002), la discusión ha estado basada enaportes de tipo “ensayístico”, con escasa referencia a datos empíricos.El Censo 2002 permite superar esta limitación; y el objetivo de estelibro es precisamente entregar una amplia base de información quedebiera permitir reconsiderar muchos de los puntos del debate connuevas evidencias en la mano.

Un poco en esa perspectiva, en las secciones posteriores de esteartículo trataremos de dar una mirada de conjunto a las transforma-ciones sociales de las que informa el Censo, evaluarlas luego bajo laóptica de la modernización, proyectarlas hacia qué tipo o modelo demodernización ellas apuntan, para terminar planteando algunos desa-fíos futuros.

II. LOS EJES DEL CAMBIOEl Censo de Población y Vivienda del 2002 ofrece la oportunidad in-mejorable de mirar en toda su dimensión los cambios ocurridos en lasociedad chilena desde el censo anterior efectuado en 1992. La disposi-ción de datos estadísticos cuya validez está fuera de cuestión permite re-examinar muchas polémicas sobre la magnitud y sentido de los cambiosde Chile en los 90 –como algunas de las que fueron reseñadas en páginasanteriores–, inspiradas más en parti pris ideológicos que en un análisisobjetivo de los hechos, como el que posibilita ahora la información cen-sal. Hay que advertir, no obstante, que esta información cubre única-mente los dos puntos extremos del período 1992-2002, y no capta losquiebres de tendencia producidos a partir de 1997, cuando comienzan acaer bruscamente las tasas de crecimiento económico, empleo, ingresosy consumo, entre otras. En este sentido, se puede conjeturar que la basede información utilizada tiende a subestimar la intensidad de los cam-

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bios que experimentó la sociedad chilena en el curso del período encuestión, en particular durante la primera fase, 1992-199722.

Los diferentes capítulos de este libro dan cuenta detalladamente delos principales cambios acaecidos en las áreas de vivienda y patrimo-nio, movilidad social, mercado de trabajo, educación y familia. En unaperspectiva de conjunto, sin embargo, ¿cuáles serían las tendenciasque caracterizan el cambio que experimentó la sociedad chilena en elperíodo 1992-2002? A nuestro juicio estas tendencias son básicamentecuatro: primera, un marcado aumento del bienestar de la población,con el acceso a nuevos bienes, servicios y oportunidades; segunda, unapronunciada tendencia a la integración o inclusión de los sectores másdesfavorecidos a ciertos beneficios del progreso, como efecto de políti-cas públicas pro-equidad; tercera, la disposición a un mayor asenta-miento o estabilidad geográfica de la población como resultado de ladetención de los procesos migratorios campo-ciudad, al tiempo que lamovilidad educacional se iba acelerando; cuarta, una mayor heteroge-neidad o diversificación social, que se revela principalmente en la mul-tiplicidad de las formas de familia.

Pasemos revista, en forma sintética, a estos cuatro ejes del cambioen el Chile de los noventa.

1. Aumento del bienestar y de las oportunidadesLo primero que llama la atención en los noventa, es el incremento delbienestar de la población, definido en términos de mejoramiento desus condiciones materiales de vida y de un mayor acceso a las oportu-nidades que abren el empleo y la educación.

A) MEJORAMIENTO DE LAS CONDICIONES MATERIALES DE VIDAVeamos primero lo que ocurre con la vivienda, cuya importancia parael bienestar de las personas y de las familias está fuera de cuestión.Como lo prueba Larrañaga en su capítulo sobre patrimonio, los avan-ces en este plano son simplemente notables, y ellos tuvieron lugar enun lapso relativamente corto. Entre ambos censos (1992-2002), el nú-mero de viviendas para uso residencial aumenta en un 25,7%, lo queduplica al crecimiento de la población. Esto tiene como consecuenciauna menor densidad residencial, lo que deriva en una mejoría signifi-cativa de la calidad de vida: en efecto, el número promedio de perso-nas por vivienda disminuyó desde 4,47 en 1992, a 4,03 en el año 2002,y la población que reside en hogares que no superan las dos personaspor dormitorio se elevó del 58,5 al 73,9% en el lapso analizado.

A lo anterior hay que sumar otro fenómeno notable, como es elhecho de que el 72,6% de los hogares viva en viviendas propias, mu-

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chas de las cuales sujetas a algún tipo de deuda. La transformación delos chilenos en propietarios, con las obligaciones que esto implica, tie-ne probablemente una alta incidencia en sus actitudes y conductas. Lavivienda propia en que habitan los hogares chilenos es, por otra parte,de una calidad muy superior en el año 2002 respecto de una décadaatrás. Larrañaga en su estudio define un umbral de estándares míni-mos que incluyen diferentes dimensiones de la vivienda, y compruebaque el 90,7% de la población vive en residencias que satisfacen esosestándares de calidad, lo que se compara positivamente con 1992, cuan-do ese porcentaje llegaba sólo al 81,1%.

Pero la mejor calidad de vida de la población no se restringe a lavivienda. En materia del acceso a servicios de infraestructura básica,tales como electricidad, agua potable, alcantarillado, ducha y combus-tible para cocinar, se produjo entre 1992 y 2002 un salto semejante.Aquí también Larrañaga define ciertos estándares mínimos, compro-bando que un 79,1% de las personas vivía en hogares que cumplía contodos ellos en 2002, contra un 61,1% en 1992. En cuanto al acceso abienes durables, como teléfono fijo, lavadora, microonda, refrigerador,televisión a color, equipo de música, etc., se constata también un in-cremento superior a los 30 puntos porcentuales durante la década 1992-2002. De hecho, más del 80% de los hogares tienen refrigerador, lava-dora y TV a color, bienes que junto con la cocina pueden serconsiderados el “set básico” de la vivienda moderna. Por otra parte,más de la mitad de los hogares tiene acceso a teléfono fijo y celular; y latenencia de vehículos motorizados llegó al 35,2% en el año 2002, estosin contabilizar los vehículos de trabajo como camionetas y taxis.

En suma, concluye Larrañaga, “... durante la década 1992-2002 seproduce un importante proceso de acumulación de riqueza materialen la población del país (…) que se relaciona estrechamente con elincremento en el ingreso per cápita, la reducción de la pobreza y laactiva presencia de la política social durante la década...”.

B) AMPLIACIÓN DE LA EDUCACIÓNComo lo observan Salfate y Teitelboim, “... la oferta educativa se haexpandido en forma permanente en las últimas décadas, llevando alpaís prácticamente a una universalización de la educación básica y auna importante ampliación de la educación media y superior”. Lo ocu-rrido entre los censos de 1992 y 2002, no hizo más que acentuar estatendencia histórica.

En un lapso de diez años, la escolaridad promedio de la poblaciónde 5 años y más aumentó en 0,9 años, pasando de 7,6 a 8,5 años. Pero

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este promedio general esconde diferentes tendencias más específicas.La primera, es el crecimiento de la cobertura en educación superior,que se duplica durante el periodo. Según los autores, “... este es el másimportante aumento de este nivel educacional en la historia... ”. Ensegundo término, la educación parvularia se incrementa también sus-tantivamente cubriendo, en el año 2000, a prácticamente un tercio dela población entre 0 y 5 años, lo que representa un 26% de aumentorespecto a 1990. Esta evolución responde básicamente a la oferta de va-cantes para pre-escolares en los colegios municipalizados, y ella está ín-timamente asociada a la mayor incorporación de las mujeres a la fuerzalaboral. Como se sabe, las coberturas en educación terciaria y pre-esco-lar son las últimas en crecer. Por esto mismo, no es un dato menor queestos dos niveles hayan sido los que tuvieron mayores avances.

En cuanto a la educación básica, era prácticamente universal a co-mienzos de los 90: aún así, en términos absolutos ha aumentado enalrededor de 20%. La cobertura de la educación media muestra unincremento permanente, y alcanza ya al 90% de la población entre 14y 17 años.

Al observar los cambios por grupos de edad, se concluye que elmayor incremento en el período 1992-2002 se produjo en las personasentre 45 y 59 años de edad, que aumentaron su escolaridad en casi dosaños. Esto es llamativo, pues indicaría que el mayor acceso a la educa-ción no ha estado limitado a la población en edad escolar, sino que haincorporado también a otros grupos etarios, que se han beneficiadosprobablemente de programas de educación de adultos de la más diver-sa naturaleza.

C) INCORPORACIÓN AL MERCADO LABORALSi se analiza la participación en la fuerza de trabajo –esto es, la propor-ción de la población en edad de trabajar que está efectivamente em-pleada o busca activamente trabajo–, se observa que ella experimentauna leve alza, del 49 al 52,4%, entre 1992 y 2002. Lo que significa queun segmento mayor de la población se haya incorporado al mercadolaboral (Ver Capítulo IV). Un aspecto que llama la atención es el incre-mento de la participación de la mujer –lo que analizaremos en detallemás adelante–, y también de los “no jefes de hogar”, lo que indicaríaque se están incorporando nuevos segmentos de la población chilenaal mundo del trabajo.

Entre 1992 y 2002 el número de trabajadores ocupados ascendió al18%. Esto, pese a que el empleo, que había crecido sostenidamentehasta fines de 1998, cae bruscamente entonces como efecto de una

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fuerte desaceleración de la actividad económica, cuyos efectos subsis-ten hasta hoy. Dicho de otro modo, si la situación de empleo se midiesepor año y no sólo en los dos extremos (1992 y 2002), lo que se obser-varía en la década bajo estudio es un incremento significativo de laproporción de la población chilena que ha accedido a un empleo, contodo lo que ello significa en términos de ingresos, socialización, expec-tativas, etc.

Más allá de las dificultades y sinsabores que traiga consigo, es unhecho que la entrada al mercado laboral es el más importante vehículode integración social en la sociedad moderna23. Cambios en el empleo,disparan a su vez cambios importantes en el ámbito de la familia y enotros aspectos de la vida de las personas. De ahí entonces que el incre-mento observado de la fuerza de trabajo y del empleo en el período1992-2002, debe ser interpretado como una elevación de las oportuni-dades y del bienestar.

Junto con la mejoría de los niveles de la educación de la poblaciónque observáramos más arriba, ha mejorado el nivel de escolaridad dela fuerza de trabajo. Es más: en el lapso 1992-2002, la fuerza de trabajoy la población ocupada han aumentado su nivel de escolaridad en unatasa mayor que el promedio de la población. De hecho, mientras en1992 el grupo más numeroso entre los ocupados era aquel que conta-ba con básica completa, en el año 2002 el grupo mayor es el que alcan-zó un nivel superior de educación (Ver Capítulo V). En otros términos,lo que se observa es un peso mayor de la variable educación en elproceso de selección de la fuerza de trabajo en Chile, y la mejoría rela-tiva de su calidad.

Ahora bien, si se mira la distribución de los ocupados por rama deactividad económica, se observa que en el lapso analizado los sectoresque han perdido peso son agricultura (que bajó del 16% 1992 a sólo10,7% el 2002) e industria (de 17,4 a 12,3%); mientras los que hanincrementado su peso son los sectores de servicios financieros y co-mercio. El empleo en Chile, por lo visto, tiende a alojarse progresiva-mente en el área de servicios, mientras los ocupados se escolarizan,paralelamente, a una tasa todavía más acelerada que la población ensu conjunto.

2. Acentuación de los procesos de inclusiónA través del empleo, la educación, la propiedad de viviendas de mayorcalidad, el acceso a infraestructura, servicios, bienes y artefactos quefacilitan la vida cotidiana, los chilenos han mejorado sustantivamentesu calidad de vida y su bienestar en los diez últimos años. Pero este no

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ha sido un proceso uniforme. Como se prueba en los capítulos respecti-vos, los grupos que más han avanzado en todas las dimensiones mencio-nadas han sido los previamente más desfavorecidos o excluidos, comoes el caso de las áreas rurales y, en particular, las mujeres. Este es otro ejeclave del cambio en los noventa. Dicho en otros términos, entre ambosCensos se observa que el progreso social alcanzado ha tenido un carácterintegrador; o para decirlo de un modo aún más cauteloso, él no ha acen-tuado la exclusión sino, al contrario, ha incrementado la inclusión. Esteresultado no es fruto de un proceso natural, sino del éxito de los pro-gramas sociales de gobierno dirigidos a fomentar la equidad.

A) LA INCORPORACIÓN DE LA MUJERSi se analiza en general el período 1992-2002, lo que más llama laatención es el fuerte impulso que adquirió el proceso de incorporaciónde la mujer en los más diversos campos de la vida social. Este es unsector de la población que de Chile ha padecido tradicionalmente altosgrados de exclusión y discriminación. Pues bien, esta situación retro-cede notablemente en el periodo analizado, al menos en tres dimen-siones claves: educación, empleo y familia.

En lo que respecta a la educación, la tasa de escolaridad de lasmujeres no muestra diferencia con la tasa promedio nacional. En suseno, sin embargo, se perciben algunas diferencias por grupos de edad.La menor escolaridad de las mujeres se encuentra en las mayores de 45años, pues las menores tienen niveles muy similares al de los hombres.Incluso más, en el grupo de la población que posee enseñanza mediacompleta, la proporción de mujeres supera la de hombres, aunque estasituación se invierte levemente en la educación superior, lo que revelauna brecha aún por superarse.

En relación al mercado de trabajo, el cambio más significativo en-tre los dos censos es el aumento de la participación femenina en lafuerza de trabajo, que pasó del 28,1% en 1992 a 35,7% en el 2002,mientras que en los varones se produce una leve disminución de 1,2puntos porcentuales. Esto significa que todo el incremento de la fuerzaen el período se explica por la mayor incorporación de la mujer. Esteincremento, no obstante, está lejos aún de revertir la baja participaciónfemenina observada en Chile si se lo compara con los estándares inter-nacionales, incluyendo buena parte de los países de América Latina(Ver Capítulo IV).

Otro hecho interesante es que el aumento de la participación labo-ral femenina se sitúa especialmente en los estratos superiores, esto es,aquellos formados por quienes poseen educación media completa, téc-

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nica o superior-universitaria. Es más: en este último nivel (superior-universitaria), la participación femenina prácticamente equipara a lade los hombres. Lo que implica que el grado (aún bajo) de participa-ción femenina en el mercado laboral es parcialmente compensado porel hecho de ocupar posiciones más elevadas en la estructura laboral.

Por último, si se presta atención a lo que ocurre en las familias, loque se observa es una “creciente feminización” de las mismas. Esto res-ponde al aumento de las mujeres jefas de hogar, sea en hogares mono-parentales o bi-parentales. Entre las mujeres jefas de hogar, se incre-mentan aquellas con más escolaridad (sobre 13 años), lo que revela queel fenómeno no está restringido a los grupos más excluidos. De otraparte, si estas se distribuyen casi en partes iguales entre separadas y sol-teras, el grupo que más crece es este último. Todo indicaría que la ma-ternidad femenina es cada vez más parte de una decisión individual ymenos una opción impuesta desde afuera del proyecto biográfico.

B) LOS MÁS ATRASADOS AVANZAN MÁSPero no sólo las mujeres experimentaron un proceso de inclusión en elperíodo 1992-2002. También lo hicieron, y de manera muy marcada,los grupos sociales que estaban en una situación más desmejorada, es-pecialmente los de las zonas rurales.

En el Capítulo II, Larrañaga se pregunta por lo que él llama “... elpatrón de inclusión o exclusión asociado a la experiencia del desarrolloeconómico...”. Con este objetivo procedió a ordenar las comunas se-gún su acceso a diferentes tipos de patrimonio: vivienda, servicios bá-sicos y bienes durables. Sobre este punto de partida, observó cuálesson los municipios cuyos hogares progresaron más durante el periodo1992-2002. A partir de este procedimiento, se elaboró un índice agre-gado que sintetiza los avances en todas las dimensiones consideradas,el cual muestra que las comunas que partieron más atrás en materia depatrimonio, presentan los mayores avances durante los noventa.

Lo anterior es particularmente claro en lo que se refiere a déficit ycalidad de las viviendas, así como a los niveles de hacinamiento o den-sidad. En lo que respecta a la infraestructura básica (electricidad, aguapotable, alcantarillado, etc.), sin embargo, las comunas que tienen lasmayores ganancias son las que se ubican en los lugares intermedios dela distribución inicial. En la tenencia de activos durables y de vehícu-los, se presenta una relación más bien neutra entre nivel inicial y cam-bio durante la década, lo que implica que se producen avances relati-vamente uniformes en el número de activos y vehículos por hogarentre comunas que presentan distintos puntos de partida.

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Larrañaga nos recuerda que “... los datos de ingreso provenientesde la encuesta Casen informan que el crecimiento económico ha sidoefectivo para reducir la pobreza, pero que no ha tenido impacto sobrela (desigual) distribución de los ingresos en el país...”. Sin embargo, elejercicio que realiza a partir de los datos de los censos 1992 y 2002confirman lo que él llama “la hipótesis de la inclusión”; vale decir, quelos cambios observados en la última década han tendido a promoveruna mayor integración de los más postergados a los beneficios del de-sarrollo. Así, los datos censales revelan que, a partir del acceso a lavivienda de mejor calidad y a la infraestructura, se ha producido lo quepodría llamarse una redistribución silenciosa24.

Algo semejante se observa en el campo de la educación. Como seseñala en el Capítulo V, la escolaridad aumenta en todos los grupos,pero entre 1992 y 2002 lo hace más en las comunas con menor escola-ridad en 1992, que equivalen a las más pobres. El incremento generalde la escolaridad, en suma, se ha concentrado con mayor fuerza en lossectores más pobres de la población. Esto es válido para todos los nive-les de educación: pre-básica, básica, media, técnica y superior.

Si se analiza la evolución de la escolaridad entre las zonas rurales ylas áreas urbanas, se observa también una concentración de los avan-ces en la primera, que es la que acumulaba un mayor déficit de arras-tre. Es el caso de la cobertura de la educación media, por ejemplo, en lazona rural aumenta desde el 50 al 76,8% en la década 1992-2002, loque representa un salto espectacular. Ago semejante se aprecia en lacobertura de la educación parvularia. A juicio de Salfate y Teitelboim,“... las mayores diferencias (tanto disminución en los bajos niveles deeducación, como aumento en los altos) se producen en el sector ru-ral... ”, al punto que lo que más destaca “... de los cambios en la educa-ción a partir de los censos, es el avance producido en el área rural...”.

No obstante lo anterior, sigue presente una gran brecha entre laszonas rurales y las urbanas. En el análisis que hace Larrañaga acerca delas comunas que más avanzan en materia de vivienda, servicios y equi-pamiento entre 1992-2002, 12 de 15 corresponden a la Región Metro-politana, y las que presentan mayor atraso forman parte de las regio-nes VII y IX, y las que menos avanzan son las de las regiones IX y X.Como señala Larrañaga, “... aún cuando hay rasgos de concentraciónespacial que debieran ser objeto de preocupación de la política públi-ca...”. Más aún si a esto se suma –como se observó antes– la continuareducción del empleo agrícola, y una población rural que, como en elpasado, –como se verá a continuación– no está emigrando masivamentea la Región Metropolitana.

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3. Estabilidad física, movilidad educacionalAl mirar los procesos de movilidad social (esto es, los movimientos deindividuos o grupos entre diferentes posiciones al interior del sistemade estratificación social) a la luz de los censos de 1992 y 2002, lo que seobserva es un doble movimiento: por un lado, un mayor asentamientofísico de la población, lo que indicaría un grado importante de estabili-dad de la sociedad chilena; y, por otro lado, una mayor movilidad in-tergeneracional a partir de los logros educacionales y del acceso alempleo.

A) MENOR MOVILIDAD RESIDENCIALLo que muestran Valenzuela et al. (Capítulo III) es que la poblaciónchilena tiende en el 2002 a mantenerse viviendo por más tiempo enuna misma comuna que en 1992. Incluso al interior de las regiones, elmovimiento ha disminuido. Este mayor asentamiento de la poblaciónse vincula probablemente al mejoramiento de las condiciones de vida,pues la migración generalmente está motivada por la búsqueda de opor-tunidades inexistentes en el lugar de origen. Esto implica que no seharía tan necesario emigrar a otro lugar para encontrar trabajo o edu-cación, porque estos se hallan en el lugar de origen. Este fenómenoprobablemente se relaciona también con el establecimiento de las per-sonas en viviendas propias pagadas o pagándose a plazo, toda vez que(como antes se indicó), las viviendas particulares propias pagadas en elúltimo decenio han experimentado un crecimiento de 25,5%.

Como resultado del asentamiento comentado, la Región Metropo-litana ha dejado de ser la principal región receptora de migración; porel contrario, hoy expulsa más personas de las que recibe. A partir de los25 años, en particular, son más los que salen que los que entran a estaRegión, y este patrón tiende a acentuarse a mayor edad: esta región, porlo visto, pierde su atractivo para las personas mayores. Incluso la migra-ción de los más jóvenes (15-24 años), motivada tradicionalmente porrazones de estudio, experimenta una fuerte reducción entre 1992 y el2002. Según el Censo 2002, son las regiones V y IV las que están reci-biendo la mayor parte de los migrantes desde otras regiones; y sólo laVIII región se mantiene con un saldo neto de migración negativa, esdecir, expulsa más población de la que recibe. Los que se movilizan deuna comuna a otra, en la mayoría de los casos, se cambian a otras desimilar nivel de desarrollo socioeconómico, aunque en el censo 2002 seobserva un aumento de la proporción de personas que se ha movido auna comuna de mejor rango, de acuerdo con el Índice de Desarrollo Hu-mano para las Comunas de Chile, elaborado por PNUD y Mideplan.

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¿Quiénes son los que más practican la movilidad residencial? Setrata, en primer lugar, de gente joven, entre 25 y 34 años: a medidaque aumenta la edad de las personas, el asentamiento tiende a ser mayor.Enseguida tienden a tener una mayor calificación educacional que elpromedio, sobresaliendo entre ellos los profesionales y los técnicos: lamigración, por lo tanto, no es ya el recurso extremo de los más pobres,sino una herramienta de los más capacitados. En suma, ya no estamosfrente a la movilidad tradicional asociada a la pobreza rural y al mag-netismo de la ciudad como único polo de desarrollo y oportunidades.Antes que eso, hoy día la migración se puede vincular a la crecienteflexibilización de las biografías laborales de personas calificadas y a lasdemandas puntuales de diferentes tipos de trabajo.

Por último, se observa que, mientras los hombres no calificadostienden a salir de la Región Metropolitana, las mujeres de la mismacondición educacional tienden a buscar posibilidades en esta región, loque probablemente esté asociado a las oportunidades de empleo.

B) MAYOR MOVILIDAD EDUCACIONALLa mayor estabilidad física de la población chilena va acompañada, sinembargo, de una mayor movilidad educacional, donde los cambios entregeneraciones y al interior de una misma son radicales. Una muestra deeste fenómeno es que mientras la población que en el año 2002 teníaentre 60 y 64 años contaba, en promedio, con 7,2 años de educación,los situados entre 20 y 24 años ya habían alcanzado 11,4 años prome-dio: la brecha entre ambos grupos es gigantesca. Si el principal logroeducativo en la década de los ochenta había sido que los padres coneducación básica tuvieran hijos con educación media –señalan Valen-zuela et. al.–, en la década de los noventa fue que los padres con edu-cación media consiguieran que sus hijos accedieran a la educación su-perior: en el año 2002, en efecto, 44% de los padres con educaciónmedia ya tienen hijos en educación superior.

En el campo ocupacional, lo primero que llama la atención es elincremento de la escolaridad promedio de los ocupados, que supera encerca de 2 años el del total de la población de país, siendo una tenden-cia que se acentúa: en 1992 los ocupados tenían un promedio de 9,4años de estudio, el que llegó a 10,8, en 2002. El grupo de técnicos y deprofesionales de nivel medio, es el que experimenta el mayor incre-mento en la estructura ocupacional, pasando del 5,0 al 13,8%.

La relación que hay entre el ciclo educativo alcanzado y el tipo deocupación al que acceden las personas se ha acentuado y se ha vueltomás exigente. Así por ejemplo, la educación básica y media incompleta

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conduce cada vez más a categorías laborales inferiores, no calificadas;mientras que a las personas con educación media-humanista completase le hace más difícil acceder a categorías como “empleados de oficina”,posiciones ahora cubiertas preferentemente por técnicos y profesiona-les. El mercado de trabajo parece recompensar los esfuerzos educativosde las personas, y la movilidad ocupacional es determinada básicamentepor la educación.

Lo que se observa, en suma, es una sociedad más asentada física ygeográficamente, y un mercado laboral cada vez más segmentado enfunción de los niveles educacionales de las personas. La educación, nolas migraciones u otros factores sociales o institucionales, se ha trans-formado, lejos, en la principal fuente de movilidad social en la socie-dad chilena actual.

4. La diversidad avanza desde la familia¿Estamos en Chile ante una “crisis de la familia”, como lo adviertenperiódicamente algunos comentaristas? El Capítulo VI estudia las trans-formaciones que ha experimentado la estructura familiar y sus formasde convivencia a partir de los datos de los Censos 1992 y 2002. Sushallazgos son relevantes, pues aportan información hasta ahora no dis-ponible, la cual es indispensable para emprender una reflexión acercade la familia basada en evidencias sobre lo que es su situación actual, yno dominada exclusivamente por una visión normativa25. Lo que indi-can los datos que aquí se recogen es que la familia está lejos de perderpresencia en Chile, aunque adquiere nuevas formas de estructura yorganización. La diversificación de la familia es un fenómeno llamadoseguramente a tener una creciente influencia en toda la organizaciónsocial chilena.

A) MÁS FAMILIAS, MÁS PEQUEÑASEl Censo no arroja información directa sobre las familias, sino solo so-bre los hogares. Estos datos, en todo caso, permiten una aproximaciónbastante cercana a la familia26. Y lo que se constata, en primer lugar, esun incremento espectacular (26%) en el número de hogares en Chileentre 1992 y 2002, lo que ha ido a la par con el incremento del númerode viviendas. La base física de la familia (esto es, la vivienda y el hogar,a lo que habría que sumar el mayor acceso a infraestructura, serviciosy bienes durables, como más arriba se señaló), ha experimentado en laúltima década un notable robustecimiento.

Junto con el aumento del número de hogares, lo que se observa esuna reducción del tamaño de los mismos. Entre los dos Censos el pro-

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medio de integrantes por hogar bajó de 4 a 3,6. La mayor concentra-ción continúa entre los 3 y 4 por hogar, pero aumenta la proporción defamilias más pequeñas (que pasan del 22,3 al 29,1%) y se reduce laproporción de familias numerosas.

Junto con lo anterior, se observa un marcado retraso en la parenta-lidad, vale decir en la edad en que las parejas tienen el primer hijo. Asílo revela el hecho de que los hogares con jefe de hogar en el tramo 25-34 años que tenía un hijo cae del 26,8 al 18,5% en el lapso 1992-2002.Hay pues más familias, pero con menos hijos y con padres que decidentener su primer hijo a mayor edad; lo que probablemente redunde enuna reestructuración de las relaciones en el seno de las mismas, conpadres que enfrenten más maduros emocionalmente y con más recur-sos económicos la tarea de formar a sus hijos27.

B) LOS TIPOS DE FAMILIALa tendencia mayor es la que apunta a un proceso de diversificación dela estructura de las familias, lo que conduce a que ella hoy constituya“una realidad heterogénea”. Con todo, la familia nuclear biparental conhijos/as y basada en el matrimonio continúa siendo la opción mayorita-ria, alcanzando el 46,7% del total28. Esto representa, sin embargo, unaleve reducción respecto a 1992, cuando llegaron al 48,7%. En su ma-yoría estos hogares están formados por parejas del tramo 35-44 años ytienen pocos hijos; de hecho, entre 1992-2002 la proporción de estos,con solo un hijo, se incrementó de 15,8 a 20,2%.

Los tipos de hogares que crecen, en cambio, son: los unipersonales(constituidos por un jefe/a de hogar sin hijos/as, pero que puede te-nerlos extra-residencialmente), que pasan de 8,2% a 11,5% en el lap-so 1992-2002; y los nucleares biparentales sin hijos, que aumentan de 7,3a 9,1%; y los nucleares monoparentales (un jefe/a de hogar con hijos/asy/o hijastros/as), que pasan del 8,4 al 9,4%.

En el Capítulo VI se analiza en detalle cada uno de los tipos defamilia mencionados arriba. En los de tipo unipersonal, lo que destacaes su composición preferentemente masculina (son los hombres los quetienden a vivir solos). Un importante y creciente porcentaje son separa-dos/as o anulados/as, entre los 35 y 44 años de edad y poseen más de 13años de escolaridad. Esto indica dos cosas: primero, que los hogares uni-personales responden crecientemente a rupturas matrimoniales o la op-ción por un estilo de vida; y segundo, que el hecho de que ellos no esténformados mayoritariamente por adultos mayores o ancianos, indica quela familia chilena sigue haciéndose cargo de los padres ancianos, lo quees propio de las sociedades de tipo “familístico”29.

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El alza de los hogares nucleares biparentales sin hijos puede deberse aparejas que, conscientemente, han decidido postergar su paternidad afavor de otros proyectos laborales o personales. Los hogares nuclearesmonoparentales están encabezados crecientemente por solteros/as y se-parados/as o anulados/as (pasan de 18,2 a 22,7% y de 25,1 a 29,3%,respectivamente), y sorprendentemente, 15% de ellos es encabezadopor un varón. Los restantes, sin embargo, tienen como jefe de hogar auna mujer que se hace cargo de sus hijos.

Entre las mujeres jefas de hogar, la tendencia que se observa es auna reducción del tamaño de las familias, 48% de las cuales está com-puesta sólo de un hijo/a. Se observa también que aumenta la propor-ción de solteras por encima de las separadas, así como incremento enel nivel de escolaridad de estas mujeres: de hecho, en el grupo dondemás aumentan las jefas de hogar es el de aquellas que poseen más de13 años de escolaridad. “... El aumento de la escolaridad –señalan Gub-bins et. al.– ha permitido que un mayor número de mujeres, probable-mente profesionales separado/as o solteras, vivan actualmente solascon sus hijos/as... ”.

C) LA DES-INSTITUCIONALIZACIÓNLos datos del Censo confirman otro fenómeno relevante y que induda-blemente afecta a la familia, como es su creciente des-institucionaliza-ción30. Esto se revela en el hecho de que las uniones civiles se legalizancada vez menos. En efecto, la proporción de hogares cuyos jefes dehogar son casados/as cayó de 66,6%, en 1992 a 58,1%, el año 2002.

Lo que aumenta, en contraposición, son las convivencias, con je-fes/as de hogar que se declaran solteros/as o separados/as o anulados/as, que se distribuyen mayoritariamente entre los 25 y 44 años de edad,con un incremento en los grupos con más educación y en los nivelesmás altos de la estructura ocupacional. Las parejas convivientes conhijos están formadas, probablemente, por matrimonios separados quevuelven a formar un hogar.

Cabe concluir que se ha producido una creciente heterogeneidadde los modos de vivir en familia. Esto se da en el contexto de unapostergación de la paternidad, el empequeñecimiento de la familia,una diversificación de las formas de construir parejas y una mayor des-institucionalización de la familia. A su vez este proceso se está dandoen todos los niveles socioeconómicos antes que concentrarse en secto-res de mayor pobreza o marginalidad.

Este es el contexto en que nacen y se forman los niños chilenos denuestros días, particularmente en una edad que será clave para su for-

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mación posterior, como es la que va de 0 a 5 años. Como lo confirmanGubbins et. al., aunque la mayoría de ellos reside en hogares nuclearesbi-parentales, la proporción va en descenso, especialmente de aquellosformados por parejas casadas (caen del 76,5 al 66,9%, entre 1992-2002). Lo que se incrementa, en cambio, son aquellos niños de 0-5años que vienen de hogares cuyos padres conviven y, especialmente,de hogares monoparentales de jefatura femenina. En estos casos, ysiguiendo la tendencia general, la madre se incorpora aceleradamentea la fuerza de trabajo (de 9,2 pasó al 15%). Los fenómenos aquí descri-tos plantean nuevos desafíos a las políticas públicas en lo que respectaa la atención de los niños en edad pre-escolar, que muchas veces seencuentran con un débil soporte familiar en una edad crítica para susvidas31.

5. Prosperidad, integración, estabilidad y diversidadEn suma, si se comparan los Censos de 1992 y 2002, lo que se observaes una población que ha experimentado notables avances en su pros-peridad y calidad material de vida, con una multiplicación de sus opor-tunidades educacionales (especialmente a nivel superior) y ocupacio-nales (especialmente en el área de servicios). Esto ha beneficiadoespecialmente a los sectores previamente más marginados y discrimi-nados, los que han protagonizados importantes procesos de integra-ción o inclusión social. Esto indica un éxito en el período de las políti-cas públicas pro-equidad. Entre los grupos que han experimentado losmayores avances en materia de integración sobresale el caso de la mujer,y la brecha más significativa que aún persiste es la urbano-rural.

Como es sabido, Chile se encuentra en una etapa de transicióndemográfica. Así, mientras en 1970 la población menor de 24 añosrepresentaba casi el 60% de la población, en 1980 ella representaba el54%, en 1992 el 48% y en el Censo del 2002 sólo representa 42% de lamisma. Junto con esta maduración, lo que se observa, en el período1992-2002, es una menor movilidad residencial de la población, lo queincluye un congelamiento de las migraciones hacia la Región Metro-politana. En el plano educacional, en cambio, se manifiestan fuertesprocesos de movilidad intergeneracional, y esto tiene una directa re-percusión en la estructura del empleo, que se segmenta en función delas calificaciones educacionales. La educación, en suma, y no el lugarde residencia, se transforma en la palanca básica de la movilidad socialde las personas.

Por último, en el seno de los hogares se desarrolló un profundoproceso de cambio. Hay más familias, pero con menos hijos que nacen

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de padres menos jóvenes, muchos de los cuales no están casados. Unaalta proporción de los niños menores de 5 años, depende de una ma-dre jefa de hogar que comienza a incorporarse al mercado de trabajo.Más y más chilenos/as optan por descartar el matrimonio, o bien for-man nuevos hogares después de separarse o se deciden a vivir solos/as.La realidad de la familia, en suma, muestra una creciente diversidad, loque tiene un inevitable impacto a sobre el patrón de actitudes y con-ductas de la sociedad chilena del futuro.

III. EL SENTIDO DEL CAMBIO¿Cuál es el sentido de los cambios que experimentó la sociedad chilenaen el lapso que transcurrió entre los Censos de 1992 y 2002? ¿Bajo quécategoría sociológica pueden clasificarse?

Como se indicó en páginas anteriores, el concepto más empleadocon tal propósito es el de modernización. Sea que se le adore o se lesatanice, lo cierto es que este concepto ha estado en el centro del deba-te acerca de las transformaciones de Chile en las últimas décadas. Estedebate, sin embargo, ha estado enfocado más a discutir los prodigios omiserias de la modernización como fenómeno histórico, que a proveerde evidencia empírica a los argumentos en un sentido o en el otro. ElCenso del 2002 ofrece la oportunidad única de emprender una evalua-ción global de los cambios ocurridos, y discutir con evidencias en lamano si Chile ha devenido o no un país moderno más allá de cualquierlegítimo juicio ideológico que se tenga sobre esta condición. Pero paraque este ejercicio tenga sentido, es indispensable partir por convenirqué entendemos por modernización.

1. La modernización y sus definicionesLa reflexión en torno a los procesos de modernización y sus efectospersigue a la sociología desde sus orígenes. La noción ha sido aplicadaa un conjunto de cambios muy complejos que afectan a todas las socie-dades humanas, aunque de modos desiguales y con mecanismos dedifusión muy diferentes. Con todo, lo común es que la noción de mo-dernización dé cuenta de los procesos que dieron forma a las socieda-des que emergieron en Europa y Norteamérica a partir del siglo XVI,inaugurando tendencias que después se desplegaron por diversas par-tes del globo, como son los procesos de movilización, diferenciación ylaicización o secularización (Boudon y Bourricaud, 1982).

La definición de modernidad o modernización –esto es, el tipo deproceso que lleva a una sociedad tradicional a transformarse en unasociedad moderna– dista mucho de ser cerrada y admite casi tantas

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variaciones como autores se han referido a ella32. No obstante, pode-mos distinguir dos tipos de aproximaciones a la comprensión de la mis-ma: una macro-sociológica, de tipo teórico, y otra eminentementeempírica.

La primera busca identificar el principio rector que haría de una so-ciedad determinada una sociedad moderna, sin prestar mayor atencióna los indicadores empíricos. Esta es la aproximación de la mayoría de losclásicos, como Durkheim, Weber y Marx. En el caso del primero, la mo-dernización avanza a la par del aumento de la complejidad, y concreta-mente de la división del trabajo; Weber, en cambio, define la moderni-dad básicamente en torno al despliegue del principio de la racionalización;y Marx, por su parte, lo hace desde el análisis del auge y caída del ordencapitalista como efecto del desarrollo de los medios de producción33.

Pero hay también una segunda manera de aproximarse a la mo-dernidad. Esta no se opone a la anterior, pero se sitúa en un planodiferente. Esta aproximación –que podríamos llamar empírica o induc-tiva– no apunta a encontrar un rector sino, simplemente, a elaborarun listado de transformaciones que llevarían a una sociedad a tener losatributos propios de una sociedad moderna. Este enfoque tiene limita-ciones sociológicas obvias, pero posee la ventaja que permite llegar auna definición operacional de modernidad y a la determinación delconjunto de indicadores que la demarcan como tal.

Aunque diferentes autores ponen el acento en distintos aspectos,existe un cierto consenso en las características empíricas que definen auna sociedad como moderna34. De este modo, se puede afirmar queuna sociedad moderna presenta, por lo menos, las siguientes seis ca-racterísticas:

1. Un alto grado de urbanización. La modernidad esta vinculadaindisolublemente a la desarticulación de la vida agraria y al surgimien-to del fenómeno urbano.

2. Mejoramiento de la calidad de vida. Esta es una consecuencia deotros factores asociados, entre otros la expansión de la ciencia y la téc-nica, que permiten adelantos importantes en las condiciones de vida,tanto sanitarias como de acceso a bienes materiales.

3. Masificación de la educación formal. La modernidad va de lamano con la universalización de la educación, al menos en los nivelesbásico y medio.

4. Transformaciones en la estructura ocupacional. Con la moderni-dad se registra, primero, un aumento de la movilidad ocupacional ba-sada en las calificaciones educacionales de los individuos, seguido porun incremento de las ocupaciones ligadas a la industria.

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5. Debilitamiento de los roles sexuales tradicionales. Se desdibujanlas diferencias que existen entre los roles sexuales con la creciente in-corporación de la mujer a la vida social (en particular al mundo deltrabajo) y los consiguientes cambios de rol como madre.

6. Transformaciones en la familia. En la sociedad moderna esta tien-de a empequeñecer y a constituirse exclusivamente en torno al matri-monio y sus hijos; lo que clásicamente ha sido denominado la familianuclear o conyugal (Herrera, 2002).

¿Es Chile una sociedad moderna, si se siguen los parámetros que seacaban de mencionar35? O mejor, ¿es la sociedad que muestra el Censo2002 más moderna que la del Censo 1992; y, si es así, en qué sentido?Estas son las interrogantes que guían el ejercicio que se hace a conti-nuación teniendo en cuenta la batería de indicadores enlistados y em-pleando la información proporcionada por el Censo, la que no siemprees suficiente para el alcance de este análisis.

2. El ciclo que se cierraMás arriba nos referimos a los ejes del cambio en los 90. Ahora loharemos sobre el sentido de estos cambios. Si se siguen las dimensio-nes e indicadores de modernidad ya señalados –urbanización, calidadde vida, educación, trabajo, cambios en roles sexuales y familia–, elsentido de las transformaciones de la sociedad chilena en el lapso 1992-2002 es uno solo y está fuera de dudas: el de la modernización. No setrata de un proceso que se inaugurara en los noventa, pues tiene raícesque se remontan a varias décadas atrás. De hecho, lo que se observa enlos 90 es el cierre de largos ciclos de modernización iniciados en elúltimo tercio del siglo pasado –como es el caso de la urbanización–,otros que maduran notoriamente –como el de la educación–; y, al mis-mo tiempo, la emergencia de nuevas tendencias, propias de una mo-dernidad avanzada.

En suma, bajo la sombra de una transición política que ha consu-mido tantas energías a los analistas, en los años noventa se consolidaen Chile otra transición, aquella que implica el tránsito a una sociedadmoderna con incrustaciones tradicionales, sin duda, pero también conrasgos emergentes, característicos de una modernidad avanzada.

A) LA CONCENTRACIÓN URBANA SE DETIENEEl proceso de urbanización es una de las principales claves de la mo-dernización. Todos los clásicos de la sociología admiten que la ciudad esel espacio privilegiado de la vida moderna, y que la migración hacia lamisma es uno de los fenómenos característicos de los procesos de mo-

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¿ES CHILE UN PAÍS MODERNO?

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dernización. Pues bien, Chile ha llegado a niveles de urbanización com-parables con los países desarrollados, y su tasa de expansión pareceestabilizarse, lo que revela una menor movilidad física de la población.

En el periodo 1992-2002 sigue profundizándose el proceso de ur-banización, pero a un ritmo decreciente (Gráfico 3). Con esto, se ob-serva una aminoración de los procesos migratorios o, lo que es lo mis-mo, un creciente proceso de asentamiento de la población. Como señalanValenzuela et. al., en los 90 se cierra el largo ciclo de movimiento de lapoblación desde el campo hasta la ciudad en busca de oportunidades ybienestar, para dar paso a un periodo de estabilización de la misma36. Dehecho, la ciudad de Santiago ya no es un polo receptor de población, yhoy expulsa más personas de las que recibe, movimiento que no es aje-no, sin embargo, al proceso de conurbanización y densificación de laprovincia de Santiago. Con todo, ya no existe un movimiento poblacio-nal desde lo rural hacia lo urbano como aquel que tuvo su auge en lasdécadas de los 60 y 70 del siglo pasado, con lo que se cierra una largafase histórica marcada por agudas convulsiones sociales.

Más allá de una detención de las migraciones campo-ciudad, se havenido produciendo en los últimos años un mayor asentamiento de lapoblación chilena. Como se muestra en el Capítulo III, aumenta el por-centaje de personas que no se ha cambiado de comuna dentro de unperíodo de cinco años antes de las fechas censales respectivas.

En suma, la población chilena está asentada, en forma estable y yapor varias generaciones, en la ciudad, con lo cual está expuesta plena-mente a la vida urbana, característica de la modernidad.

Gráfico 3. Evolución urbanización en Chile durante el Siglo XX (% población que vive en ciudades)

Fuente: INE Estadísticas Chilenas en el Siglo XX (datos no estrictamente comparables por cambios en las definiciones). Para 1992 y 2002,datos del Censo 1992 y 2002.

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

80%

90%

100%

1907 1920 1930 1940 1952 1960 1970 1982 1992 2002

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B) MEJORA LA CALIDAD DE VIDAJunto con la urbanización, la modernidad está asociada a una mejoraen las condiciones de vida de la población. ¿Cómo ha cambiado Chileen este campo? Esto se puede analizar desde dos perspectivas: los pro-gresos en las condiciones sanitarias y los avances en el acceso a bienesy servicios. Si se hace el ejercicio de evaluar lo ocurrido en el lapso1992-2002 desde estas dos perspectivas, es imposible no reconocer queChile se acerca rápidamente a los estándares atribuidos clásicamente auna sociedad moderna.

En lo que se refiere a los avances en los indicadores de salud yestadísticas vitales, el Censo del 2002 muestra sólo mejoras margina-les. Esto se explica no por un déficit en este campo, sino por el hechode que ya se han alcanzado umbrales tales que hacen muy difícil regis-trar avances. Por ejemplo, si se observan las tasas de mortalidad infan-til y de esperanza de vida –dos indicadores clásicos de las condicionessanitarias de la población– se confirma que se ha llegado a niveles muyaltos, con avances constantes a lo largo de todo el siglo XX (Gráfico 4).

Así como en el caso de la urbanización, durante los 90 se cierraotro ciclo largo: el proceso de mejoramiento de las condiciones sanita-rias de la población, Ello, porque las estadísticas vitales se acercan sig-nificativamente a las de sociedades modernas, por lo cual sólo puedenmostrar a futuro mejoramientos marginales.

La segunda perspectiva desde la cual se puede evaluar el progresoen las condiciones de vida de la población tiene que ver con la disponi-bilidad de bienes y servicios. Como señala Larrañaga en el capítulo depatrimonio, este avance se vincula no sólo a transformaciones en elingreso, sino también con cambios en la oferta, muchos de ellos aso-ciados a innovaciones tecnológicas. Ambos procesos se hicieron sentircon fuerza en Chile durante los noventa.

Consideremos primero el bien material por antonomasia: la vivien-da. Tal como se mencionó antes y se detalla en el Capítulo III, en ellapso 1992-2002 se acentuó una mejora sustantiva de las condicionesde habitación de la población, tanto por el número de viviendas dispo-nibles como por la mejoría de su calidad.

Pero el ascenso en la calidad de vida no se aprecia solo en la vivien-da. Si consideramos la disponibilidad de otros bienes durables, la déca-da de los 90 es espectacular en cuanto a la expansión y los niveles depenetración a los que han llegado.

Aquí podemos reconocer dos procesos diferentes. De una parte estála masificación de los servicios básicos. Al respecto basta con reteneruna cifra: en el 2002, solo un 1,1% de la población urbana no tiene

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¿ES CHILE UN PAÍS MODERNO?

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Gráfico 4. Evolución de estadísticas vitales durante el siglo XX

Fuente: Mortalidad infantil: INE Estadísticas Chilenas en el Siglo XX. Esperanza de vida al nacer. INE Anuario demografía INE 1997. 2000-2005: INE. Compendio estadístico 2001.

Evolución Mortalidad Infantil (por cada 1000 nacidos vivos)

0

50

100

150

200

250

300

350

400

1900

1910

1920

1930

1940

1950

1960

1970

1980

1990

1999

Evolución de esperanza de vida al nacer

0

10

20

30

40

50

60

70

80

9019

20

1930

1940

1952

1960

1970

1982

1992

2000

-200

5

Hombres Mujeres

342.5

267.3 263.4234.4

217.2

153.2119.5

82.2

3316 10.1

agua potable y el 0,9, carece de acceso a electricidad. De otra parte, lamayoría de los bienes o equipamiento para el hogar –televisión, refri-geradores, lavadoras, cocinas, etc.– hoy día tienen penetraciones cer-canas al 85% de los hogares. A esto hay que sumar la creciente difu-sión de bienes paradigmáticos de la sociedad moderna, como el teléfono

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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fijo y el automóvil, que han más que duplicado sus niveles con respec-to a principios de los 90.

En suma, para el año 2002, una mayoría abrumadora de los chile-nos vivía en un hogar instalado en una vivienda en buenas condicio-nes, con acceso a servicios básicos, refrigerador, televisión a color yteléfono, entre otros bienes; todo lo cual podríamos describir como el“kit material básico” de una vida moderna.

C) UNIVERSALIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN FORMALEl acceso de la población al sistema educativo se ha vinculado tra-

dicionalmente a las sociedades modernas y a la propagación de su idea-rio37. Es más: uno de los principales desafíos educativos de la moderni-dad tiene que ver con la masificación de la educación formal a toda lapoblación en condiciones de estudiar. En cierto modo, la educación esun corolario, pero a la vez un fundamento del proyecto modernizador

¿Qué ha pasado en Chile con esta revolución propiamente moder-na38? Lo primero que destaca los datos del Censo es el camino recorri-do en términos de universalización. De hecho la educación primaria yaalcanzó una cobertura universal, con cifras cercanas al 100%. Adicio-nalmente, se constata el aumento de la cobertura en la Educación Media,que pasó de 80,3%, en 1992 a 90%, en el año 200039. Aunque no sepuede dar aún por cerrada, la meta de la universalización de la educa-ción secundaria esta muy cerca de alcanzarse.

Como en el caso de la urbanización y del mejoramiento de las con-diciones sanitarias de la población, aquí otro largo ciclo de moderniza-ción parece cerrarse en los noventa: el de la universalización de la edu-cación básica y media. Esto implica un fuerte aumento del niveleducativo promedio de la población chilena, la mayoría de la cual sesitúa actualmente en los grados media completa y superior.

Lo anterior es particularmente significativo si la atención se con-centra en el segmento entre 20 y 29 años. En este grupo, 56%, termi-nó la educación secundaria, y 23,7%, ha accedido a algún tipo de estu-dios superiores (técnicos o universitarios). En 1952, a este último tipode estudios accedía solo 2.7%, y a principios de la pasada década llega-ba apenas al 16.1% . La masificación de la educación superior pareceser la nueva frontera, que se abrió en los noventa.

Lo que estamos viendo es un incremento de la movilidad educa-cional inter-generacional, transformación también asociada a los pro-cesos de modernización. El aumento de la cobertura y la mayor per-meabilidad del sistema educativo hacen que el hijo de un padre conbajo nivel educacional tenga hoy más oportunidades educativas que

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¿ES CHILE UN PAÍS MODERNO?

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Gráfico 5. Evolución de la cobertura educacional en Chile40

0

20

40

60

80

100

1970 1982 1990 2000

Básica Media

Fuente 2000: 1970 a 1992 CENSO, citado en Torche 2002 CASEN, citado en MIDEPLAN 2001.

Gráfico 6. Evolución porcentaje de la población de 20 a 29 años según nivel educacional alcanzadodurante la segunda mitad del siglo XX

0%

20%

40%

60%

80%

100%

1952 1970 1980 1992 2002

Superior Secundaria Primaria Ninguna

Fuente: 1952-1992 Ossandon 2003 a partir de datos CENSO, 2002 elaboración propia a partir de muestra del censo.

hace 10 años, al punto de que “... en el año 2002, uno de cada tresestudiantes de educación superior (técnica, profesional o universita-ria) tenía un padre con nivel educativo medio o básico...” (Capítulo V).Progresivamente, sin embargo, la brecha educativa entre padres e hi-jos se ha venido acortando.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Los efectos de estos avances en la cobertura y movilidad educacio-nal sobre los comportamientos de la sociedad chilena son de una pro-fundidad tal que, por ahora, es difícil de evaluar.

D) EMPLEO MÁS CALIFICADODesde el punto de vista de la teoría de la modernización se puede des-tacar una transformación relevante durante los noventa41: la crecientetecnificación de la fuerza de trabajo como efecto del incremento de losniveles educacionales. En lo que respecta a la otra tendencia esperable,como es la mayor concentración del empleo en el sector manufacture-ro, ello no se verifica en absoluto: es más, la tendencia apunta a unaacentuación del proceso de terciarización ocupacional.

La tecnificación de la fuerza de trabajo se observa en el notableincremento de la tasa de escolaridad de la misma. Como se indicó másarriba y se especifica en el capítulo V, en el lapso 1992-2002 la fuerzade trabajo y la población ocupada han mejorado su escolaridad a unritmo mayor que el promedio de la población. Esto significa que hanaumentado las calificaciones educacionales mínimas para desarrollartodo tipo de empleo. Como afirma Bravo (Capítulo IV), “... se ha re-portado que la proporción de fuerza laboral con educación secundariay post-secundaria se incrementó tres veces en los últimos 40 años... ”.A esto se suma un crecimiento importante de los empleos que ocupantécnicos y profesionales de nivel medio, cuya proporción en el totalha crecido del 5,0% al 13,8%, en el periodo. Aunque sea de unamanera insuficiente todavía, es evidente que Chile trata de hacer frentea las exigencias que impone un sistema económico global que giracada vez más en torno a la generación y administración de conoci-miento, lo que vuelve crítico el nivel educacional y la tecnificación dela fuerza trabajo.

Los procesos clásicos de modernización han estado tradicionalmenteasociados a un incremento del empleo en el sector secundario o manu-facturero, y a un retroceso de aquel situado en el sector primario, léaseagricultura y minería. Esta no es, sin embargo, la evolución que seobserva en Chile. En el periodo 1992-2002, la industria, la minería y laagricultura prosiguieron con la tendencia precedente a una disminu-ción de su participación dentro de la fuerza de trabajo: entre estos, laagricultura es el sector que más disminuyó, pasando de 16 a 10,7%.

El sector servicios, en cambio, experimentó en el mismo lapso, uncrecimiento importante, siguiendo también con una trayectoria ante-rior. Esta expansión del sector servicios, ¿no esconde acaso un fenó-

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meno de precarización del empleo? En realidad este no es el caso. Elempleo más precario, el de los de servicios comunales y personales, semantuvo prácticamente constante, y el que crece, en cambio, es preci-samente el de las áreas que requieren un cierto grado de calificación: elsector servicios financieros (el cual se duplicó en el período) y serviciosno personales.

E) INCORPORACIÓN DE LA MUJER Y REDEFINICIÓN DE LOS ROLES SEXUALESOtra dimensión característica de la modernización es la que dice rela-ción con la incorporación de la mujer a distintos ámbitos de la vidasocial, lo que conduce al des-dibujamiento de las tradicionales diferen-cias entre géneros42. Pues bien, en Chile se producen importantestransformaciones en este sentido durante los noventa, muchas de lascuales están también vinculadas a ciclos de cambio de largo aliento.Cabe señalar aquí dos ámbitos destacados: la creciente incorporaciónde la mujer al mercado laboral, de una parte, y, de otra, las transforma-ciones de la maternidad y del papel de la mujer en la familia.

Durante los noventa se acentúa la tendencia a la incorporación dela mujer a la vida laboral –aunque al respecto, en Chile falta un largocamino por recorrer43. De hecho, todos los aumentos que tuvo la tasade participación laboral en el período obedecen a la incorporación dela mujer al mercado del trabajo. Como se muestra el Capítulo IV, esteaumento en la participación laboral femenina está asociado al incre-mento de una fuerza laboral con educación media completa y educa-ción técnica superior (institutos profesionales, centros de formacióntécnica o universidades). En otros términos, las nuevas oleadas demujeres que se incorporan a la fuerza de trabajo lo hacen trayendoconsigo mejores calificaciones educacionales que el promedio.

La mayor incorporación de la mujer al mundo del trabajo se rela-ciona necesariamente con una transformación en su proyecto de vida.La maternidad y la familia ahora compiten con la vida laboral y la rea-lización profesional, y antes de esto, con la educación necesaria paraacceder al trabajo. Congruentemente con esto, la tasa de fecundidadha disminuido sistemáticamente, al punto de que en el 2002 es menosde la mitad que la registrada en 1960. Adicionalmente –como se mues-tra en el Capítulo VI–, las mujeres se casan menos y más tardíamente,al tiempo que postergan más el nacimiento de su primer hijo/a. Todosestos procesos apuntan a un desdibujamiento de la tradicional divisióndel trabajo entre géneros, lo que la literatura describe como un aspectocentral del proyecto modernizador.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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F) MÁS ALLÁ DE LA FAMILIA NUCLEAROtro ámbito de transformaciones, fuertemente vinculado a los cam-bios en el papel de la mujer, son los cambios al interior de la familia. Adiferencia de las sociedades tradicionales, en las cuales las familias sevinculaban estrechamente a una red amplia de parentesco, la familiamoderna tiende a empequeñecer y a constituirse en torno al matrimo-nio y los hijos. En este contexto, la modernidad marcaría el tránsito deuna familia extendida a otra en donde se privilegia la filiación, aumen-ta la inversión en un número menor de hijos/as, al tiempo que estos sevuelcan a la educación formal y dejan de aportar al ingreso del hogar.Esto es lo que se ha llamado el proceso de nuclearización.

¿Qué ha pasado con la familia en Chile? Durante el periodo 92-02lo que se registra es una estabilización de las familias nucleares, lo queindicaría que este proceso habría alcanzado su cenit en los noventa,con la consiguiente reducción del número de hijos y empequeñeci-miento de los hogares. Aquí parece cerrarse otro largo ciclo de moder-nización, cuyo salto más dramático tuvo lugar en la década de los se-tenta del siglo pasado (Gráfico 6, Capítulo VI). El proceso de formaciónde familias nucleares forma parte de un ciclo largo de modernizaciónque se consolida y madura plenamente en los noventa.

La gran novedad del Censo 2002 es que insinúa el comienzo deotros dos procesos, que parecen seguir al cierre del de constitución defamilias nucleares: su des-institucionalización y la diversificación de suestructura, fenómenos ampliamente descritos en la literatura acercade la evolución de la familia en los países desarrollados44. Prueba de

Gráfico 7. Evolución de la tasa de fecundidad (cantidad de hijos promedio por mujer)

Fuente: Síntesis estadísticas CELADE, en www.cepal.cl

55.3

3.6

2.72.5 2.4

0

1

2

3

4

5

6

1950 1960 1970 1980 1992 2002

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¿ES CHILE UN PAÍS MODERNO?

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esto es que en los noventa en Chile, al mismo tiempo que aumenta laedad promedio del matrimonio y se posterga la maternidad, disminu-yen los hogares compuestos por matrimonios, se incrementan los ho-gares compuestos por convivientes, y crece el número de familias mo-noparentales y unipersonales, entre otras tendencias que ilustran losprocesos de des-institucionalización y diversificación45.

3. El ciclo que se abreLa modernización, decíamos antes, es un proceso histórico que abarcaal menos los siguientes aspectos: un acelerado grado de urbanización yla emergencia de la ciudad como núcleo central de la sociedad; la ma-sificación de una cierta calidad de vida, como fruto de la extensión deciertos estándares sanitarios y el acceso a ciertos bienes y servicios bási-cos; la universalización de la educación formal, al menos en sus nivelesbásico y medio; el aumento de la movilidad ocupacional, basada en lascalificaciones educacionales de los individuos; un incremento de lasocupaciones ligadas a la industria, junto a la disminución de aquellasligadas a la agricultura; el debilitamiento de una división tradicional deroles basados en el género; y, por último, la sustitución de la familiaextendida tradicional por la nuclear.

¿Es Chile una sociedad moderna? Si se juzga por los indicadoresdescritos, el Censo 2002 lleva a concluir que sí lo es. Esto no significa,desde luego, que ella pase satisfactoriamente el test en todos los planos,y que no se destaquen áreas de marcado retraso, como es la incorpora-

Gráfico 8. Evolución de hogares nucleares y unipersonales como porcentaje del total de hogares

Fuentes: Censos, datos tomados de Capitulo Familia.

0

10

20

30

40

50

60

1972 1982 1992 2002

Hogares UnipersonalesHogares Nucleares

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ción de la mujer al trabajo. Tampoco significa que el tipo de procesosque constituyen el proceso de modernización haya llegado a toda lapoblación, ni menos en la misma intensidad. Esto no es así en ningunasociedad calificada como moderna, pero ello no la invalida como tal.Lo relevante es que dichos procesos abarquen a proporciones mayori-tarias de la población, y esto es lo que indica el último Censo.

Es importante destacar que si Chile adquiere en los noventa la con-dición de sociedad moderna, ello no es resultado sólo de avances du-rante esta década, sino de la maduración alcanzada por procesos demucha más larga duración. Fenómenos como la urbanización, la ex-pansión de las condiciones sanitarias, la universalización de la educa-ción formal, la nuclearización de la familia, los cambios en el rol de lamujer –entre otros– no son el resultado de los cambios introducidos enuna década, sino de tendencias iniciadas, muchas a mediados del sigloXX, y que fueron avanzando y madurando consistentemente en losaños posteriores: las sociedades, en este sentido, tienen mucha máscontinuidad de lo que a veces se supone.

Lo que destaca en el lapso que va entre los dos últimos censos (1992-2002), es la consolidación y maduración de un conjunto significativode esos procesos. En los noventa se habría cerrado un primer largociclo modernizador, quizás el más básico, aquel evocado por Gino Ger-mani en los años sesenta del pasado siglo. Esto estaría permitiendo a lasociedad chilena dar un salto cualitativo en su desarrollo y, al mismotiempo, le obligaría a encarar en el futuro problemas de una naturale-za muy diferente a los de un pasado no muy lejano.

En el período 1992-2002 también se pueden reconocer algunastendencias asociadas no ya a las sociedades modernas, sino al desplie-gue de las lógicas propias de lo que se ha llamado “modernidad avan-zada”, “modernidad reflexiva”, “segunda modernización”, “sociedadpost-tradicional” o “post-modernización”46. O, para decirlo de otromodo, el último Censo revela que, en ciertos campos, Chile ya ha en-trado a un segundo ciclo u ola de transformaciones, que no respondeya al proceso clásico de modernización, sino a los cambios que experi-mentan las sociedades desarrolladas.

En el plano de la estructura ocupacional, por ejemplo, el empleomanufacturero en vez de aumentar –como lo indicaría el paradigma dela modernización–, ha decrecido; en cambio, lo que se incrementa con-sistentemente es un empleo cada vez más calificado en el sector tercia-rio. Esto indicaría una evolución que parece típica de la modernidadavanzada, donde el empleo en los servicios desplaza al manufactureroal igual como este antes desplazó al empleo agrícola. Un proceso de la

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¿ES CHILE UN PAÍS MODERNO?

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misma naturaleza ocurre en el campo de la familia, donde las tenden-cias emergentes son la des-institucionalización y la diversificación, noya como un fenómeno asociado a los grupos más pobres, sino más biencomo una opción presente fuertemente en los grupos con mayor niveleducacional y mejor calificación ocupacional.

La modernización chilena parece estar situada entre dos ciclos his-tóricos. Lo característico de los años noventa, en efecto, es la superpo-sición de estos dos de “larga duración”: de una parte, el cierre de lamayoría de los procesos básicos de la modernización clásica y, de otra,la inauguración de un nuevo ciclo de cambios propios de la evoluciónde sociedades que han entrado en la llamada “modernidad avanzada”o “segunda modernización”. Esto no es extraño en absoluto. Como sesabe, los procesos históricos no transcurren linealmente ni a través deetapas sucesivas; por lo que no resulta raro que una modernizacióncomo la chilena, que en muchos aspectos está lejos aún de madurar,incorpore tendencias propias de sociedades más avanzadas47.

Lo propio de una sociedad como la chilena de hoy es su compleji-dad. Ello porque en su seno conviven rasgos modernos, pre-modernosy, progresivamente, “post-modernos” o de una modernidad avanzada.Una situación de este tipo parece inevitable cuando una sociedad haestado enfrentada a un proceso de desarrollo tan acelerado, el cual noes nunca homogéneo, ni se distribuye uniformemente. Esto planteagrandes desafíos a las instituciones que deben gobernar una sociedaddonde conviven patrones de conducta y expectativas tan diversos. Ta-rea que hay que emprender observando con detención sus pecularie-dades y no negándolas o, menos aún, insistiendo en responder hoy aproblemas que ya son de ayer.

IV. CHILE 2002-2012: ¿QUÉ MODELO DE MODERNIZACIÓN?Cuando llegue la hora, en el año 2012, de analizar los resultados deXVIII Censo de Población y Vivienda, ¿hacia qué tipo de sociedad ha-brá evolucionado Chile, en el supuesto de que se mantengan las ten-dencias que se manifiestan hoy?

El Censo 2002 ha revelado –así lo prueban los diferentes capítulosde este libro– transformaciones que, evaluadas en general, llevan aconcluir que en la década de los noventa la sociedad chilena ha cerra-do su ciclo básico de modernización. Con este rótulo, probablemente,clasificarán esta década los historiadores del futuro. Y sumarán a su eva-luación la consolidación de un orden político democrático y de un ordeneconómico de mercado abierto al mundo –que en este análisis ha sidopremeditadamente omitido–, los que ciertamente refuerzan la tesis de la

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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modernización. Paralelamente con el cierre de ese ciclo modernizador,básico, la década de los 90 ha inaugurado una nueva ola de cambios, contendencias que, en muchos casos, son similares a las que se observanen países que han entrado a una etapa de modernidad avanzada.

Si ese nuevo ciclo sigue su curso, ¿a qué tipo de sociedad modernadará origen? O, para ponerlo más simple: ¿cómo será la sociedad chilenadel próximo Censo? La pregunta es ambiciosa, pero no trivial. No lo es,porque las sociedades modernas no son todas iguales entre sí; es más, sepuede decir que hay diversos modelos de modernización, entre los cua-les las diferencias son al menos tan significativas como las semejanzas.

1. Chile 2002 en perspectiva comparadaAntes de intentar siquiera una respuesta a esa pregunta, puede resul-tar interesante comparar los niveles de modernización que muestraChile a la luz de los resultados del Censo 2002 con otras sociedadesque, en diferentes períodos, han desplegado un proceso semejante, conel fin de ponderar el camino ya recorrido por Chile, y el que falta porrecorrer. Los casos elegidos para este ejercicio fueron los de España yEE.UU. El primero, porque con él Chile comparte las mismas raícesculturales e institucionales y, más contemporáneamente, una transi-ción política y socio-económica bastante parecida; y, el segundo, por-que participa de su condición de ser parte del nuevo mundo pero, sobretodo, a partir del segundo tercio del siglo pasado, con un mismo esque-ma económico y social basado en el mercado y el esfuerzo privado.

Con hacer este ejercicio comparativo seguiremos el procedimientoempleado en la sección anterior, tomaremos las seis dimensiones demodernización seleccionadas, y veremos el contraste entre la realidadchilena y la de estos otros países.

A) URBANIZACIÓN, CONDICIONES DE VIDA, EDUCACIÓN Y TRABAJOSi se analiza primero: el proceso de urbanización, se observa que Chileha alcanzado niveles de urbanización incluso levemente superiores alos de EE.UU. y España48. Esto confirma lo señalado más arriba, de queel proceso de urbanización del país parece haber llegado a su límite.

En lo que se refiere a las condiciones de vida, hay dos situacionesdiferentes. Las estadísticas vitales de Chile han alcanzado prácticamen-te los niveles de España y EE.UU.49. Pero, en lo que respecta al accesode bienes durables, se observan distancias apreciables entre Chile y losestándares de esos países. Pese al proceso de masificación, e inclusosaturación de algunos durables en los 90, su penetración dista muchode la alcanzada por estos en países desarrollados (Gráfico 9).

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¿ES CHILE UN PAÍS MODERNO?

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En el campo de la educación, también las diferencias siguen siendoimportantes, no obstante los fuertes avances en cobertura educacionalde Chile en los 90. En el caso de los EE.UU. basta con un ejemplo:mientras en Chile el año 2002 dos de cada diez personas mayores de25 años tenía educación media completa o superior, en Estados Unidosla cifra alcanzaba a ocho de cada diez50. La comparación con España esmás satisfactoria, pues solo tres de cada diez adultos tiene educaciónmedia completa o superior51. Lo que explica tales diferencias es el mo-mento en que tuvo lugar en cada país el proceso de modernización queintrodujo la masificación de la educación formal: primero en EE.UU.,después en España, y más tardíamente en Chile. Las distancias, por lotanto, deberían ir despareciendo en las generaciones más jóvenes, lasque han sido beneficiarias directas de la extensión de las coberturas.Esto efectivamente comienza a ocurrir: de hecho, si se compara la pro-porción de jóvenes (16 a 29 años) con estudios medios completos ysuperiores, Chile avanza de 32 a 43, situándose a diez puntos porcen-tuales de España52.

En el mercado laboral se pueden hacer dos comparaciones rele-vantes, a lo menos. La primera dice relación con la tecnificación de lafuerza de trabajo como efecto de su mayor nivel educacional. A este

Gráfico 9. Disponibilidad de bienes durables según hogar. (Porcentaje de hogares con disponibilidadde bienes)

Fuente: Chile: Elaboración propia a partir de Censo 2002. EE.UU.: Television y Microondas: U.S. Census Bureau, Survey of Income andProgram Participation, 1996. Automóvil y computador: US Census Bureau American Fact Finder, 2000. Teléfono: Historical census housingtables. España: Panel de hogares INE. 1999.

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respecto, ya se experimentó en Chile el salto en la década de los 90. Sinembargo, al comparar la educación de su fuerza de trabajo con la deEE.UU. y España, queda de manifiesto una brecha todavía significativa(Grafico 10). La segunda comparación es la que se refiere a la estructu-ra sectorial del empleo, donde Chile comienza a mostrar un perfil bas-tante similar al de los otros dos países analizados, como resultado delcrecimiento del sector servicios en detrimento de la agricultura y lamanufactura53. Aunque ciertamente Chile nunca ha alcanzado el per-fil moderno de sociedad industrial, se observa una tendencia hacia laconstitución de una sociedad de servicios –o para usar las categorías deBell (1976)–, “postindustrial”.

B) MUJER Y FAMILIASi se miran las tasas de fecundidad, se observa que Chile –prosiguiendocon una tendencia que viene desde los años sesenta– se acerca rápi-damente a las cifras que presentan países como España o EE.UU. (Grá-fico 11). Algo semejante comienza a ocurrir en lo que respecta a laedad de la maternidad y la nupcialidad. No obstante, si se repara en losindicadores de incorporación de la mujer al mercado laboral, las compa-raciones muestran a Chile muy lejos de esos países, pese a que en laúltima década este proceso se ha acelerado extraordinariamente.Con todo –tal como se observa en el Gráfico 12– la curva sigue un

Gráfico 10. Porcentaje fuerza de trabajo con Educación media o Superior (población mayor de 16 años)

Fuente: España: indicadores sociales 2001. en www.ine.es. EE.UU.: U.S. Census Bureau, Statistical Abstract of the United States: 2002, Chile:capitulo Empleo. Se considera población mayor de 15 años para Chile.

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Gráfico 11. Tasa de fecundidad global comparada (hijos promedio por mujer)

Fuente: OECD. Labour Market Statistics - Indicators. 2003. Chile, 1992-2002: Capítulo Empleo. 1970-1980, en Contreras, Bravo y Puentes(1999). Tasa de participación femenina, un análisis de cohortes sintéticos. Para el caso de Chile se considera población mayor de 15 años.

Fuentes Chile: CELADE en www.Cepal.cl , EE.UU. U.S. Census Bureau, Statistical Abstract of the United States: 2002.

Gráfico 12. Tasa de participación femenina en la fuerza de trabajo (de 15-64 a años)

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EEUUEspaña Chile

curso bastante similar al de España, con niveles de participación feme-nina que ya superan los de este país en 1980.

En cuanto a la familia, la mirada comparada permite confirmarque tendencias presentes en Chile, como la configuración de una fami-

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lia nuclear y el empequeñecimiento de los hogares, se desplegaron haceya varios años en países como EE.UU. y España. En lo que respecta a loprimero, es un proceso que culminó durante los años 50’ en EE.UU.,cuando un 78% de los hogares estaba compuesto por matrimonios:desde esa fecha hasta ahora ello ha venido experimentando una baja,hasta alcanzar hoy el 52%54. Como se discutió anteriormente, en Chileeste proceso recién comienza a observarse en los años 90, pasando del66%, en 1992, al 58%, el 2002.

En cuanto al tamaño de las familias, el promedio de la familia chi-lena hoy (3.6) es equivalente al tamaño de las familias españolas en1970 y de las norteamericanas antes de la década de los 50’55. Aunqueesta se ha empequeñecido notoriamente en el último período, la fami-lia chilena sigue siendo mucho más numerosa que la de esos países,como lo confirma el hecho de que en Chile los hogares con 5 o máspersonas representan el 26,6% del total, mientras que en EE.UU. al-canzan al 10,8% y en España al 9,8%. Lo cual permite prever que latendencia hacia una reducción del número de integrantes de la familiatodavía tiene un largo trecho por delante en Chile.

Es sabido que la modernización conduce a una mayor diversifica-ción del tipo de familias como resultado del incremento de los hogaresunipersonales y de las parejas sin hijos56. Estas tendencias –como sevio más arriba– ya están presentes en Chile, pero sin alcanzar los nive-les de los países comparados. Por ejemplo, si observamos la evoluciónde los hogares unipersonales, en EE.UU. estos corresponden al 27,2%de los mismos, mientras en Chile solo llegan al 11%. El proceso dediversificación de la familia, al igual que la reducción de sus integran-tes, está lejos de haber concluido.

C) APROXIMACIONES, DISTANCIAS, CONVERGENCIAEste elemental ejercicio de análisis comparado entre la sociedad chile-na que muestra el Censo 2002 y la evolución de España y los EE.UU.,revela que hay áreas donde Chile ya ha alcanzado los niveles de esospaíses, pese a las enormes diferencias en términos de desarrollo57. En

Tabla 1. Cambios en la familia. Indicadores seleccionados

Chile 2002 España 2000 EE.UU. 2000

% Hogares con más de 5 personas 26,5 9,8 10,8

Tamaño promedio de la familia. 3,6 3,1 2,6

Tasa de fecundidad global 2,4 1,31 2,13

Fuente: EE.UU. U.S. Census Bureau Demographic Trends in the 20th Century. España: Indicadores sociales 2001. Chile. Censo 2002.

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otros campos, sin embargo, persisten grandes distancias, aunque la ten-dencia apunta a una reducción, no a su incremento.

En el primer caso, las estadísticas vitales de Chile han alcanzadoprácticamente los niveles de EE.UU. y España, y su tasa de fecundidadse les acerca rápidamente. La tasa de urbanización, por su parte, esincluso levemente superior. En lo que respecta a estructura del em-pleo, Chile comienza a mostrar un perfil bastante similar al de los paí-ses mencionados, como efecto de la expansión del sector servicios–especialmente en áreas modernas, como servicios financieros– en de-trimento de la agricultura y la manufactura.

En lo que respecta a otras tendencias características de la moderni-zación, las distancias siguen siendo importantes. En el campo de laeducación, pese a los persistentes avances en cobertura educacional, labrecha es aguda, no obstante lo cual, ella tiende a reducirse en lasgeneraciones más jóvenes, las más directas beneficiadas de la exten-sión de las coberturas. Esto mismo se traduce en fuertes diferenciaseducacionales en la fuerza de trabajo. Chile muestra un fuerte retrasoen lo que respecta a la incorporación de la mujer al mercado laboraltambién, aunque esto está en proceso de reversión: de hecho, esta par-ticipación supera el 2002 a la de España de1980.

Aunque las tendencias son similares, también hay notorias dife-rencias en lo que atañe a la familia. La familia nuclear es más numero-sa en Chile, pese a su contracción en el lapso 1992-2002. Asimismo, eltamaño promedio de las familias es mayor; y aunque hay un aumentode los hogares unipersonales y de formas diversas de constitución defamilias, las proporciones son menores a EE.UU. y España.

Como puede apreciarse, un ejercicio de análisis comparado de laevolución de la sociedad chilena con respecto a las realidades de Espa-ña y EE.UU. muestra amplios campos de similitud y amplios camposde diferencia. No obstante, lo que más llama la atención es que lastendencias que se manifiestan son las mismas, y ellas se mueven en lamisma dirección. Hay, pues, una cierta convergencia entre estas socie-dades tan diferentes entre sí, la que tiene que ver con un patrón básicode modernización, común a las tres.

2. El modelo liberalLas sociedades tienen muchas formas de ser modernas. O dicho de otromodo, hay diversos modelos de modernización y sociedades modernascon características muy diferentes. ¿Cuál es el modelo de moderniza-ción en curso en Chile, y hacia qué tipo de sociedad conduce? ¿Cómoserá el Chile que surja del próximo Censo, el año 2012?

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Hay múltiples tipologías para clasificar a las sociedades modernas.Una de ellas es la que propone Esping-Andersen (1999), en su estudiosobre el “estado de bienestar” en lo que llama “sociedad post-indus-trial”. Él distingue tres modelos, que se diferencian entre sí por la for-ma de articulación entre el Estado, el mercado y el hogar o familia:

1. El modelo liberal, propio de los países anglosajones, particular-mente EE.UU., que se caracteriza por la minimización del Estado, laindividualización de los riesgos y la promoción de soluciones del mer-cado.

2. El modelo social-demócrata, típico de los países escandinavos, conun fuerte papel del Estado, quien cubre gran parte de los riesgos, conalto niveles de beneficios y distribuidos en forma igualitaria.

3. El modelo conservador, asociado a Europa continental –en especialel Sur–, donde la repartición de los beneficios obedece a lógicas corpo-rativistas, con fuerte centralidad de la familia, responsable ultima delbienestar de las personas, especialmente en la niñez y vejez58.

¿Hacia cual de esos tipos se mueve Chile, a la luz de las transforma-ciones que revela el Censo 2002? Todo indica que marcha persistente-mente desde un modelo de tipo social-demócrata en la dirección delprimer modelo, el llamado liberal59, con una incrustación propia delmodelo conservador en lo que se refiere al importante papel que ejercela familia.

El modelo liberal se caracteriza por una aguda focalización de laspolíticas públicas hacia los grupos más pobres de la población, lo que secontrapone con los otros modelos –socialdemócrata y corporativista–,que tienden a asegurar un nivel “mínimo” de bienestar a toda la pobla-ción. Adicionalmente, impera una baja regulación del mercado del tra-bajo, alta flexibilización, baja protección al empleo y escasa sindicaliza-ción. En términos generales, es un modelo que deja al mercado el rolprimordial en la absorción de los riesgos y la provisión de estándares debienestar en campos como la salud, la educación, la vivienda, la previ-sión, la seguridad, etc. y se deja menor espacio al mercado como ejearticulador de riesgos. EE.UU., sería el paradigma del modelo liberal.

Más allá de las inmensas diferencias en su nivel de desarrollo, laevolución reciente de la sociedad chilena muestra numerosos parale-los con la realidad de los EE.UU. Es el caso de lo que podríamos llamarla privatización del riesgo. Pongamos el ejemplo de la salud, que tiendea ser la mayor fuente de riesgo en las sociedades modernas. En Chile,al igual que en EE.UU., representa el 5% del presupuesto familiar delos hogares; porcentaje muy superior a lo que se observa en los paísesorganizados en torno a los otros modelos –como España–, donde es el

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Estado quien ejerce la provisión de este servicio. Chile también tienealtísimos estándares de privatización del sistema de pensiones. Y lamisma tendencia se aprecia en el campo de la educación, donde Chilees uno de los países del mundo donde el sector privado tiene una ma-yor participación61. Así, mientras en los hogares chilenos el gasto eneducación llega a 5,9%, en España y EE.UU. es menor al 1%; sin con-siderar la educación superior, donde en Chile, como en los EE.UU., laparticipación privada es mucho más elevada que en Europa.

Otra área donde se observa en Chile una evolución en la direccióndel modelo liberal característico de los EE.UU. –y opuesta a los mode-los europeos–, es en el campo de la familia.

Soledad Herrera reconoce dos tipos de evolución de la familia enlas sociedades modernas (Herrera, 2003). Por una parte está el modelonorteamericano, que descansa en una relativamente alta conyugali-dad y filiación; vale decir, donde la formación de matrimonios –aun-que sea después de uno o más divorcios– sigue siendo vital en la cons-titución de familias, y aunque se observa una merma, se mantiene unarazonablemente alta tasa de fecundidad. Por otra parte, está el modeloeuropeo, que muestra una baja conyugalidad y filiación, vale decirdescansa, en una mayor desarticulación del matrimonio como eje de laformación de familias y en una alarmante baja de las tasas de fertili-dad. ¿Cuál de estos dos modelos se acerca más a la realidad de Chile?De los datos aportados con anterioridad se deriva una mucha mayorproximidad con el modelo norteamericano. Si bien en Chile se mani-fiesta en los 90 una tendencia a la disminución de los matrimonios y alincremento de la diversidad de las familias, junto con una reducciónde las mismas de la mano de la caída de la fertilidad, ello está lejos delpatrón europeo y mucho más cerca del norteamericano.

Otro eje en el cual hay paralelismos entre Chile y la evolución delos EE.UU. es en el de la secularización. Según el Censo 2002, 85% delos chilenos se define como católico o evangélico –lo que importa unabaja leve respecto a 1992–, lo que es parecido al caso norteamericano,donde el Censo 2000 arrojó que el 83% de la población se definía comocristiana. Si estas cifras se comparan con las europeas, se concluye queen los casos de Chile y EE.UU. estamos ante sociedades menos secula-rizadas o más creyentes. Esto se confirma con otro indicador más di-recto, como es el nivel de asistencia a servicios religiosos, donde si bienChile está más abajo que los EE.UU., se empina también muy por arri-ba de los países europeos61.

En suma, la evolución reciente de la sociedad chilena parece avan-zar hacia los que Esping-Andersen (1999) llama el modelo liberal, donde

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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es el mercado el que asume un rol primordial en la absorción de losriesgos que asolan a los individuos, así como en la provisión de subienestar, con roles de orden estrictamente subsidiarios para el Estadoy la familia. El caso emblemático de este modelo es Estados Unidos,país con el que Chile comparte otras características fundamentales, comola estructura de las familias y la adhesión y participación religiosa. Loque lleva a concluir que, si se quiere hacer el ejercicio de proyectarhacia el futuro los cambios observados entre los Censos 1982 y 2002, eimaginar los rasgos que tendrá la sociedad chilena cuando se realice elpróximo Censo el año 2012, la mirada comparada no debe ser volcadahacia España, pese a las proximidades históricas y culturales que tene-mos con este país: el verdadero referente –gústeles o no a unos u otros–es la sociedad norteamericana.

V. COMENTARIO FINALLa sociedad chilena fue sacudida por profundas transformaciones en-tre los Censos 1992 y 2002. Ellas abarcaron muchas dimensiones, lamayoría de las cuales están abordadas en los diferentes capítulos deeste volumen. Los chilenos y chilenas aumentaron sus expectativas ysu calidad de vida en forma notable, accediendo masivamente a bienesde consumo típicamente modernos. Los niveles educativos de la po-blación mejoraron sustancialmente en términos de cobertura, llegán-dose casi a la universalización de la educación básica y media y dadoun salto espectacular en la superior. Esto se tradujo en un mejora-miento sustantivo de la tecnificación de la fuerza de trabajo, con unaconcentración progresiva del empleo en áreas de servicio que deman-dan mano de obra relativamente calificada, especialmente mujeres, quese incorporan aceleradamente a la fuerza de trabajo. Los grandes mo-vimientos geográficos de población han concluido, y la movilidad so-cial se manifiesta ahora básicamente en la educación, lo que da lugar ahondas brechas inter-generacionales. La familia, concluido el procesode formación de las nucleares, se convierte en un espacio donde severifican fuertes cambios, los que dicen relación con la reducción deltamaño de los hogares, su des-institucionalización y su diversificación,entre otros.

Ese conjunto de transformaciones responde a cuatro ejes de cam-bio. Primero, un mayor bienestar de la población, con el acceso a nue-vos bienes, servicios y oportunidades. Segundo, una tendencia a la in-tegración o inclusión de ciertos sectores más desfavorecidos de lapoblación a ciertos beneficios del progreso, en particular de la mujer.Tercero, la tendencia a un mayor asentamiento o estabilidad geográfi-

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ca de la población, mientras la movilidad educacional se acelera. Y cuar-to, una mayor heterogeneidad social, lo que se revela principalmenteen la diversificación de las formas de familia.

Ahora bien, ¿cómo puede ser interpretado este período desde unpunto de vista sociológico? En términos gruesos, se puede decir que enla década de los 90 la sociedad chilena cerró un largo ciclo básico demodernización y, paralelamente a ello, inauguró un nuevo ciclo decambio, en el cual están presentes muchas tendencias que la literaturaidentifica con la llamada modernidad avanzada o “segunda moderni-zación” (terciarización del empleo, diversificación de la familia, entremuchas otras). En esta evolución en curso, Chile no se desplaza en ladirección del tipo de modernización que tuvo lugar en países europeoscomo España, con quien comparte tantas tradiciones históricas y cul-turales, así como una trayectoria política bastante similar, sino segúnel modelo liberal típico de los Estados Unidos. Si se trata de proyectarlos cambios en curso de Chile, por lo tanto, parece más útil conocer elcurso seguido por la sociedad norteamericana que lo ocurrido en Eu-ropa.

Desde un punto de vista subjetivo, al finalizar los años noventa esprobable que también se haya cerrado un ciclo. La primera parte de esadécada, hasta 1997 aproximadamente, fueron años épicos en los quese forjaron muchas ilusiones. Pareció, por ejemplo, que la economíacrecería para siempre a tasas del 7%. La población apostó a eso, e invir-tió fuertemente en la búsqueda del éxito mediante el esfuerzo indivi-dual y el riesgo. La educación fue elevada a palanca de progreso, lo quellevó a invertir en ella –individuos y familias– como nunca en la histo-ria. La democracia pareció consolidada, lo que condujo a una menorparticipación en política, especialmente de los jóvenes. En un planomás global, pareció que el fin de la Guerra Fría iniciaba una época depaz que sería eterna, y que con la economía basada en la tecnología dela información se terminaban los ciclos económicos.

Súbitamente, esos años plenos de optimismo estallaron por los ai-res. Sobrevinieron, el colapso de la “nueva economía”, los escándalosen el capitalismo norteamericano, el brutal ataque terrorista sobre losEstados Unidos el 11 de septiembre del 2001 y, con él, el nacimiento deun sentimiento de riesgo y vulnerabilidad que ya no tiene fronteras.Lo que fue seguido de la reacción de este país, que ha reivindicado eluso de la guerra en forma preventiva, lo que condujo a una fractura delos consensos básicos del orden internacional surgido tras la SegundaGuerra. El mundo de hoy, en suma, es muy distinto de aquel que pre-valeció en buena parte de los noventa.

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En Chile, aunque la economía comienza a mostrar signos de recu-peración, nadie sueña con volver a un crecimiento como el de los no-venta. No se cuenta ya, ni se contará en el futuro inmediato, con elamparo que proveía un crecimiento económico desbocado, y que per-mitía encontrar en el mercado respuestas al riesgo y promesas de bien-estar. Los empleos y oportunidades son más escasos, más precarios ypeor remunerados. Se ha tenido que hacer el duelo, y cada uno abo-carse a enfrentar su propia vulnerabilidad. Son pocos los que cuentancon la protección del Estado, que restringió severamente ese papel apartir de los 80 para concentrarse sólo en los grupos más desfavoreci-dos. Las ilusiones de progreso personal y familiar se han redimensio-nado. Y hay una suerte de repliegue hacia la familia, en la que se depo-sitan fuertes demandas de protección –tanto afectiva como material–,lo cual bien podría conducirla a una crisis sin retorno.

El debilitamiento del espíritu comunitario fue uno de los preciosde la veloz extensión de las relaciones de mercado en Chile y de lainstauración de lo que aquí se ha llamado el modelo liberal. Este precioera quizás inevitable. Pero ahora surgen señales que revelan una nue-va demanda: la de contar con una sociedad más transparente, máshumana, más acogedora; que invite al éxito, pero que también protejaante el fracaso.

Fenómenos aparentemente tan triviales y dispersos, como la ex-traordinaria acogida que tuvo el fotógrafo norteamericano Stanley Tun-nick, o la conmoción pública que provocaron las irregularidades des-cubiertas en la administración pública, o el sorprendente y vasto debateproducido en torno a los reality-shows, o la voluntad de incorporar elpasado en la memoria de la nación, como se vio a propósito de los 30años del golpe de Estado; todas ellas señales de la búsqueda de unacomunidad capaz de ofrecer sentido, protección y continuidad a lasvidas de cada uno.

El historiador inglés Eric Hobsbawn ha señalado que nunca se ha-bía empleado más la palabra ‘comunidad’ que en los tiempos actuales,justamente porque ella es una experiencia difícil de encontrar en lavida de todos los días. “... Los hombres y mujeres –señala– buscan gru-pos a los cuales poder pertenecer, con seguridad y para siempre, en unmundo en donde todo lo demás se está moviendo y cambiando, endonde nada más parece indubitable...”62. Esta es otra tendencia de lamodernidad avanzada, y de ella la sociedad chilena tampoco está in-mune.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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NOTAS1. Un relato de los sucesos de esos años se encuentra en Otano (1995). Un análisis más

pormenorizado se encuentra en Boeninger (1997). También Agüero (1993, 1998).

2. Esta “transición pactada” –como se la llamó– no estuvo exenta de sobresaltos. Así lo

atestigua el miembro de la Junta Militar, general Fernando Mathei, quien, en un libro

reciente, revela los intentos del general Pinochet para desconocer el triunfo del NO en

el plebiscitito de octubre de 1988 y, posteriormente, para evitar cualquier negociación

con la oposición de ese entonces, que se aprestaba a asumir el gobierno. Fernando

Mathei, Mi Testimonio. Santiago: La Tercera-Mondadori, 2003.

3. Este tema es ampliamente analizado por Roberts (1995).

4. Ver al respecto la visión crítica de Juan J. Linz and Alfred Stepan, Problems of Democra-

tic Transition and Consolidation, The Johns Hopkins University Press, 1996, pp. 205-218.

Tambien Felipe Agüero, “Chile: Unfinished Transition and Increased Political Competi-

tion,” en Jorge Domínguez and Michael Shifter, (eds.), Constructing Democratic Governan-

ce. Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 2002. Un argumento a favor de esta

tésis, ver E. Tironi, “Sobre el fin de la Transición”, APSI, octubre 1991.

5. Banco Central.

6. Adimark, Índice de Percepción Económica, varios años.

7. Ariztía (2002); Tironi (1999)

8. El término “turbulencias” se le debe a Edgardo Boeninger, quien fuera el cerebro

estratégico de la transición chilena. No hay que hacer un análisis semiológico para con-

cluir que la denominación que se le dio a las crisis que se vivieron en esa época denotaba

la voluntad de no magnificarlas y de imponer a todo trance un sentido de normalidad.

9. Ver Tironi y Agüero (1999) donde se argumenta acerca de la solidez de esta estructu-

ra bi-polar, que aparentemente ha dejado en el pasado la tradicional división en tres

tercios de la política chilena. Esta tesis ha sido y es objeto de debate, como lo prueba,

por ejemplo, la interesante respuesta de J.S. Valenzuela (1999). Ver también Torcal y

Mainwaring (2003).

10. Fuente, Registro Electoral.

11. Felipe Agüero, “Chile’s Lingering Authoritarian Legacy,” Current History 97. N° 616

(February 1998): 66-71.

12. La formulación más acabada de la “teoría del malestar” se encuentra en el best-

seller de Tomás Moulian, Chile; Anatomía de un mito. A este tema nos referiremos más

adelante.

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¿ES CHILE UN PAÍS MODERNO?

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13. Fuente: Banco Central (año base 1996) e INE.14. Es más, las dificultades económicas, sumadas a la crisis Argentina, tienden a amor-tiguar las críticas al modelo económico de parte de los grupos más opuestos a este, losque tienden a respaldar tácticamente una conducción claramente ortodoxa de las fi-nanzas públicas y de la economía en general.15. Ver E. Tironi, El Cambo está aquí. Santiago: La Tercera. Mondadori, 2002.16. Sobre la figura de Lavín y el significado de las elecciones presidenciales 1999-2000,ver el interesante artículo de Arturo Fontaine Talavera: “Chile’s Elections: The NewFace of the New Right”, en Journal of Democracy 11, N° 2 (2000): pp. 70-77.17. Es el caso de Moulian (xxx), Tironi (1999, 2002) y Halpern (2002).18. PNUD, Sinopsis Informe de Desarrollo Humano 1998. Las paradojas de la moderni-zación. pp. 30.19. En forma correlativa a los planteamientos del PNUD, se abrió al interior de la con-certación un amplio debate acerca de las virtudes y defectos del modelo de desarrolloimpulsado.20. Como afirma en este libro Joaquin Vial, “... a estas alturas existen indicios suficien-tes para pensar que después de décadas de búsqueda infructuosa de un camino quelleve al país hacia una senda de progreso acelerado y sostenido en el tiempo, finalmenteeste se ha encontrado, dejando atrás la ‘inferioridad económica’ a la que aludía Encinaya en 1911...” (Toloza y Lahera, p. 186).21. Mi libro La irrupción de las masas y el malestar de las elites. Chile en el cambio de siglo

(1999) se ubica también en este registro.22. En la historia de Chile, y sin guerras o revoluciones de por medio, debe ser difícilencontrar un periodo donde el cambio social –no tanto institucional, económico o polí-tico– alcanzara la intensidad que tuvo en el lapso 1992-1997, empujado al mismo tiem-po por la dinámica de crecimiento económico y las políticas sociales impulsadas desdeel gobierno. La intensidad que tuvo este proceso generó en fuerte estrés en la pobla-ción, lo que se tradujo en variadas formas de cansancio y malestar. Este proceso seatenuó en los años posteriores como efecto de la desaceleración económica.23. Como lo plantea provocativamente Beck (2000, p. 63), las personas, “... habiendoperdido su fe en Dios, creen en cambio en los poderes divinos del trabajo para proveer-les todo lo que es sagrado para ellos: prosperidad, posición social, personalidad, sentidode la vida, democracia, cohesión política. Solo nombre cualquier valor de la moderni-dad, y yo le mostraré que él asume un asunto sobre el cual permanece silencioso: laparticipación en un trabajo pagado...” (traducción del autor).24. El impacto de esta redistribución silenciosa sobre la vida cotidiana de las personasde más bajos ingresos ha sido probablemente subestimado por las aproximaciones ma-cro-sociales que dominan este tipo de estudios.25. Sobre este tema, ver Tironi (2002), Segunda Parte.26. Existen numerosas definiciones de familia. Una definición operativa muy utilizadala describe como un grupo íntimo que reside junto, formado por dos personas o másrelacionados por sangre o nacimiento, vínculos sexuales, o vínculos legales (matrimo-nio, adopción u otro) (Teachman et. al, 2000). Una definición más amplia considera a lafamilia como un grupo relacionado de personas que cumplen las funciones necesariaspara asegurar su subsistencia como núcleo, tales como reproducción, socialización, y

gratificación emocional (Ingoldsby y Smith, 1995).

27. Sería interesante investigar el impacto sobre la formación del “capital humano” que

tiene en el Chile actual la concentración de padres más maduros sobre un menor nú-

mero de hijos/as.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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28. Para una definición de los diferentes tipos de familia, ver Capítulo VI.

29. Sobre las sociedades “familísticas”, ver Esping-Andersen (1999).

30. La “desinstitucionalización” de la familia es un fenómeno ampliamente estudiado

para el caso de las sociedades desarrolladas. A este tema se vuelve más adelante.

31. Como señala Esping-Andersen (2003, p. 142), en la formación del capital humano

está probado que lo clave está en las habilidades de aprender (cognitive skills), las que se

desarrollan en la más temprana niñez, esto es, antes de que el niño entre al sistema

escolar. De ahí que concluya que “las posibilidades en la vida están poderosamente

sobredeterminadas por lo que ocurre en la vida de los niños antes de su primer encuen-

tro con el sistema escolar”, vale decir, mientras permanecen recluidos en el núcleo

familiar de origen.

32. Una excelente discusión acerca de las distintas dimensiones que involucra el con-

cepto de modernización puede ser encontrada en Brunner (2001).

33. Durante el siglo XX otros autores se han sumado a este enfoque, proponiendo otros

principios “explicativos” del orden moderno. Los que más destacan son Marshall Ber-

man (1989), quien propone la noción de cambio como la característica central del or-

den moderno; la escuela crítica, que apela al creciente despliegue de la racionalidad

estratégica como lo propio de la modernidad (Horkhaimer, 1961); y por último Luh-

mann (1991), quien retoma y expande la noción de complejidad.

34. Entre los autores que se han esforzado en realizar una definición empírica de mo-

dernidad cabe mencionar a Parsons (1937, 1951), Germani (1962), Huntington (1968),

Bell (1976), Inglehart (1997, 2000), Inkeles (1974).

35. Como se advierte, aquí se han dejado de lado otras definiciones de modernidad de

tipo más cultural o institucional, y que ponen el acento en la prevalencia de ciertas

actitudes o derechos. Ver por ejemplo el proyecto de modernidad ilustrada planteada

por Jurgen Haberlas, o la modernización como oleadas sucesivas de acceso a derechos

planteada por T.H Marshall. Para una profundización en torno a las dimensones cultu-

rales de la modernidad ver Brunner (2001).

36. Para mayores antecedentes ver capítulo III.

37. Ver por ejemplo Inkeles (1974); Inglehart (1997); Bell (1976); Germani (1962).

38. Según Brunner (2002: pp 41), la moderna es la tercera revolución educacional en la

historia, la cual “creó un nuevo paradigma, cambiando la esencia misma del proceso de

producción educacional y aproximando la escuela al modelo industrial de masas. Su

pretensión y resultado fue universalizar la educación; la primaria al comienzo y luego,

progresivamente (sin que esta tarea, reiteramos, se haya completado) los niveles supe-

riores”.

39. Última información disponible. Encuesta CASEN realizada por MIDEPLAN.

40. Para la educación básica cobertura se calcula para la población de 6 a 13. Para la

educación media la cobertura se calcula para la población de 14 a 17 años.

41. La cual se vincula a los planteamientos de Bell (1974) e Inglehart (1997, 2002).

42. Al respecto ver Inglehart (1997) e Inkeles (1974).

43. En el plano internacional esta tabla sigue siendo muy baja, tal como lo discute

Bravo en el capítulo XXX.

44. Para mayores antecedentes ver Allan (2001).

45. Esta tendencia ya fue advertida por María Teresa Valdez (1998).

46. Al respecto, ver por ejemplo Giddens (1996) y Beck (2000).

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47. La modernización como dinámica compleja que articula distintas “etapas” o “nive-

les” tiene un amplio respaldo en la literatura. Ver por ejemplo el concepto de sociedades

“fragmentadas” de Mignione (1994), o de una modernidad “híbrida” de Canclini (1990).

Para mayores antecedentes ver Brunner (2001).

48. Fuente: EE.UU.: U.S. Census Bureau. Demographic Trends in the 20th Century;

España: Indicadores de Desarrollo PNUD.

49. La esperanza de vida es levemente superior en España que en EE.UU., pero sus

índices no se alejan demasiado de Chile. Fuente: Chile INE, Compendio estadístico 2001;

EE.UU.: U.S. Census Bureau, Statistical Abstract of the United States: 2002; España: Ine

España, Indicadores Sociales 2001, en www.ine.es.

50. En el campo de la educación superior (que alcanza al 26% en Estados Unidos),

Chile con su 9% se encuentra hoy en el nivel de los EE.UU. en 1970. Fuente EE.UU.:

Census Bureau, Statistical Abstract of the United States: 2002.

51. Fuente: INE España. Encuesta de población Activa. 1999. Se consideran adultos los

mayores de 25 años.

52. El 43,7% de los jóvenes chilenos entre 16 y 29 años tiene media completa o supe-

rior, mientras que este valor llega a 53% en el caso de los jóvenes españoles de la misma

edad. Hace 10 años en Chile solo el 35%. Fuente: Chile, Muestra del Censo 2002 (capí-

tulo V). España. INE España. Encuesta población Activa 2001 en www.ine.es

53. En Chile el sector servicios representa el 68% del empleo, mientras en España re-

presenta el 62,1% y en EE.UU. el 74,5%. Fuente: OECD. En www.oecd.org.

54. Demographic Trends in the 20th Century Op. Cit.

55. Los datos de la evolución de las familias españolas han sido tomados de Condiciones

de vida en España y Europa, INE España. Estados Unidos en US Census Bureau Demo-

graphic Trends in the 20th Century.

56. Para el caso de EE.UU., ver (Teachman, 2000) Par el caso de España y Europa,

(Allan, 2001) y (Requena, 2001).

57. Si mira el ingreso per cápita, la diferencia es elocuente: en EE.UU alcanza USS

34.000, en España a USS 14.100, y en Chile apenas a US$ 5 mil. (Fuente: OECD).

58. Tipos de sociedades modernas según Esping-Andersen:

Liberal Socialdemócrata Conservador

demócrataRol Familia Marginal Marginal CentralRol Mercado Central Marginal MarginalRol Estado Marginal Central SubsidiarioModo de solidaridad dominante Individual Universal CorporativismoGrado de de-comodificación delas prestaciones sociales Baja Máxima AltaEjemplos USA Suecia Italia

59. Una interpretación similar en torno al modelo que ha seguido Chile se encuentra en

Katzman y Wormald (2002), quienes a partir de un estudio comparativo de distintos

países de América Latina concluyen que Chile es el más próximo a un “modelo liberal”

en los términos de Esping Andersen. Para mayores antecedentes ver primer el capítulo

del libro.

60. Fuente: Education at a Glance: OECD Indicators (2002) En www.educarchile.cl.

61. El caso de España es curioso por cuanto, si bien presenta una tasa de asistencia

regular a servicios similares a Chile, el porcentaje de personas que no asisten nunca es

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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muy superior a Chile y EE.UU. Se observa pues una polarización de la población en

torno a los indicadores religiosos. Encuesta mundial de valores, serie 1995-1997. En

www.worldvaluessurvey.org.

62. Citado por Bauman (2001).

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¿DÓNDE Y CÓMO VIVEN LOS CHILENOS?

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CAPÍTULO II¿CÓMO Y DÓNDE VIVEN LOS CHILENOS?VIVIENDA Y PATRIMONIO. CHILE 1992-2002

Osvaldo Larrañaga

Este capítulo tiene el objetivo de presentar la evolución de las condi-ciones materiales del nivel de vida de las personas en materia de vi-vienda y activos durables, sobre la base de los datos provistos por loscensos de población y vivienda de los años 1992 y 2002.

La unidad de referencia del capítulo son las personas; esto es, seevalúa la distribución de los bienes materiales en términos de la canti-dad de personas que acceden a los mismos. Se prefiere trabajar conpersonas antes que con hogares, por dos tipos de razones. Primero, elanálisis de los hogares subestima la desigualdad existente, dado que losde menores recursos tienden a ser más numerosos. Segundo, el análi-sis a través de las personas es más contundente cuando hay fuertescambios en la composición de los hogares, tal como ocurre durante elperíodo bajo estudio.

El capítulo se organiza en dos secciones principales. En la primerase describen las condiciones de vida materiales de la población durantelos años 1992 y 2002, de acuerdo a tenencia y características, de lavivienda que habita, acceso a servicios básicos, disponibilidad de bie-nes durables y de vehículos. La segunda sección presenta un análisisde los cambios en la distribución de la riqueza material en las diferen-tes comunas. Las conclusiones del capítulo se presentan en una tercerasección.

1. CONDICIONES DE VIDA MATERIAL EN CHILE: 1992 VS. 2002a) Viviendas

En el año 2002 había alrededor de 3,9 millones de viviendas particula-res ocupadas en el país (Cuadro 1). De estas, el 82,7% eran casas; un12,0%, departamentos y el restante 5,3%, estaba compuesto por cons-

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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trucciones más precarias, como piezas en conventillos, mediaguas yotras.

Durante la década 1992-2002 se produce un fuerte incremento enel número de viviendas en el país. En efecto, durante este período lasviviendas aumentan en un 25,7%, cifra muy por encima del creci-miento poblacional del período –13,3%–. Al mismo tiempo, decreceen un 42.9% el número de viviendas de naturaleza precaria.

La mayor tasa de aumento de vivienda respecto de personas equi-vale a una disminución en el número promedio de residentes por vi-vienda. En 1992, vivían 4,47 personas promedio por vivienda; en elaño 2002 la tasa descendía a 4,03, representado una disminución del9,7% en este indicador.

El proceso de expansión de viviendas está relacionado con la ma-yor autonomía económica de las familias durante la década. Tambiénha sido importante la política de vivienda en el período, la cual hatenido como objetivo el crecimiento del conjunto de nuevas construc-ciones. De hecho, alrededor del 60% del total de las viviendas cons-truidas en el país pertenece a programas habitacionales subsidiados1.

La mayor parte de las familias vive en casa propia. Los datos delcenso del 2002 informan que el 72,6% de las viviendas son habitadaspor sus propietarios; el 17,5% corresponde a arriendos, y solo el 9,9%restante son ocupadas en cesión, préstamo o similar condición (Cua-dro 3).

Cuadro 1. Número de viviendas 1992 vs. 2002 (miles)

Tipo de vivienda 1992 2002 Variación porcentual

Casa 2.486,2 3.225,5 29,7

Departamento 254,6 468.0 83,8

Pieza, mediagua, otros 360,6 206.0 -42,9

Total 3.101,4 3.899,5 25,7

Fuente: INE. Censos de población, años respectivos.

Cuadro 2. Número de personas por vivienda 1992 vs. 2002

Tipo de vivienda 1992 2002 Variación porcentual

Casa 4,65 4,18 -10,1

Departamento 3,50 3,08 -12,0

Pieza, mediagua, otros 3,89 3,73 -4,1

Total 4,47 4,03 -9,8

Fuente: INE. Censos de población, años respectivos.

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¿DÓNDE Y CÓMO VIVEN LOS CHILENOS?

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Cuadro 3. Tipo de propiedad de la vivienda (porcentaje), 2002

Casas Departamentos Pieza, mediagua, otros Total

Propia 58.2 26.3 40.7 53.6

Propia pagándose 18.0 34.4 2.1 19.0

Arriendo 14.5 35.1 26.7 17.5

Cedida, otros 9.3 4.2 30.4 9.9

Total 100.0 100.0 100.0 100.0

Fuente: INE. Muestra del Censo de población 2002.

b) Calidad material de la viviendaLa calidad de vida de las personas depende estrechamente de las condi-ciones de la vivienda que habitan. Una vivienda adecuada torna la vidaconfortable, facilita el desarrollo de la familia, otorga espacios de priva-cidad, brinda seguridad, etc.

El habitar en casa o departamento no garantiza una adecuada cali-dad de la vivienda. Una variable importante es la índole del material delas construcciones. A tal respecto, los datos del Censo reportan un in-cremento generalizado de la calidad de los materiales en la década bajoanálisis (Cuadro A-1 del Anexo).

Así, en el año 2002 es mayor el número de personas que vive enresidencias que utilizan mejores materiales de construcción. El 59.2%de la población habita en construcciones cuyos muros están conforma-dos por ladrillo, concreto o bloque estructural; un 56,0% reside enviviendas que utilizan teja, tejuela, loza o zinc para el techo; el 66,1%vive en construcciones con piso de parquet, tabla u otro material debuena calidad.

Interesa a continuación derivar un criterio de calidad de la vivien-da que combine las constantes arriba descritas. Una alternativa simple,pero funcional a los objetivos del trabajo, es la definición de una varia-ble dicotómica que identifique las viviendas de mala calidad para usohabitacional.

La definición de un umbral de calidad de la vivienda se realiza so-bre la base de estudios anteriores, aún cuando no se adscriba a algunoen forma específica2. No estamos interesados en definir una norma enla materia, sino establecer un punto de comparación para evaluar laevolución del indicador a lo largo del tiempo. Tal enfoque resta drama-tismo a la elección de un umbral particular, centrando la atención enlos cambios que se produzcan en el tiempo3.

El Cuadro 4 presenta los estándares mínimos para las diferentesdimensiones de los materiales de la vivienda. Clasifican como vivien-

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Cuadro 4. Porcentaje de personas que viven en viviendas en buen estado (1)

¿Cumple con estándares mínimos?

Dimensión Sí No

Muros • Ladrillo, concreto, bloque • Adobe, barro (1)

• Madera, tabique, internit • desecho

Techo • Teja, tejuela, loza • Fonolita

• Zinc • Paja, otros

• pizarreño

Piso • Parquet, tabla, alfombra • Ladrillo, tierra, otros

• Baldosa, cemento, flexit

Vivienda • Casa o departamento • Mediagua

• Pieza • choza, ruca

Evaluación global Sin déficit: cumple todos los Con déficit: no cumple alguno

estándares mínimos de los estándares mínimos

(1) Siguiendo el estudio de la PUC, se clasifican como mala calidad los muros de adobe y barro de las V a XII regiones.

Cuadro 5. Porcentaje de personas sin déficit de vivienda: urbano vs. rural

1992 2002

Dimensión

• Muros 90,8 94,5

• Techo 97,4 99,1

• Piso 93,9 99,5

• Tipo de vivienda 91,9 95,4

Global: vivienda sin déficit

• Nacional 81,1 90,7

• Área urbana 84,8 92,8

• Área rural 62,1 77,3

Fuente: INE. Cálculos basados en censos de 1992 y 2002.

das sin déficit aquellas que cumplan con los estándares en todas lasdimensiones consideradas.

El Cuadro 5 presenta los resultados del procedimiento. Así, un81.1% de las personas residía en 1992 en viviendas que satisfacían losestándares mínimos, de acuerdo a los criterios aquí utilizados. En elaño 2002, el porcentaje respectivo aumenta a un 90,7%, reflejando losavances en las condiciones materiales de vida producidos a lo largo dela década.

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Si se considera que el número de viviendas experimenta un creci-miento del 25,7% durante este período, se deduce que la mejor cali-dad de las viviendas está relacionada con la emigración de las familiashacia residencias nuevas, las cuales presentan mejores estándares deconstrucción que las viviendas antiguas.

La cobertura de viviendas sin déficit es mayor en el sector urbano.En el año 2002 el 92,8% de las personas que habita en áreas urbanasreside en viviendas que satisfacen los estándares mínimos de materia-les, comparado con un 84,8% en las áreas rurales. La brecha urbano-rural ha disminuido durante la década, puesto que en 1992 la cobertu-ra urbana era 77,3% y la de las zonas rurales de 62,1%.

c) Acceso a servicios de infraestructura básicaLa calidad de vida de las personas depende críticamente del acceso aservicios de infraestructura básica. La electricidad, proporcionando luzy energía, que posibilita a su vez el uso y funcionamiento de electrodo-mésticos y medios de comunicación; el agua potable y los sistemas deeliminación de excreta, como elementos determinantes de la salud ehigiene del hogar; el gas, proveyendo combustibles para cocina y cale-facción, etc.

Los criterios utilizados para la definición de estándares mínimos sepresentan en el Cuadro 6.

En materia de electricidad se define acceso adecuado a ella comoaquel provisto por red pública o cualquier otra fuente generadora oenergía solar. En materia de agua potable solo se considera adecuada laprovisión a través de red pública, habida cuenta de la posible contami-nación a que están afectas fuentes alternativas como pozas, norias oríos. Asimismo, el alcantarillado representa la única fuente aceptablede eliminación de excreta (también puede serlo una fosa séptica, perorepresenta solo el 0,2% de los casos). En lo que respecta a combusti-bles de cocina se definen como fuentes adecuadas el gas y la electrici-dad, considerando la condición contaminante de la leña, parafina ycarbón. La disponibilidad de ducha es también incluida en la infraes-tructura básica, puesto que se relaciona con el acceso al agua potable alinterior de la vivienda.

Al igual que en el caso de la calidad de la vivienda, se considerarásin déficit en el acceso a servicios de infraestructura básica cuando secumplan los estándares mínimos en todas las categorías bajo análisis.Esta sería la situación de un 61,1% de las personas el año 1992, por-centaje que aumenta a un 79,1% en el año 2002 (Cuadro 7).

Los datos presentan avances considerables de cobertura de estos ser-vicios en la década 1992-2002. Más del 90% de la población satisface, en

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Cuadro 6. Estándares mínimos: acceso a infraestructura básica

¿Cumple estándares mínimos?

Sí No

• Electricidad • Red pública • Sin energía

• Generadores

• Agua potable • Red pública • Pozo, noria, otros

• Eliminación excreta • Alcantarillado • Pozo negro

• Fosa séptica • Otros

• Ducha • Con ducha • Sin ducha

• Combustible cocina • Gas • Leña, madera

• Electricidad

Evaluación global Sin déficit: cumple todos los Con déficit: no cumple algunos

estándares mínimos de los estándares mínimos

Cuadro 7. Porcentaje de la población con acceso a infraestructura básica

1992 2002

• Electricidad 90,7 97,6

• Agua potable 86,1 91,6

• Alcantarillado 69,9 91,2

• Ducha 70,6 89,7

• Combustible cocina 77,9 87,0

Casos sin déficit 61,1 79,1

Fuente: INE. Elaboración sobre Censos 1992 y 2002.

el año 2002, los estándares de electricidad, agua potable y alcantarillado.La cobertura de ducha y combustibles para cocina se acercan a un 90%.

No obstante lo anterior, existe una gran brecha de cobertura deservicios básicos entre los sectores urbano y rural (Cuadro 8). En 1992,prácticamente la totalidad de los habitantes rurales calificaban comocarentes en infraestructura básica. Hacia 2002 la situación era algomejor, pero solo un 18,4% de ellos satisfacía los estándares en todas lasdimensiones consideradas.

Cabe por tanto preguntarse si la definición de los umbrales es de-masiado restrictiva para el área rural. Los datos que se presentan en elCuadro 8 sugieren que no sería el caso. En efecto, el examen de losindicadores individuales sugiere que el elevado nivel de carencias ru-rales se produce a partir de la combinación de los criterios aplicados,antes que por la acción de alguno en particular.

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¿DÓNDE Y CÓMO VIVEN LOS CHILENOS?

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Por otra parte, se trata de carencias que pueden ser objeto de inter-vención. Considere a tal efecto el caso más problemático en 1992, elacceso al alcantarillado, con cobertura del 13,1% de la población rural.Diez años después, esta cobertura de servicio ha aumentado a un 52,5%para la población rural.

d) Densidad de la vivienda (Hacinamiento)La relación entre residentes y número de dormitorios informa sobrehacinamiento o exceso de personas por vivienda; otra importante di-mensión de la calidad de vida de las personas. El Censo dispone deinformación a nivel del hogar, puesto que pregunta sobre el númerode dormitorios utilizados por cada uno de los hogares que compartenuna vivienda. Esta es una característica distintiva del Censo respectode otras fuentes de información que no distinguen respecto de los usua-rios de la vivienda4.

El Cuadro 9 informa respecto del porcentaje de personas que resi-de en hogares con exceso de residentes. Para tal efecto se trabaja con larelación entre número de personas y número de dormitorios ocupadosa nivel del hogar, utilizándose tres umbrales alternativos: más de 2personas por dormitorio; más de 2,5; y más de 3, respectivamente.

Cuadro 8. Porcentaje de personas sin déficit de infraestructura

1992 2002

Área urbana

• Electricidad 97,8 99,1

• Agua potable 97,8 98,9

• Servicio higiénico 81,1 97,1

• Ducha 80,8 95,5

• Combustible 88,4 93,1

Casos sin déficit 72,2 88,3

Área rural

• Electricidad 54,5 87,9

• Agua potable 26,5 44,1

• Servicio higiénico 13,1 52,5

• Ducha 18,5 51,1

• Combustible 29,7 48,7

Casos sin déficit 4,7 18,4

Fuente: INE. Elaboración sobre Censos 1992 y 2002.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

84

Cuadro 9. Porcentaje de personas sin condición de hacinamiento

1992 2002

Umbral: más de 2 pers/dorm

• Urbano 60,5 74,6

• Rural 48,2 69,3

• Total 58,5 73,9

Umbral: más de 2.5 pers/dorm

• Urbano 72,0 83,9

• Rural 60,2 79,5

• Total 70,1 83,3

Umbral: más de 3 pers/dorm

• Urbano 84,2 92,2

• Rural 75,3 89,8

• Total 82,8 91,9

Fuente: INE. Elaboración sobre Censos 1992 y 2002

La proporción de personas sin problemas de hacinamiento depen-de del umbral que se utilice. En el caso más restrictivo, 2 personas pordormitorio, se obtiene que un 74,6% de la población no tendría déficiten la materia (año 2002). En el caso más laxo, umbral de 3 personaspor dormitorio, el porcentaje de personas sin déficit sube a 92,2%.

Durante la década se produce un fuerte descenso en la situación dehacinamiento, independientemente del umbral utilizado para realizartal evaluación. Este es un desarrollo que se relaciona con la expansiónen el número de viviendas, situación que permite la partición de losgrupos que compartían una vivienda por motivos no voluntarios. Nó-tese, en todo caso, que la oferta de nuevas viviendas debe estar acom-pañada de incrementos en los niveles de ingresos familiares para posi-bilitar la autonomía de los grupos que se escinden.

Los datos informan que no existe mayor diferencia en la situaciónde hacinamiento entre los estratos urbano y rural. Así, a diferencia delas dimensiones de calidad de la vivienda y acceso a infraestructurabásica, la condición de hacinamiento se distribuye en forma relativa-mente pareja entre el área urbana y el área rural.

e) Acceso a bienes durables y tenencia de vehículosUna última dimensión de la calidad de vida material está dada por elacceso de la población a activos durables y vehículos. Entre los prime-ros se incluyen bienes que facilitan la producción de los servicios al inte-

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¿DÓNDE Y CÓMO VIVEN LOS CHILENOS?

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rior de los hogares –refrigerador, lavadora, horno microondas, etc.–; asícomo bienes relacionados con las comunicaciones –teléfono, televisor,vídeo grabador, equipo de alta fidelidad–.

Los datos de los Cuadros 10 y 11 informan de importantes aumen-tos en el acceso a bienes de consumo durables y vehículos durante ladécada bajo análisis. Para la mayor parte de los activos durables seobservan incrementos de cobertura por sobre los 30 puntos porcen-tuales. El censo del año 2002 también informa respecto de “nuevos”bienes, cuyo consumo diez años atrás era prácticamente nulo: conexiónsatelital, computador, conexión a Internet, etc. Respecto de la tenenciade vehículos, el 35,2 % de la población posee en 2002 algún vehículoen el hogar, comparado con un 21,6% en 19925.

Cuadro 10. Porcentaje de personas que viven en hogares con acceso a bienes durables

1992 2002

TV B/N 51,0 15,1

TV Color 54,4 89,2

Vídeo grabador 19,3 38,4

Equipo alta fidelidad 32,3 69,6

Lavadora 50,2 83,3

Refrigerador 55,8 84,6

Microondas 4,4 31,4

Teléfono celular 1,1 53,8

Teléfono fijo 23,8 53,4

Conexión TV satélite Nd 25,0

Secadora o centrífuga Nd 45,0

Congelador Nd 9,0

Computador Nd 22,4

Conexión Internet Nd 11,0

Fuente: INE. Elaboración sobre Censos 1992 y 2002.

Cuadro 11. Porcentaje de personas que viven en hogares con tenencia de vehículos

1992 2002

Bicicleta 39.5 53.0

Moto 1.3 1.8

Auto o station 16.5 23.5

Camioneta o furgón 5.1 11.7

Fuente: INE. Elaboración sobre Censos 1992 y 2002.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Hay dos tipos de razones que explican el aumento de la demandade estos bienes durante la década de 1992-2002. Primero, son bienescuya demanda es altamente sensible a aumentos en el nivel de los in-gresos. Segundo, son bienes afectos al progreso tecnológico, que incideen incrementos de la relación calidad / precio y el consiguiente au-mento de su demanda.

2. DISTRIBUCIÓN DE LA VIVIENDA Y PATRIMONIOEsta sección analiza la distribución del acceso a la vivienda y demásbienes durables en las comunas del país. La elección de la comunacomo unidad de análisis responde a la ventaja comparativa que en lamateria presenta el Censo, puesto que es la única fuente de informa-ción que permite caracterizar desde una perspectiva socioeconómica aestas unidades geográficas6.

Estamos especialmente interesados en explorar la dinámica de cam-bio en el acceso a la vivienda y el patrimonio a lo largo de la década1992-2002. Ello puesto que en el país, una de las preguntas importan-tes es el patrón de inclusión o exclusión asociado a la experiencia dedesarrollo económico.

A tal efecto los datos de ingreso provenientes de la encuesta Caseninforman que el crecimiento económico ha sido positivo para reducirla pobreza, pero que no ha tenido impacto sobre la –desigual– distribu-ción de los ingresos en el país.

Los datos del Censo permiten explorar la materia desde la perspec-tiva de las comunas: ¿Ha habido convergencia en el nivel de vida de loshabitantes de las diferentes comunas? ¿Hay comunas que han queda-do rezagadas del proceso de desarrollo que experimenta el país? ¿Quérelación existe entre el crecimiento poblacional de las comunas y sudesarrollo socioeconómico?

Estas y otras preguntas pueden responderse sobre la base de lasvariables informadas por el Censo, como son el acceso a vivienda, in-fraestructura básica, bienes de consumo durable y vehículos.

Las comunas consideradas son las 161 de mayor tamaño poblacio-nal, las cuales representan el 88.8% de la población nacional en el año1992. Las estadísticas descriptivas de estas variables se presentan en elCuadro A-2 del Anexo.

a) ViviendaLa distribución de la cobertura de vivienda entre comunas se presentaen el Cuadro 12. Las comunas se ordenan en deciles, según la distribu-ción del porcentaje de población que satisface los estándares de vivien-

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¿DÓNDE Y CÓMO VIVEN LOS CHILENOS?

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da durante el año inicial. Así, el 10% inferior de comunas tenía comopromedio a un 51,7% de su población residiendo en viviendas sin dé-ficit de materiales en el año 1992; el 10% siguiente tenía al 61,8% dela población en igual situación, etc. En el decil más alto, un 94,4% dela población no tenía problemas de calidad de la vivienda.

La columna siguiente informa sobre la situación de las respectivascomunas en el año 2002; mientras que la última columna sintetiza elcambio en el indicador entre los años 1992 y 2002.

Los datos son claros para señalar que las ganancias más importan-tes en la cobertura de viviendas sin déficit ocurren en las comunas másatrasadas el año 1992. Así, el 10% de comunas más atrasadas incre-menta en 17,3 puntos porcentuales la población que reside en vivien-das sin déficit, mientras que para el 10% de comunas del decil superiorel incremento asciende a 3,4 puntos porcentuales.

El Gráfico 1 presenta la relación entre el nivel de 1992 y el cambiodurante la década en cada comuna –cada círculo corresponde a unacomuna–. La curva de tendencia en el gráfico proviene de una regre-sión entre las variables respectivas. El gráfico advierte respecto de lamayor varianza de los resultados en el caso de las comunas más atrasa-das.

El bajo grado de avance que presentan las comunas de los decilessuperiores no debiera constituir un resultado sorprendente, habidacuenta del elevado punto de partida en el año 1992. En cambio, losnotables avances que registra la cobertura de estándares de viviendaen las comunas más atrasadas es un resultado que refleja la presencia

Cuadro 12. Porcentaje de personas sin déficit de vivienda: promedios comunales

Decil 1992 2002 Cambio

1 51,7 69,0 17,3

2 67,8 84,2 16,4

3 74,1 88,1 14,1

4 78,9 90,4 11,5

5 81,6 93,2 11,6

6 84,7 93,4 8,7

7 87,1 93,8 6,8

8 88,7 94,9 6,2

9 90,6 95,4 4,8

10 94,4 97,8 3,4

Fuente: INE. Elaboración sobre muestra de los Censos 1992 y 2002.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

88

activa de factores de demanda y oferta; en particular, el crecimiento delos ingresos de la población y la cobertura de la política de vivienda.Este resultado no es “natural”, puesto que no se produce sin la presen-cia de los factores citados.

El análisis estadístico revela que también existe una relación posi-tiva entre el crecimiento de población de la comuna y los cambios en latasa de cobertura de estándares de vivienda (ver Cuadro A-3 del Anexo).Este desarrollo sugiere que la construcción de viviendas nuevas se con-centró en las comunas que exhibieron un mayor crecimiento pobla-cional.

En suma, durante la década analizada se produce un importanteproceso de convergencia comunal en la cobertura de los estándares devivienda. La distribución resultante, el año 2002, es bastante más pa-reja que la registrada durante 1992. Ello no es sinónimo de postularconvergencia en la calidad de las viviendas, puesto que nuestra medi-da es dicotómica y centrada en un umbral de estándar mínimo. A talefecto se trata de un resultado análogo a la reducción de la pobrezasegún ingresos, puesto que un importante número de casos cruza elumbral mínimo a lo largo de la década.

Gráfico 1. Porcentaje de población sin déficit vivienda: nivel en 1992 vs. cambio en la década 1992-2002

delta

_e

estad_92.361305 .975798

-.000301

.253659

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¿DÓNDE Y CÓMO VIVEN LOS CHILENOS?

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b) Infraestructura básicaPara analizar la dinámica de cambio en la cobertura de la poblacióncon acceso a infraestructura básica se clasifican las comunas en deciles,según aquella que presentaban el año 1992. Se trata de un procedi-miento análogo al realizado en el caso de la vivienda, pero esta vezreferido a la variable de infraestructura.

La distribución del acceso de la población a infraestructura básicapresenta una fuerte varianza entre comunas, de acuerdo a lo informa-do en el Cuadro 13. El decil inferior de estas presentaba una coberturapromedio de 4,3% en el año 1992, mientras que en el decil superior lacobertura ascendía a un promedio de 91,0%. La distribución de la va-riable está influida por la condición urbano-rural, aún cuando la muestraexcluye a las comunas rurales más pequeñas.

La dinámica de cambio de la cobertura de la variable durante ladécada 1992-2002 está representada por una relación de U invertida(ver Gráfico 2). Las comunas que registran las mayores ganancias en elindicador son aquellas pertenecientes a los deciles intermedios de ladistribución inicial de la variable. En cambio, aquellas de los decilesinferiores y superiores registran aumentos más moderados en la cober-tura de infraestructura básica.

El incremento de cobertura en las comunas de los deciles interme-dios es bastante notable, fluctuando en un rango entre 24 y 32 puntosporcentuales como promedio para los deciles tercero a sexto de la dis-tribución inicial.

Nuevamente, no debiera sorprender el menor avance de los decilessuperiores, si se considera que un elevado punto de partida deja pocoespacio para ganancias adicionales del indicador.

El resultado que requiere explicación es la baja ganancia relativade las comunas pertenecientes a los deciles inferiores. Una posible in-terpretación radica en el componente predominante rural de estas co-munas (Cuadro 13, última columna). Al respecto se puede argumen-tar que los mayores costos de la infraestructura básica en el área ruralexplican el menor avance en estas comunas. Así, bien podría acontecerque una mayor asignación de recursos de inversión a estos municipiosresultara en menor incremento en la cobertura de los servicios.

Por otra parte, el análisis estadístico revela que existe una asocia-ción entre los cambios en el nivel de escolaridad de la población adultay en la cobertura de infraestructura básica. Ello sugiere que las comu-nas que más incrementaron su nivel socioeconómico, medido a travésde la escolaridad, son aquellas que presentan mayores ganancias en elindicador. Ello reflejaría la acción de los factores de demanda sobre elacceso a la infraestructura básica.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Cuadro 13. Porcentaje de personas sin déficit en infraestructura básica: promedios comunales

Decil de comunas (1) 1992 2002 Cambio Porcentaje población urbana

1 4,3 13,5 9,2 39,7

2 12,3 32,2 19,9 55,3

3 20,4 48,4 27,9 56,4

4 32,5 59,9 27,4 61,2

5 42,2 74,0 31,8 75,4

6 56,8 80,6 23,8 81,4

7 68,9 88,5 19,6 93,2

8 77,1 93,7 16,7 97,2

9 82,5 94,4 11,9 98,7

10 91,0 97,9 6,8 99,9

Fuente: INE. Cálculos en base a muestra de Censos de 1992 y 2002.(1) Decil según nivel de la variable el año 2002.

Gráfico 2. Porcentaje de población sin déficit infraestructura básica: nivel 1992 versus cambio 1992-2002

delta

_i

infra_92.014493 .97992

-.028506

.430618

c) Hacinamiento (densidad habitacional)Para analizar la dinámica en la condición de hacinamiento se ordenanlas comunas en deciles de acuerdo al nivel de la variable durante el año1992. Los deciles resultantes se presentan en el Cuadro 14, junto alnivel que presenta la variable el año 2002 y el cambio ocurrido en ladécada 1992-2002.

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¿DÓNDE Y CÓMO VIVEN LOS CHILENOS?

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Debe tenerse en cuenta que se ha utilizado un umbral bajo –2 per-sonas por dormitorio– para definir la condición de hacinamiento. Seinsiste que el objetivo del ejercicio es la comparación de la variableentre dos períodos. A tal respecto, el umbral elegido proporciona ma-yor espacio de variación de la variable en comparación a otras alterna-tivas.

Los resultados del Cuadro 14, ilustrados en el Gráfico 3, informansobre convergencia de las comunas en materia del porcentaje de pobla-ción que reside en hogares sin hacinamiento. Al igual que en el caso dela calidad de los materiales de la vivienda, las ganancias más importantesocurren en las comunas pertenecientes a los deciles inferiores de la dis-tribución original de la variable. Ello se traduce, en el año 2002, en unadistribución bastante más pareja del indicador entre las comunas.

Las razones subyacentes a la dinámica resultante son análogas a lasdescritas para el caso de la calidad material de la vivienda. A lo largo dela década se produce un fuerte incremento en la oferta de nuevas vi-viendas, como producto de la política de vivienda y del crecimiento delos ingresos. Ello hace posible la separación de residencia de gruposfamiliares que compartían por motivos económicos un domicilio, conel consiguiente efecto positivo sobre la condición de hacinamiento.

El análisis estadístico identifica también una relación positiva entrela reducción de hacinamiento y el incremento del nivel socioeconómi-co de la comuna, medido a través de los años de educación de la pobla-ción adulta (Cuadro A-3 del Anexo). Ello es consistente con la acciónde los factores de demanda arriba descritos.

Cuadro 14. Porcentaje de personas sin déficit en hacinamiento: promedios comunales

1992 2002 Cambio

1 53,7 74,6 20,9

2 57,2 76,1 18,9

3 59,4 77,6 18,2

4 61,7 78,2 16,5

5 63,4 79,1s 15,7

6 65,3 79,1 13,8

7 67,2 79,3 12,1

8 69,4 80,5 11,1

9 72,0 83,2 11,3

10 82,1 88,9 6,8

Fuente: INE. Elaboración sobre muestra de los Censos 1992 y 2002.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Nuevamente, las ganancias están referidas a una variable dicotó-mica antes que a una continua. La convergencia hace referencia a quehay más personas residiendo en viviendas que satisfacen el umbralestablecido; ello no necesariamente implica cambios en la distribucióndel valor de la vivienda.

d) Activos durablesUn procedimiento análogo a los anteriores se realiza con el promediodel número de activos durables por hogar. Así, el Cuadro 15 ordena alas comunas en deciles según el nivel de la variable el año 1992, paraluego examinar la evolución del indicador a lo largo de la década 1992-2002. El Gráfico 4 presenta la relación entre el nivel inicial y el cambiode la variable para cada una de las comunas analizadas.

La dinámica de cambio en el indicador presenta una relación de Uinvertida respecto del punto inicial. A diferencia de los resultados an-teriores, el patrón es ahora bastante difuso entre el punto de inicio y laevolución durante la década.

Debe tenerse presente que el indicador utilizado difiere de los an-teriores en la medida que representa la suma de tenencia de activos. Atal respecto es una variable que permite una mayor diferenciación en-tre los hogares, aún cuando no está controlando las diferencias en ca-lidad existente entre activos de común denominación.

Gráfico 3. Porcentaje de población sin déficit en hacinamiento: nivel 1992 versus cambio 1992-2002

delta

_h

hacin_92.484177 .972497

-.017423

.298031

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¿DÓNDE Y CÓMO VIVEN LOS CHILENOS?

93

Cuadro 15. Número de activos durables por hogar

Deciles de comunas 1992 2002 Cambio

1 0,53 2,93 2,40

2 0,78 3,36 2,58

3 0,94 3,75 2,81

4 1,15 4,03 2,89

5 1,32 4,37 3,04

6 1,59 4,64 3,05

7 1,80 4,96 3,15

8 2,07 5,11 3,04

9 2,43 5,18 2,76

10 3,49 6,02 2,53

Fuente: INE. Elaboración sobre muestra de los Censos 1992 y 2002.Nota: se considera un total de 8 bienes durables, comunes a ambos censos: TV color, vídeo grabador, lavadora, teléfono, teléfono celular,refrigerador, equipo de sonido.

Gráfico 4. Número de activos por hogar según comunas: nivel 1992 versus cambio 1992-2002(excluye seis comunas con mayor dotación en 1992)

delta

_a

asset_92.296167 3.03338

1.68001

3.77637

El análisis estadístico revela que el cambio en el número de activospor hogar se relaciona positivamente con aumentos en la población dela comuna y en el nivel de escolaridad de los adultos. La relación entreactivos y escolaridad puede estar referida a la mayor capacidad de com-pra que tendría una población de superior nivel socioeconómico. Me-

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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nos inmediata es la relación entre activos y población. Más aún, setrata del efecto más importante, como lo informa el análisis estadístico(coeficientes beta, Cuadro A-3 del Anexo).

Una posible explicación para la relación entre activos y poblaciónradicaría en el equipamiento de nuevas viviendas. Para tal efecto con-sidere que existe una cercana asociación entre el crecimiento del nú-mero de personas y de viviendas por comuna –correlación de 94%–.De esta manera, las comunas que más incrementan los activos por hogarson aquellas donde se construye mayor número de viviendas. La hipó-tesis es que la nueva vivienda es equipada con mayor número de acti-vos respecto de la anterior en uso.

e) VehículosEl análisis de la tenencia de vehículos sigue un patrón similar a la te-nencia de activos durables (Cuadro 16 y Gráfico 5). La dinámica decambio durante la década tiene baja relación con el nivel inicial de lacomuna.

El análisis estadístico revela que el cambio en la población y en laescolaridad de la población adulta resultan variables relevantes paraexplicar el cambio en la tenencia de vehículos.

Esta vez el cambio en la escolaridad adulta tiene mayor impactosobre el incremento de los vehículos (Cuadro A-3 del Anexo), lo cuales consistente con la mayor demanda privada por este tipo de bienes.

Cuadro 16. Número de vehículos por hogar

1992 2002 Cambio

1 0,07 0,16 0,08

2 0,10 0,21 0,11

3 0,12 0,22 0,10

4 0,13 0,22 0,09

5 0,14 0,26 0,11

6 0,15 0,25 0,10

7 0,17 0,28 0,11

8 0,20 0,28 0,09

9 0,24 0,35 0,11

10 0,42 0,50 0,08

Fuente: INE. Elaboración sobre muestra de los Censos 1992 y 2002.

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¿DÓNDE Y CÓMO VIVEN LOS CHILENOS?

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f) Índice resumen de vivienda y patrimonioSobre la base de las cinco dimensiones arriba presentadas se construyeun índice que sintetiza la situación de vivienda y patrimonio de laspersonas en Chile. Para tal efecto se procede a estandarizar los indica-dores de calidad de los materiales de la vivienda, acceso a infraestruc-tura, hacinamiento, tenencia de activos durables y de vehículos. Lue-go, se suman las variables estandarizadas para obtener el referido índiceresumen7.

El Gráfico 6 presenta la relación entre nivel inicial y cambio delíndice resumen de vivienda, en la década. La relación entre ambas va-riables sigue un patrón decreciente: las comunas que partieron másatrás presentan, en promedio, los mayores avances durante el períodoanalizado.

El resultado no debiera sorprender, puesto que reproduce la situa-ción que caracterizaba a las dimensiones de calidad material de la vi-vienda, acceso a infraestructura y hacinamiento. Por su parte, las di-mensiones de tenencia de activos durables y de vehículos se caracterizabanpor una relación más bien neutra, entre nivel inicial y cambio durante ladécada, de modo tal que no modifican la tendencia dominante.

El dato interesante es conocer ahora cuáles son las comunas queobtienen buenos y malos resultados en el indicador resumen de vi-vienda y patrimonio.

Gráfico 5. Número de vehículos por hogar según comunas: nivel 1992 vs. cambio 1992-2002

delta

_v

vehic_92.038328 .359313

.017325

.212992

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

96

El Cuadro 17 presenta el caso de las quince comunas que presen-tan los mejores índices de vivienda y patrimonio durante los años 1992y 2002. Adicionalmente, se presentan los que exhiben las mayores ga-nancias en el indicador durante de la década. Aquí se distinguen dossituaciones: el cambio efectivo y el cambio ajustado por tendencia. Esteúltimo controlado por el hecho de que el cambio efectivo es una funcióndel nivel inicial, puesto que quienes parten más atrás tienen mayor es-pacio de mejoría. El cambio ajustado por tendencia es la diferencia en-tre el efectivo y el de tendencia, equivalente a la distancia vertical en-tre la observación de la comuna y la línea de regresión en el Gráfico 16.

El Cuadro 18 realiza el mismo ejercicio, esta vez para las quincecomunas que presentan mayor atraso en el índice resumen de vivien-da y patrimonio. También se considera a las que presentan los menoresavances durante la década, tanto efectivos como corregidos por la ten-dencia8.

Respecto de las comunas con mejores resultados destaca que 11 delos 15 primeros lugares corresponden a la Región Metropolitana, tantodurante el año 1992 como en el año 2002. Tal situación refleja la do-minancia de la citada región en la economía del país, pero tambiénresponde al mayor grado de homogeneización socioeconómica quepresentan las comunas del Gran Santiago. En cambio, las demás co-munas del país tienden a mostrar mayor heterogeneidad, puesto querepresentan, por lo general, a ciudades enteras9.

Gráfico 6. Indicador resumen de vivienda y patrimonio: nivel 1992 vs. cambio 1992-2002

todos_92

Fitted values delta_to

-8.35812 17.8765

-12.1174

9.52453

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¿DÓNDE Y CÓMO VIVEN LOS CHILENOS?

97

Cuadro 17. Indicador resumen de vivienda y patrimonio: 15 comunas con mejores resultados

Lugar Nivel 1992 Nivel 2002 Cambio efectivo Cambio ajustado

1992-2002 1992-2002

1 Vitacura Vitacura Isla de Maipo Isla de Maipo

2 Las Condes Las Condes Huechuraba Lo Barnechea

3 Providencia La Reina Lampa Huechuraba

4 La Reina Providencia Casablanca Casablanca

5 Ñuñoa Ñuñoa Buin Quilicura

6 Punta Arenas Lo Barnechea Colina Buin

7 Macul Maipú Monte Patria Colina

8 Lo Barnechea Punta Arenas Santa Cruz Lampa

9 Maipú Macul Las Cabras Talagante

10 San Miguel La Florida Padre Hurtado Peñalolén

11 La Florida San Miguel Paine Padre Hurtado

12 Viña del Mar Viña del Mar Talagante Chiguayante

13 Natales Los Andes El Monte Peñaflor

14 La Cisterna Quilpué Chimbarongo Pudahuel

15 Diego de Almagro La Cisterna Penco Santa Cruz

Cuadro 18. Indicador resumen de vivienda y patrimonio: 15 comunas con peores resultados

Lugar Nivel 1992 Nivel 2002 Cambio efectivo Cambio ajustado

1992-2002 1992-2002

1 Longaví Longaví Vitacura La Unión

2 Monte Patria Retiro Providencia Panguipulli

3 San Clemente San Clemente Las Condes Calbuco

4 Retiro Pichidegua Ñuñoa Pitrufquén

5 San Javier Nueva Imperial Independencia Río Bueno

6 Chimbarongo Carahue La Unión Nueva Imperial

7 Yumbel Teno La Reina Mariquina

8 Teno Parral Pitrufquén Río Negro

9 Coihueco Calbuco Río Bueno Purranque

10 Parral Monte Patria Río Negro Carahue

11 Nueva Imperial Mariquina Panguipulli Loncoche

12 Maullín San Javier Natales Cunco

13 Cauquenes Chimbarongo Los Muermos Los Muermos

14 Isla de Maipo Maullín Purranque Curacautín

15 El Monte Coihueco Curacautín Vilcún

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

98

Más sorprendente es la presencia también mayoritaria de comunasde la región metropolitana en los casos con mayores ganancias en elindicador resumen de vivienda y patrimonio. Así, 12 de las 15 comu-nas que presentan el mayor cambio ajustado por tendencia pertenecena la región metropolitana. En su gran mayoría corresponden a comu-nas periféricas que han absorbido parte del crecimiento de la ciudad deSantiago durante la década. Este último puede ser un hecho esperado,pero sorprende la baja presencia de otras comunas del país en esteranking.

En el caso de aquellas con mayor retraso en vivienda y patrimo-nio existe fuerte representación de las regiones VII a IX. Nuevamen-te, un hecho poco sorprendente si se considera la importancia delsector rural en ellas. Pero sí sorprende que la totalidad de las comu-nas que presentan los menores avances –ajustados por tendencia–,en el período 1992-2002, se concentren en las regiones de la Arauca-nía y de Los Lagos.

En suma, el análisis de la situación de las comunas en el indicadorresumen de vivienda y patrimonio advierte sobre tendencias de con-centración espacial en el patrón de desarrollo económico que sigue elpaís.

3. CONCLUSIONESEl análisis de este capítulo muestra importantes avances en las tenen-cias de vivienda y patrimonio de la población nacional durante el pe-ríodo 1992-2002.

El número de viviendas para uso residencial aumenta en un 25,7%en la década analizada, muy por encima del crecimiento de la pobla-ción, la que asciende a un 13,3%. Consiguientemente, el número pro-medio de personas por vivienda disminuye desde 4,47 en 1992 a 4,03en el año 2002. Se trata de cambios drásticos para un período relativa-mente corto.

El referido proceso tiene por determinantes una mayor capacidadeconómica de las familias, que hace posible la independencia de gruposfamiliares que antes compartían la misma residencia, así como a la acti-va presencia de la política de vivienda cuyo objetivo ha sido incrementarel conjunto de nuevos propietarios. De hecho, el 72,6% de las personasreside en viviendas propias; mientras que cerca del 60% de estas, cons-truidas en la década del 90, obtuvo algún tipo de subsidio público.

Paralelamente, se observa un incremento en la cobertura de la po-blación que reside en viviendas sin déficit de materiales. A tal respecto,el trabajo define un umbral en materia de un conjunto de estándares

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¿DÓNDE Y CÓMO VIVEN LOS CHILENOS?

99

mínimos en las diferentes dimensiones de la vivienda. Se compruebaque el 90,7% de la población vive en residencias que satisfacen losestándares de materialidad, comparado con un 81,1% en 1992.

Una situación similar ocurre en materia del acceso de la poblacióna servicios de infraestructura básica, tales como electricidad, agua po-table, alcantarillado, ducha y combustible para cocina o calefacción. Eltexto define estándares mínimos en la materia, comprobando que un79,1% de la población cumplía con todos ellos en 2002, comparadocon un 61,1% de 1992. Se identifica, eso sí, una importante brechaentre los sectores urbano y rural.

Asimismo, un 73,9% de la población reside en hogares que no su-peran las 2 personas por dormitorio, cifra que se compara favorable-mente con un 58,5% del año 1992. Si se ocupa un umbral más laxo enla materia, equivalente a 3 personas por dormitorio, resulta que, en elaño 2002, el 91,9% de la población satisface el estándar, comparadocon un 82,8% en 1992.

En materia del acceso a activos durables se constatan importantesincrementos en su cobertura, por sobre los 30 puntos porcentuales,durante la década 1992-2002. Más del 80% de las personas tiene en suhogar refrigerador, lavadora y televisión a color. Más del 50% tieneacceso en el hogar a teléfono fijo y teléfono celular. La tenencia devehículos motorizados sube de un 21,6% en 1992 a un 35,2% en elaño 2002.

En suma, durante la década 1992-2002 se produce un importanteproceso de acumulación de riqueza material en la población del país.Este desarrollo se relaciona estrechamente con el incremento en el in-greso per capita, la reducción de la pobreza y la activa presencia de lapolítica social durante la década.

¿Qué sucede con la distribución de los cambios de la riqueza mate-rial durante este período? ¿Se trata de un proceso con rasgos de inclu-sión o de exclusión social?

El análisis realizado en la segunda parte del trabajo tiende a favore-cer la hipótesis de inclusión, aun cuando haya rasgos de concentraciónespacial que debieran estar sujetos a la preocupación por parte de laspolíticas públicas.

Para tal efecto se trabajó con las 161 comunas más pobladas delpaís, que representaban el 88,8% de la población nacional el año 1992.Para cada indicador de vivienda y patrimonio se relacionó el nivel ini-cial de la comuna en el año 1992, con el cambio experimentado du-rante la década siguiente. De esta manera, se obtuvo un panorama delos avances de las comunas respecto de su punto de partida.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

100

En el caso de las dimensiones de calidad material de la vivienda,acceso a infraestructura básica y número de personas por dormitorio,se observa un patrón decreciente entre nivel inicial y cambio posterior.Esto es, las comunas más rezagadas tienden a presentar mayores avan-ces que aquellas con mejor punto de partida.

No debiera sorprender el bajo progreso de las comunas con mejo-res indicadores iniciales, debido a que tienen menos espacio para me-jorías y que los indicadores utilizados están referidos a umbrales detipo dicotómicos. En cambio, el mayor avance de las comunas másrezagadas no es un proceso que ocurra en forma natural, sino que seproduce en un contexto de aumento de la capacidad económica de lasfamilias, profundización de los mercados y presencia activa de la polí-tica social.

Por su parte, las dimensiones de tenencia de activos durables y devehículos presentan una relación más bien neutra entre nivel inicial ycambio durante la década. En otras palabras, se producen avances re-lativamente uniformes en el número de activos y vehículos por hogarentre comunas que presentan distintos puntos de partida.

Sobre la base de los diferentes indicadores de vivienda y patrimo-nio se construyó un índice resumen de la materia. Este índice reprodu-ce el patrón inclusivo, donde los avances más importantes se producenen las comunas más rezagadas.

Sin embargo, 12 de las 15 comunas que presentan los mayoresavances en el índice resumen corresponden a casos de la Región Me-tropolitana. En cambio, las 15 comunas que presentan los menores avan-ces en el índice resumen están concentrados en las regiones de la Arau-canía y de Los Lagos. Este resultado advierte sobre algunos riesgos deconcentración espacial del proceso de desarrollo que sigue el país.

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¿DÓNDE Y CÓMO VIVEN LOS CHILENOS?

101

ANEXO

Cuadro A-1. Distribución de la población según material de la vivienda de residencia

1992 2002

Muros

• Ladrillo, concreto, bloque 48,8 59,2

• Madera, tabique, internit 42,0 35,3

• Adobe, barro, desecho 9,2 5,5

Techo

• Teja, tejuela, loza 15,1 14,6

• Zinc 37,6 41,4

• Pizarreño 44,7 43,1

• Fonolita, paja, otros 2,6 0,9

Piso

• Parquet, tabla, baldosín, alfombra 59,7 66,1

• Baldosa cemento, radier, flexit 34,2 33,4

• Ladrillo, tierra, otros 6,1 0,5

Fuente: INE. Elaboración Censos 1992 y 2002.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

102

Cuadro A-2. Estadísticas descriptivas: Cobertura de vivienda y patrimonio en las comunas(161 comunas más grandes)

Promedio Desviación estándar Mínimo Máximo

2002

• Vivienda 89,9 9,18 49,8 99,7

• Infraestructura 68,0 28,4 3,0 99,7

• Hacinamiento 79,7 4,86 67,9 98,3

• Activos 4,42 0,97 2,09 7,20

• Vehículos 0,27 0,11 0,09 0,85

1992

• Vivienda 79,8 12,7 36,1 97,6

• Infraestructura 48,5 29,7 1,44 98,0

• Hacinamiento 65,1 8,20 48,4 97,2

• Activos 1,60 0,89 0,29 5,75

• Vehículos 0,17 0,11 0,04 0,86

Cambio 2002-1992

• Vivienda 10,1 5,78 -0,03 34,2

• Infraestructura 19,4 9,49 1,56 43,1

• Hacinamiento 14,6 4,96 1,11 29,8

• Activos 2,82 0,41 1,44 3,77

• Vehículos 0,09 0,04 -0,01 0,21

Fuente: INE. Elaboración sobre muestra de los Censos 1992 y 2002.Nota: Los datos de vivienda, infraestructura y hacinamiento están referidos al porcentaje de la población en la comuna que cubre losrespectivos estándares. En el caso de activos y vehículos se informa sobre la tenencia promedio por vivienda en la comuna.

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¿DÓNDE Y CÓMO VIVEN LOS CHILENOS?

103

Cuadro A-3. Regresiones para cambios en los indicadores de vivienda y patrimonio(muestra:161 comunas más grandes)

Nivel Nivel inicial Cambio Cambio Constante Coef.

inicial cuadrado población escolaridad determinación

Variable dep: Cambio 2002-1992 en:

Calidad vivienda 0.731 -0.755 0.038 -0.007* 0.014* 0.653

(1.602) (-2.38) (0.153) (-0.039)

Infraestructura

básica 0.865 -1.001 0.005* 0.043 0.053 0.667

(2.71) (-3.07) (0.013) (0.417)

Hacinamiento -1.334 0.603 0.011* 0.021 0.730 0.745

(-2.201) (1.400) (0.052) (0.132)

Bienes durables 0.611

-0.141 0.523 0.167 2.076 0.443

(1.34) -1.49) (0.297) (0.126)

Vehículos 0.078* -0.215 0.048 0.032 0.054 0.298

(0.226) (-0.470) (0.298) (0.267)

Nota: Coeficientes beta se presentan entre paréntesis; todos los parámetros significativos al 5%, a excepción de los asteriscos.

NOTAS1. Datos provenientes de la Cámara Chilena de la Construcción.

2. Tratamientos similares se pueden encontrar en las siguientes referencias: Instituto de

Sociología de la Universidad Católica: “Diagnóstico de grupos objetivos del sector vi-

vienda. Censo de 1992”, 1996; Fundación Nacional de Superación de la Pobreza: “Una

propuesta para la futura política social”, 2000; Mideplan: “Mejoramiento del factor dis-

criminatorio de la ficha Cas”, 2003; World Bank: “Poverty and oncome distribution in a

high growth economy”. Chile 1987-1998”, 2002.

3. Una discusión similar se produce con las líneas de pobreza. Ver M. Ravallion: Poverty

Comparisons, Harwood Academic Publishers, 1994.

4. Este es el caso de la encuesta Casen, que solo informa de la relación entre residentes

y número de dormitorios de la vivienda. Sin embargo, el Censo no inquiere respecto de

la distribución de la vivienda entre los distintos núcleos familiares que comparten resi-

dencia. Esta dimensión es particularmente relevante si se considera que la convivencia

de núcleos al interior de la vivienda es la situación que se da con mayor frecuencia.

5. Datos referidos a autos, camioneta, furgón o station wagons.

6. Los datos de la encuesta Casen permiten analizar la distribución del bienestar entre la

población, pero su representatividad comunal está restringida a solo algunas regiones

del país.

7. La estandarización de las variables es necesaria para homogeneizar las unidades de

medida de los diferentes indicadores. Nótese que el índice resultante otorga igual pon-

deración a cada uno de los factores constituyentes. Esta elección es arbitraria, tal como

serían otras alternativas en la materia. A tal respecto, el procedimiento tiene validez

solo como un ejercicio de carácter ilustrativo.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

104

8. En principio se trataría de las comunas con mayores retrocesos en el período. Sin

embargo, prácticamente todos ellas exhiben mejorías durante la década en las distintas

dimensiones de vivienda y patrimonio.

9. Compare a modo de ejemplo a las comunas de Rancagua vs. Providencia. La primera

incluye al conjunto de la ciudad y su respectiva diversidad, mientras que la segunda

representa un determinado segmento socioeconómico de la ciudad de Santiago.

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MOVILIDAD RESIDENCIAL Y MOVILIDAD SOCIAL

105

CAPÍTULO IIIMOVILIDAD RESIDENCIAL Y MOVILIDAD SOCIAL

Eduardo ValenzuelaSoledad Herrera

Instituto de SociologíaPontificia Universidad Católica de Chile

El objetivo de este capítulo es dar a conocer algunos datos relevantesque dan cuenta de los principales procesos de movilidad social ocurri-dos en la última década (1992-2002), tomando como referencia la in-formación proveniente de los censos nacionales de población y vivien-da de Chile.

En la primera parte, se examina la evolución de la movilidad resi-dencial experimentada por la población chilena y se entregan algunasindicaciones del carácter socialmente ascendente o descendente de estamovilidad. En la segunda, se describe la magnitud de la movilidad edu-cacional, con especial énfasis en el progreso educativo por cohorte ge-neracional y un análisis específico sobre la movilidad intergeneracio-nal dentro de los hogares. En la tercera, se analizan algunos datos sobremovilidad ocupacional, especialmente el progreso de las ocupacionesno manuales dentro de la estructura ocupacional, y se entregan ante-cedentes de la relación existente entre movilidad ocupacional y educa-tiva en los últimos años.

Los datos censales sólo permiten analizar procesos de movilidadestructural que comprometen al conjunto de la población, pero noentregan referencias sobre movilidad individual, salvo de la residen-cial, cuando se pregunta expresamente por el lugar de residencia hacecinco años. Los datos censales muestran progresos extremadamenteimportantes en los logros educativos de la población –concentrados enla ampliación en el acceso a la educación superior– lo que se evidenciaen el ascenso ocupacional a través del incremento de las ocupacionesno manuales y, específicamente, de la categoría de técnicos y profesio-nales. El conjunto de este progreso se produce en el marco de unapoblación ligeramente más asentada y con patrones migratorios másselectivos vinculados al ascenso social.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

106

MOVILIDAD RESIDENCIALLa movilidad residencial puede definirse en términos geográficos y tam-bién socioeconómicos. Respecto de la dimensión geográfica, la movili-dad se registra como la proporción de personas que ha cambiado decomuna o país de residencia en los últimos cinco años. En el segundocaso, se intenta observar si estos desplazamientos residenciales se pro-ducen hacia comunas de mayor o menor bienestar, respecto de la co-muna residencial de origen.

Hacia un mayor asentamiento de las poblacionesLa población chilena tiende a mantenerse viviendo por largos períodosen una misma comuna, y esto es más frecuente actualmente que en ladécada anterior.

Los datos censales permiten observar, en efecto, el aumento delporcentaje de personas que no se ha cambiado de comuna en 5 añosantes de las respectivas fechas censales. En 1992, el 81,3% no se habíacambiado de comuna, aumentando a un 84,0% en 2002. Este mayorasentamiento de las personas se advierte sobre todo en el movimientoentre comunas dentro de una misma región, el que ha disminuido de12,3% en 1992 a 9,8% en 2002. Sin embargo, como es esperable, elmayor flujo entre comunas sigue dándose al interior de la Región Me-tropolitana. Las migraciones entre regiones del país, o de extranjerosque vienen a vivir a Chile, se mantiene constante entre 1992 y 2002,siendo aproximadamente de un 6% de la población del país (Gráfico 1).

Esta tendencia hacia un mayor asentamiento poblacional se regis-tra también en EE.UU1. y desmiente la asociación habitual entre mo-dernización y movilidad residencial. La proporción del 20% en 1950de americanos que se mueve declina suave pero sostenidamente, hasta16% en 2000, para desplazamientos del último año. Debe observarse,no obstante que la tasa de movilidad residencial norteamericana parael último año es casi la misma de nuestro país para los últimos cincoaños, lo que confirma la posición de EE.UU. como un país de mayormovilidad residencial –nation of movers–, en contraste con la inclinaciónhacia el asentamiento que caracteriza a nuestras poblaciones.

Los datos censales permiten asociar la disminución de la movilidadresidencial con el aumento en el acceso a la propiedad de la viviendaque se ocupa, estimado en alrededor del 25% en la última década. Lamovilidad entre quienes habitan en viviendas propias pagadas dismi-nuye de 10% a 7%, y de quienes residen en viviendas propias queestán pagando se reduce de 26% a 21%, mientras que en aquellos quearriendan casa aumenta la movilidad de 36% a 38%. La propiedad de

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MOVILIDAD RESIDENCIAL Y MOVILIDAD SOCIAL

107

la vivienda es considerada generalmente un factor determinante delasentamiento de las poblaciones, aunque puede introducirse algúnmargen de error en estas estimaciones debido a que los censos pregun-tan por las condiciones de tenencia después de la migración, no antes.

La Región Metropolitana ha dejado de ser el principal polode atracción de las migraciones

El Censo revela un cambio extraordinariamente significativo en el pa-trón migratorio del país, sobre todo de la Región Metropolitana. San-tiago ha dejado de ser la principal región receptora de migración y, porel contrario, actualmente expulsa más personas de las que recibe. Elsaldo migratorio de la Región Metropolitana en 1992 –diferencia entrelos que entran y los que salen– fue de alrededor de +60000 personas–saldo positivo–, mientras que en 2002 es de algo más de -12.000 –saldonegativo–. Todavía en 1992 la Región Metropolitana era prácticamen-te la única región que recibía población de otras regiones del país, mien-tras que hoy son las regiones V –de Valparaíso– y IV –de Coquimbo–,las que están recibiendo desde otras regiones la mayor parte de losmigrantes. Las cuatro principales regiones expulsoras de población en1992 fueron las VII, VIII, IX y X, mientras que hoy sólo la VIII región–de Concepción–, se mantiene con un saldo neto de migración negati-

Gráfico 1. Migración y movilidad residencial (total nacional, 1992-2002)

6,412,3

84,0

6,29,8

81,3

0

10

20

30

40

50

60

70

80

%90

Vive en la mismacomuna

Se cambia decomuna en unamisma región

Se cambia deregión

1992 2002

Base: 5 años o más.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

108

vo –sale más gente que la que entra–. Por el contrario, las regiones VII–del Maule– y IX –de la Araucanía– se acercan a un saldo cero, mien-tras que la X región –de Los Lagos– se ha convertido en receptora depoblación en 2002 (Gráfico 2).

Lo anterior se corrobora al observar la estructura de la migración2.Entre los migrantes de 5 o más años ha aumentado la proporción queemigra desde la Región Metropolitana hacia otras regiones del país, de22% en 1992 a 27% en 2002, mientras que la migración desde otrasregiones del país hacia la Región Metropolitana ha disminuido de 30%a 25% en el decenio. El porcentaje de población migrante entre otrasregiones distintas de la Metropolitana se ha mantenido constante (Grá-fico 3).

La inmigración reciente desde otros países3 no alcanza al 1% de lapoblación del país, manteniéndose estable entre 1992 y 20024. Los in-migrantes internacionales en 1992 representaban el 14% del total depoblación migrante, disminuyendo a un 12% en 2002 (Gráfico 3). Comosucedía antes, la inmigración desde otro país sigue dirigiéndose espe-cialmente a la Región Metropolitana en una proporción que alcanza alos dos tercios.

Gráfico 2. Saldo migratorio. Número de personas que entran menos las que salen (total nacional,1992-2002)

Base: 5 años o más.

Saldo positivo

Saldo negativo

20021992

-17976

+60519

-26724 18764

+21211-12229

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MOVILIDAD RESIDENCIAL Y MOVILIDAD SOCIAL

109

Gráfico 3. Estructura de la migración. Porcentaje de personas que se cambia de región o que viene deotro país (total nacional, 1992-2002)

21,6

29,9

34,2

14,3

26,825,1

35,6

12,4

0

5

10

15

20

25

30

35

40

Migrante desdeR.Metropolitana

otra región

Migrante desde otraregión a

R.Metropolitada a

Migrante entre otrasregiones de Chile

Inmigranteinternacional

20021992

Base: migrantes de 5 años o más.

El cambio en la posición migratoria de la Región Metropolitana esun dato que quiebra la tendencia histórica de los últimos cincuentaaños, todavía presente en el censo anterior: la Región Metropolitanaera la principal, y prácticamente la única región, que recibía población,mientras las demás eran expulsoras de esta. El crecimiento agudo de laciudad metropolitana, alimentado por un patrón migratorio compues-to, sobre todo por población predominante rural y trabajadores no ca-lificados, parece haberse detenido de una manera clara y notoria. Porprimera vez, el crecimiento de la población metropolitana no se expli-ca por los flujos migratorios provenientes del resto del país, como hasucedido larga y sostenidamente en las últimas décadas, especialmenteen el período de las grandes migraciones rurales-urbanas de los 50’ y60’. Asimismo, es la primera vez en muchos años que se observa que,en conjunto, las demás regiones son capaces de retener, e incluso deatraer población metropolitana.

La movilidad residencial ocurre principalmenteentre los jóvenes

El último censo no registra variaciones en la estructura de edad de lamovilidad residencial. Las personas entre 25 y 34 años son siempre las

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

110

que más se cambian de residencia, ya sea entre comunas dentro de unamisma región y asimismo entre regiones. Por el contrario, a medidaque aumenta la edad de las personas, el asentamiento residencial tien-de a ser mayor (Gráfico 4). Como se ha mostrado en muchos estudios,la movilidad está estrechamente asociada a la edad y al ciclo de vida ytiende a concentrarse entre los jóvenes por razones de estudios, matri-monio e iniciación laboral. La diferencia entre las tasas de movilidadentre jóvenes y adultos es menos pronunciada, sin embargo, los paísesde alto nivel de desarrollo usualmente registran una población jovenmás móvil y una adulta más asentada que la que la de nuestro país.C. Fisher: 2001, por ejemplo, reporta diferencias de 6 a 1 entre jóvenesy adultos mayores que se mueven según el censo norteamericano, mien-tras que en Chile, la diferencia máxima es solamente de 3 a 1.

La Región Metropolitana es cada vez menos atractivapara las personas mayores

Al examinar, sin embargo, el patrón migratorio de la Región Metropo-litana se observan algunos cambios en su estructura de edad. La migra-ción de los más jóvenes (15-24 años) sigue proviniendo principalmen-te de otras regiones hacia la Región Metropolitana, pero en el año 2002,los jóvenes en edad de estudiar están llegando en un menor porcentajea esta región –34%– en comparación con 1992 –41%– y están saliendo

Gráfico 4. Movilidad residencial por edad. Porcentaje de personas que se ha cambiado de comuna(total nacional, 1992-2002)

18,2

20,8

25,5

19,5

12,910,715,2

18,4

23,9

16,9

11,4

8,0

0

5

10

15

20

25

30

0-14 15-24 25-34 35-44 45-59 60+

19922002

Base: 5 años o más.

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MOVILIDAD RESIDENCIAL Y MOVILIDAD SOCIAL

111

en una proporción ligeramente mayor (Gráfico 5). El saldo migratoriode la Región Metropolitana sigue siendo positivo en este grupo de edad–entran más que los que salen–, pero en una relación que va estre-chándose, lo que indica que las regiones mejoran su capacidad de rete-ner a los jóvenes en edad de estudiar.

A partir de los 25 años, se puede observar que son más los quesalen que los que entran a la Región Metropolitana y esta diferenciatiende a acentuarse con la edad, según el último censo. En esta década,entre los mayores de 60 años, la Región Metropolitana tiende a consti-tuirse definitivamente en una región expulsora de población, al puntode que un 37% de los que migraron lo hicieron desde la Región Metro-politana hacia otras regiones, mientras que sólo un 20% ingresó a San-tiago proveniente de otras regiones. Por el contrario, en la década an-terior, los que salían y entraban se equilibraban en un saldo cercano acero (Gráfico 5). La tendencia de las ciudades metropolitanas a expul-sar población adulta en edad de jubilación se verifica por primera vezen el país.

La movilidad residencial ocurre entre los más calificadosLos ocupados tienen una mayor movilidad residencial que los no ocu-pados. En 1992, un 21% de los ocupados cambió de residencia frente a

Gráfico 5. Estructura de migración de la Región Metropolitana. Porcentaje de personas que secambia de región o que viene de otro país (total nacional, 1992-2002)

15,9

40,7

28,826,7

18,4

34,336,6

20,3

0

5

10

15

20

25

30

35

40

45

EmigranteR.Met.

InmigranteR.Met.

EmigranteR.Met.

InmigranteR.Met.

15 - 24 AÑOS 60 o más AÑOS

20021992

Base: migrantes de 5 años o más.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

112

un 17% de los no ocupados; y en 2002, se mantiene la misma diferen-cia a favor de los ocupados en una relación de 19% a 14%.

El movimiento de los ocupados sigue la pauta observada en la po-blación total del país, en el sentido de un mayor asentamiento de laspoblaciones entre 1992 y 2002, lo que ocurre en todos los grupos ocu-pacionales, manteniéndose también la estructura por edad de la movi-lidad en el sentido señalado anteriormente –se mueven más los jóve-nes ocupados–.

Asimismo, la calificación laboral predispone un mayor movimien-to residencial en ambos censos. Por ejemplo, mientras un 25% de losprofesionales y técnicos se cambiaron de comuna en 2002, dicha cifradisminuyó a un 17% entre los trabajadores no calificados, con relacio-nes similares de 28% y 22% en la década anterior (Gráfico 6).

Lo anterior se corrobora también en el hecho de que los años deescolaridad promedio son más altos entre los ocupados que cambiande residencia, comparados con los que se mantienen viviendo en lamisma comuna. (Gráfico 7).

La migración no calificada se diferencia por sexoMerece una consideración especial la migración de los ocupados nocalificados, debido a que es la que más ha variado en el curso de la

Gráfico 6. Movilidad residencial por grupo ocupacional. Porcentaje de ocupados que se cambia decomuna o región (total nacional, 1992-2002)

Trabajador no calificado

28,2

22,0

24,9

16,9

0

5

10

15

20

25

30

Profesional o técnico

1992 2002

Base: ocupados que cambian de comuna.

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MOVILIDAD RESIDENCIAL Y MOVILIDAD SOCIAL

113

Gráfico 7. Escolaridad de los ocupantes por movilidad residencial. Promedio de años de estudio delos ocupados (total nacional, 1992-2002)

9,2

10,510,4

11,7

0

2

4

6

8

10

12

14

No se mueve Se mueve

1992 2002

Base: ocupados.

última década. Un 23,2% de la población que se cambió de región en1992 era trabajador no calificado, manteniéndose constante esta cifraen el año 2002 –22,7%–. Si bien no hay diferencias entre la incidenciade la movilidad residencial de los ocupados por sexo, se observan, noobstante, variaciones en el tipo de migración de los hombres en com-paración con las mujeres que trabajan en ocupaciones no calificadas.

El trabajador hombre no calificado emigra más de Santiago, en com-paración con la mujer trabajadora del mismo rango ocupacional, mien-tras que esta última inmigra más hacia la Región Metropolitana; es decir,entre los no calificados, los hombres tienen comparativamente másoportunidades laborales fuera de Santiago, mientras que las mujeresbuscan dichas oportunidades en la Región Metropolitana (Gráfico 8).La fortaleza de la Región Metropolitana como receptora de trabajo fe-menino no calificado se mantiene estable, aunque la procedencia deestas ha cambiado notoriamente: mientras en 1992 sólo un 11% deellas provenía de otro país; en 2002 un 37% son inmigrantes extranje-ras, lo que da cuenta probablemente de los flujos de trabajo femeninoen servicio doméstico y personales que proceden de países vecinos.Entre los hombres, en cambio, la inmigración hacia la Región Metro-politana ha disminuido casi tanto como ha aumentado la emigración,lo que indica que el flujo de trabajadores no calificados hacia la capital,

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

114

que constituyó la pauta característica de las migraciones internas de lasdécadas anteriores, ha comenzado a cerrarse.

La movilidad residencial tiende a ser ascendenteLa mayoría de los que se cambian de comuna se mueven entre comu-nas de similar nivel de desarrollo socioeconómico –42% en 1992 y41% en 2002– de acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano para lascomunas de Chile, elaborado por PNUD y Mideplan6 (Gráfico 9). Sinembargo, a lo largo de una década, se puede observar que la movilidadresidencial ha ido en ascenso, ya que aumenta la proporción de perso-nas que se ha cambiado a una comuna de mejor rango y disminuye elporcentaje de aquellas que ha descendido residencialmente. La movili-dad residencial ascendente sube de 27% a 30%, mientras que la des-cendente baja de 31% a 29% en el decenio.

En la Región Metropolitana es más frecuente desplazarse hacia co-munas del mismo nivel –57% en 1992 y 54% en 2002– y la propor-ción de quienes ascienden o descienden residencialmente es algo me-nor que en el resto del país. No obstante, la proporción de quienesascienden ha sido más pronunciada, elevándose de 16% a 22% en laúltima década, mientras que los que se cambian a comunas de menorrango descienden también más claramente de 28% a 23%. En 1992

Gráfico 85. Migración de los ocupados no calificados según sexo. Porcentajede ocupados nocalificados que cambia de región o país (total nacional, 1992-2002)

EMIGRANTER.METROP.

INMIGRANTER.METROP.

17,411,2

47,8

68,7

25,8

15,2

37,0

68,1

0

10

20

30

40

50

60

70

80

Hombre Mujer Hombre Mujer

1992 2002

Base: ocupados no calificados migrantes.

Page 115: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

MOVILIDAD RESIDENCIAL Y MOVILIDAD SOCIAL

115

Gráfico 9. Tipo de movilidad residencial. Porcentaje de personas que se ha cambiado de comuna(total nacional, 1992-2002)

26,7

31,229,6 29,3

0

5

10

15

20

25

30

35

Ascenso residencial Descenso residencial

1992 2002

Base: personas que se cambian de comuna, 5 años o más.

siempre fue mayor la proporción de personas que descendían residen-cialmente respecto de aquellas que ascendían, mientras que en 2002ambas proporciones se han equilibrado.

MOVILIDAD EDUCATIVALas oportunidades educativas van en aumento

El progreso educativo del país ha sido claro y sostenido desde los añosveinte, aunque con una pendiente muy suave que sólo se acelera des-de aquellos que nacieron en la década de los cuarenta y principio delos cincuenta. Este carácter más bien reciente del progreso educacionalse observa en la enorme brecha educativa por generación. Es así comolos que en el año 2002 tienen entre 60 y 64 años –nacidos entre 1938y 1942– alcanzaron en promedio 7,2 años de educación, mientras quelos que tienen entre 20 y 24 años –nacidos entre 1989 y 1982– yaposeen al menos 11,4 años promedio, lo que probablemente aumenta-rá en alrededor de 0,5 años más (Gráfico 10).

También cabe destacar que para las generaciones nacidas entre 1968y 1972, por primera vez en la historia, logran que el 50% de sus miem-bros alcance la enseñanza media completa –12 años de estudio–. Ellogro de la enseñanza básica completa –8 años de escolaridad– se habíaalcanzado para un 50% de la población nacida entre 1943 y 1947.

Page 116: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

116

Gráfico 10. Movilidad educativa por generación. Promedio de años de escolaridad en cadageneración (total nacional, 1992-2002)

0

2

4

6

8

10

12An

tes

de 1

912

191

8-19

22

1913

-191

7

1923

-192

7

1928

-193

2

1933

-193

7

1938

-194

2

1943

-194

7

1948

-195

2

1953

-195

7

1958

-196

2

1963

-196

7

1968

-197

2

1973

-197

7

1978

-198

2

GENERACIÓN

1992 2002

Base: 5 años o más.

Gráfico 11. Movilidad educativa por grupos de edad. Promedio de años de escolaridad en cada grupode edad (total nacional, 1992-2002)

10,4 10,0 9,89,3

8,57,7

7,0 6,66,2

5,8 5,4 5,6

11,4 11,410,9

10,3 10,0 9,78,8

8,07,2

6,76,3

5,9

0

2

4

6

8

10

12

20-24 25-29 30-34 35-39 40-44 45-49 50-54 55-59 60-64 65-69 70-74 75-79

EDAD20021992

Base: 5 años o más.

Page 117: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

MOVILIDAD RESIDENCIAL Y MOVILIDAD SOCIAL

117

En promedio, los miembros de una misma generación a lo largo de10 años son de 0,3 años de estudio. Esto significa que las generacionesno se mantienen totalmente en el mismo nivel educacional a lo largode su vida, sino que existe la posibilidad de mejorar7.

A lo largo de 10 años aumentó en 1,4 años el promedio de escola-ridad de los jóvenes. En el año 2002 el promedio de años de estudio delos que tienen entre 25 y 29 años es de 11,4 años, mientras que en1992 era de 10,0 (Gráfico 11).

Hoy existen posibilidades de movilidad educativa para los hijosSi se comparan los logros educativos de los jóvenes entre 20 y 29 añosrespecto de sus padres8, los avances son claros y contundentes Gráfi-co 12).

Existe una relación entre el ciclo educativo del padre9 y el que al-canzan sus hijos, especialmente en términos de consistencia: la mayorparte de los padres con educación superior logra que sus hijos tengantambién dicho nivel de estudios –77% en 2002 y 73% en 1992–. Sinembargo, en el caso de los padres con ciclos educativos medio y básico,se observa cómo estos han logrado que sus hijos accedan a un ciclomás arriba. El principal logro de la década de los 90 fue que los padrescon educación media consiguieran que sus hijos accedieran a la supe-rior: en el año 2002, 44% de los padres con educación media tienenhijos en la educación superior. Por otra parte, en la década anterior elprincipal logro educativo había sido que los padres con educación bási-ca tuvieran hijos con educación media: en el año 1992, el 52% de lospadres con educación básica o menos, tenía hijos con educación me-dia10 (Gráfico 12).

En el año 2002, uno de cada tres estudiantes de educación superior–técnica, profesional o universitaria– tenía un padre con nivel educati-vo medio o básico. En el año 1992, uno de cada cuatro alumnos deeducación superior tenía un padre con nivel educativo medio o básico,lo que muestra que la brecha educativa entre padres e hijos se ha idoacortando (Gráfico 13).

En el último censo, el 44% de los hijos entre 20 y 29 años ha man-tenido el ciclo educativo del padre, cosa que ocurre sobre todo entrepadres con educación superior.

También una proporción similar, de alrededor de 42% de los hijos,tiene un ciclo más que el de su padre –o madre, en el caso de que falteel padre–, y cerca del 9% ha tenido movilidad educativa de dos ciclos;es decir, ha accedido a educación superior cuando su padre sólo alcan-zó el ciclo básico o menos (Gráfico 14). La magnitud de la movilidad

Page 118: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

118

Gráfico 12. Ciclo educacional del hijo según educación del padre. Porcentaje de hijos entre 20 y 29años (total nacional, 1992-2002)

PADRE CON EDUCACIÓN BÁSICA

PADRE CON EDUCACIÓN MEDIA

PADRE CON EDUCACIÓN SUPERIOR

Ciclo educacional del HIJO

36,4

52,2

11,4

26,5

55,3

18,2

0

10

20

30

40

50

60

Básica Media Superior

10,5

55,3

34,2

6,3

49,8

43,9

0

10

20

30

40

50

60

Básica Media Superior

3,7

23,4

72,9

1,7

21,0

77,3

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

Básica Media Superior

1992 2002

Base: hijos entre 20 y 29 años que viven con su padre.

Page 119: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

MOVILIDAD RESIDENCIAL Y MOVILIDAD SOCIAL

119

Gráfico 13. Ciclo educacional del padre en hijos con educación superior. Porcentaje de padres quetienen hijos entre 20 y 29 años (total nacional, 1992-2002)

1992 2002

Básica37%

Superior24%

Media39%

Media41%

Básica22%

Superior37%

Base: padres que tienen hijos entre 20 y 29 años con estudios superiores y que viven con ellos.

Gráfico 14. Movilidad educativa de los hijos respecto de sus padres. Porcentaje de hijos entre 20 y 29años(total nacional, 1992-2002)

Base: hijos entre 20 y 29 años que viven con su padre (o madre en el caso que falte el padre).

intergeneracional se mantiene estable en el último decenio, con unaproporción ligeramente menor de hijos que obtienen un ciclo más quesu padre, pero también una proporción ligeramente mayor de aquellosque alcanzan dos ciclos.

8,5

0

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

Descenso educativo Mismo ciclo delpadre

Asciende un cicloeducativo

Asciende dos cicloseducativos

MOVILIDAD EDUCATIVA

4,3

43,5 44,6

7,66,2

43,741,7

20021992

Page 120: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

120

Es importante notar que el ascenso educativo de las mujeres res-pecto de su padre –o madre sólo en el caso de que esté ausente– es algomayor que el de los hombres: 53% de las mujeres experimentan ascen-so educacional frente a 48% de los hombres (Gráfico 15). Aunque gene-ralmente se compara la movilidad educacional de las mujeres respectode sus madres y la de los hombres respecto de sus padres, los datos cen-sales indican demasiada congruencia en el ciclo educativo alcanzado porambos, de manera que se ha tomado al padre como referencia paraambos sexos. Asimismo, los hogares tienden a retener más hombresque mujeres entre 20-29 años, de modo que este resultado tampocotiende a sobreestimar la movilidad educativa de las mujeres.

La movilidad educativa aumenta en las comunas más pobresLa urbanización está asociada con el ascenso educativo. La proporciónde personas que ascienden uno o dos ciclos llega al 51% en las áreasurbanas frente al 45% en las áreas rurales, aunque la probabilidad dedescender educativamente es algo mayor también en las áreas urba-nas. Asimismo, el ascenso educativo tiende consistentemente a aumen-tar en las comunas de mayor desarrollo, aunque estas diferencias demovilidad educativa se han estrechado en el último decenio: en lascomunas más pobres el ascenso educativo ha aumentado de 35% a47%, mientras que en las comunas más ricas la proporción que ascien-de educacionalmente disminuye de 56% a 48% (tabla 1)11. La dispari-dad entre los años de estudio aprobados tiende también a reducirselevemente en la última década: tomando como base 1992=100, las co-

Tabla 1. Movilidad educativa según quintil IDH comunal, total nacional 1992-2002

Movilidad educativa Quintil IDH comunal Total

I II III IV V

1992

Descenso 2,1 2,3 3,2 4,2 5,3 4,3

Se mantiene 62,7 58,2 46,7 40,5 38,9 43,5

Asciende un ciclo 31,6 35,3 44,2 47,7 46,6 44,6

Asciende dos ciclos 3,5 4,3 6,0 7,7 9,2 7,6

2002

Descenso 3,2 4,4 5,3 6,2 6,9 6,2

Se mantiene 50,0 43,4 40,9 39,8 45,6 43,7

Asciende un ciclo 40,5 45,0 45,2 44,4 39,3 41,7

Asciende dos ciclos 6,2 7,1 8,6 9,7 8,3 8,5

Page 121: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

MOVILIDAD RESIDENCIAL Y MOVILIDAD SOCIAL

121

Gráfico 15. Movilidad educativa de los hijos según sexo. Porcentaje de hijos entre 20 y 29 años(total nacional, 2002)

6,6

45,647,9

5,7

41,6

52,7

0

10

20

30

40

50

60

Descenso educativo Mismo ciclo del padre Ascenso educativo

MOVILIDAD EDUCATIVA

Hombre Mujer

Base: hijos entre 20 y 29 años que viven con su padre (o madre en el caso que falte el padre).

munas más pobres han progresado hasta alrededor de 120, mientrasque las comunas más ricas solamente hasta 110. La brecha educativaentre las comunas de los extremos de la escala (deciles I y X) se ha redu-cido ligeramente de 4,6 a 4,4 años de estudios aprobados para la pobla-ción de 18-60 años, lo que confirma la existencia de progresos educati-vos, tendencialmente mayores en las comunas más pobres del país.

MOVILIDAD OCUPACIONALAumenta el trabajo no manual en la estructura de ocupación

La tendencia de cambio más clara en el mercado laboral es el aumentode la proporción de personas ocupadas en trabajos no manuales queasciende de 31% en 1992 a 38% en 2002, con la consiguiente dismi-nución de los ocupados en empleos manuales12 (Gráfico 16), asocia-das tanto a menor educación como a menor remuneración (Tabla 2).

El aumento de los trabajadores no manuales ocurre tanto en hom-bres como en mujeres. Las mujeres, no obstante, se emplean siempreen mayor proporción que los hombres en ocupaciones no manuales.En el año 2002, el 50% de las mujeres se empleaba en trabajos nomanuales, en comparación con un 32% de los hombres en estas ocu-paciones (Gráfico 17).

Page 122: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

122

Tabla 2. Promedio de años de educación y de ingresos según tipo de ocupación, total nacional 1992-2002.

Promedio años Promedio ingresos del

de educación 1 trabajo (ajustado) 2

1992 2002 1992 2000 Aumento

1992-2000

(1992=100)

Fuerzas Armadas 8,4 12,1 145.359 272.199 187,3

Poder ejecutivo, legislativo, directivo

adm. pública y empresas 11,0 13,7 501.311 802.901 160,2

Profesionales científicos e intelectuales 16,6 15,9 280.003 723.853 258,5

Técnicos y profesionales de nivel medio 13,3 13,7 184.493 359.514 194,9

Empleados de oficina 12,0 12,1 100.742 209.337 207,8

Trabajadores de servicios y comercio 9,6 10,5 92.295 163.671 177,3

Operadores de instalaciones y máquinas

y montadores 8,9 9,7 110.997 211.339 190,4

Oficiales, operarios y artesanos artes

mecánicas-otros oficios 8,3 9,1 94.730 189.936 200,5

Trabajadores no calificados 7,3 7,8 53.950 108.269 200,7

Agricultores y trab. calificados agropecuarios

y pesqueros 5,8 6,7 93.090 138.626 148,9

1 Fuente: Censo.2 Fuente: Encuesta Nacional de Caracterización Socioeconómica (CASEN), Mideplan. Tabulaciones propias.

Gráfico 16. Tipo de ocupación. Porcentaje de ocupados (total nacional, 1992-2002)

31,1

68,9

38,0

62,0

0

10

20

30

40

50

60

70

80

No manual Manual

20021992

Base: ocupados.

Page 123: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

MOVILIDAD RESIDENCIAL Y MOVILIDAD SOCIAL

123

Gráfico 17. Ocupados en trabajos no manulaes por sexo. Porcentaje de ocupados(total nacional, 1992-2002)

25,6

44,1

31,7

50,0

0

10

20

30

40

50

60

Hombre Mujer

20021992

Base: ocupados.

En todos los grupos de edad ocurre un aumento de trabajadores nomanuales entre 1992 y 2002, aunque también son siempre menos fre-cuentes entre los más jóvenes que acceden al mercado de trabajo conbaja escolaridad –el 79% de los ocupados de 15-24 años en 1992 eratrabajador manual, disminuyendo levemente a 71% en 2002–. Cuan-do se analizan los cambios por generación, se observa que una mismageneración es bastante estable en el tiempo en cuanto a la distribucióndel tipo de trabajo que realizan sus miembros. Sólo se ven disparidadesen los grupos extremos de edad. Así, en la generación nacida entre1933 y 1947 –que en el año 1992 tenía entre 45 y 59 años–, aumentóen 5 puntos porcentuales el trabajo no manual, debido a que posible-mente este tipo de labor permite una permanencia más larga en elmercado laboral, en comparación con el trabajo manual. Respecto delos más jóvenes, es claro cómo prevalece el trabajo manual entre losque trabajaban siendo muy jóvenes –15-24 años– en 1992, pero cuan-do esta generación –nacida entre 1968 y 1977– incorpora a los miem-bros que se mantenían en el sistema educacional, aumenta considera-blemente el trabajo no manual (Gráfico 18).

Page 124: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

124

La estructura ocupacional se ha tecnificadoEl principal cambio observado en la estructura ocupacional entre 1992y 2002 es el aumento del porcentaje de técnicos y profesionales denivel medio, desde 5,0% a un 13,8% (Tabla 3). Este aumento estáacompañado de un incremento más suave entre los profesionales,científicos e intelectuales, que ascienden de 6,8% a 9,4%. En con-junto, las categorías de profesionales y técnicos casi doblan en impor-tancia dentro de la estructura de la ocupación, pasando de 12% en1992 a 23% en 2002. El impacto del progreso educacional del últimodecenio se expresa claramente en esta mayor disponibilidad de técni-cos y profesionales: casi 1 de cada 4 trabajadores ocupa actualmenteuna posición técnica o profesional en la estructura de ocupación,mientras que hace diez años esta relación sólo era de 1 a 8. Este pro-greso en la calificación profesional de las ocupaciones se obtiene endetrimento de los empleados de oficina que descienden de 12,3% a8,7% y que restan importancia al empleo administrativo de baja cali-ficación técnica.

Tabla 3. Grupo ocupacional –porcentaje– de los trabajadores, total nacional 2002. Base: ocupados

1992 2002 Diferencia 2002-1992

Fuerza Armadas 0,4 0,8 0,4

Poder ejecutivo, legislativo, directivo

adm. pública y empresas 6,9 5,8 -1,1

Profesionales científicos e intelectuales 6,8 9,4 2,7

Técnicos y profesionales de nivel medio 5,0 13,8 8,8

Empleados de oficina 12,3 8,7 -3,5

Trabajadores de servicios y comercio 10,8 12,8 2,0

Operadores de instalaciones y máquinas

y montadores 8,6 8,6 0,0

Oficiales, operarios y artesanos artes

mecánicas-otros oficios 17,4 12,6 -4,8

Trabajadores no calificados 19,6 22,2 2,6

Agricultores y trab. calificados agropecuarios

y pesqueros 12,3 5,2 -7,1

Total 100 100

(N) (4.430.881) (5.199.396)

Es importante mencionar también que los técnicos han aumenta-do en todas las áreas productivas del país, principalmente en el sector

Page 125: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

MOVILIDAD RESIDENCIAL Y MOVILIDAD SOCIAL

125

Gráfico 18. Ocupados en trabajos no manuales por generación. Porcentaje de ocupados(total nacional, 1992-2002)

20,5

34,036,7

30,427,6

42,238,2 38,5

35,0

0

5

10

15

20

25

30

35

40

45

1968-1977 1958-1967 1948-1957 1933-1947 1932 o antes

GENERACIÓN

1992 2002

Base: ocupados.

minero y en el suministro de electricidad, gas y agua, pero también enla industria manufacturera y en la construcción, con incrementos cer-canos a 3 veces en cada caso. En el sector minero, el incremento es de5% a 18% en el período, y en electricidad, gas y agua de 8% a 24%. Enla construcción, el aumento es de 2% a casi 8% y en la industria de 4%a 11%, lo que indica una tendencia muy relevante hacia la calificacióntécnica del empleo en los sectores primario y secundario de la econo-mía nacional. En el sector terciario, la ampliación de la proporción detécnicos va de 7% a 17%, ligeramente más suave que en los demássectores (Gráfico 19).

El gran desafío: la educación técnica-profesionalExiste una clara relación entre el ciclo educativo alcanzado y el tipo deocupación que se ejerce. Esta relación entre ciclo educativo y categoríaocupacional ha comenzado, sin embargo, a sufrir importantes despla-zamientos.

La educación básica y media incompletas conducen cada vez más acategorías ocupacionales de baja calificación. El destino ocupacionalde quienes tienen sólo educación básica continúa siendo ampliamentelas ocupaciones manuales. Sin embargo, en 1992 un 31% de las perso-nas con educación básica completa era trabajador no calificado, mien-

Page 126: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

126

Gráfico 19. Técnicos y profesionales de nivel medio por rama de actividad. Porcentaje de ocupadoscomo técnicos o profesionales de nivel medio (total nacional, 1992-2002)

Pesca,agricultura,ganadería

Minas Industriamanufacturera

Electricidad,gas, agua

Construcción Servicios engeneral

RAMA DE ACTIVIDAD

0,8

5,1 4,4

8,4

2,1

6,8

3,2

17,9

11,4

24,3

7,5

16,7

0

5

10

15

20

25

30

1992 2002

Base: ocupados como técnicos o profesionales de nivel medio.

tras que en 2002 esta proporción se eleva a 43%. Las personas coneducación media incompleta, asimismo, se sitúan crecientemente enocupaciones manuales en una proporción que sube de 82% a 91%en el período (Gráfico 20). En 1992, la educación media incompletapermitía casi por igual que las personas se empleasen como obreros ocomo trabajadores no calificados –23% en ambos casos–, mientrasque en 2002, este ciclo educacional se relaciona más con el trabajo nocalificado que con ocupaciones obreras en proporciones de 30% y21%, respectivamente. La escolaridad básica y media incompletaspredice con mayor fuerza que antes un destino ocupacional de bajacalificación.

La educación media humanista completa, por su parte, aseguraocupaciones de mayor calificación, aunque se vuelve algo más inesta-ble. Las personas con educación media completa se sitúan algo más queen la década anterior en ocupaciones manuales en una proporción queaumenta de 51% a 59% en el período (Gráfico 20). En 1992, un 26% delas personas con educación media-humanista completa accedía a em-pleos de oficina, mientras que en 2002 sólo lo hace un 15%. Asimismo,en 1992, la educación media completa estaba muy débilmente asociada

Page 127: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

MOVILIDAD RESIDENCIAL Y MOVILIDAD SOCIAL

127

con la categoría de trabajadores no calificados en una proporción de12%, mientras que esta cifra ha subido actualmente a 16%.

Por contrapartida, la educación media técnica, así como los institu-tos profesionales o centros de formación técnica, tienen actualmenteuna mayor efectividad en términos ocupacionales. A diferencia de loque ocurre con educación media humanista completa, que aumentasu participación en ocupaciones manuales en 7 puntos porcentuales,aquellos que tienen media técnica completa han disminuido su partici-pación en ocupaciones manuales en 4 puntos porcentuales, cayendode 52% a 48%. En 1992, prácticamente no existía diferencia entre losque completaban la educación media humanista o técnica en el accesoa ocupaciones técnicas o profesionales de nivel medio –12% y 14%,respectivamente–. En 2002, en cambio, el acceso de quienes comple-tan la enseñanza media técnica a estas ocupaciones se eleva a 29%,mientras que los que terminan la enseñanza media humanista, sólomejoran al 14%. La probabilidad de situarse en ocupaciones técnicas oprofesionales de nivel medio era la misma para unos y otros en 1992,mientras que actualmente se distingue en una relación de 2 a 1 paraquienes tienen enseñanza media técnica.

82,2

51,5 51,9

24,017,8

14,8

91,3

58,8

47,9

26,4

14,3

5,0

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

Mediaincompl.

Mediahumanista

Mediatécnica

Técnicasuperior

Univ.Incompl.

Univ.Completa

CICLO EDUCATIVO

1992 2002

Gráfico 20. Trabajo manual por ciclo educativo. Porcentaje de ocupados en trabjao manual(total nacional, 1992-2002)

Base: ocupados.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

128

La enseñanza superior de nivel técnico –institutos profesionales ocentros de formación técnica– permite largamente acceder a ocupacio-nes no manuales en una proporción que se mantiene constante en elperíodo. Sin embargo, mientras en 1992 estas personas seguían em-pleándose más como empleados de oficina –33,0%– que como técni-cos –22%–, en el año 2002, esta situación cambió notablemente al puntode que el 43% de las personas con dicho nivel educacional accedió aocupaciones técnicas o profesionales de nivel medio, y solamente un14% se mantuvo como empleados de oficina. En su conjunto, unaparte muy considerable del incremento de las ocupaciones técnicas oprofesionales de nivel medio ha sido aprovechado por personas conformación media o superior de carácter técnico-profesional, relegandola enseñanza media humanista a una posición de menor movilidadocupacional y de mayor inestabilidad como predictor del destino ocu-pacional (Gráfico 21).

Es importante observar todavía que la educación universitaria in-completa tiene rendimientos ocupacionales bastante más elevados quela educación superior de carácter técnico-profesional: la formaciónuniversitaria, aunque sea incompleta, mejora la probabilidad de situarse

Gráfico 21. Técnicos y profesionales de nivel medio por ciclo educativo. Porcentaje de ocupadostécnicos o profesionales de nivel medio (total nacional, 1992-2002)

12,214,0

21,6

14,3

28,6

43,4

0

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

Media humanistacompleta

Media técnica completa Inst.Profesional / CentroForm.Técnica

CICLO EDUCATIVO

20021992

Base: ocupados como técnicos o profesionales de nivel medio.

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MOVILIDAD RESIDENCIAL Y MOVILIDAD SOCIAL

129

en ocupaciones profesionales –en una relación que se ha incrementa-do, hasta alcanzar una razón de 5 a 1– y entrega crecientemente opor-tunidades de conseguir al menos una ocupación técnica o profesionalde nivel medio. La formación universitaria incompleta aleja muchomás definitivamente a las personas del horizonte de una ocupaciónmanual que la educación superior de carácter técnico.

CONCLUSIONESLa sociedad chilena muestra indicadores de movilidad social amplia-mente destacables, sobre todo vinculados con el progreso educativoque impactan favorablemente en la estructura ocupacional. Por pri-mera vez en la historia se ha logrado que el 50% de los miembros deuna generación alcance la enseñanza media completa. La ampliaciónde las oportunidades de educación superior que ofrece este avancepermite predecir que tal vez sea en la próxima década donde aparezcala primera generación en la historia en que la mitad de sus miembrosalcance la educación superior completa. Este avance sostenido de lacobertura educacional redunda en tasas extraordinariamente altas demovilidad educativa dentro de los hogares. Hasta donde se ha podidoinvestigar con datos censales, cerca de la mitad de los hijos entre 20-29años, que aún vive con sus padres, asciende uno o dos ciclos educati-vos respecto del padre. Los padres suelen ofrecer un “piso educativo”,educational floor, a sus hijos y efectivamente la proporción de hijos queno alcanza el ciclo educacional del padre es muy baja. Sin embargo, enel marco de un crecimiento acelerado de las oportunidades educacio-nales, una proporción considerable de los padres está ofreciendo mu-cho más que el piso educativo y logra que sus hijos alcancen un cicloadicional, generalmente educación media entre padres que sólo tienenenseñanza básica y educación superior entre aquellos que sólo hantenido educación media.

Estas indicaciones de movilidad educacional, aunque enteramenteauspiciosas, no deben ocultar que, justamente por su carácter súbito yreciente, implican una considerable proporción de estudiantes de pri-mera generación en cada ciclo educativo que logra ampliarse. Aunque labrecha entre padres e hijos se ha ido acortando, los datos censales mues-tran que cerca de dos de cada tres estudiantes de educación superiorprovienen de hogares cuyos padres no alcanzaron ese ciclo educacional.Este dato debe considerarse seriamente al evaluar los logros efectivos delprogreso educacional alcanzado: aunque las coberturas tienden progre-sivamente a alcanzar la norma de los países de mayor desarrollo, todavíaexiste una poderosa diferencia en la acumulación de este progreso edu-

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

130

cativo que para aquellos otros países (data de dos o tres generaciones,según el caso). Asimismo, el carácter más bien reciente del progresoeducacional incide todavía en una población ocupada con niveles decalificación y escolaridad mucho más bajos que los que prevalecen enáreas de mayor desarrollo.

Los indicadores de movilidad ocupacional, sin embargo, tienden asituarse en la dirección del progreso educativo y han redundado enuna ampliación de la proporción de ocupados en trabajos no manualesde 31% a 38% en la última década, especialmente concentrado en elcrecimiento de la categoría de profesionales y técnicos de nivel medioy algo menos en la categoría de profesionales. El aumento de 5% a casi14% de las ocupaciones técnicas y de 7% a más de 9% en las ocupacio-nes profesionales, obtenidos en parte en detrimento de los empleosadministrativos, indica un mejoramiento en la calificación de la es-tructura ocupacional del país. Los progresos de las ocupaciones técni-cas y profesionales en el sector primario –sobre todo en minería– ysecundario –en electricidad, gas y agua especialmente, pero tambiénen industria y construcción– muestran una incidencia efectiva del avan-ce educacional en el sector productivo.

Los rendimientos ocupacionales de la educación técnica, tanto se-cundaria como superior, merece una atención especial. La capacidadde acceder a ocupaciones técnicas y profesionales de nivel medio haaumentado de 14% a 29% entre quienes tienen enseñanza media téc-nica y de 22% a 43% entre aquellos que tienen educación superior nouniversitaria, mientras que los con enseñanza media humanista sólomejoran de 12% a 14%. La enseñanza media humanista predice másque antes un destino en ocupaciones manuales, mientras que la ense-ñanza media técnica pronostica también más que antes un destino nomanual. El progreso educacional vuelve cada vez más inestable la efec-tividad ocupacional de la enseñanza media completa de carácter tradi-cional y, en alguna medida, va perdiendo la capacidad de antaño depredecir movilidad ocupacional efectiva, lo que augura presiones sos-tenidas y crecientes para avanzar hacia el tercer ciclo educacional. Apesar de los avances en la educación técnica, los rendimientos ocupa-cionales de la educación universitaria, incluso incompleta, son todavíamuy superiores, lo que indica que el ciclo de educación superior técni-co-profesional –institutos profesionales y centros de formación técni-ca– no ha logrado consolidarse aún como una alternativa efectiva res-pecto de la enseñanza universitaria. Con todo, no existe ningunaindicación relevante en los datos censales de incongruencia ocupacio-nal: los años de estudio aprobados y el ciclo educativo completado,

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MOVILIDAD RESIDENCIAL Y MOVILIDAD SOCIAL

131

auguran consistentemente los destinos ocupacionales de las personasen la dirección esperada. En particular, los temores respecto de un cre-cimiento artificial de la educación superior no tienen mayor respaldo:la educación superior sigue prediciendo con entera consistencia unmejor destino ocupacional.

Los procesos de movilidad educativa y ocupacional que muestra elúltimo censo, se producen en el marco de una desaceleración del creci-miento demográfico, de una leve disminución de la movilidad residen-cial y de un mayor asentamiento de la población y, sobre todo, de unfreno en la presión migratoria sobre la región metropolitana. La dislo-cación de la estructura demográfica de los últimos cuarenta años, carac-terizada por tasas de crecimiento extremadamente altas y desplazamientosmasivos hacia la ciudad metropolitana, ha cedido casi completamente.Los datos del último censo indican el inicio de un ciclo de calma demo-gráfica, con una disminución relativa en la proporción de niños y jóve-nes, que alivia la presión sobre los sistemas educacionales y una pobla-ción mejor asentada que modera las presiones urbanas –aunque elenvejecimiento creciente de la población aumentará enormemente laspresiones sobre los sistemas de previsión y salud–. El dato más sobresa-liente del censo en materia de movilidad residencial es el cambio en laposición migratoria de la Región Metropolitana que, por primera vez enmuchas décadas, arroja un saldo migratorio negativo –salen más que losque entran–, mientras que muchas regiones recuperan su capacidad deretener e incluso de atraer población. Es posible que el patrón de urbani-zación, característicamente concentrador de población en la ciudad me-tropolitana, haya encontrado su punto de saturación. Como sea, elpatrón de movimientos de la sociedad chilena ha cambiado: desde unaintensa movilidad residencial sin movilidad social efectiva, como fue elcaso de las migraciones rural-urbanas de las décadas anteriores, haciapoblaciones más asentadas y residencialmente estables pero que expe-rimentan procesos ciertos de movilidad social.

NOTAS1. Claude Fischer. Ever More-Roted Americans, “A Century of Difference”, Working

Paper, Survey Research Center, University of California, Berkeley, 2000.

2. Se ha construido una clasificación de la migración con los siguientes valores: i) Mi-

grante desde Región Metropolitana a otras regiones: hace 5 años vivía en la Región

Metropolitana y a la fecha censal su residencia habitual era otra región del país; ii)

Migrante desde otra región a la Región Metropolitana: en el censo vivía en la Región

Metropolitana y hace 5 años en otra región del país; iii) Migrante entre otras regiones

del país: la región de residencia habitual de hace 5 años varía respecto de la fecha cen-

sal, pero se ha movido entre otras regiones distintas de o hacia la Región Metropolitan;

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

132

iv) Inmigrante interzxnacional: hace 5 años vivía en otro país –habiendo nacido o no en

Chile– y en el Censo vive habitualmente en cualquier lugar de Chile.

3. Considerando solamente a los que antes de 5 años de la fecha censal vivían en otro

país.

4. Cabe hacer notar que una proporción de los que hace 5 años no vivían en el país

pueden haber sido tanto extranjeros como chilenos.

5. Entre los inmigrantes de la Región Metropolitana se incluyen tanto los que vienen de

otras regiones como de otros países.

6. Se han calificado las comunas del país de acuerdo a su ranking en el Índice de Desa-

rrollo Humano (IDH) elaborado por PNUD y Mideplan (2000): “Desarrollo Humano en

Chile”. Para determinar la calidad del cambio, se ha restado el lugar en el IDH de la

comuna donde vive habitualmente el día del censo, menos el IDH de la comuna donde

vivía hace 5 años atrás. La desviación estándar de cambio para 2002 fue de 35 lugares

de cambio. Teniendo este dato como referencia, se decidió considerar como “cambio

leve” cuando el movimiento entre comunas se produce dentro de un rango menor a 35

lugares en el ranking de IDH; si se desciende más de 35 lugares, se considera “descenso

residencial” y si se asciende más de 35 lugares se ha denominado “ascenso residencial”.

Cabe hacer notar que se ha considerado a las comunas como entidades homogéneas, lo

que no siempre ocurre así. Los indicadores del IDH son los siguientes: a) Salud: años de

vida potencialmente perdidos; b) Educación: alfabetismo, años de escolaridad prome-

dio, matrícula combinada (cobertura escolar en niveles preescolar, básica, media y su-

perior); c) Ingresos: promedio per cápita de los ingresos autónomos del hogar, desigual-

dad en la distribución del ingreso, incidencia de la pobreza de ingresos.

7. La diferencia observada en la generación nacida antes de 1912 puede ser atribuida a

que la sobrevivencia es mayor entre los grupos más educados. Esto mismo podría estar

explicando la diferencia de años de educación de una misma generación entre 1992 y

2002, aunque cabe esperar que no tenga un efecto tan importante en las generaciones

más jóvenes, por lo que la diferencia observada exprese realmente un aumento educa-

cional.

8. Sólo se ha podido comparar con el Censo la escolaridad de los hijos respecto de sus

padres cuando estos conviven dentro de un mismo hogar. Se han seleccionado solo los

hijos entre 20 y 29 debido a que por su edad ya deberían haber completado la enseñan-

za media más un año de ciclo superior.

9. Las relaciones con respecto al ciclo educativo de la madre son similares a la de los

padres, debido a que las parejas son bastante parecidas en nivel educacional.

10. Los datos acerca de movilidad educativa se obtienen solo respecto de los hijos que

viven con sus padres, por lo que probablemente se está sobrestimando dicha movilidad,

puesto que los hijos entre 20 y 29 años que viven con sus padres tienen un mayor nivel

educativo en comparación con los jóvenes entre 29 y 29 años que no viven con sus

padres.

11. Se construyeron deciles y quintiles de desarrollo comunal, de acuerdo al ranking

del Índice de Desarrollo Humano de las Comunas, estimado por PNUD y Mideplan

(anteriormente citado). El decil I y el quintil I representan las comunas con menor

desarrollo.

12. Se definen como trabajos no manuales los siguientes tipos de ocupaciones: “miem-

bros del poder legislativo o ejecutivo, directivos de la administración pública o de em-

presas”, “profesionales científicos e intelectuales”, “técnicos y profesionales de nivel

medio”, “empleados de oficina”. Como contraparte, se consideran trabajos manuales:

“operadores de instalaciones y máquinas y montadores”, “oficiales, operarios artesanos

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MOVILIDAD RESIDENCIAL Y MOVILIDAD SOCIAL

133

de artes mecánicas y otros oficios”, “trabajadores no calificados”, “trabajadores del sec-

tor agropecuario y pesquero”, “trabajadores de servicios y comercio”. Si bien estos últi-

mos pueden ser considerados también como trabajadores no manuales, se ha preferido

incorporarlos en la categoría de trabajo manual, debido a que se parecen más –en cuan-

to a nivel educativo y nivel de ingresos, según CASEN– al resto de ocupaciones conside-

radas como manuales, antes que manuales.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

134

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TRABAJO: DIGNIDAD Y CAMBIOS

135

CAPÍTULO IVTRABAJO: DIGNIDAD Y CAMBIOS

EL MERCADO LABORAL CHILENO

David Bravo1

Departamento de EconomíaUniversidad de Chile

1. INTRODUCCIÓNLa existencia de datos censales para el año 2002 permite realizar unamirada evaluativa de las tendencias presentes en el mercado laboralchileno en los últimos 10 años. Esta mirada, si bien sólo puede serparcial –por cuanto no existe información en el Censo sobre un con-junto importante de dimensiones– puede ser complementada con otrasfuentes para entregar una visión más integral del objeto de estudio.

El análisis comparativo cubrirá un período de alto crecimiento–más de 7% del PIB entre 1992 y 1998– de nuestra economía y locotejará con otro de dinamismo francamente menor –crecimiento delPIB de algo más del 2% entre 1999-2001–. De allí que sea inevitableque, al contrastar dos levantamientos realizados en momentos dife-rentes del ciclo económico, los datos recolectados no muestren clara-mente algunas tendencias relevantes.

El análisis de este capítulo abordará cuatro áreas de relevancia. Enprimer lugar, se analizará el stock de oferta de trabajo medido como elde aquellas personas ocupadas o desocupadas –vale decir, las que estánbuscando empleo–, reflejado en indicadores de participación en la fuerzade trabajo. Esto se realiza en la sección inmediatamente siguiente.

La tercera sección de este capítulo aborda una segunda temática deinterés, a saber, la pregunta sobre la calidad de la fuerza laboral chile-na. Sobre este punto se reseñan las potencialidades y déficit exhibidospor la población chilena adulta utilizando los datos sobre el nivel edu-cacional reportado por los censos. Esta información es complementadacon otras fuentes pertinentes.

En la cuarta sección se presentan las características del empleo enel mercado laboral chileno para el período analizado. Se discuten nive-les y principales tendencias de la década.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

136

Finalmente, la quinta sección del capítulo agrega información pro-veniente de la Encuesta CASEN que permite integrar al análisis infor-mación sobre ingresos y evolución.

Las principales conclusiones de este ejercicio se presentan, final-mente, en la última sección, destacándose tanto las áreas significativasde cambios en la última década como los principales aspectos relevan-tes derivados, a efectos de políticas públicas.

2. TENDENCIAS EN LA PARTICIPACIÓN LABORALEl primer eje de análisis del mercado laboral en este capítulo es la par-ticipación en la fuerza de trabajo. Este concepto, que mide la proporciónde la población en edad de trabajar –15 años y más– que efectivamentepertenece a la fuerza de trabajo –está empleada o busca activamentetrabajo–, constituye un indicador grueso de la oferta de trabajo de unaeconomía determinada2.

Los resultados censales del año 2002 indican una tasa de participa-ción promedio de 52,5%, es decir, de 100 personas en edad de trabajar,aproximadamente 53 están ocupadas o buscando empleo, mientras queel resto se autocalifica inactiva –la mayor parte del tiempo la ocupanen actividades tales como quehaceres del hogar, estudio, son pensio-nados o están sin trabajar o buscando trabajo–.

¿Cómo se compara esta cifra con las históricas exhibidas por Chile?Utilizando las cifras de Pardo (1987), provenientes de los censos desde1907 hasta 1982, y adicionando la información de los censos de 1992 y2002, se obtiene la evolución reportada en el siguiente gráfico3:

Se puede apreciar que la tasa de participación del total de la pobla-ción se mantuvo cercana al 50% desde 1907 a 1960, cayendo a un

Figura 1. Tasa de participación 1907-2002

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

80%

90%

1907 1920 1930 1940 1952 1960 1970 1982 1992 2002

52.5%49.0%

70.7%71.9%

35.7%28.1%

Censo Total Hombres Mujeres

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TRABAJO: DIGNIDAD Y CAMBIOS

137

44% en 1970 y en 1982, para luego subir en 1992 y, nuevamente, en2002 para volver a los niveles del 50% de comienzos de siglo.

La evolución reciente de la tasa de participación general –un incre-mento de 49% a 52,5% entre 1992 y 2002– se encuentra explicada total-mente por el alza en la tasa de participación femenina en el mismo período. Dehecho, en la última década los datos censales exhiben una tendencialevemente negativa para los hombres. Con una perspectiva más largase puede apreciar en la Figura 1 que la tasa de participación masculinapresenta una tendencia negativa entre 1960 y 1982; por otra parte, lasmujeres muestran una tendencia positiva a su inserción en el mercadolaboral desde 1970, año en el que su participación fue de 19,7%. Asi-mismo, sólo para el último censo se registran tasas de participaciónsuperiores a las de comienzos de siglo.

El gráfico anterior, sin embargo, no permite precisar cuándo se in-crementa la tasa de participación femenina porque los datos previos a1992 tienen otra definición de población. Utilizando información dePardo (1987), para los censos de 1952 a 1982 por tramos de edad, laFigura 2 presenta información comparable entre períodos para lasmujeres.

Se puede apreciar que la tasa de participación femenina se reducedrásticamente hasta 1982 para el tramo de edad 15 a 19 años, lo quetiene relación con el fuerte aumento en la cobertura educacional se-cundaria exhibida en el período. Por otra parte, la participación feme-nina viene aumentando desde 1982 en el tramo 20-24, aunque sólo en

Figura 2. Tasa de participación femenina 1952-2002

0

10

20

30

40

50

60

15-19 20-24 25-44 45-54 55-64 65 y +

Tramo de Edad

%

1952 1960 1970 1982 1992 2002

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

138

el período 2002 supera claramente el nivel de 1952. El grupo de muje-res entre 25 y 44 años supera en el año 1982 la tasa de participación de1952 y presenta una tendencia creciente y sostenida, destacando elfuerte aumento exhibido en el último censo. Las mujeres entre 55 y 64años, por otra parte, también aumentan su participación aunque es elaño 2002 el que destaca respecto de los anteriores.

De allí que, si se consideran los últimos 30 años, mientras la tasa de par-ticipación masculina ha disminuido en 1 punto, la femenina casi se ha duplica-do, constituyendo uno de los hechos más relevantes de cambio en elmercado laboral chileno.

Las cifras anteriores, siendo importantes, no esconden el hecho deque el nivel de la participación laboral femenina en Chile es extraordinaria-mente bajo respecto del internacional. Ello no ocurre sólo al comparar lasbajas tasas chilenas de participación femenina con las exhibidas por lospaíses desarrollados sino que, como se muestra en BID (1999), las ta-sas chilenas son aún significativamente inferiores a las de países comoUruguay, Paraguay, Argentina, Brasil y otros –registran tasas de parti-cipación femeninas superiores al 50%.

La Figura 3 muestra que las regiones XI, XII y la Metropolitanaverifican las mayores tasas de participación total. En particular, la Re-gión Metropolitana, que el año 2002 concentró el 45% del empleo nacional yalrededor de un tercio del PIB del país, exhibió una tasa de participación de56,7%, más de cuatro puntos por sobre el promedio del país. Por otra parte,las regiones con menor participación total en la fuerza de trabajo son laIX, VIII y IV, con tasas de 46%, 47% y 48%, respectivamente.

Figura 3. Tasa de participación total, 1992-2002

35

40

45

50

55

60

65

I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII RM Total

%

Región

1992 2002

Page 139: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

TRABAJO: DIGNIDAD Y CAMBIOS

139

La Figura 4 muestra que el aumento exhibido por la tasa de parti-cipación general entre 1992 y 2002 está asociado a un incremento enla participación femenina en todas las regiones del país.

La adscripción a la fuerza laboral tiene características asociadas alciclo de vida tal como se muestra en la Figura 5. Entre los 25 y los 49 añosesta tasa permanece estable y es del orden de 70% en el año 2002. La tasa departicipación es significativamente inferior antes de los 25 años –perío-do de inserción educacional– y después de los 50 años, al acercarse elretiro.

Figura 4 Tasa de participación por sexo, 1992-2002

Figura 5. Tasa de participación por edad, 1992-2002

Región

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII RM Total

%

Hombres 92 Hombres 02 Mujeres 92 Mujeres 02

Tramo de Edad

0

10

20

30

40

50

60

70

80

15-1

9

20-2

4

25-2

9

30-3

4

35-3

9

40-4

4

45-4

9

50-5

4

55-5

9

60-6

4

65-6

9

70 y

+

%

Total 92 Total 02

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

140

El perfil de participación por edad anterior es más pronunciado enel caso de los hombres respecto de las mujeres, tal como se puede ob-servar en la Figura 6. Asimismo, el perfil para los hombres no presentavariaciones en la última década. Finalmente, este gráfico permite apre-ciar también que el aumento en la tasa de participación femenina en-tre 1992 y 2002 se produce en el caso de las mujeres de entre 25 y 60años.

La inserción en la fuerza laboral no es, sin embargo, sólo depen-diente de la etapa del ciclo de vida laboral de las personas, sino tam-bién, la evidencia censal confirma una fuerte correlación con los nive-les educacionales de los individuos.

La Figura 7 muestra que, mientras la tasa de participación laboralen el año 2002 fue de entre 30 y 40% para aquellas personas sin edu-cación o sólo con educación básica incompleta, esta ascendió a 64% para

Figura 6. Tasa de participaicón por edad y sexo

0102030405060708090

100

15-1

9

20-2

4

25-2

9

30-3

4

35-3

9

40-4

4

45-4

9

50-5

4

55-5

9

60-6

4

65-6

9

70 y

+

%

Hombres

Mujeres

Tramo de Edad

0102030405060708090

100

15-1

9

20-2

4

25-2

9

30-3

4

35-3

9

40-4

4

45-4

9

50-5

4

55-5

9

60-6

4

65-6

9

70 y

+

%

1992 2002

Page 141: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

TRABAJO: DIGNIDAD Y CAMBIOS

141

Figura 7. Tasa de participación y educación

Nivel Educacional

0102030405060708090

Sin

Educ

ació

n

Bási

caIn

com

plet

a

Bási

caCo

mpl

eta

Med

iaIn

com

plet

a

Med

iaCo

mpl

eta

Técn

ico

Supe

rior

Uni

vers

.In

com

plet

a

Uni

vers

.Co

mpl

eta

%

1992 2002

los que culminaron la educación media y a 81% en el caso de los que completa-ron estudios universitarios. Esta relación es apreciable, con una pendien-te similar, para 1992.

El gráfico siguiente muestra la misma relación –y su variación en laúltima década– separando hombres y mujeres. En primer lugar, se puedeconstatar que la relación creciente entre educación y participación la-boral se da en ambos sexos pero, es especialmente importante, en lasmujeres. En efecto, se aprecia que hay un aumento en la tasa de participa-ción laboral mucho mayor para las mujeres en asociación con el paso de laeducación media incompleta a la educación superior.

Un segundo aspecto a destacar de la Figura 8 es que el aumento en laparticipación laboral femenina entre 1992 y 2002 va asociado a un aumentoen la participación laboral especialmente en las categorías de educación mediacompleta y educación técnica superior –haber estudiado en Institutos Pro-fesionales o Centros de Formación Técnica–.

La Figura 8 también evidencia otro aspecto destacable: las diferen-cias entre las tasas de participación laboral de hombres y mujeres disminuyenfuertemente con la educación superior. En efecto, mientras los hombres quetienen sólo educación básica completa ostentan una tasa de participa-ción en la fuerza laboral de 50 puntos porcentuales más alta que la de lasmujeres, esta diferencia se reduce sólo a 8 puntos cuando se comparahombres y mujeres con educación universitaria completa. El hecho deque las mujeres con educación universitaria –completa o incompleta– y,en menor medida, con educación técnica de nivel superior, presententasas de participación equivalentes o cercanas a la de los hombres, noes nuevo por cuanto se puede también encontrar en el año 1992.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

142

Figura 8. Tasa de participación y educación, por sexo

0102030405060708090

%

Sin

Educ

ació

n

Bási

caIn

com

plet

a

Bási

caCo

mpl

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Técn

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Hombres 92 Hombres 02 Mujeres 92 Mujeres 02

Cuadro 1. Tasa de participación laboral, 1992-2002, porcentajes

1992 2002

Jefes de Hogar 68,7 67,0

No Jefes de Hogar 38,1 43,6

Jefes de Hogar 25-49 años 85,8 84,9

Hombres 25-49 años 90,6 90,5

Hombres Jefes de Hogar 25-49 años 93,7 93,6

Finalmente, el Cuadro 1 contiene otros elementos a destacar. Enprimer término, es posible apreciar la mayor inserción en la fuerzalaboral de los jefes de hogar, la que es muy superior a la de quienes nodeclaran desempeñar este rol. Evidentemente, la jefatura de hogar con-lleva responsabilidades que disminuyen el salario de reserva –el salariorequerido para aceptar un empleo– o bien aquel salario para el cual unindividuo sale a buscar trabajo.

De hecho, cuando se considera lo que se denomina “Fuerza de Tra-bajo Primaria” es posible apreciar tasas de participación en torno al90%. Definiciones alternativas de este concepto se presentan en elCuadro 1 –típicamente envuelven a personas de entre 25 y 49 años–.Para estos grupos se puede apreciar nula variación en la última década.

3. SOBRE LA CALIDAD DE LA FUERZA LABORAL CHILENALos censos proporcionan información sobre la educación de la pobla-ción en edad de trabajar, aspecto que crucialmente determina la cali-dad de la misma.

Page 143: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

TRABAJO: DIGNIDAD Y CAMBIOS

143

El Cuadro 2 presenta un primer indicador, los años de escolaridadpromedio muestran un importante avance en la última década. En tér-minos generales se puede decir que la población ha aumentado su nivel deescolaridad promedio en un año, siendo mayor el aumento en la fuerza detrabajo y en la población ocupada.

Este aumento confirma la tendencia de Chile en las últimas décadas querefleja los importantes mejoramientos logrados en la cobertura educacional.Chile exhibe actualmente niveles de cobertura del sistema educacionalsignificativamente superiores a los registrados hace 40 años. En efecto,mientras la cobertura de la educación básica subió de 80% en 1960 a99% en el año 2000, en la educación media el aumento ha sido aúnmás impresionante: de 14% a 90% en el mismo período.

Un indicador que entrega más antecedentes que los del Cuadro 2es la proporción de la población por niveles educacionales. El Cuadro 3contiene este ejercicio para la población en edad de trabajar, mientrasque el Cuadro 4 hace lo mismo con la población ocupada.

Las cifras anteriores muestran que, fundamentalmente, entre 1992y 2002 disminuyó la importancia de los niveles educacionales inferio-res, especialmente el de la educación básica incompleta, que cayó enmás de 10 puntos tanto respecto de la población en edad de trabajarcomo de los ocupados. Disminuyen también las proporciones de la

Cuadro 2. Años de escolaridad promedio según censos

1992 2002 Cambio

Total

Población Total 7,6 8,5 0,9

Población de 15 años o más 8,7 9,7 1,0

Fuerza de Trabajo 9,4 10,6 1,2

Ocupados 9,4 10,7 1,3

Hombres

Población Total 7,6 8,6 1,0

Población de 15 años o más 8,8 9,8 1,0

Fuerza de Trabajo 9,0 10,3 1,3

Ocupados 9,0 10,4 1,4

Mujeres

Población Total 7,6 8,5 0,9

Población de 15 años o más 8,6 9,5 0,9

Fuerza de Trabajo 10,5 11,3 0,8

Ocupados 10,4 11,4 1,0

Page 144: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

144

Cuadro 3. Población de 15 años y más según nivel educacional, porcentajes

Ultimo año Nivel de 1992 2002

Educación cursado Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres

Sin Educación 4,6 4,2 4,9 4,3 4,1 4,5

Básica Incompleta 32,6 32,2 33,0 22,2 21,1 23,1

Básica Completa 10,6 10,8 10,4 9,6 9,9 9,3

Media Incompleta 20,3 20,7 20,0 20,0 19,9 20,1

Media Completa 20,4 20,0 20,8 23,6 23,7 23,6

Técnica Superior 3,5 3,2 3,7 7,8 7,4 8,2

Universitaria Incompleta 4,7 5,0 4,4 7,9 8,7 7,2

Universitaria Completa 3,3 3,9 2,7 4,6 5,3 3,9

Total 100 100 100 100 100 100

Cuadro 4. Población ocupada según nivel educacional, porcentajes

Ultimo año Nivel de 1992 2002

Educación cursado Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres

Sin Educación 2,5 2,7 2,0 2,4 2,7 1,8

Básica Incompleta 29,0 32,2 21,3 16,4 18,5 12,6

Básica Completa 10,9 11,6 9,1 9,2 10,4 7,2

Media Incompleta 17,7 18,8 15,4 15,8 16,8 14,0

Media Completa 24,7 22,2 30,4 28,6 27,5 30,6

Técnica Superior 4,7 3,6 7,2 10,8 8,9 14,2

Universitaria Incompleta 5,3 4,2 7,8 9,3 8,4 10,9

Universitaria Completa 5,4 4,7 7,0 7,5 6,8 8,8

Total 100 100 100 100 100 100

población en educación básica completa y media incompleta para in-crementar significativamente las categorías superiores: educación me-dia completa y educación superior –técnica y universitaria–. Esta evo-lución se muestra en la Figura 9 que se presenta a continuación.

Los cuadros anteriores además de permitir constatar los mejora-mientos registrados, también muestran la existencia de proporcionesimportantes de la población adulta con bajos niveles educacionales.Antes de entrar con mayor detalle en este tema, el cuadro 5 proporcio-na información que combina niveles educacionales con tramos de edad.Se puede apreciar que, a partir de los 25 años, a mayor edad menor esel nivel de escolaridad que exhibe la población. Este cuadro es el refle-jo de los mejoramientos progresivos en la cobertura educacional que

Page 145: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

TRABAJO: DIGNIDAD Y CAMBIOS

145

Figura 9. Variación 2002&1992 en pob. 15 años y más. Variación 2002/1992 en población ocupada

-12%

-10%

-8%

-6%

-4%

-2%

0%

2%

4%

6%

Sin

Educ

ació

n

Bási

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com

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a

Bási

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Med

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a

Med

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Técn

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Uni

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Uni

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Variación 2002/1992 en Población Ocupada

-15%

-10%

-5%

0%

5%

10%

Sin

Educ

ació

n

Bási

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Bási

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Nivel Educacional

Variación 2002/1992 en Pobl. 15 años y más

se traducen en un aumento en la educación promedio de las genera-ciones más jóvenes.

Por ejemplo, mientra para el tramo de 25 a 29 años de edad elCenso de 2002 reporta un 33% que no ha completado la educaciónmedia, para el grupo en el tramo de edad de 55 a 59 años de edad –losque tuvieron 25 años hace treinta años– el porcentaje que no comple-tó la educación media ascendió a 56%.

Es evidente que los profundos cambios producidos en el nivel decobertura educacional se han reflejado en el mercado laboral chileno.En efecto, se ha reportado que la proporción de fuerza laboral coneducación secundaria y post-secundaria se incrementó tres veces enlos últimos 40 años4.

Page 146: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

146

Cuadro 5. Indicadores de escolaridad de la población en edad de trabajar por tramo de edad

Tramos 1992 2002

de Edad Años de % Media % Media Años de % Media % Media

escolaridad Incom. Completa escolaridad Incom. Completa

o menos o menos

15-19 años 9,5 75,4 17,2 10,0 70,8 21,6

20-24 años 10,4 51,8 30,8 11,4 34,1 34,5

25-29 años 10,0 55,6 29,1 11,4 38,4 29,3

30-34 años 9,8 59,8 26,1 10,9 44,3 28,1

35-39 años 9,3 63,1 22,2 10,3 50,3 26,6

40-44 años 8,4 69,9 16,3 10,0 54,1 24,8

45-49 años 7,6 75,1 15,2 9,7 57,1 22,3

50-54 años 7,0 79,1 13,6 8,9 62,5 18,9

55-59 años 6,5 82,0 12,1 8,1 68,3 17,2

60-64 años 6,2 83,8 11,2 7,2 74,1 15,0

65-69 años 5,7 85,5 10,4 6,7 78,2 13,1

70 años o más 5,3 86,4 9,8 6,0 81,6 11,5

No obstante lo anterior, subsisten en Chile problemas de coberturade la educación en la enseñanza básica para un importante número depersonas.

Si se considera al total de la población chilena entre 15 y 65 años,se constata que un total de 2,2 millones de personas no tiene educación básicacompleta. Es decir, algo más de un 22% de la población en ese tramo de edadtiene escolaridad básica incompleta. Como se aprecia en el cuadro 6,dentro de los actuales inactivos, la proporción de personas que no hancompletado la educación básica –un 27%– es mayor que entre los ocu-pados y desocupados –del orden de 19%–.

Adicionalmente, existen alrededor de otros 2,6 millones de personas queno tienen educación media completa, lo que representa un 27% de la poblaciónentre 15 y 65 años. Como se aprecia, aun cuando se considere sólo a lostrabajadores de la fuerza laboral, es posible señalar que un 19% de esta–casi 1,1 millones– tiene educación básica incompleta, mientras un 25%–1,4 millones– presenta sólo educación básica completa o media in-completa.

En resumen, si se toman 100 adultos chilenos de 15 años o más alazar, 22 no tendrán educación básica completa y, aproximadamenteotros 27, no habrán completado la enseñanza media. Es decir, 4,8 mi-

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TRABAJO: DIGNIDAD Y CAMBIOS

147

llones de chilenos presentan deficiencias por haber adquirido un nivel educa-cional insuficiente.

Parte de los problemas de la educación chilena asociados al incre-mento en la cobertura educacional en los niveles pre-escolar y supe-rior, así como a las deficiencias de calidad, están siendo abordados porla actual Reforma Educacional y por las políticas implementadas en ladécada anterior5. Estas políticas, sin embargo, están dirigidas a las nuevasgeneraciones, atendiendo al problema del flujo de estudiantes, pero claramenteno responden al problema del stock de adultos con fuerte déficit educacional.

El evidente déficit educacional de la población adulta chilena po-dría ser mirado con algo de benevolencia si es que existiera evidenciade que, aún a pesar del mismo, las competencias laborales de este sec-tor de la población fueran suficientes. La evidencia, sin embargo, estambién negativa.

En efecto, esta evidencia está dada por la Encuesta Internacionalde Alfabetización de Adultos (IALS) realizada en 1998, tanto en Chilecomo en otros países miembros de la OECD, y que apuntó a medirciertos tipos particulares de competencias básicas: las de entender yutilizar información impresa en actividades cotidianas en el hogar, lacomunidad y el trabajo.

Los resultados muestran que, aún cuando sólo un 4,6% de la po-blación de 15 años o más declara no saber leer ni escribir, sobre el 50%de esta se clasifica en el nivel 1, que corresponde al nivel más bajo de compren-sión de textos y documentos impresos (indicando, por lo tanto, analfabetismo fun-cional). Este porcentaje es mayor en el área cuantitativa. En este punto,

Cuadro 6. Población 15-65 años según nivel educacional y situación ocupacional, año 2002

Ultimo año Nivel de Ocupados Desocupados Inactivos Total

Educación cursado N % N % N % N %

Sin Educación 108.902 2,2 19.039 2,5 182.984 4,3 310.925 3,2

Básica Incompleta 773.466 16,0 148.738 19,2 975.268 23,0 1.897.472 19,2

Básica Completa 448.302 9,2 85.504 11,0 404.296 9,5 938.102 9,5

Media Incompleta 743.490 15,3 135.662 17,5 796.767 18,8 1.675.919 17,0

Media Completa 1.396.672 28,8 229.717 29,6 834.021 19,7 2.460.410 24,9

Técnica Superior 528.897 10,9 74737 9,6 230.994 5,4 834.628 8,5

Universitaria Incompleta 450.816 9,3 44.188 5,7 339.174 8,0 834.178 8,5

Universitaria Completa 364.400 7,5 31.110 4,0 79223 1,9 474.733 4,8

Categoría Especial 33.983 0,7 7150 0,9 395984 9,3 437.117 4,4

Total 4.848.928 100 775845 100 4238711 100 9863484 100

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

148

Chile se compara desfavorablemente con el resto de los países que reali-zaron la encuesta, incluso al interior de cada nivel educacional.

En consecuencia, tanto midiendo por años de educación como directa-mente por nivel de competencias básicas, la conclusión es que la población chi-lena adulta presenta déficit significativos que justifican ampliamente, ex-ante, programas o intervenciones dirigidos a este grupo.

4. LA SITUACIÓN DEL EMPLEODe acuerdo a las cifras de los Censos, entre 1992 y 2002 el número detrabajadores ocupados se incrementó en 823.000 personas en Chile. En el año2002 el volumen de empleo ascendió a cerca de 5.000.000 de perso-nas, por lo que el aumento registrado en la década fue de 18%.

Como es sabido, a partir de las cifras de ocupación regulares entre-gadas por el INE, el empleo tuvo un comportamiento dinámico y cre-ciente hasta fines de 1998, cuando se produce una desaceleración de laactividad económica por razones conocidas –primero, por la crisis asiá-tica y, posteriormente, por la recesión internacional. La tasa de desocu-pación disminuyó sostenida y significativamente desde 1990 hasta al-canzar niveles cercanos o inferiores al 6% en 1998; sin embargo, entre1999 y 2002 Chile registró tasas de desempleo elevadas.

La comparación de los datos censales en el Cuadro 8 muestra unasituación del empleo fuertemente deteriorada para el año 2002 en relación conla de 1992, cuando se mira la tasa de desempleo y las tasas de empleo de jefes dehogar. No obstante, la evidencia es menos dramática cuando se analizaotro indicador de relevancia –que no depende de la distinción entrepoblación inactiva y desempleados– como es la tasa de empleo total, queexhibió en la década un leve incremento de 44,9% a 45,3%.

El objetivo de estas páginas es dar una visión panorámica de lasvariaciones en la composición del empleo entre censos por cuanto in-teresa relevar las tendencias más significativas entre períodos. Se deja

Cuadro 7. Distribución porcentual de la población 15-65 años, según nivel de competencias básicasEncuesta IALS 1998

Nivel Prosa Documentos Cuantitativa

1 50,6 52,2 57,1

2 34,6 35,0 26,2

3 13,2 11,4 14,0

4 y 5 1,6 1,4 2,7

Fuente: Tomado de Bravo, D. y D. Contreras (2000), Competencias Básicas de la Población Adulta Departamento de Economía, Universidadde Chile.

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TRABAJO: DIGNIDAD Y CAMBIOS

149

para otros estudios el no menos importante análisis de la evolución deldesempleo y la discusión metodológica sobre las diferencias en las ta-sas de desempleo entre distintas fuentes6.

Volviendo la mirada a la situación de los empleados en cada añoanalizado, el Cuadro 9 proporciona información con la distribuciónpor rama de actividad económica de los ocupados. Un primer hechollama la atención: dos son principalmente los sectores que han perdidoimportancia como empleadores en la economía chilena en los últimos10 años: agricultura e industria. En el caso de la Agricultura, de abarcaral 16,1% del empleo total en 1992, pasó a representar el 10,7 en el año 2002.Debe notarse que esta caída se ha dado fundamentalmente en el empleo mascu-lino. Por otra parte, la industria también tiene una disminución de 5 puntosporcentuales en importancia, pasando de dar cuenta del 17,6% del empleo aun 12,3% en similar lapso de tiempo, con una disminución más signifi-cativa en el empleo femenino.

Un segundo hecho notable es que los sectores que han incrementado suimportancia en el empleo total son, fundamentalmente, el de servicios financie-ros, y, en menor medida, el comercio. El sector de servicios financieros pasade emplear el 5,8% de los ocupados en 1992, al 11,2% en 2002, conun aumento parejo en hombres y mujeres, mientras que la importan-cia del sector comercio sube de 18,9% al 22,5% en el mismo período,con un incremento más pronunciado en el caso de los hombres.

Realizando un ejercicio similar analizando los oficios ocupaciona-les, el Cuadro 10 muestra las mayores contracciones en importancia en lostrabajadores agrícolas, fundamentalmente hombres (de 12,5% de los ocupadosen 1992 cae a 5,3% en el año 2002), seguido de los obreros y artesanos. Por

Cuadro 8. Situación del empleo: indicadores, 1992-2002, porcentajes

1992 2002

Tasa de Empleo 44,9 45,3

Tasa de Empleo Jefes de Hogar 65,0 59,9

Tasa de Empleo No Jefes de Hogar 33,7 36,4

Tasa deEmpleo Jefes de Hogar 25-49 años 81,3 76,2

Tasa de Empleo Hombres Jefes 25-49 años 88,9 84,5

Tasa de Desempleo 8,5 13,7

Tasa de Desempleo Jefes de Hogar 5,4 10,5

Tasa de Desempleo No Jefes de Hogar 11,7 16,6

Tasa de Desempleo Jefes de Hogar 25-49 años 5,2 10,2

Tasa de Desempleo Hombres Jefes 25-49 años 5,1 9,7

Page 150: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

150

Cuadro 9. Evolución de la composición del empleo por rama de actividad económica, 1992-2002,porcentajes

Total Hombres Mujeres

1992 2002 1992 2002 1992 2002

Agricultura 16,1 10,7 21,5 14,6 3,4 3,6

Minería 2,1 1,2 2,8 1,8 0,4 0,2

Industria 17,6 12,3 19,0 14,5 14,2 8,3

Elect., Gas y Agua 0,6 0,7 0,8 0,9 0,2 0,2

Construcción 7,1 7,7 9,9 11,5 0,7 0,8

Comercio 18,9 22,5 17,9 22,6 21,2 22,4

Transporte 6,7 7,4 8,6 9,7 2,4 3,2

Serv. Financieros 5,8 11,2 5,6 11,1 6,1 11,3

Serv. Com. Y Sociales 25,0 26,3 13,7 13,3 51,4 50,0

Total 100 100 100 100 100 100

Cuadro 10. Evolución de la compsoición del empleo por oficio, 1992-2002, porcentajes

Total Hombres Mujeres

1992 2002 1992 2002 1992 2002

Directores/Gerentes 6,0 6,3 6,4 6,6 5,1 5,8

Profesionales 7,1 10,2 5,1 8,0 11,7 14,3

Técn. Medios 5,1 14,2 4,2 12,0 7,3 18,1

Empleados 12,7 8,8 9,6 6,8 19,9 12,6

Vendedores 11,0 12,8 8,3 9,9 17,2 18,1

Trab. Agrícolas 12,5 5,3 17,0 7,7 1,9 0,9

Obreros/Artes. 17,2 12,1 21,8 16,8 6,6 3,5

Conductores/operarios 8,8 8,8 11,3 12,5 2,9 2,1

Trab. No calificados 19,7 21,5 16,3 19,8 27,4 24,5

Total 100 100 100 100 100 100

otra parte, los oficios que aumentan su relevancia son los profesionales y, no-tablemente, los técnicos de nivel medio. Esta última categoría incrementósu importancia de un 5,1% a un 14,2% en los 10 años de referencia,siendo apreciable este incremento tanto entre hombres como mujeres.El desempeño de este último grupo es concordante con el fuerte incre-mento registrado en la matrícula de la educación media técnico-profe-sional en los años 90, que ha llegado a representar un 47% del total deestudiantes de Educación Media en el año 20037.

Page 151: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

TRABAJO: DIGNIDAD Y CAMBIOS

151

Mirando la composición del empleo por categoría ocupacional, elCuadro 11 muestra una caída leve en la importancia de los trabajado-res por cuenta propia (de 16,4% a 16,2%), una caída en los familiaresno remunerados (de 2,6% a 1,6%) y una disminución en la importan-cia de los empleadores (7% a 4,4%). Por otra parte, se aumenta funda-mentalmente la proporción que representan los trabajadores asalariados (de68,6% a 72,2%) y hay un aumento leve en la categoría servicio do-méstico.

Si se aproxima el empleo informal como la suma de los ocupadosbajo las categorías de empleadores y trabajadores por cuenta propia(excluyendo a los profesionales de estas categorías) más los ocupadosen calidad de familiar no remunerado y los trabajadores de serviciodoméstico se tiene que, contrariamente a lo usualmente argumentado(e incluso esperable por la menor actividad de los últimos años), estacategoría disminuye en importancia en la década. Así, de representarcasi el 28% de los ocupados en el año 2002, el censo de 2002 muestra que lainformalidad disminuyó a 21%; es decir, en el período, el crecimiento delos empleos formales fue superior al de los empleos informales.

Mención especial merece el trabajo en la categoría servicio domés-tico, que representó el año 2002 un 15% del empleo femenino. Losdatos censales muestran un total de 206 mil mujeres empleadas comotrabajadoras de casa particular en el año 1992, siendo un 45% de éstasempleadas puertas adentro (91.600 mujeres) y el resto (114.400 muje-res) puertas afuera. Para el año 2002 se tiene a un total de 256 milempleadas en la categoría servicio doméstico (un incremento respectodel año 1992 similar al del empleo total), de las cuales ahora sólo el24% se cataloga como puertas adentro (60.200 mujeres).

Dos cambios significativos son apreciables en la categoría serviciodoméstico que, tal como se ha mostrado, es de importancia para el

Cuadro 11. Evolución de la composición del empleo por categoría ocupacional, 1992-2002,porcentajes

Total Hombres Mujeres

1992 2002 1992 2002 1992 2002

Empleador 7,0 4,4 7,3 4,8 6,4 3,7

Trab. por cuenta propia 16,4 16,2 19,0 18,5 10,4 12,1

Asalariados 68,6 72,2 70,4 74,5 64,3 67,9

Serv. Doméstico 5,4 5,6 0,5 0,6 16,7 14,7

Familiar no remunerado 2,6 1,6 2,7 1,5 2,3 1,6

Total 100 100 100 100 100 100

Page 152: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

152

empleo femenino. En primer lugar, la señalada disminución en la propor-ción de las trabajadoras puertas adentro. En segundo lugar, se producenvariaciones en el origen de estas trabajadoras. Mientras que en 1992sólo un 0,3% de esta categoría de trabajadoras había nacido en el ex-tranjero, la cifra para el año 2002 ascendió al 4,7%8 .

La distribución de la ocupación por región del país se presenta enel Cuadro 12 que se exhibe a continuación. Se puede apreciar que laRegión Metropolitana concentra algo menos de la mitad (44,8%) delos empleos totales en el año 2002 mientras que las regiones V y VIIIson las que siguen en importancia, con aproximadamente un 10% deltotal para cada una. Entre 1992 y 2002 se aprecian pequeñas reduccio-nes en la importancia de las regiones VII y VIII junto con un aumentode la relevancia de la Región Metropolitana.

Si se realiza un análisis de la situación del empleo por nivel educa-cional (véase el Cuadro 6) se encuentra que de 100 trabajadores ocu-pados aproximadamente 17 tienen educación universitaria y otros 11educación superior técnica; por otra parte, 29 cuentan con educaciónmedia completa y los 43 restantes tienen educación media incompletao menos. La magnitud de los trabajadores con escasa o incompleta edu-cación refuerza lo señalado anteriormente sobre el mismo punto.

Cuadro 12. Situación del empleo por región, 1992-2002, porcentajes

Región Distribución del Empleo

1992 2002

I 2,6 2,7

II 2,8 3,2

III 1,6 1,5

IV 3,4 3,4

V 9,8 9,8

VI 5,1 5,0

VII 6,1 5,6

VIII 11,6 10,8

IX 5,1 4,7

X 6,9 6,7

XI 0,6 0,6

XII 1,1 1,1

R.M. 43,4 44,8

Total 100,0 100,0

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TRABAJO: DIGNIDAD Y CAMBIOS

153

Desarrollando el análisis por tramo de edad, el Cuadro 13 muestrael cuociente empleo a población. Comparando 1992 y 2002 se eviden-cian caídas en las tasas de empleo de jóvenes entre 15 y 24 años. Sin embargo,se puede también apreciar que las tasas de empleo de los hombres disminu-yen para todos los tramos de edad y, por contraposición, el cuociente de empleoa población aumenta para las mujeres.

5. INGRESOS EN EL MERCADO LABORALAunque la información de los ingresos percibidos en el mercado labo-ral chileno no se recoge en los cuestionarios censales9, con el objeto dedar una visión más completa de lo acaecido en la década se reporta loobtenido a partir del análisis de las Encuestas CASEN. Dado que, a lafecha, la última encuesta CASEN es la realizada el año 2000, se proce-derá a comparar las Encuestas para 1990 y 2000.

Con el objeto de obtener comparabilidad adecuada en el análisis,se restringió la muestra al conjunto de ocupados que trabajaron 20 omás horas en la semana como trabajadores dependientes o asalaria-dos.

El Cuadro 14 muestra, en las dos primeras filas, los valores prome-dio para el ingreso líquido mensual reportado por los encuestados y elmismo ingreso dividido por las horas trabajadas por cada individuo.

Cuadro 13. Cuociente empleo/población por tramo de edad, 1992-2002, porcentajes

Tramos de edad Total Hombres Mujeres

1992 2002 1992 2002 1992 2002

15-19 años 17,1 13,6 23,5 16,5 10,7 10,7

20-24 años 46,9 40,9 64,0 51,1 30,7 31,0

25-29 años 57,0 58,5 81,5 74,0 34,0 43,7

30-34 años 58,5 61,2 85,5 80,9 33,2 42,4

35-39 años 60,0 60,6 86,6 81,5 35,4 41,0

40-44 años 59,8 60,3 86,0 80,5 35,6 41,4

45-49 años 56,8 59,4 82,8 78,6 32,6 41,3

50-54 años 50,6 54,6 76,0 73,4 27,3 37,0

55-59 años 43,1 46,8 67,0 65,3 21,7 29,6

60-64 años 31,4 33,9 53,6 52,6 12,5 17,4

65-69 años 17,9 19,2 31,0 30,4 6,8 9,7

70 años o más 7,3 7,7 13,3 13,4 3,1 3,6

Total 44,9 45,3 65,7 60,8 25,8 31,0

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

154

Todos los valores están expresados en $ del año 2000, de manera queson comparables en poder de compra.

El primer aspecto esencial es el fuerte incremento registrado en el sala-rio promedio que asciende a 49% en la década, lo que es equivalente a unincremento real anual promedio de 3,9%. Este aumento en el poder decompra de los salarios adquiere mayor significación cuando se consi-dera que en los 19 años comprendidos entre 1970 y 1989 este índiceexhibió un crecimiento casi nulo (véase Jadresic 1990).

Un segundo aspecto relevante de la década, sin embargo, es que sibien hay un incremento generalizado en los ingresos, estos crecen des-igualmente por niveles de calificación.

Las filas (3), (4) y (5) muestran los salarios por hora promedio delos ocupados que tienen educación media incompleta o menos, educa-

Cuadro 14. Ingresos laborales y salarios relativos por educación, edad y sexo(Encuestas CASEN 1990 y 2000)

1990 2000 2000/1990

%

(1) Ingreso Laboral Mensual Líquido 158.500 235.800 49

(2) Ingreso Laboral por horas Líquido 3.337 4.916 47

(3) Educación Básica o Media Incompleta 2.019 2.542 26

(4) Educación Media Completa 3.047 3.794 25

(5) Educación Superior 6.661 9.801 47

(5)/(3) 3,30 3,86 0,56

(5)/(4) 2,19 2,58 0,40

(6) 15-19 años 1506 2107 40

(7) 20-24 años 2150 2873 34

(8) 25-29 años 2847 4207 48

(9) 30-39 años 3801 5034 32

(10) 40-49 años 4221 5937 41

(11) 50-59 años 4064 6065 49

(12) 60 y + años 3760 5074 35

(9)/(7) 1,77 1,75 -0,02

(10)/(7) 1,96 2,07 0,10

(10)/(8) 1,48 1,41 -0,07

(13) Hombres 3396 5004 47

(14) Mujeres 3189 4734 48

(13)/(14) 1,065 1,057 -0,008

Nota: Se restringe la muestra a asalariados con 20 o más horas de trabajo a la semana.

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TRABAJO: DIGNIDAD Y CAMBIOS

155

ción media completa y educación superior, respectivamente. Allí sepuede apreciar que todas las categorías educacionales tienen incrementos sa-lariales reales en la década. Sin embargo, el aumento de la categoría educa-cional superior es de 47% versus 25-26% de las inferiores. Es decir, durantela década del 90 los que tienen educación superior (universitaria o técnica) sonlos que tienen los mayores incrementos. Esto se traduce en un aumento delsalario relativo de los universitarios respecto de la categoría media in-completa o menos: mientras que en 1990 un ocupado promedio de la cate-goría de educación superior tenía un salario promedio de 3,3 veces el de untrabajador con baja educación, en el año 2000 dicha relación subió a 3,9 veces.Si se considera el salario relativo de universitarios a trabajadores coneducación media completa, el mismo aumenta de 2,2 a 2,6 veces.

Esta tendencia a aumentar la desigualdad salarial en el mercadolaboral está presente desde mediados de los años 70’ en Chile y, comose aprecia, no se ha detenido (véase Bravo y Contreras, 2000).

Debe destacarse que, cuando se promedian los aumentos salarialespara los tres niveles de calificación del cuadro anterior, utilizando lasproporciones de ocupados en cada categoría de un año –1990 ó 2000–,el aumento promedio del ingreso por hora obtenido es del orden de30%. Esto quiere decir que aproximadamente un tercio del incremento sa-larial de 47% en el período se atribuye a progresos en el nivel educacional de lafuerza laboral mientras que los otros dos tercios a un aumento en la remunera-ción para cada nivel.

Al realizar el mismo análisis, en las filas (6) a (12), por tramo deedad, se aprecia que no existe una relación equivalente que de manerano ambigua premie la experiencia comparando cualquier categoría.Sin embargo, si se compara el grupo que tiene 40-49 años con aquelentre 20-29 años es posible encontrar una pequeña alza en el premiodel mercado laboral.

Finalmente, si se realiza el análisis separando hombres y mujeresse encuentra que de tener un ingreso superior en 6,5% en 1990, loshombres tienen un premio salarial algo menor en el año 2000 (5,7%).Este hecho es relevante: se aprecia que en la década la participaciónlaboral femenina se ha incrementado significativamente pero los sala-rios relativos no han caído.

Finalmente, con el objeto de evaluar más rigurosamente la exis-tencia de premios salariales por parte del mercado laboral, asociados alas variables anteriores, se estimaron varios modelos descritos en elcuadro 14.

Los resultados indican que cuando se considera la especificaciónmás general la rentabilidad bruta de un año adicional de educación se incre-

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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menta desde 11,6%-11,9% en 1990, a cerca del 14% en el año 2000, auncontrolando otras variables como edad, sexo, etc.; es decir, se confirmalo mostrado en el cuadro 14.

Adicionalmente, las especificaciones 3 y 4 del cuadro 15 permitenestimar por separado rentabilidades asociadas a la educación básica,media y superior. Se puede apreciar que aun cuando hay un incre-mento leve en la rentabilidad de la educación básica y media entre1990 y 2000, es la de la educación superior la que se incrementa enmás de dos puntos porcentuales. El año 2000 el mercado laboral chilenoestableció un premio por cada año de educación básica de entre 4 y 5%; porcada año de educación media cerca del 11%; y, finalmente, por cada año deeducación superior de casi 22%. Estas rentabilidades exhibidas conllevanuna tendencia a la desigualdad de ingresos en los hogares, marcada yevidente cuando se tienen en cuenta las deficiencias educacionales re-levadas anteriormente.

Finalmente, como información adicional que surge de las especifi-caciones estimadas y reportadas en el Cuadro 15, se encuentra en to-das ellas una leve disminución en el premio a la experiencia laboraluna vez que se controla por educación y las otras variables descritas.

Cuadro 15. Estimación econométrica para la rentabilidad de un año de educación(Encuestas CASEN 1990 y 2000), porcentajes

1990 2000 2000-1990

Especificación 1 (E1):

– Años educación, experiencia, exp. Al cuadrado 11,9 14,1 2,2

Especificación 2 (E2):

– (E1)+(Hombre=1)+(Z.Urbana=1)+(Jefe Hogar =1) 11,6 13,8 2,2

Especificación 3 (E3):

– (E1)+(Var.Dicotómica por tramo educacional)

Retorno a la Educación Básica 5,0 5,0 0,1

Retorno a la Educación Media 10,9 11,2 0,3

Retorno a la Educación Superior 19,3 21,7 2,4

Especificación 4 (E4):

– (E2)+(Var.Dicotómica por tramo educacional)

Retorno a la Educación Básica 3,6 4,1 0,5

Retorno a la Educación Media 10,6 10,7 0,1

Retorno a la Educación Superior 19,4 21,6 2,1

Nota: Se restringe la muestra a asalariados con 20 o más horas de trabajo a la semana.

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TRABAJO: DIGNIDAD Y CAMBIOS

157

Del mismo modo, el ingreso asociado a ser hombre en el mercado la-boral disminuye entre 1990 y 2000, desde 11-14% a 8-9%.

6. CONCLUSIONESA lo largo de los diez años que abarca el período entre el Censo de1992 y el Censo del 2002 el mercado laboral chileno experimentó im-portantes transformaciones que estuvieron en línea con la evolucióneconómica del país. Esa década puede dividirse en dos períodos demar-cados entre sí por la crisis asiática y claramente diferenciados en térmi-nos de los indicadores macroeconómicos exhibidos.

En general, se percibe el afianzamiento de algunas tendencias quevenían insinuándose desde la década anterior. La más destacable es elsignificativo incremento de la participación femenina en el mercado detrabajo, que mostró un aumento de 28,1% en 1992, a 35,6% en 2002.De tal suerte, el stock de oferta de trabajo se incrementó en el orden de3 puntos porcentuales y se nutrió principalmente del ascenso de la par-ticipación femenina. Este aumento puede tener explicación en distintosfactores, desde la disminución en la fecundidad; la mayor cobertura edu-cacional; los mejoramientos tecnológicos y el mayor acceso a estos, faci-litando las tareas domésticas; cambios culturales; hasta, por cierto, elatractivo de una remuneración en alza. Aún existe una brecha impor-tante, sin embargo, entre la tasa de participación femenina en nuestropaís y la observada en los países desarrollados e incluso en otros deAmérica Latina. Esto indica que sigue siendo necesario examinar lafactibilidad de políticas que contribuyan a reforzar esta tendencia.

Si atendemos a la participación laboral de acuerdo al ciclo de vida,se puede observar un perfil característico en el cual las mayores tasasde participación se concentran en los grupos etarios comprendidos en-tre los 25 y los 50 años, siendo significativamente más bajas para losmás jóvenes y para los mayores de 60 años.

Los datos censales dejan en evidencia que las personas con mayornivel educativo son también las que registran una mayor tasa de parti-cipación laboral. Cabe señalar, adicionalmente, que en los niveles demayor educación –especialmente educación universitaria– tiende a ha-cerse menor la brecha de la participación laboral entre hombres y mu-jeres, tendencia apreciable ya en 1992.

La década exhibe un aumento en la escolaridad promedio de lapoblación, siendo este mayor entre aquellos que declararon estar en lafuerza de trabajo y en la población ocupada. La proporción de pobla-ción en edad de trabajar que solamente ha cursado la educación básica–especialmente incompleta– se redujo fuertemente entre 1992 y 2002.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

158

Paralelamente, se incrementó la proporción de personas en edad detrabajar con educación media completa y educación superior. Entre lapoblación ocupada este fenómeno se da con mayor intensidad y seregistra un considerable ascenso en las categorías de técnicos y profe-sionales, quienes incrementaron en mayor medida su proporción den-tro de la población ocupada.

Otro de los aspectos sobre los que arroja luz el Censo 2002 dicerelación con que, si bien, todos los grupos etarios en edad de trabajarincrementaron su escolaridad, es en la población más joven en dondese registran mayores alzas en este nivel. Es decir, las últimas generacio-nes se han visto beneficiadas de los esfuerzos invertidos en las transfor-maciones en la educación chilena, que han apuntado a lograr un ma-yor acceso de la población a los diferentes niveles del sistema educativo.

Las cifras arrojadas por el Censo 2002 pone en evidencia como losprofundos cambios que se han registrado en Chile en la cobertura delsistema educativo, se reflejan en el mercado laboral, mostrando trans-formaciones positivas que se proyectan con mayor intensidad hacia lasactuales generaciones jóvenes y las venideras.

No obstante lo anterior, subsisten importantes deficiencias que de-ben ser objetivo de las políticas educacionales y laborales de los próxi-mos años. En primer lugar, 4,8 millones de personas adultas no tieneneducación secundaria completa, de las cuales 2,5 millones están en lafuerza laboral actualmente. Es decir, la calidad de la fuerza laboral chi-lena para la próxima década seguirá enfrentando un déficit cuantitati-vo en su educación. En segundo lugar, evidencia complementaria mues-tra la urgencia de abordar mejoras en la calidad de la educación formalde los jóvenes, pues aún en niveles educacionales superiores, nuestrapoblación exhibe déficit significativos en competencias, en compara-ción con los países desarrollados.

La evolución de la ocupación según rama entre los Censos de 1992y 2002 muestra que sectores tradicionales como Agricultura e Indus-tria redujeron su proporción dentro del total de ocupados, mientrasque los sectores vinculados a servicios aumentaron notablemente di-cha proporción. Se debe destacar, en particular, la dinámica de los Ser-vicios Financieros. Los Servicios Comunales, Sociales y Personales con-tinuaron siendo los que observan la mayor proporción de poblaciónempleada en el país, especialmente de mujeres.

Información complementaria a los censos indica que el salario pro-medio de los ocupados aumentó casi 50% real en 10 años. Si bientodas las categorías se incrementan, los aumentos superiores se produ-cen en los trabajadores con educación superior. Como consecuencia, el

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TRABAJO: DIGNIDAD Y CAMBIOS

159

mercado laboral chileno continúa exhibiendo una tendencia a aumen-tar la desigualdad salarial.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICASArellano, J.P. (2000), Reforma Educacional: Prioridad que se consolida, Editorial

Los Andes.Bravo, D. (1999), Evaluación del Marco Institucional de la Educación Media Técni-

co-Profesional. Libro editado por el Ministerio de Educación, Marzo.Bravo, D. y D.Contreras (2001), Competencias Básicas de la Población Adulta,

Departamento de Economía, Universidad de Chile.Bravo, D. y D.Contreras (2000), “La distribución del ingreso en Chile 1990-

1996: análisis del impacto del mercado del trabajo y las políticas sociales”.Departamento de Economía, Universidad de Chile.

Bravo, D. y A. Marinovic (1997), “Desigualdad salarial en Chile: 40 años deevidencia”, Departamento de Economía, Universidad de Chile.

Bravo, D., J.Ramos y S. Urzúa (2000), “Las diferencias en desempleo: INE-U.de Chile”, Documento de Trabajo Nº 167, Departamento de Economía,Universidad de Chile, Marzo.

Cox, C. y P. González (1998), “Educación: de programas de mejoramiento aReforma”, en R.Cortázar y J.Vial (eds.), Construyendo Opciones. PropuestasEconómicas y Sociales para el Cambio de Siglo, CIEPLAN/Dolmen Ediciones.

Jadresic (1990), “Evolución del empleo y desempleo en Chile, 1970-85. Seriesanuales y trimestrales”, Colección Estudios CIEPLAN N° 21, Diciembre, 1986.

Pardo, L. (1987), “Participación de las mujeres en la fuerza de trabajo: tenden-cias y características”. Revista Economía y Administración, Universidad deChile, Nº 61, Noviembre.

NOTAS1. Se agradecen los comentarios a una versión preliminar. Se agradece también al INE

el haber podido trabajar con una muestra de 5% de los datos censales.

2. Un indicador complementario debería agregar las horas trabajadas.

3. Desde 1907 a 1982 la población en edad de trabajar es la de 12 años y más mientras

que para 1992 y 2002 se utiliza la población de 15 años y más.

4. Bravo, D. y A. Marinovic (1997).

5. Véase C. Cox y P. González, 1998, “Educación: de programas de mejoramiento a

Reforma”, en R. Cortázar y J.Vial (eds.), Construyendo Opciones. Propuestas Económicas y

Sociales para el cambio de siglo, CIEPLAN/Dolmen Ediciones; y J.P. Arellano, 2000, Refor-

ma educacional. Prioridad que se consolida, Editorial Los Andes.

6. Sobre el segundo tema véase Bravo, Ramos y Urzúa (2000).

7. Sobre este tema ver D. Bravo (1999).

8. Un 84% de estas trabajadoras provino de Perú mientras que el resto fundamental-

mente se divide entre argentinas, bolivianas y ecuatorianas.

9. Aspecto que podría ser corregido para el próximo censo.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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CAMBIOS SOCIODEMOGRÁFICOS EN EDUCACIÓN

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CAPÍTULO VCAMBIOS SOCIODEMOGRÁFICOS EN EDUCACIÓN

Berta TeitelboimValeria Salfate

1. INTRODUCCIÓNLa creciente globalización de la economía y la integración de los

mercados, acompañados de los importantes cambios demográficos ocu-rridos en la última década, han generado grandes oportunidades decrecimiento y desarrollo para la economía de nuestro país.

Los indicadores sociales muestran un gran avance, situando al paísen un lugar más próximo a los países industrializados, los cuales exhi-ben un mayor desarrollo relativo. Este significativo avance ha sido po-sible gracias a una activa política pública en el ámbito social durante lasultimas décadas. Los programas de inversión pública en salud y nutri-ción, educación, agua potable y servicios sanitarios, han tenido un re-velador impacto en la reducción en los índices, tanto de la mortalidadinfantil, como de la incidencia de las enfermedades infectocontagiosasy la desnutrición infantil, y han permitido el incremento asimismo delos niveles de escolaridad, reduciendo fuertemente la tasa de analfabe-tismo.

El objetivo central de este capítulo es identificar los principales cam-bios sociodemográficos producidos en la última década y determinarlas tendencias estadísticas que se presentan en educación.

El Gobierno de Chile considera a la educación como un derecho yno como un privilegio, por ello dentro de sus objetivos está el capacitara la población para que pueda participar efectivamente del desarrolloeconómico, político y cultural. La educación, como uno de los temasprioritarios del Gobierno, tiene como objetivo el pleno desarrollo de lapersona en las distintas etapas de su vida, de manera de crear las con-diciones para la existencia de una creciente igualdad de oportunida-des. Es así como en el año 1990, el sistema educacional ya mostraba

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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importantes logros en materia de cobertura, reducción del analfabetis-mo y aumento del nivel de escolaridad de la población1.

A continuación se presenta el análisis de los principales indicado-res de educación arrojados por el Censo Nacional de Población y Vi-vienda realizado por el INE, lo que, en algunos casos, está complemen-tado con la Encuesta CASEN2 , realizada por MIDEPLAN. El objetivo espresentar los principales resultados referidos a la situación educacionaldel país, considerando el contexto del año 2002 y comparándola conlos resultados obtenidos en el Censo realizado en el 1992.

Al analizar la situación educacional de un país, los indicadores másfrecuentemente utilizados son el nivel de escolaridad promedio, la tasade analfabetismo, la cobertura para los diferentes niveles educativos ylas tasas de escolaridad por grupos etarios. Este capítulo contiene elanálisis de esos indicadores según región, área, sexo y edad de la po-blación.

2. ESCOLARIDAD DE LA POBLACIÓNLa escolaridad promedio de la población de 5 años y más umentó en0,9 años, entre 1992 y 2002, pasando de 7,6 a 8,5 (Gráfico 2.1). Al verel cambio por edad se observa que el mayor incremento se produjo enlas personas entre 45 y 59 años de edad, que aumentaron su escolari-dad en casi 2 años, reflejo de la situación que ya presentaba este grupoetario en el año 1992 –parte del cual se encontraba en el tramo de 30 a44 años–, con promedios de escolaridad de más de 9 años. El aumentode la escolaridad en ese tramo de edad es particularmente llamativo, yparte importante de él puede ser explicado en el marco de los progra-mas especiales de educación de adultos, también por fuerte aumentode las carreras nocturnas de pre grado, diseñadas especialmente paratrabajadores.

Los niveles de escolaridad más altos los mostró el grupo de 15 a 29años, lo que es producto de la política educacional implementada en ladécada, que puso un gran énfasis en el aumento de la cobertura en laeducación media.

La escolaridad según sexo, muestra en el 2002 una pequeña dife-rencia de 0,1 años más de escolaridad en los hombres, diferencia queen el año 1992 no se presentaba, de esto se puede deducir que lasoportunidades educacionales para hombres y mujeres han tendido aigualarse en el último tiempo (Cuadro anexo 2.1).

Es importante observar la situación y el avance que ha tenido laescolaridad por regiones, debido a que refleja cómo la educación estállegando a los distintos lugares del país.

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CAMBIOS SOCIODEMOGRÁFICOS EN EDUCACIÓN

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En el Gráfico 2.2, se puede percibir que la escolaridad promedio dela población mayor a 5 años aumentó en todas las regiones en formabastante pareja, sin embargo los mayores aumentos en el promedio deescolaridad se dieron en la IV y VI regiones.

Las regiones que presentan los menores niveles de escolaridad sonlas del Maule, Araucanía y la de Los Lagos, en las cuales existe unimportante componente rural. Para mostrar un análisis más preciso,

Gráfico 2.1. Escolaridad promedio población 5 y más años según edad

3,5

10,09,2

7,1

5,7

7,6

3,8

10,910,4

9,0

6,5

8,5

0,0

2,0

4,0

6,0

8,0

10,0

12,0

5 a 14 15 a 29 30 a 44 45 a 59 60 o más Total

1992 2002

Fuente: Cuadro anexo 2.1.

Gráfico 2.2. Escolaridad promedio población de 5 y más años

Fuente: Cuadro anexo 2.2.

5,0

5,5

6,0

6,5

7,0

7,5

8,0

8,5

9,0

9,5

I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII XIII

región

1992 2002

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

164

esta información se encuentra desagregada por zona y región en elGráfico 3. Por otra parte, las regiones que presentan los mayores nive-les de escolaridad son la Metropolitana, la de Tarapacá y la de Antofa-gasta, con más de 9 años de escolaridad.

Como ya se mencionaba, un análisis importante en educación espor área geográfica de residencia. El Gráfico 2.3 muestra que el au-mento de la escolaridad en la zona rural, en términos relativos, es ma-yor que en la zona urbana, esto es particularmente importante, ya quedisminuye la brecha existente entre ambas áreas, situación debida a laaplicación de los nuevos programas implementados en las zonas rura-les3 . La región Metropolitana es la que tiene el mayor aumento, tantorelativo como absoluto, de la escolaridad en la zona rural, mientrasque la región de la Araucanía es la que presenta los menores niveles deescolaridad en el área rural –5,6–, posición que en lo urbano ostenta laregión de Aysén.

Al observar el promedio de escolaridad por edad, es necesario des-tacar que esta aumenta en todos los grupos etarios, siendo las personasdel tramo entre los 15 y 29 años quienes tienen, en promedio, másaños de escolaridad, llegando a 8,9 para el 2002. Tampoco hay queomitir el incremento producido en otros tramos, como es el caso de laspersonas entre 45 y 59 años de edad, quienes pasaron de 4 años deescolaridad en 1992, a 5,7 en el 2002.

Gráfico 2.3. Escolaridad promedio población de 5 y más años por área urbana-rural, según región

4,0

5,0

6,0

7,0

8,0

9,0

10,0

I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII XIII

Rural 1992 Urbano 2002Urbano 1992 Rural 2002

Fuente: Cuadro anexo 2.3.

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CAMBIOS SOCIODEMOGRÁFICOS EN EDUCACIÓN

165

Gráfico 2.4. Escolaridad promedio de la población rural según tramos de edad

3,2

7,5

6,2

4,0

2,9

5,2

3,7

8,9

7,5

5,7

3,6

6,2

0,0

1,0

2,0

3,0

4,0

5,0

6,0

7,0

8,0

9,0

10,0

5 a 14años

15 a 29años

30 a 44años

45 a 59años

60 años omás

Total

20021992

Fuente: Cuadro anexo 2.4.

Una forma de analizar los cambios en la escolaridad de la poblacióny relacionarla con los estratos socioeconómicos de la misma, es cons-truir deciles de escolaridad por comunas. Para ello la metodología uti-lizada fue la siguiente:

– Se construyeron deciles de comunas –seleccionando las 160 co-munas con más población en 1992– según promedio de escolaridad,

– Siendo el primer decil, el 10% de comunas que presentaban me-nor escolaridad en 1992, y el décimo decil, el 10% de comunas conmayores promedios de escolaridad.

Es así como el Gráfico 2.4 muestra la comparación de los prome-dios de escolaridad para estos deciles comunales, entre 1992 y 2002, loque permite revisar cuán equitativo ha sido este cambio.

Como se observa, en todos los deciles aumenta la escolaridad pero,al ver el gráfico que muestra sólo la diferencia en promedios de escola-ridad de los deciles entre 1992 y 2002, se comprueba que los mayoresincrementos se producen en los deciles más bajos. Esto refleja el avan-ce de las comunas con menor escolaridad en 1992, que pueden aso-ciarse a las comunas más pobres. Es así como en el primer decil hay unaumento de más de 1 año de escolaridad en la década, pasando de 5,3en 1992 a 6,3 en 2002. Aunque en los deciles más altos hay un impor-tante aumento, este es relativamente menor que en los primeros deci-les. Lo anterior denota que este importante avance ha sido distribuidode manera general y con mayor fuerza en los sectores más pobres de lapoblación.

Page 166: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

166

Gráfico 2.5. Promedio de escolaridad por deciles comunales

2,0

3,0

4,0

5,0

6,0

7,0

8,0

9,0

10,0

11,0

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Total

20021992

Fuente: Cuadro anexo 2.5.

Gráfico 2.6. Diferencia de años de escolaridad según deciles

deciles

0,600

0,650

0,700

0,750

0,800

0,850

0,900

0,950

1,000

1,050

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Fuente: Cuadro anexo 2.6.

Al analizar esta misma información por área geográfica, se observaque el mayor aumento en términos proporcionales se encuentra en losprimeros 4 deciles –40% de las comunas más pobres–, especialmenteen el primer decil, el cual presenta el mayor incremento, lo que signi-fica que las comunas más pobres son las que más han aumentado suescolaridad, por lo tanto los programas de aumento de los años de edu-

Page 167: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CAMBIOS SOCIODEMOGRÁFICOS EN EDUCACIÓN

167

cación, así como los que están dirigidos a completar los niveles de esco-laridad, claramente han puesto un mayor énfasis en los sectores máspobres de la población.

Si se analiza la información por sexo, este aumento no muestragrandes diferencias según nivel de escolaridad de las comunas (Cua-dros anexos 2.6 y 2.7).

3. COBERTURA EDUCACIONAL POR NIVEL ENSEÑANZA Y LADEMANDA POTENCIAL DEL SISTEMA EDUCATIVO

3.1. Demanda potencial para el sistema educativoChile es un país que se encuentra en etapa de transición demográfica,lo que define determinadas demandas potenciales al sector educativo.En el año 1970, según cifras del Censo, la población menor de 24 añosrepresentaba casi el 60%, en 1980 54%. En 1992 este grupo represen-ta una fuerte disminución, alcanzando al 48% y el año 2002 sólo re-presenta al 42% de la población.

Esta es una situación que se viene dando desde hace varias déca-das, como se observa en el gráfico 3.1.

La población del tramo de edad, entre 6 y 13 años, que es la quepotencialmente asistiría a la educación básica, tiene una persistentecaída a partir de 1970, cuando era el 22% del total de la población,manteniéndose la última década en alrededor de un 15%. Esta ten-dencia, que es reflejo del comportamiento demográfico del país, hayque considerarla para la definición futura de necesidades educaciona-les tanto de cobertura, como de infraestructura.

El grupo siguiente corresponde a los adolescentes entre 14 y 17años, potencialmente el que asiste a educación media, tiene un au-mento porcentual, entre 1970 y 1980, alcanzando este último año al8,8% de la población. En la década siguiente comienza a disminuir y,en el año 2002, representa a menos del 7% de la población del país.

En el tramo de edad correspondiente a los jóvenes, es decir aque-llos de entre 18 y 24 años, se presenta una situación similar a la ante-riormente descrita. En 1970 representaban al 12,4% de la población,disminuyendo el 2002 al 10,9%.

La población en edad preescolar –menores a 6 años– ha ido dismi-nuyendo en el tiempo. Mientras en 1960 representaba al 18% de lapoblación, los datos del último censo muestran que es poco más del9%. Esta cifra refleja la fuerte disminución que ha tenido el número denacimientos en los últimos años en el país. El grupo de referencia co-rresponde a niños que demandan educación prebásica, el cual no sola-

Page 168: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

168

Gráfico 3.2. Población entre 0 y 5 años de edad

9,4

13,012,6

16,0

17,9

4,0

6,0

8,0

10,0

12,0

14,0

16,0

18,0

20,0

1960 1970 1982 1992 2002

Fuente: Cuadro anexo 3.1.

mente disminuye en importancia, sino también en números absolutos,lo que significa que actualmente hay menos niños menores de 6 añosque hace una década.

Gráfico 3.1. Estructura de la población según tramos de edad

0,0

10,0

20,0

30,0

40,0

50,0

60,0

70,0

0 - 5 6 - 13 14 - 17 18 - 24 25 o más

1960 1970 1982 1992 2002

Fuente: Cuadro anexo 3.1.

Page 169: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CAMBIOS SOCIODEMOGRÁFICOS EN EDUCACIÓN

169

3.2 Cobertura educacionalLa información estadística utilizada para este análisis proviene de da-tos de la Encuesta CASEN, única fuente de la cual se puede obtener losindicadores de las coberturas netas por nivel educacional.

Como se puede observar en los siguientes gráficos, el sistema esco-lar chileno presenta altas coberturas4 en enseñanza básica y media.

La educación parvularia, aumenta sustantivamente su coberturaen la década (Gráfico 3.3), cubriendo en el año 2000 a prácticamenteun tercio de la población entre 0 y 5 años. La matrícula en este niveleducacional, en 1990 alcanzaba a 220.396 niños, aumentando en elaño 2000 a cerca de 280.0005 , lo que representa un 26% de alza. Estasituación se debe probablemente a la fuerte incorporación de las muje-res a la fuerza laboral en la última década como lo muestran los datoscensales, pasando de 28,1% en 1992 a un 35,7% en 2002, significandoun aumento de la demanda por establecimientos que estén a cargo delcuidado de los niños en edad preescolar. Otra medida importante hasido la tomada por el Gobierno en cuanto a que los colegios municipa-lizados ofrezcan vacantes en kinder.

Pese a que la educación básica ya en 1990 era prácticamente uni-versal, aún así muestra un sostenido aumento bianualmente, lo queha significado que hoy día asistan más de 2 millones 400 mil niños yque en términos absolutos haya aumentado alrededor de un 20% (Grá-fico 3.4).

La cobertura de la educación media muestra un permanente incre-mento, siendo el principal entre los años 1998 y 2000, alcanzando un

Gráfico 3.3. Cobertura Educación Parvularia, 1990-2000

32,430,329,8

26,924,7

20,9

5,0

10,0

15,0

20,0

25,0

30,0

35,0

1990 1992 1994 1996 1998 2000

Fuente: Cuadro Anexo 3.2.

Page 170: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

170

crecimiento del 14%, para alcanzar, en este último año, al 90% de lapoblación entre 14 y 17 años (Gráfico 3.5).

Según la última información disponible en el Ministerio de Educa-ción, en la enseñanza parvularia, básica y media, un 55,1% de los alum-nos asistió a establecimientos subvencionados de dependencia munici-pal, mientras que el 34,1% lo hizo a establecimientos particularessubvencionados por el Estado, y sólo el 9,3% a establecimientos parti-culares pagados.

Gráfico 3.4. Cobertura Educación Básica, 1990-2000

Gráfico 3.5. Cobertura Educación Media, 1990-2000

98,6

98,398,2

97,697,3

96,8

95,5

96,0

96,5

97,0

97,5

98,0

98,5

99,0

1990 1992 1992 1996 1998 2000

Fuente: Cuadro Anexo 3.2.

90,0

86,985,9

83,882,2

80,3

74,0

76,0

78,0

80,0

82,0

84,0

86,0

88,0

90,0

92,0

1990 1992 1992 1996 1998 2000

Fuente: Cuadro anexo 3.2.

Page 171: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CAMBIOS SOCIODEMOGRÁFICOS EN EDUCACIÓN

171

Es importante destacar que en la educación superior, la coberturaen el año 2000 alcanzaba al 31,5% de la población entre 18 y 24 años,en tanto que en 1990 solo el 16% de la población de ese tramo de edadasistía a algún establecimiento de educación superior, lo que represen-ta casi la mitad. Este es el más importante incremento que haya tenidoeste nivel educacional6, en la historia (Gráfico 3.6).

La educación superior aumenta su cobertura a casi al doble, siendoel nivel que tiene mayor crecimiento, tanto en números absolutos comorelativos. Aquí en la última década se ha producido un importante alzade la oferta en educación superior, especialmente privada, así como decursos de postgrado. Esto último ha favorecido a los sectores socioeco-nómicos de mayores ingresos, debido a los costos asociados a este tipode educación.

Las coberturas de los distintos niveles según región muestran lasmismas tendencias como se puede observar en los siguientes gráficosal comparar los años 1990 y 2000.

Es así como se ve un gran aumento en la cobertura para el nivelpreescolar y esto sucede en todas las regiones, especialmente la XI, la IIy la IV, donde el alza llega a ser de alrededor de 20 puntos porcentuales(Gráfico 3.7).

Como se aprecia en el gráfico que muestra la cobertura del nivel deenseñanza básica, esta es bastante amplia, alcanzando en el 2000, entodas las regiones, entre el 98% y el 99%. La que mantiene menorcobertura es la X región, pero es también una de las que tiene el mayoravance en este concepto, pudiendo de esta forma acercarse al resto delas regiones.

Gráfico 3.6. Cobertura Educación Superior, 1990-2000

0,0

5,0

10,0

15,0

20,0

25,0

30,0

35,0

1990 1992 1992 1996 1998 2000

31,529,3

27,8

23,8

17,716,0

Fuente: Cuadro Anexo 3.2.

Page 172: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

172

Gráfico 3.7. Cobertura Nivel Preescolar según región, 1990-200

1714

23

40

29 29

32

21

25

16151618

2018

24

19

3135

3938

2427

30

343637

35

0

5

10

15

20

25

30

35

40

45

I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII R.M. País

1990 2000

Fuente: Cuadro anexo 3.3.

Gráfico 3.8. Cobertura Nivel Básico según región, 1990-2000

100 100

98

97

9898

96

9494

97

94

9796

9797

99 9998

9998 98

99

98 9899 99

99 99

90

91

92

93

94

95

96

97

98

99

100

I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII R.M. País

1990 2000

Fuente: Cuadro anexo 3.3.

Otro significativo avance es el de la cobertura del nivel de ense-ñanza media, dado que es bastante amplia. Pero, al ver por regiones, seobserva que aquellas que en 1990 se encontraban más rezagadas poreste concepto, como era el caso de las VII, IX y X, las cuales presenta-ban coberturas bajo el 70%, son las que presentan importantes saltos,de casi 20 puntos porcentuales, ubicándose más cerca del resto de lasregiones (Gráfico 3.9).

Page 173: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CAMBIOS SOCIODEMOGRÁFICOS EN EDUCACIÓN

173

Al analizar la cobertura por nivel educacional y área geográfica seencuentran importantes diferencias en los sectores rurales. Es más bajoel nivel educacional que en la zona urbana, especialmente en la ense-ñanza media.

El gráfico muestra reveladores progresos en la década, es así comola cobertura de la educación media en la zona rural aumenta desde el50% al 76,8%, lo que refleja un gran avance. Además, esta área pre-senta una importante incorporación de la mujer (Gráfico 3.10).

También se puede observar un importante avance en la coberturade la educación parvularia, en ambas áreas geográficas, siendo muysignificativo este aumento en la zona rural.

4. NIVEL EDUCACIONAL ALCANZADO POR LA POBLACIÓNDE 15 AÑOS Y MÁS

La importancia de la educación en el avance del país permite ver cómoha evolucionado, no sólo el promedio de escolaridad alcanzado por lapoblación, sino también los niveles educacionales alcanzados por estay el aumento de las personas que terminan ciclos educacionales com-pletos en la última década.

Los siguientes cuadros muestran la estructura de la población se-gún los niveles de educación, área y sexo.

En el Gráfico 4.1 se presentan los cambios en la estructura de lapoblación según niveles educacionales por área urbana-rural. Los da-tos muestran que mientras el total de la población se concentraba en

Gráfico 3.9. Cobertura Nivel Enseñanza Media, 1990-2000

808688

77

6569

77

6874

84

76

859193 90919289

848890

8585

9390939493

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII R.M. País

20001990

Fuente: Cuadro anexo 3.3.

Page 174: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

174

Gráfico 3.10. Cobertura por nivel de enseñanza y área urbana-rural

34,8

17,2

50,0

86,392,6

97,9

8,5

23,8

76,8

92,096,799,0

0,0

20,0

40,0

60,0

80,0

100,0

120,0

Urbano Rural Urbano Rural Urbano Rural

Preescolar Básica Media

20001990

Fuente: Cuadro anexo 3.4.

Gráfico 4.1. Población de 15 y más años según nivel educacional

4,6

11,4

17,4

23,4

10,6

32,6

20,318,6

25,1

9,6

22,3

4,2

0,0

5,0

10,0

15,0

20,0

25,0

30,0

35,0

Sineducación

Básicacompleta

Mediacompleta

20021992

Fuente: Cuadro anexo 4.1.

1992, en los niveles “básica” y “media incompleta”, en el año 2002,esta situación se presenta en los niveles más altos –media completa ysuperior.

Page 175: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CAMBIOS SOCIODEMOGRÁFICOS EN EDUCACIÓN

175

Sin duda la zona rural presenta niveles educacionales más bajos,situación que se da probablemente por las dificultades para la asisten-cia de los alumnos/as a los centros educacionales, dado que los de losniveles medios y superiores se encuentran apartados de los lugares deresidencia de los estudiantes y, además, por la mayor participación la-boral de las personas en edad de estudiar. Sin embargo, en el año 2002se produjo una mejoría notable en los niveles educacionales de la po-blación rural; es más, las mayores diferencias –tanto disminución enlos bajos niveles de educación, como aumentos en los altos– se produ-cen en el sector rural.

En 1992, en el sector rural más de las dos terceras partes de lapoblación eran analfabetos o tenían educación básica incompleta. Elaño 2002, esta situación representa a menos de la mitad de la pobla-ción rural. En el ámbito urbano, se observa un sustantivo aumento dela proporción de población con educación superior, de 13,1% a 22,4%.

Al observar los siguientes cuadros se destaca que la población enconjunto ha aumentado sustancialmente sus niveles de educación.

En el Cuadro 4.1, se observa que, mientras disminuye la propor-ción de la población que no cuenta con educación y que tiene básicaincompleta, -especialmente ésta última–, aumenta de forma importanteen los niveles educacionales más altos. Esto sucede a su vez en todoslos tramos de edad, pero especialmente en los más jóvenes.

Como ya se mencionaba antes, las mejorías en los niveles educacio-nales se producen tanto en hombres como en mujeres (Cuadros 4.2 y4.3). Los aumentos de los niveles educacionales más altos y las disminu-ciones en los más bajos son bastante similares para el total de la pobla-ción; pero, al analizar esta variable por tramos de edad, son las personasentre 45 a 59 años quienes presentan las mayores diferencias.

Cuadro 4.1 Población de 15 y más por grupo de edad y según nivel educacional

Nivel educacional Censo 1992 Censo 2002

15 a 30 a 45 a 60 o Total 15 a 30 a 45 a 60 o Total29 44 59 más 29 44 59 más

Sin educación 1,2 2,4 7,1 15,6 4,6 1,1 2,4 4,9 13,3 4,2

Básica incompleta 19,2 30,3 49,8 53,2 32,6 9,2 17,4 31,7 47,4 22,3

Básica completa 12,8 11,6 7,9 5,5 10,6 8,8 11,7 9,8 6,6 9,6

Media incompleta 31,4 22,8 15,5 12,3 23,4 37,2 22,8 18,7 13,0 25,1

Media completa 22,0 18,6 11,8 9,2 17,4 20,2 21,8 16,5 11,1 18,6

Superior 13,4 14,2 7,9 4,3 11,4 23,5 24,0 18,3 8,5 20,3

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Fuente: INE, Censos de Población. Elaboración propia.

Page 176: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

176

Por otra parte, al igual que en 1992, son los hombres con mayorproporción de personas en el nivel educacional superior en 2002, re-gistrando un 21,3% frente a un 19,3% de mujeres. En términos pro-porcionales, ambos grupos presentan un similar aumento en el nivelmás alto de escolaridad7 .

5. FUERZA DE TRABAJO Y EDUCACIÓNUn aspecto relevante sobre la situación del empleo y el desempleo serefiere al nivel educacional alcanzado. Si bien es cierto, el haber alcan-zado mayores niveles educacionales, como son educación técnica com-pleta, técnica superior o universitaria, no garantizan la obtención deun empleo, sí –como se observará en los cuadros siguientes– tiene unafuerte relación8 .

Cuadro 4.2. Población de 15 y más años, según nivel educacional y edad (Hombres)

Nivel educacional Censo 1992 Censo 2002

15 a 30 a 45 a 60 o Total 15 a 30 a 45 a 60 o Total29 44 59 más 29 44 59 más

Sin educación 1,3 2,1 6,4 15,2 4,2 1,2 2,5 4,6 12,6 3,9

Básica incompleta 20,1 29,6 49,1 52,6 32,2 9,8 17,0 29,8 45,5 21,3

Básica completa 13,1 11,9 7,7 5,3 10,8 9,4 11,8 10,0 6,5 9,9

Media incompleta 32,4 24,0 15,2 11,7 24,2 37,5 23,7 18,7 12,6 25,7

Media completa 20,0 17,5 12,2 9,2 16,5 19,0 20,5 16,7 11,5 17,9

Superior 13,2 14,9 9,3 6,0 12,1 23,2 24,5 20,2 11,3 21,3

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Cuadro 4.3. Población de 15 y más años, según nivel educacional y edad (Mujeres)

Nivel educacional Censo 1992 Censo 2002

15 a 30 a 45 a 60 o Total 15 a 30 a 45 a 60 o Total29 44 59 más 29 44 59 más

Sin educación 1,1 2,6 7,8 15,9 4,9 1,0 2,4 5,3 13,8 4,4

Básica incompleta 18,4 31,0 50,4 53,6 33,0 8,6 17,7 33,5 48,9 23,2

Básica completa 12,6 11,4 8,0 5,7 10,4 8,3 11,5 9,6 6,7 9,3

Media incompleta 30,5 21,7 15,8 12,8 22,6 36,8 22,0 18,7 13,4 24,6

Media completa 23,8 19,7 11,5 9,2 18,2 21,4 23,0 16,4 10,9 19,1

Superior 13,6 13,6 6,6 3,0 10,8 23,9 23,5 16,6 6,3 19,3

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Fuente: INE, Censos de Población. Elaboración propia.

Page 177: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CAMBIOS SOCIODEMOGRÁFICOS EN EDUCACIÓN

177

Gráfico 5.1. Tasa de participación según nivel educacional (hombres)

Gráfico 5.2. Tasa de participación según nivel educacional (mujeres)

46,7

72,3

79,0

68,5

78,7

71,1 71,9

48,3

63,8

76,8

66,2

80,475,9

70,7

20,0

30,0

40,0

50,0

60,0

70,0

80,0

90,0

Sineducación

Básicaincompleta

Básicacompleta

Mediaincompleta

Mediacompleta

Superior Total

20021992

Fuente: Cuadro anexo 5.1.

1992 2002

28,1

56,7

41,9

24,024,3

17,7

10,7

35,7

60,6

45,9

30,527,6

19,2

14,2

5,0

15,0

25,0

35,0

45,0

55,0

65,0

Sineducación

Básicaincompleta

Básicacompleta

Mediaincompleta

Mediacompleta

Superior Total

Fuente: Cuadro anexo 5.1.

En el gráfico anterior resalta el aumento de la participación feme-nina en la fuerza de trabajo, pasando de 28,1% en 1992 a 35,7% en el2002, mientras que en los varones se produce una leve disminución–1,2 puntos porcentuales.

Por otra parte, se observa que para el total de la población en edadde trabajar, a mayor nivel educacional, más alta es la participación labo-

Page 178: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

178

ral, alcanzando al 68,3% de la fuerza de trabajo en las personas coneducación superior, en donde, además, se da la mayor incorporaciónfemenina. Sin embargo, la población masculina que presenta mayorparticipación laboral corresponde al nivel educacional básica completa.

En el cuadro 5.1 se presenta la estructura de los ocupados segúnnivel educacional.

La estructura de la población de 15 años y más, según nivel educa-cional, muestra que la mayor proporción se concentra en los nivelessuperiores –media y educación superior–. Sin embargo, al compararlacon la que se encuentra ocupada, se observa que, mientras la mayoríade los ocupados se concentran en los niveles más altos de educación –media y superior–, aquellos que carecen de educación, representanuna parte muy menor del total de ocupados.

En el cuadro 5.2 se puede observar que al revisar la estructura delos ocupados por nivel educacional y edad, el grupo etario que concen-

Cuadro 5.1. Estructura de los ocupados y de la población mayor de 15 años por nivel educacional – 2002

Nivel educacional Población Ocupados

Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total

Sin educación 3,9 4,4 4,2 2,6 1,8 2,3

Básica incompleta 21,3 23,2 22,3 18,5 12,6 16,4

Básica completa 9,9 9,3 9,6 10,4 7,2 9,3

Media incompleta 25,7 24,6 25,1 23,7 20,4 22,5

Media completa 17,9 19,1 18,6 20,6 24,3 21,9

Superior 21,3 19,3 20,3 24,1 33,8 27,6

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Fuente: INE, Censos de Población. Elaboración propia.

Cuadro 5.2. Estructura de los ocupados según nivel educacional y edad 2002

Nivel educacional 15 a 29 30 a 44 45 a 59 60 y más Total

Sin educación 1,1 1,7 3,4 8,3 2,3

Básica incompleta 9,3 13,3 24,7 35,9 16,4

Básica completa 9,0 10,1 9,0 6,3 9,3

Media incompleta 30,4 21,7 17,7 12,6 22,5

Media completa 24,7 22,7 18,8 17,0 21,9

Superior 25,6 30,5 26,4 20,0 27,6

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Fuente: INE, Censos de Población. Elaboración propia.

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CAMBIOS SOCIODEMOGRÁFICOS EN EDUCACIÓN

179

tra el más alto nivel educacional es el que se ubica entre 30 a 44 años,que suman, entre educación media completa y superior, más del 53%dentro del total de ocupados en ese tramo de edad. En el otro extremoestán las personas de 60 y más años, quienes tienen más de un 35% desus ocupados en los niveles más bajos –sin educación y básica incom-pleta.

Es necesario destacar, al comparar la información proveniente deambos censos, que mientras en 1992 la mayor proporción de ocupadosse concentró en el nivel educacional básica completa, en el año 2002 lamayor parte de las personas empleadas tuvo un nivel superior de edu-cación, lo cual muestra la mayor importancia que adquiere a través delos años la acumulación de capital humano –cuya principal variable esla educación– en la posibilidad de estar o no ocupado, lo que vieneacompañado del importante aumento que han tenido los niveles deescolaridad en la década.

El cuadro 5.3 muestra la distribución de la población ocupada en elaño 2002 según rama de actividad económica y nivel educacional.

Se observa que las ramas que concentran la mayor parte de susocupados en el nivel de educación superior son la Financiera y Servi-cios. Mientras que la que tiene la mayor proporción de ocupados en losniveles educacionales inferiores, es agricultura, que entre básica –com-pleta e incompleta– y sin educación suman el 66,8% de sus ocupados.

Gráfico 5.3. Estructura de los ocupados según nivel educaiconal

29,0

2,5

10,9

21,820,6

15,3

2,3

16,4

9,3

22,5 21,9

27,6

0,0

5,0

10,0

15,0

20,0

25,0

30,0

35,0

Sineducación

Básicaincompleta

Básicacompleta

Mediaincompleta

Mediacompleta

Superior

1992 2002Fuente: Cuadro anexo 5.2.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

180

Esto deja entrever materias de fondo en asuntos como formación labo-ral o educación para el trabajo, especialmente dirigida a los trabajado-res vinculados a este sector. También se puede destacar que las ramasen las cuales sus ocupados se concentran en los niveles medios de edu-cación son: Industria, Electricidad, Construcción, Comercio y Trans-porte.

CONCLUSIONESDentro del conjunto de cambios sociales que se han venido dando des-de mediados de este siglo, la educación en sus múltiples dimensionesha tenido un papel clave. La educación, en las décadas de los años 50,60 y hasta fines de los 70, fue un factor de movilidad social y laboralque permitió la inserción de amplios sectores de la población. Luego,como producto de su masificación, cambios en la estructura producti-va, acompañados por una desaceleración en el crecimiento del empleoen los sectores modernos, y de las consecuencias económicas de la cri-sis de los años 80, ha perdido en parte esta función, la que tradicional-mente se señalaba como un mecanismo privilegiado del ascenso social.

En la actualidad, un buen nivel educativo constituye un indicadorde mejor condición social y contribuye a hacer posible el acceso a uncampo más amplio de posibilidades laborales.

La oferta educativa se ha expandido en forma permanente en lasúltimas décadas, llevando al país prácticamente a una universalización

Cuadro 5.3. Ocupados según rama de actividad económica y nivel educacional 2002

Rama Sin Básica Básica Media Media Superior Totaleducación incompleta completa incompleta completa

No especificada 8,3 36,8 13,4 15,4 14,6 11,5 100,0

Agricultura 6,8 42,8 17,2 16,1 10,4 6,7 100,0

Minería 1,5 11,7 7,9 22,8 22,8 33,3 100,0

Industria 1,7 15,7 10,9 29,0 23,4 19,3 100,0

Electricidad 1,0 9,2 6,7 24,8 24,6 33,7 100,0

Construcción 3,8 26,3 14,5 25,7 15,5 14,1 100,0

Comercio 1,7 11,4 7,3 26,1 30,3 23,2 100,0

Transporte 1,1 11,8 10,2 29,6 25,7 21,7 100,0

Financiero 0,8 6,1 4,3 18,0 22,4 48,4 100,0

Servicios 2,0 13,4 7,4 17,9 19,3 40,0 100,0

Total 2,3 16,4 9,3 22,5 21,9 27,6 100,0

Fuente: INE, Censos de Población. Elaboración propia.

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CAMBIOS SOCIODEMOGRÁFICOS EN EDUCACIÓN

181

de la educación básica y a una importante ampliación de la educaciónmedia y superior.

Chile, al encontrarse en una etapa más avanzada de la transicióndemográfica, ha ido disminuyendo permanentemente la proporciónde población en edad escolar, y en algunos grupos ha disminuido tam-bién en términos absolutos, como es el caso de los menores de 5 años,lo que coincide con una mayor cobertura del sistema educativo. Latendencia muestra que esta proporción seguirá disminuyendo en elfuturo, llegando incluso ser negativas las tasas de crecimiento.

Esto implicará una menor presión sobre el sistema educativo, es-pecialmente, en el nivel de enseñanza básica, debiendo por lo tanto,encaminarse los esfuerzos al mejoramiento de la calidad de la educa-ción básica, continuar con la universalización de la educación media ycon el desarrollo de la educación superior, especialmente técnico pro-fesional, buscando formas para un acceso a ella de los sectores socialestradicionalmente excluidos –becas, sistemas de créditos, subsidios, etc.

Otra evidencia a destacar, luego del análisis de los cambios en laeducación a partir de los censos, es el avance producido en el árearural. Disminuye clara e importantemente la tradicional brecha educa-cional existente entre la población urbana y rural, esto sin duda reflejaun importante avance en la educación nacional, que redunda en unmejoramiento de la calidad de vida de la población en su conjunto.

Hay un punto que no se ha tocado en este trabajo pero que esimportante mencionar y es que el sistema educativo debería estar inte-grado con el mundo del trabajo. Un aspecto clave de la educación delos trabajadores se vincula con la adquisición de conocimientos ligadosa la incorporación, adaptación y creación de innovaciones tecnológi-cas. Por lo tanto, se requiere elevar el nivel educacional de la poblaciónadulta, especialmente la que participa en la fuerza de trabajo.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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CUADROS ANEXO

Cuadro anexo 2.1. Escolaridad Promedio Población de 5 y más años según edad y sexo

Tramo de edad Censo 1992 Censo 2002

Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total

5 a 14 3,5 3,6 3,5 3,7 3,8 3,8

15 a 29 9,9 10,1 10,0 10,8 11,0 10,9

30 a 44 9,4 9,1 9,2 10,5 10,3 10,4

45 a 59 7,3 6,9 7,1 9,3 8,7 9,0

60 o más 5,8 5,6 5,7 6,9 6,2 6,5

Total 7,6 7,6 7,6 8,6 8,5 8,5

Fuente: INE, Censos de Población. Elaboración propia.

Cuadro anexo 2.2. Escolaridad Promedio Población de 5 y más años según región

Región Censo 1992 Censo 2002 Diferencia

I 8,2 9,0 0,8

II 8,2 9,1 0,9

III 7,4 8,3 0,9

IV 7,0 8,1 1,1

V 7,9 8,9 1,0

VI 6,7 7,7 1,0

VII 6,4 7,4 1,0

VIII 7,1 8,1 1,0

IX 6,5 7,5 1,0

X 6,5 7,4 0,9

XI 6,6 7,6 1,0

XII 7,9 8,9 1,0

XIII 8,3 9,1 0,8

Total país 7,6 8,5 0,9

Fuente: INE, Censos de Población. Elaboración propia.

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CAMBIOS SOCIODEMOGRÁFICOS EN EDUCACIÓN

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Cuadro anexo 2.3. Escolaridad Promedio Población de 5 y más años por área urbano-rural, segúnregión

Región Censo 1992 Censo 2002

Urbano Rural Urbano Rural

I 8,3 5,7 9,1 6,8

II 8,3 5,7 9,1 6,9

III 7,6 5,4 8,4 6,4

IV 7,8 5,1 8,6 6,1

V 8,2 5,8 9,0 7,0

VI 7,4 5,5 8,3 6,5

VII 7,3 5,0 8,2 5,9

VIII 7,7 5,0 8,6 5,8

IX 7,5 4,8 8,4 5,6

X 7,4 5,1 8,2 5,9

XI 7,1 5,1 7,9 6,0

XII 8,0 6,8 8,9 7,8

XIII 8,4 6,2 9,2 7,5

Total país 8,0 5,2 8,9 6,2

Fuente: INE, Censos de Población. Elaboración propia.

Cuadro anexo 2.4. Escolaridad Promedio de la población de 5 y más años por zona y edad

Tramos de edad 1992 2002

Urbano Rural Total Urbano Rural Total

5 a 14 años 3,6 3,2 3,5 3,8 3,6 3,7

15 a 29 años 10,4 7,5 10,0 11,2 8,9 10,9

30 a 44 años 9,8 6,2 9,3 10,8 7,5 10,4

45 a 59 años 7,8 4,1 7,2 9,5 5,7 9,0

60 años y más 6,4 3,0 5,8 7,1 3,6 6,5

Total 8,1 5,2 7,6 8,8 6,1 8,5

Fuente: INE, Censos de Población. Elaboración propia.

Page 184: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Cuadro anexo 2.5. Promedio escolaridad por deciles comunales

Deciles Esc 1992 Esc 2002 Diferencia

1 5,3 6,3 1,01

2 5,7 6,6 0,86

3 6,2 7,1 0,92

4 6,4 7,4 0,98

5 6,8 7,6 0,82

6 7,2 8,0 0,86

7 7,5 8,4 0,86

8 8,0 8,7 0,79

9 8,4 9,2 0,83

10 9,5 10,3 0,81

Total 7,8 8,7 0,85

Fuente: INE, Censos de Población. Elaboración propia.

Cuadro anexo 2.6. Promedio escolaridad por deciles y según área urbana – rural

Deciles 1992 2002 Diferencia

Urbana Rural Urbana Rural Urbana Rural

1 6,2 4,9 7,1 5,8 0,94 0,88

2 6,5 5,0 7,4 5,7 0,87 0,62

3 6,9 5,1 7,7 5,8 0,84 0,76

4 7,0 5,5 7,7 6,7 0,77 1,19

5 7,1 5,5 7,8 6,5 0,71 1,01

6 7,4 5,4 8,2 6,5 0,79 1,10

7 7,6 6,3 8,4 7,2 0,85 0,85

8 8,0 5,9 8,8 7,0 0,76 1,14

9 8,4 6,0 9,2 7,1 0,82 1,10

10 9,5 5,5 10,3 7,4 0,81 1,85

Total 8,2 5,3 8,9 6,2 0,78 0,94

Fuente: INE, Censos de Población. Elaboración propia.

Page 185: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CAMBIOS SOCIODEMOGRÁFICOS EN EDUCACIÓN

185

Cuadro anexo 2.7. Promedio escolaridad por deciles y según sexo

Deciles 1992 2002 Diferencia

Urbana Rural Urbana Rural Urbana Rural

1 5,2 5,4 6,3 6,3 1,09 0,92

2 5,8 5,7 6,6 6,6 0,77 0,95

3 6,1 6,2 7,1 7,1 0,98 0,86

4 6,3 6,5 7,4 7,5 1,05 0,92

5 6,7 6,8 7,6 7,5 0,86 0,78

6 7,2 7,1 8,1 8,0 0,90 0,82

7 7,6 7,5 8,5 8,3 0,91 0,82

8 8,0 7,9 8,8 8,7 0,80 0,77

9 8,5 8,2 9,3 9,0 0,85 0,80

10 9,7 9,3 10,5 10,1 0,84 0,79

Total 7,9 7,8 8,8 8,6 0,89 0,81

Fuente: INE, Censos de Población. Elaboración propia.

Cuadro anexo 3.1. Estructura de la población según tramos de edad

Tramos de Edad 1960 1970 1982 1992 2002

0 – 5 17,9 16,0 12,6 13,0 9,4

6 – 13 19,6 21,9 17,4 14,9 14,8

14 – 17 8,3 8,8 9,2 7,1 6,9

18 – 24 11,9 12,4 14,8 12,6 10,9

25 o más 42,4 40,9 45,9 52,5 58,0

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Fuente: INE, Censos de Población. Elaboración propia.

Cuadro anexo 3.2. Cobertura por nivel de enseñanza 1990-2000

Nivel de Enseñanza 1990 1992 1994 1996 1998 2000

Parvularia 20.9 24.7 26.9 29.8 30.3 32.4

Básica 96.8 97.3 97.6 98.2 98.3 98.6

Media 80.3 82.2 83.8 85.9 86.9 90.0

Superior 16.0 17.7 23.8 27.8 29.3 31.5

Fuente: MIDEPLAN, Situación de la Educación 2000; Encuesta CASEN.

Page 186: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

186

Cuadro anexo 3.3. Cobertura por nivel de enseñanza según región 1990-2000

Región Preescolar Básica Media

1990 2000 1990 2000 1990 2000

I 30,9 35,2 98,8 99,5 93 92,7

II 19,0 37 96,6 99,5 90,7 94

III 24,3 39,6 96,7 98,5 84,8 92,6

IV 18,1 36 96,2 98 75,5 90,2

V 20,0 34,4 96,9 98,9 84,3 93

VI 18,0 29,8 98,1 98,2 74,3 85,1

VII 16,0 28,9 93,8 98,3 68,2 85,3

VIII 17,4 28,5 97,3 98,9 77,1 89,8

IX 15,4 26,6 94,3 98,1 68,5 88,4

X 13,9 24,4 93,7 97,8 65,3 84,4

XI 16,4 38,4 96 98,5 76,7 88,9

XII 22,9 39,2 97,8 98,6 87,7 91,7

R.M. 25,2 34,7 98 98,9 85,5 91

País 32,4 96,8 98,7 80,3 90

MIDEPLAN, Elaborado a partir de Encuesta CASEN, 1990 y 2000

Cuadro anexo 3.4. Cobertura por nivel de enseñanza según área urbana-rural

Año Preescolar Básica Media

Urbano Rural Urbano Rural Urbano Rural

1990 23,8 8,5 97,9 92,6 86,3 50,0

1992 27,4 12,7 98,2 94,1 87,9 52,5

1994 29,7 13,7 98,4 94,2 88,3 56,8

1996 32,6 15,3 98,2 98,1 89,0 68,5

1998 32,4 16,9 98,7 96,1 89,4 71,5

2000 34,8 17,2 99,0 96,7 92,0 76,8

MIDEPLAN, Elaborado a partir de Encuesta CASEN 1990 a 2000

Page 187: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CAMBIOS SOCIODEMOGRÁFICOS EN EDUCACIÓN

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Cuadro anexo 4.1. Población de 15 y más años, según nivel educacional y área

Nivel educacional Censo 1992 Censo 2002

Urbano Rural Urbano Rural Urbano Rural

Sin educación 3,3 11,3 4,6 3,2 10,6 4,2

Básica incompleta 28,0 56,7 32,6 19,1 43,5 22,3

Básica completa 10,3 12,0 10,6 8,9 14,1 9,6

Media incompleta 25,6 11,8 23,4 26,4 16,4 25,1

Media completa 19,6 5,8 17,4 20,0 9,1 18,6

Superior 13,1 2,4 11,4 22,4 6,2 20,3

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Fuente: INE, Censos de Población. Elaboración propia.

Cuadro anexo 5.1. Tasa de participación según nivel educacional y sexo

Nivel educacional Censo 1992 Censo 2002

Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total

Sin educación 46,7 10,7 26,4 48,3 14,2 29,6

Básica incompleta 72,3 17,7 43,5 63,8 19,2 39,6

Básica completa 79,0 24,3 50,9 76,8 27,6 52,0

Media incompleta 68,5 24,0 46,0 66,2 30,5 48,0

Media completa 78,7 41,9 58,6 80,4 45,9 61,9

Superior 71,1 56,7 64,0 75,9 60,6 68,3

Total 71,9 28,1 49,0 70,7 35,7 52,5

Fuente: INE, Censos de Población. Elaboración propia.

Cuadro anexo 5.2. Estructura de los ocupados según nivel educacional y sexo

Nivel educacional Censo 1992 Censo 2002

Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total

Sin educación 2,7 2,0 2,5 2,6 1,8 2,3

Básica incompleta 32,2 21,3 29,0 18,5 12,6 16,4

Básica completa 11,6 9,1 10,9 10,4 7,2 9,3

Media incompleta 22,8 19,2 21,8 23,7 20,4 22,5

Media completa 18,1 26,5 20,6 20,6 24,3 21,9

Superior 12,4 21,9 15,3 24,1 33,8 27,6

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Fuente: INE, Censos de Población. Elaboración propia.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

188

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICASBanco Central; Síntesis Estadística de Chile 1997-2000.DIPRES; Series Estadísticas 1991-2001.INE; Resultados Generales Censo de la Población y Vivienda, Chile 1992.INE; Resultados del Censo 2002; CD con resultados.INE; Guía del Censista, XVII Censo de Población y VI de Vivienda.INE; Anuarios de Educación, diversos años.MIDEPLAN; Balance Económico y Social 1990-1999, diciembre de 1999.MIDEPLAN; Población, Educación, Vivienda, Salud, Empleo y Pobreza – CA-

SEN 1990; octubre 1992.MIDEPLAN; Situación de la Educación en Chile, 2000 Doc. Nº Serie Resulta-

dos CASEN, diciembre 2001.MIDEPLAN; Encuesta CASEN 2000, Manual del Encuestador, mímeo, noviem-

bre 2000.MIDEPLAN; Focalización e Impacto Distributivo de los Subsidios Monetarios,

2000 Doc. Nº 3. Serie Resultados CASEN, diciembre 2001.MINEDUC; Información proveniente de la página web.Ministerio Secretaría General de Gobierno; Censo 2002; Chile crece en equi-

dad, con resultados.OIT; A. Arenas y P. Benavides Tendencias Estadísticas en Protección Social en

Chile 1990-2000, (mímeo) 26 de abril 2002.

NOTAS1. Principales programas implementados por el Ministerio de Educación a partir de la

década pasada:– Programa de Mejoramiento de la Calidad y Equidad de la Educación (MECE) – Básicay Media.– Reforma Curricular.– Extensión de la jornada escolar.– Fortalecimiento la profesión docente.– Incremento de los niveles de educación, escolaridad y capacitación de la poblaciónmayor de 24 años.2. La Encuesta CASEN se aplica a hogares de todos los estratos socioeconómicos, selec-cionados por muestreo estratificado (región y zona), aleatorio dentro de los estratos yfinalmente por conglomerados, obteniéndose así una muestra representativa de todo elpaís. Además se obtiene representatividad regional, por zona y en algunas comunas. LaEncuesta se ha realizado en noviembre de los años 1987, 1990, 1992, 1994, 1996, 1998y 2000; la próxima se realizará en noviembre del 2003.3. Objetivos del programa de educación rural: Fortalecimiento de los profesionales, In-volucramiento de las familias, Atención de párvulos, Preocupación por Educación Es-pecial, Educación y Educación permanentes, Materiales pedagógicos.4. Las coberturas están calculadas sobre la base de la relación entre la población queasiste a un determinado nivel de enseñanza y la población del grupo etario correspon-diente.5. Cifra obtenida de la página web del Ministerio de Educación.

6. MIDEPLAN; Situación de la Educación en Chile, 2000 Doc. Nº Serie Resultados CA-

SEN, diciembre 2001.

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CAMBIOS SOCIODEMOGRÁFICOS EN EDUCACIÓN

189

7. Los datos censales no permiten distinguir entre educación superior completa e in-

completa.

8. Hay que tener presente que la información proveniente del Censo no permite anali-

zar la educación superior separándola en completa e incompleta.

Page 190: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

190

Page 191: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

191

CAPÍTULO VIFAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

LAS FAMILIAS CHILENAS EN LA DÉCADA 1992-2002

Verónica GubbinsFrancisca BrowneAndrea Bagnara

INTRODUCCIÓNLa familia, su organización y funcionamiento cotidiano, se ha consti-tuido en uno de los ámbitos de creciente interés para la sociedad chile-na. Si la preocupación por el desarrollo económico y político del paísha sido el eje de la agenda nacional en estos últimos años, la calidad devida, el desarrollo humano y las relaciones entre las personas, van siendotemáticas emergentes en el contexto de modernización del país. Surgela necesidad de avanzar hacia una mayor articulación entre lo macro ylo microsocial:

“Para hacer más sostenible el Desarrollo Humano en Chile, parecenecesario completar una lógica del nivel de vida con una lógica delmodo de vida. Los cambios registrados en los últimos años afectanespecialmente la vida cotidiana de la gente y la sociabilidad con sustejidos familiares y comunitarios, sus valores e identidades. Se puedeestablecer la hipótesis de que la trama social chilena, si bien haavanzado en aspectos cuantitativos, requiere fortalecerse en el pla-no cualitativo”1.Acercar la mirada a la dimensión cualitativa de las relaciones socia-

les, obliga a detenerse en una de las instituciones que realiza una de lasintermediaciones más relevantes entre el individuo y la sociedad: lafamilia y sus modalidades de convivencia en el Chile de hoy.

Pocos se atreven a cuestionar el lugar que ocupa la vida familiarcomo realidad relacional fundamental e insustituible para el desarrollointegral de las personas y la integración social de estas. Es el lugar don-de se forja la cultura y donde se transmiten la memoria y la herenciacultural de la humanidad. Es en ella donde se aprenden formas deenfrentar y resolver conflictos, el desempeño de roles y responsabilida-

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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des entre hombres y mujeres, el ejercicio de la libertad y autonomíapersonales, el compromiso, la solidaridad y la búsqueda del bien co-mún2.

Desde la perspectiva de los hijos e hijas que en ella viven, la vidafamiliar es el contexto primario de formación y socialización. Desde lospadres, el de desarrollo y realización personal. Ir haciéndose adulto enfamilia, supone el establecimiento de un compromiso de relacionesíntimas y privilegiadas, con al menos otra persona. De esta manera, lasfamilias no son solo núcleos de subsistencia y reproducción, sino ám-bitos de existencia en común, de comunicación, de afecto y de inter-cambio sexual. La forma en que cada familia, concreta y actúa estosrecursos, definirá la naturaleza de su organización interna y la calidadde las relaciones en su interior3.

A pesar de que el estudio de las familias ha tenido poco desarrollodesde las Ciencias Sociales, en Chile y América Latina, ha estado mar-cado por importantes investigaciones demográficas4. Estas se refierenbásicamente a la dimensión estructural de las familias en términos decomposición, tamaño, comportamiento reproductivo, entre otros.

Durante el año 2002 se realizó un nuevo Censo de Población yVivienda. No obstante las limitaciones que impone el instrumentoempleado5, el estudio arroja interesantes antecedentes que puedencontribuir a profundizar el estudio de las familias en nuestro país.

El presente trabajo tiene como principal propósito, describir las for-mas que adopta la vida en familia en Chile e identificar algunos de susprincipales cambios –en la última década– sobre la base de los datosprovistos por los censos de población y vivienda de los años 1992 y2002.

Se ha utilizado como unidad de análisis el concepto de hogar em-pleado por el Instituto Nacional de Estadísticas. Este alude al “conjuntode una o más personas que, unidas o no por relación de parentesco, compartenla alimentación y el presupuesto y habitan la misma vivienda o parte de ella”(INE, 2002). De esta manera, la noción de familia empleada en el pre-sente estudio, se hará equivalente a la de hogar6.

Esto significa que cuando se hable de familia, esta debe ser enten-dida como aquel grupo de personas que cohabitan en una misma vi-vienda, quedando excluido del análisis otros miembros que –aunqueunidos por lazos de parentesco, filiación o alianza con la jefatura dehogar encuestado– residen en otra vivienda. Se excluyeron, además,los hogares colectivos.

No hay aquí una descalificación de la noción subjetiva de familiadel ciudadano común que, en muchos casos, trasciende los límites físi-

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

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cos que impone la vivienda, la ciudad o una región del país, sino sim-plemente lo que era viable hacer dado el contexto de información li-mitado que arroja el censo a estos efectos.

Para profundizar los modos específicos en que se estructura la vidafamiliar en Chile se ha tomado además, la tipología de hogares em-pleada por el Instituto Nacional de Estadísticas7. Estas categorías resul-tan especialmente necesarias en el contexto de diversidad que caracte-riza la vida familiar en Chile y que ha sido sostenidamente demostradaen los estudios de la familia realizados en estos años.

El presente documento se organiza en torno a tres secciones. Laprimera describe la evolución de la estructura familiar durante los años1992 y 2002. La segunda, profundiza en algunos tipos de familias quepresentan el mayor cambio en la última década: los hogares uniperso-nales y monoparentales. Se incluye además una caracterización másdetallada de las jefaturas femeninas como modalidad de creciente au-mento en nuestro país. La tercera ahonda el análisis de las uniones depareja que muestra un aumento de convivencias en los últimos años.Es relevante destacar aquí que, para el caso de la segunda y tercerasección en particular, muchos de los cambios observados siguen la ten-dencia de la población en general, lo que será señalado. Por otra partey atendiendo a la reducción de nacimientos en los últimos años, lacuarta sección se detiene en el conocimiento de aquellos hogares enque existen niños/as entre 0 y 5 años. Finalmente, el documento fina-liza con un capítulo donde se exponen las conclusiones extraídas delos análisis realizados en los capítulos precedentes.

1. CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA DE LASFAMILIAS CHILENAS

El aumento de población descrito en la última década en el país, se haequiparado con el aumento del número de viviendas –3.101.356 en1992 a 3.899.448 el 2002– y de los hogares –3.293.779 en 1992 a4.141.427 el 2002–. Hoy en día existe un 25.7% más de hogares queen la década anterior.

Si bien la mayor parte de los/as chilenos/as viven en hogares, el83.5% lo hace en familia8.

No obstante, es importante señalar que una misma vivienda puedealbergar en su interior a más de un hogar. Es así como un 10.5% de loshogares chilenos comparten una misma vivienda. Proporción que seha mantenido entre los años 1992 y 2002 (Gráfico Nº 1).

Son los hogares biparentales –con padre y madre– los que tienden,en mayor proporción, a compartir la vivienda con otros hogares. De

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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estos, el 45,8% lo constituyen las familias nucleares biparentales y el11,8% extensas biparentales (Gráfico Nº 2).

Gráfico Nº 1. Número de hogares en la vivienda según Censos 1992-2002

Gráfico Nº 2. Distribución de los hogares año 2002 por tipo de hogar según si comparten la vivienda

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

1992 2002

1 2 y más

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30

40

50

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Unipersonal Nuclearmonoparental

Nuclearbiparental

Extensabiparental

Extensamonoparental

Compuesta Sin núcleofamiliar

Si No

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Se hace más evidente la heterogeneidad en los modosde vivir en familia en Chile

Si bien los hogares nucleares con hijos/as se mantienen como la es-tructura familiar predominante en nuestro país –47,8% del total dehogares del país–, estas presentan una leve disminución respecto delaño 1992 – 50,2%– (Cuadro Nº 3 en Anexos).

Al analizar internamente estos hogares9, se observa el aumento delos monoparentales –a cargo de un jefe de hogar–, –de 8,6% a 9,7%– ylos nucleares biparentales sin hijos/as –7,5% a 9,3%–. En contraposi-ción, disminuyen los hogares formados por ambos padres e hijos/as–41,6% en 1992 a 38,1% el 2002– (Gráfico Nº 3).

Es decir, un poco más del tercio de las familias en Chile se estructu-ran de acuerdo al modelo considerado “ideal” en nuestra cultura.

El aumento de hogares monoparentales no es un fenómeno nuevoen el país. Este hecho se venía perfilando en el último Censo de Pobla-ción y Vivienda (1992) y en los análisis de MIDEPLAN basados en laEncuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN)10. Sinembargo, resulta algo más novedoso constatar el aumento de parejas sinhijos/as, sea como postergación de la parentalidad, incapacidad de te-nerlos u opción de vida para un número creciente de parejas chilenas.

Una segunda tendencia de cambio relevante de destacar aquí es elsignificativo aumento de hogares unipersonales en la última década–8,5% (1992) a 11,6% (2002)– (Gráfico Nº 3). En la segunda seccióndel presente documento realizaremos una caracterización más precisade estos hogares.

Gráfico Nº 3. Distribución de los hogares por año censal según tipo de hogar

Nuclearmonoparental

sin hijos

Nuclearmonoparental

con hijos

Nuclearbiparentalcon hijos

Nuclearbiparentalsin hijos

Extensabiparental

Extensamonoparental

Familiacompuesta

Hogarsin núcleo

0

5

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45

1992 2002

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Baste decir aquí que los datos obtenidos dan cuenta de un procesocreciente de mayor complejidad en la actual heterogeneidad que seaprecia en las estructuras familiares chilenas. Proceso que ya se insi-nuaba en las décadas anteriores y que se refleja en el aumento de loshogares unipersonales, los hogares nucleares monoparentales y lasparejas sin hijos/as. Resulta interesante preguntarse, además, si la so-ciedad chilena se está viendo enfrentada a una reducción de la familianuclear tradicional, tan importante en las décadas anteriores11.

Lo urbano como factor “estructurante” de lavida familiar chilena

La década de los cincuenta estuvo marcada –asociada a la fuerte indus-trialización de nuestro país– por una fuerte migración desde el sectorrural a las ciudades, el que se mantuvo de manera sostenida en lasúltimas décadas (Muñoz y Reyes, 1995).

No obstante, la necesidad de contar con un análisis más detalladode las características de la movilidad residencial en Chile12, el análisisde la distribución de los hogares chilenos por zona urbano-rural señalaque las ciudades siguen concentrando la mayor proporción de hogaresdel país –86,6 % al año 2002– (Cuadro Nº 4 en Anexos). Esto constitu-ye un aumento de un 2,5% en relación al año 1992 (Gráfico Nº 4).Asimismo, las zonas rurales están viendo disminuir la proporción dehogares de 15,8% el año 1992 a 13,3% el 2002.

Lo anterior, permite concluir la fuerte influencia cultural de la vidaurbana en los modos de vivir en familia, tanto en lo que se refiere a

Gráfico Nº 4. Distribución de los hogares por año censal según zona urbano-rural

0

20

40

60

80

100

1992 2002

RuralUrbano

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uniones de pareja, ejercicio de la parentalidad, relación con la familiade origen, entre otros aspectos relacionados con la vida familiar.

Se reduce el tamaño de las familias chilenasDentro de las características que podrían configurar la nueva culturaurbana de las familias chilenas, está la fuerte disminución en el tama-ño de los hogares.

Es así como el promedio de integrantes del hogar para el año 1992era de 4 personas el año 1992 y de 3,6 personas para el año 2002.

Esta reducción de tamaño promedio de las familias chilenas se des-cribe para todos los hogares, independientemente del tipo de estructu-ra de que se trate (Gráfico Nº 5).

La mayor proporción de hogares en Chile continúa concentrándo-se entre los 3 y 4 integrantes por hogar –44.9% de los hogares del paísel año 2002–. No obstante, destaca el aumento en la proporción defamilias pequeñas13 –22,9% en 1992 a 29,2% el 2002– (Cuadro Nº 5en Anexos). Asimismo, se reduce la proporción de familias numero-sas14 en todas las estructuras familiares.

Un análisis más detallado por tipo de hogar permite describir que,a pesar de la reducción sostenida del tamaño, en todas las estructurasfamiliares, las familias extensas biparentales -40%– y las compuestas –46%– continúan concentrando más cantidad de integrantes en el ho-gar. Por otra parte, los hogares con menor número de integrantes (2,7),corresponden a las familias nucleares monoparentales (Gráfico Nº 6).

La disminución del tamaño de las familias se podría vincular, entreotros factores, al aumento de la esperanza de vida, al descenso de lafecundidad, el espaciamiento de los hijos/as, al aumento de los hoga-res nucleares sin hijos/as, monoparentales y hogares unipersonales yamencionados.

Las uniones de pareja se legalizan menosEn relación al estado civil del jefe de los hogares del país se observa quese mantiene una importante proporción de hogares cuyos jefes de ho-gar son casados/as –58,1% el año 2002–, aún cuando estos han dismi-nuido en forma importante en relación al año 1992 –66,6%– (CuadroNº 7 en Anexos).

En contraposición, se aprecia un importante aumento de los con-vivientes, los solteros/as y los separados/anulados/as (Gráfico Nº 7).

Es posible suponer aquí, que los matrimonios o uniones legales es-tén disminuyendo o se realicen más tardíamente, para el caso de la dis-minución de jefes de hogar casados/as y el aumento de los solteros/as.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Gráfico Nº 5. Distribución de los hogares por año censal según número de integrantes del hogar

Gráfico Nº 6. Promedio de integrantes del hogar

Gráfico Nº 7. Distribución de los hogares por año censal según estado civil del jefe de hogar

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5

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20

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1 2 3 4 5 6 7 Más de8

20021992

Unipersonal NuclearMonoparental

NuclearBiparental

ExtensaBiparental

ExtensaMonparental

Compuesta Total0

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Sin núcleofamiliar

1992 2002

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50

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Casado/a Conviviente Soltero/a Viudo/a Separado/Anulado(a)

20021992

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Para el caso del aumento en la proporción de jefes de hogar convi-vientes –y no obstante que los datos del Censo no consideran las even-tuales uniones anteriores del jefe de hogar– los datos podrían estarseñalando una imposibilidad de legalizar nuevas uniones por matri-monios anteriores no anulados. Por otra parte, este fenómeno podríaestar expresando un nuevo modo de unión de pareja que premedita-damente opta por prescindir de su legalización para constituirse. En latercera sección de este trabajo intentaremos profundizar un poco másen torno a esta nueva realidad emergente en nuestro país.

A pesar delas limitaciones anteriores, es posible ser más categóricorespecto al aumento de jefes de hogar separado/anulados/as que seregistran en la última década –6,4% el año 1992 a 8,1% el 2002–: elaumento de rupturas matrimoniales es un fenómeno en creciente au-mento. Dado el sub-registro antes señalado no es posible en este estu-dio aventurarse a dimensionar la magnitud del fenómeno.

Sin embargo, es posible concluir que la creciente visibilidad de lasconvivencias junto al aumento de los separado/anulados/as y la dismi-nución de los matrimonios constituyen una realidad que ubica a lasfamilias chilenas en un contexto de cambio y de probable aumento dela inestabilidad de los vínculos de pareja que en décadas anteriores.

2. EMERGE EL INDIVIDUO EN LOS HOGARES CHILENOSObservábamos, anteriormente, la heterogeneidad que caracteriza la vidafamiliar en Chile, en términos de composición y tipos de unión de pa-reja. No obstante, la complejidad aumenta cuando se suma la reduc-ción de su tamaño y en especial cuando se analizan los hogares conmayor variación en estos diez años: el aumento de hogares uniperso-nales, nucleares monoparentales y nucleares biparentales sin hijos/as.

En esta sección abordaremos con mayor profundidad la descrip-ción de los dos primeros. A saber, los hogares constituidos por un jefe/a de hogar sin hijos/as –pero que puede tenerlos extraresidencialmen-te– y el jefe/a de hogar con hijos/as o hijastros/as –hogares monopa-rentales– (INE, 2002). Los hogares nucleares biparentales sin hijos/asserán analizados en la sección siguiente a partir de un análisis más finode los modos de unión de pareja: convivencias y parejas casadas.

De estos hogares la mayor variación la presentan los hogares uni-personales –8,2% en 1992 a 11,5% el año 2002– (Cuadro Nº 3 enAnexos).

2.1. Los hogares unipersonalesAunque se mantiene la distribución nacional de los hogares uniper-sonales a lo largo del país, respecto al año 1992, estos han aumentado

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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en las zonas urbanas y disminuido en las zonas rurales (Gráfico Nº 8).La mayor proporción de estos se encuentra en la Región Metropo-

litana –38,4% del total de hogares unipersonales del país-. El incre-mento mayor se ha producido en la X Región –6,1 a 7,3% de los hoga-res unipersonales del país–, le sigue la Región Metropolitana –37,8% a38,4%– y la VIII Región –10,3% a 10,9% de los hogares unipersonalesdel país– (Gráfico Nº 9 y Cuadro Nº 9 en Anexos).

Se aprecia un mayor predominio de varones que mujeres en estoshogares –54,4% y 45,6%, respectivamente–, situación que se mantie-ne en la última década (54,8% de varones y 45,2% de mujeres) (Grá-fico Nº 10 y Cuadro Nº 10 Anexos).

Los adultos solteros/as y separado/anulados/as optan por loshogares unipersonales

Dentro de los hogares unipersonales se mantiene el predominio, desdeel año 1992, de solteros/as –42,2% en 1992 y 44,5% el 2002.

El mayor aumento se aprecia en aquellos hogares constituidos porpersonas solteras y separadas o anuladas –15,5% de los separados/asen 1992 a 18,2% el año 2002– (Gráfico Nº 11 y Cuadro Nº 11 Anexos).

Desde el punto de vista de la edad y sexo, el mayor aumento seaprecia en los varones que se ubican en el tramo de 35 a 44 años –12,9%a 14,6%–. Dentro de estos los solteros/as son los que presentan mayorvariación respecto de los separados/anulados (Gráficos Nº 12, 13 y 14).No obstante, aunque se mantiene la mayor proporción en el tramo de

Gráfico Nº 8. Distribución de los hogares unipersonales por año censal según zona urbano-rural

1992 20020

10

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50

60

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RuralUrbano

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

201

Gráfico Nº 9. Distribución de los hogares unipersonales por año censal según región

Gráfico Nº 10. Distribución de los hogares unipersonales por año censal según sexo del integrante

Gráfico Nº 11. Distribución de los hogares unipersonales por año censal según estado civil

0

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10

15

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35

40

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I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII RM

1992 2002

05

101520253035404550

Casado/a Conviviente Soltero/a Viudo/a Separdo/Anulado(a)

20021992

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1992 2002

MujerHombre

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202

Gráfico Nº 12. Distribución de los hogares unipersonales por año censal según tramos de edad

Gráfico Nº 13. Distribución de los hogares unipersonales entre 35 y 44 años por año censal según sexo

edad de 65 a 74 años de edad al año 2002, este disminuye a 0,6% conrespecto al año 1992.

La mujer soltera y profesional adquiere cada vezmás independencia

Pese al predominio de varones solteros/as en los hogares unipersonalesdel país, se aprecia un aumento de los hogares que comparten la vivien-da con otros hogares –1,1% respecto al año 1992– (Cuadro Nº 15). Den-

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

203

Gráfico Nº 14. Distribución de los hogares unipersonales entre 35 y 44 años por año censal segúnestado civil

Cuadro Nº 15. Distribución de los hogares unipersonales por año censal según si comparten lamisma vivienda, porcentajes

Comparten la misma vivienda 1992 2002

Sí 8,3 10,4

No 91,7 89,6

Total 100 100

tro de estos el mayor aumento se observa en los varones –de 50,04% a58,2%.

Sin embargo, un dato novedoso resulta el aumento de los hogaresunipersonales de mujeres que residen solas –no comparten la viviendacon otro hogar– (Cuadro Nº 16 en Anexos), el 34,6%.

Con el fin de profundizar en aquellos hogares unipersonales quecomparten la vivienda, se presenta en el gráfico siguiente sólo aquellosque comparten la vivienda según tramos de edad. Se aprecia que laspersonas que viven con otras bajo un mismo techo se encuentran prin-cipalmente entre los 24 y 44 años –20% de los hogares unipersonalesque comparten la vivienda– (Cuadro Nº 17 en Anexos).

El mayor incremento, desde el año 1992, se registra en jóvenesentre los 14 y 24 años –11,5% a 13,%– y luego, las personas entre 25a 34 años de edad –8,01% a 10,5%. Aunque menos significativo quepara los tramos de edad anteriores, se observa un leve aumento tam-bién de los hogares unipersonales de personas mayores de 85 años deedad –2,4% a 2,7%–.

Por otra parte, si en la década pasada la mayor parte de los hogaresunipersonales que compartían la vivienda se distribuían entre perso-nas mayores de 44 años, actualmente se observa una disminución enestos tramos de edad hasta los 84 años de edad (Gráfico Nº 17).

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

204

Se visualiza así una nueva tendencia al aumento de hogares uni-personales con personas menores de 34 años de edad y mayores de 85años que comparten la vivienda con otras familias y aumentan las per-sonas entre los 44 y 84 años de edad que viven en viviendas indepen-dientes.

Lo anterior podría estar relacionado con una mayor escolaridad ycalificación ocupacional que permite, hoy más que antes, la autono-mía económica. Esta autonomía posibilitaría solventar de mejor formauna vida independiente. Así se demuestra cuando se analizan los ho-gares unipersonales que presentan más aumento según escolaridad yestrato ocupacional (Gráfico Nº 16 y 17 respectivamente).

Volviendo a los hogares unipersonales en general, más de la mitadno superaban los 9 años de estudio el año 1992. Estos han disminuidoen el 2002 habiendo aumentado considerablemente las personas solasde 13 y más años de estudio –de 12,4% en 1992 a 24,5% en 2002–(Cuadro Nº 18 en Anexos). Asimismo, mientras que en 1992 las perso-nas solas eran principalmente obreros no calificados y jubilados o pen-sionados, en el año 2002 estas personas son ahora principalmente pro-fesionales y técnicos o corresponden a otra situación (Cuadro Nº 19 enAnexos). Lo anterior no escapa a la tendencia observada en la pobla-ción en general.

2.2. Los hogares nucleares monoparentalesLos hogares monoparentales representan el 16,4 % de los hogares delpaís. Sin embargo, dentro de estos, los hogares nucleares monoparen-

Gráfico Nª 15. Distribución de los hogares unipersonales que comparten la vivienda por año censalsegún tramos de edad

0

5

10

15

20

25

14-24 25-34 35-44 45-54 55-64 65-74 75-84 85 ymás

1992 2002

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

205

Gráfico Nº 17. Distribución de los hogares unipersonales por año censal según estrato ocupacional

Gráfico Nº 16. Distribución de los hogares unipersonales por año censal según escolaridad

tales esto es, aquellos compuestos por un solo jefe de hogar y sus hijos/as, constituyen el 9,4%.

Aunque no representa una de las estructuras familiares predomi-nantes del país, destaca el aumento que ha ido teniendo en los últimosaños. De hecho, ya en 1992 representaban el 8,6%, aumentando a9,7% el 2002.

El mayor aumento se ha producido en las zonas urbanas del país –de 87,9% a 89,9%– acompañado de una leve disminución en las zonasrurales –de 12,1% a 10,1%– (Cuadro Nº 20 en Anexos).

Ninguno 1-9 años 10-12 años 13 y más0

10

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1992 2002

Empleadores Empleados y trabajadores

Obrerocalificado

Obrerono calificado

Jubilados yPensionados

No responde0

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30

Profesionalesy Técnicos

Quehaceresdomésticos

Otrasituación

1992 2002

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Los varones comienzan a hacerse cargo de sus hijos/asLa mayor proporción de hogares nucleares monoparentales con hijos/as son jefaturados por una mujer –85,1% del total de hogares nuclea-res monoparentales del país–. Sin embargo, un análisis más fino de lastendencias de cambio, dan cuenta de un fenómeno interesante: se hacevisible, al año 2002, un ligero aumento de hogares jefaturados por va-rones respecto a lo apreciado en el año 1992 –14,9% frente a un 14,7%,respectivamente (Gráfico Nº 19).

Por otra parte, predominan al año 2002, los hogares jefaturadospor una persona separado/anulado/a –29,4%–, viudos/as –25,3%– yun poco más atrás los solteros/as –22,4%.

Resulta importante consignar además, que el aumento de hogaresmonoparentales en la última década se relaciona con el importanteaumento de jefes/as de hogar solteros/as –de 18,4% a 22,8%– y sepa-rados/anulados/as –24,8% a 29,4%–. Se suma a lo anterior la dismi-nución en los hogares jefaturados por viudos/as –de 29,4% a 25,3%–.Cabe destacar aquí también, tal como lo veíamos anteriormente, lafuerte disminución de jefes de hogar casados/as en este tipo de hogares–de 25,3% a 20%–, lo que proporcionalmente resulta más significativoque la disminución de jefes de hogares viudos/as antes señalados (Grá-fico Nº 19).

Tenemos entonces, una mayor proporción de hogares monoparen-tales nucleares con hijos/as a cargo de solteros/as y separados/anula-

Gráfico Nº 18. Distribución de hogares nucleares monoparentales por año censal según zonaurbano-rural

0

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40

60

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1992 2002

Urbano Rural

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

207

Gráfico Nº 19. Distribución de hogares nucleares monoparentales por año censal según sexo del jefede hogar

Cuadro Nº 22. Distribución de hogares nucleares monoparentales por año censal según estado civildel jefe de hogar, porcentajes

Estado civil 1992 2002

Casado/a 25,5 19,6

Conviviente 2,2 2,5

Soltero/a 18,3 22,7

Viudo/a 28,9 25,9

Separado/Anulado(a) 25,1 29,3

Total 100 100

dos que en la década anterior. Dentro de estos, emerge lentamenteuna nueva realidad sociocultural, los varones comienzan a asumir latuición de sus hijos/as.

Las edades de los jefes de hogar monoparentales se encuentranpreferentemente en el rango de 35 a 54 años en ambos años. En el año2002, la mayor concentración se encuentra en el tramo 35 a 54 años,disminuyendo los menores de 35 años, aumentando las personas entre45 y 54 años y los mayores de 65 años (Cuadro Nº 23 en Anexos).

Aumenta la mujer profesional sola, con un hijo/a a su cargoMás allá de aventurarse a inferir el perfil de las jefaturas de hogar –estoes la eventual disminución de las madres solteras jóvenes y el aumento

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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de las madres solteras mayores y los separados/anulados/as de media-na edad– presentamos a continuación un mayor detalle de los hogaresubicados en el tramo de edad que ha presentado mayor variación enlos últimos años: 45 a 54 años.

Se observa que estos hogares están formados principalmente pormujeres –83,6%– aún cuando los formados por hombres aumentaronen 0,6% desde el año 1992 (Cuadro Nº 24 en Anexos).

El mayor aumento se encuentra en los hogares con dos integran-tes, es decir con un hijo/a a cargo –de 44,2% a 50,5% el año 2002. Elresto de los hogares, con 3 o más integrantes, presenta una disminu-ción, especialmente aquellos con 4 integrantes. Cuestión que se rela-ciona con la reducción del tamaño de los hogares chilenos visto en lasección anterior (Gráfico Nº 22).

Aunque persiste el predominio de hogares con jefaturas de hogarcon educación básica completa o incompleta –57,7% en 1992 y 44,0%el 2002–, estas han disminuido de manera significativa en la últimadécada, conforme la tendencia de aumento de escolaridad en la pobla-ción en general.

En contraposición, los hogares monoparentales, en que el padre omadre tiene más de 13 años de estudio, se ha duplicado entre los años1992 y 2002 (Gráfico Nº 23).

Desde el punto de vista del estrato socio ocupacional del jefe dehogar, la mayor proporción continúa en el estrato “Quehaceres do-mésticos”, a pesar de la disminución presentada el año 2002 –37,6% el

Gráfico Nº 20. Distribución de hogares nucleares monoparentale por año censal según tramos deedad del jefe de hogar

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

209

Gráfico Nº 21. Distribución de los hogares monoparentales entre 45 y 54 años por año censal segúnsexo

Gráfico Nº 22. Distribución de hogares nucleares monoparentales por año censal según número deintegrantes del hogar

año 1992 y 29,5% el 2002–. La mayor variación en términos de au-mento se describe en el estrato profesional y técnicos, empleados ytrabajadores de servicio y obreros no calificados (Gráfico Nº 27), en lalínea de la tendencia en la población en general.

Podemos pensar, entonces, que nos encontramos ahora en presen-cia de un mayor número de madres o padres que viven solos con unhijo(a) y que corresponden a un nivel sociocultural mayor. El aumen-

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Gráfico Nº 23. Distribución de hogares nucleares monoparentales por año censal según escolaridaddel jefe de hogar

Gráfico Nº 24. Distribución de hogares nucleares monoparentales por año censal según estrato socioocupacional del jefe de hogar

to de la escolaridad ha permitido que un mayor número de mujeres,probablemente profesionales separado/as o solteras, vivan actualmen-te solas con sus hijos/as.

La mujer jefa de hogar en ChileDado el interés que ha suscitado el aumento de mujeres jefas de hogar,en los últimos años, pareció necesario profundizar en las tendencias decambio presentadas por estos hogares en la última década. Se conside-

Ninguna 1-9 años 10-12 años 13 y más

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

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raron como jefas de hogar aquellas mujeres que se declaran como ta-les, que no viven con pareja, que trabajan y viven con sus hijos/as.

La mayor proporción de ellas reside en zonas urbanas del país –95,9%–, porcentaje que se ha mantenido constante desde el año 1992.

También, la mayor parte de ellas se ubica en la Región Metropoli-tana, cuestión que ha ido disminuyendo desde el año 1992 –50,6% y47,1%, respectivamente– (Cuadro Nº 29 en Anexos). La mayor varia-ción se ha presentado en las regiones VIII y IX Región donde se havisto un leve aumento desde el año 1992.

Uno de los cambios más relevantes se ha presentado en relacióncon la escolaridad de estas mujeres. Si en 1992, aquellas con educaciónbásica completa o incompleta constituían el 49,5% de este tipo de hogar,10 años después, estas se reducen –a 33,9%– para dejar paso a jefaturasde hogar femeninas con mayor escolaridad. El mayor aumento se pro-duce en las jefas de hogar con más de 13 años de escolaridad –de 17,3%a 31,9%– (Cuadro Nº 30 en Anexos).

Casi la mitad de las jefas de hogar –47,7%– viven con un hijo y untercio de ellas vive con dos hijos/as, presentando una estructura máspequeña que los años anteriores (Cuadro Nº 31 en Anexos).

El año 1992, era preferentemente separadas –36%–. Actualmente,se distribuyen en prácticamente un tercio –38,1%– entre separadas oanuladas y casi otro tercio –32,8%– en solteras. El mayor aumento seha producido entre las solteras. (Gráfico Nº 29).

Esto significa que en la actualidad, hay más mujeres jefas de hogarsolteras que separadas en comparación con una década atrás.

Gráfico Nº 25. Distribución de hogares con jefatura de hogar femenina por año censal según zona

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RuralUrbano

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Gráfico Nº 26. Distribución de hogares con jefatura de hogar femenina por año censal según región

Gráfico Nº 27. Distribución de hogares con jefatura de hogar femenina por año censal segúnescolaridad de la jefa de hogar

Casi dos tercios de las jefas de hogar –82,2%– viven solas con sushijos/as situación que alcanzaba al 79,8% en el año 1992 (Gráfico Nº 30).

Esto significa que las jefas de hogar han experimentado una mayorautonomía. Esta mayor autonomía que le permite a ella sola formarun hogar con sus hijos/as lo ha posibilitado el mayor nivel de escolari-dad experimentado por la población y que no ha dejado fuera a estesector de la misma. Suponiendo equivalentes las jefas de hogar a loshogares nucleares monoparentales, el que estas mujeres se encuen-

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Ninguno 1-9 años 10 - 12 años 13 y más

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

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Gráfico Nº 28. Distribución de hogares con jefatura de hogar femenina, por año censal segúnnúmero de hijos

Gráfico Nº 29. Distribución de hogares con jefatura de hogar femenina por año censal según estadocivil de la jefa de hogar

tren en una etapa adulta, contribuye a aumentar sus oportunidades deindependencia.

3. LA CONVIVENCIA COMO NUEVA FORMA DE UNION DE PAREJASi bien las uniones de pareja basadas en el matrimonio siguen siendopredominantes en nuestro país –58,1%– su disminución en la últimadécada y el importante incremento de convivencias –de 6,2% a 9,7%en el año 2002– plantea la necesidad de dedicarles una sección espe-cial. Esta estará orientada a la caracterización más detallada de ambosmodos de unión de pareja de manera de aumentar la comprensión delos factores que podrían estar en la base de los cambios identificados.

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3.1. Caracterización de los hogares cuyos jefes de hogarestán casados

Consistentes con la creciente urbanización de los hogares chilenos, loshogares cuyos jefes de hogar están casados han aumentado en las zo-nas urbanas y disminuido en las zonas rurales del país. Se mantiene lamisma proporción entre ambas zonas en los dos años estudiados (Cua-dro Nº 35 en Anexos).

Tampoco se relevan cambios significativos por Región (Cuadro Nº36 en Anexos). La mayoría de estos hogares son pequeños y con nomás de 2 a 4 hijos/as. No obstante, el mayor aumento se aprecia entrelos hogares casados con un solo hijo/a –de 15,8% a 20,2%–. (GráficoNº 34).

Se retrasa la parentalidad en las parejas casadas adultasLa mayor proporción de parejas casadas tienen un solo hijo/a y se en-cuentran principalmente en el tramo de 25 a 54 años –33,4%– habien-do disminuido considerablemente aquellos cuyo jefe de hogar tieneentre 25 y 34 años en los últimos años –de 32,1% a 22,5%– (CuadroNº 38 en Anexos). Es decir, constituyen parejas adultas.

Disminuyen los matrimonios en los jefes de hogar de religión católicaAunque las parejas casadas de religión católica representan la mayorproporción de los hogares casados del país, estas han disminuido res-pecto al año 1992 –77,6% y 72%, respectivamente–. Por otra parte, se

Gráfico Nº 30. Distribución de hogares con jefatura de hogar femenina por año censal segúnexistencia de otro pariente o no pariente dentro de hogar

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1992 2002

Si No

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

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Gráfico Nº 31. Distribución de hogares en que los jefes de hogar están casados por año censal segúnnúmero de hijos

Gráfico Nº 32. Distribución de los hogares 2002 cuyo jefe de hogar está casado y que tienen un hijopor año censal según edad del jefe de hogar

aprecia un aumento en los jefes de hogar de religión evangélica –de11,8% a 15,5%– que sigue la evolución de la religión en la poblaciónen general (Cuadro Nº 39).

En relación con la escolaridad y estrato socio ocupacional del jefede hogar casado, han aumentado considerablemente los matrimonioscasados cuya escolaridad supera los 13 años de estudio –de 13,9% a25,3%–, tendencia compartida por la población en general. Aunque semantiene una mayor proporción de parejas casadas en los hogares cuyo

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1992 2002

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Cuadro Nº 39. Distribución de hogares en que los jefes de hogar están casados por año censal segúnreligión del jefe de hogar, porcentajes

Religión 1992 2002

Católica 77,7 72,2

Evangélica 11,8 15,5

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Gráfico Nº 34. Distribución de hogares en que los jefes de hogar están casados por año censal segúnescolaridad del jefe de hogar

Gráfico Nº 35. Distribución de hogares en que los jefes de hogar están casados por año censal segúnestrato socio ocupacional del jefe de hogar

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Ninguna 1-9 años 10 - 12 años 13 y más

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Otrasituación

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

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jefe/a tiene educación básica completa e incompleta –40,6%– estos hanido disminuyendo respecto al 32,7% en el año 1992 (Cuadro Nº 41 enAnexos).

De la misma manera, el mayor aumento se observa en los matri-monios casados formados por profesionales y técnicos.

3.2. Caracterización de los hogares cuyos jefes de hogarson convivientes

Si bien la convivencia como forma de unión de pareja mantiene simi-lar proporción entre la zona urbana y rural en el período 1992-2002–83,1% y 85,9%–, se observa un leve aumento en la zona urbana yrespectiva disminución en la zona rural –de 16,6% a 14,3% de las con-vivencias del país– (Cuadro Nº 42 en Anexos).

Un poco más de un tercio de las convivencias residen en la RegiónMetropolitana del país –40%–. Sin embargo, estas presentan una levedisminución desde el año 1992 –40,7%–. El mayor aumento se produ-ce en la X Región –de 7% a 8,1%– (Cuadro Nº 43 en Anexos).

Aumentan las convivencias en parejas adultas con un hijo/aAunque se observa un 26,4% de parejas convivientes sin hijos/as, elmayor aumento se produce en las parejas con un hijo/a –de 29,1% a32,6%– (Cuadro Nº 44 en Anexos).

La mayoría de ellos se concentra entre los 25 y 44 años, habiendoexperimentado el mayor aumento respecto a 1992 aquellos cuyo jefe

Gráfico Nº 36. Distribución de hogares en que los jefes de hogar conviven por año censal según zona

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RuralUrbano

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

218

Gráfico Nº 37. Distribución de hogares en que los jefes de hogar conviven por año censal segúnregión

Gráfico Nº 38. Distribución de hogares en que los jefes de hogar conviven por año censal segúnnúmero de hijos

de hogar tiene entre 35 y 44 años. Respecto a estos últimos es posiblepensar que puedan haber tenido alguna unión matrimonial anterior –no registrable por el Censo– y que han formado un nuevo hogar basa-do en la convivencia.

I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII RM0

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

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Los hogares cuyos jefes de hogar están unidos por convivencia sonprincipalmente católicos, dada la preponderancia de esta religión en elpaís. Sin embargo, han disminuido las uniones de convivencia de cató-licos en relación al año 1992 y han aumentado las de evangélicos y sinreligión (Gráfico Nº 40). Una tendencia similar fue descrita para el casode los hogares con jefatura de hogar casada y de religión católica yevangélica.

Gráfico Nº 39. Distribución de hogares en que los jefes de hogar conviven por año censal segúntramos de edad del jefe de hogar

Gráfico Nº 40. Distribución de hogares en que los jefes de hogar conviven por año censal segúnreligión del jefe de hogar

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Católica Evangélica Otra Ninguna

20021992

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Gráfico Nº 41. Distribución de hogares en que los jefes de hogar conviven por año censal segúnescolaridad del jefe de hogar

Gráfico Nº 42. Distribución de hogares en que los jefes de hogar conviven por año censal segúnestrato socio ocupacional del jefe de hogar

Casi la mitad de las parejas que conviven tienen menos de 9 añosde estudio –48,1%–. Situación que presenta una disminución signifi-cativa desde el año 1992 –66,1%– (Cuadro Nº 47 en Anexos).

A pesar de que la distribución por años de estudio se mantienesimilar en los dos años estudiados se observa un considerable aumentoen aquellos cuyo jefe de hogar tiene más de 13 años de estudio (de5,3% a 16,7%).

Los hogares que conviven en el año 2002 están formados princi-palmente por obreros calificados –29,1%– aunque con una importantedisminución respecto al año 1992 –41,6%–. Actualmente, se observa

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Ninguno 1-9 años 10-Dic 13 y más

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Empleadores Empleados y trabajadores

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Otrasituación

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

221

una distribución menos polarizada en un estrato y con un aumentomás significativo en los jefes de hogar profesionales y técnicos, lo queobedece a un aumento de este estrato en la población en general –de3,6% a 10,4%– (Cuadro Nº 48 en Anexos).

4. LOS NIÑOS ENTRE 0 Y 5 AÑOSPodría parecer inadecuado, en el contexto de un análisis centrado enfamilias, abordar la situación de los/as niños/as entre 0 y 5 años deedad. Sin embargo, así como existe el interés por comprender la direc-ción y sentido de los diversos modos de vivir en familia y uniones depareja, el análisis quedaría mermado si no miráramos el contexto fa-miliar desde los/as propios niños/as. Hemos privilegiado los más pe-queños considerando que por su corta edad demandan un alto gradode dependencia de una familia para sobrevivir, desarrollarse emocio-nalmente y acceder a la socialización primaria. Esta sección, entonces,no está dedicada a un estudio de la primera infancia en Chile, sino a lacaracterización de los hogares donde residen los niños/as entre 0 y 5años de edad.

La población menor de 5 años se encuentra principalmente en laszonas urbanas, lo que se corresponde con la distribución general de lapoblación según zona urbano-rural. En relación al año 1992, esta po-blación infantil ha aumentado de 82,9% a 86,6% en la zona urbana(Cuadro Nº 49 en Anexos).

Gráfico Nº 43. Distribución de los niños entre 0 y 5 años por año censal según zona urbano rural

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Urbano Rural

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Aumenta la tendencia que niños entre 0 y 5 años vivan en familiasmonoparentales a cargo de una mujer

La mitad de estos niños/as pertenecen a hogares nucleares biparentales–52,4%– y en segundo lugar a hogares extensos biparentales (24,2%).

En relación con el año 1992 se observa que el mayor aumento seproduce en hogares extensos monoparentales –de 9,5% a 10,8%– y nu-cleares monoparentales –de 4,6% a 5,4%–. La mayor disminución seobserva en los hogares nucleares biparentales (Cuadro Nº 50 en Anexos).

El jefe de hogar es hombre en el 74,1% de los hogares de los me-nores de 5 años, situación que ha presentado una variación tendientea la disminución respecto al año 1992. En 1992, en el 81,1% de loshogares de los menores de 5 años, el jefe de hogar era hombre. Ha-biendo aumentado, respecto de 1992, los hogares con jefatura femeni-na (Cuadro Nº 51 en Anexos).

Si observamos el estado civil de los jefes de hogar, se aprecia que el66,9% corresponde a jefes de hogar casados, situación que ha dismi-nuido con respecto al año 1992 –76,5%–. El mayor aumento se produ-ce en los jefes de hogar que conviven, habiendo aumentado de 8,4%en 1992 a 14,9% en el 2002. Igualmente, han aumentado los hogarescuyo jefe de hogar es soltero –5,5% a 7,9%– (Cuadro Nº 52 en Anexos).

Se puede concluir que dentro de las tendencias de mayor cambioen los últimos años, se encuentra la realidad creciente de niños/as en-tre 0 y 5 años que tienden a vivir en hogares monoparentales a cargode una mujer y en hogares cuyo jefe de hogar es conviviente.

Aumenta la mujer que trabaja con hijos/as entre 0 y 5 añosLos hogares nucleares biparentales, a los que pertenece más de la mi-tad de los niños menores de 5 años, han experimentado una gran va-riación con respecto a la actividad de la mujer. Mientras en 1992 en el9,7% de los hogares nucleares biparentales la mujer era activa, en elaño 2002 aumenta al 15,4% de estos hogares (Cuadro Nº 53 en Anexos).

No obstante, la creciente incorporación de la mujer al mercado la-boral, se mantiene la tendencia a que estos niños/as pequeños vivanen un hogar nuclear biparental con una mujer inactiva. Situación queva disminuyendo a lo largo de la década –de 44,8% a 36,9%–.

En cuanto al estrato ocupacional del jefe de hogar de los menoresde 5 años, se observa que la mayor proporción corresponden a obreroscalificados –25,4%–. A pesar de su disminución en los últimos años–de 36,3% en 1992 a 25,4 el año 2000–, estos hogares continúan apor-tando la mayor proporción de niños entre 0 y 5 años de edad (CuadroNº 54 en Anexos).

Page 223: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

223

Gráfico Nº 44. Distribución de los niños entre 0 y 5 años por año censal según tipo de hogar al quepertenecen

Gráfico Nº 45. Distribución de los niños entre 0 y 5 años por año censal según sexo del jefe de hogar

Gráfico Nº 46. Distribución de los niños entre 0 y 5 años por año censal según estado civil del jefe dehogar

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Por otra parte, el mayor aumento se produce en los hogares jefatu-rados por profesionales y tecnicos, empleados, obreros no calificados,trabajadores en servicios y quehaceres domésticos.

Gráfico Nº 47. Distribución de los niños entre 0 y 5 años por año censal según actividad de la mujerdentro de la familia a la que pertenecen

Gráfico Nº 48. Distribución de los niños entre 0 y 5 años por año censal según estrato ocupacionaldel jefe de hogar

CONCLUSIONESEl presente artículo ha pretendido describir algunas de las tendenciasde cambio asociadas a la vida en familia en Chile en la última década.Particularmente, caracterizar la estructura familiar en Chile, profundi-zando en dos de los tipos de hogares que han presentado mayor au-mento en estos diez años: los unipersonales y monoparentales; anali-zar los modos de unión de pareja y, finalmente, mirar con algo más de

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

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atención el contexto familiar en que se están desarrollando los niños/as de 0 a 5 años.

La información recogida a partir de los datos provistos por el Censode Población y Vivienda del año 1992 y 2002 es de una gran riqueza. Elanálisis realizado contribuye a una mayor comprensión de la direccióny sentido que está adoptando la vida en familia en Chile más allá de sumera descripción.

No obstante, sugerimos al lector tomar las conclusiones de este tra-bajo con cautela. Este presenta dos aspectos que pueden constituirse enimportantes limitaciones para tomarlas como conclusiones definitivas.

El primer aspecto es que los resultados que aquí se presentan de-ben ser considerados en el contexto acotado de los datos provistos porel Censo de Población y Vivienda. A saber, que la noción de familiadebe ser remitida estrictamente al concepto de hogar. Este conceptoinduce a considerar lo aquí expuesto, solo circunscrito a los hogaresresidenciales. Este dato es relevante para no olvidar que ha quedadoexcluido del análisis la situación de familias con miembros que presen-tan lazos de parentesco o algún tipo de implicación afectiva e instru-mental con el jefe/a de hogar –sea desde la filiación, alianza u otrarelación de parentesco–, pero que no residen en la misma vivienda. Loque aquí se presenta es solo una “fotografía” que reduce las complejida-des y matices que suelen acompañar la cotidianeidad de toda familia.

El segundo aspecto, para ubicar en su justo lugar lo que aquí pre-sentamos, es que la información que proporciona el Censo del año2002 incorpora preguntas que no fueron planteadas el año 1992. Estarealidad obligó a dejar fuera algunos ámbitos que parecen relevantesde incorporar cuando se reflexiona desde la temática de familia. Porejemplo, la desagregación por tipos de religión fue más fina el 2002que el año 1992.

Presentamos a continuación algunos de los ejes de cambio que pa-recen más notorios en términos de la dirección y sentido que estaríaadoptando la vida en familia en Chile.

Un primer aspecto relevante de destacar es que la vida urbana sigueconstituyendo un polo de fuerte atracción para los chilenos/as. Resulta aven-turado, en el marco de este trabajo, establecer causales explicativasúnicas respecto de este hecho15. No obstante, más allá de las motiva-ciones o factores involucrados en la mantención de este fenómeno, elhecho es que la vida familiar chilena se desarrolla predominantementeen las ciudades del país. Esta situación plantea condiciones particularesde vida que se relacionan con desafíos económicos, sociales y cultura-les específicos. Creemos que parte de estos rasgos distintivos de la vida

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

226

urbana actual estarían influyendo en la “fisonomía” cultural que estáadquiriendo la vida familiar chilena. Las características que presentanestos hogares generan un peso relevante en las peculiaridades demo-gráficas y tendencias identitarias que emergen del presente trabajo.

Un segundo hallazgo plantea la necesidad urgente de asumir comopaís que los modos de vivir en familia constituyen una realidad hetero-génea y que se consolida de manera sostenida. El modelo referencial,que circula en el imaginario social, de familia nuclear biparental conhijos/as, basada en el matrimonio –aunque continúa siendo la opciónmayoritaria en nuestro país– no presenta un crecimiento sustantivo. Estaopción parece ir disminuyendo, dejando paso a un aumento más signifi-cativo de otras formas de vivir en familia. Entre ellas destacan los hoga-res monoparentales –cuestión que ya planteada en estudios sociode-mográficos anteriores– y especialmente los hogares unipersonales.

La tercera cuestión que aparece, aunque incipiente aún, es el au-mento de parejas nucleares sin hijos/as. Es difícil efectuar una inter-pretación categórica, especialmente cuando se trata de estudios socio-demográficos que no incorporan una mirada cualitativa de losfenómenos. Sin embargo, se hace inevitable preguntarse si esta reali-dad emergente constituye una nueva opción de vida para hombres ymujeres o si solo expresa una postergación voluntaria y planificada dela parentalidad.

Lo que resulta insoslayable plantear aquí es que la vida familiarchilena comienza a prescindir de los hijos/as como sentidos definito-rios del proyecto de vida de hombres y mujeres.

Lo anterior se relaciona con un cuarto elemento ya declarado enestudios anteriores: la reducción del tamaño de las familias chilenas.No solo se constituye con menos integrantes en términos de nucleari-zación de la misma, también influye la reducción en la proporción defamilias numerosas en términos de personas que cohabitan sean éstoshijos/as, hijastros/as u otros parientes.

La disminución del tamaño de las familias reflejaría entonces elimpacto que ha tenido el descenso de la fecundidad y el espaciamientode los hijos/as en un contexto de una mayor esperanza de vida. Porotra parte, y como eventual consecuencia de la urbanización, la seg-mentación de la otrora “familia extensa” que incorporaba varias gene-raciones en una misma residencia.

Sin embargo, sería viable preguntarse si no expresa la emergenciade una “nueva racionalidad” –consecuencia de las condiciones de vidaque impone la vida urbana actual– que denota la necesidad de abordarde otra manera los “costos” asociados a una vida familiar numerosa en

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

227

términos de manutención, cuidado de hijos/as, entre otros. Surge en-tonces la pregunta: ¿es esta una nueva estrategia social para mejorarcondiciones y calidad de vida de hombres y mujeres en un contexto demayor exigencia como lo es la vida en la ciudad? ¿O es que las relacio-nes “urbanas” se ven marcadas por algo de “impersonal” y anónimoque propicia la urgencia de ser “más persona”, más libre

El análisis más profundo de los hogares unipersonales y monopa-rentales, en cuanto figuras que presentan el mayor incremento en es-tos años, hace visible la creciente feminización de los hogares chilenos.Aunque el mayor aumento de hogares unipersonales se produce entrelos varones solteros entre los 35 y 44 años de edad, estos tienden acompartir la vivienda con otros hogares. La feminización se expresa enque son las mujeres, particularmente solteras y profesionales –y encreciente aumento las mujeres entre los 44 y 84 años de edad– las quetienden a vivir solas.

Esto constituye un fenómeno de gran interés para establecer laexistencia de una mayor libertad, independencia y autonomía de las mujereschilenas en términos de proyecto de vida. Autonomía económica por el au-mento de escolaridad y, en consecuencia, mejoramiento de oportuni-dades ocupacionales para ellas, pero también autonomía cultural paraplantearse estilos de vida más independientes de la opción familia omatrimonio.

La familia monoparental es más pequeña y joven que en las décadasanteriores, particularmente aquella jefaturada por una madre soltera.

No obstante, parece necesario advertir aquí que esta “feminización”creciente podría verse “ensombrecida” por la variación presentada entérminos de hogares monoparentales nucleares jefaturados por varo-nes. Especialmente para el caso de varones separados/anulados/as ysolteros/as. Esto plantea que los patrones tradicionales de género quesegmentaban las responsabilidades familiares y particularmente el cui-dado de niños/as, al dominio exclusivo de las mujeres, estaría cam-biando. Asimismo, el desarrollo de una nueva masculinidad que permite y seinteresa por hacerse cargo de la tuición de sus hijos/as16.

Es posible hacer además una segunda lectura respecto de la cre-ciente autonomización de las mujeres y flexibilización identitaria dehombres y mujeres. La libertad individual se materializa en modos devida diversos donde la pareja no constituye un recurso indispensable paraasumir el cuidado de los/as hijos/as. La vida en familia disocia progresivamen-te la relación conyugal de la parental. Esto se hace más visible cuando seanalizan los modos y tendencias de cambio de las uniones de pareja enChile en estos años.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Aunque el matrimonio continúa siendo el estado civil predomi-nante en el país, este ha ido disminuyendo en estos años. Sin embargo,también aumentan las convivencias como modalidad de unión de lapareja. El mayor aumento se produce en jóvenes y adultos jóvenes. Elretraso en la nupcialidad constituye un factor relevante, a la hora debuscar explicaciones, cuando se observa el aumento de solteros/as quese ha producido en la década. Particularmente para los sectores quepresentan mayor escolaridad y necesidad de perfeccionarse en estu-dios superiores. Sin embargo, cabe también preguntarse ¿cuáles sonlas representaciones que hoy tienen, hombres y mujeres jóvenes, res-pecto del matrimonio? ¿Es algo que se evita intencionalmente? ¿Seconvive porque ha habido una unión anterior que no puede ser “regu-lada” como separación legal lo que impide un nuevo matrimonio?

Otro dato relevante es el aumento en la declaración de separados/as anulados, entre los jefes de hogar del país, lo que describe nuevoscontextos para la vida en familia y una mayor inestabilidad en los vín-culos de pareja. Lamentablemente, el Censo no permite identificar conclaridad la estructura familiar que adoptan los separados/as/anulados,particularmente lo que se ha denominado familias reconstituidas. Hayaquí una estructura emergente que amerita ser conocida y caracteriza-da con profundidad en otro tipo de investigación.

Es necesario subrayar aquí que dentro de las limitaciones que pre-senta el cuestionario censal es que no pregunta por uniones matrimo-niales anteriores del jefe de hogar, lo que no permite establecer conprecisión si estas convivencias expresan dificultad para legalizar sepa-raciones matrimoniales anteriores –dado que nuestro país no disponede regulación jurídica al respecto salvo en lo que se refiere a NulidadesMatrimoniales– o si estaría reflejando nuevas opciones de vida en pa-reja. En todo caso, se aprecia un hecho indiscutible: las parejas convi-ven más –y particularmente aquellas con mayor nivel educacional–prescindiendo de la “institucionalización” del vínculo y se separan más.

Finalmente, se quiso profundizar en las familias de los/as niños/asmás pequeños/as (0 a 5 años de edad). No se trata aquí de un análisisde la primera infancia en Chile, sino simplemente de caracterizar elcontexto familiar en que estos se desarrollan. Se privilegió este tramode edad por sobre otros, atendiendo al alto grado de dependencia queestos/as niños/as tienen de una familia para su sobrevivencia, desarro-llo emocional y socialización primaria.

De estos, un poco más de dos tercios viven en una familia biparen-tal –casados o convivientes– mayoritariamente nuclear, luego extensa.Aumentan los/as niños/as pequeños/as en familias monoparentales

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

229

–especialmente extensa y en menor grado nucleares– a cargo de unamujer. Sus padres tienden a casarse menos que hace diez años atrás,duplican la convivencia como forma de unión de pareja y aumentanlos padres solteros/as.

El aumento en la fecundidad de madres adolescentes, las que nosiempre pueden vivir de manera independiente, podría relacionarsecon el aumento de familias extensas monoparentales. Sin embargo sedescribe un aumento de hogares compuestos de una mujer adulta sol-tera que vive sola con a lo menos un niño/a entre los 0 y 5 años deedad. Surge entonces la interrogante respecto de si esta última realidadno refleja nuevas opciones de vida para las mujeres. ¿ El vivir sola conun hijo/a y sin pareja es una decisión voluntaria?

¿ Más posible que antes?Junto a lo anterior se observa que, a pesar de que la mayor parte de

estos niños/as vive en hogares donde la madre no trabaja, la propor-ción de madres activas aumenta de manera importante en estos años.Se avizora así la necesidad de repensar los roles tradicionales de géneroasociados a las responsabilidades familiares, particularmente el cuida-do de los/as hijos/as solo a cargo de las mujeres.

A estas alturas del análisis, se podría plantear que la familia estáperdiendo valor en la sociedad chilena. Creemos que este sería un jui-cio muy categórico de realizar a partir de los resultados aquí encontra-dos. Muestra de ello es que la vida en familia es mayoritaria en el país.

Lo que sí hoy se hace más visible es que la familia no es una reali-dad unívoca ni homogénea. La ciudadanía vive en familias que pre-sentan estructuras diferentes. Cabe entonces preguntarse si acaso es elmodelo tradicional de familia el que está perdiendo preeminencia ennuestro país. A este respecto entonces, más que hablar de familia pu-diera resultar más útil considerar el concepto de hogar más que el defamilia. La noción de hogar permite ver con más claridad la heteroge-neidad existente y previene del riesgo de excluir o discriminar otrasestructuras que se reconocen a sí mismas como familia.

Los cambios que se identifican, parecen aludir más bien a la emer-gencia de nuevas opciones de vida para el individuo. Opciones queincluyen: el vivir solo/a –el dato más significativo de la década–; elvivir sin pareja y a lo menos con un hijo/a –especialmente para el casode jefes de hogar solteros/as–; el constituir familia sin legalizar el vín-culo de pareja.

En lo que sí se podría, tal vez, ser más categórico es que el matrimo-nio se reduce en Chile. Si esto fuera correcto, y esta situación se agudizaraen los próximos años, Chile podría estar enfrentando una disyuntiva

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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en términos de regulación, seguridad y protección “jurídica” de losmiembros de familias que no se basan en el matrimonio –patrimonial,sucesiones, sistemas de salud, previsión social, etc-.

Por otra parte, y desde el punto de vista cultural, esta realidad po-dría estar reflejando una nueva valoración de la relación de pareja:¿importa más el compromiso emocional asumido desde la práctica co-tidiana que la formalización que otorga un “contrato”? ¿O hay unabúsqueda de mayor autenticidad y autodeterminación para establecerrelaciones de pareja? ¿Hay una decisión más consciente y racional,desde el individuo, respecto de lo que implica el vínculo de pareja?¿Existe un cambio en la noción de amor en la pareja? ¿Es el amor unaexperiencia insegura?

Es claro que más que un tema de familia lo que emerge aquí es quehombres y mujeres están comenzando a colocar su vida personal antesque la familia y prescindiendo progresivamente de la norma social.Esta creciente individuación se expresa en modos diferentes de vida:solos/as; convivencia; matrimonio; el ser pareja sin hijos/as; sin parejay con hijos/as; con pareja y con hijos/as; con pareja, hijos/as, otrosparientes o incluso otras personas sin lazos directos de parentesco conel jefe de hogar. Cabe entonces preguntarse aquí: ¿la autonomía indi-vidual es una dimensión que predomina sobre la “norma social” dadapor la ley o la religión? ¿Hay una percepción punitiva o coactiva de lanorma respecto a la libertad y autonomía de la persona? ¿La normasocial ha perdido validez? ¿Credibilidad?

Finalmente, y dada la preeminencia que ha tenido la promociónde derechos individuales en estos años en nuestro país, evaluar si seestá desarrollando una nueva asociación entre felicidad y mayor liber-tad. Sin embargo, ¿esta mayor libertad garantiza mejor calidad de vida?Surgen así una serie de interrogantes que no pueden ser respondidaspor este trabajo, pero sí pueden resultar suficientemente provocadoraspara invitar a desarrollar más investigación al respecto.

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

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ANEXOSTipología de Hogares de acuerdo al Instituto Nacional

de Estadísticas1

Nuclear monoparental sin hijos: Corresponde a la familia uniper-sonal, constituida por una sola persona que es el jefe/a de hogar.

Nuclear monoparental con hijos: Esta constituida por el o la jefa dehogar y al menos un hijo/a/hijastro/a..Nuclear biparental con hijos: Compuesta por un/a jefe/a de hogar,su cónyuge o conviviente, con presencia de hijos/as/hijastros/as.

Nuclear biparental sin hijos: Compuesta por un/a jefe/a de hogar,su cónyuge o conviviente, sin presencia de hijos/as. Estaría formadapor dos personas.

Extensa biparental: Compuesta de un/a jefe/a de hogar, su cónyugeo conviviente, con o sin hijos/as/hijastros/as y al menos otro pariente.

Extensa monoparental: Compuesta por un/a jefe/a de hogar, con osin presencia de hijos/as/hijastros/as y al menos con otro pariente.

Compuesta: Compuesta de un/a jefe/a de hogar con o sin cónyuge oconviviente, con o sin hijos y con la presencia de al menos un no pa-riente.

Sin núcleo familiar: Compuesto por un/a jefe/a de hogar y un pa-riente o no pariente que se vincula a él/ella con relaciones diferentes ala alianza o filiación.

1. INE (2002). Síntesis de resultados: Glosario. CD ROM.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Cuadro Nº 1. Número de hogares en la vivienda según Censos 1992-2002

Número de hogares 1992 2002

1 89,4 89,5

2 y más 10,6 10,5

Total 100 100

Cuadro Nº 2. Distribución de los hogares año 2002 por tipo de hogar según si comparten la vivienda,porcentajes

Tipo de hogar Si No Total

Unipersonal 16,1 11,1 11,6

Nuclear monoparental 10,5 9,6 9,7

Nuclear biparental 45,8 47,5 47,3

Extensa biparental 11,8 15,3 14,9

Extensa monoparental 6,7 7,0 7,0

Compuesta 2,4 3,3 3,2

Sin núcleo familiar 6,7 6,2 6,3

Total 100 100 100

Cuadro Nº 3. Distribución de los hogares por año censal según tipo de hogar, porcentajes

Tipo de hogar 1992 2002

Nuclear monoparental sin hijos (Unipersonal) 8,5 11,6

Nuclear monoparental con hijos 8,6 9,7

Nuclear biparental con hijos 41,6 38,1

Nuclear biparental sin hijos 7,5 9,3

Extensa biparental 16,5 14,9

Extensa monoparental 7,1 7,0

Familia compuesta 4,3 3,2

Hogar sin núcleo 5,9 6,3

Total 100 100

Cuadro Nº 4. Distribución de los hogares por año censal según zona urbano-rural

Zona Censo 1992 Censo 2002

Urbano 84,1 86,6

Rural 15,8 13,3

Total 100 100

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

233

Cuadro Nº 5. Distribución de los hogares por año censal según número de integrantes del hogar,porcentajes

Tamaño del hogar 1992 2002

1 8,5 11,6

2 14,4 17,6

3 20,1 21,8

4 23,2 23,1

5 16,4 14

6 9,1 6,9

7 3,7 2,7

Más de 8 4,5 2,4

Total 100,0 100,0

Cuadro Nº 6. Promedio de integrantes del hogar

Tipo de familia 1992 2002

Media Media

Unipersonal 1,0 1,0

Nuclear Monoparental 2,9 2,7

Nuclear Biparental 3,9 3,6

Extensa Biparental 5,7 5,3

Extensa Monparental 5,0 4,7

Compuesta 5,7 5,4

Sin núcleo familiar 2,9 2,8

Total 3,9 3,6

Cuadro Nº 7. Distribución de los hogares por año censal según estado civil del jefe de hogar

Estado civil Año 1992 Año 2002

Casado/a 66,6 58,1

Conviviente 6,2 9,7

Soltero/a 10,8 14,2

Viudo/a 10,1 9,8

Separado/Anulado(a) 6,4 8,1

Total 100,0 100,0

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Cuadro Nº 8. Distribución de los hogares unipersonales por año censal según zona urbano-rural,porcentajes

Zona 1992 2002

Urbano 81,1 84,5

Rural 18,9 15,5

Total 100 100

Cuadro Nº 9. Distribución de los hogares unipersonales por año censal según región, porcentajes

Región 1992 2002

I 2,8 3,0

II 3,4 3,1

III 2,7 1,9

IV 4,9 4,6

V 13,2 11,9

VI 5,0 4,8

VII 5,7 5,8

VIII 10,3 10,9

IX 5,8 6,0

X 6,1 7,3

XI 0,9 0,8

XII 1,4 1,4

RM 37,8 38,4

Total 100 100

Cuadro Nº 10. Distribución de los hogares unipersonales por año censal según sexo del integrante,porcentajes

Sexo 1992 2002

Hombre 54,4 54,8

Mujer 45,6 45,2

Total 100 100

Cuadro Nº 11. Distribución de los hogares unipersonales por año censal según estado civil,porcentajes

Estado civil 1992 2002

Casado/a 15,2 12,8

Conviviente 1,6 1,7

Soltero/a 42,2 44,5

Viudo/a 25,4 22,8

Separado/Anulado(a) 15,5 18,2

Total 100 100

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

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Cuadro Nº 12. Distribución de los hogares unipersonales por año censal según tramos de edad,porcentajes

Tramos de edad 1992 2002

14-24 5,5 5,6

25-34 13,6 13,9

35-44 12,9 14,6

45-54 15,5 15,6

55-64 19,9 17,7

65-74 19,0 18,6

75-84 11,2 11,0

85 y más 2,3 3,0

Total 100 100

Cuadro Nº 13. Distribución de los hogares unipersonales entre 35 y 44 años por año censal segúnsexo, porcentajes

Sexo 1992 2002

Hombre 68,8 72,0

Mujer 31,2 28,0

Total 100 100

Cuadro Nº 14. Distribución de los hogares unipersonales entre 35 y 44 años por año censal segúnestado civil, porcentajes

Estado civil 1992 2002

Casado/a 20,4 17,1

Conviviente 2,4 2,8

Soltero/a 52,6 55,6

Viudo/a 2,9 1,7

Separado/Anulado(a) 21,7 22,7

Total 100 100

Cuadro N° 15. Ver página 203

Cuadro N° 16. Distribución de los hogares unipersonales que comparten la vivienda por año censalsegún sexo, porcentajes

Sexo 1992 2002

Hombre 50,4 58,2

Mujer 49,6 41,8

Total 100 100

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Cuadro N° 17. Distribución de los hogares unipersonales que comparten la vivienda por año censalsegún tramos de edad, porcentajes

Tramos de edad 1992 2002

14-24 8,1 10,5

25-34 15,0 16,6

35-44 11,4 13,9

45-54 13,9 13,7

55-64 19,1 16,1

65-74 18,5 16,7

75-84 11,6 9,7

85 y más 2,4 2,7

Total 100 100

Cuadro Nº 18. Distribución de los hogares unipersonales por año censal según escolaridad,porcentajes

Años de estudio 1992 2002

Ninguno 10,1 8,3

1-9 años 54,3 43,7

10-12 23,1 23,5

13 y más 12,4 24,5

Total 100 100

Cuadro Nº 19. Distribución de los hogares unipersonales por año censal según estrato ocupacional,porcentajes

Estrato ocupacional 1992 2002

Empleadores 2,4 1,8

Profesionales y Técnicos 6,0 14,1

Empleados y trabajadores servicios 8,8 9,2

Obrero calificado 19,7 12,6

Obrero no calificado 9,8 10,9

Jubilados y Pensionados 27,6 22,8

Quehaceres doméstico 13,0 14,0

Otra situación 8,2 14,4

No responde 4,4 0,2

Total 100 100

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

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Cuadro Nº 20. Distribución de hogares nucleares monoparentales por año censal según zonaurbano-rural, porcentajes

Zona 1992 2002

Urbano 87,9 89,9

Rural 12,1 10,1

Total 100 100

Cuadro Nº 21. Distribución de hogares nucleares monoparentales por año censal según sexo del jefede hogar, porcentajes

Sexo del jefe de hogar 1992 2002

Hombre 14,7 14,9

Mujer 85,3 85,1

Total 100 100

Cuadro N° 22. Ver página 207

Cuadro Nº 23. Distribución de hogares nucleares monoparentales por año censal según tramos deedad del jefe de hogar, porcentajes

Tramos de edad 1992 2002

14-24 2,8 1,9

25-34 17,7 13,9

35-44 27,6 28,6

45-54 21,9 23,8

55-64 14,6 13,9

65-74 9,0 9,9

75-84 5,0 5,9

85 y más 1,4 2,1

Total 100 100

Cuadro Nº 24. Distribución de los hogares monoparentales entre 45 y 54 años por año censal segúnsexo, porcentajes

Sexo del jefe de hogar 1992 2002

Hombre 16,3 16,4

Mujer 83,7 83,6

Total 100 100

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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Cuadro Nº 25. Distribución de hogares nucleares monoparentales por año censal según número deintegrantes del hogar, porcentajes

Número de integrantes del hogar 1992 2002

2 44,2 50,5

3 31,8 31,7

4 15,5 12,8

5 5,5 3,7

6 2,1 1,0

7 0,5 0,2

Más de 8 0,3 0,1

Total 100 100

Cuadro Nº 26. Distribución de hogares nucleares monoparentales por año censal según escolaridaddel jefe de hogar, porcentajes

Ultimo año cursado 1992 2002

Ninguna 6,9 5,7

1-9 años 57,7 44,0

10-12 25,2 28,3

13 y más 10,2 22,1

Total 100 100

Cuadro Nº 27. Distribución de hogares nucleares monoparentales por año censal según estrato socioocupacional del jefe de hogar, porcentajes

Estrato socio ocupacional 1992 2002

Empleadores 1,8 1,4

Profesionales y Técnicos 4,7 12,4

Empleados y trabajadores servicios 10,3 13,4

Obrero calificado 10,2 6,6

Obrero no calificado 12,6 14,0

Jubilados y Pensionados 14,1 11,9

Quehaceres doméstico 37,6 29,5

Otra situación 6,1 10,6

Total 97,5 99,9

Sin información 2,5 0,1

Page 239: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

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Cuadro Nº 28. Distribución de hogares con jefatura de hogar femenina por año censal según zona,porcentajes

Zona 1992 2002

Urbano 95,7 95,9

Rural 4,3 4,1

Total 100 100

Cuadro Nº 29. Distribución de hogares con jefatura de hogar femenina por año censal según región,porcentajes

Región 1992 2002

I 3,3 3,4

II 3,1 3,2

III 1,6 1,7

IV 3,4 4

V 11 10,6

VI 3,5 4

VII 4,3 4,7

VIII 9,1 9,7

IX 3,8 4,4

X 4,8 5,5

XI 0,6 0,7

XII 1,1 1

RM 50,6 47,1

Total 100 100

Cuadro Nº 30. Distribución de hogares con jefatura de hogar femenina por año censal segúnescolaridad de la jefa de hogar, porcentajes

Años de estudio de la jefa de hogar 1992 2002

Ninguno 3,4 2,4

1-9 años 49,5 33,9

10-12 29,8 31,8

13 y más 17,3 31,9

Total 100 100

Page 240: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

240

Cuadro Nº 31. Distribución de hogares con jefatura de hogar femenina por año censal según número

de hijos, porcentajes

Número de hijos 1992 2002

1 44 47,7

2 33,2 33,6

3 15,4 13,7

4 5,1 3,8

5 1,7 1

6 0,4 0,2

7 0,2 0

8 0 0

Total 100 100

Cuadro Nº 32. Distribución de hogares con jefatura de hogar femenina por año censal según estadocivil de la jefa de hogar, porcentajes

Estado civil de la jefa de hogar 1992 2002

Casado/a 17,9 16,5

Conviviente 1,1 1,7

Soltero/a 28,9 31,8

Viudo/a 16 11,8

Separado/Anulado(a) 36 38,1

Total 100 100

Cuadro Nº 33. Distribución de hogares con jefatura de hogar femenina por año censal segúnexistencia de otro pariente o no pariente dentro de hogar, porcentajes

Existe otro pariente o no pariente 1992 2002

Si 20,2 17,8

No 79,8 82,2

Total 100 100

Cuadro Nº 35. Distribución de hogares en que los jefes de hogar están casados por año censal segúnzona, porcentajes

Zona 1992 2002

Urbano 83,9 85,9

Rural 16,1 14,1

Total 100 100

Page 241: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

241

Cuadro Nº 36. Distribución de hogares en que los jefes de hogar están casados por año censal segúnregión, porcentajes

Región 1992 2002

I 2,4 2,5

II 2,9 2,9

III 1,6 1,5

IV 3,4 3,7

V 10,8 10,3

VI 5,4 5,6

VII 6,4 6,5

VIII 12,9 12,9

IX 5,6 5,7

X 7,1 7,1

XI 0,6 0,6

XII 1,2 1,1

RM 39,7 39,7

Total 100 100

Cuadro Nº 37. Distribución de hogares en que los jefes de hogar están casados por año censal segúnnúmero de hijos, porcentajes

Número de hijos 1992 2002

0 15,8 20,2

1 25,0 26,8

2 30,7 31,6

3 18,3 15,5

4 6,8 4,5

5 2,2 0,9

6 0,8 0,2

7 0,3 0,1

8 0,1 0,0

9 0,1 0,0

Total 100 100

Page 242: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

242

Cuadro Nº 38. Distribución de los hogares 2002 cuyo jefe de hogar está casado y que tienen un hijopor año censal según edad del jefe de hogar, porcentajes

Tramos de edad del jefe de hogar 1992 2002

14-24 7,4 3,2

25-34 32,1 22,5

35-44 15,1 19,3

45-54 16,8 20,7

55-64 16,1 19

65-74 8,9 11

75-84 3,2 3,7

85 y más 0,5 0,7

Total 100 100

Cuadro N° 39. Ver página 216

Cuadro Nº 40. Distribución de hogares en que los jefes de hogar están casados por año censal segúnescolaridad del jefe de hogar, porcentajes

Años de estudio del jefe de hogar 1992 2002

Ninguna 4 3,9

1-9 años 52,7 40,6

10-12 29,3 30,2

13 y más 13,9 25,3

Total 100 100

Cuadro Nº 41. Distribución de hogares en que los jefes de hogar están casados por año censal segúnestrato socio ocupacional del jefe de hogar, porcentajes

Estrato socio ocupacional 1992 2002

Empleadores 4,4 2,6

Profesionales y Técnicos 9,8 16,2

Empleados y trabajadores servicios 9,1 11,4

Obrero calificado 35,3 24,9

Obrero no calificado 9,3 12,3

Jubilados y Pensionados 12,2 12,6

Quehaceres doméstico 7,1 9,5

Otra situación 9,9 9,5

Total 97,1 99,0

Sin información 2,9 1,0

Total 100 100

Page 243: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

243

Cuadro Nº 42. Distribución de hogares en que los jefes de hogar conviven por año censal segúnzona, porcentajes

Zona 1992 2002

Urbano 83,1 85,9

Rural 16,9 14,1

Total 100 100

Cuadro Nº 43. Distribución de hogares en que los jefes de hogar conviven por año censal segúnregión, porcentajes

Región 1992 2002

I 3,5 3,5

II 3,8 3,5

III 2,8 2,4

IV 5,3 5,3

V 10,2 9,9

VI 4,4 4,8

VII 4,7 4,8

VIII 10,3 9,8

IX 5,4 5,7

X 7 8,1

XI 1 1,1

XII 0,9 0,9

RM 40,7 40

Total 100 100

Cuadro Nº 44. Distribución de hogares en que los jefes de hogar conviven por año censal segúnnúmero de hijos, porcentajes

Número de hijos 1992 2002

0 22,2 26,4

1 29,1 32,6

2 25,1 24,8

3 13,9 11

4 6,1 3,8

5 2,1 1

6 0,8 0,3

7 0,3 0,1

8 0,1 0

9 0 0

10 0 0

Total 100 100

Page 244: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

244

Cuadro Nº 45. Distribución de hogares en que los jefes de hogar conviven por año censal segúntramos de edad del jefe de hogar, porcentajes

Tramos de edad 1992 2002

14-24 10,2 8,7

25-34 33 31,5

35-44 26,7 29,2

45-54 16,3 17,6

55-64 8,8 8,3

65-74 3,8 3,5

75-84 1,2 0,9

85 y más 0,2 0,2

Total 100 100

Cuadro Nº 46. Distribución de hogares en que los jefes de hogar conviven por año censal segúnreligión del jefe de hogar, porcentajes

Religión del jefe de hogar 1992 2002

Católica 72,9 67,6

Evangélica 13,4 15,8

Otra 4,2 4,7

Ninguna 9,5 11,9

Total 100 100

Cuadro Nº 47. Distribución de hogares en que los jefes de hogar conviven por año censal segúnescolaridad del jefe de hogar, porcentajes

Años de estudio 1992 2002

Ninguno 5,8 4,3

1-9 años 66,1 48,1

10-12 22,8 30,8

13 y más 5,3 16,7

Total 100 100

Page 245: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

245

Cuadro Nº 48. Distribución de hogares en que los jefes de hogar conviven por año censal segúnestrato socio ocupacional del jefe de hogar, porcentajes

Estrato socio ocupacional 1992 2002

Empleadores 2,2 1,5

Profesionales y Técnicos 3,6 10,4

Empleados y trabajadores servicios 8,5 12,0

Obrero calificado 41,6 29,1

Obrero no calificado 15,7 19,8

Jubilados y Pensionados 5,5 4,4

Quehaceres domésticos 11,5 11,8

Otra situación 7,3 10,8

Total 96,0 99,8

Sin información 4,0 0,2

Total 100 100

Cuadro Nº 49. Distribución de los niños entre 0 y 5 años por año censal según zona urbano rural,porcentajes

Zona 1992 2002

Urbano 82,9 86,6

Rural 17,1 13,4

Total 100 100

Cuadro Nº 50. Distribución de los niños entre 0 y 5 años por año censal según tipo de hogar al quepertenecen, porcentajes

Tipo de hogar 1992 2002

Nuclear Monoparental 4,6 5,4

Nuclear Biparental 54,5 52,4

Extensa Biparental 24,0 24,2

Extensa Monoparental 9,5 10,8

Compuesta 5,3 4,5

Sin núcleo familiar 2,1 2,7

Total 100 100

Cuadro Nº 51. Distribución de los niños entre 0 y 5 años por año censal según sexo del jefe de hogar,porcentajes

Sexo del jefe de hogar 1992 2002

Hombre 81,1 74,1

Mujer 18,9 25,9

Total 100 100

Page 246: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

246

Cuadro Nº 52. Distribución de los niños entre 0 y 5 años por año censal según estado civil del jefe dehogar, porcentajes

Estado civil jefe de hogar 1992 2002

Casado/a 76,5 66,9

Conviviente 8,4 14,9

Soltero/a 5,6 7,9

Viudo/a 5,5 5,0

Separdo/Anulado(a) 4,0 5,3

Total 100 100

Cuadro Nº 53. Distribución de los niños entre 0 y 5 años por año censal según actividad de la mujerdentro de la familia a la que pertenecen, porcentajes

Tipo de familia 1992 2002

Nuclear biparental con hijos y mujer activa 9,7 15,4

Nuclear biparental con hijos y mujer inactiva 44,8 36,9

Nuclear monoparental 4,6 5,4

Extensa biparental con mujer activa 4,2 6,5

Extensa biparental con mujer inactiva 21,8 19,4

Extensa monoparental 10,6 11,8

Familia compuesta 2,3 1,8

Hogar sin núcleo 2,1 2,7

Total 100 100

Cuadro Nº 54. Distribución de los niños entre 0 y 5 años por año censal según estrato ocupacionaldel jefe de hogar, porcentajes

Estrato ocupacional 1992 2002

Empleadores 3,3 2,0

Profesionales y Técnicos 9,1 15,4

Empleados y trabajadores servicios 9,9 12,8

Obrero calificado 36,3 25,4

Obrero no calificado 11,4 15,5

Jubilados y Pensionados 6,9 5,6

Quehaceres doméstico 11,1 13,2

Otra situación 9,1 9,1

No responde 2,7 1,0

Total 100 100

Page 247: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

247

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICASALBERDI, I. (1999). La nueva familia española. Madrid, España: Editorial Tau-

rus.ARRIAGADA, I. (2001). Familias latinoamericanas: Diagnóstico y políticas públicas

en los inicios del nuevo siglo. Serie Políticas Sociales. Santiago, Chile: Comi-sión Económica para América Latina y El Caribe.

ARRIAGADA, I. (2002). Cambios y desigualdad en las familias latinoamericanas.Revista de la CEPAL 77. Santiago, Chile: Comisión Económica para AméricaLatina y El Caribe.

CEPAL (1993). Cambios en el perfil de las familias. Santiago, Chile: CEPAL.Comisión Nacional de la Familia (1993). Informe. Santiago, Chile: Servicio

Nacional de la MujerINE (1992). Censo de Población y Vivienda Chile 1992. Santiago, Chile: Instituto

Nacional de Estadísticas.INE (2002). Censo de Población y Vivienda Chile 2002. Santiago, Chile: Instituto

Nacional de Estadísticas.MIDEPLAN (1999). Situación de los hogares y familias en Chile. Resultados de la VII

Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN 1998). Santiago,Chile: MIDEPLAN.

MUÑOZ, M. y REYES, C (1995). Sociología de la familia en América Latina yChile. En. Garretón y Mella ( Eds). Dimensiones actuales de la sociología. San-tiago, Chile: Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales,Universidad de Chile; Universidad Academia de Humanismo Cristiano;Sociedad Chilena de Sociología.

MUÑOZ, M. y REYES, C. (1997). Una mirada al interior de la familia. Santiago,Chile: Ediciones Universidad Católica de Chile.

PALACIOS y RODRIGO (1998). La familia como contexto de desarrollo humano.En Rodrigo, et al. (Coords): Familia y desarrollo humano. Madrid, España:Alianza Editorial.

PNUD (1998). Desarrollo humano en Chile: Las paradojas de la modernización. San-tiago, Chile: Programa de las Naciones Unidas.

RAMOS, C. (1995). Familias: Reflexiones psicosociológicas. Documento de TrabajoNº 39. Santiago, Chile: Servicio Nacional de la Mujer.

RAMOS, C. (1998). La familia en la investigación social en Chile. Santiago, Chile:Servicio Nacional de la Mujer

RECA, I; PEREZ, E. y ESPINDOLA, E. (1996). Las familias de Chile según el últi-mo Censo de Población de 1992. Santiago, Chile: Servicio Nacional de la Mujer.

SERVICIO NACIONAL DE LA MUJER (2001): Familias y políticas públicas: Unareflexión necesaria. Santiago, Chile: Servicio Nacional de la Mujer.

VALDES, X. (2003): Masculino y femenino en las familias rurales. Documento in-édito. Proyecto FONDECYT Nº 1000018 (2001-2003).

Page 248: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

248

NOTAS1. PNUD (1998). Desarrollo humano en Chile: Las paradojas de la modernización. Santiago,

Chile: Programa de las Naciones Unidas.

2. Comisión Nacional de la Familia (1993). Informe. Santiago, Chile: Servicio Nacional

de la Mujer.

3. Palacios y Rodrigo (1998). La Familia como Contexto de Desarrollo Humano. En

Rodrigo, et al. (Coords): Familia y desarrollo humano. Madrid, España: Alianza Editorial.

4. INE (1992). Censo de Población y Vivienda Chile 1992. Santiago, Chile: Instituto Nacio-

nal de Estadísticas; CEPAL (1993). Cambios en el perfil de las familias: La experiencia regio-

nal. Santiago, Chile: Comisión Económica para América Latina y El Caribe; Muñoz y

Reyes (1995). Sociología de la familia en América Latina y Chile. En. Garretón y Mella

(Eds). Dimensiones actuales de la Sociología. Santiago, Chile: Departamento de Sociología,

Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile; Universidad Academia de Huma-

nismo Cristiano; Sociedad Chilena de Sociología; Muñoz y Reyes (1997). Una mirada al

interior de la familia. Santiago, Chile: Ediciones Universidad Católica de Chile; Arriagada

(2001). Familias latinoamericanas: Diagnóstico y políticas públicas en los inicios del nuevo siglo.

Serie Políticas Sociales. Santiago, Chile: Comisión Económica para América Latina y El

Caribe.

5. Algunas de las limitaciones son las siguientes: La forma cómo se pregunta quien es el

jefe o jefa del hogar supone que en la familia existe una sola cabeza, lo que en algunos

casos no es así: la autoridad en materias psicosociales y/o económicas se comparte en

algunos hogares. Tampoco se explicitan los criterios a partir del cual el grupo familiar

reconoce quien es el jefe o jefa del mismo: mayor ingreso, autoridad en toma de deci-

siones cotidianas, la persona que estaba presente en el momento de la entrevista, etc.

(Reca, I. 1996); no se consulta por los segundos ni terceros matrimonios ni uniones de

hecho anteriores, lo que dificulta el registro de familias reconstituidas. Algo puede es-

bozarse cruzando la relación de parentesco de hijastro/a con el jefe de hogar, pero no

permite precisar de qué unión o matrimonio anterior se trata y no todas las familias

reconstituidas tienen hijastro/a residiendo en el hogar encuestado.

6 Las definiciones de familia recorren variados campos ideológicos y nocionales en la

literatura especializada en la materia. Dependiendo de la perspectiva desde la cual se la

esté mirando, se encuentra una amplia gama de conceptos. Atendiendo a que este estu-

dio se basa en los datos del Censo de Población y Vivienda se ha optado por acotar el

concepto de familia al de Hogar empleado por el Instituto Nacional de Estadísticas.

7. Ver tipologías empleadas, en Anexos del presente documento.

8. Excluyendo los hogares unipersonales.

9. Es necesario tener en cuenta que esta tipología considera a los/as hijastros/as dentro

de la categoría de hijos/as (cuestión que no había sido desagregada en el Censo de

1992). En consecuencia, no podemos determinar el número exacto de hogares forma-

dos estrictamente por padres e hijos/as –biológicos o adoptados– de las llamadas fami-

lias reconstituidas. Aquella formada por una pareja, con o sin hijos comunes, que inte-

gra hijos de uniones conyugales anteriores, de uno o ambos miembros de la pareja

(Comisión Nacional de la Familia (1993). p. 35).

10. CASEN (1998). Situación de los Hogares y Familias en Chile. Santiago, Chile: Mi-

nisterio de Planificación y Cooperación (MIDEPLAN).

11. Esta estructura familiar era considerada un fenómeno en aumento en la década de

los ochenta (30,3% Censo 1972 a 53,1% en 1982). Sin embargo, la Comisión Nacional

de la Familia ya reconocía el año 1993 “una ligera disminución del ritmo de crecimien-

Page 249: Cuánto y cómo cambiamos los chilenos. Balance de una decada

FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

249

to de este tipo de hogares … en relación al aumento de hogares unipersonales (5,7% en

el Censo de los años setenta y 7,1% el año 1982) (Comisión Nacional de la Familia

(1993). P. 101).

12. Para más detalle ver capítulo Movilidad residencial y movilidad social en Chile de Eduar-

do Valenzuela en el presente libro.

13. Familias pequeñas se refieren aquí a un hogar con uno o dos integrantes.

14. Familias numerosas considera 6 o más integrantes en el hogar.

15. Una mayor profundización de este tema puede ser encontrado en el Capítulo de

Movilidad residencial y movilidad social elaborado por Eduardo Valenzuela en el pre-

sente libro.

16. Ver antecedentes cualitativos acerca de la Nueva Masculinidad en Chile, desarrolla-

dos por José Olavarría desde FLACSO en los últimos años.

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

250

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FAMILIA: INNOVACIONES Y DESAFÍOS

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CUÁNTO Y CÓMO CAMBIAMOS LOS CHILENOS

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