cuentos para antes de dormir

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Las Estrellas Del Cielo

Érase una vez una niña que su única ilusión era tocar las estrellas del cielo. En las noches serenas se asomaba a la ventana y contemplaba los pequeños luceritos y se preguntaba qué se sentiría al tener uno de ellos en las manos. Hasta que un día decidió ir a buscarlos. Caminó y caminó durante mucho tiempo hasta que llegó a un molino, la niña le preguntó:-¿Has visto alguna estrella por aquí, que quiero jugar con ellas? –Si cada noche brillan en la superficie de este estanque y no me dejan dormir. Sumérgete, y las encontrarás.Nadó y nadó, pero no las encontró, y dijo: -No hay ninguna. Y el molino respondió: Estaban ahí antes de que tú te zambulleras.Siguió su camino hasta que se sentó en un prado que pertenecía a las hadas, que por allí danzaban en la hierba. La niña le preguntó a las hadas, que si habían visto a las estrellas para jugar con ellas, y las hadas le contestaron: - Si, por las noches en las briznas de las hierbas.Danzó y danzó con las hadas hasta que no pudo más. Sollozando pensó que nunca las encontraría para poder jugar. Sigilosamente un hada, se acercó a ella y le dijo:- Si es lo que quieres, sigue el camino recto, y pídele a “Cuatro patas” (el caballo) que te conduzca a “A sin patas” (El pez) y éste te conducirá a “La escalera sin escalones” (El Arco Iris).La niña anduvo y anduvo hasta que llegó a un caballo que estaba atado a un árbol.-Quiero alcanzar las estrellas ¿me puedes llevar? – No se nada de estrellas, sólo lo que me ordenan las hadas –Contestó el caballo. Ellas me mandan que le diga a Cuatro Patas que me lleve a Sin Patas. Ese soy yo, Cuatro Patas, monta sobre mí, cabalgaremos y cabalgaremos hasta dejar el bosque y llegar a la orilla del mar.La niña bajó del caballo y caminó por la orilla y se preguntó que podía hacer. De repente, el pez mas grande que jamás había visto, se acercó a sus pies. – ¿Puedes ayudarme? Quiero tocar las estrellas, le dijo al pez la niña. –Creo que no –dijo el pez- a no ser que traigas algún mensaje de las hadas. –Me han dicho que Sin Patas, me llevaría hasta Sin Escalones.-¡Ah! Bien, súbete a mi lomo y te llevaré. Se zambulleron dentro de las aguas y siguieron una estela dorada que parecía dirigirse hasta el cofín del mar.En la distancia, la niña divisó un hermoso Arco-Iris que se alzaba desde el mar hasta el cielo, y que brillaba con todos los colores. Finalmente, llegaron al pie del Arco-Iris y la niña vio que era en realidad un camino ancho y luminoso que ascendía hacia el cielo, y allá a lo lejos, muy lejos al final del todo. La pequeña divisó unas diminutas lucecitas que parecían que danzaban.-No puedo ir mas lejos –dijo el pez-. Aquí está la Escalera sin Escalones. Sube por ella, si puedes, y agárrate fuerte. Ya te imaginarás que esta escalera nunca fue concebida para los pies de los niños pequeños. Así que la niña se bajó del lomo del pez y éste se zambulló en el mar.La niña trepó y trepó Arc-Iris arriba. No era fácil pero no iba a rendirse, subió y subió y con paso firme alcanzó el otro extremo del Arco-Iris las estrellas giraban y giraban, bailoteando en medio de miles de colores.Nunca había visto algo tan hermoso. De pronto, sintió frío y hacia abajo sólo veía oscuridad y no pudo ver la tierra.-No me marcharé antes de tocar una estrella – dijo mientras alargaba los brazos tanto como podía. Cruzó una estrella fugaz y le hizo perder el equilibrio. Cogió Arco-Iris abajo y cuando más descendía, más cálido era el aire y más sueño sentía. Bostezó, suspiró, y sin darse cuenta cayó dormida.-¿Toqué realmente las estrellas? –Se preguntó- ¿O sólo ha sido a un sueño? Entonces sintió algo en su manita. Cuando abrió el puño una pálida lucecita relució en su palma y desapareció al instante.La niña sonrió porque supo que se trataba del polvo de la estrella