cultura popular mapa mental

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La cultura es el conjunto de todas las formas, los modelos o los patrones, explícitos o implícitos, a través de los cuales una sociedad regula el comportamiento de las personas que la conforman. Como tal incluye costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser, vestimenta, religión, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias. Desde otro punto de vista se puede decir que la cultura es toda la información y habilidades que posee el ser humano. El concepto de cultura es fundamental para las disciplinas que se encargan del estudio de la sociedad, en especial para la antropología y la sociología. La Unesco, en 1982, declaró: ...que la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden. (UNESCO, 1982: Declaración de México) <Atrás Significado, historia y origen de la palabra. Qué significa. Distintas definiciones de la cultura: - La cultura es una capacidad humana distinta para adaptarse a las circunstancias y transmitir este conjunto de instrumentos y conocimientos aprendidos a la generación siguiente. - La cultura es el modo de vida desarrollado por un grupo humano y transmitido de generación en generación. - La cultura es el conjunto de esquemas mentales y de conducta mediante los cuales la sociedad consigue una mayor satisfacción para sus miembros (Kotler). - La cultura incluye los valores, ideas, actitudes y símbolos, conocimientos, etc que dan forma al comportamiento humano y son transmitidos desde una generación al la siguiente. - La cultura consiste en un conjunto de modelos de comportamientos

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La cultura es el conjunto de todas las formas, los modelos o los patrones, explícitos o implícitos, a través de los cuales una sociedad regula el comportamiento de las personas que la conforman. Como tal incluye costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser, vestimenta, religión, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias. Desde otro punto de vista se puede decir que la cultura es toda la información y habilidades que posee el ser humano. El concepto de cultura es fundamental para las disciplinas que se encargan del estudio de la sociedad, en especial para la antropología y la sociología.

La Unesco, en 1982, declaró:

...que la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden.(UNESCO, 1982: Declaración de México)<Atrás

Significado, historia y origen de la palabra. Qué significa.

 

Distintas definiciones de la cultura:

- La cultura es una capacidad humana distinta para adaptarse a las circunstancias y transmitir este conjunto de instrumentos y conocimientos aprendidos a la generación siguiente.

- La cultura es el modo de vida desarrollado por un grupo humano y transmitido de generación en generación.

- La cultura es el conjunto de esquemas mentales y de conducta mediante los cuales la sociedad consigue una mayor satisfacción para sus miembros (Kotler).

- La cultura incluye los valores, ideas, actitudes y símbolos, conocimientos, etc que dan forma al comportamiento humano y son transmitidos desde una generación al la siguiente.

- La cultura consiste en un conjunto de modelos de comportamientos adquiridos, implícitos y explícitos que, transmitidos mediante símbolos, constituyen los elementos distintivos de los grupos humanos.

La esencia de la cultura son las ideas tradicionales y especialmente los correspondientes valores que subyacen a las mismas.

Historia cultural, es la denominación de una corriente historiográfica más que una rama de la historia o disciplina académica en sí. Comenzó a utilizarse de manera común a partir de la década de 1970, sobre todo para definir determinados trabajos de historiadores anglófonos (ingleses y estadounidenses) y francófonos (franceses). Los historiadores de tradición hispánica tardaron en secundar los métodos de esta corriente porque en la tradición de los distintos países hispánicos fueron más comunes las ideas de Ortega y Gasset para estudiar las ideas y las tradiciones culturales. La historia cultural combina las metodologías de la antropología y la historia para estudiar las tradiciones de la cultura popular o las interpretaciones culturales de la experiencia histórica.

Generalmente, se enfoca en hechos históricos que suceden entre los grupos que no conforman la

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elite Historia cultural, es la denominación de una corriente historiográfica más que una rama de la historia o disciplina académica en sí. Comenzó a utilizarse de manera común a partir de la década de 1970, sobre todo para definir determinados trabajos de historiadores anglófonos ( ingleses y estadounidenses ) y francófonos ( franceses ). Los historiadores de tradición hispánica tardaron en secundar los métodos de esta corriente porque en la tradición de los distintos países hispánicos fueron más comunes las ideas de Ortega y Gasset para estudiar las ideas y las tradiciones culturales. La historia cultural combina las metodologías de la antropología y la historia para estudiar las tradiciones de la cultura popular o las interpretaciones culturales de la experiencia histórica.

Generalmente, se enfoca en hechos históricos que suceden entre los grupos que no conforman la elite de una sociedad, como el carnaval, las fiestas populares y los rituales públicos. También se ocupa de las tradiciones populares como la trasmisión oral de cuentos, canciones, poemas épicos y otras formas de tradición oral. En ocasiones, los historiadores que la cultivan estudian el desarrollo de elementos culturales vinculados a las relaciones humanas que lo hacen posible, como las ideas, la ciencia, el arte, la técnica, así como expresiones culturales de movimientos sociales como el nacionalismo o el patriotismo. También analiza los principales conceptos históricos como poder, ideología, clase, cultura, identidad, raza, percepción, actitud, y desarrolla métodos nuevos para la investigación histórica como la narrativa del cuerpo. Muchos estudios consideran los procesos de adaptación de la cultura popular a los medios de comunicación de masas (televisión, radio, periódicos y revistas, entre otros), los procesos de adaptación de lo escrito al cine, y actualmente el proceso de asimilación de la cultura oral, visual y escrita a Internet.

Otras formas o desarrollos teóricos recientes de la historia cultural provienen de otros campos, como la historia del arte; de enfoques metodológicos previos, como la Escuela de los Annales, el marxismo, y la microhistoria; o de formulaciones teóricas desarrolladas por intelectuales concretos, como la de Jürgen Habermas sobre la "opinión pública", la de Clifford Geertz sobre la “descripción densa” (La interpretación de las culturas), y la idea de memoria como categoría histórico-cultural discutida por Paul Connerton.

[editar] Un ejemplo: la historiografía y la Revolución francesa

Un ámbito al cual ha apuntado la historia cultural, hasta convertirse casi en un paradigma, es el proceso de revisión (o revisionismo) de la historia de la Revolución francesa. François Furet fue uno de los principales historiadores que comenzó este proceso con un ensayo ampliamente difundido Pensar la Revolución francesa, aparecido en francés en 1978 y rápidamente traducido al español en 1980. En él, Furet remplazó la interpretación marxista dominante de la revolución como un hecho exclusivamente social derivado de la lucha de clases, poniendo más énfasis en el problema de la cultura política; lo que provocó que diferentes historiadores se dedicaran a estudiar el papel de los elementos culturales en la Francia pre-revolucionaria y la formación de la cultura política.

Varios historiadores pueden ser agrupados en esta corriente. Algunos de los más importantes son: Roger Chartier, Robert Darnton, Patrice Higonnet, Lynn Hunt, Keith Jerkins y Sarah Maza. Sus trabajos sobre la época de la Francia revolucionaria han aportado, entre otras cosas, una nueva visión del concepto modernidad

de una sociedad, como el carnaval, las fiestas populares y los rituales públicos. También se ocupa de las tradiciones populares como la trasmisión oral de cuentos, canciones, poemas épicos y otras formas de tradición oral. En ocasiones, los historiadores que la cultivan estudian el desarrollo de elementos culturales vinculados a las relaciones humanas que lo hacen posible, como las ideas, la ciencia, el arte, la técnica, así como expresiones culturales de movimientos sociales como el nacionalismo o el patriotismo. También analiza los principales conceptos históricos como poder, ideología, clase, cultura,

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identidad, raza, percepción, actitud, y desarrolla métodos nuevos para la investigación histórica como la narrativa del cuerpo. Muchos estudios consideran los procesos de adaptación de la cultura popular a los medios de comunicación de masas (televisión, radio, periódicos y revistas, entre otros), los procesos de adaptación de lo escrito al cine, y actualmente el proceso de asimilación de la cultura oral, visual y escrita a Internet.

Otras formas o desarrollos teóricos recientes de la historia cultural provienen de otros campos, como la historia del arte; de enfoques metodológicos previos, como la Escuela de los Annales, el marxismo, y la microhistoria; o de formulaciones teóricas desarrolladas por intelectuales concretos, como la de Jürgen Habermas sobre la "opinión pública", la de Clifford Geertz sobre la “descripción densa” (La interpretación de las culturas), y la idea de memoria como categoría histórico-cultural discutida por Paul Connerton.

[editar] Un ejemplo: la historiografía y la Revolución francesa

Un ámbito al cual ha apuntado la historia cultural, hasta convertirse casi en un paradigma, es el proceso de revisión (o revisionismo) de la historia de la Revolución francesa. François Furet fue uno de los principales historiadores que comenzó este proceso con un ensayo ampliamente difundido Pensar la Revolución francesa, aparecido en francés en 1978 y rápidamente traducido al español en 1980. En él, Furet remplazó la interpretación marxista dominante de la revolución como un hecho exclusivamente social derivado de la lucha de clases, poniendo más énfasis en el problema de la cultura política; lo que provocó que diferentes historiadores se dedicaran a estudiar el papel de los elementos culturales en la Francia pre-revolucionaria y la formación de la cultura política.

Varios historiadores pueden ser agrupados en esta corriente. Algunos de los más importantes son: Roger Chartier, Robert Darnton, Patrice Higonnet, Lynn Hunt, Keith Jerkins y Sarah Maza. Sus trabajos sobre la época de la Francia revolucionaria han aportado, entre otras cosas, una nueva visión del concepto modernidad

El etnocentrismo es la actitud o punto de vista por el que se analiza el mundo de acuerdo con los parámetros de la cultura propia. etnocentrismo suele implicar la creencia de que el grupo étnico propio es el más importante, o que algunos o todos los aspectos de la cultura propia sean superiores a los de otras culturas. Este hecho se refleja por ejemplo en los exónimos peyorativos que se dan a otros grupos y en los autónimos positivos que el grupo se aplica así mismo. Dentro de esta ideología, los individuos juzgan a otros grupos en relación a su propia cultura o grupo particular, especialmente en lo referido al lenguaje, las costumbres, comportamientos, religión y creencias. Dichas diferencias suelen ser las que establecen la identidad cultural.

Antropólogos como Franz Boas y Bronisław Malinowski plantean que todas las ciencias deben trascender el etnocentrismo propio del científico como individuo. Boas desarrolló el principio del relativismo cultural y Malinowski el del funcionalismo como guías para producir estudios no etnocéntricos de las diversas culturas. Los libros The Sexual Life of Savages de Malinowski, Patterns of Culture de Ruth Benedict y Coming of Age in Samoa de Margaret Mead son ejemplos clásicos de antropología no etnocentrista.

Tipos de etnocentrismo

Se ha propuesto que existen diversas formas de etnocentrismo, entre ellas estarían:

Etnocentrismo invertido, pensar que la propia cultura es inferior a otras y resulta un obstáculo para la prosperidad o el desarrollo personal.

Etnocentrismo racial,pensar que los miembros de la propia cultura o etnia tienen una dotación

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genética que les hace superiores o mejores para el desarrollo de la civilización. Etnocentrismo lingüístico, pensar que la lengua propia es más compleja, sutil y adecuada para

el pensamiento que la lenguas de otros pueblos que pueden resultar bárbaras, rudas o faltas de expresión o flexibilidad para ciertos fines.

Etnocentrismo religioso, pensar que la propia creencia religiosa es superior a otras en el sentido de que es la única verdadera, siendo el resto de prácticas y creencias idolatría.

Aculturación se refiere al resultado de un proceso en el cual una persona o un grupo de ellas adquiere una nueva cultura (o aspectos de la misma), generalmente a expensas de la cultura propia y de forma involuntaria. Una de las causas externas tradicionales ha sido la colonización. En la aculturación intervienen diferentes niveles de destrucción, supervivencia, dominación, resistencia, modificación y adaptación de las culturas nativas tras el contacto intercultural. En tiempos más recientes, el término también se ha aplicado a la adquisición de la cultura nativa por parte de los niños desde la infancia en la propia casa.

La definición tradicional diferencia a veces entre aculturación por un individuo (transculturación) y por un grupo, generalmente grande.

Las definiciones viejas y nuevas tienen una frontera borrosa en las sociedades multiculturales modernas, en las que los hijos de familias inmigrantes pueden ser motivados a adquirir la cultura dominante, pero también la familia, considerando a cualquiera de las dos como la extranjera, cuando ambas son parte del desarrollo infantil.

I. CONCEPTO DE CULTURA Y DE ACULTURACIÓN. Las modernas acepciones de cultura son sustancialmente tres: a) proceso objetivo de desarrollo de la producción (p.ej., "cultura del neolítico", "feudal", "industrial"); b) visión del mundo y sistema de valores propios de un pueblo, de un período o de un grupo (p.ej., "cultura francesa", "cultura del renacimiento", "cultura de los bantúes"); c) género y agrupación particular de actividades intelectuales y artísticas (p.ej., "cultura filosófica", "musical", "literaria", "histórica", "científica"). En cualquier caso, hay que tener presente la distinción ele-mental entre cultura en sentido subjetivo (como sinónimo de instrucción), equivalente a un bagaje más o menos grande y armónico de conocimientos variados, y cultura en sentido objetivo, como calificación de un conjunto estructurado de expresiones materiales y espirituales, que caracteriza la identidad de un pueblo o de un momento histórico. El significado subjetivo (no necesariamente sólo en sentido individual) fue propio de la antigüedad en general, tanto griega (cf la paideía) como romana (cf la humanitas). De hecho va unido siempre a una visión etnocéntrica, que llevaba a calificar a los demás pueblos como "bárbaros" (cf, p.ej., Tito Livio, Hist. 31,29: "Siempre hay y habrá guerra entre los bárbaros y todos los griegos") y todo lo más a organizar "colonias" en sus territorios con la intención de helenizar o de romanizar a las poblaciones.

El etnocentrismo cultural (a pesar de los grandes descubrimientos geográficos de los siglos xvi y xvii y de algunos intentos de inserción, como el de Mateo Ricci en China) fue el que dominó hasta el siglo xviii, cuando en el ambiente alemán se formó la palabra Cultur (luego Kultur), para indicar la totalidad de las formas y de los procesos de la vida social y de los éxitos del trabajo tanto espiritual como material. Pensadores como Montesquieu, G.B. Vico, Voltaire, con sus teorías pioneras sobre los condicionamientos ambientales, sobre las evoluciones e involuciones de la historia y con el incipiente estudio comparativo de los pueblos, contribuyeron a la afirmación de una nueva aproximación al problema.

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Fue J.G. Herder (1744-1803) el primero en proponer que se hablase de "culturas" en plural, abriendo el ca-mino a una comprensión socio-antropológica, y por tanto diversifica-da, del fenómeno, que ha seguido prevaleciendo hasta hoy. Este camino fue recorrido y ampliado de diversas formas, no sólo por K. Marx (1844; para el que la cultura es "la naturaleza transformada en hombre"), sino sobre todo por E.B. Taylor (1871; la cultura es "aquel conjunto complejo que comprende el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, la costumbre y cualquier otra capacidad y hábito adquirido por el hombre en cuanto miembro de una sociedad"), por B. Malinowski (1944; respecto a la naturaleza, la cultura constituye el ambiente artificial del hombre, en cuanto creado por él en función del incremento del nivel de vida intelectual y colectivo), por A.L. Kroeber (1952; la cultura implica siempre solidaridad de rasgos, sincronicidad, interacciones indisolubles de las partes entre sí, hasta el punto de que el conjunto es superior a sus elementos y los condiciona), por C. Lévi-Strauss (la cultura se despliega en el ámbito del estructuralismo y significa una producción de símbolos, es decir, de realidades significantes, relativamente autónomas de la conciencia de los individuos, y que obedecen a una lógica profunda, guiada por categorías invariantes-inconscientes), hasta las más recientes aportaciones de la psiquiatría transcultural (que estudia el problema de las desviaciones individuales en relación con los modelos culturales).

Se fue dibujando de este modo la disciplina de la antropología cultural, que, a diferencia de la pura etnología, no se contenta con describir las costumbres de los diversos pueblos, sino que "pone el acento en las diferencias o semejanzas como problema para el conocimiento de sí mismo, y por tanto del hombre en cuanto universal" (I. Magli, Introduzione, 5); distingue, además, la cultura de la civilización, a la que atribuye un significado más amplio. En el centro de la moderna investigación antropológica sigue estando el problema de los contactos entre culturas diversas. El fenómeno puede asumir históricamente tanto un aspecto pacífico (como transmisión-recepción recíproca) como un aspecto conflictivo (bien como imposición desde fuera, bien como defensa de la propia identidad que se considera de algún modo amenazada); en todo caso requiere una capacidad de intercomunicación tal que no induzca ni a la abdicación de sí ni a la intolerancia del otro, sino que permita una ósmosis eventual que pueda desembocar en nuevas síntesis culturales.

Desgraciadamente, en este terreno parece ser que no se ha fijado aún un vocabulario unívoco, especialmente en lo que se refiere a los términos "aculturación" e "inculturación". Cada uno de estos dos términos, en la literatura específica, puede verse referido o bien a la adquisición subjetiva de una cultura personal o bien a la adaptación objetiva de un individuo o de un grupo a la cultura de otro ambiente o de otro pueblo (incluso la Enciclopedia Europea III, 956, entiende el primer término en el sentido negativo de una absorción cultural de cuño occidentalizante y destructivo de las diversas características étnico-culturales).

En el ámbito de los textos eclesiásticos conviene señalar que, mientras que el Vaticano II recurría solamente a los términos adaptatio y accomodatio (cf, p.ej., AG 22), la palabra "inculturación" se usó por primera vez en el Mensaje al pueblo de Dios (n. 5), del Sínodo de los obispos de 1977; pero ya en 1953 el misionólogo P. Charles había empleado la palabra "aculturación" incluso en el título de un estudio [/Bibliografía]. Cada uno de los dos términos se utiliza en el actual lenguaje cristiano en relación con la evangelización y en el contexto de la obra misionera. Se entiende entonces una praxis eclesial que, partiendo del conocimiento y de la aceptación de culturas diferenciadas, reconoce la posibilidad de injertar en ellas el germen del evangelio, de forma que, sobre la base de una fecundación mutua, se realice tanto una auténtica encarnación del evangelio como una fructuosa

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regeneración de la cultura respectiva.

Esto supone una concepción preliminar del evangelio (y de los conceptos correlativos de palabra de Dios y de fe) como una realidad no vinculada a priori a un determinado modelo cultural, sino hasta tal punto trascendente y formal que pueda conjugarse con las más variadas expresiones de la cultura humana. Al mismo tiempo, el mensaje cristiano es comprendido de antemano como destinado no ya a sobrevivir en una especie de limbo desencarnado o, peor aún, a oponerse o yuxtaponerse polémicamente a los diversos fenómenos culturales, sino a descender y a mezclarse con ellos lo mismo que la sal en la comida (cf Mt 5,13), como la levadura en la masa (cf Mt 13,33), como la semilla en la tierra (cf Jn 12,24). Juan Pablo II, durante su viaje a Africa en mayo de 1980, dijo al episcopado de Kenya: "La aculturación o inculturación que vosotros hacéis bien en promover será realmente un reflejo de la encarnación del Verbo cuando una cultura, transformada y regenerada por el evangelio, produzca desde su propia transición expresiones originales de vida, de celebración, de pensamiento cristiano". En efecto, la empresa no es de poca monta, y el interrogante en que se basa no es ciertamente académico. Están implicados en él ciertos aspectos que interesan tanto a la vida de la Iglesia en general como a la de cada bautizado. Si se piensa que el mensaje cristiano ha caído del cielo como un meteorito, ya definitivamente confeccionado incluso antes de tocar la historia, entonces las relaciones Iglesia-mundo sólo se considerarán en términos de diversidad inconciliable, si no de choque y de conflicto, y en definitiva de rechazo. Pero si se piensa que las mismas culturas humanas han contribuido históricamente de alguna manera a la formulación (formación) de este mensaje, entonces no sólo se descubre la dignidad nativa de las mismas culturas, sino sobre todo la necesidad imprescindible de una actitud dialógica, que no es táctica, sino que expresa una mutua disponibilidad requerida por la naturaleza de las cosas y que tiende a un enriquecimiento mutuo.

Es precisamente esta segunda posibilidad la que persigue la revelación divina, tal como vamos a verificar ahora en el nivel bíblico.