cultural 03-06-2016

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Págs. 4-5 Cómo usar el transporte público y no morir en el intento SUPLEMENTO SEMANAL DE LA HORA, IDEA ORIGINAL DE ROSAURO CARMÍN Q. GUATEMALA, 3 DE JUNIO DE 2016 Fotografía de Lozano

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Cultural 03-06-2016

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Página 2 / guatemala, 3 De junio De 2016

Fotografía de Eduardo Pavón

Juan Pablo Muñoz Elías. Nació en la Ciudad de Guatemala, en 1983, justo en medio de la violencia brutal del propio Estado en contra de sus habitantes. Creció en los 1990, la década perdida, cuando el neolibera-lismo obligó la firma de la paz. Se ha desarrollado académicamente en los campos de la historia y del derecho penal en pleno siglo XXI, en medio de una sociedad desmemoriada, violenta y excluyente que nunca se redime.

Por Juan Pablo Muñoz y TGal calor de los TaPis: los clavos

es que, derivado del desinhibirse tempo-ralmente y del atolon-dramiento que pro-duce el alcohol, nunca falta el bolo indiscreto

que habla de más, el que en vez de ha-blar... grita, el que se vuelve imitador del artista del momento o se cree bailarín profesional, el que bota las copas en la mesa y baña en licor a más de alguno, el necio y peleonero, el llorón, el que empanzado de tanto líquido se destan-tea un poquito y se desplaya sobre el piso rompiendo sillas o mesas, el que se pone medio insinuoso con la que le gus-ta -aunque vaya acompañada-, el que se hace el loco para pagar la cuenta y hasta esconde su billetito, el que agobiado por el delirium tremens sale huyendo con rumbo desconocido, el que se queda dormido o ya no controla esfínteres y, en fin, miles de modalidades más. No hay bolo que nunca haya hecho

clavos ni el más clavero que de vez en cuando no se haya sabido comportar. La diferencia es que el primero da de qué hablar después del espectáculo, cuando, se hace recuento de las gracias; y, el segundo, antes, cuando se toma la importante decisión de invitarlo o no... Debe decirse que este es uno de los po-cos casos en los que los antecedentes sí cuentan.Muchas anécdotas se pueden contar en

cuanto a clavos de bolos, pues como se mencionó, nunca pueden faltar en una fiesta de tapis. Por lo tanto, acá nos cen-traremos en algunas clásicas, las cuales seguro conocerán porque a más de al-gún “amigo” le habrán pasado.La primera y más conocida, es la de

aquel que es invitado a una fiesta y lle-ga... pero llega tarde, bolo y sin pisto. Algo fachoso, con aliento a licor, tras-trabillando y sobre todo más encendido que la media, desencaja con el cuadro de la reunión y generalmente quiere impo-ner sus gustos musicales, el tema y rit-mo de la conversación y hasta termina peleando con los que no le dan la razón. Como los demás no están en sintonía, no falta quién se sienta incómodo con su presencia. Un agravante de esta pasada es cuando además de todo, llega acom-

Y

¡Si ya saben cómo me pongo para qué me invitan!, dicen -algo

cínicamente- los muchachos de hoy en día en alusión a esa circunstancia tan propia de las tandas de tapis: los clavos. ¡Si no hubo clavos, no fue fiesta!,

corroboran, al respecto, los más experimentados.

No hay bolo que nunca haya hecho clavos ni el más clavero que de vez en cuando no se haya sabido comportar.

el TaPis

pañado de ciertos sujetos que al parecer no han comido en años ni bebido en si-glos. Es muy frecuente también ver a la típi-

ca pareja que ya algo entonada empieza a pelear. Cada trago es un trapito al sol que se saca frente a la mirada atónita de la muchachada. Estos bolos claveros son más incomprensibles cuando al otro día andan de besos y abrazos por la calle, ha-biendo dejado nomás la incomodidad del momento. Obviamente, este tipo de cla-vos puede llegar a situaciones extremas de violencia, pero eso será abordado en otro número de esta columna, cuando se traten los efectos sociales del tapis.También se ha visto al típico bolo mala-

taza (que para nosotros es sinónimo de clavero), que siendo invitado a pasar un ameno rato en casa de una vieja amistad, se acomoda, se apropia de las instalacio-nes y hasta dicta sus costumbres. Está el viejo pase del que termina devorando la despensa, la refrigeradora o la mismísima olla del caldo; la del que ya con sueño, se apropia de la cama del anfitrión; del que se siente parte de la familia y anda plati-cando por todos lados; del que empieza a hurgar hasta los más íntimos espacios de la vivienda y hasta la del que ya habituado se apresta a ser atendido durante la goma, para retirarse hasta el otro día, cuando ya se siente bien. Otros bolos claveros son los que, en una

mesa entre amigos, consumen al mismo ritmo que los demás y piden y piden más rondas, hasta que llega el momento de pagar: entonces resulta que se desapare-cen momentánea... o definitivamente. Es tanto, dice el mesero. Incluye lo que se

llevó su amigo.Total, que sin pena ni gloria, el clavero

deja endeudados a sus compañeros mien-tras probablemente toma un taxi para lle-gar servido, sano y salvo a su casa. Los que suscribimos estas líneas, nos

hemos fijado que entre los más chavos, es muy común que suceda que a más de al-guno lo llegan a traer desde su casa. Llega, por ejemplo, el padre algo enojado porque el hijo, sin avisar, agarró la fiesta. Con toda la autoridad del caso, se presenta al local, le pega una señora maltratada y finalmente se lo lleva, no sin antes insultar a los demás, por haber “incitado” a su hijo a tomar. Eso pasa comúnmente cuando se toma con patojos... aunque a los adultos también les pasa. “Allí viene tu mamá, vos”, le dice la bandada al fulano, ya canoso, cuando una mujer anciana entra al bar, con una cara que mezcla la aflicción y el enojo. En otras ocasiones a saber ni cómo se enteran del lugar de la parranda, pero la esposa o el esposo aparecen. Con evidente irritación, desde la puerta del local llaman al fiestero con las manos y cuando este se acerca, le exigen una retirada inmediata. Sin embar-

go, necia que es la gente, está el que no con-tento con tremendo espectáculo, querien-do quedar bien con todos, todavía quiere que su pareja se quede a “compartir” con sus amigos, perjurando que será “apenas un ratito”. Lo que este ingenuo descono-ce es que finalmente, incomoda más a la pareja e interrumpe el ritmo de la plática en la mesa.Con el estómago revuelto, despeinado,

ojos rojos, sin pisto, sin su mochila y algo confundido, aparece la imagen del bolo que retoma un mínimo de consciencia. Todavía algo ebrio, recuerda haber mal-tratado a fulano y a zutano, presiente que en su casa va a tener problemas, se arrepiente de las siempre inoportunas llamadas telefónicas que hizo -aunque no recuerde a detalle lo que dijo- y se aver-güenza por las veces que se cayó... por lo que empieza a gritar a sus amigos: “yo no quería tomar, para qué me trajeron”. Y hablando de llamadas innecesarias,

aparecen los clavos derivados de las nue-vas tecnologías de comunicación. Llama-das a dishoras diciendo cosas incoheren-tes e importunas, a través de mensajes privados -en el mejor de los casos- o me-diante publicaciones comprometedoras en las redes sociales, al bolo no le bastará la presencia física de sus compañeros de farra; también querrá sentirse conectado con el mundo, particularmente con esa persona que le gusta o con la que anda enemistado. Ya se imaginarán ustedes cuántos disparates puede alguien decir en semejante estado...No puede faltar el bolo inquieto que tan

pronto como tiene oportunidad, va a me-rodear a otras mesas para entablar conver-saciones para las cuales no ha sido llama-do... y para las cuales no es bienvenido. Sea porque le gusta alguien de la mesa, porque oyó un tema de conversación que le intere-sa o ya así de perdida porque se confunde, este tipo de clavos concluyen con indirec-tas de expulsión. Si ni así entiende, la bron-ca puede ponerse muy fea.Para terminar esta entrega, nos veremos

en la necesidad de poner en evidencia a aquéllos amantes del tapis que ya entra-dos en tragos se liberan de toda responsa-bilidad presente y futura. Unos, suben -o aparecen etiquetados en- fotos compro-metedoras en las redes sociales, aunque de hecho hayan informado al amigo, al jefe, a la esposa o al hijo, que se encontra-ban sin señal en medio de una urgentísi-ma reunión de trabajo. Otros, peor aún, aparecen resucitados tres días después, cuando al fin se dejan ver en su casa o en su trabajo: algo bronceados, con un par de raspones, medio temblorosos y algo “malitos” del estómago. ¡Vaya si no son clavos esos!

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Guatemala, 3 De junio De 2016 / PáGina 3

Por Juan Calles

su santidad, el atol blanCo

ranos de frijol, pe-pita, chile, sal y li-món combinación perfecta y exacta que segundos después es-tará incinerando mi

lengua y garganta, el esófago lo recibe agradecido y mi estómago se relaja con el calorcito que me enerva hasta las conexiones nerviosas de la médula espinal.La resaca recula, se disipa cuchara-

da a cucharada, el brebaje espeso me cura, me devuelve a la vida, y puedo respirar en paz, la presión arterial recobra su nivel normal, en mi caso solo un poco arriba de lo normal, soy hipertenso, lo que nunca le he dicho al cardiólogo es que las píldoras que me recetó son muy caras y no las pue-do comprar; así que mi reguladora ha sido Tania en el mercado San Martín y su brebaje mágico.Mientras lo bebo, observo a la seño-

ra que está a mi lado, sopla y mueve

G

Espera como atrincherado en la olla que humea, mientras mis pasos se dirigen engomados a ese rincón del mercado San Martín, diviso de lejos la sonrisa cómpli-ce de Tania, que también estará sobreviviendo la resaca, yo lo sé, ella lo sabe. De lejos me sonríe y empieza a servirme el hirviente

brebaje nutritivo y sanador.

su atol para entibiarlo, está tan con-centrada que no se entera de mi abu-siva invasión a su privacidad, ella se-guramente no sufre la terrible goma que yo sufro pero igual disfruta de su atol blanco; zambulle la cuchara, procura atrapar algunos frijoles; antes de engullirlo vuelve a soplar, al fin lo lleva a su boca, cierra los ojos, respira profundo, va por otra cucharada, esta vez sin soplarla, se quema la lengua, extiende su brazo y le suplica a Tania, “más chile por favor mija” por fin me ve, observa las gruesas gotas de sudor en mi frente y me dice “está jodida la cruda va mijo” yo solo atino a jalar mocos y reírle.El funcionamiento de esa lógica ali-

menticia es simple; el maíz, las semi-llas molidas de girasol, el picante y el limón te hidratan, te energizan, el hí-gado trabaja lento y seguro, el alcohol que circula por tu cuerpo se evapora, se extingue. No hay magia, hay quí-mica en esto. El cuerpo lo agradece, se siente satisfecho, está listo para la ru-tina, está listo para esperar la noche y el descanso.En la escudilla de barro ya solo que-

da un charquito gris y palpitante; mi ánimo ha cambiado de patibular a ju-biloso y satisfecho; la cruda ya no me molesta, pienso en las verduras que debo comprar para el almuerzo, el ca-lor que derrite el asfalto, en el brassiere de la señora que vende jugos de naran-ja, en el niño que vende cebollas, en el olor de la pescadería, los gritos de los

vendedores. No puedo evitar pensar en poesía cuando pienso en atol blan-co, tan intensa y nutritiva es la poesía como el atol blanco, poesía de maíz convertido en masa, para sanarme,

para continuar el día, para respirar profundo y libre. Tania se despide con la mano en alto y

mirada cómplice, sabe que la siguiente semana vendré otra vez por mi dosis.

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Guatemala, 3 De junio De 2016 / PáGina 5PáGina 4 / Guatemala, 3 De junio De 2016

¡

El transporte público en LatinoaméricaAutobús, bus, ruta, colectivo, combi, guagua,

ómnibus, pecera, flota, autocar, góndola, liebre, acordeón, buseta, chiva, chivilla, ca-zadora, lata, chuzón, chato, chimeco, burra, guajolotero, totolero, mirabus, pisicorre, auto-busete, etc.

En realidad no importa el nombre, sabemos de buenas fuentes que las experiencias son muy similares en Latinoamérica.

Una amiga extranjera que no quiso ser nombrada sorprendentemente dice que le gusta mucho el transporte público de Guatemala porque es divertido y desorde-nado en contraposición al de Europa. A ella le gusta mucho que acá la gente conversa durante el viaje, mientras que en el otro lado del charco apenas y se voltean a ver. Todos son más fríos y anda cada quien en su mundo, añade.

Edson Sebastián Lozano (Guatemala, 1981) Periodista, gestor cultural, fotógrafo, músico y alma viajera. “La vida es un juego, a jugar se ha dicho”.

¡Córranse para atrás! ¡Ápurate vos patojo súbite que voy preciso! ¡Chavo de gorra córrete para atrás! ¡Sigan la fila de en medio! ¡Pasajes en mano! ¡Si no te gusta bajate y paga taxi!Para utilizar el transporte público

procurá dejar tu dignidad en casa. No llamés la atención, vestite como vago, lo menos vis-toso posible. No portés cadenas, aretes, pul-seras, anillos de oro, de plata o cualquier otra cosa brillante. Laptops, tablets o cualquier objeto de valor. ¡Aguas! Hay que andar ojo al Cristo.Se tiene que estar mentalmente preparado

para un posible asalto, accidente de tránsito, peleas, metidas de mano, fragancias ofensi-vas, acoso intenso y “piropos” pasados de la raya. Cualquier contratiempo inimaginable es posible. Es recomendable ubicarse cerca de las salidas del bus para escapar rápidamente en caso sea necesario.Es preferible no usar audífonos (para los

asaltantes este es un indicio de la existen-cia de algún smartphone, si tenés Bluetooth mejor es llevarlo apagado). Debés mantener la billetera o la bolsa a la mano en caso sea demasiado tarde, te agarren desprevenido y tengás que ofrendarlo. Es recomendable por-tar un teléfono oldschool y una billetera raída para ser sacrificados en caso de asalto. Los documentos personales es mejor llevarlos en cualquier sitio, nunca en la billetera.El asiento justo detrás del piloto debe evi-

tarse a toda costa. Los asientos próximos al piloto o cerca del ayudante son de alto riesgo, según nuestras estadísticas de asesinatos rela-cionados con el transporte público en ciudad de Guatemala. Si querés incrementar tu espe-ranza de vida jamás viajés cerca del guardia de seguridad.

Campo Pagado-Buenos días señores, vengo a tocarles la

puerta de su corazón, tengo necesidad, regá-lenme una moneda por el amor de Dios, él

sabrá recompensarlos.-Hoy les vengo a hablar la palabra de Dios

nuestro señor, no volteen la mirada. ¡Esta-mos llegando al final de los tiempos mi her-mano, el mundo está rodeado de pecado, hay fornicación por todos lados, drogadicción, alcoholismo y corrupción!

– ¡Bueno hijos de la grandiosa…, hoy sí ya va-lieron!, ¡Cuidado intentan hacer una mulada que les saco las tripas de un bombazo! Eso era lo que decíamos antes, ahora por la gracia…Para abordar las burras hay que usar para-

das improvisadas, ser ágil y salvaje. Los pilo-tos se pasan por el Arco de Triunfo las para-das oficiales, es más, cuando estás esperando camioneta hay que alejarse todo lo posible de las paradas, los chóferes acostumbran a tirarle el bus encima a la gente (literal), es una hermosa costumbre que tienen los po-brecitos.Al subir asegurate de tomar asiento rápido

o agarrarte de donde se pueda para evitar contusiones, chinchones o rasguños ante los intempestivos acelerones o frenazos (a veces creo que hasta por fregar lo hacen estas cria-turitas del mal), esta es otra actividad maligna que parece ser tradición en los transportistas, un estilo de manejar que se transmiten de ge-neración en generación.Los pilotos utilizan paradas estratégicas

(para ellos) en donde se quedan varados esperando a que el bus se atasque de gen-te, o llegue otro bus a ocupar el puesto. Por nada del mundo se van a mover de ahí antes de que las dos circunstancias anteriores se concreten.Hay que hacerle ganas a esperar a que se les

ronque la gana seguir la ruta, a veces puede ser hasta una hora, agreguemos a eso el tráfi-co denso y las demás paradas que hacen falta para llegar, es mejor llevar un libro, estudiar para los exámenes, leer el periódico, platicar con desconocidos, casaquear o realizar cual-quier otra actividad para pasar el tiempo. Se

puede ver el Facebook, leer Barrancópolis, o watsapear pero recordá que te arriesgás a que te roben el smartbean.

¿Cuánto cuesta el pasaje en realidad?Nadie lo sabe con certeza, a veces un quet-

zal, otras tres, incluso cinco. Procurá pagar el valor del pasaje que el piloto disponga, por lo regular le sube el valor para poder pagar al ayudante y a otros dos tipos que se sientan sobre el motor y que no hacen nada útil más que beber cerveza, maltratar e intimidar a los usuarios. ¿Para qué discutir con personajes chinches que no entienden de razones?Preparate para escuchar a todo volumen lo

mejor del repertorio de rancheras, música banda, perreo intenso del más fino o en el mejor de los casos el disco pirata de éxitos en inglés que los setentas, ochentas y noventas.

Del otro lado del charcoLuisa todo chofer que se respeta debe tener,

un compilado con lo mejor de las baladas rock y pop de Monroy es guatemalteca y tiene siete años de vivir en España. Todos los días

utiliza el bus para ir al trabajo, aborda en la parada de la calle “López de Hoyos” en la ruta número 73 y se baja en “Diego de León” Ahí camina una calle y coge (así se dice en Espa-ña) la 61 que la lleva a Narvaez esquina Ibiza, todo el trayecto tarda unos 40 minutos.Le pregunté a Luisa sobre su experiencia con

el transporte público español y esto fue lo que contestó: Aquí no van llenos los buses, hay un orden para subir, y respetan las paradas, inclu-so esperan hasta que terminés de bajar para volver a andar.

¿Cuál es la mayor diferencia entre ambos transportes? Un mundo, acá la gente no se empuja para abordar, vas con seguridad, no tenés miedo de que alguien se suba a asaltar. No hay vendedores ambulantes en los autobu-

ses. El precio del transporte siempre es de 1.50 euros. Hay wifi y ahora están implementando cargadores para los celulares. El transporte tie-ne horarios bien definidos y hay una aplicación que se llama rápibus en dónde pones el número de la línea y te dice cuánto tiempo tardará en llegar al lugar en dónde estás y es bien exacta para dar esa información.Por último le pregunté a Luisa ¿Extrañás

algo del transporte de acá? Y su respuesta fue rápida, clara y concisa: ¡Noooo! Ni hablar.El autor de este texto es un asiduo usuario

de camionetas, tras años de experiencia ha desarrollado una metodología para sobrevi-vir al transporte público: usa taxis colectivos. Agradecimientos especiales a la querida ami-ga colombiana Catalina García por su valioso aporte en la construcción de este texto.

FotograFía de don ameno Córdova

FotograFía de elí orozCo

FotograFía de elí orozCo

FotograFía de lozano

Cómo usar el transporte público y no morir en el intento

Por Edson LozanoBarrancóPoLis

VicisitudEs dE La gEntE dE a PiE

Jaguares

L a larga carretera se hacía pesada. El calor de la costa del Pacífico inundaba el interior del auto. La música en la radio se palpaba

monótona. El verde pálido de la caña de azúcar pintaba en monocromo kilómetros y kilómetros de horizonte. Mis acompañantes dormían. Yo hubiera hecho lo mismo de no ser el conductor. La necesidad de salir de los moldes, de las etiquetas y las rutinas me habían hecho tomar la decisión de viajar aquel fin de semana. Nuestro destino era la playa de arenas negras y aguas verdes en donde la sal se huele en el aire y el sol de antes de las cinco de la tarde aplasta todos los ánimos. La luna y la noche eran la promesa de vida. La luna es la música de la playa cuando se pinta en la arena. Por eso viajamos al atardecer. Tres grandes volcanes atestiguaron nuestro paso por entre el apabullante cultivo. La zafra había empezado y el aire contaminado de ceniza ya inundaba los pulmones de la gente de la región. El sol empezó a caer detrás de las nubes

tornando el cielo rojizo y en medio del sopor del camino, mis ojos se vieron obligados a desviar la mirada desde el asfalto gris, hacia un agujero que se formaba en la nube más extensa del cielo. Ese cúmulo enorme cubría todo el techo celeste y los colores cálidos que se pintaban en él le decían adiós a la estrella más cercana. Del hoyo en la nube surgieron dos figuras enormes que avanzaban en carrera hacia la tierra. Tenían forma de jaguares. Supe que eran hembras felinas

Por PaBLo sigüEnza ramírEz

por la fuerza de su recorrido y el brillo en sus ojos. Su tamaño era el de los volcanes cercanos y sus alas abarcaban más de un kilómetro de distancia cada una. La piel de la primera tenía tonos azules y verdes mientras que las manchas de su piel eran amarillas y naranjas, destilaba de su boca el semen de cuatrocientos veranos y su ala izquierda esparcía sobre la planicie mariposas doradas y luciérnagas encendidas. La segunda jaguar vestía pieles negras con manchas de un azul turquesa que deslumbraban cualquier ojo cuando el recorrido del vuelo de la felina chocaba con los últimos rayos de sol. En su semblante la jaguar traía la locura de saberse perdida o de haber perdido algo importante. Seguí su trayectoria y amarradas a su cola traía hojas de plátano envueltas, las cuales trasladaban en su interior los huesos de un bebé jaguar. Su rugido estremecía a todas las criaturas de la costa y de las montañas. Una lágrima roja se desprendió de cada uno de los cuatro ojos felinos.Con los últimos segundos de la luz solar

se deslindó de la enorme nube una lluvia tenaz y tupida. Al instante se formó un arcoíris que se acostaba desde la punta del volcán más alto hasta la copa de la ceiba más vieja de la zona. Las pericas allí asentadas agradecieron la luz multicolor con cantos milenarios. Bajo la sombra del arco colorido las jaguares se juntaron, se olfatearon todo el cuerpo, juntaron las miradas y sin más espera, una a la otra se apretaron los cuellos con los dientes. La noche cayó sobre el campo, sobre los volcanes y sobre la carretera.

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Guatemala, 3 De junio De 2016 / PáGina 5PáGina 4 / Guatemala, 3 De junio De 2016

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El transporte público en LatinoaméricaAutobús, bus, ruta, colectivo, combi, guagua,

ómnibus, pecera, flota, autocar, góndola, liebre, acordeón, buseta, chiva, chivilla, ca-zadora, lata, chuzón, chato, chimeco, burra, guajolotero, totolero, mirabus, pisicorre, auto-busete, etc.

En realidad no importa el nombre, sabemos de buenas fuentes que las experiencias son muy similares en Latinoamérica.

Una amiga extranjera que no quiso ser nombrada sorprendentemente dice que le gusta mucho el transporte público de Guatemala porque es divertido y desorde-nado en contraposición al de Europa. A ella le gusta mucho que acá la gente conversa durante el viaje, mientras que en el otro lado del charco apenas y se voltean a ver. Todos son más fríos y anda cada quien en su mundo, añade.

Edson Sebastián Lozano (Guatemala, 1981) Periodista, gestor cultural, fotógrafo, músico y alma viajera. “La vida es un juego, a jugar se ha dicho”.

¡Córranse para atrás! ¡Ápurate vos patojo súbite que voy preciso! ¡Chavo de gorra córrete para atrás! ¡Sigan la fila de en medio! ¡Pasajes en mano! ¡Si no te gusta bajate y paga taxi!Para utilizar el transporte público

procurá dejar tu dignidad en casa. No llamés la atención, vestite como vago, lo menos vis-toso posible. No portés cadenas, aretes, pul-seras, anillos de oro, de plata o cualquier otra cosa brillante. Laptops, tablets o cualquier objeto de valor. ¡Aguas! Hay que andar ojo al Cristo.Se tiene que estar mentalmente preparado

para un posible asalto, accidente de tránsito, peleas, metidas de mano, fragancias ofensi-vas, acoso intenso y “piropos” pasados de la raya. Cualquier contratiempo inimaginable es posible. Es recomendable ubicarse cerca de las salidas del bus para escapar rápidamente en caso sea necesario.Es preferible no usar audífonos (para los

asaltantes este es un indicio de la existen-cia de algún smartphone, si tenés Bluetooth mejor es llevarlo apagado). Debés mantener la billetera o la bolsa a la mano en caso sea demasiado tarde, te agarren desprevenido y tengás que ofrendarlo. Es recomendable por-tar un teléfono oldschool y una billetera raída para ser sacrificados en caso de asalto. Los documentos personales es mejor llevarlos en cualquier sitio, nunca en la billetera.El asiento justo detrás del piloto debe evi-

tarse a toda costa. Los asientos próximos al piloto o cerca del ayudante son de alto riesgo, según nuestras estadísticas de asesinatos rela-cionados con el transporte público en ciudad de Guatemala. Si querés incrementar tu espe-ranza de vida jamás viajés cerca del guardia de seguridad.

Campo Pagado-Buenos días señores, vengo a tocarles la

puerta de su corazón, tengo necesidad, regá-lenme una moneda por el amor de Dios, él

sabrá recompensarlos.-Hoy les vengo a hablar la palabra de Dios

nuestro señor, no volteen la mirada. ¡Esta-mos llegando al final de los tiempos mi her-mano, el mundo está rodeado de pecado, hay fornicación por todos lados, drogadicción, alcoholismo y corrupción!

– ¡Bueno hijos de la grandiosa…, hoy sí ya va-lieron!, ¡Cuidado intentan hacer una mulada que les saco las tripas de un bombazo! Eso era lo que decíamos antes, ahora por la gracia…Para abordar las burras hay que usar para-

das improvisadas, ser ágil y salvaje. Los pilo-tos se pasan por el Arco de Triunfo las para-das oficiales, es más, cuando estás esperando camioneta hay que alejarse todo lo posible de las paradas, los chóferes acostumbran a tirarle el bus encima a la gente (literal), es una hermosa costumbre que tienen los po-brecitos.Al subir asegurate de tomar asiento rápido

o agarrarte de donde se pueda para evitar contusiones, chinchones o rasguños ante los intempestivos acelerones o frenazos (a veces creo que hasta por fregar lo hacen estas cria-turitas del mal), esta es otra actividad maligna que parece ser tradición en los transportistas, un estilo de manejar que se transmiten de ge-neración en generación.Los pilotos utilizan paradas estratégicas

(para ellos) en donde se quedan varados esperando a que el bus se atasque de gen-te, o llegue otro bus a ocupar el puesto. Por nada del mundo se van a mover de ahí antes de que las dos circunstancias anteriores se concreten.Hay que hacerle ganas a esperar a que se les

ronque la gana seguir la ruta, a veces puede ser hasta una hora, agreguemos a eso el tráfi-co denso y las demás paradas que hacen falta para llegar, es mejor llevar un libro, estudiar para los exámenes, leer el periódico, platicar con desconocidos, casaquear o realizar cual-quier otra actividad para pasar el tiempo. Se

puede ver el Facebook, leer Barrancópolis, o watsapear pero recordá que te arriesgás a que te roben el smartbean.

¿Cuánto cuesta el pasaje en realidad?Nadie lo sabe con certeza, a veces un quet-

zal, otras tres, incluso cinco. Procurá pagar el valor del pasaje que el piloto disponga, por lo regular le sube el valor para poder pagar al ayudante y a otros dos tipos que se sientan sobre el motor y que no hacen nada útil más que beber cerveza, maltratar e intimidar a los usuarios. ¿Para qué discutir con personajes chinches que no entienden de razones?Preparate para escuchar a todo volumen lo

mejor del repertorio de rancheras, música banda, perreo intenso del más fino o en el mejor de los casos el disco pirata de éxitos en inglés que los setentas, ochentas y noventas.

Del otro lado del charcoLuisa todo chofer que se respeta debe tener,

un compilado con lo mejor de las baladas rock y pop de Monroy es guatemalteca y tiene siete años de vivir en España. Todos los días

utiliza el bus para ir al trabajo, aborda en la parada de la calle “López de Hoyos” en la ruta número 73 y se baja en “Diego de León” Ahí camina una calle y coge (así se dice en Espa-ña) la 61 que la lleva a Narvaez esquina Ibiza, todo el trayecto tarda unos 40 minutos.Le pregunté a Luisa sobre su experiencia con

el transporte público español y esto fue lo que contestó: Aquí no van llenos los buses, hay un orden para subir, y respetan las paradas, inclu-so esperan hasta que terminés de bajar para volver a andar.

¿Cuál es la mayor diferencia entre ambos transportes? Un mundo, acá la gente no se empuja para abordar, vas con seguridad, no tenés miedo de que alguien se suba a asaltar. No hay vendedores ambulantes en los autobu-

ses. El precio del transporte siempre es de 1.50 euros. Hay wifi y ahora están implementando cargadores para los celulares. El transporte tie-ne horarios bien definidos y hay una aplicación que se llama rápibus en dónde pones el número de la línea y te dice cuánto tiempo tardará en llegar al lugar en dónde estás y es bien exacta para dar esa información.Por último le pregunté a Luisa ¿Extrañás

algo del transporte de acá? Y su respuesta fue rápida, clara y concisa: ¡Noooo! Ni hablar.El autor de este texto es un asiduo usuario

de camionetas, tras años de experiencia ha desarrollado una metodología para sobrevi-vir al transporte público: usa taxis colectivos. Agradecimientos especiales a la querida ami-ga colombiana Catalina García por su valioso aporte en la construcción de este texto.

FotograFía de don ameno Córdova

FotograFía de elí orozCo

FotograFía de elí orozCo

FotograFía de lozano

Cómo usar el transporte público y no morir en el intento

Por Edson LozanoBarrancóPoLis

VicisitudEs dE La gEntE dE a PiE

Jaguares

L a larga carretera se hacía pesada. El calor de la costa del Pacífico inundaba el interior del auto. La música en la radio se palpaba

monótona. El verde pálido de la caña de azúcar pintaba en monocromo kilómetros y kilómetros de horizonte. Mis acompañantes dormían. Yo hubiera hecho lo mismo de no ser el conductor. La necesidad de salir de los moldes, de las etiquetas y las rutinas me habían hecho tomar la decisión de viajar aquel fin de semana. Nuestro destino era la playa de arenas negras y aguas verdes en donde la sal se huele en el aire y el sol de antes de las cinco de la tarde aplasta todos los ánimos. La luna y la noche eran la promesa de vida. La luna es la música de la playa cuando se pinta en la arena. Por eso viajamos al atardecer. Tres grandes volcanes atestiguaron nuestro paso por entre el apabullante cultivo. La zafra había empezado y el aire contaminado de ceniza ya inundaba los pulmones de la gente de la región. El sol empezó a caer detrás de las nubes

tornando el cielo rojizo y en medio del sopor del camino, mis ojos se vieron obligados a desviar la mirada desde el asfalto gris, hacia un agujero que se formaba en la nube más extensa del cielo. Ese cúmulo enorme cubría todo el techo celeste y los colores cálidos que se pintaban en él le decían adiós a la estrella más cercana. Del hoyo en la nube surgieron dos figuras enormes que avanzaban en carrera hacia la tierra. Tenían forma de jaguares. Supe que eran hembras felinas

Por PaBLo sigüEnza ramírEz

por la fuerza de su recorrido y el brillo en sus ojos. Su tamaño era el de los volcanes cercanos y sus alas abarcaban más de un kilómetro de distancia cada una. La piel de la primera tenía tonos azules y verdes mientras que las manchas de su piel eran amarillas y naranjas, destilaba de su boca el semen de cuatrocientos veranos y su ala izquierda esparcía sobre la planicie mariposas doradas y luciérnagas encendidas. La segunda jaguar vestía pieles negras con manchas de un azul turquesa que deslumbraban cualquier ojo cuando el recorrido del vuelo de la felina chocaba con los últimos rayos de sol. En su semblante la jaguar traía la locura de saberse perdida o de haber perdido algo importante. Seguí su trayectoria y amarradas a su cola traía hojas de plátano envueltas, las cuales trasladaban en su interior los huesos de un bebé jaguar. Su rugido estremecía a todas las criaturas de la costa y de las montañas. Una lágrima roja se desprendió de cada uno de los cuatro ojos felinos.Con los últimos segundos de la luz solar

se deslindó de la enorme nube una lluvia tenaz y tupida. Al instante se formó un arcoíris que se acostaba desde la punta del volcán más alto hasta la copa de la ceiba más vieja de la zona. Las pericas allí asentadas agradecieron la luz multicolor con cantos milenarios. Bajo la sombra del arco colorido las jaguares se juntaron, se olfatearon todo el cuerpo, juntaron las miradas y sin más espera, una a la otra se apretaron los cuellos con los dientes. La noche cayó sobre el campo, sobre los volcanes y sobre la carretera.

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agamos entonces como Nietzche, dicien-do por adelantado que éste escrito no tiene ningún valor, porque no pretende decir “La

Verdad” en sentido amplio, sino solamen-te algo que se me ocurrió después de oír los comentarios de varios amigos, que incómodos ante el giro que ha tomado la literatura contemporánea empezaron a lanzar preguntas y esbozar algunas res-puestas.

Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis de Arnold Böcklin (Basilea, 16 de octubre de 1827).

H

Puede ser que para muchos escritores, críticos y profesores de litera-tura el tema no resulte en sí novedoso, se viene discutiendo desde los tiempos de Montaigne, y mucho más atrás si en la retrospectiva in-

cluimos a los medievales, a los socráticos, Giordano Bruno, Erasmo de Rotterdan, etc. ¿Pero no es cierto que hay momentos en que los libros terminan por hastiarnos? ¿De qué sirven tantos libros de autoayuda,

de opiniones diversas, de comentarios, ensayos y notas al margen, si no contribuyen a aclarar las ideas, sino todo lo contrario, a enredarlas?

¿No será que tanto escritores como lectores utilizan ese galimatías con el único fin de ocultar su estulticia, como diría Erasmo, y al mismo

tiempo aparentar erudición? ¿Acaso pretendo ser objetivo si para tra-tar un problema de la escritura hago uso del medio mismo?

Por su origen biológico el estilo se sitúa fuera del arte, es decir, fuera del pacto que liga al escritor con la sociedad. Podemos imaginar por tanto a autores que prefieran la seguridad del arte a la soledad del estilo.

Roland Barthes, el grado cero de la escritura

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Por LeoneL JuracáneL maLestar de La Literatura

Primera Parte

sí parece haber disminuido, al menos en proporción a la cantidad de obras que se publican.Para el lector de “entretenimiento”

la pluralidad de sociedades, formas de relacionarse y problemas internos puede resultar todavía ilustrativo. Pero esas novelas de viajes, aventuras, y biografías interesantes, no tienen ya el valor enciclopédico por el que se hi-cieron respetables durante los siglos anteriores, hoy cualquiera puede in-vestigar por internet y poner en tela de duda las declaraciones de un autor que hablara por decirlo así, de animales fantásticos en las antípodas. Queda entonces el estilo. Sin embar-

go, tanto si se trata de la historia de un huérfano en Kazajistán o una familia de rebeldes en Holanda, los recursos narra-tivos no han variado mucho: Uso de la tercera persona, enunciación en pasado indefinido, aproximación o distancia-miento de los momentos decisivos del relato, rupturas en el personaje narra-dor. Los malabares lingüísticos se han ido agotando, o más bien, no han incor-porado los nuevos recursos dados por los medios audiovisuales. Aun así, se publican reediciones de El

Quijote o Víctor Hugo, pero es muy difícil que alguien se tome hoy el trabajo de na-rrar períodos largos de tiempo como Var-gas Llosa, panoplias de personajes como Roberto Bolaño, o fantasías de largo alien-to como Asimov.Si buscamos causas actuales, po-

dríamos enumerar: una parte de cul-pa la tienen los medios electrónicos, que han limitado la cantidad de pa-labras, creyendo que no hay lectores menores de treinta años que sopor-ten siquiera diez minutos contínuos de lectura; otra parte, claro, está en la mala educación; otra en las exigen-cias laborales, que no dejan tiempo ni para escribir o leer por gusto; otra, en la orientación ideológica que pro-mueven las editoriales. Lo cierto, es que como decía Octavio Paz

y Unamuno, la literatura de éste tiempo (y quizá sea un alivio para muchos) es ya incapaz de asumir un discurso colectivo o una mitología “totalizante”. Traiciona-do por la moral, por la elocuencia y por la cultura de la inmediatez, el autor del siglo XXI, se dedica más que todo a la anécdota personal, crónicas locales e ironías encrip-tadas que requieren de un lector ya versa-do en temas que se consideran “de domi-nio público”.

¿Es a consecuencia del individualismo?Quien lanza una pregunta así, segura-

mente espera todavía que haya “escritores comprometidos”. Y aunque pareciera una respuesta obvia, hay que ser cuidadosos para separar las paranoias conspiratorias de una reconstrucción de los hechos: Cada forma literaria es hija de su tiempo, y si bien es cierto que los medios masivos bus-can fomentar el consumo individual, tam-bién ocurre que nuestro encuentro con los libros, siempre ha sido un acto individual; tanto si se trata de un devoto lector de la Biblia, como el niño que recién aprendió a leer y se topa con el Reader’s Digest; y cito estos ejemplos, porque es ahí donde mejor podemos ubicar el problema de éso que se llama “lectura social”. Ahí encontramos al sacerdote, la maestra, el secretario de parti-do, o al narrador de Disney, indicándonos cuáles son las palabras correctas y en qué sentido debemos interpretar el texto. Así es como la lectura, que debía estar abierta, deja de ser placentera y se convierte más bien en un trabajo de “traducir el código”, para el lector consciente, o una manera de afianzar prejuicios para el que no.El escritor que labra un estilo, sabe muy

bien que no hay un público específico al cual dirigirse, pues el compromiso que ha adquirido con el mensaje requiere una investigación exhaustiva del lenguaje, y la forma que adquiera no puede apoyarse en el mercado, pues la sociedad a la cual se dirige, está un poco más allá de ésas contingencias, y un poco más acá de sus idealizaciones.Miguel de Unamuno, en “¿Cómo se escri-

be una Novela?”, decía que todo autor, aun así escriba ciencia ficción, en el fondo está hablando de su propia experiencia y cada uno de sus personajes es necesariamente una referencia autobiográfica. Los únicos compromisos que podemos interpretar en una obra, no son de tipo “ideológico”, sino vitales, entre el autor y su propia historia. No es por falta de compromiso por lo que ahora abundan las novelas en primera persona, los lugares “adimensionales”, con el tono típico del Best Seller. Es más bien, por excesivo compromiso con otras cau-sas: las orientaciones del mercado, con los intereses políticos, o las pautas editoriales. Así se ha empobrecido el estilo, haciendo indiferenciables entre sí a un autor latino, español o marroquí. Y ojo con eso del cos-mopolitismo, que al copiar un estilo, solo porque el autor goza de fama mediática, debemos tomar en cuenta que estamos ante una traducción, y probablemente el autor en cuestión no esté conforme.

¿Es que nadie escribe ya grandes novelas?Si se refieren a “volumen”, es decir, can-

tidad de papel entintado, todavía hay mu-chas, y bastante buenas, como ésos libros de amplios lomos en los que se lee: León Uris. “La Broma Infinita”, Salman Rus-hdie, “Cortesana”, Gao Xingjan, “El se-ñor de los anillos”, “3999”, etc. Ahora, si se refieren a la profundidad de los temas tratados, la innovación de la técnica narra-tiva, o la complejidad de la labor pedagó-gica o moral emprendida por sus autores,

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Guatemala, 3 De junio De 2016 / PáGina 7

edro es músico, es estudiante de perio-dismo, tiene 28 años y es originario de la Antigua Guatemala. Se dedica a componer

canciones a través de lo que la vida le muestra y desde hace tres años decidió zambullirse de cabeza en la escena. Fue a través de Sesión de Micros Abiertos, una plataforma web que impulsa mú-sicos independientes en Guatemala que entré en contacto con su música, si pueden hacer unos clics para llegar a su propuesta encontraran material pega-joso que garantizo los enganchará.Son las 12:09 horas y el calor se hace

cada vez más insoportable. Boche no aparece y mi pegajosa piel se derrite so-bre uno de los sillones de La Casa. Qui-zá lo asaltaron en El Trébol mientras intentaba transbordar. Tal vez ahora esté bajando en la estación de San Se-bastián luego de que alguna anciana se solidarizó con su desgracia y le prestó un quetzal para subirse al Transmetro.La historia de Pedro y la música tiene

que ver con la mala fortuna, una frac-tura en el pie hizo que en el colegio su agitada trayectoria atlética tomara una pausa para conocer la guitarra, ejecu-tar los primeros acordes y enamorarse del instrumento inseparable que hoy en día le permite viajar, comer y conocer toda clase de personas.Es reconfortante encontrar buena mú-

sica de una nutrida camada de cantau-tores guatemaltecos, es desalentador caminar sobre la 2ª. avenida de la zona 1 de la ciudad de Guatemala y percibir tanto miedo en la gente, tanta descon-fianza. He escuchado tres de las can-ciones de Pedro y ya me aviento a decir que es uno de los abanderados de esta nueva ola. Sin embargo, es precipitado emitir juicios al respecto porque la ma-

Pedro Boche, Fotografía de Miguel Ortíz

Por Salazar ochoa

caPítulo I: Pedro Boche

P

Pedro Boche lleva cuatro minu-tos de retraso y mi mente fatalis-ta dibuja los peores escenarios.

Ojalá y la extraurbana en la que venía no se haya embarrancado

en alguna curva pronunciada. Me gusta la música de este muchacho,

se nota, se siente que le imprime un estilo y su voz… ¿Qué puedo

decir de su voz? NADA. Qué sé yo de voces, solo debo señalar que me

parece agradable.

Lo que este país y el mundo en realidad necesitan son músicos que no quieran cuadrar con nada. No se trata de encajar en modelos preestableci-dos impuestos por el mercado o consumir artistas acartonados producidos en serie, uno siente cuando prueba algo nutritivo ¿O ya no?

la nueva camada de cantautoreS guatemaltecoS

Pedro Boche estaba generoso el día que nos conocimos y me regaló un disco. Se trata de una de las pocas grabaciones realizadas en vivo en este país, Pedro Boche – Tras Bastidores (en vivo en el Teatro Nacional Miguel Ángel Asturias). Si lo quieren con gusto lo comparto con ustedes que ya Denis me hizo favor de grabarlo en la com-putadora. Solo escriban a [email protected] y no olviden colocar su número de teléfono.

yoría de los miembros de esta erupción artística alternativa son bien pilas. Será mejor ahorrarse las precipitaciones y madurar las ideas.¿Y si se le olvidó nuestra reunión?

Nahh, no lo creo, nadie desaprovecha-ría la oportunidad de aparecer en el Su-plemento Cultural de La Hora. Habrá más de algún caso, algún incauto. El re-loj marca las 12:15 y ya se me durmió la pierna que crucé. Creí que era Pedro el que aparecía en el umbral de la puerta pero no, era un muchacho que trabaja en el centro cultural. Le doy otro sor-bo a mi Cabro (¿Les conté que pedí una para apaciguar el ambiente tropical?) mientras sigo escuchando a los Kings Of Leon (buenos esos muchachos) y su “Spiral Starcase”. La misma canción una y otra vez, no entiendo cómo no me aburre.Yo no sé porque la gente siempre llega

tarde. No hay excusas. Yo siempre llego tarde, si me dicen a las 12:00 general-mente llego a las 12:00, pero eso ob-viamente ¡Es tarde!, uno debería llegar

por lo menos unos 15 minutos antes de cada cita, para aclimatarse, ponerse có-modo, que sé yo, leer un libro.Son las 12:23 ¡Por fin llegó! ¿O no?Se preguntará usted querido lector por

qué nunca antes había oído mencionar a Pedro Boche en alguna parte, lo mis-mo le pregunté a él. Creo que Guatema-la es un mercado pequeño para la músi-ca, no es que sea malo, simplemente es pequeño. Ahora internet ha modificado la forma de visibilizar a los artistas, sin embargo, el país se sumó bastante tarde a estas plataformas.Responde un tran-quilo BocheLa propuesta musical de Pedro se basa

en aprovechar sus experiencias senti-mentales vitales y producir música que transmita su forma de concebir el mun-do sin forzar nada, la vida nocturna de

Antigua influye considerablemente en ella según él mismo confirma. Después de sostener una buena pláti-

ca con Pedro coincido firmemente con él cuando afirma que lo que este país y el mundo en realidad necesitan son músicos que no quieran cuadrar con nada. No se trata de encajar en modelos preestablecidos impuestos por el mer-cado o consumir artistas acartonados producidos en serie, uno siente cuando prueba algo nutritivo ¿O ya no?Para terminar le pedí a Pedro que me

diera tres nombres de músicos en Gua-temala que no intentan cuadrar y que tienen una propuesta original e intensa para escucharlos de tarea este fin de se-mana. Estas fueron sus recomendacio-nes: Ishto Juevez, Franc Castillejos y un dúo: Fraaek.

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Fotografía de Rita Villanueva

El próximo lunes 6 de junio a las 18:30 horas, en la Sala de Exposicio-nes Temporales del Museo Nacional de Arqueología y Etnología del Ministe-rio de Cultura y Deportes (Calle de los Museos, Finca La Aurora, zona 13), se realizará la inauguración de la exposi-ción Raíz de mi Alma, y presentación del catálogo del mismo nombre, de la fotógrafa guatemalteca Rita Villanueva.

La artista, presenta una serie de imáge-nes que forman parte del Catálogo Raíz

de mi Alma, donde continúa explorando su estilo, especializado en la fotografía humanitaria, pero enfocado en senti-mientos cotidianos y profundos, con modelos de nuestro país que fue consi-guiendo a lo largo de sus múltiples in-cursiones en el territorio guatemalteco.

Durante la inauguración, se tendrá la participación de Francisco Vidar-gas, quien desde México y en repre-sentación de la Oficina de Patrimonio Mundial del INAH, comentará la im-portancia de la fotografía humanitaria que Rita Villanueva realiza, y poste-

riormente se tendrá la participación de Miguel Álvarez Arévalo, Cronista de la Ciudad de Guatemala, quien también hará comentarios.

Nos comenta sobre la muestra: …Ahora sé que sólo salvaré mi existen-cia amando, que los únicos trozos de mi alma que habrán estado verdade-ramente vivos, serán aquellos que in-vierto en querer. Descubrí que en la raíz está la fuerza que llena todos los sentidos; que ilumina en mí una mi-rada a lo mío, a lo nuestro, para dejar permanente un rostro que hablará por

Fotografía de Rita Villanueva

InauguracIón de la exposIcIón “raíz de mI alma”

siempre. Lograr tocar y ser tocada con un gesto cargado de sentimientos, o tan sólo un cerrar de ojos y quedar conec-tados. Ahora sé que una imagen logra perpetuar sentimientos por siempre…, concluyó al respecto.

La exposición Raíz de mi alma, estará abierta durante los meses de junio a no-viembre, de martes a domingo de 9:00 a 16:00 horas. Para mayores informes sobre esta exposición, estarán disponi-bles los teléfonos 2230-5072/76 y 78 y en el Museo Nacional de Arqueología y Etnología el 2475-4010.

Por redacción cultura