da vinci descodificado, michael j. gelb

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www.puntodelectura.es Da Vinci descodificado, Michael J. Gelb Introducción El hombre universal «Dentro de una persona iluminada hay luz, y es ella la que ilumina el mundo entero.» evangelio según santo tomás Q Quizá haya visto el episodio de Star Trek: Voyager de 1997 en el que Leonardo da Vinci debutaba como asesor holográfico del capitán. El sabio consejo de Leonardo resultaba fundamental para guiar la nave y a la tripulación en el cumplimiento de su más elevado propósito: básicamente, ir a donde nunca antes habían estado. Espero que en las páginas que siguen encuentre a un Leonardo que sea su asesor personal en lo espiritual; un guía que le ayude a descubrir y a conseguir sus más elevados objetivos igual que me ha ayudado a mí. También espero que halle la inspiración en las otras muchas voces que aparecen en este libro; que cada una de ellas sirva para ayudarle a entender mejor el objetivo de su vida. No hace mucho, durante una conferencia en Venecia a la que tanto el famoso físico Michio Kaku como yo habíamos sido invitados, éste dio un discurso que supuso para mí una vuelta de tuerca en mi concepto de lo que debe ser una vida plena. El doctor Kaku, que trabajó como asesor científico de los guionistas de Star Trek, es cofundador de la «teoría de la supercuerda»1 y autor de superventas de alcance internacional como Hiperespacio: una odisea científica a través de universos paralelos, distorsiones del tiempo y la décima dimensión2; Visiones: cómo la ciencia revolucionará la materia, la vida y la mente en el siglo xxi3; y El universo de Einstein: cómo la visión de Albert Einstein transformó nuestra comprensión del espacio y el tiempo4, así como profesor titular de Física Teórica de la Cátedra Henry Semat en la ciudad de Nueva York. En aquella conferencia de 2001, ante una audiencia de directores generales con los pies en la tierra, Kaku deleitó a estos ejecutivos nada estúpidos con sus teorías sobre la existencia de vida en otros planetas. Y no sólo el mejor pensamiento científico apoya la idea de que existe esta vida —explicó—, sino que es probable que en la inmensidad del universo haya civilizaciones mucho más evolucionadas que la nuestra. Desafortunadamente —dijo—, nosotros estamos en el nivel más bajo de civilización, hasta el punto de correr el peligro de destruir nuestra atmósfera y a nosotros mismos. El siguiente estadio, lo que Kaku denomina Nivel Uno (nuestro estadio ni siquiera merece un número), lo ocupan las civilizaciones que han asegurado su supervivencia mejorando su tecnología y su conciencia hasta el punto de poder alimentar, vestir y educar a todos sus miembros mientras protegen y mantienen su atmósfera y su ecosistema. El estadio más alto, el Nivel Dos, lo ocupan las civilizaciones que han crecido con la conciencia limpia y que son capaces de viajar a través del tiempo y el espacio impulsadas únicamente por

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Da Vinci Descodificado, Michael J. Gelb

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Page 1: Da Vinci Descodificado, Michael J. Gelb

www.puntodelectura.es

Da Vinci descodificado, Michael J. Gelb

Introducción

El hombre universal

«Dentro de una persona iluminada

hay luz, y es ella la que ilumina el mundo entero.»

evangelio según santo tomás

Q

Quizá haya visto el episodio de Star Trek: Voyager de 1997 en el que Leonardo da Vinci debutaba como asesor holográfico del capitán. El sabio consejo de Leonardo resultaba fundamental para guiar la nave y a la tripulación en el cumplimiento de su más elevado propósito: básicamente, ir a donde nunca antes habían estado. Espero que en las páginas que siguen encuentre a un Leonardo que sea su asesor personal en lo espiritual; un guía que le ayude a descubrir y a conseguir sus más elevados objetivos igual que me ha ayudado a mí.

También espero que halle la inspiración en las otras muchas voces que aparecen en este libro; que cada una de ellas sirva para ayudarle a entender mejor el objetivo de su vida. No hace mucho, durante una conferencia en Venecia a la que tanto el famoso físico Michio Kaku como yo habíamos sido invitados, éste dio un discurso que supuso para mí una vuelta de tuerca en mi concepto de lo que debe ser una vida plena. El doctor Kaku, que trabajó como asesor científico de los guionistas de Star Trek, es cofundador de la «teoría de la supercuerda»1 y autor de superventas de alcance internacional como Hiperespacio: una odisea científica a través de universos paralelos, distorsiones del tiempo y la décima dimensión2; Visiones: cómo la ciencia revolucionará la materia, la vida y la mente en el siglo xxi3; y El universo de Einstein: cómo la visión de Albert Einstein transformó nuestra comprensión del espacio y el tiempo4, así como profesor titular de Física Teórica de la Cátedra Henry Semat en la ciudad de Nueva York. En aquella conferencia de 2001, ante una audiencia de directores generales con los pies en la tierra, Kaku deleitó a estos ejecutivos nada estúpidos con sus teorías sobre la existencia de vida en otros planetas. Y no sólo el mejor pensamiento científico apoya la idea de que existe esta vida —explicó—, sino que es probable que en la inmensidad del universo haya civilizaciones mucho más evolucionadas que la nuestra. Desafortunadamente —dijo—, nosotros estamos en el nivel más bajo de civilización, hasta el punto de correr el peligro de destruir nuestra atmósfera y a nosotros mismos.

El siguiente estadio, lo que Kaku denomina Nivel Uno (nuestro estadio ni siquiera merece un número), lo ocupan las civilizaciones que han asegurado su supervivencia mejorando su tecnología y su conciencia hasta el punto de poder alimentar, vestir y educar a todos sus miembros mientras protegen y mantienen su atmósfera y su ecosistema.

El estadio más alto, el Nivel Dos, lo ocupan las civilizaciones que han crecido con la conciencia limpia y que son capaces de viajar a través del tiempo y el espacio impulsadas únicamente por

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su claridad de intenciones (como Q en Star Trek). Al enfatizar el hecho de que no se hablaba allí de ciencia-ficción, sino de las conclusiones de muchos de nuestros científicos más importantes, Kaku sugirió que quienes vivimos en el planeta Tierra tenemos un margen de menos de cien años para evolucionar al Nivel Uno; de lo contrario, nos hundiríamos en la inconsciencia de la autodestrucción.

El mensaje principal de este discurso se me quedó grabado profundamente. Pues, si tomamos a Kaku tanto literal como metafóricamente, su historia ofrece un potente modo de pensar sobre nuestro destino y llama la atención sobre el objetivo más importante de nuestras vidas: ¡ayudar a que la Tierra alcance el Nivel Uno! Pero esto sólo se puede conseguir si cada uno de nosotros se compromete personalmente con el proceso de evolución de la conciencia.

En su obra El lugar del alma5, best seller aclamado por The New York Times, Gary Zukav proporciona una guía para alcanzar el tipo de conciencia superior que nos llevará al siguiente nivel, que él describe como «territorio de la inspiración», el lugar donde la intuición se acelera poniéndonos en contacto con algo que está más allá de nosotros mismos, más allá de «los dominios del espacio, el tiempo y la materia..., algo con una gran visión que proviene de más allá de la personalidad». Según él, «cada uno de nosotros está siendo arrastrado, de un modo u otro, hacia esa misma gran visión. Aunque es más que una visión; es una fuerza emergente; es el paso siguiente en nuestro periplo evolutivo».

Zukav describe esta conciencia evolutivamente más avanzada como más abierta a la intuición, a las sutilezas de la percepción y a los impulsos del alma, porque es «multisensorial», frente al modo normal, «pentasensorial», de la experiencia común, que está orientada únicamente a la realidad física y a la supervivencia personal.

De acuerdo con Zukav, el ser humano pentasensorial actúa como si:

F -Cada uno de nosotros estuviera solo en un universo enorme, vacío y estrictamente físico.

F -Nuestra intencionalidad no fuera efectiva, y nuestras acciones sólo tuvieran efectos físicos inmediatos y evidentes.

F -El entorno físico tuviera que ser dominado para asegurar la supervivencia.

Por el contrario, el ser humano multisensorial actúa como si:

F -El universo fuera una expresión viva de la inteligencia divina y todos nosotros formáramos parte de algo mucho más grande que nuestro propio ego / supervivencia.

F -Nuestra intencionalidad fuera un poderoso factor determinante de nuestra realidad y tuviera un profundo efecto sobre los demás.

F -Hubiéramos diseñado nuestro mundo para aprender y servir al verdadero objetivo de nuestro espíritu.

Leonardo es la personificación prematura, si bien excepcionalmente avanzada, de este tipo de percepción multisensorial que Zukav describe. Con su infinita curiosidad, su franca disposición a todo tipo de experiencias, su talento natural para ver la inteligencia de Dios en cada cosa del mundo que le rodea, Leonardo nos regala un mapa fascinante del «territorio de la inspiración». Si nos miramos en él para inspirarnos en nuestras propias vidas, podrá guiarnos en nuestro siguiente paso evolutivo, como han hecho siempre los espíritus más grandes.

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Tal como dice Zukav, «con cada uno de nuestros progresos individuales, el alma grupal de la humanidad —lo que llamamos inconsciente colectivo— evoluciona». Nadie en la historia del ser humano ha hecho «progresos individuales» tan extraordinarios como Leonardo da Vinci. Es justo que su influencia sea más grande que nunca en nuestros días. Aun así, sorprende comprobar la omnipresencia de su figura en estos últimos años.

Aunque pudiera parecer que la grandeza de Leonardo es casi sobrenatural, sus logros reflejan una disposición muy humana a la intuición y a la inspiración, cualidades que todos somos capaces de incorporar a nuestras propias vidas. Como personificación de la percepción multisensorial, Leonardo es un profeta del potencial divino que se encuentra en cada ser: puede dirigirnos hacia la senda de nuestro perfeccionamiento.

De hecho, todas las grandes tradiciones espirituales inciden en el estudio de los modelos de dicha senda. Los hindúes tratan de emular la aparente perfección de grandes maestros como Ramana Maharshi o Ramakrishna. Los cristianos se preguntan: «¿Qué haría Jesús?». Y los budistas reflexionan: «¿Cómo reaccionaría Buda?». Últimamente muchos libros han aportado luz sobre la importancia de las enseñanzas divinas en contextos mundanos. Por ejemplo, un manual para altos directivos basado en las enseñanzas de Jesús, o una guía para solteros basada en las de Buda. Esta clase de contemplación puede ayudarnos a integrar la gran sabiduría en nuestra vida diaria.

Desafortunadamente, los modelos e imágenes de la sabiduría, la bondad, el amor y la belleza, no son fáciles de encontrar en la cultura popular y los medios de comunicación de masas. Imagínese viendo las noticias mientras por la parte inferior de la pantalla va pasando el siguiente titular: «Recuperados los cuadernos desaparecidos de Leonardo , pero antes, más noticias sobre el último escándalo del personaje de moda». Como sociedad, nuestras prioridades en cuanto al grado de atención que prestamos a las cosas no se corresponden con nuestros más altos ideales.

De hecho, hay una explicación neurológica para esto. Una de las paradojas y retos de la mente humana es que estamos condicionados por la configuración reticular de nuestro cerebro (una estructura en el cerebro medio) para prestar una atención especial a cualquier cosa que parezca nueva, diferente o «sensacional», mientras permitimos que los asuntos más intemporales y menos tópicos —como la sabiduría espiritual universal— se nos olviden. Pero las cosas del espíritu siempre acaban por resurgir, precisamente porque son intemporales y universales, como se aprecia en el hecho de que todas las sociedades del mundo, por muy diferentes que sean, han llegado a obtener en algún momento de su desarrollo ideas fundamentales muy parecidas. El escritor Aldous Huxley lo llamó «la filosofía perenne». Un grupo de investigación descubrió que al menos ocho de los diez mandamientos son comunes a todas las culturas del mundo, constituyendo el equivalente a una declaración global de los valores humanos. Tal como lo ve mi secretaria, la venerable Mary Hogan: «Podemos animar a equipos diferentes, pero a todos nos gusta el béisbol».

En el transcurso de mi búsqueda espiritual he tenido la suerte de aprender de muchos grandes maestros pertenecientes a diferentes tradiciones. Gurúes de puro linaje me bendijeron con el darshan y experimenté el brillo cegador de la agudeza espiritual de J. Krishnamurti. Pasé meses aprendiendo meditación de la mano del abad de un monasterio budista camboyano, y viajé a Turquía para danzar con los derviches y recibir la iniciación de un jeque sufí. Gocé de la oportunidad de escuchar y aprender cada día durante diez meses de J.G. Bennett, el extraordinario genio espiritual, cuando decidió compartir el fruto de toda una vida de investigación. Recibí la Sagrada Comunión en una vieja iglesia de Inglaterra repleta de espiritualidad, y he ofrecido mis plegarias mirando a la Meca con aquellos de mis hermanos que siguen las enseñanzas del profeta Mahoma. Y, por supuesto, la Torá me llamó a los trece años y soy un bar mitzvah6.

Ningún profesor, sin embargo, me ha influenciado más que Leonardo. Cuando escribí mi primer libro sobre él, Atrévase a pensar como Leonardo da Vinci: siete claves para ser un genio8, descubrí siete principios fundamentales en su vida y obra que parecían explicar su creatividad

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y señalar el camino de la nuestra. Esos mismos siete principios también parecen explicar la fuente de espiritualidad que emana de todas sus obras, ya sean inventos, cuadros, experimentos científicos o textos.

Esa cualidad esencialmente espiritual es lo que hace de Leonardo el ideal de uomo universale, de Hombre Universal: alguien capaz de dirigirse a los deseos que todos compartimos. Y si hay algo que he aprendido en mis viajes de estos últimos veinticinco años por Australia, Japón, Turquía, Europa, Escandinavia, Latinoamérica, África y Estados Unidos, es lo mucho que compartimos todos los hombres.

Los encuentros que he tenido la suerte de celebrar con notables maestros de las más diversas tradiciones del saber no han hecho más que reforzar la percepción de esta unidad en lo esencial, como queda patente en nuestra común herencia espiritual. Son muchos los senderos que nos llevan a la cima de la montaña, pero sólo hay una cumbre: el amor.

El reto es hacernos ver la sabiduría universal desde una nueva perspectiva; llamar la atención de esa configuración reticular de nuestro cerebro que prioriza lo novedoso con ejemplos que tengan la frescura y originalidad suficiente para recordarnos lo que todos sabemos y a menudo olvidamos. ¿Y quién mejor que Leonardo para representar y hacernos revivir la sabiduría universal? Su vida es un arquetipo rico y vivaz del potencial humano, y sus obras desprenden algo nuevo cada vez que las observamos. Pero lo mejor de su vida y de su obra es su intemporalidad. La elevada grandeza espiritual de Leonardo nos hace conscientes del potencial inherente a todas las religiones, desde el cristianismo al judaísmo, desde el islam al hinduismo, desde el budismo al taoísmo. Al igual que todos aquellos que han alcanzado la verdadera sabiduría, Leonardo pone voz a los valores e ideales de naturaleza universal: un núcleo de verdades que nos une más que dividirnos.

El maestro sufí Hazrat Inayat Khan alumbra la búsqueda de la sabiduría universal en esta rogativa: «Permítenos reconocerte en todas Tus formas y nombres: Rama, Krishna, Shiva o Buda. Deja que Te conozcamos como Abraham, Salomón, Zaratustra, Jesús o Mahoma, y con muchos otros nombres y formas, conocidos y desconocidos para el mundo».

Me siento increíblemente afortunado y profundamente feliz por tener la oportunidad de compartir esta exploración del uso espiritual de los principios de Leonardo con usted. Es un proyecto que hace sonreír a mi corazón. Además, he descubierto que escribir directamente sobre espiritualidad te hace tremendamente humilde. Como apunta el gurú Arjan Dev, de la tradición sij: «Si la tierra se convirtiera en papel, el bosque en pluma y el viento en escritor, el fin de El Que Es Infinito no podría ser descrito». Y el poeta místico sufí Jalaluddin Rumi declama: «Cuando trato de describirte, mi pluma se rompe y el papel se me escurre entre las manos».

Cada uno de nosotros ha de encontrar su propio camino, su propia relación con lo divino, y aceptar el significado y el propósito de su vida. Es mi deseo que la contemplación del significado espiritual que subyace a los principios de Leonardo pueda ser de ayuda para señalar el camino.

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Prefacio

Señalando el camino

*

«Fija tu rumbo a una estrella.»

leonardo da vinci

E

El propósito de este libro es proporcionar ayuda práctica e inspiración en nuestro desarrollo personal y periplo espiritual basándonos en la inspiradora sabiduría del mayor genio de la historia. Le mostraré cómo los siete principios de Leonardo reflejan conceptos espirituales de carácter universal y cómo podemos asumir dichos conceptos para dotar de mayor sentido, compasión, conciencia y alegría a nuestras vidas diarias.

En la Parte Primera dispondremos el escenario tratando de entender en profundidad la vida, obra y legado de Leonardo. Tendremos en cuenta las cuestiones básicas sobre la naturaleza de la espiritualidad de Leonardo y su fe en Dios, fuente de su genio inimitable, así como el misterio de su sexualidad. También le ayudaré a descifrar algunas cuestiones sobre Leonardo planteadas en el fenómeno editorial El código da Vinci y otras publicaciones. (No se necesita haber leído la novela de Dan Brown para disfrutar y sacar provecho de este libro.) El último capítulo de la Parte Primera le presentará la «traducción espiritual» de los siete principios de Leonardo y le ayudará a sacar el máximo partido de la Parte Segunda.

En la Parte Segunda tengo la intención de que el maestro le haya inspirado para:

F -Aprender destrezas que agilicen su búsqueda espiritual.

F -Adquirir un sentido más profundo de la claridad y la responsabilidad.

F -Descubrir modos sencillos y contundentes que permitan abrir las puertas a la percepción y perfeccionar lo más sutil de su conciencia.

F -Ejercitar la libertad desde los aspectos inconscientes y desconocidos de uno mismo para evitar que la realización de sus más altos ideales sea saboteada.

F -Disfrutar de la armonía interior que produce el equilibrio entre lo masculino y lo femenino de su ser.

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F -Recibir la bendición de una mayor energía y bienestar mediante la integración del cuerpo, el espíritu y la mente.

F Ganar experiencia en dar y recibir amor.