de "masas y élites en iberoamérica" | alfredo l. palacios

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"Multitudes y minorías revolucionarias en conjunción —masas y élites son indispensables para la creación de una conciencia social que se oponga al orden existente caracterizado por normas e instituciones que defienden otros grupos. La masa agitada por un sentimiento nebuloso, resentida por la injusticia del orden jurídico, fue fecundada por la idea que se incorporó a su estado emotivo. La masa sola no puede realizar la revolución aunque las condiciones del medio sean favorables. Es absolutamente indispensable la alianza con la élite para asociar deseos, aspiraciones, creencias, ideas y fuerza.Y este concepto es la negación del otro típicamente sádico, de Goebbels, quien afirmaba que la masa es para el líder lo que la piedra para el escultor, y que líder y masa constituyen un problema tan sencillo como pintor y color.Raúl Orgaz, en su ensayo sobre las revoluciones, considera que masa y élite son categorías supremas en el capítulo sociológico de la teoría de las revoluciones. Ambas son necesarias para que se perciban los tres momentos del alma revolucionaria, o sea el descontento del presente (elemento sentimental), la conciencia del derecho (elemento místico) y la representación del futuro (elemento racional). Además, la conciencia de la fuerza. Puede prácticamente faltar la violencia —faltó en algunas revoluciones—, pero no puede faltar la conciencia de la fuerza, la disposición a usar de ella. Es la última instancia que en la contienda se reserva el alma revolucionaria.El proceso de descontento comienza con el desarrollo de fuerzas latentes oscuras. Se concreta luego en un sentimiento que debe encontrar su expresión en la inteligencia, y se afirma, por último, en una voluntad que es un verdadero imperativo. Primero, el fondo nebuloso de la conciencia social que se va aclarando en la lucha. Después, la luz de la idea revolucionaría de la minoría ilustrada, idea-fuerza que encarna en la masa, formándose así un todo homogéneo capaz de traducir las ideas en actos, frente a la disgregación del orden establecido. La lucha se entabla entre la masa y la élite, unidas contra los partidarios del régimen imperante."

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Masas y élites en iberoamérica

I

DESLINDE DE TÉRMINOS: MASA

¿Qué significa la palabra masa, no definida por los historiadores, y que frecuentemente se confunde con pueblo, multitud, muchedumbre o turba?Se trata de un galicismo: “masse: commun des hommes, foule”. “Foule: peuple, commun des hommes”, dice el Diccionario Larousse. Los clásicos castellanos, según la Enciclopedia Universal1, únicamente adoptaron para esta voz en sentido figurado, las acepciones de junta o concurrencia de cosas, pero jamás usaron el plural, masas, con significado de pueblo, vulgo, público, turba, multitud, muchedumbre.1 Enciclopedia Universal Ilustrada Europea-Americana.

alfredo l. palacios

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El último Diccionario de Sociología, publicado hace dos años2, recoge la palabra para nosotros exótica, extranjera, y expresa que representa una especie particular de vínculo social caracterizado por el más bajo grado de intensidad y profundidad en la fusión parcial de los espíritus y de la conducta de un nosotros. Agrega que significa, a la vez, el más alto grado de tensión, confundiéndose con multitud y hasta con rebaño, pues se mueve —dice— por simple contagio. Considera, además, que a veces se entiende por masa (y en este caso más bien masas) una unión penetrada por el espíritu de negación y destrucción, una unión de parias que aparece solamente en los períodos de decadencia de una sociedad, concepción arbitraria que lleva implícita una valoración negativa.Georges Gurvitch, colaborador del citado diccionario, hace notar la importancia que sociológicamente tiene la distinción entre las masas disgregadas —los descontentos, los pobres, los parados, los extranjeros, etc.— y las masas compactas. Normalmente —dice— las masas no están congregadas y se transforman en masas compactas en circunstancias muy excepcionales; entre ambas existen, evidentemente, muchas formas intermedias.2 Diccionario de Sociología, México, Fondo de Cultura Económica, 1949, pág. 180.

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Como se ve, estamos lejos de la claridad que requiere una definición y con dificultad tendremos que aplicar las expresiones mencionadas a la historia de nuestra América. Ortega y Gasset3 traduce el concepto de muchedumbre, sin alterarlo, a la terminología sociológica y halla la idea de masa social. La masa, dice, es el conjunto de personas no especialmente cualificadas; no se entiende por masas sólo ni principalmente las masas obreras. Para él, masa es el hombre medio, convirtiendo de este modo lo que era simplemente cuantitativo —la muchedumbre— en una determinación cualitativa. En una palabra, para Ortega y Gasset, masa es el hombre medio, y de ahí que lo defina como hecho psicológico, sin necesidad de esperar a que aparezcan los individuos en aglomeración. Cree que delante de una sola persona podemos saber si es masa o no, pues masa es toda aquel que no se valora a sí mismo, en bien o en mal; que se siente como todo el mundo; de manera que la división en masas y minorías no es una división en clases sociales sino en clases de hombres, y no coincide, por lo tanto, con la jerarquización en clases superiores e inferiores, pues dentro de cada clase social hay masa y minoría.3 Ortega y Gasset, José, La rebelión de las masas, Madrid, Revista de Occidente, 1930.

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El autor de La rebelión de las masas, estudiando el momento actual del mundo, llega a la conclusión de que su característica es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera... Sobre esa base desarrolla su doctrina orgánica referente al hecho que conceptúa el más importante de nuestro tiempo.Es claro que para nuestro estudio carece de importancia la teoría del filósofo español, máxime cuando él mismo, en su Prospecto de la Liga de Educación Pública Española4, hablando no ya como filósofo o sociólogo, sino como ciudadano que aspira a organizar un instrumento político para promover el futuro y no para retener el presente, expresa su convencimiento de que la política no es faena que se satisfaga con sólo el intelecto ni sólo mediante la acción individual. Cree, por el contrario, que el área política comienza propiamente donde el puro entendimiento y el individuo aislado concluyen y aparecen las masas sociales, batiéndose en una dinámica apasionada. El término de nuestros propósitos —acentúa— no puede ser otro, por consiguiente, que llegar hasta esas masas. Y agrega el gran escritor español: .. 4 Ortega y Gasset, José, Vieja y nueva política, Madrid, 1928, 2a edición, página 81.

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.salvo casos insólitos en tiempo y espacio, las masas nacionales no se hallan políticamente movilizadas.Y luego, combatiendo a las minorías directoras, considera insuficientes los programas que formulan los hombres públicos sobre el fondo de hacinadas desesperanzas, o el tema que de lustro en lustro invade súbitamente la conciencia pública para producir en las muchedumbres no más que una convulsión fugitiva. Por eso Ortega y Gasset juzga que es forzoso aspirar a introducir la actuación política en los hábitos de las masas españolas.No coincide este pensamiento con el ya expresado en La rebelión de las masas. Esta vez habla indistintamente de masas, pueblo y muchedumbre y parece que no corresponde entonces el concepto de que la división de la sociedad en masas y minorías no es una división en clases sociales, sino en clases de hombres5.

5 Ortega y Gasset, José, obra citada, página 15.

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II

PUEBLO — MULTITUD — MUCHEDUMBRE

No debemos confundir pueblo, masa o multitud si queremos tener una visión clara de los hechos, y eso podremos apreciarlo al estudiar los movimientos revolucionarios en nuestra América y especialmente en nuestra historia.Dentro de la comunidad y durante su evolución, aparecen grupos sociales con una formación mental característica, correspondiente a sentimientos e intereses determinados, que no es propiamente la formación mental colectiva exteriorizada con intensidad y alta tensión en momentos determinados, debido a un estimulante cualquiera. Pero eso no es propiamente el pueblo. Es una agregación fortuita y temporal.Pueblo tiene, desde luego, varios significados y acepciones distintas. No existe una definición claray precisa que merezca aceptación general. A veces se lo confunde con el conjunto de los miembros de una comunidad en la que los hombres se vinculan espontánea y permanentemente por sentimientos

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y actitudes; o de una sociedad donde las conexiones están dispuestas inteligentemente para determinar su mantenimiento y preservación; o de un Estado, que es un ordenamiento de derecho y puede existir aun no existiendo otros vínculos sociales.Es frecuente confundir pueblo con nación. Se ha considerado a ésta como una unidad social que se funda sobre una serie de vínculos naturales: origen étnico, cultura tradicional histórica, costumbre, lenguaje, religión, pero todo de manera relativa. Nada más peligroso que definir. Ya lo dijo el viejo aforismo romano. Renán dio la fórmula que generalmente se repite, contribuyendo a la confusión entre pueblo y nación. Según él, las condiciones necesarias para constituir estas colectividades, consideradas como unidad, son: tener glorias comunes en el pasado, una voluntad común en el presente, haber hecho juntos grandes cosas. En el pasado, una herencia de glorias y remordimientos; en el porvenir, un mismo programa a realizar para construir el futuro. En una página admirable, Renán habla de la nación como de una unidad psicológico-social exaltada por un estado de conciencia política. Qu’est ce qu’une nation: Une âme, un principe spirituel, un plebiscite de tous les jours.

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Algunos consideran pueblo al conjunto de los componentes del Estado, sólo en cuanto están unidos por un vínculo político, pero sin ser el Estado. Otros, como la suma de las partes que componen la nación, pero excluyendo la idea de los grandes vínculos que ligan a esas partes cuando se da a su conjunto el nombre de nación. Hay quien, al hablar de pueblo, se refiere a las costumbres, hábitos y hechos en que toman parte los miembros de un grupo humano. Y una de las acepciones que pueblo tiene en nuestro idioma, establece que es la gente común y humilde de una población.Es, pues, difícil ponerse de acuerdo respecto del significado del vocablo.Multitud y muchedumbre son grandes cantidades de personas y por eso se las considera sinónimas de pueblo en el sentido corriente. Algunos establecen sutiles diferencias entre multitud y muchedumbre. En la primera entraría la idea de plebe en la acepción de clase inferior, “pueblo menudo”; en la segunda dominaría la idea de universalidad; sería una multitud más general, más humana, donde tendrían cabida otras clases sociales. Entonces la muchedumbre aparece como expresión de la mayoría de una ciudad o de un país. Pero eso se acerca más a la noción de pueblo.

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En nuestra historia se produce singularmente este hecho en la Asamblea del 25 de mayo, realizada por la casi totalidad de los ciudadanos de Buenos Aires, que deliberaron y legislaron como en una democracia pura. Ya me referiré a este hecho, único en la historia de los movimientos revolucionarios de nuestra América.Las grandes reuniones de hombres, multitudes, muchedumbres, masas populares, han sido objeto de importantes trabajos en Europa y en América. Ellas configuran una nueva entidad psicológica, pero sus bases no son definidas y las apreciaciones sobre ellas, a veces aventuradas, se prestan a innumerables vaguedades. Sólo queda como cierto —después de afirmaciones temerarias sobre el alma de las muchedumbres, la fuerza psíquica o los fluidos magnéticos de las multitudes— que el conjunto de hombres, la colectividad, hace intensa toda manifestación psíquica.

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III

LA TURBA

Me he referido hasta ahora a los grupos de seres humanos, compuestos sociales que expresan inquietudes, aspiraciones, sentimientos y a veces ideales, influyendo en el desenvolvimiento del progreso histórico. Deliberadamente he omitido la turba, que tiene la misma etimología de turbio y es una aglomeración de gente confusa y desordenada. La turba es inconsciente y personalista; no realiza hechos históricos. No es causa, es efecto. Es arrastrada y en ella la sensación violenta rige movimientos animales.Marx, después de estudiar las características de las clases sociales, se refiere a la turba que él llama lumpenproletariat y que por las condiciones de su vida es proclive a convertirse en instrumento de manejos reaccionarios6.El entristecedor espectáculo presenciado en España, cuando el abyecto Femando VII llegó a Valencia el 16 de abril de 1814, evidencia la acción repugnante del lumpenproletariat, que se sometía al yugo de antaño gritando: Vivan las ca[d]enas.6 Marx, Carlos, Manifiesto comunista.

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Esas manifestaciones impúdicas —anota Marx—eran del populacho7, en parte pagado, en parte compuesto de gentes que como los lazzaroni8 napolitanos preferían la dominación licenciosa del rey a la administración juiciosa de los ciudadanos9. Eran la antítesis de las muchedumbres hispánicas, rebeldes, intuitivas, heroicas10.Nosotros también, en horas excepcionales y sombrías, hemos visto surgir a la turba en contraste con el proletariado, que se caracteriza por la conciencia de su existencia y por su capacidad para promover movimientos, acuciado por razones materiales y espirituales.Nuestras turbas no fueron las montoneras, de las cuales nos ocuparemos como movimiento de masas campesinas agitadas no sólo por causas económicas. Nuestras turbas urbanas, formadas en gran parte por éxodos rurales, fueron aglomeraciones de gentes que respondían a designios ajenos, instrumentos de ambiciones y apetitos inconfesables, surgidos de ambientes en que la mala política determinó 7 Expresión despectiva que significa lo ínfimo de la plebe.8 En Nápoles se designa así a los hombres miserables y holgazanes que carecen de trabajo y domi-cilio y que en el siglo XVIII constituían un problema turbulento y peligroso.9 Marx, Carlos, La revolución española, Madrid, 1928, página 174.10 La muchedumbre que apedrea en 1795 las ventanas del fiscal Escovedo, en Arequipa, cediendo a un sentimiento de burla, es incoherente todavía; apenas si es turba más que multitud. Ramos Mejía, José Ma., Las multitudes argentinas, Buenos Aires, Félix Lajouane, 1899, página 20.

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la corrupción y la delincuencia, o de regiones desamparadas y miserables11. Es claro que sería absurdo no comprender que estas turbas denuncian un mal que debe curarse y plantean un grave problema económico y educativo, del cual se ha ocupado en el Parlamento argentino el autor de estas líneas.Tristán de Athayde, en un trabajo titulado El papa y la política12, dice que Enrique Heine comete el error de confundir pueblo con masa. Efectivamente, el poeta expresa: Tengo horror por todo lo que se hace por la masa y no puedo soportar el mínimo contacto con ella. Amo al pueblo, pero lo amo a la distancia; ese fue el gran tema de mi vida. Mientras tanto, en lo más encendido de la lucha siempre evite el menor contacto con las masas...El papa Pío XII hace la discriminación entre pueblo y masa, pero incurre en parecido error al confundir masa con turba. Son éstas sus palabras: Pueblo y masa son dos conceptos diversos. El pueblo vive y se mueve por vida propia, la masa no puede moverse sino por intermedio de un agente externo. El pueblo vive de la plenitud de la vida de los hombres que lo componen, cada uno de los cuales —en el propio lugar y del propio 11 Véanse las obras del autor: El dolor argentino y Pueblos desamparados.12 Criterio, 15 de diciembre de 1952, edición especial, No 1177-78 (revista dirigida por Mons. Gustavo Franceschi y Pbro. Luis R. Capriotti).

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modo— es una persona consciente de las propias responsabilidades y de las propias convicciones. La masa, por el contrario, espera una influencia externa, es un juguete fácil en la mano de quien juegue con sus instintos e impresiones, lista a seguir hoy esta, mañana otra bandera.Esto es en realidad la turba, el lumpenproletariat, que un siglo antes definió certeramente Marx.

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IV

LAS “ÉLITES”

El Diccionario Larousse indica para el vocablo élite: Action de faire un choix, de séparer ce qu’il y a de mieux. Faire l’élite d’une bibliothèque. (Vieux.) Par ext. Ce qu’il y a de meilleur ou de plus distingué: l’élite de la société.Expresa lo escogido, lo mejor de la sociedad, una verdadera aristocracia del talento y de la voluntad. Los hombres de esa élite serían para los partidarios de la teoría individualista de la historia, los generadores de todo progreso, los que marcarían con su sello todos los acontecimientos. Para los adversarios de tal interpretación, sólo serían los condensadores de las aspiraciones y energías latentes de las masas.Entre nosotros, Juan Agustín García, sociólogo e historiador, con un criterio unilateral, cree que dos o tres hombres bien templados, dueños de la fuerza armada, sostenidos por una tendencia ciega, subyacente, que se venía preparando desde que se fundara Buenos Aires, fueron los autores de la Revolución de Mayo13.13 García, J. A., La ciudad indiana, Buenos Aires, Angel Estrada. 1909, página 201.

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En cambio Ramos Mejía, partiendo del mismo criterio unilateral de García, encuentra la razón del origen y evolución de los acontecimientos de nuestra historia en las multitudes, que son en realidad el resultado de factores que el historiador no contempla pero que influyen en la psicología de los individuos y de los grupos. Así, manifiesta: La inútil discusión de tan teológico saber que tuvo lugar el 22 de mayo en el Cabildo, deja sentir más que el murmullo de una revolución, las agitaciones inofensivas de dos pleitistas en un día de juicio verbal; y traduce los temores y las incertidumbres de que estaban poseídos los patricios ante el grave problema, cuya trascendencia no alcanzaron sino cuando los sucesos les dieron la conciencia del destino a que iban fatalmente arrastrados. Y cuando el amo viejo los enredó en el inextricable canevás de sus argucias teológicas, los patricios fueron empujados de atrás por la multitud que ya vive organizada y es la que en realidad tiene todas las iniciativas14.La multitud tendría así un instinto de adivinación; marcharía hacia sus fines con el oscuro pero seguro impulso de que habla Renan en sus Diálogos filosóficos15, y que frente al peligro agita a una 14 Ramos Mejía, José María, Las multitudes argentinas, Buenos Aires, Lajouane, 1899, páginas 124 y 125.15 Renan, Ernesto, Diálogos filosóficos, Madrid, España Literaria, 1876, página 45.

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comunidad como si se tratara de una criatura viva. En esa fuerza misteriosa creía Ramos Mejía cuando se refería a las multitudes de nuestra historia.Wilfredo Pareto, sociólogo y economista, también filósofo, expresión del maquiavelismo de una burguesía desilusionada, funda una teoría sobre la élite. Para él la historia es una repetición eterna; no hay en ella evolución y menos progreso. Siempre es una minoría la que dispone de la fuerza y lo único que se produce en este movimiento circular de la historia es el ciclo de las élites.Una élite degenera, dice Pareto, porque presa de un sentimiento humanitario morboso no se decide a usar de la fuerza, y viene a sustituirla otra élite, apoyada la mayor parte de las veces en las clases bajas del pueblo, porque sólo gracias a la violencia pueden fundarse y subsistir las instituciones sociales.Pretender que el progreso humano sea exclusivamente el resultado de las élites —hombres superiores— o de las multitudes, sería absurdo. En una interpretación racional de la historia hay que estudiar factores naturales, sociales y psicológicos.

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V

CONJUNCIÓN DE MASAS Y “ÉLITES”

Nuestra Revolución, como veremos en este mismo trabajo, se hizo sobre la base económica, que es el fondo de la historia, pero en gran parte por la acción de la idea libertaria de una minoría ilustrada, unida a las masas que se habían agitado apasionadamente en defensa de Buenos Aires contra los mercaderes armados.Y así ha sucedido en casi todos los movimientos orgánicos en la historia de nuestra América. Multitudes y minorías revolucionarias en conjunción —masas y élites son indispensables para la creación de una conciencia social que se oponga al orden existente caracterizado por normas e instituciones que defienden otros grupos. La masa agitada por un sentimiento nebuloso, resentida por la injusticia del orden jurídico, fue fecundada por la idea que se incorporó a su estado emotivo. La masa sola no puede realizar la revolución aunque las condiciones del medio sean favorables. Es absolutamente indispensable la alianza con la élite

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para asociar deseos, aspiraciones, creencias, ideas y fuerza.Y este concepto es la negación del otro típicamente sádico, de Goebbels, quien afirmaba que la masa es para el líder lo que la piedra para el escultor, y que líder y masa constituyen un problema tan sencillo como pintor y color16.Raúl Orgaz, en su ensayo sobre las revoluciones, considera que masa y élite son categorías supremas en el capítulo sociológico de la teoría de las revoluciones. Ambas son necesarias para que se perciban los tres momentos del alma revolucionaria, o sea el descontento del presente (elemento sentimental), la conciencia del derecho (elemento místico) y la representación del futuro (elemento racional). Además, la conciencia de la fuerza. Puede prácticamente faltar la violencia —faltó en algunas revoluciones—, pero no puede faltar la conciencia de la fuerza, la disposición a usar de ella. Es la última instancia que en la contienda se reserva el alma revolucionari17aEl proceso de descontento comienza con el desarrollo de fuerzas latentes oscuras. Se concreta luego en un sentimiento que debe encontrar su expresión en la 16 Goebbels, Joseph, Michael, 1936, página 57.17 Orgaz, Raúl, Sociología, Córdoba, Assandri, 1950, tomo I, página 370.

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inteligencia, y se afirma, por último, en una voluntad que es un verdadero imperativo. Primero, el fondo nebuloso de la conciencia social que se va aclarando en la lucha. Después, la luz de la idea revolucionaría de la minoría ilustrada, idea-fuerza que encarna en la masa, formándose así un todo homogéneo capaz de traducir las ideas en actos, frente a la disgregación del orden establecido. La lucha se entabla entre la masa y la élite, unidas contra los partidarios del régimen imperante.

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VI

LA CONCIENCIA SOCIAL

LA élite y la masa, que se complementan y enlazan,crean la conciencia colectiva, de la que surgen un sentimiento y una idea comunes. Es claro que no acepto la teoría que considera a la conciencia colectiva como una realidad a la que se encuentra subordinada la conciencia individual, que resultaría así una simple repercusión de aquélla.Ya nadie asimila la idea de colectividad humana a un organismo individual, estableciendo un paralelismo entre la estructura y funcionamiento de la sociedad con los organismos biológicos; teoría deleznable a la que puede aplicarse el axioma comparatio non est ratio. Hablamos de un concepto orgánico de la sociedad, pero en el sentido de organización.Existen, sin duda, analogías entre organismo y sociedad. Pero la sociedad no es una individualidadpsicológica; carece de conciencia como conjunto de las partes que la integran, pues está formada por individuos libres y conscientes que colaboran con

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solidaridad, en tanto que en el organismo individual las partes carecen de conciencia y se reúnen mecánicamente.Designamos con la expresión conciencia social a la común manera de sentir y pensar de los individuos de una sociedad. La conciencia social, expresión que nos dejó la teoría organicista, no es, pues, independiente de las conciencias individuales.No debe desconocerse la existencia de los modos generales de pensamiento y de acción que hacen unaunidad psíquica de una comunidad de individuos, porque sin ellos —se ha afirmado— sería incomprensible el proceso intermental de la revolución, pues revolución implica evolución y ésta es unidad a través del cambio. Pero esto no significa admitir una conciencia social independiente o considerarla como una síntesis de las conciencias individuales.¿Cómo esta síntesis que inevitablemente debería cumplirse en nuestra conciencia —pregunta nuestro sociólogo Raúl Orgaz, siguiendo a Fouillée— podría estar en ella y a la vez fuera de ella, es decir, estar como sujeto y como objeto?18

18 Orgaz, Raúl, obra cit., tomo I, página 368.“Cuando se usa la expresión conciencia social y se distingue entre sus aspectos objetivo y subjetivo, se entiende afirmar simplemente que en los miembros de una comunidad existen

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La verdad es que si la conciencia colectiva existe, menester es buscarla en todos los individuos, pues la sociedad no tiene un yo en sí misma. Las conciencias múltiples se asocian con reflexión para un fin común. Los que niegan esto, derivan de su doctrina un argumento político que sostiene la absorción de los individuos por la sociedad o el Estado y por lo tanto el absolutismo.

Fuente:PALACIOS, Alfredo L. Masas y élites en Iberoamérica, Editorial Columba, Argentina, 1954, pp. 7-22.

estados psicológicos que no se dejan reducir a la originalidad y espontaneidad de la vida mental del individuo y que esos estados psicológicos están condensados en normas y maneras de obrar y de pensar o exteriorizados en tendencias morales, económicas, religiosas, etc., es decir, en corrientes de deseos y creencias comunes.”“¿Por qué la sociedad —dijo antes Fouillée— no podrá comprenderse a sí misma como una individualidad? Porque se compone de yo conscientes, cada uno de los cuales se comprende por sí aparte. La falta de conciencia reflexiva en las células del cerebro hace posible la reflexión sobre sí y puede permitir producirse una conciencia colectiva y la apariencia de la simplicidad; por el contrario, en la sociedad, la presencia de conciencias reflexivas en los diferentes miembros que llegan todos a decir yo, contradice e impide toda conciencia del yo colectivo o social.” Fouillée, Alfred, La ciencia social contemporánea, traducción de Adolfo Posada, Madrid, España Moderna, 1894, páginas 251 y 252.

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