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SALUD COLECTIVA, Buenos Aires, 5(2):155-179, Mayo - Agosto, 2009 155 ARTÍCULO / ARTICLE RESUMEN En los últimos años se observan tanto en trabajos epidemiológicos como antropológicos desarrollados en México, la presencia de ciertas orientaciones técnicas y metodológicas similares que tienden a dejar de lado problemas y factores importantes en la descripción y análisis de diversos procesos de salud/enfermedad/atención (PSEA), así como a tergiversar datos y formular interpretaciones que tienen poco que ver con los pro- cesos que realmente ocurren en la realidad estudiada. Dichas orientaciones serán descri- tas y analizadas a través de tres procesos: a) la escasa o nula inclusión del racismo en el estudio y análisis de los PSEA; b) las distorsiones de los datos e interpretaciones genera- das por parte de los estudios de género respecto de una parte de las violencias, y c) la exclusión de ciertos aspectos y en particular de la subjetividad en las interpretaciones dominantes sobre las características e incrementos de los homicidios en México. Se pro- ponen interpretaciones particulares y de conjunto y se subraya la necesidad de utilizar un enfoque relacional en el estudio de los PSEA. PALABRAS CLAVE Racismo; Esterilización; Género y Salud; Epidemiología; Antropología. ABSTRACT In the last years, epidemiological and anthropological works developed in Mexico, have shown the presence of certain similar technical and methodological orientations which tend to leave aside important problems and factors in the description and analysis of different health/sickness/attention processes (HSAP). These orientations also tend to distort data and formulate interpretations that have little to do with the processes that really occur in the reality studied. Such orientations will be described and analyzed through three processes: a) the scarce or inexistent inclusion of racism in the study and analysis of HSAP; b) the distortions of the data and interpretation generated by the studies of gender regarding one part of the violence; and c) the exclusion of certain aspect and in particular, the subjectivity in the prevailing interpretations about the characteristics and increases of the homicides in Mexico. Particular and joint interpretations are proposed and the need to use a rational approach to the study of HSAP is highlighted. KEY WORDS Racism; Sterilization; Gender and Health; Epidemiology; Anthropology. De racismos, esterilizaciones y algunos otros olvidos de la antropología y la epidemiología mexicanas Of racism, sterilization and some other oblivion of Mexican anthropology and epidemiology Eduardo L. Menéndez 1 1 Doctor en Ciencias Antropológicas. Profesor e investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), México. Coordinador del Seminario Permanente de Antropología Médica (SPAM). [email protected]

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155ARTÍCULO / ARTICLE

RESUMEN En los últimos años se observan tanto en trabajos epidemiológicos comoantropológicos desarrollados en México, la presencia de ciertas orientaciones técnicas ymetodológicas similares que tienden a dejar de lado problemas y factores importantes enla descripción y análisis de diversos procesos de salud/enfermedad/atención (PSEA), asícomo a tergiversar datos y formular interpretaciones que tienen poco que ver con los pro-cesos que realmente ocurren en la realidad estudiada. Dichas orientaciones serán descri-tas y analizadas a través de tres procesos: a) la escasa o nula inclusión del racismo en elestudio y análisis de los PSEA; b) las distorsiones de los datos e interpretaciones genera-das por parte de los estudios de género respecto de una parte de las violencias, y c) laexclusión de ciertos aspectos y en particular de la subjetividad en las interpretacionesdominantes sobre las características e incrementos de los homicidios en México. Se pro-ponen interpretaciones particulares y de conjunto y se subraya la necesidad de utilizarun enfoque relacional en el estudio de los PSEA.PALABRAS CLAVE Racismo; Esterilización; Género y Salud; Epidemiología; Antropología.

ABSTRACT In the last years, epidemiological and anthropological works developed inMexico, have shown the presence of certain similar technical and methodologicalorientations which tend to leave aside important problems and factors in the descriptionand analysis of different health/sickness/attention processes (HSAP). These orientationsalso tend to distort data and formulate interpretations that have little to do with theprocesses that really occur in the reality studied. Such orientations will be described andanalyzed through three processes: a) the scarce or inexistent inclusion of racism in thestudy and analysis of HSAP; b) the distortions of the data and interpretation generated bythe studies of gender regarding one part of the violence; and c) the exclusion of certainaspect and in particular, the subjectivity in the prevailing interpretations about thecharacteristics and increases of the homicides in Mexico. Particular and joint interpretationsare proposed and the need to use a rational approach to the study of HSAP is highlighted. KEY WORDS Racism; Sterilization; Gender and Health; Epidemiology; Anthropology.

De racismos, esterilizaciones y algunos otros olvidos de la antropología y la epidemiología mexicanas

Of racism, sterilization and some other oblivion of Mexican anthropology

and epidemiology

Eduardo L. Menéndez1

1Doctor en CienciasAntropológicas. Profesor einvestigador del Centro deInvestigaciones y EstudiosSuperiores en AntropologíaSocial (CIESAS), México.Coordinador del SeminarioPermanente de AntropologíaMédica (SPAM)[email protected]

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En los últimos años, tanto en trabajosepidemiológicos como antropológicos desarro-llados en México, se observa la presencia de cier-tas orientaciones técnicas y metodológicas simi-lares que tienden a dejar de lado problemas y fac-tores importantes en la descripción y análisis dediversos procesos de salud/enfermedad/atención(PSEA), así como a tergiversar datos y formularinterpretaciones que tienen poco que ver con losprocesos que realmente ocurren en la realidadestudiada.

Por lo cual, en este trabajo se analizaránalgunas de estas similitudes, que se potencianpara limitar la capacidad descriptiva e interpreta-tiva no solo de cada disciplina en particular, sinode un posible enfoque complementario. Y así,por ejemplo, si bien sabemos que la epidemiolo-gía y la antropología médica se preocupan porlos procesos de salud y enfermedad, y que ciertastendencias y autores proponen la necesidad detrabajar sobre la salud, lo cierto es que la casitotalidad de los estudios e intervenciones deambas disciplinas se realizan sobre enfermeda-des y padecimientos.

Toda una serie de notables salubristas,como Sousa Campos, han propuesto que el obje-tivo de la salud colectiva es producir salud, de talmanera que deberíamos trabajar no solo sobre laenfermedad:

...sino invertir también en el fortalecimiento de los

sujetos. No solo en su dimensión corporal confor-

me la tradición en salud pública (por ejemplo:

vacunas), sino pensarlos como ciudadanos con

capacidad de reflexión y autonomía. (1)

Con lo cual estoy totalmente de acuer-do, pero a partir de asumir que la casi totalidadde los estudios y de las intervenciones clínicas ysalubristas –y también antropológicas– no produ-cen ni trabajan sobre la salud sino sobre la enfer-medad, por lo menos entre nosotros.

Si bien los estudios epidemiológicos ysocioantropológicos realizados en México sobrela distribución de los padecimientos o el signifi-cado de los mismos, toman en cuenta los proce-sos sociales, se observa que la mayoría de la pro-ducción mexicana de ambas disciplinas (a) utili-za muy escasamente los procesos económico-políticos, pese a la pertinencia que tienen para la

compresión y/o intervención respecto de proble-mas de salud prioritarios.

Las similitudes se expresan especial-mente a través de la forma en que ambas disci-plinas producen gran parte de sus datos, ya quelos obtienen básicamente de la palabra de lossujetos estudiados. Es decir, producen y traba-jan básicamente con representaciones socialesy no con las prácticas de dichos sujetos. Lamayoría de los datos que producen surgen deencuestas en el caso de la epidemiología, y deentrevistas individuales, de técnicas similares alos grupos focales y de producción de "narrati-vas" en el caso de la antropología médica. Yesto tiene lugar más allá de las invocaciones aluso de la observación, incluida la observaciónparticipante, dado que su aplicación es cadavez más escasa o directamente inexistente.

Ambas disciplinas se caracterizan–salvo contadas excepciones– por no desarro-llar estudios ni intervenciones que tomen encuenta la presencia de procesos raciales y,sobre todo, racistas que afectan especialmentea ciertos grupos sociales mexicanos. Más aún,existiría una suerte de negación ideológica delracismo en nuestras sociedades, al que solotendemos a reconocer en lo que pasa con loslatinoamericanos en los EE.UU., o en ciertospaíses europeos donde serían sometidos a prác-ticas racistas de diferente tipo. Si bien dichosprocesos existen y se habrían incrementado enlos últimos años, ello no niega que las actitudesracistas, especialmente respecto de ciertos gru-pos, se den también entre nosotros y en formaconstante.

Como sabemos, las altas tasas de homi-cidios han caracterizado, por lo menos durantetodo el siglo XX, a la mayoría de los países deLatinoamérica, constituyéndose en una de lasregiones con mayores tasas de asesinatos; que sibien han ido descendiendo durante la segundamitad del siglo XX, en algunos países se hanincrementado notablemente, de tal modo que enla actualidad nuestra región es la que presenta lastasas más elevadas de homicidio a nivel mundial.Pero en los estudios sobre violencias, y en parti-cular sobre homicidios, observamos una tenden-cia a dejar de lado procesos que consideramosdecisivos para interpretar el significado y sentidode las violencias.

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Y por último, en ambas disciplinasdomina un enfoque metodológico a-relacionalque coloca el peso de las descripciones y de lasexplicaciones en un determinado actor social y noen las relaciones que operan entre los diversosactores significativos que intervienen en los dife-rentes PSEA. Lo cual se observa especialmente enel caso de los estudios de género.

El dominio de éstas y otras característi-cas conduce a descripciones empíricas y a inter-pretaciones teóricas que están sesgando las reali-dades estudiadas. Por razones de espacio, en estetrabajo se analizarán únicamente las que tienenque ver con el racismo, el género y los homici-dios, no solo por la significación actual de losprocesos señalados, sino porque tanto los datoscomo las interpretaciones respecto de cada unode estos aspectos se potencian y posibilitan sacarconclusiones de conjunto sobre las tendencias yconsecuencias de estas maneras de describir einterpretar los PSEA.

LAS SILENCIOSAS EUGENESIAS LATINOAMERICANAS ACTUALES

Como ya se señaló, ambas disciplinasse caracterizan por no tomar en cuenta en susestudios e intervenciones un fenómeno de laimportancia del racismo, el cual caracteriza granparte de las relaciones sociales desarrolladasentre nosotros y, especialmente, algunas organi-zadas en torno a los PSEA, como son las relacio-nes entre personal de salud y pacientes, especial-mente en el caso de la población indígena.

Por lo menos en México, los gruposindígenas –o como quiera denominárselos–,constituyen la población que tiene los peoresindicadores y condiciones de salud en términosde morbilidad y de mortalidad, dado que cuen-tan con las más altas tasas de mortalidad general,de mortalidad infantil, de mortalidad preescolar,de mortalidad materna, así como también con lamenor esperanza de vida. Gran parte de la mor-talidad se debe a las denominadas "causas evita-bles", especialmente relacionadas con la gastro-enteritis y las enfermedades respiratorias agudas.Dichos grupos son los que presentan los mayoresíndices no solo de desnutrición sino también de

hambre. Son además los grupos que tienenmenos acceso a los servicios de salud de tipo bio-médico (2,3).

Desgraciadamente, por lo menos enMéxico, contamos con muy pocas investigacio-nes epidemiológicas sobre estos grupos, y granparte de los datos surgen de inferencias obteni-das de la distribución de la población en térmi-nos de localización rural/urbana. A partir deestos datos, las autoridades sanitarias mexicanashan reconocido esta situación y han señalado,por ejemplo, que un niño nacido en Chiapastenía –a principios del 2000– un 50% de posi-bilidades de cumplir un año de vida comparadocon un niño nacido en la ciudad de México o enNuevo León. El riesgo de muerte materna era40% más alto en las áreas rurales que en lasurbanas, y la desnutrición dos veces y mediamayor en el medio rural (3). Y lo que es másgrave, dichas diferencias negativas siguen acen-tuándose en lugar de disminuir.

Si bien han descendido las tasas demortalidad general y etarias, y se ha incrementa-do la esperanza de vida de los miembros de losgrupos étnicos, en términos comparativos siguesiendo el sector que presenta las peores condicio-nes de salud y de atención a la enfermedad. Locual constituye una expresión del racismo quedomina no solo a nivel de ciertos sectores socia-les, sino también del Sector Salud.

Diversos estudios, especialmente enel campo de la salud reproductiva, han señala-do la discriminación respecto de la poblaciónindígena ejercida por el personal de salud.Desgraciadamente, estos estudios dedican muypoco espacio a la descripción y análisis de estasdiscriminaciones.

El racismo es uno de los hechos másnegados por nuestras sociedades latinoamericanaspese a su presencia en toda una variedad de pro-cesos y especialmente a través de múltiples aspec-tos del PSEA. No obstante su significación, el racis-mo, por lo menos en México, no ha sido incluidosino en forma anecdótica en los estudios epide-miológicos y en los estudios sobre los servicios desalud. Más aún, el racismo no es utilizado comoindicador epidemiológico, no forma parte de losprogramas y menos todavía de las acciones desalud, a pesar del peso que tiene en la aplicaciónde determinados programas, sobre todo en ciertos

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contextos sociales (4,5). Y algo similar podemosdecir de los estudios antropológicos en general, yno solo de los referidos a los PSEA (6).

Toda una serie de antropólogos –en losque me incluyo–, de epidemiólogos, de médicosclínicos, hemos observado en México episodiosde racismo, a veces en forma casi cotidiana.Antropólogos dedicados a estudiar PSEA en gru-pos étnicos han observado prácticas racistasdurante cinco, diez o quince años, pero en susestudios y publicaciones no dan cuenta de estosprocesos, o solo lo hacen marginalmente.

Entre los años 1977 y 1981 coordiné unaserie de modestas investigaciones sobre autoaten-ción y varias de ellas describieron y analizaronmateriales observados en los medios de comunica-ción masiva, especialmente, en periódicos, revistas–en su casi totalidad femeninas– y programas detelevisión. Uno de los "hallazgos" que más nosimpactó fue observar que los sujetos que aparecíanen los mensajes publicitarios de los diferentesmedios eran en su casi totalidad no solo blancossino rubios. Prácticamente no se pudo encontrarsujetos que presentaran rasgos indígenas; situaciónque se mantiene hasta la actualidad.

Por lo tanto, la omisión del racismo esgrave por múltiples razones, especialmente porqueen nuestros países americanos se han aplicado –yse siguen aplicando– políticas eugenésicas queafectan especialmente a ciertos grupos sociales.Durante las décadas del '60 y '70, miles de muje-res fueron esterilizadas sin consentimiento en losEE.UU.; dichas mujeres eran de origen afroameri-cano, mexicano, puertorriqueño y amerindio (7).

Pero además, desde la década del '40miles de mujeres fueron esterilizadas en PuertoRico, y así, en una encuesta realizada durante losaños '50 se encontró que el 21% de las mujeresentrevistadas habían sido esterilizadas (8).

En la década del '90, particularmentedurante el lapso 1996-1998, se calcula que entre250.000 y 280.000 mujeres de origen indígena yhabitantes de barrios urbanos pobres fueron este-rilizadas en Perú (9-11). Si bien este es posible-mente el hecho latinoamericano más analizado ydenunciado en las últimas décadas, debe asumir-se que las esterilizaciones –básicamente de muje-res– se fueron convirtiendo en el método de pla-nificación familiar más utilizado en gran parte delos países de la región; a tal punto que según los

datos de la Pesquisa Nacional de Demografia eSaúde da Criança e da Mulher (PNDS) realizadaen Brasil en el año 2006, el 81% de las mujerescasadas o sin pareja estable pero sexualmente acti-vas, utilizan algún método anticonceptivo, de lascuales el 29% están esterilizadas y en un 5% estánesterilizados también los varones (12). A su vez, laEncuesta Nacional de Demografía y Salud, aplica-da en Colombia en el año 2005, indica que la este-rilización de mujeres constituye también la princi-pal técnica anticonceptiva, ya que al 31% de lasmujeres les han realizado salpingoclasias (13).

Según Figueroa y Aguilar (14), enMéxico, la esterilización femenina era en 1976 latécnica anticonceptiva utilizada por el 8,9% delas mujeres en edad fértil junto con un 0,6% devasectomías, constituyendo la tercera técnica uti-lizada con mayor frecuencia. Pero a partir de1987 pasa a ser la técnica de mayor uso ya quemás del 36% de las mujeres reconocen utilizarla;tendencia que se acentuó cada vez más, dadoque en 1997 el 44,7% de las mujeres declararonhaber sido intervenidas quirúrgicamente paraimposibilitar el embarazo (15).

Si bien las esterilizaciones en Méxicofueron aplicadas a personas de todos los sectoressociales, Bronfman y Castro (16) señalan a finesde la década del '80 que:

Los datos de una encuesta realizada en México

muestran que en el período 1970-1981 se hicie-

ron en ese país 1.300.000 esterilizaciones femeni-

nas, de las cuales el 75% fueron realizadas por los

servicios de salud del sector público. (16 p.65)

Estos autores señalan que las esteriliza-ciones son aplicadas especialmente a los sectoresrurales y urbanos más desfavorecidos, lo cual essubrayado por distintos documentos:

Tanto el informe sobre Chiapas como los datos

de la Encuesta Nacional Demográfica de 1982,

parecen dar evidencia de la concentración de la

práctica de esterilización en ciertos grupos de la

sociedad. (16 p.66)

Textos e informes académicos y profe-sionales dan cuenta de este proceso de esterili-zación en diversas regiones del país, especial-mente en algunos estados caracterizados por el

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alto porcentaje de población nativa, como es elcaso de Yucatán, donde la esterilización constituíaya en 1992 la principal técnica anticonceptiva.Para 1997 el 44,9% de las mujeres en edad fértil deeste estado habían sido esterilizadas, el 78% por elsector público y el 22% por el sector privado (17).

Desde fines de los años '80 se inicianlas denuncias del incremento de las esterilizacio-nes en México, de las cuales algunas son formu-ladas a nivel internacional, como es el caso de undocumento elaborado por la Liga Mexicana parala Defensa de los Derechos Humanos que cues-tiona el informe presentado por el gobiernomexicano a la Quinta reunión sobre derechos delniño realizada en 1993. En dicho documento sedenuncia que en México 528.000 mujeres fueronesterilizadas sin haber recibido informaciónsobre métodos anticonceptivos:

De un total de 2.300.000 personas esterilizadas,

un millón no firmaron consentimiento para la

operación, y una de cada seis no recibió consul-

ta médica previa. (18 p.7)

En marzo del 2004 varias organizacio-nes indígenas denunciaron a la OrganizaciónInternacional del Trabajo (OIT) que el Programade Educación, Salud y Alimentación (PROGRESA)y el Programa de Apoyos Directos al Campo(PROCAMPO), ambos del Estado mexicano, con-dicionaban –especialmente en las zonas depoblación indígena– la entrega de dinero y de ser-vicios a que los usuarios se sometieran a esterili-zaciones o ingirieran falsas vitaminas como partede las acciones de planificación familiar.

A partir de noviembre del 2001 laComisión Nacional de Derechos Humanos(CNDH) emite cuatro recomendaciones sobre laviolación de los derechos de salud reproductivade grupos indígenas, denunciando las accionesde esterilizaciones de mujeres y de varones lleva-das a cabo por los servicios oficiales de salud. Lamás completa fue la cuarta recomendación (19)formulada en diciembre del 2002, la cual presen-taba casos de indígenas de los estados deGuerrero, Oaxaca, Chiapas y Veracruz quienesdesde finales de los años '90 informaron a laCNDH casos de violación a sus derechos repro-ductivos –básicamente esterilizaciones– demujeres y de varones indígenas (20-22).

La Recomendación General 4 de laCNDH (19) denunciaba las prácticas administra-tivas de la Secretaría de Salubridad (SSA) queconstituían una violación al derecho de consenti-miento informado de las mujeres indígenas, inter-pelando a la SSA sobre qué había hecho el SectorSalud para cumplir con las normas del consenti-miento informado; a lo cual la SSA respondió queel 21 de enero de 2004 se modificó la NormaOficial Mexicana para asegurar que no se apli-quen sin consentimiento las técnicas anticoncep-tivas permanentes; es decir, las esterilizaciones.

No obstante, a principios del 2006, elComité para la Eliminación de la DiscriminaciónRacial de las Naciones Unidas trató la cuestión delas esterilizaciones en México denunciadas porlas ONG, analizando sus políticas de planifica-ción familiar especialmente a través de los infor-mes de la CNDH mexicana, concluyendo que enMéxico existía una práctica sistemática de esterili-zación de las poblaciones indígenas (23 p.4).

Dichas acusaciones, tanto a nivel nacio-nal como internacional, fueron negadas por elgobierno mexicano a través de la Secretaría deRelaciones Exteriores, de la Secretaría de Salud, delPrograma Oportunidades, del Programa Procampo,de la Comisión Nacional para el Desarrollo de losPueblos Indígenas, pese a que, por lo menos encasos específicos, el Sector Salud reconoció nosolo su intervención sino la responsabilidad delpersonal de salud, como fue el caso de las vasecto-mías aplicadas a catorce varones de la zona de LaMontaña del estado de Guerrero (24).

Unos pocos analistas han tratado enMéxico la cuestión del consentimiento informa-do compulsivo y/o inducido respecto de las este-rilizaciones. Mientras que en algunas encuestasrealizadas a mujeres esterilizadas surge que éstaes la técnica que la mayoría de ellas prefiere,otros trabajos concluyen que por lo menos partede ellas están arrepentidas de haberse esteriliza-do, y en otros aparece que parte de las esteriliza-ciones fueron inducidas. Lo que ha dado lugar ala discusión sobre si la decisión de la esteriliza-ción está en las usuarias/os o en las institucionesde salud (14,16,25).

En entrevistas que hicimos a personal desalud que aplicó estas acciones durante las déca-das del '80 y '90 en tres estados mexicanos, losmismos reconocieron no solo la gran existencia

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de recursos materiales y humanos con que conta-ban los departamentos de planificación familiaren esos años, por lo menos en algunos estados,sino también la presión a esterilizar y la utiliza-ción de estímulos materiales al personal de saludpara aplicar dicha técnica. Otros informantesseñalaron que la presión no se canalizó a travésde estímulos materiales sino de coerciones cor-porativas utilizadas por los directores de clínicasy centros de atención primaria. Pero según todosnuestros informantes, el personal de salud notenía noción de las implicaciones racistas nihumanitarias de sus actividades. Las veían comoparte normal de su trabajo médico, máximecuando formaban parte de las actividades oficia-les del Sector Salud.

Ahora bien, las políticas de planifica-ción familiar fueron reorganizadas en México apartir de 1974, cuando se resolvió impulsar fuer-temente el uso de técnicas anticonceptivas,incluida la esterilización y la aplicación de dispo-sitivos intrauterinos (DIU), evidenciando no solouna notable continuidad hasta la actualidad sinotambién logrando los objetivos propuestos; esdecir, reducir fuertemente la tasa de natalidad.De tal forma que la media por mujer pasó de seishijos a mediados de 1970 a una media de 2,1hijos por mujer en la actualidad.

Dicho éxito –además de evidenciar lanotable eficacia del Sector Salud oficial y de otrasinstituciones asociadas–, se consiguió a partir deaplicar toda una serie de actividades que en lofenoménico aparecen como separadas, pero querealmente constituyen parte de una estructura deintervención planificada. Y de las cuales las mássignificativas son:

a) utilizar el momento del parto en mujeres cadavez más jóvenes para realizar la esterilización;

b) reducir la esterilización casi exclusivamente amujeres;

c) incremento paralelo del número de cesáreastanto a nivel privado como oficial, dado quese aprovecha la cesárea para esterilizar;

d) aplicar ciertas intervenciones quirúrgicas quetambién contribuyen a esterilizar a la mujer.

Según el informe de Pedro SánchezEscobedo et al. (26):

Dos intervenciones muy comunes en la mujer

yucateca de edad media son la histerectomía y la

salpingoclasia. La histerectomía es la extracción

quirúrgica del útero usualmente debido a un

proceso mórbido. La salpingoclasia es el blo-

queo de la permeabilidad de las trompas de

Falopio con el propósito de evitar el embarazo.

El primero es elegido, y el otro es decidido

externamente [y agregan] ambos producen la

pérdida de la capacidad reproductiva de la

mujer. (26 p.6)

Los autores señalan que la Secretaríade Salud informó que durante 1995 en todas lasclínicas de la ciudad de Mérida se realizaron2.656 oclusiones, y en todo Yucatán hasta 1994el 40,8% de las usuarias estaban esterilizadas,constituyendo –como ya se indicó– el métodomás utilizado de planificación familiar.Advierten además que no hay datos sobre elnúmero de histerectomías, dado que no es con-siderado un método de planificación familiar,aun cuando son aplicadas intensamente, comolo destacan los autores.

Ahora bien, las esterilizaciones comen-zaron a ser planteadas como problema a nivelnacional por unos pocos autores, especialmentepor J. G. Figueroa a partir de fines de la décadadel '80. Y desde principios de los años '90 sondenunciadas a nivel nacional e internacional pordiversas ONG, algunas de las cuales trabajan conpoblación indígena. Incluso, el 28 de mayo de1996 se organizó el Tribunal para la Defensa delos Derechos Reproductivos, donde:

...se presentaron los casos de 16 mujeres que

fueron violentadas en sus derechos reproducti-

vos por diversas instituciones públicas y priva-

das. (27 p.187)

Durante la segunda parte de la décadadel '90 fue un tema tratado a nivel de denunciaespecialmente por la prensa feminista, pero estaagitación momentánea, de la cual fue parte el cita-do Tribunal, no se reflejó en la producción de estu-dios, informes, publicaciones, ni redujo –por lomenos durante esta década– los efectos perversosde ciertas actividades de planificación familiar. Lafalta de denuncias activas por parte de la mayoríade las ONG mexicanas que trabajan en particular

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con salud reproductiva contrasta con el activismode una parte de las ONG peruanas que justamenterealizaron investigaciones, las publicaron y difun-dieron lo que estaba pasando en su país.

Es notable la falta de estudios sobreesterilizaciones femeninas y masculinas, desarro-llados por los diversos grupos que estudian géne-ro o que manejan enfoques feministas a pesar deque una parte sustantiva de los mismos se handedicado a procesos que tienen que ver consalud reproductiva y con violencias –incluidas lasviolencias sexuales– contra las mujeres. Másgrave aún es el hecho de que contamos con grancantidad de estudios y publicaciones sobreembarazo, parto y puerperio así como sobreaborto, embarazo no deseado o mortalidadmaterna, pero la casi totalidad de ellos no descri-ben procesos de esterilización, o solo hacenescasas referencias a los mismos, pese a estar rea-lizados en grupos y regiones donde las estadísti-cas oficiales indican una fuerte aplicación de sal-pingoclasias.

Esto no niega la existencia de algunosestudios específicos, ni que el problema es reco-nocido por varios especialistas. Pero la mayoríade los que hacen referencias a esterilizaciones secaracterizan por citar este hecho para luego dedi-carse a estudiar en profundidad la mortalidadmaterna, las violencias contra la mujer o las téc-nicas del parto o el aborto.

Cardaci (28) estudió la producción decuatro de las principales instituciones dedicadas aestudios de género en México (el ProgramaInterdisciplinario de Estudios de la Mujer delColegio de México; el área Mujer, Identidad yPoder de la Universidad Autónoma MetropolitanaXochimilco; el Programa Universitario deEstudios de Género de la Universidad NacionalAutónoma de México (UNAM) y el ProgramaInterdisciplinario de Estudios de Género de laUniversidad de Guadalajara) y no encontró inves-tigaciones, cursos, seminarios, tesis o becariosque trataran la problemática de la esterilización.Aunque hay que recalcar que estas carencias seobservan también en el campo de los estudiosdemográficos.

En los múltiples y frecuentes cursos,seminarios, mesas redondas dedicados a la mujery en particular a la salud reproductiva, práctica-mente nunca aparecen las esterilizaciones como

temática a desarrollar. En por lo menos dos opor-tunidades (2004 y 2009) sugerí a los organizado-res de una serie de conferencias sobre la salud dela mujer, la inclusión de las esterilizacionescomo temática, sin resultados positivos.

Llama la atención que los grupos dedi-cados al estudio de la mujer y especialmente dela salud reproductiva, tampoco investiguen elincremento de cesáreas, sobre todo cuando lasmismas pasaron de constituir el 3% de los partosen la década del '70 a ser más del 35% de lospartos en la actualidad; es decir, las políticas pro-cesáreas son correlativas de las políticas pro-este-rilización. Es más, una parte creciente de estudiosy de denuncias se han referido a las violenciascontra las mujeres, sin embargo se han concen-trado en las violencias de los varones contra lasmismas, sin incluir las violencias del Sector Saludcuyo personal esterilizó a por lo menos el 45%de las mujeres en edad fértil.

Pese al notable desarrollo y continuidaddel programa de planificación familiar/saludreproductiva en México y al intenso uso de lasesterilizaciones, no contamos con una epidemio-logía de las esterilizaciones en términos de sudistribución según género, edad, pertenenciaétnica, nivel socioeconómico, religión, etc. Perocasi no contamos con estudios antropológicosque incluyan el sentido y significado de estasesterilizaciones para quienes las decidieron, paraquienes las aplicaron y para quienes las sufrieron.

Como sabemos, las esterilizaciones enEE.UU. se aplicaron como parte del programa con-tra la pobreza, y en América Latina dentro de losprogramas de planificación familiar y de saludreproductiva, pero también se implementaron a tra-vés de programas contra la pobreza como elPrograma de Educación, Salud y Alimentación(PROGRESA) y el Programa Oportunidades. Y aun-que es obvio, debemos recordar que en amboscasos dichas esterilizaciones fueron aplicadas porpersonal de salud.

Farmer ha propuesto recurrentementeincluir el racismo como parte central de una epi-demiología del VIH-sida y de la tuberculosis bron-copulmonar, pero dicha propuesta no ha tenidorepercusión en la epidemiología ni en los estudiossociológicos realizados sobre estas enfermedades.Farmer y Castro consideran al racismo como partede la causalidad y de las condiciones de atención

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de estos padecimientos, y especialmente comoparte sustantiva del sufrimiento de la poblaciónen general y en particular de las personas pobresy enfermas (29-32). Por lo tanto, es importanteque una epidemiología de la esterilización nosolo incluya el racismo, la cuestión del consen-timiento informado y la distribución por género,sino especialmente la situación de pobreza ymarginación de nuestros grupos étnicos, asícomo también de otros grupos sociales.

TERGIVERSACIONES O DESCONOCIMIENTOS: EL CASO DE LOSESTUDIOS DE GÉNERO

No contamos con estudios sobre todauna serie de PSEA, pero además no se realizaninvestigaciones epidemiológicas ni antropológi-cas sobre problemas de los que reiteradamente sehabla. Carecemos en nuestros países de una epi-demiología de la tortura, y no solo de aquella queocurre en períodos más o menos excepcionales,sino de la que se aplica cotidianamente.

Cuando en 1985 organicé el primernúmero de la revista Nueva Antropología (33)dedicado a Antropología Médica, se publicó untrabajo de Yarzábal (34) que describía en térmi-nos epidemiológicos la tortura como enfermedadendémica en Uruguay. El mismo fue cuestionadopor varios antropólogos y epidemiólogos adu-ciendo que no era una problemática correspon-diente a sus respectivas disciplinas.

La falta de estudios –y más aún de accio-nes– sobre éstos y otros PSEA, expresan el peso deorientaciones técnico/científicas e ideológicas quecaracterizan nuestra producción de conocimiento.

Y así, por ejemplo, en el caso ya citadodel racismo y los PSEA se observa una preocupa-ción y desarrollo de estudios por parte de la epi-demiología brasileña en los últimos años quecontrasta con la prácticamente negación del pro-blema por parte de la epidemiología mexicana.

Basta contrastar la producción epide-miológica a través de las investigaciones y de lasreflexiones de sus salubristas y clínicos, asícomo de la producción de las principales revis-tas salubristas mexicanas y brasileñas, paraobservar estas tendencias diferenciales (35-37).

Recordamos que el análisis e interpretación deestas "ausencias" es también parte del trabajo deuna epidemiología sociocultural.

El tipo de enfoque que se propone aquí,no solo busca incluir procesos, problemas y pers-pectivas como los señalados, sino que busca tam-bién cuestionar los estereotipos que se constitu-yen tanto a nivel del saber de los grupos sociales,como a nivel de los estudios profesionales sobrelos PSEA; lo cual hemos desarrollado especial-mente respecto del saber médico y paramédicosobre el "alcoholismo" (38,39), pero también res-pecto de problemáticas estudiadas en particularpor los denominados estudios de género.

Gran parte de estos estudios –y tam-bién de las intervenciones–, especialmente losdesarrollados en torno a la salud reproductiva ya las violencias contra la mujer, tienen por obje-tivo revelar no solo determinados riesgos de lasalud de la mujer y encontrar soluciones a losmismos, sino también denunciar las desigualda-des y falta de equidad existentes en casi todoslos campos; especialmente en términos de losPSEA. Más aún, una parte de los estudios pro-mueve el empoderamiento femenino en térmi-nos del cuerpo de la mujer, pero también deotras posibilidades sociales y políticas.

Estas luchas y estudios posibilitaron lavisibilidad, la discusión y la búsqueda de solucio-nes para toda una variedad de problemas de saludsufridos por la mujer. Y gran parte de esas luchas yestudios se hicieron en nombre de las desigualda-des de género y de la eliminación de las mismas, yespecialmente de las que afectaban negativamentela salud y el cuerpo femeninos. Lo cual, y lo subra-yo, considero no solo necesario sino urgente.

Pero este énfasis en la salud diferencialde la mujer, así como en la inequidad, contrastacon la situación de salud del varón, que por lomenos en un país como México presenta aspectosmucho más negativos que los de la mujer enaspectos epidemiológicos cruciales. El varón mexi-cano tiene una tasa de mortalidad a nivel generaly en todos los grupos etarios más alta que la de lamujer, y en algunos grupos notoriamente más alta.La mujer tiene además una esperanza de vida decasi seis años de diferencia con el varón; incluso,según evaluaciones del Sector Salud la mujer tieneuna esperanza de vida saludable de 64 años mien-tras en el varón solo es de 60 años (3,40).

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Ahora bien, uno de los procesos en quemás han insistido –y con razón– los estudios degénero, tanto a nivel antropológico como epide-miológico, es el de las violencias generadas con-tra la mujer. Más aún, han recalcado especial-mente los asesinatos de mujeres, lo cual condujoa acuñar el término "feminicidio" y que las"muertas de Juárez" se instaurara como fraseemblemática que, a nivel nacional e internacio-nal, expresa justamente el papel de las violenciascontra las mujeres en términos de homicidio.

De los estudios y reflexiones realizadosen términos de género, surge entonces que lasmujeres serían los principales sujetos no solo delas violencias sino de los homicidios. Ahora, sibien no cabe duda de que existen violencias detodo tipo del varón contra la mujer, y que dichaviolencia puede traducirse en asesinatos, el princi-pal problema en términos de violencia homicida,incluso en Ciudad Juárez, no es el de los feminici-dios sino el de los asesinatos de varones. Segúnestudios realizados específicamente sobre lasmuertas de Juárez, en dicha ciudad desde 1985 a1997 hubo un total de 1.625 homicidios, de loscuales 192 fueron de mujeres y 1.433 de varones(41), de tal manera que si bien el 11% de las ase-sinadas son mujeres, el 88% son varones (42) (b).

Y esta no es una peculiaridad de CiudadJuárez, ya que en América Latina, incluidoMéxico, si bien los varones matan mujeres, lamayoría de los asesinos, pero también de los ase-sinados son varones. El 90% de los asesinatos enla región, incluido México, es de varones contravarones, y solo menos del 10% corresponde aasesinatos de mujeres por varones (3,40,43-45).

Esta tendencia se ha reiterado histórica-mente, por lo menos desde que disponemos deinformación más o menos confiable. De hecho,estos datos son publicados a nivel nacional einternacional en revistas epidemiológicas y sonparte de nuestras estadísticas vitales. A pesar deque dichos materiales indican claramente que elgénero más afectado es el masculino, se ha idoconstruyendo una representación social y técnicadominante que no solo establece una imagencasi exclusivamente referida a los feminicidiosrealizados por varones, sino que oculta, o por lomenos silencia, que los asesinados son básica-mente varones, siendo una de las primeras causasde mortalidad en varones en edad productiva; lo

cual no ocurre en el caso de las mujeres, como loevidencian los datos epidemiológicos oficiales yno oficiales no solo para México sino paraLatinoamérica y países del Caribe. Mientras loshomicidios en México han estado, por lo menosen las dos últimas décadas, entre las diez princi-pales causas de muerte del varón, en el caso delas mujeres nunca han formado parte de las pri-meras veinte causas de muerte.

Aún más, el enfoque de género parece"olvidar" que los varones mueren mucho másque las mujeres no solo por homicidios, sino porlos diferentes tipos de "violencias"; es decir, mue-ren más también por accidentes y por suicidios.Como todos sabemos –o deberíamos saber–,mientras la mujer tiene más intentos de suicidioque el varón, éste se caracteriza por tenermuchos más suicidios consumados (46,47)

Se estima que durante el lapso 2001-2006, en México hubo alrededor de 10.000 asesi-natos generados por el crimen organizado, de loscuales más del 90% fueron de varones. Durante2007, el total de asesinados por el crimen organi-zado fue de 2.275 personas, de las cuales el 93%fueron varones y el 7% mujeres. Pero además, lacasi totalidad de los 250 asesinados que fuerontorturados, los 33 decapitados y los 83 cadáveresque portaban mensajes eran varones (48).

La epidemiología de los homicidiosproducida en México por los estudios de género,tanto en términos antropológicos como epide-miológicos, requiere de una radical revisión,dado que el núcleo de la cuestión no radica enlos "feminicidios" sino en los "masculinicidios".Dicha revisión no solo refiere a los estudios degénero femenino, sino también a los estudios degénero masculino, habida cuenta de la tendenciaque éstos tienen a pensar la violencia del varóncomo expresión más o menos espontánea de iras-cibilidad e ira reactiva de los "hombres violen-tos"; cuando en realidad gran parte de los asesi-natos y de las torturas actuales son planeados. Locual subrayamos, sin negar por supuesto la exis-tencia de varones violentos y de asesinatosespontáneos de mujeres.

Asimismo necesitan revisarse las inter-pretaciones referidas no solo a las violencias,sino al conjunto de los PSEA en términos degénero. En todos los países desarrollados la mujertiene mejores indicadores de salud en términos

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de tasas de mortalidad y de esperanza de vida.Más aún, en los países que, como Japón, eviden-cian las mayores expectativas de vida a nivelmundial, la esperanza de vida de la mujer se dis-tancia cada vez más de la del varón.

Si revisamos la tendencia de la espe-ranza de vida de los mexicanos en términos degénero desde principios del siglo XX hasta laactualidad a partir de los datos disponibles,observamos que, mientras hasta la década del'20 los varones tenían mayor expectativa devida que las mujeres, a partir de la década del'30 la mujer comienza a tener una esperanzade vida mayor; lo cual se va paulatinamenteincrementando hasta que en la actualidad dichadiferencia llega casi a los seis años, como ya loseñalamos.

Una parte de los estudios de géneroha sostenido que la relación género/PSEA nodebe ser referida exclusivamente a la mortali-dad, sino a otras formas de deterioro y sufri-miento. Lo cual es correcto, pero en la medidaque incluyamos no solo el deterioro y el sufri-miento de la mujer sino también del varón.Toda una serie de procesos económico/ocupa-cionales indican que gran parte de los varonesya no son los proveedores económicos de susgrupos familiares. Pero, además, toda una seriede padecimientos como la disfunción eréctil yla creciente infertilidad masculina indican quetampoco son proveedores sexuales ni de hijos;subrayando que éste no es un problema exclu-sivamente mexicano, sino que se observa encada vez más países tanto subdesarrolladoscomo desarrollados.

Por lo tanto, sería importante analizar elincremento de las violencias contra la mujer através de estos –y de otros– procesos que cuestio-nan no solo la identidad sino ciertos papeles cen-trales del varón.

Pero más allá de las interpretacionesposibles que pueden darse a estos procesos, loque considero básico es trabajar con los datosque realmente establecen las condiciones desalud de cada género, y no solamente con losdatos aislados de uno de ellos. O sea, trabajarcon ambos a través de aplicar un enfoque relacio-nal que posibilite incluso explicar las omisionesy, sobre todo, las tergiversaciones señaladas.

LA CRIMINALIDAD COMO IMPUNIDAD,COMO EMPRESA, COMO TRABAJO

Como ya se señaló, durante gran partedel siglo XX, México se caracterizó por sus altastasas de homicidio que lo colocaron a fines de1930 y principios de 1940 como el país conmayores tasas de asesinatos a nivel mundial (másde 60 homicidios por 100.000 habitantes). Apartir de entonces la tasa declinó, y así en 1950la tasa fue de 38 por 100.000, y en 1960 de 31por 100.000 (46). Esta tendencia continuódurante las décadas del '70, '80 y '90 llegando auna tasa de 17 homicidios por 100.000 en 1995(3,40,50,51).

Esta tendencia no fue unilineal, sinoque hubo discontinuidades como las registradasa partir de los años 1997 y 1998 hasta la actuali-dad, reflejada en lo que estamos viviendo sobretodo durante 2008. Según el procurador generalde la República Mexicana desde el 1 de enero al2 de diciembre de 2008, los homicidios atribui-bles al narcotráfico suman 5.376 casos contra2.477 contabilizados para el año 2007. Es decir,se incrementaron en más de un 100% (52) (c).

Como sabemos, desde la década del'90, existe una preocupación creciente por eldesarrollo de las violencias, fundamentalmentepor dos tipos de violencias: la generada contra lasmujeres por los varones, y aquellas vinculadas alcrimen organizado; ambas –especialmente la pri-mera– han dado lugar a una masa creciente deestudios académicos. Esta preocupación seexpresa además en el incremento de denunciassobre la inseguridad desarrolladas durante ellapso 2000-2008, que dieron lugar a la realiza-ción de reuniones, foros y debates, los cuales, encierta medida culminaron en marchas masivaspor parte de sectores de la población no solopara denunciar la violencia e inseguridad, sinopara solicitar/exigir fin a dicha situación.

Si bien los estudios sociológicos, y enmenor medida los epidemiológicos, acompaña-ron estos procesos, los mismos quedaron rebasa-dos por los acontecimientos sucedidos especial-mente durante los años 2006, 2007 y, sobretodo, a lo largo de 2008, cuando los homicidiosse incrementaron notablemente. De hecho, losmedios de comunicación masiva, y en particular

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la prensa escrita, pasaron a constituir la princi-pal fuente de información de estas violencias. Atal punto que, las propias autoridades encarga-das de la lucha contra el crimen organizadoreconocieron durante 2009, que la mayoría delos datos que nutren sus archivos sobre crimina-lidad proceden de los medios y en particular dela prensa escrita.

Durante este lapso, la informaciónperiodística sobre violencias, tanto en cantidadcomo en calidad, se incrementó notablemente;sobre todo a partir de mediados de 2008, cuandose hizo público el secuestro y asesinato del hijode un importante y conocido empresario mexica-no. Desde entonces no solo se incrementaron lascrónicas de los acontecimientos, sino que todauna serie de artículos firmados se dedicaron areflexionar sobre la violencia.

En este sentido, cabe destacar que losperiódicos La Jornada y Reforma, pero tambiénExcelsior, Milenio y El Universal publicaron reite-radamente y especialmente durante los meses dejulio, agosto y septiembre artículos no solo deconocidos intelectuales, sino también de sociólo-gos, antropólogos, médicos, economistas, pena-listas, politólogos. Es esta información la quevamos a comentar, teniendo como trasfondo laproducción académica y los datos oficiales (d).

Prácticamente todas las crónicas y artí-culos convergen en señalar que la principalcausa de la criminalidad en México es la impu-nidad; más aún, los diversos actores socialesque se expresan a través de las crónicas, de lasentrevistas o de las encuestas aparecidas en losdiarios coinciden con ese juicio. La impunidades referida, en primer lugar, a la policía, ensegundo a la impartición de justicia y, en tercerlugar, a las instituciones y autoridades políticas.

La impunidad suele ir asociada a lacorrupción, señalándose ambas como estructuraspermanentes de la sociedad mexicana en todassus capas sociales. Existiría una colusión y com-plicidad de los intereses de los políticos, de losgobernantes, de los jueces y de los policías enmantener la impunidad y la corrupción.

La impunidad se basa en dos hechos: elprimero, en que la mayoría de los robos, homici-dios, violaciones sexuales o estafas no recibenpenas judiciales ni carcelarias o las mismas no secumplen. Según declaraciones periodísticas de

criminalistas y especialistas en violencias, el 93%de los delitos en México quedan impunes, sinrecibir ningún tipo de sanción.

El segundo hecho es que la impunidady la corrupción son parte de la vida cotidiana; lamisma está normalizada y se aprende "desde elinicio de la vida". Domina una "cultura de laimpunidad", lo cual no sería un hecho nuevodado que "históricamente somos un puebloacostumbrado a la violación impune de la ley",la "impunidad somos todos". Estas ideas fueronexpresadas en una conferencia de uno de losmás conocidos intelectuales mexicanos, que fuetranscripta ampliamente por los medios escritos.Monsiváis señala que la impunidad opera "en elmundo de los negocios, en el universo banca-rio, en la red judicial, en el disfrute de los eco-cidios, en los tratos inquilinarios, en el saqueointerminable a los pobres". Por lo cual proponela realización de un gran debate nacional queno solo refiera la impunidad a la policía, a losjueces y a los narcotraficantes, "sino al mundolaboral, al salario mínimo, a las esclavitudes dela maquila" (53).

La creciente criminalidad sería ademásproducto de que el Estado ya no garantiza laseguridad de la población. Algo que la mayoríade los trabajos atribuye –además de a la impu-nidad– a la incapacidad e inoperancia de losgobiernos y de la policía; mientras que unospocos articulistas lo atribuyen a que ya no hayEstado, al desmantelamiento y pérdida delpoder real de los gobiernos. La mayoría ubica lapérdida de gobernabilidad a partir de principiosde los años '80; es decir, a partir de finales de lapresidencia de López Portillo y durante la deLamadrid, en tanto que otros la localizan a par-tir de la presidencia de Salinas a fines de esadécada, y varios en la segunda parte de la déca-da del '90.

Dos artículos periodísticos señalanexpresamente que en México ya "no hay ley", yvarios concluyen –haciendo alusión a MaxWeber– que el estado mexicano ya no monopo-liza la violencia, sino que por lo menos en variosestados la monopoliza el crimen organizado,siendo éste el que impone su ley. Hecho recono-cido incluso por las más altas autoridades encar-gadas de enfrentarlos. Y así el procurador generalE. Medina Mora el 22 de agosto de 2008:

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...reconoció que la lucha contra la delincuencia,

particularmente la organizada, seguirá siendo

difícil, larga y dolorosa, por el nivel de corrup-

ción que ha penetrado a las instituciones del

Estado. [Agregando] Las bandas de narcotraficantes

nacionales e internacionales se habían apodera-

do de ciertos lugares del territorio nacional, en

los que habían impuesto su ley, incluso ponien-

do a su servicio tramos completos de institucio-

nes públicas. (54)

Peor aún, el crimen aparece protegidopor diferentes instituciones y organizaciones. Talsería el caso del aparato legal, organizado de talmanera que justamente "ampara" a los delin-cuentes al obligar a juzgarlos a nivel de los esta-dos. De tal forma que, por ejemplo, los homici-dios no corresponden al fuero federal, sino al delos estados donde justamente el crimen organiza-do impone más su ley.

Pero además, las más altas autoridadesde seguridad asumen que el crimen organizadocuenta con base social propia, por lo menos enalgunos estados. Ante la interpelación a que fuesometido el 17 de agosto de 2008 en León(Guanajuato) por empresarios y familiares desecuestrados, el Secretario de Seguridad Públicaseñaló que en estados como Sinaloa:

...el crimen organizado tiene una base social,

ya que está arropado por la comunidad. No

habló de acciones ni de estrategias. Se refirió al

enorme poderío económico del crimen organi-

zado; a la ilimitada capacidad que tiene de

adquirir el mejor armamento; a sus posibilida-

des inagotables para corromper y comprar con-

ciencias, y a lo sanguinario que son quienes lo

conforman. (55)

Pocos días después, el 28 de agosto elpresidente de la república reforzó aún más estainterpretación:

Afirmó que la falta de asideros ha permitido que

la criminalidad permee las estructuras sociales y

que en ciertas regiones se haya permitido y pro-

piciado que la delincuencia forme parte de su

vida cotidiana y se haya configurado lo que defi-

nió como "una toma de poder regional, en los

hechos, de la criminalidad". (56)

Y el 31 de agosto, luego de la marchacontra la violencia organizada en la ciudad deMéxico, consideró que la inseguridad pública:

...es consecuencia de una descomposición gra-

dual y creciente de las instituciones públicas en

los tres órdenes de gobierno, por lo que el cri-

men organizado aumentó su capacidad operati-

va, logística y financiera en muchas regiones

del país. [Y agregó que] El crecimiento de la cri-

minalidad y virulencia con la que actúa, obede-

ce a la debilidad, vulnerabilidad o descomposi-

ción en muchos lugares donde las autoridades

han sido rebasadas por la delincuencia y el cri-

men en el ámbito local. [Concluyendo] que hay

una sociedad con menor solidez en términos de

valores, de tal manera que pueda rechazar la

ilegalidad. (57,58)

Junto a la impunidad y a la corrupciónaparecen otras explicaciones que aun aludiendoa estos aspectos, centran la causalidad de la cri-minalidad en una sociedad caracterizada por ladesigualdad socioeconómica, por salarios bajos,desocupación y pobreza. Según estos análisis, laspolíticas neoliberales habrían impulsado funcio-nalmente la criminalidad:

Organizaciones sindicales advirtieron ayer que

la crisis económica y social que vive el país es

el principal detonador del problema de violen-

cia e inseguridad en el territorio nacional. Lo

que estamos viviendo es resultado del agota-

miento de un modelo económico que ha expri-

mido a los trabajadores y a toda la sociedad,

que no brinda oportunidades de empleo, de

educación, alimentación y movilidad social. [Y

agregan] El incremento de asaltos, robos y otros

actos delictivos es proporcional al tamaño de la

crisis que vive México. La inseguridad es uno

de los reflejos más dolorosos de esta crisis. (59)

Para varios comentaristas el sistemasocial mexicano está dominado por una "mino-ría voraz, que solo busca el enriquecimiento yel poder para enriquecerse". Esta minoría esresponsable en gran medida no solo de lacorrupción, sino de la enorme desigualdadsocioeconómica de México. Es más, cinco ana-listas sostienen que el capitalismo competitivo e

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individualista genera casi inevitablemente deli-tos, y que el sistema social consumista promue-ve la idea y necesidad de ganar dinero fácil.Incluso un analista identificado con posicionesneoliberales como E. Krause, describe negativa-mente en el periódico Reforma la exhibición deformas de vida ostentosa de estos sectoressociales, concluyendo que los miembros dedicho sector dan la impresión de no saber enqué país viven.

Más allá de que lo expliciten o no, delos materiales periodísticos surge que la razóndel desarrollo e incremento del crimen organi-zado es básicamente de tipo económico: lasgrandes ganancias que se obtienen por parte deunos pocos y la gran derrama de dinero sobreuna parte creciente de la población. Éste consti-tuye el núcleo de la industria –y de la basesocial– del narcotráfico, de los secuestros, deltráfico de personas para la prostitución o para eltransplante de órganos, del tráfico ilegal dearmas y del robo de autos.

Según datos del Centro de Investigacióny Seguridad Nacional (CISEN) publicados porvarios diarios mexicanos, a principios de la déca-da del 2000, las ganancias obtenidas giraban entorno a los 50.000 millones de dólares anuales,constituyendo uno de los principales rubros de laeconomía mexicana, y en las cuales participabancada vez más dirigentes políticos y autoridadesoficiales en todos los niveles. A mediados de2008, un especialista en problemas de narcotráfi-co de las Naciones Unidas informó que entre el50% y el 60% de los gobiernos municipales deMéxico estaban cooptados y "feudalizados" porlos narcotraficantes, y que la delincuencia organi-zada establece cada vez más alianzas no solo conlas autoridades políticas sino con las empresasprivadas (60). Lo que fue refrendado por el pro-pio director del CISEN a mediados de 2008,quien en una entrevista al diario británicoFinancial Times aseguró que el narcotráfico halogrado captar a miembros de la policía, delpoder judicial y de las entidades del gobierno, eincluso que el dinero del narcotráfico estaríainvolucrado en las campañas políticas de algunoslegisladores del actual parlamento.

Como concluye R. Segovia analizandoel incremento de la criminalidad en México:

Tenemos la misma idea sórdida, mezquina, caó-

tica de todos los cuerpos sociales. Lo que se

quiere es ganar dinero, no importa cómo. La ver-

dad está en el negocio. Se puede vender telas o

aviones, el caso es vender. Incluso drogas. (61)

El crimen organizado opera comoempresa capitalista y cumple no solo los deseossino las reglas de una sociedad consumista.Conduce a la profesionalización de sus cuadrosdirectivos y a maximizar la eficacia en los opera-dores del narcomenudeo para mejorar los rendi-mientos y ganancias. Debemos asumir que la cri-minalidad tiene una racionalidad económica yque, por lo menos una parte de los actos que rea-liza, incluso tal vez los más sanguinarios, tienenque ver con dicha racionalidad.

Enrique Quintana comenta (62) unInforme sobre el crimen organizado preparadopor el grupo financiero BBVA Bancomer, queaplicó el modelo del economista G. Becker alanálisis de la criminalidad en México. Segúneste economista los delincuentes operan conracionalidad económica en términos de cos-tos/beneficios:

Los beneficios pueden ser monetarios o también

pueden entrar en la esfera subjetiva asociada con

el poder o la satisfacción que da a una persona

cometer el delito. Los costos están asociados al

riesgo de caer en prisión o a las pérdidas econó-

micas que tienen al no realizar una actividad líci-

ta. Los delincuentes son tomadores de riesgo y

ello hace que desde el punto de vista económi-

co, la certeza de un castigo es más importante

que la severidad. (62)

Y en México la probabilidad de seraprehendidos es muy baja, al igual que la de reci-bir sentencia, aunque en el caso del narcotráficoes alta la posibilidad de morir joven y asesinado.El informe señala que:

Como en otros negocios la delincuencia mejora

su rendimiento si se practica a gran escala. Por

eso aparecen empresas, como en otras activida-

des económicas; algunas incluso se convierten

en grandes consorcios con redes en diversas

entidades e incluso países. (62)

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Esta racionalidad económica se expresaa través de los tipos de organización empresarialque adoptan a nivel de gran escala o de peque-ños grupos, incluso de grupos familiares. Segúnun análisis realizado por un equipo del periódicoReforma (63),

El crimen organizado en México registró en los

últimos años una evolución inusitada en cuan-

to a su operación interna. La elite criminal

dedicada al narcotráfico renunció a mantener

una estructura formal constituida en forma de

planilla organizacional, y decidió subcontratar

de forma provisional a terceras personas ajenas

a su grupo para llevar a cabo etapas de su

negocio como cosechar, transportar, importar

y vender droga. (63)

Y agrega que ciertos grupos del crimenorganizado optan por estructuras flexibles y porderivar tareas específicas para reducir la posibili-dad de ser imputados y detenidos:

Es decir, las organizaciones criminales empie-

zan a operar bajo la apariencia de eslabones

autónomos que son impulsados por el jefe del

cártel, financiando las operaciones y utilizando

la logística de la organización para acelerar la

actividad de esos eslabones, lo cual permite

descontrolar a las autoridades, en cuanto al

método de investigación. (63)

Especialmente durante la década del'90 cobró visibilidad mediática la existencia degrupos criminales formados por un pequeñonúmero de miembros y de grupos familiaresdedicados al secuestro, de los cuales el másfamoso fue el liderado por un sujeto denominado"mochaorejas". En ambos casos se caracterizabanpor el uso de la violencia como técnica de pre-sión para obtener el dinero del rescate.Solicitaban el dinero, y en caso de no lograrlo, alpoco tiempo enviaban a sus familiares orejas odedos cortados de los sujetos secuestrados.

Varios de estos grupos fueron apresa-dos, pero durante la década del 2000 volvierona resurgir como pequeñas empresas en las cua-les intervienen todos los miembros del grupofamiliar en las diferentes tareas de observar,"enganchar", secuestrar, custodiar, torturar,

negociar. Dichas tareas implican también unacierta profesionalización, dado que, por ejem-plo, ciertas acciones como cortar dedos omochar orejas implican un mínimo de atenciónreparativa que en la mayoría de los casos está acargo de mujeres.

Esta actividad pasa a ser un oficio a tra-vés del cual se obtiene "mucho dinero y en formarápida", según señaló una integrante de uno deesos grupos familiares. Su hijo aprendió el oficiode secuestrar de su papá, y éste lo aprendió a suvez de un amigo. Ahora está preso con una con-dena de treinta años, pero:

Martha dijo que no está temerosa, pues sabe que

de alguna manera su hijo se las arreglará para

salir o para seguir trabajando donde está –es

decir la cárcel– y enviarle dinero para que ella

sobreviva. (64)

Es decir que, por lo menos para unaparte de los que practican la delincuencia, suactividad constituye un trabajo, lo cual debemosrelacionarlo con lo señalado por toda una seriede materiales periodísticos que consideran quelas causas de la criminalidad obedecen a variosprocesos sociales, pero especialmente a la des-ocupación que afecta a la población mexicana, yen particular a los jóvenes:

De acuerdo con información de INEGI (Instituto

nacional de estadística y geografía), más de la

mitad de los desempleados del país –1.593.000

personas– está constituida por jóvenes de entre

14 y 29 años. Asimismo, un tercio de la pobla-

ción desocupada tiene estudios de bachillerato o

educación superior. Las opciones de trabajo

parecen reducirse a la economía informal,

donde más de la mitad de los jóvenes obtienen

su primer trabajo; la emigración nacional e inter-

nacional –más de 200.000 abandonan el país

cada año–, y las actividades delictivas –40% de

los presuntos delincuentes del fuero federal y

59% de los de fuero común son jóvenes entre 15

y 29 años. (65)

Crónicas y artículos, incluida la opiniónde especialistas en juventudes y/o en criminali-dad, concluyen que los:

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Jóvenes sin expectativas de futuro y en condicio-

nes de marginación social se han convertido en

presa de la delincuencia, porque no hay que

olvidar que en México más de 50 millones de

personas viven en la miseria, y con 0,5% de

ellos que se dediquen a la delincuencia hay un

enorme ejército de reserva para alimentar al

narco y a criminales de cualquier tipo. [Y agre-

gan] En períodos de crisis económica los delitos

con participación de jóvenes se incrementan. En

gran medida porque son usados por el crimen

organizado, que detecta en la juventud el esla-

bón más débil de la sociedad. (66)

Varios expertos concluyen que comoconsecuencia de la falta de empleo, y de que lamayoría de los trabajos posibles son muy malpagados se está llevando a los jóvenes "a uncallejón sin salida en el cual se les ignora o se lescriminaliza". Incluso algunos analistas concluyenque los jóvenes, dada esta situación, caerán

...en nutridos contingentes en la tentación del

dinero fácil, rápido y en cantidades suficientes

como para colmar valores subvertidos. En ellos

se sustenta la inagotable y creciente reserva que

alimenta al formidable ejército del mal […] y que

el secretario de defensa calcula en medio millón

de personas, solo en el narcotráfico. (67)

Es decir que, el conjunto de estos facto-res favorece que los jóvenes:

...sean candidatos inmejorables para ser recluta-

dos por las bandas formales e informales de la

delincuencia. [Más aún] otro factor que incre-

menta los índices delictivos es la convicción

compartida de que para triunfar socialmente y

ser apreciado y reconocido por la colectividad se

necesita tener dinero y disfrutar la vida a como

de lugar; esta es la pauta conceptual que los

medios de comunicación, en especial la televi-

sión, nos presentan todos los días, a todo

momento. (68)

Sin embargo –y debemos resaltarlo– entoda esta abundante producción de la prensa escri-ta las referencias al papel de los medios es escasa,y también escasamente analizada. Las conductasseñaladas son referidas a las características de una

sociedad que impulsa la desigualdad y la pobre-za al mismo tiempo que el consumismo. Y es enéstas características –junto con la impunidad y lacorrupción– que se coloca el énfasis en la bús-queda rápida y fácil de dinero:

Vivir del lado de la sana convivencia resulta

poco lucrativo. Se vuelve una estupidez, en una

nueva escala de valores que el fracaso educativo

va imponiendo. Por otra parte, vivir en una ley

de la selva posmoderna, sin compasión por el

más débil o por el justo, resulta enriquecedor, y

aun un éxito social. Nueva escala definida por

los muchos ceros en las ganancias en los delitos

y por la certeza de la impunidad a pesar de ser

arrestados. (69)

Más aún, si bien hay articulistas querecuerdan el papel que el medio social y familiartiene en la generación de criminalidad, conclu-yen que para los sectores más pobres "El crimenparece la única oportunidad de hacer dinero ytener prestigio social".

Durante la década del 50' y 60' variossociólogos norteamericanos especializados enjóvenes delincuentes, llegaron a conclusionessumamente interesantes, entre las que destaco una:que los valores y objetivos sustentados por dichosjóvenes delincuentes reproducían los valores de lasociedad norteamericana; reproducían el tipo desociedad capitalista dentro de la cual se formaronmarginalmente (70). Conclusión que, con algunasmodificaciones, volvió a ser propuesta por uno delos más profundos estudios del narcomenudeo rea-lizado hasta ahora, enfatizando justamente que losvalores y objetivos de los jóvenes delincuentes deun barrio de clase baja y con fuerte presencia depoblación hispana en Nueva York, son similares alos valores y objetivos de una sociedad consumis-ta, individualista y fuertemente competitiva.Competitividad que termina frecuentemente con lamuerte violenta del que compite (71).

En última instancia, el riesgo de morir ylos homicidios cometidos expresan en gran medi-da el peso de dicha ideología individualista y com-petitiva, que salvo excepciones no aparece anali-zada en la prensa escrita ni siquiera por los espe-cialistas en esta problemática. O mejor dicho, apa-rece señalada y hasta desarrollada pero por articu-listas que tratan a los jóvenes como si fueran una

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especie de autómatas que cumplen el mandato delas ideas y de las fuerzas dominantes.

Todavía más, los adolescentes pobresaparecen como individuos casi determinados aser parte de la criminalidad, incluido el asesina-to. De la prensa escrita, incluyendo los artículosde académicos y profesionales, surge que es lasituación social la determinante de estos compor-tamientos, de tal manera que los jóvenes no sontratados como sujetos activos de una criminali-dad que los involucra centralmente. Aparecencomo individuos "alienados" o, por lo menos,"hegemonizados" por utilizar antiguas palabrasque, debe aclararse, ninguno de los articulistasemplea, aunque sea de ésto de lo que estánhablando.

¿POR QUÉ MATAR?

Junto con las causas señaladas, aparecenen la prensa escrita varias propuestas que son des-arrolladas por pocos analistas, las cuales sostie-nen, por ejemplo, que la impunidad se debe engran medida a que México carece de una tradi-ción democrática o que en México se han "debi-litado valores esenciales como la honestidad y laverdad" que "antes" tenía la población mexicana.

Mencionan que hay ciertas característi-cas nacionales que favorecen la impunidad y lacorrupción, entre las que subrayan la apatía y latolerancia, expresadas en el hecho de que lamayoría de los mexicanos no denuncia los deli-tos de todo tipo a los que son sometidos cotidia-namente. Aun cuando esta actitud es explicadapor la mayoría de los materiales periodísticos porla desconfianza, ya que el 88% de los mexicanosno denunciaría los delitos por aprensión a lasautoridades y especialmente a la policía. Lapoblación mexicana tiene gran desconfianzahacia la autoridad, cree que por más denunciasque haga "no pasa nada".

Otros analistas subrayan la tendenciadominante en la población mexicana al "no temetas", a "no ser metiche", que reducen tambiénno solo las acciones colectivas sino las denunciasde hechos que ocurren a otros sujetos y grupos.

Se podrían incluir otros procesos yexplicaciones respecto de la criminalidad, pero

pese a que los materiales periodísticos narranprofusamente el incremento de la criminalidady de varias de sus características más negativas,casi no hay explicaciones ni reflexiones sobreporqué se mata de la manera en que se mata yporqué se tortura de la manera en que se tortu-ra. ¿Por qué la delincuencia organizada –perotambién la no organizada– necesita realizar crí-menes caracterizados por la crueldad y elhorror? (e).

Lo señalado no quiere decir que no seden explicaciones a las decapitaciones o a loscadáveres torturados, sino que las mismas se detie-nen en aspectos económicos o simbólicos, dondeprácticamente no aparece la subjetividad del cri-minal, aunque a veces sí aparece la de los asesina-dos, y sobre todo, de los parientes y amigos de lossecuestrados, torturados y desaparecidos.

Por lo menos una parte de los funciona-rios gubernamentales y, en menor medida, de lossectores no gubernamentales atribuyen el incre-mento de los homicidios a la lucha que el gobier-no está dando contra la criminalidad organizaday especialmente contra el narcotráfico, aunquecon interpretaciones diferentes.

Mientras los funcionarios lo ven comoun proceso casi inevitable pero necesario paraacabar con el crimen organizado, especialistascomo R. Jimenez, investigador de la UNAM, con-sidera que los asesinatos

...tienen dos grandes motivaciones, por un lado

una disputa de territorios y, por el otro, el cobro

de deudas a aquellos policías que no pueden

cumplir. Las ejecuciones normalmente las están

haciendo contra aquellos que se temen a la

región, es decir que quieren apoderarse de la

ruta del tráfico […] También están ejecutando

mucho funcionario, agentes de policía, incluso

secretarios de seguridad pública municipales y

mandos federales, que se las cobran ya sea por-

que fallaron en lo que se habían comprometido,

porque no regresan el dinero cuando dejan de

ser funcionarios o porque se pasaron a otro

bando. (72)

Y remarca que "hasta el momento lamayoría de las víctimas de la violencia del narco-tráfico han sido integrantes de estas organizacio-nes", aunque reconoce que ha habido personas

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asesinadas que no tienen nada que ver y que, enciertos casos, han sido asesinadas por miembrosdel ejército.

Más aún, este tipo de interpretaciónparece proponer que si el gobierno y el ejércitono intervinieran, los homicidios se limitarían auna cuestión entre delincuentes, señalando que"Las estrategias que está siguiendo el gobiernomexicano, que son violentas, hacen la atmósferamás violenta". Más allá de lo certera de estaexplicación, la misma deja de lado aspectos deci-sivos de la criminalidad.

Ahora bien, los periódicos documentancinco características básicas del crimen organiza-do, que ya fueron abordadas a grandes rasgos, yahora intentaremos sintetizar. La primera, es queuna parte de los delitos no solo se caracteriza porel asesinato, sino también por la tortura, la cruel-dad, el sufrimiento de las víctimas y de sus familia-res y vecinos. Cada vez aparecen más cadáveresdecapitados, quemados y con huellas de tortura;se mata a familias enteras incluidas mujeres emba-razadas. El grupo periodístico Reforma contabilizasemanalmente el número de asesinatos, sus carac-terísticas y su distribución por estado; y así, porejemplo, entre el 23 y el 29 agosto de 2008 infor-mó que hubo a nivel nacional 167 personas ejecu-tadas, de las cuales 21 estaban decapitadas y 54cadáveres evidenciaban huellas de tortura.

No solo se mata, sino que se suele"marcar" al asesinado; así encontramos que enMorelia el 20 de agosto de 2008 la policía con-fiscó material a un grupo criminal:

Entre los objetos confiscados había calcomanías

con leyendas: "la familia michoacana, la más

feliz del mundo", así como un fierro para marcar

ganado con la letra F y una cartulina con la

leyenda "la utilizamos para marcar a los enemi-

gos de la familia". (73)

"La familia" constituiría el principalgrupo del crimen organizado en este estado.

Una modalidad cada vez más frecuentede los secuestros es la de solicitar recompensa, yluego de recibida –e incluso antes–, asesinar a lapersona secuestrada. Si bien una parte de estosasesinatos tienen que ver con negociaciones eco-nómicas entre secuestradores y familiares de lossecuestrados, sobre todo tendría que ver con que

por lo menos alguno de los secuestradores esconocido de la víctima.

En documentos oficiales y especialmenteen circulares generadas por grupos de la sociedadcivil se informa a la población que en los secues-tros suelen participar personas del servicio domés-tico, choferes, empleados, secretarias particulares omaestros. Que en el 60% de los delitos de altoimpacto hay siempre involucrada una personaconocida, pudiendo ser no solo las personas seña-ladas, sino también familiares, amigos y vecinos.

Si bien no tienen que ver con homici-dios y secuestros, aunque sí con violencias, losdatos de una reciente encuesta realizada por laSecretaría de Educación Pública y publicada porla prensa escrita, señalan que más de 220.000alumnos de los bachilleratos de las escuelas fede-rales de México han sufrido algún tipo de ataquesexual; es decir que, el 6% de la totalidad dealumnos reconoció esta situación. Pero además,en dicho estudio se encontró que:

En el caso de las mujeres que han sido víctimas

de ataque sexual, 24% responsabilizó del acto a

su tío, el 4% a su padre, el 6% a su hermano, el

2% al maestro y el 22% a un desconocido. En el

caso de los hombres, el 2% indicó como abusa-

dor a la madre, padre, hermano, hermana; un

5% a un tío; un 6% a un profesor y un 21% a

algún desconocido. (74)

Lo cual no constituye una modalidadnacional, sino una característica por lo menos delas sociedades para las cuales tenemos este tipode datos. Más aún, ciertos delitos como violacio-nes sexuales o actos de pederastia se dan sobretodo dentro de relaciones familiares y de amistadcercanas (47).

Es obvio que una persona conocida queparticipa en el secuestro de un familiar, amigo,compañero de estudios o dueño de una empresadonde trabaja, trate de ocultarse de la mirada delsecuestrado; lo que no es obvio es el acto dematar a una persona que lo reconoce, y más si esamiga e incluso familiar cercano. La prensa escri-ta consultada, –que no es amarillista por lomenos en términos comparativos–, describe, sinembargo, episodios de este tipo, de los cualessolo se transcribe uno como ejemplo:

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María del Jesús Delgadillo de 27 años de edad y

diez semanas de embarazo fue invitada por ami-

gos a una reunión que se celebraría el

28/07/2008 en el domicilio de los que la invita-

ron. Pero sus anfitriones la mantuvieron cuatro

días en cautiverio, cobraron 156.000 pesos para

liberarla y la mataron. Por estos hechos fueron

detenidos un ex policía municipal y su esposa,

amiga de la víctima, que fueron quienes la mata-

ron, pues la pareja tenía deudas por setenta mil

pesos, y para liquidarlas recurrió al plagio. (75)

Se secuestra y mata a una amiga embara-zada para cobrar 156.000 pesos mexicanos, asícomo se han documentado crímenes por los cualeslos sicarios recibieron solo 5.000 pesos mexicanos.¿Cómo interpretamos este tipo de homicidios másallá de su significación económica inmediata quepuede ser saldar deudas o contar con un poco dedinero para comprar droga? ¿Solo permanecemosen la significación económica, en la impunidad?¿Qué tipo de sujetos son los que realizan estosactos, incluso en forma planificada?

Y lo preocupante es que no solo las cró-nicas y artículos de los periódicos no describen nireflexionan sobre estos aspectos, sino que lamayoría de las investigaciones socioantropológi-cas y epidemiológicas que conozco para Méxicotampoco lo hacen. La casi totalidad de estos mate-riales operan como si la impunidad, la corrupción,los objetivos económicos explicaran los asesina-tos, cuando lo que realmente están explicando esel delito pero no los homicidios, y menos aún lasaña con que son cometidos una parte de ellos.No explican qué son las personas asesinadas paraestos homicidas, en términos de sujetos.

Los aspectos señalados conducen aconstatar una cuarta característica: la mayoría delos secuestros y gran parte de los homicidios sonactos planificados. Es decir, no son actos espon-táneos, debidos a furias o violencias momentáne-as. Lo cual, por supuesto, no implica desconocerque hay procesos inesperados, no planeados,que generan homicidios.

Pero por lo menos una parte de éstostiene que ver con ciertas técnicas de asesinatoque documenta la prensa escrita con frecuencia.Si bien se decide matar a ciertas personas especí-ficas por diversas razones, en ciertas ocasiones semata a todos o a gran parte de los sujetos que

están presentes. Una de las razones de estos ase-sinatos indiscriminados es que los criminales noconocen al sujeto que hay que matar, aun cuan-do saben que está en ese lugar:

El sábado 16 de agosto, poco antes de las seis de

la tarde, tres camionetas de lujo conduciendo a

una decena de sicarios llegan afuera de la bode-

ga donde se celebra una fiesta de jóvenes en

Creel (Chihuahua). Aparentemente buscan a dos

personas para ultimarlas, pero los ejecutores no

conocen la precisión: rafaguean a mansalva

reventando cuerpos, segando vidas, incluida la

de un niño de un año. (76)

Es decir que, los asesinos buscan cum-plir su objetivo de asesinar a determinadas per-sonas, pero deciden incluir a todos los presentespara no equivocarse; pese a que no debíanmatarlas, a que no tenían ningún problema conellas. La muerte de uno o de varios vale igual, osea, en el fondo no valen nada; pero ¿qué quie-re decir que no valen nada como dice el refránmexicano?

Esta modalidad indiscriminada se rela-ciona en parte, pero solo en parte, con el tipo deasesinato "corporativo" denominado venganzade sangre (77). Y si bien existen notorias diferen-cias entre los mismos, los unifica la negación delotro como sujeto.

En el norte y centro de México, peroespecialmente en Chihuahua se han desarrolla-do los llamados "levantones", donde los levan-tados suelen ser torturados, mutilados y/o asesi-nados. Los "levantones" han sido utilizados nosolo por el crimen organizado sino también porlos gobiernos locales, por la policía para "des-aparecer" mujeres, activistas políticos o perso-nas ligadas a la criminalidad. Estos "levantones"son parte de las técnicas de poder a través delas cuales se busca amedrentar o disuadir alotro, que concluyen frecuentemente en asesi-natos disuasores aplicados inclusive a personasque ya no quieren seguir perteneciendo a gru-pos criminales. La prensa describe, por ejem-plo, el ataque a dos centros para adictos enrehabilitación que operaban en Chihuahua,donde en un caso se asesinó a dos personas yen otro a siete sujetos que buscaban rehabilitar-se de su adicción a drogas y al alcohol.

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Estos eran centros creados y orientadospor pastores protestantes, que por lo menos unaparte del crimen organizado había aceptado, dadoque "convertirse al cristianismo es la única formaaceptada entre ellos para salir de la agrupación".Pero, por lo menos una parte de las organizacio-nes criminales, decidieron atacar a estos centrosde recuperación dado el posible incremento deeste tipo de demanda que tendría repercusióntanto en los ingresos como en la disponibilidadde recursos humanos para la criminalidad. Dehecho todos estos centros cerraron.

En Chihuahua y en otros estados, elcrimen organizado mata especialmente a lossujetos que estando involucrados con el narco-tráfico tratan de abandonarlo. Pero además ame-nazan a quienes tratan de atenderlos en térmi-nos profesionales:

Cuando paramédicos acudían al llamado de

auxilio por el hallazgo de cuatro cadáveres en

un predio del Parque industrial Antonio J.

Bermudez, la frecuencia [de radio] de la Cruz

Roja fue interferida por presuntos traficantes

que transmitieron narcocorridos y amenazaron

de muerte a cuatro rescatistas: "Caerán uno por

uno" advirtieron. Fuentes extraoficiales de la

Cruz Roja revelaron que en la frecuencia se

escuchó: "Dejen de salvarle la vida a los ejecu-

tados o de lo contrario también vamos a aten-

tar contra sus vidas; no se acerquen, ya que de

lo contrario van a tener mucho trabajo con sus

propios compañeros". (73)

Esta situación condujo a que los resca-tistas suspendieran su trabajo y:

solicitaran apoyo de la policía municipal para

que les brinde protección cuando acudan a reco-

ger a heridos o muertos en hechos relacionados

con el crimen organizado, en especial cuando

hay sobrevivientes. (73)

Y subrayo este último aspecto, dadoque frecuentemente no quedan sobrevivientes yaque se aplica una técnica de matar y rematar máso menos tradicional.

La prensa presenta información de quese mata por pertenecer a grupos rivales del cri-men organizado, por ser policías o autoridades

municipales que no colaboran o desertan, o porotras causas ya señaladas. Pero en estas luchastambién se mata "para demostrar que son hom-bres" y para dejar claro quién es el que manda, locual puede observarse en los textos de los men-sajes que los criminales dejan en los cadáveresde sus víctimas:

La policía de Culiacán informó que una de las

víctimas, aún no identificada fue hallada con tres

narcomensajes en los que se leía: "Animales ras-

treros no les tenemos miedo, Beltranes, atte.

Puro Sinaloa". (78)

Y otro mensaje decía:

Con sus mantas, somos hombres no payasos,

para que traen Z a matar inocentes policías,

albañiles y carroceros; es primera y última vez

que se los contesto con mantas y letras, les

seguiremos contestando con plomo no con

mantas. Y llevensé Z a este Z, ya no sirve y

seguiremos mandando. (78)

Ese mismo día y en la misma ciudadfue asesinado un policía que tenía el siguientemensaje:

Esto pasó por voltear banda y que se agarre ese

verga de tu compadre fantasma que también

levantamos a su perra madre, el macho prieto

ja ja ja. (78)

Mensajes similares se encontraron porlas mismas fechas en las ciudades de Chihuahua,Sonora y Michoacán:

En Morelia el cuerpo de un hombre fue encon-

trado maniatado y con un narcomensaje en el

que se leía: "esto les pasa a los que graban vide-

os y es una advertencia para los que hacen lla-

madas anónimas". (78)

De tal manera el crimen organizado nosolo no se oculta sino que por el contrario trata deestar continuamente presente para evidenciarquién manda, quién sabe (conoce), quién contro-la, quién decide matar y a quién.

Y toda esta información es descripta porla prensa escrita y es analizada por articulistas de

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la misma, reiterando el tipo de interpretaciónpero sin explicar algunos de los procesos másimportantes. Dado que la impunidad, la corrup-ción, incluso la "descomposición del tejidosocial" como dicen algunos articulistas, no expli-can porqué dichos procesos acaban frecuente-mente en homicidios, y sobre todo, en homici-dios crueles. Como vimos, los materiales perio-dísticos se refieren a decapitados, a homicidiosindiscriminados, a asesinatos crueles, pero prác-ticamente no se reflexiona ni se analiza porquése "necesita" matar y porqué se mata así. O paraser más correctos, explican ciertos aspectos perono otros que tienen que ver con la subjetividadde los asesinados y de los asesinos.

Toda una serie de crónicas y artículoscolocan en la desigualdad social, en la pobreza yen la desocupación, el incremento y característicasde los delitos. Pero ¿esto qué significa? Acaso quelos pobres y desocupados se convierten en asesi-nos, y frecuentemente en asesinos caracterizadospor su crueldad cuando se vuelven más pobres ocuando se produce algún otro proceso que los afec-ta económicamente. Según se desprende de estetipo de análisis, la pobreza engendraría no soloacciones homicidas sino también sanguinarias.

LAS EXPLICACIONES PROPUESTAS Y LASINTERPRETACIONES AUSENTES

Las explicaciones de estos autoresrecuerdan las interpretaciones desarrolladasdurante mediados del siglo XIX sobre las "clasespeligrosas urbanas", con lo cual se estigmatizóespecialmente a los trabajadores urbanos y enparticular a los desocupados, al considerarlosproclives al crimen. Recuerdan incluso, las anti-guas propuestas marxistas referidas al "resenti-miento del proletariado" y sus justificaciones dela violencia proletaria.

Y dichas explicaciones lo que tendríanque explicar son procesos que evidencian que lamayoría de la criminalidad opera contra los pro-pios pobres. Todos sabemos que, por lo menos enlos países capitalistas, la mayoría de los homici-dios son cometidos por los pobres o, si se prefie-re, por miembros de las clases bajas de la socie-dad, y que además, la mayoría de sus víctimas son

pobres. Y uno de los hechos que hay que expli-car es justamente porqué el posible resentimien-to, incluida la crueldad se dirige no contra los"otros", sino contra los sujetos pertenecientes a lamisma clase social, al mismo grupo social ocomo se los quiera llamar.

Pero la mayoría de los artículos y cróni-cas periodísticas, y también de los materiales aca-démicos consultados no tratan sobre estos pro-blemas. Las explicaciones que surgen de la pren-sa escrita pueden tal vez explicar los delitos con-tra la propiedad o la búsqueda de ganancias eco-nómicas y de satisfactores personales inmediatosa través del uso de técnicas delictivas, y hasta losasesinatos, pero solo en términos economicistas.Al colocar sus explicaciones en un sistema injus-to y desigual que explota y empobrece, y por lotanto impulsa a los pobres al delito, no reflexio-nan sobre el hecho de que una parte de esos deli-tos lo constituyen toda una variedad de agresio-nes físicas, incluidos los homicidios.

Esta concepción delincuencial de lospobres mexicanos no podría, por lo menos por sísola, explicar porqué en otros contextos dondeincluso hay más pobreza que en México noobservamos los altos índices de criminalidad queoperan en México, como es el caso de varios paí-ses latinoamericanos. Las altas tasas de homici-dios que estamos viviendo en México tampocopodrían explicarse por el narcotráfico en sí, dadoque en países donde no solo hay alto consumode sustancias adictivas, sino también luchas porespacios de distribución y venta de las mismas,los asesinatos son comparativamente escasoscomo ocurre en los países europeos con mayorconsumo de este tipo de drogas.

Dos articulistas retoman la vieja expli-cación del "México bronco", que en la actualidadno explica nada, dado que lo primero que tendrí-amos que hacer es describir en qué consiste el"México bronco" y no dejarlo como implícita-mente sabido. Más aún, si por bronco se entien-de un país donde el asesinato es frecuente eincluso arbitrario y cruel, la cuestión es explicarporqué ocurre dicho proceso y no contentarnoscon darle un nombre.

Y algo similar ocurre con los cronistas yarticulistas cuando concluyen que la violencia esparte de la cultura, del modo de vida o cuandoseñalan que ya es un hecho "normal" entre nos-

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otros. Dado que, lo que hay que explicar es por-qué los homicidios, las agresiones crueles y lastorturas se han "normalizado" y son parte denuestra cultura.

¿Qué es lo que posibilita que los sujetosy microgrupos asesinen y torturen hasta su muer-te a otros sujetos por razones básicamente econó-micas y al amparo de la impunidad y la corrup-ción? ¿Qué tipo de subjetividad tienen estos ase-sinos que posibilita el desarrollo de estos actos yen forma cada vez más frecuente? ¿Qué idea tie-nen de los sujetos a los que asesinan y torturan?Pero además, y es lo que interesa subrayar espe-cialmente ahora: ¿por qué las crónicas y artículosperiodísticos no se plantean estas preguntas?

Aún más, una parte de las crónicas perio-dísticas y también una parte de los articulistas,señalan que mientras las luchas del narcotráficoqueden reducidas a ellos mismos, y sean ellosquienes mueran, el problema sería menor que loque ocurre actualmente, ya que dada las estrate-gias y decisiones del Estado mexicano, la crimina-lidad se ve obligada a incrementar sus accionesviolentas con graves consecuencias para la pobla-ción que no tiene nada que ver. De tal maneraque: mientras los asesinos se maten entre ellos nohabría demasiado problema. Lo cual amerita seriasreflexiones sobre estas consideraciones y lasnociones de subjetividad y sociedad que implican.

Esta orientación se torna aún más preo-cupante cuando observamos que tanto los

miembros de las ONG, las autoridades delgobierno o los cronistas y analistas, cuando plan-tean la necesidad de reducir o acabar con la vio-lencia, se refieren únicamente a mujeres, y enalgunos casos a niñas y niños, pero prácticamen-te nunca se refieren a varones; lo cual es casiincomprensible dado que los varones constitu-yen por lo menos el 90% de los sujetos que sonasesinados en México.

Los tres procesos que hemos analizadono son secundarios ni irrelevantes, sino centralesen términos de PSEA, pero también en términosde nuestra identidad social y cultural, así comoen lo referente a las orientaciones observadas enla producción periodística y académica. La faltade inclusión del racismo, la escasa producciónde investigaciones sobre la esterilización femeni-na, el uso manipulado de la información sobreviolencias, y especialmente sobre homicidios entérminos de género, o la falta de inclusión de lasubjetividad en el caso de los homicidios requie-ren por lo menos de dos acciones pensadas entérminos académicos. Primero, desarrollar estu-dios sobre estas problemáticas incluyendo losaspectos negados o tergiversados; y segundo, tra-tar de hallar explicaciones a esta orientación aca-démica y profesional, que posibiliten modificardichos sesgos y omisiones con el objetivo decomprender realmente los procesos estudiados ypoder intervenir sobre ellos.

NOTAS FINALES

a. Debe subrayarse que especialmente durantelas décadas del '70, '80 y '90 la Medicina Sociallatinoamericana, y en particular en ciertos países,le dio una importancia central a los procesos yfactores económico/políticos.

b. Respecto de los datos con que trabajan, lasautoras aclaran lo siguiente: "Una de las grandespolémicas con relación a los homicidios de muje-res ha sido establecer el número total de homici-dios ocurridos, ya que las organizaciones demujeres de la ciudad (Juárez), las autoridades

judiciales y la Secretaría de Salud presentan cifrasdivergentes entre sí. Por esa situación, y asumien-do que la omisión de homicidios en los datos dela Secretaría de Salud –en caso de existir– es ale-atoria y no está relacionada con características niocurrencia de los homicidios, resulta aún perti-nente evaluar dicha información, ya que aunqueexistan casos perdidos para cada año, la tenden-cia del fenómeno persiste y puede ser analizada"(41 p.87).

c. Como vemos, hay diferencias entre los datospresentados por la propia Procuraduría enmomentos distintos, pero ello es producto de queno son cifras definitivas sino en elaboración.

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d. La información analizada es la generada porlos periódicos La Jornada y Reforma durante losmeses señalados. Dicha información incluye cró-nicas periodísticas y artículos firmados. Condicha información se organizó un corpus que eneste trabajo no cuantificamos, pues el objetivo

central es trabajar con los significados que surgende la información periodística.

e. Respecto de esta problemática operan poten-cialmente procesos etnocéntricos y de relativismocultural, pero que no se analizan en este trabajo.

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Recibido el 17 de abril de 2009

Versión final presentada el 20 de mayo de 2009

Aprobado el 18 de junio de 2009

FORMA DE CITAR

Menéndez EL. De racismos, esterilizaciones y algunos otros olvidos de la antropología y la epidemiología mexica-

nas. Salud Colectiva. 2009;5(2):155-179.