de sobremesa. silva
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7/23/2019 De Sobremesa. Silva
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De sobremesa
de José Asunción Silva
Recogida por la pantalla de gasa y encajes, la claridad tibia de la lámpara caía en
círculo sobre el terciopelo carmesí de la carpeta, y al iluminar de lleno tres tazas de
China, doradas en el fondo por un resto de café espeso, y un frasco de cristal tallado,
lleno de licor transparente entre el cual brillaban partículas de oro, dejaba ahogado en
una penumbra de sombría púrpura, producida por el tono de la alfombra, los tapices y
las colgaduras, el resto de la estancia silenciosa. En el fondo de ella, atenuada por
diminutas pantallas de rojiza gasa, luchaba con la semioscuridad circunencina, la luz
de las bujías del piano, en cuyo teclado abierto oponía su blancura brillante el mar!l al
negro mate del ébano.
"obre el rojo de la pared, cubierta con opaco tapiz de lana, brillaban las
cinceladuras de los pu#os y el acero terso de las hojas de dos espadas cruzadas en
panoplia sobre una rodela, y destacándose del fondo oscuro del lienzo, limitado por el
oro de un marco $orentino, sonreía con e%presi&n bonachona, la cabeza de un
burgomaestre $amenco, copiada de Rembrandt.
El humo de dos cigarrillos, cuyas puntas de fuego ardían en la penumbra,
ondeaba en sutiles espirales azulosas en el círculo de luz de la lámpara y el olorenerante y dulce del tabaco opiado de 'riente, se fundía con el del cuero de Rusia en
(ue estaba forrado el mobiliario.
)na mano de hombre se aanz& sobre el terciopelo de la carpeta, frot& una
cerilla y encendi& las seis bujías puestas en pesado candelabro de bronce cercano a la
lámpara. Con el aumento de luz fue isible el grupo (ue guardaba silencio* el !no
per!l árabe de +osé ernández, realzado por la palidez mate de la tez y la negrura
rizosa de los cabellos y de la barba- la conte%tura hercúlea y la !sonomía plácida de
+uan Roira, tan atrayente por el contraste (ue en ella forman los ojazos de e%presi&n
infantil y las canas del espeso bigote, sobre lo moreno del cutis atezado por el sol- lacara enjuta y grae de 'scar "áenz, (ue con la cabeza hundida en los cojines del
dián turco y el cuerpo tendido sobre él, se retorcía la puntiaguda barbilla rubia y
parecía perdido en una meditaci&n interminable.
/onita sobremesa0 1ace media hora (ue estamos callados como tres muertos.
Esta medialuz (ue te gusta a ti, ernández, ayuda al silencio, y es un narc&tico,
prorrumpi& +uan Roira, escogiendo un cigarro en la caja de habanos abierta sobre la
mesa, al pie del frasco de aguardiente de 2antzing... /onita sobremesa para una
comilona rociada con ese borgo#a. "i ya me sentía con principios de congesti&n0 3
comenz& a pasearse a grandes pasos por el cuarto, con la mano derecha metida en elbolsillo del chaleco, y arrancándole al puro las primeras bocanadas de humo.
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45ué (uieres6 Esto lo llaman los poetas el silencio de la intimidad- también es
(ue 'scar nos ha contagiado- le comieron la lengua los ratones del hospital... 7o has
atraesado tres palabras desde (ue entraste. 8ienes sue#o, dijo dirigiéndose a "áenz,
(ue se incorpor& al oírlo.
43o, sue#o6... no- estoy un poco cansado. 9ero suponte, +uan, sigui&, claando en
Roira los ojos pe(ue#os y penetrantes, (ue por un hábito profesional obseransiempre la !sonomía del interlocutor como buscando en ella el síntoma o la e%presi&n
de una oculta dolencia- suponte, paso la semana entera en las salas frías del hospital
y en las alcobas donde sufren tantos enfermos incurables- eo allí todas las angustias,
todas las miserias de la debilidad y del dolor humano en sus formas más tristes y más
repugnantes- respiro olores nauseabundos de desaseo, de descomposici&n y de
muerte- no isito a nadie y los sábados entro a(uí a encontrar el comedor iluminado a
giorno por treinta bujías diáfanas y perfumado por la profusi&n de $ores raras (ue
cubren la mesa y desbordan, multicolores, húmedas y frescas, de los jarrones de
cristal de :urano- el brillo mate de la ieja ajilla de plata marcada con las armas delos ernández de "otomayor- las frágiles porcelanas decoradas a mano por artistas
insignes- los cubiertos (ue parecen joyas- los manjares delicados, el rubio jerez a#ejo,
el johanissberg seco, los burdeos y los borgo#as (ue han dormido treinta a#os en el
fondo de la bodega- los sorbetes helados a la rusa, el to;ay con sabores de miel, todos
los re!namientos de esas comidas de los sábados, y luego, en el ambiente suntuoso
de este cuarto, el café aromático como una esencia, los puros ri(uísimos y los
cigarrillos egipcios (ue perfuman el aire... +unta a la impresi&n de todos esos detalles
materiales, la (ue me causa a mí, acostumbrado a er moribundos, el e%ceso de igor
físico y la superabundancia de ida de este hombr&n, dijo se#alando a ernández, (uese sonri& con una e%presi&n de triunfo, junta a eso con mis (uehaceres habituales y
con el ambiente mez(uino y prosaico en (ue io y comprenderá mi silencio cuando
estoy a(uí. 9or eso me callo, y por otras cosas también...
4Cuáles son esas cosas6, in(uiri& ernández.
"on tus aenturas amorosas, (ue todos te enidiamos en secreto, insinu& Roira
con aire paternal, y (ue por el lado antihigiénico preocupan a este don 9edro Recio
8irteafuera.
7o, lo demás es (ue he comprendido la inutilidad de suplicarte para (ue uelasal trabajo literario y te consagres a una obra digna de tus fuerzas y (ue cada ez (ue
estoy a(uí, pre!ero no hablar para no repetirte (ue es un crimen disponer de los
elementos de (ue dispones, y dejar (ue pasen los días, las semanas, los a#os enteros
sin escribir una línea0 42ormiste sobre tus laureles, satisfecho con haber publicado dos
tomos de poesías, uno cuando ni#o y otro hace ya siete a#os6
48e parece poco haber escrito un tomo de poesías como los <9rimeros =ersos> y
como los <9oemas del más allá>6
3o no sé de esas cosas, pero me parece (ue alen la pena los ersos de
ernández, agreg& Roira con aire de fastidio. 9ara cual(uiera otro me parecería mucho, para ernández nada... Recuerde
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usted cuánto hace (ue los escribi&... 8odo lo (ue has hecho, continu& oliéndose al
poeta, todo lo más perfecto de tus poemas es nada, es inferior a lo (ue tenemos
derecho a esperar de ti, los (ue te conocemos íntimamente, a lo (ue tú sabes muy
bien (ue puedes hacer. 3 sin embargo, hace dos a#os (ue no produces una línea...
2ime, 4piensas pasar tu ida entera como has pasado los últimos meses, disipando
tus fuerzas en diez direcciones opuestas- e%poniéndote a los azares de la guerra pordefender una causa en (ue no crees, como lo hiciste en julio al combatir a las &rdenes
de :onteerde- promoiendo reuniones políticas para e%citar al pueblo de (ue te ríes-
cultiando $ores raras en el inernáculo- seduciendo histéricas estidas por ?orth-
estudiando árabe y emprendiendo e%cursiones peligrosas a las regiones más
desconocidas y malsanas de nuestro territorio para continuar tus estudios de
prehistoria y de antropología6 2éjame echarte un serm&n ya (ue me he callado tanto
tiempo. En tu frenesí por ampliar el campo de las e%periencias de la ida, en tu afán
por desarrollar simultáneamente las facultades múltiples con (ue te ha dotado la
naturaleza, as perdiendo de ista el lugar a donde te diriges. El aspecto de tuescritorio ayer por la ma#ana daría a pensar en un principio de incoherencia, a
cual(uiera (ue te conociera menos de lo (ue te conozco. 1abía sobre tu mesa de
trabajo un aso de antigua may&lica lleno de or(uídeas monstruosas- un ejemplar de
8íbulo manoseado por seis generaciones, y (ue guardaba entre sus páginas
amarillentas la traducci&n (ue has estado haciendo- el último libro de no sé (ué poeta
inglés- tu despacho de @eneral, eniado por el :inisterio de @uerra- unas muestras de
mineral de las minas de Río :oro, cuyo análisis te preocupaba- un pa#uelo de batista
perfumado (ue sin duda le habías arrebatado la noche anterior en el baile de
"antamaría al más aristocrático de tus $irts- tu libro de che(ues contra el /ancoAnglo Americano, y presidía esa junta heter&clita el ídolo (uichua (ue sacaste del
fondo de un adoratorio, en tu última e%cursi&n, y una estatueta griega de mármol
blanco.
8ú, sentado enfrente del escritorio, azotado ya por la ducha fría y e%citado por
tres tazas de té, comenzabas el día. 3a habías escrito una estrofa musical y perersa
destinada probablemente a una de tus íctimas- según me dijiste ya habías girado tres
che(ues para atender los pagos de la semana- llamado al teléfono para darle &rdenes
al ar(uitecto de =illa 1elena- comenzado en el laboratorio un ensayo del mineral de
Río :oro- ya habías leído diez páginas de una monografía sobre la raza azteca, ymientras ensillaban el más fogoso de los caballos, te entretenías en estudiar el plano
de una batalla. 2ios mío0 si hay un hombre capaz de coordinar todo eso, ese hombre,
aplicado a una sola cosa, será una enormidad0 9ero no, eso está fuera de lo humano...
8e dispersarás inútilmente. 7o s&lo te dispersarás, sino (ue esos diez caminos (ue
(uieres seguir al tiempo, se te juntarán, si los sigues, en uno solo.
45ué llea al Asilo de Bocos6, pregunt& ernández, sonriéndose con una sonrisa
de desdén... 7o lo creas... 3o creí eso en un tiempo. 1oy no lo creo.
/ien, suponte (ue no sea así, continu& "áenz imperturbable. 2a por sentado (ue
tu organizaci&n de hierro resista las pruebas a (ue la sometes, y dime, 4tú si crees de
buena fe (ue aun(ue ias cien a#os alcanzarás a satisfacer los millones de
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curiosidades (ue leantas dentro de ti a cada instante, para lanzarlas por el mundo
como una jauría de perros hambrientos, a caza de impresiones nueas6 ... 43 para
seguir en esas locuras echas a un lado lo mejor de ti mismo, tu ocaci&n íntima, tu
alma de poeta6 ... 4Cuántos ersos has escrito en este a#o6
=ersos... ni uno solo... pensé escribir un poema (ue tal ez habría sido superior a
los otros, no lo comencé, probablemente no lo comenzaré nunca... no oleré aescribir un solo erso... 3o no soy poeta...
)na e%clamaci&n de los dos amigos le impidi& continuar la frase...
7o, no soy poeta, dijo con aire de conicci&n profunda... Eso es ridículo. 9oeta
yo0 Blamarme a mí con el mismo nombre con (ue los hombres han llamado a Es(uilo,
a 1omero, al 2ante, a "ha;espeare, a "helley... 5ué profanaci&n y (ué error. Bo (ue
me hizo escribir mis ersos fue (ue la lectura de los grandes poetas me produjo
emociones tan profundas como son todas las mías- (ue esas emociones subsistieron
por largo tiempo en mi espíritu y se impregnaron de mi sensibilidad y se conirtieron
en estrofas. )no no hace ersos, los ersos se hacen dentro de uno y salen. El (ue
menos ilusiones puede formarse respecto del alor artístico de mi obra soy yo mismo
(ue conozco el secreto de su origen... 45uieres saberlo6 =ií unos meses con la
imaginaci&n en la @recia de 9ericles, sentí la belleza noble y sana del arte heleno con
todo el entusiasmo de los einte a#os y bajo esas impresiones escribí los <9oemas
9aganos>, de un lluioso oto#o pasado en el campo leyendo a Beopardi y a Antero de
5uental, sali& la serie de sonetos (ue llamé después <Bas Almas :uertas>- en los
<2ías 2iáfanos> cual(uier lector inteligente adiina la in$uencia de los místicos
espa#oles del siglo =D, y mi obra maestra, los tales <9oemas de la Carne>, (ue
forman parte de los <Cantos del más allá>, (ue me han alido la admiraci&n de los
críticos de tres al cuarto, y cuatro o seis imitadores grotescos, 4(ué otra cosa son sino
una tentatia mediocre para decir en nuestro idioma las sensaciones enfermizas y los
sentimientos complicados (ue en formas perfectas e%presaron en los suyos /audelaire
y Rossetti, =erlaine y "inburne6... 7o, 2ios mío, yo no soy poeta... "o#aba antes y
sue#o todaía a eces en adue#arme de la forma, en forjar estrofas (ue sugieran mil
cosas oscuras (ue siento bullir dentro de mí mismo y (ue (uizás aldrían la pena de
decirlas, pero no puedo consagrarme a eso...
Al oírte comprendo por (ué dice :á%imo 9érez (ue el crítico en ti mata alpoeta... (ue tus facultades analíticas son superiores a tus fuerzas creadoras, dijo
"áenz.
9uede ser, soy (uien menos puede decirlo, continu& ernández... 9oeta, puede
ser, ese ti(uete fue el (ue me toc& en la clasi!caci&n. 9ara el público hay (ue ser algo.
El ulgo les pone nombres a las cosas para poderlas decir y pega ti(uetes a los
indiiduos para poderlos clasi!car. 2espués el hombre cambia de alma pero le (ueda
el r&tulo. 9ubli(ué un tomo de malos ersos a los einte a#os y se endi& mucho- otro
de ersos regulares a los eintiocho y no se endi& nada. :e llamaron 9oeta desde el
primero, después del segundo no he uelto a escribir ni una línea y he hecho nueeo!cios diferentes, y a pesar de eso lleo todaía el ti(uete pegado, como un enase
(ue al estrenarlo en la farmacia contuo mirra, y (ue más tarde, lleno por dentro de
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cantáridas, de linaza o de opio ostenta por fuera el nombre de la balsámica goma.
9oeta0 9ero no, oye, no son mis facultades analíticas (ue 9érez e%agera, la raz&n
íntima de la esterilidad (ue me echas en cara- tú sabes muy bien cuál es* es (ue como
me fascina y me atrae la poesía, así me atrae y me fascina todo, irresistiblemente*
todas las artes, todas las ciencias, la política, la especulaci&n, el lujo, los placeres, el
misticismo, el amor, la guerra, todas las formas de la actiidad humana, todas lasformas de la =ida, la misma ida material, las mismas sensaciones (ue por una
e%igencia de mis sentidos, necesito de día en día más intensas y más delicadas...
45ué (uieres, con todas esas ambiciones puede uno ponerse a cincelar sonetos6 En
esas condiciones no manda uno en sus nerios...
3 mucho menos cuando usa como tú un disfraz de perfecta correcci&n mundana,
se aísla como ies aislado entre los tesoros de arte y las comodidades fastuosas de
una casa como ésta y s&lo trata con una docena de chi$ados como somos tus amigos,
e%cepci&n hecha de Roira, los más a prop&sito para aislarte de la ida real...
4Ba ida real6... 9ero 4(ué es la ida real, dime, la ida burguesa sin emociones y
sin curiosidades6... Cierto (ue s&lo e%isten para mí diez amigos íntimos (ue me
entienden y a (uienes entiendo y algunos muertos en cuya intimidad io... Bas
demás son amistades epidérmicas, por decirlo así- en cuanto a mi ida de hoy, tú
sabes bien (ue, aun(ue distinta en la forma de la (ue he lleado en otras épocas, su
organizaci&n obedece en el fondo a lo (ue ha constituido siempre mi aspiraci&n más
secreta, mi pasi&n más honda* el deseo de sentir la ida, de saber la ida, de poseerla,
no como se posee a una mujer de (uien nos hacen due#os unos instantes de
desfallecimiento suyo y de audacia nuestra, sino como a una mujer adorada, (ue
conencida de nuestro amor se nos confía y nos entrega sus más deliciosos secretos.
48ú crees (ue yo me acostumbro a iir6... 7o, cada día tiene para mí un sabor más
e%tra#o y me sorprende más el milagro eterno (ue es el )nierso. Ba ida. 45uién
sabe lo (ue es6 Bas religiones no, puesto (ue la consideran como un paso para otras
regiones- la ciencia no, por(ue apenas inestiga las leyes (ue la rigen sin descubrir su
causa ni su objeto. 8al ez el arte (ue la copia... tal ez el amor (ue la crea.
48ú crees (ue la mayor parte de los (ue se mueren han iido6 9ues no lo creas-
mira, la mayor parte de los hombres, los unos luchando a cada minuto por satisfacer
sus necesidades diarias, los otros encerrados en una profesi&n, en una especialidad,
en una creencia, como en una prisi&n (ue tuiera una sola entana abierta siempre
sobre un mismo horizonte, la mayor parte de los hombres se mueren sin haberla
iido, sin llearse de ella más (ue una impresi&n confusa de cansancio0... Ah0 iir la
ida... eso es lo (ue (uiero, sentir todo lo (ue se puede sentir, saber todo lo (ue se
puede saber, poder todo lo (ue se puede... Bos meses pasados en la pes(uería de
perlas, sin er más (ue la arena de las playas y el cielo y las olas erdosas, respirando
a pleno pulm&n el ambiente yodado del mar- las temporadas de orgías y de tumultos
mundanos en 9arís- los meses de retiro en el iejo conento espa#ol, entre cuyos
paredones grises s&lo resuenan los rezos mon&tonos de los frailes y las graes
músicas del canto llano- la permanencia agitada en el escritorio de Conills, con mi
fortuna comprometida en el engranaje ertiginoso de los negocios yan;ees, y la
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cabeza llena de cotizaciones y de cálculos, en pleno hardor;, las suaes residencias
en Dtalia, en (ue secuestrado del mundo y olidado de mí mismo, ií encerrado en
iglesias y museos o so#ando por horas enteras en amorosa contemplaci&n ante las
obras de mis artistas predilectos como el "odoma y el =inci, todo eso son cinco
caminos emprendidos con loco entusiasmo, recorridos con frenesí, y abandonados por
temor de (ue me sorprendiera la muerte en alguno de ellos antes de transitar porotros, por estos otros nueos (ue trato de recorrer ahora y por los cuales dices tú (ue
oy gastando inútilmente mis fuerzas... Ah0 iir la ida0 emborracharme de ella,
mezclar todas sus palpitaciones con las palpitaciones de nuestro coraz&n antes de (ue
él se conierta en ceniza helada- sentirla en todas sus formas, en la gritería del
meeting donde el alma confusa del populacho se agita y se desborda en el perfume
acre de la $or e%tra#a (ue se abre, fantásticamente abigarrada, entre la atm&sfera
tibia del inernáculo- en el sonido gutural de las palabras (ue hechas canci&n
acompa#an hace siglos la música de las guzlas árabes- en la conulsi&n diina (ue
enfría las bocas de las mujeres al agonizar de oluptuosidad- en la !ebre (ue emanadel suelo de la sela donde se ocultan los últimos restos de la tribu salaje... 2ime,
"áenz, 4son todas esas e%periencias opuestas y las isiones encontradas del )nierso
(ue me procuran, todo eso es lo (ue (uieres (ue deje para ponerme a escribir
redondillas y a cincelar sonetos6
7o, contest& el otro sin desconcertarse. 3o no te he dicho nunca (ue no pienses
sino (ue no abuses. Alegas tú (ue lo (ue yo llamo abuso es para ti lo estrictamente
necesario y te ríes de mis sermones. Es claro (ue si el !n de todos tus esfuerzos me
pareciera a tu altura, te aplaudiría, pero tú lo (ue (uieres es gozar y eso es lo (ue
persigues en tus estudios, en tus empresas, en tus amores, en tus odios. 7o son tuscomplicaciones intelectuales las (ue no te dejan escribir, ni tampoco son tus grandes
facultades críticas (ue re(uerirían (ue produjeras obras maestras para (uedar
satisfechas, no, no es eso- son las e%igencias de tus sentidos e%acerbados y la
urgencia de satisfacerlas (ue te domina. :ira, si en mis manos estuiera te (uitaría
cosa a cosa todo lo (ue te impide escribir y hacer glorioso tu nombre. 45uieres saber
(ué es lo (ue no te deja escribir6 El lujo enerante, el confort re!nado de esta casa
con sus enormes jardines llenos de $ores y poblados de estatuas, su par(ue
centenario, su inernáculo donde crecen, como en la atm&sfera enenenada de los
bos(ues natios, las más singulares especies de la $ora tropical. 4"abes (ué es6 7oson tanto las tapicerías (ue se desti#en en el estíbulo, ni los salones suntuosos, ni los
bronces, los mármoles y los cuadros de la galería, ni el gabinete del e%tremo oriente
con sus sederías chillonas y sus chirimbolos e%traagantes, ni las colecciones de
armas y de porcelanas, ni mucho menos tu biblioteca ni las aguafuertes y dibujos (ue
te encierras a er por semanas enteras. 7o, es lo otro. Bo (ue estimula el cuerpo, las
armas, los ejercicios iolentos, tus cacerías salajes con los :erizaldes y los
:onteerdes- tus negocios complicados- el sal&n de hidroterapia, la alcoba y el
tocador dignos de una cortesana. "on los icios nueos (ue dices (ue estás
inentando, esas joyas en cuya contemplaci&n te pasas las horas fascinado por subrillo, como se fascinaría una histérica- el té despachado directamente de Cant&n, el
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café escogido grano por grano (ue te manda Roira- el tabaco de 'riente y los
cigarros de =uelta Abajo, el ;ummel ruso y el ;rishabaar sueco, todos los detalles de la
ida elegante (ue lleas, y todas esas gollerías (ue han reemplazado en ti al poeta
por un gozador (ue a fuerza de gozar corre al agotamiento... 1ombre- cuando
estando sano como una manzana y fuerte como un carretero has dado en tomar
t&nicos de los (ue se les dan a los paralíticos y eso s&lo para sentirte más lleno deida de lo (ue estás0 :ira, si en mis manos estuiera te (uitaría todos los
re!namientos y las suntuosidades de (ue te rodeas, te debilitaría un poco para
tran(uilizarte, te pondría a iir en un pueblecito, en un ambiente pobre y tran(uilo
donde conersaras con gente del campo y no ieras más cuadros (ue las imágenes de
la iglesia ni consiguieras más libros (ue el A#o Cristiano, prestado por el cura. "i en
mis manos estuiera te salaría de ti mismo. A los seis meses de iir en ese
ambiente serías otro hombre y te pondrías a escribir algún poema de los (ue debes
escribir, de los (ue es tu deber escribir.
4Con(ue yo tengo deber de escribir poemas6, pregunt& ernández riéndose...9ues estoy diertido0 y enseriándose súbitamente* eliz tú (ue sabes cuáles son los
deberes de cada cual y cumples los (ue crees tuyos como los cumples. 2eber0
Crimen0 =irtud0 =icio0... 9alabras, como dice 1amlet... 3o estoy en la situaci&n en
(ue nos suponía el zapatero a(uel (ue cuando se emborrachaba nos detenía a la
salida del colegio, 4recuerdas6
Ah0 sí, el zapatero Bandínez, contest& +uan Roira como si se dirigiera a él,
antier me lo encontré más borracho (ue nunca y me detuo con su eterno sonsonete*
<2adme una peseta, caballero. =os no sabéis la posici&n (ue ocupáis en la sociedad-
os no sabéis (ué cosa es el mal ni (ué cosa es el bien>. 4/ueno, +osé, y tú (ué tienes
(ue er con ese perdulario6, dijo interpelando a ernández.
8ú no entiendes esas cosas, le respondi& éste, es una broma (ue tengo con
"áenz. Con(ue, dime pregunt& oliéndose al médico , 4tú sí crees (ue mi deber es
escribir poemas6 9ues mira, esa calaera, agreg& mostrando con la mano neriosa y
!na un cráneo cuyas cuencas acías donde se aglomeraba la sombra parecían mirarlo
desde el pedestal de la =enus de :ilo, donde estaba colocado, esa calaera me dice
todas las noches (ue mi deber es iir con todas mis fuerzas, con toda mi ida0...
3 sin embargo los ersos me tientan y (uisiera escribir, 4para (ué ocultártelo6 Enestos últimos días del a#o sue#o siempre en escribir un poema pero no encuentro la
forma... Esta ma#ana oliendo a caballo de =illa 1elena me pareci& oír dentro de mí
mismo estrofas (ue estaban hechas y (ue aleteaban buscando salida. Bos ersos se
hacen dentro de uno, uno no los hace, los escribe apenas... 4tú no sabes eso,
Roira...6
7o, (ué sé yo de esas cosas0 contest& el interpelado. Bos tuyos me gustan y son
buenos de seguro, por(ue un hombre de gusto (ue tiene caballos como la pareja de
moros de tu ictoria y el árabe en (ue montas, y una casa como ésta y tanto cuadro y
tantas estatuas y cigarros de esta calidad, dijo mostrando la larga ceniza del puro casinegro (ue se estaba fumando, pues es clarísimo (ue no puede hacer malos ersos0
49or (ué no escribes un poema, +osé6, insisti& "áenz.
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9or(ue no lo entenderían tal ez, como no entendieron los <Cantos del más
allá>, dijo el poeta con dejadez. 43a no recuerdas el artículo de Andrés Ramírez en (ue
me llam& as(ueroso porn&grafo y dijo (ue mis ersos eran una mezcla de agua
bendita y de cantáridas6 9ues esa suerte correría el poema (ue escribiera. Es (ue yo
no (uiero decir sino sugerir y para (ue la sugesti&n se produzca es preciso (ue el
lector sea un artista. En imaginaciones desproistas de facultades de ese orden, 4(uéefecto producirá la obra de arte6 7inguno. Ba mitad de ella está en el erso, en la
estatua, en el cuadro, la otra en el cerebro del (ue oye, e o sue#a. @olpea con los
dedos esa mesa, es claro (ue s&lo sonarán unos golpes, pásalos por las teclas de
mar!l y producirán una sinfonía. 3 el público es casi siempre mesa y no un piano (ue
ibre como éste, concluy& sentándose al "teinay y tocando las primeras notas del
pr&logo del :ephisto.
ernández, dijo Roira suspendiendo su interminable paseo para acercarse a la
mesa y sacudir la ceniza del puro (ue fumaba, en un platillo de cobre repujado. 'ye,
ernández* no te preocupes con los sermones de este médico, (ue (uiere ser para tiun don 9edro Recio 8irteafuera, ni con escribir unos ersos más o menos, para (ue tus
admiradores te proclamen genio al día siguiente del entierro0 :ás ale iir tres días
en 7are, como decía el minero, (ue tres siglos en el coraz&n de la posteridad... 7ada,
hijo, diiértete, cuídate, busca más caballos árabes y más armas si eso te suena,
compra más anticuallas y más chirimbolos, métete hasta las narices en la política,
déjate (uerer por todas las mujeres (ue se antojen de ti y hazte (uerer de todas las
(ue se te antojen, no uelas a escribir un solo erso si no se te da la gana... 9ara
todo eso te doy mi permiso a cambio de (ue me satisfagas esta noche un antojo (ue
tengo desde hace mucho tiempo... 5uiero oírte leer unas páginas (ue según me dijisteuna ez, tienen relaci&n con el nombre de tu (uinta, con un dise#o de tres hojas y una
mariposa (ue llean impreso en oro, en la pasta blanca, arios olúmenes de tu
biblioteca, y con a(uel cuadro de un pintor inglés... 4c&mo dices tú6, 4decadente6 no...
4simbolista6 no, 4prerrafaelita6 Eso es, prerrafaelita, (ue tienes en la galería y (ue no
logro entender por más (ue lo miro cada ez (ue paso por ahí... 4"abes de (ué te
hablo6...
"í, sé de (ué me hablas, contest& ernández leantándose al oír ruidos de oces
y de pasos en el cuarto ecino.
El portier pesado de tela roja de 'riente bordado de oro (ue cierra la entrada de
la derecha, se abri& dándoles paso a Buis Cordoez y a :á%imo 9érez.
/uenas noches, te traigo a este hombre para (ue lo distraigas, dijo Cordoez,
tendiéndole la mano a ernández- +uan, 'scar, saludando familiarmente a los amigos
con (uienes hablaba 9érez, y engo yo a desinfectarme de todas las ulgaridades
oídas en estas dos horas... 2ame una copa de jerez del más seco, y siéntate tú a(uí,
a#adi& mostrando un sill&n cercano al suyo, necesito oír buenos ersos para
desinfectarme el alma... "i tú supieras de d&nde engo...0
9ues no me parece imposible adiinarlo- de una comida en (ue has estado cercade una rubia... el estido lo cuenta... Drreprochable0... a#adi& ernández !jándose en
la gardenia fresca (ue lleaba Cordoez en el ojal del frac y en las gruesas perlas (ue
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le abotonaban la pechera.
3a lo es, te e(uiocaste0 Bos poetas andan siempre so#ando cosas deliciosas.
7ada, hombre, de una comida dada por Ram&n Rey a 2aniel Aellaneda, en (ue se
habl& de política al comenzar y de religi&n y de mujeres al concluir. Cuando te digo
(ue necesito (ue me leas ersos de 7ú#ez de Arce para desinfectarme. 7o, no son
ersos, a#adi& dirigiéndole a ernández una mirada en (ue se adiinaba su amor casifraternal y su entusiasmo fanático por el poeta... 4"abes6... no son ersos de 7ú#ez de
Arce... es prosa tuya lo (ue (uiero... engo a pedirte de so#ar como dices tú... hace
tres días (ue no le pido de so#ara nadie por miedo de (ue me siran mal y (ue estoy
pensando a cada momento en (ue llegue esta noche para suplicarte me leas unas
notas tomadas en un iaje por "uiza, (ue nunca me has mostrado... 7os las as a leer
dentro de un rato, 4cierto6... "i tú supieras (ue he pasado hoy un mal día pensando en
ti, con la idea !ja de (ue estabas enfermo... 9ero estás bien, 4erdad6...
7unca estoy bien en los últimos días del a#o, contest& ernández como distraído
por algo (ue lo preocupara- nunca estoy bien en los últimos días de diciembre.
Ba frescura y la animaci&n de Buis Cordoez, cuyas facciones delicadas y
naciente barba casta#a recordaban el per!l del Cristo de "cheFer, sin (ue los rizos
oscuros (ue le caían sobre la frente estrecha, ni el frac (ue le moldeaba el busto
alcanzaran a disminuir el parecido, formaban e%tra#o contraste con la atonía
meditabunda del semblante pálido y lo apagado de los ojos grises de :á%imo 9érez,
cuya $acura se adiinaba, mal disimulada por el estido de cheiot claro (ue traía
puesto, en las líneas del cuerpo tendido sobre el dián ecino, en una postura de
enfermizo cansancio.
48ú no sigues bien, eh6... 4aumentan los dolores6... le pregunt& "áenz claándole
los ojos in(uisitios...
"iguen los dolores, atroces, a pesar de los bromuros y de la mor!na... Esta noche
me sentía tan mal (ue me retiraba ya del Club cuando encontré a Cordoez y me hizo
el bien de traerme... 7o saben tus colegas (ué es lo (ue tengo... ernández, dime,
4tampoco pudieron hacer diagn&stico preciso de una enfermedad (ue sufriste en 9arís,
de una enfermedad neriosa de (ue me ha hablado, :arinoni...6 2ime, 4tú la
describiste en algunas páginas de tu diario6... "i nos las leyeras esta noche... Creo (ue
s&lo la lectura de algo inédito y (ue me interesara mucho alcanzaría a disipar un pocomis ideas negras.
3o le había instado antes a +osé para (ue nos leyera algo relacionado con el
nombre de la (uinta, con =illa 1elena, dijo Roira malhumorado y como temeroso de
no lograr su empe#o- ahora tú y Cordoez ienen cada cual con su idea, y a a
resultar (ue +osé no nos lee nada al !n. ernández, 4(ué dices6
8ú (uerrías leer la última noela de 9ereda, 4no, Cordoez6 dijo el escritor
distraído , recuérdame darte el tomo.
7o- te había suplicado (ue nos leyeras unas notas escritas en "uiza, pero resulta
(ue Roira desea conocer unas páginas (ue según dice tienen relaci&n con =illa
1elena- 9érez otras (ue diz(ue describen una enfermedad (ue sufriste en 9arís y el
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doctor "áenz no opina, está callado como un mudo desde (ue entramos... habla,
"áenz0
ernández no me oye nunca cuando le hablo. 1ace cuatro a#os le engo
diciendo (ue escriba y no me oye. +osé, 4no tienes tú, un cuento o cosa así, (ue pasa
en 9arís, una noche de a#o nueo6 insinu& el médico... 49or (ué no nos lo lees6...
8odo eso es Ella... dijo el escritor, como perdido en un ensue#o- esta ma#ana las
rosas blancas en la erja de hierro de =illa 1elena- a mediodía el reoloteo de la
mariposilla blanca (ue se entr& por la entana del escritorio... Ahora cuatro deseos
encontrados (ue se juntan para (ue la nombre... "e pas& la mano por la frente y se
(ued& callado luego sin (ue durante diez minutos en (ue pareci& olidarse de todo y
sumirse en honda meditaci&n, ninguno de los amigos se atreiera a distraerlo.
ernández, 4no nos as a leer nada6, pregunt& Roira impaciente, deteniéndose
cerca del sill&n de a(uél... 48ienes dolor de cabeza6... Eso ha sido el trabajo de hoy...
48ú para (ué trabajas6... 4no lees algo al !n6...
+osé ernández, después de buscar en uno de los rincones oscuros del cuarto,
donde s&lo se adiinaba entre la penumbra rojiza la blancura de un ramo de lirios y el
contorno de un aso de bronce y de apagar las luces del candelabro, se sent& cerca de
la mesa, y poniendo sobre el terciopelo de la carpeta un libro cerrado, se (ued&
mirándolo por unos momentos.
Era un grueso olumen con es(uineras y cerradura de oro opaco. "obre el fondo
de azul esmalte, incrustado en el marro(uí negro de la pasta, había tres hojas erdes
sobre las cuales reoloteaba una mariposilla con las alas forjadas de diminutos
diamantes.Acomodándose ernández en el sill&n, abri& el libro y después de hojearlo por
largo rato ley& así a la luz de la lámpara*
9arís, G de junio de HIJ...
Ba lectura de dos libros (ue son como una perfecta antítesis de comprensi&n
intuitia y de incomprensi&n sistemática del Arte y de la ida, me ha absorbido en
estos días* forman el primero mil páginas de pedantescas elucubracionesseudocientí!cas, (ue intitul& 2egeneraci&n un doctor alemán, :a% 7ordau, y el
segundo, los dos olúmenes del diario, del alma escrita, de :aría /ash;irtseF, la
dulcísima rusa muerta en 9arís, de genio y de tisis, a los einticuatro a#os, en un hotel
de la calle de 9rony.
Como un es(uimal miope por un museo de mármoles griegos, lleno de Apolos
gloriosos y de =enus inmortalmente bellas, 7ordau se pasea por entre las obras
maestras (ue ha producido el espíritu humano en los últimos cincuenta a#os. Blea
sobre los ojos gruesos lentes de idrio negro y en la mano una caja llena de ti(uetes
con los nombres de todas las manías clasi!cadas y enumeradas por los alienistasmodernos. 2etiénese al pie de la obra maestra, compara las líneas de ésta con las de
su propio ideal de belleza, la encuentra deforme, escoge un nombre (ue dar a la
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supuesta enfermedad del artista (ue la produjo y pega el ti(uete clasi!catio sobre el
mármol augusto y albo. =istos al traés de sus anteojos negros, juzgados de acuerdo
con su canon estético, es Rosetti un idiota, "inburne un degenerado superior,
=erlaine, un medroso degenerado, de cráneo asimétrico y cara mongoloide,
agabundo, impulsio y dips&mano- 8olstoy, un degenerado místico e histérico-
/audelaire, un maniático obsceno- ?agner, el más degenerado de los degenerados,graf&nomo, blasfemo y erot&mano. 2ichoso clasi!cador de manías (ue no has sentido
la ida y no has encontrado en tu ocabulario técnico la f&rmula en (ué encerrar las
obras maestras de las edades muertas0, oye* 4eran neur&patas consumados los
hombres del Renacimiento, cuyas obras, telas y mármoles y bronces, donde el oro y la
sombra de los a#os acumulan misterio sobre misterio, turban a los sensitios de hoy
con el enigma cautiador de sus líneas y de sus medias tintas6 :ira los Cristos
dolientes y sombríos, más heridas (ue carne y más alma (ue cuerpo, (ue languidecen
entre las sombras de los lienzos del "odoma- interroga la sonrisa ambigua de las
!guras del =inci- respira el hedor (ue se desprende de las telas de =aldez Beal-contempla la crueldad re!nada y bárbara de las cruci!%iones del Espa#oleto- uele
tus manos rudas hacia el fondo de los siglos y distribuye ti(uetes de clasi!caci&n
patol&gica a esos (ue sintieron y e%presaron lo (ue sienten los hombres de hoy0 'h,
grotesco doctor alemán, zoilo de los 1omeros (ue han cantado los dolores y las
alegrías de la 9si(uis eterna, en este !n de siglo angustioso, tu oscuro nombre está
salado del olido0...
8us rudas manos tudescas no alcanzaron a coger en su elo la mariposa de luz
(ue fue el alma de la /ash;irtseF, ni a profanar analizándola, una sola de las páginas
del diario. <:aría /ash;irtseF, escribiste, una degenerada muerta joen, tocada delocura moral, de un principio del delirio de las grandezas y de la persecuci&n y de
e%altaci&n er&tica morbosa>. KDégénérescence, olumen DD, página HLHM. 3 escrita la
frase en (ue acumulaste cuatro entidades patol&gicas para de!nir una de las almas
más ibrantes y más ardientes del tiempo presente, $ot& sobre tus labios gruesos
deliciosa sonrisa de satisfacci&n beata y estúpida0
2esde el fondo de la sencilla tumba (ue guarda tus cenizas en el Cementerio de
9assy y a donde irán los intelectuales de ma#ana a cubrir de $ores el mármol (ue
consera tu nombre, desde el fondo del tiempo donde llegarás agrandada por la
leyenda, perdona, oh muerta dulcísima0 al maniático seudosabio (ue te inmortaliz&
juntándote con ?agner y con Dbsen, en la e%presi&n de su desprecio profundo0
5uiere :auricio /arrés, en las sutiles páginas (ue intitula <Ba leyenda de una
Cosmopolita>, y en (ue estudia a la /ash;irtseF, darnos de ella, ya (ue no un retrato
de!nitio, tres impresiones instantáneas de tres actitudes suyas y nos la presenta
adolescente, en las sabanas heladas de Rusia, dejando desarrollarse en sí el igor
espiritual y sensual (ue animara su ida- en plena juentud, dándole por fondo del
retrato los ramajes oscuros, al traés de los cuales ibra la música de una or(uesta, al
caer de la tarde, en un lugar de aguas de /ohemia y, tocada ya por la mano fría de la
tisis (ue le abrillanta los ojos con arti!cial brillo y le colora las mejillas pálidas con la
agitaci&n de la sangre empobrecida, bajo el sol de 7iza, sonriente y con el corpi#o
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$orecido por diminuto ramo de mimosas y de anémonas. 7inguno de los negatios del
ide&logo me satisface. Cierro los ojos y me la forjo así, de acuerdo con las páginas del
2iario* Es alta noche... Ba familia, cansada de las fatigas triiales del día, duerme
tran(uilamente. Ella, en el cuarto silencioso donde la rodean sus libros predilectos,
"pinoza, ichte, los más sutiles de los poetas, los más acres de los noelistas
modernos, acodada sobre el escritorio, cayéndole sobre la masa de cabellos casta#osla luz tibia de la lámpara, la cabeza apoyada en la mano pálida, ela y recapitula el
día. "e ha leantado a la madrugada, y al correr las persianas del balc&n, para
procurarse una noche arti!cial y faorable al estudio, el paso de un grupo de obreros
por la calle, llena de la bruma de la madrugada y azotada por la lluia, la ha hecho
enternecerse al pensar en la suerte de esos miserables. 8ras de arias horas de
lectura de /alzac, en (ue ha iido en comuni&n con a(uel genio enorme, el proyecto
del cuadro con (ue sue#a, del cuadro (ue ha de inmortalizarla, la ha hecho ir a
"Nres, donde la espera, el modelo, y allí en el luminoso paisaje de primaera, las
manos temblándole de artística !ebre, los ojos bien abiertos para erlo todo, losnerios tendidos para realizar el milagro de trasladar al lienzo la frescura de los
renueos, la tibieza del sol (ue ilumina el campo, la carne sonrosada del modelo,
sobre la cual $otan las diáfanas sombras de las ramas de un durazno en $or- el erde
húmedo de la yerba tierna, el morado de las ioletas y el amarillo de los renúnculos
(ue esmaltan el prado, el azul del cielo pálido en el horizonte, ha trabajado, olidada
de sí misma, en un frenesí, en una locura de arte, hora tras hora, el día entero. 9or la
tarde, rendida, desencantada de la pintura hasta el fondo del alma, conencida de (ue
serán anos todos sus esfuerzos para alcanzar la meta so#ada, hubo un instante en
(ue tuo (ue contenerse para no rasgar el lienzo en (ue trabaj& con todas susfuerzas. )n detalle de elegancia le hace olidar la momentánea angustia. 2oucet, el
costurero, la espera para ensayarle un estido de cresp&n de seda rosado, (ue tiene
por todo adorno una guirnalda de rosas de /engala, y (ue han combinado ambos para
(ue, al lucirlo ella en el pr&%imo baile, la concurrencia, al erla atraesar el sal&n
moderno por entre la correcci&n de los fracs negros y de las blancas pecheras, tenga
la ilusi&n de contemplar sonriente y animada por la ida, la más hermosa de las
pinturas de @reuze. 3 el estido la ha entusiasmado0 9or una hora se olida de la
artista (ue es, del !l&sofo (ue funciona dentro de ella y (ue analiza la ida a cada
minuto y a (uien preocupan los problemas eternos... 7o, ella no es eso, siente (ue hanacido para concentrar en sí todas las gracias y los re!namientos de una ciilizaci&n,
(ue su papel erdadero, el único a la medida de sus facultades, es el de una :adame
Récamier, (ue su teatro será un sal&n donde se junten las inteligencias de e%cepci&n y
de donde irradie la doble luz de las supremas elegancias mundanas y de las más altas
especulaciones intelectuales... Bos hombres más ilustres del momento serán los
huéspedes de ese centro, allí sonreirá suaemente Renán, moiendo la gran cabeza
bonachona, con ademán episcopal- 8aine endrá a eces y se dejará oír, un poco
absorto por instantes en su incesante pensar, animado otras, preguntando en frases
cortas, netas, precisas como f&rmulas- Oolá, entrudo y pálido, contará el plan de sunoela futura- 2audet paseará por sobre las obras de arte (ue destacan sus cartones
sobre las iejas tapicerías deste#idas, la mirada curiosa de sus ojos de miope y
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apoyará en el brocatel de los sillares la enmara#ada melena de piferaro- los pintores,
/astien Bepage, el preferido, chi(uitín, enérgico, chatico, con su rubia barba de
adolescente- Carrolus 2urán, con sus aires de espadachín y de tenorio- el :aestro
8ony Robert leury, el de la dulce !sonomía árabe y los ojos dormidos- los poetas
Coppée, "ully 9rudhomme, 8heuriet, todos ellos serán recibidos allí como en una casa
del arte y se sentirán ajonjeados y mimados como por una hermana. Ella tendrá en lasmanos el cetro, será la =ittoria Colonna de ma#ana, rodeada por esa corte de
pensadores y de artistas...
'h sue#os anos deshechos como bombas de jab&n (ue nacen, se coloran y
reientan en el aire0... Al salir de casa de 2oucet, la idea de hablar con el médico, (ue
le dice la erdad respecto del mal (ue la está deorando, se le impone, "e ha sentido
tan enferma en los últimos días, han sido tan agudos los dolores (ue la han
atormentado, tan intensa la !ebre (ue le ha (uemado las enas- tan profundo el
decaimiento (ue la ha postrado por horas enteras0... En el silencio grae del sal&n de
consultas el esculapio la ausculta lentamente, golpea, con blandos golpecitos de lasyemas de los dedos, las espaldas gráciles, aplica atento el oído sobre la piel tersa
como el raso, del busto delicado, y tras del minucioso e%amen prescribe cáusticos (ue
(ueman el seno, aplicaciones de yodo (ue manchan y des!guran, drogas odiosas, un
iaje al :ediodía (ue e(uiale a abandonarlo todo, arte, sociedad, placeres y para
justi!car las prescripciones rígidas y con su frialdad de hombre de ciencia,
acostumbrado al dolor ajeno, suelta las frases brutales. Está tísica... el pulm&n
derecho destrozado por los tubérculos, el iz(uierdo inadido ya, esa sordera (ue la
atormenta desde hace meses irá aumentando- la tos (ue la sacude y la lastima, los
insomnios atroces (ue la agotan, todo eso a a crecer, a tomar fuerza, y a dilatarsecomo las llamaradas de un incendio, a acabar con ella...
5ue está tísica0 "í, lo siente, lo sabe. 1ubo un momento en (ue al salir de la
casa del sabio se abandon& al desaliento y se sinti& cerca de la muerte, pero hace dos
horas ha olidado su mal... 9or la gran entana abierta del taller, cercano al cuartico
donde está ahora, se eía el cielo nocturno, de un azul profundo y transparente- la luz
de la Buna se !ltraba por allí e inundaba la penumbra de su sortilegio paci!cador.
"entada ella en el piano, al ibrar bajo sus dedos neriosos el teclado de mar!l, se
e%tendía en el aire dormido la música de /eethoen, y en la semioscuridad, eocada
por las notas dolientes del nocturno y por una lectura de 1amlet, $otaba pálido y
rubio, arrastrado por la melodía como por el agua pér!da del río homicida, el cadáer
de 'felia, 'felia pálida y rubia, coronada de $ores... el cadáer pálido y rubio
coronado de $ores, lleado por la corriente mansa...
=erdad (ue hacía dos horas la magia de la música la hizo olidarse de todo, de sí
misma y de la tisis, pero ahora, desanecido el encanto, sola, sentada frente al
escritorio, acodada sobre éste, la luz tibia de la lámpara, cayéndole sobre la masa de
cabellos casta#os, la cabeza apoyada en la mano delicada, ahora al recapitular el día,
la lectura de /alzac, la furia de trabajo artístico en "Nres, el ensayo del estido, el
sue#o de grandeza mundana, los momentos pasados en el piano, todo se borra ante la
realidad cruel de la enfermedad (ue aanza en el gran silencio religioso de la
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medianoche- la siniestra profecía del hombre de ciencia llena sola, oscura y siniestra
como un horizonte nublado, el campo de su isi&n interior... :orir, 2ios mío, morir así
tísica a los eintitrés a#os, al comenzar a iir, sin haber conocido el amor, única cosa
(ue hace digna a la ida de iirla, morir sin haber realizado la obra so#ada, (ue
salará el nombre del olido- morir dejando el mundo, sin haber satisfecho los
millones de curiosidades, de deseos, de ambiciones (ue siente dentro de sí, cuando elconocimiento de seis lenguas ias, de dos lenguas muertas, de ocho literaturas, de la
historia del mundo, de todas las !losofías del arte en todas sus formas, de la ciencia,
de las oluptuosidades de la ciilizaci&n, de todos los lujos del espíritu y del cuerpo,
cuando los iajes por toda Europa y la asimilaci&n del alma de seis pueblos, s&lo han
serido para desear la ida con ardor in!nito y concebir planes cuya realizaci&n
re(ueriría diez idas de hombre0 :orir así, sintiéndose el embri&n de sí mismo, morir
cuando se adora la ida, deshacerse, perderse en la sombra0 Dmposible0...
Ba idea de la lucha contra el mal la domina ahora... hay (ue luchar... un a#o
destinado a encerlo será su!ciente. En plena salud más tarde ganará el tiempoperdido- tules diáfanos y blancuras de mimosas y de camelias elarán sobre lo túrgido
del seno las manchas de los cáusticos y del yodo, y el cuerpo entero ostentará la
coloraci&n suae de la sangre ii!cada por el aire tibio y salino del :editerráneo.
1ay (ue luchar, hay (ue iir0 1ay (ue pintar las "antas :ujeres, guardando el
sepulcro. Ba :agdalena sentada, de per!l, el codo apoyado en la rodilla derecha y la
barba en la mano, con el ojo átono, como si no iera nada, pegada a la piedra (ue
cierra el sepulcro y con el brazo iz(uierdo caído en una postura de in!nito cansancio.
En la actitud de :aría, de pie, tapándose la cara con la mano, y con los hombros
leantados por un sollozo, destacando la silueta oscura sobre el cielo plomizo delcrepúsculo, debe adiinarse una e%plosi&n de lágrimas, de desesperaci&n, de dejo, de
agotamiento de!nitio. A lo lejos, entre la semioscuridad de la hora trágica (ue
esfuma los contornos de las cosas, se adiinarán las formas de los (ue acaban de
enterrar al Cristo y sobre el lienzo $otará la atm&sfera sombría de un dolor in!nito.
1ay (ue pintar- hay (ue pintar a :argarita, después del encuentro con austo, con el
seno agitado y los ojos brillantes y las mejillas encendidas por el fuego de amor (ue le
hacen correr por las enas las palabras del gallardo caballero. El cuadro de "Nres no
la satisface- hay (ue pintar otro en pleno aire como los de /astien y encerrar en él un
paisaje de primaera, donde por sobre una orgía de tonos luminosos, de pálidosrosados, de erdes tiernos, se oigan cantos de pájaros y murmullos cristalinos de agua
y se respiren campesinos olores de saia y de nidos- la calle, ese canal de piedra, por
donde pasa el río humano, hay (ue estudiarla, erla bien ista, sentirla, para trasladar
a otros lienzos sus aspectos risue#os o sombríos, los efectos de niebla y de sol- entre
las líneas geométricas de las fachadas, el piso húmedo por la lluia reciente, los
follajes pobres de los árboles (ue crecen en la atm&sfera pesada de la ciudad, y sobre
el banco del bouleard e%terior, (uietas y en posturas de descanso para sorprender en
ellas, no el gesto momentáneo de la acci&n sino el ritmo misterioso y la e%presi&n de
la ida, hay (ue pintar dos chicuelas $acuchas, ajadas por la pobreza y el icioancestral y un bohemio grasiento y lamentable con la cara encendida y los ojos
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encarnados por el uso de enenosos alcoholes, (ue sigue, melanc&licamente, con la
mirada turbia y aga, el humo de la pipa (ue se está fumando- pero no, ese cuadro
por perfecto (ue sea no será el desiderátum, por(ue está iciado de canallería
moderna, como dice "aint :arceau%, hay (ue hacer algo grande y noble... Concluidos
ésos, será 1omero (uien da el tema, y se laará los ojos de toda la ulgaridad de la
ida diaria, forjando en un lienzo enorme a Alcinoos y a la Reina, sentados en el trono,en una galería de altas columnas de mármol rosado, rodeados por la Corte, mientras
(ue 7ausicaa, apoyada en una de las pilastras, oye a )lises contarle al Rey sus
aenturas interminables y 2emodocuos, cuyo canto ha interrumpido el iajero,
malhumorado como un poeta a (uien no oyen, apoya en las rodillas la lira y uele la
cabeza para mirar hacia afuera... 1ay (ue pintar eso pero pintarlo de eras, en plena
pasta, con una factura potente, rica, s&lida donde nadie reconozca una manecita de
mujer- hay (ue pintarlo íido, caliente, amplio de tal modo (ue el (ue ea el cuadro
sienta lo (ue sinti& ella al manejar los pinceles y las brochas. 1ay tanto (ue hacer
para llegar allá0 8odos esos cuadros re(uieren estudios preios, composicionescomplicadas, preparaci&n de detalles y (uerría estarlos haciendo ya, haberlos hecho,
no perder un minuto... 1ay tanto (ue hacer y la ida es tan corta... Bos proyectos de
escultura la fascinan por(ue la escultura es honrada y no enga#a al ojo con los
colores, ni admite farsas ni tapujos... :odelará todo lo (ue sue#a* moribunda de amor
y de tristeza, caída sobre las arenas de la playa al er huir en el horizonte la ela del
barco (ue llea a 8eseo, una Ariadna con el pecho lleno de sollozos- luego un bajo
reliee colosal con seis !guras sorprendidas en actitudes llenas de gracia, y las
esculturas serán tales (ue "aint :arceau% mismo se entusiasme, y las pinturas
tendrán tal arte (ue el jurado imbécil no podrá menos de darle la primera medalla, enun sal&n pr&%imo. Ah0 la medalla, c&mo la ha deseado, c&mo la desea desde hace
tiempo, c&mo la ha perseguido, c&mo la e en sus sue#os- la medalla la hará
comprender (ue hizo bien en consagrarse a la pintura, (ue no se ha e(uiocado, (ue
es alguien, (ue puede amar, pensar, iir como ien todos, tran(uila, sin
atormentarse con tantas ambiciones. Cuando se la den podrá iir como todo el
mundo, y entonces sus fuerzas, dirigidas en otro sentido la llearán lejos, muy lejos,
se abandonará a la delicia de sentir, la dominará una pasi&n profunda por un hombre
superior (ue la entienda, irá a respirar por temporadas el aire perfumado y tibio de
7iza, de "an Remo, de "orrento, olerá a Espa#a, a 8oledo, a /urgos, a C&rdoba, a"eilla, cuyos nombres ennoblecen con s&lo pronunciarlos, a @ranada, a embelesarse
con las policromías de las ar(uitecturas árabes, con los follajes frescos de los laureles
rosa y de los casta#os gigantes, con lo azul del cielo- a =enecia, donde sube hacia el
!rmamento, por entre ruinosos palacios de mármol, una !ebre sutil de los canales
erdosos, a er la melanc&lica !esta (ue son las pinturas de 8iépolo- a :ilán, donde
sonríen las creaciones del =inci y a Roma, sobre todo, a Roma, la ciudad madre, la
metr&poli, el único lugar
Al ponerse el "ol tras de las cúpulas de la /asílica, centro de la cristiandad,
alumbra las huellas del arte de hace einticinco siglos, la complicaci&n de la ida
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moderna más fastuosa y más amplia y sugiere a las almas pensatias la f&rmula de lo
(ue será la sensibilidad de ma#ana.
Ah0 2ios mío, y Rusia, Rusia, la madre, la patria, la tierra del nihilismo, y de los
zares, con su semiciilizaci&n tan diferente de la ciilizaci&n latina, sus costumbres
peculiares, su pueblo supersticioso y medio salaje, su aristocracia gozadora- su arte
propio y su singular literatura- Rusia la reclama* irá a 9etersburgo, donde la recibirá laCorte, a :oscú, a PieF, la ciudad santa, llena de catedrales y conentos- olerá a
respirar en los campos solariegos el aire (ue en la ni#ez le infundi& la !ebre (ue la
anima, y esos múltiples iajes, esas e%periencias casi opuestas de la ida los alternará
con las temporadas de 9arís, en el sal&n a(uel lleno de hombres de genio- con días
distribuidos entre las !estas mundanas, donde seducirá a todos su elegancia, y la
lectura de !l&sofos y la audici&n de las músicas de 1aendel y de /eethoen y la
continuaci&n de sus estudios, de otros estudios nueos con (ue sue#a, sociología,
política, lenguas orientales, historia y literatura de pueblos (ue no conoce bien y cuya
alma se asimilará para agrandar su isi&n del unierso. =iirá así y todo eso lo harácon todos sus nerios, con toda su alma, con todo su ser, arrancándole a cada
sensaci&n, a cada idea, un má%imo de ibraciones profundas0
Ahora un desfallecimiento interior la embarga- ha sentido una picada ahí, en el
punto (ue el médico le mostr& como foco de la enfermedad (ue la deora y el
punzante dolor uele a traerla a la realidad... Ah0, sí, la tos, el sudor, el insomnio, los
cáusticos, las unturas de yodo, el iaje al mediodía, el ani(uilamiento... la muerte... el
!n, todo eso está cerca. 43 2ios, en d&nde está si la deja morir así, en plena ida,
sintiendo esa e%uberancia de fuerzas, esos entusiasmos locos por erlo todo, por
sentirlo todo, por comprender el )nierso, su obra6... 42ios, en d&nde está si la deja
morir así, después de haber sido buena, después de no haber hablado nunca mal de
nadie, ni proferido una (ueja por las amarguras (ue le han tocado en suerte, de haber
derramado a su alrededor el oro para enjugar lágrimas, después de regalar su
esmeralda faorita para distraer a alguien, (ue no la (uiere, de un sufrimiento de un
instante6... 42espués de haber llorado por los dolores ajenos, de haber lleado su
piedad hasta (uerer a los animales humildes6 "i e%iste, si es la bondad suprema, 4por
(ué la mata así, a los eintitrés a#os antes de iir y cuando (uiere iir6... 42&nde
está el buen 2ios, el 9adre Eterno de las criaturas6... Ah0 no e%iste. "pinoza, se lo ha
ense#ado, las lecturas cientí!cas, le han mostrado el unierso como una eterna
reuni&n de átomos, regida, desde los millones de soles (ue arden en el fondo del
in!nito hasta el centro misterioso de la conciencia humana, por leyes oscuras e
inconmoibles, (ue no reelan una oluntad suprema tendiente al bien... sí, un
torbellino de átomos en (ue las formas surgen, se acentúan, se llena, se deshacen
para oler a la 8ierra y renacer en otras formas (ue morirán a su ez arrastradas por
la eterna corriente... 7o. Eso no puede ser. Ella no es atea, ella (uiere creer, ella cree.
Ba /iblia contiene las palabras (ue calman y confortan- los ersos del "almo CD, <8e
cubrirá con sus alas poderosas- en seguridad estarás bajo su abrigo>, le cantan en la
memoria- el "alador, con la cabeza aureolada y los brazos abiertos camina ahora
sobre las agitadas olas negras del océano de sus pensamientos y dice las palabras
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suaes (ue le derraman en el alma una diina paz inefable* </ienaenturados los (ue
tengan hambre y sed de justicia por(ue ellos serán hartos...>. 3 desfalleciente ella de
mística emoci&n, mentalmente se prosterna a los pies del 2iino :aestro...
"úbita asociaci&n de ideas f&rjase en su cerebro y esa dulce imagen huye
disipada por el recuerdo de las obras de Renán y de "trauss, en (ue éstos, con su
análisis de concienzudos e%egetas, muestran al Cristo al traés de los te%tosinterpretados con rígido criterio, no como al 1ombre 2ios, encarnado para purgar los
pecados del mundo, sino como la más alta e%presi&n de la bondad humana. Bos libros
de crítica y de historia religiosa (ue he leído allí mismo en el silencio de ese gabinetico
de estudio donde está sentada ahora, ahuyentan al diino fantasma del consolador de
los hombres... 7o hay a (uién inocar en los momentos de desesperante angustia... y
la muerte iene, la muerte está cerca. )n sudor frío le moja las sienes, el cansancio la
dobla, y en la claridad fría y difusa del amanecer (ue se !ltra por los cristales y a
atenuando, atenuando la luz tibia de la lámpara (ue alumbr& la elada pensatia,
siente un escalofrío (ue la obliga a leantarse, a absorber dos cucharadas de jarabede opio para conciliar el sue#o por una hora y a amontonar sobre el catre de bronce
dorado los blandos edredones forrados en suae seda, para deolerle calor a su
cuerpecito endeble, minado por la tisis, (ue dormirá ahora, en el tibio nido por bree
espacio, y para siempre, dentro de unos meses, en el fondo de la tumba, bajo el
césped húmedo del cementerio0...
:a#ana estará leantada desde temprano, se sonreirá al contemplar en el espejo
su tez aterciopelada y r&sea como un durazno maduro, los grandes ojos casta#os (ue
se sonríen al mirar- la espesa cabellera (ue le cae sobre los hombros de graciosa
cura, y ebria de ida, y hambrienta de sentir comenzará el día, lleno de las mismas
!ebres, de los mismos sue#os, de los mismos esfuerzos y de los mismos desalientos
de la íspera.
Es así como la he isto al leer el 2iario. Esa es la composici&n del lugar, (ue para
proceder de acuerdo con los métodos e%altantes de Boyola, el sutil psic&logo, he
hecho para sentir todo el encanto de a(uella a (uien :auricio /arrés propone (ue
eneremos bajo la adocaci&n adorable de 7uestra "e#ora del 9erpetuo 2eseo...
+amás !gura alguna de irgen, so#ada por un poeta, 'felia, +ulieta, =irginia, @raziella,
Eangelina, :aría, me ha parecido más ideal ni más tocante (ue la de la maraillosa
criatura (ue os dej& su alma escrita en los dos olúmenes (ue están abiertos ahora,
sobre mi mesa de trabajo y sobre cuyas páginas cae, al traés de las cortinas de gasa
japonesa (ue elan los idrios del balc&n, la diáfana luz de esta fresca ma#ana de
erano parisiense...
+unio LQ
"i es cierto (ue el artista e%presa en su obra sue#os (ue en cerebros menos
poderosos, confusos, e%isten latentes- y (ue por eso, s&lo por eso, por(ue las líneasdel bronce, los colores del cuadro, la música del poema, las notas de la partici&n,
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realzan, pintan, e%presan, cantan, lo (ue habríamos dicho si hubiéramos sido capaces
de decirlo, el amor (ue a la /ash;irtseF profesamos algunos de hoy, tiene como causa
erdadera e íntima (ue ese 2iario, en (ue escribi& su ida, es un espejo !el de
nuestras conciencias y de nuestra sensibilidad e%acerbada. 49or (ué has de simpatizar
tú con la muerta adorable a (uien /arrés enera y a (uien amamos unos cuantos, oh0
grotesco doctor :a% 7ordau, si tu fe en la ciencia miope ha suprimido en ti el sentidodel misterio- si tu espíritu sin curiosidades no se apasiona por las formas más
opuestas de la ida- si tus rudimentarios sentidos no re(uieren los re!namientos
supremos de las sensaciones raras y penetrantes6... 45ué hay de e%tra#o en cambio
en (ue un hombre a (uien las einticuatro horas del día y de la noche no le alcanzan
para sentir la ida, por(ue (uerría sentirlo y saberlo todo, y (ue, situado en el centro
de la ciilizaci&n europea, sue#a con un 9arís más grande, más hermoso, más rico,
más pererso, más sabio, más sensual y más místico, se entusiasme con a(uella (ue
lle& en sí una actiidad iolenta y una sensibilidad rayana en el dese(uilibrio6...
1ay frases del 2iario de la rusa (ue traducen tan sinceramente mis emociones,mis ambiciones y mis sue#os, mi ida entera, (ue no habría podido jamás encontrar
yo mismo f&rmulas más netas para anotar mis impresiones.
Escribe después de una lectura de Pant*
<7o sé por d&nde comenzar, ni a (uién ni c&mo preguntárselo, y me (uedo así,
estúpida, maraillada, sin saber para d&nde coger y iendo por todos lados tesoros de
interés* historias de pueblos, lenguas, ciencias, toda la 8ierra, todo lo (ue no conozco-
yo (ue (uerría erlo, conocerlo y aprenderlo todo junto>.
Escribe seis meses antes de morir*<:e parece (ue nadie adora todo como yo- lo adoro todo* las artes, la música, los
libros, la sociedad, los estidos, el lujo, el ruido, el silencio, la tristeza, la melancolía, la
risa, el amor, el frío, el calor- todas las estaciones, todos los estados atmosféricos, las
sabanas heladas de Rusia y los montes de los alrededores de 7ápoles- la niee en
inierno, las lluias de oto#o, la alegría y las locuras de la primaera, los tran(uilos
días del erano y sus noches consteladas, todo eso lo admiro y lo adoro. 8odo toma a
mis ojos interesantes y sublimes aspectos, (uerría erlo, tenerlo, abrazarlo, besarlo
todo, y confundida con todo, morir, no importa cuándo, dentro de dos o dentro de
treinta a#os, morir en un é%tasis para sentir el último misterio, el !n de todo o eseprincipio de una ida nuea. 9ara ser feliz necesito 8'2', el resto no me basta0...>.
eliz tú, muerta ideal (ue lleaste del )nierso una isi&n intelectual y artística y
a (uien el amor por la belleza y el pudor femenino impidieron (ue el entusiasmo por la
ida y las curiosidades insaciables se complicaran con sensuales !ebres de goce, con
la m&rbida curiosidad del mal y del pecado, con la illanía de los cálculos y de las
combinaciones (ue harán enir a las manos y acumularán en el fondo de los cofres el
oro, esa alma de la ida moderna0 eliz tú (ue encerraste en los límites de un cuadro
la obra de arte so#ada y diste en un libro la esencia de tu alma, si se te compara con
el fanático tuyo (ue a los eintiséis a#os, al escribir estas líneas, siente dentro de sí,bullir y herir millares de contradictorios impulsos encaminados a un solo !n, el mismo
tuyo* poseerlo 8'2'- feliz tú admirable 7uestra "e#ora del 9erpetuo 2eseo0
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2espués de haber creído por algún tiempo (ue el unierso tenía por objeto
producir de cuando en cuando, un poeta (ue lo cantara en impecables estrofas, y a los
pocos meses de haber publicado un tomo de poesías <Bos primeros ersos>, (ue me
procur& ridículos triunfos de anidad literaria y dos aenturas amorosas (ue infatuaron
mis einte a#os, la intimidad profunda (ue trabé con "errano y su alta superioridad
intelectual y su pasi&n por la !losofía, cambiaron el rumbo de mi ida. ue un a#oinolidable, a(uel en (ue, desprendido de toda preocupaci&n material, libre de toda
idea de goce, de todo compromiso mundano, los días y las noches huyeron, diididos
entre los largos paseos matinales por la aenida de pinos de la )niersidad, la lectura
de los !l&sofos de todas las edades, al mediodía, en la biblioteca silenciosa donde s&lo
se oía el oltear de las páginas, tornadas por las manos de los estudiantes, y las
noches pasadas en el aposento silencioso del más noble de los amigos, disertando con
él sobre los más apasionadores problemas (ue pueden solicitar al espíritu humano0
8ran(uilidad de los nerios apaciguados por el régimen calmante y por el aislamiento,
conersaciones en (ue los nombres de 9lat&n, de Epicuro, de Empédocles, de "anto 8omás, de "pinoza, de Pant y de ichte mezclados a los de los pensadores de hoy,
?ndt, "pencer, :adsley, Renan, 8aine, irradiaban como estrellas !jas sobre la
majestad negra del cielo nocturno- értigo de la inteligencia (ue, desprendida del
cuerpo in(uiere las leyes del ser- noble ida de pensador, en (ue la única !gura de
mujer (ue pasaba por mi imaginaci&n como depurada de sensualidad por las altas
especulaciones intelectuales, era la de la abuela, con sus largas guedejas de plata
cayéndole sobre las sienes y su per!l semejante al de la "anta Ana del =inci, cuán
lejos estáis del értigo y del frenesí gozador de mi ida de hoy0 Ba muerte repentina
de "errano, la llegada de mi mayor edad, la necesidad de administrar una fortunacuantiosa y situada en alores fácilmente aumentables dieron !n a a(uel período casi
monástico de ida. 2euelto al torbellino del mundo, due#o de un caudal enorme para
la ida de mi tierra natal, bulléndome en las enas los instintos, animado por la rabia
de acci&n de los Andrade- suelto, libre, sin padre, sin madre ni hermanos, recibido y
cortejado donde(uiera, lleno de aspiraciones encontradas y iolentas, poseído de una
pasi&n loca por el lujo en todas sus formas, fui el Alcibíades ridículo de a(uella
sociedad (ue me abri& paso como a un con(uistador. A#os de locura y de acci&n en
(ue comenzaron a elaborarse dentro de mí los planes (ue hoy me dominan, en (ue la
comprimida sensualidad reent& como brote igoroso bajo el sol de primaera, en (uelas pasiones intelectuales comenzaron a crecer y con ellas la curiosidad in!nita del
mal- soplo de la suerte (ue me hizo conserar la fortuna heredada sin (ue el fabuloso
derroche alcanzara a disminuirla, ambiciones (ue haciéndome encontrar estrecho el
campo y ulgares las aenturas femeninas y mez(uinos los negocios, me forzasteis a
dejar la 8ierra, donde era (uizás el momento de isar a la altura, y enir a conertirme
en el rastaquoere ridículo, en el snob grotesco (ue en algunos momentos me siento0
=anidad (ue te solazas al leer el suelto en (ue el Gil Blasanuncia (ue
el richissime Américain don +oseph ernández y Andrade compr& tal cuadrito de
RaFaeli, y te hinchas como un pao real (ue abre la erdeléctrica cola constelada deojos, cuando al rodar la ictoria de la 'rloF, al paso rítmico de la pareja de moros por
la Aenida de las Acacias, entre la bruma aga (ue enuele el /os(ue a las seis de la
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tarde, algún gomoso zute, murmura fascinado por la elegancia de los caballos o la
e%centricidad del estido de la impure y le dice al compa#ero* ...Tiens, regarde, ma
vieille! Epatante la maitresse du poete!... debes estar satisfecha, =anidad0...
"í, ésa es la ida, cazar con los nobles, más brutos y más lerdos (ue los
campesinos de mi tierra, galopando estido con un casac&n rojo, tras del alazán del
2u(ue chocho y obtuso- estirse con otro casac&n blanco, con un chaleco de sedabordado de colores y con medias y zapatos femeninos para hacer piruetas de
maromeros y grotescos dengues al poner el cotill&n en casa de :adame la 9rincesse
8res Estrellas- acompa#ar a la noicia recién casada (ue (uiere ponerse al corriente, a
casa de costureras y modistas, para dirigirle la hechura de los estidos (ue no podría
escoger sola- perder una hora conersando con el camisero para sugerirle la idea de
una pechera de batista plegada y rizada y cinco minutos escogiendo la $or rara (ue
debe adornar la solapa del frac- sí, anidad, satisfácete, ésa es la ida y son ésas las
ocupaciones del hombre (ue pas& su igésimo a#o leyendo a 9lat&n y a "pinoza0
Es ridículo. Escribo e inoluntariamente cedo a mis e%ageraciones. Esa no es toda
mi ida. +unto a ese mundano fatuo está el otro yo, el adorador del arte y de la ciencia
(ue ha juntado ya ochenta lienzos y cuatrocientos cartones y aguas fuertes de los
primeros pintores antiguos y modernos, milagrosas medallas, inapreciables bronces,
mármoles, porcelanas y tapices, ediciones inerosímiles de sus autores predilectos,
tiradas en papeles especiales y empastadas en maraillosos cueros de 'riente- el
adorador de la ciencia (ue se ha pasados dos meses enteros yendo diariamente a los
laboratorios de psicofísica- el maniático de !losofía (ue sigue las conferencias de Ba
"orbona y de la Escuela de Altos Estudios, y cerca de ese yo intelectual funciona el
otro, el yo sensual (ue especula con é%ito en la /olsa, el gastr&nomo de las cenas
fastuosas, due#o de una musculatura de atleta, de los caballos fogosos y iolentos, de
Belia 'rloF, de las pedrerías dignas de un rajá o de una emperatriz, de los mobiliarios
en (ue los tapiceros han agotado su arte, de los inos de treinta a#os (ue infunden
igor nueo y calientan la sangre- y por encima de todo eso está un analista (ue e
claro en sí mismo y (ue llea sus contradictorios impulsos múltiples, armado de una
oluntad de hierro, como lleaban los cocheros d&ricos los cuatro caballos de la
cuadriga en las carreras de las 'limpiadas0
3 estás satisfecho, 9angloss, me pregunta ahora la oz interior (ue habla en las
horas de análisis íntimo... 7o, jamás, esa ida (ue a tantos les parecería increíble por
su intensidad no sire sino para e%citar mis deseos de iir... :ás0 todo0 grita el
:onstruo (ue lleo por dentro... 7o eres nadie, no eres un santo, no eres un bandido,
no eres un creador, un artista (ue !je sus sue#os con los colores, con el bronce, con
las palabras o con los sonidos- no eres un sabio, no eres un hombre si(uiera, eres un
mu#eco borracho de sangre y de fuerza (ue se sienta a escribir necedades... Ese
obrero (ue pasa por la calle con su blusa azul laada por la mujercita cari#osa y (ue
tiene las manos ásperas por el trabajo duro, ale más (ue tú por(ue (uiere a alguien,
y el anar(uista (ue guillotinaron antier por(ue lanz& una bomba (ue reent& un
edi!cio, ale más (ue tú por(ue realiz& una idea (ue se había encarnado en él0 Eres
un miserable (ue gasta diez minutos en pulirse las u#as como una cortesana y un
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inútil hinchado de orgullo monstruoso0... 'h0 un plan a (ué consagrar la ida, bueno o
malo, no importa, sublime o infame, pero un plan (ue no sean los (ue tengo hoy, ni la
casa de comercio en 7uea 3or; para especular en grande y doblar mi fortuna, ni el
iaje alrededor del mundo para almacenar sensaciones e ideas, ni la ida en el
archipiélago para pescar perlas (ue me den más oro- no, un plan (ue no se re!era a
mí mismo, (ue me sa(ue de mí, (ue me llee como un huracán, sin sentirme iir0...
Bâle, 2 de unio
2e la tarde de ayer s&lo me (uedan dos sensaciones, el pu#o de la camisa
empapado en sangre y la orla negra de la carta- de la noche el ruido del tren al cruzar
la sombra... A estas horas debe de haber muerto y la policía estará buscándome. :e
hice inscribir en el registro del hotel con el nombre de +uan "im&nides, griego, agente
iajero, para despistarla... 2el estado en (ue estoy a la locura no hay más (ue unpaso0 :arinoni debe telegra!arme hoy mismo y del hotel mandarán el telegrama a
?hyl, donde oy a esconderme en una hostería a dos ;il&metros del pueblecito0
"h#l, 2$ de unio
rente de la hoja de papel en (ue escribo está el telegrama de :arinoni
desplegado. Bo he leído einte eces y he necesitado dos horas de re$e%i&n para
despertarme de la sangrienta pesadilla. <9uede oler, dice, la policía ignora todo. Ella
ayer, perfectamente, en el /os(ue, con un estido nueo. Comi& en buena compa#ía
en la Cascada. elicitaciones sinceras>. 42&nde fue la herida entonces, si no dej&
huella6... "iento todaía el calor de la sangre en la mano y ahí en la maleta de iaje
está la camisa con el pu#o empapado en sangre.
%l d&a siguiente
Ba escena brutal, la idea del asesinato, la huida, la angustia, me habían impedido
leer, entendiéndola, la carta de Emilia. "&lo comprendía (ue había muerto la iejecita,
lo único (ue me (uedaba de familia erdadera sobre la 8ierra y sentía como un peso(ue me oprimiera el pecho, como un nudo en la garganta y como una negrura en el
alma, pero los detalles de la muerte los ignoraba, como si no los hubiera leído. 5uiero
copiar la carta, a(uí para encontrarla más tarde, dentro de unos a#os al releer este
diario maldito, y reiir las horas singulares de estos días en (ue esa impresi&n noble
se mezcl& con la angustia de un crimen. 2icen así los renglones trazados en el papel
de gruesa orla negra por la mano débil de Emilia*
<:i carta del primero te decía (ue tu abuelita estaba e%tremadamente débil y
(ue había tenido arios értigos en los últimos días. Ba situaci&n se agra& desde la
noche del L. El doctor Slarez, a (uien mandé llamar a pesar de (ue ella se opuso, laoblig& a guardar la cama desde ese día y me hizo saber (ue era inútil todo esfuerzo
para salarla por ser lo (ue estábamos iendo el !n de la enfermedad, tal como lo
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había preisto desde hacía a#os. "e limit& a prescribir (uietud completa y una poci&n
narc&tica. "in insinuaci&n de nadie mand& llamar ella al Arzobispo, (uien era su
confesor, como recuerdas, y después de confesar recibi& la comuni&n con su feror
acostumbrado. En los días (ue precedieron a la muerte no recibi& a nadie, con
e%cepci&n del 9relado, y me habl& continuamente de ti, con más amor (ue nunca y de
la muerte (ue esperaba con tran(uilidad absoluta. El ocho por la noche comenz& undelirio e%tra#o, sin !ebre, precursor del !n, en (ue diag& continuamente alternando
sus oraciones preferidas con e%tra#as frases referentes a ti. T"e#or, sálalo, sálalo
del crimen (ue lo empuja, sálalo de la locura (ue lo arrastra, sálalo del in!erno (ue
lo reclama. 9or tu agonía en el huerto, y por tu corona de espinas, por tus sudores de
sangre y por la hiel de la esponja, sálalo del crimen, sálalo de la locura, sálalo del
in!erno0...T, decía agitándose sobre las almohadas... TBo as a salar* míralo bueno,
míralo santo. /enditos sean la se#al de la cruz hecha por la mano de la =irgen, y el
ramo de rosas (ue caen en su noche como signo de salaci&n0 Está salado0 :íralo
bueno, míralo santo0 /enditos seanT. )na e%presi&n de beatitud suae reemplaz& enla cara !na la angustia de antes y adormecida, la respiraci&n estertorosa, deoli& a
2ios el alma. 9erd&name si te doy estos dolorosos detalles de la agonía. 8e conozco y
sé (ue te harán sufrir pero (ue (uieres saberlos.
:uri& como una santa, como había iido. A la estancia mortuoria s&lo entramos
don rancisco Cordoez, el doctor Alarez, el Arzobispo y yo. El 9relado estuo largo
tiempo arrodillado cerca del féretro. 9ara mí la elada mortuoria fue una impresi&n
mística superior a todas las (ue he sentido en mi ida. Estaba segura de (ue a(uel
cadáer era el de una santa de la raza de las :&nicas, y (ue su alma había recibido ya
el premio de la e%istencia sin mancha. Ba e%presi&n del cadáer, de la cabeza !na conlas facciones como depuradas por la muerte, enmarcada por la blancura de las canas
(ue parecían de niee a la luz de los cirios, era de una serenidad in!nita. 2esde el
fondo de los cuadros de =áz(uez (ue adornan la alcoba, los santos sus amigos
parecían contemplarla, sacando la cabeza del lienzo y saliéndose de entre el oro
deste#ido de los antiguos marcos espa#oles. Esa noche pasada al lado de la santa
muerta me dará alor para sufrir todos los males de la ida con la esperanza de morir
así.
El cadáer ocupa la b&eda central en el monumento de la familia, cerca a tu
padre. Ba casa está cerrada y en su alcoba, a tu uelta, si algún día ueles,
encontrarás todaía el olor de los cirios mortuorios, pues la llae no saldrá de mis
manos mientras ia.
8u pena es la mía. 8e acompa#o con todo mi coraz&n y a 2ios y a la "anta (ue
hoy ela por ti en el cielo les pido por tu felicidad con todo el feror de mi cari#o por ti.
Emilia...>.
:i felicidad... 2ios mío0 5ué fácil (ue las líneas anteriores las leyera en una
prisi&n, detenido por haber asesinado a una de las hetairas de más renombre de la
/abilonia moderna... Ah0, la impresi&n (ue me ha causado la lectura de esa carta elmismo día en (ue debí cometer un crimen, en (ue lo cometí casi0 Ba santa muerta,
allá en la alcoba tendida de antiguo damasco oscuro y yo el mismo día en (ue supe su
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muerte, huyendo como un asesino, después de haber (uerido matar a una mujer
indefensa0
Ba i por primera ez, oyendo la música sobrehumana de las ?al;irias, en un
palco de la 'pera. 1abía llegado de =iena la íspera. El fondo carmesí de la pared del
palco realzaba la pureza de su per!l de 2iana Cazadora como un estuche de raso rojo
el oriente de una perla sin tacha- entre los cabellos de un rubio pálido, en los l&bulos
de las orejas diminutas, alrededor de las mu#ecas redondas y !nas y sobre el corpi#o
bajo de gasa erde pálida (ue dejaba medio desnudo el seno, brillaban, ardían, las
diáfanas esmeraldas de mi tierra, las luminosas esmeraldas de :uzo.
Ba e%presi&n so#adora de la cabeza rubia, la palidez dorada de la tez, el color del
aéreo estido, el brillo de a(uellas joyas de reina la hacían semejar más (ue una
mujer de carne y hueso una aparici&n irreal, ondina habitadora de las profundidades
de un lago o ?illy salida del fondo negro y misterioso de las $orestas. Ba cabalgata de
las ?al;irias poblaba el aire, la sobrehumana música llenaba la sala con sus
sobrehumanas ibraciones y ella, como subyugada por la insistencia de mis ojos (ue
la deoraban desde el palco, oli& a mirarme. Ba primera mirada, lenta y penetrante
como un beso columbino, me hizo correr un escalofrío de oluptuosidad por la
espalda... 8res días después era mía.
Esa delicada criatura ataiada e idealizada por proeedores artistas fue el ídolo
de estos seis últimos meses. 'h, las primeras noches de delicia sensual en el amplio
lecho profundo, dorado y ornamentado como un altar- la palidez ambarina, las líneas
perfectas, el olor a magnolia, el ello de oro sedoso de a(uel cuerpo de einte a#os,e%tendido en oluptuosas posturas sobre las sábanas de raso negro0 'h, las caricias
lentas, sabias e insinuantes de a(uellas manos delgadas y neriosas- la lasciia de
a(uellos labios (ue modulaban los besos como una cantatriz de genio modula las
notas de una frase musical- oh0, el re!namiento de sensualidad, la furia del goce, la
graedad casi religiosa de todos los minutos consagrados al amor, como si en ez de
tener de él la miserable noci&n moderna (ue lo relega al dominio de lo inmundo lo
sintiera ella grae y noble y como una funci&n augusta. Así debieron de amar las
sacerdotisas de la Afrodita (ue creían en su 2iosa y consideraban sagrado el Acto.
A los (uince días de la primera noche sabía ya (ué e%tra#a misti!caci&n eraa(uella criatura y la comprendía menos (ue antes, a pesar de eso. "e llamaba :aría
Begendre, el otro era el nombre de guerra. El padre y la madre iían en una callejuela
de /atignolles, él, zapatero de iejo, brutal y alcoholizado- ella, una pobre mujer,
delgaducha, pálida, de aire enfermizo, a (uien sacudía el marido cada ez (ue bebía
más de lo necesario. Criaban dos hijas más, insigni!cantes. 49or (ué misterio ésta
había ido a dar cuatro a#os antes de (ue yo la encontrara a manos de un e%
presidente de la república sudamericana, (ue arrojado de su tierra por una de esas
reoluciones (ue constituyen nuestro sport predilecto, lleg& a 9arís desbordante de
oro y de color local, en busca de seguridad y de placeres y la colm& de regalos en una#o6... 4El 2u(ue ruso (ue de paso por 9arís ii& más tiempo en la alcoba de ella (ue
en otros lugares y la lle& luego a 9etersburgo, de donde oli& rebautizada con
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apellido de princesa y due#a de las esmeraldas fabulosas y del collar de diamantes,
fue (uien le educ& los sentidos y despert& en ella ese sensualismo sibarítico, (ue me
sedujo desde el primer momento como una fascinaci&n, o su educador fue más bien el
pererso poeta italiano de (uien se enamor& locamente y a (uien colm& de regalos,
sin (ue el ate famélico y complaciente protestara contra a(uel papel e(uíoco de
faorito pagado6... 7o lo sé, ni me importa saberlo, ni lo sabré nunca. Ba encontréinstalada en un departamento pe(ue#o, cuyos balcones miraban sobre el par(ue
:onceau, amueblado con un re!namiento de gusto inerosímil en una mujer aun
nacida sobre las gradas de un trono.
Ba salita con las paredes tendidas de una sedería japonesa, amarilla como una
naranja madura, y con bordados de oro y de plata hechos a mano, amueblada
sobriamente con muebles (ue habrían satisfecho las e%(uisiteces del esteta más
e%igente- la alcoba tapizada de antiguos brocateles de iglesias, deste#idos por el
tiempo- con su mobiliario auténtico del siglo =D y el cuarto de ba#o, donde lucía una
tina de cristal opalescente como los idrios de =enecia, junto a las mesas de tocador,todas de cristal y de ní(uel, sobre la decoraci&n pompeyana de las paredes y del piso,
sugerían la idea de (ue algún poeta (ue se hubiera consagrado a las artes
decoratias, un ?alter Crane o un ?illiam :orris, por ejemplo, hubiera dirigido la
instalaci&n, detalle por detalle.
Al isitarla la primera ez comprendí claramente (ue ninguna noci&n estética
había determinado la escogencia de todo eso- (ue lo tenía por(ue le había gustado
como a otras les gustan la felpa rosada, las terracotas de a seis francos, las
oleografías y las $ores de trapo, y cuando por e%igencia suya comí en su
departamento, lo suculento de las iandas, lo inédito de las salsas y lo a#ejo de los
inos me hizo er (ue poseía a(uellos primores de la industria artística, solamente
por(ue necesitaba como cosa corriente y a cual(uier precio sensaciones profundas y
!nas. 49ero de d&nde diablos había sacado a(uella aristocracia de los nerios, más
rara (uizás (ue las de la sangre y la inteligencia, ella la hija de un zapatero
mugriento6... Enigma insoluble... El té (ue bebía en frágiles tazas chinas, dignas de
una itrina de museo, era té de caraana comprado a precio absurdo y sostenía
ingenuamente (ue era el menos malo (ue había encontrado en 9arís- tomaba el único
café libre de toda so!sticaci&n (ue he bebido en Europa- iía (uejándose de la mesa
y al proponerle (ue fuéramos a comer en algunos de los restaurantes afamados, hacía
una mueca de asco, como si en todos ellos juntos no se pudiera encontrar un
beefstea; deorable- cultiaba con pasi&n la manía de los encajes antiguos y los
amontonaba sin usarlos en el enorme armario de maderas olorosas, perfumado por
@uerlain con aromáticas yerbas, en donde amontonadas en pilas simétricas y
enormes, deslumbraban el ojo las blancas batistas de sus ropas íntimas, y lo
acariciaban los pálidos matices de las camisas de dormir, frágiles como telara#as, de
las enaguas bordadas como pa#uelos de baile y de los calzones de seda olorosos a iris
de lorencia y franjiponia.
En su boca de fresa la frase a(uella de la princesita al oír los aullidos del pueblo
pidiendo pan* 4"i no tienen pan, por (ué no comen bizcochos6... parecería natural- el
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lujo es su elemento como el agua el de los peces, pero un lujo como inconsciente e
ingénito...
8ú estudias... 4cierto6..., me preguntaba una tarde, tendidos ambos en el dián
turco del saloncito de la iz(uierda... 49ara (ué, dime6... a#adi& ingenuamente.. 9ara
saber..., le contesté sorprendido... 3 (ué sacas con saber, a#adi& besándome, la ida
no es para saber, es para gozar. @oza, gozar es mejor (ue pensar, a#adi& con acentode conicci&n íntima.
3 parece (ue yo hubiera aceptado su !losofía, a juzgar por mis últimos meses, en
(ue no he abierto un libro y he abandonado el griego y el ruso y los estudios de
gramática comparada y los planes de mis poemas, y los negocios, para iir
preocupado s&lo de placeres, de sport, de !estas, de esgrima, en una incesante
cacería de sensaciones... :e estaba ahogando por falta de aire intelectual,
acostumbrado al silencio (ue forma también parte de la naturaleza de Belia, por(ue en
días enteros de estar juntos no atraesaba una palabra, hundiéndome lentamente en
una atonía intelectual increíble... 'h, la Circe (ue cambia los hombres en cerdos0... En
los minutos de lucidez me sentía agonizar entre la materia como el Emperador
arrojado a las letrinas por el pueblo romano.
Ba primera ez (ue encontré a la de Roberto en casa de Belia, la monstruosa
sospecha se me cla& en la imaginaci&n. Alta, huesosa, delgada, los ojos ardientes, el
seno sin reliee, calzada y estida con estilo masculino y con algo hombruno en toda
ella, en el bozo (ue le sombrea el labio delgado, en los ademanes bruscos, en la oz
de modulaciones graes, la italiana me fue odiosa s&lo al erla... 45uién es6 49or (ué
la tratas6 le pregunté a la 'rlof... 9or(ue me gusta, contest& y se encerr& en el silencio
de siempre. )na tarde, al entrar, las lámparas no estaban encendidas y el sal&n se
adormecía en la oscuridad del crepúsculo. 'í en uno de los rincones oscuros un
cuchicheo, y antes de encender una cerilla pas& rozándome un bulto y sali& a la
antecámara. Belia al er luz se incorpor& en el dián donde estaba recostada... 45uién
sali& de a(uí6, pregunté nerioso, Angela de Roberto, 4no es cierto6... "í..., contest&
con su tran(uilidad inalterable... 43 por (ué la recibes, si sabes (ue me es odiosa6,
dije sin poderme contener... 9or(ue me gusta- contest&, oliendo a encerrarse en su
silencio enigmático, y la noche (ue sigui& a esa tarde fue una de las más deliciosas
noches de mi ida...
El LL por la tarde me fui a erla, a pedirle una taza de té y a llearle una
miniatura encantadora, montada por /assot, en un círculo de diminutas perlas
rosadas. :e abri& la camarera, y al erme hizo una mueca e%tra#a, de burla, de
alegría, de miedo, un gesto e%traagante (ue me lo sugiri& todo. Al hacer saltar la
puerta de la alcoba (ue se deshizo al primer empuj&n brutal, y cedi& rompiéndose, un
doble grito de terror me son& en los oídos y antes de (ue ninguna de las dos pudiera
desenlazarse, había alzado con un impulso de loco duplicado por la ira, el grupo
infame, lo había tirado al suelo, sobre la piel de oso negro (ue está al pie del lecho, y
lo golpeaba furiosamente con todas mis fuerzas, arrancando gritos y blasfemias, conlas manos iolentas con los tacones de las botas, como (uien aplasta una culebra. 7o
sé c&mo sa(ué de la aina de cuero el pu#alito toledano damas(uinado y cincelado
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como una joya (ue lleo siempre conmigo y lo enterré dos eces en la carne blanda-
sentí la mano empapada en sangre tibia, enainé el arma, bajé en dos saltos la
escalera oyendo los gritos y me metí en un !acre dándole al cochero las se#as del
escritorio de :iranda.
2e ahí, después de pedirle una suma al cajero y de recoger mi correspondencia
llegada una hora antes, fui a mi hotel para (ue rancisco arreglara un saco de iaje,salí en otro coche pedido por el conserje y llegué a la estaci&n a tomar el tren, el
primero (ue saliera, para cual(uier parte... 8omé el (ue me trajo a /Ule, donde dormí,
y desde el día siguiente estoy a(uí, donde, con una angustia suprema, he esperado el
telegrama de :arimoni, (ue tengo abierto frente a la página (ue escribo... En !n, no
he matado a nadie, fue un rasgu#o, ayer estaba comiendo en el Restaurante de la
Cascada, y respiro0...
Ahora analizo fríamente. 49or (ué cometí esa brutalidad digna de un carretero e
intenté un asesinato de (ue me sal& el tama#o del pu#al (ue es más bien una joya
(ue un arma, yo el libertino curioso de los pecados raros (ue ha tratado de er en la
ida real, con oluptuoso diletantismo, las más e%tra#as prácticas, inentadas por la
depraaci&n humana, yo el poeta de las decadencias (ue ha cantado a "afo la
lesbiana y los amores de Adriano y Antinoo en estrofas cinceladas como piedras
preciosas6 4Celos6 "ería grotesco... 4'dio por lo anormal6... 7o, puesto (ue lo anormal
me fascina como una prueba de rebeldía del hombre contra el instinto... 4Entonces6...
ue un moimiento irrazonado, un impulso ciego, inconsciente, como el (ue una tarde
del oto#o pasado me hizo insultar sin motio al diplomático alemán (ue me habían
presentado diez días antes, dando ocasi&n para un duelo estúpido en la frontera belga
y para (ue :arinoni me creyera loco.
"h#l, ' de ulio
Encontré un nido donde esconderme a pensar, una casucha de madera tosca,
habitada por una pareja de iejos campesinos. Es un sitio inaccesible donde no llegan
turistas, una garganta salaje de monte, llena del ruido de un torrente (ue se uele
niebla al rodar entre enormes pedregones negros y sombreado por pinos y casta#os
altísimos. 1e escrito a 9arís pidiendo (ue me manden a Dnterla;en una multitud decosas (ue me hacen falta, y oy ma#ana a treparme a mi picacho sin llear más libros
(ue unos estudios de prehistoria americana, escritos por un alemán y unos tratados
de botánica. "iento una emoci&n rara al pensar en mi escondite.
() de ulio
El iejo y la ieja due#os de la casa no han estado nunca en ninguna ciudad ni
saben leer ni escribir- me miran como un animal raro, y s&lo me dirigen la palabrapara decirme buenos días y buenas noches. 7o pudiendo comer su comida me
alimento con la leche de unas acas (ue tienen en una e%planada ecina. :i cuarto, el
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cuarto de don +osé ernández, le richissime américain, tiene por mobiliario una cama
en (ue no se acostaría por ninguna suma el último de mis criados parisienses, una
mesa tosca en (ue escribo y un enorme plat&n de madera, (ue por la ma#ana me
llenan de agua helada, cogida en el torrente para ba#arme. 8odo eso, por fortuna, más
aseado (ue lo de los mejores hoteles del mundo, probablemente. Bas sábanas gruesas
de la cama huelen a campo y los muebles relucen como acabados de barnizar. Enestos cinco días no se me ha pasado por la cabeza una imagen oluptuosa, no he
sentido ningún deseo y me he emborrachado de aire y de ideas.
A la madrugada me leanto y tras del ba#o helado y la leche (ue tiene todaía la
tibieza de la ubre, trepo por entre la bruma gris penetrada de luz, donde los
accidentes de la monta#a se en apenas como sombras azulosas, hasta una colina
(ue domina el paisaje. Es un mar de apores blancos (ue se a iluminando,
iluminando, hasta (ue los rayos del "ol lo deshacen y muestran el paisaje enuelto en
brumas suaes, (ue $otan como jirones de un elo de noia, sobre el azul de las
monta#as lejanas, sobre las erduras de los alles y en último término sobre lablancura de plata de un neado, allá en el horizonte... Buego se a precisando todo, el
cielo se azula, se deshace la niebla, los tonos se acentúan, se hacen más intensas las
erduras, se e lo negro o lo rojizo de tal cual roca desnuda. "&lo se oyen los cantos
de los pájaros y el ruido sordo y ahogado del torrente (ue muge en su cauce de
piedras. El aire tiene un olor egetal y es ralo, ligero... 8endido en la altura, sobre la
manta (ue me acompa#a en todos mis iajes, me dejo inadir por la sensaci&n
penetrante y profunda de frescura (ue se desprende de todo a(uello. :iro a mi
alrededor y en primer término, cerca de la erdura amarillenta y aérea de un grupo de
sauces, diiso el iejo molino cuya gran rueda, al girar contra lo negro del pared&nenmohecido por la humedad, conierte el chorro de agua (ue la muee en hilos y
gotas de cristal transparente e impalpable apor, mientras (ue las golondrinas (ue
anidan en los aleros y los huecos del edi!cio etusto entrecruzan sobre él los amplios
semicírculos y encontrados zigzags de su incesante y nerioso reoloteo. 9asa a los
pies del molino el camino de cabras (ue trepa a la cima y en rápida cura se oculta
tras de los primeros contrafuertes de la monta#a (ue son a esa hora, istos desde
donde estoy, una masa de negruzca neblina argentada, rizada por los erdes
matorrales (ue se destacan sobre el segundo contrafuerte cuya confusa masa de
detalles esfuma la niebla elándolos. Allá a lo lejos, la oscuridad azulosa de los montesdel fondo, con sus per!les de puntiagudos picachos y denteladas rocas (ue se cortan
oscuras en un ángulo de anfractuosas sinuosidades sobre el diáfano azul pálido del
cielo y la blancura deslumbrante de las nubes matinales.
=uelo los ojos hacia abajo y eo el alle con lo erdoso de su alfombra egetal,
sobre la cual $ota un poco de niebla, manchado a(uí y allá con las masas oscuras de
los matorrales y de los grupos de árboles, cruzado por las líneas delgadas y
amarillentas de los caminos, por los hilos negros de la ferroía y por el plateado zigzag
del torrente (ue lo atraiesa- y en un recodo de la hondonada, al pie de la monta#a
diiso los techos, la cúpula de la iglesia y el cementerio del pueblecito, medio oculto
por la oscuridad erdosa del follaje, y al frente, en el horizonte donde la niebla
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interpuesta uele a borrar los detalles, las ondulaciones de los per!les y la confusa
masa azulosa de otra cordillera, (ue abriéndose en irregular brecha, muestra en el
fondo la cegadora blancura inmaculada de un entis(uero.
Ba naturaleza, pero la naturaleza contemplada así, sin (ue una oz humana
interrumpa el diálogo (ue con el alma pensatia (ue la escucha entabla ella, con las
oces de sus aguas, de sus follajes, de sus ientos, con la eterna poesía de las luces yde las sombras. Cuando aislado así de todo ínculo humano, la oigo y la siento, me
pierdo en ella como en una nirana diina. )na noche en medio del Atlántico, sentado
en la popa del bu(ue donde dormían ya los pasajeros, tran(uilo, sin preocupaci&n
personal ninguna, me abandoné como lo he hecho estas ma#anas a su misterioso
sortilegio y a la fascinadora orgía (ue es para mí contemplarla. 7o había luna. El
bu(ue era una masa negra (ue huía en la sombra. El mar calmado y el cielo de un
azul sombrío y purísimo se confundían en el horizonte- las constelaciones y los
planetas resplandecían en el fondo del azul in!nito* el heridero de soles de la =ía
Báctea era un camino de luz pálida en la inmensidad negra y abajo la estela (uedejaba el barco era otra ía láctea, donde entre la fosforescencia erde azulosa ardía
sutil polo de diamantes. En la primera hora de (uietud pensatia olieron a mi
mente escenas del pasado, fantasmas de los a#os muertos, recuerdos de lecturas
remotas- luego lo particular cedi& a lo uniersal- algunas ideas generales, como una
teoría de musas (ue llearan en las manos las f&rmulas del unierso, des!laron por el
campo de mi isi&n interior. Buego cuatro entidades grandiosas, el Amor, el Arte, la
:uerte, la Ciencia, surgieron en mi imaginaci&n, poblaron solas las sombras del
paisaje, isiones inmensas suspendidas entre dos in!nitos del agua y del cielo- luego
a(uellas últimas e%presiones de lo humano se fundieron en la inmensidad negra yolidado de mí mismo, de la ida, de la muerte, el espectáculo sublime entr& en mi ser
por decirlo así y me dispersé en la b&eda constelada, en el océano tran(uilo, como
confundido en ellos en un é%tasis panteísta de adoraci&n sublime. Dnstantes
inolidables cuya descripci&n se resiste a todo esfuerzo de la palabra0 Ba luz de la
madrugada (ue desti#& el brillo de las estrellas y le deoli& al mar su glauca
coloraci&n mareante, me hizo oler a las realidades de la ida.
3a (ue no é%tasis de esos, producidos por la grandiosidad de la escena, sí he
sentido por momentos bajar sobre mi espíritu una suprema paz en las horas pasadas
en el picacho a donde subo. El plan (ue reclamaba el !n único a (ue consagrar la ida
me ha aparecido, claro y preciso como una f&rmula matemática. 9ara realizarlo
necesito un esfuerzo de cada minuto por a#os enteros, una oluntad de hierro (ue no
ceda un instante. :ás o menos será éste. 8engo (ue aumentar al doble o al triple de lo
(ue ale hoy mi fortuna para comenzar. "i la comisi&n de ingenieros, mandada de
Bondres por :orrel V /lundell, da un dictamen faorable, sobre las minas de oro (ue
tengo casi negociadas con ellos y (ue en la mortuoria de mi padre se aaluaron en
una suma insigni!cante, las minas me darán al endérselas arios millones de francos.
2eben los ingleses cablegra!ar a 9arís, de un momento a otro y los :irandas me
aisarán por telégrafo a @inebra, donde iré a pasar el mes de agosto. 1echa esa
operaci&n trasladaré a 7uea 3or; todo mi capital y fundaré con Carrillo la casa para
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llear a cabo los negocios (ue tiene él pensados. 8ras de Carrillo están los Astor, los
millonarios (ue no han dado un paso en falso desde (ue comenzaron a negociar y en
manos de él mi oro trabajará por mí, mientras me consagro en alma y cuerpo a
recorrer los Estados )nidos, a estudiar el engranaje de la ciilizaci&n norteamericana,
a indagar los por(ués del desarrollo fabuloso de a(uella tierra de la energía y a er
(ué puede aproecharse, como lecci&n, para ensayarlo luego, en mi e%periencia.2esde 7uea 3or; iré por temporadas a 9anamá a dirigir en persona las pes(uerías de
perlas, (ue darán al e%plotar los bancos desconocidos hasta hoy, maraillas como las
(ue produjeron cuando 9edrarias 2áila remiti& a los Reyes de Espa#a la (ue remata
la Corona Real. 8odo el oro (ue esas e%plotaciones produzcan y lo (ue hoy poseo
estará listo para el momento en (ue regrese a mi tierra, no a la capital sino a los
estados, a las proincias (ue recorreré una por una, indagando sus necesidades,
estudiando los cultios adecuados al suelo, las ías de comunicaci&n posibles, las
ri(uezas naturales, la índole de los habitantes, todo esto acompa#ado de un cuerpo de
ingenieros y de sabios (ue serán para mis compatriotas, ingleses (ue iajan en buscade or(uídeas. 9asaré unos meses entre las tribus salajes, desconocidas para todos
allá y (ue me aparecen como un elemento aproechable para la ciilizaci&n por su
igor iolento las unas, por su indolencia dejatia las otras.
Buego me instalaré en la capital e intrigaré con todas mis fuerzas y a empujones
entraré en la política para lograr un puestecillo cual(uiera, de esos (ue se consiguen
en nuestras tierras sudamericanas por la amistad con el presidente. En dos a#os de
consagraci&n y de incesante estudio habré ideado un plan de !nanzas racional, (ue es
la base de todo gobierno y conoceré a fondo la administraci&n en todos sus detalles. El
país es rico, formidablemente rico y tiene recursos ine%plotados, es cuesti&n dehabilidad, de simple cálculo, de ciencia pura, resoler los problemas actuales. En un
ministerio, logrado con mis dineros y mis in$uencias puestas en juego, podré mostrar
algo de lo (ue se puede hacer cuando hay oluntad. 2e ahí a organizar un centro
donde se recluten los ciilizados de todos los partidos para formar un partido nueo,
distante de todo fanatismo político o religioso, un partido de ciilizados (ue crean en
la ciencia y pongan su esfuerzo al sericio de la gran idea, hay un paso. 2e ahí a la
presidencia de la república preia la necesaria propaganda, hecha por diez peri&dicos
(ue denuncien abusos anteriores, preias promesas de contratos, de puestos
brillantes, de grandes mejoras materiales, otro... Eso por las buenas. "i la situaci&n nopermite esos platonismos, como desde ahora lo presumo, hay (ue recurrir a los
resortes supremos para e%citar al pueblo a la guerra, a los medios (ue nos procura el
gobierno con su falso liberalismo para proocar una poderosa reacci&n conseradora,
aproechar la libertad de imprenta ilimitada (ue otorga la Constituci&n actual, para
denunciar los robos y los abusos del gobierno general y de los estados, a la in$uencia
del clero perseguido para leantar las masas fanáticas, al orgullo de la ieja
aristocracia conseradora lastimada por la oclocracia de los últimos a#os, al egoísmo
de los ricos, a la necesidad (ue siente ya el país de un orden de cosas estables-
proceder a la americana del sur y tras de una guerra en (ue sucumban unos cuantosmiles de indios infelices, hay (ue asaltar el poder, espada en mano y fundar una
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tiranía, en los primeros a#os apoyada en un ejército formidable y en la carencia de
límites del poder y (ue se transformará en poco tiempo en una dictadura con su nuea
constituci&n su!cientemente elástica para (ue permita preenir las reueltas de forma
republicana por supuesto, (ue son los nombres lo (ue les importa a los pueblos, con
sus periodistas de la oposici&n presos cada (uince días, sus destierros de los jefes
contrarios, sus con!scaciones de los bienes enemigos y sus sesiones tempestuosas delas Cámaras disueltas a bayonetazos, todo el juego.
Este camino (ue me parece el más práctico, puesto (ue es el más brutal,
re(uiere, para tomarlo, otros estudios (ue haré con placer, cediendo a la atracci&n
(ue sobre mi espíritu han ejercido siempre los triunfos de la fuerza. Con (ué placer os
estudiaré, monstruosas má(uinas de guerra, cuyo acero donde estalla la mezcla
e%plosia, derrama la lluia de proyectiles en el campo enemigo y siembra la muerte
en las !las destrozadas- granadas de fulminantes picratos y (ue al estallar reducíais
los piafantes caballos y los cuerpos de los jinetes a informes despojos sangrientos-
c&mo in(uiriré los secretos de uestra estrategia, las sutilezas de uestra táctica,sombras de monstruos a (uienes la humanidad degradada enera, legendarios
:olochs, Alejandros, Césares, Aníbales, /onapartes, al pie de cuyos altares enrojece el
suelo la hecatombe humana y humea como un incienso el humo de las batallas0
'h0 (ué delicia la de escribir, después de instalar un gobierno de fuerza, grande
y buen amigo, al acreditar los respectios plenipotenciarios (ue pedirán su
reconocimiento ante todos los presidentes de todas las republi(uitas a la americana
del centro o del sur donde las cosas se hacen así y de pensar (ue en irtud de un plan
elaborado con la frialdad con (ue se resuele la inc&gnita de una ecuaci&n, lleg& uno
al puesto (ue ambiciona con el !n de modi!car un pueblo y elearlo y eri!car en él
una asta e%periencia de sociología e%perimental. 7ingún esfuerzo me parecerá
e%cesio para coronar la altura (ue representa s&lo la posibilidad de comenzar a obrar
ampliamente.
En esa lejanía están los a#os decisios, en (ue todo habrá de ser energía y
acci&n. E(uilibrados los presupuestos por medio de sabias medidas econ&micas*
disminuci&n de los derechos aduaneros, (ue a la larga, facilitando enormes
introducciones duplicará la renta- supresi&n de los inútiles empleos, reorganizaci&n de
los impuestos sobre bases cientí!cas, economía de todo género- a los pocos a#os el
país es rico y para resoler sus actuales problemas econ&micos, basta un esfuerzo de
orden- llegará el día en (ue el actual dé!cit de los balances, sea un superáit (ue se
transforme en carreteras, en ferrocarriles indispensables para el desarrollo de la
industria, en puentes (ue crucen los ríos torrentosos, en todos los medios de
comunicaci&n de (ue carecemos hoy, y cuya falta sujeta a la patria, como una cadena
de hierro y la condena a inacci&n lamentable.
Esos serán los a#os de aproechar los estudios preios, eri!cados por los sabios
y los ingenieros (ue la recorrieron a#os antes pagados con mi oro. En a(uellos climas
(ue an desde el calor de :adagascar, en los hondos alles e(uinocciales, hasta elfrío de "iberia, en los luminosos páramos donde blan(uea la niee perpetua, surgirán,
incitados por mis agentes y estimulados por las primas de e%plotaci&n, todos los
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cultios (ue enri(uecen, desde el banano cantado por /ello en su oda diina hasta los
lí(uenes (ue cubren las glaciales rocas polares- todas las crías de animales útiles
desde los aestruces (ue pueblan las ardientes llanuras de Africa, hasta los rengíferos
del polo. Dnnumerables reba#os pastarán en las fecundas dehesas, doblaránse bajo el
peso de los racimos cárdenos, las ramas de los cafetos- en perspectias regulares
donde el ojo se pierde en el crepúsculo erde producido por la sombra del guamoprotector, ágil trepará la ainilla por los troncos disformes de los cauchos, colgando de
sus frágiles bejucos sus aromáticas urnas y en las serranías abruptas el platino y el
oro, la plata y el iridio, brillarán ante los ojos del minero, tras de la e%caaci&n fatigosa
y el complicado laboreo del mineral natio.
2udoso de mis propias aptitudes, por grandes (ue sean los estudios (ue haya
hecho para ese entonces, llamaré economistas de fama europea y consultaré los más
grandes estadistas del mundo para proceder acorde con ellos al arbitrar las medidas
(ue coronarán la obra.
Ddeadas y planteadas éstas se hará conocer la tierra nuea y desbordante de
ri(ueza en los mercados europeos gracias a agentes !scales (ue los recorran y a los
esfuerzos de una diplomacia sagaz, ampliamente renteada y escogida entre la $or y
nata de los talentos nacionales. Bos bonos depreciados antes serán una inersi&n tan
segura como los consolidados ingleses y colosales empréstitos lanzados por los 1ut; y
los Rothschild y suscritos en condiciones faorables, permitirán completar los
resultados perseguidos en la constante labor. Ba inmigraci&n atraída por el precio
mínimo a (ue se harán las adjudicaciones de baldíos en los territorios hoy desiertos,
a$uirá como un río de hombres, como un Amazonas cuyas ondas fueran cabezas
humanas y mezcladas con las razas indígenas, con los antiguos due#os del suelo (ue
hoy egetan sumidos en oscuridad miserable, con las tribus salajes, cuya !ereza y
gallardía natias serán potente elemento de italidad, poblará hasta los últimos
rincones desiertos, labrará el campo, e%plotará las minas, traerá industrias nueas,
todas las industrias humanas. 9ara atraer esa inmigraci&n ciilizada, colosales
steamers de compa#ías subencionadas por el gobierno con sumas (ue permitan
reducir a un mínimo, suprimir casi el costo del pasaje, cruzarán el Atlántico e irán a
recoger a los tripulantes, ansiosos de nuea ida, en los puertos de la ieja Europa, de
donde el hambre los arrojan, en los del +ap&n y China, países desbordantes de
poblaci&n hambreada y en las amplias radas de la península índica de donde el natio
pobre, el paria desheredado, el bengalí de dulzura casi femenina, emigrarán ansiosos
de una patria nuea, para no sentir en la espalda el látigo inglés (ue los $agela0
:onstruosas fábricas donde a(uellos infelices encuentren trabajo y pan nublarán
en ese entonces con el humo denso de sus chimeneas el azul profundo de los cielos
(ue cobijan nuestros paisajes tropicales- ibrará en los llanos el grito metálico de las
locomotoras (ue cruzan los rieles comunicando las ciudades y los pueblecillos nacidos
donde (uince a#os antes fueron las estaciones de madera tosca y donde, a la hora en
(ue escribo, entre lo enmara#ado de la sela irgen e%tienden sus ramas seculares las
colosales ceibas, entrelazadas de lianas (ue trepan por ellas como serpientes, y
sombrean el suelo pantanoso, nido de reptiles y de !ebres- como una red aérea los
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hilos del telégrafo y del teléfono agitados por la idea se e%tenderán por el aire-
cortarán la dormida corriente de las grandes arterias de los caudalosos y lentos ríos
naegables, a cuya orilla crecerán los cacaotales frondosos, blancos y rápidos apores
(ue anulen las distancias y lleen al mar los cargamentos de frutos y conertidos
éstos en oro en los mercados del mundo, olerán a la tierra (ue los produjo a
multiplicar, en progresi&n geométrica, sus fuerzas gigantescas.Buz0 :ás luz0... Bas últimas palabras del poeta sublime de *austo serán el lema
del pueblo (ue así emprende el camino del progreso. Ba instrucci&n pública atendida
con especial empe#o y propagada por todos los medios posibles desde el
;indergarten donde los chicuelos aprenden a deletrear entre las rosas, hasta las
grandes uniersidades en (ue los sabios de ochenta a#os, encanecidos sobre los
instrumentos de obseraci&n, se entregan a las más audaces especulaciones (ue
solicitan el pensamiento humano , leantará al pueblo a una altura intelectual y moral
superior a la de los más aanzados de Europa. Bibre el país de los paorosos
problemas (ue minan las iejas sociedades europeas y estallan en ellas en alaridosnihilistas y reentar de bombas, mirará tran(uilo hacia el futuro.
Ba capital transformada a golpes de pica y de millones como transform& el /ar&n
1aussman a 9arís recibirá al e%tranjero adornada con todas las $ores de sus jardines
y las erduras de sus par(ues, le ofrecerá en amplios hoteles re!namientos de confort
(ue le permitan forjarse la ilusi&n de no haber abandonado el risue#o home y
ostentará ante él en la perspectia de anchas aenidas y erdeantes plazoletas las
estatuas de sus grandes hombres, el orgullo de sus palacios de mármol, la grandeza
melanc&lica de los iejos edi!cios de la época colonial, el esplendor de teatros, circos
y deslumbrantes itrinas de almacenes, bibliotecas y librerías (ue junten en sus
estantes los libros europeos y americanos ofrecerán nobles placeres a su inteligencia y
como $or de esos progresos materiales podrá contemplar el desarrollo de un arte, de
una ciencia, de una noela (ue tengan sabor netamente nacional y de una poesía (ue
cante las iejas leyendas aborígenes, la gloriosa epopeya de las guerras de
emancipaci&n, las bellezas naturales y el porenir glorioso de la tierra regenerada.
Establecer una dictadura conseradora como la de @arcía :oreno en el Ecuador o
la de Cabrera en @uatemala y pensar (ue bajo ese régimen sombrío con oscuridades
de mazmorra y negruras de in(uisici&n, se eri!(ue el milagro de la transformaci&n
con (ue sue#o, parece absurdo a primera ista. 7o lo es si se medita. Está cansado el
país de peroratas demag&gicas y falsas libertades escritas en la carta constitucional y
ioladas todos los días en la práctica y ansía una f&rmula política más clara, pre!ere
ya el grito de un dictador de (uien sabe (ue procederá de acuerdo con sus amenazas,
a las plat&nicas promesas de respeto por la ley burladas al día siguiente. El é%ito de la
enorme empresa depende de la habilidad con (ue, al normalizarse la situaci&n,
después del triunfo, se inicien las modi!caciones (ue lentamente cambiarán la
situaci&n del partido encido y le permitirán oler a la escena política aleccionado
por la ruda lecci&n de la derrota y por los primeros a#os de régimen estrecho en (ue
sus conductores comprendan lo inútil de la lucha a mano armada. "o#arán entonces
en transacciones (ue les permitan escalar puestos secundarios o ociferarán contra
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los abusos cometidos, pero sus discursos no encontrarán eco por(ue el pueblo sentirá
ya las entajas del nueo régimen. El desarrollo industrial absorberá parte de las
fuerzas (ue antes producían hondas perturbaciones al agitarse en la política y las
concesiones, paulatinamente otorgadas, irán atrayéndole al gobierno la opini&n de la
juentud, desenga#ada de los iejos ideales y el apoyo de los capitalistas de todos los
bandos, (ue desean seguridad y bienestar. A cada progreso realizado en el ordenmaterial, a cada derecho respetado, corresponderán las !las opuestas con un
moimiento (ue las acer(ue y permitan nueas concesiones y a la larga, serenados
los ánimos y desaparecidos de la escena los antiguos caudillos llenos de ideas
e%ageradas, cuya presencia en ella, impedía deoler la elasticidad necesaria al juego
del organismo social, una oposici&n moderada, apenas iable, por(ue no tendrá
abusos (ue denunciar ni reclamos (ue alzar a lo alto como banderas de guerra,
establecerá un e(uilibrio casi perfecto entre las e%igencias de los más aanzados y la
prudencia preisia de los más retr&grados.
Bento aprendizaje de la ciilizaci&n por un pueblo ni#o, (ue al traducirse en micerebro en una imagen plástica y casi grotesca por la reducci&n, me haces pensar en
los gateos del chi(uitín (ue balbucea sílabas informes- en las andaderas (ue le
impiden caer al ensayar los primeros pasos, en los pinitos (ue hace entre una silla y
una mesa, en el cuarto (ue atraiesa, apoyándose en los muebles, en las caminadas
de a diez metros (ue sorprenden a la mamá sonriente, hasta (ue el músculo
endurecido por el ejercicio y el igor de los nerios le permiten caminar colgado de la
mano de la nodriza0... Bas piernecitas (ue apenas lo sostienen, tendrán más tarde
tendones y músculos y osatura formidable con (ue oprima los ijares del caballo fogoso
en (ue cruce la llanura y las manos pe(ue#as llenas de sonrosados hoyuelos, cuyosdedillos sostenían con di!cultad el juguete preferido, alzarán la azada para labrar el
suelo de la patria y la espada para defenderlo0...
=eo mentalmente la transformaci&n del país en los personajes (ue me
acompa#arán en cada época y en cada escena de la tarea, desde la entrada a la
capital, a sangre y fuego, entre el estallido de las bombas y las descargas de la
fusilería del ejército encedor, mandado por lo más selecto de la aristocracia
conseradora, mis primos los :onteerde, atléticos, brutales y fascinadores,
improisados generales en los campos de batalla, debido a sus audacias de salajes-
los iejos jefes encanecidos en el sericio, el general Castro y los dos =alderrama, por
ejemplo, hasta el día en (ue estos ejetes enerables y estorbosos para mi plan
duerman tran(uilos en la tumba junto con los jefes ciiles del partido encido, (ue
sesentones y tiritando de miedo presenciaron el triunfo cruento el día en (ue se
implant& la dictadura. Bos (ue eran en ese entonces mozuelos insulsos, conertidos
los unos en entrudos ministros de Estado y los otros en $acos periodistas de la
oposici&n, se darán cuenta, en esa época distante a donde llega mi imaginaci&n, de
(ue los problemas (ue a sus padres les parecieron insolubles, se resolieron casi de
por sí al fundar un gobierno estable y darles ocupaci&n a los agos, al cultiar la tierra
y al tender rieles (ue facilitarán el desarrollo del país.
En ese entonces, desprendido del poder (ue (uedará en manos seguras, retirado
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en una casa de campo rodeada de jardines y de bos(ues de palmas, desde donde se
diise en lontananza el azul del mar y no lejos la cúpula de alguna capilla sombreada
por oscuros follajes, saciado ya de lo humano y contemplando desde lejos mi obra,
releeré a los !l&sofos y a los poetas faoritos, escribiré singulares estrofas enueltas
en brumas de misticismo y pobladas de isiones apocalípticas (ue contrastando de
e%tra#a manera con los ersos llenos de lujuria y de fuego (ue forjé a los einte a#os,harán so#ar abundantemente a los poetas enideros. En ellos pondré, como en un
aso sagrado, el supremo elí%ir (ue las múltiples e%periencias de los hombres y de la
ida, hayan depositado en el fondo de mi alma ardiente y tenebrosa.
Blearé allí la e%istencia desencantada y dulcísima de un don 9edro DD desposeído
del trono, (ue lee a Renán en las tardes de meditaci&n. 2epurado mi ser de todo
sentimiento humano e inaccesible a toda emoci&n (ue no enga de alguna erdad,
desconocida de los hombres y entreista por mí, en el apaciguamiento de la ejez y
con la serenidad (ue dan los sue#os realizados, al morir, nada más, sobre mi cadáer
todaía tibio, comenzará a formarse la leyenda (ue me haga aparecer como unmonstruoso problema de psicol&gica complicaci&n ante las generaciones del futuro.
:ientras no haya realizado si(uiera la primera parte de ese plan no dormiré
tran(uilo. 5ue es grande... :ás grande era el de /olíar al jurar la libertad de un
continente en la falda del :ontepincio, el de /onaparte cuando encerrado a los einte
a#os en el cuartico de 2Wle, pobre militarcillo desconocido, so#aba en cambiar la faz
de Europa y en repartir tronos a sus hermanos como (uien reparte un pu#ado de
monedas.
3o estaba loco cuando escribí esto, no "áenz, e%clam& ernández,
interrumpiendo la lectura, dirigiéndose al médico y sonriéndole amistosamente...
Es la única ez (ue has estado en tu juicio, contest& "áenz con frialdad.
:e habían ocurrido todas las cosas posibles e imposibles respecto de ti, menos
ésta, (ue alguna ez se te hubieran ocurrido semejantes barrabasadas0 8ú, presidente
de la república, (ué degradaci&n para ti, solt& Roira con acento indignado. 8ú de
presidente de la república...
2ime, 4las entas de las minas, los negocios en 7uea 3or; y las pes(uerías de
perlas te dieron los resultados (ue esperabas6 +osé, pregunt& Buis Cordoez con aire
meditabundo. "uperiores a lo (ue esperaba, respondi& el poeta...
3 entonces (ué te detuo, di, 4(ué te detuo para hacer eso (ue habrías podido
hacer y (ue era grande, enorme6 pregunt& Cordoez con su entusiasmo de siempre.
Bos pasteles trufados de hígado de ganso, el champa#a seco, los tintos tibios, las
mujeres ojierdes, las japonerías y la chi$adura literaria, contest& 'scar "áenz con
displicencia, desde su sill&n perdido en la sombra.
Eres más psic&logo (ue !si&logo, respondi& ernández.
3 tú eres un chi$ado por(ue habiendo concebido eso hace ocho a#os, nos loestás leyendo a(uí ahora, en ez de haberlo realizado de parte a parte...
El té serido por rancisco, el criado iejo (ue acompa#& al poeta desde (ue lo
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io nacer, interrumpi& la lectura por unos instantes.
8res tazas de té has bebido, tres tazas0, le grit& "áenz a ernández, sin poderse
contener al erlo llenar por tercera ez la frágil tacita de porcelana y agitar el
aromático licor con la cucharilla. ernández, sigue0, dijeron en coro Cordoez, "áenz y
9érez, mientras (ue +uan Roira se leantaba para despedirse diciendo...
"oy una bestia... 7adie te (uiere como yo. :e encanto al oír a los inteligentes
recitar tus ersos y llamarte gran poeta- de repente se me antoja oírte leer algo como
esta noche- pongo toda la atenci&n (ue 2ios me dio, y mi palabra de honor (ue me
(uedo a oscuras de la mayor parte de lo (ue oigo... 5ué tiene (ue er todo eso (ue
nos has leído, con el nombre de la (uinta, con el cuadro de la galería ni con la marca
de los libros empastados en cuero blanco0... "oy una bestia... :a#ana te mandaré las
parásitas (ue llegaron hoy del cafetal.
4Bas odontoglosum6..., pregunt& ernández, usando el nombre técnico de la
planta por hábito ad(uirido al hablar de botánica con el inglés (ue cuida el
inernáculo.
7o entiendo eso, las (ue (uerías, mandaron un mundo... :a#ana las tendrás... 3
después de apretar las manos de los amigos, en la suya grande, dura y tostada, sali&
refunfu#ando entre dientes. 2ecididamente no entiendo nada de eso, soy una
bestia0...
+osé, sigue0, dijo Cordoez con impaciencia al er caer la portiere roja sobre las
espaldas del gigante.
3 ernández ley& así a la luz de la lámpara*
+nterlaen, 2' de ulio
/orracho de ideas y cansado de pensar salí de mi escondite hace ocho días a
gastar las fuerzas (ue la (uietud, los ba#os helados y el ejercicio habían acumulado
en mí, y desde esa ma#ana hasta esta noche ha sido una orgía de moimiento
incesante, de paisajes recorridos, de escaladas ertiginosas de monta#as y de
incansables caminadas por alles frescos llenos de erdura nuea. 7eeras,
entis(ueros, altas cimas donde el pulm&n se llena de aire purísimo, los ojos de
claridades impreistas, el cerebro de grandiosas ideas- donde la sangre se ii!ca y se
enri(uece mejor (ue con la higiene más cuidadosa obserada en una ciudad0 7unca
e%perimentada sensaci&n de igor ardiente y de fuerza muscular inagotable (ue
gastar en nueos ejercicios, me ha hecho sentir todo el igor (ue encierra mi cuerpo a
pesar del (ue he derrochado en los últimos meses, y en todos los momentos he
meditado en los pormenores de mi plan. 7i un deseo, ni una imagen sensual me han
perseguido- las tentaciones enfermizas se respiran con el olor de cocina y de
perfumería, de polos de arroz y de mujer (ue $otan en el aire, cargado de e$uios de
lasciia y de gérmenes de enfermedades mentales, de la /abilonia moderna.
7aturaleza, bendita seas0... 8us espectáculos istos en soledad completa, sin oír una oz humana (ue
turbe nuestra meditaci&n, son como un bromuro e!caz y calmante para las almas
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insomnes0
Antier estaba en un entis(uero, todo blanco, claro, diáfano el suelo, las lejanías
llenas de niebla, donde reerberaba el sol matinal, el cielo luminoso. Bos guías se
habían (uedado atrás. 2estapé el frasco plano, lleno de chartreuse erde (ue lleaba
en la cintura y sorbí un trago largo (ue me (uem& el paladar con el sabor de las
plantas aromáticas diluidas en el alcohol sutil, y me hizo correr calor por todo elcuerpo helado por el ambiente glacial. 9ensé en la 'rloF, en las sábanas de raso negro
sobre las cuales e%tiende las curas del cuerpo ambarino perfumado de magnolia- en
la tina de cristal rosado llena de agua tibia (ue se opaliza con los inagres aromáticos
preparados por Bubin, y al sentirme libre de sortilegio carnal, en (ue ií enuelto por
seis meses, solté una carcajada, una carcajada ibrante y poderosa (ue reson& como
un disparo en el silencio blanco del entis(uero- una carcajada de salaje, después de
(ue ha roto en mil pedazos el fetiche (ue lo asustaba. Adi&s, sensualidades de
bizantino, a iir ida de hombre0
+nterlaen, 2- de ulio
El conjunto cosmopolita de estas mesas redondas de los grandes hoteles y los
contrastes disparatados de todas ellas0 El menú francés parece un e%otismo dada la
composici&n heterogénea de la del 1otel =ictoria, donde io... 'h, personajes (ue
me diertís al obseraros y dais a mi imaginaci&n fantaseadora ocasi&n de forjarme
uestra ida mientras engullo los manjares- grueso agente iajero alemán, oloroso a
cereza, (ue cuentas tus groseras aenturas de taberna y de burdel,entremezclándolas de carcajadas sonoras- gomoso parisiense, corbateado de rosa, de
los zapatos y los bigotes puntiagudos y de la inteligencia roma, (ue estropeas
lamentablemente los términos de sport ingleses al adaptarlos a tus pronunciaciones
guturales- espa#ol cuyo per!l regular y cerdoso bigote negro an precedidos de
ineitable pitillo infecto y (ue a todas horas sigues con ojos de lujuria a la criada suiza
coloradota y fresca- brasile#os amarillosos y enclen(ues, (ue e%hibís inerosímiles
diamantes pajizos montados en los botones de la camisa, y tiritáis de frío como oistitís
del tr&pico en las noches inernales de Bondres- aenturero ruso de la rizada barba
casta#a (ue sientes la nostalgia de la ruleta y las carpetas erdes de :ontecarlo-iejas inglesas, secas unas eces como sarmientos, desbordantes otras como informes
pa(uetes de carne linfática, (ue recorréis la Europa entera, con el /aede;er en una
mano y la /iblia en la otra, pronunciando el mismo beautiful, beautiful charming, (uite
charming, ante los !ords glaciales de 7oruega, los neados y los lagos azules de la
"uiza heroica, los ardientes sitios de Castilla la =ieja, llenos de nobles !ebres y los
paisajes sonrosados del litoral del :editerráneo- iejas (ue atraesáis los países (ue
os atraen bebiendo el mismo té tibio, deorando los mismos asados sanguinolentos y
escribiendo en uestra clara cursia las mismas cartas de diez hojas, con las espalda
uelta a paisajes adorables- canonesa alemana de los catorce cuarteles en el escudo,(ue paseas por sobre la asistencia la insípida mirada incomprensia de tus ojuelos
grises y melanc&licos- pareja de renteros franceses a (uienes alguna agencia de iajes
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traslada de lugar en lugar para (ue admiréis sin comprenderlos, los sitios y los
edi!cios designados por la guía +ohanne a uestros entusiasmos de inofensio
turismo- honorable :r. ?oodding, (ue haciendo propaganda por cuenta de la secta
trinitaria, con un ejemplar de los eangelios debajo del brazo, azotas con los faldones
de tu larga leita negra, las madreselas $orecidas por la primaera y paseas tu prole
las cuatro chi(uitinas rubias (ue parecen salidas de un álbum de Pate @reenay portodos los caminos planos de cerca a todos los hoteles donde cuesta la asistencia diez
francos por día- enorme conde alaco o rumano de la melena rizada a la caracalla y de
los ojos boinos y apagados- príncipe italiano, cuyo palacio secular, donde habitaron
tus antepasados gloriosos, endieron los acreedores cansados de cobrarte- oh,
muestras de la calidad corriente de la especie humana, fabricadas de prisa por el @ran
1acedor, sin hinchazones de músculos y sin a!namientos de nerios, lectores de
'hnet,
adoradores de @aboriau y de :ontepin (ue consideráis como lo supremo del arte
los cuadros en (ue sonríen las enus de pomada rosada pintadas por /ouguereau, (ueos pasmáis oyendo las musi(uillas italianas de hace treinta a#os y las idiotas
pornografías de los cafés conciertos y a (uienes dejan fríos las dulces ingenuidades de
los pintores prerrafaelistas, las sutilezas del arte japonés, las grandiosas sinfonías de
?agner, los dolorosos personajes (ue atraiesan la sombra gris de las noelas de
2ostoies;y, las e%traterrestres creaciones de 9oe- admiradores de lo mediocre y de
lo fácil a (uienes :a% 7ordau presentaría como prototipos del perfecto e(uilibrio,
todos osotros engullís la misma sopa de !deos cosmopolita, los mismos asados
sospechosos, rociados con el mismo :edoc (uímico, absorbéis la misma compota de
negras ciruelas pasas con (ue los amables propietarios de los hoteles suizos nutrenuestras hermosas personas en las temporadas de eraneo0 Bees os sean esos
manjares indigestos y coniértanse en sangre de uestra sangre y en hueso de
uestros huesos y ayude a peptonizarlos y a facilitar uestras difíciles digestiones la
acci&n de gracias (ue articulan los labios enjutos y la bendici&n (ue esparcen en el
aire los dedos $acos del abate 9azaillini, sentado a la cabecera de la mesa, en (ue
lucen ahora el (ueso de Camembert de coloraci&n cadaérica, el Ro(uefort
delicuescente y la decocci&n de chicoria amarga con (ue creyendo (ue absorbéis el
café aromático, el licor de =oltaire y de /alzac, !nalizáis uestros pantagruélicos
almuerzos0
+nterlaen, ' de agosto, por la noche
7ini Rousset, la dietta de un teatro bufo del /ouleard, 7ini Rousset, la (ue
estida con una guirnalda de hojas de parra enlo(ueci& una sala de prostitutas y de
iidores, e%hibiendo desnudas las curas de estatua y las frescuras túrgidas de su
cuerpo de =enus, en una reista del a#o pasado, 7ini Rousset a (uien mandé ramos
de gardenias y un par de diamantes sin lograr más (ue una mueca de burla y unafrase grosera el día en (ue (uise hacerla mía, 7ini Rousset por (uien habría dado un
mes de ida antes de tropezar con la 'rloF, acaba de salir de mi cuarto, dejándome
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en él su olor de Chypre y en los nerios la ibraci&n de una iolenta sacudida de
placer. Bleg& hace una hora, con seis baúles llenos de sombreros y de estidos y tres
perros falderos y al encontrar mi nombre en el registro del hotel, después de instalada
en su cuarto, se ino al mío y entrándose en puntas de pies se me acerc& por detrás y
me cerr& con las manecitas blandas y suaes los ojos (ue leían en ese momento una
página de la ética de "pinoza... Adiina (uién es, adiina (uién es, rasta(uoNre poeta,especie de animal, adiina (uién es, gritaba besándome y mordiéndome la nuca con
la boca olorosa a menta0 Como un sátiro borracho de se%o, la leanté del suelo con los
brazos al desprenderme de su abrazo lascio, y la proocaci&n comenzada con su
chanza infantil, acab&, unos minutos después, en un doble maullido salaje de
oluptuosidad, sobre el dián de la alcoba.
Antipatizo con ella con todas mis fuerzas. Es una encarnaci&n auténtica de toda
la canallería y de todo el icio parisiense. El @il /las cont& una ez, en un suelto, el
antojo (ue tuo al er en una feria a un jayán (ue medio desnudo leantaba pesos de
a diez arrobas, y la seducci&n del 1ércules hecha por ella al terminarse el espectáculoy la lleada de éste entre su coche, y el encierro con él durante dos días y dos noches
en la alcoba por donde han pasado todos los (ue han tenido modo de disponer de
unos cuantos billetes de a mil francos para pagarse ese capricho por una noche. Es
una :esalina comprable- grosera como una erdulera y hermosa como una enus
griega... "e ha ido ahora a arreglar el modo de pasar la noche en mi departamento sin
(ue la ean los criados y a mandar helar unas botellas de champa#a. Ba orgía será
digna de mis cincuenta días de abstinencia y de estudios estúpidos...
@inebra, J de agosto
Acabo de leantarme, después de pasar cuarenta y ocho horas bajo la in$uencia
letárgica del opio, del opio diino, omnipotente, justo y sutil, como lo llama 5uincey,
(ue pag& con la ida su amor por la droga funesta, bajo cuya in$uencia se
embrutecen diariamente millones de hombres en el E%tremo 'riente. 1a sido un
absurdo pero no podía hacer otra cosa después de la escena horrible. 5uería huir de la
ida por unas horas, no sentirla.
Cuando rendidos ambos de lujuria y de cansancio, borrachos de champa#ahelado, la Rousset comenzaba a adormecerse con la hermosa cabeza sobre los
almohadones blandos, una furia inerosímil, una ira de "ans&n mutilado por 2alila, me
crisp& de pies a cabeza, al pensar, con toda la e%citaci&n del alcohol en el cuerpo, en
los insultos groseros (ue nos habíamos prodigado en la hora anterior,
entremezclándolos de caricias depraadas y en mis planes de ida racional y
abstinente, deshechos por la noche de orgía. )n impulso loco surgi& en las
profundidades de mi ser, irrazonado y rápido como una descarga eléctrica y como un
tigre (ue se abalanza sobre la presa cer(ué con las manos crispadas, sujetándola
como con dos garras de !erro, la garganta blanca y redonda de la dietta. Ahogarlaahí, como un animal da#ino contra las almohadas de plumas0 2io un grito horrible al
despertarse, as!%iándose, me cla& los ojos, con las pupilas dilatadas, como una
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e%presi&n de terror sobrehumano, y al adiinar mi intenci&n asesina, mientras (ue
seguía estrechándola con las manos, grit& con oz ronca, loco0 loco0 está loco0 y
sacudiéndose con la agilidad de un enado perseguido por la jauría, huy& medio
desnuda a encerrarse en su cuarto, llorando de miedo.
7o me habría atreido a erle la cara al día siguiente. A la madrugada llamé al
criado (ue había enido de 9arís con mi e(uipaje, le di &rdenes para enirme a buscara(uí, y al llegar unas horas más tarde al hotel me acosté y tomé una iolenta dosis de
opio. /ajo su in$uencia estue cuarenta y ocho horas. Al asomarme al espejo ayer
para estirme me he (uedado aterrado de mi semblante. Es el de un bandido (ue no
hubiera comido en diez días- represento cuarenta a#os- los ojos apagados y hundidos
en las ojeras ioláceas, la piel apergaminada y marchita. 8engo la oz trémula y
acilante el paso. Bas isiones (ue me produjo el opio fueron aterradoras, pero no creí
nunca (ue los estragos de la noche de orgía y de la droga enenosa me dejaran en la
postraci&n en (ue me siento...
El delirio de la abuelita moribunda, la locura a lo lejos, 2ios mío0 2ios mío0 2ios
de mi infancia, si e%istes, sálame0... 42&nde están la se#al de cruz y el ramo de rosas
blancas (ue caerán en mi noche como símbolo de salaci&n6...
Ginebra, (( de agosto
49or d&nde empiezo6 7o sé. Es tan delicado, tan dulce, tan e%tra#o, tan aterrador
lo (ue siento, (ue temo al (uerer decir la impresi&n con palabras, destrozar su
frescura, como se destrozaría el esmalte de luz de una mariposa de :uzo, al (uererla!jar con un clao de hierro. ue ayer tarde en un comedorcito reserado (ue tiene
ista sobre el jardín del hotel, y por cuyos balcones abiertos enía con la brisa del
lago, el olor moribundo de las madreselas (ue lo enmarcan. Comía solo, deseoso de
eitar las promiscuidades y el ruido de la mesa común, y leía las "oledades, de "ully
9rudhomme, a la luz de las bujías del candelabro. )n criado, entreabri& la puerta,
encendi& las de otro, puesto en la mesita ecina, coloc& sobre ella un menu del día y
oliendo a la puerta entreabierta, doblado en dos pronunci& un pus pouez entre
:osié, pus pouez entré, :ademuasell..., con su más puro acento alemán. Entraron
ella adelante, él atrás, correspondieron la enia (ue les hice leantándome ydesembarazada ella del abrigo de iaje y del sombrero (ue le daba cierto parecido,
por su forma e%tra#a, con el retrato de una princesita hecho por =an 2yc;, (ue está
en el :useo de Ba 1aya, se sentaron a comer.
Bentamente, mientras e%aminaba yo la e%tra#a !gura del hombre, se (uit& ella
los guantes de "uecia y se frot& las manos, dos manecitas largas y pálidas de dedos
a!lados como los de Ana de Austria en el retrato de Rubens, con (ue se ech& para
atrás los bucles de la suelta cabellera casta#a, rizosa y sede#a (ue donde la luz la
hería de frente tenía isos de oro. Ba oz argentina y fresca son& entonces discutiendo
los platos de la comida... 9ara ti ino del Rhin y (ueso, no, papá, decía, para mí lechey fresas... El hombre, (ue podría tener cincuenta a#os, pero con la cabeza y la barba
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blancas de canas como un anciano, la miraba con dulzura paternal, (ue hacía más
e%tra#o contraste con la e%presi&n dolorosa de las líneas de su !sonomía !na de noble
o de artista, admirablemente modelada y cuya distinci&n aumentaban los cabellos
crespos y la !na barba blanca cortada en punta y el erde deste#ido de sus ojos
apasionados. =as a comer sola, le dijo, estoy ansioso por leer los detalles, y coloc&
sobre la mesa, doblado a lo largo un peri&dico impreso en caracteres alemanes... lee,contest&le ella, acercando el candelabro para (ue la luz cayera sobre la hoja.
)na simpatía irresistible me había ligado a ellos, en esos segundos, en (ue,
olidados de mi presencia, los e%aminaba con mi curiosidad insaciable. "in duda
habían (uerido huir de la ulgaridad de los comensales de la table dXhote, al
refugiarse en el comedor reserado. 9ara (ue a(uellas canas blan(uearan sus sienes,
para (ue las hondas arrugas de sufrimiento surcaran así su frente amarillenta de
pensador, para (ue a(uella indeleble e%presi&n dolorosa le marcara así las facciones,
debía él haber sufrido horriblemente, por(ue el igor de su naturaleza se adiinaba en
las líneas del cuerpo, moldeado por un estido gris, de re!nada elegancia y el per!lenérgico daba a pensar en un militar acostumbrado al mando y retirado del sericio. El
otro per!l, el de ella, ingenuo y puro como el de una irgen de ra Angélico, de una
insuperable gracia de líneas y de e%presi&n, se destacaba sobre el fondo sombrío del
papel del comedor, iluminado de lleno por la luz del candelabro. Completaban su
belleza los cabellos, (ue se le enían y le caían sobre la frente estrecha en abundosos
rizos, las débiles curas del cuerpecito de (uince a#os, con el busto largo y esbelto,
estido de seda roja, las manos blan(uísimas y !nas. Al bajar los párpados, un poco
pesados, la sombra de las pesta#as crespas le caía sobre las mejillas pálidas, de una
palidez sana y fresca como la de las hojas de una rosa blanca pero de una palideze%ange, profunda, sobrenatural casi, y por la cura armoniosa de los labios rosados
$otaba una sonrisa supremamente comprensia. 7o le había isto los ojos y fascinado
como estaba por la gracia de su !gura ideal, por la impresi&n de frescura y de
aristocracia (ue manaba de toda ella, como emana el aroma de una $or (ue se abre,
so#aba en érselos. 2e repente sacudi& la cabeza hacia atrás, y agitando los sedosos
bucles de la cabellera casta#a, la oli& en la direcci&n de mi asiento y los cla& en mí
mirándome !jamente, con e%presi&n seera. Eran unos grandes ojos azules,
penetrantes, demasiado penetrantes, cuyas miradas se posaron en mí como las de un
médico en el cuerpo de un leproso, corroído por las úlceras, y buscaron las mías comopara penetrar, con despreciatia y helada insistencia hasta el fondo de mi ser, para
leer en lo más íntimo de mi alma. 9or primera ez en mi ida bajé los ojos ante una
mirada de mujer. :e parecía (ue, en los segundos (ue sostue la suya había leído en
mí, como en un libro abierto la orgía de la íspera, la borrachera de opio, y penetrando
más lejos, la pu#alada a la 'rloF, las crápulas de 9arís, todas las debilidades, todas las
miserias, todas las ergenzas de mi ida. Dncliné la cabeza aergonzado como un
chi(uillo de escuela sorprendido en falta, buscando una estrofa del libro. "entía (ue
sus miradas se habían posado en él, (ue ya sabía (ue era un libro de poesías, de
a(uellas poesías de "ully 9rudhomme dulces y penetrantes como femeniles (uejidos...Con la mirada (ue le dirigí habría (uerido pedirle perd&n por haberla contemplado con
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mis ojos (ue han isto la maldad humana y se han delectado en su espectáculo,
por(ue la luz de pureza, de santidad (ue irradi& en los suyos a la primera mirada (ue
cruzamos, me había sugerido no sé (ué e%tra#a impresi&n de místico respeto
irresistible... Al mirarla de nueo me encontré con sus pupilas !jas en mí, y habría
bajado las mías si no hubiera isto en el azul de las suyas, en la cura de los labios
!nos, en toda la dulce !sonomía una e%presi&n, de lástima in!nita, de suprematernura, compasia, más suae (ue ninguna caricia de hermana. A(uella mirada
derram& en mi espíritu la paz (ue baja sobre un coraz&n de cristiano después de
confesar sus faltas y de recibir la absoluci&n- una paz profunda y humilde, llena de
agradecimiento por la piedad diina (ue leía en sus ojos.
"i erré antes, fue por(ue no sabía (ue e%istieras sobre la tierra, criatura de
pureza y de luz. 8&(uenme otra ez tus miradas y mi alma será sala, decía en el
fondo de mi conciencia entenebrecida una oz (ue ibraba como un canto de
esperanza.
2escienda la paz sobre ti, pero no te alejes de mi camino, pobre alma oscura y
enferma, yo seré tu conductora hacia la luz, tu 2iotima y tu /eatriz, decían las pupilas
azules.
)n coro de esperanzas reson& dentro de mí como una música mística en la
semioscuridad de una iglesia abandonada. Realmente, la delicia (ue e%perimentaba al
mirarla, con su misteriosa palidez mortal, sus cabellos de oro sombrío y sus radiosas
pupilas azules claadas en las mías, tenía algo del encanto con (ue me fascinan
ciertas músicas, ciertas frases de /ach y de /eethoen, al ibrar en mis oídos.
)na e%presi&n no ya de piedad misericordiosa sino de inefable ternura ilumin& susemblante pálido, lee sonrisa (ue se dirigi& hacia mí como un rayo de luz, ar(ue& la
ingenua cura de sus labios y la !sonomía se humaniz& sin perder su nobleza
majestuosa y un ensue#o de ternura diina se dilat& dentro de mí, como la luz de la
aurora entre la oscuridad de una madrugada tétrica disipando las sombras,
llenándome el alma de claridades tibias, de temblores de saia, de frescuras de agua
cristalina y de cantos de pájaros, (ue suben hacia el "ol, encedor de la noche.
Bos recuerdos de mis liiandades pasadas desaparecieron ahuyentados por la luz,
la fuente de aguas ias brot& del pe#asco árido, y las imágenes de un idilio se
desarrollaron y iieron en el fondo de mi espíritu. "ería en el fondo del bos(ue, dondela sombra de las ramas cae sobre la alfombra de hojas secas y rojizas y sobre el
césped blando. =estida de blanco, sentada en musgosa roca, yo arrodillado a sus pies,
con la frente febril apoyada en sus rodillas, acariciarían mi cabeza sus largas manos
pálidas, y la caricia derramaría en mí, no la !ebre oluptuosa del amor humano, sino
la calma luminosa del amor diino. Con la oz ahogada le diría (ue la había buscado
por largos a#os, (ue mis labios, (uemados por los cálidos borgo#as y los champa#as
ardientes de las orgías de la 8ierra, tenían sed de su amor infantil y puro, como del
agua de una fuente oculta donde se copian los helechos y se re$eja el cielo. Bas
estrofas dulcísimas de ray Buis de Be&n, subían de mi boca hacia ella como un cántico*
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%lma divina, en velo
De emeniles ormas encerrada,
/uando viniste al suelo
0obaste de pasada
1a celestial, riqu&sima morada.
=olí a buscar las pupilas azules y sus miradas de misteriosa ternura me decían
(ue consentía en mis sue#os y una e%presi&n de soberano amor esplendía de la pálida
faz, uelta hacia mí. Ante mi imaginaci&n sobree%citada y (ue había perdido la noci&n
de la realidad, el oro de los cabellos sueltos, heridos por la luz de las bujías, reisti& el
brillo de una aureola (ue irradiaba sobre el fondo oscuro del comedor.
Al leantar los ojos erdosos del peri&dico (ue leía, el padre, dirigi&le la palabra
en italiano y rompi& la fascinaci&n. En las frases (ue en el mismo idioma le contest&
ella, percibí los nombres de la :alloggia, de "ilaplana y de "an :oritz entre las
dulces sílabas cantantes de la lengua de Beopardi, (ue tomaban en su boca
sonoridades de música.
"íranos usted el café en el departamento dijo al criado el hombre de la barba
blanca, leantándose y pasándole el abrigo y ayudándole a !jar, con in!nitas
delicadezas como de madre, sobre los rizos casta#os de la ind&mita cabellera la
singular toca negra (ue atrajo mis miradas cuando entraron.
"alieron del comedor, él adelante, ella atrás, y al oler la cabeza para (ue fueramía otra mirada larga, pensatia y profunda de los grandes ojos azules, el brillo de
éstos, la palidez e%ange y como luminosa del semblante y la esbeltez del cuerpo
largo y delgado, les dieron a mis ojos, al erla, así, sobre el fondo negro (ue
enmarcaba la puerta, el aspecto de una aparici&n.
)nos minutos después, al leantarme de la mesa, el brillo de un objeto caído al
pie del asiento donde se había sentado, me hizo acercarme y recogerlo. Era un
camafeo sobre cuyo fondo gris lo blanco del reliee forjaba una rama con tres hojas, y
reoloteando sobre ellas, una mariposa con las alas abiertas. Ba piedra estaba
montada en oro mate, en forma de broche y la joya, de una perfecci&n insuperable detrabajo, se le había caído seguramente al (uitarse el abrigo.
Ba guardé para entregársela al día siguiente y encontrar en la ocasi&n dada por la
casualidad, un principio de relaciones, y salí a buscar en el registro de la portería los
nombres de los singulares iajeros. 1abían llegado hacía tres horas y había dicho él
(ue pasarían dos días en el hotel al tomar el departamento marcado con el número J,
una gran sala con dos alcobas laterales, situado en el segundo piso y con ista sobre
el jardín. =enían de 7iza, no habían anotado el lugar adonde se dirigían y estaban
inscritos con los nombres de Conde Roberto de "cilly y 1elena de "cilly 2ancourt.
)na idea e%tra#a me cruz& por la mente. A(uel nombre, 1elena, no eocaba enmí ninguna !gura de mujer (ue se fundiera con él, ninguna de las (ue han atraesado
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mi ida, dejándome la melancolía de un !n de amor tras de los fugitios entusiasmos,
se llamaba así, so#é en la princesa 1elena del idilio de 8enysson y mentalmente la
llamé 1elena, como a una amiga de la infancia.
)na mano enguantada de cabritilla oscura se apoy& en mi hombro sacándome de
mis sue#os. Era la de Enri(ue Borenzana, uno de mis amigos de la adolescencia, (ue
ie en Bondres y (ue, de paso por @inebra, en los días anteriores, había enido aerme sin lograrlo por(ue mi criado, mientras estue bajo la in$uencia del opio, no
dej& entrar a nadie al departamento, dando como e%cusa, por orden mía, una
enfermedad grae.
1ombre, me dijo estrechándome la mano entre las suyas, he enido a erte tres
eces y no lo he conseguido... 41a sido grae el mal6... Estás horriblemente
des!gurado y pálido y tienes un aire de crápula, (ue a no conocerte me haría pensar
horrores de ti..., agreg& familiarmente y después de conersar conmigo y media hora
en el cuarto de fumar, donde dos yan(uis atléticos y sanguíneos infectaban el aire con
el humo de sus cigarrillos de =irginia y se enenenaban sistemáticamente con his;y,
oloroso a petr&leo, me oblig& a estirme y a acompa#arlo a una conferencia de
historia (ue daba esa noche una notabilidad local. 9uso en su empe#o para llearme,
la dulzura grae de un hermano (ue (uiere arrancar a otro de dolorosas ideas por
medio de una distracci&n impuesta casi. Dndudablemente con su perspicacia de
!sonomista nato, me ley& en la cara los estragos del opio.
Al oler a pie al hotel, con una medianoche espléndida, constelada de estrellas,
entre cuyo cielo brillaba la Buna en su último cuarto, como una joya de plata sobre un
estuche de raso negro, los follajes de los árboles, (ue se mecían al soplo del iento,
las aguas del lago, con sus transparencias profundas donde temblaban re$ejos de
astros, eran un cuadro digno del sentimiento nueo (ue llenaba todo mi ser y me
hacía oler a los puros y lejanos días de mi adolescencia. Ba mirada de las pupilas
azules, radiosas en la !sonomía mortalmente pálida (ue enmarcaban los rizosos
cabellos casta#os iluminaba mi espíritu. "o#ando en ella salé la puerta de hierro de
la erja del hotel y, temiendo el insomnio seguro en mi lecho, comencé a pasearme
por el jardín. Ba egetaci&n oscura manchada de blanco a(uí y allí por las $ores
abiertas olía, como un frasco de esencia rara, brillaban arriba las estrellas, y, en la
(uietud de la medianoche, se oía el silencio. 2e repente al leantar la cabeza para er
el cielo al traés de los árboles (ue e%tendían contra él las masas negras de sus
ramazones, i iluminado en la fachada, uno de los balcones del segundo piso, con los
cristales abiertos, y las cortinas blancas caídas. )na larga sombra de mujer, como
enuelta en un manto (ue le cayera de la cabeza sobre los hombros, se destacaba
confusa sobre la blancura de niebla del transparente. Era Ella* era ésa la alcoba de la
iz(uierda del departamento número J. "eguramente el padre dormía ya, en la de la
derecha donde no había luz.
:oido por un impulso irresistible arran(ué unas cuantas $ores de los matorrales,
calculé el peso necesario para (ue el ramo llegara a su destino, !jé en él mi tarjeta yolí a bajar al jardín. Ba luz alumbraba todaía los transparentes blancos caídos hasta
el suelo, y agitados suaemente por la brisa nocturna. Ba sombra había desaparecido.
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Con el coraz&n saltándoseme del pecho, como un ladr&n (ue teme ser descubierto,
me escondía en la sombra de un matorral, y de pie sobre el banco de piedra, tiré el
ramo, (ue cruz& por el aire y fue a caer adentro, en el cuarto, por entre la abertura de
las cortinas.
Estas se leantaron un momento después y me dejaron er en el fondo oscuro
del aposento la luz de la lámpara (ue ardía cobijada por amplia pantalla de gasa.=oliéndole la espalda, camin& de frente la silueta negra y larga, como la de una
irgen de ra Angélico, lleg& al balc&n y con la cabeza alzada hacia el cielo, leant& la
mano derecha a la altura de los ojos, trazando con ella lentamente una cruz en la
sombra, mientras (ue la iz(uierda arrojaba con fuerza algo (ue atraes& el espacio, y
ino a caer a mis pies blanco como una paloma sobre el suelo sombrío. Era un gran
ramo de $ores, (ue reg& pálidos pétalos en el espacio oscuro al cruzarlo y rebot& al
tocar la tierra... en el ruido de su caída me pareci& oír las palabras del delirio de la
abuelita agonizante, <"e#or, sálalo de la locura (ue lo arrastra, sálalo del in!erno
(ue lo reclama>... 1ondo estremecimiento de religioso temor me sacudi& la carne,corri& por mi espalda un escalofrío sutil y como si me hubiera tocado la muerte, caí
desfallecido sobre el banco de piedra. Al oler en mí y recordar la escena bus(ué las
$ores cuya blancura se eía en la sombra, para conencerme de (ue no había so#ado.
Era un ramo de pálidas rosas té (ue leanté para besarlo. =olí los ojos a la fachada
del hotel (ue estaba ya oscura y muerta, y por cuyos balcones cerrados no !ltraba un
solo rayo de luz.
Cuando desperté esta ma#ana, después de un dormir enfermizo, conseguido con
dos gramos de cloral y lleno de las imágenes del día, de los ojos azules, de la faz
pálida, de la cabellera casta#a, del incesante reoloteo de una mariposilla blanca
sobre tres hojas erdes y del ramo de rosas, el "ol rayaba de oro las persianas de mis
balcones. Eran las diez y media. /us(ué con los ojos las $ores, creyendo (ue la escena
nocturna formaba parte de la pesadilla del cloral. Ahí estaban en el jarr&n de bohemia
donde las había puesto al acostarme. :edio marchitas ya pendían algunas sobre la
mesa y dos de ellas cubrían el camafeo montado en oro erdoso.
8ras del ba#o y la minuciosa toilette con (ue (uise hacer desaparecer las huellas
del opio y del cloral, bajé al comedor a tomar el té matinal. :e sentía triste y con el
coraz&n oprimido por un peso e%tra#o. El criado (ue me siri& la íspera trajo el
desayuno y con él un telegrama de :iranda y Compa#ía llegado en las primeras horas
de la ma#ana. =enciendo cierta repugnancia lo mandé a preguntarle al conserje del
hotel si el se#or "cilly y la se#orita habían salido. Cuando oli&, tomado ya el té y
leído el telegrama, lo esperaba con ansiedad.
El se#or y la se#orita se fueron esta ma#ana, a primera hora, lleando sus
e(uipajes en un coche particular (ue ino a buscarlos. El conserje le oy& decir a él a la
estaci&n, pero no oy& el nombre de la estaci&n... 4El se#or toma más té6 pregunt&
mirando la taza acía...
42&nde buscarla cuando termine en Bondres el negocio con :orrell y /lundell-d&nde buscarla, por(ue necesito erla como necesito respirar, olerla a er, ba#ar mi
alma en la luz de sus ojos azules, besar sus manos largas y blancas, arrodillado a sus
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pies6 49or (ué la bendici&n y el ramo de rosas (ue coinciden de tan singular manera
con las frases del delirio de la iejecita agonizante6... 4Con(ue el misterio puede
ad(uirir así forma material, mezclarse a nuestra ida, codearnos a la luz del "ol6.. El
ramo de rosas está ya encerrado en una caja de cristal (ue me permitirá llearlo en el
iaje, y la caja se ha perfumado con el tenue olor de las $ores moribundas.
:iranda V Compa#ía me aisan haber recibido carta de :orrell, diciéndoles (ueaceptan el precio (ue !jé a las minas, en irtud del informe de la comisi&n de
ingenieros (ue oli& ya y cuyo dictamen esperábamos para cerrar el negocio.
Estaré en Bondres el HY, como lo e%igen, para !rmar las escrituras, y me iré de
a(uí hoy mismo para so#ar con ella mientras iajo.
42&nde estará6... En la Engadina, seguramente... Be oí nombrar a la :alloggia, a
"ilaplana y a "aint :oritz... 8erminado mi asunto con los ban(ueros ingleses la iré a
buscar allá, y si no la encuentro la buscaré en toda Europa, en todo el mundo por(ue
necesito erla para iir.
1ondres, (( de octubre
2os meses de ida en la ciudad monstruo, no isitada en mi última permanencia
en Europa y de la cual guardaba la confusa impresi&n recibida, hace once a#os- dos
meses (ue se han deslizado rápidos entre las innúmeras diligencias (ue re(uiri& la
enta de las minas, y la ansiedad con (ue esperé inútilmente respuesta a mis
telegramas dirigidos a todos los grandes hoteles de Europa- y a las cartas en (ue
solicité en ano de algunas agencias de informes datos acerca del paradero de "cilly yde su hija.
"u hija... me sonrío al pensar (ue he escrito esa palabra... 7o la llamo así cuando
al nombrarla mentalmente, la eoco con toda la suae gracia de sus contornos apenas
núbiles de largos lineamientos enueltos en la seda roja del corpi#o, con su mortal
palidez e%ange, enmarcada por el oro oscuro de la destrenzada cabellera y
alumbrada por la luminosa sonrisa de las pupilas azules- la llamo 1elena, como si la
intimidad en (ue he iido con su imagen, la hubiera acercado a mí, y la nombro con
la ternura (ue ibraría en mi oz agitada si oprimiera en las mías, impolutas de todo
contacto femenino desde la noche en (ue recogí el ramo de rosas blancas hasta el
instante en (ue escribo estas líneas, sus largas manos alabastrinas (ue al hacer en el
aire la mística se#al de la cruz arrojaron las pálidas $ores entre la sombra nocturna.
1elena0 1elena0... A eces, en la (uietud de la medianoche, silenciosa en este
rinc&n del Bondres millonario, sentado frente a mi escritorio sobre el cual está abierto
un tomo de poesías Zde[ "helley o Rossetti (ue ahora me embargan con sus etéreas
delicadezas y la música casi italiana de sus estrofas, alzo los ojos del libro y contemplo
a la luz de la lámpara el camafeo montado en oro (ue no pude deolerle.
2igo entonces su nombre en alta oz como una f&rmula eocatoria (ue hubierade hacerla surgir y aparecérseme, allá en el fondo sombrío de la estancia donde caen
en pliegues opulentos y pesados las cortinas de terciopelo erde, e irse acercando,
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acercando, sin tocar la alfombra hasta detenerse en el círculo de luz de la lámpara y
mirarme con sus ojos dominadores.
49or (ué sin tocar la alfombra, pregunta al analista (ue lleo dentro de mí mismo
y (ue percibe y discrimina hasta las sombras de mis ideas6... 49or (ué sin tocar la
alfombra6 Ría al oír esta frase el :e!st&feles (ue todos lleamos dentro del alma,
agite las luengas plumas del rojo birrete, crispe diab&lica mueca su ir&nica !sonomía,iluminada por un re$ejo de in!erno y lance al aire su carcajada de burla- sin tocar la
alfombra por(ue al pensar en ella la eo, incontaminada por la atm&sfera de la tierra,
inse%ual y radiosa como los (uerubines de :ilton. Bas frases (ue ienen a mis labios
para cantarla entonces, no son los inarm&nicos períodos de mi prosa incolora, sino
estos ersos de Ba =ita 7uoa, en (ue el 2ante habla de /eatriz*
<Cuando mi 2ama camina por alguna parte, Amor e%tiende sobre los corazones
corrompidos una capa de hielo (ue rompe y destruye todos los malos pensamientos.>
El (ue se e%ponga a erla o se ennoblece o muere- cuando alguno digno de
mirarla la encuentra, e%perimenta todo el poder de sus irtudes y si ella le honra con
su saludo dulcísimo le uele tan modesto, tan honrado y tan bueno, (ue llega hasta
perder el recuerdo de los (ue lo ofendieron.>3 2ios ha concedido una gracia particular
a mi 2ama* la persona (ue le dirige la palabra no puede tener mal !n>.
Esta noche, hace dos meses, de la noche de Dnterla;en- a estas horas ya estaba
dormido, bajo la in$uencia del cloral. Es curiosa la historia de los sesenta días (ue han
pasado desde la hora del encuentro.
"e fueron los primeros diez en formalizar la enta de las minas de :al 9aso, y al
terminar el siguiente ya el /anco de Dnglaterra me tenía abonadas en cuenta las cienmil libras recibidas como precio, de :orrell y /lundell, sin (ue esa noche, e%citado por
la idea de a(uel dinero ganado casi sin esfuerzo, me sugirieran la imaginaci&n ni los
sentidos una sola idea de placeres (ue buscar ni de emociones ardientes (ue obtener
con ese oro (ue podía transformarse en sensuales locuras. Retirado en mi casita cuyos
balcones tienen isita sobre 1yde 9ar;, y donde los tapiceros instalaron rápidamente
los mobiliarios y obras de arte (ue me rodeaban en 9arís, he diidido mi tiempo entre
un trabajo (ue estoy haciendo en el oreign '\ce, las isitas a los inernáculos de
más fama y una serie de estudios nueos emprendidos a(uí, en la (uietud de mi
escritorio, con dos profesores de renombre.:is derroches de la temporada no alcanzan a mil libras* setecientas, pagadas por
un cuadro de "ir Edard /urne +ones y las doscientas y pico de una cuenta del librero,
cubierta ayer. 7o he puesto los pies en un sal&n a pesar de (ue los Borenzanas,
Roberto /lundell y Camilo :endoza, nuestro gran estadista, (ue ie en Richmond, me
han isitado con insistencia. 7o he pisado un restaurante ni un teatro, y mis paseos a
pie se han dirigido de preferencia hacia los barrios silenciosos de la burguesía
acomodada, donde las amplias calles, eladas por las niebles de oto#o e%tienden, a la
hora del crepúsculo, la monotonía de sus mansiones tran(uilas, separadas de la ía
pública por las erduras de los jardinillos (ue anteceden sus fachadas. 9or ellascuántas eces he andado a esa hora paseante ingenuo y un poco desprendido de sí
mismo para sorprender el alma británica en sus sencillas manifestaciones e%teriores y
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me he detenido cuando por la entana de guillotina de algún balc&n entreabierto
adiino, al traés de los idrios la luz de la lámpara (ue alumbra la elada familiar, de
una lámpara cuya luz cae sobre la amplia mesa de oscura carpeta cerca de la cual se
sentarán la ieja de antiparras, papalina y pelu(uín, cantada por 9ombo, el grueso
inglesote colorado y $emático, (ue lee el 8it /its y contempla carcajeándose las
caricaturas de 9unch, y las dos misses rubias y frescas de ojos erdosos, con elisitante estido del ineitable smo;ing, para tomar el eterno té tibio, desirtuado por
la leche abundante, la infusi&n insípida en (ue la ieja y pudibunda Albion ha
conertido el nerioso licor (ue en la tierra natia, apuran los mandarines estidos de
seda rosada y las risue#as mousmés de oblicuos ojos, en diminutas tazas de frágil
porcelana delgada como una cáscara de hueo, (ue lucen ramos de crisantemos,
doradas medias lunas, hieráticas grullas e inerosímiles pagodas.
'tras eces para buscar el contraste, enuelto en oscuro ulster (ue oculta el
estido, recorro el horror de los barrios pobres, llenos de seres degradados y oscuros,
poblados de mendigos y donde la bruma oto#al ahoga la escasa luz rojiza de losfaroles de petr&leo, para entreer, tras de las grasientas idrieras de algún tienducho
lleno de restos de cosas (ue fueron, la cara a!lada y hambrienta de algún judío (ue
parece salido de un ghetto de la Edad :edia y en el fondo de las tabernas hediondas a
enenoso brandy y a cerezas nauseabundas, siniestros per!les de ru!anes,
arrugadas facies de iejas pro%enetas y caras marchitas de chicuelas desergonzadas,
corroídas ya por el icio, y (ue tienen todaía aire de inocencia no destruida por la
incesante enta de sus pobres caricias inhábiles.
lota sobre mi espíritu el melanc&lico recogimiento del oto#o, de sus follajes
(uemados y enrojecidos por el frío, de los nubarrones cobrizos y ioláceos de sus
crepúsculos, del olor a nidos abandonados y a cloroformo de las hojas (ue se
desprenden de las ramas, y reolotean en el aire húmedo, bajo los rayos enfermizos
del sol de octubre, (ue apenas las calientan, para caer al suelo y esperar allí, podridas
y negras, la soledad el inierno helado y las frescas sinfonías de la primaera0
9or la noche me enuele una pereza del cuerpo (ue me hace sonreír si al entrar
al cuarto de estirme eo el negro frac, los brode(uines de charol, la resplandeciente
camisa, los calcetines de seda, los pa#uelos de batista, los guantes blancos y las
gardenias para el ojal, puestas en asitos de electroplata, (ue rancisco, mi iejo
criado, prepara cuidadosamente, sin consultarme y e%tiende sobre un dián bajo,
frente al enorme espejo claro, enmarcado de bronce, en preisi&n de una salida
mundana. :e sonrío y isto amplio estido de franela- friolento hago encender la
chimenea cuyo suae calor neutraliza la temperatura (ue anuncia un inierno
rigurosísimo, y con las piernas enueltas en la eterna manta seillana compa#era de
mis iajes y aspirando el humo opiado y aromático de un cigarrillo de 'riente, me
siento cerca al fuego para contemplar los derrumbes de negros castillos (ue forjan los
troncos carbonizados, el rojo de las caernas de fuego, donde arden los tizones y los
incendios azules de las lengetas de llama. 1oras de in!nito recogimiento en (ue
medito en el plan (ue ha de inmortalizar mi memoria, lecturas de "ha;espeare y de
:ilton, en el silencio de las madrugadas insomnes, cuán lejos estáis del brutalismo
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gozador de mis noches parisienses en (ue, tras de una cena de langosta a la
americana y champa#a e%tra dry, la alcoba de la 'rloF oía mis gritos de salaje
oluptuosidad y su cuerpo delicado se lastimaba estrujado por mis manos
gozadoras0...
Enri(ue Borenzana, el socio de /otell, con (uien estue en @inebra, ino a(uí
anoche y me dijo al entrar y erme* Eres otro hombre del (ue i en "uiza- estásrosado y fresco como una miss y se te ríen los ojos0... 3a lo creo (ue soy otro hombre...
"i no lleara en el fondo del alma la incurable nostalgia de las pupilas azules, si
supiera c&mo encontrarla, cuán feliz sería al sentirme regenerado por ella0
1ondres, () de noviembre
9asé una noche atroz y no comprendo la causa. )n día regular- la mitad gastada
en el :inisterio de Relaciones E%teriores tomando copias fotográ!cas de lacorrespondencia del :inistro (ue acredit& mi país en Dnglaterra para pedir el
reconocimiento de su independencia, la tarde en una fábrica de fusiles (ue con furia
me he entregado a los estudios militares (ue re(uiere el cumplimiento de mi plan y la
noche a(uí iendo una serie de aguafuertes y de acuarelas (ue me ofrecen en enta-
total* ninguna emoci&n fuerte. Comida sencilla, con un poco de burdeos iejo y pálido.
3 entonces, 4por (ué la horrible pesadilla (ue me ha hecho gritar y agitarme, la
pesadilla angustiosa sin más imagen (ue la atraesara sino una caída mía entre la
oscuridad negra de un abismo y, arriba, arriba, las tres hojas de la rama del camafeo y
el reoloteo de la mariposa blanca sobre un cielo azul cruzado de nubes blancas6...49or (ué la depresi&n de hoy en (ue me siento sin ánimo de trabajar ni de iir, y
pienso en 1elena como un chi(uillo perdido entre la noche de un bos(ue, pensaría en
las caricias de la madre6... Es una obsesi&n enfermiza casi- al dormirme la eo estida
con el corpi#o de seda roja (ue lleaba en @inebra, llamarme con la mano pálida- al
abrir los ojos, lo primero en (ue pienso es en ella y al hacer un esfuerzo para recordar
las impresiones del sue#o, me parece (ue entre la oscuridad de éste ha pasado,
estida de blanco, con un estido cuya falda cae sobre los pies desnudos, en una orla
de dibujo bizantino, de oro bordado sobre la tela opaca, y lleando en los pliegues
níeos del manto (ue la enuele, un manojo de lirios blancos... Ciertas sílabasresuenan dentro de mí cuando interiormente percibo su imagen <:anibus date lilia
plenis>... dice una oz en el fondo de mi alma y se confunde en mi imaginaci&n su
!gura (ue parece salida de un cuadro de ra Angélico y las graes y musicales
palabras del e%ámetro latino.
8odo eso es delicioso pero es una obsesi&n enfermiza y yo sé el remedio. 2igo el
remedio por(ue el placer comprado me repugna como una droga nauseabunda y no
está en Bondres ninguna de las dos amigas inglesas (ue me darían una noche de
caricias, ni a(uella aristocrática Bady =iian encontrada en /erlín hace un a#o, tan
fresca y tan dulce y tan loca y tan ardiente- ni la otra, anny @reen, la profesional a(uien tue tres semanas en Roma, hace cuatro a#os, estúpida como una campesina
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ignorante y sentimental como una heroína de Richardson, pero insuperablemente
hermosa.
7o están en Bondres. Comprendo cuál es la causa de mi e%tra#o estado nerioso
en (ue las imágenes internas se conierten casi en alucinaciones y (uiero suprimirlo.
:e prooca por momentos salir a Regent "treet a las HH de la noche, buscar alguna de
a(uellas +enny, como la del poema de Rossetti*
h, merr#, la3#, languid 4enn#
*ond o a iss and ond o a guinea5
hacer de ella mi presa, traerla a mi casa donde al er el mobiliario y las ajillas y
los cuadros, todo el lujo de la instalaci&n, abriría tama#os ojos y sin e%plicarse mi
capricho por su cuerpecito débil, tenerla unas semanas en (ue las pobres
oluptuosidades (ue me procurara se mezclaran para mí de una impresi&n de piedad
por ella y de obra de caridad hecha al eitarle sus interminables paseos por 9icadilly ylas brutalidades de sus compradores nocturnos, y calmada con el abuso la !ebre (ue
me corre por las enas, despacharla regalándole alguna suma (ue fuera la (ue gasto
en una joya de (ue me antojo y con (ue pudiera i ir tran(uila hasta la ejez, en
alguna casita risue#a de los suburbios, casada con el noio (ue la adoraba antes de
caer y acordándose de mí como de un semidi&s con (uien se encontr& una noche...
7o puedo. )na presencia femenil en la casa donde está el broche del camafeo de
1elena y donde tanto he pensado en ella, sería imposible. Al día siguiente habría
arrojado a la calle, colmándola de insultos a la pobrecilla chicuela, sintiendo por ella
horrible odio y asco profundo.
Bondres, HG de noiembre
ue Roberto /lundell, (uien lo arregl& todo. Es judío por la madre y con la
perspectia del negocio proyectado, habría hecho más por tenerme contento, si yo lo
hubiera e%igido. Dbamos juntos el día (ue la encontré por primera ez y me (uedé
maraillado con su belleza (ue le ali& hasta hace dos a#os la protecci&n de un
miembro de la familia real. 9arece (ue /lundell y ella son iejos amigos y me supongo(ue algo le llegará a su cartera de cuero de caimán y es(uineras de oro, de la fuerte
suma (ue le entregué preiamente con la condici&n de (ue todo se haría de acuerdo
con mis deseos.
Al penetrar en la alcoba la sangre me encendía las mejillas y me zumbaba en los
oídos y i a la sombra de las cortinas erdemar de azulosos cambiantes el oro del
amplio catre y las blancuras de espuma y de niee de donde emergía el busto, con el
seno desnudo casi, mal oculto por la abierta camisa de batista, todo alumbrado por la
luz de una lamparilla eléctrica (ue !ngía milagrosa $or de luz sonrosada entre las
hojas de bronce (ue la sostenían a la cabecera del lecho. =en, me grit& sonriendo ymostrando entre los rosados labios el esmalte de la dentadura maraillosa- en, y
tendi& los brazos, esparciendo en el ambiente el olor de una mata de rosas (ue
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sacude el aire tibio de la primaera.
"í0 =e, me gritaban los gl&bulos de la sangre, encendida por el deseo- los
nerios tendidos por la continencia de tres meses, los músculos igorizados por la
castidad, e, sacia tu sed en ese puro aso de nácar (ue (uiere sentir tus labios,
bésalos, sáciate, hártate, agoniza de oluptuosidad en sus brazos en un espasmo de
interminables ibraciones0...
"eparándolos de los de ella, olí los ojos hacia el fondo oscuro de la alcoba,
donde la sombra se aglomeraba resistente a la luz eléctrica por el color sombrío de los
tapices y di un grito... Acaba de er unidas, en lo alto del muro, como en una medalla
antigua, el per!l !no y las canas de la abuelita y sobre él, el per!l sobrenaturalmente
pálido de 1elena, en una alucinaci&n de un segundo.
49or (ué gritas6... pregunt&, sin (ue desapareciera de sus labios frescos la
sonrisa deliciosa de oluptuosidad (ue los ar(ueaba... 49or (ué gritas6 Bo (ue está
caído ahí sobre la alfombra es un ramo de $ores (ue recibí hoy de 7iza, rec&gelo,
tráemelo y bésame, agreg& reclinando los rizos rubios de la hermosa cabeza sobre el
holán de los almohadones.
Recogí el ramo, (ue no había isito antes y con él en la mano me acer(ué al
lecho, donde el torneado brazo, blanco, blanco y fragante circund& mi cuello.
Eres hermoso0, dijo claándome los ojos negros de acariciadora mirada y
atrayéndome hacia ella. Eres hermoso, pero 4por (ué miras esas $ores con ojos de
loco6, son unas $ores (ue me trajeron de 7iza y las había olidado ahí... :ira la
mariposita blanca (ue se ino entre la caja0, grit& mirando el insecto (ue emprendi&
uelo por el aire de la alcoba perfumada y tibia.9rete%té un értigo y me despedí besándole las manos con (ue me detenía y
trayendo en las mías el olor de las rosas té (ue formaban el ramo, y en los ojos el
aleteo de la mariposilla blanca, (ue olaba ahí en ese momento y en mis sue#os hace
cuatro noches, cuando en pesadilla de indecible horror, rodaba yo al fondo del abismo
ertiginoso.
1elena enía de 7iza la tarde en (ue la encontré en @inebra... Bas frescas rosas
té del ramo (ue he tenido en mis manos esta noche, están atadas con la misma cinta
de e%tra#as labores en forma de cruz (ue sujeta las del otro ramo (ue ya no es más
(ue un cementerio de $ores negras y marchitas entre la caja de cristal (ue las guarda.Al inclinarme para respirar el olor de las $ores frescas, en la alcoba donde so#é dejar
mi enfermedad gastando la saia acumulada en tres meses, alz& de ellas el uelo la
mariposa blanca de mi sue#o, la mariposa del camafeo, por(ue las dos son una sola...
2oy por sentado (ue fue una alucinaci&n febril, haber isto juntas las dos cabezas de
los seres cuyas palabras y miradas me enuelen hoy en una trama de sombras,
pero... 4por (ué estas casualidades (ue toman para mí la forma de un interrogante
abierto sobre el misterio6... 49or (ué la cinta con la misma labor e%tra#a de cruces
entrelazadas6- 4por (ué estas $ores nacidas en el mismo sitio (ue las otras
probablemente, llegan, en el momento preciso, al lugar donde iba yo a enilecermecon un placer comprado, para no pensar en Ella6...
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8emí la locura al salir de las orgías brutales de la carne y ahora el noble amor por
la enigmática criatura (ue me parecía traer en las manos un hilo de luz conductor (ue
habría de guiarme por entre las negruras de la ida, ese amor delicioso y fresco (ue
me ha rejuenecido el alma, es causa de supremas angustias por(ue mi raz&n se
agota in(uiriendo los por(ués del misterio (ue lo enuele.
"i lograra erla, cambiar estos sue#os (ue me enlo(uecen por la serenidad (ueesparcirían en mi alma las primeras frases cambiadas con Ella0...
:i profesor de griego (ue iene diariamente, me había hablado arias eces de
su amigo "ir +ohn Riington, el gran médico (ue ha consagrado sus últimos a#os a la
psicología e%perimental y a la psicofísica y cuyas obras, <Correlaci&n de las epilepsias
laradas con la concepci&n pesimista de la ida>, <Causas naturales de apariencias
sobrenaturales> y sobre todo <Ba higiene moral> y <Ba eoluci&n de la idea de lo
2iino>, lo colocan a la altura de los grandes pensadores contemporáneos, de "pencer
y de 2arin, por ejemplo. Conocía yo los libros de Riington de tiempo atrás y los leía
y releía con grande entusiasmo, por(ue la obseraci&n directa y precisa de los hechos,
la l&gica perfecta de los raciocinios, s&lidos como una cadena de hierro y las escasas
pero segurísimas deducciones generales (ue de ellas desprende, hacen de esa lectura
jugoso y forti!cante alimento para mi espíritu acilante y curioso de los problemas de
la ida interior. Esas obras estarán en pie cuando muchas de las astas teorías de
otros !l&sofos (ue gozan hoy de más fama (ue él, ayan desmoronándose a los
golpes de pica de posteriores inestigaciones.
Conseguí para Riington dos cartas de introducci&n, releí sus libros antes de ir a
la consulta, por creerlo útil para mi plan y por especialísimo faor logré una
conferencia nocturna en (ue conersamos largamente por horas enteras, solos en su
amplio gabinete, lleno de curiosos instrumentos de obseraci&n y de obras técnicas
referentes a su especialidad, y en su sala donde he tenido una emoci&n inolidable.
Ba primera impresi&n (ue produce mi médico con la frescura casi infantil de sus
mejillas sonrosadas y llenas (ue contrastan con la barba rizosa y gris y la singular
italidad (ue reelan sus miradas y los ágiles moimientos del cuerpo recio y
membrudo no debilitado por los sesenta y cinco a#os (ue llea gallardamente, es la
de una perfecta salud corporal y mental. /enéola sonrisa de inteligencia ilumina
a(uella !sonomía grae y desde el primer momento e%perimenté cerca de él laimpresi&n de con!anza (ue inspira un hombre enejecido en el estudio de las miserias
humanas.
2octor, le dije sentándome en el sill&n (ue me ofrecía, tiene usted enfrente a un
enfermo curioso (ue en perfecta salud corporal, iene a buscar en usted los au%ilios
(ue la ciencia puede ofrecerle para mejorar su espíritu. El catolicismo les da a sus
fanáticos, directores espirituales a (uienes se entregan. 3o, falto de toda creencia
religiosa, engo a solicitar de un sacerdote de la ciencia, cuyos méritos conozco, (ue
sea mi director espiritual y corporal. 4Acepta usted el cargo6
Bo acepto, contest& con graedad sonriente, e%igiendo de antemano como losministros del noble culto (ue usted nombra contrici&n por los pecados contra la
higiene (ue usted haya cometido y el !rme prop&sito de la enmienda... Cuénteme
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usted sus pecados...
Con la ingenuidad de un adolescente (ue abre su alma al sacerdote (ue ha de
absolerlo, le referí mi ida, sin atenuar nada, ni mis ímpetus idealistas, ni mis
desmedidas ambiciones de saber, de gloria, de ri(uezas y de placeres, ni las
crapulosas orgías, los mujeriles desfallecimientos y las miserables inacciones (ue me
postran por temporadas. Be conté los últimos seis meses con mayor sinceridad (uizás(ue la (ue he empleado en estas notas escritas para mí mismo.
'ía sin (uitarme los ojos (ue bajaba yo al suelo por momentos, sin moer una
mano, sin (ue su impasible !sonomía griega tradujera la más mínima emoci&n.
Cuente usted ahora los antecedentes de su familia, descríbamela, pínteme usted
su país, la ciudad donde usted se form&, dígame usted cuanto crea (ue pueda
ilustrarme.
Bo hice sencillamente y hablé por largo tiempo sin (ue dejara de prestarme
atenci&n por un segundo, ni me (uitara de encima los ojos. Ahora tenga usted la bondad de e%ponerme la organizaci&n actual de su ida,
sus planes para el futuro, todo lo (ue se re!ere al presente.
1ablé contándole mi e%istencia casi monástica desde mi encuentro con 1elena,
los planes (ue abrigo respecto de mi país, le referí el incidente (ue tuo lugar en la
alcoba de Constanza Bandseer, mis estudios de griego y árabe, los infructuosos
ensayos hechos para encontrar a la (ue es hoy toda la ida de mi alma... hasta (ue
esta pregunta hecha con la ingenuidad de ni#o (ue tienen los sabios cuando se trata
de cuestiones de sentimiento, me desconcert& por(ue no supe (ué responderle.
4)sted tiene intenciones de casarse con esa hermosa joen si la encuentra, y defundar una familia6...
Al no darle yo respuesta por(ue me (uedé confuso y como aergonzado por
a(uella pregunta, se leant& para traer y colocar sobre la mesa arios aparaticos, a
cuyo e%amen me someti& sucesiamente, haciéndome permanecer de pie, sentarme,
recostarme, contar, endándome los ojos para picarme con al!leres o leantar pesas
sujetas a las piernas- estrechar un globo de caucho, ce#irme a la mu#eca un
mecanismo de reloj terminado con una pluma (ue trazaba sobre una cinta larga línea
ondulante y rítmica- leantar diersas masas de hierro, buscar la inc&gnita de una
ecuaci&n y traducir por escrito un te%to de Arist&fanes del original griego, mientras
(ue él contaba los minutos inclinado sobre el cron&metro como tomándole el pulso a
mi inteligencia.
1ay a(uí un error, dijo e%aminando la hoja de papel (ue le tendía, estos
adjetios se re!eren a la acci&n (ue denota el erbo y no al sujeto de la frase...
3 entonces comenz& otro e%amen de todo mi cuerpo, casi desnudo sobre un
dián de marro(uí negro, e%amen durante el cual analizaba yo el e%tra#o efecto (ue
me habían producido sus palabras* 4)sted tiene intenciones de casarse con esa
hermosa joen, si la encuentra, y de fundar una familia62ios mío, yo, marido de 1elena0 1elena mi mujer0 Ba intimidad del trato diario,
los detalles de la ida conyugal, a(uella isi&n deformada por la maternidad... 8odos
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los sue#os del unierso habían pasado por mi imaginaci&n menos ese (ue me
sugerían las frases del especialista.
"ería usted un modelo !siol&gico, dijo, cuando después del e%amen, olimos a
sentarnos cerca del pesado escritorio de nogal, si fuera un poco más amplia su
caidad torácica y si no e%istiera cierta desproporci&n entre su desarrollo muscular y
su fuerza neriosa- es raro (ue su organismo haya soportado los e%cesos a (ue ustedlo ha sometido.
8iene usted (ue comenzar, continu& con una oz pausada, baja y suaísima, por
regularizar todas, absolutamente todas, sus funciones, sin detenerse a pensar (ue hay
funciones nobles y bajas en el ser humano. A pesar de (ue mani!esta usted
entusiasmo por la ciencia (ue no admite hoy separaci&n alguna entre los fen&menos
de la ida y los considera todos, desde la respiraci&n y la nutrici&n, hasta las más altas
ideaciones y los sentimientos más nobles como manifestaciones de una misma causa,
los unos comprensibles por caer bajo el dominio de nuestros actuales métodos de
obseraci&n y de análisis y los otros incomprensibles todaía por lo rudimentario de
los aparatos (ue apenas comenzamos a emplear para obserarlos, a pesar de (ue
a!rma usted (ue no tiene creencias religiosas, es usted un espiritualista conencido,
un místico casi, tal ez contra su gusto. "us frases lo han reelado. 9uede usted tener
deseos de no creer pero las in$uencias atáicas (ue subsisten en usted lo obligan a
creer y usted procede de acuerdo con ellas en lo (ue se re!ere a la clasi!caci&n de sus
actos- haga un esfuerzo, triunfe usted de sí mismo, regularice su ida, déle usted en
ella el mismo campo a las necesidades físicas (ue a las morales, (ue llama usted, a
los placeres de los sentidos (ue a los estudios, cuide el est&mago y cuide el cerebro y
yo le garantizo la curaci&n.
Regularice usted su ida y déle una direcci&n precisa y sencilla, continu&
después de otro largo silencio, en (ue me pareci& leer cierta simpatía en la fría mirada
de sus ojos. Bo primero (ue debe hacer es distraerse, forzándose a alternar sus
estudios con diersiones, nobles si usted las pre!ere así- frecuente los teatros y los
conciertos- tendría mucho gusto en llearlo a casa de uno de mis mejores amigos
donde se toca e%celente música de los iejos maestros alemanes y donde encontraría
usted buena compa#ía. 2euélales a las necesidades se%uales su papel de
necesidades por más (ue le repugne y no mezcle usted sus sensaciones de ese orden
con sentimentalismos ni con emociones estéticas (ue lo e%alten- esto mientras
encuentre usted a la joen a (uien ama y se case usted con ella para normalizar en la
ida marital los impulsos de su instinto.
7o le incomode a usted (ue le hable de su amor en esos términos, dijo al er el
gesto (ue hice inoluntariamente al oír la frase, ese ideal tiene usted (ue conertirlo
en su esposa, usted necesita, antes (ue todo, como un ni#o asustado por la apariencia
de un objeto (ue no ha isto bien y cuyo miedo se desanece al tocarlo, encontrar a
esa se#orita, tratarla, er si su carácter y sus ideas coinciden con los de usted y, si es
así, casarse con ella para(ue desaparezca el fantasma (ue usted se ha forjado. Es un fantasma. Bo io
usted estando bajo la in$uencia del opio y de una profunda debilidad causada por la
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orgía de la íspera, la impresi&n (ue le causaron a usted sus miradas en el comedor y
el capricho (ue tuo ella de tirarle un ramo de rosas, han determinado en usted una
autosugesti&n, (ue ha ido prolongándose gracias al iolento cambio de régimen a (ue
ha sometido usted su organismo y al aislamiento en (ue se ha encerrado. 7o ha
habido impresiones e%ternas (ue la combatan, y sigue desarrollándose, y como
coincide con una frase (ue lo había impresionado a usted, por haberla dicho unapersona de su familia al morir, ha ido reistiendo apariencias sobrenaturales...
"e call&, inclinando la cabeza pensatia y la leant& al cabo de unos momentos
de silencio, sonriéndose.
8enga usted la bondad de repetirme la descripci&n de la !gura de la se#orita
cuando usted la e estida de blanco y con los lirios en la mano y le parece recordar
una frase latina.
Bo hice con la paciencia con (ue un enfermo le cuenta por segunda ez al ulgar
esculapio un síntoma de la dolencia física (ue lo a(ueja.
4"e siente usted nerioso esta noche6, me pregunt& sonriendo aún con una
franca sonrisa (ue le ar(ue& los labios y me reel& la animalidad potente de su
organismo.
7o, doctor, estoy en perfecta calma, la conersaci&n con usted me ha
tran(uilizado como una dosis de bromuro, le respondí, sonriendo a mi ez.
45uiere usted er su isi&n pintada en un lienzo, por un pintor (ue muri& hace
a#os6, me dijo, sin dejar de sonreír, e%citado por la perplejidad (ue reelaba mi
semblante al oír la e%tra#a propuesta.
Como usted gus
te, contesté sin saber a derechas (ué decía y lleno de una curiosidad infantil (ue
se mezclaba con cierta angustia e%tra#a.
9erdone usted, oy a dar orden de (ue enciendan luz en mi sal&n donde está la
pintura. 5ué e%tra#a casualidad, agreg& hablando consigo mismo y leantándose para
apretar un timbre eléctrico a cuya llamada obedeci& el criado estido de frac (ue se
present& unos instantes después en el cuarto.
4Bas se#oras están en la sala6, le pregunt&.
7o, se#or- acaban de retirarse a sus alcobas. 4Están encendidas las lámparas en la sala6...
"í, se#or, contest& el siriente.
9onga usted una, donde alumbre bien el cuadro (ue está en la pared de la
derecha, y síranos usted el té allá, orden&, y oliéndose a mí, familiarmente, como
si la perspectia de un triunfo hubiera roto el hielo (ue nos separaba, me golpe& el
hombro como a un amigo iejo y me dijo*
)n capricho de mi mujer me hizo comprar hace diez a#os, haciendo un esfuerzo
por cierto, por(ue la estrechez de mi presupuesto de entonces no me permitíafantasías de esas, la tela (ue oy a mostrarle. 4)sted estuo en Bondres cuando era
ni#o6, me pregunt& con animaci&n súbita...
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"í, doctor, le respondí, ine con mi padre y pasé a(uí un mes del (ue consero
recuerdos muy confusos.
42&nde iían ustedes6...
En un hotel cerca del Regent "treet (ue no he encontrado ahora, contesté
impaciente y enerado por el interminable interrogatorio.
3 la e%hibici&n del lienzo tuo lugar ahí cerca en la galería donde lo compré, dijo
hablando consigo mismo. =enga usted a erlo, a#adi& leantándose para mostrarme el
camino, y alzando el portier (ue separaba el gabinete de un cuarto oscuro (ue
atraesamos para entrar al sal&n donde ardían cuatro lámparas.
4"e parece6, pregunt& desde el sill&n donde se había acomodado para er el
efecto (ue me estaba produciendo la contemplaci&n de la pintura, al cabo de largo
rato en (ue yo, como hipnotizado por a(uella realidad de mi isi&n no podía separar
los ojos de la !gura de 1elena, (ue estida con el fantástico traje y el manto blanco de
mis sue#os, y lleando en las manos los lirios pálidos, pisaba una orla negra (ueestaba al pie de la pintura, y sobre la cual se leía en caracteres dorados como las
coronas de un cuadro bizantino, la frase <:anibus date lilia plenis>.
4"e parece6, repiti& Riington... =enga usted a sentarse a(uí desde donde la
erá bien y tomará el té conmigo, hablando de ella.
Es ella, doctor, es ella, le dije sentado ya en el sitio (ue me designaba, y
oliendo los ojos hacia la diina aparici&n (ue me sonreía, enmarcada de oro sobre la
pared oscura. Es ella, doctor- pero, 4c&mo se e%plica este misterio (ue rodea todo lo
(ue a ella se re!ere- (ue me hace encontrar a(uí ese lienzo (ue es su retrato- la
noche en (ue engo a hablarle a usted de ella6, 4c&mo me hizo encontrar el ramo derosas y la mariposilla blanca la noche en (ue fui a buscar otra mujer para olidarla por
unas horas6, 4c&mo se e%plica usted todo eso6, agregué sin poderme contener.
=uele usted a er el fantasma y a so#ar con lo sobrenatural, contest& con
graedad casi seera. Aplí(uese usted a encontrar causas y no a so#ar. :e ha descrito
usted a la se#orita como una !gura semejante a las de las írgenes de ra Angélico y
este cuadro es obra de uno de los miembros de la cofradía prerrafaelita, el grupo de
pintores ingleses (ue se propusieron imitar a los primitios italianos hasta en sus
amaneramientos menos artísticos. Es claro (ue la se#orita no siri& de modelo por(ue
según me dice usted cuando más podrá tener (uince a#os y hace einte (ue fuepintado el cuadro- pero, dígame* 4(ué tiene de e%tra#o (ue el modelo fuera una tía o
la madre de la (ue usted encontr& en @inebra y (ue las dos se parecieran mucho6
Ahora, 4por (ué se juntaban en su imaginaci&n cierto erso latino y la !gura (ue usted
eía6... 9or(ue un recuerdo de esta pintura y de la leyenda (ue tiene al pie istas por
usted hace muchos a#os, resucit& en su memoria, gracias a la analogía (ue hay entre
la !sonomía de su amada y la (ue representa este dibujo... Ba memoria es como una
cámara oscura (ue recibe innumerables fotografías. 5uedan muchas guardadas en la
sombra- una circunstancia las retira de allí, recibe la placa un rayo de sol (ue la
imprime sobre la hoja de papel blanco, y heme a(uí (ue usted se pregunta (uién hizoel retrato, sin recordar el momento en (ue el negatio recibi& el rayo de luz (ue lo
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traz& en las sales de plata. =amos, 4todaía está usted iendo el fantasma6 2eseche
usted esas ideas místicas (ue son un resto del catolicismo de sus antepasados,
pre!era usted la acci&n al sue#o inútil, bus(ue usted desde ma#ana a la joen, cásese
con ella y será usted muy feliz. 47o es cierto (ue será usted muy feliz6, pregunt& con
interés.
:uy feliz, doctor, contesté siriéndome el té, traído por el criado.
7o tome usted más (ue una taza, debe medirse usted en el uso de los
e%citantes. )na taza de té por la noche, nada más, y una pe(ue#a de café, a la
comida. 2isminuya usted el ino, pero no brusca, sino gradualmente, reemplácelo por
cereza, suprima poco a poco los licores y los condimentos, haga comidas abundantes
pero sin re!namiento alguno- cambie los ejercicios fuertes como la e(uitaci&n y la
esgrima, (ue son e%citantes musculares, por decirlo así, y haga largas caminatas a pie
por el campo. 5uisiera (ue conencido usted de (ue es preciso huir de toda e%citaci&n
de cual(uier naturaleza (ue sea, fuera abandonando paulatinamente sus hábitos de
lujo e%cesio y sus preocupaciones de arte para dirigir su inteligencia y sus esfuerzos
en el sentido de alguna asta especulaci&n industrial, una ferrería, una fábrica, (ue le
permitiera hacer continuas combinaciones para ensancharla y lo entretuiera con los
detalles de su administraci&n. =ea usted, en lugar de pensar en ir a ciilizar un país
rebelde al progreso por la debilidad de la raza (ue lo puebla y por la in$uencia de su
clima, donde la carencia de estaciones no faorece el desarrollo de la planta humana,
as&ciese usted con alguna gran casa inglesa a cuya industria sea aplicable el arte, con
unos fabricantes de muebles o de porcelanas, de idrieras o de telas lujosas para
tapizar y consagre usted su talento a hacer por ese medio objetio la educaci&n
estética de los consumidores. Con una sola idea de arte aplicada a la industria se
ennoblece ésta como se perfuman hectolitros de alcohol con una gota de esencia de
rosas. Ese sería un hermoso plan. 'iga usted otro. =uela usted a su país y apli(ue
usted su fortuna a una gran e%plotaci&n agrícola (ue lo hará inmensamente rico y lo
diertirá con todas las e%periencias de aclimataci&n de razas, animales y plantas
e%&ticas (ue puedan desarrollarse en esos climas. 8ambién le será proechosa si le
permite iir en el campo. A(uí en Bondres dirigiendo su manufactura, allá en América
desarrollando sus empresas podrá ust
ed iir tran(uilo educando a su familia y haciendo feliz a la se#orita (ue se
encontr& en @inebra. 9ero de preferencia abandone su sue#o de regreso a la patria y
establézcase a(uí. 4rancamente, no cree usted más c&modo y más práctico iir
dirigiendo una fábrica en Dnglaterra (ue ir a hacer ese papel de 9r&spero de
"ha;espeare con (ue usted sue#a, en un país de calibanes6...
Además, ésa es la ida (ue le coniene, continu& después de meditar un poco...
2eseche esos sue#os políticos (ue son irrealizables. )sted no tiene el hábito de
ejecutar planes y ésa es una educaci&n, un entrainement, dijo usando la palabra
francesa- hay (ue comenzar ideando y lleando a cabo cosas pe(ue#as, prácticas,
fáciles, para lograr al cabo de muchos a#os enormidades de esas con (ue ustedsue#a. :e hace usted la impresi&n de un ni#o (ue se siente robusto y al er a un
gimnasta de profesi&n jugar con pesas de a doscientos ;ilogramos cree (ue puede
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hacerlo sin maliciar (ue las fuerzas de sus músculos apenas le permitirán recoger la
pelota de caucho, con (ue juega.
Abandone usted esos sue#os, continu&- abandone los sue#os de gloria, de arte,
de amores sublimes, de grandes placeres, la ciencia uniersal, todos los sue#os. El
sue#o es el enemigo de la acci&n. 9iense usted, conciba un plan pe(ue#o, realícelo
pronto y pase a otro. Ba delicia de iir, (ue usted e%perimenta hoy, cortada porbruscas depresiones (ue lo postran, es al mismo tiempo la causa de sus ambiciones
desmedidas, y el peligro futuro para usted- la causa, por(ue es ella la (ue le hace
desear continuamente impresiones nueas en la esperanza de (ue son gratas, el
peligro por(ue reela una sensibilidad e%agerada, una especie de hiperestesia (ue lo
imposibilita para resistir el dolor, el día en (ue éste llame a su puerta. 4Conoce usted
el dolor6, pregunt& pensatio...
1e sufrido, doctor, menos (uizá (ue la mayor parte de los hombres y puesto (ue
es conenido (ue todo detalle de mi ida interior lo conocerá usted, debo decirle (ue
en los momentos de sufrimiento se produce en mí un placer superior al dolor mismo,
el de sentir ese dolor, el de conocer las impresiones nueas (ue me procura.
Ese es el síntoma (ue completa el cuadro, continu&* hay en usted por el
momento tal embriaguez de ida (ue me hace recordar la frase de @oethe* <Ba
juentud es una embriaguez de sangre>. 8odo le aparece a usted hermoso, risue#o,
grandioso, todo lo atrae, todo reclama su atenci&n. El día en (ue su sistema, cansado
por los abusos, se debilite, los nerios transmitirán de preferencia las sensaciones
desagradables o dolorosas, mortal apatía lo dominará a usted inhibiéndolo para la
acci&n, su est&mago gastado y sin fuerzas digerirá mal, trabajará escasamente su
cerebro y entonces será usted el reerso de la medalla, su misantropía, su odio por
todo, su desencanto no tendrán límites. 8odo joen gozador es el proyecto de un
anciano melanc&lico, los botones de rosa se conierten en rosas marchitas- s&lo lo
duro guarda la forma (ue desafía el tiempo. "i usted lo piensa bien, erá (ue el
ascetismo, (ue es la última palabra de las religiones, es el secreto de la paz interior*
endureciendo al hombre por las priaciones oluntarias a (ue lo somete, lo
insensibiliza para el sufrimiento.
Esa (uimera (ue se ha forjado usted de dominarlo todo, de gozar con los
sentidos y siendo al tiempo mundano, artista, sabio, guerrero y conductor de hombres,es el supremo absurdo. :ientras usted no se encierre en una especialidad y olide el
resto, se sentirá usted mal. :e argirá usted (ue han e%istido hombres (ue lo han
realizado casi, (ue el =inci posey& todas las ciencias y las artes de su tiempo y (ue
(uizás no hubo regi&n alguna de los conocimientos humanos por donde @oethe no
paseara su inteligencia poderosa. :e permitiré obserarle (ue la ciencia en el tiempo
en (ue ii& Beonardo era un embri&n apenas, y (ue el hombre de ?eimar ii&
setenta y tantos a#os estudiando met&dicamente. El simple acto de pensar agota- ea
usted a mi (uerido amigo 1eriberto "pencer, (ue se ha ce#ido siempre a las
prescripciones de la higiene más absoluta y está pagando ya con su falta de fuerzassus colosales estudios- recuerde usted a muchos literatos franceses contemporáneos,
neur&patas o imposibilitados para la producci&n en plena juentud y comprenderá
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usted (ue el abuso de trabajo mental es el peor de los abusos.
1onradamente es mi deber decirle a usted (ue la herencia y la ida (ue usted ha
lleado me hacen temer por su porenir en caso de (ue usted no cambie de régimen.
1ay en usted un doble ataismo, caso curioso, de impulsios inconscientes casi, y de
cerebrales uni!cados. "i usted logra e(uilibrar esas tendencias (ue luchan entre ellas
y consigue (ue sus facultades mentales dirijan sus instintos, está usted salado, sicontinúa su ida con esas alternatias de ascetismo y de crápula, con esos estudios
sin orden, con esos planes imposibles, irá a dar el día en (ue menos lo espere, al
tropezar con una circunstancia impreista, a la imbecilidad o a la locura.
Creo inútil decirle (ue los e%citantes y los narc&ticos (ue usted ha usado han
hecho la mitad de la obra al producir su estado de hoy. Es usted un predispuesto y son
los predispuestos los (ue dan a la mor!na, al opio, el éter, amplia cosecha de
íctimas. /ús(uela usted desde ma#ana, dijo mirando el cuadro al cual había yo
dirigido los ojos, y al encontrarla cásese con ella y funde un hogar, donde dentro de
einte a#os ea usted a sus hijos sucederle en los negocios y tenga la satisfacci&n de
recordar los e%traíos de su juentud, como recuerda uno un peligro cuando ya está
salado de él. Ese amor puede ser su salaci&n...
3 has resistido ocho a#os de la misma ida de entonces y hoy, cuando te hablo
yo como te hablaba Riington, hoy cuando todaía es tiempo, te ríes de mí y no me
haces caso, dijo graemente 'scar "áenz desde su asiento, perdido en la
semioscuridad carmesí de la estancia lujosa.
1oy es diferente, respondi& ernández con cierta superioridad, he distribuido mis
fuerzas entre el placer, el estudio y la acci&n- los planes políticos de entonces los heconertido en un sport (ue me diierte, y no tengo iolentas impresiones
sentimentales por(ue desprecio a fondo a las mujeres y nunca tengo al tiempo menos
de dos aenturas amorosas para (ue las impresiones de una y otra se contrarresten
y...
3 para (ue las heroínas hagan contraste, insinu& Buis Cordoez, la una rubia y
lánguida, lectora de 1eine y la otra morena y ardiente, lectora de la 9ardo /azán- una
sentimental como una colegiala y la otra sensual desde las puntas de las u#as hasta la
médula de los huesos...
)na sonrisa de anidad ilumin& la !sonomía fatigada del poeta... Continúa, +osé- me ha mejorado tu lectura, dijo :á%imo 9érez, desde el dián
ecino donde estaba recostado.
1ondres, 2) de noviembre
Ese amor puede ser su salaci&n0, fue la última frase del !si&logo materialista...
"álalo "e#or del in!erno (ue lo reclama0 /enditos sean la se#al de cruz hecha por
la mano de la irgen y el ramo de rosas (ue caen en su noche como signo desalaci&n0 Está salado, míralo bueno, míralo santo0 ueron las frases de la abuelita
en el misterioso delirio (ue tom& forma en una realidad casi diina. El raciocinio de la
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ciencia, la intuici&n de la santidad, el grito del sentimiento, todas las oces de la ida
se funden en un coro sublime para llamarle, oh, misteriosa criatura de los rizosos
cabellos casta#os (ue son de oro donde la luz los toca- de las subyugadoras pupilas
azules y de las pálidas mejillas tersas como las hojas de las camelias blancas y de las
largas manos alabastrinas (ue al trazar entre la oscuridad el signo de la redenci&n
arrojaron el ramo de rosas (ue cay& entre la negrura del jardín, como tus miradascayeron en las sombras de mi alma0 'h, tú, inmaculada, tú, purísima, todo te llama,
en a salar el alma manchada y débil (ue siente $otar sobre ella las alas negras de la
locura y (ue te inoca hoy desde el borde del abismo0
Reconcentrado en mí como un piloto (ue en hora de supremo peligro junta sus
fuerzas agotadas para consultar la brújula y alejarse de la tempestad, las palabras de
Riington me han hecho pensar por horas enteras. 1e hecho al analizarme, una
plancha de anatomía moral como dice /ourget en el prefacio de su marailloso André
Cornélis
y me he aterrado al erla. 1ela a(uí*
1ijo único del matrimonio de amor de dos seres de opuestos orígenes, dentro de
mi alma luchan y bregan los instintos encontrados de dos razas, como los dos gemelos
bíblicos en el ientre materno. 9or el lado de los ernández ienen la frialdad
pensatia, el hábito del orden, la isi&n de la ida como desde una altura inaccesible a
las tempestades de las pasiones- por el de los Andrades, los deseos intensos, el amor
por la acci&n, el iolento igor físico, la tendencia a dominar los hombres, el
sensualismo gozador. 41asta (ué punto el recuerdo de mi padre, de su !gura delicada,
de su cuerpo endeble, de su recogimiento silencioso, de su pasi&n por las ciencias
e%actas, aclara con e%tra#a luz la apariencia de ciertos momentos de mi ida
psí(uica6 Ba abuelita, la pobre santa, muerta sin (ue yo le cerrara los ojos, aprendi&
de a(uella familia de ascetas, el desprecio inse%ual por las debilidades de la carne.
<Es una criatura infame, (ue no tiene perd&n ni de 2ios ni de los hombres>, decía al
oír nombrar a una pobre adúltera y un fulgor de indignaci&n le iluminaba los ojos
apagados y un temblor de ira le hacía temblar los enjutos labios. Ba prescindencia de
todo lujo, la modestia casi monástica (ue reinaban en la casa paterna, donde las
ajillas de plata dormían guardadas en los iejos escaparates de nogal y los criados
desatendían sus (uehaceres para ir a la iglesia. Al hundir los ojos en las lejanías del
tiempo, surgen ante mí las !guras de la familia* por el lado paterno la de do#a Dnés
ernández de "otomayor, la irgen de LL a#os (ue, en ísperas de contraer
matrimonio, rompi& su compromiso para consagrarse a 2ios y entrar al conento de
las monjas de "anta Dnés, con el nombre de "or :aría de la Cruz, a !nes del siglo =DDD,
la del tercer abuelo (ue se educ& en "alamanca, fue capitán de los reales ejércitos y
desempe#& en mi tierra odiosos puestos dados por la Dn(uisici&n y más lejos,
dominándolas todas, la del hermano del primer antepasado (ue se traslad& a América
para acompa#arlo, a(uel Alaro ernández de "otomayor y =ergara el arzobispo,
sabio, comentador de 8ertuliano, (ue a los setenta a#os deuelto a Espa#a muri&
irgen y en olor de santidad. 2elicadas miniaturas encuadradas de diminutos
diamantes, antiguos lienzos espa#oles donde se destacan !guras descarnadas y
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animadas de intensa ida espiritual- apolillados cronicones amarillentos, reales
cédulas, pergaminos manuscritos por insignes artistas, en (ue los caracteres g&ticos
de la leyenda alternan con los colores de complicados blasones heráldicos, cuentan las
glorias de a(uella raza de intelectuales de débiles músculos, delicados nerios y
empobrecida sangre cuyos gl&bulos deste#idos corren por los ramales azulosos de mis
enas. Ba piedad cat&lica (ue la anim& subsiste en mí transformada en un misticismoateo, como reie en ciertos degenerados, conertido en m&rbidas duplicidades de
conciencia, el mal sagrado de los átaos epilépticos.
Ah0, sí, pero en los hoyuelos de las mejillas de mi madre reían frescuras de $or,
su leche tenía el sabor (ue tiene la de las campesinas igorosas- el abuelo materno
era un jayán potente y rudo (ue a los setenta a#os tenía dos (ueridas y descuajaba a
hachazos los troncos de las selas enmara#adas y allá en las llanuras de mi tierra
cuentan todaía la tenebrosa leyenda de estupros, incendios y asesinatos de los
cuatro Andrades, los salajes compa#eros de 9áez en la campa#a de los Blanos, (ue
recorrieron ictoriosos, sembrando el terror en las huestes espa#olas, al rudo galopede sus potros, con la lanza tendida por el brazo férreo, con la locura en el alma, la
sangre (uemada por el alcohol y la blasfemia en la boca gruesa solicitadora de
besos0...
Esos instintos comprimidos y encontrados subsisten en mí, determinan mis
impulsos sin (ue puedan contenerlos las falsas ad(uisiciones de la educaci&n y del
raciocinio- domíname religiosa impresi&n (ue me hace doblar las rodillas, si penetro
en la semioscuridad de un templo a la hora del crepúsculo y el día en (ue sentí la
mano empapada en la sangre tibia de la 'rloF, no pude contener un grito de gozo.
9ara (ue la antinomia de esos encontrados impulsos se hubiera transformado en
permanente e(uilibrio, habría sido preciso (ue un plan erdaderamente cientí!co de
educaci&n los hubiera aproechado utilizándolos. Bas circunstancias decidieron (ue
pasara mis primeros a#os bajo las más contradictorias in$uencias. 9erdí a mi madre
siendo ni#o- cuando a la muerte de mi padre, al cumplir diecisiete a#os, salí del
colegio de jesuitas donde mi adolescencia se desliz& bajo el yugo de seera disciplina,
el estado de mi salud (uebrantada por la mala higiene del internado y mi parentesco
con los :onteerdes, sobrinos carnales de mi madre y due#os de las propiedades de
campo ecinas a las nuestras, me llearon a iir, en pleno contacto con la naturaleza,
brutal ida de campesinos, en las haciendas, donde bajo la doble in$uencia de la
juentud y del régimen mis músculos se igorizaron y se enri(ueci& mi sangre. En
a(uella temporada de ida singular las cacerías de enados, y los iolentos ejercicios
atléticos, se alternaban con las orgías ertiginosas en (ue 1umberto :onteerde,
borracho y con la rizosa cabeza recostada sobre algún seno desnudo, me gritaba a oz
en cuello mientras su padre, don 8eodoro, paseaba por sobre la concurrencia la mirada
átona de sus ojos enturbiados por el alcohol* <'ye, +osé, tú y yo no hemos nacido para
iir en sociedad, somos salajes, somos Andrades, somos los nietos de los llaneros>.
E%tra#a temporada a(uella en (ue la lectura de los más grandes poetas y el heror
sentimental y sensual de la juentud y la dejadez del cuerpo tras de las noches
crapulosas, me hicieron escribir mis <9rimeros ersos>- más e%tra#a si se compara
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con el a#o siguiente en (ue la intimidad con "errano, el noble amigo (ue consagr& su
ida a trascendentales especulaciones resucit& en mí al meditabundo !l&sofo (ue
hered& de sus abuelos el intenso amor por la ida moral. E%tra#as in$uencias (ue
dieron como resultado (ue al entrar por primera ez a los eintiún a#os, corbateado
de blanco y con el busto moldeado por un frac de 9oole al sal&n donde hice mi primera
con(uista aristocrática, cuatro almas* la de un artista enamorado de lo griego, y (uesentía con acritud la ulgaridad de la ida moderna- la de un !l&sofo descreído de todo
por el abuso de estudio- la de un gozador cansado de los placeres ulgares, (ue iba a
perseguir sensaciones más profundas y más !nas, y la de un analista (ue las
discriminaba para sentirlas con más ardor, animaron mi coraz&n, (ue latía bajo la
resplandeciente pechera, co(uetamente abotonada con una perla negra.
Así, proteica y múltiple, ubicua y cambiante, resistente al in$ujo de los
ambientes, igorosa por los ejercicios atléticos, por el uso de suculentos manjares y
licores a#ejos, enerada por sensuales delicias, mi personalidad se fue desarrollando y
alternaron dentro de mí épocas de salajez gozadora y ardiente y largos días demeditatio desprendimiento de las realidades tangibles y de ascética continencia.
)n cultio intelectual emprendido sin método y con locas pretensiones al
uniersalismo, un cultio intelectual (ue ha enido a parar en la falta de toda fe, en la
burla de toda alla humana, en una ardiente curiosidad del mal, en el deseo de hacer
todas las e%periencias posibles de la ida, complet& la obra de las otras in$uencias y
ino a abrirme el oscuro camino (ue me ha traído a esta regi&n oscura, donde hoy me
mueo sin er más en el horizonte (ue el abismo negro de la desesperaci&n y en la
altura, allá arriba, en la altura inaccesible, su imagen, de la cual, como de una estrella
en noche de tempestad, cae un rayo, un solo rayo de luz.
48error6... 48error de (ué6... 2e todo por instantes... 2e la oscuridad del aposento
donde paso la noche insomne iendo des!lar un cortejo de isiones siniestras- terror
de la multitud (ue se muee áida en busca de placer y de oro- terror de los paisajes
alegres y claros (ue sonreían a las almas buenas- terror del arte (ue !ja en posturas
eternas los aspectos de la ida, como por un tenebroso sortilegio- terror de la noche
oscura en (ue el in!nito nos mira con sus millones de ojos de luz- terror de sentirme
iir, de pensar (ue puedo morirme, y en esas horas de terror, frases estúpidas (ue
me suenan dentro del cerebro cansado, <4y si hubiera 2ios6... Bos pobres hombres
están solos sobre la tierra>, y (ue me hace correr un escalofrío por las értebras.
7o, no es terror de eso, es terror de la locura. 2esde hace a#os el cloral, el
cloroformo, el éter, la mor!na, el haschich, alternados con e%citantes (ue le deolían
al sistema nerioso el tono perdido por el uso de las siniestras drogas, dieron en mí
cuenta de a(uella irginidad cerebral más preciosa (ue la otra de (ue habla Basegue.
2espués, la crápula del cuerpo obstinado en e%perimentar sensaciones nueas, la
crápula del alma empe#ada en descubrir nueos horizontes, después todos los icios y
todas las irtudes, ensayados por conocerlos y sentir su in$uencia, me han traído al
estado de hoy, en (ue, unos días, al besar una boca fresca, al respirar el perfume deuna $or, al er los cambiantes de una piedra preciosa, al recorrer con los ojos una obra
de arte, al oír la música de una estrofa, gozo con tan iolenta intensidad, ibro con
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ibraciones tan profundas de placer, (ue me parece absorber en cada sensaci&n, toda
la ida, todo lo mejor de la ida, y pienso (ue jamás hombre alguno ha gozado así- y
en (ue otros, cansado de todo, despreciando, odiando todo, sintiendo por mí mismo y
por la e%istencia un odio sin nombre, (ue nadie ha e%perimentado, me siento incapaz
del más mínimo esfuerzo, permanezco por horas enteras, hebetado, estúpido, inerte,
con la cabeza en las manos y llamando a la muerte ya (ue la energía no me alcanza para acercarme a la sien la boca de acero (ue podría
curarme del horrible, del tenebroso mal de iir...
Ba locura0, 2ios mío, la locura0 A eces, 4por (ué no decirlo, si hablo para mí
mismo6... Cuántas eces la he isto pasar, estida de brillantes harapos,
casta#eteándole los dientes, agitando los cascabeles del irrisorio cetro, y hacerme
misteriosa mueca con (ue me conida hacia lo desconocido0 En una alucinaci&n (ue la
otra noche me domin& por unos minutos las joyas (ue brillaban sobre el terciopelo
negro del enorme estuche, se trocaron a la luz de la lámpara (ue las alumbraba en los
mágicos arreos de su estido de reina- otra noche en una pesadilla (ue me apret& con
sus garras negras y de la cual desperté ba#ado en sudor frío, una cabeza horrible, la
mitad mujer de einte a#os, sonrosada y fresca pero coronada de espinas (ue le
hacían sangrar la frente tersa, la otra mitad, calaera seca con las cuencas de los ojos
acías y negras, y una corona de rosas ci#éndole los huesos del cráneo, todo ello
destacado sobre una aureola de luz pálida, una cabeza horrible me hablaba con la
boca, mitad labios de rosada carne, mitad huesos pálidos, y me decía* <"oy tuya,
eres mío, soy la locura0>.
Boco0... El loco, en el cuartucho oscuro del manicomio, oloroso y orines de
rat&n, enuelto en la camisa de fuerza0... el loco con el cabello cortado al rape,
recibiendo en las $acas espaldas huesosas el chorro helado de la ducha, bajo el ojo
imperturbable del hombre de ciencia (ue anota sus gestos iolentos y sus
entrecortadas blasfemias para conertirlos en una precisa y razonada monografía...
4Boco6... 4y por (ué no6 Así muri& /audelaire, el más grande para los erdaderos
letrados, de los poetas de los últimos cincuenta a#os, así muri& :aupassant, sintiendo
crecer alrededor de su espíritu la noche y reclamando sus ideas... 9or (ué no has de
morir así, pobre degenerado, (ue abusaste de todo, (ue so#aste con dominar el arte,
con poseer la ciencia, toda la ciencia, y con agotar todas las copas en (ue brinda laida las embriagueces supremas0
9ero no0, dulce isi&n angélica (ue en mis sue#os lleas las manos llenas de
lirios blancos y (ue presente ante mí trazaste con ellas el signo de la redenci&n y
arrojaste en mi noche las pálidas $ores, el alma (ue tú faoreciste con tus miradas
santi!cadoras, no irá a desagregarse así.
Cuando en ti pienso, /eatriz (ue me harás ascender desde el fondo de mi
in!erno hasta las alturas de tu gloria, los ersos de Alighieri, suenan dentro de mi
alma como un cántico de esperanza y de consoladora certidumbre*
<Cuando mi 2ama camina por alguna parte, Amor e%tiende sobre los corazonescorrompidos una capa de hielo (ue rompe y destruye los malos pensamientos.>El (ue
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se e%ponga a erla o se ennoblece o muere. Cuando alguno digno de mirarla la
encuentra, e%perimenta todo el poder de sus irtudes y si ella lo honra con su saludo
lo uele tan modesto, tan honrado y tan bueno (ue llega hasta perder el recuerdo de
los (ue lo ofendieron.>3 2ios ha concedido una gracia particular a mi 2ama- la
persona (ue le dirija la palabra no puede tener mal !n>.
'h, en, surge, aparécete, 1elena0 Bo (ue (ueda de bueno en mi alma tereclama para iir.
Estoy harto de la lujuria y (uiero el amor- estoy cansado de la carne y (uiero el
espíritu. 1ubo en mi alma muladares inmundos (ue limpi& la fuente de aguas ias
abierta en ella por la mirada insostenible de tus ojos azules. 9ara recibirte, lo (ue es
hoy seca maleza $orecerá de $ores perfumadas y los sue#os buenos de mi
adolescencia resucitarán todos cuando tus pies pe(ue#uelos huellen la tenebrosa
puerta de mi espíritu, y te acompa#arán como una procesi&n de ángeles- donde
(uedan charcos de enenenadas emanaciones, habrá dormidos lagos, apenas rizados
por las alas de los cisnes blancos. "i sobre mi cuerpo crispado de oluptuosidad se
pasearon manos buscadoras y lascias, si pedí el olido a todas las embriagueces de
todas las orgías, si rodé como un borracho por la escalera ertiginosa del icio, fue
por(ue no te había isto todaía. 8en piedad de mí. 9ara alcanzar tu santidad, por(ue
te siento santa y me apareces ce#ida con una aureola de misticismo y casi sagrada,
para alcanzar tu santidad, he procurado ser bueno. 7o hay una mancha en mi ida
después de (ue tus ojos cruzaron sus miradas con las mías. 9ero para ser bueno
necesito de ti, necesito erte. =en, surge, aparécete, sálame, en a librarme de la
locura (ue aanza en mi cielo como una nube negra pre#ada de tempestades, en a
salar lo (ue (ueda en mí de los santos de mi raza, del sabio arzobispo y de la
dulcísima monja, (ue en tierra para ti desconocida, duermen, su último sue#o, a la
sombra de las arcadas g&ticas, en los iejos sepulcros de piedra0
1ondres, ' de diciembre
El hilo de luz (ue me hará encontrarla, está en el misterioso parecido del cuadro
de Riington con ella, pensé hace dos semanas y por un fen&meno (ue es frecuente
en mí y (ue me hace tomar siempre el camino más largo y perderme en él cuandotrato de inestigar algo (ue me interesa, en ez de irme derecho al iejo, o de
preguntarle el nombre del pintor de la misteriosa tela y de continuar in(uiriendo hasta
dar con la erdad, me entregué, con loco entusiasmo al estudio de los orígenes y del
desarrollo de la escuela prerrafaelista, de las idas y de las obras de sus jefes y de las
causas (ue determinaron la aparici&n de ella en el mundo del arte.
1e salido de mi tarea con unas cuantas percepciones nueas de la belleza y
guarda mi espíritu algo como el perfume y el alma del ideal (ue animaba a los nobles
artistas (ue ilustraron la cofradía- como un suae olor rancio de incienso, producido
por la ingenua piedad suaísima de los pintores precentistas, y como undeslumbramiento causado por el colorido de ciertas telas inmortales. En resumen,
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jamás me había sentido más ridículo en el interior- (uise saber de 1elena, y he sabido
detalles de la ida del /eato Angélico de iesole, leído cartas de Rossetti y de 1olman
1unt, canzones de @uido Caalcanti y de @uido @uinicelli, ersos de ?illiam :orris y
de "inburne, isto cuadros de Rossetti y de "ir Edard /urne +ones. En resumen,
todo se complica dentro de mí, y toma isos literarios, una curiosidad se agrega a
otra, los atractios de la obra de arte me hacen olidar los más graes intereses de laida, y sin la llamada brutal a la realidad, dada por el doctor Riington antier, habría
pasado (uién sabe cuánto tiempo sin buscarla, so#ando en Ella, con la imaginaci&n
dando ueltas alrededor de su radiosa imagen, y los ojos persiguiendo en poemas y
cuadros, frases y lineamientos (ue me hicieran recordarla.
7o soy práctico. Riington me lo ha dicho en tono despreciatio y yo (ue lo sé
mejor (ue él me sonrío al pensar en el desprecio (ue reelaba su oz al decírmelo. 7o
soy práctico, ya lo creo, y los hombres prácticos me inspiran la e%tra#a impresi&n de
miedo (ue produce lo ininteligible.
9ercibir bien la realidad y obrar en consonancia en ser práctico. 9ara mí lo (ue se
llama percibir la realidad (uiere decir no percibir toda la realidad, er apenas una
parte de ella, la despreciable, la nula, la (ue no me importa. 4Ba realidad6... Blaman la
realidad todo lo mediocre, todo lo triial, todo lo insigni!cante, todo lo despreciable-
un hombre práctico es el (ue poniendo una inteligencia escasa al sericio de pasiones
mediocres, se constituye una renta italicia de impresiones (ue no alen la pena de
sentirlas. 2e esa concepci&n del indiiduo arranca la organizaci&n actual de la
sociedad, (ue el más ilustre de sus detractores llama <una sociedad an&nima para la
producci&n de la ida de emociones limitadas>, y esa concepci&n de la ida sire de
base a la estética de :a% 7ordau (ue clasi!ca las erdaderas obras de arte como
productos patol&gicos y a la as(uerosa utopía socialista (ue en los falansterios con
(ue sue#a para el futuro, repartirá por igual pitanza y estidos a los genios y a los
idiotas.
Ba realidad0 Ba ida real0 Bos hombres prácticos0... 1orror0... "er práctico es
aplicarse a una empresa mez(uina y ridícula, a una empresa de a(uellas (ue osotros
despreciasteis, oh0 celosos, oh0 creadores, oh padres de lo (ue llamamos el alma
humana, (ue impedisteis con uestras sublimes locuras (ue nuestros ojos iluminados
por un resto de la luz (ue irradi& de uestros espíritus, no sean los ojos átonos de los
rumiantes0 8ú no fuiste práctico, sublime guerrero, poeta (ue so#aste y realizaste la
independencia de cinco naciones semisalajes, para enir a morir, bajo techo ajeno,
sintiendo dentro de ti la suprema melancolía del desenga#o, a la orilla del mar (ue
ba#a tus natales costas- ni tú tampoco, pobre genoés so#ador (ue le diste un mundo
a la Corona de Espa#a, para morir entre cadenas- ni tú, manco inmortal, (ue pasaste
miserias sin cuento- ni tú, $orentino sublime (ue con el alma llena de las ardientes
isiones de tu 2iina Comedia, mendigaste el pan del desterrado, ni tú, 8asso, ni tú,
9etrarca, ni tú, pobre Rembrandt, ni tú, enorme /alzac, perseguido por los ruines
acreedores, ni osotros, todos, oh0 poetas, oh0 genios, oh0 faros, oh padres del
espíritu humano (ue atraesasteis la ida, amando, odiando, cantando, so#ando,
mendigando mientras (ue los otros se enri(uecían, gozaban y morían satisfechos y
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tran(uilos0
2iago al escribir. Cada uno de esos hombres al olidar las miserables
materialidades de la ida lo hacía para realizar algún plan grande (ue inmortalizara su
memoria. 3o pierdo inútilmente mi tiempo entretenido como un ni#o en futilidades
más o menos hermosas, sin buscar la única, (ue deolerá la paz a mi espíritu
conturbado.
Cuando puse los pies en el sal&n de consulta de Riington, todas las impresiones
de las últimas dos semanas re$uían a mi memoria y olidado de los detalles de la ida
real, se moía mi espíritu en un ambiente de etéreas delicadezas y sobrenaturales y
deliciosos sentimientos producidos por la contemplaci&n incesante de los cuadros y la
lectura de los ersos de Rossetti. Ese ambiente de ardiente y melanc&lico misticismo
poblado de ensue#os referentes a 1elena y perfumado de ella, como el aire de
suntuoso retrete femenino del aroma de las $ores (ue agonizan aromándolo, me había
enuelto por largas horas, como una niebla espiritual, impidiéndome el contacto con el
mundo e%terior. 2isip&se como por encantamiento al sentarme en uno de los sillones
de la consulta y recorrer con los ojos la concurrencia (ue esperaba, haciendo antesala,
el turno obligado para solicitar los au%ilios del hombre de ciencia. rente a mí un
iejazo apoplético y obeso, enuelto en pesado abrigo de pieles, con el cogote rojo
como jam&n y rugoso como un cuero de caimán, los ojos cubiertos por dobles anteojos
negros, y los enormes pies deformados por la gota, calzados con gruesos botarrones,
roncaba a pierna suelta. "e había dormido esperando el turno. En un ángulo de la sala
una mujer de anguloso per!l, canosa y con cara de hambre miraba con sus ojuelos
grises cargados de odio, a una pobre chi(uilla de doce a trece a#os de ralos cabellos
de un rubio sucio, deste#ida tez salpicada de pecas, y descolorida boca entreabierta
(ue dejaba er los dientes picados y las encías deste#idas. En otro sill&n estaba
sentado un hombrecillo enclen(ue, de color de aceituna (ue guardaba una (uietud
absoluta, in(uietante, inerosímil, y por entre a(uellos cuatro indiiduos, de miserable
y dolorosa apariencia, se paseaba a grandes pasos por el sal&n un fantástico
personaje, desmesuradamente largo y $aco, de aspecto caricatural, (ue se retorcía
con furia los pelos de larguísimo bigotillo encerado y cuyos gestos sacudidos seguían
con indulgente solicitud los ojos de un hombre de treinta a#os, estido con re!nada
elegancia, pero en cuya delicada y hermosa !sonomía, de una palidez e%tra#a, se
leían los signos de de!nitio e irremediable agotamiento.
Ba chi(uilla del pelo rubio se sacudi& toda, dio un gritico agudo de pájaro herido y
agit& sus miembros débiles un estremez&n nerioso- despert&se con un ron(uido
bronco el personaje de las pieles y se frot& con la enorme mano rojiza y rellena como
un guante de esgrima la faz apoplética, no hizo un moimiento el indiiduo erde
aceituna, (ue parecía una estatua de cera, y isiblemente humillado, al sentirse en
a(uella asamblea de incurables, el enfermo elegante (ue un momento antes paseaba
por todo el cuarto la mirada de sus ojos cansados, los oli& a un anillo de rubíes (ue
le adornaba el dedo me#i(ue de la mano iz(uierda.
E%citado por la ista de a(uellos infelices, surgi& en el fondo de mí el orgullo de la
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ida, de la juentud y del igor y con inoluntario moimiento me apreté con la
derecha, crispada casi, el bíceps del brazo iz(uierdo, (ue sobresalía elástico y fuerte,
formando como una masa de hierro, bajo la gruesa cheiotte del estido de inierno-
la sangre se me subi& a las mejillas y con brusco moimiento me leanté para salir...
7o, yo no estaba enfermo, yo no era un incurable, un harapo humano como a(uellos
desgraciados. 4Enfermo, yo6 42e (ué6 2e un e%ceso de ida, de un e%ceso de ideas,de un e%ceso de fuerza y como si hubiera isto la muerte al er a(uellos restos de
persona (ue iban a buscar modo de aliiar sus días miserables, deseé en ese minuto
todos los placeres de la ida, todos los sabores, los perfumes, los colores, las líneas,
las músicas, los contactos deliciosos- me prooc& apurarlo todo ahí, en ese minuto,
antes de (ue mi cuerpo se deformara y se conirtiera en una miseria como las (ue
estaba iendo...
8an profunda fue la impresi&n (ue no caí en la cuenta de la salida de la persona
cuya consulta había terminado, ni i, en el primer momento, a Riington, (ue por la
puerta entreabierta del gabinete me miraba de pies a cabeza, con ojos de in(uietud.
2octor, dije saludándolo olidado de (ue había enfermos (ue debían
precederme.
"iga usted, dijo con cierta brus(uedad, haciéndome entrar al cuarto.
Ahí sigui& una escena grotesca en (ue sin poderme dominar y llorando como una
mujer, abrazado a a(uel jayán, casi desconocido para mí, le conté la atroz impresi&n
(ue me había producido su horrible clientela, y le supli(ué (ue me asegurara (ue no
estaba enfermo, (ue no me olería loco, y en (ue con frases estúpidamente
sentimentales le supli(ué (ue me permitiera eniar un pintor a su casa para obteneruna copia del cuadro. "uae como una madre (ue maneja a un muchacho enfermo,
consentido y antojadizo, el especialista se deneg& a mi deseo y con su graedad
acostumbrada, me hizo er todo lo (ue había de anormal y de enfermizo en mi estado
de espíritu de esos momentos.
3o había creído menos grae su caso. Es preciso (ue usted aproeche las fuerzas
(ue le (uedan para buscar la curaci&n inmediatamente- aya usted desde ma#ana a
buscar a esa se#orita, diiértase, distráigase, no sue#e más- el sue#o es un eneno
para usted. +uegue, emborráchese, más bien. Eso sería más higiénico en su estado de
hoy. 7o pierda usted un minuto, aya a buscarla. )sted la encontrará y si (uiere lahará su esposa. Está usted joen, posee una hermosa fortuna, tiene usted todos los
elementos para ser feliz- no pierda su tiempo en inútiles desaríos... "ea feliz...
Be he remunerado al iejo esa e%tra#a consulta, terminada por esa fantástica
receta, con largueza de príncipe. Creía (ue me deolería el che(ue, pero no, lo
guard& y lo empleará bien de seguro. 8anto mejor.
2entro de diez días estaré en 9arís, reinstalado en mi hotel, y consagrado a
buscarla. 9ienso con horror en oler a la ciudad donde mi ida se desliz& por tanto
tiempo en medio de as(uerosas delicias. 8ú hueles a fábrica y a humo, mi Bondres
fuliginoso y negro, la trabaz&n aérea de telegrá!cas redes cruza tu cielo opaco- tienetu ferrocarril subterráneo aspecto de pesadilla grotesca- el pueblo (ue te habita ignora
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la sonrisa- tú 9arís, acaricias al iajero con la amplitud de tus elegantes aenidas, con
la gracia latina de tus moradores, con la belleza armoniosa de tus edi!cios, pero en el
aire (ue en ti se respira se confunden olores de mujer y de polos de arroz, de guiso y
de pelu(uería0 Eres una cortesana. 8e amo despreciándote como se adora a ciertas
mujeres (ue nos seducen con el sortilegio de su belleza sensual y sé bien (ue los pies
de 1elena no huellan tu suelo, oh pér!da y oluptuosa /abilonia02e la temporada de Bondres me lleo una deliciosa impresi&n de recogimiento y
de ida interior e%acerbada hasta lo indecible. 2os idiomas (ue eran para mí letra
muerta, el griego y el ruso- dos ramos de la actiidad humana (ue me eran e%tra#os,
todas las artes de la guerra y la agronomía con todos sus progresos realizados en la
última mitad de este siglo me son completamente familiares. Amplia cosecha de
impresiones de arte, lecturas de los originales de los trágicos griegos (ue conocía
antes en malas traducciones, de los poetas anteriores a "ha;espeare, de toda la
pléyade moderna, desde el sensual y ibrante "inburne hasta la mística Cristina
Rossetti- inefables en sue#os proocados por los cuadros de 1olman 1unt, ?histler yde /urne +ones, todo eso me has dado, ciudad monstruo (ue me apareces casi ideal
por(ue mientras he iido en tu seno he iido con su recuerdo0
Al comenzar los tapiceros a desarmar la casa me he (uedado sorprendido del
número de objetos de arte y de lujo (ue insensiblemente he comprado en estos seis
meses y los he remirado uno por uno, con cari#o, por(ue en lo futuro me recordarán
una época de mi ida más noble (ue los últimos a#os. 8ú irás a adornar el estíbulo
del hotel en 9arís, enorme aso etrusco (ue ostentas en tus bajoreliees hermosa
procesi&n de sátiros y de ninfas, y por sobre las cabezas de carnero (ue forman tus
asas, las or(uídeas del tr&pico, enredarán sus tallos $orecidos de níeas mariposas
egetales, salpicadas de iolado y de púrpura- os cruzaréis en guerrera panoplia sobre
la partesana, cincelada como una joya, osotras, espadas árabes de policromas
empu#aduras, con las tersas hojas de complicados gailanes y retorcidas
contraguardas (ue templaron en las aguas del 8ajo los maestros toledanos del siglo
=D y las árabes moharras y peligrosas franciscas con las !nas dagas damas(uinadas
de oro- contra lo deste#ido de uestros matices moribundos, antiguos brocateles
pesados, sonreirán los dos cuadros de @ainsborough y de Reynolds (ue compré en la
enta del mes anterior- osotros, ejemplares de "helley, de /urne, de Peats, de
8ennyson y de Rossetti, (ue lleáis sobre el marro(uí blanco de las primorosas pastas,
grabadas las tres hojas y la mariposa del camafeo, iréis a esperar sobre el elador
eneciano de mala(uita (ue recorran uestras páginas sus ojos, sorprendidos de
encontrar allí el dise#o de su joya perdida, y tú, rubí único, rubí de /urmah, pagado a
/entzen en una fortuna, rubí (ue ardes como una ascua y brillas como un rayo de luz,
tú irás a irradiar, como una cristalizaci&n sangre, sosteniendo el anillo nupcial, y
empalideciendo más la sobrenatural blancura de sus dedos a!lados, en su pálida
mano de reina0
6ar&s, 2- de diciembre
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2esde el momento en (ue pisé esta ciudad me ha inadido un malestar
indescriptible. 7o es una impresi&n moral, por(ue serenado mi espíritu por la idea de
buscar a 1elena y confortado por la esperanza de encontrarla, me siento mejor- no es
una enfermedad por(ue ningún síntoma e%terno la traduce, ni lo acompa#a dolor
alguno, y mi cuerpo rebosa de ida. 8engo como una plétora de fuerza disponible (ue
no encuentro c&mo gastar. El día de antier lo pasé todo en iolentos ejercicios físicos,e(uitaci&n, ciclismo, bo%, $orete, (ue en ez de fatigarme, le dieron a mis músculos
una sensaci&n de fuerza precisa, (ue por absurda (ue sea la imagen, se me ocurre
comparar con la (ue tendría una má(uina bien construida, si tomara conciencia de la
solidez de sus engranajes de acero y de la potencia del motor (ue los hace funcionar.
Estas hecho un 1ércules, me decía antier el iejo :iranda, golpeándome el hombre, y
brillándole los ojos de enidia, en los momentos (ue pasé en su escritorio.
1echo un 1ércules y parece (ue ese e%ceso de igor es la causa del e%tra#o
estado en (ue me encuentro. Ayer no pude resistir más y me fui a un médico, a (uien
sin entrar en detalles de otro orden, le referí mis acha(ues. ue el profesor Charet, elsabio (ue ha resumido en los seis olúmenes de sus admira bles Becciones sobre el
sistema nerioso, lo (ue sabe la ciencia de hoy a ese respecto y (ue me conoce y me
mira con e% trema beneolencia desde (ue oí sus lecciones en la facultad y presencié
sus curiosas e%periencias de hipnotismo en la "alp]triNre.
1a realizado usted el consejo de "pencer, me dijo, <seamos buenos animales>,
es usted un hermoso animal, agreg& sonriéndose. Espero (ue no se tratará de una e
nfermedad grae. 4A (ué le debo el placer de su consulta6...
A una abominable impresi&n de ansiedad y de angustia bajo la cual estoyiiendo desde mi llegada a 9arís- de angustia sin motio y por consiguiente más
odiosa, de ansiedad (ue no se re!ere a nada, y a la cual preferiría en dolor más
intenso... 4Be ha sucedido a usted, doctor, correr, ya en retardo, a una cita urgente,
contar los minutos, los segundos, abrir el reloj, no er la hora, olerlo a abrir, er (ue
el instantáneo se muee, recti!car si el cron&metro funciona, aplicándole el oído, creer
(ue se ha parado, buscar la hora en los relojes de la calle, sentir (ue el tren o el coche
no caminan y no descansar de la horrible impresi&n (ue le hace correr sudor frío por
las sienes y le aprieta el epigastrio, sino después de estar en el lugar conenido6...
9rolongue usted eso por seis días, e%acérbelo, hágalo más insoportable (uitándole lacausa y tendrá usted idea de lo (ue siento.
:e interrog& hábil y discretamente hasta hacerme confesar los cinco meses de
abstinencia se%ual a (ue me ha condenado la imposibilidad de tolerar cual(uier
contacto femenino desde la tarde del bendito encuentro en @inebra.
Acabáramos, prorrumpi& con una sonrisa de alegría (ue le alumbr& toda la cara
afeitada y le hizo al sacudir la cabeza, brillar los cabellos blancos y lisos (ue, echados
para atrás le caen en espesa melena sobre el cuello del largo leit&n negro.
Acabáramos, 4y ese capricho6 4un oto de castidad hecho por usted, a sus a#os y con
esa facha6..., pregunt& con amable e%presi&n. 7o es un capricho- obedece a motios (ue serían largos de e%plicar, dije, para
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ahorrar comentarios. 4Con(ue cree usted (ue es ésa la causa6
3a lo creo, amigo mío, respondi& con suaidad acariciadora, ya lo creo, (ue es
ésa la causa. Con esa !siología de atleta (ue tiene usted y con sus eintiséis a#os0
"up&ngase usted una batería poderosa acumulando electricidad- una caldera
produciendo apor, electricidad y apor (ue no se emplean0 Estos primeros meses han
debido de ser terriblemente inc&modos y e%perimento admiraci&n por la fuerza deoluntad (ue le ha permitido a usted pasarlos así. "obran las drogas, amigo mío, usted
sabe el remedio, aplí(ueselo... en dosis pe(ue#as al principio, agreg& sonriendo
siempre.
"i no me da usted otro, contesté empleando un tono análogo al (ue usaba él, no
me curaré pronto, esté usted seguro.
Ah0 4con(ue insiste usted en su régimen6..., pregunt& con e%presi&n de
marcada curiosidad... Es admirable... =amos, pues gaste usted fuerza en todo sentido
como lo ha hecho usted en estos días y complete la obra del ejercicio iolento con
largos ba#os calientes y altas dosis de bromuro. /romuro por agua ordinaria, agreg&
entregándome la f&rmula y..., cuidado con (ue se despierte de repente la bestia (ue
ha logrado usted domesticar y haga alguna andanada, 4eh6... me dijo al apretarme la
mano en la puerta de la consulta.
Dnútil todo. 1e permanecido horas enteras en la enorme tina de mármol blanco,
aletargado por la in$uencia de la temperatura ardiente del agua- tengo en el paladar
el sabor salino de la droga sedante y en las narices el olor de la esencia de toronjil (ue
el profesor agreg& a la sal. Dnútil todo. Ba angustia me oprime, me agota, me
embrutece- me hace sudar frío, me imposibilita para pensar. En las últimas cuarenta yocho horas no he podido pegar los ojos y el cerebro fatigado por el insomnio, funciona
débilmente. 7o pienso casi, y me muero de ansiedad. 42e (ué6... 2e nada... Esta
ma#ana hice ensillar el más fogoso de mis caballos, un árabe, !no y nerioso como un
artista, (ue se e%cita y piafa al erme, y huyendo de la e%hibici&n del /os(ue y de los
trotecitos de ordenanza, galope furiosamente tendido al traés sobre el fogoso animal
(ue se sorbía los ientos del paisaje inernal, deastado por el frío... :e parecía (ue
a(uella carrera furibunda tenía algún objeto (ue no alcanzaría, y la angustia crecía,
crecía, y en el ruido de las herraduras al golpear la carretera desierta y blanca de
niee, me parecía oír una oz (ue me gritaba* <Apura, apura, as a llegar tarde- másaprisa, apura, apura0>. 3 bajo esa impresi&n llegué cuatro horas después al hotel,
ba#ado en sudor, rendido y temblando de miedo como si allí me esperara una mala
noticia... 41ay cartas6, le pregunté al portero (ue me tendi& dos. Como si fueran algo
inesperado y graísimo abrí las cubiertas con sobresalto- eran una nota de :orrell y
/lundell, dándome aiso de cien libras pagadas a mi sastre en Bondres y una es(uela
de Alberto :iranda aisándome (ue me habían conseguido al !n unas aguafuertes
tras de las cuales andaba hace meses...
2esde hace seis horas tirito, calado de frío, hasta las médulas de los huesos,
tendido en el dián de mi despacho sobre el cual ha acumulado rancisco, mantas ypieles (ue no me calientan, como no me calienta el claro fuego (ue arde en la
chimenea. :e hielo y me muero de angustia. 9ara distraerla escribo estas líneas, y al
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releerlas y encontrarlas inteligibles e%perimento una sorpresa e%tra#a. Es tan grande
la debilidad mental (ue e%perimento (ue no podría agregarles cien más. El cerebro se
rebela a pensar. Espesa bruma enuele mi horizonte intelectual- mortal decaimiento
me postra, y si por mí fuera no haría un moimiento para no gastar las escasas
fuerzas (ue me (uedan. Es como si por una herida inisible se me estuieran yendo al
tiempo la sangre y el alma. Así debi& de agonizar "éneca con las enas abiertas, entreel agua tibia de la tina de mármol. En mi espíritu, donde las imágenes pierden su
reliee y se confunden, $otan dos ersos de un soneto de Rossetti, de a(uel soneto en
(ue una isi&n le habla al poeta entre la bruma nocturna*
1oo at m# ace, m# name is might have been
+ am also called, no more, are7ell.
8h, m&rame la a3!... 8#e mi nombre!89e llamo lo que pudo ser! 9e llamo...
Es tarde...
me llamo... Adi&s0...
3 no puedo leantarme y me muero de angustia y de debilidad... Ba :uerte0...
7o me impresiona pensar en ella- estoy seguro de (ue no es ni más horrible ni más
misteriosa (ue la =ida0
(: de enero
Estoy mejor ya, acostado todaía, y mientras llega el profesor Charet,
(ue endrá a las tres de la tarde, me entretengo en describir, poseído de mi
eterna manía de conertir mis impresiones en obra literaria, los síntomas de la e%tra#a
dolencia.
Bas últimas líneas trazadas a(uí tienen fecha del L^. 9asé ese día y los dos
siguientes en el mismo estado de malestar indescriptible (ue e%perimentaba alescribir entonces. Ba impresi&n de angustia se hizo tan intolerable (ue, a pesar de mis
esfuerzos para dominarme, se traducía en inoluntario (uejido como el (ue me habría
arrancado una neuralgia y la postraci&n se acentu& de tal modo, (ue los esfuerzos
para leantarme y estirme fueron inútiles. rancisco, aterrado con mi enfermedad y
sin orden mía, corri& al escritorio de los :irandas y a la o!cina de :arinoni. )nas
horas después, al oír oces, abrí los ojos, (ue había mantenido cerrados, y al traés de
la bruma (ue llenaba el cuarto i seis caras (ue se inclinaban sobre la mía, distinguí
los bigotazos blancos de don :ariano :iranda, la carita árabe de =icente, su hijo, la
cabezota rubia de :arinoni y la corbata lila de uno de los médicos, un personajerosado y oloroso a Chypre, (ue me auscultaba frenéticamente, dándome golpecitos
con los dedos llenos de anillos.
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1ice un esfuerzo para incorporarme, y la cabeza, como desarticulada por la
debilidad, se me fue para atrás sobre los almohadones en (ue me habían acomodado.
Ba presencia de a(uella gente me deoli& un poco de energía, irritándome con las
caras de pésame (ue me mostraban. Bogré enderezarme, saludarlos, y le contesté con
displicencia al médico de la corbata lila, de las patillas rubias y del pelo rizado, (ue me
preguntaba (ué sentía* 2ebilidad y sue#o, se#or... 2ebilidad y sue#o. :e (uejaba por(ue me dolía un
poco la cabeza.
Creo (ue estamos en presencia, (uerido colega, dijo el afeminado personaje,
oliéndose a su compa#ero, un indiiduo rechoncho y carirredondo, de barbilla
casta#a y pelada cabeza, (ue me miraba con e%presi&n entre ir&nica y despreciatia,
de fen&menos neurasténicos atribuibles al estado de profunda debilidad en (ue se
encuentra el paciente. 1ay ciertos puntos relatios al diagn&stico y al tratamiento en
(ue la ilustrada opini&n de usted contribuiría a aclarar mis ideas, (uerido colega.
"i (uieren ustedes hablar a solas pasen al sal&n, sugiri& don :ariano :iranda,
mostrándoles el camino. 2icen (ue no es grae. Eso fue todo lo (ue sa(ué en limpio-
lo demás no se lo entiendo* astenia, neurastenia, anemia, epidemia, syrongomelia,
camelia, neurosis, coril&poro... (ué sé yo, refunfu#& entre dientes, mascando el
ineitable cigarro cuya ceniza negrusca caía sobre el tapiz de Aubusson, (ue cubría el
suelo y cuyo humo nauseabundo me reoli& el alma.
8ú lo (ue tienes es (ue agabundeas mucho, continu& acomodándose en una
silla y mareándome con el olor del tabaco. 1aces bien, muchacho- tienes dinero, estás
joen y fuerte- pero no abuses, no abuses. 'ye las noticias de la tierra, comenz& =icente, con su iacidad de mico y el
insoportable entusiasmo (ue pone en contar todo lo (ue se re!ere a los demás. 48ú no
has recibido las cartas de hoy6... Claro (ue no. En el escritorio las abrimos hace media
hora. Bas Reyes (ue, como tú sabes, le cuentan a =íctor todo cuanto sucede allá, le
dan una partida de noticias a cual más inesperadas- la primera, el matrimonio del
calaer&n de tu primo 1eriberto :onteerde, del tronera de 1eriberto- 4adiina con
(uién6... Con Dnés "errano. 47o te sorprende6... Casarse :onteerde, todo fuego, con
la "errano, tan fría y tan boba y de posici&n social inferior a la de él, por(ue en !n, sea
lo (ue sea, los :onteerdes son los :onteerdes. 9arece (ue irán a pasarse la luna demiel en el /uen Retiro, la hacienda de don 8eodoro. Aburrido a(uello, 4eh6 2ime, a(uí
entre los dos* 4no crees tú (ue sea puro cálculo de :onteerde ese matrimonio6... Bas
Reyes le dicen a =íctor (ue está mal de fortuna y (ue le debe mucho a "pínola. 8al ez
sea cierto. 5uién sabe, 4eh6... A mi papá le parece muy probable- a Alberto también,
agreg& con aire de malicia... 7osotros recibimos las &rdenes para el trousseau de la
noia- la madre encarga un broche de diamantes, (ue será de lo mejor (ue se ha
mandado para allá en los últimos a#os... y uno de los hermanos un libro de misa...
4Ridículo para regalo de matrimonio, no te parece, un libro de misa6... Ah0, pero (ué
te cuento yo de noticias de allá cuando a(uí en la colonia hay una cosa nuea (ue teinteresará muchísimo... Bleg& al !n Eduardo :ontt, 4oyes6, y sé de buena tinta (ue no
trajo más (ue cuatro mil francos- y si lo ieras0... "e ha mandado hacer camisas en
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casa de 2oucet, ropa donde Eppler- comi& el domingo en el Café de 9arís, con una
cocota famosa y ayer andaba en el /os(ue en coche de remise...8odo eso con cuatro
mil francos0 Es increíble, 4ah6 4"erá (ue juega, no es cierto6... 45ué dices tú de eso6...
4"erá (ue juega6... A mi papá le parece probable.
A ése habrá (ue hacerle suscripci&n para (ue se uela a la tierra, como al
:u#oz a(uel de las letras protestadas, dijo !los&!camente don 8eodoro, mascando sueterno cigarro. El (ue diz(ue tampoco a muy bien de negocios es el paisano a(uel
casado con la chilena, (ue compr& títulos de Conde y farolea tanto con su intimidad
con los 'rleans y con los 2u(ues de la 8remaouille...
Es (ue no todos tienen las rentas de don +osé ernández, le interrumpi& =icente,
creyendo decirme una amabilidad- las renticas (ue permiten darse la gran ida sin
llegar a pedir pesetas... 3 a prop&sito de rentas, (ué barbaridad de precios los de las
aguafuertes (ue te mandaron hoy al escritorio... y lo (ue has de er es (ue le
parecieron abominables a Alberto, (ue entiende de pintura. Es (ue tú tienes unos
gustos tan e%traagantes0
Bos médicos entraron- el buch&n de la cara ir&nica con el ce#o fruncido, el de la
corbata lila y las doradas patillas más caricontento y más orondo (ue nunca.
:i amable y bondadoso colega ha tenido la bondad de honrarme autorizándome
para decirle a usted la opini&n (ue hemos formado respecto de la noedad (ue usted
e%perimenta. "on graes los des&rdenes del sistema nerioso..., comenz& ahuecando
la oz y emprendiéndola con una disertaci&n interminable en (ue enumer& todas las
neurosis ti(ueteadas y clasi!cadas en los últimos einte a#os y las conocidas desde el
principio de los tiempos. :e habl& del értigo mental y de la epilepsia, de la catalepsiay de la letargia, de la corea y de las parálisis agitantes, de las ata%ias y de los tétanos,
de las neuralgias de las neuritis y de los tics dolorosos, de las neurosis traumáticas y
de las neurastenias, y con especial complacencia de las enfermedades recién
inentadas, del railay frain y del railay spine, de todos los miedos m&rbidos, el
miedo de los espacios abiertos y de los espacios cerrados, de la mugre y de los
animales, del miedo de los muertos, de las enfermedades y de los astros. A todas
a(uellas miserias les daba los nombres técnicos, ;enofobia, claustrofobia, misofobia,
zoofobia, necrofobia, pasofobia, astrofobia, (ue parecían llenarle la boca y dejársela
sabiendo a miel al pronunciarlas... El otro indiiduo, el buch&n de la barbilla casta#a,continuaba callado, sonriéndose, y tenía cara de diertirse hasta lo in!nito con a(uella
charla e%hibicionista de su (uerido colega.
43 cuál de esas enfermedades creen ustedes (ue tengo yo6..., pregunté diertido
ya por el personaje...
"ería aenturado un diagn&stico en estos momentos en (ue la indecisi&n de los
síntomas y las escasas nociones (ue poseemos sobre la etiología del mal, impiden la
precisi&n re(uerida, dijo con graedad sacerdotal... Bos síntomas harían creer en una
somnosis o en una narcolepsia, pero nada podemos precisar antes de (ue se
regularicen las funciones del tubo digestio. Dngeniis largiter entris... 1ay (ue purgarlo, solt& el esculapio de la cabeza cala, disparando a(uella frase
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como un pistoletazo, y como si se tratara de un caballo.
Bos ersos de la zarzuela espa#ola me cantaron en la memoria y trajeron
inoluntaria sonrisa a mis labios.
4u3gando por los s&ntomas
que tiene el animal,
bien puede estar hidr;obo,
bien puede no lo estar.
< a=rma el grande >ip;crates
que el perro en caso tal
suele ladrar much&simo
o suele no ladrar.
1ubo una discusi&n entre las dos notabilidades respecto del (ue escribiría la
f&rmula, y al !n el hombre de la barbilla casta#a traz& en el papel signos (ue
e(uialían a una dosis de sal de Dnglaterra, calculada para purgar a un toro de
2urham.
"e tomará usted esto ma#ana temprano, y una dosis igual pasado ma#ana, y
otra todas las ma#anas durante seis días, me dijo con brus(uedad. Al séptimo, estará
usted bueno, le doy mi palabra de honor.
Celebro (ue no sea nada... )sa pero no abuses, dijo don :ariano leantándose...
45ué sabio, eh6, insinu& mostrándome el personaje de la corbata lila... Es el médico
de =icentico.
3 de ella, me murmur& al oído éste al despedirse... me lo recomend& ella.
Ella es una actriz de los bufos, (ue se está comiendo la fortuna de los :irandas,
serida en forma de diamantes y de coches por mi bien informado amigo, (ue naci&
rep&rter, como otros nacen ciegos.
Recuérdame contarte otra noticia (ue trajo el correo, dijo con aire picaresco
sacudiéndome la mano al despedirse...
"alieron. 4A (ué habían enido a(uellos buenos amigos6... El uno a fumarse unnauseabundo cigarro, arrellenado en una poltrona más c&moda (ue las de su
despacho- el otro, a traerme su cosecha de ulgaridades- los dos médicos, a cobrar su
charla el uno, su estúpida receta el otro.
2eliciosos sus paisanos0, dijo :arinoni, saliendo del rinc&n donde se había
metido desde (ue entr&. 2eliciosos0 49ero (ué es lo (ue tienes6 Estás des!gurado,
agreg& al er mi palidez, mis ojeras profundas y el temblor de mis manos débiles.
45ué te pasa6... 8ú estás muy mal. Es necesario (ue enga Charet- oy a traerlo- no
me gusta tu aspecto, agreg& después de (ue le hube contado el martirio de los
últimos días.
A medianoche, después de un sue#o (ue más bien me había (uitado (ue
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deuelto las fuerzas, un sue#o de ni#o (ue se muere de debilidad, desperté, presa de
mortal sobresalto, sudando frío y dando un grito de angustia.
45ué es esto, amigo mío6, me dijo Charet, (ue, sentado al lado del dián,
espiaba mi sue#o, acomodando los almohadones (ue me sostenían la cabeza... 45ué
es esto6 1aga usted un esfuerzo y cuénteme (ué le ha pasado.
5ue me estoy muriendo, doctor..., le dije estrechándole la mano...- (ue me estoy
muriendo sin causa, muriéndome de angustia y de falta de fuerzas.
4)sted cometi& alguna locura después de ir a mi consulta, no es cierto6... 1e
llegado a imaginarme, mientras lo eía dormido, (ue ha tenido usted una hemorragia
abundante... 2éjeme usted e%aminarlo, dijo acercando la luz. Dncorp&rese usted un
poco para oír el coraz&n- así, eso es... /ien* ahora, recuéstese usted..., p&ngase ahí el
term&metro, no se in(uiete usted- crea (ue haré cuanto esté a mi alcance para
mejorarlo. )sted me interesa de eras... "u familia no ie ahora en 9arís, 4cierto6...
7o tengo familia, doctor- io solo con mis criados. 9ero tiene usted muchos, muchísimos amigos (ue lo (uieren, dijo como para
consolarme. Esta noche al entrar he encontrado gente en el estíbulo y en el sal&n...
4Con(ue ie usted solo, completamente solo6..., oli& a preguntar... )n grado
menos de la temperatura normal, dijo mirando el term&metro- el pulso de un ni#o
moribundo- esa palidez, esa postraci&n, y el día en (ue usted estuo en mi consulta,
me (uedé asombrado de su igor... El coraz&n está débil como el de un iejo de
setenta a#os... =amos, tenga usted con!anza en mí- con!éseme usted (ué es lo (ue le
ha pasado... 4ue muy abundante la hemorragia6...
Cuando le conté (ue había seguido estrictamente sus prescripciones y cuál habíasido mi ida desde (ue no nos eíamos, se leant& del asiento y comenz& a pasearse
por el cuarto a pasos contados y lentos, con las manos metidas en los bolsillos del
pantal&n y la cabeza inclinada sobre el pecho.
7o puedo soportar por más tiempo lo (ue siento, le dije incorporándome. 2éme
usted algo (ue me haga dormir o me uelo loco. 9í(ueme usted con mor!na, hágame
beber cloral, hágame dormir a todo trance, aun(ue me cueste la ida.
3o no puedo hacer eso, se#or- mi deber me lo prohíbe, contest& deteniéndose,
con aire a la ez ceremonioso y desagradado. Además, el sue#o arti!cial no le
impediría sentir lo (ue siente. 3o, respecto de usted, no sé más (ue dos cosas*
primera, (ue si le diera a usted la más pe(ue#a dosis de narc&tico, lo enenenaría,
por(ue está usted en un estado de debilidad e%trema increíble- segunda, (ue tengo
(ue leantarle las fuerzas, por(ue el coraz&n funciona muy lentamente, y su
organismo entero presenta fen&menos graes e ine%plicables de depresi&n y de
agotamiento, (ue no entiendo.
4Esto es mortal, doctor6 2ígamelo usted francamente, de una ez, le dije con
oz trémula.
:i pobre amigo, comenz&, sentándose otra ez cerca del dián* está ustedhablando con un ignorante. )sted ha seguido mis cursos, ha isto mis e%periencias-
según entiendo, ha leído mis libros, sabe (ue gozo de alguna fama en el mundo
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cientí!co... 7o se e%tra#e de lo (ue oy a decirle. 'iga usted... yo no sé lo (ue usted
tiene. "i fuera un charlatán, le diría un nombre rotundamente- inentaría una entidad
patol&gica a (ué referir los fen&menos (ue estoy obserando, y lo llenaría de drogas...
Bo más (ue puedo hacer en obse(uio suyo es llamar a alguno de mis colegas para (ue
me acompa#e a estudiar su caso... 9uede ser (ue él ea más claro (ue yo. 45uiere
usted (ue lo hagamos6...:e denegué abiertamente, y pareci& agradecérmelo. A la ma#ana siguiente
oli& y me oblig& a beber dos copas de cognac, (ue me (uemaron la garganta y me
trastornaron un poco. El iejo espiaba con interés los efectos del licor. :e puso una
inyecci&n de éter y me hizo tomar unos gránulos de cafeína. :e prometi& (ue haría
preparar inmediatamente un medicamento para (ue comenzara a tomarlo de hora en
hora, y (ued& en (ue olería antes de la tarde.
'frézcame usted (ue, por grande (ue sea el malestar (ue sienta, no se moerá
usted de esta cama ni tomará usted nada (ue no sea su poci&n.
"e lo ofrecí, y de hora en hora apuré el contenido de la oscura botella. Era un
licor rojizo, perfumado, meloso y amargo en (ue se fundían diez sabores e%tra#os. A la
(uinta cucharada, como (uemado por un fuego interior, sentía correr la sangre por las
enas y estremecimientos de ida ibrándome a lo largo de la columna ertebral. :e
prooc& leantarme. 8omaba la se%ta, cuando entr& Charet con :arinoni.
43a resucit& usted6, me pregunt& el iejo, tendiéndome la mano.
Comencé a hablarle en oz alta, ibrante y llena, y le di las gracias por sus
cuidados. :e sentía moribundo y estoy lleno de ida, doctor, le dije- me ha deuelto
usted mis fuerzas perdidas en unas horas- ahora a usted a (uitarme esta malditaimpresi&n de ansiedad (ue me desespera, 4no es cierto6...
Eso desaparecerá en tres o cuatro días, si todo sigue bien. 48endrá usted alor
su!ciente para pasarlos sin recurrir a los narc&ticos6... "i usted lo tiene, me atreeré a
pronosticarle una mejoría rápida. "in embargo, no debo ocultarle un temor (ue tengo
desde ayer- es fácil (ue de un momento a otro le comience a usted una neuralgia
iolenta (ue prolongará su enfermedad por arias semanas. 9uede usted leantarse
ma#ana, si no siente dolor alguno, y pasar unas horas en el escritorio. Cuidado con el
frío...
El treinta y uno por la tarde me asegur& (ue me encontraba bien y (ue enalgunos días más podría salir a la calle. "intiéndome con fuerzas de sobra y
desesperado con a(uel encierro, en (ue mis nerios e%citados no habían tolerado más
compa#ía (ue la del suae :arinoni, a (uien el recargo de ocupaciones le impedía
estar a mi lado, conencí a rancisco, rendido por las noches de igilia, de (ue se
acostara y preparé mi salida nocturna. 2esde el mediodía era ya intolerable lo (ue
estaba sintiendo. El malestar (ue me hizo ir la primera ez a casa de Charet, la
ansiedad loca del galope en el camino de "Nres, la horrible angustia de los días
pasados, eran un juego de ni#os junto al martirio de a(uella tarde. Ba perspectia de
la noche insomne del a#o nueo, a(uel lento sonar de las horas en el iejo reloj delestíbulo, a(uella melancolía sin nombre (ue me había inadido el alma desde por la
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ma#ana, me hacían inaceptable la idea de la reclusi&n. 5uería oír el ruido de la
multitud, perderme por unos minutos en el tumulto humano, olidarme de mí mismo.
"on&, cerrándose tras de mí, la puerta del hotel. )na ráfaga helada me azot& la
cara y me hizo correr un escalofrío por las értebras. Ba ansiedad tom& la forma
concreta de una idea de moimiento, y tue (ue contenerme para no realizar el deseo
(ue surgi& en las profundidades de mi ser, de correr como un loco, frenéticamente,hasta caer falto de aliento contra la sábana helada (ue e%tendía el inierno sobre el
piso de la calle silen ciosa.
Eran las doce menos einte minutos cuando salí al bulear y me confundí con el
río humano (ue por él circulaba. El aspecto de las barracas de a#o nueo, negras
sobre la blancura de la niee, de las entanas de los restaurantes, rojizas por la luz
(ue se !ltraba por los despulidos idrios y las transparentes cortinillas, los es(ueletos
descarnados de los árboles, (ue alzaban las desmedradas ramas hacia el cielo plomizo
y bajo, la misma animaci&n de la multitud, ruidosa y alegre, aumentaron la horrible
impresi&n (ue me dominaba. Caminé durante un cuarto de hora con paso bastante
!rme y... :e detue un instante cerca de un pico de gas, cuya llama ardía en la
oscuridad nocturna como una mariposa de fuego... 4Cartas transparentes6, me dijo un
muchacho, (ue guard& el obsceno pa(uete al olerlo a mirar.
Ba luz de las entanas de una tienda de bronces me atrajo, y caminando
despacio, por(ue sentía (ue las fuerzas me abandonaban, fui a pararme al pie de una
de ellas.
)na mujer pálida y $aca, con cara de hambre, las mejillas y la boca te#idas de
carmín, me hizo estremecer de pies a cabeza al tocarme la manga del pesado abrigode pieles (ue me enolía, y son& siniestramente en mis oídos el pssit, pssit, (ue le
dirigi& a un inglés obeso y sanguíneo, forrado en cheiotte gris, (ue se había detenido
a mi lado y (ue se fue tras ella. Al oler la cabeza, los faroles de idrio rojo de un
!acre (ue cruz& por la bocacalle ecina, distrajeron mi atenci&n por unos segundos.
:e !jé luego en la entana, y en el momento mismo en (ue i el gran reloj de mármol
negro con su muestra de alabastro y olante montado por fuera, colgando de la mano
de una !gura de bronce, sostenido por un hilo de metal dorado, comprendí a (ué se
refería la angustia horrible (ue había enido sintiendo en los días y las noches
anteriores* ah, indudablemente era el terror irrazonado, siniestro y lúgubre del a#o(ue iba a comenzar0 altaban cinco minutos para las doce. El puntero de oro aanzaba
sobre la muestra de alabastro. El olante iba y enía* tic tac, tic tac- tic tac- un hilo
luminoso sobre el fondo de sombrío* tic tac, tic tac. Bos dos espejos laterales de la
entana, al copiarse, re$ejaban con un tinte erdoso de cadáer descompue
sto mi !sonomía horriblemente des!gurada y pálida, el per!l adelgazado por el
sufrimiento de los días anteriores y la mara#a de la descuidada barba. :e pareci& (ue
estaba preso entre dos muros de idrio y (ue jamás podría salir de allí. El olante iba y
enía* tic tac, tic tac, y cada oscilaci&n marcaba un grado más de angustia, de terror y
de desesperaci&n en mi alma. Rígido el cuerpo, crispados los nerios, e%acerbados lossentidos. El murmullo del río humano (ue corría a mis espaldas se cambi& para mis
oídos alucinados en un sollozo in!nito (ue iba a perderse en a(uellos nubarrones
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plomizos y grises (ue encapotaban el cielo. 8ic tac, tic tac, tic tac* El olante iba y
enía sobre el fondo oscuro de la entana. A cada segundo (ue pasaba lo sobrenatural
se acercaba más y más para aparecérseme en el fondo del abismo de sombra (ue se
abriría tras de la muestra de alabastro al sonar la hora del a#o nueo. Ba hora se
acercaba. 8ic tac, tic tac... 5uise huir para no er a(uello, y las piernas no obedecieron
al impulso de la oluntad. )n frío mortal me subi& desde los pies hasta la nuca. En lapesadilla sin nombre en (ue se deshacía mi ser, i aanzarse hasta mí el reloj de
mármol negro, como un ser iiente, y aterrado caminé para atrás cuatro pasos. Bos
doce golpes sonaron en mis oídos lentamente, graemente, cubriendo todos los
rumores de la calle con un ruido ensordecedor, metálico y !no de campanas de oro.
Confundidos los punteros en uno solo para marcar la hora trágica del horror supremo,
el olante se detuo, inm&il, como obedeciendo a un mandato de lo inisible. Espesa
niebla $ot& ante mis ojos, una neuralgia iolenta me atraes& la cabeza de sien a sien,
como un rayo de dolor, y caí desplomado sobre el hielo.
Cuando olí en mí estaba en mi cuarto, estido, con la camisa abierta, acostadoen el lecho. :arinoni estaba allí cerca, y rancisco rezaba, arrodillado, las oraciones de
los agonizantes. "obre la mesa cercana a mi lecho ardía un cirio al pie de un Cristo. Ba
luz tétrica de la madrugada se !ltraba por los calados de los balcones. )na neuralgia
horrible me apretaba la cabeza como en un círculo de !erro- pero la impresi&n de
angustia había desaparecido.
:arinoni0, grité, me he salado- acércate.
9or milagro estás io. Eres un loco. "i supieras la noche (ue nos ha hecho
pasar. 4C&mo es eso de (ue estás bueno6...
Estoy bueno. 8engo un dolor horrible (ue me a a matar tal ez, pero no siento la
ansiedad de los días pasados. 2ije eso y caí en una especie de letargia profunda.
2e los primeros diez días de !ebre consero confusas impresiones. :is ojos no
acostumbrados a la penumbra gris de la alcoba, percibían oscuramente lo blanco y lo
negro del estido de una hermana de caridad sentada a la cabecera del lecho, y el
contorno de la níea corneta (ue, contra la oscuridad de la pared, se le antojaba a mi
pobre cerebro una garza con las alas abiertas, y por asociaci&n de ideas eocaba el
recuerdo de los pantanos de "anta /árbara.
Al desaparecer la !ebre sentí una debilidad e%trema. Ahora estoy en plenaconalescencia, siento (ue la ida me uele con cada copa de los a#ejos inos
espa#oles (ue apuro, con cada bocado de los (ue deoro con apetito pantagruélico, y
Charet está encantado de er la rapidez con (ue oy ad(uiriendo fuerzas.
9arece (ue el iejo me hubiera cogido cari#o. Es sensual hasta las puntas de las
u#as- tiene la pasi&n de la obra de arte, un gusto e%(uisito, y según dicen, posee la
más hermosa colecci&n de tapices persas (ue e%iste en 9arís. Cuando iene a erme
se acomoda en un sill&n cerca del fuego, bebe a traguitos un jerez deste#ido de
cuarenta a#os, saboreándolo, iéndole el color al leantar a la altura de los ojos la
frágil copa de "aliati, en (ue se le sire y oliéndolo con delicia. A eces, como parae%cusarse de apurar la tercera, dice <e%celente>, pegándose a la boca los dedos
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recogidos de la mano, abriéndolos luego y e%tendiendo el brazo para leantarlo, con
un moimiento blando (ue parece esparcir en el aire el perfume del a#ejo licor.
5ué falta hace entre los tesoros de arte (ue han amontonado usted en su
iienda una mujer, no una (uerida, (ue sería incapaz de entender nada de esto, sino
una mujer muy joen y de gran raza, (ue gozara con cada detalle suntuoso y animara
con su frescura las magni!cencias sombrías de estos aposentos, donde usted debeechar de menos, a eces, una delicada presencia femenina... Cásese usted, amigo
mío... El matrimonio es una hermosa inenci&n de los hombres, la única capaz de
canalizar el instinto se%ual.
4"e sonríe por(ue le hablo así6... 1a de saber usted (ue la medicina no ha sido
para mí más (ue una necesidad, un modo de ganar el pan. 3o tengo nerios de artista,
no de hombre de ciencia- por eso me entiendo bien con usted. A(uí entre nosotros le
con!eso (ue una de las amarguras de mi ida es (ue mi nombre a a (uedar pegado
para toda la eternidad al de una as(uerosa alteraci&n de los cordones neriosos de la
médula. Esa idea me reuele el alma. )n botánico desnicha, en alguna monta#a del
tr&pico, una hermosa planta de olorosas $ores- un astr&nomo obsera un cometa, y la
humanidad en lo futuro no puede separar su recuerdo de la imagen de los pétalos
frescos, o de los luminosos rayos (ue caen de lo alto... )no de nosotros, doblado sobre
el cadáer sanguinolento, hurgándolo con el bisturí, e una fea manchita (ue le
parece an&mala, somete el tejido al microscopio, gasta sus pobres ojos obserándolo,
escribe una monografía en (ue inenta lo (ue le falta saber, y por premio de sus
esfuerzos consigue esto* (ue un charlatán, al desahuciar a un infeliz cuyo mal ignora,
lo acabe de aterrar diciéndole* tiene usted un principio de mal de /rigth... no puedo
hacer nada por su salud- estos síntomas denuncian la neuropatía cerebro cardiaca de
Prishaber, la ciencia es impotente- conénzase usted de (ue lo deora la enfermedad
de Charet... 4Be parece a usted muy entretenido eso de (ue le den el nombre de uno
a una cosa innoble6, concluy&, con las manos metidas en el fondo de los bolsillos y
sacudiendo la cabeza con e%presi&n de asco... @oce usted suaemente de la ida,
cásese usted, amigo mío, sea usted feliz...
() de mar3o
El regalo de Riington, una copia suntuosamente enmarcada y hecha por mano
de maestro del cuadro (ue adorna su sala, lleg& hace cuatro días a mi hotel. ue en el
sal&n donde abrí la caja, retirando yo mismo los tornillos, leantando las tablas,
rompiendo los papeles (ue lo enolían, hasta contemplar la ideal imagen de la
Ddolatrada. Dmposible permitir (ue una mano seril hubiera ejecutado a(uella tarea. Ba
pintura es un perfecto espécimen de los procedimientos de la cofradía prerrafaelista-
casi nulo el moimiento de la !gura noble, colocada de tres cuartos y mirando de
frente- maraillosos por el dibujo y por el color los piececitos desnudos (ue asoman
bajo el oro de la complicada orla bizantina (ue borda la túnica blanca y las manosa!ladas y largas, (ue desligadas de la mu#eca al modo de las !guras del 9armagiano,
se juntan para sostener el manojo de lirios, y los brazos enueltos hasta el codo en los
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albos pliegues del largo manto y desnudos luego. El modelado de la cabeza, el brillo
ligeramente e%cesio de los colores, agrupados por to(ues, todo el conjunto de la
composici&n se resiente del amaneramiento puesto en boga por los imitadores de los
(uattrocentistas. Está detallado a(uello con la minuciosidad e%trema, con todo el
acabado (ue satisfaría al Rus;in más e%igente- distingue (uien lo mira uno a uno los
rayos (ue forman la aureola (ue circuye los rizos casta#os de la cabeza, los hilos deoro de la orla bordada, las ramazones de los duraznos en $or, los pétalos rosados de
éstas, las hojas de las rosas amarillas, sobre la erdura de los matorrales, y en los
reto#os y yerbas del suelo podría un botánico reconocer una a una las plantas
copiadas allí por el artista. Al pie de la pintura, sobre la orla negra, brilla en dorados
caracteres latinos la frase*
:A7D/)" 2A8E BDBDA 9BE7D"
45uién era el pintor, ese +.. "iddal, cuyo nombre está al pie de la tela, (ue con
tan e%tremado amor puso la mística e%presi&n de unci&n soberana y casi estática en
el lienzo (ue puebla ahora mi casa y mi ida de dulcísimos ensue#os6... 7i lo
mencionan los críticos (ue han escrito sobre la 9re Raphaelite /rotherhood, ni !gura
su nombre en ninguna galería, ni catálogo de museo.
5ué me importa el ideal de arte (ue le dictaba su técnica minuciosa, si ante mis
ojos sonríes, con la suae gracia de los largos lineamientos de tu cuerpo delicado, con
la misteriosa irradiaci&n de tus pupilas azules (ue alumbran la sobrenatural palidez
del semblante, enmarcado por los sedosos rizos casta#os de la destrenzada
cabellera0, oh imagen (ue llenas mi ida y mi alma0...1e a(uí lo (ue he encontrado para (ue, en el cuarto ecino al escritorio, donde
amplia cortina de antiguo tejido y deste#idos matices deja caer sus pliegues a los
lados del balc&n enmarcándolo, esté junto lo mejor de mí mismo. "obre las paredes
tendidas de oscuro cuero de C&rdoba s&lo atraen las miradas dos telas* la copia
eniada por el doctor Riington y el retrato de la abuela, con su per!l de "anta Ana y
las canas blancas destacándose sobre un fondo oscuro (ue pint& para mí +ames
:acX7eil ?histler, el e%tra#o artista (ue, al decir de un crítico, sabe con e%tralúcida
intuici&n desprender en sus obras, ba#adas de misterio, lo suprasensible de lo real.
Al pie del retrato de 1elena, pesada mesa de bronce cincelado sostiene las jardineras llenas de $ores (ue pedí a Cannes por telégrafo. "ube hasta sus pies el
aroma de las rosas rojas, de las rosas amarillentas y de las rosas blancas, de los ramos
de ioletas de 9arma (ue languidecen en altas copas de cristal opalescente, de los
montones de claeles blancos, áureos, sonrosados, purpúreos, confundidos con la
suae emanaci&n de las mimosas y de los lirios. A(uella oposici&n de íidos tonos
(ue cantan, tentaría la paleta de un colorista.
"obre el erde de los eladores de mala(uita contrasta el blanco de las pastas,
ornamentadas con las tres hojas y la mariposa, de los tomos de ersos (ue compré en
Bondres e hice encuadernar a mi antojo. )n solo sill&n, donde bajo la miradaapaciguadora de sus ojos azules, oy a leer a "helley y a Bongfello, y el pesado cofre
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de hierro donde guardo las joyas, su camafeo, y el ramo de rosas de @inebra, forman
el mobiliario del cuarto.
Ese ambiente de espiritualidad es el (ue re(uieres, amor de alma, para (ue
ias con intensa ida, y el único (ue me parece respirable hoy, en (ue mi ternura
aspira a ti con todas sus fuerzas como débil planta (ue uele sus hojas hacia el sol0
() de abril
Charet, fastidiado de esperarme en el despacho, mientras me estía, estaba
acomodado en el sill&n, la cabezota contra el espaldar de éste, los (ueedos de oro
montados en la nariz, y los poemas de Peats en la mano, cuando entré al saloncito.
Bos poetas ateos, de j&enes, no creen en 2ios, pero creen en los ángeles y en la
=irgen "antísima, dijo leantándose al erme. 1asta ahora éste es el sitio donde he
respirado atm&sfera más espesa de misticismo... desde (ue paseo mi persona por
este pícaro mundo. "i el pobre "cilly 2ancourt entrara a este cuarto, se arrollidaría aler el retrato colocado en este ambiente de capilla... "e pone usted malo... 45ué le
pasa a usted6, a#adi& con cara de sorpresa... 41e cometido una indiscreci&n al entrar
a(uí6... 9erd&neme usted- i la puerta entreabierta y no resistí la tentaci&n de hacerlo-
amos a su escritorio.
"entado cerca de éste, Charet, instado por mí, con no sé (ué frases locas, para
(ue me e%plicara (ué (uería decir con lo (ue me había hecho temblar de sorpresa al
oírlo, me dijo más o menos lo siguiente*
1izo doce a#os, a !nes de enero, estaba en 9roenza huyéndole al frío del
inierno, cuando recibí un telegrama de un hotelero de 7iza, ofreciéndome gruesasuma por ir a pasar algunos días allí y prestarle mis sericios a un enfermo grae. Era
tan halage#a la oferta (ue no acilé en ponerme en camino, para presenciar a mi
llegada una de las escenas más angustiosas (ue he isto en la práctica de mi
profesi&n, tanto más cuanto (ue mi ciencia nada podía hacer para eitarla. Ahora, al
er ese cuadro, del cual poseo una fotografía regalada entonces por "cilly 2ancourt,
creo er a la pobrecilla con la admirable belleza de sus eintitrés a#os, y recuerdo
como si fueran cosas de ayer los horribles sufrimientos del pobre hombre cuando,
arrodillado al pie del lecho, bebiéndole el aliento enenenado y besándola, olía los
ojos hacia mí, como pidiéndome (ue la defendiera contra la muerte. 2octor* sálelausted y le seriré de rodillas toda mi ida- soy rico- disponga usted de mi fortuna, pero
sálela0, me decía, suplicante- y yo comprendía el paro%ismo de dolor (ue lo crispaba
al er la !gura ideal y la mirada de ternura sobrehumana con(ue lo enolían los ojos
azules de la tísica.
Ba enfermedad había sido un resfriado, cogido la noche en (ue salieron de 9arís-
pero la frágil constituci&n de la enferma y (uién sabe (ué herencia de tuberculosis,
hicieron estallar una tisis galopante, ante la cual fueron inútiles mis esfuerzos. 2ecirle
a usted (ué especie de dolor, de locura fue la del marido al conencerse de (ue
estaba muerta, sería tarea imposible.
uera de esta criatura, me decía, mostrándome días después una chi(uitina de
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cuatro a#os (ue parecía comprender el horror de lo (ue había pasado y lo miraba con
los mismos ojos azules de la madre y tenía aspecto delicado como el de una $or
enferma, no tengo a nadie en el mundo. :e oy a Africa, me oy a E%tremo 'riente, a
recorrer toda la América, a iajar por a#os enteros para no morirme a(uí de
melancolía. 9obre hombre0 :e caus& tal impresi&n erlo en ese estado, (ue recuerdo
hasta sus últimas frases* 2octor* no se e%tra#e usted al erme sufrir así, al er mi desesperaci&n- usted no
sabe (ue era una santa, usted no sabe (ue todas las de su raza han sido adoradas así,
frenéticamente. 47o ha oído usted contar la historia de Rossetti, el poeta pintor (ue
cas& con :aría Dsabel Beonor "iddal, (ue era de la misma familia de mi mujer, hace
eintitantos a#os6... y (ue 4jamás pint& en sus cuadros ni cant& en sus ersos a otra
(ue a ella, y (ue muerta ella deposit& en el ataúd el manuscrito de sus poemas para
(ue durmiera junto de la (ue los había inspirado6... Rossetti estuo, al morir :aría
Dsabel, casi loco- y si a#os más tarde el cloroformo y la tristeza dieron cuenta de su
ida, fue por(ue no hizo lo (ue oy a hacer yo, a pedirle a los iajes y al estudio de lasreligiones la fuerza necesaria para no dejar a esta chicuela sola en el mundo0, decía
mostrándome a la ni#a.
43 la fotografía, doctor6...
Ah, sí0 Ese cuadro (ue tiene usted es un retrato de la mujer de "cilly 2ancourt,
hecho por un hermano (ue abandon& la pintura después, para irse a la Dndia, según
me dijo entonces a(uél... 3 oiga usted... El amanerado imitador de los prerrafaelistas
no hizo más (ue da#ar el modelo al sujetarlo a las inenciones de su escuela, por(ue
la muerta era más hermosa todaía- tenía una cabellera casta#a de isos dorados, ese
color auburn (ue dicen los ingleses, y unos ojos azules como no he isto otros
después. 9obre hombre- no lo he uelto a er nunca.
47i a saber de él, doctor6..., le pregunté con mal disimulada impaciencia.
7i una palabra. Creo (ue la única persona a (uien le escribe en 9arís es al
@eneral des Oardes. "iri& a sus &rdenes como Capitán en la guerra con 9rusia en
HI_Q, y éste lo tiene en grande estima por su alor... 43 c&mo amos de salud6,
in(uiri&, oliendo a sus carneros.
Charet me autoriz& desde ese día para oler a mi ida de antes de la
enfermedad* Está usted hoy más fuerte (ue la tarde en (ue ino a mi consulta por primera
ez. @oce usted suaemente de la ida... "ea usted feliz, me dijo, golpeándome el
hombro al salir.
@ozar de la ida sin ella0 @ozaré de la ida cuando me arrodille a sus pies.
/endito seas rayo de luz (ue has caído en la noche de mi alma y (ue me permitirás
encontrarla0
2) de mar3o Cuanto le puedo contar es cuento le he contado- diríjase usted al profesor
:ortha, a (uien "cilly 2ancourt le escribe con frecuencia sobre sus chi$aduras de
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orientalismo y de historia religiosa, dijo, con su oz ruda y leantándose de la silla, en
el sal&n del Círculo, el iejo @eneral des Oardes. 2iríjase usted a :ortha... Ahora
resulta usted preocupado también de esoterismo y de religiones. Creía (ue la ida de
cuartel (ue ha lleado lo había preserado de esas agabunderías. 3 es usted joen
para ser @eneral, agreg& con ir&nica e%presi&n, torciéndose el iejo mostacho canudo.
3o no soy @eneral, le contesté, riéndome, al oír a(uella salida.
9ues es e%tra#o... 8odos los paisanos de usted (ue yo he conocido en el Círculo,
son generales, gru#&, despidién dose.
9oco más había adelantado con la conersaci&n (ue tue con él y (ue acab& con
a(uella frase eocatoria de las charreteras de fácil ad(uisici&n en nuestras repúblicas
latinoamericanas. Cont&me en ella la campa#a hecha por ambos, él como Coronel,
"cilly 2ancourt como Capitán en la (uinta diisi&n del ejército mandado por el @eneral
de 8ailly, las marchas y contramarchas, las indecisiones y los desaciertos de la funesta
campa#a- me pint& al pobre Emperador átono y decaído, sumido en la incertidumbre y
en el silencio- puso por las cumbres a 8rochu (ue, al decir suyo, habría salado a
rancia si hubiera realizado sus planes- llam& imbéciles a Rouher, a :ontauban y a
Chereau- insult& a /azaine, glori!c& a :ac :ahon- me describi& a gritos y con oces
técnicas las batallas de "aint 9riat, de ?issenbourg y de roeschiller, y el aire de
mortal tristeza y de embrutecimiento de 7apole&n al er entrar sucesiamente a la
9refectura de "edán a 2ucrot, a 2ouay luego, a Bebrun después- el diálogo brutal
entre 2ucrot y ?impfen y la salida de éste a parlamentar con el enemigo.
"cilly 2ancourt, me dijo energizándose, no io el !n de la batalla, ni !gura su
nombre en el registro de las ergonzosas capitulaciones, ni se lle& de "edán en losojos el horror de er a nuestros noenta mil soldados (ue, inutilizados por los días (ue
pasaron en el campo de la miseria, con los pies metidos entre el barro, empapados por
la lluia, temblando de hambre y de sed, de frío y de ergenza y sintiendo la trágica
sacudida del desmoronamiento del imperio, esperaban a los batallones de reclutas
alemanes (ue habían de llearlos prisioneros a 9rusia. 7o, "cilly 2ancourt no io nada
de esto. 2espués de animar a los nuestros con su coraje de le&n, de e%citarlos con el
grito, con el ademán y con el ejemplo, y de recibir tres heridas, al er perdida la
batalla, desapareci&, nadie sabe c&mo. Reuelta el alma por las desgracias de rancia,
pas& a Dnglaterra, donde contrajo matrimonio unos a#os después con la hija de unactor o de un músico de fama, y cuando muri& ésta, se ausent& de Europa... 3a le digo
a usted, el único (ue sabe de él es :ortha, a (uien le escribe sobre esas chi$aduras
de religiones y de orientalismos.
El coraz&n se me saltaba del pecho al entrar la última ez al entresuelo de techo
bajo y ruin aspecto situado en una callejuela del /arrio Batino, donde el autor de <Bas
Religiones de 'riente> recibe los escasos isitantes (ue an a distraerlo de sus
preocupaciones habituales, la interpretaci&n de seculares te%tos sagrados, de los
iejos himnos litúrgicos y de los cultos primitios de la humanidad. =oy a hablarle de
"cilly 2ancourt y a él a decirme d&nde encontraré a 1elena0, pensaba dentro de mí,sentado ya en un canapé de la pobre y aseada salita (ue precede el cuarto de estudio,
y contemplando una escultura asiria, un cuerpo de le&n alado con cabeza humana de
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luenga y rizada barba, coronada por la tiara sacerdotal, (ue, frente a frente del /udha
entrudo, (ue sonríe sobre la pobre y negruzca chimenea, forma el único adorno de la
estancia.
:ortha es un iejecito adorable, con una cara larguísima cuya amarillenta y
apergaminada piel cruzan hondas arrugas erticales, y una cabellera de seda blanca
toda despeinada, de la cual le caen pelos sueltos y largos por sobre la frente enorme ylos ojos iísimos y negros. Cuando se ríe hay algo de infantil en la alegría, (ue le
anima la cara, y canas, arrugas y ojos, todo se ríe. "us libros y la necesidad de obtener
indicaciones sobre una inscripci&n lapidaria fueron la disculpa con (ue me le presenté
hace ya arios días. :e habl& en la primera entreista de unos pergaminos egipcios
(ue estaban para la enta en Bondres, hícelos comprar allí por :orrell y /lundell, se
los enié y estamos al partir de un con!te- me cree un egipt&logo consumado.
Al entrar al cuarto, lleno de papeles, de piedras, de restos de estatuas y de
inscripciones, estaba escribiendo algo con su letrica !nísima, y un rayo de sol (ue se
colaba por la entana le hacía brillar como plata las canas blan(uísimas.
4Escribía usted, (uerido maestro6... preguntéle.
"í, anotaba la traducci&n hecha por mi cofrade :áspero, del himno descubierto
por @rebaut cerca de las necr&polis de Oaouyet el Anyan. 'iga usted (ué sublimidad*
8ú te leantas, bené!co Amm&n Ra 1arma;outi . 8ú te despiertas, erídico "e#or
de los dos horizontes, ardes, resplandeces, subes y culminas . Bos hombres y los
dioses se arrodillan ante esa (ue es tu forma . 'h, "e#or de las formas0
)na hora entera en (ue lo hice hablar y no hablé para (ue no descubriera mi
superchería, y al cabo de la cual lo traje por enredados caminos al asunto en (uetengo puesta toda mi alma.
Ah, sí0 "cilly 2ancourt, me dijo- pero "cilly 2ancourt no es un especialista, es un
hombre (ue (uiere saber todo lo referente a todas las religiones. Bos ritos egipcios del
Antiguo Dmperio los conoce bastante. 1ace seis a#os recibí su última carta, datada en
Abydos, donde estaba estudiando los bajorreliees del templo. 8enía buenos datos
para ser dados por un a!cionado, pero su fuerte son las religiones de la Dndia. Es uno
de los pocos europeos (ue ha logrado entrar al fondo de los santuarios de /enarés y
cultiar relaciones íntimas con los sacerdotes budistas de las pagodas del "ur- pero no
aya usted a creerlo un hombre de ciencia, y sobre todo, un hombre desinteresado ensus estudios. Bo (ue él persigue es la esencia misma de las religiones, lo sobrenatural,
con (ue nada tenemos (ue er los (ue procedemos de buena fe. 7o hay religi&n (ue
no haya estudiado, haciendo para ello enormes iajes e inauditos gastos, isitando los
santuarios y recorriendo los lugares en (ue naci&. A estos últimos charlatanismos de la
fuerza psí(uica y de las telepatías, de las sugestiones a largas distancias y de las
apariciones luminosas, los conoce como Croo;es, y creo (ue se ríe de ellos. Estuo en
el Congreso de Religiones de Chicago, en HIJG, sin tomar parte en él, y estoy seguro
de (ue les habría podido ense#ar algo de la suya a cada uno de los asistentes.
7osotros nos escribíamos hasta hace seis a#os, y de repente dej& de contestarme."upe después por mi colega Chenneieres (ue lo encontr& en Roma, (ue estaba allí
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con un hijo suyo. 9arece (ue ese joen ha hecho los mismos estudios (ue el padre, y
(ue fue (uien lo indujo a abandonarlos, para entregarse al culto cat&lico con raro
feror. :e ha referido Chenneieres (ue iían cerca al =aticano, (ue el 9apa los
recibía frecuentemente y (ue comulgaban todos los días en la misa dicha por "u
"antidad. 3o he seguido escribiéndole a "cilly de acuerdo con la promesa (ue le hice
de comunicarlelos resultados obtenidos en mis estudios de las antiguas religiones de Egipto,
pero no me ha uelto a contestar.
43 le escribe usted a Roma sabiendo (ue él iaja continuamente6..., le pregunté.
7o, son sus ban(ueros (uienes corren con dirigirle las cartas- yo las enío a la
o!cina de Bazard, Casseres y Compa#ía. 9oco más deben de interesarle mis pacientes
inestigaciones a nuestro amigo, (ue lo (ue buscaba en sus iajes no era la ciencia de
los orígenes y del desarrollo de las religiones, sino un culto (ue practicar, y por !n ino
a dar al catolicismo, para lo cual sobraban todas las ueltas (ue dio. Cuando yo le
digo a usted (ue "cilly 2ancourt no ha sido nunca un sabio y (ue sus inestigaciones
no eran desinteresadas0
Al !n di con el hilo de la luz (ue busco, con la pista (ue sigo para encontrarte,
oh0, camino (ue me llearás hacia ella, pensé sorprendido de la feliz casualidad (ue
me hizo poner en manos de Bazard, Casseres y Compa#ía, las sumas (ue había
mantenido en casa de :iranda hasta el a#o antepasado0 /endita seas tú, Actriz de
los /ufos, ídolo de mi amigo el instintio rep&rter don =icente, (ue con tu apetito de
diamantes y el dominio (ue ejerces sobre él y el temor (ue sentí de (ue fuera a caer
mi oro en tus rosadas manecitas, junto con los patacones de don :ariano, hicistesurgir en mi cerebro la idea de trasladar mis fondos a casa de los judíos0, pensaba
subiendo la escalera monumental del escritorio de éstos. )n ban(uero judío sire para
todo... hasta para decirle a uno d&nde está la isi&n con (ue sue#a. 'h, Dsrael0,
murmuré dentro de mí mismo al empujar la puerta del escritorio.
7athaniel Casseres, doblado en dos, las narices de águila, los ojos erdosos, el
collar de barba rubia, todo él encantado de erme, me estrech& la mano con afectuoso
ademán y me jur& (ue su familia había estado consternada con mi enfermedad. =ii&
el tipo cuatro a#os en /uenos Aires y habla espa#ol, un espa#ol aprendido en
rancfort, (ue destroza los oídos. 4A (ué depemos el fonor de per al se#or ernández en esta su casa6... 48iene
compras (ue hacer u ortenes (ue tar6...
3 al e%plicarle (ue deseaba saber el lugar donde estaba su cliente y (ue le
suplicaba me informara de él*
Ah, sí0 9uen cliente, puen hombre, puena persona el se#or Chilly... 9uen cliente,
puen hombre, puena persona, pero no puedo informarlo a usted te lo (ue tesea... y
más o menos me e%plic& esto. Bos únicos negocios (ue la casa de Bazard, Casseres y
Compa#ía tiene con el Conde, consisten en recibir de una compa#ía de seguros sobre
la ida gruesa suma (ue le paga ésta, a la cual entreg& su capital para recibir renta
iajera. Al oírlo me corri& un estremecimiento de frío por las espaldas. 3 si llegara a
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morir, 4(ué sería de la suerte de 1elena, abandonada, sola, sin fortuna, sin amigos6...
'tra operaci&n hacemos por su cuenta, continu& el obse(uioso 7athaniel, es
pagar instalamentos de un seguro de ida de una hija suya, para (ue ésta lo reciba al
cumplir einte a#os- un seguro fuerte, (ue le deolerá a la se#orita "cilly 2ancourt el
capital (ue su padre entreg& a la compa#ía, hábil operaci&n, pero (ue sobre todo
satisface los gustos de nuestro cliente, (ue no (uiere ocuparse de negocios, ni dedinero, y (ue gira a nuestro cargo por cual(uier suma (ue se le ofrezca, desde
cual(uier punto de Europa, Asia, América, Africa u 'ceanía, donde toman sus che(ues
nuestros ban(ueros, por(ue la casa tiene agentes en todo el mundo, agreg&,
complacido. 9ara él no llega a(uí más correspondencia (ue la de un sabio su amigo.
1ace tres a#os recibimos del se#or "cilly telegrama de Roma, dando orden de no
eniarles esas cartas, y la casa, cumpliendo las suyas, las guarda a(uí. El no escribe
nunca.
43 d&nde está fechado el último che(ue del se#or de "cilly6, pregunté.
1e dado a usted todos esos datos en estricta resera, y así le daré el otro.
9ermítame usted hablo con el tenedor de libros para informarlo.
2e Alejandría, y es por una suma fuerte. 9robablemente seguiría para 'riente...
El a#o pasado, por esta época, recibimos un che(ue de /enarés... 9uen cliente, puen
amigo, puena persona el se#or de Chilly 8ancourt0
3 haciendo reerencias y ofreciéndome (ue la casa estaría a mis &rdenes
siempre, me acompa#& hasta la puerta, por donde salí desesperado.
2ios mío, un mes perdido así, cultiando imbéciles, oyendo referir la batalla de
"edán y leer los himnos a Amm&n Ra 1arma;outi, y sabiendo por los judíos c&mo estácolocada la fortuna del padre, todo esto sin encontrar el camino (ue me llee hacia
ella0 1oy me sé la historia de los "cilly como tal ez no la sabrá el Conde, (ue no tiene
cara de darle importancia a esas anidades. Cuanto libro he encontrado (ue pueda
darme luz sobre los antepasados de 1elena, lo he leído con una paciencia de
benedictino. 8engo la cabeza llena de nombres y de hechos (ue an desde el a#o de
cuarenta y ocho, en (ue un "cilly, amigo íntimo de Bamartine, !gur& en la política,
hasta el mil trescientos eintisiete, en (ue otro parti& para la primera Cruzada. "é sus
armas y sus blasones, su escudo de combate y su grito de guerra. 2ios mío0 43 (ué
me importa todo eso si pierdo la esperanza de encontrarla y si me desespera perderesa esperanza6 1elena, amor mío, 1elena, amor mío de mi alma, en, surge,
aparécete ante mis ojos cansados de buscarte y hunde en ellos las penetrantes
miradas de tus pupilas azules, para (ue eas hasta mi alma y (ue en ella s&lo te
re$ejas tú, como en las aguas de un lago dormido, el cielo constelado de astros0
(2 de abril
"&lo una entaja retiré de las entreistas con el @eneral des Oardes, con :ortha ycon el obse(uioso judío, (ue mi amor por 1elena, de (uien conozco ya la familia, la
historia del padre y la inersi&n de la fortuna de éste, se haya dulci!cado, sin
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disminuirse, pero humanizándose, por decirlo así. "&lo el amor comprende, Ddolatrada,
de (uien por intuitia adiinaci&n sé hasta los más rec&nditos secretos de bondad y de
nobleza- s&lo el amor comprende0 9ara el @eneral des Oardes no e%istes, s&lo ie en
su imaginaci&n la imagen de tu padre, tal como lo io en los días de la funesta
campa#a- para el profesor :ortha eres un mozo ocupado en estudios de historia
religiosa, el judío s&lo sabe de ti el oro (ue recibirás al cumplir los einte a#os0 "&lo elamor comprende0 Charet, a (uien la práctica de su profesi&n no le ha endurecido el
alma, como a tantos de sus (ueridos colegas, sabe la agonía del ser (ue te dio la ida,
recuerda el horrible dolor de tu padre cuando el trágico suceso, y entrei& en tus ojos
de ni#a el fulgor (ue tienen hoy, el fulgor terrible de santidad y de dulzura (ue
alumbr& mi alma en la noche de @inebra. "&lo yo, (ue (uiero buscar en ti la luz (ue
me alumbre y el áncora (ue me sale, sé de ti todo cuanto saben ellos juntos y te
adiino tal como eres... "&lo el amor comprende0
1oy hay dos lugares en la 8ierra donde no se posan pies humanos. Enuele
sagrado silencio la atm&sfera (ue en ellos se respira- son la estancia donde muri& lasanta de los cabellos de plata cuyo per!l sonríe a seis pasos de este sitio, en el cuadro
de ?histler, y el cuarto, tomado en al(uiler por diez a#os al hotelero suizo y cuya llae
está en la caja de hierro cerca del camafeo- el cuarto por cuyo balc&n me arroj& ella el
ramo de rosas en la noche inolidable.
( de abril
2ecía ayer (ue mi amor se dulci!caba, humanizándose... Ah, sí0... "&lo mi
espíritu la reclamaba hace unos días, y ahora todo mi ser la reclama0... Antes deencontrarla no sabía lo (ue era el amor y había besado s&lo con la imaginaci&n, mis
ideales de poeta, con mis labios de carne las bocas lascias y entreabiertas de mis
fáciles idolatradas. Ahora mi espíritu y mis labios sue#an con ella, y si en ella pienso
ibra todo mi ser, como las cuerdas de un instrumento sonoro bajo el arco inspirado
del artista (ue les comunica su alma.
9uesto (ue reestida de misterio y de más allá, entraste en mi ida, irgen
inmaculada y dulcísima, nuestro amor será un é%tasis. Ennoblecidos por ti, los detalles
de la e%istencia diaria se trans!gurarán, y cada paso andado por los caminos de la
tierra será un paso hacia lo alto. 9or ti abandonaré los planes destinados a hacer pasarmi nombre a los tiempos enideros. 5ué más gloria (ue iir arrodillado a tus pies
sintiendo la caricia de tus manos y bebiendo en tus labios la esencia misma de la ida0
'ye* en la tierra (ue me io nacer hay un río caudaloso (ue se precipita en raudo
salto desde las alturas de la altiplanicie fría hasta el fondo del cálido alle donde el sol
calienta los follajes y dora los frutos de una $ora para ti desconocida. Bas cataratas del
7iágara, profanadas por los ferrocarriles y por la canallería humana (ue a a diertirse
en los hoteles (ue las rodean, son un lugar grotesco cerca de la majestad de templo
del agreste sitio, donde cae en sábana de espumas, atronando los ecos de las
monta#as seculares, el raudal poderoso. Cortada a pico sobre el abismo, donde laniebla se irisa y resplandecen las aguas a la salida del "ol, álzase ingente y rígida roca
de basalto. A(uella roca es el lindero de una de mis posesiones.
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"obre ella construiré para ti un palacio (ue reista por fuera el aspecto de
renegrido castillo feudal, con sus fosos, sus puentes leadizos y sus eleados
torreones enueltos en erdeoscura yedra y grisosos musgos y (ue en el interior
guarde los tesoros de arte (ue poseo y (ue animarás tú con tu presencia. =iiremos,
cuando la ida de Europa te canse y (uieras pedir impresiones nueas a los
grandiosos horizontes de las llanuras y a las cordilleras de mi patria, en a(uel nido deáguilas (ue por dentro será un nido de palomas blancas, lleno de susurros y de
caricias. 1abrá ma#anas de sol en (ue nos erán pasar cabalgando en una pareja de
caballos árabes, por los caminos (ue se e%tienden en la sabana,
y los rudos campesinos se arrodillarán al erte, creyendo (ue eres un ángel,
cuando claes en sus cuerpos deformados por las rústicas faenas, la resplandeciente
mirada de tus pupilas azules- habrá noches en (ue en el aire perfumado del cuarto,
donde humea el té rubio en las tazas de China y alumbra el suntuoso mobiliario la luz
de las lámparas, atenuada por pantallas de encaje, ibren las frases sublimes de una
sonata de /eethoen, arrancada por tus pálidas manos al teclado sonoro y en (ue,desfalleciente de emoci&n contenida, te leantes del piano para contemplar desde el
balc&n de piedra la catarata iluminada por la Buna. Apoyarás entonces la cabeza en
mi hombro, me enolerán los rizos casta#os de la destrenzada cabellera, olerás
hacia los míos tus radiosos ojos azules, y la palidez sobrenatural de tu semblante, la
mortal palidez e%ange de tus mejillas y de tu frente se sonrosará bajo los besos de
mis labios0.
1elena0 1elena0 :e corre fuego por las enas y mi alma se olida de la tierra
cuando pienso en esas horas (ue llegarán si logro encontrarte y unir tu ida con la
mía0...
(? de abril
Ayer salt& otro edi!cio destrozado por una bomba e%plosia, y la concurrencia
mundana aplaudi& en un teatro del bulear hasta lastimarse las manos, Ba Casa de
:u#ecas, de Dbsen, una comedia al modo nueo, en (ue la heroína, 7ora, una
mujercilla común y corriente, con una alma de eso (ue se usa, abandona marido, hijos
y relaciones para ir a cumplir los deberes (ue tiene consigo misma, con un yo (ue noconoce y (ue se siente nacer en una noche como hongo (ue brota y crece en bree
espacio de tiempo. Así a estallidos de melinita en las bases de los palacios y a golpes
de zapa en lo más profundo de sus cimientos morales, (ue eran las antiguas
creencias, marcha la humanidad hacia el reino ideal de la justicia, (ue crey& Renán
entreer en el !n de los tiempos. Dbsen y Raachol le ayudan, cada cual a su modo-
cae el primer magistrado de rancia herido por el pu#al de Cesáreo "anto, y escribe
"uderman Ba dama estida de gris, donde la abnegaci&n y el amor a la familia toman
tintes de sentimientos grotescos, sin (ue el !nal de cuento de hadas, agregado por el
noelista a su obra, como un farmaceuta hábil, echaría jarabe para dulci!car unap&cima (ue contuiera estricnina, alcance a disimular el acre sabor de la letánica
droga.
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8&rnase el arte en medio de propaganda antisocial, síntoma curioso (ue coincide
con la tendencia negadora de la ciencia falsa, la única al alcance de las multitudes.
:ientras más pura es la forma del ánfora más enenoso puede juzgarse el
contenido- mientras más dulce el erso y la música, más aterradora la idea (ue
entra#an0
:oriste a tiempo, 1ugo, padre de la lírica moderna- si hubieras iido (uince
a#os más, habrías oído las carcajadas con (ue se acompa#a la lectura de tus poemas
animados de un enorme soplo de fraternidad optimista- moriste a tiempo- hoy la
poesía es un entretenimiento de mandarines enerados, una adiinanza cuya soluci&n
es la palabra nirana. El frío iento del 7orte, (ue trajo a tu tierra la piedad por el
sufrimiento humano (ue desborda en las noelas de 2ostoies;i y de 8olstoi, acarrea
hoy la oz terrible de 7ietzsche.
'ye, obrero (ue pasas tu ida doblado en dos, cuyos músculos se empobrecen
con el rudo trabajo y la alimentaci&n de!ciente, pero cuyas encallecidas manos hacen
todaía la se#al de la cruz, obrero (ue doblas la rodilla para pedirle al cielo por los
due#os de la fábrica donde te enenenas con los apores de las mezclas e%plosias,
oye, obrero, 4nada eocan en tu rudimentario cerebro las rudas sílabas de ese nombre
germano, 7ietzsche, cuando ibran en tus oídos6... Bos ecos del 7orte las repercuten,
suenan ya en todo Europa y sus discípulos predican el eangelio de ma#ana. 7o lo
creas parecido al eangelio (ue cuenta la historia del pálido 7azareno diciendo las
consoladoras bienaenturanzas junto a las ondas azules del dormido lago de
8iberiades y e%pirando en lo alto de la cruz, con el cuerpo amoratado por los golpes y
la pálida frente destrozada por la corona de espinas- es un eangelio (ue cuenta la
historia de Oaratustra, en una cuea, meditando, entre el águila y la serpiente, en el
reaalúo de todos los alores. 47ada le sugiere tampoco esa frase a tu obtuso
entendimiento6... Es (ue la humanidad había estado recibiendo como erdaderas,
nociones falsas sobre su origen y su destino, y el profundo !l&sofo encontr& una piedra
de to(ue en (ué ensayar las ideas como se ensayan las monedas para saber el oro
(ue contienen. Eso es lo (ue se llama reaaluar todos los alores. Bo (ue tú llamas
conciencia, eso (ue te atormenta cuando crees haber cometido una falta, no es más
(ue el instinto de la crueldad (ue puedes ejercer contra los otros, y (ue al no
ejercerlo, por(ue la sociedad te lo impide encerrándote en la noci&n del deber, como a
un le&n en una jaula de !erro, te atormenta como atormentarían sus inútiles garras al
$ao animal si las hundiera en su propia carne al no poder destrozar los barrotes
rígidos ni la presa deliciosa. Esos mismos deberes en (ue crees, no son más (ue la
inenci&n con (ue una raza potente y noble de hombres alegres (ue reían entre los
incendios, los estupros, los asesinatos y los robos, sujet& a las razas de débiles
encidos, de (ue hizo sus esclaos. Bos buenos entre los encedores eran los más
crueles, los más brutales, los más duros, y los esclaos inentaron como irtudes las
cualidades opuestas a las (ue eían en sus amos* la continencia, el sacri!cio de sí
mismo, la piedad por el sufrimiento ajeno. En la reuelta de los esclaos, (ue tuo
lugar hace siglos, fue necesaria una íctima para (ue tuieran una bandera (ue
leantar, un hombre (ue juntara en sí todas a(uellas falsas irtudes y muriera por
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a!rmarlas, e Dsrael cruci!c& al Cristo, a ese (ue tú creías 2ios, y triunf& la moral de los
débiles, la (ue te ense#& tu padre, ésa sobre la cual está fundada la sociedad de hoy.
48ú no sabías nada de eso, obrero (ue con las manos encallecidas por el trabajo
haces todaía la se#al de la cruz y te arrodillas para pedir por los due#os de la fábrica
donde te enenenan los apores de las mezclas e%plosias6 9ues sábelo, y regenerado
por la ense#anza de Oaratustra, profesa la moral de los amos- ie más allá del bien y
del mal. "i la conciencia son las garras con (ue te lastimas y con (ue puedes destrozar
lo (ue se te presente y coger tu parte de botín en la ictoria, no te las hundas en la
carne, uélelas hacia afuera- sé el sobrehombre- el )bermensch libre de todo
prejuicio, y con las encallecidas manos con (ue haces todaía, estúpido, la se#al de la
cruz, recoge un poco de las mezclas e%plosias (ue te enenenan al respirar sus
apores, y haz (ue salte en pedazos, al estallido del fulminante picrato, la fastuosa
iienda del rico (ue te e%plota. :uertos los amos serán los esclaos los due#os y
profesarán la moral erdadera en (ue son irtudes la lujuria, el asesinato y la
iolencia. 4Entiendes, obrero6...
Así, a estallidos de melinita en las bases de las ciudades y a golpes de zapa en lo
más profundo de sus cimientos morales, (ue eran las antiguas creencias, marche la
humanidad hacia el reino ideal de la justicia (ue entrei& Renán en el !n de los
tiempos. 7ietzsche, Dbsen y Raachol le ayudan, cada cual a su modo.
Allá en las más e%celsas alturas de lo intelectual, noble grupo de desinteresados
!l&sofos, indaga, inestiga, sondea el inefable misterio de la ida y de las leyes (ue la
rigen, y transforma sus pacientes estudios en libros (ue carecen de categ&ricasa!rmaciones, (ue apenas anotan lo bien sabido, lo (ue cae bajo el dominio de la
obseraci&n- en libros (ue muestran en el límite de la humana ciencia <las olas negras
del océano del misterio para embarcarnos en el cual no tenemos ni barca ni brújula>,
al decir de la grandiosa frase de Bittré. Coincide la impresi&n religiosa (ue esos
grandes espíritus e%perimentan al considerar el problema eterno y e%presan en sus
obras, con el renacimiento idealista del arte, causado por la ineitable reacci&n contra
el naturalismo estrecho y brutal (ue pri& hace unos a#os. En ez de las prostitutas y
de las cocineras, de los ganapanes y de los empleadillos (ue ganan cien pesetas al
mes, deléitanse los noelistas en pintarnos grandes damas (ue se mueen ensuaísimos ambientes, magas (ue realizan los prodigios de los antiguos teúrgos y
sabios (ue poseen los secretos supremos. 8&rnase la música de sensual modulaci&n
(ue acariciaba los oídos y sugería oluptuosas tentaciones, en misteriosa oz (ue
habla al cerebro- pasan místicas sombras por entre el crepúsculo (ue enuele las
estrofas de los poetas y toman forma en los lienzos, las isiones del más allá. Bos
e%ploradores (ue uelen de la Canaan ideal del arte, trayendo en las manos frutas
(ue tienen sabores desconocidos y deslumbrados por los horizontes (ue entreieron,
se llaman ?agner, =erlaine, 9uis de Chaannes, @ustae :oreau.
En manos de los maestros la noela y la crítica son medios de presentar alpúblico los aterradores problemas de la responsabilidad humana y de discriminar
psicol&gicas complicaciones- ya el lector no pide al libro (ue lo diierta sino (ue lo
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haga pensar y er el misterio oculto en cada partícula del @ran 8odo.
42udas todaía del renacimiento idealista y del neomisticismo, espíritu (ue
in(uieres el futuro y es desplomarse las iejas religiones6... :ira* del oscuro fondo del
'riente, patria de los dioses, uelen el budismo y la magia a recon(uistar el mundo
occidental. 9arís, la metr&poli, les abre sus puertas como las abri& Roma a los cultos
de :itra y de Dsis- hay cincuenta centros teos&!cos, centenares de sociedades (ueinestigan los misteriosos fen&menos psí(uicos- abandona 8olstoi el arte para hacer
propaganda práctica de caridad y de altruismo, la humanidad está salada, la nuea
fe enciende sus antorchas para alumbrarle el camino tenebroso0
Ah, sí0 49ero tú no sabes, crítico optimista, (ue cantaleteas el místico
renacimiento, y al er esos síntomas cantas hosanna en las alturas y paz sobre la
tierra a los hombres de buena oluntad, (ué es lo (ue le llega al pueblo, a la masa, al
reba#o humano, de todos esos fulgores (ue te deslumbran, del inarm&nico coro (ue
forman esas oces al rezar el <9adre nuestro (ue estás en los cielos>, (ue es la
oraci&n a la moda, entre los intelectuales de hoy6... 9ues oy a decírtelo* lo (ue el
pueblo comienza a saber es lo (ue le ense#an los ulgarizadores de la falsa ciencia, la
única ulgarizable, los +ulio =erne de la psicología y de la doctrina eolucionista, es
(ue el hombre tuo por antepasado al mono y (ue el deber es s&lo el límite de la
fuerza de (ue disponemos. 1ay oces (ue le gritan a las multitudes* <:ira* ese
iejecito pálido, estido de blanco, (ue se pasea prisionero por el =aticano, es un
farsante- ese mu#eco (ue está allá arriba en la cúspide del edi!cio social, un imbécil>.
3 mientras los neomísticos inentan sus religiones para poetas, para enteros
millonarios o para sabios puri!cados por el estudio, el populacho alza los ojos y mira.
Así los alzaba hace ciento einte a#os, para er, entre la atm&sfera de la corte,
perfumada de mariscala, los tacones rojos de las faoritas, las empoladas pelucas,
las chorreras de encajes, las casacas de colorines de los cortesanos (ue rodeaban al
si!lítico monarca. =oltaire no había reído aún- Rousseau no había llorado todaía. 'y&
la !era de repente la blasfemia y el sollozo, se sacudi& del letargo en (ue dormía,
cla& las garras en la presa dorada y el charco de sangre del 8error mostr& el poder de
sus garras y los destrozos de su ira sangrienta.
En los últimos a#os, al alzar las miradas hacia lo alto lo (ue el le&n ha isto es la
cara imbécil de papá @réy, y tras de ella el per!l judío de 2aniel ?ilson, (ue, como
un ratero, se guardaba el oro, producto de la enta de gloriosas condecoraciones- lo
(ue ha isto es al brae général, caracoleando en el negro caballo- lo (ue ha isto es
el asunto de 9anamá, a(uella lluia de lodo (ue salpic& las canas de Besseps y las
frentes de tantos de sus senadores ilustres.
4Crees tú, crítico optimista (ue cantaleteas el místico renacimiento y cantas
hosanna en las alturas, (ue la ciencia notadora de los 8aine y de los ?undt, la
impresi&n religiosa (ue se desprende de la música de ?agner, de los cuadros de 9uis
de Chaannes, de las poesías de =erlaine y la moral (ue le ense #an en sus prefacios
9aul /ourget y Eduardo Rod, sean ca denas su!cientes para sujetar a la !era cuandooiga el Ean gelio de 7ietzsche6... El pu#al de Cesáreo "anto y el reen tar de las
bombas de nitroglicerina pueden sugerirte la res puesta.
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(' de abril
)na oleada poderosa de sensualismo me corre por todo el cuerpo, enciende mi
sangre, entona mis músculos, da en mi cerebro reliee y color a las más deste#idas
imágenes y hace ibrar interminablemente mis nerios al contacto de las más lees
impresiones gratas. 7o es fuera de él, es en el fondo de mi espíritu donde está
subiendo la saia, donde están cantando los pájaros, donde están reentando los
brotes erdes, donde están corriendo las aguas, donde están aromando las $ores, al
recibir los besos tibios de la primaera. El amor ha hecho su nido en mi alma. :úsicas
(ue $otáis en ella, líneas, colores, olores, contactos, sensaciones de fuerza
desbordante, sangre (ue me enciendes las mejillas, sue#os (ue aleteáis en la sombra,
delectaci&n morosa (ue traes ante mí el oluptuoso cuadro de los placeres pasados y
me hostigas con el recuerdo de sus punzantes delicias, todos osotros bailáis un coro
bá(uico, una saturnal en (ue los besos estallan, y los cuerpos se confunden y caen
entrelazados sobre el césped aromoso y blando0 1elena, 1elena0 8engo sed de todo
tu ser y no (uiero manchar los labios (ue no se posan en una boca de mujer desde
(ue la sonrisa de los tuyos ilumin& mi ida, ni las manos, impolutas de todo contacto
femenino, desde (ue recogieron el ramo de rosas arrojado por tus manos0 1elena0
=en, surge, aparécete, bésame y apacigua con tu presencia la !ebre sensual (ue me
está deorando0
($ de abril
Ahí estaban en la tiendecita /assot, situada en la calle de la 9az, deleitando los
ojos con el brillo de las piedras aglomeradas ante mí sobre el idrio del mostrador por
las manos del aristocrático joyero. 2el gran /alzac cuentan (ue, enamorado de los
isos rosados de dos perlas gemelas, trabaj& un a#o para ad(uirirlas- de Richelieu
moribundo, (ue hundía las $acas manos en el cofre rebosante de pedrería y (ue al
hacerlas brillar se le iluminaban los apagados ojos. "írame conmigo mismo de e%cusa
tan ilustres ejemplos para disculpar mi pasi&n, superior a las de ellos por osotros,
misteriosos minerales, más s&lidos (ue el mármol, más duros (ue el metal, másdurables (ue las humanas construcciones, más radiosos (ue la luz (ue re$ejáis,
centuplicándola y colorándola con los matices de uestra esencia. 'h, piedras
rutilantes, espléndidas e inulnerables, íidas gemas (ue dormisteis por siglos
enteros en las entra#as del planeta, delicia del ojo, símbolo y resumen de las ri(uezas
humanas0 Bos diamantes se irisan y brillan como gotas de luz- semejan pedazos del
cielo del tr&pico en las noches consteladas los oscuros za!ros- tú, rubí, ardes como
una cristalizaci&n de sangre- las esmeraldas ostentan en sus cristales luminosos los
erdes diáfanos de los bos(ues de mi tierra- tenéis osotros, topacios y amatistas (ue
ornamentáis los gruesos anillos episcopales, coloraciones suaes del cielo en lasmadrugadas de primaera, son azulinas, sonrosadas y erde pálidas las llamas (ue
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arden entre tu leche luminosa, &palo cambiante- crisoberilos* osotros brilláis con
áureo brillo, como los ojos fosforescentes de los gatos, y (uién dirá la delicia (ue
procuráis a (uien os mira, oh, perlas0 más discretas en uestro brillo (ue las gemas
radiantes, perlas (ue os formáis en el fondo glauco de los mares, perlas blancas de
suaísimo oriente, perlas rosadas de =isapour y de @olconda, fantásticas perlas
negras de =eraguas y de Chiri(uí, perlas (ue adornáis las coronas de los reyes, (uetembláis en los l&bulos de las orejas sonrosadas y pe(ue#uelas de las mujeres, y os
posáis como un beso sobre la frescura palpitante de los senos desnudos0 :ás artista
y más crédula la humanidad de otros tiempos, os reisti& con el sagrado carácter de
amuletos y mezcl& a la sensual delicia (ue esparcen uestras luces la eneraci&n por
uestros mágicos poderes, diamantes conjurados de las maldiciones y los enenos,
za!ro (ue preseras de los naufragios, esmeralda (ue ayudas los partos difíciles, rubí
(ue das la castidad, amatista (ue eitas la embriaguez, &palo (ue te empalideces si la
Ddolatrada nos olida0 'h, piedras rutilantes, inulnerables y espléndidas, íidas
gemas (ue dormisteis por largos siglos en las entra#as del planeta, delicia del ojo,símbolo y resumen de las ri(uezas humanas0
Ahí estaba en la tienda de /assot, cuando, frente, en la puerta, se detuo el
coche de elegante y sencillo aspecto. Con moimientos ágiles y miradas de in(uietud,
como de enada sorprendida, baj& de él, camin& diez pasos, en (ue al traés del
estido de opaca seda negra, ornamentada de azabaches, adiiné las curas
deliciosas del seno, de los torneados brazos y de las piernas largas y !nas, como las
de la 2iana Cazadora de +uan @oujon, y ino a detenerse junto al mostrador donde
estaban las joyas. :i olfato aguzado percibi&, fundidos en uno, el olor de pan fresco
(ue emanaba de toda ella, un olor delicioso de salud y de ida y el del ramo declaeles rosados (ue lleaba en el corpi#o. 1usmeé el olor como un perro de cacería
lanzado sobre la pista, y antes de (ue pronunciara la primera palabra, ya la habían
desnudado mis miradas y le había besado con los ojos la nuca llena de ello de oro,
los espesos y crespos cabellos oscuros de isos rojizos, recogidos bajo el gran
sombrero de !eltro ornamentado de plumas negras, los grandes ojos grises, la naricita
!na y la boca, roja como un pimiento, donde se le asomaba la sangre. Así, sonrosada y
fresca, con su olor a leadura y a claeles, parecía una soberbia $or de carne acabada
de abrir.
48iene usted collares de diamantes blancos6..., pregunt& al joyero, con el más
puro acento yan(ui y con una sonrisa infantil (ue le hizo brillar entre lo rosado de los
labios el nácar de la dentadura.
8odo esto es demasiado alioso para mí, murmur& entre dientes al oír los
precios, al tiempo (ue en su semblante súbita e%presi&n de mal humor y de tristeza
reemplazaba la e%citaci&n (ue le abri& los ojos y se le asom& a la boca al er las
costosas pedrerías.
7o hay nada demasiado caro para usted. Esta joya estará en sus manos esta
noche, si usted me permite presentársela, le dije, paso, en inglés, al oído casi, con ozronca en (ue ibraba la tentaci&n.
Es espléndido, dijo en el mismo idioma, (ue sonaba en su boca como una
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música, mirándome de pies a cabeza y iendo mi mano crispado sobre el estuche de
seda negra. 4=erdad6..., a#adi& claando en los míos los ojos claros, y con toda la cara
iluminada por una e%presi&n de felicidad indescriptible, como jamás la he isto en
ninguna !sonomía.
=enga usted a las nuee de la noche y hablaremos. 7o pregunte mi nombre al
portero- lo esperaré yo misma en la puerta, como si oliera de la calle- entraremos juntos, dijo teniéndome una hoja de papel, (ue arranc& de la diminuta cartera forrada
en cuero de Rusia, y en la cual escribi& febrilmente las se#as, las de una calle
tran(uila de los Campos Elíseos. A las nuee en punto entraré con usted, como si
oliera de la calle, agreg& con oz grae y mirándome en los ojos.
Bos dependientes de /assot nos miraban, cuchicheando, sorprendidos del diálogo
a media oz y en idioma e%tranjero (ue se había entablado entre nosotros, personas
desconocidas, puesto (ue no la había saludado al entrar.
Esas joyas son magní!cas, pero demasiado aliosas para mí* perdone usted
se#or, dijo al empleado, (ue se la comía con los ojos.
Bo espero a usted a las nuee, oliéndose a mí, con la e%presi&n seria de una
persona (ue sabe lo (ue hace y acostumbrada a negocios importantes.
3 con sus moimientos ágiles y sus miradas de enada, cruz& el espacio (ue la
separaba del coche, (ue parti& al subir ella, sin oler los ojos a la joyería.
"oberbia criatura0 Esas americanas del 7orte... eh0 me insinu& el dependiente,
un cincuent&n entrecano, con los ojos llenos de malicia y la chiera y los bigotes
puntiagudos, retorcidos a lo 7apole&n DDD. "oberbia criatura0 8iene loco por un collar
de diamantes, (ue no le (uiere comprar, al marido, (ue es un jayanote yan(ui con lacara afeitada y tipo de Cuá;ero. Ba semana pasada estuieron isitando todas las
tiendas de joyas, él de mal modo y rega#ándola, ella haciéndole mil zalamerías para
decidirlo. Ahora anda sola, pero seguramente no tiene el dinero completo. Estas
americanas del 7orte... Esté usted seguro de (ue no descansa hasta (ue tenga el
collar. Ah0, 4con (ue se (ueda usted con él6... dijo abriendo tama#os ojos... Es lo
mejor (ue hemos tenido en los últimos a#os... a#adi& con displicencia, una joya de
esas (ue no prooca ender.
En esas piedras os ais a conertir, deste#idos billetes azules de a mil francos,
(ue habéis enido a mí sin buscaros, en las tres noches en (ue, enga#ando mi hambrede besos con la ertiginosa jugarreta en (ue olabais sobre la carpeta erde, os
recogía con helada indiferencia, mientras (ue los otros jugadores se leantaban de la
mesa con los bolsillos acíos, los ojos irritados y las manos trémulas0
3 ahora escribo mi aentura. 45ué ha entendido ella al decirme (ue aya a
buscarla, después de mi frase brutal6... 7o sé. "&lo sé (ue los diamantes, dignos de
una princesa, brillan en el fondo de los cálices de las $ores de un ramo, donde los hice
colocar para lleárselos, y (ue será mía. =eo su carne desnuda, sus gráciles formas
ofrecidas a mis besos, y ardo. "on las ocho de la noche- dentro de dos horas estará
en mis brazos, lo estoy sintiendo, y se realizarán los contenidos deseos (ue acumulan
en mí ocho meses de loca continencia y de estúpidos sentimentalismos, sugeridos por
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haber isto una muchachita anémica, estando bajo la in$uencia del opio0 1urrah a la
carne0 1urrah a los besos (ue se posan como mariposas sobre el terciopelo de la piel
sonrosada, a los besos (ue entran como áspides por entre el raso aromoso de los
labios, a los besos (ue penetran como insectos borrachos de miel hasta el fondo de
las $ores- a las manos trémulas (ue buscan- al olor y al sabor del cuerpo femenino
(ue se abandona0 1urrah a la carne0 Afuera oz de mis tres Andrades, sedientos desangre, borrachos de alcohol y de se%o, (ue, tendidos sobre los potros salajes, con el
lanz&n en la mano, atraesabais las poblaciones incendiadas atronándolas con nuestro
grito* 2ios es pa reírse del- el aguardiente pa bebérselo- las hembras pa pre#arlas, y
los espa#oles pa descuartizarlos0 @rita, oz de mis llaneros salajes* 1urrah a la
carne0
2@ de abril
'h, la e%tra#a y deliciosa criatura0 Entramos juntos, abri& con su llae la puerta
del estíbulo, (ue atraes& rápidamente, y cuando llegué al saloncito amable,
después de (uitarme el abrigo, en uno de cuyos amplios bolsillos estaba el collar de
diamantes disimulado entre las $ores, ya había encendido las lámparas. Ba desnudez
de la pieza estrecha, amueblada s&lo con dos sillas, un dián, un elador y una
lámpara, y la e%presi&n de su carita seria, disiparon mis últimas dudas. 7o, a(uella no
era una mujer comprable- (uién sabe (ué capricho loco por la aliosa joya la había
hecho recibirme, y (ué había entendido al oír mi frase brutal0
"iéntese usted, me dijo, ya sentada en un sill&n de brocatel grisoso, al pie deuna alta lámpara, de la cual caía, en cuadro, la luz sobre la alfombra, suaizada por un
pantall&n de gasa de un erde deste#ido.
ue ella (uien rompi& primero el silencio. 3o me contenté, mientras dur& éste,
con e%tasiarme los ojos recorriéndola toda, desde la masa espesa de los cabellos
oscuros, (ue le coronaban la cabeza, de enérgica y !nas facciones, hasta los
piececitos angostos y largos (ue calzados con un zapato bajo de resplandeciente
charol, dejaban adiinar su blancura por entre los calados de la media de seda negra,
!na como un encaje.
4)sted ha iido en los Estados )nidos6..., fue la primera frase (ue, después deotro silencio, me dirigi& la boca encarnada y fresca, en un francés gutural y bronco,
(ue me hizo sonreír inoluntariamente al oírlo... 47o6... Eso e(uiale, más o menos, a
(ue usted no me entienda y tal ez a (ue me juzgue mal, y lo probable es (ue no
podamos hacer nada..., continu& asomándosele a los ojos la misma tristeza de ni#o
consentido a (uien se le niega un juguete, (ue le había isto en la joyería al oír los
precios de los diamantes. Ah, pero usted habla inglés mejor (ue yo0 8al ez podamos
entendernos- perdone usted (ue lo deje solo unos segundos, a#adi&, leantándose.
Estas americanas del 7orte0, pensaba para mi coleto, haciendo mía la frase del
empleado de /assot, (ue había oído por la ma#ana.
A(uí están, dijo, poniendo sobre una mesita (ue acerc&, unas cajas de terciopelo
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y de raso y encendiendo dos bujías para facilitarme el e%amen... =éalas usted,
aalúelas y después le haré mi propuesta.
=alen la mitad de lo (ue ale el mejor de los collares (ue usted io en la calle de
la 9az, le contesté con calma imperturbable y sin una sonrisa, después de e%aminar el
contenido de los estuches, marcados los unos con el nombre de 8iFany, los otros con
los de arios joyeros parisienses de segundo orden, y donde no había una sola piedrasin defecto. Esto ha sido escogido más en ista del tama#o (ue de la calidad- usted
conendrá conmigo en (ue los diamantes, o son pajizos o tienen defectos, rayas o
(uebraduras (ue los hacen desmerecer- en (ue los rubíes no son del mismo matiz y
en (ue una de las esmeraldas del broche es más pálida (ue las otras y tiene jardín, le
dije asumiendo de lleno mi papel de negociante en joyas.
Cosas de +ohn, (ue no distingue0 3o pre!ero un diamantito así de grande, dijo
mostrándome la punta de la u#a rosada, blanca y brillante de uno de los dedos, pero
(ue no tenga mácula, a una tapa de botell&n con iso pajizo. 3, sonriéndose por
primera ez* usted es un maestro, y (ué re!nado0 ho re!ned, a#adi& sin (uitar los
ojos de la perla negra (ue me abotonaba la pechera... 9ero, en !n* usted coniene
conmigo en (ue estas joyas alen la mitad de lo (ue ale el collar- pues oiga usted mi
propuesta* le daré a usted mi nombre, (ue ya a siendo una garantía, y esto, dijo,
mostrando los estuches y un pagaré por la diferencia con el precio del collar. 2entro
de tres meses le eniaré de Chicago el alor total de éste, y usted me deolerá lo
mío, junto con el pagaré cancelado, entregándolo todo en el Consulado de los Estados
)nidos, donde formalizaremos la operaci&n, ma#ana, a primera hora. 4Acepta usted6,
pregunt&, sonriéndose con alegría.
7o acepto, se#ora, respondí con estudiada frialdad, deleitándome en er c&mo
bajaba los ojos, (ue se le humedecieron, y c&mo le caía sobre las mejillas la sombra
de las largas pesta#as crespas. 45ué ganaría yo con ese negocio6
Como usted me dijo esta ma#ana (ue podría procurarme el collar, contest& con
un mohín de despecho.
9ero usted entendi& mal, comencé, con una oz (ue trataba de hacer !rme, sin
lograrlo. 1ay una combinaci&n por la cual usted tendrá la joya esta noche, sin pagar ni
un centao por ella, insinué, mirándole al fondo de los ojos, (ue había leantado del
suelo, ya serenos, y (ue me miraban !jamente. "e ha e(uiocado usted, se#or, me contest&, encen diéndosele las mejillas y
poniéndose en pie con un moimiento brusco de todo el cuerpo y mirándome con una
e%presi&n profunda de desprecio y de ira. "e ha e(uiocado usted, se#or0 4Con(ue se
ha atreido usted a creer (ue mi pasi&n por las piedras a hasta hacerme olidar
(uién soy y (ue esos diamantes pueden comprarme6... 49ero no e usted, infeliz (ue
esas cajas llenas de joyas (ue le ofrezco son mías, muy mías6... Ah, es (ue usted no
sabe mi nombre y cree (ue le oy a robar la diferencia, dijo gritando, soy 7elly0... y ahí
un apellido alemán con falsa terminaci&n inglesa, el de un millonario de Chicago,
conocido en el mundo entero como uno de los más fuertes empresarios deferrocarriles de los Estados )nidos. 5ué bien se e (ue no ha iido usted en mi tierra
cuando entiende tan mal mi proceder y me juzga así0, continu& sin sentarse y con la
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e%presi&n de angustia de (uien se siente manchado por infame e inmerecida
sospecha.
Recogí el !no pa#uelo de batista y encajes, perfumado de clael, (ue se le
cay& al suelo al leantarse, y le dije, respirando el olor y con oz dulce*
"e#ora* h&nreme usted con permitirme permanecer a(uí unos instantes más, y
crea usted (ue habla con un caballero. 9use el pa#uelillo sobre el elador y bus(ué
nerioso la cartera, y abriéndola le tendí una de mis tarjetas de isita. "i usted se
siente ofendida al terminar nuestra conersaci&n, (ue me eníe su marido ma#ana
dos testigos (ue arreglen con los míos las condiciones de un encuentro... )sted le dirá
(ue esta noche me he entrado tras de usted, (ue olía a su casa, y (ue he
pretendido besarla y poseerla. 1aga usted eso, pero déjeme hablarle, le grité, casi,
poseído de la furia de coronar el plan (ue se había formado dentro de mí en esos
minutos.
C&mo0 4)sted es el se#or ernández, don +osé ernández, el autor de los 9oemas9aganos, (ue tradujo :urray6, dijo, sentada ya y alzando los ojos de la diminuta hoja
de papel bristol... 3 yo (ue no lo había reconocido... 8ambién es (ue el retrato es muy
iejo, 4cierto6 7o tenía usted barba entonces... Dgnoraba completamente (ue iiera
en 9arís. "iéntese usted, se#or ernández- a usted a tomar el té conmigo y amos a
hablar de sus ersos. Así olidaremos la estúpida historia del collar...
Ah0 4Con(ue leíste el articulillo a(uel publicado en un magazine de /oston y
escrito por el yan(ui (ue isit& mi tierra y (ue me pag& los (uinientos d&lares (ue le
presté, llamándome en él gran poeta, traduciendo una parte de mis estrofas y
haciendo imprimir con su traducci&n el retrato (ue acompa#a la segunda edici&n deBos 9rimeros =ersos6 4Con (ue lo has leído, mi yan(ui adorable y frenéticamente
altia, y (uieres (ue hablemos de mis 9oemas 9aganos6
1ablemos de sus ersos, de los 9oemas 9aganos. Bos conozco en la traducci&n
de :urray, publicada en el <7ort American :agazine>. 5ué hermosos, fascinadores0
1o loely, fascinating, dijo, sonriéndome, hablemos de sus ersos, se#or ernández.
7o, se#ora- hablemos de usted y del collar (ue usted desea y (ue su marido no
(uiere comprarle, (ue le está haciendo cometer locuras y (ue
me ha hecho a mí presentarme en su casa y tener el honor de hablar con usted.
=uele usted al collar... "ea... 45ué es lo (ue pretende usted decirme6, me dijo
con mal disimulada impaciencia y un gesto de orgullo. 8engo la esperanza de (ue
usted me crea una se#ora y de (ue no a a hacerme perder la ilusi&n de creerlo a
usted un caballero.
Bo (ue pretendo decirle, comencé, temblándome la oz de emoci&n, es (ue le
suplico a usted, del modo más respetuoso, (ue acepte esa joya (ue pongo a sus pies
sin pedirle más sino (ue, cuando la luzca usted sobre su cuerpo de diosa, recuerde
usted al hombre a (uien hizo feliz permitiéndole satisfacer un antojo suyo. "i usted
acepta mi propuesta, el collar estará en sus manos dentro de un minuto y yo me irésin haberlas besado, para no oler a erla, si usted lo e%ige.
41abla usted en serio6, me pregunt& con honda agitaci&n ine%plicable, al oír mi
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respuesta.
"e#ora* s&lo espero (ue usted me permita, e irme, por(ue temo ser inoportuno.
2ios mío, 2ios mío0 /usca el modo de hacerme feliz y me conoci& esta
ma#ana- y el otro me insulta cuando le ruego y me deja sola para irse a buscar
mujeres perdidas en 7uea 3or;0 5ué ida0..., articul& entre los sollozos (ue la
ahogaban, acostando la cabeza contra el espaldar del sill&n y cubriéndose los ojos
llenos de lágrimas con el pa#uelito de batista oloroso a claeles.
Bos sollozos la sacudían toda- los nerios triunfaban de a(uella naturaleza rica y
enérgica.
"alí a la antecámara, bus(ué el ramo y entrando en puntas de pies fui a
arrodillarme junto al sill&n donde lloraba, como la serpiente se arrastr& al pie de Ea
inocente al ofrecerle la poma. Bos sollozos y las lágrimas seguían, y yo guardaba
silencio.
7elly0, le dije cuando comenz& a calmarse, circuyéndole el talle !no con unbrazo, acariciándole la frente con las $ores del ramo, y cantándole una cancioncilla
mon&tona con (ue las nodrizas en lorida arrullan a los chi(uillos para (ue se
duerman. 7o llore, 7elly- las $ores la están besando para contentarla- los diamantes la
(uieren er, 7elly linda y fresca como las $ores- 7elly radiosa y fría como los
diamantes (ue alen menos (ue esas lágrimas.
=encida por a(uellos mimos y sorprendida al oírlos, apart& el pa#uelo y hundi&
los ojos en los purpúreos cálices de las glo%inias y en las blancas hojas de las
gardenias, donde temblaban los diamantes como gotas de luz.
7o, no, dijo sonriéndose, con una sonrisa (ue le alumbraba los ojos húmedoscomo un rayo de sol un paisaje de primaera recién mojado por la lluia. 7o, no- si
usted no acepta mi propuesta, no me hable más- eso ale una suma loca. :i padre,
(ue es millonario y (ue me adora, nunca me los habría regalado. 7o, lléeselos usted
y regáleme las $ores. Están lindas0, dijo, respirando el ramo. @uarde usted eso,
recogiendo el hilo de platino, animado de luminosa ida por la palpitaci&n blanca, roja,
azul de las pedrerías radiosas (ue se irisaban a la luz de las bujías y de la lámpara.
ernández* 4por (ué me (uiere usted regalar eso6...
1ablábamos, ella con la cabeza adorable, cuyos oscuros rizos me acariciaban la
frente, doblada sobre la mía, (ue casi se apoyaba en sus rodillas, hincado como
estaba a sus pies, respirando su aroma de $or y circuyéndola con los brazos.
9or(ue los poetas andan por el mundo s&lo para realizar los antojos de las diosas
como usted, le respondí cubriendo de besos una de las manos suaes y frías, con(ue
hacía esfuerzos para alejarme de ella. 7elly* esos diamantes an a hacer (ue usted se
acuerde de mí al erlos más tarde- no me niegue usted la delicia de pensar (ue oy a
iir en su memoria en sus noches de triunfo.
3 mis labios, recorriendo los ramales azulosos de las enas, (ue se
transparentaban bajo el !no cutis de la mu#eca delgada, subían por el brazo torneadoy blanco, desnudo hasta el codo de la negra manga de opaca seda ornamentada de
azabaches.
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43 por (ué (uiere (ue yo me acuerde de usted por los diamantes6 :e acordaré
de usted por(ue sé sus ersos deliciosos y por(ue lo he isto así arrodillado a mis pies,
(ueriendo realizar un antojo mío a costa de una suma enorme y diciéndome cosas (ue
nadie me había dicho nunca... 5ué cosas las (ue usted me dice0 C&mo se e (ue
usted es poeta, un gran poeta, a#adi& con tono conencido. 45uiere usted oír sus
ersos, dichos por mí en mi lengua6 Es menos hermosa (ue la suya. Bos sé dememoria. 'iga usted... 3 recit& con su oz de oro las estrofas del canto a =enus, (ue
dicen las glorias de la Afrodita al nacer de las olas marinas.
Ahora a usted a decírmelos en su idioma- no lo entiendo, pero suena como una
música. 1o noble, ho musical, decía poniendo la orejilla sonrosada cerca a mi boca,
(ue le recitaba paso, muy paso, mis mejores endecasílabos.
1ablábamos así, perdidos en la delicia de saborear la esencia de los ersos y de
sentirnos cerca, sin (ue ella, la orgullosa de unos minutos antes, ni yo, el respetuoso
admirador (ue le había jurado (ue se iría sin besarle las puntas de los dedos, nos
diéramos cuenta del értigo (ue se estaba apoderando de ambos. "in saber c&mo,
estaba sentado en el sill&n y la tenía sentada en las rodillas. )no de los piececitos
colgaba sobre la alfombra. El encaje de seda negra de la media transparentaba la
blancura del pie angosto y largo y de la pantorrilla de túrgida cura, descubierta por la
falda negra donde lucía el brillo mate de los azabaches. Be estaba besando la nuca,
llena de ello dorado, y sentía estremecerse bajo mis labios todos sus nerios. Ba
manecita !ja (ue agarraba la mía hundía crispada en mi carne las u#as sonrosadas y
puntiagudas. En el silencio s&lo oíamos las palpitaciones de nuestras arterias.
:ás ersos, más paso..., me dijo con e%presi&n acaricia dora, acercando a mi
mejilla ardiente la suya fría y aterciopelada y embriagándome con su olor a pan fresco
y a claeles húmedos.
Be dije las estrofas (ue pintan los grupos de palomas blancas sobre el altar de
Cypris, enueltas por el humo aromático del sacri!cio y aleteando entre las rosas, y se
las dije en su lengua, mientras (ue le enolía la mu#eca en el collar (ue le circuy& el
brazo pálido, como una serpiente de luz, y comenz& a irradiar con el brillo de sus
centenares de facetas.
4Cuántos a#os tienes6..., me pregunt& de repente, paseándome suaemente la
mano blanca por los cabellos y por la barba... 4=eintiséis6 3o, dieciocho- él tienecuarenta y dos... 4Con (uién ies6... 4"olo6... 47i padre, ni madre, ni mujer, ni hijos6
47ada6 4"olo en ese hotel6... El otro día me detue a er la fachada. Es antigua,
4cierto6... 3 majestuoso, majestic. 43 ies solo ahí6... =ies como un príncipe. 43 no te
da tristeza estar solo6... 43 (ué haces6... C&mo gozarás de la ida, 4no6
7o. Adoro la belleza y la fuerza y escribo ersos de esos (ue sabes, le dijo con
tono triste y mintiéndole para acabar de fascinarla.
43 recibes mujeres6..., me pregunt&, riéndose con una picardía deliciosa.
7o, por(ue no las encuentro tan bellas como 7elly, le respondí enoliéndola en
una mirada de deseo loco. 1acía ocho meses (ue no daba un beso ni recibía una
caricia.
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Es imposible0 Es irreal0 it is irreal... +úrame (ue eso es cierto, dijo con oz
ahogada y hablándome al oído.
8e lo juro. 3o (uiero lo perfecto y no lo encuentro. Bo demás me causa asco. 3
cuando hallo una mujer de (uien me enamoro en una hora con todas mis fuerzas y a
(uien le suplico (ue consere unas pobres piedras para (ue se acuerde de mí, una a
cuyos pies pasaría la ida arrodillado y por cuyos besos daría mi alma, ella rehúsa miamor y me tira a la cara el regalo con(ue sue#o hacerla feliz un minuto.
7o, dijo- suéltame y espera... 3 se leant& para dejar la salita.
48e as, 7elly6...
9ero uelo en este momento, respondi& leantando el portier, (ue cay& tras de
ella.
"erá tuya, será tuya0, me gritaba por dentro la oz de los llaneros. "erá tuya0
48e gusto así6, me pregunt& oliendo a sentarse en mis rodillas en el ángulo del
cuarto donde había más sombra y e%tendía sus blandos cojines un dián turco, ampliocomo un lecho nupcial. 7o me lo he estrenado todaía. :íralo.
El corpi#o de terciopelo negro de un traje de baile, sujeto en los hombros por dos
lazos, sobre uno de los cuales lucía el ramo de glo%inias y de gardenias, dejaba er las
blancuras túrgidas del seno, (ue ondulaba con rítmico moimiento bajo el hilo de
platino animado de luminosa ida, por la palpitaci&n blanca, roja y azul de las
pedrerías (ue se irisaban en la media luz de crepúsculos. 48e gusto así6, pregunt&,
inclinándose para er los diamantes y dejándome hundir la mirada en los tesoros (ue
ocultaba mal el terciopelo del corpi#o.
"i nos hubiéramos encontrado antes0 :e oy ma#ana para 7uea 3or;,
ernández, mi poeta, comenz&, reclinando la cabeza en mi hombro y enoliéndome el
cuello con los brazos desnudos y fragantes.
"i nos hubiéramos encontrado hace un mes0 8al ez me habrías amado... 5ué
felices seríamos, 4cierto6
7o seríamos más felices (ue ahora, 7elly, por(ue te amo con toda mi alma. 9ero
no te irás ma#ana- te (uedarás a(uí y yo iiré de rodillas, adiinándote los
pensamientos.
:e oy ma#ana por la ma#ana- tengo todo listo, cerrados los baúles, tomado elpasaje... Esta tarde puse un cablegrama aisándolo. :i padre me espera por minutos.
9ediré el diorcio al llegar y iiré tran(uila.
Es un canalla, 4no es cierto, amor mío6..., le dije al oído- no te (uiere y no te da
las joyas (ue (uieres.
Es un canalla, un brutal, y no me (uiere. 45ué importan las joyas6 8ú me las
das... 3a es, y si no me las das, me dices cosas dulces y deliciosas, 4no es cierto6,
contest& ci#éndose a mí... :e lleo el collar. 45ué me pides en cambio6, dijo soltando
los brazos y sujetándome las manos con las suyas. 45ué me pides en cambio6...
3o, nada- lo (ue (uiero es (ue seas feliz un minuto y (ue te acuerdes de mí.
2ime (ue lo guardarás siempre y me iré dichoso sin darte un solo beso.
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4Con(ue (uieres hacerme feliz e irte6... El collar es mío... 4Aceptas un regalo (ue
oy a hacerte6..., me dijo al oído con una e%presi&n de triunfo... 3o también te oy a
hacer un regalo, pero inerosímil, digno de ti (ue eres poeta- un regalo (ue tú mismo
as a creer (ue es un sue#o. 3o también (uiero hacerte feliz siendo feliz. 5uiero ser
feliz una noche. 7o lo he sido nunca. 'dio el tiempo. El tiempo es una cosa estúpida,
a stupid thing0... (ue s&lo e%iste para el cuerpo, a#adi& mirándome con la carainspirada, como la de una pitonisa. En mi tierra (ueremos suprimirlo con la
electricidad, con el apor, con la inteligencia. Allá creamos en una década ciudades
más grandes (ue las de Europa, (ue tienen seis siglos, y hemos hecho una ciilizaci&n
de doscientos a#os. El tiempo es una cosa estúpida (ue se arrastra. 3o (uiero
suprimirlo en mi ida... 4Entiendes6... 8e amo, ernández... :e oy ma#ana. 'tra se
iría lleándose su amor- yo, (uiero dártelo- te amo, me suspir& al oído, besándome.
3 yo te adoro, 7elly, respondí buscando con locura sus labios primero, y
hundiendo luego la frente en el seno blando, perfumado y fresco...
7o- déjame, déjame- a(uí, no- lléame- 4no ies solo6..., articul& ce#ida a mí y
crispada por el deseo- iremos a pie, donde (uieras...
:i coche espera en la puerta... =en, dije como en un sue#o, un instante después,
en el estíbulo, abrigándole los hombros desnudos y apagando las luces.
2e la noche s&lo me (uedan el recuerdo de su belleza sonriente bajo las amplias
cortinas de terciopelo de mi lecho, en la alcoba alumbrada apenas por la lámpara
bizantina de oscuro cristal rojo- la impresi&n de tenaz frescura y el perfume de su
cuerpo adolescente y el arrullo de su oz al instarme para (ue fuera a los Estados
)nidos. =en en el erano, me decía- +ohn no estará allá. 7os encontrarás en 7e 9orty te presentaré a mi padre y a todos nuestros amigos... /uscaremos un lugar en d&nde
ernos, un
cottage rodeado de árboles y de $ores, y seré feliz... "i me ofreces enir, no pido
el diorcio- tolero lo de hoy a cambio de (ue estés tran(uilo y me ames. +úrame (ue
irás... /ésame0
"u delirio de goce frisaba a la altura del mío, y la noche fue un solo beso,
entrecortado por sollozos de oluptuosidad.
8odo ha sido irreal y adorable... Drreal and loely... 8ú eres irreal y adorable... 8e
espero en junio en 7e 9ort, fue la última frase, gritada desde la barandilla delenorme apor (ue soltaba las amarras y la negra columna de humo, ennegreciendo el
cielo del 1are hasta donde fui a acompa#arla.
8odaía tengo en los ojos su !na silueta enuelta en el largo sobretodo gris de
iaje, y la palpitaci&n del pa#uelito blanco (ue agitaba al irse alejando el barco sobre
las olas gris erdosas del Atlántico, bajo un cielo nublado, plomizo y sombrío, como un
alma llena de remordimientos.
(o. de septiembre
Cinco meses sin haber escrito a(uí una línea. ue un estímulo apenas la noche de
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delicias pasada con 7elly, una gota de licor para el (ue agoniza de sed, sed non
satiata0 :e e%cit&, bebimos, me emborraché, y ahora tengo en el alma el dejo (ue
(ueda en el cuerpo después de una borrachera. El baile tuo por objeto deslumbrarlas,
y de tal modo las deslumbr&, (ue cuando amaneci& y las últimas notas de la or(uesta
ibraron en la atm&sfera de los salones impregnados de emanaciones humanas y del
melanc&lico perfume de las $ores moribundas, ya había besado las tres bocascodiciadas y obtenido de ellas la promesa de las tres citas.
"untuosa !esta, al decir de los diarios bulearderos, (ue me fastidiaron con los
detalles del lujo en ella desplegado por le richissime americain don +oseph ernández
et Andrade. 4"untuosa !esta6 7o sé, pero, en todo caso, un poco más elegante y más
artística (ue las (ue he alcanzado a er hasta hoy. 2igo más artística, por(ue en los
salones (ue amueblaban y ornamentaban objetos dignos de !gurar en cual(uier
museo, y en el hall, decorado con e%&ticas plantas y raras $ores, se oyeron los
penetrantes sones del iolín mágico de "arasate, las (uejas de la guitarra
incomparable de +iménez :anj&n y ibraron las cálidas notas, (ue al decir de:onteerde, cuestan a libra esterlina cada una, de la oz del tenor a la moda. 2igo
más elegante por(ue una parte del 9arís fríolo y mundano, (ue por la tarde se e%hibe
en la Aenida de las Acacias y se da cita, en las noches de estreno en los grandes
teatros, code& en ella por unas horas al 9arís artista y pensador, (ue ie encerrado
en los talleres, en los gabinetes de e%perimentaci&n o doblado sobre las páginas (ue
pasado ma#ana serán el libro a la moda. "egún decires, la concurrencia sali&
sorprendida de las e%(uisiteces de la mesa y la calidad de los a#ejos licores. )n
murmullo de aprobaci&n corri& por las salas, cuando al mariposear el cotill&n agitando
en ronda rítmica sus alas de cintas y gasas, se repartieron los regalillos a losdanzantes.
Ba impresi&n erdaderamente grata (ue tue fue er mezclado lo más
distinguido y simpático de la colonia hispanoamericana con lo más linajudo y
empingorotado del aristocrático barrio. Bogré (ue los compatriotas (ue honran a la
8ierra con su ciencia, "errano el !l&logo y :endoza el estadista, dejaran su encierro
claustral para asomarse a(uí por unos instantes. 2u(uesas ejanconas de tantísimas
campanillas y retumbantes nombres, cuyo origen remonta a la Roma de los Antoninos,
paseáronse al brazo de generales, e%presidentes de nuestras repúblicas, (ue
ostentaban uniformes más de oro (ue de pa#o- hubo miembro del +oc;ey Club (ue le
hiciera la corte a una chicuela recién llegada, (ue tenía todaía en los ojos el recuerdo
del cielo del tr&pico y en los oídos el rumor de la brisa entre los cafetales, y hasta se
diirti& el grupo donde lucían la cala de :anourier, el !l&sofo espiritualista, las
arrugas de :ortha, mi e%profesor de ar(ueología egipcia, y el mon&culo del noelista
psic&logo, autor de <Bos 9er!les emeninos>, (ue, despreciando esa noche a las
mujeres, (ue preguntaban por él para hacerle la corte, fue a esconderse entre
a(uellas anticuallas y a conersar con el doctor Charet, (ue me dijo, al pasar por
cerca de él, golpeándome el hombro*
Así se hace. @oce usted suaemente de la ida, amigo mío- goce usted
suaemente de la ida.
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45ué me import& el é%ito de la !esta6... "i mi lucidez de analista me hizo er (ue
para mis elegantes amigos europeos no dejaré de ser nunca el rasta(ouNre, (ue trata
de codearse con ellos empinándose sobre sus talegas de oro- y para mis compatriotas
no dejaré de ser un farol&n (ue (uería mostrarles hasta d&nde ha logrado insinuarse
en el gran mundo parisiense y en la high life cosmopolita6
Eso no impidi& (ue las tres mujeres concurrieran y (ue mi plan se realizara.
43 eso (ué me importa, si ninguna de las tres ha podido darme lo (ue le pido al
amor, y s&lo me (ueda hoy el orgullo de haber seducido en unas horas a las tres
bellezas de (uien nadie se atreería a sospechar y (ue la concurrencia entera design&
como las tres reinas de la !esta6
43 eso (ué me importa, si yo no io para los demás, sino para mí mismo, y si
ese triunfo no me satisface, por(ue sé (ue tal ez ellas mismas ignoran las razones
(ue tuo cada una para entregárseme y para colmarme de caricias locas6...
43 (ué me importan esas ideas sobre el amor, ni (ué me importa nada, si lo (uesiento dentro de mí es el cansancio y el desprecio por todo, el mortal dejo, el spleen
horrible, el tedium itae (ue, como un monstruo interior cuya hambre no alcanzara a
saciarse con el unierso, comienza a deorarme el alma6...
=osotros conocisteis ese mal sin nombre y sin remedio, patricios romanos (ue,
hartos de los goces de la carne, ahítos de las declamaciones de los !l&sofos y de los
ersos de los poetas y de las creaciones del arte heleno y latino, abandonábais los
triclinios de mar!l recubiertos de púrpura, sobre los cuales caían en lluia las arom
osas esencias y las rosas de 9oestum, tirábais al suelo la áurea copa cincelada,
llena de ino de Chypre, y la corona de rosas (ue os ce#ía la frente y, despreciando lasensual delicia (ue os brindaba la cortesana desnuda a uestro lado, corríais a buscar
en la despreciada ense#anza de los rudos discípulos del 7azareno, en la práctica de la
pobreza y de la humildad, una fe nuea y una esperanza sublime (ue os hiciera
cambiar de ida, abrazaros a la cruz, desa!ar las iras del Emperador y, trans!gurados
por el é%tasis, ir a esperar la hora de la muerte bajo las garras de los leones, sobre la
arena ensangrentada del circo0
Ah0 sí, eso fue entonces. En nuestra época mediocre y ruin no (ueda camino
abierto para las almas del temple de las uestras, (ue siente lo (ue sentisteis. Bo
sublime ha huido de la 8ierra. Ba fe ciega (ue en su regazo de sombra les ofrecía unaalmohada d&nde descansar las cabezas a los cansados de la ida, ha desaparecido del
unierso. El ojo humano al aplicarlo al lente del microscopio (ue inestiga lo
in!nitesimal y al lente del enorme telescopio (ue, uelto hacia la altura, le reela el
cielo, ha encontrado, arriba y abajo, en el átomo y en la inconmensurable nebulosa,
una sola materia, sujeta a las mismas leyes (ue nada tienen (ue er con la suerte de
los humanos. "utiles e%egetas y concienzudos comentadores estudiaron los iejos
te%tos sagrados y los analizaron descubriendo en ellos no las palabras, (ue son el
camino, la erdad y la ida, sino las sabias prescripciones de los ciilizadores de las
naciones primitias y la leyenda forjada por un pueblo de poetas. El cadáer delRedentor de los hombres yace en el sepulcro de la incredulidad, sobre cuya piedra el
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alma humana llora como llor& la :agdalena sobre el otro sepulcro.
<9adre nuestro (ue estás en los cielos, santi!cado sea tu nombre...>. Ba oraci&n
(ue la santa de las guedejas de plata me ense#& de rodillas cuando apenas podía
balbucirla, iene a mis labios de hombre y no la puedo rezar. 8ú estás acío, oh, cielo,
hacia donde suben las oraciones y los sacri!cios0
7eomisticismo de 8olstoi, teoso!smo occidental de las du(uesas chi$adas,
magia blanca del magní!co poeta cabelludo, de (uien 9arís se ríe, budismo de los
elegantes (ue usan mon&culo y tiran $orete- culto a lo diino, de los !l&sofos (ue de
struyeron la ciencia, culto del yo, inentado por los literatos aburridos de la
literatura- espiritismo (ue crees en las mesas (ue bailan y en los espíritus (ue dan
golpecitos, grotescas religiones del !n del siglo D, as(uerosas parodias, plagios de
los antiguos cultos, dejad (ue un hijo del siglo, al agonizar éste, os enuela en una
sola carcajada de desprecio y os escupa a la cara0
Es esa hambre de certidumbres, esa sed de lo absoluto y de lo supremo, esatendencia de mi espíritu hacia lo alto, lo (ue he enido enga#ando con mis aenturas
amorosas, como enga#aba mi sed de éstas con las jugarretas de las últimas noches de
castidad. 9ero el hambre de creer no hay con (ué saciarla (ue no sea con la creencia
misma... 43 en (ué creerás, alma mía, alma melanc&lica y ardiente, si los hombres son
ese miserable tropel (ue se agita, cometiendo infamias, buscando el oro, enga#ando a
las mujeres, burlándose de lo grande, y si ya murieron los dioses6
5uizás el Amor tuo sabores acres y e%táticos (ue pudieran reemplazar a la fe. El
de lo místico ino en las rudas épocas medieales, y en la e%pansi&n grandiosa de
pasiones (ue fue del Renacimiento. Amar temblando, por(ue al traés de la puerta dela alcoba, tibia y perfumada por los besos, se oía el ruido de los pasos y de las armas
de los matones eniados por el marido, (ue subían a engar la afrenta- amar orando,
por(ue la 2ama reestía aspecto de :adona- amar sin satisfacer el amor e
inmortalizando el nombre de Ella en canciones o en estatuas, ser /enenuto Cellini o
@odofredo, Alighieri, 9etrarca o :iguel Angel, cuando Ellas se llamaban /eatriz
9ortinari, Baura o =ittoria Colonna, fue empresa de hombres- pero hoy, en estas
sociedades decrépitas, en (ue el adulterio es fácil y practicable sin peligro, como un
sport- en (ue la ida de la mujer es toda entera una lenta y gradual preparaci&n para
la caída y en (ue los maridos ienen a isitar al afortunado para pedirle faores, esmiseria indigna de un hombre.
8al ez mi misantropía me llea a juzgar a esos infelices enga#ados peor de lo
(ue merecen. 1abrán creído (ue lo (ue ieron la noche del baile fue un $irt sin
consecuencia y e%plotable para ellos gracias a mi juentud y a mi dinero- pero lo
cierto es (ue las circunstancias se han enlazado de tan e%tra#o modo, (ue se
necesitaría beneolencia de santo para no juzgarlos como los juzgo, por lo menos
como unos imbéciles.
'ye, 9epillo, me dijo el amigo Rias, usando el antipático nombre con (ue me
llama- engo a pedirte un faor (ue s&lo tú puedes hacerme.
Estoy a tus &rdenes, le respondí, creyendo (ue se trataba de un duelo en (ue
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debía acompa#arlo como testigo, y sorprendido de oírlo hablar así... 48omas café6..,
a#adí, ofreciéndole, por(ue tomaba el mío, acabando de comer en el cuarto de fumar,
cuando entr& como un huracán, y con aire agitado y la respiraci&n anhelante.
7o, no tomo- me pone nerioso. 'yes, 9epe* as a hacerme un sericiazo, de
esos (ue s&lo a un amigo íntimo se le pueden pedir. 7o me lo niegas, 4eh6, a#adi&,
entrecortado- júrame (ue no me lo niegas.
"i te digo (ue estoy a tus &rdenes.
4Con(ue dejas de ir a austo por ayudarme6 47o tienes plan para esta noche6...
/ien, c&mo te lo agradezco0 9ues, mira* tenemos cuatro, Amorteguí, Rodríguez,
"aaedra y yo una cena con cuatro mujeres, pero de lo !no, 4oyes6... cuatro
horizontales (ue te (uedarías bobo si te dijera los nombres... cuatro de lo bueno0, y
suponte la (ue se me atraiesa0 Consuelo está indispuesta y no tengo (uién me la
acompa#e y me da pena dejarla sola. 3a es... 3 eso de (uedarse uno conersando
con su mujer, por(ue ella se siente débil y de acostarse a las once, después de tomar
el té, cuando tiene entre manos una cena con cuatro tipos como Rodríguez y con
cuatro mujeres así, de lo !no... 7o, si estaba desesperado. A fuerza de cailar
mientras comíamos, se me ocurri& la cosa- 4no es6... 3o me uelo a casa, por(ue le
dije (ue salía por un momento- entras tú de isita y te haces el afanado- me dices (ue
Amorteguí me estaba buscando con urgencia en el bulear, por(ue tiene (ue hablar
conmigo esta noche de un negocio. 8e juro (ue es ella la (ue me hace salir0 :e oy y
tú me la acompa#as hasta lo más tarde posible, 4no6, para (ue no caiga en la cuenta
de la hora a (ue uelo, si se desela, como le sucede casi todas las noches. 45ué tal
el plan, eh6 4C&mo te parece mi combinaci&n6 4Admirable, cierto6... :e ayudas...
Admirable..., le dije. 2e mil amores- me tienes allá dentro de media hora a lo
sumo, y sali& hecho unas pascuas, retorciéndose los bigotes y sintiéndose un
:a(uiaelo.
45ué primor me trae usted ahí6..., me pregunt& la dejatia y lánguida criatura,
cuando después de salir el otro, nos (uedamos solos en el cuartico donde recibe a sus
íntimos. 4Alguna de esas cosas (ue s&lo usted encuentra6..., dijo para disimular la
turbaci&n en (ue estaba al sentirse sola conmigo después del beso delicioso cambiado
en el fondo del inernáculo desierto donde me la lleé por unos segundos la noche del
baile, y de los juramentos de amor con (ue lo acompa#é. 45ué primor me trae, +osé6... 4lores6 2ios mío, $ores rosadas de las de
@uaimis0... Bas mismas, dijo, toda trémula, como acariciando con los ojos el ramo de
or(uídeas (ue se había puesto en las rodillas, y (ue acababa yo de formar en el
inernadero al salir de la casa... 2ios mío0... 4y d&nde consigue usted $ores de
nuestra tierra en 9arís, +osé6...
En casa, Consuelo, le dije, sentándome a su lado, sobre la misma tur(uesa de
donde se había leantado al erme entrar unos momentos antes. En casa, Consuelo...
2esde una tarde, hace nuee a#os, tengo siempre, esté donde estuiere, unas plantas
(ue cuido mucho para (ue den $ores de ésas... desde hace nuee a#os y desde unatarde, dije, mirándola, para er el efecto de las sugestia frase (ue había estudiado
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desde el momento en (ue el astuto Rias me cont& su plan en el cuarto de fumar.
"e puso pálida, más pálida (ue lo está siempre- le temblaron las manos y los
labios, y baj& los ojos al suelo.
7uee a#os antes, casi ni#os ella y yo, una tarde deliciosa, una tarde del tr&pico,
de esas (ue conidan a so#ar y a amar con el aroma de las brisas tibias y la frescura
(ue cae del cielo, sonrosado por el crepúsculo, olíamos por un camino estrecho,
sombreado de corpulentos árboles y encerrado por la maleza, al pueblecillo donde
salía a eranear su familia. 7os habíamos adelantado al grupo de paseantes. 3o,
diciéndole (ue la adoraba, recitándole estrofas del Ddilio, de 7ú#ez de Arce, y
sintiéndome el 9ablo de a(uella =irginia estida de muselina blanca, (ue apoyaba su
bracito en el mío.
5uiero $ores de ésas, me dijo, mostrándome un ramo de parásitas rosadas (ue
colgaban de la rama de un arbusto, y al entregárselas, en la semioscuridad del
camino, donde el aire era tibio y olaban las luciérnagas y aromaban los naranjos en
$or, la cogí en mis brazos y la besé con todo el ardor de mis dieciocho a#os, y ella me
deoli& los idílicos besos con su boca irgen y fresca.
"on $ores de @uaimis, Consuelo, le dije... 2esde esa tarde tengo siempre plantas
de esas en casa para respirar en su olor el beso de entonces, (ue ha sido el minuto
más feliz de mi ida. 2esde entonces hasta la noche en (ue, iiendo, ya a(uí, supe
(ue usted se había casado con Rias, no ha habido un solo día en (ue no piense en
usted con la misma ternura. "i su padre no se hubiera reído entonces de mi amor,
por(ue era yo un ni#o, y no me hubiera prohibido oler a su casa, como lo hizo, (ué
feliz hubiera sido y (ué distinta mi suerte0 Entonces me am& usted, no me lo niegue-déjeme creer (ue fue así- después me olid&. 'jalá hubiera hecho yo lo mismo. Antes
de anoche, al erla a usted en casa, entre las erduras del inernáculo, con ese
estido de muselina blanca (ue la hacía parecida a la (ue me hizo feliz con su cari#o
de ni#a, y al sentirme cerca de usted, me olidé de todo, me sentí el de entonces,
sentí por usted el mismo amor de ese instante, aumentado por nuee a#os de pensar
en usted, y tue la audacia de robarle un beso, (ue fue un é%tasis... Ahora engo a
pedirle a usted perd&n, Consuelo, por esa audacia sin nombre, y se lo pido en nombre
de nuestro amor de ni#os, y de rodillas... Consuelo* 4me perdona6, continué, ya
arrodillado, al pie de ella y besándole las manos, (ue me abandonaba, inertes. 4)sted,con toda su dulzura, no le podrá perdonar a un hombre (ue la ha adorado toda su ida
y (ue no hace más (ue so#ar con usted, (ue le hable así, por(ue no puede callar por
más tiempo6 2ime, a#adí, oliendo al tuteo delicioso (ue usábamos cuando ni#os-
dime, Consuelo* 4no es (ue te adoro con toda mi alma6, 4no comprendiste (ue la
!esta de la otra noche no tuo más objeto (ue erte en casa, (ue sentirte cerca unos
minutos, (ue sentir tus manos en las mías6, 4no sientes (ue estas $ores tienen el
mismo olor de nuestras $ores del @uaimis6... Respíralas- 4no les sientes el olor del
beso de entonces6...
3a la tenía en mis brazos, enuelta, fascinada, subyugada por mi comedia desentimentalismos, (ue se transform& dentro de mí en sensual delirio al sentir (ue me
deolía los besos (ue le daba, y al oírla decirme* <Ba otra noche me iba muriendo en
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el inernáculo cuando me besaste. 3o no he hecho más (ue pensar en ti desde
entonces. "i me casé, fue por enir a 9arís y erte. 3o nunca le he dado un beso a
Rias. +úrame (ue me adoras, por(ue me parece un sue#o oírtelo decir... +osé, +osé0
9or 2ios0 9ero esto es un crimen adorarnos así- un crimen espantoso siendo yo su
mujer>.
7o, no es un crimen, mi amor- sería un crimen si él te (uisiera, si no fuera (uienes, si no se hubiera casado contigo por tu fortuna, si no te abandonara como te
abandona, si yo no te adorara así, Consuelo, 4no es cierto (ue es una locura (ue me
(uede a(uí un segundo más6, dije, dominándome para lograr la promesa (ue
buscaba, cuando puede oler de un momento a otro y sorprender algo en nuestras
caras de la delicia (ue han sido estos momentos. 47o es cierto (ue es una locura,
cuando ma#ana podemos pasar horas enteras juntos, donde no tengamos (ue temer,
en casa, donde haremos de cuenta (ue no estamos en 9arís y respiraremos en el
inernáculo el olor de nuestros bos(ues6... 45ué6, insistí al oír la respuesta. 45ué6 48e
da miedo ir6 43 no te acuerdas de (ue estamos en 9arís, donde nadie mira a nadie yde (ue iimos a dos pasos6... 4Alguna ez ha enido Rias a mediodía, mientras
andas tú por los almacenes, o te pregunta d&nde has estado6 9odemos pasar juntos
seis horas, (ue aldrán para mí por seis a#os de felicidad... 4:e tienes miedo6... 47o
sabes (ue mi amor es tan puro como lo era entonces, (ue me basta erte, oírte para
ser feliz y (ue no te daré un beso si no (uieres6...
3 ino y fue mía- y después ha enido dos eces, sin pedírselo casi, por(ue ha
(uerido, por(ue necesita caricias como necesita respirar, y por(ue el otro, el hombre
astuto de las ma(uiaélicas combinaciones, anda cenando con sus horizontales, (ue
le están comiendo medio lado, y tiene abandonada esa $or de sensualidad y de
inocencia, (ue se pasa muchos días y muchas noches sola, por(ue no tiene casi
relaciones en 9arís.
Con otras armas cay& la otra, la rubia baronesa alemana, (ue tiene la carnadura
dorada de las =enus del 8iciano y está e%enta de todo prejuicio, según dice ella, la
lectora de 1auptman y de @erman /ahr. Con ésa afecté frialdad absoluta la noche del
baile y me limité a hablarle en alemán y referirle con sencillez el duelo con su pariente
el "ecretario de Embajada, y a hacerla con!dente de mi desprecio por los hombres.
Creyéndome de mármol, mientras paseábamos juntos por las salas, emprendi& una
conersaci&n destinada probablemente a cerciorarse de mis escasas facultades
amatorias y a escandalizarme con el desprecio profundo (ue manifestaba por todas
las coneniencias sociales y todas las ideas corrientes sobre moral. Ba dejé hablar
largamente. Ba oía como si no la entendiera, sin contestarle más (ue lo necesario,
para (ue siguiera hablando, y claándole los ojos en el seno de +uno, medio desnudo
de un corpi#o de terciopelo erde oscuro, sobre el cual esplendían magní!cos
diamantes, y en los labios rojos como una fresa madura. Claaba ella los ojos en mí,
como buscando el efecto de sus frases audaces y de su belleza majestuosa, y se
sonreía con una sonrisa de desafío al erme palidecer por instantes, al crecer dentro
de mí la tentaci&n (ue me estaba crispando los nerios.
8odas ésas son teorías, se#ora- teorías y nada más. )sted en la práctica es una
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puritana rígida y respeta hasta los más estúpidos lazos con (ue nos sujeta la sociedad.
"i usted iiera de erás, más allá del bien y del mal, como dice 7ietzsche, sería otra
cosa- pero no es así. "i yo le diera a usted un beso ahora, dije, haciéndola sentarse en
un saloncito donde no había nadie, usted haría (ue su marido me mandara un par de
testigos- y si la initara a comer sola conmigo ma#ana, a las siete de la noche, no
olería a contestarme el saludo. 1aga usted el ensayo, me respondi&, lleando su audacia y mi e%citaci&n al
paro%ismo y aliéndose de una frase (ue lo enolía todo.
Ba besé frenéticamente, y acudi& a la cita al día siguiente por la tarde.
Bo (ue me ha fascinado en usted, decía al salir de casa, es su desprecio por la
moral corriente. Bos dos nacimos para entendernos. )sted es el sobrehombre, el )ber
mensch con (ue yo so#aba.
Con la :usellaro fue otra historia. "o prete%to de amor al arte pagano y de mi
entusiasmo por los poetas modernos de Dtalia, habíamos tenido en los últimos tiemposconersaciones indeciblemente libertinas. Ba iba a er desde tres meses antes, los
martes por la noche, en (ue recibe en su casa la $or y nata de los condes y
mar(ueses arruinados y de los pintores y músicos de la Colonia. :e había recitado los
más ardientes poemas en (ue 2XAnnunzio canta las glorias de la carne, con oz
ligeramente ronca y elada, medio cerrados los oscuros ojos (ue, con la mate
blancura de la piel, lo puro del per!l y lo espeso de la cabellera negra, hacen so#ar
con una romana de los tiempos del Dmperio- me había oído decirle cosas sin nombre,
sin ruborizarse. "us formas esculturales y sus ademanes de reina atraían las miradas
masculinas la noche del baile. 9or haber enido arias eces a casa, con el marido, aer mis colecciones de medallas, de camafeos y de piedras grabadas, se sentía como
en la suya y hacía los honores. Esa noche emanaba de ella un tibio olor de Chypre,
(ue, confundido con el de su cuerpo, la enolía, al bailar, como en una atm&sfera
espesa de oluptuosidad. En los brazos redondos y de ideal blancura, sobre el descote
cortado en cuadro y sobre los negros cabellos ondeados y brillantes, ardían los rubíes
sangrientos, (ue tenían el mismo matiz de la opaca seda del traje, bordado de
argentadas pasamanerías (ue lleaba puesto.
+ulia, le dije lleándola hacia el rinc&n donde una copia de la =enus de :ilo
destaca sus blancuras de mármol sobre la pesada cortina del fondo, esta noche labelleza de usted embriaga, como embriagaría un ino de alerno, bebido en copa de
oro. "i usted pudiera erse con unos ojos de hombre, se enamoraría de usted misma.
"ue#a uno al erla a usted con no iir en este siglo dejatio y triste, en (ue hasta el
placer se mide y se tasa, sino en la época de los /orgias, prooca erla presidiendo
una orgía de príncipes, en (ue el sabor de los besos se mezclara con el del eneno.
)sted sue#a en eso por(ue tiene músculos de jayán y nerios de artista del
Renacimiento- a todos estos parisienses les parezco ulgar, de !jo- para ellos la
distinci&n consiste en ser $aca y pálida. Bos dos deberíamos ser más íntimos, por(ue
nos parecemos mucho- ambos somos paganos, me dijo, (uemándome con susmiradas de fuego y mareándome con su olor pererso y sugestio.
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Esa intimidad depende de usted. "i usted iniera a erme el juees por la
ma#ana, nos sentiríamos paganos hasta las médulas de los huesos- le leería unos
ersos y le mostraría unas aguafuertes de elicien Rops, (ue usted no conoce, por(ue
son dignas del :useo "ecreto de 7ápoles...
"i estoy loca por erlas, me dijo, con la cara iluminada por la alegría y
estrechándome el brazo contra el seno de diosa. =endré a las ocho. :usellaro no seleanta nunca antes de las doce.
3 un beso sell& el tácito pacto (ue contenían a(uellas frases- un beso dado
detrás de la cortina, a (ue le olían las espaldas los concurrentes, empe#ados en er
a "arasate, (
ue se leantaba para comenzar a tocar el iolín, al (ue le arrancaba misteriosos
(uejidos.
42onjuanismo6 4"educci&n6... Respecto de Consuelo, tal ez, en (uien to(ué las
más ocultas !bras del sentimiento al recordarle nuestros infantiles y dulcísimosamores- no con las otras dos, iciosas, coleccionadoras de sensaciones, aleccionadas
por (uién sabe (ué predecesores míos, corrompidas por el arte y la literatura y
empe#adas cada una de ellas en er en mí el personaje (ue les han mostrado como
ideal los librejos ponzo#osos (ue han leído sin entenderlos. 4"educci&n6 7o- si nadie
seduce a nadie. "i es la idea del placer la (ue nos seduce... 8an ardiente era el deseo
en ellas como en mí- dentro de unos a#os no recordarán la aentura, y si la recuerdan,
les parecerá a ambas tan inocente como me parece a mí ahora.
43 esto llaman crimen los moralistas seeros, (ue predican su moral en dramasde tres actos6 4Crimen6 1alagar a una mujer, idealizarle el icio, ponerle al frente un
espejo donde se mire más bella de lo (ue es, hacerla gozar de la ida por unas horas y
(uedarse sintiendo desprecio por ella, asco de sí mismo, odio por la grotesca parodia
del amor y ganas de algo blanco, como una cima de entis(uero, para (uitarse del
alma el olor y el sabor de la carne0
:usellaro me llam& la otra noche en el Círculo, donde le habían limpiado los
bolsillos la íspera, y con mil zalamerías seriles y poniendo por las cumbres mis
conocimientos de arte, me habl& de un cofrecito de plata, cincelado por 9ollaiuolo, (ue
endía un amigo suyo en lorencia.
=ale siete mil francos, me dijo. Al momento en (ue supe (ue lo endían, pensé
en aisárselo a usted, seguro de (ue se (uedará con él. :i amigo no (uiere (ue se
sepa su nombre. Es un objeto (ue ha pertenecido a su familia desde hace trescientos
a#os, y del cual se desprende, obligado por las circunstancias. )sted sabe c&mo an
las cosas en Dtalia.
2e sobra. 8elegrafíele usted a primera hora diciéndole (ue lo ha colocado y (ue
me lo eníe, le respondí. Be eniaré a usted el che(ue ma#ana mismo.
:e río del cofre cincelado por 9ollaiuolo0 Recibiré algún chirimbolo recién salidodel molde. Bo (ue a a reírse de mí el afortunado marido de la admiradora de
9etronio0
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El de 'lga, el bar&n alemán delgaducho y triste, (ue tiene la manía de las
estampillas de correo y las colecciona con entusiasmo de colegial, acaba de salir de
a(uí para pedirme un faor especial. 5uiere el /usto del Bibertador, una
condecoraci&n (ue da el @obierno de =enezuela- y al efecto, desea (ue hable con el
simpático mozo autor de Espirales de humo, (ue representa a a(uella naci&n en 9arís
y con (uien sabe (ue me ligan relaciones de amistad. 2entro de unas semanas tendrásu medalla y se la colgará al uniforme para (ue luzca al lado de las siete con (ue lo
engalana al llearlo, y recibirá una estampilla de mi colecci&n.
4"iempre ha sido así, no es cierto6, pregunt&, oliendo a mirarla, como
fastidiado por mi solicitud.
"iempre, le contest&, tendida en la otomana y enuelta en los pliegues de la
rosada bata de seda $oja (ue huele a heliotropo blanco... "iempre, le contest&,
sonriendo, con su dulzura de moribunda.
8ambién es (ue no (uiere salir- mira, 9epillo* tú (ue estás desocupado, paséala-
a mí los negocios no me dejan un minuto libre- si lo tuiera, lo haría. 8ú (ue sabes
tanto de cuadros y de estatuas, lléamela a los museos- yo no tengo tiempo. 49or (ué
no as al Boure ma#ana con ernández6, le pregunt&... 47o decías (ue tenías ganas
de ir6
4Dremos, no, +osé6 Es (ue cuando uno no está acostumbrada a la ida de Europa,
no se le ocurre salir con un amigo, 4cierto6 ...3 los ojos árabes me miraban con delicia,
y la cabeza, recostada sobre los cojines blandos de la otomana, me ofrecía millones de
besos para el día siguiente.
Es (ue las mujeres no malician lo (ue lo absorben a uno los negocios, continu& elotro. 8ú (ue sabes la complicaci&n de los míos, suponte si tendré tiempo para pasearla
y distraerla como (uerría...
43 si lo tienes para jugar billar y bacarat en el club y para pasarte las semanas
enteras con tus famosas horizontales e ir a cenar con ellas, grandísimo tarambana6,
pensaba yo entre mí al oírlo.
42e modo, 9aco, (ue me autorizas formalmente para pasearla y distraerla6, le
pregunté con una frialdad de iejo de setenta a#os.
Be engo suplicando desde (ue lleg&, (ue salga a conocer a 9arís, y maldito el
caso (ue me hace0
'iga usted, Consuelo* su marido me la entrega para (ue la haga pasear y la
distraiga- después usted no alegue (ue no le ha dado permiso para ir a tal o cual
parte.
7o, lléala a donde (uieras- e con ernández a donde te llee, 4oyes6... Ah0 las
diez, dijo, sacando el reloj- tengo (ue salir- tú me e%cusas, 4cierto6 8engo una cita con
Amorteguí para un negocio importante.
2iz(ue al día siguiente le pregunt& ella (ue si no hablarían los (ue nos conocen
al ernos juntos en mi coche, y le dijo él soltando la carcajada* 7o* si a ernández lo conocen todos... 48ú sabes c&mo lo llaman6 El Casto +osé.
7o te afanes por lo (ue digan, (ue no dirán nada...
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3 me lo contaba ella, riéndose con la boca carnuda y deliciosa, recostada en uno
de los dianes de mi biblioteca0 :e oy a pasar contigo los días enteros, si (uieres, me
decía- para (ue me consientas y me (uieras- si no, me muero... Estoy muy enferma,
4sabes6 8engo !ebrecita todas las noches, desde hace un a#o, desde (ue ine. 7o
estudies tanto, agregaba, iendo los atlas, las cartas geográ!cas, los gruesos
olúmenes abiertos sobre las mesas y los estantes enormes de la biblioteca- te matassi sigues estudiando así. :ira* as a descansar paseándome- desde ma#ana le echo la
llae a este cuarto de iejo y comenzamos nuestras e%cursiones...
2icho y hecho. Como no (uería (ue la ieran conmigo, los sitios predilectos
fueron los alrededores de 9arís, los pueblecitos rientes y llenos de erdura, las salas
de los museos, las iglesias más distantes del centro.
Cluny no me gusta- hay allí tanto ejestorio, y a(uello huele a sacristía- lo (ue
me encanta es el Bu%emburgo, (ue tiene cuadros nueos, y esos jardines tan lindos,
cerca. 43 esto es lo (ue ponderan6, me preguntaba, iendo los arcos de piedra
renegrida y las misteriosas esculturas de las torres de 7uestra "e#ora.
Cuánto más linda "an rancisco, (ue es nuea y tiene tantos dorados0 3o
comencé una ez a leer una noela (ue se llama como esta iglesia, y no seguí por(ue
no entendía nada. 48ú has oído hablar de ella6... Creo (ue es de 2umas.
Resucit& con mi amor. 2io en no (uerer (ue saliéramos y se pasaba los días
enuelta en la rosada bata de seda $oja, iendo dibujos a la sanguínea, aguafuertes,
grabados en acero y acuarelas de los (ue guardan mis cartones- e%aminando los
camafeos uno por uno. :ira esta pintura, me decía, mostrándomela y paseando por
las salas desiertas sus miradas curiosas y la languidez dejatia y rítmica de su cuerpodelicioso, (ue ondula como las palmas de nuestra tierra, al soplo del iento del mar.
41acerla comer algo (ue la alimentara6... 7o- golosinas y frutas, pastelillos rellenos de
con!turas, con!tes, caramelos y almendras de la casa /oissier y albérchigos y uas
moscateles, (ue destrozaba con sus dientes de azulosa blancura.
8e as a morir de anemia, Consuelo, le dije una ma#ana, en (ue, sentados
ambos en el comedor, no (uería probar un ala de pollo (ue le ofrecía, suplicándole.
9ero si tú sabes (ue nunca como carne. 2ame café negro- eso sí, y una copita de
marras(uino, continu& tendiéndome la taza de "eres y la frágil copa en forma de lirio.
2ime* 4a (ue tú no has pensado en esto6, 4(ué tienen a(uí (ue sea tan bueno como lo(ue tenemos nosotros allá6 :ira el café, el chocolate, las pi#as, la ainilla, las
esmeraldas, el oro, todo eso, (ue es lo mejor, iene de nuestra tierra. 48e acuerdas de
las pi#as del @uaimis6... "e las manda coger uno a los negros, y se las traen por
montones... A(uí s&lo las comen los millonarios, los príncipes0... 42e (ué te ríes6, me
pregunt&, seria, al er la sonrisa (ue no pude contener al oírla...
2e pensar (ue a las mujeres (ue nacen allá no las consiguen ni los príncipes, le
dije, aludiendo a la carcajada (ue le solt& al de 9ontaento la noche del baile en (ue
(uiso besarle una mano.
7o, ésas son para los (ue las conocen desde (ue nacieron y las consienten como
tú a mí. Estas de a(uí serán más lindas y más elegantes, dijo- pero no saben (uerer.
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A(uí nadie (uiere a nadie. 4"abes tú lo (ue a mí me parecen las parisienses6 :u#ecas
ias... a#adi&, soltando una carcajada. 48ú crees (ue alguna de ésas es capaz de
(uerer como (ueremos nosotras6...
Así se han ido tres meses casi, en diálogos de esos, en siestas dormidas en las
dos hamacas, (ue hice colocar entre las palmas del inernáculo, en paseos de (ue
olíamos con los ojos llenos del color y el olor del campo, donde pasábamos lasma#anas en rasguear una bandola (ue tenía yo en mi escritorio como adorno y hacer
sonar en el aire de 9arís las dejatias canciones de la tierra donde nacimos... Be he
ofrecido ir a "an "ebastián y a /iarritz, para donde se la lle& 9aco a er toros.
'ye* allá oiremos si(uiera hablar espa#ol y no me llamarán :adame. =amos a
estar felices- endrás, 4cierto6
:e la has curado, 9epillo0 :írala c&mo está de rosada y de gorda... 1an sido los
paseos contigo. 7o sé c&mo agradecértelo. "i ieras el bueno humor (ue tiene ahora.
Antes iía suspirando. =en a "an "ebastián y allá completarás la obra. 48e esperamos
precisamente6 Dnstale tú, Consuelo, le decía el marido esta ma#ana, al dejarlos en la
estaci&n, donde cruzamos la última mirada, y le estreché la mano, (ue no oleré a
sentir en las mías por mucho tiempo, por(ue, cansado de besos, de mimos, de
eneramientos y de lasciias, me iré dentro de tres semanas a 7uea 3or; a er si los
negocios a la americana y el hard or; me curan del mal de iir y del asco de la ida,
(ue estoy sintiendo.
(@ de septiembre
3 no me he ido0 "i uele, le cerraré brutalmente la puerta y haré (ue alguien le
sugiera al marido (ue no la deje salir sola, por(ue corre peligro de (ue se rían de él, si
siguen iéndola conmigo. 2esde su ida me he consagrado a reisar mi plan concebido
en "uiza en el erano pasado, en los días en (ue ií en el picacho abrupto donde no
llegaba ni el ruido de la canallería humana. 8ran(uilos los sentidos por los e%cesos de
los meses pasados, he uelto a iir la ida erdadera y a sentir (ue me renacen las
alas (ue me habían cortado las tres 2álilas, la lectora de 7ietzsche, la sensual romana
y mi sentimental y perezosa amiga, (ue no ha leído, a 2ios gracias, ningún libro (ue le
haya (uitado del alma el perfume de sencillez (ue la hace adorable.
Es una almita cerrada, inconsciente y fresca, (ue guarda todo su olor a monta#a
y a nido y a rosas como las parásitas del @uaimis, como las or(uídeas rosa
das (ue le di la tarde en (ue la besé por primera ez0
(A de octubre
Camilo :onteerde, mi primo hermano, (ue está en 9arís ahora, y yo no
hablamos nunca de arte. En literatura se (ued& en el naturalismo de Oola, (ue es paraél la f&rmula suprema. "abe (ue lo considero de cuarto orden como escultor, a pesar
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de la fama de (ue disfruta en mi tierra, y no entiende mis ersos, según confesi&n
propia. Eso es música del porenir, puro ?agner..., me dice cuando lee algo mío. 9ara
mí el primer poeta contemporáneo de Espa#a es Campoamor... ése es claro y lo
entiendo...
7o hablamos de arte nunca. 1ablamos de nosotros mismos, o mejor dicho, me
habla él de él y de mí, dada la especie de pudor (ue me impide dejarle er ciertosmodos de sentir míos, de (ue se reiría. En cambio, e%agera él un poco su cinismo-
cuando me hace con!dencias, toma la pose canaille, (ue diría un pintor, y me e%hibe
un personaje muy diferente del (ue conoce el público y muy parecido al (ue describe
Buis :ontes, (ue lo desprecia y lo odia con todas sus fuerzas y no le reconoce ni aun
sus más positios méritos.
48ú siempre cazando el pájaro azul6, me decía antier en el cuarto de fumar. =oy
mil d&lares de apuesta a (ue estás enamorado plat&nicamente y a (ue todo lo (ue he
isto en tu casa lo has comprado y lo has pagado.
7o conozco otro modo de hacerse uno a lo (ue desea, le dije. 48ú has encontrado
otro6
3a lo creo- se lo hace uno regalar o se lo llea. A(uí en 9arís debe ser difícil el
procedimiento mío- pero en mi tierra me ha surtido resultado completo. 8odos los
tapices, los muebles antiguos, las armas y los cuadros (ue tengo han salido de los
conentos y de las iglesias. 4C&mo6, me dirás tú. 9ues haciendo tales bajezas para
tenerlos- diciendo tales cosas respecto de ellos, (ue el due#o o la due#a, iejo (ue lo
conoci& a uno de muchacho, o muchacho (ue lo admira y (uiere tenerlo contento, a
las pocas ueltas manda la pintura, el broncecito, el objeto hist&rico, diciéndose* <Estoa(uí no luce mayor cosa y en cambio :onteerde contará (ue es regalo mío...>. 4Es
(ue tú no eres práctico6..., continu& después de un silencio y como pensando en alta
oz. 8ú te entusiasmas con las cosas, te enamoras de las mujeres, haces locuras por
ellas, tienes la manía de trabajar y de saber. 45ué ha sido hasta ahora de tu ida6...
)na cacería al pájaro azul... :ira* el secreto es, con el menor esfuerzo posible, lograr
el mayor resultado posible, sin moerse casi y a punta de imbecilidad de los otros y de
las otras, de adulaciones de uno a los (ue no las esperan y de insolencia con los (ue
las esperan. Así, comienza a lloerle a uno todo del cielo, amigos, fama, dinero y
mujeres. :ujeres0, sigui& en su mon&logo, apurando a tragos largos una copa grandede his;y (ue se había serido- mujeres0 todas incoherentes* +orge "and y Cora 9earl,
"arah /ernhardt y +uana de Arco- todas deliciosas, todas as(uerosas, y todas
mujeres0 48ú conoces la taberna de Rousselot en :ontmartre6... 5ué as tú a ir allá0...
8ú, el so#ador de aristocráticos idealismos0...
43 por (ué me preguntas si la conozco6, le pregunté, riéndome...
9or(ue antenoche me encontré ahí una marailla, una de las muchachas (ue
enden la cereza. Es deliciosamente estúpida y estúpidamente deliciosa. 8ú no
entiendes de eso. 8ú as so#ando siempre en alguna 2ulcinea, como el caballero de la
triste !gura- yo soy más práctico... Bos dos somos del mismo árbol, los Andradea(uellos, 4oyes6... con dos injertos diferentes, tú de 2on 5uijote... yo de "ancho- tú
andas peleando con los molinos, soltando a los prisioneros, istiéndote con el yelmo
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de :ambrino y buscando a :erlín, el encantador... 2ime (ue no ies leyendo libros
de caballerías...
Así llama a todos los (ue sean de ciencia un poco abstrusa, de noela
psicol&gica, de poesía de alto aliento, de crítica sutil y personal.
3o me oy ahora para 7ormandía a comprar unas acas- después iré a Dnglaterra
a buscar unos toros 2urham. 48ú crees en mi pasi&n por el arte6... Ba escultura me
importa un comino. =ente conmigo a Dnglaterra.
7o puedo, le dije- tengo mucho (ue hacer.
48ú tienes mucho (ue hacer, iiendo en 9arís, y a los eintisiete a#os, y con tus
millones6... 9ero entonces ya no tienes remedio...
:onteerde es un hombre práctico, indudablemente.
(' de octubre
En el aislamiento en (ue he iido estas semanas, todos los recuerdos de lo
reciente se han borrado a mi alrededor, y la imagen de 1elena ha ido resucitando
hasta hacerse más íida (ue nunca. Ayer, al abrir la puerta del cuarto donde están
los retratos, la puerta cuya llae s&lo tengo yo y (ue no había uelto a usar desde el
encuentro con 7elly, un olor e%tra#o y nauseabundo me impidi& entrar. Estaba oscura
la tarde, y el tono sombrío del cuero de C&rdoba (ue cubre las paredes, acrecentaba la
oscuridad de la estancia. "&lo distinguí en ella la blancura de la túnica y del manto,
destacándose sobre el fondo sombrío.
=olí a pasos lentos y precedido de rancisco, (ue entr& con las bujías de un
candelabro, encendidas para alumbrarme el camino. El nauseabundo olor era el de las
últimas $ores pedidas a Cannes, (ue al descomponerse, habían podrido el agua de los
asos. 'lía a(uello a sepulcro, y los montones de hojas y de pétalos secos, de ramillos
negros, de cálices duros los unos y acartonados como momias, podridos los otros por
la humedad yacían en los $oreros de :urano y en las jardineras sobre el mármol
cubierto de polo de la mesa- las rosas desprendidas del tallo y negras casi, sugerían
la idea de un cementerio de $ores.
El criado abri& el balc&n para renoar el aire pesado. 9or él entraron la difusa luz
del crepúsculo ioláceo y cobrizo y la lloizna fría, (ue sacudi& las cortinas,melanc&licamente. )n rayo de sol brill& en el marco del retrato de la santa de las
guedejas blancas y tirité al sentir el soplo helado del aire del oto#o.
"obre los eladores de mala(uita el polo opacaba el erde de la piedra y unas
moscas muertas e%tendían las inertes alitas y las rígidas patas. El polo y las moscas
habían manchado el marro(uí blanco y los dorados de los libros (ue compré en
Bondres en el inierno pasado- y a la doble luz de las bujías del candelabro y del
crepúsculo, (ue !ltraba por el balc&n su tristeza fría, me parecieron deste#idos y
ajados los colores de las alfombras de 'riente (ue cubren el piso.
:i alma en ese momento estaba más sombría (ue el cuarto abandonado y másmarchita (ue las $ores. Bos pobres libros manchados han ido a dar a mi biblioteca, y el
pesado cofre de hierro de las joyas, a mi escritorio. Ba copia del cuadro de Riington y
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el retrato pintado por ?histler están en mi alcoba. 2uermo bajo las miradas de la
santa de las guedejas de plata y de la !gura (ue llea en las manos el manojo de lirios
blancos, y pienso a eces (ue si sobre la oscura tapicería (ue cubre las paredes
hubieran estado siempre los dos lienzos, ni 7elly, ni la de Rias, ni la :usellaro, ni
'lga, habrían entrado ni a mi ida, ni a mi alcoba.
2' de octubre
1an sido diez días de actiidad loca, sin resultado alguno. 2esde hace cinco hay
un empleado mío en cada una de las capitales de Europa, sin más o!cio (ue recorrer
los hoteles y telegra!arme. 9or conducto de :arinoni y so prete%to de un negocio de
grande importancia he logrado (ue la agencia Charnoz les transmita a sus
corresponsales del mundo entero el nombre de "cilly, para (ue aerigen por él, y yo
me paso las horas en mi escritorio esperando, minuto por minuto, la llegada de lospartes telegrá!cos o de los telegramas. Empresa inútil- empresa inútil, y sin embargo,
tengo la seguridad de encontrarla y de (ue algún día, al contarle mi impaciencia de
estas horas, sus pupilas azules tengan un brillo más dulce al mirarme y se sonrían sus
labios apenas rosados, animando con esa sonrisa la sobrenatural palidez e%ange de
las mejillas enmarcadas por la rizosa e ind&mita cabellera casta#a, (ue tiene isos de
oro donde la luz la toca0
1elena0 1elena0 1oy no es el grotesco temor al dese(uilibrio, como lo era al
escribir los ridículos análisis de Bondres, lo (ue me hace inocarte para pedirte (ue
me sales. Es un amor sobrenatural (ue sube hacia ti como una llama donde se hanfundido todas las impurezas de mi ida. 8odas las fuerzas de mi espíritu, todas las
potencias de mi alma se uelen hacia ti como la aguja magnética hacia el inisible
imán (ue la rige... 4En d&nde estás6... "urge, aparécete. Eres la última creencia y la
última esperanza. "i te encuentro será mi ida algo como una ascensi&n gloriosa hacia
la luz in!nita- si mi afán es inútil y anos mis esfuerzos, cuando suene la hora
suprema en (ue se cierran los ojos para siempre, mi ser, misterioso compuesto de
fuego y de lodo, de é%tasis y de rugidos, irá a deshacerse en las oscuridades
insondables de la tumba.
(- de enero
Estue diez días sin saber de mí. Bo primero (ue i al abrir los ojos, a la sombra
de las cortinas de terciopelo de la cama y en la media luz arti!cial de la alcoba, fue la
gran cabeza de Charet inclinada sobre la mía. :e hundía en los entreabiertos ojos la
mirada aguda y penetrante de los suyos, y los tenía tan cerca de los míos, (ue le eía
una a una las pesta#as grisosas.
4:e conoce usted, ernández6 "í, maestro, articulé con di!cultad y con oz apagada.
Está salado0, oí (ue decía, y al oler a cerrar los ojos para hundirme en el
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pesado letargo, alcancé a er dos cabezas de mujer (ue cuchicheaban en la sombra.
2espués, nada, ni pensamiento alguno, ni imagen alguna (ue cruzara la
inconsciencia en (ue estaba sumido. 2e cuando en cuando unas manos (ue me
leantaban la cabeza, la luz de una bujía, el brillo de una cuchara de plata y el sabor
de una droga (ue me (uemaba la garganta- a eces un dolor (ue me cruzaba la
cabeza de sien a sien, y por instantes la sensaci&n de caer, como una piedra entre lonegro de una noche sin astros.
Cuando comenz& a dolerme todo el cuerpo, como magullado y herido, y las
sensaciones e%ternas fueron acentuándose, me (uejaba como un ni#o y me debatía
como un energúmeno para no tomar las cucharadas.
Eso es ya la mejoría- a oliendo, decía la oz acariciadora de Charet- ya hay
oluntad. "i es una naturaleza de hierro0
Amigo mío, me dijo el primer día en (ue después de larguísimo sue#o y de
sentirme io al despertar, hice un esfuerzo para moerme, tiene usted enfermedadescapaces de desconcertar al (ue más seguro esté de su ciencia. 1a estado usted entre
la ida y la muerte- hubo un instante en (ue el coraz&n estuo tan débil, (ue con el
oído puesto sobre él esperé las últimas palpitaciones, y en (ue la temperatura baj&
grado y medio
de lo normal. Ahora su coraz&n funciona bien y la temperatura acusa ligera
!ebre. 1a sido el mismo accidente de hace un a#o, pero mucho más grae. Está usted
hoy, com
o entonces, como si hubiera tenido una hemorragia copiosa. 8enemos (ue hacer
sangre, amigo mío0... 3 he hecho sangre, como dice él, en la conalecencia, (ue le ha parecido rápida y
(ue me ha parecido interminable, por(ue no eía la hora de ponerme en moimiento-
mi juentud y el igor de mi organizaci&n, ayudados por sus sabias indicaciones,
triunfaron de la horrible debilidad en (ue me dej& el értigo.
Ahora acabo de pasearme por el hotel, (ue está acío, completamente acío, con
las paredes y los pisos desnudos. :is pasos repercuten en los salones desiertos y
como agrandados por falta de muebles. 8iene todo él, alumbrado por el frío sol de
inierno, la tristeza de los sitios donde iimos, dejando algo de nosotros mismos, y
(ue no oleremos a er nunca. :a#ana endrá a habitar entre sus cuatro paredes
otro, (uizá menos desgraciado (ue el (ue lo abandona.
:uebles y objetos de arte, caballos y coches, todo el fastuoso tren (ue fue como
la decoraci&n en (ue me moí en estos a#os de ida en el iejo continente, me
esperan ya en el apor (ue al romper el día comenzará a cruzar las olas erdosas del
enorme Atlántico para ir a fondear en la rada donde se alza, con el eléctrico fanal en la
mano, la estatua de la Bibertad, modelada por /artholdi.
=oy a pedirles a ulgares ocupaciones mercantiles y al empleo incesante de mi
actiidad material lo (ue no me darían ni el amor ni el arte, el secreto para soportar laida, (ue me sería imposible en el lugar donde, bajo la tierra, ha (uedado una parte
de mi alma. El coche (ue me lleará a la estaci&n para tomar el tren (ue me aleje de
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9arís para siempre irá primero al lugar donde he pasado las ma#anas de los últimos
días.
Al llegar a él el LI de octubre, con una tarde destemplada y húmeda, :arinoni se
alej& suplicándome (ue lo esperara por unos momentos. "eguramente (uería estar
solo para conmemorar el aniersario. Caminé unos pasos, y al sentir lo mojado del
piso, fui a detenerme bajo las ramas de un árbol y cerca de una columna (ue tenía lainscripci&n medio borrada por los a#os la lluia. Recorrí con las miradas el horizonte
cobrizo, sobre el cual cortaban sus negruras !nas, como los calados de un encaje, las
cimas de los árboles de la entrada, sacudidos por el iento. Allá, lejos, entre las
sombras (ue empezaban a enoler el paisaje, dorada por un rayo del sol, brillaba la
cúpula de los Dnálidos. 9or sobre la ciudad, confusamente delineada, sobresalían las
masas negras de las torres de 7uestra "e#ora, y el cielo rojizo se re$ejaba en la
corriente del río.
Al bajar los ojos hacia el suelo alfombrado por las hojas marchitas, cuyo olor
melanc&lico estaba respirando en la tristeza del paisaje, tropezaron mis miradas con
una rama (ue pendía, rota, del rosal ecino y cuyas tres hojas se agrupaban en la
misma disposici&n (ue tienen las del camafeo de 1elena. )na mariposilla blanca se
detuo sobre ellas un instante, y leantando el uelo ino a tocarme la frente.
"obrecogi&me al erla el supersticioso terror (ue me inadi& al er la otra alzarse
de entre el ramo de rosas blancas, en la alcoba de Constanza Bansser- me crisp& el
recuerdo de la pesadilla de Bondres, en (ue, rodando hacia el fondo de un abismo
negro, eía arriba, arriba, las tres hojas de una rama y el reoloteo de la mariposa
blanca sobre la claridad azul del cielo- y al recordar el horrible sue#o, una ansiedad sin
nombre, una impresi&n de miedo irrazonado e irresistible, me a$oj& las piernas y me
(uit& las fuerzas. Comprendí (ue iba a caerme en ese instante, ahí, sobre el barro, y a
morirme del mismo mal (ue me hizo caer en el bulear la última noche del a#o
antepasado, al detenerse el olante y cruzarse los punteros de oro sobre la muestra
de alabastro. Bas doce campanadas ensordecedoras (ue oí a(uella noche comenzaron
a sonarme en los oídos. 2ando media uelta para buscar un punto de apoyo en el
monumento (ue tenía a la espalda, y cerrando los ojos, alcance a cogerme de la erja
baja de hierro y de la pilastra (ue formaba la es(uina. Caí de rodillas apoyándome con
la mano derecha en el suelo y agarrándome con la iz(uierda de la baranda de metal
frío. El desanecimiento iba pasando y la impresi&n de terror disminuía. Abrí al !n los
ojos. =i blanco- hice un esfuerzo horrible para leantarme, y de pie ya, agarrado de la
baranda, los olí a cerrar instantáneamente, por(ue sentí (ue me olía el értigo.
2e repente di un grito de terror. 1abía sentido unas manos (ue se apoyaban en mis
hombros. =olí la cabeza. Era :arinoni (ue había uelto y me había cogido por detrás.
45ué tienes6, pregunt&, asustado.
El értigo..., alcancé a contestarle.
5uédate (uieto- deja (ue te pase- yo te tengo para (ue no te caigas, dijo y me
sostuo con todo su cuerpo... "uelta la erja- eso es, ap&yate en mí. 5uédate (uieto... 3a pas&, le dije al sentir (ue disminuía gradualmente la angustia, y leanté la
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cabeza. Al hacerlo, leí la inscripci&n negra sobre el mármol blanco, (ue encierra la
erja- di otro grito, (ue son& en todo el cementerio, y caí desplomado.
2e ahí hasta el despertar en la alcoba, con la cabeza apoyada en los
almohadones y los ojos de Charet !jos en los míos, no tengo recuerdo ninguno.
1ace doce días hice mi primera salida para ir al cementerio, a donde he uelto
después, todas las ma#anas, a cubrir de $ores la losa (ue reza su nombre y dice la
fecha y la hora de su muerte. Es la última hora del a#o, en (ue agonicé de angustia
frente al reloj de mármol negro, iendo juntarse los punteros de oro para marcar el
minuto supremo sobre la muestra de alabastro, tras de la cual creí sentir (ue iba a
aparecérseme lo 2esconocido. Ba hora del tren se acerca. 'igo el ruido del coche (ue
se detiene frente a la puerta del hotel.
=iene a buscarme para ir a llearle las últimas $ores (ue pondré sobre su tumba.
4"u tumba6 4:uerta tú6... 4Conertida tú en carne (ue se pudre y (ue deorarán
los gusanos6... 4Conertida tú en un es(ueletito negro (ue se deshace6 7o, tú no hasmuerto- tú estás ia y iirás siempre, 1elena, para realzar el místico delirio de las
abuelas agonizantes, arrojando en el alma de los poetas ateos, entenebrecida por las
orgías de la carne, el pálido ramo de rosas y para hacer la se#al (ue sala, con los
dedos largos de tus manos alabastrinas.
4:uerta tú6... +amás0 8ú as por el mundo con la suae gracia de tus contornos
de irgen, de tu pálida faz, cuya mortal palidez e%ange alumbran las pupilas azules y
enmarca la ind&mita cabellera (ue te cae en oscuros rizos sobre los hombros.
4:uerta tú, 1elena6 ...7o, tú no puedes morir. 8al ez no hayas e%istido nunca y
seas s&lo un sue#o luminoso de mi espíritu- pero eres un sue#o más real (ue eso (uelos hombres llaman la Realidad. Bo (ue ellos llaman así es s&lo una máscara oscura
tras de la cual se asoman y miran los ojos de sombra del misterio, y tú eres el :isterio
mismo.
+osé ernández, al suspender la lectura, cerr& el libro, empastado en marro(uí
negro, y ajustándole la cerradura de oro con la mano neriosa, lo coloc& sobre la