derecho comercial parte general

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PROGRAMA DE ESTUDIO Y EXAMEN UNIDAD I .- DERECHO COMERCIAL. CONCEPTO. CARACTERES. CONCEPCIONES .- Sentido Estricto (YUNYENT, BAS) “El derecho Mercantil es una rama del derecho privado que regula la actividad comercial, como actividad intermediadora entre los productores y consumidores”. Sentido Amplio: (Piedecasas cita a Fernández, Gómez Leo y Fontanarrosa) y dice que: “el Derecho Comercial es una rama especial y autónoma del Derecho Privado, constituyendo un conjunto orgánico de principios y normas aplicables a ciertas situaciones de hecho, estados, sujetos y relaciones que por sus peculiaridades y matices requieren el establecimiento de principios jurídicos específicos y distintos de los que rigen el ordenamiento común. “ Fontanarrosa expresa que “el derecho comercial es el conjunto de normas jurídicas que regulan la materia comercial”. En una visión más ampliada de su concepto : El derecho Comercial de la actualidad comprende normas administrativas y procesales mercantiles, pero además existen negocios que exceden el ámbito privado como los negocios energéticos, o en materia de telecomunicaciones, que implican el conocimiento de normas que regulan esa práctica mercantil de manera especial, y que de ninguna manera pueden ser ubicadas dentro del Derecho Privado. El Derecho Comercial es un complejo normativo que, de acuerdo a la mirada tradicional, contiene normas del Derecho privado, pero también del Derecho Público, y no solo sustanciales sino también procedimentales. Se puede advertir que conviven normas que regulan el mercado mismo e inclusive practicas vinculadas o con efectos en otros ámbitos, como aquellas que regulan el impacto de la actividad empresarial en el ambiente. El Derecho Comercial posee manifestaciones que exceden al sujeto y a la actividad que estos realizan, y se refieren, entre otras cuestiones, al ámbito propio donde se materializa su actividad, o sea el mercado, y así aparece el denominado Derecho de la competencia o la Ley de Defensa de la Competencia; también a quienes son receptores de dicha actividad comercial, como lo es el consumidor mismo, máxime ante la jerarquía constitucional e integral que tiene hoy el Derecho del Consumidor. Debemos mencionar la actividad de control directo o indirecto que el Estado realiza sobre las transacciones, los negocios y la proyección de la actividad profesional de los comerciantes o empresarios. Existía una manifestación propia del Derecho Comercial que era la regulación de las formas de resolver el conflicto mercantil, pero proyectándose hacia la jurisdicción mercantil, el arbitraje mercantil y los procesos mercantiles especiales. Pudiendo decir que el Derecho Comercial es aquel complejo normativo que comprende la regulación del mercado, los operadores del mercado, la actividad mercantil, los receptores de la actividad mercantil, la regulación y el control sobre ésta, así como los sistemas de resolución de conflicto mercantil. El Código Civil y Comercial no obsta a esta conceptualización, la revitaliza y ofrece la alternativa más clara de que existen normas comunes que hacen a las

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DERECHO COMERCIAL NUEVO CCC

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Page 1: DERECHO COMERCIAL PARTE GENERAL

PROGRAMA DE ESTUDIO Y EXAMEN

UNIDAD I.-

DERECHO COMERCIAL. CONCEPTO. CARACTERES. CONCEPCIONES.- Sentido Estricto (YUNYENT, BAS) “El derecho Mercantil es una rama del derecho privado que regula la

actividad comercial, como actividad intermediadora entre los productores y consumidores”. Sentido Amplio: (Piedecasas cita a Fernández, Gómez Leo y Fontanarrosa) y dice que: “el Derecho Comercial

es una rama especial y autónoma del Derecho Privado, constituyendo un conjunto orgánico de principios y normas aplicables a ciertas situaciones de hecho, estados, sujetos y relaciones que por sus peculiaridades y matices requieren el establecimiento de principios jurídicos específicos y distintos de los que rigen el ordenamiento común. “ Fontanarrosa expresa que “el derecho comercial es el conjunto de normas jurídicas que regulan la materia comercial”.

En una visión más ampliada de su concepto: El derecho Comercial de la actualidad comprende normas administrativas y procesales mercantiles, pero además

existen negocios que exceden el ámbito privado como los negocios energéticos, o en materia de telecomunicaciones, que implican el conocimiento de normas que regulan esa práctica mercantil de manera especial, y que de ninguna manera pueden ser ubicadas dentro del Derecho Privado.

El Derecho Comercial es un complejo normativo que, de acuerdo a la mirada tradicional, contiene normas del Derecho privado, pero también del Derecho Público, y no solo sustanciales sino también procedimentales. Se puede advertir que conviven normas que regulan el mercado mismo e inclusive practicas vinculadas o con efectos en otros ámbitos, como aquellas que regulan el impacto de la actividad empresarial en el ambiente.

El Derecho Comercial posee manifestaciones que exceden al sujeto y a la actividad que estos realizan, y se refieren, entre otras cuestiones, al ámbito propio donde se materializa su actividad, o sea el mercado, y así aparece el denominado Derecho de la competencia o la Ley de Defensa de la Competencia; también a quienes son receptores de dicha actividad comercial, como lo es el consumidor mismo, máxime ante la jerarquía constitucional e integral que tiene hoy el Derecho del Consumidor.

Debemos mencionar la actividad de control directo o indirecto que el Estado realiza sobre las transacciones, los negocios y la proyección de la actividad profesional de los comerciantes o empresarios.

Existía una manifestación propia del Derecho Comercial que era la regulación de las formas de resolver el conflicto mercantil, pero proyectándose hacia la jurisdicción mercantil, el arbitraje mercantil y los procesos mercantiles especiales.

Pudiendo decir que el Derecho Comercial es aquel complejo normativo que comprende la regulación del mercado, los operadores del mercado, la actividad mercantil, los receptores de la actividad mercantil, la regulación y el control sobre ésta, así como los sistemas de resolución de conflicto mercantil.El Código Civil y Comercial no obsta a esta conceptualización, la revitaliza y ofrece la alternativa más clara de que existen normas comunes que hacen a las personas, a los actos y a los contratos, que son comunes, pero que a su vez permite ubicar con mayor claridad aquellos cuerpos normativos que solo tienen sentido o razón de ser con los negocios, con lo económico, con los operadores profesionales organizaciones, y que cobran relevancia sustancial para deslindar lo que es especial, diferenciado, particular y que se explica en base a principios, métodos y soluciones particulares.-

Otras instituciones que forman parte del Derecho Comercial de manera no excluyente:

Ley de Lealtad Comercial la Ley de Defensa del Consumidor Ley General del Ambiente Ley de Defensa de la Competencia Ley de Entidades Financieras Ley de Mercados y Actividades Bursátiles Leyes que refieren a los auxiliares de comercio, martilleros, corredores, productores de seguro.

Caracteres:

Es una rama del derecho privado porque regula las relaciones entre los particulares. Deriva del Derecho Consuetudinario (usos y costumbres se agiornan a la norma) Progresivo: es cambiante, se va modificando día a día y se va acomodando a los cambios de la realidad, ya que este

derecho regula al comercio que está en constante cambio y como el comercio cambia el derecho trata de seguir esos

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cambios, nunca se adelante sino que va detrás de él. El derecho mercantil al estar destinado a regular la cambiante actividad comercial debe ir adaptándose a nueva situaciones y realidades económicas. Prueba de lo afirmado es la realidad del comercio electrónico vía on line cuya modalidad se ha impuesto en un gran número de negocios, que plantea un nuevo desafío legislativo. Esto reflejado en la actividad bancaria por ejemplo en los derechos de la propiedad intelectual e industrial

Universal: ya que se tiende a su uniformidad en todo el mundo, el comercio es un fenómeno que se da en todos los países del mundo y de una manera muy similar y el intercambio puede producirse tanto en un mismo país como entre sujetos de distintos países, transcendiendo las barreras del derecho nacional. Es expansivo: el rasgo internacional es consecuencia de los anteriores, el comercio ha superado las barreras nacionales, el claro ejemplo de esto son las convenciones internacionales como sistemas regulatorios de carácter consuetudinario y uniformes que facilitan los negocios entre los países del mundo, Convención de Ginebra sobre letras de cambio, como los acuerdos de libre comercio por todos conocidos que dieron origen a la Comunidad Económica Europea, Mercosur entre otros.-

Fragmentario: porque engendran ciertas instituciones que tienden a separarse de este para formar una rama autónoma dentro del derecho, para formar un nuevo subsistema jurídico, adquiriendo principios propios. Al regular materias especiales, por ejemplo bancos, hace que cada actividad sea regulada por una ley especial, produciéndose por ello una fragmentación. Al regular materias especiales como bancos, seguros, sociedades comerciales, letra de cambio, cheques, hace que cada actividad sea regulada por una ley especial produciéndose por ello una fragmentación de lo que se concebía como una unidad. La tendencia a la fragmentación se constata no solo en el ámbito legislativo sino también en el jurisdiccional, aparecieron tribunales especializados en sociedades, concursos y quiebras, la jurisdicción restringida en materia bancaria y más los entes reguladores en las áreas de las empresas privatizadas de gas, energía y transporte que se ocupan de regular ese actividad

Las Normas comerciales exceden el ámbito del derecho privado: Podemos observar donde se trata la Ley de Lealtad Comercial y la Ley de Defensa de Consumidor. En ambas el Estado por intermedio del Ministerio del Interior es la autoridad de aplicación y en el caso de la Ley de defensa al consumidor establece que el proveedor puede llegar a ser una persona física o jurídica de naturaleza pública o privada. Estando estos contenidos en legislaciones separadas y especiales ya que un código de derecho privado no puede contener lo que excede de su naturaleza propia “privada” y el derecho comercial la ha trascendido.-

Es autónomo: El nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, no obstante su denominación, ningún capítulo destina a la materia “comercial”, ni hace referencia alguna al “acto de comercio”, ni al “comerciante”, ni a las “obligaciones de los comerciantes”, ni a los “agentes auxiliares de comercio”, ni a las “sociedades comerciales”, ni tampoco a la “jurisdicción mercantil”. No obstante, en tanto pone en cabeza de ciertos sujetos privados (empresarios, cuasi-empresarios, agentes auxiliares, sociedades y demás personas jurídicas privadas) ciertas obligaciones especiales (contabilidad y registro), la materia comercial se mantiene diferenciada e, inclusive, se expande al brindarse, en materia de obligaciones y contratos, soluciones mercantiles a cuestiones antes civiles (representación, rendición de cuentas, contratos unificados, etc). Ello, unido al mantenimiento de toda la legislación comercial no incorporada materialmente al Código de Comercio derogado, determinan el mantenimiento de las autonomías “científica”, “docente” y “legislativa” del Derecho Comercial, sin que exista impedimento normativo para la continuación de la autonomía “jurisdiccional”.

- Tiene sujetos diferenciados, sometidos a un estatuto especial y de soluciones legales diferentes para algunos casos. Esto es lo que se denomina AUTONOMIA CIENTIFICA

- Tiene un objeto de estudio diferenciado del civil, con principios, reglas y características propias. Esto es lo que se denomina AUTONOMIA DOCENTE

- En cuanto a la AUTONOMIA LEGISLATIVA, si bien se pierde en cuanto a las materias incorporadas al nuevo Código Civil y Comercial, si se conserva esta autonomía en las leyes comerciales no codificadas cuya vigencia se mantiene

- En cuanto a la AUTONOMIA JURISDICCION, existen a nivel nacional los juzgados comerciales, y no existen impedimentos para el mantenimiento de dicha autonomía, en provincia causas comerciales tienen procesos especiales.

Concepciones: Objetiva: La Teoría Objetiva del Derecho Comercial surge con la Revolución Francesa inspirada en los principios de

igualdad, fraternidad y libertad. Esta teoría considera que el derecho comercial tiene por objeto de estudio los actos de comercio, permitiendo a todos los ciudadanos poder realizar la actividad comercial que antes era exclusiva para la clase social de los comerciantes. Esta teoría se consolidó con el Código Francés de 1807, que inspiró el Código de Comercio de 1882; donde se atribuía como actos de comercio objetivo aquellos a los que la ley atribuye la calidad de mercantiles, sin considerar la condición de comerciantes o no de las personas que ejecutan dichos actos. Los actos objetivos de comercio no dependen de las personas naturales o jurídicas, sino, del mandato expreso de la Ley.

Subjetiva: La Teoría Subjetiva del Derecho Comercial considera al derecho comercial como una ciencia autónoma y que tiene por objeto de estudio las normas que reglamentan la actividad de los comerciantes. Es decir, desde el punto

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de vista de ésta teoría el derecho comercial es un derecho clasista. En el sistema de los actos subjetivos, solo tienen calidad de actos mercantiles aquellos actos realizados por los comerciantes en el ejercicio de sus funciones.

Neo subjetiva: La Teoría Subjetiva del Derecho Comercial recupera vigencia, ya no, considerando al derecho comercial como derecho de los comerciantes, sino, como derecho de la empresa, dándole un nuevo contenido al derecho comercial.

Disgregación Interna y Externa:El derecho comercial se encuentra sometido a un fenómeno de disgregación, en el contenido del objeto materia de regulación.La disgregación puede ser concebida desde dos puntos de vista:

La disgregación interna: se deroga una norma del Código de Comercio o del Código Civil y Comercial para regularla en una ley especial mercantil

La disgregación externa: lleva a la derogación de una norma del Código de Comercio o del Código Civil y Comercial para reemplazarla por otra norma que deja de estar comprendida en la materia mercantil.Se ha producido una disgregación del derecho Comercial en relación con la codificación mercantil, cuando se derogan normas propias del anterior Código de Comercio y se trasladan los principios y pautas a una legislación especial, como puede haber ocurrido en materia de seguro.Fue necesario una legislación particular para aquella situación que se mantiene dentro de lo que es la materia mercantil pero ahora regulada en un cuerpo normativo diferenciado en su ubicación legislativa.Ej. Concursos y quiebras, seguros, se mantienen dentro de la materia mercantil pero regulada fuera del actual Código Civil y Comercial.Pero hay situaciones distintas en donde ciertas instituciones han sido derogadas por el Código de Comercio o el actual CCC y aprehendidas por una nueva legislación distinta, que no tiene carácter mercantil.

NORMAS DELIMITATIVAS Y NORMAS PRESCRIPTIVAS-RELACION CON OTRAS RAMAS DEL DERECHO Y ACTIVIDAD ECONOMICA EMPRESARIAL

Normas delimitativas y prescriptivas: Normas delimitativas: son las que disponen en qué casos se aplica la ley comercial. Ejemplos: la calificación de acto

de comercio, comerciante, sociedad comercial, y los presupuestos descriptos por el código de comercio derogado para aplicar la ley comercial a ciertos contratos civiles. Actualmente podemos decir que del artículo 320 del CCC las normas delimitativas se mantienen con los siguientes alcances: el comerciante fue reemplazado por el empresario o cuasi empresario; se mantienen los estatutos de los “agentes auxiliares de comercio” contenidos en leyes especiales como son las del martillero y corredor; el acto de comercio fue desplazado por la “actividad económica organizada”, etc.

Normas prescriptivas: son las que disponen cuales son las consecuencias de aplicar la ley comercial, las que fundamentalmente consisten en: la imposición de un estatuto especial a los comerciantes consistente en exigencias en materia de registro mercantil, contabilidad legal, y rendición de cuentas, como así para someterlos a un régimen de presupuestos especiales para el concurso preventivo y responsabilidad agravada; la aplicación de soluciones distintas a ciertas obligaciones y contratos; el sometimiento a la jurisdicción mercantil. Con el actual CCC el estatuto del comerciante se reemplaza por el estatuto del empresario o cuasi empresario, que continua sometido a un régimen de contabilidad obligatoria y a un régimen de publicidad registral, y si bien las reglas contables son antiguas y la publicidad registral esta mencionada pero no reglamentada, tales exigencias se mantienen también para los empresarios colectivos y fueron extendidas a sujetos sin fines de lucro, como es el caso de las asociaciones civiles. Así la desaparición de la sociedad civil al unificar a todas las sociedades bajo la exigencia de ser titulares de una empresa implica la opción legislativa para la solución comercial preexistente. Además la obligación de rendir cuentas, que era propia de los comerciantes, se expande a sujetos no mercantiles.

Relación Con otras ramas del Derecho y la actividad económica y empresarial

El derecho comercial debe estructurarse sobre la base constitucional- económica de la sociedad.- Por la importancia de la relación con el Derecho civil si bien se encuentran reguladas en un mismo código sobre la

base de principios comunes su análisis debe hacerse en forma diferenciada.- En el Derecho administrativo la vinculación es más intensa por ejemplo el derecho Administrativo económico forma

parte del Objeto de estudio del propio derecho comercial (regulación de marcas, patentes) En el Derecho al consumidor se establecen normas comerciales o administrativas que están unidas y actúan en

bloque.- En el Derecho Penal existen delitos económicos, denominados de esta manera porque se manifiestan, se expresan, se

materializan o se tipifican en virtud de conductas vinculadas a la actividad comercial o económica en general.-

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Con el derecho tributario y financiero guarda una relación intrínseca ya que toda actividad mercantil está sometida al sistema tributario general de la nación y particular de las provincias y municipios.-

En lo laboral nace de la misma constitución estableciendo principios de participación del trabajador, en la conducción y en las ganancias de la empresa. Se estructura un seguro social, el trabajo y el trabajador forman parte de la empresa, siendo esta una de las manifestaciones más importantes en la actualidad del derecho comercial

DERECHO COMERCIAL. DERECHO EMPRESARIO. DERECHO ECONÓMICO. PRINCIPIOS DEL DERECHO COMERCIAL.

Derecho comercial:El derecho comercial regula sujetos, ámbitos, situaciones y conflictos que exceden la actividad puramente comercial, para entremezclarse en situaciones que hacen a un concepto más amplio, lo económico del cual regula algunas cuestiones.- Hoy podemos decir que el Derecho comercial comprende básicamente la regulación:

De los sujetos mercantiles, con sus particulares estatutos De los hechos, actos, contratos, instrumentos y tecnologías relativos principalmente a la interposición lucrativa en los

cambios, al crédito, a las ofertas al público, y a la captación de recursos de éste, y a la navegación en todas sus formas De las empresas con fin de lucro, sus actos internos, externos, elementos materiales e inmateriales, y en particular de

los bancos y compañías de seguro De la insolvencia civil y comercial, su prevención, tratamiento y efectos Del mercado y de las instituciones regulatorias o vinculadas a su funcionamiento, pero en estos casos limitada a su

impacto sobre los sujetos y actividades mercantiles.El derecho comercial tiene dos objetivos fundamentales:

Brindar un marco legal que promueva y facilite los negocios, brindando celeridad, simplicidad, pronto finiquito, estabilidad y seguridad a los intercambios y demás operaciones comerciales, como así promoviendo y tutelando el crédito, los instrumentos financieros, la circulación de la riqueza, la acumulación de capitales, la limitación de los riesgos y la creación y conservación de empresas, de sus elementos materiales e inmateriales

Fijar los límites a la actuación de los sujetos y actividades comerciales, en primer lugar mediante la prevención, que resulta de la imposición de determinadas cargas y obligaciones (contabilidad, publicidad) y de ciertos controles (autorizaciones y fiscalizaciones); y en segundo lugar mediante la represión de las inconductas con nulidades, responsabilidades especiales, ceses compulsivos, clausuras, quiebras, sanciones penales y por los mecanismos de defensa de la competencia y del consumidor.

Derecho Empresario:La actividad empresarial, en su doble manifestación subjetiva y objetiva, se ha constituido en uno de los objetos de estudio y regulación del derecho comercial más importante. En la actualidad el empresario y la empresa como organización constituyen el centro de atención y desarrollo de la mayoría de las actividades mercantiles, sin embargo, existen otros segmentos de la actividad comercial que no son llevados a cabo por el empresario ni por una organización empresarial.El derecho comercial no puede ser identificado solamente como derecho de la empresa.El objetivo de regulación del derecho comercial, encierra sujetos, situaciones, ámbitos y conflictos que exceden al empresario y a su organización y por ello no se puede identificar a este con el derecho de la empresa, que sería tal vez, uno de los aspectos más importantes del objeto regulatorio, pero no el único.

Derecho Económico:

Para el Dr. Piedecasas el derecho Comercial ha avanzado y se ha desarrollado en áreas o aspectos que exceden el fenómeno puro del comercio.Como se ha dicho el Derecho Comercial comprende la regulación de los sujetos, el ámbito (o sea el mercado), los efectos de la actividad mercantil, el consumo y también las actividades que refieren al control y regulación del sujeto y del mercado y lo referido al conflicto mercantil. De esta postura se puede llegar a identificar Derecho Comercial con derecho Económico, que es allí donde se ubica la actividad regulatoria de lo que antes fue el Derecho Comercial.Siguiendo una concepción tradicional a lo que fue la evolución del Código de Comercio, se diría que el derecho comercial tiene un objeto de regulación que no es tan amplio como el que tiene el Derecho económico, sosteniéndose que el derecho económico comprendería en uno de sus aspectos al derecho comercial.Lo cierto es que la manifestación de la vida económica es más amplia que la meramente mercantil, como ocurre con las profesiones liberales, la agricultura y las industrias extractivas que son objeto de regulación de otras materias y no del Derecho Comercial.Siguiendo la segunda postura se sostendría que hay normas que regulan aspectos de la vida económica que nunca podrían ser considerados comerciales, como las referidas a lo penal económico.

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Desde la perspectiva que mantiene el Dr. Piedecasas, se concibe al Derecho Comercial como derecho mercantil derecho económico de los aspectos del derecho comercial, o sea, con un objeto de regulación más amplio que el tradicional omnicomprensivo de los sujetos, el ámbito, el conflicto, la regulación y el control, y el llamado Derecho Administrativo Económico que también forma parte de uno de los aspectos del derecho comercial.

Principios del Derecho Comercial

Así como todo el orden jurídico se rige por principios generales de derecho, que tienen una explicación histórica, ontológica y dogmática, el Derecho Comercial posee los suyos propios, que en ocasiones aparecen como totalmente nuevos, otras con un mayor o menor grado tendencial y otras como un simple principio general del Derecho con una ligera adaptación al orden mercantil. Estos principios son las líneas orientadoras o puntos de partida para interpretar el derecho mercantil y sus conflictos.- Sin guardar ningún orden jerárquico preestablecido se establecen los siguientes:

La onerosidad (o ánimo de lucro) Habitualidad o negocio continuado Profesionalidad Buena fe en materia mercantil Contrataciones principalmente concluidas en el campo de los bienes muebles Contrataciones posibles respecto de objetos futuros, inciertos, ajenos Celeridad en los negocios Mayor libertad en las formas y pruebas La costumbre y los usos Solidaridad obligacional Plazos diferentes de prescripción

Para Piedecasas lo mencionado ut supra no ofrece, en la mayoría de los casos, la ubicación concreta de un principio general de Derecho Comercial.Así, la habitualidad y la profesionalidad son características del comerciante y no necesariamente del Derecho Comercial.La buena fe, en el cumplimiento de los actos y contratos, es un principio del derecho, aun del actuar humano, la buena fe es informante no del derecho sino de la actividad humana misma.La caracterización del objeto de los actos mercantiles dentro de los bienes muebles tampoco puede constituirse en un principio del derecho comercial, y más en esta época donde se desdibuja esta situación que corresponde al origen del Derecho Mercantil.Tampoco las contrataciones sobre objetos futuros, o la seriedad de los negocios ya que son características del derecho comercial que pueden darse o no. Hay negocios que no guardan correspondencia con la celeridad o con la mayor libertad en las formas y en las pruebas, ya que las partes lo formalizan minuciosamente para luego evitar la problemática interpretativa.En cuanto a la solidaridad obligacional y los plazos diferentes de prescripción, son características accesorias de las obligaciones, que no pueden ser trasladadas y transformadas en principios generales del derecho.Si quedan en pie el ánimo de lucro y los usos y costumbres comerciales. En cuanto al ánimo de lucro expreso o implícito es una característica de la actividad mercantil y también de la conformación misma de la norma jurídica mercantil. El carácter de principio se observa no solamente en que la norma jurídico-mercantil lo contiene, sino que además cuando una norma mercantil se aplica, va a considerar que el acto supone para las partes una ventaja especulativa razonable o ánimo de lucro. Para Piedecasas el ánimo de lucro es caracterizante de la norma jurídico-mercantil y, por ende, está contenida expresa o implícitamente en ella y funciona, si se quiere, como principio general del derecho Mercantil.Con respecto a los usos y costumbres, históricamente tiene valor en el ámbito del derecho mercantil; y como principio general del derecho mercantil debería formularse atendiendo a que los usos y costumbres constituyen una fuente del derecho mercantil que sirve para guiar la conducta interpretativa y la aplicación de otros preceptos en situaciones determinadasEl CCC no enuncia el ánimo de lucro ni los usos y costumbres mercantiles diferenciados de los usos, prácticas y costumbres generales, lo que no implican que hayan desaparecido, de hecho el ánimo de lucro, que es consustancial con la actividad mercantil o con las organizaciones mercantiles, siempre será considerado al momento de aplicar las instituciones contractuales mercantiles; obligaciones o situaciones de responsabilidad. Para el caso de los usos y costumbres, el precepto del artículo 1º es lo suficientemente amplio como para comprender a los comerciales y, por ende, lo expuesto respecto de ellos debe mantenerse.Principios que para el Autor Piedecasas Quedan Vigentes

El Derecho Comercial esta formulado en base a un principio implícito de ánimo de lucro Las normas comerciales deben respetar el principio constitucional de libertad de comercio El orden jurídico mercantil esta formulado bajo el principio de la propiedad privada

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En la estructuración de la norma jurídico-mercantil resulta prevalente la protección del consumidor Toda formulación de la empresa mercantil debe realizarse orientada hacia la preservación del ambiente La construcción de la decisión jurídico-mercantil debe realizarse atendiendo a lo que resulta de la costumbre

comercial, la cual prevalece para casos concretos

FUENTES DEL DERECHO COMERCIAL. CONCEPTO. CLASES. ORDEN DE PRELACIÓN. LOS USOS Y COSTUMBRES. EL VALOR DE LA COSTUMBRE. LA JURISPRUDENCIA COMO FUENTE DEL DERECHO.Fuentes del Derecho Comercial

Las fuentes formales son los órganos reconocidos expresamente como fuente del derecho, siendo su nota distintiva que obligan por mandato de un ordenamiento legislativo determinado y su objeto especifico la creación de una regla destinada a imprimir una dirección en la vía jurídica.

Las fuentes materiales están constituidas por los factores o hechos que concurren al nacimiento de una norma jurídicaEl concepto de fuente se ubica o se emparenta con el ámbito del cual proviene la norma jurídico-mercantil, en este sentido la primera e inicial fuente del derecho mercantil resulta ser la Constitución Nacional, inclusive la concepción actual considera a la Constitución y a los tratados internacionales que por la Constitución son considerados fuentes del Derecho interno como fuente del Derecho Mercantil.Encontramos la legislación comercial específica: el Código Civil y Comercial y las leyes comerciales especiales.Costumbre mercantil, que es fuente del derecho comercial, ya que de allí surgen normas jurídico-mercantiles. La costumbre ha permitido formar una pauta de conducta que por su reiteración y carácter general se ha convertido en norma de conducta.Con menor intensidad se encuentran los usos comerciales que muchas veces son reflejados como practicas negóciales habituales y que permiten extraer de ellas la norma o pauta en base a la cual se decide el conflicto mercantil. El artículo 1º del CCC establece que los usos, prácticas y costumbres son vinculantes cuando las leyes o los interesados se refieren a ellos o en situaciones no regladas legalmente, siempre que no sean contrarios a derecho.Los principios generales del derecho Comercial pueden constituirse o ser considerados fuentes del derecho en tanto y en cuanto sea el ámbito del cual extraigo la norma o pauta de conducta en base a la cual se decide un conflicto mercantil.Respecto de la jurisprudencia plenaria o casatoria como puede existir con los fallos de las cámaras nacionales o bien, los pronunciamientos de la Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires que son obligatorias para los tribunales inferiores, se transformaría la jurisprudencia plenaria o casatoria en una fuente del derecho Mercantil, ya que, independientemente de cualquier ámbito, es de allí de donde se extrae la norma o pauta de conducta para decidir un conflicto mercantil.En cuanto a la analogía no constituye fuente de derecho comercial, sino un método para ubicar la fuente.Y por último la doctrina autoral, no constituye fuente, ya que no se puede fundar o extraer la norma o pauta de conducta en la opinión de un autor para decidir un conflicto mercantil.Jurisprudencia en el Nuevo Código CivilSi la fuente es el ámbito del cual extraigo la norma o puta de conducta para decidir un conflicto mercantil, jurisprudencia plenaria o casatoria, como puede existir con los fallos de las cámaras nacionales o bien, los pronunciamientos de la Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires, que son obligatorias para los tribunales inferiores, nos encontraríamos dentro de ese concepto y estamos transformando al ámbito de la jurisprudencia plenaria o casatoria en una fuente del derecho Mercantil, ya que, independientemente de cualquier ámbito, es de allí de donde se extrae la norma o pauta de conducta para decidir un conflicto mercantil.La jurisprudencia fue excluida por el Congreso en el texto definitivo del artículo 1º del Código Civil y Comercial.

Orden de prelación: La Constitución Nacional y tratados internacionales La ley mercantil especial El Código Civil y Comercial La costumbre mercantil Los usos mercantiles Las practicas mercantiles Los principios del Derecho Comercial La jurisprudencia plenaria obligatoria

JURISDICCION COMERCIALPor su parte, nada establece el Código Civil y Comercial sobre la jurisdicción comercial, la que tiene su origen en las corporaciones medievales, en las que los comerciantes eran juzgados por sus pares procurándose una justicia ágil y especializada. Suprimidas las corporaciones la justicia comercial subsistió dependiente del Estado en algunos países.

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En Argentina, hay tribunales de comercio en la Ciudad de Buenos Aires por derivación histórica del Consulado. En dicha Ciudad, atendida por jueces con rango federal, la materia comercial está ubicada, con carácter general, en la Justicia Nacional en lo Comercial y además, para algunas materias específicas (navegación, patentes, marcas, transporte interjurisdiccional, etc.), en la Justicia en lo Civil y Comercial Federal. En el resto del país no hay tribunales comerciales pero algunas provincias cuentan con tribunales especializados en determinadas materias comerciales tales como sociedades, concursos y/o registro público de comercio (Mendoza, Córdoba, Corrientes, Salta, etc.). Las ventajas de una justicia especializada son indudables aun cuando la creación de tribunales específicos debe estar en función del número de causas de cada jurisdicción, salvo el caso de concursos y quiebras donde a nuestro juicio los tribunales específicos deben imponerse en todas las jurisdicciones, sin excepciones, y con carácter federal (arts.75 inc.12 “bancarrotas” y 116 C.N.). En el Código Civil y Comercial han desaparecido el “acto de comercio” como tal y la sujeción de los “comerciantes” a la “jurisdicción mercantil” (art. 5 del código de comercio derogado), sin embargo corresponden mantener la actuación de una justicia comercial separada ya que el Código nada dispone en contrario y son claras las grandes ventajas que brinda la especialización.Al respecto, cabe recordar que en el orden nacional, el art. 43 bis del Dec. Ley 1285/58, dispone que “Los jueces nacionales de primera instancia en lo comercial de la Capital Federal, conocerán en todas las cuestiones regidas por las leyes mercantiles cuyo conocimiento no haya sido expresamente atribuido a los jueces de otro fuero. Conocerán, además, en los siguientes asuntos: a) Concursos civiles; b) Acciones civiles y comerciales emergentes de la aplicación del Decreto N°15.348/46, ratificado por la Ley N°12.962; c) Juicios derivados de contratos de locación de obra y de servicios, y los contratos atípicos a los que resulten aplicables las normas relativas a aquéllos, cuando el locador sea un comerciante matriculado o una sociedad mercantil. Cuando en estos juicios también se demandare a una persona por razón de su responsabilidad profesional, el conocimiento de la causa corresponderá a los jueces nacionales de primera instancia en lo civil de la Capital Federal”.Entendemos que dicha norma continúa vigente después de que comience la plena aplicación del nuevo Código por las siguientes razones:-Las “leyes mercantiles” referidas por la norma no han desaparecido ya que son todas las que estaban incorporadas o complementando al Código Comercial derogado y que subsisten como complemento del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación (art. 5º de la ley 26.994).-Los “concursos civiles” ya habían sido unificados con los comerciales por la ley de quiebras vigente (24.522).-Los contratos de locación de obra y de servicios se mantienen en los arts.302 y siguientes del Código.-La única referencia que hoy carecería de sentido es la de “comerciante matriculado” que, eventualmente, debería ser cambiada por “persona humana con actividad económica organizada” o por persona humana titular de una “empresa” o de un establecimiento comercial, industrial o de servicios (art. 320 ya citado).

ARBITRAJE

ARTÍCULO 1649.- Definición. Hay contrato de arbitraje cuando las partes deciden someter a la decisión de uno o más árbitros todas o algunas de las controversias que hayan surgido o puedan surgir entre ellas respecto de una determinada relación jurídica, contractual o no contractual, de derecho privado en la que no se encuentre comprometido el orden público.-

1. IntroducciónConsecuente con la búsqueda de actualización de las normas contenidas en el Código sustituido, este nuevo cuerpo normativo de fondo introduce cambios significativos en el tratamiento y alcance de ciertos institutos de derecho.En este sentido, el abordaje del instituto del arbitraje es uno de los casos en los cuales es ostensible que el legislador ha producido un cambio completo de la óptica existente.El sistema legal a través del cual se regulaba el arbitraje en Argentina se encontraba en la legislación procesal, careciendo hasta ese momento de una ley nacional. Es decir, al ser una materia procesal, cada Código Procesal provincial contenía una regulación propia, toda vez que en la Argentina la legislación procesal no ha sido delegada en el gobierno federal, y por ello queda reservada a las provincias. (86) El arbitraje entonces, era interpretado como un “procedimiento especial”, con las consecuencias que ello implicaba en cuanto a la desuniformidad de tratamiento. Desde el punto de vista de su efectiva instrumentación, si bien el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación (CPCCN) contiene disposiciones sobre la posibilidad de someter cuestiones a arbitraje, (87) sobre ejecución de laudos extranjeros, (88) y sobre el tratamiento de los distintos tipos de procedimientos arbitrales, (89) la regulación del acuerdo arbitral es deficiente. El CPCCN prevé un “doble juego de acuerdos” como pasos necesarios para poner en funcionamiento el arbitraje. (90) Así, el CPCCN establece la necesidad de celebrar un “compromiso arbitral”, con posterioridad al surgimiento del conflicto. Es decir que, más allá de la existencia de una cláusula compromisoria, esta no era suficiente por sí, pues en el CPCCN es exigencia legal que las partes suscribían el compromiso arbitral, formalizado una vez surgido el conflicto, por escritura pública o instrumento privado, o por acta extendida ante el juez

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de la causa o ante aquel a quien hubiese correspondido su conocimiento. (91) Bajo este esquema, la cláusula compromisoria no es suficiente, siendo necesario que las partes firmen el compromiso arbitral en el cual, además de ratificar el sometimiento a arbitraje, precisen concretamente las materias que serían decididas por los árbitros. O, ante la falta de acuerdo para formalizar el compromiso, su contenido es definido a través de una sentencia judicial (art. 742 CPCCN).La nueva regulación de fondo procura promover la seguridad jurídica de las transacciones comerciales como consecuencia de la dinámica comercial actual, y brindar herramientas útiles y soluciones contemporáneas a los operadores del mercado. De esta forma, tomando los avances existentes en el derecho comparado, la legislación argentina en materia de arbitraje se actualiza permitiendo presentar al arbitraje como una alternativa válida para resolver conflictos derivados de relaciones jurídicas que requieran la aplicación de ventajas propias del sistema: la aplicación de un foro neutral, celeridad, confidencialidad, especialidad en tema a decidir, flexibilidad, y otros aspectos exigidos como fruto de la globalización económica.A lo largo de la historia, el arbitraje ha demostrado una creciente evolución, (92) permitiendo que su aplicación y elección sea cada vez más segura y eficaz a nivel mundial. Ahora bien; ninguno de estos objetivos podrían haberse logrado sino se hubiera partido de una estructura sólida. Para que haya arbitraje, debe existir un acuerdo de voluntades, en virtud del cual las partes se obligan a someter determinadas controversias a arbitraje. Eso constituye, precisamente, lo que el CCyC ahora denomina “contrato de arbitraje”.El arbitraje es una justicia privada, de fuente convencional, (93) ya que su origen inmediato es el acuerdo a través de la cual las partes exteriorizan su voluntad de excluir la intervención de los tribunales judiciales, y someterse a la decisión de árbitros. En conclusión, este acuerdo o convenio arbitral configura un contrato en sí mismo y es la estructura adecuada para su desarrollo.

2. Interpretación2.1. Naturaleza y efectos del acuerdo arbitral:Al tratarse de un acto jurídico mediante el cual dos o más partes manifiestan su consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones jurídicas (arg. art. 957 CCyC) no cabe duda que el acuerdo arbitral constituye un verdadero contrato. Con todo, este contrato tiene un propósito específico, consistente en sustraer ciertos litigios de la jurisdicción ordinaria, sometiéndose a una justicia privada. El acuerdo arbitral implica entonces la obligación de las partes de resolver sus conflictos por vía arbitral, obligándose al mismo tiempo a no deducir respecto de las mismas acciones judiciales.En definitiva, el acuerdo arbitral produce dos efectos principales:i. los jueces estatales devienen incompetentes para intervenir en la resolución de aquellos conflictos que hayan sido sometidos a arbitraje, y ii. los árbitros resultan investidos de atribuciones jurisdiccionales para resolver las controversias que se someten, comprendiendo la facultad de decidir sobre su propia competencia ante un cuestionamiento sobre la incompetencia del árbitro o tribunal.Por todo lo expuesto, se puede evidenciar la naturaleza mixta del arbitraje —contractual por su origen, jurisdiccional por las atribuciones que de él derivan a los árbitros—, circunstancia recogida no solo por la doctrina y jurisprudencia internacional, sino también por nuestros tribunales nacionales (94) y ahora, por la legislación nacional.

2.2. La eliminación del compromiso arbitralComo surge del texto de la norma, la sola existencia de un acuerdo o convenio arbitral entre las partes es suficiente para producir efectos. La mayoría de los instrumentos internacionales han abandonado el requisito del compromiso arbitral, reconociéndose la autosuficiencia del acuerdo arbitral, así este consista en una cláusula contenida en un contrato que contemple el arbitraje para resolver controversias futuras. En conclusión, un único acuerdo es válido y eficaz para producir la totalidad de sus efectos aunque no sea complementado o precisado por otro con posterioridad al surgimiento de la controversia. La figura del “compromiso arbitral”, en suma, desaparece como categoría propia. Asimismo, se deja de lado la diferenciación en cuanto al esquema de conflictos presentes o futuros, determinando que el sometimiento de arbitraje puede darse para “todas o algunas controversias que hayan surgido o puedan surgir” de una relación jurídica determinada. Podemos concluir, entonces, que el acuerdo arbitral consistente en una cláusula contractual prevista para controversias futuras es suficiente para poner en funcionamiento el arbitraje.El “contrato de arbitraje” comprende en su concepto a las dos modalidades clásicas a través de las cuales se pactaba el arbitraje (“cláusula compromisoria” y “compromiso arbitral”) sorteando de esa manera los inconvenientes que generaba la exigencia legal de celebrar el segundo: ya no es necesario que las partes vuelvan a acordar una vez surgido el conflicto, ni tampoco recurrir al Poder Judicial para lograr su instrumentación en caso de falta de acuerdo.

2.3. Cuestiones comprometidas. El orden públicoA los fines de poder determinar si una controversia es susceptible de ser resuelta por medio del arbitraje debemos analizar lo que se conoce como arbitrabilidad de la controversia.

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La última parte del artículo analizado involucra una limitación a las materias que pueden ser objeto de un arbitraje, estableciendo que no pueden someterse a arbitraje las cuestiones en que se encuentre comprometido el orden público. Es decir que, la relación jurídica de la que surja la controversia objeto del contrato debe ser de derecho privado y no encontrarse afectado el orden público. La falta de un concepto preciso, claro o invariable puede dar lugar a dificultades de interpretación. También, en lo que hace al contenido de lo que se entienda por orden público “comprometido”, dado que podría dejar fuera de la competencia arbitral cuestiones que, si bien pueden comprometer normas de orden público, son disponibles para las partes (cfr. arts. 736, 1644, 1651 CC).En la práctica arbitral es frecuente encontrar discusiones en torno a la posibilidad de considerar arbitrables los conflictos que se relacionan con disposiciones de orden público y cuándo se configura su afectación. Lo que se discute, en síntesis, es si el solo hecho de que se aplique una norma imperativa a la controversia —por ejemplo, normas sobre patentes, o defensa de la competencia, etc.— es causal suficiente para excluir la competencia arbitral.Es importante señalar que, habiendo reconocido la fuente convencional de la jurisdicción de los árbitros, estos solo pueden juzgar las cuestiones que afectan a esas partes y no las que afecten el interés general. Pero esto no implica per sé que toda aplicación de una norma de orden público traduzca la no arbitrabilidad de la materia. (95) Esta postura, compartida por gran parte de la doctrina y jurisprudencia, es la que debería ser tomada a los efectos de interpretar el texto del art. 1649 CCyC: aunque el orden público pueda contener determinados contenidos imperativos, esto no implica que quede automáticamente excluida de aquellas que pueden ser decididas por árbitros. Serán estos quienes, inicialmente, al encontrarse confrontados con disposiciones legales imperativas relevantes, tendrán competencia para realizar un examen de la ley aplicable, a efectos de determinar la posible afectación del interés general (96) y, sobre esa base, determinar si la materia es en sí misma no-arbitrable (por ejemplo: la validez de un vínculo familiar) o si es de aquellas que no son consideradas automáticamente no-arbitrables (por ejemplo: normas relativas al fraude), y requerirán un análisis pormenorizado. Ello, desde luego, sin perjuicio del posterior control judicial de los tribunales a efectos de verificar la conformidad del laudo con el orden público.En conclusión, no se puede postular de manera genérica que las cuestiones en las que esté la interpretación o aplicación de normas de orden público, son insusceptibles, de ser resueltas por árbitros.

ARTÍCULO 1650.- Forma. El acuerdo de arbitraje debe ser escrito y puede constar en una cláusula compromisoria incluida en un contrato o en un acuerdo independiente o en un estatuto o reglamento.La referencia hecha en un contrato a un documento que contiene una cláusula compromisoria constituye contrato de arbitraje siempre que el contrato conste por escrito y la referencia implique que esa cláusula forma parte del contrato.

1. IntroducciónComo se ha mencionado, uno de los avances más importantes de la reforma es el reconocimiento de la autosuficiencia de la cláusula arbitral y el tratamiento equivalente que se hace entre la cláusula arbitral (contenida en el contrato) y el compromiso arbitral (producida la controversia). Este artículo vuelve a reafirmar que una cláusula arbitral contenida en un contrato constituye, por sí sola, sin necesidad de ulterior ratificación o complementación, un contrato de arbitraje. Asimismo, siguiendo la tendencia prevaleciente a nivel internacional, la norma solo exige que el acuerdo arbitral conste por escrito, sin requisitos adicionales de forma, y prevé la posibilidad de que el acuerdo arbitral sea incorporado a un contrato por la referencia que en él se haga a otro documento que lo contemple.

2. InterpretaciónEl art. 1650 CCyC establece la forma en que debe ser expresado el consentimiento para someterse a arbitraje. Llama la atención la inexistencia de referencia alguna a formas que pueden considerarse equivalentes a la escritura, comunes hoy en base a los cambios y avances tecnológicos en soportes distintos del papel.La forma es la manera en que la voluntad de las partes debe exteriorizarse para producir los efectos jurídicos deseados. (97) Para que la voluntad tenga efectos legales debe ser susceptible de ser aprehendida por los demás. (98) El acuerdo arbitral también necesita un hecho exterior por el cual el consentimiento de las partes de delegar la jurisdicción natural de los tribunales estatales a árbitros privados se manifieste. Para la mayoría de los instrumentos internacionales sobre la materia, el acuerdo arbitral debe ser hecho por escrito. Aunque puede constar en el mismo contrato o en un intercambio de instrumentos todos concuerdan con la necesidad de que existan “constancias documentales” de la voluntad de someterse a arbitraje.La Ley Modelo de UNCITRAL, (100) en la versión aprobada en 2006, buscó ajustarse a los cambios de paradigma existentes en la materia. Para ello, se revisó la redacción del art. 7° y se introdujeron dos posibilidades entre las cuales los Estados interesados en seguir sus postulados pueden optar. La Opción I CNUDMI/UNCITRAL del art. 7° mantiene la necesidad de que el acuerdo arbitral sea escrito (art. 7°, inc. 2), aunque la sutileza radica en la posibilidad de que este requisito se entienda cumplido si su contenido está registrado en cualquier forma, sea que el propio acuerdo arbitral o el contrato que lo contiene hayan sido concluidos en forma oral, por hechos o por otros medios (art. 7°, inc. 3). Es decir que, si bien se mantiene el requisito de la forma escrita, en base a la nueva redacción, el acuerdo arbitral ya no tiene que constar en un documento, reconociendo como equivalentes otros medios de celebrar el acuerdo arbitral (comprendido la forma oral) siempre que su contenido quede registrado, ni tampoco tiene que estar firmado

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por las partes. (101) La norma también prevé que la exigencia de la escritura puede ser cumplida por medios electrónicos de comunicación, siempre que la información consignada en ella sea accesible para su ulterior consulta, entendiéndose por “comunicación electrónica” a cualquier comunicación que las partes hagan por medio de mensajes de datos, expresión que debe ser interpretada como comprensiva de información generada, enviada, recibida o archivada por medios electrónicos, magnéticos, ópticos o similares, como pudieran ser, entre otros y sin limitarse, el intercambio electrónico de datos, el correo electrónico, el telegrama, el télex o el telefax (art. 7°, inc. 4). Finalmente, se mantienen las otras formas admitidas por la versión anterior: por medio de intercambio de escritos de demanda y contestación en los que exista un acuerdo, sin que este sea negado por la otra parte. (art. 7°, inc. 5°), y la referencia hecha en un contrato a un documento que contenga una cláusula compromisoria, siempre que dicha referencia implique que esa cláusula forma parte del contrato (art. 7°, inc. 6).La Opción II del mismo artículo simplemente define al “acuerdo de arbitraje” como un acuerdo entre las partes para someter a arbitraje todas las controversias o ciertas controversias que hayan surgido o puedan surgir entre ellas respecto de una determinada relación jurídica, contractual o no, omitiendo toda referencia a requisito alguno de forma.En resumen, el nuevo CCyC sigue la exigencia de materializar el acuerdo arbitral de forma escrita, aunque no contiene una enumeración de “equivalentes” a la escritura, como postula la Opción I del art. 7° de la Ley Modelo. Lo que sí recoge el art. 1650 CCyC es la denominada “incorporación por referencia” al establecer que “… la referencia hecha en un contrato a un documento que contiene una clausula compromisoria constituye contrato de arbitraje siempre que el contrato conste por escrito y la referencia implique que esa clausula forma parte del contrato” (art. 1650, parr. 2, CCyC).

ARTÍCULO 1651.- Controversias excluidas. Quedan excluidas del contrato de arbitraje las siguientes materias:a. las que se refieren al estado civil o la capacidad de las personas;b. las cuestiones de familia;c. las vinculadas a derechos de usuarios y consumidores;d. los contratos por adhesión cualquiera sea su objeto;e. las derivadas de relaciones laborales.Las disposiciones de este Código relativas al contrato de arbitraje no son aplicables a las controversias en que sean parte los Estados nacional o local

1. IntroducciónComo mencionábamos anteriormente, la arbitrabilidad marca el punto donde finaliza la autonomía de la voluntad y comienza la competencia judicial exclusiva. (102) Es decir, que las partes podrán someter a arbitraje todas aquellas cuestiones en las cuales el Estado no tenga una jurisdicción irrenunciable e imperativa. Justamente, este artículo determina qué materias el legislador ha reservado al conocimiento exclusivo de los tribunales judiciales.

2. Interpretación2.1. Definición de la materia arbitrableLa condición de arbitrable de una materia depende fundamentalmente de la legislación de cada país, ya que cada Estado define qué materias pueden resolverse por arbitraje y cuáles quedan excluidas de su aplicación. Precisamente, el objetivo del art. 1651 CCyC es definir el ámbito de las materias arbitrables, estableciendo límites a la potestad de las partes para la delegación de jurisdicción a favor de jueces privados. Asimismo, el CPCCN define el ámbito de las materias arbitrable por medio de la determinación de un principio general y excepciones, encontrando regulado de manera indirecta la arbitrabilidad en función de remisiones efectuadas a normas procesales. La postura adoptada se basa en el principio general de que “toda cuestión entre partes, excepto las mencionadas en el Art. 737, podran ser sometidas a la decisión de jueces arbitros antes o después de deducida en juicio y cualquiera fuere el estado de este” (art. 736 CPCCN).Mientras, las excepciones están determinadas por la naturaleza intransferible de los derechos involucrados en la controversia. El art. 737 CPCCN dispone “no podran comprometerse en arbitros bajo pena de nulidad las cuestiones que no pueden ser objeto de transacción”. Como excepciones surgían las controversias relativas a la validez o nulidad del matrimonio, patria potestad y estado civil de las personas, entre otras, siempre en función de derechos respecto de los cuales la transacción era prohibida.El art. 1651 CCyC aplica un método distinto en este aspecto, determinando que cualquier materia puede ser objeto de arbitraje salvo las expresamente excluidas. Sin embargo, como se analizará a continuación, el artículo restringe la autonomía de la voluntad de las partes, en discordancia con la tendencia moderna en el derecho comparado, que no limita las cuestiones que pueden someterse a arbitraje, reservando la noción de orden público solo con relación a la ejecutabilidad o nulidad del laudo y en la medida en que este sea contrario a aquél (cfr. art. 7º,inc. 1º; Ley Modelo CNUDMI/UNCITRAL, Asamblea General, resolución 40/1972, 11/12/1985).

2.2. Breve analisis de las materias excluidas

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2.2.1. Cuestiones de familiaEl art. 1651 CCyC excluye del contrato de arbitraje las materias que se refieren al estado civil o capacidad de las personas y cuestiones de familia. Esta limitación se encuentra en línea con la solución dada en el CPCCN (art. 737), pero el artículo agrega la mención de “las cuestiones de familia” sin especificar si abarca tanto las patrimoniales como las no patrimoniales. Si se observa el Anteproyecto del CCyC, se puede advertir que este artículo solo hacía referencia a la exclusión de cuestiones no patrimoniales de familia, de modo que las cuestiones patrimoniales sí podían ser objeto de arbitraje. La modificación realizada por el Congreso eliminó esta distinción que resultaba acorde a la práctica y legislación emanada del derecho comparado. Será de notaria relevancia el tratamiento jurisprudencial que se le dé al tema en pos de no cercenar innecesariamente el ámbito de aplicación del arbitraje.

2.2.2. Cuestiones de derechos de usuarios y consumidores Si bien a lo largo del ordenamiento jurídico argentino encontramos distintas normas, inclusive constitucionales, (103) que vinculan al arbitraje con los derechos de usuarios y consumidores, la norma en análisis excluye la aplicación del contrato de arbitraje a los conflictos en los que se encuentren involucrados aquellos, pese a que muchas normas, incluso de manera contradictoria, establecen la conveniencia de buscar sistemas alternativos de resolución de conflictos. Precisamente, en función de una mirada global sobre el tratamiento del tema, consideramos que el art. 1651 CCyC podría ser interpretado de una manera favorable al arbitraje, entendiendo que no prohíbe su aplicación como forma de resolución de conflictos entre consumidores y usuarios, sino que simplemente no permite convenir en contratos de consumo el arbitraje para controversias futuras que puedan surgir del mismo. Ello permitiría interpretar que el propósito de la ley es evitar que el usuario o consumidor, parte débilde la relación contractual, se vea compulsivamente sometido a arbitraje a través de una cláusula predispuesta por el proveedor, pero no impediría instrumentar con posterioridad al surgimiento del conflicto ese sometimiento, a través de un acuerdo válido, libre y pleno que no deje lugar a dudas sobre su voluntad de recurrir al arbitraje. Bajo esta interpretación se podría lograr un conveniente balance entre libertad y tutela del consumidor, permitiendo que el arbitraje sea la llave para la resolución de los conflictos que afecten a consumidores, si es que estos, conociendo claramente las reglas del juego y cumpliéndose las garantías esenciales de todo procedimiento, aceptan someterse a ellas.

2.2.3. Cuestiones que surjan de contratos por adhesiónEn base a lo comentado en el punto anterior, también podemos hacer alguna observación con relación a la exclusión de los contratos por adhesión, independientemente de las partes intervinientes y objeto del contrato, dado que plantea una interpretación restrictiva del acuerdo arbitral, partiendo de la base de una desigualdad entre los contratantes en el poder de negociación, lo cual alcanza los contratos celebrados entre empresarios, en los que en algunos casos no será necesaria la tutela con la misma intensidad que la prevista para el caso de los consumidores.La solución no consiste en privar de validez a los pactos celebrados bajo esta modalidad, sino en intentar disminuir sus aspectos más problemáticos, por ejemplo establecer requisitos de forma o redacción tendientes asegurar que el contratante que adquiere la formula predispuesta tenga efectivo conocimiento de sus efectos.En conclusión, y de la mano de la tendencia jurisprudencial en el tema, (104) no puede considerarse que el sometimiento a arbitraje deje de ser voluntario por estar la cláusula contenida en un contrato celebrado por adhesión, lo que no impide examinar su contenido o verificar que esta no resulte abusiva ni manifiestamente perjudicial para el adherente. Vale decir, que los acuerdos arbitrales contenidos en contratos comerciales, incluidos por adhesión deberían considerarse válidos y obligatorios, salvo que se verifique una utilización abusiva del recurso técnico contractual. Ello permite afirmar que, en rigor, no estamos en presencia de una materia no arbitrable stricto sensu, sino eventualmente de una estipulación inoponible a la parte que adhiere al contrato.

2.2.4. Cuestiones laboralesEn la legislación preexistente (105) existía la posibilidad de recurrir al arbitraje por cuestiones relacionadas a derechos laborales. Esta circunstancia no se veía reflejada en la práctica, siendo en los hechos casi inexistente el sometimiento a arbitraje para estas controversias. Ello fundamentalmente a consecuencia de la multiplicidad de normas que regulan al instituto, muchas veces de manera superpuesta y contradictoria. Esta circunstancia, sumada a los obstáculos que se establecen en las disposiciones legales aplicables a la materia —como por ejemplo, la improrrogabilidad de la jurisdicción de la Justicia Nacional del Trabajo, que establece la legislación procesal laboral— han llevado lamentablemente a la no aplicación del arbitraje en materia laboral, lo que en otros países ha resultado muy beneficioso en pro de la defensa de los trabajadores en relaciones laborales existentes en la modernidad.

2.2.5. Cuestiones con partes estatalesSe establece en la última parte del artículo que “las disposiciones de este Código relativas al contrato de arbitraje no son aplicables a las controversias en que sea parte el Estado nacional o local” La norma no excluye la posibilidad de

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que el Estado se someta a arbitraje, sino que dispone que, en su caso, no serán de aplicación las normas contenidas en este capítulo, sino las regulaciones específicas en el marco del derecho internacional privado de fuente convencional. Ello es congruente con el art. 1649 CCyC que limita la definición del contrato de arbitraje al acuerdo arbitral referido a cuestiones o controversias nacidas de relaciones jurídicas de derecho privado.

ARTÍCULO 1652.- Clases de arbitraje. Pueden someterse a la decisión de arbitradores o amigables componedores, las cuestiones que pueden ser objeto del juicio de árbitros. Si nada se estipula en el convenio arbitral acerca de si el arbitraje es de derecho o de amigables componedores, o si no se autoriza expresamente a los árbitros a decidir la controversia según equidad, se debe entender que es de derecho

1. IntroducciónEn el estudio del arbitraje encontramos la distinción entre las dos clases tradicionales de arbitraje: de derecho o de equidad. Estas categorías apuntan a definir el modo de actuación de los árbitros y la naturaleza de la decisión. El art. 1652 CCyC mantiene estas dos categorías, aunque introduce algunos cambios significativos en cuanto a la redacción anterior y sus efectos.

En torno a la cuestión, es interesante señalar dos disposiciones novedosas producto de la nueva legislación. En primer lugar, si bien el CPCCN establece que si las partes nada hubieran estipulado al pactar el arbitraje respecto del carácter que revestirá, se entenderá que es de amigables componedores, (106) la nueva redacción del artículo modifica esta presunción a favor de los arbitrajes de derecho, estableciendo que en caso de silencio se inclina ahora por el arbitraje de derecho.En segundo lugar, se ha mantenido la denominación “amigables componedores” aun cuando se la ha criticado (transmite erróneamente la idea de un rol parecido al del mediador) o la de “arbitradores” (terminología adecuada para peritos y no árbitros) en función de las dudas que genera su aplicación en la práctica.-

ARTÍCULO 1653.- Autonomía. El contrato de arbitraje es independiente del contrato con el que se relaciona. La ineficacia de éste no obsta a la validez del contrato de arbitraje, por lo que los árbitros conservan su competencia, aun en caso de nulidad de aquél, para determinar los respectivos derechos de las partes y pronunciarse sobre sus pretensiones y alegaciones.

1. IntroducciónA los efectos legales, el CCyC considera al convenio arbitral como un contrato independiente o autónomo, incorporando de esta manera en su redacción uno de los principios fundamentales del arbitraje moderno. 2. InterpretaciónLa autonomía del contrato de arbitraje implica considerarlo un acuerdo independiente y distinto del contrato principal en el cual está contenido, no sufriendo las incidencias propias de este. El fundamento que tiene este principio, llamado de “autonomía de la cláusula arbitral”, es que si el convenio arbitral no fuese considerado autónomo o separado al contrato principal que lo contiene, bastaría con atacar la validez del contrato principal ante los tribunales judiciales nacionales para que las partes debieran esperar un fallo definitivo sobre la validez del contrato y del pacto, para luego proseguir con el arbitraje. (107)Este principio no se encontraba regulado por el CPCCN, y tampoco existían normas que trataran directamente la cuestión a nivel nacional, ya que básicamente se consideraba al convenio arbitral accesorio al contrato principal. A

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nivel jurisprudencial no ha existido una posición uniforme ni unánime sobre el tema, (108) oscilando nuestros tribunales entre consagrar en plenitud el principio de autonomía del convenio arbitral o restringir la competencia de los árbitros al resultado de una sentencia previa de un juez que determine la validez o la nulidad del contrato base y cláusula arbitral.A nivel internacional, la mayor parte de las legislaciones extranjeras y convenios internacionales han sentado reglas precisas al respeto, estableciendo claramente la autonomía de las cláusulas atributivas de jurisdicción frente a una posible invalidez del contrato que lo contiene.En conclusión, cualquier controversia con relación a la inexistencia, ineficacia, resolución o invalidez u otro vicio del contrato que tiene incorporado el convenio arbitral deberá, en principio, ser sometida al conocimiento del tribunal arbitral, circunstancia que se encuentra íntimamente relacionada con el otro gran principio del arbitraje que es el principio kompetenz-kompetenz (competencia–competencia) que analizaremos a continuación.

ARTÍCULO 1654.- Competencia. Excepto estipulación en contrario, el contrato de arbitraje otorga a los árbitros la atribución para decidir sobre su propia competencia, incluso sobre las excepciones relativas a la existencia o a la validez del convenio arbitral o cualesquiera otras cuya estimación impida entrar en el fondo de la controversia

1. IntroducciónLuego de establecer el principio de autonomía de la cláusula arbitral, el CCyC regula el principio kompetenz–kompetenz. Aunque, como se explicará más adelante, son principios que apuntan a cuestiones diversas, ambos forman parte de un esquema defensivo común, en aquellos casos en que la incompetencia del tribunal arbitral está sustentado en la invalidez de la cláusula arbitral, producto de la invalidez del contrato en que se hallaba incorporada.2. InterpretaciónEl principio kompetenz-kompetenz es reconocido en el ámbito internacional y se utiliza para definir la posibilidad reconocida a los árbitros para decidir acerca de su propia competencia cuando alguna de las partes la cuestione. Generalmente, en la práctica, la aplicación de este principio se presenta de manera conjunta con el principio de la autonomía de la voluntad, ya que son los árbitros los primeros que tendrán que determinar su propia competencia para evaluar la validez o no de la cláusula arbitral contenida en un contrato eventualmente nulo. Se ha reconocido que este principio genera un efecto positivo y otro negativo. El primero, tendiente a permitir que sean los propios árbitros quienes decidan acerca de su competencia; y el negativo, obligar a los tribunales judiciales a declinar su competencia ante la invocación de un acuerdo arbitral, salvo que el mismo resulte manifiestamente nulo o inaplicable. Este segundo efecto se observa en la primera parte del art. 1656 CCyC: conforme esta norma, “el convenio arbitral obliga a las partes a cumplir lo estipulado y excluye la competencia de los tribunales judiciales sobre las controversias sometidas a arbitraje, excepto que el tribunal arbitral no esté aun conociendo de la controversia, y el convenio parezca ser manifiestamente nulo o inaplicable”.

ARTÍCULO 1655.- Dictado de medidas previas. Excepto estipulación en contrario, el contrato de arbitraje atribuye a los árbitros la facultad de adoptar, a pedido de cualquiera de las partes, las medidas cautelares que estimen necesarias respecto del objeto del litigio. Los árbitros pueden exigir caución suficiente al solicitante. La ejecución de las medidas cautelares y en su caso de las diligencias preliminares se debe hacer por el tribunal judicial. Las partes también pueden solicitar la adopción de estas medidas al juez, sin que ello se considere un incumplimiento del contrato de arbitraje ni una renuncia a la jurisdicción arbitral; tampoco excluye los poderes de los árbitros.Las medidas previas adoptadas por los árbitros según lo establecido en el presente artículo pueden ser impugnadas judicialmente cuando violen derechos constitucionales o sean irrazonables.

1. IntroducciónEl artículo reconoce a los árbitros —salvo pacto expreso en contrario— la facultad de adoptar, a pedido de parte, las medidas cautelares necesarias en base a la controversia, sin que la falta de imperium impida a los árbitros el ejercicio de esa atribución. Este artículo deja atrás una histórica discusión acerca de las atribuciones cautelares de los árbitros, discusión que tuvo lugar a partir de normas procesales que motivaron interpretaciones erradas, infiriendo que los árbitros no podían dictar medidas cautelares (art. 753 CPCCN).2. Interpretación

2.1. GeneralidadesLos jueces estatales cuentan con la facultad de conocer y resolver lo asuntos sometidos a su jurisdicción, y de hacer cumplir forzosamente sus decisiones, ejecutándolas con el empleo de la fuerza pública en caso necesario. Ahora bien, el acuerdo arbitral importa una prórroga de jurisdicción a favor de los árbitros, desplazando la de los jueces del Estado, cuya sustracción se produce. Es por esta razón que los árbitros serán los responsables del dictado de la medida cautelar, aunque requerirán del auxilio de los jueces para la ejecución compulsiva de la misma.La falta de imperium, entendida como la falta de poder de coerción de los árbitros, no perjudica la obligatoriedad de sus decisiones. Los árbitros serán, en consecuencia, quienes tengan la potestad de evaluar la procedencia o

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improcedencia de las medidas cautelares que las partes le soliciten durante el procedimiento, lo cual implica también reconocerle facultades para decidir sobre las condiciones para su dictado, levantamiento, sustitución y eventuales pedidos de ampliación o mejora.2.2. Jurisdicción concurrenteEl CCyC recepta la posición reconocida en numerosos instrumentos internacionales, (109) en cuanto a la posibilidad de que las medidas cautelares sean dictadas indistintamente por los tribunales judiciales o arbitrales, sin afectar la competencia de los árbitros establecida contractualmente.2.3. Revisión judicialCon relación a las medidas cautelares, se permite la opción de impugnar judicialmente las medidas cautelares tomadas por el tribunal arbitral. Teniendo en cuenta la búsqueda constante por tratar de evitar los mínimos y solamente necesarios contactos con los poderes judiciales locales, con el fin de no dilatar ni atentar contra la naturaleza arbitral, consideramos riesgosa esta regulación, los tribunales judiciales habrán de ser muy cuidadosos para evitar factores de conflicto entre ambas competencias

ARTÍCULO 1656.- Efectos. Revisión de los laudos arbitrales. El convenio arbitral obliga a las partes a cumplir lo estipulado y excluye la competencia de los tribunales judiciales sobre las controversias sometidas a arbitraje, excepto que el tribunal arbitral no esté aun conociendo de la controversia, y el convenio parezca ser manifiestamente nulo o inaplicable. En caso de duda ha de estarse a la mayor eficacia del contrato de arbitraje. Los laudos arbitrales que se dicten en el marco de las disposiciones de este Capítulo pueden ser revisados ante la justicia competente por la materia y el territorio cuando se invoquen causales de nulidad, total o parcial, conforme con las disposiciones del presente Código. En el contrato de arbitraje no se puede renunciar a la impugnación judicial del laudo definitivo que fuera contrario al ordenamiento jurídico.

1. IntroducciónLa norma determina claramente los efectos del contrato de arbitraje respecto de la jurisdicción estatal y establece una regla de interpretación favorable a la eficacia del acuerdo arbitral. La parte final de la norma remite a causales de nulidad”conforme las disposiciones del presente Código”, e impide la renuncia a la impugnación judicial del laudo definitivo que resulte contrario al ordenamiento jurídico (vale decir, susceptible de nulidad parcial o total); además hace judicialmente revisables los laudos en cuanto al fondo, aunque se hubiese renunciado al recurso de apelación.2. InterpretaciónEl primer párrafo del art. 1656 CCyC reconoce el efecto negativo del acuerdo arbitral, que hemos explicado al comentar el art. 1649 CCyC, al convenir el sometimiento de ciertas cuestiones a juicio de árbitros las partes están renunciando a ser juzgadas por los tribunales judiciales. Adicionalmente, siguiendo las normas más modernas del derecho comparado, establece que esa renuncia se mantendrá aun cuando el arbitraje no se hubiese iniciado, obligando al juez estatal a quien se someta una controversia para cuya resolución se hubiese pactado el arbitraje a declararse incompetente, salvo que el acuerdo arbitral aparezca como manifiestamente nulo o inaplicable.El segundo párrafo es igualmente acertado, al establecer una regla de interpretación que favorezca la eficacia del acuerdo arbitral. Esta disposición es especialmente útil en nuestro país, dado que existe una tendencia jurisprudencial a considerar que el acuerdo arbitral es de interpretación restrictiva y, que en caso de duda, debe estarse a la subsistencia de la jurisdicción judicial. (110)El párrafo final referido al control judicial sobre el arbitraje, sienta una regla que parece ir en el sentido de la enorme mayoría de las leyes comparadas, al prever que el laudo solo será susceptible de un recurso de nulidad. Con escasas excepciones, las legislaciones de arbitraje establecen, siguiendo el esquema de la Ley Modelo de UNCITRAL que contra un laudo arbitral solo podrá recurrirse ante un tribunal mediante una petición de nulidad, por causales universalmente reconocidas —causales que han sido tomadas de las previstas en la Convención de Nueva York de 1958 para denegar el reconocimiento o ejecución de un laudo extranjero—:a. que alguna de las partes hubiese estado sujeta a alguna incapacidad susceptible de invalidar el acuerdo arbitral; b. que la recurrente no hubiese sido debidamente notificada de la designación del árbitro o del procedimiento de arbitraje, o que no hubiese podido (por cualquier otra razón) hacer valer sus medios de defensa;c. que el laudo estuviese referido a una diferencia no sometida a juicio de árbitros, es decir, no incluida en el acuerdo arbitral, o contuviese decisiones en exceso de los términos del acuerdo arbitral;d. que la constitución del tribunal o el procedimiento arbitral no se hubiesen ajustado al acuerdo celebrado por las partes, o en su defecto, a la ley;e. que el objeto de la controversia no es susceptible de arbitraje; of. que el laudo es contrario al orden público. Ello ha importado erradicar el recurso de apelación ante el Poder Judicial, que autoriza una revisión sobre el fondo de las cuestiones resueltas por los árbitros, recurso que ya prácticamente no existe en ninguna parte del mundo. Bajo el esquema prevaleciente, que parece recoger esta parte del art. 1656, el laudo es inapelable y, en principio, solo sujeto al restringido control por vía de recurso de nulidad.La remisión que establece a las causales de nulidad ”conforme con las disposiciones del presente Código”, está reglada en los Códigos Procesales (v. gr. arts. 760 y 771 CPCCN y concs.). Además, establece que ”en el contrato de

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arbitraje no se puede renunciar a la impugnación judicial del laudo definitivo que fuera contrario al ordenamiento jurídico”.Esta expresión parece estar inspirada en la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) en el caso “Cartellone”, (111) que ha sido objeto de fundadas críticas. (112) En el caso, la Corte partió de interpretar que la metodología utilizada en el laudo para calcular los intereses que condenó a pagar a la demandada “conduce a un resultado desproporcionado e irrazonable, que supera ostensiblemente la pretensión del acreedor y produce un inequívoco e injustificado despojo al deudor, lesivo de su derecho de propiedad, prescinde de la realidad económica y altera la relación entre el monto originariamente reclamado…”. A consecuencia de ello, la Corte se sintió legitimada a revisar los méritos del laudo y, aunque las partes habían renunciado al recurso de apelación —única vía que, en principio autoriza esa revisión— razonó que “no puede lícitamente interpretarse que la renuncia a apelar una decisión arbitral se extienda a supuestos en que los términos del laudo que se dicte contraríen el orden público, pues no es lógico prever, al formular una renuncia con ese contenido, que los arbitros adoptaran una decisión que incurra en aquel vicio”. Y concluyó estableciendo que si bien “la apreciación de los hechos y la aplicación. regular del derecho son funciones de los arbitros y, en consecuencia, el laudo que dicten sera inapelable en esas condiciones”, “su decisión podra impugnarse judicialmente cuando sea inconstitucional, ilegal o irrazonable”.Conforme la doctrina que emana de dicho fallo, aunque no exista recurso de apelación (sea porque la ley no lo prevé, sea porque las partes lo renunciaron), bastará con invocar que la decisión de los árbitros es “contraria al ordenamiento jurídico” para abrir la vía judicial. Y, con independencia de la suerte que termine corriendo el recurso, su sola admisibilidad habrá hecho perder al laudo el carácter ”final” que naturalmente ostenta, al tener que pasar por una instancia judicial de revisión plena.La fórmula utilizada por el legislador es amplia y aumenta la posibilidad de la intervención judicial a revisar la validez de los laudos, por causales perfectamente definidas. (113) Esta redacción abre una vía de recurso muy amplia que puede convertir al arbitraje en una justicia “de primera instancia”, susceptible de revisión judicial con la sola invocación de que el laudo contraría el ordenamiento jurídico.

ARTÍCULO 1657.- Arbitraje institucional. Las partes pueden encomendar la administración del arbitraje y la designación de árbitros a asociaciones civiles u otras entidades nacionales o extranjeras cuyos estatutos así lo prevean. Los reglamentos de arbitraje de las entidades administradoras rigen todo el proceso arbitral e integran el contrato de arbitraje

1. IntroducciónEl art. 1657 CCyC regula el denominado arbitraje institucional, que se contrapone con el Arbitraje ad hoc. La ausencia de normas diferenciadas para esta clase de arbitrajes en la Legislación procesal era una de las deficiencias normativas más ostensibles en nuestro país.2. InterpretaciónLas disposiciones del CPCCN, más bien pensadas para arbitrajes ad hoc —y derivados de o relacionados con un proceso judicial— nada decían sobre la prevalencia de las normas reglamentarias pactadas por las partes por sobre las establecidas en la ley. Ello, sin embargo, no fue óbice para que nuestros tribunales reconocieran que las normas del reglamento al que las partes se someten equivalen a un pacto expreso, al incorporarse por referencia al contrato de arbitraje. (114)A modo de ejemplo, la Ley Modelo de UNCITRAL sienta, en su art. 2°, una regla general: “A los efectos de la presente Ley: (...) (d) cuando una disposición de la presente ley, excepto el artículo 28, deje a las partes la facultad de decidir libremente sobre un asunto, esa facultad entraña la de autorizar a un tercero, incluida una institución, a que adopte esa decisión; (e) Cuando una disposición de la presente ley se refiera a un acuerdo que las partes hayan celebrado o que puedan celebrar o cuando, en cualquier otra forma, se refiera a un acuerdo entre las partes, se entenderan comprendidas en ese acuerdo todas las disposiciones del reglamento de arbitraje en él mencionado”.La norma en comentario, en suma, establece que el consentimiento de las partes transforma al reglamento de arbitraje en la “ley contractual”, dándole fuerza obligatoria.-

ARTÍCULO 1658.- Cláusulas facultativas. Se puede convenir: a. la sede del arbitraje;b. el idioma en que se ha de desarrollar el procedimiento;c. el procedimiento al que se han de ajustar los arbitros en sus actuaciones. A falta de acuerdo, el tribunal arbitral puede dirigir el arbitraje del modo que considere apropiado;d. el plazo en que los arbitros deben pronunciar el laudo. Si no se ha pactado el plazo, rige el que establezca el reglamento de la entidad administradora del arbitraje, y en su defecto el que establezca el derecho de la sede;e. la confidencialidad del arbitraje;f. el modo en que se deben distribuir o soportar los costos del arbitraje.

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1. IntroducciónEl art. 1658 CCyC establece una serie de cláusulas que las partes pueden incorporar al contrato de arbitraje. Ello forma parte del esquema general de libertad contractual y de la autonomía de la voluntad de las partes en la regulación del arbitraje al cual se someten. 2. InterpretaciónLa lista de estipulaciones facultativas que menciona la norma incluye aspectos de suma importancia para el buen desarrollo del arbitraje, que conviene que las partes pacten de manera expresa, por las trascendentes consecuencias que de ellos se derivan. Dependiendo de las reglas aplicables al arbitraje, si las partes omitieron pactar sobre ellas, su determinación será hecha por los árbitros o por la institución administradora del arbitraje. Respecto de la sede del arbitraje, conviene aclarar que este concepto no se vincula con la localización física del tribunal o de sus integrantes, ni tampoco con el lugar donde se llevarán a cabo las actuaciones procesales. La mayoría de las leyes y reglamentos permite que el tribunal delibere y realice actos procesales tales como las audiencias o las deliberaciones, en cualquier lugar que estime conveniente. La determinación de la sede tiene implicancias jurídicas: en un arbitraje internacional la ley procesal aplicable al arbitraje es la de la sede, sus tribunales son los competentes para cumplir las funciones de apoyo o de supervisión sobre el arbitraje (incluyendo las vías de recurso previstas contra el laudo), y el laudo se reputa dictado en ese lugar, no importa dónde se encuentren físicamente los árbitros en el momento de emitirlo.El Código faculta a las partes a pactar el procedimiento que habrán de seguir los árbitros y, en su defecto, a los árbitros a determinarlo. En cualquiera de los dos casos debe recordarse que, sea que lo hayan estipulado las partes, sea que lo establezcan los árbitros, resulta de aplicación lo dispuesto en la parte final del art. 1662 CCyC: expresa que el procedimiento debe respetar la igualdad de las partes, el principio del contradictorio y otorgar a todas las partes suficiente oportunidad de hacer valer sus derechos. Los árbitros ostentan una jurisdicción que, además de privada, es temporaria. Recuérdese que, con el dictado del laudo, cesan sus atribuciones y se extingue su jurisdicción, salvo ciertas facultades residuales para el dictado de resoluciones aclaratorias o complementarias (art. 1665 CCyC). Ese carácter transitorio también implica que deben dictar el laudo dentro de un cierto plazo, que resulta esencial desde que muchas legislaciones establecen como causal de nulidad del laudo su dictado fuera del plazo previsto (arts. 760 y 771 CPCCN).La norma también faculta a las partes a convenir el régimen de confidencialidad aplicable al arbitraje. Esta es, también, una cuestión relevante, porque es discutida la existencia de un deber implícito de confidencialidad en el arbitraje, y la legislación argentina nada dispone sobre el particular, con excepción del deber que el art. 1662 CCyC impone a los árbitros. Es recomendable que las partes establezcan convencionalmente qué aspectos del arbitraje deben mantenerse en reserva y quiénes estarán obligados a ello. Porque en ausencia de pacto, y dejando a salvo el deber que la ley impone a los árbitros, podrá discutirse no solo la existencia de la confidencialidad sino también su alcance y sus consecuencias. De cualquier manera, debe señalarse que aun la confidencialidad que las partes puedan pactar no es absoluta: hay situaciones en las que, en virtud de obligaciones legales o contractuales, las partes tendrán que revelar cierta información.Finalmente, la norma establece que las partes pueden convenir el modo en que se deben distribuir o soportar los costos del arbitraje. Esta estipulación es igualmente importante porque no en todos los países existen las mismas prácticas ni rigen los mismos criterios para la determinación de las costas. En la Argentina, y en países de tradición del civil law, las costas normalmente se imponen a la parte vencida; pero en países del common law la regla —naturalmente sujeta a excepciones— es que ellas deben soportarse en el orden causado.

ARTÍCULO 1659.- Designación de los árbitros. El tribunal arbitral debe estar compuesto por uno o más árbitros en número impar. Si nada se estipula, los árbitros deben ser tres. Las partes pueden acordar libremente el procedimiento para el nombramiento del árbitro o los árbitros.A falta de tal acuerdo:a. en el arbitraje con tres arbitros, cada parte nombra un arbitro y los dos arbitros así designados nombran al tercero. Si una parte no nombra al arbitro dentro de los treinta días de recibido el requerimiento de la otra parte para que lo haga, o si los dos arbitros no consiguen ponerse de acuerdo sobre el tercer arbitro dentro de los treinta días contados desde su nombramiento, la designación debe ser hecha, a petición de una de las partes, por la entidad administradora del arbitraje o, en su defecto, por el tribunal judicial;b. en el arbitraje con arbitro único, si las partes no consiguen ponerse de acuerdo sobre la designación del arbitro, éste debe ser nombrado, a petición de cualquiera de las partes, por la entidad administradora del arbitraje o, en su defecto, por el tribunal judicial. Cuando la controversia implica mas de dos partes y éstas no pueden llegar a un acuerdo sobre la forma de constitución del tribunal arbitral, la entidad administradora del arbitraje, o en su defecto, el tribunal judicial debe designar al arbitro o los arbitros

1. Introducción

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El art. 1659 CCyC prevé tanto la composición del tribunal arbitral como el modo de integrarlo, siguiendo para ello las reglas más usuales y actuales en la materia.

2. InterpretaciónEn primer lugar, sienta como principio general: que las partes son libres de determinar la cantidad de árbitros, y el tribunal deberá integrarse con la pactada, con tal que sea en número impar. Esta última condición se justifica porque las decisiones en el seno del colegio arbitral se toman por mayoría y un número par de árbitros podría llevar a empates que harían más compleja la toma de las decisiones. Como regla supletoria para el supuesto de silencio de las partes sobre este particular, se prevé que el tribunal será de tres árbitros. En segundo lugar, también sienta el principio general de libertad a la hora de determinar el procedimiento de designación. Esta regla, sin embargo, debe correlacionarse con el art. 1661 CCyC que hace nulo el pacto que confiera a una de las partes una situación privilegiada en cuanto a la designación.A continuación, el art. 1659 CCyC establece, siguiendo los cánones usuales, cómo se designarán los árbitros en ausencia de pacto expreso entre las partes. Como cuestión liminar en este punto debe recordarse que, si se trata de un arbitraje institucional, lo dispuesto en el reglamento de esa entidad se considerará como un acuerdo expreso, en tanto sus normas reglamentarias “integran el contrato de arbitraje” (art. 1657 CCyC). Y también que, aunque no sometan el arbitraje a la administración de una institución, pueden pactar encomendarle a ella solo la designación de los árbitros. En este caso, la entidad funge como “autoridad nominadora” de los árbitros y se aplican las reglas que tenga en vigencia a tal efecto. Adicionalmente, es oportuno anotar que esta autoridad nominadora es también quien, en su caso, debe resolver la recusación y eventual sustitución de los árbitros (art. 1663 CCyC).Las disposiciones previstas para casos en que nada de lo anterior suceda son también pautas comunes en el derecho comparado. En arbitrajes con tres árbitros, cada parte tiene el derecho de nombrar uno y los dos árbitros designados por ellas son quienes nombran al tercero. En caso de que ellos no logren ponerse de acuerdo en el árbitro tercero, el mismo será designado por la entidad administradora o por la autoridad judicial.Del mismo modo se procederá si una de las partes omite ejercer su derecho (y cumplir su deber) de designar a uno de los árbitros. Si se trata de un tribunal unipersonal, la designación debe hacerse, en principio, de común acuerdo entre las partes. Pero, en caso de falta de acuerdo, aplica el mecanismo supletorio comentado supra: lo nombrará la entidad administradora del arbitraje o el tribunal judicial.La parte final del art. 1659 CCyC se refiere al caso de arbitrajes con partes múltiples. En esta circunstancia, la existencia de más de dos partes (por ejemplo, varios demandantes o varios demandados) puede hacer de aplicación imposible las reglas establecidas precedentemente, porque los varios demandantes o demandados pueden tener intereses contrapuestos que les impidan ponerse de acuerdo entre sí para designar un árbitro común a esa “parte”. La multiplicidad de partes en arbitraje, una situación cada vez más frecuente —especialmente en arbitrajes internacionales— justifica plenamente la norma. Y también la solución que propicia, en tanto manda que el o los árbitros sean designados por la institución que administre el arbitraje o por la autoridad judicial. Esta solución se dio como consecuencia de advertir que, en arbitrajes con partes múltiples, el esquema tradicional no ofrece una respuesta apropiada. La regla habitual, que autoriza (y obliga) a cada parte a designar un árbitro, había sido históricamente interpretada en el sentido de que ello traducía la obligación adicional de que los varios demandantes o demandados se pusieran de acuerdo en un mismo árbitro y que, ante la falta deese acuerdo, aplicaba la regla supletoria que manda designar ese árbitro por la entidad arbitral o el tribunal judicial. Esta circunstancia se vio identificada en el caso “Dutco” en donde la decisión de la Corte de Casación francesa obligó a reinterpretar la norma habitual mencionada. (115) A consecuencia de ese fallo hoy varias leyes y reglamentos (116) han adoptado como regla que en arbitrajes con partes múltiples, a falta de acuerdo, todos los árbitros son designados por la autoridad nominadora, quedando inclusive sin efecto la designación que hubiese hecho la otra parte.

ARTÍCULO 1660.- Calidades de los árbitros. Puede actuar como árbitro cualquier persona con plena capacidad civil. Las partes pueden estipular que los árbitros reúnan determinadas condiciones de nacionalidad, profesión o experiencia.

1. IntroducciónSiguiendo una regla habitual en las legislaciones de arbitraje, el Código establece apenas requisitos básicos para ser árbitro. El CPCCN, por ejemplo, permite que lo sea cualquier persona mayor de edad y que esté en el pleno ejercicio de los derechos civiles (art. 743). Aunque, con toda lógica, admite expresamente que las partes puedan convenir cualificaciones especiales.2. InterpretaciónA modo de comentario práctico, conviene señalar que esta facultad de las partes debe ser ejercida con prudencia. Por un lado, tiene la ventaja de que, al señalar ciertas condiciones en los árbitros, las partes se aseguran que aquellos que finalmente sean designados tendrán el perfil que ellas tuvieron en mira al pactar el arbitraje. Una estipulación en el contrato de arbitraje que establezca ciertas cualidades es vinculante para cualquiera que deba designar a los árbitros; la entidad administradora del arbitraje, la entidad nominadora de los árbitros o aun el tribunal judicial deberán respetar

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esa condición. Sin embargo, tampoco es razonable que se convengan tantas cualidades que luego sea difícil de encontrar árbitros que las reúnan, lo que puede ser fuente de dificultades o demoras en la constitución del tribunal.

ARTÍCULO 1661.- Nulidad. Es nula la cláusula que confiere a una parte una situación privilegiada en cuanto a la designación de los árbitros.Fuentes y antecedentes: art. 26 de la Ley Peruana de Arbitraje (decreto legislativo1071/2008), de idéntica concepción y redacción.1. IntroducciónLa norma regula un específico supuesto de nulidad, esto es, el de alguna estipulación del contrato de arbitraje que ponga a una de las partes en situación de privilegio a la hora de designar a los árbitros.

2. InterpretaciónEsta regla es plenamente justificada. Los árbitros, jueces privados que conocerán del caso y resolverán con efecto de cosa juzgada las controversias que las partes les sometan, constituyen la pieza fundamental del arbitraje. De allí que, además de prever formas de garantizar su independencia e imparcialidad, el CCyC ha contemplado la situación de su nombramiento, en el cual ambas partes deben tener iguales derechos. Ello, sin embargo, no significa que si una de las partes, teniendo el derecho (y el deber) de designar a uno de los árbitros, no lo hace, el nombramiento efectuado por la otra parte deba quedar sin efecto o altere esa igualdad. Lo que la norma postula es que ambas partes deben tener las mismas oportunidades de intervenir en el proceso de designación. Pero, si una de ellas elige no hacerlo, la constitución del tribunal será regular y válida. Debe recordarse que, conforme lo dispone el art. 1659 CCyC, en el arbitraje con tres árbitros cada parte nombra un árbitro y los dos árbitros así designados nombran al tercero, pero si una parte no nombra al árbitro dentro de los treinta días de recibido el requerimiento de la otra parte para que lo haga, la designación de ese árbitro debe ser hecha por la entidad administradora del arbitraje o, en su defecto, por el tribunal judicial.Conviene aclarar, a efectos de comprender el alcance de la norma, que en caso de que el mecanismo convenido para nombrar a los árbitros no fuera igualitario, la nulidad aplicable es una nulidad parcial del contrato, que afecta solo a la disposición del mismo que se refiera a la designación de los árbitros. El deber de arbitrar nacido del contrato de arbitraje permanece indudablemente, no obstante la inaplicabilidad de lo convenido respecto al nombramiento del tribunal.-

ARTÍCULO 1662.- Obligaciones de los árbitros. El árbitro que acepta el cargo celebra un contrato con cada una de las partes y se obliga a: a. revelar cualquier circunstancia previa a la aceptación o que surja con posterioridad que pueda afectar su independencia e imparcialidad;b. permanecer en el tribunal arbitral hasta la terminación del arbitraje, excepto que justifique la existencia de un impedimento o una causa legítima de renuncia;c. respetar la confidencialidad del procedimiento;d. disponer de tiempo suficiente para atender diligentemente el arbitraje;e. participar personalmente de las audiencias;f. deliberar con los demás árbitros;g. dictar el laudo motivado y en el plazo establecido.En todos los casos los árbitros deben garantizar la igualdad de las partes y el principio del debate contradictorio, así como que se dé a cada una de ellas suficiente oportunidad de hacer valer sus derechos.

1. IntroducciónEl art. 1662 CCyC contempla un contrato que, aunque derivado del contrato de arbitraje, es un contrato distinto, que la doctrina francesa denomina “contrato de árbitro”. (117) La norma se refiere al acuerdo que se celebra entre las partes y el árbitro, del cual surgen un conjunto de derechos y obligaciones para ambas partes. La norma se limita a mencionar lasobligaciones de los árbitros, pero omite mencionar las que nacen de aquél para las partes.2. InterpretaciónEl primero, y quizá el más importante, de los deberes del árbitro consiste en ser y permanecer independiente e imparcial. Aunque apuntan al mismo objetivo, de asegurar una adecuada administración de justicia, ambos conceptos son diferentes: la independencia es una noción objetiva, que se relaciona con la inexistencia de vínculos del árbitro con las partes o sus abogados que puedan condicionar su juicio; la imparcialidad, en cambio, es una cuestión subjetiva, propia del estado de conciencia del árbitro, que le permite no tener favoritismos ni prejuicios respecto de las partes. (118) El “deber de revelación” a que alude el inc. a de la norma en comentario es una herramienta “preventiva” para asegurar la independencia e imparcialidad. Siguiendo las normas usuales del derecho comparado, el CCyC obliga a los árbitros a poner en conocimiento de las partes “cualquier circunstancia” que pueda afectar aquellas condiciones. Algunas normas, sin embargo, van un poco más allá y lo obligan a revelar cualquier circunstancia “susceptible, desde el punto de vista de las partes, de poner en duda su independencia, así como cualquier circunstancia que pudiere dar

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lugar a dudas razonables sobre su imparcialidad”. Como puede apreciarse, el estándar de revelación de esta última norma es más amplio que el de nuestro Código, pues incluye la revelación de circunstancias que, aun cuando a criterio del árbitro puedan no afectar su independencia e imparcialidad, sean apenas “susceptibles” de crear una “duda razonable” sobre esas cualidades, “a los ojos de las partes”.La segunda obligación que el CCyC les impone es la de cumplir con su cometido hasta la terminación del proceso, salvo impedimento o causa legítima de renuncia. Ello se justifica no solo por la índole de las funciones que los árbitros están llamados a desempeñar, sino también porque, dado que sus deberes nacen de un contrato bilateral, con prestaciones recíprocas, ninguna de las partes del mismo —las partes del arbitraje y los árbitros— puede dejar unilateralmente de lado sus obligaciones o responsabilidades.En tercer lugar, el CCyC establece el deber de confidencialidad de los árbitros. La norma se justifica a efectos de eliminar dudas, dado que en el derecho comparado se discute si este es un deber implícito de los árbitros o debe ser expresamente contemplado. Sin embargo, la norma no determina específicamente sobre qué materias o aspectos recae la confidencialidad que impone a los árbitros. Asimismo, la norma tampoco determina cuáles son las consecuencias de la infracción a ese deber, aunque es razonable pensar que podrá dar lugar al reclamo de los daños y perjuicios que la divulgación produzca a las partes.Las restantes obligaciones son una consecuencia del carácter intuitu personae de la actuación de los árbitros. La atención de los actos procesales, incluyendo la asistencia a las audiencias, a las deliberaciones con los otros árbitros y la redacción del laudo, es absolutamente personal e indelegable. La condición de juez que una persona adquiere por su designación como árbitro, y la responsabilidad de la tarea que le cabe en la determinación de los derechos y obligaciones de las partes, le exige no solo una atención personal sino diligente.La parte final de la norma incorpora una regla que, si bien es una de las obligaciones de los árbitros, es al mismo tiempo también un principio fundamental del procedimiento arbitral. La igualdad de las partes y los principios de contradicción y audiencia se vinculan con la garantía del debido proceso, capaz de afectar no solamente la responsabilidad de los árbitros sino también la validez del laudo. Justamente, una de las causales universalmente aceptadas de nulidad de los laudos es, precisamente, la irregularidad en el procedimiento o la afectación del debido proceso.

ARTÍCULO 1663.- Recusación de los árbitros. Los árbitros pueden ser recusados por las mismas razones que los jueces de acuerdo al derecho de la sede del arbitraje. La recusación es resuelta por la entidad administradora del arbitraje o, en su defecto, por el tribunal judicial. Las partes pueden convenir que la recusación sea resuelta por los otros árbitros

1. IntroducciónEl CCyC también se encarga de brindar herramientas a las partes a los fines de poder cuestionar la designación de un árbitro, cuando exista una justa causa que impida su participación o continuidad en el proceso.2. InterpretaciónLa primera consecuencia de esta disposición es que los árbitros no son recusables sin expresión de causa, lo cual es coherente con las normas del derecho comparado. Pueden ser recusados con causa por las mismas causales de recusación de los jueces, las que en ciertas circunstancias no son del todo adecuadas para medir la independencia e imparcialidad de los árbitros. A diferencia de los magistrados judiciales, que generalmente tienen vedado el ejercicio del comercio y de la profesión de abogados, los árbitros carecen de incompatibilidades de esta índole y, por tanto, son sujetos que actúan regularmente como abogados, y muchas veces en casos de arbitraje. En ese contexto, las posibilidades de que surjan conflictos de intereses que afecten su imparcialidad o independencia son, para los árbitros, infinitamente mayores que para los jueces, y la naturaleza de las relaciones que pueden tener con las partes del arbitraje (o con sus abogados) son diferentes de las causales previstas en los códigos procesales para aquellos. Ejemplos de la multiplicidad de situaciones que pueden afectar a árbitros están contemplados en las directrices de la International Bar Association sobre los conflictos de intereses en el arbitraje internacional.Esta diversidad, y la imposibilidad de establecer causales específicas y definidas, ha llevado a que las leyes y reglamentos de arbitraje contemplen una única causal, genérica y sujeta a interpretación “caso por caso”. A modo de ejemplo, la Ley Modelo de Arbitraje de UNCITRAL prevé que los árbitros pueden ser recusados “si existen circunstancias que den lugar a dudas justificadas respecto de su imparcialidad o independencia, o si no posee las cualificaciones convenidas por las partes” (art. 12, inc. 2).La norma correctamente atribuye la facultad de resolver la recusación a la entidad administradora del arbitraje, que usualmente tiene un órgano que se encarga de efectuar las designaciones y resolver las recusaciones de los árbitros. En arbitrajes ad hoc, ante la inexistencia de un mecanismo reglamentariamente previsto, es razonable derivar la recusación al tribunal judicial. Es por ello que la norma prevé expresamente la posibilidad de que las partes convengan facultar a los árbitros a resolver la recusación de alguno de ellos. Debe tenerse presente, sin embargo, que ello será posible siempre que el recusado sea uno solo de los árbitros que compongan un tribunal de tres, de modo que queden al menos dos árbitros no-recusados que puedan resolver. Si los recusados fuesen dos, o aun siendo uno solo, los dos

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restantes no concordaran en la decisión, la cuestión debería remitirse a decisión judicial ante la imposibilidad de decidirla con base en el mecanismo pactado.

ARTÍCULO 1664.- Retribución de los árbitros. Las partes y los árbitros pueden pactar los honorarios de éstos o el modo de determinarlos. Si no lo hicieran, la regulación se hace por el tribunal judicial de acuerdo a las reglas locales aplicables a la actividad extrajudicial de los abogados.

1. IntroducciónLas partes y los árbitros pueden pactar los honorarios de estos o el modo de determinarlos.Si no lo hicieran, la regulación se hace por el tribunal judicial de acuerdo a las reglas locales aplicables a la actividad extrajudicial de los abogados.2. InterpretaciónLa actividad de los árbitros, consistente en la prestación de un servicio, es usualmente remunerada. Y el costo de ese servicio normalmente está a cargo de las mismas partes.Una de las obligaciones emergentes del acuerdo arbitral es la de sufragar los costos que el arbitraje insuma. Ello incluye, cuando surge de las normas reglamentarias a las cuales se sujetan, el deber de pagar las provisiones para honorarios y gastos que fije la entidad que administra el arbitraje.La norma establece, como criterio general, la libertad y plena autonomía para convenir el régimen de honorarios de los árbitros. Con todo, es preciso aclarar que ese pacto, de existir, debe ser hecho entre todas las partes y todos los árbitros. Podemos además señalar que si las partes adoptan un reglamento que establece un régimen de honorarios para los árbitros, y estos aceptan el cargo con base en dicho reglamento, lo que disponga el mismo en relación con su remuneración debe considerarse un acuerdo entre las partes y el árbitro. Recuérdese que el art. 1657 del mismo Código dispone que los reglamentos de las entidades administradoras “integran el contrato de arbitraje”.Como regla supletoria, para el caso en que no existiera acuerdo, la norma manda aplicar la escala de honorarios para abogados correspondiente a la actividad extrajudicial. Ello, en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, equivale a reducir la escala en un 50% de los que corresponderían por una actuación judicial (Ley 21.839, art. 57). Esta norma viene a solucionar un problema que, por la falta de definición legal, había motivado interpretaciones diversas. (119).

ARTÍCULO 1665.- Extinción de la competencia de los árbitros. La competencia atribuida a los árbitros por el contrato de arbitraje se extingue con el dictado del laudo definitivo, excepto para el dictado de resoluciones aclaratorias o complementarias conforme a lo que las partes hayan estipulado o a las previsiones del derecho de la sede.

1. IntroducciónAunque es reconocido que los árbitros cumplen funciones de naturaleza jurisdiccional, su jurisdicción, por ser privada y nacer del contrato de arbitraje, es transitoria.-

2. InterpretaciónLa autoridad para juzgar y administrar justicia está determinada caso por caso y, una vez agotado su cometido, la misma se extingue y devienen functus officio. (120) En otras palabras, quedan “desinvestidos” de tales atribuciones al finalizar su cometido, que solo conservan para cuestiones residuales como eventuales recursos de aclaración o, eventualmente, pronunciarse acerca de la admisibilidad de los recursos que se interpongan contra el laudo.

MEDIACION OBLIGATORIA

Los conflictos se resuelven con la sentencia, a través del litigio. En 1991 comenzó la RAC (ADR. Disputas en ingles), también llamado método alternativo de resolución de conflictos.Se realizó a través de un sistema que se llamó mediación. Ley de mediación 24573 de 1995, modificada por la ley 26589 en 2010.A nivel nacional esta desde 1995, en provincia se instaura con la ley 13951 en materia civil y comercial y ley 13144 en el fuero penal.-Los métodos son complementarios al litigio, a la Jurisdicción del Estado.-Dentro de la RAC hay:

Métodos adversariales: enemigo adversario. Las formas más conocidas son el Juicio y el arbitraje. Los Jueces dictan sentencias y los árbitros dictan laudos.- Las partes no pueden resolver el conflicto por si solas entonces la delegan en el ámbito público (el juez) o el privado (el árbitro)

Métodos no adversariales: Son la mediación y la negociación. Generalmente se elige la negociación.-

Concepto de Conflicto: Es una diferencia percibida de intereses. Si no hay intereses contrapuestos no hay conflicto. Estos intereses pueden resolverse por los métodos antes enunciados.-

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Los conflictos pueden ser: De derecho: por ausencia de una norma, interpretación de la norma.- De interés: suma de dinero.- Intrapersonales: no entran en el campo jurídico, reservado a otras disciplinas, psicología.- Interpersonales o interorganizacional.-

La mediación es previa y las partes tienen la obligación de concurrir a la audiencia, antes de ir a juicio. La audiencia es acordada por el mediador. Inicia una audiencia común y hace un discurso, las partes deben firmar un acuerdo de convencionalidad aunque pueden negarse a hacerlo, en el acta se debe expresar si hubo acuerdo o no.En las negociaciones comerciales se usa el modelo de negociación de Harvard.-Si se llega a un acuerdo en Provincia está sujeto a revisión Judicial, Si no hay menores las partes acuerdan y pasa a homologarse.- En nación queda final el acuerdo.-La madre de la mediación es la negociación.- En nuestro país se utiliza la negociación colaborativa basada en cuatro principios:

Separar las personas del problema, ataco el conflicto o a la persona.- Centrarse en los intereses no en las posiciones, que pueden ser económicas, de prestigio.- Generar la mayor cantidad de opciones (posibilidades) para dirimir o arreglar la mayor cantidad de diferencias que hay

entre las partes.- Aplicar si fuese necesario criterios objetivos (estándares ajenos a las partes, por ejemplo en una deuda comercial por

aplicación de intereses , costumbres e intereses del lugar.-La negociación puede ser asistida o directa.-Diferencias entre el negociador y el mediador: el mediador es imparcial y neutral. El objetivo del negociador es llegar a un acuerdo sin ir a la justicia. Está comprometido, pero no puede ser tan imparcial ni neutral. Puede proponer formulas.- El mediador puede proponer formulas ya que las partes resuelven, el mediador no puede decir que hacer. La mediación es más económica. En la negociación alternativa no es igual a opción la alternativa es aquello que tiene cada una de las partes sino no se llega a un acuerdo en la negociación.-MAAN- mejor alternativa al acuerdo negociado.-PAAN- pero alternativa al acuerdo negociado.-

IMPACTO POSITIVO DEL NUEVO CODIGO CIVIL Y COMERCIALEn materia comercial el nuevo régimen legal que resulta del Código Civil y Comercial de la Nación y de la ley General de Sociedades, favorecen en general a las actividades empresarias destacándose los siguientes puntos:

- Favorece la radicación y actuación de las empresas extranjeras y multinacionales- Permite la descentralización operativa y patrimonial de empresas locales de cierta magnitud al posibilitarles constituir

una o mas sociedades anónimas unipersonales con ciertos requisitos- Facilita los acuerdos entre empresas independientes mediante un régimen abierto de contratos asociativos- Facilita la formación y actuación de holdings y de grupos empresarios al permitir que las sociedades anónimas sean

socias de las S.R.L. y de contratos asociativos- Facilita las sociedades entre cónyuges- Limita la responsabilidad de los empresarios en materia societaria y concursal al establecer la responsabilidad

mancomunada en las sociedades informales- Limita la responsabilidad de los empresarios en materia laboral, al disponer que en el contrato de franquicias, el

franquiciante no responde por el franquiciado, salvo en caso de fraude- Fija límites temporales a la responsabilidad fiscal, reduciendo el plazo de prescripción de deudas a 5 años- Facilita el acceso al arbitraje institucional para dirimir conflictos entre empresas, y confiere a los árbitros poder de

dictar medidas cautelares, que los jueces deben ejecutar- Refuerza el valor obligatorio de los contratos asociativos y de sociedad y de la autonomía de la voluntad- Favorece a las empresas familiares con soluciones legales que les permiten evitar conflictos, lograr una programación

patrimonial y sucesoria- Favorece a las sociedades de profesionales al permitirles optar por constituir una agrupación de colaboración o un

consorcio de cooperación, con libertad de formas y sin personalidad jurídica ni fiscal.- Impone reglas imperativas en clubes de campo y barrios cerrados, aunque sean sociedades anónimas- Respeta los depósitos hechos en dólares, donde debe devolverse la misma moneda, pero dispone el pago de las

obligaciones en moneda extranjera por su equivalente, lo que puede dar lugar a la aplicación del cambio oficial.

Leyes complementarias fueron incorporadas al nuevo CCCTal como establece el artículo 5 de la Ley 26994 las leyes que actualmente integran, complementan o se encuentran incorporadas al Código de Comercio (excepto las derogadas por el artículo 3 de la Ley 26994) mantienen su vigencia como leyes que complementan al Código Civil y Comercial de la Nación.

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Mantienen su vigencia entre otras: Ley 928 y 9463 (warrants), 9644 (prenda agraria), 11.867 (transferencia de fondo de comercio), 17.418 (seguros), 20.091 (entidades de seguro), 20.094 (navegación con incorporación de algunos artículos del libro 3º del Código de Comercio derogado), Decreto Ley 5965/63 (letra de cambio y pagare), Ley 26.266 y 25.028 (martilleros y corredores, parcialmente), 20.337 (cooperativas), 20.705 (sociedades del estado), 21.526 (entidades financieras), 21.768 (registros públicos), 22.362 (marcas), 23.576 (obligaciones negociables), 24.240 y sus modificaciones (consumidor), 24.452 (cheques), 24522 (concursos y quiebras), 25065 (tarjetas de crédito), 25156 (defensa de la competencia), decreto ley 897/95 (prenda con registro, entre otras.

DIGESTO JURIDICO ARGENTINO

La ley 26939 aprueba el Digesto Jurídico Argentino. El mismo efectúa un reordenamiento y una clasificación de las leyes que se encuentran vigentes en distintas ramas del derecho, detallando expresamente aquella legislación que se encuentra en desuso o con objeto cumplido

A través del presente ordenamiento se analizó la legislación existente desde el año 1853 hasta el 31/3/2013.  Se mantienen en vigencia las leyes ordenadas ramas del derecho con el objeto de tener un acceso ágil a la

legislación vigente. (Identificación de categorías por letras).-

La realización de esta colección significó la consolidación de tres tipos de normas:-Leyes-Decretos-leyes-Decretos de Necesidad y Urgencia.

EJEMPLO: C) Aeronáutico-EspacialD) Bancario, Monetario y FinancieroE) CivilF) Comercial

• Código de Comercio. Ley 2637 Número de Digesto: F-0067• Operaciones de crédito mobiliario realizadas por medio de certificados de depósito y warrant. Ley 9643 Número de Digesto: F-0133• Ley de prenda agraria. Ley 9644 Número de Digesto: F-0134• Transferencia de fondo de comercio. Ley 11867 Número de Digesto: F-0192• Régimen de la prenda con registro. Decreto Ley 15348 Número de Digesto: F-0282• Se dispone que los astilleros, talleres y establecimientos navales se inscriban en el Registro de la Industria Naval. DCL 5089 Número de Digesto: F-0373• Créditos para la Promoción y desarrollo de la Marina Mercante y de la Industria Naval. Decreto Ley 3115 Número de Digesto: F-0485• Modelos y diseños industriales Decreto Ley 6673 Número de Digesto: F-0578• Comisión Nacional de Valores Ley 17811 Número de Digesto: F-0722• Promoción a establecimientos comerciales. Ley 18425 Número de Digesto: F-0771• Tribunal Administrativo de la Navegación Ley 18870 Número de Digesto: F-0805• Emisión de acciones por debajo del valor nominal Ley 19060 Número de Digesto: F-0823• Registro Nacional de buques Ley 19170 Número de Digesto: F-0833• Complejo portuario de ultramar en aguas profundas Cabo San Antonio Ley 20085 Número de Digesto: F-0926• Fondo naval de fomento de actividades náuticas. Ley 20308 Número de Digesto: F-0953 -Comercial• Ley de sociedad cooperativa. Ley 20337 Número de Digesto: F-0960• Registro de contratos de constitución de sociedades comerciales. Ley 21768 Número de Digesto: F-1133• Control de pesos y medidas por gobiernos provinciales Ley 21970 Número de Digesto: F-1181• Control de la Comisión de valores sobre sociedades por acciones que hagan oferta pública de títulos valores. Ley 22169 Número de Digesto: F-1217• Ley de marcas. Ley 22362 Número de Digesto: F-1264• Regulación de contratos de transferencia de tecnología y marcas extranjeras. Ley 22426 Número de Digesto: F-1285• Ley de lealtad comercial. Ley 22802 Número de Digesto: F-1368• Programa de acción cooperativa. Ley 23427 Número de Digesto: F-1517• Régimen de actividades portuarias Ley 24093 Número de Digesto: F-1810• Ley de defensa del consumidor. Ley 24240 Número de Digesto: F-1884• Ley de Cheques Ley 24452 Número de Digesto: F-1983

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• Ley de patentes de invención y modelos de utilidad. Ley 24481 Número de Digesto: F-1997• Ley de factura de crédito-modificación de ley de cheques, del Código procesal civil y comercial, del Código penal y de la ley de concursos. Ley 24760 Número de Digesto: F-2146• Ley de Confidencialidad sobre información personal y protección de la información solicitada por la autoridad sanitaria como requisito para la aprobación de productos.Ley 24766 Número de Digesto: F-2147• Cumplimiento de prescripciones en relación a las asambleas o Consejos de administración de cooperativas. Ley 25027 Número de Digesto: F-2273F-Comercial• Ley de vinos. Denominación de origen Ley 25163 Número de Digesto: F-2340• Ley del contrato de leasing Ley 25248 Número de Digesto: F-2385• Ley de Entidades Deportivas Ley 25284 Número de Digesto: F-2406• Productos agrícolas y alimentarios. Denominaciones de origen Ley 25380 Número de Digesto: F-2461• Factura de crédito : Requisitos DNU 363 Número de Digesto: F-2550• Decreto de Necesidad y Urgencia Sobre el Régimen de Factura de Crédito. DNU 1002 Número de Digesto: F-2582• Actividad de software Ley 25856 Número de Digesto: F-2755• Buques y artefactos navales. DNU 1010 Número de Digesto: F-2788• Consorcios de Cooperación. Ley 26005 Número de Digesto: F-2831• Régimen de registros nacionales. Ley 26047 Número de Digesto: F-2855• Marcas colectivas. Ley 26355 Número de Digesto: F-3039

UNIDAD II.- EL FENÓMENO EMPRESARIAL Y AL ACTIVIDAD ECONÓMICA ORGANIZADA. OTROS SUJETOS DE LAS RELACIONES MERCANTILES.

Mantenimiento de “normas delimitativas” para la aplicación del derecho comercial, con algunas variaciones:Al respecto, la norma fundamental del análisis está dada por el art. 320 que dice: “Están obligadas a llevar contabilidad todas las personas jurídicas privadas y quienes realizan una actividad económica organizada o son titulares de una empresa o establecimiento comercial, industrial o de servicios. Cualquier otra persona puede llevar contabilidad si solicita su inscripción y la habilitación de sus registros o la rubricación de sus libros, como es establece en esta misma Sección…”. De dicha norma, y de las disposiciones concordantes, resulta lo siguiente:

-El “comerciante” fue reemplazado por el “empresario” (o el cuasi empresario). -El “acto de comercio” fue desplazado por la “actividad económica organizada”. -El nuevo eje del derecho comercial es “la empresa”, sin la cuál no hay sociedad (art.1º Ley general de

sociedades), y cuya continuación se procura mediante los mecanismos de tolerancia de la unipersonalidad sobreviniente (art. 94bis LGS), efecto no liquidatorio de las nulidades (art. 17 LGS) y posibilidad de reactivación societaria en todos los casos si existe viabilidad económica y social de la subsistencia de la actividad (art.100 LGS)

Mantenimiento de “normas prescriptivas”: un “estatuto especial mercantil” (ahora del empresario) y subsistencia de los “agentes auxiliares de comercio”:El estatuto del “comerciante” se reemplaza por el estatuto del “empresario” (o cuasi empresario), que sigue sometido a un régimen de “contabilidad obligatoria” y a un régimen de “publicidad registral”. Y si bien las reglas contables son antiguas (5) y la publicidad registral está mencionada pero no reglamentada, tales exigencias se mantienen también para los empresarios colectivos (arts. 7 y 62 de la ley general de sociedades) y fueron extendidas a sujetos sin fines de lucro, como es el caso de las asociaciones civiles (art. 169). Asimismo, la desaparición de la sociedad civil (art.1648 cod.civil) al unificar a todas las sociedades bajo la exigencia de ser titulares de una empresa (art.1º Ley general de sociedades), implica opción legislativa por la solución comercial preexistente. Igualmente, la obligación de rendir cuentas, propia de los comerciantes (arts. 33 inc.4º y 70 cod.com.) se expande a sujetos no mercantiles (art. 860). Por otra parte, también se mantienen los estatutos de los “agentes auxiliares de comercio” contenidos en leyes especiales como son las del “martillero” y del “corredor” (ley 20.266, modificada por ley 25.028), destacándose que en materia de corretaje el art. 1355 del nuevo Código establece que las reglas del contrato “no obstan a la aplicación de las disposiciones de leyes y reglamentos especiales

1.1.-LA DEROGACION DEL CODIGO DE COMERCIO.El nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, no obstante su denominación, ningún capítulo destina a la materia “comercial”, ni hace referencia alguna al “acto de comercio”, ni al “comerciante”, ni a las “obligaciones de los comerciantes”, ni a los “agentes auxiliares de comercio”, ni tampoco a la “jurisdicción mercantil”.

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El código civil y comercial considera a las “personas” en forma unificada y las clasifica como “personas humanas” o como “personas jurídicas” sin diferenciar entre sujetos “comerciales” y “civiles”.También en el nuevo código desaparece la diferencia entre contratos “civiles” y contratos “comerciales”.Al respecto, téngase en cuenta que el Código de Comercio argentino, aprobado por leyes 15 y 2637, ha sido expresamente derogado por la ley 26.994, que sanciona al nuevo Código Civil y Comercial de la Nación y reforma a la Ley de Sociedades, con vigencia ha partir del 1º de Enero de 2016 (art. 4º).El nuevo Código Civil y Comercial de la Nación incorpora algunas de las materias comerciales y da un tratamiento unificado a las obligaciones y a los contratos. Es así que regula a la contabilidad, a la rendición de cuentas, a la representación, a los contratos comerciales típicos, a las reglas de interpretación y al valor de los usos y costumbres en forma similar a cómo lo hacía el Código de Comercio derogado. Además, incorpora a los contratos comerciales atípicos y a los contratos bancarios, introduce reglas generales en materia de títulos de crédito y regula el contrato de “arbitraje” y los contratos “de consumo”.En materia de sociedades, no existe más la sociedad “civil” ni tampoco la sociedad “comercial” ya que conformidad con las reformas de la ley 26.994 a la ley 19.550, la que se denomina ahora “Ley general de sociedades”, hay un tratamiento único y no existe más el “objeto comercial” para diferenciar entre sí a las sociedades “de hecho”1.Tampoco subiste un registro público “de comercio”, sino solamente un “registro público” a secas, y nada se regula específicamente sobre actos inscribibles, procedimientos y efectos de las registraciones.En tales condiciones, una primera lectura del nuevo Código llevaría a pensar que ha desaparecido la materia comercial y que, bajo la denominación de Código Civil “y Comercial”, quizás solo vinculada al cumplimiento formal de la manda constitucional de mantener las materias separadas2, se ha abrogado al Derecho Comercial y hoy solo subsiste un único derecho privado: el Derecho Civil.Sin embargo, consideramos que un análisis comparativo entre lo que el Derecho Comercial ha sido y es hasta el presente y los contenidos del nuevo Código y demás disposiciones de la ley 26.994, permite arriban a una conclusión diferente conforme resulta de los siguientes desarrollos.

EMPRESA DESDE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA

Tributario: es la organización industrial, comercial, financiera, de servicios, profesional agropecuaria o de cualquier índole que creada para el ejercicio habitual de una actividad comercial basa en la producción, extracción o cambio de bienes o prestación de servicios utiliza como elemento esencial, para el cumplimiento de su objetivo el capital de inversión, el aporte de la mano de obra asumiendo en la obtención del beneficio el riesgo propio de la actividad.-

Laboral: organización de medios personales, materiales e inmateriales ordenados bajo una dirección para fines económicos o beneficios.-

Económico: centro de una serie de contratos mediante los cuales adquiere su configuración

2.-LOS SUJETOS INDIVIDUALES ESPECIALES

2.1.-LAS PERSONAS HUMANAS “EMPRESARIAS” Y “CUASI EMPRESARIAS”.Conforme con el art. 320 del Código Civil y Comercial de la Nación se somete, entre otros sujetos y entes, a ciertas personas humanas a una obligación especial: la de llevar contabilidad, si las mismas “…realizan una actividad económica organizada o son titulares de una empresa o establecimiento comercial, industrial o de servicios”. De ello se sigue que el Código, no obstante la unificación anunciada, admite dos categorías de “personas humanas”, una general y otra “especial”, en tanto sujeta a obligaciones contables que, su vez, necesariamente, estarán sujetas también a practicar una inscripción de antecedentes (publicidad).Esta categoría “especial” está compuesta por dos clases de personas humanas:

a) Las que realizan una actividad económica organizada, yb) Las que son “empresarios”, en el sentido de ser titulares de una empresa o de un establecimiento comercial, industrial

o de servicios.De ambas categorías resulta que no solo los empresarios integran esta categoría especial de personas humanas sino también quienes no siéndolo, realizan una actividad económica organizada que no llega a configurar una empresa, a los que denominaremos “cuasi-empresarios”.Analizaremos brevemente a continuación ambos conceptos.

2.2.- SUJETOS CON ACTIVIDAD ECONOMICA ORGANIZADA (CUASI EMPRESARIOS).A continuación consideramos qué sujetos integran esta clase.A.-EL ANTIGUO COMERCIANTE INDIVIDUAL.

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Si bien desaparece en el nuevo código la figura del “comerciante”, quienes para el Código derogado revestían tal calidad, en tanto realizan una actividad económica organizada, mantienen ahora la obligación de llevar contabilidad, sean o no titulares de una empresa o de un establecimiento.En consecuencia, esta clase comprende a quien realiza una interposición en los cambios asumiendo riesgos, actuando por “cuenta propia” en forma profesional, habitual y con fin de lucro.O sea que esta categoría comprende al “comerciante” que no llega a ser un “empresario”.Téngase en cuenta que desde el punto de vista conceptual, “comerciante” es quien realiza una actividad de intermediación en el cambio de bienes. El “empresario”, por su lado, es el titular de una empresa, entendiendo por tal la actividad organizada de los factores de producción para producir bienes y servicios destinados al mercado. O sea que los conceptos no son idénticos. Para algunos autores hay una relación de género (empresario) y especie (comerciante). A nuestro juicio, si bien todo empresario cumple alguna función de interposición y todo comerciante organiza de algún modo los factores de producción, lo cierto es que ni todo comerciante es titular de una “empresa”, lo que exige la existencia de una “hacienda”, de “capital” propio y de “trabajo subordinado”, ni todo empresario intermedia en “bienes”, por lo que los conceptos tienen una zona común y otras diferenciadas.

B.-SUJETOS INDIVIDUALES NO CONSIDERADOS COMERCIANTES.Dada la derogación de la figura del comerciante, y considerando que el concepto de “actividad económica organizada” excede la noción del art. 1º del derogado Código de Comercio, entendemos que hay sujetos “no comerciantes” que ahora se encuentran obligados.Es el caso, principalmente, de los prestados de servicios que no se interponen en el comercio de bienes pero que despliegan una actividad económica organizada.También aplica en esta categoría el caso del fiduciario persona física cuando la administración registra cierta complejidad (ver infra).

2.3..TITULARIDAD DE UNA EMPRESA.En esta categoría se ubican las personas humanas que son “empresarios” o sea que explotan una empresa sin exigirse que posean un establecimiento.Se ha definido a la empresa como la organización en la cual se coordinan el capital y el trabajo y que, valiéndose del proceso administrativo, produce y comercializa bienes y servicios en un marco de riesgo. Además, busca armonizar los intereses de sus miembros y tiene por finalidad crear, mantener y distribuir riqueza entre ellos3.También se ha dicho que es una organización con finalidad económica y con responsabilidad social, generadora de productos y servicios que satisfacen necesidades y expectativas del ser humano4.A nivel jurídico la empresa no tiene un estatuto propio por lo que debe atenderse al régimen legal de sus diversos elementos descriptos, resultando de interés los aportes del derecho tributario5 y del derecho laboral6. La hacienda o fondo de comercio, será su elemento objetivo en tanto puede ser objeto del negocio de “transferencia” regido por la ley 11.867 lo que implica, además, cierta separación patrimonial entre acreedores del “fondo” y acreedores personales de las partes. El empresario será su elemento subjetivo, sea persona individual o jurídica, como el sujeto que es titular de todas las relaciones jurídicas y responsable de ella en tanto la organiza, dirige, explota y percibe sus resultados. un mismo empresario puede tener varias empresas como unidades productivas independientes (Anaya). Por su lado, los trabajadores, estarán regidos por las normas laborales, previsionales y sindicales respectivas. Por todo ello, el término “empresa” se utiliza en Derecho en forma ambigua ya que, ora designará al establecimiento comercial o industrial, ora se referirá al empresario titular y responsable de su acontecer, ora señalará la actividad cumplida, todo lo que exige diferenciar en cada caso los alcances de la expresión. Por su parte, el concepto de empresario ha evolucionado en el mundo de la situación de empresario capitalista, como promotor, propietario y administrador, a una concepción de empresario profesional, que solo promueve y administra a la empresa, sin ser su dueño.7 En efecto, históricamente, las funciones del empresario pasaron de ser el suministrador del capital (teoría de Carlos Marx) a otras: organizador de los restantes factores de producción, tomador de decisiones dentro de la estructura empresarial, tomador del riesgo del negocio.

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5 Conforme con el Dictamen Nro. 7/1980 de la Dirección de Asuntos Técnicos y Jurídicos de la AFIP, define al término “empresa” para el impuesto a las ganancias como la “Organización industrial, comercial, financiera, de servicios, profesional, agropecuaria o de cualquier otra índole que, generada para el ejercicio habitual de una actividad económica basada en la producción, extracción o cambio de bienes o en la prestación de servicios, utiliza como elemento fundamental para el cumplimiento de dicho fin la inversión de capital y/o el aporte de mano de obra, asumiendo en la obtención del beneficio el riesgo propio de la actividad que desarrolla” (www.biblioteca.afip.gov.ar) 6 Según el art. 5º de la ley de Contrato de Trabajo (20.744 y sus modificaciones) la empresa es “la organización instrumental de medios personales, materiales e inmateriales, ordenados bajo una dirección para el logro de fines económicos o benéficos”7

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Ahora bien, cuando las funciones descriptas están fragmentadas entre distintas personas, o cuando el empresario no aporta capital porque lo toma prestado de terceros, cuando traslada el riesgo mediante múltiples instrumentos jurídicos (seguros, opciones, derivados, etc.), y cuando traslada la organización económica y las decisiones a asesores, mandatarios o empleados, ¿qué es lo que define al empresario?.Lo que lo define es ser “el centro” de una serie de contratos mediante los cuales la empresa adquiere su configuración8.Por su parte, para el derecho laboral lo que define al empresario es la “dirección y organización de la empresa”. Al respecto dice la ley que es “quien dirige la empresa por sí, o por intermedio de otras personas, y con el cual se relacionan jerárquicamente los trabajadores, cualquiera sea la participación que las leyes asignen a éstos en la gestión y dirección de la empresa” (art. 5º, segunda parte, LCT).También la ley laboral reconoce al empresario la facultad de organizar económica y técnicamente la empresa (art. 64 LCT), lo que implica las siguientes potestades: a) de organización; b) de dirección; c) disciplinaria; d) de variar unilateralmente ciertas modalidades del trabajo; y e) de denunciar sin causa el contrato de trabajo.Sin embargo, téngase en cuenta que en derecho laboral no siempre la noción de “empleador” se identifica con la de “empresario” ya que hay empleadores que no revisten tal calidad9.Sentado ello, el concepto de “empresario” permite distinguir diversas categorías o roles que pueden o no coincidir en una misma persona: a) el empresario “de título”, que es el sujeto titular de la empresa y responsable por sus obligaciones; b) el empresario “de gestión” que es quien dirige la empresa10; y c) el empresario “de riesgo” que es el accionista o socio de la sociedad. Además, debe tenerse presente la existencia de un empresario “indirecto”, como es el caso de la persona física controlante de la sociedad titular de la empresa, sujeto a las responsabilidades societarias (art.54 ley 19.550) y concursales (art.161 inc.2º ley 24.522) pertinentes.Sin embargo, no hay dudas que esta categoría de obligados a llevar contabilidad comprende solo al “empresario de título”.

2.4. TITULARIDAD DE “UN ESTABLECIMIENTO COMERCIAL, INDUSTRIAL O DE SERVICIOS”. En rigor, la “empresa” y el “establecimiento comercial, industrial o de servicios” no son lo mismo porque el “establecimiento” es una parte de la empresa (hacienda o sustrato material) y no el todo (que incluye personal, know how, etc.).Sin embargo, como la ley habla del “titular” (elemento personal), debe entenderse que se trata de do conceptos análogos y que la reiteración pretendió ser ejemplificativa en el sentido de no dejar dudas de que el titular de un negocio debe siempre llevar libros.En el punto cabe recordar que la ley 11.867, cuya vigencia se mantiene, declara elementos constitutivos de un “establecimiento comercial o fondo de comercio”, a los efectos de su transmisión por cualquier título, “las instalaciones, existencias en mercaderías, nombre y enseña comercial, la clientela, el derecho al local, las patentes de invención, las marcas de fábrica, los dibujos y modelos industriales, las distinciones honoríficas y todos los derechos derivados de la propiedad comercial e industrial o artística (art.1º), disponiéndose un procedimiento de precio, información, edictos y oposiciones necesariamente previos al documento definitivo de transferencia que será objeto de inscripción en el Registro Público de Comercio (art. 12).La obligación contable pesa sobre el titular de un fondo de comercio, sea su propietario, locatario, comodatario o que lo detente a cualquier título siempre que tenga el control de los recursos y de sus resultados, o sea que lo explote. Tal titularidad le da carácter de empresario (ver supra).

2.5.-AGENTES AUXILIARES DE COMERCIO.No obstante no ser mencionados por el art. 320, ni haberse en el nuevo Código reglamentado sus profesionres, los agentes auxiliares de comercio, como son los corredores y martilleros, mantienen sus obligaciones profesionales especiales, incluyendo matrícula y contabilidad dado que tales obligaciones resultan de leyes especiales no derogadas, salvo respecto de los arts. 36 a 38 de la ley 20.266 sobre obligaciones y derechos del corredor.Al respecto, cabe recordar que el corretaje consiste en la intermediación independiente entre la oferta y la demanda de determinado bien o servicio, a efectos de que las partes concluyan entre sí un contrato o negocio determinado. El corredor no debe estar ligado a las partes por relaciones de colaboración, subordinación o representación.El corredor está sujeto a un estatuto especial, hoy regulado por la ley 20.266 a partir de su modificación por ley 25.028, que le exige un título universitario, su matriculación, libros especiales y determinados deberes, responsabilidades y sanciones estableciendo un verdadero poder de policía sobre la matrícula, que es de carácter local.Al respecto, consideramos que la regulación del “contrato de corretaje” por los arts. 1345 a 1355 del nuevo Código no obsta a la vigencia de la ley especial, que no fue derogada sino parcialmente (art. 3º inc. c, ley 26994), sobre todo porque el art. 1355 establece que las reglas del contrato “no obstan a la aplicación de las disposiciones de leyes y reglamentos especiales”.

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Por su parte, el martillero es el auxiliar encargado de los remates. El remate es un acto de intermediación por el cuál el martillero o rematador adjudica determinados bienes o derechos al mejor postor mediante un procedimiento denominado “subasta”. El martillero es designado por la parte oferente de los bienes y servicios y tiene derecho al reintegro de los gastos y a una comisión que, generalmente, se coloca en cabeza del adquirente. El que realiza remates en forma habitual y profesional está sujeto al estatuto especial establecido por la ley 20.266, modificada por ley 25.028, que exige título universitario, matriculación, libros especiales y los somete a una serie de deberes, responsabilidades y sanciones estableciendo un verdadero poder de policía sobre la matrícula 11, que es local. El martillero actúa por cuenta y orden del oferente y, si éste no está presente, obra como su comisionista (art. 10 ley 20.266) con lo cual asume personalmente las responsabilidades consiguientes.Tratándose de una ley especial no derogada, rige la obligación contable del art. 15 de la ley 20.266.Respecto de otros agentes auxiliares, continúan rigiendo las obligaciones contables que resulten de normas especiales no derogadas directamente por el código.

3.-LOS SUJETOS COLECTIVOS: LAS SOCIEDADES “EMPRESARIALES”.Como ya se destacó, la ley 26.994, modifica a la ley 19.550 de sociedades “comerciales”, sustituyendo su denominación por la de LEY GENERAL DE SOCIEDADES, introduciendo diversas modificaciones. En el punto hay que tener presente que el proyecto de la Comisión Redactora no fue el finalmente consagrado en el texto legal, motivo por el cuál los “Fundamentos” de la ley 26.994 solo tienen utilidad parcial.En esta introducción queremos señalar como principios relevantes de la reforma societaria a los siguientes:

a) La tutela de la “empresa” y de su “conservación”, mediante la exigencia de que haya empresa para que exista sociedad, derivada de la derogación de las sociedades civiles, y por el mecanismo de impedir la disolución, aun cuando quede reducida a un socio, facilitando la reactivación en todos los casos y eliminando los efectos liquidatorios de las nulidades.

b) El reconocimiento del derecho al fraccionamiento patrimonial fundado en unidades de negocios distintas de una misma persona, consagrado por el sistema de Sociedad Anónima Unipersonal.

c) El principio de autonomía de la voluntad y de libre asociación derivado de las reglas sobre contratos asociativos no taxativos.

d) El principio del debido cumplimiento de los contratos al hacerlos obligatorios para las partes aunque no se hayan inscripto.

e) La limitación de la responsabilidad a lo obrado por cada uno, restringiendo los casos de responsabilidad solidaria en los contratos asociativos y en las sociedades informales.A continuación se brindará un panorama societario que resulta, tanto de la nueva ley general de sociedades, cuanto de algunas normas del cuerpo del nuevo Código Civil y Comercial.

3.6.-APLICACIÓN DE REGLAS DE LAS PERSONAS JURIDICAS PRIVADAS.Al haberse calificado en el nuevo código a las sociedades como personas jurídicas privadas (art. 148 inc.a), les resultan aplicables una serie de normas en forma subsidiaria a las normas imperativas de la ley de sociedades y a las reglas del acto constitutivo y reglamentos (art. 150).Entre dichas normas pueden destacarse de interés:-Su existencia comienza desde la constitución (art. 142).-La inoponibilidad de la personalidad jurídica no puede afectar los derechos de terceros de buena fe (art. 144 in fine).-La participación del Estado no modifica su carácter privado (art. 149).-Las personas jurídicas privadas constituídas en el extranjero se rigen por las normas de sociedades constituídas en el extranjero de la ley general de sociedades (art. 150 in fine).-El nombre social está sujeto a requisitos de veracidad, novedad y aptitud distintiva, tanto respecto de otras denominaciones sociales como de marcas y otras designaciones, sin poder inducir a error (art. 151).-Las modificaciones no inscriptas producen efectos desde su otorgamiento y son oponibles a los terceros que las conozcan (art. 157).-Si en los estatutos no hay previsiones especiales y lo consienten todos los que deben participar del acto, se admiten las asambleas a distancia (art. 158 a)-Se admiten las asambleas y reuniones “autoconvocadas” si todos concurren y el temario se aprueba por unanimidad (art. 158 b).-Los administradores deben implementar sistemas preventivos para evitar el conflicto de intereses (159).-En caso de bloqueo de las decisiones en una administración colegiada, el presidente o algún administrador puede ejecutar los actos conservatorios, convocando a asamblea dentro de los diez días, la que puede conferirle facultades extraordinarias para actos urgentes o necesarios (art. 161).

5.2-LAS PERSONAS JURIDICAS PRIVADAS.

11 Ver un caso de destitución del martillero y cancelación de su matrícula en el Plenario de la Cámara Comercial del 14-12-36 en autos “Migoya, Mauricio (LL 13-593), por haber vendido bienes propios.

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Las “personas jurídicas privadas”, son las enumeradas por el art. 148 del nuevo Código, gozan de personalidad jurídica diferenciada de sus miembros y administradores, y se les aplican, además de las normas especiales previstas para cada una, las normas generales establecidas por los arts. 150 a 167 del nuevo Código.De tal suerte, son “personas jurídicas privadas” en el nuevo texto las siguientes: sociedades, asociaciones civiles, simples asociaciones, fundaciones, mutuales, cooperativas, consorcio de propiedad horizontal y otros entes mencionados por otras leyes con similar finalidad y normas de funcionamiento.Como ya se señaló, todas ellas están obligadas a llevar contabilidad, sin perjuicio de la eventual aplicación del criterio dimensional para eximirlas en función del volumen de su giro (último párrafo del art. 320), lo que deberá establecer la jurisdicción local.

5.3.-ENTES CONTABLES DETERMINADOS SIN PERSONALIDAD JURIDICA.Hay entes que si bien no tienen personalidad jurídica ni son sociedades, la ley les exige llevar contabilidad y, por ende, los considera como “entes contables”.Se trata de algunos contratos asociativos como las agrupaciones de colaboración, uniones transitorias y consorcios de cooperación (arts.1455 inc. l, 1464 inc. l y 1475 del CCCN).

5.4.-PERSONAS HUMANAS CON ACTIVIDADES ECONOMICAS DETERMINADAS.

A. REMISION.A esta categoría ya nos hemos referido supra, en el cap. 2º, a lo que remitimos.

B.-LA EXCLUSION DE PROFESIONALES LIBERALES Y AGROPECUARIOS SIN EMPRESA.Por su lado, se excluyen expresamente (art. 320, segundo párrafo, primera parte) a los profesionales liberales y a las actividades agropecuarias cuando se trata de personas humanas que, aunque desarrollen actividad económica organizada no llegan a organizarse como “empresa”.A efectos de determinar cuándo una actividad de un profesional puede ser reputada como “empresa” resulta útil acudir al derecho fiscal.De diversos dictámenes sobre distintos impuestos, resulta el siguiente concepto tributario de la empresa: “la organización industrial, comercial, financiera, de servicios, profesional, agropecuaria o de cualquier otra indole que, generada por el ejercicio habitual de una actividad económica basada en la producción, extracción o cambio de bienes o en la prestación de servicios, utiliza como elemento fundamental para el cumplimiento de dicho fin la inversión de capital y/o el aporte de mano de obra, asumiendo en la obtención del beneficio el riesgo propio que la actividad que desarrolla”12

Por tales razones de exceptúan los servicios profesionales, técnicos o científicos en donde el componente intelectual prevalece sobre el aporte de capital y/o de la mano de obra auxiliar o de apoyo.En tal sentido, se ha considerado relevante, para juzgar o no la existencia de una empresa comercial a los fines tributarios, determinar si el trabajo de los otros profesionales empleados con título habilitante tiene aptitud o no para suplantar o independizarse del trabajo del profesional titular, existiendo empresa en el primer caso y no en el segundo.En cambio, no se consideró relevante para considerar la existencia de una empresa la importancia o valor del equipamiento si lo más valioso y principal para la actividad es el intelecto personal del profesional a cargo.En cuanto a las actividades agropecuarias, la ley también excluye a las “conexas” entendiendo por tal las dirigidas a la transformación o a la enajenación de productos agropecuarios cuando están comprendidas en el ejercicio normal de las actividades.Vale decir que las conexas deben ser accesorias, habituales, y sin forma empresaria para gozar de la exención contable legal.

E.-LOS AGENTES AUXILIARES DEL COMERCIO.Nos remitimos a lo dicho supra, cap. 2º, nro.5.

UNIDAD III.- REGISTRO PÚBLICO. CONTABILIDAD OBLIGATORIA. RENDICIÓN DE CUENTAS. EL SISTEMA DE REGISTRO MERCANTILEl nuevo Código mantiene el sistema de publicidad mercantil para las sociedades, régimen que incluso extiende a personas jurídicas privadas sin fines de lucro, pero omite -aparentemente en forma deliberada- toda mención al “Comercio” y solo alude al “Registro Público” o a “Registros locales”, sin establecer ningún tipo de reglamentación en cuanto a la organización del Registro y a los presupuestos de las inscripciones.

12 Curotto, Jose Alberto “Concepto de empresa a los efectos de la exención en el impuesto sobre los ingresos brutos”, El Derecho, 27-2-03, nro.10.703, año XLI, pag.1, citando el dictamen 7/80 de la Dirección General Impositiva.

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Sin embargo, frente a dicha omisión y ante el mantenimiento de las leyes incorporadas y complementarias del antiguo Código de Comercio, deben entenderse vigentes y aplicables las normas locales sobre Registros Públicos de Comercio (leyes 21.768 y 22.316, entre otras).En cuanto a las personas humanas que desarrollan actividades económicas organizadas, no se prevé la inscripción registral de las mismas (salvo la de los auxiliares de comercio por leyes especiales), pero es claro que para rubricar sus libros deberán registrar sus antecedentes (ver infra).En cuanto a las sociedades, se alude a la inscripción en el “Registro Público” y en el art. 5º de la ley respectiva se exige que los datos de la sede y de la inscripción se hagan constar en la documentación social.En el nuevo art. 6º se da un plazo de 20 días para presentar el documento a inscribir, y de 30 días adicionales para completar el trámite, pudiendo ser prorrogado, desapareciendo la mención al control de los requisitos “legales y fiscales”.Se traslada, lamentablemente, el régimen de oposición a las inscripciones del anterior art. 39 del código de comercio, dando derecho a hacerlo a la “parte interesada”.Lo más importante es que la no inscripción no crea “irregularidad” sino que reconduce al régimen de las sociedades informales, con obligatoriedad entre otorgantes y oponibilidad a terceros que conocieren.También el Registro deberá continuar practicando otras inscripciones no subjetivas, como son las de las transferencias de fondos de comercio (ley 11.867), como así la de los contratos asociativos de agrupación de colaboración, unión transitoria de empresa y consorcios de cooperación (arts. 1455, 1466 y 1473 del CCCN).

LOS OBLIGADOS CONTABLES QUE RESULTAN DEL CODIGO Y DE OTRAS DISPOSICIONES.La norma básica en la materia es el art. 320 del Código Civil y Comercial de la Nación, el que dispone:“Estan obligadas a llevar contabilidad todas las personas jurídicas privadas y quienes realizan una actividad económica organizada o son titulares de una empresa o establecimiento comercial, industrial o de servicios. Cualquier otra persona puede llevar contabilidad si solicita su inscripción y la habilitación de sus registros o la rubricación de sus libros, como es establece en esta misma Sección”.“Sin perjuicio de lo establecido en leyes especiales, quedan excluídas de las obligaciones previstas en esta Sección las personas humanas que desarrollan profesionales liberales o actividades agropecuarias y conexas no ejecutadas u organizadas en forma de empresa. Se consideran conexas las actividades dirigidas a la transformación o a la enajenación de productos agropecuarios cuando estan comprendidas en el ejercicio normal de tales actividades. También pueden ser eximidas de llevar contabilidad las actividades que, por el volumen de su giro, resulta inconveniente sujetar a tales deberes según determine la jurisdicción local”.Ahora bien, ese nuevo texto debe complementarse, en primer lugar con otras disposiciones contables del mismo código unificado y, en segundo término, con lo que surge de leyes especiales no derogadas por la nueva legislación proyectada.De ello resulta que en el nuevo universo normativo resulta que los obligados a llevar contabilidad pueden ser agrupados en cuatro categorías, a saber:

a) Las “personas jurídicas privadas”, donde el fundamento de la exigencia contable debe buscarse, ora en su recurrencia habitual al crédito (sociedades y cooperativas), ora como una forma de rendición calificada de cuentas por la administración de intereses de terceros (los restantes casos).

b) Los “entes contables determinados sin personalidad jurídica” expresamente obligados por ley, como es el caso de las Agrupaciones de Colaboración, Uniones Transitorias y Consorcios de Cooperación. El fundamento de la obligación contable estaría en una calificada rendición de cuentas de los administradores y representantes a los partícipes de estos contratos.

c) Las “personas humanas que desarrollan ciertas actividades económicas”, como son el ejercicio de una actividad económica organizada, la titularidad de una “empresa” y la titularidad de un “establecimiento comercial, industrial o de servicios”. El fundamento debe buscarse en la “recurrencia habitual al crédito” propio de estas actividades.

d) Los “agentes auxiliares del comercio” regidos por normas especiales, como es el caso de martilleros y corredores. El fundamento debe buscarse en su conexión, por intervención o facilitación, con operaciones económicas que interesan a terceros.Cabe señalar que el Código no en todos los casos prevé la inscripción registral previa de todos los obligados a llevar contabilidad, como es el caso de las simples asociaciones, los sujetos con actividad económica organizada, etc., destacándose que se ha derogado la obligación de todos los sujetos mercantiles de matricularse en el Registro Público.Sin embargo, entendemos que en tales casos la solicitud de “Rubricación” de libros o de “autorización” de contabilidad informática, debe hacerse acompañada de los antecedentes del sujeto o ente que justifiquen su calidad de obligado, los que al quedar depositados en el Registro Público como antecedentes para nuevas rúbricas cumplirán una función de matricidad y de publicidad material.Ello sin perjuicio de la expresa matriculación previa a la rúbrica a que pudieran obligar las leyes locales.

LA CONTABILIDAD OBLIGATORIA Y EL SISTEMA DE REGISTRACIÓN CONTABLE:

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ARTÍCULO 320.- Obligados. Excepciones. Estan obligadas a llevar contabilidad todas las personas jurídicas privadas y quienes realizan una actividad económica organizada o son titulares de una empresa o establecimiento comercial, industrial, agropecuario o de servicios. Cualquier otra persona puede llevar contabilidad si solicita su inscripción y la habilitación de sus registros o la Rubricación de los libros, como se establece en esta misma Sección.Sin perjuicio de lo establecido en leyes especiales, quedan excluidas de las obligaciones previstas en esta Sección las personas humanas que desarrollan profesiones liberales o actividades agropecuarias y conexas no ejecutadas u organizadas en forma de empresa. Se consideran conexas las actividades dirigidas a la transformación o a la enajenación de productos agropecuarios cuando estan comprendidas en el ejercicio normal de tales actividades. También pueden ser eximidas de llevar contabilidad las actividades que, por el volumen de su giro, resulta inconveniente sujetar a tales deberes según determine cada jurisdicción local.

1. IntroducciónLa contabilidad puede conceptuarse como la disciplina que clasifica, registra, presenta e interpreta los datos relativos a los hechos y actos económico-financieros con el objeto de brindar información histórica y predictiva útil para la toma de decisiones. Para Fowler Newton, una definición funcional de contabilidad sería: “disciplina técnica que, a partir del procesamiento de datos sobre la composición y evolución del patrimonio de un ente, de los bienes de propiedad de terceros en su poder y de ciertas contingencias, produce información para la toma de decisiones de administradores y terceros interesados, y para la vigilancia de los recursos y obligaciones del ente”. 2. InterpretaciónLa contabilidad tiene importancia desde varios puntos de vista: a. constituye un presupuesto necesario exigido por la ley para obtener ciertos beneficios legales o formular ciertos reclamos, como: la posibilidad de presentarse en concurso preventivo, que exige denunciar los libros contables y presentarlos oportunamente al tribunal bajo apercibimiento de desistimiento; la posibilidad de invocar los propios libros en un litigio judicial, ya sea contra otro comerciante (261) o contra el Fisco, para plantear la confiscatoriedad de un impuesto; (262)b. conoce de inmediato el estado de los negocios del empresario y puede así apreciar tanto si progresan o decaen como la orientación que conviene imprimirles en el futuro, etc.; c. resulta fundamental en el caso de la obligación de pagar dividendos a los socios en una sociedad comercial, la que solo puede exigirse si existe un balance confeccionado conforme la ley;d. es de interés para los acreedores que han concedido crédito al empresario contando con la seguridad de una administración ordenada del patrimonio, que es garantía común de todos y cada uno de ellos;e. es de interés de los trabajadores por conocer la contabilidad de la empresa;f. en las sociedades de comercio, interesa a los socios para el ejercicio eventual de sus derechos. (263)

2.1. Obligación, carga o deberEl artículo que se comenta indica que determinadas personas tienen la obligación de llevar la contabilidad. Incluso, a partir de las disposiciones del Código de Comercio, se discutía si se trataba de una verdadera obligación, de una carga o de un deber. Hay consenso en la doctrina, en general, acerca de que no se trata de una obligación en sentido técnico.-Parte de la doctrina sostenía que se trata de una carga, impuesta en interés del comerciante y que su falta de cumplimiento acarrea la pérdida del beneficio que la ley le otorga.Otros autores entienden que existen otros intereses en juego, además de los del comerciante, por lo que el concepto de carga luce como insuficiente. Parece más adecuado acudir a la idea de un deber, que es una noción más general que la de obligación y que se diferencia de esta en que no puede ser exigido por el sujeto acreedor. La idea de deber designa la situación de un sujeto que tiene que ajustar su conducta a los mandatos contenidos en una norma general o en un orden particular.

2.2. Sujetos obligados2.2.1. Personas jurídicas privadasEn primer lugar, se encuentran obligadas a llevar la contabilidad las personas jurídicas privadas. Según el art. 148 CCyC, son personas jurídicas privadas las sociedades; las asociaciones civiles; las simples asociaciones; las fundaciones; las iglesias, confesiones, comunidades o entidades religiosas; las mutuales; las cooperativas; el consorcio de propiedad horizontal; toda otra contemplada en disposiciones de este CCyC o en otras leyes, y cuyo carácter de tal se establece o resulta de su finalidad y normas de funcionamiento.El CCyC innova en esta materia, porque extiende la obligación de llevar la contabilidad a toda persona jurídica de carácter privado, incluso las que no tienen fines de lucro. El art. 43 del Código de Comercio limitaba ese deber a todo comerciante.2.2.2. Personas humanas

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También tienen la obligación de llevar la contabilidad, las personas humanas que realizan una actividad económica organizada o son titulares de una empresa o establecimiento comercial, industrial, agropecuario o de servicios.El CCyC admite dos categorías de “personas humanas”, una general y otra especial, sujeta a obligaciones contables que, a su vez, necesariamente, estarán sujetas también a practicar una inscripción de antecedentes (publicidad). Esta categoría “especial” está compuesta por dos clases de personas humanas:a. las que realizan una actividad económica organizada; yb. las que son “empresarios”, en el sentido de ser titulares de una empresa o de un establecimiento comercial, industrial o de servicios.De ambas categorías resulta que no solo los empresarios integran esta categoría especial de personas humanas, sino también quienes no siéndolo, realizan una actividad económica organizada que no llega a configurar una empresa, a los que denominaremos “cuasi empresarios”.2.3. Sujetos voluntariosAquellas personas que no se encuentran obligadas a llevar la contabilidad, pero que deseen hacerlo, deben solicitar su inscripción y la habilitación de sus registros o la Rubricación de los libros. En tal caso, las personas que decidan emprender la llevanza de su contabilidad, pueden voluntariamente inscribirse como el CCyC prescribe.-2.4. Sujetos eximidos2.4.1. Profesionales liberalesLas personas humanas que ejercen una profesión liberal (por ejemplo, médico, abogado, contador, arquitecto, psicólogo, etc.) no tienen obligación legal de llevar la contabilidad. En ciertos casos, los profesionales suelen agruparse con distintos objetivos y fines. La doctrina ha calificado esas agrupaciones de la siguiente forma:a. Uniones o sociedades “internas”. Se trata de una situación donde varios profesionales que, si bien actúan agrupadamente en un mismo lugar y compartiendo equipos o secretarias, ejercen individualmente la profesión frente a los clientes o pacientes, prestando sus servicios a título individual, y facturando y percibiendo sus propios honorarios de sus clientes o pacientes. En este esquema interno son posibles, a su vez, dos variantes:1. el sistema de pool de gastos. Cada profesional abona una cuota o expensa mensual imputable a sufragar los gastos comunes de infraestructura. En este caso no existe “sociedad” entre los profesionales, en tanto no hay “utilidad” que los socios “dividirán entre sí” ni “participación en los beneficios” ya que, descontados los gastos en la proporción acordada, las “ganancias” o “pérdidas” de cada uno dependerán de su propio desempeno e ingresos individuales;2. la sociedad interna de ganancias. En este supuesto, todos los ingresos individuales de los profesionales son aportados a un fondo común del que se descuentan los gastos de funcionamiento, generando un resultado, positivo o negativo, proporcional para todos en la medida de su porcentaje de participación en la sociedad. O sea que hay una sociedad entre los profesionales pero ella no contrata ni trasciende a terceros.b. Uniones o sociedades “externas”. En estos casos, frente al cliente o paciente, aparece una estructura conjunta con un nombre especial, que puede incluir a algunos o a todos los profesionales actuantes. Esta modalidad también admite dos variantes diversas:1. sociedades de medios. Tienen por objeto compartir estructuras y distribuir los costos. En estos casos, hay una bipartición de contrataciones. Las relaciones con los clientes las sigue manejando cada profesional —que presta el servicio y contrata y factura a título propio—, pero las relaciones “externas” vinculadas a la infraestructura en común —tales como el contrato de alquiler, servicios de telefonía e Internet, secretarias, cadetes, etc.— las contrata una sociedad civil o comercial de la cual los profesionales prestadores son socios. Como se ve, no se trata de una verdadera sociedad, ya que la finalidad es el pago de las cuotas periódicas de los gastos pero no la generación de utilidades, por lo que se ubicaría más cerca de la agrupación de colaboración empresaria del art. 367 de la Ley de Sociedades Comerciales, aun cuando los profesionales no necesariamente serían empresarios;2. sociedades externas para el ejercicio profesional. En este caso, todas las relaciones frente a clientes, frente a la infraestructura y frente a terceros en general, las contrata la sociedad por su cuenta y bajo su nombre o razón social, siendo la sociedad quien factura, presta los servicios y los cobra. Los profesionales son los socios que realizan los aportes de industria o capital y la administran, repartiéndose los resultados. Si bien los concretos servicios a clientes y pacientes se hacen por cuenta y orden de la sociedad, los efectos de la personalidad jurídica se detienen allí y los socios profesionales mantienen tanto su lazo personal con los clientes como su reserva de discrecionalidad técnica, los actos de la vida profesional se cumplen de manera independiente, y subsiste la responsabilidad penal y disciplinaria individual de los socios.Solo en este último caso (sociedades externas para el ejercicio profesional) existe obligación legal de llevar la contabilidad.2.4.2. Personas humanas que realizan actividades agropecuarias y conexas Formalmente, la figura del agricultor entra en el concepto genérico de empresario. Sin embargo, hay un elemento predominante sobre cualquier otro: el fundo preparado para la producción. Mientras que en la empresa comercial, industrial o de servicios es otra la relación entre los varios elementos constitutivos de ella —que actúan organizadamente para el ejercicio de la actividad—, en la persona que desarrolla un actividad agropecuaria no empresarial prima el fundo, al punto que la actividad agrícola se agota enteramente en el fundo, al menos durante la fase de producción, sin implicar relaciones con terceros.

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Así, la actividad agropecuaria tradicional en nuestro país se desarrolló sobre la base de establecimientos aislados, de propiedad primordialmente familiar donde los propietarios desarrollaban per se o con contratistas las tareas inherentes a la explotación.Sin embargo, diversos factores han provocado una revolución en el mundo agropecuario, generando la creación de grandes empresas u organizaciones altamente especializadas que, por su envergadura, no pueden ser eximidas de la obligación de llevar la contabilidad.En efecto, cuando el agricultor o productor agropecuario, con el fin de obtener mayor provecho de la explotación de los productos del fundo, amplía el campo de sus actividades e invierte sus capitales estableciendo una organización de elaboración que importa algo más que una transformación del producto limitada a una primera manipulación —es decir, que excede aquello que es necesario para conservar el producto, que tiende a hacerlo apto para su comercialización—, entonces existe una empresa de fábrica, de carácter comercial y, por consiguiente, no puede ser eximida de la obligación de la llevanza de los libros contables.La norma también se refiere a actividades conexas. De acuerdo a la doctrina, debe ser entendida en el sentido del art. 2135 del Código Civil Italiano de 1942, o sea, cuando la transformación o la enajenación entra en el ejercicio “normal” de la agricultura.2.5. Inconveniencia por volumen del giroEn ciertos casos, a pesar de realizar actividades comerciales, no se justifica obligar al sujeto a llevar la contabilidad por el escaso volumen del giro de sus negocios. El registro de las operaciones se torna inconveniente y, por ende, la norma exime a dichas persona a cumplir con la obligación legal. Sin embargo, en caso de duda, debe prevalecer el criterio según el cual existe obligación legal de llevar la contabilidad.

ARTÍCULO 321.- Modo de llevar la contabilidad. La contabilidad debe ser llevada sobre una base uniforme de la que resulte un cuadro verídico de las actividades y de los actos que deben registrarse, de modo que se permita la individualización de las operaciones y las correspondientes cuentas acreedoras y deudoras. Los asientos deben respaldarse con la documentación respectiva, todo lo cual debe archivarse en forma metódicay que permita su localización y consulta.

1. IntroducciónEste artículo determina el modo en que debe llevarse la contabilidad, lo que en la ciencia se conoce como principios contables. Estos principios son:a. uniformidad: el sistema contable debe ser uniforme, lo que quiere decir que deben mantenerse los mismos criterios contables para la preparación del balance y estado de resultados a fechas sucesivas;b. claridad: el principio de claridad en los hechos se cumple en la medida que se sigan los esquemas de los estados contables fijados por la ley y por las normas profesionales;c. veracidad: la veracidad impone fundamentalmente que exista concordancia entre la exposición de los hechos económicos descriptos en los estados contables y la existencia material de ellos. Si la información es falsa o mendaz, no se cumple con este principio;d. completividad y significatividad: la contabilidad debe ofrecer un cuadro completo de la actividad del sujeto, no una parcialidad. El principio de completividad significa, pues, la necesidad de que la contabilidad como sistema refleje, de un modo u otro, la totalidad del estado patrimonial del sujeto, de las operaciones realizadasy de su resultado. Según el principio de significatividad, cuando los montos involucrados resultan de insignificancia relativa, a los efectos de una apropiada interpretación, pueden ser incluidos en rubros de conceptos diversos;e. unidad: el sujeto no puede llevar simultáneamente varios juegos de registros o libros, pues ello alteraría el orden en que deben hacerse las anotaciones y facilitaría la comisión de fraudes;f. partida doble: la registración contable por partida doble reside en la definición sobre cómo se compone el patrimonio de todo ente. Por un lado, un ente posee en su poder bienes y derechos, los cuales configuran la estructura de inversión. Por otro lado, es necesario conocer quiénes aportaron los fondos para obtener dichosbienes o derechos, dando lugar a la estructura de financiación. Un ente tiene activos cuando, debido a un hecho ya ocurrido, controla los beneficios económicos que produce un bien (un objeto material inmaterial con valor de cambio o para uso del ente). En cambio, un ente tiene pasivo cuando debido a un hecho ya ocurrido está obligado a entregar activos o prestar servicios a otra persona (física o jurídica), o bien está obligado a la cancelación de la obligación. La diferencia entre el activo y el pasivo constituye el patrimonio neto. La partida doble permite generar un método de registración que, simultáneamente, contabiliza los recursos disponibles enel activo y la financiación de los mismos, ya sea con pasivo, con patrimonio neto o con otro activo. De este modo, las anotaciones referidas a los hechos económicos o financieros se realizan por medio de asientos contables, considerando débitos a todo aumento en la estructura de inversión o toda disminución en la estructura de financiación. Por lo contrario, se considera crédito a toda disminución de la estructura de inversión o todo aumento de la estructura de financiación.

2. Interpretación

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Se mantiene el requisito del respaldo documental de la contabilidad, que ya había sido consagrado por el legislador de 1963. No puede concebirse como seria una contabilidad sin los documentos que avalen los asientos. En consecuencia, deben conservarse de manera prolija para que puedan ser consultados.

ARTÍCULO 322.- Registros indispensables. Son registros indispensables, los siguientes:a. diario;b. inventario y balances;c. aquellos que corresponden a una adecuada integración de un sistema de contabilidad y que exige la importancia y la naturaleza de las actividades a desarrollar;d. los que en forma especial impone este Código u otras leyes.1. IntroducciónEste artículo enuncia los registros que son indispensables para llevar la contabilidad. Se ha dicho que el Libro Diario es el más importante de todos, pues en él constan todas las operaciones comerciales y cambiarias realizadas por el comerciante, asentadas por su orden, lo cual impide que sean modificadas ex profeso con posterioridad. (264) Sin embargo, una contabilidad mercantil organizada implica un sistema de procesamiento y organización de datos que no está —ni estará— asentado en libros, sino que se lleva a cabo mediante elementos informáticos que los proporcionan en diversas formas de presentación según los fines con que se demande el cuadro verídico de los negocios. El Libro Diario registra, mediante asientos sucesivos y cronológicos, cada uno de los datos de entrada con entidad contable, en un soporte admitido por la ley y cumpliendo con los requisitos del Código de Comercio. Para ciertos volúmenes, aun tratándose de empresas pequenísimas, se hace indispensable el soporte electrónico, que es una condición lógica de los casi universales programas de procesamiento estandarizados para distintos tipos de negocios. (265)

2. InterpretaciónEn el libro de inventarios y balances se transcribe un detalle analítico del patrimonio del ente al momento del cierre de cada ejercicio y en el cual, además, se vuelcan los estados contables.2.1. Libros indispensables en función de la importancia y la naturaleza de las actividades a desarrollarSe interpreta que los registros atinentes a esta categoría son: el libro caja; el libro de documentos, en el que se asientan los movimientos contables relativos a títulos de crédito el libro de vencimientos y efectos a cobrar y a pagar; el libro de compras y ventas, donde se asientan estas operaciones en forma analítica y cronológica; el libro de movimientos de mercadería; el libro de gastos generales, donde se asientan los gastos no incluidos en categorías más específicas; el libro de ganancias y pérdidas; y el libro borrador.2.2. Registros que impone el CCyC u otras leyesEntre ellos, cabe enunciar: el libro especial de actas de deliberaciones del consejo de administración o consejo ejecutivo de fundaciones —art. 207 CCyC—; los libros sobre estado de situación que requiera la naturaleza e importancia de la agrupación de colaboración o de la unión transitoria —art. 1455, inc. a) y art. 1464, inc. a) CCyC—; los libros contables y de actas impuestos a los consorcios de cooperación —art. 1475 CCyC—; los libros de actas de administración, de asamblea y de registro de propietarios y firmas en la propiedad horizontal —arts. 2062 y 2067, inc. i) CCyC— y los libros de contabilidad impuestos al administrador de un tiempo compartido —art. 2097, inc. e) CCyC—. En cuanto a otras leyes, puede mencionarse el libro impuesto a los martilleros y corredores —arts. 17 y 35 de la ley 20.266—; el libro de operaciones a los viajantes de comercio —art.10 de la ley 14.546—; el libro de registro de certificados y warrants —art. 4° de la ley 928; arts. 6° y 8° de la ley 9643—; libros ordenados de agentes de bolsa —art. 47de la ley 17.811—; libros referidos a sociedades —los establecidos por los arts. 73, 162, 213 y 238 de la ley 19.550—; libros referidos a cooperativas —art. 38 de la ley 20.337—; libros referidos a aseguradoras —art. 37 de la ley 20.091—; libros de sueldos y jornales —Ley de Contrato de Trabajo—; libro de IVA compras e IVA ventas, etc.

ARTÍCULO 323.- Libros. El interesado debe llevar su contabilidad mediante la utilización de libros y debe presentarlos, debidamente encuadernados, para su individualización en el Registro Público correspondiente.Tal individualización consiste en anotar, en el primer folio, nota fechada y firmada de su destino, del número de ejemplar, del nombre de su titular y del número de folios que contiene. El Registro debe llevar una nómina alfabética, de consulta pública, de las personas que solicitan rubricación de libros o autorización para llevarlos registros contables de otra forma, de la que surgen los libros que les fueron rubricados y, en su caso, de las autorizaciones que se les confieren.

1. IntroducciónLa norma se refiere a las formalidades extrínsecas que deben reunir los registros contables. Los libros que obligatoriamente deben llevar los sujetos indicados en el art. 320 deberán estar encuadernados y foliados para su individualización en el Registro correspondiente.2. InterpretaciónSi bien el precepto alude a la individualización y a la rubricación como sinónimos, formalmente son cosas distintas. La individualización se refiere a la nominación o denominación del libro; en cambio, la rubricación consiste en la fijación

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de una nota que se adhiere a la primera página útil, en la que debe constar la fecha de su expedición y firma, la indicación del destino del libro, el número de ejemplar, el nombre de su titular y el número de folios que contiene.

ARTÍCULO 324.- Prohibiciones. Se prohíbe:a. alterar el orden en que los asientos deben ser hechos;b. dejar blancos que puedan utilizarse para intercalaciones o adiciones entre los asientos;c. interlinear, raspar, emendar o tachar. Todas las equivocaciones y omisiones deben salvarse mediante un nuevo asiento hecho en la fecha en que se advierta la omisión o el error;d. mutilar parte alguna del libro, arrancar hojas o alterar la encuadernación o foliatura;e. cualquier otra circunstancia que afecte la inalterabilidad de las registraciones.

InterpretaciónSe impone en este artículo que los libros sean llevados cumpliendo exigencias sustanciales que apuntan a asegurar la veracidad de la información y su valor probatorio. Se trata de las formas intrínsecas de los registros contables y, por lo tanto, no se puede: alterar el orden en que los asientos deben ser hechos; dejar blancos que puedan utilizarse para intercalaciones o adiciones entre los asientos; interlinear, raspar, emendar o tachar; mutilar parte alguna del libro; arrancar hojas o alterar la encuadernación o foliatura; cualquier otra circunstancia que afecte la inalterabilidad de las registraciones. La enumeración de los actos prohibidos es meramente enunciativa y no taxativa, razón por la cual deben considerarse prohibidas todas las operaciones que, en definitiva, permitan adulterar el sistema contable. (266)

ARTÍCULO 325.- Forma de llevar los registros. Los libros y registros contables deben ser llevados en forma cronológica, actualizada, sin alteración alguna que no haya sido debidamente salvada. También deben llevarse en idioma y moneda nacional.Deben permitir determinar al cierre de cada ejercicio económico anual la situación patrimonial, su evolución y sus resultados. Los libros y registros del artículo 322 deben permanecer en el domicilio de su titular.

1. IntroducciónEn el artículo anterior se enunciaron los hechos que no podían realizarse en los registros contables. Aquí se mencionan requisitos positivos que deben cumplir los sujetos obligados a llevar la contabilidad.2. Interpretación2.1. CronologíaLos registros contables deben asentarse cronológicamente. Se trata de un requisito indispensable para que la contabilidad sea seria y ordenada. Es factible que se lleve durante períodos de tiempo (semanal, mensual, anual, etc.) y no necesariamente en forma diaria.2.2. ActualizaciónLa contabilidad debe ser actual y no deben existir atrasos importantes en la registración de las operaciones.2.3. Ausencia de alteracionesEste requisito se vincula con lo dispuesto en el art. 324 CCyC. En caso de existir una omisión, debe ser debidamente salvada.2.4. Idioma y moneda nacionalEl recaudo no merece reparos. En caso de llevarse a cabo operaciones en moneda extranjera, debe efectuarse el asiento en moneda nacional, aunque pueda hacerse mención a la existencia de obligaciones en aquella moneda.2.5. Permanencia de los librosSe reitera el deber de que los libros y registros permanezcan en el domicilio de su titular, cuestión que facilita la labor de los organismos de control.

ARTÍCULO 326.- Estados contables. Al cierre del ejercicio quien lleva contabilidad obligada o voluntaria debe confeccionar sus estados contables, que comprenden como mínimo un estado de situación patrimonial y un estado de resultados que deben asentarse en el registro de inventarios y balances.

1. IntroducciónLa confección de los denominados estados contables implica y conlleva la construcción de un informe contable cuyos destinatarios resultan, en muchas oportunidades, personas ajenas a quienes ejercen la actividad económica organizada; de allí, la exigencia de uniformidad y demás requisitos que prevé el art. 321 CCyC.2. InterpretaciónEl artículo establece la obligación legal de realizarlos al cierre de cada ejercicio y de que, como mínimo, contengan y se refieran a la situación patrimonial de la empresa y a un estado de resultados, los que deben asentarse en los libros correspondientes. De ello se infiere, como característica saliente, su periodicidad, acompañada al cierre de cada

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ejercicio y, a su vez, la existencia de un estándar mínimo o piso de información constituido por la situación patrimonial de la empresa y los resultados obtenidos.La conformación y diseño de estos informes pertenece a las reglas de la contabilidad que regula la forma de su presentación. En este aspecto, la letra del Código es lo suficientemente amplia como para contemplar la evolución de la ciencia y la técnica contable, evitando un posible desajuste de la norma sancionada con el devenir de nuevos avances técnicos Del mismo modo, estos informes son tenidos en cuenta también por el empresario o su organización para la toma de decisiones acerca del curso a seguir y para el control de la gestión del negocio, por lo que el tema de la veracidad de su contenido adquiere relevancia y notorias consecuencias jurídicas.La contabilidad debe reflejar, entonces, los hechos económicos de acuerdo a los documentos y operaciones que los originan, en forma fidedigna y cronológica, para asegurar el objeto que persigue la obligación legal contenida en el art. 320 CCyC.

ARTÍCULO 327.- Diario. En el Diario se deben registrar todas las operaciones relativas a la actividad de la persona que tienen efecto sobre el patrimonio, individualmente o en registros resumidos que cubran períodosde duración no superiores al mes. Estos resúmenes deben surgir de anotaciones detalladas practicadas en subdiarios, los que deben ser llevados en las formas y condiciones establecidas en los artículos 323, 324 y 325. El registro o Libro Caja y todo otro diario auxiliar que forma parte del sistema de registraciones contables integra el Diario y deben cumplirse las formalidades establecidas para el mismo.

1. IntroducciónEl Libro Diario es uno de los registros indispensables que establece el art. 322, inc. a, CCyC. Supone anotar cronológicamente, día a día —de allí su denominación— todos los hechos económicos que se registraron en el negocio de que se trata. Técnicamente, la anotación de estos acontecimientos o transacciones en el Libro Diario se denomina asiento. 2. InterpretaciónDe la letra del CC se sigue que el registro o Libro Caja, y todo otro libro auxiliar, integran el Libro Diario. Ello es así, dado que el Libro Caja sirve de registro de los cobros y pagos en efectivo y equivalentes de efectivo, dándose cuenta del manejo del dinero. Si bien aparece como un libro auxiliar, adquiere importancia ya que en él se registran las operaciones en dinero y sus equivalentes, que realiza la empresa.En el mismo sentido, se establece que todo otro diario auxiliar que forma parte del sistema de registraciones tiene carácter obligatorio. Se persigue, en definitiva, que los libros sean llevados de manera tal que se preserve la fe de sus asientos en correspondencia con la realidad del negocio.ARTÍCULO 328.- Conservación. Excepto que leyes especiales establezcan plazos superiores, deben conservarse por diez años:a. los libros, contandose el plazo desde el último asiento;b. los demas registros, desde la fecha de la última anotación practicada sobre los mismos;c. los instrumentos respaldatorios, desde su fecha.Los herederos deben conservar los libros del causante y, en su caso, exhibirlos en la forma prevista en el artículo 331, hasta que se cumplan los plazos indicados anteriormente.

InterpretaciónLa conservación de los libros se fija en diez anos, al igual que en el anterior Código de Comercio (art. 67).La conservación no solo implica la no destrucción de los libros, sino mantenerlos y cuidarlos para que no sufran deterioro por el transcurso del tiempo u otro tipo de inclemencia, para que puedan ser consultados o puestos a disposición en caso de ser requeridos. Esta imposición de conservar los libros guarda correlato con cuestiones relativas al orden jurídico en su conjunto; tal es así que la prueba de libros tiene una impronta específica de acuerdo a lo que se verá al comentar el art. 330 CCyC. El CCyC ha optado por dejar a cargo de los Registros Públicos correspondientes el otorgamiento de determinadas autorizaciones (art. 329 CCyC); entre ellas, se faculta al titular de los libros a pedir autorización para conservar la documentación en microfilm, discos ópticos u otros medios aptos a ese fin.El comerciante tiene la posibilidad de conservar los libros en los medios técnicos señalados siempre que, con vistas a asegurar su autenticidad, se garantice su reproducción fidedigna y se tenga certeza del origen de la información.

ARTÍCULO 329.- Actos sujetos a autorización. El titular puede, previa autorización del Registro Público de su domicilio: a. sustituir uno o mas libros, excepto el de Inventarios y Balances, o alguna de sus formalidades, por la utilización de ordenadores u otros medios mecanicos, magnéticos o electrónicos que permitan la individualización de las operaciones y de las correspondientes cuentas deudoras y acreedoras y su posterior verificación;b. conservar la documentación en microfilm, discos ópticos u otros medios aptos para ese fin.

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La petición que se formule al Registro Público debe contener una adecuada descripción del sistema, con dictamen técnico de Contador Público e indicación de los antecedentes de su utilización. Una vez aprobado, el pedido de autorización y la respectiva resolución del organismo de contralor, deben transcribirse en el libro de Inventarios y Balances.La autorización sólo se debe otorgar si los medios alternativos son equivalentes, en cuanto a inviolabilidad, verosimilitud y completitud, a los sistemas cuyo reemplazo se solicita.

InterpretaciónEl CCyC dejó a cargo de los Registros Públicos el otorgamiento de autorizaciones para sustituir uno o más libros, excepto el de Inventarios y Balances, lo que contempla el permanente avance técnico en la materia y debe llevarse a cabo con la debida fiscalización. En tal sentido se requiere, entre otros requisitos, la participación de un contador público a través de la presentación de un dictamen. Se podrán requerir distintas autorizaciones que variarán en función del negocio o empresa, dimensión, complejidad y demás características de la actividad. Por ello, la petición que se formule ante el Registro debe ser fundada, esto significa, brindar las razones que justifiquen lo pedido

ARTÍCULO 330.- Eficacia probatoria. La contabilidad, obligada o voluntaria, llevada en la forma y con los requisitos prescritos, debe ser admitida en juicio, como medio de prueba.Sus registros prueban contra quien la lleva o sus sucesores, aunque no estuvieran en forma, sin admitírseles prueba en contrario. El adversario no puede aceptar los asientos que le son favorables y desechar los que le perjudican, sino que habiendo adoptado este medio de prueba, debe estarse a las resultas combinadas que presenten todos los registros relativos al punto cuestionado.La contabilidad, obligada o voluntaria, prueba en favor de quien la lleva, cuando en litigio contra otro sujeto que tiene contabilidad, obligada o voluntaria, éste no presenta registros contrarios incorporados en una contabilidad regular.Sin embargo, el juez tiene en tal caso la facultad de apreciar esa prueba, y de exigir, si lo considera necesario, otra supletoria.Cuando resulta prueba contradictoria de los registros de las partes que litigan, y unos y otros se hallan con todas las formalidades necesarias y sin vicio alguno, el juez debe prescindir de este medio de prueba y proceder por los méritos de las demas probanzas que se presentan.Si se trata de litigio contra quien no esta obligado a llevar contabilidad, ni la lleva voluntariamente, ésta sólo sirve como principio de prueba de acuerdo con las circunstancias del caso. La prueba que resulta de la contabilidad es indivisible.

1. IntroducciónEn este artículo se mantiene la tradición mercantilista, ya que los libros llevados son admitidos en juicio como medios de prueba entre los comerciantes y para acreditar asuntos relativos a la empresa. Hay unanimidad en aceptar, desde una óptica estrictamente procesal, que son pruebas documentales, por lo que deben ser ofrecidos como prueba —en principio, en oportunidad de promover la demanda, la reconvención o sus contestaciones—.2. InterpretaciónEl artículo fija las reglas acerca de la eficacia probatoria de la prueba de libros. Para ello se distingue, por un lado, a las personas que en forma obligada o voluntaria llevan su contabilidad registrada y a los problemas que pueden suscitarse entre ellas, y por el otro, a las personas que no están obligadas ni llevan voluntariamente contabilidad alguna. En cuanto al primer supuesto, se establece que los registros prueban contra quien lo lleva o sus sucesores, aunque los libros no estuvieran en forma, sin admitírseles prueba en contrario.Dicho temperamento comporta la aplicación del principio por el cual se impide ir contra los propios actos, desde que no es lícito hacer valer un derecho en contradicción con la anterior conducta, interpretada objetivamente según la ley, las buenas costumbres o la buena fe. Nadie puede ponerse en contradicción con sus propios actos ejerciendo una conducta incompatible con otra anterior, deliberadamente cumplida, jurídicamente relevante y plenamente eficaz. Ergo, si el comerciante construye su propia registración, mal puede desconocerla en caso de no convenirle Dentro del supuesto entre comerciantes, se establece que la contabilidad prueba a favor de quien la lleva cuando el adversario, también comerciante, no presenta contabilidad registrada. Ello, aunque no resulta una prueba absoluta dado las facultades conferidas al juez que surgen del texto de la norma.En efecto, el rol del juez resulta preponderante, ya que, en la oportunidad del dictado de la sentencia definitiva, deberá no solo ponderar lo que surja de los libros, sino también integrarlos dentro del contexto de la totalidad de la prueba y bajo el prisma de la sana crítica.En el segundo caso, cuando se trata de un litigio entre un comerciante y una persona no comerciante, las registraciones contables solo valen como principio de prueba, adquiriendo un carácter indiciario, con algunas excepciones.

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ARTÍCULO 331.- Investigaciones. Excepto los supuestos previstos en leyes especiales, ninguna autoridad, bajo pretexto alguno, puede hacer pesquisas de oficio para inquirir si las personas llevan o no registros arreglados a derecho.La prueba sobre la contabilidad debe realizarse en el lugar previsto en el artículo 325, aun cuando esté fuera de la competencia territorial del juez que la ordena.La exhibición general de registros o libros contables sólo puede decretarse a instancia de parte en los juicios de sucesión, todo tipo de comunión, contrato asociativo o sociedad, administración por cuenta ajena y en caso de liquidación, concurso o quiebra. Fuera de estos casos únicamente puede requerirse la exhibición de registros o libros en cuanto tenga relación con la cuestión controvertida de que se trata, así como para establecer si el sistema contable del obligado cumple con las formas y condiciones establecidas en los artículos 323, 324 y 325.

InterpretaciónEl artículo consagra el principio de confidencialidad de los libros de comercio, prohibiéndose las pesquisas genéricas para inquirir a las personas acerca de las formas en que desarrollan su contabilidad o no lo hacen. Ello tiene basamento constitucional si estamos a lo dispuesto en los arts. 14 y 18 y concs. CN.Frente a este principio de confidencialidad, se establecen los casos por los cuales determinados interesados podrían tomar conocimiento de las registraciones, lo que se denomina, técnicamente, “exhibición”.La exhibición se encuentra limitada a los casos enunciados en la norma, debiendo ponderarse con suma estrictez aquellos supuestos que no encuadren plenamente en el articulado. Tal es así que se requiere de un proceso judicial y de la decisión de un juez que analice el pedido. Y, en su caso, la prueba contable se realizará en el lugar del domicilio de su titular, independientemente de que el conocimiento del litigio le corresponda a un juez de otra jurisdicción, librándose un exhorto con las formalidades pertinentes

El caso particular del Artesano. El Fiduciario como persona humana.C.-EL CASO DEL ARTESANO.Artesano es quien trabaja personalmente, con o sin ayuda de obreros o aprendices bajo su dirección, en la fabricación de objetos que vende o en la refacción de cosas de propiedad de su clientela (Zavala Rodríguez). O sea que es artesano tanto quien fabrica o elabora (carpintero, herrero, joyero, etc.), como quien realiza reparaciones (mecánico, afilador, electricista, plomero, gasista, service, etc.). En el código de comercio la doctrina controvertía su calidad de comerciante, aplicando para diferenciarlo ora un criterio cuantitativo (según tenga o no capital, colaboradores y volumen de facturación) ora uno cualitativo (según la medida de su trabajo personal) (Anaya). La jurisprudencia, en general, le ha negado carácter de comerciante, sin embargo, Etcheverry propone considerarlo como tal por no existir, a su juicio, diferencias cualitativas con el fabricante. Por nuestra parte señalamos que mientras el artesano realice un trabajo personal, no podría ser considerado comerciante, lo que se corrobora con la autorización al fallido de ejercer “tareas artesanales” (art. 104 ley 24.522) a pesar de tener prohibido “ejercer el comercio” por su inhabilitación desde la fecha de la quiebra (art.238 de la misma ley).En consecuencia, el artesano caerá o no en la figura de la “actividad económica organizada” o en la de titular de “empresa” o de “establecimiento industrial o de servicios”, según su situación cualitativa (personal, capital) y cuantitativa (trabajo propio).

D.-EL CASO DEL FIDUCIARIO PERSONA HUMANA.Los negocios fiduciarios generan una específica obligación de rendir cuentas por parte del fiduciario en tanto en ellos coexisten una transferencia de propiedad y un mandato a cumplir en el marco de una relación de confianza.13

Conforme con el art. 7º de la ley 24.441, último párrafo, “en todos los casos los fiduciarios deberán rendir cuentas a los beneficiarios con una periodicidad no mayor a un año”.Pero además de ese deber irrenunciable hacia el beneficiario, entendemos que el fiduciario debe también rendir cuentas al fiduciante14.En el Código Civil y Comercial el art. 1675 establece que la rendición de cuentas puede ser solicitada por el beneficiario, por el fiduciante o por el fideicomisario, en su caso, conforme con la ley, con las previsiones contractuales, y rendirse con una periodicidad no mayor a un año.Ahora bien, cuando se trate de un fideicomiso que tenga cierto grado de “actividad económica organizada“ el fiduciario tiene la obligación de rendir cuentas mediante el llevado regular de contabilidad emitiendo estados contables anuales por aplicación del art. 320 citado.Al respecto, el art. 1º del Decreto 780/95 establece que “En todas las anotaciones registrales o balances relativos a bienes fideicomitidos, deberá constar la condición de propiedad fiduciaria con la indicación en fideicomiso”.

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Por su parte, la Comisión Nacional de Valores en sus “Normas”, Cap.XV.5, en cuanto a los fideicomisos financieros, prevé la presentación a la Comisión de: a) estados de situación patrimonial; b) estado de evolución del patrimonio neto; c) estado de resultados y d) estado de origen y aplicación de fondos, como así que se sigan los mismos criterios de valuación y exposición exigidos a las emisoras, que se brinde cierta información complementaria específica (art. 27), y una información anual y trimestral (art.28) 15.Por su parte, en el Informe nro.28 del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Bs.As.16 considera necesario que, cuando la trascendencia económica y jurídica del patrimonio del fideicomiso, así como la gestión o administración involucrada en el contrato de creación (la cuál puede presentar un grado de complejidad asimilable a la de una entidad comercial o industrial) lo justifiquen, el fideicomiso presente información periódica en forma de estados contables (4.6.1.).También recomienda presentar los cuatro estados exigidos por la Comisión Nacional de Valores para los fideicomisos financieros, pero sostiene que no todos son obligatorios si por las características del fideicomiso no se justifica dicha presentación (4.6.2.).

RENDICIÓN DE CUENTAS.

ARTÍCULO 858.- Definiciones. Se entiende por cuenta la descripción de los antecedentes, hechos y resultados pecuniarios de un negocio, aunque consista en un acto singular. Hay rendición de cuentas cuando se las pone en conocimiento de la persona interesada, conforme a lo dispuesto en los artículos siguientes.1. IntroducciónLa norma aquí regulada se vincula con los arts. 68 a 74 CCom., y con lo establecido en los arts. 116 CCyC —rendición de cuentas del tutor—, 130 y 132 CCyC —rendición de cuentas en la tutela—, 1334 CCyC —rendición de cuentas por el mandatario—, 1550 CCyC — rendición de cuentas tutores y curadores—, 2355 CCyC —rendición de cuentas del administrador de la herencia—, entre otros. Como asi también, con los arts. 655 a 657 CPCCN. El art. 68 CCom. disponía que toda negociación es objeto de una cuenta y que aquella debe ser conforme a los asientos de los libros de quien la rinde, acompañada de los respectivos comprobantes. La legislación no establecía, mediante las categorías ahora estipuladas, la obligación de rendir cuentas (ver art. 70 CCom.).Por su parte, debe recordarse que si bien el Código Civil de Vélez no regulaba esta figura en forma expresa, podía esta reconocerse en los arts. 458 a 467 CC sobre cuentas de la tutela, art. 475 CC en materia de curatela, art. 1909 CC y ss. en lo relativo a las obligaciones del mandatario, art. 1700 CC para los administradores de la sociedad, arts. 3868, 3869, 3873, 3874 CC respecto del albacea testamentario. El CCyC recepta lo dispuesto por el Proyecto de 1998 (arts. 805 a 810) estipulando una regulación precisa y sistemática de la rendición de cuentas, definiendo en lo sustancial de modo amplio y preciso este instituto.En punto a ello en los Fundamentos del Proyecto de 2012 se señala que la rendición de cuentas es “… regulada sistematicamente con la finalidad de hacer coherentes la aplicación de este instituto en numerosos ambitos”. Si bien su regulación y tratamiento conjunto del cumplimiento de rendir cuentas ha sido recibido con beneplácito por la doctrina, se ha criticado desde un punto de vista metodológico la ubicación del instituto en la última Sección referida a “clases de obligaciones” —Libro Tercero, Título I, Capítulo 3 —.

2. Interpretación2.1. Definición de cuentaTal como estipula la norma en comentario, “cuenta es la descripción de los antecedentes, hechos y resultados pecuniarios de un negocio, aunque consista en un acto singular”. Es decir que la cuenta contiene la información documentada de las circunstancias de una actividad determinada y/o de un negocio. Dicha información documentada permitirá al sujeto en cuestión confeccionar los estados contables con base en esta documentación respaldatoria.Cierto sector de la doctrina sostiene que es un documento contable que demuestra en términos numéricos las diversas operaciones que han sido llevadas a cabo en una actividad negocial realizada en interés ajeno concluida con determinado resultado.Desde un punto de vista contable, constituyen una cuenta las anotaciones que refieren las variaciones sufridas por el objeto de la cuenta. Estos asientos deben encontrarse respaldados y concordados con la documentación e información pertinente de manera consistente.Se ha dicho que la cuenta es la descripción gráfica de los diversos hechos y resultados pecuniarios relativos a una operación. En este sentido, se sostiene que toda cuenta tiene tres elementos constitutivos:a. el título o denominación, que determina el objeto o el sujeto de la cuenta;b. la descripción sumaria de los hechos relativos a la operación objeto de la cuenta, tales como enajenaciones, adquisiciones, gastos y demás actos o gestiones que se refieran al patrimonio; yc. los resultados de la operación, parciales o generales evaluados en dinero o en especie.

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Pueden ser descriptivas o sinópticas. Las primeras presentan, además de los resultados numéricos, una descripción somera de los hechos que han producido los resultados. Las segundas solo indican el título y los resultados.2.2. Rendición de cuentasLa rendición de cuentas es la demostración ordenada, sistematizada y documentada, a través de la cual se cumple el deber legal de informar a otro, las operaciones, procedimientos y resultado de un negocio.Consiste en dar razón del cometido en interés ajeno, detallando los actos cumplidos —en este sentido debe tenerse presente que dicha exposición tiene una faz contable y una jurídica de los intereses administrados— y estableciendo un resultado final. En el aspecto contable se muestran una serie de datos que dan cuenta del resultado económico de la actividad desplegada por una persona que actúa en interés ajeno. Cada asiento reflejado en los libros contables debe estar en correspondencia con los documentos que justifiquen la partida.Desde el punto de vista jurídico la rendición de cuentas permite demostrar, mediante la documentación respaldatoria, las negociaciones efectuadas y su resultado.Se destaca que la “rendición de cuentas” y “cuentas”, si bien son cercanas, no deben ser confundidas por cuanto la rendición de cuentas es un deber de poner en conocimiento del dueño del negocio los resultados y circunstancias en que el negocio se ha realizado, mientras que las cuentas son la forma ordinaria en que se cumple con esa obligación.La forma en que debe hacerse la cuenta es jurídicamente indiferente, pero por lo general se realiza con dos columnas de Debe y Haber, designadas con estos nombres o con las de Entradas y Salidas, Activo y Pasivo, Cargo y Descargo, según mejor convenga a la naturaleza de la operación objeto de la cuenta.Sentada esta distinción, la rendición de cuentas es una obligación de hacer inherente a toda gestión de negocios ajenos o parcialmente ajenos o cualquiera sea su carácter. En efecto, la rendición de cuentas constituye una obligación inherente al ejercicio de profesiones u actividades lucrativas y también de toda operación realizada en interés ajeno, sea ello por virtud del principio de la autonomía privada, por la índole de la actividad desarrollada o por disposición legal (art. 860 CCyC).En este sentido, si bien en muchos casos puede ser un deber legal como en la tutela, también puede tener su fuente en la convención de las partes —tal el caso del mandato— modificando estas sus alcances y contenido. En este orden de ideas, nótese que en ambas se constata una presunción de confianza en quien gestiona. En el primer caso, es la ley la que establece los requisitos que deben verificarse para que se cumpla con ese estándar de confianza o presunción de fidelidad. En el segundo, son las partes quienes al entregar el manejo de sus bienes parten de la existencia de esta confianza que le da sustento a tal actuar.Esta obligación de rendir cuentas subsiste aún, basándose en el argumento de que de las operaciones realizadas no hubiera surgido beneficio alguno, por cuanto el resultado solo podrá conocerse una vez finalizada la misma.Existen dos pretensiones posibles:a. la de exigir de la otra parte que rinda cuentas, previa presentación de la estimación ab initio presentada;b. las del supuesto obligado que requiere la aprobación de las cuentas que voluntariamente presenta el obligado cuando la otra parte se niega a aprobarlas.2.3. El proceso de rendición de cuentasEn la mayoría de los casos, el desarrollo normal de la relación existente entre las partes debería concluir con una rendición de cuentas privada o extrajudicial. Las diferencias entre las partes respecto de la existencia de la obligación o de la forma de su cumplimiento puede derivar en este tipo de proceso que se integra por dos etapas a las cuales puede añadirse una tercera para el cobro del saldo si lo hubiere. Así, en la primera etapa se debate la existencia de la obligación de rendir cuentas y, solo si esta es cuestionada, se torna necesario el dictado de la sentencia respectiva que la declare, determinando si existe o no la obligación de rendirlas.En la segunda de las etapas se presentan las cuentas documentadas y detalladas, las que pueden ser o no objeto de impugnación y de prueba, con la consecuente decisión de que las apruebe o no como correctas.En este orden de ideas, la segunda etapa tiene como presupuesto que se haya determinado que existe una obligación a rendirlas y que se haya obligado al condenado a hacerlo o bien que este se haya allanado a rendirlas, en cuyo caso es innecesario proseguir el procedimiento de comprobación dictando el juez sentencia haciendo lugar al reclamo y fijando un término para su cumplimiento si es que el obligado no las rindió al momento de responder la demanda.Por último, de existir un saldo impago a favor del acreedor o un saldo deudor a favor del administrador o gestor, cabe su ejecución en el caso de que no haya existido pago espontáneo por parte del contrario.2.4. RenunciabilidadPara un sector de la doctrina, la renuncia a la obligación de rendir cuentas en el ámbito comercial es contraria a la naturaleza del comercio y su carácter irrenunciable se justifica por razones de orden público ya que —sostiene— que es un gran estímulo a la honestidad comercial. Otro sector señala que no puede haber óbice a la renuncia, pues no advierte cuál es el interés jurídico comprometido, sosteniendo que este interés concierne solamente al interés privado del dueño del negocio.

ARTÍCULO 859.- Requisitos. La rendición de cuentas debe:a. ser hecha de modo descriptivo y documentado;b. incluir las referencias y explicaciones razonablemente necesarias para su comprensión;

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c. acompañar los comprobantes de los ingresos y de los egresos, excepto que sea de uso no extenderlos;d. concordar con los libros que lleve quien las rinda.

Fuentes y antecedentes: Proyecto de Código de 1998.1. IntroducciónLa normativa anterior de esta materia se encontraba contenida en los arts. 68 a 73 CCom., y en los arts. 1909 y 1911 CC. Su actual tratamiento concuerda con los arts. 1334 CCyC —rendición de cuentas por el mandatario—, y 655 CPCCN. De acuerdo a lo dispuesto en los arts. 68 a 73 CCom.; arts. 1909 y 1911 CC y art. 655 CPCCN la jurisprudencia exigía que las rendiciones de cuenta sean respaldadas por la documentaciónpertinente y los asientos de los libros de comercio, todo ello integrado por una explicación razonable que dé cuenta de las operaciones efectuadas al momento de gestionar los negocios sobre los que se trate.En ambos Códigos, el Civil y el Comercial, no había una previsión normativa que estipulase los requisitos que habían sido impuestos por la doctrina y la jurisprudencia. La norma en comentario tiene como fuente el Proyecto de Código de 1998 y regula, en forma expresa y sistematizada, sus requisitos receptando los impuestos por la jurisprudencia y la doctrina.2. Interpretación2.1. RequisitosTal como señala la norma en estudio, la rendición de cuentas es una exposición detallada, fundada y pormenorizada que debe realizar el obligado al finalizar la gestión. Se ha señalado, respecto al modo de su cumplimiento, que si bien es un acto formal no es un requisito la observancia de fórmulas sacramentales ni debe ser exigida con rigurosidad.Debe describir la operatoria, el procedimiento seguido y los resultados obtenidos del negocio respectivo.Dicha descripción debe encontrarse documentada, detallada y sistematizada, de modo tal que el sujeto pasivo pueda comprobar el cumplimiento de las obligaciones a su cargo.En este sentido, quien rinde cuentas debe presentar la documentación respaldatoria dela operatoria que describe, acompañando los comprobantes respectivos, los que debeconservar a ese fin.La rendición debe ser integral y permitir al destinatario examinarla y cotejarla con amplitud teniendo como punto de partida cada uno de los asientos y la comprobación de los documentos que los respalden.Se exime a quien rinde cuentas el acompañamiento de aquellos comprobantes de los ingresos y egresos que no sean de uso extenderlos.Debe efectuarse conforme a los libros del sujeto pasivo o deudor, debiendo necesariamente existir una correspondencia entre las cuentas y los asientos contables; estos últimos tienen preponderancia en caso de discordancia, por cuanto se efectúan con anterioridad a la rendición.El acreedor puede contradecir la presentación efectuada por el obligado siempre que funde sus observaciones con base a estos mismos parámetros. Es decir, fundadamente, con precisión y respaldo documental, tal como es exigible a los fines de su rendición. En este orden de ideas, el acreedor no puede basar el rechazo a las cuentas rendidas en un simple desconocimiento o impugnación.

ARTÍCULO 860.- Obligación de rendir cuentas. Estan obligados a rendir cuentas, excepto renuncia expresa del interesado:a. quien actúa en interés ajeno, aunque sea en nombre propio;b. quienes son parte en relaciones de ejecución continuada, cuando la rendición es apropiada a la naturaleza del negocio;c. quien debe hacerlo por disposición legal.La rendición de cuentas puede ser privada, excepto si la ley dispone que debe ser realizada ante un juez.

1. InterpretaciónLa norma contenida en este artículo concuerda con lo previsto en los arts. 1909 CC —obligación de rendir cuentas al mandatario—; 3868 CC —albacea—; 460 CC —tutor—; 475 CC —curador—; 2296 y 2297 CC —gestor de negocios—; 3382 CC —el administrador judicial, el locador de obras cuando realiza esa tarea por administración, el heredero con beneficio de inventario—; 11 ley 13.512 —el administrador del consorcio de propiedad horizontal—; 2701 CC —el administrador de cosa común—; 277 CCom. —el comisionista—, entre otros.Asimismo, concuerda con los arts. 116 CCyC —rendición de cuentas del tutor—; 130 y 132 CCyC —rendición de cuentas en la tutela—, 1334 CCyC —rendición de cuentas por el mandatario—, 1550 CCyC —rendición de cuentas tutores y curadores—; 2355 CCyC —rendición de cuentas del administrador de la herencia—, entre otros. Por último, con el art. 652 CPCCN.De acuerdo a lo dispuesto expresamente en el CCom. debía rendirse cuentas al fin de cada negociación, o en transacciones comerciales de curso sucesivo, los comerciantes corresponsales respecto de la negociación concluida, o de la cuenta corriente cerrada al fin de cada año (art. 69 CCom.) y los comerciantes que contratan por cuenta ajena (art. 70 CCom). Por su parte, el CC estipulaba la obligación de rendir cuentas del mandatario

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en el art. 1909 CC y ss.La norma en estudio adopta la redacción del Proyecto de 1998. Determina de modo orgánico y particular los sujetos que deben rendir cuentas; estos son los que actúan en interés ajeno aun cuando lo hagan a nombre propio; quienes son parte en las relaciones de ejecución continuada, si la rendición es apropiada a la naturaleza de la obligación; y los demás sujetos establecidos en la ley.Por aplicación del principio de autonomía de la voluntad contempla el acuerdo de partes para la realización de la rendición de cuentas privadamente, es decir, sin intervención judicial.La acción judicial por rendición de cuentas puede ser el motivo específico de una acción deducida en juicio que ha tenido su origen en la negativa u omisión del obligado a rendirlas en tiempo oportuno y debida forma, o motivado por la negativa del acreedor o dueño del negocio a recibirlas.Dentro del supuesto de rendición de cuentas judicial puede tramitar como incidente de un proceso principal sin que implique en todos los casos la existencia de una controversia, sino que dicha rendición deriva de la administración natural de bienes ajenos.

ARTÍCULO 861.- Oportunidad. Las cuentas deben ser rendidas en la oportunidad en que estipulan las partes, o dispone la ley. En su defecto, la rendición de cuentas debe ser hecha:a. al concluir el negocio;b. si el negocio es de ejecución continuada, también al concluir cada uno de los períodos o al final de cada año calendario.

Fuentes y antecedentes: Proyecto de 1998.1. InterpretaciónEsta norma resulta concordante con los arts. 69 y 277 CCom., y art. 3960, primera parte, CC.De conformidad con lo previsto por la norma, las cuentas deben ser rendidas en la oportunidad que estipulan las partes o dispone la ley. La disposición legal es una norma supletoria. En caso de ausencia de estipulación en contrario, o de un precepto normativo que establezca otra circunstancia, deben ser rendidas al concluirse el negocio y, cuando se trate de obligaciones de ejecución continuada, al finalizar cada uno de los períodos obien al final de cada año calendario.Asimismo, la norma contempla la posibilidad de que el ámbito temporal para la obligación de rendir cuentas esté dado por el fin de cada año calendario y no, como se interpretaba con anterioridad, al finalizar el año de gestión. En cualquiera de los supuestos mencionados, el cumplimiento en forma extemporánea de la obligación del deudor de rendir cuentas habilita al acreedor a efectuar la rendición por sí mismo.El antecedente de la norma es el Proyecto de 1998.Del Código Civil de Vélez se desprendía que la oportunidad de rendir cuentas comenzaba a correr desde el día en que los sujetos obligados cesaban en sus respectivos cargos (art. 3960, parte primera, CC).Asimismo, el Código de Comercio estipulaba en el art. 69 que, salvo convención de partes, la rendición de cuentas debía ser realizada una vez finalizada la negociación.

ARTÍCULO 862.- Aprobación. La rendición de cuentas puede ser aprobada expresa o tacitamente. Hay aprobación tacita si no es observada en el plazo convenido o dispuesto por la ley o, en su defecto, en el de treinta días de presentadas en debida forma. Sin embargo, puede ser observada por errores de calculo o de registración dentro del plazo de caducidad de un año de recibida.Fuentes y antecedentes: Proyecto de 1998.1. InterpretaciónEste artículo concuerda con lo que disponían los arts. 72 y 73 CCom. De conformidad con lo dispuesto por el art. 72 CCom., solo se entendía rendida la cuenta una vez concluidas todas las cuestiones que le eran relativas. Por su parte, conforme el art. 73 CCom. se presumía de manera implícita la exactitud de la cuenta en los casosen que se dejaba transcurrir un mes contado desde la recepción de la cuenta, sin haber efectuado ninguna observación en punto a ella, salvo prueba en contrario, y salvo también la disposición especial en algunos casos. Tal disposición, a diferencia de la norma en estudio, contemplaba el plazo de un mes y no de treinta días.La fuente de esta norma es el Proyecto de 1998.En punto a la aceptación, esta puede ser tácita o expresa. La aceptación tácita es una presunción legal que admite prueba en contrario. Al recibir el mandante o dueño del negocio la cuenta, y dejar transcurrir el plazo convenido olegal —o, en su defecto, los treinta días— sin hacer observaciones se presume su aceptación pero esta presunción es iuris tantum, admite prueba en contrario, debiendo también probarse que ha existido algunaimposibilidad concreta para impugnar judicial o extrajudicialmente en el término legal. Asimismo, se fija en un año el plazo de caducidad para plantear observaciones por errores de cálculo, el cual comienza a correr desde la recepción de la rendición.Así, la rendición de cuentas es entregada al mandante o dueño del negocio quien puede aceptarlas o no de manera tácita —dejando transcurrir el plazo conforme a lo dispuesto en la norma— o expresa. Solo en el caso de que existan

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observaciones y estas no sean aceptadas existirá un conflicto cuya dilucidación quedará librada a un pleito o una transacción. La aceptación tácita prevista en la norma pretende brindar una mayor seguridad a la ejecución de los negocios a los fines de disuadir futuras controversias entre las personas interesadas.

ARTÍCULO 863.- Relaciones de ejecución continuada. En relaciones de ejecución continuada si la rendición de cuentas del último período es aprobada, se presume que también lo fueron las rendiciones correspondientes a los periodos anteriores.Fuentes y antecedentes: Proyecto de 1998.1. InterpretaciónEl antecedente de la norma es el Proyecto de 1998. No existe concordancia con norma anterior. Este artículo tiene como fin facilitar el despliegue y evolución de los negocios jurídicos. Refiere a los contratos de tracto sucesivo o prestaciones periódicas que perviven durante un tiempo prolongado. El tracto sucesivo implica que el cumplimiento de las prestaciones se realice en un período determinado —que, por deseo de las partes, se puede extender para satisfacer sus necesidades primordiales— y se establecen una serie de términos para su ejecución. Estos términos pueden ser de ejecución continuada (ejecución única pero sin interrupción, tal el caso del arrendamiento), ejecución periódica (varias prestaciones que se ejecutan en fechas establecidas, tal el caso del suministro de agua), ejecución intermitente (se da cuando lo solicita la otra parte, tal el caso de suministro de mercancía bajo demanda).La norma en estudio estipula una presunción iuris tantum para los casos en los que las cuentas deben rendirse periódicamente. En punto a ello establece, salvo prueba en contrario, que la conformidad prestada sin reservas a la rendición de un período hace presumir la aprobación de las cuentas correspondientes a los períodos anteriores.ARTÍCULO 864.- Saldos y documentos del interesado. Una vez aprobadas las cuentas:a. su saldo debe ser pagado en el plazo convenido o dispuesto por la ley o, en su defecto, en el de diez días;b. el obligado a rendirlas debe devolver al interesado los títulos y documentos que le hayan sido entregados, excepto las instrucciones de caracter personal.Fuentes y antecedentes: Proyecto de 1998.1. InterpretaciónEste precepto se relaciona con los arts. 1909 y 1911 CC. El Código Civil de Vélez disponía al mandatario la restitución de lo que hubiera recibido en virtud del mandato, incluyendo las ganancias obtenidas, los títulos y documentos pertenecientes al mandante, a excepción de las instrucciones personales.

UNIDAD IV.- TEORÍA GENERAL DE LA REPRESENTACIÓN.- AUXILIARES DE LA ACTIVIDAD

MERCANTIL.

LA REPRESENTACIÓN DE LOS CUASI EMPRESARIOS Y EMPRESARIOS (EX COMERCIANTES).

ARTÍCULO 358.- Principio. Fuentes. Los actos jurídicos entre vivos pueden ser celebrados por medio de representante, excepto en los casos en que la ley exige que sean otorgados por el titular del derecho.La representación es voluntaria cuando resulta de un acto jurídico, es legal cuando resulta de una regla de derecho, y es organica cuando resulta del estatuto de una persona jurídica.En las relaciones de familia la representación se rige, en subsidio, por las disposiciones de este Capítulo.Representar significa actuar en nombre de otro.- El representante actúa en nombre del representado al cual se le imputan directamente todos los efectos.-

Directa: un sujeto actúa en nombre de otro.-Indirecta: El sujeto actúa en interese de otro pero lo hace a nombre propio. Impropia, según algunos autores porque dicen que no es un tipo de representación. Ejemplo contrato de comisión.-

En la representación voluntaria, el fenómeno representativo presenta dos aspectos distintos.El interno, se identifica con el encargo que una persona confiere al representante. El externo, consiste en la investidura con la cual el poderdante habilita al apoderado para gestionar los negocios frente a terceros, con el efecto de aceptar directamente todas las consecuencias de los actos cumplidos por el representante. En la representación voluntaria, la investidura resulta del acto de apoderamiento, que tiene carácter autónomo e independiente.Distintas normas del CC dieron lugar a que la doctrina distinguiera entre mandato y representación. No son antagónicas ni mucho menos, sino que tienen autonomía, pese a la frecuencia con que aparecen ligadas.El mandato puede ejecutarse con o sin representación. El poder, en cambio, es siempre representativo, inviste al apoderado de un verdadero título para obrar por otro.

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La representación permite imputar efectos directos a una persona por la actuación de otra, sea que exista un acto voluntario o un comportamiento objetivado que autorice a hacerlo. En este marco, el poder vendría a ser el título de la representación.Muchas veces se utiliza el término mandato como sinónimo de representación voluntaria.Sin embargo, puede existir representación sin mandato —porque aquella surge, por ejemplo, directamente de la ley— o bien mandato sin representación, como ocurre en aquellos casos en que el representante celebra un acto jurídico en nombre propio. Por supuesto que la representación voluntaria puede provenir de un contrato de mandato; pero así como este último es un acto jurídico bilateral, la primera es unilateral.Algunos autores afirman que el mandato impone a alguien la realización de algo, en tanto que el poder supone que una persona está autorizada a realizar algo en nombre de otra.

2.2. Representación. ClasificaciónEn la celebración de un acto jurídico puede actuar el propio interesado u otra persona en su nombre. Por excepción, como ocurre con los actos personalísimos, y en general con aquellos otros que la ley impone que sean otorgados por el titular del derecho, tal representación se encuentra vedada.Hay tres clases de representación:

a. la voluntaria , regulada en el art. 362 y ss. CCyC. Lleva esa denominación porque depende de la voluntad del interesado no solo nombrar al representante sino también elegir quién habrá de serlo;

- Negocio constitutivo: da origen a la representación la forma es discutida (Art. 363: libre- espeficfica)- Negocio representativo: el acto que realiza el representante.-

ARTÍCULO 363.- Forma. El apoderamiento debe ser otorgado en la forma prescripta para el acto que el representante debe realizar.1. IntroducciónUna norma análoga a la que expresa este artículo es la del art. 1881 CC en sus distintos incisos.2. InterpretaciónLa forma requerida para el acto encomendado al representante determina la forma a que debe sujetarse el apoderamiento. Así, por ejemplo, el poder otorgado al representante para que constituya un usufructo en favor de un tercero sobre un inmueble del representado debe ser instrumentado en escritura pública, pues esa es la forma que el Código impone para la realización de este último acto (art. 1017, inc. a, CCyC). De este modo se aclara un tópico que en los hechos podía dar lugar a algunas desinteligencias. La regla es que la forma requerida para otorgar válidamente representación voluntaria a otro sigue la suerte del acto jurídico que se encomienda y el representante debe celebrar. Así, el art. 1017 CCyC contiene una nómina de actos que requieren escritura pública. Entre ellos, los que tienen por objeto la adquisición, modificación o extinción de derechos reales sobre inmuebles; o los que tienen por objeto derechos litigiosos o dudosos también sobre inmuebles.

ARTÍCULO 364.- Capacidad. En la representación voluntaria el representado debe tener capacidad para otorgar el acto al momento del apoderamiento; para el representante es suficiente el discernimiento.

ARTÍCULO 365.- Vicios. El acto otorgado por el representante es nulo si su voluntad esta viciada. Pero si se ha otorgado en ejercicio de facultades previamente determinadas por el representado, es nulo sólo si estuvo viciada la voluntad de éste.El representado de mala fe no puede aprovecharse de la ignorancia o la buena fe del representante.

ARTÍCULO 366.- Actuación en ejercicio del poder. Cuando un representante actúa dentro del marco de su poder, sus actos obligan directamente al representado y a los terceros. El representante no queda obligado para con los terceros, excepto que haya garantizado de algún modo el negocio. Si la voluntad de obrar en nombre de otro no aparece claramente, se entiende que ha procedido en nombre propio.-

ARTÍCULO 367.- Representación aparente. Cuando alguien ha obrado de manera de inducir a un tercero a celebrar un acto jurídico, dejandolo creer razonablemente que negocia con su representante, sin que haya representación expresa, se entiende que le ha otorgado tacitamente poder suficiente.A tal efecto se presume que:a. quien de manera notoria tiene la administración de un establecimiento abierto al público es apoderado para todos los actos propios de la gestión ordinaria de éste;b. los dependientes que se desempeñan en el establecimiento estan facultados para todos los actos que ordinariamente corresponden a las funciones que realizan;c. los dependientes encargados de entregar mercaderías fuera del establecimiento estan facultados a percibir su precio otorgando el pertinente recibo.

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La apariencia se refiere aquí al poder de representación. El tercero cree que está tratando con el verdadero representante cuando, en rigor, no es así. El supuesto presenta diferencias con el anterior. En efecto, en la actuación del falso representante o del que obra excediéndose en las facultades concedidas, nada puede cuestionarse al representado, que ha sido ajeno a tal actuación. Más aún, si hubiera que indagar sobre alguna conducta reprochable en muchos casos podría hallársela en la del propio tercero, que omitió requerir la copiafirmada del poder, tal como lo habilita el art. 374 CCyC, lo que le hubiera permitido advertirla falta o exceso de representación.En cambio, en el supuesto del representante aparente, el representado juega un rol decisivo en la creación de la apariencia. Él, con sus actos u omisiones, contribuyó a la conformación de un cuadro de situación que determinó que el tercero pudiera razonablemente creer que estaba obrando con un representante suyo. De ahí que se hable, en este caso, de un “representante” y que se asimile su actuación a la de un verdadero representante, pese a que no cuenta con facultades suficientes. La apariencia juega aquí en protección de los terceros. Precisamente, las presunciones que se apuntan en los incisos que contiene la norma vienen a concretar esta tutela, en los específicos supuestos que se aluden.-

b. la representación legal es aquella que se impone necesariamente en los casos que la ley determina. Es lo que ocurre con los padres, tutores y curadores (arts. 26, 32, 100, 101, 104, 106, 107 y 109 CCyC). En estricto sentido el representante legal sustituye la persona del representado. No es la voluntad de este, sino la de aquel, la que cuenta. Sin embargo, el Código flexibiliza esta regla en numerosas disposiciones.

Así, por ejemplo, cuando establece que la persona menor de edad tiene derecho a ser oída en todo proceso judicial que le concierne y a participar en las decisiones sobre su persona (art. 26, párr 3, art. 613, in fine, art. 639, inc. c) CCyC, entre otros); que a mayor autonomía del menor, disminuye la representación de los progenitores en el ejercicio de sus derechos —art. 639, inc. b) CCyC—; que los apoyos fijados respecto de las personas con capacidad restringida o incapacidad deben tener por objeto el promover su autonomía personal y favorecer las decisiones que respondan a sus preferencias (art. 32, párr. 3 CCyC y, en igual sentido, el art. 12 CDPD, aprobada mediante resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 13/12/2006 y, en nuestro país, por la ley 26.378).

c. la representación orgánica es la que se verifica respecto de personas jurídicas y surge de los instrumentos que les dieron origen (arts. 150, 157 y 158 CCyC).

Efectos de la representación:ARTÍCULO 359.- Efectos. Los actos celebrados por el representante en nombre del representado y en los límites de las facultades conferidas por la ley o por el acto de apoderamiento, producen efecto directamente para el representado.

1. IntroducciónEste artículo establece un principio bien consolidado en la comunidad jurídica, que es aplicable a los tres subtipos de representación, aunque en el CC esta regla estaba establecida expresamente solo para el mandato. En efecto, el art. 1946 CC establecía que “los actos jurídicos ejecutados por el mandatario en los límites de sus poderes y a nombre del mandante, como las obligaciones que hubiese contraído, son consideradas como hechos por éste personalmente”.2. InterpretaciónPara que haya representación basta la actuación del representante en nombre del representado, pero para que lo obrado por el representante sea eficaz —esto es, para que pueda ser atribuido al representado—, es menester la configuración de dos recaudos: a. el otorgamiento de un poder de representación, o bien la posterior ratificación por parte del representado de lo obrado por el representante (arts. 369, 370 y 371 CCyC); yb. que el acto haya sido efectuado dentro de los límites senalados por la ley o el acto de apoderamiento. De ahí que la actuación del mandatario en exceso de las facultades contenidas en el poder (art. 375 CCyC); la realización por el tutor, sin autorización judicial, de alguno de los actos mencionados en el art. 121 CCyC; y del administrador o representante de la sociedad de actos notoriamente extranos al objeto social entre otros (art. 58 de la ley 19.550), etc., no obligan al representado, pese a que han sido otorgados por el representante.

- Facultad de representación: el representante está facultado para eso.-- Contemplatio Domini: Invocación por parte del representante que actúa en nombre de otra persona.-- Actuación dentro de las facultades: si no lo hace no se produce el efecto

ARTÍCULO 368.- Acto consigo mismo. Nadie puede, en representación de otro, efectuar consigo mismo un acto jurídico, sea por cuenta propia o de un tercero, sin la autorización del representado. Tampoco puede el representante, sin la conformidad del representado, aplicar fondos o rentas obtenidos en ejercicio de la representación a sus propios negocios, o a los ajenos confiados a su gestión.(Abuso de representación--- dentro de las facultades abusa de las mismas)

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1. IntroducciónEl CC no contenía una norma expresa similar a la comentada. De todos modos, el principio general extraído de sus disposiciones era la prohibición que pesaba sobre el representante de celebrar consigo mismo contratos que involucren los bienes o intereses del mandante. En determinadas condiciones la doctrina entendió que era posible que el representante contrate para sí, en nombre del mandante. Esta inferencia partía del art. 1918 CC derogado que si bien prohibía al mandatario comprar las cosas que el mandante le encomendó vender —y vender lo suyo al mandante— dejaba a salvo la posibilidad de hacerlo si obtenía la conformidad del representante. A su vez, el art. 1919 CC preveía que “si fuese encargado de tomar dinero prestado, podra prestarlo él mismo al interés corriente, pero facultado para dar dinero a interés, no podría tomarlo prestado para sí, sin aprobación del mandante” . Estos supuestos llevaron a algunos autores a sostener que en determinados casos era posible la autocontratación. Esta es la postura que prevaleció en elCCyC.2. InterpretaciónEl “acto consigo mismo” puede implicar dos modos distintos de actuar por parte del representante. En el primero, el acto es otorgado por una persona que obra en un doble rol: como representante de una de las partes, por un lado, y por derecho propio, por el otro (por ejemplo, el apoderado compra para sí la cosa que él mismo vende en nombre del representado o, viceversa, compra para su representado la cosa de su propiedad que por derecho propio enajena). En el segundo, quien otorga el acto ejerce la representación de ambas partes (por ejemplo, la compraventa que realiza como representante del comprador y del vendedor). En ambos casos, el sujeto visible que interviene es una sola persona; la diferencia radica en la distinta calidad en la que lo hace.El art. 368 CCyC prohíbe estas prácticas. La regla general, entonces, es que nadie puede, en representación de otro, otorgar un acto jurídico consigo mismo, solución que encuentra su justificación en los intereses encontrados existentes entre las partes del acto. La prohibición, sin embargo, no es absoluta y cede cuando el representante cuenta con la autorización para así obrar del o de los representados. Precisamente, esta autorización es indicativa de que no existe incompatibilidad de intereses entre ambos. El mismo criterio se sigue para los casos de manejo de fondos previstos en la segunda parte de la norma.

ARTÍCULO 376.- Responsabilidad por inexistencia o exceso en la representación. Si alguien actúa como representante de otro sin serlo, o en exceso de las facultades conferidas por el representado, es responsabledel daño que la otra parte sufra por haber confiado, sin culpa suya, en la validez del acto; si hace saber al tercero la falta o deficiencia de su poder, esta exento de dicha responsabilidad.Exceso: fuera de las facultades.-

La actuación llevada a cabo por el representante que no es tal o que obró en exceso de las facultades conferidas en el poder es susceptible de comprometer su responsabilidad. Ya se ha visto que las limitaciones del poder son oponibles a los terceros si estos conocían o “pudieron” conocerlas actuando con la debida diligencia, o “debieron” conocerlas obrando con cuidado y prevención (arts. 361 y 362 CCyC), de modo que si no conocían ni podían o debían conocer que se trataba de un supuesto no autorizado, o que se estaba obrando en transgresión a las limitaciones impuestas a la representación, o que el poder se hallaba extinguido, la actuación del representante es eficaz y resulta obligatoria para el representado.El supuesto que aquí se trata exige ponderar que el tercero que contrata con el representante puede exigir a este último que suscriba y le entregue una copia firmada del instrumento del que resulta la representación que invoca (art. 374 CCyC), facultad que, apreciada desde la perspectiva que resulta de los arts. 361 y 362 CCyC, y que también ofrece la norma que aquí se comenta, constituye una verdadera “carga”, pues, se insiste, pesa sobre el representante el deber de actuar con la “debida diligencia” (art. 361 CCyC), “cuidado y prevención” (art. 362 CCyC) y “sin culpa” (art. 376 CCyC). Es preciso, además, para que pueda suscitarse la responsabilidad del representante que refiere la norma, que no se haya verificado la ratificación del acto cumplido en exceso, pues en tal caso el defecto de representación habría quedado saneado (art. 369 CCyC).

ARTÍCULO 369.- Ratificación. La ratificación suple el defecto de representación. Luego de la ratificación, la actuación se da por autorizada, con efecto retroactivo al día del acto, pero es inoponible a terceros que hayan adquirido derechos con anterioridad.

1. IntroducciónEl contenido de esta norma guarda similitud con el art. 1936 CC. Según este “la ratificación equivale al mandato, por todas las consecuencias del mandato; pero sin perjuicio de los derechos que el mandante hubiese constituido a

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terceros en el tiempo intermedio entre el acto del mandatario y la ratificación” . El CCyC mejora la redacción y extiende los alcances de la ratificación separando sus efectos según se trate de las partes o de terceros que pueden sufrir perjuicio.2. InterpretaciónLa ratificación es la declaración que emite el representado de tomar para sí mismo el negocio celebrado en su nombre por quien carecía de un poder de representación, o bien, en caso de que lo tuviera, por quien obró excediéndose en sus facultades. Es una especie de convalidación del acto obrado. Una vez producida, la actuación anterior realizada en su nombre se transforma en actuación plenamente representativa, proyectando sus efectos en cabeza del representado. Estos efectos no se despliegan desde la ratificación sino que se retrotraen al día de celebración del acto — ex tunc— que de este modo queda saneado de su inicial imperfección. Pese a los alcances conferidos, la retroactividad que se impone no puede afectar los derechos adquiridos por terceros durante el lapso corrido entre que se otorgó el acto y la ratificación. En otras palabras, entre las partes la ratificación produce efectos hacia el pasado, pero para los terceros, dicha ratificación es inoponible si perjudica sus derechos. Ello ocurriría si, por ejemplo, Facundo enajena un inmueble de su propiedad en favor de Francisco, pero celebra el acto con Valentina, que no cuenta con una representación expresa de este último, y que antes de que lo ratifique, lo enajena a Joaquina, que constituye un usufructo a favor de Marisa. En este caso, como se indicó, la ulterior ratificación de Francisco no puede perjudicar los derechos adquiridos por Joaquina ni por Marisa.

ARTÍCULO 370.- Tiempo de la ratificación. La ratificación puede hacerse en cualquier tiempo, pero los interesados pueden requerirla, fijando un plazo para ello que no puede exceder de quince días; el silencio se debe interpretar como negativa. Si la ratificación depende de la autoridad administrativa o judicial, el término se extiende a tres meses. El tercero que no haya requerido la ratificación puede revocar su consentimiento sin esperar el vencimiento de estos términos.

El principio general que establece este novedoso artículo es que la ratificación puede llevarse a cabo en cualquier tiempo, es decir, no existe plazo para ratificar. Sin embargo, nadie duda que la falta de ratificación genera una situación de incertidumbre en los terceros, o en la otra parte, en torno a la eficacia del acto obrado por quien carecía de poder o que obró fuera de sus límites. De ahí que si bien no existe un plazo para efectuar la ratificación, nada impide que alguno de los interesados —que puede ser también el representante— requiera al representado que la efectúe con el objeto de despejar esa falta de certeza. El plazo no puede exceder de 15 días. Este es el tope o límite máximo, pero es válida la fijación de un plazo menor. Quien fija el plazo es el propio interesado que emplaza. Puede tratarse del representante anómalo o del tercero con quien este contrató. Sin embargo, si la ratificación dependiese de una autoridad pública —administrativa o judicial, dice la norma— ese plazo se eleva a 3 meses.Si la persona requerida no ratifica expresamente lo obrado por otro en su nombre sin atribuciones suficientes, cabe interpretar que ese silencio importa ratificación del negocio. Este artículo es un supuesto concreto del valor que tiene el silencio en ciertos casos (art. 263 CCyC), pues se trata de una hipótesis en que se exige el deber de explicarse frente a una intimación o interrogación, como modo de resolver la falta de certeza de una situación como la que se describe en la norma.Debe tenerse presente que la ratificación es solo una alternativa que tiene el tercero, que también puede, en lugar de solicitar la ratificación, revocar en cualquier tiempo el consentimiento anterior que prestó con relación al acto no ratificado. Esta facultad de desistir del negocio tiene un límite: la ratificación por aquel en cuyo nombre se obró.

ARTÍCULO 371.- Manifestación de la ratificación. La ratificación resulta de cualquier manifestación expresa o de cualquier acto o comportamiento concluyente que necesariamente importe una aprobación de lo que haya hecho el que invoca la representación.-

La ley no impone un modo determinado para hacer la ratificación, que incluso puede ser tácita. De todos modos, si la ratificación expresa es aquella que no suscita mayores dudas en punto a la voluntad del representado de asumir las consecuencias del acto, la tácita, en cambio, requiere de actos, o cuanto menos de un comportamiento, del que se infiera de manera inequívoca y concluyente la aceptación o aprobación de la gestión realizada por el representante (por ejemplo, el cumplimiento espontáneo por el representado de las prestaciones a su cargo establecidas en el contrato celebrado por el representante anómalo).En la apreciación de si se ha configurado una ratificación implícita no puede dejar de ponderarse lo establecido en el art. 264 CCyC referido a la manifestación tácita de la voluntad.

ARTÍCULO 372.- Obligaciones y deberes del representante. El representante tiene las siguientes obligaciones y deberes:a. de fidelidad, lealtad y reserva;b. de realización de la gestión encomendada, que exige la legalidad de su prestación, el cumplimiento de las instrucciones del representado y el desarrollo de una conducta según los usos y practicas del trafico;

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c. de comunicación, que incluye los de información y de consulta;d. de conservación y de custodia;e. de prohibición, como regla, de adquirir por compraventa o actos jurídicos analogos los bienes de su representado;f. de restitución de documentos y demas bienes que le correspondan al representado al concluirse la gestión.

En sí mismo el apoderamiento implica un acto de confianza por parte del representado que espera que el representante actúe de una manera diligente en la gestión de sus intereses. Estas notas no hacen más que acentuar el carácter personal del vínculo entre ambos e inciden en la determinación de las obligaciones y deberes que pesan sobre este. Existe, en primer lugar, un deber de fidelidad y lealtad que el CCyC introduce expresamente. En rigor, estos deberes son propios de toda relación representativa que implique la gestión de negocios ajenos. De ellos se derivan una serie de reglas de conducta que rigen la actuación del representante, de quien es dable esperar un comportamiento honesto, en armonía con las directivas recibidas, y que subordine su propio interés personal al del representado. Hace al deber de lealtad, por ejemplo, el no aceptar la representación de otra persona si ello, de acuerdo a las circunstancias del caso, puede resultar incompatible con la gestión anteriormente asumida con el representado.El deber de reserva implica no ventilar más allá de lo que corresponda los asuntos del representado, evitando exponer ante terceros sus asuntos personales o profesionales, especialmente cuando de ello puede inferirse un dano a los intereses gestionados. La realización de la gestión encomendada es la más trascendente de todas las obligaciones que pesan sobre el representante. Por cierto, que en el cumplimiento de su misión, no puede proceder de cualquier manera. Es preciso que ajuste su actuación a las normas que rigen la actividad que desarrolla; a las instrucciones recibidas del representado; y a los “usos y prácticas del tráfico”, de las que puede resultar la manera usual de llevar los asuntos de la clase del que le ha sido encargado.El deber de comunicación, comprensivo del de información y consulta, es consecuencia del referido carácter personal o de confianza de la relación entre ambos. Supone mantener al tanto al representado de la marcha de la gestión y de las actividades que se desarrollan. Pero no solo es informarle sobre tales aspectos, sino que a veces implica requerirle instrucciones específicas cuando, por circunstancias especiales, las más de las veces sobrevinientes, puede advertirse la posibilidad de que tenga lugar un daño o perjuicio a los intereses del representado. Este es un deber fundamental. El deber de consulta implica una manera de legitimar las decisiones más importantes que pueda tomar el representante.En este punto, la reforma es mucho más abarcadora que el art. 1909 CC, según el cual el mandatario estaba obligado a dar cuenta de sus operaciones y a entregar al mandante cuanto haya recibido en virtud del mandato.La comunicación que el representante debe al representado tiene básicamente tres ingredientes:a. las noticias provenientes de la gestión que sean relevantes y que puedan producir algún cambio en las instrucciones;b. cualquier apartamiento de las obligaciones recibidas o la confirmación de actos para cuya realización el mandatario tiene dudas, a fin de procurar la ratificación de lo obrado; yc. la finalización del encargo cuando resulte necesaria para dar certeza al mandante sobre el tiempo en que fue celebrado.La conservación y custodia se refiere a los bienes que recibió del representado. Esta obligación se justifica porque el representante está también obligado a restituir al representado los documentos y demás bienes que hubiera recibido con causa en la gestión encomendada. Debe destacarse que, en caso de pérdida o destrucción de tales efectos, podrá el representante ver comprometida su responsabilidad si tales contingencias se produjeron por un obrar culposo de su parte.La prohibición de adquirir los bienes de su representado, sea por compraventa u otro acto análogo, busca prevenir eventuales maniobras perjudiciales para el representado. Debe destacarse, sin embargo, que ello no impide que este último venda o transfiera personalmente dichos bienes al representante, e incluso que ratifique en los términos del art. 369 CCyC el acto otorgado consigo mismo llevado a cabo por el representante (art. 368 CCyC).

ARTÍCULO 373.- Obligaciones y deberes del representado. El representado tiene las siguientes obligaciones y deberes:a. de prestar los medios necesarios para el cumplimiento de la gestión;b. de retribuir la gestión, si corresponde;c. de dejar indemne al representante.

InterpretaciónLas obligaciones del representado son agrupadas de la siguiente manera:a. obligación de brindarle al representante los medios necesarios para el cumplimiento de la gestión. Ello implica poner a su disposición todo aquello que sea necesario para el debido cumplimiento del encargo conferido. Podrá tratarse de documentos, dinero u otros bienes y efectos. Todo dependerá de cuál sea el objeto de la misión que se le hubiere encomendado;

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b. obligación de retribuir al representante en los casos en que corresponda. La aclaración “si corresponde” efectuada en el inc. b) se justifica porque nada impide que la representación sea gratuita;c. obligación de dejar indemne al representante. El representante pudo haber tenido que afrontar gastos, pagar honorarios, etc., con motivo de su gestión. El representado debe reembolsarle tales gastos, como así también las pérdidas que pudo haber sufrido. Ello no significa que el representado deba indemnizar todo perjuicio, sino solamente aquellos que sean susceptibles de indemnización de acuerdo con el derecho de danos, a cuyas directivas corresponde remitirse. Para ello, habrá que analizar el daño, el factor de atribución y la relación de causalidad.

ARTÍCULO 374.- Copia. Los terceros pueden exigir que el representante suscriba y les entregue copia firmada por él del instrumento del que resulta su representación.

Los terceros que contratan con el representante tienen derecho a requerirle que les entregue una copia firmada del instrumento acreditativo de la representación que invoca. Ello les permitirá constatar la existencia y limitaciones del apoderamiento, lo que resultará trascendente a los efectos de evaluar la “debida diligencia” a que alude el art. 361 CCyC, o si han obrado con “cuidado y previsión”, tal como lo apunta el art. 362 CCyC. De ahí que este derecho sea, en realidad, una verdadera “carga” para tales terceros, y asimismo constituya una “obligación” que pesa sobre el representante de entregarles una copia firmada del respectivo instrumento.

ARTÍCULO 380.- Extinción. El poder se extingue:a. por el cumplimiento del o de los actos encomendados en el apoderamiento;b. por la muerte del representante o del representado; sin embargo subsiste en caso de muerte del representado siempre que haya sido conferido para actos especialmente determinados y en razón de un interés legítimo que puede ser solamente del representante, de un tercero o común a representante y representado, o a representante y un tercero, o a representado y tercero;c. por la revocación efectuada por el representado; sin embargo, un poder puede ser conferido de modo irrevocable, siempre que lo sea para actos especialmente determinados, limitado por un plazo cierto, y en razón de un interés legítimo que puede ser solamente del representante, o de un tercero, o común a representante y representado, o a representante y un tercero, o a representado y tercero; se extingue llegado el transcurso del plazo fijado y puede revocarse si media justa causa;d. por la renuncia del representante, pero éste debe continuar en funciones hasta que notifique aquélla al representado, quien puede actuar por sí o reemplazarlo, excepto que acredite un impedimento queconfigure justa causa; e. por la declaración de muerte presunta del representante o del representado;f. por la declaración de ausencia del representante;g. por la quiebra del representante o representado;h. por la pérdida de la capacidad exigida en el representante o en el representado.

Según el CCyC, el apoderamiento se extingue por varias causas. Algunas de ellas tienen que ver con una decisión personal del representante o representado (incs. c y d), o con circunstancias que los afectan personalmente (incs. b, e, f, g y h) o que se vinculan con el objeto del encargo (inc. a). Veamos las causales con un poco más de detalle: a. Cumplimiento del objeto del encargo: estaba prevista en el art. 1960 CC. Es el modo natural de extinción de la relación de representación. Si se justificó en una determinada misión que el representado encomendó al representante, es lógico que, una vez cumplida, la relación representativa entre ambos se extinga. Se trata de un modo de extinción satisfactivo y tiene efectos liberatorios.b. Fallecimiento del representante o representado: la extinción obedece al carácter personal de la relación establecida entre ambos. Se trata de un contrato intuitu personae, de modo que el vínculo de confianza que liga a las partes se extingue en casos de muerte. En ciertos supuestos, sin embargo, se admite que el poder subsista aun luego de la muerte del representado si fue otorgado para actos “especialmente determinados” (por ejemplo, transferir el dominio de cierto inmueble a Patricia) y en razón de un interés legítimo (por ejemplo, cumplir con el compromiso de venta asumido en favor de Patricia y que fuera instrumentado en un boleto de compraventa).c. Revocación efectuada por el representado: así como en su momento el representado otorgó un poder para que el representante obre en su nombre, con la misma libertad que lo hizo puede revocarlo en cualquier tiempo. La revocación constituye un acto jurídico unilateral y recepticio, por lo que sus efectos recién se producen una vez que el destinatario —el representante— conoció sus términos. De todos modos, el margen de arbitrio que se concede al representado encuentra un límite en los casos en que el poder ha sido otorgado en forma irrevocable. En tal supuesto, se insiste, no se admite la revocación. Pero para que ello sea así es preciso que el poder —irrevocable— haya sido conferido: i) para actos especialmente determinados; ii) limitado en su duración a un plazo cierto —vencido dicho plazo, se produce la extinción del poder—; y iii) en razón de un interés legítimo. Aun así, el poder irrevocable puede ser revocado si mediare “justa causa” (por ejemplo, incumplimiento del representante de algunas de las obligaciones a su cargo; art. 372 CCyC).

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d. Renuncia del representante: si la pérdida de la confianza puede ser el móvil que lleva al representado a revocar el poder otorgado al representante, a la inversa puede ocurrir que esa misma razón determine al representante a renunciar al apoderamiento que le fuera conferido. El Código condiciona el ejercicio de esta facultad imponiendo al representante la obligación de continuar en el ejercicio de su misión hasta tanto notifique la renuncia al representado, salvo que acredite la concurrencia de una “justa causa”. El artículo no explica qué debe entenderse por tal. Podría considerarse que el incumplimiento del representado de las obligaciones a su cargo (art. 373 CCyC) constituye una justa causa, mas es claro que no cualquier incumplimiento puede habilitar sin más la cesación inmediata de la actuación del representante sin esperar a la notificación al representado. Habrá, pues, que examinar la gravedad del incumplimiento, si medió culpa del representado en su configuración, etc.e. Declaración de muerte presunta del representante o del representado o de ausencia del representante: son supuestos que se asimilan al del fallecimiento. Se trata de una causal que fue agregada por la reforma y se justifica por el carácter intuitu personae de la representación y la confianza que es característica de ella.f. Quiebra del representante o representado: la quiebra —no el concurso preventivo— produce una serie de efectos personales y patrimoniales respecto del fallido (arts. 102 y ss., ley 24.522). El CCyC viene a agregar uno más a la nómina de consecuencias: la extinción del poder otorgado al representante o por el representadoFallido. g. Incapacidad del representante o representado: este supuesto reproduce la disposición del art. 1963 CC. Por las mismas razones expuestas anteriormente, si el representante o el representado sufren una restricción a su capacidad y ella alcanza a los actos que están comprendidos en la encomienda efectuada por el representado, va de suyo que la representación quedará extinguida por imposibilidad de desarrollar el cometido.

MANDATO:

ARTÍCULO 1319.- Definición. Hay contrato de mandato cuando una parte se obliga a realizar uno o mas actos jurídicos en interés de otra .El mandato puede ser conferido y aceptado expresa o tacitamente. Si unaPersona sabe que alguien esta haciendo algo en su interés, y no lo impide, pudiendo hacerlo, se entiende que ha conferido tacitamente mandato. La ejecución del mandato implica su aceptación aun sin mediar declaración expresa sobre ella.1. IntroducciónEl Código aporta sistematización respecto de tres figuras que se entremezclaban en el Código de Vélez, ellas eran: representación, poder y mandato. La regulación del contrato de mandato, en líneas generales, se basa en el Proyecto de 1998 (arts. 1241 a 1257).Si bien excede a la finalidad de este comentario ahondar en los numerosos desarrollos doctrinarios que desde fines de s. XIX vienen delimitando los contenidos y alcances de estos tres conceptos, es pertinente reseñar el modo en el cual estaban regulados y la solución que brinda el nuevo ordenamiento.Se trataba de un contrato de colaboración, que poseía regulación tanto en el Código Civil (art. 1869 a 1985 CC), como en el Código de Comercio (arts. 221 a 231 CCom.). El Código Civil en el art. 1869 brindaba una definición de mandato con representación, sin realizar distinciones entre los institutos del mandato, como negocio base con el cual puede vincularse el apoderamiento y el acto unilateral de apoderamiento del cual emerge la representación. La doctrina indicaba que la interpretación armónica entre los artículos 1869 y 1929 del CC daba como resultado que la representación no era un elemento esencial del contrato mandato, sin perjuicio de lo cual requería de un esfuerzo interpretativo al estar —los conceptos— utilizados inequívocamente, a lo largo de todo el articulado referido a la figura contractual bajo análisis.Así, a partir de Vélez, cada iniciativa de reforma —Anteproyecto de Bibiloni de 1936, el de 1954, y los proyectos de 1987, 1993 y 1998— coincidió en la conveniencia de propiciar la regulación diferenciada entre las figuras de mandato (como idea de encargo o gestión) y representación (actuación a nombre de otro), aun cuando previeran normarlas con diferentes grados de claridad o distinción. Por su parte, el Código de Comercio también regulaba el mandato definiéndolo como aquel contrato a través del cual una persona se obligaba a administrar uno o varios negocios lícitos de comercio, que otro le encomendaba.El CCyC trata la figura de la representación y el poder en el Libro Primero, Título IV, Capítulo 8, en la parte general referida a “Hechos y actos jurídicos” (arts. 358 a 381), a cuya lectura y análisis corresponde remitir (4) . Por su parte, el contrato de mandato se encuentra regulado en el Libro Tercero, relativo a los derechos personales, en su título IV, capítulo 8 de los Contratos en particular (arts. 1319 a 1334).De este modo, el CCyC recepta una teoría general de la representación y aporta claridad respecto de tres figuras que se entremezclaban en el Código de Vélez. Asimismo, y como consecuencia de la unificación del ordenamiento civil y del comercial, también se redefinen algunos caracteres de la figura del mandato.

2. InterpretaciónEl artículo bajo análisis define al mandato como aquel contrato en el cual una parte (mandatario) se obliga a realizar uno o más actos jurídicos en “interés” de otra (mandante). De esta definición se desprende una gran diferencia

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respecto del art. 1869 CC —que es su antecedente legislativo inmediato—, al no aludirse a la necesidad de otorgamiento de poder como requisito de formación del contrato, eliminando de la definición legal la función representativa por cuanto ésta no es de la esencia del mandato. La definición al referir al “interés” alude tanto al acto gestionado mediante la representación, como al efectuado en colaboración de otro. (5) En este reordenamiento conceptual el CCyC regula —de modo independiente— un mandato con representación o sin ella en artículos sucesivos (arts. 1320 y 1321). El mandato es una típica figura de colaboración, que posee gran desarrollo y proyección en el tráfico negocial moderno. En cuanto a sus caracteres, el contrato es consensual, bilateral, no formal y oneroso (conf. art. 1322 CCyC). Parte de la doctrina indica que tiene —además— carácter preparatorio, en cuanto su finalidad es hacer posible la conclusión de los actos jurídicos que se encargan por su intermedio. Este tipo de contratos se celebra como medio para hacer otra cosa: el interés al que alude el concepto de mandato no se identifica con el de la voluntad, ni con el objeto: se refiere al asunto gestionado mediante la representación, o a lo buscado mediante la colaboración de otro. (6) Respecto del objeto, el nuevo ordenamiento, al igual que el CC, alude a actos jurídicos (art. 259 CCyC), de modo que no recae sobre actos materiales, los cuales se rigen por normas especiales como el contrato de locación servicios, de obra, el contrato de trabajo, etc. Por lo demás deben aplicarse, al análisis del objeto del contrato, las reglas generales para todos los contratos (v. gr. art. 1003 CCyC y ss.)En su segundo párrafo el art. 1319 CCyC regula acerca de la formación del contrato. Indica, en primer lugar, que puede concretarse de modo expreso o tácito, previsión que debe integrarse en su interpretación con lo normado y comentado en la parte general del CCyC, especialmente arts. 262, 263 y 264 que contienen los principios generales sobre manifestación de la voluntad.En su última parte el art. 1319 CCyC prevé dos supuestos particulares: por un lado, indica que se entenderá como mandato tácito el supuesto en el cual alguien tome conocimiento de que otro está realizando un acto jurídico en su interés y, pudiendo impedirlo, no lo haga; (7) por otro, que se entenderá que la ejecución del mandato implica su aceptación aun sin mediar declaración expresa. Estas dos últimas previsiones refieren a los efectos jurígenos de “la inacción o silencio del mandante que sin ser hechos, ’positivos‘, denotan una conducta concluyente que permite asignarle una voluntad inequívoca de otorgar mandato a quien está actuando por él”.

ARTÍCULO 1320.- Representación. Si el mandante confiere poder para ser representado, le son aplicables las disposiciones de los artículos 362 y siguientes. Aun cuando el mandato no confiera poder de representación, se aplican las disposiciones citadas a las relaciones entre mandante y mandatario, en todo lo que no resulten modificadas en este Capítulo.Remisiones: ver art. 361 CCyC.1. IntroducciónEn el derecho romano primitivo no se conocía la idea de la representación, los actos jurídicos eran perfeccionados por quien tenía interés directo y personal en el negocio. El mundo fue evolucionando y por motivos que fueron desde las guerras —que determinaban que los titulares de los derechos se ausentaran dejando en manos de personas de su confianza la gestión de sus negocios— hasta la actualidad —en que la realidad del tráfico negocial moderno impone actuar a través de terceros—, la declaración de voluntad no siempre es expresada por quien desea los efectos jurídicos del negocio. También fue variando con el correr del tiempo la forma en que los efectos recaen —de modo directo o no— en el patrimonio de quien tiene interés directo en el acto jurídico que se realiza en su favor. En el derecho romano, en un primer momento, la persona que actuaba para otra adquiría para sí los derechos; y luego los transfería al mandante en un procedimiento extenso que implicaba dos operaciones sucesivas y que conllevaba el riesgo de que la persona que actuaba en beneficio de otra se volviera insolvente en el intervalo existente entre la celebración de los dos actos, con lo cual el mandante podía quedar privado de sus derechos. Esto fue lo que dio origen al concepto de acciones útiles, por las cuales la segunda operación se consideraba subentendida en el acto y sin necesidad de que aquella se llevara a cabo efectivamente; el interesado tenía tales acciones fundadas en la equidad que le permitían obtener de la contraparte el cumplimiento de sus obligaciones.Esta figura es el antecedente inmediato del funcionamiento de la representación. (8) El Código de Vélez en su art. 1869 —como se expresara al comentar el art. 1319 CCyC—, comprendía en su definición un mandato con representación. Este instituto no era admitido en la época del derecho romano. El titular del interés era el titular de la voluntad negocial, quien era parte del contrato. Las relaciones eran personalísimas: se establecían exclusivamente entre quienes contrataban directamente.La representación es una situación jurídica que nace de diversas fuentes (convencional, legal). Roca Sastre y Puig Brutau (9) la definen como aquella institución en cuya virtud una persona, debidamente autorizada, investida de poder, otorga un acto jurídico en nombre y por cuenta de otra; recayendo sobre ésta los efectos normales consiguientes. De este modo, los efectos o consecuencias del acto jurídico cumplido por el representante no gravitan sobre su patrimonio, sino que se proyectan, al decir de Paccione, (10) en un salto ados pies sobre el representado.2. Interpretación

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El Código Civil y Comercial, en su art. 358 contempla a la representación como el acto que permite imputar efectos directos a una persona por la actuación de otra, el cual puede tener como fuente un origen legal o bien voluntario o convencional. Así, el art. 1320 CCyC bajo análisis es un supuesto especial de representación voluntaria al cual alude el art. 358 citado.En el mandato con representación las relaciones activas y pasivas nacen directamente entre el tercero y el mandante. Se trata de dos negocios jurídicos que confluyen y dos son las relaciones que coexisten: una es la interna entre mandante y mandatario, caracterizada por el deber de cumplir el encargo conferido y aceptado y regulada por el contrato de mandato; la otra es la externa entre mandante y tercero, caracterizada por el poder que permite la actuación en nombre ajeno, regulada por el negocio unilateral de apoderamiento. (11)Como se indicó, la representación permite imputar efectos directos a una persona por la actuación de otra, sea que exista un acto voluntario o un comportamiento objetivado que autorice a hacerlo. Los actos o hechos que el mandatario ejecuta dentro de los límites de su poder y a nombre del mandante, así como las obligaciones que en consecuencia hubiere contraído, “son considerados como hechos por este personalmente”. (12)El art. 1320 CCyC contiene dos párrafos, el primero refiere a la aplicabilidad al mandato representativo de las normas contenidas en los arts. 362 a 381 CCyC, que regulan la representación voluntaria y a cuyo análisis se remite. Por su parte, el segundo párrafo contempla el supuesto en el cual no se otorgue la representación, e indica aplicables las disposiciones generales aludidas (arts. 362 a 381 CC), en tanto no haya disposiciones específicas en este capítulo que las modifiquen.En lo referente a los actos jurídicos que pueden ser objeto de representación, la regla es que puede actuarse por representante en todos los actos jurídicos patrimoniales y entre vivos. Sin embargo, no es posible encomendar al representante la realización de actos que el representado no puede celebrar por sí, así como tampoco encomendar la ejecución de obligaciones intuitu personae. (13)La segunda parte de la norma constituye una aplicación concreta, en materia de representación voluntaria, de la regla general prevista en el art. 361 CCyC, a cuyo comentario cabe remitir.

ARTÍCULO 1321.- Mandato sin representación. Si el mandante no otorga poder de representación, el mandatario actúa en nombre propio pero en interés del mandante, quien no queda obligado directamente respecto del tercero, ni éste respecto del mandante. El mandante puede subrogarse en las acciones que tiene el mandatario contra el tercero, e igualmente el tercero en las acciones que pueda ejercer el mandatario contra el mandante.1. IntroducciónEn el Código de Vélez se encontraban regulados —aun con las confusiones conceptuales indicadas supra— el mandato con representación y sin representación (en los arts. 1869 y 1929 respectivamente). Por su parte, en el Código de Comercio, el art 223 definía al mandato como la representación otorgada para uno o más negocios de índole mercantil, mientras que en el art. 239 se conceptualizaba a la “comisión” como aquel mandato —ausente de representación— otorgado para uno o más negocios mercantiles determinados.(14)2. InterpretaciónEl art. 1321 CCyC define el mandato sin representación como el supuesto en el cual existe un encargo, pero el mandatario debe cumplir la realización del o los actos jurídicos en su propio nombre, aunque en interés ajeno.Las relaciones activas y pasivas nacen entre mandatario y tercero, a diferencia de lo que sucede en el mandato con representación en el cual las relaciones se dan de modo directo entre mandante y tercero, siendo el mandatario un tercero en el negocio gestorio. Aquí son dos las relaciones que coexisten: una interna, entre mandante y mandatario (contrato de mandato); y otra externa, entre el mandatario y el tercero con el cual contrata.El mandatario es, en principio, el único responsable frente al tercero por las obligaciones asumidas en el contrato desde que actúa en nombre propio, pero en interés del mandante (cfr. ”Fontanarrosa“), quien no queda obligado directamente respecto del tercero, ni este respecto de aquel. (15)Ahora bien, esta relación interna mandante-mandatario (contrato de mandato) que legitima la actuación de este último y determina que no actúe en su propio interés sino en interés del mandante, determina que el acto celebrado con los terceros no resulte totalmente indiferente a aquel, encontrando su base jurídica en el art. 1321 in fine CCyC, que lo autoriza a ejercer la acción subrogatoria (arts. 739 a 742 CCyC) respecto de las acciones que tenga el mandatario contra el tercero y a este en las acciones que el mandatario posea contra el mandante.

ARTÍCULO 1322.- Onerosidad. El mandato se presume oneroso. A falta de acuerdo sobre la retribución, la remuneración es la que establecen las disposiciones legales o reglamentarias aplicables, o el uso. A falta deAmbos, debe ser determinada por el juez.1. IntroducciónEl origen del mandato estaba en la oficiosidad y la amistad, los romanos hablaban de compensación, más no de retribución. De este modo, el carácter esencial del mandato civil era la gratuidad y el mandatario solo tenía derecho a que se le reembolsaran los gastos en que había incurrido.

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La realidad actual es muy diferente: se privilegia la profesionalidad, la experiencia y en el ámbito de los negocios los encargos se realizan a personas que —en general— hacen de la actividad encomendada su profesión habitual. Así, el afán de lucro no resulta ajeno al mandatario, que hace de esta actividad su medio de vida.Cuando se estudia una institución jurídica, no hay que limitarse a las reglas que la motivaron en un momento dado, de modo que —para dar una solución acorde con estos tiempos— era preciso tener en cuenta que ya no se habla de un contrato de amistad, sino de gestión y que la presunción sobre el carácter gratuito u oneroso del mandato debía inclinarse en favor de este último.El art. 1871 CC presumía la gratuidad, salvo cuando se tratara de trabajos propios de la profesión lucrativa del mandatario o de su modo de vivir, mientras que el art. 221 CCom. lo presumía oneroso. El tráfico negocial indicaba que la mayoría de las veces el mandato era oneroso, independientemente de su naturaleza civil o comercial. 2. InterpretaciónEl nuevo ordenamiento, receptando la realidad referida, establece la presunción de onerosidad como carácter del contrato de mandato. Como toda presunción puede desvirtuarse por pacto contrario o acreditando que se trata de un contrato gratuito. La norma comentada dispone que, en caso de falta de acuerdo sobre la retribución a pagar al mandatario, se abonará la que establezcan las disposiciones legales o reglamentarias aplicables; o las que surjan de los usos o; en su defecto, se determinará judicialmente en caso de ausencia de tales parámetros. Asimismo, puede interpretarse que el mandatario conserva el derecho a una retribución proporcional al servicio prestado en caso de resolución del mandato sin culpa a él atribuible —a pesar de no existir norma expresa en términos del anterior art. 1958 CC—, por aplicación de los principios generales contenidos en el art. 1794 CCyC.

ARTÍCULO 1323.- Capacidad. El mandato puede ser conferido a una persona incapaz, pero ésta puede oponer la nulidad del contrato si es demandado por inejecución de las obligaciones o por rendición de cuentas, excepto la acción de restitución de lo que se ha convertido en provecho suyo.1. IntroducciónEl tema de la capacidad es de singular importancia en una figura como la del mandato, pues pone de relevancia el modo en que incide la voluntad de una y otra parte —mandante y mandatario—, esto es, si se trata de voluntades que se complementan e integran o, por el contrario, permanecen aisladas.El CCyC no se apartó de lo ya previsto por el CC, así como tampoco del Proyecto de 1998, salvo en el punto en el cual en el art. 1246, se exigía que el incapaz tenga discernimiento para que el acto produzca efectos.2. InterpretaciónEl art. 1323 CCyC, sin distinguir el tipo de mandato del cual se trate —con o sin representación— mantiene la solución de Vélez (en reemplazo de los arts. 1897 y 1898 CC), en tanto indica que la eficacia de una declaración de voluntad emitida por un mandatario incapaz no resulta perjudicada por estar este limitado en su capacidad personal negocial, pues esa limitación lo es solo en su propia persona y en atención a sus propios intereses. De este modo, salvo que actúe fuera de los actos sometidos a encargo o límites de la manda otorgada, o bien pueda atribuírsele haberse enriquecido sin causa en virtud de la gestión realizada, no será oponible su incapacidad a efectos de invalidar el acto por él realizado.Sin perjuicio del principio general establecido en el artículo bajo comentario, consideramos apropiado remitir a la parte pertinente del Código que regula los aspectos generales sobre capacidad de las personas (arts. 23 a 26 y 32 CCyC), así como los particulares sobre representación (art. 358 CCyC y ss.), a efectos de integrar los casos puntuales según corresponda.La última parte del artículo, repite la solución genérica del art. 1000 CCyC, que refiere a la nulidad de los contratos y regula los efectos que cabe aplicar a los contratos celebrados por personas incapaces o con capacidad restringida y torna aplicable, asimismo, la disposición genérica del art. 1794 CCyC.

ARTÍCULO 1324.- Obligaciones del mandatario. El mandatario esta obligado a:a. cumplir los actos comprendidos en el mandato, conforme a las instrucciones dadas por el mandante y a la naturaleza del negocio que constituye su objeto, con el cuidado que pondría en los asuntos propios o, en su caso, el exigido por las reglas de su profesión, o por los usos del lugar de ejecución;b. dar aviso inmediato al mandante de cualquier circunstancia sobreviniente que razonablemente aconseje apartarse de las instrucciones recibidas, requiriendo nuevas instrucciones o ratificación de las anteriores, y adoptar las medidas indispensables y urgentes;c. informar sin demora al mandante de todo conflicto de intereses y de toda otra circunstancia que pueda motivar la modificación o la revocación del mandato;d. mantener en reserva toda información que adquiera con motivo del mandato que, por su naturaleza o circunstancias, no esta destinada a ser divulgada;e. dar aviso al mandante de todo valor que haya recibido en razón del mandato, y ponerlo a disposición de aquél;f. rendir cuenta de su gestión en las oportunidades convenidas o a la extinción del mandato;g. entregar al mandante las ganancias derivadas del negocio, con los intereses moratorios, de las sumas de dinero que haya utilizado en provecho propio;

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h. informar en cualquier momento, a requerimiento del mandante, sobre la ejecución del mandato;i. exhibir al mandante toda la documentación relacionada con la gestión encomendada, y entregarle la que corresponde según las circunstancias. Si el negocio encargado al mandatario fuese de los que, por su oficio o su modo de vivir, acepta él regularmente, aun cuando se excuse del encargo, debe tomar las providencias conservatorias urgentes que requiera el negocio que se le encomienda.

1. IntroducciónEl artículo en nueve incisos reúne y regula obligaciones nucleares que, por la naturaleza misma del contrato de mandato —gestión de negocios ajenos—, resultan inherentes a él.La regulación es esencialmente similar a la que contenía el CC (arts. 1904 a 1940) y el Código de Comercio (arts. 225 a 229) y en un acto de simplificación normativa se reúne —lo referido a las obligaciones del mandatario— en una sola norma, sin perjuicio que alguna de las previsiones del anterior Código se encuentran reguladas en el capítulo de representación (ver art. 362 CCyC y ss.).2. Interpretación2.1. Modo en que deben cumplirse los actos comprendidos en el mandato (inc. a)El inc. a indica, de modo genérico, cómo debe cumplir sus obligaciones el mandatario e impone un patrón rector de conducta. La norma es análoga a las previsiones contenidas en los arts. 1904 y 1905 CC y el art. 238 CCom. El mandatario debe cumplir el encargo satisfaciendo al mandante en su interés legítimo, siguiendo las instrucciones dadas por este, circunscribiendo su actuación dentro de los límites del mandato conferido y dando cuenta de su labor en torno a la ejecución de los referidos límites. Respecto al patrón de conducta, el mandatario debe conducirse de acuerdo a la naturaleza del negocio que constituye su objeto: se le impone el deber de cuidado que pondría en los asuntos propios o, en su caso, el exigido por las reglas de su profesión, o por los usos del lugar de ejecución. De esto se deriva que, en circunstancias en las cuales se aparte del encargo conferido, será responsable por los daños y perjuicios ocasionados, salvo que acredite haber adoptado las medidas indispensables o urgentes que, frente a circunstancias imprevistas, le eran exigibles (cfr. inc. b de la norma comentada). Finalmente, si bien no se reproduce el art. 1906 CC, consideramos que puede inferirse como válida la regla por la cual no se considerarán traspasados los límites, si el mandatario ejecutase el encargo de un modo más ventajoso para el mandante.2.2. Dar aviso de circunstancias sobrevinientes relevantes (inc. b)El inc. b indica que el mandatario debe dar aviso de la circunstancias sobrevinientes relevantes e impone al mandatario dos deberes: por un lado, la obligación de avisar inmediatamente al mandante respecto de cualquier circunstancia sobreviniente por la cual considere que debe apartarse de las instrucciones recibidas y solicitar nuevas instrucciones o ratificación de las anteriores y; por otro lado, indica el deber de adoptar las medidas indispensables y urgentes. Esta medida se relaciona con lo previsto en el último párrafo del inc. i, que impone al mandatario el deber de efectuar las providencias conservatorias urgentes.2.3. Deber de informar conflicto de intereses (inc. c)Este deber, entendemos, refiere a conflictos de intereses que resulten del contrato mismo, mas no de una causa externa a él como parte de la doctrina interpretaba en el anterior 1908 CC que normaba análogamente esta hipótesis. El art. 1325 CCyC regula también el supuesto del conflicto de intereses y a su comentario nos remitimos.2.4. Deber de confidencialidad (inc. d)Se exige al mandatario confidencialidad respecto de información que, por su naturaleza, sea de carácter reservado. Esta norma es análoga al principio contenido en el art 372, inc. a, CCyC, que impone reserva al representante respecto de los asuntos de su representado o la gestión encomendada.2.5. Dar aviso de valores recibidos en ocasión del mandato (inc. e), rendición de cuentas (inc. f), entrega de ganancias derivadas del negocio (inc. g)El mandante puede liberar al mandatario del deber de rendir cuentas, pero esto no puede ser interpretado como dispensa de entregar al mandante lo que hubiera recibido de él o de terceros con motivo del ejercicio del mandato, ni lo exonera de los cargos que contra él probare el mandante, ya que la exoneración de la obligación de rendir cuentas no libera al mandatario de su deber de cumplir fielmente el encargo.El mandatario debe, también, entregar todas las ganancias resultantes del negocio más los intereses moratorios, así como todo lo que recibiese de un tercero, aunque lo haga sin derecho. En este último caso, el mandante puede exigir la entrega de aquello que el mandatario hubiere recibido sin derecho, ello sin perjuicio de lo pagado indebidamente. Puede encontrarse como antecedente inmediato lo que preveían los arts. 1909, 1911 y 1913 CC. El mandatario está obligado a restituir todos los bienes que el mandante le hubiere entregado para el desempeño de su encargo y no tuviere sentido retener o bien, no hubiere necesitado utilizar. Como norma complementaria ha de tenerse en cuenta el art. 372, inc. f, CCyC para mandatos con representación, que indica la obligación del representante de restituir documentos y demás bienes que le correspondan al representado al concluirse la gestión.2.6. Deber de información (inc. h)El inciso h impone el deber de informar en cualquier momento, a requerimiento del mandante, sobre la ejecución del mandato. Esta obligación deriva del hecho que el mandatario esté ejecutando actos jurídicos en interés del mandante, quien tiene derecho a conocer el modo en el cual en su interés se está llevando a cabo la manda encomendada. En

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mandatos con representación es aplicable la regla del art. 372 inc. c, CCyC que impone el deber de comunicación, indicando explícitamente que incluye al de información y consulta. Esto último puede relacionarse con el inc. b del presente artículo. 2.7. Exhibición de documentación (inc.i)El inc. i se refiere a todo tipo de documentación relacionada con el mandato y cuya exhibición podrá ser requerida en cualquier momento por parte del mandante. Finalmente, casi en una trascripción del art. 1917 CC y análogo al art. 326 CCom., impone al mandatario la obligación de tomar las providencias conservatorias urgentes que requiera el negocio que se le encomienda, aun cuando se excuse del encargo, si el negocio que le han encargado fuese de los que, por su oficio o su modo de vivir, son aceptados por aquel de modo habitual.

ARTÍCULO 1325.- Conflicto de intereses. Si media conflicto de intereses entre el mandante y el mandatario, éste debe posponer los suyos en la ejecución del mandato, o renunciar. La obtención, en el desempeño del cargo, de un beneficio no autorizado por el mandante, hace perder al mandatario su derecho a la retribución.1. IntroducciónEl conflicto de intereses es parte de la aplicación de la regla de fidelidad y confianza que debe primar en este tipo de negocios. Por ello se indicaba en el comentario al art. 1324 inc. c, CCyC que no se trataba de dar preferencia a la cosa ajena por sobre la propia, utilizando el tradicional ejemplo del naufragio y la imposición al mandatario de salvar las cosas del mandante antes que las propias, sino de colisión o conflicto entre intereses que surjan del seno mismo del contrato.2. InterpretaciónEl mandatario tiene que anteponer los intereses del mandante a los suyos, ante un supuesto de conflicto de intereses y, como complemento con lo dispuesto en el inc. c) del art. 1324, debe dar aviso inmediato si se presenta tal conflicto, imponiendo como regla de conducta que debe priorizar los intereses del mandante o, caso contrario, renunciar al encargo conferido.El último párrafo del art. 1325 CCyC determina como sanción la pérdida de la retribución pactada, frente a la percepción por parte del mandatario de un beneficio no autorizado por el mandante.ARTÍCULO 1326.- Mandato a varias personas. Si el mandato se confiere a varias personas sin estipular expresamente la forma o el orden de su actuación, se entiende que pueden desempeñarse conjunta o separadamente. 1. IntroducciónPuede que se otorgue un encargo a una persona (mandato individual) o a varias (mandato plural o colectivo). Cuando se trata de un mandato plural y con el objeto de determinar los efectos y validez de los actos que pueda haber ejecutado uno o varios mandatarios, deberán observarse los términos en los cuales ha sido otorgado.2. InterpretaciónLa pluralidad de mandatarios estaba prevista en el CC entre los arts. 1899 y 1903 y también se ocupaban de las relaciones internas entre varios mandatarios y las que nacen entre estos y el mandante, los arts. 1920 a 1923 CC.El art. 1899 CC disponía que, ante la falta de previsión expresa, se presumía que la designación de mandatarios había sido realizada para ser aceptada por uno solo de los designados, con las excepciones que el mismo precepto admitía. El CCyC modifica la anterior previsión normativa y prescribe una norma general que indica que, si no se ha estipulado la forma, alcance o el orden en que deban actuar los mandatarios, estos podrán hacerlo conjunta o separadamente. Como se indicara, ante un mandato plural y con el objeto de determinar los efectos y validez de los actos que pueda haber ejecutado uno o varios mandatarios, deberán analizarse los términos en los cuales ha sido otorgado.Así puede que se haya otorgado para una actuación: i) conjunta: deben actuar todos coordinados para que el acto tenga efectos jurídicos; ii) solidaria: cada uno puede actuar válidamente por sí solo; iii) fraccionada: cada uno tiene una esfera de actividad exclusiva de actuación; iv) sustitutiva o subordinada: cada uno tiene indicada su actuación en cierto orden o subordinada a determinada situación. Si el contrato no ha sido otorgado con este nivel de previsión se observará la regla general contenida en el artículo bajo comentario.

ARTÍCULO 1327.- Sustitución del mandato. El mandatario puede sustituir en otra persona la ejecución del mandato y es responsable de la elección del sustituto, excepto cuando lo haga por indicación del mandante.En caso de sustitución, el mandante tiene la acción directa contra el sustituto prevista en los artículos 736 CCy concordantes, pero no esta obligado a pagarle retribución si la sustitución no era necesaria. El mandatario responde directamente por la actuación del sustituto cuando no fue autorizado a sustituir, o cuando la sustitución era innecesaria para la ejecución del mandato.1. IntroducciónEl mandato, si bien ha perdido la característica de ser un encargo por amistad, sigue teniendo como base la confiabilidad, pero su rasgo determinante en estos tiempos lo da la habilidad, profesionalidad o pericia que pueda tener el mandatario a efectos de cumplir con la gestión encomendada.Esta profesionalización, así como el desarrollo de la contratación en masa, determina como regla que el mandato sea sustituible, salvo prohibición expresa.2. Interpretación

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La sustitución podrá configurarse como un submandato o bien, como una cesión de mandato, según sean las características en las que se otorgue el acto. En el caso del submandato, se aplican las reglas del subcontrato, donde el mandatario originario no queda desobligado y es responsable de la elección del sustituto, salvo que haya actuado por indicación del mandante.En el caso de haberse actuado por indicación este último, se produciría una cesión de la posición contractual —por delegación perfecta— y el mandante podría ejercer la acción directa contra el sustituto, prevista en el art. 736 CCy concs.Finalmente, la norma indica que, de no haber resultado necesaria la sustitución, el mandante no estará obligado a retribuir al sustituto. En este supuesto, el mandatario continúa respondiendo de modo directo ante el mandante sin poder desobligarse del encargo, al igual que frente a los supuestos en los cuales el mandatario haya carecido de autorización para sustituir. En ambos supuestos, el mandatario responde de modo directo frente al mandante.

ARTÍCULO 1328.- Obligaciones del mandante. El mandante esta obligado a:a. suministrar al mandatario los medios necesarios para la ejecución del mandato y compensarle, en cualquier momento que le sea requerido, todo gasto razonable en que haya incurrido para ese fin;b. indemnizar al mandatario los daños que sufra como consecuencia de la ejecución del mandato, no imputables al propio mandatario;c. liberar al mandatario de las obligaciones asumidas con terceros, proveyéndole de los medios necesarios para ello;d. abonar al mandatario la retribución convenida. Si el mandato se extingue sin culpa del mandatario, debe la parte de la retribución proporcionada al servicio cumplido; pero si el mandatario ha recibido un adelanto mayor de lo que le corresponde, el mandante no puede exigir su restitución.1. IntroducciónEl CCyC simplifica y reúne en un solo artículo las obligaciones y deberes del mandante que estaban reguladas en el CC entre los arts. 1941 y 1959 y en el CCom. en el art. 277. 2. Interpretación2.1. Suministrar lo medios necesarios para la ejecución del mandatoEl inc. a indica que, como titular del interés, el mandante debe prestar la colaboración necesaria —en tiempo y en forma— para que el mandatario pueda ejecutar el mandato. Ello se refiere a no obstruir la ejecución, así como también brindar lo necesario para que pueda concretarla (v. gr., bienes, dinero, documentación, anticipar gastos), o compensar los razonables en los que haya incurrido el mandatario en ocasión de ejecutar su encargo. Lo previsto de modo genérico en este inciso se encontraba regulado de modo más detallado en varias disposiciones del CC que imponían al mandante la obligación de anticipar cantidades (art. 1948 CC), de reembolsar al mandatario lo anticipado (arts. 1949, 1950 y 1955 CC) y el derecho de retención a favor del mandatario (art .1956 CC).2.2. Deber de indemnidadEl inc. b impone mantener indemne al mandatario, situación —comprensiva de la obligación referida en el punto anterior— relacionada con brindar bienes, dinero, documentación, reembolso de gastos o lo que fuere necesario para evitar que el mandatario incurra en algún perjuicio en su patrimonio. También se trata de una situación que preveía el CC en los arts. 1953 y 1954 y se sustenta en la regla general de que el mandato no debe perjudicar ni empobrecer al mandatario, quien tiene derecho a ser indemnizado de todo daño que sufra siempre que no sea atribuible a su culpa o dolo.2.3. Liberar al mandatario de obligaciones que hubiera contraído en su nombre, respecto de tercerosEste inciso es análogo a la disposición que contenía el art. 1951 CC y se trata de una obligación que surge como consecuencia natural del deber del mandante de proveer los medios necesarios para que el mandatario pueda ejecutar el mandato acordado (cfr. inc. a, comentado supra). La diferencia entre esta norma y el art. 1951 CC es terminológica y debe destacarse que la actual es más genérica al mencionar que deben proveerse los “medios necesarios”, donde antes se indicaba que debían proveerse “las cosas o fondos”.2.4. Abonar al mandatario la retribución convenidaConsecuencia natural de que el mandato se presuma oneroso (cfr. art. 1322 CCyC) es que una de las obligaciones principales de mandante sea la de retribuir al mandatario La última parte del inciso tiene su antecedente en el art. 1958 CC, que preveía que cuando el mandato se extinguía sin mediar culpa del mandatario, el mandante debía pagarle la retribución proporcional a los trabajos realizados, y si el mandatario hubiera recibido un adelanto mayor a lo que le correspondía, el mandante no podía exigir su restitución, sin que ello configurara un enriquecimiento sin causa del mandatario.2.5. Derecho de retenciónEl art. 1956 del CC preveía el derecho de retención a favor del mandatario, solución que puede ahora aplicarse por vía del art. 2587 CCyC y ss. De este modo, el mandatario podrá retener las cosas, documentos o valores entregados por el mandante para cumplir con el mandato hasta tanto este cumpla con las obligaciones que le corresponden, entre las cuales están las de abonarle la retribución pactada, resarcirlo de los daños y perjuicios que pudiere haber sufrido en ocasión del ejerció del encargo, etc.ARTÍCULO 1329.- Extinción del mandato. El mandato se extingue:

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a. por el transcurso del plazo por el que fue otorgado, o por el cumplimiento de la condición resolutoria pactada;b. por la ejecución del negocio para el cual fue dado;c. por la revocación del mandante;d. por la renuncia del mandatario;e. por la muerte o incapacidad del mandante o del mandatario.1. IntroducciónEl CCyC simplifica la regulación acerca de la extinción del mandato y regula entre el art. 1329 y 1334 CCyC las causales por las cuales puede terminarse el contrato y sus efectos; en particular, para los mandatos con representación, resulta aplicable el art. 380 CCyC. La terminación o extinción del mandato significa, asimismo, la cesación de una situación que legitima la actuación del mandatario en interés del mandante, sea en su nombre o en el propio (16) y de ello deriva, también que deban observarse las relaciones internas y externas originadas en ocasión del encargo al momento de su finalización.2. Interpretación2.1. Extinción por causas normalesEl mandato al igual que todos los contratos se extingue por consecuencia natural del cumplimiento o agotamiento de su objeto (inc. b), cumplimiento de la condición resolutoria (343 y sgtes. CCyC) o del plazo por el cual fue previsto (inc. a).2.2. RevocaciónSon aplicables las normas generales a todos los contratos contenidas en los arts. 1077 a 1080 CCyC, relativas a la extinción, efectos y eventual obligación de restitución de los bienes por parte del mandatario al mandante. En cuanto a la forma, no determina un modo específico, por lo que rige la libertad de formas; de modo que esta manifestación unilateral de la voluntad podrá darse de modo expreso o tácito y surtirá efectos a futuro.2.3. RenunciaEs la contrapartida de la revocación y se rige fundamentalmente por los arts. 944 y 946 CCyC que regulan en el Libro III, Título I de las obligaciones en general —otros modos de extinción— y contemplan expresamente los supuestos de renuncia. La renuncia es una manifestación de la voluntad unilateral y recepticia que produce efectos que se proyectan hacia futuro.En cuanto al tiempo en que puede darse la renuncia, si se trata de una renuncia con causa suficiente podrá darse en cualquier momento. Por otra parte, si se trata de una situación incausada, deberá tener en cuenta la posible aplicación del art. 1332 CCyC, que dispone las consecuencias que acarrea la renuncia intempestiva. Independientemente de que se trate de una renuncia con causa o no, el mandatario tiene el deber de no abandonar la gestión sin dar un plazo razonable al mandante para su reemplazo.2.4. Muerte o incapacidad del mandante o del mandatarioEsta causal de extinción refuerza su naturaleza intuitu personae. Remitimos al análisis específico realizado a los arts. 380 y 1333 CCyC. Respecto del estado falencial, el CCyC se refiere a este supuesto en el art. 380 inc. g). No obstante ello, corresponde remitirse a la Ley de concursos y quiebras 24.522, que en su sección V regula los efectos de la quiebra sobre ciertas relaciones jurídicas en particular y en su art. 147 dispone que ante la declaración de quiebra quedan resueltos los contratos que involucren la prestación personal del fallido, entre los cuales incluye expresamente al mandato.

ARTÍCULO 1330.- Mandato irrevocable. El mandato puede convenirse expresamente como irrevocable en los casos de los incisos b) y c) del artículo 380.El mandato destinado a ejecutarse después de la muerte del mandante es nulo si no puede valer como disposición de última voluntad.

1. IntroducciónEs válido otorgar un mandato con carácter de irrevocable, situación que puede ser dejada sin efecto si mediara justa causa para imponer la extinción del contrato. Respecto al significado de justa causa, podría ser cualquier supuesto que se encuadrara en el incumplimiento de las obligaciones del mandatario (cfr. 1324 CCyC).2. InterpretaciónEl artículo prevé el mandato destinado a ser ejecutado con posterioridad a la muerte del mandante. El CCyC indica que esta previsión será nula si no se pudiera hacer valer como disposición de última voluntad.A efectos de su validez debe: a) haber sido otorgado mediante poder especial, para realizar actos jurídicos específicos y determinados; b) manifestarse expresamente la voluntad de subsistencia en caso de muerte del poderdante; c) puede tratarse de actos de administración o de disposición; d) la única limitación que impone, en cuanto en interés de quien se otorga el poder, es que no es válido si ha sido otorgado en el único interés del poderdante o representado.

ARTÍCULO 1331.- Revocación. La revocación sin justa causa del mandato otorgado por tiempo o asunto determinado obliga al mandante a indemnizar los daños causados; si el mandato fue dado por plazo indeterminado, el mandante debe dar aviso adecuado a las circunstancias o, en su defecto indemnizar los daños que cause su omisión.

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1. IntroducciónEl mandato irrevocable se extingue si se hubiere previsto su subsistencia por un plazo determinado, al vencimiento de este. También, podría el mandante revocar o resolver por sin justa causa, pero —en estos casos— debería indemnizar al mandatario.2. InterpretaciónEl artículo, que tiene su antecedente en el art. 1970 CC, es una aplicación concreta de la facultad genérica conferida por el art. 1077 CCyC de extinción de contratos por voluntad unilateral. Los efectos operan hacia el futuro (art. 1078 CCyC) y en cuanto a la forma de revocación solo en caso de mandatos con representación se requiere una forma específica para revocar el poder otorgado. Para la correcta integración de la interpretación de esta norma se remite a los comentarios de los arts. 1330 y 380, incs. b y c CCyC.

ARTÍCULO 1332.- Renuncia. La renuncia intempestiva y sin causa justificada del mandatario obliga a indemnizar los daños que cause al mandante.1. InterpretaciónEste artículo prevé para la figura particular del mandato la regla general contenida para las obligaciones en el art. 944 CCyC. Esta regla estaba prevista de modo similar en el art. 1978 CC, que determinaba que la renuncia del mandatario, en tiempo indebido, de modo repentino y sin causa justa o suficiente, lo obligaba a resarcir al mandante los daños y perjuicios ocasionados.Por último, entendemos, el mandatario continúa obligado en términos similares a los que preveían los arts. 1969 y 1979 CC que establecían la obligación del mandatario de continuar sus gestiones en caso de extinción del mandato o de renuncia, respectivamente hasta que el mandante pudiera adoptar los actos necesarios para suplir la ausencia del mandatario. Esta regla se relaciona con el art. 380, inc. d, CCyC que exige al representante continuar en sus funciones hasta que notifique su renuncia al representado, excepto que acredite un impedimento justificado que le impida proseguir la gestión.

ARTÍCULO 1333.- Muerte o incapacidad del mandatario y del mandante. Producida la muerte o incapacidad del mandatario, sus herederos, representantes o asistentes que tengan conocimiento del mandato deben dar pronto aviso al mandante y tomar en interés de éste las medidas que sean requeridas por las circunstancias. Si se produce la muerte o incapacidad del mandante, el mandatario debe ejecutar los actos de conservación si hay peligro en la demora, excepto instrucciones expresas en contrario de los herederos o representantes.Remisiones: ver art. 380, inc. b, CCyC.1. IntroducciónEl mandato es tradicionalmente intuito personae, de modo que el fallecimiento o incapacidad sobreviniente de cualquiera de las partes pone fin, por lo general, al contrato. El art. 1329, inc. e, establece que los supuestos de fallecimiento o incapacidad del mandante o del mandatario son causales de extinción del mandato. El art. 1333 CCyC prevé la conducta y obligaciones que deben cumplirse de inmediato, ante la ocurrencia de esos supuestos.2. Interpretación2.1. Fallecimiento del mandatarioAnte este supuesto, la norma indica que los herederos, representantes o asistentes que tengan conocimiento del mandato deben comunicar la situación de inmediato al mandante y adoptar en interés de este las medidas pertinentes o conservatorias para proteger los intereses del mandante bajo pena de incurrir en responsabilidad civil. La obligación de comunicar de inmediato al mandante de la situación de fallecimiento se basa en el perjuicio que el abandono de la gestión podría acarrear al mandante.2.2. Fallecimiento del mandanteSi, por el contrario, fuere el mandante quien fallece o se torna incapaz, deberá el mandatario ejecutar los actos de conservación urgentes hasta tanto reciba instrucciones expresas de los herederos o representantes de aquel.Si se entiende que la actividad de gestión patrimonial se basa en criterios personales propios del dueño de tales negocios, acaecido el fallecimiento de su titular y pasado el patrimonio a sus herederos, salvo caso de extinción de pleno derecho, es razonable requerir de los herederos o representantes instrucciones respecto de la continuidad o no en el ejercicio del mandato, y en su defecto, instrucciones a seguir en caso de continuidad en él. Todo lo expuesto, sin perjuicio de lo dispuesto en el supuesto normado en el art. 380 inc. b, a cuyo comentario se remite.2.3. Incapacidad del mandatarioSi el mandatario se vuelve incapaz opera la extinción, pues estará impedido de actuar por sí en la gestión del negocio del mandante 2.4. Incapacidad del mandanteSi el mandante deviene incapaz, se extingue el mandato porque su voluntad ha dejado de existir. A partir de ese momento, el mandante tendrá representación legal perdiendo, de acuerdo al grado de incapacidad que tenga, la posibilidad total o parcial de ejercicio de sus derechos.

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ARTÍCULO 1334.- Rendición de cuentas. La rendición de cuentas por el mandatario debe ser en las condiciones previstas en los artículos 858 y siguientes acompañadas de toda la documentación relativa a su gestión. Excepto estipulación en contrario, las cuentas deben rendirse en el domicilio del mandatario y los gastos que generan son a cargo del mandante.1. IntroducciónEl mandatario está obligado a rendir cuentas por su gestión. El CC receptaba estas previsiones en los arts. 1909, 1911 y 1912, mientras que el CCom. lo preveía en el art. 227.2. InterpretaciónLo previsto en el presente artículo debe interpretarse y complementarse con lo normado, no solo en los artículos a los cuales la misma norma remite, —art. 858 CCyC y ss.—, sino también con el relativo a las obligaciones del mandatario contenidas en el 1324 CCyC, en particular en los incisos relativos al deber de informar, de rendir cuentas, de exhibir documentación. Aporta por fuera de las normas mencionadas la indicación del lugar donde debe efectuarse la rendición y la indicación que los gastos que este tipo de gestión demanden son a cargo del mandante. Esto último es consecuente con el deber de indemnidad a cargo el mandante, que comprende la obligación de retribuir la gestión al mandatario, como además no generarle ningún gasto por las gestiones que en su favor éste realice.-

GESTIÓN DE NEGOCIOS. ARTÍCULO 1781.- Definición. Hay gestión de negocios cuando una persona asume oficiosamente la gestión de un negocio ajeno por un motivo razonable, sin intención de hacer una liberalidad y sin estar autorizada ni obligada, convencional o legalmente.1. IntroducciónEn el CC redactado por Vélez Sarsfield se legislaba a esta figura entre las normas que regulaban las obligaciones nacidas de los contratos (arts. 2288 a 2305 CC). Esta ubicación en aquel Código generaba una discusión en la doctrina respecto de su naturaleza jurídica. En cambio, el CCyC regula el instituto como una fuente autónoma de obligaciones (así se establece expresamente en los “Fundamentos” del Proyecto de CCyC, decreto PEN 191/2011) y lo hace con una redacción simple y más comprensible que el régimen anterior. La presente norma estaba redactada de igual manera en el art. 1708 del Proyecto de Código Civil Unificado de 1998.2. Interpretación2.1. DefiniciónLa regla general es que nadie debe entrometerse en la esfera jurídica ajena, aunque aparece una excepción que es la gestión de negocios ajenos. Son aquellos casos en los que una persona humana (llamada ”gestor”) asume espontáneamente y de manera diligente un negocio referido al patrimonio que pertenece a otro (el dueño del negocio o gestionado), quien se halla ausente (no tiene conocimiento) o imposibilitado de hacerse cargo o de oponerse. El gestor actúa en el interés exclusivo del dueño del negocio, y debe cumplir con ciertos requisitos para que proceda la configuración de este instituto, que son: a. debe mediar un motivo razonable;b. no debe haber intención de hacer una liberalidad; yc. la persona que asume el negocio no debe estar autorizada ni obligada, sea por convención o por imposición legal.La gestión puede consistir en actos materiales o jurídicos llevados a cabo por el gestor en beneficio del dueño del negocio.Cabe aclarar que su interpretación es restringida. Esto significa que la intromisión del gestor en un negocio ajeno debe ser cuando hay un patrimonio que puede sufrir un menoscabo y su dueño está imposibilitado de atender sus asuntos, sea por desconocimiento o por imposibilidad de actuar. Es que, a diferencia de lo que sucedía en el régimen de Vélez Sarsfield, ahora debe mediar un motivo razonable del gestor, a fin de evitar una injerencia de terceros en negocios que no les pertenecen. Es ese motivo razonable el que justifica que una persona pueda inmiscuirse en negocios ajenos y, sobre todo, es lo que da licitud a la actividad desplegada por el gestor.Por último, cabe apuntar que la gestión de negocios ajenos puede dividirse en tres etapas: el comienzo, la continuación y la conclusión. (248) Solo en la primera etapa el gestor actúa de manera espontánea, y en interés del gestionado, aunque no se sepa quién es este último.En la siguiente fase existe un deber jurídico de continuar la gestión de manera diligente y según la conveniencia e intención del dueño del negocio (arts. 1782, inc. c, y 1785 CCyC).En el último estadio se ubica la finalización de la gestión (art. 1782, inc. c, CCyC), que puede suceder por conclusión del negocio o porque el gestionado asume por sí el negocio o, en algunos casos, porque se opone a la actuación del gestor (arts. 1783 y 1789 CCyC).Sin perjuicio de esto último, quien asume un negocio ajeno concluye definitivamente su actuación una vez que rinde cuentas al gestionado, obligación que está siempre presente, haya terminado la gestión con la finalización del negocio o antes por otras circunstancias (art. 1782, inc. e, CCyC).2.2. Naturaleza jurídicaA diferencia del CC, que regulaba a la gestión de negocios ajenos entre las obligaciones que nacen de los contratos, el CCyC la regula en el Libro Tercero —Derechos Personales—, Título V —Otras fuentes de las obligaciones—,

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Capítulo 2. Por este motivo, el instituto en estudio es una fuente de las obligaciones, y ya no se discute si es un cuasicontrato, o un acto unilateral de representación, o un acto voluntario lícito del gestor, o un acto jurídico de este último, como se lo hacía con la regulación anterior.La gestión de negocios ajenos encuentra sus propias normas, lo que hace que sea una fuente autónoma de obligaciones, con sus propios efectos y, para los casos no contemplados, se recurre supletoriamente a las disposiciones del mandato (art. 1790 CCyC).2.3. Diferencias con el mandatoEs fácil de distinguir el instituto bajo análisis con el mandato expreso (arts. 1319 y 1320 CCyC), pues en este último hay un contrato que liga a las partes, es decir, un acuerdo de voluntades entre el dueño del negocio (mandante) y quien realiza esa gestión (mandatario), lo que no sucede en la gestión de negocios ajenos, en donde no hay autorización ni obligación previas de llevar adelante aquella actividad. Además, el mandato solamente se refiere a actos jurídicos (art. 1319 CCyC), mientras que la gestión de negocios ajenos puede tratarse también de actos materiales.Quizás lo más difícil de distinguir en la práctica es el mandato tácito de la gestión de negocios ajenos. Para establecer esa diferencia debe estarse al conocimiento que tiene el dueño del negocio sobre la actividad que ejerce el gestor. Si hay conocimiento del dueño y no lo impide, pudiendo hacerlo, se entiende que hay mandato tácito (art. 1319, párr. 2, CCyC). Por el contrario, si el dueño del negocio ignora la gestión, o cuando tiene conocimiento de aquella pero está imposibilitado de oponerse, se estará ante la gestión de negocios ajenos, cuya ratificación posterior por el gestionado traerá aparejado los efectos del mandato desde el día en que la gestión comenzó (art. 1790 CCyC).2.4. RequisitosLos requisitos para que se configure el presente instituto son:1. Que una persona asume la gestión de un negocio ajeno Para cumplir con esta exigencia no debe haber conocimiento del dueño del negocio de la actuación del gestor, o aquel debe estar con una imposibilidad de asumir ese negocio.Lo importante es que el gestor actúa en interés de otro (249) que no tiene conocimiento de que se lleva adelante el negocio del cual es dueño, o bien está imposibilitado de asumirlo u oponerse. En este último supuesto, debe tratarse de una imposibilidad de oposición, ya que si guarda silencio, es decir, no se opone pudiendo hacerlo, se configura un mandato tácito. El gestor actúa en interés y por cuenta del dueño del negocio.Si se trata de actos ajenos pero que se ejercen como propios, no se daría el presente requisito impuesto en la norma en estudio. El gestor debe saber desde el principio que asume la conducción de un negocio que no es propio, que es ajeno. De lo contrario, podría configurarse un enriquecimiento ilícito del beneficiario (art. 1794 CCyC). Es, por ejemplo, el caso del heredero aparente, quien administra una herencia que es de otro en la creencia que le era propia, en cuyo caso no tendrá derecho de rembolso contra el beneficiario de su actuación (verdadero heredero), sino que deberá iniciar la acción de enriquecimiento ilícito.2. Debe ser realizada oficiosamenteEsto significa que una persona asume voluntariamente, de forma espontánea y con intención de proteger un patrimonio que pertenece a otra persona, sin tener representación alguna y por un acto unilateral, la realización de un negocio que no le es propio (es decir, es ajeno).3. Debe mediar un motivo razonableQuien lleve a cabo la gestión debe tener una justificación para comenzar un negocio ajeno, pues de lo contrario estaría vedada su intromisión por la prohibición de injerencia en los negocios ajenos. Es decir, el motivo razonable al que se hace referencia es lo que le da licitud a la actuación del gestor, que de otra manera tendría prohibido inmiscuirse en el negocio que no le pertenece. Ese motivo puede ser un acto espontáneo, de amistad, de humanidad, etc.Se tiende a evitar, con la razonabilidad, que el gestor haga una invasión en la esfera privada del gestionado, lo que sería una intromisión ilícita. Es por ese motivo que su actuación deberá ser en interés del dueño del negocio.Si el gestionado tiene posibilidades de asumir el negocio —por sí o por otra persona en su nombre— no se justifica la actuación del gestor, quien de realizar la gestión se entrometería en asuntos ajenos y se configuraría un acto ilícito. Lo mismo sucede si hay una prohibición expresa del dueño del negocio, siempre que no haya un interés propio del gestor (art. 1783, inc. a, CCyC), en cuyo caso podrá continuar la gestión bajo su responsabilidad.4. No debe existir intención de hacer una liberalidad Con la gestión se intenta beneficiar al dueño del negocio, por el motivo que sea, sin que eso signifique que se hace una donación o, mucho menos, que se intenta conseguir una retribución a cambio, sino todo lo contrario. El gestor actúa con la intención de obligar al dueño del negocio a que se le rembolsen los gastos más los intereses desde la fecha en la que se hizo el desembolso (art. 1785, inc. a, CCyC). El gestor interviene en un negocio ajeno o parcialmente ajeno para evitar un perjuicio del dueño de aquel y no en busca de un provecho propio.No hay gestión de negocios ajenos cuando lo que intenta el gestor es hacer una actividad por gratitud o en busca de obtener un lucro a través del gestionado, ya que en esos supuestos no existe el elemento esencial que es el de asumir un negocio que pertenece a otro con intención de obligar al dueño del negocio.La gestión de negocios ajenos es siempre gratuita, salvo el supuesto contemplado en el art. 1785, inc. d, CCyC ya que el gestor no tiene derecho a reclamar una retribución por su desempeño, sino que su petición se limita al rembolso de lo gastado más los intereses.

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5. La persona que se hace cargo de la gestión no debe estar autorizada ni obligada, sea por convención o por imposición de la ley Si la persona que realiza el negocio estaba autorizada por medio de una convención con el dueño de aquel, lo que existe entre las partes es un mandato (art. 1319 CCyC) y no una gestión de negocios ajenos. Lo mismo sucede si es la ley la que impone que la persona que realiza el negocio deba hacerlo en determinados casos, pues en esos supuestos no existen los restantes requisitos a los que se hizo referencia con anterioridad.En resumidas cuentas, no debe existir una relación jurídica prexistente entre el gestor y el dueño del negocio, ni tratarse de una gestión en cumplimiento de una obligación legal.2.5. EjemplosSon ejemplos de gestión de negocios ajenos: apagar un incendio en la casa del vecino; levantar una cosecha cuyo dueño está imposibilitado de hacerlo; arreglar el techo del vecino que no se encuentra en la casa, para lo cual el gestor debió comprar los materiales; cuando el apoderado realiza un acto que no está autorizado en el poder; el tenedor de un inmueble que paga una deuda del dueño del bien que se encuentra ausente a fin de evitar la ejecución de la propiedad, entre otros.

ARTÍCULO 1782.- Obligaciones del gestor. El gestor esta obligado a:a. avisar sin demora al dueño del negocio que asumió la gestión, y aguardar su respuesta, siempre que esperarla no resulte perjudicial;b. actuar conforme a la conveniencia y a la intención, real o presunta, del dueño del negocioc. continuar la gestión hasta que el dueño del negocio tenga posibilidad de asumirla por sí mismo o, en su caso, hasta concluirla;d. proporcionar al dueño del negocio información adecuada respecto de la gestión;e. una vez concluida la gestión, rendir cuentas al dueño del negocio.

1. IntroducciónEn la norma en comentario se establecen los alcances de las obligaciones que asume el gestor desde su comienzo (avisar sin demora al dueño del negocio que asumió la gestión), hasta su culminación (rendir cuentas). Por consiguiente, en este artículo se sintetiza todo aquello a lo que está obligado el gestor de negocios ajenos.En el CC esas obligaciones se encontraban dispersas en los arts. 2290 y 2296 CC. La fuente de la norma en estudio es el art. 1709 del Proyecto de Código Civil Unificado de 1998, con una modificación en la redacción del inc. b.2. InterpretaciónRespecto de las obligaciones del gestor, en el inc. a se establece que el gestor tiene que comunicar al gestionado lo antes posible que lleva a cabo un negocio que le pertenece, para que este resuelva que quiere hacer al respecto. El gestor debe esperar instrucciones del dueño del negocio y está obligado a abstenerse de continuar con su actividad hasta que el gestionado indique cómo seguir. Todo eso es siempre y cuando la espera no traiga aparejado un perjuicio para el dueño del negocio, lo que funciona como una excepción al principio de comunicación sin demora. La importancia de dar aviso sin demora al dueño del negocio radica en que se debe poner a este en la posibilidad de hacerse cargo de su negocio por sí mismo y, asimismo, actúa como un límite a las decisiones que tome el gestor en su actuación. En caso de fallecimiento del gestionado, el aviso debe ser realizado a sus herederos.Además, se vincula con la obligación que tiene el gestor de continuar la gestión hasta que el gestionado prohíba su continuación o asuma por sí mismo el negocio, pues hasta que el gestor no de aviso al dueño del negocio de la actividad que emprendió, este no podrá tomar una decisión al respecto (asumir el negocio o prohibir su continuación).Si el gestor mantiene oculto el negocio ajeno que lleva adelante, y cesa la ausencia o la imposibilidad del gestionado, sin que el primero haya dado aviso al segundo, se configura una intromisión injustificada en los asuntos ajenos del dueño del negocio y, por lo tanto, ilícita.El inc. b se refiere a que el gestor debe actuar como lo hubiese hecho el dueño del negocio y según el interés y conveniencia de este último. Por lo tanto, deberá analizarse la conducta del gestor in abstracto y compararla con lo que hubiese hecho el verdadero dueño del negocio. Por eso se refiere a “real” o a “presunta”, pues a veces el gestor no conoce al gestionado o no sabe qué haría en el caso concreto.En el inc. c se exige que el gestor continúe el negocio a fin de que no se produzcan perjuicios en el patrimonio del dueño del negocio, hasta que el gestionado pueda actuar por sí mismo, o hasta la culminación del negocio de que se trate Debe interpretarse que en este inciso se encuentra contemplado el supuesto establecido en el art. 1783, inc. a, CCyC. Por lo tanto, el gestor tiene que continuar la gestión hasta que el dueño del negocio prohíba su continuación.Esta obligación que se impone al gestor está íntimamente vinculada con la diligencia que debe tener en el negocio, ya que abandonarlo puede acarrear su responsabilidad en los términos del art. 1786 CCyC. Es decir, el abandono de la gestión hará responsable al gestor por los daños y perjuicios que provoque al dueño del negocio.Aunque en el artículo no mencione nada, para el caso de muerte del gestionado, la relación del gestor se vincula con sus herederos, y debe continuar la gestión hasta que estos asuman los negocios del difunto o hasta que se opongan a la continuación de aquella, si es que aún no se encuentra finalizada.

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Por lo regulado en el art. 1790 CCyC, en caso de muerte del gestor, se aplica el art. 1333 CCyC. Es decir, los herederos del gestor deben proseguir los negocios que no admitan demora, hasta que el dueño del negocio o sus herederos dispongan sobre ellos.Lo importante de esta obligación que se le impone al gestor es que debe terminar lo que él inició por un acto unilateral y voluntario, y tiene prohibido abandonarlo. Solo puede finalizar su actuación antes de la culminación del negocio en dos supuestos:a. cuando el gestionado ratifica la gestión y asume sus negocios, lo que incluye las obligaciones contraídas por el gestor; yb. cuando el gestionado prohíba la continuación del gestor.De lo contrario, si no sucede ninguno de los casos mencionados con anterioridad, el gestor deberá culminar el negocio.El inc. d establece que el gestor tiene el deber de brindar una información veraz al dueño del negocio. Esto es consecuencia del principio de buena fe que establece este Código en su art. 9º. Además, está concatenado con la obligación de dar aviso sin demora al dueño del negocio que se impone en el inc. a de este artículo.La información se refiere a los actos llevados a cabo por el gestor, cuáles se encuentran concluidos o pendientes, y cuál fue el objetivo que tuvo en cuenta con cada uno de esos actos, a fin de que el gestionado tome una decisión sobre cómo continuar el negocio en caso de que aún no se haya terminado.Si la gestión ya estuviese concluida, la información adecuada deberá estar reflejada en la rendición de cuentas que tiene que realizar el gestor. El inc. e determina que, una vez que el gestor concluye la gestión debe rendir las cuentas de su actuación. Esta exigencia también surge expresamente del art. 860, inc. a, CCyC y consiste en una obligación de hacer para el gestor.El principal objetivo de la rendición de cuentas es que el dueño del negocio tenga un acabado conocimiento de los actos cumplidos, como fueron conducidas las diferentes tareas y, además, para saber si lo que recibió de aquella gestión es lo debido por el gestor (art. 858 CCyC y ss.).La rendición consiste en mostrar la documentación que respalda las cuentas que presente el gestor al dueño del negocio y, una vez aprobadas, concluirá definitivamente su actuación.El gestor debe demostrar, a través de cualquier medio de prueba, las inversiones realizadas, lo recibido durante su gestión, las obligaciones asumidas frente a terceros y/o los trabajos realizados.Por otra parte, la rendición de cuentas está concatenada con las obligaciones que surgen del art. 1785 CCyC en cabeza del dueño del negocio. Pues de esta rendición saldrán los importes a rembolsar con sus respectivos intereses, las obligaciones de las que deberá hacerse cargo el dueño del negocio, los daños sufridos por el gestor en el ejercicio de su tarea y, en el caso de corresponder, a que se lo remunere por la actividad desplegada.No basta con presentar las cuentas al dueño del negocio para dar por concluida su gestión, sino que debe esperar su aprobación, sea aquella privada o judicial. Una vez aprobada, deberá procederse de acuerdo a lo estipulado en el art. 864 CCyC: el dueño del negocio debe pagar el saldo, es decir, rembolsar los gastos en los que hubiera incurrido el gestor más intereses, o asumir las obligaciones frente a terceros; y el gestor debedevolver los títulos y documentos que haya recibido durante su actividad. Sin embargo, el gestor puede optar por el derecho de retención hasta tanto no sea desinteresado por el dueño del negocio.Si bien la actividad del gestor puede concluir antes de rendir cuentas, por finalización del negocio por cualquiera de las formas que sea, subsistirá una relación jurídica con el dueño del negocio hasta tanto cumpla con esta obligación. Por eso, no termina la gestión de negocios ajenos hasta tanto sean aprobadas las cuentas presentadas al gestionado, aunque la actuación del gestor haya concluido.En el caso de que el gestor no presente la rendición de cuenta, el dueño del negocio podrá exigirla judicialmente. En aquel juicio, el juez primero tiene que establecer si existe la obligación de rendir cuentas, y recién después se procederá a rendirlas para su aprobación.

ARTÍCULO 1783.- Conclusión de la gestión. La gestión concluye: a. cuando el dueño le prohíbe al gestor continuar actuando. El gestor, sin embargo, puede continuarla, bajo su responsabilidad, en la medida en que lo haga por un interés propio;b. cuando el negocio concluye.

1. IntroducciónEn este artículo se estipulan las formas de conclusión de la gestión de negocios ajenos. En el CC (arts. 2296, 2298, 2300, 2301 y 2303 CC) no había una norma específica en la cual se contemplara la conclusión de este instituto como lo hace el CCyC. Esta norma estaba igualmente redactada en el Proyecto de Código Civil Unificado de 1998 (art. 1710).2. InterpretaciónSi bien en este artículo se establecen dos modos de conclusión de la gestión de negocios ajenos, debe sumarse un tercero, que es cuando el dueño del negocio asume por sí la actividad que desarrollaba el gestor (art. 1782, inc. c, CCyC). Las formas estipuladas en la norma para la conclusión de la gestión desarrollada por el gestor son:2.1. Cuando el gestionado prohíbe al gestor continuar su actuación

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El dueño del negocio está facultado a poner fin a la gestión si prohíbe al gestor que continúe con la actividad que ya emprendió. Desde el momento en que el dueño del negocio prohíbe al gestor continuar con su actividad, se daría uno de los supuestos de conclusión de la gestión de negocios ajenos. Sin embargo, el artículo dispone una excepción, que es cuando hay un interés propio del gestor en la actividad que lleva adelante. En ese caso, el gestor podrá continuar su tarea aun contra la voluntad del dueño del negocio y bajo su responsabilidad.Esta forma de concluir la gestión está íntimamente ligada a la obligación que tiene el gestor de dar aviso sin demora al dueño del negocio (art. 1782, inc. a, CCyC). Una vez que el gestor anotició al gestionado sobre la actividad que lleva adelante, está obligado a aguardar su respuesta, y es en ese momento en el cual el dueño del negocio puede oponerse a la continuación de la actividad desarrollada por el gestor.Por otra parte, no se exige que el gestionado tenga alguna razón fundada para prohibir la continuación de la gestión. De existir tal prohibición, la regla general es que el gestor no puede continuar con su actividad, salvo que tenga un interés propio, que serían aquellos casos en los que el negocio es parcialmente ajeno, o la prohibición es contraria a normas legales o de orden público. Si no se da alguno de estos supuestos, el gestor no tiene justificación para entrometerse en un negocio cuyo dueño prohibió su actividad. Por eso, en estos casos no hay que probar si la prohibición del gestionado era o no válida o fundada, sino que es el gestor quien tiene que acreditar que continuó la gestión debido a que tenía un interés legítimo.Por ejemplo, si se trata de una cosa mueble prendada que está en riesgo y el gestor es acreedor prendario de aquella. Ante la oposición del dueño de la cosa mueble, el acreedor prendario podrá continuar la gestión con la intención de no perder o evitar que se deteriore la cosa. Pero en ese supuesto no se evalúa si la oposición del dueño del negocio fue válida, sino que lo que debe demostrarse es que había un interés propio del gestor en que la cosa no se deteriore o deje de existir. Si no existe ese interés legítimo, el gestor no está autorizado a conservar la cosa mueble ante la oposición del gestionado.Para que la prohibición produzca sus efectos, debe ser comunicada al gestor de manera fehaciente por cualquier medio y además, debe tratarse de una orden clara y que no deje lugar a dudas de que el dueño del negocio no quiere que el gestor continúe. Sin embargo, los actos ya cumplidos por el gestor se reputarán válidos y solo se podrán prohibir los que están en ejecución o próximos a realizarse.Es evidente que si hay oposición del dueño del negocio no se configura el presente instituto pues la intromisión de la persona que realiza la gestión se transforma en un acto ilícito y sin justificación.Si el gestor continúa su actividad ya anoticiado de la prohibición de hacerlo por el dueño del negocio y no demuestra un interés legítimo, será responsable del daño patrimonial y extrapatrimonial que sufra el gestionado como consecuencia de la gestión, y no tiene derecho al rembolso de los gastos que haya realizado, ni a que se lo libere de las obligaciones contraídas con terceros, y mucho menos a que se le indemnicen los daños y perjuicios generados como consecuencia de su actividad en el negocio.En cambio, si existe la prohibición del dueño del negocio pero no llegó a ser conocida por el gestor quien continúa con la gestión, no se reputará una intromisión ilícita y tendrá derecho a que se le rembolsen todos los gastos realizados hasta que sea efectivamente notificado de la decisión del gestionado.En síntesis, si hay oposición del dueño del negocio notificada fehacientemente al gestor, este último carece de legitimación para entrometerse en aquellos asuntos, salvo que exista un interés legítimo propio en efectuar esa actividad, cuya acreditación estará en cabeza suya.2.2. La conclusión del negocioEn este caso termina la actuación del gestor cuando el negocio ajeno se agota o finaliza. Aunque quedan varias relaciones jurídicas entre las partes ya concluido el negocio. En efecto, el gestor está obligado a rendir cuentas de su actividad (art. 1782, inc. e, CCyC). Por lo que el dueño del negocio tiene derecho a exigir la rendición de cuentas de los actos llevados a cabo por el gestor y a que se le entreguen las cosas y documentos que la gestión produjo. También puede iniciar una acción de daños y perjuicios contra el gestor por los actos que lo perjudicaron como consecuencia de la culpa de este último (art. 1786 CCyC).Por su parte, el gestor tiene derecho a que el dueño del negocio rembolse el saldo que surja a su favor de la rendición de cuentas, y a que se lo libere de las obligaciones que haya asumido como consecuencia de la gestión. En ciertos casos particulares, tiene derecho a que se lo remunere (art. 1785, inc. d, CCyC).

ARTÍCULO 1784.- Obligación frente a terceros. El gestor queda personalmente obligado frente a terceros. Sólo se libera si el dueño del negocio ratifica su gestión, o asume sus obligaciones; y siempre que ello no afecte a terceros de buena fe.

1. IntroducciónLa redacción del presente artículo despeja todas las interpretaciones a las que daba lugar el art. 2305 redactado por Vélez Sarsfield. Es una reproducción del art. 1711 del Proyecto del Código Civil Unificado de 1998. Lo importante a destacarse de esta norma es que el gestor queda personalmente obligado frente a los terceros durante la gestión de negocios ajenos.2. Interpretación

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2.1. Obligación frente a tercerosMientras que el dueño del negocio no haya ratificado la gestión o hasta que no asuma las obligaciones que aquella genera, el obligado frente a los terceros es el gestor.Aquí poco importa si el gestor se obliga en su propio nombre o a nombre del gestionado, pues hasta que no haya una manifestación del dueño del negocio en la cual ratifique o asuma las obligaciones, es el gestor quien queda personalmente obligado frente a los terceros. Es que no existe representación del gestor respecto del dueño del negocio, por ello este último no queda obligado frente a los terceros con los que contrata el primero.Esta normativa es amplia, pues el gestor queda obligado por cualquier acto y los terceros tienen acción contra este hasta tanto el dueño del negocio no aparezca en la relación existente. Hasta entonces, el gestionado es un tercero ajeno a las partes intervinientes en la gestión de negocios ajenos.Una vez realizada la ratificación, los efectos se asimilan a los del contrato de mandato y es el gestionado quien queda obligado frente a los terceros desde el día en que comenzó la actividad del gestor (arts. 1789 y 1790 CCyC). Si el gestor había contratado a nombre del gestionado, entonces queda liberado. En cambio, si lo había hecho a nombre propio, el dueño del negocio, además de ratificar la gestión, deberá asumir esas obligaciones para liberar al gestor (obligación que le impone el art. 1785, inc. b, CCyC cuando la gestión fuese conducida útilmente), de lo contrario los terceros tienen acción contra ambos (gestor y gestionado).Por ejemplo, cuando el gestor contrata con un tercero una cosechadora para levantar la soja del campo vecino ante el peligro de perderse lo sembrado por ausencia del dueño del campo, quien se encuentra imposibilitado porque está internado en un hospital de la zona. En este caso, es el gestor el que queda obligado personalmente frente a ese tercero que levanta la cosecha, hasta que el dueño del campo salga de su imposibilidad y asuma aquella obligación contraída por el primero. Si se había contratado a nombre del dueño del campo la maquinaria, entonces bastará la ratificación de aquel y quedará liberado el gestor de las obligaciones de ese contrato. En cambio, si el gestor contrató a su propio nombre, necesitará que el dueño del negocio asuma las obligaciones frente a ese tercero para quedar liberado. De lo contrario, gestor y gestionado deben responder ante el dueño de las maquinarias por aquella cosecha.En síntesis, dos son las vías que tiene el gestor para liberarse de las obligaciones contraídas con terceros: que el dueño del negocio ratifique la gestión, o cuando asume sus obligaciones.2.2. Tercero de buena feEn el artículo se establece una excepción a la liberación del gestor referente a los terceros de buena fe. Aun cuando el dueño del negocio ratifique la gestión o asuma las obligaciones que de aquella se derivan, el gestor no se libera respecto a los terceros de buena fe.Es decir, los terceros en caso de ser de buena fe, tienen acción contra el dueño del negocio que ratificó la gestión o asumió la obligación, y también contra el gestor. Por lo tanto, podrán perseguir el pago de su crédito por el gestor, por el dueño del negocio, o por ambos indistintamente. Después, de corresponder, existirá acción de repetición entre gestor y gestionado. De esta manera se protege a los terceros de buena fe.2.3. Acción subrogatoriaAunque la norma en estudio no diga nada, no hay ningún impedimento para que los terceros ejerzan la acción subrogatoria contemplada en el art. 739 CCyC.Por lo tanto, los acreedores pueden ir contra el dueño del negocio cuando no haya ratificado la gestión o no haya asumido las obligaciones que le competen, pero solo respecto de las acciones que contra este tenía el gestor. Es decir, los terceros solo tienen una acción de rembolso contra el dueño del negocio, pero no pueden exigirle el cumplimiento de las obligaciones, a las que queda atado el gestor, que es el único comprometido ante la falta de ratificación o asunción de obligaciones del gestionado.

ARTÍCULO 1785.- Gestión conducida útilmente. Si la gestión es conducida útilmente, el dueño del negocio esta obligado frente al gestor, aunque la ventaja que debía resultar no se haya producido, o haya cesado: a. a reembolsarle el valor de los gastos necesarios y útiles, con los intereses legales desde el día en que fueron hechos; b. a liberarlo de las obligaciones personales que haya contraído a causa de la gestión;c. a repararle los daños que, por causas ajenas a su responsabilidad, haya sufrido en el ejercicio de la gestión;d. a remunerarlo, si la gestión corresponde al ejercicio de su actividad profesional, o si es equitativo en las circunstancias del caso.1. IntroducciónAl igual que lo disponía el art. 1712 del Proyecto de Código Civil de 1998 (con una modificación de la redacción del inc. a), en el presente Código se estipulan los efectos de una gestión conducida útilmente.En este artículo se determinan las obligaciones que tiene el dueño del negocio frente al gestor, cuando la gestión fue conducida útilmente. En el Código de Vélez Sarsfield esas obligaciones del gestionado se encontraban diseminadas en los arts. 2298, 2300, 2301 y 2302 CC.2. InterpretaciónLa norma establece que si la gestión es conducida útilmente, entonces el gestionado queda obligado frente al gestor, independientemente de que el resultado no haya sido el deseado.

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2.1. Gestión útilLa obligación del gestor es llevar su tarea de manera diligente, lo que implica que debe cumplir de manera regular su gestión. (250)El artículo en comentario se refiere a la conducción de la gestión, por lo que la expresión “útilmente” es claramente sinónimo de diligencia, eficacia, y no se refiere a la utilidad o ganancia alcanzada por la actividad del gestor. No interesa el resultado de la gestión siempre y cuando aquella se haya ejercido con eficacia y diligencia.Es que si se le exigiera al gestor de negocios ajenos que garantice un resultado que otorgue una ganancia al dueño del negocio, esta figura desaparecería, pues nadie se metería en un asunto de este tipo.Demostrada que la gestión del negocio fue realizada de manera útil (diligente/eficaz), surgen en cabeza del gestionado una serie de obligaciones frente a quien llevó a cabo las tareas (gestor), sin importar el resultado de aquella actividad.No debe confundirse la utilidad de un negocio con el provecho que saque el dueño. La gestión puede ser conducida útilmente y no representar ningún provecho para el dueño del negocio. En este punto, Vélez Sarsfield daba un ejemplo que puede ser empleado aquí también: si el gestor hace reconocer y liquidar un crédito a favor del dueño del negocio, y terminada la liquidación el deudor quiebra, el crédito es perdido, por lo que el gestionado no saca ningún provecho de la gestión y, sin embargo, la gestión fue útilmente emprendida.-Por lo tanto, si el gestor no alcanza la ventaja que debía resultar, ya sea por causas imprevistas o imprevisibles, eso no es obstáculo para considerar que la gestión fue realizada útilmente.Para que la intromisión sea conducida útilmente, debe mediar razonabilidad. Esto significa que debe estar justificada la intervención del gestor, de lo contrario no corresponde que se inmiscuya en asuntos ajenos. Aquí no interesan las buenas intenciones que tenga el gestor, sino que tiene que ser una intervención razonable y que no se haya podido postergar hasta que el negocio sea asumido por su dueño.El llevar adelante una gestión “útilmente” no debe confundirse con la utilidad necesaria para la liberación de responsabilidad del gestor en un supuesto de caso fortuito. A fin de entender la diferencia, se remite a la explicación del art. 1787 CCyC.2.2. Consecuencias de la gestión conducida útilmenteLas obligaciones que se generan al dueño del negocio ante una gestión conducida útilmente se consigan a continuación.a. a reembolsarle el valor de los gastos necesarios y útiles, con los intereses legales desde el día en que fueron hechos;El gestor puede reclamar al dueño del negocio todos los gastos necesarios y útiles en los que incurrió para llevar adelante su gestión, como por ejemplo aquellos gastos que se efectuaron para conservar el negocio o para poder continuar aquel.El detalle de los gastos y la fecha en que fueron realizados surgirá de la rendición de cuentas que debe efectuar el gestor (art. 1782, inc. e, CCyC). Una vez aprobada (por el gestionado o por sentencia judicial), el dueño del negocio tendrá que abonar el saldo correspondiente.Dos son los requisitos que necesita acreditar el gestor del negocio ante cada gasto realizado:a. que aquel debía desembolsarse necesariamente, de lo contrario la gestión no hubiese podido llevarse adelante; yb. que fue útil para el negocio, que son los gastos realizados para conseguir el mejor resultado por el gestor. De lo contrario, ante la falta de esta prueba, el dueño del negocio no tiene la obligación de rembolsar al gestor, y este último tendrá la acción de enriquecimiento ilícito contra el primero.También se establece en este inciso que los intereses comienzan a correr a partir del momento en que se hicieron los gastos. La finalidad de los intereses desde esa fecha es la de dejar indemne al gestor. Esto concuerda con lo estipulado en el art. 1748 CCyC. Y se agrega que ellos serán los legales, por lo que deberá estarse a cada gasto en concreto. Por lo tanto, los intereses no corren desde la mora del dueño del negocio, la que sería después de aprobada la rendición de cuentas, sino que será desde la fecha en que se hizo el gasto, porque así lo dispone el artículo en comentario.b. a liberarlo de las obligaciones personales que haya contraído a causa de la gestión;El dueño del negocio deberá liberar al gestor de todas aquellas obligaciones que haya contraído como consecuencia de la gestión del negocio conducido útilmente, ya sea que las haya asumido a nombre propio o del gestionado. La obligación impuesta en este inciso es solidaria cuando hay varios dueños del negocio(art. 1788, inc. b, CCyC).Si se trata de obligaciones ya concluidas al momento de la liberación por parte del dueño del negocio, estas deberán ser incluidas en la rendición de cuentas que debe realizar el gestor. Si se trata de obligaciones aún pendientes, será el gestionado quien tiene la obligación de asumirlas y cumplirlas, y de esa forma dejar liberado al gestor.Sin embargo, los terceros de buena fe tienen acción tanto contra el gestor como contra el gestionado (art. 1784 CCyC), por lo que ante ellos no se libera quien llevó a cabo la gestión de un negocio ajeno.c. a repararle los daños que, por causas ajenas a su responsabilidad, haya sufrido en el ejercicio de la gestión;A diferencia del sistema anterior, que establecía que el dueño del negocio no debía responder por los perjuicios que resultasen al gestor (art. 2300 CC), en el CCyC se consagra la regla contraria. Así, el dueño del negocio debe reparar los daños sufridos por el gestor como consecuencia del ejercicio de su gestión, y que no hayan sido provocados por responsabilidad de este último.

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El gestor tiene derecho a que el dueño del negocio le indemnice los daños sufridos a causa de la gestión que realizara, siempre que el perjuicio no haya sido provocado por su culpa.En cuanto al daño emergente, estaría satisfecho con la rendición de cuentas y el rembolso que debe hacer el dueño del negocio. Por lo que aquí se incluyen todos los otros daños cuya prueba está en cabeza del gestor, quien deberá acreditar el perjuicio y que aquel se produjo como consecuencia de la gestión desarrollada, y por causas ajenas a su responsabilidad.d. a remunerarlo, si la gestión corresponde al ejercicio de su actividad profesional, o si es equitativo en las circunstancias del caso.Como la gestión de negocio se realiza sin el consentimiento del dueño del negocio, no cabe una remuneración al gestor por sus tareas, más allá que este último tampoco tiene intención de hacer una liberalidad (art. 1781 CCyC). Se destaca que en este inciso hay una excepción a aquel principio, donde se establece que el gestor de negocio podrá reclamarle una suma de dinero en dos supuestos:a. cuando la gestión sea el ejercicio de su actividad profesional; yb. cuando sea equitativo según las circunstancias del caso.Por lo tanto, la regla es la gratuidad de la gestión de negocios ajenos, con la excepción de aquellos casos en los cuales el gestor es un profesional de la actividad desplegada o los actos realizados son trabajos que suele hacer como medio de vida, en cuyos supuestos deberá ser remunerado por su gestión.El fundamento radica en que el gestor realizó una actividad en beneficio del dueño del negocio que de haberla hecho para otra persona hubiese cobrado una retribución. Además, el gestionado, si hubiese contratado a alguien de las características del gestor, habría abonado sus honorarios. Por ese motivo, la remuneración del gestor se la incluye dentro de los gastos de la gestión. Atento a ello, para que sea admitida la retribución, debe cumplirse con el requisito de que haya mediado un motivo razonable que justifique la intromisión en un asunto ajeno. Esto es para marcar un límite y no fomentar la intervención de profesionales en asuntos que no le son propios, en busca de una retribución a través de este instituto.Sin perjuicio de lo dicho, si no se cumplen con los requisitos enumerados en el art. 1781 CCyC, quien llevó a cabo el negocio podrá recurrir a la acción de enriquecimiento sin causa.

ARTÍCULO 1786.- Responsabilidad del gestor por culpa. El gestor es responsable ante el dueño del negocio por el daño que le haya causado por su culpa. Su diligencia se aprecia con referencia concreta a su actuación en los asuntos propios; son pautas a considerar, entre otras, si se trata de una gestión urgente, si procura librar al dueño del negocio de un perjuicio, y si actúa por motivos de amistad o de afección.

1. IntroducciónEn el Código Civil de Vélez Sarsfield el art. 2291 establecía la responsabilidad del gestor por “ toda culpa en el ejercicio de la gestión”.En la redacción de la norma en comentario se hace referencia al daño que sufra el dueño del negocio por la culpa del gestor. De similar manera estaba redactado en el Proyecto de Código Civil Unificado de 1998 (art. 1713), aunque en la norma en comentario se da una mejor redacción al artículo que la proyectada en aquel momento.La diligencia del gestor se aprecia en base a la actuación en sus propios asuntos. También se hace hincapié en las pautas a tener en cuenta, entre otras, si fue una gestión urgente, si se procuraba liberar al gestionado de un perjuicio, o si la gestión se llevó a cabo por motivos de amistad o de afección, lo que servirá como parámetro para determinar la diligencia o no de la actuación del gestor. (251)2. InterpretaciónEl gestor deberá actuar con la mayor diligencia posible, pues responde por el daño que le haya causado al dueño del negocio como consecuencia de su culpa. Por lo tanto, el factor de atribución de responsabilidad en la gestión de negocios ajenos es la culpa. Se remite a la lectura de los arts. 1721, 1724 y 1725 CCyC para mayor precisión de la responsabilidad por culpa. El art. 1721 CCyC consagra que, en ausencia de normativa, el factor de atribución de responsabilidad es la culpa, y en el art. 1724 CCyC se define a esta como “ la omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las circunstancias de las personas, el tiempo, y el lugar. Comprende la imprudencia, la negligencia y la impericia en el arte o profesión”.La culpa será evaluada con referencia a la actuación que el gestor aplica en los actos propios. Es decir, para considerar si hubo culpa del gestor, deberá analizarse la diligencia que aquel tiene en sus propios asuntos. Se evaluará su actuación no solo respecto del negocio principal, sino que también se incluyen aquellos negocios accesorios que debe concretar para conseguir el primero.El artículo cita como pautas a tener en cuenta, si se trata de una gestión urgente, o cuandoel dueño del negocio no puede intervenir a tiempo para evitar un perjuicio en su patrimonio,o si el gestor actúa por motivos de amistad o de afecto. Esta enumeración no estaxativa, pues en el artículo se dice “entre otras”.Por consiguiente, la persona que asume la gestión de un negocio que pertenece a otrodebe emplear la máxima diligencia en su ejercicio, salvo supuestos de excepción en donde

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la exigencia se relativiza, es decir, es menor, pues se trató de un caso de urgencia, deamistad, o de afección, o de un perjuicio al patrimonio del gestionado. También esossupuestos de excepción pueden ser utilizados por el juez para moderar la cuantía delresarcimiento del dueño del negocio.Por lo tanto, la responsabilidad del gestor estará íntimamente ligada a cada caso en particulary al modo en que se desarrolla en sus propios asuntos.

ARTÍCULO 1787.- Responsabilidad del gestor por caso fortuito. El gestor es responsable ante el dueño del negocio, aun por el daño que resulte de caso fortuito, excepto en cuanto la gestión le haya sido útil a aquél:a. si actúa contra su voluntad expresa;b. si emprende actividades arriesgadas, ajenas a las habituales del dueño del negocio;c. si pospone el interés del dueño del negocio frente al suyo;d. si no tiene las aptitudes necesarias para el negocio, o su intervención impide la de otra persona mas idónea.1. IntroducciónCon relación a la responsabilidad del gestor por caso fortuito, el CCyC sigue la línea de lo que estipulaba el CC redactado por Vélez Sarsfield en sus arts. 2294 y 2295.De similar manera se regulaba este supuesto en el art. 1714 del Proyecto de Código Civil Unificado de 1998.2. InterpretaciónCuando en el transcurso de la gestión el dueño del negocio sufre algún daño por caso fortuito, no hay responsabilidad del gestor, salvo los supuestos enumerados en este artículo, en cuyo caso deberá responder este último, a no ser que demuestre que la gestión ha sido útil al gestionado, y de esta manera no responde ni siquiera del casus. Ahora bien, el término “útil” empleado en la presente norma es diferente al utilizado en el art. 1785 CCyC. En efecto, esta última norma habla de “gestión conducida útilmente”, en referencia a la conducta desarrollada por el gestor y, como se dijo en esa oportunidad, debe interpretarse como sinónimo de diligente, eficaz. Por el contrario, en este artículo la expresión “útil” está empleada en función del dueño del negocio y, por lo tanto, en la utilidad o aprovechamiento que el gestionado logró de la gestión.Avala esta diferencia en la palabra “útil” los casos enumerados en el propio artículo en estudio, que no dejan dudas que son supuestos en los cuales el gestor actúa sin diligencia o ineficazmente y, sin embargo, si se demuestra la utilidad o beneficio alcanzado por el dueño del negocio, no deberá responder por el caso fortuito.Por consiguiente, el gestor de negocio es responsable ante el dueño por caso fortuito cuando su gestión no fue útil para este último. En otras palabras, si hay aprovechamiento del dueño del negocio por la gestión llevada adelante, se produce una compensación entre el perjuicio y el beneficio, que hace que el gestor no sea responsable por ausencia de relación causal entre el hecho y el resultado.En síntesis, la regla es que el gestor no responde por caso fortuito a; no ser que actúe contra la voluntad expresa del dueño del negocio, o emprenda actividades arriesgadas, ajenas a las habituales de aquel, o si obra en su propio interés, o si no tenía las aptitudes necesarias para el negocio, o si su intervención impidió la de otra persona más idónea, en cuyos supuestos responderá por el casus. Pero, si el gestor demuestra que su gestión fue útil (provecho/beneficio) para el dueño del negocio, no responderá por el caso fortuito ni siquiera en los supuestos antes mencionados.2.1. Supuestos en los que el gestor responde por caso fortuito si no demuestra que la gestión fue útil para el gestionadoEl inc. a se refiere a la actuación que lleva adelante el gestor cuando el dueño del negocio expresamente le prohibió que realizase tal actividad. Al actuar contra la voluntad del gestionado, se produciría una injerencia en la esfera privada de aquel y, de este modo, la gestión sería ilícita. O bien, se puede interpretar que la persona que actúa de esta manera, es decir, en contra de la voluntad del dueño del negocio, lo hace con intención de hacer una liberalidad.De allí que el gestor no tenga derecho a reclamar suma alguna desembolsada después de la negativa del dueño del negocio y, además, que deba responder por los daños generados a este último por el caso fortuito, salvo que demuestre que hubo un beneficio del gestionado a raíz de su actuación.Es que la gestión así realizada no puede considerarse diligente para el dueño del negocio, quien no deseaba que aquella se llevara adelante.Recordemos que una vez expresada la voluntad del gestionado de que el gestor no continúe con el negocio, se concluye la gestión de negocios ajenos (art. 1783 CCyC). Por otro lado, la notificación del dueño del negocio debe ser expresa y efectivizarse antes de que se produzca el caso fortuito, ya que si es posterior, el gestor no responderá por aquel evento extraordinario. Esa notificación anterior podrá ser demostrada por cualquier medio por el dueño del negocio.Por su parte, el supuesto que refiere el inc. b estaba también previsto en el Código Civil de Vélez Sarsfield, en el art. 2294, primera parte, CC. Se mantiene un criterio subjetivo, pues se tiene en cuenta los usos y hábitos del dueño del negocio.Es cuando el gestor encara una gestión de manera imprudente, al hacer operaciones arriesgadas y peligrosas que el dueño del negocio no hubiese emprendido, y con ella se generan daños al gestionado, los que deberán ser resarcidos.

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Por más que luego el gestor demuestre que en esa maniobra arriesgada y peligrosa prestó la mayor diligencia posible, deberá igualmente responder.En estos casos, el gestor del negocio ajeno también responderá por las consecuencias que no son previsibles, es decir, por caso fortuito, a no ser que esas operaciones representaron algún provecho para el gestionado. Ahora, si el dueño del negocio acostumbraba a realizar este tipo de actividades (arriesgadas o ajenas a las habituales), la gestión se considerará útil con las consecuencias que esto significa.Respecto de la responsabilidad que establece el inc. c, hay que señalar que aquí se desnaturaliza el instituto, pues el gestor deja de actuar en interés del dueño del negocio para hacerlo en el suyo propio. Esta conducta es claramente indebida y, por lo tanto, el gestor responderá por los daños ocasionados al gestionado, por su culpa. Además, por lo estipulado en el presente inciso, no puede invocar el caso fortuito para liberarse, a no ser que su actividad haya sido útil para el dueño del negocio.En relación a lo que señala el inc. d, es evidente que llevar adelante un negocio cuando no se tiene la idoneidad para hacerlo es un obrar culposo, pues es un comportamiento que al menos es negligente desde el principio, y que más que beneficiar al dueño del negocio le va a generar un gran perjuicio. Por ese motivo, si el gestor no es competente para llevar adelante el negocio deberá abstenerse de hacerlo, ya que corre el riesgo no solo de responder por los perjuicios que genere al gestionado, sino también por caso fortuito.Determinar que la intervención del gestor impidió que otra persona “mas idónea” se haga cargo del negocio es de difícil prueba. El dueño del negocio tendría que demostrar que existía otra persona, que tenía más aptitudes que la del gestor, y que no se hizo cargo de la gestión que ya se llevaba adelante, porque había alguien que intervenía. Será el juez quién tendrá que valorar la prueba para determinar que se cumplió este supuesto de hecho. Demostrado tal extremo, el gestor responderá por los daños ocasionados al gestionado, aun cuando aquellos se hayan producido por caso fortuito.Por lo dicho, queda claro que si el gestionado obtuvo algún beneficio por la gestión, también quedará liberado el gestor.2.2. Aplicación restrictiva de estos supuestosAl tratarse de una excepción a la regla general que establece el art. 1730 CCyC, en cuanto a que el caso fortuito o fuerza mayor exime de responsabilidad al deudor (en este caso, al gestor), los supuestos aquí contemplados deben ser interpretados de manera restrictiva. Además, se suman los casos enumerados en el art. 1733 CCyC.

ARTÍCULO 1788.- Responsabilidad solidaria. Son solidariamente responsables: a. los gestores que asumen conjuntamente el negocio ajeno;b. los varios dueños del negocio, frente al gestor.

1. IntroducciónA diferencia del Código Civil de Vélez Sarsfield en donde se disponía la “no solidaridad” (art. 2293 CC), es decir, la responsabilidad era mancomunada, en este Código se produce un cambio fundamental.Se consagra la responsabilidad solidaria entre los gestores, y entre los dueños del negocio y el gestor. De la misma manera lo disponía el art. 1715 del Proyecto de Código Civil Unificado de 1998. Para un detallado análisis de las obligaciones solidarias, se remite a la lectura de los arts. 827 a 849 de este Código comentado.2. Interpretación2.1. Responsabilidad de los gestoresEl CCyC dispone la solidaridad de la responsabilidad de los distintos gestores que asumen conjuntamente el negocio ajeno. Es decir, el gestor responde por su actuación y por la de aquellas personas que haya escogido para continuar con la gestión. Por lo tanto, todos los gestores que hayan actuado en el negocio serán solidariamente responsables tanto frente a terceros como ante el dueño del negocio. Esto quiere decir que el perjudicado por la actuación de cualquiera de los gestores podrá ir contra uno o contra todos ellos para satisfacer sus derechos.Una vez satisfecho el acreedor, el gestor que hubiese respondido tendrá una acción de repetición contra el o los gestores que considere pertinente. El fundamento de la solidaridad radica en que la actividad que emprendieron todos los gestores que actuaron en la gestión de negocios ajenos es un acto ilícito pero que se encuentra justificado. Por lo que al provocarse daños al gestionado o a terceros como consecuencia de la gestión se pierde esa justificación y se configura un acto antijurídico. (252)2.2. Responsabilidad de los dueños del negocio frente al gestorEn estos supuestos, el gestor emprende un negocio que es ajeno y que aquel tiene varios dueños, como ser condóminos, coherederos, etc. También se consagra la responsabilidad solidaria de los varios dueños del negocio, por lo que el gestor podrá ir contra cualquiera de ellos por el total de su reclamo.Después, una vez satisfecho el gestor, el gestionado que haya respondido tendrá una acción de repetición contra los otros dueños del negocio.Puede suceder que intervenga un tercero de buena fe en el negocio y sea quien sale perjudicado. Antes de la ratificación de la gestión por el dueño, este tercero podrá reclamar solidariamente a los gestores que hayan intervenido,

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y estos últimos repetir contra cualquiera de los dueños del negocio, que también responden solidariamente frente al o los gestores.ARTÍCULO 1789.- Ratificación. El dueño del negocio queda obligado frente a los terceros por los actos cumplidos en su nombre, si ratifica la gestión, si asume las obligaciones del gestor o si la gestión es útilmente conducida.1. IntroducciónVélez Sarsfield había dispuesto, en el art. 2304 CC, que la ratificación del dueño del negocio era equiparable a un mandato, con efecto retroactivo al día en que se había iniciado la gestión.El CCyC trae mayor claridad y dispone que el dueño del negocio queda obligado frente a los terceros en tres supuestos: ante la ratificación de la gestión de negocios ajenos, si asume las obligaciones que contrajo el gestor, o si la gestión fue útilmente conducida. De la misma forma estaba redactado en el art. 1716 del Proyecto de Código Civil Unificado de 1998.2. InterpretaciónEn este artículo se disponen los supuestos en los cuales el dueño del negocio queda obligado frente a los terceros por los actos concretados por el gestor en su nombre. En consecuencia, si ocurre alguno de los tres supuestos enumerados en esta norma, el gestor quedará liberado de responsabilidad frente a terceros y será el dueño del negocio quien pasará a ocupar el lugar de aquel.En síntesis, producido cualquiera de los casos enumerados en este artículo, la consecuencia será la liberación del gestor frente a terceros.2.1. Casos de liberación del gestor2.1.1. Cuando el dueño del negocio ratifica la gestiónLa ratificación es un acto jurídico unilateral por intermedio del cual el gestionado convalida la actuación del gestor. Esa manifestación de voluntad puede ser expresa (por escrito o de forma verbal) o tácita (cuando surge del comportamiento del gestionado que no deje dudas sobre su voluntad de ratificar el negocio).El efecto que produce la ratificación del dueño del negocio es dar validez a todo lo actuado por el gestor, por lo que reconoce la utilidad de la gestión. Además, ante la ratificación de la gestión de negocios ajenos, la relación que une al gestor y al gestionado pasa a tener los efectos de un mandato (art. 1790 CCyC).Por tal motivo, el dueño del negocio, una vez realizada la ratificación, libera al gestor (art. 1784 CCyC) y asume como suyas todas las obligaciones frente a terceros.Sin embargo, la ratificación no significa que el dueño del negocio aprueba todo lo realizado por el gestor, sino que este deberá rendir cuentas y allí se debatirá cuáles actos fueron necesarios y útiles, merecedores de rembolso (art. 1785, inc. a, CCyC).Por consiguiente, la ratificación de la gestión que realiza el gestor tiene importantes consecuencias jurídicas:a. otorga validez a todos los actos llevados a cabo en la gestión; b. libera al gestor de las obligaciones frente a terceros, ya que las asume el gestionado, salvo el caso de terceros de buena fe; yc. se producen los efectos del mandato entre el dueño del negocio y el gestor.Al existir solidaridad entre los dueños del negocio (art. 1788 CCyC), la ratificación de uno de ellos obligará al resto y producirá todos los efectos respecto del gestor.2.1.2. Si asume las obligaciones del gestorAl igual que sucede ante la ratificación de la gestión, si el gestionado toma para sí la obligación que contrajo quien realizara el negocio en su nombre, va a quedar él mismo obligado y liberará al gestor.Debe tenerse en cuenta que la asunción de las obligaciones por el dueño del negocio no libera al gestor respecto de los terceros de buena fe que sean afectados por aquel acto (art. 1784 CCyC).Aquí también, ante pluralidad de dueños del negocio, la asunción por uno de ellos es suficiente para liberar al gestor.2.1.3. Si la gestión es útilmente conducidaEl art. 1789, in fine, CCyC está íntimamente vinculado con el art. 1785 CCyC. Significa que si el gestor lleva a cabo la gestión de manera diligente y eficaz, esa circunstancia provocará que el dueño del negocio quede obligado frente a los terceros.El supuesto en estudio es para el caso de que el gestionado todavía no haya ratificado ni asumido las obligaciones del gestor. Entonces, ante la falta de aquellos dos supuestos, lo único que obliga al dueño del negocio va a ser una gestión conducida útilmente por el gestor.2.2. PruebaEl acto de ratificación no tiene establecida una forma expresa. Por lo tanto, puede ser realizada por el dueño del negocio de cualquier manera, y el gestor tendrá todos los medios de prueba para demostrar que aquella se produjo, sean testigos, documental, presunciones, pericial caligráfica.

ARTÍCULO 1790.- Aplicación de normas del mandato. Las normas del mandato se aplican supletoriamente a la gestión de negocios. Si el dueño del negocio ratifica la gestión, aunque el gestor crea hacer un negocio propio, se producen los efectos del mandato, entre partes y respecto de terceros, desde el día en que aquélla comenzó.1. Introducción

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Esta norma se relaciona con el art. 2304 CC, aunque con la gran diferencia de que en aquel cuerpo normativo la gestión de negocios no era una fuente autónoma de obligaciones.2. InterpretaciónSe remite a las normas del mandato de manera supletoria. Es decir, todo aquello que no esté previsto en los artículos que regulan el instituto de la gestión de negocios ajenos, deberá ser resuelto en base a las normas del mandato.La ratificación no modifica la gestión de negocio en un mandato. El artículo es claro en establecer que la ratificación de la actividad del gestor por parte del dueño del negocio produce los efectos del mandato.Por lo tanto, una vez que el dueño del negocio ratifica la gestión realizada por el gestor, quedará sometido a las reglas del mandato. Esto significa que el gestor tiene derecho a una retribución desde la ratificación y que podrá renunciar a continuar la gestión sin llegar a su finalización (arts. 1322 y 1329, inc. d, CCyC). Además, el dueño del negocio frente a terceros responde por los actos concretados por el gestor, como si hubiese existido mandato (a esto hace referencia el artículo cuando dice “se producen los efectos del mandato”).Ahora bien, el codificador hace una aclaración respecto de aquel gestor que realiza la tarea en la creencia de que es un negocio propio el emprendido, o sea, lo lleva a cabo en su propio interés ya que cree que es su negocio. En ese supuesto, no hay una gestión de negocios ajenos porque faltan aquellos requisitos exigidos en el art. 1781 CCyC. Por este motivo, una vez ratificada la actividad por el verdadero dueño del negocio, surge entre las partes y también frente a los terceros involucrados, las reglas del mandato. La ratificación produce efectos de manera retroactiva al momento en que comenzó la gestión de negocio ajeno. Es decir, tanto el gestor como los terceros tienen acción contra el gestionado desde el día en que comenzó la gestión de negocios ajenos, y no desde la ratificación. Esto se interpreta de la siguiente manera: mientras se lleva a cabo la gestión de negocios ajenos sin que el dueño del negocio la haya ratificado, se aplicarán las normas específicas de este instituto y, supletoriamente, cuando no haya una solución en esos artículos, se deberá resolver de acuerdo a las del mandato. Una vez ratificada la gestión, se aplicarán las normas del mandato con efecto retroactivo al día en que comenzó la actuación del gestor.-

PERSONAS VINCULADAS A LA EMPRESA. CORREDORES . LEY 20.266, HOY DEROGADA. . SU FUNCIÓN, IMPORTANCIA. REGLAMENTACIÓN DEL CORRETAJE. REQUISITOS. EXIGENCIAS PROFESIONALES, OBLIGACIONES, PROHIBICIONES. DIFERENCIA CON EL CONTRATO DE CORRETAJE.

AGENTES AUXILIARES

No obstante no ser mencionados por el art. 320, ni haberse en el nuevo Código reglamentado sus profesionales, los agentes auxiliares de comercio, como son los corredores y martilleros, mantienen sus obligaciones profesionales especiales, incluyendo matrícula y contabilidad dado que tales obligaciones resultan de leyes especiales no derogadas, salvo respecto de los arts. 36 a 38 de la ley 20.266 sobre obligaciones y derechos del corredor.Al respecto, cabe recordar que el corretaje consiste en la intermediación independiente entre la oferta y la demanda de determinado bien o servicio, a efectos de que las partes concluyan entre sí un contrato o negocio determinado. El corredor no debe estar ligado a las partes por relaciones de colaboración, subordinación o representación.El corredor está sujeto a un estatuto especial, hoy regulado por la ley 20.266 a partir de su modificación por ley 25.028, que le exige un título universitario, su matriculación, libros especiales y determinados deberes, responsabilidades y sanciones estableciendo un verdadero poder de policía sobre la matrícula, que es de carácter local.Al respecto, consideramos que la regulación del “contrato de corretaje” por los arts. 1345 a 1355 del nuevo Código no obsta a la vigencia de la ley especial, que no fue derogada sino parcialmente (art. 3º inc. c, ley 26994), sobre todo porque el art. 1355 establece que las reglas del contrato “no obstan a la aplicación de las disposiciones de leyes y reglamentos especiales”.Por su parte, el martillero es el auxiliar encargado de los remates. El remate es un acto de intermediación por el cuál el martillero o rematador adjudica determinados bienes o derechos al mejor postor mediante un procedimiento denominado “subasta”. El martillero es designado por la parte oferente de los bienes y servicios y tiene derecho al reintegro de los gastos y a una comisión que, generalmente, se coloca en cabeza del adquirente. El que realiza remates en forma habitual y profesional está sujeto al estatuto especial establecido por la ley 20.266, modificada por ley 25.028, que exige título universitario, matriculación, libros especiales y los somete a una serie de deberes, responsabilidades y sanciones estableciendo un verdadero poder de policía sobre la matrícula 17, que es local. El martillero actúa por cuenta y orden del oferente y, si éste no está presente, obra como su comisionista (art. 10 ley 20.266) con lo cual asume personalmente las responsabilidades consiguientes.Tratándose de una ley especial no derogada, rige la obligación contable del art. 15 de la ley 20.266.Respecto de otros agentes auxiliares, continúan rigiendo las obligaciones contables que resulten de normas especiales no derogadas directamente por el código.

UNIDAD V .- CONTRATOS TÍPICAMENTE COMERCIALES

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Mutuo : Concepto. Obligación del mutuante. Onerosidad. Plazo y lugar de restitución. Incumplimiento del mutuario. Mala calidad o vicio de la cosa. Aplicación de las reglas del Capítulo I, Título IV del CCC. Artículos 1525/ 1532 .

Depósito : Definición. Presunción de onerosidad. Obligaciones del depositario. Plazo. Deposito oneroso. Lugar de restitución. Modalidad de la custodia. Persona a quien debe restituirse la cosa. Perdida de la cosa. Prueba del dominio. Herederos. Depósito irregular. Efectos. Depósito necesario: definición. Depósito en hoteles. Responsabilidad y sus eximentes. Cláusulas que reducen la responsabilidad. Casa de Depósito. Responsabilidad. Deberes. Artículos 1356/ 1377 CCC

Depósito: Definición. Presunción de onerosidad. Obligaciones del depositario. Plazo. Deposito oneroso. Lugar de restitución. Modalidad de la custodia. Persona a quien debe restituirse la cosa. Perdida de la cosa. Prueba del dominio. Herederos. Depósito irregular. Efectos. Depósito necesario: definición. Depósito en hoteles. Responsabilidad y sus eximentes. Cláusulas que reducen la responsabilidad. Casa de Depósito. Responsabilidad. Deberes. Artículos 1356/ 1377 CCC.

ARTÍCULO 1356.- Definición. Hay contrato de depósito cuando una parte se obliga a recibir de otra una cosa con la obligación de custodiarla y restituirla con sus frutos.La función social y económica del contrato de depósito es la custodia de las cosas depositadas. La guarda y custodia de las cosas depositadas es la obligación principal del depositario, a diferencia de otros contratos en los que la custodia es una obligación secundaria, como por ejemplo, la locación de cosas o el mandato.El contrato de depósito es un contrato de confianza, independientemente de su carácter oneroso. La obligación de custodia es intransferible y debe cumplirla el depositario personalmente.2. InterpretaciónLa definición expresada en el art. 1356 CCyC delinea el depósito regular voluntario que es tomado como base para la regulación de este contrato. En cuanto a las cosas que pueden ser depositadas, el CC establecía que podían ser cosas muebles como inmuebles. La inclusión de cosas inmuebles suscitó severas críticas por parte de la doctrina. También es de hacer notar que, en el caso de la fianza comercial del art. 572 CCom., solamente eran susceptibles de ser depositadas las cosas muebles. En la norma actual nada se dice respecto de la caracterización de las cosas depositadas. La obligación de restituir la cosa es una nota típica de los contratos en los que se concede el uso o la tenencia de una cosa ajena, como en el comodato, la locación y el mutuo, por lo que no constituye un elemento tipificante del contrato de depósito.

ARTÍCULO 1357.- Presunción de onerosidad. El depósito se presume oneroso. Si se pacta la gratuidad, no se debe remuneración, pero el depositante debe reembolsar al depositario los gastos razonables en queIncurra para la custodia y restitución.El art. 1357 CCyC consagra la onerosidad del contrato de depósito, permitiendo a las partes pactar la gratuidad. Esta gratuidad se refiere exclusivamente a la remuneración del depositario, ya que los gastos en los que se incurra para la custodia y restitución deben ser reembolsados por el depositante

ARTÍCULO 1358.- Obligación del depositario. El depositario debe poner en la guarda de la cosa la diligencia que usa para sus cosas o la que corresponda a su profesión. No puede usar las cosas y debe restituirlas, con sus frutos, cuando le sea requerido.

Cuando la cosa depositada sufra algún desmedro, se pierda o perezca por culpa del depositario, este responderá ante el depositante por los daños y perjuicios sufridos por el incumplimiento de su obligación de custodia. En el caso del depósito oneroso, el depositario es quien hace del depósito su profesión. Por lo tanto, la responsabilidad deberá ser valorada según los parámetros del art. 1725 CCyC. Solamente en el caso de que el contrato de depósito se haya pactado gratuito, la responsabilidad del depositario se evaluará según los parámetros establecidos en el art. 1724 CCyC. La prohibición de usar las cosas depositadas opera en el depósito regular.

ARTÍCULO 1359.- Plazo. Si se conviene un plazo, se presume que lo es en favor del depositante. Pero si el depósito es gratuito, el depositario puede exigir del depositante, en todo tiempo, que reciba la cosa depositada.

La norma establece la presunción, que puede ser desvirtuada por pacto en contrario, que si se convino un plazo, este lo es a favor del depositante; esto significa que el depositante puede pedir la restitución de la cosa en cualquier tiempo, aún si no ha vencido el plazo del contrato. Es el depositario quien debe respetar el plazo convenido. Cabe señalar que este primer párrafo de la norma es aplicable al depósito oneroso.

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En el caso del depósito pactado gratuito, se invierte la solución y se faculta al depositario a pedirle al depositante que reciba la cosa depositada en todo tiempo, aunque se haya convenido un plazo. Esta disposición tiene su fundamento en la liberalidad que supone la gratuidad.

ARTÍCULO 1360.- Depósito oneroso. Si el depósito es oneroso, el depositante debe pagar la remuneración establecida para todo el plazo del contrato, excepto pacto en contrario. Si para la conservación de la cosa es necesario hacer gastos extraordinarios, el depositario debe dar aviso inmediato al depositante, y realizar los gastos razonables causados por actos que no puedan demorarse. Estos gastos y los de restitución son por cuenta del depositante.-

ARTÍCULO 1361.- Lugar de restitución. La cosa depositada debe ser restituida en el lugar en que debía ser custodiada.

ARTÍCULO 1362.- Modalidad de la custodia. Si se convino un modo específico de efectuar la custodia y circunstancias sobrevinientes exigen modificarlo, el depositario puede hacerlo, dando aviso inmediato al depositante.

ARTÍCULO 1363.- Persona a quien debe restituirse la cosa. La restitución debe hacerse al depositante o a quien éste indique. Si la cosa se deposita también en interés de un tercero, el depositario no puede restituirla sin su consentimiento.

ARTÍCULO 1364.- Pérdida de la cosa. Si la cosa depositada perece sin culpa del depositario, la pérdida debe ser soportada por el depositante

ARTÍCULO 1365.- Prueba del dominio. El depositario no puede exigir que el depositante pruebe ser dueño de la cosa depositada

ARTÍCULO 1366.- Herederos. Los herederos del depositario que de buena fe hayan enajenado la cosa depositada sólo estan obligados a restituir al depositante el precio percibido. Si éste no ha sido pagado, deben cederle el correspondiente crédito.

DEPOSITO IRREGULAR -ARTÍCULO 1367.- Efectos. Si se entrega una cantidad de cosas fungibles, que no se encuentra en saco cerrado, se transmite el dominio de las cosas aunque el depositante no haya autorizado su uso o lo haya prohibido. El depositario debe restituir la misma calidad y cantidad. Si se entrega una cantidad de cosas fungibles, y el depositario tiene la facultad de servirse de ellas, se aplican las reglas del mutuo.

El depósito irregular transfiere la propiedad de la cosa depositada al depositario. Para el depositante es irrelevante lo que el depositario haga con el dinero o las cosas fungibles que le entregó, aun cuando no haya autorizado y aun prohibido su uso. En tanto el depositario del depósito irregular tiene la propiedad de las cosas depositadas, tiene también su uso. Lo que importa es que al término señalado se le entregue al depositante una suma equivalente o una cantidad, especie y calidad igual de cosas fungibles. Esta es la única obligación que la ley impone al depositario irregular.Afectarán al depositario los aumentos y disminuciones que sobrevengan en el valor de la cosa depositada.Si el depositante entrega la cosa en saco o caja cerrada que la contenga, sin entregar la llave, el depósito ya no es irregular, pues dicho envase cerrado con su contenido conforma una cosa cierta e individualizable, por lo que el depósito es regular y se aplicarán las normas correspondientes a esta modalidad.

DEPOSITO NECESARIO ARTÍCULO 1368.- Definición. Es depósito necesario aquel en que el depositanteNo puede elegir la persona del depositario por un acontecimiento que lo somete a una necesidad imperiosa, y el de los efectos introducidos en los hoteles por los viajeros.-

La diferencia entre depósito voluntario y depósito necesario consiste en el menor grado de libertad del depositante en elegir al depositario. Esta restricción a la libertad contractual se da cuando el depósito es consecuencia de una situación urgente de necesidad como, por ejemplo, la ocurrencia de una catástrofe ambiental, inundación, incendio, terremoto, naufragio, entre otros.La situación urgente de necesidad antes mencionada acota la libertad del depositante al no poder elegir libremente al depositario, pero esta circunstancia no le quita el carácter convencional al depósito. También es considerado depósito necesario el de los efectos introducidos en los hoteles por los viajeros.En el ordenamiento del CC, los depósitos necesarios estaban sujetos al mismo régimen legal que los voluntarios (art. 2239 CC) con las siguientes excepciones:

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1. Era válido el depósito hecho a personas adultas, aunque incapaces de hecho (”incapaces por derecho”), a pesar de no estar autorizadas a recibirlas por sus representantes legales (art. 2228 CC). En cambio, conforme la doctrina, no podían recibir depósitos necesarios los dementes y menores impúberes, por carecer de discernimiento. El incapaz que recibía el depósito era responsable por todas las consecuencias del depósito, aun cuando no contara con la autorización del representante legal.2. Para acreditar el depósito necesario se admitía toda clase de prueba (art. 2238 CC), incluso la de testigos, porque se consideraba que las circunstancias en que se presumía hecho eran de tal naturaleza que no permitían al depositante muñirse de prueba documental.

DEPOSITO EN HOTELES- ARTÍCULO 1369.- Depósito en hoteles. El depósito en los hoteles tiene lugar por la introducción en ellos de los efectos de los viajeros, aunque no los entreguen expresamente al hotelero o sus dependientes y aunque aquéllos tengan las llaves de las habitaciones donde se hallen tales efectos.

La norma dispone que el contrato de depósito necesario se perfecciona en el momento en el que el viajero introduce en el hotel sus efectos personales, aunque no se los haya entregado expresamente al hotelero o a sus empleados y aunque lleve consigo la llave de la habitación. Esto es así porque el viajero no se reserva la custodia de sus efectos personales y porque el hotelero tiene acceso a la habitación siempre.No es necesario que la entrega de los efectos personales del viajero se realice dentro del ámbito del establecimiento, el contrato se verifica desde el momento en el que el huésped entrega sus cosas al empleado del hotel que lo espera en el aeropuerto, en la terminal de ferrocarril, en la parada de taxis, en la acera del hotel, etc., y las introduce el mismo empleado u otro distinto al hotel. En estos casos ya opera la transferencia de la guarda.

ARTÍCULO 1370.- Responsabilidad. El hotelero responde al viajero por los daños y pérdidas sufridos en:a. los efectos introducidos en el hotel;b. el vehículo guardado en el establecimiento, en garajes u otros lugares adecuados puestos a disposición del viajero por el hotelero.

La responsabilidad del hotelero surge tan pronto como las cosas han sido introducidas en el hotel, sea por sus empleados o por el propio viajero, y aún antes si las cosas fueron entregadas al empleado del hotel para que las introdujera. La responsabilidad del hotelero es objetiva, nace con el daño causado a las cosas que integran las pertenencias del viajero introducidas en el establecimiento.

ARTÍCULO 1371.- Eximentes de responsabilidad. El hotelero no responde si los daños o pérdidas son causados por caso fortuito o fuerza mayor ajena a la actividad hotelera. Tampoco responde por las cosas dejadas en los vehículos de los viajeros.

El hotelero responde, ante todo, por sus propios hechos y los de sus dependientes, responde también por los hechos de terceros, sea otro viajero, un proveedor o cualquier persona extraña, pues el hecho no se hubiera producido si el hotelero hubiese cumplido cabalmente con su deber de seguridad y vigilancia.

ARTÍCULO 1372.- Cosas de valor. El viajero que lleve consigo efectos de valor superior al que ordinariamente llevan los pasajeros debe hacerlo saber al hotelero y guardarlos en las cajas de seguridad que se encuentren a su disposición en el establecimiento.En este caso, la responsabilidad del hotelero se limita al valor declarado de los efectos depositados.El art. 1372 CCyC impone un límite a la responsabilidad del hotelero por la pérdida o daño sufrido en los objetos de valor superior al que ordinariamente llevan los pasajeros. Este límite está constreñido al valor declarado de los efectos depositados. Asimismo, la norma impone al viajero un deber de colaboración con el hotelero para prevenir cualquier daño a sus efectos personales. Así, el viajero debe poner en conocimiento del hotelero la introducción en el establecimiento de cualquier cosa que tenga un valor superior al que ordinariamente llevan los pasajeros y debe, además, guardar esas cosas valiosas en una caja de seguridad que usualmente se encuentra en cada habitación.

ARTÍCULO 1373.- Negativa a recibir. Si los efectos de los pasajeros son excesivamente valiosos en relación con la importancia del establecimiento, o su guarda causa molestias extraordinarias, los hoteleros pueden negarse a recibirlos.

ARTÍCULO 1375.- Establecimientos y locales asimilables. Las normas de esta Sección se aplican a los hospitales, sanatorios, casas de salud y deporte, restaurantes, garajes, lugares y playas de estacionamiento y otros establecimientos similares que prestan sus servicios a título oneroso. La eximente prevista en la última frase del artículo 1371 no rige para los garajes, lugares y playas de estacionamiento que prestan sus servicios a título oneroso.

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Hay que aclarar que los establecimientos comprendidos en esta norma son aquellos en los que el depósito necesario es anexo a la actividad principal de los mismos. Los casos son similares al depósito necesario en los hoteles. Es decir, que el depósito de efectos personales de huéspedes, pacientes internados en hospitales y sanatorios, clientes o socios de las casas de salud y deporte, comensales, usuarios de vehículos y personas que concurren a otros establecimientos similares no constituye el negocio al que se dedican a título oneroso los establecimientos mencionados.Por lo tanto, es indiferente que el depósito necesario lo sea a título gratuito, ya que generalmente este tipo de establecimientos tienen espacios dedicados a la guarda y custodia de los efectos personales y los ofrecen gratuitamente a modo de cortesía con sus clientes. A toda esta clase de establecimientos, cuya mención en la norma lo es a título enunciativo, se extiende el régimen de la responsabilidad vigente para el contrato de depósito necesario.Además, el art. 1375 CCyC anula la vigencia de la eximición prevista en el art. 1371 CCyC a favor del hotelero para los garajes, lugares y playas de estacionamiento que prestan sus servicios a título oneroso. Es decir, estos últimos responden también por las cosas dejadas en los vehículos.

COMISIÓN O CONSIGNACIÓN . LA CONSIGNACIÓN EXTRAJUDICIAL EN EL NUEVO CÓDIGO. ARTÍCULOS910/913 CCC.

ARTÍCULO 1335.- Definición. Hay contrato de consignación cuando el mandato es sin representación para la venta

de cosas muebles. Se le aplican supletoriamente las disposiciones del Capítulo 8 de este Título.

La figura de la comisión o consignación, tradicionalmente mercantil, se entendía configurada cuando mediaba encargo

de realizar, por cuenta ajena, negocios de comercio individualmente determinados, obrando en nombre propio. El art.

222 CCom. Establecía “se llama comisión o consignación, cuando la persona que desempeña por otros, negocios

individualmente determinados, obra a nombre propio o bajo la razón social que representa”.

La consignación se distinguía del mandato, tanto civil como comercial, pues el consignatario no actuaba en nombre y

representación del comitente, sino que lo hacía en nombre propio, quedando directamente obligado hacia las personas

con quienes contrataba. Estas no tenían acción contra el consignante ni este contra aquellas, salvo que el consignatario

cediera derechos a favor de alguno de aquellos (arts. 221, 222 y 233 CCom.). Por el contrario, el mandatario actuaba

en nombre y representación del mandante, lo que implicaba que los actos llevados a cabo por el mandatario se

consideraban celebrados por aquel (art. 1869 CC y art. 222 CCom.).

El art. 1319 CCyC establece que hay contrato de mandato cuando una parte se obliga a realizar uno o más actos

jurídicos en interés de la otra. El mandante no queda obligado directamente respecto del tercero ni este respecto del

mandante. El mandatario actuará en representación del mandante solamente cuando expresamente se estipule (arts.

1319 y 1320 CCyC). En concordancia con este lineamiento, se define al contrato de consignación como mandato sin

representación para la venta de cosas muebles, pues no se verifica la distinción clásica entre mandato y consignación,

referida anteriormente. Tal como se entendía antes de la reforma, el consignatario desarrolla la actividad en nombre

propio y declara la voluntad frente al tercero por sí mismo. El consignante no queda obligado frente a los terceros, ni

estos contraen obligaciones ni derechos directos a su favor o en su contra.

2.2. Requisitos

Para que se verifique el contrato de consignación, el artículo establece ciertos requisitos:

a. La existencia de un mandato, es decir, que una parte se obligue a realizar uno o más actos jurídicos en interés de la

otra (art. 1319 CCyC). Por ese motivo, el art. Bajo análisis remite al Capítulo 8 del Título IV.

En consecuencia, el contrato de consignación podrá ser conferido y aceptado expresa o tácitamente. Resulta aplicable

el art. 1319 CCyC, que establece que si una persona sabe que alguien está haciendo algo en su interés y, pudiendo

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hacerlo, no lo impide, se entiende que ha conferido tácitamente mandato. La ejecución del mandato implica su

Aceptación, aun sin que medie declaración expresa sobre ella.

En cuanto a la manifestación de la voluntad, se debe estar a lo previsto en los arts. 262, 263 y 264 CCyC. Cuando

regula el contrato de mandato, no reproduce los arts. 1874, 1876, 1877 y 1878 CC; por lo tanto, en los casos en los que

el silencio sea opuesto a actos o a una interrogación, no será considerado como una manifestación de voluntad en

conformidad (art. 263 CCyC).

b. Que ese mandato sea otorgado sin representación, es decir, que el consignante no haya otorgado poder para ser

representado y que el consignatario actúe en nombre propio, pero en interés del mandante.

c. Que el encargo del contrato sea una venta de cosas muebles.

En cuanto al ámbito de aplicación del contrato, el art. 222 CCom. refería a negocios individualmente determinados. La

actual redacción se refiere a un terreno concreto, cual es la venta de cosas muebles. Esta especificación del campo de

actuación del contrato se puede atribuir a lo que sucede en la práctica.

Cuando se reúnan tales exigencias, habrá contrato de consignación, que se regirá por las disposiciones de los arts. 964

y 1335 a 1344 CCyC; por las estipulaciones válidas acordadas entre las partes; por las normas referidas al mandato,

por remisión del presente artículo —que incluyen las de la representación voluntaria en los actos jurídicos (arts. 362 y

ss., y 1320 CCyC)—; y por los usos y prácticas del lugar de celebración del contrato.

ARTÍCULO 1337.- Efectos. El consignatario queda directamente obligado hacia las personas con quienes contrata,

sin que éstas tengan acción contra el consignante, ni éste contra aquéllas.

Quien actúa asumiendo el carácter de consignatario queda directamente obligado con quien contrata. No es relevante

si es o no conocida la persona del consignante, ya que lo relevante es que el consignatario realice la operación a su

nombre y se constituya en responsable directo del adquirente.

Aquí es aplicable el art. 1321 CCyC, por lo tanto, el consignante podrá subrogarse en las acciones que tiene el

consignatario contra el tercero e, igualmente, el tercero, en las acciones que pueda ejercer el consignatario contra el

mandante (arts. 739 a 742 CCyC). Esto se debe a que la relación entre consignante y consignatario está dada por un

contrato de consignación que legitima la actuación de este y determina que no actúa frente a terceros en su propio

interés sino en el del consignante. Por lo tanto, el acto celebrado con los terceros no resulta indiferente ni ajeno a sus

intereses, pues el consignatario actúa a nombre propio por cuenta ajena.

ARTÍCULO 1338.- Obligaciones del consignatario. El consignatario debe ajustarse a las instrucciones recibidas, y

es responsable del daño que se siga al consignante por los negocios en los que se haya apartado de esas

instrucciones.

El consignatario que acepta la consignación está obligado a cumplirla conforme las órdenes e instrucciones brindadas

por el consignante y la naturaleza del negocio que constituye su objeto. Debe ejecutarla con el cuidado que pondría en

los asuntos propios o, en su caso, el exigido por las reglas de su profesión, o por los usos del lugar de ejecución, con

fidelidad, lealtad y reserva (arts. 372, incs. a y b, y 1324, inc. a, CCyC). Estas pautas —establecidas en los capítulos

Representación (Libro Primero, Título IV, Capítulo 8) y Mandato (Libro Tercero, Título IV, Capítulo 8)— suplen las

que fijaba, de modo similar, el art. 238, párr. 2, CCom.

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En caso de que se aparte de las instrucciones recibidas, el consignatario responderá al consignante por los daños

ocasionados, conforme a las disposiciones de la responsabilidad civil. El art. 1716 CCyC establece que el

incumplimiento de una obligación da lugar a la reparación del daño causado conforme a las disposiciones del CCyC.

En caso de que el consignatario se aparte de las instrucciones recibidas o de la naturaleza del negocio, afectará

solamente a la relación entre aquel y el consignante. El contrato con el tercero quedará intacto, conforme lo

establecido en el art. 1337 CCyC. El apartamiento de las instrucciones recibidas puede ser subsanado con la

ratificación por parte del consignante conforme las pautas establecidas en los arts. 369, 1320 y 1335 CCyC.

El CCyC reduce la cantidad de artículos referidos a las obligaciones a cargo del consignatario. Sin perjuicio de ello,

muchas se desprenden de los artículos referidos al modo de ejecutar el contrato —que se explicarán más adelante— y

de la aplicación de las normas del mandato, representación y disposiciones generales aplicables a los

contratos. En cuanto al deber de conservación, el art. 247 CCom. establecía que el comisionista respondía por la buena

conservación de los efectos —ya sea que le hubiesen sido consignados, que los hubiese comprado o recibido en

depósito, o que pretendiese remitirlos a otro lugar—, salvo caso fortuito o de fuerza mayor, o si el deterioro

proviniese de un vicio inherente a la cosa.

En el art. 1324, última parte, CCyC —referido a las obligaciones del mandatario— se establece que “si el negocio

encargado al mandatario fuese de los que, por su oficio o su modo de vivir, acepta él regularmente, aun cuando se

excuse del encargo, debe tomar las providencias conservatorias urgentes que requiera el negocio que se le

encomienda”. Esta disposición resulta aplicable en virtud de lo previsto en el art. 1335 CCyC.

Es un contrato oneroso, su retribución depende de las ventas y puede ser:

Ordinaria: la que se pacta.-

De garantía: es mayor que la que se pacta. Asume el riesgo de la cobranza. Si el tercero no paga debe

responder, es garante

Consignación extrajudicialARTÍCULO 910.- Procedencia y tramite. Sin perjuicio de las disposiciones del Paragrafo 1º, el deudor de una suma de dinero puede optar por el tramite de consignación extrajudicial. A tal fin, debe depositar la suma adeudada ante un escribano de registro, a nombre y a disposición del acreedor, cumpliendo los siguientes recaudos:a. notificar previamente al acreedor, en forma fehaciente, del día, la hora y el lugar en que sera efectuado el depósito;b. efectuar el depósito de la suma debida con mas los intereses devengados hasta el día del depósito; este depósito debe ser notificado fehacientemente al acreedor por el escribano dentro de las cuarenta y ocho horas habiles de realizado; si es imposible practicar la notificación,el deudor debe consignar judicialmente.El Código de fondo arbitra un procedimiento alternativo al pago por consignación judicial, cuya ventaja parece evidente a poco que se repare en que el deudor, dadas determinadas circunstancias, podrá evitar el juicio con el consiguiente ahorro de dinero y de tiempo que el proceso judicial demanda. Nótese que, al evitar la intervención judicial, el deudor no solo se ahorra el desembolso de la tasa de justicia, que en jurisdicción nacional representa el 3% del importe del pago (arg. art. 2º de la ley 23.898), sino también de los gastos y el tiempo que demanda la mediación obligatoria que prescribe la ley 26.589, que no exime al juicio de consignación de ese procedimiento previo, al no contemplarlo dentro de los supuestos de excepción previstos en su art. 5º.Puede verse, además, que mientras en el proceso judicial y en la mediación prejudicial obligatoria es necesaria la intervención de un abogado (art. 19, párr. 2 de la ley 26.589), la opción que la ley brinda mediante el pago por consignación extrajudicial permite prescindir de la intervención de un letrado. No obstante, debe apuntarse que, dadas las cuestiones técnicas normalmente implicadas y las consecuencias que podrían derivarse de un proceder que no se ajuste a derecho, parece aconsejable —salvo supuestos excepcionalísimos— la intervención de un profesional del derecho. Lo que se señala para el deudor, también vale para el caso del acreedor convocado a este tipo de procedimiento. Piénsese en supuestos en que se encuentren interesados derechos a los que el ordenamiento jurídico brinda especial protección, como el caso de los consumidores y usuarios, o de los trabajadores.Aquí es necesario destacar que la opción solo está contemplada para el caso de que el objeto de la obligación consista en dar una suma de dinero, a diferencia de lo que se prevé para consignación judicial (art. 906, inc. b, CCyC). De manera que corresponde considerar excluida de esta opción que la ley confiere al deudor los supuestos de obligaciones

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que no tengan dicho objeto. Además, la norma en análisis solo faculta a consignar en forma extrajudicial a quien revista la calidad de deudor sin admitir otro sujeto legitimado para hacerlo.Cabría preguntarse aquí si, a tenor de lo dispuesto por el art. 765 CCyC, sería posible consignar moneda extranjera en forma extrajudicial. Si se interpreta literalmente el precepto, en tanto prescribe que en este caso se está en presencia de una obligación de dar cantidades de cosas, debería concluirse que el deudor no puede acudir a la consignación extrajudicial para cumplir el deber de “entregar la cantidad correspondiente de la especie designada” (art. 766 CCyC). Sin embargo, dado que la parte final del art. 765 CCyC faculta al deudor a liberarse dando el equivalente en moneda de curso legal, es posible sostener que nada obstaría a que el deudor intente esta modalidad de pago, quedando a salvo, obviamente, la actitud que pudiera asumir el acreedor al ser notificado del ofrecimiento.En esta alternativa de pago que se pone a disposición del acreedor, el deudor debe acudir a la intervención de una tercera persona: el escribano de registro, cuya actuación en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires está regulada en la ley 404 de dicha ciudad. Debe pensarse que esta elección del legislador obedece a razones de seguridad, pues es dable suponer que la fe de la que gozan los actos notariales garantiza al destinatario del pago la seriedad y certeza del ofrecimiento. Por lo demás, parece evidente que la intervención del escribano facilita la prueba ante eventuales problemas de interpretación que puedan suscitarse en caso de que la cuestión relacionada con el pago deba definirse en los tribunales. Finalmente, es claro que no cualquier escribano podrá intervenir en este procedimiento de pago sino aquel que tenga un registro conferido a su nombre por la autoridad de aplicación. Aunque la norma no lo establece expresamente, debería tratarse de un escribano con jurisdicción en el lugar de pago previsto en la obligación(arg. art. 867 CCyC).

ARTÍCULO 911.- Derechos del acreedor. Una vez notificado del depósito, dentro del quinto día habil de notificado, el acreedor tiene derecho a: a. aceptar el procedimiento y retirar el depósito, estando a cargo del deudor el pago de los gastos y honorarios del escribano;b. rechazar el procedimiento y retirar el depósito, estando a cargo del acreedor el pago de los gastos y honorarios del escribano;c. rechazar el procedimiento y el depósito, o no expedirse. En ambos casos el deudor puede disponer de la suma depositada para consignarla judicialmente.

ARTÍCULO 912.- Derechos del acreedor que retira el depósito. Si el acreedor retira lo depositado y rechaza el pago, puede reclamar judicialmente un importe mayor o considerarlo insuficiente o exigir la repetición de lo pagado por gastos y honorarios por considerar que no se encontraba en mora, o ambas cosas. En el recibo debe hacer reserva de su derecho, caso contrario se considera que el pago es liberatorio desde el día del depósito. Para demandar tiene un término de caducidad de treinta días computados a partir del recibo con reserva.

ARTÍCULO 913.- Impedimentos. No se puede acudir al procedimiento previsto en este Paragrafo si antes del depósito, el acreedor optó por la resolución del contrato o demandó el cumplimiento de la obligación

Unidad VI. Contratos de Garantía .- Fianza : Concepto. Extensión de las obligaciones del fiador. Incapacidad del deudor. Obligaciones que pueden ser afianzadas. Fianza general. Forma. Extensión de la fianza. Cartas de recomendación o patrocinio. Compromiso de mantener una determinada situación. Efectos entre el fiador y el acreedor. Efectos entre el deudor y el fiador. Extinción de la fianza. Artículos 1574/1598 CCC .

Prenda con desplazamiento: Concepto. Clasificación. Forma y Prueba del Contrato. Cosas que pueden ser dadas en prenda. Prenda sobre papeles endosables. Obligaciones susceptibles de dicha garantía. Extensión. Derechos y Obligaciones del constituyente de la prenda. Ejecución de la garantía. Prenda con Registro. Concepto. Régimen legal. Caracteres del Contrato. Formas de constitución. Diferencia entre prenda fija y flotante. Obligaciones susceptibles de esa garantía. Quienes pueden otorgarla. Acreedores a cuyo favor puede constituirse. Publicidad. Efectos. Decreto 897/95, número de Digesto F-0282 . Análisis general de los artículos 2219/2237 CCC .

Unidad VII .- Contratos Incorporados al Código Civil y Comercial de la Nación.

Leasing. Concepto. Sustrato financiero del leasing. Análisis de la nueva normativa codificada. Objeto. Canon. Precio de ejercicio de opción. Modalidades en la elección del bien. Responsabilidades, acciones, garantías en la adquisición del bien. Servicios y accesorios. Formas de inscripción. Modalidades de los bienes. Oponibilidad. Subrogación. Uso y goce del bien. Acción reivindicatoria. Opción de compra. Ejercicio. Prórroga del contrato. Transmisión del dominio. Responsabilidad objetiva. Cancelación de la inscripción: supuestos. Cancelación a pedido

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del tomador. Procedimiento de cancelación. Cesión de contratos o de créditos del dador. Incumplimiento y ejecución en caso de inmuebles. Normas supletorias. Artículos 1227/1250 CCC .

Contrato de leasing. Se lo define como aquel en que el dador conviene transferir al tomador la tenencia de un bien cierto y determinado para su uso y goce, contra el pago de un canon, y le confiere una opción de compra por un precio. Se establece que pueden ser objeto de este contrato las cosas muebles e inmuebles, marcas, patentes o modelos industriales y software, de propiedad del dador o sobre los que el dador tenga la facultad de dar en leasing. También en este caso hay que tener en cuenta las normas de los contratos de consumo.

Art. 1227 Concepto. En el contrato de leasing el dador conviene transferir al tomador la tenencia de un bien cierto y determinado para su uso y goce, contra el pago de un canon y le confiere una opción de compra por un precio. Transferencia onerosa de la tenencia de un bien cierto y determinado, unida a la opción de compra de dicho bien. Se distingue primariamente entre el leasing financiero y el leasing operativo. En el leasing financiero, el dador es típicamente una entidad financiera o sociedad de leasing, y la operación se visualiza primariamente como financiera.El leasing y su inserción en la teoría general del contrato Desde la perspectiva de la teoría general del contrato, el leasing puede calificarse como consensual, bilateral, oneroso, conmutativoformal, de tracto sucesivo o ejecución continuada, de empresa o de consumo (según la persona del tomador y el destino del bien objeto de leasing), de contenido predispuesto y típico o nominado'''. Art, 1228 Objeto. Pueden ser objeto del contrato cosas muebles e inmuebles, marcas, patentes o modelos industriales y software, de propiedad del dador o sobre los que el dador tenga la facultad de dar en leasing. No se requiere que: a) Se trate de cosas o bienes nuevos b) la adquisición por el dador hubiera tenido en miras la celebración del contrato de leasing; c) el bien exista al momento de la celebración del contrato; d) el bien pueda calificarse como "bien de capital" o que encuadre en categoría contable alguna, ya que el Código no excluye el leasing de consumo". Art. 1229 Canon. El monto y la periodicidad de cada canon se determina convencionalmente. El canon como prestación esencial del tomador El uso y goce del bien dado en leasing tiene como contrapartida principal el pago del canon. Art. 1230 Precio de ejercicio de la opción. El precio de ejercicio de la opción de compra debe estar fijado en el contrato o ser determinable según procedimientos o pautas pactadas. El precio de ejercicio de la opción de compra puede ser determinado en el contrato, o determinable según los términos pactados y la aplicación de las normas pertinentes de la compraventa. En materia de leasing, dos cuestiones vinculadas al precio de la compraventa son de particular importancia: a) La necesidad de que el precio pueda calificarse como cierto y b) que el precio no pueda calificarse como irrisorio. Art. 1231 Modalidades en la elección del bien. El bien objeto del contrato puede: a) comprarse por el dador a persona indicada por el tomador; b) comprarse por el dador según especificaciones del tomador o según catálogos, folletos o descripciones identificadas por éste; c) comprarse por el dador, quien sustituye al tomador, al efecto, en un contrato de compraventa que éste haya celebrado; d) ser de propiedad del dador con anterioridad a su vinculación contractual con el tomador; e) adquirirse por el dador al tomador por el mismo contrato o habérselo adquirido con anterioridad; f) estar a disposición jurídica del dador por título que le permita constituir leasing sobre él. Art. 1232 Responsabilidades, acciones y garantías en la adquisición del bien . En los casos de los incisos a), b) y c) del artículo 1231, el dador cumple el contrato adquiriendo los bienes indicados por el tomador. El tomador puede reclamar del vendedor, sin necesidad de cesión, todos los derechos que emergen del contrato de compraventa. El dador puede liberarse convencionalmente de las responsabilidades de entrega y de la obligación de saneamiento. En los casos del inciso d) del artículo 1231, así como en aquellos casos en que el dador es fabricante, importador, vendedor o constructor del bien dado en leasing, el dador no puede liberarse de la obligación de entrega y de la obligación de saneamiento. En los casos del inciso e) del mismo artículo, el dador no responde por la obligación de entrega ni por garantía de saneamiento, excepto pacto en contrario. En los casos del inciso O se deben aplicar las reglas de los párrafos anteriores de este artículo, según corresponda a la situación concreta.

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Respecto de la liberación de responsabilidad prevista por el artículo 1232, cabe concluir que: a) Si se trata de un contrato de leasing celebrado con un consumidor, la liberación de responsabilidad por la falta .de entrega del bien sólo cabe cuando la elección fue efectivamente realizada por el tomador, lo que supone la ausencia de una cooperación económica planificada entre proveedor y tomador. b) Para el supuesto de leasing empresario, la existencia de una cláusula de liberación ha de considerarse plenamente eficaz, en tanto responde a la economía del contrato y no se presenta ninguna circunstancia que pueda suponer el carácter abusivo de la cláusula. Finalmente, y aun cuando pueda resultar casi una obviedad decirlo, la liberación de responsabilidad supone, cuando ésta es admisible, que la falta de entrega no es imputable al dador, o dicho de otro modo, que el dador no ha incumplido sus compromisos con el proveedor.Aunque la redacción no aparenta presentar complejidades interpretativas, cabe señalar que: a) No se trata de una cesión de derechos en sentido estricto, sino de una transferencia de la posición contractual. b) El tomador queda expuesto a las excepciones que el proveedor tuviere respecto del dador. c) La subrogación legal opera respecto de la relación jurídica entre proveedor y dador, aunque ésta no califique, por su objeto (p. ej., licencia de uso de software), como compraventa.

Art. 1233 Servicios y accesorios. Pueden incluirse en el contrato los servicios y accesorios necesarios para el diseño, la instalación, puesta en marcha y puesta a disposición de los bienes dados en leasing, y su precio integrar el cálculo del canon. La existencia de obligaciones de hacer por parte del dador no importa la transformación del leasing en un contrato de servicios, porque aquéllas son accesorias, siendo la obligación principal la transmisióndel uso y goce, sin perjuicio de la eventual transferencia del dominio que se sigue del ejercicio de la opción de compraArt. 1234 Forma e inscripción. El leasing debe instrumentarse en escritura pública si tiene como objeto inmuebles, buques o aeronaves. En los demás casos puede celebrarse por instrumento público o privado. A los efectos de su oponibilidad frente a terceros, el contrato debe inscribirse en el registro que corresponda según la naturaleza de la cosa que constituye su objeto. La inscripción en el registro puede efectuarse a partir de la celebración del contrato de leasing, y con prescindencia de la fecha en que corresponda hacer entrega de la cosa objeto de la prestación comprometida. Para que produzca efectos contra terceros desde la entrega del bien objeto del leasing, la inscripción debe solicitarse dentro de los cinco días hábiles posteriores. Pasado ese término, produce ese efecto desde que el contrato se presente para su registración. Si se trata de cosas muebles no registrables o de un software, deben inscribirse en el Registro de Créditos Prendarios del lugar donde la cosa se encuentre o, en su caso, donde ésta o el software se deba poner a disposición del tomador. En el caso de inmuebles, la inscripción se mantiene por el plazo de veinte años; en los demás bienes se mantiene por diez años. En ambos casos puede renovarse antes de su vencimiento, por rogación del dador u orden judicial. La norma distingue dos situaciones: a) Inscripción del contrato solicitada dentro de los cinco días hábiles de su celebración: aquí la oponibilidad es inmediata al tiempo de la solicitud si el bien no se ha entregado, o retroactiva a la fecha de entrega del bien. b) Inscripción del contrato solicitada luego de transcurrido el plazo referido en a: . en este caso, la oponibilidad comienza en la fecha de la solicitud de registro. Art. 1235 Modalidades de los bienes. A los efectos de la registración del contrato de leasing son aplicables las normas legales y reglamentarias que correspondan según la naturaleza de los bienes. En el caso de cosas muebles no registrables o software, se aplican las normas registrales de la Ley de Prenda con Registro y las demás que rigen el funcionamiento del Registro de Créditos Prendarios. Cuando el leasing comprenda a cosas muebles situadas en distintas jurisdicciones, se aplica lo dispuesto en la Ley de Prenda con Registro para iguales circunstancias. El registro debe expedir certificados e informes. El certificado que indique que sobre determinados bienes no aparece inscrito ningún contrato de leasing tiene eficacia legal hasta veinticuatro horas de expedido. Cabe señalar que los casos Más frecuentes de leasing supondrán la inscripción en: a) El Registro de la Propiedad Inmueble, para el leasing inmobiliario; b) el Registro de la Propiedad Automotor, para el leasing de vehículos; c) el Registro Nacional de Buques, para el caso de buques y artefactos navales; d) el Registro Nacional de Aeronaves, para el caso de aeronaves, y e) el Registro de Créditos Prendarios, para el software y otros bienes no registrables. Art. 1236 Traslado de/os bienes. El tomador no puede sustraer los bienes muebles del lugar en que deben encontrarse de acuerdo a lo estipulado en el contrato inscrito. Sólo puede trasladarlos con la conformidad expresa del dador, otorgada en el contrato o por acto escrito posterior, y después de haberse inscrito el traslado y la conformidad del dador en los registros correspondientes. Se aplican las normas pertinentes de la Ley de Prenda con Registro al respecto.

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Art. 1237 Oponibilidad. Subrogación. El contrato debidamente inscrito es oponible a los acreedores de las partes. Los acreedores del tomador pueden subrogarse en los derechos de éste para ejercer la opción de compra. La norma complementa lo dispuesto por el artículo 1234 en materia de registro del contrato, y prevé además un supuesto expreso de subrogación, al autorizara los acreedores del tomador a ejercer la opción de compra ante la inacción de aquél. Art. 1238 Uso y goce del bien. El tomador puede usar y gozar del bien objeto del leasing conforme a su destino, pero no puede venderlo, gravado ni disponer de él. Los gastos ordinarios y extraordinarios de conservación y uso, incluyendo seguros, impuestos y tasas, que recaigan sobre los bienes y las sanciones ocasionadas por su uso, son a cargo del tomador, excepto convención en contrario. El tomador puede arrendar el bien objeto del leasing, excepto pacto en contrario. En ningún caso el locatario o arrendatario puede pretender derechos sobre el bien que impidan o limiten en modo alguno los derechos del dador. Se establece, en primer término, la imposibilidad de que el tomador realice actos de disposición jurídica sobre el bien, lo que resulta lógico considerando que, hasta que se cumpla con lo dispuesto por el artículo 1242 del Código respecto de la opción de compra, el tomador reconoce en el dador el dominio o titularidad del bien. La norma prevé asimismo la asunción por el tomador, salvo cláusula en contrario, de los gastos ordinarios y extraordinarios de conservación y uso, incluyendo seguros, impuestos y tasas que recaigan sobre los bienes y las sanciones ocasionadas por su uso. Art. 1239 Acción reivindicatoria. La venta o gravamen consentido por ……………………………………………………………………………………………………………..Art. 1240 Opción de compra. Ejercicio. La opción de compra puede ejercerse por el tomador una vez que haya pagado tres cuartas partes del canon total estipulado, o antes si asilo convinieron las partes. Se establece, sin posibilidad de cláusula contractual que perjudique al tomador, el derecho de aquél de ejercer la opción de compra cuando - se ha satisfecho el 75% de los cánones pactados. El tiempo de ejercicio de la opción Debe diferenciarse entre el "desde cuándo" y el "hasta cuándo” Respecto de la primera cuestión, la opción puede ejercerse en cualquier momento según lo convengan 'las partes, pero no es eficaz la cláusula —aunque el contrato mantiene su validez— que postergue el ejercicio del derecho más allá del momento en el cual el tomador hubiera pagado el 75% del canon total estipulado a) No se requiere el transcurso de tres cuartas partes del término contractual, sino que se hubiera pagado el 75% del total de los cánones comprometidos. Ambas circunstancias pueden no coincidir, ya que no necesariamente deben existir períodos regulares de pago, o montos idénticos en cada uno de ellos b) No puede pretender el tomador, a falta de previsión expresa en el contrato, abonar anticipadamente cánones a efectos de adelantar el ejercicio de la opción. Se oponen a ello el artículo 871, inciso b, del Código y la naturaleza primariamente financiera de la operación. c) El ejercicio de la opción no puede desalentarse imponiendo penalidades o incremento de costos d) Sin perjuicio de lo expresado en c, para el caso en el cual se hubiera previsto la posibilidad de ejercicio anticipado de la opción de compra, nada obsta a que se condicione tal ejercicio al pago de sumas o costos adicionales por parte del tomador. Art. 1241 Prórroga del contrato. El contrato puede prever su prórroga a opción del tomador y las condiciones de su ejercido.En tal caso, adquiere relevancia la incorporación al contrato de leasing de alternativas que permitan, aun con lógicas modificaciones o adaptaciones, la subsistencia de la relación contractual. La denominada "triple opción" La expresión del título del apartado no tiene una connotación jurídica directa, pero en la práctica se denomina "triple opción" o "triple opción final" a las alternativas que suelen existir al tiempo del vencimiento del término del contrato de leasing. Ellas son, básicamente: a) Restituir el bien objeto del contrato al vencimiento; b) ejercer la opción de compra, tipificante de la figura contractual, o c) renovar el contrato, en virtud de una previsión contractual expresa en tal sentido, con o sin sustitución del bien objeto del contrato. A esta última posibilidad se refiere, al menos parcialmente, la norma en estudio, al mencionar la prórroga o renovación del contrato como una opción del tomador que se agrega a la opción de compra del bien objeto de leasing, pero sin suplantar la posibilidad de adquisición del bien, tipificante de la figura contractual en análisis'''. Art. 1242 Transmisión del dominio. El derecho del tomador a la transmisión del dominio nace con el ejercicio de la opción de compra y el pago del precio del ejercicio de la opción conforme a lo determinado en el contrato. El dominio se adquiere cumplidos esos requisitos, excepto que la ley exija otros de acuerdo con la naturaleza del bien de que se trate, a cuyo efecto las partes deben otorgar la documentación y efectuar los demás actos necesarios. Art. 1243 Responsabilidad objetiva. La responsabilidad objetiva emergente del artículo 1757 recae exclusivamente sobre el tomador o guardián de las cosas dadas en leasing.

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El artículo en comentario se refiere, como surge de su texto, a la responsabilidad objetiva, o si se prefiere, la que se sigue de un hecho de las cosas o actividades riesgosas (art. 1757 del Código). Art. 1244 Cancelación de la inscripción. Supuestos. La inscripción del leasing sobre cosas muebles no registrables y software se cancela: a) por orden judicial, dictada en un proceso en el que el dador tuvo oportunidad de tomar la debida participación; b) a petición del dador o su cesionario. El objetivo de la norma es permitir la existencia de un mecanismo administrativo ágil para obtener, aun en ausencia del acuerdo expreso de las partes del contrato, la cancelación de la inscripción. Supuestos de cancelación previstos en la norma Se prevén dos casos particulares de cancelación, aunque el artículo siguiente señala otros supuestos a instancia del tomador y el artículo 1246 el procedimiento a seguir en ese caso. Conforme la norma, la cancelación puede seguir a una orden judicial, que no necesariamente ha de vincularse a un conflicto por el contrato de leasing, pero que siempre requiere que el dador haya tenido la posibilidad de ejercer sus derechos en el proceso judicial. También se autoriza la cancelación a pedido del dador o su cesionario, sin establecerse para este supuesto una participación previa del tomador. Art. 1245 Cancelación a pedido del tomador. El tomador puede solicitar la cancelación de la inscripción del leasing sobre cosas muebles no registrables y software si acredita: a) el cumplimiento de los recaudos previstos en el contrato inscrito para ejercer la opción de compra; b) el depósito del monto total de los cánones que restaban pagar y del precio de ejercicio de la opción, con sus accesorios, en su caso; c) la interpelación fehaciente al dador, por un plazo no inferior a quince días hábiles, ofreciéndole los pagos y solicitándole la cancelación de la inscripción; d) el cumplimiento de las demás obligaciones contractuales exigibles a su cargo. Art. 1246 Procedimiento de cancelación. Solicitada la cancelación, el encargado del registro debe notificar al dador, en el domicilio constituido en el contrato, por carta certificada: a) si el notificado manifiesta conformidad, se cancela la inscripción; b) si el dador no formula observaciones dentro de los quince días hábiles desde la notificación, y el encargado estima que el depósito se ajusta a lo previsto en el contrato, procede a la cancelación y notifica al dador y al tomador;c) si el dador formula observaciones o el encargado estima insuficiente el depósito, lo comunica al tomador, quien tiene expeditas las acciones pertinentes. La norma, que debe ser leída juntamente con el artículo 1245, establece el procedimiento registral que sigue al requerimiento de cancelación de la inscripción a pedido del tomador, y la posibilidad de autorizar la cancelación en el caso de silencio del dador. El encargado del registro notificará por carta certificada al dador el requerimiento del tomador, a efectos de que el dador manifieste lo que crea conveniente a su derecho. Art. 1247 Cesión de contratos o de créditos del dador. El dador siempre puede ceder los créditos actuales o futuros por canon o precio de ejercicio de la opción de compra. A los fines de su titulización puede hacerlo en los términos de los artículos 1614 y siguientes de este Código o en la forma prevista por la ley especial. Esta cesión no perjudica los derechos del tomador respecto del ejercicio o no ejercicio de la opción de compra o, en su caso, a la cancelación anticipada de los cánones, todo ello según lo pactado en el contrato. Art. 1248 Incumplimiento y ejecución en caso de inmuebles. Cuando el objeto del leasing es una cosa inmueble, el incumplimiento de la obligación del tomador de pagar el canon produce los siguientes efectos: a) si el tomador ha pagado menos de un cuarto del monto del canon total convenido, la mora es automática y el dador puede demandar judicialmente el desalojo. Se debe dar vista por cinco días al tomador, quien puede probar documentalmente el pago de los períodos que se le reclaman o paralizar el trámite, por única vez, mediante el pago de lo adeudado, con más sus intereses y costas. Caso contrario, el juez debe disponer el lanzamiento sin más trámite;b) si el tomador ha pagado un cuarto o más pero menos de tres cuartas partes del canon convenido, la mora es automática; el dador debe intimarlo al pago del o de los períodos adeudados con más sus intereses y el tomador dispone por única vez de un plazo no menor de sesenta días, contados a partir de la recepción de la notificación, para el pago del o de los períodos adeudados con más sus intereses. Pasado ese plazo sin que el pago se verifique, el dador puede demandar el desalojo, de lo que se debe dar vista por cinco días al tomador. Dentro de ese plazo, el tomador puede demostrar el pago de lo reclamado, o paralizar el procedimiento mediante el pago de lo adeudado con más sus intereses y costas, si antes no hubiese recurrido a este procedimiento. Si, según el contrato, el tomador puede hacer ejercicio de la opción de compra, en el mismo plazo puede pagar, además, el precio de ejercicio de esa opción, con sus accesorios contractuales y legales. En caso contrario, el juez debe disponer el lanzamiento sin más trámite; c) si el incumplimiento se produce después de haber pagado las tres cuartas partes del canon, la mora es automática; el dador debe intimarlo al pago y el tomador tiene la opción de pagar lo adeudado más sus intereses dentro de los noventa días, contados a partir de la recepción de la notificación si antes no hubiera recurrido a ese procedimiento, o el

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precio de ejercicio de la opción de compra que resulte de la aplicación del contrato, a la fecha de la mora, con sus intereses. Pasado ese plazo sin que el pago se verifique, el dador puede demandar el desalojo, de lo que debe darse vista al tomador por cinco días, quien sólo puede paralizarlo ejerciendo alguna de las opciones previstas en este inciso, agregándole las costas del proceso; d) producido el desalojo, el dador puede reclamar el pago de los períodos de canon adeudados hasta el momento del lanzamiento, con más sus intereses y costas, por la vía ejecutiva. El dador puede también reclamar los daños y perjuicios que resulten del deterioro anormal de la cosa imputable al tomador por dolo, culpa o negligencia por la vía procesal pertinente. La norma determina las reglas aplicables al incumplimiento del pago del canon en el leasing inmobiliario, autorizando un procedimiento simplificado para recuperar la tenencia del inmueble y la vía ejecutiva para el cobro de lo adeudado. Art. 1249 Secuestro y ejecución en caso de muebles. Cuando el objeto de leasing es una cosa mueble, ante la mora del tomador en el pago del canon, el dador puede: a) obtener el inmediato secuestro del bien, con la sola presentación del contrato inscrito, y la prueba de haber interpelado al tomador por un plazo no menor de cinco días para la regularización. Producido el secuestro, queda resuelto el contrato. El dador puede promover ejecución por el cobro del canon que se haya devengado ordinariamente hasta el período íntegro en que se produjo el secuestro, la cláusula penal pactada en el contrato y sus intereses; todo ello sin perjuicio de la acción del dador por los daños y perjuicios, y la acción del tomador si correspondieran; o b) accionar por vía ejecutiva por el cobro del canon no pagado, incluyendo la totalidad del canon pendiente; si así se hubiera convenido, con la sola presentación del contrato inscripto y sus accesorios. En este caso, sólo procede el secuestro cuando ha vencido el plazo ordinario del leasing sin haberse pagado el canon íntegro y el precio de la opción de compra, o cuando se demuestre sumariamente el peligro en la conservación del bien, debiendo el dador otorgar caución suficiente. En el juicio ejecutivo previsto en ambos incisos, puede incluirse la ejecución contra los fiadores o garantes del tomador. El domicilio constituido es el fijado en el contrato. Incumplimiento de/tomador en el leasing mobiliario Cabe recordar que el dador es el dominus del bien objeto del contrato, y que esa titularidad tiene una clara función de garantía de sus derechos. En síntesis, sólo le queda al tomador del leasing un juicio de daños y perjuicios para el caso de que el secuestro hubiera sido indebidamente solicitado. Art. 1250 Normas supletorias. En todo lo no previsto por el presente Capítulo, al contrato de leasing se le aplican subsidiariamente las reglas del contrato de locación, en cuanto sean compatibles, mientras el tomador no ha pagado la totalidad del canon y ejercido la opción, con pago de su precio. No son aplicables al leasing las disposiciones relativas a plazos mínimos y máximos de la locación de cosas ni las excluidas convencionalmente. Se le aplican subsidiariamente las normas del contrato de compraventa para la determinación del precio de ejercicio de la opción de compra y para los actos posteriores a su ejercicio y pago. Según surge de la norma en análisis, la aplicación de las normas de la compraventa o locación de cosas encuentra dos límites concretos: a) La ausencia de previsiones normativas específicas del leasing, que naturalmente desplazarán a las reglas que la norma en estudio califica como subsidiarias. En igual rango han de incluirse las cláusulas del contrato que por voluntad de las partes des- placen las normas disponibles en materia de locación de cosas o compraventa. b) La compatibilidad entre las normas de aplicación subsidiaria y el leasing.

Corretaje : Definición. Conclusión del contrato de corretaje. Sujetos. Obligaciones de las partes. Prohibición. Garantía y representación. Comisión. Intervención de uno o varios corredores. Supuestos específicos. Gastos. Normas especiales. Artículos 1345/1355 CCC. Repaso de Unidad IV con su diferencia sobre Corredores.

CONTRATO DE CORRETAJEARTÍCULO 1345.- Definición. Hay contrato de corretaje cuando una persona, denominada corredor, se obliga ante otra, a mediar en la negociación y conclusión de uno o varios negocios, sin tener relación de dependenciao representación con ninguna de las partes.1. IntroducciónEl CCom., en un principio, y luego la Ley 25.028 de Régimen Legal de Martilleros y Corredores, entendieron al corredor como un agente auxiliar del comercio. La regulación se centraba en la actividad subjetiva del corredor, sin brindar ninguna definición del contrato de corretaje. El CCyC regula al corretaje como un contrato típico, consagrando su autonomía y alejándolo de la consideración personal del corredor.Las normas vinculadas a este contrato se han visto reducidas a fin de permitir su adaptación a la evolución de la vida negocial, tal como lo sostenían los “Fundamentos” del Proyecto de 1998, antecedente inmediato de los artículos de este Capítulo. El corretaje está regulado por los arts. 1345 a 1355 CCyC; 1 a 35 de la Ley 20.266 de Ejercicio de la Profesión de Martilleros y el art. 77 de la Ley 24.441 de Financiamiento de la Vivienda y la Construcción. En las

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provincias, por su parte, este está previsto en las leyes y demás normas reglamentarias de carácter local, que disciplinan la actividad de los corredores en general o de algunas modalidades de esta figura.

2. InterpretaciónEl corretaje es un contrato que se celebra entre un sujeto denominado corredor —que desarrolla la tarea de intermediar entre la oferta y la demanda de cosas, bienes y servicios— y otro sujeto, el comitente, que la encarga. El corredor se ocupa de acercar a las partes para que ellas realicen directamente el negocio, es decir que su función es la dellevar a cabo todos los actos conducentes para que aquel se concrete.El artículo refiere a que el corredor se “obliga a mediar en la negociación y conclusión de uno o varios negocios”. Su función no es la de perfeccionar el negocio, sino la de aproximar a las partes para que ellas lo hagan.La negociación puede referir a cosas muebles, inmuebles, fondos de comercio, servicios y todo sobre lo que sea lícito negociar, en tanto la ley no establece limitación. El corredor no tiene relación de dependencia o representación con ninguna de las partes. La autonomía profesional del corredor, su imparcialidad y objetividad, se consagran en este punto. El corredor tampoco puede tener relación de colaboración con ninguna de las partes (art. 34, inc. a, de la ley 20.266). La excepción a la imposibilidad de representación la brinda el art. 1349, inc. b, CCyC. Desde que se eliminó el art. 36 de la ley 20.266 —que, en su inc. d, establecía la forma escrita para este contrato—, el contrato de corretaje es bilateral, oneroso, consensual, típico, aleatorio y no formal.

ARTÍCULO 1346.- Conclusión del contrato de corretaje. Sujetos. El contrato de corretaje se entiende concluido, si el corredor está habilitado para el ejercicio profesional del corretaje, por su intervención en el negocio, sin protesta expresa hecha saber al corredor contemporáneamente con el comienzo de su actuación o por la actuación de otro corredor por el otro comitente. Si el comitente es una persona de derecho público, el contrato de corretaje debe ajustarse a las reglas de contratación pertinentes. Pueden actuar como corredores personas humanas o jurídicas.

1. IntroducciónEsta norma se complementa tanto con los arts. 32 y 33 de la Ley 20.266 de Ejercicio de la Profesión de Martilleros —que establecen las condiciones habilitantes para ser corredor y los requisitos para matricularse en la jurisdicción en la que el profesional se desempeñe— como con el art. 77 de la Ley 24.441 de Financiamiento de la Vivienda y la Construcción —que determina que, para la matriculación y el desempeño del corredor, no será exigible hallarse domiciliado en el lugar donde se pretende ejercer—, como así también con las normas locales que regulan la actividad.2. InterpretaciónEl contrato de corretaje se considera concluido por la intervención en el negocio del corredor. El CCyC establece que eso sucederá, salvo que exista protesta expresa que se le haga saber contemporáneamente con el comienzo de su actuaciónLa protesta no podrá ser hecha por el comitente que contrató con el corredor, y refiere a la manifestación oportuna de la parte que no acepta la intervención de aquel en la negociación. La protesta tiene como consecuencia la imposibilidad para el corredor de reclamarle el pago de la comisión al que la manifiesta (art. 1351 CCyC).El contrato de corretaje se entenderá concluido, asimismo, por la actuación de otro corredor por el otro comitente —es decir, en el caso de que la otra parte de la negociación contrate un corredor y este comience a realizar conductas de intermediación para acercar a las partes—.El artículo fija como requisito para la conclusión del contrato que el corredor esté habilitado para el ejercicio profesional del corretaje. Para actuar como corredor es necesaria la matriculación, conforme lo establecen el art. 33 de la ley 20.266 —que dispone: “quien pretenda ejercer la actividad de corredor debera inscribirse en la matrícula de la jurisdicción correspondiente”— y el art. 77 de la ley 24.441 —que determina que “para la matriculación y el desempeño del corredor no sera exigible el hallarse domiciliado en el lugar donde se pretende ejercer”—.Originariamente, el Proyecto del Código Civil y Comercial preveía la posibilidad de que un corredor no inscripto concluyera un contrato de corretaje mediante pacto expreso por escrito. Finalmente, esa opción fue eliminada cuando se elevó a la Cámara de Senadores de la Nación.Para ser corredor, además de la matriculación, se requiere ser mayor de edad, no estar comprendido dentro de alguna inhabilidad y poseer título universitario expedido o revalidado en la República (art. 32 de la ley 20.266).En caso de que el comitente sea una persona de derecho público —es decir, Estado nacional, provincial, municipal o alguna entidad autárquica—, el corredor deberá ajustarse a las reglas de contratación pertinentes. El CCyC se refiere a las normas aplicables a licitaciones, pliegos, etc., que serán aplicables por sobre las del corretaje.El corretaje puede ser ejercido por personas humanas o jurídicas. El CCyC se condice con los arts. 31, 15 y 16 de la ley 20.266.

ARTÍCULO 1347.- Obligaciones del corredor. El corredor debe:a. asegurarse de la identidad de las personas que intervienen en los negocios en que media y de su capacidad legal para contratar;

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b. proponer los negocios con exactitud, precisión y claridad, absteniendo se de mencionar supuestos inexactos que puedan inducir a error a las partes;c. comunicar a las partes todas las circunstancias que sean de su conocimiento y que de algún modo puedan influir en la conclusión o modalidades del negocio;d. mantener confidencialidad de todo lo que concierne a negociaciones en las que interviene, la que sólo debe ceder ante requerimiento judicial o de autoridad pública competente;e. asistir, en las operaciones hechas con su intervención, a la firma de los instrumentos conclusivos y a la entrega de los objetos o valores, si alguna de las partes lo requiere;f. guardar muestras de los productos que se negocien con su intervención, mientras subsista la posibilidad de controversia sobre la calidad de lo entregado.

1. IntroducciónLa ley 26.994 derogó el art. 36 de la Ley 20.266 de Ejercicio de la Profesión de Martilleros. Este artículo enumeraba las obligaciones de los corredores y fue por el art. 1347 CCyC, cuya redacción es similar a la del art. 1270 del Proyecto de 1998.2. InterpretaciónLa normativa anterior detallaba minuciosamente las obligaciones del corredor. El presente artículo es más escueto; en tal sentido, sigue la idea de los “Fundamentos” del Código Civil y Comercial en el sentido de ser lo más claro y conciso posible. Existen otras obligaciones que no están enumeradas en el presente artículo y que se desprenden de otros sectores de la normativa que se aplica al corretaje, pudiendo surgir otras de las leyes locales.2.1. Obligaciones2.1.1. Identidad y capacidadEl inc. a establece —tal como lo hacía el inc. b del art. 36 de la Ley 20.266 de Ejercicio de la Profesión de Martilleros— la obligación de asegurarse de la identidad de las personas que intervienen en los negocios en que media y de su capacidad legal para contratar.2.1.2. Exactitud, precisión y claridad. ComunicaciónEl inc. b estipula que el corredor debe “proponer los negocios con exactitud, precisión y claridad, absteniéndose de mencionar supuestos inexactos que puedan inducir a error a las partes”, mientras que el inc. c establece la obligación de “comunicar a las partes todas las circunstancias que sean de su conocimiento y que de algún modo puedan influir en la conclusión o modalidades del negocio”. El contenido de estos dos incisos es un desdoblamiento del similar inc. e, de la ley derogada.La buena fe, la lealtad y la diligencia que debe tener el corredor se ven plasmadas en este inciso.Las obligaciones detalladas en el presente acápite y en el anterior se vinculan con el art. 1353 CCyC que establece que el corredor no tiene derecho a retribución en caso de que el contrato se anule por ilicitud de su objeto, por incapacidad o falta de representación de cualquiera de las partes, o por otra circunstancia que haya sido conocida por aquel. Se desarrollará este tema al tratar el artículo citado.2.1.3. ConfidencialidadEl inc. c refiere a la confidencialidad que debe mantener el corredor respecto de todo lo que concierne a negociaciones en las que interviene, la que solo debe ceder ante requerimiento judicial o de autoridad pública competente.El inc. f del art. 36 de la ley 20.266, con una redacción menos precisa, establecía que el corredor debía guardar secreto en lo concerniente a las operaciones en las que interviniese y que solo podía, en virtud del mandato de autoridad competente, atestiguar sobre las mismas.La nueva redacción permite que la confidencialidad sea hecha a un lado en caso de que ello sea requerido por las autoridades a las que refiere el artículo, sin circunscribirlo únicamente al caso de la declaración testimonial.2.1.4. AsistirEn caso que alguna de las partes lo requiera, el corredor deberá asistir, en las operaciones llevadas a cabo por su intervención, a la firma de los instrumentos conclusivos y a la entrega de los objetos o valores (inc. e).Los incs. g y j del art. derogado preveían la asistencia, pero además que era obligatorio para el corredor estar presente en el momento de la firma de los contratos otorgados por escrito en instrumento privado. Este debía dejar constancia firmada de su intervención y tenía que conservar un ejemplar bajo su responsabilidad. Distinguían, además, a los contratos que no requieren forma escrita, y estipulaban que el corredor debía entregar a las partes una minuta de la operación, según las constancias del Libro de Registro. Como se observa, en la actual redacción no hace esa distinción entre forma escrita y no escrita. La obligatoriedad de la asistencia surgirá del pedido de alguna de las partes. El artículo elimina el resto de las diligencias que debía realizar el corredor en exceso de la asistencia.2.1.5. ConservaciónEl inc. f requiere que el corredor guarde las muestras de los productos que se negocien con su intervención, mientras subsista la posibilidad de controversia sobre la calidad de lo entregado. Similar redacción tenía el inc. h del derogado art. 36 de la Ley 20.266 de Ejercicio de la Profesión de Martilleros.2.2. El derogado artículo 36

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El inc. a del art. 36 preveía la obligación de llevar el libro que establece el art. 35, por lo que la obligación de “ llevar asiento exacto y cronológico de todas las operaciones concluidas con su intervención, transcribiendo sus datos esenciales en un libro de registro, rubricado por el Registro Público de Comercio o por el órgano a cargo del gobierno de la matrícula en la jurisdicción” sigue vigente.El inc. c del mismo artículo obligaba al corredor a comprobar la existencia de los instrumentos de los que resultaba el título invocado por el enajenante. Además, cuando se trataba de bienes registrables, debía recabar la certificación del Registro Público correspondiente sobre la inscripción del dominio, gravámenes, embargos, restricciones y anotaciones que reconozcan aquellos, así como las inhibiciones o interdicciones que afectaban al transmitente. La actual redacción eliminó estas obligaciones emparentadas con la posibilidad del corredor de dar fe pública.Se ha eliminado el inc. i: “Entregar a las partes una lista firmada, con la identificación de los papeles en cuya negociación intervenga”.El inc. k —que establece “respetar las prohibiciones del artículo 19 en lo que resulten aplicables”— sigue vigente, en tanto el art. 31 de la ley 20.266 remite a las prohibiciones para los martilleros al referir que, sin perjuicio de las disposiciones del CCyC y de la legislación local, es aplicable al ejercicio del corretaje lo dispuesto en esa ley respecto de los martilleros, en todo lo que resulte pertinente y no se encuentre en los artículos referidos al corretaje.En cuanto al inc. l —“cumplir las demas obligaciones que impongan las leyes especiales y la reglamentación local”—, su reproducción no era necesaria en tanto es un deber general el de cumplir las leyes.

ARTÍCULO 1348.- Prohibición. Esta prohibido al corredor:a. adquirir por sí o por interpósita persona efectos cuya negociación le ha sido encargada;b. tener cualquier clase de participación o interés en la negociación o en los bienes comprendidos en ella.1. IntroducciónLa norma se complementa con el art. 19, inc. b de la ley 20.266, en cuanto prohíbe tener participación en el precio que se obtenga, no pudiendo celebrar convenios por diferencias a su favor o de terceras personas; comprar por cuenta de terceros, directa o indirectamente, los bienes cuya venta se les hubiere encomendado; y comprar para sí los mismosbienes, o adjudicarlos o aceptar posturas sobre ellos, respecto de su cónyuge o parientes dentro del segundo grado, socios, habilitados o empleados.2. InterpretaciónEl fundamento de este artículo es el de mantener la imparcialidad del corredor en su actuación como intermediario, que se vería afectada si pudiese adquirir los bienes objeto de la negociación o tuviese algún interés en aquella. El inc. b del artículo tiene una amplitud que permite encuadrar diferentes supuestos donde medie conflicto de interés.

ARTÍCULO 1349.- Garantía y representación. El corredor puede:a. otorgar garantía por obligaciones de una o de ambas partes en la negociación en la que actúen;b. recibir de una parte el encargo de representarla en la ejecución del negocio.1. IntroducciónEl precepto se vincula con lo dispuesto por el art. 34 de la ley 20.266, que enumera las facultades del corredor del siguiente modo: “a) Poner en relación a 2 (dos) o mas partes para la conclusión de negocios sin estar ligado a ninguna de ellas por relaciones de colaboración, subordinación o representación. No obstante una de las partes podra encomendarles que la represente en los actos de ejecución del contrato mediado. b) Informar sobre el valor venal o de mercado de los bienes que pueden ser objeto de actos jurídicos. c) Recabar directamente de las oficinas públicas, bancos y entidades oficiales y particulares, los informes y certificados necesarios para el cumplimiento de sus deberes. d) Prestar fianza por una de las partes”. 2. InterpretaciónEl art. 1349, inc. a, CCyC amplía la facultad contenida en el inc. d del mismo artículo, pues no solo autoriza al corredor a otorgar fianza, sino a cualquier otra modalidad de garantía a favor de las partes. La garantía podrá ser otorgada a una o ambas partes. El inc. b del artículo en comentario autoriza al corredor a representar a una de las partes en la ejecución del negocio, al igual que el artículo 34, inc. a, CCyC.

ARTÍCULO 1350.- Comisión. El corredor tiene derecho a la comisión estipulada si el negocio se celebra como resultado de su intervención. Si no hay estipulación, tiene derecho a la de uso en el lugar de celebración del contrato o, en su defecto, en el lugar en que principalmente realiza su cometido. A falta de todas ellas, la fija el juez.ARTÍCULO 1351.- Intervención de uno o de varios corredores. Si sólo interviene un corredor, todas las partes le deben comisión, excepto pacto en contrario o protesta de una de las partes según el artículo 1346. No existe solidaridad entre las partes respecto del corredor. Si interviene un corredor por cada parte, cada uno de ellos sólo tiene derecho a cobrar comisión de su respectivo comitente.1. IntroducciónEl artículo en comentario se refiere a la retribución del corredor por su labor. A diferencia del derogado art. 37 de la ley 20.266, que refería a remuneración, el artículo la designa como comisión, lo que es habitual en la práctica.2. Interpretación

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El corretaje se presume oneroso para el caso de que el negocio se celebre como resultado de la intervención del corredor. Si el corredor cumplió su labor eficazmente, los arts. 1350 y 1351 CCyC establecen las pautas a seguir a fin de determinar cuál será su paga. Para que la comisión sea exigible, el corredor deberá estar matriculado, ya que en caso de no estar inscripto no tendrá la posibilidad de reclamar ningún tipo de retribución (por aplicación del art. 1346 CCyC). Asimismo, el artículo establece dos requisitos para que el corredor perciba la comisión: que el contrato mediado se celebre y que esa celebración haya sido en virtud de la actividad de aquél.La comisión será la pactada. En caso de no haberse estipulado, el corredor tiene derecho a la de uso en el lugar de celebración del contrato de corretaje o, en su defecto, a la del lugar en que principalmente realiza su actividad. A falta de todas ellas, será fijada por el juez.En caso de que intervenga un solo corredor, todas las partes deberán afrontar la comisión, salvo que hayan pactado algo distinto o haya existido protesta de una de ellas conforme lo previsto en el art. 1346 CCyC.El CCyC establece la pauta de la no solidaridad de las partes respecto del pago de la comisión, por lo que serán aplicables las pautas para las obligaciones simplemente mancomunadas (art. 825 CCyC y concs.).En caso de que intervenga un corredor por cada parte, cada uno podrá exigir retribución a su comitente y no al del otro corredor

La colaboración entre empresas en materia de comercialización: Agencia : Definición y forma. Exclusividad. Relación con varios empresarios. Garantías y obligaciones del

agente. Obligaciones del empresario. Representación del agente. Remuneración. Base del cálculo. Devenga miento de la comisión. Remuneración sujeta a ejecución del contrato. Gastos. Plazos. Preaviso. Omisión del preaviso. Resolución otras causales. Manera en que opera la resolución. Fusión o escisión. Compensación por clientela. Excepciones. Cláusula de no competencia. Sugerencia. Casos excluidos. Artículos 1479/1501 CCC.

AGENCIA Art. 1479 Definición y forma. Hay contrato de agencia cuando una parte, denominada agente, se obliga a promover negocios por cuenta de otra denominada proponente o empresario, de manera estable, continuada e independiente, sin que medie relación laboral alguna, mediante una retribución. El agente es un intermediario independiente, no asume el riesgo de las operaciones ni representa al proponente. El contrato debe instrumentarse por escrito. El Código incorpora, como nominado, al contrato de agencia, una de las clases reconocidas de contratos de distribución. Lo define de la manera en que se lo reconoce en el mundo de los negocios, como el contrato por el cual el agente, quien actúa de manera independiente, se obliga a promover negocios a favor del empresario, a cambio de una remuneración. Se aclara que el agente no es un empleado del empresario, no asume el riesgo de los negocios, no tiene facultades para concluir el negocio promovido y que el contrato debe instrumentarse por escrito.La incorporación de la agencia al Código Constituye una novedad en la legislación argentina la regulación del contrato de agencias, al que, junto al contrato de concesión y al contrato de franquicia, se lo emplaza como contrato nominado. Los contratos de distribución son aquellos mediante los cuales los productores de bienes o servicios delegan a terceros independientes la actividad de colocación en el mercado de sus productos o servicios. El contrato de agencia a) La actividad del agente. En el contrato de agencia, una de las partes, el agente, se obliga a promover negocios por cuenta de la otra parte, el preponente o empresario, a cambio de una remuneración. El contrato no pone en cabeza del agente la obligación de vender los productos o servicios que constituyan los negocios que promoverá, sino, precisamente, de impulsar o fomentar la posibilidad de transacciones por parte del empresario. Es un verdadero creador de vínculos entre el productor y el adquirente final de los bienes que ofrece. b) La remuneración. El Código deja abierta la posibilidad de que la remuneración que reciba el agente quede librada al convenio al que arriben las partes. Sin perjuicio de ello, si no hay pacto expreso, se determina que la remuneración consistirá en una comisión variable según el volumen o el valor de las operaciones promovidas o, en su caso, concluidas por el agente (art. 1486). Las partes podrán concluir, por ejemplo, convenios sobre remuneraciones fijas, en dinero o bienes, o mixtas (parte fijas y parte variables). Caracteres de la actividad del agente a) Estabilidad.La promoción ocasional de negocios de terceros no constituye a esa persona como su agente. Para que se configure la relación en estudio debe existir permanencia, creándose un vínculo que, precisamente por dicho carácter, obliga a las partes a deberes especiales inexistentes en relaciones ocasionales. b) Continuidad.Es necesaria la prolongación y persistencia en las tareas del agente, lo que no condice con servicios ocasionales, aislados o intermitentes.

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c) Independencia. Inexistencia de relación laboral. La especificidad de la relación agente-empresario es que el agente es un empresario autónomo, que no presenta vínculos laborales ni societarios con el proponente. No existe entre ellos una sociedad, ni una relación de control externo o interno, más allá de que el contrato pueda ser calificado como de estructura asociativa. El agente actúa por riesgo propio, corriendo con todos los costos de su organización empresarial y de su gestión de intermediación, obteniendo ganancias sólo en la medida del éxito de su actividad, y no en razón de una retribución estable. d) Ausencia de asunción de riesgos. El agente no asume los riesgos económicos de los negocios que promueve. Si los negocios se frustran o generan responsabilidades por incumplimiento del agente, por ejemplo, sus consecuencias no son asumidas por el agente. El agente no representa al empresario El artículo define que el agente no representa al empresario, principio que desarrolla en el artículo 1485 del Código. Se limita a acercar al cliente, pero la conclusión del contrato debe ser realizada por el empresario. El contrato debe instrumentarse por escrito El Código se define por exigir formalidad al contrato de agencia, imponiendo su escritura. La formalidad es requerida a los fines probatorios. Art. 1480 Exclusividad. El agente llene derecho a la exclusividad en el ramo de los negocios, en la zona geográfica, o respecto del grupo de personas, expresamente determinados en el contrato. El agente tiene exclusividad en sus actividades, sea en el ramo de negocios que actúe, sea en una determinada zona geográfica o respecto de un grupo de personas, lo que debe estar convenido en el contrato. Carácter necesario El artículo 1480 impone que el contrato de agencia asegure al agente exclusividad para realizar la actividad encomendada. Este requisito le otorga una notable protección, a fin de impedir que el empresario frustre la finalidad económica del contrato al designar otras personas que compitan con el agente. El Código considera a la exclusividad un elemento tipificante y obligatorio del contrato.La exclusividad puede radicar en que el empresario esté impedido de designar otras personas en el ramo de negocios en el que actúe el agente (delimitación material), en la zona geográfica (exclusividad geográfica) o con determinado grupo de personas (exclusividad personal). Modalidades En el marco de la libertad contractual, y con el piso asegurado al agente, las partes pueden modalizar de diversas formas la exclusividad. El empresario podría hacer reserva de contratar con determinados clientes o bajo determinadas circunstancias dentro de la zona de exclusividad, sin que ello importe violación indemnizable. Consecuencias de la violación de la exclusividad La violación de la exclusividad del agente implica el incumplimiento del contrato por parte del empresario y la obligación de resarcir los daños y perjuicios, que consistirán en la obligación de abonar al agente la retribución pactada sobre negocios realizados en el ramo de negocios, la zona o las personas en los cuales el agente tuviere exclusividad, y en los que no se le hubiera dado intervención. Art. 1481 Relación con varios empresarios. El agente puede contratar sus servicios con varios empresarios. Sin embargo, no puede aceptar operaciones del mismo ramo de negocios o en competencia con las de uno de sus proponentes, sin que éste lo autorice expresamente. Convención en contrario El Código prevé que la exclusividad a favor del preponente puede ser excluida por convención de partes. Se diferencia de la exclusividad a favor del agente, la que es inderogable contractualmente. Art. 1482 Garantía del agente. El agente no puede constituirse en garante de la cobranza del comprador presentado al empresario, sino hasta el importe de la comisión que se le puede haber adelantado o cobrado, en virtud de la operación concluida por el principal. Prohibición de pactar la garantía de las operaciones Las normas del Código tienden a la protección del agente, considerado parte débil del contrato de agencia. Una consecuencia de esta impronta es la prohibición de pactar queel agente garantizará la cobranza de la operación llevada a cabo a través de su intervención. Pérdida de la comisión El Código permite que la consecuencia de la frustración del negocio concretado sea la pérdida de la comisión pactada, sea que haya sido anticipada o esté pendiente de cobro. La cláusula que así lo pacte traslada parte del riesgo del negocio al agente, lo que le impondrá una mayor diligencia en la elección de la contraparte del empresario para quien cumple sus tareas. Art. 1483 Obligaciones del agente. Son obligaciones del agente; a) velar por los intereses del empresario y actuar de buena fe en el ejercicio de sus actividades; b) ocuparse con la diligencia de un buen hombre de negocios de la promoción y, en su caso, de la conclusión de los actos u operaciones que le encomendaron;

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e) cumplir su cometido de conformidad con las instrucciones recibidas del empresario y transmitir a éste toda la información de la que disponga relativa a su gestión; d) informar al empresario, sin retraso, de todos los negocios tratados o concluidos y, en particular, lo relativo a la solvencia de los terceros con los que se proponen o se concluyen operaciones; e) recibir en nombre del empresario las reclamaciones de terceros sobre defectos o vicios de calidad o cantidad de los bienes vendidos o de los servicios prestados como consecuencia de las operaciones promovidas, aunque él no las haya concluido, y transmitírselas de inmediato; f) asentar en su contabilidad en forma independiente los actos u operaciones relativos a cada empresario por cuya cuenta actúe. Además de estas obligaciones, de carácter legal, las partes pueden pactar otras, en el amplio límite de la libertad contractual y bajo los límites fijados por el sistema legal y, en especial, las disposiciones limitativas que contiene el régimen del contrato de agencia. Un aspecto central que se destaca es la colaboración empresaria entre empresario y agente, tendiente a obtener la mayor rentabilidad posible derivada de la concreción de negocios con terceros, lo que genera un plexo de derechos y obligaciones recíprocos. Este conjunto de derechos y obligaciones debe interpretarse desde la pauta general de buena fe, con un criterio esencialmente colaborativo. Obligación de actuar de manera diligente, como un buen hombre de negocios La conducta del agente debe apreciarse en concreto y en función de las circunstancias del caso.Excepcionalmente las partes pueden haber pactado una cláusula de un mínimo de producción, a tenor de la cual el agente incumple el contrato si no logra mediante su gestión una mínima cantidad de negocios concertados. En estos casos, la obligación asumida por el agente es de resultado, y su incumplimiento faculta la resolución del contrato y el deber de resarcir el daño. Cumplir con las instrucciones del empresario El contrato de agencia determina la manera en que desarrollará sus tareas el agente, toda vez que el empresario es quien determina las políticas de comercialización de sus productos. El carácter colaborativo de la relación impone una constante interacción y comunicación entre las partes, a fin de ir adecuando las actividades a las condiciones del mercado en que se desarrolla. Deber de información a) Información sobre los negocios que promueve. El agente debe informar al empresario todas las circunstancias relativas a los negocios particulares que promueve y a cuestiones generales relativas a la promoción de sus bienes o servicios. b) Información sobre cuestiones de mercado. Pero además resulta exigible al agente la provisión de información más amplia, tendiente a la mejor colocación de sus bienes y servicios en una zona determinada. Así, el agente deberá brindar información sobre cualquier vicisitud del mercado en su zona, señalando potenciales competidores, déficits en la colocación de ciertos productos, requerimientos del mercado, etcétera. c) Información sobre solvencia de terceros. El Código impone al agente la obligación de informar al empresario sobre la solvencia de los terceros con los que se proponen o concluyen negocios. El agente es quien, en su ramo, zona o grupo de personas, tiene contacto directo con los potenciales clientes del empresario, por lo que es quien mejor está en condiciones de evaluar sus antecedentes económico-financieros. Este deber tiene la clara finalidad de que el empresario no concluya negocios con personas insolventes o que impliquen asumir altos riesgos de cobrabilidad. d) Información sobre reclamaciones. Se impone al agente el deber de informar, en el menor tiempo posible, sobre las reclamaciones que recibiera de quienes contrataron con el empresario a través suyo, sobre defectos en los productos o servicios. e) Llevar contabilidad en forma El agente tiene la obligación de llevar contabilidad. El Código impone que la contabilidad individualice todas y cada una de las operaciones, de manera independiente para cada empresa por cuya cuenta el agente actúe. Art. 1484 Obligaciones del empresario. Son obligaciones del empresario: a) actuar de buena fe, y hacer todo aquello que le incumbe, teniendo en cuenta las circunstancias del caso, para permitir al agente el ejercicio normal de su actividad; b) poner a disposición del agente con suficiente antelación y en la cantidad apropiada, muestras, catálogos, tarifas y demás elementos de que se disponga y sean necesarios para el desarrollo de las actividades del agente; c) pagar la remuneración pactada; d) comunicar al agente, dentro del plazo de uso o, en su defecto, dentro de los quince días hábiles de su conocimiento, la aceptación o rechazo de la propuesta que le haya sido transmitida; e) comunicar al agente, dentro del plazo de uso o, en su defecto, dentro de los quince días hábiles de la recepción de la orden, la ejecución parcial o la falta de ejecución del negocio propuesto. Deber de actuar de buena fe y realizar todas las actividades que permitan la actividad del agente

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a) El criterio de la buena fe. Las facultades y obligaciones que conforman el contrato de agencia deben interpretarse desde la pauta general de buena fe, y con un criterio esencialmente colaborativo. b) La colaboración del empresario. La óptica cooperativa que impone la particular relación empresario-agente genera deberes implícitos a cargo de las partes. Deber de información a) El deber general de información. El Código impone, de manera genérica, la obligación de poner a disposición del agente, de manera adecuada (en tiempo y cantidad), la información sobre tarifas, características de productos y "demás elementos de que se disponga y sean necesarios para el desarrollo de las actividades del agente". b) Obligación de entregar muestras y catálogos. En particular, y como consecuencia de dicho deber general de información, el Código obliga al empresario a entregar al agente determinados elementos promocionales —como muestras y catálogos— y de comercialización —listas de precios—, detalle sólo ejemplificativo ante la evidente variedad de situaciones que pueden presentarse en vinculación con cada tipo de productos o servicios. c) Deber de informar sobre la aceptación o rechazo de la propuesta. Se impone la obligación de informar al agente, dentro del plazo de uso, o, en su defecto, dentro de los quince días hábiles de conocida, sobre la aceptación o el rechazo de la propuesta. d) Deber de informar sobre la ejecución del negocio propuesto. El Código establece que dentro de los plazos de uso, o en su defecto, dentro de los quince días hábiles de la recepción de la orden de ejecución del contrato, el empresario deberá informar al agente si el negocio se ejecutó, en forma total o parcial, o no se ejecutó. Debe informarle cualquier circunstancia relativa a la ejecución del contrato que lo vincula con el consumidor, detallando toda vicisitud que pudiera afectar su cumplimiento, teniendo en cuenta que el agente es el nexo natural entre empresario y consumidor. Art. 1485 Representación del agente. El agente no representa al empresario a los fines de la conclusión y ejecución de los contratos en los que actúa, excepto para recibir las reclamaciones de terceros previstas en el artículo 1483, inciso e). El agente debe tener poder especial para cobrar los créditos resultantes de su gestión, pero en ningún caso puede conceder quitas o esperas ni consentir acuerdos, desistimientos o avenimientos concursales, sin facultades expresas, de carácter especial, en las que conste en forma específica el monto de la quita o el plazo de la espera. Se prohíbe al agente desistir de la cobranza de un crédito del empresario en forma total o parcial. Ausencia de representación El Código establece, como principio, que el agente no tiene repre-sentación del empresario para concluir los negocios, celebrar los contratos correspondientes y ejecutarlos. En otras disposiciones se reconoce la posibilidad de incluir una cláusula de representación del empresario por el agente. Representación para recibir reclamos La excepción al principio de ausencia de representación es la facultad y deber del agente de recibir reclamos por defectos de productos y servicios, estatuido por el artículo 1483, inciso e. Poder especial para realizar cobranzas Como consecuencia de la falta de representación del empresario, el agente no está facultado para recibir cobranzas vinculadas a los negocios promovidos. Es necesario que el empresario otorgue poder especial para realizarlos. La norma tiende a evitar abusos por parte del agente en la gestión de los fondos del empresario. Art. 1486 Remuneración. Si no hay un pacto expreso, la remuneración del agente es una comisión variable según el volumen o el valor de los actos o contratos promovidos y, en su caso, concluidos por el agente, conforme con los usos y prácticas del lugar de actuación del agente. La remuneración se determina contractualmente El Código otorga a las partes amplias facultades para determinar cómo se conforma la remuneración del agente. En la práctica, se han presentado los siguientes sistemas: a) Comisión: el agente cobra un tanto por ciento del total facturado por operaciones promovidas o, en su caso, concluidas con su intervención. Puede pactarse la realización del cálculo sobre facturación bruta o neta, lo que debería especificarse al contratar, pues los resultados arrojados por ambos métodos de cálculo pueden diferir sustancialmente. En la doctrina se sostiene que, de no mediar convención sobre el punto, debe entenderse que se acordó el cálculo de la comisión sobre facturación neta. b) Sobreprecio o margen de ganancia: el agente cobra todo o una parte del sobreprecio pagado por el tercero consumidor por encima del precio base fijado por el empresario. Este sistema permite incentivar al agente a obtener la conclusión de negocios por los montos más altos posibles. c) Sistema mixto: combina los dos anteriores, correspondiendo al agente una comisión y el pago de una parte del sobreprecio obtenido.Art. 1487 Base para el cálculo. Cualquiera sea la forma de la retribución pactada, el agente tiene derecho a percibirla por las operaciones concluidas con su intervención, durante la vigencia del contrato de agencia y siempre que el precio sea cobrado por el empresario. En las mismas condiciones también tiene derecho:

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a) si existen operaciones concluidas con posterioridad a la finalización del contrato de agencia; b) si el contrato se concluye con un cliente que el agente presentara anteriormente para un negocio análogo, siempre que no haya otro agente con derecho a remuneración; c) si el agente tiene exclusividad para una zona geográfica o para un grupo determinado de personas, cuando el contrato se concluye con una persona perteneciente a dicha zona o grupo, aunque el agente no lo promueva, excepto pacto especial y expreso en contrario. Derechos inderogables del agente a) El agente cobra sobre todas las operaciones concluidas con su intervención. b) Operaciones concluidas luego de la finalización del contrato. El agente también tiene derecho a remuneración sobre las operaciones iniciadas durante la vigencia de su contrato, y concluidas luego de su finalización. Art. 1488 Devengamiento de la comisión. El derecho a la comisión surge al momento de la conclusión del contrato con el tercero y del pago del precio al empresario. La comisión debe ser liquidada al agente dentro de los veinte días hábiles contados a partir del pago total o pardal del precio al empresario. Cuando la actuación del agente se limita a la promoción del contrato, la orden transmitida al empresario se presume aceptada, a los fines del derecho a percibir en el futuro la remuneración, excepto rechazo o reserva formulada por éste en el término previsto en el artículo 1484, inciso d). El sistema del Código: la comisión queda sujeta a la conclusión y cobro. El Código se pronuncia por la segunda posición referida y concluye que el agente sólo tiene derecho a comisión si el negocio se concluye y se cobra. La propuesta de negocios no genera derecho a comisión, salvo pacto en contrario. Art. 1489 Remuneración sujeta a ejecución del contrato. La cláusula que subordina la percepción de la remuneración, en todo o en parte, a la ejecución del contrato, es válida si ha sido expresamente pactada. El artículo 1489 establece que la cláusula que condiciona el pago de la remuneración, cualquiera sea su modalidad, a la ejecución del contrato, es válida y debe ser expresa. Art. 1490 Gastos. Excepto pacto en contrario, el agente no tiene derecho al reembolso de gastos que le origine el ejercicio de su actividad. Considerando el carácter autónomo del agente, el Código establece que todos los costos relativos a la manutención de la empresa promotora, tanto los generales (gastos de empresa) como los particulares de algún negocio en especial, se encuentran a su exclusivo cargo, no pudiendo repetirse del empresario, salvo expreso pacto en contrario. Art. 1491 Plazo. Excepto pacto en contrario, se entiende que el contrato de agencia se celebra por tiempo indeterminado. La continuación de la relación con posterioridad al vencimiento de un contrato de agencia con plazo determinado, lo transforma en contrato por tiempo indeterminado. No se determina un plazo mínimo de duración A diferencia de lo dispuesto en los contratos de concesión (art. 1506) y franquicia (art. 1512), el Código no fija un plazo mínimo de duración del contrato de agencia. Art. 1492 Preaviso. En los contratos de agencia por tiempo indeterminado, cualquiera de las partes puede ponerle fin con un preaviso. El plazo del preaviso debe ser de un mes por cada año de vigencia del contrato. El final del plazo de preaviso debe coincidir con el final del mes calendario en el que aquél opera. Las disposiciones del presente artículo se aplican a los contratos de duración limitada transformados en contratos deduración ilimitada, a cuyo fin en el cálculo del plazo de preaviso debe computarse la duración limitada que le precede. Las partes pueden prever los plazos de preaviso superiores a los establecidos en este artículo. Oportunidad para la realización del preaviso El Código determina que la finalización del plazo fijado en el preaviso para la conclusión del contrato por decisión unilateral debe operar el último día del mes calendario correspondiente. Por ejemplo, si se dio un plazo de preaviso de tres meses, el contrato se extinguirá el último día del tercer mes, aunque no coincida con el día en que se cumplan los tres meses comunicados. Art. 1493 Omisión de preaviso. En los casos del artículo 1492,1a omisión del preaviso, otorga a la otra parte derecho a la indemnización por las ganancias dejadas de percibir en el período.• Deber resarcitorio Quien rescindió unilateralmente el contrato sin realizar preaviso, u otorgándolo por un plazo menor al correspondiente, debe indemnizar los daños ocasionados por su incumplimiento. El Código establece que la indemnización consistirá en el pago de todas las ganancias dejadas de percibir por el contratante rescin- dido durante el período en el cual debió continuar la relación si se hubiese realizado el preaviso. Art. 1494 Resolución. Otras causales. El contrato de agencia se resuelve por: a) muerte o incapacidad del agente; b) disolución de la persona jurídica que celebra el contrato, que no deriva de fusión o escisión; c) quiebra firme de cualquiera de las partes; d) vencimiento del plazo; e) incumplimiento grave o reiterado de las obligaciones de una de las partes, de forma de poner razonablemente en duda la posibilidad o la intención del incumplidor de atender con exactitud las obligaciones sucesivas;

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fi disminución significativa del volumen de negocios del agente. El contrato de agencia se extingue por causales que operan de pleno derecho, como la muerte de la persona humana, o la disolución de la persona jurídica, y por otras en las que es necesaria la declaración extintora por quien la alega (incumplimiento de obligaciones), según lo dispuesto y con los alcances fijados El Código no establece la extinción del contrato por muerte del empresario, por lo que, en principio, no se produce. Lo que nos parece relevante es la continuidad de la empresa, con independencia de su titular subjetivo. Si la empresa continúa, el contrato también lo hará, siendo las prestaciones a cargo del empresario, en principio, fungibles. Art. 1495 Manera en que opera la resolución. En los casos previstos en los incisos a) a d) del artículo 1494, la resolución opera de pleno derecho, sin necesidad de preaviso ni declaración de la otra parte, sin perjuicio de lo dispuesto por el artículo 1492 para el supuesto de tiempo indeterminado. En el caso del inciso e) del artículo 1494, cada parte puede resolver directamente el contrato. En el caso del inciso t) del artículo 1494, se aplica el artículo 1492, excepto que el agente disminuya su volumen de negocios durante dos ejercicios consecutivos, en cuyo caso el plazo de preaviso no debe exceder de dos meses, cualesquiera haya sido la duración del contrato, aun cuando el contrato sea de plazo determinado. Las diferentes causales de extinción operan de manera diferente, según cómo se presentan los hechos que las constituyen. Si se trata de la muerte o incapacidad del agente, la disolución de la persona jurídica, la quiebra de alguna de las partes o el vencimiento del plazo, el acaecimiento del hecho provoca la extinción; en casos de incumplimiento de las obligaciones, la parte cumplidora deberá expresar su voluntad de concluir la relación. En el supuesto especial de disminución significativa del volumen de negocios, el agente tendrá derecho a preaviso. Art. 1496 Fusión o escisión. El contrato se resuelve si la persona jurídica que ha celebrado el contrato se fusiona o se escinde y cualquiera de estas dos circunstancias causa un detrimento sustanciales la posición del agente. Se deben las indemnizaciones del artículo 1497 y, en su caso, las del artículo 1493. El principio. La fusión o escisión no provoca la extinción del contrato El artículo 1496 dispone que el contrato se resuelva cuando la fusión o escisión de la sociedad preponente causa un grave perjuicio al agente. La ley describe a este perjuicio como "detrimento sustancial en la posición del agente", calificando a la situación como grave e importante. Art. 1497 Compensación por clientela. Extinguido el contrato, sea por tiempo determinado o indeterminado, el agente que mediante su labor ha incrementado significativamente el giro de las operaciones del empresario, tiene derecho a una compensación si su actividad anterior puede continuar produciendo ventajas sustanciales a éste. En caso de muerte del agente ese derecho corresponde a sus herederos. A falta de acuerdo, la compensación debe ser fijada judicialmente y no puede exceder del importe equivalente a un año de remuneraciones, neto de gastos, promediándose el valor de las percibidas por el agente durante los últimos cinco años, o durante todo el período de duración del contra to, si éste es inferior. Esta compensación no impide al agente, en su caso, reclamar por los daños derivados de la ruptura por culpa del empresario. a) Cláusula contractual que fija el derecho a clientela. Las partes pueden pactar que el agente tenga derecho a la compensación por la clientela creada o aumentada a partir de su actuación. b) El derecho legal a compensación por clientela. En defecto de convención, el Código otorga al agente el derecho de percibir una compensación por la clientela generada o, en su caso, aumentada, por la actividad realizada durante la vigencia del contrato. Determina dos condiciones para que el derecho a compensación se genere. c) Primera condición: incremento significativo del giro de operaciones del empresario causado por la actividad del agente. d) Segunda condición: continuidad de las ventajas en el futuro. Art. 1493 Compensación por clientela. Excepciones. No hay derecho a compensación si: a) el empresario pone fin al contrato por incumplimiento del agente; b) el agente pone fin al contrato, a menos que la terminación esté justificada por incumplimiento del empresario; o por la edad, invalidez o enfermedad del agente, que no permiten exigir razonablemente la continuidad de sus actividades. Esta facultad puede ser ejercida por ambas partes. ARTICULOS 1494 /1495/1496/1497/1498……………………………………..Art. 1499 Cláusula de no competencia. Las partes pueden pactar cláusulas de no competencia del agente para después de la finalización del contrato, si éste prevé la exclusividad del agente en el ramo de negocios del empresario. Son válidas en tanto no excedan de un año y se apliquen a un territorio o grupo de personas que resulten razonables, habida cuenta de las circunstancias. Es habitual, y el Código así lo admite, que se pacte una cláusula por la cual se prohíba al agente realizar actividades en competencia con el empresario, en los ámbitos en los que actuó durante la vigencia del contrato, con sanciones en caso de incumplimiento. La cláusula puede prever la prohibición de la actividad en competencia, sea a través de agenciar

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para otros empresarios, sea por medio de emprendimientos propios del agente o por cualquier otro medio, directo o indirecto, que melle la situación de mercado del empresario. Art. 1500 Subagencia. El agente no puede, excepto consentimiento expreso del empresario, instituir subagentes. Las relaciones entre agente y subagente son regidas por este Capítulo. El agente responde solidariamente por la actuación del subagente, el que, sin embargo, no tiene vínculo directo con el empresario. Art. 1501 Casos excluidos. Las normas de este Capítulo no se aplican a los agentes de bolsa o de mercados de valores, de futuros y opciones o derivados; a los productores o agentes de seguros; a los agentes financieros, o cambiados, a los agentes marítimos o aeronáuticos y a los demás grupos regidos por leyes especiales en cuanto a as operaciones que efectúen. Se nombran, de manera ejemplificativa, los agentes de bolsa, agentes de seguros, agentes financieros y agentes marítimos o aeronáuticos, y, luego, genéricamente, a cualquier intermediario que pueda ser identificado como agente, por su denominación o actividad, pero que esté regido por leyes especiales.

Concesión : Definición. Exclusividad. Mercaderías. Obligaciones del concedente y concesionario. El Plazo. Retribución. Gastos. Extinción del contrato y sus consecuencias. El caso de preaviso e indemnización por daños. Reclamos del valor llave y la clientela. Subconsecionarios. Artículos 1502/1510 CCC . El contrato de distribución y el artículo 1511 del CCC .

CONCESIONHay contrato de concesión cuando el concesionario, que actúa en nombre y por cuenta propia frente a terceros, se obliga mediante una retribución a disponer de su organización empresarial para comercializar mercaderías provistas por el concedente, prestar los servicios y proveer los repuestos y accesorios según haya sido convenido. Se regula la exclusividad, las obligaciones del concedente y las del concesionario. En cuanto al plazo, se dispone que éste no puede ser inferior a cuatro años. Excepcionalmente, si el concedente provee al concesionario el uso de las instalaciones principales suficientes para su desempeño, puede preverse un plazo menor, no inferior a dos años. La continuación de la relación después de vencido el plazo determinado por el contrato o por la ley, sin especificarse antes el nuevo plazo, lo transforma en contrato por tiempo indeterminado. La rescisión de contratos de concesión por plazo indeterminado ha dado lugar a numerosas controversias y litigiosidad. Se resuelve el tema diciendo que son aplicables las normas relativas a la agencia encuanto al preaviso y su omisión. El concedente debe readquirir los productos y repuestos nuevos que el concesionario haya adquirido conforme con las obligaciones pactadas en el contrato y que tenga en existencia al fin del período de preaviso, a los precios ordinarios de venta a los concesionarios al tiempo del pago. Art. 1502 Definición. Hay contrato de concesión cuando el concesionario, que actúa en nombre y por cuenta propia frente a terceros, se obliga mediante una retribución a disponer de su organización empresaria para comercializar mercaderías provistas por el concedente, prestar los servicios y proveer los repuestos y accesorios según haya sido convenido. Los Códigos Civil y Comercial derogados, no preveían esta figura, aunque la misma había adquirido tipicidad social, a tenor de la labor doctrinaria y jurisprudencia'. Este rasgo es crucial, ya que el concesionario es siempre un comerciante o una empresa autónoma, que encara sus negocios a riesgo propio y comprometiendo su responsabilidad. Existe entre concesionario y concedente un obrar cooperativo, pero que no se traduce en la existencia de controles societarios ni dependencia laboral. Tampoco existe representación del concedente por el concesionario, que queda personal y directamente obligado respecto de terceros cocontratantes, con las salvedades propias del derecho del consumo. El Código alude a la provisión de "mercaderías", con lo que (de acuerdo al significado del término), el tipo contractual se refiere a transacciones sobre cosas muebles. Caracteres de la concesión La caracterización legal permite describir al contrato de concesión como: a) Bilateral (art. 966), pues genera obligaciones recíprocas para concedente y concesionario. b) Oneroso (art. 967), ya que las prestaciones a cargo del concesionario se ejecutan con miras a una retribución (que, en rigor, se obtendrá en la contratación con terceros y no de manera directa del concedente). c) Conmutativo (art. 968), pues las ventajas de las partes se encuentran predeterminadas desde su perfeccionamiento, sin perjuicio del riesgo inherente a la actividad comercial en sí misma. d) No formal (art. 969), pues la ley no exige forma alguna para su perfeccionamiento, quedando alcanzado por el principio de libertad de formas (art. 284). e) Nominado (art. 970), al encontrarse regulado especialmente en los artículos 1502 a 1511. f) De duración (art. 1011), pues sus efectos se extienden en el tiempo. h) Habitualmente celebrado por adhesión (art. 984), siendo por lo general el concedente quien predispone unilateralmente los términos del acuerdo. Art. 1503 Exclusividad. Mercaderías. Excepto pacto en contrario:

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a) la concesión es exclusiva para ambas partes en el territorio o zona de influencia determinados. El concedente no puede autorizar otra concesión en el mismo territorio o zona y el concesionario no puede, por sí o por interpósita persona, ejercer actos propios de la concesión fuera de esos límites o actuar en actividades competitivas; b) la concesión comprende todas las mercaderías fabricadas o provistas por el concedente, incluso los nuevos modelos. Art. 1504 Obligaciones del concedente. Son obligaciones del concedente: a) proveer al concesionario de una cantidad mínima de mercaderías que le permita atender adecuadamente las expectativas de venta en su territorio o zona, de acuerdo con las pautas de pago, de financiación y garantías previstas en el contrato. El contrato puede prever la determinación de objetivos de ventas, los que deben ser fijados y comunicados al concesionario de acuerdo con lo convenido; b) respetar el territorio o zona de influencia asignado en exclusividad al concesionario. Son válidos los pactos que, no obstante la exclusividad, reserva para el concedente cierto tipo de ventas directas o modalidades de ventas especiales; c) proveer al concesionario la información técnica y, en su caso, los manuales y la capacitación de personal necesarios para la explotación de la concesión; d) proveer durante un período razonable, en su caso, repuestos para los productos comercializados; e) permitir el uso de marcas, enseñas comerciales y demás elementos distintivos, en la medida necesaria para la explotación de la concesión y para la publicidad del concesionario dentro de su territorio o zona de influencia.

Se regulan obligaciones del concedente, anteriormente no legisladas. Se las establece con sentido amplio, comprendiendo no solamente la provisión sino también de elementos complementarios, necesarios para dinamizar la distribución (información, capacitación, licencias de uso). Igualmente, se regula el deber genérico de respeto de la zona y el territorio. Art. 1505 Obligaciones del concesionario. Son obligaciones del concesionario; a) comprar exclusivamente al concedente las mercaderías y, en su caso, los repuestos objeto de la concesión, y mantener la existencia convenida de ellos o, en defecto de convenio, la cantidad suficiente para asegurar la continuidad de los negocios y la atención del público consumidor; b) respetar los límites geográficos de actuación y abstenerse de comercializar mercaderías fuera de ellos, directa o indirectamente por interpósita persona; c) disponer de los locales y demás instalaciones y equipos que resulten necesarios para el adecuado cumplimiento de su actividad; d) prestar los servicios de preentrega y mantenimiento de las mercaderías, en caso de haberlo así convenido; e) adoptar el sistema de ventas, de publicidad y de contabilidad que fije el concedente; f) capacitar a su personal de conformidad con las normas del concedente. Sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso a) de este artículo, el concesionario puede vender mercaderías del mismo ramo que le hayan sido entregadas en parte de pago de las que comercialice por causa de la concesión, así como financiar unas y otras y vender, exponer o promocionar otras mercaderías o servicios que se autoricen por el contrato, aunque no sean accesorios de las mercaderías objeto de la concesión ni estén destinados a ella. El concesionario debe, en consecuencia, adecuar su sistema de ventas e intervenir en actividades y campañas publicitarias en los términos requeridos por el concedente. Debe, también, ajustar su contabilidad y sistemas administrativos, procurando uniformarlos y darle al concedente una mayor posibilidad de control de su red de concesionarios. Art. 1506 Plazos. El plazo del contrato de concesión no puede ser inferior a cuatro años. Pactado un plazo menor o si el tiempo es indeterminado, se entiende convenido por cuatro años. Excepcionalmente, si el concedente provee al concesionario el uso de las instalaciones principales suficientes para su desempeño, puede preverse un plazo menor, no inferior a dos años. La continuación de la relación después de vencido el plazo determinado por el contrato o por la ley, sin especificarse antes el nuevo plazo, lo transforma en contrato por tiempo indeterminado. El Código no establece un plazo máximo para el contrato de concesión. El Código establece un plazo mínimo imperativo de cuatro años, excepcionalmente reducible a dos años si el concedente provee al concesionario instalaciones suficientes para su actividad Se pueden darse tres situaciones: a) Que las partes, antes del vencimiento, hayan acordado la prórroga por un nuevo plazo. En este caso, el contrato continuará vigente por el plazo convenido. b) Que las partes pongan fin al contrato con motivo del vencimiento del plazo. c) Que, sin haber existido prórroga por un nuevo plazo, la relación continúe después del vencimiento. En este supuesto, el contrato se convierte en una concesión de tiempo indeterminado, dando lugar a la facultad de rescisión prevista en el artículo 1508. tácita reconducción por un plazo igual, dando lugar a la facultad rescisoria unilateral de los contratantes (en igual sentido, art. 1218 en El Código establece un plazo mínimo imperativo, brindando mayores garantías a los concesionarios de que podrán amortizar inversiones y obtener ganancias.

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Art. 1507 Retribución. Gastos. El concesionario tiene derecho a una retribución, que puede consistir en una comisión o un margen sobre el precio de las unidades vendidas por él a terceros o adquiridas al concedente, o también en cantidades fijas u otras formas convenidas con el concedente. Los gastos de explotación están a cargo del concesionario, excepto los necesarios para atender los servicios de preentrega o de garantía gratuita a la clientela, en su caso, que deben ser pagados por el concedente conforme a lo pactado. La norma ratifica el derecho a la retribución del concesionario, estableciendo diversas Modalidades de convenida: a) Comisión: consiste en un porcentaje de las ganancias obtenidas por las ventas. b) Margen de reventa: representa la diferencia entre el precio por cada producto pagado por el concesionario al concedente en oportunidad de su provisión y el precio de venta, percibido por el concesionario al comercializar el producto a terceros. c) Monto fijo: las partes pueden acordar una remuneración fija, a cargo del concedente de manera directa o trasladada al precio final de los productos. La remuneración podrá convenirse de manera global (un único precio mensual), en relación con la cantidad de ventas (una suma de dinero fija por cada producto vendido) u otras modalidades. d) Otras modalidades: la norma admite la facultad de las partes, en ejercicio de su libertad contractual (art. 958), de pactar otras modalidades de remuneración. No es necesario, ni hace a la configuración del tipo contractual, que dicha remuneración sea íntegramente dineraria. Art. 1508 Rescisión de contratos por tiempo indeterminado. Si el contrato de concesión es por tiempo indeterminado: a) son aplicables los artículos 1492 y 1493; b) el concedente debe readquirir los productos y repuestos nuevos que el concesionario haya adquirido conforme con las obligaciones pactadas en el contrato y que tenga en existencia al fin del período de preaviso, a los precios ordinarios de venta a los concesionarios al tiempo del pago. La primera regla, que emana de la remisión al artículo 1492, es la licitud de la rescisión unilateral del contrato. Efectos de la rescisión Los efectos que acarrea la rescisión son los siguientes: a) Obligatoriedad de un preaviso de un mes por cada año de vigencia del contrato (art. 1492). En caso de omisión de preaviso, procedencia de una indemnización sustitutiva (art. 1493). Remitimos al comentario de esas normas. b) Obligación del concedente de readquisición del stock. Como consecuencia de la rescisión y de la conclusión del vínculo entre las partes, debe establecerse el destino del stock de mercaderías y repuestos provistos al concesionario. El Código lo resuelve estableciendo una obligación de readquisición a cargo del concedente y aclarando que el precio de recompra será el ordinario de venta a los concesionarios (lo que evita discusiones sobre el valor a considerar) al tiempo del pago (lo que asegura la indemnidad patrimonial del concesionario, que se vería perjudicado si la recompra fuera a valores históricos). Art 1509 Resolución del contrato de concesión. Causales. Al contrato de concesión se aplica el artículo 1494. Art. 1510 Subconcesionarios. Cesión del contrato. Excepto pacto en contrario, el concesionario no puede designar subconcesionarios, agentes o intermediarios de venta, ni cualquiera de las partes puede ceder el contrato. La norma contempla diversos supuestos: a) La prohibición al concesionario de designar subconcesionarios, agentes o intermediarios de venta. b) La prohibición a ambas partes de ceder el contrato. El supuesto alcanzado es la cesión de posición contractual regulada por los artículos 1636 y siguientes del Código. El Código soluciona problemas interpretativos, pues en el régimen preexistente podía sostenerse que era lícito subcontratar a falta de prohibición contractual expresa (no existiendo norma prohibitiva) y que no era lícito (con fundamento en el carácter intuitu persona de las partes), lo que las obligaba a regular siempre este aspecto en los contratos. Art. 1511 Aplicación a otros contratos. Las normas de este Capítulo se aplican a: a) los contratos por los que se conceda la venta o comercialización de software o de procedimientos similares; b) los contratos de distribución, en cuanto sean pertinentes. En este subtipo contractual, cobra especial relevancia la protección de los derechos de explotación y uso de software (de propiedad del concedente), que podrían verse afectados por el concesionario (en caso de proceder deslealmente a la venta de copias y reproducciones apócrifas) En estos contratos son pertinentes las cláusulas de protección de la propiedad intelectual del concedente y las reglas de indemnidad por violación del copyrigth. Otro aspecto particular que plantean es la necesaria idoneidad del concesionario en aspectos técnicos vinculados a la instalación del software y al servicio de posventa, lo que se traduce en un derecho-deber de capacitación. Básicamente, la distribución se diferencia de la concesión en la naturaleza del vínculo entre las partes (cooperativo en la distribución; de subordinación técnica y econ6inica del concesionario al concedente, en la concesión), que se

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traduce en la más avanzada integración de empresas, en la unidad de decisión en cabeza del concedente, en la mayor intensidad del control y en el surgimiento de obligaciones complementarias de posventa en el contrato de concesión. El juicio de pertinencia, que permitirá precisar si son aplicables las normas previstas para la concesión, deberá practicarse en el caso concreto, de acuerdo al problema específicamente involucrado y no de manera global o abstracta. El Código no solamente regula el contrato de concesión, sino que además brinda un marco legal para contratos análogos que continúan siendo innominados (la distribución), que carecían de toda disciplina LEGAL.

Suministro : Definición. Plazo máximo. Cantidades. Aviso. Plazo en prestaciones singulares. Precio. Pacto de preferencia. Contrato por tiempo indeterminado. Resolución. Suspensión del suministro. Normas supletorias. Artículos 1176/1186 CCC .

Franquicia : Concepto. Definiciones. Obligaciones del franquiciarte y franquiciado. Plazo. Cláusula de exclusividad. Otras cláusulas. Clausulas nulas. Responsabilidad. Responsabilidad por defectos en el sistema. Extinción del contrato. Derecho de la competencia. Casos comprendidos. Artículos 1512/1524 CCC -

FRANQUICIA Art. 1512 Concepto. Hay franquicia comercial cuando una parte, denominada franquiciante,, otorga a otra, llamada franquiciado, el derecho a utilizar un sistema probado, destinado a comercializar determinados bienes o servicios bajo el nombre comercial, emblema o la marca del franquiciante, quien provee un conjunto de conocimientos técnicos y la prestación continua de asistencia técnica o comercial, contra una prestación directa o indirecta del franquiciado. El franquiciante debe ser titular exclusivo del conjunto de los derechos intelectuales, marcas, patentes, nombres comerciales, derechos de autor y demás comprendidos en el sistema bajo franquicia; o, en su caso, tener derecho a su utili- zación y transmisión al franquiciado en los términos del contrato. El franquiciante no puede tener participación accionaria de control directo o indirecto en el negocio del franquiciado. El Código incorpora, como nominado, al contrato de franquicia, una de las clases reconocidas de contratos de distribución. Lo define a partir de las prestaciones nucleares del franquiciante (derecho de usar un sistema probado de comercialización; licencia de uso de nombre, emblema o marca; provisión de know-how; asistencia continua), su contraprestación (prestación directa o indirecta) y la autonomía de las partes. El Código caracteriza la franquicia a partir de los siguientes elementos dogmáticos: a) La transmisión de un conjunto de elementos tangibles e intangibles, del franquiciante al franquiciado: tipifica el contrato esta transferencia a favor del franquiciado, que recae sobre una multiplicidad de activos tangibles e intangibles, algunos de ellos tutelados en materia de propiedad intelectual y otros no. El franquiciante le brinda tales elementos al franquiciado y le permite utilizarlos (licencia o autorización) en su propia actividad empresaria. Primeramente, existe una autorización de uso de un sistema probado de comercialización de bienes y servicios. El sistema de negocios no es patentable, por lo que debe resguardarse mediante acuerdos contractuales de confidencialidad entre partes. Respecto de los derechos intelectuales, marcas, patentes, nombres comerciales, derechos de autor y demás, el franquiciante debe contar con la disponibilidad jurídica, lo que implica: ser titular exclusivo de tales derechos; en su defecto, Tener derecho de utilización y transmisión al franquiciado. b) La contraprestación: que recae en cabeza del franquiciado, tipifica al contrato como bilateral y oneroso y puede convenirse de múltiples maneras. Clases La definición legal comprende: a) Las franquicias de distribución, que tienen por objeto la distribución de un bien o una línea de bienes. b) Las franquicias de servicios Caracteres La caracterización legal permite describir al contrato de franquicia como: a) Bilateral (art. 966), pues genera obligaciones recíprocas para franquiciante y franquiciado. b) Oneroso (art. 967), ya que las prestaciones a cargo del franquiciante se ejecutan en miras a una prestación a cargo del franquiciado. c) Conmutativo (art. 968), pues las ventajas de las partes se encuentran predeterminadas desde su perfeccionamiento, sin perjuicio del riesgo inherente a la actividad comercial en sí misma. d) No formal (art. 969), pues la ley no exige forma alguna para su perfeccionamiento, quedando alcanzado por el principio de libertad de formas (art. 284). e) Nominado (art. 970), al encontrarse regulado especialmente en los artículos 1512 a 1524. f) De duración (art. 1011), pues sus efectos se extienden en el tiempo, con la salvedad de las franquicias provisorias, celebradas para supuestos especiales y reguladas por el artículo 1516. h) Habitualmente celebrado por adhesión (art. 984), siendo por lo general el franquiciante quien predispone unilateralmente los términos del acuerdo524.

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Art. 1513 Definiciones. A los fines de la interpretación del contrato se entiende que: a) franquicia mayorista es aquella en virtud de la cual el franquiciante otorga a una persona Mica o jurídica un territorio o ámbito de actuación Nacional o regional o provincial con derecho de nombrar subfranquiciados, el uso de sus marcas y sistema de franquicias bajo contraprestaciones especificas; b) franquicia de desarrollo es aquella en virtud de la cual el franquiciante otorga a un franquiciado denominado desarrollador el derecho a abrir múltiples negocios franquiciados bajo el sistema, método y marca del franquiciante en una región o en el país durante un término prolongado no menor a cinco años, y en el que todos los locales o negocios que se abren dependen o están controlados, en caso de que se constituyan como sociedades, por el desarrollador, sin que éste tenga el derecho de ceder su posición como tal o subfranquiciar, sin el consentimiento del franquiciante; c) sistema de negocios: es el conjunto de conocimientos prácticos y la experiencia acumulada por el franquiciante, no patentado, que ha sido debidamente probado, secreto, sustancial y transmisible. Es secreto cuando en su conjunto o la configuración de sus componentes no es generalmente conocida o fácilmente accesible. Es sustancial cuando la información que contiene es relevante para la venta o prestación de servicios y permite al franquiciado prestar sus servicios o vender los productos conforme con el sistema de negocios. Sistema de negocios Es definido por el Código como "el conjunto de conocimientos prácticos y la experiencia acumulada por el franquiciante, no patentado, que ha sido debidamente probado, secreto, sustancial y transmisible". Es, por regla, no patentable, por lo que su protección se efectúa mediante acuerdos contractuales entre partes (pactos de confidencialidad). Debe ser, además: a) Debidamente probado, lo que significa que ha sido utilizado conbuenos resultados con anterioridad (por remisión al art. 1514, inc. a, al menos de dos unidades de negocio en un lapso suficiente). No supera el estándar una idea innovadora pero no probada sobre la forma de conducir un negocio, ni una praxis sometida a prueba sin resultados definidos. b) Secreto, por cuanto no es generalmente conocido o fácilmente accesible; de lo contrario, carecería de valor específico que admita el valor que se le da en el contrato. c) Sustancial, cuando se componga de información relevante para la venta o prestación de servicios, permitiéndole al franquiciado ajustarse al mismo. No supera el estándar el conocimiento tangencia], lateral, insuficiente para determinar un perfil en los negocios del franquiciado. d) Transmisible, cuando su descripción sea suficiente para que el franquiciante se adapte a las pautas referidas. No supera el estándar la información dispersa, demasiado genérica o ininteligible, que no baste para adoptar una forma de hacer negocios. Art. 1514 Obligaciones del franquiciante. Son obligaciones del franquiciante: a) proporcionar, con antelación a la firma del contrato, información económica y financiera sobre la evolución de dos años de unidades similares a la ofrecida en franquicia, que hayan operado un tiempo suficiente, en el país o en el extranjero; b) comunicar al franquiciado el conjunto de conocimientos técnicos, aun cuando no estén patentados, derivados de la experiencia del franquiciante y comprobados por éste como aptos para producir los efectos del sistema franquiciado; c) entregar al franquiciado un manual de operaciones con las especificaciones útiles para desarrollar la actividad prevista en el contrato; d) proveer asistencia técnica para la mejor operatividad de la franquicia durante la vigencia del contrato; e) si la franquicia comprende la provisión de bienes o servicios a cargo del franquiciante o de terceros designados por él, asegurar esa provisión en cantidades adecuadas y a precios razonables, según usos y costumbres comerciales locales o internacionales; t) defender y proteger el uso por el franquiciado, en las condiciones del contrato, de los derechos referidos en el artículo 1512, sin perjuicio de que: i) en las franquicias internacionales esa defensa está con-&actualmente a cargo del franquiciado, a cuyo efecto debe ser especialmente apoderado sin perjuicio de la obligación del franquiciante de poner a disposición del franquiciado, en tiempo propio, la documentación y demás elementos necesarios para ese cometido; ji) en cualquier caso, el franquiciado está facultado para intervenir como interesado coadyuvante, en defensa de tales derechos, en las instancias administrativas o judiciales correspondientes, por las vías admitidas por la ley procesal, y en la medida que ésta lo permita. De manera enunciativa (no taxativa), el Código expone las principales obligaciones del franquiciante, a saber: Antes del dictado del Código, las obligaciones del franquiciante carecían de regulación legal y eran materia de construcciones doctrinarias y jurisprudenciales. Actualmente, se encuentran pormenorizadamente normadas, aventándose dudas y fijándose criterios generales. Art., 1515 Obligaciones del franquiciado. Son obligaciones mínimas del franquiciado: a) desarrollar efectivamente la actividad comprendida en la franquicia, cumplir las especificaciones del manual de operaciones y las que el franquiciante le comunique en cumplimiento de su deber de asistencia técnica;

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b) proporcionar las informaciones que razonablemente requiera el franquiciante para el conocimiento del desarrollo de la actividad y facilitar las inspecciones que se hayan pactado o que sean adecuadas al objeto de la franquicia; c) abstenerse de actos que puedan poner en riesgo la identificación o el prestigio del sistema de franquicia que integra o de los derechos mencionados en el artículo 1512, segundo párrafo, y cooperar, en su caso, en la protección de esos derechos; d) mantener la confidencialidad de la información reservada que integra el conjunto de conocimientos técnicos transmitidos y asegurar esa confidencialidad respecto de las personas, dependientes o no, a las que deban comunicarse para el desarrollo de las actividades. Esta obligación subsiste después de la expiración del contrato; e) cumplir con las contraprestaciones comprometidas, entre las que pueden pactarse contribuciones para el desarrollo del mercado o de las tecnologías vinculadas a la franquicia. Carácter "mínimo" de las obligaciones La norma regula las obligaciones "mínimas" del franquiciado, lo que marca que podrán ser ampliadas y, en su caso, contractualmente reglamentadas, pero no excluidas ni suprimidas. Obligaciones reguladas Las obligaciones previstas son las siguientes: a) Desarrollo de la actividad : le compete al franquiciado ejecutar la actividad objeto de la franquicia. Ello no es facultativo, pues existe un interés legítimo del franquiciado en la operatividad del sistema, que le servirá como mecanismo de captación de mercado, de ampliación de clientela y de difusión de su marca y sus productos o servicios. b) Deber de información : el franquiciado tiene el deber genérico de brindarle información al franquiciante sobre el desarrollo de su actividad. Tal información hace al interés del franquiciante en el adecuado desenvolvimiento de la franquicia, y además es el presupuesto del cumplimiento de deberes propios en materia de asesoramiento y asistencia. Este deber de información implica permitir al franquiciante ejercer facultades de control e inspección, que pueden comprender instalaciones o establecimientos comerciales, pero también documentación contable o financiera u otros elementos que integren la práctica empresaria del franquiciado. Estas inspecciones se harán conforme lo pactado o, en su caso, atendiendo al objeto de la franquicia. c) Deber de cuidado y resguardo del sistema y de derechos: el Código pone en cabeza del franquiciado deberes de cuidado y resguardo de la identificación y el prestigio del sistema y de los derechos intelectuales, marcas, patentes, nombres comerciales, derechos de autor y demás comprendidos en la franquicia. d) Deber de confidencialidad: el franquiciado debe mantener la confidencialidad de los conocimientos técnicos transmitidos respecto de terceros (proveedores, consumidores, competidores, etc.). Debe asegurar que este deber sea cumplido por sus propios dependientes (que, con motivo u ocasión de sus funciones accedan a tal información). En caso de infracción, responderá por el hecho de sus dependientes (art. 1753). La confidencialidad es decisiva, sobre todo respecto del sistema de negocios que no se encuentra patentado, no gozando de medios de protección inherentes a la propiedad intelectual y depreciándose y dejando de existir como tal si se convierte en información de conocimiento público. La obligación se extiende después de la conclusión del contrato (sin plazo de vencimiento) y también rige, a tenor del artículo 992, respecto de información brindada en las tratativas precontractuales. e) Contraprestaciones: el franquiciado debe ejecutar sus contraprestaciones a favor del franquiciante. Art. 1516 Plazo. Es aplicable el artículo 1506, primer párrafo. Sin embargo, un plazo inferior puede ser pactado si se corresponde con situaciones especiales como ferias o congresos, actividades desarrolladas dentro de predios o emprendimientos que tienen prevista una duración inferior, o similares. Al vencimiento del plazo, el contrato se entiende prorrogado tácitamente por plazos sucesivos de un año, excepto expresa denuncia de una de las partes antes de cada vencimiento con treinta días de antelación. A la segunda renovación, se transforma en contrato por tiempo indeterminado. El Código establece un plazo mínimo imperativo de cuatro años, excepcionalmente reducible ante situaciones especiales caracterizadas por su provisoriedad. La continuidad de la relación al vencimiento del plazo produce la prórroga tácita por un año (salvo denuncia previa) y, a la segunda renovación, lo transforma en un contrato de tiempo indeterminado. Este plazo no resulta aplicable a las franquicias pactadas por tiempo indeterminado, en las que se admite que la rescisión se produzca dentro del tercer año desde la concertación del contrato Reducción excepcional del plazo mínimo La norma admite la posibilidad de reducir el plazo mínimo, debiendo tenerse en cuenta: a) Que la reducción procede en "situaciones especiales" que tienen como denominador común el hecho de que la actividad cesará en un plazo inferior al mínimo legal, por otorgarse la franquicia para actuar en un ámbito o evento provisorio (como ferias o congresos) o con una duración prevista, de menos de cuatro años. Lógicamente, en estos casos el plazo del contrato irá en estrecha relación con la duración de la actividad. b) Que, a diferencia de lo que ocurre con la concesión, en estos casos no existe un plazo mínimo. Esta ausencia se justifica en el hecho de que ciertas franquicias para eventos especiales durarán lapsos muy variables, que en casos de ferias o congresos pueden ser brevísimos. Situaciones posibles al vencimiento del plazo. Prórroga tácita

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Al momento de vencer el plazo convenido o el plazo legal (el que fuere mayor), pueden darse tres situaciones: a) Que las partes, antes del vencimiento, hayan acordado la prórroga por un nuevo plazo. En este caso, el contrato continuará vigente por el plazo convenido. b) Que las partes pongan fin al contrato con motivo del vencimiento del plazo. c) Que, sin haber existido prórroga por un nuevo plazo, la relación continúe después del vencimiento. En este caso, a diferencia de lo que sucede en materia de concesión (en que el contratose convierte sin más en una concesión de tiempo indeterminado), el contrato se reputa prorrogado tácitamente por un año. Art. 1517 Cláusulas de exclusividad. Las franquicias son exclusivas para ambas partes. El franquiciante no puede autorizar otra unidad de franquicia en el mismo territorio, excepto con el consentimiento del franquiciado. El franquiciado debe desempeñarse en los locales indicados, dentro del territorio concedido o, en su defecto, en su zona de influencia, y no puede operar por sí o por interpósita persona unidades de franquicia o actividades que sean competitivas. Las partes pueden limitar o excluir la exclusividad. La norma contiene una regla supletoria que puede ser modificada por las partes, quienes pueden excluir la exclusividad (respecto de uno o ambos contratantes) o limitarla en algún sentido (acotándola territorialmente, o fijando excepciones transitorias o permanentes, por ejemplo). La exclusividad es, entonces, un elemento natural del contrato, que puede ser dejado sin efecto en ejercicio de la libertad de regulación de las partes (art. 958). Exclusividad. Alcance territorial de la concesión El régimen supletorio legal establece una exclusividad dotada de las siguientes características: a) Territorialidad: la exclusividad juega en un ámbito físico determinado (locales designados, territorio o zona de influencia). Este ámbito marca, además, el límite de actuación del franquiciado, quien debe desempeñarse dentro del mismo. b) Bilateralidad: la exclusividad juega para ambas partes. Respecto del franquiciante, no le permite autorizar otra franquicia en el territorio, a menos que cuente con el consentimiento del franquiciado. Este consentimiento puede ser tácito e inferirse del conocimiento que tenga el franquiciado de la existencia de otra franquicia y el transcurso de un tiempo prolongado sin que formule oposición alguna. Respecto del franquiciado, no le permite por sí o por terceros ejercer actividades competitivas ni operar unidades de franquicia. Art. 1518 Otras cláusulas. Excepto pacto en contrario: a) el franquiciado no puede ceder su posición contractual ni los derechos que emergen del contrato mientras está vigente, excepto los de contenido dinerario. Esta disposición no se aplica en los contratos de franquicia mayorista destinados a que el franquiciado otorgue a su vez subfranquicias, a esos efectos. En tales supuestos, debe contar con la autorización previa del franquiciante para otorgar subfranquicias en las condiciones que pacten entre el franquiciante y el franquiciado principal; b) el franquiciante no puede comercializar directamente con los terceros, mercaderías o servicios comprendidos en la franquicia dentro del territorio o zona de influencia del franquiciado; c) el derecho a la clientela corresponde al franquiciante. El franquiciado no puede mudar la ubicación de sus locales de atención o fabricación. Son elementos naturales del contrato de franquicia la prohibición de cesión del contrato y los derechos no dinerarios (salvo en la franquicia mayorista), la exclusividad a favor del franquiciado y la propiedad de la clientela del franquiciante. Art. 1519 Cláusulas nulas. No son válidas las cláusulas que prohiban al franquiciado: a) cuestionar justificadamente los derechos del franquiciante mencionado en el artículo 1512, segundo párrafo; b) adquirir mercaderías comprendidas en la franquicia de otros franquiciados dentro del país, siempre que éstos respondan a las calidades y características contractuales; c) reunirse o establecer vínculos no económicos con otros franquiciados. El Código determina la invalidez de ciertas cláusulas que restringen derechos del franquiciado (cuestionamiento justificado de los derechos intelectuales del franquiciante; adquisición de mercaderías a otros franquiciados; reunión y celebración de vínculos no económicos con otros franquiciados). La enumeración no resulta taxativa, en la medida que todo contrato de franquicia que fuera celebrado por adhesión y en base a cláusulas generales predispuestas quedará alcanzado por la regla general del artículo 988 respecto a la invalidez de cláusulas abusivas. Art. 1520 Responsabilidad Las partes del contrato son independientes, y no existe relación laboral entre ellas. En consecuencia: a) el franquiciante no responde por las obligaciones del franquiciado, excepto disposición legal expresa en contrario; b) los dependientes del franquiciado no tienen relación jurídica laboral con el franquiciante, sin perjuicio de la aplicación de las normas sobre fraude laboral; e) el franquiciante no responde ante el franquiciado por la rentabilidad del sistema otorgado en franquicia.

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El franquiciado debe indicar claramente su calidad de persona independiente en sus facturas, contratos y demás documentos comerciales; esta obligación no debe interferir en la Se establece la independencia de los contratantes y la inexistencia de relación laboral entre ellas, de lo que son corolarios la irresponsabilidad del franquiciante por hechos del franquiciado (inc. a), la inexistencia de relación laboral entre dependientes del franquiciado y franquiciante (inc. b), la irresponsabilidad del franquiciante por falta de rentabilidad del sistema (inc. c) y el deber de identificación independiente. Las consecuencias De este principio general, se extraen las siguientes consecuencias: a) Irresponsabilidad del franquiciante por las obligaciones del franquiciado: es una consecuencia lógica de la autonomía de las partes que el franquiciante no responda por obligaciones del franquiciado (quien, insistimos, tiene su propia estructura empresaria y sus propios riesgos). b) Irresponsabilidad laboral ante los dependientes del franquiciado, salvo fraude (inc. b): se establece un principio general que tiene como corolario dirimir las extensas discusiones y controversias jurisprudenciales sobre la responsabilidad del franquiciante y la posible aplicación de los artículos 30 (subcontratación) y 31 (conjunto económico permanente) de la ley 20.744 al contrato de franquicia. c) Irresponsabilidad del franquiciante por rentabilidad del sistema (inc. c): el franquiciado asume los riesgos propios de su actividad empresaria, por lo que la mayor o menor rentabilidad que ésta le reporte sólo pesará sobre él. Correlativamente, el franquiciante no responde por ese riesgo, excepto que hubiera dado expresas garantías o que la frustración de la rentabilidad no provenga del álea propia de los negocios sino de un defecto de diseño del sistema, a tenor del artículo 1521. d) Deber de identificación independiente: el franquiciado debe indicar claramente su calidad de persona independiente del franquiciante, tanto en sus documentos comerciales (facturas, remitos, etc.) como en sus libros, contabilidad y papeles fiscales. Art. 1521 Responsabilidad por defectos en el sistema. El franquiciante responde por los defectos de diseño del sistema, que causan daños probados al franquiciado, no ocasionados por la negligencia grave o el dolo del franquiciado. El Código fija la responsabilidad del franquiciante por daños causados al franquiciado por defectos del diseño del sistema, siempre que no obedezcan a la negligencia grave o dolo del franquiciado. El Código establece la resarcibilidad de los daños sufridos por el franquiciado por defectos de diseño del sistema. La ley disciplina las eximentes de responsabilidad de un modo preciso: por más que el sistema resulte defectuoso, si el franquiciado hubiera ejercido la franquicia de manera dolosa o gravemente negligente, no será indemnizado. Art. 1522 Extinción del contrato. La extinción del contrato de franquicia se rige por las siguientes reglas: a) el contrato se extingue por la muerte o incapacidad de cualquiera de las partes; b) el contrato no puede ser extinguido sin justa causa dentro del plazo de su vigencia original, pactado entre las partes. Se aplican los artículos 1084 y siguientes; e) los contratos con un plazo menor de tres años justificado por razones especiales según el artículo 1516, quedan extinguidos de pleno derecho al vencimiento del plazo; d) cualquiera sea el plazo de vigencia del contrato, la parte que desea concluirlo a la expiración del plazo original o de cualquiera de sus prórrogas, debe preavisar a la otra con una anticipación no menor de un mes por cada año de duración, hasta un máximo de seis meses, contados desde su inicio hasta el vencimiento del plazo pertinente. En los contratos que se pactan por tiempo indeterminado, el preaviso debe darse de manera que la rescisión se produzca, cuando menos, al cumplirse el tercer año desde su concertación. En ningún caso se requiere invocación de justa causa. La falta de preaviso hace aplicable el artículo 1493. La cláusula que impide la competencia del franquiciado con la comercialización de productos o servicios propios o de terceros después de extinguido el contrato por cualquier causa, es válida hasta el plazo máximo de un año y dentro de un territorio razonable habida cuenta de las circunstancias. Supuestos de extinción del contrato El Código sintetiza cuatro supuestos diferentes de extinción del contrato de franquicia: a) Muerte o incapacidad de las partes lo que es una lógica consecuencia del encuadramiento de este contrato como intuitu personce y de confianza. b) Resolución por incumplimiento, fijándose como regla que durante el plazo original el contrato no podrá dejarse sin efecto sin justa causa. c) Vencimiento del plazo de contratos provisionales (inc. c), que de acuerdo al artículo 1516 pueden celebrarse por un plazo inferior al mínimo legal, en atención a la provisionalidad de la situación para la que se instrumenta la franquicia. d) Vencimiento del plazo en general (inc. d). En los contratos no alcanzados por el inciso c, para que se produzca la extinción por vencimiento del plazo es necesario un preaviso de un mes por cada año de duración hasta un máximo de seis meses.

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De no procederse a este preaviso, operarán la prórroga automática y, ulteriormente, la conversión en contrato por tiempo indeterminado, según lo previsto por el artículo 1516. e) Rescisión unilateral (inc. d), sin necesidad de invocar justa causa. En estos casos se exige el mismo preaviso que en el anterior (un mes por cada año de duración, hasta un máximo de seis), no pudiendo hacerse operativa la rescisión antes de los tres años de celebración del contrato. La omisión de preaviso genera derecho a indemnización a tenor del artículo 1493. Art. 1523 Derecho de la competencia. El contrato de franquicia, por sí mismo, no debe ser considerado un pacto que limite, restrinja o distorsione la competencia. Lo hace fijándola en un plazo máximo de un año (pudiendo por acuerdo de partes fijarse un lapso menor, pero mayor) y acotándola a un "territorio razonable" (que se determinará teniendo en cuenta el que fuera territorio o zona de influencia del franquiciado), librando a Abuso de posición dominante en el mercado (art. 11). Ley 25.156 de Defensa de la Competencia. Art. 1524 Casos comprendidos. Las disposiciones de este Capítulo se aplican, en cuanto sean compatibles, a las franquicias industriales y a las relaciones entre franquiciante y franquiciado principal y entre éste y cada uno de sus subfranquiclados. El Código determina la aplicación de las reglas sobre franquicia a las subfranquicias y a las franquicias industriales o de producción. a) Las subfranquicias, habilitadas en caso de franquicia mayorista. La aplicación obedece a que estas subfranquicias son, en sí mismas, franquicias, aunque encuadradas como subcontratos (arts. 1069 y eones.) y enmarcadas por la franquicia principal. b) Las denominadas "franquicias industriales" o franquicias de producción implican una licencia del franquiciante al franquiciado para que fabrique, siguiendo sus directivas, productos que luego comercializará bajo la marca del primero.

Cesión de posición contractual : Transmisión. Efectos. Defensas y garantías. Artículos 1636/1640 CCC. CESIÓN DE CA POSICIÓN CONTRACTUAL Art. 1636 En los contratos con prestaciones pendientes cualquiera de las partes puede transmitir a un tercero su posición contractual, si las demás partes lo consienten antes, simultáneamente o después de la cesión.Si la conformidad es previa a la cesión ésta sólo tiene efectos una vez notificada a las otras partes, en la forma establecida para la notificación al deudor cedido. La cesión de posición contractual se encuentra regulada como un contrato típico más y, como tal, debe reunir los elementos estructurales generales de todo contrato y aquellos particulares propios de la figura en análisis: a) la transmisión de la posición contractual, y b) la conformidad o aprobación del deudor cedido. La conformidad del cedido resulta necesaria para que la cesión produzca sus efectos propios y puede darse con anterioridad, simultáneamente o después de la cesión. En el primer caso va a producir efectos a partir de la notificación al cedido a través de instrumento público o privado que otorgue fecha cierta, y en los restantes supuestos, una vez prestada dicha conformidad o aprobación. Concepto, caracterización y estructura del negocio La cesión de contrato es un instrumento cuya función económica reside en posibilitar la circulación del mismo en su integridad; es decir, a través de habilitar el ingreso de un extraño en la categoría de parte contractual en lugar de uno de los contratantes originarios. Esa transmisión no consiste en la suma de transmisión de créditos y transmisión de deudas, sino en la transferencia , integral de la situación jurídica generada en el contrato". Elementos esenciales particulares del contrato Transmisión de la posición contractual Entre los elementos esenciales tipificantes de la figura contractual analizada se ubica en primer término la transmisión integral de los derechos y obligaciones que conforman la situación de parte contractual del cedente. A diferencia de la cesión de créditos y de la asunción de deudas, que importan separadamente la transferencia del lado activo o del pasivo de la obligación, en la "cesión de posición contractual" se opera la transmisión global o conjunta de toda la relación obligacional, comprensiva a la vez tanto de los "derechos" como de los "débitos", y además con todas sus implicancias propias. Conformidad o aceptación del cedido El segundo elemento tipificante del contrato lo constituye la conformidad o aceptación del cedido.En cuanto a la forma de la notificación, el Código prescribe que la misma se realice mediante instrumento público o privado de fecha cierta (art. 1620). Si dicha conformidad no fuese prestada, el contrato de cesión tendrá efectos entre Cedente y cesionario pero no será oponible al cedido ni a los demás terceros, ante quienes seguirá obligado, como parte del corno, el cedente. Constituye un cambio significativo, en relación con las posiciones imperantes en doctrina y jurisprudencia, que se requiera la conformidad del cedido para que la cesión se vea perfeccionada. Art. 1637 Efectos.

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Desde la cesión o, en su caso, desde la notificación a las otras partes, el cedente se aparta de sus derechos y obligaciones, los que son asumidos por el cesionario. Sin embargo, los cocontratantes cedidos conservan sus acciones contra el cedente si han pactado con éste el mantenimiento de sus derechos para el caso de incumplimiento del cesionario. En tal caso, el cedido o los cedidos deben notificar el incumplimiento al cedente dentro de los treinta días de producido; de no hacerlo, el cedente queda libre de responsabilidad. Art. 1638 Defensas. Los contratantes pueden oponer al cesionario todas las excepciones derivadas del contrato, pero no las fundadas en otras relaciones con el cedente, excepto que hayan hecho expresa reserva al consentir la cesión. Art. 1639 Garantía. El cedente garantiza al cesionario la existencia y validez del contrato. El pacto por el cual el cedente no garantiza la existencia y validez se tiene por no escrito si la nulidad o la inexistencia se debe a un Flecho imputable al cedente. Si el cedente garantiza el cumplimiento de las obligaciones de los cocontratantes, responde como fiador. Art. 1640 Garantías de terceros. Las garantías constituidas por terceras personas no pasan al cesionario sin autorización expresa de aquellas. La cesión de posición contractual puede ser onerosa o gratuita. En caso de que sea onerosa, pesa sobre el cedente la obligación del saneamiento que comprende la garantía por evicción. En la relación entre el cesionario y el cedido, ambos asumen, recíprocamente, la figura de partes del contrato transferido y la totalidadde los derechos y obligaciones derivados del mismo. En consecuencia, el cedido puede oponer al Cesionario todas las excepciones nacidas del contrato y, recíprocamente, el cesionario puede oponerlas al cedido, como así también podrán oponerse todos los derechos derivados de la posición contractual que ostentan._ La garantía de existencia supone que el cedente sea el verdadero titular de la posición contractual transmitida. En cambio, la validez concierne a la adecuada constitución del título y a la ausencia de vicios que puedan dar lugar a la nulidad del mismo. Debe tenerse presente que el artículo 1637, segundo apartado, impone al cedido la carga de notificar al cedente el incumplimiento del cesionario dentro de los treinta días de producido. Se trata de un plazo de caducidad cuyo transcurso provoca la pérdida del derecho del cedido frente al cedente, quedando éste liberado de responsabilidad. Por otro lado, otra consecuencia significativa es que la liberación del cedente constituye un efecto natural de la cesión que puede ser excluido por cláusula expresa. El contratante cedido y el cesionario quedan situados recíprocamente, como partes del contrato transferido, titulares de la totalidad de los derechos y obligaciones derivados del mismo. En consecuencia, el cedido puede oponer al cesionario todas las excepciones nacidas del contrato y, recíprocamente, el mismo derecho compete al cesionario frente al cedido (art. 1638, la parte).