desafios y retos de la enseñanza de filosofía

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  • 5/24/2018 DESAFIOS Y RETOS de La Ense anza de Filosof a

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    Desafos y retos de la enseanza de la filosofa.

    Sergio Sevilla.

    Quien mira el mundo racionalmente, lo ve racional aseguraba Hegel; y,

    con toda lgica, segua afirmando que el movimiento que tiende a la razn, la

    historia de la filosofa, acaba por alcanzar su obetivo! una e"plicacin racional

    del mundo#

    $esde esas coordenadas, est% claro que un curso de introduccin a la

    filosofa consiste en ense&ar al alumno el camino riguroso de su

    fundamentacin, a partir de la cual, introducido en el saber, recorre los

    conocimientos obtenidos a lo largo de m%s de dos mil a&os de cultura racional

    europea sistematizada en torno a la naturaleza fsica, el espritu subetivo y el

    espritu obetivo, esto es, la sociedad y sus instituciones# 'a filosofa es

    considerada como una tendencia al saber que ha logrado su obetivo; y el

    saber logrado slo puede ser sistem%tico#

    'o que ha pasado desde ()*+ es que esta visin tan coherente y tan

    lgica del mundo, y de la propia filosofa, se nos ha hecho tan difcil de refutar

    como imposible de asumir# l pensamiento filosfico posterior es, en cierto

    modo, la historia del desarrollo de esa antinomia# -ero no pretendo trazar una

    visin panor%mica, sino m%s bien centrarme en los aspectos de la cuestin que

    llevan a preguntarse si, en estas condiciones, es posible ense&ar filosofa, y

    cmo#

    sta pregunta encierra sus peligros dentro y fuera de la institucin

    educativa; la generalizada opinin de que la filosofa no sirve para nada, unto

    con la idea de que el sistema educativo debe formar ciudadanos productivos,

    es decir, seres humanos competentes en el funcionamiento del sistema

    econmico y el sistema poltico, hace que la pervivencia de la filosofa en los

    planes de estudios preuniversitarios est. en permanente peligro# /i

    confesamos de entrada que la filosofa no es una ciencia sistem%tica, carece

    de aplicaciones productivas y, lo que es m%s, introduce la duda y el debate

    acerca de la identidad personal, el vnculo social y sobre los valores en que se

    1

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    asienta el sistema poltico, parecer% que damos argumentos para su definitiva

    marginacin; ni el estado ni los particulares se sentiran tentados a pagar por el

    eercicio profesional de una tal actividad, y menos si sus hios van a ser las

    victimas del e"perimento# 0eamos, para empezar, las razones de quien

    quiere suprimir la filosofa del currculo acad.mico#

    1

    'as sociedades actuales tienen una estructura complea, cuyo

    funcionamiento normal requiere el trabao de profesionales muy cualificados

    de todo tipo 2m.dicos, ueces, ingenieros, t.cnicos, etc#3, que compaginan el

    eercicio de su funcin con la constante actualizacin de conocimientos y, en

    general, reciclae profesional# l avance de los saberes y las t.cnicas aplicadas

    es tal que la formacin inicial queda obsoleta en pocos a&os y la necesidad de

    reciclae se convierte en permanente# 0ivimos una sociedad cuyo

    funcionamiento ordinario es muy sofisticado y, sin t.cnicas, o con malos

    profesionales, sencillamente se colapsara su funcionamiento ordinario# l

    imperativo de adaptacin es 44y ha de ser5 muy fuerte, para que todo se limite

    a funcionar, a ir tirando, como hasta ahora#

    6 esa afirmacin es cierta tanto por lo que se refiere al sistema

    econmico, como al sistema poltico y sus instituciones que regulan la

    convivencia, o al sistema de comunicacin masiva que configura las

    conciencias#

    Hay que reiterar ahora la pregunta! si la filosofa no es un saber

    funcional, 78u%l es su espacio en una sociedad como .sta9

    s bueno recordar que no toda filosofa, ni en todo momento de su

    historia, ha funcionado socialmente como un saber crtico# :lgunas filosofas,

    en algunos momentos histricos, han funcionado, si quiera sea parcialmente,

    como legitimacin de algn orden social y poltico establecido; p#e#, el tomismo

    en el siglo

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    Hay que reconocer que, incluso en estos casos, la filosofa no es nunca

    mera ideologa, puesto que nunca clausura el debate de los argumentos; pero

    ayuda a que funcione lo que hay# /i al eemplo de -opper a&adimos la funcin

    legitimadora del nazismo que tuvieron algunos aspectos del pensamiento de

    Heidegger, o el equivalente servicio al estalinismo que prest alguna de las

    obras de 'u=%cs, nos percataremos, sin entrar en detalles, de que incluso las

    sociedades compleas contempor%neas, en sus mas diversas formas de

    organizacin poltica, son capaces de rentabilizar en beneficio propio una

    actividad terica que, en principio, no tena ese obetivo#

    sa funcin ideolgica, sea o no una perversin de la filosofa, arraiga

    en una de sus dimensiones irrenunciables! ayudar a comprender su propio

    mundo en conceptos# -ara hacer inteligible esta situacin, hemos de distinguir

    al menos estas dos dimensiones, complementarias pero diferentes, en la

    historia filosfica, la dimensin racionalizadora, y la dimensin crtica# Hay, sin

    embargo, un equvoco contra el que quiero prevenir! racionalizar no significa,

    en este conte"to, sustituir la causa real de una accin por una falsa razn m%s

    aceptable, como sucede con ese t.rmino en los te"tos freudianos; por accin

    racionalizadora entiendo el conunto de los efectos que, histricamente, la

    filosofa ha tenido y tiene sobre nuestra capacidad de dominar

    tecnolgicamente el mundo natural, o de hacer propuestas de modelos

    conceptuales aptos para construir identidades, singulares o colectivas, o para

    introducir racionalidad en los mecanismos de dominio poltico# /in la filosofa

    natural de >alileo no habra tecnologa, como sin el sueto cartesiano no habra

    identidad subetiva racional, o sin el contrato de ?ousseau difcilmente habra

    una legitimacin racional de la soberana poltica# :unque no se hayan

    realizado plenamente, las filosofas han contribuido poderosamente a dar forma

    a las creaciones humanas# 8abe decir que las filosofas han tenido una

    capacidad configuradora de mundo, natural, subetivo y social, que se ha

    inscrito en el proceso de civilizacin europeo# n ese sentido, las sociedades

    compleas y sofisticadas en que vivimos son en buena medida realizacin de la

    accin racionalizadora de la filosofa# 6 en ello encontramos tanto un peligro

    para la filosofa como un argumento contra quienes la consideran superflua en

    el currculo acad.mico# 'a filosofa es necesaria en la socializacin de los

    venes, porque no pueden comprender el mundo en que se insertan, y que los

    3

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    configura como son, sin cobrar conciencia conceptual de los modelos de

    racionalidad @terica, pr%ctica y est.tica5que, en ese mundo, est%n

    realizados# -ara comprenderse a s mismos como son, y como han de llegar a

    hacerse, han de repetir, a la inversa, el movimiento de realizacin de la

    racionalidad# n este sentido, y slo en este, el aprendizae de la filosofa

    realizada es funcional, porque ense&a a comprender los modelos de

    racionalidad vigentes en nuestro mundo social# 8uando, por poner un eemplo,

    ?aAls analiza los grandes valores que vertebran nuestro sistema urdico4

    poltico, y los valores morales que el individuo ha de poseer para actuar como

    miembro competente de una tal sociedad, est% eemplificando, de forma

    eminente, esta primera funcin del aprendizae filosfico como

    conceptualizacin de la racionalidad pr%ctica inscrita en nuestras instituciones

    positivas#

    ste aprendizae de la funcin racionalizadora de la filosofa pone, a la

    vez, de manifiesto en qu. difiere de las legitimaciones ideolgicas; esto es,

    pone de manifiesto su dimensin crtica, el segundo obetivo que el que ense&a

    filosofa ha de proponerse#

    Bambi.n el t.rmino crtica, al menos desde la ilustracin =antiana,

    funciona como un valor positivo 2piensen, por un momento, los presentes si

    prefieren ser tenidos por personas crticas o dogm%ticas3, sin que resulte

    f%cil precisar qu. entendemos por funcin crtica de la filosofa, o por qu.

    motivos hemos de ense&ar a eercerla a un oven# 0eamos, con m%s

    concrecin, cu%les son sus significados#

    -or grande que sea la medida en que la filosofa se haya realizado, y as

    convertido en institucin positiva, la comprensin de la filosofa no es nunca la

    de un hecho social o la de una tradicin# 'a razn realizada siempre puede

    contrastarse con el ideal de la razn# s en este sentido de medir la realizacin

    efectiva por el ideal propuesto que el platonismo puede eercerse como crtica

    de los hechos#

    Hay tambi.n un segundo sentido en que la filosofa eerce la crtica!

    cuando determina los lmites de la validez de un conocimiento, de una norma,

    de un valor o de una capacidad como conunto# s la forma de crtica que nos

    ense& Cant al establecer los lmites del conocimiento legtimo, e"cluyendo de

    su mapa todas las formas no cientficas de saber como pseudo4conocimiento#

    4

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    Dn tercer eemplo de crtica eerce Ear" cuando convierte la refle"in

    filosfica en crtica de la ideologa asentada en los conceptos b%sicos de una

    ciencia emprica como la economa poltica# Que la pretensin de validez

    incondicionada de sus nociones encubra la naturaleza histricamente concreta

    de su g.nesis muestra el car%cter ideolgico de determinadas formas de

    producir las abstracciones necesarias para el conocimiento; eercer la crtica

    del encubrimiento ideolgico de lo concreto es una posibilidad que nos aporta

    el eercicio de la filosofa como crtica#

    :cerc%ndonos m%s al presente, aparece una cuarta forma de la crtica,

    la que Fietzsche eerce como procedimiento genealgico, y que en conte"tos

    concretos distintos han usado otras formas del pensamiento de la sospecha

    como el psicoan%lisis, o la historia de las ideas realizada por Goucault#

    l profesor de filosofa ha de entender el repertorio de los modos de

    eercer la crtica como un cat%logo abierto a la innovacin# -ero lo que importa

    es que la dimensin crtica de la filosofa, la que la convierte en sospechosa de

    ser una actividad intil y carente de funcin social, es, en primer lugar, solidaria

    de su funcin racionalizadora; y, en segundo lugar, abre la posibilidad de

    trascender el estado de cosas presente en la direccin de otras posibilidades

    an no e"ploradas# -or ser solidariamente inseparables racionalizacin y

    crtica, sigue siendo posible distinguir al 'u=%cs, al Heidegger, o al -opper

    filsofos, de las eventuales utilizaciones ideolgicas, en sentido negativo, que

    incluso ellos mismos pudieron hacer de su pensamiento; hay algo en el

    eercicio del pensamiento filosfico que trasciende siempre los lmites de una

    ideologa, y ese algo es la capacidad crtica inseparable de todo eercicio

    argumentativo# 6 cuando la mentalidad productivista valora como superfluo el

    aprendizae filosfico de los venes, en una sociedad complea que requiere

    profesionales competentes, est% haciendo e"hibicin del positivismo dogm%tico

    en que basa su ideologa# st% mostrando, contra su intencin, su enorme

    necesidad de la filosofa, tal como la hemos descrito# 'a sociedad actual

    necesita el estudio de la funcin racionalizadora de la filosofa para hacer

    posible la comprensin de su propio funcionamiento; .ste requiere el estudio de

    la filosofa como saber transmitido en sus propias realizaciones, y que slo

    podemos llevar a conciencia conceptual haci.ndonos competentes en la

    filosofa como tradicin! es decir, dando al estudiante acceso a la historia de la

    5

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    filosofa; o bien haci.ndole consciente del modelo de racionalidad que opera en

    los valores morales y cvicos en que est% siendo socializado, y que necesita

    para ser un adulto competente#

    -ero la ense&anza de la filosofa no se ustifica slo por la adquisicin de

    competencias; siempre es posible se&alar que somos hablantes competentes

    de una lengua, sin que ello e"ia que todos nosotros seamos lingistas; y, de

    modo paralelo, se puede argumentar que hay suetos competentes, en tanto

    que seres morales y agentes cvicos, que desconocen la ustificacin racional

    ltima de los valores que, en la pr%ctica, eercen# 'a obecin es, en los hechos,

    correcta; pero, desde luego, ignora la e"igencia de innovacin racional a que

    las situaciones actuales de una sociedad complea somete a los ciudadanos del

    presente; lo que nos obliga a refle"ionar sobre qu. sea educar como

    preparacin para la vida#

    11

    -lantear la pregunta por los retos que surgen al ense&ar filosofa obliga

    a reparar en los obst%culos que surgen de la tarea de ense&ar sin m%s; no slo

    la filosofa ha cambiado; la propia labor de ense&ar ha modificado

    profundamente su perfil en la era de la incertidumbre y de la comunicacin de

    masas#

    n el periodo cl%sico de la modernidad @el siglo

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    humanidad en s mismo es el proceso educativo como proceso de formacin,

    de adquisicin de la forma o esencia de lo humano#

    l concepto de formacin, que Cant no teoriza, limit%ndose a hablar de

    la obligacin de cultivar las propias capacidades, llega, a trav.s de Herder y

    Hegel, a adquirir ese sentido de totalidad vertebrada por una fuerte idea de

    sueto, que muestra ya el siguiente te"to de Humboldt! -ero cuando en nuestra

    lengua decimos formacin nos referimos a algo m%s elevado y m%s interior, al

    modo de percibir que procede del conocimiento y del sentimiento de toda la

    vida espiritual y .tica y se derrama armoniosamente sobre la sensibilidad y el

    car%cter 2I#v#Humboldt, >esammelte /chriften 011,(,*+#8itado por >adamer,

    Verdad y Mtodo, p#*J3#

    Gormar es m%s que conocer, es un modo de percibir y de actuar que

    articula la personalidad total del sueto que se forma; formacin supone, en

    suma, que el sueto es una totalidad que se autodetermina# >adamer se&ala

    que l resurgimiento de la palabra formacin despierta m%s bien la viea

    tradicin mstica segn la cual el hombre lleva en su alma la imagen de $ios

    conforme a la cual fue creado, y debe reconstruirla en s 2V.yM.,p#*J3# Fo es el

    momento de entrar en disquisiciones histrico4filosficas; fuera cual fuese la

    contribucin de la mstica del siglo adamer, 8ada profesin es, en cierto modo, un destino, una necesidad

    interior, e implica entregarse a tareas que uno no asumira para sus fines

    privados 2V.yM., p#KL3; formarse es hacer propio ese destino# Gormarse es

    reconocer en lo e"tra&o lo propio, y hacerlo familiar# s el movimiento esencial

    7

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    por el que accedemos a la humanidad plena# -or eso, nos formamos

    apropi%ndonos el lenguae, las costumbres, los conocimientos y las creencias

    de la sociedad a la que pertenecemos#

    Fo es, por tanto, slo la adquisicin del saber y de las competencias

    sociales, sino tambi.n el desarrollo de la sensibilidad y el tacto, como

    capacidad de uzgar y de actuar de modo pertinente; o, incluso, para decidir lo

    que importa recordar, y as nos constituye como historia propia, y lo que

    podemos olvidar; la memoria @y el olvido5forman nuestra identidad, como

    se&al Fietzsche en la segunda intempestiva# l tacto tiene que ver con

    nuestra capacidad de e"periencia est.tica y con nuestra condicin de seres

    histricos# 6 es por su relacin con el tacto por lo que el concepto de

    formacin, tal como lo analiza >adamer, no queda atado a la comprensin

    idealista del saber como absoluto! Mao tacto entendemos una determinada

    sensibilidad y capacidad de percepcin de situaciones as como para el

    comportamiento dentro de ellas cuando no poseemos respecto a ellas ningn

    saber derivado de principios generales 2 V.yM., p#KN3# l tacto es una manera

    de conocer y una manera de ser2 op#cit#,p#KO3#

    n este ideal formativo, que he querido reconstruir con precisin,

    histrica y conceptual, para concretar a qu. nos referimos cuando afirmamos

    que educar es no slo informar, sino tambi.n formar, podemos ir se&alando los

    puntos de ruptura que la evolucin social de las ltimas d.cadas ha ido

    introduciendo#

    Bal vez el primero de los puntos de ruptura deba ser la autonomizacin

    de lo cientfico4t.cnico respecto de las dem%s dimensiones se&aladas en la

    nocin de formacin# l ideal formativo articula la adquisicin del conocimiento

    cientfico como una de sus dimensiones, unto a otras# 'o que, en cambio,

    sucede en la sociedad actual es que el m.todo cientfico se postula como modo

    nico de acceso a la verdad; de esta manera se produce una especie de

    vnculo entre el cientifismo y el productivismo econmico, que barren de la

    escena las otras dimensiones del ideal formativo y hasta de la vida social y

    poltica# :unque el ideal formativo se haya conservado, como retrica, en los

    pre%mbulos legislativos, un an%lisis de los cambios legales que, en las ltimas

    d.cadas, se van imponiendo en los sistemas educativos muestran que la

    opcin real de las polticas educativas est% basada en la voluntad de abaratar

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    la relacin coste4beneficio, lo que incluye una doble opcin! 2a3 en el interior del

    sistema educativo se recurre al conductismo yPo al constructivismo como

    teoras del proceso de aprendizae que permiten evaluar el rendimiento por

    obetivos pre4fiados, y priorizar las destrezas de acuerdo con el modelo de la

    capacitacin profesional; 2b3 en el e"terior, poner al sistema educativo en la

    cone"in mas estrecha posible con el sistema productivo, cone"in que se

    acenta por las profundas mutaciones que el sistema productivo e"perimenta!

    pocos pueden aspirar a tener un trabao estable de por vida acorde con su

    preparacin, y menos todava a que su formacin inicial les valga hasta la

    ubilacin#

    l primer rasgo introduce en el sistema educativo el tipo de racionalidad

    instrumental que Ieber llam la aula de hierro, en que la racionalidad afecta

    a los medios, pero en la que los fines nunca son tematizados; vienen dados

    como un hecho por el funcionamiento supuestamente espont%neo de la

    sociedad# sta forma de racionalizacin, en alianza con la necesidad de reducir

    costes segn el modo de proceder del sistema productivo, hace sencillamente

    inviable el ideal de formacin, que pervive slo retricamente, y cada vez en

    menor medida#

    Fo es f%cil acertar con una descripcin fenomenolgica de esta crisis,

    que permita la refle"in ulterior, porque estamos inmersos en ella y nos falta la

    distancia necesaria; con esa cautela, y en un primer bosqueo, podemos

    se&alar los siguientes rasgos! 2a3 ruptura de lo cientfico4productivo con lo

    humanstico4formativo; 2b3 ruptura de la cultura tecnolgica con los ideales de

    una comprensin teor.tica del mundo; 2c3 ruptura de la cultura de lo visual con

    la cultura escrita; 2d3 ausencia de un modelo unitario de ser humano que acte

    como modelo final del proceso# Fo slo ha muerto el sueto; han desaparecido

    las profesiones estables, lo que produce el fenmeno que /ennet ha

    caracterizado como corrosin del car%cter# Har. una breve caracterizacin de

    lo que cada uno de esos cambios significan, antes de volver a la cuestin por el

    lugar de la ense&anza de la filosofa en la nueva situacin#

    (a) Ruptura de lo cientfico-productivo con lo humanstico-

    formativo.

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    1mporta que entendamos esta ruptura como un acontecimiento de

    nuestra .poca, y no como un problema e"clusivamente de naturaleza terica, o

    de ausencia de voluntad poltica# s cierto que el problema terico e"iste por

    cuanto el ideal formativo apela a una nocin de sueto y de totalidad, que son

    difciles de sostener fuera del marco terico del idealismo moderno; es cierto

    tambi.n que parecen haber desaparecido de la escena las fuerzas que

    propugnaban polticas del sueto# -ero estos dos hechos, m%s que una

    e"plicacin, constituyen otros tantos sntomas de la situacin marcada por el

    acontecimiento de esa ruptura, difcil de definir; si hubiera que caracterizarla

    por un solo rasgo, habra de ser .ste! ruptura entre racionalidad y sentido# 6a

    Ieber se&alaba que el formidable desarrollo de nuestros conocimientos

    cientficos, y las racionalizaciones introducidas por la modernidad en el sistema

    social y en el sistema poltico, no nos haban hecho progresar un %pice en la

    respuesta a la pregunta por el sentido de nuestras vidas# se divorcio entre

    razn y sentido, y el car%cter irrenunciable de ambas cuestiones, hace inviable

    el establecimiento de un tipo ideal de ser humano, que pueda armonizar

    interiormente el conunto de fuerzas, capacidades y potencialidades que lo

    constituyen y, e"teriormente, el establecimiento de un vnculo social autnomo#

    'a imposibilidad de establecer ese tipo ideal quita su fuerza normativa al

    ideal de formacin, y dea al educador desarmado, y al educando a merced de

    las fuerzas f%cticas que configuran la sociedad en que vive# $esde esa

    facticidad, el sistema econmico impone su necesidad de determinados perfiles

    formativos, en funcin del rendimiento productivo, y se e"presa a trav.s del

    cientifismo, convertido en ideologa# 'a dimensin est.tica, la conciencia de la

    dimensin histrica y las e"igencias de una autocomprensin refle"iva quedan

    fuera del %mbito de las necesidades inmediatas del mercado que, a veces,

    llega a ser ciego incluso a su propia necesidad de ciencia b%sica# /lo las

    destrezas en saberes aplicados y productivos cuentan en la determinacin del

    tipo humano que la sociedad demanda# llo nos introduce en el tema de la

    siguiente ruptura#

    (b) Ruptura de la cultura tecnolgica con los ideales de una

    comprensin teor!tica del mundo

    10

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    'a tan trada y llevada pol.mica, que /noA populariz, sobre las dos

    culturas, la dualizacin entre el conocimiento cientfico y la cultura

    humanstica, que produce dos tipos de e"pertos, incapacitados

    respectivamente por s solos para abarcar el conunto de retos que nos plantea

    el mundo contempor%neo, ha contribuido a hacer creer que las t.cnicas,

    omnipresentes en nuestra vida, forman una unidad con la cultura cientfica, en

    detrimento de la cultura humanstica#

    8uando quienes as piensan se encuentran con la crtica heideggeriana

    de la t.cnica como realizacin de la metafsica que iniciaron -latn y

    :ristteles se quedan sin saber aplicar ese pensamiento a la e"periencia

    vivida# /i observamos las cosas m%s de cerca, el panorama se aclara si, en vez

    de confrontar lo cientfico con lo humanstico situamos la oposicin entre la

    cultura terica y la cultura del dominio aplicado# l fomento de la investigacin

    que, por poner un eemplo, se realiza a trav.s de los programas de 1 m%s $, no

    diferencia tanto entre matem%tica pura y metafsica, como entre saberes

    tericos y saberes aplicados# 'o que se promueve no es tanto la biologa

    b%sica como la tecnologa de los alimentos; y no se margina la psicologa

    aplicada ni la .tica de los negocios, sino la investigacin en psicologa terica o

    los trabaos de teora .tica# 8ualquier psiclogo sabe que un proyecto sobre los

    diferentes paradigmas de la psicologa tiene muy escasa competitividad en

    comparacin con un trabao sobre psicologa del tr%fico vial# $e igual modo

    naufraga un proyecto sobre problemas de fundamentacin de la a"iologa

    frente a otro que proponga indagar, por eemplo, el papel de la pedagoga de

    los valores en el trabao con marginados escolares# Fo hay, pues, tanto una

    postergacin de lo humanstico frente a lo cientfico, cuanto una postergacin

    de la investigacin terica frente a la investigacin aplicada, como si la

    segunda fuera posible sin la primera# sta fuerte ruptura, en las pr%cticas

    sociales, de la cultura tecnolgica, que parece prometer la resolucin r%pida y

    econmica de los problemas, con los ideales de una comprensin teor.tica del

    mundo ha impregnado la mentalidad social en todas direcciones, y acabar% por

    condicionar los ideales del sistema educativo, en su conunto, en una direccin

    difcil de prever en sus consecuencias#

    (c) Ruptura de la cultura de lo visual con la cultura escrita.

    11

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    'a potencia formidable con que el actual predominio de la cultura visual

    ha tenido efectos sobre la educacin, e incluso sobre el modo de subetivacin,

    ha sido analizada, de forma provocativa y sugerente, en la obra de >#/artori

    Homo videns.La sociedad teledirigida.2(JJ)3#

    l libro de /artori constituye, como muchos ensayos que alcanzan

    amplia difusin, un diagnstico discutible y un sntoma cierto# l amplio nivel de

    difusin alcanzado es sintom%tico de que ha conseguido se&alar un malestar

    compartido acerca de una e"periencia @el retroceso de la importancia social de

    la cultura escrita5 que puede dar pi. a tratamientos tericos diferentes y hasta

    contrapuestos entre s# n la sociedad actual, la cultura escrita no desaparece,

    pero cede el lugar central en la formacin de la conciencia, individual y

    colectiva, a la cultura audiovisual, como en tiempos de -laton la cultura oral

    cedi su lugar a la cultura escrita, que configur la tradicin y la formacin

    occidental tal como la conocemos# Dn cambio del soporte material de la

    transmisin comporta un cambio sustancial de lo transmitido, de sus

    posibilidades creativas de auto4configuracin, y de los modos de apropiacin

    de la e"periencia por los suetos# /i la e"presin cambio de civilizacin tiene

    sentido, lo adquiere ustamente en momentos histricos como esos# /in

    embargo, nada es m%s incierto tericamente que el diagnstico de una crisis; si

    es cierto que un cambio en los modos de almacenar y comunicar lo que

    sabemos implica cambios en los modos de subetivacin, y en los vnculos

    sociales, tambi.n lo es la falta de transparencia de esa condicin de posibilidad

    de la e"periencia para los suetos directamente afectados#

    l inter.s, para nuestro tema, del an%lisis de /artori, consiste en su

    forma de presentar el fenmeno como una mutacin antropolgica que parece

    estar aconteciendo y que, de ser cierta, hara que las generaciones actuales de

    venes fueran refractarias a la cultura simblica y, por tanto, al pensamiento

    refle"ivo que slo se e"presa en ella#

    $e este modo, el anuncio de que hacia finales del siglo

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    sigue que la televisin no es slo un instrumento de comunicacin; es tambi.n,

    a la vez,paideia, un instrumento antropogen.tico, un mdiumque genera un

    nuevo nthropos, un nuevo tipo de ser humano2*O3#

    l hecho de se&alar la televisin como dispositivo, como causa de esa

    crisis, atribuye al diagnstico una apariencia de e"plicacin contundente; me

    parece, sin embargo, que tal concrecin es incierta y que la propia presencia

    masiva de la televisin en la forma de vida de las sociedades actuales, se

    entiende meor como sntoma de un cambio que requiere e"plicacin, que

    como causa de una mutacin antropolgica#

    /artori apela a 8assirer para caracterizar la naturaleza humana! 'o

    que hace nico al homo sapiens es su capacidad simblica(, para operar

    inmediatamente una reduccin de lo simblico a lo conceptual# n el propio

    te"to de 8assirer que se cita, claramente .ste entiende su definicin del

    hombre como animal simblico en el sentido de una ampliacin de la

    definicin cl%sica aristot.lica del hombre como animal racional;

    8assirer ha afirmado la racionalidad humana como una parte de la

    capacidad simblica considerada como un conunto plural considerablemente

    m%s amplio# n estos t.rminos no se puede negar que los telemedios eercen

    nuevas formas de lingisticidad simblica, en forma de lenguaes que les son

    propios; a mi uicio, sin embargo, el lenguae televisivo no rompe

    necesariamente con la capacidad simblica que caracteriza al hombre! la

    desarrolla en otro medio, lo que no constituye, por s mismo, un

    empobrecimiento, sino una ampliacin#

    /in embargo, cuando el medio televisivo toma sus contenidos de otro

    lenguae 44y aqu hemos ya de pensar en la literatura, en sentido amplio, y en la

    prensa escrita44 el car%cter especfico de su lenguae crea otros dos tipos de

    problemas que afectan directamente a nuestro tema# l primer problema, a mi

    uicio de car%cter social y no antropolgico, es el que surge cuando el

    segmento de teido simblico que los telemedia representan se convierte en el

    nico lenguae que entiende la generalidad de la sociedad, a e"pensas del

    lenguae de la refle"in# l segundo problema, o grupo de problemas surge, en

    este supuesto, con aquellos contenidos de las otras formas simblicas, que son

    intraducibles al lenguae visual# /i llegamos a suponer una sociedad que slo

    1G.Sartori,op.cit., p.23.

    13

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    entiende el lenguae de la imagen, es obvio que partes esenciales de nuestra

    cultura viva y de la historia cultural que configura nuestro mundo 44como la

    filosofa, por poner un eemplo44 se convertiran en inaccesibles e inutilizables

    para esa sociedad hasta un punto grotesco o suicida, porque ese mundo no

    podra sencillamente funcionar# l argumento de /artori da esta hiptesis por

    hecha sobre una combinacin prematura de hechos sociales con una lectura

    estrecha de su caracterizacin del homo sapiens#

    :unque tal diagnstico tenga un punto de e"ageracin, lo que s parece

    cierto, y el profesor lo nota, es que la televisin, como sustituto de la formacin,

    produce para grandes segmentos sociales que no nutren su conciencia por

    otros medios, la falsa sensacin de estar bien informados, que les impide ser

    suetos activos, y acenta en sus conductas la presin de conformidad con lo

    que pasa, o con lo que en televisin se dice que pasa; el conformismo que se

    deriva, la inaccin o la accin impropia, es un producto de estrategias

    informativas dise&adas, y de ningn modo el efecto perverso de un falso

    empirismo# 'a sociedad que, por sus potenciales tecnolgicos, podra ser m%s

    transparente que ninguna de las que le han precedido, crea sus propias zonas

    de opacidad funcional; al empobrecimiento dirigido del lenguae de la refle"in

    le sigue un empobrecimiento de la actividad social, lo que restringe el potencial

    democratizador y participativo de los medios de comunicacin de masas#

    $e este modo, la influencia de los telemedios plantea, al menos, dos

    graves tipos de limitaciones con las que debe contar la ense&anza de la

    filosofa! el predominio de un lenguae visual poco apto para el desarrollo de la

    actividad refle"iva, y la tendencia a hacer del homo vidensun espectador del

    mundo poco inclinado a asumir los compromisos activos propios del sueto al

    que tenda el ideal formativo#

    (c) "usencia de un modelo unitario de ser humano#

    que acte como modelo final del proceso# Fo slo ha muerto el sueto; han

    muerto las profesiones estables en que se basaba la idea Aeberiana de la

    profesin como destino, lo que produce el fenmeno que /ennett ha llamado

    'a corrosin del car%cter2L+++3#

    n el modelo de subetividad que presenta la teora de la formacin, el trabao,

    como forma de apropiacin de la e"periencia y, a su vez, de e"presin de la

    14

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    subetividad obetivada en su producto, ocupa un lugar central# s cierto que

    esta concepcin del trabao resulta una idealizacin si la comparamos con los

    empleos reales en los que la mayora de los miembros de la sociedad se ganan

    la vida, o se la ganaban hasta no hace mucho tiempo# Dna vez m%s, lo que la

    e"periencia actual nos muestra no es ya la crisis de una determinada

    comprensin dial.ctica del trabao como proceso de interaccin entre el sueto

    y el obeto; la e"periencia que el libro de ?#/ennett nos muestra es la del

    cambio profundo de las pr%cticas laborales en la sociedad actual, pensada

    como sociedad de capitalismo fle"ible# n la .poca inmediatamente anterior,

    el trabao consista en una rutina estable, que permita una carrera predecible,

    lo que proporcionaba al trabaador ciertos hilos con los que teer una identidad

    coherente! deba adquirir determinadas habilidades que le haran valer como

    competente, ante s mismo y ante los dem%s; poda planificar obetivos, cuya

    adquisicin vala como un progreso, para .l y para su familia; y su lealtad a la

    empresa era compensada con una estabilidad que le haca ocupar un lugar

    identificable en la sociedad# l trabao rutinario, estable y donador de status

    facilitaba una construccin de identidad personal, y de auto4estima, a la que

    siempre se llam car%cter# 8omo dice /ennett, el car%cter se centra en

    particular en el aspecto duradero, a largo plazo, de nuestra e"periencia

    emocional# l car%cter se e"presa por la lealtad y el compromiso mutuo, bien a

    trav.s de la bsqueda de obetivos a largo plazo, bien por la pr%ctica de

    postergar la gratificacin en funcin de un obetivo futuro2p#(+3#

    'a situacin presente de capitalismo fle"ible se caracteriza, en cambio, por la

    des4burocratizacin y des4regulacin del trabao, lo que e"ige al trabaador que

    sustituya la rutina por la disposicin al cambio en el empleo, yPo al cambio de

    empleo; se presenta como un incremento de libertad lo que, en la pr%ctica,

    supone la implantacin de nuevos controles, m%s ilegibles que los anteriores#

    n tal situacin de mercado laboral marcado por la movilidad, la transitoriedad,

    la innovacin y los proyectos a corto plazo, reconoce /ennett, es totalmente

    natural que la fle"ibilidad cree ansiedad! la gente no sabe qu. le reportar%n los

    riesgos asumidos ni qu. caminos seguir2p#J3# -ero si el car%cter se relaciona

    con los rasgos personales que valoramos en nosotros mismos y por los que

    queremos ser valorados, se pregunta /ennett 7cmo decidimos lo que es de

    valor duradero en nosotros en una sociedad impaciente y centrada en lo

    15

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    inmediato9 7cmo sostener la lealtad y el compromiso recproco en

    instituciones que est%n en continua desintegracin o reorganizacin9 stas son

    las cuestiones relativas al car%cter que plantea el nuevo capitalismo

    fle"ible2p#(+3# l desarrollo de su tesis, que no procede que sigamos, es de

    gran calado sociolgico para comprender los cambios sociales en que estamos

    inmersos; pero lo que aqu nos importa se&alar es que el cambio en la

    e"periencia vivida que se&ala, marca una ruptura de la funcin que el trabao y

    el tiempo predecible cumplan en la formacin generalizada de la identidad

    personal, en la que se apoyaban, en ltima instancia, los ideales de formacin

    del car%cter# Dna identidad cambiante y angustiada, e"puesta a cambios

    laborales profundos a lo largo de una vida activa, trufada de periodos de

    inactividad, plantea retos nuevos a nuestra forma de comprender el proceso

    educativo y hasta a lo que hemos de entender por virtudes personales# Bal

    crisis generalizada en la identidad de los suetos es otro de los retos mayores

    que el educador actual ha de afrontar en la pr%ctica#

    $a modificacin de la filosofa

    : las transformaciones sociales y culturales que acabamos de referir, y

    que el profesor ha de sentir como otros tantos retos a una accin pedaggica

    que se realiza en el presente, pero tiene efectos duraderos en el futuro de las

    personas que educa, se les a&ade la dificultad insoslayable de que, el profesor

    que ense&a filosofa no transmite un corpus doctrinal definido, sino, como

    hemos visto, una capacidad, refle"iva y crtica, de interpretar el mundo que ha

    de ser m%"imamente sensible a esas mismas transformaciones que, como

    hemos visto, adem%s le son hostiles# 'a m%"ima dificultad, sin duda, deriva del

    hecho de que se ense&a filosofa, en el sentido de lo que han dicho los

    filsofos y, a la vez, de forma inseparable, se quiere ense&ar a filosofar, como

    modo de insertarse refle"ivamente en el mundo del presente#

    'a filosofa es un doble compromiso! con la novedad del presente, de lo

    que se presenta, y con la racionalidad que, al presenciarlo, se constituye# 'a

    sociedad no es para ella una e"terioridad, sino una condicin transcendental; la

    actividad filosfica ha respondido a ella, en la ilustracin griega como en la

    16

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    moderna, creando certezas racionales en las que funda el vnculo social, mas

    all% de la tradicin y la creencia# n nuestro siglo, en di%logo con las

    transformaciones sociales que acabamos de describir, se hace evidente que la

    filosofa no puede concebirse ya como una contemplacin teor.tica cuya

    relacin con la sociedad sea la de una aplicacin, segn el modelo de la

    aplicacin t.cnica de una teora cientfica; el que ense&a filosofa ha de contar

    con sus modos de pensar el cambio en la relacin de lo terico y lo pr%ctico, y

    la transformacin profunda del sueto de las que hemos venido hablando; en

    di%logo con los contempor%neos, el profesor se encuentra, por poner eemplos

    de los que ha de dar cuenta, con que Heidegger rompe la ilusin teoreticista al

    ubicar la comprensin en el quehacer, como :dorno niega la pra"is como

    aplicacin de una filosofa de la historia; y esa alteracin de la autocomprensin

    de la filosofa no sucede slo en el %mbito de la fenomenologa o de la teora

    crtica; algo se quiebra tambi.n en la tradicin analtica cuando Iittgenstein

    afirma que la certeza no es necesaria para la accin en el sentido de que

    debe ser determinada de antemano, sino que est% en el obrar mismo, es

    inmanente a la accin 2 >erd Mrandt, Los textos fundamentales de

    Wittgenstein, p# LN3# 'a comprensin terica y la certeza son modalidades de la

    accin, no un corpus terico previo y distinto; cuando la accin se diversifica,

    en sociedades compleas como las actuales, la bsqueda de la certeza que es

    la filosofa se disemina como los propios vnculos sociales# 'a novedad de

    .stos en el presente es, por s misma, un novumfilosfico; por eso no es til

    volver, para entenderlo, a las etiquetas de la contraposicin modernoPpost4

    moderno! lo que se altera es la filosofa como forma de eercer la relacin entre

    comprensin y accin# l fin de la era de las im%genes del mundo, que

    Heidegger diagnostica, o la distancia no reductible que, segn :dorno, e"iste

    entre la lgica del concepto y la e"periencia del particular, apuntan en esa

    misma direccin; la filosofa, en un mundo socialmente racionalizado,

    sist.mico, no puede actuar como sustituto de ningn fundamentalismo,

    limit%ndose a sustituir creencias incuestionables por certezas conceptuales# 'a

    filosofa no puede convertirse en sistema de conceptos que fundamenta una

    forma de vida racionalizada en sustitucin y continuidad de las formas de vida

    basadas en las tradiciones#

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    'a aceptacin del car%cter final y abarcante de la accin altera nuestra

    forma de entender el eercicio de la filosofa en nuestras sociedades# l fin del

    teoreticismo no es, sin embargo, un irracionalismo; significa, m%s bien, la

    ubicacin de la refle"in en y cabe la accin; y significa tambi.n el

    reconocimiento de que la compleidad sist.mica de estas sociedades es, como

    ha subrayado dgar Eorin, un fenmeno central que no se dea eludir, ni se

    dea prever y manear con lgicas convencionales# 'a filosofa ha de elaborar

    lgicas para la compleidad, y .sta ha de ser comprendida en posicin de

    participante y no slo de observador# 'a refle"in filosfica ha de captar en

    nuestro mundo lo que -ierre Mourdieu ha llamado lgicas pr%cticas, para

    eercer su compromiso constitutivo con la racionalidad, y estar a la altura de las

    novedades problem%ticas que plantea la sociedad presente#

    l cambio del paradigma intelectual, que ha llevado a la educacin del

    ideal formativo de un sueto autnomo a la crisis del humanismo y el

    teoreticismo, la priorizacin de las tecnologas y los saberes aplicados, el

    predominio de lo visual sobre lo intelectual, las proclamaciones de muerte del

    sueto o, al menos, de dr%sticos cambios en los modos de subetivacin, la

    ausencia, en suma, de un ideal, susceptible de ser compartido, de lo que deba

    ser un ser humano, impide que podamos sentirnos sencillamente herederos de

    nuestros cl%sicos# Fo basta para entender nuestra sociedad la mera

    reformulacin del pensamiento de Cant o de :ristteles, realizada tras la

    advocacin del prefio neo, ni siquiera crticamente aplicado# /e precisa, a mi

    uicio, una sensibilidad m%s directa para los fenmenos sociales que esos

    pensadores no tuvieron ante los oos, aunque seamos herederos de sus

    ense&anzas, o precisamente porque queremos serlo# Mastar% apuntar tres de

    los aspectos ya analizados de nuestra sociedad para comprender los nuevos

    retos del compromiso filosfico actual, que tambi.n afectan a la ense&anza de

    la filosofa; me refiero a los que plantean la transformacin racionalizadora del

    vnculo social, la alteracin que las t.cnicas de comunicacin producen en la

    esfera de lo pblico y la construccin de identidades; y, por ltimo, a la

    alteracin tecnolgica de lo que, ya en nuestro siglo, /cheler llamara el puesto

    del hombre en el cosmos, con la consiguiente transformacin del concepto

    .tico de responsabilidad# 8on la formulacin, un poco m%s precisa, de los retos

    que de ah se derivan para el pensamiento filosfico acabar. mi intervencin#

    18

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    Dna r%pida refle"in sobre el car%cter racionalizado del vnculo social

    nos pone en la senda de una problem%tica se&alada por Ea" Ieber al hablar

    del desencantamiento del mundo por la p.rdida implacable del aura de

    sentido que an otorgaban la tradicin y la religin cuando actuaban como

    fuerzas constituyentes de vnculos para la sociedad en general; es el mismo

    fenmeno que, desde una categorizacin mar"ista, 'u=%cs apuntaba bao el

    concepto de fetichizacin de la mercanca; esos efectos, no buscados pero

    inevitables, de la e"tensin progresiva de los fenmenos de racionalizacin

    hacen hablar a :dorno de la modernizacin como una dial.ctica negativa; a

    cada realizacin de la racionalidad acompa&a, como su precio y su sombra, un

    incremento del dominio del hombre sobre la naturaleza, sobre el otro hombre y

    sobre s mismo; se hace imposible ser hegeliano precisamente porque Hegel

    acert! el mundo se ha vuelto racional y, por eso mismo, inhabitable; despu.s

    de :uschAitz es imposible pensar el progreso de la razn como un incremento

    de libertad, y la ecuacin del optimismo ilustrado se rompe inevitablemente# n

    las ltimas d.cadas del siglo, la razn, encarnada por los lazos del sistema

    econmico, se globaliza, pero la accin social, que habra de limitar su esfera e

    introducir sentido, valores y obetivos, se ausenta! ni con el mayor esfuerzo

    consigue identificarla :lain Bouraine, ni la complea esfera habermasiana de la

    racionalidad comunicativa encuentra lo que Cant peda para la tesis del

    progreso histrico! un punto de anclae en la e"periencia# $a filosofa est%# por

    programa propio# casi por definicin# comprometida a repensar los

    postulados de una accin social con sentido# de una poltica participativa#

    de una racionalidad compatible con la libertad& pero no puede hacerlo

    reiterando gestos tericos 'ue ya est%n consumidos. rear conceptos

    para redefinir este espacio es el primer reto de la filosofa para con

    nuestra sociedad#

    'a delimitacin de la esfera de lo pblico y los procedimientos de

    construccin de las identidades de sueto son cuestin filosfica desde la

    ?epblica platnica, y tema central de las filosofas polticas modernas, en la

    lnea de 'oc=e o en la de ?ousseau# -ero las realidades sociales a que esos

    conceptos se refieren han e"perimentado tambi.n una mutacin de fondo,

    como hemos visto en los respectivos an%lisis de /artori y de /ennett

    19

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    'a participacin sim.trica en la esfera de lo pblico ha sido, y sigue

    siendo, un postulado normativo de la nocin de democracia, id.ntica en .ste

    aspecto a las condiciones de posibilidad del eercicio de la racionalidad; pero

    ya en la mitad de siglo, Hannah :rendt denunciaba la invasin de esta esfera

    de la libertad por la lgica de la necesidad, ya procedente de la esfera

    econmica, ya procedente de la voluntad de dominio de oligarquas polticas#

    'as d.cadas posteriores han presenciado la conversin de ese espacio de

    creacin e intercambio simblicos en una propiedad, si no e"clusiva s

    predominante, del smbolo convertido en mercanca; la llamada industria del

    ocio ha impreso su lgica al resto de los intercambios, dando su configuracin

    propia al intercambio cultural y artstico, a la informacin y a la presentacin y

    contenidos del propio discurso poltico; el espacio pblico, en consecuencia,

    pierde la lgica de la comunicacin y la interaccin racional, con lo que se

    produce la contradiccin profunda que representa una sociedad hiperinformada

    y, a la vez, indiferente a la participacin poltica y volcada a lo privado# Fo ha

    de e"tra&ar, como consecuencia, la desaparicin de las identidades,

    individuales y colectivas que, construidas narrativamente, eercan como sueto

    de la accin social# ensar de nuevo los conceptos 'ue hacen posible una

    nueva creacin de ese espacio es el segundo reto del filsofo para con la

    sociedad actual.

    /er. muy breve, para terminar, al se&alar el %mbito del tercer reto, que

    se refiere al concepto de responsabilidad en un mundo tecnificado, que puede

    diferir en el tiempo histrico durante varias generaciones los efectos

    destructivos de las decisiones tecnolgicas coherentes hoy con nuestro estilo

    de vida; el hecho de que podamos colocar bao la categora de deber la

    preservacin del ozono o de la masa forestal, o que pueda hablarse en

    t.rminos morales del cdigo gen.tico, saca a la superficie la mutacin profunda

    de eso que /cheler llamaba el puesto del hombre en el cosmos# :lgo cambi

    profundamente en la autocomprensin de la humanidad aquel uso de la

    energa nuclear, en los a&os cuarenta, que hacia f%cticamente viable lo que

    Cant an llamaba estilo terrorista de imaginarse la historia humana; Cant

    rechazaba la hiptesis terrorista alegando! la cada a peor no puede continuar

    sin cesar en la historia humana, porque al llegar a cierto punto acabara

    destruy.ndose a s misma 2(J)# # Cant, Filosofa de la Historia, p# JJ3# Fo es

    20

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    posible inferir de su conte"to si esta imposibilidad le parece f%ctica o lgica; es,

    en todo caso, para .l un absurdo incompatible con la dignidad racional de una

    historia humana; en nuestro tiempo, sin embargo, no slo la tecnologa fsica lo

    ha hecho posible; la teora de uegos ha ilustrado a los polticos sobre el uso

    de esa posibilidad como instrumento poltico de disuasin; despu.s de eso, la

    palabra poltica no ha vuelto a significar lo mismo que antes# l aumento de

    poder tecnolgico dea de ser mera acumulacin y se convierte en

    transformacin cualitativa en el momento en que hemos de aceptar la

    responsabilidad moral y poltica de la naturaleza, hasta ahora considerada

    como obeto, y de las generaciones de un futuro que no veremos, cuyos

    derechos han de tener voz en nuestro presente# $a tematizacin conceptual

    y pr%ctica de eso 'ue *ans +onas ha llamado ,el vaco !tico es el tercer

    reto 'ue la novedad del presente plantea como deber ineludible del

    filsofo para con la sociedad de nuestro tiempo#

    /eguramente he introducido m%s preguntas que respuestas, m%s dudas

    que certezas, en este repaso de los retos que la filosofa y su ense&anza tienen

    planteados en este momento; espero que estos motivos de perpleidad, leos de

    desanimar, sean un acicate para nuevos planteamientos de quienes est%n

    comprometidos en esa tarea; y para quienes, sin estarlo profesionalmente,

    todava esperan algo del devenir de la filosofa#

    21