desde las bancas

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2012 Leonel Coello Centro MIR Honduras 2012 Compendio de columna semanal DESDE LAS BANCAS

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A partir de que los Sacerdotes nos señalan las cosas buenas o malas que hacemos en nuestras vidas desde sus homilías, a mí se me ocurrió que para que hubiese una forma de dejarles saber a ellos algunas de las cosas que nosotros quisiéramos comentarles a ellos, encontré la forma de hacerlo y a partir de allí comencé a escribir los artículos “DESDE LAS BANCAS”. El nombre surge a raíz de que no estoy involucrado en grupos que se encuentran cercanos a los Sacerdotes y mis opiniones las veo desde las bancas de mi iglesia, fue por esa razón que surgió el nombre de la columna DESDE LAS BANCAS.Otra de las razones que me motivaron a escribir los artículos, esta relacionada con lo que dijo San Luis María Grignon de Monfort hace mas de 200 años “El principal problema de la mayoría de los fieles Católicos es que no conocemos a profundidad el papel de la Santísima Virgen María en el plan salvífico de Dios”.Por la gracia de Dios, pude hacer mi cursillo de cristiandad el 18 de Marzo de 1965. A partir de esa fecha, me involucre en varios movimientos apostólicos, incluyendo visitas a diferentes comunidades cercanas a San Pedro Sula. En Octubre 26 de 1994 formé parte junto a mi esposa a organizar el Centro Mir de San Pedro Sula en la Iglesia Nuestra Señora de Fátima.Estudié muchos libros y documentos que me ayudasen a crecer en mi conocimiento y fe católica. Algunos de estos libros son Los Documentos Pontificios muy específicamente relativos a la Santísima Virgen María, La Exhortación Apostólica “Redentoris Mater”, entre muchos otros.Además de los estudios que realice, pude visitar varios santuarios católicos que también me ayudaron a acrecentar mi fe católica. ¡POR EL TRIUNFO DE LOS CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA!LEONEL COELLO MEJÍA – CENTRO MIR NUESTRA SEÑORA LA REINA DE LA PAZSan Pedro Sula, Honduras

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1 DESDE LAS BANCAS | Leonel Coello, Centro MIR Honduras

EL AUTOR A partir de que los Sacerdotes nos señalan las cosas buenas o malas que hacemos en nuestras vidas desde sus homilías, a mí se me ocurrió que para que hubiese una forma de dejarles saber a ellos algunas de las cosas que nosotros quisiéramos comentarles a ellos, encontré la forma de hacerlo y a partir de allí comencé a escribir los artículos “DESDE LAS BANCAS”. El nombre surge a raíz de que no estoy involucrado en grupos que se encuentran cercanos a los Sacerdotes y mis opiniones las veo desde las bancas de mi iglesia, fue por esa razón que surgió el nombre de la columna DESDE LAS BANCAS. Otra de las razones que me motivaron a escribir los artículos, esta relacionada con lo que dijo San Luis María Grignon de Monfort hace mas de 200 años “El principal problema de la mayoría de los fieles Católicos es que no conocemos a profundidad el papel de la Santísima Virgen María en el plan salvífico de Dios”. Por la gracia de Dios, pude hacer mi cursillo de cristiandad el 18 de Marzo de 1965. A partir de esa fecha, me involucre en varios movimientos apostólicos, incluyendo visitas a diferentes comunidades cercanas a San Pedro Sula. En Octubre 26 de 1994 formé parte junto a mi esposa a organizar el Centro Mir de San Pedro Sula en la Iglesia Nuestra Señora de Fátima. Estudié muchos libros y documentos que me ayudasen a crecer en mi conocimiento y fe católica. Algunos de estos libros son Los Documentos Pontificios muy específicamente relativos a la Santísima Virgen María, La Exhortación Apostólica “Redentoris Mater”, entre muchos otros. Además de los estudios que realice, pude visitar varios santuarios católicos que también me ayudaron a acrecentar mi fe católica. ¡POR EL TRIUNFO DE LOS CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA! LEONEL COELLO MEJÍA – CENTRO MIR NUESTRA SEÑORA LA REINA DE LA PAZ San Pedro Sula, Honduras

2 DESDE LAS BANCAS | Leonel Coello, Centro MIR Honduras

Contenido DEDICATORIA ................................................................................................................................ 0

ADOPTA A UN SACERDOTE ........................................................................................................... 1

ADVIENTO AL ESTILO DE LA VIRGEN 2 .......................................................................................... 2

AHORA Y EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE ............................................................................... 3

Agosto, mes de la familia Parte 1 .................................................................................................. 3

Agosto, Mes de la familia Parte 2.................................................................................................. 4

AMAPALA, TIERRA DE MISIÓN ...................................................................................................... 5

A nuestros queridos Sacerdotes ................................................................................................... 6

CADA LOCO CON SU TEMA ........................................................................................................... 8

CARTA A LAS MUJERES .................................................................................................................. 9

CATÓLICOS A MEDIAS ................................................................................................................. 10

¿CÓMO PUEDO SABER SI ESTOY EN GRACIA DE DIOS? .............................................................. 12

¿CÓMO SE OBTIENEN LAS INDULGENCIAS? ................................................................................ 12

¿CON QUÉ FRECUENCIA DEBO CONFESARME? .......................................................................... 13

CONFESIÓN Y COMUNIÓN .......................................................................................................... 14

¿CUAL ES EL PRINCIPAL PROBLEMA DE LOS HONDUREÑOS? ..................................................... 15

¿CUÁL ES MI MISIÓN? ................................................................................................................. 16

CUANDO PARECE QUE DIOS NO NOS ESCUCHA ......................................................................... 17

¡CUÁNTA RAZÓN TENÍA DOÑA MARÍA TERESA! ......................................................................... 18

CURAS POLITICOS ........................................................................................................................ 20

CURIOSIDADES EN LA IGLESIA CATÓLICA .................................................................................... 20

CURSILLOS DE CRISTIANDAD ....................................................................................................... 21

DANOS PACIENCIA....................................................................................................................... 22

¿DE QUÉ JUEGA DIOS EN EL MUNDIAL? ..................................................................................... 23

¿DEBEN USAR VELO LAS MUJERES EN EL TEMPLO? ................................................................... 24

DEMONIOS MUDOS Y CIEGOS ..................................................................................................... 25

DÍA DEL NIÑO QUE ESTÁ POR NACER ......................................................................................... 26

DÍA DEL SANTO ROSARIO ............................................................................................................ 27

DIOS TE SALVE MARÍA ................................................................................................................. 27

EL ANGEL DE LA GUARDA ............................................................................................................ 29

EL INRI DE SIEMPRE ..................................................................................................................... 30

EL OBISPO DE BLANCO ................................................................................................................ 31

EL PAPEL DE LOS LAICOS EN LA IGLESIA Parte 1 ......................................................................... 32

3 DESDE LAS BANCAS | Leonel Coello, Centro MIR Honduras

EL PAPEL DE LOS LAICOS EN LA IGLESIA Parte 2 ......................................................................... 33

EL REINO DE CRISTO .................................................................................................................... 37

EL SIGNIFICADO DEL ADVIENTO .................................................................................................. 38

EN LA ESCUELITA DE LA VIRGEN.................................................................................................. 39

ES CURIOSO……............................................................................................................................ 40

¿EN QUÉ PARTE DE LA BIBLIA DICE QUE MARÍA ES MADRE DE DIOS? ....................................... 41

¿ES PECADO BAÑARSE EN EL MAR? ............................................................................................ 42

¿ESTAMOS PERDIENDO EL SENTIDO DEL PECADO? .................................................................... 43

FIDELIDAD DE LOS ESPOSOS A SU VOCACIÓN ............................................................................ 45

FIESTA DE TODOS LOS SANTOS ................................................................................................... 45

FORMA CORRECTA DE RECIBIR LA COMUNIÓN .......................................................................... 46

GANEMOS JUNTOS UN CAMPEONATO MUNDIAL ...................................................................... 48

HAMBRE DE CRISTO .................................................................................................................... 49

¡HAY QUE VOLVER AL ROSARIO! ................................................................................................. 49

¡HOMBRES DE POCA FE! ............................................................................................................. 50

LA VICTORIA DE LA CRUZ ............................................................................................................. 51

LA BIBLIA NO ES UN LIBRO .......................................................................................................... 52

LA CONVERSIÓN ES VOLUNTARIA ............................................................................................... 53

LA CULTURA DE LA VIOLENCIA Y LA MUERTE ............................................................................. 53

LA DESINTEGRACIÓN FAMILIAR Parte 1 ...................................................................................... 54

LA DESINTEGRACION FAMILIAR Parte 2 ...................................................................................... 55

LA PRESENTACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN ............................................................................ 55

LA SANTA CRUZ Parte 2 .............................................................................................................. 58

LA TRIVIA DE LOS VIERNES .......................................................................................................... 58

LA VIRGEN Y JUAN PABLO II ....................................................................................................... 60

LAS JACULATORIAS ...................................................................................................................... 62

LAS NOVENAS, UNA PRÁCTICA RELIGIOSA VIGENTE Parte 1 ..................................................... 67

LAS NOVENAS, UNA PRÁCTICA RELIGIOSA VIGENTE Parte 2 ...................................................... 68

¡LEVANTAOS! ¡ÁNIMO! ............................................................................................................. 72

LO QUE DIOS HA UNIDO, NO LO SEPARE EL HOMBRE ................................................................ 73

LOS CATÓLICOS EN LA II GUERRA MUNDIAL ............................................................................... 75

LOS CELULARES ........................................................................................................................... 76

LOS CORRUPTOS NO ESCAPARÁN A LA JUSTICIA DIVINA ........................................................... 77

LOS CRISTIANOS FRENTE A LA BRUJERÍA .................................................................................... 77

4 DESDE LAS BANCAS | Leonel Coello, Centro MIR Honduras

LOS EUTICOS EN LA IGLESIA ........................................................................................................ 79

LOS EVANGELIOS APÓCRIFOS ..................................................................................................... 80

LOS HIJOS, UN REGALO Parte 1 ................................................................................................... 80

LOS HIJOS, UN REGALO Parte 2 ................................................................................................... 81

LOS HIJOS, UN REGALO Parte 3 ................................................................................................... 82

LOS PADRES, ¡QUÉ PROBLEMA! .................................................................................................. 83

LOS SACRAMENTALES ................................................................................................................. 84

MARÍA, MADRE DE DIOS ............................................................................................................. 85

LA VIRGEN Y LA RENOVACION CARISMÁTICA ............................................................................. 85

MARIA ES EJEMPLO Y SOSTÉN PARA TODOS LOS CREYENTES .................................................... 87

MÁS SOBRE LAS INDULGENCIAS ................................................................................................. 87

MATRIMONIO Y UNION LIBRE ..................................................................................................... 88

MINISTERIO DE LA MÚSICA ......................................................................................................... 89

MULIERIS DIGNITATEM ............................................................................................................... 90

MUNIFICENTISSIMUS DEUS ......................................................................................................... 91

NECESITAMOS MUCHOS SAN BERNARDOS ................................................................................ 92

NO CREO EN SANTOS NI CURAS .................................................................................................. 93

¡NO CRUCIFIQUÉIS DE NUEVO A CRISTO! ................................................................................... 94

NO DEJES DE ASISTIR A MISA Parte 1 .......................................................................................... 95

¡NO DEJES DE ASISTIR A MISA! Parte 2 ....................................................................................... 96

¡NO DEJES DE ASISTIR A MISA! Parte 3 ....................................................................................... 96

NO HAY NAVIDAD SIN MARÍA Parte 1 ......................................................................................... 97

NO HAY NAVIDAD SIN MARIA Parte 2 ......................................................................................... 98

NO PERDAMOS EL PUDOR ........................................................................................................ 100

NO TEMAN……… ........................................................................................................................ 100

¡NO TIENEN VINO! ..................................................................................................................... 102

OCTUBRE, MES DEL SANTO ROSARIO ....................................................................................... 103

OREMOS POR LOS DELEGADOS DE LA PALABRA....................................................................... 104

¿OTRO VEZ LEPANTO? ............................................................................................................... 105

PARA LOS QUE CREEMOS, NINGUNA EXPLICACIÓN ES NECESARIA .......................................... 105

¿POR QUÉ NO SE CASAN LOS CURAS? ...................................................................................... 106

POR QUÉ EL NOMBRE BENEDICTO XVI? .................................................................................... 107

¿POR QUÉ LA IGLESIA NECESITA UNA MADRE? ........................................................................ 108

¿POR QUÉ LOS CATÓLICOS REZAN A LOS MUERTOS? .............................................................. 109

5 DESDE LAS BANCAS | Leonel Coello, Centro MIR Honduras

¿POR QUÉ SERÁ? ....................................................................................................................... 111

¿POR QUÉ SOY MARIANO? ....................................................................................................... 112

PROMESAS Y MANDAS .............................................................................................................. 113

PROPÓSITOS PARA EL NUEVO AÑO .......................................................................................... 114

QUISICOSAS ............................................................................................................................... 116

¡SALVEMOS LA FAMILIA! LOS CÓNYUGES ................................................................................. 117

LA CUASI PARROQUIA SANTO DOMINGO SAVIO ...................................................................... 119

¿SE SUFRE FÍSICAMENTE EN EL INFIERNO? Parte 1 .................................................................. 121

¿SE SUFRE FÍSICAMENTE EN EL INFIERNO? Parte 2 .................................................................. 122

SIGUATEPEQUE ......................................................................................................................... 125

¿SOMOS IDÓLATRAS LOS CATÓLICOS? ..................................................................................... 126

¡SOMOS CIUDADANOS DEL CIELO! ........................................................................................... 127

SOPORTENSE Y PERDÓNENSE…................................................................................................. 128

TOTUS TUUS .............................................................................................................................. 129

TRES DÍAS DE TINIEBLAS ............................................................................................................ 129

Una generación de agachados .................................................................................................. 131

UNA LECCION EJEMPLAR DE CATEQUESIS ................................................................................ 132

UNA FELÍZ IDEA DE NUESTRO CARDENAL ................................................................................. 133

UNA PALABRA DEL SANTO PADRE ............................................................................................ 134

VACUNA CONTRA EL ORGULLO ................................................................................................. 136

VAMOS A CUIDAR NUESTROS MODALES Parte 1 ..................................................................... 137

VAMOS A CUIDAR NUESTROS MODALES Parte 2 ..................................................................... 138

VIVAMOS NUESTRO BAUTISMO ................................................................................................ 139

¿Y USTED, DE QUÉ SIGNO ES? ................................................................................................... 140

YAVEH o JEHOVA ....................................................................................................................... 141

YO ESTARÉ CON VOSOTROS ...................................................................................................... 143

¡YO ME CONFIESO DIRECTAMENTE CON DIOS! ........................................................................ 144

DEDICATORIA

La presente, es una compilación de diferentes artículos elaborado por nuestro querido Esposo, Padre, Tío, Hermano y Amigo Leonel Coello Mejía, “Tío Loncho” como le decimos de cariño, quien por años se ha preocupado por compartir el mensaje de Dios y la santísima Virgen María de diferentes formas. Muchos recordamos con cariño las “Trivias del Viernes” que nos invitaban a investigar y leer las Sagradas Escrituras para poder responder afirmativamente las preguntas en el Yahoo, o hasta en el Facebook. Con mucha tristeza vimos desaparecer la columna del FIDES cada Domingo, debido a que por su salud de mi tío ya no puede accesar la computadora como antes, la extrañábamos! Por eso hacemos éste esfuerzo, para seguirla compartiendo. Es una primera vez, sabemos que habrán muchas cosas que corregir, así que sus sugerencias son bien recibidas! Gracias Tío Loncho por sus consejos llenos de fe y amor, por ser parte de nuestra vida y por inculcarnos el amor a la santísima virgen, los buenos valores y el buen ejemplo por siempre!! Ante todo, éste trabajo está dedicado a Dios y a la Santísima Virgen, la inspiración que ha motivado un apostolado en la vida del Tío Leonel y la Tía Norma que los ha llevado por diversos lugares del mundo, y de nuestra propia Honduras para compartir el mensaje de esperanza y Fe. Definitivamente en su conjunto, dedicado a la Familia Coello Núñez, que siempre han sido el motor del corazón mariano de mi Tío Loncho. Con mucha Fe y Amor por la familia, Yasmin Suyapa Coello Núñez y Diana Sagrario Osorto Núñez nos hemos encargado de revisar y ordenar la compilación, para publicarla y compartir “Desde Las Bancas” con el mundo entero a través del internet. El Núñez nos une, y aunque mi tío Loncho no lleva legalmente ese apellido en su nombre, lo lleva en su gran corazón!! Y ojalá quedemos todos motivados tal como acuñara la frase Desde Las Bancas, obrar cada día:

¡POR EL TRIUNFO DE LOS CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA!

Yasmin Coello, su hija E-mail [email protected]

Diana Osorto, su sobrina E-mail [email protected]

1 DESDE LAS BANCAS | Leonel Coello, Centro MIR Honduras

ADOPTA A UN SACERDOTE Ha vuelto a tomar vigencia una iniciativa que comenzó hace algunos años. A nivel mundial se está promoviendo la oración de los laicos por los sacerdotes. Para nadie es un secreto la falta de Presbíteros a nivel mundial. Los que egresan de nuestros Seminarios no son suficientes para la creciente cantidad de laicos que necesitamos de su consuelo, orientación, ayuda, y la dispensa de los Sacramentos. En nuestra Diócesis de San Pedro Sula tenemos una buena cantidad de ellos que, haciendo a un lado el peso de los años y sus achaques, continúan como verdaderos soldados y centinelas pastoreando el rebaño. En lo personal nos conmueve ver a Sacerdotes ancianos que con mucha dificultad, por motivos de salud, continúan siendo fieles a su compromiso con Dios. Algunos laicos caemos en el error al pensar que nuestros Sacerdotes son súper-hombres, inmunes a todo tipo de dificultades y tentaciones; que por estar “cerca de Dios” no necesitan nada de nosotros. La verdad es que ellos están tan cerca del Señor como cuando nosotros nos desenvolvemos y actuamos como laicos responsables, que tenemos una misión específica y tan santa como la de ellos. La iniciativa a la que nos referimos líneas arriba consiste en que los laicos que así lo deseen, se comprometan a orar diaria y constantemente por algún sacerdote o sacerdotes en particular. El compromiso consiste en: rezar el Santísimo Rosario, o comulgar por ellos, o cualquier otro acto piadoso con esa intención. Todos hemos notado que, a consecuencia de los problemas políticos, sociales y de otra índole, que como ciudadanos de este país no podemos resolver, se está recurriendo a las diferentes Iglesias a manera de garantes de que los actos administrativos gubernamentales se están manejando correctamente. Esos queridos Obispos y sacerdotes, creemos nosotros, necesitan muchísimo de nuestra intercesión. Para que todo lo que hagan sea por el bien común. Nos imaginamos que esas tareas que han aceptado por amor al rebaño a ellos encomendado no son nada fáciles. .

Desde esta columna invitamos a nuestros hermanos para que adoptemos a uno o varios sacerdotes. Si así lo tienen a bien, les agradeceremos nos escriban a nuestro correo electrónico, y nosotros gustosamente informaremos a los sacerdotes los nombres de las personas que están intercediendo por él. Desde ya estamos pidiendo a nuestra Madre Celestial para que esta iniciativa sea acogida con alegría por los que nos hacen el favor de leernos.

ADVIENTO AL ESTILO DE LA VIRGEN 1

Estamos nuevamente en el tiempo litúrgico conocido como Adviento, palabra tomada del latín que significa “llegada”, y que no es más que una parte del Año Litúrgico que dura más o menos cuatro semanas y que nos prepara a la celebración de la Navidad. La primera criatura que se preparó para la llegada de la Navidad fue nuestra Santísima Madre. Debemos suponer que el Adviento de la Virgen se produjo entre manifestaciones de alabanza, adoración y mucha meditación sobre la próxima llegada de su único Hijo. El viaje que emprendió “presurosa” para visitar a su parienta como nos lo narra San Lucas seguramente fue entre manifestaciones de alegría y agradecimiento a Dios por haberla elegido como Madre del Salvador. Vale la pena notar que la Virgen sale presurosa a casa de su pariente Isabel no solamente para llevarle la buena nueva, sino que va a servirla en esos meses difíciles de la gestación de su hijo San Juan Bautista. A veintiún siglos de ese acontecimiento, el mundo se encuentra también con muchas necesidades y dificultades no solo de orden material sino también espiritual. Los problemas materiales están a simple vista: la terrible miseria en que se desenvuelven millones de seres humanos alrededor del mundo, las enfermedades que afligen a muchos pueblos, el hambre que mata a millones de hermanos y hermanas, etc. Quizá los problemas espirituales sean mucho mayores que los materiales. No hay nadie que pueda decir que está libre de preocupaciones, pecados, y necesidades espirituales varias, etc.

2 DESDE LAS BANCAS | Leonel Coello, Centro MIR Honduras

Tomando como modelo a la Virgen, no podemos quedarnos indiferentes ante las necesidades materiales y espirituales de nuestros hermanos y hermanas. Todos podemos aportar algo para aliviar, aunque sea un poquito los males del mundo. Preparar la llegada del Niño Dios consiste en preparar nuestra casa (nuestro corazón) para recibirlo como lo que realmente es: Nuestro Rey y Señor. El Adviento nos pone en clima de profunda preparación (conversión), en un clima expectante (que marca una diferencia con la Cuaresma)... Se trata de dejar vibrar nuestra Esperanza. Ponernos a la altura de la misma Esta salvación tiene su punto de partida con presencia y la predicación de Juan el Bautista (anunciada por los profetas). ¿Qué predica, que proclama Juan el Bautista? La Conversión, es decir, cambio de vida: del pecado y comenzar una vida nueva, así el corazón para la "visita" de Dios Nuestro corazón es como un camino que Jesús en Persona quiere recorrer... ¿Cómo está? Intransitable, a causa de nuestra cerrazón, pereza o desinterés? ¿Lleno de baches (como las calles y rutas hondureñas!) que serían nuestras negligencias, incoherencias, y “agachadas” ¿Tapado por obstáculos que impiden avanzar, y que tantas veces colocamos nosotros mismos?... Si procuramos mantener nuestros corazones limpios como el de la Santísima Virgen, estaremos preparados para la Navidad.

ADVIENTO AL ESTILO DE LA VIRGEN 2 Pedro, Pablo, Juan y los demás apóstoles relativamente hablaron y actuaron mucho para la difusión del Reino de Dios entre las gentes. En cambio, un silencio profundo envuelve a la Virgen Santísima; tanto que los evangelistas callan casi por completo lo referente a su historia, y apenas - como dice San Bernardino de Siena - nos transmiten algunas breves frases o palabras de Ella. No obstante lo anterior, no es difícil imaginar que la Virgen, antes de recibir la visita del Ángel Gabriel, era una chica normal de su tiempo. San Lucas no nos da detalles del sitio donde Ella estaba, ni lo que estaba haciendo.

Tampoco sabemos si se trató de una locución interior, o si fue una visión real. De lo que sí podemos estar seguros es que ella estaba en oración profunda, ya que desde muy pequeña fue instruida por sus padres San Joaquín y Santa Ana como una criatura temerosa de Dios. Siendo la Virgen Madre y Maestra, debemos tomarla como modelo para vivir el Adviento que hoy comenzamos. Es notable que nuestra Señora, después del “Sí” nupcial, no perdió un instante en dar comienzo a su nueva misión de mediadora de la gracia y de canal de la misericordia divina. Estamos, pues, ante una criatura muy especial que vive de la oración, la meditación y la acción evangelizadora. Ella no esperó recibir ningún curso intensivo de Teología para dar comienzo a la tarea que SU Señor acababa de poner sobre sus divinos hombros. La Virgen, como Madre y Maestra nos está invitando a vivir el Adviento en familia. Ella conoce muy bien la falta que nos hace vivir este tiempo de conversión dentro de nuestras familias, de forma que se vayan convirtiendo en fermento de paz en este mundo sin paz. Ella desea que Jesús reine por siempre en los corazones de todos y cada uno de los miembros de nuestras familias. Solo de esa forma seremos verdaderos hijos de Dios y llamados “benditos de Mi Padre”. El Santo Padre, en su Exhortación Apostólica FAMILIARIS CONSORTIO nos dice lo siguiente: “ La familia, en los tiempos modernos, ha sufrido quizá como ninguna institución, la acometida de las transformaciones amplias, profundas y rápidas de la sociedad y de la cultura. Muchas familias viven esta situación permaneciendo fieles a los valores que constituyen el fundamento de la institución familiar. Otras se sienten inciertas y desanimadas de cara a su cometido, e incluso en estado de duda o de ignorancia respecto al significado último y a la verdad de la vida conyugal y familiar.” La Iglesia Católica es quizá la única institución que ha mantenido desde siempre un celo muy especial por la salud de la familia. Muchos Papas nos han dejado numerosas Encíclicas y Exhortaciones Apostólicas sobre este tema. Ahora, la Santísima Virgen María, como Madre y Maestra también llama a sus hijos a convertir nuestras familias en testigos del amor en este mundo SIN ORACIÓN NI PAZ.

3 DESDE LAS BANCAS | Leonel Coello, Centro MIR Honduras

AHORA Y EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE

Uno de los temas que algunas personas prefieren mantener en el olvido es el de la muerte. La verdad es que por mucho que queramos ignorarla, la verdad es que siempre llegará ese momento.

Y es que ciertamente, la muerte significa un divorcio. Todos los divorcios son muy dolorosos. Los seres humanos somos cuerpo y espíritu. Cuando morimos ocurre un desprendimiento de estos dos elementos vitales para el ser humano. El otro elemento por el que preferimos no pensar en este tema, es que no sabemos ni la hora, ni el día, ni las circunstancias en que ocurrirá. Nuestro Divino Redentor sí que conocía todos esos elementos. El conocía perfectamente bien la forma, el día, la hora, el segundo y las circunstancias dolorosas de su muerte en la cruz. San Marcos, en el Cap.14, Ver.32 al 42 nos narra la agonía del Hijo del Hombre en Getsemaní. Conociendo lo doloroso que debe ser el conocer con anticipación los detalles de nuestra muerte, el Señor nos dice que ni los Ángeles del cielo saben cuándo ocurrirá. Hay una similitud entre nuestro nacimiento y nuestra muerte. Nacemos con los ojos cerrados, unos brazos nos depositaron en el regazo amoroso de nuestra madre, que seguramente nos contempló por primera vez con esa mirada que solamente ellas tienen. Entramos a este mundo rodeados del amor, la ternura y la admiración de nuestros padres, que nos cuidaron y nos formaron debidamente para servir al Señor. Cuando morimos, también entramos a la eternidad con nuestros cansados ojos cerrados. Unos brazos amorosos también nos reciben, y seguramente con una sonrisa y un corazón lleno de amor, nos conduce a la morada eterna. El problema consiste en que nadie puede asegurar que ese camino lo tiene ya ganado. Salvo algunos pocos santos de nuestra Iglesia vivieron con la convicción profunda que llegarían al cielo ellos y sus seres queridos. Santa Teresita del Niño Jesús fue una de esas pocas escogidas que vivieron bajo la convicción plena de que llegarían al cielo. Se cuenta que cuando su padre murió, la santa le

escribió una carta a su hermana Celina en donde le decía: <<Ahora sí podemos decir con gran gozo “Padre nuestro que estás en los cielos”>>. Los demás mortales vivimos confiados en las promesas de la Virgen que nos ha dicho que cuando hemos rezado devotamente el Santo Rosario, ELLA nos recibirá cuando emprendamos ese viaje sin retorno. Por otro lado, el Beato Bartolomé Longo decía que cuando se trabaja por la difusión del Santo Rosario, ya se tiene ganada la entrada a la Jerusalén eterna. Cuando durante la vida hemos repetido cien mil veces la hermosa oración: “Santa María, Madre de Dios........” resulta difícil creer que nuestra Madre no acudirá a la cita para recibirnos en sus benditas manos a la hora de nuestra muerte

Agosto, mes de la familia Parte 1

Continuando con el desarrollo de este importante tema, aprovechando el Mes de la Familia, y siempre siguiendo la línea de pensamiento de S.S. Juan Pablo II en su Exhortación apostólica Familiaris Consortio, analizaremos en esta ocasión la situación actual de las familias. Dice el Papa que: 6. “La situación en que se halla la familia presenta aspectos positivos y aspectos negativos: signo, los unos, de la salvación de Cristo operante en el mundo; signo, los otros, del rechazo que el hombre opone al amor de Dios. En efecto, por una parte existe una conciencia más viva de la libertad personal y una mayor atención a la calidad de las relaciones interpersonales en el matrimonio, a la promoción de la dignidad de la mujer, a la procreación responsable, a la educación de los hijos; se tiene además conciencia de la necesidad de desarrollar relaciones entre las familias, en orden a una ayuda recíproca espiritual y material, al conocimiento de la misión eclesial propia de la familia, a su responsabilidad en la construcción de una sociedad más justa”. (No.6 Familiaris Consortio). Si analizamos la situación en que actualmente se desarrollan los miembros de una familia del siglo XXI, con la situación en que se vivía hace 50 o más años, ciertamente que ha

4 DESDE LAS BANCAS | Leonel Coello, Centro MIR Honduras

habido por un lado una gran mejoría. A principios del siglo pasado, la única preocupación de los padres con respecto a sus hijas era que se volvieran expertas en los quehaceres del hogar. Hoy vemos los centros educativos de todos lo niveles llenos de jovencitas cursando estudios que antes estaban reservados solamente para los varones. Pero a la vez en que se han abierto nuevas oportunidades de estudio, han surgido nuevos problemas que dañan la unidad familiar. A este respecto el Papa dice que: “Por otra parte no faltan, sin embargo, signos de preocupante degradación de algunos valores fundamentales: una equivocada concepción teórica y práctica de la independencia de los cónyuges entre sí; las graves ambigüedades acerca de la relación de autoridad entre padres e hijos; las dificultades concretas que con frecuencia experimenta la familia en la transmisión de los valores; el número cada vez mayor de divorcios, la plaga del aborto, el recurso cada vez más frecuente a la esterilización, la instauración de una verdadera y propia mentalidad anticoncepcional”. (Familiaris Consortio No.6) Vale la pena recordar que este documento fue publicado hace casi 30 años. Juan Pablo II como verdadero Profeta pudo ver con claridad la situación de la familia en nuestro tiempo. No podemos negar que siempre ha habido divorcios, abortos, esterilizaciones, etc., pero en los últimos años se han incrementado en forma increíble. Es hora de que elevemos nuestras plegarias al Todopoderoso para que caigamos a la cuenta de que estamos actuando como cualquier otra cosa, menos como cristianos.

Agosto, Mes de la familia Parte 2

La sociedad humana ha cambiado mucho en las últimas décadas. A principios y mediados del siglo pasado existían reglas no escritas que eran observadas meticulosamente por las personas. En cuanto a la constitución de las familias, siempre fueron muy comunes las uniones maritales de hecho, especialmente en las clases sociales con poca educación. Una jovencita, cuando decidía formar una pareja

con un chico lo hacía de forma tal que quedaba evidenciada que su estado civil había cambiado. Entre las clases mejor acomodadas casi siempre se observaron las celebraciones matrimoniales por lo civil y lo eclesiástico. Con el paso de los años fueron siendo cada vez más frecuentes las uniones de hecho o mejor conocidas como “uniones libres”. Por otro lado, los jóvenes ya no manejan los mismos conceptos de antaño, por ejemplo: un par de novios de estos días no tienen las mismas connotaciones que las del siglo pasado. Hoy es más común que una parejita decida optar por vivir juntos por el tiempo que a ambos les convenga, y tranquilamente se separan sin ninguna complicación. Pero lo más común hoy día es que los jóvenes de clase media simplemente tienen “veladas románticas” que incluyen desde luego relaciones sexuales. Los problemas surgen cuando como producto de esa práctica quedan hijos que generalmente crecen solamente con su madre. Por eso hay un cada vez más creciente número de “madres solteras”. Muchas de ellas hacen un sacrificio enorme para sacar adelante a sus hijos. No siempre lo consiguen plenamente porque crecer una familia sana no es tarea para una sola persona. Si no fuera así, la Santísima Virgen no hubiera tenido necesidad de tener a San José a su lado. El Papa Juan Pablo II explica que: “Se trata de uniones sin algún vínculo institucional públicamente reconocido, ni civil ni religioso. Este fenómeno, cada vez más frecuente, ha de llamar la atención de los pastores de almas, ya que en el mismo puede haber elementos varios, actuando sobre los cuales será quizá posible limitar sus consecuencias” (Familiaris Consortio No.81) En la mayoría de los casos se cae en esta situación como una consecuencia lógica de la ignorancia, tal como lo expone su santidad cuando dice: “Otros, finalmente, son empujados por la extrema ignorancia y pobreza, a veces por condicionamientos debido a situaciones de verdadera injusticia, o también por una cierta inmadurez psicológica que les hace sentir la incertidumbre o el temor de atarse con un vínculo estable y definitivo. En algunos países las costumbres tradicionales prevén el matrimonio verdadero y propio solamente después del nacimiento del primer hijo.”

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Es por esta razón que se justifica la atención no sólo de parte de los pastores, sino también de aquellos que hemos llegado a comprender el verdadero sentido del matrimonio y que buscamos la santificación no sólo la de nuestra familia, sino la de todo el mundo.

¡Aleluya, Aleluya! Los hermanos y hermanas que nos hacen el favor de leernos se habrán dado cuenta que, además de basar la mayoría de nuestros trabajos en la Santísima Virgen María, también nos esforzamos por examinar y explicar a nivel que todos y todas entendamos, el significado de algunas palabras que usamos en las celebraciones litúrgicas. Los laicos no podemos continuar repitiendo las palabras si no tenemos ninguna idea de lo que estamos haciendo y diciendo. Hace algunas semanas explicamos el origen, significado y uso de la palabra ¡Amén! En esta oportunidad nos ocuparemos de otra palabrita que se repite más de siete mil veces en las Sagradas Escrituras. Aleluya, o sea halaluiah significa “Alaben a Dios” o “Gloria al Señor”. Es la palabra que con mayor júbilo se repite en las celebraciones litúrgicas. La palabra se originó en las celebraciones hebreas en donde se exclama “hallet-lu-Ya” que significa “loor al único que existe en sí mismo” (Ya) en abreviación al santísimo nombre de nuestro Creador. En todas las liturgias cristianas tiene forma antifonal y se canta entre versículo y versículo del salmo u oración. San Agustín relaciona a la liturgia con el tiempo celestial diciendo que los que en la tierra dicen ¡Amén! Para aceptar a Dios plenamente, en el cielo dirán ¡Aleluya! Para cantar su amor y su poder a Dios. La palabra aleluya fue bellamente incluida por Handel en su magistral oratorio El Mesías. La obra se trata de una pieza coral y es la segunda parte de las tres que posee la obra. La letra fue tomada del libro de las Revelaciones de la Sagrada Biblia. Cada vez que escuchamos esa bella obra nos transportamos espiritualmente a los días en que hacíamos nuestros estudios secundarios

en la antigua Escuela Normal de Varones de Tegucigalpa, en donde no solamente nos enseñaron a educar niños, sino que además llenaron nuestras almas de muchos otros tesoros que guardamos con amor en nuestros corazones. Mis maestros, que poseían muchos de ellos Doctorados y Licenciaturas en diferentes áreas del saber humano, casi nunca faltaban a clase, y nos enseñaron a nosotros a hacer lo mismo. Dios los guarde a su lado por toda la eternidad. Ojalá que después de haber leído este sencillo trabajo, las próximas veces que cantemos el “Aleluya”, lo hagamos de una forma diferente, porque ahora sabemos un poquito más de su significado. Siempre estamos buscando temas como este, que nos ayuden a conocer mejor nuestra fe para que podamos disfrutar más y mejor las celebraciones litúrgicas y los otros actos que se desarrollan en nuestras parroquias y comunidades eclesiales. Agradecemos muchos sus sugerencias y comentarios que nos ayuden a mantener el interés por esta su columna.

AMAPALA, TIERRA DE MISIÓN

Del 3 al 5 del presente mes de Marzo visitamos nuestro pueblo natal, Amapala, enclavado en la Isla del Tigre, en el Golfo de Fonseca. Después de muchos años de ausencia regresamos a esa querida isla con el principal objeto de animar a las religiosas de la Congregación del Santo Rosario que trabajan en esa comunidad desde hace varios años. La población de la isla no puede escaparse de la extrema pobreza material en que desafortunadamente se vive en nuestros pueblos. Pero lo más preocupante es la pobreza espiritual en que ha caído ese pueblo. En nuestra juventud solamente existía una misionera norteamericana que fundó una Iglesia protestante, la cual cerraron cuando la misionera posiblemente regresó a su país. Hoy hemos podido comprobar la cantidad de otras iglesias de hermanos separados que nos imaginamos reciben algún tipo de subsidio de sus Iglesias hermanas de los Estados Unidos por los recursos con que realizan su trabajo y la cantidad de pastores y laicos comprometidos con que cuentan.

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El Padre Teodoro Gómez, del Seminario Mayor de Tegucigalpa visita la isla cada quince días y celebra la Sagrada Eucaristía en la Comunidad de San Pablo y en el Templo de Amapala. Podemos imaginarnos en sacrificio que representa para el P. Gómez porque probablemente no está acostumbrado al calor usual de Amapala. Sabemos que las colectas no alcanzan ni para cubrir sus gastos de traslado y estadía en la isla, pero como buen soldado de Cristo, atiende a sus ovejas con el celo y amor de un buen sacerdote. La Madre Juana Villalobos, y las religiosas Valeria López y María Elena Cálix, de la Congregación del Santo Rosario son verdaderas heroínas que incansablemente trabajan asistiendo espiritualmente a la feligresía. Gracias a ese trabajo tesonero han formado la Pastoral de la Mujer, la Pastoral Juvenil y la de la Tercera Edad. Junto a ellas, las Celebradoras de la Palabra y Catequistas hacen una labor encomiable. El objetivo principal de este artículo es el de motivas a los movimientos laicales que seguramente funcionan en San Lorenzo, Choluteca, etc. A que vuelvan su mirada hacia esa isla que es también Honduras y una verdadera tierra de misión. Quiera Dios que se sientan motivados para organizar grupos de carismáticos, catecúmenos, Centro MIR, Legión de María, etc. Que sirvan de apoyo al magnífico trabajo de esas tres monjitas. Cuando nuestro querido Cardenal, Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga era todavía un jovencito, acostumbraba visitar la isla acompañando a su padre, Don Andrés Rodríguez, quien por razones de su trabajo hacía visitas frecuentes. Sabemos muy bien que nuestro Cardenal es quizá el hombre mas ocupado de Honduras, y que Amapala pertenece a la Diócesis de Choluteca. Desde ya estamos pidiéndole a Don Bosco para que nos haga el milagro que ese su hijo predilecto pudiera visitar Amapala, aunque fuera en un viaje relámpago. Cualquiera podría pensar que eso es imposible, pero nos apoyamos en las palabras que el Ángel le dijo a nuestra Santísima Madre cuando le dijo que “Para Dios nada es imposible”. De todas maneras, soñar no cuesta nada. En mi niñez y juventud recuerdo que algunas familias del lugar mandaron fabricar bancas que tenían gravadas sus nombres, para asegurarse que tendrían un asiento durante las Santas Misas y otros actos litúrgicos. Eso era necesario porque generalmente el templo

se llenaba cuando el misionero canadiense Padre Raymundo Bourke era el Párroco. Hoy ya no es necesario hacer eso porque cuando se celebra la Eucaristía el templo luce parcialmente vacío. Por esa razón pensamos que sería de mucho provecho que los grupos de laicos de otras latitudes lleguen a reforzar la labor misionera de las religiosas. Hoy en día existen medios de comunicación que hacen muy fácil el acceso a la isla. Además, existen en el lugar varios hoteles que ofrecen todos los servicios que un visitante necesita. Un grupo de amapalinos residentes en San Pedro Sula están trabajando calladamente desde hace varios años para llevar alivio material a los paisanos. Hace falta ahora llevarles ayuda espiritual porque recordemos que “No solo de pan vive el hombre”. No dudamos que los Obispos de la Diócesis de Choluteca hacen hasta lo imposible por atender debidamente a la población en general, pero recordemos que la falta de sacerdotes también los afecta a ellos y que no hacen más porque no pueden. Aunque no conocemos personalmente a los Obispos de esa querida Diócesis, no dudamos de su celo pastoral. Por otra parte atienden a muchas comunidades que también han de encarar los mismos problemas de los amapalinos.

A nuestros queridos Sacerdotes

Desde que era niño, y asistía a “oir” la Santa Misa en la Iglesia de Amapala, mi tierra natal, y cuando escuchaba las homilías de nuestro párroco, pensaba que así- como el sacerdote nos reconvenía por lo que hacíamos mal, nosotros los laicos también teníamos el derecho de señalarle con todo respeto sus errores. Ahora, que se nos han abierto espacios para poder participar más activamente en la vida de nuestra Iglesia, creemos que con todo el respeto y cariño que les debemos a nuestros presbíteros, podemos señalarles algunas cosas que creemos deben mejorar, Los laicos hemos mejorado mucho desde aquellos tiempos en que asistíamos a “oir” Misa, Ahora participamos cada vez mas de ese Sagrado Misterio gracias a que hay una intención de prepararnos cada vez mas para vivir nuestra fe. Producto de esa incipiente preparación es que los laicos sentimos cuando el celebrante ha preparado cuidadosamente la homilía que presenta, y cuando no la ha preparado. Hace aproximadamente un año en que el Santo

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Padre en la reunión Ad-Limina con los obispos brasileños les recomendó que prepararan sus homilías con anticipación; que dejaran de improvisar sus mensajes. Otro de los consejos que humildemente nos atrevemos dar a nuestros presbíteros es el uso de cuello clerical. Algunos sacerdotes usan ropa inapropiada para su condición. Son muy raros los que usan el cuello clerical que los distinguen de nosotros los laicos. Tienen el ejemplo de nuestros Obispos que siempre visten apropiadamente. Puede ser que alguien argumente que no lo usan diariamente por razones del clima. Igual argumento podrían usar las religiosas que usan hábitos mas cubiertos. Por último mencionaremos que muchos sacerdotes al momento de administrar el sacramento de la reconciliación sin estola u otro signo que los identifique con miembros consagrados y aptos para administrar ese sacramento. Si una persona llega de visita a una ciudad que no es la suya no sabrá si el que está confesando es sacerdote o no. Los que ya los conocemos no tenemos esa dificultad, pero los que no los conocen se confunden. En una ocasión observamos a un joven sacerdote secular hondureño que salió de una habitación con una estola en su mano, a fin de desdoblarla la tiró al aire y la cogió antes que cayera al suelo, acto seguido se la colocó en sus hombros. Nos hizo recordar a muchos otros presbíteros que desdoblan la estola con mucho cuidado, luego la besan y acto seguido con toda reverencia se la colocan en sus hombros. En Honduras tenemos buenos sacerdotes, pero lo bueno siempre se puede mejorar. Repetimos que lo que aquí escribimos lo hacemos con un profundo respeto y cariño a nuestros presbíteros. Todos nuestros obispos se presentan en toda ocasión debidamente vestidos, ¿Por qué no hacerlo los sacerdotes?

Apoyemos al FIDES

Quizás muchos católicos ignoren que nuestro Semanario Católico FIDES es el Decano de la prensa nacional. Eso se dice rápido, pero conlleva muchísimo sacrificio, no solamente de las personas que actualmente hacen posible que continúe circulando, sino de muchísimas otras personas que en el pasado hicieron lo mismo. La prensa escrita comercial nos trae todos los días torrentes de sangre, corrupción, vicios, etc. En cambio FIDES nos trae cada fin de

semana noticias alentadoras de paz. Concordia, y el vibrar de una Iglesia que sigue viva, gracias al Espíritu Santo. Ni los huracanes, ni las tormentas tropicales han logrado interrumpir la gran labor de nuestro Semanario. Cuando por circunstancias especiales hemos asistido a la Misa dominical en otra parroquia, nos hemos encontrado en muchas de ellas la ausencia de nuestro querido semanario. Al indagar con los servidores de esas comunidades el por qué no distribuyen el periódico nos han respondido “porque no se vende”. Nos ha dado mucha tristeza esa noticia porque sabemos que nuestros hermanos se están perdiendo de algo realmente bueno. La respuesta que hemos recibido nos ha hecho pensar que no se vende lo que no se promueve. Si los fabricantes de refrescos, cervezas y otros alimentos no anunciaran sus productos tampoco se venderían. No es necesario haber estudiado mercadotecnia para saber y comprender eso. Entonces, lo que hace falta es que promovamos nuestro semanario. Siempre hemos creído que con solo leer la homilía que se publica de nuestro querido Cardenal Oscar Andrés Rodríguez, podemos dar por descontado los cinco Lempiras que pagamos por un ejemplar. Ignoramos cuánto es el tiraje actual del semanario, pero estamos seguros que fácilmente se podría duplicar si todos, clero y laicos, le damos la importancia que tiene. Conocemos a un par de Médicos que compran semanalmente una cantidad de ejemplares y los ponen en la sala de recibo de su consultorio para que la gente lea. En cambio, hemos encontrado en las salas de espera de muchos otros médicos, ingenieros, abogados y otros profesionales católicos, ejemplares de revistas y otro material que publican y regalan otros grupos no católicos. Por experiencia propia sabemos que este tipo de promociones cobran vida cuando son respaldadas por los Obispos, Párrocos, Vicarios u Agentes de Pastoral. Nada les costaría a nuestros Obispos Diocesanos y Sacerdotes en general, dedicarle unas pocas palabras sobre este tema al final de cada Misa dominical. También algunos laicos deberían imponerse esta tarea y así darle mayor vida a esta publicación. Rogamos a nuestro Divino Redentor y a nuestra Santísima Madre que esta sugerencia

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no caiga en saco roto y que todos tomemos interés sobre este tema. Cinco Lempiras los gastamos en cualquier tontería, ¿por qué no dedicarlos a una noble causa?

CADA LOCO CON SU TEMA La gran mayoría de los hondureños estamos enterados de la reciente venida a nuestro país de un personaje que, aparentemente ha acaparado la atención y hasta la admiración y adoración de muchas personas en otros países. No es el primero ni será el último que vendrán haciéndose pasar por el verdadero Jesucristo, o por uno de sus Apóstoles o enviado especial del Hijo del Hombre. No cabe duda de que el dicho popular que dice que “cada loco con su tema” es por demás cierto y actual. De hechos como el que ahora nos ocupa no podemos menos que confirmar lo que nos dice San Mateo: “Surgirán falsos Mesías y falsos Profetas que harán grandes señales y prodigios para engañar, si fuera posible aún a los mismos elegidos” (Mt. 24, 24). Aunque este hecho no es para alarmarse, sí es motivo para actualizar el mensaje arriba citado. Quedamos advertidos de que no solamente vendrán falsos Mesías, sino que además harán grandes señales y prodigios. El padre de la mentira sabe perfectamente bien que el ser humano es fácil de atraer con actos o cosas prodigiosas. Y eso es así porque siempre estamos atentos a lo novedoso, a lo espectacular, rimbombante, ostentoso, pomposo. Los verdaderos cristianos llenamos nuestro espíritu con la presencia real y verdadera de Jesucristo en el Santísimo Sacramento, que aunque no lo vemos con nuestros ojos humanos, lo sentimos vivo y presente a nuestro lado en cada instante de nuestra vida. Estos nuevos falsos Profetas nos presentan la gran novedad de una Iglesia en donde no existe el pecado. Bajo esa gran mentira, nuestro espíritu permanece cautivo y se hunde cada vez más en el fango del pecado. Sucede algo parecido con lo que hace el avestruz. Todos hemos escuchado que ese animal esconde su cabeza cuando se enfrenta ante una dificultad o peligro. El que escribe esta columna nunca ha visto en vivo a un avestruz, y creemos que la mayoría de los que nos hacen el favor de leernos, tampoco lo han visto, pero todos hemos escuchado lo que de esa ave se dice. Los que siguen a esos

falsos Profetas, generalmente ya viven en una condición pecaminosa y no buscan la culpa de esa forma de vida en ellos mismos, sino que culpan a la Iglesia de ser demasiado dura y anticuada, que no se pone a la altura de la realidad del hombre del Siglo XXI. Les resulta entonces muy adecuado y llamativo el pertenecer a una Iglesia moderna que aparentemente comprende las dificultades y problemas del hombre de hoy. Una Iglesia en donde pueden hasta llegar a desempeñar puestos directivos en la misma. Los humanos somos también muy proclives a aspirar a desempeñar puestos relevantes y muy vistosos dentro de cualquier institución a la que pertenezcamos. Casi todos estamos deseosos de llamar la atención y admiración de nuestros compañeros y amigos. La clase de Iglesias a la que hoy nos ocupa ofrecen esa maravillosa oportunidad a personas que andan buscando algo novedoso, y si pueden aportar suficiente dinero a manera de ofrenda, lo consiguen con gran facilidad. Si alguien, por razones justas o injustas, fracasa en sus matrimonios y se unen a otra persona en adulterio, se encuentran que dentro de la Iglesia Católica ya no pueden comulgar. Aunque sí pueden participar de los variados actos litúrgicos, se sienten de alguna manera como marginados. Al cambiarse a este otro tipo de Iglesia lo encuentran como un “comenzar de nuevo” porque les parece que todas las promesas y compromisos que hicieron en la Iglesia Católica quedaron enterrados. Estos hermanos y hermanas avestruces no hacen más que esconder su cabeza. Se les olvida que el “sí” que dieron ante el Altar de un Templo Católico no fue ante el Sacerdote o solamente ante la persona con quien estaba contrayendo nupcias, sino ante Cristo mismo. No nos extrañemos pues, ante la visita de la persona a la que aparentemente siguen muchos fieles dentro y fuera del país. Desafortunadamente muchos católicos hemos descuidado nuestra formación espiritual. De allí que hay una tremenda ignorancia religiosa, de lo que se aprovechan esta clase de falsos Mesías para sorprenderlos en su ingenuidad. Seguramente detrás del personaje que hoy ocupa nuestra atención, vendrán muchos más. Cada uno vendrá con mensajes o promesas liberadoras y muy llamativas. Son los signos de los tiempos en que el Señor vuelve a preguntarnos a cada uno de

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nosotros: “¿También vosotros queréis iros? (Jn. 6,67) Ojalá nuestra respuesta sea la misma que le dio Pedro “¿Adonde iremos Señor, si solo Tú tienes palabras de vida eterna?

CARTA A LAS MUJERES Su Santidad, Juan Pablo II escribió el día 29 de Junio de 1995, una hermosa Carta dirigida a las mujeres de todo el mundo. Cuando estamos a las puertas de los primeros diez años en que el entonces Vicario de Cristo tuvo a bien ese documento, y en vista de que los motivos que lo impulsaron para dejar este hermosísimo legado no han desaparecido aún, hemos creído conveniente repasar algunos de los temas de la misma. Juan Pablo II, como verdadero Profeta de nuestros tiempos, pretende reflexionar con las mujeres sobre sus problemas y las perspectivas de la condición femenina en nuestro tiempo, deteniéndose muy especialmente sobre los temas de la dignidad y de los derechos de las mujeres a la luz de la Palabra de Dios. El entonces Vicario de Cristo en su Carta apostólica MULLIERIS DIGNITATEM también dio, “gracias a la Santísima Trinidad por el misterio de la mujer, y por cada mujer, por lo que constituye la medida eterna de su dignidad femenina, por las maravillas de Dios” No desaprovecha la oportunidad para darle “gracias a la mujer-madre, que se convierte en seno del ser humano con la alegría y los dolores de parto, una experiencia única, la cual la hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y la hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida”. Reconoce el Santo Padre que por desgracia, “somos herederos de una historia de enormes condicionamientos que, en todos los tiempos y en cada lugar, han hecho difícil el camino de la mujer, despreciada en su dignidad, olvidada en sus prerrogativas, marginada frecuentemente e incluso reducida a la esclavitud”. No hay duda que el Papa al ser un devoto ferviente de la Santísima Virgen, abogó siempre para que se le reconocieran a la mujer sus derechos. Y no

es que a la mujer le falte inteligencia, dedicación, amor al trabajo, etc. El Papa además nos invita a mirar con la valentía de la memoria, y a reconocer sinceramente las responsabilidades, la larga historia de la humanidad, a la que las mujeres han contribuido no menos que los hombres, y la mayor parte de las veces en condiciones bastante más adversas. Al entonces Vicario de Cristo le dolía la infravaloración, el desconocimiento e incluso el despojo de su aportación intelectual. En Honduras ciertamente se han logrado algunos avances en cuanto al reconocimiento del valor real de la mujer. Pero además está en ellas darse el lugar que les corresponde. Pensamos que cada vez que una mujer ocupe un puesto de importancia dentro del engranaje social, cultural y económico, debe esforzarse mucho para demostrar que tiene capacidad para hacerlo. Cuando una mujer llega a un puesto Ejecutivo dentro de la empresa privada o en el Gobierno, no debe dejar ninguna duda de que tiene la capacidad intelectual, y sobre todo, los valores morales y cristianos suficientes para garantizar la transparencia en sus actuaciones. Si no lo hace así, no solamente se está dañando personalmente, sino que además está sentando un funesto precedente que indudablemente dañará a las otras mujeres. Se llegará a pensar “Son igual de corruptos los hombres que las mujeres”. En otras palabras, las mujeres mismas tienen que hacer lo propio para que los hombres les reconozcamos su valor y trascendencia en nuestras vidas. Juan Pablo II aboga por la efectiva igualdad de los derechos de la persona, y por tanto, igualdad de salario. Hace también un llamado “apremiante” a fin de que la mujer sea reconocida, respetada y valorada en su peculiar dignidad. La Iglesia, y consecuentemente los Papas, siempre han estado al lado del discriminado, del marginado, del pobre. El dolor de ellos es el mismo dolor de la Iglesia. Vale la pena leer completa y detenidamente esta Carta, de manera que podamos identificarnos mas y mejor del pensamiento de este futuro santo de la Iglesia Católica.

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CATÓLICOS A MEDIAS Todos sabemos hasta la saciedad, que la mayoría de los hondureños somos católicos por tradición y herencia, ya que nuestros próceres juraron en el Acta de Independencia, que “La Religión Católica, que hemos profesado en los siglos anteriores y profesaremos en los sucesivos, se conserve pura e inalterable”. Todos somos católicos porque proclamamos nuestra fe en las verdades salvadoras de la religión cristiana. Todos somos católicos porque por el Bautismo nos hemos hecho miembros del pueblo de Dios. Pero nuestro catolicismo adolece de fallas graves y padecemos de una supina ignorancia que nos hace conducirnos muchas veces como si fuéramos católicos de “segunda clase”. Ante nuestra Santa Madre Iglesia todos somos iguales, sacerdotes, laicos, religiosos, etc. El único escalafón que existe ante los ojos de nuestro Creador es el de la santidad. Es una triste realidad que solo un porcentaje pequeño de católicos asistimos a Misa todos los domingos del año. No hemos logrado descubrir que los católicos no vamos a “oír Misa”. Acudimos a ese encuentro con un Cristo amoroso que nos espera como el padre del hijo pródigo del evangelio, para compartir una vez más con nosotros Su sacrificio en el calvario para rescatarnos del pecado. Pero las fallas de nuestro catolicismo no se limitan a las personas más o menos indiferentes en materia religiosa, sino que abarca también a muchos católicos prácticos, incluyendo a algunos que militan en los diferentes movimientos de apostolado. Es típico en caso del católico de comunión diaria, que abandona la sesión de una agrupación de seglares, cada vez que un sacerdote dicta una conferencia sobre doctrina social de la Iglesia. O el de un religioso suspendido que sólo reconoce la infabilidad del Papa hasta Pío XII. O el de la señora beata, muy rica y muy sorda, que ve comunistas hasta en la sopa. O el del flamante “Teólogo “que se cree más sabio que el Santo Padre y no se detiene para discutir públicamente sus enseñanzas sobre el control de la natalidad. Es un craso error pretender que nuestra Iglesia se adapte a nuestros gustos y

conveniencias, como un traje hecho a nuestra medida. En vez de adaptar nuestra religión a nuestra vida, nos toca esforzarnos cada vez más para adaptar nuestra vida a nuestra religión. El magisterio infalible de la Iglesia es una guía segura para no equivocarnos, una luz refulgente que nos señala el camino en esta vida, para conducirnos a la gloria inmarcesible de la eternidad. El Papa es el sucesor directo de San Pedro, el Vicario de Cristo en la tierra. Cuando él habla solemnemente es Dios el que habla. El Papa goza de esa infabilidad en razón de su oficio cuando, como supremo pastor y doctor de todos los fieles, proclama de una forma definitiva la doctrina de fe y costumbres. No es necesario ser teólogo para entender que los católicos debemos obediencia al Papa y a nuestros Obispos, cuando hablan y definen doctrinas que no nos gustan o no convengan a nuestros intereses egoístas.

¡Con la camándula en las manos!

El pasado Domingo 6 de Julio publicamos en este mismo medio un artículo, por medio del cual lanzamos la iniciativa de formar una CADENA DE ROSARIOS POR LA PAZ. De la misma forma en la que el campesino pone sus manos sobre el arado para surcar la tierra, y arrancar de ella los sagrados alimentos, así mismo, un grupo de fieles católicos hemos puesto nuestras manos en la camándula para orar por la paz. Creemos firmemente que el Señor, y nuestra Santísima Madre posarán sus miradas sobre nosotros para devolvernos ese don tan importante. Ya somos muchos los hermanos (as) que nos hemos sumado a esta cadena. Algunos están empezando tan temprano como las 4 am y otros tan tarde como las 11 pm. La idea es que cuando unos terminan de rezar el Rosario, otros lo empiezan. De esa manera formaremos una verdadera cadena de oración que durará todo el día y todos los días. Los delincuentes no descansan, nosotros tampoco lo haremos. El Señor dijo: “Pues bien, yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá” (Lc 11, 9) Confiados en esas

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palabras corremos al auxilio de nuestra Santísima Madre para obtener de nuestro Salvador el preciado don de la paz. No hay otra forma en que podamos recuperar la paz. Debemos ser honestos en reconocer que ni las marchas, ni los operativos policiales y del ejército, ni los discursos, serán suficientes para volver a disfrutar la paz en nuestros corazones, en el país y el mundo. San Juan de Ávila decía: “Estos males sólo se corrigen de rodillas”. Nos imaginamos que los males a que se refería el Santo quizás no eran tan terribles como los que ahora vivimos. Pero de todas maneras, el remedio es el mismo. Estamos seguros de que, a medida que esta iniciativa vaya siendo conocida por nuestros hermanos de Choluteca, Santa Rosa de Copán, La Ceiba, Danlí, Juticalpa, etc. llegaremos a ser miles los que estaremos comprometidos a hacer algo efectivo por la paz. Esta iniciativa no está dirigida solamente a los laicos, también a nuestra Jerarquía que debe darnos ejemplo de una piedad profunda. Mucho agradeceremos que los que tengan voluntad de hacerlo, se comuniquen con nosotros a través de la dirección electrónica que aparece siempre al final de nuestros escritos. Estamos seguros de que nuestra Santísima Madre nos mira sonriente a todos los que hemos respondido y responderán a esta tan importante invitación.

¿Cree usted en los milagros?

Para empezar definamos lo que es un milagro: El Diccionario bíblico básico del P. Pío Suárez B s.m.m dice:<<El milagro en la Biblia no es simplemente una cosa imposible para las leyes de la naturaleza que sucede por el poder de Dios. Mucho menos es sinónimo e magia. Milagro es algo que nos llama la atención de tal modo que la gente abre los ojos la presencia de Dios en nuestra vida. El hombre sufre hambre, enfermedad, opresión o el peso de las fuerzas del mal, la muerte de seres queridos y la aproximación de la propia; pues también en esas situaciones el hombre está invitado a mirar la presencia de Dios. En lo personal creemos firmemente en los milagros y creemos porque nuestro Divino Redentor realizó muchísimas curaciones. Los cristianos en general creemos que nuestro

Señor Jesucristo está tan vivo hoy como cuando realizó esas curaciones, por lo tanto su Poder continúa siendo el mismo que hace veintiún siglos. Pero, ojo, notemos que el Señor nunca hizo alarde de su poder milagroso. Cuando leemos las Sagradas Escrituras que EL siempre ordenaba que no se publicara lo que había hecho- No podemos imaginarnos a Cristo anunciando con anticipación que tal día, a tal hora estaría en algún lugar específico realizando milagros. Siempre nos ha llamado la atención cuando escuchamos que se anuncia con suficiente anticipación que acudan a algún lugar porque habrá alabanzas, oraciones y curaciones milagrosas. Nunca hemos escuchado a ningún Predicador católicos serio y responsable hacer ese tipo de anuncios. Dios continúa haciendo milagros pero de ninguna manera en lugares y horas fijadas por predicadores, pastores y pastoras. A propósito de esto, recordamos al querido Padre Emiliano Tardiff, que tenía el Poder de sanación. El mismo se preguntaba por qué el Señor le había dado ese don, y aseguró que cuando estuviera en presencia del Padre Celestial sería la primera pregunta que le haría. El Padre falleció hace varios años después de servir a Cristo y a su Iglesia con mucha valentía y dedicación. Seguramente ya le hizo la pregunta a nuestro Creador, y nosotros que somos curiosos nunca sabremos la respuesta. Si creemos en Jesús, debemos creer en los milagros. Fueron incontables los que realizó mientras peregrinó junto a nosotros y posiblemente hubo algunos que no conocemos porque no los registraron los evangelistas. Pero ¡cuidado! No debemos creer en cualquier hecho que algún charlatán nos presente como milagroso. Tengamos siempre presente lo que nos advierte el Apóstol Mateo cuando nos dice: <<Guardaos de los falsos profetas que se os acercarán disfrazados de ovejas y por dentro son lobos rapaces>> (Mt. 7, 15)

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¿CÓMO PUEDO SABER SI ESTOY EN GRACIA DE

DIOS? Entramos ya a la Cuaresma, y la Iglesia nos recuerda el pregón de Juan el Bautista que nos repite: <<Arrepiéntete>>. Toda la liturgia de este tiempo nos llama a la conversión. De ahí que surge la pregunta que nos formulamos en este trabajo. Santo Tomás de Aquino nos dice que el conocimiento del estado de gracia puede darse de dos maneras:

Por revelación. Este recurso evidentemente es un privilegio particular dado a pocas personas.

Por conjetura. Esto quiere decir que se obtiene a través de algunos signos. Y tal, es el modo ordinario para alcanzar el conocimiento de la gracia.

El Catecismo de la Iglesia nos dice que: <<La gracia, siendo de orden sobrenatural, escapa a nuestra experiencia y sólo puede ser conocida por la fe. Por tanto, no podemos fundarnos en nuestros sentimientos o nuestras obras para deducir de ellos que estamos justificados y salvador. Sin embargo, según las palabras del Señor: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7,20), la consideración de los beneficios de Dios en nuestra vida y en la vida de los santos nos ofrece una garantía de que la gracia está actuando en nosotros y nos incita a una fe cada vez mayor y a una actitud de pobreza llena de confianza. (No. 2005). Hay algunos signos que podemos experimentar como consecuencia lógica de un estado de gracia. Sin embargo, esos signos no nos dan más que una conjetura, por eso, la Escritura nos exhorta a la vigilancia, a la perseverancia, a la santificación. El libro del Eclesiástico, Cap. 5, ver.5 nos dice que: Aún del pecado expiado no vivas sin temor, y no añadas pecados a pecados. El libro de Proverbios, Cap. 20, ver.9 nos dice que: ¿Quién puede decir “He limpiado mi corazón, estoy limpio de pecado”?. Por otro lado, el libro de los Salmos nos dicen en 18.13 lo siguiente: ¿Quién podrá conocer sus pecados? Absuélveme de los que se me oculta>>.

Terminamos ilustrando este tema con las palabras del Apóstol de los Gentiles que en 1 Cor. 4, 4 nos dice: <<Estoy cierto de que de nada me arguye la conciencia, mas no por eso me creo justificado: quien me juzga es el Señor>>. Como corolario queremos repetir lo que aquí hemos dicho en varias oportunidades: Es aconsejable confesarse por lo menos una vez al mes.

¿CÓMO SE OBTIENEN LAS INDULGENCIAS?

Para obtener una indulgencia hay que ser Católico y estar en estado de gracia. Esto es indispensable porque fuera de la gracia de Dios ninguna de sus acciones son fundamentalmente agradables a El. Se debe tener al menos la intención habitual de obtener una indulgencia mediante el acto que lleva a cabo. En otras palabras, tener el deseo y la intención de obtenerla.

Se distinguen dos tipos de indulgencias: La parcial y la plenaria. Como sus nombres lo sugieren, la primera nos cubre parcialmente, mientras que la segunda lo hace en forma total.

Para ganar una indulgencia parcial, debe llevar a cabo con un corazón contrito el acto al cual la indulgencia está asociada.

Para ganar una indulgencia plenaria debe llevarse a cabo con un corazón contrito, y además debe confesarse (una confesión puede ser suficiente para varias indulgencias plenarias), recibir la Sagrada Comunión y orar por las intenciones del Papa. (Es suficiente un Padrenuestro y un Avemaría rezados por las intenciones del Papa, aunque se pueden sustituir por otras oraciones de su elección). Es lógico que además sea necesario estar en estado de gracia. Todo fiel se puede lucrar para sí mismo o aplicar por los difuntos a manera de sufragio. Las indulgencias tanto parciales como plenarias (Código de Derecho Canónico. Can. 992-994). Recordemos que el pecado grave nos priva de la comunión con Dios y por eso nos hace incapaces de la vida eterna, cuya privación se llama “pena eterna” Nuestra Madre, la Iglesia, nos ofrece muchas y variadas formas de obtener las

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indulgencias. Mencionaremos solamente algunas por razones de espacio: 1.- Indulgencia parcial a los fieles que lean la Sagrada Escritura con la veneración debida y como forma de lectura espiritual. La indulgencia será plenaria cuando la lectura sea realizada al menos durante media hora (siempre que se cumplan las otras condiciones). 2.- Indulgencia parcial a los fieles que devotamente se hagan la señal de la cruz diciendo “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén” 3.- En caso de muerte inminente, y si no hay Sacerdote presente, se concede indulgencia plenaria, siempre y cuando el moribundo haya orado habitualmente durante su vida. El uso de un crucifijo o una cruz es recomendado para obtener esta indulgencia plenaria. Nuestros párrocos pueden darnos más amplios detalles de otras formas de obtener las indulgencias.

¿CON QUÉ FRECUENCIA DEBO CONFESARME?

Esta pregunta nos la han hecho en varias oportunidades, y hay hermanos que no se atreven a formularla, pero la misma está en sus mentes. Antes de tratar de contestarla queremos hacer una corta reseña del Sacramento de la Reconciliación. O como popularmente se le dice “La Confesión”. Partamos de la base de que todos los seres humanos somos pecadores, de esa condición no se salva ni el Santo Padre. Y si aceptamos que somos pecadores, consecuentemente debemos buscar a reconciliarnos con ese Padre Celestial a quien hemos ofendido. Porque al caer en el pecado, el hombre está en franca rebeldía con Dios. Voluntariamente nos colocamos en la misma plataforma en que cayó Adán. Eso es algo que cae por su propio peso. Aunque tratemos de ser buenos, no hay duda que hay dentro de cada uno de nosotros una natural inclinación hacia el mal. San Juan dice que “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es El para perdonar nuestros pecados y purificarnos de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros (1 JN. 1,9-10). Hemos escuchado a

cristianos que dicen no necesitar reconciliarse porque ellos “no han matado a nadie”, como si solo hubiera una forma de matar y fuera ese el único pecado del hombre. De aquí que una de las cuestiones mas importantes de nuestra vida sea ¿cómo conseguir deshacernos de lo malo que hay en nosotros? ¿De las cosas malas que hemos hecho o de las que hemos hecho mal? Esta es una de las principales tareas que tenemos entre manos; purificar nuestra vida de lo que no es bueno, sacar lo que está podrido, limpiar lo que está sucio, etc. Pero ¿cómo hacerlo? No podemos volver al pasado para vivirlo de manera diferente. Solo Dios puede renovar nuestras vidas con su perdón, y Él quiere hacerlo…. hasta el punto que el perdón de los pecados ocupa un lugar importante en nuestras relaciones con El. Como nos creo libres, el único requisito que exige es que nosotros queramos ser perdonados: es decir, rechacemos el pecado cometido (esto es el arrepentimiento) y estemos dispuestos a luchar para no volver a cometerlo. ¿Cómo nos pide que mostremos nuestra buena voluntad? A través de un gran regalo que Dios nos ha hecho. En su infinita misericordia nos dio un instrumento que no falla en reparar todo lo malo que podamos haber hecho. Se trata del sacramento de la penitencia, el mismo al que un gran santo llamaba “El Sacramento de la alegría”, porque en él se revive la parábola del hijo pródigo, y termina en una gran fiesta en los corazones de quienes lo reciben. Y es que este Sacramento, al igual que todos los demás, no es ningún invento de ningún Papa, Obispo o Sacerdote. Cuando Cristo resucitó lo primero que les dice a los Apóstoles es “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados, a los que se los retuvieren, les serán retenidos (Jn. 20, 22-23) O sea pues, que el poder de perdonar los pecados a nombre de Dios fueron los Apóstoles, y estos por sucesión les fue transmitido a los Papas, a los Obispos y a los Presbíteros. Cuando nos confesamos, el Sacerdote nos dice al final “Yo te absuelvo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Eso nos indica que está actuando a nombre de la Santísima Trinidad y no a título personal.

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Retomando la pregunta con la que titulamos este trabajo, ¿con qué frecuencia debemos confesarnos? La respuesta es sencilla: con la frecuencia que necesitemos. Pero tampoco debemos llevar esa frecuencia a un extremo tal que nos confesemos casi todos los días. Se entiende que si hemos hecho el propósito de enmendarnos, pasarán algunas semanas antes de que necesitemos una nueva confesión. Por regla general, un católico bien formado debe confesarse mas o menos una vez al mes. Conocemos muchísimos argumentos que algunos católicos presentan para no confesarse. Desafortunadamente no disponemos de mucho espacio en este Semanario para exponer y responder a los más frecuentes y populares. Algunos cristianos hemos desarrollado una extraordinaria capacidad de inventarnos excusas para no ajustar nuestra vida a lo que el Señor nos enseña, sino que nos empeñamos en que sea la Palabra la que se adapte a nuestro propio estilo de vida. Por otro lado, sospechamos que muchos hermanos se acercan a recibir la comunión sin haberse confesado hace muchos meses y hasta años. Debemos recordar que en la comunión recibimos el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, y que consecuentemente nuestra alma debe estar debidamente preparada para recibirlo. No se trata de un simple formulismo o un acto simbólico. Es algo tan serio que San Pablo escribe a los Corintios lo siguiente: “Porque el que come y bebe sin considerar que se trata del Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación” (1 Cor. 11,29) La misericordia de Dios es infinita, y por esa razón el Salmo 25 nos dice “El Señor es bueno y recto; por eso muestra el camino a los que han pecado. Dirige los pasos de los humildes, y muestra a los sencillos el camino”. Queda claro, pues, que para encontrar a nuestro Creador debemos imitar a la Santísima Virgen en su humildad y sencillez de alma. De nada nos valdrán los pretextos que nos podamos inventar para hacer nuestra voluntad y no la de Aquel que se hizo uno de nosotros para redimirnos del pecado.

CONFESIÓN Y COMUNIÓN Platicando recientemente con un muy querido hermano en Cristo, comentábamos acerca del tema de la Confesión, o sea el

Sacramento de la Reconciliación y la Comunión. En la conversación hablábamos acerca de la cantidad de hermanos y hermanas que se acercan a la Comunión en los diferentes Templos de nuestra ciudad y nos preguntábamos si todos habíamos cumplido con lo que nuestra Santa Madre Iglesia nos pide hacer antes de acercarnos a recibir el Cuerpo, la Sangre y la Divinidad de nuestro Señor Jesucristo. Pero antes de entrar en materia queremos repasar lo que el Catecismo de la Iglesia nos dice al respecto en el No. 1423: “Se le denomina Sacramento de Conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión, la vuelta al Padre del que el hombre se había alejado por el pecado”. Se denomina Sacramento de la Penitencia porque consagra un proceso personal y eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano pecador. Es decir pues, que este Sacramento fue instituido por Cristo Jesús como un camino para que el hombre pecador regrese a la Casa de su Padre, de la cual nunca debió salir. La Iglesia siempre ha enseñado que para hacer una buena confesión, el penitente debe hacer un profundo y detallado examen de conciencia, a manera de una contabilidad de todos los pecados que ha cometido desde la última vez que se confesó. No se concibe hacer una buena confesión sin antes habernos examinado a conciencia el estado de nuestra alma. Otra de las condiciones indispensables que debemos observar al confesarnos es el estar sinceramente arrepentidos del mal que hemos hecho, y hacernos el propósito firme de no volver a caer en los mismos errores. Hay otro detalle que debemos cuidar. Cuando nos acercamos al confesionario debemos recordar que posiblemente hay detrás de nosotros otros hermanos que desean reconciliarse con Dios. Por ese motivo debemos aprender a hacer nuestras confesiones lo mas cortas posibles. No se trata de darle vueltas a la confesión, de modo que damos demasiados detalles al confesor. No estamos diciendo aquí que ocultemos la parte medular de nuestros confesión, sino que seamos lo más breves posibles para dar oportunidad a otros hermanos que quieran confesarse. Para nadie es un secreto que tenemos pocos sacerdotes, y que no siempre hay uno disponible para confesarnos. Nos consta que nuestros presbíteros hacen hasta

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lo imposible para atendernos, pero que no siempre disponen del tiempo necesario. Un consejo que damos a los hermanos que quieran discutir con amplitud sus problemas es el siguiente: Al momento de confesarse hagan una cita con el sacerdote para hacer una dirección espiritual. De esa manera tanto el sacerdote como el feligrés dispondrán de todo el tiempo que haga falta sin molestar a nadie. No hay que confundir el Sacramento de la Reconciliación con la Dirección Espiritual.

Cristo y Su Madre Santísima

Dicen los psicólogos que existe una fuerte línea de identificación en las madres y sus hijos. Es tanta esa identificación que, cuando el bebé todavía está dentro del vientre materno, participa de todas las emociones que experimenta su madre. Es decir, que cuando la madre está feliz, el bebé lo está también; cuando la madre sufre, él también sufre, etc. Esa fuerte identificación no termina con el alumbramiento. El bebé está tan familiarizado con la vos de su madre que aunque él no entienda las palabras que ella le dice, el bebé sabe interpretar el estado de ánimo de su progenitora. Dicen además los que saben de esto, que esa identificación desaparece hasta como a los cuatro añitos del bebé. No hay razón para no suponer que ocurrió lo mismo entre Jesús y Su Madre. Muy posiblemente esos lazos de que hablamos en el párrafo anterior se extendieron mucho más allá de los cuatro años entre ellos. Cuando leemos el pasaje de las Bodas en Caná de Galilea, y si nos detenemos un poco a reflexionar sobre el mismo, notaremos que fueron solamente tres palabras las de la Virgen para mover la voluntad de su Hijo. Aunque San Lucas no nos da muchos detalles íntimos de esa cortísima conversación, podemos suponer la mirada que nuestra Madre le dirigió a su Hijo. Fue una mirada tierna y suplicante mucho más elocuente que las palabras. Por otro lado nos queda claro que la Virgen conoce como nadie el Corazón de su Hijo. Ella no necesitó presentar ningún otro argumento para subsanar la situación. Son muchas las lecciones que nuestra Santísima Madre nos da a nosotros. La forma en que debemos presentar nuestras súplicas a nuestro Creador. Nos enseñó también a

poner nuestro corazón y toda nuestra fe en nuestras rogaciones ante el Altísimo. Debemos además confiar plenamente en que Dios atiende las necesidades de nosotros sus hijos. ¡Si tuvierais fe como un grano de mostaza! Hay que aprender a pedir en la forma en que nos ha enseñado nuestra Santísima Madre: con confianza, con mucha humildad y una buena cantidad de fe. Todos sabemos muy bien que las palabras que dijo la Virgen son muy pocas las que aparecen en los Evangelios. Y es que Ella no cometió el error en el que caemos muchos predicadores. Terminamos creyendo que hablando mucho vamos a obtener muchas conversiones. Muchos santos han dicho que obtuvieron mas conversiones orando que hablando. Cuando escudriñamos las Sagradas Escrituras con detenimiento y con el corazón abierto nos encontramos con hechos maravillosos que permanecen ocultos para aquellas almas que le dedican tiempo y amor a la Palabra de Dios. La Virgen tiene muchísimo que enseñarnos a los que la amamos y a los que esperamos confiados en la misericordia de su Hijo y que llega a nosotros por las benditas manos de su Madre.

¿CUAL ES EL PRINCIPAL PROBLEMA DE LOS

HONDUREÑOS? Bajo el Pontificado de su Santidad Juan Pablo II, los católicos de todo el mundo nos enteramos de la devoción que el pueblo polaco tiene por nuestra Madre Celestial. Toda la historia de ese noble y sufrido pueblo ha girado alrededor de Jasna Gora, la Virgen negra que veneran en su hermoso templo. Vivos están en nuestras mentes las imágenes del Sindicato Solidaridad, cuyos miembros, con el Santo Rosario en sus manos y en sus labios propiciaron la caída del régimen socialista en su país. El Domingo 27 de Agosto recién pasado, el Papa Benedicto XVI tuvo un recuerdo especial para Polonia con ocasión del 50 aniversario de los votos de Jasna Gora, un acto de entrega a la Virgen que fue fuente de “renovación espiritual y moral” en el país. La celebración a la que nos referimos, que se

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realizó en el Santuario de Czestochowa, y congregó a más de 200,000 personas. Si los polacos fueron capaces de propiciar la caída del imperio soviético rezando devotamente el Santo Rosario, ¿no podríamos nosotros derrocar el fantasma de corrupción, que no permite el desarrollo de nuestro país? ¿Acaso nuestra morenita de Suyapa no podría escucharnos si todos los católicos de Honduras nos decidiéramos a rezar el Rosario diariamente? Si ese milagro lo hizo nuestro Padre Celestial a través de nuestra Santísima Madre en Polonia, ¿no podría repetirse en Honduras? La mayoría de nuestros compatriotas creen que los principales problemas de Honduras son: la inseguridad, la falta de empleo, falta de financiamiento, etc., pero la verdad es que nuestro principal problema se llama CORRUPCION. Es algo así como un cáncer maligno que corroe nuestras entrañas. Esa peligrosa enfermedad está en todos los niveles de nuestra sociedad y no existe ninguna medicina en ninguna farmacia del mundo que la pueda erradicar. Está probado que no lograremos ningún éxito contando solo con nuestras fuerzas y recursos. Hace falta que Dios intervenga a través de nuestra Madre Santísima. Algunos se reirán pensando que la corrupción es tan grave que no la erradicaremos repitiendo: Dios te Salve María……… Tampoco se creía que David podía derrotar a Goliat, o que los alemanes en la Segunda Guerra mundial salieran de Austria sin haberse producido ninguna intervención humana. La Santísima Virgen ha dicho que “con el Rosario en la mano podemos parar las guerras” En la celebración que mencionamos al principio de este artículo, el Papa recordó que en ese mismo santuario Juan Pablo II encomendó su pontificado a la Virgen diciéndole “Totus tuus” (soy todo tuyo), y que las coronas de oro que adornan el icono de la Virgen fueron bendecidas y ofrecidas por el Papa Karol Wojtyla la víspera de su muerte. El Papa Benedicto XVI les dijo a los polacos en su propio idioma: “Confío a la Madre de Dios al clero y a los fieles. ¡Que Dios os bendiga!

¿CUÁL ES MI MISIÓN? En el seno de nuestra familia, y con alguna frecuencia, comentamos las homilías, o los

Evangelios que se han leído en las Misas en las que participamos. En la celebración Eucarística del Sábado 31 de Diciembre recién pasado, a las 8:30 p.m., el Rev. Padre Fausto, Párroco de San Vicente de Paúl nos invitó a los presentes a preguntarnos: ¿Cuál es mi misión en esta vida? El Padre nos animó a hacer un examen de nuestra forma de vida, y a descubrir cuál es el propósito de nuestra existencia.

Reflexionando en familia, todos expusimos diferentes ideas de lo que sería esa misión que Dios nos ha encomendado, y consecuentemente a cuestionarnos si lo estamos haciendo, y qué cosas más podríamos hacer. De todas esas ideas y conclusiones podríamos hacer el siguiente resumen: 1.- Nadie sobre la faz de la tierra está aquí por accidente, ya sea porque nuestros padres sacaron mal la cuenta, o porque se les fue la mano, o porque no miraban suficiente televisión. Estamos aquí porque esa fue la voluntad de Dios que nos conoce aún antes de haber sido concebidos en los vientres de nuestras madres. Y al crearnos, el Padre Eterno ya tenía para cada uno de nosotros un plan maravilloso, una misión concreta que debamos cumplir antes de regresar a nuestra morada eterna. Pero al mismo tiempo en que delineó ese plan maravilloso personal, nos dotó de amplia y total libertad para seguirlo, o para ignorarlo- Y allí es donde la mula botó a Genaro como dicen en mi pueblo. 2.- Pero Dios, en su infinita sabiduría, y que nos conoce como nadie, sabía de antemano que no podía dejarnos desamparados, porque nadie podría perseverar sin su auxilio tanto tiempo fiel a Su Palabra y Sus enseñanzas. Allí es donde precisamente aparece la Santa Madre Iglesia Católica, que como Madre y Maestra nos muestra el camino de salvación y perseverancia. 3.- Cada uno de nosotros hemos sido llamados a diferentes misiones porque todos los bautizados somos misioneros- No existe absolutamente nadie que no sea capaz de evangelizar a sus hermanos. Cuando hablamos de “evangelizar” no estamos prensando únicamente en los predicadores, en los sacerdotes, diáconos, Obispos, Religiosos, etc. La evangelización es tarea de todos. Cuenta la historia que San Francisco de Asís llamó una tarde a uno de sus hermanos y le pidió que lo acompañara a ir a

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evangelizar al pueblo. El hermano lo acompañó con mucha alegría, y ambos se dirigieron hacia el pueblo. Dieron una larga caminata por el mismo, y al cabo de algún tiempo regresaron al Convento. Sorprendido por eso, el hermano le preguntó al Santo: “Hermano, ¿no me pediste que te acompañara a evangelizar?” San Francisco le contestó “Eso mismo es lo que hemos hecho”. 4.- De la anterior historia sacamos la conclusión que no siempre es necesario dar tremendas conferencias, rollos, charlas etc. para lograr una efectiva evangelización. Basta con llevar una vida mas o menos apegada al Evangelio para que <<Brille de tal modo vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras obras buenas y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos (Mt. 5,16). El mundo de hoy está lleno de dolor, soledad, desesperanza, angustia, injusticia, maldad, etc. Muchas personas todavía no saben que Dios las ama porque no hemos puesto nuestros sentidos a su santo servicio para llevarles ese mensaje de esperanza y consuelo a tantos corazones sangrantes que andan por el mundo. Ese bien podría ser una misión para muchos de nosotros. Es necesario que nos olvidemos un poco de nuestros propios sufrimientos y enfermedades para interesarnos más de las angustias de nuestros hermanos necesitados. Muchas veces una simple sonrisa, o una palabra de aliento para el que sufre pueden producir milagros. Recientemente escribió el Padre Medina en su tan gustada columna de “El Buen Amigo” de la Diócesis de San Pedro Sula que hoy ya casi nadie saluda o contesta un saludo. Pasamos tan inmersos en nuestros propios problemas que nos olvidamos de los demás. Cuánto gozo espiritual nos produce cuando viajamos a algunos pueblos nuestros que aún conservan esos buenos modales y la educación de generaciones pasadas. Todavía hay pueblos en que la gente saluda y contesta los saludos. Quedó en el olvido aquella forma de saludo de principios del siglo pasado en que cuando un visitante llegaba exclamaba en la puerta ¡Ave María Purísima! y el anfitrión contestaba ¡Sin pecado concebida! 5.- También en nuestra forma de hablar podemos ser misioneros <<Pues no sois vosotros los que habláis, es el Espíritu de vuestro Padre el que habla en vosotros (Mt. 10,30) >> En otras palabras, nuestro papel de misioneros también puede ser efectiva en la forma en que dialogamos con nuestros

hermanos. Todo esto es posible si nos mantenemos conscientes de que “Mi vida es Misión” como leemos en un sticker popular en nuestros días. Recordemos cuál fue la primera acción que nuestra Santísima Madre tomó después de haber concebido a su Hijo Unigénito. Ella se fue a misionar al visitar a su pariente Isabel. Ese es un modelo perfecto de vida.

CUANDO PARECE QUE DIOS NO NOS ESCUCHA

A veces nos parece que Dios no nos escucha, o no quiere escucharnos para atender alguna necesidad que tenemos. Tenemos la impresión que nuestras oraciones se pierden en el vacío y que resulta inútil continuar pidiendo algo sin que se nos atienda. Muchas veces nos sentimos frustrados porque recordamos que Cristo nos dijo “Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, tocad y se os abrirá”. Frecuentemente caemos en el error al creer que Dios es algo así como un bombero, que solamente está esperando que gritemos ¡fuego! Para que El, obligatoriamente acuda a nuestro llamado. San Agustín también sintió como nosotros esa angustia de no ser escuchado y encontró la siguiente respuesta: “Dios, que ya conoce nuestras necesidades antes de que se las expongamos, pretende que, por la oración, se acreciente nuestra capacidad de desear, para que así nos hagamos mas capaces de recibir los dones que nos prepara. Sus dones son muchos, y nuestra capacidad de recibirlos es pequeña. Por eso, cuanto más fielmente creamos, más firmemente esperamos y más ardientemente deseamos este don, más capaces somos de recibirlo”. No debemos nunca dudar que Dios nos escucha, lo que pasa es que no siempre nos concede lo que le pedimos porque por muy buenas que nos parezcan, El, en su infinita sabiduría, conoce lo que nos conviene y lo que no. San Pablo nos dice que “nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene” (Rom. 8, 26) Dios quiere aumentar nuestra fe en El, nuestra confianza y nuestro amor incondicional a Su Persona, Quiere que creamos y esperemos contra toda esperanza humana; que sigamos confiando en El, en su omnipotencia y en su amor misericordioso,

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incluso cuando no se vea ningún remedio humano posible. Al prolongar nuestra espera, desea probar cuán grande es nuestra fe y nuestra confianza en El; y que le demostremos que, a pesar de todas las dificultades, le amamos por encima de todas las cosas, nos conceda o no lo que le pedimos. Otra condición indispensable en nuestra oración debe ser que sean auténticamente cristianas – y no una especie de chantaje contra Dios – es que siempre busquemos en todo su santísima voluntad. Así nos lo enseñó en Señor en el Padre Nuestro “Hágase, Señor, tu voluntad, en la tierra como en el cielo……” Un ejemplo muy ilustrativo de lo que aquí tratamos lo encontramos en los Evangelios, cuando la mujer cananea se le acerca al Señor y le pide que cure a su hija enferma. La respuesta probablemente nos hubiera desarmado a nosotros, y nos hubiera desanimado para continuar pidiendo. La fe de esa mujer, que sin ser del pueblo escogido por Dios, era ciertamente grande y confiada.

¡CUÁNTA RAZÓN TENÍA DOÑA MARÍA TERESA!

Hace aproximadamente un año publiqué un artículo donde narré una experiencia que tuve hace como una década en la Capilla del Santísimo Sacramento en la Catedral de San Pedro Sula. Encontré a una anciana que estaba orando en silencio. Una vez que los dos terminamos nuestra adoración, me acerqué a ella y me identifiqué. Ambos nacimos en Amapala y ella era contemporánea de mi madre, que en ese tiempo aún teníamos la dicha de tenerla viva. Después de los saludos de rigor me dijo estas palabras: “Hijo, yo vengo a visitar diariamente el Santísimo porque pido por los jóvenes, Satanás está haciendo estragos entre ellos”. La ancianita de nuestra historia se llamaba María Teresa y toda su vida fue una mujer piadosa, devota ferviente de la Santísima Virgen. Madre soltera que se ganó su sustento y el de sus hijos trabajando en una máquina de coser durante mucho tiempo. A sus 85 años caminaba diariamente un kilómetro y medio para llegar a Catedral, y otro tanto para regresar a su casa. No permitía que sus hijas pagaran un taxi para

transportarla porque esa caminata era parte del sacrificio que ofrecía. Cuando recientemente leímos varios reportajes en un importante periódico sampedrano el desenfreno en que viven muchos jóvenes, inmediatamente recordamos las palabras de esa anciana que hace varios años regresó a la Casa del Padre. Nosotros hemos continuado ese ministerio y hemos invitado a cuanto grupo o personas particulares han tenido la paciencia de escucharnos para que continuemos con esa noble labor, porque no sabemos cuánto tiempo más podremos continuar haciéndolo. Al leer los reportajes, recordamos a los lemures, una sub-especie de primates de Madagascar que por razones desconocidas, y bajo ciertas circunstancias, corren frenéticamente al vacío para suicidarse. Eso mismo está sucediendo con muchos de nuestros jóvenes. La Iglesia hace lo que puede, y muchos jóvenes no solo están lejos de esa conducta desenfrenada, sino que se han incorporado al trabajo evangelizador. Los hijos son lo que los padres hemos hecho de ellos. No hay duda que hacen falta muchas Marías Teresas en el mundo. La Santísima Virgen ha dicho que con el Rosario podemos cambiarlo todo. Ningún buen católico puede quedarse inmóvil ante esa tragedia. Todos debemos implorar la misericordia divina para cambiar esa situación. El padre de la mentira continúa haciendo una tétrica labor entre nuestros muchachos y muchachas. Todo eso es productos de familias desintegradas total o parcialmente. Hay casas en donde viven personas, pero que están muy lejos de formar un hogar. Muchos padres continúan indiferentes ante los problemas de sus hijos. No se preocupan porque cuando tengan su juicio particular, serán seriamente acusados de negligencia por el descuido injustificado de su prole. Analizando la situación que hoy nos preocupa, se nos ocurre decirle a esa honorable ancianita: ¡Cuánta razón tenía usted, Dona María Teresa!

¿Cuánto tiempo debemos orar por los muertos?

La pregunta con la que titulamos este trabajo se nos ha hecho en varias oportunidades. Algunos fieles creen que basta con ofrecer un

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triduo de Misas, otra Misa a los cuarenta días y otra final al cumplir un año de muerto el ser querido. Aprendamos de la sabiduría de nuestra Santa Madre Iglesia Católica que no cesa de orar por los muertos. En cada Misa se hace una oración por todos los que ya han compartido la muerte de Cristo, y se ruega para que compartan con Él la vida eterna. Por otro lado, debemos recordar que las oraciones de rogación por los muertos, al igual que todas nuestras oraciones, se dirigen al Dios Eterno, y por lo tanto no están limitadas por el tiempo. Para Dios no existe el presente ni el futuro. Las oraciones que le dirigimos a Dios no tienen límites de tiempo. Las oraciones por un ser querido fallecido son también oraciones de acción de gracias, alabando a Dios por su bondad y misericordia hacia esa persona, y por todo el bien hecho a través de ella durante su vida en la tierra. Por todo lo anterior, hacemos bien en no olvidar a nuestros seres queridos difuntos y continuar orando por ellos y por nosotros con la esperanza de reunirnos felizmente en el cielo. Consecuentemente, limitar las rogaciones a un triduo, y a una que otra Misa durante el año, denota que ignoramos el bien que hacemos al ofrecer Novenarios de Misas, Rosarios, etc. Por nuestros queridos difuntos que se nos adelantaron al encuentro con nuestro Creador. Estamos bajo la impresión de que los famosos triduos están de moda en las ciudades grandes de nuestro país. Vivimos tan entregados a los otros compromisos de carácter social, financiero, etc. que no disponemos de tiempo para asistir tantos días seguidos a pedir por nuestros difuntos. No olvidemos que una lama en el Purgatorio puede durar allí un día, una semana, un año y hasta siglos. Consecuentemente hacemos bien cuando dedicamos mucho tiempo a orar por nuestros difuntos, y por aquellos que no tienen quien pida por ellos. Finalmente recordemos que la oración nunca se pierde y nunca regresa vacía. Las almas que salen más rápidamente del Purgatorio se convierten en nuestras aliadas solicitando la misericordia de Dios hacia nosotros.

Cuestión de vida ó muerte Todos los católicos, incluyendo cardenales, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, debemos estar atentos a la palabra orientadora de nuestro Santo Padre. Como sucesor de Cristo es el pastor universal de la Iglesia, y un buen pastor cuida siempre de su rebaño. A principio del presente año, y al momento de dirigirse a los miles de peregrinos que se habían congregado en Roma, el Sumo Pontífice dijo estas sabias palabras: “La oración no es algo accesorio u opcional, sino una cuestión de vida o muerte”. Estas sabias palabras de Benedicto XVI contrastan con las dichas por otro alemán, Federico Nietzsche, quien exclamó con enojo: “¡Es vergonzoso orar! A esto le contestó el premio Nobel francés Alexis Carrel: “Orar y respirar son necesidades de supervivencia vital”. Los gansos recorren miles de kilómetros en su migración obligatoria. Las formaciones en cuña, donde el ave más fuerte ocupa la punta, y las más jóvenes y débiles los últimos lugares, salvan las enormes distancias que tienen que recorrer anualmente. Nuestro peregrinar hacia el Padre es parecido al vuelo de los gansos, donde la fortaleza se mide en la oración, porque nuestro viaje el de todos y el de cada uno debe culminar sin falta en la vida eterna. Dice el Papa que: “Sólo el que reza, es decir, quien se encomienda a Dios con amor filial, puede entrar en la vida eterna, que es Dios mismo”. Algunos hermanos y hermanas arguyen que “no les queda tiempo”, “que se les olvida”, “que no tienen vocación para rezar” y muchísimas otras excusas vanas. Debemos tener siempre presente que estamos en este mundo de pasada; que nuestra permanencia es bastante corta; y que nuestro destino final es la vida eterna. Orar es subir al monte con Cristo y los tres apóstoles e involucramos en la oración a nuestro Padre Eterno. Por lo tanto, rezar no es evadirse de la realidad y de las responsabilidades que ésta comporta, sino asumirlas hasta el fondo, confiando en el amor fiel e inagotable del Señor. Pidamos con sencillez a nuestra Santísima Madre para que nos enseñe a orar como

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hacía su Hijo, para que nuestra existencia quede transformada por la luz de su presencia.

CURAS POLITICOS

Los hondureños pasamos la mayor parte de los años inmersos en campañas políticas, que nos gusten o no, los partidos y sus diferentes movimientos mantienen activa invirtiendo fuertes sumas de dinero. Por otro lado, a través de los diferentes medios de comunicación nacionales y extranjeros, también permanecemos bombardeados por mensajes sobre los diferentes movimientos y tendencias políticas internacionales. La Iglesia, como Cristo, siempre ha sido signo de contradicción. Él se cuidó de no entrar en la política del poder: recordemos la tentación sobre el tributo al César, el interrogatorio de Pilatos, cuando éste le preguntó si Él era rey. Aunque el Hijo del Hombre declaró que su reino no es de este mundo, fue condenado básicamente por motivos políticos. La Iglesia, como signo visible del Reino de Dios, a menudo pasa por situaciones parecidas. Si se preocupa sólo de sí misma, se le acusa de alienante. Si se dedica a obras sociales, lo menos que se dice de ella es que se ha aseglarado, que se descuida de las almas, que invade esferas que no son de su competencia, o que los curas se están volviendo comunistas. Los seglares y el clero católico debemos mantener un equilibrio tal que no nos permita caer en los extremos. El Papa Pablo VI en su exhortación Apostólica EVANGELIUM NUNTIANDI nos dice claramente que: “La Iglesia está plenamente convencida de que toda liberación temporal, toda liberación política – por más que ésta se esfuerce en encontrar su justificación en tal o cual página del Antiguo o del Nuevo Testamento; (…) por más que pretenda ser la teología de hoy – lleva dentro de sí misma el germen de su propia negación y decae del ideal que ella misma se propone desde el momento en que sus motivaciones profundas no son las de la justicia en la caridad, la fuerza interior que la mueve no entraña una dimensión verdaderamente espiritual, y su objetivo final no es la salvación y felicidad en Dios”(Ev.Nunt.,35).

CURIOSIDADES EN LA IGLESIA CATÓLICA

Hay muchos hechos curiosos relativos a la presencia de la Santa Madre Iglesia en el mundo a lo largo de estos veintiún siglos de su existencia. Muchos inventos y descubrimientos que hoy día hacen más fácil y agradable nuestras vidas se las debemos a religiosos y religiosas que han dejado huella en la humanidad. Mencionaremos aquí algunas de ellas: 1.- En el año de 1956, Sor María Susana, de las Misioneras de María, descubrió la vacuna contra la lepra. Este notable descubrimiento y aporte a la ciencia ha reducido en gran medida el contagio de esa enfermedad. Vale la pena recordar que en el año de 1889 falleció víctima de ese mal el Padre Damian, en la Provincia de Molokai (Hawai), contagiado por los enfermos que él cuidaba. 2.- Todos llamamos al Vicario de Cristo con el nombre de “ Papa “, pero muy pocos saben de dónde viene esa palabra y cuál es su significado. En el año 1098, el Papa Urbano II giró una orden estableciendo que se les llama así a todos los Pontífices de Roma, ya que reúne las iniciales de PEDRO, APÓSTOL, PONTÍFICE y AUGUSTO. 3.- Los Católicos recordamos el atentado que sufrió su Santidad Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro en Roma el día 13 de Mayo de 1981. La bala que perforó su cuerpo se desvió unos pocos centímetros, lo que evitó un resultado funesto y doloroso para la Iglesia Universal. El Papa atribuyó este hecho como un milagro de la Santísima Virgen. Como muestra de su agradecimiento y devoción, Juan Pablo II llevó personalmente la bala que le extrajeron y se la entregó a Mons. Alberto Cosme, Obispo de Leiria. La ojiva ha sido engarzada en la corona de la imagen de Nuestra Señora de Fátima que preside el Santuario de Cova de Iría. La Basílica Santa María la Mayor en Roma es el templo más antiguo en Occidente dedicado a la Santísima Virgen. En ella se guardan la mayor parte de los restos de la cuna de Belén. Normalmente, el Santo Padre celebra Misa los 24 de Diciembre en ese Templo. Hay otros aportes muy importantes de nuestra amada Iglesia Católica al mundo, que

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van desde deliciosos panecillos, confituras, bebidas, etc. Este es un motivo más para sentirnos orgullosos de pertenecer a la Iglesia que fundó Nuestro Redentor.

CURSILLOS DE CRISTIANDAD

El día 18 de Marzo del año 1965, hace ya 41 años, a las 5 de la tarde tomé un autobús que me esperaba frente a la Iglesia Catedral San Pedro Apóstol de San Pedro Sula. Confieso que acudí a esa cita más por pena y compromiso que por deseo de asistir a lo que me dijeron ser un “Cursillo de Cristiandad”. Hasta esa fecha, evitaba en lo posible por asistir o permanecer en sitios donde se rezara. Lo encontraba aburrido y sin sentido. Los que me acompañaban en el grupo casi todos me eran desconocidos, excepto la persona que me invitó a asistir al retiro, y uno que otro que había visto de pasada. A eso de las 5:30 p.m. el autobús partió rumbo a la ciudad de El Progreso, y en silencio me preguntaba: ¿Por qué tan lejos? Si me iban a hacer rezar, ¿por qué no lo hacíamos allí mismo en la Catedral, y luego nos regresábamos cada quien a su casita? Una vez instalados en lo que serían nuestros dormitorios por dos noches, nos reunieron en un salón donde un laico empezó a hablar. Confieso que el tema no me interesó, pues estaba más sumido en mis propios pensamientos y preguntas que en lo que me pudieran decir allí. Como no trato de hacer una relación detallada de mi experiencia de esos días, paso a decir lo que significó para mí esa que ahora llamo con propiedad: “Una de las mas maravillosas experiencias de mi vida”. Cuando me di cuenta del amor gratuito e incondicional de Dios por mí, me sentí profundamente conmovido y feliz. Paulatinamente me fui encontrando con un Cristo vivo que tiene sus benditos ojos fijos en mí, y que además espera le corresponda por amor a todo lo que Él me ha dado. Uno de los momentos mas maravillosos de esos benditos tres días fue cuando nos dimos cuenta que había mucha gente haciendo oración (palancas) por nosotros. Me quedé maravillado cuando caí en la cuenta que soy heredero del Reino y participante de la realeza de Dios por el bautismo. Las mayorías de los que participábamos en ese encuentro no pudimos contener nuestras lágrimas.

Todas esas experiencias han quedado gravadas en mi alma, incluyendo el canto "De Colores” que a cada momento escuchábamos. Muchos de mis compañeros de cursillo ya descansan en la paz del Señor, incluyendo muchos de los rollistas y el Rector del mismo. Nunca podré agradecer lo suficiente a Dios por ese regalo maravilloso que hasta el día de hoy encomiendo en mi Rosario a los Directores Espirituales y los rollistas que participaron. Mi cursillo fue el No. 5 para hombres de la Diócesis de San Pedro Sula. Los rollistas no tenían la experiencia que deben tener los de hoy, por eso quedó evidenciado que el Espíritu Santo se movió entre nosotros esos días. Mi cuarto día no ha sido nada fácil. Son muchas, incontables las caídas, pero aún seguimos levantándonos para continuar sirviendo a ese Dios maravilloso y bueno. Aprendí en mi cursillo a amar verdaderamente a mi Madre Santísima. Esa Madre que siempre está a mi lado, especialmente cuando rezo el Santo Rosario y en mi visita diaria a Jesús Eucaristía. Milité activamente en cursillos durante varios años, inclusive participé en la Escuela de Dirigentes. Se nos enseña que los cursillistas estamos llamados a “vertebrar cristiandades”. Hoy no asistimos a Ultreyas debido a problemas de salud, pero siempre estamos listos y dispuestos a participar activamente en la nueva evangelización, a la que fuimos llamados por nuestro recordado Papa Juan Pablo II. Aunque muchos cursillistas olvidaron esa maravillosa experiencia, también hay muchos participando en los diferentes movimientos y agrupaciones de laicos. Me atrevo a decir que no hay grupo en donde no haya más de un cursillista. Somos muchos lo que descubrimos a Cristo en un cursillo, y además aprendimos a amar y a servir mejor a nuestra Santa Madre Iglesia Católica. Vale la pena mencionar la emoción que sentimos cuando salimos del retiro y fuimos recibidos por el entonces Párroco de Catedral, Jaime Brufau C.M. y que como todos sabemos poco tiempo después fue nombrado Obispo de San Pedro Sula. Son días imborrables en nuestra alma, y pensar que acudí a la cita porque me había invitado, según yo, el recordado hermano Steve Rhinehart (QDDG) a quien siempre admiramos como persona y católico bien

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formado. Lo que yo no sabía cuando tomé el bus es quien realmente había fijado su mirada en mí era el mismo Cristo, a quien ahora sirvo con alegría. No hay duda que Cursillos de Cristiandad ha sido un maravilloso regalo misericordioso del Espíritu Santo, que continúa dando frutos de santidad a la Iglesia Universal.

DANOS PACIENCIA Muchos de los problemas que enfrentamos los humanos se derivan de nuestra impaciencia. Nuestro estilo de vida continuamente nos está empujando a hacer las cosas con mayor rapidez porque queremos ver resultados inmediatos. Una de las innumerables virtudes de la Santísima Virgen es su paciencia. Los evangelios nos dan muchísimos ejemplos de esa bella cualidad de nuestra Madre Celestial. Debemos suponer que ELLA y San José debieron tener muchísima paciencia y confianza en Dios cuando les tocó huir a Egipto con su amadísimo Hijo. No deben haber sido pocos los inconvenientes que sufrieron durante esa travesía. Las madres que nos leen saben mucho de lo difícil que es viajar con un recién nacido, que aun siendo Dios, tenía todas las necesidades de un niño común. Su vida en el exilio debió ser también muy incómoda y difícil. Los que han sufrido las penas del exilio voluntario u obligado saben también mucho de lo terrible que ha de ser vivir en un país que no es el nuestro. Nuestros “mojados” deben ser maestros en estas experiencias y podrían darnos cátedra a los que felizmente nunca hemos pasado por esa experiencia. Algunos padres, y especialmente madres de familia, experimentan graves problemas en sus hogares originados en abusos, vicios, desintegración familiar, etc. Quizá entre los más comunes sea el de las madres de familia que tienen que vivir con un esposo o compañero de vida alcohólico, un hijo drogadicto, unos hijos rebeldes, riñas familiares, etc. Todo esto debe movernos a exclamar desde lo mas hondo de nuestra alma: “MADRE SANTÍSIMA DAME UN POQUITO DE TU PACIENCIA”. Nadie mejor que ELLA para comprender nuestro dolor y angustias. Nadie

mejor que Ella para consolarnos y comprendernos, pero sobre todo, interceder ante su HIJO para aliviar nuestras penas. Personalmente siempre nos gusta recordar a nuestros interlocutores que cuando éramos niños (as) y teníamos algún problema, corríamos al regazo de mamá para que nos consolara. ¿Quién de nosotros no se sintió seguro(a) en los brazos de mamá? ¿Quién de nosotros no estaría feliz hoy día en el regazo materno? Pues toda esa paz, sosiego y tranquilidad la podemos encontrar cobijados en el santísimo manto de nuestra Madre Celestial. ELLA no se cansa en repetirnos que nos ama mucho e intercede por nosotros. Algunas madres caen el error de querer imponerles a sus hijos bajo presiones su fé católica. Conocemos muchos de esos casos, y la reacción de los muchachos es de un rechazo a lo que se les quiere imponer. Nunca la religión ha entrado en alguien a la brava. El Señor es tremendamente paciente con nosotros. A algunos nos espera 20, 30, 40, 50 años. Muchos terminamos diciendo con San Agustín ¡Tarde te amé! También hemos conocido casos de muchachos y muchachas que se han cambiado de religión como un signo de rebeldía hacia sus padres que han querido imponerles su catolicismo. Con todo lo anterior no pretendemos decir que los padres no deban hacer nada por la formación espiritual de sus hijos. El mejor y más seguro método de evangelización en la familia es por medio del ejemplo. Si un niño crece viendo a sus padres entregados a la oración diaria, es muy seguro que seguirá sus pasos. El Santo Padre Juan Pablo II narra en su libro “Cruzando el Umbral de la Esperanza” que las primeras lecciones las recibió de su papá. Cuenta que todas las mañanas, cuando despertaba, lo primero que sus ojitos miraban era a su papá de rodillas rezando el Santo Rosario. Ese acto lo impactó tanto que se quedó gravado en su mente y su corazón hasta el final de sus días. Podemos decir que Juan Pablo II tuvo un excelente maestro evangelizador desde su niñez. ¿Que se puede esperar de un niño o niña que nunca o muy rara vez ve a sus padres entregados a la oración? Recuerdo la experiencia que me contó un día una señora joven que acostumbraba rezar el Santo Rosario todas las tardes cuando regresaba de

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su trabajo. Una de esas tardes, la señora llegó muy cansada y fue directamente a recostarse a su cama. A los pocos minutos llegó su hijita de 5 añitos y le preguntó: ¿Ya podemos empezar el Rosario? Ella le contestó: No hijita, hoy no lo rezaré porque estoy muy cansada. La niñita calló por unos instantes y después le dijo a su madre: ¡No se preocupe mamita, yo lo rezaré por las dos, y le diré a la Virgen que usted está muy cansada! No es necesario decir que la mamá inmediatamente se puso de pie y acompañó a su hijita en esta hermosa devoción.

¿DE QUÉ JUEGA DIOS EN EL MUNDIAL?

Quizá para algunos hermanos la pregunta que nos sirve de encabezado en este artículo podría catalogarlo de irreverente o inadecuado, pero no es así. Leyendo un poco la vida de Juan Pablo II nos damos cuenta que fue un deportista empedernido, y aunque ciertamente nunca jugó fútbol, y la selección de su país ya perdió el primer partido, eso no quita para que ese predilecto Hijo de la Santísima Virgen en mas de una ocasión haya dicho algo sobre ese deporte. En una ocasión dijo que: “es una forma de juego, simple y complejo a la vez, en el que la gente siente alegría por las extraordinarias posibilidades tísicas, sociales y espirituales de la vida humana”. La Conferencia Episcopal de Chile en su página Web www.iglesia.cl ha lanzado una sección especial con reflexiones, testimonios, documentos y sugerencias para mirar Alemania 2006 desde los ojos de la fe y vivir este tiempo de fútbol en comunidad. A fin de apoyar en la reflexión en parroquias, comunidades y colegios, incluye en dicha página la “=ración del Mundial” y además una Ficha para dedicar un encuentro grupal a la reflexión de este tema. De tal manera que, aquellos que piensan que nuestra Santa Madre Iglesia Católica está desfasada y lejos de las preocupaciones del hombre actual, están equivocados. La Iglesia, como Madre que es, se interesa hasta por los más humildes y aparentemente insignificantes aspectos de la vida moderna. Los Obispos chilenos afirman que “para los católicos el fútbol bien puede ser una manera de encontrarnos con el Señor, de seguirlo y de caminar hacia la santidad”. La Iglesia chilena cree que “en el juego reconocemos valores nobles como el trabajo en equipo, el juego limpio, la solidaridad, la unidad y el compañerismo” Si alguien duda eso,

pregúntele a cualquier jugador activo o inactivo de ese deporte si cuentan entre sus amigos más cercanos a los que son o fueron compañeros en algún equipo. El entonces Cardenal Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI ha dicho que “la fascinación por el fútbol consiste, esencialmente en que sabe unir de forma convincente estos dos sentidos, ayuda al hombre a auto disciplinarse y le enseña a colaborar con los demás dentro de un equipo, mostrándole como puede enfrentarse con los otros en una forma noble”. La pregunta del millón es: ¿debemos separar al fútbol de Dios, poniendo el partido como alternativa a la Misa o a la jornada?, O más bien, ¿estamos ante una preciosa oportunidad evangelizadora, de descubrir y estimular valores en el fútbol y en sus hinchas? Muchos padres de familia inscriben a sus pequeños hijos en escuelas de fútbol, que actualmente encontramos varias en las grandes ciudades como San Pedro Sula y Tegucigalpa. No creemos que lo hagan con el afán de tener en su familia. Dentro algunos años a un Ronaldinho o a un Beckembauer. Nos imaginamos que lo hacen por dos grandes razones: No. 1.- No los aguantan mucho tiempo ocioso en la casa y vuelven locas a las mamás, y No. 2 Para inculcar en ellos los valores morales de solidaridad, compañerismo, trabajo en equipo, lealtad, etc. Etc. Muchos de nosotros aprendimos esos valores jugando ¨”chuñas” en la calle frente a nuestra casa en nuestro pueblo natal. De manera pues, que Dios sí juega al fútbol. Él está presente en todos y cada uno de los que juegan activamente, y en los que desde las gradas sufre, gritan, aclaman y hasta les echan rayos a los árbitros. Dios siempre está presente en todos los actos de nuestras vidas. Se alegra cuando nos alegramos y nos consuela cuando estamos tristes. Nos imaginamos que nuestros hermanos y hermanas que tienen a ese popular deporte como su favorito, estarían celebrando a lo grande si nuestro equipo estuviera representándonos en ese campeonato. Los que no compartimos esa afición nos da casi lo mismo que gane o pierda algún equipo. Resulta curioso ver cómo muchos compatriotas lucen las camisas de los diferentes equipos que participan en

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Alemania. Casi nadie usa la camisola nacional. Creemos que eso no es correcto porque no puede estar por encima por nuestro amor a los colores nacionales la simpatía por algún equipo extranjero. Hablemos de Dios en el estadio, hablemos de nuestra Santísima Madre María y de los valores del fútbol en el hogar y también en nuestras reuniones de comunidades. Cristo estará siempre presente en el deporte si nosotros, sus hijos, lo proclamamos en los sitios donde se practica.

¿De qué murió la Virgen María?

Las Sagradas Escrituras no nos dicen nada sobre los últimos días de nuestra Santísima Madre en la tierra. No parece que muriera de enfermedad, ni de vejez muy avanzada, ni por accidente violento (martirio), ni por ninguna otra causa que por el amor ardentísimo que consumía su corazón. No creamos que esta afirmación de que el amor a Dios haya sido la causa del fallecimiento (¿o desfallecimiento?) de María, sea una ilusión poética, producto de una piedad ingenua y entusiasta para con la Santísima Virgen. No. Esta enseñanza se funda en testimonios de los Santos Padres, quienes dejaron translucir con frecuencia su pensamiento sobre este particular. San Alberto Magno afirmó: “Creemos que murió sin dolor y de amor”. Nos asegura, además, que a San Alberto siguen otros como el Abad Guerrico, Ricardo de San Lorenzo, San Francisco de Sales, San Alfonso María Ligorio y otros muchísimos.” Y veamos qué nos dice Juan Pablo II sobre las causas de la muerte de la Madre de Dios: “Más importante es investigar la actitud espiritual de la Virgen en el momento de dejar este mundo”. Entonces se apoya en San Francisco de Sales, quien considera que la muerte de la Santísima Virgen se produjo como un ímpetu de amor. En el Tratado del Amor de Dios habla de una muerte “en el amor, a causa del amor y por amor”. Alastruey quien en su Tratado de la Virgen Santísima afirma: “La Santísima Virgen acabó su vida con muerte extática, en fuerza del divino amor y del vehemente deseo y contemplación intensísima de las cosas celestiales”.

Es nuevamente Juan Pablo II quien aclara aún más este punto: “Cualquiera que haya sido el hecho orgánico y biológico que, desde el punto de vista físico, le haya producido la muerte, puede decirse que el tránsito de esta vida a la otra fue para María una maduración de la gracia en la gloria, de modo que nunca mejor que en este caso la muerte pudo concebir como una `dormición.´ Luego basándose en la Tradición para tratar este tema, el Papa nos aclara aún más este maravilloso suceso: “Algunos Padres de la Iglesia describen a Jesús mismo que va a recibir a su Madre en el Momento de la muerte, para introducirla en la gloria celeste. Así, presentan la muerte de María como un acontecimiento de amor que la llevó a reunirse con su Hijo Divino, para compartir con Él la vida inmortal. Al final de su existencia terrena habrá experimentado, como San Pablo - y más que él – el deseo de liberarse del cuerpo para estar con Cristo para siempre”. (Flp. 1, 23). Otro ilustre Mariólogo, Garriguet, nos describe más detalles sobre la vida y la dormición de la Madre de Dios: “María murió sin dolor, porque vivió sin placer, sin temor, porque vivió sin pecado; sin sentimiento, porque vivió sin apego terrenal. Su muerte fue semejante al declinar de una hermosa tarde, como un sueño dulce y apacible.

¿DEBEN USAR VELO LAS MUJERES EN EL TEMPLO?

Los que militamos en la Santa Iglesia Católica desde la época pre-conciliar, recordamos que s todas las mujeres llevaban lo que se conocía como “chalinas”, que no eran otra cosa que unas piezas de tela bordadas y finamente tejidas en colores de diferentes colores . Las mujeres de más edad usaban lo que se conocían como “rebozos”, que eran también piezas de tela color negro sin ningún adorno ni tejidos especiales. Seguramente eran más baratos que las así llamadas chalinas. Vale la pena mencionar que el referido atuendo hacía lucir a las damas mucho mas femeninas y lucían mas bonitas que de costumbre. También debemos decir que en esa época las madres cuidaban que todos sus hijos asistieran puntualmente los días Domingos al Templo para “oír” Misa. No estábamos sujetos al consumismo que domina en este siglo, y por consiguiente, la

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mayoría de las personas acudían al Templo los domingos como su principal actividad del día. El velo es una costumbre muy antigua de los judíos que manifiesta sumisión y respeto a Dios. Al cubrirse la cabeza para orar, la mujer se recoge para Dios y evita la distracción de cuidar su apariencia ante los hombres. El velo es un signo visible de una realidad invisible. San Pablo dice que: “He ahí por qué debe llevar la mujer sobre la cabeza una señal de sujeción por razón de los ángeles (I Cor. 11,10); “mujer que ora profetiza con la cabeza descubierta deshonra su cabeza, siendo lo mismo que si se rapase” (1 Cor 11,5). Ver también 1 Tesa 2:15, 3:6). Las vírgenes consagradas toman a Jesús por esposo y llevan el velo como signo de fidelidad a EL (cf. 1 Cor 7,34). También las viudas que se comprometían a no casarse usaban velo. El velo blanco distingue generalmente a las novicias, como a las novias (Apo. 22, 17) “El Espíritu y la Novia dicen <<!Ven!>> Entonces la pregunta de rigor es: ¿Por qué las mujeres no usan velos actualmente cuando asisten a Misa?. La antigua Ley Canónica las mujeres debían usar velo durante la misa. El Concilio Vaticano II no hizo ningún cambio respecto al velo. Sin embargo, el nuevo Código de Ley promulgado el 25 de Enero de 1983 no hace mención del velo en la misa como la hacía el anterior. Al dejar de ser prescrito por la ley eclesiástica para la misa, el velo quedó como una venerable tradición no obligatoria. Por todo lo anterior, el que las mujeres actualmente no usen velo en los templos, no debe ser motivo de contienda o de juicios.

DEMONIOS MUDOS Y CIEGOS

En las Sagradas Escrituras encontramos varios pasajes donde nuestro Señor Jesucristo expulsó varios demonios sordos, mudos ciegos y paralíticos. Dice la Palabra de Dios que la gente se quedaba admirada y convencida que Jesús es el Hijo Único del Altísimo. (Mat. 9, 33 y 12,22; Lc. 11, 14)

Esos pasajes nos han hecho meditar sobre la condición en que muchos, que nos llamamos cristiano, estamos viviendo. Pareciera que muchos demonios nos tienen silenciados a la oración. Sentimos pesado y aburrido rezar el Santísimo Rosario todos los días porque “pasamos muy ocupados y no disponemos de tiempo para esos menesteres”. ¿Será que tenemos más de algún demonio mudo, ciego y sordo que no nos permite escuchar la dulce voz de nuestra Santísima Madre que vino a decirnos en Fátima y Lourdes que rezáramos el Rosario? Nuestro enemigo es muy astuto y puede paralizarnos sin que nos demos cuenta. No hablamos de parálisis física, sino espiritual. Tampoco hablamos de sordera y ceguera física, sino espiritual. Santa Teresa de Ávila decía que: <<Alma que no ora es una alma tullida>>. De la misma forma en que cuidamos nuestro cuerpo físico, alimentándolo, limpiándolo, etc., también debemos alimentar adecuadamente nuestra alma. Recordemos que nosotros somos cuerpo y alma, y que a ambos debemos cuidar, ejercitar, limpiar, etc. Estamos viviendo tiempos muy difíciles, y vendrán peores en el futuro si no nos levantamos decididamente para pedir a nuestro Señor, por intercesión de nuestra Madre Celestial, que nos ayuden y nos cuiden. No podemos ni debemos continuar solamente como expectantes y lamentándonos de la inseguridad personal, política, económica, etc. Debemos actuar rápidamente y como un solo cuerpo ante los embates del enemigo. La Santísima Virgen ha dicho que si solo el 10% de los habitantes de un país nos ponemos de acuerdo para rezar el Rosario, Ella intercederá ante su Hijo para auxiliarnos. Eso quiere decir que si 700,000 hondureños levantamos los ojos al cielo para implorar misericordia, Ella logrará el mismo resultado que en Caná de Galilea. Elevamos nuestras súplicas a nuestro Padre Celestial para que la iniciativa de la Cadena Permanente de Rosarios encuentre eco en los corazones de muchos compatriotas.

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DÍA DEL NIÑO QUE ESTÁ POR NACER

La violencia en el mundo no es nada nuevo. Ha estado presente en la vida del hombre desde que Caín asesinó a su hermano Abel. A medida que los humanos hemos ido avanzando en cuanto a tecnología, también hemos hecho dramáticos adelantos en cuanto a las diferentes formas de la violencia.

En Honduras, los ciudadanos comunes y corrientes nos hemos tenido que ir acostumbrando a vivir en medio de esta vorágine que nos consume. Posiblemente no haya un hondureño que no haya sido nunca asaltado por delincuentes del crimen organizado y no organizado. Hay una clase de violencia que pasa casi desapercibida por la mayoría de los ciudadanos, y es una de las formas más crueles, cobardes e inhumanas que nos pudiéramos imaginar. Ese crimen tan viejo como la humanidad tiene un nombre siniestro; EL ABORTO. En los países organizados se han hecho cálculos muy conservadores en cuanto a la cantidad de esos crímenes en el mundo. Se habla de 40 millones, pero en los países como el nuestro, en donde no tenemos estadísticas casi para nada, estamos seguros que el número es escandaloso. La Iglesia siempre se ha mantenido atenta a este flagelo, y de diferentes formas ha alzado su voz contra el mismo. Las madres, que por la razón que sea, deciden terminar con sus embarazos, traicionan su vocación de acunar una nueva vida, y abrazan el papel de verdugos, sepultureras y tumbas de las vidas que ellas mismas concibieron. En este tipo de crimen son también solidarios los hombres que engendraron esa nueva vida. Igual papel desempeñan los Médicos, enfermeras, o personas particulares que han hecho de esa funesta práctica un modus operandi. La Iglesia castiga con la pena de excomunión a todas las personas que directa o indirectamente, y de forma deliberada, participan en ese hecho. Es sencillamente un pecado de lesa humanidad porque solamente Dios, autor de la vida, es el que puede determinar el final de la existencia de cualquiera de sus hijos. No existe, ni podrá existir jamás ninguna justificación para algo tan horrendo. Los

católicos nunca guardaremos un silencio cómplice porque se trata de la agresión del santuario interior en el útero materno de una persona indefensa. El Papa Juan Pablo II en su Carta Encíclica EVANGELIUM VITAE (El Evangelio de la Vida) establece muy claramente que; <<El hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrena, ya que consiste en la participación de la vida misma de Dios. >>. Y es que esa plenitud de vida anunciada por Su Santidad, va mucho más allá de nuestra comprensión. El Santo Padre además nos advierte del siniestro avance que cada día van logrando todas las formas en que se manifiesta la violencia cuando nos dice que; <<Hoy este anuncio es particularmente urgente ante la impresionante multiplicación y agudización de las amenazas de la vida de las personas y de los pueblos, especialmente cuando está débil e indefensa>>.En la misma Encíclica el siempre recordado Papa está contra <<Todo lo que se opone a la vida, como los homicidios de cualquier género, el genocidio, el aborto, la eutanasia y el mismo suicidio…….>> Para nadie es un secreto que a fin de facilitar la difusión del aborto, se han invertido, y se siguen invirtiendo ingentes cantidades de dinero para la obtención de fármacos que hacen posible la muerte del feto en el seno materno. Tampoco es un secreto que muchos gobiernos son presionados por medios económicos para que aprueben leyes que legalicen ese crimen. Todo Gobierno que legaliza el aborto opta por una política de violencia, y consecuentemente podrá llamarse con cualquier nombre, menos llamarse democrático. En una democracia la importancia de la vida no se determina por el tamaño del ser humano. Si todos somos iguales ante la Ley, no podemos excluir a los no nacidos. Sugerimos al oído de nuestros Honorables Diputados al Soberano Congreso Nacional, entre los que sabemos que hay honorables representantes que siempre se han distinguido por su defensa de la vida, para que sometan un proyecto de Ley estableciendo el día 25 de Marzo, Fiesta de la Encarnación del Verbo Divino, como DIA DEL BEBÉ NO NACIDO. Ese mismo día se podrían provocar actos litúrgicos especiales en las diferentes Diócesis de nuestro país, a fin de que las señoras que están en la “dulce

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espera” puedan sentirse orgullosas y bendecidas por Dios por el don de ser madres. Ponemos en las benditas manos de nuestra Madre Celestial para que esta humilde sugerencia no caiga en el vacío. También rogamos a nuestro Padre Celestial para que nuestro país nunca caiga en la trampa de la legalización de la Eutanasia y el Aborto.

DÍA DEL SANTO ROSARIO Por doceavo año consecutivo, el CENTRO MIR y la LEGIÓN DE MARÍA en forma conjunta celebramos el DIA DEL SANTÍSIMO ROSARIO en la Comunidad de San José de la Colonia Rivera Hernández de San Pedro Sula el día 7 del presente mes de Octubre. Para los queridos lectores que no están familiarizados con San Pedro Sula, la Colonia arriba nombrada es una de las zonas marginales de la ciudad. Tomando en cuenta su tamaño y los servicios que cuenta, se puede considerar como una ciudad gemela de la Capital industrial del país. Está habitada por obreros, personas sub-empleadas, y hermanos de una condición económica humilde. Desafortunadamente, ha sido y es escenario de muchos hechos violentos provocados por la delincuencia común. En nuestro afán de mostrar diferentes aspectos de nuestra querida Iglesia Católica, queremos plasmar en estas líneas un pequeño perfil de esa comunidad: El templo es sencillo, muy limpio y adecuadamente decorado y adornado, como todos nuestros templos. Los feligreses que la frecuentan son muy activos, y se nota claramente el cariño que le tienen. En la celebración que nos ocupa, desarrollamos el ROSARIO DEL CORAZÓN DE MARÍA, que incluye la contemplación de cinco misterios, oraciones, lecturas bíblicas, etc. Tardamos aproximadamente una hora, ya que contamos con los servicios del pequeño coro de la comunidad. Vale la pena mencionar que las aproximadamente 200 personas que nos reunimos estuvimos totalmente concentrados en lo que estábamos haciendo. No podemos dejar de mencionar a una honorable anciana que ofreció su Rosario de rodillas durante toda la hora que duró. No cabe ninguna duda que en esa querida comunidad hay un verdadero culto a esta devoción mariana. No podíamos dejar de recordar que como ya lo han dicho

muchos Sacerdotes, la Legión de María es la conciencia de la Iglesia. Los lazos que nos une a los del CENTRO MIR con nuestros hermanos y hermanas legionarias son muy fuertes. Ello se deriva de nuestra mutua devoción al rezo diario del Santísimo Rosario. Esa es la razón principal por la que nos unimos a principios del mes de Octubre de cada año para celebrar juntos esta fiesta. Damos gracias a Dios y a nuestra Santísima Madre por el privilegio que nos permitieron celebrar este día glorioso, en que la Iglesia dedica a honrar esta devoción antigua y siempre actual.

DIOS TE SALVE MARÍA Con ocasión de que tradicionalmente la Iglesia Católica dedica el mes de Mayo a la Santísima Virgen, publicaremos durante el presente mes cuatro artículos dedicados a Ella. Conscientes estamos que no somos la persona ideal para hacer este trabajo, pero también sabemos que el amor no tiene límites. Y ese amor profundo y sincero que el Señor ha permitido que nazca en nuestros corazones, y el deseo de contagiar a otros con esta locura mariana, nos aventuramos a escribir sobre tan excelsa figura. Hace algunos años leímos el libro "La Historia de Cristo" de Geovanni Papini. Fue un ateo converso que terminó escribiendo maravillosamente sobre el Unigénito de Dios y nuestra Santísima Madre. En el prólogo del libro a que nos referimos, Papini advierte que escribirá en ese libro exclusivamente sobre Cristo, porque para escribir sobre la Virgen se necesitarían escribir muchos libros. De manera pues, que solamente queremos comentar algunos aspectos importantes sobre esta maravillosa criatura. El saludo que hemos escogido como título para esta seria de artículos, es el mismo saludo que millones de veces repetimos diariamente en todo el mundo cuando rezamos el Santo Rosario. Esto nos hace recordar las palabras de San Bernardo que decía "He logrado mas conversiones rezando el Ave María que predicando". Estas palabras del Santo nos deberían mover a la reflexión, especialmente a los que de una forma o de otra nos dedicamos a la tarea de la evangelizadora. Todos sabemos que el saludo a la Virgen es exactamente el mismo que su pariente Isabel

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le hizo cuando fue a visitarla. (Lc. 1, 42). Pero esa bendición no es por su sangre real de su ascendencia davídica, ni por su herencia doméstica, ni siquiera por su estirpe o estimación y el respeto de sus compatriotas por los legítimos "hijos de David", Santa Isabel la bendice porque ha creído. Aún, cuando la Madre bendita asiste a la agonía de Su Hijo al pie del patíbulo, en lo más profundo de su corazón seguirá siendo bienaventurada porque, como decía San Ambrosio, esperaba de pie el alba de la inminente Resurrección. Nos parece, además, que Santa Isabel, casi espantada por la proximidad del Logos, se pregunta en voz alta: "¿Cómo es posible que la Madre de mi Señor venga a visitarme?” Algunos hermanos separados nos acusan de ser "Mariolatras", es decir que tenemos a María como ídolo. La Iglesia Católica siempre ha enseñado que nuestra "adoración “solamente se la debemos a Dios, pero también nos ha enseñado a rezar y venerar a la Madre de Dios. Y ese título, aunque fue declarado y reconocido oficialmente por un Concilio, quien en realidad se lo otorgó fue el Espíritu Santo en labios de Santa Isabel. El Señor cumplió en Ella cuanto le prometiera por labios del Arcángel San Gabriel. También Jesús proclamaría bienaventurada a Su Madre, cuando replicó a una campesina, que en medio de la multitud gritaba: "Bienaventurado el vientre que te llevó y el seno que te amamantó", con éstas palabras: "¡Bienaventurados también quienes escuchan la palabra de Dios y la obedecen!"

Documentos Pontificios

Uno de los grandes problemas que afrontamos los cristianos católicos es que dedicamos muy poco tiempo, o casi nada para estudiar y conocer a nuestra amada Iglesia Católica. Algunos argumentan que los sacerdotes no se preocupan por enseñarnos. Nada más injusto que eso. Olvidamos que nuestros presbíteros son relativamente pocos y que hacen muchos esfuerzos en la tarea de la evangelización de su grey. Por otro lado, son muchos los cursos, charlas, retiros, etc. Que el clero pone a disposición de nosotros los laicos. Quizá no sean los suficientes, pero volvemos a la escasez de sacerdotes y somos muy pocos los laicos que nos preocupamos por estudiar, y así poder ayudar a nuestros hermanos y hermanas.

Con la maravilla del Internet, son muchísimos los recursos de los que podemos echar mano para formarnos en la fe. Basta con entrar a uno o varios de los portales católicos gratuitos que hay en Internet que nos ofrecen una variada selección de material importantísimo. También en Internet podemos encontrar todas las Encíclicas, Exhortaciones Apostólicas, Cartas Apostólicas y un sinnúmero de material escrito por los últimos Papas. Esos documentos Pontificios no fueron escritos para el uso exclusivo del clero. Los Papas han tenido la delicadeza de incluirnos también a nosotros los laicos. Es mucho lo que los más recientes Papas han querido enseñarnos y dejarnos como un verdadero legado apostólico para todos sus hijos. Es sorprendente que, cuando leemos algún documento escrito por alguno de los Papas fallecidos, y que han tocado problemas que aquejan a la humanidad, nos parece que fueron escritos tan solo ayer. La voz de los Papas trasciende el tiempo y la distancia. Un buen católico no puede ni debe acusar a su Iglesia que no se le instruye. Lo que sucede es que nosotros los laicos no nos hemos dado cuenta todavía de que nuestra Iglesia se mantiene seriamente preocupada por la formación espiritual de sus hijos. Y cuando decimos que es preocupación de la Iglesia es porque nos incluimos aquellos laicos que hemos tomado en serio y como una responsabilidad nuestra dar a conocer la Buena Nueva. Si nosotros los laicos estuviéramos conscientes de que es nuestro deber y obligación buscar las fuentes que nos ofrece la Iglesia, tendríamos un laicado mas maduro y mas seguro de que estamos en la Barca de Pedro. A medida que conozcamos mejor nuestra Iglesia, estaremos más seguros que es la única fundada por nuestro Divino Redentor y Salvador- Sería muy difícil, por no decir imposible que abandonáramos nuestra casa para ir a buscar lo que no hemos perdido. Otro libro que no deberes faltar en ningún hogar católico, junto a la Sagrada Biblia, es el Catecismo de la Iglesia, donde encontraremos las repuestas que nos podamos hacer en materia de fe.

El Divorcio

Recientemente leímos en uno de los periódicos de mayor circulación en el país la

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noticia que en los últimos años han aumentado en un 100% el número de divorcios en Honduras. No se especifica si esos divorcios han ocurrido en parejas casadas por la Iglesia Católica o si se incluyen todo tipo de parejas- Este es un fenómeno que está ocurriendo en todo el mundo. Son muchos los factores los que contribuyen a que esto ocurra. Trataremos de analizar algunos de ellos a fin de conocer a profundidad el problema. En cuanto a los matrimonios católicos concierne, en los últimos años hemos notado el poco interés que los contribuyentes le están dando a la catequesis pre-matrimoniales que se impartes en las parroquias. La mayoría de los contrayentes asisten a regaña dientes a las charlas obligatorias que se impartes. Lo toman como una molestia, y hasta como un capricho del clero. Hemos conocido casos en que los novios o sus parientes recurren a la amistad con algún sacerdote para evadir las charlas. En otras ocasiones los novios o sus familias tienen demasiada prisa para realizar el matrimonio porque ya viene en camino el primer fruto del amor de los novios. Ocurre como decimos en Amapala, “se comen el postre en el recreo”. Por otro lado, la televisión nos trae todos los días y a toda hora casos reales o imaginarios en que uno o los dos esposos se presentan ante un juez, piden el divorcio alegando cualquier incompatibilidad, y el juez rápidamente los declara divorciados. Lo que muy pocas veces se toca es el problema de los hijos que son a la larga o a la corta los verdaderos perjudicados o perdedores en el problema de sus padres. Para ellos es como un duelo doble, porque en realidad no logran comprender a cabalidad el por qué papá y mamá se separan. Los papás casi siempre terminan “rehaciendo sus vidas con otras parejas”, a costa del daño irreparable que les hacen a sus hijos. Los que venimos de hogares bien constituidos generalmente formamos matrimonios estables y sanos. SE DICE POPULARMENTE QUE TODO LO QUE SE EMPIEZA MAL, TERMINA MAL. Matrimonios formados "por conveniencia de los tres” generalmente terminan separados. La Iglesia hace todo lo que está a su alcance para favorecer la estabilidad matrimonial, pero la solución está en las parejas.

En lo personal me gusta comentar que hace cincuenta años nos casábamos enamorados y luchamos por mantener incólume nuestros matrimonios. Desde luego que no todos lo logramos, pero sí la mayoría. En nuestro tiempo no se impartían charlas pre-matrimoniales, pero quizá llegábamos ante el altar verdaderamente convenceos de que el matrimonio es un sacramento instituido por Cristo, y que un día responderemos ante él lo que hicimos con ese sacramento.

EL ANGEL DE LA GUARDA Todos recordamos una de las primeras oraciones que aprendimos de labios de nuestras madres: “Ángel de la Guarda, dulce compañía, no me dejes solo ni de noche ni de día”. Esa sencilla y noble oración sigue viva en nuestro pensamiento y en nuestra alma. Fue una de las primeras formas en que iniciamos nuestra vida como cristianos. Ese Ángel de la Guarda ha estado y estará siempre a nuestro lado para cuidarnos, aconsejarnos y custodiarnos para librarnos de todo tipo de peligros. Dios, en su infinita sabiduría, sabe que somos muy vulnerables y que por esa razón nos desviamos con suma facilidad de sus caminos. Por eso, a cada uno de nosotros nos ha puesto al cuidado de un ángel que está junto a nosotros siempre. Alguien nos preguntó un día si el Ángel de la Guarda estará con nosotros cuando lleguemos al Purgatorio. Es opinión piadosa de los teólogos que los ángeles custodios respectivos acompañan a las almas protegidas o custodiadas al purgatorio o al cielo después que éstos mueren. De la misma forma como acompañaban la de los antiguos patriarcas al seno de Abraham; efectivamente, en la recomendación del alma después de la muerte de los fieles cantaba la Iglesia: <<Salid a su encuentro, ángeles del Señor, recibiendo su alma, poniéndola en presencia del Altísimo……; que los ángeles te lleven al seno de Abraham>>. Nuestra Santa Madre la Iglesia Católica además nos enseña que los ángeles custodios atienden las oraciones suplicatorias dirigidas por los fieles a las almas de sus custodiados cuando éstas se encuentran todavía en el purgatorio <<en estado de no socorrer, sino de socorridas>>; de hecho, las súplicas

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hechas a las almas del purgatorio se dice que son de las más efectivas. Nuestros ángeles custodios también acompañarán en el cielo a sus custodiados que consigan la salvación <<no para protegerlos, sino para reinar con ellos, y para ejercer sobre ellos algunos ministerios de iluminación>> Pero debemos ser muy cuidadosos al momento de evaluar la obra bienhechora de nuestros ángeles. No debemos exagerar hasta el punto de crear una fe y una confianza en ellos que supere el amor, nuestra fidelidad, amistad y lealtad a Cristo Redentor. Una última reflexión y pregunta sobre este tema: ¿Cómo estará nuestro Ángel de la Guarda cuando no estamos en gracia de Dios?

EL FIN DEL MUNDO SEGÚN LOS MAYAS

Últimamente se está escribiendo y hablando mucho en casi todos los medios de comunicación acerca del fin del mundo según el calendario maya. Los que tenemos algo o mucho de esa noble sangre indígena debemos sentirnos orgullosos de ello, pero de eso a darle crédito a lo que se está diciendo acerca de lo que sucederá en el mes de Diciembre del próximo año nos parece totalmente ridículo. Entendemos que los humanos por naturaleza somos dados a darle crédito a lo novedoso, a lo escandaloso, etc., pero cuando se tiene una fe muy arraigada sobre lo que Dios nos ha dicho por medio de su Palabra no podemos darle ningún crédito a esas noticias. Hay algunos que reaccionan diciendo: <<No hay que creer pero sin dejar de creer>> Se supone que nosotros los cristianos en lo único que debemos creer es en las Sagradas Escrituras. En temas como este no se vale eso de “no creer sin dejar de creer”. Los que nos honramos de llamarnos cristianos no podemos andar en medias tintas. Somos cristianos porque creemos y seguimos a Cristo. Seguir a Cristo es creer en absolutamente todo lo que Él dijo y lo que el Espíritu Santo inspiró a los que escribieron los Libros Sagrados. Para enterarnos mejor sobre este tema sería bueno leer el Cap. 24 del Evangelio de San Mateo y pongamos mucha atención en el

versículo 36, y hablando sobre cuándo será el fin del mundo nos dice lo siguiente:<<En cuanto se refiere a ese Día y a esa hora, no la sabe nadie, ni los Ángeles de Dios, ni siquiera el Hijo sino solo el Padre>> El texto anterior no puede ser más claro y contundente, de manera que los que quieran engañarse, que lo hagan. Es tan claro que dice que ni el Hijo del Hombre lo sabe, aún y cuando es la segunda Persona de la Santísima Trinidad. Como todo lo negativo siempre tiene algo de positivo, lo que nos debe quedar bien claro es que debemos vivir este día como si fuera el último de nuestra vida. Estar siempre con las velas encendidas para que no llegue la muerte como ladrón, sin avisar, a arrebatarnos de este mundo. Con todo y lo orgullosos que debemos sentirnos por nuestra ascendencia Maya, no podemos dar crédito a lo que supuestamente dice su calendario. Nuestra fe en Cristo y su Palabra está muy por encima sobre lo que pueda decir Nostradamus, los Mayas, o cualquiera otro que se inventen en lo que resta de este año y los otros por venir. ¡No podemos llamarnos cristianos si dudamos de Su Palabra!

EL INRI DE SIEMPRE

Acostumbraban los romanos, al crucificar a un reo, poner sobre su cabeza, clavado en la cruz, un rótulo declaratorio del delito que motivó la sentencia. Cuando Cristo fue levantado sobre la tierra, su cruz ostentaba el INRI ignominioso que sirvió de pretexto para condenarlo a muerte: “Jesús Nazareno, Rey de los Judíos”.

Cristo, por lo tanto, fue crucificado por un supuesto delito político. Los hipócritas fariseos, que odiaban a muerte a los romanos, le acusaron de ser enemigo del César. En INRI que sus verdugos colgaron sobre su cabeza, se ha repetido, a través de los siglos, como pretexto para perseguir a la Iglesia. Los fariseos modernos, como ya no pueden volver a crucificar al Hijo del Hombre, ahora se han empeñado a terminar con sus Sucesores, los Obispos, y los Sacerdotes, sus Ministros. Ya no es válido colgar sobre sus cruces el INRI, sino que ahora cuelgan el rótulo de “pederastas”, “homosexuales”,

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“violadores”, etc. No podemos negar que desafortunadamente, en algunos muy raros y contados casos esto es cierto, pero maliciosamente se esconde el hecho de tantos hombres y mujeres de otros países que vienen a ejercer su noble ministerio entre nosotros durante toda su vida. Conocemos casos de Sacerdotes que llegaron a nuestra tierra muy jóvenes, recién ordenados y que ahora peinan canas y continúan sirviendo a este bendito pueblo de Dios. Renunciaron a sus familias, sus comodidades, costumbres, etc., para venir a compartir nuestros frijolitos parados. Muchos de sus restos descansan entre nosotros. Llegaron a amarnos tanto, que no quisieron abandonarnos aún después de muertos. Todavía quedan algunos discípulos rezagados del liberalismo jacobino, que pretenden reducir a la Iglesia a los estrechos límites de la sacristía, acusando a los sacerdotes de meterse en política cada vez que ejercen su misión orientadora. El Concilio Vaticano II proclama que la Iglesia “en virtud de su misión y su naturaleza, no está ligada a ninguna forma particular de civilización humana ni a sistema político alguno, económico y social”. “Nada desea tanto como desarrollarse libremente, en servicio de todos, bajo cualquier régimen político que reconozca los derechos fundamentales de la persona y de la familia y los imperativos del bien común”. Con relación a los sacerdotes, el Concilio proclama que ellos “no están nunca al servicio de una ideología o facción humana”. Más adelante afirma que aun viviendo en el mundo”, ellos no son del mundo”. Claro está que esto no significa que viven en la luna, desvinculados totalmente y despreocupados de las urgentes necesidades de sus pueblos. Siguiendo el ejemplo de San Pablo, deben proclamar y reclamar “a tiempo y a destiempo” sus derechos ciudadanos, para participar activamente en la gran política del bien común, teniendo cuidado de apartarse total y radicalmente de la política vernácula. El clero no está formado por ángeles, son pecadores como cualquiera de nosotros. Por esa razón, y para que no pierdan nunca la perspectiva de su misión, la Santísima Virgen siempre nos está pidiendo a los laicos que oremos por ellos. Debemos convertirnos en

su apoyo al ofrecer diariamente nuestras oraciones, ayunos, etc. En eso se distingue un verdadero católico que realmente ama su Iglesia. Las declaraciones del Concilio Vaticano, que es a la vez oficial y autorizada de la Iglesia, son claras, terminantes, decisivas. Quien pretenda negarlas o interpretarlas a su antojo, sólo se exhibe como discípulo de los fariseos que murieron hace muchos siglos, pero que, por lo visto dejaron alguna descendencia.

EL OBISPO DE BLANCO El 13 de Mayo de 1981 el mundo católico se quedó conmovido, estupefacto y con el alma en un hilo cuando un terrorista le disparó en repetidas ocasiones, y desde una distancia muy cercana a nuestro querido Papa Juan Pablo II. Los primeros momentos fueron de tremenda confusión, miedo e incertidumbre porque se había atentado contra un hombre que estaba llamado a ser un verdadero profeta del Siglo XX y principios del XXI. Los católicos hondureños también fuimos sacudidos por ese hecho porque se trataba del sucesor de Pedro que se nos estaba arrebatando en forma tan cruel e injusta. Entre la incredulidad general, el Papa sobrevivió a aquel atentado y atribuyó su salvación a la intercesión de nuestra Señora de Fátima – “una mano materna guio la trayectoria de la bala…….”, cuya fiesta se celebra precisamente ese mismo día. 19 años más tarde, el Papa hizo pública la tercera parte del secreto de Fátima en que hablaba del atentado contra “un Obispo vestido de blanco”, y reveló al mundo que se trataba de él mismo. Todos vimos, algún tiempo después, cuando ese hijo predilecto de Fátima llegó a su Santuario en Portugal a agradecerle a nuestra Santísima Madre por haberle conservado la vida. También vimos emocionados a través de la televisión, cuando el Papa depositó en la corona de ELLA la bala que le extrajeron, y que estuvo a punto de matarlo. En el año 2000 el entonces Papa, Juan Pablo II hizo pública la tercera parte del secreto de Fátima en el que se habla del atentado contra un “Obispo vestido de blanco”, y reveló al mundo que era él mismo. Podemos pensar que desde que el Santo Padre leyó por primera vez el secreto de Fátima, pudo darse

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cuenta fácilmente que se trataba de su persona. Cualquiera de nosotros hubiéramos tomado medidas extremas de seguridad, a fin de reducir en lo posible que se hiciera realidad ese acto bárbaro. No existe ninguna evidencia de que actuara de esa forma. Podemos pensar que ese hijo predilecto de la Reina de todo lo Creado se había depositado confiadamente en los brazos amorosos de su Madre. El asesino podía quitarle la vida terrenal, pero nunca su paso a la eternidad. Esa fue otra de las magníficas lecciones que nos dejó ese hermano nuestro, que no dudamos algún día será elevado a su condición de santo. Veinticinco años después del atentado, el periodista y escritor Renzo Allegri ha reconstruido con una investigación rigurosa todo el suceso, y el resultado ha sido publicado hace algunos meses en Italia. Por otro lado, el escritor descubrió algo que siempre se ha producido entre los santos. Se trata de que sucede a menudo que los santos tienen “canales” de comunicación fuertes y precisos, que escapan al control de la racionalidad. Este fenómeno se verificó también entre el Padre Pío y Karol Wojtyla, y hay dos episodios concretos, relacionados entre sí. En 1948 el joven sacerdote Karol Wojtyla, estudiante en Roma, había oído hablar del padre Pío y quería conocerlo. Viajó a San Giovanni Rotondo en las vacaciones de Pascua y se quedó una semana. Nunca se había sabido de qué hablaron. Parece que el Santo de Poetralcina lo “vio” vestido de Papa y con manchas de sangre en la sotana blanca. De esta especie de profecías, difundida rápidamente tras la elección de Wojtyla como Papa, nunca hubo confirmación. Sin embargo es irrefutable el hecho de que aquél encuentro marcó profundamente a Wojtyla, suscitando el él una gran veneración por el padre Pío. En 1962, Wojtyla regresó a Italia como Obispo para participar en el Concilio Vaticano II. En Roma. Le llegó una triste noticia: Wanda Poltawska, médica y psiquiatra, tenía un grave tumor. Los médicos decidieron intentar una operación pero la esperanza de salvarla era casi nula. Wojtyla escribió inmediatamente una carta al padre Pío pidiéndole oraciones por la enferma. El padre Pío, en aquellos años estaba siendo sometido a gravísimas acusaciones. El Santo Oficio decretó unas restricciones disciplinarias contra él, prohibiéndoles a

sacerdotes y religiosos que le contactaran. Wojtyla estaba ciertamente informado de esta situación pero no hizo caso porque, por motivos ignorados, tenía un “conocimiento” del padre Pío por encima de cualquier insinuación. Hizo llegar la carta al padre Pío con urgencia, a mano, a través de Angelo Balttisti, empleado de la Secretaría de Estado y colaborador del padre Pío. Baltisti después contó que cuando el Padre Pío pidió le leyeran la carta se quedó durante un instante en silencio, al rato dijo: “Angiolino, a esto no se puede decir que no”. Un muy querido amigo nuestro, que practica su condición de cristiano a su manera, pero sin dejar de ser un hombre sincero y bueno me dijo un día: “Me considero un hombre afortunado porque no moriré sin haber visto con mis propios ojos a un santo”. Se refería este buen hermano a la ocasión en que sin proponérselo pudo ver al Santo Padre cuando visitó nuestro país. Los que tuvimos la oportunidad cuando nos visitó, también debemos sentirnos dichosos y agradecidos con Dios porque nos dejó ver en vida a uno de sus elegidos.

EL PAPEL DE LOS LAICOS EN LA IGLESIA Parte 1

Los que peinamos canas recordamos cual era nuestro papel en la Iglesia Católica antes del Concilio Vaticano II. Éramos casi simples espectadores de todo el quehacer eclesial. El “aggiornamento” del Concilio nos trajo grandes beneficios que nos han permitido alcanzar nuestro real y verdadero papel. Esa participación nuestra ha traído grandes beneficios a nuestra Iglesia, pero muchas veces ha causado verdaderos problemas, generados casi siempre por ignorancia, o por egoísmo de nosotros los laicos y de algunos sacerdotes. Nuestra intención en esta serie de artículos es la de poner un poco de luz sobre el tema, y que todos vayamos aceptando con verdadera responsabilidad nuestro papel, y que nos vayamos compenetrando el puesto que por derecho nos corresponde. Curas y laicos volcados en tareas de apostolado, olvidamos con frecuencia algunas cosas: En primer lugar, que la proporción de católicos practicantes, comprometidos, bien formados es escandalosamente baja. En segundo lugar, es verdad que muchos laicos participamos activamente en nuestras parroquias, pero es mucho mas grande el

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número de fieles que lo mas lejos que llegan es asistir a la Misa Dominical. Lo más penoso es que las personas activas son las de siempre. En Misa diaria y en todo tipo de reuniones o actividades, siempre estamos los mismos: diez o quince mujeres por cada hombre y casi ningún joven. Otro tema preocupante es la escasez de catequistas aceptablemente preparados. Pensamos que en cada catequesis o grupo de trabajo, junto al sacerdote o catequista, debería sentarse uno o más laicos, preparándose para ocupar puestos de dirección y de catequista, además de aquellos que ya reciban una formación específica. Como en cualquier actividad humana, en la Iglesia hay curas y laicos muy buenos, regulares y malos, profesionalmente hablando. Las personas ineptas son detectadas por todos inmediatamente. A estas hay que separarlas inmediatamente de los puestos de responsabilidad para los que han mostrado no ser aptos, y asignarles otra actividad donde puedan producir frutos positivos. Sacerdotes y laicos por acción u omisión somos corresponsables del daño, muy grave a veces, que estas personas produces a la Iglesia. En cualquier empresa a los ineptos se les pone rápidamente de patitas en la calle. En la empresa de salvación no podemos llegar a esos extremos, pero tampoco debemos actuar con tibieza. Los que participamos en actividades eclesiales no podemos dejar de constatar que tanto en las Misas diarias, como en las diferentes actividades estamos siempre los mismos. Las homilías, conferencias y escritos son siempre dirigidos fundamentalmente a ellos. A los alejados de la Iglesia, todas esas actividades les suenan a música celestial, casi no les dice nada, no les atrae. Cristo no vino a curar a los sanos, sino a los enfermos, y estos, los enfermos son hoy los alejados, los que no entran al templo. ¿Es que no sabemos presentarles el mensaje de Cristo? El Espíritu Santo no abandona a la Iglesia: pero quizá nosotros, creyendo que estamos haciendo una labor óptima, en realidad podríamos estar predicando en el desierto. Definitivamente no podemos seguir esperando que los alejados regresen a la Iglesia sin hacer nosotros una profunda revisión de nuestros métodos y actividades que realizamos. Con dolor hemos escuchado a hermanos alejados decirnos que las

homilías les resultan aburridas. Hay quienes nos han dicho que están cansados de escuchar regaños, alusiones a veces groseras que se hacen desde el púlpito. Debemos considerar que las personas vivimos inmersos en un mundo donde cunde el negativismo: corrupción incontrolable, fariseísmo, erotismo, etc. Muchos vamos al templo a escuchar mensajes positivos que nos hagan recordar que tenemos la promesa de un mundo mejor, que el Reino de Dios está cerca, que la Santísima Virgen es nuestra Abogada misericordiosa que ruega permanentemente por nosotros. Pero si en cambio de eso, llegamos a templo para ser regañados, es mas que suficiente para mantener alejados a los que solamente van a la Iglesia cuando bautizan a un menor de la familia, o cuando fallece un pariente o amigo muy cercano. Es necesario pues, que nuestros sacerdotes cambien un poco la dinámica de sus homilías. Los pasajes bíblicos son tan ricos que podemos hacer muchas y variadas reflexiones de un solo pasaje evangélico. No negamos que muchas veces es necesario que nuestros Presbíteros nos halen un poco las orejas, pero tampoco debe hacerse de esa clase de discurso la norma invariable de sus sermones. La mayoría de nosotros los laicos vamos a Misa porque estamos seguros de que se trata de un encuentro amoroso con Aquel que ofrendó su vida por nosotros, y que es el único y verdadero camino que nos llevará a la gloria eterna. Todos deseamos salir del templo llenos de esa paz que solo Cristo nos puede dar. Deseamos oír que nuestros pastores nos recuerden y confirmen que solamente en Cristo Jesús encontraremos descanso, y que los avatares que ahora estamos sufriendo son temporales. Que la Santísima Virgen es nuestra Madre amorosa que no descansa intercediendo por nosotros.

EL PAPEL DE LOS LAICOS EN LA IGLESIA Parte 2

Los laicos que ejercemos papeles de algún tipo de liderazgo en la Iglesia tenemos siempre que recordar en todo momento que en la Casa del Padre todos somos iguales, si existe alguna diferencia será solamente por la santidad. Por otro lado, nadie tiene la exclusividad de servir en las actividades eclesiales. Se dan casos de hermanos(as) que desean servir en mas de alguna actividad en

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su comunidad, pero son marginados por los otros hermanos que desde hace algún tiempo están sirviendo en uno u otro ministerio. No sabemos si ese marginamiento se debe a celos, o miedo a perder el liderazgo a que ya estamos acostumbrados, o a un temor a que las cosas no les salgan bien por su inexperiencia. Cuando hablo de esto, recuerdo al sacerdote que fue el Director Espiritual de mi Cursillo de Cristiandad hace un poco más de cuarenta (40) años. Una tarde se aprestaba a celebrar la Santa Misa en la Catedral de San Pedro Sula y me pidió le sirviera de monaguillo. Me sentí muy nervioso porque nunca lo había hecho y además porque estaban presentes otros hermanos que tenían mucha experiencia en lo que el sacerdote me pedía. Nervioso le dije al Padre que yo no tenía experiencia, que mejor buscara a otro que le ayudara. Me quedó viendo directamente a los ojos y me dijo: “Cristo te está llamando a servir. No te preocupes en equivocarte que Cristo no se fijará en esos errores, sino el corazón que pongas en servirlo. Además, me dijo, nadie nace aprendido”. Los servidores debemos ser cautelosos y no crear nuestras propias “capillitas” o hasta “catedralitas” particulares dentro de nuestras parroquias o comunidades eclesiales. También debemos acostumbrarnos a tratar con profundo respeto a nuestros sacerdotes, pero no crearles un altar o verlos como seres perfectísimos. Conviene que leamos en el Catecismo de la Iglesia el tema LOS FIELES LAICOS, números 897 a 913. Entre ellos, el 907 nos recuerda que “tienen derecho y a veces, incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestarla a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres y la reverencia hacia los pastores, habida cuenta de la unidad común y de la dignidad de las personas (CIC can.212,3) Lo anteriormente citado deja bien claro que todo cristiano tiene el deber de llamar la atención a las autoridades eclesiástica con todo respeto y reverencia, pero también con toda firmeza, sobre todo lo que pueda producir daño a la Iglesia. Caso contrario, podría hacernos cómplices con nuestro

silencio por ayudar a perpetuar situaciones, a veces graves, que inciden en la comunidad católica. Es muy importante que todos los laicos le demos una leída al Catecismo para poder ubicarnos con justicia y propiedad dentro de nuestra Iglesia. En el Número 377 el Catecismo dice que “El laico se inhibe, a veces, con escasa capacidad de iniciativa: en parte, por falta de claridad en su misión y, en parte, porque su inhibición es fruto de un cierto protagonismo del clero” En el No. 378 el Catecismo nos dice que “Al laico…..le parece que existen bastantes dificultades prácticas para que los laicos sean tomados en cuenta, como miembros activos de las comunidades parroquiales, por una cierta autosuficiencia del clero. Así como la mujer laica, siendo numéricamente la más activa, no siempre se le facilita el acceso a servicios de responsabilidad en la comunidad (,,,,,) está surgiendo un nuevo laico, disponible, inquieto, comprometido, con deseos de formación, viviendo a fondo su pertenencia eclesial” De todo lo que arriba hemos expuesto debemos sacar la conclusión que los laicos tenemos un papel muy importante dentro de nuestra Iglesia. Es nuestra también la responsabilidad de construir una Iglesia más fuerte, más actual, y que atraiga verdaderamente a los católicos que solamente se acuerdan de que son católicos cuando “tienen” que asistir a un bautizo, una honra fúnebre, o cualquier otro compromiso similar que se celebre en el templo. Los laicos comprometidos tenemos que trabajar seriamente para aumentar ese número reducido de los que siempre estamos en las actividades eclesiales. Debemos abrir los espacios necesarios para que más hermanos se sientan incentivados a participar activamente en nuestra Iglesia. Quedaron muy atrás los tiempos en que se pensaba que en estas actividades solamente participaban las solteronas y los hombres con sexualidad dudosa. Debemos trabajar para que el católico se sienta en verdad orgulloso(a) de serlo.

EL PECADO Parte 1 de 4

Generalmente los cristianos hablamos muy poco sobre el pecado, y es que por regla general tampoco hablamos sobre otras cosas que nos son negativas. Es muy común que a

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los actos pecaminosos les demos otros nombres con el propósito inútil de esconderlo como hacen los gatos con su excremento. De allí que al vivir en concubinato le digamos que se vive en “unión libre” porque la verdadera palabra nos parece grosera y de mal gusto, por eso la disfrazamos, la ocultamos o le damos otros nombres. El Catecismo de la Iglesia en el No. 386 nos dice lo siguiente: <<El pecado está presente en la historia del hombre. Sería vano intentar ignorarlo o darle a esta oscura realidad otros nombres. Para intentar comprender lo que es el pecado, es preciso en primer lugar reconocer el vínculo profundo del hombre con Dios, porque fuera de esta relación, el mal del pecado no es desenmascarado en su verdadera identidad de rechazo y oposición a Dios aunque continúe pesando sobre la vida del hombre y de la historia>> Demás está decir que actuando de esa manera solamente conseguimos mantener dormida nuestra conciencia. Y en esto nadie puede argumentar ignorancia porque la Iglesia siempre ha sido clara al respecto. Si hay un denominador común para todos los seres humanos es el pecado. El Catecismo, en el No. 370 nos dice: <<Toda esta armonía de la justicia original prevista para el hombre por designio de Dios se perderá por el pecado de nuestros primeros padres>> Todos nacemos con el pecado original. De esto solamente fue preservada nuestra Santísima Madre. Pero la misericordia de Dios es tan infinita que pone a nuestra disposición el Sacramento del bautizo. Por esa razón nunca comprenderemos a aquellos padres y madres de familia que van postergando y postergando el bautizo de sus hijos. Lo curioso es que esos padres y madres se esmeran en dar a sus hijos los mejores alimentos, cubrirlos con los mejores vestidos o trajecitos, etc. y se olvidan de lo principal que es hacerlos hijos de Dios, herederos del Reino y templos vivos del Espíritu Santo. Cuando leemos las Sagradas Escrituras nos damos cuenta de que Dios espera que seamos santos. Constantemente nos llama a la conversión. Las palabras del Bautista, lejos de haber perdido actualidad, continúan llamando que nos convirtamos. Y ¿cómo vamos a lograrlo si insistimos en vivir en el pecado?

Alguien podría decir que no es fácil mantenerse alejado de las tentaciones. Eso es muy cierto, pero nadie ha dicho que sea fácil. Desafortunadamente el enemigo nos conoce muy bien a cada uno de nosotros. Sabe cuales son nuestros puntos débiles y por allí nos ataca. Recordemos que cuando San Pablo se queja porque lleva el mal adentro y siente desfallecer, el Señor le contesta: <<¡Te basta mi gracia! La fuerza se realiza en la debilidad. Así que muy a gusto presumiré de mis debilidades para que se aloje en mi el poder del Mesías>> (2 Cor. 12, 8)

EL PECADO Parte 2

¿Qué es el pecado? Vivimos en una cultura en la que el concepto del pecado se ha visto envuelto en discusiones legalistas sobre el bien y el mal, cuando muchos de nosotros pensamos ¿Qué es el pecado? Pensamos en las violaciones a los Diez Mandamientos. Incluso ahí pensamos en el asesinato y el adulterio como “pecados mayores” comparado con mentir, maldecir o la idolatría. La verdad es que el pecado, tal como se define en las traducciones originales de la Biblia, significa “perder el camino”. El camino en este caso, es el estándar de perfección establecido por Dios y evidenciado por Jesús. Bajo esa luz queda claro que todos nosotros, sin excepción, somos pecadores. Bien nos lo advierte San Juan cuando nos dice: <<Decir que no hemos pecado, sería afirmar que Dios miente; entonces su palabra no estaría en nosotros>> (1JN, 1,10). Por otro lado el Apóstol fr los Gentiles nos dice: <<Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios>> (Rom. 3,23) Queda claro, pues, que la condición de pecadores nos incluye a todos los humanos, desde el Santo Padre, pasando por todos los Cardenales, Obispos, Sacerdotes y hasta el último cristiano. La diferencia está en que algunos estamos conscientes de esa realidad y nos mantenemos en guardia, y otros hermanos que han logrado acallar sus conciencias y viven tranquilamente acumulando pecados sobre pecados sin sentir ningún remordimiento. Siendo el pecado una condición que nos incluye a todos, bien vale la pena que lo conozcamos , para de esa manera evitar

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todas las ocasiones en que podamos caer en él, sabiendo que Dios odia el pecado pero ama al pecador. Dios, en su infinita misericordia no nos ha dejado desprotegidos ante el pecado. Nos dejó los Sacramentos Sacramentos para que, apoyados en ellos podamos vivir una vida de gracia y felicidad. Basta con acercarnos al confesionario, profundamente arrepentidos de todos nuestros pecados para que el sacerdote nos restablezca en la vida de la gracia. Quizás algunos hermanos ignoren que los sacerdotes, Obispos, Cardenales y el Santo Padre, además de administrarnos el perdón, ellos mismos también se confiesan porque también se reconocen como pecadores. Nuestro Divino Maestro es tan compasivo y misericordioso que dejó establecido el Sacramento de la Penitencia en manos de los Ministros consagrados. Ellos, que comparten con nosotros la condición de pecadores, están en mejor posición de comprender nuestras debilidades, y al mismo tiempo aconsejarnos lo que debemos hacer para no volver a caer. Cuando un hermano(a) cae en pecado y se queda inquieto, intranquilo, preocupado, nervioso. Etc. es porque su alma le está pidiendo a gritos que regrese a la vida de la gracia. Cuando pecamos y nos quedamos tan tranquilos como si nada hubiera ocurrido, es porque hemos logrado adormecer nuestra alma

EL PECADO PARTE 3

LA PERSPECTIVA BÍBLICA DEL PECADO El pecado es mencionado cientos de veces en la Biblia, comenzando con el pecado original, cuando Adán y Eva comieron del árbol del conocimiento. Muy a menudo nos parece que el pecado es simplemente la violación de cualquiera de las leyes de Dios, incluyendo los Diez Mandamientos. Sin embargo, San Pablo coloca esta perspectiva en Romanos 3, 20, cuando dice:<<Por tanto, nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que exige la ley; mas bien, mediante la ley cobramos conocimiento del pecado>>. Dios quiere que reconozcamos nuestros pecados, incluso aquellos que no hemos

asesinado o cometido adulterio, se encontrarían culpables de sentir o de adorar ídolos falsos como las riquezas o el poder antes que a Dios. Trágicamente, el pecado en cualquier dimensión nos distancia de Dios. Nos hace perder su amistad y su gracia, pero felizmente la mano del Señor no es corta para salvar ni es sordo su oído para oír. El profeta Isaías nos dice que: <<Son las iniquidades de ustedes las que los separan de su Dios, a ocultar su rostro para no escuchar (Is. 59-1 y 2) Sabemos por experiencia que no es fácil evitar las iniquidades de que nos habla el profeta. Podríamos afirmar que es algo imposible si no nos apoyamos en la oración. Sabemos que tenemos una Madre y Abogada que intercede por nosotros, acudamos a su santísimo seno para poder perseverar. Si afirmamos que no tenemos pecado nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. Si confesamos nuestros pecados, Dios que es fiel y justo, nos perdonará y nos limpiará de toda maldad. Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su Palabra no habita en nosotros (1ª, Jn 1, 8-10). Pero no todo son malas noticias: porque una vez que nos reconocemos pecadores, solamente necesitamos confesarnos y hacer el propósito firme y sincero de no volver a pecar. Nuestro Divino Redentor dejó previsto el medio único de restablecernos como sus hijos y recobrar nuestra dignidad de sacerdotes, profetas y reyes. Basta con acercarnos humildemente al confesionario para confesarnos y recobrar nuestra libertad. Recordemos lo que el Apóstol de los gentiles nos dice <<Con todo, llevamos este tesoro en vasos de barro para que esta fuerza soberana parezca cosa de Dios y no nuestra (2Cor. 4, 7) Vale la pena reflexionar seriamente sobre el pecado, especialmente en este tiempo de cuaresma y porque nadie, absolutamente nadie se escapa de la tentación y del pecado; ni siquiera el Santo Padre, los Obispos y los sacerdotes. -

El Pecado Parte 4

El Pecado contra el Espíritu Santo

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Deliberadamente hemos dejado para este último capítulo el pecado contra el Espíritu Santo, y no porque sea el menos importante, sino que además de ser gravísimo, es imperdonable. Cuando decidimos escribir esta serie de artículos sobre el pecado sabíamos de antemano que es un tema poco agradable. Es comparable al temor que tenemos de hablar del cáncer, pero desafortunadamente ambos temas forman parte de nuestra realidad. Es tan grave el pecado contra el Espíritu Santo que en el evangelio de San Marcos y de San Mateo encontramos advertencias durísimas sobre este tema: <<"El que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón nunca, antes bien será reo de pecado eterno" (Mc 3,29; Cf. Mt 12:32; Lc ¿Por qué la blasfemia contra el Espíritu Santo es imperdonable? Porque se trata del rechazo radical a la gracia que Dios ofrece para la conversión. Según Santo Tomás de Aquino dijo que es un pecado “irremisible por su misma naturaleza porque excluye los elementos gracias a los cuales se concede la remisión de los pecados”. La blasfemia contra el Espíritu Santo es presumir y reivindicar el “derecho” de perseverar en el mal. Es un rechazo al perdón y a la redención que Cristo ofrece. La blasfemia contra el Espíritu Santo es la obstinación contra Dios llevada hasta el final. Es negarse deliberadamente a recibir la misericordia divina. Nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el # 1864: <<No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios, mediante el arrepentimiento, rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo (Cf. DV 46). Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna.>> La blasfemia no consiste en el hecho de ofender con palabras al Espíritu Santo; consiste, más bien, en el rechazo de aceptar la salvación que Dios ofrece al hombre por medio del Espíritu Santo. El mismísimo Señor Jesús declara imperdonable este pecado es porque esta no-remisión está unida, como a su causa, a la no-

penitencia, es decir, al rechazo radical a convertirse." Su Santidad Juan Pablo II explicó que,<< el pecado contra el Espíritu Santo consiste en la resistencia y el rechazo a la conversión. Es el Espíritu Santo el que nos convence del pecado ( Jn 16:8-9). Rechazar en nuestro corazón esta realidad y obstinarnos en el mal nos lleva a este pecado>> . Esta era la actitud de los fariseos, que se cerraron a la aceptación del plan divino para reconciliarse con los hombres. Consecuentemente, los cristianos debemos permanecer convencidos de que somos pecadores y que solamente Dios nos perdona los pecados mediante el Sacramento de la Reconciliación.

EL REINO DE CRISTO Los aires frescos de fin de año ya nos están anunciando dos tiempos muy importantes en nuestra vida espiritual. Este día celebramos a CRISTO REY, y vale la pena examinarnos para establecer hasta qué punto es cierto que Cristo es en realidad nuestro Rey. El otro tiempo que sigue a esta celebración es el Adviento, tiempo de reconciliación y arrepentimiento. Tiempo también de poner nuestras vidas en orden, de manera que seamos otros Cristos y verdaderos testimonios de su amor entre los hombres. La fiesta que hoy celebramos fue establecida por el Papa Pio XI el 11 de Marzo de 1925. El entonces Vicario de Cristo se sintió motivado para que el pueblo cristiano reconociera en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo. Posteriormente la fiesta se movió dándole un nuevo sentido. Al cerrar el Año Litúrgico con esta fiesta se quiso resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la historia universal. Él es el Alfa y el Omega, el principio y el fin. Tiene un sentido escatológico pues celebramos a Cristo como Rey de todo el Universo. Él nos anticipó sobre su reinado definitivo hasta que vuelva con majestad y gloria. El Evangelio de San Mateo nos presenta las características de su reinado a través de varias parábolas: “fermento que una mujer toma y echa en tres medidas de harina”, “semejante a un mercader que busca perlas preciosas, y hallando una de gran valor, va, vende todo cuanto tiene y la compra”.

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En ellas Jesús nos enseña muy claramente que vale la pena buscarlo y encontrarlo, que vivir el Reino de Dios vale más que todos los tesoros de la tierra. Para lograr que Jesús verdaderamente reine en nuestra vida, en primer lugar debemos conocer a Cristo. La lectura y reflexión del Evangelio, la oración personal y los sacramentos son medios para conocerlo y de los que se reciben gracias que van abriendo nuestros corazones a su amor. La historia del cristianismo está llena de ejemplos de mártires que murieron al grito triunfal de ¡Viva Cristo Rey! Si asistir a Misa los Domingos es un privilegio, la de este día tiene un significado más especial porque venimos como hijos a demostrarle nuestro amor y adoración a tan excelso Rey.

El misterio de Dios Muchas veces los niños nos dejan perplejos cuando nos preguntan algo a los adultos. Recientemente una sobrinita nuestra de apenas cuatro añitos se transportaba un día junto a su tía en el automóvil de esta última. La tía invitó a la niñita a que la acompañara a rezar el Santísimo Rosario. La pequeñita accedió gustosa. El trayecto que recorrieron fue relativamente corto y solamente alcanzaron a rezar un misterio. Al final del rezo la sobrinita preguntó: ¿Qué cosa es un misterio? No le dio tiempo a la tía a que contestara porque la chiquita añadió: ¿Verdad que es un secreto? Cuantas veces los pequeños nos escuchan decir algunas palabras de contenido religioso que ellos no alcanzan a comprender. Ellos, a su corta edad, encuentran respuestas que les parecen lógicas. En muchas ocasiones no andan tan lejos de la respuesta correcta, otras veces encuentran como lógico un disparate. La experiencia arriba narrada nos ha hecho pensar que también nosotros los adultos a veces no entendemos algunas prácticas, palabras o ritos de nuestra Iglesia, y no tenemos el valor de preguntar porque no queremos hacer el ridículo; o porque quedamos satisfechos con las respuestas que nos parecen adecuadas. Los católicos hablamos con mucha frecuencia del “Misterio de Dios”, o de los Misterios del

Santísimo Rosario, sin entender exactamente lo que son. De acuerdo con el diccionario bíblico, la palabra “Misterio” viene del griego “musthrion” que quiere decir secreto o sacramento (no andaba lejos la criaturita). Es un término prestado de las antiguas religiones “misteriosas” mediterráneas. Los católicos la usamos para todo aquello que no podemos concebir intelectualmente. Por ejemplo: ¿cómo podríamos explicar la Encarnación del Hijo de Dios? Como tampoco podemos explicarnos ¿por qué Dios nos ama tan intensamente y de forma gratuita? Y así podríamos llenar todo el Semanario FIDES con preguntas que jamás podremos explicar intelectualmente. Aún y cuando fuimos hechos a “imagen y semejanza de Dios” jamás podremos escudriñar a nuestro Creador. Todos sabemos que los niños entran siempre a la época del ¿por qué? Allí es cuando los adultos nos vemos “a palitos” porque no nos resulta fácil darles una respuesta veraz y a su medida; aunque muchas veces nos sorprenden, como el caso de la sobrinita arriba mencionada. Siempre se ha dicho que la primera catequesis la recibimos en el hogar. Por eso es tan importante dedicarles suficiente tiempo a los niños y no solamente lo que nos sobra. Los chiquitines nos disparan innumerables ¿por qué? Porque ellos se interesan por todo. Por esa razón es que es tan importante que ambos padres dediquen mucho, pero mucho tiempo a satisfacer la curiosidad de los hijos. Es uno de los sagrados deberes de los padres y un derecho de los hijos. Así mismo es deber ineludible de los padres enseñarle a sus hijos cómo deben comportarse dentro del templo.

EL SIGNIFICADO DEL ADVIENTO

La palabra “Adviento” en su traducción más fiel de la palabra griega “parusía” significa presencia, o mejor dicho “llegada”. Dicho de otra forma “presencia comenzada”. Antiguamente se usaba para designar la presencia de un rey o Señor, o también del Dios al que se le rinde culto y que regala a su pueblo el tiempo de parusía.

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Esta presencia de Dios entre nosotros se puede entender de dos maneras: 1.- Que la presencia de Dios ya ha comenzado, y 2.- Que la presencia de Dios acaba de comenzar, aún no es total, sino que está en proceso de crecimiento y maduración entre aquellos que humildemente nos sometemos a su santísima voluntad, y que nos esforzamos en la medida de nuestras facultades a hacerlo presente en el mundo. Además nos maravillamos y agradecemos con todas las fuerzas de nuestra alma a reconocer la misericordia y el amor de Dios por nosotros. Él podría hacerse presente sin necesidad de nuestra cooperación, pero de la misma forma en que nosotros, padres de familia, permitimos a nuestros hijos participar en ayuda nuestra en tareas de la casa, porque sabemos que, especialmente cuando están pequeñitos, se sienten felices al ayudar a mamá y a papá. Porque además estamos educando a nuestros hijos a sentirse útiles y en formar parte real de la familia. Dios quiere que por medio de nuestra fe, esperanza y amor como Él quiere hacer brillar la luz continuamente en la noche del mundo. De modo que las luces que encendamos en las noches oscuras de este invierno que hoy vivimos, serán consuelo y advertencia certeza consoladora de que la “Luz del Mundo” se ha encendido ya en la noche oscura de Belén y ha cambiado la noche del pecado humano en la noche santa del perdón divino. La luz de Cristo quiere iluminar la noche del mundo a través de la luz que somos nosotros; su presencia ya iniciada ha de seguir creciendo por medio de nosotros. Este gran misterio, difícil de entender plenamente, tiene su origen en el infinito amor de nuestro Creador por nosotros sus hijos. Por esto, y por muchísimas razones más, nuestros corazones exclaman: “No hay Navidad sin María”. Cuando se nos anuncia que algún ser muy querido pronto nos visitará, “tiramos la puerta por la ventana” como solemos decir. Nos preparamos y acondicionamos especialmente el sitio donde alojaremos a ese querido visitante. Procuramos que el lugar ser acogedor, que nuestro huésped se sienta tranquilo y feliz. De igual forma, el Adviento debe ser esa época del año en que nos preparamos al Rey de Reyes y Señor de Señores que muy pronto nacerá entre su pueblo. .

Debemos volver nuestros ojos a la figura de María Santísima, que como Maestra que es, debe ser el modelo perfecto para cada uno de nosotros en esta época y durante todo el año.

EN LA ESCUELITA DE LA VIRGEN

Todos recordamos con nostalgia el día que fuimos por primera vez a la escuela. Esos recuerdos, muchos de nosotros los hacemos con alegría y otros con tristeza. Algunos tuvimos la suerte de tener una Maestra, y otros un Maestro. La Santa Madre Iglesia Católica siempre nos ha enseñado que la Santísima Virgen es MADRE Y MAESTRA. Como Maestra que es, Ella tiene una escuelita en la que nos inscribimos voluntariamente algunos cristianos. Porque asistir a esa escuelita no es obligatorio, como en efecto lo es la educación primaria. El único requisito que hay que llenar para ingresar a esa escuelita es tener un corazón de niño y matricularse por amor.

1.- La escuelita tiene algunas otras peculiaridades muy especiales que la hacen única en todo el Universo: Se estudia solamente una materia y no el montón de asignaturas que nos tocó estudiar cuando éramos niños. Esa asignatura se llama AMOR, y es tan extensa, que nunca terminamos de estudiarla. Nos graduamos el día en que volvemos a la Casa del Padre y la fiesta de graduación no se celebra en ningún salón lujoso, tampoco en uno de esos sitios en donde se reúne la gente con mucho poder económico, tampoco en un Castillo sino que en el mismísimo cielo. El acto es presidido por el Rey de Reyes y Señor de Señores. 2.- La escuelita es totalmente gratuita y nunca se hacen rifas ni se piden contribuciones ni cuotas, ni matriculas, ni nada que se le parezca. 3.- La Maestra nunca toma vacaciones, nunca falta a clases por estar enferma, no se declara en huelga, no participa en marchas de protesta, nunca se toma las calles, pero sobre todo ¡NUNCA PARTICIPA EN ASAMBLEAS INFORMATIVAS! ( que es el último gran invento de nuestros días). Esa Maestra es tan especial, que no considera a sus alumnos como tal, los eleva al rango de ¡SUS QUERIDOS HIJOS! 4.- Como dijimos líneas arriba, el ingreso es voluntario y libre, y podemos retirarnos de

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ella a la hora que nos plazca, pero le producimos un hondo pesar a esa Maestra tan especial. Algunos de sus alumnos nunca han abandonado esa escuelita, entre ellos recordamos a muchos, pero solamente mencionaremos algunos nombres: Luis María Montfort, Antonio, María Claret, Josemaria Escribá de Balaguer, Teresa de Calcuta, Vicente de Paúl. El mas reciente graduado ha provocado una fiesta tan grande que todavía no tiene visos de terminar. El graduando fue bautizado con el nombre de Karol, pero la Maestra lo tiene registrado bajo el nombre de Juan Pablo II Magno. 5.- Todos ellos han tenido una característica muy especial, aprendieron en esa escuelita a rezar el Santo Rosario. Su fidelidad a esa práctica piadosa les aseguró que esa Maestra del Amor los haya recibido con sus santos brazos abiertos en la Jerusalén eterna. 6.- Ciertamente hay alumnos que nunca han querido matricularse en esa Escuelita maravillosa. También habremos alumnos (as) que nos hemos matriculado y la hemos abandonado muchísimas veces. Cuando decidimos regresar, esa Maestra no nos regaña, no nos castiga, ni nos pone una tarea muy pesada. Ella se limita a preguntarnos una vez más: ¿Hijo, por qué te has portado así? Tu Padre y yo te buscábamos muy preocupados (Lc. 3, 48). Cuando tratamos de escondernos de Ella, de la misma forma en que lo hizo Adán cuando se sintió desnudo, Ella siempre se las ingenia para encontrarnos y susurrarnos constantemente en nuestros oídos: REGRESA HIJO(A). SOY TU MADRE Y TE AMO MUCHÍSIMO 7.- Algunos de sus alumnos la denigran, inventan una sarta de mentiras e injurias. Ella les responde ¡SI SUPIERAN CUÁNTO LOS AMO, LLORARÍAN DE ALEGRÍA! 8.-La Maestra es tan delicada y responsable en su trabajo, que aquellos alumnos que mas veces hemos abandonado la escuelita, es a los que más devoción y entrega les da. Nos trata con una ternura tal, que supera aún la ternura de nuestra propia Madre Biológica. No se cansa de repetirnos que nos convirtamos y que Ella intercede por nosotros. Nos repite con insistencia: ¡Oren, Oren, Oren! Aunque Ella ama a todos sus hijos por igual, hay una clase de hijos por los que siente una especial predilección, se trata de los Obispos,

Sacerdotes, Religiosos(as). Quizá sea por aquello que nos dejó dicho San Pablo "A quien mucho se le ha dado, mucha cuenta se le pedirá" 8.-Es tan desinteresada y fiel que nunca nos pide nada para ella. Constantemente nos susurra a nuestros oídos las palabras "HAGAN LO QUE EL OS DIGA" (Jn. 2, 5) En todo momento nos pide que nos convirtamos y adoremos a Su Hijo. San Josemaria Escrivá de Balaguer, distinguido alumno de esa escuelita dijo: “El camino mas seguro para llegar a Jesús, es Peregrinando por el sendero de María”.

ES CURIOSO…….. En nuestro artículo anterior comentábamos sobre la cifra de 163 suicidios que se han producido en nuestro país desde Enero hasta lo que va de Diciembre. Decíamos que hay una fuerte tendencia a deprimirse al extremo en estos días. Muchas personas no pueden apartar sus ojos de los acontecimientos dolorosos que han sufrido en el año que termina y en los anteriores. No son capaces de admirar el motivo maravilloso que nos mueve al festejar el nacimiento de nuestro Salvador y Redentor. Esta situación nos hace recordar el pasaje bíblico de lo que le aconteció a la mujer de LOT. No resistió la tentación de mirar hacia atrás y quedó convertida en estatua de sal. Eso es exactamente lo que le sucede a esos hermanos y hermanas que llegan hasta el suicidio como producto de la profunda tristeza que abate sus almas. En el libro del profeta Isaías, Cap. 2, versículo 2 leemos lo siguiente: <<Vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría por tu presencia, cual la alegría en la siega, como se regocijan repartiendo el botín>>. Es curioso que el profeta repita en un solo versículo tres veces la palabra alegría, y dos veces la palabra regocijo que es sinónimo de alegría. Y es que el nacimiento del Hijo de Dios no debe provocar sino una inmensa alegría y júbilo en nuestros corazones. En otras palabras, en lugar de fijar nuestra atención en acontecimientos dolorosos, debemos gozar plenamente la llegada del Rey de Reyes.

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Estar tristes y acongojados en estos días es estar atados voluntaria y permanentemente a esos episodios sangrantes de nuestras vidas, dejando pasar inadvertido el gran acontecimiento que dividió la historia de la humanidad en dos partes. Lo prudente y aconsejable es arrodillarnos humildemente frente al pesebre, adorar a ese Niño Divino y encomendarle todos esos problemas que nos acongojan. No podemos continuar viviendo en “tierra de sombras” como lo dice el profeta Isaías y dejemos que esa luz divina brille también sobre nosotros. No queremos terminar este humilde trabajo para agradecer a las personas que sabemos hay en varios pueblos y ciudades de esta querida Honduras, que nos hacen el favor de leernos. ¡Que la paz del Niño Dios inunde de alegría nuestros corazones!

¿Es lícito llamar “Padres” a los Sacerdotes?

Algunas personas nos critican a los católicos porque llamamos “Padres” a los sacerdotes. Ellos argumentan que en la Biblia dice que no hay que llamar a nadie “Padre” porque nuestro único Padre es Dios. Se apoyan en lo que dice San Mateo en el Cap. 3, vers. Vers. Del 8 al 11. En este caso, como en todos los demás, es que leen las Sagradas Escrituras fuera de su contexto. Es decir, fijan su atención solamente en una partecita de la Biblia. Si continuamos leyendo el mismo Evangelio nos encontraremos que lo que el Señor nos está diciendo es que nadie debe sentirse superior a su hermano. Los que han recibido el Orden Sacerdotal son servidores de su grey. El mismo Santo Padre se describe a sí mismo como “Ciervo de los ciervos de Dios”. Dice San Mateo lo siguiente; <<El mayor entre vosotros será vuestro servidor, el que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado (Mt. 23, 11-12) San Pablo en la Biblia se presenta como Padre cuando le dice a los Corintios y a nosotros lo siguiente; <<Podéis haber tenido diez mil pedagogos. En Cristo no habéis tenido muchos padres. He sido yo, el que por el Evangelio os engendra en Cristo Jesús (1 Cor. 4, 15)

Y por si quedara alguna duda sobre esto, el Apóstol de los Gentiles también se hace llamar “Padre” cuando le escribe a su discípulo Filemón cuando le dice; <<Te ruego a favor de mi hijo a quien he engendrado en cadenas, Enésimo (Filemon 10) San Pablo es Padre Espiritual, y vive su vocación como tal en completa humildad. Él sabe que engendra por y para Cristo, él es fidedigno intérprete de las palabras de Jesús, ya que la Biblia no se contradice. Debemos interpretar junto con la Iglesia que ha enseñado desde el principio. Es importante conocer las enseñanzas de los Padres de la Iglesia, los más insignes pastores de los primeros siglos. Ellos no añaden ni quitan nada de las Sagradas Escrituras y por su constante comunión con los Apóstoles. La saben interpretar mejor que alguien del siglo XXI que tome la Biblia sin saber el sentido que quiso darle el escritor sagrado. Siempre debemos recordar que la Biblia no es un libro, sino una biblioteca, formada por diferentes libros, escritos por diferentes autores, en diferentes tiempos, en más de un idioma y dirigido a diferentes destinatarios. No es un libro para leerlo como cualquiera otro. La Iglesia Católica ha sido siempre la depositaria de esa obra sagrada, y es la única autorizada para interpretarla. Los sacerdotes también nos engendran a nosotros espiritualmente en Cristo Jesús por medio de los Sacramentos y la Palabra. Consecuentemente es correcto llamarlos Padres.

¿EN QUÉ PARTE DE LA BIBLIA DICE QUE MARÍA

ES MADRE DE DIOS?

La Iglesia Católica celebra el primer día de cada año a SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS. Es lo que repetimos diariamente en el rezo del Ave María en nuestro Santo Rosario. Muchas veces hemos oído la pregunta que hemos escogido para este artículo, y trataremos de explicar la respuesta. Ya en el siglo III los cristianos de Egipto se dirigían a María con esta oración; <<Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desoigas la oración de tus hijos necesitados; líbranos de todo peligro, OH siempre Virgen gloriosa y bendita>> (Liturgia

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de las Horas). En este documento aparece por primera vez de forma explícita la expresión <<Theotokos>> (Madre de Dios>>. Vale la pena mencionar que hasta ese entonces ese título no existía, sino que fue creado por los cristianos para expresar una fe que no tenía nada que ver con la mitología pagana, la fe de la concepción virginal, en el seno de María, de Aquel que era desde siempre el Verbo eterno de Dios. Este título de MADRE DE DIOS fue solemnemente confirmado por la Iglesia en el Concilio de Efeso del año 431. El término de “Theotokos” ya se usaba con frecuencia tanto en Oriente como en Occidente, la piedad y la teología se refieren cada vez mas a menudo a ese término, que ya había entrado a formar parte del patrimonio de la fe de la Iglesia. La expresión Theotokos significa literalmente <<la que ha engendrado a Dios>>. Muchos podrían escandalizarse porque inmediatamente argumentarían que es imposible que una criatura humana engendre a Dios. La respuesta de la Iglesia a esto es clara: <<la maternidad divina de María se refiere solo a la generación humana del Hijo de Dios y no a su generación divina>>. Jesús fue engendrado desde siempre por Dios Padre, y es consustancial con El. La Iglesia proclama que María es la <<Madre del Verbo Encarnado, que es Dios>>. Su maternidad, por tanto, no atañe a toda la Trinidad, sino únicamente a la segunda Persona, al Hijo, que, al encarnarse, tomó de ella la naturaleza humana. Una madre no es madre sólo del cuerpo o de la criatura física que sale de su seno, sino de la persona que engendra. Por ello, María, al haber engendrado según la naturaleza humana a la persona de Jesús, que es persona divina, es Madre de Dios. Concretando una respuesta a la pregunta del título de este artículo, debemos recordar, ante todo, que nuestra fe católica no se funda única y exclusivamente en la Palabra de Dios, sino que además en la Santa Tradición. El concepto de MADRE DE DIOS arranca desde los primeros cristianos, y fue confirmado oficialmente en el Concilio de Trento. Para terminar recordemos que, el misterio mariano es tan profundo, que para nosotros, simples laicos, resulta muy complicado. Por eso debemos confiar en lo que oficialmente

nuestra Santa Madre Iglesia nos dice en materia de fe.

¿ES PECADO BAÑARSE EN EL MAR?

Nos imaginamos que algunos se habrán sonreído al leer el título con que encabezamos este trabajo. En nuestra niñez nos hacían tantas advertencias el los “días grandes” que el que no las observaba se había ganado una buena “penqueada” como se dice en Amapala. El castigo solía llevarse a cabo después que las campanas de la Iglesia anunciaban que Cristo había resucitado. Entre tantas advertencias que se nos hacían estaba la de no correr y la de no bañarse porque nos podíamos “hacer pescado”, o sea, convertirnos en pescado. Algunas personas que pasaron por esas experiencias hoy día se preguntan por qué nos mentían. La verdad es que la Iglesia jamás ha enseñado esas cosas, por lo tanto no había ningún engaño de parte de la Iglesia. Esas costumbres posiblemente fueron herencia de la colonia, o producto de la imaginación de la gente. Otra posibilidad sería que se nos decía eso para que mantuviéramos cierto decoro y respeto en esos días. En Amapala las celebraciones eran profundamente religiosas. Toda la actividad de los fieles giraba en esos días alrededor de la Iglesia. Pequeños y grandes estábamos pendientes de lo que ocurría en el templo. La participaron de la banda de viento liderada por el maestro Don Mardoqueo Lagos (QDDG) le daba a las celebraciones un toque muy especial a todos los actos. Recordamos los “responsos” que se cantaban el latían al salir el Santo Entierro del templo. También se cantaban a petición de algunas personas frente a sus casas para rogar por algún ser querido difunto. Por cada responso se daba una ofrenda. Los responsos solamente rezados correspondían a una ofrenda menor. Otra de las costumbres que recordamos era el aspecto respetuoso que las damas y damitas daban al usar las “chalinas”, que eran unos trozos de tela, generalmente bordadas que lucían en sus cabezas. Las señoras de menos recursos económicos usaban “rebozo” que era una tela color negro, sin ningún adorno con el que se cubrían la cabeza. La

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mayoría de los caballeros usaban sombrero, el cual se quitaban en las procesiones y dentro del templo. Una cosa curiosa es que aunque no entendíamos lo que el celebrante decía durante la celebración de la Santa Misa, todos los fieles manteníamos una actitud muy respetuosa a todas las celebraciones. Todos permanecíamos en silencio dentro del templo en actitud de respeto al Señor. Hoy, cuando hemos aprendido mucho sobre nuestra fe, ha desaparecido ese respeto a la Casa de Dios. Cuando llegamos temprano al templo, nos enfrascamos en sabrosas pláticas con amigos o parientes con los que no nos vemos frecuentemente. Dicen que los tiempos idos fueron mejores. De esto no estamos muy seguros. Lo que sí encontramos placentero es recordar aquellos días en que no entendíamos mucho de nuestra fe, pero que la vivíamos con más devoción y respeto.

¿ESTAMOS PERDIENDO EL SENTIDO DEL PECADO?

Recientemente el Santo Padre Benedicto XVI pidió a los sacerdotes <<reanudar y renovar la celebración de la Misericordia de Dios en el Sacramento de la Reconciliación>>, mejor conocido como de la Confesión. La misiva fue firmada por el Cardenal Tarcisio Bertone, Secretado de Estado del Vaticano y la misma recoge las palabras que el Papa dirigió en un mensaje al vigésimo curso con motivo del fuero interno, promovido por la Penitenciaría Apostólica, el 12 de Marzo de 2009. El Papa afirma que <<En nuestro tiempo una de las prioridades pastorales es sin duda formar rectamente la conciencia de los creyentes porque…..en la medida en que se pierde el sentido del pecado, aumentan los sentimientos de culpa, que se quisiera eliminar con remedios paliativos insuficientes>> Se nota claramente que el Vicario de Cristo considera que es importante redescubrir el sacramento de la Penitencia, que requiere una catequesis previa y una catequesis profunda. En lo personal, estamos bajo la impresión de que los católicos nos confesamos cada vez menos. Creemos que nos estamos dejando arrastrar por el relativismo. Creemos que no hay relación

entre la cantidad de fieles que nos acercamos a la comunión y los que hacemos filas frente al confesionario. Personalmente conocemos hermanos y hermanas que pasan mucho, pero mucho tiempo sin confesarse. En ocasiones hemos escuchado comentarios en los que se alega no confesarse porque no confían en que encontrarán suficiente misericordia de parte del presbítero. Desde luego que no compartimos esa opinión. Nosotros acostumbramos confesarnos aproximadamente una vez al mes, y siempre nos hemos sentido confortables con nuestro confesor. Posiblemente esto se deba a que nos acercamos al confesionario completamente convencidos que recibiremos el perdón de parte de Cristo mismo, a través del sacerdote. Estamos convencidos que el problema no está precisamente en el confesor, sino en el penitente; y es que realmente no es fácil acusarnos de nuestras faltas delante del sacerdote. Más difícil será cuando comparezcamos ante nuestro Señor en nuestro juicio particular. Por esa razón el Papa dice en el documento que ahora nos ocupa que: <<Junto a una adecuada formación de la conciencia moral y una madurez de vida y celebración del sacramento, se necesita favorecer en los fieles la experiencia del acompañamiento espiritual>> Por esa razón el Papa confirma que <<se necesitan maestros de espíritu, sabios y santos>> Muchas veces sentimos que necesitamos una buena confesión, pero nos encontramos con el problema de la escasez de sacerdotes. Este es un problema que seguirá creciendo si no pedimos al dueño de la mies que mande más obreros a su viña. Posiblemente durante muchos años se descuidó un poco el fomento de las vocaciones a la vida consagrada. Felizmente hoy vemos la clara preocupación de nuestros Obispos, y es así como los candidatos van aumentando poco a poco.

Eucaristía y ayuno

Los hondureños nos caracterizamos por saltarnos con suma facilidad las leyes, reglamentos, estatutos, etc. Para ilustrar rápidamente lo que aquí decimos mencionaremos solamente lo que dice la nueva Ley de Tránsito en cuanto al uso de celulares mientras se conduce en vehículo.

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Todos vemos la cantidad de conductores que irrespetan esa disposición. El Código de Derecho Canónico contiene la Ley de la Iglesia de Rito Latino (hay otro Código para los del Rito Oriental). Nuestra Ley Eclesiástica establece lo siguiente: <<CIC 919 No.1 Quien vaya a recibir la Santísima Eucaristía, ha de abstenerse de tomar cualquier alimento y bebida al menos desde una hora antes de la Sagrada Comunión, a excepción de agua y de medicinas. CIC 919 No.3 Las personas de edad avanzada o enfermas y, asimismo, quienes las cuidan, pueden recibir la Santísima Eucaristía, aunque hayan tomado algo en la hora inmediatamente anterior>>. En algunas comunidades acostumbran hacer actividades de venta de golosinas antes y después de las Misas, y muchas personas las consumen inmediatamente antes de la celebración. Si esas personas comulgan, habrán faltado a lo dispuesto en las disposiciones arriba citadas. Posiblemente algunos hermanos (as) nunca habrán oído hablar del Ayuno Eucarístico, pero los Abogados dicen que “la ignorancia de la ley no exime de responsabilidad”. Como en esta columna hacemos esfuerzos para que los católicos seamos mejores feligreses, traemos a su atención este importante asunto, con la esperanza de que, en adelante, seamos cuidadosos y cumplamos con lo que nuestra Iglesia dispone. Lo hacemos como un consejo, pero en realidad se trata de una disposición jurídica: <<debemos observar el ayuno>>, y <<hemos de abstenernos de cualquier alimento>> son expresiones de obligatoriedad que prescriben que no se debe comulgar sin cumplir esta condición. Algunos piensan que esto ya no es obligatorio y que fue definitivamente suspendido o suprimido. El Código de Derecho Canónico que hemos consultado no es el viejo de 1917, sino el promulgado en 1983 y que tiene plena vigencia hoy día. Por otro lado, el Catecismo de la Iglesia, en el No.1387 establece que <<para prepararse convenientemente a recibir este sacramento, los fieles deben observar el ayuno prescrito por la Iglesia. (CF. CIC can. 919). Por la actitud corporal (gestos, vestido) se manifiesta el respeto, la solemnidad, el gozo de ese momento en que Cristo se hace nuestro huésped>>. El último

documento que habla del Ayuno Eucarístico es el Instrumentum laboris del Sínodo sobre la Eucaristía de Octubre de 2005. Es decir, que la actualidad del precepto está fuera de toda duda. Notemos que se espera que, hasta con los gestos y vestidos que usemos al momento de comulgar, debemos manifestar esa alegría y respeto irrestricto a Jesús Eucaristía. Es motivo de tristeza notar la forma casi irreverente de algunos hermanos (as) después de comulgar regresan s sus asientos a conversar, en lugar de aprovechar ese momento íntimo en que nuestro Señor se ha acercado a nosotros, y nos << ha llamado por nuestro nombre >> como lo sugiere el cántico eucarístico en las Misas.

¿Existe el Purgatorio? Algunos hermanos no tienen muy claro lo que es el Purgatorio y si realmente existe o si ha sido modificado su concepto a la luz del Magisterio de la Iglesia. El Catecismo de la Iglesia, en los No. 1030 y 1031 dice: “Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de la muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo”. No. 1031 La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia Trento. La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura habla de un fuego purificador. Muchos católicos nos cuestionamos qué será eso tan misterioso que llamamos Purgatorio, porque lo hemos escuchado de pequeños en la catequesis, en casa, en algunas oraciones, etc. Respondiendo brevemente diremos que el Purgatorio es el estado al que van todas las almas, que, muriendo en gracia de Dios, no han llegado en su vida a purificar el dalo que han ocasionado con sus pecados. Alguien nos ha preguntado: ¿Entonces no se perdonan todos los pecados en la Confesión? Hay que dejar bien claro que con la Confesión

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quedamos libres del castigo eterno que nos mereceríamos, pero la Confesión no repara el daño que hicimos. Eso debemos repararlo nosotros con nuestras buenas obras o con nuestro sacrificio. Para entender fácilmente esto pondremos el ejemplo siguiente: si rompimos un vidrio de la casa del vecino, corremos a pedirle perdón. Nuestro vecino nos perdona, pero el vidrio continúa roto. Has que repararlo. El daño que hemos ocasionado con nuestros pecados aún podemos repararlos mientras estamos vivos mediante los recursos que nos ofrece la Iglesia, como los Sacramentos, la oración diaria a Dios, las obras de misericordia, la predicación de la Palabra, las indulgencias plenarias, la vida de caridad y de santidad. La otra forma, menos recomendable, es la de pasar por el Purgatorio. El Purgatorio existe, debe existir porque nadie entra en las Bodas del Reino de los Cielos con la piel y la ropa llena de mugre. Es necesario entrar con el mejor vestido, y en donde se nos lava hasta el punto de quedar dignos para el paraíso y con el traje adecuado, es en el Purgatorio.

FIDELIDAD DE LOS ESPOSOS A SU VOCACIÓN

El Señor Dios llama a sus hijos a diferentes vocaciones. Unos pocos son llamados a vivir en castidad y entregados totalmente al servicio de El, ya sea como sacerdotes o como religiosos(as). La mayoría somos llamados a nuestra condición de padres y madres de familia. Son vocaciones diferentes, pero ambas siempre nos llevan al servicio de Dios a través de nuestros hermanos. Los padres y madres de familia vivimos “la íntima comunidad conyugal de vida y amor fundada por el Creador y provista de leyes propias, se establece con la alianza del matrimonio. (…..) El mismo Dios es autor del matrimonio”, como lo afirmó el Santo Padre el día 8 de Octubre recién pasado en Roma. En esa ocasión, Benedicto XVI dio una verdadera cátedra y nos exhortó a todos a “mantenerse fieles a su vocación en cada una de las estaciones de la vida, en alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad” Los que seguimos nuestra vocación como papá y

mamá, fundando nuestro hogar bajo el sacramento del matrimonio, prometimos en el rito sacramental, y conscientes de la gracia recibida, construir una familia abierta a la vida y capaz de afrontar los numerosos y complicados desafíos de nuestro tiempo. Nuestro siempre recordado y amado Juan Pablo II nos dejó escrito en su Exhortación Apostólica “Familiaris Consortio” que “el sacramento del matrimonio constituye a los cónyuges y padres cristianos en testigos de Cristo…..como auténticos misioneros del amor y de la vida” Esta misión se orienta tanto hacia la vida interna de la familia – especialmente en el servicio recíproco y en la educación de los hijos – como hacia el exterior: la comunidad doméstica, ante la cual estamos obligados a dar testimonio de la validez del sacramento. La sociedad esta fallando porque la familia está desintegrada. No puede ser otro el resultado cuando estamos siendo testigos de jóvenes que a plena luz del día, en lugar de estar formándose en sus centros educativos, están dando rienda suelta a la embriaguez, y posiblemente al consumo de drogas. La primera pregunta que todos nos hemos hecho es: ¿Dónde están los padres de estos muchachos y muchachas? Los hijos son parte de los talentos que el Señor nos ha confiado. ¿Cuál será nuestra respuesta ante la pregunta que seguramente nos hará el día de nuestro juicio particular, cuando nos indague qué hicimos de los hijos que Él nos encomendó? La principal causa de los fracasos matrimoniales está en el hecho de que cuando formaron su hogar no invitaron a Cristo y a nuestra Santísima Madre como huéspedes distinguidos. La oración se ha hecho en forma muy esporádica o ha habido totalmente ausencia de ella. No nos cansaremos de afirmar que la vida matrimonial es tan compleja y delicada que no podemos confiar solamente en nuestra habilidad o inteligencia para mantenerla. Es necesario pedir constantemente el auxilio divino, y cobijarnos bajo el santísimo manto de nuestra Madre.

FIESTA DE TODOS LOS SANTOS

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Este hermoso día la Iglesia Católica celebra una fiesta muy importante. En ella recordamos a millones de personas, aunque sean desconocidos por nosotros, han alcanzado la gloria. Santo es aquel que ha llegado al cielo, algunos han sido canonizados y otros no, pero eso no cambia su condición de elegido por Dios para acompañarlo por la eternidad en su Reino. Los canonizados han sido puestos por la Iglesia después de un riguroso trámite y puestos como ejemplos de la vida cristiana. La primera noticia que se tiene del culto a los santos y a los mártires es una carta que la comunidad de Esmirna escribió a la Iglesia de Filomenio, comunicándole la muerte de su santo Obispo Plutarco, en el año 156. En esta carta se habla de Policarpo y de los mártires en general. Del contenido de ese documento, se puede deducir que la comunidad cristiana veneraba a sus mártires, que celebraban su memoria el día del martirio con la celebración de la Eucaristía. Se reunían en el lugar donde estaban sus tumbas, haciendo patente la relación que existe entre el sacrificio de Cristo y el de los mártires. Esa veneración a los santos llevó a los cristianos a erigir sobre las tumbas de los mártires, grandes basílicas como la de San Pedro en la colina del Vaticano, la de San Pablo, la de San Lorenzo, la de San Sebastián, todas ellas en Roma. Pero los cristianos del 2008 no debemos quedarnos exhortos contemplando únicamente a los santos que ya alcanzaron la gloria. Este es un día propicio para recordar que todos estamos llamados a ser santos. La santidad no es un privilegio reservado para unos cuantos cristianos. El llamado a nuestro Creador es para todos. Ser santo no es tener una aureola en la cabeza y hacer milagros, sino hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien, con amor y por amor a Dios. Todo esto suena sencillo pero no lo es. No en balde decía San Pablo <<No entiendo mis propios actos: No hago lo que quiero y hago cosas que detesto>> (Rm 7, 15). Y como para que quedara todo muy claro, más adelante dice: <<De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero>> (Rm 7, 19) Pero todo lo anterior no quiere decir que la santidad sea inalcanzable. La diferencia está en el empeño que pongamos para combatir nuestros defectos, pero lo más importante de

todo: Depositarnos en los benditos brazos de nuestra Madre Santísima por medio del rezo diario del Santo Rosario.

FORMA CORRECTA DE RECIBIR LA COMUNIÓN

Siempre hemos sostenido desde esta columna que durante las celebraciones de las Santas Misas en los templos a lo largo y ancho de nuestro país, podemos observar situaciones anómalas en nuestros hermanos laicos. No es la primera vez que nos ocupamos de estos temas, y mientras nos aguanten leyendo lo que aquí escribimos, no nos cansaremos de hacer las observaciones que creemos pertinentes. En esta ocasión nos ocuparemos de examinar detenidamente la forma correcta en que debemos tomar la Santa Hostia. Lo primero que debemos recordar es que para recibirla debemos estar en gracia de Dios, es decir, libres de todo pecado mortal. Si por desgracia hemos caído en tal situación, debemos abstenernos de recibir la Comunión, hasta haber hecho una buena confesión de nuestros pecados ante el Sacerdote. No nos detendremos en esta oportunidad a hablar sobre el Sacramento de la Reconciliación, pero prometemos hacerlo en el futuro cercano. Una vez que el monitor, o el Sacerdote nos invitan a recibir el Cuerpo de Cristo, debemos encaminarnos en forma ordenada y respetuosa hacia el sitio donde está el Sacerdote o el Ministro de la Comunión. Una vez que estemos frente al Ministro debemos observar lo siguiente: 1.- PON TU MANO SOBRE LA OTRA A LA ALTURA DEL PECHO. Las dos manos entran en acción; es como si hicieras un trono al Señor, que es Rey de Reyes. Recuerda que al acercarte a comulgar “pones en marcha” esa fe habitual con la que dices sí a Dios. Ese sí interior supone tener el alma limpia de pecado grave. 2.- QUIEN ADMINISTRA LA COMUNION DICE “EL CUERPO DE CRISTO” Y TÚ RESPONDES: ¡AMÉN! Al presentarte el Sacerdote o el Ministro el Cuerpo de Cristo, te está invitando a que actualices en tu interior esa paz que trae el Señor, eso implica que tu corazón esté libre de odio, injusticia, venganza, y de todo

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sentimiento que te aleje de Dios. Te invita, además, a que expreses ese sí a Cristo que te lleva a luchar para hacerlo presente en tus actos. Por esa razón no está de más hacer una pequeña inclinación de cabeza ante Dios que viene a ti, porque todo eso implica, por tu parte, la aceptación y el compromiso. 3.- LA HOSTIA CONSAGRADA SE DEPOSITA EN LA PALMA DE TU MANO Una mano sostiene a la otra, no te adelantes a tomar la Sagrada Forma antes que se deposite en tus manos. Ten en cuenta que es siempre Dios el que lleva la iniciativa, el que sale a nuestro encuentro. Tú preséntale las manos como un mendigo de Su amor, unas manos limpias en señal de la pureza del corazón. 4.- ACOGE LA HISTIA EN LA PALMA DE TU MANO CON REVERENCIA Ten en cuenta que vas a acoger el don del cielo, al mismo Cristo que se te ofrece como alimento, no hagas gestos raros. Tienes que poner en marcha esa naturalidad del amor, también en las actitudes externas, tratando santamente al que es el Santo de los Santos. 5.- ANTES DE RETIRARTE, TOMA LA HOSTIA CON LA OTRA MANO Y LLÉVALA CON DEVOCIÓN A TU BOCA. Quédate un instante delante del Ministro de la Comunión, lleva la Sagrada Forma con los dedos índice y pulgar a tu boca, y no te retires antes de haberlo hecho. Como signo de respeto y veneración cuida que no quede ninguna partícula en la palma de tu mano, porque allí también está el Señor. Si ha quedado algún pedacito, por pequeño que sea, recógelo con veneración y consúmelo. Después es el momento de agradecer al Señor que haya venido a tu alma, y pedirle y ofrecerle tantas cosas. Comulgar es un privilegio, y además una gran responsabilidad. Cuando comulgamos no estamos recibiendo un pedazo de pan, Cuando regresamos a nuestros asientos, hagámoslo en silencio y en actitud de adoración al Cristo que acabamos de recibir. Nos encanta encontrar Sacerdotes y Ministros de la Comunión que manejan en todo momento con gran respeto y adoración la Sagrada Hostia cuando visitan enfermos y personas ancianas.

Futbol y Religión

En Honduras, como en muchos otros países del mundo, el futbol es una pasión que mantiene entretenido a un alto porcentaje de la población. Somos muy pocos los que nos escapamos de esa vorágine. Hemos observado que existen algunas similitudes entre el futbol y la religión que paso a detallar seguidamente: La mayoría de los hondureños son seguidores de algún club de la Liga Nacional. Los simpatizantes de los diferentes equipos celebran los campeonatos que su equipo gana, gritan de júbilo por cada gol que anotan, y así mismo sufren cuando son derrotados. No es raro ver a sus adeptos vistiendo la camisa del equipo, y lo hacen con mucho orgullo. Si analizamos esto desde el punto de vista social, podemos decir que es muy bueno, porque es mejor que estén entretenidos celebrando los goles de su equipo, que pensando en cosas malas. Lo curioso es que ninguno de esos miles de hinchas aportan algo para que el equipo mejore o alcance estar siempre a la cabeza de los demás. Son pues, aficionados superficiales. Dicen ser parte de tal o cual equipo, pero hasta allí llegan. Algo parecido ocurre con la religión, muchos hermanos permanecen inactivos o simplemente expectantes o críticos de la Iglesia Católica. Se acuerdan de ella solamente cuando tienen por delante una boda, un bautizo, honras fúnebres, celebración de 15 años, etc. Toman la actitud de Eutico, el personaje que nos presenta Hechos de los Apóstoles, Capítulo 20. Son parte de la Iglesia, pero nunca se comprometen en nada. No mueven un dedo para ayudar a que nuestra Iglesia sea más santa, para que esté cada vez más comprometida con la promoción de los pobres y su evangelización. La tarea de la evangelización es de todos los bautizados y no únicamente de los Obispos, Sacerdotes, Diáconos y religiosos. Dios nos dio a cada uno de nosotros carismas diferentes que debemos poner al servicio de la Iglesia. Todos somos de utilidad, desde el Obispo que dirige una Diócesis, o el Santo Padre, hasta la humilde hermanita que asea el templo para que tengamos nuestras celebraciones en un lugar digno. Ser católico es asumir un compromiso personal con la Iglesia que fundó Cristo. Es

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hacer nuestra la misma responsabilidad que toman las personas consagradas.

GANEMOS JUNTOS UN CAMPEONATO MUNDIAL

La mayoría de los hondureños son apasionados al fútbol. Eso quedó demostrado mientras se desarrollaba en Alemania un campeonato mundial más a ese deporte. Honduras no ha tenido otra oportunidad como la que tuvimos en el campeonato que se celebró en España en 1982, y nos hemos quedado recordando viejas glorias. Como no hay nuevos “héroes” a quien entrevistar, los periodistas se contentan entrevistando a las “viejas glorias” que hicieron un buen papel en aquella única oportunidad. Argentina, que era según la opinión de algunos expertos, favorita para alcanzar la gloria se vieron frustrados en su intento. Seguramente se habrán quedado dolidos porque organizar y mantener un equipo capaz de llevar a un país a uno de esos campeonatos, requiere de mucho, pero mucho dinero. No olvidemos que ese tipo de contiendas no es más que uno de los más fabulosos negocios a nivel mundial. El Arzobispo de Corrientes, Monseñor Domingo Castagna dijo el día 12 de Julio que “llamamos a todos los argentinos a ganar el Campeonato de la Honestidad”. Como no se alcanzó el de fútbol, es preciso ganar el de la honestidad. Esas declaraciones del Arzobispo coincidieron con la celebración de un año más de independencia de ese noble país del cono sur. Estamos acercándonos a la celebración de un año más de nuestra independencia, y vale la pena hacer nuestra también esa exhortación hecha por el Arzobispo de Corrientes. Solo los mas ilusos podrían esperar que Honduras se corone Campeón Mundial de Fútbol, pero si nos lo proponemos podríamos alcanzar el Campeonato de la Honestidad, el de la coherencia con los valores teóricamente sustentados, el de la tolerancia, el del respeto a todos los derechos humanos, el de la auténtica lucha por la salud, la educación y el trabajo digno. Podríamos ser campeones en la política del bien común que no excluya a nadie por razones económicas, ideológicas y raciales, el de una justicia libre de influencias que asisten a los inocentes y ponga en su lugar a los corruptos y delincuentes.

Sería hermoso si nuestros muchachos, en lugar de disputarse los primeros lugares en las famosas bandas de guerra, concursaran en poesía, teatro, música, y artes en general. Las nuevas generaciones desconocen totalmente nuestros verdaderos héroes nacionales. Si usted les quién fue Froylan Turcios, Juan Ramón Molina, Augusto C. Coello, Pompilio Ortega, Salatiel Rosales, Edilberto Cardona, etc. seguramente el muchacho le devolverá la pregunta: “¿en qué equipo jugaron?” Hay un desconocimiento total de nuestros verdaderos valores patrios, y al desconocerlos, seguiremos siendo un pueblo sin amor a nuestro suelo, a nuestra condición de pueblo y sin saber hacia donde vamos. Apenas se recuerda al Sabio Valle, quizás porque hace algunos años, a alguien se le ocurrió mandar a esculpir cuatro efigies de él en donde se exhibían sus partes íntimas.

¿Hace milagros la Virgen? Hace algún tiempo un hermano separado, en su afán de poner a prueba nuestra religiosidad, nos hizo la pregunta que nos sirve como título de este trabajo. Entre los tantos nombres como reconocemos a nuestra Santísima Madre, la llamamos “La Misericordia Suplicante”. Es decir, sabemos que ella mantiene siempre la misma actitud que demostró en las Bodas de Caná. En esa forma continúa arrancando, de las benditas manos de su Hijo, las gracias, bendiciones y milagros para nosotros, sus hijos. De lo anterior se desprende que la Reina de todo lo Creado no hace milagros por sí misma. Pero obtiene de su bendito Hijo los favores que recibimos. En Lourdes funciona una Oficina de Comprobaciones Médicas. Hasta 1955 habían desfilado por ella 32,663 médicos católicos, protestantes, judíos, hindúes hasta ateos racionalistas. En miles de casos han declarado que desde el punto de vista médico, miles de curaciones son inexplicables. Se practican todo tipo de exámenes de laboratorio, Rayos X, Biopsias, encefalogramas, análisis bacteriales, etc., según lo demande la naturaleza de la enfermedad. Por Lourdes han pasado trescientos millones de personas. En esa oficina hay 3,184 expedientes de curaciones inexplicables por la Medicina. De éstos, la Comisión Eclesiástica, en 19 años de trabajo, sólo ha aceptado 54 casos como auténticos milagros.

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No es que los demás no sean milagros. Es que la Iglesia es rigurosísima antes de declarar un hecho como milagroso, y un hecho milagroso auténtico puede no ser reconocido como tal por la Iglesia por falta de algún requisito. Dios no hace milagros para que sean comprobados científicamente, sino como respuesta a la oración de las personas que se lo piden con fe, aunque falten requisitos para una comprobación científica. El rigor de la Iglesia en aceptar milagros nos debe dar confianza en los casos que la Iglesia acepta como tales. En Lourdes solamente, la Oficina de Comprobaciones Médicas mantiene en sus archivos millares de expedientes de milagros, algunos comprobados y otros en proceso de investigación. La Virgen continúa obteniendo milagros para sus hijos después de veintiún silos de su paso por la tierra. En muchos lugares del mundo hay evidencias de la acción milagrosa de Cristo a través de su Madre. En algunos países la devoción mariana es tan fuerte que hasta en el color de su bandera se refleja el color celeste de la Virgen. Este es el caso de Argentina, que en su bandera refleja su veneración a su Patrona Nuestra Señora de Luján.

HAMBRE DE CRISTO El cuerpo humano siente hambre cuando sus reservas alimenticias que ha consumido empiezan a ser insuficientes para desarrollar todas las funciones que está supuesto desarrollar. La reacción natural a esta sensación es la de ingerir alimentos para volver a ponernos a tono con nuestras necesidades. Todo esto es a nivel de nuestro cuerpo mortal. Los seres humanos no solo tenemos una naturaleza corpórea, sino que además la espiritual. Al igual que nuestro cuerpo requiere de alimentos, nuestra alma también necesita su propio alimento para poder mantenerse viva y activa. Una característica de todos los santos es la de haber mantenido una constante hambre espiritual. En muchísimos casos, esta clase de hambre ha sido mayor y más intensa que la corporal.

Algunos cristianos manifestamos una mayor hambre corporal que la espiritual. De ahí que siempre estamos en constante lucha para rebajar de peso y beneficiar nuestra salud física. El problema es que en el plano espiritual no manifestamos esa misma hambre. Dios está constantemente ofreciéndonos suculentos platillos para tentar nuestro apetito espiritual. Por nuestra parte, siempre estamos dejando para “más tarde” ese encuentro con nuestro Creador y con nuestra Santísima Madre. Actuamos como si supiéramos cuantos días, meses o años viviremos, y si tendremos oportunidad de nutrir nuestra alma que languidece, o a veces muere por inanición. Vivimos constantemente prometiéndonos a nosotros mismos que “pronto” tomaremos una actitud más responsable en el plano espiritual. En muchos casos, ese día nunca llega, porque se anticipa el día en que somos llamados a la Casa del Padre. Mientras tanto mantenemos nuestro espíritu sometido a una estricta e ingrata dieta. Cuando leemos las Sagradas Escrituras podemos leer entre líneas la tremenda “Hambre de Cristo” que mantuvo por ejemplo, San Pablo después de su conversión. Si leemos obras escritas por los santos, por los Papas, y por todos los escritores religiosos, podemos también adivinar esa clase de hambre de que hablamos. A diferencia del hambre corporal, el hambre espiritual nunca se sacia. El santo nunca está satisfecho con lo que hace porque sabe que su principal misión es dar a conocer a Cristo, y que como dice la Escritura “La mies es mucha y los obreros pocos”. Todos fuimos testigos de la ejemplar entrega que tuvo el Papa Juan Pablo II hasta los últimos segundos de su vida terrenal. Esa entrega fue siempre una consecuencia del “hambre” de este ilustre y digno hijo de la Santísima Virgen. Pidámosle al Señor que nos de mucha hambre de su Palabra, que nuestra vida sea transformada a través de ella, y que EL provoque en nosotros esa hambre, de tal forma que no podamos saciarla.

¡HAY QUE VOLVER AL ROSARIO!

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Todos sabemos que el Santo Rosario es una práctica piadosa muy antigua. Todos los Santos y Santas de los últimos siglos fueron devotos de él. Si hablamos de gracias especiales que el pueblo cristiano ha recibido y sigue recibiendo por medio del Rosario, necesitaríamos muchísimo mas espacio del que disponemos en este querido semanario. Casi todos los devotos del Rosario tenemos experiencia fidedigna de pequeños y grandes milagros que hemos experimentado a través de los años. Algunos quizá sean tan pequeños que podrían haber pasado inadvertidos, pero todos, pequeños y grandes han manifestado siempre que Dios se manifiesta y se derrama a las almas sencillas a través de prácticas devocionales también sencillas. El Padre Emiliano Tardiff, sacerdote canadiense que durante su vida tuvo el don de sanación, y que en una ocasión visitó San Pedro Sula, comentó la siguiente experiencia: En uno de sus viajes a Japón, en donde los católicos son un puñado en relación a una masa ingente de personas que todavía no conocen a Jesús, cuando llegó a ese país, le pidieron que interviniera en un caso de posesión demoníaca. Se trataba de una chica que profería una cantidad increíble de blasfemias a cual mas horrible. Cuenta el P. Tardiff que él invocó al Espíritu Santo para sanar a la chica, pero no obtenía ningún resultado. Viendo los allí presentes que las blasfemias continuaban, a alguien se le ocurrió sugerirle al Padre que rezaran el Santo Rosario... El Padre recordó que la Virgen es la gran Capitana en la lucha contra el demonio. No habían terminado la primera decena del Rosario cuando la chica empezó a sosegarse y a dar señales evidentes de liberación. Al finalizar el Rosario, la joven se quedó dormida. Al día siguiente llamó al Padre Tardiff por teléfono para darle las gracias por su completa sanación y liberación del poder del maligno. El mundo de nuestros días está tan convulso, la cultura de la muerte es el pan de cada día, los valores morales, éticos, religiosos, etc. se están perdiendo. El Cardenal de Vilnius, el Excelentísimo Frederic Backius hizo una analogía entre la presencia de la Virgen de Guadalupe en México y la presencia de la Madre de Misericordia, en el santuario de Las Puertas de la Aurora, en las murallas de la antigua ciudad de Vilnius. Dijo el Cardenal al preparar el Congreso Eucarístico

Internacional que comienza el próximo Domingo que “EN TIEMPOS DE TERRORISMO Y DE VIOLENCIA, HAY QUE VOLVER AL ROSARIO”.

¡HOMBRES DE POCA FE! Los hondureños, y el mundo entero están viviendo una época terriblemente violenta. Con mucha razón nuestro siempre recordado Juan Pablo II decía que estamos viviendo “La Cultura de la Muerte”. No hay duda que estamos atemorizados. Hemos construido en nuestras propias casas nuestras bartolinas particulares para protegernos de la altísima delincuencia. Todo esto nos está robando la paz de nuestros corazones. Por otro lado, todos estamos de acuerdo que somos muchos más los que no participamos activamente de esa violencia, pero el temor nos tiene paralizados. San Lucas nos dice que: <<Zarparon y, mientras navegaban, EL se quedó dormido. Se precipitó un temporal sobre el lago, la barca se llenaba de agua y peligraban. Se acercaron a EL y lo despertaron: ¡Maestro, Maestro; estamos perdidos! Jesús se levantó y amenazó al viento y las olas encrespadas se tranquilizaron y todo quedó en calma. EL les dijo: << ¿Hombres de poca fe, por qué dudan? (Lc. 8, 23 al 25) Este pasaje nos enseña que el camino que debemos seguir para recuperar la paz debemos “acercarnos” al Maestro para que venga en nuestro auxilio. Solamente EL puede tocar y transformar los corazones de los hombres. San Juan de Ávila decía que: <<Esos males solamente se solucionan de rodillas>>. Solamente mediante la oración, y humillándonos ante nuestro Creador podremos regresar a la paz que hemos perdido. Todo nos hace pensar que el Señor está dormido y que no se entera de este nuestro gran problema. Podríamos caer en el error al pensar que esta situación no inquita a nuestro Salvador, y que nuestra Santísima Madre se ha olvidado de nosotros. Podemos caer en la tentación al pensar: ¿Dónde está Dios? ¿Por qué no hace nada para sacarnos de este problema? Podríamos caer en ese

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error porque quisiéramos que el Príncipe de la Paz venga como un moderno y real Superman a sacarnos de este atolladero. Fácilmente nos olvidamos de aquellas palabras que nos dice: <<Sin Mí, nada podéis hacer>>. También de aquellas otras que nos dice: <<! Pedid y recibiréis!>>. Ojala esta humilde opinión sirva para motivarnos a rezar devotamente el Santo Rosario, o cualquier otra oración para que el Señor nos ayude. Lo primero que debemos pedirle es que nos auxilie para que no perdamos la paz en nuestros corazones. No podremos llevar paz a nadie si no tenemos paz interna.

LA VICTORIA DE LA CRUZ Al celebrar este Domingo la gloriosa Asunción de nuestra Santísima Madre a los cielos, además de constituir una participación singular en la Resurrección de Su Hijo, celebramos una anticipación de la resurrección de los demás cristianos. Así lo establece el Catecismo de la Iglesia en el No. 966. La Santa Madre Iglesia ha elevado esta festividad a la categoría de Dogma. El mismo fue proclamado el 1 de Noviembre de 1950 por Su Santidad Pío XII en la Constitución Munificentísimus Deus. Pero, ¿qué es un Dogma? Para ponerlo en términos muy sencillos, Dogma es una verdad de Fe, revelada por Dios (en la Sagrada Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por la Iglesia como realmente revelada por Dios. En este caso el Papa habla “ex-cathedra”, es decir, que habla y determina algo en virtud de la autoridad suprema que tiene como Vicario de Cristo y Cabeza Visible de la Iglesia, Maestro Supremo de la Fe, con intención de proponer un asunto como creencia obligatoria de los fieles Católicos. Citando a Lumen Gentium, que a su vez cita la Bula de la Proclamación del Dogma, nos dice que: “Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada y libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser conformada más plenamente a Su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte”.

¿Es obligatorio para los católicos creer en los Dogmas? Si creemos que el Papa es el sucesor de Pedro, y que el Espíritu Santo asiste e inspira a su Iglesia, no puede caber ninguna duda entre los católicos bien formados que cuando el Santo Padre habla “ex cathedra” nos está comunicando una verdad revelada por el Paráclito al Vicario de Cristo. Su Santidad Juan Pablo II, en su catequesis sobre la Asunción nos dice lo siguiente: “Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado, María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos (JP II, Audiencia General del 9 Jul/97”. Dicho de otra manera, el camino de la comprensión del plan salvífico de Dios pasa por las manos misericordiosas de nuestra Madre celestial. Ella nos invita a hacer una pausa en la agitada vida que llevamos para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí en la tierra, sobre nuestro fin último: la vida Eterna, junto a la Santísima Trinidad, la Santísima Virgen María y los Ángeles y Santos del cielo. El saber que nuestra Madre nos espera en el cielo, renueva nuestras esperanzas en una futura inmortalidad y felicidad perfecta para siempre. Aunque en el Nuevo Testamento no se afirma explícitamente la Asunción de María, ofrece su fundamento. Porque pone muy bien de relieve la unión perfecta de la Santísima Virgen con el destino de Jesús. Esta unión, que se manifiesta ya desde la prodigiosa concepción del Salvador, en la participación de la Madre en la misión de su Hijo y, sobre todo en su asociación al sacrificio redentor no puede por menos de exigir una continuación después de la muerte. La Asunción es, por consiguiente, el punto de llegada de la lucha que comprometió el amor generoso de María en la redención de la humanidad y es fruto de su participación única en la ¡VICTORIA DE LA CRUZ!

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LA BIBLIA NO ES UN LIBRO

La Sagrada Biblia es sin duda alguna el libro mas leído en el mundo, pero no siempre el mejor comprendido. Nuestros hermanos no católicos son muy constantes en su lectura, pero no siempre cuentan con los suficientes elementos para entenderla en su debido contexto, y tomando en cuenta la intención del escritor. Cuando decimos que no es un libro es porque es en realidad un grupo de libros. La Católica tiene siete (7) libros mas que la Protestante, debido a que desde el siglo III hasta el II a.C., los escritos bíblicos fueron traducidos al griego en la llamada “Versión de los 70”. Esta importante traducción acogió como bíblicos varios libros y pasajes que el judaísmo oficial, en Palestina, rechazó más tarde los siguientes: Tobías, Judit, 1 y 2 de Macabeos, Baruc, Sabiduría, Sirácides y algunos pasajes de Ester y Daniel. La Iglesia primitiva usaba mucho la versión de los 70. Por esa razón se encuentran en las ediciones católicas, pero no en las judías. A partir del siglo XIX los protestantes también los retiraron de sus ediciones. El conocimiento del lenguaje bíblico es muy importante porque nos ayuda a entender lo que Dios quiere comunicarnos. El lenguaje que encontramos es muy variado y hermoso. Fue redactada por muchas personas, a lo largo de los siglos, en culturas y ambientes diversos e, inclusive, en distintos idiomas. Estos factores hacen que el lenguaje de las Sagradas Escrituras sea muy variado. Además es hermoso, sencillo, preciso, claro y digno. En ocasiones es fuerte, escueto, dulce, apasionado, violento o sublime. Por todo lo anterior, y por muchas razones más, para entender correctamente las Sagradas Escrituras, existe una disciplina eclesiástica que enseña las reglas y el significado de los libros sagrados. Se llama hermenéutica. Felizmente, nuestra amada Iglesia Católica Romana prepara meticulosamente a sus Ministros (Presbíteros) en esta disciplina. De allí que, nosotros siempre hemos aconsejado desde esta columna, consultar con nuestro Párroco o nuestro Confesor cuando tengamos alguna duda al respecto. Personalmente conocemos casos de hermanos nuestros, que después de haber vivido la maravillosa experiencia de un Cursillo de Cristiandad, o de pertenecer activamente en algún grupo eclesial, se han entregado apasionadamente, y sin ninguna

dirección a estudiar la Biblia, y terminan congregados en otras iglesias no católicas. El problema está en que pretendemos interpretarla con nuestra mentalidad del Siglo XXI, y no con la del autor sagrado. Podemos caer en el error de interpretar mal sus palabras. Las mayores dificultades pueden surgir por las imágenes literarias y por el género histórico. Cometeríamos un gravísimo error si tomamos las imágenes literarias al pié de la letra, como hechos reales. Debemos leer la historia bíblica con el mismo criterio con el cual fue escrita, y tener en cuenta que el fin des escritor sagrado no es ponernos al tanto de hechos históricos, sino de transmitirnos el mensaje de la salvación (mensaje salvífico) que a través de la realidad de ellos mismos se viene realizando. A fin de ilustrar un poco lo que aquí estamos exponiendo, en varias partes encontramos que los escritores sagrados mencionan el número “cuarenta”, como vemos en Mateo 4,2 cuando dice “Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al final tuvo hambre”. Aquí lo que el Evangelista nos está diciendo es que estuvo “muchos” días y “muchas noches” en ayunas. Y uno de los libros, quizá el menos comprendido por la mayoría de los cristianos es el Apocalipsis. Para muchos, la palabra significa tragedia, anuncio de desgracias. Esa confusión se debe en gran parte al hecho de que el mismo fue escrito en época de persecución contra los cristianos. Desenmascara a los opresores y lanza una voz de aliento para dar valor y coraje a los oprimidos. El libro tiene un estilo adornado que se reconoce a primera vista: mucho simbolismo de colores, números, seres extraños, luchas: frecuentes visiones; clima de misterio. Es una manera muy apropiada para tratar temas que nadie puede expresar con exactitud, objetividad y claridad completa. Se cree que su fin único es el de anunciar y describir el fin del mundo: en realidad este es un modo concreto de comunicar a los oprimidos de todos los tiempos que “al final todo estará bien”, pues Dios vela por su pueblo. Se puede decir, pues, que este libro está lleno de mensajes de esperanza. Afirmando que nuestro Dios es un Padre misericordioso que nunca se olvida de nosotros, aunque nosotros

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nos olvidemos de El y hasta lleguemos a negarlo. Nunca debemos olvidar que la Sagrada Biblia proviene de un pueblo con raíces culturales orientales. Por lo tanto, no debemos tratar de interpretarla con nuestra mentalidad occidental. Está plagada de simbolismos y analogías. Su estilo suele ser narrativo, sin ninguna intención de ajustarse fidedignamente a los hechos descritos, y mucho menos a comprobarlos o demostrarlos. Su intención es la de dirigir su discurso hacia la interacción de Dios en la vida e historia del hombre (del hombre de Israel primero, y de la humanidad en general). Ojalá estos sencillos comentarios sean tomados muy en cuenta por nuestros hermanos y hermanas que nos hacen el favor de leernos a lo largo y ancho de nuestra querida Honduras, al momento de escudriñar la Palabra de Dios.

LA CONVERSIÓN ES VOLUNTARIA

Dios, es su infinita misericordia nos busca a nosotros constantemente por amor. Nada hay en nuestra relación con nuestro Creador que no se mueva sino en la dinámica del amor. El Verbo se hizo Carne y habitó entre nosotros solamente por amor. Una de las tareas ineludibles que tenemos todos en nuestro paso por este Valle de Lágrimas es la conversión por amor y no por la fuerza o por intimidación. Y esa tarea de conversión nos atañe a todos los humanos. Y no es tarea de un año, ni de un día, ni siquiera de un minuto. Es una tarea de cada segundo de nuestra vida. Nadie, ni siquiera el Santo Padre está totalmente convertido. Todos estamos, o debemos estar en este camino de conversión todos los minutos de nuestra vida. El Catecismo de nuestra Iglesia, en el número 160 dice: <<El hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios, nadie debe estar obligado contra su voluntad a abrazar la fe. En efecto, el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza. Ciertamente, Dios llama a los hombres a servirle en espíritu y en verdad. Por ello, quedan vinculados por su conciencia

pero no coaccionados. Esto se hizo patente, sobre todo en Cristo Jesús. En efecto, Cristo invitó a la fe y a la conversión. El no forzó jamás a nadie. Dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza a los que le contradecían. Pues su reino…..crece por el amor con que Cristo, exaltado en la Cruz, atrae a los hombres hacia El>> Dios nos creó en completa libertad, y la respeta tanto que hasta podemos rechazarlo y negarlo. Cuando el Ángel del Señor le anuncia a la Santísima Virgen que iba a ser la Madre de Dios, lo hizo respetando profundamente su libertad. La Virgen pudo haberse negado porque Dios no la obliga de ninguna manera a aceptar su divino plan de salvación. ELLA, la llena de gracia responde no solo con generosidad a la proposición de su Señor, sino que se declara esclava de la voluntad divina. De esa misma manera, Cristo Jesús nos llama a la conversión sin ningún tipo de presión o amenaza. Somos libres de decirle un rotundo NO a Cristo porque Él no nos coacciona ni nos amenaza. Aceptamos ese llamado a la conversión porque nos reconocemos como pecadores. Estamos ciertos de que no siempre actuamos o pensamos de acuerdo con nuestra condición de bautizados. En este tiempo de Cuaresma el llamado a la conversión es mucho más fuerte, mucho más urgente. Todos estamos convencidos que el camino de la conversión no es fácil. Las tentaciones de nuestro eterno enemigo son muy fuertes, por eso necesitamos el auxilio de nuestra Santísima Madre, para que ELLA interceda por cada uno de nosotros ante en trono de Dios y nos de la fuerza necesaria para vencer las tentaciones que nos acechan las veinticuatro horas del día.

LA CULTURA DE LA VIOLENCIA Y LA MUERTE

La violencia en el hombre es tan vieja como él mismo. Desde que Caín mató a Abel, el hombre siempre ha estado y seguirá siendo tentado hacia la violencia como medio expedito para dirimir sus diferencias. No obstante eso, la violencia no es evangélica ni cristiana. La Iglesia Católica siempre ha estado preocupada por este fenómeno y en una

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actitud de mediar para que sus efectos sean minimizados. Los Padres del Concilio vieron con horror el panorama triste y alarmante, el chocante espectáculo de los millones de pobres, hambrientos e ignorantes del mundo. Como un aldabonazo en la conciencia mundial, sonaron las palabras del Vicario de Cristo: “Los pueblos del hambre interpelan dramáticamente a los pueblos de la opulencia”. La Iglesia Católica se duele de qué millones de hermanos vivan aún en condiciones infrahumanas y denuncia con valentía un estado de cosas que constituye una afrenta constante a la dignidad de la persona humana. La reciente Carta Apostólica de los Obispos de San Pedro Sula pone bien en claro la gravedad del problema que estamos viviendo en el país. Como Profetas de nuestro tiempo, nuestros Obispos alzan su voz de alerta ante un problema que si no lo enfrentamos con urgencia, llegará el momento en que tendremos que pagar un “impuesto de guerra” para salir de nuestras casas. Absolutamente nadie debe continuar viendo este fenómeno como algo que no nos debe preocupar. La Iglesia Católica ha dado un primer paso, las fuerzas vivas del país deben aportar lo que les corresponda para detener la matanza de hermanos. No es posible que un porcentaje pequeñísimo de hondureños nos estén ganando la partida. En nuestra Sociedad hay profesionales muy capaces que deben responder al llamado de la Iglesia. Todos podemos hacer la diferencia. Posiblemente, algunos hermanos nuestros metidos en “las maras” ya no puedan rehabilitarse por la pérdida irremediable de sus facultades mentales y físicas. Pero eso no es excusa para pensar que deben ser eliminados como quien sacrifica a un animal peligroso. Habrán perdido su salud física y mental, pero no han perdido su condición de “Hijos de Dios, hermanos de Cristo y Templos Vivos del Espíritu Santo”.

LA DESINTEGRACIÓN FAMILIAR Parte 1

Probablemente uno de los mayores problemas que enfrentamos los ciudadanos es la desintegración familiar. De allí se derivan muchos otros problemas actuales:

drogadicción, pandillerismo, tráfico de drogas, prostitución, homosexualismo, etc. En pocas palabras, hoy estamos pagando por lo que dejamos de hacer o lo que hicimos mal varias décadas atrás. Es muy difícil, (no imposible), que un muchacho(a) caiga en cualquiera de los problemas antes apuntados, si tuvo una buena y adecuada formación en el hogar. Y a decir verdad, muchos se han salvado porque hubo una madre que se esforzó hasta el heroísmo para educar y formar a sus hijos. Amparados en nuestros numerosos años de vida conyugal nos atrevemos a analizar en una serie de artículos, algunas de las circunstancias que conducen al fracaso matrimonial. Cuando una pareja inicia su vida conyugal todo es color de rosas. Poco a poco van surgiendo los problemas cotidianos, los desaires o desafectos, figurados o reales (o fifty-fifty, que es lo más común). Esos detalles van minando poco a poco la armonía matrimonial, arruinan el amor, y el matrimonio, cuando en lugar de darles la salida oportuna, se <<guardan>> dentro de uno o de una, se incuban, alimentan, engrandecen, de-forman y acaban por transformarse en un peso imposible de soportar. Por eso, la pregunta <seria> y adecuada se formularía así: ¿De veras quieres complicarlo? Y la respuesta, también bastante seria, por las consecuencias que normalmente acarrea, sería la siguiente: <complicarlo-complicarlo>, hasta el límite de la ruptura, es lo más sencillo que existe. Para <hacerlo> es necesario….no <hacer> nada; simplemente hay que dejar de hacer; basta, como hemos apuntado líneas arriba, con no obsesionarse en amar y hacer feliz al propio cónyuge, y con no obrar en consecuencia. Si en verdad quieres destruir tu matrimonio, basta con que descuides – con que no cuides, con que dejes de cuidar – los detalles <insignificantes> de la convivencia diaria. Y eso comienza por algo tan significante como <dejar> de hacerle el mínimo caso que te llevaría a conocerlo tal como es. Muchas parejas, más de las que podríamos imaginar, caen en la costumbre de no prestar

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atención a los detalles de la vida de su cónyuge. Es usual que uno, o los dos, apenas conoce los gustos, alegrías o miedos del compañero(a). Si al esposo le gusta el fútbol, ella no hace un esfuerzo por acompañarlo, o al menos secundarle esa preferencia. El esposo casi siempre desconoce las amistades de su esposa, y no hace nada para por lo menos saber sus nombres y otros detalles de los amigos(as) de ella.

LA DESINTEGRACION FAMILIAR Parte 2

En nuestra entrega anterior decíamos que la forma mas segura y rápida de destruir un matrimonio es dejar que los problemas se compliquen hasta el límite de hacerlo insoportable. Actuando de esa forma, en un tiempo relativamente breve <los peores resultados> se consigue hacer la vida insufrible en el hogar, hasta que decidas <comenzar de nuevo>. Lo peor de esto es que ese nuevo comienzo se plantea casi siempre con otra pareja. Cuando esto ocurre, uno o los dos cónyuges deciden además <cambiar de religión>. Resulta curioso ver cuantas personas caen en ese error. Nos imaginamos que de alguna forma culpan a la Iglesia Católica de su fracaso. Recordemos que es normal que los humanos le echemos la culpa de nuestros errores a otra persona, y en este caso a la Iglesia. Todo mundo es culpable de su fracaso menos él o ella. Lo inteligente y sano es <cuidar los detalles> desde un principio. Es muy común que los hombres olvidemos que nuestra esposa, por arrugada y achacosa que nos parezca, sigue siendo la mujer que Dios puso en nuestro camino. Que es ella la que siempre nos ha acompañado en los buenos y los malos momentos. Es la que ha soportado nuestras estrecheces económicas y los momentos de angustia y tristeza que hemos experimentado en nuestras vidas. Ella continúa esperando nuestros halagos, las palabras cariñosas, el <te quiero> que solíamos decirle en los primeros días de nuestro noviazgo. Bien dice un popular cantante mexicano que “no hay mujer que resista a los detalles”.

Es norma que, en el siglo XXI, más sincero y auténtico que otros, las fórmulas sin contenido van desapareciendo. Hoy las relaciones humanas tienen un aspecto más sencillo y directo que da al trato mutuo mayor naturalidad. Pero lo cortés no quita lo valiente. Eso que muchos llaman naturalidad se convierte en ocasiones en verdadera grosería. No es raro pensar que una pareja no sean cónyuges cuando se tratan con cariño y respeto mutuo. Por otro lado, se dan casos de esposos que cortésmente les ceden el paso a otras damas, no haciendo lo mismo con su esposa. No podemos dejar de mencionar que también hay esposas que no le brindan la menor atención a su marido cuando llega a casa y ella está pegada frente al televisor viendo su novela favorita.

LA PRESENTACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

El día 21 de Noviembre la Santa Madre Iglesia Católica celebra la memoria de LA PRESENTACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN. Este acontecimiento se celebra desde el siglo VI, concretamente el año de 543, cuando se dedicó la Basílica a “La Virgen María, la Nueva”, construida en el monte Sion, en la explanada del mismo. Tanto en Oriente como en Occidente se ha mantenido esta demostración de amor a la Reina de todo lo creado. Se trata de la entrada de la Virgen en el templo para indicar que, aunque purísima, no obstante, cumplía con los ritos de los judíos. La liturgia bizantina la considera como “la fuente perpetuamente manante del amor en el templo espiritual de la Santa gloria de nuestro Señor Jesucristo”. Las Iglesias Occidentales la presentan como “el símbolo de la Consagración que la Virgen Inmaculada hizo de sí misma al Señor en los albores de su vida consciente”. Nuestro amor a la Virgen nos hace pensar que cuando Ella fue presentada en el Templo, los ángeles bajaron del cielo `para venerarla. Aunque este hecho no aparece registrado en ninguno de los cuatro Evangelios, sí se encuentra en el Evangelio apócrifo de

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Santiago en donde se establece que: “Ana y Joaquín en un acto de fe y de cortesía, quisieron darle gracias a Dios por el nacimiento de su hija” Se dice que a los tres años de edad, el Sacerdote la acogió en el Templo con unas palabras que nos hacen recordar el Magníficat, ese bello canto que ha llegado hasta nosotros por medio del Evangelio de San Lucas. Los cristianos de todos los tiempos hemos tenido siempre una devoción muy especial por nuestra Santísima Madre, conscientes de que, así como el plan de salvación del hombre se inició con Abraham, por medio de la Virgen se dio inicio, y se concretó lo anunciado durante siglos por los profetas, nacimiento del Mesías. Es muy oportuna la ocasión para renovarles a nuestras hermanas que llevan el dulce nombre de María. Aunque actualmente a muchas niñas ya no se les bautiza con ese nombre, siempre se mantiene presente nuestra devoción a nuestra Madre y Maestra.

Las Jaculatorias

A medida en que la Iglesia va entrando en el siglo XXI, y que nuevas corrientes devocionales van apareciendo, corremos el peligro de ignorar o desechar algunas prácticas piadosas para dar cabida a nuevas formas de alabar a Dios. No estamos insinuando de que esas nuevas formas sean malas, todo lo contrario, han venido a enriquecer nuestra devoción. Una de esas prácticas piadosas que ahora poco se usan son las jaculatorias. La palabra viene del latín y quiere decir «pequeña flecha ». Son, pues, pequeñas flechas de amor que lanzarnos a nuestro Señor. Hay una jaculatoria al Corazón de Jesús que es, popularmente, llamada o considerada como «milagrosa», por la eficacia con que mueve el Corazón del Señor a favor nuestro: ¡Jesús en vos confío! Y que fueron las últimas palabras pronunciadas por nuestro amado Beato Juan Pablo II. Otro ejemplo de jaculatoria es ¡Oh Dios, que grande eres! Son algo así como los balbuceos de un niño que se alegra muchísimo cuando ve o se acerca a su madre. También es una forma de mantenernos en contacto con nuestro Señor la mayor parte de nuestra vida.

El que ama de verdad, confía en la persona amada. Y por eso esta sencilla plegaria es milagrosa: Porque, al ponernos a confiar en la infinita ternura de Su amor, de su Corazón, nos sitúa del lado del amor. Esta plegaria es un grito de fe y de esperanza a la vez: «Señor -le decimos- nosotros creemos en la verdad y en la fuerza de tu Amor, y nos abandonamos en tu misericordia» Sí; a menudo, las primeras veces que lo decimos nuestra fe es todavía muy débil y titubeante, pero al perseverar en decirle al Señor que confiamos en la infinita misericordia de su Corazón, nuestra fe se rehace, fortalece y Consolida. El resultado, entonces, de nuestra plegaria cada vez más y más confiada y esperanzada es el milagro, el favor, la gracia que su Corazón ya no puede negamos, porque de hacerlo defraudaría la confianza de un buen amigo... No olvidemos que lo que le pides con tanta confianza tiene que ser algo que esté en total consonancia con la voluntad del Padre. Por favor, no le planteemos al Señor que confiamos que nos ayude a huir de la cruz que debemos tomar cada día para seguirle, etc. Eso no sería confiar en su amor, sino abusar de su confianza- Recordemos que nunca podremos engañar a Dios, y que Él nos conoce mejor que nosotros mismos. Prácticamente no hay límite para la cantidad de jaculatorias que podemos hacer. No debemos olvidar las jaculatorias a nuestra Santísima Madre que siempre está atenta a nuestras necesidades. Las jaculatorias pues, lejos de haber pasado de moda o abolidas por nuestra Iglesia, cobran hoy mayor importante ante las múltiples dificultades y problemas que nos presenta la vida.

LA AMISTAD La amistad entre las personas es un verdadero tesoro. Toda amistad debe descansar en el respeto mutuo, El ser amigo o amiga de una persona no significa tratar de hacer la conducta de esa persona para que sea igual a la nuestra. Ser amigo significa aceptar a esa persona o personas tal como son. Ciertamente, para que una amistad perdure debe haber un mínimo de aspectos, condiciones o conductas que los acerquen.

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Los sicólogos hablan de que debe haber <<empatía>> entre los amigos, o sea como se dice popularmente <<se deben caer bien mutuamente>>. Hay personas que gratuitamente no nos caen bien, o sea que no <<empatamos>> (de allí la palabra empatía. Así mismo, hay personas que desde que las vemos por primera vez nos caen simpáticos. La Sagrada Escritura nos dice muchas cosas acerca de la amistad y que con seguridad nos ayudarán a mantener una amistad por muchos años. En el libro del Eclesiástico nos dice que << Dichoso el que encuentra un amigo y el que no habla a oídos sordos (Ecle. 25, 9). La verdadera amistad nace durante la juventud y perdura a través de los años. La verdadera amistad hay que cuidarla como un tesoro precioso. La verdadera amistad es sincera y nunca debe estar basada en el interés de ninguna clase. El mismo libro del Eclesiástico nos recomienda la siguiente: <<Maldice al murmurador y al mentiroso, han destruido muchas amistades>> (Ecle. 28, 14) Hay que saber escoger a los amigos. En el transcurso de nuestras vidas conocemos muchas personas simpáticas, pero que no caen dentro de la categoría de los amigos. El saber escoger bien a las personas a quienes dispensaremos el don de la amistad es muy importante. Recordemos aquel viejo adagio que dice: <<Dime con quien andas y te diré quién eres>>. Hay personas que lejos de inducirnos a buenas costumbres, nos incitan solamente a conductas que van destruyendo poco a poco nuestros valores y buenas costumbres. Sobre el tema de las malas compañías el libro del Deuteronomio nos aconseja lo siguiente: <<No busques ni su paz ni su amistad mientras vivas>> (DT 23,7) Hay muchas personas que manifiestan no tener ni un amigo ni una amiga. Posiblemente esas personas sean demasiado selectivas que sientan temor a ser lastimadazo o que no han tenido la suerte de relacionarse con otras personas afines a ellos. En la vida encontramos casos que personas han guardado su amistad por muchos años, al grado de que al final esa amistad ha trascendido al resto de las familias. Ese sentido de la amistad se ha ido perdiendo poco a poco. Los que procedemos de pueblos

todavía valoramos mucho a nuestros amigos. Algunos ya descansan en la paz del Señor y nuestra amistad sigue viva a través de la oración.

LA SANTA CRUZ Parte 1 En muchas ciudades y pueblos de Honduras y el mundo se celebra anualmente la Fiesta de la Santa Cruz. Nuestra natal Amapala es una de esas ciudades. Posiblemente casi nunca nos detenemos a reflexionar sobre lo que significa esta venerable imagen en nuestra vida espiritual. Sabemos que la muerte en la cruz estaba destinada a aquellos criminales más empedernidos y odiados por el pueblo. La idea de la muerte en la cruz fue tomada por los romanos de los persas. La idea principal de dar muerte a los criminales de esa forma era que sus cuerpos, al morir, no tocaran el suelo, para no contaminar con sus pecados a la tierra. Para nosotros los cristianos la cruz tiene otro sentido muy diferente. San Pablo decía que se <<gloriaba en la cruz de Cristo>> (Ga 6,14). Gloriarse es sentirse orgulloso de algo, o sea satisfecho. San Pablo se sentía satisfecho con la cruz que Jesús le había ofrecido. El Apóstol Santiago dice: <<Hermanos míos, ustedes deben tenerse por muy dichosos cuando se vean sometidos a pruebas de toda clase. Pues ya saben que cuando su fe es puesta a prueba, ustedes aprenden a soportar con fortaleza el sufrimiento. Pero procuren que esa fortaleza los lleve a la perfección, a la madurez plena sin que les falte nada>> (St. 1, 2-3). Los dos santos arriba mencionados habían intuido que el sufrimiento a la par de Jesús – la cruz – los fortalecía en la fe, los llevaba a una mayor maduración espiritual, y los convertía en otros Cristos para los demás. Todos cargamos con una cruz. Con frecuencia pensamos que es muy pesada y que está lejos de nuestras posibilidades. Que Dios se excedió en cuanto al peso de la misma, y que somos incapaces de cargarla. La verdad es que nuestra cruz está hecha justamente a nuestra medida. Ni un poquito más, ni un poquito menos. Lo que sucede en realidad es que nuestra cruz no la podemos cargar solos. Hay que acudir a nuestro Maestro para que nos enseñe cómo debemos llevarla y se convierta en nuestro camino de salvación. Cristo

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necesitó al Cirineo para cargarla por la Vía Dolorosa, nosotros necesitamos de EL y de nuestra Santísima Madre para cargar la nuestra. Ciertamente, cargar nuestra cruz resulta imposible si tratamos de hacerlo confiados en nuestras propias fuerzas.

LA SANTA CRUZ Parte 2 En el Evangelio de San Mateo, Cap. 16, vers. 24 encontramos claramente definidas las condiciones que debemos reunir si pretendemos ser cristianos, es decir, seguidores de Cristo. Leemos lo siguiente: <<Luego dijo a sus discípulos, el que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame>>. Está claro que lo primero que debemos hacer es negarnos a nosotros mismos. En otras palabras, poner a Dios en primerísimo lugar. Renunciar a todo lo que nos aleje de Dios. No es cosa fácil esto, puesto que por nuestra naturaleza tendemos a poner nuestros intereses en primer lugar. La sociedad nos está invitando por miles de medios a que disfrutemos la vida, que tenemos derecho a lo mejor, y que nosotros somos primero, y después, si sobra algo, poner a los demás. La segunda condición es: “Tomar nuestra propia Cruz”. Esa cruz que no es necesario salir a buscarla, ella ha venido sola y nos ha acompañado siempre. El problema está en que casi siempre “la soportamos”, es decir, como no podemos ignorarla, no nos queda otro remedio que soportarla. Pero Cristo no nos pide que “la soportemos”, sino que “la tomemos”, como la tomó nuestra Santísima Madre al declararse “La esclava del Señor”. En ese sublime acto de la Anunciación, nuestra Madre no solamente “toma” su cruz, sino que pone muy claramente a Su Señor en primerísimo lugar. La cruz de Cristo, y la que cargamos todos y cada uno de nosotros no está ni adornada ni es linda, sino pesada y agobiante. Esa cruz no es apetecida y se manifiesta en forma de enfermedades, situaciones conflictivas en los hogares, problemas económicos, injusticia social, y miles de formas variadas. Algunas personas buscan afanosamente salidas rápidas a sus pesadas cruces. De allí que hayan Iglesias que para ganar adeptos gritan a todo pulmón “Pare de Sufrir”.

Nuestros hermanos y hermanas de condición social y económica más débil son los primeros en caer en ese engaño. Pero tampoco faltan algunos de mucha mejor condición financiera que también caen en ese error. Las cruces están por doquier. Las venos de todos los tamaños, tipos y colores. No es raro ver cruces bellísimas, bien labradas, con adornos dorados, etc. También nos encanta ver a Cristo en medio de cojines y sábanas olorosas, muy bien afeitado y con su cara limpia. Esa imagen es fácil tomarla, es una cruz y un Cristo agradable. Todo eso es contrario al Cristo del Viernes Santo: ensangrentado, desfigurado, sanguinolento.

LA TRIVIA DE LOS VIERNES

Animados por lo que nos aconseja San Pablo en su Carta a Timoteo en cuanto a la obligación que tenemos todos los bautizados de participar activamente en las tareas de evangelización, hemos abierto en Internet una TRIVIA CATÓLICA. Todos los viernes proponemos un tema, sugerimos una respuesta indicando en qué parte de la Sagrada Biblia podrán encontrar la respuesta. El día jueves de la siguiente semana damos la respuesta correcta y generalmente adicionamos comentarios referentes al tema de la semana. San Pablo nos dice: <<Predica la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo rebatiendo, amenazando o aconsejando, siempre con paciencia y dejando una doctrina (2 Tim 4, 2). Siempre indicamos solamente el Libro y el Capítulo donde pueden encontrar la respuesta, no así el versículo, con la esperanza de que lean todo el Capítulo entero. En otras ocasiones hacemos preguntas que no están en las Sagradas Escrituras, por lo que nos imaginamos consultarán con sus párrocos. Pensamos que de otra manera nunca se interesarán de lo que estamos preguntando y consecuentemente continuarán ignorando cosas importantes dentro de la vida eclesial. Los hermanos y hermanas que han aceptado nuestra invitación a participar en la trivia lo están haciendo con mucho entusiasmo. Comprendemos que algunos se abstienen de contestar algunas veces quizá por sus

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múltiples ocupaciones. La otra cosa que nos motiva mucho en lo personal es que la gran mayoría de las respuestas son correctas. Eso nos indica que hay mucho entusiasmo por la trivia. Nuestra intención es que crezca el número de participantes, por lo por este medio los estamos invitando a que se unan enviándonos un correo a: [email protected]. También pueden inscribirse a través de nuestro correo: [email protected]. (Lamentablemente por la salud del autor, la trivia se ha desactualizado, pero es una linda idea recuperable). Es además la oportunidad para contactar a otros hermanos y hermanas que comparten nuestro interés de conocer más a nuestra amada Iglesia Católica. Es como un juego que no nos quitará mucho de nuestro tiempo, y nos permitirá aumentar nuestro amor por nuestra Iglesia por medio de un mejor conocimiento de ella. Pertenecemos a una Iglesia que es inmensamente rica en tradición. A través de los XXI siglos de su existencia han sido de grandes frutos. Las prácticas religiosas que actualmente observamos tienen un origen antiguo, bien vale la pena conocer un poco de esa historia a través de un juego sencillo y entretenido como la trivia. Ojalá hayan muchos mas hermanos y hermanas que quieran compartir esta sencilla experiencia que nos podrá dejar muchos frutos. No se trata de demostrar cuánto sabemos o cuánto conocemos a nuestra Iglesia, sino de hermanarnos más, y hacer más Iglesia. Agradeceremos sus comentarios o sugerencias para mejorar nuestra colaboración con Fides.

La Virgen en el Calvario A través de la historia se ha escrito y comentado muchísimo sobre la figura del crucificado, y esto está muy bien, porque es el momento sublime de la demostración de amor de Dios hacia nosotros, sus hijos. No resistimos la tentación de escribir un poco sobre la figura de nuestra Santísima Madre al pie de la Cruz. En el Capítulo 19, versículos 25 en adelante, el Evangelista San Juan nos da

algunos detalles que nos sirven para entender el dolor de una Madre que asiste a la muerte de su Hijo, y una muerte injusta producto de un juicio cruel e inhumano. San Juan presenta al Señor Jesús muy animoso y triunfador, llevando su propia cruz, no hay lugar para la debilidad. A la Santísima Virgen la presenta como lo que es, una verdadera Reina a los pies de su Señor y Salvador. No hay lugar tampoco para la desesperación ni mucho menos el desplome de una verdadera mujer de fe. La Virgen no deja de ser Reina ni en los más terribles momentos. Queda claro en el Evangelio de San Juan que la Virgen no abandonó su condición de modelo ante el dolor supremo. Ese modelo que debemos nosotros también seguir en nuestros momentos de dolor y angustia. Ella se identifica con nosotros en los momentos más terribles de nuestras vidas. Ella siempre estará con nosotros a la hora del dolor. Sea que nosotros la busquemos o no en nuestras angustias. Ella siempre está a nuestro lado. No hay en el Evangelio de San Juan ninguna palabra o frase que nos deje entrever o entender que en momento alguno la Virgen se desplomó, se desmayó o cayó en la desesperación. No dudamos que su dolor fue intenso y que se hicieron realidad las palabras del anciano Simeón cuando le dijo << una espada atravesará tu corazón>>. Ella se mantuvo erguida, como verdadera Reina ante el dolor que atravesaba su alma. Todos nosotros pasamos o hemos pasado por momentos terribles de dolor en nuestras vidas. Esa imagen de la Virgen Dolorosa debe estar siempre presente en nuestras mentes para mantenernos firmes en nuestras angustias. Cuando rezamos los Misterios Dolorosos del Santísimo Rosario, nos imaginamos ver erguida a nuestra bendita Madre, con un semblante estoico y sereno. La vemos con los ojos de nuestra alma con aquellos rasgos propios de los que, llenos del Espíritu Santo, esperan confiados en la voluntad suprema de Dios. Los que nos confesamos sus hijos debemos imitarla cuando enfrentamos nuestro propio calvario. Cuando el enemigo trata de arrebatarnos la paz de nuestras almas y nuestra confianza absoluta en nuestro Creador. El mundo actual nos enfrenta a cada momento a situaciones que

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nos conmueven, que nos llevan al borde de la desesperación. Esos son los momentos en que debemos volver nuestros ojos al cielo y rogarle a nuestra Madre que nos dé un poquito de ese valor y fe que la acompañaron en el calvario.

La Virgen paciente Muchos de los problemas que enfrentamos los humanos se derivan de nuestra impaciencia. Nuestro estilo de vida continuamente nos está empujando a hacer las cosas con mayor rapidez porque queremos ver resultados inmediatos. Una de las innumerables virtudes de la Santísima Virgen es su paciencia. Los evangelios nos dan muchísimos ejemplos de esa bella cualidad de nuestra Madre Celestial. Debemos suponer que ella y San José debieron tener muchísima paciencia y confianza en Dios cuando les tocó huir a Egipto con su amadísimo Hijo. No deben haber sido pocos los inconvenientes que sufrieron durante esa travesía. Las madres que nos leen saben mucho de lo difícil que es viajar con un recién nacido, que aún siendo Dios, tenía todas las necesidades de un niño común. Su vida en el exilio debió ser también muy incómoda y difícil. Los que han sufrido las penas del exilio voluntario u obligado saben también mucho de lo terrible que ha de ser vivir en un país que no es el nuestro. Nuestros “mojados” deben ser maestros en estas experiencias y podrían darnos cátedra a los que felizmente nunca hemos pasado por esa experiencia. Todo esto debe movernos a exclamar desde lo más hondo de nuestra alma: ¡Madre Santísima dame un poquito de tu paciencia! Nadie mejor que ella para comprender nuestro dolor y angustias. Nadie mejor que ella para consolarnos y comprendernos, pero sobre todo, interceder ante su Hijo para aliviar nuestras penas. Algunas madres caen en el error de querer imponerles a sus hijos bajo presiones su fe católica. Conocemos muchos de esos casos, y la reacción de los muchachos es de un rechazo a lo que se les quiere imponer. Nunca la religión ha entrado en alguien a la brava. El Señor es tremendamente paciente con nosotros. A algunos nos espera 20, 30, 40, 50

años. Muchos terminamos diciendo como San Agustín ¡Tarde te amé! Conocemos casos de muchachos y muchachas que se han cambiado de religión como un signo de rebeldía hacia sus padres que han querido imponerles su catolicismo. Con todo lo anterior no pretendemos decir que los padres no deban hacer nada por la formación espiritual de sus hijos. El mejor y más seguro método de evangelización en la familia es por medio del ejemplo. Si un niño crece viendo a sus padres entregados a la oración diaria, es muy seguro que seguirá sus pasos. El Santo Padre Juan Pablo II narra en su libro “Cruzando el Umbral de la Esperanza” que las primeras lecciones las recibió de su papá. Cuenta que todas las mañanas, cuando despertaba, lo primero que sus ojitos miraban era a su papá de rodillas rezando el Santo Rosario. Ese acto lo impactó tanto que se quedó grabado en su mente y su corazón hasta el final de sus días. Podemos decir que Juan Pablo II tuvo un excelente maestro evangelizador desde su niñez.

LA VIRGEN Y JUAN PABLO II

Nuestro querido y bien recordado Juan Pablo II fue desde su tierna infancia un fiel devoto de la Santísima Virgen. Vale la pena recordar una de las miles tiernas oraciones que durante su vida terrena elevó a nuestra Santísima Madre. El 19 de Agosto de 2002 en el Santuario de Kalwaria (Polonia) oró ante la venerada imagen de nuestra Señora con estas palabras: <<Madre Santísima, obtén también para mí las fuerzas del cuerpo y del espíritu, para que pueda cumplir hasta el fin la misión que me ha encomendado el Resucitado. En ti pongo todos los frutos de mi vida y de mi ministerio; a ti encomiendo el destino de la Iglesia; (….) en ti confío y te declaro una vez más: ¡Totus Tuus, María! Totus Tuus! Amén>> El mundo entero fue testigo de la forma en que ese hijo predilecto de la Virgen sirvió a la Iglesia hasta el último momento. Todos nos quedábamos admirados de la forma en que vivió su ministerio. A momentos parecía que se derrumbaba, pero había una mano invisible que lo sostenía. Verlo en sus últimos días era casi mirar a Cristo en la Vía Dolorosa.

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Quedó evidenciado que la Reina de Todo lo Creado estuvo en todo momento a su lado. Una Madre como la Virgen nunca abandona a sus hijos. Ella escuchó atenta la oración que acabamos de copiar. En el mes de Octubre de 2002 escribió una homilía en que dijo lo siguiente: << Para la exigente, pero extraordinariamente rica, tarea de contemplar el rostro de Cristo juntamente con María, ¿hay un instrumento mejor que la oración del Rosario? Con todo, debemos redescubrir la profundidad mística que entraña esta oración sencilla, tan querida para la tradición popular>> En este mes de Octubre, dedicado al Santo Rosario, hemos querido reproducir estas bellas palabras en que nos invita a <<redescubrir>> la profundidad mística del Santísimo Rosario. De la misma forma en que escuchó la plegaria del entonces Papa, también escucha las nuestras. No nos cabe la menor duda de que nuestra amado Juan Pablo II está ahora con su Rosario entre sus manos a la par de San Luis María Grignion de Monfort, San Bernardo, el beato Bartolomé Longo, San Alfonso María Ligorio y miles de santos más orando por todos y cada uno de los que aún seguimos en este valle de lágrimas. El rezo del Santo Rosario, lejos de perder vigencia, cobra mucha mas importancia en este siglo en el que nos hace falta mucha paz.

Las apariciones de la Santísima Virgen

Parte 1 Para nuestra Iglesia, las apariciones de la Reina del Cielo y Tierra son de suma importancia, tanto así que la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, con sede en el Vaticano, tiene cuatro secciones, una de ellas, la “Sección Disciplinar” que se encarga de estudiar y emitir su dictamen sobre apariciones marianas. En trabajos anteriores hemos dejado establecido que solamente tres de las miles de apariciones reportadas gozan del reconocimiento de nuestra Iglesia. Resulta interesante saber cuál es la opinión o criterio de nuestros máximos jerarcas sobre este tema.

El entonces Cardenal Joseph Ratzinger, cuando era Perfecto de la Sagrada Congregación de la Fe, dijo lo siguiente: <<Ninguna aparición es indispensable para la fe; la Revelación ha llegado a su plenitud con Jesucristo; Él mismo es la Revelación, pero no podemos ciertamente impedir que Dios hable a nuestro tiempo a través de personas sencillas y valiéndose de signos extraordinarios que denuncian la insuficiencia de las culturas que dominan, contaminadas de racionalismo y de positivismo. Muestran, entre otras cosas, que la Revelación, aun siendo única, plena y, por consiguiente, insuperable, no es algo muerto; es viva y vital>>. Las palabras de nuestro ahora querido Papa son ciertamente contundentes. No podemos basar nuestra fe solamente en apariciones. Por otro lado, debemos confiar plenamente en nuestra Iglesia cuando nos dice si una aparición es verdadera o no. Recordemos que el maligno puede tratar de engañarnos con falsas apariciones que no nos lleven a ninguna parte buena, sino al desconcierto y a la práctica de una religiosidad sin fundamento. Por otro lado, no podemos ni debemos cerrarnos ante la voluntad de Dios cuando quiere hablarnos a través de alguien con una sencillez a toda prueba. En esa materia, nuestra Madre no tiene parangón. Los que nos confesamos católicos debemos siempre ser obedientes, sobre todo en materias tan delicadas como la de las apariciones. No podemos dejarnos llevar por nuestros propios criterios, dejando a n lado la voz de nuestra Iglesia. El que escribe esta columna se declara como un seglar que despertó su devoción mariana, que había permanecido adormecida por muchos años, y que fue como resultado de una de las apariciones de la Virgen. Esa devoción nos ha llevado a una mejor comprensión y adoración a Jesús Eucaristía.

Las apariciones de la Virgen Parte 2

Hace aproximadamente 20 años alguien le preguntó al entonces Cardenal Joseph Ratzinger, cuáles son los criterios en los que se apoya la Sagrada Congregación para emitir un juicio ante la multiplicación de

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apariciones. El ahora Santo Padre, en esa oportunidad, respondió lo siguiente: << La paciencia es un elemento fundamental de la política de nuestra Congregación y uno de nuestros criterios es distinguir entre la sobrenaturalidad de las apariciones y sus frutos espirituales>>. El entonces Perfecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe se refería a los beneficios que los creyentes reciben como resultado de las revelaciones entregadas en las apariciones y los cambios de conversión que suscitan en sus vidas. En 1996, mientras se encontraba en Fátima para la celebración del aniversario de las apariciones, el Cardenal Ratzinger explicaba que: << La Virgen no se ha aparecido ante personas sencillas y desconocidas en el gran mundo, para hacer sensacionalismo, sino para reclamar, a través de los sencillos, el mundo de la simplicidad, lo esencial: la conversión, la oración, los sacramentos. Estoy seguro de que la Virgen no hace sensacionalismo, la Virgen no crea miedo, la Virgen no da visiones apocalípticas, sino que guía hacia el Hijo, esa es la esencia del mensaje>>. Ahora que el entonces Cardenal se ha convertido en el Papa Benedicto XVI resulta interesante conocer su criterio acerca de las apariciones. Él afirma lo siguiente: << La antropología teológica distingue tres tipos de percepción o visión: la visión con los sentidos, o sea la percepción externa corpórea, la percepción interior y la visión espiritual. En las visiones de Lourdes y Fátima, no se trata de la normal percepción externa de los sentidos, pues las imágenes y las figuras que se ven, no se encuentran exteriormente en el espacio, como se encuentran por ejemplo un árbol o una casa. Esto es totalmente evidente para todas las visiones, sobre todo porque no todos los presentes las veían, sino sólo los videntes. De igual modo es claro que no se trata de una visión intelectual sin imágenes, como se encuentra en los otros grados de la mística. Se trata pues de la categoría de un medio, la percepción interior, que claro ésta tiene para el vidente la fuerza de una presencia, que para él equivale a la manifestación externa, sensible>>. Ver interiormente no significa que se trata de una fantasía, que sería sólo una expresión de la imaginación subjetiva. Significa más bien

que el alma es rozada por el toque de algo real aunque parezca increíble o poco razonable.

LAS JACULATORIAS Nuestra Santa Madre Iglesia Católica desde siempre ha recomendado mantenernos en oración constante con nuestro Creador. Todos sabemos que la oración es indispensable para nuestra salud espiritual. La oración constante nos fortalece y nos mantiene alejados de las asechanzas del enemigo, que no descansa para vencernos y tomar caminos equivocados. La Iglesia Católica siempre ha recomendado las Jaculatorias. Pero, ¿Qué son las Jaculatorias? Podemos responder en forma clara y precisa que son oraciones breves, encendidas de amor y de cariño que dirigimos al Señor, a la Santísima Virgen María y a los Santos, para mantenernos en la presencia de Dios a lo largo del día. Dado que la mayoría del pueblo hondureño es amante y apasionado por el fútbol, pondremos de ejemplo la forma en que los jugadores deben permanecer en constante práctica diaria para mantenerse en forma a la hora de enfrentar a un rival. Igualmente, nosotros los cristianos debemos mantenernos en comunicación con nuestro Creador, y con aquellas almas que ya gozan de la Jerusalén Eterna para mantenerlos fieles y en gracia santificante. A continuación pondremos unos pocos ejemplos de jaculatorias. No podemos ponerlas todas porque el límite es la que nos de nuestra creatividad y nuestro encendido amor a Dios: JACULATORIAS A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO Jesús manso y humilde de corazón Sagrado Corazón de Jesús Haz mi corazón semejante al tuyo. En Vos confío Sagrado Corazón de Jesús Corazón de Jesús Perdónanos y sé nuestro Rey Que os ame y os haga amar JACULATORIAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARIA

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Inmaculada Reina de la Paz Madre de amor, de dolor y misericordia Ruega por nosotros Ruega por nosotros Virgen, Madre de Dios, María Corazón dulcísimo de María Rogad a Jesús por mí prepáranos un camino seguro Además del efecto que líneas arriba anotamos, las Jaculatorias nos permiten recordar a cada instante que dependemos totalmente de Dios, y que nuestro corazón está eternamente consagrado a El. La mayoría de los hondureños repetimos constantemente aquello de “Si Dios quiere” cuando pretendemos hacer algo en el futuro cercano. Esas palabras en sí ya son jaculatorias, ojalá también nos acostumbremos a repetir las aquí sugeridas u otras que nazcan de nuestros corazones.

LA FAMILIA Parte 1

Dios en su infinita misericordia nos ha traído a este mundo en el seno de una familia. Sea esta bien constituida o no, pero todos nacemos dentro de una familia. Se nos podría argumentar que no todos tenemos esa fortuna de nacer dentro de una familia, pero recordemos que todos somos de la familia de Dios, Todos tenemos dos madres: la biológica y nuestra Madre Celestial. También tenemos dos padres: el que nos engendró y nuestro Padre Celestial. Dios es también maravilloso, porque sembró en cada una de nuestras almas u amor muy grande hacia nuestros hijos. Un verdadero padre o una verdadera madre darían gustosamente hasta su vida por la salvación de cualquiera de sus hijos. Todos hemos sido testigos a través de nuestras vidas de hechos heroicos principalmente de madres que han entregado sus vidas a cambio de un hijo. Cualquier buen padre o madre se quita de la boca un pan para dárselo a un hijo(a). Somos capaces de cualquier sacrificio para satisfacer las necesidades de nuestros hijos. Y todo eso lo hacemos como una consecuencia del germen del amor que nuestro Creador puso en nuestros corazones. Su Santidad Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Familiares consortio dice que: << 17. En el designio de Dios Creador y Redentor

la familia descubre no sólo su «identidad», lo que «es», sino también su «misión», lo que puede y debe «hacer». El cometido, que ella por vocación de Dios está llamada a desempeñar en la historia, brota de su mismo ser y representa su desarrollo dinámico y existencial. Toda familia descubre y encuentra en sí misma la llamada imborrable, que define a la vez su dignidad y su responsabilidad: familia, ¡«sé» que «eres»! Remontarse al «principio» del gesto creador de Dios es una necesidad para la familia, si quiere conocerse y realizarse según la verdad interior no sólo de su ser, sino también de su actuación histórica. Y dado que, según el designio divino, está constituida como «íntima comunidad de vida y de amor»,[44] la familia tiene la misión de ser cada vez más lo que es, es decir, comunidad de vida y amor, en una tensión que, al igual que para toda realidad creada y redimida, hallará su cumplimiento en el Reino de Dios. En una perspectiva que además llega a las raíces mismas de la realidad, hay que decir que la esencia y el cometido de la familia son definidos en última instancia por el amor. Por esto la familia recibe la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación real del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo Señor por la Iglesia su esposa. >>

LA FAMILIA Parte 2

Algunos cristianos tienen un concepto equivocado de Dios Padre lo conciben como un viejecito de largas barbas que vive y pasa allá muy lejos solamente recibiendo la adoración de sus ángeles. Este concepto es totalmente equivocado. Dios no es ningún viejecito ni vive lejos de nosotros y tampoco vive solitario. Dios tiene una familia; notemos que en el libro del Génesis Yahvé dice:: << Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que le mande a los peces del mar y a las aves del cielo, a las bestias, a las fieras salvajes y a los reptiles que se arrastran por el suelo>> (Gén. 1, 26) Notemos que nuestro Creador habla en plural. Dice: “Hagamos” y no “haré”. Dios tiene una familia, y por cierto numerosísima puesto que cada uno de nosotros somos sus hijos, no importa si somos buenos o malos. Esto es algo maravilloso porque sin merecerlo, formamos parte de una familia no solamente numerosa, sino que también santa

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y divina, porque todos estamos llamados a ser santos como lo es nuestro Padre. Si meditamos profundamente este hecho, debemos sentirnos muy dichosos y agradecidos con nuestro Creador porque haciendo a un lado nuestra rebeldía, nos ama con un amor infinito. Ninguno de nosotros debemos sentirnos tristes o abandonados porque estamos llamados a formar parte de un reino único e irrepetible. El Santo Padre publicó el día 22 de Noviembre del año 1981 la Exhortación Apostólica Familiares Consortio, es decir, hace casi 30 años, y como buen pastor y Vicario de Cristo pudo atisbar un peligro que se cierne amenazadoramente sobre la familia. Escribió nuestro recordado beato lo siguiente: <<En un momento histórico en que la familia es objeto de muchas fuerzas que tratan de destruirla o deformarla, la Iglesia, consciente de que el bien de la sociedad y de sí misma está profundamente vinculado al bien de la familia,(7) siente de manera más viva y acuciante su misión de proclamar a todos el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia, asegurando su plena vitalidad, así como su promoción humana y cristiana, contribuyendo de este modo a la renovación de la sociedad y del mismo Pueblo de Dios.>>. Estas palabras tan proféticas escritas por un verdadero iluminado por el Espíritu Santos las estamos viviendo dolorosamente en nuestros días. Y lo peor de todo es que las amenazas por destruir la familia no cesan, por el contrario aumentan. Por todo lo anterior debemos orar con el Corazón al autor de la familia, por la intercesión de nuestra Santísima Madre que nos ayuden a preservar ese don divino de la familia.

La Humildad Parte 1

Un buen cristiano o una buena cristiana es una persona humilde. Si no somos humildes, aunque queramos, no podemos ser buenos cristianos. Los ejemplos perfectos de humildad son Jesús y nuestra Madrecita María. El Señor dice: <<aprended de mi que soy manso y humilde de corazón>> (Mt. 11, 29) La humildad es la virtud moral por la que el hombre reconoce que de si mismo solo tiene la nada y el pecado. Todo es un don de Dios de quien todos dependemos y a quien se debe toda la gloria. El hombre humilde no aspira a la grandeza personal que el mundo

admira porque ha descubierto que ser hijo de Dios es un valor muy superior. En el mundo encontramos numerosas personas engreídas y orgullosas de ellos mismos, ya sea por su belleza física, su habilidad deportiva, su capacidad intelectual, etc. Cuando vemos esos casos nos viene a la mente lo que dice el rey Qojelet, hijo de David, rey de Jerusalén <<! Ilusión, todo es una ilusión!>> (Eclesiastés 2, 1, 2). El hombre humilde no está en competencia con nadie. Se ve a sí mismo y al prójimo ante Dios. Es así libre para estimar y dedicarse al amor y al servicio sin desviarse en juicios que no le pertenecen. Por eso es que ser humilde no es fácil. El ser humano es por naturaleza soberbio, condición que heredamos de Adán y Eva. No por eso debemos contentarnos con decir “ Yo soy así” y luego quedarnos tan tranquilos. Si actuamos de esa forma, entonces Cristo no vino al mundo por nosotros. Si Adán cayó por soberbio, nosotros debemos fijar nuestra mirada en Cristo y en nuestra Santísima Madre. Ella no heredó el pecado de Adán y Eva y, consecuentemente no hay señal de soberbia en esa bellísima persona. La humildad no solo se opone al orgullo sino también al auto abyección (auto humillación) en la que se dejaría de reconocer los dones de Dios y responsabilidad de ejercitarlos según su voluntad. La humildad es la verdad" dice -Santa Teresa de Ávila. El humilde ve las cosas como son, lo bueno como bueno, lo malo como malo. En la medida en que un hombre es más humilde crece una visión más correcta de la realidad. En las Sagradas Escrituras se ensalza continuamente la humildad, como lo encontramos cuando el salmista dice: <<Tu escuchaste, Señor, los deseos de los humildes, los animaste prestándoles tu oído>> (Salmo 10, 17) De esto sacamos en claro que Dios rechaza a los soberbios y acoge amorosamente a los humildes. Por esa razón siempre hemos sostenido que debemos darle gracias a Dios cuando tenemos problemas porque, si no los tuviéramos, para qué nos serviría Dios? En medio de las tribulaciones es cuando nos damos cuenta que por mucho que nos creamos, en realidad no somos nada.

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LA HUMILDAD Parte 2

El pueblo hebreo siempre ha sido un pueblo rebelde en su relación con Dios. No obstante de que es el elegido por Yahvé, siempre ha demostrado ser voluntarioso, obstinado, caprichoso, injusto y en algunas ocasiones hasta irreverente. Y da la casualidad de que en esto nos parecemos mucho a ellos. No obstante todo eso, ese pueblo escogido ha sabido humillarse ante su Creador en los momentos en que se han encontrado en situaciones sumamente difíciles y peligrosas. En el libro de Judith encontramos que Nabucodonosor, rey de Asiria tenía un ejército poderosísimo compuesto por ciento veinte mil guerreros, doce mil arqueros, abundantes camellos, mulas, burros etc. para acarrear los insumos que necesitaba esa cantidad de hombres. Este rey pretendió que los pueblos más pequeños se le unieran para aumentar aún más su ejército. Mandó embajadores para convencer a los jefes de esos pueblos, pero estos se negaron ante la petición de Nabocudonosor. Este, enfurecido por ese desprecio se propuso destruir esos pequeños reinos. Llamó a Holofernes, Comandante General de su Ejército y le ordenó llevar a cabo esa triste tarea de destrucción, saqueos. Violaciones, etc. Vale la pena mencionar que Holofernes era un guerrero experimentado y terriblemente cruel con los pueblos que conquistaba. Comenzó su triste tarea y parecía que no había poder humano capaz de detenerlo. Después de arrasar con varios pueblos, se aprestó a atacar al pueblo de Israel. Los israelitas, que es un pueblo que ha vivido en medio de guerras hasta nuestros días, se aprestó a tomar las posiciones militares estratégicas para repeler al enemigo. El peligro era inminente y terrible. Ellos sabían que Holofernes no respetaba nada ni a nadie. Joaquín, que en ese tiempo era sumo sacerdote en Jerusalén, ordenó que se tomaran las subidas de la montaña porque por allí tenía que pasar Holofernes para invadir y saquear Judea, y desde esa posición sería más fácil detener a los invasores, Pero los israelitas no se conformaron con hacer solamente eso: <todos los israelitas clamaron fervientemente a Dios,

humillándose ante El. Ellos y sus mujeres, hijos, ganado, los forasteros, criados y jornaleros se vistieron de sayal, y los que vivían en Jerusalén, incluso mujeres y niños, se postraron ante el templo, cubierta la cabeza con ceniza, extendiendo el sayal ante el Señor

La Humildad Parte 3

A través de la historia se ha dicho y se ha escrito tanto sobre el tema de la humildad porque se trata de algo muy importante. San Francisco de Sales escribió en 1567 lo siguiente: <<"El grado mas perfecto de humildad es complacerse en los menosprecios y humillaciones. Vale mas delante de Dios un menosprecio sufrido pacientemente por su amor, que mil ayunos y mil disciplinas." >> Santo Tomás de Aquino decía: << La soberbia consiste en el desordenado amor de la propia excelencia.>> La humildad perfecta es Jesús. Jesús es la humildad encarnada. Perfecto en todas las virtudes, nos enseña en cada momento en cada palabra. Siendo Dios, vivió 30 de sus 33 años en vida oculta, ordinaria, tenido por uno de tantos. Lo extraordinario fue la perfección en que vivió lo ordinario. También sus 3 años de vida pública son perfecta humildad. En todo hacía, como siempre la voluntad de su Padre. Nunca busco llamar la atención sobre mismo sino dar gloria al Padre. La humildad tiene muchos enemigos, y todos ellos peligrosos. En nuestras entregas anteriores hemos mencionado que el principal de esos enemigos es la soberbia. Nacimos con ella, y si nos descuidamos moriremos con ella. La soberbia es la afirmación aberrante del propio yo. El hombre humilde, cuando localiza algo malo en su vida puede corregirlo, aunque le duela. El soberbio al no aceptar, o no ver, ese defecto no puede corregirlo, y se queda con él. El soberbio no se conoce o se conoce mal. Por regla general, el soberbio, el petulante o engreído cae mal. Se cree un ser superior y no respeta a los demás el creerse superior a los demás no le permite ser respetuoso. Dios es amigo de los humildes. A través de todas las Sagradas Escrituras queda claro que Dios está siempre del lado de los débiles. El Señor nos invita a seguirle y a imitarle, y nos deja una regla sencilla, pero exacta, para vivir

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la caridad con humildad y espíritu de servicio: Todo lo que queráis que hagan los hombres con vosotros, también vosotros con ellos -Cf. Mt 7, 12. La experiencia de lo que me agrada o me molesta, de lo que me ayuda o me hace daño, es una buena norma de aquello que debo hacer o evitar en el trato con los demás. Todos deseamos una palabra de aliento cuando las cosas no han ido bien, y comprensión de los demás cuando, a pesar de la buena voluntad, nos hemos vuelto a equivocar; y que se fijen en lo positivo más que en los defectos; y que haya un tono de cordialidad en el lugar donde trabajamos o al llegan a casa; y que se nos exija en nuestro trabajo, pero de buenas maneras; y que nadie hable mal a nuestras espaldas; y que haya alguien que nos defienda cuando se nos critica y no estamos presentes.

La Humildad Parte 4

Deliberadamente hemos dejado para esta cuarta y última entrega de los artículos sobre la humildad para meditar sobre esa gran virtud de nuestra Santísima Madre. Lo bueno se deja por último. San Bernardo dejó muchos escritos sobre este tema, y más específicamente sobre la humildad de nuestra Señora. Decía San Bernardo que << La humildad, es el fundamento y guardián de todas las virtudes. Y con razón, porque sin humildad no es posible ninguna virtud en el alma. Todas las virtudes se esfuman si la humildad>> La Santísima Virgen, siendo la primera y más perfecta discípula de Jesucristo en todas las virtudes, lo fue en esta virtud de la humildad, gracias a la cual mereció ser exaltada sobre todas las criaturas. Se le reveló a santa Matilde que la primera virtud en que se ejercitó de modo particular la bienaventurada Madre de Dios, desde el principio, fue la humildad. El humilde desvía las alabanzas que se le hacen y las refiere todas a Dios. María se turba al oír las alabanzas de san Gabriel. Y cuando Isabel le dice: "Bendita tú entre las mujeres... ¿Y de dónde a mí que la Madre de mi Señor venga a visitarme? Feliz la que ha creído que se cumplirían todas las cosas que le fueron dichas de parte de Dios" (Lc 1,42-45).

María, atribuyéndolo todo a Dios, le responde con el humilde cántico: "Mi alma engrandece al Señor". Como si dijera:, tú me alabas porque he creído, y yo alabo a mi Dios porque ha querido exaltarme del fondo de mi nada, "porque miró la humildad de su esclava". Dijo María a santa Brígida: ¿Por qué me humillé tanto y merecí tanta gracia sino porque supe que no era nada y nada tenía como propio? Por eso no quise mi alabanza sino la de mi bienhechor y mi creador. Hablando de la humildad de María dice san San Agustín no se quedó atrás al momento de exaltar la humildad de nuestra Madre cuando dice; << De veras bienaventurada humildad que dio a luz a Dios hecho hombre, nos abrió el paraíso y libró a las almas de los infiernos.>> Es propio de los humildes el servicio. María se fue a servir a Isabel durante tres meses. San Bernardo comenta magistralmente que << Se admiró Isabel de que llegara María a visitarla, pero mucho más se admiraría al ver que no llegó para ser servida, sino para servirla.>>. Todas las mañanas, cuando rezamos los Misterios Gozosos del Santísimo Rosario, y llegamos al encuentro de nuestra Madre con su pariente Isabel, tratamos de adivinar todo lo que esas dos santas mujeres, llenas del Espíritu Santo conversaron durante esos tres meses en que convivieron juntas. Que lástima que San Lucas no nos dice nada al respecto, pero podemos imaginarnos el tema central de sus conversaciones.

LA EDUCACION CRISTIANA El día 28 de Octubre de 1965, hace justamente 42 años, el Santo Concilio de la Iglesia Católica publicó un importante documento titulado GRAVISSIMUM EDUCATIONIS. Como es un tema que en lugar de perder actualidad, cada día se convierte en algo de la más pronta e ingente vigencia. El documento eclesial a que nos referimos declara que “entre todos los medios de educación, el de mayor importancia es la escuela”. No puede ser de otra forma puesto que primero en el hogar, y después en la escuela se cultivan con asiduo cuidado las facultades intelectuales y se desarrolla la capacidad del recto juicio.

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Los que nos educamos a mediados del siglo pasado podemos comparar con suma tristeza el deterioro que cada día es peor en materia educativa. Y no sólo decimos esto por los maestros, sino que los padres de familia han descuidado este deber sagrado de educar y formar a sus hijos. No sin razón, la Declaración Conciliar que es motivo de este comentario añade lo siguiente: “Es preciso que los padres, cuya primera e intransferible obligación y derecho es el de educar a los hijos, tengan absoluta libertad en la elección de las escuelas”. De sobra sabemos que los primeros y principales educadores de los hijos son los padres. Desempeñar esa función requiere de mucho amor, dedicación y entrega completa de parte de ambos padres. Es una verdadera vocación inspirada por el Espíritu Santo. Las instituciones educativas son apenas un complemento de esa obra empezada y desarrollada en el seno de la familia. La Gravissimum Educationis anota que es “Hermosa, y de suma importancia la vocación de todos los que, ayudando a los padres en el cumplimiento de su deber y en nombre de la comunidad humana, desempañan la función de educar en las escuelas. Esta vocación requiere dotes especiales de alma y de corazón, una preparación diligentísima y una facilidad constante para renovarse y adaptarse”. Queda claro, pues, que la tarea educativa requiere de mucha entrega de parte de los padres, y de parte de los maestros. Estos últimos no deben descuidar por ningún motivo la responsabilidad de renovarse, o sea, que así como exigen sus conquistas, también deben cuidar la actualización de sus conocimientos didácticos y pedagógicos. Los padres no pueden olvidar por ningún motivo la formación espiritual de sus hijos. El santo temor a Dios es algo que se adquiere en el seno familiar, no podemos concebir un individuo debidamente formado, si se descuidó su formación religiosa.

LAS NOVENAS, UNA PRÁCTICA RELIGIOSA

VIGENTE Parte 1

Nuestro Señor Jesucristo nos enseñó a orar con insistencia. Nuestra Santísima Madre, en diferentes apariciones también sigue insistiendo para que oremos con fe y perseverancia. Nuestro Divino Redentor pidió a los Apóstoles que se prepararan en oración para la venida del Espíritu Santo. La palabra “Novena” viene del latín “novem”. Consiste en una devoción de oración privada o pública con una duración de nueve días para obtener alguna gracia o intención especial. Hay novenas dedicadas a nuestro Señor Jesucristo, al Espíritu Santo y a la Santísima Virgen María y a muchos santos. La sucesión de nueve puede referirse a días consecutivos, (por ejemplo: nueve días previos a una fiesta) o a nueve días específicos de la semana o del mes (por ejemplo: nueve primeros viernes). Algunas novenas tienen una larga tradición asociada con la devoción a un santo o a una promesa recibida en revelación privada. Algunas novenas tienen recomendación eclesiástica pero no un lugar propio y establecido en la liturgia. No son parte de la oración oficial de la Iglesia. Las novenas nos ayudan en nuestra oración cuando están adecuadamente valoradas en el contexto de una sólida doctrina. Al pedir la intercesión de un santo debemos desear imitar sus virtudes. Para ello es necesario conocerlo. La novena puede convertirse en superstición si se limita a buscar un deseo personal sin abrir el corazón a Dios y someterse a su voluntad. Una novena bien hecha es un medio para intensificar la intercesión. Mientras las octavas tienen un carácter festivo, las novenas generalmente se hacen para lograr una intención o para orar por los difuntos. Aunque las novenas son muy antiguas, no fue sino hasta el siglo XVII que la Iglesia formalmente concedió la primera indulgencia a una novena en honor a San Francisco Javier, otorgada por el Papa Alejandro VII. Ya para los siglos XVIII e IXX surgieron otras, especialmente en honor a varios santos. Es muy común en nuestros pueblos, entre los fieles católicos, que respetables matronas sean muy conocidas por su devoción a celebrar novenas a los santos de su devoción, en donde el último día se reparte horchata,

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panecillos, tamales, café, etc. (y también se revientan cohetes) Los fieles católicos en nuestro país heredamos esta devoción de los españoles. En nuestros pueblos y aldeas continúa viva esta práctica piadosa. La más común quizá sea la novena que se reza pidiendo por el alma de los fieles difuntos. Es quizá una de las más valiosas que aún se conservan.

LAS NOVENAS, UNA PRÁCTICA RELIGIOSA

VIGENTE Parte 2 Los judíos no tenían celebraciones religiosas de nueve días, mucho menos novenarios de difuntos. Para ellos, el número siete era el más sagrado. Pero la novena hora en la Sinagoga, era una de las horas especiales para la oración, como lo ha sido la hora nona en la Iglesia desde el principio. Es una de las horas de oración en la Liturgia de las Horas. Los romanos y los griegos tenían novenas. Una de ellas, descrita en Livy, se trata de una fiesta pagana para apaciguar a los dioses. San Agustín, escribiendo sobre las novenas, advierte a los cristianos el peligro de imitar esta costumbre pagana, ya que no se encuentra en la Biblia. El peligro no está en la novena sino en como se entiende esa oración. Esa advertencia de este ilustrísimo santo es válida para los cristianos del siglo XXI. La Iglesia siempre recomienda la práctica de las novenas, pero con un verdadero sentido cristiano, honrando a Cristo como Redentor, a la Santísima Virgen o al santo de nuestra devoción. Nunca debemos apartar nuestra atención del verdadero sentido de esta sana práctica religiosa. Según algunos Padres de la Iglesia y los monjes de la Edad Media, el nueve denota imperfección y se refiere a los hombres. El diez es el mas alto y perfecto y por eso se refiere a Dios. La novena simboliza la imperfección humana que busca a Dios. Según San Jerónimo, el Padre de la Iglesia que tradujo la Biblia al Latín, el “número nueve en la Santa Biblia indica sufrimiento y dolor”. “El cuarto mes, el nueve del mes, cuando arreció el hambre en la ciudad y no había pan para la gente del pueblo”.

Las Sagradas Escrituras nos revelan que nuestro Señor Jesucristo murió en la novena hora. Por esa razón el pueblo cristiano siempre ha observado la práctica del Novenario de Misas y de Rosarios. Por otro lado, existe la creencia que las almas de los muertos son elevadas a los nueve coros de ángeles en el cielo el noveno día. Queda al descubierto el hecho de que los triduos de Misas en sufragio de las almas de nuestros difuntos son un invento nuevo. Posiblemente se deba al hecho de que nuestra vida actual es muy agitada, y ocupan un primerísimo lugar nuestros negocios, citas sociales, culturales, políticas, etc. La verdad es que las ánimas benditas del Purgatorio necesitan mucho nuestra oración, como muy posiblemente la necesitaremos nosotros en el futuro.

Las Virtudes Teologales Parte 1

Hace algunos años. Cuando nuestra salud y la delincuencia todavía nos lo permitían, junto a mi esposa visitábamos casi todas las noches a diferentes grupos eclesiales con el objeto de pasarles algunos videos religiosos y a darles charlas sobre diferentes temas. En una de esas charlas estábamos hablando sobre la Santísima Virgen María, e incidentalmente mencionamos algo sobre las virtudes teologales. Una hermana del grupo nos preguntó que cosa eran las virtudes teologales. Nos pareció extraña la pregunta porque es algo que se aprende de niños cuando asistimos a la catequesis. El problema es que muchos hermanos y hermanas no recibieron la catequesis infantil, o se las enseñaron incompletas. Por esa razón nos aventuramos a escribir ahora algo sobre el tema para aquellos que no la aprendieron de niños o para refrescarles los conocimientos a los que sí la recibieron. Las Virtudes Teologales son tres: FE, ESPERANZA Y CRIDAD. Son las que informan y vivifican todas las virtudes morales. El Catecismo de la Iglesia, en el No 1812 nos enseña que: <<Las virtudes humanas se arraigan en las virtudes teologales que adaptan las facultades del hombre a la participación de la naturaleza divina (cf 2 P 1, 4). Las virtudes teologales se refieren directamente a Dios. Disponen a los

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cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto a Dios Uno y Trino. Dios nos invita a la participación en la vida divina. Su amor quiere levantarnos a una vida digna de los hijos de Dios. Abramos el corazón a las virtudes de la fe, esperanza y caridad, y erradiquemos de nuestra vida todo lo que nos separa de Dios. Todo esto lo podemos obtener mediante la oración, el ayuno y la penitencia. La frecuencia a los Sacramentos es también una ayuda formidable para alcanzar una plena participación en la vida divina y nos ayuda además a mantenernos alejados de las tentaciones del mundo. En el Bautismo Dios infunde en el alma, sin ningún mérito nuestro, las virtudes, que son disposiciones habituales y firmes para hacer el bien. Las virtudes infusas son teologales y morales. Las teologales tienen como objeto a Dios; las morales tienen como objeto los actos humanos buenos; por eso se dice popularmente que nadie es cien por ciento bueno ni cien por siento malo. Las virtudes morales son humanas o cardinales, son cuatro: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Cuenta también el cristiano con los dones del Espíritu Santo, que facilitan el ejercicio más perfecto de las virtudes. Con relación a la virtud teologal de la caridad, o sea, del amor, hay que tener en cuenta que el amor a Dios y el amor al prójimo son una misma y sola cosa de modo que uno depende del otro; por esto, tanto podremos amar al prójimo cuanto amemos a Dios; y, a la vez, tanto amaremos al Dios cuanto de verdad amemos al prójimo.

Las Virtudes Teologales Parte 2

En los primeros artículos de esta serie hemos tratado de hacer una breve semblanza de las virtudes. Como acordarán, hemos mencionado que existen lo que llamamos Virtudes Teologales (Fe, Esperanza y Caridad) y las virtudes morales o cardinales, (Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza) Como no disponemos de suficiente espacio en esta columna, las mencionaremos a vuelo de pájaro. Cuando con preocupación vemos cómo las virtudes van desapareciendo para abrir paso

a la insolencia, la irreverencia y la chabacanería, hemos creído oportuno escribir algo sobre las virtudes morales del ser humano. Las virtudes morales se adquieren mediante las fuerzas humanas. Son los frutos y los gérmenes de los actos moralmente buenos. Disponen todas Las potencias del ser humano para armonizarse con el amor divino. La dimensión moral de la persona incluye la vivencia de las virtudes morales. Una virtud es un buen hábito. Una persona virtuosa es una persona buena, habitualmente buena, tiene costumbres buenas, se porta bien. Si las Virtudes teologales tienen que ver con Dios directamente- son la fe, la esperanza, la caridad; las virtudes morales son formas de ser y vivir habitualmente bien, que forman la fisonomía de una persona buena, pero no tienen que ver directamente con Dios. Son virtudes humanas que componen lo que llamaríamos una buena y auténtica mujer. Si se quiere formar una personalidad íntegra, hay q trabajar en el cultivo y formación de estas virtudes Nunca nos cansaremos de repetir que estas virtudes se adquieren en el seno materno. Los que tuvimos la fortuna de tener una madre abnegada y buena, que se esmeró en enseñarnos todos estos valores, no olvidaremos fácilmente esas enseñanzas. En este siglo XXI en que la mayoría de los padres de familia apenas tienen tiempo de compartir un breve saludo con sus hijos, son otras personas la que se encargan de mal formar a los pequeños. La prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo: “El hombre cauto medita sus pasos” (Prov 14, 15). No se confunde ni con la timidez o el temor, ni con la doblez o la disimulación. Es la prudencia quien guía directamente el juicio de conciencia. El hombre prudente decide y ordena su conducta según este juicio. Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar. Cuando hay cuestiones serias por resolver y es difícil encontrar un camino correcto, no

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acudimos al más simpático, al más guapo, al más deportista, ni siquiera al más culto. Acudimos al que es prudente, es decir al que tiene la cualidad de reconocer con claridad el bien concreto y sabe aplicarlo.

Los nombres de Dios Parte 1

Las tres religiones monoteístas del mundo le han dado a Dios diferentes nombres a través de la historia. Los musulmanes llaman a Dios con el nombre de “Alá”. Los israelitas en el Antiguo Testamento usaban con sumo y profundo respeto para referirse a Dios. Todos estos nombres expresaban una relación íntima de Dios con el mundo y con los hombres. Por razones de espacio nos referiremos a unos pocos nombres de los muchos que usaban los israelitas. En Ex. 6, 7 encontramos en el texto hebreo el nombre «Elohim», que en castellano significa: «El Dios fuerte y Poderoso». En el Salmo 94 encontramos «Adonay» o «Edonay», que en castellano es «El Señor». En Ex. 6, 7 encontramos en el texto hebreo el nombre «Elohim», que en castellano significa: «El Dios fuerte y Poderoso». En el Salmo 94 encontramos «Adonay» o «Edonay», que en castellano es «El Señor». En Gén. 17, 1 se habla de Dios como «Shadday» que quiere decir el Dios de la montaña. El profeta Isaías (7, 14) habla de «Emmanuel» que significa «Dios con nosotros». Y hay muchos nombres más en el A. T., como por ejemplo: Dios Poderoso, el Dios Vivo, el Santo de Israel, el Altísimo, Dios Eterno, El Dios de la Justicia, etc. Los católicos lo llamamos “Yavé” que significa en castellano: «Yo soy» o «El que es». Leemos en Exodo Cap. 3 que Dios se apareció a Moisés en una zarza ardiente y lo mandó al Faraón a hablar de su parte. Moisés le preguntó a Dios: «Pero si los israelitas me preguntan cuál es tu nombre, ¿qué voy a contestarles?». Y Dios dijo a Moisés: «YO SOY EL QUE SOY». Así les dirás a los israelitas: YO SOY me manda a ustedes. Esto les dirás a ellos: YO SOY, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob me manda a ustedes. Este es mi nombre para siempre» (Ex. 3, 13-15). La palabra “Yavé” nos viene del idioma hebreo. En este idioma no se escribían las vocales de una palabra sino únicamente las consonantes. Era bastante difícil leerlo correctamente, porque al leer un texto hebreo, uno mismo debía saber de memoria

qué vocales tenía que pronunciar en medio de las consonantes. El nombre de Dios: «YO SOY» se escribía con estas cuatro consonantes: Y H V H que los judíos pronunciaban así «Yahveh», y en castellano se escribe YAVE. La pronunciación «Yavé» es sin duda la pronunciación más correcta del hebreo original para indicar a Dios como «Yo soy el que soy» (Los judíos del A.T. nunca dijeron Jehová). Si Dios y la Santísima Virgen nos lo permiten, en la próxima entrega explicaremos de dónde apareció la palabra “Jehová” que usan nuestros hermanos no católicos.

Los nombres de Dios Parte 2

En las Biblias no católicas encontramos que a Dios se lo nombra como a «Jehová» y en las Biblias católicas le damos el nombre de «Yavé». Muchos cristianos se preguntan: ¿por qué esta diferencia en el nombre de Dios? ¿qué debemos pensar de esto? En el fondo no sirve de nada discutir por el nombre antiguo de Dios. Nosotros vivimos ahora en el N. T. y lo que nos importa es hablar de Dios como Jesús hablaba de El. Jesús vino a aclarar el misterio más profundo que hay en el Ser Divino: «Dios es amor». Dios es un «Padre» que ama a todas sus creaturas y los hombres son sus hijos queridos. Jesús mismo nos enseñó que debemos invocar a Dios como «nuestro Padre» (Mt. 6, 9). Los israelitas del A.T. tenían un profundo respeto por el nombre de Dios: «Yavé». Era el nombre más sagrado de Dios, porque Dios mismo se había dado este nombre. Con el tiempo los israelitas, por respeto al nombre propio de Dios, dejaron de pronunciar el nombre de «Yavé» y cuando ellos leían en la Biblia el nombre de «Yavé», en vez de decir «Yavé» dijeron otro nombre de Dios: «Edonai» (el Señor). Resultó que después de cien años los israelitas se olvidaron por completo de la pronunciación original (Y H V H, Yavé) porque siempre decían «Adonay» (el Señor). En la Edad Media (1.000 a 1.500 años después de Cristo) los hebraístas (que estudiaban el idioma hebreo antiguo) empezaron a poner vocales entre las consonantes del idioma hebreo. Y cuando les tocó colocar vocales en la palabra hebrea Y H V H (el nombre antiguo de Dios) encontraron muchas dificultades. Por no conocer la pronunciación original de las cuatro consonantes que en las letras

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castellanas corresponden a YHVH y en letras latinas a JHVH, y para recordar al lector que por respeto debía decir: «Edonay» en vez de «Yavé», pusieron las tres vocales (e, o, a) de la palabra Edonay; y resultó Jehovah en latín. Es decir: tomaron las 4 consonantes de una palabra (J H V H) y metieron simplemente 3 vocales de otra palabra (Edonay) y formaron así una nueva palabra: Jehovah. Está claro que la palabra «Jehovah» es un arreglo de dos palabras en una. Por supuesto la palabra «Jehovah» nunca ha existido en hebreo; es decir, que la pronunciación «Jehovah» es una pronunciación defectuosa del nombre de «Yaveh». En los años 1600 comenzaron a traducir la Biblia a todas las lenguas, y como encontraron en todos los textos bíblicos de la Edad Media la palabra «Jehová» como nombre propio de Dios, copiaron este nombre «Jehová» literalmente en los distintos idiomas (castellano, alemán, inglés...). Y desde aquel tiempo empezaron a pronunciar los católicos y los evangélicos como nombre propio de Dios del A. T. la palabra «Jehová» en castellano

Los nombres de Dios Parte 3

¿Cuál es el sentido de su nombre? Ya sabemos que «Yavé» significa: «Yo soy.» Pero ¿qué sentido profundo tiene este nombre? Para comprenderlo debemos pensar que todos los pueblos de aquel tiempo eran politeístas, es decir, pensaban que había muchos dioses. Según ellos, cada nación, cada ciudad y cada tribu tenía su propio Dios o sus propios dioses. Al decir Dios a Moisés: «YO SOY EL QUE SOY» Él quiere decir: «Yo soy el que existe: el Dios que existe; y los otros dioses no existen, los dioses de los egipcios, de los asirios, de los babilonios no existen. Yo soy el único Dios que existe». Dios, dándose el nombre de YAVE (YO SOY), quería inculcar a los judíos el monoteísmo (un solo Dios), y rechazar de plano todo politeísmo (muchos dioses) y la idolatría de otros pueblos. El Dios de los judíos (Yavé) es un Dios celoso, no soporta a ningún otro dios a su lado. Él dice: «No tendrás otro Dios fuera de mí» (Ex. 20, 3). «Yo soy Yavé, tu Dios celoso» (Deut. 4, 35 y 32, 39). El profeta Isaías explica bien el sentido del nombre de Dios. Dice Dios por medio del profeta: «YO SOY YAVE, y ningún otro». «¿No

soy yo Yavé el único y nadie mejor que yo?» (Is. 45, 18). La conclusión es: La palabra «Yavé» significa que «Él es el UNICO DIOS», el único y nadie mejor que yo?» (Is. 45, 18). La conclusión es: La palabra «Yavé» significa que «Él es el UNICO DIOS», el único y verdadero Dios, y que todos los otros dioses y sus ídolos no son nada, no existen y no pueden hacer nada. Más importante para nosotros, que vivimos en el N. T., es saber cómo Jesús hablaba del misterio de Dios. Jesús y sus apóstoles, según la costumbre judía de tiempo, nunca pronunciaban el nombre «Yavé» o «Jehová». Siempre leían la Biblia diciendo: «Edonay» -el Señor- para indicar el nombre propio de Dios. Todo el N. T. fue escrito en griego, por eso encontramos en el N. T. la palabra Kyrios (el Señor) que es la traducción de «Edonay». Pero Jesús introdujo también una novedad en las costumbres religiosas y nombró a Dios «Padre»: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra». «Mi Padre sigue actuando y yo también actúo». «Por eso los judíos tenían ganas de matarlo: porque El llamaba a Dios Padre suyo haciéndose igual a Dios» (Jn. 5, 17-18). Además Jesús enseñó a sus seguidores a hacer lo mismo: «Por eso, oren ustedes así: Padre Nuestro, que estás en los cielos» (Mt. 6, 9). Ahora, el nombre más hermoso que nosotros podemos dar a Dios es el de: «Padre nuestro»

Los nombres de Dios Parte 4

El nombre de Dios según los Testigos de Jehová

Los Testigos de Jehová hacen aparecer en el N. T. 237 veces la palabra «Jehová pero eso no es correcto. Cuando en el N. T. se habla de Dios con el nombre «Señor» (Kyrios en griego, Edonay en hebreo) ellos lo traducen como Jehová, pero esto es claramente una adulteración de los textos bíblicos. El N. T. habla de Dios como «Padre» o «Señor», pero nunca como «Jehová». Una vez más desconocen la gran revelación de Jesucristo que fue la de anunciarnos a Dios como Padre. Entocesºººººº11, ¿Qué debemos hacer nosotros los católicos? Lo mejor es hablar de Dios como Jesús hablaba de El. Meditando los distintos nombres de Dios que aparecen en la Biblia,

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nos damos cuenta de que hay una lenta evolución acerca del misterio de Dios, y cada nombre revela algo de este gran misterio divino: Dios se manifestó a Moisés como el único Dios que existe, significando esto que los otros dioses no existen. Es lo que significa la palabra «Yavé». 2) Luego ese único Dios se manifestó a los profetas como el Dios de la Justicia. Finalmente en Jesucristo, Dios se manifestó como un Padre que ama a todos sus hijos. Dios es amor y nosotros tenemos esta gran vocación a vivir en el amor. La oración del Padre Nuestro es la mejor experiencia de fraternidad universal. ¿Qué hay que hacer cuando los Testigos de Jehová, los Mormones y los seguidores de otras sectas llegan a la casa de uno para entablar una conversación? En primer lugar hay que precisar cuál es la verdadera intención de su visita. Por lo general ellos dicen que quieren hablar de la Biblia y conversar acerca de Dios y de la religión. Pero su verdadera intención no es ésta, sino la de arrebatar la fe a los católicos. Eso y nada más es lo que quienes su fe católica. Hablar de la Biblia o de Dios es sólo el pretexto para llegar a este final que es quitar la fe a los católicos. Y los hechos comprueban esta afirmación, porque sabemos de algunos buenos católicos que por cortesía, buena educación, o por otras razones, aceptaron conversar con ellos sobre la Biblia o sobre Dios, y se pasaron a ser Testigos de Jehová, Mormones o de otras sectas y abominaron después contra su antigua fe católica. Es decir, hay que tener claro que esta visita de los Testigos de Jehová, de los mormones o de otras sectas a las casas y familias católicas no tiene otra intención ni otro propósito que arrebatarles su fe católica. Conociendo esta realidad, la respuesta es obvia: ¿Quiere usted conservar y defender su fe católica? No los reciba. ¿Quiere usted poner en peligro su fe católica? Piense mejor lo que debe hacer».

LOS PREDICADORES En los últimos años han aparecido una buena cantidad de predicadores protestantes de las tantas iglesias de ese tipo que hay. Algunos son hermanos guatemaltecos que llegaron a Honduras no hace muchos años. Alquilaron un modesto local y de inmediato se dieron a la tarea de conquistar adeptos. Con el correr

de muy pocos años han logrado construir sus propias salas de conferencias que hoy día parecen ser insuficientes por la cantidad de fieles que se reúnen. En ocasiones nos hemos dado a la tarea de escucharlos por radio y nos damos cuenta que tienen una forma especial de presentar el mensaje evangélico. No vamos a entrar a analizar el contenido de sus mensajes. Lo único que comentaremos es que muchos de esos “pastores” dedican la mayor parte de su tiempo a atacar a la Iglesia Católica. Llegamos a la conclusión de que, o están muy mal informados o son exageradamente maliciosos en lo que dicen. Nuestra intención en este artículo no es la de contestar esos ataque. Los católicos sabemos muy bien que nuestra iglesia es santa y pecadora. Santa porque la fundó nuestro Divino Redentor y pecadora porque todos los que la formamos somos pecadores. Por otro lado, y como dice San Pablo<<De todas maneras, si alguien quiere discutir, sepan que esa no nuestra costumbre en las Iglesias (1 Co, 11, 16). Es curioso notar que esos pastores se esfuerzan en conservar el a centro de su país de origen; posiblemente eso hace aumentar lo atractivo de su discurso. Por otro lado, a cada diez o quince palabras que pronuncian llaman <<hermano>> o <<hermana> a sus adeptos. La otra muletilla que repiten a cada instante es la de preguntar <<Cuántos dicen amén a eso?

¡LEVANTAOS! ¡ÁNIMO!

Con las palabras que sirven de título a este trabajo, el Santo Padre Juan Pablo II nos regaló a finales del recién pasado año un libro bajo ese nombre. El Papa ha usado las palabras del Evangelio de San Marcos, 14, 42 para animarnos a seguir en este peregrinar hacia el Padre con mucha alegría, entusiasmo y confianza de que navegamos con rumbo fijo en la nave de Pedro hacia la Patria Eterna. El Papa nos lleva de la mano por todas y cada una de las circunstancias que lo rodearon antes, durante y después de su ordenación como Obispo Auxiliar del Arzobispado de Cracovia. Es hermoso conocer lo que él sintió, los pensamientos que se le cruzaron por su mente, y las circunstancias que rodearon ese feliz momento. A través de la lectura del libro, nos damos cuenta que no hay duda en

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que el Espíritu Santo lo había escogido desde el vientre de su madre para ocupar la Silla de Pedro. Como Pastor y Maestro, el Sumo Pontífice nos adentra en lo que es realmente la dignidad de los Obispos, su papel importantísimo dentro de la Iglesia y la enorme responsabilidad que cae sobre sus hombros. Como una consecuencia de ello, nosotros los laicos caemos en cuenta que nuestros Obispos necesitan mucho de nuestra oración diaria. Los católicos que tenemos una devoción especial por la Santísima Virgen nos damos un banquete al leer la forma en que los polacos viven un amor muy especial por su Virgen negra de Czestochowa, y lo que representa las peregrinaciones a Jasna Góra. Se siente, al leer el libro, que el Papa no solamente recuerda esos Santuarios marianos, sino que siente que todavía está presente espiritualmente en cada uno de esos santos lugares en donde él maduró su vocación sacerdotal y su entrega total y profunda al Señor y a nuestra Madre Celestial, hasta llegar a hacer el TOTUS TUUS el mensaje central de su Pontificado. Juan Pablo II, con amor paternal recuerda a los Obispos y sacerdotes de todo el mundo su tarea dentro de la Iglesia. De paso también nosotros, laicos, debemos tomar lo que nos corresponda cuando el Papa toma las palabras de San Gregorio Magno cuando dijo: < El mundo está lleno de sacerdotes, y, sin embargo, es muy difícil encontrar un trabajador para la mies del Señor, porque hemos recibido el ministerio sacerdotal, pero no cumplimos con los deberes de este ministerio>. Ese sacerdocio del que habla San Gregorio Magno es el que todos compartimos con Cristo en el bautizo. Para los que no somos expertos en liturgia, aprovechamos la forma clara en que el Obispo de Roma nos enseña el uso y significado de todos y cada uno de los ornamentos y objetos que el Obispo recibe en el momento de su ordenación. Nos enseña además que nuestros Obispos no solo son nuestros Maestros en la fe, sino que además están totalmente al servicio de la Iglesia, o sea de cada uno de nosotros los bautizados. Nos muestra además que, pese a su edad, aún tiene corazón de niño. De esos niños de los que dijo Cristo: <El que se hace pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de

los cielos> (Mt. 18, 4). No oculta en su libro esa devoción especial y contagiosa hacia la Madre de Dios y Madre nuestra. Cuando en algunos círculos la devoción mariana luce opaca, Juan Pablo II hace relucir esplendoroso su amor hacia la primera discípula del Señor. La lucidez mental del Vicario de Cristo es tal, que recuerda hasta la última parroquia que visitó, la de San José en Zlote Lany en su querida Cracovia, Polonia. No podía pasar por alto los problemas que tuvo que enfrentar como seminarista, luego como sacerdote, pasando a los problemas como Obispo, para terminar con los conflictos que como Papa ha tenido que sortear frente a la doctrina totalitarista de la Unión Soviética. No han sido pocos los problemas que últimamente ha enfrentado como verdadero soldado de Cristo a lo interno de la Iglesia. Su posición ha sido firme con respecto a los diferentes métodos anticonceptivos y el aborto. ¡Que el Señor nos conserve por muchos años más a éste fiel discípulo suyo!

LO QUE DIOS HA UNIDO, NO LO SEPARE EL

HOMBRE Creemos que no hay católico que no haya escuchado en más de una vez las palabras que usamos como título de este artículo. Son tomadas del Evangelio de San Mateo 19, 6. De suerte pues, que nadie ignora esa clara advertencia de las Sagradas Escrituras. En concordancia con el Evangelio, el Catecismo de la Iglesia, en el No. 2382 establece lo siguiente: “El Señor Jesús insiste en la intención original del Creador que quería un matrimonio indisoluble, y deroga la tolerancia que se había introducido en la ley antigua. Entre bautizados católicos, el matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por ningún poder humano ni por ninguna causa fuera de la muerte” Y es que Dios es inmutable, es decir, es invariable. Los que a menudo cambiamos de forma de pensar o ver las cosas somos los humanos, y caemos con facilidad en el error de esperar que nuestro Creador también “piense a lo moderno” y cambie sus leyes a medida que el tiempo transcurre. Por esa

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razón, cuando estamos frente al Altar, el Sacerdote tiene el cuidado de preguntar una vez mas a los contrayentes si se han presentado libre y espontáneamente a contraer matrimonio. Como representante de Cristo, se asegura de que ninguno de los contrayentes ha sido coaccionado moral o físicamente para ese acto. El día sábado 30 de Enero del presente año, el Santo Padre Benedicto XVI, al inaugurar el Año Judicial, y frente a los miembros del Tribunal de la Rota Romana, en la Sala Clementina, habló sobre las causas de nulidad matrimonial y aseguró que “el amor a la verdad es el criterio que guía este proceso y lo hace compatible con la pastoral” Dijo además el Vicario de Cristo que “El proceso canónico de nulidad del matrimonio, constituye esencialmente un instrumento para comprobar la verdad del vínculo conyugal. Su fin fundamental no es la de complicar inútilmente a los fieles, menos aún exacerbar las discusiones, sino realizar un servicio a la verdad. El criterio de la búsqueda de la verdad puede servirnos para aproximarnos el otro aspecto de la cuestión: su valor pastoral, que no puede estar separado del amor por la verdad” Dijo también que “las actitudes de algunos de prescindir de la verdad, lejos de ser un acto respecto al prójimo, pueden incluso resultar contraproducentes respecto al encuentro salvador de uno con Cristo” A la hora de valorar los impedimentos tradicionales, la ley canónica de 1983 ha tenido presentes los conocimientos sobre psicología, antropología o psiquiatría, que arrojan luz para mostrar comportamientos, actitudes o situaciones que pueden invalidar el mutuo consentimiento, mostrando que nunca existió matrimonio. Sin embargo, el mismo Derecho Canónico establece que el matrimonio rato o consumado no puede ser disuelto, ni siquiera por el Papa. Esto lo afirma un artículo reciente de Losservatore Romano, en respuesta a algunos teólogos que pedían que se extendieran los llamados “privilegios del Papa” a la disolución del matrimonio. La indisolubilidad del matrimonio no es algo propio de la disciplina de la Iglesia, sino que forma parte del derecho divino. El Papa es infalible, pero esto no le da derecho a violar la voluntad de Dios. Este tema es tan delicado e importante que el Rey Enrique VIII, Rey de Inglaterra de 1509 a

1547 se separó de la Iglesia Católica porque el Papa Clemente VII le negó la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos. Enrique VIII decidió fundar su propia iglesia (La Anglicana), erigiéndose como cabeza de la misma. Esto demuestra que la Iglesia Católica ha sido siempre fiel al mandato de Cristo sobre la indisolubilidad del matrimonio, no importando si a esto se opone algún Rey de la tierra o un simple hijo de vecino.

Lo sublime está en lo sencillo

Cuando leemos las Sagradas Escrituras nos damos cuenta de que nuestro Padre Celestial tiene una predilección especial por las cosas sencillas y humildes. Nuestra Madre Celestial también sigue esa misma pedagogía. Escogió a Fátima para una de sus más importantes apariciones. Una humilde y desconocida aldea portuguesa, habitada por campesinos y gente sencilla. Y dentro de esa sencillez escogió a la más humilde de los habitantes de la aldea. Su mensaje fue claro y preciso. No nos habló con lenguaje rebuscado y difícil. El contenido del mensaje fue también sencillísimo: “Recen el Santo Rosario”. Luego en Portugal escogió otro lugar casi desconocido. Continuó con el mismo patrón. Escogiendo a tres humildes pastorcitos que se quedaron admirados al extremo cuando la vieron. También su mensaje fue sencillo y bello. Todo esto confirma lo que dijo San Josemaría Escrivá de Balaguer en el número 872 de su libro “Camino” dice: “No olvides que el Señor tiene predilección por los niños y por los que se hacen como niños”. Todo este prologo lo hemos hecho pensando en que el rezo diario del Santísimo Rosario requiere de una sencillez de espíritu. Por eso siempre se ha dicho que el Rosario es el Evangelio de los Pobres de Dios. Algunas personas no logran entender cómo podemos pasar tanto tiempo con nuestras camándulas en las manos repitiendo: “Dios te salve, María, llena eres de gracia…”. Lo que esas personas no saben es que atrás de esa repetición, que a ellos les parece monótona y aburrida, está la contemplación que mentalmente estamos haciendo la Vida,

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Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Divino Redentor y Salvador. Por otro lado, el rezo diario del Santísimo Rosario nos hace recordar a cada momento que dependemos totalmente de nuestro Creador. Vuelve nuestros corazones como los de un niño y que nos sentimos protegidos en todo momento por nuestra Santísima Madre. La oración nos permite tener siempre los pies en el suelo, y nuestros ojos y corazón en el cielo. San Josemaría Escrivá de Balaguer dice que: “Para el que ama a Jesús, la oración, aún la oración con sequedad, es la dulzura que pone siempre fin a las penas: se va a la oración con el ansia que el niño va al azúcar, después de tomar la pócima amarga”. En estos tiempos tan difíciles que nos está tocando vivir, cuando estamos rodeados por tantos antivalores, por tanta confusión y peligros, muchas personas están regresando a lo básico, es decir, al rezo diario del Santísimo Rosario.

LOS CATÓLICOS EN LA II GUERRA MUNDIAL

Muchos de nuestros hermanos católicos que nos hacen el favor de leernos saben muy poco sobre la gran conflagración que conmovió al mundo entero en los años cuarenta. Las potencias mundiales entraron en una guerra inhumana que dejó un saldo de más de 80 millones de muertos, y probablemente cuatro o cinco veces más damnificados. Europa quedó reducida a cenizas y escombros. Posiblemente a nosotros los hondureños nos cueste mucho trabajo entender esa terrible tragedia, en donde se hizo gala de toda saña y odio del hombre por el hombre. El que escribe estas líneas era un niño cuando sucedieron esos hechos, pero recordamos las caras de angustia de nuestros padres y personas mayores. Honduras le declaró la guerra a Alemania, dicen los chuscos que a Hitler le tomó bastante tiempo averiguar quién era el que le estaba declarando la guerra. Para esa época vivían en nuestro país unos pocos alemanes que eran ejemplo de trabajo, honradez y

excelentes costumbres. Todavía quedan algunos descendientes de esos ejemplares ciudadanos que lo único que hicieron fue enseñarle a trabajar a la poca gente que tenían empleada. Como Honduras le declaró la guerra a ese país europeo, procedieron a expropiarles todo lo que habían obtenido a base de trabajo honrado y digno. La Iglesia católica de esa época vivió momentos muy difíciles. El entonces Papa Pío XII que además de ser Vicario de Cristo, era un inteligente diplomático, supo sortear esos años tan difíciles, al grado que Hitler nunca se atrevió a invadir el Vaticano. Pero la Iglesia no se quedó ahí, muchos laicos y religiosos ofrendaron sus vidas por defender al pueblo judío que era perseguido una vez más. Esa es la época de un San Maximiliano Kolbe, y de muchos otros mártires. El 23 de Junio del presente año, el actual Papa Benedicto XVI aprobó la beatificación de una religiosa húngara asesinada porque protegía a un poco más de un centenar de judíos. La futura beata será entronizada en una ceremonia especial el día 13 de Septiembre del presente año en el atrio de la Basílica de San Esteban. La sierva de Dios se llamó en vida Sara Salkahazi. El 38 de Abril del presente año el Santo Padre autorizó a la congregación a promulgar, entre otros, el decreto relativo al “martirio de la sierva de Dios Sara Salkahazi, del Instituto de Hermanas de la Asistencia, nacida el 11 de Mayo de 1899 en Kassa (actualmente Eslovaquia) y muerta en Diciembre de 1944 en Budapest, Hungia. El Cardenal Primado de Hungría, Cardenal Peter Erdo, ha acogido la decisión diciendo; “Yo creo que en el año de renovación espiritual de la nación, el Santo Padre no podía hacer un regalo más hermoso a la Iglesia, e incluso a la sociedad húngara” Siempre se ha dicho que la Iglesia florece, se santifica y se fortalece con la sangre de los mártires- Pero podríamos caer en el error de pensar que esos mártires se dieron solamente en el pasado, y que en estos días no existen. Los mártires del Siglo XXI tienen que luchar en otros frentes. ; Mientras haya injusticia, persecución y una terrible injusticia social, siempre habrán mártires que ofrecen sus vidas en defensa de los pobres. Como siempre se ha dicho, la Iglesia no hace propaganda proselitista con sus mártires porque no es esa su misión. Si actuara como

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muchos políticos, que se asemejan a las gallinas cuando ponen un huevo, quizá algunos cambiarían su forma de pensar y caerían en la cuenta que la Iglesia siempre ha estado del hombre en sus momentos felices y sus tiempos tristes. Posiblemente son muchos mas los mártires que en la vorágine de la sangrienta guerra se quedaron en el anonimato para los ojos de los hombres, y que nunca llegarán a los altares, pero que están ahora gozosos porque el Señor les habrá dicho: “Venid benditos de mi Padre” Se nos ocurre pensar que la futura beata no actuó sola, seguramente sus otras hermanas participaron en esta gran obra de caridad que compartieron con ella los peligros del acecho nazi, y que hoy también comparten con ella la Gloria del Señor-

LOS CELULARES No hay duda que los que nacimos en el primer tercio del siglo pasado no esperábamos ver tanto derroche de tecnología que ha venido a facilitar la vida del ser humano. Dios nos ha dotado de la inteligencia necesaria para que vayamos mejorando poco a poco nuestra calidad de vida. Uno de esos avances que hoy es tan popular es sin duda alguna los teléfonos celulares. Casi no hay hondureño que no porte uno, desde los más sofisticados, hasta los “ladrillos” que aún se ven de vez en cuando. Obreros, Profesionales, Amas de Casa, Comerciantes, Conserjes, Albañiles, etc. no se escapan de portar uno. Y es que el celular es una herramienta muy valiosa que nos permite desarrollar una serie de actividades que sin ese aparatito serían imposibles. Dios permite que el hombre obtenga esos avances para su bienestar, pero como todo, también el celular se puede convertir en una herramienta para hacer el mal. Todos nos hemos enterado a través de la prensa que los delincuentes utilizan los celulares para impartir órdenes a la distancia, y desde las cárceles. Los cementerios de las principales ciudades del país se están llenando de cadáveres de personas que han sido asesinadas por robarles un celular. Con eso no estamos tratando de “satanizar” a los aparatos, sino al mal uso que de ellos se hace.

La recién estrenada Ley de Tránsito sanciona muy drásticamente a los conductores que mientras conducen sus automóviles, mantienen una mano ocupada sosteniendo su celular. No obstante eso, no es extraño ver todavía a muchos y muchas conductores (as) que tranquilamente infringen esa Ley. Parece ser que los hondureños solamente entendemos a fuerza de multas y garrotazos. En varias oportunidades, y desde esta columna nos hemos referido a la necesidad de apagar los aparatos celulares cuando estamos congregados en el Templo. Esto sí parece que lo hemos entendido, sin embargo, no falta algún despistado o despistada que aún persisten en ese error. En muchos Templos hemos visto unos letreros en donde se nos pide apagar los beepers y celulares. Pero una de las más dañinas secuelas que nos están dejando los celulares es que muchos jóvenes prácticamente han adquirido un nuevo vicio con esos aparatitos. Sabemos de muchos estudiantes que aún en las aulas de clase, y mientras sus Maestros se esfuerzan por enseñarles, ellos están tan atareados enviando y recibiendo “mensajitos” que no se dan ni cuenta del tema que su Profesor o Profesora está desarrollando. Las consecuencias son funestas a la hora de enfrentarse a un examen. Como todo, lo excesivo es dañino. Damos por descontado que la mayoría de los jóvenes no leen este Semanario, pero sí lo hacen muchos Padres de Familia. Por tanto, les enviamos esta reflexión a los papás y mamás para que hagan algo en ese sentido. Es tanta la disponibilidad de adquirir un aparato celular, que las compañías que prestan ese servicio no escatiman esfuerzos para hacernos sentir que todos debemos ser sus abonados. Los periódicos vienen llenos todos los días de anuncios, ofreciendo diversidad de modelos. Una de esas compañías prestadoras del servicio recientemente anunció que había llegado al primer millón de clientes a nivel nacional. Esto es ciertamente un notorio avance en las comunicaciones. Lejos están los días en que, allá por la década del 60 para hacer una llamada telefónica había que sentarse primero, implorar a Dios que nos diera mucha paciencia, y después tomar el auricular y esperar no menos de dos

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horas para que la planta telefónica nos diera señal para marcar. En la mayoría de los casos, el número al que estábamos llamando sonaba ocupado porque al otro lado de la línea estaba otra persona rezando muchos Padres Nuestros para obtener señal de marcado. No podemos olvidar el costo que tiene el servicio. Es mucho más alto que en otros países, y la eficiencia de los sistemas no es del todo óptima. Hay jóvenes que se gastan cantidades verdaderamente alarmantes en teléfono. Parte de la educación que los padres debemos darle a nuestros hijos es el de enseñarles el uso racionalizado de todos los bienes y servicios.

LOS CORRUPTOS NO ESCAPARÁN A LA JUSTICIA

DIVINA Los humanos a menudo olvidamos que estamos aquí de paso. Que esta vida es breve en comparación con la duración eterna de nuestras almas. También solemos dejar de lado que pasaremos por un juicio particular, y aunque sabemos que el Juez que nos juzgará hace hasta lo imposible para que no caigamos en penas difíciles de pagar, no podremos evitar ese juicio. El Presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, el Cardenal Renato Martino alzó su voz el 2 de Septiembre recién pasado ante numerosos fieles reunidos en el Santuario de la Virgen de la Montaña, en Calabria, Italia. Esa región está dominada y controlada por una organización clandestina más poderosa que la “Cosa Nostra”, que se hace llamar “Ndrangheta”. La Jerarquía católica siempre ha levantado su voz contra todo tipo de opresión en el mundo. No importa el riesgo, peligro y consecuencias que esas acciones pudieran tener. Dijo Su Eminencia que: “Dios está presente en la historia de los opresores, de los hombres sin corazón y sin escrúpulos, quienes no escapan al juicio de Dios y son también invitados a la conversión hacia una vida con el signo de la justicia y de compartir”. Por otro lado, el Purpurado tuvo palabras de aliento para los que sufrimos los embates de los opresores cuando dijo que: “Exhorto a los

fieles a que se dirijan con confianza a la Virgen de Polsi, a fin de que eduque nuestros corazones en la esperanza y nuestras manos y gestos en caridad, y nos ayude a tejer la telas de esta solidaridad fuerte que da sentido y valor a nuestras relaciones interpersonales, sociales y políticas” La crisis espiritual y cultural de nuestro tiempo da paso a la necesidad de la conversión y del retorno confiado a Quien da sentido y valor a la vida, pues está siempre presente en la historia de los hombres y de los pueblos y dispuesto a suscitar esperanza y llamamiento a la santidad. De la misma forma en que nos preparamos cuando tenemos frente a nosotros algún acontecimiento muy especial en este peregrinaje hacia el Padre, también debemos mantenernos alertas y preparados para ese juicio particular que no podremos obviar. El Cardenal hizo un llamado a los fieles de Calabria para que desde el Santuario de Polsi parta un programa de vida hecho de esperanza y de amor hacia nuestros hermanos necesitados que esperan ayuda. De igual forma, los hondureños, desde el Santuario de Nuestra Señora de Suyapa, elevemos nuestras oraciones para que se produzca un verdadero cambio en nuestro país. No basta acordarse de la morenita de Suyapa solamente en los primeros días de Febrero. Nuestra invocación debe ser diaria y constante a fin de que por Su medio alcancemos un mejor país, mas digno, más honesto y más mariano. Algunas veces llegamos a pensar que nuestra religiosidad mariana solamente florece en ocasiones especiales, y que el resto del año la guardamos en algún cajón para cuando la necesitemos nuevamente. Aunque debemos reconocer que muchos laicos y sacerdotes mantienen siempre vigente su devoción a nuestra Santísima Madre.

LOS CRISTIANOS FRENTE A LA BRUJERÍA

Algunas veces hemos escuchado a hermanos católicos decir: “No hay que creer ni dejar de creer” cuando se refieren a la brujería y las artes ocultas. Esta ha sido una actividad que siempre ha intrigado a hombre. En las Sagradas Escrituras encontramos varios pasajes que se refieren al tema, así como personajes que se dedicaron a esos

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menesteres. Pero, ¿dice algo la Biblia? ¿Cuál debe ser nuestra actitud como cristianos?

Hemos escuchado que existen brujos de todos los colores, no por el color de su piel, sino por las características de los “trabajitos” que hacen. Se dice que los brujos blancos se encargan de deshacer los maleficios hechos por los brujos negros (no sabemos si también por los de otros colores). Hay personas que aseveran que no existe, que son puras sugestiones que hacen presa de personas débiles de espíritu. La brujería existe desde que los ángeles malignos fueron expulsados de la Corte Celestial, y es totalmente incongruente con el cristiano. Brujos han existido siempre, y desafortunadamente seguirán existiendo. Queremos dejar por sentado que el príncipe de la mentira tiene poder solamente sobre aquellas almas que voluntariamente se entregan a él. Los bautizados estamos consagrados al Señor, gozamos de su protección y amparo, a menos que voluntariamente renunciemos a él. Ningún demonio puede hacer daño a los que creemos en Cristo y nos hemos entregado a El, que tiene poder sobre Satanás y los hechiceros. En la Biblia leemos que: <<Esos pueblos que vas a desalojar, escuchan a hechiceros y adivinos, pero a TI Yahvé, tu Dios, te dio algo diferente>> (Dt. 18, 9-14). Las Sagradas Escrituras tienen palabras bastante duras contra los hechiceros. No queda ninguna duda o forma en que un cristiano pueda llamarse al engaño. Adelante leemos que: <<Pero los cobardes, a los renegados, corrompidos, asesinos, impuros, hechiceros e idólatras, en una palabra a todos los embusteros, la herencia que les corresponde es el lago de fuego y de azufre, o sea la segunda muerte>> (Ap. 21, 8) Algunos brujos se especializan en prestar sus servicios como “mediums”, o sea que supuestamente consultan a parientes difuntos para hacerles todo tipo de consultas. Hemos escuchado testimonios de personas que aseguran que el difunto le ha dicho asuntos que solamente él sabía. Terminan creyendo sin ninguna duda que el acto es de carácter divino y se convierten en propagandistas gratuitos de la hechicería. En Lucas 16, 18; y Lucas 10, 12-20 leemos <<Cuando hayas terminado en la tierra que Yahvé, tu Dios, te da, no imites las malas acciones de aquellos pueblos. Que no haya en

medio de ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego; que no haya adivinos, ni nadie que consulte a los astros, ni hechiceros que no se halle a nadie que practique encantamiento o consulte a los espíritus: que no se halle ningún adivino o quien pregunte a los muertos. Porque Yahvé aborrece a los que hacen estas cosas y precisamente por esta razón los expulsa delante de ti. Te portarás bien en todo con Yahvé, tu Dios>> Darles crédito a los brujos es demostrar que no creemos en nuestro Creador. Está claro que “no se puede servir dos señores” Si creemos en las artes ocultas quiere decir que no creemos en las Sagradas Escrituras. Es imposible creer en ambas cosas porque son totalmente incompatibles, como el agua y el aceite. Notemos que el escritor sagrado no hace ninguna distinción entre los que consultan los astros y los brujos. Muchas personas han llegado a depender tanto de la astrología que todos los actos de su vida los rigen por ella. En los últimos años han aparecido otras artes que son publicitadas en los programas de televisión. Le dan bastante importancia a los colores y a la posición que deben tener los muebles dentro del hogar. Todo eso aparta nuestra atención de nuestra adoración constante a nuestro Creador. Todo lo nuevo llama poderosamente la atención. Somos muy susceptibles de fijar nuestra atención en todo lo novedoso. Hasta llegamos a creer que son simples juegos sin ninguna importancia. Que no contrariamos la voluntad de Dios siguiendo esas enseñanzas. Nos convencemos en forma gradual y sutil hasta que nos convertimos en fieles creyentes y nos olvidamos de Dios. En Honduras, como en muchos otros países del mundo esos personajes son muy populares. Hemos tenido casos en que algunos pueblos han adquirido mucha notoriedad por la eficiencia de sus brujos. Conocemos casos específicos de personas que han llegado a depender de tal manera del espiritista, médium o hechicero, que toda su vida la rigen por sus consejos. Algunos de los que se dedican a esas prácticas adoptan una peculiar forma de vestir y de hablar, a fin de causar una mayor impresión ante los incautos clientes. A menudo se cae en el error de creer que al mal hay que combatirlo con otro mal mayor.

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Tremendo error. Su Santidad Juan Pablo II nos dijo que: “Hay que vender el mal con la fuerza del bien”. En nuestros días. Cuando todos estamos sumergidos en tremendos problemas de todo tipo, cuando a menudo nos sentimos agobiados, cansados y tristes. Cuando rara vez vemos el sol claro y la crisis ensombrece, algunas almas se sienten tentados a recurrir a los servicios de esas personas, recuerden que no hay poder mayor que el de Dios. Satanás sabe que será definitivamente derrotado, pero antes está haciendo hasta lo imposible para ganarse las almas incautas.

LOS EUTICOS EN LA IGLESIA

En las Sagradas Escrituras encontramos muchísimos personajes y hechos que a menudo pasan desapercibidos. No obstante eso, en las situaciones que nos presenta la Palabra de Dios se encierran muchas enseñanzas, no solamente para el hombre o personaje que las protagonizaron, sino para también para el del Siglo XXI. En Hechos de los Apóstoles, Cap. 20, encontramos a un muchacho que se llamaba Eutico. De acuerdo con el relato, se trataba de un joven que un día fue a participar en la Fracción del Pan. San Pablo estaba predicando, y su prédica se alargó por varias horas, hasta la media noche. Eutico estaba sentado en una ventana del Templo. Quizá le resultó aburrida o tediosa la charla, de manera que se quedó dormido en el sitio donde estaba sentado. Al dormirse perdió el equilibrio y cayó desde un tercer piso a la tierra, fuera del edificio y murió. Muchos hermanos y hermanas católicos se parecen mucho al personaje que nos propone el Libro Sagrado. Posiblemente fueron bautizados, algunos años mas tarde hicieron su primera comunión y ahí se quedaron. Posiblemente siguiendo la tradición de su familia asisten o asistían regularmente o de vez en cuando a Misa, pero sin entrar a la Iglesia. Notemos que Eurico no estaba dentro del Templo, sino sentado en una ventana. Si se hubiera quedado dormido en una silla, posiblemente no le hiciera sucedido nada. Cuando decimos que algunos hermanos asisten a Misa sin entrar a la Iglesia no nos estamos refiriendo al hecho de traspasar físicamente la puerta del inmueble. Ocupan

una banca y “oyen” la Misa como quien oye llover. No hacen ningún esfuerzo por “participar” en la Santa Eucaristía, es decir, cantar cuando hay que hacerlo, adorar a Jesús Eucaristía al momento sublime en que el Sacerdote consagra el Pan y el Vino en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Los Euticos del Siglo XXI miran constantemente su reloj para llevar la cuenta de cuántos minutos lleva el Sacerdote en la Homilía. Están desesperados para que el acto litúrgico concluya. No se dan cuenta, ni les interesa participar en el “Gran Amén” después de la Doxología. En pocas palabras, su cuerpo está presente, pero su espíritu anda volando quien sabe por donde. O sea, que su cuerpo está ahí presente, pero en realidad los Euticos no “entran” al sagrado Misterio de la Eucaristía. Los Euticos y Euticas de nuestro tiempo están más pendientes de la clase de ropa que llevan los otros hermanos, los zapatos que lucen, y si una prenda hace juego o no con el resto de la indumentaria. Su asistencia a la Santa Misa está alejada de esa santa alegría que debe sentir tofo bautizado porque va a encontrarse cara a cara con ese Dios que nos ama gratuitamente. Los Euticos con suma facilidad abandonan la Iglesia que fundó Cristo porque sus nuevos hermanos les demostraron un inusitado interés cuando estuvieron en alguna crisis espiritual o material. En este punto tenemos que ser honestos los católicos, es muy cierto que la mayoría de nosotros nos preocupamos solamente por nuestros propios problemas y los de nuestros familiares más cercanos. Nos tiene sin ningún cuidado el dolor de nuestros hermanos que no forman parte de nuestro entorno familiar o del círculo de nuestras amistades. En honor a la verdad, los pastores de las Iglesias separadas se muestran siempre muy solícitos, y aparentemente se identifican con los problemas de sus feligreses. Todos sabemos que no siempre ese interés es genuino y espontáneo porque muchos de ellos están en el “mercado de la fe”. Posiblemente porque nuestros sacerdotes están siempre muy atareados con sus múltiples responsabilidades, muy raramente demuestran un verdadero y compasivo interés por las situaciones críticas que pasamos sus feligreses. En muchas ocasiones nos ha tocado ser testigo de situaciones en

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las que nos ha hecho recordar aquel pasaje de San Mateo, Cap. 9, ver. 36 que dice “al contemplar aquel gentío, Jesús sintió compasión, porque estaban decaídos y desanimados, como ovejas sin pastor” Conocemos casos concretos en los que mas de un laico comprometido se ha limitado a participar como uno mas dentro de la comunidad, sin participar ya en las tareas que había asumido porque su Párroco no ha simpatizado con él. De la misma forma en que los laicos debemos ser tolerantes y comprensivos con nuestros presbíteros, así mismo ellos deben mostrar una gran paciencia para con nosotros. Esto lo escribimos con la más sana de las intenciones, de ninguna manera queremos encender ni profundizar ninguna diferencia entre laicos y sacerdotes, sino que ambas partes nos llenemos de ese amor al que Cristo nos llama, y nuestra Santísima Madre nos urge.

LOS EVANGELIOS APÓCRIFOS

Reconocemos que corremos el riesgo de cometer errores al abordar en este espacio temas como el presente, nos atrevemos a hacerlo con el único afán de arrojar un poco de luz a nuestros hermanos. Clamamos el auxilio de nuestra Santísima Madre para lograr nuestro objetivo... Se dice que hay aproximadamente 64 escritos entre fragmentos y obras completas. Los Gnósticos son una secta que durante muchos siglos ha tratado de confundir a los cristianos. Sin embargo, el Magisterio de la Iglesia siempre ha distinguido al lado de los cuatro inspirados y recibidos como tales, y los muchos “compuestos por quienes se lanzaron a escribir evangelios sin estar investidos de la Gracia del Espíritu Santo” Se puede decir que el término “apócrifo” fue adoptado por la Iglesia para designar los libros cuyo autor era desconocido y que desarrollan temas ambiguos. Aunque se presentan como de carácter sagrado, no tienen solidez en sus doctrinas e incluyen elementos contradictorios a la verdad revelada. Esto hizo que esos libros fueran considerados como “sospechosos”, y en general poco recomendables. Gracias a Dios, los más antiguos y que eran más tendenciosos han desaparecido. Han

sido remplazados por escritos modificados y que presentan una idea más ortodoxa. Desconocemos la totalidad de esos libros, pero quizá el más importante es el Evangelio de Santiago. Este libro se conserva íntegro y que ha influido mucho en las narraciones sobre la Virgen María y la infancia de Nuestro Señor. Su autoría se le acredita a Santiago en Menor. En ese libro se trata de proteger la virginidad de María. Un dato curioso sobre este libro es que se dice que la Virgen era ·alimentada por los ángeles”. Hay otros dos escritos que se le atribuyen a Santo Tomás. Uno de ellos, conocido como “Evangelio del Pseudo Tomás”, y otro como “Evangelio de Tomás”. El primero se refiere a la infancia de Jesús, y que no tienen ninguna conexión con el “Evangelio de Tomás” En esos escritos se nota una fuerte influencia del hinduísmo, ya que sus narraciones son parecidas a las de Krishna y Buda. Tiene además rasgos gnósticos y mágicos para darle colorido al escrito. Otro rasgo falso es que presenta a Cristo como un personaje rencoroso, actuando como si fuera mago y que usa sus poderes para vengarse. Como conclusión final, queremos dejar claro que los católicos solamente debemos reconocer los tres Evangelios Sinópticos y el Evangelio de San Juan como únicas fuentes creíbles y verdaderas en que se fundamente nuestra fe. Andar buscando por otro lado, es jugar con fuego que a la larga o a la corta terminará quemándonos

LOS HIJOS, UN REGALO Parte 1

Los que hemos sido bendecidos por nuestro Creador al habernos permitido ser acreedores de uno o varios hijos, debemos darle gracias por ese don maravilloso. Los hijos son verdaderos y auténticos regalos que Dios nos ha dado, y al mismo tiempo una enorme responsabilidad por la que seguramente tendremos que dar cuenta. La Sagrada Biblia define maravillosamente lo que es un hijo. Lo podemos leer en el Salmo 127, (Vg. 126) versículo 3 cuando dice: “ Don de Yahvé son los hijos; es merced (suya) el fruto del vientre.” La versión Nacar Colunga lo traduce como “merced”, otras versiones traducen la palabra como “regalo” y “recompensa”. Y es que los hijos son verdaderamente un regalo especialísimo de

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Dios que mediante ellos expande Su Reino. Pero al mismo tiempo, los hijos son una tremenda responsabilidad, parte de la hacienda que el mismo Señor nos ha confiado. El versículo 4 del mismo Salmo dice: “Lo que las saetas en la mano del guerrero, eso son los hijos de los años mozos”. Para entender más fácilmente este texto, recordemos que “saeta” es lo mismo que “flecha”. Aquí el Señor nos compara con un guerrero que tiene en sus manos unas flechas. Recordemos que en el tiempo en que se escribió ese Salmo, los arqueros eran los que decidían las guerras. Eran lo que hoy es la aviación en los conflictos bélicos. Su importancia y efectividad se debía a que las flechas alcanzaban distancias muchos mayores al alcance de las lanzas, cuchillos, etc. Se trata pues, de una figura literaria muy bonita y fácilmente comprensible para todos. El problema está cuando nosotros, los guerreros, no afinamos correctamente la puntería, y esas flechas y no llegan a las metas soñadas, o cuando tuercen su camino y terminan perdiéndose. Y es que esa tarea de educar y formar los hijos es sumamente delicada y difícil. La dificultad consiste en que no hay dos hijos iguales. Consecuentemente no hay un patrón fijo e inamovible para educarlos. Desde los tiempos de la Sagrada Familia, la madre ha sido siempre la responsable de formar a los hijos. El padre, como proveedor, se ve obligado a permanecer bastante tiempo fuera de casa. Eso tampoco quiere decir que la tarea de educar es exclusiva de la mujer. Lo que tratamos de decir es que ella se lleva la mejor parte. Muchos papás cometen el error de desentenderse completamente de la formación de sus hijos. Sabemos que la vida moderna nos exige empeñarnos con mucho ahínco en nuestros negocios, trabajos, etc. Pero un papá inteligente puede aprovechar muy bien los medios que la vida moderna ofrece. Vamos a citar un ejemplo: Un papá muy ocupado, que casi no ve a sus hijos porque sus obligaciones o hasta distracciones lo mantienen fuera de casa mucho tiempo, puede perfectamente dejarle notitas en la mesita de noche de los niños con mensajes de amor, que le hagan sentir a la criatura que es muy importante para su papá. Muchos niños hoy día portan sus teléfonos celulares. ¿Le costaría mucho trabajo al papá

llamarlo a una hora adecuada para hacerle saber que aunque está muy ocupado, siempre está pensando en él (ella)?. No seamos como el chico aquel que un día dijo: “Mi papá es tan, pero tan pobre, que solamente dinero tiene”. “Mi papá no tiene palabras cariñosas, tampoco tiene paciencia conmigo, mucho menos trata de comprenderme y ayudarme. No tiene tiempo para preocuparse por mi” Mi papi es tan pobre que solo dinero tiene. Decíamos en el párrafo anterior que la vida actual es muy estresante. Nos exige demasiado y tenemos que hacer grandes esfuerzos para poder competir. Es muy bueno que los padres hagan esos esfuerzos por ser mejores profesionales, por expandir sus negocios, por lograr una mejor posición social y económica, etc., pero donde todo padre debe ser un triunfador(a) es como papá y como mamá. Cuando se llega a la vejez, unos hijos bien formados son algo así como una corona de laurel en la frente de sus padres. Una de los mas mayores satisfacciones que tenemos los padres es el vernos realizados en nuestros hijos. Todos soñamos en nuestros vástagos alcancen metas mucho mayores y mejores de las que nosotros alcanzamos. Por otro lado, nos vemos reflejados y perpetuados en ellos. Ningún padre o madre negará la satisfacción, mezclado con alegría y una pizca de orgullo, ver algunas actitudes, gestos y rasgos físicos en nuestros hijos. Nuestros jóvenes están siendo bombardeados día y noche por propaganda que los lleva a aceptar como válidos ciertas prácticas y costumbres inadecuadas. Si queremos tener hijos sanos, espiritualmente hablando, debemos empezar la tarea de educarlos desde que están en el vientre de sus madres. Los papás nunca debemos anteponer nuestras ocupaciones e intereses, dejando a un lado el sagrado deber de educar a nuestros hijos.

LOS HIJOS, UN REGALO Parte 2

El Salmo 127 (126) Ver. 4 dice que “Como flechas en manos del guerrero son los hijos tenidos cuando joven” En nuestra artículo No.1 que bajo este mismo título nos hiciera el favor de publicar este Semanario, decíamos que algunas ediciones traducen la palabra “guerrero” como “héroe”. También decíamos

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que para educar a los hijos hay que desempeñar una tarea heroica.

El versículo 5 del mismo Salmo 127 dice “Feliz el hombre que con tales flechas ha llenado su caja, cuando vaya a la plaza a litigar no podrán humillarlo los contrarios” Cuando se está llegando, o se ha llegado ya al final de la jornada en este mundo, el alma del padre y de la madre se alimenta de las satisfacciones que les dan sus hijos. Pero para alcanzar esas alegrías y satisfacciones, los padres tenemos que empeñar nuestros mejores esfuerzos. Tenemos que entender de una sola vez que ese derecho y ese deber de educar a los hijos nos competen únicamente a nosotros los padres. La Exhortación Apostólica “Familiartis Consortio” de su Santidad Juan Pablo II, dice: “El derecho-deber educativo de los padres se califica como esencial, relacionado como está con la transmisión de la vida humana; como original y primario, respecto al deber educativo de los demás, por la unicidad de la relación de amor que subsiste entre padres e hijos, como insustituible e inalienable y que, por consiguiente, no puede ser totalmente delegado o usurpado por otros”. Queda claro, pues, que el deber de educar y formar a nuestros hijos nace del amor que les tenemos, y que la tarea de educarlos y formarlos no la podemos ni la debemos delegar totalmente a la escuela, a la Iglesia, a los clubes de jóvenes, ni a nadie. Se cuenta que una madre le preguntó un día al Santo Cura de Ars cuándo era conveniente empezar a educar a su hijo. San Juan Vianey le preguntó qué edad tenía el pequeño. Cuando le respondió que tenía dos años, el Santo le contestó: Has perdido ya dos años en educar a tu hijo. El Señor reconoce los esfuerzos que hacemos como padres para darle a nuestros hijos lo mejor, cuando dice: “Quién de ustedes da una piedra a su hijo si le pide pan, o una culebra si le pide pescado? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón el Padre celestial, Padre de ustedes, dará cosas buenas a los que se las pidan” (Mt. 7, 9-12) El Hijo del Hombre sabe que como padres tratamos de que no les haga falta nada material a nuestros hijos, pero, ¿y el alimento espiritual?, ¿Hacemos también hasta lo imposible para que nuestros hijos

crezcan con suficiente formación moral y espiritual? O nos preocupamos solamente de que los atienda el mejor pediatra cuando se enferman, asistan a la mejor escuela con la intención de que allá hagan el trabajo que nos corresponde como padres? Nuestros campesinos saben muy bien que tienen que seleccionar la mejor semilla que sembrarán, escogen el mejor terreno, la mejor época para la siembra, pero también se ocupan de la maleza que crece en sus cultivos. De la misma forma, los padres debemos ayudar a nuestros hijos a escoger sus amiguitos(as), pero debemos hacerlo con tal cuidado que nuestro hijo no sienta que lo estamos orientando. Se dan casos de padres que han dedicado sus mejores esfuerzos, le han demostrado todo el amor del mundo a sus hijos, etc. En otras palabras, han sido guerreros que afinaron su puntería. Pero sucede que el resultado que han tenido con sus hijos no ha sido el que esperaban. Puede ser que les haya pasado lo mismo que al campesino que no cuidó de mantener limpia su milpita.

LOS HIJOS, UN REGALO Parte 3

Cuando el Rey David estaba ya muy anciano, y después de haber fallado terriblemente en la formación de sus hijos mayores, proclamó a su hijo menor Salomón como Rey de Israel. El Rey David llamó a su hijo Salomón y le dijo: “Hijo mío, yo había deseado edificar una casa al nombre de Yavé, mi Dios. Pero me fue dirigida la palabra de Yavé que me dijo: Tú has derramado mucha sangre y has hecho grandes guerras, no podrás edificar la Casa a mi nombre porque has derramado mucha sangre delante de mí” (1 Cro. 22, 7,8).

Vemos aquí a un padre muy anciano que durante toda su vida había soñado edificarles una Casa a su Dios y Señor. Podría decirse que estaba vencido porque sentía que su muerte estaba cerca y no había podido realizar ese anhelo. Sin embargo, el Señor, rico en misericordia le había dado una última oportunidad permitiéndole concebir un hijo a quien llamó Salomón. Se esmeró muchísimo en la formación de ese último hijo, y posiblemente trató de no cometer los errores que lo habían llevado a fracasar con sus hijos mayores. Salomón, siendo ya Rey, y con todos los preparativos que le había dejado su

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padre, hizo realidad el sueño de su difunto padre. Citamos este relato muy brevemente porque tenemos que aceptar que no hay padres perfectos en un 100%. Los únicos padres perfectos fueron San José y la Santísima Virgen. Todos los papás y mamás cometemos errores en la formación y educación de nuestros hijos. En algunas ocasiones esos errores contribuyen a deformar en mayor o menor grado la personalidad de nuestros hijos o los dañamos seriamente. Pero ese peligro se disminuye considerablemente cuando hemos puesto “la carne al asador” como dicen los futbolistas. Si tu hijo(a) no resultó como tú anhelabas, e hiciste todo lo que estuvo a tu alcance para hacer de él (ella) un chico(a) del que puedas sentirte orgulloso, no te apenes. San Pablo nos dice algo que puede y debe calmar nuestras almas cuando apunta lo siguiente: “Hagan todo lo posible, en cuanto de ustedes dependa, para vivir en paz con todos”. Rom. 12, 18) Todos sabemos perfectamente bien que para Dios no hay nada imposible, pero para nosotros sus criaturas, hay cosas que están fuera de nuestro control. Hay situaciones que podemos modificar si dependen de nosotros, pero las que no podemos alcanzar, quedan bajo en control del Señor. Casi no hay padre o madre que no daría gustosamente su vida a cambio de la felicidad de los hijos, pero aun así hay problemas que no están en nuestras manos solucionarlos. Por todo eso, los padres de familia debemos entregarnos de corazón a la oración. Y en esto no se sienta nadie excluido, porque los que hemos tenido la dicha de tener hijos que nunca nos han dado problemas, debemos sentir como nuestro el dolor y la angustia de aquellos que no han tenido la misma suerte que nosotros. No nos cansaremos de decir que formar y educar a los hijos es una tarea complicadísima. Por eso la Biblia nos llama “guerreros” o “héroes”. Y por tratarse de algo tan importante, difícil y complicado, debemos hacer rodillas ante Aquél que todo lo puede cambiar. La intercesión de nuestra Santísima Madre es vital, Ella mejor que nadie, como Madre, Maestra e Intercesora siempre está a nuestro lado ayudándolos y consolándonos. No en vano, el Santo Padre Juan Pablo II nos dice en la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio lo siguiente: “Se sigue de ahí que

solamente la educación en el amor enraizado en la fe puede conducir a adquirir la capacidad de interpretar los signos de los tiempos. Que son la expresión histórica de este doble amor” Pero expresarle amor a los hijos no debe interpretarse de tal forma que nos lleve a consentirlos, de manera que cuando crezcan crean que todas las personas están obligadas a hacer lo que él (ella) desee. El libro del Eclesiástico (Siracides) nos dice lo siguiente: “El que mima a su hijo deberá curar sus heridas, a cada uno de sus gritos se le conmoverán las entrañas” (Sir. 30, 7). Un hijo mimado seguramente sufrirá, y sufrirá muchísimo porque en la vida nadie estará dispuesto(a) a satisfacerle sus caprichos. El versículo 8 del mismo Capítulo de Sirácides dice sabiamente que: “Un caballo chúcaro no se puede montar, un hijo abandonado a sus caprichos se vuelve un insolente”. Y ese chico o chica hará sufrir terriblemente a todas las personas que por una circunstancia u otra tengan que relacionarse con él. A los padres y madres que tienen hijos menores de edad les aconsejamos que consagren todos los días a sus hijos al Corazón Inmaculado de Maria. De esa forma, ELLA será su confidente, su amiga fiel, su Maestra y su Amiga durante toda su vida.

LOS PADRES, ¡QUÉ PROBLEMA!

Los que nos hacen el favor de leernos, se habrán fijado que el tema preferido de la mayoría de nuestros artículos se ha basado principalmente sobre el misterio mariano. Y eso no es extraño, porque como hemos dejado bien sentado, nos confesamos marianos, y sentimos la necesidad de acrecentar nuestros conocimientos sobre la Reina de todo lo creado. Pero dándonos cuenta del que sin duda alguna, es uno de los más graves problemas de nuestros tiempos, hemos decidido fijar nuestra atención en los futuros artículos sobre la desintegración familiar. Uno de los documentos más bellos y útiles que nos dejó su Santidad Juan Pablo II es la Exhortación Apostólica FAMILIARIS CONSORTIO, que desafortunadamente nosotros los católicos casi no conocemos, quizá porque no hemos reparado que es parte del Testamento de ese especialísimo

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devoto de la Santísima Virgen. Los católicos deberíamos tener en nuestros hogares una copia de ese documento, y leerlo y releerlo hasta comprender todo lo que el Santo Padre tenía que decirnos sobre la familia. Después de la Santa Biblia, debería ser el documento más leído por los padres de familia. Juan Pablo II nos advierte en la referida Exhortación Apostólica que hoy nos ocupa que: “En un momento histórico en que la familia es objeto de muchas fuerzas que tratan de destruirla o deformarla, la Iglesia, consciente de que el bien de la sociedad y de sí misma está profundamente vinculado al bien de la familia, siente de manera más viva y acuciante su misión de proclamar a todos el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia, asegurando su plena vitalidad, así como su promoción humana y cristiana, contribuyendo de este modo a la renovación de la sociedad y del mismo pueblo de Dios”. Para nadie de nosotros es un secreto lo que el Vicario de Cristo nos dejó dicho, la familia es atacada las 24 horas del día por todos los medios de comunicación social inventada por los hombres. Resulta muy difícil encontrar en la televisión de nuestra Honduras, algunos programas sanos que contribuyan al fortalecimiento de la familia. Los periódicos locales compiten a quien saca las primeras páginas más sangrientas todos los días. Estamos acostumbrados a ver diariamente a hermanos nuestros bañados de sangre en las primeras páginas y en las secciones centrales de los noticiarios del país. Nuestro querido Cardenal Oscar Andrés Rodríguez lanzó una idea que nos parece estupenda en una conferencia que dictó en nuestra Iglesia San Vicente de Paúl con ocasión de celebrarse la “Semana de la Caridad”. Hablando sobre este tema, el Cardenal sugirió que todos los hondureños nos pusiéramos de acuerdo para no comprar los periódicos sangrientos. Se nos ocurre que nuestros grupos de laicos deberíamos organizarnos de tal forma que lanzáramos una campaña a nivel nacional en contra de ese tipo de noticias. Los estadounidenses han adoptado un sistema que creemos muy adecuado para este caso. Podríamos ponernos de acuerdo para que todos los que estemos en contra de ese tipo de publicaciones escritas o televisadas, lleváramos en nuestros automóviles, cuadernos, solapas,

etc. Un pequeño banderín color blanco en señal de que no compraremos ese tipo de periódicos. Sabemos que los dueños de los medios escritos y televisados echan mano de esa clase de noticias porque de esa forma aumentan sus ventas. Muy poco les importa el daño que le están haciendo a la sociedad. Lo que importa es el dinero. Tenía razón San Francisco de Asís cuando dijo que “el dinero es estiércol de demonio”. En nuestra Iglesia Católica hay grupos de laicos muy bien organizados que podrían tomar el estandarte de esa campaña sugerida por el Cardenal Rodríguez Maradiaga. No podemos permanecer impávidos ante la terrible ola de violencia en la que vivimos. Los laicos católicos haríamos feliz a Nuestra Señora la Reina de la Paz si trabajáramos en esa dirección.

LOS SACRAMENTALES Desde que nos atrevimos a escribir esta columna nos propusimos metas concretas. Una de ellas es la de tocar algunos temas para que nuestros hermanos(as) tengan claro algunos aspectos importantes de nuestra fe católica. Muchas veces hemos observado que hacemos un uso inadecuado de los sacramentales, y creemos que eso es producto del poco o ningún conocimiento que tenemos sobre ellos. Para empezar diremos que el térmico “sacramental” adquirió carácter específico y se aplicó exclusivamente a los ritos que presentaban una similitud externa con los sacramentos, pero que no eran aplicables a los signos sensibles de la institución divina. Santo Tomás de Aquino usa los términos “sacra” y “sacramentales”, que los teólogos de períodos posteriores adoptaron también. Cristo, al momento de instituir los sacramentos no determinó la materia y la forma hasta el más mínimo detalle, sino que dejó esta tarea a la Iglesia, que debería determinar qué ritos eran los adecuados para la administración de los sacramentos. Estos ritos se denominan con el término “Sacramentalia”, cuyo objeto es manifestar el respeto debido al sacramento y asegurar la

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santificación de los fieles. Pertenecen a categorías distintas, por ejemplo: la sustancia, en la mezcla del agua y el vino Eucarístico; la cantidad, en la triple efusión del bautismo, la condición del pan ácimo, los ornamentos litúrgicos, la postura, la genuflexión, las postraciones, los cantos, etc. Los Padres de la Iglesia enumeran ceremonias y ritos, algunos de ellos instituidos por los Apóstoles, otros por los primeros cristianos. La Iglesia, es decir, la autoridad suprema representada por su cabeza visible, es la única que legisla en esta materia, porque los Obispos ya no tienen, en la práctica, la facultad de modificar o abolir por una legislación particular. Lo que se refiere a la administración de los sacramentos se encuentra detallado en el Ritual Romano y el Ceremonial Espiscopal. Uno de los efectos más sorprendentes de los sacramentales es su virtud de ahuyentar los espíritus malignos, cuyas siniestras operaciones afectan a veces la actividad física del hombre. Los sacramentales pueden utilizarse para obtener favores temporales, por ejemplo, la bendición de una casa, en la que se pide abundancia del rocío celestial y la riqueza de la fructificación de la tierra. Por todo lo anterior, los objetos benditos deben ser portados con sumo respeto. Un Rosario, un Crucifijo, una Medalla, un Escapulario deben ser portados como lo que son: objetos benditos que nos acercan a Dios. De ninguna manera deben usarse como amuletos o como adornos para nuestros cuerpos.

MARÍA, MADRE DE DIOS El día primero del año, la Santa Madre Iglesia celebra la solemnidad de MARÍA MADRE DE DIOS. No pretendemos hacer un curso rápido de teología (porque no somos teólogos), sino que nuestra intención es la de hacer unas reflexiones sobre este importante dogma de nuestra fe católica. Creemos que todos tenemos bien claro que la Virgen engendró a su único Hijo porque fue cubierta por el Espíritu Santo. En otras palabras, la Virgen María engendró a su Hijo Jesús. Dios para hacerse hombre quiso tener una madre. Hizo eso sin dejar de ser Dios, por consiguiente María es Madre de Dios.

Debemos tener bien claro que la Virgen es Madre de Dios, no porque haya engendrado a Dios en la eternidad, sino porque lo engendró hace 2007 años. Negar que María sea Madre de Dios es negar la Encarnación del Hijo o negar que el Hijo sea Dios. Dios quiso tener una Madre para acercarse a nosotros con infinito amor. Dios es el único que pudo escoger a su Madre y, para consternación de algunos y gozo de muchos, escogió a la Santísima Virgen María quien es y será siempre Madre de Dios. Como hemos dicho en otros trabajos nuestros aquí publicados, el que se haya declarado como dogma que María es Madre de Dios, no es invento de ningún Papa, Cardenal u Obispo de ningún tiempo. Es el mismo Espíritu Santo el que la declara así cuando Santa Isabel la llamó <<Madre de mi Señor>> (Lc.1, 39-45). El dogma fue proclamado en el año 431 en el Concilio de Efeso, y es el primer dogma mariano. En el siglo V, Nestorio, Patriarca de Constantinopla afirmaba que hay dos personas distintas en Jesús, una divina y otra humana y que ambas no estaban unidas entre ellas. En su error declaraba que María era solamente la Madre de Jesús hombre. Según él Jesús nació solo como hombre y más tarde “asumió” la divinidad. Si llegáramos a aceptar esa afirmación, negaríamos que Jesús fuera persona divina. La doctrina de María está íntimamente ligada a la doctrina de Su Hijo. Confundir una es confundir la otra. Cuando la Iglesia defiende la maternidad divina de María está defendiendo la verdad de que, su Hijo Jesucristo es una persona divina. Ojala que esto quede claro porque podrían quedar por allí algunos nestorianos todavía.

LA VIRGEN Y LA RENOVACION CARISMÁTICA

Muy poco tiempo después que llegó a nuestra Diócesis de San Pedro Sula el Movimiento de Cursillos de Cristiandad, la Iglesia doméstica fue nuevamente bendecida con la llegada del Movimiento Carismático Católico. Nuestro Obispo de esa época, Monseñor Jaime Brufau Macia (QDDG) recibió al movimiento recién llegado con mucho cariño, y fue la Parroquia

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San Vicente de Paúl en donde se hizo mas evidente esa acogida cariñosa a la Renovación. Desde esos años, son muchos los católicos que han encontrado una forma atractiva de encontrarse con el Señor, a través de la infusión del Espíritu Santo.

No hay duda que la Renovación ha sido justamente eso, una nueva forma de acercamiento de hombre con su Creador, para alabarlo, bendecirlo y agradecerle su infinita misericordia. El Espíritu Santo actúa en la Iglesia fundamentalmente de una triple forma: vivificándola, iluminándola, protegiéndola. El fecundó las entrañas de la Virgen, en las cuales se iba a encarnar Cristo, cabeza de la Iglesia. Y en la cabeza, que es Cristo, María concibió al resto de los miembros, por tanto a la Iglesia entera (Lc. 1,26-38). Por otro lado, muchos grupos de hermanos carismáticos sirven muy eficientemente en la mayoría de los templos de nuestra Diócesis. Nadie puede negar que se trate de un grupo muy alegre, entusiasta y numeroso. Y es que el Espíritu Santo le da vida a la Iglesia, la engendró y la mantiene en su existencia. El Espíritu concibió a la Iglesia en el Día de la Anunciación de María. Continúa vivificándola por medio de los Sacramentos, que son parte esencial de la Iglesia misma. Por todo lo anterior, el carismático católico debe ser ante todo “mariano”. No podemos olvidar que Ella es la Esposa del Espíritu Santo, por lo que sin faltarle razón Santo Tomás de Villanueva dijo: “Calle la lengua humana, cuando quiera exaltar la excelencia de María, pues la grandeza de la Virgen no sólo sobrepuja nuestro entendimiento y lenguaje, sino también quizás el de Ella”. No se puede concebir a un verdadero carismático católico que no conozca y sea fiel devoto de la Virgen. Decimos esto porque, conversando con algunos hermanos que pertenecen a la Renovación tienen un escasísimo conocimiento de nuestra Madre. La mejor forma de conocerla es leyendo los numerosos documentos pontificios que nos dejaron muchos Papas, especialmente nuestro querido y siempre recordado Juan Pablo II, que supo siempre ser un fiel devoto de la Virgen. Nuestros hermanos carismáticos, al igual que todos los católicos, debemos ser fieles devotos del Santo Rosario. Si creemos que las apariciones en Fátima son verdaderas, como lo ha aceptado la Iglesia, debemos ser fieles al rezo diario del Santo Rosario.

El Papa Pío XII, hablando de la Madre de Dios dijo: “Parece imposible imaginarse separada de Cristo, si no con el alma, al menos con el cuerpo, después de esta vida, a Aquella que lo concibió, le dio a luz, le nutrió con su leche, le llevó en sus brazos y le apretó a su pecho”. Si hay algo que nos identifica a nosotros como católicos, y miembros de la Iglesia fundada por Cristo, es la devoción a la Santísima Virgen, a quien reconocemos y proclamamos como nuestra Reina, Madre y Maestra. Ella, en su divina maternidad, está unida estrechamente al Hijo Divino de Dios, Rey Universal (Lc. 1,32-33). Es además Corredentora, que le hace “por derecho de conquista” (como dicen los teólogos) ser Reina del Universo, por analogía con la realeza de Cristo, el cual por título particular de la redención es Señor nuestro y Rey. El católico carismático es aquel que ha hecho a Cristo Jesús el centro y Señor de su vida, y, para mejor lograrlo, procura imitar a la Santísima Virgen en esta actitud suya fundamental: escuchar, acoger y seguir fielmente los finos dictados del Espíritu del Señor. La Virgen está en la Renovación Carismática por derecho propio: por imperiosa necesidad: es el ama de casa: el corazón de la Iglesia carismática. Y esto ha sido así desde el principio, tanto a partir del Pentecostés primero (Hch. 1,2) como en el segundo o nuevo Petencostés, y que comenzó, por intuición profética del Papa Juan XXIII con el Concilio Vaticano II. Y es que no se puede concebir después de la Encarnación, una venida del Espíritu sin cierta relación a María. Tampoco es posible lograr un hogar feliz sin la Madre y ama de casa, o un cuerpo vivo sin un corazón palpitante. Son incontables los fieles que, después de haber recibido el bautismo en el Espíritu han retomado el rezo diario del Santo Rosario. Algunos dicen que le hallan tanto gusto que, a veces, sólo rezan uno o más misterios, pero de tal forma meditados, que les toma el mismo tiempo que antes el Rosario entero, y aún más. Otros manifiestan que han empezado a saborear el Rosario como una de las mejores oraciones de alabanza a Jesús, no obstante que la Iglesia siempre lo ha recomendado como una forma especifica de dar culto a la Virgen. Todo esto nos hace confirmar la afirmación de S.S. Pablo VI en su Exhortación “Marialis Cultus” cuando dice del Rosario que es “una oración evangélica centrada en el misterio de la Encarnación

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redentora y que, por lo mismo, tiene una orientación profundamente cristológica”. Todo lo anterior nos deja ver claramente que la Renovación carismática católica está íntimamente ligada al culto mariano. Nadie puede permanecer indiferente ante una persona excelsa llena de virtudes y cualidades. Se siente arrastrado hacia Ella: le brota el amor espontáneo. Y en el caso de la Virgen, nuestro amor tiene otra raíz: saberla nuestra Madre espiritual y la medianera de todas las gracias.

MARIA ES EJEMPLO Y SOSTÉN PARA TODOS LOS

CREYENTES Con ocasión de la celebración de la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen, el pasado 15 de Agosto, el Santo Padre nos recordó, en la oración del Ángelus en Castelgandolfo que: “María es ejemplo y sostén para todos los creyentes: nos alienta a no perder la confianza frente a las dificultades y a los inevitables problemas de todos los días, Nos asegura su ayuda y nos recuerda que lo esencial es buscar y pensar las cosas de arriba y no a aquellas de la tierra”. Con demasiada frecuencia los fieles del Siglo XXI vivimos inmersos en los crecientes problemas que el mundo moderno nos plantea y a menudo creemos que estamos solos y que dependemos única y exclusivamente de nosotros mismos. Muchas veces nos sentimos impotentes y caemos fácilmente en la depresión. Olvidamos que somos hijos de Dios, y que ningún padre bueno se despreocupa de los problemas de sus hijos. También caemos en el error de pensar que todo está aquí en la tierra, que no tenemos ninguna esperanza de mejorar depositándonos confiada y humildemente en los brazos de nuestro Creador. El Papa nos dice que: “Tomados por las preocupaciones de la vida cotidiana, arriesgamos el pensar que aquí, en este mundo en el cual estamos de pasada, sea el fin último de la humana existencia. En cambio es el Paraíso la verdadera meta de nuestro peregrinar terreno”. El Vicario de Cristo nos recordó que “La mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies

y sobre su cabeza una corona de doce estrellas, esa mujer deslumbrante de luz, los Padres de la Iglesia han reconocido a María. En su triunfo el pueblo cristiano peregrino en la historia ve la realización de sus esperas y el signo cierto de su esperanza” En otras palabras, en el triunfo de nuestra Madre Santísima esta también el nuestro. Nadie debe sentirse derrotado ni desconsolado porque estamos ciertos que nuestra Madre ha triunfado y que nosotros también lo lograremos... Ninguna madre es capaz de gozar sus victorias si no esta rodeada por todos sus hijos. No importan las dificultades y problemas que en esta vida tengamos, por muy remota que nos parezca nuestra gloria, debemos estar seguros que la alcanzaremos, no por nuestros méritos, sino por los de Ella. Los que profesamos una cariñosa y obediente devoción al rezo diario del Santo Rosario podemos dar testimonio de los frutos que en nosotros se han producido. Ciertamente, nuestro proceso de conversión no se ha terminado, y seguramente no terminará hasta el día en que regresemos a la Casa del Padre, pero ahora podemos ver la vida desde otra perspectiva que antes no podíamos advertir. Ese simple hecho nos permite vivir en paz con nosotros mismos, aceptando nuestras enfermedades y limitaciones, y tratando de contagiar de la misma forma a nuestros hermanos y hermanas.

MÁS SOBRE LAS INDULGENCIAS

Como todo lo demás, las indulgencias no son invento de ningún Papa, Cardenal u Obispo. Tienen un fundamento bíblico en virtud del poder que tiene la Iglesia de atar y desatar que le fue concebido por Cristo Jesús, que interviene en favor de los cristianos y nos abre el tesoro de los méritos del mismo Cristo y de los santos. La Iglesia no hace esto solamente para ayudar al cristiano, sino también para <<impulsarlo a hacer obras de piedad, de penitencia y de caridad>> (Catecismo de la Iglesia No. 1478)

Las indulgencias son parte de la enseñanza infalible de la Iglesia. Esto significa que ningún católico ha de ignorarlas. El Concilio de Trento estableció que <<sean anatema quienes dicen que las indulgencias son

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inútiles o que la Iglesia no tiene poder para concederlas>>. El anatema de Trento coloca a las indulgencias en el campo de las enseñanzas infaliblemente definidas. Decíamos líneas arriba que las indulgencias tienen un fundamento bíblico. El mismo libro Sagrado nos enseña que algunos castigos son eternos, pero otros son temporales. El castigo eterno es mencionado en Daniel 12, 2 <<Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno>>. Nuestros hermanos separados niegan que las penas temporales permanezcan luego del perdón de los pecados, pero en la práctica reconocen por ejemplo, cuando insisten en que hay que devolver las cosas robadas. Los ladrones pueden ser perdonados, pero deben ocuparse de la restitución. Aceptan que, si por ejemplo, alguien se roba un automóvil, no basta que se arrepienta, sino que ha de devolverlo a su dueño. El católico tiene buenos fundamentos para sostener que las penas temporales pueden permanecer luego de que un pecado es perdonado. La Iglesia ha demostrado esto desde sus primeros siglos, y por medio de actos de penitencia prescriptos como parte del sacramento de reconciliación. El Sacramento de la Penitencia nos libera de la pena eterna, pero subsiste la llamada “pena temporal”. Esta última es el sufrimiento que comporta la purificación del desorden introducido por el hombre por el pecado. Esta pena ha de purgarse en esta vida o en la otra (en el purgatorio), para que el fiel cristiano quede libre de los rastros que el pecado ha dejado en su vida...

MATRIMONIO Y UNION LIBRE

A medida que el tiempo pasa, y la sociedad va logrando rápidos avances en lo social, en lo económico y en muchos otros aspectos de la vida, pareciera que la unión sacramental entre el hombre y la mujer va perdiendo vigencia. Son muchas más las "uniones libres" que los matrimonios cristianos. La televisión, el cine, las revistas y otros medios de comunicación masiva nos van vendiendo con eficacia la imagen de los artistas de moda,

tanta de telenovelas como de cine, que cambiar de pareja de una semana para otra es "estar a la moda". El Derecho Romano solo concedía acceso al matrimonio a las personas libres o propietarias de su cuerpo, mientras que los esclavos solo podían unirse en "contubernio" o unión ilícita, porque las leyes positivas no les permitían disponer de su propio cuerpo. La fuerza civilizadora del Cristianismo acabo con la esclavitud degradante. Pero el contubernio sigue teniendo vigencia en el amor libre, las uniones pasajeras y el desenfreno sexual. Parece ser que algunos hermanos y hermanas prefieren continuar viviendo en la esclavitud del pecado. El matrimonio no ha sido inventado por el cristianismo, es una institución natural tan antigua como el mundo. El amor del hombre y la mujer es una manifestación del amor de Dios, el amor que rige el universo, el amor que mueve las estrellas. El amor no es cosa profana. Es una palabra profanada. El amor es lo primero y más eminente de la vida del hombre. El que ama y es amado lo sabe perfectamente. Lo dice el Cantar de los Cantares "Si un hombre compra el amor con toda su hacienda, creerá no haber pagado nada". Porque ni el oro, ni las riquezas, ni las glorias de este mundo son nada al lado de ese fervor del amor. Amor vertical hacia Dios, que coincide admirablemente con el amor horizontal, el amor humano. Solo el matrimonio puede dar al amor su verdadera dignidad, porque es la fusión del instinto y la amistad, de las satisfacciones corporales y de los gozos puramente espirituales. Aristóteles concebía la unión del hombre y la mujer como "la primera y más estrecha de las uniones", para que el gozo fuese multiplicado por dos, para que las penas se dividieran entre dos, haciendo que todo sea común entre marido y mujer, que "no son dos, sino uno solo". Si el amor triunfa muchas veces de la muerte, con frecuencia la vida triunfa contra el amor. El matrimonio no es como las telenovelas o películas de final feliz, que termina con la boda de los protagonistas. En el altar comienza el primer capitulo de un libro que

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solo se cierra con la muerte, después de una vida en común, llena de misterios gozosos, dolorosos y gloriosos. Ni matrimonio sin amor, ni amor sin matrimonio. La esposa tiene derecho a que se reconozca la trascendencia del amor en su vida, tan importante para ella, tan distinto a los juegos del varón, pues ella supone una donación total, una entrega completa, en cuerpo y alma. El amor no es la pasión libre, clandestina, de la mujer que puede concebir de cualquier hombre transeúnte en su vida. El amor no es la unión estéril y pasajera de nuestros jóvenes a gozo, que pretenden llenar el vacío de sus almas, buscando con nostalgia un "estar juntos" en oscuro contubernio.

MINISTERIO DE LA MÚSICA

Los cantos, acompañados por instrumentos musicales han estado estrechamente ligados a las celebraciones litúrgicas desde la Antigua Alianza. La Iglesia no solamente continúa, sino que promueve esta hermosa traducción. Siempre, DESDE LAS BANCAS notamos que algunos hermanos y hermanas no participan al momento de cantar. Posiblemente tengan un poco de pena porque quizá su voz no es muy melodiosa. La realidad es que a la Iglesia vamos a alabar al Señor, y parte de esa alabanza la hacemos cantando. No se trata, pues, de tener bonita o fea voz. No asistimos a ningún concurso de canto ni nada que se le parezca. El Catecismo de la Iglesia, en el No. 1156 nos dice: "Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor"(Ef. 5, 19) Él que canta ora dos veces". Sin embargo, debemos ser cuidadosos en lo que cantamos. Debemos observar la belleza expresiva de la oración, la participación unánime de la asamblea, y el carácter solemne de la celebración. En el No. 1157 del mismo Catecismo, aprendemos que por medio del canto sagrado, se "Participan así de la finalidad de las palabras y de las acciones litúrgicas: la gloria de Dios y la santificación de los fieles".

La Iglesia toma muy en cuenta la "riqueza cultural" propia del pueblo que celebra, es decir, cada pueblo, según su propia idiosincrasia puede incluir sus cantos populares. De allí resulta que en ocasiones se hacen cantos litúrgicos que se le han adaptado sones o música nuestra, por ejemplo: El canto penitencial algunas veces se canta con la música de "Sos un Angel"que es una canción floklorica hondureña. Nuestra Iglesia es rica también cuando hablamos de música. Por esa razón no entendemos por qué en algunas ocasiones se recurre a himnos que si no nacieron en la Iglesia protestante, tienen un fuerte sabor a ella. No hay duda que la influencia de los hermanos separados de los Estados Unidos es tan fuerte que también ha llegado a nuestros templos. El No. 1158 del Catecismo nos dice que "los textos destinados al canto sagrado deben estar de acuerdo con la doctrina católica; más aún, deben tomarse principalmente de la Sagrada Escritura y de las fuentes litúrgicas". En la Doxología, al final de la Plegaria Eucarística de la Santa Misa, decimos tres veces la palabra Amén. La mayoría de las veces las decimos cantando. Todo el pueblo de Dios debe aclamarlas con inmensa alegría como una demostración de la felicidad que inunda nuestras almas porque acabamos de participar del Memorial. Cristo se ha hecho presente de nueva cuenta entre nosotros, y por eso estamos contentos. Antiguamente los fieles gritaban a todo pulmón ese Amén.

MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO

Algunos hermanos y hermanas se preguntan ¡Por qué no interviene Dios para detener esta horrible cultura de la muerte, en donde asesinar a un cristiano es tan fácil como matar a una cucaracha? Por qué Dios parece estar indiferente ante la creciente ola de abortos en el mundo? Esas y muchas otras calamidades que actualmente sufrimos nos parecen que deberían ser solucionadas inmediatamente por Dios y que sean borradas definitivamente de nuestra realidad. Esas preguntas se hacen casi cuestionando a Dios por tanta injusticia. Las personas que se hacen esas preguntas quisieran tener un Dios súper policía, casi un

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superman o un hombre araña. Se nos ocurre pensar que tanta violencia e injusticias son producto del pecado del hombre. En veintiún siglos de cristianismo no hemos logrado entender el sencillo mensaje de Cristo: <<Os dos un mandamiento nuevo, que os améis los unos a los otros como yo os he amado>>(Jn 13, 34) Cuando caemos en la cuenta de que estamos viviendo en una sociedad en donde impera la corrupción, en donde el injusto sale victorioso, resulta lógico pensar como piensan los hermanos y hermanas que increpan a Dios. Sin embargo, recordemos que Dios es junto, y que impondrá su justicia a su debido tiempo. Es cuestión de confiar en su misericordia y que llegará el día en que los que hoy sufren reirán, y los que aparentemente están triunfando en este mundo rechinarán sus dientes.. En el Evangelio de san Juan, Cap. 18, versículo 36 el Señor nos dice: << Jesús les respondió, mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo mis guardias habrían luchado para que no fuera entregadlo a los judíos, pero mi reino no es de este mundo>> Los injustos, los corruptos, los falsos profetas tendrán su castigo al final de los tiempos. En el Evangelio de san Mateo, Cap. 13, versículo 29 dice claramente: <<Díjoles Jesús, no sea que al recoger la cizaña arranquéis a la vez el trigo>> De manera pues, que no es que las maldades y calamidades de este mundo pasen desapercibidas a los ojos de Dios, sino que a su debido tiempo El aplicará su justicia. Cuando leemos detenidamente las Sagradas Escrituras nos damos cuenta que el Señor nos habla con toda claridad. No hay lugar a equivocarse o a pensar que el Señor dijo otra cosa. Por eso el Señor nos dice : <<El que tenga oídos para oirº que escuche>> Mc 7, 16. De todo esto sacamos en claro que no debemos juzgar las cosas divinas con criterios humanos. La óptica de Dios es muy diferente a la nuestra, consecuentemente, la forma de resolver nuestros problemas no es el mismo método usado por Dios. La justicia divina llegará a su debido tiempo y ninguno de nosotros escapará de ella.

MULIERIS DIGNITATEM La herencia catequética de su Santidad Juan Pablo II es tan grande que bien vale la pena revisarla constantemente por su alto grado de espiritualidad. En vez de dejar de ser actual, cada día crece y nos deja claro que en realidad este hombre de Dios supo interpretar SU voluntad, y se mantuvo consciente que su palabra sabia trascendería a través del tiempo. El 15 de Agosto de 1988, o sea hace 17 años, publicó su Carta Apostólica MULIERIS DIGNITATEM. Es un documento hermosísimo en el que este fiel devoto mariano trata sobre la dignidad de la mujer, como una constante preocupación de la Iglesia y objeto de continua reflexión humana. Esta preocupación de la que hablamos se encuentra reflejada en muchos documentos Pontificios del Concilio Vaticano II, que en el mensaje final afirma: “Llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora. Por eso, en este momento la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del Espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga”. Nos hace reflexionar el Santo Padre sobre el hecho que San Pablo en su Carta a los Gálatas (4,4) relaciona entre sí los momentos principales que determinan de modo especial el cumplimiento del misterio prestablecido por Dios. Juan Pablo II nos llama la atención sobre el hecho que San Pablo no menciona a la Virgen por su nombre “María”, sino que la llama “mujer”. Es precisamente esa “mujer” la que está presente en el acontecimiento central en la plenitud de los tiempos. En la Carta Apostólica nos recuerda el papel de la Santísima Virgen Maria en el plan de salvación del hombre. Nos refresca lo declarado por el Concilio Vaticano II cuando nos dice que “Si no se recurre a la Madre de Dios es imposible comprender el misterio de la Iglesia, su realidad y su vitalidad esencial”. Y es que solamente el corazón de una verdadera Madre puede revelar con amor a sus hijos un misterio tan grande. Solamente ELLA puede hacernos comprender ese misterio tan grande.

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En realidad, la Iglesia siempre se ha enriquecido con el testimonio de tantas mujeres que realizan su vocación a la santidad. Las mujeres santas son una encarnación del ideal femenino, y son modelo para todos los cristianos, un modelo de seguimiento de Cristo y un ejemplo de cómo la Esposa ha de responder con el amor del Esposo. Cuando estudiamos las Sagradas Escrituras nos damos cuenta que Cristo siempre trató a las mujeres de su tiempo con mucho respeto y honor hacia ellas. La mujer encorvada es llamada “Hija de Abraham” (Lc. 13, 16). Recordemos que ese trato estaba reservado exclusivamente para los hombres. A las mujeres que salen a su encuentro camino al Calvario, Jesús las llama “Hijas de Jerusalén” (Lc. 13, 16) Quizá a nuestros oídos eso no signifique mucho, pero en aquellos tiempos se podía considerar como una forma respetuosa y digna de dirigirse a las mujeres. No cabe duda que Cristo fue el promotor de la verdadera dignidad de la mujer. El rompe con los esquemas establecidos en su tiempo y eleva a la mujer al lugar que en justicia le corresponde. En honor a la justicia, el Papa “da gracias por el misterio de la mujer, por cada mujer, por lo que constituye la medida eterna de su dignidad femenina, por las maravillas de Dios y que en la historia de la humanidad se han cumplido en ella y por medio de ella. Por medio de ella se ha hecho realidad lo mas grande que existe sobre la tierra, es decir, el acontecimiento de que Dios mismo se ha hecho hombre”. No se olvida el Vicario de Cristo de darle gracias a todas y cada una de las mujeres: por las madres, las hermanas, las esposas, las consagradas a Dios en la virginidad, por las mujeres dedicadas a tantos y tantos seres humanos que esperan el amor gratuito de otra persona; por las mujeres que velan por el ser humano en la familia: por las que trabajan profesionalmente: las cargadas con gran responsabilidad social: por las mujeres “perfectas” y por las “débiles”. Vale la pena leer detenidamente este bello documento de Juan Pablo II porque desafortunadamente. Todavía en pleno Siglo XXI se continúa discriminando, explotando, humillando y rebajando a las mujeres por la única razón de no ser hombres. Los padres deberíamos enseñar a nuestros hijos, nietos, etc. desde muy temprana edad los elementos

básicos del respeto a la mujer, y de reconocer su dignidad como persona.

MUNIFICENTISSIMUS DEUS

La Iglesia Católica celebra el día 15 de Agosto la Fiesta de la Gloriosa Asunción de la Santísima Virgen María a los Cielos. Buena es la ocasión para recordar la Bula que su Santidad Pío XII proclamo el 1 de Noviembre de 1950 bajo el nombre con que titulamos este pequeño trabajo. El Papa declaro: “Proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado, que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”. Con esa contundente declaración, su Santidad Pío XII vino a confirmar algo que ya los primeros cristianos habían confesado y creído. No hay duda alguna que el mismo Espíritu Santo se los había revelado. En la mencionada Bula se hace hincapié en la glorificación de su cuerpo más que en la gloria de su alma. La fórmula usada por el Santo Padre deja bien claro que la Asunción no hay que aplazarla hasta el final de los tiempos, como ocurrirá con todos los hombres, sino como hecho que ya ocurrió; y además, que el cuerpo santísimo de la Virgen no sufrió descomposición alguna, como ocurre con los cadáveres. El Papa quiso prescindir de la cuestión de la muerte de María en la fórmula definitoria, y por ello la expresión utilizada es igualmente válida, tanto si se entiende que la Virgen murió al final de su vida terrena, cuanto si se piensa en la glorificación de su cuerpo mediante la donación de la inmortalidad gloriosa sin pasar por la muerte. El punto central de la Bula es la glorificación celeste del cuerpo de la Santísima Virgen. Y no porque el documento haya sido promulgado en 1950 se deba creer que esa fe sea nueva en nuestra Iglesia. Ya en el siglo VI se celebraba en Jerusalén la festividad de la “Dormición de María”. De manera pues, que el Papa Pío XII solamente hizo eco a algo que ya existía en el alma y corazón de la Iglesia desde hacía muchos siglos. El Concilio Vaticano II ha dicho que “La Virgen Inmaculada, preservada inmune de

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toda mancha de culpa original, terminado el curso de su vida terrera, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial, y fue ensalzada por el Señor como Reina Universal, con el fin de que se asemejara de una forma más plena a su Hijo” (LG, 59). El fundamento del dogma que hoy nos ocupa se desprende, y es consecuencia de los otros tres dogmas marianos. En efecto, si por la plena asociación de María a la persona y a la obra de su Hijo se debió la redención; por esa misma razón convenía también su glorificación anticipada y su asunción corporal. Son muchos los Santos Padres que con siglos de anticipación se refirieron al tema de la Asunción, San Juan Damasceno, en el siglo VII escribe: “convenía que aquella que en el parto había conservado íntegra su virginidad, conservase sin ninguna corrupción su cuerpo después de la muerte; convenía que la Esposa de Dios entrara en la casa celestial; convenía que aquella que había visto a su Hijo en la Cruz, recibiendo así en su corazón el dolor de que había estado libre en el parto, lo contemplase sentado a la diestra del Padre; convenía que la Madre de Dios poseyera lo que corresponde a su Hijo y que fuera honrada como Madre y esclava de Dios por todas las criaturas”. A esas hermosas palabras del Santo podríamos agregar las reflexiones de San Germán de Constantinopla, San Juan Duns Scoto, etc. Para terminar con las esperanzadoras palabras de San Bernardo, cuando en una de sus homilías dijo: “Subió al cielo nuestra Abogada, para que, como Madre del Juez y Madre de misericordia, tratara los negocios de nuestra salvación”. No puede quedar ninguna duda pues, que ya tenemos adelantada una fiel Abogada que está esperándonos en las puertas mismas del cielo. Esa es nuestra fe y nuestra esperanza, delante de nosotros está nuestra Madre esperándonos cuando nuestro Padre celestial nos llame de vuelta a casa. Confiamos ser recibidos por Ella, porque así lo ha prometido, y confiamos poder gozar del Reino en Su compañía y la de nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo. Esa es la doctrina que nuestra amada Iglesia Católica nos ha enseñado siempre. Tenemos la dicha de no ser huérfanos de madre, sino que Ella está esperándonos en las puertas del cielo.

NECESITAMOS MUCHOS SAN BERNARDOS

Estudiando la vida de los Santos encontramos un denominador común en todas ellas. Todos han sido en sus vidas terrenas enamorados de la Santísima Virgen. Hay algunos que han llevado ese amor hasta términos realmente admirables, tal es el caso de San Bernardo de Claraval, que la Iglesia celebra hoy, 20 de Agosto, su día. De él podemos decir que una de sus principales características fue el de poseer una notable atracción para llevar gentes a la vida religiosa. Fundó más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a muchos de sus discípulos a la santidad. Lo llamaban “el cazador de almas y vocaciones”. Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión religiosa. Era tan grande su carisma que toda su familia fue ganada para Cristo. Profesaron votos religiosos cuatro de sus siete hermanos mayores, su tío y 30 compañeros de la nobleza. Su hermana Humbelina no solo se hizo religiosa, sino que alcanzó la gloria de los altares. Sus contemporáneos lo llamaban cariñosamente “El Doctor boca de miel”. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a volverse mejor. A él debemos las últimas palabras de la Salve: “Oh clementísima, Oh piadosísima, Oh dulce Virgen María”…… así como la bellísima oración del “Acordaos” De acuerdo con la tradición, tenía la costumbre de saludar a la Virgen cuando pasaba frente a una imagen suya diciendo: “Dios te salve María”, la imagen un día le contestó: “Dios te salve, hijo mio Bernardo”. Después de haber llegado a ser el hombre más famoso de Europa, y de haber conseguido varios milagros (como por ejemplo hacer hablar a un mudo, que confesó muchos pecados que tenía sin perdonar), y ante la petición de sus discípulos para que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo otros años más exclamaba: “Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a El. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que El mejor le parezca”. Y a Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante, y que se merecía el descanso eterno y el premio preparado para los discípulos fieles, y se lo

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llevó a la eternidad el 20 de Agosto de 1153, cuando tenía 63 años de edad. En el mundo tan convulsionado de hoy, cuando los hombres cada día nos entendemos menos, cuando el egoísmo y la mentira se han apoderado de la humanidad, nos parece que es tiempo de pedirle a nuestro Dios que nos envíe muchos San Bernardos, para que podamos entender que la paz es hermana inseparable de la justicia social, que no podemos continuar cuidando solamente nuestros propios intereses, que nos demos cuenta que somos hermanos, y que como tal saldremos triunfadores o nos hundiremos juntos. Todos tenemos que caer en la cuenta que Dios nos regaló un mundo maravilloso, adornado por muchas riquezas naturales que nos pertenecen a todos y que no es justo que un buen porcentaje de los ciudadanos vivamos en la miseria, otros en la pobreza y unos pocos ostentando riquezas probablemente obtenidas por medios poco o nada honestos.

NO CREO EN SANTOS NI CURAS

Las palabras con las que titulamos este artículo las hemos escuchado muchas veces en labios de hermanos(as) nuestros que, habiendo sido bautizados en la Iglesia Católica, terminan congregándose en otra no católica. Vale la pena pues, reflexionar un poco sobre este tema, porque podría haber otros hermanos que, sin haber llegado a emigrar, piensen lo mismo. Este primer escrito lo dedicaremos exclusivamente a la forma correcta cómo los católicos consideramos y veneramos a los Santos. En la segunda parte nos dedicaremos a examinar la relación de nosotros los laicos con nuestros Presbíteros. (Comúnmente conocidos como Curas) No sabemos con exactitud qué es lo que quieren decir con el “no creo”. De acuerdo con el diccionario de la lengua hispana, creer es lo mismo que tener fe. Dicho de otra manera, creer es tener algo por cierto. Partiendo de esa base, nos aventuramos a pensar que cuando se dice “no creo”, se está queriendo decir que no les tienen fe. O quizá podría ser que lo que quieren dar a entender es que no creen en su intercesión ante Dios Todopoderoso.

Es muy seguro que esos hermanos nunca se han detenido a leer las epístolas de San Pablo que creyó firmemente en la intercesión. En su carta a los Romanos, Cap. 15, ver. 30 les dice lo siguiente: “Pero yo les pido, hermanos, por Cristo Jesús, nuestro Señor y por el amor del Espíritu, que luchen juntamente conmigo, orando a Dios por mí; para que escape a las asechanzas de los incrédulos de Judea y para que la comunidad de Jerusalén reciba con agrado la ayuda que le llevo”. No cabe ninguna duda, que San Pablo confiaba muchísimo en el poder de la intercesión del pueblo de Dios. Hay muchos otros párrafos en las epístolas del Apóstol de los Gentiles en las que deja bien claro su fe por la intercesión. Aún actuando bajo el influjo del Espíritu Santo, el Apóstol les dice a los Efesios en el Cap. 6, vers. 19 lo siguiente: “Rueguen también por mí, para que, cuando hable, se me den palabras para anunciar valientemente el Misterio del Evangelio.” Queda claro, pues, que San Pablo se ponía en los ruegos amorosos de sus discípulos aún para predicar la Buena Nueva. La Iglesia Católica jamás ha enseñado que los Santos hacen milagros, lo que sí ha enseñado siempre es que podemos alcanzar gracias de nuestro Señor Dios a través de la intercesión de ellos. Si algunos hermanos han entendido otra cosa, sentimos decirles que han estado muy equivocados. No existe ningún católico, centrado en el misterio mariano, que pueda afirmar que la Santísima Virgen hace milagros. En lo que si creemos es en el milagro de las Bodas de Caná, en que por su divina intercesión, su Santísimo Hijo cambió el agua en vino. En eso basamos nuestra confianza para acercarnos a Ella para pedirle que nos alcance alguna gracia especial del Altísimo. De la misma forma en que Cristo no pudo resistirse en Caná, seguramente tampoco se resistirá hoy para ayudarnos en nuestras necesidades. Cuando San Pablo estaba preso, escribió una de sus cartas en un tono muy personal, atenta y tierna y se la dirigió a la comunidad que siempre le había demostrado un gran cariño. Les da algunas noticias y los invita a vivir mas unidos. Me refiero a su Carta a los Efesios. El Apóstol sabía que su amor al Maestro lo había hecho ganar muchos enemigos, que se dejaban llevar por la envidia y querían hacerle una competencia desleal y anunciaban a un Cristo con mala

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intención porque de esa manera esperaban hacerle más pesada su prisión. En medio de esas tribulaciones, San Pablo les dice lo siguiente: “Pues sé que todo esto se convertirá en bien para mi gracias a sus oraciones y a la asistencia que me presta el Espíritu de Cristo Jesús (Fpl. 1, 19). Cuando asistimos a la Santa Misa, y estamos en los ritos de entrada nos presentamos ante nuestro Señor y nos confesamos pecadores. Al final hacemos una pequeña oración en la que decimos “……. Y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios nuestro Señor”. Y esa oración no solamente la decimos nosotros los laicos. La repetimos desde el Santo Padre hasta el más pequeño de los fieles en todo el mundo. Al tiempo que nos reconocemos pecadores, rogamos a nuestros hermanos para que nos ayuden mediante sus oraciones a alcanzar la remisión de nuestros pecados. La intercesión es, además un verdadero acto de amor hacia nuestros hermanos y nos hace sentir y vivir como verdadera Iglesia. Si tuviéramos el cuidado de escudriñar las cartas del Apóstol, encontraríamos las muchas ocasiones en que demostró su confianza en la intercesión. Y es que esto tiene que ser así, recordemos que como bautizados fuimos injertados al Cuerpo Místico de Cristo en donde Él es la cabeza. Y siendo todos miembros de un solo cuerpo, es lógico que el dolor de uno tenga que ser el dolor de todos. ¿O es que cuando tú, hermano(a) te duele un dedo, o un brazo, o hasta una uña, no sientes ese dolor en todo tu cuerpo? ¿Acaso los miembros sanos continúan actuando como si nada sucediera? Nadie podrá negar que habiendo vivido Santa Madre Teresa de Calcuta toda su vida al servicio de los más pobres, y que ahora haya sido elevada a los altares, ¿no podrá alcanzarnos algún favor de nuestro Maestro? Los hermanos que tienen esa fobia hacia los santos argumentan que ellos se dirigen directamente a Dios cuando tienen alguna necesidad. Pedirle directamente al Señor es muy bueno, es más, la Iglesia siempre nos recuerda que debemos visitar a Jesús Eucaristía, de ser posible todos los días. Ese acto piadoso enriquece nuestros corazones y nos da la linda oportunidad de disfrutar aunque sea unos pocos minutos con nuestro Hermano Mayor.

¡NO CRUCIFIQUÉIS DE NUEVO A CRISTO!

El recién pasado 8 de Diciembre se cumplieron cuarenta años en que el Concilio Vaticano II, y en el día de su clausura, publicó un mensaje dirigido a los gobernantes de todo el mundo que no ha perdido actualidad. Cuando en nuestra Honduras unos gobernantes se despiden, y otros se aprestan a recibir el mandato que les ha dado el pueblo, vale la pena hacer unas reflexiones sobre lo que la jerarquía católica tiene que repetirles.

Los Padres Conciliares, con plena conciencia de su misión hacia la humanidad recuerdan a los depositarios del poder temporal, la enorme responsabilidad que el pueblo ha puesto en sus manos. Esto es muy importante tanto en el orden personal de los que nos gobiernan, como en el sentido espiritual, habida cuenta de que todos tendremos que rendir cuentas ante nuestro Creador por todo lo que en vida hacemos o dejamos de hacer. Nadie escapará del juicio personal, y en ese juicio no valdrán las excusas de ningún tipo. Los Padres Conciliares declaran que la Iglesia respeta las funciones de los gobernantes y que reconoce sus leyes justas, y que se tiene en gran estima a quienes las promulgan o las ponen en práctica. Pero tienen una palabra sacrosanta y les recuerdan que sólo Dios es grande, y que EL es el principio y fin de todo. Solo Dios es la fuente de la autoridad depositada en la s autoridades temporales y es el fundamento de sus leyes. La Iglesia proclama ante todos los gobernantes del mundo que: “A vosotros corresponde ser sobre la tierra los promotores del orden y de la paz entre los hombres. Pero no olvidéis: es Dios, el Dios vivo y verdadero, el que es Padre de los hombres, y es Cristo, su Hijo eterno, quien ha venido a decírnoslo y a enseñarnos que todos somos hermanos. Él es el gran artesano del orden y la paz sobre la tierra, porque es El quien conduce la historia humana y el único que puede inclinar los corazones a renunciar a las malas pasiones que engendran la guerra y la desgracia. Es Eñe quien bendice el pan de la humanidad, el que santifica su trabajo y su sufrimiento, el que le da gozos que vosotros no le podéis dar, y la reconforta en sus dolores, que vosotros no podéis consolar”.

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Hemos sentido una gran alegría cuando escuchamos a nuestro Presidente electo decir que gobernará conforme a los conceptos cristianos que ha heredado de su pueblo, que todos sus pasos estarán encaminados hacia el bien común de los hondureños. Este mensaje no es nuevo en boca de los que nos han gobernado, y aunque hay que reconocer que algo se ha hecho en ese sentido, queda todavía una enorme tarea por resolver. La poca transparencia en los asuntos públicos, el trasfondo que en casi todas las acciones se pueden adivinar nos ha hecho a los hondureños un poco escépticos. Los Padres Conciliares han sido bastante enérgicos su mensaje que hoy nos ocupa cuando dicen: “Dejad que Cristo ejerza esa acción purificante sobre la sociedad. NO LO CRUCIFIQUÉIS DE NUEVO; esto sería sacrílego, porque es Hijo de Dios; sería un suicidio, por es Hijo del hombre. Y a nosotros, sus humildes ministros, dejadnos extender por todas partes sin trabas la buena nueva del Evangelio de la paz, que hemos editado en este Concilio. Vuestros pueblos serán los primeros beneficiados porque la Iglesia forma para vosotros ciudadanos leales, amigos de la paz social y del progreso.” Cada funcionario público que no invierte correctamente los impuestos u otros ingresos que obtienen, en obras de beneficio social, está crucificando una vez más a Cristo. Cada Maestro que no atiende a sus educandos en forma continua y eficaz, está crucificando a Cristo. Cada vez que se aumentan los precios de la canasta básica, basándose en la malicia y el dolo, también se está sacrificando a Cristo. Cada vez que se aumentan las tarifas de los servicios públicos sin ninguna justificación, se está crucificando a Cristo. A Cristo se le crucifica una vez más cada vez que los famosos “paracaidistas” que siempre ha habido en todas las administraciones públicas, cobran jugosos cheques sin haber trabajado. Honduras es lo que nosotros hemos hecho de ella. No existe ninguna justificación para que con la cantidad de habitantes que somos, y con los recursos naturales que Dios nos dio, continuemos viendo cuadros tan dolorosísimos de miseria en nuestro pueblo. Durante la época colonial no se hizo absolutamente nada para sentar las bases de una real y efectiva promoción del hondureño. Ya en nuestra vida independiente hemos venido saltando de un gobierno a otro, unos

constitucionales y otros no, que tampoco o han hecho mucho por mejorar las condiciones de vida de nuestros connacionales. Somos un porcentaje muy pequeño los que tuvimos la enorme fortuna de tener unos padres que se sacrificaron hasta lo imposible para sacarnos de la marginalidad en que desafortunadamente a ellos les tocó vivir. Lo grave de todo esto es que los pueblos despiertan, y cansados de tanta injusticia, movidos por la desesperación, eligen sistemas y gobernantes con ideas exóticas, alejadas de nuestra idiosincrasia de pueblos cristianos, y se meten como dicen en mi pueblo “a camisa de once varas”.

NO DEJES DE ASISTIR A MISA Parte 1

El Santo Padre Benedicto XVI pronunció una hermosa homilía el Domingo 9 de Septiembre recién pasado en la celebración eucarística que presidió en la Catedral de San Esteban en Viena. Hizo referencia al pasaje de los primeros cristianos de Abisinia, en la actual Túnez que dieron la memorable respuesta << Sin el don del Señor, sin el Día del Señor no podemos vivir>>. En la referida homilía, el Vicario de Cristo se hizo la siguiente pregunta: << ¿Tiene relevancia esta actitud de los cristianos de entonces también para nosotros cristianos de hoy?>> A nuestro juicio esta pregunta es muy oportuna e importante que cada uno de nosotros nos la hagamos. El Papa tuvo a bien darle respuesta diciendo: <<Sí, también para nosotros, que tenemos necesidad de una relación que nos sostenga y de orientación y contenido a nuestra vida>>. El cristiano del siglo XXI está un tanto desorientado. No sabe que hacer ante tantas corrientes espirituales que la sociedad le presenta. Por otro lado, el secularismo reinante ahoga con facilidad la poca espiritualidad que ha logrado acumular. Por esa razón el Santo Padre agrega que: <<También nosotros tenemos necesidad del contacto con el Resucitado, que nos sostiene más allá de la muerte. Tenemos necesidad de ese encuentro que nos reúne, que nos dona un espacio de libertad, que nos hace mirar

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más allá del activismo de la vida diaria hacia el amor creador de Dios, del cual provenimos y hacia el cual vamos en camino>> La Santa Madre Iglesia Católica nos abre todos los días, y especialmente los Domingos, la oportunidad de encontrarnos con el Resucitado. Nos invita al banquete de nuestro Señor. Somos, cada uno de nosotros, invitados especiales. No dejemos a nuestro Dios con la mesa servida especialmente para nosotros, y de reunirnos con nuestros hermanos alrededor de nuestro Salvador y Señor para conmemorar una vez más la Cena Pascual. La Misa dominical debería ser la actividad más importante para todas las familias, porque en el Domingo se trata en profundidad el encuentro, en la Palabra y en el Sacramento, con el Cristo Resucitado. El alcance de este día abraza la realidad entera. Los primeros cristianos celebraban ese día como Día del Señor, más tarde la Iglesia tomó conciencia también del hecho de que el primer día de la semana es el día de la mañana de la creación, cuando Dios dijo <<Haya Luz>> (Gn 1,3).

¡NO DEJES DE ASISTIR A MISA! Parte 2

No existe acto litúrgico más importante que la Santa Misa. No es simplemente un acto por medio del cual rendimos culto a Dios, es mucho más que eso. Es la renovación del sacrificio del Calvario, el mayor acto de adoración a la Santísima Trinidad. Es Cristo que se hace presente en el altar para unirse a nosotros en un abrazo sincero, sublime y trascendental para nuestras vidas. Los beneficios que recibimos son muchísimos, uno de ellos es el de presentar nuestras ofrendas, súplicas, alabanzas y adoración a nuestro Padre Celestial al lado y en comunión con nuestros hermanos. Por otra parte, tenemos la oportunidad de confraternizar con hermanos y hermanas bajo una mística diferente de cuando nos encontramos en otro sitio público. Cuando nos ponemos de rodillas al momento de la Consagración del Pan y el Vino, entramos en una etapa de la Santa Misa en la que nos encontramos frente a frente con nuestro Dios y Señor.

Decía San Gregorio el Grande – Papa -, que <<Por cada Misa celebrada u oída con devoción, muchas almas salen del Purgatorio, y las que allí quedan se les disminuyen las penas que padecen>>... Por otro lado, San Gregorio el Grande decía que: <<Durante la celebración de la Misa, se suspenden las penas de las almas por quienes ruega y obra el sacerdote, y especialmente de aquellos por las que se ofrece la Misa>>. La Iglesia concede Indulgencia Plenaria todos los lunes del año ofreciendo la Santa Misa y Comunión en sufragio de las benditas almas del Purgatorio. Para fieles que no pueden asistir a Misa los lunes, vale que asistan el Domingo con esa intención. Asistir a Misa los Domingos es sencillamente un privilegio y no una carga. Son tantos e incontables los beneficios que recibimos, que no debemos cansarnos darle gracias a Dios por el honor que nos concede Recordemos a aquellos primeros cristianos de Abisinia, actual Túnez, que fueron llevados ante el Juez por desobedecer la orden de no celebrar la Eucaristía, a lo que ellos respondieron: <<!Sine Domenico possumus!>> (Sin el Don del Señor, sin el Día del Señor no podemos vivir).

¡NO DEJES DE ASISTIR A MISA! Parte 3

Cuando asistimos a Misa no resistimos la tentación de preguntarnos ¿Cuántos bautizados cumplimos con el precepto de asistir a Misa todos los Domingos y fiestas de guardar? Como en nuestro país no guardamos estadísticas de nada, resulta imposible contestar adecuadamente esa pregunta. Podemos creer que son más los que no cumplen con ese precepto. Esto se debe a que ignoramos la importancia que deriva el asistir a la Misa Dominical. una adecuada formación cristiana, cada día damos menos importancia a la misa dominical. Es un hecho que la misa no nos “cala”, no obra en nosotros como debiera, no ocupa el centro, no es el centro de los que nos llamamos hijos de Dios. Todos sabemos que el centro de nuestra fe católica está en la Santa Eucaristía. No hay otro acto litúrgico más importante que la Santa Misa. Por otro lado, es un verdadero privilegio asistir a Misa.

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En la Carta Apostólica Novo Milenio Ineunte de su santidad Juan Pablo II señala las prioridades pastorales de la Iglesia para el comienzo de este milenio. Entre ellos está la Eucaristía Dominical. Dice su santidad que <<es preciso asistir, (…..) dando un relieve particular a la Eucaristía dominical y al domingo mismo, sentido como día especial de la fe, día del Señor resucitado y del don del Espíritu, verdadera Pascua de la semana>> (No. 35). Sentando la base de que de que casi siempre el comenzar a faltar a Misa el domingo responde a una actitud caprichosa, a la que es muy difícil refutar. Una de las primeras consideraciones que hay que tomar en cuenta es que cuando vamos a Misa no solamente vamos a recibir, sino también a dar. Los laicos no somos simples espectadores de lo que está sucediendo en el Altar. Somos concelebrantes desde nuestra condición de bautizado puesto que compartimos con Cristo la condición de sacerdotes, profetas y reyes. Ciertamente, recibimos mucho durante la Santa Misa, pero todo, absolutamente todo es con la obligación de compartirlo. No podemos guardarnos nada en forma egoísta, sino que debemos compartirlo con nuestros hermanos en nuestros ambientes de trabajo, sociales, culturales y de todo tipo. Cuando caemos a la cuenta de que Dios nos provee hasta del aire que respiramos, nos sentimos obligados a dedicarle aunque sea un poquito de nuestro tiempo para compartir con los hermanos y hermanas y con Cristo como centro de nuestra fe. Cuando estamos convencidos de que nuestro Divino Creador se hace presente con su cuerpo, sangre y divinidad en cada Misa, no podemos menos que sentirnos agradecidos con El y gozar de su compañía.

NO HAY NAVIDAD SIN MARÍA Parte 1

Lo que sabemos acerca del nacimiento de nuestro Redentor se lo debemos al Evangelista San Lucas. Posiblemente obtuvo esa información de boca de nuestra Santísima Madre, puesto que sabemos que San Lucas no fue contemporáneo del Señor Jesús. De

manera pues, que gracias a eso conocemos algunos pormenores de esa primera Navidad. San Lucas no oculta las circunstancias en que se realiza el viaje y el parto, además nos presenta una situación de austeridad y pobreza, que nos permiten vislumbrar algunas características fundamentales del reino Mesiánico: un reino sin honores ni poderes terrenos, que pertenecen a Aquel que, en su vida pública dirá de sí mismo: <<El Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza>> (Lc. 9, 58). San Lucas presenta algunas anotaciones, aparentemente poco importantes, con el fin de estimular al lector a una mayor comprensión del misterio de la Navidad y de los sentimientos de la Virgen al engendrar al Hijo de Dios. Narra sencillamente el acontecimiento del parto <<Dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre>> (Lc.2, 7). La acción de la Virgen es el resultado de su plena disponibilidad a cooperar en el plan de Dios, manifestada ya en la Anunciación con su <<Hágase en mi según tu voluntad>> (Lc. 1, 38). María vive la experiencia del parto en una situación de suma pobreza: no puede dar al Hijo de Dios ni siquiera lo que suelen ofrecer las madres a un recién nacido; por el contrario, debe acostarlo <<en un pesebre>>, una cuna improvisada que contrasta con la dignidad del <<Hijo del Altísimo>>. En pleno siglo XXI ese divino Niño sigue acostado en un pesebre, esperando reposar definitivamente en el corazón de cada uno de nosotros sus hijos. El Evangelio explica que <<no había sitio para ellos en el alojamiento>> (Lc. 2, 7). Después de 21 siglos todavía no hay sitio en el corazón de algunos que nos llamamos cristianos. Estamos agobiados por nuestras preocupaciones y problemas y no tenemos tiempo para celebrar como se debe el nacimiento de nuestro Señor y Salvador. Por eso San Juan afirma que <<Los suyos no lo recibieron>> (Jn. 1, 11), casi anticipa los numerosos rechazos que sufrirá Jesús en su vida terrena. La expresión <<para ellos>> indica un rechazo tanto para el Hijo como para sus padres y muestra además que La Virgen ya estaba asociada al destino del sufrimiento de su Hijo y era partícipe de su misión redentora. Ese mismo Jesús que fue rechazado por <<los suyos>>, es acogido por

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los pastores, hombres rudos y no muy bien considerados, pero elegidos por Dios para ser los primeros destinatarios de la buena nueva del nacimiento del Salvador. Vale la pena mencionar que el oficio de pastor de ovejas en aquel tiempo estaba reservado para personas humildes, generalmente con muy poca educación. Nuestra intención al escribir estos artículos es que vayamos descubriendo el papel de nuestra Santísima Madre desde el principio de la obra Mesiánica de su Hijo. Por todo eso exclamamos: NO HAY NAVIDAD SIN MARÍA.

NO HAY NAVIDAD SIN MARIA Parte 2

Decir Navidad es decir alegría, y es que no podría ser de otra forma porque el mensaje del Ángel es una invitación a la alegría: <<Os anuncio una gran alegría que lo será para todo el pueblo>> (Lc. 2, 10), acompañada por una exhortación a vencer todo miedo: <<No temáis>>. En efecto, la noticia del nacimiento de Jesús representa para ellos, como para María en el momento de la Anunciación, el gran signo de la benevolencia divina hacia los hombres. En el divino Redentor, contemplado en la pobreza de la cueva de Belén, se puede descubrir una invitación a acercarse con confianza a Aquel que es la esperanza de la humanidad. El cántico de los Ángeles: <<Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace, que se puede traducir también por <<los hombres de la benevolencia>> (Lc. 2, 14), revela a los pastores lo que María había expresado en su Magníficat el nacimiento de Jesús es el signo del amor misericordioso de Dios, que se manifiesta especialmente hacia los humildes y los pobres. Ese llamado a la alegría y a alejar de nosotros el temor es también para nosotros en este siglo violento e injusto. Debemos encararlo con la convicción de que estamos aquí de paso, y que justicia de Dios al final vencerá. A la invitación del Ángel los pastores responden con entusiasmo y prontitud: <<Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado>> (Lc. 2, 15). Su búsqueda tiene éxito: <<Encontraron a María y a José y al Niño>> (Lc. 2, 16). El Concilio Ecuménico

Vaticano II nos recuerda que <<la Madre de Dios muestra con alegría a los pastores (…..) a su Hijo primogénito>> (Lumen gentium, 57). Es el momento decisivo para su vida. El deseo espontáneo de los pastores de referir <<lo que les habían dicho acerca de aquel Niño>> (Lc. 2, 17), después de la admirable experiencia del encuentro con la Madre y su Hijo, sugiere a los evangelizadores de todos los tiempos la importancia, más aún, la necesidad de una profunda relación espiritual con la Virgen, que permita conocer mejor a Jesús y convertirse en heraldos jubilosos de su Evangelio de salvación. Frente a estos acontecimientos extraordinarios, San Lucas nos dice que María <<guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón>> (Lc. 2, 19). Mientras los pastores pasan del miedo a la admiración y a la alabanza, la Virgen, gracias a su fe, mantiene vivo el recuerdo de los acontecimientos relativos a su Hijo y los profundiza con el método de la meditación en su corazón, o sea, en el núcleo más íntimo de su persona. De ese modo, ella sugiere a otra madre, la Iglesia, que privilegie el don y el compromiso de la contemplación y de la reflexión teológica, para poder acoger el misterio de la salvación, comprenderlo más y anunciarlo con mayor impulso a los hombres de todos los tiempos.

No ofendan más a Dios Parte 1 de 2

En los veintiun siglos de cristiandad se han reportado muchas apariciones de nuestra Santísima Madre, la Virgen María, sin embargo, la Iglesia solamente reconoce tres de ellas. La más antigua de las apariciones reconocidas es la de nuestra Señora de Guadalupe, ocurrida en el año de 1531, unos 39 años después del descubrimiento de América. La segunda aparición reconocida fue la de nuestra Señora de Lourdes ocurrida en una aldea de Francia. La más reciente aparición fue la de nuestra Señora de Fátima, ocurrida en Portugal. Se reportan muchas otras apariciones, algunas de ellas se ha comprobado que no son auténticas y otras están bajo estudio porque nuestra Santa Madre la Iglesia es muy cuidadosa al momento de otorgar su reconocimiento oficial a una aparición.

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Cada una de esas apariciones tiene sus propias connotaciones. En este trabajo nos concentraremos en el mensaje de nuestra Señora en Fátima. La aparición ocurrió en el año de 1917, cuando el mundo se encontraba en medio de una verdadera ola de sangre y dolor. En 1914 había estallado la primera guerra mundial. Esa guerra es aún considerada como la más sangrienta y cruel de todas las guerras en el mundo. Algunos historiadores mencionan una cifra de 20 millones de muertos, y una cantidad mucho mayor de heridos. Esa guerra había comenzado dos años atrás y duró has 1916. En 1917 nuestra Madre vino a Fátima a decirnos <<NO SIGAN OFENDIENDO A DIOS<< y además vino a decirnos que rezáramos diariamente el Santo Rosario en reparación de nuestras ofensas a nuestro Creador. Aún con la dolorosa experiencia de la que venía saliendo el mundo, ese mensaje cayó en el vacío para la mayor parte de la humanidad. Los políticos internacionales, los estadistas, politólogos de su tiempo y la mayor parte de la humanidad pasaron por alto el mensaje de Fátima, igual que sigue siendo ignorado en el siglo XXI, Los políticos continuaron tratando formar una nueva sociedad pero de espaldas a Dios. Siguieron confiando en su poder, su inteligencia y continuaron poniendo sus propios intereses por encima del bien común. El resultado de esa estúpida actitud dio paso a la segunda guerra mundial. A un militar alemán se le metió entre ceja y ceja que la rasza aria, a la cual él pertenecía, era superior a las demás razas y se propuso exterminar a todos los no arios. Todas grandes potencias mundiales entraron con sus ejércitos a librar una guerra contra el eje formado por Alemania, Japón e Italia. Esa guerra también fue muy cruel. Para esa época ya se había desarrollado la aviación, y al final de la guerra se usaron bombas atómicas. El mensaje de Fátima continuaba siendo ignorado y los resultados que estamos viendo son los mismos que la humanidad vio al final de la primera guerra. Dolorosamente continuamos ofendiendo a Dios, parece que el mensaje fuera muy difícil de entender.

No ofendan más a Dios De acuerdo con las Sagradas Escrituras, Dios nos ha puesto en este mundo para que seamos felices, para que vivamos en paz y armonía con nuestros hermanos y hermanas.

Dios nunca nos ha dejado solos. Por intercesión de la Reina de todo lo creado nos continúa pastoreando. En los momentos más cruciales de la humanidad, la Virgen nos ha advertido de los peligros y siempre nos está llamando a la conversión. El problema está en que nosotros continuamos con ese espíritu de rebeldía y de confiar solamente en nuestra inteligencia, nuestra tecnología y nuestra capacidad para manejar cualquier situación. Nos olvidamos fácilmente que somos simples criaturas, que dependemos totalmente de nuestro Creador. El mundo continúa en plena guerra. Muchos países han vivido y siguen viviendo bajo el fuego de la metralla y del dolor. En Honduras vivimos en un estado de sitio no declarado. Todos vivimos presos en nuestras propias casas ante la inseguridad ciudadana. Si pudiéramos volver nuestros ojos a Dios y vivir los mensajes de nuestra Santísima Madre seríamos felices- Nuestros niños podrían jugar libremente en las calles y lugares de esparcimiento como lo hicimos nosotros cuando éramos niños. Todos nuestros males tienen el mismo origen: la desobediencia y rebeldía hacia nuestro Creador. Mientras continuemos confiando únicamente en nuestras propias habilidades y destrezas, y apoyándonos en los notables adelantos tecnológicos, continuaremos en esa interminable cadena de ofensas a Dios. Y esto no es solamente aplicable a nosotros los laicos, sin que abarque también a los religiosos y religiosas de todas las denominaciones cristiana. Nuestro venerable y siempre bien recordado, el Beato Juan Pablo II dijo en una catequesis mariana que el mensaje de Fátima tiene la misma relevancia e importancia que en 1917. Mucha gente se interesa en conocer algo novedoso, no divulgado hasta ahora por la Iglesia sobre el mensaje de Fátima. En la mayoría de los casos ese interés no es el resultado de una profunda devoción a la Virgen, sino a una curiosidad morbosa. El mensaje de Fátima es sencillo, tan sencillo como los consejos nuestra madre biológica cuando éramos niños. En lugar de buscar esa novedad, escuchemos con el corazón abierto a lo que Ella nos dice. Cuando nuestra Madre se le apareció a Santa Bernardita por primera vez en Lourdes no le dijo ninguna palabra. La niña no se asustó, lo que hizo fue sacar su camándula y empezó a

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rezar el Rosario. La Virgen se sonrió y empezó a correr las cuentas en sus benditas manos. En pleno siglo XXI Ella continúa haciendo lo mismo cuando rezamos el Rosario, sonríe complacida y nos acompaña en nuestra oración. La única diferencia es que Bernardita la vio y nosotros solamente la vemos con los ojos del alma.

NO PERDAMOS EL PUDOR Ya estamos a la puerta de la Semana Santa, esa tan esperada época de tomarnos un descanso muy merecido cuando se han tenido jornadas agotadoras de trabajo. Pero no olvidemos que es la semana que dedicamos para meditar sobre la vida pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Es pues, una semana dedicada a la espiritualidad, o sea de alimentar nuestra alma y acompañar a nuestro Divino Maestro para completar nuestra salvación. Muchos hondureños dedicamos esos días para regresar a nuestros pueblos y aldeas y vivir nuevamente al lado de nuestros seres queridos aunque sea por unos pocos días. Otros optamos por visitar otras ciudades en donde tenemos amigos y hermanos en Cristo y podemos vivir esos días en una relativa paz y tranquilidad. Otros optan por irse a las playas y otros balnearios a disfrutar del sol y de la compañía de amigos y familiares. Todo esto nos parece muy saludable y que puede ayudar a mantener y fortalecer los vínculos familiares. Pero en medio de estas acciones saludables, siempre se cuelan algunos excesos que debemos evitar. Aunque el que escribe esta columna no acostumbra visitar balnearios, sabemos que en muchos de esos sitios hay algunas personas que se entregan totalmente al placer exagerado y llegan hasta a perder el pudor. Se olvidan de la educación y buenas costumbres, de la honestidad, recato, vergüenza, y castidad. Al calor de las bebidas embriagantes y sabe Dios de cuantas otras sustancias extrañas, dan espectáculos tan degradantes como los que nos cuenta la historia en el Imperio Romano. Chicos, chicas y otros no tan chicos dan rienda suelta a sus más bajas pasiones, dan espectáculos realmente bochornosos y pierden el uso de la razón.

No estamos sugiriendo que ir a darse un chapuzón al mar sea malo; ni que ir a los balnearios sea pecaminoso. No es raro encontrarse en esos lugares a familias enteras que disfrutan de la brisa del mar en sana actitud. Padres y madres acompañando a sus chiquitines mientras disfrutan de las olas del mar. La diversión sana en compañía de la familia no es solamente buena, sino que ayuda a fortalecer los lazos familiares. Es un medio muy eficaz y saludable que compartir con los seres queridos. Posiblemente los que mas disfrutan de esos días son los niños, pero no hay que olvidar enseñarles además que es también un tiempo que dedicamos a acompañar a Aquél que vino a traernos la salvación de nuestras almas. No hay balneario en donde no haya cerca aunque sea una Ermita a la que podemos acudir a las celebraciones litúrgicas propias de este tiempo. No hay excusa para no asistir al templo más cercano.

NO TEMAN……… Desde hace varios años, Honduras dejó de ser un país tranquilo en donde la mayoría de las personas en los pueblos y ciudades nos conocíamos. Las principales ciudades han ido creciendo muy rápidamente, y a la par de ese crecimiento ha ido también aumentando la inseguridad ciudadana. Cuando visitamos algunos sitios públicos como los popularmente llamados “malls” difícilmente nos encontramos con caras conocidas. Nos hemos convertido pues, en desconocidos en nuestras propias ciudades. No pretendemos hacer en este artículo un análisis de los factores sociológicos que influyen para que la inseguridad personal se haya vuelto un verdadero problema. Tratamos mas bien de hacer algunas reflexiones sobre nuestra actitud sobre el mismo. Esta situación podría llevarnos a un estado de psicosis que no nos dejaría nada bueno. Como tampoco es aconsejable que permanezcamos indiferentes ante el mismo. Es natural que sintamos temor por lo que está sucediendo, pero no debemos dejarnos vencer por el mismo. Es muy cierto que todos estamos expuestos a perder nuestros bienes materiales y hasta nuestras vidas en esta vorágine de sangre y muerte en que estamos viviendo. Si hemos de perder bienes

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materiales, cuidemos de no perder la paz. Y la paz se conserva en nuestras almas cuando permanecemos junto al Príncipe de la Paz, Jesucristo. . San Mateo nos dice que “No teman a los que solo pueden matar el cuerpo, pero no el alma; teman más bien al que puede destruir el alma y cuerpo en el infierno” (Mt. 10, 28). La real y verdadera preocupación del cristiano debe ser cuidarnos de vivir lejos del pecado. No acostumbrándonos a él de tal forma que ya no lo sintamos. El Papa Pablo VI advirtió que “el gran problema de la humanidad es que se ha perdido el sentido del pecado”. Y eso que el Papa lo dijo hace aproximadamente 30 años. Por otro lado, el Apóstol de los Gentiles nos dice “Tengan esperanza y sean alegres. Sean pacientes en las pruebas y oren sin cesar” (Rom. 12, 12). San Pablo nos invita con insistencia a vivir siempre alegres. Dios no nos creó para que estemos siempre preocupados y tristes. Y el mismo Apóstol nos da una maravillosa receta para poder vivir siempre con alegría y esperanza. Nos dice que permanezcamos siempre en oración. Sobre esto de la oración ocurre algo muy curioso. En los siglos pasados surgieron en la Iglesia Católica muchas Órdenes Sacerdotales y Religiosas y movimientos de laicos orientados a la oración permanente. Durante esos siglos se oraba mucho. Solo por mencionar a algunos pocos santos, Santa Clara de Asís, San Juan de la Cruz, San Bernardo, San Francisco de Asís, etc. Fueron verdaderos propulsores de la contemplación y el misticismo. En nuestro siglo XXI se habla más de lo que se ora. Si la Santísima Virgen vino a Fátima a pedirnos que rezáramos el Santo Rosario, debería haber jornadas permanentes para cumplir con esa voluntad de nuestra Madre. Ella ha dicho que con el Rosario podemos hasta parar guerras. Sin temor a equivocarnos, creemos que casi no hay un hondureño(a) que no haya pasado por la trágica experiencia de un asalto. Esto puede provocar un verdadero problema psicológico en las personas, hasta el grado de llegar a enclaustrarse en sus propias casas. San Pablo nos dice “Se lo repito, estén alegres y den todos muestras de un espíritu muy abierto. El Señor está cerca. No se inquieten por nada” (Flp. 4, 5) Algunas personas podrían sentirse desprotegidas, a merced de la delincuencia, desamparadas y solas. Pero

el Señor nos asegura que EL ESTA CERCA, y que no nos inquietemos por nada. Y cuando EL dice que está cerca es que no hay duda que así es, a menos que pongamos en duda lo que nos dice.

¡NO TEMAS RECIBIR A MARÍA!

Escudriñando las Sagradas Escrituras nos encontramos con pasajes sumamente interesantes que nos hacen pensar en su aplicación para el cristiano del siglo XXI. En el Evangelio de San Mateo, Capítulo 1, Versículo 19, 20 y 24 encontramos lo siguiente: “José, su esposo, que era hombre justo y no quería denunciarla públicamente, pensó abandonarla en secreto. Ya lo tenía decidido, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María como esposa tuya, pues la criatura que espera es obra del Espíritu Santo”. Queda claro que San José era un hombre bueno y justo, en otras palabras, un hombre de Dios. No obstante eso, no quería recibir a la Santísima Virgen como esposa. Lo mismo sucede con muchos cristianos, son personas buenas, temerosas de Dios, o como solemos decir “gente de Iglesia”, pero que todavía no reciben a la Santísima Virgen como Madre y con-redentora. Todavía no han logrado desarrollar el verdadero Culto de Hiper Dulía que nos habla la Constitución Apostólica Lumen Gentium del Concilio Vaticano II. El culto que le dispensan es un poco desanimado, un poco disimulado. El versículo 24 que mencionamos líneas arriba nos dice lo siguiente: “Cuando José se despertó del sueño, hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y recibió a María como esposa”. Ojalá que nuestros hermanos que permanecen todavía dormidos en cuanto al culto mariano, despierten como San José pronto y también reciban con gran júbilo a la Reina de todo lo creado como Madre y Maestra. El tema del culto mariano es uno de los principales obstáculos que nuestros hermanos separados tienen. Ellos aceptan que coincidimos en muchísimos temas, pero cuando llegamos a la Virgen, no pueden pasar de allí porque es inaceptable para ellos que la Virgen haya dado a luz a su Hijo guardando

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intacta su virginidad. Olvidan esos hermanos lo que dice el versículo 37 del Capítulo 1 del Evangelio de San Lucas cuando dice “Pues nada es imposible para Dios”. Ciertamente es imposible para una mujer cualquiera continuar siendo virgen después de un parto, pero cuando se trata de la Virgen María todo es posible. En alguna parte escuché un lema que me parece muy adecuado y cierto que dice: “No se puede ser buen cristiano sin ser mariano”.

¡NO TIENEN VINO! Cuando profundizamos en las Sagradas Escrituras, nos encontramos con hechos sorprendentes. En las Bodas de Caná de Galilea; la Santísima Virgen se da cuenta que se está terminando el vino. Vale la pena recordar que las fiestas de las Bodas de esa época duraban siete días o más. Se consideraba como un gran problema que se terminara el vino. Bastaron tres simples palabras para que el Hijo Unigénito de Dios fuera movido a realizar su primer milagro. No fue necesario que nuestra Madre dijera un largo discurso de unas dos horas de duración para conseguir lo que quería. Con esto, la Llena de Gracia nos está enseñando a orar

Es realmente asombrosa la íntima relación entre el Hijo y su Madre. Queda también evidenciado en este milagro que la intercesión de la Virgen por sus hijos es realmente poderosa y efectiva. Por esa razón, no nos cansamos de repetir muchas veces al día: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores….” Estamos seguros que Ella intercede incesantemente ante el Trono de Dios por todos nosotros, y que esa intercesión se traduce en muchas bendiciones para los que nos confesamos sus hijos. Volviendo al tema del “signo” que ahora nos ocupa, vale la pena recordar también que el vino en la Biblia es sinónimo de alegría, de regocijo y bienestar. El otro detalle que no podemos dejar pasar desapercibido es que este milagro, o “signo” como los llama San Juan, se realizó en una boda. A muchos matrimonios de nuestro tiempo también les ocurre la experiencia de “quedarse sin vino”, es decir: a medida que pasa el tiempo, y cuando ha pasado ya la euforia de la luna de miel, y los cónyuges se dan cuenta que no se han casado con una

“súper mujer” o con un “súper hombre”, empiezan a sentir el aburrimiento; que se perdió la magia de los primeros meses, y que todo empieza a enfriarse; resulta pesada la monotonía y el tedio, (empiezan a quedarse sin vino). Los esposos empiezan a preguntarse si en realidad fue buena idea haberse casado, que si el chico o la chica que escogimos era la adecuada. Recordemos lo que el Señor les dijo a los sirvientes: “llenen los jarrones con agua”. Pidió que los llenaran con lo que había. Él pudo perfectamente bien haber hecho el milagro sin necesidad de agua, pero Él quiere que nosotros siempre participemos en nuestra propia salvación. Cuando empiezan a aparecer en la vida del matrimonio los primeros signos de aburrimiento, y las dudas inundan nuestras mentes, el Señor nos repite: “Pongan agua en los jarrones”. Él se encargará de hacer el milagro de devolver la alegría entre los cónyuges. En lugar de poner lágrimas, quejas, reproches, insultos, golpes, etc., debemos poner mucha oración. Es el agua que el Señor quiere que pongamos para repetir el milagro de las Bodas de Caná de Galilea. Los que nos acercamos a los 50 años de vida matrimonial sabemos mucho de la necesidad de oración en la familia. Hace muchos años se popularizó la expresión de que “Familia que ora unida, permanece unida”. Esta es una gran verdad. El matrimonio es tan complicado y serio, que no es posible mantenerlo sin oración. Desafortunadamente somos muy pocos los matrimonios que nos mantenemos fieles al “sí quiero” que un día dijimos ante el Altar de Dios. El secreto está en que hemos procurado siempre “poner suficiente agua en los jarrones” para que el Señor la convierta en vino. Permanecer siempre atentos, y en actitud de defensa del Sacramento que un día recibimos de manos de nuestro Creador. Cuando nos acercamos al ocaso de nuestra vida tampoco descuidamos nuestra misión, y llegamos a la conclusión de que la felicidad conyugal es un regalo de Dios, y como tal, estamos obligados a compartirlo con otras parejas. El mundo ha llegado a un estado de descomposición tal, que su origen está en la familia. La desintegración ha llegado a estadios que van mucho más allá de relación

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de padres, hijos y cónyuges. Ha alcanzado también la relación con otros miembros de la familia. Hermanos que antes mantenían una relación muy estrecha, con el paso de los años se vuelven indiferentes entre ellos. Pidamos a nuestra Santísima Madre que no se canse de repetirle a su Hijo: “No tienen Vino”, y que nosotros nos preocupemos de mantener los jarrones llenos de agua, con la certeza de que el Señor siempre realizará el milagro de convertirla en vino.

NOS ESTÁN ROBANDO A NUESTROS HIJOS

Cuando leemos la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio de Su Santidad Juan Pablo II, escrita hace casi treinta años caemos en la cuenta de que para esa época todavía no había aparecido un peligroso ladrón que se está robando a nuestros jóvenes. Es un ladrón que ha logrado penetrar a casi todos los hogares y que ha logrado cautivar no solo a los muy jóvenes que quizás no se han percatado de que el ladrón a que nos referimos permanece en sus hogares las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año. El ladrón a que nos referimos es al teléfono celular. Conocemos casos de jovencitos y jovencitas que viven pendientes de ese aparatito. Muchos de sus padres no han caído en la cuenta de este problema porque sencillamente ellos también son víctimas del famoso cel, como abreviadamente lo llaman los chavos. Es tanto el daño que produce, que las víctimas del popular cel envían y reciben cientos de mensajitos. Muchos tienen sofisticados aparatitos que les permiten entrar a Internet desde cualquier lugar donde se encuentren. El uso exagerado de esta tecnología está produciendo otro mal colateral. Aparte de que no tienen tiempo para aprender ortografía en sus centros de estudio, y quizás para ahorrar tiempo y espacio, están escribiendo cada vez peor. Mi querida Maestra de Español en mi Secundaria se volvería a morir si leyera lo que escriben los muchachos de hoy. Por ejemplo, ya no escriben la palabra “quiero” sino que escriben “kiero”.

Probablemente en sus centros de estudio no les asignan tareas para hacer en casa. Decimos esto porque la mayoría de los jóvenes (y muchos no tan jóvenes) se pasan mucho tiempo del día agachados atendiendo a su “amo y señor”, el celular. Son auténticos prisioneros de ese aparatito. Ya no tienen tiempo de dialogar con nadie que no sea por medio del “facebook”, del “twitter” o de los otros portales que hay disponibles. Nuestros jóvenes han perdido hasta su privacidad. Basta con entrar a su sitio para conocer absolutamente todo respecto a ellos. Es como un “diario” que hace muchos años algunas personas guardaban bajo siete llaves porque en ese librito estaban muchos secretos acerca de ellos. Ahora eso es cosa del pasado. El antes confidencial “diario” está al alcance de cualquiera. Mientras esto ocurre y crece, cada día más, las compañías telefónicas se hacen cada día más ricas en perjuicio de sus víctimas voluntarias. Conocemos casos concretos de jovencitos(as) de escasos recursos económicos, pero que cuentan con aparatos sofisticados y caros. Acabamos de recibir las reliquias del Santo Patrono de los Jóvenes. Pidámosle a Don Bosco que nos ayude a orientar a nuestros muchachos para que logren liberarse de la tiranía del celular.

OCTUBRE, MES DEL SANTO ROSARIO

Estamos a las puertas del mes de Octubre, y el primer sábado de ese mes los devotos del Santo Rosario estaremos de fiesta en honor a esa joya que ha sido depositada en manos de todos los creyentes. Cuando hablamos del Santo Rosario no podemos evitar el pensar en todos los últimos Papas que han administrado y guiado la Barca de Pedro. Muchos de ellos dedicaron Encíclicas y Exhortaciones Apostólicas sobre esta oración piadosa. A lo largo y ancho de nuestro país habremos millares de católicos que permanecemos firmes para obedecer a nuestra Santísima Madre que vino a Fátima a renovar su petición para que continuemos fieles al Rosario.

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Nos llena de inmensa alegría cuando nos encontramos a personas, algunas de ellas entradas en años, que confiesan que tomaron esta devoción de sus madres y de sus abuelas y han permanecido fieles a través de los años. Valdría la pena preguntar: ¿Cuántos abuelos, abuelas, padres y madres continúan infundiendo en sus retoños esta práctica? Siempre recordamos que nuestro querido Juan Pablo II en su libro “En el Umbral de la Esperanza” cuenta que cuando quedó huérfano de madre, y contaba con escasos 12 años de edad, se despertaba todas las mañanas viendo a su padre rezando el Rosario de rodillas. Esa fue la verdadera escuela de este Papa que no dudamos pronto será elevado a los altares. En ese mismo libro, el Papa nos dice que el Beato Bartolomé Longo decía que trabajar por la difusión del Rosario es tener ganada desde ya la entrada a la gloria. Hemos insistido desde esta tribuna sobre la necesidad de propagar la devoción al Rosario. No nos cansaremos de clamar que si los creyentes nos decidimos a rezarlo, muy seguramente el Todopoderoso derramará sobre nosotros abundantes gracias. Olvidemos un poco de nuestra capacidad humana de transformar esta sociedad. Es una tarea muy difícil y complicada para nuestros limitados recursos, pero “Para Dios nada es imposible” (Lc. 1, 37). Estamos tan mentalizados con los inventos modernos, que fácilmente caemos en el error de creer que todo lo podemos resolver con nuestros propios recursos. Olvidamos que la inteligencia humana proviene de Dios y que nuestros conocimientos son limitadísimos. Todo eso es producto de la misma soberbia que inundó los corazones de Adán y Eva ante el engaño del maligno que los hizo creer que serían iguales a Dios. A este tipo de actitud la Palabra Sagrada la llama “necedad”. En varios capítulos de la Biblia Dios llama a los hombres “necios”. Por otro lado, cuando se acepta al Rosario como medio de acercamiento a Dios, estamos dando una demostración de humildad y de tener “un corazón de niño” porque los niños confían ciegamente en lo que les dice su Madre. Ojala en muchas parroquias y comunidades eclesiales se preparen actos especiales para el 7 de Octubre. Sería lindo si alguna Diócesis se interesara en convocar a una magna reunión para rezar el Santo Rosario. Desde hoy, elevemos nuestras oraciones a nuestra

Madre Celestial para que toque el corazón de los dirigentes apropiados para realizar una celebración digna de ese día.

OREMOS POR LOS DELEGADOS DE LA

PALABRA Los Delegados de la Palabra de Dios son hermanos seglares distribuidos a lo largo y ancho de toda Latinoamérica y el mundo. Vale la pena mencionar que la iniciativa de su creación de debió a un ilustre Obispo Diocesano de Choluteca, hace algunos años. En nuestros acostumbrados viajes a la ciudad de Siguatepeque, hemos logrado conocer personalmente a varios hermanos y hermanas nuestras que dedican gran parte de su tiempo a llevar la palabra de Dios a aquellas aldeas y caseríos que nuestros sacerdotes no pueden visitar con la frecuencia debida. Estos hermanos y hermanas realizan una muy loable labor, y son el brazo derecho de los Párrocos. Su labor es callada y constante. Conversando con esos hermanos nos hemos enterado de algunas de las dificultades y contratiempos que tienen que sortear para realizar su trabajo. Sus necesidades son muchas y variadas. No podemos analizarlas todas en esta columna por razones de espacio, pero mencionaremos las que a nuestro juicio son las más graves e importantes: 1.- Casi todos(as) coinciden en que ellos sienten que necesitan una mayor y más completa preparación sobre cuestiones básicas de nuestra fe católica. Ciertamente, los Párrocos hacen lo humanamente posible en ese tema, pero no olvidemos que los sacerdotes de los pueblos y ciudades pequeñas tienen que multiplicarse para desarrollar su papel de pastores de la grey. El sacerdote tiene un sinnúmero de tareas que los mantienen sumamente ocupados y, aunque quisiera, no puede dedicarles todo el tiempo que los Delegados(as) necesitan para mejorar su capacitación. Algunos Delegados nos han confesado que a veces se sienten animados a dejar ese ministerio por razón de lo que aquí apuntamos.

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2.- Hay un hecho que posiblemente se repita en casi todas las comunidades. Se trata de que la feligresía los abandona. La concurrencia a la Celebración de la Palabra de Dios es muy pequeña. Eso los desaliente un poco porque como seres humanos que somos, necesitamos un poco de retroalimentación. De todo lo anteriormente expuesto sacamos en limpio que esos hermanos y hermanas necesitan urgentemente de nuestras oraciones. No es lo mismo trabajar en la tarea de la evangelización en las ciudades como San Pedro y Tegucigalpa que en el campo, donde los celebradores muchas veces tienen que vencer las inclemencias del tiempo, lodazales, subir montañas y colinas, etc. para llegar donde están nuestros hermanos campesinos, hambrientos de la Palabra de Dios.

¿OTRO VEZ LEPANTO? En el año de 1571 Europa estaba seriamente amenazada por las fuerzas turcas que pretendían invadirla e instalar en todo el viejo continente el islamismo. Para esa época el Papa Pío V, (posteriormente canonizado), pidió el mundo cristiano rezar devotamente el Santísimo Rosario para pedirle a nuestra Madre Celestial su protección. Las fuerzas cristianas eran inferiores en cantidad, aproximadamente 3 a 1. Todo parecía perdido. El Papa había pedido a los países europeos su colaboración para enfrentar el peligro. Solamente se pudo conseguir la ayuda de España y Venecia. Los ejércitos cristianos y musulmanes entraron en feroz batalla el día 7 de Octubre en Lepanto. El Papa había pedido que todos los soldados cristianos fueran todos de buena conducta, si había alguno que no llenara ese requisito debía ser quitado del frente de batalla. El Santo Padre, reunido con sus Cardenales estuvieron toda la noche rezando el Santo Rosario de rodillas en el Vaticano, a miles de kilómetros del campo de batalla. Cuenta la historia que, estando el Papa orando con sus Cardenales, de repente se pudo de pie y exclamó: <<Hemos ganado la batalla>>. El ejército turco fue derrotado. El Islamismo ya no es un peligro tan cercano como en 1571. La amenaza actual es: el narcotráfico, la corrupción, el desenfreno sexual, la falta de pudor, el crimen

organizado, etc. La Iglesia no descansa en su tarea de orar. Por esa razón se justifica la organización de una CADENA PERMANENTE DE ROSARIOS POR LA PAZ. Podemos nuevamente derrotar a los enemigos de la humanidad con esta poderosísima arma, EL SANTO ROSARIO. Las súper potencias no esconden sus amenazas al desarrollar armas capaces de destruir al mundo civilizado. Los fieles podríamos parecer desamparados y frágiles, pero con nuestras camándulas en nuestras manos somos capaces de cambiar la historia de destrucción y caos que se avecinan. Nuestro Creador, a través de la Misericordia Suplicante, la Santísima Virgen María es capaz de vencer nuevamente no ya en Lepanto, sino en todo el mundo. Ya somos cientos de devotos del Rosario que estamos rezándolo todos los días a diferentes horas. Laicos y Religiosas estamos unidos en oración rogándole al Príncipe de la Paz que nos otorgue el bendito don de la paz. Ojala pronto seamos miles los que lo hagamos y lograremos vivir en un mundo mejor. Los que así lo deseen están invitados a unirse enviándonos un mensaje a la dirección electrónica que aparece al final de este artículo.

PARA LOS QUE CREEMOS, NINGUNA EXPLICACIÓN ES

NECESARIA

Los que tenemos una devoción muy especial por la Santísima Virgen nunca nos cansamos en investigar hechos y testimonios que demuestran que Ella sigue presente en nuestras vidas, y que es nuestra Madre y Maestra que guía nuestros caminos en este peregrinar hacia la Casa del Padre Celestial. El día 29 de Marzo recién pasado se publicó el resultado de un estudio arqueológico dirigido por el Arquitecto Nanni Monelli y el padre Giuseppe Santarelli, director de la Congregación General de la Santa Casa de Loreto. Los estudios realizados durante muchos años han demostrado que las piedras que se encuentran en la gruta de la Anunciación, en Nazaret, tienen el mismo origen que las piedras del altar de los Santos Apóstoles de la Santa Casa de Loreto.

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Este descubrimiento ha reabierto la discusión sobre la validez histórica de la traslación de la Santa Casa de Nazaret a Loreto, el santuario nacional de Italia, y sobre el misterio de cómo se produjo esa traslación. De acuerdo con la tradición cristiana, la casa fue trasladada milagrosamente desde Nazaret a Tersatlo, (hoy Croacia) en el año de 1291, y algún tiempo después fue nuevamente llevada milagrosamente a Loreto. El señor Giorgio Nicolini, experto en la materia, y autor del libro “La historicidad de la milagrosa traslación de la santa casa de Nazaret a Loreto” (La vericitá storica della miracolosa traslazione della Santa Casa di Nazareth a Loreto) ha explicado que la Santa Casa de Loreto es la verdadera y auténtica Casa nazarena que habitó la Santísima Virgen. Esta ha sido una verdad proclamada durante siglos por el pueblo, y sostenida además por todos los sumos Pontífices Romanos durante siete siglos, y que han confirmado la autenticidad con solemnes actas canónicas de “aprobación”. Ahora bien, este estudio sobre el Altar de los Apóstoles es muy importante porque, además de proporcionar una ulterior prueba de la autenticidad de la Santa Casa de Loreto como la “Casa Nazarena” de la Santísima Virgen María, proporciona también una prueba todavía más espectacular en cuanto a lo milagroso de la traslación de la Santa Casa de Nazaret. El estudio a que nos referimos en este artículo, está respaldado no solamente por sacerdotes que han consagrado prácticamente toda su vida a este tema, sino que además se han involucrado laicos científicos que han aportado sus valiosos conocimientos y experiencia para demostrar este milagro. Este tema no es nada nuevo dentro de nuestra Iglesia, el beato Pío IX escribía en la bula “Inter omnia” de fecha 26 de Agosto de 1852 lo siguiente: “En Loreto se venera aquella Casa de Naaret, tan querida al corazón de Dios, y que, fabricada en Galilea, fue más tarde separada de sus cimientos y, por la potencia divina, trasladada más allá del mar, primero a Dalmacia y luego a Italia.” No obstante que la bula a la que nos referimos en el párrafo anterior, data de

1852, el tema no ha perdido actualidad. Con motivo de la celebración litúrgica de la “milagrosa” traslación del 10 de Diciembre del mismo año, el actual Papa Benedicto XVI envió al Obispo de Loreto una “inequívoca” y hermosa oración para ser recitada en el Santuario. Para aquellos hermanos y hermanas nuestros que les fascinan los temas extraordinarios y novedosos, y que por esa razón se interesan tanto en los “evangelios” y “códigos” que tratan de vendernos las trasnacionales poderosas, motivadas quizá por una campaña para sorprender a muchos católicos en el mundo y desestabilizarlos y hacerlos dudar en su fe, les recomendamos interesarse en temas como el que ahora nos ocupa, y que nos demuestran que el Espíritu Santo continúa presente en la Iglesia Católica, y que tenemos muchísimo mas que descubrir sobre el amor infinito de Dios al que un día creó a Su imagen y semejanza.

¿POR QUÉ NO SE CASAN LOS CURAS?

Este es un tema muy candente sobre el que cada quien tiene su punto de vista. Muchos católicos consideran que se obtendrían muchos beneficios si los sacerdotes se casaran. Argumentan que aumentaría considerablemente su número y se aliviaría la presión que actualmente tenemos, especialmente en países como Honduras, donde no hemos sido muy pródigos en cuanto a nutrirnos nosotros mismos, y continuamos dependiendo de los presbíteros extranjeros. Nosotros tenemos nuestra propia opinión, vista a través de nuestros casi cincuenta (50) años de vida conyugal, de haber crecido una familia, y desde nuestra plataforma de laico comprometido con la Iglesia. En primer lugar, aunque el celibato sacerdotal no es ningún precepto divino, ni tampoco una ley natural; ni siquiera un dogma de la Iglesia católica, encontramos en el Evangelio de San Mateo que: “…..y hay eunucos que se hicieron a propósito eunucos (con voto de castidad) por amor al reino de los cielos” (Mat. 19, 11-13). San Pablo vivió célibe y recomendó a otros lo mismo, aunque Jesucristo no lo impuso como obligación, nos dejó dicho: “Me alegrará que fuesen todos tales como yo mismo; mas cada uno tiene de

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Dios su propio don: quien de una manera, quien de otra, pero yo digo a las viudas y a las personas no casadas: bueno les es si así permanecen como también permanezco yo” (1 Cor. 7, 7-8). A nuestra modesta forma de entender, San Pablo lo dice claramente cuando escribe “mas cada uno tiene de Dios su propio don”. Los que tenemos el don y la vocación de formar nuestra propia descendencia, lo hemos recibido de Dios. También los que abrazan el sacerdocio han recibido su propio don de servir a Dios a través de la atención del rebaño que se les ha confiado. De la misma forma en que los laicos no aspiramos a hacer el papel de sacerdotes consagrados, tampoco ellos anhelan formar su propia familia. Los laicos que estamos formando o ya hemos formado nuestra propia familia sabemos muy bien que para hacerlo más o menos bien, tenemos forzosamente que dedicarle todo nuestro tiempo, nuestra dedicación y amor. Y cuando decimos “todo” estamos diciendo que no debemos escatimar ningún sacrificio por el bienestar de nuestra prole. Cando escuchamos a artistas famosos y no famosos que dicen que ellos le dedican “calidad” de atención a sus retoños, solamente nos mueve a una sonrisa porque la experiencia nos ha enseñado que no es suficiente dedicarle unos minutos del día. Nuestros hijos requieren nuestra atención completa y sostenida, y continúan necesitando de nosotros aun cuando son adultos. Si los sacerdotes se casaran, probablemente tendríamos más cantidad de ellos, pero no llegarían a ser más que “medio Curas” y “Medio Papás”. Y para tantos “medios” no hay remedio. En Amapala, mi pueblo natal solemos decir que “no se pueden comer dos coyoles al mismo tiempo” O se es una cosa o se es otra. La tarea de Papá y Mamá es tan delicada y trascendente que de ello depende en gran parte el éxito o el fracaso de nuestros hijos en la vida. Dios, en su infinita sabiduría envió a su Hijo Unigénito al seno de una familia formada por Papá y Mamá. Los hijos deben ser orientados, consolados, impulsados, acariciados, evangelizados y corregidos a tiempo completo. De la misma forma, el sacerdote ha de estar siempre dispuesto a pastorear el rebaño a él confiado. Conocemos honorables presbíteros y religiosos (as) hondureños y extranjeros que han ejercido su apostolado evangelizando “a tiempo y destiempo” como dice San Pablo, y

que después de cincuenta años o más de trabajo apostólico nunca se arrepintieron de haber envejecido solteros. Ellos no engendraron su propia familia, pero tienen mucho más hijos e hijas que ningún laico podría tener. Cada feligrés es un hijo o hija suya, y nos hemos acostumbrado a tratarlos con el respeto, admiración y cariño de aquellos honorables hombres que nos fecundaron. Ellos han sabido corresponder a esos sentimientos y nos ven y nos tratan como verdaderos hijos suyos. San Ignacio de Antioquia, cuando era conducido a Roma para ser martirizado, escribió en el camino varias cartas a diferentes Iglesias, y en la que escribió a Esmirna manda saludos especiales a los que guardaban la virginidad. Ya en el año 115, la virginidad era reconocida como un estado de vida permanente, y los cristianos la honraban sobre manera. En la historia de la Iglesia son incontables los ejemplos de hombres y mujeres que se honraron en ser célibes. Creemos además, que cuando se opina que los sacerdotes deben casarse, es porque todavía no han entendido bien que la Iglesia a la que nos gloriamos pertenecer no es humana, sino divina, y que consecuentemente un tema como el que nos ocupa jamás debe considerarse desde el punto de vista mundano. Si Cristo fue célibe, es lógico que sus ministros también lo sean. Oremos constantemente en nuestros Rosarios por la santidad de nuestro Cardenal, los Obispos, Sacerdotes, religiosos y religiosas, de manera que continúen siendo sal de la tierra.

POR QUÉ EL NOMBRE BENEDICTO XVI?

Durante las primeras semanas y meses de la elevación a la Cátedra de Pedro de nuestro actual Papa, muchos católicos nos hacíamos muchas preguntas que van desde la quizá mas común entre los latinoamericanos, ¿Por qué no un Papa originario de América Latina? La prensa escrita y hablada de nuestro país le dedicó bastante espacio al deseo e ilusión de que nuestro querido Cardenal fuera el escogido. En algunos círculos católicos se sentía un ligero escepticismo porque se tenían opiniones equivocadas sobre el entonces Cardenal Ratzinger. Los que creemos

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firmemente en la asistencia del Espíritu Santo a nuestra Iglesia sabíamos de antemano que el Paráclito jamás se equivoca, es decir, teníamos al Papa que nuestro Padre Celestial había enviado, y que, el Espíritu Santo lo asistía. Otra de las preguntas muy frecuentes, y que quizá algunos hermanos todavía no conocen es la del ¿por qué escogió ese nombre? Dejemos que sea el mismo Papa el que nos lo diga. En la primera Audiencia de los días miércoles del día 27 de Abril de 2005, nos lo explica con las siguientes palabras: “Para vincularme idealmente al venerable Pontífice Benedicto XV, que guio a la Iglesia en un período agitado a causa de la Primera Guerra Mundial. Fue intrépido y autentico Profeta de la paz, y trabajó con gran valentía, primero para evitar el drama de la guerra y, después, para limitar sus consecuencias funestas. Como él, deseo poner en mi ministerio al servicio de la reconciliación y la armonía entre los hombres y los pueblos, profundamente convencido de que el gran bien de la paz es ante todo un Don de Dios, don por desgracia frágil y que es preciso invocar, conservas y construir día a día con la aportación de todos”. Después de leer esas palabras no nos queda ninguna duda que efectivamente, el Espíritu Santo sabe cómo y hacia donde esta conduciendo a su Iglesia. A estas alturas todos estamos enterados de la forma en que las grandes y las no muy grandes potencias mundiales están preparándose con modernas y sofisticadas armas con un poder de destrucción increíble. Todos estamos informados de la forma en que se están desenvolviendo las eternas diferencias entre los países del cercano oriente. No podemos siquiera pensar que el panorama es muy incierto y que muchas personas inocentes estamos pagando en forma directa e indirecta las consecuencias de esos conflictos. El Papa Benedicto XVI está parado en una plataforma quizá más peligrosa y explosiva que sus venerables antecesores. El, como moderno Profeta, conoce muy bien esta situación. El nombre de Benedicto evoca, además, la extraordinaria figura del gran “patriarca del monacato occidental”, san Benito de Nursia, co-patrono de Europa juntamente con san Cirilo y san Metodio, y las santas Brígida de Suecia, Catalina de Siena y Edith Stein. San Benito es muy venerado en Alemania y, particularmente en Baviera, la tierra que vio

nacer al niño que fue bautizado como Joseph Ratzinger. El Papa Paulo VI lo declaró el 24 de Octubre de 1964 como el Patrono Principal de Europa en una ceremonia especial en Monte Cassino, lugar donde reposan sus restos, junto a los de su hermana Santa Escolástica. Quede claro pues, que nuestro Papa, tiene una devoción muy especial al Patrono de Europa, de la misma forma en que nosotros la tenemos por nuestra Virgencita de Suyapa. El grupo de ciudadanos alemanes que vivieron en mi natal Amapala en la década de los años 30, o sea, antes de la Segunda Guerra Mundial, regalaron al pueblo amapalino una imagen de San Benito, que aún es venerada en el Templo principal de mi pueblo. Ignoramos por qué razón, la imagen a la que nos referimos es de color negro, ya que el santo no era de esa raza. El nombre del nuestro actual Papa además sugiere la figura de un incansable forjador de la paz. No podía esperarse otra cosa de un enamorado de la Santísima Virgen María, la Reina de la Paz. El Papa Benedicto XVI, al iniciar su pontificado dijo: “Pido a san Benito que me ayude a mantener firmemente a Cristo en el centro de nuestra existencia. Que Él ocupe siempre el primer lugar en nuestros pensamientos y en todas nuestras actividades”. Pedimos a nuestro Padre Celestial, y a nuestra Santísima Madre, que este artículo nos ayude a identificarnos y conocer mejor a nuestro Papa, al tiempo que roguemos por él, porque su tarea es tan difícil como la de San Benito XV.

¿POR QUÉ LA IGLESIA NECESITA UNA MADRE?

Mientras mas escudriñamos las Sagradas Escrituras y meditamos el papel que juega nuestra Santísima Madre en el Plan de Salvación del hombre, nuestros ojos se van abriendo poco a poco a una realidad que nos deja maravillados. Alguna vez nos hemos preguntado si ¿era verdaderamente necesario que Dios proveyera a su Iglesia de una Madre? La voluntad de Dios significó dolor, renuncia, humillación, obediencia, silencio, ocultamiento, insultos, desprecio, hasta el momento culminante de la cruz, cuando se consumó también para Ella su pasión junto a

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su Hijo amado. María no tuvo nunca voluntad propia, pues su vida, su ilusión, su gozo, su paz fue siempre lo que Dios le fue descubriendo como fruto de aquel sí generoso de la anunciación. Con la ausencia visible de Jesús a través de su muerte, los discípulos iban a quedarse huérfanos. Para suplir esa orfandad forzada por la muerte de Jesús, Él mismo los encomendó a su Madre. Lo que cada uno tiene que hacer con María es "recibirla en su casa" al estilo de San Juan Evangelista Veintiún siglos después de esos hechos, los católicos continuamos recibiéndola en “nuestras casitas”. Con ese mismo amor con que la recibió su primer hijo adoptivo. Este recibir a María "en su casa" es sólo una imagen para indicar una realidad más profunda: hay que tener a María como Madre, como intercesora, como ejemplo... Esto es todo lo que viene a nuestra mente al pensar en la analogía de "Madre". No podemos pasar por alto el hecho mismo de que María estaba junto a su cruz, acompañando a su Hijo. Aquí nos muestra una faceta que ya conocemos bastante bien de su personalidad: su gran fortaleza de espíritu. El hombre delante del sufrimiento se dobla fácilmente. No aguanta ver el sufrimiento, especialmente de sus seres queridos. Es común que la mujer se afecte ante escenas sangrientas y ciertamente es bien comprensible, tomando en cuenta la gran finura de alma de la mujer. La imagen que nos da el Evangelio de María junto a la cruz ciertamente no es de una mujer histérica, maldiciendo a los verdugos y torturadores de su Hijo. Tiene dominio de sí misma, tratando de comprender el por qué su Hijo se dejaba tratar así. Es como si la madre de un soldado contemplara a su hijo dejándose torturar por personas muy inferiores a él en fuerza física, sin hacer nada por defenderse. María sabía que Él podía liberarse como supo que podía cambiar el agua en vino en Caná. Repetimos lo que dejamos dicho al principio de este trabajo: Es fascinante descubrir poco a poco a nuestra Madre en el Plan de Salvación de nuestro Padre y Creador. No podemos menos que “enamorarnos” de esa bendita Madre nuestra y sentirnos realmente dichosos, afortunados y orgullosos de ser sus hijos adoptivos. Agradeceremos sus

comentarios y sugerencias a nuestro correo electrónico.

¿POR QUÉ LOS CATÓLICOS REZAN A LOS MUERTOS?

Esta pregunta la hemos escuchado en repetidas oportunidades, la mayor parte de las veces con el afán de hacernos aparecer como practicantes de una religión anticuada, desfasada, o fuera de toda lógica. Antes de entrar en lleno a responder la pregunta que hoy nos ocupa, debemos aclarar algunos conceptos. Desde los primeros cristianos, nosotros creemos en la intercesión. Nos vamos a detener un poquito en esta palabrita porque también en varias ocasiones nos han pedido se las expliquemos: Interceder es lo mismo que abogar, pedir o rogar a favor de otra persona. En las Sagradas Escrituras encontramos muchos pasajes que se nos exhorta a rogar por otros: San Pedro dice lo siguiente: “Rueguen ustedes al Señor por mí, para que no venga sobre mí nada de lo que han dicho” (He. 8, 24). También San Pablo dice: “Hermanos, rueguen también por mí……” (1 Tes. 5, 25). También debemos aclarar que no le rezamos a los muertos, sino que rezamos para que el Señor se apiade de sus almas, les haga breve su paso por el Purgatorio, y los lleve lo más pronto posible a la Morada Eterna. Y no solamente intercedemos por nuestros seres queridos que ya compartieron la muerte de Cristo, sino que además rogamos por las benditas Almas que están en el Purgatorio. Posiblemente haya muchísimas almas que no tienen quien pida por ellos. Por esa razón, y como miembros activos de esta Iglesia peregrina, nos acordamos de todos nuestros hermanos que ya han muerto. ¿Podemos imaginarnos cuántas personas habrán muerto y que no hay quien ruegue por ellos? La Iglesia no solamente está formada por los que aún estamos vivos. Existe además la Iglesia Purgante y la Iglesia En Hechos de los Apóstoles colocan la ascensión del Señor a los cielos 40 días después de la Resurrección. También se fija que Pentecostés ocurrió a los 50 días, o sea 10 días después. En los nueve (9) días que transcurrieron entre la Ascensión y Pentecostés, los apóstoles permanecieron en profunda y recogida oración, con la Santísima Virgen María y otras personas ( He. 1, 13-14).

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De ahí nació la costumbre de hacer, en grupos, 9 días de oración, llamados “novena”. Pero es necesario hacer la salvedad de que los apóstoles no establecieron el número de días para su oración especial; cuando se trata de rezar, lo importante no son nuestras cuentas, sino nuestra fe y confianza en Dios, nuestro amor (Mt. 6, 7-15). Fieles a esa costumbre piadosa, los católicos de hoy también permanecemos orantes junto a nuestra Madre Celestial para que Ella ayude a nuestros hermanos difuntos. En nuestros días, y especialmente en las ciudades grandes, esa costumbre está poco a poco perdiéndose. Quizá una de las principales razones sea la de la inseguridad en la que desafortunadamente vivimos, considerando que esos rezos se practican en las primeras horas de la noche. En nuestros pueblos todavía se mantiene esa devoción, y ojalá siga así por mucho tiempo más. En las ciudades como San Pedro Sula y Tegucigalpa se acostumbran un novenario de Misas, aunque en las altas esferas sociales se han hecho populares últimamente los Triduos de Misas. El que escribe esta columna espera que cuando sea llamado a la otra vida, se dediquen muchas novenas de Misas en sufragio de mi alma porque estoy seguro que las necesitaré. La Iglesia Católica en sus 21 siglos de existencia tiene una enorme riqueza espiritual y de costumbres que en nuestros países tienen sus orígenes en la colonia. Es parte de la gran riqueza espiritual que nos dejaron los españoles y que deberíamos conservar. La mayoría de los católicos ignoran detalles como el que ahora nos ocupa. Por esa razón, y como una consecuencia de las fuertes corrientes existentes en internet, en televisión, prensa escrita, etc. se produce una confusión y algunas prácticas piadosas van perdiendo poco a poco su vigencia. Consecuentemente, se hace necesario divulgar e investigar la riqueza espiritual de nuestra Iglesia. Para nadie es un secreto que la Iglesia Católica está siendo atacada diariamente por sus enemigos. Los peor es que no todos esos enemigos están fuera de la misma. Algunos trabajan solapadamente desde hace mucho tiempo, al grado que Su Santidad Pablo VI advirtió que “el humo de satanás se ha infiltrado en la Iglesia”. Pero no hay que

desanimarse ni alarmarse porque tenemos la promesa del Señor de que el Espíritu Santo siempre velará por su amada Iglesia.

¿Por qué debemos orar por los muertos?

Nuestra Santa Madre la Iglesia Católica nos enseña que existen tres Iglesias: La Triunfante, o sea donde están todos nuestros hermanos y hermanas que vivieron a través de los siglos una vida ordenada y cumpliendo la santa voluntad de Dios y está formada por los miles de santos y santas que han sido elevados a los altares. Pero también allí están todos aquellos que murieron santamente. Luego tenemos la Iglesia Penitente que está formada por aquellos que aún están en período de purificación y que mediante la misericordia de Dios algún día pasará a formar la Iglesia Triunfante. Por último está la Iglesia Peregrina que está formada por todos los bautizados que aún estamos en la tierra tratando de vivir santamente. Nuestros hermanos y hermanas que aún están en el Purgatorio necesitan de nuestras oraciones para salir de ese sitio y pasar a gozar de la vida eterna. Son millares y millares de almas que aún no alcanzan su grado de santificación. Es deber nuestro ayudarles con nuestros sufragios para que lo acabasen pronto. En las Sagradas Escrituras encontramos: <<Que todos reciban los favores de tu generosidad, incluso los muertos>> (Sirácides 7, 33). Todos los días mueren miles y miles de personas en todo el mundo. La enorme mayoría de ellos se van sin el auxilio de la Iglesia, unos porque no son católicos y otros que por ignorancia o negligencia no buscaron el auxilio necesario. Cuando alguien muere es normal se haga una Misa de cuerpo presente y quizás se rece el Rosario durante algunos días por ellos. A veces se reza otro Rosario al cumplir los cuarenta días y quizás otro al cumplir un año. Generalmente allí termina todo, pero la verdad es que se necesita mayor intercesión por los muertos porque su estancia en el Purgatorio puede durar muchos, muchos años. Por todo lo anterior la intercesión por los difuntos debe ser constante e intensa. Nunca sabremos cuantas almas son liberadas mediante la oración. Esas almas a su vez se

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convierten en nuestras aliadas cuando por fin alcanzan la gloria eterna y ruegan por nosotros, ayudándonos a perseverar en la fe y cuando el Padre Celestial nos llame podamos nosotros también llegar a la Jerusalén Eterna. La oración por los difuntos nunca se pierde. Si el alma por la cual pedimos ya no la necesita, se le aplica a otra que sí tiene necesidad de ella. Nunca olvidaremos el día en que asistimos a la sepultura de una joven que hacía un tiempo había trabajado para nosotros. Sabíamos de antemano que tanto ella como sus familiares no eran católicos. Al momento de cubrir su féretro nadie hizo una oración por esa alma. Junto a mi hija, y en silencio oramos en ese instante rogando por la salvación de esa alma. Muchos mueren de esa forma, y por eso es necesario extender nuestra generosidad como dice la Palabra de Dios arriba mencionada.

¿Por qué hay varios Credos?

Esta es una pregunta que nos la han hecho varias veces o que muchos católicos se hacen con frecuencia. El Catecismo de la Iglesia nos explica por qué tenemos un Credo ( 185-197). Desde su origen, la Iglesia apostólica expresó su fe en formulas breves y normativas para todos, quiso recoger lo esencial de su fe en resúmenes orgánicos y articulados, destinados sobre todo a los candidatos al bautismo. Esta síntesis de fe no ha sido hecha según opiniones humanas, sino que se ha tomado de toda la Escritura lo más importante, para dar en su integridad la única enseñanza de la fe. A esta se le llama "profesión de fe", y también se le llama Credo, que la primera palabra en ella es "Creo". Se les denomina igualmente "símbolos de la fe". A lo largo de los siglos, en respuesta a las necesidades de diferentes épocas, se han elaborado numerosos símbolos de nuestra fe, por ejemplo: Los símbolos de las diferentes Iglesias apostólicas y antiguas. El llamado símbolo de San Atanasio. La profesión de fe de ciertos Concilios como los de Toledo, Letrán, Lyón, Trento, o de ciertos Papas como la "Fides Damasi" o "El credo del pueblo de Dios, del Papa Pablo VI" Ninguno de estos símbolos compuestos en diferentes etapas de la vida de la Iglesia

puede ser considerado como superado o inútil. Nos ayudan a captar nuestra fe a través de los diversos resúmenes que se han hecho. Y en cuanto a por qué se reza alguna vez un Credo corto, y otras veces se reza un Credo largo y el porqué de los dos que usted conoce y su diferencia: Entre los símbolos de la fe dos ocupan un lugar muy particular en la vida de la Iglesia, estos son: El símbolo de los Apóstoles y El Símbolo de Nicea-Constantinopla. El Credo de los Apóstoles es el corto, es llamado así porque es considerado con justicia como el resumen fiel de la fe de los apóstoles. Es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia Romana. Su gran autoridad proviene del hecho de que es el símbolo que guarda la Iglesia Romana, que fue sede de Pedro, el primero de los apóstoles, y a la cual él llevó a la doctrina común. El Credo de Nicea-Constantinopla, es más largo por ser más explícito y lo rezamos todos los domingos en la Misa. Debe su gran autoridad al hecho de que es fruto de los dos primeros Concilios ecuménicos, como su nombre lo indica respectivamente Concilio de Nicea año 325 y el Concilio de Constantinopla año 381. Sigue siendo hoy el símbolo común de todas las Iglesias de Oriente y Occidente. Recitar con fe el Credo es recordar nuestro Bautismo y entrar en comunión con Dios Padre, y Espíritu Santo, es también entrar en comunión con toda la Iglesia que nos transmite la fe y en el seno de la cual creemos.

¿POR QUÉ SERÁ? Los hermanos y hermanas que nos hacen el favor de leernos saben que desde el principio nos propusimos señalas aquellas cositas que deberíamos mejorar los católicos mientras asistimos al templo y cuando permanecemos en él. Por esa razón se nos ha ocurrido hacernos algunas preguntas, con el afán de que reparemos en ellas y tratemos de evitarlas o mejorarlas. ¿Por qué será que cuando una jovencita celebra sus primeros 15 años de vida, y prepara junto a su familia todos los detalles de tal festejo, incluyendo la Misa de Acción de Gracias, llega tarde al templo? Será que no se han dado cuenta que el acto más importante de ese día es presentarse ante el Señor para

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agradecerle? ¿O será que consideran más importante en el cómo lucirán, o cómo se verá con su esplendoroso peinado? ¿No se dan cuenta que resulta penoso llegar tarde cuando se trata de un acto tan importante en un día esplendoroso? ¿Por qué será que cuando en la celebración Eucarística llegamos a la Consagración del Pan y del Vino muchos hermanos y hermanas permanecen de pie? ¿Será que todavía no han aceptado ni creído que Cristo se hace presente con Su Cuerpo, Su Alma, Su Sangre y Su Divinidad en cada Misa? ¿Por qué será que los monitores se quedan mudos en ese momento, mientras que en otras partes nos recuerdan si debemos permanecer sentados o de pie? ¿Por qué será que no logramos permanecer en un silencio de adoración cuando llegamos temprano a la Iglesia para asistir a Misa? ¿Será que los asuntos que tenemos que tratar son más importantes que permanecer en silencio escuchando la bienvenida que el Señor nos está dando a su casa? ¿Por qué será que la mayoría de los templos están vacíos al iniciar la Santa Misa, y cuando termina están casi llenos? A veces nos preguntamos ¿A qué hora llegaron estos hermanos y hermanas? La Iglesia siempre nos ha enseñado que cuando llegamos tan tarde que no participamos de la Liturgia de la Palabra es como si no hubiéramos asistido a Misa. ¿Por qué será que cuando tenemos una cita de negocios, en la que está de por medio un interés económico somos puntuales? ¿Por qué será que insistimos en detenernos a platicar con amigos, familiares, etc. en las cercanías de las puertas de acceso al templo? ¿No sería más cómodo para nosotros y para nuestros hermanos que esos saludos se produzcan en otro sitio donde no impidamos el desalojo del templo? Estas observaciones las hacemos con la mayor caridad del mundo y porque no podemos olvidar que muchas veces cometemos imprudencias sin darnos cuenta de ellas.

¿POR QUÉ SOY MARIANO? Esta pregunta posiblemente nos la habremos hecho más de alguna vez. Lo mismo hizo su

Santidad Juan Pablo II, quien además creyó durante algún tiempo si su devoción a la Santísima Virgen era obstáculo para adorar al Altísimo. Nos cuenta en su libro “Cruzando el Umbral de la Esperanza” que, leyendo a San Luís María Girgnon de Montfort en su obra “Tratado de la Verdadera Devoción” se dio cuenta que, en lugar de alejarlo, lo acercaba con facilidad a la verdadera adoración a Dios. Comprendió que la Virgen es “Cristocéntrica”, es decir que el motivo único de su misión, y el centro mismo de su vida es su Hijo Santísimo. Por consiguiente, la Virgen nos lleva de la mano a los pies de Jesús. Nuestra fe es más firme y nuestra entrega por llevar la buena nueva a los hermanos es más constante. Pero regresando a la pregunta original podríamos decir que no es fácil contestarla en pocas palabras. En primer lugar porque creemos que nuestra Madre Celestial tiene una forma particular de llamar a sus hijos. No siempre nos llama de la misma manera a todos. En segundo lugar, Ella como Madre es muy paciente. Nos llama constantemente y espera nuestra respuesta como lo hacen los pobres de Dios. No tiene prisa, sabe muy bien que estamos inmersos en un mundo secularizado y que nos toma bastante tiempo responderle. Ella espera en silencio y derrama sobre nosotros la misericordia divina. Pero, resumiendo un poco la respuesta, solamente podemos decir con el Profeta Jeremías “Tú me sedujiste, ¡OH Yahvé!, y yo me dejé seducir. Tú eras el más fuerte, y fui vencido” (Jer, 20, 7). Los que nos gloriamos en ser devotos fieles de la Reina de todo lo creado hemos sido seducidos por Ella. Nos dejamos seducir por ese amor maternal y hemos reconocido que el Amor de Dios es más fuerte que nosotros, y nos hemos declarado vencidos. Dios, siendo omnipotente tiene un profundo respeto por la libertad que El mismo nos dio. Por esa razón no vence a nadie por la fuerza bruta, sino por la fuerza del amor. Basta que nos reconozcamos vencidos y necesitados de ese amor infinito para que El acuda a nosotros como lo hizo el Padre del Hijo Pródigo del Evangelio. Y es que el amor de la Virgen se apodera de nosotros, y aunque seguimos siendo pecadores, nos esforzamos por mejorar cada vez más. Hoy mas que nunca debemos llenarnos del Amor de Dios para vencer el

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mal. La corrupción, la maldad, el desamor, la grosería, la injusticia, etc. sólo puede ser vencida por el Amor. Esto sonará ilógico y ridículo en los oídos de una persona que no ha experimentado esa bendición. Los que a diario vemos los milagros y los portentos que hace Dios, sabemos perfectamente que eso es real y verdadero. No se puede combatir el fuego con el fuego. No se puede ni se debe combatir un mal con otro peor. Los que nos confesamos devotos fieles de la Santísima Virgen tenemos la enorme ventaja de no ser huérfanos. Siempre podemos acudir a Ella con la misma confianza con que tratábamos a nuestra Madre biológica, especialmente cuando éramos niños. Por otro lado, y como dice San Josemaría Escrivá de Balaguer en su libro Camino, “Todos los pecados de tu vida parece que se pusieran de pie – No desconfíes – Por el contrario, llama a tu Madre Santa María, con fe y abandono de niño. Ella traerá el sosiego de tu alma”. Desde el momento en que su Hijo, clavado en la Cruz le dijo “He allí a tu hijo”, Ella tomó muy en serio su papel de Madre. Y ninguna Madre abandona a sus hijos. Ninguna Madre se acuerda solo ocasionalmente de sus hijos. Constantemente nos repite: “Yo intercedo por ustedes”, y esa intercesión nos hace vencedores ante cualquier peligro. Cuando cualquier persona está realmente enamorado(a) de algo o de alguien, no se cansa de manifestar ese amor de diferentes maneras. Lo mismo nos sucede a nosotros. ELLA nos ha pedido con insistencia que recemos el Santo Rosario. Nosotros tratamos de ser obedientes a ese pedido y no nos cansaremos de trabajar para que esa “oración maravillosa” como la llamó su Santidad Juan Pablo II en su Encíclica sobre el Santo Rosario sea observada por todos. Y es que amar a la Virgen es amar el Rosario. Y amar el Rosario es reconocerse “pobre de Dios”, ya que muchos santos y santas han dicho que el Rosario es el Evangelio de los pobres. Si revisamos la historia de la Iglesia nos daremos cuenta que todos los Papas han sido devotos de la Santísima Virgen y del Santo Rosario. Son dos cosas que caminan juntas. Imposible separarlas.

Sería muy interesante conocer de los hermanos y hermanas que nos hacen el favor de leernos, nos participen de la forma en que la Virgen les hizo Su llamado, y cómo han respondido a esa invitación. Nos harías un enorme favor si nos enviaran sus e-mails en ese sentido.

PROMESAS Y MANDAS En nuestro afán de contribuir a que los católicos maduremos en nuestra fe, dedicamos en esta oportunidad este espacio para comentar un poco sobre lo que en la mayoría de nuestros pueblos se conoce como “Promesa”. En algunas otras comunidades han adoptado la palabra “Manda”, que creemos es de origen mexicano. Todos hemos sido testigos de actos mediante los cuales algunas personas llegan a los templos, especialmente en la festividad de algún santo, o de la Santísima Virgen, a pagar una promesa. Si reflexionamos un poquito sobre esta costumbre, nos daremos cuenta que ha sido algo que hemos heredado de nuestros conquistadores españoles, y además porque el católico común y corriente no tiene muy claro su relación personal con Dios. Hasta donde sabemos, la jerarquía católica nunca ha propiciado ese tipo de actos, aunque tampoco ha llegado a prohibirlas. Creemos que se ha actuado bien porque no se puede o no se debe arrancar de un solo cuajo unas tradiciones que están muy bien arraigadas entre la mayoría de nuestros hermanos. Tampoco hemos encontrado ninguna evidencia que pruebe que esas costumbres arrancan desde nuestra Iglesia primitiva. Lo que Dios realmente espera de todos y cada uno de nosotros es que nos mantengamos en forma constante y permanente dentro de un espíritu de conversión. Nuestra Santísima Madre nos ha pedido en repetidas ocasiones que nos convirtamos y que hagamos de Dios el centro de nuestras vidas. Ahora bien, si esas promesas o mandas son un producto de los esfuerzos sinceros y constantes de conversión, pues enhorabuena. Pero, ¿de qué le podría servir a un cristiano hacer y cumplir esas promesas si no van acompañadas de una decisión de cambio en nuestras vidas? Dios nos conoce íntimamente a todos y cada uno de nosotros. Sabe que somos muy vulnerables, y como dice San Pablo: “…….pues

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Él es el Señor del espíritu. Llevamos este tesoro en vasos de barro”. Todos sabemos la frágil que es el barro, igual que nuestro espíritu. En un momento podemos estar alabando a Dios, y en el siguiente minuto ofendiéndolo. Esa es la razón por la que el cristiano debe mantenerse siempre en guardia, como aquel centinela que vigila día y noche para evitar los ataques del enemigo. Dios nos habla a cada instante en lo más profundo de nuestras almas. Él nos cuida y nos aparta a cada instante de los embates de ese enemigo astuto y traicionero. Nuestra Santísima Madre nos cubre siempre con su bendito manto y hace hasta lo imposible para que nos decidamos de una sola vez y para siempre por su Hijo. Esa es la manera segura de agradar a Dios. Por otro lado, la costumbre de las promesas y mandas pueden distraernos de lo que realmente Dios espera de nosotros. Podemos caer en el error de creer que con las promesas, y solamente con ellas, podemos agradar a Dios y estar siempre a su lado. Otra de las prácticas muy comunes entre muchos cristianos es la de colocar una camándula (Rosario) en las manos de un difunto. También acostumbran ponerle un cordón de San Francisco, si es posible antes de que fallezca un ser querido. Sabemos bien que Dios es misericordioso, y que hace hasta lo imposible para nadie se pierda, pero ¿por qué en lugar de salir corriendo a comprar un cordón, mejor salimos corriendo a buscar un Sacerdote para que le administre el moribundo los Santos Oleos? A Dios no lo vamos a engañar enredándole al muertito un Rosario. Cuando hemos sido testigos de esas prácticas nos hemos preguntado ¿cuántas veces habrá rezado el Santo Rosario el difunto? ¿Será la primera y última vez que ha tocado una camándula? Los católicos debemos hacer honrados esfuerzos para madurar en nuestra fe. Entender ¿qué es lo que realmente Dios espera de nosotros? ¿Acaso podremos engañar a Dios? A fin de que no quede ninguna duda sobre el objetivo real que nos ha motivado a tocar este tema, volvemos a repetir: No estamos en contra de esas prácticas que ya forman parte de nuestra cultura religiosa, pero los que deseen continuar ejerciéndolas deben entender que sean como una consecuencia de

un verdadero esfuerzo de conversión. Dejar a tras completamente al hombre viejo, y emprender victoriosos el camino a la Redención tomados de las manos de nuestra bendita Madre Celestial.

PROPÓSITOS PARA EL NUEVO AÑO

Como todos los años, cuando se acerca el fin de año, la mayoría de nosotros hacemos una lista de todas las metas que nos proponemos alcanzar. Los que somos gordos prometemos bajar de peso, los fumadores hacen planes para dejar el cigarrillo, y así por el estilo. Casi nunca aparece en esa lista de propósitos uno que es muy importante: ¡SER MEJOR CATÓLICO!- Parece mentira, pero ese debería ser el principal en nuestra lista, y en el que deberíamos poner mas empeño. Y ese gran propósito no debe alcanzar solamente a nosotros los laicos, debe ser también ser preocupación de Obispos, Sacerdotes, Diáconos, religiosos y religiosas y laicos comprometidos, en una palabra debe ser inquietud de todos y todas. Los laicos debemos hacer supremos esfuerzos para comprometernos más con la tarea de la evangelización. Ser más solidarios con nuestros sacerdotes y religiosos. Atender en la medida de nuestras posibilidades las necesidades materiales y espirituales de nuestra Santa Madre Iglesia. En cuanto a los Obispos, sacerdotes, religiosos, etc. deben comprometerse para ser más acogedores de las inquietudes de los laicos. Hacer sentir que son verdaderamente nuestros pastores, sin abusar del regaño y del rechazo de todas nuestras iniciativas. Comprender que todos formamos la Iglesia, y que cada uno de nosotros tenemos un lugar en la Casa de Dios. Que si hay alguna forma de superioridad ante Dios es solamente en la medida de la santidad. Que nuestra Iglesia está formada por santos y santos sin distingos de ninguna naturaleza, y que los laicos somos merecedores del respeto y del cariño de nuestros pastores. Siempre creemos que ningún laico deba sentirse apenado o abatido al momento de hacerles alguna sugerencia a nuestros pastores. Que todos debemos mostrar respeto unos a otros, y sobre todo, que

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nuestros pastores nos den en todo momento un verdadero ejemplo de obediencia a nuestros superiores y de amor fraterno de unos a otros. Creemos que esa es también una forma hermosa de ir mejorando aún más a nuestra Iglesia El compromiso debe ser de todos sin excepción, y en la medida en que nos esforcemos en ese sentido, estaremos haciendo real el Reino de Cristo en este mundo sin paz. Rogamos a nuestra Santísima Madre, modelo verdadero de servicio, obediencia y caridad, para que este propósito sea una realidad en nuestras vidas para el año que estamos por estrenar.

PURGATORIO E INDULGENCIAS

En los artículos anteriores, y hasta donde el espacio nos lo han permitido, hemos hecho una pequeña semblanza de lo que es el Purgatorio y lo que son las Indulgencias. Los que nos han hecho el favor de leernos se habrán dado cuenta que existe una estrecha relación entre ambos. Esperamos haber dejado claro que cuando morimos, y si lo hacemos en estado de gracia, es decir, en amistad con Dios, vamos directamente al Purgatorio. Dijimos que en el Purgatorio nos purificamos para poder entrar al Reino de los Cielos, nuestro hogar. El tiempo que vamos a estar en dicho lugar podrá ser muy breve o muy largo, dependiendo de lo que tardemos en despojarnos de las penas temporales a que nos hayamos hecho acreedores. Hay algunas almas que van directamente al cielo. Muy pocas almas que vivieron toda su vida en constante oración y de acuerdo con la Palabra de Dios. Son poquísimas las almas que consiguen eso. La mayoría de nosotros iremos primero al Purgatorio. Decíamos que ese tiempo que tardaremos en el Purgatorio podrá ser de unos pocos días, meses, años o hasta siglos. Depende mucho de los esfuerzos que en vida hayamos hecho para que esa estadía sea lo más breve posible, es decir, hayamos obtenido suficientes indulgencias. De allí pues, la importancia de conseguir cuantas indulgencias sea posible mientras estamos en vida. ¿Y qué de aquellos que murieron y necesitan muchas indulgencias para abreviar

su estancia en el Purgatorio? Nosotros podemos y debemos interceder por ellos. La Iglesia siempre ha recomendado orar por las almas benditas del purgatorio. Es un acto de misericordia, que seguramente no pasará desapercibida a los ojos de Dios. Hay muchas almas que no tienen a nadie que ruegue por ellas en especial. Muchos hermanos y hermanas nuestras mueren hoy día, víctimas del terrorismo y la delincuencia. Por eso nuestras oraciones son importantísimas para que más almas salgan pronto del purgatorio. La Iglesia, como Madre que es, no quiere que ninguno de sus hijos se pierda. Nos pone opciones tan alcance nuestro, que solo hace falta un poquito de voluntad para mover la misericordia de Dios. Resulta tan sencillo obtener misericordia para aquellos seres queridos que se nos adelantaron al encuentro con nuestro Padre Celestial, y también para nosotros mismos. Hay personas que no les gusta escuchar nada sobre la muerte, el purgatorio, etc., pero la verdad es que nos guste o no, pasaremos por allí, tarde o temprano. Es una realidad que no podemos pasar inadvertida.

¿Qué habrán sentido o pensado?

Cuando rezamos diariamente el Santísimo Rosario, procuramos siempre seguir el consejo de San Ignacio de Loyola que recomendaba que tratáramos de ver en nuestra imaginación la escena correspondiente a cada misterio. Es así como miramos con los ojos de nuestra alma toda la vida, pasión y muerte de nuestro Divino Redentor. Algunos misterios mueven más allá nuestra imaginación, y cuando, por ejemplo rezamos los Misterios Luminosos y rezamos la Transfiguración de Jesús, fijamos nuestra atención en Pedro, Santiago y Juan y nos preguntamos: ¿Qué habrán sentido o pensado ante tan maravilloso y única escena de Cristo hablando con Moisés y con Rlías, y acto seguido la transfiguración. Recordemos que los discípulos aún no habían recibido al Espíritu Santo, y que además eran simples pescadores. Supongo que habrán sentido un poco o mucho miedo, al tiempo de quedarse maravillados e incrédulos de lo que estaban viendo. Mi imaginación sigue volando y

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pienso: ¿Y si yo hubiera estado allí, qué hubiera hecho?

Qué hacer cuando nos visitan los mormones?

Todos sabemos lo insistentes que son nuestros hermanos no católicos en cuanto a ganar muchas personas que se unan a sus iglesias. En esta materia nos llevan una enorme ventaja porque a excepción de los legionarios y legionarias de María, los demás católicos permanecemos muy tranquilos, sin hacer nada para que mas personas conozcan a la única Iglesia fundada por Cristo. ¿Cómo debemos actuar los católicos cuando llaman a nuestras puertas hermanos y hermanas que profesan una fe diferente a la nuestra? Lo primero que debemos hacer es atenderlos con mucho respeto y educación, al tiempo que les manifestemos que somos católicos; que fuimos bautizados como católicos y que moriremos bajo el auxilio de nuestra Santa Madre Iglesia. Ellos siempre le dirán que su intención es únicamente conversar un poco sobre Dios, cuando en realidad, y a medida que conversan con usted están estudiando si en realidad su fe es sólida o no. Si descubren algún pequeño indicio de debilidad en sus creencias religiosas, inmediatamente se proponen aumentar sus dudas sobre el catolicismo, al tiempo que le presentan las bondades de lo que ellos creen. La otra pregunta que nunca falla es sobre si usted ha aceptado a Cristo como su Salvador personal. Nuestra respuesta debe ser que no solamente lo aceptamos desde el momento en que fuimos bautizados, sino que estamos seguros que Su Nombre está sobre todo nombre. Si sus conocimientos religiosos no son muy sólidos, procure cortar la conversación y despídase de ellos siempre con respeto. Dígales que en ese momento está muy ocupado(a) y despídase de ellos lo mas pronto posible. Si usted se sintió inseguro(a) durante esa visita es señal que usted necesita buscar la ayuda de su Párroco o de algún seglar mejor preparado que usted. Si quiere algo mejor, únase a algún grupo donde pueda usted crecer espiritualmente bajo la sombra de nuestra Iglesia. Tómelo como una señal que

le está enviando el Señor y nuestra Santísima Madre para que se preocupe usted de crecer espiritualmente. Recuerde, si usted se muestra débil, las visitas serán más constantes hasta que logren convencerlo(a) de las doctrinas que esos hermanos no católicos profesan. Cuide su fe católica interesándose por conocerla más y mejor. Cuídela como cuida usted las cosas más importantes de su vida. Frecuente lo más posible los Sacramentos que nuestro Redentor nos dejó y que son administrados únicamente por la Iglesia Católica. Las Iglesias no católicas están llenas de hermanos y hermanas que nunca se interesaron en conocer las maravillas de nuestra fe. Algunos argumentan que los sacerdotes nunca les enseñaron a leer la Biblia. Esas personas son las que justifican todo basándose en que los demás son los culpables de sus males. Hoy día nuestra Iglesia pone a nuestra disposición cursos, charlas, revistas y periódicos como FIDES en donde se difunden las verdades de nuestra fe.

QUISICOSAS Uno de los propósitos que nos impusimos cuando nos decidimos escribir esta columna, es la de señalar algunas situaciones que deberían ser estudiadas y enmendadas tanto por Obispos, Sacerdotes y laicos en general. Desde siempre hemos sentido la inquietud de expresar la forma cómo vemos a nuestra amada Iglesia Católica nosotros los laicos. Pensamos que hay detalles que los Sacerdotes no pueden ver ni sentir desde el altar, y que nosotros vivimos precisamente “Desde las Bancas”. Por otro lado, hemos sentido la inquietud de llamar la atención a la jerarquía sobre aspectos que sentimos se podrían mejorar. Por todas esas razones, en esta oportunidad queremos mencionar algunas situaciones que hemos observado.

El Ministerio de la Proclamación de la Palabra de Dios La Palabra de Dios dentro del Santo Sacrificio de la Misa no debe ser leída, sino proclamada. La Palabra de Dios llega a los fieles por medio de la voz de quienes la proclaman. Resulta incómodo que en la mayoría de las celebraciones los hermanos escogidos para este ministerio no están debidamente preparados. Muchos lo que hacen es “leer” y no proclamar. Es notorio además que en la mayoría de las ocasiones se les ha asignado esa tarea unos minutos antes de la Misa. Consecuentemente, no entienden el

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contenido de lo que están proclamando, y de ahí que el verdadero mensaje de la Palabra no llega a los fieles como debe ser. El Ministro de la Proclamación debe leer muchas veces el texto que proclamará, y estudiar a fondo el contenido del mismo. Si necesita ayuda, no debe dudar en consultar con el sacerdote para lograr un claro entendimiento de lo que el escritor sagrado quiso decir. Sencillamente no se puede proclamar algo que no se entiende. La dicción es otro aspecto importante. El mensaje debe llegar muy claro a toda la Asamblea. Sugerimos que así como se han formado grupos de Ministros de la Comunión, se formen en cada Parroquia los Grupos de Ministros de la Palabra. De la misma forma en que se mantiene una constante formación de los primeros, también debe mantenerse el mejoramiento los proclamadores. Alguien podría preguntarnos cuál es la diferencia entre “leer” y “proclamar”. Leer es recorrer con la vista un texto para enterarse de su contenido. Proclamar es: anunciar algo al público, o sea, declarar solemnemente un texto muy importante o sagrado. O sea, que leemos cuando queremos enterarnos personalmente de algo, en cambio la proclamación es sinónimo de “Aclamar” o “Celebrar”. En los textos sagrados se usan algunas palabras que no son de dominio popular, y que por lo mismo la mayoría de las veces se pronuncian de forma incorrecta. Después de la Misa Cuando asistimos a la Iglesia, especialmente en las Misas dominicales o fiestas especiales, es muy común que una vez que el Sacerdote se ha retirado del Altar, muchos feligreses aprovechan los últimos minutos de su estancia en el templo para saludar a sus amigos o familiares. Eso está muy bueno, porque qué mejor lugar para saludarnos cuando estamos en “nuestra Casa”. Lo malo está en que lo hacen muy cerca de las puertas de salida. En templos en que no se dispone de muchas puertas, se convierte eso en un serio inconveniente. Los que no tienen en ese momento a quién saludar, se ven en dificultades para salir. Valdría la pena que pensáramos en la comodidad de todos y no solo la nuestra. Podemos saludarnos sin ningún problema en sitios donde no estorbemos la libre circulación de personas.

Otra vez los celulares Ya hemos escrito en otras oportunidades sobre la imperiosa necesidad de apagar los celulares, beepers, etc. cuando estamos en el

templo. Estamos bajo la impresión de que los que insisten en mantenerlos encendidos, y contestar llamadas, o no nos leen, o no han logrado entender que si estamos en Misa, no podemos estar pendientes de negocios, citas, o cuestiones de interés personal. Hoy día, hasta las personas de condición más humilde cargan sus celulares. Somos pocos los que nos resistimos a entrar en esa onda porque ya no hay quien nos llame o porque lejos de ser una herramienta útil, se convierte en una tentación de los amigos de lo ajeno.

Valdría la pena que los monitores nos recuerden al principio de cada Misa que estamos a punto de establecer un con’ tacto íntimo de amor con nuestro Creador, y que consecuentemente debemos desconectarnos siquiera por ese rato del mundo que nos rodea y de los compromisos que podamos tener. Quizá el día en que todos lleguemos a entender que la Santa Misa es una cita de amor sublime que tenemos con Aquel que ofrendó su vida por nosotros, y que viene nuevamente a su pueblo para que podamos adorarlo y gozar de su dulce compañía. Ministerio de la música Los fieles debemos participar cantando durante los momentos apropiados de la Misa. Es parte muy importante de la misma, y no una simple forma de “amenizar” un acontecimiento. Se trata de un verdadero ministerio que siempre ha tenido un lugar muy importante durante la Eucaristía. Los Ministros de la Música deben tener el cuidado de que todos los feligreses estén familiarizados con la letra y música de lo que se va a cantar. De otra forma, los músicos cantarán solos, y eso, verdaderamente no es el sentido de la misma.

¡SALVEMOS LA FAMILIA! LOS CÓNYUGES

La palabra “cónyuge” nos viene del latín: “conjux, conjugis” que quiere decir “consorte” o esposo(a). Nos convertimos en tal condición los que, abandonando nuestra condición de soltería, abrazamos para el resto de nuestros días la condición de solteros. El principal obstáculo en los matrimonios modernos consiste precisamente en eso: nos negamos a abandonar nuestro antiguo estado, y permanecemos durante mucho

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tiempo, en algunos casos, hasta que morimos, creyendo y actuando como solteros Parece mentira, pero casi todos pasamos por esa crisis. Hasta hace unos cuantos años, y por regla general, las mujeres aceptaban con mayor facilidad su condición de casadas. En nuestros días, no nos atreveríamos a decir que están igual que los hombres, pero es evidente que ya no piensan igual que las jovencitas de las que nos enamoramos al ritmo de los inolvidables boleros, mambo, cha cha cha, etc. Cuando los novios no llegan al altar dispuestos a entregarse completamente el uno al otro, a donarse por amor sin restricciones, es cuando comienzan los problemas. En la mayoría de los casos tienen que pasar algunos años para que vayamos entendiendo y aceptando aquello que nos dice el Apóstol San Pablo en su Carta a los Efesios: “La Escritura dice: por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa y los dos formarán un solo ser”. El Apóstol de los Gentiles es muy claro en eso. De ninguna manera nos dice que “debemos aparentar que somos un solo ser” Cuesta mucho trabajo entender que nos debemos total e incondicionalmente a la persona que aceptamos ante el Altar de Dios. Nos resulta más cómodo, fácil y conveniente seguir actuando: “La casada es mi mujer”, o “El casado es mi marido”. Pensando de esa forma no llegaremos muy lejos. Cuando entre los cónyuges empieza a aparecer el aburrimiento, la intolerancia, el fastidio, etc., o sea, cuando empieza a “faltar el vino” como en las Bodas de Canaa, son los primeros asomos de las dificultades mayores en la pareja. Si no damos la debida importancia a esos avisos, irán apareciendo otras cosas peores que continuarán socavando la felicidad conyugal. Nuestra Iglesia está siempre disponible para ayudar a las parejas que empiezan a tener problemas, o que ya los tienen. Pero como ocurre en los problemas de salud, entre más temprano atacamos la enfermedad, mayores posibilidades tendremos de evitar sus secuelas. Nadie ha dicho jamás que la vida matrimonial es fácil y de días siempre soleados y bonitos. Hay también días sombríos y difíciles, Pero nadie que ha luchado por su familia podrá decir que las satisfacciones que se obtienen bien valen la pena la cuota de sacrificio que

hemos puesto. Y es que, así como el Sacerdote y los religiosos han llegado a serlo por vocación, también los casados llegamos a ese estado por vocación. Si lo hacemos porque el chico o la chica nos gustan mucho, habremos sembrado una plantita en el terreno equivocado y en un entorno nada favorable.

¡SALVEMOS LA FAMILIA! EL MATRIMONIO

CRISTIANO

La Familia es la principal de las obras de Dios para el bienestar del hombre. Su importancia quedó evidenciada desde el momento en que el Hijo Único de Dios vino a este valle de lágrimas en el seno de una familia. Es una de las formas perfectas en que se representa la Santísima Trinidad. Es la obra predilecta de Dios. Esa obra magnífica está siendo socavada por el padre de la mentira. Sabe que destruyéndola podrá fácilmente ganar más adeptos y perder más almas. Son muchas las formas en que está siendo atacada, y los resultados ya están siendo evidentes. La familia es y ha sido siempre preocupación constante de la Iglesia. El querido y recordado Juan Pablo II nos legó un documento valiosísimo que debería ser nuestra guía y nuestro auxilio en los momentos de prueba. La Exhortación Apostólica FAMILIARIS CONSORTIO examina la situación de la Iglesia familiar, y fija las pautas que deberíamos seguir para contrarrestar los furibundos ataques del enemigo. Son muchas las personas que no le dan ninguna importancia al matrimonio religioso, se quedan tan tranquilos con el civil, o simplemente con la unión libre. La Familiaris Consortio nos dice que “la comunión de amor entre Dios y los hombres, contenido fundamental de la Revelación y de la experiencia de fe de Israel, encuentra una significativa expresión en la alianza esponsal que se establece entre el hombre y la mujer” Esto quiere decir que cuando un hombre y una mujer se juran amor eterno ante el Altar de Dios, esa unión tiene su fundamento en el amor de Dios para con nosotros, sus hijos. No es pues, un simple acto litúrgico que no tiene ninguna repercusión ni ninguna importancia.

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Por lo anteriormente dicho, la palabra de la Revelación, “Dios ama a su pueblo” que se pronuncian a través de las palabras vivas y concretas con que el hombre y la mujer se declaran su amor conyugal. Por esa razón, el Santo Padre nos recuerda en su Exhortación Apostólica que hoy nos ocupa que “los esposos son por tanto el recuerdo permanente, para la Iglesia, de lo que acaeció en la cruz, son el uno para el otro y para los hijos, testigos de la salvación, de la que el sacramento les hace partícipes” En otras palabras, en la vida conyugal, con la participación de los hijos que Dios nos confía, participamos de esa demostración de amor infinito de Cristo en la cruz del calvario. Los anti-valores de nuestros días nos han vendido la idea de que el matrimonio religioso no es indispensable para desarrollar y mantener un matrimonio sano. Siempre habrá problemas, pero los mismos serán siempre sobrellevados porque la Gracia Santificante estará siempre presente en esa familia.

LA CUASI PARROQUIA SANTO DOMINGO SAVIO

El Domingo 17 del presente mes de Septiembre, y atendiendo un compromiso familiar, nos trasladamos a la Capital de la República. Asistimos al Santo Sacrificio de la Misa en la Cuasi Parroquia Santo Domingo Savio de la Colonia Loarque. En nuestro afán de plasmar en este Semanario la forma cómo un laico ve a su Iglesia desde las bancas, comentaremos algunas de las cosas que en esa comunidad observamos. El templo es muy acogedor, moderno y muy bien diseñado. Ese ambiente agradable se incrementa con la celebración eucarística presidida por el P. Juan Ángel López. Nos agradó muchísimo observar el empeño que pone el monitor para que los fieles guarden un respetuoso silencio antes de la llegada del Sacerdote, recordándonos en cada instante que estábamos en la Casa del Señor, y que debíamos emplear esos minutos en iniciar nuestro dialoga personal con Jesús Eucaristía. Como en casi todos los templos, al iniciarse la Misa, había muchos espacios libres en las bancas. Al terminar, casi no quedaban asientos disponibles. Eso evidencia que desafortunadamente no hacemos el esfuerzo de llegar temprano a nuestra cita con el

Señor. Nos encantó ver al coro decorosamente uniformado, así como el equipo que hizo la proclamación de la Palabra de Dios. Nos supo a gloria la forma en que las hermanas encargadas de ese Ministerio “proclamaron” la palabra, en lugar de hacer una simple lectura de la misma. Resulta hermoso escuchar esa proclamación en la forma en que lo hicieron las damas y damitas encargadas. Los que ya estamos acostumbrados a escuchar el discurso del Padre López nos dimos un banquete. Disfrutamos mucho la forma paternal en que el Presbítero se comunica con su feligresía. Era la primera vez que mirábamos en persona a este Ministro Consagrado, y otro deleite al saludarlo a la salida del templo. Las bancas de ese templo no tienen reclinatorio, quizá por eso muchos hermanos y hermanas se quedaron de pié al momento de la Consagración. Nosotros siempre nos ponemos de rodillas, haya reclinatorio o no, porque si como dicen los Santos Padres de la Iglesia que “legiones de Ángeles bajan a adorar a Cristo al momento de la Consagración”, no concebimos quedarnos nosotros de pié, a menos que haya algún impedimento físico que nos imposibilite hacerlo La fieles, por ser todos vecinos y hasta posiblemente parientes entre ellos, dejan ver un agradable ambiente de hermandad y cariño. Como verdaderamente debemos ser los cristianos en la relación con nosotros mismos, t también con aquellos que no comparten nuestra fe.

La intención que nos movió a escribir este artículo no ha sido de ninguna manera adular o quedar bien con el Padre López ni su feligresía, sino simplemente, dejar una semblanza de una comunidad tan bonita que podría servir de ejemplo para las otras a lo largo y ancho del país. Como devotos que somos de la Santísima Virgen, nos encantó que el P. López cerró la celebración rezando con sus fieles una Ave María.

SACRAMENTOS QUE CURAN Parte 1

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El Sacramento de la Penitencia no tiene límites. Su fin es liberar al pecador de sus faltas cometidas ante Dios y los hombres. A este efecto, el Catecismo de la Iglesia en el No.982 nos dice lo siguiente: <<No hay ninguna falta por grave que sea que la iglesia no pueda perdonar. “No hay nadie, tan perverso y tan culpable, que no deba esperar con confianza su perdón siempre que su arrepentimiento sea sincero” Cristo, que ha muerto por todos los hombres, quiere que, en su Iglesia, estén siempre abiertas las puertas del perdón a cualquiera que vuelva del pecado>>. Dicho de otra forma, la Iglesia quiere que toda esta maravilla del perdón sea posible siempre que el pecador esté arrepentido y haga hasta lo imposible por no volver a pecar. Subrayamos esto para recalcar la importancia suprema del arrepentimiento y el propósito de no volver a pecar. Es tan importante el arrepentimiento que San Josemaría Escrivá de Balaguer en su libro “Camino”, en el No.211 dice lo siguiente: <<Entierra con la penitencia, en el hoyo profundo que abra tu humildad, tus negligencias, ofensas y pecados. Así entierra el labrador, al pie del árbol que los produjo, frutos podridos, ramitas secas y hojas caducas.- Y lo que era estéril, mejor, lo que era perjudicial, contribuye eficazmente a una nueva fecundidad. Aprende a sacar, de las caídas, impulso; de la muerte, vida>>. Muy sabiamente San Josemaría nos invita a sacar frutos buenos y saludables de lo que un día fue algo podrido, que pesaba enormemente en nuestros corazones. El dolor y el pecado están siempre presentes en nuestras vidas. El pecado siempre está acechándonos. El enemigo nos conoce muy bien y sabe perfectamente por donde atacarnos. La lucha entre el bien y el mal está presente en el mundo moderno. A ratos sentimos que nos hundimos y que no hay solución posible. Es ahí donde es indispensable la oración. Orar no es más que permanecer en un diálogo amoroso con nuestro Padre Celestial. La oración nos fortalece y nos aleja de las tentaciones. Confesarse regularmente es como darle un baño sanador a nuestra alma. De la misma manera en que necesitamos asear el cuerpo para mantenerlo sano, igualmente

necesitamos la confesión para mantener nuestras almas en sintonía con Dios. Hoy, cuando no hay nada gratis, tenemos que pagar por cualquier cosa que necesitemos, la Confesión continúa siendo totalmente gratis. Sólo necesitamos reconocer que somos pecadores, que nos arrepentimos de lo malo que hemos hecho y hacer el propósito de no volver a caer. Una vez hecho ese reconocimiento hasta acercarse a un sacerdote y confesar nuestros pecados.

SACRAMENTOS QUE

CURAN Parte 2

Son muchísimos los milagros que, a través de la historia, se han producido a través de los Sacramentos de la Penitencia y de Unción de los Enfermos. Éste último es quizás el menos comprendido. Hemos sido testigos de muchos casos en los que, pudiendo haber obtenido los servicios de un sacerdote, no se le ha llamado bien porque el moribundo no ha querido, o porque sus familiares han decidido no llamarlo para no preocupar o asustar al enfermo. Pero también hemos sido testigos de moribundos que vivieron casi toda su vida de espaldas a Dios y que, en el último momento, han podido lograr ese gran beneficio. Sobre el Sacramento de la Reconciliación se ha escrito abundantemente. San Josemaría Escrivá de Balaguer en su libro “Cambio” No.870 nos dice: <<No quieras ser mayor, - Niño, niño siempre, aunque te mueras de viejo – Cuando un niño tropieza y cae, a nadie choca… su padre se apresura a levantarle. Cuando el que tropieza y cae es mayor, el primer movimiento es de risa. – A veces, pasado ese primer ímpetu, lo ridículo da lugar a la piedad.- Pero los mayores se han de levantar solos. Tu triste experiencia cotidiana está llena de tropiezos y caídas. ¿Qué sería de ti si no fueras cada vez más niño? No quisieras ser mayor. – Niño, y que cuando tropieces, te levante la mano de tu Padre Dios>> Luego en el No.872 San Josemaría nos recuerda que: <<No olvides que el Señor tiene predilección por los niños y por los que se hacen como niños>>. La Iglesia tiene la potestad de perdonar los pecados, autoridad que le fue conferida por

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Cristo. Por esa razón el Catecismo de la Iglesia, en el No.1422 nos dice: <<Los que se acercan al Sacramento de la Penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra Él y, al mismo tiempo, se reconcilian con la iglesia, ala que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a la conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones>>. La misión del confesor no es ni la de regañar, burlarse o escandalizarse sino mostrarle el amor de Dios y de la Iglesia que lo recibe con la misma alegría con la que el padre recibió al hijo pródigo. El penitente debe hacer un profundo y sincero examen de conciencia para recordar todos sus pecados al momento de la Confesión.

San José, la virgen y los

pastores

Ya pasaron las fiestas de Navidad y Año Nuevo, pero aún hemos quedado saboreando y meditando sobre la preciosa escena que nos ofrece el Evangelista San Lucas. Si miramos con la fuerza de nuestra imaginación la imagen cuando el Ángel del Señor le anuncia a los pastores la gran noticia de: <<No teman, Miren, les doy una gran noticia, una gran alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David el Salvador, el Mesías.(Lc 2, 10-11) Es fácil de comprender que ante la aparición del Angel, los pastores sintieran temor. Por eso las primeras palabras que les dice son <<No teman>>. Otro de los hechos admirables que nos narra el evangelista es que los pastores <<fueron rápidamente y encontraron a María a José y al Niño acostado en el pesebre>> (Lc 2, 16). En este punto notamos que el Angel llevó su anuncio a los más pobres. Los pastores dormían junto a sus ovejas y toda su vida era alrededor de su rebaño. Eran de la gente más pobre del pueblo y hasta posiblemente olían a oveja. Una vez más vemos como el Señor se vale de los más humildes para transmitir sus mensajes. El otro detalle a destacar es que nos dice San Lucas que <<salieron rápidamente>>, eso quiere decir que la noticia les impactó de tal manera que no esperaron nada para ir a adorar a su Rey y Señor. Quizá otro tipo de persona hubiera

relegado esa visita para una ocasión posterior, o hasta que no hubieran ido a Belén, o hubieran exclamado ¡y a mi qué!. Un poco mas adelante San Lucas nos dice que <<los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto>> (Lc. 2-20. Esto nos deja claro que cualquiera que se encuentra con el Señor no puede menos que adorarlo y alabarlo Aunque San Lucas no nos da detalles minuciosos de los sentimientos que inundaron los corazones de los pastores cuando lo vieron, podemos imaginarnos la ternura que despierta en todos los adultos cuando contemplamos a un recién nacido. Y si ese tierno es el nuevo Mesías, el candor y la alegría es todavía mayor. La gente sencilla y humilde tiene un corazón tierno y dulce, No podemos dejar por un lado lo que nos dice el evangelista: <<Pero María contemplaba y meditaba todo en su corazón>> (Lc.2, 19) Eso es justamente lo que los devotos del Santísimo Rosario tratamos de hacer cuando recitamos los Misterios Gozosos. Tratamos de colocarnos a la par de los pastores para poder nosotros también maravillarnos y la ver adorar a ese Niñito, nuestro Divino Redentor.

¿SE SUFRE FÍSICAMENTE EN EL INFIERNO? Parte 1

Algunos hermanos niegan la existencia del infierno. Unos dicen que es un invento de los curas para mantener a los fieles asustados y que no se alejen de la Iglesia. Otros han creado una imagen falsa del infierno, y dicen que no les gustaría ir a la gloria porque en ese lugar no tendrán nada que platicar con Juan Pablo II, la Madre Teresa de Calcuta y otros santos. Se imaginan el infierno como una enorme plaza en donde podrán reunirse con amigos que según ellos estarán allí, y mantener largas pláticas con ellos y pasarla bien. Los santos y santas de nuestra Iglesia nos dicen otra cosa basados en la Palabra de Dios. Desde luego que es invento de ningún cura o de ningún Papa. La existencia del infierno no solo es un dogma de nuestra Iglesia, y consecuentemente es de creencia obligatoria para todos los fieles. El dogma fue declarado

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en el Concilio IV de Letrán. Es además de fe definida que los condenados padecen pena de daño, como se enseña en la Constitución “Benedictus Deus”. Según común ordenación de Dios, las almas de los que mueren en pecado mortal descienden después de su muerte a los infiernos, donde son atormentados con penas infernales. En la Constitución Apostólica Lumen Gentium del Concilio Vaticano II se enseña la necesidad de una constante vigilancia para que “no como a siervos malos y perezosos (Mt 25, 26) se nos mande apartarnos al fuego eterno (Mt 25, 41), a las tinieblas exteriores donde habrá llanto y rechinar de dientes (Mt 22, 13 y 25, 30) La principal pena de sentido es el fuego, de ahí que diga el rico epulón: “estoy atormentado por estas llamas” (Lc 16, 24). Como lo afirman los Santos Padres y Doctores de nuestra Iglesia, como por ejemplo: San Ignacio de Antioquia: “no erréis, hermanos míos: los perturbadores de las familias no heredarán el Reino de Dios. Si pues, aquellos que han obrado estas cosas según la carne, están muertos ¿cuánto más si alguno corrompe, con prava doctrina , la fe de Dios, por la que Jesucristo fue crucificado? Ese tal, estando manchado, irá al fuego inextinguible; de modo semejante, el que le preste oído” Como queda demostrado aquí, nuestra Santa Madre Iglesia suplicante, como la Iglesia triunfante nos está diciendo claramente la verdad. ¿No es más prudente creerle a nuestra Madre que estar imaginándonos cosas salidas de nuestra cómoda forma de ver las cosas sagradas? Pero no miremos a la Iglesia fundada por Cristo como un juez vengador y severo. Ella pone a nuestro alcance todos los medios que necesitamos para vivir una vida justa y ordenada. Partimos siempre de la base que Dios no quiere que ninguno de sus hijos se pierda. El hace hasta lo imposible para que nos salvemos. En nuestra siguiente entrega, si Dios lo permite, haremos mas reflexiones para que entendamos esta cuestión tan importante. Agradeceremos sus comentarios y sugerencias a nuestro correo electrónico.

¿SE SUFRE FÍSICAMENTE EN EL INFIERNO? Parte 2

Retomando el tema que iniciamos en el número anterior, Decíamos que algunas personas niegan la existencia del infierno. Decíamos en nuestra que no solo es Dogma de Fe decretado en el Concilio IV de Letrán, y consecuentemente es obligatoria su creencia por parte de todos los católicos. Por otro lado, muchos santos y santas de nuestra Iglesia han dejado muy clara su existencia y el sufrimiento que en ese lugar se experimenta. Se dice categóricamente que el sufrimiento es corpóreo y eterno. Nuestra Iglesia Católica nos enseña además que no se conoce la naturaleza del fuego en el infierno ni su materialidad porque es un fuego especial, sui géneris, ya que tiene propiedades diferentes al fuego que nosotros conocemos en la tierra. Es un fuego no extinguible, sino inextinguible (o sea que no necesita combustible para ser alimentado), no es temporal, sino eterno. Queremos dejar sentado, que nuestro propósito al escribir sobre este tema no es meterle miedo a nadie. Tratamos únicamente de dejar claro lo que nuestra Iglesia enseña sobre el tema. Nuestro Redentor vino para que nadie se pierda, y como decimos en Amapala, “soldado avisado, no muere en batalla” También nos proponemos que tomemos la existencia del infierno como algo muy serio. Ni la más escabrosa y estrafalaria descripción de las penas de sentido, ni siquiera la más truculenta y grotesca, podrán llegar a mostrar con fidelidad lo que esas penas son. Los que se horrorizan de esas pinturas o de esas descripciones, más bien deberían apartarse de sus pecados que les impiden ver, con toda claridad y hondura, al fin al que se encaminan por propia culpa. <<Pues Dios no envió a Su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por El>> La Virgen de Fátima, el 13 de Julio de 1917, en su tercera aparición, según contó Lucia, <<abrió de nuevo sus manos. El haz de luz que de ellas salía parecía penetrar la tierra, y vimos como un mar de fuego, y mezclados en el fuego los demonios y las almas como si fueses brasas transparentes negras o bronceadas con forma humana, que se movían en el fuego

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llevadas por las llamas, que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo, cayendo hacia todos lados, así como caen las chispas en los incendios, sin peso ni equilibrio, entre gemidos de dolor y desesperación , que horrorizaban y hacían estremecer de pavor>>. La Virgen continúa repitiendo que estamos viviendo un tiempo de gracia y perdón. Aprovechémoslo para ponernos en paz con nuestro Creador y evitar los horrores del infierno.

SEAMOS AGRADECIDOS Una de las virtudes que todo ser humano debe cultivar durante su vida es la de ser agradecidos con Dios y con el prójimo. La Biblia está llena de consejos y mandatos en ese sentido. Desde luego que no podremos citarlos todos sino algunos pocos para establecer que Dios espera de nosotros nuestro agradecimiento. Todos recordamos el pasaje que nos narra el evangelista San Lucas cuando el Divino Maestro iba camino hacia Jerusalén y le salieron diez leprosos que le dijeron:<<Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros>> (LC. 17, 13). San Lucas nos confirma que los diez quedaron sanos y solamente uno regresó para agradecer lo que había hecho el Mesías. Al ver que solamente uno resultó agradecido el Señor dijo: <<No sanaron los diez? ¿Dónde están los otros nueve? Y no es que Dios viva de nuestro agradecimiento, sino que prueba que el que agradece reconoce la misericordia de Dios y tiene un corazón de niño. El salmista clama:.<< El Señor es mi fuerza y mi escudo. Esperé en El y me socorrió. Por eso me alegro y le canto agradecido (Sal 28 (27) ver. 7. Así como el salmista se alegra y canta agradecido, nosotros también debemos mantener ese mismo espíritu aunque las circunstancias que nos rodean sean aparentemente adversas. El agradecimiento al Señor debe salir desde lo más profundo de nuestros corazones porque reconocemos que sin El nada somos. También en el orden natural o humano debemos ser agradecidos. Algunas veces hemos escuchado decir que fácilmente olvidamos noventa y nueve favores recibidos cuando el número cien no ha sido satisfecho. Nuestra gratitud hacia nuestros hermanos debe también ser sincera porque en realidad se lo merecen. Esa gratitud hacia nuestros hermanos debe llegar hasta el término de

orar por ellos para que su corazón crezca en misericordia y compasión. Por otro lado, la ingratitud es mal vista a los ojos de Dios y de los hombres. No en vano el Libro de Sabiduría dice: <<Pues la esperanza de los ingratos se derretirá como escarcha invernal y se escurrirá como agua sin provecho (Sab. 16, 28 La ingratitud no solamente es repudiada por Dios, sino también por los hombres. Esa virtud debe cultivarse desde la más tierna edad de nuestros hijos. Son valores que no se aprenden ni en la escuela ni en la Universidad. Como dicen en Amapala “se maman”). Esta obligación de los padres y madres de familia se ha descuidado mucho en los últimos años, al grado de que en muchos ambientes no se tiene gratitud ni por las madres que con tanto sacrificio y abnegación crían a sus hijos. Uno de los mejores métodos para inculcar el sentido de agradecimiento a los hijos lo debemos dar los padres de familia en el seno del hogar. Cuando le agradecemos a un hijo(a) por algún servicio que nos prestan, debemos decirles ¡Gracias hijito(a) Ellos aprenderán muy fácilmente esta virtud y serán ejemplo para muchos.

SEAMOS HUMILDES

Otra de las virtudes que debe cultivar todo cristiano es el de la humildad, Las personas engreídas y petulantes no son bien aceptadas. Caen pesados y por lo tanto, muchos evitan su compañía o amistad. En las Sagradas Escrituras hay muchísima citas en las que se pone en alto la humildad, pero creemos que el texto que pone de manifiesto está contenido en el Magníficat. El evangelista Lucas nos da a conocer el cántico de la Virgen cuando exclama: <<Celebra todo mi ser la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en el Dios que me salva porque quiso mirar la condición humilde de su esclava>> (Mt. 1, 46-47). La gran cualidad que el Altísimo ve en su esclava es su humildad, que debe ser modelo de todos los cristianos. Este cántico maravilloso tan apreciado por la Iglesia que no es suprimido de la liturgia ningún día del año por ser tan sagrado y solemne. Todos sabemos que otras partes de la liturgia se

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suprimen en algunos días del año, pero nunca el Magníficat. Como decíamos líneas arriba, la humildad del cristiano debe ser parte de su identidad como tal. En las Sagradas Escrituras encontramos una cantidad de versículos que nos hablan sobre la humildad. Por razones de espacio solamente citaremos uno. El Apóstol Pedro en su primera carta nos advierte lo siguiente; <<Que los más jóvenes, a su vez, se sometan a la autoridad de los Presbíteros .

Seamos obedientes Los católicos vivimos convencidos que nuestra Iglesia fue fundada por Cristo, por lo tanto, además de santa es perfecta. La otra cosa que debemos entender es que fue nuestro Divino Redentor el que fijó para siempre la forma en que iba a funcionar administrativamente. De sobra sabemos además que nuestro buen Jesús depositó la autoridad en San Pedro, y que a través de los siglos Pedro ha sido sustituido por los Papas. Por otro lado, los obispos son los sucesores legítimos de los apóstoles y son nuestros maestros en la fe. Todo este prólogo lo hemos hecho porque, aunque nadie ignora esas verdades, de vez en cuando suceden actos de rebeldía de algunos miembros consagrados y laicos. Se han dado casos en que algunos sacerdotes se han negado a aceptar los cambios ordenados por sus obispos. También ha habido ocasiones en que algunos laicos se han revelado contra los párrocos. Gracias a Dios esos incidentes no son frecuentes. El Apóstol San Pablo les dice a sus discípulos de Filipo (y de paso a nosotros también); <<Por tanto, amadísimos míos, que siempre me han obedecido, sigan procurando su salvación con temor y temblor y si lo hicieron cuando me tenían presente, más todavía cuando estoy lejos (Flp. 2, 12). Cuando leemos las Sagradas Escrituras nos damos cuenta que el pueblo de Israel siempre ha sido rebelde (igual que nosotros). Por eso en el Antiguo Testamento leemos: <<Desde que os conozco habéis sido rebeldes>> (Dt. 9, 24)

Pensándolo bien, esa rebeldía es muy insensata si recordamos que todo se lo debemos a nuestro Creador, que sin EL no somos nada. Sacaríamos mejor provecho con nuestra obediencia, aún en los casos en que nos parezca que nuestro obispo o nuestro párroco está equivocado. El Señor nos advierte muy claramente que: <<Vendrá la ruina para rebeldes y pecadores, y los que abandonen al Señor perecerán>> (Is 1,28) Nuestro primer Papa, san Pedro nos aconseja lo siguiente: <<Como hijos obedientes, no vivan mas como en el tiempo anterior, cuando todavía eran ignorantes y se dejaban llevar por sus pasiones>> (1 Pe 1-14). Debemos entender muy claramente que nuestra Iglesia no es democrática, sino jerárquica. Si a alguien se le ocurriera preguntas ¿por qué?, esa pregunta habría que hacérsela al Señor Jesús porque fue El que la dejó así establecida. Hay muchos casos de obediencia y rebeldía en la Biblia. Escogeremos el mejor de todos: el de San José y la Santísima Virgen. Ambos podrían haberse rebelado ante Dios y no aceptar lo que les proponía. No solamente aceptan con humildad, y permanecen fieles a ese compromiso hasta el final de sus días. ¡Procuremos imitarlos! Si ellos pudieron obedecer, nosotros también.

Seamos ordenados A propósito de que estamos estrenando año nuevo, y que es cuando nos proponemos alcanzar metas para nuestra prosperidad material y espiritual, creemos oportuno recordar lo que nos dejó dicho el Apóstol San Pablo: << Hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo les recomendamos que se aparten de cualquier hermano de conducta desordenada y en desacuerdo con las instrucciones recibidas de nosotros. Ustedes saben como deben vivir para imitarme. No hemos vivido entre ustedes sin trabajar Sabio consejo el que nos da el Apóstol de los gentiles. Esto nos hace recordar aquel dicho tan popular: <<Dime con quien andas y te diré quien eres”. A los humanos se nos pegan con suma facilidad las malas costumbres, y hasta la forma de hablar. Cuando menos acordamos terminamos hablando igual que las personas con quienes andamos. Uno de los secretos para mantenerse dentro de los

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cánones de la moral y la ética es saber escoger nuestras amistades. San Pablo nos invita una vez más a vivir como él. Que su vida sea modelo para nuestra vida, Trabajó <<a tiempo y a destiempo>> (Tim 4, 2) con una entrega total al grade de llamarse a sí mismo <<esclavo de Cristo>> Más adelante, el Apóstol nos dice que: <<Ahora nos hemos enterado de que algunos de ustedes viven sin trabajar Queda claro que siempre ha habido personas que viven muy ocupadas en hacer nada, Los haraganes y aprovechados siempre han estado presentes en la historia de la humanidad. No podemos negar que en Honduras y en muchas partes del mundo muchas personas son profesionales de la pereza. Si en Honduras cada uno de nosotros tratara de hacer algo positivo para mejorar tanto en lo material como en lo espiritual, nuestro país sería diferente. A eso se refiere el Apóstol cuando nos dice que nos apartemos de los que viven una vida desordenada. Consecuentemente nos recomienda que nosotros vivamos una vida ordenada. En otras palabras, que cada uno de nosotros se prepare y haga algo positivo para su bien y el de su comunidad. El maestro que se dedique a enseñar; el obrero se empeñe en hacer cada día mejor la obra que se le ha encomendado; el funcionario público que piense en el bien común y aleje la tentación de salir rico de su gestión administrativa: que los sacerdotes y Obispos que se esfuercen en prepararse muy bien al momento de estar en el púlpito; que los ancianos como el que esto escribe dediquemos muchas horas de oración para que Dios ilumine Su Rostro sobre nosotros. Vivir desordenadamente solo nos acarreará dificultades y nos conducirá a vivir infelices y defraudados. Nuestro Divino Maestro no pasó su vida holgazaneando, trabajó al lado de su padre putativo, San José, El trabajo dignifica al hombre, mantiene su mente ocupada y no le queda tiempo para pensar desordenadamente.

SIGUATEPEQUE El pasado 13 de Enero, día en que se celebra la fiesta del Bautismo del Señor, tuvimos la oportunidad de asistir a la Misa de las 9 de la

mañana en la Parroquia San Pable de la bella ciudad de Siguatepeque. Fieles a nuestro empeño de analizar lo que aún podemos ver “desde las bancas”, nos permitimos hacer los siguientes comentarios de lo que vimos y vivimos: El Santo Sacrificio de la Misa fue presidida por el joven Párroco el P. Eugenio. Una de las cosas que nos llamó poderosamente la atención fue el hecho de que el templo estaba totalmente lleno. Muchos fieles se quedaron de pie, y parece que esto siempre ocurre en esa Parroquia. No notable fue que, aunque el templo estaba abarrotado, no oían los acostumbrados murmullos que desafortunadamente no han desaparecido en otros tempos. Seguimos platicando abiertamente entre nosotros hasta que empieza la celebración. Obviamente, los fieles de Siguatepeque han comprendido que mientras esperan el inicio de la celebración, deben observar silencio porque no están en ningún parque o sitio parecido. El otro detalle que nos encantó fue la homilía. El Padre Eugenio, como buen catracho explicó las lecturas en “idioma hondureño”. Usando palabras y ejemplos sencillos y amenos, logró captar y retener la atención de los fieles. Creemos que hasta el más humilde de los asistentes comprendieron plenamente sus palabras. Esto es muy importante porque nosotros los laicos aprendemos mucho en las homilías. Un pequeño detalle que posiblemente no estuvo a la altura de las circunstancias fue la Liturgia de la Palabra. La misma fue leída y no proclamada como debe ser. Ojala que los hermanos y hermanas encargadas de ese Ministerio puedan mejorar en ese sentido. A nosotros nos resultó muy alentador encontrar que en esa querida ciudad, a pesar de la gran cantidad de iglesias no católicas, nuestra fe está totalmente viva. Hay un laicado muy activo que asisten a sus Presbíteros con suma eficacia y amor. Nos dio mucho gusto encontrar un sacerdote tan joven, originario y formado como Presbítero en la Diócesis de Comayagua. Otra de las sanas costumbres de esa ciudad es que tienen días especiales dedicados al Sacramento de la Reconciliación. Son muchas las personas que van desde niños hasta ancianos que acuden regularmente a

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confesarse. Se nota pues, que tienen una cultura bastante arraigada hacia los Sacramentos. Felicitamos “desde las bancas” a los queridos hermanos de Siguatepeque por su fervor religioso, Desde aquí los animamos a que continúen su proceso de formación laica, y a sus Sacerdotes por el celo pastoral plenamente demostrado.

¿SOMOS IDÓLATRAS LOS CATÓLICOS?

Nuestros hermanos no católicos nos acusan de varias cosas a los que permanecemos fieles a la Iglesia fundada por Cristo, bajo el cayado de San Pedro. La mayoría de los católicos no saben qué responder ante tal acusación, y son muchas las otras Iglesias que están llenas de hermanos que se fueron huyendo de esa supuesta verdad. Expondremos aquí algunos razonamientos que demuestran que no es cierta tal afirmación, y que los que así lo dicen nos juzgan sin ninguna razón y se convierten en nuestros jueces, fiscales, jurados y hasta verdugos. Olvidan en primer lugar aquello que nos dice el Señor en su Santa Palabra “No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados, perdonad y seréis perdonados” (Lc. 6,37) Ojalá que los razonamientos que aquí presentaremos sirvan para que nuestros fieles católicos sepan defenderse de tal infamia. Estamos seguros que los que nos acusan de idólatras jamás han consultado lo que palabra ídolo significa. La misma viene del griego “eidólon” y quiere decir figura de una falsa deidad que se expone a la adoración de los fieles. Partiendo de esa base, nosotros no adoramos a una falsa deidad. Nuestra adoración es única y exclusiva a Dios. En sus veintiún siglos de existencia la Iglesia no ha enseñado otra cosa. En primer lugar, existe un gran error, puesto que no es lo mismo un ídolo que una imagen. La primera presenta a un falso dios como los dioses de la mitología griega, o los dioses que adoraban nuestros honorables antepasados los mayas. El ídolo es una estatua considerada como dios, con vida y poder (Sab 13-15), que se expone en el lugar del Dios verdadero, como en el caso del becerro de oro (Ex. 32, 1). En Éxodo 20, 3 dice claramente lo siguiente “No habrá para ti

otros dioses delante de mí”. Está claro que está hablando de “otros dioses”, y no de El. Nuestros acusadores argumentan que la Biblia dice claramente que no nos haremos ninguna imagen de Dios ni de sus ángeles. Eso tampoco es cierto porque en Éxodo 25, 18 leemos lo siguiente “Así mismo, harás dos querubines de oro macizo, labrados a martillo, y los pondrás en las extremidades del Lugar del Perdón, uno a cada lado” Así se demuestra que Dios no prohíbe de ninguna manera las imágenes. Otro problema es que se desconoce el significado de las palabras, adorar es reconocer a una persona como ser supremo, creador y dueño de todo. Por esa razón los católicos solamente adoramos a Dios. Venerar es lo mismo que respetar, y por eso veneramos todo lo que está relacionado con Dios, por ejemplo, las imágenes del mismo Jesús, la Santísima Virgen María y los Santos. Los católicos debemos tener muy presente, cuando veneramos a cualquier imagen, que se trata de una representación de alguien que ya está en la Corte Celestial, pero que esa figurita de madera, yeso o cualquier material no es de ninguna manera la persona en sí a la que le estamos rindiendo esa veneración. Dicho de otra forma, cuando nos arrodillamos frente a la imagen de la Virgen de Suyapa, por ejemplo, debemos estar bien claros que estamos venerando una imagen de nuestra Madre Celestial, pero que esa figurita es solamente una representación de ELLA. Nos critican además porque nos arrodillamos frente a las imágenes y argumentan que eso lo prohíbe la Biblia cuando dice “No te postrarás delante de ellas” (Ex. 20, 5). Dicen también que en Hechos 10, 25-26 narra que “cuando Pedro entraba, salió Cornelio a su encuentro y cayó postrado a sus pies, Pedro lo levantó diciéndole: Levántate, que también soy hombre” A esto podemos contestar que todo depende de la intención con la que uno se ponga de rodillas ante otra persona u objeto. Si lo hacemos como un acto de adoración, es ciertamente malo, pero si solamente estamos demostrando nuestro respeto, entonces evidentemente no es malo. De manera pues, que todo depende de la intención con la que uno lo haga. Nuestros acusadores no están dentro de nosotros para darse cuenta de lo que pensamos. Recordemos que América fue descubierta hace un poco más de 500 años. Nuestros

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antepasados no tenían una idea clara de lo que es en realidad el catolicismo. A principios del siglo pasado aún había muchas personas que no sabían leer ni escribir, aún hoy día continuamos con ese mismo problema. Resulta muy difícil tratar de catequizar a una analfabeta. Se tuvo que recurrir a las imágenes para que la doctrina entrara a través de ellas. España, nuestra Madre Patria también vivía esa misma situación, y hasta creemos que todavía no lo ha superado en un 100%. Todos habremos notado que en muchas Iglesias modernas ya no encontramos muchas imágenes de Santos, no porque hayamos dejado de creer en ellas, sino porque a medida que avanza el tiempo ya no son tan necesarias. Habremos un buen número de católicos que muy rara vez nos arrodillamos frente a una imagen, no porque estemos en contra de ellas, sino porque preferimos hacerlo frente a Jesús Eucaristía. Lo curioso es que las acusaciones siempre proceden de malos católicos que nunca se preocuparon por conocer la religión en que fueron bautizados, y ahora se han convertido en nuestros crueles acusadores que nos juzgan y condenan sin darnos la oportunidad de defendernos.

¡SOMOS CIUDADANOS DEL CIELO!

Los hondureños hemos estado inundados recientemente por diferentes opiniones, unas a favor y otras en contra, sobre el tema de la revocación de visas para ingresar a los Estados Unidos de América. A muchos compatriotas aparentemente les preocupa mucho obtener y/o mantener ese requisito, algunos por motivo de sus negocios o salud, y otros por placer porque no han descubierto que hay otros muchos países preciosos que también ofrecen atractivos especiales. Esta avalancha de opiniones encontradas nos ha hecho recordar en que somos “ciudadanos del cielo”(Ef. 2, 19) desde el día en que nuestros padres nos llevaron a la pila bautismal. Al portar esa ciudadanía nos hemos hecho también acreedores a la condición de “herederos del Reino”, o sea que tenemos como líder a un Rey que nunca morirá, y que nos dispensa un amor entrañable y eterno. Es tan grande ese amor que como si las condiciones que mencionamos líneas arriba no fueran

suficientes, nos adorna aún mas al declararnos “Templos Vivos del Espíritu Santo”.(1Cor. 3, 16) Por nuestra condición de “Ciudadanos del Cielo” no necesitamos ningún tipo de visa ni permisos especiales para morar en ese reino, a menos que nosotros mismos decidamos revocar o anular esa ciudadanía al caer en pecado mortal. Pero que quede muy claro que en ningún momento nuestro Rey nos expulsa, sino que lo hacemos nosotros, mientras El hace hasta lo imposible para que voluntariamente regresemos como el Hijo Pródigo del Evangelio. Sabemos que para muchas personas es importante obtener el visado norteamericano por razón de sus negocios o de salud, pero mantener nuestra ciudadanía celeste es muchísimo mas importante. . Muchos permanecemos tan tranquilos y cómodos cuando perdemos nuestra amistad con Dios, en cambio, nos preocupamos demasiado cuando perdemos ese permiso o no lo podemos obtener. Nadie nos conoce mejor que nuestro Rey y Señor, y por esa razón dejó prevista la manera en que podemos recuperar nuestra ciudadanía cuando hemos tenido la desgracia de perderla. Perdona nuestras faltas a través de sus Ministros, los Sacerdotes. Es entonces cuando se produce una inmensa alegría en el cielo porque “Hay más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse” (Lc. 15, 7). Nuestra experiencia nos ha enseñado que nuestros sacerdotes siempre nos reciben con mucho cariño y alegría cuando nos acercamos a confesarnos. A algunos hermanos y hermanos les resulta un poco embarazoso confesarse cara a cara con el confesor porque pensamos que nuestros pecados son tan terribles y que él siempre recordará lo que hemos confesado. Si esto fuera así, los curitas se mantendrían atiborrados por lo que han escuchado. Gracias a Dios, nuestra Iglesia Católica cuida muy bien su formación para la administración de ese y los otros Sacramentos. Ningún católico debería permanecer más de treinta días entre una confesión y otra.

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SOPORTENSE Y PERDÓNENSE…. Una de las cosas más difíciles de lograr en esta vida es la armonía en nuestra relación con otras personas. Esto es fácil de entender puesto que somos personas únicas e irrepetibles. Dios no nos ha hecho en serie, como pequeños robots que salen de esas súper máquinas que fabrican cualquier cantidad de objetos cada hora. Todos nos damos cuenta que ni los hermanos gemelos son idénticos. Siempre hay diferencias en cuanto al carácter o personalidad de cada uno de ellos. Los que somos padres de familia, que tenemos mas de un hijo nos damos cuenta que no son iguales. Ni siquiera los animales irracionales son exactamente iguales. Un perro, por ejemplo no es copia idéntica de otro, aunque sean de los mismos padres y criados en los mismos ambientes. La cuestión está en lo que dejamos dicho al principio: Dios no crea a sus hijos en serie. Partiendo de esa base, debemos entender de una vez por todas en que si no somos iguales, debemos poner nuestro mejor empeño en aceptar a los demás tal cual son. En los matrimonios, los cónyuges deben esforzarse en aceptar a su pareja con todas sus virtudes y todos sus defectos. En esta sencillísima regla estriba el éxito o el fracaso de una pareja. Debemos aceptar que nadie es perfecto, excepto Dios y nuestra Santísima Madre. Un consejo que solemos darle a los matrimonios jóvenes es que todos los días le pidan al Señor y a nuestra Santísima Madre que los revista de paciencia y tolerancia para con su esposo(a). Este ruego debemos repetírnoslo tantas veces como hagan falta a través del día. Implorar paciencia a toneladas también para nuestra esposa(o) porque nos hace mucha falta. También debemos implorar paciencia para con nuestros hijos, imaginándonos a cada instante cómo habrá sido la vida en la Familia de Nazareth. Este bien podría ser una tarea que valdría la pena imponernos en estos días de Adviento. Es bastante común que en las empresas, Universidades, Escuelas, Colegios, y cualquier otra entidad donde trabajan muchas personas se produzcan situaciones de roces entre los que allí trabajan. Es muy frecuente que surjan críticas veladas sobre la forma de vestir, de peinarse o de expresarse de los

otros compañeros. Eso los conduce a crear un ambiente hostil. En las mismas comunidades eclesiales suceden estos mismos fenómenos. En ocasiones se llega hasta el hecho de negarle la palabra al fulanito o fulanita que me cae mal. ¿No sería más sano y constructivo que, en lugar de alejarnos de él (ella), nos acercáramos más y así lograr que esa persona cambie de actitud? ¿No sería más cristiano si en lugar de negarle nuestra amistad, nos abriéramos más hacia esa persona e influir en ellos para que mejoren lo que creemos hacen mal? ¿Por qué estamos siempre tan seguros de que nosotros estamos en lo correcto y que los demás están equivocados? Cuando observamos estos cuadros de críticas, murmuraciones, calumnias, enemistades, chismes, etc. en la mayoría de los hogares y centros de trabajo, nos preguntamos: Dónde hemos dejado las palabras de San Pablo, que en la Carta a los Efesios, Capítulo 4, Ver.3 cuando nos dice “Mantengan entre ustedes lazos de paz, y permanezcan unidos en el mismo espíritu”. En Colosenses 4, 13 leemos lo siguiente: “Sopórtense y perdónense unos a otros, si uno tiene motivo de queja contra otro, Como el Señor los perdonó, a su vez, hagan lo mismo” Es en los centros de trabajo, en los grupos eclesiales y en los hogares donde debemos poner en práctica nuestra condición de cristianos. En el libro de Hechos de los Apóstoles encontramos la expresión que se decía cuando se miraba a un grupo de los primeros cristianos “Mirad cómo se aman”, si nosotros no inspiramos ahora esa misma expresión debemos preocuparnos porque no estamos dando testimonio de nuestra fe. Cuando el Apóstol usa la palabra “sopórtense” nos está sugiriendo que no es fácil, pero que es posible si contamos con la gracia divina. Que vale la pena intentarlo, poniendo todo nuestro empeño y nuestra capacidad de amar. Recordemos además que “los mansos heredarán la tierra”. No debemos olvidar que es mejor tener paz que tener la razón y que nosotros mismos no somos perfectos ni dueños de la verdad. La mejor forma de lograr estas metas es mirarse en el espejo de nuestra Santísima Madre. Ella es fuente de paz y armonía. Ella siempre nos animará a aceptar a nuestros hermanos con sus defectos y sus virtudes.

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Ella será siempre la portadora de la paz y nos dará las fuerzas que necesitamos para parecernos cada día más a Cristo, y hasta entonces podremos llamarnos con toda propiedad que somos “cristianos”.

TOTUS TUUS El 25 de Marzo recién pasado se cumplieron 20 años desde que el siempre recordado y amado Papa Juan Pablo II nos legó su Carta Encíclica REDEMPTORIS MATER, que se refiere a la bienaventurada Virgen María en la vida de la Iglesia peregrina.

Este documento es uno de los tantos que diferentes Papas han escrito sobre nuestra Madre Celestial, y que dejan clara la vocación mariana de la Iglesia Católica. Vale la pena destacar que la Carta Encíclica que hoy nos ocupa fue escrita ante la cercanía del año dos mil, y que orienta nuestra mirada hacia la Santísima Virgen. Aquella, cuya presencia tan discreta que pasó casi desapercibida a los ojos de sus contemporáneos, resplandecía claramente ante el Eterno, que había asociado a esta escondida <<Hija de Sión>> (cf. So 3,14; Za 2,14) al plan salvífico que abarcaba toda la historia de la humanidad. Es esa misma <<hija de las generaciones humanas>>, a aquella <<mujer>> extraordinaria que llegó a ser Madre de Cristo, es ahora la estrella de la evangelización, y sigue siendo inspiración y consuelo para el hombre moderno que se debate en innumerables problemas y situaciones confusas, que nos hacen elevar los ojos al cielo para musitar: “vuelve a nosotros esos ojos misericordiosos”. Los que nos ocupamos de estudiar y tratar de descubrir el misterio mariano, nos quedamos maravillados al descubrir que la Virgen está unida de modo particular a la Iglesia <<que el Señor constituyó como su Cuerpo>>. Como peregrina de la fe nos ayuda a nosotros en nuestro propio peregrinar hacia el Padre. Cuando muchas voces tratan de distraer nuestra fe para llevarnos por caminos equivocados, siempre podremos escuchar las palabras de nuestra Madre que nos repite a cada instante; <<Hagan lo que Él les mande>> (Jn. 2, 5) Seguir a María es seguir a Cristo porque Ella esta unida a Cristo de un modo totalmente especial y excepcional, e igualmente es

amada en este <<Amado>> eternamente. María esta y sigue abierta perfectamente a este <<don de lo alto>> (cf. St 1,17). Ella sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que de El esperan con confianza la salvación. Cuando se habla de la <<obediencia de la fe>> (Rm 16, 26; cf Rm 1, 5; 2 Co 10, 5-6) encontramos una realización perfecta en María. Cualquier otra mujer, fuera de Ella, al saberse Madre del <<Mesías-Rey>>, después de la anunciación, podría haberse sentido grande y muy importante, sin embargo Sus palabras fueron <<He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra>> (Lc. 1, 38). La Carta Encíclica a que nos referimos en este artículo es un bello documento salido de las manos de un devoto fiel de uno de sus más ilustres hijos que escogió como lema de su Pontificado aquél famoso TOTUS TUUS

TRES DÍAS DE TINIEBLAS Hace algunos años circuló en el país un folletito que se refería a una supuesta profecía contenida en el tercer secreto de la Virgen de Fátima. Tenemos entendido que la jerarquía católica tuvo a bien recomendar sacar de la circulación el referido folletito porque el mismo tendía a provocar pánico y confusión entre la feligresía. Hace muy pocos días, una persona tuvo a bien enviarnos por correo electrónico un mensaje sobre el mismo tema, y como suponemos que el mismo le habrá llegado a muchos hermanos, hemos creído oportuno referirnos sobre esa cuestión a fin de que nadie se escandalice. En primer lugar nos sorprende que citen textualmente supuestas conversaciones entre la Santísima Virgen y Santa Lucía, la última de las videntes de Fátima que falleció hace muy poco tiempo. Nos preguntamos: ¿cómo habrán hecho para obtener los detalles de esas conversaciones? Sor Lucía fue monja de clausura, y consecuentemente no estaba a disposición de cualquier persona que quisiera entrevistarla. Dice textualmente la circular que nos llegó por internet que “Este mensaje fue leído por el Papa Juan Pablo II y después murió” Todos sabemos mas o menos cómo fueron los últimos días en esta tierra del desaparecido Papa. Nada mas alejado de

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la verdad que después de leer el mensaje, murió. También se dice que cuando el Papa terminó de leer el tercer secreto estaba temblando. No sabemos si se refieren al temblor natural provocado por el mal de Parkinson, o si temblaba de miedo. Si refieren a este último tipo de miedo, se ve que poco conocieron la santidad de ese Vicario de Cristo. Los cristianos no debemos temblar por el inminente regreso del Hijo del Hombre. Recordemos que todos los días en la fracción del pan, clamamos por su pronta venida. Se hace una combinación que tiene mucho de numerología, puesto que se dice que la terrible catástrofe ocurrirá el día 6 de Junio de 2006, por aquello de la combinación de 06 – 06- 06. Se olvida que el mismo Señor Jesús dice muy claramente que solamente el Padre sabe cuando ocurrirá el final de los tiempos. Se dice que habrá tres días de tinieblas, y que hay que tener velas benditas porque serán las únicas de proporcionar luz. Se habla además de un terrible terremoto que durará 8 horas y que será un desastre completo, pero que los que estén en gracia no tienen nada que temer. A nuestro humilde entender, Dios no nos quiere a su lado porque le temamos, sino porque le amemos. Como nos dice San Juan “Dios es Amor”. . Muchas personas se horrorizan con mensajes como el que hoy nos ocupa, sin embargo no se inmutan el vivir no solamente tres días, sino toda o casi toda su vida en completa tiniebla. Cuando se vive en pecado, se vive en la más completa oscuridad. La Santísima Virgen siempre nos ha pedido que renunciemos a la vida pecaminosa, que busquemos nuestra propia conversión y la de nuestros hermanos. Los que sí pueden morirse de miedo son aquellos que no tienen escrúpulos para hacer negocios turbios a través de influencias políticas, o aprovechándose de un cargo administrativo en el Estado. Aquellos que viven una doble vida en sus matrimonios, o aquellos que viven una vida promiscua, rodeada de licor, drogas y sexo. También deben temblar de miedo los que aprovechándose de la Palabra de Dios, viven y hacen jugosos negocios para su propio beneficio. También los que inducen a otros a consumir drogas; Los roba carros y sus topes que se encargan de negociarlos en el país o

fuera de nuestras fronteras; Los que asesinan sin piedad para robarse un arma o un celular Todos ellos deben hacer un giro de 180 grados en sus vidas, y llegar al arrepentimiento sincero y profundo. En lo único en que estamos de acuerdo con la circular que nos llegó es cuando dice “Nuestra Señora está muy triste porque casi nadie ha tomado interés en su mensaje de 1917”. Recordemos que el mensaje de Nuestra Señora en Fátima fue el de invitarnos a rezar el Santo Rosario. Todavía queda muchísima gente que no ha tomado en serio ese pedido. Continúan escudándose en que “es muy aburrido”, “es muy largo”, “me da pereza” y otros tantos argumentos. Por lo pronto, lo que nos toca hacer es mantener nuestra lumbrera con suficiente aceite, como nos aconseja el Evangelio de San Mateo, Cap. 25, Vers. 10. El fin de los tiempos llegará en cualquier momento, y no creemos que obedecerá a ninguna combinación de números, sino cuando nuestro Padre Celestial así lo decida. Acerquemos a Dios por amor, y no por temor. Acostumbrémonos a decirle “Abba, Padre” como nos enseñó nuestro Señor Jesucristo.

UN SANTO MÁS Hay santos que no aparecen y quizá nunca aparecerán en el Santoral de la Iglesia. Mártires y héroes anónimos que han ofrendado su vida por la Iglesia. Los noticieros internacionales nos traen la noticia de la muerte del Obispo Católico chino, Monseñor Hang Dinxiang de la Diócesis de Yong Niang (Provincia de Hebei) en la Republica Popular China. Monseñor murió a mediados del mes de Septiembre recién pasado en una cárcel, después de ocho años de completa soledad. Sus parientes ignoraban el estado gravedad del Obispo, y tampoco sabían que estaba en el hospital muriéndose. El único delito que había cometido este sucesor de los Apóstoles fue el de no haber renunciado a su fe, y tampoco acomodarse al sistema comunista de ese país. Salvo algunos familiares, nadie vio el cuerpo del Obispo, ni hubo sacerdotes, ni fieles en su entierro. Antes de entrar en coma, este nuevo mártir mandó decir a su congregación que rezaran muchos rosarios. Tenía 71 años de edad, 35 de los cuales sufrió privación de

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libertad en un campo de trabajos forzados, en prisión o en arresto domiciliario. De 1960 a 1979 las autoridades chinas lo internaron en un campo de trabajo. De 1979 a 1982 fue profesor de secundaria, y administró una clínica los cuatro años siguientes, mientras era seminarista. Fue ordenado Presbítero el 21 de Noviembre de 1986, y recibió la Ordenación Episcopal el 19 de Diciembre de 1989. Sufrió muchas detenciones por parte de las autoridades. La última tuvo lugar el 20 de Noviembre de 1999, cuando dirigía un retiro para religiosas. Fue retenido en varias localidades, desde 2005 se había perdido su rastro hasta el sábado 9 de Septiembre, cuando fue reportado muerto. Indudablemente que esta clase de noticias producen varios tipos de reacciones en nosotros los católicos: por una parte vemos la realidad de que la Iglesia continúa siendo perseguida, que no es tan fácil en algunas partes del mundo practicar libremente nuestro credo religioso, que muchos hermanos continúan jugándose la vida por seguir a Cristo. Pero, por otro lado, nos alegran estas noticias, porque la Iglesia siempre se ha acrecentado con la sangre de sus mártires. Elevemos nuestras plegarias al Señor por esos hermanos que viven su fe en forma tan difícil y, por otro lado, atendamos la súplica de Monseñor Han Dingxiang rezando muchos Rosarios por los misioneros y misioneras esparcidos por todo el mundo.

Una generación de agachados

La tecnología produce cambios muy beneficiosos para el hombre en la mayoría de los casos, pero también produce efectos negativos, o como dicen los Médicos, produce efectos secundarios como algunos medicamentos. La aparición de los teléfonos ha provocado muchos beneficios para el ser humano. Recordamos lo que vivimos los hondureños hace algunas décadas, cuando comunicarse por teléfono era toda una aventura. Resultaba mejor ir a visitar a la persona con

la que queríamos comunicarnos que lograr que la central telefónica nos diera señal para marcar. La aparición de los celulares ha facilitado enormemente la comunicación entre las personas, las transacciones comerciales son mucho más fluidas y rápidas. Actualmente casi todas las personas poseen un teléfono celular, a tal grado que son varios los millones de aparatos en uso. Uno de los mas peligrosos efectos nocivos de este invento es que millares, o quizás millones de compatriotas han caído presos de una adicción tremenda de este adelanto tecnológico. Es tan grave esta adicción que son millones de Lempiras diarios los que malgastamos para satisfacer este vicio. Es muy común ver en los lugares públicos, colegios, universidades, oficinas públicas y privadas a personas agachadas mirando fijamente la pantalla de su celular. Para nadie es un secreto que estamos viviendo una crítica situación económica, y resulta paradójico que estenos gastando nuestros pocos recursos con la satisfacción de un vicio. Comprendemos que haya personas que necesitan con mucha frecuencia su celular por motivo de sus trabajos, pero la mayoría gasta su tiempo y su dinero en hablar o discutir asuntos muy triviales. Esta es una forma de idolatría, porque apartamos de nuestro pensamiento a Dios, y lo sustituimos por su majestad el celular. Muchos estudiantes a nivel secundario y universitario que no pueden esperar los recreos para chatear, y lo hacen en plena clase. La mayoría de los negocios en Honduras están pasando por una crítica situación económica, pero las transnacionales que proveen el servicio de telefonía celular no les afloje esta situación. Los hondureños pasamos asechados las veinticuatro horas del día por esa compañía motivándonos para que usemos ese aparatito. Nos envían mensajitos haciéndonos ofertas para que llamemos no solo nacionalmente, sino internacionalmente. Por otro lado, casi todos los medios de comunicación nos invitan a que participemos de rifas de dinero en efectivo. Esto, sumado a las loterías que diariamente se corren, nos tiene peor económicamente a todo el país.

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Lo peor de todo es que quienes mayormente participan en esas rifas y quienes atienden esas cinvitaciones para que permanezcamos agachados frente a la pantallita son las personas más pobres. Aquellos que pasan clamendo que son pobres y que creen que esas rifas los sacarán de su pobreza. Nos preocupa mucho vivir en un país de agachados, ojalá permaneciéramos en esa forma trabajando arduamente para sacar a este país de la situación en que estamos. Ojalá levantemos la cabeza para mirar el cielo para alcanzar el favor de Dios

UNA LECCION EJEMPLAR DE CATEQUESIS

La creciente ola delictiva en nuestras ciudades nos ha obligado a cambiar el día y hora que por muchos años tuvimos en nuestra familia de asistir a la Santa Misa los días sábados a las 6 de la tarde en la Parroquia San Vicente de Paúl de San Pedro Sula. Ahora asistimos al mismo templo, pero los domingos a las 11 de la mañana. El Domingo 25 de Junio pudimos observar algo digno de ser contado porque todos podemos beneficiarnos de este sencillo relato. Observamos a cierta distancia a un padre de familia, que estaba con todos sus hijitos en Misa. Después de la comunión, el papá le explicaba y demostraba a una de sus hijitas la forma correcta de tomar la Sagrada Eucaristía en sus manitas. Pudimos además adivinar mediante sus gestos cómo el papá le decía que debía tener cuidado si algún pequeño pedacito había quedado en sus manos y que debía consumirlo también. Ni el padre ni la hijita se percataron que los estábamos observando con sumo interés. Nos pareció ver a San José instruyendo al Hijo Unigénito de Dios las cosas básicas de la Ley hebrea. Nos pareció ver en ese papá a un San José del Siglo XXI que con mucho amor enseñaba a su hijita algo tan importante y básico como es la forma en que debemos recibir la Sagrada forma en nuestras manos. Los padres así son la esperanza de la Iglesia y de la humanidad. Mientras haya papás como el de nuestro relato, habrá familias sanas. Queda evidenciado que no todo lo que aún vemos en nuestros templos es negativo. Suceden también cosas muy hermosas que nos llenas de optimismo. Pero hay que tener esa sensibilidad en el alma para poder ver

esos actos sencillos y hermosos. Se nos ha repetido hasta la saciedad que los primeros evangelizadores en las familias somos los padres. Ninguna catequista en la Iglesia logrará impactar el alma de un niño(a) como lo habrá logrado ese papá que demuestra el entrañable amor a su hija enseñándole algo tan hermoso. El Papa Juan Pablo II en su libro “Cruzando el Umbral de la Esperanza” narra la forma cómo su papá influyó en él y lo orientó en su fe cuando era niño. Creemos que los papás que así actúan ya tienen adelantado su camino al cielo. Ojala los padres, especialmente los que tienen hijos menores de edad no olviden esta sublime tarea que tienen porque en ella nadie los puede sustituir. Hemos conocido muchas personas mayores que nos han dicho que no olvidan aquellas felices tardes, en que cómodamente sentados en el regazo de la abuela, aprendieron a rezar el Santo Rosario. Esas son lecciones que nunca se olvidan. Son cosas que se gravan muy adentro de nuestras almas, y cuando somos mayores, pase lo que pase, no olvidamos esas sencillas pero maravillosas lecciones de catequesis. ¿Cuántos de nosotros aprendimos a persignarnos ayudados por mamá? ¿Cuántos aprendimos a rezar el Padre Nuestro, el Ave María, Yo Pecador, etc. de los labios de mamá? Hoy la vida exige a los padres a trabajar fuera de casa. El ajetreo los hace cansarse por las duras tareas que a diario realizan, pero aun así no se puede olvidar o “dejar para mañana” la sacrosanta tarea de catequizar a nuestros hijos. Se nos ocurre pensar que en el hogar de esa familia que ha motivado este artículo, se siente y se vive con profundidad el amor a la Eucaristía. Nos fijamos además que al momento en que el Padre Vicente Pastor consagraba el vino y el pan, todos ellos estaban de rodillas. Esa fue una muestra más de los frutos espirituales de ese grupo familiar. El que escribe esta columna no solamente se fija en las cosas negativas, o resabios que algunos de nuestros hermanos no quieres abandonar dentro del templo. El Señor aún nos permite ver los sucesos hermosos como el que hoy nos ocupa. Somos testigos también de papás de niños(as) muy pequeños que tienen que hacer un enorme esfuerzo para poder seguir con atención la liturgia porque los chiquitines quieres continuar jugando. Ellos, a su corta edad, adoran también a ese

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Cristo que se hace presente en el Altar, pero a su manera. Esa es otra etapa que, los que hemos sido bendecidos con el don de ser padres, hemos tenido que pasar. Algunos papas optan por no llevar a los chiquitines al templo porque “mucho molestan”. Se olvidan de aquellas palabras de Cristo cuando dijo: “Dejad que los niños se acerquen a Mi y no se lo impidáis, porque de los que son como ellos es el Reino de Dios” ( Mt. 19, 14 )

UNA FELÍZ IDEA DE NUESTRO CARDENAL

Con ocasión de la celebración de la Semana de la Caridad en la Parroquia San Vicente de Paúl, tuvimos la dicha de tener entre los conferenciantes invitados a su Excelencia Oscar Andrés Cardenal Rodríguez Maradiaga SDB. Como ya es costumbre, nuestro Cardenal hizo una exposición clara y contundente sobre los más grandes problemas de nuestra querida Honduras. Por razones de espacio no podemos hacer una reseña completa sobre los temas que abordó nuestro querido Pastor, pero queremos concentrarnos en uno sólo de los problemas enfocados. Hablando sobre el tema de la violencia, dijo que es vergonzoso que todos los días, en los periódicos que circulan en nuestro país se compite a quién saca las primeras páginas más sangrientas del día. Aquél que logra hacer una toma fotográfica de las víctimas, se supone que se lleva los primeros lugares. Los dueños de los medios de comunicación saben perfectamente el daño que le hacen a la sociedad, especialmente a la juventud y a la niñez con esta clase de publicaciones, pero eso no importa. Lo importante es captar más publicidad y lograr un mejor tiraje. En pocas palabras, lo importante es hacer dinero. Cuánta razón tenía San Francisco de Asís cuando dijo que “el dinero es estiércol del demonio”. Desde todo punto de vista es motivo de vergüenza esta forma de hacer dinero, pero también es vergonzoso que los católicos permanezcamos impávidos ante tal conducta. El Cardenal preguntó, ¿qué pasaría si los hondureños nos pusiéramos de acuerdo y dejar de comprar esos periódicos y ver los noticiarios sangrientos?. Esta idea del Cardenal nos ha llevado a pensar que sería de mucha utilidad si los

grupos laicales de nuestra Iglesia nos pusiéramos de acuerdo, y entre todos planear una campaña en contra de la sangre en los medios de comunicación. Los estadounidenses tienen una bonita forma de protestar cuando algo no les gusta. Ellos no se toman Carreteras ni atentan contra la libertad de nadie. Sencillamente se ponen de acuerdo y ponen en sus automóviles, árboles, las solapas de su vestimenta, etc. unos pequeños banderines en señal de desacuerdo con algo específico. En nuestra Iglesia Católica hay grupos de laicos muy bien organizados que hacen una maravillosa labor dentro de la misma. Sería lindo si los dirigentes de esos grupos pudiéramos iniciar una campaña en ese sentido. Estamos seguros que nuestros hermanos separados también se unirían gustosamente. Sería además una pequeña muestra de acercamiento a ellos y dejarles saber que son nuestros hermanos que adoramos al mismo Dios. Los católicos no podemos permanecer sin hacer nada. Tenemos que tomar acciones que demuestren nuestro repudio a esa “Cultura de la muerte” como la llamó su Santidad Juan Pablo II, y que nuestro Cardenal ha hablado siempre sobre ese tema. La idea de nuestro Cardenal no debe caer en saco roto. De antemano sabemos que los medios de comunicación de nuestra Iglesia Católica se unirían con mucho gusto a esta campaña. Si no hacemos nada, nos convertiremos automáticamente en cómplices de estos mercaderes sin escrúpulos. Ya nos tienen acostumbrados a ver cuadros dantescos en las primeras planas de los periódicos y en las noticias más destacadas de la televisión nacional. Ya no nos extraña ver cuerpos mutilados y escenas terribles que ponen a cualquiera horrorizado. Por otro lado, se puede decir que es muy difícil encontrar en la programación de las televisoras locales algún programa que nos deje algo positivo y que nos llene de optimismo, y nos deje motivados a pensar y actuar positivamente. Nuestros niños están bombardeados de películas y programas de dibujos animados altamente violentos. Los medios de comunicación social están llamados a orientar a la ciudadanía. Son tan importantes, que hay varios documentos pontificios sobre ese tema. Quizá en nuestras Escuelas de Periodismo no las conocen, o es que los medios de comunicación los obligan a

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hacer reportes sangrientos. Dicen por ahí que el malo es malo hasta donde los buenos los dejan. Es hora de que nos pongamos la mano en la conciencia y actuemos responsablemente. Debemos enviarles un mensaje tan enérgico a los comunicadores que ya estamos cansados de tanta basura. Ese tipo de basura es más dañina que la que inunda nuestras principales ciudades hondureñas, en donde se dice que el turismo es una de nuestras prioridades. Aunque estamos lejos de pretender un protagonismo en esta causa, sugerimos a los que tengan interés en este tema, se comuniquen con nosotros para afinar lo que podría ser una campaña que pueda lograr un cambio positivo. En todos nuestros artículos aparece al pié nuestro correo electrónico para que nos pongamos de acuerdo. Los que no dispongan de medios para ayudar, pero que simpatizan con la idea de nuestro Cardenal, les rogamos que oren al Príncipe de la Paz para que Él nos regale ese Don divino.

Una meditación del Santo Padre

El día miércoles 2 de Junio el Santo Padre hizo una meditación en la ciudad del Vaticano al cierre de Mayo, mes dedicado a la Santísima Virgen María. Por considerar esta meditación como de suma importancia para acrecentar nuestra devoción a la Reina de todo lo creado, mes permitimos transmitírsela a los lectores de FIDES, con nuestros comentarios sobre la misma. Dijo el Vicario de Cristo <<estoy contento de unirme a vosotros en la oración, a los pies de la Virgen Santa, a la que hoy contemplamos en la Fiesta de la Visitación. Saludo y le doy las gracias al señor cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la Basílica de San Pedro, a los cardenales y obispos presentes, y a todos los que os habéis reunido aquí esta noche. Ya entrando en materia, y swapués de esta corta introducción, el Papa dijo: << Como conclusión del mes de Mayo, queremos unir nuestras voces a la de María, en su mismo cántico de alabanza, con Ella queremos alabar al Señor por las maravillas que continúa haciendo en la vida de la Iglesia y de cada uno de nosotros. En particular, ha sido y continúa siendo para todos nosotros, motivo de gran alegría y agradecimiento, haber comenzado este mes mariano con la memorable Beatificación de Juan Pablo II. ¡Qué gran don

de gracia ha sido, para toda la Iglesia, la vida de este gran Papa! Su testimonio continúa iluminando nuestras existencias y nos empuja a ser verdaderos discípulos del Señor, ha seguirlo con la valentía de la fe, a amarlo con el mismo entusiasmo con el que le dio a Él su propia vida. ¡Que forma tan linda, justa y honesta para referirse a su antecesor! Esas palabras además denotan que Benedicto XVI todavía sigue festejando muy adentro de su corazón su reconocimiento, admiración y respeto por nuestro querido Beato. Un hombre que llegó a conocerlo a través del trato diario a través de muchos años. Dijo además el Santo Padre: <<Meditando hoy la Visitación de María, nos vemos impelidos a reflexionar sobre esta valentía de la fe. Aquella a la que Isabel acoge en su casa es la Virgen que “ha creído” en el anuncio del Ángel y ha respondido con fe, aceptando con valentía el proyecto de Dios para su vida y acogiendo así, en sí misma, la Palabra eterna del Altísimo. Como destacaba mi beato Predecesor, en la Encíclica Redemptoris Mater, y mediante la fe que María ha pronunciado su “fiat”, “se ha abandonado a Dios sin reservas y 'se ha consagrado totalmente a sí misma, como esclava del Señor, en la persona y en la obra de su Hijo'” (n. 13; cfr CONC. ECUM. VAT. II, Cost. dogm. Lumen gentium, 56). >>

UNA PALABRA DEL SANTO PADRE

Otra de nuestras inquietudes cuando nos decidimos a incursionar en este campo ha sido el de hacer énfasis en aquellas declaraciones, escritos, Encíclicas, Exhortaciones Apostólicas, etc. del Santo Padre. Sabemos que por razones de tiempo, quizá, o por alguna dificultad en accesar a esos escritos, pasan desapercibidos por la mayoría de nuestros hermanos laicos. Por otro lado, estamos convencidos que la palabra del Obispo de Roma es la voz del mismo Pedro. Es el llamado que el Pastor hace a sus ovejas y, consecuentemente estamos obligados a divulgar en lo posible esos escritos. En esta oportunidad queremos referirnos a las palabras que recientemente proclamó su Santidad Benedicto XI. La primera la

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pronunció durante la Misa con ocasión de la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen. Nos llamó la atención en el sentido “que no se quiten los crucifijos de los lugares públicos”. Durante la homilía de la Misa celebrada en la Iglesia parroquial de la localidad de Catelgandolfo, el Papa explicó “que es importante que Dios esté presente en la vida pública con la señal de la cruz en las casas y en los edificios públicos” El sucesor de Pedro explicó al respecto en palabras improvisadas que “donde desaparece Dios, el hombre no crece porque pierde su dignidad y se convierte en fruto de una evolución hueca, y por ello puede ser usado y abusado”. Continuó diciendo el Papa que “en la época moderna, el hombre ha creído que dejando de lado a Dios y siguiendo solos, nuestros días y nuestra voluntad seríamos verdaderamente libres, pero esto no ha sucedido” concluyó. Cuanta razón tiene nuestro pastor cuando nos dice que nos hemos convertido en una evolución hueca. Gran parte de la humanidad está siguiendo falsos líderes, tan vacíos y huecos como ellos. Entre esos líderes abundan los artistas, cantantes, presentadores de radio y televisión, etc. No es difícil ver en las noticias de la TV a grandes grupos de jóvenes y otros no tan jóvenes, gritando histéricos a los pies de un cantante de moda. Felizmente también hay muchísimos jóvenes a lo largo y ancho del mundo que quieren seguir a Cristo, y están dando testimonio con sus vidas. A cualquiera llena de emoción y esperanza ver a esa enorme multitud de jóvenes reunidos en Alemania para mostrar su solidaridad con el Papa. La cantidad de jóvenes que espiritualmente lo acompañan desde sus países, porque por diversas razones no pueden estar presentes físicamente en Alemania, seguramente es mucho mayor. Nos invitó a “dejar espacio a Dios en la vida privada y pública para recuperar el respeto por la dignidad humana”. Estas palabras las pronunció en la homilía de la Misa que celebró en la Parroquia de Santo Tomás de Villanueva de la localidad de Castelgandolfo. En esta oportunidad habló del “Magníficat” cuando dijo “este canto maravilloso en el que María desea que Dios sea grande en el mundo y en nuestras vidas” Continuó diciendo el Papa que la humanidad ha pensado que

“arrinconando a Dios y siguiendo sólo nuestras ideas y nuestra voluntad, seremos verdaderamente libres”. El hombre es libre solamente cuando reconoce la grandeza de Dios. La Santísima Virgen es grande a los ojos de su Creador porque reconoce su total y completa dependencia de su Señor. No bastando eso, ella misma se declara su “esclava”. Cuando el hombre trata de “arrinconar” a Dios, para usar la misma palabra del Santo Padre, lo único que consigue es alejarse de la verdad; y recordemos que Jesús nos enseña que “la verdad nos hará libres”. Nos dice además el Vicario de Cristo que “hacer grande a Dios en la vida pública y en la vida privada significa dar espacio cada día en la vida a Dios. Comenzando con la oración de la mañana, dando tiempo a Dios, ofreciendo el Domingo a Dios. Si Dios entra en nuestro tiempo, todo el tiempo se convierte en más grande, más amplio, más rico”. En Amapala, mi pueblo natal, decimos que nadie con una luz se pierde. El Vicario de Cristo y Pastor Universal de la Iglesia es muy claro en su mensaje. El Catecismo que aprendimos cuando éramos niños nos enseñaba que el primer mandamiento de la Ley de Dios es “Amar a Dios por sobre todas las cosas”. De manera que su Santidad solamente viene a recordarnos algo que de sobra sabemos, pero que no mostramos ningún interés en ponerlo en práctica. Felizmente Dios es muy paciente y misericordioso. Ojala no posterguemos mas el ponerlo a El en primer orden en nuestras vidas.

VACÍOS DE DIOS Cuando nos acercamos a la postrimería de nuestras vidas, y ya hemos sido relevados en parte o totalmente de las obligaciones y trabajos que nos impone la vida, muchas personas, especialmente los hombres viejos, nos damos a la tarea de re-examinar nuestras vidas, y además a observar los problemas y dificultades que nuestros hermanos están sufriendo. Una de las reflexiones que en lo personal hemos hecho, es que la mayoría de los cristianos, mientras estamos jóvenes y activos, vivimos vacíos de Dios. Pasamos tan afanados en resolver los problemas nuestros y de nuestras familias, que nos llenamos de esos problemas, y no alcanza espacio para

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Dios. Estamos tan acostumbrados a resolver nuestros problemas confiados en la tecnología que nos absorbe de tal manera que terminamos creyendo que allí es donde están las soluciones a nuestros problemas y dificultades. El problema es todavía mas grave cuando llegamos al punto en que por motivos de salud, edad, etc. ya dejamos de ser protagonistas en la vida nuestra y de nuestras familias. Ya son otras personas las que deciden por nosotros, y eso nos lleva a un punto de impotencia, frustración, depresión, etc. Muchos problemas cardíacos en adultos mayores tienen su origen en esa situación. Aunque el que escribe esta columna no es Médico, y mucho menos Cardiólogo, nuestro Médico de Cabecera siempre nos recomienda tomar las cosas con calma, a la vez que pongamos nuestras vidas en las manos de nuestro Creador para que nos conceda el don de la serenidad y de aceptar con humildad nuestra nueva situación. Los adultos mayores debemos tratar de vaciar nuestros corazones de todas aquellas pasiones y ataduras que a lo mejor nos mantuvieron vacíos de Dios durante gran parte de nuestras vidas, para llenarlas de Dios. Sabemos por experiencia que esto no es fácil, pero que todo se hace más factible cuando acudimos como niños indefensos al regazo de nuestra Madre Celestial. Para Ella seguimos siendo niños, y nos trata con una ternura especial como la que utilizó para arrullar a su Hijo Unigénito. Como seres inteligentes debemos comprender que esta es una situación irreversible, y que el único recurso que nos queda es aceptarla con alegría, tratando de vivir felices y haciendo felices a nuestros familiares, vecinos, amigos, etc. A lo largo de nuestra vida hemos conocido ancianitos y ancianitas que vivieron sus últimos días con una sonrisa en sus labios. Que no se dejaron vencer por sus limitaciones, y que siempre encontraron muchísimas oportunidades para agradecer a Dios por haber llegado a la situación en que se encontraban. No es justo dejar una imagen de viejito o viejita cascarrabias y malhumorada. Recordamos a una querida abuelita en nuestra familia que su trato para con toda la familia era decirnos “cosita linda”. Esa linda imagen perdurará

por mucho tiempo en la mente y el corazón de los que la conocimos y amamos.

VACUNA CONTRA EL ORGULLO

Es muy difícil encontrar a una persona que no sea orgullosa. Y no es que el orgullo en sí sea malo. Uno puede sentirse orgulloso de su país, de sus padres, de sus hijos, etc. Creemos que ese tipo de orgullo es sano, pero el ser orgulloso porque uno se sienta o se crea superior a sus congéneres, o no tolerar ni aceptar equivocarse nunca, o creerse dueño de la verdad, eso ciertamente no es sano. Es algo de lo que difícilmente nos podemos deshacer, y que finalmente nos lleva a la soberbia. Es algo así como una enfermedad de la que muy pocos y contados pueden escaparse. El Cardenal Albert Vanhoye, jesuita de 82 años, profesor y rector emérito y profesor del Instituto Pontificio Bíblico, explicó el día 16 de Julio del presente año que “La devoción al Corazón de Jesús es una lección de humildad, renuncia completa a la violencia y amor generoso que habla a los hombres de hoy y les ayuda a vencer cerrazones y superficialidad” Vale la pena mencionar que el referido Príncipe de la Iglesia fue educado desde los 4 hasta los 11 años en un Instituto del Sagrado Corazón. Después continuó sus estudios en un seminario menor al Norte de Francia donde diariamente se hacía el ofrecimiento del Apostolado de la Oración. Confiesa hoy su Eminencia que en ese período en que nació su vocación al sacerdocio. Ha sido ese mismo Sacratísimo Corazón el que ha estado siempre a su lado como sacerdote, y hoy como Cardenal. No pasa desapercibido para el Cardenal Vanhoye que en algunos círculos de fieles y sacerdotes esa devoción ha pasado a un segundo término porque no quieren caer en lo que se llama “devocionismo”. Explica el Cardenal que “ No se trata de una devoción superada; por el contrario, es actual e incluso esencial si se hace bien. Sin esta unión no podemos vivir plenamente el amor que viene de Dios ni llegar a ser humildes. Por el contrario, corremos el riesgo de alimentar solo orgullo y soberbia. Por otra parte, es el mismo Evangelio el que nos presenta una

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religión del corazón, lejana de la exterioridad”. Por otro lado, si pretendemos ser cristianos, es decir “seguidores de Cristo” debemos imitarlo en todo lo que nos sea posible. En Mateo 11 encontramos que Él nos dice “Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón” El Maestro nos invita a esforzarnos para que nuestro humilde corazón sea como el de El. Esta tarea podría considerarse como irrealizable, pero recordemos que Dios nunca nos pedirá imposibles. El Santo Padre Benedicto XVI está también en esta línea de pensamiento. En su Encíclica “Deus Caritas Est” menciona varias veces el costado traspasado y del Corazón de Jesús, verdadero manantial del amor. De acuerdo con el Santo Padre, la devoción al Corazón de Jesús no puede detenerse en la sola humanidad de Jesús, porque precisamente esta es expresión del amor de Dios al mundo que puede ser experimentado y por tanto testimoniado sólo mirando aquél costado traspasado. La devoción al Corazón de Jesús es una auténtica vacuna contra el orgullo. Tiene la virtud de abrir poco a poco nuestros corazones al amor infinito de Dios. Nos hace madurar espiritualmente y además permite que nuestro humilde corazón pueda recibir con más claridad la voluntad de nuestro Padre Celestial. Abrir nuestros corazones al amor de Dios nos acerca mucho al Corazón Inmaculado de María, y nos permite que como Ella, podamos sobrellevar nuestras vidas con mayor tranquilidad y sosiego. Cuando estamos vacunados contra el orgullo, muy difícilmente nuestro enemigo podrá vencernos. Resistiremos más y mejor sus acechanzas y mentiras. Basados en la experiencia el Cardenal Vanhoye, podemos afirmar que la devoción al Sagrado Corazón es semillero de vocaciones sacerdotales y religiosas. Los que no hemos recibido esa vocación también salimos beneficiados. Aún tenemos fresco en nuestro recuerdo el grupito de niños que en nuestra nativa Amapala nos juntábamos por las tardes allá por la época de los 40 a rezar el Santo Rosario al Sagrado Corazón de Jesús. Esa experiencia quedó fuertemente gravada en nuestra alma. Hoy suspiramos cuando evocamos esos momentos tan lindos que nos tocó vivir.

No en vano nuestra Santísima Madre continuamente nos llama a volver a nuestras raíces católicas. Esas devociones que a algunos les parecen pasadas de moda tienen tanta actualidad que muchos Obispos y Cardenales a lo largo y ancho del mundo no se cansan de recordárnoslas.

VAMOS A CUIDAR NUESTROS MODALES

Parte 1 Cuando Dios se le aparece a Moisés en la zarza ardiente, lo primero que le dice es “sácate las sandalias………en lugar que pisas es santo”. Esto nos habla del necesario respeto a lo divino, del sentido de lo sagrado. Jesús se vio obligado a poner orden en el Templo de Jerusalén, echando a los mercaderes y cambistas que deshonraban la Casa de Dios. Hay una distancia infinita entre Dios y el hombre: el amor y la confianza que proceden de la filiación divina no conllevan – seria un contrasentido – una falta de respeto o igualdad de situación delante de nuestro Creador. Por esas y por miles razones mas debemos cuidar las posturas, gestos, etc. de manera particular: no es cuestión de reglas fijas (algunas cosas no están prescritas por la Iglesia), pero cierta “rigidez” es necesaria al principio porque son pequeñas y numerosas, para que les quede grabado un estilo. El primer Mandamiento de la Ley de Dios, como todos sabemos, es Amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma. Ese amor incluye muchas cosas, por ejemplo: nuestros gestos, forma de vestir, comportamiento, etc. especialmente cuando estamos en el templo. El amor se nota. Y si no se nota…..es que es demasiado débil. En la Iglesia hay normas litúrgicas que garantizan el cuidado del culto a Dios. Una especie de “protocolo” para lo sagrado, modos cómo debemos tratar a Dios y Sus cosas. Ante muchos descuidos e irreverencias con la Eucaristía, el Magisterio de la Iglesia se ha visto obligado a recordar e insistir repetidamente estos temas. Estamos hablando de los documentos Pontificios: “ECCLESIA DE EUCHARISTIA”,

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REDEMPTORIS SACRAMENTUM, INSTRUMENTUM LABORIS, etc. .No es la primera vez que nos ocupamos de este tema. Hace aproximadamente un año escribimos un artículo donde comentábamos que en la mayoría de los templos, los días domingos y antes de las Misas, se forman unas tertulias espectaculares que hacen que la Casa de Dios parezca un parque, una fiesta familiar, o una tertulia entre amigos. Se nos ocurre que si Cristo se hiciera presente de la misma forma cuando echo los mercaderes del templo, a lo mejor nos echaría también a nosotros por irrespetuosos. Hemos dicho que, deberíamos aprovechar esos minutos para iniciar un diálogo de amor con nuestro Salvador y Redentor.

VAMOS A CUIDAR NUESTROS MODALES

Parte 2

Continuando con el tema que iniciamos la semana recién pasada, conviene recordar que hay una serie de cuidados que no están preceptuados como leyes litúrgicas, pero que siempre hemos vivido los católicos como expresión de reverencia y amor. Es parte del patrimonio espiritual de la Iglesia. Por eso, y por muchísima razones más, debemos ser cuidadosos con todos los detalles cuando estamos en la Casa de Dios. Es muy frecuente observar que, cuando el campeonato de fútbol está en sus etapas más interesantes y apasionadas, que muchos hermanos y hermanas asisten al templo luciendo la camiseta del equipo de sus simpatías. Cuando observamos esto nos preguntamos: ¿Se vestirían así estos hermanos si en lugar de venir al encuentro con nuestro Redentor, vinieran a entrevistarse con el Presidente de la República u otro personaje importante del círculo social o político? Nos imaginamos que no se vestirían de esa manera tan informal. Si los días domingos tenemos un encuentro amoroso con nuestro Dios, si tenemos conciencia del respeto y adoración que le debemos al Rey de Reyes y Señor de Señores, debemos lucir los mejores atuendos de que dispongamos, de acuerdo a la dignidad de nuestro Dios y Redentor. Cuando asistimos al santo sacrificio de la Misa, y una vez que el celebrante nos invita a

arrepentirnos de nuestros pecados, o sea, durante el rito de la Penitencia, deberá haber un poco de “silencio sagrado” o como también se le conoce “silencio litúrgico”. Debe ser el momento en que entrando en nosotros mismos, reconozcamos nuestra condición de pecadores y nuestra actitud de arrepentimiento. Esto no es posible si inmediatamente después de la invitación que los hace el celebrante, el coro inicia el canto de penitencia. Esto último es muy necesario, pero también es importante el recogimiento espiritual de un par de minutos para ponernos en paz con Dios y con nuestros hermanos. Durante la celebración Eucarística hay momentos en que debemos permanecer sentados, en otras ocasiones debemos estar de pie, mientras que en otras de rodillas. La situación de rodillas va desde la epíclesis hasta después de la consagración en la Plegaria Eucarística. Una vez mas insistimos: cuando el celebrante llega a la Doxología, solamente él exclama la oración: “Por Cristo, con El y en El, a Ti OH Dios omnipotente, con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos” El Amén que sigue a continuación debe hacerse con firmeza, con alegría, porque de esa forma estamos confirmando nuestra fe en los sagrados misterios que acabamos de vivir.

Viviendo de espalda a Dios

La homilía del Santo Padre el día 6 del presente mes de Febrero, y con ocasión de la ordenación de cinco nuevos Obispos en la Basílica de San Pedro en Roma, el Vicario de Cristo tocó muchos temas importantísimos en la vida del hombre. Desde luego que no podremos comentarlos todos, y por esa razón hemos escogido solamente uno de ellos: El Papa dijo: << “La mies es abundante” - también hoy, precisamente hoy. Aunque pueda parecer que grandes partes del mundo moderno, de los hombres de hoy, vuelven las espaldas a Dios y consideren la fe una cosa del pasado – existe aún el anhelo de que finalmente se restablezcan la justicia, el amor, la paz, que la pobreza y el sufrimiento sean superados, que los hombres encuentren la alegría>>

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Efectivamente, el mundo moderno parece estar dándole la espalda a Dios para vivir a su manera. Muchos católicos parece que ya se acostumbraron a vivir en el pecado. Han logrado acallar sus conciencias para vivir en “unión libre”, que de repente no tiene nada de libre y sí se una esclavitud al pecado. Concretamente en Honduras, la mayoría de las parejas, o solamente contrajeron matrimonio civil, o no contrajeron ninguno y aparentemente viven felices dentro del pecado porque ya se acostumbraron a él. Resulta igual cuando usted llega a un sitio en donde percibe un mal olor, pasan los minutos y su nariz empieza a acostumbrarse y de repente ya no siente nada. Cuando uno peca, la conciencia empieza a atormentarlo, siente un remordimiento que no lo deja tranquilo ni siquiera cuando dormimos. Cuando eso sucede hay una esperanza porque indica que nuestra conciencia está muy despierta. El problema es cuando uno peca y se queda tan tranquilo y hasta se atreve decir: “Yo no peco, no robo, no he matado a nadie” Los que así piensan no se dan cuenta que sí matan; han matado su propia conciencia que ya no les reclama nada. Cuando observamos los acontecimientos políticos y sociales en el mundo entero, incluyendo a Honduras, nos damos cuenta que estamos en medio de una gran hipocresía, al grado que los grandes hipócritas acusan de su pecado hasta a la Iglesia fundada por Cristo y que por tanto es santa, sin dejar de ser pecadora, pero no hipócrita. Una cosa es que en nuestra Iglesia habremos muchos hipócritas y otra muy diferente es que la Iglesia en sí lo sea. El maligno está llevando al mundo a una gran confusión, de la única manera en que podemos mantenernos al margen de eso es mediante la oración. Por eso insistimos tanto en el rezo diario del Santísimo Rosario.

VIVAMOS NUESTRO BAUTISMO

¿Algunos hermanos nos han preguntado por qué Jesús, siendo Dios se hizo bautizar por Juan? Aprovechando que este Domingo se celebra la solemnidad del Bautizo del Señor, y con ella se cierra el tiempo litúrgico de la

Navidad, haremos algunas reflexiones sobre este tema. La escena que nos presenta el Evangelio de hoy es hasta cierto punto muy impresionante, que podría resultar un poco incomprensible, y hasta escandalosa. Pero tenemos que “modo” que Dios emplea para salvarnos. Cristo se pone humildemente en la fila de los pecadores, y aunque no lo necesitaba, se somete también a un bautismo de penitencia…….Se ha hecho semejante a nosotros en todo, y por eso no se avergüenza de colocarse en la fila de aquellos que se preparaban para la llegada del Reino de Dios. Tampoco se avergonzó de nosotros cuando tomó sobre sí todos nuestros pecados, y subió a la Cruz como si fuese un delincuente. No cabe duda que el bautismo que recibió nuestro Salvador fue muy “especial”. Ciertos hechos nos indican que con El comienza un nuevo bautismo. En otras palabras, comienza una nueva etapa de relación entre Dios y los hombres: el cielo viene a nosotros, y nosotros vamos allá. Viene con Cristo y el Espíritu Santo. En una palabra: llega todo, porque Dios mismo viene, y El será para nosotros y nos dará todo. El tiempo es oportuno para que nosotros, los bautizados, reflexionemos un poco sobre este sacramento tan importante en nuestras vidas. Aprovecho para narrar lo que me sucedió un día en que, conversando con un amigo muy querido sobre el tema del bautismo, le dijimos que mediante él somos insertados al Cuerpo Místico de Cristo, y que además compartimos la condición de Sacerdotes, Profetas y Reyes. El amigo en cuestión se quedó un poco sorprendido y hasta un poco incrédulo. Le dijimos que eso no era invento nuestro, sino que es una verdad que está contenida en las Sagradas Escrituras. Estamos frente al comienzo de una nueva humanidad, divinizada. En la proposición que San Marcos hace en su Evangelio, el Padre no “presenta” a Su Hijo (“Este es mi Hijo amado”, sino que se dirige a El (“Tú eres mi Hijo…….”) Cristo nos representa a todos, que desde ese momento pasamos a ser hijos amados, complacencia del Padre. Cuando somos bautizados, esta vocación eterna se verifica efectivamente, verdaderamente somos una nueva creación. Por lo tanto, nuestra dignidad, nuestra gloria, y nuestro

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compromiso pasa por VIVIR NUESTRO BAUTISMO.

¿Y USTED, DE QUÉ SIGNO ES?

Con mucha frecuencia oímos o se nos hace la pregunta que encabeza este artículo. El interpelado contesta: Yo soy Virgo, o Yo soy Acuario, etc. Si ese dialogo se desarrollara entre paganos sería lo mas normal del mundo, lo grave es que siempre lo escuchamos entre "cristianos". Por tratarse de una situación tan común, hemos creído conveniente examinarla de la siguiente manera y DESDE LAS BANCAS. Los que creen tener un signo que rige sus vidas son creyentes de la astrología, que de acuerdo con el diccionario, la astrología es el estudio de los cuerpos celestes con el fin de interpretar y predecir el futuro y es una forma de adivinación. No se debe confundir con la Astronomía que es el estudio científico de los cuerpos celestes, y consecuentemente no tiene nada de adivinación. La astrología apareció en el mundo helenista (griego) en el sigo III A.C. como una síntesis de las religiones astrales de los Caldeos y los Egipcios con las matemáticas y la astronomía griega. Su influencia abarcó todas las ramas de la vida humana. Los cristianos, los que tenemos a Cristo como único Salvador del hombre, y a María Santísima como modelo, no podemos en ningún momento creer en la influencia de los astros sobre nuestras vidas. Los Santos Padres: San Tertuliano, San Agustín y otros, denunciaron las predicciones astrológicas, a menudo identificándolas como demoníacas. San Agustín acusó la astrología en su tratado "La Ciudad de Dios “por ser un sistema fatalista que niega la libertad humana. San Pablo critica la observancia de días especiales (Gal. 4,9-10) y la devoción a los poderes cósmicos (Rom. 8, 39; Col. 1,16, 2,8-20). Todos los Papas han condenado la práctica que nos ocupa, especialmente el Papa Inocente III que la condenó muy enérgicamente. Por otro lado, el Catecismo de la Iglesia, en el No. 2116 nos dice lo siguiente: <Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a satán o a los demonios, la

evocación a los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone "desvelan" el porvenir. La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso de médiums, encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios>. Es muy común, que cuando comienza un año, aparecen por todos lados "adivinadores, brujos, santeras, clarividentes, etc." que difunden profusamente sus creencias. Hay programas de radio y televisión nacional y extranjera que nos llega por cable, que están plagados de ese tipo de material. En cambio, a muy pocos les interesa oír o leer sobre la Iglesia tiene que decir al respecto. Algunos, muy ingenuos, creen que eso del horóscopo y la adivinación es un simple juego inofensivo. Creen no hacerle daño a nadie, y mucho menos a ellos mismos con ese tipo de prácticas. La verdad es que esa es la forma predilecta en que el padre de la mentira se presenta. Esas prácticas se van adueñando poco a poco de nuestras almas hasta que terminamos llenándolas de tanta basura que nos hace imposible abrir nuestros corazones a Dios. En las Sagradas Escrituras encontramos que en ocasiones, Dios se puede valer de los astros para atraer a los paganos hacia Cristo. Pero una vez que lo han encontrado, ya no deben volver a las antiguas prácticas. Cristo es la plenitud de la Revelación, la Sabiduría encarnada, el Pastor y Guía de nuestras almas, el "sol que nace de lo alto". Su luz es incomparablemente mayor a la de todos los astros. También Dios se puede valer de los astros para llamar nuestra atención a un gran evento o mensaje que nos desea dar a conocer. Por ejemplo, al morir Jesús, el sol se ocultó (Mt. 27, 45; Mc. 15,33; Lc. 23,44). En Fátima ocurrió un milagro del sol. Estos eventos, a diferencia de la astrología, corroboran o confirman un mensaje que Dios ha revelado y tienen como único propósito apuntar hacia la revelación divina. No son, como la astrología, iniciativa del hombre en busca del futuro, no sustituyen a Dios y la revelación cristiana, sino que la confirman.

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Cuando a mi me preguntan mi signo, contesto indefectiblemente que mi único signo es CRISTO RESUCITADO ¿Y usted mi querido hermano(a) qué contestará la próxima vez que le hagan esa pregunta?

YAVEH o JEHOVA En las Biblias evangélicas encontramos que a Dios se lo nombra como a «Jehová» y en las Biblias católicas le damos el nombre de «Yavé». Muchos cristianos se preguntan: ¿por qué esta diferencia en el nombre de Dios? ¿qué debemos pensar de esto? En el fondo no sirve de nada discutir por el nombre antiguo de Dios. Nosotros vivimos ahora en el N. T. y lo que nos importa es hablar de Dios como Jesús hablaba de El. Jesús vino a aclarar el misterio más profundo que hay en el Ser Divino: «Dios es amor». Dios es un «Padre» que ama a todas sus creaturas y los hombres son sus hijos queridos. Jesús mismo nos enseñó que debemos invocar a Dios como «nuestro Padre» (Mt. 6, 9). Para los estudiosos de la Biblia quiero aclarar en esta carta el nombre antiguo de Dios, aquel nombre que los israelitas del A. T. usaban con profundo respeto. La explicación es un poco difícil, porque debemos comprender algo del idioma he-breo, la lengua en la cual Dios se manifestó a Moisés. 1. Los nombres de Dios en el A. T. Los israelitas del A. T. empleaban muchos nombres para referirse a Dios. Todos estos nombres expresaban una relación íntima de Dios con el mundo y con los hombres. En esta carta quiero indicar solamente los nombres más importantes, por ejemplo: En Ex. 6, 7 encontramos en el texto hebreo el nombre «Elohim», que en castellano significa: «El Dios fuerte y Poderoso». En el Salmo 94 encontramos «Adonay» o «Edonay», que en castellano es «El Señor». En Gén. 17, 1 se habla de Dios como «Shadday» que quiere decir el Dios de la montaña. El profeta Isaías (7, 14) habla de «Emmanuel» que significa «Dios con nosotros». Y hay muchos nombres más en el A. T., como por ejemplo: Dios Poderoso, el Dios Vivo, el

Santo de Israel, el Altísimo, Dios Eterno, El Dios de la Justicia, etc. Pero el nombre más empleado en aquellos tiempos era «Yavé» que significa en castellano: «Yo soy» o «El que es». Leemos en Exodo Cap. 3 que Dios se apareció a Moisés en una zarza ardiente y lo mandó al Faraón a hablar de su parte. Moisés le preguntó a Dios: «Pero si los israelitas me preguntan cuál es tu nombre, ¿qué voy a contestarles?». Y Dios dijo a Moisés: «YO SOY EL QUE SOY». Así les dirás a los israelitas: YO SOY me manda a ustedes. Esto les dirás a ellos: YO SOY, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob me manda a ustedes. Este es mi nombre para siempre» (Ex. 3, 13-15). 2. ¿De dónde viene la palabra «Yavé»? Esta palabra es una palabra hebrea, el hebreo es el idioma de los israelitas o judíos del A. T. En este idioma no se escribían las vocales de una palabra sino únicamente las consonantes. Era bastante difícil leerlo correctamente, porque al leer un texto hebreo, uno mismo debía saber de memoria qué vocales tenía que pronunciar en medio de las consonantes. El nombre de Dios: «YO SOY» se escribía con estas cuatro consonantes: Y H V H que los judíos pronunciaban así «Yahveh», y en castellano se escribe YAVE. La pronunciación «Yavé» es sin duda la pronunciación más correcta del hebreo original para indicar a Dios como «Yo soy el que soy» (Los judíos del A.T. nunca dijeron Jehová). 3. ¿De dónde viene la palabra Jehová? Los israelitas del A.T. tenían un profundo respeto por el nombre de Dios: «Yavé». Era el nombre más sagrado de Dios, porque Dios mismo se había dado este nombre. Con el tiempo los israelitas, por respeto al nombre propio de Dios, dejaron de pronunciar el nombre de «Yavé» y cuando ellos leían en la Biblia el nombre de «Yavé», en vez de decir «Yavé» dijeron otro nombre de Dios: «Edonai» (el Señor). Resultó que después de cien años los israelitas se olvidaron por completo de la pronunciación original (Y H V H, Yavé) porque siempre decían «Adonay» (el Señor). En la Edad Media (1.000 a 1.500 años después de Cristo) los hebraístas (que estudiaban el idioma hebreo antiguo) empezaron a poner vocales entre las consonantes del idioma hebreo. Y cuando les tocó colocar vocales en la palabra hebrea Y H

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V H (el nombre antiguo de Dios) encontraron muchas dificultades. Por no conocer la pronunciación original de las cuatro consonantes que en las letras castellanas corresponden a YHVH y en letras latinas a JHVH, y para recordar al lector que por respeto debía decir: «Edonay» en vez de «Yavé», pusieron las tres vocales (e, o, a) de la palabra Edonay; y resultó Jehovah en latín. Es decir: tomaron las 4 consonantes de una palabra (J H V H) y metieron simplemente 3 vocales de otra palabra (Edonay) y formaron así una nueva palabra: Jehovah. Está claro que la palabra «Jehovah» es un arreglo de dos palabras en una. Por supuesto la palabra «Jehovah» nunca ha existido en hebreo; es decir, que la pronunciación «Jehovah» es una del nombre de «Yaveh». En los años 1600 comenzaron a traducir la Biblia a todas las lenguas, y como encontraron en todos los textos bíblicos de la Edad Media la palabra «Jehová» como nombre propio de Dios, copiaron este nombre «Jehová» literalmente en los distintos idiomas (castellano, alemán, inglés...). Y desde aquel tiempo empezaron a pronunciar los católicos y los evangélicos como nombre propio de Dios del A. T. la palabra «Jehová» en castellano. 4. Ahora bien, aun las Biblias católicas usan el nombre de «Yavé» y no el de «Jehová». ¿Está bien? Está bien porque todos los hebraístas modernos (los que estudian el idioma hebreo) están de acuerdo que la manera original y primitiva de pronunciar el nombre de Dios debía haber sido «Yavé» y no «Jehová». «Yavé» es una forma del verbo «havah» (ser, existir) y significa: «Yo soy el que es» y «Jehová» no es ninguna forma del verbo «ser», como lo hemos explicado más arriba. Por eso la Iglesia Católica tomó la decisión de usar la pronunciación original «Yavé» en vez de «Jehová» y porque los israelitas del tiempo de Moisés nunca dijeron «Jehová». 4. ¿Cuál es el sentido profundo del nombre de «Yavé»? Ya sabemos que «Yavé» significa: «Yo soy.» Pero ¿qué sentido profundo tiene este nombre? Para comprenderlo debemos pensar que todos los pueblos de aquel tiempo eran politeístas, es decir, pensaban que había muchos dioses. Según ellos, cada nación, cada ciudad y cada tribu tenía su propio Dios o sus propios dioses. Al decir Dios a Moisés: «YO SOY EL QUE SOY» Él quiere decir: «Yo soy el

que existe: el Dios que existe; y los otros dioses no existen, los dioses de los egipcios, de los asirios, de los babilonios no existen. Yo soy el único Dios que existe». Dios, dándose el nombre de YAVE (YO SOY), quería inculcar a los judíos el monoteísmo (un solo Dios), y rechazar de plano todo politeísmo (muchos dioses) y la idolatría de otros pueblos. El Dios de los judíos (Yavé) es un Dios celoso, no soporta a ningún otro dios a su lado. Él dice: «No tendrás otro Dios fuera de mí» (Ex. 20, 3). «Yo soy Yavé, Dios celoso» (Deut. 4, 35 y 32, 39). El profeta Isaías explica bien el sentido del nombre de Dios. Dice Dios por medio del profeta: «YO SOY YAVE, y ningún otro». «¿No soy yo Yavé el único y nadie mejor que yo?» (Is. 45, 18). La conclusión es: La palabra «Yavé» significa que «Él es el UNICO DIOS», el único y verdadero Dios, y que todos los otros dioses y sus ídolos no son nada, no existen y no pueden hacer nada. 5. El nombre de Dios en el N. T. Más importante para nosotros, que vivimos en el N. T., es saber cómo Jesús hablaba del misterio de Dios. Jesús y sus apóstoles, según la costumbre judía de aquel tiempo, nunca pronunciaban el nombre «Yavé» o «Jehová». Siempre leían la Biblia diciendo: «Edonay» -el Señor- para indicar el nombre propio de Dios. Todo el N. T. fue escrito en griego, por eso encontramos en el N. T. la palabra Kyrios (el Señor) que es la traducción de «Edonay». Pero Jesús introdujo también una novedad en las costumbres religiosas y nombró a Dios «Padre»: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra». «Mi Padre sigue actuando y yo también actúo». «Por eso los judíos tenían ganas de matarlo: porque El llamaba a Dios Padre suyo haciéndose igual a Dios» (Jn. 5, 17-18). Además Jesús enseñó a sus seguidores a hacer lo mismo: «Por eso, oren ustedes así: Padre Nuestro, que estás en los cielos» (Mt. 6, 9). Ahora, el nombre más hermoso que nosotros podemos dar a Dios es el de: «Padre nuestro». 6. ¿Es verdad que en las Biblias de los Testigos de Jehová aparece el nombre Jehová en el Nuevo Testamento? Así es. Los Testigos de Jehová hacen aparecer en el N. T. 237 veces la palabra «Jehová pero eso no es correcto. Cuando en el N. T. se habla de Dios con el nombre «Señor» (Kyrios en griego, Edonay en hebreo) ellos lo traducen

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como Jehová, pero esto es claramente una adulteración de los textos bíblicos. El N. T. habla de Dios como «Padre» o «Señor», pero nunca como «Jehová». Una vez más desconocen la gran revelación de Jesucristo que fue la de anunciarnos a Dios como Padre. 7. ¿Qué es lo mejor para nosotros? Lo mejor es hablar de Dios como Jesús hablaba de El. Meditando los distintos nombres de Dios que aparecen en la Biblia, nos damos cuenta de que hay una lenta evolución acerca del misterio de Dios, y cada nombre revela algo de este gran misterio divino: 1) Dios se manifestó a Moisés como el único Dios que existe, significando esto que los otros dioses no existen. Es lo que significa la palabra «Yavé». 2) Luego ese único Dios se manifestó a los profetas como el Dios de la Justicia. 3) Finalmente en Jesucristo, Dios se manifestó como un Padre que ama a todos sus hijos. Dios es amor y nosotros tenemos esta gran vocación a vivir en el amor. La oración del Padre Nuestro es la mejor experiencia de fraternidad universal. ¿Qué hay que hacer cuando los Testigos de Jehová, los Mormones y los seguidores de otras sectas llegan a la casa de uno para entablar una conversación? «En primer lugar hay que precisar cuál es la verdadera intención de su visita. Por lo general ellos dicen que quieren hablar de la Biblia y conversar acerca de Dios y de la religión. Pero su verdadera intención no es ésta, sino la de arrebatar la fe a los católicos. Eso y nada más es lo que quieren. Quitar a los fieles su fe católica. Hablar de la Biblia o de Dios es sólo el pretexto para llegar a este final que es quitar la fe a los católicos. Y los hechos comprueban esta afirmación, porque sabemos de algunos buenos católicos que por cortesía, buena educación, o por otras razones, aceptaron con-versar con ellos sobre la Biblia o sobre Dios, y se pasaron a ser Testigos de Jehová, Mormones o de otras sectas y abominaron después contra su antigua fe católica. Es decir, hay que tener claro que esta visita de los Testigos de Jehová, de los Mormones o de otras sectas a las casas y familias católicas

no tiene otra intención ni otro propósito que arrebatarles su fe católica. Conociendo esta realidad, la respuesta es obvia: ¿Quiere usted conservar y defender su fe católica? No los reciba. ¿Quiere usted poner en peligro su fe católica? Piense mejor lo que debe hacer». Cuestionario: ¿Es correcto nombrar hoy a Dios con la palabra Jehová? ¿Por qué no? ¿Qué aconteció históricamente? ¿Por qué los israelitas usaban la palabra Adonai? ¿Qué pasó cuando los hebraístas de la Edad Media empezaron a poner vocales a las consonantes? ¿Qué significa la palabra Yavé? ¿Es correcto utilizar hoy la palabra Yavé? ¿Es correcto utilizar la palabra Jehová? ¿Cómo se refirió Jesús a su Padre? ¿Cómo tenemos que nombrar a Dios los cristianos de hoy? ¿Qué evolución del nombre de Dios hay entre A. y N. Testamento? La Santa Biblia El libro que no puede faltar en su hogar.

YO ESTARÉ CON VOSOTROS Aparentemente, y desde nuestra perspectiva hondureña, se podría pensar que el número de fieles católicos en el mundo va en descenso. Hemos escuchado opiniones localmente que al ritmo en que vamos, en un futuro cercano seremos muy pocos los que continuemos en la barca de Pedro. Y es que todos nos formamos un criterio de acuerdo con lo que vemos y oímos, pero la realidad es muy distinta. De acuerdo con el Anuario Pontificio 2006 que presentó su Santidad Benedicto XVI, por medio del Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Angelo Sodano, el día sábado 18 de Febrero del presente año, los católicos en el mundo somos Un mil Noventa y ocho millones. Se ha registrado un aumento de 12,000,000, es decir un porcentaje del 1.1%. El Anuario a que hacemos referencia se presentó en presencia del sustituto para los Asuntos Generales, Arzobispo Leonardo Sandri. En la publicación se destacan algunas novedades, por ejemplo, se han creado 15 nuevas sedes episcopales, una sede metropolitana y una Administración

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Apostólica. Así mismo, se han nombrado 170 nuevos Obispos. De una población mundial de seis mil trescientos ochenta y ocho millones de habitantes, los católicos somos Un Mil Noventa y ocho millones en el período del 2003 al 2004. Esa cantidad de fieles es atendida espiritualmente por 405,892 sacerdotes, de los cuales una tercera parte son religiosos y dos tercios diocesanos. En el mismo período de 2003 a 2004 el número de Presbíteros aumentó en 441. La dinámica de esa cifra varía según cada continente: los sacerdotes aumentan en África y Asia, y se mantiene estacionaria en América y Oceanía, y disminuyen en Europa. Todo esto resulta muy interesante, porque podríamos pensar que en Asia, como producto de su tremendo desarrollo industrial en la mayoría de esos países, el crecimiento de la Iglesia no fuera tan significativo. Para una mejor ilustración de los que nos hacen el favor de leernos, se les llama “religiosos” a los sacerdotes que pertenecen a una orden particular fundada por algún Santo, por ejemplo: los franciscanos, que pertenecen a la Orden fundada por San Francisco de Asís; la Orden de los Salesianos que fue fundada por San Juan Bosco (Don Bosco); los Claterianos, que fueron fundados por San Antonio María Claret, etc. Los Sacerdotes Diocesanos, o también conocidos como Seculares, son aquellos que no forman parte de ninguna orden religiosa, y su trabajo lo realizan bajo la dirección de su Obispo Diocesano. Continuando con el tema del crecimiento de la Iglesia, nos encontramos con que desde 1978 los diáconos permanentes siguen aumentando en todo el mundo, y en 2004 eran 32,324, siendo su presencia mas significativa en América del Norte y Europa. En Honduras, y hasta donde nosotros sabemos todavía no tenemos diáconos permanentes. Nuestros Obispos quizá sienten que los laicos no estamos suficientemente preparados y maduros para esa tarea. También a manera de aclaración, debemos decir que los diáconos son personas a las que se les confiere una de las órdenes previo a su ordenación sacerdotal. Pero los “permanentes”, como su palabra lo indica, normalmente no pueden aspirar al Presbiterado porque la mayoría de ellos son casados. Sabemos que países latinoamericanos como Colombia y Chile,

tienen muchos de ellos, y quizá eso se deba a la excelente preparación entre la mayoría de los laicos. Como dicen en Amapala, me he metido en camisa de once varas porque confieso que mis conocimientos de Derecho Canónico son a un nivel muy bajo, pero siento que es necesario hacerle llegar a nuestros hermanos estos conocimientos básicos para que todos vayamos conociendo más y mejor a nuestra amada Iglesia Católica. En el Anuario que ha motivado este artículo se indica que los candidatos al sacerdocio, diocesano y religioso, han aumentado, pasando de 112,373 en 2003 a 113,044 en el año 2004. Las vocaciones son mas numerosas en Afrecha y en Asia, mientras descienden en Europa. Con gran alegría nos damos cuenta que los jóvenes que se preparan en nuestros Seminarios va cada vez aumentando. En San Pedro Sula el número también va en ascenso. Desafortunadamente estamos desactualizados en cuanto a su número. No cabe duda que, los frutos de las oraciones de muchos laicos están rindiendo su fruto, y que en algunos años tendremos más Presbíteros de tez morena al frente de nuestras Parroquias, y por qué no de nuestras Diócesis. Al leer estas noticias olvidamos lo negativo que a cada momento vemos y sentimos, vemos un rayo de esperanza en el futuro, pero sobre todo nos hace sentirnos muy felices cuando comprobamos aquellas palabras de nuestro Maestro cuando nos dijo; “Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28,20)

¡YO ME CONFIESO DIRECTAMENTE CON

DIOS! La expresión que nos sirve como título para este trabajo, la hemos escuchado muchas veces en boca de hermanos y hermanas católicos. El Resucitado dijo a sus Apóstoles: <<Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonares los pecados les serán perdonados, a quienes se los retuviereis, les quedarán retenidos>> No queda ninguna duda de quién tiene la potestad de perdonar en nombre de Cristo. Las palabras del Señor son perfectamente claras y directas. No hay ninguna duda en ellas. Tampoco queda la posibilidad para que nosotros podamos

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interpretarlas a nuestra manera particular para acomodarlas a nuestra conveniencia. Es muy importante notar que el Señor Jesús vinculó la confesión con la resurrección (su victoria sobre la muerte), con el Espíritu Santo, (necesario para creer y actuar con poder), y con los Apóstoles (los primeros sacerdotes). Entonces, nos confesamos frente a un sacerdote por obediencia a Cristo. Dios es quien perdona y tiene plena potestad para establecer los medios para otorgar el perdón. Muchos cristianos encuentran muy cómodo y conveniente adaptar las normas establecidas de manera que nos resulten fáciles y de acuerdo con nuestros criterios humanos. Esa conducta es muy buena cuando se trata de asuntos humanos, pero cuando se trata de nuestro Creador debemos ser dulces y obedientes al estilo de la Santísima Virgen. Nadie nos ha dado ninguna facultad para cambiar la forma en que Dios fundó su Iglesia. Ni siquiera el Santo Padre tiene ese poder, y nos da el ejemplo confesándose él mismo ante otro sacerdote. Por otro lado, debemos estar claros que nadie puede ser Juez y parte. No es posible llegar a la convicción de si nuestros actos son realmente lícitos o no sin la ayuda de alguien que actúa en nombre del Señor.. Tampoco debemos olvidar que el Sacerdote le brinda al penitente los consejos y admoniciones que nos pueden ayudar a mejorar nuestra conducta, y asegurarnos de que estamos en plena sintonía con nuestro Creador. Hace algunos años conocimos a un niño que decía que cuando él se confesaba se sentía limpio como cuando se bañaba. Ese niño, en su candidez estaba en lo cierto. Confesarse es como darle un baño santificante a nuestra alma. Nos sentimos liberados, limpios, nítidos, transparentes. De la misma forma en que cuidamos nuestro cuerpo, de manera que luzca saludable y limpio, también debemos cuidar con mas esmero nuestra alma pues a final de cuentas no solamente materia, sino que tenemos una alma.

¡POR EL TRIUNFO DE LOS CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA! LEONEL COELLO MEJÍA – CENTRO MIR NUESTRA SEÑORA LA REINA DE LA PAZ CAPÍTULO DE SAN PEDRO SULA