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“Despertó un gigante de mil cabezas”

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“Despertó un gigante de mil cabezas”

El 25 de abril y la Revolución Moral del siglo XXI

Miguel Ángel Sandoval

El 25 de abril y la Revolución Moral del siglo XXI

© Miguel Ángel Sandoval

Ricard Busquets, quien escribió los pies de foto es un fotógrafo catalán que cubrió todas las actividades que se narran o interpretan en la Revolución Moral del siglo XXI. Mi agradecimiento por la generosidad al proporcionarme una colección completa para escoger las fotografías de estas jornadas.

Primera edición: junio 2015

Impresión y diseño:

3a. Avenida 14-62 zona 1PBX: 2245-8888E-mail: [email protected], Centroamérica

Diagramación: Irene MéndezPortada: Manolo RecinosCorrección texto: Iris Rueda

Este libro fue impreso en junio 2015.La edición consta de 1,000 ejemplares en papel bond blanco 80 gramos.

Índice

Presentación ...............................................7

ILa 19-2014 del inicio ..................................9

Alianza por la vida..................................... 13Que se derogue ......................................... 15Las izquierdas .......................................... 16Las movilizaciones y el clamor ................... 19Derogatoria de Ley Monsanto .................... 21La primera victoria .................................... 26

IILas mojarras de Roxana ............................35

La Comisión Internacional Contra la Impunidad -CICIG- ................................ 41La visita de Joseph “Joe” Biden ................. 49Gobierno estadounidense excluyó a Baldetti ...................................... 50

IIILa Línea y la caída de Baldetti ..................53

Del 25 de abril en adelante ........................ 5919 de mayo de 2015 .................................. 66Los guatemaltecos en el mundo ................. 71El cambio de época ................................... 74Las nuevas/viejas demandas .................... 81Elecciones y corrupción............................. 86Colofón ..................................................... 91

Anexo .......................................................97

Vencer la corrupción ................................. 97

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Presentación

la corrupción y la impunidad son los factores que es-tán en la base del movimiento que el 25 de abril de 2015 sacudió al país. Por sus características ancladas en el imaginario social como una lucha por la honra-dez de los políticos y contra la corrupción estatal, es que me animé a ubicarla en el ámbito moral, con lo complicado que es tal afirmación.

La Revolución Moral del siglo XXI1, la construí al “ca-lor” de los acontecimientos. Recoge experiencias y vi-vencias de procesos sociales como la lucha contra la Ley Monsanto, el antecedente más claro de lo ocurrido desde el 25 de abril, y en su elaboración se puede

1 Escogí utilizar el término moral y no ética, por el uso más ex-tendido del primero, porque se entrecruzan, y porque fuera de los expertos, queda siempre un terreno de difícil acceso. Y sobre todo, por la necesidad de un público más amplio. (para explicar el título)

Moral: la moral es un conjunto de normas de conducta y con-vivencia, íntimamente ligada a la ética.

Ética: La ética estudia la moral y determina qué es lo bueno y cómo se debe actuar. Es la teoría o ciencia del comportamiento moral. https://espanol.answers.yahoo.com/question/index?-qid=20090728175913AAohSLP

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apreciar que hay una perspectiva sociológica y perio-dística. Es una crónica que contiene referencias téc-nicas y reflexiones sobre acontecimientos sociales de este tiempo.

Es asimismo, testimonial y me vi “forzado” a utilizar en partes del texto, fragmentos de artículos de la prensa nacional, tanto física como virtual. Por razones sim-ples: esos textos periodísticos recogen mejor que nadie lo ocurrido en esos días extraordinarios y magníficos, en los cuales tuvo lugar lo que desde ya denomino como la Revolución Moral que sacudió nuestro país en los meses de abril, mayo y junio de 2015, y su antece-dente inmediato, que se encuentra como se señala, en las jornadas de agosto y septiembre de 2014 en contra de la Ley Monsanto.

Tiene además una serie de fotografías sobre el proceso en contra de la Ley Monsanto y, por supuesto, imá-genes imborrables de lo ocurrido desde el 25 de abril hasta el momento en que concluye alrededor del 30 de mayo esta crónica-reflexión-collage. Decía que el texto trata de entender a la “fuerza telúrica” que salió a la superficie social para la historia de nuestro país, un 25 de abril.

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ILa 19-2014 del inicio

Mayo-junio de 2015

“Del maíz se hizo construcción perfecta”. Popol Vuj

El palco ciudadano en el congreso de la república es-tuvo ese día lleno, con un público diferente y poco visto en los constantes ajetreos por los salones del congreso. Pero sobre todo, se trataba de gente que de manera voluntaria, con sus propios medios y recur-sos llegaba a exigir sus derechos. Eran los líderes de las autoridades indígenas de Guatemala presentes en el congreso en defensa de las semillas criollas, jun-to con ambientalistas y otros líderes sociales, ante la embestida de una empresa multinacional que era la única beneficiaria del bodrio de Ley conocida como la 19-2014, y coloquialmente como la Ley Monsanto.

Desde lo más profundo del país, la sola idea que el maíz pudiera ser vendido, enajenado, privatizado, ha-bía encendido “focos rojos” de lo más íntimo de eso que puede llamarse “nacionalidad” o identidad nacio-nal o cosmovisión. De mil y una formas se nos dijo desde siempre que éramos “hijos del maíz”, que en el libro sagrado de los mayas, los habitantes originarios de estas tierras, así se decía; que los abuelos habían

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molido maíz y de esa masa habían nacido el hombre y la mujer de estas tierras. Eso no podía ser puesto en venta. Por ello, la reacción fue “telúrica”.

Era septiembre de 2014 y en el palco del Congreso estaban los 48 cantones de Totonicapán, las alcaldías indígenas de Sololá, representantes de Alta Verapaz y otros departamentos, activistas de diferentes proce-dencias. Mientras, en el “salón del pueblo” (Congreso de la República), se desarrollaban entre una delegación de diputados y representantes de los movimientos so-ciales, reuniones atípicas, en donde los diputados no terminaban de escuchar acusaciones, reclamos, seve-ras críticas, expresiones duras por la inconsecuencia de haber aprobado una ley antinacional.

El surgimiento de nuevos actores en demanda de sus derechos legítimos, se hacía “acompañar” de una for-ma de hacer las cosas que no contemplaba términos medios. Pero que de manera expresa descartaban cualquier negociación, o soluciones intermedias, pues la exigencia era de derogatoria total. Con esto se ha-cía referencia a la inveterada manera de hacer acuer-dos por los congresistas, “sí pero no”, “sí, para que te calles”, “sí, para que te regreses contento”, en suma, sin soluciones reales. Afuera, ambientalistas, univer-sitarios de varios centros de estudio, líderes sociales, sindicalistas, mujeres, artistas, que demandaban la abolición de esa Ley que permitía la creación de nue-vas patentes vegetales, por esa vía, la apertura a mul-tinacionales de los transgénicos.

Esas certezas estaban acompañadas de información concreta de procesos que se habían desarrollado en países vecinos como México o lejanos como Polonia y

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otros países europeos, en donde se habían generado luchas sociales en contra de las pretensiones de la empresa multinacional.

Hecho inusitado, estudiantes de la USAC que encon-traban por primera vez, a estudiantes landivarianos o de la universidad del Valle y otras denominaciones, alrededor de una demanda de alcance nacional, iden-titario. En verdad, nuevos actores sociales con una fuerte conciencia de sus derechos y de la necesidad de su participación ciudadana. Es posible ver en estas jornadas memorables los primeros balbuceos de las jornadas que menos de un año después sacudieron a la sociedad guatemalteca.

En las jornadas contra la Ley Monsanto se vieron lue-go de muchos años, grupos de artistas haciendo cau-sa común con las organizaciones comunitarias; estu-diantes de la mano con ambientalistas, campesinos en encuentro con trabajadores o intelectuales, y todos llamados por la urgencia de impedir que el MAÍZ, cla-ve en la alimentación nacional, pero también base de la identidad, fuera privatizado o puesto en riesgo. En particular porque a los sectores de poder y la mayoría de diputados, los temas de la naturaleza les venían del norte.

Se trataba de una afrenta nacional que nadie esta-ba dispuesto a permitir, que era en sentido estricto no-negociable, ni uno solo de los artículos o incisos de la ley podría quedar en pie, ni uno solo de los conside-randos podría formar parte de cualquier arreglo que se perfilara en las diferentes bancadas del Congreso de la República. Pues eso era un punto nuevo que surgía en el panorama: hay derechos que no son negociables

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y demandas que no admiten términos medios por su urgencia y carácter totalizador.

El grito de alerta lo había dado la Redsag que en un comunicado difundido el 30 de julio de 2014 advertía sobre los peligros de esa ley. Recogía el comunica-do, la opinión de expertos ambientalistas, de líderes campesinos, de organizaciones no gubernamentales de corte ambientalista y otras personas y colectivos. Era la campanada inicial que había puesto las ante-nas a mil en todos los sectores concernidos... Fue el inicio.

“La alianza nacional para la protección de la biodiversidad ante la aprobación de la

Ley Monsanto en Guatemala”

A la opinión pública nacional e internacional hace-mos saber que rechazamos la Ley para la Protección de Obtenciones Vegetales, Decreto 19-2014 (Ley Mon-santo), por las siguientes razones:

Esta Ley es inconstitucional porque viola los derechos de los pueblos, ante la falta de consulta a los pueblos indígenas establecida en el Convenio 169 de la OIT, que tiene rango Constitucional.

A continuación los argumentos de orden científico, social y político expuestos de manera rigurosa que le dan sustento a la demanda que se extiende por los más diversos sectores de la sociedad guatemalteca.

Se trató de jornadas que duraron alrededor de un par de meses con sus días y sus noches, a nivel nacional, en aulas universitarias, en comunidades campesinas

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o indígenas, en organizaciones ambientalistas, y todo fuera de los marcos estrechos de los partidos políticos del más diverso signo. Hubo también, expresiones de columnistas que escriben conforme a las necesidades de la gente. Unos con agenda ambiental, otros con una agenda democrática amplia, otros más con una visión crítica a los usos y costumbres de las élites po-líticas, pero en esta ocasión, parecía una sola pluma que escribía todas las columnas de opinión, pues to-das rechazaban al inicio y al final, la monstruosidad de la ley Monsanto. Hacía mucho tiempo que no se observaba algo semejante, por la amplitud, la profun-didad y la radicalidad en la defensa de algo vital como son las semillas criollas.

Alianza por la vida

Si algún mérito tiene la configuración de Alianza por la vida, que se plantea como una coincidencia de sec-tores sin más agenda que impulsar la denuncia y la movilización de la Ley Monsanto, es que supo leer en el contexto de una crisis política que se venía incu-bando y que se abría con el rechazo a esta Ley, que era el tiempo de dar paso a la movilización social en el marco de alianzas que no expresaran a las fuerzas tradicionales fuera del tipo que fuera. Ni la vía de los partidos políticos traicionales ni la vía de organiza-ciones sociales que habían generado cierto tipo de rechazo, o mejor de, “anticuerpos”.

Su éxito fue la confluencia con organizaciones que ante experiencias diferentes coincidían en la nece-sidad de plantar la cara al despropósito de la Ley Monsanto y de esa manera insistir en la derogatoria.

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Era sin duda una lucha sin mucho futuro, que podía pasar desapercibida o que podía fracasar en el inten-to. Pero se estaba consciente de su alto contenido éti-co, de su expresión de absoluto interés sectorial, y la apuesta por la coincidencia con otros sectores nacio-nales y de la opinión.

En efecto, el llamado de Alianza por la vida a la rea-lización de plantones frente al Congreso fue un éxito total. Se realizaron varios de lo cual hay registro gráfi-co y en ellos se pudo aquilatar la presencia de sectores emergentes en la vida política del país, o si se prefiere, en la vida del país. Es el momento en que aparecen los estudiantes de varias universidades, tanto la nacio-nal, San Carlos, como algunas privadas. Es el nuevo signo de la época.

Protestarán contra ley de vegetales (nota de prensa)

“El Observatorio de Pueblos Indígenas, la Alianza por la vida y unas 20 organizaciones sociales, indígenas y de derechos humanos, anunciaron que a partir de mañana realizarán movilizaciones para manifestar su rechazo a la Ley para la Protección de Obtenciones Vegetales, Decreto 19-2014.

La sociedad civil también mostró su rechazo a la “Ley Monsanto” con una protesta realizada el sábado en la zona 13.

Mario Itzep, del Observatorio, aseguró que le solicitan al Congreso de la República que derogue esta norma-tiva, para evitar conflictividad social, ya que, según él, atenta contra la seguridad alimentaria y viola los

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derechos y conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas.

Agregó que se concentrarían desde las nueve de la mañana frente a la Corte de Constitucionalidad, donde presentarían un amparo contra esta Ley, lue-go se trasladarían frente al Congreso para manifes-tar su rechazo a la denominada “Ley Monsanto, por considerar que beneficiaría a la firma transnacional Monsanto”.

Que se derogue

Bernardo Caal, miembro de la Alianza, afirmó que quieren que sea derogada. “No estamos pidiendo en-miendas, no pedimos que se modifique tal artículo, sino que la totalidad de la Ley desaparezca”, afirmó.

Los manifestantes señalaron que el Ejecutivo tiene una semana para derogarla, y que si no lo hace, al siguiente lunes realizarían un paro nacional, para el cual hay una coordinación con diversas organizacio-nes y comunidades del país.

Miguel Ángel Sandoval mencionó que se ha justifi-cado su aprobación por las obligaciones adquiridas con el Tratado de Libre Comercio entre Guatema-la y Estados Unidos, pero que no se ha aprobado ni una sola medida compensatoria como la Ley de Desarrollo Rural.

El presidente Otto Pérez dijo el sábado pasado, du-rante un acto de inauguración en Huehuetenango, que “le pedirá a su bancada oficial impulsar algunas reformas”.

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Noticias del diario Siglo XXI Guatemala “No estamos pidiendo enmiendas, no pedimos que se modifique tal artículo, sino que la totalidad de la ley desaparezca” —Bernardo Caal, miembro de Alianza por la Vida.

Las izquierdas

La mayoría de quienes fueran gradualmente partici-pando del proceso de derogatoria de la Ley Monsanto tenía sin duda alguna sensibilidad por la izquierda, con la idea que en un país como Guatemala, las iz-quierdas no habían tenido opción de hacer gobierno y que no estaban contaminadas con las malas prác-ticas de hacer política de los partidos tradicionales, todos de la derecha guardiana del orden económico y político establecido desde hace muchos años, pero de manera reciente, todos herederos de la contrarrevolu-ción de 1954.

Por esa razón, había alguna expectativa en las orga-nizaciones de izquierda y en los diputados de la iz-quierda al congreso. Minoría por supuesto, pero que podían tener una expresión ética, una defensa de los principios de la gente y sobre todo, de sus intereses. No se trataba de aprobar leyes en favor de la pobla-ción o que se inscribieran en una agenda típica de las izquierdas, sino que al menos, esas voces no se confundieran con las del viejo sistema de partidos políticos.

Sin embargo, al conocerse que los diputados de la iz-quierda habían vacilado la aprobación de la Ley hubo una ola de inquietud hacia los diputados de la izquier-da y a partir de ese momento el debate se amplió.

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Ya no se trataba solo que las derechas se fueran o que al menos fuesen condenados por su incompetencia, era el turno de la izquierda de conocer la reacción de la sociedad por medio de sus voceros.

Carteles circularon por las redes en donde todos los diputados que habían votado la Ley Monsanto fueron criticados y expuestos como traidores a la patria, al país, a sus pueblos, a su gente. Sin duda es el mo-mento en que se toma conciencia, por parte de algu-nos sectores, pero sobre todo la juventud, de la fuer-za de las redes sociales, del impacto que las mismas generaban y del hecho que algo estaba cambiando en el país. En esos días supimos de diputados que vi-vían de hecho escondidos en sus departamentos ante el reclamo social. En ello, no me canso de señalar, las redes sociales hicieron lo suyo, como antes ha-bía sido en la Primavera Árabe o en el movimiento de los indignados en España que se conoció como el 15M.

Es necesario señalar que por su contenido directo y el clima que se vivía en esos memorables días, una carta crítica fue reproducida de múltiples maneras. Se multiplico en blogs personales e institucionales, se dijo en asambleas, se leyó en radio y meses después seguía siendo un tema abierto a la discusión en dis-tintos espacios.

Lo más grave de todo, es que de parte de las organi-zaciones de izquierda faltó el gesto aclaratorio que finalmente llegó. Quienes habían cometido los erro-res se expresaron con la idea que se trataba de ata-ques que solo veían “la paja en el ojo ajeno”, y otras

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de ese calibre. La verdad es que el error había sido de naturaleza difícil de aceptar y el impacto causado en la gente confuso. El tema de fondo que parecía no se atendía era que la izquierda, fuera en lo social, en la gestión municipal o en la actividad parlamen-taria, debía proponer una política diferente, ser al-ternativa o sea, una nueva forma de hacer política.

Es un momento en el cual miembros de las organi-zaciones, amigos de pensamiento de izquierda, dan salida a temas que tenían, por decirlo de alguna for-ma, “trabados en la garganta”. Eran años de aceptar errores que nunca se aclaraban y que por la fuerza se pensaba que era algo normal, consustancial a la prác-tica de la política partidaria. El debate se abrió y todo indica que desde entonces se hizo una grieta profunda en los usos y costumbres de los grupos de la izquierda institucional partidaria.

Es bueno que se diga de una vez, que las críticas siem-pre fueron desde la izquierda, con el ánimo de rectifi-car, con acento autocrítico. Es el denominador común que vio el día con las luchas contra la Ley Monsan-to. Es como se dice, uno de los subproductos de esas jornadas democráticas. La izquierda que había salido de la guerra y administrado aún en pequeñas dosis la agenda de la paz, estaba confrontada por la reali-dad que en verdad no alcanzaba a entender. Era una “poda” indispensable para tratar de hacer renacer las vetas profundas de algo que no andaba bien.

En medio de la crisis desatada el 25 de abril, fue la izquierda que desde el Congreso puso los antejuicios contra Baldetti y Otto Pérez. Era la rectificación que se les demandaba. Justo es decir, que la solicitud de

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la izquierda en la crisis abierta el 25 de abril, recuperó las vetas más progresistas.

Las movilizaciones y el clamor

Las movilizaciones que se desarrollan en el país y que coinciden con el llamado de Alianza por la vida que confluye con otros llamados, van adquiriendo impor-tancia a medida que pasan las horas, los días, y se multiplican de una forma nunca antes vista. Un día se observa a las autoridades indígenas de Sololá que al manifestar ponen un ultimátum para que la Ley sea derogada. Otro, es una asamblea de estudiantes que expresan su profundo malestar por la Ley Monsanto y buscan la manera de movilizarse a efecto de plantear esa derogatoria, en comunidades alejadas, reuniones multitudinarias con una sola demanda: derogación. El sentimiento es nacional.

En unos cuantos días, se pudo observar el proceso de la agitación que subía de tono en diversos lugares del país. Y era normal pues el maíz se consideraba en riesgo y con ello la identidad nacional se ponía a la venta o se exponía a ser objeto de manipulaciones genéticas que podían dar como resultado su privati-zación. Es lo que advirtieron desde el inicio expertos ambientalistas que en esta ocasión se unieron con la gente de manera total, dando lugar a una protesta que junto a lo simbólico del maíz y el peligro de que el mismo fuera puesto en venta, tuvo argumentos cien-tíficos que colocaron el debate en un plano superior a las generalidades que se escucharon en las diferen-tes declaraciones de diputados y otros funcionarios de gobierno.

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Lo que se apunta del clamor y de la nueva manera de articularse es algo que se pudo aquilatar en esos convulsos días. En ellos se tenía la sensación que se iba hacia una revuelta nacional, o mejor, hacia un levantamiento legítimo, coordinado en sus fines pero sin una ruta clara. Un día reuniones con delegados de varios consejos de desarrollo y alcaldías indígenas de Alta Verapaz, a continuación, mensajes desde co-munidades de Sacatepéquez poniendo a la orden de las movilizaciones por venir, 200 o 300 personas a un “toque” telefónico. Igual con comunidades de Chimal-tenango. La efervescencia crecía por horas.

Uno a uno los diputados al Congreso pedían la pala-bra y con más fuerza o menos, con más palabras o con menos, con poses o sin ellas, pedían disculpas con las explicaciones más absurdas viniendo de un diputado, pues decían unos, que no se habían dado cuenta, que la Ley Monsanto se había pasado muy rá-pido, que en el fondo a lo que se habían dedicado era a los fondos que se incluían en el paquete. Daban “ver-güenza ajena” como se dice, pues la Ley cuestionada no pasaba ni de lejos un análisis técnico-legislativo. A título de ejemplo, en el cuerpo de una Ley sobre aten-ción de vegetales, ¡se incluía un préstamo por valor de 500 millones de dólares para obras de infraestructura!

La historia oculta que revela una forma infame de ha-cer política, se descubrió en esos días por medio de declaraciones, de confesiones de diputados, que para desmarcarse del hecho, decían que lo ocurrido era que se habían solicitado a la dirección legislativa una Ley que estuviera por ahí, perdida, engavetada, que no tuviera mayor problema su aprobación y de esa

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manera, literalmente, meter en el texto de la misma un préstamo por 500 millones de dólares para obra de infraestructura.

Por ello en una Ley de obtención de vegetales cuya aprobación, en medio de la mayor muestra de indo-lencia y vulgaridad, que la ignorancia enciclopédica de la mayoría de diputados tiene no les alcanzaba para entender, pues no vieron nada malo al meter en ese texto legislativo, un préstamo, que repartía una obra por aquí y una mordida por allá.

Justo en esos días escribía lo que sigue, pues nada mejor que la información del momento y los matices que se percibían en esos días luminosos.

En esos días quedó claro, para la mayoría de quie-nes levantaron la demanda de derogatoria total, que un estilo de legislar en nuestro país por parte de los partidos representados en el Congreso, estaba dan-do muestras de agotamiento. Revertir una Ley hecha sin el mínimo de requerimientos técnicos, científicos o políticos, fue la demostración del poder que la gente organizada y articulada podía tener.

Derogatoria de Ley Monsanto

La derogatoria de la Ley Monsanto constituyó desde don-de se quiera analizar, un acto fundacional de un periodo nuevo en nuestro país. En un pulso que duro semanas, donde expresiones diversas, campesinas, ambientalis-tas, organizaciones indígenas, maestros, estudiantes, toda la gama de grupos sociales, dijeron con todas sus letras: NO a la Ley 19-2014, para la obtención de paten-tes vegetales, más conocida como Ley Monsanto.

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Como se sabe, dicha Ley estuvo engavetada por varios años y solo la fiesta mundialista de Brasil, le permitió a los congresistas de diversas bancadas, dar el paso de aprobar ese “engendro” al tiempo que se escondía en los artículos de la misma, un préstamo para ca-rreteras. La ignominia absoluta fue la aprobación, en medio de las más grandes muestras de ignorancia, de falta de compromiso, de alianzas equivocadas. En fin, pareció al final una comedia de errores.

Una corriente eléctrica sacudió al país. Ello porque el fondo de la susodicha Ley ponía en riesgo las semillas criollas, y la sola idea que el maíz fuera patentado por una empresa extranjera, hizo el papel de un propulsor de alta potencia. Y ello por razones que tienen que ver con la identidad nacional, con el hecho que no existe casi nadie que no se reivindique en Guatemala como hijos o hijas del maíz. Salvo pequeños grupos de la élite racista de siempre.

Es demasiado fuerte en el imaginario nacional la cer-teza que tenemos origen en el maíz. Una pequeña Ley sobre el día del maíz y algo más, nunca fue garantía de la no privatización de la semilla nacional por excelencia. Somos un país multicultural, multiétnico, diverso, en donde la existencia de cuatro pueblos, mayas, xincas, garífunas y ladinos (mestizos) se enlaza desde la pers-pectiva identitaria, con los cuatro colores del maíz, blan-co, amarillo, rojo, negro, o algunas pequeñas mezclas o variaciones.

Los días agitados que sacudieron las conciencias en todo el país dejan algunas experiencias y lecciones que no pueden dejar de ser analizadas. La primera de ellas es que el Congreso de la República, acostum-

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brado a legislar y actuar sin ningún tipo de límite, encontró en la movilización social un claro valladar. Una mayoría de diputados hicieron en estos días gala de su desconocimiento profundo de los contenidos de la Ley Monsanto. Al grado que desfilaron por el mi-crófono del pleno del Congreso, uno a uno, pidiendo disculpas, y dando cualquier explicación.

La segunda, es que muchos sectores se dieron cuenta que la coordinación o articulación de las luchas so-ciales permite éxitos que la dispersión no. La fuerza social tuvo una clara demostración de su potencia-lidad, si opta por la actividad conjunta. Se puso a la orden del día la necesidad de coordinar esfuerzos, de conjuntar agendas, de explorar nuevos caminos.

Alianzas de todo se realizaron en estas jornadas me-morables. Coincidencias en propósitos, análisis y compromisos, vieron la luz como se dice, en tiempo real, y las redes sociales jugaron un rol de primera importancia. Así supimos de asambleas en comuni-dades alejadas, de movilizaciones a lo largo y ancho del país. En el mismo momento que estas ocurrían retroalimentando la resistencia en los lugares más di-versos. En verdad, días luminosos.

Todo lo ocurrido se llevó a cabo sin la presencia o par-ticipación de los grupos políticos partidarios que se reivindican de la izquierda. Ni vistos ni oídos en estas memorables jornadas de luchas populares. Es un as-pecto que merecería una amplia reflexión pues si de algo no queda duda es que las luchas sociales no se sienten representadas por las siglas de la izquierda, menos identificados con estas. Capaces de impulsar procesos sociales de importancia nacional, no tienen

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en lo electoral su perspectiva por los errores acumu-lados. Pero esto es parte de otro análisis.

El magisterio se movilizó con su fuerza habitual, sin poner como estandarte de sus planteamientos el pacto colectivo, intereses corporativos o la ampliación pre-supuestaria, sino la derogación de la Ley Monsanto.

Sin embargo el hecho de mayor profundidad es sin duda la presencia masiva de expresiones de pueblos indígenas que le impusieron su sello a las movilizacio-nes de los días de agosto. Las comunidades dijeron su palabra de forma clara, sin aspavientos, con expresio-nes de fuerza y legitimidad. Hicieron lo que tenían que hacer y dijeron lo que tenían que decir, sin acudir a dis-cursos o a lugares comunes. Conscientes de su fuerza, representatividad y autoridad. Ello fue saludable para todo el movimiento de resistencia a la Ley Monsanto.

Las alcaldías indígenas kachiqueles o zutuhiles, qui-chés o queqchies, qanjobales o mames, dijeron basta de abusos que desde la expresión del poder central localizada en el Congreso de la República se comen-ten. Pero sobre todo, emergieron como lo que son: un poder que se niega a ser reconocido por la institucio-nalidad del país, o por otras expresiones políticas.

El día que se derogó la Ley, por la presión de las mo-vilizaciones, había un clima nacional de irritación so-cial de alcances impredecibles. El martes anterior, las comunidades de Sololá habían movilizado en cosa de horas entre 30 y 40 personas al llamado de sus auto-ridades comunales. En Alta Verapaz, había una mo-vilización sin precedentes. Asambleas multitudinarias hubo en Huehuetenango, San Marcos, Totonicapán y

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otros lugares. Circulan en las redes sociales videos que dan cuenta de estas actividades.

El anuncio hecho por pueblos indígenas al dar plazos a los congresistas constituye una novedad en el país. Varias alcaldías dijeron: ¡si en una semana no se de-roga la Ley, nos levantamos!, asimismo es importante la declaratoria de non gratos a los diputados distri-tales de Sololá, Totonicapán, Alta Verapaz, y varios departamentos más.

Resultado de ese voto y el comportamiento observa-do en esos días: muchos diputados están más lejos que nunca de cualquier reelección. Es igual en otros departamentos en donde los diputados que en su mo-mento habían aprobado la Ley, circulan en fotos con la leyenda de “traidores a la patria”

Hay desde la crisis abierta por la aprobación y deroga-ción de la Ley Monsanto, un nuevo actor en el panora-ma político nacional, y el mismo tiene que ver con los pueblos indígenas organizados de manera comunita-ria, con autoridades legítimas, que hoy tienen con-ciencia de su fuerza y una visión de alcance nacional que supera las divisiones impuestas de los últimos siglos. Quizás las conclusiones no sean desde todas las perspectivas tan categóricas, pero el hecho real es que no se pueden dejar de tomar en cuenta. Adicio-nalmente, esa participación se hizo lejos de los parti-dos pláticos tradicionales, y lejos de otras influencias que a veces suelen aparecer. Igualmente, hay en todos los sectores que participaron y que legítimamente se sienten triunfadores, la clara conciencia que la uni-dad hace la fuerza, que las alianzas son posibles y necesarias y que el futuro de todos, es compartido.

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Había, como se puede observar, razones para ser optimistas.

La primera victoriaLa primera señal que se recibió fueron las declara-ciones de diputados de diferentes bancadas sobre la necesidad de algunas enmiendas a la Ley. Claro que se trataba de reformas que no alteraban el hecho ori-ginal y que pretendían dar trámite a lo de siempre. Un par de reformas, todo mundo satisfecho y como se dice, “la Virgen del Rosario bien contenta”. Las refor-mas que no se sabían cuales podían ser, modificaban el texto en muchas de sus partes, pero se negaban a modificar sobre todo, el artículo que gestionaba un préstamo para la construcción de infraestructura.

Asimismo, lo relacionado con la parte “científica” po-día quedar sin modificación pues no era nada riesgosa para las semillas criollas y en otro orden de ideas, no se podía frenar el desarrollo de la ciencia.

Por la profundidad del tema, esto es, el atentado a las especies vegetales originarias de Guatemala y de ma-nera particular el maíz, la respuesta social fue clara, sin ninguna duda. “Queremos la derogatoria total” se decía. Y los medios de comunicación como pocas ve-ces, hacían eco de las demandas de un clamor que se levantaba por todo el país.

En ese contexto, se convocaba a diferentes sectores para decirles una sola cosa: la victoria está al alcance de la mano, vengan, asistan, compartan con la gente que está en los plantones delante del congreso y en las calles o carreteras del interior del país, una victoria que seguramente se obtendría.

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Ello luego de unos veinte años sin poder obtener un éxito de tales alcances, es decir, de envergadura na-cional, fuera de toda duda, con la participación de un número creciente de organizaciones, sectores, perso-najes de la vida nacional, opiniones en los medios de comunicación, asambleas en diferentes departamen-tos, videos que circulaban.

Cuando se habla de casi veinte años, se hace referen-cia sin duda alguna, a la firma de los Acuerdos de Paz, que de hecho constituían el referente de luchas que habían coronado con un evento nacional. Sin embar-go los mismos no habían dado como resultado la uni-dad nacional, o no se habían convertido en la victoria de todos. Antes bien, se veía como una derrota pac-tada, o en el peor de los escenarios, como expresión de una derrota de los principios fundacionales de las viejas organizaciones insurgentes, y se llegaba a decir que en el fondo era una traición pura y simple.

Esa es la razón de fondo por la que los Acuerdos de Paz no tuvieron el alcance necesario para su imple-mentación y se fueron gradualmente, quedando en las gavetas de las oficinas de gobierno y en las de los sectores que deberían haber insistido en su cumpli-miento. A pesar que en cada ola de movilización so-cial, aparece que los temas de fondo de los Acuerdos siguen presentes en las demandas que se hacen pero que no se ligan de manera automática con esa agenda nacional.

Por ello la victoria obtenida por la derogatoria de la Ley Monsanto, bien merecía la pena ser asumida por la colectividad, por el país, por sus mejores hijos. Sin embargo, luego de unos días de festejos, de diferente

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naturaleza, el tema pasó a un segundo plano. Seguro porque el país, si algo ha tenido como imagen per-manente, es la crisis cíclica, en donde un escándalo político, de nota roja, de orden internacional o del tipo que sea, pasa a segundo plano y luego el nuevo escán-dalo sumerge al anterior, y así sucesivamente. Es una espiral sinfín.

Un rasgo merece ser destacado de estas jornadas que constituyen sin duda el momento de arranque de lo que ahora consideramos con justa razón, la nueva primavera democrática o la Revolución Moral del siglo XXI. Y es que la victoria fue compartida por diferentes sectores, expresiones sociales, personas, intelectua-les, pueblos indígenas, ambientalistas, organizacio-nes campesinas, alianzas de ocasión. No hubo un solo actor que fuera lo suficientemente importante en esas jornadas, nadie que destacara sobre el resto, o plan-teamientos que resumieran el conjunto de posiciones. Una victoria sin liderazgos o sin siglas que dominaran el panorama. Ese es el rasgo nuevo de la situación que abre la derogatoria de la Ley Monsanto como producto de la lucha popular pero de nuevo tipo. En sentido estricto fue la victoria de todos.

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Fotografía del 26 de agosto de 2014, histórica manifestación frente al Congreso de la República para exigir la anulación del Decreto 19-2014, conocido como “Ley Monsanto”. El autor de este libro, Miguel Ángel Sandoval, toma la palabra.

Imágen del 26 de agosto de 2014, el pueblo de Guatemala ejerciendo poder popular frente al Congreso de la República en defensa de las semillas nativas y contra la Ley Monsanto.

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Foto del 26 de agosto de 2014, el pueblo organizado quiere a Monsanto fuera del país. Y sí se pudo.

Organizaciones indígenas y campesinas de todo el país, como el Comité de Unidad Campesina -CUC-, más autoridades ancestrales y población urbana, mostraron la fuerza que tiene un pueblo unido frente a amenazas contra la vida, como la Ley Monsanto. Imagen del 26 de agosto de 2014.

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El 26 de agosto de 2014 fue un día histórico. Frente al Congreso de la República, miles de personas de toda Guatemala exigieron la derogación del decreto 19-2014, Ley Monsanto. La Asociación de Desarrollo Integral Comunitario Indígena (ADICI), de Cobán, presentes en la defensa de las semillas nativas.

Imagen del 26 de agosto de 2014. El sagrado maíz nunca será propiedad de Monsanto gracias a la unidad, capacidad de movilización y presión ciudadana.

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Fotografía del 26 de agosto de 2014, megáfono en mano el pueblo le hace saber a los diputados y diputadas que la Ley Monsanto debe ser derogada de inmediato.

El 4 de septiembre de 2014, otra multitudinaria concentración frente al Congreso de la República hizo entender a los diputados que debían derogar la Ley Monsanto.

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El 5 de septiembre de 2014, en el “salón del pueblo” del Congreso de la República, organizaciones de mujeres presentaron un memorial contra la Ley Monsanto.

Fotografía del 5 de septiembre de 2014. “salón del pueblo”, Congreso de la República. Mujeres de organizaciones guatemaltecas integradas en La Vía Campesina, se reunieron con el diputado Amílcar Pop para expresarle su rechazo a la Ley Monsanto. Finalmente, los diputados, gracias a la presión popular, derogaron en su totalidad el Decreto 19-2014.

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IILas mojarras de Roxana

Los últimos meses de la vicepresidenta Roxana Bal-detti, son realmente para el olvido, o para la historia de la infamia nacional. Fue tanta la impudicia con la cual dirigió los asuntos públicos que una lista de cua-tro o cinco de sus más sonados escándalos y declara-ciones desafortunadas ilustran el nivel tan bajo al que se llevó la investidura de la vicepresidencia.

La asamblea para nominar al que sería durante unos meses el candidato presidencial del partido de gobier-no, fue el punto de inflexión. A partir de ahí es el reino de los escándalos que se suceden en un delirio sin fin. Al proclamar a un candidato presidencial y pre-sentarlo como “fisiquín”, y bailar una canción en un caballito de palo, transitó del humor a la vulgaridad, pues ya había perdido toda compostura.

Es probable que la debacle iniciara con el escándalo del “harinazo” en el Teatro Nacional el 14 de enero de 2014, cuando en un incidente nunca aclarado del todo, dos jovencitas le lanzaron harina en el acto de informe del segundo año de gobierno, pero la procla-mación fue el colmo pues ya era de su iniciativa, no de agentes extraños a su comportamiento. Sin embar-

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go en todos estos momentos de absoluta chabacane-ría, la corrupción se veía lejos a pesar de los bienes inexplicables que aparecían en su patrimonio lo que justificaba con afirmaciones que todo se debía a su veta emprendedora; o en todo caso, se veía como algo consustancial al cargo y a los usos y costumbres en el ejercicio de las más altas investiduras.

Faltaban otros casos emblemáticos absurdo a que la vicepresidenta había llegado en su cadena de despro-pósitos. En alguna ocasión al referirse a un incidente en el hospital neurosiquiátrico, que en verdad repre-senta el último lugar a donde uno quisiera enviar a cualquiera persona, por lo abandonado, insalubre, el hacinamiento, la miseria y todas las llagas en una so-ciedad en donde los enfermos mentales y sus instala-ciones se consideran la peor barbaridad; en ese con-texto, la vicepresidente dio declaraciones diciendo: “a qué tanto escándalo si el lugar estaba rebonito”, con lo cual desató una ola de indignación nacional.

Otras declaraciones con la burla dibujada en el rostro, con la altanería presente en el trato a los periodistas que cubrían la fuente, como se estila decir, hicieron que se produjera una caída libre en su popularidad y acaso, de su simpatía personal. Era la pendiente de la debacle. Y de manera simultánea la sensación de har-tazgo crecía a ojos vista en diferentes sectores. Quizás un indicador que valdría la pena sistematizar sería las incontables caricaturas publicadas en los medios de circulación nacional. Se asistía a una devaluación de la investidura vicepresidencial y por supuesto, presiden-cial y de buena parte de los integrantes del gabinete. Junto a ello, el humor ácido o de plano negro, crecía.

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Es en este contexto, que se produce el caso del lago de Amatitlán. De un día para otro, sin los estudios de impacto ambiental requeridos, sin que mediara un proceso de licitación pública, una empresa de origen israelí se convirtió en la solución para descontaminar el lago que se encuentra a 25 kilómetros de la capital y que ha sido considerado como uno de los lugares de paseo para vecinos de la capital y los alrededores. Pero sobre todo es el mayor depósito de agua para el con-sumo humano que existe en los alrededores del valle de la capital de Guatemala. Aunque en la actualidad, el lago está totalmente contaminado por los desechos del área urbana, especialmente las aguas servidas y los desechos industriales, que hacen urgente un pro-ceso de saneamiento de las aguas del lago. En verdad, aun hubiera alguna fórmula mágica para limpiar el agua, sería difícil abordar el azolvamiento cotidiano que puede ser de varias toneladas por día.

Especialmente porque el lago se muere, y ello se en-tienda o no, atenta en contra de una imagen si se quiere un tanto idílica del país, pero sobre todo, afec-ta el imaginario social en la medida que se sabe cada día con mayor certeza, que los recursos naturales del país están siendo depredados. Sea en temas como los recursos no renovables del subsuelo, minerales y pe-tróleo, como las aguas superficiales de un lago que forman parte del entorno mítico de un país de lagos y volcanes.

Por ello cualquier proyecto de limpiar el lago de Ama-titlán tiene en primera instancia la aprobación de la ciudadanía, que en el menor de los casos, tiene nos-talgia de cuando iba los días domingos a nadar un

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rato en las aguas del lago, y sobre todo, a comer las mojarras en los comedores instalados en la playa del mismo. Los más nostálgicos todavía recuerdan cuan-do en familia iban, se ubicaban en algún lugar y luego observaban a los osados pescadores que regresaban, siempre, con un atado de mojarras que ahí mismo se cocinaban.

Otros, los más afortunados, habían construido cha-lets en las orillas del lago en donde podían disfrutar de fines de semana con paseos en lanchas o pequeños veleros, pero ello ya forma parte del pasado que había llevado las casas señoriales a lugares hoy en franco deterioro y abandono por la contaminación que hace de un lugar paradisiaco, un espacio nauseabundo, contaminado, en proceso irreversible.

El tema se convirtió en un sonado asunto nacional que revelaba una estratosférica estafa de varias ban-das. Aparecía implicada la embajada de Israel, el pre-sidente de la república, la vicepresidenta, la ministra de ambiente, la autoridad encargada del lago y otros funcionarios. Hay que advertir que en medios infor-mados de ambientalistas o de formadores de opinión, el desastre del lago se encuentra vinculado a temas de mayor alcance como podría ser, el futuro del agua y las amenazas para su privatización o el alcance que puede tener el cambio climático.

Como dato que confirmaba la tendencia abierta con el episodio de la Ley Monsanto, en esta ocasión científi-cos de la Universidad de San Carlos, de manera abier-ta y firme, hicieron ver en absoluto ridículo a quienes defendían la “fórmula milagrosa que iba a limpiar el

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lago en un “dos por tres”. Los estudiantes y profeso-res de la facultad de ciencias químicas y farmacia, re-gresaban por la puerta grande a los temas naciona-les, como antes lo habían hecho los de agronomía y otras disciplinas. En medio de la crisis, la universidad de San Carlos regresaba, por derecho propio, a las funciones de proyección social que hacía años había guardado en las gavetas de la mediocridad, el temor y, de manera objetiva, los chantajes de los diferentes gobiernos.

Pero el colmo fue cuando se supo el costo de la limpie-za del lago de Amatitlán. Alrededor de 137.8 millones de quetzales, de los cuales ya se habían erogado unos 22.8 millones, para pagar el “agua milagrosa”: agua con sal (como establecieron los estudios técnico-cien-tíficos-realizados) con la cual, supuestamente se iba a rescatar un lago emblemático para el goce y disfrute de sus visitantes. Quedó en el ambiente la idea que una empresa propiedad de cualquier grupo de vivales con apoyo de funcionarios de gobierno del más alto nivel, principiado por la misma vicepresidenta, nos veían al país entero, la cara de estúpidos

Se inició una demanda para deducir responsabilida-des y los funcionarios implicados dieron como res-puestas “yo no fui”, “recibí órdenes” la empresa pare-cía seria pues era de Israel, la tecnología es de punta y una serie de enredos declarativos que apuntaban de manera directa a un negocio para el cobro de co-misiones por parte de la vicepresidenta y la escalera de funcionarios que tenían algo qué ver con ese nego-cio. Con el clima social en condiciones de “agua para chocolate” la vicepresidenta en acto de sumo cinismo,

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había invitado a comer en plazo de unos cuantos me-ses, mojarras criadas en el renacido, de acuerdo a las promesas, lago de Amatitlán, a los periodistas y a los críticos que expresaban dudas sobre la idea de lim-piar el lago con una agüita milagrosa.

En esas circunstancias para la opinión nacional que-da claro que la responsabilidad principal era de la vi-cepresidente de la república, con la complicidad del presidente que había sido el contacto inicial buscado por la embajada de Israel para presentar a los perso-neros de la empresa poseedora de la fórmula mágica. Pero además la gente fue entendiendo el nivel de de-sastre institucional al que el partido de gobierno nos había llevado por ausencia de una real fiscalización, o si se prefiere, por la negligencia de los sectores orga-nizados y no organizados que durante años dejamos hacer y dejamos pasar, sin asumir nuestras respon-sabilidades sociales y de ciudadanía activa.

Aunque el tema es muchísimo más grave pues no es posible admitir que el Estado acepta sin ninguna me-dida, a charlatanes venidos de quién sabe dónde para vender al gobierno de un país tercermundista, agua con sal para descontaminar un lago. En esos días se comentaba que quien tuviera en verdad la fórmula del agua mágica, o simplemente una receta para limpiar fuentes de agua como lagos, pues sencillamente sería el Bill Gates de la limpieza del agua y por supuesto, merecedor de todos los premios del mundo a una ini-ciativa que de hecho, sería la cura al cambio climática y esos fenómenos apocalípticos.

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La Comisión Internacional Contra la Impunidad -CICIG-

Como se sabe, la Cicig es una comisión internacional cuyo mandato establece que debe luchar en contra de los grupos clandestinos de represión, paralelos al estado o que se cobijan en él y cometen toda clase de delitos en lo que podría denominar, grupos del crimen organizado a la sombra del estado. Pero el tema cen-tral es que fue solicitada por el gobierno guatemalteco para contribuir a la lucha en contra de estos grupos paralelos y para trasladar competencias y habilidades en la investigación criminal al Ministerio Público. Pero también para coadyuvar al desempeño de la justicia, por la certeza de manera clara, de estar cooptada por el crimen organizado.

De alguna manera el estado de casi indigencia en que se encontraban las instituciones de investigación y persecución penal así como las de impartición de jus-ticia al fin del conflicto armado, junto con las redes del crimen organizado que se habían enquistado en sus estructuras, demandaban un apoyo externo, que en su momento debió proporcionarlo las Naciones Uni-das por intermedio de Minugua, pero que sin haberlo conseguido había cerrado sus oficinas en el país luego de algunos años de contribuir en diversos temas.

Es por ello que hacia el final del gobierno de Alfon-so Portillo se plantea la idea de hacer llegar al país una comisión con las características de la Cicig, pero por razones políticas del momento no fue posible y solo más adelante es que, reformulada, la idea se con-cretiza con el gobierno de Oscar Berger y da inicio el

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trabajo de la Cicig en el país. Así de graves eran las evidencias que el sistema global de la justicia estaba paralizado o mejor, cooptado y por ello la necesidad de un ente con las características que llegó a adquirir la Cicig.

En este sentido, se trató siempre de un ente que lle-gó al país a solicitud de parte, esto es, el gobierno de Guatemala y cuyo mandato fue renovado por dos o tres administraciones, diferentes entre sí, pero que coincidían en la necesidad de un ente de esa natura-leza. Quizás estaba presente en los espíritus de los gobiernos la idea que un organismo como Minugua, se había aclimatado al país y había dejado de verificar el cumplimiento de sus responsabilidades.

Ahora el actual, quería finiquitar el mandato de la Cicig pues consideraba, sin manifestarlo de manera pública, que con esta entidad, los márgenes de im-punidad se acortaban y la pareja presidencial tenía demasiadas colas.Sin duda uno de los temas que ca-lentó el clima político en Guatemala se dio alrededor del mandato de la Cicig y sobre todo, los plazos para su estancia en el país

Se iba o se prolongaba el mandato fue un motivo de discusión durante varios meses. En pocas palabras, para el gobierno esta instancia debía retirarse del país pues sus plazos ya estaban agotados. La sociedad en su mayoría entendió que la oposición del gobierno a la permanencia de la comisión internacional, era una manera de pagar un seguro de impunidad pues con los arreglos de las cortes como quedó en evidencia el proceso cuestionadísimo de elección de magistrados por la vía de la comisiones de postulación cooptadas

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y/o manipuladas por los operadores del ejecutivo, ya no había nada que hacer en dirección procesos judi-ciales, del tipo que fueran, y en consecuencia, la pa-reja presidencial y otros funcionarios podrían estar tranquilos sin la Cicig en Guatemala.

La impunidad conseguida con el nombramiento de las cortes en un proceso del que existe abundante infor-mación en los medios guatemaltecos de esos días, se había convertido en el seguro absoluto para la pareja gobernante. Por ello no hacía falta nada ni nadie extra en el terreno de la justicia, menos si no estaba bajo control. Así pues, la Cicig ya había cumplido con su mandato, y lo único que restaba era que concluyera el proceso de traslado de capacidades a las instituciones encargadas del tema justicia en el país. La idea, repeti-da una y otra vez, quería que la comisión internacional no abriera ni un solo caso más, que se dedicara a tras-ladar competencias y todo mundo tranquilo. Era la for-ma de decir, de las más diversas maneras, no nos gus-ta que la Cicig meta sus narices en los temas que solo nos incumben a los nacionales. En pocas palabras, la impunidad es tema de los guatemaltecos. Punto.

Ese seguro de impunidad, conseguido a través de ar-duas negociaciones con las comisiones de postula-ción, con las presiones abiertas o veladas a los opera-dores de justicia y un sinfín de argucias, tenían una razón de ser. Desde el juicio y condena por genocidio al general Ríos Montt, se sabía que el presidente esta-ba, por decirlo, de alguna manera, nervioso, pues con lógica simple, “estaba en lista de espera”. Los datos sobre su nivel de compromiso en el caso del genoci-dio eran amplios, los videos, uno de manera especial,

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mostraban la faceta menos conocida del ahora presi-dente. Por ello la urgencia que la Cicig concluyera su mandato para poder volver a dormir a pierna suelta.

Pero no solo era el presidente quien salía afectado con la continuación de la Cicig y el proceso sobre el tema de genocidio. La alarma había cundido también en grupos de empresarios que sabían que durante la guerra su colaboración fue algo más que simbólica: sus aviones privados fueron utilizados por el ejército, las fincas y otras instalaciones se convirtieron en apo-yo logístico en la campaña demencial del ejército y por ello, ahora tenían grandes dudas sobre los dos proce-sos. El del genocidio y la presencia de la Cicig, pues sin duda alguna, la salida vergonzosa por la vía de una resolución de la CC al caso de genocidio sí forma-ba parte de las atribuciones de ese ente internacional pues, la salida señalada, sí vulneraba la impartición de justicia y el debido proceso. Y eso se encontraba emparentado con el crimen organizado...

Sectores de opinión conservadora, hicieron durante meses del discurso de que la Cicig un ente interventor y violador de la soberanía nacional, y en consecuen-cia, apoyaron la postura gubernamental en cuanto a no renovar el mandato de esta instancia internacio-nal. Sin embargo hubo un elemento que no estaba contabilizado. Guatemala desde hace mucho tiempo, con autoridades como la actual y las anteriores, había perdido la soberanía de forma evidente y el gobierno de los EEUU poseía un peso que sin duda alguna no es para nada del agrado de mucha ciudadanía, pero que hoy es un factor que no puede dejar de ser toma-do en consideración.

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Este es un tema apasionante. Para algunos la soberanía es cosa del pasado, cuando existían estadios nacionales con rasgos bien definidos, pero con la globalización, al-gunas de las funciones de esos estados se habían tras-ladado al terreno de instancias internacionales. Era el tiempo de hablar de soberanía recortada, de soberanía a medias y en algunos defensores a ultranza de los límites de la soberanía, se hablaba de esta como algo del pasa-do. Por supuesto que el debate se calentaba solo para el tema de la Cicig que sin duda era una intervención extraña en el país, pero no se decía nada del papelón del estado guatemalteco ante la embestida de las empresas multinacionales del tipo que fuera, particularmente las mineras y las petroleras, o las empresas de distribución de energía. Aquí lo que importaba eran las inversiones reales o supuestas que llegaban al país o los empleos reales o supuestos que esas inversiones generaban. El desarrollo económico del país era lo de menos.

Se señala esto pues el peso del gobierno de los EEUU, así como se lee, fue echado en favor de la Cicig a pesar de los pataleos de esta opinión conservadora y a pesar que el presidente decía una y otra vez que las decisio-nes las tomaba él de manera soberana. El clímax de estas diferencias fue el momento de la visita del vice-presidente de los EEUU Joseph “Joe” Biden. El motivo aparente de la vista había sido el apoyo a un plan de reactivación económica del triángulo norte con el ob-jetivo de tratar de frenar el tráfico de migrantes hacia ese país.Y entre líneas, el apoyo claro de su gobierno a la permanencia de la Cicig.

Pero las realidades iban por otro camino. Esto llegó al grado de condicionar por parte del gobierno de los EEUU

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un proyecto económico Alianza para la Prosperidad, para el denominado triángulo norte al prolongamiento del mandato de la Cicig. Los más altos funcionarios del gobierno norteamericano dijeron, a su turno, que unos 1000 millones de dólares se invertirían para el proyecto de tres países, sí y solo sí, la Cicig permanecía en el país.

En ese contexto, sectores de opinión desataron una campaña por la soberanía e intentaron descalificar a la Cicig, convertida ya en el proyecto de los EEUU para el saneamiento del desgobierno guatemalteco que ya se había convertido en un tema de seguridad nacional para el país del norte por el flujo creciente de inmigrantes ilegales que llegaban a su territorio y por la presencia de redes de narcotráfico vinculadas de forma poco oculta a las autoridades de gobierno. La cuestión del narcotráfico no era menor. Había la certeza de parte de la administración norteamericana de la participación de la pareja presidencial en ese ne-gocio. Fuera en calidad de impulsores, de cómplices o de beneficiarios de algunas prebendas.

“Pero la gota que derramó el vaso fue la soberbia del Presidente de no querer prorrogar el mandato de la Ci-cig. Para la Embajada de EEUU, la salida de la Comi-sión implicaba perder al último interlocutor confiable en la lucha contra el crimen organizado. Por ello, Was-hington realizó un despliegue diplomático sin prece-dentes que incluyó la visita del vicepresidente, Joseph Biden, del secretario de Defensa, Charles “Chuck” Ha-gel, del consejero del Departamento de Estado, Tho-mas “Tom” Shannon, y nuevamente del subsecretario de asuntos antinarcóticos, William Brownfield. (Phillip Chicola. “ElPeriódico”. 24.5.2015).

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El clímax de esas certezas se produce al momento de la detención de la “reina del sur” narcotraficante recla-mada por el gobierno de los EEUU por sus actividades de lavado de dinero en varios países de la región, que contaba entre sus amistades a la pareja gobernante en Guatemala, como lo mostraban algunas fotos en eventos sociales. De las relaciones ya no quedaban dudas, salvo acaso, sobre el nivel de las mismas. Se avanzó un poco más en esta dirección cuando se infor-mó que la “Reina del sur”, había financiado un even-to del presidente y la vicepresidente por valor de dos millones de quetzales que había gentilmente donado.

Para observadores atentos de la situación nacional, la captura de Marjorie Chacón (Reina del sur) había ge-nerado una ola de insomnio en la cúpula del poder en Guatemala. Quienes tenían dudas o alguna informa-ción sobre la relación de la pareja presidencial con el narcotráfico y con la Reina del sur, quedaba claro que el gobierno de los EEUU los tenía a partir de esa cap-tura en calidad de extraditables. Pues los desplantes en desfiles hípicos con caballos pura sangre, fiestas privadas con capos, y toda la parafernalia asociada al negocio de las drogas, eran de conocimiento público, motivo de columnas de opinión, de artículos periodís-ticos, etc.

Pero también ante la constatación que las ayudas internacionales y los compromisos contraídos por los diferentes gobiernos guatemaltecos no verían ja-más puerto seguro, si se mantenían las prácticas de corrupción extendidas en los últimos años y que ha-bían híperdesarrollado con el gobierno del partido Pa-triota, encabezado por Otto Pérez y Roxana Baldetti.

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Aún más, los EEUU vía sus voceros de más alto rango o de menor jerarquía, dejaron planear la idea que el proyecto de la Cicig o algo parecido, era deseable en los otros países del triángulo norte. En pocas palabras, la soberanía quedaba para tiempos que no eran estos.

Sin que mediara anestesia, se le estaba diciendo a los gobernantes de turno del triángulo norte centroame-ricano, especialmente al guatemalteco, que no tenían confianza en sus credenciales de honradez y que por lo tanto, se desembolsaba plata siempre y cuando fue-ra auditada por ese organismo internacional.

En enero de 2015, los EEUU por intermedio de su em-bajador Todd Robinson decían abiertamente su postura sobre el ente internacional. Fragmentos de una entrevis-ta publicada por el diario “La Hora”, ilustran ese dato:

“Embajador de EE. UU., indica que la CICIG es necesaria

Nacional enero 28, 2015

POR ALEJANDRO CASTILLO [email protected]

En una entrevista con “La Hora”, el embajador de Es-tados Unidos, Todd Robinson, señaló que la Comi-sión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) es necesaria en el país y aseguró que de ser necesario conversará con la comunidad internacional para que continúe el apoyo a esa institución.

“Como que sí es necesaria la institución (Cicig) para combatir la corrupción”, pensamos dijo, el gobierno de Estados Unidos y la comunidad internacional, y agre-

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gó que “si toman la decisión de ampliar el mandato, nosotros vamos a seguir apoyando a la institución”.

“Lo ideal es que el mandatario invite a la ONU y a la Cicig para evaluar la continuidad en base a los resul-tados que hay”, afirmó.

El embajador agregó que si no continúa el ente inves-tigador se buscará la manera (de combatir) el tema de corrupción y las redes del crimen que actúan en contra de las personas. “Será difícil, pero no descansaremos en luchar contra el crimen organizado; buscaremos la manera de apoyar para mejorar el país, aclaró”.

La ofensiva diplomática de EEUU continuó firme y se profundizaba con los días. En este contexto llega el vicepresidente del poderoso vecino.

La visita de Joseph “Joe” Biden

“Vicemandataria de la República habría viajado a eu-ropa durante la visita de su homólogo estadounidense al país. Versión de (La Nación 6.3.2015)”

“Redacción. A principios de la actual semana, el vi-cepresidente de Estados Unidos, “Joe” Biden, visitó suelo guatemalteco por segunda ocasión durante el gobierno del Partido Patriota (PP), para participar en la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica, abordando diferentes temas de inte-rés regional como la migración, seguridad y combate contra la corrupción.

En junio de 2014, Biden visitó el país por primera vez y fue recibido en el aeropuerto por Roxana Baldetti, protocolo que en esta ocasión cambió, puesto que el

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comité de bienvenida estaba integrado por el presi-dente de la República, Otto Pérez Molina y su esposa Rosa Leal de Pérez.

Baldetti habría estado intentando convencer al Eje-cutivo de generar una estrategia para persuadir a los participantes en la reunión con Biden, respecto a la descontinuación de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), y ese podría ha-ber sido uno de los motivos que generó diferencias en la organización de las actividades.

Gobierno estadounidense excluyó a Baldetti

De acuerdo con información de los organizadores de las diferentes reuniones y eventos realizados durante la visita del vicepresidente de Estados Unidos, el go-bierno de ese país habría evitado a toda costa, cual-quier participación de Baldetti durante la visita oficial.

Extraoficialmente se dio a conocer que las gestiones se realizaron por medio de la embajada estadouniden-se en el país, evitando la presencia de la vicepresiden-ta. Incluso, se afirmó que Biden arribó a Guatemala con su esposa, para obligar a Pérez Molina a recibirlo con la primera dama de la nación, Rosa Leal de Pérez.

Hay que señalar que el gobierno guatemalteco viene desde hace años comportándose como un aliado firme en los EEUU, y que los temas de mayor interés para los norteamericanos, han sido casi siempre, avalados por los gobiernos guatemaltecos sin “chistar” palabra, sin poner peros ni agregar comas. En pocas palabras, los gobiernos de Guatemala han sido fieles servidores

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de los EEUU. Lo que antes se denominaba como go-biernos lacayos.

Sin embargo fue un terremoto político la intervención del embajador norteamericano en el podio presiden-cial. Al unísono, columnistas, twitter, facebook y to-das las redes sociales, asi como los más diversos sec-tores, señalaron el pobre rol de actor de reparto del presidente guatemalteco, al escuchar, las opiniones del embajador norteamericano, convertido a los ojos de todos como un verdadero gobierno de ocupación.

Era el costo del desastre institucional que había ge-nerado del desgobierno del partido Patriota, encabe-zado por la pareja Pérez Molina-Baldetti Elías. El anti gobierno si hubiera alguna categoría para definir los años consumidos desde el año 2012. Es necesario subrayar que desde el primer día quedó claro que el gobierno del partido patriota era de naturaleza empre-sarial, al grado que se decía por todos los medios que los empresarios tenían derecho de “picaporte” en casa presidencial. Por ello el costo de todo el caos político no podía aliviar al sector históricamente dueño de vi-das y haciendas, pero sobre todo, de gobiernos.

En esta perspectiva, la red de corrupción de las adua-nas y la estructura de la “Línea”, tenía entre sus be-neficiarios al sector empresarial. Quizás no a todos, pero una buena parte de ellos estaba comprometido en la defraudación fiscal y los arreglos con el crimen organizado. La larga espera porque la Cicig proporcio-nara los nombres de los empresarios comprometidos en ese negocio sucio, anima las discusiones en esos días. Quedaba para el mecanismo internacional, ha-cer demostraciones categóricas para separar la paja

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del trigo. Una cosa era denunciar la corrupción gu-bernamental y otra indispensable de ser aclarada, los grupos que se beneficiaron de esta corrupción. El tema pues está planteado, desde entonces y la exigen-cia crece.

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PARtE 3 La Línea y la caída de Baldetti

El 16 de abril de 2015 fue el inicio de la fase final del derrumbe de Roxana Baldetti, del presidente Otto Pé-rez y del partido de gobierno... Ese día la Comisión In-ternacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) y el Ministerio Público (MP) desvelaron una estructu-ra dedicada a la defraudación aduanera, dirigida por Juan Carlos Monzón Rojas, exsecretario privado de la exvicemandataria.

Ese jueves se realizaron diferentes allanamientos que finalizaron con la captura de veintidós personas seña-ladas de integrar la organización. Omar Franco y Carlos Muñoz, el último y anterior titular de la Superintenden-cia de Administración Tributaria, figuraban entre ellos.

Un día después, el presidente Otto Pérez Molina informó que la exfuncionaria viajó junto a Monzón Rojas hacia Corea del Sur. Esas declaraciones profundizaron el hun-dimiento del gobierno, el cual hasta ahora no se detiene.

La posible vinculación de Baldetti en el caso provocó que el 25 de abril se llenara la Plaza de la Constitu-ción, con miles de personas que pidieron su renuncia, la cual se concretó poco después pese a que su vocera y abogado aseguraron que no lo haría.

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¿Y Pérez Molina?

Dentro de esos audios expuestos por la fiscalía, tam-bién resaltaron los sobrenombres del Presidente, el “Mero Mero” y el “Alto Señor”, que han generado sus-picacias contra Pérez Molina. El MP y la Cicig no se han referido a la identidad del personaje.

El bufete de la impunidad

Marta Sierra, titular del Juzgado Octavo de Instancia Penal, fue designada para conocer el caso. No obstan-te, ahora enfrenta una solicitud de antejuicio, pues habría recibido un pago monetario a cambio del arres-to domiciliario que les otorgó a tres cabecillas de la agrupación.

En otras palabras, el destape de la estructura deno-minada la “Línea” mostró como pocas veces, el grado de impunidad con el cual operaban en nuestro país este tipo de estructuras paralelas. Desde la cúpula del ejecutivo, como señalan todos los indicios, con la participación de grupos clandestinos conocidos desde hace años, pasando por jueces y abogados. Toda una estructura que la Cicig había descubierto, contribui-do a su captura y por esa vía generando el más alto escándalo del que se tenga memoria en el pasado re-ciente, por las severas muestras o indicios de compli-cidad almás alto nivel.

Lo destapado por la Cicig en el caso la “Línea” es real-mente para dejar a todo el país con la furia a flor de piel, tal el tamaño de la corrupción y los actores im-plicados en este caso de “corrupción de lesa huma-nidad”, que es lo mínimo que se puede decir al ver la

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dimensión de atropello a las finanzas nacionales y a la moral pública.

Como fue relatado por Publinews (medio informativo escrito que se distribuye gratuitamente en calles tran-sitadas), al reportar las capturas del caso la Línea, se trata de las cifras del horror llegó de un “sopetón” a la gente que con seguridad tiene que haber tenido un infarto de cólera por la dimensión de la infamia. El re-porte textual dice:

“El pasado jueves fueron detenidas 22 personas impli-cadas de participar en una red criminal, denominada “La Línea”, entre ellos al jefe de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), Omar Franco. Es-tos son algunos de los datos.

Veintidós personas fueron capturas implicadas en el caso de defraudación fiscal, el pasado jueves 16, du-rante 34 allanamientos realizados en distintas zonas.

En una de las viviendas allanadas fueron incauta-dos cerca de Q1.6 millones de quetzales.

Al menos 250 agentes de la Policía Nacional Civil par-ticiparon y se utilizaron 50 autopatrullas, según expli-có el ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla.

Cada alto mando de los implicados en la red “La Lí-nea” se apropiaba de Q40 millones al año (Juan Car-los Monzón, secretario privado de la Vicepresidencia; y Salvador Estuardo González), según datos de la fiscalía.

Los “mandos medios” se embolsaban entre quin-ce y veinte millones de quetzales; mientras que los

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colaboradores declarados como “bajos”, de acuerdo a la investigación de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), obtenían ganancias de trescientos treinta mil quetzales, por año.

Seis de los involucrados fueron ligados a proceso pero se les dictó prisión preventiva con una fianza. Fran-cisco Javier Ortiz Arreaga, alias Teniente Jerez, Mi-guel Ángel Aldana, Salvador Estuardo González Álva-rez y Mónica Patricia Jáuregui Zamora, deberán pagar doscientos mil quetzales; mientras que José Rolando Gil Monterroso y Carlos Ixtuc Cuc, pagarán doscien-tos cincuenta mil quetzales.

Del cien por ciento de impuesto de los contenedores que ingresaban al país, el 40% era pagado al fisco; 30% correspondía al soborno y el 30% restante se de-jaba de pagar al Estado.”

Una síntesis del modus operandi de la banda la Línea, publicado por Plaza Pública, dice mucho del nivel de profesionalismo al que se había llegado. Y todo, des-de la vicepresidencia y la “vista gorda” del presidente, con algo más de complicidad.

“El procedimiento para la defraudación explicado por la fiscalía con la ayuda de las escuchas telefónicas es sencillo: al llegar un contenedor a la aduana, un técni-co de la SAT reportará la carga y le asignará, después de haber hablado con un integrante de la red, un valor tributario menor del real. El importador pagará a la SAT un 40% del impuesto que le tocaría, entregará un 30% como un soborno a “La Línea” y se ahorrará (defraudará al fisco) el restante 30%. Para lograr esto “La Línea” coloca en puestos clave a miembros de la

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red, desde vistas aduaneros hasta jefes de recursos humanos, administradores y el mismo superinten-dente de la SAT. Una cadena que empieza al más alto nivel y que permite delegar en cascada las responsa-bilidades de la estructura.”

En pocas palabras, “la Línea” dejaba al desnudo el bru-tal negocio de la corrupción en Guatemala. Y con todo lo que se pueda señalar al respecto, daba en cierto modo razón a quienes se negaban a tributar de otra forma pues finalmente, el gobierno se “robaba” nuestros impuestos. La verdad es que en esas condiciones apareció algo de lo que se tenía idea pero no pruebas: los furgones iban para sectores del empresariado guatemalteco, que eran parte del gran negocio pulido a lo largo de años, tantos como la apertura democrática de los años ochenta.

Por ello, defraudar al fisco si bien se criticaba en pú-blico, en privado se mantenía como la mejor manera de ser competitivo. La mejor y más grande muestra de la que se denomina doble moral. Buscar elevar los impuestos indirectos y defraudar de manera simul-tánea para así exprimir al contribuyente de todas las formas posibles e imaginables. En esas condiciones queda claro para medio mundo que el empresariado que siempre blasonaba de emprendedor, honrado, trabajador, y un sinfín de lugares comunes para jus-tificar su condiciones, se convertía en lo que siempre había sido: la otra cara de la corrupción, pues como lo sabemos desde que se estudia este fenómeno, hay una moneda de dos caras, quienes reciben sobornos y quienes los proporcionan. Más claro….

Es algo que no deja duda, que con los antecedentes de vulgaridad de la pareja gobernante y la certeza que

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se enriquecían a ojos vistas, que se divertían con ca-ballos peruanos, árabes o españoles de pura sangre, en granjas que parecía les habían “caído del cielo”, con hijos que vivían el jet-set, con el “incidente” de las mojarras y el agua milagrosa, pues la mesa esta-ba servida para las olas de protesta que iniciaron en abril. Como señalaban muchas personas, Guatemala está al borde de una explosión social, solo que por los antecedentes nadie preveía que tuviera la dimensión que como vemos adquirió y menos que se desarrollara de manera pacífica y acaso, festiva.

En el proceso desatado con el destape de la Línea, hubo un incidente que se debe agregar al clima de desfachatez que se había introducido en el accionar de la pareja gobernante. La vicepresidente quiso re-solver todo el caos desatado, con una comparecencia de prensa al regresar de su viaje a Corea del Sur para recibir un doctorado de una universidad “patito”. En-tonces se enredó en explicaciones sobre el viaje reali-zado, acompañada por su secretario privado principal señalado como jefe de la estructura mafiosa que ope-raba los furgones y demás “chanchullos” de la Línea.

La vicepresidente le había informado durante el viaje, que se había destapado un escándalo que le afectaba. Ella regresó, el secretario privado sigue perdido quién sabe dónde, gozando de la impunidad total, o como dicen muchas personas, disfrutando la paz definitiva. En esos momentos, la diferencia entre jueves o viernes contaba mucho pues en esos días se había producido el aviso a su secretario privado, y en ese momento se había iniciado el operativo de la Cicig para capturar a los involucrados en semejante atropello.

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Pero el tema es que en esos días hubo declaraciones del presidente negando lo evidente, o sea, las fechas del regreso (de Baldetti) que ya estaban documenta-das en los registros de aeronáutica. En los registros de otros países que funcionan de mejor manera que los nuestros y de nueva cuenta nos dimos cuenta de la complicidad de ambos en el millonario asalto a las arcas nacionales.

Las condiciones estaban al rojo vivo.

Del 25 de abril en adelante

El 25 de abril, estando fuera del país atendiendo una invitación en República Dominicana, en cosa de horas vi en el correo y el sitio de facebook, informaciones y fotos de que algo nuevo tenía lugar en Guatemala. Ese día, miles habían salido a las calles y ocupado el parque central con una demostración sin dirigentes visibles, sin agenda escondida, en orden, con algunas expresiones de fiesta. Antes del viaje había sido adver-tido de la urgencia de iniciar convocatorias para exigir claridad en el caso de la Línea que ya había estallado, pero no hubo tiempo de calcular el grado de impacto de este nuevo hecho de corrupción.

Ello en parte por los recurrentes escándalos de co-rrupción que han sacudido al país en los últimos años, en donde un escándalo sucede a otro peor o de otras características pero sin que ninguno genere un nivel de molestia social extendido o que dé lugar a ex-presiones de indignación y movilización. Hace algunos años, por ejemplo, el tema del “Guarogate” ocupó al-gunas semanas la atención mediática pero luego pasó

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al olvido, a pesar que en esa ocasión se había con-seguido poner a más de veinte diputados en proceso de antejuicio que por supuesto un juez pesquisidor había clausurado sin más.

Protestaban, ahora de forma ruidosa y pacífica, en contra de la corrupción que había destapado el es-cándalo de “la Línea”, que había llevado a una más docena de funcionarios de la SAT a la cárcel, había puesto en fuga al secretario privado de la Vicepresi-dencia, y sobre todo, había arrojado dudas o certezas sobre la pareja presidente-vicepresidenta, que ahora todo mundo veía involucrada en la corrupción y en el mal gobierno.

En tiempo real recibía fotos del evento en el parque ca-pitalino y pocas horas después, dos videos, uno que era un foto-montaje y otro un video tomado al calor de la concentración del parque central. Ese mismo material se conoció en el mundo en los mismos tiempos. La era de las comunicaciones en tiempo real acompañaban ahora las muestras de repudio a la corrupción en Gua-temala. Muy lejos de la época en que un reporte militar de los acontecimientos de la guerra del siglo pasado, consumía varias jornadas de caminata en la selva lo-dosa, antes de poder llegar a salas de redacción y por lo “viejos”… ya no se convertían en notas de información.

De los comentarios de color que acompañaron el re-cuento de la historia del 25A, uno llamó poderosamen-te la atención, pues representaba un símbolo indis-pensable en las demostraciones masivas. Estudiantes de las diversas universidades tomaron la iniciativa de recoger al final de la concentración, la basura regada por todas partes.

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El pequeño detalle que se menciona cobraba mayor relevancia pues días antes o después, reuniones de “acarreados” por los partidos políticos de gobierno y de oposición funcional al sistema, dejaban la misma plaza con montones de basura, fuera de carteles alu-sivos a los actos o envoltorios de pollo frito o hambur-guesas repartidas en las concentraciones.

Con las demostraciones del 25A el metamensaje era que la gente, la sociedad, estaba limpia, exigía limpie-za en la conducta de las autoridades y de la clase polí-tica en lo que se había convertido otro de los objetivos de esa forma de reuniones. Sin duda ello alimentaba las protestas que ahora se programaban por las redes sociales por medio de hashtag y no por comunicados. Se había producido en ese pequeño detalle, un cambio generacional de época.

Una idea de la sacudida social que produce el 25A y los días subsiguientes, se puede encontrar en un reporta-je sin desperdicio publicado en la revista electrónica “Nómada”. En este caso se trata del actor emergente en la vida nacional que representan los estudiantes universitarios, pero ahora de varias universidades pri-vadas. No solo la tradicional y nacional San Carlos, ahora son estudiantes de la Landívar, de la Mariano Gálvez, de la Marroquín, de la Del Valle y de otras.

Es necesario decir que desde varias direcciones los estudiantes universitarios se han reunido como no lo habían hecho en estos años. Asimismo, hay colectivos que por aquí o por allá, discuten la mejor manera de incorporarse a ese proceso que en cosa de días ha de-rribado muros y prejuicios por todas partes.

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Por ello me pareció incorporar largos extractos del tex-to publicado, pues nada mejor que una visión desde los propios actores.

Luego del 25A, las protestas ganaron en intensidad. El 2 de mayo, el 9, el 16 de forma masiva y bajo un torrencial aguacero, luego el 30 de mayo. Vieron cre-cer en calidad y extensión la participación ciudadana. Junio inició con movilizaciones y el anuncio de un paro nacional, mientras el gobierno, totalmente desgasta-do, recurría como sostén, al gobierno de los EEUU y a otros apoyos de la comunidad internacional.

Tenía el apoyo externo pero a nivel interno perdía todo signo de credibilidad, lo que se podía aquilatar de ma-nera cotidiana, pues a donde el presidente desgastado y aislado se movilizaba, era abucheado, despreciado, denostado. Había terminado en medio del aislamiento más claro y sin ninguna opción para resistir o acaso, para soportar los aguaceros de indignación de la so-ciedad movilizada.

Ahora en el país y en casi todos los departamen-tos, se producían las demostraciones con el emble-mático #RenunciaYa. Y la exigencia de justicia, de fin de la corrupción, pero sobre todo, en el giro que se había producido, la gente exigía ahora reformas. #RenunciaYa, anunció que el 30 de mayo dejaba de existir pues el movimiento social tenía ya otras formas y medios para convocarse. Era evidente, entonces, que la situación había entrado en una fase distinta.

De una forma un poco simple, se decía en el inicio de las demostraciones, que era una revuelta de las capas medias y ello era cierto solo en una primera aproxima-

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ción, pues luego del 25 de abril, el primero de mayo la marcha de los trabajadores lo había hecho con la misma agenda, esto es, #RenunciaYa, y por el fin de la impunidad. Posteriormente, el 16 de mayo, miles de campesinos acompañaron la movilización y antes, en los departamentos las demostraciones pusieron en movimiento gente de todos los estratos.

Mientras el 20 de mayo, una marcha campesina con trabajadores de la salud, fue acompañada por gente ur-bana de eso que llaman sectores medios. Quizás hubo en un momento, al inicio de esta marcha campesina, la recurrencia a señalamientos sobre el tráfico y esos luga-res comunes de crítica a movilizaciones populares que desde hace años se instaló en algunos medios y se man-tuvo, más por pereza mental que por convencimiento.

Mientras se producían las marchas y otro tipo de con-centraciones, estudiantes de las distintas universi-dades subrayaban la necesidad de juntarse con los campesinos y los trabajadores para unificar puntos de vista y unificar luchas. Es por ello que durante la asamblea social popular, los estudiantes de las dife-rentes universidades son recibidos con claveles, y a su turno, los ixiles reciben ovaciones cuando portan-do sus varas emblemáticas, llegan a la concentración del parque central el 30 de mayo.

Al mes de iniciadas las protestas del 25A, la idea de reformas se había instalado en el imaginario de la so-ciedad guatemalteca. De manera particular en el sis-tema político, y para ello, el objetivo era la reforma de la Ley Electoral y de Partidos que esperaban turno desde la firma de la paz en 1996. Salvo algunas re-formas poco sustantivas realizadas con el nombre de

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reformas de primera generación, se trataba de una ley antidemocrática y obsoleta que debía ser reformada como lo exigía la gente en plazas del país entero. Era a los ojos de la gente movilizada por decenas de miles, la única garantía que se encontraba en la reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, así como otros cambios vinculados a una reforma política de amplio espectro en el sistema vigente en el país.

Hubo otras expresiones ciudadanas; largo sería co-mentar. Uno de los temas que junto al hartazgo de la corrupción vio la luz, es el descredito de la clase política y la necesidad de poner un “¡hasta aquí!”. En esta ocasión se dirigió la ira popular ante los excesos de los partidos políticos y de manera especial a la pro-paganda pintada o pegada en muros naturales, postes y otros lugares. Fue el movimiento “pinta pintas”, que de un día a otro se produce en varios departamentos del país.

Lo hicieron en Quetzaltenango, Huehuetenango, Baja Verapaz, en la ciudad capital... y con brochas, esco-bas, pintura blanca, limpiaron lo que habían con de-dicación, pintado los partidos políticos. Fueron dece-nas de personas, en familia, “cargando” a los hijos con la idea de que así contribuían a limpiar Guatemala. Se trataba de otra de las tantas expresiones de hartazgo del modo de hacer política por el sistema de partidos, una manera de decir, “su propaganda no solamente es mala y no nos dice nada, sino por el contrario, debe desaparecer junto con ustedes”.

Sin duda, el hartazgo demandaba una forma nueva de hacer política, partidos diferentes, procesos elec-cionarios que fueran con otras características. En una

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palabra demandaban el retorno de la ética a la política aun si no se planteaba de manera expresa. Es por ac-titudes como esta, por la corriente de energía que se desprendía de las manifestaciones, por los pequeños detalles como recoger la basura, la unidad estudian-til, lo pacífico de las demostraciones, que me pareció adecuado ubicar al menos un ángulo de las demostra-ciones bajo el alero de una Revolución Moral. Y como elemento indispensable, ubicarla como corresponde: en pleno siglo XXI.

En algunos lugares, colectivos de artistas pintaron en lugar de la propaganda, dibujos de colores, cantos a la vida, poesía de la calle… Era la democracia de nuevo tipo que se abría paso ante el estupor de los dueños de los partidos, de los dueños históricos de la finca que no alcanzaban a ver la dimensión de una revuelta que nacía desde las entrañas de un país sojuzgado, explotado hasta la saciedad, pero que desde los más profundo había encontrado la fuerza moral para er-guirse como no se tenía memoria. Por ello los partidos y los señores de la oligarquía añeja, no daban crédito a la ola de desprestigio que ahora tenían que enfren-tar sin saber cómo hacerlo.

En este contexto la discusión entre reforma y revo-lución aparecía una vez más y ello era un factor que animaba los debates en esos días. A veces de forma clara y con argumentos, en otras ocasiones de forma sugerida, sibilina, pero finalmente, el tema era parte del debate indispensable.

Uno de los temas que con más fuerza aparece en esos días es el de la unidad de los estudiantes de diversas

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universidades. Hecho inusitado, inédito, sorpresivo, pero que anima las discusiones y se instala en el ima-ginario de la sociedad en movimiento. De nuevo se canta a Violeta Parra, lo cual no es un dato menor en una sociedad con una historia reciente como la gua-temalteca, que es un poco antes reconstruida en un libro que tuvo muchos comentarios: “El rector, el co-ronel y el último decano comunista” de Asier Andrés y Pilar Crespo. Pero nada mejor para reconstruir ese proceso, que una crónica realizada por una periodista de “Nómada”.

Por Elsa Cabria Periódico virtual “Nómada” 19 de mayo de 2015

Por qué pasar de #UsacEsPueblo a#Somos Pueblo es un detonante.

Empezó un grupo de la San Carlos el 25 de abril. A la universidad pública, la que plantó cara al régimen en los ochenta y vio morir a profesores y alumnos, se le sumó un pequeño grupo de la Rafael Landívar. El 1 de mayo se incorporó otro de la Del Valle. Las reunio-nes empezaron a sucederse y en la #Marcha16M, junto a varios estudiantes de la Marroquín, más de 10,000 universitarios marcharon juntos contra la corrupción. Su plan es crecer como el primer frente universitario de la historia de Guatemala para incidir en la agenda política más allá de las protestas.

“A finales de los setenta e inicios de los ochenta, la USAC era el centro de la rebelión contra los gobiernos militares. Rebelión primero democrática y después gue-

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rrillera. También el centro de la represión y la cacería de cualquiera que pensara que el país era injusto. Y la clase media alta y la clase alta querían a sus hijos le-jos, muy lejos de ahí. Por eso crecen la universidad ca-tólica (la URL, 1961), la evangélica (la Mariano Gálvez, 1966) y la “de los ricos de derecha”, según palabras de su fundador (la Francisco Marroquín, 1971). Por eso, en los últimos treinta años la interacción de clases socia-les en aulas universitarias, común en América Latina y Europa y en la historia de Guatemala hasta antes de 1978, se volvió prácticamente inexistente. Una estra-tegia exitosísima para debilitar movimientos políticos.”

“El 17 de abril de 2015, la que era alumna y ahora es profesora de Pensamiento Político trata de generar un debate entre sus alumnos de segundo año de la URL. Parecen poco interesados en el llamado Caso SAT, el escándalo político que ha estallado el día antes con la desarticulación de una mafia de defraudación adua-nera. No suelen debatir temas de actualidad. Pero la maestra presiona. Quiere saber cuántos van a ir a la marcha convocada para el día 25 de abril. En un grupo de 25 estudiantes, solo hay cinco manos arriba. La juventud clasemediera en Guatemala no suele salir a marchar. Pero la discusión se anima y al final de la clase hay 25 manos arriba.

“El 25 de abril, bajo el lema #UsacEsPueblo, miles de universitarios de la San Carlos salen en una primera marcha contra la corrupción que no deja de ser histó-rica. Pero algo más sucede. A la altura de la quinta avenida y 18 calle de la Zona 1, en el centro histórico, tras más de dos horas andando, saludan y reciben a un grupo de 40 personas. Son los autodenominados

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landivarianos, que usan ese nombre porque no pueden usar el nombre de su universidad (la UFM, por ejemplo se los prohibió)”.

“Eso está previsto, está dentro de los planes, pero es el desencadenante de algo que quiere ser más gran-de que un acercamiento entre universitarios de cen-tros público y privados. Tan simple como el guiño de Samuel Pérez, estudiante de Económicas de la URL, tras el saludo de los sancarlistas: da las gracias a Oli-verio Castañeda, el mítico líder de la USAC asesinado tras una manifestación del 20 de octubre de 1978 en el parque central. Como muestra de esa añeja inte-racción de clases, Oliverio, el revolucionario, se había graduado del colegio aristócrata por antonomasia: el Colegio Americano.”

La reunión en la Casa Roja

Es 6 de mayo, son las cuatro y media de la tarde. En la Casa Roja, un espacio cultural de izquierdas en el cen-tro histórico, una treintena de estudiantes de las tres universidades se sientan en una de las habitaciones del lugar. Sillas, caras, voces, ideas. La idea del primer frente universitario de Guatemala toma fuerza entre la tercera avenida y la séptima calle de la zona 1. “Más allá de los resultados coyunturales, queremos dejar un espacio bien articulado para que los universitarios de futuras generaciones se movilicen políticamente”.

“Ya se han movilizado, ya saben que la unión hace la fuerza, pero discuten qué quieren hacer. En dos en-cuentros en la USAC y en la URL los días 14 y 15 de mayo eligen su discurso: reformas a la Ley Electoral y a la Ley de Partidos Políticos, a través de una eficiente

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fiscalización del financiamiento, de un mayor poder al Tribunal Supremo Electoral para sancionar, legitima-ción del voto nulo y transparencia real en las institu-ciones. Todo bajo un nombre: Coordinadora Estudiantil Universitaria de Guatemala (CEUG).”

Derribar los prejuicios

“La CEUG invita a los universitarios, a todos los univer-sitarios que se sumen, a la marcha del 16 de mayo de 2015. Una gigantesca manta azul se convierte en una de las grandes protagonistas de la marcha del 16M. La gente, en medio del abarrotado parque central de Ciudad de Guatemala, se la pasa de mano en mano, por encima de la cabeza. Es de todos, no es de na-die, es de cada uno, es de Guatemala. Arriba pone: #SomosPueblo. Es la manta de la nueva coordinado-ra universitaria. “Siempre se ven diferencias ideológi-cas muy fuertes, pero está habiendo un consenso muy rápido”.

En las elecciones de 2012, Gabriela Carrera invitó a Mynor Alonso a la Landívar. Iba a llegar gente del movimiento mexicano estudiantil #YoSoy132, que sur-gió cuando un grupo de 131 estudiantes de la jesuita Universidad Iberoamericana increparon al candidato Enrique Peña Nieto por su mala gestión como goberna-dor del Estado de México, y lograron generar una fuerte unión entre universitarios, y solidaridad del resto de la ciudadanía, que hasta entonces era desconocida por-que provenía de estudiantes de una privada.

“Cuenta Alonso que llegó con la arrogancia de los 22 años y empezó a mofarse de los estudiantes de las pri-vadas. Y uno de los dirigentes estudiantiles mexicanos

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le dijo algo sin saber que no lo olvidaría: “Nosotros no pudimos hacer ni mierda hasta que empezamos a per-der los prejuicios”.

El punto central de todo este tema es que hubo final-mente un resurgimiento del movimiento estudian-til que como es sabido, ha sido en la vida nacional un actor de primer orden. Los estudiantes tienen el don de ser aceptados por la mayoría de la ciudada-nía pues finalmente son los hijos, el futuro, y tantas cosas que siempre duermen en las expectativas de la mayoría.

Pero sobre todo le aportaron frescura juvenil a las pro-testas que se instalaron desde el 25 de abril; de tal suerte que mayo y junio estaban impulsados por esa energía de los jóvenes, ahora jóvenes universitarios y de otros sectores, que pintaron de colores las pro-testas, con un toque diferente al habitual de los últi-mos años, cargadas del dolor del enfrentamiento, de las viejas rencillas, mientras que ahora, se trata de la frescura de las redes sociales, y de las formas nuevas de hacer política y protestas.

Era un movimiento más emparentado con los indig-nados del 15M en España, que con las protestas sin-dicales de otros años o de las marchas campesinas o de otros gremios. En lo único que se tenía conciencia plena en los actores de esa juventud emergente, era que se debía tener alianzas con todos los sectores que se opusieran a la corrupción, a la vieja clase política, a los usos y costumbres como el nepotismo, el clien-telismo, y todas las formas rebasadas por la evidencia del mal gobierno.

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Los guatemaltecos en el mundo

Inusitado, producto de la globalización, resultado de las redes sociales, o como se quiera denominar, pero en esta ocasión, junto a las manifestaciones en el país, en varios departamentos, en contra de la escandalo-sa corrupción, que en todo el mundo se conocía en tiempo real por las redes sociales, los grupos de gua-temaltecos en diversos países del mundo, salieron de su situación de confort y de una forma u otra manifes-taron su apoyo a lo que hacían sus connacionales de forma ruidosa con vuvuzelas y gorgoritos. En Londres o Los Ángeles, en París, México o Taiwán, en Islandia y Roma, en Australia, Tokio y Buenos Aires, hubo de-mostraciones frente a las embajadas o en sitios em-blemáticos de esos países. En todas partes contra la corrupción y por la #RenunciaYa.

La única diferencia entre los guatemaltecos en el ex-terior que ahora se expresaban de forma rápida, era que en su mayoría se trataba de estudiantes y unos cuantos residentes en los diversos países, salvo en EEUU en donde hubo un peso mayor de los migrantes económicos que por decenas de miles habían hecho de los EEUU la clave de su supervivencia y de sus fa-milias en el interior del país. Pero también se habían convertido en la principal fuente económica del país y en los últimos años, en la principal fuente de divisas de la economía guatemalteca, por el peso de las reme-sas familiares.

Sin duda era la expresión de que Guatemala había en-trado en el siglo XXI armada de las redes sociales como instrumento de comunicación y con la conciencia que

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ahora el tiempo pasaba por las formas de intercambio que nos daba la tecnología. En la mejor versión de la globalización, ahora la gente sabía que lo que ocurría en las ciudades y en la capital del país era en sentido estricto una revuelta democrática, algo parecido a la primavera árabe o al movimiento de los indignados del 15M en España.Las visiones y opiniones de las redes había ubicado la naturaleza de uno y otro fenó-meno social. Si bien, a riesgo de parecer esquemático, los indignados expresaban las necesidades y urgen-cias de sectores medios abandonados por la crisis del capitalismo europeo, con la crisis terminal del deno-minado estado de bienestar de la socialdemocracia; la primavera árabe tenía de entrada otros contenidos. No se trataba de la lucha por la situación económica en primera instancia, sino se trataba de la conquista de gobiernos democráticos, no absolutistas. Por su-puesto que ambas demandas o expresiones estaban revestidas de absoluta legitimidad, pues tanto la crisis del modelo en Europa, como el hartazgo de las monar-quías árabes también debían ser puestas de lado.

Para los guatemaltecos en el exterior, por la existen-cia de las redes sociales se habían enterado de estos fenómenos, conocidos en el mundo en tiempo real. La indignación se contagiaba en segundos como lo había demostrado el movimiento de la primavera árabe, que de Túnez había saltado a Egipto, pasado por Libia y llegado a Yemen. Al igual que las explosiones de indig-nados en varios países europeos o en el otro lado del atlántico con el “ocupa Wall Street”, ello en cosa de se-manas para la angustia de los analistas, periodistas, politólogos o sociólogos, que no tenían en sus textos referencias de este tipo de procesos. Salvo acaso en

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los lejanos años sesentas con las revueltas estudian-tiles con el mítico barrio latino de París, o la matanza de Tlatelolco en México.

Pocas década antes, ocurrió en Portugal la revolución de los claveles en 1975 en la llamada revolución de Terciopelo en Praga en 1989, que se iba conociendo por la vía de los periódicos y su versión sin la frescura de lo que ahora se veía, pero la distancia entre unos recuerdos y otros eran ya marcados por la fuerza de las comunicaciones digitales. Las generaciones en-tonces, apenas podían encontrarse pues la revolución tecnológica era demasiado fuerte. No obstante ello, la experiencia pudo ser trasmitida, y la estafeta se pasó a la nueva ola de los hashtag y los tuit.

De esta forma Siglo XXI dio cuenta de lo ocurrido el 16 de mayo en la capital guatemalteca y en otros lugares del país.

Byron Quiñonez Siglo XXI 17 mayo 2015

Manifestaciones dentro y fuera del país

“La marcha capitalina de protesta tuvo sus réplicas en el interior de la República: tanto en Retalhuleu como en Chimaltenango, Quetzaltenango, Quiché, Sololá, Totonicapán, Chiquimula y la Antigua Guatemala.

Miles de estudiantes, líderes sindicales y de organiza-ciones campesinas realizaron marchas pacíficas para exigir la renuncia del presidente Otto Pérez Molina y que se investiguen los casos de corrupción.

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De igual manera, guatemaltecos residentes en Ingla-terra, Islandia, España, Chile, Francia, Suiza, Esta-dos Unidos e Italia manifestaron su descontento por la corrupción y enriquecimiento ilícito por parte de los políticos guatemaltecos”.

El cambio de época

Desde los más diversos puntos de vista el origen del “tsunami social” de abril, mayo y junio no alcanzó en estos días a ser algo concluyente, a dar una versión que fuera aceptada de manera más extendida. Ello en gran medida, porque no se produce con las ideas exis-tentes del periodo anterior y todos los paralelos que podrían ser establecidos no llenaban la necesidad de entender un fenómeno novedosísimo y portador de es-peranzas en un país como el nuestro.

De cierta manera las ciencias sociales crujieron al intentar el análisis de lo ocurrido. Pero también, en medios de comunicación por intermedio de los comen-taristas más frecuentas, la conmoción del 25A no te-nía los rasgos comúnmente aceptados. Inclusive los ataques promovidos desde estos espacios se habían quedado sin lugar de donde asirse.

No había “mano peluda”. Los comunistas no estaban detrás de las manifestaciones, la vieja guerrilla no existía, los partidos políticos no tenían nada qué decir ni hacer en medio del estallido social, sectores que ha-bitualmente se invocan como el empresariado, menos; sin duda era un hecho novedoso. Y en consecuencia, había que rendirse a las evidencias. Y en buena me-dida porque la demanda básica tenía un común de-nominador, podía ser apoyada por todos, sin distin-

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ción de ideología, sin posición política que ubicara el planteo en tales o cuales coordenadas. La idea de un consenso nacional se había producido en la calles, la apuesta por la salvación nacional se había producido caminando en el proceso desatado.

Todas las dirigencias desaparecieron como por “arte de magia”. Nadie dio indicios de entender, de inter-pretar, menos aún de conducir, ese tsunami de pro-testas ante la corrupción descubierta y destapada por la Cicig. Todos los parámetros de análisis quedaron sin materia. Y es entonces en donde aparece un tema que levantado como el motivo y centro de todo, blin-da al movimiento con una coraza imbatible. Sí hubo sectores patronales que quisieron ocupar un espa-cio apetecible pues nadie lo hacía, pero la dinámica desatada sabía que incluso los empresarios tenían parte en el fenómeno que se rechazaba. No tenían hoja de servicios limpia y la corrupción se había metido en la familia empresarial con los furgoneros de la SAT.

La lucha contra la corrupción o mejor, el hartazgo hacia la misma, es el hilo conductor del movimiento de rebelión social que se observa. Por ello tiene tan-tos aliados desde que surge un 25A. No hay nadie que defienda la idea de no luchar en contra de la corrupción de la forma en que se hace por la socie-dad guatemalteca. No fue el hambre la que desató la revuelta, tampoco fue la represión, que es bueno que no se olvide, ambas están presentes en la so-ciedad guatemalteca, pero en este caso el detonante fue algo que se encuentra en el ámbito de la moral o de la ética: la lucha en contra de la corrupción y la impunidad.

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De alguna manera el intento de ubicar el tema alre-dedor de la emergencia de las clases medias o capas medias o sectores medios, tiene durante unos días el lugar del análisis que hace falta, pero es insuficiente. Es lo que muestra la participación campesina en los días de la crisis, que a su paso va sumando apoyos de sectores “medios” urbanos. Es una revuelta social, o un tsunami social que aún espera una explicación en profundidad, aunque ya hay datos que permiten entenderla como el inicio del siglo XXI.

El primero de mayo, marcha tradicional de los traba-jadores, tiene en esta ocasión un sello distinto: es la lucha contra la corrupción. Trabajadores hacen suya la demanda de ¡#RenunciaYa! Con las mismas exigen-cias. Es la idea de que la justicia debe ser pronta y cumplida. Pero también que como sociedad estamos hartos de la corrupción. Las demandas tradicionales en fechas como esta, pasan a un segundo plano y son entonces las demandas más generales de luchar en contra de la corrupción y la impunidad que ocupan el espacio principal en el primero de mayo del 2015.

Es ello lo que lleva a formular la idea de que asistimos al inicio de la Revolución Moral en la sociedad guate-malteca. De un momento a otro la sociedad tenía nece-sidad de hablar, de comunicarse y es entonces cuando en la plaza central y sus alrededores, así como en los departamentos, irrumpen las cartulinas con leyendas que la gente improvisa en su casa antes de ir a mani-festarse y de paso expresar sus más íntimas conviccio-nes. No era una sola voz, eran miles de voces que se expresaban de manera articulada, semejante, casi de manera coordinada y todo porque en las redes socia-

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les se trasladaban mensajes, llamados, comentarios, tuits, que resumían el signo de las movilizaciones.

Un amigo decía uno de los días de movilización, pro-bablemente el más lluvioso, mientras se comentaba el detalle de las cartulinas, “esta es la revolución de las cartulinas” y en gran medida llevaba razón pues era un rasgo de enorme democracia horizontal, sin con-signas únicas, sin líneas directrices, salvo la convo-catoria general que se resumía en la ya célebre frase, #RenunciaYa! En lenguaje de las redes.

A partir de allí, decenas y decenas de cartulinas, man-tas de ocasión, hechas sobre las aceras, sobre la ca-rrocería de los vehículos o sobre la mesa del centro de la sala, daban su aporte a la movilización. No se podía pasar por las calles y rondar por la plaza sin detener-se a ver la emergencia de esa necesidad colectiva de expresarse, de decir lo que se había guardado durante años, literalmente. El lenguaje de las redes se con-vertía en cartulinas que decían lo que cada quien en su fuero interno pensaba o decía. Para un observador medianamente informado, lo que veía lo dejaba sin aliento pues la gente de cualquier condición llegaba a la plaza con su cartel o cartulina, con su manta o la banda en la frente, con la bandera pintada en las mejillas y con la consigna dominante: ¡Renuncia Ya!

Quizás el planteamiento de la Revolución Moral no sea necesariamente compartido por una amplia capa de analistas, intelectuales del ámbito de la sociolo-gía pero desde una perspectiva medianamente objeti-va, si, en la medida que para muchas personas y de manera particular para quien escribe estas líneas, es un movimiento emparentado con el que derrocó hace

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algunos años a Collor de Melo en Brasil, o que inclu-so tuvo que ver con la implosión del socialismo real, en donde el peso de la corrupción era sencillamente insoportable.

En Brasil el movimiento de la ética en la política, fue capaz de movilizar millones de personas y conseguir el impeachment del presidente Collor. Es importante mencionar el tema con enormes diferencias. La prime-ra es el alto nivel de politización existente en las áreas urbanas en ese país como resultado de la lucha en contra de la dictadura militar de los años precedentes.

En el caso guatemalteco, la idea de que la firma de la paz había sido un fiasco o no había arrojado sus me-jores frutos, pues los temas de fondo no se abordaron y el acompañamiento social no se produjo producto de muchos temores, de la tensión del momento, las vaci-laciones de la dirigencia de ambas partes y la urgen-te necesidad de algunos sectores, de terminar con la idea de la vieja guerrilla, que finalmente era incómoda para hablar del proceso democrático sin detenerse a pensar que la escasa democracia realmente existen-te en el país que era, como dijo un analista en los años de la firma de la paz, “la democracia es una hija natural de la guerrilla”, y eso no quería entender un amplio sector de observadores y analistas, ni siquiera la propia guerrilla, lo cual había dado como resultado olvidar los temas más profundos de la insurgencia y el valor cotidiano de la firma de la paz. Se asistió du-rante varios años a un debate en un vaso de agua, mientras se desarrollaban luchas sociales y procesos organizativos de diverso calado pero sin cesar.

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Por ello no es posible tirar en saco roto la persistencia de miles de guatemaltecos que de una manera u otra hicieron de la organización social el abc de su actividad durante los últimos años. En barrios y comunidades, en la lucha cotidiana por la tierra y el impacto de la mi-nería y otros megaproyectos, asistimos a procesos orga-nizativos que se desarrollan “en democracia” y los mis-mos no pueden ser desvinculados del fenómeno abierto con la paz firmada en el lejano 29 de diciembre de 1996.

Son años en donde se discute por todo el país la exis-tencia de los derechos de los pueblos indígenas, que se organizan reuniones, foros, talleres, conferencias sobre la democracia y los derechos ciudadanos. Es el surgimiento de las organizaciones de mujeres que reclaman con fuerza su lugar en la sociedad democrá-tica que se intenta construir.

Son años en donde las luchas campesinas nunca ce-san y se expresan en ocupaciones de fincas, desalojos, marchas, plantones, tomas de carreteras, comunica-dos y mil formas que mantienen en agitación lugares claves de la geografía nacional. Son los años en donde las jornadas en contra de la minería de cielo abier-to y otros proyectos ajenos a los intereses inmediatos de las gentes, ocupan en ocasiones, el interés, aun sí parcial, de diferentes sectores nacionales.

Es casi seguro que ahora que se produce el movimien-to que despega el 25 de abril, para ninguna de las personas que asistieron desde los primeros días, las jornadas de lucha y resistencia de “La Puya” eran del todo desconocidas, de la misma manera que los acon-tecimientos de Santa Cruz Barillas en el departamen-to de Huehuetenango, pues lo ocurrido en esos luga-

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res afectaba de manera evidente la vida del país en su conjunto, aún si se trataba de hechos localizados geográficamente.

De igual manera, todos habían quedado paralizado al escuchar de la masacre de Alaska en Totonicapán, pues por varios días existía el temor que el incidente que se había saldado con varios muertos entre los co-munitarios a manos de la tropa, nos regresara a los años más violentos de la guerra, pero igualmente, se había tenido una reacción de alivio al ver a los mili-tares encarcelados en una muestra más que el país a pesar de todo, iba caminando hacia formas de convi-vencia cada día más alejadas del pasado reciente de la guerra. Por supuesto que los militares encarcelados siguen, a la fecha, siendo beneficiarios de la nulidad del sistema de justicia y, por qué no decirlo, por la alta dosis de impunidad que campea en los salones de jueces, abogados o magistrados.

Es por ello que contrario a la idea de un tsunami inex-plicable y sin antecedentes de ninguna naturaleza, parecería que el trabajo de hormiga de tantos años es lo que permite entender la emergencia de estos proce-sos que arrancan de manera visible el 25 de abril. Es también por ello que con un fino olfato político, secto-res se suman al proceso que se desencadena el 25 de abril. Si bien es cierto que inicialmente la nota domi-nante es la presencia de sectores medios, que no ol-videmos, se encuentran en proceso de perder algunos de los beneficios a los que estaban acostumbrados.

Aunque por razones que hay que buscar y encontrar en el análisis más global, un proceso como el de la lucha contra la Ley Monsanto es el punto de inflexión

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entre el viejo y el nuevo país. O si se prefiere, entre las viejas y las nuevas luchas sociales. Es lo que se abor-da en el capítulo inicial de estas notas, pues se parte de que no existen milagros en el análisis de las cien-cias sociales y menos cuando se estudian procesos en curso como el desencadenado el 25A.

Las nuevas/viejas demandas

En medio de estas jornadas luminosas que dieron lu-gar al renacimiento de las esperanzas de un país que parecía las había perdido, dando paso a una renovada conciencia moral de la ciudadanía, que acostumbrada a los usos y costumbres de la clase política gobernan-te, llegó a su nivel de saturación dando paso a una explosión de contenido moral sin duda de ninguna naturaleza. O ético si se prefiere, pero con una lectu-ra política de las realidades del país que en esos días pareció que maduraba decenas de años.

En esa ocasión, junto a la demanda de castigo ejem-plar a quienes habían defraudado al país en su con-junto, pues en pocas palabras el robo en las aduanas y la ausencia o mala recaudación tributaria, que arro-jaba más presión sobre los impuestos y las presiones para aumentar las tasas tributarias, las gentes con-gregadas en el parque central capitalino y otros espa-cios similares en los departamentos de la República dieron un paso más. Exigían modificar el sistema, de manera clara, sin dudas, con vehemencia.

Para ello la demanda central fue la urgente reforma de la ley electoral y de partidos políticos pues con buen tino se entendió que con la prisión para media docena de corruptos y la renuncia de dos o más funcionarios,

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incluyendo al binomio presidencial, las cosas segui-rían igual. Al grado que el mismo presidente cuestio-nado en una y otra ocasión decía que si no se impul-saban cambios la situación no se iba a modificarse. La figura de un fusible en un sistema eléctrico vio la superficie en esos días. Se podía quemar un fusible, luego cambiarlo pero el sistema continuaría igual.

El resultado de estos días convulsos había llevado a la gente a plantear el tema de una forma más sencilla. No es un tema de fusibles, es un asunto del sistema. Por ello la idea de cambiar el sistema político guatemalteco que se mantenía sin modificaciones desde la llamada transición democrática de 1985, fue ganando terreno con los días. No era solo la renuncia, ni solo la justicia que no se habían dejado de plantear y que incluso se hacían con más fuerza, ahora se trataba de cambiar las reglas de un sistema que se había percibido obsoleto.

Adicionalmente otros sectores sociales levantaron una agenda con temas de naturaleza más compleja, como la nacionalización de la energía eléctrica, la aproba-ción de la ley para el desarrollo rural, y otras más. Lo curioso es que se había instalado un clima de descon-fianza entre este sector que se consideraba proclive al gobierno y el movimiento de la plaza que estos consi-deraban de origen empresarial. No obstante estas des-confianzas, el punto central es que tanto una como otra agenda era indispensable para el país, sobre todo si se quería construir una democracia sin exclusiones y que trascendiera de lo estrictamente político a lo so-cial y económico. Era la búsqueda de esos días.

Lo curioso de todo es que los temas que se habían avanzado en el contenido de los Acuerdos de Paz,

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ahora se planteaban con nuevos actores o acaso los mismos, pero sin hacer referencia al proceso del con-flicto armado, la negociación y la firma de la paz. Las demandas que vieron la luz en los días de concen-traciones frente al palacio y en otros espacios en los departamentos, correspondían sin duda ninguna, a la agenda de la paz que había sido dejada en el olvido. La superficialidad de muchos actores políticos del país que pensaban que olvidando los contenidos de los acuerdos de paz y convirtiendo los compromisos en el cambio de una rosa marchita en cada ocasión que se consideraba propicia, no modificaron la estructura política del país que cada día que pasaba se iba trans-formando en una verdadera camisa de fuerza para la democracia que no podía expandirse.

Es un dato importante, pues buena parte de quienes llenaban las plazas y formaban parte del grupo más bullicioso de las protestas, al momento de la firma de la paz eran apenas niños de kínder o incluso, no ha-bían nacido. Pero ahora exigían cambios de naturaleza democrática, que habían visto la luz con la firma de los Acuerdos de Paz al final de la guerra de los 36 años.

Otras demandas que vieron la luz en esos días, tenían igualmente el sello de lo firmado en diciembre del 96, aunque ahora con un conglomerado amplio, plural, que lo exigía. Es el caso de la urgente ley del servicio civil, o la reforma del sistema judicial, o la puesta al día de la Contraloría General de la nación. De una forma y otra el tema de los compromisos de la paz sal-taban al centro de la mesa, solo que como se señala, con nuevos actores en nuevas condiciones, sin tener la negociación como el punto de partida, sino la evi-

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dencia que el sistema en verdad no funcionaba y que había que hacerlo de nuevo.

Era de tal magnitud lo desatado por la protesta en contra de la corrupción, y tan legítima la idea que un sistema pervertido lo permitía y que por lo tanto había que cambiarlo, que las opiniones favorables se encon-traron en todos los sectores. Nadie podía en su sano juicio defender la corrupción como algo que valía la pena practicar. Y la evidencia demostraba hasta la sa-ciedad que el modelo político era el factor que la per-mitía y por lo tanto había que cambiarlo. Se juntó el problema con la solución a los ojos de la gente en las concentraciones, en donde todo mundo coincidía en estos temas que estaban en la base de todo.

Emergía una nueva ciudadanía, que hasta el 25 de abril o su antecedente en agosto y septiembre de 2014 era desconocido por la mayoría de observadores, in-cluso muy atentos del devenir del país. Esta ciudada-nía había, como por arte de magia perdido el miedo, el temor acumulado y los reflejos ante los riesgos, de la época precedente. Por ello uno de los miles de car-telitos que se mostraron durante esos extraordinarios días, con justa razón decía: “cabrones, hasta el miedo nos robaron”.

Es de nuevo un tema que genera debates encendidos. Y ello tiene que ver con la democracia realmente exis-tente que tenemos en Guatemala. Es la constatación que el sistema no funciona, que el diseño hecho en la década de los 80 si bien podría ser válido como susti-tución de una dictadura pura y dura, en medio de una guerra, no lo era más en los tiempos que corrían, y las exigencias que emanaban de los compromisos de la

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paz, pero eso era un tema que durante años no preo-cupó mucho pues había un debate político o ideológico que zanjar con la izquierda insurreccional, y esas limi-taciones de la democracia eran obvias especialmente cuando llegamos a las 15 “primaveras” del siglo XXI.

La sociedad guatemalteca quería vivir en democracia, pero real, con participación, con derechos y no solo como observadora del espectáculo que daba día a día la clase política, fuera en el gobierno o en la oposición desde las curules del congreso. Pero también quería vivir con dignidad y reencontrar el orgullo de ser gua-temalteco que solo se escuchaba en comerciales para anunciar las bellezas naturales del país que en verdad se encontraban lejos de la gente real.

Sin lugar a equivocaciones, la forma en que la vice-presidente y el presidente, aunque este en menor gra-do, daban declaraciones, asumían actitudes frívolas y ajenas a todo comportamiento de estadista, y las expresiones de vulgaridad desde el congreso de la re-pública, habían dado como resultado el desgaste ace-lerado de estas dos instituciones. Por supuesto que en este aspecto había que incluir el sistema de justicia que se había evidenciado como un queso gruyere, esto es, con agujeros negros por todas partes. Es el que la Cicig, acaso sin proponérselo, sacude con fuerza al momento de destapar la cloaca de la Línea.

Una ausencia remarcable es que en el marco de esas jornadas lo único que se puso sobre la mesa como una de las demandas que tienen más relación con los temas estructurales fue el de la urgente aprobación de una ley denominada como la 40-84 sobre el desarrollo rural integral, que como se sabe, tiene ya alrededor de

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una decena de años perdida de comisión en comisión en el ámbito del congreso de la república, sin que haya la menor voluntad de aprobarla por las presiones del sector más conservador de la oligarquía agraria, y por supuesto, con la mirada indolente de la mayoría de diputados que no se animan a corregir la plana de los financistas de las costosas campañas políticas.

Esa es una de las razones para ubicar el proceso des-encadenado en abril de 2015, con el antecedente de las jornadas de 2014 para la derogatoria de la Ley Mon-santo, como algo inscrito sobre todo a nivel de la supe-restructura jurídico-política, específicamente en el ám-bito del modelo político y de gobierno del país, lo cual a riesgo de equivocaciones como siempre, ubica el tema en el ámbito de lo moral, de lo ético. Por ello el título de estas reflexiones: La revolución moral del siglo XXI.

Elecciones y corrupción

En la medida en que las concentraciones ganaban fuerza y que se señalaba el rol de la clase política en la corrupción y se señalaban los rasgos más delezna-bles de la clase política, se hizo evidente para muchos que las elecciones no eran la salida, no constituían una alternativa a los problemas que se quería resolver pues durante los años de la vida democrática que mu-chos aún ubican en la constitución de 1985, la idea de que los partidos eran parte del problema creció, pero además, la idea que las elecciones con las reglas exis-tentes no iban ninguna parte, se hizo presente.

Ambos temas conocieron entonces la versión en las redes sociales, la critica a los partidos se hizo viral, los “memes” ocuparon entonces el imaginario de la gente,

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los partidos pasaron por esa vía a ser considerados una excresencia inmunda, algo que no tenía qué ver con el renacimiento democrático del país qué se ob-servaba de la manera que fuera en las calles, en las páginas de los diarios, en los noticieros, y sobre todo, en las redes sociales, ese actor de primer orden que había llegado para quedarse.

Las elecciones dejaron de ser una opción, pues se te-nía la certeza que llegara quien llegara, como produc-to de unas elecciones con las mismas características el resultado sería igual. En ello contaba mucho, a los ojos de la sociedad, las dispendiosas campañas elec-torales, en donde la “danza de los millones” ocupaba el lugar de los principios o de los programas. El már-quetin ocupaba el lugar de las ideas, y entones apare-cía el tema del financiamiento lícito o ilícito de los par-tidos políticos como una de las razones básicas para provocar la corrupción desaforada que se conocía.

Y junto con ello crecía la ola de indignación al ver en las propuestas electorales a muchos diputados que se consideraban los artífices de la corrupción o los responsables de la misma. El tema de los diputados tránsfugas y corruptos se hizo evidente hasta para quienes en ese momento, consideraban que la polí-tica y sus asuntos no les interesaban, no formaban parte de sus preocupaciones. Sin embargo al ligar la corrupción con la política que se practicaba en el país y con los políticos que representaban esta versión de la política, se produjo entonces una revelación. Había que cambiar todo. Había que ir al fondo de los proble-mas. Es el momento en que se demanda de forma am-plia, social, extendida, la reforma de la ley electoral y

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de partidos políticos, como la única manera de tratar de salvar la democracia guatemalteca.

La gente se preguntaba ya solo para confirmar sus sospechas, pues ya existían certezas, en cuanto a que el costo de las campañas tenían que ser pagado a pre-cio doble y con intereses a los financistas, que no eran más que empresarios dedicados a vivir de las ganan-cias que permitía el manejo de las cuentas del Estado. Pero lo más grave fue la idea que cobró fuerza en esos días, que otros financistas se encontraban en las filas de los carteles del narcotráfico, y entonces la certeza de que la lucha contra la corrupción era un asunto nacional se hizo más sólida.

Se trataba de luchar en contra de la corrupción y la impunidad pero también en contra de las reglas del sistema que lo permitían, que lo hacían posible.

En ese contexto se produce una ruptura social y polí-tica muy importante. De una semana a otra las elec-ciones dejan de tener sentido para las miles de perso-nas que se movilizan y no hay nada que les disuada de ese hecho. Mientras los partidos políticos que llevan dos o más años de una campaña ilegal, millonaria, insultante, ven cómo sus planes y sus proyectos se caen, no encuentran eco en la gente y cada vez más se van convirtiendo en un fenómeno extraño a la gente.

Los llamados al voto nulo que antes de las jornadas que arrancan el 25 de abril constituían una minoría sin mayor incidencia, de pronto se convierte en una alternativa para miles y miles. Votar nulo como la ex-presión ciudadana consciente y que exige algo distinto, que ninguno de los partidos parece contar como oferta.

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La mesa se encuentra servida entonces para el plan-teamiento de suspensión a las elecciones o su pos-posición mientras se abordan los cambios esenciales que el país requiere como precondición para salir del caos en que la corrupción ha sumido a las institucio-nes del Estado. Sea en el ejecutivo, el legislativo o el judicial. En ninguna institución se puede pretender, es la lectura social, amplia, extendida y con argumen-tos que existen segmentos no contaminados.

Se llega a una encrucijada. O se hacen las reformas o no vale la pena acudir a elecciones que tiene en su base tantas anomalías. No es posible, se dice, que las elecciones se hagan con una ley que permite el trans-fuguismo, que acepta candidatos desconocidos, que no pone barreras al financiamiento de capitales ne-gros, o blancos o rojos que no sirven de garantía de-mocrática, sino que son utilizados para pedir a cam-bio prebendas, exenciones o simplemente comisiones en todos los negocios del gobierno.

Asimismo crece la certeza de la necesidad de intro-ducir cambios en el sistema de partidos políticos que no pueden funcionar como empresas electo-rales o como feudos utilizados por los intereses de “caciques”. De la misma manera, se pone en duda la capacidad de los partidos para nominar candidato en donde ni siquiera tienen estructuras formales ni son conocidos. Adicionalmente se pone el foco en la práctica de contar afiliados que no existen, simpati-zantes acarreados, asambleas trucadas en donde se pierden las actas y a donde no llegan los inspectores del TSE. Es el momento en donde la crisis llega a sus más altas expresiones.

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Junto a la urgente reforma de la ley electoral y de par-tidos políticos, aparece de cuerpo entero, la indispen-sable modificación, impulso de una Ley de servicio ci-vil, pues en el espíritu de la gente opera el hecho que sin esa Ley, los servidores públicos son un “botín” del partido que gana elecciones.

La idea era simple. Los empleados públicos no son el problema, el problema son los partidos políticos que actúan como si tuvieran patente de corso ante la fal-ta de una Ley que regule los puestos y empleos en la administración pública. En esa perspectiva, las refor-mas al modelo político no se limitaron únicamente a la exigencia de unos cuantos cambios, pero si cosmé-ticos, en la Ley electoral sino que había que ir más a fondo en el proceso abierto el 25A.

Pero también se señalan las insuficiencias del Tribu-nal Supremo Electoral que no puede seguir sin tener la capacidad de poner orden en un sistema de partidos y electoral que deja mucho que desear, y es cuando se habla de separar las funciones administrativas y pro-piamente electorales, en donde el TSE no sea una ins-tancia de litigio jurídico sino una instancia de acuer-dos políticos, de respeto por los temas políticos y no por los recursos de amparo, los antejuicios, las quejas o los recursos… Es la evidencia de que hacen falta cambios y si para ello se requiere suspender o pospo-ner las elecciones, pues es algo que se debe acometer.

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ColofónNo salíamos del asombro ocasionado por la captura de los implicados en el caso de la Línea, cuando nos ente-ramos de la existencia de un bufete, denominado por la propia Cicig, como el “bufete de la impunidad”. Una jueza y una magistrada, más varios abogados y otros operadores de justicia, habían sido detectados por las investigaciones del ente internacional. Todo debido a que la jueza en cuestión, había dado medidas sustituti-vas a media docena de capos del escándalo de la Línea.

Como es fácil de entender, el proceso pasa por temas de naturaleza ética o moral, por el saneamiento de las instituciones, por la reforma de algunas leyes para el mejor funcionamiento de la democracia que tenemos, por el fin de la impunidad o la exigencia renovada de justicia, y por ello es que califico ese proceso como una revolución moral. Es algo que se acerca al ámbito de las ideas, de las prácticas políticas, el respeto de normas legales, jurídicas, morales, éticas. No se trata en ningún momento de cambiar las reglas del juego de naturaleza económica, pues no se pone en cuestión el modelo capitalista existente. Se ataca la superes-tructura, la parte que tiene que ver con la corrupción con el comportamiento de las gentes, con el respeto de valores y principios ligados a la práctica de vivir en sociedad, y no a otras fases de la lucha política.

Pero sin duda, el efecto de las demandas, la reacción social, la energía de las demostraciones nos ubican en el ámbito de una revolución, por los cambios acelera-dos que produce en las mentalidades de las gentes, por los cambios que introduce en el imaginario social. Por ello el concepto de revolución me parece adecua-

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do. El calificativo de revolución moral, me parece so-bre todo, explicativo.

El país dejó de ser lo que era en cosa de un mes, con concentraciones cada semana en el parque de la capi-tal, pero sin vuelta atrás. Las renuncias ya no fueron suficientes, la prisión de algunos tampoco, y la urgen-cia de los cambios señalados y de otros ocuparon el espacio en las posiciones de la gente.

Se pensó que eso era suficiente y que el tema debía ser aclarado, los responsables llevados a juicio y con ello, tratar de regresar a la normalidad, que para el país, era una nueva normalidad.

Sin embargo, otro escándalo vino a poner en vilo al país entero, y por supuesto a la clase política y al gobierno, empezando por el propio presidente de la república que se encontraba a esas alturas, cercado, aislado, presionado, desde diversos sectores.

La junta directiva del IGSS fue capturada en un ope-rativo rápido, certero. Integrada por delegados del Ca-cif, la Usac, el Banco de Guatemala y otros sectores, la junta entera, fue a prisión. De manera particular se hizo luz sobre el presidente del seguro social: Juan de Dios Rodríguez, había sido durante buen tiempo, colaborador íntimo del presidente de la República, al inicio del gobierno su secretario privado y a continua-ción nombrado presidente de la institución en pago de favores o para articular el desfalco que como vemos también era de monta.

La corrupción no tiene límites con el gobierno de Otto Pérez, que presionado por las evidencias y las exigen-

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cias de los miles de manifestantes que se congrega-ban, se convirtió en un “zombi” en los salones de Casa Presidencial y del Palacio Nacional. No importaba ya el destino de un personaje sin ninguna legitimidad, al que nadie le creía, y del cual solo se pedía que termi-nara el periodo para el que había sido electo pues con ello se preservaba la institucionalidad que se había convertido para los sectores conservadores en la jus-tificación de última instancia para aferrarse al viejo orden que ya se había evidenciado terminado.

La segunda quincena de junio vio de la manera más clara las distorsiones de un esquema político que ha-bía llegado a un callejón sin salida, pero sobre todo, sin ninguna legitimidad y peor aún, sin posibilidades de cambio que no fuera por las presiones de la gente en las calles y por la presión de los organismos inter-nacionales. La democracia de corte electoral, pero sin otros ingredientes como la participación ciudadana, la construcción de ciudadanía, o los aspectos de orden económico, había llegado a su final en medio de una movilización sin precedentes, aún si se mantenían de manera formal las instituciones creadas en los últi-mos años, pero ya sin ninguna credibilidad o legitimi-dad. Se defendían las instituciones como la manera hipócrita de defender el viejo estado de cosas.

Un proceso de antejuicio presidencial se enredó en las oficinas del Congreso y en medio de las alianzas entre las dos principales fuerzas políticas de la contienda electoral que cada día que pasaba tenía más rechazo. Uno era el partido político del gobernante y otro el del supuesto “relevo”. Con triquiñuelas y todo tipo de uti-lización de la “legalidad jurídica” existente, se apelaba

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a cualquier subterfugio para impedir que el Congreso de la República eliminara la inmunidad al presidente de la república que, a esas alturas era el vecino incó-modo en su residencia particular.

Lo más grave sin embargo, es que cada día que pa-sara daba como resultado el crecimiento de las certe-zas que se habían instalado en el imaginario colectivo. Las instituciones no servían para nada. La institucio-nalidad era una quimera que se valía solo mientras la gente no se movilizara por sus intereses. En esa dimensión, la gente hacia democracia de nuevo des-de las calles o desde la multiplicidad de reuniones o asambleas que cuestionaban el orden existente. Era en sentido estricto un país distinto el que iba poco a poco emergiendo.

Como se apunta en otro lugar de esta crónica-ensayo, ya no importaba el final del presidente incómodo, sino lo que se analizaba ahora era la extensión de la cri-sis guatemalteca a otros países de la región. Mientras el presidente guatemalteco, ilegítimo a más no poder se mantuviera en el gobierno, la crisis regional iba a presentar una tendencia al incremento. Pero aún si la renuncia se produjera, fuera como producto del fun-cionamiento del Congreso o de las Cortes, el presiden-te ya era irrelevante: de hecho había dejado de serlo para la gente movilizada y quienes se expresaban por los mínimos resquicios en donde fuera.

En otros planos, muchos mitos se derrumbaron en esos días. Los ciudadanos de la capital aprendieron a coexistir con las demandas campesinas. De un día a otro, las molestias que se subrayaban siempre, dejaron de tener sentido. Protestar por el tráfico se

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convirtió en políticamente incorrecto. En lugar de los desestabilizadores aparecieron los hermanos que de-mandan cosas justas. En asambleas estudiantiles con participación de universidades privadas y la nacional, se discutía abiertamente la vinculación con los cam-pesinos y las expresiones indígenas.

Es en este contexto la idea general que atraviesa las distintas expresiones sociales, es que la “mesa está servida” para cambios profundos en el sistema polí-tico del país, y como se señala líneas arriba, es tam-bién el momento para abordar otras demandas de la población, sean en el plano económico, social o político.

La Puya se había convertido en un referente moral y ético si se prefiere, de la lucha sacrificada por los de-rechos a un medio ambiente sano. Los 48 cantones de Totonicapán ocupaban ahora el lugar de los derechos históricamente conculcados y se decía abiertamen-te del ejemplo que los primeros habitantes de estas tierras daban ahora en estas jornadas memorables.

En el curso de la asamblea social y popular, los asis-tentes, en su mayoría campesinos y activistas sociales curtidos por las luchas de años, habían recibido con flores a los delegados estudiantiles que llegaban des-de diversos lugares. Y como la guinda del pastel, los ixiles, con sus autoridades y sus bastones de mando, recibían el reconocimiento de miles en la plaza que ahora sabían de la resistencia milenaria de este pue-blo, como tantos otros, a lo largo del conflicto que ha-bía sido simbolizado en el juicio en contra del genoci-dio que la Corte de Constitucionalidad espuria había anulado.

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Era la victoria inobjetable de esa revolución moral guatemalteca que había dado inicio y que no se de-tendría pues sabía que tenía razón y caminaba con pie firme, arropada con miles de voces, redes socia-les, iniciativas convergentes. Luego de años de incer-tidumbre, Guatemala había renacido.

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ANEXoVencer la corrupción

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“En ocasión de la marcha del 25 de abril de 2015 que es una expresión de la lucha que Debemos impulsar de manera permanente en contra de la corrupción que hoy Tiene su expresión mayor en el gobierno de turno”.

Durante los últimos años uno de los motivos princi-pales de mis reflexiones ha estado alrededor de pro-puestas que pudieran ser de utilidad para el conjunto de sectores del país. No de uno solo sino de todos. Parecería que es algo ambicioso por el grado de frac-cionamiento político que a veces observamos, pero no lo es. Creo que es posible pensar en propuestas que sirvan a todos los sectores que componemos la socie-dad guatemalteca.

Se trata de encontrar un factor o varios, que puedan ser un puente entre diversas capas sociales de nues-tro castigado país. En esta perspectiva, la lucha con-tra la corrupción, es un tema que podría ser parte de la agenda de cualquier formación política, o de cual-quier sector u organización social, pero sobre todo, el estandarte de las izquierdas.

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Adicionalmente, no existe sector, institución o perso-na que se dé el lujo de defender la corrupción como algo que merece la pena practicar. Asimismo es claro que muchas personas, instituciones o sectores pue-den decir que se comprometen en la lucha contra la corrupción como un elemental saludo a la bandera. Pero el planteo que se hace tiene otros alcances.

Me refiero a la lucha en contra de la corrupción endé-mica que asola Guatemala y que atraviesa el país de forma transversal. La corrupción tiene en los contra-tos sobrevalorados de los negocios públicos, un mo-tivo claro de condena. Pero también es condenable la mordida extendida, por cualquier servicio, incluso los religiosos.

Hay muchas aristas que se pueden atacar de frente, sin concesiones. Una, la más visible se centra en la in-famia con la que se comportan y actúan funcionarios del gobierno central. Otra, las expresiones vulgares en el legislativo, que tiene en el transfuguismo de diputa-dos que saltan de partido en partido la expresión más grosera. Igualmente grave son las muestras de que la justicia es un verdadero reducto de la corrupción, con los jueces venales.

Pero esto no se limita a los principales poderes del Estado. La corrupción no termina con ellos. Es ne-cesario pensar en instituciones descentralizadas, municipalidades que dan de oficio porcentajes en la construcción de cualquier obra pública a empresas que lo piden abierta o sutilmente, sabemos que en las universidades, los colegios profesionales o iglesias de cualquier denominación, se asiste a formas novedo-sas de corrupción.

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El 25 de abril y la Revolución Moral del siglo XXI

Ni hablar de los sectores empresariales de las más diversas ramas, que se disputan el botín del presu-puesto nacional por diversas vías o que venden al país al mejor postor a cambio de sobornos y mordidas mi-llonarias. El país está enfermo. No en un solo sector, no en un solo aspecto. Pero podemos sobreponernos porque veo la suficiente fuerza ciudadana en la gente.

Esta epidemia nacional pasa de múltiples formas por los medios de comunicación, que desinforman de acuerdo al mejor postor; por los sindicatos que nego-cian bajo cuerda, igual organizaciones campesinas o indígenas que hacen lo propio; las ONG no se quedan cortas, también en el deporte donde sabemos de arre-glo de partidos y competencias, o se utilizan los con-tratos de jugadores como una forma abierta de lavado de dinero; en fin, todo el país.

Pero a pesar de todo, hay reservas éticas y ciudada-nas, para ponerle un hasta aquí o un basta ya a la corrupción generalizada y endémica. No se vale ser indiferentes o fingir que todo camina bien o que todo se resolvería con leyes que no se respetan. Es una apuesta por la salvación nacional.

Por ello el planteamiento que hago de manera medi-tada y desde una visión de izquierda comprometida con el país y no solo con una ideología, es de convocar a todo el mundo y todos los sectores, a una cruza-da nacional en contra de la corrupción. Se pueden encontrar y consensuar, las formas de articular un esfuerzo nacional, como el que propongo. Es algo más que hablar o mencionar diversos aspectos del tema de la transparencia, y es también, mucho más que la aprobación de unas cuantas leyes.

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Miguel Ángel Sandoval

Es una tarea titánica pero sin ella no hay proyecto na-cional de orden económico, social, ambiental, político o cultural que tenga futuro, pues hoy sabemos que las muchas formas de corrupción actúan en contra de planes de gobiernos, de programas de campaña, de cualquier política pública. Por ello y muchas razones más, el combate contra la corrupción en todos los ni-veles y con todas las formas posibles, es hoy día, de urgencia nacional.

Estas notas las publiqué hace más de un año. Ahora lo hago de nuevo en homenaje a la movilización de este sábado 25 de abril. ¡Estamos caminando!

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El 25 de abril y la Revolución Moral del siglo XXI

Sábado 25 de abril, el clamor popular contra la corrupción se adueña del Parque Central de Ciudad de Guatemala.

Sábado 25 de abril, el edificio del Palacio Nacional de la Cultura es testigo mudo de la revolució moral del pueblo guatemalteco contra la corrupción y el sistema político que la permite y genera.

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Miguel Ángel Sandoval

Sábado 2 de mayo, el hashtag #RenuncienYa se convierte en tendencia en Twitter, Guatemala se cansó de tanta corrupción.

Sábado 25 de abril, primera manifestación multitudinaria y pacífica contra la corrupción en el Parque Central, el pueblo de Guatemala empieza a escribir la Historia.

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El 25 de abril y la Revolución Moral del siglo XXI

Imagen del sábado 2 de mayo en el Palacio Nacional de la Cultura, manta vinílica con un mensaje claro y contundente. En segundo plano Dionisio Gutiérrez y Juan Carlos Monzón, exsecretario privado de la exvicepresidenta Roxana Baldetti y cabecilla de la estructura de defraudación tributaria conocida como “La Línea”.

El hartazgo de todo un pueblo ante la corrupción se evidencia en los mensajes de las pancartas. Fotografía de la manifestación del sábado 2 de mayo en el Parque Central.

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Miguel Ángel Sandoval

Fotografía del sábado 9 de mayo, manifestación en el Parque Central donde personas de todas las edades y estratos sociales se unen para mostrar el total rechazo a una clase política corrupta y a un presidente repudiado por el pueblo.

Sábado 9 de mayo, tercera manifestación masiva en el Parque Central, el pueblo, ese gigante dormido, al fin despertó.

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El 25 de abril y la Revolución Moral del siglo XXI

Sábado 16 de mayo, después de un fuerte aguacero, los manifestantes siguen su camino por la sexta avenida de la zona 1 hacia el Parque Central.

El sábado 9 de mayo la manifestación también se trasladó hacia el Congreso de la República donde los diputados, reunidos en Sesión Extraordinaria, conocían y aprobaban la renuncia de Roxana Baldetti como vicepresidenta, anunciada el 8 de mayo.

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Miguel Ángel Sandoval

Imagen de la multitudinaria manifestación del sábado 16 de mayo en el Parque Central.

Sábado 16 de mayo, fotografía de la marcha de organizaciones indígenas, campesinas y de mujeres articuladas en la Asamblea Social y Popular a su paso por la Avenida Bolívar dirigiéndose hacia el Parque Central para participar de la masiva manifestación.

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El 25 de abril y la Revolución Moral del siglo XXI

Sábado 16 de mayo, el mensaje de la ciudadanía no puede ser más evidente.

Sábado 16 de mayo, imagen de la marcha de organizaciones indígenas, campesinas y de mujeres articuladas en la Asamblea Social y Popular a su paso por la Avenida Bolívar dirigiéndose hacia el Parque Central para participar de la masiva manifestación.

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Miguel Ángel Sandoval

Fotografía ilustrativa de la manifestación del sábado 23 de mayo. La pancarta muestra la clara y lógica evolución de las demandas populares.

Sábado 23 de mayo, manifestación en el Parque Central. Las y los guatemaltecos se han cansado de aguantar esta farsa mal llamada «democracia».

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El 25 de abril y la Revolución Moral del siglo XXI

Manifestación del sábado 23 de mayo. Una vez conseguida la renuncia de Roxana Baldetti del cargo de vicepresidenta, la población también pide de manera contundente la renuncia del presidente de la República, Otto Pérez Molina.

Sábado 30 de mayo, apoteósico recibimiento de las Autoridades Ancestrales del Pueblo Ixil en el Parque Central.

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Miguel Ángel Sandoval

Parque Central, sábado 30 de mayo. Políticos mañosos y funcionarios corruptos se han dedicado a saquear Guatemala, el pueblo ya no aguanta más.

Fotografía de la histórica llegada al Parque Central de las Autoridades Ancestrales del Pueblo Ixil para participar en la masiva manifestación en rechazo a la corrupción.