día de muertos

27
Día de muertos. Celebración de los pueblos indígenas Escrito por Webmaster a muerte es vida y trascendencia para los pueblos indígenas de México. Aunque la propagación de este culto es mundial y se ha manifestado en diferentes culturas de Europa y Asia como la china, árabe o egipcia, desde hace miles de años. la experiencia del continente americano y sus culturas prehispánicas, no son de menor importancia. L La muerte ha sido percibida de acuerdo al proceso histórico en que se ha desenvuelto cada cultura, es por eso que se pueden encontrar diferentes formas de celebrarla a través del tiempo y de la visión de los distintos pueblos. Sin embargo, podemos encontrar un sentimiento religioso y una clara preocupación por el individuo después de muerto, que se registra desde épocas remotas. En la religión católica, encontramos que en el año 835 se instituye la fiesta de Todos los Santos, para su celebración el día primero de noviembre, por el pontífice Gregorio IV. (S/A 1883). En cuanto a la celebración de los Fieles Difuntos, que se realiza al día siguiente de Todos Santos, parece que es hasta el siglo X que se introduce en el rito católico-romano, ésta tiene como propósito conmemorar a las almas del purgatorio, pidiendo a los santos que intercedan por ellas, para que logren alcanzar la paz. También se pide a las almas que están en el cielo intercedan por los vivos. La muerte en la cultura mexicana La cultura mexicana tiene su más añeja festividad en la celebración del día de muertos, festividad que se ha visto retratada con diferentes expresiones y matices culturales en nuestro país, desde el arte mortuorio prehispánico hasta el popular de nuestros días. Página | 1

Upload: samuel-adrian-linares-luna

Post on 28-Dec-2015

48 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Día de muertos. Celebración de los pueblos indígenas

Escrito por Webmaster

a muerte es vida y trascendencia para los pueblos indígenas de

México. Aunque la propagación de este culto es mundial y se ha

manifestado en diferentes culturas de Europa y Asia como la china,

árabe o egipcia, desde hace miles de años. la experiencia del continente

americano y sus culturas prehispánicas, no son de menor importancia.

LLa muerte ha sido percibida de acuerdo al proceso histórico en que se ha desenvuelto cada

cultura, es por eso que se pueden encontrar diferentes formas de celebrarla a

través del tiempo y de la visión de los distintos pueblos. Sin embargo, podemos

encontrar un sentimiento religioso y una clara preocupación por el individuo

después de muerto, que se registra desde épocas remotas.

En la religión católica, encontramos que en el año 835 se instituye la fiesta

de Todos los Santos, para su celebración el día primero de noviembre, por el

pontífice Gregorio IV. (S/A 1883). En cuanto a la celebración de los Fieles

Difuntos, que se realiza al día siguiente de Todos Santos, parece que es hasta el

siglo X que se introduce en el rito católico-romano, ésta tiene como propósito

conmemorar a las almas del purgatorio, pidiendo a los santos que intercedan por ellas, para que

logren alcanzar la paz. También se pide a las almas que están en el cielo intercedan por los vivos.

La muerte en la cultura mexicanaLa cultura mexicana tiene su más añeja festividad en la celebración del día de

muertos, festividad que se ha visto retratada con diferentes expresiones y

matices culturales en nuestro país, desde el arte mortuorio prehispánico hasta el

popular de nuestros días.

Hoy la muerte hecha objeto no nos toma por sorpresa pero se reconoce que

lo particularmente mexicano no radica en el desprecio sino en su valoración, se

entiende como manifestación y explicación del mundo heredada

inconscientemente: sus gestos socializados de la vida.

Página | 1

Ahora sigue asombrando el símbolo, pero más que por sus contenidos por su abrumadora

presencia en diferentes esferas sociales, rurales y urbanas. Llama la atención su calidad, respetuosa

de los ciclos festivos anuales, avasallante por multitudinaria.

El arte funerario mexicano, no está solo es sus piezas de manufactura única, es el arte de el

gusto entre los vivos para convivir con sus muertos, a pesar de los motivos ideales propios de cada

época; se les da su lugar y función. La muerte es entonces cantada y rezada, emblema y

contrapunto de los devocionarios y las didácticas religiosas y morales, es esculpida como deidad de

renacimientos y finales o como freno de las vanidades.

La muerte es objeto de fiesta, tiempo que da contexto a las imaginerías, ritos y juegos; es

adorno y juguete, conmemora, avisa y divierte, ubica lo sagrado en lo profano.

Página | 2

La muerte en el México prehispánico

n México, las ceremonias rituales dedicadas a los muertos se

practican, desde antes de la llegada de los españoles a tierras

mesoamericanas, el culto data por lo menos desde 1800 antes de

nuestra era. Dentro de la cosmogonía de las culturas del centro de

México, se encontraban las fiestas para la celebración de los muertos. La

muerte fue, para muchos de los pueblos mesoamericanos, de gran

importancia dentro de su sistema de creencias. Al respecto algunas

fuentes como Fray Durán, Torquemada, Sahagún y Krickeberg, señalan que en el calendario mexica

el cual constaba de 18 meses, los meses noveno y décimo denominados Tlaxochimaco y Xocolhuetzik

espectivamente, estaban dedicados a la celebración del día de los muertos chiquitos, el primero y de

los grandes, el último.

E

Jurado y Camacho en su tesis sobre el Xantolo, nos dicen que son 8 los meses en el calendario

azteca que estaban relacionados con festividades en honor a los muertos, estos meses eran el

quinto, llamado Toxcatl; el noveno llamado Tlaxochimaco o Miccailhuitzintli que así se denominaba entre

los tlaxcaltecas y otros grupos; el décimo mes llamado Xocolhuetzin o según Torquemada, también

recibía el nombre de Hueymiccailhuitl entre los tlaxcaltecas; el onceavo mes denominado Ochpaniztli; el

siguiente llamado Teotleco; el treceavo mes recibía el nombre de Tepeilhuitl donde las fiestas estaban

dedicadas a las personas ahogadas; Quecholli era el mes que se festejaba a los dioses del

“inframundo”, en estas fiestas hay referencias de rituales sobre los sepulcros. Cabe mencionar que

esta festividad coincide en fecha con la de Todos Santos y los Fieles Difuntos del calendario

cristiano. Por último está el mes de Panquetzaliztli el cual coincidía con el solsticio de invierno.

Entre los antiguos mexicanos se creía que la vida de todo hombre estaba constituida por tres

fluidos vitales: el Tonalli localizado en la cabeza; el Ihiyotl, asentado en el hígado; y el Teyolía, cuyo

centro era el corazón. Cuando la muerte acontecía, estos tres elementos se separaban. Entonces, el

Teyolía o alma, tenía la posibilidad de ir a dos regiones, localizadas más allá del mundo real, en

atención a la forma en que se había muerto o al grupo social de pertenencia.

Los mexicas suponían que había tres lugares a donde se dirigían los

difuntos según el tipo de muerte y no por la conducta en esta vida. Así, tenemos

que el lugar denominado Mictlán o Xiomoayan, lugar de los muertos descarnados o

inframundo, era concebido como un lugar poco favorable donde se iban las

almas no elegidas por los dioses, quizás por eso los españoles le dieron la

traducción de infierno. Este lugar estaba conformado por nueve planos o pisos

terrestres los cuales eran recorridos por los difuntos para poder llegar al noveno

y último piso, que era el lugar de su eterno reposo denominado “obsidiana de los

muertos”.

El segundo lugar llamado Tlalocan o “paraíso de Tláloc”. El tercer lugar estaba conformado por

Cihuatlampa y Mocihuaquetzque, también conocido como cielo, ya que los difuntos iban donde se

encuentra el sol. Se pensaba que tenían que pasar cuatro años del deceso para que el muerto

llegara al noveno inframundo y alcanzara el descanso definitivo.

Página | 3

Los mexicas tenían dos tipos de ritos funerarios: la cremación y el entierro. Los muertos

comunes se incineraban. Se les envolvía con telas en posición fetal y se les ponía una máscara. Las

cenizas se guardaban en una urna y se les ponía un trozo de jade, como un símbolo de la vida. El

entierro estaba destinado a los altos funcionarios y a los soberanos. Se les ajuareaba lujosamente

con joyas y máscaras funerarias y en la boca se depositaba una piedra de chalchihuite que

reemplazaba al corazón verdadero.

Las obras de la producción material de las divinidades prehispánicas revelan la existencia

milenaria de una profunda preocupación por la muerte. Los registros arqueológicos más antiguos

muestran que el universo imaginario de los muertos seguía pautas ordenadoras desde los inicios de

la civilización mesoamericana. En las sociedades de Mesoamérica los conceptos de la muerte

debieron ser indispensables, la subsistencia de los cuerpos sociales dependía de la muerte misma y

de su imposición a otros grupos a través de la guerra.

El simple acto de morir fue motivo de creación artística. El ritual de los

primeros tiempos ha sido olvidado, junto con su música y su danza; pero

quedaron los objetos materiales resistentes, las ofrendas que acompañaban a

los muertos con fines utilitarios: vasos, ollas, vertederas, cazuelas han sido

encontradas en los entierros.

Con estilos propios estas culturas dedicaron talentos artísticos para cubrir

necesidades ideales postreras: el ajuar que los muertos requerían para su estancia en el sitio del

universo que les correspondía iba de acuerdo a las jerarquías, ocupaciones, formas de morir, etc., lo

que produjo gran variedad de objetos. Las ofrendas más antiguas así lo sugieren, no debió existir un

dios de la muerte al que se pudiera distinguir por la repetición iconográfica de sus atributos; aunque

la presencia de seres descarnados demuestra que no fueron pocos los esfuerzos invertidos para

responder metafísicamente al hecho de morir. Lápidas y figurillas, cuyo significado cabal se ha

escapado, son los testimonios mudos de aquellos afanes.

Durante el periodo clásico, hacia el primer milenio de nuestra era, las representaciones de

cráneos esculpidos como el marcador de piedra teotihuacano, indican que la muerte fue pensada

como símbolo de espacio y de tiempo: punto de ubicación de los rumbos del universo y signo

calendárico, quizá señaló el extremo limítrofe del cosmos.

Las necrópolis mayas y sus monumentos funerarios relacionan a la muerte con el poder político.

La tumba de Palenque y las figurillas de corte naturalista de jaina implican una muerte desigual: los

poderosos se ligaban a las fuerzas cósmicas hasta con el acto de morir; la justificación de sus actos

en vida no daba márgenes en la duda; debían ser obedecidos, adorados y conmemorados como

partes del engranaje metafísico.

El periodo posclásico dejó huellas objetuales más considerables. Dioses y Diosas descarnados,

abundantes en piedra, barro y pinturas, indican un pensamiento que no escondía de la muerte útil.

Los sacrificios humanos eran tan importantes a la religión como a la economía; la muerte y sus

símbolos se multiplicaron como señales inequívocas de ser parte terrible de la vida productiva.

Página | 4

De acuerdo a la leyenda de los soles y la creación del hombre, los seres humanos actuales

fueron hechos de los despojos de los muertos en etapas anteriores. Quetzalcóatl, dios celeste, bajó al

Mictlán, inframundo habitado por el dios descarnado Mictlantecutli, para buscar los “huesos preciosos”.

Luego de molerlo, Quetzalcóatl se sangró junto con varios dioses; nació el hombre, por cuyos

sacrificios vivirían las divinidades. La teogonía india no sólo explicaba el origen del universo y del

hombre, sino que regía las conductas humanas en todo momento.

El agua era elemento nodal en las culturas mesoamericanas se utilizaba en los ritos del

nacimiento, muerte fecundidad, supervivencia; el líquido era vehículo propiciatorio. El inicio y el final

de la vida humana se sellaba con agua. Hacía resplandecer el corazón al nacer; purificaba y fluía,

sustentaba y apoyaba al hombre. En la muerte lo despedía. El cuerpo se

incineraba, pero el alma, la otra parte de la naturaleza humana, viajaba al sitio

final, límite del cosmos y espacio de la divinidad.

De acuerdo a la manera de morir el alma encontraba su destino: al Tlalocan,

paraíso del dios de la lluvia, se dirigían los ahogados, hidrópicos y los ofrecidos

al dios; acompañaban al sol Huitzilopochtli las mujeres muertas en parto y los

guerreros caídos en la batalla o en la piedra del sacrificio; al Mictlán, lugar común de los descarnados,

iban quienes fallecían por cualquier otra causa.

El viaje al Mictlán era largo: cruzaba un río, atravesaban dos cerros que chocaban entre sí y luego

el camino de la culebra, el de la lagartija verde, los ocho páramos, los ocho collados, el lugar del

viento de navajas de obsidiana y el río Chiconauapan, hasta llegar al noveno nivel del inframundo, el

Mictlán. Un perro guiaba el alma del muerto, al cabo de unos años, el alma, como el recuerdo de los

vivos, se disolvía.

La muerte era parte del cosmos sin cargas morales. Simplemente era. Su representación estaba

obligada en cualquier acto trascendente de la vida individual y social, no sólo durante las

ceremonias a los dioses o en los deberes para con los difuntos.

Página | 5

La celebración de muertos en el México colonial

En el año de 1521, México fue conquistado por los españoles. La caída de Tenochtitlán, capital de los antiguos mexicanos, fue el símbolo del exterminio de las culturas indígenas. Nuevas ideas acerca de la muerte se implantaron. La ideología de los conquistadores, sustentada en el catolicismo, modificó ritos y cosmovisiones.

La idea de una prolongación de la vida en el más allá se mantuvo, si bien es cierto que sustancialmente distinta. Las dos regiones a las que iban los muertos en la mitología mexica, se sustituyeron por el cielo y el infierno, cambio que traería consigo una diferente valoración del concepto de la muerte. El destino del alma se determinó en atención al bien y al mal, al comportamiento de una ética cristiana basada en las buenas o en las malas acciones que se hubiesen realizado en vida. Un nuevo dios apareció que premiaba o castigaba.

De los ritos funerarios mexicanos, la cremación y el entierro, el último devino una ceremonia común, en tanto que la cremación fue prohibida, pues con ella se destruía al cuerpo, tan necesario en el futuro día del juicio final. Y el entierro, al mantenerse, dio lugar al hasta entonces desconocido concepto del cementerio, del ataúd, de la tumba acicalada, de epitafios, del catafalco y de los primarios entierros en los atrios de las iglesias.

Con los españoles llegaron también las nuevas fechas para los rituales de la muerte –el 1º y 2 de noviembre- que venían a sustituir a las dos fiestas indígenas dedicadas a los muertos: la Miccahitontli o Fiesta de los Muertecitos, celebrada el noveno mes del calendario nahua; y la Fiesta Grande de los Muertos, del décimo mes del año.

Pero si bien es cierto que la nueva concepción se impuso, muchos de los ritos antiguos se mantuvieron, otros se amalgamaron a los hispanos y esta mezcla de elementos culturalmente distintos, dio origen a un nuevo culto, a una ceremonia mortuoria derivada del sincretismo.

Página | 6

Fiesta de día de muertos en el México actual

El sincretismo entre costumbres españolas e indígenas dio origen a lo que actualmente constituye la Fiesta de Día de Muertos. En México, país pluricultural y pluriétnico, la celebración de muertos no tiene un carácter homogéneo, sino que adquiere diferentes modalidades según el pueblo indígena o grupo social que la realice. Las variantes rituales son muchas, sin embargo, todas ellas giran alrededor de ciertas prácticas comunes: la bienvenida y despedida de las ánimas, la colocación de ofrendas para los muertos, el arreglo de las tumbas, la velación en el cementerio y la celebración de oficios religiosos.

Los preparativos para estas fiestas varían; algunas comunidades inician el 15 de mayo, con la siembra del cempasúchitl; otras los primeros días de octubre empiezan a hacer sus ahorritos para la fiesta de noviembre. En el caso de los nahuas de Tepexititla y Chililico, se inicia el 29 de septiembre, fecha en que se celebra a San Miguel, este día se realiza la primera ofrenda a los muertos.

Los últimos días de octubre o el primero de noviembre dependiendo del grupo, da inicio a la celebración del Día de Muertos, que al parecer esta marcado por la preparación de la ofrenda en la cual participa toda la familia. En estas ofrendas podemos encontrar diferentes elementos como son: el arco de carrizo de varas o caña adornado; la flor de cempasuchitl; las velas o luces; el copal; una cruz o algún santo; alfarería o cerámica funeraria ornamental; comida y bebida, entre otras cosas.

Durante este periodo la productividad aumenta significativamente. Los artesanos de Chililico, en el estado de Hidalgo; los de Santa Fe de la Laguna y Patamban en Michoacán; los de Amozoc en Puebla; en Oaxaca los de Atzopan; - solo por mencionar algunos lugares que se destacan por su alfarería y cerámica funeraria ornamental- empiezan a trabajar uno o dos meses antes. Las flores como el esbelto gladiolo, la siempreviva, la cresta de gallo, o la flor de los cuatrocientos pétalos, más conocida como la flor de muerto o cempoaxuchitl inundan los mercados, mientras la parafina, cera, sebo, le van dando forma a las velas tan codiciadas en esas fechas.

Los panaderos se encargan de satisfacer el paladar de vivos y muertos con los panes especiales para esa época del año como son: el pan de muerto, la rosca de la vida, pan cruzado, huesos de manteca, entre otros. Cabe mencionar que muchos panes especiales para estas fechas, tienen formas humanas o de animales. Los dulceros hacen lo suyo con las famosas calaveritas de azúcar que llevan impreso el nombre del comprador, las cruces, los violines o el sabroso dulce de pepita de calabaza. Así, los mercados se ven abarrotados de tejocotes, caña, calabaza y todos los ingredientes necesarios para elaborar los platillos que se ofrendan a los muertos y que se comen los vivos.

La fiesta de Día de Muertos en México principalmente entre los grupos indígenas, es un momento de reunión de toda la familia, tanto vivos como muertos, con lo cual, se fortalece la identidad, además de las relaciones sociales interfamiliares primero y comunales después. Es por esto, que esta celebración tiene una función social de suma importancia por la gran riqueza simbólica que se encuentra presente durante toda la celebración.

En varios grupos indígenas se acostumbran las comparsas, las cuales juegan un papel importante, pues no solo se trata del rito de ahuyentar u ofrendar a los muertos, o de la representación de las ánimas que no tienen una casa a la cual llegar, y que vagan por la comunidad, la cual se encarga de dar a dichas ánimas alimento y bebida, sino también de transgredir normas y la representación de los problemas cotidianos así como de su entorno a través de la danza y la música.

La música se escucha por todos lados, en el panteón, acompañando las comparsas, en las casas, en la iglesia. Los géneros que se tocan son diversos, las dotaciones varían según la región, pero lo que es un hecho, es que la música no falta durante estas fiestas entre los pueblos indígenas de nuestro país.

Para recibir a las ánimas, se les quema copal y se les dirigen algunas palabras de bienvenida. Es común que estas acciones vayan acompañadas de música. Uno o dos días antes de la fecha, los familiares acuden al panteón a limpiar y a adornar las tumbas con flores, velas y cruces.

Las ofrendas se colocan en los altares domésticos o sobre mesas de uso cotidiano. Se cubren con finos manteles, papel de china, hojas de plátano o petates de tule, según sea la costumbre regional. Después se les agregan flores especiales para la ocasión, ceras, alimentos, incensarios con copal, la bebida que más le gustaba al difunto, cigarrillos, panes, fruta, calaveras de azúcar, sal, el retrato del muerto y un vaso con agua, ya que las ánimas están sedientas por el viaje emprendido a la tierra.

Página | 7

Desde la entrada de la casa a la ofrenda se pone un camino de pétalos de flores de cempaxúchitl, que sirve como guía para que las almas lleguen al altar y puedan absorber la esencia de los alimentos puestos para tal efecto. Para despedir a las ánimas se tañen las campanas de la iglesia y se queman cohetes. Mientras la banda toca música fúnebre, los deudos acompañan a las almas hasta el panteón para que puedan regresar a sus tumbas.

Artesanía ritual

La colocación de la ofrenda y todas las actividades que se realizan alrededor de la celebración del Día de Muertos, originan una gran producción artesanal de carácter meramente ritual. Semanas antes de las fechas conmemorativas, los artesanos de todo México comienzan la tarea de elaborar objetos rituales que han de utilizarse para el adorno de tumbas, ofrendas y los servicios religiosos.

Es costumbre en algunos lugares, que los incensarios, los candelabros y las vajillas donde se sirve la comida de los difuntos, sean nuevos; por lo que cada año se prevé el gasto de la compra. Después de “usados” por el muerto, sirven para el uso cotidiano.

Las producciones artesanales son muchas y muy variadas. Destacan las flores de papel de estaño del Estado de México; el papel picado de Puebla; los sahumerios de Chiapas; los ángeles y querubines de azúcar de San Luis Potosí; los “monumentos funerarios” de alfeñiques de Puebla; las calaveras de azúcar, chocolate y amaranto de la Ciudad de México; los candelabros de Oaxaca; la cerámica negra de Michoacán; los juguetitos de barro pintado de Veracruz; el pan polimorfo de toda la República y, por supuesto, la artesanía culinaria y efímera que elaboran las mujeres para la ofrenda.

Todos estos productos artesanales cumplen una función específica, están dirigidos a las ánimas de los parientes muertos y tienen como objeto propiciar su llegada, a la vez que proporcionarles la esencia de los elementos que les permitan mantenerse en buenas condiciones en el lugar del más allá en que se encuentran. Por otro lado, por medio del ritual de la ofrenda y sus componentes, el difunto obtiene la conciencia de que no ha sido olvidado, de que aún “vive” en el recuerdo de sus familiares porque es objeto de atenciones especiales el día de la "Fiesta de la Muerte".

El mercado y la fiesta de los muertos

Las actividades rituales que se realizan durante las celebraciones del Día de Muertos, originan un intenso comercio de productos agrícolas y artesanales en todos los pueblos y ciudades de la República Mexicana.

Para elaborar las ofrendas, muchas familias obtienen los productos de sus propias cosechas y manufacturas artesanales. Sin embargo, si es necesario compran otros artículos de los que no se dispone. Entonces se acude a los mercados regionales, que agregan a las mercancías habituales aquellas que se utilizarán para los altares y demás acciones colaterales.

Asimismo, con una o dos semanas de anticipación a la fiesta, aparecen mercados especializados en mercancías relacionadas con el Día de Muertos, entre ellos puede mencionarse el “Tianguis Grande” de Yecapiztla, Morelos; la “Plaza de Muertos”, que se ubica en los portales de Malinalco, Estado de México; el “Mercado de Muertos”, en la ciudad de Oaxaca, y los tianguis exteriores de los mercados establecidos en La Merced y de Jamaica en la Ciudad de México.

En las tiendas y vinaterías se adquieren las bebidas que se van a poner en el altar. Los cirios, las velas y las imágenes de santos se compran en las iglesias, los mercados o en las tiendas dedicadas a la venta de objetos religiosos. Los mercados de México, durante las fiestas de la muerte, constituyen uno de los espectáculos más bellos y tradicionales de la cultura popular.

Página | 8

Ofrendas de día de muertos

La ofrenda es ese ritual colorido donde el individuo y la comunidad están representados con su dádiva; es un acto sagrado, pero también puede ser profano: la tradición popular es la simbiosis de la devoción sagrada y la práctica profana.

Ofrendar, en el Día de Muertos, es compartir con los difuntos el pan, la sal, las frutas, los manjares culinarios, el agua y, si son adultos, el vino. Ofrendar es estar cerca de nuestros muertos para dialogar con su recuerdo, con su vida. La ofrenda es el reencuentro con un ritual que convoca a la memoria.

La ofrenda del Día de Muertos es una mezcla cultural donde los europeos pusieron algunas flores, ceras, velas y veladoras; los indígenas le agregaron el sahumerio con su copal y la comida y la flor de cempasúchil (Zempoalxóchitl). La ofrenda, tal y como la conocemos hoy, es también un reflejo del sincretismo del viejo y el nuevo mundo. Se recibe a los muertos con elementos naturales, frugales e intangibles -incluimos aquí las estelas de olores y fragancias que le nacen a las flores, al incienso y al copal-.

La ofrenda de muertos debe tener varios elementos esenciales. Si faltara uno de ellos, se pierde aunque no del todo el encanto espiritual que rodea a este patrimonio religioso.

 

Elementos imprescindibles para recibir a las ánimas

 

Cada uno de los siguiente elementos encierra su propia historia, tradición, poesía y, más que nada, misticismo.

El agua. La fuente de la vida, se ofrece a las ánimas para que mitiguen su sed después de su largo recorrido y para que fortalezcan su regreso. En algunas culturas simboliza la pureza del alma.

La sal. El elemento de purificación, sirve para que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y vuelta para el siguiente año.

Velas y veladoras. Los antiguos mexicanos utilizaban rajas de ocote. En la actualidad se usa el cirio en sus diferentes formas: velas, veladoras o ceras. La flama que producen significa "la luz", la fe, la esperanza. Es guía, con su flama titilante para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada. En varias comunidades indígenas cada vela representa un difunto, es decir, el número de veladoras que tendrá el altar dependerá de las almas que quiera recibir la familia. Si los cirios o los candeleros son morados, es señal de duelo; y si se ponen cuatro de éstos en cruz, representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa.

Copal e incienso. El copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses ya que el incienso aún no se conocía, este llegó con los españoles. Es el elemento que sublima la oración o alabanza. Fragancia de reverencia. Se utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro.

Las flores. Son símbolo de la festividad por sus colores y estelas aromáticas. Adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima, la cual al marcharse se irá contenta, el alhelí y la nube no pueden faltar pues su color significa pureza y ternura, y acompañan a las ánimas de los niños.

En muchos lugares del país se acostumbra poner caminos de pétalos que sirven para guiar al difunto del campo santo a la ofrenda y viceversa. La flor amarilla del cempasuchil (Zempoalxóchitl) deshojada, es el camino del color y olor que trazan las rutas a las ánimas.

Los indígenas creían que la cempasúchil era una planta curativa, pero ahora solo sirve para adornar los altares y las tumbas de los difuntos. Por esta razón se dice que a lo largo del tiempo la flor fue perdiendo sus poderes curativos. Flor de cempasúchil significa en náhuatl "veinte flor"; efeméride de la muerte.

El petate. Entre los múltiples usos del petate se encuentra el de cama, mesa o mortaja. En este particular día funciona para que las ánimas descansen así como de mantel para colocar los alimentos de la ofrenda.

El izcuintle. Lo que no debe faltar en los altares para niños es el perrito izcuintle en juguete, para que las ánimas de los pequeños se sientan contentas al llegar al banquete. El perrito izcuintle, es el que ayuda a las almas a cruzar el caudaloso río Chiconauhuapan, que es el último paso para llegar al Mictlán.

Página | 9

El pan. El ofrecimiento fraternal es el pan. La iglesia lo presenta como el "Cuerpo de Cristo". Elaborado de diferentes formas, el pan es uno de los elementos más preciados en el altar.

El gollete y las cañas se relacionan con el tzompantli. Los golletes son panes en forma de rueda y se colocan en las ofrendas sostenidos por trozos de caña. Los panes simbolizan los cráneos de los enemigos vencidos y las cañas las varas donde se ensartaban.

 

Otros objetos para rememorar y ofrendar a los fieles difuntos

El retrato del recordado sugiere el ánima que nos visitará, pero este debe quedar escondido, de manera que solo pueda verse con un espejo, para dar a entender que al ser querido se le puede ver pero ya no existe.

La imagen de las Ánimas del Purgatorio, para obtener la libertad del alma del difunto, por si acaso se encontrara en ese lugar, para ayudarlo a salir, también puede servir una cruz pequeña hecha con ceniza.

Pueden colocarse otras imágenes de santos, para que sirva como medio de interelación entre muertos y vivos, ya que en el altar son sinónimo de las buenas relaciones sociales. Además, simbolizan la paz en el hogar y la firme aceptación de compartir los alimentos, como las manzanas, que representa la sangre, y la amabilidad a través de la calabaza en dulce de tacha.

El mole con pollo, gallina o guajolote, es el platillo favorito que ponen en el altar muchos indígenas de todo el país, aunque también le agregan barbacoa con todo y consomé. Estos platillos son esa estela de aromas, el banquete de la cocina en honor de los seres recordados. La buena comida tiene por objeto deleitar al ánima que nos visita.

Se puede incluir el chocolate de agua. La tradición prehispánica dice que los invitados tomaban chocolate preparado con el agua que usaba el difunto para bañarse, de manera que los visitantes se impregnaban de la esencia del difunto.

Las calaveras de azúcar medianas son alusión a la muerte siempre presente. Las calaveras chicas son dedicadas a la Santísima Trinidad y la grande al Padre Eterno.

También se puede colocar un aguamanil, jabón y toalla por si el ánima necesita lavarse las manos después del largo viaje.

El licor es para que recuerde los grandes acontecimientos agradables durante su vida y se decida a visitarnos.

Una cruz grande de ceniza, sirve para que al llegar el ánima hasta el altar pueda expiar sus culpas pendientes.

El altar puede ser adornado con papel picado, con telas de seda y satín donde descansan también figuras de barro, incensario o ropa limpia para recibir a las ánimas.

La ofrenda, en sí, es un tipo de escenografía donde participan nuestros muertos que llegan a beber, comer, descansar y convivir con sus deudos.

 

Las ofrendas de los muertos chiquitos

En la mayoría de los hogares campesinos, de extracción mestiza o indígena, y aún entre algunas familias urbanas, el 31 de octubre se elabora la ofrenda dedicada a los niños o “angelitos”. Sus ánimas llegan el día primero de noviembre para nutrirse de la esencia y el olor de los alimentos que sus padres les prepararon.

En el altar de los “angelitos” la comida no debe condimentarse con chile, porque les haría daño. Es imprescindible que las flores y los candelabros sean blancos, pues este color simboliza la pureza de estos inocentes difuntos.

A los niños muertos se les ponen dulces de alfeñique, pasta elaborada con azúcar, con este material se fabrican figuras de animalitos, canastitas con flores, zapatos, ánimas y ataúdes.

En otros lugares, los altares se adornan con juguetitos de barro pintado con colores alegres; así cuando lleguen las ánimas de los difuntos “chiquitos” podrán jugar tal como lo hacían en vida.

Todos los altares cuentan con panes en miniatura, pues es sabido que a los niños les gusta mucho, al igual que las tortillas, la fruta y el dulce de calabaza.

Página | 10

Es característico que todos los elementos que conforman el altar de los “angelitos” estén elaborados a una escala reducida. Ninguno es grande, ni pueden ponerse objetos que pertenezcan a los altares de los adultos. De ser así, los niñitos se enojarían, se pondrían tristes y no comerían lo ofrecido.

Página | 11

Altares indígenas en Día de muertos

El día de Muertos en México es una fiesta que vale la pena vivir. Por eso desde el 2003 la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reconoce esta tradición mexicana como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.

En el calendario agrícola, la festividad de día de muertos coincide con el final del ciclo del maíz y esto se reitera de alguna manera el homenaje que se le hace a la muerte a través de ofrendas llenas de comida, donde la base es el mismo maíz.

Las ofrendas forman parte fundamental de la festividad del Día de Muertos, pues es una manera de hacer que nuestros difuntos nos visiten para volver a gozar de los placeres mundanos. Así es como una vez al año, las casas mexicanas y muy en especial las de los pueblos indígenas, abren la puerta para recibir a sus antepasados.

También se conoce esta festividad como los Fieles Difuntos y se divide entre los difuntos chiquitos y los adultos, pues a cada uno se le ofrendan cosas diferentes. A los niños o angelitos se les pone dulce, chocolate y juguetes; mientras a lo difuntos adultos se les pone comida más elaborada y en su mayoría la bebida alcohólica de su preferencia, sin que pueda faltar las flores que complementan la belleza de los altares. Cada región del país posee una manera particular de celebrar a sus muertos por ello es importante conocer la diversidad de ofrendas y sus significados más cercanos.

 

 

Ofrenda de Orizabita, Ixmiquilpan, Hidalgo. Pueblo indígena Hñahñu (otomí).

Los hñahñu son originarios del Valle del Mezquital, zona semidesértica del estado de Hidalgo. Esta es una región que en la actualidad es migrante ya que las condiciones de trabajo son poco productivas, sin embrago en fiestas muy importantes como la de los Santos Difuntos los migrantes regresan para continuar con sus tradiciones.

En el pensamiento Hñahñu la vida no termina con la muerte, es solamente el paso a una vida mejor y por esa misma condición los fieles difuntos tienen “el deber” de venir a “visitar” a sus seres queridos en el mes de noviembre para convivir con ellos, porque en sí, no es eterna la muerte y este pensamiento y práctica se refleja en este pueblo.

5

 

Página | 12

Ofrenda de Tlacoapa, Guerrero. Pueblo indígena Me'phaa (tlapaneco).

La región me'phaa (tlapaneca) se ubica entre la vertiente se la Sierra Madre Sur y la costa del Estado de Guerrero. Muchos de los miembros han migrado a las ciudades en busca de trabajo y estudio, pues esta es una de las regiones más pobres del país.

El día de Muertos en esta comunidad Me'phaa se considera sagrado, los preparativos se inician 15 días antes, durante los cuales se hace acopio de los materiales que serán usados en la elaboración de los altares y de algunos productos que se ofrendan a los difuntos.

El día 31 las familias se organizan para tener la casa lista, con su altar muy adornado ya que el 1ro. de noviembre esperan la llegada de los difuntos niños a los que les brindan ofrendas de frutas y golosinas.

El día 2 de noviembre llegan los muertos grandes, a ellos se les ofrendan en el altar todo tipo de comidas regionales, que son preparados desde la noche anterior, este día también se visitan las tumbas para arreglarlas y colocar ofrendas.

 

Ofrenda de Coatepec Costales, Teloloapan, Guerrero. Pueblo indígena Nahua.

Los nahuas son el pueblo indígenas más grande de México, se encuentran esparcidos desde el sur del estado de Durango hasta Tabasco. Los nahuas en el estado de Guerrero representan el 40% de la población indígenas de la entidad.

La celebración del día de muertos es parte de las costumbres de esta comunidad que inician un mes antes con los rezos y repiques de campanas por las madrugadas en la iglesia central y capillas del pueblo, venerando a la imagen de las ánimas.

El día 31 de octubre se recibe en las casas a los angelitos (niños), en el altar ricamente adornado con flores se colocan figuras de angelitos y dulce de calabaza además de frutas.

El 1ro de noviembre se dedica a los difuntos grandes y el 2 se visitan las tumbas en el panteón con velas, veladoras, flores, pan y rezos. Para los pobladores de Coatepec Costales es importante esta celebración, ya que con ellos dicen “Es parte de nuestra cultura como pueblo indígena que se ha transmitido de generación en generación y por eso hay que mantenerla, ya que es un patrimonio y herencia de nuestros antepasados”.

Página | 13

 

Ofrenda de Jarácuaro, Erongarícuaro, Michoacán. Pueblo indígena p'urhépechas (purépecha).

Los p'urhépechas habitan principalmente en la zona lacustre y montañosa del estado de Michoacán. Es tradición que a los difuntos que cumplen el primer año de su fallecimiento se les realice un novenario que inicia una semana antes de las fechas de todos santos.

Dos días antes de concluir el novenario se sacrifica un cerdo para que la carne esté lista para el pozole que se ofrecerá el día noveno. Este día llegan los padrinos de bautizo del difunto, ellos llegan con el arco de carrizo ya adornado con flores de cempasúchil y terciopelos. Después de hacer los rezos y poner la ofrenda se come el pozole entre los asistentes para después llevar el arco al panteón. Ahí se inicia la velación que dura toda la noche hasta el amanecer.

En la casa del difunto queda el altar que dura dos días más después de la fecha 2 de noviembre, el arco floral se queda en el panteón y las frutas y panes que tenía el arco se desprenden y se llevan al altar de difunto.

 

Ofrenda El Júpare, Huatabampo. Pueblo indígena mayo.

La región mayo se localiza entre la parte norte del estado de Sinaloa y sur de Sonora. Debido a su proceso histórico, los mayos han tenido que compartir su territorio con mestizos. Los mayos viven preferentemente en comunidades donde se localizan sus centros ceremoniales.

Página | 14

Júpare es la cabecera de alrededor de 20 comunidades, siendo ésta un centro ceremonial importante para varios pueblos, lugar donde se celebran las tradiciones del día de muertos.

La celebración da inicio desde el 24 de octubre, donde se coloca en el interior de cada iglesia tradicional el altar o la tumba de los fieles difuntos y así da inicio el novenario. Así mismo se colocan imágenes religiosas, flores, frutas de la estación y veladoras. El día primero las familias asisten a velar a sus difuntos en el panteón.

 

Ofrenda del Pueblo indígena Yaqui.

El pueblo yaqui ocupaba una extensa franja costera y de valle al sureste del estado de Sonora. Los ocho pueblos de la Tribu Yaqui, estan ubicados en su propio territorio tradicional. En cada uno de estos ocho pueblos se manifiesta y desarrollade una manera muy significativa las ceremonias para los difuntos.

La celebración del día de las ánimas empieza a partir del 1 de octubre, pero es en los pueblos de Pótam y Huírivis donde existe una característica especial ya que, en la iglesia del pueblo, en medio de rezos y alabanzas es sacado de un lugar especial un cráneo de una persona que en vida fue sacerdote. También se colocan tapancos (altares para las ánimas), donde se ponen todos los alimentos que consumen los niños: porque es precisamente este día cuando se festejan a los “parbulitos” (niños difuntos)

Todo el mes de octubre se realizan “kontis” (procesiones) todos los lunes hasta llegar el día 31: en este transcurso las personas que tienen ánimas adultas se preparan, previa colocación del tapanco, para recibir y brindarles los alimentos que degustaban en vida sus familiares. Esto es el día primero de noviembre; día en que se festeja el día de los difuntos adultos. El día dos se celebra con danzas de los matachines, procesiones, cantos y rezos en la iglesia y cementerios de los pueblos.

Página | 15

 

Ofrenda de Yalálag, Oaxaca. Pueblo indígena Zapoteco de la Sierra Norte.

Los zapotecos son el pueblo indígena más numeroso del estado de Oaxaca. La región de la Sierra Norte es una gran franja territorial que atraviesa el estado rodeada de montañas.

En Yalálag se acostumbra visitar el panteón unos días antes de que empiece la celebración de día de muertos, acude toda la familia a limpiar las tumbas y a hacer la invitación a los muertos para que regresen al pueblo unos días. Los días 30 y 31 de octubre se comienza a preparar el altar. A los lados del altar se ponen las cañas sin faltar la flor amarilla de los muertos en sus diversos tamaños, flor que alfombra y aromatiza los campos de esta comunidad. El pan con figura humana es otro elemento que no puede faltar al igual que el mezcal de gusanito y los tamales de frijol envueltos en hojas de maíz.

El día 1ro. de noviembre es dedicado a los angelitos que no se lograron en esta tierra y el día 2 es dedicado a los fieles difuntos este día se festeja a los antepasados. Los días 3 y 4 son para ir a dejar a los difuntos al panteón se acostumbra acompañarlos y disculparse si hubo mala atención. Se les dice que no deben sentirse olvidados puesto que viven en el corazón y el pensamiento de la familia.

 

Ofrenda de Teotitlán del Valle, Oaxaca. Pueblo indígena zapoteco de los Valles Centrales.

Los zapotecos son un grupo cultural homogenio, etnográficamente se agrupan en cuatro ramas. Los Valles Centrales de Oaxaca se ubican en la parte centro del estado. Teotitlán del Valle es considerado como el primer pueblo que fundaron los indígenas zapotecos en 1465.

En esta comunidad para la celebración de día de muertos se utiliza el altar familiar instalado en las casas de manera permanente, para esta ocasión se adora de manera especial y en algunos casos se añade una mesa para que todos los elementos de la ofrenda de difuntos tengan cabida.

La celebración da inicio el día 31 de octubre con el arreglo de los altares y la colocación de la ofrenda que consiste en pan, chocolate, frutas y flores ya que se tiene la creencia que a partir de las tres de la tarde llegan angelitos. El día 1ro de noviembre a la misma hora que el día anterior arriban los difuntos adultos y a ellos se les recibe con mole, tamales y mezcal. Este día los familiares y compadres realizan visitas llevando ofrendas que se incorporan al altar.

El 2 de noviembre se visita el panteón para realizar un convivio entre vivos y muertos, se arreglan las tumbas con flores y se pagan melodías a los músicos que en ese día ofrecen sus servicios. Todo esto, tiene que ser antes de las dos de la tarde ya que es la hora en que los difuntos se despiden hasta el próximo año.

Página | 16

 

Ofenda de Cuetzalan, Puebla. Pueblo indígena Nahua de la Sierra Norte.

El frente montañoso que compone la Sierra Norte de Puebla forma parte de la Sierra Madre Oriental. La región ocupa el Norte del estado. En Ceutzalan los preparativos para estas fiestas dan inicio el 30 de octubre con el arreglo de los altares familiares, este día se cosechan las flores que previamente fueron sembradas para la ocasión, se preparan tamales con carne de cerdo y se coloca en el altar café y atole para recibir a los muertitos el día 31 de mismo mes.

El día 1ro de noviembre es dedicado a los muertos mayores, para este día ya deben estar colocados en el altar todos los alimentos y bebidas correspondientes, este día se invita a rezanderos de la comunidad a que realicen el rosario. Durante toda la noche se cocina ya que el día 2 es obligada la visita a los compadres y ésta debe ser acompañada de una ofrenda. El mismo días se visita el panteón al que llevan arcos florales para ser depositados en las tumbas de los difuntos.

 

Ofrenda de San Andrés Larrainzar, Chiapas. Pueblo Indígena Tzotzil.

Los tzotziles son un grupo mayense, que junto con los tzeltales y tojolabales, habitan la región de los Altos de Chiapas. La celebración de la fiestas de muertos en esta comunidad, da inicio el 31 de octubre, fecha en la que se preparan los altares en la casas, en estos se colocan 9 ramas de pino sobre la pared y hojas del mismo árbol sobre le piso.

Página | 17

El 1ro. de noviembre se acostumbra visitar el panteón para limpiar las tumbas y adornarlas con hojas de pino que se extienden por todo el sepulcro formando una mullida y olorosa alfombra, rezan a sus muertos y comparten con ellos los alimentos. Por la tarde regresan a sus casas y colocan la ofrenda familiar que consiste en bebidas de cacao “pozol”, frutas, tamales y guisados de carne de res, además de velas y flores. El día 2 regresan por la mañana al panteón para llevar ofrendas velas, flores y comida.

 

Ofrendas de Cazuelas, Papantla, Veracruz. Pueblo indígena Totonaca.

Las comunidades totonacas se ubican a lo largo de la planicie costera del estado de Veracruz y en la sierra norte de Puebla. Ninín es el nombre que recibe la fiesta conocida como Todos Santos o días de Muertos, en todo el territorio totonaca de la región de Papantla. El término Ninín significa “muertos” en lengua totonaca y se usa para referirse a la temporada en que tiene lugar el retorno de las almas de los difuntos.

El altar se entiende como un pequeño mundo que contiene la tierra, su vegetación aromática que le dan las flores, el agua que se coloca tanto abajo como sobre el altar que simboliza la propia tierra, el fuego y su aroma que también contiene un incensario. En la parte de arriba esta el cielo, confeccionado con hojas de tepejilote, las estrellas y un sol central elaborado con hojas de palma de coyol y otras figuras del mismo material. Por otro lado, el altar podemos imaginarlo como un espacio que contiene cuatro rumbos o universos, cada uno iluminado por un sol; estos son los universos donde se encuentran los que se han ido.

 

Página | 18

El pan de muerto en las regiones de México

Las ofrendas de muertos tienen su origen en las culturas prehispánicas. Una ofrenda similar a la actual de día de muertos era la de la diosa Cihuapipiltin, dedicada a las mujeres que morían del primer parto, se creía que rondaban por el aire causando enfermedades entre los niños, por ello les hacían regalos en el templo o en las encrucijadas del camino. Las ofrendas consistían en "panes" de diversas figuras como mariposas o rayos (Xonicuille) hechos a base de amaranto y "pan ázimo" que era un pan de maíz seco y tostado, Sahagún lo describe así por no llevar cal, a este pan se le llamaba Yotlaxcalli, otros ofrecían unos tamales (Xucuientlamatzoalli) y maíz tostado llamado Izquitil, casi toda la ofrenda era de amaranto porque lo consideraban un alimento especial.

Relata fray Diego de Durán en su crónica sobre la ofrenda de Huitzilopochtli, que la gente en esta celebración "no comían otra cosa que no fuera Tzoalli con miel", con dicha mezcla a base de amaranto y miel de avispa o maguey, hacían un gran ídolo a imagen del Dios, lo adornaban y vestían, de igual manera elaboraban huesos grandes que depositaban a los pies del ídolo, además ofrendaban otros "panes" como tortillas pequeñas; pasada la fiesta se los dividían para comer

El equivalente al pan de muerto como ahora lo conocemos sería el "Huitlatamalli" que era una especie de tamal. En la época prehispánica se hacía la "Papalotlaxcalli" o pan de mariposa que era exclusivo de esta ceremonia. Al parecer era como una tortilla a la cual se le imprimía a la masa aún cruda un sello en forma de mariposa, una vez cocida, se pintaba coloridamente.

ALGUNAS VARIEDADES REGIONALES DEL PAN DE MUERTO

AguascalientesPan de muerto tradicional. Redondo, ovalado individual y familiar en tamaños variados.

Baja CaliforniaPan de muerto tradicional. Redondo, ovalado individual y familiar desde 60 gramos hasta 2 kilos.

ColimaPan de muerto tradicional. Redondo, ovalado individual y familiar.

CoahuilaPan de muerto tradicional. Redondo, ovalado individual y familiar desde 60 gramos hasta 2 kilos.

ChihuahuaPan de muerto tradicional. Redondo, ovalado individual y familiar desde 60 gramos hasta 2 kilos.

Distrito Federal y Estado de México"Pan de muerto" en algunos lugares llamado hojaldra, es el pan de muerto clásico, redondo, adornado con su canilla de la misma masa, espolvoreado con azúcar blanca y en otras poblaciones con azúcar rosa que recuerda el uso ceremonial del color rojo en la época prehispánica, que representa una tumba con un cráneo y varias canillas entrecruzadas que simulan los huesos, sustituyó al Zompantli.

Distrito Federal (Mixquic)Se realizan las "despeinadas", rosquitas de azúcar colorada, el típico pan de muerto con azúcar, ajonjolí y granillo, pan estilizado bordado con la misma masa y una cruz en el centro. Los panes en forma de mariposa, ya que se creía que, al morir, las niñas se convertían en mariposas.

Estado de MéxicoMuertes, es un pan antropomorfo hecho de yema de huevo, de esta misma masa se realizan los conejos, los borregos y las finas, que aparte lleva canela, también se produce pan blanco como el triconio y el pan sobado, que es una mezcla de masa blanca y masa dulce. Se realizan las gorditas de maíz quebrado, los tlaxcales, que están hechos de maíz fresco en forma de triángulo.Gorditas hechas de maíz quebrado, aparejos de huevo, huesos hechos de masa blanca y mantequilla decorados con azúcar, caladillas, -tortillas rectangulares.Bordes dentados con la superficie blanqueada, salpicada con manchas rojas que representan los sacrificios prehispánicos, las quesadillas, son en forma de empanadas rellenas con piloncillo y queso fresco.En Texcoco se elabora el pan conejo, pan elaborado con manteca, nuez, guayaba y canela. Encaladillas y calaveras de masa galletosa glaseadas con puntos de azúcar rosa.

GuerreroEn las ofrendas (Huentli) se colocan panes llamados camarones, tortas y amargosas, también

Página | 19

hay muñecos y pan de figura, adornados con azúcar color solferino.En la región de Tixtla se elaboran panes conocidos como almas con azúcar, burros con azúcar rosa, conejos y patas de mula,pan bordado. De Chilocachapa, proceden los tlaxcales hechos de maíz en forma de triángulo.En Telolapan, se preparan figuras zoomorfas de peces, perros, mariposas que son dedicadas a las niñas, alacranes, conejos, etc.

GuanajuatoEn Acámbaro se elaboran conejos, mulas, borregos y pan de canela. "almas" pan en forma de figura humana. Los que representan a los adultos son glaseados blancos y al centro un punto de azúcar rosa, y los niños son todos blancos.

HidalgoMoriscas de harina, canela, huevo y pulque. En Xochicoatlán, "bodoques", pan que se regala a las personas que asistían al novenario. En la región huasteca se produce en estas fechas el pan conocido como "peluca", pan que solía repartirse en los velorios y puesto en las ofrendas de muertos; pan hecho de harina de trigo en hornos calabaceros, es similar a los pambazos, con una bolita de masa el extremo que asemejaba a loschongos o molotes que se hacían en las pelucas antiguas.Tradicionales en la región de Tula son las gorditas de maíz amasadas con arena de hormiguero. Hay roscas ricamente adornadas, corazonessimilares al corazón humano, los hay barnizados, con azúcar blanca y rosa. También se elaboran las famosas "cuelgas" de diferentes tamaños. Lascruces adornadas con azúcar de colores y bordadas con la misma masa. También se elaboran los cocolitos, borregos y tortugas.En la Huasteca, la festividad de muertos se llama shantolo (Xantolo); el pan el compañero obligado. En Huejutla se elaboran pequeños panecillos que reciben el nombre de frutas de horno e incluso el nombre del difunto, con dichos o cantos populares,cocolitos, rosquillas aplanadas, muñecas para las ofrendas femeninas, muñequitas para los hombres "de dudosa personalidad",angelitos para los niños y para los jóvenes que mueren antes de contraer nupcias, caballos grandes para los hombres mayores y pequeñitos para los niños.En el Mezquital el pan de muerto es una figura en forma de cuerpo humano completo o cabecitas, manos, huesos y hasta pezuñas de animales.Panes en forma humana con los bracitos cruzados, caritas de pasta pintada de colores vivos. Panes de sal y dulce sobrios con su ajonjolí espolvoreado o adornados con fondant multicolor.Gorditas de maíz amasadas con arena de hormiguero, lo que recuerda el mito de Quetzalcóatl, quien penetró al inframundo para tomar los huesos precisos que dieron origen a la humanidad."Cajitas" corresponden a los féretros usados para el entierro. "Rosca de la vida", su consistencia es dura, se adorna con huesos o canillas de manteca que son la representación de huesos humanos y tienen una gran semejanza con aquellos que se hacían de masa en honor al dios Omacatl.

JaliscoPan de muerto tradicional. Redondo, ovalado individual y familiar desde 60 gramos hasta 2 kilos.

Michoacán"Pan de ofrenda" elaborado con harina de trigo, levadura de soya, azúcar y sal.La masa cocida lleva su toque creativo, su color: vírgenes, conejos, burros, campesinos, sombreros, campesinas.Panes en forma de flores y calaveras pintadas con los nombres de los difuntos y de los vivos, con refranes y sentencias."El Pan de hule" es parecido al pan de ofrenda, moreno, redondo, brilloso y lleva en la superficie dedicatoria al esposo, al novio, o la suegra.También hacen un pan llamado rosqueta que está hecho con hojas de plátano, anís y piloncillo.Y las tradicionales "corundas", pan indígena que está hecho con masa de maíz y un punto de salsa de tomate con chile de árbol, envuelto con hojas de milpa verde, lo cual le da el color y sabor especial.Realza el pan de ofrenda "La rodilla de Cristo", que es un pan redondo reventado con azúcar rosa que representa las heridas de Cristo.En Maravatío, se elaboran distintos tipos como el pan antropomorfo (figura humana), mitomorfo (personajes mitológicos), fitomorfo (de flores y hojas) y zoomorfo (animales)

MorelosPan antropomorfo, sumamente adornado con bordado de la misma masa y los brazos a los lados a diferencia de otras regiones que representa los brazos cruzados.

Página | 20

NayaritPan de muerto tradicional. Redondo, ovalado individual y familiar desde 60 gramos hasta 2 kilos.

Oaxaca"Regañadas", panes de pasta hojaldrada que se utilizan en las ofrendas y que representan las "animas" de personas o animales.Pan de yema de huevo con o sin ajonjolí, hecho de azúcar con acabado de porcelana, que representa la cara del muerto adulto o de niño.En Tlacolula, elaboran conejos, payasos, pan de cazuela y pan de pulque."Pan de yuca" que es originario de Mayultiaguis, el cual se manda a hacer.

PueblaSe hacen los "Golletes" (roscas adornadas con colores). El "sequillo" que es un mamón seco con un color amarillo yema de huevo.

En el resto del país se elaboran muchos otros tipos que pos su variedad sería difícil incluir en esta breve descripción. En México se utilizan en la producción panadera casi todas las técnicas de manufactura y decoración de cerámica. De una bola, una plancha o un cilindro surgen conchas, chilindrinas, galletas, trenzas. Para adornarlos se utiliza la misma masa, como en el pastillaje; con un palillo se raya la masa; con los dedos se forma el adorno de los panes, que llaman repulgado y que tanto recuerda los remates de las cazuelas. Cortes practicados con una hoja de metal simulan el plumaje de una ave, igual en barro que en masa de harina de trigo. Así los panes de fiesta en Hidalgo, en Guerrero, en Michoacán parecen terracotas o esculturas en madera.

 

Página | 21

Página | 22