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DIARIO EDUCAR Hace unos días se celebró el día del maestro. Y me encuentro en el Diario Educar. Tribulaciones de un maestro desarmado de Constantino Carvallo. Un libro estupendo. Real por sincero. Y me encuentro con esta maravilla, que aquí reproduzco: “El no creerme del todo mi oficio me permite observarlo con distancia, como si no estuviera involucrado en él. En los 30 años que llevo “fingiendo” ser maestro, algunos alumnos me han hecho sentir capaz de ser bueno y otros, felizmente, no me dan importancia, poniéndome en mi sitio. ¿Por qué se sigue estudiando educación el Perú si el sueldo promedio de un profesor es 600 soles? La primera obligación del profesor es desnudar sus verdaderos motivos. Ser maestro es un oficio de anfibio, una extraña mezcla de actividad intelectual y negocio del espectáculo. El profesor dice que quiere enseñar y orientar, cuando en verdad quiere ser escuchado, contemplado y obedecido. Se siente Dios en el sexto día

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EDUCACION

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DIARIO EDUCAR

Hace unos das se celebr el da del maestro. Y me encuentro en el Diario Educar. Tribulaciones de un maestro desarmado de Constantino Carvallo. Un libro estupendo. Real por sincero. Y me encuentro con esta maravilla, que aqu reproduzco:

El no creerme del todo mi oficio me permite observarlo con distancia, como si no estuviera involucrado en l. En los 30 aos que llevo fingiendo ser maestro, algunos alumnos me han hecho sentir capaz de ser bueno y otros, felizmente, no me dan importancia, ponindome en mi sitio. Por qu se sigue estudiando educacin el Per si el sueldo promedio de un profesor es 600 soles? La primera obligacin del profesor es desnudar sus verdaderos motivos.

Ser maestro es un oficio de anfibio, una extraa mezcla de actividad intelectual y negocio del espectculo. El profesor dice que quiere ensear y orientar, cuando en verdad quiere ser escuchado, contemplado y obedecido. Se siente Dios en el sexto da porque su obra es otro hombre. Ser maestro tambin es oficio de vampiro: beber el vigor, la alegra y la inocencia de los otros. As que mejor empiezo a confesar mis robos.

Por mis alumnos, me he sentido grande y poderoso. A veces hasta sabio y elocuente. Me he sentido padre, compaero, hermano, amigo. Tambin, aunque duela confesarlo, me he sentido hijo, hombre dbil que se ampara en otra fortaleza. He cogido sus miradas atentas y las he llevado conmigo para salvarme de la soledad y de la pena. Solo al recordarlas he podido abandonar la seriedad y darle menos importancia a mi vida.He dialogado en silencio con muchos y me he sentido lcido y ameno. He aprendido la bondad y el candor de algunos; de otros, en cambio, he copiado el vigor, la seguridad, el entusiasmo. Porque los chicos deben ver en un maestro a una persona firme, que les muestre que llegar a la adultez es deseable.

Eso es lo que exhibo, pero muchas veces no es lo que siento. A veces creo que la vida no vale la pena ser vivida, que no es importante conseguir lo que se quiere. Pero jams he compartido con un alumno un momento de depresin. Cuando muri mi padre me ausent del colegio para no compartir con mis compaeros mi duelo. As que he pasado la mitad de mi vida tratando de mostrar a mis alumnos algo que no siempre soy. Me persigue un sentimiento de usurpacin, de estar en el lugar de otro.

Creo que ms importante es lo que el maestro calla: no se educa con la prdica, sino con la conducta. En este sentido, maestros son Scrates, Jess, Teresa de Calcuta, Buda. Pero yo no. No me sorprende que a mis alumnos no les d la gana de estudiar, porque yo tampoco la tuve. No me siento capaz de sermonear a un chico que ha robado, porque yo tambin he robado. Pero s puedo sentir por l mayor comprensin y, como maestro, empezar a corregirlo.

Me satisface, sin demagogia, sentir que mi alumno ya se olvid de m. Me molesta encontrar a un ex alumno que todava est buscando el vnculo umbilical y que aun no se enfrenta al mundo. Por l solo puedo sentir remordimiento. Porque quien prepara a un hombre para que corra los cien metros planos no lo hace para que sea menos que l, sino para que gane.

Eso es lo que trato de hacer con mis alumnos. Aqu esta la perfeccin del maestro, lo que yo no tengo: el desapego. No perder de vista que esa extraa relacin afectiva entre maestro y alumno siempre est a punto de morir. He visto llorar y sufrir a profesores porque se involucran demasiado con sus alumnos. Dice Fernando Savater: Llorar y sufrir nos puede confirmar humanos, pero de ninguna manera nos confirma maestros.

Dice Freud que los maestros ocupamos el lugar del padre. Yo no estoy de acuerdo. Nuestra ventaja no est en saber ms de pedagoga, sino en sentir que los hijos no nos pertenecen.

Es ms difcil, pues, ser padre que maestro. Quiero ser transparente: no se trata de anular la relacin humana y la calidez entre maestro y alumno, sino solo la intimidad. El problema es cuando el profesor carece de suficientes vnculos afectivos y depende demasiado de sus alumnos. Creo que esas personas no deberan trabajar en este oficio.

Un buen maestro es quien mantiene una relacin asimtrica con sus alumnos: da y no espera recibir. Yo, lo mximo que espero que se afirmen a s mismos y que sepan adaptarse a este mundo. Me preocupan las personas que quieren imponer su originalidad por encima del mundo, pero tambin las que aceptan el mundo sin defender ninguna originalidad.

Cuando encuentro un ex alumno en la calle, no me interesa saber que estudia. No me interesa tampoco si ha ingresado en el primer puesto de una universidad porque igual puede ser un canalla. Me interesa cul es su pasin y si la est llevando a cabo. Creo que la pasin es lo nico que nos salva.

El afecto entre un profesor y un alumno existe, pero es abstracto: Cristo no amaba a Judas o Juan, sino a la humanidad. Al maestro se le va un alumno y tiene que olvidarse de l para amar a todos los que vengan. Ama a la infancia y no a un solo nio. Separarse de los alumnos, lo que no puede parecer una desgracia, es la condicin que permite la salud de una relacin educativa.

Los amores, el filial y el de pareja, suelen estar contaminados de luchas por la posesin. Esta extraa relacin entre maestro y alumno es, en cambio, como esos encuentros breves y furtivos. Como van a terminar pronto, solo queda la generosidad, la entrega, la gran performance. Me alegra entonces que mis alumnos se vayan. As me ensean que las cosas bellas se terminan, pero que la vida contina.