diccionario de la pasion de jesucristo

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© SAN PABLO Directores: Luis Díez Merino - Robin Ryan - Adolfo Lippi Congregación de la Pasión de Jesucristo (pasionistas) Diccionarios SAN PABLO Pasión de Jesucristo

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Una obra que ayuda a conocer el misterio de la cruz Este Diccionario quiere ayudar al estudio exhaustivo de la Pasión de Jesús en todos los ámbitos del saber humano, con una perspectiva globalizante, de modo que en 165 artículos se estudian todas las dimensiones de la ciencia teológica, en los que se enfoca el hecho fundamental del Nuevo Testamento, la Pasión y Muerte de Jesús, y su dimensión redentora para la humanidad. Las diversas voces del Diccionario contribuyen a explicar el concepto de Pasión de Cristo, a conocer las diversas narraciones de la Pasión (antecedentes del Antiguo Testamento, narraciones canónicas de los Evangelios, otras narraciones del Nuevo Testamento, otras fuentes históricas, cristianas y paganas, episodios apócrifos.), y a entender el mensaje de salvación que encierra el misterio de la cruz.

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Directores:

Luis Díez Merino - Robin Ryan - Adolfo LippiCongregación de la Pasión de Jesucristo (pasionistas)

D i c c i o n a r i o sS A N P A B L O

Pasiónde

Jesucristo

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introducciÓn

1. CONCEPTO DE PASIÓN DE CRISTO

«Pasión» es un término que se emplea en la frase «metà tò patheîn autòn» (He 1,3) en referencia al sufrimiento y muerte de Cristo. En la Vulgata aparece post passionem suam, «después de su pasión», más literalmente «después de que él había sufrido». Antes de la Vulgata, los Padres apostólicos, especialmente Ignacio de Antioquía, había divulgado el término páthos («pasión») para indicar los sufrimientos de Jesús. «Pasión» fue el término común, desde el s. III d.C. en adelante, para referirse a lo que Jesús había padecido en su Pasión y su muerte para redimir al género humano.

1.1. El contenido

El término «Pasión», cuando se refi ere a Jesús, abarca sus sufrimientos, crucifi xión y muer-te, y con dicho vocablo se indica también la sección de los evangelios donde se narran tales hechos; por extensión, se aplicó a las versiones musicales de estos sucesos, y a la semana que precedía, en la Iglesia, a la Semana Santa. Si se quiere precisar más por «Pasión» se entiende los dos últimos días de la vida de Jesús, que incluyen: Última Cena, agonía de Getsemaní, arresto, juicios ante el Sanedrín y ante Pilato, crucifi xión, muerte y sepultura de Jesús. Entre las muchas referencias que tenemos en el NT a los sufrimientos de Jesús se pueden distinguir: a) la descripción de los que padeció el mismo Jesús; b) aquellos que padecieron los que le rodearon.

1.2. La Pasión de Cristo en el trascurso de la vida de Jesús

La Pasión de Jesús fue una experiencia no solamente vivida por él al fi nal de su vida terre-na, sino que durante su vida mortal fue una realidad que no le llegó de improviso, como un fatal destino, sino algo que estaba programado, puesto que Jesús conocía de antemano su muerte (Mc 14,8.18-21.27-31; Lc 22,15; Jn 13,1.3; 18,4; 19,26) y la aceptó libremente (Mc 8,31; 14,42; Mt 26,52-54; Jn 19,17). Lo que se conoce previamente, es normal que tenga repercusión en los distintos estadios de la vida. El conocimiento de lo que le esperaba a Jesús, lo dejó personalmente entrever en distintas ocasiones: 1) en las palabras sobre el novio que ha de ser «tomado» (Mc 2,20; Lc 12,50; Lc 5,35); 2) en el bautismo con que ha de ser bautizado (Lc 12,50); 3) en la ocasión en que sube a Jerusalén donde todos los profetas fueron matados (Lc 13,33); 4) en el último que fue enviado que fue el hijo, a quien mataron (Mc 12,8; Mt 21,39, Lc 20,15); 5) en lo que él signifi có cuando en Betania

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ungieron su cuerpo, que lo hicieron anticipando su sepultura (Mc 14,8; Mt 26,12); 6) en lo que manifestó en la Última Cena que anotó Juan: «Antes de la fi esta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre… sabiendo que el Padre se lo había puesto todo en las manos, y que había salido de Dios y volvía a Dios» ( Jn 13,1-3), con tales palabras desvela Jesús que sabía perfectamente todo lo que le iba a suceder (Mc 14,8.18-21,27-31; Lc 22,15; Jn 13,1.3; 18,4; 19,26) y lo aceptó libremente (Mc 8,31; Mt 26,32-34; Jn 19,17).

1.2.1. Predicciones de la Pasión

En tres ocasiones anunció a sus discípulos los sufrimientos que había de padecer, con su muerte y su resurrección: a) Mc 8,31-32: Mt 16,21; Lc 9,22; b) Mc 9,31-32; Mt 17,22-23; Lc 9,43-45; c) Mc 10,32-34; Mt 20,17-19; Lc 18,31-34; este triple anuncio subraya la importancia que Jesús concedió a su Pasión, y además el interés que tenía en adelantar a sus discípulos que nada de lo que iba a suceder era imprevisto, sino que en todo momento fue consciente de lo que se avecinaba, y que si se decidió a emprender el viaje a Jerusalén, fue porque aceptó el plan que el Padre había diseñado como colofón de la vida para la propia vida de Jesús.

1.2.2. Conciencia de sus futuros sufrimientos

El drama de la Pasión había sido objeto de la comunicación a sus discípulos. En el plan de la vida de Jesús, «su Pasión», formaba parte del programa, que él ya tenía previsto, como manifestó en múltiples ocasiones: 1) Después de la transfi guración, Jesús enseñó que el Hijo del Hombre tenía que sufrir muchas cosas (Mc 9,12; Mt 17,12; cf Lc 17,25). 2) Alusiones repetidas a su Pasión en el decurso de su existencia: a) su vida será «rescate por muchos» (Mc 10,45; Mt 20,28); b) la sangre de la alianza será «derramada por muchos» (Mc 14,24; cf Mt 26,28); c) su sangre será derramada «para el perdón de los pecados» (Mt 26,28). La necesidad de sus sufrimientos estaba expresada en las Escrituras, como él les comentó después de la resurrección: «y empezando por Moisés [Pentateuco] y todos los profetas [los libros considerados proféticos], les interpretó lo que se refería a él en toda la Escritura [resto de los libros de la Biblia]», quizá haciendo mayor insistencia en algunos pasajes (Dt 18,15; Sal 22,1-18 e Is 53). Para mayor confi rmación les abrió la inteligencia para entender las Escrituras, y les dijo: «Está escrito así: el Mesías [tiene que] sufrir, y re-sucitar de entre los muertos al tercer día» (Lc 25,45-46).

2. LAS NARRACIONES DE LA PASIÓN DE CRISTO

Por «narraciones de la Pasión» se suele entender aquellas secciones de los evangelios ca-nónicos que relatan los sufrimientos y muerte de Jesús de Nazaret (Mt 25-27; Mc 14.15; Lc 22-23; Jn 12-19). Estas unidades literarias fueron estudiadas desde muy distintos án-gulos, especialmente desde la crítica literaria, por múltiples autores (singularmente por K.

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INTRODUCCIÓN

L. Schmidt, M. Dibelius y R. Bultmann1); dichos investigadores dedujeron, en un análisis particularizado de Mc 14-15, que había existido una narración premarcana de la Pasión, la que hoy se constata en Marcos sería una forma elaborada de ese relato primitivo. Como consecuencia, la crítica literaria se concentró en todas y cada una de las unidades individua-les, y esto lo realizó singularmente E. Linnemann2. El origen de cada uno de los detalles de la narración con frecuencia se adjudicó a un proceso de exégesis cristiana de la Escritura.

2.1. Precedentes literarios en el Antiguo Testamento

Cuando se habla de la Pasión de Cristo en el AT, no es que se lleve la intención de en-contrar cada uno de los episodios de la Pasión en todos y cada uno de los escritos del AT, sino que se parte del convencimiento de que la historia de la Pasión de Jesús es un tema tan nuclear para toda la Biblia, que resalta como una realidad en toda la revelación tanto antes de los hechos, como durante el desarrollo de este drama, como en las consecuencias que fi guran en todas en las afi rmaciones que fi guran en todos los escritos postevangélicos. Se han reconocido antecedentes de la Pasión en todas las partes en que tradicionalmente se ha dividido la Biblia:

2.1.1. En el Pentateuco

Gén 22,1-14 (Aqedah), cf Rom 8,32 y 1Jn 4,9-10; Gén 37,26-28 (venta de José) cf venta de Jesús por Judas. Ex 12 (la Pascua del cordero sin romper ningún hueso: Ex 12,46; Núm 9,12), cf Jesús que no le quebraron las piernas. La serpiente del Éxodo (Núm 21,9; cf Sab 16,5-7; cf Jn 3,14-15).

2.1.2. En los libros históricos

David, en su momento más difícil (2Sam 15,13-37; 17,23), cruza el Cedrón, cf Jesús que cruza el Cedrón ( Jn 18,1) y sube la pendiente del monte de los Olivos (cf Mc 14,26 par). Historias de mártires que resistieron a Antíoco Epífanes (2Mac 6,18-7,42) han sido pues-tas en relación con Jesús interrogado por Pilato ( Jn 19,10-11).

2.1.3. En los Profetas Mayores

La Pasión de Cristo fue vista por el mismo Jesús refl ejada en los profetas3, especialmente en Isaías y Jeremías, y como caso de excepción se consideran los Cantos del siervo de Yavé.

1 K. L. Schmidt, Der Rahmen der Geschichte Jesu: Literarkritische UntersuchunGén zur ältesten Jesusüberlieferung, Trowitzsch & Sohn, Berlín 1019 303-309 (reed. Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt 1964); M. Di-belius, From Tradition to Gospel, Nueva York 1935, 178-217; Id, La signifi cation religieuse des récits évangeliques de la passion, RPR 13 (1933) 36-45; R. Bultmann, Th e History of the Synoptic Tradition, Oxford 1963, 262-284.

2 E. Linnemann, Studien zur Passionsgeschichte, FRLANT 102, Gotinga 1970.3 D. Yubero, La Pasión de Cristo… según los Profetas, CultBibl 10 (1953) 73-76.

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2.1.3.1. Isaías y Jeremías

1) Is 53,7-8 es interpretado por el apóstol Felipe al eunuco etíope (He 8,32-33); 2) 1Pe 2,22-24 dice que Jesús no cometió pecado ni había engaño en su boca (Is 53,9b); Jesús entregado, refl eja al siervo entregado (Is 53,6.12). 3) Jeremías es todo él propuesto como paralelo a Jesús en su Pasión, especialmente Jer 26 sobre el templo, y «la pasión de Jere-mías» habría infl uido en la Pasión de Jesús.

2.1.3.2. El siervo de Yavé

Jesús transfi rió a su persona la misión del siervo de Yavé, puesto que se presentó como manso y humilde de corazón (Mt 11,29), que vino a anunciar la salvación a los pobres (cf Lc 4,18s), y pasó su vida «como el que sirve» (Lc 22,27), aunque era señor y maestro ( Jn 13,12-15), y su servicio llegó hasta las mayores exigencias ( Jn 13,1; 15,13), dando su vida en redención por la multitud de los pecadores (Mc 10,43ss; Mt 20,26ss); fue tratado como un malhechor (Lc 22,37), muriendo en la cruz (Mc 14,24; Mt 26,28). Ahora bien, él sabía que todo había de concluir en la resurrección, según lo que estaba escrito del Hijo de hombre (Mc 8,31 par; 9,31 par; Lc 18,31ss par; 24,44; cf Is 53,10ss). Aunque era el Mesías esperado, y el Hijo del Hombre, sin embargo no quiso establecer un reino temporal, sino que entró en su gloria e introdujo en ella a su pueblo sufriendo la muerte del siervo. Y este mismo título de siervo, lo aplicaron los Apóstoles en su predicación, cuando anunciaron el misterio de su muerte (He 3,1-3s.18; 4,27s). Jesús fue cordero inmolado injustamente como el siervo (He 8,32s), y salvó a las ovejas descarriadas; las llagas de su cuerpo cura-ron a los pecadores (1Pe 2,21-25). Para Mt Jesús fue el siervo que anunció la justicia a las naciones y cuyo nombre se convirtió en su esperanza (Mt 12,18-21; Is 42,1-4). Pablo compendió todo el misterio de Cristo proclamando que Cristo entró en la gloria habiendo adoptado la condición de siervo y muriendo en cruz para obedecer a Dios, su Padre (Flp 2,5-11). La profecía del siervo de Yavé había anunciado el sacrifi cio redentor del Hijo de Dios hecho hombre, y por eso el nombre del santo siervo de Dios, Jesús, que fue crucifi ca-do y resucitado, se convirtió en la única fuente de salvación (He 4,10s.29ss).

2.1.4. En los profetas menores

Algunos libros proféticos se han considerado como adelantos programáticos de la Pasión de Jesús; este es el caso de una parte importante del profeta Zacarías4 (esp. Zac 9-14), al que se aduce en diversas ocasiones en los relatos de la Pasión: 1) Con ocasión de Malco: El nombre del sirviente del pontífi ce a quien Pedro cortó la oreja en Getsemaní, como expone Aileen Guilging, siguiendo su teoría de que este texto de Juan tiene su origen en un leccio-nario, recuerda a Zac 11,6 (que se leía en la Pascua: «Entregaré a cada uno… en manos de su rey [malkô]»). 2) Con ocasión del templo: Los evangelistas entendieron la hostilidad de Jesús hacia el templo, en ocasiones en que habló de él, como lo habían hecho los profetas antiguos, y así se cita a Jer 7,11 y Zac 14,21 sobre la pureza que en el templo tenía que rei-

4 F. F. Bruce, Th e Book of Zechariah and the Passion Narrative, BJRL 43 (1960-61) 336-356; J. Llamas, El profeta Zacarías y la Pasión de Jesús, Religión y Cultura 14 (1931) 248-260, 412-421; 16 (1931) 382-395.

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nar, incluso hubo profetas que trataron de purifi car el templo, y pudieron llegar a predecir su destrucción si no se corregían los abusos que en determinados momentos se denuncia-ron ( Jer 7,14; 26,6.9; Miq 3,12). 3) Con ocasión de la parusía: en Ap 1,7 se encuentra un lenguaje estereotipado de la parusía: «He aquí que viene entre las nubes, y lo verá todo ojo, incluso quienes lo traspasaron; y todas las tribus de la tierra se lamentarán sobre él» (hay una combinación de Dan 7,13 y Zac 12,10). 4) El Hijo del Hombre: N. Perrin5 piensa que las referencias evangélicas al Hijo del Hombre se derivan de una refl exión midrásica cris-tiana sobre Dan 7, que emplea el Sal 110,1 para presentar a Jesús como el Señor exaltado, y de Zac 12,10-14 («mirando hacia él, al que traspasaron») para exponer la imagen del Hijo del Hombre viniendo del cielo y contemplado desde abajo. 5) Con ocasión de las monedas de Judas: muchos intérpretes piensan que Mt se refería a treinta siclos de plata; esta can-tidad de dinero constituía la indemnización por lesiones graves causadas a un esclavo (Ex 21,32); también Zac 11,12, habría infl uido en el pasaje de Judas, que emplea el término sql para pesar salarios que consistían en treinta monedas de plata, y Jer 32,9 donde se paga con siclos de plata la compra de un campo. 6) Con ocasión de el traspasado: «Verán al que traspasaron» (Zac 12,10); como en Jn 19,36 hay diferencia entre el vocabulario del suceso ( Jn 19,34a) y la cita incluida ( Jn 19,37), de ahí que la cita no dio origen al episodio, sino que fue añadida para interpretar teológicamente un relato ya existente.

2.1.5. En los libros sapienciales

Cuando en Prov 31,6-7 se recomienda dar bebida fuerte a los que van a perecer y vino a los que están muy angustiados, para que olviden su afl icción, suele recordarse como si hubiese sido el pasaje bíblico inspirador de Mc 15,23 y Mt 27,34, cuando a Jesús se le ofrece en el Gólgota vino mirrado. El libro de la Sabiduría (ca. 100 a.C.) refl exiona sobre el sufrimiento del justo, y puede haber tenido un amplio eco en los relatos de la Pasión (cf la victoria del justo doliente, Sab 5,1-5), donde se ofrece un paralelo con el triunfo de Jesús resucitado. En Sab 2,18 exigen que se ponga a prueba a ese hombre para ver si sus palabras son verdaderas («Si el justo es hijo de Dios, Él lo defenderá y lo librará de las manos de sus enemigos»). Esto se acerca a la escena de la cruz: «Ha confi ado en Dios. Que lo libre si lo quiere, puesto que dijo: “Yo soy Hijo de Dios”»; asimismo leemos: «Verdaderamente este era Hijo de Dios» (Mc 15,39; Mt 27,54). También se ha pensado que el siervo doliente de Isaías infl uyó en la imagen que proyecta sobre el justo el libro de la Sabiduría.

2.1.6. En el libro de Salmos

Un modo de exponer ante el pueblo de Dios la muerte de Jesús en la cruz, fue recurriendo a las descripciones del sufrimiento del justo en los salmos y en los profetas6; las descripciones veterotestamentarias de los sufrimientos del justo que suplica a Dios, abundan particular-mente en los Salmos (Sal 22,14; 31; 10; 39; 13; 43,2.5; 55,2-6; 116.10-15). A los Salmos se hace repetida referencia en los relatos de la Pasión (Mc 14,34, cf Sal 55,5-6; Mc 14,62; Mt 25,54; Lc 23,69, cf Sal 110,1; Lc 23,36, cf Sal 22,2), etc.

5 N. Perrin, Jesus Son of Man, Eerdmans, Grand Rapids 1983, 25-29.6 R. E. Brown, La muerte del Mesías, Verbo Divino, Estella 2006, 54.

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2.1.6.1. Una selección de Salmos

1) El Salmo 2: Sal 2,1-2 (Setenta): «¿Por qué los gentiles actuaron arrogantemente y el pueblo pensaba vaciedades? Los reyes de la tierra se levantaron, los gobernantes se reunie-ron en un mismo lugar contra el Señor y su Mesías». Este pasaje se encuentra aludido en He 4,25-27 refi riéndose a Herodes (rey) y a Pilato gobernante, los gentiles y los israelitas, reunidos contra Jesús, el siervo ungido del Señor. En Lc 23,6-12 se da a Herodes un pro-tagonismo semejante al de Pilato en el proceso de Jesús. El término «se reunieron» (synágō ) se encuentra en el contexto de los textos de la Pasión (Mt 26,3.57; 27,17.62; Lc 22,66). 2) Sal 18,7: «Desde su santuario escuchó mi grito», quizá se encuentre refl ejado en Mc 15,27-38 [y par], cuando el «fuerte grito» se siguió con la rasgadura del velo del templo. 3) Sal 26,6 y 73,13: en ambos se refi ere la acción de lavarse las manos como gesto de inocencia, y quizá pudiera ser origen de Mt 27,24 cuando Pilato se lavó las manos, y se declaró que era inocente de la sangre de aquel hombre justo. 4) En Sal 27,12 y 35,11 se habla de los in-justos (ádikoi) que se alzan contra el justo, como en Mc 14,57.59 y Mt 26,59-60, donde se habla de testigos falsos contra Jesús. 5) Las palabras del Sal 31,6: «En tus manos pondré mi espíritu» son puestas por Lc 23,46 en boca de Jesús: «Padre, en tus manos pongo mi espí-ritu»; estas palabras se ponen en boca de Jesús como sus últimas palabras según Mc-Mt. 6) Sal 31,14 muestra la queja: «Mientras se juntaban contra mí celebran consejo sobre cómo quitarme la vida»; después de reunirse contra Jesús en Mt 26,3 (cf Sal 2,1-2) los jefes de los sacerdotes y los ancianos acordaron en consejo arrestar a Jesús ocultamente y darle muerte (Mt 25,4); también cf Jn 18,14 en relación a lo que Caifás había aconsejado que muriera Jesús. Asimismo en el Sal 31,23 la plegaria del justo es escuchada cuando este se presenta al Señor (como en Mc 15,27-38 par). 7) Sal 34,21 donde el Señor se dice que cuida de los huesos del justo para que no sea quebrantado ninguno de ellos, se podría relacionar con la descripción del cordero pascual ( Jn 19,36: «su hueso no será quebrantado»). 8) Sal 38,12: se indica cómo los allegados del doliente «están a distancia» (cf Sal 88,9; 69,9); en Mc 14,40-41 y Mt 27,55, donde las discípulas de Jesús observan su muerte a distancia de la cruz, y a esas discípulas habría que añadir «todos los conocidos de él» (Lc 23,49). 9) Sal 41,10: se hace referencia al amigo de confi anza con el que el justo compartía su pan y que luego resultó que no se podía confi ar en él, y a esto se hace referencia en Jn 13,18 cuando se alude a Judas (cf quizá en Mc 14,18s par). 8) Sal 42,6 (cf Sal 42,12) donde el salmista dice: «¿Por qué estás tan triste, alma mía? ¿Por qué te conturbas?», esto resuena a lo que Jesús pronunciaba en Getsemaní (Mc 14,34; Mt 26,38: «Mi alma está triste») y Sal 42,7: «Mi alma está turbada», cf Jn 12,27: «Ahora mi alma está turbada»7 10) Sal 69,32: «Me dieron hiel en vez de mi pan, y para mi sed me dieron a beber vino agrio», esto tiene claros refl ejos en Mt 27,34 y 48, donde a Jesús crucifi cado se le ofreció primeramente vino mezclado con hiel y posteriormente vino agrio. 11) Sal 110,1: lo del «oráculo del Señor Dios a mi Señor: “Siéntate a mi derecha”», propicia el contexto para la descripción del Hijo de hombre que está «sentado a la derecha del Poder» (Mc 14,62 par).

7 J. Butler, Psalm 42/43 im Johannesevangelium, NTS 25 (1978-79) 33-57; E. D. Freed, Psalm 42/43 in John’s Gospel, NTS 29 (1983) 62-73.

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2.1.6.2. El Salmo 22

Este salmo, a decir de Tertuliano8, contenía referencia a «toda la Pasión de Cristo», y simplemente ha sido reconocido como el Salmo de la Pasión, de tal modo que algunos lo han propuesto como que hubiese sido una especie de pauta para la descripción de la Pasión de Jesús9, o incluso se le ha tomado como la más antigua descripción de la muerte de Jesús10, o como lo defi ne A. Vaccari: «Salmo de Cristo paciente»11. Es un salmo que consta de dos partes: a) un lamento individual (Sal 22,2-22), y b) una acción de gracias (Sal 22,23-32, incluyendo una parte [Sal 22,28-32] catalogada como himno de alabanza); en la 1ª parte habla un individuo que sufre; en la 2ª parte se constata la voz del individuo que da paso a la alabanza al Señor por la congregación. Para algunos autores (p.e. Duhm) el actual Sal 22, se compone de dos salmos, pero otros autores (H. Gunkel, R. Kittel, J. M. Lagrange, C. Westermann) creen que es una unidad, exceptuando los vv. 28-32. El título (Sal 22,1) lo atribuye a David, y Jesús se atribuye a sí mismo (Mt 15,34; Mt 27,46) este Sal 22,2, por eso los cristianos antiguos pensaron que el Sal 22 era una profecía sobre el Mesías doliente, de modo que J. Salguero12 llegó a la conclusión que desde San Agustín hasta Tomás de Aquino había predominado la aplicación literal del Sal 22 a Jesús en la Cruz. Incluso Justino13 se opuso a Trifón y a los judíos por no reconocer que el Sal 22,17 hablaba de Cristo crucifi cado, ya que a ningún otro judío se le habían perforado las ma-nos y los pies. Por su parte el segundo concilio de Constantinopla (quinto Ecuménico) desaprobó la posición de Teodoro de Mopsuestia de que el Sal 22 no era una profecía, y fue condenada por el papa Virgilio (14-24 mayo 553)14. D. Senior pensó que el Sal 22 se originó como una auténtica experiencia personal de un salmista anónimo, lo cual fue aplicado después al tipo del israelita justo15. A. Soggin16 puso su atención en la realeza del personaje individual y en las interpretaciones colectivas, y supuso que esa fi gura habría sido un rey que hablaba por la comunidad, pero un rey humillado (cf Zac 9,9), y que el rey y el siervo doliente, pudieron haber sido puestos en relación en la expectativa judía, particularmente entre los pobres (anawim).

2.1.7. El justo perseguido

En el AT se transmiten narraciones sobre las pasiones de diferentes héroes que fueron perseguidos, cuyos protagonistas se convirtieron en personajes ejemplares: 1) José en el libro del Génesis (Gén 37,39-41); 2) Mardoqueo en el libro de Ester; 3) Daniel en el

8 Tertuliano, Adv. Marcion 3.195, CC 1,533.9 D. Guichard, La reprise du Psaume 22 dans le récit de la mort de Jésus (Marc 15,21-41), Foi et Vie 87 (1988)

59-64.10 H. Gese, Psalm 22 und das Neue Testament. Der älteste Berricht vom Tode Jesu und die Entstehung des Herren-

mahles, ZTK 65 (1968) 1-22.11 A. Vaccari, Psalmus Christi patientis, VerDom 20 (1940) 72-80, 97-104.12 J. Salguero, ¿Quién es el ‘desamparado’ del salmo 22?, CTom 84 (1957) 3-35, esp. 28.13 Justino, Diálogo 97,3-4.14 Migne, PL 69,84ss.15 D. Senior, A Death Song, TBT 69 (1974) 1457-1963, esp. 1461.16 J. A. Soggin, Appunti per l ’esegesi Cristiana della prima parte del Salmo 22, BeO 7 (1965) 105-116, esp. 109-

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libro de Daniel (Dan 3); 4) Susana en el mismo libro de Daniel (Dan 6); 5) los macabeos, cuyas hazañas se registran en su historial (2Mac 7); 6) el justo paciente como dechado de virtudes ejemplarizante (Sab 2,4; 5). Estas narraciones bíblicas tuvieron sus paralelos en narraciones áulicas, cual es en el caso de Ahiqar, donde un hombre sabio, fue objeto de una conspiración y fue perseguido, y condenado a muerte, después fue liberado, rehabilitado y elevado al rango real. En el libro de la Sabiduría (Sab 2,4; 5) el héroe anónimo, se presenta como un tipo de sabio y justo portavoz del Señor, y se le identifi ca con el siervo de Yavé del libro de Isaías, cuya historia está refl ejada con una descripción altamente infl uenciada por Is 52,13-53,1217. El núcleo de estas narraciones se encuentra envuelto en elementos narrativos que se revelan a través de las actitudes de dichos personajes; cada uno de los protagonistas ofrece sus particularidades: José se muestra hábil en la interpretación de los sueños, Susana sobresale por su castidad, el hombre justo resplandece como hijo de Dios. No obstante hay que admitir que se constatan ciertas diferencias entre las narraciones evangélicas y los prototipos judíos del AT: el protagonista Jesús es una fi gura histórica reciente; Jesús posee un estado único que le pertenece como Mesías, Hijo del Hombre e Hijo de Dios; su divinidad le da al personaje una característica del todo particular; si en un principio se podría haber pensado en un género que describiese al hombre justo sufriente, pero ahora se trata de la muerte de un ser divino.

3. NARRACIONES DE LA PASIÓN FUERA DEL NT

La narración de la Pasión parece que fue el más temprano y más signifi cativo núcleo de la predicación evangélica, y habría sido el primer relato que formó un primer bloque de los que habrían de ser los cuatro evangelios.

3.1. Narraciones fuera de las fuentes cristianas

3.1.1. Las Actas Ofi ciales

No se puede recurrir a unas actas ofi ciales que Pilato hubiese enviado al emperador sobre el proceso de Jesús, aunque así lo supusieron algunos escritores cristianos como Justino y Tertuliano18, pues pensaban que tales copias estarían dentro de los archivos imperiales. Diversos apócrifos sobre Pilato se referían a dichos sucesos19. Pero los expertos no han dado credibilidad a tales documentos, ni tampoco a una Carta de Léntulo, que habría sido enviada al senado romano, pero que parece debe datarse en el s. XIII-XIV.

17 G. W. E. Nickelsburg, Th e Genre and Function of the Markan Passion Narrative, HTh R 73 (1980) 154-184, esp. 156, n. 15.

18 Justino, Apología XXXV,9; XLVIII,3; Tertuliano, Apología V,2; XXI,20.19 Cf F. Schedweiler, Neutestamentliche Apocryphen, Hennecke-Schneemelcher, Tubinga 19593, 330-358.

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3.1.2. Escritores judíos

1) Toledot Yeshu: existen unos documentos intitulados Toledot Yeshu, que circularon entre los judíos ya desde el s. II d.C20, pero que no son creíbles, lo mismo que un pasaje del Tal-mud21, donde E. Stauff er creyó descubrir el sentido auténtico de lo que Jesús dijo ante el Sanedrín, como reconocimiento de la divinidad: «Ani hou»22.

2) Una baraita: J. Klausner aduce una baraita datable en el s. II d.C., que presenta cierto interés si se la relaciona con la Pasión de Jesús: «En la víspera de la Pascua, fue colgado Je-sús [de Nazaret]. Durante cuarenta días un heraldo había marchado delante de él gritando: “Va a ser lapidado, porque ha ejercido la magia, ha seducido a Israel y lo ha inducido a la rebelión. Si alguien quiere testifi car en su defensa, que venga a hacerlo valer”. Pero no se encontró nadie que le justifi case, y le colgaron la vigilia de la Pascua»23. El término que se emplea es «colgar», como se encuentra también en el NT (He 5,30; 10,39; Gál 3,13; 1Cor 2,8), donde a veces se emplea también para signifi car la crucifi xión24. Sin embargo según tal baraita Jesús tendría que haber sido lapidado, pero fue crucifi cado. 3) Flavio Josefo: ofrece un testimonio muy controvertido, el denominado Testimonium Flavianum25, sobre Jesús reconociendo incluso que fue más que hombre26. El mismo Josefo (Antigüedades Ju-días 18,64) dice: «Pilato… lo condenó a ser crucifi cado».

3) En el Talmud de Babilonia (Sanhedrin 43a) se afi rma: «En la vigilia de Pesah ellos colgaron a Jesús». Los judíos afi rman llanamente que el historiador debe admitir que la crucifi xión forma parte de la historia judía y romana del s. I d.C., y que no hay que tratarla como un hecho único y sui generis, sino que todo estudio de las narraciones evangélicas de-bería de ser precedido de un reconocimiento del trasfondo cronológico, cultural, religioso y legal de la Pasión.

Muchos son los escritores modernos que han expuesto la visión judía del proceso de Jesús que concluyó con su muerte en cruz; se pueden consultar: J. Blinzler (1959; S. G. F. Brandon (1968); R. E. Brown (1994); D. R. Cathpole (1971), H. H. Cohn (1972); J. D. Crossan (1991); P. Fredriksen (1999); M. Goodman (1987); F. Millar (1990); E. P. Sanders (1993); A. N. Sherwin-White (1963); G. S. Sloyan (1973); P. Winter (1961). Y por citar uno reciente que recoge las opiniones de los que le precedieron: G. Vermès, Th e Authentic Gospel of Jesus, Allen Lane, Londres 2003 y Th e Passion, Penguin Books, Londres 2005.

3.1.3. Escritores paganos

Tácito (ca. 115), cuando se refi ere al incendio de Roma en tiempo de Nerón dice: «Auctor nominis eius, Christus, Tiberio imperitante per procuratorem Pontium Pilatum supplicio

20 J. Klausner, Jésus de Nazareth. Son temps. Sa vie. Sa doctrine, París 1953, 15-83, esp. 63.21 TY Taanith 65b.22 Cf W. Kümmel, Verheissung und Erfüllung, Zúrich 19532, 44-45, n. 102.23 J. Klausner, o.c., 27-28.24 Cf Fl. Josefo, Bel. Jud. VII,6,4; 202.25 Fl. Josefo, Ant. Jud. XVIII,3,3; 64.26 W. Bienert, Der älteste nichtchristliche Jesubericht. Josephus über Jesus. Unter besonderer Berücksichtigung des

altrussischen “Josephus”, Halle 1936; Ch. Martin, Le Testimonium Flavianum. Vers une solution defi nitive?, Revue Belge de Philologie et d’histoire 20 (1941) 409-465.

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aff ectus erat»27; certifi ca, pues, que el suplicio de Jesús tuvo lugar durante el tiempo de Tiberio. En el conjunto de estos documentos, fuera de las fuentes cristianas, se deduce que Jesús fue crucifi cado por una condena ejecutada por Pilato ( Josefo, Tácito), y que Pilato llegó a esa decisión por presión de las autoridades judías (baraita, Josefo).

3.2. Fuentes cristianas fuera de los relatos de la Pasión

Las auténticas fuentes cristianas son las evangélicas, y en general, todo el Nuevo Testa-mento, puesto que en todo él encontramos noticias sobre la Pasión de Jesús. Estas data-ciones han recibido muy distintas interpretaciones, y sobre todo, al momento de fechar cada documento del NT. Como muestra aportamos las dataciones de los escritos del NT publicados:

1) En una traducción católica de la Biblia Cultural, La Casa de la Biblia, Madrid 1998, 14: año 50-51: 1-2Tes; 52-55: Gál, 1Cor; 56-57: 2Cor, Flp, Flm; 58: Rom; 60: Sant; 61-63: Col, Ef; 63: 1Pe; 66: Mc (redacción fi nal); 1Tim, Tit; 67: 2Tim, He; 81: Lc, He (redacción fi nal); 85: Mt (griego, redacción fi nal); 90-95: Jn, Ap; 96: 1.2.3 Jn , Judas, 2 Pe.

2) En cambio un investigador judío, G. Vermès (La Passione, Queriniana, Brescia 2007, 13-16, dice que la mayor parte de los especialistas afi rman que los cuatro evangelistas ha-brían redactado sus obras entre el año 79 y el 110 d.C.: evangelio de Marcos después del año 70 d.C.; evangelio de Mateo 80-100 d.C.; evangelio de Juan 100-110 d.C.; para G. Vermès los evangelistas que transmiten los hechos de la Pasión lo han hecho unos cuarenta años después de los sucesos.

3) Una visión totalmente diferente es la que se obtiene si se acepta la hipótesis de que un fragmento del evangelio de Marcos se encontró en Qumrán, año 1947, fragmento 7Q5, correspondiente a Mc 6,52-53 escrito antes del año 50 d.C. Esta hipótesis fue propuesta por José O’Callaghan en Papiros neotestamentarios en la cueva 7 de Qumrán, Biblica 53 (1972) 91-100. Esta hipótesis fue admitida por Carmignac, Robinson, Carsten Peter Th ie-de, De la Potterie, Vanhoye, etc. Según esta visión se empezaba una nueva datación: año 30: muerte y resurrección de Jesús; 30-40: redacción en arameo del evangelio de Marcos, el libro de los Dichos de Jesús (fuente Q), y otros documentos; 40-50: traducción al griego del evangelio de Marcos y otros escritos arameos.

3.2.1. En los Hechos de los apóstoles y en Pablo

La más antigua evidencia de tales narraciones es la narración de la Eucaristía transmitida por Pablo (1Cor 11,23-26), donde se menciona la noche de la traición, las palabras sobre el pan y el cáliz y la esperanza escatológica, que pudieran refl ejar un texto más amplio del texto largo de Lc 22,17-22. La tradición de 1Cor 15,1-15 puede indicar un conocimien-to de una narración de la sepultura, y quizá del descubrimiento del sepulcro vacío en el tercer día. Heb 5,7-10, que es un texto posterior a los evangelios, reconoce la historia de Getsemaní, o una narración de la crucifi xión. Según estudios de análisis de críticas de las

27 Tácito, Annales XV,44,3: «Cristo… padeció la pena capital bajo el reino de Tiberio, con una sentencia del procurador Poncio Pilato».

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formas, algunos fragmentos de Marcos se derivan de tradiciones más antiguas. La forma más general de las narraciones de Marcos apoya la existencia de una unidad primitiva. La existencia de dichas narraciones de duplicados se ha tratado de explicar, p.e. lo relacionado con el templo, que podría derivar de una narración primitiva seguida28. El episodio de la resurrección de los santos, después de la resurrección (Mt 27,51-54), es un pasaje aparen-temente desplazado, pero otros piensan que puede ser su lugar original. Del conjunto de tales noticias se deduce lo siguiente: Jesús fue traicionado, entregado, arrestado de noche, llevado ante el Sumo Sacerdote, condenado por Pilato, crucifi cado, murió en la cruz, fue sepultado, su tumba fue encontrada vacía.

3.2.2. En los mismos evangelios, fuera de los relatos de la Pasión

Los fariseos y los herodianos habían tenido una reunión para hacer desaparecer a Jesús (Mc 3,6 par); Jesús lo sabía pues puso en guardia contra la levadura de los fariseos y de Herodes (Mc 8,14-21), y Herodes había querido matar a Jesús (Lc 13,31-33), porque veía en él a un nuevo Juan (Mc 6,16 par). Jesús gozaba de aceptación popular, como se mani-fi esta en el complot contra él (Mc 14,1-2 par). Los anuncios de la Pasión hechos por Jesús mismo, y que están fuera de los relatos de la Pasión, son testimonio de que la Pasión fue un evento que ocupó un lugar eminente en la vida de Jesús.

3.3. Narración premarcana

Muchos de los interrogantes sobre la forma premarcana de las tradiciones de la Pasión permanecen sin resolver. En repetidas ocasiones se ha propuesto la existencia de un re-lato de la Pasión anterior al Mc que hoy es aceptado por muchos29, como ya proponía P. Feine30. Un trabajo de síntesis sobre la cuestión de un relato premarcano de la Pasión fue publicado por Marion L. Soards31, y él distinguía varios grupos de investigadores: 1) unos que mantuvieron que Mc dispuso de una fuente primitiva para el relato, la cual utilizó introduciéndola con pocas modifi caciones; 2) otros suponían que Mc creó el relato de la Pasión sirviéndose de diversas tradiciones independientes, pero no utilizó un relato conti-nuo primitivo; 3) otros comparten algunos puntos, pero no se deciden por ninguna de las dos posiciones.

28 G. W. E. Nickelsburg, Th e Genre and Function of the Markan Passion Narrative, HTh Rev 73 (1980) 154-184.

29 R. Scroggs et al., Refl ections on the Question: Was Th ere a Pre-Markan Passion Narrative? (Report Prepared by the Markan Task Force for the 1971 Meeting of the Society of Biblical Literature, Seminar Papers II, Scholars Press, Missoula 1971, 503-566.

30 P. Feine, Eine vorkanonische Überlieferung des Lukas, Gotha 1891, 52-72.31 M. L. Soards, en Biblebhasyam 11 (1985) 144-169.

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Índicegeneral

Págs.

Prólogo del P. General ........................................................................................ 7Introducción ........................................................................................................ 15Dirección y colaboradores .................................................................................... 39Diccionario de la Pasión de Jesucristo ................................................................. 43Índice de voces..................................................................................................... 1359

DICCIONARIO DE LA PASIO N DE JESUCRISTO.indb 1363DICCIONARIO DE LA PASIO N DE JESUCRISTO.indb 1363 15/04/15 12:3315/04/15 12:33