diÁlogo latinoamÉrica...2018/01/03  · vi. la justicia de paz y el cambio de la justicia...

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  • DIÁLOGO MULTIDISCIPLINARIO SOBRE LA NUEVA JUSTICIA CIVIL DE LATINOAMÉRICA

  • CONTENIDO

    Palabras del Director Ejecutivo de CEJA ........................................... 9

    HECHOS Y ARGUMENTOS EN MATERIA DE LEGITIMACIÓNRobeRto GaRGaRella ....................................................................... 15

    Introducción .................................................................................. 15Parte I. Describiendo Procesos ........................................................ 17

    i. Modelos (más) abiertos .................................................... 17ii. Modelos (más) cerrados ................................................... 22

    Parte II. Discutiendo Argumentos .................................................... 32i. Los argumentos para sostener una política restrictiva

    en materia de legitimación .............................................. 32ii. Los problemas de la posición dominante o restrictiva:

    una concepción inapropiada de la democracia y la división de poderes ...................................................... 34

    iii. Poder Judicial, democracia y legitimación amplia ............ 41

    POTENCIALIDAD DE LOS SISTEMAS TRANSFORMATIVOS DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS EN LOS PROCESOS CIVILES REFORMADOS DE AMÉRICA LATINARosa MaRía olave .......................................................................... 47

    Introducción .................................................................................. 47I. NocióndelconflictodesdeunModelodetransformación

    deconflictosysusaportesalasolucióndeconflictos de carácter civil ..................................................................... 49

    II. Lasdiversasdimensionesdelconflictodesdeunenfoquetransformativodelosconflictosciviles .................................... 56

    III. Lasdimensionesdelconflictoyelempoderamientodelaspartes, como agentes de cambio para una solución integral ysostenidadelconflicto ......................................................... 59

    IV. Compatibilidad del modelo transformativo con la vía jurisdiccionalderesolucióndeconflictos ............................... 66

    V. La opción transformativa antes del inicio del proceso jurisdiccional ......................................................................... 69

    5

    © 2017 Centro de Estudios de Justicia de las Américas, CEJA Rodó 1950 Providencia Santiago, Chile Tel. +(562) 274-2933 www.cejamericas.org

    Equipo Editorial:Lorena Espinosa (Coordinadora de Edición)Juan José MartínezConsuelo GhisolfoAnanías Reyes V.Geraldine Ugueto

    Autores:© CEJA© Francisco Verbic© Rosa María Olave© Roberto Gargarella© Roberto Saba© Silvina Ramírez

    Diálogo multidisciplinario sobre la nueva Justicia Civil de LatinoaméricaRegistro de Propiedad Intelectual: A-277181ISBN: 978-956-8491-42-0

    Diseño Portada:Fanny RomeroEduardo Argañaras

    Diseño e Impresión:Mito impresores

    Impreso en los Talleres de Gráfica LOM

  • CONTENIDO

    Palabras del Director Ejecutivo de CEJA ........................................... 9

    HECHOS Y ARGUMENTOS EN MATERIA DE LEGITIMACIÓNRobeRto GaRGaRella ....................................................................... 15

    Introducción .................................................................................. 15Parte I. Describiendo Procesos ........................................................ 17

    i. Modelos (más) abiertos .................................................... 17ii. Modelos (más) cerrados ................................................... 22

    Parte II. Discutiendo Argumentos .................................................... 32i. Los argumentos para sostener una política restrictiva

    en materia de legitimación .............................................. 32ii. Los problemas de la posición dominante o restrictiva:

    una concepción inapropiada de la democracia y la división de poderes ...................................................... 34

    iii. Poder Judicial, democracia y legitimación amplia ............ 41

    POTENCIALIDAD DE LOS SISTEMAS TRANSFORMATIVOS DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS EN LOS PROCESOS CIVILES REFORMADOS DE AMÉRICA LATINARosa MaRía olave .......................................................................... 47

    Introducción .................................................................................. 47I. NocióndelconflictodesdeunModelodetransformación

    deconflictosysusaportesalasolucióndeconflictos de carácter civil ..................................................................... 49

    II. Lasdiversasdimensionesdelconflictodesdeunenfoquetransformativodelosconflictosciviles .................................... 56

    III. Lasdimensionesdelconflictoyelempoderamientodelaspartes, como agentes de cambio para una solución integral ysostenidadelconflicto ......................................................... 59

    IV. Compatibilidad del modelo transformativo con la vía jurisdiccionalderesolucióndeconflictos ............................... 66

    V. La opción transformativa antes del inicio del proceso jurisdiccional ......................................................................... 69

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    © 2017 Centro de Estudios de Justicia de las Américas, CEJA Rodó 1950 Providencia Santiago, Chile Tel. +(562) 274-2933 www.cejamericas.org

    Equipo Editorial:Lorena Espinosa (Coordinadora de Edición)Juan José MartínezConsuelo GhisolfoAnanías Reyes V.Geraldine Ugueto

    Autores:© CEJA© Francisco Verbic© Rosa María Olave© Roberto Gargarella© Roberto Saba© Silvina Ramírez

    Diálogo multidisciplinario sobre la nueva Justicia Civil de LatinoaméricaRegistro de Propiedad Intelectual: A-277181ISBN: 978-956-8491-42-0

    Diseño Portada:Fanny RomeroEduardo Argañaras

    Diseño e Impresión:Mito impresores

  • 7

    CONTENIDO

    MANUAL DE INTRODUCCIÓN A LOS PROCESOS COLECTIVOS Y LAS ACCIONES DE CLASEFRancisco veRbic ........................................................................... 219

    I. Los procesos colectivos ........................................................ 221II. Panorama general de la regulación en Argentina,

    Brasil, Chile, Colombia y México ......................................... 239III. Finalidades y ventajas de los procesos colectivos .................. 264IV. Redimensionamiento del rol del Poder Judicial ..................... 285V. Rol del juez en el proceso colectivo ..................................... 290VI. Litigación de acciones de clase ............................................ 301VII. Cosa juzgada colectiva ......................................................... 341VIII. Efectividad de la tutela colectiva ........................................... 347IX. Balance y prospectiva ........................................................... 366

    6

    DIÁLOGO MULTIDISCIPLINARIO SOBRE LA NUEVA JUSTICIA CIVIL DE LATINOAMÉRICA

    VI. Mecanismosderesolucióndeconflictosdesdeunenfoquetransformativo y los distintos roles del colaborador externo: El tercer lado ............................................................ 72

    VII. Aporte y desafíos del enfoque transformativo en el ámbito del proceso civil ................................................. 79

    INFLUENCIA DEL DERECHO CONSTITUCIONAL Y DEL DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL DERECHO PROCESAL CIVILRobeRto P. saba .............................................................................. 83

    Introducción .................................................................................. 84I. Justificacióndelajusticiacivilyparámetros

    para su reforma ...................................................................... 87II. El debido proceso y los derechos humanos en el

    proceso civil .......................................................................... 92III. Derechos posteriores al proceso judicial o derecho a

    apelar la sentencia (doble instancia) ..................................... 107IV. Reforma procesal civil y afectaciones colectivas y

    estructurales de derechos ..................................................... 110V. Algunas propuestas para procesos de reforma a la justicia

    civil en América Latina desde la perspectiva de los estándares del derecho constitucional y del derecho Internacional de los derechos humanos ................................ 118

    LA JUSTICIA DE PAZ EN AMÉRICA LATINA: BASE DE UNA JUSTICIA DEMOCRÁTICA Y REPUBLICANAsilvina RaMíRez ............................................................................. 125

    Introducción: ¿Qué es la justicia de paz? ...................................... 125I. Antecedentes. Estado del arte en América Latina ................... 128II. Debates sobre la justicia de paz ........................................... 134III. Fundamentos/justificación .................................................. 141IV. Estudio de casos ................................................................... 147V. Distinciones entre algunos dispositivos de administración

    de justicia y la justicia de paz ............................................... 192VI. La justicia de paz y el cambio de la justicia civil ................... 196VII. Propuesta de un modelo de justicia de paz ........................... 200VIII. Recomendaciones para la construcción de una

    justicia de paz democrática y republicana ............................ 205

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    CONTENIDO

    MANUAL DE INTRODUCCIÓN A LOS PROCESOS COLECTIVOS Y LAS ACCIONES DE CLASEFRancisco veRbic ........................................................................... 219

    I. Los procesos colectivos ........................................................ 221II. Panorama general de la regulación en Argentina,

    Brasil, Chile, Colombia y México ......................................... 239III. Finalidades y ventajas de los procesos colectivos .................. 264IV. Redimensionamiento del rol del Poder Judicial ..................... 285V. Rol del juez en el proceso colectivo ..................................... 290VI. Litigación de acciones de clase ............................................ 301VII. Cosa juzgada colectiva ......................................................... 341VIII. Efectividad de la tutela colectiva ........................................... 347IX. Balance y prospectiva ........................................................... 366

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    DIÁLOGO MULTIDISCIPLINARIO SOBRE LA NUEVA JUSTICIA CIVIL DE LATINOAMÉRICA

    VI. Mecanismosderesolucióndeconflictosdesdeunenfoquetransformativo y los distintos roles del colaborador externo: El tercer lado ............................................................ 72

    VII. Aporte y desafíos del enfoque transformativo en el ámbito del proceso civil ................................................. 79

    INFLUENCIA DEL DERECHO CONSTITUCIONAL Y DEL DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL DERECHO PROCESAL CIVILRobeRto P. saba .............................................................................. 83

    Introducción .................................................................................. 84I. Justificacióndelajusticiacivilyparámetros

    para su reforma ...................................................................... 87II. El debido proceso y los derechos humanos en el

    proceso civil .......................................................................... 92III. Derechos posteriores al proceso judicial o derecho a

    apelar la sentencia (doble instancia) ..................................... 107IV. Reforma procesal civil y afectaciones colectivas y

    estructurales de derechos ..................................................... 110V. Algunas propuestas para procesos de reforma a la justicia

    civil en América Latina desde la perspectiva de los estándares del derecho constitucional y del derecho Internacional de los derechos humanos ................................ 118

    LA JUSTICIA DE PAZ EN AMÉRICA LATINA: BASE DE UNA JUSTICIA DEMOCRÁTICA Y REPUBLICANAsilvina RaMíRez ............................................................................. 125

    Introducción: ¿Qué es la justicia de paz? ...................................... 125I. Antecedentes. Estado del arte en América Latina ................... 128II. Debates sobre la justicia de paz ........................................... 134III. Fundamentos/justificación .................................................. 141IV. Estudio de casos ................................................................... 147V. Distinciones entre algunos dispositivos de administración

    de justicia y la justicia de paz ............................................... 192VI. La justicia de paz y el cambio de la justicia civil ................... 196VII. Propuesta de un modelo de justicia de paz ........................... 200VIII. Recomendaciones para la construcción de una

    justicia de paz democrática y republicana ............................ 205

  • PALABRAS DEL DIRECTOR EJECUTIVO DE CEJA

    Durante los últimos 30 años nuestra región ha estado inmersa en un profundo proceso de reformas a nuestros tradicionales sistemas de justicia. Inicialmente se trató de reformas que tuvieron como objetivo consolidar los estados de derecho y las democracias latinoamerica-nas, a través de distintos cambios al sistema de justicia penal. Sin embargo, hasta hace unos pocos años, un proceso similar no se había experimentado en materia de justicia civil.

    En efecto, fueron casi veinte años de inactividad desde que entraron en vigencia los primeros códigos procesales civiles, que intentaron dejar atrás los tradicionales procedimientos escritos heredados desde épocas de la Colonia. Aparte de Uruguay y Perú, que implementaron nuevos códigos en 1989 y en 1993, respectivamente, no existían otros paísesquehubiesenmodificadosustancialmentesusprocesosciviles.

    No obstante lo anterior, podemos sostener que en los últimos años América Latina se ha ido adentrando en un incipiente y continuo pro-ceso de reformas a la justicia civil.

    Hasta entonces, los sistemas de justicia civil en América Latina se han caracterizado por presentar procesos judiciales escritos, poco flexi-bles, sin inmediación, y cuya metodología de trabajo es el expediente judicial. Los procesos han sido fundamentalmente secretos, y con una arraigada práctica de delegación de funciones jurisdiccionales. Todo lo anterior ha traído como consecuencia que los procedimientos civiles fuesen extremadamente lentos, poco transparentes, y que no respeten las garantías fundamentales del debido proceso.

    Finalmente, dichas características han tenido como resultado una deslegitimación de los sistemas de justicia civil, pues los ciudadanos

    9

  • PALABRAS DEL DIRECTOR EJECUTIVO DE CEJA

    Durante los últimos 30 años nuestra región ha estado inmersa en un profundo proceso de reformas a nuestros tradicionales sistemas de justicia. Inicialmente se trató de reformas que tuvieron como objetivo consolidar los estados de derecho y las democracias latinoamerica-nas, a través de distintos cambios al sistema de justicia penal. Sin embargo, hasta hace unos pocos años, un proceso similar no se había experimentado en materia de justicia civil.

    En efecto, fueron casi veinte años de inactividad desde que entraron en vigencia los primeros códigos procesales civiles, que intentaron dejar atrás los tradicionales procedimientos escritos heredados desde épocas de la Colonia. Aparte de Uruguay y Perú, que implementaron nuevos códigos en 1989 y en 1993, respectivamente, no existían otros paísesquehubiesenmodificadosustancialmentesusprocesosciviles.

    No obstante lo anterior, podemos sostener que en los últimos años América Latina se ha ido adentrando en un incipiente y continuo pro-ceso de reformas a la justicia civil.

    Hasta entonces, los sistemas de justicia civil en América Latina se han caracterizado por presentar procesos judiciales escritos, poco flexi-bles, sin inmediación, y cuya metodología de trabajo es el expediente judicial. Los procesos han sido fundamentalmente secretos, y con una arraigada práctica de delegación de funciones jurisdiccionales. Todo lo anterior ha traído como consecuencia que los procedimientos civiles fuesen extremadamente lentos, poco transparentes, y que no respeten las garantías fundamentales del debido proceso.

    Finalmente, dichas características han tenido como resultado una deslegitimación de los sistemas de justicia civil, pues los ciudadanos

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    PRESENTACIÓN DIÁLOGO MULTIDISCIPLINARIO

    María Olave nos invita a pensar en la potencialidad de los sistemas transformativos de resolución de conflictos en los procesos civilesreformados de América Latina. Por último, Roberto Saba nos plantea una visión del proceso civil latinoamericano desde la perspectiva del Derecho Constitucional y del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

    La segunda parte de esta publicación está integrada de dos grandes estudios comparados en materias totalmente innovadoras en el ámbi-to de la justicia civil. Presentamos un estudio comparado sobre justi-cia de paz en América Latina; y un Manual de Procesos Colectivos o Acciones de Clase. Ambas son herramientas fundamentales e impres-cindibles para lograr ampliar y efectivizar el acceso a la justicia de toda la población.

    Creemos que la justicia civil debe ampliar su perspectiva e incluir nuevas miradas. Y los procesos de reforma de la justicia civil con mayor razón deben ser pensados y diseñados desde las necesidades y no desde las percepciones de los operadores. Solo así va a ser posible anticiparse o al menos evolucionar en paralelo con las necesidades de solución y justicia para una conflictividad que ha evolucionadomucho en las últimas décadas.

    Necesitamos dejar atrás lógicas simplemente incrementales y “estéti-cas”ennuestrasmodificacionesa los sistemasde justiciacivil,parapasar a cambios estructurales, prácticos, y “preventivos”, o al menos “curativos”delaconflictividad.

    Esperamos que esta publicación sea un aporte al debate y a la gesta-ción de iniciativas inclusivas, innovadoras y promovedoras del verda-dero respeto y ejercicio de los derechos de las personas.

    JaiMe aRellano QuintanaDirector Ejecutivo

    Centro de Estudios de Justicia de las Américas

    10

    DIÁLOGO MULTIDISCIPLINARIO SOBRE LA NUEVA JUSTICIA CIVIL DE LATINOAMÉRICA

    no encontraban respuestas a sus demandas, o bien, tardaban años en lograr hacer valer sus derechos. A todo lo anterior se suma que los di-seños tradicionales de justicia presentan grandes barreras culturales, físicas y económicas de acceso, lo que impide que las personas pue-dan tener un real y efectivo acceso a la justicia. Y, si a pesar de dichas barreras, se logra acceder a un juicio, al momento de hacer efectivo su derecho y cumplir la sentencia, existen nuevas barreras que impi-den su cumplimiento y ejecución.

    En este contexto, en el cual nos encontramos frente a recientes y/o próximas implementaciones de reformas a los sistemas de justicia ci-vil, el Centro de Estudios de Justicia de las Américas considera que es fundamental comprender que estos procesos de reforma son mucho más complejos que la realización de un efectivo cambio a nivel nor-mativo. Como ya hemos aprendido de los procesos transformadores de la justicia penal, las reformas de los sistemas de justicia civil de-mandan debates que exceden con creces los límites técnicos, legales y doctrinarios de carácter tradicionalmente procesal. Las reformas de la Justicia Civil obligan a generar debates amplios e integrales –partiendoporidentificarlosconflictosquerequierensolución,fuerade los incorporados al sistema judicial– con inclusión de nuevas pers-pectivas, nuevos mecanismos, nuevas ideas políticas y nuevos objeti-vos, como el efectivo acceso a la justicia y la cohesión social.

    Teniendo presente dicho fin, desde CEJA queremos contribuir a lainstalación y desarrollo de un debate efectivo, que tenga siempre pre-sentelasnecesidadessocialesyciudadanas,cuyofinseaelaccesoala justicia de todas aquellas personas que por diversas razones hoy no lo tienen, y que descanse sobre una perspectiva transversal de políti-ca pública.

    Esta publicación resume un primer esfuerzo por contribuir a dicho debate. Se trata de la recopilación de diversos artículos y manuales que buscan ampliar la perspectiva e incluir nuevas y más voces al de-bate de la justicia civil.

    Una primera parte recopila tres artículos que plantean diversas perspectivas desde las cuales se puede abordar la justicia civil. Por ejemplo, encontramos un artículo de Roberto Gargarella, quien nos explica cómo las reglas de legitimación activa o standingsonelrefle-jo del activismo social que puede presentarse en tribunales, así como que mientras más abiertas son dichas reglas, mayor acceso a la justi-cia y participación ciudadana se puede esperar. Por otro lado, Rosa

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    PRESENTACIÓN DIÁLOGO MULTIDISCIPLINARIO

    María Olave nos invita a pensar en la potencialidad de los sistemas transformativos de resolución de conflictos en los procesos civilesreformados de América Latina. Por último, Roberto Saba nos plantea una visión del proceso civil latinoamericano desde la perspectiva del Derecho Constitucional y del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

    La segunda parte de esta publicación está integrada de dos grandes estudios comparados en materias totalmente innovadoras en el ámbi-to de la justicia civil. Presentamos un estudio comparado sobre justi-cia de paz en América Latina; y un Manual de Procesos Colectivos o Acciones de Clase. Ambas son herramientas fundamentales e impres-cindibles para lograr ampliar y efectivizar el acceso a la justicia de toda la población.

    Creemos que la justicia civil debe ampliar su perspectiva e incluir nuevas miradas. Y los procesos de reforma de la justicia civil con mayor razón deben ser pensados y diseñados desde las necesidades y no desde las percepciones de los operadores. Solo así va a ser posible anticiparse o al menos evolucionar en paralelo con las necesidades de solución y justicia para una conflictividad que ha evolucionadomucho en las últimas décadas.

    Necesitamos dejar atrás lógicas simplemente incrementales y “estéti-cas”ennuestrasmodificacionesa los sistemasde justiciacivil,parapasar a cambios estructurales, prácticos, y “preventivos”, o al menos “curativos”delaconflictividad.

    Esperamos que esta publicación sea un aporte al debate y a la gesta-ción de iniciativas inclusivas, innovadoras y promovedoras del verda-dero respeto y ejercicio de los derechos de las personas.

    JaiMe aRellano QuintanaDirector Ejecutivo

    Centro de Estudios de Justicia de las Américas

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    DIÁLOGO MULTIDISCIPLINARIO SOBRE LA NUEVA JUSTICIA CIVIL DE LATINOAMÉRICA

    no encontraban respuestas a sus demandas, o bien, tardaban años en lograr hacer valer sus derechos. A todo lo anterior se suma que los di-seños tradicionales de justicia presentan grandes barreras culturales, físicas y económicas de acceso, lo que impide que las personas pue-dan tener un real y efectivo acceso a la justicia. Y, si a pesar de dichas barreras, se logra acceder a un juicio, al momento de hacer efectivo su derecho y cumplir la sentencia, existen nuevas barreras que impi-den su cumplimiento y ejecución.

    En este contexto, en el cual nos encontramos frente a recientes y/o próximas implementaciones de reformas a los sistemas de justicia ci-vil, el Centro de Estudios de Justicia de las Américas considera que es fundamental comprender que estos procesos de reforma son mucho más complejos que la realización de un efectivo cambio a nivel nor-mativo. Como ya hemos aprendido de los procesos transformadores de la justicia penal, las reformas de los sistemas de justicia civil de-mandan debates que exceden con creces los límites técnicos, legales y doctrinarios de carácter tradicionalmente procesal. Las reformas de la Justicia Civil obligan a generar debates amplios e integrales –partiendoporidentificarlosconflictosquerequierensolución,fuerade los incorporados al sistema judicial– con inclusión de nuevas pers-pectivas, nuevos mecanismos, nuevas ideas políticas y nuevos objeti-vos, como el efectivo acceso a la justicia y la cohesión social.

    Teniendo presente dicho fin, desde CEJA queremos contribuir a lainstalación y desarrollo de un debate efectivo, que tenga siempre pre-sentelasnecesidadessocialesyciudadanas,cuyofinseaelaccesoala justicia de todas aquellas personas que por diversas razones hoy no lo tienen, y que descanse sobre una perspectiva transversal de políti-ca pública.

    Esta publicación resume un primer esfuerzo por contribuir a dicho debate. Se trata de la recopilación de diversos artículos y manuales que buscan ampliar la perspectiva e incluir nuevas y más voces al de-bate de la justicia civil.

    Una primera parte recopila tres artículos que plantean diversas perspectivas desde las cuales se puede abordar la justicia civil. Por ejemplo, encontramos un artículo de Roberto Gargarella, quien nos explica cómo las reglas de legitimación activa o standingsonelrefle-jo del activismo social que puede presentarse en tribunales, así como que mientras más abiertas son dichas reglas, mayor acceso a la justi-cia y participación ciudadana se puede esperar. Por otro lado, Rosa

  • ARTÍCULOS

  • HECHOS Y ARGUMENTOS EN MATERIA DE LEGITIMACIÓN

    RobeRto GaRGaRella

    INTRODUCCIÓN

    ¿Porquéesquepaísesquenodifieren sustantivamente encuanto asu estructura político-jurídica –países similares en cuanto al esque-ma general con que organizan su derecho, las tradiciones políticas y jurídicasen lasqueestán insertos, etc.–difierenencambioen rela-ción con el número, tipo y orientación de las demandas que llegan a los tribunales, y sobre todo en cuanto a las respuestas que tienden a ofrecer esos tribunales? ¿Por qué es que, por ejemplo, países como Colombia o Costa Rica cuentan, desde hace décadas, con tribunales superiores activos y comprometidos en la resolución de cuestiones sociales sensibles, mientras que en otros países de la región, como en la Argentina o Brasil, tales tribunales son más prudentes y menos sensibles en materia social, o en otros más, como en Chile, tienden a asumir una posición más distante y pasiva?1.

    Las respuestas que podrían ofrecerse para dar cuenta de tales dife-rencias son variadas. Algunos podrían decir que tales variaciones se deben a la respectiva educación y formación de los jueces; otros podrían arriesgar que ellas se vinculan a la mayor o menor indepen-dencia política de los tribunales; otros más podrían señalar que ellas se relacionan con los niveles de movilización social existente en cada uno de esos países, etc. Sin negar el peso que podrían tener expli-caciones como las anteriores, u otras similares, en lo que sigue me

    1 En lo sucesivo, voy a tomar estas consideraciones iniciales, sobre las diferencias existentes entre países como los señalados, como supuestos. He procurado exa-minar con más detalles tal tipo de cuestiones, en diversos estudios empíricos que he realizado en colaboración con varios colegas, y que aquí tomo como punto de partida de mi trabajo. Al respecto, ver por ejemplo GloPPen, S. et al., Courts and Power in Latin America and Africa, Palgrave (2010); GloPPen, S. et al., Demo- cratization and the Judiciary, Routledge (2004); YaMin, A., Litigating Health Rights, Harvard University Press (2011). Tales consideraciones, de todos modos, no impli-can suscribir acríticamente lo que hacen los tribunales más activos, o condenar las omisiones de los menos activos. La evaluación particular de tales casos requiere un trabajo por separado.

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  • HECHOS Y ARGUMENTOS EN MATERIA DE LEGITIMACIÓN

    RobeRto GaRGaRella

    INTRODUCCIÓN

    ¿Porquéesquepaísesquenodifieren sustantivamente en cuanto asu estructura político-jurídica –países similares en cuanto al esque-ma general con que organizan su derecho, las tradiciones políticas y jurídicasen lasqueestán insertos, etc.–difierenencambioen rela-ción con el número, tipo y orientación de las demandas que llegan a los tribunales, y sobre todo en cuanto a las respuestas que tienden a ofrecer esos tribunales? ¿Por qué es que, por ejemplo, países como Colombia o Costa Rica cuentan, desde hace décadas, con tribunales superiores activos y comprometidos en la resolución de cuestiones sociales sensibles, mientras que en otros países de la región, como en la Argentina o Brasil, tales tribunales son más prudentes y menos sensibles en materia social, o en otros más, como en Chile, tienden a asumir una posición más distante y pasiva?1.

    Las respuestas que podrían ofrecerse para dar cuenta de tales dife-rencias son variadas. Algunos podrían decir que tales variaciones se deben a la respectiva educación y formación de los jueces; otros podrían arriesgar que ellas se vinculan a la mayor o menor indepen-dencia política de los tribunales; otros más podrían señalar que ellas se relacionan con los niveles de movilización social existente en cada uno de esos países, etc. Sin negar el peso que podrían tener expli-caciones como las anteriores, u otras similares, en lo que sigue me

    1 En lo sucesivo, voy a tomar estas consideraciones iniciales, sobre las diferencias existentes entre países como los señalados, como supuestos. He procurado exa-minar con más detalles tal tipo de cuestiones, en diversos estudios empíricos que he realizado en colaboración con varios colegas, y que aquí tomo como punto de partida de mi trabajo. Al respecto, ver por ejemplo GloPPen, S. et al., Courts and Power in Latin America and Africa, Palgrave (2010); GloPPen, S. et al., Demo- cratization and the Judiciary, Routledge (2004); YaMin, A., Litigating Health Rights, Harvard University Press (2011). Tales consideraciones, de todos modos, no impli-can suscribir acríticamente lo que hacen los tribunales más activos, o condenar las omisiones de los menos activos. La evaluación particular de tales casos requiere un trabajo por separado.

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    HECHOS Y ARGUMENTOS EN MATERIA DE LEGITIMACIÓN

    bien restrictivas en materia de standing. Según diré, los principales argumentos que se ofrecen para la implementación de estas posturas limitativas se basan en razones implausibles teóricamente, relaciona-das con modos inadecuados de concebir a la democracia y a la divi-sión de poderes.

    PARTE I. DESCRIBIENDO PROCESOS

    Legitimación y activismo judicial a favor de los más desaventajados. Breves referencias sobre los casos de la India, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos y Argentina.

    En lo que sigue, sentaré las primeras bases para un estudio compa-rativo en materia de standing. Distinguiré entre casos en donde se ha optado por modelos abiertos de acceso a la justicia y modelos en donde no. Tomaré como ejemplo de los primeros a los casos de Colombia y Costa Rica, y como ejemplo del segundo a Argentina. Complementaré los ejemplos latinoamericanos con otros dos –el de India como modelo abierto, el de los Estados Unidos como modelo cerrado– simplemente para reforzar la idea de que la hipótesis tiene valor más allá de las peculiaridades regionales.

    i. Modelos (más) abiertos

    Colombia

    En Colombia, y desde la introducción de la nueva Constitución, en 1991, existe una Corte Constitucional que se ha distinguido por un inusitado activismo, particularmente en materia de derechos eco-nómicos y sociales. Sin lugar a dudas, una de las varias claves que ayudan a explicar el fenómeno colombiano tiene que ver con la extraordinaria amplitud que, en materia de legitimación, han con-sagrado la Constitución y la práctica judicial de estos años. Las for-mas de acceder a la Corte son variadas. Por un lado, la Convención Constituyente expandió el alcance de un instrumento ya existente, como lo era la acción popular. La acción popular, que puede servir para impugnar decretos, leyes, y aun el procedimiento de las refor-mas constitucionales, puede ser interpuesta por cualquier ciudadano, con muy pocas formalidades, sin la necesidad del respaldo de algún abogado, y sin la necesidad de demostrar la existencia de un interés

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    DIÁLOGO MULTIDISCIPLINARIO SOBRE LA NUEVA JUSTICIA CIVIL DE LATINOAMÉRICA

    concentraré en cambio en el análisis de una posibilidad alternativa. La variable independiente que tomaré en consideración estará rela-cionada con las reglas vigentes en cada uno de los distintos países, en materia de legitimidad para accionar ante los tribunales –lo que de-nominaré las reglas de standing. Mi hipótesis es que existe una corre-lacióndirectaentrelasreglasmásabiertas,flexiblesofavorablesparael acceso social al sistema de justicia, y un mayor activismo social de los tribunales;2loqueseverificaríaasuvezconunarelacióninversaentre sistemas más cerrados o más restrictivos en materia de legitimi-dad, y tribunales menos sensibles y menos activos en materia social3.

    La hipótesis que presento, según entiendo, no resulta contra-intuitiva, al menos a primera vista y tomando en cuenta los datos elementales que conocemos acerca de la vida jurídica de países como los citados; y por lo demás encuentra respaldo en ciertos criterios básicos de sen-tido común: es dable esperar, en efecto, que los tribunales se involu-cren más en cuestiones sociales cuanto más posibilidades tengan los sectores socialmente más desfavorecidos para acceder a ellos; como es dable esperar que adquieran una mayor sensibilidad frente a tales cuestiones en la medida en que sean forzados a considerar y mirar en los detalles situaciones de vulnerabilidad social, y se vean obligados a escuchar y responder las demandas de tales sectores vulnerables.

    En todo caso, en lo que sigue, y por razones de espacio, solo tendré la posibilidad de introducir estos temas. En la primera parte, esen-cialmente descriptiva, presentaré una serie de experiencias propias del derecho comparado, que sugieren la plausibilidad de la hipótesis anunciada, esto es decir que en sistemas jurídicos más abiertos –sis-temas que facilitan el acceso ciudadano a los tribunales– las Cortes tienden a resolver más casos vinculados con la situación de grupos desaventajados, como tienden a mostrarse más sensibles en materia de protección social (y viceversa). En la segunda parte, en cambio, me concentraré en el análisis crítico de la cuestión, y en particular de las tendenciasque sehanafirmadoenpaísesdiversos (desde losEstados Unidos a Argentina), a favor de la adopción de posturas más

    2 En el trabajo, estaré pensando de modo especial, aunque de ningún modo exclusi-vo, en la (mayor o menor) apertura del derecho hacia nuevas formas de participa-ción en el litigio, en la forma de procesos colectivos.

    3 Lo dicho no debe entenderse como implicando, sin embargo, que existe una co-rrelación entre activismo judicial y activismo social de los tribunales. Los tribunales pueden ser activos, por ejemplo, en la restricción de derechos, o en las restriccio-nes que establecen frente al accionar estatal (de algún modo, según veremos, es lo que ha tendido a ocurrir en los Estados Unidos durante los años de la “Corte Rehnquist”, y en cierta forma hasta la actualidad).

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    HECHOS Y ARGUMENTOS EN MATERIA DE LEGITIMACIÓN

    bien restrictivas en materia de standing. Según diré, los principales argumentos que se ofrecen para la implementación de estas posturas limitativas se basan en razones implausibles teóricamente, relaciona-das con modos inadecuados de concebir a la democracia y a la divi-sión de poderes.

    PARTE I. DESCRIBIENDO PROCESOS

    Legitimación y activismo judicial a favor de los más desaventajados. Breves referencias sobre los casos de la India, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos y Argentina.

    En lo que sigue, sentaré las primeras bases para un estudio compa-rativo en materia de standing. Distinguiré entre casos en donde se ha optado por modelos abiertos de acceso a la justicia y modelos en donde no. Tomaré como ejemplo de los primeros a los casos de Colombia y Costa Rica, y como ejemplo del segundo a Argentina. Complementaré los ejemplos latinoamericanos con otros dos –el de India como modelo abierto, el de los Estados Unidos como modelo cerrado– simplemente para reforzar la idea de que la hipótesis tiene valor más allá de las peculiaridades regionales.

    i. Modelos (más) abiertos

    Colombia

    En Colombia, y desde la introducción de la nueva Constitución, en 1991, existe una Corte Constitucional que se ha distinguido por un inusitado activismo, particularmente en materia de derechos eco-nómicos y sociales. Sin lugar a dudas, una de las varias claves que ayudan a explicar el fenómeno colombiano tiene que ver con la extraordinaria amplitud que, en materia de legitimación, han con-sagrado la Constitución y la práctica judicial de estos años. Las for-mas de acceder a la Corte son variadas. Por un lado, la Convención Constituyente expandió el alcance de un instrumento ya existente, como lo era la acción popular. La acción popular, que puede servir para impugnar decretos, leyes, y aun el procedimiento de las refor-mas constitucionales, puede ser interpuesta por cualquier ciudadano, con muy pocas formalidades, sin la necesidad del respaldo de algún abogado, y sin la necesidad de demostrar la existencia de un interés

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    DIÁLOGO MULTIDISCIPLINARIO SOBRE LA NUEVA JUSTICIA CIVIL DE LATINOAMÉRICA

    concentraré en cambio en el análisis de una posibilidad alternativa. La variable independiente que tomaré en consideración estará rela-cionada con las reglas vigentes en cada uno de los distintos países, en materia de legitimidad para accionar ante los tribunales –lo que de-nominaré las reglas de standing. Mi hipótesis es que existe una corre-lacióndirectaentrelasreglasmásabiertas,flexiblesofavorablesparael acceso social al sistema de justicia, y un mayor activismo social de los tribunales;2loqueseverificaríaasuvezconunarelacióninversaentre sistemas más cerrados o más restrictivos en materia de legitimi-dad, y tribunales menos sensibles y menos activos en materia social3.

    La hipótesis que presento, según entiendo, no resulta contra-intuitiva, al menos a primera vista y tomando en cuenta los datos elementales que conocemos acerca de la vida jurídica de países como los citados; y por lo demás encuentra respaldo en ciertos criterios básicos de sen-tido común: es dable esperar, en efecto, que los tribunales se involu-cren más en cuestiones sociales cuanto más posibilidades tengan los sectores socialmente más desfavorecidos para acceder a ellos; como es dable esperar que adquieran una mayor sensibilidad frente a tales cuestiones en la medida en que sean forzados a considerar y mirar en los detalles situaciones de vulnerabilidad social, y se vean obligados a escuchar y responder las demandas de tales sectores vulnerables.

    En todo caso, en lo que sigue, y por razones de espacio, solo tendré la posibilidad de introducir estos temas. En la primera parte, esen-cialmente descriptiva, presentaré una serie de experiencias propias del derecho comparado, que sugieren la plausibilidad de la hipótesis anunciada, esto es decir que en sistemas jurídicos más abiertos –sis-temas que facilitan el acceso ciudadano a los tribunales– las Cortes tienden a resolver más casos vinculados con la situación de grupos desaventajados, como tienden a mostrarse más sensibles en materia de protección social (y viceversa). En la segunda parte, en cambio, me concentraré en el análisis crítico de la cuestión, y en particular de las tendenciasque sehanafirmadoenpaísesdiversos (desde losEstados Unidos a Argentina), a favor de la adopción de posturas más

    2 En el trabajo, estaré pensando de modo especial, aunque de ningún modo exclusi-vo, en la (mayor o menor) apertura del derecho hacia nuevas formas de participa-ción en el litigio, en la forma de procesos colectivos.

    3 Lo dicho no debe entenderse como implicando, sin embargo, que existe una co-rrelación entre activismo judicial y activismo social de los tribunales. Los tribunales pueden ser activos, por ejemplo, en la restricción de derechos, o en las restriccio-nes que establecen frente al accionar estatal (de algún modo, según veremos, es lo que ha tendido a ocurrir en los Estados Unidos durante los años de la “Corte Rehnquist”, y en cierta forma hasta la actualidad).

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    HECHOS Y ARGUMENTOS EN MATERIA DE LEGITIMACIÓN

    sentencias, pasó a convertirse en una frecuentada masivamente por la población, y muy en particular por los sectores más desvalidos de la misma. El principal instrumento para acceder al tribunal lo constituye el recurso de amparo (art. 48 de la Constitución), que permite que se recurra directamente a la Sala IV para impugnar cualquier norma (ley, decreto, etc.) contraria a la Constitución. Lo que es más importante, para llegar al tribunal, los individuos no necesitan de patrocinio le-trado, ni requieren pagar tasa alguna. Ellos pueden presentar sus de-mandas cualquier día del año, a cualquier hora del día, en cualquier lengua, y de cualquier modo6. La consecuencia inmediata de tales facilidades resultó obvia: un crecimiento extraordinario en el número de causas que llegaron al tribunal, que pasaron de 2.296 en su primer año completo de funcionamiento, a 13.400 causas en el 200378.

    India

    La Parte III de la Constitución de la India –que va desde los artículos 12 al 32 inclusive– establece la declaración de los derechos fun-damentales del país. Tales derechos incluyen, entre otros, la igual protección de las leyes (art. 14), las libertades clásicas de expresión, asociación, asamblea (art. 19), y los derechos a la vida y la libertad (art. 21). El último artículo de la declaración (el Nº 32) sostiene que los individuos tienen el derecho de recurrir a la Corte para remediar la violación de derechos como los anteriormente mencionados, y defineunaseriederemediosaptosparadichamisión.LaParteIVdela Constitución, mientras tanto, establece los “Principios Directivos” de la misma, que incluyen el deber del Estado de reducir las des-igualdades existentes (art. 38), o el de asegurar que los recursos de la sociedad sean distribuidos de modo tal de servir al bien común. De todos modos, la Constitución determina explícitamente que esta sec-

    6 Wilson, B. y RodRíGuez coRdeRo, J. C., Legal Opportunity Structures and Social Movements. The Effects of Institutional Change on Costa Rican Politics, Compara-tive Political Studies, vol. XX, n. X, (2006), p. 8.

    7 Wilson, B., Changing Dynamics: The Political Impact of Costa Rica’s Constitutional Court, en siedeR, R. et al., The Judicialization of Politics XXX, (2005).

    8 Una situación similar puede encontrarse en el caso de Hungría. De acuerdo con Andras Sajo, “cualquier ciudadano húngaro puede dirigirse a la Corte si él o ella cree que alguna regla jurídica, decreto o Acto del Parlamento es inconstitucio-nal. En tal sentido, no hay regla de locus standing que se aplique” (ver saJo, A., Reading the Invisible Constitution: Judicial Review in Hungary, Oxford Journal of Legal Studies 15 (1995), p. 255). Más aún, los ciudadanos pueden quejarse de las acciones de los funcionarios públicos sobre la base de que la persona en cuestión tomó una decisión a partir de una norma inconstitucional. Los tribunales tienen el poder de anular la ley en cuestión, declarar a la misma inválida, retroactivamente, y decidir aún a pesar de la ausencia de un caso o controversia (ibid.).

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    DIÁLOGO MULTIDISCIPLINARIO SOBRE LA NUEVA JUSTICIA CIVIL DE LATINOAMÉRICA

    específicoen lamateriaqueoriginaelcaso4. Por otro lado, y desde 1991 también, existen varios instrumentos nuevos, que permiten que la ciudadanía intervenga en el control de legalidad de los actos públicos. Entre tales instrumentos, se destacan la acción de incumpli-miento, destinadaaobligaralosoficialespúblicosacumplirconsusdeberes en casos particulares; la acción popular, destinada a proteger intereses colectivos tales como los vinculados con los derechos am-bientales; la acción colectiva, similar a la class action norteamericana y, la acción popular, la acción de tutela. La acción de tutela ha sido, sin dudas, la gran estrella en todo este proceso de reapropiación po-pular de la justicia constitucional. Otra vez, la tutela puede ser inter-puesta por un ciudadano sin necesidad del respaldo de un abogado, ante cualquier juez, y a partir de bajos requisitos formales, frente a la violación o amenaza de violación de un derecho fundamental (el catálogo de los cuales ha ido expandiéndose a partir de las interven-ciones de la propia Corte Constitucional). Ante la presentación de una tutela, el juez del caso tiene un tiempo muy limitado para decidir –diez días– y resolver el caso. Cualquiera de tales decisiones puede ser revisada por la Corte, que selecciona cuáles de ellas examinar, a través de sus Salas de Revisión, y de acuerdo con la orientación que quiera darle a su jurisprudencia.

    Las estadísticas existentes dejan poco lugar a dudas acerca de la no-table explosión litigiosa desatada a partir de la aparición del nuevo contexto institucional. Solo para citar algunos ejemplos podría decirse que, del año 1992 al 2001, el número de decisiones en materia de tu-tela pasó de 8.060 a 133.272. Asimismo, el número de revisiones abs-tractas de constitucionalidad pasó de 53 en 1992 a 339 en el 2002, motorizadas sobre todo por el instrumento de la acción popular5.

    Costa Rica

    En 1989, y luego de una reforma constitucional, la Corte Suprema fue ampliada, recibiendo el agregado de una nueva sala, la sala consti-tucional, de siete miembros, conocida como Sala IV. Nuevamente, el acceso al tribunal resultó de una enorme sencillez por lo que, en poco tiempo, una Corte que durante toda su existencia se había mostrado poco incisivay relativamente insignificanteencuantoalpesode sus

    4 cePeda, M., Judicial Activism in a Violent Context: The Origin, Role, and Impact of the Colombian Constitutional Court, Washington University Global Studies Law Review, vol. 3, Special Issue (2004), p. 555.

    5 Ibid. 559.

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    HECHOS Y ARGUMENTOS EN MATERIA DE LEGITIMACIÓN

    sentencias, pasó a convertirse en una frecuentada masivamente por la población, y muy en particular por los sectores más desvalidos de la misma. El principal instrumento para acceder al tribunal lo constituye el recurso de amparo (art. 48 de la Constitución), que permite que se recurra directamente a la Sala IV para impugnar cualquier norma (ley, decreto, etc.) contraria a la Constitución. Lo que es más importante, para llegar al tribunal, los individuos no necesitan de patrocinio le-trado, ni requieren pagar tasa alguna. Ellos pueden presentar sus de-mandas cualquier día del año, a cualquier hora del día, en cualquier lengua, y de cualquier modo6. La consecuencia inmediata de tales facilidades resultó obvia: un crecimiento extraordinario en el número de causas que llegaron al tribunal, que pasaron de 2.296 en su primer año completo de funcionamiento, a 13.400 causas en el 200378.

    India

    La Parte III de la Constitución de la India –que va desde los artículos 12 al 32 inclusive– establece la declaración de los derechos fun-damentales del país. Tales derechos incluyen, entre otros, la igual protección de las leyes (art. 14), las libertades clásicas de expresión, asociación, asamblea (art. 19), y los derechos a la vida y la libertad (art. 21). El último artículo de la declaración (el Nº 32) sostiene que los individuos tienen el derecho de recurrir a la Corte para remediar la violación de derechos como los anteriormente mencionados, y defineunaseriederemediosaptosparadichamisión.LaParteIVdela Constitución, mientras tanto, establece los “Principios Directivos” de la misma, que incluyen el deber del Estado de reducir las des-igualdades existentes (art. 38), o el de asegurar que los recursos de la sociedad sean distribuidos de modo tal de servir al bien común. De todos modos, la Constitución determina explícitamente que esta sec-

    6 Wilson, B. y RodRíGuez coRdeRo, J. C., Legal Opportunity Structures and Social Movements. The Effects of Institutional Change on Costa Rican Politics, Compara-tive Political Studies, vol. XX, n. X, (2006), p. 8.

    7 Wilson, B., Changing Dynamics: The Political Impact of Costa Rica’s Constitutional Court, en siedeR, R. et al., The Judicialization of Politics XXX, (2005).

    8 Una situación similar puede encontrarse en el caso de Hungría. De acuerdo con Andras Sajo, “cualquier ciudadano húngaro puede dirigirse a la Corte si él o ella cree que alguna regla jurídica, decreto o Acto del Parlamento es inconstitucio-nal. En tal sentido, no hay regla de locus standing que se aplique” (ver saJo, A., Reading the Invisible Constitution: Judicial Review in Hungary, Oxford Journal of Legal Studies 15 (1995), p. 255). Más aún, los ciudadanos pueden quejarse de las acciones de los funcionarios públicos sobre la base de que la persona en cuestión tomó una decisión a partir de una norma inconstitucional. Los tribunales tienen el poder de anular la ley en cuestión, declarar a la misma inválida, retroactivamente, y decidir aún a pesar de la ausencia de un caso o controversia (ibid.).

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    DIÁLOGO MULTIDISCIPLINARIO SOBRE LA NUEVA JUSTICIA CIVIL DE LATINOAMÉRICA

    específicoen lamateriaqueoriginaelcaso4. Por otro lado, y desde 1991 también, existen varios instrumentos nuevos, que permiten que la ciudadanía intervenga en el control de legalidad de los actos públicos. Entre tales instrumentos, se destacan la acción de incumpli-miento, destinadaaobligaralosoficialespúblicosacumplirconsusdeberes en casos particulares; la acción popular, destinada a proteger intereses colectivos tales como los vinculados con los derechos am-bientales; la acción colectiva, similar a la class action norteamericana y, la acción popular, la acción de tutela. La acción de tutela ha sido, sin dudas, la gran estrella en todo este proceso de reapropiación po-pular de la justicia constitucional. Otra vez, la tutela puede ser inter-puesta por un ciudadano sin necesidad del respaldo de un abogado, ante cualquier juez, y a partir de bajos requisitos formales, frente a la violación o amenaza de violación de un derecho fundamental (el catálogo de los cuales ha ido expandiéndose a partir de las interven-ciones de la propia Corte Constitucional). Ante la presentación de una tutela, el juez del caso tiene un tiempo muy limitado para decidir –diez días– y resolver el caso. Cualquiera de tales decisiones puede ser revisada por la Corte, que selecciona cuáles de ellas examinar, a través de sus Salas de Revisión, y de acuerdo con la orientación que quiera darle a su jurisprudencia.

    Las estadísticas existentes dejan poco lugar a dudas acerca de la no-table explosión litigiosa desatada a partir de la aparición del nuevo contexto institucional. Solo para citar algunos ejemplos podría decirse que, del año 1992 al 2001, el número de decisiones en materia de tu-tela pasó de 8.060 a 133.272. Asimismo, el número de revisiones abs-tractas de constitucionalidad pasó de 53 en 1992 a 339 en el 2002, motorizadas sobre todo por el instrumento de la acción popular5.

    Costa Rica

    En 1989, y luego de una reforma constitucional, la Corte Suprema fue ampliada, recibiendo el agregado de una nueva sala, la sala consti-tucional, de siete miembros, conocida como Sala IV. Nuevamente, el acceso al tribunal resultó de una enorme sencillez por lo que, en poco tiempo, una Corte que durante toda su existencia se había mostrado poco incisivay relativamente insignificanteencuantoalpesode sus

    4 cePeda, M., Judicial Activism in a Violent Context: The Origin, Role, and Impact of the Colombian Constitutional Court, Washington University Global Studies Law Review, vol. 3, Special Issue (2004), p. 555.

    5 Ibid. 559.

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    HECHOS Y ARGUMENTOS EN MATERIA DE LEGITIMACIÓN

    India, marcado por problemas de “pobreza, analfabetismo, privacio-nes y explotación”, una lectura restrictiva del art. 32 iba a implicar que los derechos fundamentales de millones de personas resultaran violentados, y el art. 32 iba a convertirse en una “cuerda de arena” para la gran mayoría14 (Craig y Deshpande, 1989, 363-4). La conclu-sión a la que entonces llegara la Corte fue que “Cuando se comete una falta o agravio jurídico contra una persona o clase de personas determinada… y tal persona o clase determinada de persona es, por razón de su pobreza, desesperación, inhabilidad, o su posición so-cialmente desaventajada, incapaz de acercarse a los tribunales en busca de alivio, cualquier miembro del público puede sostener una aplicación para encontrar una solución apropiada”15. Así, podría de-cirse, en la actualidad no existe obstáculo alguno al litigio en nombre del interés público16-17.

    La extraordinaria liberalización de los requisitos de standing, –que había sido reconocido como el principal obstáculo para el acce-so de los pobres a los tribunales–18 quedaron simbolizados con la llamada jurisdicción epistolar, es decir, aquella que resulta –mera-mente– de escribir una carta a la Corte Suprema, en nombre de una clase de personas desaventajadas19. Así se dio lugar a la llamada Public Interest Litigation (PIL), o sea procesos jurídicos orientados a

    14 cRaiG, P. y deshPande, S., Rights, Autonomy and Process: Public Interest Litigation in India, Oxford Journal of Legal Studies, vol. 9, Nº 3 (1989), pp. 363-4.

    15 Gupta v. Union of India 365, 520.16 cassels, J., Judicial Activism and Public Interest Litigation in India: Attempting the Im-

    possible?, en The American Journal of Comparative Law, vol. 37, Nº 3 (1989), p. 499.17 Como sostuviera el juez Bhagwati, “en India estamos tratando de salir del forma-

    lismo, de modo tal de usar el activismo judicial como forma para alcanzar la jus-ticia distributiva. Permítanme decir claramente que el objetivo por el cual estamos usando el activismo judicial es la realización de la justicia social… Esto no es otra cosa que otra forma de constitucionalismo, preocupada por la sustantivación de la justicia social. Yo llamaría a esto “activismo social” –activismo dirigido al logro de la justicia social (ver bhaGWati, P., Judicial Activism and Public Interest Litigation, Columbia Journal of Transnational Law 23, (1985) p. 566).

    18 El juez Bhagwati sostuvo, en este sentido, que “la Suprema Corte de India encontró que el principal obstáculo que privaba a los pobres y a los desaventajados de un efectivo acceso a la justicia eran las reglas tradicionales sobre legitimación, que insistíanenquesolounapersonaquehabíasufridounagraviolegalespecíficoenrazón de una violación actual o una amenaza de violación sobre sus derechos o intereses jurídicamente protegidos puede iniciar una acción para una reparación judicial” bhaGWati, P., Judicial Activism…, op. cit.

    19 En uno de los primeros casos en este respecto, Sunil Batra v. Delhi Administration (AIR 1978 S.C. 1675), la Corte respondió a una carta escrita por un preso al juez Krishna Iyer de la Corte Suprema, en la que el interno hacía referencia a la pésima situación vital al interior de la cárcel.

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    DIÁLOGO MULTIDISCIPLINARIO SOBRE LA NUEVA JUSTICIA CIVIL DE LATINOAMÉRICA

    ción de la misma no es enforceable o directamente aplicable por los tribunales.

    Dentro de este marco, las primeras reacciones de los tribunales, en materia de legitimación, resultaron inexorablemente restrictivas. En casos como Charanjit Lal v. Union of India9 de 1951, o G C Colege Silchar v. Gauhati University10 ya en 1973, se determinó que aquellos individuos que no sufrieran una violación directa en sus derechos no podíandesafiarlaconstitucionalidaddeunanorma.

    Desde comienzos de los 80, sin embargo, dicha situación comenzó a cambiar de modo dramático, sobre todo a partir de la acción de jueces como Bhagwati J., y casos como Gupta v. Union of India11 y Bandhua Mukti Morcha v. Union of India12. Bajo la dirección del citado juez, la Corte sostuvo en el primero de los casos menciona-dos que la Constitución debía ser leída como una unidad, y en tal sentido hizo un esfuerzo interpretativo destinado a vincular las Partes III y IV de la misma. En relación con la Parte III, la Corte se apoyó muy especialmente en el artículo 21, que fue entendido como pro-tegiendo la dignidad humana y la posibilidad de vivir libre de todo tipo de explotación. Dicho artículo, por otra parte, fue examinado a la luzde losPrincipiosDirectivosde laParte III,comodefiniendolos “requisitosmínimosquedebenexistir conelfindepermitirqueuna persona viva con dignidad humana, en donde ningún Estado –ni el Estado Central ni los Gobiernos Locales– tiene el derecho de tomar acción alguna capaz de privar a una persona del disfrute de esos básicos esenciales”13. Endefinitiva, laCorte leyó la Parte III delaConstitucióncomofijandociertosbásicosderechoseconómicosysociales, y lo hizo tomando como eje central al art. 21. La Parte IV de la Constitución fue tomada en cuenta decisivamente para definir elalcance,pesoysignificadoprecisodelaParteIII.

    La vinculación entre ambas partes de la Constitución estuvo dada a través de una lectura muy expansiva del art. 32 que implicaría, enton-ces, criterios amplísimos en materia de legitimación. Según la Corte, en efecto, el artículo citado no debía ser interpretado de un modo formalista, sino conforme al propósito del mismo: en un país como

    9 AIR 1951 SC 41.10 AIR 1973 SC 761.11 AIR 1982 SC 149.12 AIR 1984 SC 802.13 Así, en Bandhua Mukti Morcha v. Union of India, 812.

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    HECHOS Y ARGUMENTOS EN MATERIA DE LEGITIMACIÓN

    India, marcado por problemas de “pobreza, analfabetismo, privacio-nes y explotación”, una lectura restrictiva del art. 32 iba a implicar que los derechos fundamentales de millones de personas resultaran violentados, y el art. 32 iba a convertirse en una “cuerda de arena” para la gran mayoría14 (Craig y Deshpande, 1989, 363-4). La conclu-sión a la que entonces llegara la Corte fue que “Cuando se comete una falta o agravio jurídico contra una persona o clase de personas determinada… y tal persona o clase determinada de persona es, por razón de su pobreza, desesperación, inhabilidad, o su posición so-cialmente desaventajada, incapaz de acercarse a los tribunales en busca de alivio, cualquier miembro del público puede sostener una aplicación para encontrar una solución apropiada”15. Así, podría de-cirse, en la actualidad no existe obstáculo alguno al litigio en nombre del interés público16-17.

    La extraordinaria liberalización de los requisitos de standing, –que había sido reconocido como el principal obstáculo para el acce-so de los pobres a los tribunales–18 quedaron simbolizados con la llamada jurisdicción epistolar, es decir, aquella que resulta –mera-mente– de escribir una carta a la Corte Suprema, en nombre de una clase de personas desaventajadas19. Así se dio lugar a la llamada Public Interest Litigation (PIL), o sea procesos jurídicos orientados a

    14 cRaiG, P. y deshPande, S., Rights, Autonomy and Process: Public Interest Litigation in India, Oxford Journal of Legal Studies, vol. 9, Nº 3 (1989), pp. 363-4.

    15 Gupta v. Union of India 365, 520.16 cassels, J., Judicial Activism and Public Interest Litigation in India: Attempting the Im-

    possible?, en The American Journal of Comparative Law, vol. 37, Nº 3 (1989), p. 499.17 Como sostuviera el juez Bhagwati, “en India estamos tratando de salir del forma-

    lismo, de modo tal de usar el activismo judicial como forma para alcanzar la jus-ticia distributiva. Permítanme decir claramente que el objetivo por el cual estamos usando el activismo judicial es la realización de la justicia social… Esto no es otra cosa que otra forma de constitucionalismo, preocupada por la sustantivación de la justicia social. Yo llamaría a esto “activismo social” –activismo dirigido al logro de la justicia social (ver bhaGWati, P., Judicial Activism and Public Interest Litigation, Columbia Journal of Transnational Law 23, (1985) p. 566).

    18 El juez Bhagwati sostuvo, en este sentido, que “la Suprema Corte de India encontró que el principal obstáculo que privaba a los pobres y a los desaventajados de un efectivo acceso a la justicia eran las reglas tradicionales sobre legitimación, que insistíanenquesolounapersonaquehabíasufridounagraviolegalespecíficoenrazón de una violación actual o una amenaza de violación sobre sus derechos o intereses jurídicamente protegidos puede iniciar una acción para una reparación judicial” bhaGWati, P., Judicial Activism…, op. cit.

    19 En uno de los primeros casos en este respecto, Sunil Batra v. Delhi Administration (AIR 1978 S.C. 1675), la Corte respondió a una carta escrita por un preso al juez Krishna Iyer de la Corte Suprema, en la que el interno hacía referencia a la pésima situación vital al interior de la cárcel.

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    DIÁLOGO MULTIDISCIPLINARIO SOBRE LA NUEVA JUSTICIA CIVIL DE LATINOAMÉRICA

    ción de la misma no es enforceable o directamente aplicable por los tribunales.

    Dentro de este marco, las primeras reacciones de los tribunales, en materia de legitimación, resultaron inexorablemente restrictivas. En casos como Charanjit Lal v. Union of India9 de 1951, o G C Colege Silchar v. Gauhati University10 ya en 1973, se determinó que aquellos individuos que no sufrieran una violación directa en sus derechos no podíandesafiarlaconstitucionalidaddeunanorma.

    Desde comienzos de los 80, sin embargo, dicha situación comenzó a cambiar de modo dramático, sobre todo a partir de la acción de jueces como Bhagwati J., y casos como Gupta v. Union of India11 y Bandhua Mukti Morcha v. Union of India12. Bajo la dirección del citado juez, la Corte sostuvo en el primero de los casos menciona-dos que la Constitución debía ser leída como una unidad, y en tal sentido hizo un esfuerzo interpretativo destinado a vincular las Partes III y IV de la misma. En relación con la Parte III, la Corte se apoyó muy especialmente en el artículo 21, que fue entendido como pro-tegiendo la dignidad humana y la posibilidad de vivir libre de todo tipo de explotación. Dicho artículo, por otra parte, fue examinado a la luzde losPrincipiosDirectivosde laParte III,comodefiniendolos “requisitosmínimosquedebenexistir conelfindepermitirqueuna persona viva con dignidad humana, en donde ningún Estado –ni el Estado Central ni los Gobiernos Locales– tiene el derecho de tomar acción alguna capaz de privar a una persona del disfrute de esos básicos esenciales”13. Endefinitiva, laCorte leyó la Parte III delaConstitucióncomofijandociertosbásicosderechoseconómicosysociales, y lo hizo tomando como eje central al art. 21. La Parte IV de la Constitución fue tomada en cuenta decisivamente para definir elalcance,pesoysignificadoprecisodelaParteIII.

    La vinculación entre ambas partes de la Constitución estuvo dada a través de una lectura muy expansiva del art. 32 que implicaría, enton-ces, criterios amplísimos en materia de legitimación. Según la Corte, en efecto, el artículo citado no debía ser interpretado de un modo formalista, sino conforme al propósito del mismo: en un país como

    9 AIR 1951 SC 41.10 AIR 1973 SC 761.11 AIR 1982 SC 149.12 AIR 1984 SC 802.13 Así, en Bandhua Mukti Morcha v. Union of India, 812.

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    HECHOS Y ARGUMENTOS EN MATERIA DE LEGITIMACIÓN

    (y la correlativa ley 27, de organización del Poder Judicial), se deter-minó que el Poder Judicial se encuentra facultado para intervenir en laresolucióndeunconflicto,cuandosepresenteanteesteun“caso”o “controversia”23. Esto implica decir, por ejemplo –y conforme lo ha entendido la jurisprudencia nacional– que la Constitución no habili-ta, por caso, que los tribunales invaliden una norma de manera direc-ta y general, por considerar que contradice al texto constitucional.

    A la vez, la idea de que existe una controversia entre partes ha lleva-do al desarrollo de farragosas y algo estériles discusiones en torno a quién puede ser considerado “parte” en un “caso” (ello, en particular, si uno tiene en cuenta los debates que se han sucedido en áreas tales como la del derecho administrativo, en torno a categorías como las de “derecho subjetivo”, “interés legítimo” e “interés simple”24). En principio, y otra vez conforme a la jurisprudencia dominante en la materia, se ha entendido que “parte” es aquella persona que es capaz de demostrar “la existencia de un interés especial, directo o sustan-cial”, en razón de agravios que ha sufrido, de modo concreto e inme-diato.Hasidoestepunto,enparticular–ladefiniciónrestrictivadelacategoría “parte”– el que ha servido tradicionalmente como “llave” para restringir el acceso a los tribunales y, así también, y de modo relevante en el país, para bloquear la apertura a la consideración de formas colectivas de litigio.

    De todos modos, el panorama comenzó a variar en 1994, a partir de la reforma constitucional de ese año, y sobre todo a través de la in-corporación del nuevo artículo 43, que dispuso que:

    Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de particu-lares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y

    23 Art. 116.- Corresponde a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores de la Nación, el conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución, y por las leyes de la Nación, con la reserva hecha en el inciso 12 del artículo 75: y por los tratados con las naciones extranjeras: de las causas concernientes a embajadores, ministros públicos y cónsules extranjeros: de las causas de almirantazgo y jurisdicción marítima: de los asuntos en que la Na-ción sea parte: de las causas que se susciten entre dos o más provincias; entre una provincia y los vecinos de otra; entre los vecinos de diferentes provincias; y entre una provincia o sus vecinos, contra un Estado o ciudadano extranjero.

    24 Ver al respecto, por ejemplo, Gozaini, O., Introducción al nuevo derecho procesal, Ediar: Buenos Aires (1988), p. 171.

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    incrementar la participación ciudadana y, sobre todo, la intervención de los sectores más desaventajados de la sociedad, en el control de constitucionalidad y de las acciones u omisiones del gobierno (Sathe, 2001, 72)20. Según sostuviera el juez Bhagwati en P.U.D.R. v. India, “queremos señalar con todo el énfasis que podemos que el litigio de interés público… que tiene por objeto poner la justicia al alcance de las masas… es totalmente diferente de la forma de litigio tradicional, de carácter contencioso, y en donde se enfrentan dos partes litigan-tes… El litigio de interés público… no tiene por objeto asegurar los derechos de un individuo contra los de otro… sino que procura pro-mover y reivindicar el interés público que exige que las violaciones de los derechos legales o constitucionales de un número amplio de personas pobres, ignorantes o en situación social o económicamen-te desaventajada no queden en la ignorancia o desatendidas”21. Las “puertas de la Corte” debían resultar, entonces “ampliamente abiertas a los pobres y desarrapados”22.

    ii. Modelos (más) cerrados

    Argentina

    En Argentina, las reglas de acceso a la justicia fueron tradicionalmen-te cerradas, en consonancia con los antecedentes más conservadores del modelo norteamericano, que enseguida analizaremos. La cuestión de la legitimidad se reconoció tradicionalmente asentada en el art. 116 de la Constitución nacional (vinculado con el art. III sección 2 de la Constitución de los Estados Unidos). A partir de dicho artículo

    20 LaCorteencontróquenoerasuficiente,paraellogrodesusobjetivos,contarconreglas amplias sobre legitimación o con la jurisdicción epistolar. Por ello, creó toda una serie de nuevos mecanismos destinados a reunir la información exigida por cada caso. Para el principal tribunal, resultaba “irrealista esperar que los deman-dantes más desaventajados, o los activistas que trabajan con ellos, pudieran ase-gurar toda la evidencia necesaria para que los tribunales decidieran en cada caso” (ver hunt, P., Reclaiming Social Rights, Sydney: Darmouth, 1996., pp. 165-6). De allí que, por ejemplo, decidieran crear oficinas especiales al efecto, tanto como“comisiones de investigación socio-legales” destinadas a colaborar con el tribunal en la implementación de sus decisiones. Así, en Bandhua Mukti Morcha v. Union of India, la Corte creó una comisión compuesta por miembros de la sociedad civil, destinada a ayudarla en la implementación de las medidas que ella ordenara. Y en Sheela Barse v. Union of India, el tribunal organizó un comité destinado a asegu-rar la aplicación de sus decisiones en material de prisiones (scott, C. y MackleM, P., Constitutional Ropes of Sand or Justiciable Guarantees? Social Rights in a New South African Constitution, 1 University of Pennsylvania Law Review 141, 1992).

    21 AIR 1982 S.C. pp. 1.473 y 1.476.22 Ibid, p. 1.478.

  • 23

    HECHOS Y ARGUMENTOS EN MATERIA DE LEGITIMACIÓN

    (y la correlativa ley 27, de organización del Poder Judicial), se deter-minó que el Poder Judicial se encuentra facultado para intervenir en laresolucióndeunconflicto,cuandosepresenteanteesteun“caso”o “controversia”23. Esto implica decir, por ejemplo –y conforme lo ha entendido la jurisprudencia nacional– que la Constitución no habili-ta, por caso, que los tribunales invaliden una norma de manera direc-ta y general, por considerar que contradice al texto constitucional.

    A la vez, la idea de que existe una controversia entre partes ha lleva-do al desarrollo de farragosas y algo estériles discusiones en torno a quién puede ser considerado “parte” en un “caso” (ello, en particular, si uno tiene en cuenta los debates que se han sucedido en áreas tales como la del derecho administrativo, en torno a categorías como las de “derecho subjetivo”, “interés legítimo” e “interés simple”24). En principio, y otra vez conforme a la jurisprudencia dominante en la materia, se ha entendido que “parte” es aquella persona que es capaz de demostrar “la existencia de un interés especial, directo o sustan-cial”, en razón de agravios que ha sufrido, de modo concreto e inme-diato.Hasidoestepunto,enparticular–ladefiniciónrestrictivadelacategoría “parte”– el que ha servido tradicionalmente como “llave” para restringir el acceso a los tribunales y, así también, y de modo relevante en el país, para bloquear la apertura a la consideración de formas colectivas de litigio.

    De todos modos, el panorama comenzó a variar en 1994, a partir de la reforma constitucional de ese año, y sobre todo a través de la in-corporación del nuevo artículo 43, que dispuso que:

    Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de particu-lares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y

    23 Art. 116.- Corresponde a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores de la Nación, el conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución, y por las leyes de la Nación, con la reserva hecha en el inciso 12 del artículo 75: y por los tratados con las naciones extranjeras: de las causas concernientes a embajadores, ministros públicos y cónsules extranjeros: de las causas de almirantazgo y jurisdicción marítima: de los asuntos en que la Na-ción sea parte: de las causas que se susciten entre dos o más provincias; entre una provincia y los vecinos de otra; entre los vecinos de diferentes provincias; y entre una provincia o sus vecinos, contra un Estado o ciudadano extranjero.

    24 Ver al respecto, por ejemplo, Gozaini, O., Introducción al nuevo derecho procesal, Ediar: Buenos Aires (1988), p. 171.

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    DIÁLOGO MULTIDISCIPLINARIO SOBRE LA NUEVA JUSTICIA CIVIL DE LATINOAMÉRICA

    incrementar la participación ciudadana y, sobre todo, la intervención de los sectores más desaventajados de la sociedad, en el control de constitucionalidad y de las acciones u omisiones del gobierno (Sathe, 2001, 72)20. Según sostuviera el juez Bhagwati en P.U.D.R. v. India, “queremos señalar con todo el énfasis que podemos que el litigio de interés público… que tiene por objeto poner la justicia al alcance de las masas… es totalmente diferente de la forma de litigio tradicional, de carácter contencioso, y en donde se enfrentan dos partes litigan-tes… El litigio de interés público… no tiene por objeto asegurar los derechos de un individuo contra los de otro… sino que procura pro-mover y reivindicar el interés público que exige que las violaciones de los derechos legales o constitucionales de un número amplio de personas pobres, ignorantes o en situación social o económicamen-te desaventajada no queden en la ignorancia o desatendidas”21. Las “puertas de la Corte” debían resultar, entonces “ampliamente abiertas a los pobres y desarrapados”22.

    ii. Modelos (más) cerrados

    Argentina

    En Argentina, las reglas de acceso a la justicia fueron tradicionalmen-te cerradas, en consonancia con los antecedentes más conservadores del modelo norteamericano, que enseguida analizaremos. La cuestión de la legitimidad se reconoció tradicionalmente asentada en el art. 116 de la Constitución nacional (vinculado con el art. III sección 2 de la Constitución de los Estados Unidos). A partir de dicho artículo

    20 LaCorteencontróquenoerasuficiente,paraellogrodesusobjetivos,contarconreglas amplias sobre legitimación o con la jurisdicción epistolar. Por ello, creó toda una serie de nuevos mecanismos destinados a reunir la información exigida por cada caso. Para el principal tribunal, resultaba “irrealista esperar que los deman-dantes más desaventajados, o los activistas que trabajan con ellos, pudieran ase-gurar toda la evidencia necesaria para que los tribunales decidieran en cada caso” (ver hunt, P., Reclaiming Social Rights, Sydney: Darmouth, 1996., pp. 165-6). De allí que, por ejemplo, decidieran crear oficinas especiales al efecto, tanto como“comisiones de investigación socio-legales” destinadas a colaborar con el tribunal en la implementación de sus decisiones. Así, en Bandhua Mukti Morcha v. Union of India, la Corte creó una comisión compuesta por miembros de la sociedad civil, destinada a ayudarla en la implementación de las medidas que ella ordenara. Y en Sheela Barse v. Union of India, el tribunal organizó un comité destinado a asegu-rar la aplicación de sus decisiones en material de prisiones (scott, C. y MackleM, P., Constitutional Ropes of Sand or Justiciable Guarantees? Social Rights in a New South African Constitution, 1 University of Pennsylvania Law Review 141, 1992).

    21 AIR 1982 S.C. pp. 1.473 y 1.476.22 Ibid, p. 1.478.

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    HECHOS Y ARGUMENTOS EN MATERIA DE LEGITIMACIÓN

    1992-C-543), y en base a la creciente internacionalización del dere-cho nacional, a partir del peso ganado por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. En dicha oportunidad, la Corte Suprema reconoció en el demandante –que se presentaba comodamnificadofrente a expresiones supuestamente ofensivas en materia religiosa, realizadas en un programa de la televisión abierta– el carácter de afectado, y su calidad de representante de un grupo vulnerado, otor-gando efectos erga omnes a su decisión.

    Más recientemente, la (renovada) justicia argentina se pronunció en la materia en una diversidad de casos. Entre ellos, destacan ejem-plos como el fallo de Cámara sustanciado en Viceconte, Mariela c/ Ministerio de Salud y Acción Social, en el que se ordenó al Estado ar-gentinoaqueprodujeraunavacunacontralafiebrehemorrágicaqueamenazaba a millones de habitantes del país; o el producido por la Corte Argentina en Mendoza, Beatriz y otros c/ Estado nacional s/ da-ños y perjuicios (CSJN 20/6/06, LL, 2006-F-355), a partir de la conta-minación del Riachuelo –contaminación que afectaba potencialmente a más de un millón de personas26. En esta oportunidad –y aun cuando el tribunal no avanzó en un análisis detallado sobre la cuestión de la legitimación– reconoció la validez del recurso presentado por un grupo de vecinos de la Cuenca más afectada, y organizó una serie de Audiencias Públicas (en las que se convocaron a representantes del Estado, de los ciudadanos afectados, y de las empresas contaminantes) conelobjetodellegaraacuerdosalosfinesdeatenderelproblemade la contaminación, e impulsar la limpieza de las aguas afectadas.

    Aunque la Corte Argentina no dio precisiones sobre cómo entendía la cuestión de la legitimación en casos tan importantes como Mendoza –en donde tuvo la oportunidad y el deber de hacerlo– sí avanzó en los detalles de la cuestión en el auspicioso caso Halabi, Ernesto c/ Poder Ejecutivo Nacional (CSJN, 24/2/09, Fallos 332: 111), y luego también en PADEC c/ Swiss Medical (CSJN, 8/21/13, Fallos 361: 43)27. La Corte habilitó entonces las demandas colectivas, en la me-

    26 Otros casos relevantes fueron Asociación Benghalensis (CSJN 1/6/2000, Fallos 323:1339) o Verbitsky (del 3/5/2005).

    27 Sosteniendo una política más abierta en la materia ver, por ejemplo, MoRello, A., La legitimación de obrar como mecanismo facilitador, en Argentina, de la tutela jurisdiccional de las libertades fundamentales y de los interese difusos y colectivos, Jurisprudencia Argentina, II-718 (1990); MoRello, A. Dificultades de la prueba en procesos complejos, Santa Fe: Rubinzal Culzoni (2004). Discutiendo la cuestión, también, Palacio, L., El Recurso Extraordinario Federal (actualizado por A. Garay), Buenos Aires: Abeledo-Perrot (2010).

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    DIÁLOGO MULTIDISCIPLINARIO SOBRE LA NUEVA JUSTICIA CIVIL DE LATINOAMÉRICA

    garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u omisión lesiva.

    Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de discri-minación y en lo relativo a los derechos que protegen al am-biente, a la competencia, al usuario y al consumidor, así como a los derechos de incidencia colectiva en general, el afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines,registradasconformealaley,laquedeterminarálosrequi-sitos y formas de su organización. Toda persona podrá interponer esta acción para tomar conocimiento de los datos a ella referidos ydesufinalidad,queconstenenregistrosobancosdedatospú-blicos, o los privados destinados a proveer informes, y en caso de falsedadodiscriminación, para exigir la supresión, rectifica-ción, confidencialidad o actualización de aquellos. No podráafectarse el secreto de las fuentes de información periodística. Cuando el derecho lesionado, restringido, alterado o amenazado fuera la libertad física, o en caso de agravamiento ilegítimo en la forma o condiciones de detención, o en el de desaparición forza-da de personas, la acción de hábeas corpus podrá ser interpuesta por el afectado o por cualquiera en su favor y el juez resolverá de inmediato, aun durante la vigencia del estado de sitio.

    Dicho artículo fue acompañado por otros –el 41, o el 75 incisos 17 y 22– que en conjunto vinieron a regular los derechos de incidencia colectiva enel paísdeunmodo renovado, y enpartedesafiante enrelación con el estado de situación anterior a la reforma25. Este nuevo instrumental ha sido evaluado numerosas veces por los tribunales, que todavía hoy siguen mostrando ciertas diferencias en torno a cómo posicionarse en la materia, y qué alcances efectivos reconocer-les a los dictados constitucionales. Conforme veremos, y a pesar de algunos casos promisorios, los tribunales siguen todavía girando en círculos, como si no se decidieran a tomar en serio las invitaciones y sugerencias que realiza la nueva Constitución en el área.

    En verdad, estas controversias sobre las implicaciones efectivas de la Constitución, en cuanto a la representación colectiva, habían comenzado incluso un poco antes de la reforma, a partir del caso Ekmedjian, Miguel c/ Sofovich, Gerardo, y otros (CSJN 7/7/92, LL,

    25 Un análisis importante en la materia en MauRino, G. et al., Las acciones colectivas, LexisNexis: Buenos Aires (2005).

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    HECHOS Y ARGUMENTOS EN MATERIA DE LEGITIMACIÓN

    1992-C-543), y en base a la creciente internacionalización del dere-cho nacional, a partir del peso ganado por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. En dicha oportunidad, la Corte Suprema reconoció en el demandante –que se presentaba comodamnificadofrente a expresiones supuestamente ofensivas en materia religiosa, realizadas en un programa de la televisión abierta– el carácter de afectado, y su calidad de representante de un grupo vulnerado, otor-gando efectos erga omnes a su decisión.

    Más recientemente, la (renovada) justicia argentina se pronunció en la materia en una diversidad de casos. Entre ellos, destacan ejem-plos como el fallo de Cámara sustanciado en Viceconte, Mariela c/ Ministerio de Salud y Acción Social, en el que se ordenó al Estado ar-gentinoaqueprodujeraunavacunacontralafiebrehemorrágicaqueamenazaba a millones de habitantes del país; o el producido por la Corte Argentina en Mendoza, Beatriz y otros c/ Estado nacional s/ da-ños y perjuicios (CSJN 20/6/06, LL, 2006-F-355), a partir de la conta-minación del Riachuelo –contaminación que afectaba potencialmente a más de un millón de personas26. En esta oportunidad –y aun cuando el tribunal no avanzó en un análisis detallado sobre la cuestión de la legitimación– reconoció la validez del recurso presentado por un grupo de vecinos de la Cuenca más afectada, y organizó una serie de Audiencias Públicas (en las que se convocaron a representantes del Estado, de los ciudadanos afectados, y de las empresas contaminantes) conelobjetodellegaraacuerdosalosfinesdeatenderelproblemade la contaminación, e impulsar la limpieza de las aguas afectadas.

    Aunque la Corte Argentina no dio precisiones sobre cómo entendía la cuestión de la legitimación en casos tan importantes como Mendoza –en donde tuvo la oportunidad y el deber de hacerlo– sí avanzó en los detalles de la cuestión en el auspicioso caso Halabi, Ernesto c/ Poder Ejecutivo Nacional (CSJN, 24/2/09, Fallos 332: 111), y luego también en PADEC c/ Swiss Medical (CSJN, 8/21/13, Fallos 361: 43)27. La Corte habilitó entonces las demandas colectivas, en la me-

    26 Otros casos relevantes fueron Asociación Benghalensis (CSJN 1/6/2000, Fallos 323:1339) o Verbitsky (del 3/5/2005).

    27 Sosteniendo una política más abierta en la materia ver, por ejemplo, MoRello, A., La legitimación de obrar como mecanismo facilitador, en Argentina, de la tutela jurisdiccional de las libertades fundamentales y de los interese difusos y colectivos, Jurisprudencia Argentina, II-718 (1990); MoRello, A. Dificultades de la prueba en procesos complejos, Santa Fe: Rubinzal Culzoni (2004). Discutiendo la cuestión, también, Palacio, L., El Recurso Extraordinario Federal (actualizado por A. Garay), Buenos Aires: Abeledo-Perrot (2010).

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    DIÁLOGO MULTIDISCIPLINARIO SOBRE LA NUEVA JUSTICIA CIVIL DE LATINOAMÉRICA

    garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u omisión lesiva.

    Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de discri-minación y en lo relativo a los derechos que protegen al am-biente, a la competencia, al usuario y al consumidor, así como a los derechos de incidencia colectiva en general, el afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines,registradasconformealaley,laquedeterminarálosrequi-sitos y formas de su organización. Toda persona podrá interponer esta acción para tomar conocimiento de los datos a ella referidos ydesufinalidad,queconstenenregistrosobancosdedatospú-blicos, o los privados destinados a proveer informes, y en caso de falsedadodiscriminación, para exigir la supresión, rectifica-ción, confidencialidad o actualización de aquellos. No podráafectarse el secreto de las fuentes de información periodística. Cuando el derecho lesionado, restringido, alterado o amenazado fuera la libertad física, o en caso de agravamiento ilegítimo en la forma o condiciones de detención, o en el de desaparición forza-da de personas, la acción de hábeas corpus podrá ser interpuesta por el afectado o por cualquiera en su favor y el juez resolverá de inmediato, aun durante la vigencia del estado de sitio.

    Dicho artículo fue acompañado por otros –el 41, o el 75 incisos 17 y 22– que en conjunto vinieron a regular los derechos de incidencia colectiva enel paísdeunmodo renovado, y enpartedesafiante enrelación con el estado de situación anterior a la reforma25. Este nuevo instrumental ha sido evaluado numerosas veces por los tribunales, que todavía hoy siguen mostrando ciertas diferencias en torno a cómo posicionarse en la materia, y qué alcances efectivos reconocer-les a los dictados constitucionales. Conforme veremos, y a pesar de algunos casos promisorios, los tribunales siguen todavía girando en círculos, como si no se decidieran a tomar en serio las invitaciones y sugerencias que realiza la nueva Constitución en el área.

    En verdad, estas controversias sobre las implicaciones efectivas de la Constitución, en cuanto a la representación colectiva, habían comenzado incluso un poco antes de la reforma, a partir del caso Ekmedjian, Miguel c/ Sofovich, Gerardo, y otros (CSJN 7/7/92, LL,

    25 Un análisis importante en la materia en MauRino, G. et al., Las acciones colectivas, LexisNexis: Buenos Aires (2005).

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    HECHOS Y ARGUMENTOS EN MATERIA DE LEGITIMACIÓN

    para lidiar con cuestiones más actuales, relacionadas con reclamos colectivos32.

    Este estado de relativa confusión y rezago resulta auspiciado, de to-dos modos, no solo por la falta de una legislación apropiada, sino también por la propia Corte Suprema que en distintos fallos rechazó acciones colectivas que parecían por completo consistentes con los requisitos establecidos por el propio tribunal para poder ser puestas en marcha33. Según el Informe Derechos Humanos en la Argentina, de 2016, elaborado por el CELS, “la falta de legislación específicatambién ocasiona decisiones discrecionales sobre cuándo y ante qué supuestos se habilita este tipo de acción, sobre todo si involucra a grupos vulnerables o a sectores populares”34.

    Por ejemplo –agrega el Informe– la Corte llegó a dejar sin efecto una decisión de la Cámara Federal de La Plata, en torno a la empresa Cablevisión, alegando que el funcionario demandante “no tenía le-gitimación para activar el reclamo ya que la Secretaría de Comercio poseíalacapacidadsuficienteparareclamaralaempresalavigenciade su resolución administrativa”35.

    De todos modos, en materia de standing, en general, y de litigio co-lectivo, en particular, corresponde reiterar que el caso argentino no es el más limitat