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104 octubre 2001 La ciencia mexicana en el siglo XX LA DÉCADA DEL OPTIMISMO E l siglo XX se inició con buenos aus- picios para la investigación biomé- dica en México. Las dos grandes corrientes de la medicina científica se propagaban en nuestro país. La fisiología tuvo sede en el Instituto Médico Nacional (Figura 1), creado en 1889, y ya en plena consolidación. En sus secciones se aborda- ban temas variados de química analítica, geografía, climatología y antropología mé- dicas e historia natural. Se había rescatado la antigua línea de investigación sobre los efectos medicinales de nuestra flora verná- cula, tema recurrente en todos los brotes de nacionalismo científico de nuestra his- toria. Las colecciones del herbario aumen- taban hasta llegar a decenas de millares. Se purificaban principios activos, y de su estudio experimental nacía la farmacolo- gía nacional, con buen número de trabajos que se publicaban mayoritariamente en las revistas propias del instituto: La Naturale- za y El Estudio, luego convertido en los Anales. También en 1899, Daniel Ver- gara Lope y Alfonso L. Herrera, en una amplia monografía sobre La Vie dans las Hauts Plateaux, con observaciones realizadas en la Ciudad de México, refutaban tesis en boga acerca de los efectos limitantes de la hipoxia sobre el desarrollo físico y mental de sus habitantes. La obra había sido dis-tinguida con mención especial en certamen del Instituto Smithsoniano. En el propio Instituto Médico destacaban ya los trabajos de Manuel Uribe y Troncoso sobre la formación y circula- ción del humor acuoso, publicados en prestigiosas revistas internacionales. En 1900, la Facultad de Medicina recibía su primera remesa de equipo de laboratorio de fisiología. La otra vertiente fundamental de la medicina científica, la microbiología médica, también llegaba a nuestro país. Apenas tres años después de su introducción en París, ya se producía vacuna antirrábica en México, y la investigación en ese campo tenía flamante sede en el Instituto Bacterioló- gico Nacional, fundado en 1889 y que en 1905, dirigido por Ángel Gaviño, establecía una valiosa colección de cepas mi- crobianas, por donación del Instituto Pasteur. Aquí desarro- llaría Howard Taylor Ricketts sus clásicos trabajos sobre tifo. Además, el Hospital General, inaugurado en 1905, creaba un laboratorio de investigación microbiológica. Dimensión de la investigación biomédica La década de los cuarenta fue una de las más fecundas de nuestro desarrollo científico. Se enviaban más becarios al extranjero y se abrían nuevos espacios para recibirlos. Hugo Aréchiga

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La ciencia mexicana en el siglo XX

LA DÉCADA DEL OPTIMISMO

El siglo XX se inició con buenos aus-picios para la investigación biomé-dica en México. Las dos grandescorrientes de la medicina científica

se propagaban en nuestro país. La fisiologíatuvo sede en el Instituto Médico Nacional(Figura 1), creado en 1889, y ya en plenaconsolidación. En sus secciones se aborda-ban temas variados de química analítica,geografía, climatología y antropología mé-dicas e historia natural. Se había rescatadola antigua línea de investigación sobre losefectos medicinales de nuestra flora verná-cula, tema recurrente en todos los brotes de nacionalismo científico de nuestra his-toria. Las colecciones del herbario aumen-taban hasta llegar a decenas de millares. Se purificaban principios activos, y de su estudio experimental nacía la farmacolo-

gía nacional, con buen númerode trabajos que se publicabanmayoritariamente en las revistaspropias del instituto: La Naturale-za y El Estudio, luego convertidoen los Anales.

También en 1899, Daniel Ver-gara Lope y Alfonso L. Herrera,en una amplia monografía sobre

La Vie dans las Hauts Plateaux, con observaciones realizadasen la Ciudad de México, refutaban tesis en boga acerca de losefectos limitantes de la hipoxia sobre el desarrollo físico ymental de sus habitantes. La obra había sido dis-tinguida conmención especial en certamen del Instituto Smithsoniano.

En el propio Instituto Médico destacaban ya los trabajosde Manuel Uribe y Troncoso sobre la formación y circula-ción del humor acuoso, publicados en prestigiosas revistasinternacionales. En 1900, la Facultad de Medicina recibía suprimera remesa de equipo de laboratorio de fisiología.

La otra vertiente fundamental de la medicina científica,la microbiología médica, también llegaba a nuestro país.Apenas tres años después de su introducción en París, ya seproducía vacuna antirrábica en México, y la investigaciónen ese campo tenía flamante sede en el Instituto Bacterioló-gico Nacional, fundado en 1889 y que en 1905, dirigido porÁngel Gaviño, establecía una valiosa colección de cepas mi-crobianas, por donación del Instituto Pasteur. Aquí desarro-llaría Howard Taylor Ricketts sus clásicos trabajos sobre tifo.Además, el Hospital General, inaugurado en 1905, creabaun laboratorio de investigación microbiológica.

Dimensión de la

investigación biomédicaLa década de los cuarenta fue una de las másfecundas de nuestro desarrollo científico. Seenviaban más becarios al extranjero y se abríannuevos espacios para recibirlos.

Hugo Aréchiga

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investigación biomédica en las décadas si-guientes.

Además, surgieron primordios de inves-tigación local. Así, en 1924, en su tesis re-cepcional como médico, Anastasio Vergarase adelanta a los conceptos de su tiem-po, proponiendo la regulación hipotalámi-ca de la hipófisis y anticipando el conceptode neurosecreción. En 1928, Eliseo Ramírez,brillante autodidacto, remata sus estudiossobre fisiología reproductiva proponiendo,cuatro años antes que Papanicolau, los es-tudios de citología exfoliativa como basepara el estudio del ciclo menstrual y el em-barazo (Figura 2). En el Hospital General,Maximiliano Ruiz Castañeda, con HermanMooser y Hans Zinsser, realiza sus estudios

La anatomía patológica se iniciaba con el Museo Anato-mopatológico, en 1896, institución que tres años después setransformaría en Instituto Patológico, el primero en Latinoa-mérica. La investigación era dada a conocer en el boletín delpropio instituto. Además, en sus salas se acumulaban valio-sas piezas anatómicas. En Yucatán, el danés Harald Seidelin,en breve estancia de cuatro años, introducía la anatomía pa-tológica y describía la leishmaniasis cutánea, conocida como“úlcera de los chicleros”.

Los avances de la biomedicina nacional fueron presenta-dos en el II Congreso Médico Panamericano, celebrado enla Ciudad de México en 1896, y la producción científicamexicana era ya tomada en cuenta en el Catálogo de Biblio-grafía Científica compilado por la prestigiosa Royal Society de Londres.

Parecía cierto el despegue científico del país y su incorpo-ración plena al mundo del conocimiento. Pero los rezagos enmateria social y política eran aún mayores que en lo cientí-fico. El impulso a la ciencia y a la educación fue tardío e in-suficiente para impedir el estallido de la revolución.

EL DECENIO TRÁGICO

Ningún desarrollo de consideración ocurre en la ciencia me-xicana entre 1911 y 1920. En ese lapso, la energía del país seconsumió en alimentar el fuego de la revolución, en el que, sibien sucumbieron las estructuras científicas del porfiriato,también se fraguó el proyecto del México moderno. En 1915,en la sede original del Instituto Médico Nacional, se estableceel Instituto de Biología General y Médica, donde modesta-mente, Fernando Ocaranza realiza estudios sobre la poliglo-bulia de las altitudes, y en la Facultad de Medicina impulsala enseñanza de la fisiología y las demostraciones de labora-torio, por las que pasarían los futuros líderes de la medicinacientífica del país. Al igual que en casi todo el siglo ante-rior, la cátedra fue el refugio de una ciencia paralizada.

EL NUEVO PROYECTO

En la década de los veinte, salieron a prepararse en los cen-tros cimeros de Estados Unidos y Europa jóvenes talentosos,dispuestos a construir el nuevo proyecto de la ciencia en Mé-xico. Gustavo Baz, Ignacio Chávez, Salvador Zubirán, JoséJoaquín Izquierdo, Manuel Martínez Báez, Arturo Rosen-blueth y muchos otros serían creadores de instituciones de

Figura 1. Laboratorio del Instituto Médi-co Nacional. Primeras instalaciones paraexperimentación biomédica en México.

Figura 2. Publicación de Eliseo Ramírezsobre la citología exfoliativa. Algunosde los trabajos pioneros de investiga-ción biomédica en México.

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LA INVESTIGACIÓN EN LAS INSTITUCIONES DE SALUD

La microbiología y la parasitología médicas encuentran unespléndido alojamiento en el Instituto de Salubridad y deEnfermedades Tropicales, que abre sus puertas en 1939, lue-go de varios años de planeación a cargo de un grupo de ex-pertos encabezado por Manuel Martínez Báez (quien fueluego su director fundador), Eliseo Ramírez y Gerardo Vare-la. Se constituyó así el primer grupo de investigadores médi-cos mexicanos dedicados de tiempo completo al quehacercientífico. Se dotó de instalaciones y medios de trabajo a unabrillante generación de jóvenes mexicanos formados en cen-tros de excelencia del extranjero. Entre las contribucionesprincipales destacan las de Luis Mazotti en helmintología, deLuis Vargas en entomología médica, Alberto P. León, TeófiloGarcía Sancho y Samuel Morones, en infectología. MiguelBustamante es el fundador indiscutido de la epidemiologíaen el país, y Enrique Beltrán el iniciador de nuestra proto-zoología. Luego se incorporaron Antonio González Ochoa,futuro líder de la micología médica y José Zozaya, quien, conGerardo Varela, realizaría valiosas contribuciones a la micro-biología. Efrén del Pozo, adiestrado en Harvard, creó un labo-ratorio de fisiología, y el propio Manuel Martínez Báez hizocontribuciones fundamentales a la patología de las enferme-dades parasitarias.

Ahí cobró forma el concepto nuclear de los institutos na-cionales de salud, de que la investigación y la enseñanza sonel mejor estímulo para elevar la calidad de la atención hospi-talaria. La Revista del Instituto de Salubridad y de EnfermedadesTropicales fue referencia obligada en ese campo de estudio.Esta institución, ya como Instituto Nacional de ReferenciaEpidemiológica “Manuel Martínez Báez”, es sede de un va-lioso grupo de investigadores que estudian diversos padeci-mientos transmisibles.

La investigación biomédica destacó de manera funda-mental en el Instituto Nacional de Cardiología (hoy deno-minado Instituto Nacional de Cardiología “IgnacioChávez”), fundado en 1944. Fue el primero en el mundo enesa especialidad, y tuvo a la investigación como su columnavertebral. Además, incluyó, desde su creación, departamen-tos de investigación biomédica. Cada grupo estaba encabe-zado por un líder con reconocimiento internacional. Así, alfrente del Departamento de Electrocardiografía estaba De-metrio Sodi Pallares, autoridad mundial en ese campo, ypronto congregó a figuras de la talla de Enrique Cabrera,

La investigación biomédicadestacó de manera

fundamental enel Instituto Nacional

de Cardiología fundadoen 1944

seminales sobre tifo, y luego avanza en elestudio de la brucelosis.

En 1929, al decretarse la autonomía de laUniversidad Nacional, las instalaciones dela Dirección de Estudios Biológicos pasarona constituir el Instituto de Biología de laUniversidad. Ahí realizó Ochoterena, en1930, la primera descripción de las microfi-larias de Onchocerca volvulus ocular.

Durante los años cuarenta, superados losenfrentamientos bélicos, el país fortalecíasu vida institucional y ampliaba sus hori-zontes. Se enviaban más becarios al extran-jero y se abrían nuevos espacios pararecibirlos. Este contingente haría de estadécada una de las más fecundas de nuestrodesarrollo científico. El esquema de desarro-llo de la investigación biomédica entre1940 y 1970 estuvo caracterizado por lacreación de instituciones nacionales, tantoen el sector salud como en el educativo(Cuadro 1).

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de Pacini, y Jesús Alanís, con Enrique Lópezy Hugo González, hicieron lo propio con laactividad eléctrica del haz de His, en unacontribución que ha sido reputada comouna de las cien más importantes en la histo-ria de la cardiología. Rosenblueth mismo,con Juan García Ramos, realizó estudios fun-damentales sobre el origen de las arritmiascardiacas, de los que surgieron modelos ma-temáticos de diversos procesos fisiológicos,algunos en colaboración con Norbert Wie-ner y sus alumnos del Instituto Tecnológicode Massachusetts, que fueron luego determi-nantes en la gestación de la cibernética. Seavanzó en el estudio de la sensibilización

Abdo Bisteni, Gustavo Medrano, Alfredo de Michelli y mu-chos más, quienes constituyeron una brillante escuela mexica-na en esa disciplina, con amplio reconocimiento internacional.

El Departamento de Fisiología quedó a cargo de ArturoRosenblueth, quien regresó al país luego de una prolongadaestancia en la Universidad de Harvard, donde se había cons-tituido en uno de los líderes de la fisiología mundial. Al in-corporarse al país, formó uno de los grupos más importantesde la fisiología nacional. Ahí se iniciaron jóvenes mexicanosque luego destacarían en el extranjero, como Ricardo Mile-di, Rafael Rubio, Hugo González Serratos, David Erlij yotros, así como actuales líderes de la ciencia mexicana. Eneste departamento, Ramón Álvarez Buylla y José Ramírez deArellano registraron en 1952, por primera vez en el mundo,la actividad eléctrica de un receptor sensorial, el corpúsculo

Cuadro 1. Evolución de las instituciones de investigaciónbiomédica en México. (Modificado de Aréchiga, 1995.)

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por desnervación y de la naturaleza del fe-nómeno excitatorio.

El Departamento de Farmacología fueencabezado por Rafael Méndez, distinguidocientífico español, fundador de nuestra es-cuela de farmacología. Algunos de los alum-nos de Méndez, como Jorge Aceves, RafaelRubio, David Erlij, Emilio Kabela, GustavoPastelín, Antonio Morales Aguilera y mu-chos otros, se convirtieron en líderes en dis-tintas áreas de la investigación biomédica.

Dado el interés institucional, Méndez y sugrupo orientaron sus esfuerzos al estudio defármacos de interés en cardiología, y sus es-tudios sobre el mecanismo de acción de di-gitálicos son referencia obligada en elcampo.

El Departamento de Anatomía Patológi-ca quedó a cargo de Isaac Costero, alumnode Pío del Río Hortega y emigrado a Méxi-co desde 1938; ya había fundado el serviciode anatomía patológica en el Hospital Ge-neral, y era el maestro indiscutido de esa especialidad en México. Bajo su tutela seformó un espléndido grupo de patólogos, co-mo Ruy Pérez Tamayo, quien luego devinoen líder de la escuela mexicana de patología;Rosario Barroso Moguel, Raúl Contreras,Agustín Chévez y varios más. De ese grupoderivaron también nuevas líneas de estudio,como la microscopía electrónica, encabeza-da por Adolfo Martínez Palomo. Surgierontambién importantes contribuciones de losdepartamentos de bioquímica, con Edmun-do Calva; embriología, con Victoria de laCruz; nefrología, con Herman Villarreal; he-

modinámica, con Rodolfo Limón, Víctor Rubio, EnriqueStaines y Mario Testelli, y radiología, con Narno Dorbecker,quien, con Ignacio Chávez y Alejandro Celis desarrollaría elcelebrado método radiológico de angiocardiografía intracar-diaca directa.

En 1946 se funda el Hospital de Enfermedades de la Nu-trición, que después cambiaría su nombre por el de Institu-to Nacional de la Nutrición, al fusionarse con el InstitutoNacional de Nutriología, fundado por Francisco de PaulaMiranda en 1943. Recientemente ha cambiado nuevamentedenominación, convirtiéndose en Instituto Nacional deCiencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”. Con el li-derazgo de Salvador Zubirán, se integra ahí uno de los gru-pos más brillantes de la investigación en salud en el país.Estuvo conformado inicialmente por Bernardo Sepúlveda engastroenterología, Francisco Gómez Mont en endocrinolo-gía, Luis Sánchez Medal y José Báez Villaseñor en hemato-logía, Roberto Llamas en bioquímica y otros futuros líderesde la medicina mexicana.

Una de las líneas fundamentales de investigación biomé-dica en el instituto ha sido la de los trastornos de la nutrición.Ahí se retomó la agenda del antiguo Instituto Nacional de Nutriología. Guillermo Massieu, René Cravioto y JesúsGuzmán desarrollaron amplios estudios de la composiciónquímica y la valoración nutritiva de los alimentos mexica-nos. Zubirán y Gómez Mont realizaron su reputado estudioacerca de los efectos de la desnutrición sobre el sistema en-docrino. En ese campo, destaca la sólida labor de AdolfoChávez y de Héctor Bourges, quienes estudiaron los patronesnutricionales de la población nacional y buscaron opcionespara mejorarla.

La biología de la reproducción ha tenido particular desa-rrollo en el instituto, desde los estudios de Carlos Gual sobreel efecto de hormonas hipotalámicas y luego en los de TomásMorato, Gregorio Pérez Palacios, Alfredo Ulloa, FernandoLarrea, Vicente Díaz, Josué Garza, Felipe Vadillo, Ana ElenaLemus, María del Carmen Cravioto y un amplio grupo de líderes de esa especialidad, cuyos trabajos han tenido reper-cusión y reconocimiento, tanto nacional como internacio-nal. La genética humana ha logrado gran desarrollo conRubén Lisker y Osvaldo Muchinik.

La investigación biomédica ha florecido en el Departa-mento de Nefrología con Alfonso Rivera, José Carlos Peña yFederico Dies, inicialmente y, en los años recientes, con Ri-cardo Correa y sus colaboradores.

Entre 1938 y 1984 secrearon 39 institucionesde investigación médica

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La patología fue encabezada inicialmente por EdmundoRojas y Franz von Lichtenberg, y luego por Ruy Pérez Tama-yo con valiosas contribuciones en el fenómeno inflamatoriocrónico y la participación de la colágena, y actualmente porRogelio Hernández Pando y sus estudios sobre tuberculosisexperimental.

En el Departamento de Bioquímica, con el liderazgo deGuillermo Soberón, se formó un distinguido grupo de inves-tigadores sobre metabolismo nitrogenado, algunos de loscuales, como Jaime Mora, Rafael Palacios y Jaime Martusce-lli, se trasladaron luego a la UNAM, con Soberón. Otros, co-mo Carlos Gitler y Marcos Rojkind, pasaron al Centro deInvestigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del IPNo a otras instituciones y, en los recientes años, Alberto Hu-berman ha encabezado el departamento, con Rebeca Franco,trabajando en neuroendocrinología y metabolismo.

De hecho, cabe destacar que la Secretaría de Salubri-dad y Asistencia, desde su creación en 1940, y a partirde 1982 en su actual denominación de Secretaría de Sa-lud, continuó su labor formativa de institutos dedicadosa estudiar los principales problemas de salud delpaís. Entre 1938 y 1984 se crearon 39 institucio-nes de investigación médica; algunas de ellas de-sarrollan labor científica de nivel internacional.Los diez institutos nacionales de salud están a laavanzada en la investigación en sus respectivos campos.Sus contribuciones enriquecen el conocimiento en diversostemas de estudio y contribuyen al mejoramiento de la sa-lud de los mexicanos. Son un ejemplo magnífico de la utili-dad social de la ciencia.

En ellos ha florecido la biomedicina; así, en el InstitutoNacional de Neurología y Neurocirugía, se creó en 1964, poriniciativa de su fundador, Manuel Velasco Suárez, una Uni-dad de Investigaciones Cerebrales, dirigida por Raúl Hernán-dez Peón, donde éste realizó sus primeros estudios sobre elsustrato neurofisiológico del sueño. Luego, Augusto Fernán-dez Guardiola, Carlos Guzmán y Hugo Solís desarrollaron uncontinuado programa de investigación sobre neurofisiología,y Julio Sotelo sobre neuropatología, encontrando nuevos en-foques en el tratamiento de la neurocisticercosis.

En el Instituto Mexicano de Psiquiatría, fundado por Ramón de la Fuente en 1980, se ha consolidado un valiosogrupo de investigación en neurofisiología, con Augusto Fer-nández Guardiola, Javier Álvarez-Leefmans, José María Cal-vo, Carlos Paz y otros investigadores que trabajan en temas

Los diez institutosnacionales de salud sonun ejemplo magníficode la utilidad social

de la ciencia

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tan variados como la epilepsia y la biofísicade membranas excitables.

En el Instituto Nacional de Salud Públi-ca han desarrollado líneas de investigaciónen epidemiología molecular Alejandro Cra-vioto, Raúl Ondarza y un valioso grupo dejóvenes investigadores.

LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA EN EL INSTITUTO MEXICANO DEL SEGURO SOCIAL

Paralela al impulso de la investigación mé-dica en las instituciones de la Secretaría deSalud, destaca la labor del Instituto Mexica-no del Seguro Social, creado en 1943, y enel que se han dado importantes desarrolloscientíficos. Un grupo que alcanzó gran re-percusión internacional fue el dedicado alestudio de la biología del desarrollo, con ex-pertos de distintos campos de la biomedici-na. Así, Adolfo Rosado, Juan José Hicks,Nieves Pedrón y Alejandro Reyes estudia-ron los mecanismos bioquímicos de la capa-citación del espermatozoide; Carlos Beyer,Gabriela Moralí, María Luisa Cruz, CarlosKubli, Miguel Cervantes y sus colaborado-res analizaban los aspectos neurofisiológicos

del comportamiento reproductivo; Arturo Zárate ha estudia-do los efectos de neurohormonas hipotalámicas en la clínicaginecológica, y Jorge Martínez Manatou ha contribuido aldesarrollo de fármacos anticonceptivos. Roberto Kretschmerha desarrollado una fructífera línea de investigación en in-munología y en la patogenia de la amibiasis, Luis BenítezBribiesca en oncología, Fabio Salamanca y Salvador Ar-mendáres en genética, y Onofre Muñoz, Javier Torres y unamplio grupo en infectología pediátrica. Jesús Kumate, conArmando Isibasi, integró un grupo de infectólogos de altonivel, trasladando la línea de investigación iniciada en elHospital Infantil. Marcos Velasco trabajó en neurofisiología;Héctor Ponce Monter y Berta Ortega en neurofarmacología,y Dante Amato en fisiología renal. Xavier Lozoya y MarianaMeckes han desarrollado una línea de investigación sobreplantas medicinales.

LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA EN LAS INSTITUCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR

Con la autonomía, en 1929, la Universidad Nacional recibedel gobierno federal el patrimonio y el subsidio necesariospara cumplir sus funciones, incluyendo importantemente lainvestigación científica, y con su ley orgánica de 1946 ini-cia una nueva era de expansión y desarrollo que culmina en1954 con la creación de la figura de profesor e investigadorde carrera, que aunque implantada quince años después queen las instituciones de salud, pronto se constituye en estímu-lo para nuevas generaciones de jóvenes investigadores. Ade-más, al final de la década de los cuarenta, se gesta el granproyecto de construcción de la Ciudad Universitaria, cuyasmagníficas instalaciones fueron inauguradas en 1952 alojan-do ya a diversas facultades e institutos. La Facultad de Me-dicina se trasladó en 1956, ya con varios departamentos acargo de profesores e investigadores de carrera; así, en el De-partamento de Fisiología, bajo la dirección de José JoaquínIzquierdo, se formó un grupo de investigación con AlbertoGuevara Rojas en fisiología renal, Raúl Hernández Peón yCarlos Alcocer en neurofisiología, Francisco Alonso de laFlorida en inmunología y luego un gran número de alumnosde éstos, como Héctor Brust, José Peñaloza, Roberto Folch,Enrique Gijón, Hugo Aréchiga y luego Beatriz Fuentes, Ro-salinda Guevara, Héctor Ulises Aguilar y varios más. Ahírealizó también su generosa labor docente José Puche. En elDepartamento de Bioquímica, bajo la jefatura de José Lagu-

En el Instituto Nacionalde Salud Pública se handesarrollado notables

líneas de investigaciónen epidemiología

molecular

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La ciencia mexicana en el siglo XX

neurobiología del desarrollo y neurobiologíaintegrativa, y de él han surgido ya dos im-portantes proyectos de desarrollo científicoinstitucional. Uno de ellos es el Centro deNeurobiología de la UNAM, en Querétaro,encabezado por Flavio Mena, y otro el Ins-tituto de Neuroetología de la UniversidadVeracruzana, creado por Pablo Pacheco ysus colaboradores en Jalapa.

Otros grupos productivos del Institutode Investigaciones Biomédicas son el debiología del desarrollo, con Mario Castañe-da y Lino Díaz de León, y ahora encabezadopor Horacio Merchant, y el de biomatemá-ticas, fundado por José Negrete, con Gui-llermina Yankelevich, Pedro Solís Cámara yotros investigadores. Más recientemente,Patricia Ostrosky y sus colaboradores hanintegrado un productivo grupo de estudiosobre toxicología ambiental. Uno de los de-sarrollos más importantes del instituto essin duda en el área de inmunología, particu-larmente en el campo de la relación hués-ped-parásito, que ha congregado a varioslíderes del campo como Librado Ortiz, Car-los Larralde, Kaethe Willms, Ana Flisser yJuan Pedro Laclette, así como en el estudiode virus, con Romilio Espejo, Carmen Gó-mez y sus colaboradores. En 1965, bajo la di-rección de Guillermo Soberón, el instituto

na, se integró un brillante grupo de investigadores con FélixCórdoba, Raúl Ondarza, Jesús Guzmán y Carlos del Río, alque luego se incorporaron Sergio Estrada Orihuela, Arman-do Gómez Puyou, Antonio Peña, Enrique Piña, MariettaTuena y varios más. En farmacología, Efraín Pardo Codinaencabezó un grupo de jóvenes investigadores, entre ellos Ju-lián Villarreal, Horacio Vidrio, Gaudencio Alcántara, Ro-dolfo Rodríguez Carranza, Enrique Hong y otros más. En laUnidad de Patología de la Facultad de Medicina en el Hos-pital General, fundada por Ruy Pérez Tamayo, se formó unexcelente grupo de investigadores como Luis Felipe Bojalil,quien luego pasaría a encabezar el Departamento de Micro-biología y Parasitología de la propia facultad; y Marcos Roj-kind y Jorge Cerbón, quienes se incorporarían al Cinvestav,como veremos luego. En el Departamento de Psicología Mé-dica y Salud Mental, fundado por Alfonso Millán, se inicióen nuestro país, bajo la dirección de Ramón de la Fuente, la orientación científica y biológica de esa especialidad, queculminaría en 1980 al crearse el Instituto Mexicano de Psiquiatría.

Ya desde 1942, bajo la dirección de Ignacio GonzálezGuzmán, la UNAM crea el Laboratorio (luego Instituto) deEstudios Médicos y Biológicos (actualmente Instituto de In-vestigaciones Biomédicas). El propio fundador del institutorealizó valiosas contribuciones en biología celular y hema-tología, destacando el papel de transformaciones morfo-lógicamente identificables del nucleolo de linfocitos en elenvejecimiento y en diversos padecimientos. Desde su ori-gen, el instituto recibió a distinguidos científicos españolesexiliados, como el neurólogo y anatomista Dionisio Nieto,quien fundó una escuela en neuroanatomía de la que hansurgido líderes en ese campo, como Alfonso Escobar.

Un grupo particularmente importante surgido del insti-tuto es el de fisiología, formado bajo la guía de Efrén C. delPozo. Con él se preparan fisiólogos de la talla de Guiller-mo Anguiano, José Negrete, Carlos Guzmán Flores, AugustoFernández Guardiola y los alumnos de éstos, como CarlosBeyer, Flavio Mena, Pablo Pacheco y Manuel Salas, actual-mente líderes en estas disciplinas. A este grupo se incorpora-ron Francisco Alonso de la Florida, Fernando Antón Tay,José Luis Díaz, Alejandro Bayón, Carlos Valverde, Fructuo-so Ayala, Esther García Castells, y más recientemente, CarlosArámburo, León Cintra, Sofía Díaz, Gonzalo Martínez de laEscalera, Carmen Clapp, María Sitges y varios más. Este gru-po ha contribuido destacadamente en neuroendocrinología,

Destaca la labor del IMSS,creado en 1943, donde se

han dado importantesdesarrollos científicos

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La ciencia mexicana en el siglo XX

creó el Departamento de Biología Molecular, con Jaime Mo-ra y Rafael Palacios, al que luego se incorporó Francisco Bolivar. Ellos han sido los líderes de un amplio programa dedesarrollo de esa disciplina, que ha llevado a la creación de dos instituciones más de la UNAM en Cuernavaca, elCentro de Fijación del Nitrógeno y el Centro de BiologíaMolecular y Bioingeniería (actualmente Instituto de Biotec-nología), y que a la sazón, son el semillero más importantede biólogos moleculares en el país. En el Centro de Fijacióndel Nitrógeno, Mora ha continuado sus estudios sobre la re-gulación del metabolismo nitrogenado del hongo Neurospo-ra crassa; Palacios ha mantenido su línea de trabajo sobre laestructura y dinámica del genoma de Rhizobium; GuillermoDávila ha estudiado rearreglos genómicos en esa misma espe-cie, y Esperanza Martínez ha desarrollado una línea de inves-

tigación sobre mecanismos moleculares de comunicaciónentre plantas y bacterias simbióticas. Más re-cientemente se ha añadido un grupo de jóve-

nes colaboradores como Julio Collado y otros.En el Instituto de Biotecnología, Bolivar hacontinuado sus estudios sobre la recombinación

de ADN in vitro, aislando por primera vez genes enMéxico. Xavier Soberón estudia, in vitro, mediante ADN re-combinante, la evolución de proteínas. Carlos Arias y Susa-na López, ahora de manera independiente, continúan lalínea de investigación que iniciaron con Romilio Espejo enel estudio de rotavirus y sus mecanismos de infectividad.Alejandro Alagón y Paul Lizardi han estudiado la organiza-ción genética de Entamoeba hystolitica. Mario Soberón haanalizado mecanismos moleculares de fijación del nitrógenoen Rhizobium. Edmundo Calva ha contribuido al estudio demecanismos moleculares de infectividad de Salmonella typhiy Escherichia coli. Lourival Possani ha desarrollado una pro-ductiva línea de investigación en la purificación de toxinasde alacrán y la caracterización de sus mecanismos de acción.Patricia Joseph-Bravo y Jean-Louis Charli estudian mecanis-mos moleculares de degradación de neuropéptidos y, más re-cientemente, Alberto Darszon ha continuado ahí susestudios sobre canales iónicos. Luis Covarrubias y Mario Zu-rita estudian mecanismos moleculares de diferenciación y demuerte celular.

En el Instituto de Biología se conformó un grupo de neu-roquímica, encabezado por Guillermo Massieu, con RicardoTapia y Herminia Pasantes, al que luego fueron incorporán-dose valiosos investigadores adiestrados ahí mismo, como

Con la autonomía, en 1929,la Universidad Nacional

recibe del gobierno federal el patrimonio y el subsidio necesarios

para cumplir sus funciones

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La ciencia mexicana en el siglo XX

verde, Carmen Aceves, Gonzalo Martínezde la Escalera, Carmen Clapp y otros valio-sos neurobiólogos. Ahí está la línea de estu-dios sobre fenómenos cognoscitivos, conJosé Luis Díaz, y más recientemente se hanincorporado egresados del laboratorio deRicardo Miledi, y con la colaboración delpropio Miledi, como Rogelio Arellano y Je-sús García, graduados del Cinvestav, y Ga-briel Gutiérrez.

En 1938 se fundó el Instituto Politécni-co Nacional, y en su Escuela Nacional deCiencias Biológicas se invitó a formar losdepartamentos de ciencias básicas de la na-ciente escuela a distinguidos científicos me-xicanos como José Joaquín Izquierdo, quiencombinó esta responsabilidad con sus labo-res en la universidad y con la docencia en la Escuela Médico Militar. Luego, Izquierdocedió su lugar a Efrén C. del Pozo. Además,esa escuela recibe la espléndida contribu-ción de un distinguido grupo de inmigran-tes, particularmente procedentes de España,como Ramón Álvarez Buylla, quien se hacecargo del laboratorio de fisiología, y ManuelCastañeda Agulló y Luz María del Castillo,en bioquímica. En la docencia, dejaron hon-da huella Cándido Bolívar, Federico Bonet,Adela Barnés, Francisco Giral, EnriquetaOrtega, Bibiano Osorio Tafall, Dionisio Pe-láez y Enrique Rioja, entre otros recordadosmaestros, así como Alberto Folch Pi y An-tonio Oriol Anguera en la Escuela de Medi-cina del propio instituto.

Los egresados de esta escuela, como Gui-llermo Carvajal, Sergio Estrada Parra, Oc-tavio Paredes, Pablo Rudomín, José Ruiz

Ana María López Colomé, Graciela Meza, Miguel Pérez dela Mora, Rocío Salceda y María Elena Sandoval. A este gru-po se unió otro de bioquímica y bioenergética, integrado porArmando Gómez Puyou, Antonio Peña, Marietta Tuena,Victoria Chagoya, Adolfo García Sáinz, Aurora Brunner,Edgardo Escamilla, Jesús Manuel León Cázares, HeliodoroCelis y José Luis Molinari. Luego se incorporaron neurofisió-logos como René Drucker y Simón Brailowsky, e ingenieroscomo Rolando Lara y Francisco Cervantes, que introdujeronel valor de la modelística en el estudio del sistema nervioso.

Éste fue el núcleo fundador del Centro de Fisiología Ce-lular (hoy Instituto de Fisiología Celular), que luego se ex-pandió con la incorporación de Georges Dreyfus, Jaime Masy Diego González Halphen en bioenergética, y de AlfonsoCárabez y Ruy Pérez Monfort, en biología celular. Con la dirección de Antonio Peña, y luego de Georges Dreyfus, elinstituto se ha desarrollado hasta constituirse en uno de losnúcleos más importantes de investigación biomédica del país.Se ha incorporado un brillante núcleo de neurobiólogos queincluye a Raúl Aguilar, José Bargas, Federico Bermúdez-Rat-toni, Francisco Fernández de Miguel, Elvira Galarraga, Artu-ro Hernández Cruz, Marcia Hiriart, Julio Morán y RanulfoRomo. El grupo de bioquímica se ha ampliado con Ana Lui-sa Anaya, Rolando Hernández y Salvador Uribe; todos ellosson ya líderes en sus respectivas áreas de investigación. Ensus diversos temas de estudio, las contribuciones de los in-vestigadores del instituto son de las más destacadas de la bio-medicina nacional.

En la Facultad de Ciencias se ha desarrollado la ultraes-tructura, en el laboratorio de Gerardo Vázquez Nin y OlgaEchevarría, y más recientemente, María Luisa Fanjul ha inicia-do una línea de investigación en cronobiología de crustáceos.

En la Facultad de Psicología, Rogelio Díaz Guerrero, Ro-lando Díaz Loving, María Corsi, Benjamín Trillo y Gracie-la Rodríguez han iniciado una interesante línea de estudiosobre psicología de la salud. En la ENEP Iztacala, ThalíaHarmony desarrolló una línea de investigación en neurofi-siología integrativa. En la ENEP Zaragoza, Roberto Domín-guez Casalá ha formado un grupo de investigación sobreendocrinología.

El grupo más reciente es el del Centro de Neurobiología,en Querétaro, dedicado fundamentalmente a neuroendocri-nología, con investigadores de esa especialidad del Institutode Investigaciones Biomédicas, encabezados por Flavio Me-na, y con Manuel Salas, León Cintra, Sofía Díaz, Carlos Val-

A fines de los 40 segesta el gran proyectode construcción de laCiudad Universitaria

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Herrera, Mauricio Russek y muchos otros,son ahora líderes en diversos campos de la biomedicina, fundamentalmente en fi-siología integrativa, inmunología y micro-biología, y sus alumnos y colaboradores sonahora reconocidos maestros en la propia es-cuela, como Radu Racotta, Josefina Jun-quera, Fidel de la Cruz y René Arzuffi. Elgrupo de inmunología, encabezado por Ser-gio Estrada Parra, se amplió con Luis Favi-la, Jorge y Ethel Ortigoza y otros valiososinvestigadores.

En 1961 se crea el Centro de Investiga-ción y de Estudios Avanzados del InstitutoPolitécnico Nacional (Cinvestav), primerainstitución de educación superior del paísdedicada enteramente a los estudios de pos-grado, y que exigía tener el doctorado paraser nombrado profesor, así como la dedica-ción de tiempo completo de los estudiantes.Su fundador, Arturo Rosenblueth, destacódesde el inicio de las labores del centro laaspiración a realizar trabajo de altura inter-nacional, lo cual se ha logrado ampliamen-te. En el área de biología celular, Saúl VillaTreviño ha realizado estudios sobre biosín-tesis de proteínas y carcinogénesis; en la primera línea de investigación contribuye-ron también Rubén López Revilla y José

Luis Saborío, Adela Mújica, Mireya de la Garza y, más recien-temente, un activo grupo de jóvenes investigadores.

Adolfo Martínez Palomo creó la Sección de MicroscopíaElectrónica, en la que realizó importantes estudios sobre ul-traestructura de uniones estrechas en epitelios, en colabora-ción con Jorge Aceves y David Erlij, y luego inició un grupode investigación sobre ultraestructura de parásitos, particular-mente Entamoeba hystolitica, que dio origen al Departamentode Patología Experimental. Isaura Meza trabajó inicialmen-te también en mecanismos celulares y moleculares de la ac-tividad de células epiteliales, en colaboración con MarcelinoCereijido, y luego en la biología celular y molecular de Enta-moeba. Jesús Calderón desarrolló una línea de investigaciónen inmunología; Walid Kuri ha mantenido un proyecto decultivo de células cutáneas con importantes aplicaciones eninjerto de piel, y Eugenio Frixione ha estudiado mecanismosde transporte de partículas intracelulares.

El grupo de biología molecular fue creado por ManuelOrtega, Fernando Bastarrachea, Carlos Fernández Tomás,Jacobo Kupersztoch y Samuel Zinker, a quienes luego se unióGabriel Guarneros, quien ha hecho importantes contribu-ciones a la regulación de la expresión genómica. Más re-cientemente, se han incorporado Patricio Gariglio, CeciliaMontañez, Lourdes Muñoz, Guadalupe Ortega Pierres, Ar-turo Ortega y otros jóvenes investigadores.

Uno de los grupos más antiguos del Cinvestav es el dedi-cado a la biofísica de membranas en el Departamento de Bioquímica, inicialmente integrado por Carlos Gitler, JorgeCerbón, Sergio Estrada Orihuela, Mauricio Montal y Car-los Gómez Lojero. En él se realizaron importantes estudios sobre la permeabilidad y selectividad de biomembranas, labioenergética y la fotosíntesis Luego, se incorporaron al departamento Edmundo Calva Cuadrilla, Mario García Her-nández, Óscar Ramírez Toledano, Boanerges Rubalcava, Mar-ta Fernández, Alberto Darszon, Alberto Hamabata, MarcosRojkind y, más recientemente, Jesús Valdés y otros jóvenesinvestigadores.

El grupo de farmacología y toxicología fue creado porAntonio Morales Aguilera, con Francisco Posadas, BenitoCarrera y Amparo Leal, trabajando en farmacología de pro-ductos naturales. Pedro Lehman inició una línea de investi-gación sobre relación entre estructura y función de fármacos;Lilia Albert, sobre toxicología, tema en el que luego desarro-llarían sus contribuciones Mariano Cebrián, Tomás Mendozay Liliana Favari. Ulteriormente, el departamento se enrique-

El Instituto de FisiologíaCelular se ha constituidocomo uno de los núcleos

más importantes deinvestigación biomédica

del país

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nalmente estuvo en el Departamento deNeurociencias, integrado por Víctor Ale-mán, Dalila Martínez y Jorge Hernández, aquienes ulteriormente se unieron egresadosdel propio departamento, como GabrielCota, Ubaldo García, Ismael Jiménez, JorgeQuevedo, Raúl Mena y Arturo Ponce, asícomo jóvenes regresados del extranjero, co-mo José Segovia, Rafael Gutiérrez y RicardoFélix.

El Departamento de Patología Experi-mental fue fundado por Adolfo MartínezPalomo, con Víctor Tsutsumi y Carlos Ar-güello, y posteriormente se vincularon Es-ther Orozco, Patricia Talamás y otros inves-tigadores. Ahí, el tema central ha sido el estudio de los mecanismos de infectividadde Entamoeba hystolitica, en el que la pro-ducción de este grupo ha alcanzado gran re-conocimiento nacional e internacional.

En otras áreas del Cinvestav también se han hecho importantes contribuciones a la investigación biomédica. Así, CarlosBeyer, en un proyecto de colaboración conla Universidad Autónoma de Tlaxcala, haimpulsado un importante grupo de investi-gación en biología de la reproducción. ConGabriela González Mariscal ha estudiado elcomportamiento reproductivo analizandoel sustrato neuroendocrino de su integra-ción. Estos estudios han tenido ya gran

ció con la incorporación del grupo procedente del InstitutoMiles de Terapéutica Experimental. Así, llegaron Julián Vi-llareal, con su línea de investigación en opiáceos, y EnriqueHong, con antihipertensivos y agonistas serotoninérgicos.Luego, Javier Álvarez Leefmans ha desarrollado una línea so-bre biofísica neuronal, y Alonso Fernández Guasti sobre far-macología de la conducta reproductiva. Más recientementese han incorporado Carlos Villalón, Luisa Rocha, GilbertoCastañeda, Bruno Escalante, Silvia Cruz y otros.

Uno de los departamentos fundadores fue el de Fisiologíay Biofísica, creado por el propio Rosenblueth, con Juan Gar-cía Ramos, Ramón Álvarez Buylla y Pablo Rudomín, depar-tamento al que pronto se incorporaron Jorge Aceves, DavidErlij y Hugo González Serratos. Rosenblueth y García Ra-mos desarrollaron una línea de investigación conjunta sobrefisiología de la corteza cerebral, que luego continuó GarcíaRamos. Álvarez Buylla, por su parte, desarrolló una originallínea de investigación sobre el control neural de la secreciónendocrina. En otro campo, Pablo Rudomín ha realizado unavasta y productiva obra, con gran alcance internacional, enel estudio de los mecanismos de control de la transmisión si-náptica en la médula espinal, y Julio Muñoz ha llevado a ca-bo valiosos estudios sobre mecanismos de acción de agentesneurotóxicos también en la médula espinal. Jorge Aceves yDavid Erlij desarrollaron una serie de contribuciones al estu-dio del transporte epitelial que tuvieron gran repercusión, te-ma en el que ha participado José Luis Reyes, mientras HugoGonzález iniciaba estudios sobre biofísica muscular; Acevesha realizado valiosos estudios sobre control de la liberaciónde neurotransmisores. Luego, se incorporaron al departa-mento Hugo Aréchiga, con su línea de neuroendocrinologíacomparada y cronobiología; Fidel Ramón, en fisiología y bio-física de uniones comunicantes; Marcelino Cereijido, ini-cialmente estudiando mecanismos de transporte en célulasepiteliales y, más recientemente, con Lorenza González Ma-riscal, Gerardo Contreras y Refugio García, con dedicacióna los mecanismos moleculares de la polarización en estasmismas células. Enrico Stefani desarrolló durante varios añosuna activa línea de investigación en biofísica de la excitabi-lidad en células musculares, campo en el que también ha de-sarrollado su trabajo René Valdiosera, en tanto que CarlosMéndez ha estudiado la propagación de impulsos en el te-jido cardiaco, y Marta Romano ha establecido una línea de estudio sobre endocrinología comparada. En fecha máspróxima se incorporó el grupo de neuroquímica, que origi-

En 1961 se creóel Cinvestav del IPN,primera institución

de educación superiordel país dedicada porentero a los estudios

de posgrado

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repercusión internacional. Más reciente-mente se han incorporado al grupo MarioCava, Rafael Cueva, Porfirio Gómora yotros colaboradores.

La labor científica ha estado presente enla Escuela Médico Militar desde la fundacióndel laboratorio de fisiología, por José Joa-quín Izquierdo y luego con Juan García Ra-mos, José Luis Amezcua, Jorge Islas y otros.

La Universidad Autónoma Metropolita-na, creada en 1971, pronto integró gruposde investigación en el área biomédica, co-mo el de biología de la reproducción conCarlos Beyer, Fernando Antón, María LuisaCruz, Enrique Canchola, Gabriela Morali,Ana Elena Lemus y otros. La biofísica demembranas fue iniciada por Sergio EstradaOrihuela, con Graciela Beatty, ConcepciónGutiérrez y otros más; luego se estableció elgrupo de biología del desarrollo.

LA DESCENTRALIZACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN EN SALUD

Como hemos revisado, la cuna de la cienciamexicana estuvo en la capital de la repúbli-ca. Sin embargo, aun en el pasado, hubo es-fuerzos plausibles de investigación en variosestados; muchos de ellos fueron efímeros,dada la falta de tradición y de una políticaefectiva de apoyo a la investigación. Sólodurante las últimas tres décadas del siglo seampliaron y consolidaron la mayor parte delos grupos (Gráfica 1).

Desde mediados de siglo se abrió en laFacultad de Medicina de San Luis Potosí unDepartamento de Fisiología y Farmacología

que ha mantenido su actividad con investigadores de la tallade José Miguel Torre, Pedro Solís Cámara, Antonio MoralesAguilera, Federico Dies, Beatriz Velázquez, Roberto Valle ySergio Sánchez Armas, y recientemente se ha incorporadoRafael Rubio, luego de larga y fructífera estancia en EstadosUnidos. También ha mantenido su actividad un Departa-mento de Bioquímica, con Edmundo Téllez Girón y JoséMaría Rodríguez. Con ello, los médicos egresados de esa fa-cultad han tenido gran aceptación en el ambiente nacional.

En la Universidad Autónoma de Nuevo León se instituyótambién tempranamente, en la Facultad de Medicina, la es-tructura departamental, y durante casi medio siglo han fun-cionado los departamentos de fisiología, inicialmente conJosé Pisanty; farmacología, con Gilberto Molina y Alfredo Pi-ñeyro; inmunología, con Mario Cesar Salinas, y de posteriorcreación, biología molecular, encabezada por Hugo Barrera.

Gráfica 1. Distribución de los integrantes del SistemaNacional de Investigadores en el territorio nacional.Aunque cerca de la mitad labora en instituciones fuerade la capital de la república, la mayoría de los investi-gadores maduros y los grupos de avanzada están eninstituciones capitalinas. (Tomada de las estadísticasdel Sistema Nacional de Investigadores.)

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versas universidades del país, en las que yaempieza a arraigarse la biomedicina.

En las instituciones de salud, la descen-tralización ha seguido avanzando. El Insti-tuto Mexicano del Seguro Social tiene pro-gramas de investigación en buen número desus centros hospitalarios de tercer nivel entodos los estados de la república y, en aso-ciación con las universidades estatales, hadesarrollado programas de posgrado en cien-cias médicas. Además, como ya se mencio-nó, ha creado grandes centros de inves-tigación, como el Centro de InvestigaciónBiomédica de Occidente, en Jalisco —don-de destacan las contribuciones de José María Cantú, Gerardo Vaca y su grupo engenética humana, y las de Alfredo Feria,Carlos Beas y Sergio y Margarita Dueñas enneurobiología— y el del Noreste, en NuevoLeón, donde Salvador Said ha desarrolladouna línea de investigación en biología celu-lar y patología experimental y Antonio Mo-rales en farmacología.

LA INVESTIGACIÓN EN SALUD EN EL SECTOR PRIVADO

En 1944 abrió sus puertas el Instituto Syntex, creado por un grupo de científicos

En la Universidad de Guadalajara, luego de largo silen-cio, se estableció, conjuntamente con el Centro de Investi-gación Biomédica de Occidente, un grupo de neurociencias,encabezado por Alfredo Feria, del que han surgido ya variosinvestigadores, como Carlos Beas, Sergio Dueñas y otro, queactualmente ofrecen un activo programa de posgrado, tam-bién en colaboración con los grupos del Seguro Social, comoveremos luego.

En la Universidad Autónoma de Puebla, con la incorpo-ración de Bjorn Hölmgren y Ruth Urbá, procedentes de Cuba, se inició un grupo de neurobiólogos en el Instituto de Fisiología, con Enrique Soto, José Carlos Eguibar, Gonza-lo Flores y otros que han establecido ya líneas independien-tes de investigación.

En la Universidad Autónoma de Tlaxcala, junto con elgrupo del Cinvestav, se inició una colaboración con investi-gadores del Instituto de Investigaciones Biomédicas de laUNAM, que han desarrollado una línea independiente detrabajo, encabezada por Pablo Pacheco, con Margarita Mar-tínez Gómez, Rosa Angélica Lucio y otros jóvenes investiga-dores. El propio Pacheco ha iniciado últimamente un nuevogrupo de investigación, al fundar el Centro de Neuroetolo-gía de la Universidad Veracruzana, con Jorge Manzo, Porfi-rio Carrillo y otros investigadores jóvenes, algunos de ellosya egresados del posgrado de esa misma institución.

En la Universidad de Yucatán, desde principios de siglo,se dieron las contribuciones pioneras de Harald Seidelin enanatomía patológica, y después las de Jorge Zavala en micro-biología, de Jorge Pazos en farmacología y del grupo de neu-robiología, con José Luis Góngora.

En la Universidad Autónoma de Colima, un grupo de fi-siólogos egresados del Cinvestav, como Jesús Muñiz, MiguelHuerta, José Antonio Sánchez Chapula, Carlos Onetti, Mau-ro Pacheco y otros, establecieron el Centro de InvestigaciónBiomédica, que ha tenido un magnífico desarrollo. A estegrupo se han vinculado investigadores nacionales de la tallade Juan García Ramos y Ramón Álvarez Buylla, luego de re-tirarse del Cinvestav, y ya ofrece un programa de posgrado debuen nivel.

En la Universidad Autónoma de Aguascalientes se inte-gró un grupo de fisiólogos y bioquímicos egresados del Cin-vestav, que vienen impulsando la investigación biomédicaen esa institución.

A estos avanzados esfuerzos habrá que añadir los que demanera más o menos modesta se están desarrollando en di-

La cuna de la cienciamexicana estuvo en lacapital de la república.

Sin embargo, huboesfuerzos plausibles

de investigaciónen varios estados

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húngaros emigrados a México ante la ame-naza del nazismo. Entre ellos Federico Leh-man, Emeric Somlo y Jorge Rosenkranz,inicialmente con Russell Marker, desarrolla-ron un método para sintetizar progesterona apartir de la diosgenina, producto natural deuna planta mexicana, el barbasco.

El Instituto Syntex atrajo a jóvenes quí-micos de la talla de Carl Djerassi, Luis Mi-ramontes, Jesús Romo, Alejandro Zafaroniy otros, que convirtieron a la Ciudad deMéxico, al decir de Djerassi, en “el centrode esteroides del mundo”. Además, congran visión, realizaron una labor educativaejemplar, y buena parte de los líderes de laquímica orgánica en México se prepararonen ese instituto, que pronto estableció con-tactos con la Universidad Nacional Autó-noma de México y el Instituto PolitécnicoNacional, entre las instituciones educativas,y con algunos centros de investigación hos-pitalaria.

Aunque de menor magnitud, es dignode mención el esfuerzo que significó el Ins-tituto Miles de Terapéutica Experimental,creado por Efraín Pardo, con algunos de suscolaboradores en la Facultad de Medicina,y que desarrolló una valiosa línea de investi-gación en fármacos antihipertensivos, don-de destacaron los trabajos de Enrique Hongy Horacio Vidrio, y en opiáceos, con Julián

Villarreal. Ahí se consolidó un valioso grupo de farmacólo-gos. Al ser adquirido Miles por otra empresa farmacéutica,desapareció el instituto. Algunos de sus integrantes se in-corporaron al Cinvestav, otros a la UNAM y unos más a di-versas instituciones del país.

LA PRODUCCIÓN CIENTÍFICA MEXICANA EN SALUD, VISTA EN PERSPECTIVA

El escenario de comienzos de siglo XXI es muy distinto al delinicio del siglo precedente. Hoy estamos menos aislados y vi-vimos en un mundo globalizado y bien comunicado. Haceun siglo, asistir a un congreso científico internacional era as-piración singular de nuestros líderes científicos y motivo depublicaciones alusivas a la experiencia. Hoy es derecho yaun obligación de todo investigador y de estudiantes de pos-grado. La publicación en revistas internacionales, antaño reservada también a los líderes científicos, es hoy requisitode graduación de estudiantes y de ingreso al Sistema Nacio-nal de Investigadores y a sociedades científicas. Las publica-ciones editadas en nuestro país reciben contribuciones deinvestigadores de otras naciones y son adquiridas en biblio-tecas extranjeras. Nuestros científicos prominentes formanparte de grupos directivos en sociedades internacionales y de comités editoriales de publicaciones del mayor prestigioen el mundo, y a nuestros centros científicos asisten ya co-laboradores y estudiantes de otros países, sobre todo de Latinoamérica.

Se ha avanzado, sin duda (Gráfica 2), pero no al mismoritmo que en las naciones desarrolladas. Ha habido épocas deaceleración y otras de estancamiento. Además, hoy existendatos cuantitativos que nos permiten ubicarnos con ciertaprecisión y que nos impiden asumir el inocente triunfalismoque trasciende en los escritos de hace un siglo. Los índicesbibliométricos nos muestran que llegamos al fin del sigloproduciendo el 0.5% del caudal científico mundial. Comoen muchos otros países, las ciencias de la vida y de la saludconstituyen el área más productiva, con cerca del 60% deltotal de publicaciones científicas y las cifras más altas de re-percusión en la literatura internacional. Con la profesionali-zación de la investigación científica se ha definido un perfil internacional para los miembros de la comunidad nacional.Sin duda sufrimos menos que las generaciones precedentes elanonimato y la ignorancia de la obra hecha en México, pe-ro aún estamos en la periferia de los círculos científicos in-

Se ha avanzado, sin duda,pero no al mismo ritmo

que en las nacionesdesarrolladas

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cionales. Según los indicadores bibliométri-cos, las neurociencias, la biología molecu-lar, la biología de la reproducción y lafarmacología son las de mayor desarrollo,pero han surgido otras áreas de interés. Lasmás recientes son la biotecnología y la ge-nómica, campos de avanzada de la biomedi-cina actual en los que México apenas estáingresando. Aunque con pocos represen-tantes, tienen presencia en nuestra biome-dicina la mayor parte de los capítulos deesta disciplina.

Pero en las ciencias de la salud se danmejores oportunidades para la obra original,dada su estrecha y necesaria vinculacióncon los problemas cotidianos y fundamenta-les de salud de la población. Ahí, la investi-gación ha estado presente. No es fortuitoque las primeras contribuciones importan-tes de mexicanos a las ciencias médicas enel pasado siglo, así como la primera graninstitución de salud, hayan sido dedicadas a la investigación de las enfermedades in-fecciosas, que eran la principal causa demuerte, y aún hoy la microbiología, la para-sitología y la infectología cuentan entre lasdisciplinas más desarrolladas en nuestraciencia.

Las ciencias neurológicas han tenido unvigoroso desarrollo, especialmente en sus as-pectos básicos, con los que se han realizadocontribuciones de importancia en el conoci-miento de los mecanismos de excitaciónneuronal, de transmisión de información ensinapsis, y en los complejos procesos de in-tegración en el sistema nervioso. Se hanproducido avances de consideración en el

ternacionales; la aspiración inmediata de nuestros investiga-dores es incorporarse a corrientes generadas en otros países.

Las instituciones de educación superior contribuyen conla mayor parte de la investigación biomédica. Ahí, las co-rrientes científicas siguen el curso de las tendencias interna-

Gráfica 2. Aumento de la producción científica nacional(A), de la participación mexicana en la producción cien-tífica mundial (B), y de la repercusión de los trabajosmexicanos en la literatura internacional (C). (Tomada deIndicadores de Actividades Científicas y Tecnológicas, Co-nacyt, 1999.)

AA

B

C

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conocimiento de la fisiopatogenia y en eltratamiento de la epilepsia, y se han diseña-do y probado fármacos con utilidad clínicaen este padecimiento. Se han desarrolladovaliosos modelos para el estudio de las adic-ciones, así como en la enfermedad de Par-kinson y otros padecimientos neurológicos.

En todos estos campos, las dimensionesde nuestros grupos de investigación son ta-les que imposibilitan la relación detalladade sus contribuciones. Hace unos cuarentaaños se destacaban las singularidades; hoyapenas se puede aludir al conjunto. De losárboles aislados, hemos pasado al bosque.Basta recordar que el número de integrantesdel Sistema Nacional de Investigadores enel área de ciencias de la viday de la salud rebasa los dosmillares (Gráfica 3).

Por otra parte, la investi-gación biomédica que se hace en México, igual que en otros

campos del conocimiento, está concentrada en pocos cen-tros científicos. Aunque desde hace tres décadas se ha hechoun gran esfuerzo para apoyar el establecimiento de gruposcientíficos en los estados de la república, y ya se cuenta conalgunos de nivel excelente, estamos al comienzo del caminoy el avance no es muy firme. Aún hoy, la mayor parte de lainvestigación en salud se hace en las instituciones del vallede México, y en ellas se está preparando la mayoría de los fu-turos investigadores (Figura 3).

Ha habido una notable expansión en el programa de be-carios de posgrado en investigación, y las ciencias de la saludhan tenido una destacada participación, pero aún estamosmuy por debajo de las cifras correspondientes de países condesarrollo económico similar al nuestro. Los investigadoresaún escasean en nuestros hospitales y en nuestras universida-des. El Sistema Nacional de Investigadores, que incluye a lamayor parte de los científicos profesionales del país, no se ex-pande satisfactoriamente. En nuestros centros de estudio segradúan menos de mil doctores al año y aún tenemos insti-tuciones de educación superior y de tercer nivel de salud queno realizan investigación. Será necesario hacer un esfuerzomucho mayor para combatir el rezago.

Ya en el pasado hubo momentos en que un impulso, aunde naturaleza puntual, llevó al desarrollo de importantes gru-pos científicos; no hay ninguna limitación insuperable anuestro avance científico. Se requieren la voluntad y las me-didas apropiadas para lograr el propósito.

Los índices bibliométricosmuestran que llegamos

al fin del sigloproduciendo el 0.5%del caudal científico

mundial

Gráfica 3. Evolución del númerode investigadores nacionales enel Área II del Sistema Nacionalde Investigadores. (Tomada deIndicadores de Actividades Cien-tíficas y Tecnológicas, Conacyt,1999.)

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Hugo Aréchiga es médico cirujano por la Facultad deMedicina, UNAM, y doctor en ciencias fisiológicas ybiofísica por el Cinvestav del IPN. Recibió el Premiode la Academia de la Investigación Científica en elcampo de Ciencias Naturales, la Beca Guggenheim,el Premio Nacional de Ciencias Naturales y Exactas1992, y la Cátedra Patrimonial Nivel I del Conacyt.Actualmente es jefe de la División de Estudios dePosgrado e Investigación de la Facultad de Medicinade la UNAM.

Figura 3. Programas de doctora-do en ciencias biomédicas enMéxico, con egresados ya gra-duados. En 1960, todos estabanconcentrados en la capital de larepública. Ahora ya participanalgunos estados.

1960 2000