disección de la sociedad

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. RESEÑAS las ci udade s, va olencia constante en los campos. Detrás de ella, s an embar- go, conunuaba fluyendo el rio azul de Carranza y las r osas y el tr igo de J orge R ojas . Si , ellos le cantaban a Co lo mb ia bajo la fo rma de mu c ha- c ha sie mpr e Joven . No si todo ello sea mu y r ea l, per o sí sé que e ra muy sincero: creían en un paí s utópico que se es tab a volat ilizando de lant e de sus pr opios oj os . Curi oso, entonces, el de s tin o de los libr os, que aho ra c on- tinúan aquí h ablándonos, en la Argen- ti na , con el l eng uaje de Piedra y Cielo . Po rqu e el hbr o, destinado a los niños de las escu elas argentiuas, trae consigo ..el canto del toche y el per - fume de las chmmoyas ", q ue son las msagnias del valle de Tenza . P ero no sólo ellos: tambtén exporta, s alla de las fronteras patr ias, el so mbr e ro de ji pa y el pañu elo rab oega ll o, ador- nados los pr imeros con ram it os de mortiñ o o quereme . También de cómo todo gavilán tiene su ciriri, ese pájaro atrevido que causa mort ificación inclu- so a las av es de s po der oso pico. El libr o, r ea li zado co n gra n rigor didá ctic o, en su vocabulario explica- tiv o, a ca rgo de l one de Sierra , pone a viaja r no sólo al mencio nad o T oc he sino a muchos o tros, de todo tipo y co ndi ció n. P ero no so lo pájaros : tam- bién fl ores, fruta s, paisajes y peripe- cias , que se nos van dando a tra vés del inco nfund ible estilo "piedracie- Lista" de P iñeros, co mo c uand o afirma "la po marrosa par ece la equivoca- ció n del r osal que en vez de r os a dio fruto··. O co mo c uand o, desc rib iendo oficios de las fl ores, sugiere que el de "la ca nanga qui zás sea fabri ca r mar co de aroma a la ve ntana". Han pas ado veinte afios d esde que Joaquín Piíieros Co rpa s e sc ribió este relat o, y no est oy muy eq uivocado al de cir que ahora ha co brad o, tri ste- me nt e, una significación ma yo r que antes . Si el rótu lo no so nara tan horribl e, podrí amos decir que es uno de los primeros libr os eco lógicos r ea lizados en Colombia . En él está t oda la bullic1osa algarabla de nu es- tra natural eza , sus colores lidos y sus perfum e que nos han mar ca do , si n necesi dad , p or ciert o, de limitar- nos a un o so lo: al cé lebr e olor de la guayaba . L os aromas ca mpesi no s de Piñero s uenen que ver c on las alu - plantcles de Boyaca y Cundtnamarca. y no son men os grato s. La mo ra , el mango , la curuba y el mara cuyá, y tant as o tra s fruta s que se vuelven agua en la boca, de lo menc ionarlas . Por e ll o, lo stgm fi c ativo del libro no es la trascendencia uni versal de su fábula si no el marco local que la e ngloba , dánd o le valor y sentido pr o- pio. Es tan banal de cirlo, pero no so bra re co rd ar lo: lo univ er sa l br o ta del ca bal re co noci mie nt o de lo local. El p asa do recobrado es la única man e ra de triunfar so br e la muerte . "Tu ca nt o es o tr o t oc he que se te escapa p or el pico y se p osa en una rama de la vida, medto tono abajo de tu corazó n": con es tas palabras , tan liricas, el t oche maestro elogia a su d iscí pul o, al concluir su aprendizaje de canto . Hum ano y reli gioso, m ora- li s ta y po ét ico, al egó rico y alegre : el libr o concentra un vasto cos mos. Co n sus innega bles valores pe da - gógicos , realza dos por esta c uida - do sa edició n, con su co pio so vocabu- lario explicado , y la bo ndad de las ilus traciones que lo acompañan, el Toche Bemol pr osigue su vida, entre lectores argentino . en primer lugar. Nosotros, los que no tuvi mo s infan- cia c ampesi na , por de sg ra cia, pode- mos rec up e rarla , colá nd on os en estas págin as, entre ya rum os y quiches , mohanes y azuleJOS, para di sfru tar así, en versión para niños, de un auténti co breviano de la natur aleza colombiana. El cue nt o es inces ante : " Había una vez, ha ce mucho ti empo , en tierras del valle de Tenza , en Co lombia , un To che Bemol". P or ello, co n raz ón se ha r eeditad o en Bue nos Aires. J. G. CO BO B ORDA Disección de la sociedad ¿La sociedad de la m entira? María Tut!sa Hnr cn CereOveJa Negra. Bogotá, 1986. 24!! gs La pr imera pregunta que nos asalta tras la lectura de este Inqui etant e li br o, suger ida por la neces1dad inapelable de e nmar carlo dentro de algún molde, seria: ¿ Qué ttpo de obr a es es ta '? ¿Sociológica? ¿Penodisuca? <. Polittca? ¿ Juríd i ca ? ¿Econó ma ca? os q ueda - mos un tant o perpletos ante la duda . Y es que la respues ta no es s1 mple, pue el libro trat a de t od o un poco. Fren te a la m1 s ma cu esuón, la aut o ra , la co noctda abogada y pen o- dis ta Marí a Tere sa H errán , ha va c a- lado . Cuando el histo nad or o el sociólogo del futur o quteran s aber qué caracteriz ab a hacia 1985 , ha cia fine s del siglo XX, a la socie dad colombiana , podrá form ar se una ima- gen mu y acertada si c ons ulta La sociedad de la menttra. ste es un claro argument o en favor de un en c ua - dre usociológico". P or o tra part e, un tratamiento ágtl y un lenguaje un tanto popular uend en s ha c 1a el lado del pen o d1 smo 1, co mo lo ha di cho Borge s, con ac1e rt o o tn él, el periodismo es literatura para el olvad o, en este ca so en parti c ular la peno- dista ha desbordad o los limne s es tre- chos de su oficto, adentránd ose en alg o acaso s seri o, vale dcc 1r , per- durabl e co mo testimonio para el fut u- ro . El tema tal vez justifica un trata - mi ento más cie nt ifi co en otra o portu - nidad , ga na ndo c on ello en pr ofundi- dad , co mo es el deseo de la aut ora para próxtm os trabaJO S, aunqu e qutzá se pierda un po co de la que conllevaun e nf o qu eco moe l pr e e nt e. El libro, co mo tod o.., lo qu e seña- lan una nueva ruta , puede parecer superficta l. Intenta abar car. con ma ra\ a probar una te ts, tant o\ a pecto de nuestra vi da cotidtana. qu e no nlca nt a a profundtzar en ning un o de e ll o\ . diluyéndo e en una va la amplitud que tan lo asptr a a trillar al gun a -. 1 19

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Page 1: Disección de la sociedad

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

RESEÑAS

las ciudades, vao lencia constante en los campos. Detrás de ella, s an embar­go, conunuaba fluyendo el rio azul de Carranza y las rosas y el trigo de J orge R ojas. Si, ellos le cantaban a Colombia bajo la fo rma de mucha­cha siempre Joven. No sé si todo ello sea muy real, pero sí sé q ue era muy sincero: creían en un país utópico que se estaba vola tilizando delante de sus propios oj os. C uri oso, entonces, el destino de los libros, que ahora con­tinúan aquí hablándonos, en la Argen­tina, con el lenguaje de Piedra y Cielo.

Po rque el hbro, destinado a los niños de las escuelas argentiuas, trae co ns igo .. el canto del toche y el per­fume de las chmmoyas", q ue son las msagnias del valle de Tenza. Pero no sólo ellos: tambtén exporta, más alla de las fronteras patrias, el sombrero de jipa y el pañuelo raboegallo, ador­nados los primeros con ramitos de mortiño o quereme. También de cómo todo gavilán tiene su ciriri, ese pájaro atrevido que causa mortificación inclu­so a las aves de más poderoso pico.

El libro, realizado con gran rigor didáctico, en su vocabulario explica­tivo, a cargo de lone de Sierra, pone a viajar no sólo al mencionado T oche sino a muchos otros, de todo tipo y condición. Pero no solo pájaros: tam­bién fl o res, frutas, paisajes y peripe­cias, que se nos van dando a través del inconfundible estilo "piedracie­Lista" de Piñeros, como cuando afirma "la pomarrosa parece la equivoca­ción del rosal que en vez de rosa dio fruto··. O como cuando, describiendo oficios de las fl ores, sugiere que el de "la cananga quizás sea fabricar marco de aroma a la ventana".

Han pasado veinte afios desde que Joaquín Piíieros Corpas escribió este relato, y no estoy muy equivocado al decir que ahora ha cobrado, triste­mente, una sign ificación mayor que antes . Si el ró tu lo no sonara tan horrible, podríamos deci r que es uno de los primeros libros ecológicos realizados en Colombia. En él está toda la bullic1osa algarabla de nues­tra naturaleza, sus colores cálidos y sus perfume que nos han marcado, si n necesidad, por cierto, de limitar­nos a uno solo: al célebre o lo r de la guayaba. Los aromas campesinos de

Piñeros uenen que ver con las alu­plantcles de Boyaca y Cundtnamarca . y no son menos gratos. La mora, el mango, la curuba y el maracuyá, y tantas otras frutas que se vuelven agua en la boca, de sólo mencionarlas.

Po r ello , lo stgmficativo del libro no es la trascendencia universal de su fábula sino el marco local que la engloba, dándo le valor y sentid o pro­pio . Es tan banal deci rlo , pero no sobra recordarlo: lo universal brota del cabal reconoci miento de lo local. El pasado recobrado es la única manera de triunfar so bre la muerte. "Tu canto es otro toche que se te escapa por el pico y se posa en una rama de la vida, medto tono abajo de tu corazón": con estas palabras, tan liricas, el toche maestro elogia a su d iscípulo, al concluir su aprendizaje de canto. Humano y religioso, mora­lista y poético, alegór ico y alegre: el libro concentra un vasto cosmos.

Con sus innegables valores peda­gógicos, realzados po r esta cuida­dosa edición, con su copioso vocabu­lario explicado, y la bondad de las ilustraciones que lo acompañan, el Toche Bemol prosigue su vida, entre lectores argentino . en primer lugar. Nosotros, los que no tuvimos infan­cia campesina, por desgracia, pode­mos recuperarla, colándo nos en estas páginas , entre ya rumos y quiches, mohanes y azuleJOS, para disfru tar así, en versión para niños, de un auténtico breviano de la naturaleza colombiana. El cuento es incesante: " Había una vez, hace mucho tiempo, en tierras del valle de Tenza, en Colombia, un Toche Bemol". Por ello, con razón se ha reeditado en Buenos Aires.

J . G. COBO BORDA

Disección de

la sociedad

¿La sociedad de la mentira? María Tut!sa Hnrcn Cerec·OveJa Negra. Bogotá, 1986. 24!! págs

La primera pregunta que nos asalta tras la lectura de este Inquietante libro, sugerida por la neces1dad inapelable de enmarcarlo dentro de algún molde, seria: ¿Qué ttpo de obra es esta'? ¿Sociológica? ¿Penod isuca? <. Polittca? ¿Juríd ica? ¿Económaca? os queda­mos un tanto perpletos ante la duda. Y es que la respuesta no es s1 mple, pue el libro trata de todo un poco.

Frente a la m1sma cuesu ó n, la auto ra, la conoctda abogada y peno­d ista María Teresa Herrán, ha vaca­lado. C uand o el histo nad o r o el sociólogo del futuro quteran saber qué caracteri zaba hacia 1985 , hacia fines del siglo XX, a la sociedad colombiana, podrá formarse una ima­gen muy acertada si consulta La sociedad de la menttra. s te es un claro argumento en favor de un encua­dre usociológico". Por otra parte, un tratamiento ágtl y un lenguaje un tanto popular uende n más hac1a el lado del penod1smo 1, como lo ha dicho Borges, co n ac1erto o tn él, el periodismo es literatura para el olvado, en este caso en particular la peno­dista ha desbordado los limnes estre­chos de su oficto, adentránd ose en algo acaso más serio, vale dcc1r, per­durable como testimo nio para el fut u­ro. El tema tal vez j ustifica un trata ­miento más cient ifico en otra o portu­nidad , ganando con ello en profundi­dad, como es el deseo de la auto ra para próxtmos trabaJOS, aunque qutzá se pierda un poco de la fre~cura q ue conllevaun enfoquecomoel pre ente.

El libro, como tod o.., lo que seña­lan una nueva ruta, puede parecer superfictal. Intenta abarcar. con mara\ a probar una te ts, tanto\ a pecto de nuestra vida cotidtana. que no nlcanta a profundtzar en ninguno de ello\. diluyéndo e en una va la amplitud que tan sólo asptra a trillar alguna-.

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PERIODISMO

pautas. Pero debe reconocerse que el mérito de comenzar es por sí solo un fin cumplido. A otros queda el ahon­dar, y a la opinión pública queda, para

. ' . que reflexione, su mensaJe pnsttno. Todas estas precisiones no tratan

de demeritar sus eminentes calida­des. Terminamos por catalogar la obra, acaso artificialmente, como periodística. No debemos olvidar que se trata de una recopilación, con algunas adiciones y replanteamien­tos , de una serie de crónicas publica­das originalmente en el diario El Espectador. Y cabe destacar que, dentro de su tratamiento periodís­tico, nos regala dos grandes virtudes que de otra manera hubiera perdido y que la autora sabe utilizar como pocos en Colombia:

Primera: Se trata siempre de infor­mación de primera mano. Se recurre a entrevistas directas o a obras de reciente publicación y no siempre debidamente publicitados. De ahí su gran lista de colaboradores, que dan vida y dinamismo a la exposición. Además, se dicen las cosas por su nombre, sin cortapisas, tal como las conoce la op inió n pública, sin omitir citar a las personas por sus nombres propios cuando debe hacerse, des­echando el "chisme" impersonal. En este sentido, hay que abonarle otra virtud. Es un libro valiente, como solo podría haberlo escrito una mujer.

Segunda gran virtud: Encontramos en sus páginas una saludable buena dosis de la tan útil y olvidada estadís­tica, aplicando una visión que, debe­mos confesarlo, ha sido desarrollada admirablemente dentro del periodismo norteamericano.

La tesis es que somos una sociedad inauténtica, en la que hemos ido construyendo justificaciones " lógicas'' a una serie de actitudes inmo rales, convirtiéndolas poco a poco en acti­tudes morales. Esta tesis, en medio de su casi natural obviedad, es nove­dosa. Todo~ lo sabíamos, o acaso lo sospechábamos, pero nadie había teni­do el valor o la conciencia de denun­ciarlo. A partir de su enunciación, la autora se esfuerza en ilustrar con ejemplos, de forma lineal, su enfoque unitario, a la manera de un Freud o de un Marx, empeñados en abundar en ejemplos de que cierta caracterís-

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tica es el motor de nuestra vida. En el caso colombiano, la inautenticidad , la mentira. Nuestra vida diaria resulta ocupada por un sartal de mentiras que terminan siendo tantas, como las pinturas de un museo, que acaban por diluirse unas y otras hasta que no las volvemos a advertir.

Y no es que la mentira sea mala de por sí. La mentira es un medio de defensa, necesario para la vida en sociedad. "Está demostrado psicoló­gicamente que el hombre necesita, para sobrevivir y defenderse, cierta dosis de mentira. Esta se convierte en un bumerán individual y social cuando sobrepasa límites indefinibles cuanti­tativamente pero detectables cualita­tivamente". Simplemente, nos exce­dimos. Nuestra deshonestidad estruc­tural causa malestar. Somos deshones­tos. Y cómplices. La honestidad en rigor no admite grados. O somos o no somos. Y el que, tras la lectura de este libro, se halle libre de culpa ...

Lo más grave es nuestra creciente incapacidad para siquiera advertir el mal. Estamos enfermos del "como si el mal fuera de otro". Y así, sin dar­nos cuenta, vamos rodando hacia el abismo.

En la introducción se lee: "El pro­pósito de este libro es detectar 4as inautenticidades, no con el fin de demostrar que toda la sociedad colom­biana o todos sus miembros son inauténticos, sino que en el momento actual ciertas tendencias preocupan­tes impiden su plena realización". Pero al final del libro quedamos con la sensación de que las "tendencias preocupantes" son en realidad grue­sos problemas que carcomen a toda Colombia. Estos son algunos de los aspectos en los que con mayor énfasis se insiste en la inautenticidad:

La familia: En ella, verdades a medias y reticencias en aceptar la realidad cambiante son característi­cas . Como dice un especialista: La familia está bajando de estatus. Algu­nos síntomas son: el auge de la unión libre y de las separaciones matrimo­niales (más de un millón de colom­bianos separados había en 1980); un matrimonio civil que no se utiliza por considerarse "de segunda"; un divor­cio, con el que se hizo populismo y que al final resultó inocuo, puesto

RESEÑAS

que sólo opera para los matrimonios civiles; la ausencia de un registro sis­temático (debe advertirse que con posterioridad a la publicación de este libro la Cámara de Comercio ha dado importantes pasos hacia una solución). Estos son sólo algunos de los aspectos del problema.

La mujer y la sexualidad. La apa­tía ha llevado a la sociedad, primero, a no reconocer que existen los con­flictos anotados, y segundo, a no hablar nunca de ellos. Algunos de ellos son: la persistencia del mito machista; la del mito neorromántico de que en todo lo puro y bello está ausente lo sexual; la mentira de que a los hombres no les importa la virgi­nidad femenina; el crecimiento de las cifras respecto al aborto; la libera­ción moral en cuanto al control de la natalidad, acompañada por una pér­dida de control ético de la Iglesia, la que es renuente a aceptar y analizar esa pérdida; el catolicismo tan sólo de palabra de muchos colombianos~

la falta de comunicación acerca del sexo, con la insistente tendencia a no plantear jamás temas tabúes como la masturbación; la dualidad de com­portamientos de los padres para con sus hijos (como adultos frente al ren­dimiento escolar y como niños frente a las relaciones amorosas); la conti­nuada creencia de que en las niñas la ignorancia sexual equivale a la más excelsa virtud; el habitual abandono de mujeres embarazadas~ la toma de anticonceptivos a escondidas~ la jac­tancia del hombre ante sus innume­rables "conquistas" amorosas~ la pro­liferación de textos escolares que insisten en la suciedad del amor.

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La educación. Se recalca la notoria diferencia cultural que separa a padres e hijos, productora de conflictos fami­liares . difícilmente salvables. Otros aspectos de la educación en los que se nota la inautenticidad son: la prolife­ración de centros de educación supe­rior de mala calidad (educación-nego­cio); la ausencia de trabajo investigati­vo en la universidad privada, que se considera la mejor; la frustrante reali­dad con la q ue se enfrenta el que ha culminado sus estudios, por la desa­parición de las relaciones educació n­empleo y movilidad social-educación; la falta de adaptación para el "rebus­que"; la tendencia a ser empleado de alguien como condición para triun­far en la vida; las " palancas", que falsean una sociedad democrática igua­litaria. La autora recalca en especial la ausencia de una adecuada recrea­ción. La única diversión de la gente es ver televisión. El deporte bienestar casi no existe, salvo la fe liz iniciativa de las cic!ovías. Las organi2.aciones juveniles serían un principio de solu­ción, pero ante todo se observa la necesidad de retornar a la iniciativa propia, la más eficaz de las soluciones.

La droga. "La peor mentira que se dicen los colombianos es que la droga es problema de otro". Algunas inau­tenticidades son: la creencia de que la droga penetra solamente en ambien·· tes con problemas familiares; el do ble filo q ue tienen las campañas de pre­vención; la ignorancia de que tres millones de colombianos son droga­dictos crónicos, sin contar los alco­hólicos; la firme creencia de que el

dinero da la felicidad y el poco tiempo libre que los padres d ispensan a sus hijos; la aceptación social de drogas como el alcohol y el tabaco; la exis­tencia de un Estado cantinero que nutre su presupuesto con venta de licores.

La o tra cara de la droga, el na rco­tráfico, recalca a un con mayor fuerza la inautenticidad colombiana. Hipo­cresía, verdades a medias y tolerancia muestran un cuadro "espeluznante". Frente a un lenguaje y actitudes de repudio de dientes para afuera, el narcotraficante es, hoy por hoy, el símbolo del éxito social en un país donde el dinero es el mayo r de los valores. Se repudian los asesinatos que cometen, pero se negocia con sus miembros mediante asesorías y ser­vicios profesionales.

La incredibilidad. Otra inautenti­cidad patente. Dos ejemplos: las gran­des tragedias de 1985. Palabras como crisis y riesgo se incorporaron al léxico corriente como lo más normal y, ocurridas las tragedias, la solución es echarse la culpa unos a otros.

Los reinados. Imagen viva de lo que es Colombia, son en parte mag­nificación para esconder realidades y, en sí mismos, una de las más ver­gonzosas mentiras. En ellos aflora el racismo y una presentación artificial de la mujer. En un intento por desvir­tuar lo que en realidad es una reina como arquetipo sexual en la cual se mira un vago elemento estético y se adivina un marcado aspecto erótico, se ha intentado explorar el aspecto intelectual de las candidatas, haciendo aún más grotesco el espectáculo.

El proceso de paz. Advirtiendo que no se trata de negar los aspectos positivos de la paz, éste es y ha sido otro claro ejemplo de la sociedad mentirosa en que vivimos. La situa­ción puede resumirse en la frase de Oiga Behar: La principal mentira del proceso de paz fue decir que había paz. Hay que destacar que todas las posiciones han sido falsas. La del gobierno, . que buscaba en el fondo deteriorar la imagen de la guerrilla adoptando una solución eminente­mente formalista; la de la guerrilla (M-19), al proponer un diálogo nacio­nal en condiciones imposibles de lle­var a cabo; las fuerzas armadas q ue, a

PERIODISMO

pesar de decir lo co ntrario, fue ro n recalcitrantes adversarias del proceso. Y sólo hemos citado a los más impor­tantes de los implicados. El pro blema de la violencia está en el fondo de todo esto. Vale mencionar el enfoque que se da a la vio lencia corno reac­ci·ón biológica constructiva ante los ataques de la naturaleza. La única solución, termina diciendo la autora, está en " la satisfacción de las necesi­dades básicas, personales y sociales, del individuo''. Entre tanto, la vio­lencia persistirá.

La información. La mentira en la prensa ha llevado a la apatía a los colombianos. El periodista es cada vez menos independ iente, forzado por la presión de los dueños de los medios. Titulares tendenciosos o con mensaje implícito, una televisión que es campo de batalla comercial y en la que el Estado es un competidor menor, son síntomas notables de inautenticidad.

La informática. Con ella se ha abierto un nuevo campo, no sólo a un mejoramiento de la vida, sino a la sucesión de fraudes y abusos, aparte de ser un grave peligro contra el dere­cho de intimidad de Jos particulares.

La evasión fiscal. Sin ser propia de nuestra idiosincrasia, sino una enfer­medad mundial , es una de las falsas morales más aceptadas entre noso­tros. El Estado es un enemigo que aplica una ilegalidad fiscal , se dice. No sólo es ser bobo sino parecerlo que el vecino evada impuestos mien­tras nosotros pagamos. El Estado colabora, poniendo todo tipo de tra­bas al buen cumplimiento fiscal, sin hablar del ingenio creciente de los asesores tributarios.

Las aduanas. En esta materia, se libra una lucha titánica contra lo que "ya no es corrupción sino que llega a podredumbre''. Hay una multitud de trampas toleradas, lo q ue lleva a pen-

, , . sar q ue aqUl, mas q ue en mnguna otra mentira, solo "los ot ros" son corruptos.

El sector privado. N o sólo el secto r público es corrupto. Las sociedades comerciales son un claro ejemplo de manipulación privada. Asambleas y balances manejad os, acciones que se inflan misteriosamente, inercia de los pequeños accionistas, revisores fisca­les inoperantes y gerentes omnipo-

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tentes. cuya única cortapisa es su honradez perso nal , dan un cuadro real de lo que pasa en la empresa nacional privada. Los gremios, por su parte. se han vue lto camaleones capaces de adaptarse a todos los cambios políticos . En cualquier caso, la inautenticidad que al respecto cabe hacer resaltar es la del mismo sisttma democrático, carente de un sentido real y concreto dentro de la empresa colombiana.

El derecho laboral. U nas son las normas y otra cosa lo que se aplica. La huelga, prohibida por la Constitu­ción en los servicios públicos, se repite todos los días ; los convenios de la OIT, a los que adhirió el país y que son ley de la república, jamás se han aplicado; patronos y sindicatos hablan distintos lenguajes; hay un efecto de subasta cuando se discuten pliegos de peticiones, los unos inflando hasta la exageración las prestaciones, los otros, disminuyendo hasta e l ridículo. La solución más fácil. una reforma labo­ral. El actual estatuto no hace más que castigar el elemento más bus­cado: la es tabilidad del trabajador.

La política. En Colombia, la inau­tenticidad es característica estructu­ral del sistema. Estos son sólo algu­nos ejemplos: Se habla de criterio patriótico cuando debajo sólo hay intereses individ uales; e l ejercicio de la política ha llevado a ejercicios mentales con los cuales "se acomo­dan, se justifican y se consideran normales las más inverosímiles posi­ciones políticas ". Palabras como cam­

bio las utilizan todos los candidatos, olvidando cifras y proyecciones con­cretas; en el fondo, nadie le da impor­tancia, porque se considera que el asunto es insoluble; los part idos tra­dicionales perdieron por completo su poder como organizaciones, en aras de ambiciones individuales, y el mito del poder omnímodo del Presidente es, en la realidad, limitado por muchos facto res.

La justicia. P ara terminar, la justi­cia, el sector más comprometido en una mentira que comenzó en la insti­tución básica, la familia. En Colom­bia, nada es prohibido, n i siquiera la dudosa fu nción de hacer justicia por propia mano. Congestió n judicial. presupuesto irrisorio, falta de ins-

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trumentos para la investigación, deli­tos que van y vuelven a la justicia penal militar, desaparecidos y ot ros muchos problemas, han hecho q ue la sociedad de la mentira haya " produ­cid o el total bloqueo del sis tem a que define lo justo y lo injusto, lo legal y lo ilegal''.

En resumen, los esquemas de morali­dad tradicional ya no son válidos. Se quiso mostrar cómo la ment ira nues­tra tiene importantes consecuencias prácticas. Nos hemos acostumbrado a eliminar lo adverso, absorbiéndolo o haciendo como si no existiera o como si fuera problema de otro.

LUIS H . ARISTIZABAL

¿Colombia nazi

• . . . . .. . . . . .

o Colombia yanqui?

Colombia nazi S ilvia Galvis y Alberto Donadío 2a. edic., Planeta, Bogotá, 1986, 367 págs.

Se pregunta uno si el periodismo investigativo puede abarcar e l campo de la historia; si, abarcándolo, puede liberarse del lastre del "presente infor­mativo". Llamo "presente info rma­tivo" a un tipo de parcialidad que no es el o bvio condicionamiento histó­rico , sino la ilusión subjetiva de que los hechos del presente pueden ser

RESEÑA S

corroborados por los hechos del pasa­d o, manifiesta, no a través de un seguimiento estructural o sincrónico de los procesos, sino, precisamente, mediante la "información" de hechos, datos, fechas, objetos-indicio. En cam­bio, no dudo de que el historiador es una suerte de periodista investiga­tivo, no del pasado (que es el mito de los " hechos"), sino de los procesos verificados en una interminable red de relaciones, que es preciso delimi­tar para apreciar un objeto de inves­tigación. La historia tiene que ser interesada (y yo defiendo la historia como arte), pero riunca es parcial. Es decir , el histo riador parte, en princi­pio, de unos prejuicios básicos, deli­mitantes y orientadores del tema; después vienen los datos del perio­dismo investigativo. Este reportero del pasado debe servir apenas de auxiliar al historiador, cuyos víncu­los con la materia de es tudio son , ante todo, pasionales; "intu itivos", diría Croce; "fatales", diría Spengler.

El periodista que se enfrenta a la h istoria corre el riesgo de ser parcial, llevado por el prurito del "hecho", de la "prueba", e ignorar que mostrar no es interpretar, que analizar no es concluir. El que nos ocupa es un loa­ble trabajo investigativo, pleno de sorprendentes sondeos en archivos y documentos que ofrecen el carácter revelador de se r primicias en el campo de la historia, de haber cumplido recientemente su plazo para la aper­tura al público. P ero, por más sor­prendentes que fueran las revelacio­nes, era más fácil extraer de ellas reflexiones políticas de corto vuelo que lograr ofrecer un panorama corres­po ndiente a lo que el terna sugería.

El tema del nazismo sigue hoy teniendo un aberrante tratamiento publicitario, o bien para desprestigio de una época de nues tra histo ria reciente, que aún nos golpea, o bien corno "gancho" para conseguir lec­tores morbosos: editores oficiales y pira tas se disputan el mercad o de Mi lucha, de los diarios de Hitler, de los bestsellers novelados y periodísticos sobre el tercer Reich, los. últimos días de Hitler y la segunda guerra mundial. El autor de esta reseña no duda en ningún momento de la serie­dad del trabajo periodístico e inves-