Doce grados de silencio.

1.- Hablar poco a las criaturas y mucho a Dios.

2.- Silencio en el trabajo y en los movimientos. Silencio de todo el ser, ojos, oídos, voz, preparando el alma a Dios.

3.- Silencio de la imaginación. El Alma presentará a esta potencia, que no se puede destruir, la hermosura del cielo, los encantos de su Señor, las escenas del Calvario, las perfecciones de Dios. Entonces también ella permanecerá en silencio y será la esclava silenciosa del amor divino.

4.- Silencio de la memoria. Silencio al pasado. Hay que saturar a esta facultad del recuerdo de las misericordias de Dios…con acción de gracias.

5.- Silencio de las criaturas. A veces el alma se sorprende interiormente hablando con las criaturas. Entonces esta alma retirase en las profundidades de ese lugar escondido, donde reposa la Majestad del Santo de los Santos, y donde Jesús se descubrirá a ella y le reverá sus secretos.

6.- Silencio del corazón. Si todo hace silencio en lo íntimo de esta alma de esposa, el corazón hará poco ruido. Un corazón en silencio es un corazón de virgen, es una melodía para el corazón de Dios. La lamparita se consume sin ruido ante el Sagrario y el incienso sube en silencio hasta el Trono del Salvador. Tal es el silencio del amor.

7.- Silencio del amor propio. Silencio a la vista de su corrupción, de su incapacidad; silencio del alma que se complace en su bajeza; silencio a las alabanzas, a los desprecios, es silencio de la mansedumbre y de la humildad. La flor se abre en silencio a su Creador. El alma debe imitarla. Silencio en los ayunos, en las fatigas, en el frío, el calor… Es el silencio del “yo” humano, que para en el querer Divino…

8.- Silencio del espíritu. Hacer callar a los pensamientos inútiles. Nuestro espíritu quiere la verdad y le damos la mentira. La verdad esencial es Dios. Silencio en la sencillez; del despojo total; de la rectitud de un espíritu que combate contra todos los enemigos; este es semejante a los ángeles que ven la faz de Dios.

9.- Silencio de los propios juicios. Silencio en cuanto a las personas y a las cosas. Es el silencio de la bendita infancia espiritual; es el silencio de los perfectos, es el silencio de los ángeles que cumplen las órdenes de Dios. Es el silencio del Verbo hecho carne.

10.- Silencio de la voluntad. Es el silencio a lo mandado, a las santas leyes y reglas, es el silencio exterior a la propia voluntad. El Señor nos quiere enseñar algo más profundo y difícil. El silencio de la víctima sobre el altar. El silencio de la crucifixión. El silencio de la agonía de Jesús. Mientras esta voluntad humilde y libre se rompe y se destruye, verdadero holocausto del amor, por la gloria y el nombre de Dios. El la transforma en su Divina Voluntad.

11.- Silencio consigo misma. No hablarse interiormente; no escucharse ni compadecerse a si misma. En una palabra, callarse a si misma. Es el silencio de la nada. Es más heroico que la muerte.

12.- Silencio con Dios. Este silencio consiste en presentarse a El, exponerse ante El, anonadarse ante El; adorarle, amarle, escucharle, descansar en EL. Silencio a la eternidad; es la unión del alma con Dios.