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D O C U M E N T A C IO N S O C IA L

REVISTA DE DESARROLLO SOCIALPublicación trimestral de la Fundación FOESSA

CONSEJO DE REDACCION

Director: Julián ABADVictorino ORTEGA Javier GOROSQUIETA Carlos GINER Agustí OSET

R E D A C C I O N

Fundación FOESSA

Cuesta de Santo Domingo, número 5

M adrid-13

A D M I N I S T R A C I O N

Ediciones EURAMERICA, S. A.

Calle Mateo Inurria, número 15

Apartado 36.204

Madrid -16

CONDICIONES DE SUSCRIPCION Y VENTA

España: 90 ptas. ejemplar. Suscripción a cuatro números: 320 ptas.

Extranjero: 2 dólares ejemplar. Suscripción a cuatro números: 8 dólares.

DOCUMENTACION SOCIAL no se identifica ne­cesariamente con los juicios expresados en los trabajos firmados.

ORGANOS DE GOBIERNO Y REGIMEN ECO­NOMICO DE LA REVISTA

Para Información de sus lectoresf y de acuer­do con lo dispuesto en el articulo 24 de la Ley de Prensa e Imprenta, damos a conocer la com­posición de los órganos rectores de la Fun­dación de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada (FOESSA) y la situación financiera de esta Revista dentro del año de su publicación.

ORGANOS DE GOBIERNO

La Fundación está acogida al protectorado del Ministerio de Educación y Ciencia, clasifi­cada como benéfico-docente por Orden minis­terial de 17 de enero de 1966. Está gobernada por una Junta Rectora de 41 miembros, de la

que es Presidente don Francisco Guijarro Arri- zabalaga; Vicepresidentes don José María Sán­chez de Muniáin y G il y don Manuel Jiménez Quilez, y Secretario, don Aristóbulo de Juan de Frutos.

PATRIMONIO DE LA EMPRESA PERIODISTICA “FUNDACION DE ESTUDIOS SOCIALES Y DE SOCIOLOGIA APLICADA” (FOESSA)

Los elementos que constituyen el patrimo­nio de la Empresa periodística " Fundación de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada" (FOESSA) son los mismos de su capital fun­dacional, que es de 1.000.000 de pesetas.

BALANCE ECONOMICO AL 31 DE DICIEMBRE DE 1973 DE LA REVISTA “DOCUMENTACION SOCIAL”

Depósito legal: M. 22.994.—1974 ISBN 84-240-0293-8

Gastos:Pesetas

De tirada ..........................................De redacción y administración ...

829.201,84243.841,12

Total .................................. 1.073.042,96

ingresos:Por suscripciones y v e n t a de

ejemplares ... .............................. 702.532,20

SUM ARIO

5 LA DESEMIGRACION7 • Informe sobre la situación de los emigrantes españo­les en la República Federal Alemana y Suiza.

Josep M. Puigjaner 17 • La emigración española en Francia.

Julián Abad25 • Marruecos. Los problemas de la marroquización.

José Af.a Gómez-Salomé37 • El retorno de emigrantes ante la creación interior depuestos de trabajo, la inflación y el pleno empleo.

Javier Gorosquieta53 • Una política de retorno de los emigrantes, necesidad

y urgencia.Victorino Ortega

67 • Hacia un estatuto del emigrante.Agustí O set

DOCUMENTACION85 Extracto de la Ley de Emigración.96 Ruego en las Cortes de don Santiago López.98 Seguridad Social en caso de paro del emigrante.99 Españoles que se repatrien de Marruecos.

t e r c e r a é p o c a - n.° 13 - e n e r o - m a r z o . 1 9 7 4

RELEVO

Un nuevo equipo ha asumido la tarea de realizar Docu­mentación Social. Nuestra pretensión es seguir el camino tra­zado por nuestros antecesores y mantener la publicación en la cota de prestigio en que ellos la han dejado. Ello no implica que los actuales realizadores de D. S. hayamos renunciado a superar metas, sino que reconocemos la eficacia, seriedad y competencia del equipo que dirigió Demetrio Casado. Si nosotros logramos mejorar el trabajo anterior, en esta mejora corresponderá más parte a quienes sentaron las bases que a quienes, caminamos sobre ellas.

Por ello, en la linea y presentación de D. S., el lector en­contrará pocas novedades, a no ser una, impuesta por la co­nocida coyuntura por que atraviesa la industria papelera y que nos ha obligado a cambiar el tipo de papel ahuesado que venia siendo habitual en estas páginas por otro blanco.

EQUIPO DOCUMENTACION SOCIAL

IMPRENTA SAEZ • TIPOS: HELVETICA • PAPEL: ALBOR ALISADO DE 63 GRS., DE SARRIO • CARTULINA ALISADA, CREMA, DE 40 KGS„ DE SARRIO • GRABADOS:

POLICOLOR • ENCUADERNACION: SAEZ

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LA DESEMIGRACION

Desde que a finales de 1973, y como consecuencia inme­diata de la crisis de energía subsiguiente al conflicto árabe- israelí, los países industriales pusieron "oficialmente” en cuestión la teoría del crecimiento indefinido, la inquietud cun­de entre la población emigrante ante el razonable temor de que sean ellos las primeras víctimas de la recesión. Voces autorizadas de los organismos interesados en el problema han tratado de situar el problema en sus justas dimensiones. Pero no todos los análisis resultan concordantes ni son todos coherentes con la realidad. Este número de Documentación Social pretende aportar algo al estudio del tema, complemen­tar las informaciones accesibles con otras de primera mano y contribuir así, modestamente, al exacto planteamiento del problema.

Siempre se ha concebido la emigración como un fenóme­no pasajero, una cura de urgencia contra el fantasma del paro en las sociedades subdesarrolladas. Está claro que no puede contarse indefinidamente con esa sangría benéfica de varias docenas de millares de emigrantes/año que encubre, aparentemente al menos, la incapacidad de nuestra industria para absorber el excedente de peonaje agrícola. Lo gravé no es que se produzca la vuelta del emigrante, sino que ésta se realice en un período excesivamente breve, máxime cuan­do economistas y económetras vaticinan una d e s a c e le r a c ió n

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considerable en el desarrollo español a partir del próximo otoño.

El escalonamiento en los retornos, la disminución progre­siva de las salidas son variables controladas por los organis­mos planificadores y estadísticamente definidas con una acep­table aproximación. El temor surge de señales evidentes de alerta observadas en las economías europeas. Los europeos están dispuestos a tomar serias medidas para contener la inflación, medidas que, de rechazo, provocarán un incremento en el paro laboral que afectará primero a los extranjeros.

A nivel de filosofía, y esta intención no ha estado ausente de quienes hemos planificado el presente número de Docu­mentación Social, la desemigración debe inscribirse dentro de un concepto más amplio que engloba otros procesos des­multiplicadores (desurbanización, desinstitucionalización, des­economía...) que afectan como mal de fondo a las socieda­des supertecnif¡cadas. Quizá los actuales mecanismos de la sociedad occidental, donde el beneficio ha dictado sus leyes a todo el quehacer existencial del hombre, necesite una ur­gente operación de desmonte, en busca de las auténticas raíces del hombre. Y quizá en esta operación de desmonte 1os emigrantes deban jugar un papel dramáticamente impor­tante al convertirse, por la intersección de dos lógicas (el desarrollo cuantitativo y la búsqueda de una superior calidad de la vida) , en las primeras víctimas de una nueva ergonomia que ellos mismos ayudan a nacer. El emigrante es un pere­grino, más aferrado a un hatillo o una maleta que a una tierra, más enraizado en el viajar que en el estar, en permanente cuestación de una comunidad cívica donde sea ciudadano de pleno derecho. Esta figura no podrá subsistir en el futuro y su muerte está vecina, bien por brutal imposición de la ló­gica económica actual, bien por pacífica y gradual culmina­ción de ese proceso de integración ya iniciado en muchos países europeos.

Son éstas las razones justificativas de la monografía que DOCUMENTACION SOCIAL pone en sus manos y en la que encontrará comentarios, estadísticas y documentos relacio­nados con el tema.

JULIAN ABAD

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Informe sobre la situación de los emigrantes españoles en la República

Federal Alemana y SuizaPor JOSEP M. PUIGJANER

A L E M A N IA

El año 1955 puede considerarse como punto de partid a de la recepción de trabajadores inm igrantes en la República Fe­deral Alemana. Las últimas estadísticas, de septiembre de 1973, señalan que el número de trabajadores extranjeros re ­gistrados en este pais alcanza la cifra de 2.345.000, cifra que representa el 10,90 por 100 del censo laboral del país. Las es­tadísticas mencionadas informan que son 190.000 los tra b a ­jadores españoles que allí radican.Como es evidente, el creciente proceso de inmigración h a creado en la República Federal enormes problemas de asim i­lación y de convivencia, a los que la Administración de los diversos Estados de la República h a tenido que hacer fren te : tareas de infraestructura, como alojamiento, escuelas, asis­tencia social y sanitaria, etc.Uno se pregunta inm ediatam ente cómo se comporta la le­gislación alemana con el nuevo elemento humanó. ¿Son los inmigrantes en Alemania ciudades de segunda categoría? La respuesta es: unos sí y otros no. De acuerdo con lo estipu la­do en el Tratado de Roma, que dio origen al nacim iento de

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8la Comunidad Europea del Mercado Común, existe una libre circulación de la mano de obra procedente de los países co­munitarios, con el fin de dar las máximas facilidades tan to a la oferta como a la demanda. Esta libre circulación se cum­ple en la Alemania Federal.

De acuerdo con el espíritu del Tratado de Roma, la Ley de Fomento del Trabajo vigente equipara al trabajador pro­veniente de un país de la Comunidad con el propio obrero alemán en todos los aspectos del mundo del trabajo: empleo, formación profesional, cursillos de capacitación, sistemas de promoción, etc. Los trabajadores comunitarios que prestan su fuerza de trabajo en la República Federal tienen también prioridad sobre cualquier otro trabajador extranjero proce­dente de países no comunitarios en lo que se refiere a la vivienda, a las plazas escolares para sus hijos, al ingreso en los institutos o en otros centros de enseñanza o de formación *.

Está claro, por tanto, que los emigrados de países que no son miembros del Mercado Común están en manifiesta des­ventaja con respecto a los compañeros de trabajo proceden­tes de países comunitarios. Las desventajas serán aún más profundas a medida que entren en vigor los planes tendentes a la formación de la Europa social, en los que los trabajado­res europeos de la Comunidad Económica Europea gozarán de facilidades de empleo, de mayor movilidad geográfica y de comodidades en la reintegración a sus países de origen.

Basta esta breve descripción de las condiciones sociolabo- rales en que se desenvuelven los trabajadores de la Europa de los Nueve, para percatarse de la situación de inferioridad que tienen que soportar los emigrantes españoles en Alema­nia Federal.

Otro aspecto que conviene tener en cuenta en el análisis de las condiciones sociolaborales en las que se mueve el em igrante español en este país es que su permiso de estan­cia, o la prolongación del mismo, puede ser denegado. En efecto, la actual Ley de Extranjeros, promulgada en 1965, es­tablece que si las circunstancias económicas del país lo re­quieren o se cometen faltas notables en los campos del de­recho común o de las reglamentaciones laborales, a los tra-

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10trabajadores españoles van a tener cerrado el paso hacia Ale­mania.Inmediatam ente después de estas ú ltim as restricciones in ­migratorias en Alemania, el director del Institu to Nacional de Emigración, don Fem ando Suárez, em itió sus opiniones personales al respecto. “Pienso —ha dicho — 1 que no hay mo­tivo de alarma. Tengo garantías de que la medida del Go­bierno alemán de suspender la contratación de trabajadores extranjeros no afectará a los trabajadores españoles que es­tán ya instalados allí; sí afectará a los que deseen ir a tra ­bajar a Alemania de ahora en adelante. Este tem a está sien­do tratado por el Gobierno, a cuya competencia corresponde. Yo no estoy alarmado.” Según declaraciones todavía m ás re­cientes, de marzo de 1974, el director del Institu to de Emi­gración ha afirmado que hay en la actualidad tres mil espa­ñoles en situación de paro en Alemania. Pero que “no tiene justificación, por ahora, una psicosis de pánico”.

Moderada inquietudPor su parte, el ministro de Trabajo alemán, W altei Arendt, a raíz de las últimas medidas, puso de relieve que, de momento, “no hay motivo que justifique inquietud”. Sin embargo, el ministro reconoce que la crisis del sum inistro de energía prim aria puede causar desajustes y despidos y que, por lo tanto, hay que estar preparado p a ra tales eventua­lidades.En 1971 emigraron a Alemania Federal 30.317 traba jado ­res españoles. En 1972, la cifra totalizó 23.271. El núm ero se vio incrementado de nuevo en 1973, ya que desde enero a octubre de ese año los españoles que em igraron a A lem ania se elevaban a 25.348.Estas cantidades no están reñidas con las medidas de con­tención inm igratoria que empezaron a dictarse en. 1972. En efecto, desde octubre de 1971 a septiembre de 1972 abando­naron Alemania Federal 332.250 obreros extranjeros, dejando un saldo migratorio neto de 150.000 personas. De octubre a diciembre de 1973 —últimos datos del movimiento m igrato-

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9bajadores inm igrantes les podrá ser denegado el permiso de estancia o no se les renovará su prolongación.

Medidas restrictivasExisten, además, en Alemania una serie de medidas res­trictivas cara a la emigración. El Gobierno h a empezado a suprim ir la contratación de trabajadores procedentes de paí­ses no comunitarios en las regiones con exceso de mano de obra: Nordheim, Westfalia, Badén-W iittenberg y Hessen. Posteriormente, en marzo de 1973, el Gobierno alemán esta­bleció el denominado “sistema de rotación” para los traba­jadores extranjeros, de acuerdo con el cual los emigrantes sólo podrán trabajar un máximo de dos años en la República Federal, al cabo de los cuales su lugar de trabajo deberá ser ocupado por otro compañero emigrante. Según los observa­dores de la economía germana, ésta experimentará un nota­ble retroceso durante el transcurso del año 1974. A finales del pasado año se preveía que en 1974 las empresas reduci­rían el núm ero de horas de trabajo y recurrirían a las jubi­laciones. Así lo afirmaba el informe realizado por cinco Ins­titu tos alemanes de Estudio de la Coyuntura.Las medidas restrictivas para los emigrantes españoles han culminado, a finales de noviembre de 1973, con la supre­sión temporal por parte de las autoridades alem anas de toda inmigración que no proceda de países miembros del Mercado Común. Esta últim a medida parece ir encaminada a poner un freno al trabajo de los extranjeros en la República Fede­ral, aunque garantiza la vigencia de los contratos ya estable­cidos. El objetivo de la misma es evitar que crezca la cifra de alemanes en paro que, ante la crisis de suministro de ener­gía y la escasez de materias primas, tiene peligro de incre­mentarse. Influyen también las sucesivas revalorizaciones del marco, con la consiguiente disminución de las exportaciones, el plan de estabilización monetaria para frenar la inflación y las restricciones crediticias que h an provocado la falta de liquidez de empresas medias. No parece que, por el momento, pueda ser recuperado el índice de desempleo, con lo cual los

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11rio— dejaron este país otros 150.000 trabajadores extranjeros, en un momento en que los parados se elevaban a 600.000.El fenómeno restrictivo no se circunscribe sólo a Alema­nia, sino que afecta a otros países europeos. En Suecia, por ejemplo, la inmigración parece en tra r ahora en el final de un ciclo que se caracterizó por una dinámica progresión des­de 1967 a 1970 y que experimentó un extraordinario descenso a partir de este último año.

S U IZ A

También en Suiza la inmigración se h a visto afectada en estos últimos años por distintos métodos de limitación. A p a r­tir de marzo de 1970 disminuyó considerablemente el núm ero de entradas legales. Se pasó de 101.790 a finales de 1969 a 52.120 en 1972. No obstante, la presión migratoria h a con­tinuado siendo notable en el territorio helvético.Por esta razón, el Gobierno suizo tiene p lanteada una in i­ciativa de Acción Nacional para hacer frente a las crisis crea­das por la inmigración en el país, que será sometida a refe­réndum nacional el 8 de diciembre de 1974 y que, de ser apro­bada, daría lugar a gravísimos problemas sociolaboraies para toda la población de trabajadores extranjeros.El promotor de est iniciativa es James Schwarzenbach, personaje clave para entender la evolución de la Suiza del presente. Hompre perteneciente a la derecha suiza —m ejor, a la ultraderecha nacional—, propugna la reducción ta ja n te de los contingentes de mano de obra extranjera para salva­guardar las esencias patrias. Hace dos años la idea de Schw ar­zenbach fue rechazada por un referéndum nacional; pero, en realidad, la disminución de permisos normales de inm igración y el aumento de los permisos para una tem porada corta, en ­tre 1970 y 1972, equivalen a una victoria de este senador u l- traderechista en la política de reducción de efectivos ex tra n ­jeros en Suiza.

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El doble equilibrioFrente al argumento de que la economía suiza se h a ve­nido beneficiando a partir de la posguerra mundial de la mano de obra inmigrada, el senador replica en estos térm i­nos : “Mi tesis es la de un doble equilibrio. Por una parte, de­mográfico, y por otra, económico. Ambos afectan a la esen­cia de lo que esta nación era y está en peligro de dejar de ser (...). En cuanto al aspecto económico, creo que la indus­tria se h a sobredimensionado respecto a los otros dos secto­res. Y creo que lo h a hecho de una m anera contraproducen­te: en vez de racionalizar su producción se h a basado en la mano de obra extranjera. Yo creo que esto es resolver los pro­blemas de modo equivocado. Suiza sólo debería absorber un. 10 por 100 de extranjeros dentro del total de la población autóctona, es decir, medio millón, y aun éstos, repartidos por nacionalidades.En lo que hace referencia a los aspectos políticos y sindi­cales, el senador suizo prefiere que los em igrantes no se in­tegren en las organizaciones de este género: “Mi punto de vista es que colaboración, sí; integración, nunca. Si Suiza pierde sus cualidades y su equilibrio entre razas, culturas y religiones se desintegrará u.Si triunfa la tesis de Schwarzenbach —tesis que, paradó­jicamente, podrían ser firm ada por las izquierdas— el sena­dor suizo se enfrentaría con la formidable expansión del ca­pitalismo industrial en aquella nación, basado en gran parte precisamente en la mano de obra extranjera.Ante el difícil panoram a que tienen delante los trabaja­dores extraneros, los españoles allí residentes han empezado a tom ar posiciones importantes, porque se d an cuenta que ellos serán las primeras víctimas si se aprueba la iniciativa de Acción, Nacional. En la Asamblea plenaria de la A.T.E.E.S. (Asociación de Trabajadores Emigrantes Españoles en Suiza) se estudió el modo y las estrategias de reivindicación de los deerchos cívicos de los emigrantes en Suiza. En el análisis realizado por la asamblea se contempla cómo las democracias occidentales han llegado a un reconocimiento y a una reali-

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13zación avanzada de los derechos políticos fundam entales: el derecho de voto activo y pasivo, y los de expresión, reunión y asociación. Además, estas democracias favorecen tam bién la práctica de los derechos sociales : la instrucción, la cultura, la seguridad social, el reposo y el ocio. Enmarcados en un régimen democrático como el suizo, los em igrantes españoles se están batiendo por la conquista de los derechos cívicos (po­líticos y sociales) que les corresponden corno residentes en aquel país.La adquisición de todos estos derechos no es una opera­ción aislada de un grupo de españoles, sino que responde a la dinámica de cerca de 14 millones de em igrantes repartidos por los países más desarrollados de Europa. Fuertes corrien­tes de opinión, nacidas a menudo en el seno de comunidades de emigrantes, se están convirtiendo en reivindicaciones lle­gadas ya al Consejo de Europa y sometidas a debate.Carecer del ejercicio real y efectivo de estos derechos sig­nifica, a menudo, quedar a merced de arbitrarism o de las autoridades e incluso verse sometido a las veleidades de m u­chos empresarios. En el caso suizo, los em igrantes españoles se han percatado de las arbitrariedades y discriminaciones de su régimen jurídico de trabajadores extranjeros, y han des­atado una acción socio-política que puede tener gran a lcan­ce. Rechazan de forma contundente una legislación que p er­mite que un grupo de ciudadanos suizos puedan disponer, en virtud de los derechos legales vigentes, de la suerte de m ás de medio millón de personas que trabajan por el país.

Acción coordinada multinacionalEn las conclusiones de su últim a asamblea, la A. T. E. E. S. decidió abordar los problemas planteados y presentó una es­trategia en tres dimensiones diferentes: 1, colaborar con las distintas organizaciones de emigrantes en Suiza; 2, tra b a ja r seriamente en los propios sindicatos suizos; 3, tom ar con tac­tos con los partidos políticos y con las autoridades com unales para hacer oír la voz de los emigrantes en los planes politico­económicos y sociales. En el orden de los hechos se h a des-

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14arrollado ya en el Centro de Contactos de Lausana una ac­ción reivindicativa consistente en un “Documento-Denuncia sobre la situación de los trabajadores temporeros en la loca­lidad de Lausana”. En el campo de la enseñanza, y desde el mencionado Centro, una comisión de enseñanza respaldada por 6.000 firmas elaboró un documento educacional que fue enviado al Consejo de Estado del Cantón de Vaud.No es que España se despreocupe totalm ente de los tra ­bajadores españoles residentes en Europa. Existen los servi­cios consulares y las agregadurías laborales, insuficientes a todas luces para el núm ero de personas a las que deben aten­der, que cumplen una cierta función de protección y vigilan­cia de los pactos establecidos entre el Gobierno español y los distintos gobiernos europeos. Algunos organismos de carác­te r religioso y asistencia! se esfuerzan por paliar la multitud de problemas que encuentran los emigrantes. Pero todas es­tas acciones, por fa lta de intensidad y por deficiencias de per­sonal y de medios, no consiguen compensar las necesidades reales de los trabajadores.

La política asistencial españolaHay un aspecto trem endam ente conflictivo en lo que se refiere a las ayudas que reciben desde España los emigrantes, que se origina por la disparidad de concepción de la vida sin­dical entre España y el resto de los países de la Comunidad Económica Europea. En efecto, el Institu to Español de Emi­gración vela por los intereses de los em igrantes españoles, pero en una dirección meramente asistencial que no llega a poder a tacar las bases de la conflictividad socio-laboral en la que el emigrante se halla inmerso. En general, ofrece a los emigrantes servicios de asesoramiento laboral que tienden a am inorar los conflictos con los patronos y autoridades de los países de acogida3.Esta h a sido la política que h a presidido la creación de las Casas de la España, dependientes de las agregadurías labora­les. En Suiza, en concreto, el Institu to Nacional de Emigra­ción h a topado, por razones ideológicas, con distintas organi-

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15zaciones de emigrantes y sobre todo con la A. T. E. E. S. La respuesta de esta entidad a la acción sindical dirigida desde España ha sido trem endam ente severa. “Creemos que la C. N. S. no tiene ámbito de intervención extranacional. Consi­deramos que los problemas laborales de los em igrantes deben ser defendidos en las organizaciones suizas de carácter sindi­cal, y en relación con las organizaciones sociales independien­tes de los em igrantes españoles. Nuestra concepción del sindi­calismo es horizontal y no admitimos la verticalidad sindical.” A lo que hay que añadir que las autoridades suizas tam bién se han definido contrarias a ciertas acciones sindicales pro­cedentes de España, por rechazo, al menos teórico, de la verticalidad.

Una pregunta a despejar:¿seguirá el éxodo de emigrantes?A pesar del ritmo de desarrollo español y de las reservas de divisas con que cuenta actualm ente nuestro país, las p re­visiones nos convencen de que seguimos siendo un pais de emigración y lo seguiremos siendo a plazo medio. De acuer­do con los datos del III Plan de Desarrollo, en cuanto a las previsiones de oferta de fuerza de trabajo, las cifras a rro jan en términos netos la necesidad de 913.000 puestos de traba jo .En cambio, la privisión de la dem anda supone que el país sólo podrá crear durante el cuatrienio 1972-75 un to ta l de521.000 nuevos puestos de trabajo. Si tenemos en cuenta que en 1971 entraron en actividad laboral unas 128.000 personas, y si éstas las sumamos a los 521.000 puestos de traba jo p a ra el mencionado quinquenio, la cantidad total asciende a649.000 nuevos puestos para el período 1971-75. La d iferencia entre esta cifra y la 913.000 prevista, nos indica que son264.000 los puestos de trabajo sobrantes4.Aunque los movimientos migratorios tienden a d ism inu ir en toda Europa, el S. O. P. E. M. I. (Sistema de Observación

Permanente de las Migraciones), creado por el Com ité de Mano de Obra y Asuntos Sociales de la O. C. D. E., h a llegado a una serie de conclusiones significativas para el fu tu ro de¡ O

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16la emigración en Europa. El S. O. P. E. M. I. constata que, al cabo de diez años, el empleo de mano de obra extranjera se h a convertido en un fenómeno estructural de las econo­mías de la Europa occidental y que continuará en adelante como un dato socio-económico esencial. A pesar de las rece­siones y de las medidas de “protección” de varios países, tiende a acrecentarse el “stock” de mano de obra inmigrada. Tal carácter estructural del empleo de mano de obra extran­jera se fundam enta en los resultados de una encuesta sobre las perspectivas demográficas, realizada en el mismo seno de la O. C. D. E. Según los estudios del S. O. P. E. M. I., no existe una correlación simple entre las tasas de crecimiento de la economía de los países industrializados y el recurso a la mano de obra extranjera; pero de hecho la mayoría de los países europeos echan mano de inmigración para los tra ­bajos más difíciles y pesados. Según datos de la C. M. T. (Confederación Mundial del Trabajo), el número de traba­jadores y emigrados residentes actualm ente en el continen­te, y principalmente en los países de la Comunidad Econó­mica Europea, sobrepasa los once millones, y la O. I. T. (Ofi­cina Internacional del Trabajo) prevé que para asegurar la continuidad de la expansión económica entre 1975 y 1980 será necesaria la presencia de once millones más.

1 Véase «En Alemania, «stop» a la inmigración», por A. Oset, MUN DO SOCIAL, n.« 217, págs. 20-22.2 Véase «Los emigrantes temporeros», por Guillermo Luis Díaz- Plaja, Triunfo, n." 513, págs. 28-31.3 Es significativo a este respecto que en la segunda conferencia sobre problemas de la inmigración, celebrada por los sindicatos eu­ropeos en Estambul en noviembre de 1973, los únicos países que no estuvieron representados fueron España y Portugal, países, por otra parte, de g r a n actividad migratoria.♦ Véase «Los emigrados, una fuerza explosiva», por A. Oset, MUNDO SOCIAL, n.* 215, págs. 27-29.

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U EM16RACI0N ESPAÑOLA EN FRANCIA

Por Ju liá n Abad

Francia es quizá el país europea donde un español se sien­te menos extranjero: afinidades de idiosincrasia en el Midi y una larga tradición de universalismo en el resto del país hacen que em igrar a Francia constituya un trance menos amargo que hacerlo a otros países. No cabe olvidar que, apar­te el chauvinismo de los inventores del refrán, es indudable que Francia es un poco la segunda patria de casi todos los europeos: en ella encontraron asilo tan to los huidos del Este europeo como los republicanos españoles. Salvo los casos ex­cepcionales de Luxemburgo y Suiza, F rancia es el país europeo con mayor porcentaje de extranjeros (7 por 100) respecto al volumen to tal de población.Estas mismas condiciones del país vecino hacen que el trabajador extranjero se instale en él frecuentem ente con su familia. De 3.775.000 extranjeros residentes en F rancia a m e­diados de 1973 sólo 1.800.000 eran “activos”, m ientras en Ale­mania las cifras eran, respectivamente, 3.600.000 y 2.345.000. Ello quiere decir que el arraigo del em igrante en la vida n a ­cional francesa es mucho mayor que en otros países europeos, ya que la proporción entre emigrantes activos y em igrantes pasivos es ligeramente inferior a la proporción existente en España entre población activa (13,5 millones) y población pasiva (20,5 millones).

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18Los extranjeros han representado una fuerza particular­mente im portante en el crecimiento demográfico francés co­mo dem uestran las siguientes cifras:

Fuente: Mobilité de la Main d’Oeuvre, O. C. D. E., París, 1967.Es decir, en 1974 resultaría difícil encontrar un francés genealógicamente puro, lo que indudablemente contribuye a permeabilizar la sociedad francesa en cuanto receptora y fa­cilita la asimilación y culturización del extranjero.Estas consideraciones no tienen por objeto realizar un pa­negírico de las excelencias francesas —los matices vendrán más adelante—, sino puntualizar algo que determina la vuel­ta o no vuelta con casi tan ta fuerza como la propia coyun­tura económica francesa.

1970: un vértice singularDespués de la segunda guerra mundial el número de tra ­bajadores inmigrados en Francia experimentó un crecimien­to constante hasta alcanzar el punto de inflexión en 1970 con cuatro millones de extranjeros residentes.A) La emigración laboral española se inició con carácter masivo en 1959 y alcanzó su punto culminante en 1966 con670.000 residentes registrados en los servicios de la Main d’Oeuvre. Desde entonces el saldo migratorio entre Francia y España evoluciona en sentido favorable a nuestro país. Ello no impide que el número de españoles inscritos en los cita­dos servicios sobrepase aún al medio millón. Pero del primer puesto ocupado aquel año los españoles han pasado a ocupar

A Ñ O SPorcentaje de los extranjeros en el crecimiento demográfico

1891-19011901-19111921-19311931-1967

57%33%75%48%

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la 4.a plaza en la clasificación por número de inmigrantes, de­trás de argelinos, portugueses e italianos,

VOLUMEN TOTAL DE LA INMIGRACION EN FRANCIA EN 1973

Fuente: MINISTERIO FRANCES DEL INTERIOR, 1973

B) Merece la pena destacar que no siempre la evolución en los saldos migratorios franceses corre paralela a los a lti­bajos de la economía. Si en 1971 la relativa recesión del país galo coincidió con un descenso notable en las en tradas de emigrantes, tal descenso continuó en 1972 cuando u na vigo­rosa expansión afectaba a todos los sectores económicos. El desfase entre la oferta y la demanda migratoria provocó en dicho año unos incrementos salariales que pueden juzgarse excepcionales.

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Prosigue el exceso de demandaLos criterios que presiden la política francesa de inmigra­ción pueden resumirse así:A) Existe escasez de mano de obra, problema común a casi todos los países que han llegado a la era post-industrial o están en la antesala de la misma. Francia, país de 850.000 universitarios y varios millones de técnicos/año, produce ex­ceso de titulados, pero en su estructura social actual es inca­paz de generar el suficiente número de obreros no cuali­ficados.B) La escasez de dicha mano de obra no cualificada es coyuntural, es decir, experimenta los lógicos altibajos de la economía.C) La escasez es crónica. Desde hace cincuenta años Francia no sólo no h a podido m ejorar las disponibilidades n a ­cionales de mano de obra, sino que las ha visto deteriorarse.D) Sin la mano de obra necesaria, grandes capitales —di­nero y equipos—> quedarían improductivos. La inmigración, en cuanto medida supletoria de una penuria nacional, provoca un efecto acumulativo de la riqueza nacional. Pero, a juicio de las cabezas rectoras galas, tal incremento podría resultar ar­tificial e incluso desfavorable a largo plazo si se produjera una brusca restricción de la oferta migratoria, ya que el país

se encontraría prisionero de un gigantesco aparato producti­vo que sólo parcialmente sería utilizado.E) Debe adaptarse la técnica y la gestión de modo que pueda prescindirse en el futuro (horizonte 1985 del que luego hablaremos) de una parte de los efectivos extranjeros sin que se resienta el aparato productivo. Podría también pensarse en programas de integración, pero referidos a una parte sola­mente de los actuales efectivos extranjeros afincados en el país.A la vista de estos criterios se impone una reflexión: “La peur est partagée”, el miedo que nosotros tenemos a unavuelta masiva de los emigrantes es recíproco. La operación

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21serla tan ruinosa para los propios franceses como p ara Espa­ña. En estas condiciones no cabe pensar en un retorno m a­sivo, sino en una moderada reducción de la emigración espa­ñola a Francia. El mismo criterio económico que fundam enta nuestros temores nos autoriza a efectuar esta predicción. Son las razones francesas para la no vuelta.

Las razones del emigrante para permanecerA pesar de que Francia sea “dulce” y agradable, ningún es­pañol la preferiría a su patria si no existieran razones obje­tivas como la enseñanza gratu ita a todos los niveles, salarios más altos, seguridad social más perfeccionada, sobre todo en lo referente a pensiones, pluses familiares, de vivienda, de sa ­lario único... Y sobre todo la im portantísim a cuestión de las garantías contra el paro. Puedo aportar cuantos testimonios personales se me soliciten en el siguiente sentido:“Y si se produce paro en Francia, ¿qué? Cobro m ás aquí como chómeur que en España trabajando.”El seguro de desempleo, cuyas limitaciones en nuestro país son bien conocidas, posee una mecánica fácil y funciona satisfactoriam ente en Francia, donde los extranjeros gozan de los mismos derechos al respecto que los franceses con ta l que estén en posesión de una ca rta de trabajo no caducada.Si a estos argumentos decisivos unimos otros de im por­tancia secundaria, como la reducción del 30 por 100 en los transportes por ferrocarril en los viajes de vacaciones, las facilidades económicas para obtener una cualificación m e­diante los cursos F. P. A., las fuertes indemnizaciones en ca­sos de accidente e incluso detalles como la franquicia postal en las cartas dirigidas a los organismos de la Seguridad So­cial, habremos esbozado un somero cuadro de las razones ob­jetivas que impiden una vuelta masiva de los em igrantes a fin ­cados en Francia.

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Los trabajos de LilleTodo indica que 1974 será un año decisivo para el desarrollo posterior de la inmigración en Francia. Varios grupos de tra ­bajos deben tener finalizado antes de term inar el año un am­plio estudio en el que se incluirán los aspectos sociales, polí­ticos y económicos del problema. Las Assises Lille tendrán, en este sentido, la máxima trascendencia.El suplemento al número 344, correspondiente a diciembre de 1973, de la revista “P atronat” p lanteaba varias cuestiones cuya definición resulta urgente:1. ¿Cuál será la política francesa en materia dé inmigra­ción? Deberá definirse el contenido de la misma y la partici­pación en su elaboración y control de los poderes públicos, de las organizaciones patronales y de los sindicatos obreros.La política de inmigración en Francia debe entenderse como una parte de la política demográfica en cuanto los ex­tranjeros contribuyen a paliar la baja natalidad del pueblo francés y a m antener un aceptable grado de juventud en la población activa. El criterio económico debe ser tam bién de­cisivo y es aquí donde se plantea una cuestión de gran im­portancia para el futuro: si prevalece el criterio económico sobre el demográfico podrán verse sustancialm ente recorta­das las medidas vigentes sobre apoyo a las familias de los inmigrados y los planes de promoción de las reagrupaciones familiares.2. Es preciso establecer una política de desarrollo regio­nal que evite la concentración de extranjeros en la región parisina, Lyon, Bretaña, etc.3. Urge la elaboración de un plan a medio y largo plazo

que tenga como punto de m ira el “Horizonte 1985”, fecha en que los principales países que actualm ente suministran mano de obra a Francia necesitarán el aporte de la misma en sus economías nacionales.De hecho la emigración italiana y la española están ya en franco descenso y numerosos financieros franceses preconi­zan un giro del 180 por 100 y piden que la actual política de¡ O

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inmigración se sustituya urgentem ente por otra de “exporta­ción de empleos”.

Una toma de conciencia nacionalEn mayor o menor grado los emigrantes españoles afinca­dos en Francia son conscientes de que su vuelta actual p re ­senta enormes problemas que España no tiene resueltos, pero, de cara al futuro, han de resolverse con carácter prioritario. Por ello me agrada term inar este trabajo con unas palabras de Ignacio Fuigjaner, presidente de la Federación de Centros Españoles de Francia, recogidas en una entrevista durante su visita a Madrid para asistir al Pleno del Congreso S indical:1. A su retorno, los emigrantes deben encontrar un tra - bao adecuado a sus conocimientos y a sus aspiraciones pro­fesionales, así como a sus necesidades de salario. Sugerimos la idea de que al principio, durante seis meses, por ejemplo, puedan acogerse a una situación de “paro provisional” —po­dríamos llamarlo— para que durante este período de tiempo se estudie seriamente su planteam iento y se le de una solu­ción satisfactoria. En estos meses habría que facilitar, a los que lo necesitaran, una readaptación profesional en escuelas especiales.2. Aspiramos a que todos los emigrantes repatriados pue­dan eercer la totalidad de los derechos sindicales, a que pue­dan obtener los créditos laborales estipulados, a que puedan acceden a la creación de cooperativas, a que se beneficien de las viviendas protegidas, colonias de vacaciones, etc.3. En el caso de la m ujer emigrante hay que estud iar y poner rápidamente en práctica su adaptación profesional. Muchas de ellas tienen que seguir trabajando en España y, a veces, les fa lta una preparación adecuada.4. Otro asunto de extraordinaria importancia es el de los “minusválidos físicos” por accidentes de trabajo en el ex tran ­jero. A su vuelta deben poder acogerse a todos los beneficios de la Seguridad Social e ingresar en centros de rehab ilita ­ción para que puedan desarrollar algún tipo de actividad la ­boral. Sugerimos, además, que el Eistado obligue a las g ran ­

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24des empresas a emplear a estas personas en puestos donde sean eficaces.

5. Una últim a propuesta concreta, urgente e indispensa­ble, si se quiere de veras dar una solución de fondo al retor­no de los emigrantes: que las caas de ahorro, tal como re­zan los estatutos que las inspiran, inviertan cantidades im­portantes de dinero en las zonas de procedencia de los emi­grantes, para que surjan fuentes de riqueza y se creen pues­tos de trabajo.

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MARRUECOS. LOS PROBLEMAS DE LA MARROQUIZACION

Por Jo sé María G ó m e z-S alo m é

Desde el instante en que un Estado aspira a la inde­pendencia verdadera —tras haber pasado la “noche co­lonial”—, pone sim ultáneamente los cimientos de un con­trol de todas sus fuentes de riqueza, de m anera que, progresivamente, se tiene que esforzar en crear un m e­canismo de asimilación de los medios de producción en manos de extranjeros.Este fenómeno se ha registrado en Marruecos a lo largo de sus diecisiete años de independencia. Comenzó por los ferrocarriles, la energía eléctrica, la distribución del agua en las ciudades y, poco a poco, con el nom bre de “marroquización”, los bancos y otras empresas im ­portantes fueron cediendo paquetes de acciones y ca r­gos directivos, al mismo tiempo que sustituía a em plea­dos europeos por otros del país.Sin embargo, quizá porque convenía a la consolida­ción de la monarqua alauita (en otros países, indepen­dencia y revolución se produjeron casi al mismo tiem po al paso de unas repúblicas maximalistas), M arruecos

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26continuaba evolucionando en el sentido de la naciona­lización paulatina de la industria, el comercio, las finan­zas y todas aquellas sociedades extranjeras (aunque re­gistradas como marroquíes) de interés económico-social, pero sin convulsión ni rostro de expoliación.

Los residentes en el proceso migratorio marroquiEn este proceso venía sufriendo menos el dinero extran­jero que la mano de obra, especializada o técnica, no marro­quí. Era como un trasvase escalonado en el que la persona sufría con más precipitación la dinámica de ese proceso. El capital, del cual no podía prescindir radicalmente el Estado, se había ido adaptando casi insensiblemente, “camaleando” entre dos aguas, m ientras que los puestos de trabajo iban siendo ocupados por indígenas, que no en todos los casos es­taban capacitados.Parecía lógico que cuando una fábrica o negocio había con­seguido preparar —siquiera m edianam ente— a un marroquí en la tarea que simultáneamente, de m anera transitoria, se­guía ejerciendo el extranjero, entonces éste quedaba despe­dido. En un país donde el censo de parados es agobiante —aun­que casi toda la mano de obra no es cualificada—, el no m a­rroquí, al quedar sin trabajo, raram ente podía encontrarlo. Razones: todas las empresas sabían que ese español o fran­cés habría sido útil para una mejor producción, pero no des­conocían que en el instante en que le empleara, el Sindicato o la Inspección del Trabajo se le echaría encima exigiendo que colocara a un indígena. Además, como todo extranjero h a de contar con contrato de trabajo —esto ocurre en todos los países—, al solicitarlo de Rabat le era automáticamente rechazado.De esta forma —para concretarnos a los españoles—, des­de 1956 han salido de Marruecos, para buscar trabajo en Es­paña o en Europa, unos 200.000 compatriotas. Recordemos al respecto que en la antigua zona de influencia de España en el norte marroquí vivían más de 150.000 funcionarios, emplea­dos, obreros, especialistas y técnicos. Esto sin contar los mili-

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tares. Sólo Tánger llegó a contar con 64.000 —muchos de ellos sin cesar en el Consulado, por ser exiliados políticos— ; en Ca- sablanca, 52.000; en Rabat, 30.000, y en el resto en las ciuda­des del norte y oras capitales del sur.Para subrayar más el contraste entre estos españoles que marcharon a Marruecos porque allí había protectorado, dire­mos que, como en Argelia, tam bién la verdadera puesta en valor de las tierras se ha debido a los especialistas andaluces y levantinos en agrios y hortofrutícolas. Fueron millares de españoles, laboriosos y tenaces, que la descolonización ha des­plazado de los países magrebinos, después de haber converti­do en fecundos vergeles tierras antes abandonadas o mal cul­tivadas. La calidad y la producción eran óptimas entonces. Unos lo perdieron todo, otros pudieron salvar algo an ticipán­dose a las nacionalizaciones y vendiendo a bajo precio; los m ás se quedaron sin trabajo y marcharon a España o a Euro­pa. Atrás quedaban muchos años de sudor, inquietudes y lá ­grimas. Cuando el volcán de la lucha por la independencia estalló, muchos de ellos murieron asesinados, sin que la no­ticia saltara a los periódicos.Estos españoles —sobre todo los que entraron en M arrue­cos bajo la protección de las tropas de pacificación— se h a ­bían entregado a la obra colonizadora con la mayor genero­sidad y competencia, Si en 1956, cuando tuvieron que d e ja r el país, hubieran recibido lotes de cultivo en España, de se ­guro que habrían evitado que muchos pueblos estuvieran hoy casi desiertos. Porque el español que h a pasado por la d u ra prueba africana es un hombre endurecido, responsabilizado y acostumbrado a convertir el páramo en vergel.

Cuatro tipos de damnificadosAnte la repatriación, masiva de los miles de españoles que todavía residen en Marruecos, diremos que habrá que d istin ­guir en ellos a cuatro tipos de damnificados: 1) Los que por haber sido propietarios de grandes empresas o fincas agríco­las, consiguieron con tiempo hacer inversiones en España, po­niéndose al amparo de las incautaciones o “m arroquización”

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28llegadas después. Estos sólo tienen problemas propios del desarraigo y de métodos de ganar dinero. 2) Los agricultores. —con excepción de un reducido número de ricos—, en su m a­yor parte propietarios de fincas familiares, de pocas hectá­reas, desde hace años sometidas a la esquilma de fuertes im­puestos y a los métodos de la O. C. E. (Oficina de Comercia­lización y Exportación, estatal), que tiene la exclusiva de con­trolar las cosechas, venderlas y valorarlas al productor con cuentas del “Gran Capitán”. En definitiva, estos agricultores han perdido sus bienes y carecen de fortuna para instalarse en España. 3) Artesanos, pequeños industriales (en familia),, tenderos, exclusivistas de marcas, dueños de bares y similares, otros con talleres u oficinas propias y, en fin, casi todos ellos empresarios sin casi empleados porque el negocio lo lleva la familia. 4) El resto son obreros y empleados (algunos de ellos parados hace tiempo) que quedan sin amparo laboral, sin de­rechos sociales (aunque llevan años cotizando a la Caisse So­cial marroquí) y carentes de ahorros para dar en España la entrada para una vivienda y aguantar hasta reinstalarse en la Patria.

La incierta estabilidad política del país, las constantes campañas de los periódicos nacionalistas contra los extran­jeros, las amenazas y humillaciones propias de una excita­ción xenófoba mal disimulada y, en fin, los repetidos inten­tos de golpes de Estado, h a venido fustigando al europeo para que abandone Marruecos. Y los que no lo han hecho hasta ahora es porque temen la incierta acogida socioeconómica que iban a encontrar en España, otros porque siguen aferra­dos a sus ideales de 1936 y los menos a causa de su vincula­ción a ciertos beneficios.

A finales de 1972, según datos consulares, 27.700 españoles vivían en Marruecos. Un año después, según las mismas fuen­tes, la cifra había descendido a 24.000, es decir, más de un 10 por 100 de la colonia había abandonado el país. Sin em­bargo, son muchos los que opinan que esta cifra (24.000) se halla por debajo de la realidad y que muchos de nuestros compatriotas se han repatriado —o marchado a Europa— sin darse de baja en los Consulados (ya publicaremos el motivo);

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según esta hipótesis, el número de españoles actualm ente re ­sidentes en Marruecos rozarla las 20.000 almas.

Ponderaciones estadísticasSegún las estimaciones más benignas, no menos de 15.000 españoles abandonarán el antiguo imperio cherifiano de aquí a finales de año y los primeros meses de 1975. Sobre este cálculo es ilustrativo consultar la encuesta elaborada por los servicios de la Embajada de España en R abat —la comisión interm inisterial tomó sus datos p ara exam inar los distintos aspectos del problema— y que ha servido para que el Go­bierno de Madrid dicte las reglas oficiales de ayuda económi­ca y de otras clases en favor de los españoles que se rep a­tríen de Marruecos.En dicha encuesta se recoge el número, profesión y edad de todos los cabezas de familia españoles que —afectados o no de m anera inm ediata por los decretos de marroquización— desean abandonar Marruecos y trasladarse a su nación. He aquí, en números, los primeros resultados censados:

Estas cifras quedan increm entadas con unas doscientas personas, cuyas respuestas fueron recibidas con cierto re tra -

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EdadesNúmero de personas

Hasta los 30 a ñ o s ................... ......... 247De 31 a 40 a ñ o s .................... ......... 440De 40 a 50 a ñ o s .................... ........ 724De 50 a 55 a ñ o s .................... ......... 252De 55 a 60 a ñ o s .................... ......... 373De 60 a 65 a ñ o s .................... ......... 272De 65 a 70 a ñ o s .................... ......... 206De más de 70 a ñ o s ............... ......... 230No Indican la e d a d ............... ......... 385T otal ................... ......... 3.129

30so; pero cuya edad, condición, aspiraciones y demás aspectos sociales no difieren, sin embargo, del cuadro anterior.Por cada cabeza de familia candidato a la repatriación hay que calcular entre tres y cinco familiares, lo que arroja un total que oscila entre doce y catorce mil personas, ya que la psicosis de marcha ganará a no pocos compatriotas que no habían pensado en ello hasta ahora. El total queda incre­mentado con los 107 agricultores afectados por la “recupe­ración de tierras”, con sus respectivas familias, así como con 31 parados que en concepto de tal han venido cobrando por los consulados hasta la puesta en m archa del mecanismo de repatriación.

El problema de la edad y los otros problemasEchando un vistazo al estadillo anterior surge un dato que de por sí constituye un problema: la edad media de los que desean volver a España es bastante elevada para efectos la­borales. Más de la mitad del total tienen edades superiores a los cincuenta años y sólo el 30 por 100 se sitúa entre los tre in ta y los cuarenta años. Es decir, un elevado porcentaje de compatriotas que van a encontrar, por su edad, proble­mas para emplearse en una sociedad que sistemáticamente viene practicando un repudio (por causas que todos conoce­mos) de los mayores de cuarenta años. Y esto pese a todos los llamamientos que se hacen por distintos organismos ofi­ciales. Por lo tanto, España va a encontrarse con unos miles de súbditos en una operación de retorno rodeada de las m a­yores dificultades: problemas de adaptación tras años de ausencia y casi total desarraigo familiar, social y ambiental, avanzada edad para encontrar trabajo, crisis psicológica fa­miliar y temor a la falta de comprensión de la opinión pú­blica, que se insensibilizará si la “mass media” oficial no crea conciencia de acogida generosa a través de sus medios informativos.Recordemos al respecto que algunos de los que vuelven han nacido en Marruecos o llegaron allí muy jóvenes. Espa­ña la conocen por viajes esporádicos al sur —que no es el

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más alentador en cuestión de porvenir laboral— o por sim­ples referencias y por los programas de Televisión Española que allí se han venido tomando con pocas interferencias.La gran desbandada no es tan grande, porque los jóvenes han estado saliendo de Marruecos en cuanto acababan la carrera y el servicio militar. Muchos de estos jóvenes, en el caso de trabajadores especialistas o sin estudios, m archaron a Europa cuando después de la independencia m arroquí se abrieron los mercados de trabajo en Francia, Bélgica, Ale­mania y otras naciones del área. Acostumbrados a los am ­bientes de Tánger, Rabat, Casablanca..., preferían seguir en el extranjero, donde, además de quedar eximidos m om entá­neamente del servicio m ilitar obligatorio, se encontraban con mejores medios de vida y un “caldo” político-social más cosmopolita. No olvidemos que muchos de estos españoles nacieron en el exilio después de la guerra civil de 1936. Los de Casablanca, como los de Argelia, sabían hab lar y escri­bir mejor el francés que el español.En cuanto a los recogidos en el mencionado estadillo, es evidente que se les p lantearán problemas en lo que respecta a la integración profesional. La encuestra presentada ofrece una imagen aproximada de la capacidad profesional de los que desde Marruecos van a reintegrarse a España: el 15 por 100 ocupa puestos administrativos, el 10 por 100 se dedica a reparación de automóviles, el 5 por 100 son electricistas, el 6 por 100 son chóferes o conductores de camión y autobús, el 15 por 100 se autocalifica de empleados, un 7 por 100 se dedica a la construcción, un 10 por 100 al comercio, un 4 por 100 son carpinteros, ebanistas, albañiles y otros oficios m ás o menos cualificados. Por el bajo nivel de precios que h a re ­gido en cuanto a alimentación que ha privado en M arruecos, como por los sueldos que cobraban (aun siendo obreros), es­tos españoles van a encontrar muy dura su adaptación al sistema de pluriempleo, que hace posible sólo “ir tiran d o ” a sus compatriotas de España.Si para un hombre de carrera es difícil a cierta edad lo que en el extranjero llaman “recyclage”, es decir, a c tu a li­zación y reconducción profesional, ¿cómo no va a ser ta re a casi intolerable para obreros maduros que tienen prisas en

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32acoplarse en España y comenzar a ganarse el sustento de su hogar? SI tenemos presente lo que ha ocurrido con los miles de obreros españoles de G ibraltar, sabremos que los cursos de formación profesional acelerada es para gente jo­ven y laboriosa, pero fracasa cuando acucian problemas que necesitan una solución urgentes y la edad no es apropiada para ponerse a aprender mal otra profesión. Por ello, aun­que sea difícil, el Estado español debe encontrar para estos españoles fórmulas menos sofisticadas, puestos de trabajo en fábricas o empresas dependientes del Institu to Nacional de Industria.

Peticiones concretasResulta interesante y documental recoger los párrafos

más sustanciales de una carta que un grupo de “españoles residentes en Marruecos desde hace más de veinte años” envió a nuestro embajador en Rabat. En ella afirman que, “tras las fragm entarias explicaciones que les fueron propor­cionadas sobre el decreto de repatriación, está claro que “la ayuda y asistencia concedidas por el Gobierno español son aleatorias e insuficientes”. En la misma carta puede leerse que el principio de indemnización por las tierras expropia­das y por los negocios marroquizados ni siquiera es citado en el texto promulgado; ninguna garantía de empleo en Es­paña se les asegura a los trabajadores por cuenta ajena, ni se garantiza tampoco la repatriación y la instalación de los ancianos e indigentes.“Pedimos —dice la carta— que el Ministerio de Trabajo se comprometa a reemplazar a los trabajadores repatriados y que ciertos empleos les estén reservados (en especial los que resultaran de la instalación en Valencia de la fábrica Ford). También pedimos que se em prendan negociaciones con las autoridades marroquíes (como hizo Francia) para que las cotizaciones de las cajas de jubilación y retiro pue­dan ser transferidas a España.”Se tra ta de un texto que, como otras peticiones individua­les o colectivas elevadas a las máximas autoridades de Espa-

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ña, '‘demuestran que el decreto de repatriación, aunque ge­neroso y positivo, merece ser retocado, ampliado y matizado cuando todavía se está a tiempo. El señor Suárez —director general del Institu to Español de Emigración—> ha dicho des­de el primer momento que trasladaría al m inistro de T raba­jo —y, por ende, al Gobierno— las sugerencias que se les ofrecieran, siempre que fueran urgentes y decisivas. Algunas de ellas salieron unánimemente a la superficie en las cuatro ciudades marroquíes que visitó el señor Suárez. Sólo así el viaje informativo y exploratorio del director del I. E. E. a Marruecos podría ser calificado de un rotundo éxito.”

Medidas españolas¿Lo h a sido? Tras leer cuanto llevamos escrito, com prue­ben el contenido de las disposiciones tomadas en f a v o r de los españoles que se repatríen de Marruecos, contrastándolas con las aspiraciones de los que van a ser sus beneficiarios.El “Boletín Oficial del Estado” publica una orden del Mi­nisterio de Trabajo por la que se establecen las reglas de p ro ­cedimiento para la efectividad de lo dispuestos en un decreto del pasado 28 de marzo sobre medidas de ayudas a los espa­ñoles que se repatríen de Marruecos. Esta disposición con­creta, por un lado, cuatro tipos de ayudas por repatriac ión : para gastos de documentación, para gastos de desplazam ien­to, para bolsas de viaje (cuyo im porte no será superior a 50D pesetas por persona y día, con máximo de cinco días) y auxilios de llegada a España (por una sola vez y en la c u a n ­tía de 20.000 pesetas por titu lar beneficiario y 5.000 p ese ta s por cada miembro de la familia que viva a su cargo). P o d rá n beneficiarse de una o varias de estas ayudas los españoles

afectados, pero siempre que lo soliciten por separado.Los auxilios anteriorm ente referidos beneficiarán a los trabajadores españoles asalariados que hayan p restad a se r­vicios en empresas radicadas en el Reino de M arruecos y a los trabajadores españoles autónomos titu lares de pequeños establecimientos industriales, comercios o de cualquier a c ti ­vidad económica que realice por sí o ayudados por fa m ilia -¡ O

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34res asalariados, siempre que no excedan de cinco y cuyo vo­lumen de capital propio no sea superior a 250.000 pesetas, en los casos que fueran residentes en Marruecos con fecha 2 de marzo de 1973.

La gestión y concesión de estas ayudas se realizará a tra ­vés de la Embajada de España en R abat (Agregaduría Labo­ral, Delegación, del Institu to de Emigración). La última enti­dad citada, como órgano gestor del Fondo Nacional de Pro­tección al Trabajo, rendirá cuenta de su actuación ante el Patronato de dicho Pondo.En un segundo capítulo de la orden se establece un auxi­lio de inactividad que podrán recibir los repatriados españo­les al fijar su residencia en territorio nacional y que alcanza a la percepción económica del 75 por 100 del importe del salario mínimo interprofesional vigente en el momento de la concesión y/o a la diferencia producida en este concepto desde el momento en que la ayuda fue otorgada.Este auxilio también alcanza al período de tiempo que el repatriado haya obtenido el disfrute de la ayuda en cues­tión sea asimilado a la situación de a lta en el régimen gene­ral de la Seguridad Social, a efectos de asistencia sanitaria por enfermedad común, m aternidad y accidente no laboral para sí y sus familiares beneficiarios con cargo al Fondo de Asistencia Social.Cuanto llevamos dicho se refiere a los trabajadores por cuenta ajena, pero ¿y los otros? En virtud de una orden del Ministerio de Hacienda que aparece en el “Boletín Oficial del Estado” del 12 de abril de 1974, los bancos Hipotecario, de España y de Crédito Industrial podrán conceder créditos a los trabajadores españoles por cuenta propia y a los titu ­lares y propietarios de pequeños establecimientos comercia­les o industriales con derecho a acogerse al régimen de re­patriación establecido en el decreto número 794, de 29 de marzo de 1974, en las condiciones que se determinan.Toda solicitud de crédito deberá acompañarse de certifi­cación expedida por los Consulados Generales y Consulados de España en el Reino de Marruecos, acreditativa de hallarse incurso el peticionario en lo previsto en los artículos 2.° y 3.”

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del decreto mencionado, así como de reunir las condiciones exigidas en el artículo 7.° de la misma disposición.El crédito podrá alcanzar hasta el 100 por 100 del importe de la inversión a realizar, con un límite de cinco millones de pesetas por prestatario y a tipo de interés del 5,5 por 100 anual. El plazo de amortización no podrá exceder de diez años, incluidos tres, como máximo, de carencia de am ortiza­ción del principal.Los créditos se asegurarán con garantía suficiente, a ju i­cio de la entidad concedente, la cual consistirá en hipoteca mobiliaria o inmobiliaria, prenda con o sin desplazamiento, aval bancario, fianza de tercero, suscrito por dos residentes de reconocida solvencia dentro del territorio nacional y, en general, cualesquiera de las adm itidas en derecho.Los cauces de créditos arbitrados por el Gobierno, aun siendo m aterialm ente suficientes, aparecen a prim era vista prisioneros de una total ausencia de providencialidad g aran ­tizada. Es decir, que se pone a disposición de los eventuales beneficiarios unas cantidades apropiadas a las necesidades que van a sentir para instalarse en España, pero el m ecanis­mo bancario es tan rígido en cuanto al mecanismo crediticio que, prácticamente, se les asimila a cualquier solicitante es­pañol que no haya salido del territorio nacional. ¿Cómo en ­contrar avales en una patria a la que se llega después de una vida o un cuarto de siglo de ausencia? ¿Qué puede h ipo tecar un hombre que ha sido desposeído del 90 por 100 de su ta ller o negocio a causa del modo con que se realiza la m arroqui- zación? ¿No seria más equitativo y ajustado al espíritu de ayuda provocado por tal situación de emergencia conceder tales créditos, condicionados a la realización efectiva de los proyectos de instalación para los que se solicite, pero a c tu a n ­do sobre ellos en forma de hipoteca controlada por las sucur­sales de las entidades bancarias prestatarias? O tra fó rm ula sería marginar del beneficio a la mayoría de los españoles para los que ha sido concebida la orden m inisterial corres­pondiente. Dicho de otra forma: Si persiste la exigencia de tan drásticas garantías sólo podrán solicitar los créditos aquellos que no lo necesitan con tan ta urgencia y razón. Es como ofrecer paraguas a quienes tienen refugio.¡ O

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Algunas constatacionesPor lo demás, sin dejar de insistir en que todo español que regrese del extranjero debe d isfru tar de la Seguridad So­cial desde el instante en que pisa tierra nacional, hemos de cerrar esta síntesis de la problemática que provocará el éxodo

de emigrantes procedentes de Marruecos señalando que en lo emocional tampoco habría que olvidar el traum a que para un obrero —o modesto patrón de taller autónomo— es per­der el ambiente donde se desenvolvía durante muchos años y el medio social donde familia y amigos le habían permitido sentirse conocido y estimado.Sabemos que se tra ta de un gravísimo problema con ver­tientes difíciles de evitar, pero también sabemos que son es­pañoles dignificados por el trabajo y por la fidelidad a Es­paña. Son compatriotas que regresan después de haber rea­lizado una im portante tarea. Vienen a casa sin dinero, algu­nos en la edad de merecer el descanso sin angustia ni zozo­bra, Si la nación no los defiende y acoge como “combatientes del trabajo en el exterior”, facilitándoles una digna reinte­gración en la patria, entonces increm entarán el ya crecido núm ero de marginados. Se convertirán en tullidos morales, en españoles frustrados, en cadáveres políticos. Y la desco­lonización —proceso irreversible y justo en la m archa plane­taria— no habrá sido para ellos un parto de nuevas nacio­nes en las que España dejó la im pronta de una cultura y de un progreso material, sino la negra noche de una transición hacia la derrota. El epitafio para estos alienados sería en­tonces: “Aquí yacen los despojos de quienes murieron con la descolonización. Eran inocentes”.

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El retorno de emigrantes ante la creación Interior de puestos de trabajo, la inflación y el pleno empleo

Por Javier Gorosquieta

La actual incertidumbre sobre la seguridad y estabi­lidad del empleo de nuestros trabajadores em igrantes en Europa occidental tiene un precedente próximo pa­sado en los primeros meses de 1972. Europa entonces, como ahora, se encontraba empeñada en una b ata lla an- tiinf lacionista; se temía que una de las víctim as fuera el nivel de empleo y el trabajador extranjero el p rim er desposeído. En un estudio sobre las perspectivas de la economía francesa y de otros países previo, por ejemplo, entonces el Instituto Nacional de Estadística F rancés que la mayoría de las economías occidentales del viejo continente seguirían moviéndose al ralentí; más aún, que en Alemania, Holanda y quizá Bélgica la producción industrial podría estancarse e incluso dism inuir ligera­mente durante 1972.En el mismo sentido habló en España, v. gr., un editorial un tanto alarmista de “Acción Empresarial” (núms. 12-13) refiriendo que los analistas de la coyuntura económica eu-

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38ropea parecían presagiar malos augurios para 1973, después de un período de transición a lo largo de 1972.Afortunadamente, ni el Institu to Francés aludido ni la re­vista española —que no fue la única que habló en ese sen­tido entonces— acertaron. La política europea antiinflacio- n ista se planteó y puso en práctica de m anera que no frenara la expansión de forma drástica. Continuó a buen ritmo la creación de puestos de trabajo; se detuvo la inflación sólo relativam ente; pero no hubo, en definitiva, retorno masivo y obligado de emigrantes, sino una continuidad en la oferta adicional de puestos de trabajo.Hoy, además de la inflación persistente y de la necesidad, por lo mismo, de una política estabilizadora, una variable fun­dam ental se ha introducido en el problema: la crisis del pe­tróleo; una crisis bicéfala: escasez, al menos en un primer planteam iento, y encarecimiento.La experiencia de los últimos meses ha demostrado que la escasez es insustituible. El embargo cogió a los países in­dustriales desprevenidos, sin una solución de recambio; el ra ­cionalm ente efectivo o planeado del petróleo y los domingos en bicicleta lo demostraron paladinam ente. Se temió con ple­no fundamento la recesión y el paro; y natural, aunque in ­justam ente, los trabajadores extranjeros serían los primeros sacrificados.El otro aspecto de la crisis, el encarecimiento, creemos que, después del primer impacto, puede ser perfectam ente asi­milado por la dinámica de una economía en creciimento.¿Cuál es la situación real en estos momento, a finales del mes de marzo? Creemos que de cautela, de inseguridad, pero al mismo tiempo de moderado optimismo. De ahí que se re­gistren las más variadas y contrapuestas actitudes y opi­niones.

En AlemaniaMinistro alemán de Trabajo, W alter Arendt, en Bonn: “La prohibición de contratación de nueva mano de obra extran­jera, procedente de países no miembros de la Comunidad

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Europea, que implantó el Gobierno alemán en noviembre del año pasado, no se levantará por el momento”. Su argum ento : el número de 620.000 trabajadores que se encuentran en paro forzoso, el 2,8 por 100 de la población laboral en A lem ania1.Pero sim ultánea con esta actitud tenemos la del m inistro alemán de Economía, que considera ya favorable la dem anda ante la industria y, por lo mismo, las perspectivas de expan­sión de la economía. A lo mismo apun ta la novísima recupe­ración del marco frente al dólar y el superávit creciente de la balanza de pagos germana. Y Rolf Weber, asesor de la Aso­ciación Federal de Patronos Alemanes, afirm aba hace unos dias: “La radical medida adoptada por el Gobierno alem án (de prohibir la entrada de nuevos trabajadores extranjeros) puede ser calificada de aciaga, ya que el cierre general re ­percute en todos los ramos, tam bién en aquellos que no tie­nen ninguna probabilidad de conseguir ganarse para sí a los trabajadores libres que hay dentro del mercado laboral ale­m án”. Y añade: “La situación sería aún más dura si el Go­bierno alemán no adopta, a finales de la primavera, unas medidas más flexibles que perm itan nuevamente la llegada, aunque sea parcial, de nueva mano de obra ex tran jera” 2.Una cosa hay cierta. Que los 67.000 trabajadores ex tran ­jeros en paro a finales de febrero en Alemania, hoy c ie rta ­mente pueden encontrar empleo en determ inadas ram as de la producción como la explotación forestal, la industria h o te ­lera y otras.Por otra parte, los economistas consideran que se da una situación de pleno empleo en un país cuando la cifra de p a ra ­dos involuntarios no rebasa el 2 por 100. Ese 2 por 100 se pue­de explicar sencillamente por el paro friccional, es decir, el producido por la movilidad profesional y la libertad en el cambio de empleo. El 0,8 por 100 adicional, en el actual p o r­centaje alemán de paro se puede considerar, pues, no p re ­ocupante, ante las favorables perspectivas actuales de la eco­nomía alemana.

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En HolandaEl día 14 de marzo se dio a conocer un proyecto de ley destinado a lim itar la mano de obra extranjera. El Gobierno propone entregar 5.000 florines (cerca de 100.000 pesetas) a cada trabajador o trabajadora extranjeros que, llevando de dos a tres años trabajando en Holanda, decida volver defini­tivamente a su país de origen. Más en concreto: la medida afecta a los trabajadores procedentes del área del Mediterrá­neo, no pertenecientes al Mercado Común: españoles, griegos, turcos, yugoslavos, portugueses, marroquíes y tunecinos. Pro­visionalmente, las empresas holandesas no podrán contratar trabajadores procedentes del exterior.Tratándose de Holanda, estas medidas restrictivas son más fáciles de comprender, pues pesa sobre ella el embargo de los países árabes. Pero tam bién se h an levantado voces de protesta. “Si mandamos a esos hombres a casa —afirmaba, por ejemplo, la dirección de la gran siderurgia neerlandesa “Hoogovens”— ya podemos cerrar los altos hornos.” Del to­tal de sus 23.000 obreros, 2.300, es decir, el 10 por 100, son es­pañoles3.Por o tra parte, el abastecimiento de petróleo a Holanda parece normal, a pesar del embargo árabe.

En BélgicaPara entender la situación del trabajador español en Bél­gica conviene tener en cuenta, primero, que la inmigración de mano de obra extranjera en aquel país está casi prohibida desde 1969 y, segundo, la veteranía e integración en la vida belga de una proporción importante de la colonia española. Lo exponía así hace unos días don Francisco Javier Elorza, marqués de Nerva, embajador de España en Bruselas: “El fe­nómeno de nuestra emigración presenta características muy diferentes de unos países a otros. No se puede hablar, a mi juicio, de una emigración española en Europa, sino en F ran­cia, Alemania, Inglaterra, etc. En relación a Bélgica, se tra ta

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41de una emigración que lleva mucho tiempo en este país, como promedio, que se encuentra relativam ente bien integrada, y que se ha ido concentrando en determinadas zonas: la aglome­ración bruselesa, Lie ja, la zona de Charleroi, el Limburgo, etc. Es una emigración muy bien considerada en el país desde el punto de vista laboral y social y esto es muy im portante. La política belga de reagrupación fam iliar hace que no nos en- ocntremos, como ocurre, por ejemplo, en Holanda, con t r a ­bajadores separados de su familia, sino que tiene constituido su hogar en uno u otro lugar de este país.También ha sido favorable la política belga a la in s ta la ­ción de determinados comercios, de m anera que sobre todo en el ramo de tiendas de ultram arinos, restaurantes y bares, nos encontramos con más de 200 establecimientos...Según las últimas estadísticas oficiales, al 31 de diciem­bre de 1970, nuestra población se elevaba a 67.734, de los cua­les unos 30.000 trabajadores. La tasa de la población fem e­nina trabajadora se eleva al 41 por 100 aproximadamente. Hay que hacer constar la existencia de una segunda y en ocasiones tercera generación de españoles residentes en Bél­gica, gente joven ya educada en Bélgica y que conoce el neerlandés o el francés tan bien o mejor que el castellano.La mayoría de la emigración española a Bélgica fue lle­gando a partir del año 1956 y h asta el 66 ó 67... De hecho, la entrada está casi impedida desde el 69...Parece que aunque es cierto que el paro h a aum entado en los países de la Comunidad Económica Europea, y ello h a afec­tado forzosamente a una parte de nuestros com patriotas, no hay peligro de un retorno masivo de emigrantes.En lo que se refiere a Bélgica..., he celebrado entrevistas con altos cargos del Ministerio de Empleo y Trabajo, que me tranquilizaron en lo referente al retorno forzoso de tra b a ja ­dores españoles.

Creo en la buena voluntad del Gobierno belga, en las se­guridades dadas en este asunto y en sus afirmaciones de que los trabajadores que tienen regularizada su situación ten d rán la misma consideración que los propios trabajadores belgas”4-

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En SuizaEl conocido xenófobo Schwarzenbach consiguió 53.800 fir­mas, las suficientes para promover un nuevo proyecto de ley ‘ antiextranjeros”. El que presentó y fue rechazado hace cua­tro años proponía la expulsión en tres años de Suiza del 50 por 100 de los trabajadores extranjeros, lo que equivalía a suprim ir las entradas y a echar unos 180.000 trabajadores en cada uno de esos tres años. El más reciente aparecía más mo­derado, en lo que cabe: reducir la población extranjera en Suiza del 16 al 10 por 100. Esto hubiera significado el expul­sar del país a 380.000 extranjeros, reduciendo su número a unos 600.000. Pero también este proyecto fue rechazado por el Parlam ento suizo5.Por lo demás, la economía suiza continúa gozando de gran estabilidad, y no aparece en el horizonte ningún indicador válido de recesión y, por lo tanto, de paro relativo.

Otros paísesCreemos que los cuatro países aludidos son m uestra repre­sentativa de la situación actual europea: no se van a produ­cir retornos masivos; se va a consolidar más bien la situación laboral de los trabajadores legalmente establecidos y contra­tados; pero, al mismo tiempo, todo apunta a una significativa desaceleración del ritmo habitual de las migraciones duran­te los últimos años. Así, por ejemplo, tam bién en Francia; así en Inglaterra, acorazada tradicionalmente en unas leyes m igratorias particularm ente restrictivas.

La opinión de Femando SuárezEl director del Institu to Español de Emigración, don Fer­nando Suárez, tuvo a primeros de marzo una conferencia en la Escuela Oficial de Periodismo sobre el tema “Emigración española y crisis energética”. De ella tomamos las siguientes

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afirmaciones, que hacen a nuestro propósito: “La vuelta de emigrantes actualm ente es la menor en muchos años. Los emigrantes en el segundo semestre de 1973 no han cubierto las plazas ofrecidas. Por otra parte, la reducción de la con­tratación con Alemania no produce graves dificultades a los españoles.La previsión del retorno no es alarm ante. De Alemania vienen cada año diez o doce mil emigrantes que se absorben con naturalidad en nuestro mercado laboral. La psicosis de alarm a es, por tanto, inútil e infundada. Ahora bien, sigue siendo verdad que hay tres mil parados en Alemania, pero cobran su correspondiente seguro de desempleo.El que las cosas no tengan tan mal cariz como el que se las quiere dar no quita nada a nuestra preocupación por la si­tuación de nuestros emigrantes. Por lo mismo, insistimos ante la Administración, los inversores y la iniciativa privada p ara que creen puestos de trabajo en España, a fin de reducir el problema emigratorio que, por supuesto, en líneas generales, presenta aspectos poco saludables”.

Declaraciones de Licinio de la FuenteCon ocasión de presentar a los medios informativos el “n- forme Laboral 1973”, el ministro de Trabajo hizo, entre otras, las siguientes declaraciones, respondiendo a preguntas de los periodistas: “En el presente año 1974 será preciso crear más de 200.000 puestos de trabajo en España para poder seguir manteniendo equilibrada la situación laboral de empleo en nuestro país”.Señaló también que la población activa española aum enta anualm ente en unas 200.000 personas y que, por o tra parte , se prevé para 1974 una reducción del 50 por 100 en el saldo migratorio, que ha venido siendo hasta ahora de unas 100.000 personas por año.Aludió a otros dos elementos que ahora particularm ente se hace más conveniente considerar: la presencia de tra b a ­jadores extranjeros en nuestro país y la prestación de g ran número de horas extraordinarias. La disminución de estas úl-

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44tim as perm itiría la redistribución de los actuales puestos de trabajo, aun sin creación neta de mayor número.Indicó que el número de trabajadores españoles emigra­dos al extranjero durante el mes de enero último disminuyó en un 50 por 100 respecto a la cifra de igual mes de 1973; pero añadió que tal comparación no es significativa, ya que el mes de enero es tradicionalmente un mes de escasa emi­gración en números absolutos.En cuanto a los retornos, prevé se m antengan al nivel de años anteriores, con la probabilidad de que aum enten algo. Añadió: “Las cosas tendrían que ponerse muy mal en Europa para que se produjera un retorno masivo. En estos momentos no hay riesgo grave de que tal cosa ocurra”.En otro momento afirmó que en los convenios de seguri­dad social firmados entre España y otros países de Europa está previsto y garantizado el derecho de los trabajadores españoles al seguro de desempleo por un período de seis meses.Finalmente, respecto de la entrada en España de trabaja­dores de otros países, señaló que la actitud a seguir por el Gobierno español debe ser lógicamente restrictiva, otorgando prioridad a la población laboral española.

Actitudes congruentes con la coyuntura europeaEstas posiciones, tan to del ministro de Trabajo como del director del Institu to Español de Emigración, son congruen­tes con la impresión general que obteníamos arriba: cautela ante un improbable pero siempre posible deterioro de la co­yuntura económica en Europa; seguridad de una fuerte des­aceleración en el ritmo habitual de las migraciones al exte­rior; conveniencia de forzar al máximo la creación de pues­tos de trabajo; regular con carácter restrictivo a corto plazo la inmigración de trabajadores extranjeros (portugueses, afri­canos) a España; eliminación en el grado que sea preciso de las horas extraordinarias. Tratemos con mayor detalle algu­no de estos puntos.

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La creación de puestos de trabajoComentando el objetivo básico del III P lan de Desarrollo, crecimiento del 7 por 100 anual acumulativo del Producto Nacional Bruto, decía la O. C. D. E. en su Inform e 1972 so­bre la Economía Española: “El objetivo del 7 por 100 de cre­cimiento se tiene que valorar a la luz de sus consecuencias para la ocupación y para la balanza de pagos. Si la econo­mía pasara rápidam ente a una fase de crecimiento más rápido es probable que se m antenga una baja tasa de paro (inferior al 2 por 100). Pero este cálculo implica que el número de trab a ja ­dores que emigrarían continuaría siendo considerable y proba­blemente no muy diferente del de los últimos años (en el perio­do 1967-1971, unos 40.000 trabajadores abandonaron el país por término medio cada año). El Plan fija un increm ento anual de 130.000 en el número de personas empleadas, fren ­te a un aumento anual proyectado de 250.000 para la pobla­ción en edad de trabajo.” Y añade: “En vista de las proyec­ciones de la balanza de pagos, puede ponerse en duda si re­sulta apropiado para España continuar exportando p arte del ahorro nacional, m ientras que una parte de su fuerza laboral continúa abandonando el país” 6.Abundando en las mismas ideas, decía el Inform e de la O. C. D. E. sobre la Economía Española 1973: “Una combi­nación de crecimiento más rápido y de una liberalización de importaciones podría tender a deteriorar el saldo de la b a­lanza de bienes y servicios, pero es poco probable que influya en un futuro inmediato en la emigración de trabajadores y, por tanto, en el volumen de remesas que alcanza ahora, apro­ximadamente, 1.000 millones de dólares por año. La m ayor competencia de las importaciones tendería a acen tuar en alguna medida una mayor intensidad de capital en el pro­ceso productivo, m ientras que las nuevas oportunidades de empleo en el país servirían para reducir, en parte , el paro registrado; pero, sobre todo, el paro encubierto. Sin duda serán necesarios algunos años de expansión muy rápida para que se reduzca en proporciones im portantes la em igración” 7.Y en otro lugar: “No parece conveniente que el superáv it

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46de la balanza corriente de España, expresado como porcenta­je de su Producto Nacional Bruto, sea de los más alevados del mundo, al tiempo que sus trabajadores continúan emi­grando para buscar empleo en el extranjero, aunque su nú­mero haya disminuido recientem ente” 8.Comentamos brevemente estas dos citas del Informe de la O. C. D. E.:

Primero. El ni Plan de Desarrollo prevé efectivamente la creación anual de unos 130.000 puestos de trabajo. Pro­gram a exactamente la creación de 520.800 puesto de trabajo en el período 1971-1975; cifra que resulta de una disminu­ción de la población activa agrícola en 283.700 personas, m ás un aum ento de la población activa industrial en 480.100 per­sonas y de la población activa ocupada en los servicios en 324.4009.Segundo. El ni Plan parte en sus cálculos de una pobla­ción total española de 34 millones de personas, de las que el 37,5 por 100 (12,7 millones) constituyen la población ac­tiva 10. Considera, además, que la población total crecerá du­ran te el cuatrienio 1971-1975 al ritm o del 1 por 100 a n u a lu. Por lo tanto, supone que la población total está aum entando anualm ente en imas 340.000 personas y la población activa en 127.500 (el 37,5 por 100). Así, pues, si la creación anual prevista de puestos de trabajo —ca. 130.000— estuviera a disposición de la población adicional activa —127.500 perso­nas anualm ente— no tendría por qué haber problema de for­zosas migraciones al exterior. Pero no esto lo que sucede. Porque de esos 520.800 nuevos puestos de trabajo previstos 283.700 se reservan para la población activa trasvasada del sector prim ario a la industria y los servicios. Quedan, pues, disponibles para nueva población activa 237.100 puestos de trabajo en cuatro años o, anualm ente, 59.025 puestos de tra ­bajo. Si se llevara estrictam ente a la práctica este programa,, tendrían que emigrar anualm ente 68.475 personas en edad de traba ja r (127.500 menos 59.025).Esta cifra, sin embargo, puede ser aminorada al menos por tres vías de política económica: jubilación anticipada de agricultores, desaceleración del proceso de trasvase de

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población activa del campo a la industria y los servicios, fre­no relativo al proceso de concentración y teenificación de empresas y, por lo tanto, al propósito del Plan en este punto de “abrir unas posibilidades lim itadas a la flexibilidad de plantillas sin merma de las máximas garantías para los t ra ­ta j adores afectados” 12. Pero re tardar el proceso de dism inu­ción de la población activa ocupada en el sector primario, así como el de concentración y modernización de toda clase de empresas supone limar significativamente la efectividad de dos variables esenciales en el crecimiento de la economía y hacer periclitar, por lo mismo, incluso el ritmo previsto de creación de puestos de trabajo.

En cualquier caso está claro no sólo lo que como un h e­cho comprobado recoge la O. C. D. E.: la emigración neta al exterior de unos 40.000 trabajadores al año, sino que, ade­más, una emigración anual de ese volumen, o algo más, está implícitamente programada en el III Plan de Desarrollo.A la luz de estas cifras no es fácil comprender bien el g ra­do de operatividad que se puede esperar de algunas declara­ciones explícitas del III Plan en m ateria de migraciones; por

ejemplo: “A veces el paro forzoso de ciertos grupos de po­blación activa de una comarca o provincia conduce a la em i­gración cuando podría reabsorberse con puestos de trabajo en empresas y sectores existentes dentro del país” 13. “Protec­ción al emigrante..., se facilitará su reinstalación laboral y social en España” 14.

Tercero. La O. C. D. E. cree en la posibilidad de un cre­cimiento más rápido que el previsto en el III Plan, tan to del P. N. B. como de la creación de puestos de trabajo. Y lo cree particularmente mirando a la estructura de nuestro comer­cio exterior. Constata, en realidad, tres hechos pertinentes: el superávit de nuestra balanza por cuenta corriente (al que contribuyen notablemente las remesas de em igrantes); el, a su juicio, excesivo proteccionismo o las numerosas trabas a las importaciones en general; la exportación de capitales españoles. Cree, 1.°, que una liberalización mayor de las im ­portaciones podría estim ular en alto grado la m oderniza­ción de las empresas nacionales; 2.°, que la reducción del su -

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perávit en la balanza corriente como consecuencia de esa misma liberalización, por una parte estaría compensado por las ventajas de esa tecniíicación y, por otra, presenta ries­gos sólo moderados y racionales, dado el actual volumen acu­m ulado de reservas de divisas; 3.", que el ahorro nacional debería emplearse prioritariam ente en la creación de más puestos de trabajo en el interior, en lugar de contribuir a h a­cerlo en empresas extranjeras, las mismas, tal vez, que colo­can trabajadores españoles.Se puede estar de acuerdo, sin duda, en que una mayor liberalización de la importación de equipos productivos de tecnología avanzada, de patentes y de m aterias primas nece­sarias que todavía no se produzcan en el interior a precios satisfactorios puede ser una fuerza impulsora del desarrollo y de la modernización de la economía. Unicamente hoy con­viene m atizar en lo que se refiere a las reservas de divisas; es cierto que todavía son excesivas como garan tía de solven­cia frente al exterior; es decir, que bastarían menos para cum plir esa función de garantía; pero tam bién es verdad que una nueva variable im portante, la de elevación de los precios del petróleo, h a entrado recientem ente en el plan- taemiento y h a reducido significadamente los márgenes de maniobra que hasta ahora perm itían las reservas de divisas. Se calcula, efectivamente, en unos 125.000 millones de pese­tas adicionales los que habrá que pagar en 1974 por impor­taciones de petróleo.En cuanto a las inversiones españolas en el exterior, pue­den realmente, a prim era vista, parecer absurdas, ya que se­r ía n muy útiles para crear en el interior los puestos de tra ­bajo que necesitamos. Pero, por o tra parte, y tal como ron orientadas por reciente decreto del Ministerio de Comer­cio, pretenden ser una avanzadilla de nuestro necesario co­mercio exterior. Recuérdese, por ejemplo, que las filiales ame­ricanas en el mundo, fuera de los Estados Unidos, compran el 25 por 100 de las exportaciones de aquel país. Se tra ta , pues, más bien, de un problema de equilibrio en las cifras y de que las exportaciones españolas de capital por razones co­merciales puedan ser compensadas, a su vez, por la impor­tación de ahorro.

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Abordando el problemaDescartada antes como poco probable la hipótesis de un retorno masivo, el problema se centra en cómo crear a corto plazo puestos de trabajo al ritmo habitual en los últimos años y cómo ocupar, además, a las 40.000 o 50.000 personas adicionales que en los próximos doce o catorce meses no van a encontrar ya la salida de la emigración.Crieemos sinceramente que en un año tan difícil econó­micamente como 1974, embarcados en un a lucha anti-infla- ción y en una política expansionista, aunque a la fuerza m o­deradamente expansionista, va a ser difícil incluso el m an­tener el ritm o normal en años anteriores de creación de puestos de trabajo; que no se va a producir, por lo tanto, la creación de puestos adicionales por encima de ese nivel.Planteada asi, creemos que con realismo, la cuestión, ¿qué alternativas se ofrecen?En sus declaraciones, anteriorm ente citadas, el m inistro de Trabajo ofrecía dos vías de solución, al menos parcial:— Política restritiva en la admisión de trabajadores ex­tranjeros en España.— Supresión, al menos parcial, de horas extraordinarias, para poder distribuir entre mayor número de personas acti­vas la oferta de trabajo disponible.A éstas podemos añadir varias más, al menos en teoría:—• Desaceleración provisional a que antes aludimos del proceso de trasvase de población activa del campo a la in ­dustria y los servicios.— Desaceleración provisional, tam bién señalada arriba, del proceso de concentración y fusión de empresas que reba­jen las necesidades de mano de obra.— Acudir en mayor medida al ahorro exterior para la in ­dustrialización y el crecimiento del país.'—> Estimular particularm ente las industrias y servicios que necesiten en mayor proporción de mano de obra.Digamos brevemente algo de cada una de estas vías de solución.Es clara la conveniencia coyuntural de restricción de las

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50oportunidades de empleo de mano de obra extranjera en nues­tro país. Son más de 100.000 los inm igrantes que ahora tra ­bajan en España. Pero tampoco se puede asegurar, a el éxito total de esta política, puesto que el problema no es sólo de colocación, sino de calidad de los puestos de trabajo. Gráficamente: obreros españoles están construyendo el Me­tro de F rankfurt am Main, m ientras obreros marroquías am­plían el de Barcelona. ¿Por qué? Por razón de los niveles de sueldo. Sólo por fuerza mayor se podría esperar la avenencia de aquellos trabajadores españoles a emplearse en la amplia­ción del metropolitano de Barcelona. Incidentalmente, hay aquí otro aspecto que refuerza la poca probabilidad de un retorno masivo. En general, en los países de Europa se em­plea a los obreros extranjeros en los puestos de trabajo que ya no quieren los nativos: minas, peones de la construcción, limpieza, siderurgia, etc.Supresión parcial de horas extraordinarias. Esta política se puso en práctica durante el P lan de Estabilización de 1959­1960, y ciertam ente palió las cifras de paro —y de emigración masiva— resultantes del mismo. Pero su puesta hoy en ac­ción, de form a generalizada, estimamos que, primero, no es necesaria y, segundo, privaría a muchos trabajadores de unos ingresos adicionales prácticam ente necesario. En cualquier caso, ciertam ente hay ahí un resorte que puede ser utilizado con habilidad, justicia y eficacia, dosificadas, por los direc­tivos de nuestra política económico social.Desaceleración del trasvase de población activa del campoa la industria y los servicios. Es posible esta desaceleración, pero evidentemente implica un coste: el del retraso del des­arrollo de nuestra agricultura y el de la incidencia negativa de este retraso en el desarrollo global. Conviene tener en cuenta que la disminución en España del actual porcentaje de población activa empleada en la agricultura (un 27 por 100) condiciona positivamente el desarrollo de la propia agri­cultura y el global del país.Desaceleración del proceso de concentración y fusión de empresas que disminuyan las necesidades de mano de obra. Significaría también la renuncia provisional y relativa a ca­minar de prisa por una vía necesaria al desarrollo: la del

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aumento de la dimensión media de nuestras empresas, la del logro de una mayor productividad del trabajo y de un más elevado grado de competitividad de nuestra economía.Más ahorro xterior. Evitado el riesgo de colonización eco­nómica, éste si puede ser un medio muy eñcaz de rápido cre­cimiento (y de creación de puestos de trabajo), perfectam en­te compatible con la actual lucha antiinfíacionista. Se puede eludir el riesgo de inflación cuando el crecimiento está apo­yado en la solidez de un ahorro, interior o exterior.Estimular industrias con elevado porcentaje de mano de obra. Este criterio tiene sus limitaciones, puesto que, en ge­neral, la mayor productividad del trabajo en la empresa y, por lo tanto, su mayor poder de competencia en el mercado, se logra aum entando la densidad de capital por trabajador empleado. Pero hay industrias —la artesanía en todas sus facetas creemos es la principal de todas— que por su n a tu ­raleza requieren una gran intensidad de mano de obra y que precisamente ahí, en esa intensidad, reside paradójicam en­te su poder de competencia frente a la producción en serie de las grandes, racionalizadas empresas. La promoción de la artesanía y de otras ocupaciones de gran densidad de m ano de obra, por ejemplo, los servicios turísticos, pueden colabo­rar notablemente en la aceleración de la tasa de creación de puestos de tra b a jo 15.

ConclusiónTodas las medidas anteriores son, como decíamos arriba , aptas para ayudar a resolver el riesgo de paro debido al fre ­no a la emigración exterior y al aumento probable de los> retornos. Algunas, como vemos, implican un coste. P erten e al sentido de justicia del político distribuir este últim o con equidad entre el total de intereses afectados. Ni solo el cam ­po, n i sola la fusión de empresas, ni solas las horas ex tra ­ordinarias, por ejemplo, deben ser, en ninguna hipótesis * unilateralmente sacrificados.

i Cfr. La R eg ión , edición aérea para Europa, 21-24 de m arzo d e 1974, pág. 5.

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2 Cfr. o. c., 21-24 de febrero, pág. 3.3 Cfr. o. c., 21-24 de marzo, pág. 9; 25-27 febrero, pág. 3.4 Cfr. o. c., 4-6 de marzo, pág. 11.s Cfr. o. c., 18-20 de marzo, pág. 11.6 Informe de la O. C. D. E. sobre la Economía Española 1972. Ed. Ins­tituto de Estudios Fiscales, Madrid, 1972, pág. 176.7 Informe de la O. €. D. E . sobre la Economía Española 1973. Ed. Ins­tituto de Estudios Fiscales, Madrid, 1973 pág. 111.8 Ib., pág. 147.9 III Plan de Desarrollo Económico y Social. Imprenta Nacional del «Boletín Oficial del Estado», Madrid, 1971, pág. 224.10 Ib., pág. 24.11 Ib., pág. 221.12 Ib., pág. 55.13 Ib., pág. 35.14 Ib., pág. 148.15 Cfr. «Proporciones de los factores y empleo urbanos en países en vías de desarrollo», por R. A. Berry, y «Contribución de las actividades no agrícolas a la promoción del empleo rural», por Sunil Guha. Ambos en Revista Internacional del Trabajo, marzo de 1974, págs. 241-260 y 261-278, respectivamente.

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Una política de retorno de los emigrantes, necesidad y urgencia

Por Victorino Ortega

El día 20 de enero de 1974 el SOPEMI (Sistema de Observación Permanente de las Migraciones, creado en 1973 por el Comité de Mano de Obra y de Asuntos So­ciales de la O. C. D. E.) celebró una reunión, con el fin de estudiar las posibles repercusiones de la actual crisis mundial del petróleo en los movimientos migratorios de carácter internacional.

Según un informe de la O. C. D. E., elaborado tenien­do presentes los datos aportados por el SOPEMI, los últimos años el movimiento migratorio a escala interna­cional fue menor que en la década de los años sesenta.Y la explicación de este fenómeno sociológico que se nos da en el citado informe no es otra que el cambio de las políticas migratorias, tanto en los países tradi­cionalmente considerados de inmigración: Alemania, Francia, Suiza, Suecia, etc., como de los países cuya nota característica predominante es la emigración ex­terior, como España, Grecia, Yugoslavia, Portugal, etc. 1

La diferencia está en que los países de inmigración han adoptado medidas restrictivas o limitativas a la entrada de emigrantes que han sido efectivas. Mientras que las medidas

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54empleadas por los países eminentemente emigrantes, simples medidas de control de las salidas, son insuficientes para re­tener la mano de obra excedente.

Es un hecho que no conviene olvidar que las políticas restrictivas de los países inmigrantes son anteriores a la cri­sis del petróleo y otras materias primas. Por el mencionado informe de la O. C. D. E. sabemos que Alemania dio acogida, durante el año 1972, a un total de 479.797 emigrantes de Italia, Yugoslavia, Turquía, Portugal, España, etc. Pero, dado que en el período octubre 1971-septiembre 1972, abandona­ron la República Federal unos 332.250 emigrantes, en realidad su capacidad de acogida fue de sólo 150.000 aproximada­mente.

1. ALGUNAS OPINIONES AUTORIZADAS

Sin pretensiones de dar una muestra indicativa, sino úni­camente con el deseo de señalar la complejidad del tema que nos ocupa, tomamos nota de algunas de las opiniones mani­festadas públicamente en fecha reciente:

— Karl Heinz Ihrig (jefe de relaciones públicas de la Opelalemana):

“Alemania no puede prescindir de los trabajadores ex­tranjeros, si bien reciben un trato discriminatorio de la socie­dad alemana.” Lo que no se dice es cuántos de los casi dos millones y medio de trabajadores extranjeros en este país son imprescindibles. Frente a la opinión de un jefe de relaciones públicas alemán tenemos la de un director:

— Ludwig Poulain (director del Westdeutsche Landesbank):

“La lucha contra la inflación y la disminución de la cuota de obreros extranjeros deben tener prioridad frente al creci­miento económico.” Aquí la opción es manifiesta. Hay que entornar las puertas a los emigrantes extranjeros. Una de las

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55maneras más sutiles de ir cerrando las entradas de mano de obra de refresco la subraya un trabajador español.

— Señor Gorse (ministro de Trabajo francés):

“Creo mi deber invitarles a la prudencia en el recurso a introducir nuevos trabajadores extranjeros en el curso de los próximos meses.” Estas palabras del ministro francés de Tra­bajo fueron pronunciadas el 18 de julio de 1973 en una reunión celebrada con el Sindicato Nacional de Patronos de la Indus­tria del Cemento.

— M. Fernández García (trabajador español en la Opel ale­mana):

“Hay españoles con más de trece años de trabajo en Ale­mania que encuentran dificultades para obtener el permiso ilimitado de trabajo. Este se consigue a los diez años. Pero la ley es una cosa y la realidad muy distinta. Ahora las ofici­nas de trabajo dan permiso sólo para seis meses.”

— Rodríguez-Acosta (ex presidente del Instituto Nacional de Emigración):

“En una encuesta realizada por las autoridades alemanas se ponía de manifiesto que sólo el 6 por 100 de nuestros emigrantes en Alemania tienen deseos de permanecer defi- nitivamnte.” Los datos que más adelante ofrecemos de los retornos controlados en el último decenio lo confirman.

— Fraga Iribarne (ex ministro de Información y Turismo):

“El emigrante parte sin ausentarse y emigra para regresar; toda su actividad está orientada hacia el retorno, y la emigra­ción misma sólo termina con el regreso” 2. Esta opinión coin­cide con la anterior fundada, como hemos podido apreciar en una encuesta sociológica realizada en Alemania y con los

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datos estadísticos del Instituto Nacional de Emigración rela­tivos al número de emigrantes que han vuelto a España.

— Licinio de la Fuente (ministro de Trabajo):

“El número de trabajadores españoles en el Mercado Co­mún es actualmente de 541.624, cifra de población activa que no conviene confundir — y a veces se confunde— con el total de residentes españoles en dicha zona, que asciende a 1.015.735 personas, entre las cuales están las familias de muchos de estos trabajadores. Los contratos de trabajo se suscriben con motivo de la salida hacia el extranjero, pero luego suelen ser renovados por diferentes plazos, por lo cual es prácticamente imposible tener un censo individualizado y actualizado de la duración de los contratos de cada uno” 3. Invitamos al lector a retener esta cifra dada por el ministro de Trabajo y contrastarla con otras cifras oficiales que expon­dremos a continuación.

2. ANALISIS SOCIOLOGICO DE LA SITUACION ACTUAL

De ese puñado de opiniones que hemos entresacado que­dan claras dos cosas: los países recepcionistas de mano de obra extranjera no han logrado implantar una política inte- gradora o quizás nunca se lo han propuesto. Han estudiado la psicología de los trabajadores extranjeros y observan que se asemeja a la de un transeúnte, excepto en un bajo por­centaje que echa raíces. Por otra parte, los países exporta­dores de mano de obra tienen conciencia de que el emigrante retorna a su país de origen o al menos ésa es su mayor aspi­ración.

Veamos unas cifras oficiales referentes al saldo migrato­rio en el período 1961-1972. Notemos que se refieren a un período suficientemente largo y anterior a la crisis energética:

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Fuente: Instituto Español de Emigración.

Comentando este cuadro estadístico J. Manuel Arija, en “Cambio 16” de 21 de enero de 1974, hacía suyo el siguiente comentario del “Europeo”:

“...solamente la emigración a Europa ha supuesto (en doce años) la salida de un excedente de fuerza de trabajo de más de un millón y medio de personas y más de un 7 por 100 de los ingresos totales de la balanza de pagos”.

Pero lo que aquí me interesa poner de relieve no es la cifra total de 1.503.450 salidas en busca de trabajo a Europa, sino los 800.000 retornos aproximadamente y los 700.000 que en números redondos quedaban en el extranjero en enero de 1973. Como durante los diez primeros meses de 1973 la emigración continuó normalmente, el saldo migratorio a prin­cipios de 1974 era como mínimo de 740.000 trabajadores, sin contar los familiares.

Esto quiere decir que las dos cifras dadas por el ministro de Trabajo pecan por defecto. La diferencia, como puede apreciarse, es de 200.000. Nada despreciable. Puede haber una explicación, y es que el ministro de Trabajo se refería a los trabajadores españoles que hay en “el Mercado Co­mún”, y todos sabemos que sólo en Suiza, que no es miembro del Mercado Común, se encuentran más de 130.000 emigran­tes españoles.

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EMIGRACION ESPAÑOLA (1961*1972)

Año Salidas Retornos Saldo migratorio

1961 115.372 7.815 107.7751962 142.505 45.884 96.6611963 134.541 52.230 82.3111964 192.999 112.871 80.1281965 181.278 120.678 60.6001966 141.997 143.082 — 1.0851967 60.000 85.000 — 25.0001968 85.000 67.000 18.0001969 112.205 43.336 68.8691970 105.538 40.000 65.6741971 120.984 50.000 70.3481972 110.369 70.000 40.369

58Nuestro cálculo creemos que se aproxima más a la rea­

lidad, pues teniendo en cuenta diversos estudios, como el relativo a la población infantil4 emigrante, calculada para los menores de dieciséis años en más de 250.000, y otras fuentes estadísticas, hemos elaborado el siguiente cuadro:

Seguimos creyendo que estas cifras son aproximativas por dos motivos. En primer lugar, porque no tienen en cuenta la emigración de temporada, que ha alcanzado ya los 90.000, ni cierto contingente de emigrantes a Suecia, Dinamarca, Aus­tria, Italia, etc. En segundo lugar, porque los datos del Insti­tuto Español de Emigración se refieren principalmente, o casi exclusivamente, a la emigración controlada. Hasta aquí la emigración a Europa. Prescindimos en este análisis por prin­cipio de la emigración a ultramar que tiene otras caracterís­ticas, si bien cuantitativamente habría que tenerla en cuenta.

A modo de un paréntesis, vamos a referirnos, dentro de este análisis, a esos miles de españoles en Marruecos que durante 1974 y 1975 tienen que volverse a España.

3. ACCION PROTECTORA Y ASISTENCIA!. AL EMIGRANTE

En el informe sobre “Política laboral 1973” del Ministerio de Trabajo, publicado en enero de 1974, hay un fallo en su análisis prospectivo referente al factor migratorio. En la pá­gina 42 leemos:

"Una característica resaltable, que sirve para centrar el

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Países Emigrantes (población activa)

Emigrantes (incluidos familiares)

Alemania ............... . 179.500 250.000F ra n c ia .................... 589.926 689.926B é lg ic a .................... 38.000 68.000H o lan da................... 23.000 40.000Inglaterra ............... . 30.000 45.000Suiza ....................... . 114.000 130.000

Total ............... .. 974.426 1.222.000

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alcance de la tendencia emigratoria durante 1973, es la si­guiente: la conexión de dos hechos, el aumento del número de ofertas de empleo procedentes del exterior, de una parte, y la simultánea disminución del de las demandas para emi­grar, de otra. Estos dos hechos han de ser valorados positi­vamente, pues prueban de forma elocuente que en la actua­lidad los trabajadores españoles antes de emigrar seleccio­nan las ofertas que se les hacen y analizan detenidamente la calidad de las mismas, así como las condiciones salariales y de otro tipo.”

Durante el primer trimestre de 1974 esta afirmación no pasa de un buen deseo, si es que en algún momento ha sido realidad y no un sueño.

A continuación este mismo informe, al hacer el balance de la acción asistencial al emigrante durante el año 1973, dice que “se han invertido más de 1.000 millones de pese­tas en la asistencia a los emigrantes” 7. Y en el capítulo rela­tivo a la emigración exterior se da la cifra de 500 millones de pesetas, desglosada en los apartados siguientes: asistencia social y sanitaria; asistencia jurídica y laboral; centros y aten­ciones educativas.

Pero una cosa es la política migratoria de carácter emi­nentemente asistencial y de protección al emigrante, tanto en el interior como en el exterior, y otra muy distinta una po­lítica de retorno prácticamente inexistente, como vamos a ver.

Empezando por la repatriación de los españoles en Ma­rruecos, que ha sensibilizado más la opinión pública, vemos que la contestación del Gobierno al ruego de dos procura­dores en Cortes se refiere a simples medidas de “ayuda a los españoles que se repatrien de Marruecos”:

— Subvenciones para gastos de viaje.—- 75 por 100 del salario mínimo durante seis meses.— Préstamos, convalidaciones, créditos, etc...

De estas medidas de asistencia sólo se pueden beneficiar los “residentes en el reino de Marruecos en fecha 2 de marzo de 1973” (art. 2) y lo soliciten antes del 31 de mayo de 1935 (art. 3) 9.

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No hay duda que una población que en 50 por 100 supera la edad de cincuenta años va a encontrar muchas dificultades para encontrar un empleo. Como medidas de ayuda asisten- cial están claras, pero no nos permiten hablar de una “polí­tica de retorno” auténtica.

A la misma conclusión se llega estudiando la Orden del Ministerio de Trabajo de 26 de mayo de 1973 ( “B. O. E.” de 7 de junio de 1973) por la que se establecen los precios para el transporte de emigrantes. En resumen, y para los billetes de traslado a Europa, la ayuda se reduce a un 10 por 100 de descuento en el transporte por carretera, un 25 por 100 por ferrocarril y hasta un 40 por 100 en el transporte aéreo sobre la tarifa normal de clase turística.

Lo mismo hay que decir respecto de la Orden ministerial de 18 de diciembre de 1972 ( “B. O. E.” de 2 de febrero de 1973) por la que se regulan los movimientos migratorios inte­riores de los trabajadores y sus familias y “se establecen las bases para su tutela y asistencia”.

Y es que la ocasión quizás de concebir una política de retorno de los emigrantes a Europa al menos se perdió en 197110 al elaborarse la Ley de Emigración. Basta leer la ex­posición de motivos y los seis primeros títulos que tratan: de la acción protectora del Estado sobre los emigrantes, de la asistencia social, asistencia interior, asistencia en el exterior y del transporte de los emigrantes. Se piensa en las salidas, no en los que retornan a España. Esta preocupación laudable en sí misma llama la atención si volvemos a contemplar el cuadro número I, y vemos que en el período anterior a la Ley de Emigración (1964-1970) volvieron a España un total de 600.000 emigrantes. ¿Es que éstos no urgían una auténtica política de retorno de los emigrantes? Como las salidas eran más numerosas, la preocupación del legislador fue la de fa­cilitar las salidas.

El resto de la Ley de Emigración, a partir del título VII, consiste en una nueva reestructuración del Instituto Español de Emigración, órgano técnico adscrito al Ministerio de Tra­bajo.

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4. NECESIDAD Y URGENCIA DE UNA POLITICADE RETORNO

Queda demostrado que en nuestra política migratoria hay una laguna: la política de retorno de los emigrantes. Más aún, la misma Ley de Emigración, en su artículo 4, sienta este principio: “La acción protectora al emigrante en el extran­jero se extinguirá por el regreso definitivo a la patria.” Y a su regreso voluntario a España, ¿qué encuentran los emigran­tes? Esta es la cuestión.

Recientemente el ministro de Trabajo es de la opinión que “un retorno generalizado no parece en este momento probable y, en cualquier caso, constituye una eventualidad completamente imprecisa en su alcance y resulta, por tanto, muy difícil de evaluar numéricamente. Sin embargo, el Go­bierno ha iniciado los estudios conducentes a cubrir la ¡n- certidumbre de dicha situación, previendo una serie de me­didas...”

De esta contestación del titular de la cartera de Trabajo al ruego o, mejor, pregunta de un procurador en Cortes se deducen dos cosas: en primer lugar se sigue contando con la válvuía de escape de la emigración y no se cree en un retorno masivo de los emigrantes. Y en segundo lugar, el Gobierno se ha planteado la necesidad de estudiar una po­sible política de retorno. Poco es, pero menos es nada.

¿Hacia qué medidas se apunta? Las medidas que se pre­vén son, en expresión del ministro de Trabajo: “la revisión de la política de inversiones, la creación de puestos de tra­bajo, la instauración de una política de créditos o de dota­ciones más amplias para mitigar el paro, con el objetivo de intensificar la acción profesional de los emigrantes que retor­nen, proteger a sus familias y facilitarles viviendas y posibili­dades escolares para sus hijos” u.

Hay aquí un planteamiento nuevo. Se reconoce la nece­sidad de sentar las bases para una política de retorno, pero echamos de menos el carácter de urgencia. ¿Por qué esperar a que los emigrantes a Europa vuelvan forzosamente? ¿Aca­so los que vuelven — un 20 ó 30 por 100 de los que salen—

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voluntariamente, como lo demuestran las estadísticas, no exi­gen con urgencia una política de retorno? Creo que s í . ----------

Digo que echo de menos el carácter de urgencia, porque el señor don Licinio de la Fuente termina su contestación así: “Es necesario tener en cuenta, por otra parte, que la mayoría de estos trabajadores tienen derecho a un seguro de desem­pleo, si fueran despedidos, de acuerdo con los convenios de Seguridad Social suscritos con los países respectivos."

Esto es cierto, pero también es cierto que existen con­venios con todos los países, ni todos son tan favorables como el convenio de Seguridad Social con Alemania. Más aún, to­dos sabemos que en los países del Mercado Común se cie­rran primero o con más riesgo para aquellos trabajadores cuyo país no es miembro de dicha Comunidad Europea. Y éste es el caso de España.

A veces me pregunto: ¿por qué falta una política de re­torno de los emigrantes? La respuesta es difícil y arriesgada. Pero se me ocurre lo siguiente: porque no encontramos mo­delos europeos que copiar y porque, en definitiva, no puede pensarse en una política de retorno de los emigrantes si no existe una auténtica política de empleo.

El único país de Europa a quien poder imitar en su política de retorno podía ser Italia. Pero carece fundamentalmente de ella. Su política de empleo cuenta con el fenómeno emigra­ción a Europa, como lo demuestran los 600.000 italianos en Suiza, los 590.000 en Francia y los 410.000 en Alemania, sin contar los emigrantes italianos en Bélgica, Holanda, Inglaterra, Estados Unidos, etc. Su ventaja con respecto a España es ser miembro del Mercado Común.

En otra ocasión hemos puesto de relieve también 12 cómo en el III Plan de Desarrollo se echa de menos una auténtica planificación del empleo en España. Uno de los objetivos fun­damentales del III Plan es el pleno empleo, pero ni en el II ni en el III Plan de Desarrollo Económico y Social se nos dice qué se entiende por pleno empleo.

Como punto de arranque de una política de retorno de los emigrantes, en el contexto de una política de empleo en Es­paña, está la opción radical a la que se ha referido reciente-

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mente un hombre de empresa español, el señor Villar Mir, presidente de Altos Hornos, al decirnos:

“Y todo ello plantea, en definitiva, la gran opción de:

— aceptar una filosofía de modestia y austeridad, con exclusión de toda tentación triunfalista;

—- moderar el creciente consumismo;— fomentar el ahorro;— y estimular las Inversiones productivas” 13.

Pero esta opción no se hará si no se tiene conciencia clara de que crear un puesto de trabajo — como ha señalado Villar Mir— implica hoy una inversión media del orden de dos millones de pesetas y de que España tiene el reto de crear tres millones de puestos de trabajo si quiere hacer frente a su reserva de mano de obra. Esta reserva o potencial humano consiste en el millón y medio de personas subempleadas en la agricultura; el medio millón de emigrantes a Europa que acabarán volviendo, y la posibilidad de incorporar un millón de mujeres (la población activa es muy reducida, aunque, como tendencia, va en aumento) a la población activa fe­menina.

Y traducida a números la necesidad de crear esos tres millones de puestos de trabajo exige una inversión de “seis billones de pesetas de 1973. Y para que esa Inversión añadida se realice, por ejemplo, en los próximos diez años, nuestra formación bruta de capital y, por tanto, nuestro ahorro, debe­ría situarse cuanto antes en torno al 30 por 100 del producto nacional bruto, frente al moderado 20 por 100 actual; es decir, en vez de consumir 80 y ahorrar 20, pasar a consumir 70 y ahorrar 30” 14.

Naturalmente que estas cifras asustan a los no versados en la materia, pero creo un acierto que Villar Mir empiece llamando ¡a atención sobre lo proclives que somos los espa­ñoles a la tentación triunfalista. Y es triunfalismo creerse, y lanzarlo a la opinión pública, que Henry Ford II se va a traer de Europa a los emigrantes de Europa para su fábrica en España (Almusafes). Hasta el momento, el único hecho real

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64es la firma de un acuerdo entre el P. P. O. (Ministerio de Tra­bajo) y la empresa Ford para la formación de 7.000 traba­jadores.

Todavía aumenta el triunfalismo si se cree en la eficacia de lanzar una carta a los 60.000 palentinos que han abando­nado su provincia desde el año 1960, por el simple anuncio de que Fasa-Renault va a poner la primera piedra de una nueva factoría en Villamuriel (Palencia), para exponerles la nueva situación de la provincia. Y decimos esto porque, a renglón seguido, se habla de la construcción de un nuevo centro para formar el personal especializado que demandará la nueva factoría Fasa-Renault1S.

Empecemos por analizar seriamente el resultado de los polos de desarrollo. ¿Cuántas empresas de las que se han instalado en ellos han cumplido con la inversión — aproba­da—■ por puesto de trabajo creado? Tomémonos más en serio la política migratoria de Europa y habremos puesto la primera piedra de una auténtica política de retorno para nuestros emigrantes.

Si el lector vuelve la vista una vez más al cuadro I de este artículo o comentario observará que la recesión europea del bienio 1966-1967 supuso que fueron más numerosos los retornos (143.083 y 85.000) que las salidas. Fue un toque de atención que cayó en buena parte en saco roto.

Al finalizar 1973 se nos da otro aviso. Esta vez más en serio por lo que respecta a Alemania. Sabemos que un año antes, a finales de 1972, el decreto Fontanet-Marcellin impo­nía — por primera vez en Francia— una restricción fuerte a la emigración. Se suprimía la libertad de contratación de los empresarios franceses a favor de la Agencia Nacional del Empleo. Más aún, en esta disposición legal tienen prioridad para colocarse los trabajadores franceses en paro y los tra­bajadores —-como los italianos— extranjeros procedentes de países miembros del Mercado Común.

Por su parte, Suiza, que también acoge un buen porcen­taje de emigrantes españoles, ha avisado repetidas veces con sus referendums sobre el tema migración. Es lógico, si se

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tiene en cuenta que un 17 por 100 de su población total son trabajadores extranjeros. Y, finalmente, todo hace predecirque ia emigración española a Bélgica y Holanda seguirá estan­cada en una c ifra baja desde hace unos años.

Si en el IV Plan de Desarrollo Económico y Social, que está casi a la vuelta de la esquina, no se plantea una po lítica de retorno como una parte de una política de empleo realista y de envergadura, nos tememos que el millón calculado de mano de obra excedentaria en nuestra agricultura seguirá en subempieo. No lo dudemos: en un alto porcentaje - —no todos, ni mucho menos— ios trabajadores emigrantes en Europa se­guirán volviendo a su patria grande o chica, en la que siguen pensando.

1 Cfr. Desarrollo, «Disminución de los movimientos migratorios labo­rales», núm. 478, 31 de marzo de 1974.2 Tomado de una entrevista del periódico La Región en su edición europea. El ex ministro Fraga fundamenta en el deseo de retorno las exigencias de los emigrantes: escuelas que mantengan vivas en ellos y en sus hijos la lengua vernácula y su cultura; negociaciones de con­venios que permitan el cómputo de períodos de cotización y faculten el disfrute de prestaciones en el país donde la condición de forastero... ceda el paso a la actividad cultural, social y recreativa de los m iembros.3 De una contestación del ministro de Trabajo en el Boletín Oficial de las Cortes n.° 1.329, de 16 de marzo de 1974. Puede verse la respuesta completa en el apartado de documentación de este mismo número.4 Véase el suplemento F. O. E. S. S. A. n.° 12, pág. 14. Aquí se indica que hay unos 150.000 hijos de emigrantes en edad escolar, distribuidos así: unos 100.000 en Francia, 21.000 en Alemania, 10.000 en Suiza,5.000 en Bélgica y menos de 2.000 en Inglaterra. No se conoce o no se da la cifra de Holanda.5 Ibid., pág. 13.6 Si se mira el cuadro I de este estudio se observará que el núm ero de retornos ha ido en aumento a partir de 1970.7 Ministerio de Trabajo, Política laboral 1973, Madrid, 1974, pág. 42. Los datos de la emigración asistida son: 96.023 emigrantes a Europa, 4.904 emigrantes a ultramar. Aunque se hubieran empleado sólo en esta asistencia los 500 millones, sólo tocan a menos de 5.000 pesetas. Pero es que se habla de atenciones a 352 centros de españoles y de siete gu ar­derías infantiles para hijos de emigrantes... ¿Qué significan esos 500 millones?8 Boletín Oficial de las Cortes n.° 1.333, de 21 de marzo de 1974.9 Cfr. B. O. del Estado de 27 de marzo de 1974.Véase B . O. del Estado de 23 de julio de 1971.ii Véase B. O. de las Cortes n.’ 1.329, del 0 de maroz de 1974. O

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12 Cfr. V. Ortega, «Los objetivos sociales en el III Plan de Desarro* lio», en R evista de Fomento Social, n.° 106, abril-junio 1972.13 J. M. Villar Mir, «Europa y España en la década de los 80», en Desarrollo, n.° 478, 31 de marzo de 1974.14 Ibid.15 Puede verse el largo comentario de A. Luis de la Calle «Palencia puede resurgir con la factoria de P. A. S. A.», en Informaciones Econó­micas, n.° 273, del sábado 29 de diciembre de 1973.

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HACIA UN ESTATUTO DEL EMI6RANTEPor Agu stí O S E T

La inmigración no es ni mucho menos un fenóm eno nuevo, sino que, por el contrario, existe desde que el hom ­bre empezó a tener conocimiento de que podía encontrar mejores condiciones de vida en otras regiones o países.Se puede afirmar que la inmigración ha sido hasta la ú l­tima década un fenómeno histórico, que ha ido evolu­cionando hasta nuestros días para transform arse en un factor de tipo económico y político. Hasta la prim era guerra mundial el flujo migratorio se desarrolló desde el viejo continente hacia América, tanto al hemisferio Sur como al del Norte, incluido el Canadá. Pero la evolución histórica, política y social, la crisis económica en 1929 que sacudió a los Estados Unidos con el consiguiente paro obrero, obligaron a las autoridades a dictar leyes p ro ­teccionistas, limitando la entrada de nuevos inm igran­tes a base de cupos por naciones, favoreciendo no obstan - te aquellos países como los sajones y descriminando a los latinos e irlandeses por motivos étnicos y religiosos.Pero la segunda guerra mundial iba a cambiar com pleta­mente el panorama, al quedar Europa totalm ente a rra sad a y mermada mano de obra. Ello obligó a que la mayor p a r te

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de las naciones occidentales, Francia, Alemania, Inglaterra y los Países Bajos, que antes habían luchado entre sí, a bus­car mano de obra en los países del Mediterráneo, países que en aquel entonces se hallan muy subdesarrollados y con un gran índice de desempleo. Entonces fue cuando los italianos abandonaban en gran número el Mezzogiorno para trabajar en las minas de Wallonia, los españoles y portugueses se es­parcían por toda Europa para participar en la reconstruc­ción, y los yugoslavos eran, reclutados para trabajar en la industria pesada y del automóvil. Esta prim era oleada fue seguida años después por un flujo migratorio —‘globalmente muy im portante—■ de ham brientos desocupados de las an ti­guas colonias, los del Maghreb y Africa negra hacia Francia; los indús, pakistanís y los oriundos de las Antillas hacia Gran Bretaña, y los turcos, que siempre han mantenido buenas relaciones con los alemanes, se convertían en el mayor con­tingente de trabajadores extranjeros invitados, los “gastar- beiter” de la República Federal Alemana.Aunque hay muchas divergencias en cuanto a las cifras, se calcula que hoy en dia residen en los países europeos cer­ca de 14 millones de extran jeros1. Si tenemos en cuenta su número, constituyen “la décima nación” de la Comunidad Europea. En lo referente a su población activa, hay más de seis millones de trabajadores extranjeros en los países del Mercado Común ampliado y cerca de un millón y medio en Austria, Noruega, Suecia y Suiza. Pero puede decirse, por tanto, que en los países situados al norte de los Alpes hay más trabajadores inm igrantes que el número de trabajado­res nacionales de Austria, Bélgica, Dinamarca e Irlanda.

La inmigración: arma política y económicaPara el Consejo Mundial de las Iglesias y en sus declara­ción de abril de 1972, afirmaba que la inmigración aseguraba al capitalismo europeo su crecimiento económico a largo plazo y las posibilidades de ajustar su política de mano de obra a corto plazo.Bajo este aspecto, es bien cierto que los inm igrantes han

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contribuido al buen funcionamiento de industrias que sin ellos no podrían seguir subsistiendo (construcción, industria del automóvil, minería, etc.), ya que de otra forma, si se tu ­viese que contar sólo con la mano de obra nativa, exigiría una mecanización creciente y unas inversiones gravosas, con la consiguiente revalorización de las cargas de mano de obra (salarios, formación, protección, seguridad social, etc.).Sobre esta problemática, la Confederación Mundial del Trabajo (C. M. T.), en su informe de noviembre de 1972 sobre la inmigración en Europa, puso tam bién en evidencia que los inmigrantes han beneficiado al capitalismo de los países ricos sobre el plano económico (costes, crecimiento, etc.) y sobre el plano político. La inmigración ha permitido equili­brar y corregir las contradicciones, toda vez que ha contri­buido a amortiguar el desequilibrio del sistema, el cual, sin ella, habría podido ser atacado por las reivindicaciones sala­riales, aumento de los costes de protección, el paro y las condiciones de trabajo, fuente de huelgas y movimientos so­ciales.Por otro lado, la salida de obreros de los países en vías de desarrollo o subdesarrollados comporta ventajas inm edia­tas que se traducen en la disminución de los trabajadores en paro forzoso y en la entrada de grandes sumas de divisas, ayudando también a estabilizar el mercado de trabajo y a efectuar en la mayoría de los casos planes de desarrollo p ara la creación de puestos de trabajo que perm iten la elevación del nivel de vida, cual es el caso de España, donde la emi­gración ha sido un factor determinante, dado el gran volu­men de divisas que ha reportado las remeses que desde dis­tintos países europeos nuestros compatriotas enviaban a sus familiares, en la financiación de muchos proyectos que en estos últimos años se han llevado a cabo en nuestro país o también para nivelar la balanza de pagos. A este respecto, el Bank für Gemeinwirtschaft Atkiengesellschaft (B. F. G.), Banco de los Sindicatos y de las Cooperativas, emitió en 1972 un informe en el que se decía que los trabajadores ex tran ­jeros en Alemania habían ahorrado en los últimos veinte años nada menos que 65.000 millones de marcos, a lo que hay que añadir las remesas que enviaron a sus respectivos¡Oíndice

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países por un valor similar, m ientras que el gasto propio en la R. F. A., según el Banco, no había bajado en estos veinte años de los 91.000 millones de marcos. En cuanto a los emi­grantes españoles, pueden valorarse en 52.354 millones de pesetas las transferencias hechas desde Alemania sólo en el decenio de los sesenta.

Los nuevos esclavos de EuropaLa revista “30 Jours d’Europe”, en su número de octubre de 1973, hacía mención al problema de la inmigración, de­nunciando que los trabajadores extranjeros eran los nuevos esclavos del siglo XX, ya que ejecutan los trabajos más pe­nosos, recogen escombros, están en las minas, transportan ladrillos en las obras de construcción. Por la noche se en­cuentra nen los pequeños cafés sórdidos de los arrabales y duermen en habitaciones inmundas, sin agua ni servicios sa­nitarios. Son llamados obreros invitados, pero el calificativo más apropiado es el de “ilotas”, esclavos de los lacedemonios en la grecia antigua. “El que se halla o se considera despo­seído de los goces y de los derechos de la ciudadanía”, según nos dice textualmente el Diccionario de la lengua.Los “ilotas” trabajan ciertam ente en posiciones subalter­nas, mal pagadas, sucias, peligrosas; pero totalm ente indis­pensables en una economía industrial de gran desarrollo. T rabajan a salarios más bajos que los obreros nacionales, por lo general, y permiten con ellos que las industrias europeas sean competitivas en el mercado mundial. Se puede decir que una persona de cada dieciséis es, en el Mercado Común, un “extranjero” que no goza de los derechos de ciudadanía en los países en donde su trabajo ha contribuido grandemen­te a la prosperidad general. Sin los diez millones o catorce millones de “ilotas”, la Europa del Mercado Común no hubie­ra podido alcanzar sus altos índices de producción. Son, en definitiva, los héroes oscuros, y tan a menudo desdeñados, cuando no combatidos, del “milagro europeo” ; son aquellos que están soportando toda una serie de discriminaciones. En el terreno laboral se han de enfrentar a menudo con la in-

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observancia de normas laborales y sociales por parte de em­presarios. El “ilota” se encuentra indefenso por el descono­cimiento de las leyes y el poco o mal dominio del idioma ex­tranjero. Al propio tiempo, son innumerables los abusos de los caseros, que piden altos alquileres 2 por habitaciones o casas que no reúnen las debidas condiciones. Si a todo ello unimos las barreras humanas, contra las que no hay legis­lación posible (idioma, actitud de la población indígena, di­ficultades escolares), es evidente llegar a la conclusión que al emigrado se le mantiene en un auténtico “appartheid” mo­ral que le hace sentirse como una simple herram ienta de trabajo.

Formación de un subproletariadoEl problema que tiene que enfrentarse Europa en la hora actual es que, dentro de una civilización desarrollada, se halla inserta una masa de trabajadores extranjeros que se están convirtiendo en un inmenso “lunpenproletariat” cada vez más numeroso, cada vez menos barato, pues ya empiezan los extranjeros a reconocer sus derechos, presentando sus re i­vindicaciones cada día más exigentes. Pero no es éste el pro­blema más grave, sino que debemos referim os a lo que está sucediendo a los hijos de esos em igrantes que se h a llan des­parramados por Europa y que, en definitiva, serán los hom ­bres del m añana, hombres que sí pueden ser los m ás p e rju ­dicados en una situación conflictiva cada vez más creciente, que se adentra en el terreno ético, étnico y de clase.Sobre este problema, en el informe VII (1) sobre los t r a ­bajadores inmigrantes, séptimo punto del orden del d ía de la 59.a reunión de la Conferencia Internacional del T rabajo (O. I. T.), celebrada en el mes de junio de este año, se seña­la que aunque no se dispone de datos precisos el núm e­ro de niños menores de dieciséis años hijos de trabajadores emigrantes que viven en países de acogida europeos puede calcularse en 1.500.000, aproximadamente, puesto que en Francia residen entre 600.000 y 700.000 y más de 800.000 en la República Federal de Alemania.

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En este sentido, la resolución (70) 35, adoptada en no­viembre de 1970 por el Comité de Ministros del Consejo de Europa, contiene una serie de recomendaciones relativas a la asistencia a las escuelas de los hijos de trabajadores mi­grantes 3. En ella se pide a los gobiernos de los Estados miem­bros que garanticen por medio de leyes el ejercicio del dere­cho de esos niños a la educación, porque está claro que una de las medidas más eficaces p ara lograr la adaptación e in­tegración social de los niños en el país de acogida es la asis­tencia a las escuelas y demás centros de educación. Pero la inscripción de un elevado número de hijos de trabajadores inm igrantes en los establecimientos docentes plantea una serie de problem as4. En primer lugar, es necesario disponer de mayor espacio en las escuelas y de mayor personal docen­te. En segundo lugar, lo que es un problema más grave, estos niños se ven obligados a vivir, al menos temporalmente, en­tre dos culturas: la de su país de origen y la del país de acogida. En tercer lugar, han de ajustarse al nivel educa­tivo de los niños nativos que tienen su misma edad, con el agravante de que tienen que comenzar a aprender un nuevo idioma. Otro problema que se plantea es la reacción, a me­nudo hostil, de la opinión pública en aquellas zonas donde existe gran concentración de trabajadores inmigrantes. El excesivo número de alumnos que asisten a cada clase, el te­mor que descienda el nivel educativo de los niños de la lo­calidad. La comprensión por parte de los profesores de los problemas de los hijos de los trabajadores inm igrantes cons­tituyen otras tan tas dificultades.En algunos países se han introducido (ver informe O. I. T. antes citado) medidas especiales para facilitar la integración de esos niños en el sistema docente del país de acogida. En Francia, por ejemplo, existen 250 clases de iniciación p ara niños comprendidos entre los siete y dieciséis años de edad (número exiguo si se compara con los niños extranjeros resi­dentes en el país), cuyas enseñanzas duran generalmente un año. Medidas análogas se han adoptado en Luxemburgo, Re­pública Federal Alemana y Suiza. Pero el aluvión de extran­jeros, el mismo proceso vegetativo, que es tres veces más alto que el de los indígenas, no sólo ha creado problemas de asi-

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milación y conveniencia, sino que ha enfrentado a la Admi­nistración de los países europeos de acogida con tareas de infraestructura, tales como alojamiento, asistencia social y sanitaria, pero principalmente escuelas.En un informe de la Comisión de las Comunidades Eu­ropeas del Mercado Común publicado en enero de 1972 5 se denunciaban las injusticias que se están llevando a cabo en este terreno.“...L a gran masa de niños hijos de inm igrantes se en­cuentra de hecho en una situación difícil, situación que está en vías de crear en los países industrializados europeos un subproletariado. En la propia Alemania Federal, los hijos de los inmigrantes que obtienen el “abitur” (similar al C. O. U.) en los “lander” alemanes se puede contar con los dedos de la mano. Los que obtienen una cualificación profesional se cuentan por unos cuantos centenares...”

La sociedad de consumo y los Sindicatos europeosDe todos es sabido que el Mercado Común nació de la ne­cesidad de supervivencia del capitalismo europeo frente al poder de las grandes superpotencias, Estados Unidos y la U. R. S. S, Pero para que esta supervivencia no fuese sólo tem ­poral, sino que tuviese una perspectiva intem acionalista, los grandes intereses europeos comenzaron a negociar con los americanos, no bajo un fin político, sino sólo en el aspecto de beneficio mutuo, dejando de lado lo que podría haber sido y aún es más im portante: la UNIDAD EUROPEA. Desde la creación, pues, del Mercado Común, el consumismo h a sido la única doctrina que ha imperado en el mundo occidental, engendrando un modelo de civilización alienante. Aunque en veinte y tantos años los trabajadores europeos han consegui­do más mejoras salariales y sociales que en todo el tran scu r­so de la historia del movimiento obrero, no es menos ciertos que la ideología dom inante exalta al liberalismo económico y el éxito individual en detrimento de la promoción colectiva y solidaria. En el fondo los europeos, después de una cruel y

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74debastadora guerra, durante estos años piden únicamente ma­yor número de bienes de consumo aunque sean superfluos.A p artir de la década de los setenta, sumidos en una pro­funda crisis ideológica y faltos de un planteamiento de lucha, así como de perspectiva histórica frente al capital, los Sindi­catos europeos empiezan a tom ar conciencia del problema de los inmigrantes, ya que m ientras iba en aumento el flujo migratorio, sin que los países de acogida, salvo alguna excep­ción, hiciesen algo digno de mención para regular la inmi­gración, aum entaba a su vez el índice de desempleo de los nativos, debido a una parte, por el gran proceso de expan­sión, de concentración y modernización que se estaba produ­ciendo en la industria europea, proceso en el que era vital contar con mano de obra barata.En este sentido no hay duda que se h a usado a los extran­jeros, la contratación de mujeres y a hombres en edad ma­dura para combatir las reivindicaciones salariales y sociales de los Sindicatos avivando los antagonismos entre los n a ti­vos y los inmigrados en perjuicio y detrim ento de los pro­pios Sindicatos. Desde un principio éstos se han encontrado en una postura difícil, ya que al practicar el sindicalismo li­bre, pluralista, y el derecho de huelga, deben defender pri­mordialmente los intereses de sus afiliados. H asta hace poco a los inm igrantes en su mayoría y por diversas circunstancias no les interesaba estar sindicados, bien porque deseaban vol­ver a su país de origen, también porque tenían, aún hoy día subsiste este problema, que hacer frente a las campañas de intimidación que llevan a cabo algunos Gobiernos o por exis­tir por otro lado la intimidación que llevan a cabo los em­presarios, en el sentido que no desean contratar a extranje­ros que están afiliados a organizaciones sindicales” 6.

Actitud sindical frente a los inmigradosLas grandes Confederaciones Occidentales, tan to la Con­federación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (C. I. O. S. L.) y la Confederación Mundial del Trabajo (C. M. T.), como los Secretarios Profesionales Internacionales

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(S. P. I.), principalmente la Federación Internacional de Trabajadores de la Industria Metalúrgica (F. I. T. I. M.), han venido denunciando ante la Organización Internacional del Trabajo (O. I. T.), la Organización Internacional de las Na­ciones Unidas (O. N. U.), la Comisión de las Comunidades Europeas (C. E. E.), a la U. N. E. S. C. O., y ante el Consejo de Europa de Estrasburgo, todos los graves problemas que causa la inmigración incontrolada, la explotación de que es ob­jeto esta clase de mano de obra y las dificultades de in tegra­ción en las comunidades de los países de acogida:En general, las declaraciones de principios de cada una de las citadas Organizaciones sobre dicho problema se basan en los siguientes p un tos7:— Reafirmar los vínculos fraternos con el creciente nú ­mero de compañeros trabajadores que, propulsados en gran medida por la presión del subdesarrollo, el desempleo y las desventajas económicas y sociales en su país de origen, t ra ­bajan en otros países, lado* a lado con los trabajadores locales.— Instar a las organizaciones sindicales a que, conjunta­mente con otras instituciones públicas, desplieguen intensos esfuerzos para superar todas las manifestaciones de racismo y xenofobia, incluyendo los abusos policiales y las expulsio­nes arbitrarias.—■ Denunciar los intento de regímenes dictatoriales, de in ­tim idar a los ciudadanos de sus países que trabaan en el ex­terior impidiéndoles el pleno ejercicio de sus derechos demo­cráticos y sindicales.— Denunciar las tentativas de los empresarios de presio­n ar a los trabajadores extranjeros utilizando la inseguridad de su situación para obligarlos a apoyar Sindicatos contro­lados por las empresas y otras medidas antisindicales.— Reclamar la firma de acuerdos intergubernam entales sobre los trabajadores migrantes, en conformidad con el con­venio y recomendación (revisada) de la O. I. T. sobre “T ra­bajadores m igrantes” de 1949.—> Exhortar a desarrollar oportunamente una in fraestruc­tu ra social adecuada para la totalidad de la población que perm ita que los trabajadores extranjeros traigan consigo a

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sus familias, poniendo así fin a la cruel y antisocial separa­ción de los trabajadores de sus esposas e hijos.—» Reclamar medidas eficaces para la creación de facili­dades sociales y culturales para lós trabajadores extranjeros y sus familias, poniendo fin en particular a la especulación de alquileres de la que dichos trabajadores son víctimas tan frecuentemente, suministrando viviendas adecuadas y no me­ras barracas y aumentando las oportunidades de instrucción^ incluyendo el aprendizaje del idioma, y facilitando su inte­gración y su establecimiento definitivo.— Reclamar que los trabajadores extranjeros sigan cur­sos de idiomas cuando sea necesario, durante las horas de trabajo pagadas y, de ser posible, antes de su migración, y que este aprendizaje sea acompañado de una introducción a los servicios sociales, reglamentos de seguridad y relaciones, industriales auspiciadas por los Sindicatos, im partidas igual­mente durante horas pagadas de trabajo.—. La contratación y empleo de trabajadores extranjeros: debe realizarse en todos los casos en conformidad con dis­posiciones legales y contractuales que aseguren la absoluta igualdad de todos los trabajadores e impidan cualquier dis­criminación en m ateria de salarios, condiciones de trabajo y sociales y seguridad de empleo.—■ La industrialización de los países de procedencia p ara facilitar los empleos necesarios y la elevación del nivel de vida de los países subdesarrollados, con la consiguiente creación de un fondo de garantía comunitaria para asegurar la crea­ción de nuevos empleos en los países de acogida.— Estrecha cooperación entre países de origen y países re­ceptores, a fin de hacer más atractivo el retom o de los inm i­grantes a sus respectivos lugares, dándoles la opción de po­der decidir verdaderamente su futuro, debiendo conocer con­diciones aceptables de estancia, pero también condiciones aceptables para el caso en que deseen volver a su país de procedencia.Llamamiento a los trabajadores extranjeros para que se incorporen a las organizaciones sindicales como miembros ac­tivos y responsables, plenamente solidarios con sus compañe­ros trabajadores de los países de acogida.

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Dentro de este contexto, en estos últimos años se está pro­duciendo una evolución en cuanto al tiempo de estancia de los inmigrantes en los países de acogida. En este sentido se ha observado que la mayor parte de los extranjeros tienen la intención de volver a su país de procedencia, después de dos o tres años de estancia en el de acogida. Pero sea porque ga­nan menos de lo que pensaban o porque el coste de la vida es más alto de lo que creían, su intención se ve rápidam ente modificada. El 50 por 100 de los inmigrados aún siguen insta ­lados en los países de acogida después de cinco años de su llegada, el 27 por 100 no se fijan un plazo fijo de retorno y el 23 por 100 restante lleva más de siete años de estancia 8.Todo este proceso es beneficioso para el movimiento sin­dical, porque cada vez también son más numerosos los ex­tranjeros que se afilian a organizaciones sindicales europeas. Aunque no se conocen cifras exactas en este sentido, se puede citar, por ejemplo, que en la República Federal de Alemania, la Confederación de Sindicatos (D. G. B.) cuenta entre sus miembros con 450.000 trabajadores migrantes, habiendo crea­do departamentos centrales y secciones de extranjeros, d iri­gidas por los propios inm igrantes9, que se ocupan de las ne­cesidades y problemas especiales de los diversos grupos n a ­cionales (griegos, españoles, turcos, italianos, etc.). En F ran ­cia, las principales centrales sindicales (C. G. T., C. F. D. T. y C. G. T.-F. O.) en conjunto cuentan con un número simi­lar de afiliados extranjeros (cerca de 400.000), encuadrados en secciones por grupos nacionales, prestando asistencia de todo tip o 10. Igualmente sucede lo mismo en Bélgica, Holanda y Luxemburgo, en donde los Sindicatos, tan to los pertenecien­tes; a la C. I. O. L. S. o a la C. M. T., colaboran estrecham ente en este sentido y en los que hay tam bién encuadrados un buen número de trabajadores extranjeros. En Suiza, donde resi­den más de 130.000 trabajadores españoles, son varios los mi­les que están afiliados a la Unión Sindical Suiza, encuadra­dos en la sección española, junto con o tras secciones que cuen­tan con afiliados extranjeros y que los prestan asistencia, principalmente social y cultural n.

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Los inmigrados, arma política de los Sindicatos para el logro de una política de empleo por encima de las fronterasMucho antes de la crisis energética, las dos grandes con.' federaciones sindicales occidentales, la C. I. O. S. L. y la C. M. T., empezaron a colaborar estrechamente para encontrar un planteam iento común para ir hacia la consecución de una política de seguridad en el empleo, dado los innumerables casos que se están produciendo, bien por incapacidad empre­sarial (L. I. P. es un ejemplo) o por el licénciamiento de per­sonal que muchas empresas multinacionales llevan a cabo, a socaire de “medidas coyunturales” o de situación de mer­cados.Por otro lado, tam bién veían que en sectores como el del automóvil, siderúrgico y químico, el porcentaje de mano de obra extranjera oscila entre el 30 al 40 por 1Q0, prefiriendo! contra tar esta clase de mano de obra, bien por no estar sin­dicada o por cobrar un 20 por 100 menos que los obreros n a­tivos n. Toda esta sittuación, junto con la política que siguen las grandes empresas multinacionales europeas, principal­mente alemanas, invirtiendo en los países del Este, en don­de los salarios son bajos, la seguridad de los capitales es to­tal y no existen las huelgas, movió al sindicalismo europeo a movilizarse para trazar una estrategia frente a los Gobiernos, patronos y organismos internacionales.El que los inmigrados se hayan transform ado en un arm a política para los Sindicatos tiene su razón de ser. Ante todo, a pesar de las limitaciones de entrada de nuevos trabajado­res extranjeros, prohibiciones temporales y otras medidas de carácter análogo que se tomen en el futuro, dejando aparte las crisis energéticas u otras circunstancias, lo que si es bien cierto es que Europa necesitará más mano de obra extranjera por una simple razón. Los Gobiernos se han de enfrentar con la fa lta de interés de los nativos por ciertos trabajos peno­sos, sucios y mal considerados, así como por los empleos que imponen horarios de trabajo incómodos. En este aspecto, du­rante el decenio 1960-1970, Bélgica, Dinamarca, los Países Bajos, Suecia, Alemania e Inglaterra entraron en la era post-

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industrial, caracterizada por el hecho de que el sector de servicios ocupa más trabajadores que el conjunto de los de­más sectores. Ello quiere decir que h an llegado a supeditar el funcionamiento de las estructuras claves de su economía y el mantenimiento de su nivel de vida, a la importación de mano de obra ex tran je ra13.De todo ello se dan perfecta cuenta los Sindicatos y los responsables sindicales de los trabajadores extranjeros que, como he citado con anterioridad, cada vez es más largo su tiempo de estancia en el país de acogida. Al jugar esta carta, lo hacen porque saben que si los obreros extranjeros tuvie­sen que abandonar en masa la Comunidad Europea muchas industrias tendrían que cerrar sus puertas, se paralizarían muchos sectores claves y en definitiva se produciría un g ran colapso. También se acentuarían las diferencias regionales de una misma nación y las diferencias nacionales en el seno del Mercado Común, agravando extraordinariam ente aún más los problemas con los que se tienen que enfren tar los países de procedencia14.En todo este planteamiento, y aunque por diferentes con­veniencias o intereses, no hay que perder de vista los contac­tos que durante estos tres últimos años se h a venido celebran­do entre dirigentes sindicales occidentales y miembros de or­ganizaciones sindicales de los países del llamado campo so­cialista. En este sentido, tan to el presidente de la D. G. B., la Central Sindical Alemana, Heinz Oskar W etter, como el hasta hace poco secretario general de las Trade Unions (T. U. C.),Vic Fehater, a la vez presidente de la Confederación Europea de Sindicatos (C. E. S.), han sido invitados insistentem ente por el presidente de la Central Sindical Soviética, A. Shelye- pin, miembro del buró político del Partido Comunista Sovié­tico, para lim ar asperezas y encontrar puntos de contacto en común en lo que pudiese ser posible la cooperación, si bien tan to Vetter como Fehater actuaban en plan unilateral y no en nombre de la C..I< O. S. L. Por otro lado, el Comité Central de la Federación Sindical Mundial (F. S. M.), organización a la cual están afiliados todos los Sindicatos de tendencia co­munista, invitaba también a los dirigentes de la C. M. T. a visitar Praga para intercam biar puntos de vista y a ser po-

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sosible llegar a acuerdos para una acción común cara a los múltiples problemas que impiden el desarrollo de la clase obrera.Después de muchos contactos, controversias y exposición de planteamientos que en muchos puntos eran coincidentes, se llegó a la celebración de la II Conferencia Regional Eu­ropea de la Organización Internacional del Trabajo (O. I. T.), con la participación en bloque de la C. I. O. S. L., la C. M. T. y la F. S. M., Conferencia que durante muchos años no se había llevado a cabo precisamente por el antagonismo entre dos concepciones tan dispares de entender el sindicalismo, como es la libre, pluralista y el derecho de huelga, y la cen­tralista democrática, en que todas las actividades se desarro­llan bajo la dirección del Partido Comunista.Para el sindicalismo europeo, en general, dicha Conferen­cia (Ginebra, 14-23 enero 74) h a sido todo un éxito porque en la misma se abordaron tem as que, si bien hoy en día pre­ocupan a los trabajadores europeos, tienen, en cambio, un marcado acento intem acionalista, motivado principalmente por el gran poder de las empresas multinacionales.En síntesis, el criterio bajo el cual se desarrolló la Confe­rencia se puede resumir en los siguientes aspectos:Ningún país europeo puede concebir su política de em­pleo reduciendo su planteamiento a sus propias fronteras n a ­cionales. Por o tra parte, los trabajadores no tienen ninguna culpa si sus Gobiernos están excluidos de pertenecer al Mer­cado Común. La efectiva presencia de más de once millones de trabajadores (siguen las divergencias en cuanto a las es­tadísticas) ocupados en países europeos que no son los suyos; la libertad en el desplazamiento y traslado de residencia que tienen los trabajadores de países miembros del Mercado Co­m ún y además los desplazamientos internos de partes impor­tan tes de la población que se desplazan desde las regiones más atrasadas económicamente a las más industrializadas obligan a que las necesarias medidas que deben ser adopta­das lo sean en función de las necesidades humanas y no de los capitales.

El mantenimiento del empleo para los trabajadores ocu­pados en el presente.

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Compensación en el caso de reducción de las horas de trabajo.La no discriminación con respecto a los trabajadores mi­grantes, las mujeres, los jóvenes y los trabajadores de cier­ta edad.Un mayor control público de las empresas multinacionales que sacan partido de la situación actual en detrimento de los trabajadores y del interés general.Subsidios de emergencia para m antener el empleo en las industrias y las regiones que atraviesan dificultades debido a las crisis energética.

Conferencia mundial sobrelos trabajadores migrantes y apatridasPero el movimiento sindical europeo, en unos momentos como los actuales, la crisis energética, el paro obrero, el cie­rre temporal de fábricas, principalmente del sector del auto­móvil, químico, industria electrodoméstica, etc., quiere recu­perar el tiempo perdido y plantear una batalla a gran escala, en unas circunstancias como las presentes en que va alum ­brando una solidaridad sindical a nivel internacional.Sobre la problemática de la inmigración, las consecuen­cias económicas y sociales, así como las condiciones de vida y de trabajo, a las que deben hacer frente los trabajadores

extranjeros, actualizadas aún más por la crisis actual, serán el tema y objeto de una conferencia mundial a celebrar a primeros de junio en Ginebra, organizada por la C. I. O. S. L .15 La Conferencia será la ocasión idónea p ara form ular las rei­vindicaciones del movimiento sindical internacional libre en materia de garantía de los derechos de los trabajadores m i­grantes y perm itirá la adopción de un estatuto de los tra b a ­jadores migrantes. Esta reflexión sindical definirá de m anera precisa la posición de la C. I. O. S. L. sobre los proyectos de instrum entos y de resoluciones sobre los trabajadores ex tran­jeros que están en el orden del día de la 59 Conferencia In ­ternacional del Trabajo organizada por la O. I. T. que se¡ O

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abrirá inm ediatam ente después de la Conferencia Mundial de la C. I. O. S. L.

Los Sindicatos europeos en la hora actualDesde las jornadas del mayo francés de 1968, los graves incidentes de Berlín, Francfort y Munich durante la segunda m itad de la década de los sesenta, la ocupación de la Uni­versidad romana en mayo del mismo año, en suma, los corre­

ligionarios de Rudi Dutschke y de Daniel Cohn-Bendit, estu­diantes, obreros e intelectuales entendieron que ante la gran indiferencia de las masas y la sumisión absoluta de los políticos a los intereses del gran capital, no habla otra alter­nativa a seguir, sino la de la acción político-sindical dentro de las propias fábricas.Fueron los troskystas y maoístas quienes apoyaron la huel­ga de los 400 O. S. extranjeros que movilizaron a la Renault francesa, fueron también ellos quienes declararon en F ran­cia el li de mayo de 1973 el día del inm igrante; en fin, fueron los troskystas, junto con los elementos de la nueva línea de la C. D. F. T., quienes llevaron a buen fin toda la larga lucha de la L. I. P., la defensa del puesto de trabajo.En este proceso ideológico, la Confederación Francesa De­mocrática del Trabajo (C. F. D. T.), sumida en un confusio­nismo después de desprenderse de su confesionalidad cristia­na, iba buscando su línea ideológica, siempre dentro de un plano revolucionario y de no alineación. A través de sus di­versos congresos se fue hilvanando su nueva línea, que cul­minó con la declaración de Edmond Maire, secretario de laC. F. D. T. en el Congreso de la Confederación Mundial del Trabajo (C. M. T.), Organización a la que está afiliada, ce­lebrado en Evian (Francia) en septiembre de 1973, que laC. F. D. T. había escogido el camino para la consecución e implantación en Francia del llamado socialismo democrático.Es en 1972 cuando empiezan los contactos entre sindicatos de diversas tendencias, cuando son frecuentes las acciones reivindicativas en común y se plantean también estrategias, tales como la tesis de Charles Levinson, secretario general

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del S. P. I. del sector químico, la In ternational Chemical Fe- deration (I. F. C.), de crear comités de empresa a escala eu­ropea y mundial en donde existiesen filiales de las grandes empresas multinacionales.Llegamos a los días 8 y 9 de febrero de 1973, en que se funda la Confederación Europea de Sindicatos (C. E. S .) ló, cuyos miembros fundadores son todos los Sindicatos pertene­cientes a la C. I. O. S. L., para oponerse a la estrategia que desarrolla el capitalismo internacional en busca de ven tajas competitivas que muchas veces consigne gracias a las distin­tas posibilidades de los trabajadores que ofrecen los diversos países.En una Europa que se halla en crisis, con falta de líde­res, estamos asistiendo a una verdadera evolución político- social en la que en muchos países, ante la debilidad orgánica de los partidos y el creciente poder de los Sindicatos, se está produciendo un desplazamiento del centro de gravedad polí­tico. Lo cierto es que en la hora actual los Sindicatos europeos están exigiendo la participación, nuevos métodos de trabajo, seguridad de empleo y del poder adquisitivo del salario, en ­señanza profesional permanente, la no descriminación de los trabajadores inmigrantes, de mujeres y hombres en edad m a­dura, contando para su logro con un gran poder de convo­catoria.

1 Comisión de las Comunidades Europeas del Mercado Común.2 I. G. Metal (Federación Sindicatos Metalúrgicos Alemanes, perte­neciente a la D. G. B.).3 Véase también Consejo de Europa, Population and Vocational Train- ing División, Special Representative’s Advisory Committee, Education of Migrant Worker s Children (Estrasburgo, doc RS 201, 1971).4 Véase «Sept cent mille enfants d’inmigres á scolariser», Le M onde (París), 8 de febrero de 1972, pág. 7.5 Ver Visión, París, septiembre 1973, «Comparaisons Europeennes»* pág. 101.6 La C. M. T. et la migration, Bruselas, noviembre 1972.7 F. I. T. I. M.: Lausana, octubre 1971.C. I. O. S. L .: Bruselas, mayo 1872.C. M. T .: Noviembre 1972.U. G. T .: Conferencia de las Secciones de la U. G. T. en marzo de 1973, en Dusseldorf (R. F. A.).C. M. T.-C. I. O. S. L .: Mayo de 1973, declaración conjunta fre n te a la Comisión de las Comunidades Europeas del Mercado Común (C. E. E.>

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84C. M. T .: Septiembre de 1973, Congreso de Evian (Francia), docu­mento «Solidaridad y liberación»; ponente, Emilio .Maspero, secretario general de la Confederación Latinoamericana de Trabajadores (C.L.A.T.).C. I. O. S. L .: Octubre de 1973, declaración de Otto Kersten, secreta­rio general de la c. I. O. S. L. en la U. N. E. S. C. O., París.C. I. O. S. L.-S. P. I.: Octubre-noviembre de 1973, Reunión del Grupo de Trabajo sobre la Inmigración de los Trabajadores Extranjeros y las Sociedades Multinacionales.C. I. O. S. L.-C. M. T.-S. P. I.: Universidad de Lovaina, febrero de 1974, «Coloquio europeo sobre los problemas de la inmigración», orga­nizado por el Centro para el Análisis del Cambio Social, que dirige el profesor de Filosofía de dicha Universidad M. Chaumont.C. I. O. S'. L .: Febrero-marzo de 1974, XXX sesión de la Comisión de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Nueva York.8 II Conferencia Regional Europea de la Organización Internacional del Trabajo (O. I. T.) (Ginebra, 14-23 de enero de 1974).9 Informe VII (1) sobre los trabajadores inmigrantes, 7.° punto del día de la LIX Conferencia Internacional del Trabajo.León Gani: «Syndicats et travailleurs inmigrés» (París, Editions Sociales, 1972) Syndicalisme (París), n.° 1.380, febrero de 1972; F. O. Ma- gazine, n.° 61, marzo de 1972.11 Unión General de Trabajadores de España (U. G. T.). Entrevista a Miguel Sánchez Mazas por el periódico Le Suisse, 17 de enero de 1974, con motivo del reconocimiento de la U. G. T. y las C. C. como sindicatos oficiales españoles en la II Conferencia Regional Europea de la O. I. T.N o t a a c l a r a t o r i a . —Las secciones de trabajadores españolas y griegas está a cargo de organizaciones sindicales declaradas ilegales; pero que, sin embargo, son reconocidos oficialmente como representativas en la Europa occidental. En la Alemania Federal es la U. G. T. la que cola­bora estrechamente con la D. G. B. En Suiza también es la U. G. T. la que está estrechamente relacionada con la Unión Sindical Suiza. En Francia son las Comisiones Obreras quienes están al lado de la C. G. T. francesa. En Bélgica, Holanda y Luxemburgo son la U. G. T. y la Solidaridad de Trabajadores Vascos (S. T. V.), esta última reconocida oficialmente, pues ha ingresado como miembro activo en la Confedera­ción Europea de Sindicatos (C. E. S.), quienes colaboran con organiza­ciones scindicales nacionales, tanto de la C. I. O. L. S. como de la C. M. T., organización esta última a la cual pertene la S. T. V.12 La huelga de los obreros turcos de la fábrica Ford de Colonia, que representan el 38 por 100 de la plantilla y perciben el 20 por 100 menos que los trabajadores nativos (I. G. Metal).13 II Conferencia Regional Europea de la O. I. T., Ginebra, 14-23 de enero de 1974.M 30 Jours d'Europe, París, octubre de 1973.15 Mundo del Trabajo Libre, n.° 283, mensual, enero 1974, C. I. O. S. L. Bruselas; N. S. I./5-6, boletín quincenal, 1-15 marzo 1974, C. I. O. S. L., Bruselas.15 La U. G. T. es miembro fundador de la C. I. O. S. L. y de la C. E. S.

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documentación/

EXTRACTO DE LA LEY DE EMIGRACION

LEY 33/1971, de 21 de julio, de Emigración («6. 0 . E .» 23 de julio 1971)

T I T U L O I

Disposiciones generales

CAPITULO UNICO

Artículo primero. 1. La acción protectora del Estado sobre los emi­grantes y la regulación de los diversos procesos emigratorios, de confor­midad con los respectivos caracteres que reviste la emigración, se ajus­tarán a las disposiciones establecidas en la presente Ley.

2. Dicha acción protectora queda referida:a) A los españoles que se trasladen a un país extranjero por causas

de trabajo, profesión o actividad lucrativa, siempre que en su ejecución o ejercicio hayan de observarse, totalmente o a determinados efectos, disposiciones laborales o de Seguridad Social que rijan en dicho país o en España.

b) A los familiares que los emigrantes tengan a su cargo o bajo su dependencia.

c) Al conjunto o colectividad de españoles, y a cada uno de ellos individualmente considerado, residentes o establecidos, definitiva o tem­poralmente, en un país extranjero por las causas antes indicadas. O

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Art. 2.° La emigración, por su duración, podrá ser:a) Permanente, si se realiza por tiempo indeterminado o superior a

un año. Excepcionalmente se considerará permanente la emigración aun­que se interrumpa por período inferior a tres meses. A estos efectos se considerará permanente la emigración superior a un año, aunque se haya trabajado en países distintos en dicho período.

b) Temporal, cuando sea por plazo inferior a un año.c) De temporada, si viene determinada por el ejercicio de actividades

cíclicas o estacionales.d) Fronteriza, la de quienes habitualmente salen a trabajar en una

zona limítrofe de otro país con España y diariamente o con regularidad periódica o frecuente retornan al territorio nacional.

Art. 3.° Todo español tiene derecho a emigrar, sin más limitaciones que las establecidas en las Leyes, pudiendo acogerse a los planes y pro­gramas de emigración aprobados por el Gobierno, desarrollados con su intervención y mediante su ayuda técnica o económica.

El Gobierno, en casos excepcionales y por razones de sanidad, de orden o interés público o de riesgo para los emigrantes, podrá condicio­nar, limitar o suspender temporal o parcialmente la emigración.

Art. 4.° La acción protectora al emigrante en el extranjero se extin­guirá por el regreso definitivo a la patria o por la pérdida de nacionalidad española.

Art. 5.° No podrán emigrar:a) Los menores de edad, los declarados incapaces y los sujetos a

cualquier restricción o prohibición legal sin las autorizaciones o las con­diciones establecidas en las Leyes.

b) Los reclutas en Caja y los individuos en servicio militar activo, a no ser que sean autorizados conforme a las normas legales y regla­mentarías que regulan el servicio militar.

c) Los sujetos a procedimiento penal en situación que no les auto­rice el libre desplazamiento de residencia y los que estén cumpliendo condena, en la que se les imponga pena privativa o restrictiva de libertad, aunque se hallen en situación de libertad condicional.

Art. 6.° Se considera retorno el regreso a la Patria de todo español emigrado, cuando lo realiza por sus propios medios y con propósito de establecerse en España con carácter definitivo.

Art. 7.° Se considera repatriación el regreso definitivo a España de los nacionales emigrados, realizado bajo la tutela y por cuenta total o parcial del Estado.

Art. 8.° El Estado facilitará, entre otras ayudas posibles y en la forma que reglamentariamente se determine, la reincorporación a la vida laboral de los emigrantes a que se refieren los dos artículos anteriores, la reali­zación de cursos de readaptación y formación profesional, y reconocerá el derecho a prestaciones de Seguridad Social.

Asimismo, y para estos fines, se establecerán programas de colabora­ción con la Organización Sindical e Instituciones de asistencial social y se fomentarán Sos convenientes estímulos en el sector privado. O

índice

87

Régimen Jurídico de la Emigración

CAPITULO UNICO

De la acción del Estado

Art. 9.° La acción protectora del Estado abarcará la totalidad de! proceso emigratorio, y en su virtud se ejercerá sobre la preparación de la emigración el viaje de ida, la estancia en el extranjero y los viajes de retorno o de repatriación.

Art. 10. Las personas naturales o jurídicas, nacionales o extranjeras, que intervinieren en los procesos emigratorios, comprendidos en la pre­sente Ley, quedan sometidas, en consideración a ello, a la legislación y a la jurisdicción españolas.

T I T U L O II

T I T U L O I I I

Asistencia social al emigrante

c a p i t u lo i

Principios generales

Art. 13. 1. El Estado procurará primordialmente que el hecho de laemigración no menoscabe los derechos civiles y políticos ni la estabilidad social o la seguridad económica de los emigrantes.

2. Las disposiciones especiales que se dicten conforme a lo previsto en el art. 11 de la Ley Sindical, fijarán los derechos y obligaciones sin­dicales que puedan ser aplicables a los emigrantes.

Art. 14. E! Ministro de Trabajo, previo informe de la Organización Sindical, dictará, o, en su caso, propondrá al Gobierno, las normas de carácter general por las que se regulen la emigración y la repatriación. Asimismo formulará las bases técnicas a las que habrán de ajustarse las negociaciones de los tratados, convenios o acuerdos internacionales, en amparo de la situación social de los emigrantes españoles.

Art. 15. El Instituto Español de Emigración asistirá y, en su caso, re­presentará al emigrante acogido a los beneficios de esta Ley ante las per­sonas físicas o jurídicas, Corporaciones y Organismos que intervengan en cualquier fase del proceso emigratorio. En casos de acción judicial no penal, dirigida contra un ausente por causa de emigración, el Ministerio Fiscal representará de oficio al emigrante, cuando éste no haya previsto de otra forma su propia defensa y representación, o no esté tal represen­tación prevista de manera diferente por las leyes.

Oíndice

88

CAPITULO II

Protección general al emigrante

Art. 16. 1. La condición jurídica y social del emigrante español enel extranjero vendrá determinada y asegurada mediante los Tratados, Convenios y Acuerdos internacionales suscritos o ratificados por España.

2. En cuantos Tratados, Convenios y Acuerdos internacionales, en materia de emigración, se formalicen o revisen en el futuro, se consignará, con la mayor amplitud posible, cuanto concierne a la recepción, acogida, alojamiento y adecuado empleo de los emigrantes y sus familiares; la transferencia de sus fondos; el disfrute de sus derechos civiles y labora­les; los beneficios de la Seguridad Social que les correspondan, así como la posibilidad de retención y envío de prestaciones a sus familiares resi­dentes en España; las medidas de reagrupación familiar y las de carácter educativo y de formación profesional en orden a la promoción social del emigrante y su familia.

3. Dichos Tratados y Convenios serán negociados por el Ministerio de Asuntos Exteriores, con la participación y colaboración técnica de las correspondientes Direcciones Generales del Ministerio de Trabajo, deí Instituto Español de Emigración y de la Organización Sindical, tanto en su fase preparatoria como en la de su negociación.

CAPITULO III

Asistencia educativa y de formación profesional

Art. 17. 1. El Estado proporcionará al emigrante y a sus familiareslas máximas oportunidades de carácter educativo, de acuerdo con lo establecido en la Ley General de Educación.

2. El Ministerio de Educación y Ciencia, de conformidad con lo esta­blecido en la citada Ley, prestará especial atención a la educación de los emigrantes y de sus hijos en todos los niveles, ciclos y modalidades educativas. A estos efectos dicho Ministerio, de acuerdo con los de Asun­tos Exteriores y de Trabajo, creará y dotará los Centros docentes esta­tales necesarios y los cursos y modalidades de enseñanza adaptados a las circunstancias especiales que plantee la emigración, y establecerá un sistema adecuado de becas que haga posible recibir dichas enseñanzas dentro o fuera de España. De igual modo, el Ministerio de Educación y Ciencia dictará las normas para el reconocimiento o convalidación de estudios cursados en Centros extranjeros por los emigrantes.

La Secretaría General del Movimiento y la Organizbación Sindical procurarán complementar la asistencia educativa y formativa del emigrante y sus familiares.

3. Para el cumplimiento de lo previsto en este artículo, el Instituto Español de Emigración, oído el Ministerio de Asuntos Exteriores y la

Oíndice

89

Organización Sindical, elevará anualmente ante el de Educación y Ciencia, a través del de Trabajo, un programa de necesidades educativas de acuer­do con la distribución y condiciones de la población emigrante, e inter­vendrá directamente en la acción coordinada que se establezca.

Art. 18. 1. El Estado atenderá a la preparación ambiental y a lacapacitación profesional de los emigrantes mediante la acción coordinada de las Direcciones Generales del Instituto Español de Emigración y de Promoción Social.

2. Con la misma finalidad, el Instituto Español de Emigración podrá mantener Centros propios especializados y recabar y concertar la coope­ración de Empresas y Organismos competentes, públicos y privados, na­cionales, extranjeros o de carácter internacional.

El Instituto Español de Emigración coordinará su acción en la materia con la Organización Sindical y con la Secretaría General del Movimiento.

CAPITULO IV

Asistencia de carácter económico

Art. 19. 1. El Instituto Español de Emigración podrá otorgar auxiliosy ayudas a los emigrantes necesitados, en la fase previa a su emigración, mediante préstamos y anticipos en la forma que reglamentariamente se establezca, para la adquisición de enseres o instrumentos de trabajo, así como bolsas de viaje y auxilios que faciliten su traslado y asentamiento en el país de recepción.

2. El Instituto Español de Emigración promoverá la concesión de cré­ditos o ayudas de financiación tanto a cooperativas de emigrantes legal­mente constituidas, que tengan por objeto la construcción de viviendas en España, como a las Empresas asociativas que proyectaren crear o hubieren creado los emigrantes a efectos de su retorno definitivo a la Patria, o individualmente a falta de tales cooperativas o empresas.

3. Por el Ministerio de la Vivienda se dictarán las disposiciones perti­nentes a fin de que los emigrantes y sus familiares disfruten de los bene­ficios de las viviendas de protección oficial y de carácter social.

4. El Instituto Español de Emigración podrá proteger económicamente, por medio de becas o ayudas especiales a los emigrantes acogidos a los planes, operaciones y programas a que se refiere el párrafo primero del art. 3.° de esta Ley.

Oíndice

-90

Asistencia interior

T I T U L O I V

CAPITULO I

De la contratación

Art. 20. 1. El Instituto Español de Emigración y la OrganizaciónSindical informarán y orientarán gratuitamente a los emigrantes y a sus familiares en los asuntos y consultas que se formulen en relación con las disposiciones que la presente Ley establece.

2. Dicho Instituto regulará y llevará a cabo todo lo relativo al reclu­tamiento, selección, documentación y contratación de emigrantes que le compete en exclusiva, contando con la colaboración de la Organización Sindical.

3. Se prohíbe el reclutamiento no autorizado expresamente por la Dirección General del Instituto Español de Emigración y el establecimiento de cualquier tipo de agencias de emigración o que negocien con ésta, así como cualquier clase de propaganda o publicación que carezcan de la autorización mencionada.

Art. 21. 1. Las operaciones de selección, documentación y contrata­ción podrán ser delegadas por el Instituto Español de Emigración en la Organización Sindical y en Organismos que hayan sido declarados cola­boradores de aquél por su Dirección General, que se reservará, en todo caso, el control de dichos procedimientos y la revisión y autorización de los contratos correspondientes.

2. La Organización Sindical colaborará con el Instituto Español de Emigración en el desarrollo de los procesos emigratorios mediante con­ciertos previamente aprobados por el Ministerio de Trabajo.

3. El Instituto Español de Emigración, con la colaboración de la Organización Sindical, intervendrá en todo caso en la selección y contra­tación que lleven a cabo, de conformidad con los Acuerdos o Convenios de carácter internacional, las Comisiones oficiales extranjeras o las repre­sentaciones autorizadas de los distintos países, Empresas y Organismos.

Art. 22. Los reconocimientos médicos o exámenes de carácter profe­sional a que hayan de someterse los emigrantes serán gratuitos para los interesados siempre que hayan sido gestionados a través del Instituto Español de Emigración. Estos reconocimientos médicos se realizarán por los Servicios Sanitarios de la Seguridad Social o de la Sanidad Nacional.

Asimismo serán gratuitos para los emigrantes los certificados naciona­les o internacionales y los documentos oficiales necesarios para emigrar, incluidos los pasaportes, que se tramiten a través del Instituto Español <Je Emigración.

Oíndice

91

CAPITULO II

De las operaciones de la em igración program ada

Art. 23. 1. Compete a! Instituto Español de Emigración la propuestay desarrollo de las operaciones de emigración programadas, que han de ser aprobadas por el Ministerio de Trabajo.

El Instituto Español de Emigración organizará y ejecutará por sí mismo, -o por delegación o mediante concierto, dichas operaciones con sujeción a las disposiciones establecidas por el mencionado Ministerio.

2. La Dirección General del Instituto Español de Emigración podrá concertar con la Organización Sindical y con las organizaciones interna­cionales de emigración o con Entidades oficiales de otros países opera­ciones emigratorias programadas y aplicar modalidades especiales de asistencia o de ayuda a los emigrantes españoles comprendidos en ellas. En todo caso, el Instituto autorizará y fiscalizará las operaciones que no Heve a cabo directamente.

Art. 24. A efectos de lo dispuesto en el artículo anterior, el Instituto Español de Emigración establecerá un Servicio de Emigración Cualificada, orientado de modo preferente a cooperar al desarrollo de los países ibe­roamericanos.

A dicho Servicio le serán de aplicación los beneficios de ios Conve­nios de Cooperación Social y Asistencia Técnica y de los Acuerdos sus­critos por el Gobierno con otros países y con Organismos internacionales de emigración.

El Instituto Español de Emigración determinará los requisitos y trá­mites del procedimiento a que deban ajustarse cada una de las operacio­nes programadas dentro del mencionado Servicio.

T I T U L O V

Asistencia en el exterior

c a p i t u lo i

Extensión de la asistencia

Art. 25. La asistencia del Estado a los emigrantes en ios países de su residencia o de eventual tránsito comprenderá, según los casos y cir­cunstancias que concurran, la creación y mantenimiento de servicios que tengan por objeto:

1. La recepción, acogida o alojamiento temporal en centros ade­cuados.

2. El asesoramiento y defensa en cuestiones laborales, de Seguridad Social y demás materias jurídicas.

¡Oíndice

92

3. La información, orientación y gestión relativas a la estancia a asentamiento en el país de recepción.

4. Los de orientación, formación y perfeccionamiento profesional, de* acuerdo con los Tratados, Convenios o Conciertos de procedente apli­cación.

5. La acción educativa en favor de los emigrantes y sus familiares* con enseñanza intensiva y programada del idioma del país de recepción.

6. La práctica de los trámites que hayan de observarse para las re­mesas de fondos, pagos y cobros de cuotas y beneficios laborales de la Seguridad Social.

7. Fomentar la convivencia de los españoles entre sí en el país da inmigración y en general mantener viva la relación de los emigrantes y sus hijos con la Patria.

8. La tramitación de los expedientes que corresponda en materia de reagrupación familiar.

9. Los de carácter cultural o recreativo no previstos en los números anteriores, incluidas las becas de asistencia a campamentos y albergues de los emigrantes y sus familiares.

10. La información sobre retorno, repatriación y recolocación en España.

Las normas concernientes a los servicios mencionados en el presente- artículo se dictarán por el Ministerio de Trabajo de acuerdo, en su caso* con el de Asuntos Exteriores y con el de Educación y Ciencia, y se- desarrollarán, previo informe de la Organización Sindical, por el Instituto Español de Emigración, a través de las representaciones diplomáticas y consulares de la nación en el extranjero.

CAPITULO II

Servicios de asistencia en e l exterior

Art. 26. 1. Para el desarrollo de la asistencia regulada en este títulose establecerán mediante acuerdo de los Ministerios de Asuntos Exterio­res y de Trabajo los oportunos servicios del Instituto Español de Emigra­ción en las representaciones diplomáticas y consulares españolas en aquellos países cuya importancia emigratoria lo requiera. En los demás dicha asistencia se ejercerá directamente a través de las mencionadas representaciones.

2. El Instituto Español de Emigración asumirá las funciones de asis­tencia al emigrante a través de los agregados laborales, nombrados por el ministro de Asuntos Exteriores a propuesta conjunta de los ministros de Trabajo y de Relaciones Sindicales.

3. Los agregados laborales, bajo la dependencia directa del jefe de misión y como delegados del Instituto Español de Emigración, pres­tarán la debida asistencia a los emigrantes, colaborarán con las repre­sentaciones consulares en la repatriación de quienes lo precisen, se rela­cionarán con los Organismos competentes de los países respectivos,

¡Oíndice

93cooperarán y mantendrán relaciones con las asociaciones de españoles y, en general, llevarán a cabo cuantas acciones se les encomienden por la Dirección General del Instituto. Corresponde al Instituto Español de Emigración el desarrollo y vigilancia de las normas de actuación que en lo concerniente a emigración hayan de ser aplicadas por los agregados laborales.

Art. 27. Para el establecimiento, desarrollo o mantenimiento de los servicios enumerados en el art. 25, el Instituto Español de Emigración podrá concertar con los Organismos oficiales y con las asociaciones de españoles en ios países de recepción, así como con las organizaciones internacionales de emigración, las modalidades de cooperación técnica, económica y social que fueren necesarias.

Art. 28. A los efectos de lo dispuesto en e¡ número 7 del art. 25, el Instituto Españoi de Emigración, cuando las circunstancias lo aconsejen y de acuerdo con el Ministerio de Asuntos Exteriores, procederá a la creación de Casas de España, cuya financiación, estatutos y organización serán objeto de reglamentación especial.

Art. 29. El Instituto Español de Emigración, de acuerdo con el Minis­terio de Asuntos Exteriores y la Organización Sindical, fomentará la cele­bración periódica de congresos de emigrantes en España; asimismo fo­mentará la federación de asociaciones españolas en países extranjeros.

CAPITULO III

Centros y asociaciones de españoles en el extranjero

Art. 30. El Instituto Español de Emigración, de acuerdo con el Minis­terio de Asuntos Exteriores, fomentará la creación de centros y asociacio­nes de emigrantes españoles en el extranjero que tengan por objeto la previsión social voluntaria y la promoción y asistencia social y cultural de sus miembros, sin perjuicio de otras actividades deportivas, recreativas y de desarrollo de relaciones sociales entre los españoles emigrados.

Los centros y asociaciones mencionados en el párrafo anterior, cons­tituidos por los emigrantes en los países de acogida con arreglo a la legis­lación de éstos e inscritos en la representación consular española corres­pondiente, tendrán personalidad para establecer relación con el Instituto Español de Emigración y cooperar con los servicios de éste, de acuerdo con las respectivas representaciones diplomáticas de la nación.

Especialmente se mantendrán estrechas relaciones con las asociacio­nes y centros españoles en los países iberoamericanos.

CAPITULO IV

Reagrupación fam iliar y asistencia a la fam ilia

Art. 31. 1. El Estado velará por el mantenimiento de la unidad fa­miliar de los emigrantes.

2. En los Acuerdos o Convenios de emigración se establecerán cláu ­

¡Oíndice

94sulas referentes a la reagrupación familiar y a las obligaciones de las partes contratantes encaminadas a facilitarla, especialmente en lo que res­pecta a la disponibilidad de vivienda y a la protección de los familiares a cargo o bajo la dependencia del emigrante.

3. El Instituto Español de Emigración llevará a cabo, bien directa­mente o por concierto preferentemente con la Organización Sindical o con los organismos nacionales o mediante concierto con los organismos extran­jeros e internacionales, planes y operaciones de reagrupación familiar.

4. El Instituto Español de Emigración cooperará asimismo con los Departamentos y Organismos competentes, nacionales o extranjeros, para que sean efectivas las resoluciones dictadas en juicios de alimentos. De­igual modo prestará asistencia, cuando sea necesaria, para la localización del emigrante o sus familiares y asesoramiento jurídico y defensa en los casos de abandono de familia.

Art. 32. En los Convenios y Tratados de emigración se incluirán cláu­sulas relativas a las remesas de fondos de emigrantes para sostenimiento de sus familiares en España y a la posible percepción directa por éstos de los subsidios o ayudas de tipo familiar que puedan corresponderles.

Por el Ministerio de Hacienda se dictarán las disposiciones necesarias; para facilitar dichas remesas, así como para la defensa del ahorro det emigrante.

CAPITULO V

Repatriación

Art. 33. Corresponde al Estado, a través de las representaciones diplomáticas o consulares de la nación y del Instituto Español de Emigra­ción, efectuar las repatriaciones a que se refiere el art. 7.° de esta Ley.

Art. 34. La repatriación podrá ser voluntaria o forzosa.Repatriación voluntaria es aquella que se realiza por cuenta total o

parcial del Estado, a petición del emigrante, cuando éste acredite ante la correspondiente autoridad consular española su carencia o insuficiencia de medios para hacerlo por sí mismo, la necesidad de regresar a la Patria y su propósito de establecerse definitivamente en España.

Repatriación forzosa es la que se hace por cuenta del Estado, sin perjuicio de las responsabilidades a que hubiere lugar. Se producirá en los casos siguientes:

a) Repatriación de emigrantes rechazados legalmente a su llegada a un país extranjero.

b) Repatriación de los emigrantes españoles expulsados de un país extranjero.

Se establecerán reglamentariamente los casos en que de modo excep­cional el emigrante deberá reintegrar total o parcialmente al Estado los gastos ocasionados por su repatriación.

Art. 35. La Dirección General del Instituto Español de Emigración, en cooperación con la de Asuntos Consulares del Ministerio de Asuntos Exte­

¡Oíndice

9 5

riores, dictará y desarrollará las instrucciones concernientes a las repa­triaciones.

En cualquier caso, el mobiliario y efectos usados, incluidos los útiles de trabajo, que los repatriados o retornados introduzcan consigo en Es­paña estarán exentos del pago de derechos de Aduana.

T Í T U L O VI Del transporte de emigrantes

c a p it u l o iRegulación general

Art. 36. El Ministerio de Trabajo, a propuesta de la Dirección General del Instituto Español de Emigración, adoptará las normas que hayan de regular cualquier transporte de emigrantes. De acuerdo con ellas, el Ins­tituto Español de Emigración otorgará, renovará y retirará las necesarias licencias y autorizaciones, sin las cuales no se podrán efectuar dichos transportes. Esas licencias tendrán un año de vigencia.

En el caso particular del transporte marítimo, las compañías navieras deberán entender contraída la licencia a la utilización de aquellos buques que dispongan de la correspondiente patente, extendida por la Subsecre­taría de la Marina Mercante, de que cumplen las condiciones que se fijen reglamentariamente.

Del mismo modo, el Ministerio de Trabajo, de acuerdo con los Minis­terios interesados, fijará las normas de seguridad e higiene de los medios de transporte y determinará y modificará los precios máximos de los pa­sajes o billetes para el transporte de emigrantes, que incluirán, además de los impuestos vigentes, las cuotas destinadas al Seguro Obligatorio de Viajeros y a la acción preventiva y asistencial de la emigración y repa­triación prevista en esta Ley. El Ministerio de Trabajo fijará las fianzas que hayan de depositarse por concesión de las licencias a que se refiere el presente artículo, así como la cuantía de las percepciones por utiliza­ción de las mismas.

Los precios máximos de los pasajes serán ratificados o revisados cada dos años.

Asimismo, el Ministerio de Trabajo designará los puertos, aeropuertos, estaciones y puestos fronterizos habilitados para el transporte de emi­grantes, en la misma forma señalada en el párrafo tercero.

Art. 37. Los accidentes que se produzcan durante el viaje de salida o de regreso de los emigrantes en las operaciones realizadas por el Ins­tituto Español de Emigración, o con su intervención, tendrán la considera­ción de accidentes de trabajo, siempre que concurran las condiciones que reglamentariamente se determinen, a cuyo efecto dicho Organismo esta­blecerá con las entidades gestoras de la Segundad Social los correspon­dientes conciertos para la cobertura de este riesgo. Las prestaciones eco­nómicas que correspondan por el accidente serán compatibles con otras;¡O

índice

96

indemnizaciones o seguros a que se pueda tener derecho como conse­cuencia del accidente sufrido.

Igual consideración tendrán las enfermedades que tengan su causa -directa en el viaje de ida o de regreso.

CAPITULO II

Contratación y gestión

Art. 38. 1. Corresponde al Instituto Español de Emigración con ca­rácter exclusivo gestionar y obtener directamente de los transportistas y de sus representantes la reserva de plazas y la expedición de pasajes o billetes para emigrantes, e intervenir en la fiscalización de las condicio­nes de seguridad, comodidad e higiene de los medios de transporte que se utilicen. El Instituto Español de Emigración utilizará preferentemente empresas españolas para el transporte de emigrantes.

2. Queda prohibida en el territorio nacional toda intervención no autorizada en las operaciones de reserva, expedición y adquisición de pasajes o billetes de emigrantes. Corresponde al Instituto Español de Emi­gración autorizar a agencias de viaje, empresas o transportistas las ope­raciones a que se refiere el presente artículo.

Art. 39. El Instituto Español de Emigración podrá organizar directa­mente o concertar con empresas de viaje, debidamente autorizadas, ope­raciones de transporte colectivo de emigrantes, sea cual fuere el vehículo o medio que se utilice, así como convenir dichas operaciones con orga­nismos públicos y privados nacionales o del país de recepción y con orga­nismos internacionales. En cualquier caso, el Instituto Español de Emigra­ción fiscalizará la asistencia en viajes cuando así lo considere necesario, mediante la intervención de inspectores de Trabajo o la de funcionarios o asistentes sociales del Instituto Español de Emigración y del personal médico-sanitario que estime preciso, en la forma que reglamentariamente se establezca.

RUE60 EN LAS CORTES DEL PROCURADOR DON SANTIAGO LOPEZ

Excmo. Sr.: Santiago López González, Procurador en Cortes de repre­sentación familiar por la provincia de Valladolid, en virtud de la facultad que le otorga el art. 110 del vigente Reglamento de las Cortes Españolas, tiene el honor de elevar a V. E., para su traslado al Gobierno, la siguiente pregunta:

Las dificultades conocidas de irregularidad de compra de petróleo empieza a producir gran preocupación en Europa y, en todo caso, de no encontrarse rápidas y satisfactorias soluciones para la política energética,

Oíndice

97

no previsibles a corto plazo, la recesión económica en los países de la Comunidad Económica puede alcanzar proporciones intensas que les obli­gue a reducir su actual capacidad de empleo.

En tan probable supuesto es fácil pensar que las naciones del Mercado Común limiten la entrada de trabajadores españoles e incluso se produz­can despidos inevitables de los que ya se encuentran allí empleados.

Nuestro país debe de pensar seriamente en problema de tanta trascen­dencia y planificar una posible estrategia del regreso de trabajadores es­pañoles, evitando en cuanto sea posible la improvisación de última hora.

El procurador que suscribe, ante la dimensión que puede tener el problema, tiene el honor de preguntar:

¿Qué número de españoles trabajan en el Mercado Común; qué dura­ción tienen sus contratos; qué previsión puede estimarse para un retorno, en el caso de que persistan las dificultades actuales, y qué estudio o planificación tiene nuestro Gobierno para resolver los poblemas que pue­dan derivarse de lo expuesto?

Dios guarde a V. E. muchos años.Valladolid, 5 de diciembre de 1973.

SANTIAGO LOPEZ GONZALEZ

Excmo. Sr. Presidente de las Cortes Españolas.

CONTESTACION DEL MINISTERIO DE TRABAJO

El número de trabajadores españoles en el Mercado Común es actual­mente de 541.624, cifra de población activa que no conviene confundir — y a veces se confunde—■ con el total de residentes españoles en dicha zona, que asciende a 1.015.735 personas, entre las cuales están las fami­lias de muchos de estos trabajadores. Los contratos de trabajo se suscri­ben con motivo de la salida hacia el extranjero, pero luego suelen ser renovados por diferentes plazos, por lo cual es prácticamente imposible tener un censo individualizado y actualizado de la duración de los con­tratos de cada uno.

Un retorno generalizado no parece en este momento probable y, en cualquier caso, constituye una eventualidad completamente imprecisa en su alcance y resulta, por tanto, muy difícil de evaluar numéricamente. Sin embargo, el Gobierno ha iniciado los estudios conducentes a cubrir la iincertidumbre de dicha situación, previendo una serie de medidas, como la revisión de la política de inversiones, la creación de puestos de trabajo, la instauración de una política de créditos o de dotaciones más amplias para mitigar el paro, con el objetivo de intensificar la acción profesional de los emigrantes que retornen, proteger a sus familias y facilitarles vi­viendas y posibilidades escolares para sus hijos. Es necesario tener en cuenta, por otra parte, que la mayoría de estos trabajadores tienen derecho a un seguro de desempleo, si fueran despedidos, de acuerdo con los convenios de Seguridad Social suscritos con los países respectivos.

Oíndice

SEGURIDAD SOCIAL EN CASO DE PARO

98

Resolución de la Dirección G eneral de la Seguridad Social sobre conservación dei derecho a la asistencia sanitaria de los traba- / adores emigrantes acogidos a lo dispuesto en e l Decreto 1075 / 1970, de 9 de abril.

Ilustrísimo señor:

El Decreto 1075/1970, de 9 de abril, sobre asistencia sanitaria a los trabajadores españoles emigrantes y a los familiares de los mismos resi­dentes en territorio nacional, dispuso en su artículo primero que a dichos trabajadores, asistidos por el Instituto Español de Emigración, cuando se hallen trabajando por cuenta ajena en país extranjero con el que no exista convenio de reciprocidad en materia de asistencia sanitaria de la Seguridad Social, o cuando en virtud del mismo esta asistencia no sea aplicable a sus familiares residentes en España, gozarán para sí y sus familiares, en los desplazamientos temporales a España, así como para sus familiares o asimilados residentes en España, de la asistencia sani­taria por enfermedad común, accidente no laboral y maternidad, en las condiciones establecidas en dicho Decreto. Ahora bien, se plantea la cues­tión de si tales trabajadores pueden conservar el derecho a la asistencia sanitaria, para sí y para ios beneficiarios a su cargo, en caso de su cese en el trabajo en el país de emigración, en los términos establecidos para la primera de las situaciones previstas en el número 2 del art. 6.° del De­creto 2766/1967, de 16 de noviembre, en la redacción dada al mismo por el Decreto 3313/1970, de 12 de noviembre.

A este respecto, se considera fundamental, para llevar a cabo la ade­cuada interpretación de la normativa vigente en relación con la cuestión propuesta, tener en cuenta lo dispuesto en el art. 2.° del Decreto 1075/ 1970, antes mencionado, según el cual la asistencia sanitaria que el mismo otorga a los trabajadores emigrantes ha de prestarse con las con­diciones, amplitud y alcance establecidos en el Régimen General de la Seguridad Social, resultando evidente, en consecuencia, que esa iden­tidad en el régimen jurídico de la prestación de la asistencia sanitaria incluye la conservación del derecho a la misma en el supuesto de cese en el trabajo, aunque en este supuesto se produzca en el país de emi­gración, tanto más si se tiene en cuenta la finalidad protectora a que res­ponden las disposiciones citadas.

En su virtud, esta Dirección General ha tenido a bien resolver lo si­guiente:

Los trabajadores acogidos a lo establecido en el Decreto 1075/1970, de 9 de abril, sobre asistencia sanitaria a los trabajadores españoles emi­grantes y a los familiares de los mismos residentes en territorio nacional, se considerará que se encuentran en la primera de las situaciones asimi-

¡Oíndice

99laclas a la de alta que establece el número 2 del art. 6.° del Decreto 2766/ 1967, de 16 de noviembre, sobre prestaciones de asistencia sanitaria, a efectos de la conservación del derecho a dichas prestaciones por enfer­medad común, accidente no laboral y maternidad, a partir de la fecha en que regresen a España por haber cesado en el trabajo en el país de ^emigración.

ESPAÑOLES QUE SE REPATRIEN DE MARRUECOSDecreto 794/1974, de 28 de marzo, sobre medidas de ayuda a ios españoles que se repatríen de Marruecos.

La situación creada en la colectividad española por las restricciones a\ ejercicio por extranjeros de determinadas actividades económicas y por la nacionalización de tierras propiedad asimismo de extranjeros, estable­

cidas por los Dahires números uno-setenta y tres-doscientos diez y uno- setenta y tres-doscientos trece del Gobierno marroquí, de fecha 2 de marzo de 1973, hace necesaria y urgente la adopción de medidas suscep­tibles de contribuir a la repatriación ordenada y a la instalación adecuada

e n España de los españoles residentes en Marruecos que la solicitaren.En su virtud, a propuesta de los ministros de Asuntos Exteriores, Ha­

cienda, Gobernación, Trabajo, Industria, Agricultura, Comercio, Vivienda y Relaciones Sindicales, y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del d!a 1 de marzo de 1974,

DISPONGO:

Artículo primero. Se establece un régimen especial de ayuda en bene­ficio de los españoles residentes en el Reino de Marruecos y afectados por los Dahires números uno-setenta y tres-doscientos diez y uno-setenta y tres-doscientos trece del Gobierno marroquí, de 2 de marzo de 1973, -que reúnan las circunstancias expresadas en el presente Decreto referen­tes a su repatriación e instalación en España.

Art. 2.° Podrán beneficiarse de estas ayudas los españoles residentes en el Reino de Marruecos en fecha 2 de marzo de 1973 y que deseen reintegrarse a España.

Quedan excluidos de su disfrute quienes se hubieren beneficiado con anterioridad de las ayudas de repatriación e instalación en España vigen­tes hasta la publicación de la Orden del Ministerio de Trabajo de 11 de diciembre de 1970.

Art. 3.° Quienes reuniendo las circunstancias determinadas en el ar­tículo anterior desearan beneficiarse de las ayudas establecidas en el presente Decreto habrán de solicitarlo antes de 31 de mayo de 1975, -a través de los Consulados Generales y Consulados de la Nación en eí kReino de Marruecos. O

índice

100

Art. 4.° El Ministerio de Trabajo concederá a los trabajadores espa­ñoles por cuenta ajena y por cuenta propia, acogidos al régimen de repatriación regulado en el presente Decreto, las siguientes ayudas a fondo perdido:

A) Gastos de documentación.B) Gastos de desplazamiento.C) Bolsas de viaje.D) Auxilios de llegada a España, por una sola vez, en la cuantía de

20.000 pesetas por titular beneficiario y de 5.000 pesetas por cada miem­bro de los familiares que vivan a su cargo.

El coste de estas ayudas será sufragado con cargo al Fondo Nacionalde Protección al Trabajo.

Art. 5.° Los trabajadores por cuenta ajena acogidos al régimen de repatriación antes indicado podrán solicitarlo, en caso de inactividad y mientras dure ésta, un auxilio extraordinario del 75 por 100 del salariomínimo interprofesional por un período máximo de seis meses, previainscripción en la Oficina Sindical de Colocación correspondiente.

Las cantidades necesarias para hacer frente a este auxilio serán anti­cipadas por el Fondo Nacional de Protección al Trabajo y compensadas posteriormente por el Ministerio de Hacienda.

Los trabajadores a los que se les haya concedido el auxilio extraor­dinario de inactividad se considerarán durante el período de percepción del mismo en situación asimilada a la de alta en el régimen general de la Seguridad Social, a efectos de que puedan recibir asistencia sanitaria por enfermedad común, maternidad y accidente no laboral para sí y sus familiares beneficiarios.

Art. 6.° El Ministerio de la Gobernación y el Instituto Nacional de Auxilio Social, en sus propias instituciones, y las Diputaciones Provinciales en las suyas, facilitarán a aquellos repatriados españoles que lo necesiten asistencia en establecimientos adecuados a su estado y circunstancias, bien en las provincias de su nacimiento, bien en las provincias donde establezcan su residencia definitiva, bien en la del último domicilio que tuvieran en España antes de haber fijado su residencia en Marruecos.

Art. 7.° Los trabajadores españoles por cuenta propia y los titulares o propietarios de pequeños establecimientos industriales o comerciales con derecho a acogerse al régimen de repatriación establecido en el presente Decreto, podrán beneficiarse del crédito oficial en la forma y condiciones que al efecto determine el Ministerio de Hacienda, para el establecimiento de sus actividades en España.

Art. 8.° Los españoles propietarios de explotaciones agrarias sitas en Marruecos afectados por las medidas de nacionalización adoptadas por el Gobierno de ese país, podrán optar, a título personal, por cualquiera de los siguientes beneficios:

A) Auxilios para la adquisición en propiedad de explotaciones agra­rias viables de producción final anual similar a las que poseían en Marruecos.

B) Adjudicaciones, a título de concesión, de explotaciones agrarias creadas por el IRYDA.

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Art. 9.° Para las adquisiciones a que se refiere el apartado A) del artículo anterior, el Banco de Crédito Agrícola podrá conceder créditos en las condiciones vigentes en la línea “Acceso a la propiedad” , regulada por Orden ministerial de la Presidencia del Gobierno de 22 de diciembre de 1969 y disposiciones complementarias, con las siguientes modifica­ciones:

A) Las explotaciones a adquirir deberán tener una producción final anual no inferior a 400.000 pesetas, y superior a la de la explotación que el peticionario poseía en Marruecos.

B) La cuantía del préstamo será igual al valor de la explotación adquirida.

C) Los préstamos se otorgarán con la garantía hipotecaria de los bienes adquiridos, observándose, si la garantía resultara insuficiente, lo dispuesto en el artículo 290, apartado 2, de la Ley de Reforma y Desarrollo Agrario.

Art. 10. Cuando los propietarios opten por las adjudicaciones a que se refiere el apartado B) del artículo octavo, el IRYDA les concederá preferencia absoluta frente a cualquier otro peticionario que resida fuera de la zona de actuación de! Organismo en que radique la explotaciónsolicitada.

Art. 11. Los españoles no propietarios titulares de explotaciones agra­rias sitas en Marruecos, así como los trabajadores que hayan de retornar a la Patria como consecuencia de las medidas citadas del Gobierno marroquí, tendrán la misma preferencia establecida en el artículo anterior, siempre que reúnan las condiciones generales exigidas por la legislación vigente para tener acceso a la adjudicación de tierras del IRYDA en régimen de concesión, con independencia de las generales fijadas para los trabajadores por cuenta propia y ajena que se citan en el artículo segundo.

Art. 12. Los actos y contratos que se realicen al amparo de lo dispuesto en los artículos séptimo al diez del presente Decreto estarán exentos de impuestos y arbitrios en los términos y con las condiciones establecidas en la legislación vigente.

Art. 13. Conocido el censo de la población afectada por la repatria­ción y el lugar de residencia elegido por los interesados en razón de las circunstancias sociales y económicas familiares que concurren, el Minis­terio de la Vivienda procederá a establecer las oportunas reservas de vi­vienda en los grupos propiedad del Instituto Nacional de la Vivienda actualmente en construcción o en aquellos otros calificados provisional­mente a la entrada en vigor del presente Decreto.

Las viviendas adjudicadas en régimen de acceso a la propiedad serán dotadas, con cargo a los créditos del Instituto Nacional de la Vivienda, de mobiliario y de enseres, que podrán ser amortizados en varios plazos por los beneficiarios.

Art. 14. Los préstamos a los adquirentes de viviendas de protección oficial regulados en las Ordenes ministeriales de Hacienda y Vivienda de fechas 7 y 9 de abril de 1973, serán tramitados con carácter preferente¡O

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por las entidades a las que compete su concesión cuando a sus solici­tantes les sean de aplicación los beneficios de la presente disposición,

Art. 15. La importación de enseres, efectos y artículos de españoles acogidos al presente Decreto se sujetarán a las normas que se especifican a continuación, en virtud de la autorización concedida en el artículo 3.°, c ), de la Ley Arancelaria 1/1960 y en el artículo 211.2, d ), de la Ley 41/1964, de Reforma del Sistema Tributario.

a) Los mobiliarios y efectos de casa usados pertenecientes a repa­triados serán admitidos libres de derechos, sin que sea necesaria la residencia de sus propietarios en el extranjero durante el plazo superior a dos años, previsto en el artículo 133 de las Ordenanzas de Aduanas, cuyos restantes preceptos serán de aplicación. Se admitirán igualmente libres de derechos los efectos usados que conduzcan los repatriados en sus equipajes.

b) Las mercancías de toda clase de origen nacional comprobable por sus marcas, signos de diferenciación o que conste de modo fehaciente su anterior salida del territorio nacional, quedan exentas de derechos arancelarios y asimismo del impuesto de Compensación de Gravámenes Interiores, en el caso de que a su salida del territorio nacional no hubieran percibido desgravación fiscal.

c) Las mercancías de origen extranjero adquiridas en el territorio nacional de la Península e islas Baleares respecto de las cuales se acre­dite haber efectuado en su día el pago de los correspondientes derechos arancelarios y del Impuesto de Compensación de Gravámenes Interiores, se declararán igualmente exentas de dicho gravamen.

d) Los demás artículos y efectos usados que no reúnan las condi­ciones indicadas en los apartados anteriores gozarán de una reducción del 50 por 100 de los derechos arancelarios y del Impuesto de Compen­sación de Gravámenes Interiores que les correspondieran según la legis­lación vigente. Para que tengan la consideración de efectos usados y pue­dan acogerse a estos beneficios, la maquinaria de todas clases, los auto­móviles y el material de transporte deberán ser propiedad de los intere­sados con anterioridad al 2 de marzo de 1973, teniendo que estar los automóviles y demás vehículos matriculados a su nombre en los docu­mentos correspondientes con anterioridad a la citada fecha.

e) Las franquicias, exenciones y reducciones previstas en el presente artículo que se soliciten conforme al artículo tercero serán tramitadas y autorizadas, en su caso, por la Dirección General de Aduanas.

Art. 16. Por la Delegación Nacional de la Sección Femenina se rele­vará de la obligación de prestar el Servicio Social a las españolas que, reuniendo las condiciones previas para su repatriación, así lo soliciten por el cauce establecido en el artículo tercero de la presente disposición, con anterioridad a su regreso a la Patria.

Art. 17. Los repatriados españoles que se acojan a las normas del presente Decreto y sean titulares de permisos de conducir en vigor, expe­didos por las autoridades del Reino de Marruecos antes del día 2 de marzo de 1973, podrán solicitar la convalidación de los mismos por uno

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103nacional de clase equivalente, que les será concedido previa la realización de una prueba de circulación.

Art. 18. Para el ejercicio de actividades que en España requieran cualificación profesional, los interesados aportarán sus certificados de trabajo debidamente avalados por la Afregaduría Laboral de la Embajada de España en Marruecos, o las Autoridades Consulares competentes, al objeto de posibilitar su inscripción en los registros de las Oficinas Sindi­cales de Colocación.

Para el ejercicio de actividades que requieran titulación académica, o la continuación de estudios en España, será aplicable lo dispuesto en el artículo seis del Convenio Cultural Hispano-Marroquí de 7 de julio de 1957 y en el Decreto número 1676/1969, de 24 de julio.

Art. 19. Se considerará de aplicación a los mozos en edad militar que hasta ahora hubieran disfrutado del régimen de prórrogas de cuarta clase c ), lo dispuesto en el artículo 656 del Reglamento de la Ley General del Servicio Militar.

Art. 20. Se facilita a los Ministerios correspondientes y a la Organi­zación Sindical para que, en el ámbito de sus respectivas competencias, dicten las normas necesarias para el desarrollo y aplicación de lo dis­puesto en el presente Decreto, que entrará en vigor al día siguiente de su publicación en el “Boletín Oficial del Estado”.

Así lo dispongo por el presente Decreto, dado en Madrid a 28 de marzo de 1974.— FRANCISCO FRANCO.— El Ministro de la Presidencia del Gobierno, Antonio Carro Martínez.

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REVISTA DOCUMENTACION SOCIALDirector: Julián Abad

Ras.

1.— 1. LO SOCIAL EN CARITAS (agotado).1.—2. LOS CENTROS SOCIALES (agotado).1.—3. LA ASISTENCIA SOCIAL (agotado).1.—4. LAS MIGRACIONES EN ESPAÑA (agotado).1.—5-6. COMO ESTUDIAR UN MUNICIPIO (agotado).1.—7. LA ACCION SOCIAL (agotado).1.—8. ASPECTOS SOCIALES DE LA VIVIENDA (agotado).1.—9-10. LA VIVIENDA EN SUS ASPECTOS ECONOMICOS (agotado).

1 .-11-12. LAS COLONIAS DE VACACIONES (agotado).1.— 13. LAS TECNICAS DEL TRABAJO DE GRUPO (agotado),1.— 14. LAS GUARDERIAS INFANTILES (agotado).1.— 15. EL COOPERATIVISMO (agotado).1.— 16. EL SERVICIO SOCIAL DE COMUNIDAD (agotado).1 .-17-18 . LA PLANIFICACION SOCIAL (agotado).1.—10. EL SERVICIO S O C IA L ................... 501.—20. LA ANCIANIDAD, PROBLEMA SOCIAL DE NUESTRO TIEMPO ... 501.—21. SERVICIO DE CASOS Y SUPERVISION ................................................ 501.—22. CENTROS DE FORMACION Y SERVICIO SOCIAL ............................ 50

2.—1. LA PROMOCION SOCIAL................................................. 502 .-2 . EL DESARROLLO COMUNITARIO (agotado).2 .-3 . EXPERIENCIAS DE PROMOCION SOCIAL (agotado).2. - 4 . GUIA PRACTICA PARA EL ESTUDIO SOCIO-PASTORAL

DE LA PARROQUIA............................................................. 502.—5. CULTURA Y EDUCACION POPULAR.............................. 502.—6-7. LA ATENCION DE SUBNORMALES. Extraordinario ... 1002. - 8. NATURALEZA Y MEIODOLOGIA DEL SERVICIO SO­

CIAL ..................................................................................... 50

3.— 1. EDUCACION PERMANENTE DE ADULTOS ... 703.—2. MARGINADOS SOCIALES. I ........................... 703.— 3. INFANCIA ABANDONADA Y ADOPCION 703 ._4 . ¿HACIA DONDE VA LA FAMILIA ESPAÑOLA? 703 .-5 . INVESTIGACION SOCIAL PARA LA ACCION. 703 .-6 . DESARROLLO DE LAS COMUNIDADES 703 .-7 . EL TERCER MUNDO ....................................... 703 .-8 . LA VIDA SOCIAL DEL BARRIO ..................... 703 .-9 . ACCION COMARCAL ....................................... 703.— 10. MARGINADOS SOCIALES. II ........................... 703.-11-12. HACIA UNA DIRECCION PARTICIPATIVA. 1403.— 13. LA DESEMIGRACION ........................................ 90

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Director: Julián ABAD

3 .a EPOCA

1. E DU C A C I ON PERMANENTE DE ADULTOS.

2. MARGINADOS SOCIALES (I).

3. INFANCIA ABANDONADA Y ADOP­CION.

4. ¿HACIA DONDE VA LA FAMILIA ESPAÑOLA?

5. INVESTIGACION SOCIAL PARA LA ACCION.

6. DESARROLLO DE LAS COMUNI­DADES.

7. EL TERCER MUNDO.8. LA VIDA SOCIAL DEL BARRIO.9. ACCION COMARCAL.

10. MARGINADOS SOCIALES (II).11-12. HACIA UNA DIRECCION PARTI-

CIPATIVA.13. LA DESEMIGRACION.

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CUESTA DE SAN TO D O M IN G O , 5

M A D R I D - 1 3 ¡Oíndice

DOCUMENTACION SO CIALtiene su razón de ser en el deseo de la Fundación FOESSA de cola­borar con las personas e instituciones que trabajan en la profnoción del desarrollo social.

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D. S. espera el diálogo y la oportunidad de conocer sus provee sus realizaciones. MT J

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