dolo navas · 2017. 1. 28. · 1 moraza, j.l. filometría. catálogo joxerra melguizo. casa de...

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T X A R O F O N T A L B A Dolo Navas Jugar a vestirse en un mar de objetos (de desecho) Nuestra época está determinada por la crisis de la identidad del sujeto, por una urgencia compulsiva a la autocomprensión, a la reflexión y al control en unas circunstancias de reflexividad generalizada. Los espacios público y privado se articulan según sus propios órdenes referenciales internos, pero no por ello dejan de estar vinculados en su ordenamiento: lo privado se entendería como una creación de lo público y viceversa. El trabajo de Dolo Navas habita estos umbrales o espacios de transición. La utili- zación en su obra de la máscara, del vestido y del adorno es testimonio de un conflicto entre territorios: lo íntimo y lo intersubjeti- vo, la plenitud y el vaciamiento, la materia y la ingravidez, la impureza y lo sublime, la norma y lo abyecto, el consumo y el desecho, el juego y el drama. Se trataría de un espacio donde las fronteras entre el sujeto y el objeto se disuelven, o al menos quedan en suspenso. En 1994 la escultora realiza una obra titulada Arrópame, que es toda una declaración de intenciones. Aparecen colocadas en el suelo unas agujas de tricotar con una labor de punto a medio hacer. La lana, a modo de cordón umbilical, está unida a una gran bola del mundo —como si del ovillo se tratara— arropada con un "vestido" hecho de lana de diversos colores donde se repre- senta un mapamundi. Dolo Navas parece increpar al otro amorosamente para querer sugerirnos que la intersubjetividad no deriva de la subjetividad sino al contrario. El sujeto establece trayectorias con sentido por la utilización vinculante del entorno social más extenso. El cuerpo expuesto a un con- tinuo proceso de socialización sería ese lugar extremadamente frágil, vulnerable e inestable donde se realiza un equilibrio de adaptación siempre precario y que, al mismo tiempo, posibilita vincular el cambio social y la acción personal. Una experiencia arriesgada que despoja al individuo de seguridad. La coraza protectora se enten- dería en el sentido de control autorregu¬ lado y de adaptación corporal y emocional, lo que implicaría un compromiso con el mundo social más que una retirada de él. La identidad del yo se ha de ordenar y reor¬ denar en la acción; un tejer y destejer con- tinuo sobre el trasfondo de las experiencias cambiantes de la vida diaria y social. El interés constante en la obra de Dolo Navas por el desarrollo corporal, el vestido y el ornamento no responde a una experien- cia de un cuerpo ensimismado y autorrefe¬ rencial. El vestido no es juego frivolo de simulación o imitación de identidades, sino voluntad y compromiso comunicativos, implicados en un proyecto de construcción de un yo interrelacional y vinculante. La idea común del vestido como la máscara más evidente, es deudora de un concepto del yo identitario caracterizado ontológica¬ mente. Es la convicción de que la civiliza- ción y la sociedad falsifican una presunta identidad originaria previa. La máscara y el vestido se entenderían como elementos fronterizos que delimitan y encarcelan nues- tra identidad y nuestro cuerpo. La confianza en los fenómenos de imitación, simulación, fingimiento o apropiación como prolife- ración de máscaras, no parecen poner en cuestión una presunta "verdad" del cuerpo, del sexo, del género, sino que a modo de marco o envoltura los encierran y naturali- zan. En el proyecto de un yo múltiple impli- cado en una relacionalidad intra e intersub- jetiva, no bastarían las figuras de un yo 38 z38a

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Page 1: Dolo Navas · 2017. 1. 28. · 1 MORAZA, J.L. Filometría. Catálogo Joxerra Melguizo. Casa de Cultura de Basauri, 1997. 2 COLAIZZI, G. Género y tecnología(s} Revista de Occidente

T X A R O F O N T A L B A

Dolo Navas

Jugar a vestirse en un mar de objetos (de desecho)

Nuestra época está de te rminada p o r la crisis de la ident idad del sujeto, po r u n a urgencia compulsiva a la au tocomprens ión , a la reflexión y al control en unas circunstancias de reflexividad generalizada. Los espacios públ ico y privado se art iculan según sus propios ó rdenes referenciales internos , pe ro n o po r ello dejan de estar vinculados en su o rdenamien to : lo privado se en tender í a como u n a creación de lo públ ico y viceversa. El trabajo de Dolo Navas habi ta estos umbra les o espacios de transición. La utili­zación en su obra de la máscara, del vestido y del a d o r n o es test imonio de u n conflicto en t re territorios: lo ín t imo y lo intersubjeti­vo, la p leni tud y el vaciamiento, la mater ia y la ingravidez, la impureza y lo sublime, la n o r m a y lo abyecto, el consumo y el desecho, el j u e g o y el drama. Se trataría de u n espacio d o n d e las fronteras en t re el sujeto y el objeto se disuelven, o al menos quedan en suspenso.

En 1994 la escultora realiza u n a obra titulada Arrópame, que es toda u n a declaración de intenciones. Aparecen colocadas en el suelo unas agujas de tricotar con u n a labor de p u n t o a med io hacer. La lana, a m o d o de co rdón umbilical, está un ida a u n a gran bola del m u n d o — c o m o si del ovillo se t ratara— a r ropada con u n "vestido" h e c h o de lana de diversos colores d o n d e se repre­senta u n m a p a m u n d i . Dolo Navas parece increpar al o t ro amorosamente para que re r sugerirnos que la intersubjetividad n o deriva

de la subjetividad sino al contrar io . El sujeto establece trayectorias con sentido po r la utilización vinculante del e n t o r n o social más extenso. El cuerpo expuesto a u n con­t inuo proceso de socialización sería ese lugar ex t r emadamente frágil, vulnerable e inestable d o n d e se realiza u n equilibrio de adaptación s iempre precar io y que , al mismo t iempo, posibilita vincular el cambio social y la acción personal . U n a experiencia arriesgada que despoja al individuo de seguridad. La coraza pro tec tora se enten­der ía en el sent ido de control autorregu¬ lado y de adaptación corporal y emocional , lo que implicaría u n compromiso con el m u n d o social más que u n a re t i rada de él. La ident idad del yo se h a de o rdena r y reor¬ dena r en la acción; u n tejer y destejer con­t inuo sobre el trasfondo de las experiencias cambiantes de la vida diaria y social.

El interés constante en la obra d e Dolo Navas po r el desarrol lo corporal , el vestido y el o r n a m e n t o n o r e sponde a u n a experien­cia de u n cuerpo ensimismado y autorrefe¬ rencial. El vestido n o es j u e g o frivolo de simulación o imitación de ident idades, sino voluntad y compromiso comunicativos, implicados en u n proyecto de construcción de u n yo interrelacional y vinculante. La idea c o m ú n del vestido como la máscara más evidente, es d e u d o r a de u n concepto del yo identi tario caracterizado ontológica¬ men te . Es la convicción de que la civiliza­ción y la sociedad falsifican u n a presun ta ident idad originaria previa. La máscara y el vestido se en tende r í an como e lementos fronterizos que delimitan y encarcelan nues­tra ident idad y nues t ro cuerpo . La confianza en los fenómenos de imitación, simulación, fingimiento o apropiación como prolife­ración de máscaras, n o parecen p o n e r en cuestión u n a presun ta "verdad" del cuerpo , del sexo, del género , sino q u e a m o d o d e marco o envoltura los enc ie r ran y naturali­zan. En el proyecto de u n yo múlt iple impli­cado en u n a relacionalidad intra e intersub­jetiva, n o bastarían las figuras de u n yo

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Page 2: Dolo Navas · 2017. 1. 28. · 1 MORAZA, J.L. Filometría. Catálogo Joxerra Melguizo. Casa de Cultura de Basauri, 1997. 2 COLAIZZI, G. Género y tecnología(s} Revista de Occidente

O P I N I Ó N

al terado que busca salir de sí mismo, repli­carse, ex-presarse. El yo repl icado va tras su imagen, dobles de sí, y n o busca desem­barazarse de sus representaciones , sino que quiere salvarse en los múltiples reflejos. Síntoma de u n a ident idad que sabe de su incapacidad para decir o de te rmina r el "yo". Muchos discursos nos dicen que n o existe u n a ident idad predefinida, sino u n comple­j o de relaciones que nos identifican 1 ; la ident idad es más bien u n signo, es decir, u n a articulación de diferencias en el inter ior de u n sistema; u n a posición en u n hor izonte de sentido sobrede te rminada po r vectores de lenguaje y poder ; u n a serie abierta de iden­tificaciones s iempre parciales e inestables 2 .

La artista realizó u n a pe r fo rmance en la Sala CM2 de Vitoria, t i tulada también Arrópame. Aparec iendo desnuda implicaba al o t ro , en u n acto participativo d o n d e se significaba el vestido como condición de intersubjetividad, al mismo t iempo que se problematizaban los significados del desnudo femenino y su impor tancia simbólica en la tradición occidental del arte. Se plantear ía la posibilidad de sustituir el "desnudo" por el "cuerpo despojado de ropa" que , a u n q u e n o escapa de las representaciones y n o cabe el recurso de u n cuerpo sin mediaciones e irreductible, sí al menos pe rmi te u n cuerpo semiót icamente más abierto a otras posibili­dades de representación. U n a subjetividad n o art iculada sobre la fijación de los límites de la corporeidad, sino en t o rno a su perma­nen t e movilidad y permeabi l idad. Juga r a vestirse para desplazar la mera cuestión del cuerpo femenino como u n a forma enmarca­da y contro lada den t ro de unos límites, con el fin de trazar líneas de compor tamien to que tratan d i rec tamente el deseo, la repre­sentación visual y el cuerpo femenino, abierto a otros flujos: vegetalidad, (la artista realizó en 1994 u n vestido u n i e n d o mul t i tud de eucaliptos); animalidad o flujos alimenticios, como en la obra ti tulada Para tener un cuerpo danone, que construyó con tapas de yogures. La artista n o parece p r imar su p rop ia expe­riencia corporal y emocional en mayor med ida que su experiencia cultural y social. En este sentido, se advierte que el yo con­t e m p o r á n e o parece pe rde r sustancia, se queda en los huesos como el cuerpo ano¬ réxico que , en u n in ten to suicida de repre­sentar con el p rop io cuerpo el "yo integral verdadero", de hacer converger la forma y los límites exteriores del cuerpo con el aden t ro y la ident idad, deviene nada.

El p lanteamiento sobre los bordes del cuerpo femenino se traslada a la figura d e l caracol. El de snudo femenino en la historia ha sido represen tado como forma enmarcada y cerrada he rmét icamente a cualquier trasvase de lo inter ior y lo exterior y ha servido de dispositivo simbólico d o n d e se intensifica el proceso regulador de la ident idad. Y si "toda estructura es vulnerable en sus márgenes" 3 , po r ello mismo el cuerpo es también territo­rio de ansiedad emocional y existencial, sometido a u n a serie de regímenes y técnicas que regulan su funcionamiento , sus inter­cambios con el exter ior y todo aquello que excede a sus límites. Los lugares de la fron-

Dolo Navas S / T ( euca l ip tos e hi lo) 1994

tera corporal que amenazan esta unidad , que son más proclives a intercambios, a pérdidas , a trasvasar el inter ior o a engullir el exterior son los orificios. En ellos, si seguimos a Mary Douglas, es d o n d e la estructura de ideas se hace más vulnerable. De esta m a n e r a se p u e d e pensar que el cara­col es metáfora de los orificios corporales, u n umbra l p e r m a n e n t e m e n t e abier to en t re u n exterior y u n interior, que deja huellas, rastros, que sufre u n a pérdida . Es la experi­encia de lo abyecto como reconocimiento de que el individuo n o es una ent idad estable y p e r m a n e n t e m e n t e fijada. En este sent ido es el cuerpo materno , el cuerpo embarazado, el que abre más los agujeros de las categorías, de la ident idad cerrada.

Y al mismo t iempo las conchas son protec­ción, pe ro las de Dolo Navas serían más bien redes, tramas de agujeros, superficies agu­je readas que pe rmi ten u n a osmosis; utensi­

lios protectores que n o fuerzan a n ingún confinamiento, sino q u e sirven de filtraje, de transición en t re el sujeto y el espacio de los objetos, en t re descubrir al o t ro y sepa­rarse. Lo que sin embargo parece interesar a la artista es, que esta aper tu ra del caracol es la que le pe rmi te la formación lenta y con­tinua de su concha. El propio caracol rezuma la mater ia con la que construye su protec­ción, destila a su med ida su envoltura, se viste de su prop ia materia, de lo que excede de su cuerpo , de lo abyecto que bo rdea la frágil identidad. U n utilitarismo desenfrenado que niega la l ínea irreversible del t iempo, la degradación de los sistemas orgánicos, la descomposición y las pérdidas . En su obra más reciente la artista, median te la utiliza­ción del cristal extraído de objetos de dese­cho, parece buscar u n a especie de alquimia que persigue la t ransparencia luminosa del desperdicio más allá del imperativo de lo útil. Ya en la obra Columna se advertía u n a mayor renunc ia al espectáculo de la propia imagen en beneficio de lo t ransparente , de la mixtura de capas, de lo inter ior y lo de afuera; se hace pa ten te la necesidad de cons­truir u n a zona in te rmedia de experiencia que n o quiere ser u n a duplicación del cuer­po , sino u n intervalo. La acentuación de las fronteras, la intensificación de los bordes se ve contrar res tada po r u n a bar re ra transpa­ren te p e r o muy real. El inter ior se vacía, p ierde aire, se descorporaliza. El sí mismo n o es el cent ro , t ampoco es lo inaccesible ocul to en algún lugar en los pliegues de la ident idad, sino que es u n a transición, como un ión ambivalente en t re distancia y deseo, u n lugar de descanso, u n "cojín" (como la propia autora titula algunas de las esculturas de esta serie) o zona in te rmedia "para la pe rpe tua tarea de m a n t e n e r separadas y a la vez interrelacionadas la realidad in te rna y la exterior". En la instalación presentada rec ien temente en la Sala Recalde de Bilbao, Dolo Navas dispone las esculturas como si se trataran de joyas en una vitrina, construyendo u n a escenografía del consumismo. Sus tra­bajos de joyas con estos mismos materiales convierten también al cuerpo en u n exposi­tor, joyas-grilletes que inmovilizan al cuerpo . Parece hablarnos de u n a resistencia a enten­der el deseo como consumir o ser consumi­do . Resistencia al deseo que cada vez es más u n a pasión de espera, dirigida a bienes o satisfacciones imaginadas de futuro. En contraposición, la artista p r o p o n e imágenes materiales, objetos transitivos, espacios de la fantasía y el sueño, u n espacio d o n d e sen­tirse vivo, más allá de la adaptación, que s iempre es u n a forma más o menos intensa de ser sumiso. •

TXARO FONTALBA es artista y vive en Pamplona.

N O T A S Y R E F E R E N C I A S

1 M O R A Z A , J.L. Filometría. Catálogo Joxerra Melguizo. C a s a d e

C u l t u r a d e B a s a u r i , 1 9 9 7 .

2 C O L A I Z Z I , G . G é n e r o y t e c n o l o g í a ( s } Revista de Occidente.

M a r z o , 1 9 9 7 .

3 D O U G L A S , M . P u r e z a y peligro. B u e n o s A i r e s : S i g l o X X I , 1973

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