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1 Monseñor Domingo Tamburini El Cura Gaucho de Pocitos Miguel Aguirre Bayley Bodas de Plata Sacerdotales

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Monseñor Domingo Tamburini El Cura Gaucho de Pocitos

Miguel Aguirre Bayley

Bodas de Plata Sacerdotales

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Semblanza de Monseñor Tamburini al cumplir 25 años de Párroco

por el Dr. Dardo Regules

Nuestro Párroco «Nuestro Párroco lleva la carga del cuidado de su feligresía por veinticinco años. Hacemos un alto

para marcar la fecha; y otros veinticinco años, que pedimos a la Divina Providencia, con una ilimitada confianza en su misericordia infinita y en sus inagotables recursos.

Yo conozco al Padre Tamburini desde los lejanos días de la vida estudiantil cuando, bajo el mismo techo, aunque no en la misma clase -cada uno en su línea- seguíamos las vocaciones que hemos cumplido en la vida. Y doy testimonio de que, salvo alguna incursión del tiempo en el físico, que nadie puede desafiar con éxito, entre aquel seminarista y este Párroco nada ha cambiado.

Natural, espontáneo, sencillo, sincero, -medio abandonado en su exterior elegancia-, un poco bohemio, para los ordenados y para los meticulosos, era ya un varón de Dios, que trascendía a vocación espiritual, y a confianza en la vida cuando se ajusta al orden de la Providencia.

¿Por qué Nuestro Párroco, así dicho con una sola palabra: Nuestro, como expresión de nuestra consideración, de nuestro respeto, de nuestra simpatía y de nuestra amistad, por qué Nuestro Párroco, al cabo de veinticinco años de ministerio, nos congrega con emoción, y lo consideramos todos como un miembro afectuoso de todas nuestras familias?...

¿Será porque es un Párroco, en el sentido jerárquico? No. Ese título, que lo tiene, mueve nuestro respeto. ¿Será porque es un sacerdote que administra los sacramentos de nuestra vida espiritual? No. Ese título, que lo tiene, mueve nuestra consideración. Es porque es Nuestro Párroco, el que nosotros deseamos, el que nosotros queremos, el que nosotros entendemos.

Un Párroco lo hace un decreto de la Jerarquía. Nuestro Párroco, empezó a fundir su silueta desde ese decreto, en las mil tareas de cada día, durante los 365 días de cada año, repetidos, sin desilusión y con bondad, veinticinco veces seguidas, sin un solo desfallecimiento. Y es ese tipo de hombre, y ese estilo de sacerdote, y ese relieve de Párroco el que ha conquistado a su feligresía.

El Padre Tamburini es un Párroco de vida interior viva y segura, de santidad natural, de llaneza comunicativa, que vive para su vocación, que todos sabemos que está ahí, en su sitio, a cualquier hora y a todas las horas; con su personalidad individualizada por un manojo de virtudes ciertas y ejemplares, y esa espontaneidad sin protocolo, que sube hasta sus discursos; que completa la liturgia, a veces, con algún ceremonial imprevisto o improvisado; que mezcla los salmos a Dios con las órdenes al monaguillo; que interrumpe los cantos con alguna advertencia al feligrés demorado, pero todo ello con la simple verdad del Evangelio, la fuerte sinceridad de la rectitud cristiana y la firme autoridad de un ministerio seriamente sometido a la voluntad de Dios.

Estamos todos satisfechos y contentos con Nuestro Párroco, tal como es: ni enfático, ni protocolar, ni demasiado ordenado, ni demasiado desordenado, ni muy puntual, ni muy impuntual, así como es: dándonos siempre el ejemplo de su vida y la lección de su santidad.

Siempre he pensado, y ya lo he dicho, que de las más consoladoras lecciones del Evangelio es el haberle dado a la santidad un sentido de naturalidad, diría: de ausencia de lo heroico, hasta ponerla, por lo menos a la vista, aunque lejanísima, de mi vida mediocre. Cuando leo la vida heroica de alguno de los grandes Santos los siento como expresiones inaccesibles, hasta donde no llega más que mi admiración. Vidas torturadas, maceradas, frenadas sobre el abismo, recortadas en heroísmo. Jesús nunca da esa sen-sación. Jesús es natural. Nada heroico, -fuera de su muerte- nos destaca su vida. Circula predicando, vive entre los gentiles, sin esfuerzo y con naturalidad. Y se acerca tanto a cada uno, que a todos nos

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parece que es fácil vivir con santidad.

Una cierta naturalidad, precisamente porque la santidad es la ordenación de la vida en el cauce del deber, dentro del plan de la Providencia, es siempre una lección necesaria, que el mensaje de Jesús debe transmitir a los hombres. El mundo discute al sacerdote político que quiere dominar la tierra, el poder o el dinero. El mundo no discute, y necesita al sacerdote que se acerca a los hombres, con santidad natural, alegre, cordial y comprensiva.

Nuestro Párroco ha hecho gran parte de esta Iglesia. La ha hecho hasta vertiendo en la caja el pequeño peculio personal que ahorró penosamente en su juventud como seguro a su vejez. Pero los edificios, aún los dedicados a Dios, valen mucho menos y son mucho más fáciles de levantar, que la lección de diaria santidad que la vida de Nuestro Párroco dicta, para todos nosotros, desde su pobreza, su ministerio y su iluminaba vocación.

Para proclamar la fuerza de esa lección nos hemos reunido. Y al recordar junto a él a los sacerdotes, que en los últimos veinticinco años han compartido y hoy comparten su tarea misional, -y desde luego a los que faltan para siempre-, aseguramos a Nuestro Párroco que su obra de frutos inmensos, desbordada, no obstante, por una población que pide cada vez más nuevos obreros, lleva el signo del Evangelio y trae la fuerza del pastor.

Un escritor francés ha dejado este concepto, que repito en vuestro honor: «No importa que no se traiga, como los antiguos profetas, una estrella en la frente, si trae, como los modernos apóstoles, toda el alma constelada en virtud, en bondad y en belleza.»

Montevideo, 18 de mayo de 1950

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De vacaciones

Apuntes para una trayectoria eclesiástica ejemplar

Nacido en una familia de trabajadores de humilde origen, Domingo Tamburini, muy joven aún, sintió el llamado de Dios para el sacerdocio. En 1892 -a los catorce años-, ingresó en el Seminario Conciliar dirigido por los Padres de la Compañía de Jesús.

Recibió la Tonsura de manos de Monseñor Pío Stella en 1894 y las cuatro Ordenes Menores en 1898. El l° de marzo de 1903, Monseñor Pío Stella, en representación de Monseñor Soler, le impuso el Subdiaconado en el Templo Parroquial de Pando. Seis días después -el 7 de marzo-, Monseñor Isasa le confirió el Diaconado en el Oratorio privado de los Padres Capuchinos. Estos actos culminaron con la Consagración Sacerdotal el 15 de marzo de 1903 en la Iglesia del Seminario.

Flamante Sacerdote, fue nombrado Capellán Mayor y Ceremoniero de la Iglesia Catedral. Luego de dos meses de actividad en la Parroquia de Pando, donde acompañó al Pbro. Marcial Pérez, volvió a Montevideo.

El 20 de diciembre de 1904 fue nombrado Teniente Cura de Santa Lucía. En julio de 1906, designado Cura Encargado, cumplió una labor excepcional en Santa Lucía. Tras un pasaje por Melo -donde sustituyó al Cura Párroco arachán, quien se encontraba enfermo-, el 3 de febrero de 1908, Monseñor Soler le envió a Villa del Rosario como Teniente Cura para secundar la labor del Párroco, Pbro. Juan E. Pérez. Año y medio después regresaba a la Catedral como Director General de Ceremonias.

En mayo de 1910, el Administrador Apostólico Monseñor Isasa, le designó Teniente Cura encargado de la Parroquia de Fray Bentos. Después continuó su labor en Tala, donde realizó con acierto y dedicación una suplencia durante varios meses. A fines de ese año y ante el pedido insistente del Cura de Florida, fue enviado a la ciudad de la Piedra Alta como Teniente Cura donde volvió a desarrollar una actividad apostólica encomiable.

En diciembre de 1913 fue nombrado Cura Párroco de Colonia, donde desplegó magníficamente su

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celo apostólico, especialmente entre la niñez y la juventud, al fundar la Compañía de los «Exploradores Orientales», con activa participación en actos y ceremonias del departamento.

Al dividirse la Diócesis en 1920, Domingo Tamburini volvió a la capital, donde fue nombrado Capellán de las Adoratríces. Al año siguiente pasó a desempeñar la Capellanía del Instituto «San José», fundación de Monseñor José Carlos Semería.

En 1925 volvió a la Catedral donde atendió a los Congregantes de San Estanislao y a los niños y enseñó el catecismo, hasta que el 12 de abril de ese año fue designado Cura Párroco de Pocitos, misión que protagonizó admirablemente hasta su muerte.

Durante casi cuatro décadas -fueron 37 años ininterrumpidos-, Domingo Tamburini se constituyó en el director espiritual de su jurisdicción eclesiástica y en el gran estratega y realizador de la Parroquia de San Juan Bautista. A través de su misión apostólica, el querido Párroco se ganó el aprecio, la admiración, el respeto y la gratitud en el corazón de la feligresía. Su certera y fecunda labor, consiguió transformar una modestísima Parroquia Arzobispal en la Parroquia Eucarística de Montevideo.

De aquí en más no podrá hablarse de la Parroquia de Pocitos sin evocar la figura de Domingo Tamburini, misionero incansable y sembrador de virtudes; sacerdote desinteresado y trabajador con denuedo, cuya intensa vida espiritual y eucarística, se tradujo en la realización exterior de su apostolado.

Aspectos de su obra espiritual y material Las magníficas obras materiales realizadas en la Parroquia de San Juan Bautista, entroncan con el

magisterio de su singular obra espiritual en su feligresía. Una y otra adquieren una significación excepcional a medida que avanzan los tiempos y las épocas.

Su apostolado espiritual se apoyó en tres pilares fundamentales: formación religiosa de su feligresía, asistencia espiritual y estrecha colaboración con sus fieles para el apostolado.

La formación religiosa de su niñez y juventud, le llevaron a obtener el concurso de los Hermanos de la Sagrada Familia, poco después de hacerse cargo de la Parroquia de Pocitos.

El segundo aspecto refiere a su atenta y permanente asistencia espiritual. El aumento de misas los días de Precepto, la distribución de comuniones, las puertas abiertas a los fieles y el cuidado a los enfermos, fueron aspectos fundamentales de su obra. Las devociones y las fiestas de los patronos, alcanzaron siempre un brillo especial.

El tercer eslabón de su obra está vinculado a la estrecha relación entre el sacerdote y los fieles para ejercer el apostolado, apoyado en principios humanitarios y solidarios.

Sin embargo, debe señalarse particularmente su preocupación por la catequesis y la formación y orientación de la niñez y la juventud, una de cuyas realizaciones fue la de la fundación de los «Exploradores Orientales» cuando estaba al frente de la Parroquia de Colonia. Allí congregó a la niñez de la ciudad, haciendo su apostolado en la forma que debía ser más atractiva para los jóvenes.

En la Parroquia de Pocitos, también los niños y los jóvenes fueron centro de su atención, interviniendo él mismo en la enseñanza de la catequesis. De carácter simpático y risueño, tenía en su instrucción la modalidad amena y llamativa que atraía a los niños y que sabiamente matizaba con cuen-tos y rifas. El especial cuidado del progreso espiritual de los complejos años de la adolescencia, fueron base sólida de su eficaz y prolongada acción sacerdotal.

En los comienzos de su apostolado, a caballo o vadeando los ríos y arroyos crecidos por tormentas, recorría el interior del país para asistir a sus oratorios y a los enfermos. Siempre lo hizo, a cualquier hora del día y de la noche; jovial, decidido e infatigable.

Fuera de la Parroquia, su preocupación por la niñez y la adolescencia se trasladó al Colegio de la Sagrada Familia, cuyos alumnos son en la Parroquia, junto al catecismo, fuentes de esperanza no sólo para el porvenir del catolicismo sino para un mundo mejor.

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La Parroquia de Pocitos Nombrado Párroco de Pocitos el 12 de abril de 1925 por el entonces Arzobispo de Montevideo,

Monseñor Dr. Juan Francisco Aragone, Domingo Tamburini tomó posesión de su investidura el 13 de abril, día siguiente al Domingo de Pascua de aquel año.

El templo estaba constituido por paredes sin revocar, con techo de tirantes y chapas. En esa época, los cultos tenían lugar en una sala del templo, con techo galponado de zinc y cielo raso de tablillas de madera pintada de gris. El piso era de hormigón y las columnas de cemento armado. Había que hacer cambios sustanciales en la Parroquia que hoy, legítimamente, se ha convertido en uno de los mejores y más hermosos templos de la Arquidiócesis.

Domingo Tamburini formó una Comisión de Obras presidida por el Esc. José Pedro Turena e integrada por el Esc. Areco, Sr. José E. Ponce de León, Sr. Federico Arrosa, Sr. Salvador Barriola, Dr. José de Fleitas, Sr. Malnara, Dr. Dardo Regules y Sr. Joaquín Reyes Lerena. La feligresía brindó su apoyo con el aporte de la Sra. María Luisa de Domínguez y una Comisión de Damas presidida por la Sra. Sienra de Vaez Ocampo, colaboró activamente.

Se instituyó la colecta del peso.

En setiembre de ese año -1925- se reanudaban las obras en la Parroquia. En poco tiempo surgían el coro, el techo definitivo y la torre, a la que se colocaría en 1932 el reloj que donaran los esposos Williman-Martínez.

En julio del año siguiente, Domingo Tamburini hizo un viaje de peregrinación a Asís, con la finalidad de aportar ideas para continuar las obras de la Parroquia, proyectadas y dirigidas originariamente por los arquitectos Enrique Durán Guani y Luis Duran Veiga, a quienes se agregaría años después el arquitecto Guillermo de Armas.

En abril de 1928 se echaron a vuelo las primeras campanas que Domingo Tamburini hacía traer desde Francia. El 24 de junio se inauguraba el reloj y en 1929 -también el día de San Juan Bautista- el plafón decorado.

El 24 de junio de 1930 inauguraba el comulgatorio del Altar Mayor. Un año después, en la misma fecha, se bendecía el Altar del Sagrado Corazón hecho en Pietra Santa de Luca, creación del artista italiano Paschino Bacci. El día de San Juan Bautista del año 1933 se inauguraban las columnas actuales. En 1934 el Bautisterio y la Pila Bautismal de Paschino Bacci. Un nuevo piso en 1935 y los actuales capiteles traídos desde Bélgica.

El 24 de junio de 1936 se inauguraba el Altar Mayor con mármol y granito del país y finalmente el decorado del templo, realización del artista Aquiles Vítale. Tiempo después el arquitecto Guillermo de Armas se hacía cargo de la portada de hierro metalizado y procedía a la apertura de los arcos que hoy ocupan los altares de Nuestra Señora del Carmen y San José.

En 1937 se inauguraba el Altar dedicado a la Virgen del Carmen, también obra de Paschino Bacci y en febrero de 1938 el Altar de mármol dedicado a San José. Dos años llevaría el decorado de todo el templo y de Pietra Santa de Luca, Italia, se hacía venir el comulgatorio del Altar del Sagrado Corazón. En agosto de 1946 se inauguraba el piso definitivo, obra del Sr. De Marco.

En los comienzos de 1997 la Parroquia de San Juan Bautista, situada definitivamente frente a la Plazuela «Grito de Asencio», continúa siendo una imagen clásica e inconfundible del barrio Pocitos. Su historia se origina hacia fines del siglo pasado, en 1890, año en que se inauguraba un pequeño y modesto templo como Vice Parroquia en el Pueblo de los Pocitos, con el nombre de su patrono San Juan Bautista, en el predio que hoy ocupan las calles Alejandro Chucarro y Guayaquí.

Años después, la Parroquia pasaría a ubicarse en un local más amplio, en las actuales calles Gabriel Pereira y Pedro Berro, donde había funcionado el primer teatro del pueblo y luego la fábrica de caramelos de Ravera. Finalmente, en 1917, construida por los arquitectos E. Duran Guani y L. Duran Veiga, pasó a su actual lugar en la esquina de Ramón Masini y Luis Lamas, denominada Monseñor Tamburini desde octubre de 1984, en reconocimiento al sacerdote más admirado y recordado en la vida

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de la Parroquia, a cuya abnegada y proficua gestión se debió la terminación de la magnífica Iglesia «con su fachada en el mejor estilo románico y un interior de carácter basilical», en opinión de Monseñor Luis Delpiazzo, experto en arquitectura sacra.

Con sus familiares

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«Cura Gaucho» «Sacerdote del Pueblo» «Padre Tamburini» «Jesús, María y José, son los tres amores que tengo en el corazón», se le oyó decir en alguna ocasión

a Monseñor Tamburini.

La «Bendición de las Aguas», la «Misa de Once» y la «Colecta del Peso», fueron otras tres características singulares en el ejercicio y desarrollo de su apostolado ejemplar. Esta trilogía de acciones puntuales del «Padre Tamburini» se transformó en una rica tradición pocitense.

El 8 de diciembre, el día de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, según el calendario litúrgico, eran bendecidas las aguas hecho que, según la tradición religiosa, iniciaba oficialmente la temporada playera. En los primeros años del ceremonial, las playas más concurridas de la época eran Pocitos, Ramírez y Capurro.

Sin embargo, la «Bendición de las Aguas» en Playa Pocitos por Domingo Tamburini -desde que asumió como Párroco en 1925 hasta 1961, el año anterior a su muerte-, es la ceremonia más recordada por las generaciones a través de los años.

Sobre el mediodía, partía de la Iglesia de San Juan Bautista la procesión encabezada por el «Padre Tamburini», asistido por el sacristán que llevaba el agua bendita. La integraban niños que ese día tradicional habían tomado la primera comunión y una columna de feligreses, familiares y amigos. A paso solemne recorrían las calles Ramón Masini, Alejandro Chucarro y Martí, hasta llegar a la Playa Pocitos. Allí Domingo Tamburini pronunciaba en latín sus palabras sacramentales y esparcía con el hisopo unas gotas de agua bendita...

«El 8 de diciembre de 1961 -escribe Benjamín Deminco-, Monseñor Tamburini bendice por última vez las aguas de la Playa de Pocitos, tradicional ceremonia que realizó durante 37 años continuos.

Como siempre se organizó con una procesión después de la Misa de Once, integrada con los niños de los colegios, los fieles llevando en andas la estatua de la Virgen María adornada con flores. El público iba cantando su himno y ofrecía flores a la Virgen a su paso hasta la costa. Niños que ese día habían recibido su primera comunión eran seguidos por clérigos que formaban al lado de su pastor con su capa pluvial. En simple ceremonial, Monseñor con su hisopo bendecía las aguas y a todos los concurrentes, implorando a Dios su protección».

La «Misa de Once» de los domingos en la Parroquia de San Juan Bautista constituía, en primer lugar, un acto de fe Cristina y, en menor medida, un acontecimiento social. Algunos recuerdan que Fray Antonio de Montevideo, Provincial de la Orden Capuchina en el Río de la Plata, colaborada en la Misa de Once como violinista y dirigía los cantos sagrados de los fieles.

Cuando Domingo Tamburini tomó posesión del cargo de Párroco de San Juan Bautista en el año 1925, recibía la Iglesia cuya construcción sólo llegaba a la altura de la primera cornisa. En 1927, al solicitar permiso a la Curia para realizar una campaña con la finalidad de recaudar fondos para terminar la Iglesia, propone la idea de pedir a los feligreses que donen mensualmente un peso por persona. La solicitud es concedida y se conocerá como la «colecta del peso». El mismo Tamburini hacía el pedido en la homilía -generalmente en la Misa de Once- y luego recorría banco por banco a recoger la donación. Este peso se sumaba a las demás donaciones, de menor entidad, que se hacían en otras jornadas cuando los monaguillos pasaban el «platito recaudador».

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Bendición de las Aguas Bendición de las Aguas en Playa Pocitos

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Playa Pocitos

En el Bautisterio

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Fundador del Colegio y Liceo «San Juan Bautista»

Los Hermanos de la Sagrada Familia a Pocitos «Qué lástima que no tengan los Hermanos de la Sagrada Familia un colegio en mi parroquia.»

Domingo Tamburini no perdía ocasión de reiterar a quien quisiera escucharle: «Los Hermanos de la Sagrada Familia a Pocitos.»

Era el verano de 1930. En plena temporada estival, los Hermanos de la Sagrada Familia, tanto en la Aguada como en Progreso aseguraban: «Nos vamos a Pocitos».

En la celebración de misas del domingo siguiente, Domingo Tamburini daba la noticia desde el pulpito: «Los Hermanos de la Sagrada Familia se harán cargo del Colegio San Juan Bautista. Las

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inscripciones están abiertas». El Consejo Provincial, reunido extraordinariamente, designaba director de la nueva fundación al Rdo. Hno. Teódulo.

El 1º de abril de ese año -1930- los Hermanos de la Sagrada Familia loman a su cargo la dirección del Colegio «San Juan Bautista». Sin instalan en la calle Cololó al N° 2618. Sin embargo, pocos años después, en 1935, la casa queda chica y el Colegio se traslada a una quinta situada en la calle Cavia N° 2830. Se hacen ampliaciones y el Colegio continúa su marcha ascendente.

Para comprender y valorar con ecuanimidad y justa ponderación los sueños visionarios de Domingo Tamburini, nada mejor que recordar algunos pasajes del discurso pronunciado en 1955 por el primer Subdirector del Colegio, Rdo. Hno. Alfonso Rodríguez, al conmemorar los primeros veinticinco años de vida del Colegio:

...»Hace veinticinco años, los sueños proféticos de un visionario, que tiene mucho de Quijote, se convirtieron en realidad, con esperanzas que cada día recogemos en una cosecha halagüeña y fervorosa. Varios años llevaba el quijotismo librando la batalla con el imposible, sin desmayos, ni claudicaciones, avanzando implacable, a través de las dificultades, en una especie de delirio lúcido, desasistido de todo posible apoyo, solo, con su heroísmo visionario, impulsado por un sueño religioso, al servicio de una comunidad universal de almas.»

«Varios años que diríamos de derrotas, alimentados con ilusión de mares sin riberas. Pero una derrota es un episodio del camino que no debe atrofiar los ímpetus del luchador. Y no los atrofió en el ánimo del hoy y entonces Sr. Cura Párroco de San Juan Bautista, que es el Quijote visionario y el luchador incansable al cual hago referencia.»

«Sabía muy bien, Monseñor Tamburini, que sus pensamientos no se alimentaban de sueños, que sus anhelos no eran ilusiones vanas de un caballero medioeval en busca de aventuras irrealizables. Sabía que el imposible es para el que no batalla, pero sabía también que el imposible se convierte en realidad triunfadora, cuando se lleva en el alma el ímpetu de un noble ideal, que abre perspectivas y proyecta luminosas empresas».

«Gracias, Monseñor Tamburini, por vuestra lucha renovada, por vuestra decisión luminosa, por vuestra generosidad sin límites, por vuestro afecto cordial. Gracias por vuestra lanza rota en lides venturosas»...

Han transcurrido 67 años desde la fundación. Hoy alrededor de mil trescientos alumnos concurren al Colegio y Liceo «San Juan Bautista», distribuidos en pre-escolar, primaria, secundaria y las tres opciones del Bachillerato Diversificado. El plantel docente está conformado por laicos. Los Hermanos sólo enseñan catequesis.

De la síntesis del Padre Mauricio Silva, mártir de la causa de los pobres, surgió la consigna grabada en el nuevo gimnasio: «Forjemos un hombre libre y responsable, protagonista de su propia historia, intelectualmente capaz, abierto a la comunidad».

A esta primera consigna, los Hermanos de la Sagrada Familia agregaron: «A imagen de la familia de Nazaret, forjemos el hombre nuevo: libre, responsable, constructor de la paz, amante del saber, orante, solidario y fraterno».

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Con un grupo de alumnos de la Sagrada Familia en el atrio de la Parroquia San Juan Bautista

Primera Comunión de alumnos de la Sagrada Familia

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Con amigos

Prelado Doméstico del Papa

Canónigo desde 1934, Domingo Tamburini es nombrado Prelado Doméstico del Papa el 5 de agosto de 1954. La honrosa distinción prelaticia que el Santo Padre le ha conferido, representa un alto honor no solamente para el querido Párroco de Pocitos sino, por extensión, para la Arquidiócesis de Montevideo y para la grey católica del Uruguay.

Prelados Domésticos

Esta dignidad prelaticia es de origen muy antiguo. Tiene el carácter de familiares del Papa. Su nombramiento es por Breve Pontificio y el título es para toda la vida, aun cuando reciban una distinción u orden mayor. Tienen el tratamiento de Ilustrísimo y Reverendísimo Monseñor.

Su traje para la calle es sotana negra con botones y ribetes morados, faja morada con flecos del mismo color, medias moradas y zapatos con hebilla. El traje de coro o ceremonia consiste en sotana morada, faja del mismo color con borlas, roquete y manteleta moradas. El birrete es negro con borlas moradas. No tienen privilegio de pontifical ni de oratorio privado. Cuando asisten a las funciones papales permanecen de pie junto al altar, del lado de la Epístola.

Jurisdicción de la Parroquia

La jurisdicción de la Parroquia de Monseñor Tamburini se extendía des-de el Río de la Plata por la calle Jaime Zudáñez hasta 21 de Setiembre; por ésta hasta Obligado, continuaba hasta Rivera, luego hasta Ing. Luis P. Ponce, después Br. Circunvalación Dr. A. Ricaldoni, Ramón Anador y Dámaso Antonio Larrañaga hasta el mar.

Domingo Tamburini recomendaba: «A los efectos pertinentes, se hace saber a los del radio señalado en esta jurisdicción, que deben concurrir a ésta su Parroquia para efectuar los Bautismos y trámites de Casamiento, respondiendo en conciencia al espíritu de la Santa Madre Iglesia».

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Con el Cardenal Antonio María Barbieri

A Monseñor Tamburini en sus veinticinco años de sacerdocio

Veinticinco años de sacerdocio en línea recta y austera, es un título de nobleza social que bien merece perpetuarse.

El Padre Domingo Tamburini encabeza con su nombre la página inicial de este álbum y de los mil motivos por los cuales la sociedad discierne el aplauso o la simpatía, pocos, sin duda, más dignos de exaltación perdurable como esta cifra de 25 años, labrada sobre roca fuerte, por el cincel de una vida sacerdotal esclarecida.

Para ejemplo de los frívolos, de los escépticos y de los mundanos, estas vidas recias y rectas, dirigidas por un solo ideal profundo, tienen algo de perdurable altura y de perdurable firmeza.

Entregar toda la vida al más alto ideal que puede producir la vida misma, que es el ideal religioso y bruñir, día por día, la propia personalidad fuera de toda resonancia, de todo aplauso, de todo brillo externo, es acrecentar en forma tal el capital espiritual de una sociedad que bien podemos con plena justicia y mérito, detener la hora fugaz del día de hoy, en estas páginas que aspira a vivir por todos los días sucesivos.

El Padre Tamburini, además, es el sacerdote de la modestia espontánea y de la bondad integral. Entregado a su obra, no tiene un pliegue torvo en su espíritu para nada ni para nadie. Apagado el fuego de toda vanidad, es el hombre de bien, en el docto sentido cristiano de la palabra. Pastor de almas, lo es con una espontaneidad sugestiva y atrayente.

De sol a sol, no conoce el descanso. Trabaja de misionero, de pacificador de almas, de sencillez evangélica, de exhortación paternal y profunda.

Pertenece a Basilio de Cesárea, esta frase que circula entre los fieles desde el siglo IV, por el hilo de una de aquellas homilías sobre las cuales no ha pasado el tiempo: «El reino de los cielos es comparado a una perla preciosa, nos es imposible adquirirla como no demos en cambio todo lo que poseemos.»

Sobre estos veinticinco años de vida sacerdotal, domina este don indudable: el Padre Tamburini ha dado cuanto ha poseído; lo ha dado en obra, en espíritu, en piedad, en ejemplo de vida, y lo ha dado, con sencillez y con ademán cristianos.

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No es más silueta, sino una palabra cordial lo que necesita esta página, para subrayar el nombre del Párroco que celebra sus bodas de plata sacerdotales, mientras ejerce el gobierno de nuestra parroquia.

Y queremos que esa palabra corresponda en emoción y justicia al destino que la provoca; y simbolice, aunque el tiempo pase, la firmeza de nuestras simpatías por la obra y por la personalidad de un sacerdote digno, fervoroso y esclarecido.

Montevideo, marzo 25 de 1928.

Monseñor Tamburini en el recuerdo de una feligresa Cura luchador y Cura de almas

Este libro nos da una idea cabal de lo que fue y representa Monseñor Tamburini. En sus detalles, en sus fechas más señaladas y en el rescate de los acontecimientos que fueron haciendo su trayectoria. Pero hay otro aspecto -también muy importante-, que sólo pudimos disfrutar quienes le conocimos y tratamos personalmente. Claro, es un privilegio de los que vivimos su misma época.

Trato de olvidar sus títulos y sus cargos y veo el espíritu fuerte, despreocupado de qué pasará después, viviendo su vida en la inspiración evangélica, sin pensar en recompensas, sin reparar en escollos. Aún hoy, a casi treinta y cinco años de su muerte, nos conmueve y nos renueva actos tras-cendentes e indelebles en nuestra vida: el casamiento, el bautismo de cada hijo...

Hay un desdoblamiento en el Cura luchador y el Cura de almas; pienso que es un sentir general de quienes compartieron su presencia. Todavía me parece verlo, con su andar despreocupado y poco solemne, acercarse al dolor y la alegría.

B de A.

Jubileo de Oro Sacerdotal Al querido Cura Párroco de la Iglesia de San Juan Bautista Rvmo. Sr. Cgo. Domingo

Tamburini en su Jubileo de Oro Sacerdotal

Homenaje cordial de veneración, gratitud y afecto a nuestro amado pastor, a cuya actividad y consagración se deben esencialmente la erección de esta magnífica iglesia, el progreso espiritual y la vida eucarística de la parroquia, que desde el 12 de abril de 1925, rige con incansable celo y abnegación.

Sus amigos y feligreses de Pocitos nos asociamos a su santa alegría, en esta fiesta jubilar, y pedimos al cielo, nos lo conserve muchísimos años para la mayor gloria de Dios y el bien de las almas.

1903 - Marzo 15 - 1953

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Jubileo de Oro Sacerdotal

En el Colegio y Liceo «Nuestra Señora de la Misericordia» con las hermanas María Victoria, María

Gemma y María Ernesta y el Nuncio Apostólico

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Facsímil del texto original del Himno dedicado por las alumnas del Colegio y Liceo «N. S. de la Misericordia», a su amado Párroco Ilustrísimo Señor Prelado Doméstico de Su Santidad,

Domingo Tamburini, al celebrar sus Bodas de Oro Sacerdotales.

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Procesión de San Juan Bautista

Ante su muerte Del Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social a los deudos de

Monseñor Tamburini «En nombre del Poder Ejecutivo cumplo con el penoso deber de presentar a Ud. las condolencias del

Gobierno de la Nación por el fallecimiento del ilustre Prelado Monseñor don Domingo Tamburini.

La acción permanente de apostolado que ejerció el Padre Tamburini en diversas parroquias del interior del país y, finalmente, desde 1925, en la Parroquia de Pocitos donde era admirado y apreciado por creyentes y no creyentes, es un ejemplo de tenacidad en la acción social y cultural del pueblo, que el Gobierno nacional no puede pasar por alto.

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Por eso, en el seno del Consejo Nacional de Gobierno, la muerte del Padre Tamburini fue recordada en sentidas palabras por el Consejero don Eduardo Víctor Haedo, quien dijo lo siguiente: «A los 83 años de edad ha muerto un sacerdote que fue, a la vez, un gran ciudadano: Monseñor Domingo Tamburini, distinguido por la Santa Sede como Prelado Doméstico de Su Santidad. Era un hombre extraordinario. Por su gran bondad, por su vocación por el bien, por su patriotismo puro y simplista, por su alma fina, noble y generosa. Además, fue dueño de una infinita ternura que prodigó ampliamente».

Al dejar cumplido, por intermedio de estas líneas, lo resuelto por el Consejo Nacional de Gobierno, saludo a Ud. con mi más alta y distinguida consideración».

EDUARDO A. PONS Ministro de Instrucción Pública y Previsión Social

De «El Bien Público» «El «Padre Tamburini» ha muerto. Toda una vida entregada al servicio de Dios, acaba de extinguirse

a los 83 años. Entrega a Dios, hecha sin el mínimo retaceo de sus energías físicas y con la máxima carga de amor. Vivió para servir a Dios, a su Iglesia y a su prójimo.

La Iglesia lo signó hace casi un cuarto de siglo confiriéndole el honor de ser designado Canónigo del Cabildo Metropolitano, pero antes y después, hasta el último minuto de su venerable existencia, fue siempre y fundamentalmente un cabal Cura de almas. Para todos sus hijos espirituales, para cuantos recibieron las pruebas de su celo sacerdotal y su amical afecto, fue siempre el Padre Tamburini, aunque su carrera sacerdotal hubiese ascendido aún más en el orden jerárquico».

De «El Plata» «En la mañana de ayer dejó de existir, en nuestra capital, Monseñor Domingo Tamburini, titular del

Curato de la Parroquia de San Juan Bautista de Pocitos.

El Padre Tamburini tenía en la actualidad 83 años. Para sus feligreses, pese a que el extinto en su larga carrera sacerdotal hubiera ascendido en una más elevada jerarquía en el orden sacerdotal, seguía siendo el «Padre» y no el «Monseñor» a que le hacía acreedor su título de Muy H. Canónigo y Prelado Doméstico del Papa.

...Indudablemente es en la Parroquia de Pocitos, cuyo Curato ejercía desde 1925, donde su actividad tuvo mayor trascendencia, tanto que llegó a convertirse en una figura familiar, profundamente estimada aún por aquellos que no practicaban su credo religioso».

Del Colegio y Liceo «San Juan Bautista» «El 11 de junio entregó su alma a Dios, Monseñor Domingo Tamburini, Cura Párroco de Pocitos,

Prelado Doméstico de Su Santidad y Fundador de Nuestro Colegio. Sus altas dotes de sabiduría y de virtud le hicieron acreedor a la veneración de los fieles y al afecto de los niños. En su largo y fecundo apostolado brillaron siempre las dotes del buen pastor, en su atrayente figura. Emocionados le rendimos nuestro justiciero y póstumo homenaje. Descanse en paz...»

De Benjamín Deminco «Ha fallecido su querido Párroco -Monseñor Tamburini- el 11 de junio de 1962, a la edad de 83

años y 8 meses de haber venido al mundo. Cristo, el gran sacerdote, debe haber recibido con los brazos extendidos acompañado de sus ángeles al buen sembrador, quien hizo crecer a tantos cristianos con su buena semilla que sembró con tanto cariño en tierra fértil.

Buscó que esa semilla no cayera sólo en el camino ni entre las piedras. Habló a los humildes que estaban entre la zarza de este pueblo, y supo sacar buen fruto de aquellos que oyeron la palabra del Señor y no se ahogaron con los malos ejemplos que les presentaba el mundo.

Sí, Pocitos estaba de luto. Perdía a su guía, recordado por todos los fieles, desde los más pobres y primitivos pobladores -casi todos italianos y sus descendientes- hasta los más pudientes veraneantes que fueron luego edificando sus quintas y chalets. De todos ellos y su desprendimiento generoso, es que se

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levantó la hermosa Iglesia que hoy admiramos y que los invito a visitar. Entre tantas torres que hoy se han levantado, aquí encontrarán no sólo belleza sino otra emoción de paz y amor que tanto necesitamos en nuestro diario andar».

En el acto de inhumación de sus cenizas El 15 de marzo de 1982 sus restos mortales fueron trasladados al Bautisterio de la Parroquia San

Juan Bautista. La placa colocada sobre su tumba nos recuerda: «Fue Cura Párroco de esta Iglesia desde el 12 de abril de 1925 hasta su fallecimiento; durante su apostolado supo brindar al barrio de Pocitos sus altas dotes de sabiduría y de virtud, que lo hicieron acreedor a la veneración de los fieles y al afecto de los niños por quienes tenía gran amor».

Dr. Evangelista Pérez del Castillo ...»Monseñor Tamburini fue el sacerdote del pueblo: con él cimentó su labor, sus Misas no daban

abasto. La concurrencia a las diversas festividades eran, después de Corpus, las más numerosas. Vivió él sus primeros tiempos entre portland y ladrillo y su sinceridad y su potente corazón y en fin, su visión de progreso, fue completar este templo -la Parroquia San Juan Bautista- hasta la última donación».

Traslado de sus cenizas del Cementerio Central al Bautisterio de la Parroquia San Juan Bautista

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Familiares y feligreses reunidos en la Parroquia durante la celebración de la misa

Placa en el lugar donde se guardan sus cenizas

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Monseñor Domingo Tamburini

Dossier biográfico 27.10.1878 Nacimiento. Sus padres: José Tamburini y Josefa Aicardi.

04.01.1879 Bautismo.

15.03.1903 Ordenado Sacerdote.

25.03.1903 Primera misa.

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Abril 1903 Nombrado Capellán Mayor y Ceremoniero de la Catedral de Montevideo.

Diciembre 1904 Designado Teniente Cura de Santa Lucía.

Setiembre 1907 Designado Teniente Cura de Melo.

Febrero 1908 Designado Teniente Cura de Rosario.

Agosto 1909 Nuevamente le nombran Capellán Mayor y Ceremoniero de la Catedral de Montevideo.

Mayo 1910 Enviado a Fray Bentos, Tala y Florida.

Diciembre 1913 Designado Cura Párroco de Colonia.

21.03.1920 Designado Capellán de las Adoratrices.

21.02.1925 Nombrado Capellán del Instituto San José.

12.04.1925 Designado Cura Párroco de Pocitos (Parroquia San Juan Bautista).

26.07.1926 Viaje de peregrinación a Asís.

25.03.1928 Homenaje de su feligresía al cumplir sus Bodas de Plata sacerdotales.

30.04.1928 Inauguración de las Campanas de la Parroquia San Juan Bautista.

24.06.1928 Inauguración del Reloj.

24.06.1929 Inauguración del Plafón Decorado.

01.04.1930 Se instalan en Pocitos los Hermanos de la Sagrada Familia.

24.06.1930 Inaugura el Comulgatorio del Altar Mayor.

24.06.1931 Inaugura el Altar del Sagrado Corazón.

24.06.1933 Inauguración de la terminación de las Columnas.

24.06.1934 Inauguración de la decoración del Bautisterio y la Pila Bautismal.

05.08.1934 Nombrado Canónigo.

24.06.1935 Inauguración de los actuales capiteles y del nuevo piso del Templo.

24.06.1936 Inauguración del Altar Mayor con mármol y granito nacionales.

20.09.1936 Inauguración del decorado del Templo.

24.06.1937 Inauguración de la portada de hierro metalizado y del Altar de la Santísima Virgen del Carmen.

05.02.1938 Inaugura el Altar de San José.

15.08.1946 Inauguración del piso y la escalinata del Frente.

18.05.1950 Homenaje de sus feligreses al cumplir 25 años de Párroco en la Iglesia San Juan Bautista (Pocitos).

15.03.1953 Bodas de Oro sacerdotales: recibe gran homenaje de sus fieles.

29.04.1953 Recibe la bendición del Papa Pío XII.

05.08.1954 Nombrado Prelado Doméstico del Papa.

10.08.1954 Homenaje en el Colegio y Liceo San Juan Bautista. Con su nombre se designa a la entrada principal del Edificio.

15.08.1954 Homenaje del Colegio y Liceo de Nuestra Señora de la Misericordia (Pocitos).

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27.10.1958 Homenaje de su feligresía al cumplir 80 años de edad.

08.12.1961 Bendice por última vez las aguas de la Playa Pocitos, ceremonia tradicional que realizó ininterrumpidamente durante 36 años, rodeado de sus feligreses.

11.06.1962 Fallece a la edad de 83 años.

15.03.1982 Del Cementerio Central son trasladados sus restos al Bautisterio de la Parroquia San Juan Bautista.

05.09.1984 Se designa, por vía de regularización, Monseñor Domingo Tamburini, el tramo de dos cuadras de extensión de la calle Luis Lamas con pasaje frente a la Parroquia.