dos notas por miguel donoso pareja · amargos. de la torre lo dice muy bien por ... para dar al...

2
libros dos notas / '. \ .' \ ' por Miguel Donoso Pareja ( ''-.-. / I LA LINEA DURA Después de leer La linea dura* llegamos a la conclusión de que Gerardo de la Torre -junto a Jorge Ibargüengoitia, Carlos Olve- ra (con Mejicanos en el espacio), Monsiváis y Agustín (en algunos de sus textos)- es uno de los escritores mexicanos que maReja con mayor soltura y calidad el humor. Se trata, por supuesto, de un fenómeno raro en la literatura de' América Latina, e implica una señal de madurez: todos sabe- mos que de la parte hispánica del continen- te, sólo Argentina tiene una literatura hu- morística consistente y amplia, con algunos atisbos aislados en Chile y Uruguay. El resto adolece de una gran solemnidad, pro- bablemente consecuencia de su inmadurez, que les impide reírse de ellos mismos. México, en cambio, está aprendiendo a reírse de mismo, y lo hace con un humor cáustico, corrosivo. En esta línea está La linea dura, libro que aborda temas importantes desde (y hacia) una risa que, a ratos, podría confundirse con el llanto. El libro tiene,' por supuesto, influencias notorias, directas, como lo de la "contin- gencia" (la mujer), que nos trae aires de Jardiel Poncela o de Pitigrilli (Dolicocéfala rubia, por ejemplo); o lo de La Libreta de Tapas Verdes, que recuerda obviamente a MarechaI. Pese a esto -que podría tener importan- cia, tal vez no-, la Linea dura se sostiene porque está enraizada en lo nacional -qui- zás local-, encarando cuestiones que son la comidilla (y el problema) del día, tales *Gerardo de la Torre: La línea dura, México, Federación Editorial Mexicana, 1971, 125 pp. como la violencia, la descomposición, la angustia y desorientación de la juventud, las drogas, el desafuero sexual, etcétera. Hay, pues, en La linea dura, un énfasis en las cuestiones más significativas del mo- mento actual, expresadas a partir de un grupo y un individuo -Horacio Tacitur- nus-, que no pueden dar más de y representan, al mismo tiempo, una parte del contexto y el contexto mismo. Los dos, tanto el individuo (personaje único y múltiple, intercomunicado, y aisla- do precisamente por la exactitud de su intercomunicación y dependencia, no co- municación) como el grupo, podrían lla- marse Horacio (o Pedro, Juan, Lupita, Ma- ría) Taciturnus. Y es que lo que los carac- teriza es su silencio, aun hablando, su tris- teza, su nostalgia de algo que se sienten avergonzados de anhelar. Por eso, tal vez, la risa ("la risa remedio infalible", receta de Selecciones), puede ser al mismo tiempo madurez y evasión, reconocimiento a los propios errores para superarlos o "saber vivir", impulso vital o señal de muerte. En estos términos, risa y llanto se tocan, pro- ducen una resultante tragicómica. Esto en lo que respecta a los personajes, en los cuales todo el desafuero aparente- mente vital es única y marcadamente eva- sión e inmadurez, pero no en lo que se refiere a la posición del autor, en quien el humor es madurez, concientización de una realidad que es necesario ridiculizar, frontalmente, para poder, quién sabe en qué eventualidad, salir de ella. Las borracheras, los viajes bajo los efec- tos de las drogas, las fiestas, las conversa- ciones "intelectuales", los propósitos perso- nales, la "salida revolucionaria", todo lo que hacen o pretenden los protagonistas de La linea dura, es tristísimo. Y es tristísimo porque nada responde al acto mismo como tal sino que es un sucedáneo, un "hago esto por lo otro", un "me salgo por aquí porque no hay ninguna otra posibilidad". Todo, entonces, es falso, y se resuelve en la angustia. La "línea dura", en térmi- nos de evasión, es entonces la más blanda, la "línea suicida", que es como termina el personaje central sin siquiera llegar a ello, pero sí insinuándolo: la sensación de no-sa- lida está lograda a la perfección por De la Torre. En este contexto, es la atmósfera (apa- rentemente alegre, chistosa, desaprensiva- mente locuaz) la que marca el paso, la que hace resaltar los personajes sórdidos y amargos. De la Torre lo dice muy bien por boca de uno de sus "títeres" (que es a eso a lo que llegan, viéndoseles, tras la ropa, la mano del conductor), con las siguientes palabras: "me sentí más triste que un ele- fante viejo y soltero". Todo lo anterior en cuanto al tema, lo realmente nutricio del libro. En lo que respecta a su realización, ninguna duda cabe que Gerardo de la Torre es un escritor hecho, con no sólo un excelente y golpean- te manejo del idioma, sino también con un claro concepto de la estructura y de la "armada" del texto que, por lo mismo, funciona, fluye abierta y vitalmente. Idio- ma y estructura, pues, se complementan para despertar el interés, para "hacer" que el libro se lea. y así es, en efecto, pues La linea dura se bebe de un sorbo, se mete en el lector, lo lleva de la mano. Esta es otra de sus virtudes, y de las mejores, por supuesto. OLAS SOBRE UNA ROCA DESIERTA Olas sobre una roca desierta (Onades sobre una roca deserta) fue publicada en catalán en 1969, Y un año después en castellano. Su autor, nacido en Barcelona en 1943, es Terenci Moix, quien ganó, precisamente con esta novela, el Premio Josep Pla. El propio Moix nos da, en el prólogo a la edición castellana, las claves de su libro, al señalar que es una "revisión de la mitolo- gía romántica del outsider", la misma que se resuelve en el "rechazo de la sociedad burguesa a través de la huida que es típico de un cierto neorromanticismo inmobilista, hoy en boga". . t Esto, por cierto, está dicho en los térrm-

Upload: nguyentuyen

Post on 19-Oct-2018

215 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: dos notas por Miguel Donoso Pareja · amargos. De la Torre lo dice muy bien por ... para dar al estudiante un conocimiento profundo de la realidad. Conocimiento que ... madurez excepcional

libros

dos notas

/ '.

\ .'

\ '

por Miguel Donoso Pareja(

''-.-.

/

I

LA LINEA DURA

Después de leer La linea dura* llegamos ala conclusión de que Gerardo de la Torre-junto a Jorge Ibargüengoitia, Carlos Olve­ra (con Mejicanos en el espacio), Monsiváisy Agustín (en algunos de sus textos)- esuno de los escritores mexicanos que maRejacon mayor soltura y calidad el humor.

Se trata, por supuesto, de un fenómenoraro en la literatura de' América Latina, eimplica una señal de madurez: todos sabe­mos que de la parte hispánica del continen­te, sólo Argentina tiene una literatura hu­morística consistente y amplia, con algunosatisbos aislados en Chile y Uruguay. Elresto adolece de una gran solemnidad, pro­bablemente consecuencia de su inmadurez,que les impide reírse de ellos mismos.

México, en cambio, está aprendiendo areírse de sí mismo, y lo hace con unhumor cáustico, corrosivo. En esta líneaestá La linea dura, libro que aborda temasimportantes desde (y hacia) una risa que, aratos, podría confundirse con el llanto.

El libro tiene,' por supuesto, influenciasnotorias, directas, como lo de la "contin­gencia" (la mujer), que nos trae aires deJardiel Poncela o de Pitigrilli (Dolicocéfalarubia, por ejemplo); o lo de La Libreta deTapas Verdes, que recuerda obviamente aMarechaI.

Pese a esto -que podría tener importan­cia, tal vez no-, la Linea dura se sostieneporque está enraizada en lo nacional -qui­zás local-, encarando cuestiones que son lacomidilla (y el problema) del día, tales

*Gerardo de la Torre: La línea dura, México,Federación Editorial Mexicana, 1971, 125 pp.

como la violencia, la descomposición, laangustia y desorientación de la juventud,las drogas, el desafuero sexual, etcétera.

Hay, pues, en La linea dura, un énfasisen las cuestiones más significativas del mo­mento actual, expresadas a partir de ungrupo y un individuo -Horacio Tacitur­nus-, que no pueden dar más de sí yrepresentan, al mismo tiempo, una partedel contexto y el contexto mismo.

Los dos, tanto el individuo (personajeúnico y múltiple, intercomunicado, y aisla­do precisamente por la exactitud de suintercomunicación y dependencia, no co­municación) como el grupo, podrían lla­marse Horacio (o Pedro, Juan, Lupita, Ma­ría) Taciturnus. Y es que lo que los carac­teriza es su silencio, aun hablando, su tris­teza, su nostalgia de algo que se sientenavergonzados de anhelar. Por eso, tal vez, larisa ("la risa remedio infalible", receta deSelecciones), puede ser al mismo tiempomadurez y evasión, reconocimiento a lospropios errores para superarlos o "sabervivir", impulso vital o señal de muerte. Enestos términos, risa y llanto se tocan, pro­ducen una resultante tragicómica.

Esto en lo que respecta a los personajes,en los cuales todo el desafuero aparente­mente vital es única y marcadamente eva­sión e inmadurez, pero no en lo que serefiere a la posición del autor, en quien elhumor sí es madurez, concientización deuna realidad que es necesario ridiculizar,frontalmente, para poder, quién sabe enqué eventualidad, salir de ella.

Las borracheras, los viajes bajo los efec­tos de las drogas, las fiestas, las conversa­ciones "intelectuales", los propósitos perso­nales, la "salida revolucionaria", todo lo

que hacen o pretenden los protagonistas deLa linea dura, es tristísimo. Y es tristísimoporque nada responde al acto mismo comotal sino que es un sucedáneo, un "hagoesto por lo otro", un "me salgo por aquíporque no hay ninguna otra posibilidad".

Todo, entonces, es falso, y se resuelveen la angustia. La "línea dura", en térmi­nos de evasión, es entonces la más blanda,la "línea suicida", que es como termina elpersonaje central sin siquiera llegar a ello,pero sí insinuándolo: la sensación de no-sa­lida está lograda a la perfección por De laTorre.

En este contexto, es la atmósfera (apa­rentemente alegre, chistosa, desaprensiva­mente locuaz) la que marca el paso, la quehace resaltar los personajes sórdidos yamargos. De la Torre lo dice muy bien porboca de uno de sus "títeres" (que es a esoa lo que llegan, viéndoseles, tras la ropa, lamano del conductor), con las siguientespalabras: "me sentí más triste que un ele­fante viejo y soltero".

Todo lo anterior en cuanto al tema, lorealmente nutricio del libro. En lo querespecta a su realización, ninguna dudacabe que Gerardo de la Torre es un escritorhecho, con no sólo un excelente y golpean­te manejo del idioma, sino también con unclaro concepto de la estructura y de la"armada" del texto que, por lo mismo,funciona, fluye abierta y vitalmente. Idio­ma y estructura, pues, se complementanpara despertar el interés, para "hacer" queel libro se lea.

y así es, en efecto, pues La linea dura sebebe de un sorbo, se mete en el lector, lolleva de la mano. Esta es otra de susvirtudes, y de las mejores, por supuesto.

OLAS SOBRE UNA ROCA DESIERTA

Olas sobre una roca desierta (Onades sobreuna roca deserta) fue publicada en catalánen 1969, Y un año después en castellano.Su autor, nacido en Barcelona en 1943, esTerenci Moix, quien ganó, precisamentecon esta novela, el Premio Josep Pla.

El propio Moix nos da, en el prólogo ala edición castellana, las claves de su libro,al señalar que es una "revisión de la mitolo­gía romántica del outsider", la misma quese resuelve en el "rechazo de la sociedadburguesa a través de la huida que es típicode un cierto neorromanticismo inmobilista,hoy en boga". . t

Esto, por cierto, está dicho en los térrm-

Page 2: dos notas por Miguel Donoso Pareja · amargos. De la Torre lo dice muy bien por ... para dar al estudiante un conocimiento profundo de la realidad. Conocimiento que ... madurez excepcional

¿universidad crítica

por Miguel Bautista

en hispanoamérica?

dad, pero obligan a hacer pausas, a pensar,producen en el lector una serie de imperio­sas incitaciones. En esta dimensión, la lec­tura se vuelve gozosamente lenta, meditati­va y, por supuesto, deprimente.

De esta manera Moix logra, sin duda,convencemos de que es verdad lo que encierto momento de su libro afirma, que "lasensualidad, acaso más que nada, es lapresencia perenne de la muerte y el sufri·miento". Lo cual es cierto sólo a medias,pero es cierto.

tice la satisfacción de las necesidades detodos sus miembros. Su aportación a latarea de renovación universitaria es un pro­yecto para la creación de una Facultad deCiencia Social con programas y niveles denuevo tipo, de nuevo contenido y proyec­ción, y los análisis que hacen de la determi­nación de la universidad por la sociedadhispanoamericana dependiente.

Héctor Silva Michelena y Rudolf Son­tag plantean el problema de la actualidady las tareas de la universidad a partir de laexperiencia de la Universidad Central deVenezuela, pero que puede guardar analo­gía con otras universidades. Dicen porejemplo: "Como punto de partida, debe­mos decir que la crisis de nuestra máximacasa de estudios está profundamente ligadaal carácter gravemente dependiente de nues­tra sociedad; en este contexto, la universi­dad napoleónica, de la cual la UniversidadCentral Venezonala es un típico modelo, haservido de recipiente activo en la acumula­ción y desencadenamiento de los conflictos.En efecto, la universidad napoleónica, consus características de profesionalización yfragmentación en facultades, fue implanta­da entre nosotros por las clases dominantes

fmalmente con Adalgisa, quien no ve, y ladeja justamente cuando recupera la vistaporque, como él mismo lo señala, las gentes"correrán, lo repito, por un mundo que yohabría inventado para Adalgisa, si no fueraque aquella Adalgisa inventada por mí yano existe".

Debemos reconocer -para terrninar­que Olas sobre una roca desierta no es unlibro fácil. Su ritmo es lento y con unaprosa rica, llena de espesor y roncas reso­nancias. Las ideas fluyen en él con naturali-

Este libro responde a la idea de revisar yestudiar las estructuras de la Universidad,para observar el grado de operancia de susprogramas y de su mosofía social frente .ala realidad de los países hispanoamericanos.De allí el título que propone los términosdel problema: Universidad, dependencia yrevolución. La universidad como el mayorcentro de enseñanza, investigación y difu·sión del país. La dependencia como larealidad socio-económica a superar, en quela universidad ha de mostrar su eficaciapara dar al estudiante un conocimientoprofundo de la realidad. Conocimiento quele sirva para elaborar con éxito la solucióna los problemas del subdesarrollo y queparta de una base científica y revoluciona­ria.

Los autores, profesores e investigadoresde la Universidad Central de Venezuela,profundizan en el estudio de la universidadexplicitando y ligando sus características,metas y perspectivas a la situación real dedependencia y subdesarrollo de nuestrospaíses, teniendo en cuenta la superación delsubdesarrollo y la dependencia como condi­ción para alcanzar la meta de una sociedadmoderna, desarrollada y humana que garan-

nos de una individualidad separada de sucontexto, pero Terenci Moix se ocupa muybien de no caer en ello. Y ésta es la razónpor la cual nos dice, nos pregunta mejor, si"las trampas mercantilistas del padre delpoeta ¿no anuncian acaso a una burguesíaenfermiza, la catalana, incapaz de asumir sucometido histórico?, 'o si' el afrancesa­miento de los salones pompeyanos ¿no noshabla de un mundo dirigente alejado de losorígenes nacionales, refractario a cualquierreconocimiento autóctono? "

Ya en el contexto de su libro, en suspropias páginas, Moix (quien evidencia unamadurez excepcional para ser un autor quetodavía no tiene 30 años de edad), clarificaaún más a su personaje central (Oliveri,quien coincide en muchos puntos con elOliveira de Cortázar), en los siguientes tér­minos: "Pero si he decidido escribir entercera persona y a la manera tradicionalpara hablar de mi héroe (que será unantihéroe maldito), es para encontrar, sinsubjetivismo, algo de verdad. Y es paraevitar, mediante el objetivismo, la fascina­ción que mis obsesiones y mis profundosquebraderos de cabeza pueden ejercer sobrelo primero que hago seriamente, condicio­nando su validez como obra literaria estric­ta más allá de lo que puede significar comoprolongación de mi personalidad. No habráningún experimentalismo, te lo prometo,porque lo único que me interesa es encon­trar, a través de la verdad de este personaje,mi propia verdad."

La idea del antihéroe (también cortazia­na) es lo que nutre a esta novela epistolar y"sin experimentalismos" de Terenci Moix,quien se mete a fondo en un cuestiona­miento absoluto, total, de la realidad.

En este sentido, Olas sobre una rocadesierta funciona sobre dos cuestionamien­tos fundamentales: l. El de una burguesíaen formación (¿o deformación?) y la des­composición de una aristocracia completa­mente extemporánea; y 2. El del amorcomo posibilidad de comunicación en unmundo enajenado por la sociedad del con­sumo.

Todo esto, por cierto, está dicho enforma sencilla, con un alto juego de ideas,con enorme profundidad. La novela, así, setoca con el ensayo, ahora en una serie decuestiones que, por el estilo epistolar, resul­tan factiblemente naturales. La verosimili­tud literaria se logra en Olas sobre una rocadesierta, en contraposición constante con laverosimilitud vital: Oliveri, en definitiva, noexiste, no puede existir sino arquetípica­mente, esto es, fuera de la realidad.

Libro apasionado, íntimo, subjetivo (apesar de sus resabios de "objetividad"), es enconjunto una novela realmente extraordina­ria, a nuestro juicio; una obra escrita desdeadentro, visceralmente, sin miedo. Creemos,con toda honestidad, que es una dé lasnovelas más importantes y hermosas escri­tas en los últimos tiempos.

Y es que Oliveri -aun dentro de suirrealidad- representa con justeza lo quetal vez sea la enfermedad de nuestros días,la misma que se traduce en una vida con­ceptualizada como mágica, en el sentido deimaginar, de inventar. Esto a tal punto queOliveri, que es incapaz de amar, lo logra